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VERDAD E IMAGEN 185 Colección dirigida por Ángel Cordovilla Pérez THOMAS RUSTER EL DIOS FALSIFICADO Una nueva teología desde la ruptura , entre cristianismo y religión EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2011

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VERDAD E IMAGEN

185

Colección dirigida por Ángel Cordovilla Pérez

THOMAS RUSTER

EL DIOS FALSIFICADO

Una nueva teología desde la ruptura , entre cristianismo y religión

EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA

2011

Page 2: El Dios crucificado - Thomas Ruster pag. 1-89.pdf

1'~1& otn ha ltido publicada con una subvmcióo de la Om:cción GcnoenJ dd Libro. ,\ldliros r Bibliotecas~~ ~tcaist«ío de Cultura para su pl'iswno publico en Bibliotecas Pilblicas. <k- acuerdo C(m

ló previsto en el atticulo 37.2 de 13 Ley de Propiedad lntdcclu.l.

Cubim'tlt dil>Cflada po.lf' Chrislio.n 11 uso Martín

Tradujo Manuel Olasagasti Oaztelumcndi ®bn: d original alemé\nDer ~'f!rwec:hselb~ Coll. T11e0logie norh der EnJjütchfung VCJn Clcri,,tmtum rnuJ RellRIOII.

'O vmas Herder Freibwg im Brewpu. 2004, 7th cditton o Edi.:itlllo. s1sueme SAL. 2011

Cl O.rela Tcjildo. U-27- E-.17007 Salatna.nca 1 r.apaaa Ttf.: (+34) 923 213 203- fax: (+34) 923 270 563 edi~tiones(~;sigueme.es

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CONTENIDO

Presentación., por Ángel Cordovilla Pére7 ·--· _.:__._: __ -~···· ' 9

EL DIOSFALSmCADO

Prólogo ................... .-........... ~.~-~ ............................ :: .. , ...... :.;..... [3

l . L.tt l)Jl'E.R&NCJ, .. F.'; 1..A CO~PJlENSJÓN .1)~ OJOS. E.xroslCJ(N - .• 15

l. Dios y la realidad que lo dewnnina todo --~........ 15 2. La e-vlélencia de Dios ........................................ " ............ :~ · 22 3. El conllic.to de las representaciones de Dios- ................... 27 4. Teolugia. después de Auschwill ..................................... . 32 S. t:na rclcctura critica de la bistona de l~ . tcoJogía ~~....... 34

2 . C AMJNOS HACIA 1:.1. DtOS. C'O"KSADIOO Y FL DtOS EXTllANJUO 37

l . m paso del DIOS de Jsrnel por el mundo: un. panorama en dos-versiont--s ............. ~-. ~~·~ ..................... _.................... 37 a) EJ éxito del Dios b1blico dentro del crisrianismo como

religión ........................................................................ 37 b) Un D1os del desierto y otro de las tierms cultivadas:

doole codificación desde el pñncipio ·-··-.. ~............. 42

2. Conocimiento sinuoso y oonocimic.."llto rectillne() de Dios 45 a) La Carta primera de Pedro ....................... -~-~~ .. ·· 45 b) La apologla de Jusóno desde Roma .. ~--.. --............. 52 e) La «demQ~tr.tción di! Dios»- de Anselmo en ~~ Prrulo-

gión .............................................................................. 62 .d) Las «cinco '"ius» de Tomás de Aquino ....... -............. 72 e) E:l Memcrial de Blajse Pascal ........... ~............. ............ 80

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3. Du;>S REDENTOR; Y DIOS ~:eADOlt. Dos CONSTRLACIO}.l:S SO-

BRE LA CUESTIÓN DE DIOS EN EL SIGLO XX ··~·~··~··~··· ·~ · 99 l. Harnack y Marci.6n; <<El evangelio del Dios extranj~> .. 1 O 1

2. carJ Scbmitt: (<Teología política>> ... ~~· · ·· ·~ .. ~·~· ····~-·· ··· · 110

4. EL DINERO COMO «Goi>-TER.M» ~m .. ··~-·····~·· ·~ · .. · ··~~-~ 143

l. Walt.er Benjamin; el capü:alismo como religión ............... 145 2. Jribn Maynard Keynes: expectativa de futuro y preferen-

cia por la liquidez . . ... .. . . . ... . . ... .. ...... .... . .. ..... .. ... .......... ........ 164 3. Martfn Lutero: «¿Qué significa tener un Dios y qu¿ es

Dios?)> ..... ....... ~~ .................... ~··~-·-~~~·--......... . 178

5. CULTO DIVlNO E I.OOL.AllÚA ...... ~:: .... ..... : ....... ~ ................... - ... L9l

l. Yahvé y los otros dioses; aproximación a un tema bibllco fu:ndaJnentai ............................................... - ... ~................ 1.92

2. «La prohibición del culto idohítrico es tan importBJrte ~ mo todos los otros m1111da:mientos juntó&» (Maitn6nides) 203

6. TEoLOGtA TRAS LA DEliMll'AClÓN DE CRlSTIANISMO Y l{at(itÓN 21 S

. l. U na mirada al recorrido de la investigación .. - .. ~ .. ···~··· 2 1 S 2. Resultados de este-recolrido y primeras a:pllcaci<:Jne6 ~-.. 220

a) No convertir a Dios en QIJ -ser im:fistintO: en -el encu¡m, tro con.Jas religiones, afinar el sentido de la idnJWí.ª . . 22 J

b) No fiarse de las-propias experiencias, participaren.ex.-peñeneias ajenas, bíblicas .......................... ...... ........... 226

e) Pensar la rul.eoci6n a la luz de la eoonom.íá de la sal~ ción: ~\laei~.mediante la fe~ el úniro Dios de todos los humanos .......................................... ~ ......... ~m.... 229

7. LA «NNCHE OSCURA» Oli J UA.'t DE LA CRuz. UX EPÍLOOO So-BRE MÍSTICA .. .. ~ '"'' "'"'~ ..................... -.......... -~· 233

B··~;c¡ · .,.c-. - ~ - -~ -·-- ' ' 243 1u lOgl'wJ •Q .......................... ..... ............. -···~~··~-~ ...... ... .

