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Agustín Guimerá y Víctor Peralta (coords.) El Equilibrio de los Imperios: de Utrecht a Trafalgar

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Agustín Guimerá y Víctor Peralta (coords.)

El Equilibrio de los Imperios:

de Utrecht a Trafalgar

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EL EQUILIBRIO DE LOS IMPERIOS:

DE UTRECHT A TRAFALGAR

Actas de la VIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna

(Madrid, 2-4 de Junio de 2004) Volumen II

Agustín Guimerá Ravina Víctor Peralta Ruiz

(Coordinadores)

Con la colaboración de Francisco Fernández Izquierdo

Fundación Española de Historia Moderna Madrid, 2005

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VIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna (Madrid, 2-4 de Junio de 2004)

COMITÉ DE HONOR

Presidencia: S.M. La Reina de España

Vocales: Sra. Dª María Jesús San Segundo Gómez de Cadiñanos, Ministra de Educación y Ciencia. Sr. D. Emilio Lora-Tamayo D’Ocón, Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Sr. D. Carlos Berzosa, Rector Magnífico de la Universidad Complutense. Sr. D. Luis Miguel Enciso Recio, Presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Sra. Dª Mercedes Molina Ibáñez, Decana de la Facultad de Geografía e Historia de la Uni-versidad Complutense. Sr. D. José Ramón Urquijo Goitia, Director del Instituto de Historia, CSIC. Sr. D. Antonio García-Baquero, Presidente de la Fundación Española de Historia Moderna.

COMITÉ CIENTÍFICO Y ORGANIZADOR

Coordinadores: Dra. María Victoria López-Cordón Cortezo, Catedrática, Jefe del Dpto. de Historia Mo-derna, Universidad Complutense. Dr. Agustín Guimerá Ravina, Investigador Científico, Dpto. de Historia Moderna, Institu-to de Historia. CSIC.

Vocales: Dr. Francisco Fernández Izquierdo, Jefe del Dpto. de Historia Moderna, Instituto de His-toria, CSIC. Dra. Gloria Franco Rubio, Dpto. de Historia Moderna, Universidad Complutense. Dr. Víctor Peralta Ruiz, Dpto. de Historia Moderna, Instituto de Historia. CSIC.

Secretaría Técnica: Dr. José Manuel Prieto Bernabé, Dpto. de Historia Moderna, Instituto de Historia. CSIC.

La Fundación Española de Historia Moderna convocó la Reunión en junio de 2004 gracias a

la organización y apoyo de las siguientes entidades:

Universidad Complutense, Facultad de Geografía e Historia, Dpto. de Historia Moderna. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, Dpto. de Historia Moderna. Sociedad Española de Conmemoraciones Culturales.

Esta edición ha sido posible gracias a la colaboración del Ministerio de Educación y Ciencia y de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, adscrita al Ministerio de Cultura, y se edita en 2005 siendo su Presidente D. José García de Velasco.

Diseño de cubierta: Francisco Tosete y Julia Sánchez (Centro de Humanidades, CSIC), a partir de una idea de Agustín Guimerá. © De los textos, sus autores. © Fundación Española de Historia Moderna, de la presente edición. Depósito Legal: M-52127-2005 ISBN Obra completa: 84-931692-1-8 ISBN Volumen II: 84-931692-3-4 Imprime: Gráficas Loureiro, S.L. • San Pedro, 23 - 28917 Bº de La Fortuna (Madrid)

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PROYECTO ESPAÑOL PARA NOMBRAR A FELIPE V

EMPERADOR DE ALEMANIA. INSTRUCCIONES AL CONDE DE MONTIJO 1741

JUAN CARLOS LAVANDEIRA HERMOSO Universidad Complutense de Madrid

RESUMEN:

Durante el reinado de Felipe V España intenta recuperar parte de sus antiguas posesiones en Italia, para los hijos de Isabel de Farnesio. Cuando el Emperador Carlos VI fallece en 1740 se buscará un ducado para el segundo hijo: el infante Don Felipe. Para ello no se dudará en enfrentarse al Imperio austriaco tanto en los campos de batalla italiano, como en el congreso de Francfort para elegir al nuevo emperador.

PALABRAS CLAVE: Historia política; Relaciones diplomáticas; Felipe V, Guerra de Sucesión; Alemania; Imperio Austríaco; España; siglo XVIII.

ABSTRACT:

In the reign of Felipe V Spain try to recover some of its old possessions in Italy, for Isabel of Farnesio’s sons. While the Emperor Carlos VI died in 1740, she tried to find a duchy for her second son, Prince Felipe. For this reason Spain didn’t hesitate to fight with the Austrian Em-pire in the Italian battle fields and in the Francfort congress to choose the new emperor.

