el ecumenismo en el salvador

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EL ECUMENISMO EN EL SALVADOR ÍNDICE GENERAL I.CONSIDERACIONES SOBRE LA HISTORIA DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. I.1.El proceso de secularización como contexto histórico mundial de las concepciones y prácticas del ecumenismo. I.2.La orientación integradora o contestataria de los movimientos religiosos respecto a las formas de organización económica y social. I.3.Breves consideraciones respecto a la influencia de la religión en la historia de El Salvador. II.ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. II.1. Contexto histórico reciente del ecumenismo en El Salvador. II.2. Capital logrado por el movimiento ecuménico salvadoreño. II.2.I.Organización. II.2.2.Reconocimiento nacional e internacional. II.2.3.Infraestructura y servicios ofrecidos. II.3. Nudos problemáticos. II.3.1.Respecto a la obra o misión se considera como eje de la práctica ecuménica. II.3.2.Debate en torno a la cooperación internacional, especialmente en lo que se refiere al financiamiento de las prácticas ecuménicas. II.3.3.Dialéctica entre unidad de todos los cristianos y fragmentación de intereses. II.3.4.Dificultades de los organismos ecuménicos para reconvertirse y operar en el nuevo escenario histórico.

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EL ECUMENISMO EN EL SALVADOR ÍNDICE GENERAL I.CONSIDERACIONES SOBRE LA HISTORIA DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. I.1.El proceso de secularización como contexto histórico mundial de las concepciones y

prácticas del ecumenismo. I.2.La orientación integradora o contestataria de los movimientos religiosos respecto a las

formas de organización económica y social. I.3.Breves consideraciones respecto a la influencia de la religión en la historia de El

Salvador. II.ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. II.1. Contexto histórico reciente del ecumenismo en El Salvador. II.2. Capital logrado por el movimiento ecuménico salvadoreño. II.2.I.Organización. II.2.2.Reconocimiento nacional e internacional. II.2.3.Infraestructura y servicios ofrecidos. II.3. Nudos problemáticos. II.3.1.Respecto a la obra o misión se considera como eje de la práctica ecuménica. II.3.2.Debate en torno a la cooperación internacional, especialmente en lo que se refiere al

financiamiento de las prácticas ecuménicas. II.3.3.Dialéctica entre unidad de todos los cristianos y fragmentación de intereses. II.3.4.Dificultades de los organismos ecuménicos para reconvertirse y operar en el nuevo

escenario histórico.

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III.MARCO DE VISIÓN COMÚN DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. III.1. Visión compartida del ecumenismo. III.2. Aspiraciones y proyecciones hacia el futuro. III.3. Elementos que inciden en la formulación de estrategias. IV.PAUTAS DE ACCIÓN PARA CONSTRUIR UN MOVIMIENTO ECUMÉNICO

SOSTENIDO. IV.1. Propuesta programática general. IV.2. Tareas a desarrollar, especialmente en lo que concierne a los tres centros ecuménicos, articulando lo social con lo económico.

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PRESENTACIÓN. Este trabajo se ha realizado a solicitud de tres centros ecuménicos, Socorro Luterano Salvadoreño, Iglesia Bautista Emmanuel y Asociación CREDHO, con el propósito de conocer el ecumenismo en EL Salvador. El informa plantea, inicialmente, algunas breves consideraciones sobre los antecedentes históricos del ecumenismo en El Salvador. En segundo lugar, un análisis de la situación ecuménica en El Salvador, su historia, capital logrado, sus nudos problemáticos y las perspectivas de avance. En tercer lugar, en este documento se reúne la formulación de un marco de visión común del ecumenismo en El Salvador. Se estima que a partir de las entrevistas a actores del movimiento ecuménico, se ha logrado una noción sobre la visión compartida del ecumenismo, sobre las aspiraciones y proyecciones hacia el futuro, así como aprehender algunos de los elementos que pueden incidir en la formulación de estrategias. Por otra parte, este documento también aborda la definición de pautas de acción que posibiliten construir un movimiento ecuménico sostenido, orientándose hacia una propuesta programática que ubique de manera general las tareas a desarrollar, especialmente en lo que concierne a los tres centros ecuménicos, articulando lo social con lo económico. Se estimó conveniente implementar, como técnicas básicas para el estudio, la investigación documental (sobre fuentes secundarias y periodísticas) y la entrevista enfocada a informantes claves.

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I.CONSIDERACIONES SOBRE LA HISTORIA DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. Antes de considerar la historia reciente y la situación actual del ecumenismo en El Salvador conviene examinar brevemente los antecedentes históricos de las organizaciones y prácticas religiosas en el país, a fin de tener una idea generaldel contexto en el cual han participado y que, en alguna medida, las ha condicionado. Con este propósito integramos tres consideraciones básicas: La primera consiste en plantear que el proceso de secularización, durante el transcurso de la historia de El Salvador, ofrece un eje clave para comprender y explicar como se ha transformado la influencia de la religión sobre el conjunto de la sociedad; La segunda consideración consiste en examinar la influencia integradora y/o contestataria de las creencias y prácticas religiosas sobre las diferentes formas de organizar las instituciones económicas y sociales; Y la tercera consideración se refiere a los principales momentos históricos de la religión en el país, es decir, obviando la importantísima época de las creencias mítico-religiosas indígenas, se estudia de manera breve a la conquista evangélica, y a la reforßa liberal en la organización del estado nacional, como antecedentes del actual proceso de reconversión en la economía y sociedad salvadoreñas. Se trata de caracterizar de manera general dos momentos históricos a través de los cuales se pueden estudiar la secularización y la expresión de las influencias contestatarias e integradoras de la religión, a partir de sus creencias y prácticas. El propósito de este examen es presentar la situación actual del ecumenismo en El Salvador en una perspectiva histórica. I.1.El proceso de secularización como contexto histórico mundial de las

concepciones y prácticas del ecumenismo. En general, sería incorrecto afirmar que la influencia de la religión decae con la modernización de las sociedades y, por lo tanto, también resulta incorrecto considerar que la religión sólo es un componente estratégico de las sociedades de tipo tradicional. Parece evidente que en las sociedades tradicionales, basadas en la agricultura, o en el pastoreo, con formas precapitalistas de organizar la economía, las instituciones religiosas y los intelectuales religiosos desempeñaban un papel preponderante. Por el contrario, en las sociedades modernas, cuyos ejes de actividad económica más importante se asientan en empresas industriales capitalistas, "la influencia de la religión parecía decaer agudamente" (Giddens, 1989: 483). Sin embargo, esta supuesta decadencia de la religión en las sociedades modernas, generalmente entendida como secularización, no deja percibir y comprender con suficiente claridad como la influencia de la religión se transforma, pero no desaparece[1]. Ciertamente, "cuando la industrialización se impuso cambió el papel de la religión, igual que ocurrió con tantas otras áreas de la vida social. Las iglesias y corporaciones religiosas de los países occidentales perdieron gran parte del poder secular que habían ostentado anteriormente. Los gobiernos se hicieron cargo de muchas de las tareas que antiguamente gestionaban las iglesias, incluida la educación. En el nivel de las ideas el pensamiento científico y la tecnología desafiaron cada vez más a la religión y a la magia como modos de entender y asimilar el mundo", abriendo espacio al avance de la secularización, que muchas veces se entiende, de manera reducida, como "los procesos por los que la religión pierde su influencia sobre las diversas esferas de la vida social". Aún quiénes plantean los procesos de secularización como pérdida de importancia e influencia de la religión sobre el conjunto de la vida social, reconocen que dichos

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procesos, a pesar de ser complicados, no significan que "la influencia de la religión haya decaído hasta el punto de desaparecer". En este sentido, el tema de la secularización es importante por cuanto constituye "el telón de fondo de todas las actuales discusiones sociológicas de la religión" (Giddens, 1989: 483-484). Aunque es usual entender por secularización un proceso de pérdida de influencia de la religión, en los actuales escenarios mundiales, regionales y nacionales, más que una verdadera pérdida de influencia de la religión, parece haber ocurrido y estar ocurriendo una transformación de su influencia. Para intentar fortalecer el ecumenismo en El Salvador es importante comprender el sentido en que la influencia de la religión se ha transformado y continúa transformándose en el mundo contemporáneo. Por supuesto, al considerar este problema se toma en cuenta que "la secularización de las sociedades europeas ha tenido bases políticas, económicas e ideológicas propias, como es natural. El proceso de secularización de las sociedades latinoamericanas es mucho más complejo, más heterogéneo, menos autóctono, más sobredeterminado y en ciertos casos impuesto... en todo caso es diferente" (Martínez Heredia, 1992: 9-10). I.2.La orientación integradora o contestataria de los movimientos religiosos

respecto a las formas de organización económica y social. Además de la secularización, otro factor importante a tomar en cuenta al analizar el ecumenismo como proceso histórico y social es el hecho de que las religiones en general y los movimientos religiosos en particular pueden incidir, en dependencia de la orientación que desarrollen, en la integración social o en la protesta contestataria contra un determinado ordenamiento social, ya establecido o en vías de establecerse, incidiendo en las ventajas y desventajas que tal orden de relaciones económicas y sociales proporciona a los diferentes sectores (clases o estratos) de la población. Tal como François Houtart (1989: 12) sostiene, la fe religiosa puede actuar de manera diversa e inclusive contradictoria, en los diferentes contextos sociales, contribuyendo al fortalecimiento de las relaciones sociales, o afectando su estabilización. I.3.Breves consideraciones respecto a la influencia de la religión en la historia de El

Salvador. En el caso particular de El Salvador, la influencia de la evangelización cristiana durante el proceso de conquista y colonización fue decisiva en la organización económica y política de la población. El impacto de la conquista evangélica (Mires, 1987) ejerció una influencia estabilizadora tan grande sobre el conjunto de la sociedad colonial, que se puede afirmar que constituyó uno de los principales factores para integrar y mantener, por más de trescientos años, tanto el ordenamiento interno o local como el externo, es decir, entre el territorio colonial y la metrópoli. Para comprender como la evangelización cristiana logró influir y estabilizar las incipientes relaciones coloniales es preciso considerar como se lograron articular los intereses contradictorios de los principales sectores sociales de la época. Según lo que plantea Mires, la integración y persistencia de una sociedad colonial debía considerar los intereses de cuatro sectores sociales diferentes, y resolver sus necesidades y ambiciones

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con un mínimo de satisfacción. Estos cuatro sectores eran: Los funcionarios al servicio de la corona española, el clero, los conquistadores y los indios. Cada uno de esos sectores sociales buscaba afanosamente su propio provecho, pero sólo era posible conseguir su beneficio siempre que no se dejara de satisfacer, al menos parcialmente, a los otros sectores. Así por ejemplo, los conquistadores se beneficiaban de los indígenas, a quiénes inicialmente exportaban como esclavos, pero suspendieron dicha práctica con el propósito de beneficiarse permanentemente de su trabajo. Los conquistadores competían con el clero en beneficiarse de los indígenas, sin embargo, no podían prescindir de la legitimidad y servicios religiosos, gracias a los cuales mantenían autoridad sobre los indígenas. Los conquistadores debían obediencia a los funcionarios de la corona española, a quiénes también debían pagar impuestos, pero en compensación podían recibir apoyo, cuando fuera necesario, y mantener los vínculos con España como fuente de aprovisionamiento. En realidad, solamente los indígenas hubieran podido prescindir de los otros tres sectores, pero, después de la conquista ya estaban en condición de sometidos. En este contexto, y con propósitos indudablemente humanistas, representantes del clero (como Fray Bartolomé de Las Casas) propusieron a la corona española organizar la colonia en base a pueblos de indios, en los cuales los indígenas podrían trabajar tutelados por el mismo clero, con lo que se prescindía de los conquistadores encomenderos como principales organizadores de la fuerza laboral. Sin embargo, dicha propuesta sólo fue aceptada parcialmente por los funcionarios de la corona, limitando, pero no eliminando, la expansión de los encomenderos y su control sobre el contingente laboral. "El Rey había decidido hacer de Guatemala una suerte de campo experimental en la lucha del Estado por limitar las atribuciones de la clase encomendera", ... "Por supuesto que la Monarquía no estaba especialmente interesada en la salvación de los indios, ni mucho menos en conceder desmesurados poderes a los religiosos. Lo que sí le interesaba era limitar la expansión de la clase encomendera y para ello le fue útil el ímpetu y misticismo de Las Casas y los suyos" (Mires, 1987: 80-96). Así, las órdenes religiosas de "los dominicos y los franciscanos, y en menor medida los mercedarios, se dedicaron a construir los pueblos de indios, cuyos habitantes, exclusivamente indígenas, tendrían libertad para trabajar y aceptar libremente un salario por su trabajo, y solamente pagarían un tributo estipulado por la ley... El proceso de fundación de los pueblos empezó en 1543 y se aceleró en los años siguientes de la década, hasta quedar terminado en 1550. Los pueblos se construyeron sin incidentes graves y en un tiempo breve. el proceso fue un éxito completo en Chiapas, Verapaz, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Para los indígenas el pueblo significó la liberación de los encomenderos, aunque era una liberación condicionada, dado que debían tributar a la monarquía castellana y convertirse a una religión exótica. Para los frailes, los pueblos facilitaban la predicación de la nueva fe a los indígenas como su castellanización. Para la corona y los colonos, permitían conservar a los sobrevivientes de la catástrofe demográfica" (Cardenal, 19__: 51-54). "En su primera etapa, impulsada por religiosos generosos y asociada a la abolición de la esclavitud ilegal, la [construcción de los pueblos] fue una obra humanística y de gran ética política", sin embargo, eventualmente "...la monarquía, cediendo a la presión de los colonos, les concedió el derecho de obtener fuerza de trabajo obligatoria de los pueblos... La gran importancia de los pueblos de indios estriba en haber modelado, implantado, multiplicado y consolidado la pieza clave de la estructura colonial" (Cardenal, 19__: 52-53). Más allá de las intenciones buscadas por los misioneros, el resultado fue que sus convicciones y prácticas religiosas contribuyeron a la integración de la sociedad colonial, dotándola con una de sus instituciones económicas y sociales básicas, el pueblo de indios, institución que fue un sostén interno en la organización de la sociedad colonial, tanto como el monopolio del comercio marítimo a través de la Casa de Contratación de Sevilla sostuvo la relación entre la metrópoli y los territorios coloniales.