PRESENTACIÓN

Ángel Co.rdovilla Pérez

Dios ha vuelto. Durante las últimas décadas, en pocos momen­tos ha estado tan viva la cuestión de' Dios eomo én el presente. E1 filósofo Jéan Grondin no tiene reparos eo afirmar que, al menos «en: la filosofia, Dios no ha muerto», y añade con ironia: «Está en todas partes>>. Algo súnilar-sucede en diferentes esferas de la vida pública. como la poHtica y la cul-tura.

Pero ¿qué caracteriza e.ste retomo? Tras la. etapa de la ausencia (muerte). el regreso de Dios al corazón de la vida. humana no ha sido ni mucho menos paelfico. ·Después de años de de'S.afeccl6n y mspecha.. el hQmbre ~ntempQráneo no admite de buen grado .la reincorpo.ración de Dios a su vida cotidiana. Se ha acostumbra<fo a viVir como-si él no existiera; más aún, ha tenninado pm conside­mrlfl una: hlpótl!Sfs tmítil y -superfluo para explicar eJ orden mun­dano, y ha determ.inado reeluirlo en el campo de la superstición. Por otra parte, tampoco han faltado-peDSlldores que. sin negarlo del todo, tratan de. do.mesticarlo y reducirlo al áJ:nliim de lo privado o al de la mem significación moral. impidiendo que-se revele éOmo lo que:ÉL.es.

Pues bien, en este contexto se desarrolla el libro de Thom.as Ruster, que puede ser calificado corno: una especie. de _grito pro­fético y Oamada de atención a todos aqueflos que tienen .una res­ponsabilidad en el ámbito de la teología, a fin de que dedique-n sus mejoreso esfuerzos a recuperar ese Dios extraño revelado en la ~ Según el autor, ba habido dos gtandes= tradiciones en 18. CQITiprensi6n de DioS: la del Dios <<parad6jíctm, {<confundi­ble)) e <tincómodo)), que no resulta fiicil de: arroonizar c::on nues1rll experiencia del mundo y de las oos.as; y la del Dios. «confiable»,

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10 PresemadáJJ

que forma parte de la comprensión dominante de la realidad y que la mayoria de las pcrson:as acepta sin especiales dificultades Por esta segunda forma parece haber opmdo hoy la teología cristiana y hasta el proJlio crfslianismo. Así, al haberse simado la teología en el ámbito de la experiencia religiosa general. ha confundido al Dios extraño con los ídolos. O dicho con o!ras palab~frente a la distancia y c~trañc7.a d"6 Dios, ha preferido la cercanía e inmedia~ tez de Tos ídolos. Si d análisis del profesor Ruster es. correcto, el cristianismo debe abandonar antes de nada la comprensión general de lo divino vigente en la sociedarl _con:temporánea y recupctaT 1la extrañeza de Dios. Esto último sólo lo C{)nSeguirá si penni:te que est;eDios extraño revelado en la Escritura (1 Pedro) le interpele, si logra 1lCtualiza:r la tradición que representan figuras como Pascal. l.AJrero y \43rción-Hamaek, y si es l;aR~ de adentr~ en la noche purificadora de los sentidos CQrparales y espirituales para buscar la plena comunión de vida con Él (Juan de la cru~;)_

No 1ta resultado fáci 1 encontrar un título adecuado paza la ver­sión castellana de -esta obra. Desde el principio se eonside.ró evi~ dente queel ténnino <<Diom> debía ~upar el lugar principal. Pero ¿qué adjetivó debía avompafulrl<.1? De entre los. muchas -posibleS exb'año, confuso, .equívoco, lrreconocThle, esquivo, cte.-, se eli­

gió d provócaaor (<falsificado», porqué permite subrayar sin am­bages la impresión genemlizada que exitite en la sociedad cuando se piensa en Dios.

lJna precisión más-. El subtítulo podria (¡Qnduclr falsamente ala tesis clásica~ dcll)f()testantismo má$ radical, que .separó en absolutO religión y cristianismo. Para Kw:i .Bartb, su exponente más signifi­cado, el verdadero cristianismo se opondrla a la: religión. Si ló!Sta se entfende como la representación típica de la capacidad del hombre de justificarse y salvarse desde sos propias fuerzas (erw (IJJtuju.v­tificador)~ aquel afirmarla a Cristo eomo el 'Único camino que con-­duce a Dios y puede liberar al hombte desemejante religión. Con todo,1os interlocutores de RusLer parecen ser más bien Walter Ben­jamín (El capirali.smo como religión) y Carl Schmiu (La wnlngfa

po/mea). J::n ese sentido. La. peculiar concepción de la :religión que Li~ ambos nntores -a saber; que la forma fundamental de toda

Presentació11 [[

religfón·es prestar nn servicio a lo~ dioses {idolatría}-al eonsiderat aJ cristianismo como una religión más entre otras religiones. evi­dencia la insignificancia e úrelevancia (una ofurta sin demanda) de su mensaje en la sociedad actuaL

