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Sábado 10 de octubre de 2015 EL UNIVERSAL E16 CULTURA PROYECTO UNAM Texto: Roberto Gutiérrez Alcalá [email protected] Curso sobre Herodoto El Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM invita al curso “He- rodoto y su tiempo”, que impartirá José M. Floristán del 19 al 23 de octubre, de las 12:00 a las 14:30 horas, en la Sala de Usos Múltiples del citado institut o, en Ciudad Universitaria. Informes e inscripciones en los correos centroes- tudiosclasicos@yaho o.com.mx y [email protected], y en el teléfono 56-22-74-88. ESPECIAL Descubren enzima que regula el balance energético Un grupo de científicos del Institu- to de Biotecnología, encabezado por Jean-Louis Charli Casalonga, descubrió la enzima piroglutamil peptidaza II (PPII), que participa en la regulación del balance energéti- co del organismo. Forma parte de una cascada de proteínas que fun- cionan en la base del cerebro, entre el hipotálamo y la pituitaria, glán- dula maestra que sintetiza varias hormonas. A partir de este descu- brimiento de ciencia básica se po- dría considerar en el futuro la ma- nipulación de dicha enzima y el de- sarrollo de un fármaco para contro- lar el metabolismo. Posible extinción masiva de especies De acuerdo con una investigación coordinada por Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología, y publi- cada en la revista Science Advances —en el artículo “Accelerated Mo- dern Human-Induced Species Los- ses: Entering the Sixth Mass Extin- c tion”, en el que intervienen como coautores Paul R. Ehrlich, Anthony Barnosky, Andrés García, Robert M. Pringle y Tood M. Palmer—, si al número de ejemplares en riesgo y desaparecidos se agregan los pro- blemas asociados al cambio climá- tico, la proyección es una extinción masiva de vertebrados y plantas en los próximos 20 o 30 años. ESPECIAL El jaguar como representación del poder en Mesoamérica María del Carmen Valverde ha estudiado durante varios años las valencias simbólicas de este animal vinculadas a los antiguos gobernantes de dicha región E l jaguar (Panthera onca) es el felino más grande de América y el tercero del pla- neta, después del tigre y el león. Desde hace por lo menos 3 mil años —esto es, desde la época de las antiguas culturas de la costa del golfo de México— hasta antes de la llegada de los españoles al continente americano, este animal es- tuvo presente constantemente en representa- ciones plásticas elaboradas no nada más en el área maya, sino en general en todos los contex- tos mesoamericanos. El jaguar reunía una gran cantidad de valencias simbólicas; unas se manifestaban en el uso de su piel y otras partes de su anatomía, como las garras y los colmillos; otras, en sus comportamientos, hábitos y características físicas asociados a la cos- movisión de los pueblos prehispánicos. María del Carmen Valverde, investigadora del Centro de Estudios Mayas, del Instituto de Inves- tigaciones Filológicas de la UNAM, ha estudiado durante varios años estas valencias simbólicas del jaguar vinculadas al poder de los gobernantes, las cuales hoy en día siguen vigentes, en alguna me- dida, en diversas comunidades indígenas y mes- tizas de nuestro país. “Se le representó de muchas formas y con di- ferentes materiales (piedra, estuco, cerámica, ma- dera), tanto en obras arquitectónicas como en ob- jetos suntuarios”, dice Valverde. Sol Jaguar del Inframundo El jaguar es un animal de hábitos crepusculares y nocturnos, que se esconde entre la maleza y el follaje. De ahí que, tradicionalmente, con su piel manchada que recuerda al cielo nocturno, se le asocie a las puertas de entrada al inframundo del universo mesoamericano. “Se puede decir que el cosmos prehispánico es- tá conformado por una parte de arriba: masculina, seca, solar, luminosa, diurna, y por una parte de abajo: femenina, húmeda, oscura, fértil, nocturna; esta última es la que le corresponde al jaguar.” En representaciones plásticas no sólo del área maya, sino en general de todos los contextos me- soamericanos, esta parte de abajo, femenina, hú- meda, oscura, fértil, relacionada con los fenóme- nos que se desarrollan en la noche, está cargada de una serie de energías que tienen que ver con el poder de regeneración periódica del cosmos y con la fuerza de ese felino. “Por eso en el área maya, específicamente en Palenque, hay infinidad de representaciones de la que se ha llamado deidad GIII o Sol Jaguar del Inframundo, que transita durante la noche por la bóveda celeste. Tiene colmillos, orejas y, muchas veces, piel de jaguar, o el mismo astro es un jaguar c o m p l e to”, apunta la investigadora. Organizadores del cosmos El jaguar, el mayor depredador del continente americano, es un animal que, desde el punto de vista simbólico, transita por distintos niveles del cosmos: se arrastra, pero también se mete al agua, sube a los árboles... Y los gobernantes y guerreros de Mesoamérica querrían adquirir su capacidad de transitar por esos distintos niveles del cosmos, así como la fuerza de sus garras y colmillos —es decir, la fuerza de un gran cazador—, para —del mismo modo que él controla la selva, ese otro lu- gar no organizado, no humano— controlar sus propios espacios y convertirse en los organizado- res del cosmos. “Sí, los grandes soberanos y los grandes gue- rreros, o los soberanos como