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Sin pretender afirmar que la historia colonial de Centroamérica y El Salvador estuvo libre de pugnas y contradicciones entre los diversos sectores sociales, puede sostenerse que los pueblos de indios constituyeron una importante modalidad de producción, orientada especialmente hacia la subsistencia de la fuerza de trabajo, que se logró mantener luego de la independencia, aún después de haber desaparecido los vínculos coloniales, y después del declive del imperio español como una de las principales potencias europeas y el ascenso de otras potencias como Inglaterra y luego, Estados Unidos, que estimularon nuevas formas de relaciones internacionales. De hecho, la desarticulación de los pueblos de indios en El Salvador, se produjo después de la crisis del añil (1872), para dar paso a la expansión del cultivo de café para la agroexportación. Con el proceso conocido como reforma liberal se transformaron profundamente las instituciones heredadas de la sociedad colonial, y especialmente la forma en que la religión podía influenciar sobre el conjunto de la sociedad. Desde 1855, y especialmente desde 1879, "cuando empezó el proceso que culminó con la extinción de los ejidos y tierras comunales", la reforma liberal se orientó hacia la consolidación de un estado nacional, promoviendo una transformación agraria que brindó facilidades a la expansión del cultivo del café, y "...en menos de 30 años [alteró] los patrones de distribución de la tierra cambiando las relaciones entre la economía de subsistencia y la economía comercial y ... el estilo de vida y la dinámica de la población salvadoreña", ... , "al igual que en Guatemala, la tierra y otros bienes eclesiásticos fueron confiscados, pero la iglesia salvadoreña no poseía grandes extensiones de tierra" (Cardenal, 19__: 220-221). En este sentido, el proceso de secularización en El Salvador, como proceso en el cual se transforma la influencia de la iglesia hacia el conjunto de la sociedad, se vincula con la desarticulación de instituciones coloniales, como los pueblos de indios que se asentaban en las tierras comunales, los que habían surgido bajo la iniciativa e influencia de los religiosos. La desarticulación de estas instituciones ocurrió bajo el despliegue de un mayor protagonismo por parte de los caudillos políticos laicos, que buscan hacer del estado el aparato institucional con mayor influencia sobre el conjunto de la sociedad. German Rosa Borjas, sacerdote católico, lo plantea así: "A finales del siglo pasado la historia latinoamericana se decantaba hacia las constituciones de Estados nacionales confesionalmente católicos en la mayoría de los casos y, no obstante sus constituciones de inspiración cristiana, admitían el pluralismo religioso. De alguna forma esto asestaba un golpe bajo a la iglesia católica que se había convertido en la unidad rectora de la expansión religiosa durante el período colonial, legitimando y subordinándose a la estructura política dimanada desde la corona española" (Rosa Borjas, 1995: 106). De acuerdo con Rosa Borjas, "En los umbrales del vertiginoso siglo XX, nos encontramos con una iglesia católica anquilosada, afincada en sus posiciones medievales, ... que aún no tiene capacidad para convertirse en interlocutora de los intelectuales, analistas que comenzaron e impulsaron el barco del mundo con los vientos de la primera ilustración, en un mundo tan diverso, plural y cada vez más en dirección del secularismo" (1995: 107). Según el autor citado, en el nuevo contexto histórico que se abre con la independencia y con la "irrupción iluminadora de la modernidad", la Iglesia Católica se percibe rodeada de enemigos: el liberalismo político, con la propuesta de separación entre iglesia y estado, y más tarde el socialismo, y el protestantismo, al cual "los gobiernos liberales le habían abierto las puertas en el continente con el pluralismo religioso admitido en las constituciones" (1995: 107). Una percepción con más detalles sobre el desempeño de la Iglesia Católica y del clero en el período de la revolución liberal puede encontrarse en El poder eclesiástico en El Salvador (1871-1931). En esta obra es posible ubicar la incongruencia entre una

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supuesta promoción de la democracia y la fundamentación de la economía y sociedad sobre la promoción de la hacienda cafetalera: "Aquel grupo de hombres auto-denominado liberal, que tenía la pretensión de introducir el principio democrático en la historia salvadoreña fue, por esencia, antidemocrático... En realidad el poder político lo acapararon y retuvieron los grupos de cafetaleros. En la base del nuevo orden estaba la hacienda cafetalera y ella, debido a su peculiar forma de estructurar la sociedad, impidió una democracia real. Los cafetaleros no podían ser otra cosa sino antidemocráticos" (Cardenal, 1980: 277). Además, respecto a la situación general de la Iglesia Católica se señala que "la clase dominante [cafetalera] puso a su servicio a todas las instancias de la sociedad... incluso la misma iglesia fue funcionalizada cayendo dentro de la ética capitalista" (Cardenal, 1980: 279). La iglesia y el clero pasaron de una oposición frontal contra las reformas liberales a una posición de apertura. "El énfasis excesivo en la ruptura de relaciones [entre la iglesia y el estado] ha tendido ha ocultar este segundo momento de apertura y adaptación el cual es igual o quizás más importante que el primero. Para la iglesia [católica] salvadoreña la apertura al nuevo orden se tradujo en conformación y cooperación con la clase dominante que tenía sus fundamentos en la explotación cafetalera. La iglesia constantemente fue ofrecida por sus jerarcas como institución útil al Estado" (Cardenal, 1980: 281). Con la reforma liberal y la modernización del estado nacional salvadoreño, la influencia de la religión sobre el conjunto de la sociedad se transforma en varios sentidos. En primer lugar, con la modernización, la ciencia ascendió a un plano paralelo, por lo menos, en cuanto modo de entender y asimilar el mundo, especialmente para personas de las élites. En segundo lugar, y como una consecuencia asociada con la circunstancia anterior, en la organización práctica de la vida cotidiana se expandieron actividades que no requerían del concurso de creencias religiosas para ser realizadas (Bradford Burns, 1991: 565-589). En tercer lugar, la Iglesia Católica perdió el carácter de iglesia cristiana única en el país. Es decir que, a partir de la reforma liberal en la organización del estado nacional salvadoreño, la influencia de la religión hacia la sociedad se diversifica, porque, bajo un nuevo contexto de relaciones internacionales, ingresan al país las llamadas iglesias protestantes históricas, al principio sólo como servicio que atiende a los extranjeros (anglosajones, especialmente ingleses y estadounidenses) residentes en el país. Por otra parte, las iglesias pentecostales ingresan a El Salvador desde 1904, con la llegada de Frederick Mebius, un misionero canadiense que predicó y estableció con éxito, ya en los años veinte, cerca de 25 congregaciones con una feligresía de 2000 personas, aproximadamente, ubicadas casi todas en la zona rural de Santa Ana (Williams, 1994: 8). De acuerdo con Edgard Palacio, las iglesias protestantes ingresaron al país desde 1896, pero ya en 1911 habían un número importante de congregaciones, y para 1930 se tiene noticia de la llegada de las Asambleas de Dios. La historia del protestantismo en América Latina es anterior a la llegada de este movimiento religioso a El Salvador. De acuerdo con autores que han estudiado el tema con mayor atención, "se pueden delimitar tres épocas fundamentales según la permanencia de constantes económicas y políticas de las formaciones coloniales latinoamericanas: Primera época: Protestantismos Coloniales (1492-1808). Segunda época: Sociedades Protestantes y Modernidad Liberal (1808-1959). Tercera época: ¿Crisis de transición? (1959-?)" (Bastian,1986). En el caso de Centroamérica, de hecho, las primeras misiones protestantes (moravas) se establecieron en la Moskitia (región atlántica de Honduras y Nicaragua) durante el siglo XVIII. En las Antillas y en las costas circuncaribes del continente el protestantismo se vinculó desde el principio a los esfuerzos coloniales avalados por diferentes potencias europeas, como Francia, Inglaterra y Holanda. Sin embargo, en el caso peculiar de la historia de El Salvador, el protestantismo se abre espacio con la modernización liberal, y así como en otros países latinoamericanos, "la presencia del protestantismo... se hizo

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sentir poco a poco a lo largo del siglo XIX", con frecuencia, las comunidades de "protestantes en América Latina fueron espacios asociativos privilegiados para la inculcación de valores modernos y de prácticas democráticas que anticiparon las reivindicaciones surgidas constantemente en este ir y venir de regímenes liberales radicales y conservadores, que marcó la historia latinoamericana del siglo XIX" (Bastian,1986). En lo que se refiere a la Iglesia Católica, es importante reseñar como se transformó su influencia sobre la nación. Aún cuando mantiene cobertura como iglesia mayoritaria, la secularización provocó que se buscaran nuevas formas para incidir en la política, para el caso, promocionando la participación de laicos en la vida política nacional, y eventualmente apoyando la formación del partido Demócrata Cristiano (en este sentido, como expresión local de una corriente internacional), para que participara como portador de la doctrina social de la iglesia. Rosa Borjas señala que "se crea así la Democracia Cristiana, que va a tener mucha aceptación y va a ser impulsada por el episcopado latinoamericano y se va a plantear como la alternativa política para que los laicos cristianos católicos accedan al gobierno central de los Estados latinoamericanos. Sin embargo, esta opción va a ser desgastada a corto plazo, porque la doctrina social de la iglesia ha partido de un falso presupuesto, pretendiendo hacer reformas exigidas por las mayorías depauperadas en el continente...," sin considerar la resistencia de los sectores acomodados y dominantes de la sociedad, a cualquier tipo de reforma política y social (Rosa Borjas, 1995: 109). Por otra parte, la Iglesia Católica se dedica con mayor deliberación a la expansión de escuelas parroquiales y la fundación de centros de enseñanza superior universitaria (Rosa Borjas, 1995: 108). De hecho, la incidencia de la iglesia católica en la vida política de las naciones latinoamericanas, incluyendo a El Salvador, se expresa en "dos tendencias en el compromiso político de los cristianos: a)Democracia Cristiana con Iglesia Oficial. b)Compromisos con las organizaciones populares de las comunidades de base"

(Gorostiaga, 1978: 12). En cuanto al carácter de la orientación de la práctica de la iglesia, se debe resaltar como hecho de relevancia, el surgimiento y expansión de una influencia crítica hacia la organización del estado nacional, señalando especialmente la necesidad de cambios sustanciales en la economía y en la política, para cumplir con la doctrina social de la iglesia y erradicar la situación de injusticia estructural. Se puede afirmar que a mediados del siglo XX una parte importante de los movimientos religiosos en América Latina podían considerarse movimientos de oposición a la sociedad que surgió de las reformas liberales. El punto de inflexión en la historia eclesial lo constituye "el concilio del Vaticano II, suceso de tal magnitud que equivaldría a pensar en una refundación de la iglesia católica". "El Vaticano II (1962-1965) trae ingentes consecuencias, despertará pugnas internas y contradicciones de extremos políticos al interior de la iglesia. Con este Concilio se hace una verdadera actualización de la iglesia católica, se desecha el modelo eclesiástico de la iglesia como sociedad perfecta, encerrada en sí misma, que compite con la sociedad política y pugna por recuperar espacios perdidos en la sociedad, y da lugar al surgimiento de una eclesiología en la cual la iglesia se convierte en servidora del mundo"..."Se acuña la concepción de iglesia como pueblo de Dios, la cual dará pie más tarde en la conferencia episcopal Latinoamericana de Medellín y Puebla para hablar de una iglesia de los pobres" (Rosa Borjas, 1995: 109).