Aunque algunas afumaciones o algunos presupuestos de la obra de Rus:tec~una clarificadón nutyor -la radical separación entre religión y cristianismo~ la aversiim haCia- roda reologla na­tural, la separación entre el Dios de la filosofia y el Dios de la Bi­blia. o la separación entre experiencia humana y revelación de Dios, cuando sucede que sin ~anexión ,entre experiencia ht.u:mma y reve­lación de Dios no es posible ace~ a la religión-. no cabe duda de que la obra de Ruster merece ser leida atentamente por. aJ menos, dos cuestiones releVllDtes: L Porque constata la insignificancia ac­tual del cristianismo. lo cual constituye uno de-Jos mayores males que padece la sociedad occidental 2. Porque crilica el <<dogma de la experiencia>> ara hora d~ tr.msm:itir la religión y porque urg_e arecu= p..:.rar la<.'Xtrañeza y novedad de la rev-elación de Dios en dicha en­señanza. Hoy ya no es posible hatcr unmero planteamiento <<illltro­-pologista>) si se quiere anunciar la revela:ción y la palabra de Dios. La ~xperiencia del verdadero Dios no ~ la nlWStra, pues siempre r~uJta-eon fus.a-c incompn;nsible al haberse convenido Dios en «un extraño en nuestra casa:>> (P. l liinennann, L. Duch). Y sin <.>mbar­go, paradójiGS.mcnre, esta cxt:rañcza de Dios :nos~· una nueva oportunidad para permitir que: Él sea verdárler:amente Dios y no UJ'I

ídolo al que domest:icat desde nuestra actual experiencia humana y r.cligiosa (Capitalismo).

COn 1odo, la extrañeza que causa hoy ot mensaje cristiano no debe aHmcmar el miedo a que sus seguidores ~uiemn reéllpetar para la: sociedad un pa.!~a:do arcaico y amcnA?.ador, ~ino que debe esfor¿..arsc por abrir h.acia un futuro nuevo y esperanzado. En es­te sentido, seña muy poSitiVo que se llegara a Integrar lo que ha significado el giro antropot6gico de la teología durante la segun­da mitad del siglo XX (K. Rahner, 1-L de Luhac), que subraya la afinidad y «~.a>> de Dios a la vida humana, con este nuevo gjro teo-lógico. que trata de reSaltar la novedad y extrañeza de la

revelación de Dros cuando se acerca a la realidad de Jos hm:nbres.

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12 Prr!sentQCJOn

En esta linea, ha de reconocerse que un fruto encomiable de la re· novación de la teología y de la vida de la Iglesia en el siglo XX ha sido entender que cuanto más cerca se encuentra Djos del hombre más fortalecido sale, y que a mayor gracia de Dios, mayor es la libertad y autonomía del ser humano. En Cristo, Dios y hombre, Dios se ha revelado como el corazón del mundo, el centro de la vida humana y de toda la realidad.

PRÓLOGO

Todas las religiones insi:Ul al hombre a rcs(¡naf'IC ante lo ineviuble; cada una intenta a su maneTa cumplir con este cometido.

J. W. \o'OD G~llle. F$7/helm Mel:.ler$ 11, 43S

En realidad. la imagen de Dios que preólenta el cristiaui.WlO no re­~ cvidcute. A lo largo de dos milenios. cierta configuración del pensar y el sentir favoreció la creencia de que <<el Dios y Padre de Jesucristo» era la imagen consabida del ser divino; pero desde hace algún tiempo, el pc:nsar y 5Cil1Ír de Occidente sobre c:l ser suprcmu ha oomenzado a abandonar esa imagen. de modo que se est& fXlWen­do de manific:sto por qué la imagen verdadera tu\o·o que~ rc"tlada.

R. Guardini; Der Herr, 391

Desearía que este libro perteneciese al género literario de la apo: logética. Pero hace JilUCbo que la apologética desapareció como dis­

ciplina teológica, y también quedan lejos los tiempos en que -como en el siglo U. la época clásica de las ajlologías se acusaba a los cristianos de atelsmo. conducta sub,crsiva Y. peligrosa para el Esta­do e inmoralidad. Hoy no existe motivo alguno para tales inculpa­ciones, así que no es necesario defenderse de ellas. Lo cual es quizá de lamentar. pues si hay algo que se pueda reprochar al cristianismo actual es precJsamente su irrelevancia. Desde la posición de una irrelevancia conformista resulta dificil suscitar el ardor combativo y polémico que en los dias de Justino, Taciano o Tertuliano culminó en el desemnascaramiento de las religione~ paganas como produc­tos de pasiones contrarias a la nvón y del engaño diabólico. Pero ¿se quiere ahora eso'! El cristianismo ha hallado un lugar conforta· ble en el ámbito de las religiones, a la Iglesia se le ha encomendado que imparta la enseaanza de la <<religión)) y la fe cristiana disfruta de la tolerancia religiosa que distingue a nuestro tiempo. El pensa­miento integrador, no apologético ni polémico, está a la orden del día teológico. Así es dificil evitar el reproche de irrelevancia. Quizá

por eso haya que aprender aún algo de la apologética antigua.

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12 Prr!sentQCJOn

En esta linea, ha de reconocerse que un fruto encomiable de la re· novación de la teología y de la vida de la Iglesia en el siglo XX ha sido entender que cuanto más cerca se encuentra Djos del hombre más fortalecido sale, y que a mayor gracia de Dios, mayor es la libertad y autonomía del ser humano. En Cristo, Dios y hombre, Dios se ha revelado como el corazón del mundo, el centro de la vida humana y de toda la realidad.