KEY WORDS: political history; diplomatic relations; Philip V; War of Spanish Succession; Germany; Austrian empire; Spain; XVIIIth century.

El análisis de las relaciones interestatales es un elemento indispensable para

conocer el devenir histórico de cada uno de los países que las protagonizan. Este tipo de acontecimientos suelen tener un papel mucho más relevante del

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que se les suele otorgar, principalmente por desconocimiento del conjunto político global en el que se mueven los personajes que las protagonizan.

Tradicionalmente este tipo de estudios se han realizado partiendo de los tra-tados firmados entre dos o más potencias, puesto que ellos reflejan de forma clara las posiciones de fuerza de cada signatario y los logros obtenidos por una determinada misión diplomática1. Y es en este substrato, sobre el que se eleva el análisis y redacción de los acontecimientos, olvidando muchas veces los objeti-vos iniciales que se planteaban. Estos objetivos vienen reflejados en las instruc-ciones dadas a los embajadores, diplomáticos, ministros plenipotenciarios, cón-sules, secretarios de embajada, etc. desplazados a alguna corte europea.

Podemos hacer distinción en dos tipos de instrucciones. Por un lado, las da-das a los diplomáticos cuando ya están asentados en el destino y responden a algún acontecimiento de interés para la Monarquía, son las más numerosas de nuestros archivos y en la mayoría de las ocasiones están intercaladas entre la documentación generada por la propia misión diplomática, no debemos olvidar que la producción epistolar entre la Secretaría de Estado y sus desplazados por Europa es, prácticamente, una fuente inagotable de noticias. Estas recomenda-ciones se van amoldando al devenir de los acontecimientos, pudiéndose consta-tar cambios de tendencia a medida que se van sucediendo los hechos.

Por otro lado están las instrucciones de los desplazados por primera vez, y es aquí cuando realmente toman importancia este tipo de documentos. La riqueza informativa de estas órdenes es tal, que pocas fuentes nos facilitan datos tan variados, puesto que en muchas ocasiones la persona elegida, no suele ser cono-cedor de los procedimientos y gestiones que se siguen o que se quieren hacer, por lo que había que partir casi desde el principio. Más veces de las que quisie-ron, los protagonistas tuvieron que hacer una salida precipitada hacia su destino, sin tener tiempo de instruirse del lugar al que van. Esta misión docente la cum-plen las instrucciones que se les facilitan, que además, nos dan información de la región o país al que se desplazan, los antecedentes de su misión, los objetivos a plantear una vez allí, las rutinas a seguir en las comunicaciones, los representan-tes del rey que se hayan en otros países y en los que se puede apoyar, los retratos psicológicos de los personajes que va a encontrar, los diplomáticos de otras po-tencias allí desplazados, los intereses del resto de países, los argumentos por ellos planteados, las respuestas que tiene que dar ante determinadas circunstancias, así como algo que se repite en todas ellas, independientemente del lugar al que se dirijan, el motivo del viaje o el contexto histórico que se viva; en todas ellas se pide encarecidamente que traten de moderar los gastos económicos y no sigan el camino de los embajadores franceses, famosos por el derroche y el despilfarro, eso sí, no tienen que olvidar nunca que son la representación del rey de España en el exterior y eso supone un comportamiento acorde con la imagen de hono-rabilidad de nuestro país, donde la dignidad y la religiosidad cristiana deben si

———— 1 Claro ejemplo es la obra de CANTILLO, A: Tratados, convenios y declaraciones de paz y

de comercio que han hecho con las potencias extrajeras los monarcas españoles de la Casa de Borbón desde el año 1700 hasta el día. Madrid 1843.

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no primar sobre todo lo demás, estar siempre presentes. Advertencias válidas tanto para el titular de la embajada como para los «familiares», entendiendo por familiares tanto los consanguíneos, como los sirvientes que le acompañan.

Es precisamente con este tipo de documentos, con los que se puede esta-blecer una dinámica de las relaciones europeas, puesto que en ellos siempre se suele dejar un apartado donde se explican los acontecimientos cercanos que han provocado la misión diplomática. También se puede observar claramente la relevancia del país de destino, según el momento que se trate, marcado en el énfasis que se ponga en la ordenanzas entregadas. Por ejemplo, cuando España manda al marqués de Puerto a Suecia en 1741, busca atraerse al sobe-rano sueco, con el fin de evitar que se acercara a los enemigos de Felipe V, para ello no se dudará en tratar de llegar a un acuerdo comercial2, pero veinte años después, en 1761, sólo se buscará «conservar la amistad y harmonía, que subsiste entre ambos reynos»3, lo que nos demuestra las pocas expectativas que generaba el mundo nórdico en la Secretaría de Estado de Madrid.