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También el protestantismo en América Latina se orienta hacia la acción. Se tiene conocimiento acerca de una reunión celebrada en Bogotá, Colombia, a finales de 1969, en la cual se reunieron 920 dirigentes evangélicos de toda América Latina, para celebrar el Primer Congreso Continental de Evangelización. El lema del congreso "Acción en Cristo para un continente en crisis" revela las preocupaciones que abordaron en relación al continente. Para concluir, se puede señalar que a pesar del proceso de secularización, la religión continúa dotando a la mayoría de la población de una visión global del mundo y de la vida. De hecho, "la mayor parte de los salvadoreños interpretan su existencia a la luz del sentido que les ofrecen los símbolos y creencias religiosas" (Martín Baró, 1989: 29). Por esta circunstancia, al menos en lo que respecta a El Salvador, la secularización debe comprenderse como la transformación de la influencia de la religión sobre el conjunto de la sociedad y no como su desaparición. En cuanto a la orientación integradora o contestataria de los movimientos religiosos respecto a las formas de organización económica y social, lo primero que debe aclararse es que casi siempre coexisten movimientos religiosos que se oponen entre sí. En tanto que unos buscan la integración y preservación de relaciones económicas y/o políticas, otros se orientan a protestar contra ellas. En la historia de El Salvador, sin embargo, es posible destacar la acción contestataria de los evangelizadores indigenistas frente a los conquistadores encomenderos, que a pesar de todo resulta en la integración de la economía colonial. Después, sobresale la reacción conservadora y de protesta frente a las reformas liberales, y eventualmente desde mediados del siglo XX, la crítica y oposición al estado oligárquico liberal que surge a finales del siglo XIX y se consolida en el XX. En este sentido, después del concilio Vaticano II y de las conferencias de Medellín y Puebla, la tendencia más activa en los movimientos religiosos se ha orientado hacia el cambio social, es decir, resalta su carácter contestatario frente a la organización de la economía. Pero con esta renovada posición de las iglesias, que recuerda la tradición de servicio y humanismo de los primeros misioneros en América, se cierra un ciclo y se abre otro, el cual se aborda en el próximo apartado. II.ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. II.1 Contexto histórico reciente del ecumenismo en El Salvador. De acuerdo a las características económicas y políticas fundamentales de la sociedad salvadoreña, los escenarios históricos en los cuales se ha realizado la práctica ecuménica se reducen básicamente a dos: Primero, el escenario inicial del siglo XX, en el cual la característica básica es la crisis política y económica del estado nacional organizado a partir de la reforma liberal. En cuanto a la economía nacional, este escenario se caracterizó por una economía escindida en dos sectores fundamentales, el de agroexportación (orientado hacia la acumulación de capital) y el de subsistencia (orientado hacia la reproducción de la fuerza de trabajo), articulados al mercado internacional como proveedores de materias primas agrícolas y consumidores de bienes industriales.

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En cuanto a la organización jurídica y política, se conformó un estado republicano, con un ejercicio más formal que real de la democracia electoral, inicialmente restringida a sólo un sector de la población[2] (los así llamados notables), pero que paulatinamente, a lo largo de todo el siglo, se amplía e incorpora cada vez a más sectores. La contradicción básica en la organización jurídico política de la sociedad salvadoreña se encuentra entre la ampliación formal de los derechos democráticos para cada vez más sectores de la población, y la tradición autoritaria de relevar los gobiernos casi exclusivamente bajo la presión de las armas (golpes de estado militares o presiones insurreccionales). En resumen, el primer escenario sobre el que se practicó el ecumenismo estaba signado por dos rasgos que llevaron a la sociedad salvadoreña desde la crisis económica y política hasta el conflicto armado en la década de los ochenta. Estos rasgos eran la injusticia estructural, entendiendo por ella la escasa participación de los estratos de la población más pobre en los beneficios del crecimiento económico y, el otro rasgo, el ejercicio autoritario o dictatorial del poder político, que terminaba anulando la proclamación cada vez más amplia de los derechos políticos de la ciudadanía. En este primer escenario aparece una diversificación temprana de los creyentes cristianos, especialmente bajo la influencia de las relaciones con las nuevas potencias en ascenso en el panorama internacional. En cuanto al ecumenismo practicado sobre este escenario, se puede afirmar que se constituyó sobre dos preocupaciones y posiciones centrales: En primer lugar, ofrecer una alternativa de solución a la crisis económica y política de la sociedad salvadoreña, privilegiando las necesidades de los sectores más pobres de la población. En segundo lugar, la otra preocupación llevó a asistir a la población más afectada por el conflicto armado. En general puede afirmarse que el perfil contestatario del movimiento ecuménico coincidía en apoyar los proyectos políticos de reforma y revolución, los cuales perdieron vigencia al comenzar los años noventa. A raíz de esta circunstancia el movimiento ecuménico se aboca a una crisis de identidad y proyección. Hacia el final del siglo XX, se constituye un nuevo escenario histórico que hace contexto a la práctica ecuménica. En lo económico, se termina de imponer la tendencia a privilegiar la acumulación de capital sobre la base de actividades urbanas, con lo cual, el mundo agrario y rural deja de ser el objeto de principal interés. En este nuevo escenario se mantienen las actividades de agroexportación, pero ya no se consideran las principales. El primer lugar en la economía nacional pasan a ocuparlo otras actividades como las finanzas, el gran comercio de importación y distribución, y las maquilas. Se proyecta, además, que el turismo proporcione otro eje central de acumulación capitalista. Estos cambios buscan una nueva manera de insertarse en las nuevas condiciones de la economía internacional. En lo jurídico político, a partir de la firma de los Acuerdos de Paz, se ha propuesto la necesidad de consolidar la democracia como práctica política, pero hasta el momento, sólo se ha ampliado el espectro de la participación política, en tanto que la apertura y existencia de los espacios de acción y decisión aún son precarios y sometidos al tradicional ejercicio autoritario del poder político. Un rasgo importante de este escenario en lo económico y político, es que aún no ha terminado de consolidarse un modelo o estructura básica de sociedad, que incorpore coherentemente los intereses de todos los sectores de la población. Haciendo una

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analogía históricase puede plantear que el momento actual es similar a los primeros años de la conquista. Otro aspecto importante a tomar en cuenta sobre este nuevo escenario es el declive y ascenso de nuevas potencias en el plano político y económico internacional, por cuanto ello puede significar, a mediano y largo plazo, la expansión de nuevas formas de fe en el espacio social salvadoreño. De acuerdo con Xabier Gorostiaga, es importante advertir "el nuevo papel incluso de Japón en Centroamérica, o en Corea, que hace 10 años hubiese sido inconcebible... en la actualidad es posible ver inversiones japonesas, ... o ver voluntarios japoneses compitiendo con los Cuerpos de Paz, ... las universidades japonesas comienzan a acercarse a las universidades nuestras; nosotros [en la UCA de Managua] tenemos dos convenios con universidades japonesas, a pesar de la lengua y de la cultura. Es un fenómeno que viene y que debemos prever. Es importante preguntarse ¿bueno, y qué relación tenemos nosotros con el Pacífico, que además no es una zona cristiana? Entonces, desde una perspectiva cristiana tenemos que ver qué relaciones vamos a tener nosotros con las regiones del Pacífico. Por ejemplo, nosotros acabamos de tener en la Vicaría de Managua el Primer Encuentro de Teología y Budismo y reconocemos que somos absolutamente analfabetos en budismo, pero también, que es muy importante entender la cultura de los pueblos orientales, el hinduismo, el budismo, es muy importante" (Gorostiaga, 1993). Es preciso tomar en cuenta, que en el escenario de principios de siglo se produjo la expansión de los cristianos pentecostales, desde una primera incursión en 1906, hasta ascender en la actualidad, según sus propios datos (CONESAL), al 22.6% de la población, en un proceso de crecimiento con tasas de 5.5% para los años 60, y tasas de crecimiento de 22% entre 1978 y 1982 (Williams, 1995: 9). Por lo tanto, la expansión de religiones diferentes a la cristiana es un fenómeno posible y previsible, tanto más, si se considera que el 23.2% de la población salvadoreña declara que no pertenece a ninguna confesión religiosa (IUDOP, 1995). II.2. Capital logrado por el movimiento ecuménico salvadoreño. La idea central en este apartado es evaluar los logros acumulados por el movimiento ecuménico salvadoreño en términos de organización y reconocimiento.

II.2.I.Organización. En cuanto al aspecto organización, el movimiento ecuménico salvadoreño se ha conformado a través de seis fases: a) Fase de acercamiento (1960-1978). En la década de los años sesenta parece encontrarse el punto de partida de los esfuerzos organizativos del movimiento ecuménico actual, cuando se realizan encuentros para reflexión teológica y de doctrina social, a raíz de iniciativas personales (no necesariamente respaldadas por las jerarquías) en las iglesias católica y bautista. Para los años setenta se logró pasar de encuentros esporádicas y asistemáticos a encuentros periódicos, y a la celebración de "la Semana Ecuménica por la Paz, la Justicia y la Unidad, con la participación de las iglesias Católica, Bautista, Episcopal y Luterana"

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(Diakonía, 1993: 12). Durante esta fase aparecen organismos promovidos y fundados desde instancias eclesiales, orientados a realizar trabajo de acción y organización social. Desde el campo de la Iglesia Católica aparecen la Fundación Promotora de Cooperativas -FUNPROCOOP-, FE Y ALEGRÍA, Fundación Salvadoreña de Vivienda Mínima -FUNDASAL-, y CARITAS. "La Iglesia Episcopal también impulsa en 1972 la creación del Centro de Reorientación Familiar y Comunitario -CREFAC- y más adelante, en 1976, la creación de la Asociación de Concientización para la Recuperación Económica y Espiritual del Hombre -Asociación CREDHO-" (Diaconía, 1993). b) Fase de Institucionalización (1978-1982). La Semana Ecuménica de Oración fue el antecedente de los dos primeros esfuerzos orgánicos del movimiento ecuménico en El Salvador: El Comité Ecuménico Salvadoreño -CES-, que funcionó entre 1978 y 1979, y el Comité Ecuménico de Ayuda Humanitaria -CEAH-, de 1979 a 1980. En ambos comites se tuvo la participación destacada de Monseñor Romero. Poco después se formó ASESAH, Asociación Ecuménica Salvadoreña para la Ayuda Humanitaria, que constituyó un esfuerzo más pleno que los anteriores. ASESAH contó, inicialmente, con la participación de "la Iglesia Luterana, la Iglesia Bautista (Emmanuel); la Parroquia Episcopal San Juan Evangelista; la Iglesia Católica; La Federación de Colegios Católicos; el Secretariado Social del Arzobispado; y la FUNPROCOOP" (Diaconía, 1993). Este esfuerzo de organización enfrentó la represión de parte de las autoridades gubernamentales, razón por la cual se traslada parte del trabajo a México y Costa Rica. En 1982 se decide reestructurar la organización ecuménica, aunque permanecen la mayoría de instituciones mencionadas, con la excepción de los colegios católicos. Por otra parte, la Parroquia Episcopal San Juan Evangelista comienza a participar a través de CREDHO. A partir de noviembre de 1982, la coordinación ecuménica pasa a ser conocida como Diaconía, definiendo el interés por asistir a la población perjudicada directa e indirectamente por el conflicto, los desplazados, los refugiados internos y externos. "El contenido principal del trabajo de la coordinación ecuménica en esta fase fue la línea asistencial, en cuanto detener el deterioro de las condiciones de vida, logrando una importante especialización en la atención a la emergencia crítica" (Diaconía, 1993). En esta fase, como en la anterior, el liderazgo de Monseñor Oscar Arnulfo Romero fortaleció el movimiento ecuménico. Las posturas pastorales y proféticas de Monseñor Romero, abrieron espacio para encuentros bastantes cotidianos entre líderes de varias iglesias, y su influencia se extendió inclusive después de su asesinato. A partir de las entrevistas realizadas se obtuvo el siguiente testimonio: "Antes existió una coordinación ecuménica con una fuerte inclinación al trabajo de proyección social. Tuvo su origen allá por el año setenta y nueve, cuando se percibía que se avecinaba un conflicto sobre El Salvador y que, como cristianos debíamos prepararnos para las circunstancias. Con la muerte de Monseñor Romero se desorganizaron algunas cosas, pero retomamos otras, con una asociación ecuménica de servicio y humanitaria, la cual fue necesario reorganizar más adelante y surgió así Diaconía". c) Fase de asistencia y acompañamiento (1983-1985).