PRÓLOGO

Todas las religiones insi:Ul al hombre a rcs(¡naf'IC ante lo ineviuble; cada una intenta a su maneTa cumplir con este cometido.

J. W. \o'OD G~llle. F$7/helm Mel:.ler$ 11, 43S

En realidad. la imagen de Dios que preólenta el cristiaui.WlO no re­~ cvidcute. A lo largo de dos milenios. cierta configuración del pensar y el sentir favoreció la creencia de que <<el Dios y Padre de Jesucristo» era la imagen consabida del ser divino; pero desde hace algún tiempo, el pc:nsar y 5Cil1Ír de Occidente sobre c:l ser suprcmu ha oomenzado a abandonar esa imagen. de modo que se est& fXlWen­do de manific:sto por qué la imagen verdadera tu\o·o que~ rc"tlada.

R. Guardini; Der Herr, 391

Desearía que este libro perteneciese al género literario de la apo: logética. Pero hace JilUCbo que la apologética desapareció como dis­

ciplina teológica, y también quedan lejos los tiempos en que -como en el siglo U. la época clásica de las ajlologías se acusaba a los cristianos de atelsmo. conducta sub,crsiva Y. peligrosa para el Esta­do e inmoralidad. Hoy no existe motivo alguno para tales inculpa­ciones, así que no es necesario defenderse de ellas. Lo cual es quizá de lamentar. pues si hay algo que se pueda reprochar al cristianismo actual es precJsamente su irrelevancia. Desde la posición de una irrelevancia conformista resulta dificil suscitar el ardor combativo y polémico que en los dias de Justino, Taciano o Tertuliano culminó en el desemnascaramiento de las religione~ paganas como produc­tos de pasiones contrarias a la nvón y del engaño diabólico. Pero ¿se quiere ahora eso'! El cristianismo ha hallado un lugar conforta· ble en el ámbito de las religiones, a la Iglesia se le ha encomendado que imparta la enseaanza de la <<religión)) y la fe cristiana disfruta de la tolerancia religiosa que distingue a nuestro tiempo. El pensa­miento integrador, no apologético ni polémico, está a la orden del día teológico. Así es dificil evitar el reproche de irrelevancia. Quizá

por eso haya que aprender aún algo de la apologética antigua.

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14 PróJoxo

Han regresado los dio~cs y los demonios antiguos~ tal es la tesis del presente trabajo. Han implantado hoy de nuevo su sobcrania bajo la fi~rura de unas presiones eronómicas insoslayables. En es­te sentido, el cristianismo no debería sumarse tan facilmenre a las religiones. Un deslinde entre cristianismo y religión tiene que ser posible también tcológicam(..'lltc, puL"Slo que eso sucedió ya hace siglos. Los cristianos. que creen en Dios como el Señor del mundo, necesitan defender su te si no quieren ofrecer al emperador, sin resistencia y bajo nuevos ropajes, el sacrificio prescrito. Por eso vuelve el tiempo para la. apologética «contra los paganos», a Jos que pcrt.cnecemos también nosotros, cristianos, sometidos desde hace mucho ya al poder del dinero.

La coordinación con la apologética debe expresar también una modestia, una limitación del alcance de esta quaesrio disputara. La apologética está diluida en la teología fundamental y, de hecho. las siguientes sugerencias únicamente pretenden ofrecer unos apuntes de teologia fundamental ant.e la situación que se ha creado con la im~ición del capitalismo como religión. La dogmática que habrfa que construir después solo está presente aqu( en esbo7.o. He tocado <;Uestiones dogmáticas en algunos puntos, guiado c~;pccialmente por el teólogo evangélico Friedrich W. Ylarquardt. El trabajo de Ralf \1iggelbrink sobre la <<ira de Dios}>1 cumple, a mi juicio. una parte importante do la tarea dogmática que tenemos por delante. Espero poder contribuir a ella con algun-os elementos.

Al cscribi.r esta obm he tenido presentes a mis esbJcliantes de la universidad de Dortmund, que han de cursar la carrera de tcologfa y prepararse para ser profesores en muy breve espacio de tiempo; también a la modcstu facultad de teologia católica donde ha tenido lugar su gestación. A todos ellos, y a cuantos han colaborado en la elaboración de este libro, gracias.

l . R. Miggdbrink, ~ 741'7' ~s: GeWlichle und Aktualitot einu U!tf:e/ieb­ten biblischen Tt-odirion. fn:lburg 2000.

1

LA DIFERENCIA EN LA COMPRENSIÓN DE DIOS

EXPOSICIÓN

l. DIOS Y LA REALIDAD QL'E LO l>EThRMI'A TOOO

En la relación entre el lenguaje cristiano sobre Dios y ht ~ riencia de la realidad que lo detem1ina todo, algo fundamental ha cambiado. Tal es la tesis que intento exponer, fundamentar y desa­rrollar en sus posibles consecuencias en este libro. Se trata, en pocas palabras. de que-la teología logró conciliar, dur.tntc la mayor parte de la historia deJ cristianismo, la comprensión de Dios c~n la expe­riencia de la realidad que lo determina todo, pero hoy ya no lo con­sigue. Eso que se percibe de hecho como determinante último de la realidad, encuentra hoy unas simbolizaciones y representaciones que difieren del concepto cristiano de Dios. El cambio en la relación entre comprensión de Dios y experiencia del determinante último lleva a la crisis en el con~to tradicional de Dios. Yo interpreto esm crisis como la oportunidad de redescubrir aquellos elementos de la comprensión bíblica de Dios que permanecen ocultos bajo la idea de la coincidencia entre Dios y la realidad que lo determina todo. Son elementOS que resultan ajenos aJ mundo y a los poderes que lo gobiernan; y al Dios concebido a partir de estos elementos lo lla­mo el «Dios uxtnmjmm. Dedicarle hoy una «apología», defenderlo contra los intentos de seguir equiparando a Dios con la realidad que Jo determina lOdo, lo considero una aportación teológica impoi1ante en el debate en tomo a aquello que en el fondo nos determina y go­bierna_ Y se trata también de un debate ~"'l tomo al fu lUTO.