En este segundo grupo se enmarcan las instrucciones facilitadas a Cristóbal Portocarrero, V conde de Montijo, cuando fue nombrado por Felipe V «mi embajador extraordinario, y Plenipotenciario a la Dieta Ymperial de Ratisbona, y conferiéndole entre otras comisiones la de concurrir en la Dieta electoral de Francfort como mi Legado y Nuncio para diferentes efectos convenientes a mi Real Servicio»4. En ellas no solo aparecen los pasos que debía seguir, sino que se dan toda una serie de detalles que nos proporcionan mucha información sobre el revuelo que se formó en Europa tras la muerte el Emperador Carlos VI.

LAS INSTRUCCIONES DEL CONDE DE MONTIJO5 Con el inicio del viaje desde Madrid es cuando las instrucciones entregadas

alcanzan su máxima importancia; con ellas se quiere adoctrinar a Montijo

———— 2 MARTÍNEZ RUIZ, Enrique y PI CORRALES, Magdalena de Pazzis: «Guerra y comercio. La

propuesta de un tratado comercial Hispano-Sueco a mediados del siglo XVIII», RAMOS SANTA-NA, Alberto (Coord.): Comercio y navegación entre España y Suecia (siglos X-XX). Cádiz 2000. pp. 223-250.

3 «Cédula de nombramiento de Dn. Álvaro de Navia por emviado extraordinario de S.M. en Stockholmo». [A]rchivo [G]eneral de [S]imancas. Estado. Leg.: 6661. Para completar la información se puede consultar nuestro trabajo LAVANDERIA HERMOSO, Juan Carlos: «Las rela-ciones diplomáticas hispano-suecas: una visión de conjunto a mediados del siglo XVIII», BEN-SON, Ken, MÖRNER, Magnus y SÖHRMAN, Ingmar (Eds.): Relaciones entre España y Suecia desde mediados del siglo XVII hasta comienzos del XIX. Göteborg 2002. pp.43-64.

4 Pleno poder dado al conde de Montijo para representar al rey de España en las Dietas de Francfort y Ratisbona. El Pardo Enero de 1741. A.G.S. Estado. Leg.: 7561.

5 Instrucciones dadas al conde de Montijo el 16-1-1741 para llevar a cabo su misión diplo-mática como representante del rey de España ante las Dietas de Francfort y Ratisbona. [A]rchivo [H]istórico [N]acional. Estado. Libro 248. pp. 102 v.-171. Existe otra copia donde se incluyen los papeles que se citan en las instrucciones, localizada en el A.G.S. Estado. Leg.: 7581. Para el actual análisis se ha utilizado la copia localizada en la primera reseña, excepto para la documentación anexada. Todos los fragmentos que hasta aquí se han traído pertenecen al libro aludido.

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sobre la labor a desarrollar, además de informarle de las gestiones realizadas por el secretario de la embajada española en Viena, José Carpintero y los planteamientos del resto de príncipes implicados en la sucesión imperial. Constituyen una compilación de 108 reglas, además de una documentación complementaria a la que se va aludiendo en la instrucción, compuesta por cartas de otros embajadores, reacciones de las cortes implicadas ante las peti-ciones españolas, cifras para enviar cartas en clave, etc.

Estos preceptos están divididos en cuatro partes:

«La primera comprenderá la narrativa de nuestros derechos por la muer-te del Emperador, y los fundamentos en que se oponían. La segunda las di-ligencias practicadas en varias partes, y sus resultas. La tercera la resolución en que estamos. Y la quarta en fin la Práctica de esta misma resolución, res-pectiva a los puntos que contiene».

Realmente a estas cuatro se podía sumar una quinta parte al inicio, consti-

tuida por el nombramiento como embajador del conde de Montijo, los moti-vos por los que se le ha elegido y la fragmentación en las cuatro partes ante-riores de las instrucciones entregadas. Esta parte tiene una función introductoria; en ella se dan los títulos nobiliarios del personaje, para nom-brarle a continuación «embaxador extraordinario, y Plenipotenciario a las Dietas de Francfort, y Ratisbona, y en varias cortes», pasando después a des-cribir las cualidades y su «notoria Christiana conducta», que han sido suficien-tes para elegirle como diplomático en la presente misión. Pues para desempe-ñarla el candidato debía «estar dotado de las altas calidades de Sangre, graduación, aptitud, celo, y experiencias [que] las hemos considerado en vos Conde del Montijo».