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Evaluado en perspectiva, el esfuerzo ecuménico que representó Diaconía alcanzó estabilidad, legitimidad, reconocimiento interno y externo. Durante los tres primeros años de gestión la organización ecuménica se dedicó a la ayuda humanitaria y apoyó los intentos de la población que atendía por recuperar sus capacidades de subsistencia, captando y canalizando recursos de la cooperación ecúmenica externa. d) Fase de subsistencia y adaptación a la prolongación del conflicto armado (1986-1991). Se ha considerado que el terremoto de 1986 influyó en la prolongación del trabajo de Diaconía orientado a la asistencia y ayuda humanitaria, especialmente en la atención hacia población de las zonas urbanas (que hasta ese momento no estaba bajo cobertura), dado que en las zonas rurales se mantiene y profundiza el apoyo a los esfuerzos de la población por recuperar su capacidad de subsistencia. En las zonas rurales, Diaconía apoya los esfuerzos de retorno y reubicación de la población desplazada, financiando e implementando proyectos de economía solidaria, capacitación, alfabetización y salud. Dos hechos marcan el final de esta fase en la organización ecuménica, el primero de ellos lo constituye la formación de una nueva organización de carácter macroecuménico, el Comité Permanente del Debate Nacional por la Paz, que surge en 1988 incluyendo en una red más amplia de organizaciones al sector iglesias, especialmente de las llamadas iglesias protestantes o históricas, y comunidades de base católicas. El segundo hecho lo marca, la salida de Diaconía del Secretariado Social Arquidiocesano de la Iglesia Católica, en enero de 1991. Ambos hechos se vinculan a los esfuerzos de las diferentes instituciones de la sociedad para incidir en la solución negociada del conflicto bélico. A partir de estos dos hechos la situación y tendencia del movimiento ecuménico en El Salvador se transforma. Por una parte, Diaconía como organización ecuménica y el movimiento ecuménico se debilitan. Por otra parte, las actividades hacia las que se orienta el movimiento ecuménico se diversifican, incorporando la movilización por la paz. e) Fase de transición a la co-gestión y autogestión, acompañando esfuerzos orientados a la solución del conflicto bélico (1991-1993). En esta fase el movimiento ecúmenico comienza una lenta transición. Por una parte, el esfuerzo organizativo de Diakonía entra en declive. Las posibilidades de incorporar nuevas organizaciones, de comunidades católicas de base, por ejemplo, no se realizan. Con la conformación del Consejo Nacional de Iglesias representa una nueva institucionalidad ecuménica, agrupando entre otras instituciones, a las iglesias protestantes Luterana, Reformada, Episcopal. Además, también se organiza FRATER-PAZ, Fraternidad Ecuménica por la Paz, con la participación destacada de iglesias bautistas y comunidades cristianas de base. En su fase final, Diaconía desapareció formalmente en 1993, la organización ecuménica que surgió al comenzar el conflicto bélico estaba reorientando su actividad para pasar del apoyo a la población con proyectos de subsistencia, hacia la implementación de proyectos autogestionarios y de co-gestión. De hecho, en cierta forma, algunas de las organizaciones que integraron Diaconía, como CREDHO, o bien organizaciones vinculadas a instituciones que participaron en Diaconía, como el Socorro Luterano

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Salvadoreño y la Iglesia Bautista Emmanuel, aún trabajan en la línea de proyectos para la autogestión. Por otra parte, las nuevas instancias macroecuménicas, como el CPDN, Comité Permanente para el Debate Nacional por la Paz, logran inicialmente sus objetivos, al convocar y movilizar fuerzas que presionan por la solución política al conflicto bélico. Sin embargo, después de firmados los Acuerdos de Paz, la labor se reorienta hacia el seguimiento del proceso de cumplimiento de dichos acuerdos. Aunque el Comité Permanente para el Debate Nacional por la Paz se organizó a partir de una propuesta de la Iglesia Católica, que convocó a una asamblea general en la que propuso crear un foro para el debate nacional por la paz, el esfuerzo fue sostenido por iglesias ecuménicas y otros sectores sociales organizados. d) Fase de reacomodo organizativo y redefinición programática (1994- ...). Después que los resultados electorales favorecieran al partido ARENA, se abrió la posibilidad de que el proceso de ejecución y cumplimiento de los Acuerdos de Paz se realizara, en lo general y sustancial, a conveniencia de los sectores sociales que representa dicho partido. En otras palabras, el proyecto de nación que salió con mayores posibilidades de implementación fue el proyecto trazado desde FUSADES, Fundación Salvadoreña para El Desarrollo Económico y Social. La oportunidad para otros proyectos, como el propuesto por el CPDN (la nación que queremos), en todo caso fue relegada. A partir de 1994 el movimiento ecuménico entró en una fase de reacomodo y redefinición programática. La transición de Diaconía se refleja en la existencia de dos organizaciones ecuménicas que dan continuidad a los esfuerzos desplegados en los años ochenta, aún cuando es evidente un vacío, dado que la participación de la Iglesia Católica ya no incluye oficialmente a la jerarquía. Sin embargo, puede afirmarse que dos nuevas organizaciones ecuménicas constituyen el relevo histórica de Diaconía: Se trata del CNI, por una parte, y de FRATER-PAZ, Fraternidad Ecuménica por la Paz en el Salvador, por la otra. Algunos esfuerzos de convocatoria ecuménica amplia no dieron los resultados esperados. Como en el caso del Consejo Nacional de Desarrollo, que aspiraba a reunir a instancias eclesiales y de promoción humana en general. Sin embargo, CNI y FRATER-PAZ si han logrado mantener, como instancias ecuménicas, la capacidad organizativa y de ejecución. El CNI, Consejo Nacional de Iglesias, se conformó inicialmente por Iglesia Luterana Salvadoreña, Socorro Luterano salvadoreño, Iglesia Episcopal de El Salvador, Iglesia Cristiana Reformada Salvadoreña, Iglesia Bautista Sembradores del Reino, Iglesia Bautista Shalom, además, incorpora también a la Asociación CREDHO, a ALFALIT, Asociación Cristiana de Jóvenes. Participan en la Fraternidad Ecuménica por la Paz, FRATER-PAZ, diferentes iglesias y sectores cristianos, que incluyen a las Comunidades Eclesiales de Base de El Salvador (comunidades católicas), La Iglesia Bautista Eben Ezer de Zacatecoluca, la Iglesia Bautista El Cordero de Dios , de Zacamil, la Misión Menonita en El Salvador, las Comunidades Cristianas de El Salvador (comunidades católicas), la Iglesia Evangélica Domiciliaria y la Iglesia Bautista Emmanuel. Al realizar un balance en términos de organización, debe reconocerse que los sectores eclesiales con vocación ecuménica probablemente son una minoría respecto al conjunto de iglesias y creyentes en el país, sin embargo, el balance no sería completo si se basa

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únicamente en la proporción de creyentes con vocación y práctica ecuménica. Si bien el movimiento ecuménico en El Salvador puede ser catalogado como minoritario, no puede obviarse que dicha minoría activa desarrolló una práctica importante durante la década de los años ochenta, auxiliando a la población más afectada por el conflicto bélico y apoyando los esfuerzos para alcanzar una solución negociada a la guerra. Mediante esa práctica, el movimiento ecuménico ha acumulado experiencia e infraestructura, y está en condiciones para promover una paulatina ampliación. Si se estima el crecimiento de las iglesias y sectores con vocación ecuménica en comparación con el crecimiento de otros sectores y movimientos religiosos, se llega a la conclusión de que el ecumenismo no ha crecido tanto como otras tendencias religiosas, pero ello no debe llevar a la conclusión de que el ecumenismo ha decrecido. De acuerdo con algunos testimonios, las iglesias y organizaciones con vocación y práctica ecuménica han experimentado un crecimiento organizativo. Para mencionar sólo algunos ejemplos, se puede mencionar el proceso de la Iglesia Episcopal, que es relativamente reciente en el país, y que a partir de los años setenta dejó de ser propiamente una capellanía, con la formación de instituciones como CREFAC y CREDHO, pero que ha experimentado otros avances, como tener obispo propio en El Salvador. La Iglesia Luterana y algunas iglesias Bautistas con vocación ecuménica, como la Iglesia Bautista Enmanuel, también han experimentado procesos similares. Para tomar en cuenta otros casos, se puede recordar que, en vinculación con iglesias protestantes se organizaron movimientos de jóvenes cristianos y, en el caso de la iglesia católica, con las comunidades de base, se organizaron personas que participaron activamente en el movimiento ecuménico y lo siguen promoviendo en la actualidad. En este sentido coinciden varios testimonios, sosteniendo que las experiencias en la línea de las CEB (Comunidades Eclesiales de Base) se mantienen con vigor. Se afirma que en 1995, la celebración de aniversario por Monseñor Romero reunió 1500 personas, en tanto que este año (1996) reunió 1800 personas. Se considera que son personas de las Comunidades Eclesiales de Base. Sin embargo, debe reconocerse las actividades y la organización de las prácticas ecuménicas en la actualidad están poco coordinadas, sobre todo al compararlas con el referente de la coordinación que se alcanzó cuando Monseñor Romero promovía el ecumenismo. En aquél momento, las organizaciones e instituciones ecuménicas eran más visibles, porque se hacían presentes en actos de organizaciones populares, o porque sacaban pronunciamientos respecto al acontecer nacional.

II.2.2.Reconocimiento nacional e internacional. Sintetizando la información provista por las personas entrevistadas, se puede afirmar que uno de los logros acumulados de mayor relevancia lo constituye el reconocimiento nacional e internacional alcanzado a partir del trabajo ecuménico realizado desde finales de los años setenta y hasta la actualidad. Al evaluar el reconocimiento internacional, se reconoció que las iglesias protestantes históricas son relativamente pequeñas, pero tienen el respaldo de las iglesias en el exterior y también tienen una participación local significativa. En lo que se refiere a capital

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social, se estima que las iglesias y sectores ecuménicos (protestantes y católicos) ganaron principalmente en calidad, no tanto en cantidad. Ganaron, en imagen, en espacio profético, en relaciones internacionales. En el caso del reconocimiento de la población salvadoreña hacia el movimiento ecuménico, se vincula a otros bienes intangibles, como el haber dado, a través del testimonio y la acción profética, esperanza y valor, rescatando valores éticos a punto de perderse y ubicando la fe en el mundo. Un testimonio destacó como el "logro más importante dar una palabra de esperanza a través de un Dios que actúa mediante las iglesias en la Tierra..."

II.2.3.Infraestructura y servicios ofrecidos. En general, como producto de la experiencia obtenida en las labores de asistencia humanitaria, promoción de la subsistencia y, en la actualidad, en la promoción de las capacidades autogestionarias, las organizaciones con vocación y práctica ecuménica, adquirieron infraestructura y capacidad de ofertar servicios a las diferentes comunidades del país. Los organismos que pertenecieron Diaconía, incluyendo al Secretariado Social del Arzobispado, al Socorro Luterano Salvadoreño, a la Asociación CREDHO, a IBE (Iglesia Bautista Emmanuel), por ejemplo, trabajan en líneas similares, ahora orientándose a promover la autogestión comunitaria. Estas líneas son: Ofrecer servicios de capacitación, educación cívica y ciudadana, salud, fomento económico, y líneas de trabajo orientado a la restauración de los ecosistemas en las zonas rurales. Por ejemplo, personeros del Secretariado Social del Arzobispado declaran que "CEFICAS (Centro para la Formación e Investigación en Agricultura Sostenible) es lo más fuerte que tenemos, vinculado a la pastoral de la tierra, es lo más grande que tenemos. También en las instalaciones de CEFICAS está un centro de formación, sede del programa de pastoral de la tierra. También hay una pequeña fábrica de bloques, orientada a la generación de recursos" En el mismo sentido la Iglesia Luterana, en particular, la Universidad Luterana, también cuenta con un centro de capacitación que trabaja en una la promoción de la agroecología. Paralelamente, la Iglesia Bautista Emmanuel y CREDHO también tienen programas orientados hacia la sostenibilidad de las actividades agropecuarias. II.3. Nudos problemáticos. Se considera que los problemas que enfrenta el movimiento ecuménico en El Salvador se producen alrededor de cuatro aspectos: En primer lugar, las dificultades de los organismos ecuménicos para reconvertirse y operar en el nuevo escenario histórico; En segundo lugar, la obra o misión que se concibe como eje para unificar la acción de las diferentes instituciones y organismos; En tercer lugar, el carácter de la cooperación externa; Finalmente, la dialéctica entre, de una parte, la integración y de la otra, la fragmentación de intereses entre los actores que participan en el movimiento ecuménico.