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16 El Tnn~t faltifr.catkJ

Las reflexiones sobre esta tesh se mueven hoy en el ámbito de la cuestión, actualmente en plena efervescencia, de la relación entre crisliáñfsmo y religión. Y 1.!5 qut! la1. religiones tieuen que habérselas con la reaHdad que todo lo del4.--mtitla, y el cristiao.ismo ha de per­mitir que le pregunten cómo concibe la relación con esta realidad detenninante en comparación con otras religiones. Soy consciente de las dificultades que entraña el término <<religíóro>. La controver­sia sobre el concepto de religión utilizando categorfas de ciencia de las religiones, teológicas, sociológicas, filosóficas y p~icológicas, no ha llevado a una definición consensua~ aceptada ampliamen­re? y es dudoso que el concepto de religión originario de la antigua tr.ulición romana y recuperado en la época moderna europea, sea idóneo p;mt incluir fenómenos de otras culruras que designamos con ese nombre1• La arbitrariedad es mayor aún cuando se transfie­ren elementos aislados de las religiones establecidas --generahnen­te del cristianism<r a otros fenómenos y se habla. por ejemplo, de <<reügióo del fútbo1»1 o de «la música pop como religión>>'.

La pre.5ent:ia de personas de otras religiones en el espacio oc­cidental, monopolizado antaño en lo religioso por el cristianismo, pero sobre todo la aparición consolidada de nuevas religiones o nueva religiosidad desde comienzos de los 80, exigen más que nun­ca una comparación entre las religiones. Da igual que se aspire a un d1álogo de las religiones o se quiera mantener la superioridad co la competencia; la cuestión es basta qué pwno existe una comu-

l. SobJc eJ concepto de religión y la histona dQ lO$ in~to!> de deiiniria, d. E. Feil, Religlo: .K. F c~ci$, DiE ú'mpr~rtlllfJ tkr natJlrliclren Theologie in Religions­philmrphii!', C. Elsas, &ligion~ F. WagneT, Wt:n isl Religion?: J. Matthes. Was isl anders m• cmderen Rellgioncn?, ha most.rado de fl)lmA CMvinceore la «organi­zación -centraiisw> .:n la investigación de la ciencia y la sociulogfa de lll religí6n hasta el momento. Se partia sicmpe de un concepto europeo de religión impi@do m el cristianis.mo, y se agregaba luego el mali:rial de= las otras eulruras para ha«r la cbm¡xuación. .'Sé puede hablar, acert3damentc. de «la religión nacida de la roen­ralidad con que ha sido im-~gada>t {26). En especia~ la ~par~ión cq~ ~r~ra sagrada y protaua y el «a.JXU1hcid,. wcial de la religión S()fl elementos cur()pcxl­cristi.mos típico~

z. ~011aw de las !S retigiouesl), ticulaoo ~;:l Stadi-An ... ~~~r lk Colonia (14.8.98) Wl arúculo sobre laaFilll1l de la femtl<lrada en la Bundesliga.

3. «La música pop es la ~·erdadcra rel1gión dd eonsurnidom (N. Bolz • D. Bosshart. K1llt Morlu:tmg. Die IU!Uetl GtJtter des Mur~, 357).

La difm!ñéltl en la compnmst6n de Dios 17

nión de todas las reJigiones y cómo determinar lo diferencial a par­tir de ella~. Nos vemos así for1.ados a trabajar con un concepto rudi­mentari<r de religión que no es adecuado pam distinguir clarnmenre

entre fenómenos religiosos y no religiosos, pero que fija un cierto contenido mínimo sin el cual ol término carecería de sentido. Sin embargo, el contenido del concepto de religión, implieito siempre en el diálogo inte~Ieligioso y dado también comúnmente en el ten­guaje cotid1ano, consiste en la referencia a una realidad última d~ terminante que se sustrae al hombre y, por tanto, es incondícionada e incontrolable. Jobo Hick. fundador de una ftlosofia del pluralismo religioso, en su empeño por precisar lo común de todas las religio­nes sostiene que <<las grandes religiones mundiales incoxporan dife­renlcs percepcíones y representaciones de lo real o incondicionado y, en consecuencia, diferentes respuestaS>~. A pesar de las diferen­cias culturales, ve unificadas las grandes tradiciones religiosas en ta idea de que, «además del mundo social y natural de nuestra e~ riencia humana noiJJ:Ull, hay más allá de ~tosotros o en nosotros una realidad iofmítamente mayor y superior, y nuestro bien supremo consiste en La relación con ella o con él». Afiade que el pluralismo religioso se basa e o el reconocimiento de esta 1'efereocia comun de todas las religiones a la ~<realidad fundamc.'ilt.ah> (ulJim.ate :reality), q~ en oioguoa tradición &e capta como es en s~ sino en la medida de los límites humanos y culturales~. El teólogo americano David Tracy, atento igualmente al diálogo entre las religiones, define en términos muy generales a las personas religiosas COID() aquellas que están dispuestas a <<SOmeterse al poder omnlmodo de esa rea­lidad última que gravi1a sobre nosotros»•. La realidad que todo lo determina.. la <<realidad fundmnental>>~ viene a ser aquí el concep­to supremo de lo divino, que puede llevar diferentes nombres en