Veamos pues el contenido de las instrucciones:

«DERECHOS QUE NOS CORRESPONDEN POR LA MUERTE DEL EMPERADOR, Y FUNDAMENTOS EN QUE SE APOIAN»

La parte más breve de todas, se hace una exposición en siete puntos de los

derechos que debe defender en tierras alemanas. Incide con especial fuerza en los derechos sobre Hungría y Bohemia, que vienen explicados con minuciosi-dad en pliegos aparte; y se resumen diciendo: «Sólo os diremos que nos com-peten por el derechos de sangre, por el de Primogenitura, y por el de reversión». Por lo que al rey de España, como «Rey de Bohemia…toca la calidad de elec-tor, por Archiduque de Austria el primer Asiento en el banco de Príncipes ecle-siásticos en la propia Dieta, y por Duque de Borgoña el tercero en el mismo banco». Esta colocación del duque de Borgoña que corresponde a Felipe V se produce porque los monarcas españoles son los únicos que tienen soberanía sobre el Toisón de Oro.

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Por último se expresan los derechos a otros territorios, como Parma, Pla-sencia y Toscana, que son derechos de la reina «que no los ha renunciado en el Acto en que los cedimos»; el Estado de Milán6, proveniente de Carlos V, y el reino de Suabia, cuyos derechos se remontan al tiempo de los reyes de Ara-gón. Pero también se le advierte que no se empeñe en conseguir Suabia, por-que al haber otros príncipes involucrados, sería delirio pretenderla.

«DILIGENCIAS PRACTICADAS EN VARIAS PARTES Y RESULTAS DE ELLAS» Tal es el título que encabeza la segunda sección, la más extensa, constando

de cuarenta y dos puntos que dan idea de todos los trámites practicados sobre el tema, en las otras cortes europeas. La primacía casi en exclusividad la tiene Francia, al ser el principal aliado con que puede contar España, por lo que el príncipe de Campoflorido, embajador español en París, ya ha recibido orden de comunicar al cardenal de Fleury, «que es el alma del Christianísimo», los intereses del rey Católico, así como enterarse de lo proyectado por Francia.

Estas «diligencias» se iniciaron al mismo tiempo que se recibió la noticia de la muerte del Emperador, escribiendo directamente a Fleury «(…para estimu-larle más al partido de nuestras ideas) que jamás se ofrecería una oportunidad tan aproposito para la colocación del Ynfante Dn. Phelipe7, y de una hija de aquel Monarca, expuestos si se malograva un correspondiente destino a vivir con la dependencia y estrecheces de segundos». Para mover a Fleury al partido español, se le dice también que España conquistará las tierras que por derecho le pertenecen y que después colaborará con Francia para que logre territorios en Luxemburgo y Flandes.

Todas las acciones que se han llevado a cabo ante el cardenal tienen el único objetivo de lograr la unión con España, y si eso no es posible, que Francia per-manezca neutral y no se ponga en contra de los intereses españoles. Además de lo escrito en las instrucciones, a Montijo se le dan cartas e informes de Campo-florido donde aparecen ampliamente explicadas las reacciones de Fleury.

La principal misión de Campoflorido: el acercamiento a Francia, debe hacerse con todo tipo de recursos, sin poner trabas, aceptando cualquier ayu-da y estando abiertos a que los territorios del infante estén en Italia o en Flandes, pero debe quedar siempre claro que España va a seguir adelante con sus reivindicaciones, ya fuera con la ayuda francesa o sin ella. A pesar de to-dos los esfuerzos del embajador español en París, lo único en lo que ha podi-do comprometer a Fleury, que piensa única y exclusivamente en sus propios

———— 6 Por supuesto, también se le facilita al conde de Montijo el correspondiente pleno poder,

dado por la reina Isabel de Farnesio, para defender sus derechos a los ducados italianos que por herencia le pertenecen. El Pardo sin fecha. A.G.S. Estado. Leg.: 7562.

7 La intensa labor diplomática española desplegada estos años tiene un único objetivo: el establecimiento del infante don Felipe en alguno de los ducados italianos antes reseñados, como se había hecho con su hermano don Carlos al ubicarlo en el trono de Nápoles y Sicilia.

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intereses, es que Francia no se ponga en contra de España, le permita que por sus territorios y sus puertos pasen las tropas y barcos hispanos y no colaboré con los enemigos españoles. Las únicas posibilidades de lograr la ayuda fran-cesa están en el futuro, ya que dependiendo de cómo evolucione el conflicto, Francia actuará de una forma u otra.