grandes guerreros, incorporaron en su atuendo y sus armas —t a n to defensivas (escudos) como ofensivas (lanzas)— la piel, las garras y los colmillos de jaguar, pues de- seaban poseer todo el poder de este gran depre- dador. Y justo la manera de usar tocados de jaguar y ataviarse como él sigue viéndose en carnavales y otras fiestas que se realizan en comunidades in- dígenas y mestizas, por supuesto, sin la carga de ferocidad, sin la carga militar que tenía en la época prehispánica, aunque sí con la intención de rom- per la estructura cotidiana del tiempo normal y trasladar a la gente a otro tiempo-espacio que está ligado al caos y al concepto de origen, de rege- neración periódica.” En la época prehispánica, los atributos de poder de los soberanos también estaban vinculados al jaguar. Por eso abundan las representaciones de tronos de jaguar, tanto en vasijas de cerámica co- mo en piedra, en ciudades como Uxmal, Palenque y Chichén Itzá. “El valor simbólico del trono se basa en la idea de ‘sentarse sobre el mundo’, de regir sobre la tie- rra; y si se trata de un trono de jaguar, el poder del soberano reside en la parte felina del cosmos. Aho- ra bien, en Mesoamérica había tronos forrados con piel de jaguar, pero también verdaderos ja- guares convertidos en sitiales. A la hora de repre- sentar este animal, los elementos que se privile- giaban eran su ferocidad, su fuerza de garras y col- millos, y, claro, su piel característica asociada al manto estrellado de la noche”, explica Valverde. Hombres-jaguar Es importante resaltar que los soberanos no sólo se vestían como jaguar para luchar y se sentaban en un trono de jaguar para gobernar: los orígenes de su linaje también guardaban un vínculo con este animal. El jaguar era el gran progenitor, pero además, como cuentan las narraciones míticas consigna- das en los textos indígenas escritos en alfabeto la- tino durante la Colonia y en muchos de los cuen- tos e historias de los pueblos mayas contempo- ráneos, en el origen de los tiempos, de la forma- ción del hombre, aparece siempre un jaguar, un jaguar progenitor, un jaguar protector. “En el caso del Popol Vuh, los cuatro primeros hombres creados son hombres-jaguar que dan ori- gen a los linajes quichés: Balam Quitzé, Balam Akab, Iqui Balam y Mahucutah: el jaguar del bos- que, el jaguar de la noche, el jaguar de la oscuridad y el viajero, respectivamente (Mahucutah no incor- pora en su nombre el término Balam, que significa ‘jaguar’ en maya, pero sí una de las características del felino: su amplia movilidad por diferentes es- pacios). Incluso algunos soberanos de Yaxchilán incorporaron el apelativo jaguar a su propio nom- bre. Así, se puede afirmar que los gobernantes de las distintas ciudades mayas, por lo menos los del periodo Clásico, eran verdaderos hombres-jaguar. En vasijas del señorío de Ik, por ejemplo, se ven personas ataviadas como jaguares.” En fechas relativamente recientes, en las va- sijas tipo códice se logró hacer la lectura de uno de los glifos que aparece en forma recurrente en ellas: el w a y. “Este glifo way está conformado por una ima- gen del término ajaw, ‘señor’, y justo la mitad de él está cubierta con la piel del jaguar. El glifo way se asocia a co-esencias, álter egos de los sobera- nos, que eran jaguares”, indica la investigadora. Así pues, cada uno de estos soberanos tenía esta co-esencia como animal compañero que era el ja- guar y, al mismo tiempo, al estar felinizado por él se ataviaba como jaguar, se llamaba jaguar, se sen- taba en un trono de jaguar para adquirir simbó- licamente las características que distinguen a este animal en la naturaleza. Deformación craneana De acuerdo con evidencias plásticas y testimonios escritos por los españoles, el tipo de deformación del cráneo que se hacían con tablillas los mayas del periodo Clásico vinculados al poder tenía como fin transformarlo en un cráneo similar al del jaguar. “¿Qué sucedía con este tipo de deformación craneal? La distancia que había entre los ojos y la cúspide del cráneo se disminuía porque la cús- pide del cráneo se movía hacia atrás. Ésta es una de las adaptaciones al medio que tienen los fe- linos para acechar. Si nosotros tuviéramos la oportunidad de ver a una persona con este tipo de deformación craneana, seguramente nos re- cordaría a un felino.” Como se ha visto, el jaguar es un animal que tiene y reúne en sí mismo innumerables valencias simbólicas. Sin embargo, las que estaban vincu- ladas al poder de los soberanos no llegaron hasta nuestros días. “Lo que sí llegó a nuestra época es la idea de que este animal está en el principio y el fin de los tiem- pos, de que está asociado al caos primigenio ori- ginal, lo cual lo vuelve un invitado permanente en carnavales y fiestas en las que se trata de romper el orden cotidiano, el orden del devenir tradicio- nal, para llevarnos a ese otro tiempo, a ese otro espacio que es el tiempo-espacio del jaguar”, fi- naliza Valverde. b “El valor simbólico del trono se basa en la idea de ‘sentarse sobre el mundo’, de regir sobre la tierra; y si se trata de un trono de jaguar, el poder del soberano reside en la parte felina del cosmos” MARÍA DEL CARMEN VALVERDE Investigadora del Centro de Estudios Mayas, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM ESPECIAL Este felino es el mayor depredador del continente americano.