4_ Elt detalle H. Waltknfels, /k!,>?gnwrg der ReligWnen, 11-27. 5. J. l1ick. Phllosaph1e c/4 religiii$en Plurállsmus, 311: ll3s. Ar;umO esta

precisíóu d ... Hiqk. sin coincidir 0011 él en su idc:a del plural/slfl() re}@oso. Su l«)­

r!a no es ya pluralista desde: el momento~~~ una comunión última arlfé las scparo,dcs. C®Jl<ÜJ el (li)IWirplb dd plu.r.ilismo lmpfi~ WUI mu)tipJiddad uo rodllCible ya A unidad. Cf. JlÚ miculo Süu:l ChrisJentum und Kirche pl!ITalis­ntu.sflJhig?. e infra, cap .. 6, 2, a.

6. D. Trocy, Theo/Qgieal~ Gesprlich. 157.

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1/i El Din.r falsiflcadD

las distintas religiones, o perman~JC(.T anónimo' . Eu esa dirección parece apuntar, de todos modos, el consenso en el uso lingüístico de la palabra religión: cuando una institución, un movimiento, un cn.--do declara tener que abordar esa rcaUdad última, se tr.da de una religión. Así es fácil que ciertas propuestas que se presentan como científicas (psicomercado, por ejemplo) o pollticas (nacionalismo, socialismo) aparezcan id(,.."Jltificadas como religión.

La fenomenología de la religión aprueba este ~nt()que. Gustav Meosching define· la religión como «Cl encuentro con lo sagrado y la reacción consiguiente)}~ pero lo sagrado es aquello que tiene poder y Jo otorgaR. C}erl1ard V8Jl der Leeuw, ~1 patriarca- de la fcno_­mcnologfa de la reJibriÓn1 ve el origen de la religión en la vivencia del podeL La existencia de algo que posee poder de suyo y obl (ga a ser pra-::avido, pero cuyo poder se puede también ulil~ es, a jui­cio de este fenomenólogo, el origen del culto, del juramento y del sacerdocio en l~ religiones primitivas, antes incluso de llegar al reconocimiento expreso de seres superiores~. El proceso v~ pues, de la vivenda del poder a su clasificación en un siste~ma e"plicati­vo y en Wl comportamiento rcl igíoso, y no a la inversa~ de la fe en un ser supremo a la demostración de sus actuaciones en eJ mundo. Una religión se puede considerar tanto más atrayente cuanto mejor logre interpretar de un t:nodo cohérenle las experiencias fiicticas de !o poderoso y mostrar así unas posibilidades concretas de trato con aquello que no está al alcance del hombre.

La referencia constitutiva de lo religioso a una realidad última, incontrolable, se da también en el supuesto de un concepto funcio­na lista d~ la rcligión'0, aunque el análisis de lw funciones indh·i­duaJes y colectivas de la religión no lo detecte expresamente. Pero si la religión ha de servir para conformar la fortaleza del yo y la

7. 11. p!i!iihlé q~ e,s1a dd1nición d~jc trllll}ucir 11D el foodQ el COOQepto de .Tt\ligión de SQhleicrma.<:bcr en su prímcra fuse, que parere baber influido mucho en la teología ptQtestante y, más allá de esta, et1 la ciener11 dt: w religión.

8. G. MeMGhing, m'L Religinn, 961 , 9. G. van dcr Lccuw. Phiinomenolbgie fkr Reiigi'on, 3-207 (poder, el objeto

de la religión). lO_ Como visióo panonimicA, e[ G _ Tñei .. 'Sen, ThefJIY!Ji~che Pmb~ re/i­

¡,'imu:m:iolugi.n:her F nr.w:J11mg. 55-76.

La dijerenckl en lu comprensión de Dios 19

individualidad_. para poder asimilar las experiencias de sufrimiento,. injusticia y culpa, para dar una orientación en situacrones anotmll­les, para di~ar una imagen del mundo ordenada y sín sobresaltos, y para ofrecer valores mm unitarios que faciliten la integración so­cial" . solo podrá hacer todo eso de cara a una realidad que engloba y conserva el mundo, que sostiene al individuo y las colectivida­des y ayuda a soportar las vicisitudes de la c~istcncia. También la modenridarl es {qnuductora de religiów1 en este sentido, como ha mostrado RanspJoach!m HOhn 1ie Wla tbrma impresionante, da­do que la «producción de rics_gOJ> en Ja acción técníco-eoonómica prQgramada genera peculiares «angustias de la era moderna» que mueven a preguntarse por una <<relación no programada con los presupuestos inderivable~:>)) que conlleva el existir. por nuestra «ac· titud ante, las condiciones e influencias indisponibles que 'constitu­yen' la vida», a indagar, en suma, «lo que no depende del hombre~ pero le afecta incondiciona1mente>>1~. Se adviene aquf, de nuevo, una necesidad religiosa que solo puede ser satisfecha desde una realjda(i in<iispQnible y que, a la vez, nos concierne: una realidad última determinante.