Con el resto de naciones también se han llevado a cabo gestiones en otros Estados, como la protesta presentada por José Carpintero en Viena, que fue el encargado de mantener permanentemente informada a la corte de la rápida enfermedad y muerte de Carlos VI8, los intentos del príncipe de Maserán de hacerse con la alianza del rey de Cerdeña, la tranquilidad que, en sus actua-ciones en Holanda, se ha pedido al marqués de San Gil para no alterar a los holandeses, además se iniciaron relaciones diplomáticas con Suecia, donde se manda al marqués del Puerto9 y se proyecta destacar a un representante en Rusia. Del mismo modo, se conoce el interés que Inglaterra tiene porque sea elegido Emperador el duque de Lorena, esposo de María Teresa de Austria, lo que ha sido rechazado por Campoflorido, que ha formulado un escrito dando cuenta de las disposiciones que excluyen a Francisco de Lorena de ceñir la corona imperial.

Teniendo en cuenta los derechos del monarca español a los estados de Hungría y Bohemia, como se ha argumentado, nuestro representante en Ro-ma, el cardenal Acquaviva, ha protestado enérgicamente ante la solicitud de María Teresa al Papa para que la reconociera como reina de esos territorios. Las protestas de Acquaviva se deben a la sospecha de que el Pontífice es parti-dario de la hija de Carlos VI y no interesa que en invierno, cuando las comu-nicaciones son muy complicadas, haya excesivos frentes diplomáticos abiertos en diversos puntos del viejo continente.

Con respecto a los otros dos posibles candidatos a la dignidad imperial, el elector de Baviera y el rey de Polonia, Campoflorido tiene la misión de co-municar a sus respectivos ministros en París que España les apoya con todas sus consecuencias a pesar de parecer contraria a ellos, ya que la protesta pre-sentada por Carpintero en Viena, si se presentó, fue únicamente para tener más fuerza en las reclamaciones propias, no para atacar a los electores. Mon-tijo debe tantear la posibilidad de firmar acuerdos con ambos electores10, además de decirles, por separado, claro está, que España les apoya para que sean elegidos emperadores en vez del gran duque de Lorena. ————

8 Para obtener más información sobre los primeros pasos y la postura española, se puede consultar nuestro trabajo LAVANDEIRA HERMOSO, Juan Carlos: «Madrid y Viena: Dos cortes europeas y una intriga diplomática (1741)» Madrid. Revista de arte, geografía e historia, 4, 2001. pp. 197-220.

9 LAVANDEIRA HERMOSO, Juan Carlos: «Política y comercio de mediados del siglo XVIII. Algunos informes del marqués del Puerto desde la embajada española en Suecia», RAMOS SAN-TANA, Alberto (Coord.): op. cit. pp. 251-266.

10 Lo que realizó con el bávaro en Nymphenburg el 28 de mayo de 1741, A.H.N. Estado. Leg.: 3368-1, y con el sajón rey de Polonia en Francfort el 20 de septiembre, A.G.S. Estado. Leg: 7565.

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En esta parte de las instrucciones, en el punto número 25, se habla de los derechos que posee el rey de España sobre el Toisón de Oro, diciendo que aunque «no es el maior de los que oy ocurren» no se debe dejar de tener en cuenta11, debido al prestigio que daba poseer la autoridad para otorgar esta condecoración, una de las más deseadas en Europa, materia que se tocará en la mayor parte de los despachos, hasta que se firme la paz de Aquisgrán y se ponga fin al conflicto sucesorio austriaco.

«RESOLUCIÓN EN QUE ESTAMOS EN CONSEQUENCIA DE ESTOS ANTECEDENTES»

«53. Antes de enunciaros ntro. ánimo descubiertamente, nos parece pre-ciso adelantar como supuestas, algunas reflexiones para que os le aclaren y que le fundan, para vuestra inteligencia y nuestra satisfacción».

De esta forma comienza la tercera parte, donde se descubren todos los mo-

tivos que mueven a la corte española a poner en marcha la maquinaria diplo-mática. Como primera reflexión está la necesidad del apoyo galo para lograr los objetivos propuestos, cuidando mucho lo que se decía al cardenal, que a pesar de las reticencias iniciales dejó una pequeña sensación de ambigüedad, y es este resquicio lo que aprovecha España; al comunicarle que Felipe V no iba a cejar en su empeño, rápidamente cambió de actitud y ofreció la neutralidad francesa, aclarando que lo que más interesaba a Francia «era la exclusión del Duque de Lorena [que] nos la vendió como obra dirigida únicamente a nuestra conveniencia». La mayor dificultad es la duración del apoyo francés, ya que lo único que interesa a Francia es la elección del Emperador, corriéndose el ries-go de que una vez finalizada ésta, de por cancelada toda la cuestión.