II.3.1.Dificultades de los organismos ecuménicos para reconvertirse y operar

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en el nuevo escenario histórico. Los organismos ecuménicos, de manera similar a otros organismos no gubernamentales, pueden operar eficientemente cuando cumplen con cinco requisitos esenciales: Primero, cuando han definido con claridad cuales son los propósitos que quieren alcanzar y los medios para lograrlo; Segundo, cuando cuentan con los recursos materiales y personales calificados necesarios; Tercero, cuando tienen una organización adecuada; Cuarto, si cuentan con un personal motivado en los propósitos institucionales y con conflictos bajo control; Y finalmente, si tienen una conducción oportuna y eficaz para articular los elementos anteriores, de tal manera que los procesos internos de los organismos se desenvuelvan en correspondencia con lo que se planificó implementar, para incidir en los procesos externos a la organización. Es importante recalcar que, según ya se ha planteado, en la actualidad (desde 1994) el movimiento ecuménico en general, y los organismos ecuménicos en particular, han pasado a una fase de reacomodo organizativo y redefinición programática. Un nuevo escenario histórico hace contexto a la práctica ecuménica. En lo económico, se termina de imponer la tendencia a privilegiar la acumulación de capital sobre la base de actividades urbanas, con lo cual el mundo agrario y rural deja de ser objeto de principal interés. En este nuevo escenario se mantienen las actividades de agroexportación, pero ya no se consideran las principales. A nivel nacional, tal como se desenvuelven los acontecimientos, únicamente los más grandes empresarios de El Salvador están en condiciones de ser autosostenibles y de expandir sus actividades. Muchos empresarios urbanos, empresas agropecuarias y campesinas también tienen dificultades para reconvertirse y operar en el nuevo escenario histórico. Después de que los resultados electorales favorecieran al partido ARENA, se abrió la posibilidad de que el proceso de ejecución y cumplimiento de los acuerdos de paz se realizara, en lo general y sustancial, a conveniencia de los sectores sociales que representa dicho partido. En otras palabras, el proyecto de nación que resultó favorecido por los resultados electorales de 1994 es el proyecto trazado desde FUSADES, Fundación Salvadoreña para El Desarrollo Económico y Social, que privilegia los intereses de las más grandes empresas. La oportunidad para otros proyectos, como el propuesto en su momento por el Comité Permanente para el Debate Nacional -CPDN-, como la nación que queremos por lo pronto, en todo caso ha sido relegada. A partir de 1994 el movimiento ecuménico entró en una fase de reacomodo y redefinición programática. La organización ecuménica más representativa de la década de los ochenta, Diaconía se desarticuló, aunque dos organizaciones ecuménicas intentan dar continuidad a los esfuerzos desplegados en los años ochenta. Se trata del CNI, por una parte, y de FRATER-PAZ, Fraternidad Ecuménica por la Paz en el Salvador, por la otra. Sin embargo, pese a que cada organismo ecuménico realiza esfuerzos para cumplir con los requisitos esenciales para operar con eficacia en el nuevo contexto histórico, resalta como evidente que existen dificultades, especialmente en los aspectos de motivación, definición de la misión institucional y adecuación a las nuevas circunstancias históricas. Algunas personalidades, ilustraron un aspecto de este problema cuando señalaron que "En los últimos años la participación ecuménica ha cambiado. En los últimos años las iglesias evangélicas y protestantes han fortalecido las instancias centroamericanas y latinoamericanas. Pero cada instancia tiende a volverse hacia su propia casa. Los episcopales y los luteranos están creando organismos propios. Como que cada confesión

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está volviéndose hacia adentro. Además, en algunos casos el compartir ecuménico de recursos ha sufrido cierto desgaste dado que el apoyo ha bajado de perfil". Un problema central que se vincula con las dificultades de reconversión institucional consiste en la falta de un proyecto alternativo de sociedad, o como plantean algunas personalidades del movimiento ecuménico, "un proyecto histórico de fe". Existen elementos dispersos e incipientes para este proyecto, en las temáticas de ecología, género, participación democrática, nueva economía popular, y otras temáticas que los organismos ecuménicos están integrando en sus concepciones y prácticas, pero el resultado no es, todavía convincente.

II.3.2.Respecto a la obra o misión se considera como eje de la práctica ecuménica.

Muchas de las organizaciones partícipes del movimiento ecuménico trabajan actualmente en líneas de acción similares, es decir, en las palabras de un entrevistado, "trabajamos en promoción de la mujer, salud, salud mental, pastoral de la tierra, pastoral social para crear las bases de todo lo anterior. Tenemos escuela de educación para la democracia, en la formación de sociedad civil... algunos proyectos de vivienda...". Por otra parte, algunas concepciones son semejantes, por ejemplo, FRATER-PAZ trabaja en defensa de la Creación, el Socorro Luterano plantea una teología de la vida, en el Secretariado Social se habla de una pastoral de la tierra, en CREDHO se ejecutan proyectos orientados hacia el desarrollo y medio ambiente. A pesar de las similitudes en las prácticas y en las concepciones, se encontró que la mayoría de los entrevistados no distinguía con claridad una obra o misión como eje de las concepciones y prácticas del ecumenismo. Debe destacarse que en algunas entrevistas, se mencionaron los elementos citados, pero predominan las concepciones respecto a una crisis de identidad en el movimiento ecuménico en particular y en el movimiento popular en general. Dicha crisis de identidad se vincula con la falta de un proyecto alternativo claro de economía y sociedad, lo que provoca incertidumbre y escasa confianza en los servicios que se ofrecen. Algunas opiniones señalaron que las acciones que actualmente realizan las organizaciones no gubernamentales en general, y las organizaciones que participan en el movimiento ecuménico tienen una agenda influida desde las agencias externas de cooperación financiera. Sin embargo, existe también la noción compartida respecto a que "no se debe perder el principio liberador, [no importa sobre cual temática se trabaje] aún cuando se trabaje con una orientación hacia los jóvenes, las familias o la reconciliación, es preciso reconocer y mantener que en la raíz de todas esta problemática hay un problema estructural" en la sociedad salvadoreña. En cuanto al Comité Permanente para el Debate Nacional, que a final de los años ochenta y principio de los noventa, llegó a ser un organismo con mucho impacto e influencia, como fuerza macroecuménica que ejerció presión para alcanzar una solución negociada al conflicto bélico, existe la expectativa de que debe transformarse, porque a raíz de los

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Acuerdos de Paz, este organismo se adjudicó una carga muy pesada, toda una agenda nacional, sin que previamente todos los actores tuvieran claridad. Pese a los obstáculos que enfrenta el CPDN, se espera que logre aportar una solución a la problemática general del país.

II.3.3.Cooperación internacional y financiamiento de las prácticas ecuménicas.

En la fase actual de reorganización y redefinición programática, está ocurriendo un debate entre los actores que participan en el movimiento ecuménico. Consideramos necesario presentar algunas de las perspectivas que participan en tal debate. Los actores del movimiento ecuménico entrevistados reconocieron la importancia que ha desempeñado la cooperación internacional en el desarrollo del movimiento en El Salvador. Se reconoce que en la actualidad, las agencias cooperantes actúan sin segregar la cooperación, independientemente de las diferentes denominaciones religiosas, "sigue existiendo ecumenismo en la colaboración internacional, pasando de apoyar las acciones de asistencia a las de promoción". También se reconoce que el apoyo continuo de la cooperación externa ha incidido decididamente en la acumulación de logros que constituye el capital social del ecumenismo en el país. Sin embargo, uno de los puntos más sensibles para el movimiento ecuménico salvadoreño lo constituye el financiamiento, en varios sentidos. En primer lugar, la cooperación financiera está influenciando temas y problemas a trabajar, "en parte por que las agencias de financiamiento marcan el paso con lo que se debe realizar, por ejemplo ahora, el tinte de género, la superación del asistencialismo, buscando la autogestión". Instituciones con tradición asistencialista, están en perspectiva de desaparecer o reducirse sustancialmente, dado que no han logrado reorientar su práctica. Por otra parte, en dicho contexto ocurre que los programas desarrollados no siempre impactan, dado que las personas participan de manera restringida, limitándose a resolver necesidades, pero sin profundizar en los componentes reflexivos y solidarios. Otro aspecto que está siendo condicionado, probablemente de manera inadvertida, es la forma de la organización, dado que los canales y redes de comunicación se van articulando preferentemente hacia la fuente de financiamiento, siguiendo un patrón organizativo del tipo "venas abiertas" o "desarrollo hacia afuera", en el cual se desarrollan comunicaciones eficaces entre el movimiento y los organismos cooperantes, pero no se integran vínculos comunicativos entre los diversos organismos locales. En este sentido se mencionó que "muchas veces los canales de comunicación van casi exclusivamente hacia las fuentes de solidaridad, en tanto que, el trabajo realizado localmente se aísla de quién está al lado realizando un trabajo similar o complementario... no hay comunicación, mucho menos integración", no hay momentos sistemáticos de reunión. Finalmente, hay otro aspecto que hace del financiamiento externo un nudo problemático, consiste en el cambio en los estilos de la cooperación externa, que, condicionado por los cambios económicos y políticos a nivel mundial, parecen estar desplazándose de una práctica de solidaridad hacia otro tipo de práctica, regida por otra lógica, señalada como lógica de la globalización. No se pone en tela de juicio la intencionalidad de los actores de la cooperación externa como actores que intentan promover el desarrollo humano y sustentable, pero se advierte que el cambio de pautas en las condiciones de financiamiento, pasando de una práctica de la donación a la práctica del préstamo blando, podría tener consecuencias desfavorables para los organismos ecuménicos locales, si no se comprende como un proceso gradual y convenientemente acompañado.

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II.3.4.Dialéctica entre unidad de todos los cristianos y fragmentación de intereses.

De acuerdo a las encuestas de opinión realizadas desde la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" -UCA-, según confesión religiosa, la población salvadoreña se distribuyó, en 1995, entre un 56.7% de católicos (que reúne 32.9% de católicos practicantes y 23.8% de católicos no practicantes), un 23.2% de personas que no se adscriben a ninguna religión, un 17.8% de evangélicos y un 2.3% de personas que se declaran creyentes de otras religiones (IUDOP, 1995). Si se compara estos datos con la encuesta realizada en (Martín Baró) 1988 se advierten algunos aspectos de la dinámica de la religión en El Salvador. Cuadro N° 1.

RELIGIÓN DE LOS SALVADOREÑOS (1988-1995)

CONFESIÓN RELIGIOSA 1988 1995 DIFERENCIA

CATÓLICOS 64.1% 56.7% -7.4%

a)PRACTICANTES (33.5%) (32.9%) (-0.6%)

b)NO-PRACTICANTES (30.6%) (23.8%) (-6.8%)

NINGUNA 14.7% 23.2% +8.5%

EVANGÉLICOS 16.4% 17.8% +1.4%

OTRAS 4.8% 2.3% -2.5%

100.0 100.0 Fuente: elaboración propia en base a datos de IUDOP 1988 y 1995.