Un este sentido, el cristianismo fue religión dur.mte la mayor parte de su historia y pudo ejercer las funciones de una religíón al relacionar las experiencias de un poder que está ahl con la com­pren~i6n de Di.os. Cierto que el Dios cristiano es trnnscendente y pQr eso nunca fue identificado con las realidades determinantes de modo tan inequívoco, por cjcrnplo. como los dioses en las religio­nes de la naturaleza o de los cultos al soberano; pero el discurso de La omnipotencia y del ser absoluto de Dios· se inspiraba en las

11. Cf.. JX~'r~jc:mplo, F.-X. K.Aufmann, Ri!ilkibJt úJUi Modc:nilliiJ, ~ss; lli, .Wo liegt die ZRTamjt der Religion. Prt:loeindo ¡¡qw de ltl que Kaufman1:1 Uwna función de ~tancilUDicmo del muJ:IOO», t«<í!_i1anciamic:nltl de las di'Cllll.~lllnciJl~ ,d¡u;l~». porque ese distanciamiento es algo espccífiro dt: la tradición judi:~ICJ'isliana y por eso no cabe incluirlo e.o uu cooccpto g¡:llcral de religión. Hay q114; in<bgar. con Tbel~. Tlwun!t.isc.1te 1'1'0ble'.me, 66-76. si esa funcióDIIIillgónica de la religión con la qw: se diseña Ulla conttaimagen de la realidad social, no puede tener una «QTÍCll.twión inteb<rJtdnlil» (algo que K.auf cuemona) al posibilitar una ~sa­ción e innovaeión en conllict.u~ ~;ociaJes_

12. HA. Hóhn. /)4? V~ft, der Gúruhe Nnd ilai N'J.t:hl!. , 143_ Mh arnpli• mente enld.. Gegen-Mytlum. 19-34.

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20 El Dio., fabi.fim®

analogías con lo viveneiado como poderoso. Los reyes y empera­dores ejercían la soberanfa por la gracia de Diosu. Dios era con­siderado señor de las fuerzas de la naruraleza; Jos destinos de los pueblos estaban en su mano y se procuraba asegurar su ayuda para obtener la victoria en las guerras. Se atribuía una base religiosa al orden social inferior y superior. dependiente del orden djvino del mundo1

A, y son inmensos los efectos delat,-oplamiento entre ener­gías psíquicas y fe en Dios. De hecho, toda la cultura de impronta crisliana está impregnada de las analogfas entre lo poderoso o los poderosos y el poder invisible de Dios. Retrospectivamente, la ca­pacidad para presentar bajo fonna nueva en cada época al Dios de Israel-que babia entrado eo la historia como Dios de un pequefto pueblo impotente y de un crucificado- como máximo ascenso y superación de las versátiles percepciones terrenas de lo poderoso, parece ser la aportación más asombrosa de la enscf5anza cristiana sobre Dios. Cuando no se pudo hallar ningún camino directo desde la experiencia de Jos poderes a Dios, se recomendó el discurso de Jos coottapoderes satánicos; pero también el poder de Satanás estaba finalmente bajo el poder de Dios. Que Dios es un ser todo-

. poderoso parece lo único que queda, especialmente para personas distanciadas del cristianismo, de su saber de Dios ... , y esto es con frecuencia el motivo de que ya no puedan hacer nada con Dios u.

13. Según J. B. Mc:tz, Religlon ""d PoliHk auf dt!m Boden der Moderne, la señal di:-.tintiva de la poUtica en la modernidad es la prtiensió.n de poseer la Legiti­mídad del poder sin religlón. Pero .nade que ta modernidad fracasa en eso y tiende siempre a Ju simbolizaciones pararreligiosas. La butaca de la religión queda siwl­pre vida en la política moderna, o es ocupada en tOdo caso por falsos mesías.

14. Enconlfé un ejemplo muy pertinrntc m la oovcla de E. Hasler, Anna Go/­din. die_ ltt:te He:ce, 53 y S?. A la criada Anna le dan pata leer Manual de bueFJtJ conduc:ta parn criados (1773). del teóiO&O y tilósofo suir.o J. K. l.a''.ater (1741-1 801 ): «La pro'idencia de Dios, que lo gobierna todo, quiere que tú seas un criado y que emplees tus f\lñ'Lti en el ~ic:io y en ayudar a ouos. Todo .lo.que Dios quiete es bueno. Por lallto, es mejor que tú seas criado o criada que cualquier oaa cosa ... Confónnau: también con una paga modc-.13., y no KM envidioso ni resenti­do. Dios es tu recompensa ... Obedece enseguida cwmdo te Jlllllden algo ... La voz de tus amos, si no te ordetlan nada malo. debe ser para ti la vo:z. de Dios>),

15. Si buscamos en el campo católico los fundamenLOs teológicos do la ins· b\lcQión crlstiana que ha alcanzado hasta la generatión po!iCristiana acrual, hemos de repasar los manuales n~lbticoo, qvt' orialtarou con preferencia la ense-

lA difermcltl etf la (!()."'J71'ftr1Sión ele DiQ1 11

La afirmación de que Dios y poder real confluyeron en la co­rriente principal de la tradición cristiana, no necesita pruebas. Eso no impUca aUn. una valoración: no quiere decir que tenga que haber alú un falseamiento de la comprensión bíblica de Dios. También es dificil enjuiciar las consecuencias históricas de esta singuJar con­figuración y desarrollo de la herencia bíblica. ¿Qué habría sido de las (<dominaciones y potestades» de no haber sido legitimadas, pero también reguladas y domesticadas, cristianamente? Pensar a Dios como omnipotencia comportó siempre. en el fondo, una de­gradación de todo aquello que era o pretendia ser poderoso. En el contexto del tema t(Cristianjsmo y religión/es» solo me interesa aquí el hecho de que la vigencia e imposición del cristianismo en el pasado se basó en su capacidad para presentar a Dios como una realidad que lo determina todo. en analogía con las percepciones de las realidades detenninantes. De ese modo se hizo lo que una religión tiene que hacer o solo esa circunstancia permite hacer. ha­blar del cristianismo como religión en el sentido indicado. De ahí que la tesis. aún por fundamentar, de que el hablar de Dios y la ex­periencia del poder real no pueden ya coincidir hoy, no modifique el papel del cristianismo como religión. Esa tesis pone en cuestión que el cristianismo pueda ejercer las funciones de una religión y, en el fondo, cuestiona su existencia como religión. De ese modo se abre otra panorámica sobre el mercado religioso actual. Quizá sea insuficiente ver aquí nuevas ofertas que hacen competencia al cristianismo. Quizá se dé aquí el proceso de disolución del cris­tianismo como religión, en beneficio de unas religiones que sepan