Tras aclarar la situación de Francia con respecto a España, se informa a Mon-tijo que ya se han tomado las resoluciones necesarias para preparar el ejército que se mandará a Italia, donde se contará con la ayuda de Nápoles y posiblemente con la de Cerdeña, y juntas las tres potencias lograrían expulsar a Austria de Ita-lia, y más si Viena estaba enfrentada en Silesia a las tropas prusianas.

A España le interesa que el rey de Polonia sea elegido Emperador, porque el infante don Carlos había contraído matrimonio con María Amalia de Sajo-nia, hija del polaco. Si no se pudiera lograr la elección de Augusto III, España apoyaría al elector de Baviera o en su defecto al rey de Prusia, pues se es consciente de la imposibilidad de ser nombrado un Borbón. No se le especifi-ca a Montijo si es más importante el objetivo de lograr la corona imperial o el establecimiento de don Felipe. Él debe saber en cada momento, dependiendo del discurrir de los acontecimientos, cual de los objetivos tiene prioridad. Lo

———— 11 Sin duda este punto sobre el Toisón está descolocado, teniendo que estar en la primera

parte, completando el punto número siete, cuando se habla de los derechos sobre Hungría y Bohemia.

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que sí es cierto es que la cuestión del infante es importante, a pesar de ser totalmente conscientes de las dificultades que hay para lograr todos los terri-torios que se pretenden.

«PRÁCTICA DE ESTA RESOLUCIÓN RESPECTIVA A LOS PUNTOS QUE CONTIENE» En la última sección de estas instrucciones se reitera a Montijo la necesidad

de contar con el apoyo galo, así como la obligación de evitar que la elección imperial recaiga en Francisco de Lorena y las exposiciones que debe hacer Montijo en cada una de las Dietas. La importancia de la alianza francesa hace que Montijo se detenga en París antes de llegar a Alemania, donde le debía decir a Fleury que llegaba hasta esa capital con el objetivo de recoger las ins-trucciones francesas y demostrarle de este modo que está a su total servicio.

La visita al cardenal deben hacerla Montijo y Campoflorido una vez la hayan preparado concienzudamente, debiéndole hablar del interés del esta-blecimiento del infante y la hija del rey de Francia, preferentemente en Italia por la cercanía de Nápoles, que siempre podría colaborar en la defensa de los territorios obtenidos. Se le deben recordar las dificultades que encontraría Francia en Centroeuropa si fuera elegido Emperador el esposo de María Te-resa. Del mismo modo, tienen que dejarle claro que el interés español es tan fuerte que tratará de lograr sus objetivos con la ayuda francesa, pero que si no la puede conseguir, no dudará en solicitada de Inglaterra u Holanda.

Montijo debe asegurar el permiso galo para el paso de las tropas y que la neutralidad que se espera de Francia se extienda también a Cerdeña, que an-tes de firmar ningún acuerdo pedirá la garantía francesa.

Una vez finalizadas las gestiones ante Fleury, Montijo debe retomar su via-je y marchar a Alemania, donde viajará a las cortes de «Manheim, Munich, Colonia, Tréberis, Maguncia, Berlín, y Dresde» siempre que disponga de tiem-po suficiente, ya que si se acercara la elección, debe llegar hasta Francfort disculpándose por carta de no poder acercarse a ellas. En Alemania el emba-jador se reunirá con los electores, donde les debe comunicar que España úni-camente desea que el futuro Emperador sea el más capacitado para defender los intereses germanos y que la elección sea en total libertad, motivo último por el que está en Alemania. Estas declaraciones debe realizarlas ante los par-tidarios de Viena, como es el caso de Maguncia. Y si España se opone a la elección del de Lorena, entre otras cosas se está intentando que no se produz-ca en Alemania una situación de «guerra cruel y de suma duración, por que siendo tantos los opositores a la herencia del difunto Emperador, lo que no puedan por si solos lo intentarán unidos, y es consequente que no le dexarán poseerla sin contradiczión y que no depondrán las armas hasta su ruina».