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Sábado 10 de octubre de 2015 EL UNIVERSALE16 CU LT U R A

PROYECTO UNAMTexto: Roberto Gutiérrez Alcalá

ro [email protected]

Curso sobre HerodotoEl Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM invita al curso “He -rodoto y su tiempo”, que impartirá José M. Floristán del 19 al 23 de octubre,de las 12:00 a las 14:30 horas, en la Sala de Usos Múltiples del citado institut o,en Ciudad Universitaria. Informes e inscripciones en los correos centroes -tudiosclasicos@yaho o.com.mx y [email protected], y en el teléfono56 -22-74-88.

E S P E

C I A L Descubren enzima

que regula elbalance energéticoUn grupo de científicos del Institu-to de Biotecnología, encabezadopor Jean-Louis Charli Casalonga,descubrió la enzima piroglutamilpeptidaza II (PPII), que participa enla regulación del balance energéti-co del organismo. Forma parte deuna cascada de proteínas que fun-cionan en la base del cerebro, entreel hipotálamo y la pituitaria, glán-dula maestra que sintetiza variashormonas. A partir de este descu-brimiento de ciencia básica se po-dría considerar en el futuro la ma-nipulación de dicha enzima y el de-sarrollo de un fármaco para contro-lar el metabolismo.

Posible extinciónmasiva dees p e c i esDe acuerdo con una investigacióncoordinada por Gerardo Ceballos,del Instituto de Ecología, y publi-cada en la revista Science Advances—en el artículo “Accelerated Mo-dern Human-Induced Species Los-ses: Entering the Sixth Mass Extin-c tion”, en el que intervienen comocoautores Paul R. Ehrlich, AnthonyBarnosky, Andrés García, Robert M.Pringle y Tood M. Palmer—, si alnúmero de ejemplares en riesgo ydesaparecidos se agregan los pro-blemas asociados al cambio climá-tico, la proyección es una extinciónmasiva de vertebrados y plantas enlos próximos 20 o 30 años.

E S P E

C I A L

El jaguar como representacióndel poder en MesoaméricaMaría del CarmenValverde ha estudiadodurante varios años lasvalencias simbólicas deeste animal vinculadas alos antiguos gobernantesde dicha región

El jaguar (Panthera onca)es el felino másgrande de América y el tercero del pla-neta, después del tigre y el león. Desdehace por lo menos 3 mil años —esto es,desde la época de las antiguas culturasde la costa del golfo de México— has taantes de la llegada de los españoles alcontinente americano, este animal es-

tuvo presente constantemente en representa-ciones plásticas elaboradas no nada más en elárea maya, sino en general en todos los contex-tos mesoamericanos.