El cuadro indica que en los últimos siete años, cada vez menos salvadoreños se mantienen como católicos, en tanto que cada vez más salvadoreños dejan de participar y considerarse como creyentes de alguna confesión religiosa. La dinámica para dejar de ser católico pasa, aparentemente, primero, por dejar de practicar el catolicismo, para en segundo lugar, dejar de considerar que se pertenece a alguna religión, dado que el grupo que ha experimentado mayor crecimiento es el de las personas que no se adscriben a ninguna confesión religiosa. De acuerdo a los resultados del IUDOP, este proceso lo están viviendo las nuevas generaciones de la población rural más pobre. Por otra parte, los cristianos evangélicos aumentaron en proporción durante los últimos siete años, de tal manera que no resulta absurdo considerar que en los próximos años, de cada cinco salvadoreños al menos uno será evangélico. Los datos de otras fuentes, como las organizaciones evangélicas, no contradicen, en lo esencial, los resultados de IUDOP. Tomando en cuenta las diversas fuentes, Phillips Willians (1994: 9-10) estimó que "es muy probable que la población evangélica figure entre el 15 y 20% de la población total". El incremento en la población que se declara evangélica, a pesar de lo que sugieren las apariencias y el sentido común, en realidad estaría reflejando una desaceleración y no un crecimiento explosivo. Los datos disponibles en cuanto a las tasas de crecimiento de la

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población evangélica indican que entre 1978 y 1982 la población de confesión evangélica creció a una tasa promedio de 22%. Entre 1982 y 1984 el crecimiento promedio se redujo a 15.7%, y para el período 1985-1987 llegó al 12.5%, lo cual es todavía muy superior al 5.5% que fue la tasa promedio de crecimiento anual para la década de los años sesenta (Willians, 1994). De acuerdo a estos datos, desde 1978 hasta 1987 el promedio anual de crecimiento de la población evangélica se redujo casi en un 10%. Los datos de IUDOP indican que entre 1988 y 1995 el crecimiento de la población evangélica, parece haber mantenido la tendencia a disminuir. A nivel metropolitano, de acuerdo a los censos realizados en las parroquias católicas, en general se ha encontrado que de todos los cristianos, entre 30 y 35% afirman ser evangélicos, y el resto de los cristianos, entre el 65% y el 60 son católicos, dejando alrededor de un 10%, frecuentemente menos, de habitantes que no confiesan ninguna religión. Se puede concluir, paradójicamente, por lo tanto, que el grupo confesional que está creciendo más rápidamente entre los salvadoreños es la población que no se adscribe a ninguna religión. Se puede además, asociar dicho fenómeno al progresivo y acelerado empobrecimiento de la población rural de El Salvador, que globalmente tiende a disminuir respecto a la población total del país, pero que aún constituye el 49% de la población nacional. Este proceso de agravamiento de la pobreza rural, a su vez, se asocia con el rápido incremento de la población urbana y metropolitana, y con las altas tasa de emigración. En general, puede afirmarse que, dadas sus condiciones de vida, los jóvenes pobres de El Salvador, cada vez más, no tienen porque creer en nada ni en nadie. Esto constituye una de las peculiaridades del proceso de secularización en el país y un reto al ecumenismo en su conjunto. Sobre este panorama social, se puede ahora trazar el mapa de las iglesias cristianas en El Salvador. Se pueden distinguir, como hace IUDOP, dos grandes grupos de cristianos vinculados a iglesias en El Salvador, los católicos y los evangélicos. A su vez, tanto entre unos como entre otros se pueden hacer distinciones más sutiles, aclarando que los criterios para resaltar una diferencia entre uno y otro católico no son idénticos a los criterios para distinguir entre uno y otro evangélico. Entre los católicos se pueden distinguir diversas maneras de practicar la fe (más intimista o más inclinada a lo profético), pero bajo una sola cobertura orgánica global. Entre los evangélicos, en cambio, no solamente existen diferencias respecto a la manera de practicar la fe (por lo demás, semejantes a las formas de los católicos) si no que también hay claras delimitaciones orgánicas y denominacionales. Desde el punto de vista orgánico, cabe hacer la siguiente clasificación: a) Católicos b) Evangélicosb.1)CONESAL (Confraternidad Evangélica Salvadoreña) b.2)ABES (Asociación Bautista de El Salvador), y recientemente FEBES (Federación

Bautista de El Salvador) b.3)CNI (Consejo Nacional de Iglesias, que reúne entre otros organismos, a

Luteranos, Episcopales, y Reformados)

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Entre católicos, desde el punto de vista de la manera de practicar la fe, se puede distinguir entre varias corrientes: a) Católicosa.1) Carismáticos a.2) Comunidades Eclesiales de Base a.3) Catecúmenos a.4) Tradicionales A esta clasificación habría que añadir el énfasis intimista para los movimientos catecúmenales y carismáticos y el énfasis hacia lo profético para las comunidades eclesiales de base. La categoría católicos tradicionales representa aquella población que no está participando en ninguna de los tres movimientos, pero que se mantiene activa en la Iglesia Católica, La categoría de tradicionales probablemente sea la mayoritaria en el seno del catolicismo, seguida por los carismáticos, cuyo perfil activista y proselitista (semejante al de los evangélicos pentecostales) se asocia con un crecimiento numérico. Después estarían representados en mayor proporción, según se estima, las comunidades de base, y finalmente los catecúmenos y otros movimientos similares, que se orientan casi exclusivamente a las capas medias de la población. Por definición, algunas organizaciones evangélicas mencionadas (CONESAL, ABES, FEBES) tienden a reunir cristianos de la misma denominación, y en conjunto posibilitan la unidad de creyentes cristianos de diversas denominaciones. Sin embargo debe señalarse que existen iglesias evangélicas independientes, que no pertenecen a ninguno de los organismos mencionados. Como organismos ecuménicos se considera al CNI, Consejo Nacional de Iglesias, que agrupa iglesias y otras instituciones asociadas a iglesias protestantes históricas, que tienen en común la opción preferencial por los pobres, y FRATERPAZ, que es una expresión ecuménica, con presencia de protestantes y católicos, que se constituye también como un encuentro de cristianos para compartir la opción preferencial por los pobres. Entre los cristianos evangélicos se distinguen las iglesias históricas (reformados, luteranos, episcopales y de cierta manera, también bautistas, conocidas así porque su fundación tiene orígenes en la historia de la reforma protestante) y las nuevas denominaciones evangélicas, entre las que sobresalen los pentecostales, en general agrupados en CONESAL. Entre iglesias protestantes históricas y las nuevas iglesias evangélicas puede percibirse también, aunque no de forma tajante, una diferenciación respecto a la manera de entender y practicar la fe, resaltando un énfasis intimista en las iglesias vinculadas a CONESAL y un énfasis hacia lo profético en las iglesias reconocidas como históricas. Es importante destacar que las tendencias de crecimiento de ambos sectores evangélicos son notablemente diferentes. En tanto que para las iglesias agrupadas en CONESAL el crecimiento en feligreses es una meta prioritaria, para las iglesias protestantes históricas, que ingresaron al país como capillas de servicio para reducidas comunidades de residentes europeos y norteamericanos, el crecimiento en población no ha sido una meta tan importante.

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De acuerdo con información obtenidas en las entrevistas, las iglesias protestantes ingresaron al país desde 1896, pero en 1911 ya se habían formado congregaciones. El año 1930 se tiene como fecha de la llegada de las Asambleas de Dios. Se puede estimar el crecimiento si se compara que en conjunto, las iglesias bautistas son entre 50 y 65 iglesias, en tanto que las Asambleas de Dios llegan a ser por lo menos unas 1000. Al considerar la unidad y fragmentación de intereses entre los creyentes, debe recordarse que, considerada la población de manera global, las iglesias cristianas cada vez agrupan una menor proporción de salvadoreños, el 74.5% para 1995, y que ya existe presencia de religiones diferentes al cristianismo (budismo, islamismo y judaísmo, aunque en comunidades de inmigrantes, y pequeñas agrupaciones como los Krisna). Se puede plantear la existencia de al menos tres polaridades principales alrededor de las cuales se producen, de manera simultánea, núcleos de unidad y bloques de intereses opuestos. La primera de esas polaridades ocurre entre las nuevas iglesias y movimientos evangélicos, como los pentecostales, y las iglesias con una institucionalidad de antecedentes históricos, católicos y protestantes. En general puede afirmarse que las iglesias y movimientos religiosos que practican una fe de carácter intimista son menos proclives a la unidad global de todos los cristianos, pero tienden a agruparse con las denominaciones que entienden de manera similar la vivencia de la fe. En este sentido puede distinguirse un eje de fragmentación de intereses y simultáneamente condicionador de unidad entre los movimientos pentecostales y el resto de las iglesias cristianas y movimientos cristianos. Orgánicamente esto se manifiesta en el alejamiento relativo que existe entre CONESAL de una parte, frente a la Iglesia Católica y las iglesias protestantes históricas agrupadas en el CNI, en ABES y en FEBES, especialmente. En correspondencia, existen percepciones mutuamente descalificantes entre católicos/protestantes históricos, que son percibidos por los nuevos evangélicos, mayoritariamente pentecostales, como creyentes demasiado liberales, con prácticas de alto riesgo respecto a la salvación del alma. A su vez, católicos y protestantes perciben a los creyentes pentecostales como sectarios y fundamentalistas. En las entrevistas realizadas se reconoció la importancia de "la unidad de los cristianos, que fue una gran batalla en concilio Vaticano segundo, en donde se votó a favor de la libertad religiosa, sin embargo, existe todavía sectarismo, de un lado y de otro, por ejemplo, los carismáticos crean conciencia de enemigos respecto a otros". El segundo eje de fragmentación de intereses y simultáneo agrupamiento de sectores con posiciones más cercanas ocurre entre la Iglesia Católica y los cristianos no católicos. Desde esta percepción nace la tipificación de IUDOP para medir la confesión religiosa de los salvadoreños. El trasfondo de este eje revela la preocupación de la iglesia cristiana mayoritaria, que en el pasado histórico de El Salvador también fue única, por mantener su condición de institución más influyente. El tercer eje alrededor del cual se producen agrupamientos y fragmentación de intereses lo constituye la manera de entender y practicar la fe con énfasis hacia lo profético pero también como movimiento religioso de perfil contestatario frente al ordenamiento hegemónico en el plano político y económico y frente a la vivencia de la fe que se acomoda a dicho ordenamiento. Un testimonio obtenido mediante entrevista señaló que "antes se practicó un ecumenismo en torno a la opción por los pobres, pero eso generó crisis en todas las iglesias, también en la luterana y en la bautista surgieron tensiones, en la católica lo más que apoyaban un evento de orar por el ecumenismo, pero hasta allí", por eso la opción por los pobres también le acarreó cierta crisis. Se puede considerar que este eje cruza todas las organizaciones de iglesias cristianas en El Salvador, pero se hace más relevante en el seno de la iglesia católica y al interior de las iglesias protestantes

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históricas. La afirmación anterior puede sustentarse en las siguientes reflexiones, obtenidas mediante entrevistas: "En la Iglesia Católica hubo un cambio en el liderazgo, además había intereses, y propósito para una reorientación de la iglesia, dado que percibe que las iglesias fundamentalistas ganan adeptos. El movimiento carismático trata de responder a nuevas expectativas del pueblo católico. Los catecúmenos parten de un conocimiento más bíblico, más teológico, más espiritualista, son más pietistas". "Los catecúmenos son más exigentes, más elitistas, los movimientos catecúmenos y familiares están orientados hacia las capas medias, pero debe reconocerse que los movimientos familiares tienen aspectos positivos. De un tiempo para acá hay un fortalecimiento de estos movimientos de corte conservador, también de los movimientos familiares en el seno de la iglesia católica, que da muestras claras de involución, y se justifica señalando como problema la expansión de las sectas". "En cierta forma se pretende responder al problema de las sectas con procedimientos similares al de las sectas. El movimiento carismático responde a pautas similares que las sectas (salvo la creencia en la virgen y la obediencia al Papa), una pastoral simple y clara, de opción personal, predicar en los estadios, curaciones... el movimiento carismático es "leal", no es conflictivo, no tiene nada de profético. Por esta razón, el apoyo a los carismáticos contrarresta a las Comunidades Eclesiales de Base. Por otro lado, esto implica que se pretende desplazar a las sectas con un método igual". "El movimiento carismático se expande porque es jerárquico y funciona de manera muy simple, tienen un método claro y dan respuestas muy simples, además reciben apoyo de las instancias jerárquicas. En cambio las Comunidades Eclesiales de Base, ni tienen jerarquías, ni tienen método unificado, aún cuando comparten principios, más que respuestas, tienen preguntas...Pero el problema real de las Comunidades Eclesiales de Base, al final, no es el de ser minoritarias, si no el de carecer de voz..." "En las parroquias el panorama es variado, en las parroquias rurales difícilmente hay catecúmenos, más bien se circunscribe en el área urbana. En lo rural y urbano si hay carismáticos y movimientos familiares. En algunas comunidades se articulan los movimientos con el trabajo de la parroquia en otras hay ciertos problemas, pues el trabajo que se quiere desarrollar choca con la espiritualidad capillista e intimista de los movimientos. Son pocas las parroquias en las que participan... palabras como organización, cambiar la situación de vida, el mismo nombre de pastoral social no siempre es aceptado, a veces se asocia con temores". "Los movimientos carismáticos, la forma en que presentan la religión impacta y da resultados porque ofrece una espiritualidad intimista que la gente siente bien... pero no se alcanza a llegar a la necesidad de hacer bien al otro, al prójimo, a la necesidad de buscar el desarrollo para sentirse bien. Pero puede haber un gran potencial tomando al intimismo como punto de partida, porque si a la gente le gusta eso, hay que retomarlo y hacer ver que Dios no sólo es eso. No obstante esto es difícil porque hay contradicciónes, al grado de que en algunas parroquias los movimientos han sido expulsados, porque ocurren contradicciones entre la evangelización de los movimientos y la evangelización en las parroquias." "Los movimientos a veces tienen ministerio de misericordia, pero esto sólo se traduce en ayudas inmediatas, para entierros, o para levantar casas cuando hay urgencia, pero no se entiende como el cultivo de la solidaridad. Son movimientos fuertes y están presentes, casi siempre están en la parroquia pero no promueven las líneas de trabajo de la parroquia, no hay una participación fuerte en lo que es el empuje del trabajo de la