Ante el resto de electores, los mensajes cambian: el de Baviera, dirá que España le debe dinero de un préstamo concedido con anterioridad, a lo que

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PROYECTO ESPAÑOL PARA NOMBRAR A FELIPE V EMPERADOR DE ALEMANIA 187

Montijo responderá asegurando que se pagará una vez pase esta situación de tensión generalizada y que le apoya totalmente para su elección como Empe-rador. Por otro lado, ante el de Sajonia debe dar este mismo argumento y ante el de Prusia ofrecer todo el apoyo de España para la conquista que ha iniciado de Silesia. Se le escribe también a Montijo diciendo que si el de Baviera acepta que sea Emperador el elector de Sajonia, seguramente también lo aceptarían los de Colonia y el Palatinado, y si eso ocurre, Montijo no debe escatimar promesas de colaboración y ayudas para todos.

En la Dieta de Francfort, Montijo debe defender con bases jurídicas12 los derechos del soberano español al reino de Bohemia, repartiendo entre los asistentes a la Dieta el escrito de los mismos e intentar con los adeptos que España tenga voto simultaneándose con el de Bohemia, lo que sería una gran ventaja, además de declararse contrario a la Pragmática Sanción. Para lograr esto debe basar sus alegaciones en la Bula de Oro13. Del mismo modo, debe impugnar la elección del Emperador, si ésta no es favorable a los intereses españoles. Igualmente, en la de Ratisbona, debe hacer declaración «de todos los derechos que nos corresponden por la muerte del Emperador Carlos 6º», además de todo el resto de protestas. Aunque se le especifica lo que debe lle-var a cabo en cada Dieta, estas divisiones no son totalmente rígidas. Si consi-dera necesario para los intereses españoles alterar las instrucciones en este punto, no debe dudar en hacerlo, de hecho, desde el primer momento se repi-te que toda la misión es muy apresurada y la forma de llegar a los objetivos planteados puede ser muy variada, otorgando al conde de Montijo y a su se-gundo, José de Carvajal y Lancaster, una gran autonomía y libertad de acción. Las instrucciones que se han entregado a Montijo, una vez que salió de Ma-drid, no son inmutables. Su saber, experiencia y capacidad le deben indicar en todo momento los cambios que debe realizar en ellas. Se le ordena al final que cuando termine su misión diplomática en Alemania y regrese a España, deberá entregar en la Secretaría de Estado todas las cartas, informes, papeles y do-cumentos que generase su embajada y obraran en su poder.

Toda esta instrucción está firmada

«En El Pardo diez y seis de Henero de mil setecientos y quarenta y uno. Yo el Rey. Dn. Sebastián de la Quadra».

———— 12 Por este motivo lleva a José de Carvajal, que «es persona de facultad», que además disfru-

ta del cargo de segundo embajador, con la capacidad de sustituirle si fuera necesario. LAVAN-DEIRA HERMOSO, Juan Carlos: «La estancia de José de Carvajal en Alemania integrando la em-bajada del conde de Montijo (1741-1743)», DELGADO BARRADO, José Miguel y Gómez Urdáñez, José Luis (Coords.): Ministros de Fernando VI. Córdoba. 2002. pp. 157-174.

13 En el Imperio la Bula de Oro es equivalente a la Ley Sálica vigente en Francia. FERNÁNDEZ ALBADALEJO, Pablo: ««Lex Regia Aragonensium»: Monarquía compuesta e identidad de Reinos en el reinado de Felipe III», MARTÍNEZ RUIZ, Enrique y PI CORRALES, Magdalena de Pazzis (Coord.): España y Suecia en la época del Barroco (1600-1660). Madrid. 1998. pp. 51-72.

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CONCLUSIÓN Como hemos visto, todos los trabajos, desarrollados por los representantes

españoles, tenían como misión el defender los derechos de Felipe V al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, o por lo menos, bajo esa tesis inician su labor, aunque la realidad será muy distinta. Cuando muere el Emperador Carlos VI se pone en práctica lo promulgado en la Pragmática Sanción de 1713, que reconocida por todos los países europeos y todos los príncipes y electores alemanes, otorgaba la sucesión a su hija María Teresa de Austria, casada con el duque Francisco de Lorena, por delante de sus sobrinas María Josefa y María Amelia, desposadas con los electores de Sajonia y Baviera res-pectivamente. Claro queda desde el primer instante que la idea de heredar los territorios del finado, era irrealizable, por lo que muy pronto se defendieron los intereses del elector de Baviera, que apoyado por Francia, era el que más oportunidades tenía de ceñirse la corona imperial14, como así ocurrió el 24 de enero de 174215. Con este nombramiento se lograba tener un aliado más para facilitar la consecución del objetivo final: el establecimiento del infante don Felipe en Italia.