El jaguar reunía una gran cantidad de valenciassimbólicas; unas se manifestaban en el uso de supiel y otras partes de su anatomía, como las garrasy los colmillos; otras, en sus comportamientos,hábitos y características físicas asociados a la cos-movisión de los pueblos prehispánicos.

María del Carmen Valverde, investigadora delCentro de Estudios Mayas, del Instituto de Inves-tigaciones Filológicas de la UNAM, ha estudiadodurante varios años estas valencias simbólicas deljaguar vinculadas al poder de los gobernantes, lascuales hoy en día siguen vigentes, en alguna me-dida, en diversas comunidades indígenas y mes-tizas de nuestro país.

“Se le representó de muchas formas y con di-ferentes materiales (piedra, estuco, cerámica, ma-dera), tanto en obras arquitectónicas como en ob-jetos suntuarios”, dice Valverde.

Sol Jaguar del InframundoEl jaguar es un animal de hábitos crepuscularesy nocturnos, que se esconde entre la maleza y elfollaje. De ahí que, tradicionalmente, con su pielmanchada que recuerda al cielo nocturno, se leasocie a las puertas de entrada al inframundo deluniverso mesoamericano.

“Se puede decir que el cosmos prehispánico es-tá conformado por una parte de arriba: masculina,seca, solar, luminosa, diurna, y por una parte deabajo: femenina, húmeda, oscura, fértil, nocturna;esta última es la que le corresponde al jaguar.”

En representaciones plásticas no sólo del áreamaya, sino en general de todos los contextos me-soamericanos, esta parte de abajo, femenina, hú-meda, oscura, fértil, relacionada con los fenóme-nos que se desarrollan en la noche, está cargadade una serie de energías que tienen que ver conel poder de regeneración periódica del cosmos ycon la fuerza de ese felino.

“Por eso en el área maya, específicamente enPalenque, hay infinidad de representaciones de laque se ha llamado deidad GIII o Sol Jaguar delInframundo, que transita durante la noche por labóveda celeste. Tiene colmillos, orejas y, muchasveces, piel de jaguar, o el mismo astro es un jaguarc o m p l e to”, apunta la investigadora.

Organizadores del cosmosEl jaguar, el mayor depredador del continenteamericano, es un animal que, desde el punto devista simbólico, transita por distintos niveles delcosmos: se arrastra, pero también se mete al agua,sube a los árboles... Y los gobernantes y guerrerosde Mesoamérica querrían adquirir su capacidadde transitar por esos distintos niveles del cosmos,así como la fuerza de sus garras y colmillos —esdecir, la fuerza de un gran cazador—, para —delmismo modo que él controla la selva, ese otro lu-gar no organizado, no humano— controlar suspropios espacios y convertirse en los organizado-res del cosmos.

“Sí, los grandes soberanos y los grandes gue-rreros, o los soberanos como grandes guerreros,incorporaron en su atuendo y sus armas —t a n todefensivas (escudos) como ofensivas (lanzas)— lapiel, las garras y los colmillos de jaguar, pues de-seaban poseer todo el poder de este gran depre-

dador. Y justo la manera de usar tocados de jaguary ataviarse como él sigue viéndose en carnavalesy otras fiestas que se realizan en comunidades in-dígenas y mestizas, por supuesto, sin la carga deferocidad, sin la carga militar que tenía en la épocaprehispánica, aunque sí con la intención de rom-per la estructura cotidiana del tiempo normal ytrasladar a la gente a otro tiempo-espacio que estáligado al caos y al concepto de origen, de rege-neración periódica.”

En la época prehispánica, los atributos de poderde los soberanos también estaban vinculados aljaguar. Por eso abundan las representaciones detronos de jaguar, tanto en vasijas de cerámica co-

mo en piedra, en ciudades como Uxmal, Palenquey Chichén Itzá.