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parroquia. Tienen su propia evangelización, con su propia espiritualidad". "Las comunidades eclesiales de base se preocupan por vivir su fe desde aquí, pero los otros se preocupan por su alma, preocupándose por el más allá, en realidad, son diferentes formas de ver a la humanidad". Por lo tanto, al estudiar el ecumenismo en El Salvador se debe considerar que en la iglesia católica se mueven diversos tipos de actores, con intereses diferenciados, y considerar que aunque "siguen existiendo obstáculos al ecumenismo, se debe aprovechar mejor la oportunidad para sensibilizar sobre estos temas, y que en la práctica de campo, los promotores de la institución católica con antecedentes de participación en el movimiento ecuménico, no está cerrados al "contacto con personal de otras denominaciones religiosas que también realizan obra social. De hecho, se sabe que hay cierto contacto, pero no es institucional, no es deliberado. Cuando los promotores institucionales se encuentran en las comunidades en las que se realiza trabajo de proyección social, se procura que no hayan contradicciones y se procura coordinar cuando el caso lo amerita y va en beneficio de la misma población". Para finalizar es importante destacar que las contradicciones que atraviezan a las iglesias salvadoreñas en general y a la Iglesia Católica en particular, pueden permanecer activas y latentes durante un período de mediano plazo, al menos, dado que dichas contradicciones corresponden a los ejes de polarización más arraigados. Aunque es un hecho que la palabra y el movimiento ecuménico surgió y se desarrolló, desde la década de los años setenta, a partir de una vivencia profética de la fe -en contraposición a una vivencia intimista-, se puede plantear que las perspectivas de fortalecimiento del movimiento ecuménico cristiano en el nuevo contexto histórico, dependen de la orientación estratégica que se implemente respecto a cada uno de los ejes de unidad-fragmentación de intereses. En este sentido, desde una perspectiva histórica, se puede considerar que otro tipo de contradicciones, que han llevado a que "a veces el ambiente ecuménico se contamine con rivalidades políticas, y rivalidades personales, hasta el punto de etiquetar iglesias con partidos", pueden tener solución, y conviene acercarse paulatinamente a ella. A mediano plazo este tipo de contradicciones secundarias pueden atenuarse y conciliarse.

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III.MARCO DE VISIÓN COMÚN DEL ECUMENISMO EN EL SALVADOR. III.1. Visión compartida del ecumenismo. Partiendo de una definición muy general de ecumenismo, aún sin precisiones, como una práctica que busca la unidad de todos los seres de la creación en una obra que sea coherente y grata hacia Dios, debe reconocerse que, el ecumenismo es una práctica que se ejerce fundamentalmente a partir el siglo XX. Antes de este siglo, en el escenario mundial se movilizaban tendencias fundamentalistas y conflictivas, frente a las cuales, a partir del siglo XX existen tendencias incipientes de encuentro y diálogo entre los religiosos de distinta fe, y aún, entre todas las personas de buena voluntad, esto último entendido como un macroecumenismo. "El primer sentido de la palabra «ecumenismo» se refiere al diálogo, al intercambio y a la comunión entre cristianos. Aquí le añadimos el prefijo «macro» para referirnos a la ampliación de esas dimensiones más allá de las fronteras de los cristiano" (Casaldáliga y Vigil, 1992: 234). Frente a los fundamentalismos religiosos, con todo su potencial de conflicto y violencia, se desarrolla el ecumenismo y el macroecumenismo, desplegando un potencial de conciliación y hermandad. El diálogo mundial formal entre los religiosos parece haber comenzado desde los años 60 del presente siglo, cuando en Kottayam (India), se encontraron hinduístas y cristianos. Algunos años después, en 1968, musulmanes y cristianos se reunieron. En 1965, se reunieron los religiosos con mayor presencia en Corea, superando las reuniones de carácter bilateral. Hasta 1970, en Kyoto, Japón, se lograron reunir 285 representantes de diez religiones, provenientes de diez países. La reunión se ocupó principalmente de los derechos humanos, el desarme y el desarrollo. El último esfuerzo ecuménico global del que se tiene noticia, fue el Parlamento Mundial de las Religiones (CSIC; 1994), que logró proponer, el 4 de septiembre de 1993, los principios de una ética mundial. El Parlamento reunió en Chicago a 6,500 participantes. La declaración de convergencia ética fue firmada por 150 personas cualificadas, de los diversos mundos religiosos: Bahai, Brahamanes Kumaris, Budistas, Cristianos (católicos, protestantes, ortodoxos), Religiones nativas de Asia, Africa y América, Hinduístas, Jainistas, Judíos (conservadores, reformados, ortodoxos), musulmanes (chiítas, sunitas), Neopaganos, Sikhs, Taoístas, Teósofos, Zoroastristas, y organizaciones interreligiosas. El Parlamento de las Religiones del Mundo, en su declaración escrita propuso que se adopten universalmente los siguientes principios de una ética mundial: *No hay un orden mundial nuevo sin una ética mundial. *Exigencia fundamental: todo ser humano debe ser tratado humanamente. *Cuatro orientaciones inalterables:

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1 compromiso por una cultura de la no violencia y del respeto a toda vida. 2 compromiso por una cultura de la solidaridad y por un orden económico justo. 3 compromiso por una cultura de la tolerancia y una vida vivida con veracidad. 4 compromiso por una cultura de la igualdad de derechos y por la hermandad entre

hombre y mujer. *Cambio de mentalidad. En resumen, en la base de las prácticas ecuménicas y macroecuménicas se encuentra en primera instancia un acuerdo ético, y en instancias posteriores, coincidencias de fe. por esta razón, el ecumenismo como práctica tiende a organizarse en instancias concéntricas de lo general a lo particular. La más amplia y general, la unidad en el buen obrar de todos los seres de la creación, delimitándose luego en instancias más específicas como la unidad de todos los creyentes, o bien, más particularmente, la unidad de todos los cristianos, y en algunos casos, unidad entre cristianos que comparten valores e intereses específicos. En este último sentido, "el movimiento ecuménico encuentra su afirmación histórica en la Conferencia Misionera Internacional de Edimburgo, en 1910. Allí se decidió crear el Consejo Misionero Internacional, que posteriormente se adhirió al Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en [Nueva Delhi] 1961" (Vaccaro, 1992: 218). Especialmente en el caso de El Salvador, el ecumenismo puede entenderse básicamente como los esfuerzos por la unidad de todos los cristianos, y en este sentido, es una práctica posible en el siglo XX, con la diversificación de las iglesias cristianas en el país. A partir de las entrevistas fue posible reconstruir el modelo de ecumenismo que se comparte en El Salvador, el cual se caracteriza por: a) Esfuerzos conjuntos con instancias que tienen en común la fe en Jesucristo. b) Acciones concretas, de testimonio (en este sentido, por esencia, el ecumenismo no es algo abstracto), de apoyo y promoción a la sociedad civil, en un primer momento con opción preferencial hacia los pobres. En un segundo momento, buscando una reconciliación nacional, una salida negociada al conflicto bélico. c) Macroecumenismo cuando se acompaña a instancias no religiosas en testimonios proféticos. d) Como expresión del compartir de las iglesias en El Salvador, que en la actualidad no es una experiencia fuerte, no es algo tan sólido como ha sido en el reciente pasado. Con la llegada de los Acuerdos de Paz cada quien retornó a las preocupaciones de propia su denominación. Pero existen organizaciones que se declaran ecuménicas y que tratan de practicarlo. III.2. Aspiraciones y proyecciones hacia el futuro.

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El alcance de las aspiraciones que manifestaron los entrevistados incluye el "acercamiento entre el Consejo Nacional de Iglesias -CNI-, FRATER-PAZ, la Iglesia Católica", al menos los sectores de mayor tradición ecuménica, que incluyen desde personalidades en la jerarquía eclesiástica hasta diferentes expresiones orgánicas de comunidades eclesiales de base. En proyección persiste la aspiración de contar con una sola instancia ecuménica. Se considera que una restitución del esfuerzo ecuménico que vincule de manera protagónica, pero no exclusiva, a dichos sectores debe ser "posible en torno a un proyecto histórico de fe", que logre mantener el principio liberador como componente esencial del testimonio ecuménico. En este sentido, se mantiene la aspiración de lograr un nivel de macroecumenismo activo, que no sólo unifique en torno a una obra a sectores eclesiales, sino que también sea espacio de participación con organizaciones laicas. Por otra parte, también se encontró la aspiración a compartir entre protestantes históricos, y nuevos evangélicos (incluyendo a pentecostales) la formación de agentes pastorales, tomando como base los esfuerzos y posibilidades de la Universidad Luterana y otros esfuerzos educativos. También se desea que el Consejo Nacional de Iglesias -CNI- se amplíe con la ircorporación de más asociaciones de Iglesias y tener más oportunidades de ampliar la experiencia de compartir los púlpitos entre diferentes denominaciones. Se puede concluir, por tanto, que las aspiraciones de los actores involucrados en el movimiento ecuménico se orientan en tres líneas diferentes y compatibles: La primera, representa la unidad entre cristianos protestantes, para resolver necesidades encaminadas al fortalecimiento y crecimiento de las iglesias protestantes históricas; La segunda línea se preocupa por restaurar la unidad de acción entre los sectores eclesiales con una tradición ecuménica de testimonio en la opción preferencial hacia los pobres y de perfil social propositivo y simultáneamente contestatario frente a los signos reconocidos como anti-reino. La tercera línea de aspiraciones se orienta a extender los contenidos y las prácticas anteriores a convocar y actuar en conjunto con sectores no eclesiales , pero que comparten los propósitos esenciales de un proyecto histórico de Fe. III.3.Elementos que inciden en la formulación de estrategias ecuménicas. Se considera que los elementos que inciden en la formulación de estrategias orientadas hacia un fortalecimiento del ecumenismo en El Salvador pasan, en general, por la solución de lo que se ha reconocido como nudos problemáticos. En este sentido, la formulación de estrategia necesariamente debe incluir los aspectos de: (1) diagnóstico y adecuación al nuevo contexto histórico, político, económico y social; (2) las nuevas posibilidades de articular la religión y la política; (3) la producción de ideas respecto a un proyecto convincente y viable de sociedad alternativa, así como de la fundamentación teológica para participar en la promoción de dicho proyecto; (4) las condiciones de vida de la población en relación a la posibilidad de adoptar una vivencia de la fe; (5) el capital social de los agentes ecuménicos, en relación a la posibilidad de articular esfuerzos conjuntos; y, (6) la gestión de recursos. (1) Diagnóstico y adecuación al nuevo contexto histórico, político, económico y social; La posibilidad de diseñar con éxito una estrategia de fortalecimiento del movimiento