Finalmente se consiguió el ansiado establecimiento, aunque no se pudiera conseguir el Milanesado, la cesión por parte de Austria y Cerdeña de los duca-dos de Parma, Piacenza y Guastalla16 se consideró un digno premio, sobre todo si se tiene en cuenta que, una vez más, como se temía en Madrid, Francia vol-vió a mirar por sus intereses particulares y abandonó a España en la lucha reti-rando sus ejércitos. No hay que olvidar que, además de todas las gestiones di-plomáticas, había en curso una guerra en la que se había sumido todo el continente, donde España participaba muy activamente en la península italiana, enfrentada al rey de Cerdeña que no quería verse rodeado por Borbones en todas sus fronteras y terminó decantándose por la alianza con Viena.

El conflicto armado tenía dos focos, uno el alemán, donde las tropas fran-cesas cedían ante el empuje de los ejércitos combinados de austriacos e ingle-ses, los británicos defendiendo los intereses del su rey, el elector de Hanno-ver. El otro punto caliente era Italia, donde las cosas no iban mucho mejor, producida ya la defección del rey de Cerdeña, imposible de evitar por el prín-cipe de Maserán17; España se enfrenta al enemigo con dos ejércitos en la pe-nínsula transalpina. Uno al sur, dirigido por el duque de Montemar, que lue-

———— 14 La elección del otro, el elector de Sajonia y rey de Polonia, hubiera sido muy incómoda

para los intereses prusianos en la zona, puesto que se sumaría un nuevo competidor en su par-ticular carrera con Austria por la hegemonía en Europa central.

15 «Acaba de eligirse por Emperador según no era dudable al elector de Baviera». Conde de Montijo al marqués de Villarias. Francfort 24-1-1742. A.G.S. Estado. Leg.: 7567. El subrayado es del documento original.

16 MANN, G. y HEUSS, A: Historia Universal. Madrid. 1988; p. 803. 17 Príncipe de Maserán al príncipe de Campoflorido. Turín 12-8-1741. A.H.N. Estado.

Leg.: 4135-2.

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PROYECTO ESPAÑOL PARA NOMBRAR A FELIPE V EMPERADOR DE ALEMANIA 189

go sería sustituido por Juan de Gages, debatiéndose entre seguir las reiterati-vas instrucciones de avance dadas desde Madrid, lo que sin duda hubiera su-puesto la aniquilación de la tropa, o mantener una actitud de inactividad para evitar con su presencia en la frontera napolitana, que fuera atacado el reino, además de evitar el inútil desgaste del ejército español, tremendamente afec-tado por la deserción, tal y como reflejan una y otra vez los documentos en-viados a Madrid

El otro ejército que, dirigido de forma nominal por el infante don Felipe y de forma efectiva por el marqués de la Mina, trataba, insistentemente, de en-trar en la península por Saboya, atacando al enemigo por la espalda, pero tampoco lograría el objetivo de controlar posiciones de relevancia. El princi-pal inconveniente fue que nunca hubo posibilidad de conectar ambos cuerpos, por lo que al estar toda la campaña separados, disminuyó en gran medida su capacidad operativa, haciendo inviable, lograr una victoria decisiva que de-cantara la contienda italiana del lado español, forzando al rey de Cerdeña a firmar un acuerdo ventajoso para el futuro del infante don Felipe.

Con respecto a los objetivos propuestos se logró la consecución de los mismos. Se trataba de evitar que el esposo de María Teresa de Austria, Fran-cisco de Lorena, fuera coronado Emperador, lo que se consiguió al ser elegido el elector de Baviera Carlos Alberto, que disfrutaría de un breve reinado bajo el nombre de Carlos VII. La siguiente meta y principal, era el establecimiento en tierra italianas del segundo hijo de Isabel de Farnesio, el infante don Feli-pe, lo que también se alcanzó en 1748, reinando ya Fernando VI, con la firma de la paz de Aquisgrán, lográndose así salir lo más dignamente posible de una guerra heredada que ni el nuevo soberano ni su secretario de Estado, José de Carvajal querían continuar, puesto que iban en contra de sus principios, in-tentando mantener a España alejada de los campos de batalla en los que se había involucrado en la primera mitad de siglo.

Con el nuevo reinado, se inaugurará en España una nueva forma de hacer política, donde primará la neutralidad internacional sobre el resto de plan-teamientos. Será ahora cuando se asume el grado de potencia de segundo orden al que la Monarquía Hispánica había sido relegada por Francia e Ingla-terra, siendo ese reconocimiento en donde podía albergar su fuerza, al ser la pieza más deseada por ambos contendientes en el tablero de la supremacía mundial.