“El valor simbólico del trono se basa en la ideade ‘sentarse sobre el mundo’, de regir sobre la tie-rra; y si se trata de un trono de jaguar, el poder delsoberano reside en la parte felina del cosmos. Aho-ra bien, en Mesoamérica había tronos forradoscon piel de jaguar, pero también verdaderos ja-guares convertidos en sitiales. A la hora de repre-sentar este animal, los elementos que se privile-giaban eran su ferocidad, su fuerza de garras y col-millos, y, claro, su piel característica asociada almanto estrellado de la noche”, explica Valverde.

H o m b res- j a g u a rEs importante resaltar que los soberanos no sólose vestían como jaguar para luchar y se sentabanen un trono de jaguar para gobernar: los orígenesde su linaje también guardaban un vínculo coneste animal.

El jaguar era el gran progenitor, pero además,como cuentan las narraciones míticas consigna-das en los textos indígenas escritos en alfabeto la-tino durante la Colonia y en muchos de los cuen-tos e historias de los pueblos mayas contempo-ráneos, en el origen de los tiempos, de la forma-ción del hombre, aparece siempre un jaguar, unjaguar progenitor, un jaguar protector.

“En el caso del Popol Vuh, los cuatro primeroshombres creados son hombres-jaguar que dan ori-gen a los linajes quichés: Balam Quitzé, BalamAkab, Iqui Balam y Mahucutah: el jaguar del bos-que, el jaguar de la noche, el jaguar de la oscuridady el viajero, respectivamente (Mahucutah no incor-pora en su nombre el término Balam, que significa‘jaguar ’ en maya, pero sí una de las característicasdel felino: su amplia movilidad por diferentes es-pacios). Incluso algunos soberanos de Yaxchilánincorporaron el apelativo jaguar a su propio nom-bre. Así, se puede afirmar que los gobernantes delas distintas ciudades mayas, por lo menos los delperiodo Clásico, eran verdaderos hombres-jaguar.En vasijas del señorío de Ik, por ejemplo, se venpersonas ataviadas como jaguares.”

En fechas relativamente recientes, en las va-sijas tipo códice se logró hacer la lectura de unode los glifos que aparece en forma recurrente enellas: el w a y.

“Este glifo way está conformado por una ima-gen del término ajaw, ‘señor ’, y justo la mitad deél está cubierta con la piel del jaguar. El glifo wayse asocia a co-esencias, álter egos de los sobera-nos, que eran jaguares”, indica la investigadora.

Así pues, cada uno de estos soberanos tenía estaco-esencia como animal compañero que era el ja-guar y, al mismo tiempo, al estar felinizado por élse ataviaba como jaguar, se llamaba jaguar, se sen-taba en un trono de jaguar para adquirir simbó-licamente las características que distinguen a esteanimal en la naturaleza.

Deformación craneanaDe acuerdo con evidencias plásticas y testimoniosescritos por los españoles, el tipo de deformacióndel cráneo que se hacían con tablillas los mayas delperiodo Clásico vinculados al poder tenía como fintransformarlo en un cráneo similar al del jaguar.

“¿Qué sucedía con este tipo de deformacióncraneal? La distancia que había entre los ojos y lacúspide del cráneo se disminuía porque la cús-pide del cráneo se movía hacia atrás. Ésta es unade las adaptaciones al medio que tienen los fe-linos para acechar. Si nosotros tuviéramos laoportunidad de ver a una persona con este tipode deformación craneana, seguramente nos re-cordaría a un felino.”

Como se ha visto, el jaguar es un animal quetiene y reúne en sí mismo innumerables valenciassimbólicas. Sin embargo, las que estaban vincu-ladas al poder de los soberanos no llegaron hastanuestros días.

“Lo que sí llegó a nuestra época es la idea de queeste animal está en el principio y el fin de los tiem-pos, de que está asociado al caos primigenio ori-ginal, lo cual lo vuelve un invitado permanente encarnavales y fiestas en las que se trata de romperel orden cotidiano, el orden del devenir tradicio-nal, para llevarnos a ese otro tiempo, a ese otroespacio que es el tiempo-espacio del jaguar”, fi-naliza Valverde. b

“El valor simbólico del trono sebasa en la idea de ‘sentarse sobreel mundo’, de regir sobre latierra; y si se trata de un tronode jaguar, el poder del soberanoreside en la parte felina delco smo s”MARÍA DEL CARMEN VALVERDEInvestigadora del Centro de Estudios Mayas, delInstituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM

E S P E

C I A L

Este felino es el mayor depredador del continente americano.