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ecuménico que conserve las características más sobresalientes del pasado y tenga la posibilidad de desplegar nuevas virtudes, depende en gran medida de reconocer a profundidad los aspectos esenciales de los nuevos escenarios históricos sobre los que actúa y de reconocer la lógica que moviliza a los actores que se desplazan en tal escenario, tanto actores que son cooperantes como actores que tienden a resistirse y oponerse a la promoción de un nuevo proyecto histórico de fe. En este sentido, el diagnóstico puede orientarse a comprender con mayor precisión los cambios en el panorama internacional (globalización y su impacto en las economías periféricas como la salvadoreña; revolución tecnológica, su impacto en la región y las posibilidades de apropiarse de componentes de ella y relacionarse productivamente en las nuevas condiciones), en los cuales, lo central puede enunciarse como un cambio en la división internacional de la producción y el consumo. En cuanto al acontecer nacional, lo más relevante tiene que ver con la traslación de los principales ejes de acumulación económica desde el campo hacia la ciudad, con lo que la manera en que los distintos sectores de la sociedad salvadoreña se articulaban a la economía y a la sociedad se ha modificado. Otro aspecto importante a diagnósticar es el carácter, estrategia y componentes del proyecto histórico de nación en curso de implementación y frente al cual se desea ofrecer de manera alternativa, un nuevo proyecto histórico de Fe. (2) Las nuevas posibilidades de articular la religión y la política; En el nuevo contexto histórico, la relación entre lo político y convocatoria religiosa ha cambiado, en correspondencia con la modificación de la relación entre sociedad política y sociedad civil que surgió de los Acuerdos de Paz. En este sentido, es necesario explorar y reconocer con mayor detenimiento las potencialidades de los movimientos y espacios religiosos para contribuir a un nuevo proyecto de sociedad actuando directamente en la sociedad civil, y en coordinación, con fuerzas políticas. En las nuevas condiciones parece importante abocarse a la tarea de fortalecer en cantidad y calidad las instituciones eclesiales con vocación ecuménica, tomando en cuenta, en primer lugar, el impacto de esta tarea en la sociedad civil. (3) La producción de ideas respecto a un proyecto convincente y viable de sociedad alternativa, así como de la fundamentación teológica para participar en la promoción de dicho proyecto como proyecto histórico de fe. En este aspecto deben tomarse en consideración tres cosas, en primer lugar, inventariar los centros ecuménicos con capacidad de producción conceptual estratégica (como la Facultad de Teología de la Universidad Luterana, el Centro Pastoral Monseñor Romero de la UCA, el SEBLA, Seminario Bautista Latino Americano, por ejemplo) y las personalidades con el acervo intelectual y de relaciones humanas para concertar y convocar a la reflexión y comunicación sobre el proyecto de fe y sociedad a fortalecer. En segundo lugar, puede organizarse efectivamente la producción de ideas, buscando su implementación posterior tomando en cuenta los ejes alrededor de los cuales se fragmenta (y a la vez se unifica en polos) la vivencia de la religiosidad y la práctica de las instituciones religiosas. En tercer lugar, toda producción efectiva de ideas se produce en un contexto de comunicación social, por esta razón es importante inventariar los recursos comunicativos asociados al movimiento ecuménico salvadoreño. (4) Las condiciones de vida de la población en relación a la posibilidad de adoptar una vivencia de la fe; Es preciso profundizar en el conocimiento de la relación entre las condiciones de vida de

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la población y afinidad electiva en modalidades de vivencia de la fe, para trazar una estrategia de pastoral que pueda satisfacer las necesidades espirituales y materiales de la población. El hecho de que muchos cristianos opten por modalidades intimistas de fe debe estudiarse con mayor detenimiento, así como la vinculación que parece existir entre deterioro del mundo agrario y desapego a la confesionalidad y práctica religiosa en la juventud campesina y de la periferia metropolitana. (5) El capital social de los agentes ecuménicos, en relación a la posibilidad de articular esfuerzos conjuntos; La tarea de articular esfuerzos en torno al rescate ecológico y sostenible del agro salvadoreño (la zona social en la cual las condiciones de fe son más precarias, simultáneamente a la precariedad de las condiciones de vida y trabajo), para citar un ejemplo, y la tarea de formar nuevas generaciones de agentes pastorales no pueden concebirse como realizables a base exclusiva de subsidios. Se impone la necesidad de inventariar el capital con el cual cuenta el movimiento ecuménico (en centros de capacitación orientados hacia la agricultura sostenible, por ejemplo) para trazar estrategias sectoriales de coordinación de esfuerzos. La formación de agentes pastorales es otra labor en la que se tiende a buscar soluciones de manera ecuménica, y que puede incrementar su eficacia a partir del ejercicio de inventariar el capital social disponible. De manera similar, la tarea de promover la comunicación social del proyecto ecuménico debe partir del inventario de medios de comunicación y espacios de comunicación con vocación ecuménica. (6) La gestión de recursos; En este sentido debe evaluarse que, respecto a lo que fue la década pasada, los flujos de cooperación externa hacia el movimiento ecuménico se están modificando tanto en cantidad como en calidad, condicionando nuevas temáticas y proponiendo nuevas modalidades para acceder a los recursos financieros. Parece necesario trabajar en dos direcciones, de una parte, fortalecer la capacidad de negociación de cara a la cooperación externa, para definir o reconocer diferentes líneas (donación, préstamos blandos de largo plazo, co-inversión) de financiamiento y las proporciones convenientes entre ellas, para no condicionar negativamente el proyecto ecuménico local. De otra parte, se requiere adoptar una estrategia de inversión que busque la recuperación y el autosostenimiento financiero de las actividades ecuménicas y de testimonio. Por ejemplo, en la promoción de una pastoral de la tierra, en defensa de la creación, es posible invertir y co-invertir con agentes productivos que garantizan la extensión y sostenimiento de modalidades de producción o de negocios coherentes e imprescindibles para una sustentabilidad económico-social. En este sentido, es necesario ser realista en cuanto a los niveles de rentabilidad requeridos y posibles, para negociar modalidades de financiamiento adecuadas. IV.PAUTAS DE ACCIÓN PARA CONSTRUIR UN MOVIMIENTO ECUMÉNICO

SOSTENIDO. IV.1. Propuesta programática general para fortalecer el ecumenismo.

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El resultado de las entrevistas realizadas plantea que una propuesta programática general puede construirse alrededor de dos actividades: a) Primero, la organización y/o fortalecimiento de espacios institucionales ecuménicos (lo

que concuerda con las aspiraciones detectadas en las personas que participan en el movimiento ecuménico)

b) Segundo, definir una agenda de discusión respecto a lo que es y puede hacer el

ecumenismo en El Salvador. La siguiente etapa, puede ser definir una agenda de trabajo de la iglesia, agenda para integrar su labor, pastoral, de servicio, y profética. Situar una agenda con una temática común.

En general se valora que lo factible es comenzar con la agenda para avanzar, si así se requiere y puede, hacia el desarrollo orgánico. Se considera recomendable establecer una agenda que genere un ambiente ecuménico, o una práctica más ecuménica, involucrando, por ejemplo, al Secretariado Social del Arzobispado, al Servicio Jesuita para el Desarrollo, a la Iglesia Bautista Emmanuel -IBE-, al Socorro Luterano Salvadoreño, a la Universidad Luterana, a la Asociación CREDHO y a la mayor cantidad posible de organismos con vocación ecuménica. Se evalúa que, por lo pronto, promover el ecumenismo como espacio institucional unificado no es la opción más factible. Promover espacios ecuménicos desde lo institucional no es prometedor, entre otros factores, porque la jerarquía católica no tiene una actitud favorable ni interesada, y todavía deben resolverse algunas diferencias entre organismos ecuménicos. Sin embargo, la priorización de la agenda sobre la formación de un nuevo organismo ecuménico nacional no impide dar señales respecto a que una organización ecuménica es una opción. Se puede considerar la necesidad de trabajar el contacto con la jerarquía católica, y con dirigentes de las organizaciones como CONESAL que han estado alejadas de los espacios y prácticas ecuménicas (Aunque coyunturalmente ya se ha tenido contactos con ellas). La unión y contacto entre jerarquías es algo que debe trabajarse. Los aspectos que pueden programarse en la agenda para fortalecer el el núcleo primario del movimiento ecuménico en el país, pueden incluir los siguientes tópicos: a) Fundamentación teológica del ecumenismo como opción de testimonio en la historia,

en defensa de la toda la vida creada y la humanidad. b) Contribución al fortalecimiento de la democracia en el país. c) Contribución a la apropiación y desarrollo de formas de producción sustentables para el

agro salvadoreño y sus habitantes. d) Contribución al fortalecimiento de las iglesias y organismos con vocación ecuménica. Otros aspectos que las personas entrevistadas consideraron importantes para fortalecer el ecumenismo son:

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1) Organizar y mantener la comunicación entre la diversidad de experiencias que se desarrollan en el ámbito salvadoreño. Esto implica desarrollar una estrategia de comunicación social, que planifique medios, mensajes en forma y contenido, reacción de los auditorios y, sobre todo participación dialogada. 2) Estimular el relevo a nuevos y nuevas líderes, que asuman protagonismo, es importante que surjan nuevas voces. 3) Identificar uno o varios ejes comunes de acción, sin aplastar iniciativas, establecer un consenso que surja tanto de las bases, como de las agencias de cooperación. 4) Considerar las decisiones bajo análisis. Se ignoran muchas recomendaciones, realizar análisis en el país que pueden fundamentar decisiones. 5) El movimiento ecuménico progresista debe dar respuesta al problema de la desintegración familiar y a los problemas de la juventud. 6) Adecuar el mensaje bíblico a los nuevos tiempos y para ello fortalecer a los institutos bíblicos. 7) Aparecer públicamente como movimiento ecuménico con una voz en conjunto, para comunicarse con la población salvadoreña. 8) Fomentar el reencuentro desde las bases, tratando de mantener un equilibrio entre las tareas de servicio social y lo pastoral, situar la educación cristiana, la evangelización, la Diakonía, manteniendo la labor profética. 9) Considerar que un acercamiento entre FRATER-PAZ, CNI y otros sectores de la Iglesia Católica es posible en torno a un proyecto histórico de Fe, lo cual necesariamente va de una fase primera, que es la formulación de tal proyecto a la fase segunda, una fase de convocatoria orgánica. Esto se puede realizar partiendo de tres pautas: La pauta de país, tomando en cuenta en que sectores se puede generar interés; la pauta de partir de la realidad, diagnosticar las iglesias, conocer cómo están; la pauta de la construcción de la utopía, la base teológica. IV.2.Tareas a desarrollar, especialmente en lo que concierne a los tres centros

ecuménicos, articulando lo social con lo económico. Las tareas que se desprenden del anterior estudio pueden resumirse, a nivel operativo, básicamente en dos: Primero, asumir una convocatoria a discutir la agenda para fortalecer al movimiento ecuménico. Es recomendeble que la Asociación CREDHO, las Iglesia Bautista Emmanuel y el Socorro Luterano Salvadoreño se aboquen a la tarea de identificar los actores y organismos que podrían constituir un núcleo primario para relanzar el ecumenismo y promover entre ellos la discusión directa e indirecta de la agenda, utilizando técnicas

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como el grupo de discusión, o el debate en el anonimato. Es importante que los tres organismos mencionados participen de manera conjunta desarrollando un programa especial, al cual debe asegurársele el financiamiento. Otro aspecto importante a tomar en cuenta es la discreción con que debe realizarse la tarea, dado que en el ambiente actual, un perfil de relevancia protagónica genera desconfianza. Segundo, partir de la coincidencia de las tres organizaciones en los aspectos de programas y proyectos en defensa de todas las formas de vida de la creación y por la promoción de un desarrollo sustentable, para planificar de manera conjunta un programa de co-inversión que convoque a la cooperación internacional, a los propios organismos ecuménicos y a población de las zonas rurales. Desarrollar simultáneamente estas dos tareas tiene el propósito de fortalecer el ecumenismo tanto con diálogo como con testimonio.

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[1]En este sentido, es necesario descartar aquellas definiciones de secularización que la consideran como "proceso que consiste en liberar de la influencia de la

religión a las distintas esferas de la sociedad y las conciencias individual social y de grupo, así como a la conducta del individuo", como puede encontrarse en algún

diccionario de sociología de la religión. Es más atinado considerar la secularización como proceso mediante el cual se transforma la influencia de la religión sobre el

conjunto de la sociedad, en condiciones en las cuales la ciencia se expande como otra forma ideológica influyente. La expansión de la ciencia como forma de conciencia

social modernizadora no hace desaparecer la influencia de la religión, solamente la transforma.

[2] Para el caso, conviene recordar que las constituciones de 1864 y 1880 establecían la ciudadanía saber leer y escribir y tener propiedades, requisitos que sólo

una minoría de habitantes en El Salvador podía cumplir. El derecho a votar para las mujeres se incorporó hasta la constitución de 1950.