tlan.za de la twlogía bas1a mediado el siglo. En ellos, el ll'ltldo sobre la .. doctrina de Dios UDO.lf coocluía 0011 el articulo sobre el "J)C)dee dí'loiuo,., F. Diebmp expli~: la divina omnipotenc.ia y soberanla t.cquivak de beeho a la escuda de Dios y a SU. c:onoeeryquem)t. «Dios esoumí~nte(tkfld-'ftt. pues al ser la pura i'ealidade infinitud. le com:sponde un poder sin límites)', por tlnlO, la omnipotencia». «Dios es el seftor supremo e ilimitado de todas la, ~ (de fide)», donde la sol:ieraDía si¡nitica tcel poder en relación con los subordinados». Dado que el Creador «hizo cada <X*!. de la Dada y las conserva constantemente en r.u ser, [le). co~ponde ovídcntemente el derecho de propiedad ineoruijeic;mal y 1a po~tad ¡ubcmati..,.·a sin restricciones sobre todos los seres. E$ deber de la criatura raciona! reconocer que Dioa ea realm~ el Seílor. ,.)i (Katholis~he Dogmattk nach den CrundsiJJu.n de:s hei/igen Thoma.r l, 2S8·261).

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ll El Dio.tja/.tificmlo

cifrar mejor la experiencia de la realidad que lo determina todo en unu rcaJidad suprema, <<realidad fundamental», y puedan ser de ese modo la religión de nuestro sociedad. La frase de \Vultcr Bcn­jamin ea 1921. «en el capitalismo [hay que] ver una religíón». va en la dirección que Suf,-iero••. La idea de que el cristianismo pueda ser dcltcartado como religión no deberia ser tan inverosímil. ¿No han aparecido a menudo en la historia, Jl(lT ejemplo en el tránsito de las civili7.acioncs Lribalc~:~ a las muy desarrolladas, nuevas for­maciones sociales que forjaron nuevas religion~. más ajustadas al cambio en las experiencias con el pock.."'f'?~" Pero el posíble fin del cristianismo como religión no significa el fin del cristianismo. Liberado de su afinidad con el «sempiterno poder de esa realidad última que gravita sobre nosotroS>> (como Lo expresó D. Tracy), el cristianismo queda habilitado para anunciar la fe en Dios como una liberación de~ poder.

2_ La. EVIDENCIA DE DIOS

Oetemúnados avatares en la historia de la teología, de los que · algunos serán objeto de este libro, llevaron a afinnar en un manual

católico (neocscolástico) que el conocimiento de la cxisk.-ncia de Dios «se da con gran facilidad, de modo casi ~-pontáneo», y que esa exístencia era por tanto evidente••. Se invoca una respetable se­rie de textos patrísticos para cimentar la doctrina del «conocimien-1.0 nalurdl de DioS>>: el conocimiento de Dio.s es «la dote natural de

16. W. lknjamin, Kopita.J.i...mw, u1s Religion. 1 OO. Lo explico ampliamente en el apanado 1 del capítulo 5.

17. J . A~mann. Das bdturdl~ Ct!düt:hlnu, ba podidoiTIOISU"'D' cómo lo que K. laspc:rs llamó t<época JX.iab, la. aparición ~oimullánea (sorprcnticmc para Jaspets) de D\le\lllS religiones desde Orina hasta Gn:cia- CllCUCDID su explic3ción en la gmesl .. de la civili,41Ci6n de la escritura. La escritura posibilita una ~!ación 1:00 el pasado que dificte de la del rito; la fuerza detenninMte ~la tnu.fi~ión adquiac una prescn· cía socjal distinta.. .. y swgen nuevas ~lígiOI'ICS; cf. en R:S\IJDCD ibld., 189-292..

18. Diel.lmp. KaJhnlitehe D<JgmaJílc noch den Gnmdsat::en da heiligen Tho-11Z1111 J. 100. AquJ se rzm amcmwnen~ddt~ dcJ CQneilio \~ l (1869 1870): «Qwcn afiane que el Dios uno y \e:Jdackto, mJCStro Creador y Sd1or. no puede ser conocido ron certcn, mcdi11ntc la luz Dóltlln\1 de la ru.ón ln.u:nana. .11 llaVés de lo creado. SQ l'lliU:ml» (l>H 3026).

La diferencia en la rompl"'!nJWn de Dio.~ 1J

todos los humanos)}, «todos hablan de Dios)> en vrrtuc.J del «ani­ma naturalitt..>r christiana» (Tertuliano). «Todos conocen al Padre y Cre<sdor por una predisposición natural y sin inS"truCI...¡Óil>• (Cle­mente de Alcjandria); «la idea de Dios es innata>> (Justillo); «todos los hombres poseen por naturaleza una representación de lo divi­no, muchos se equivocan solo en la expresión más precisa de la fe en Dios>} (Gregorio de Nisa)'0

• La fundamentación especulativa se busca en Dios como creador y en la naturaleza de nuestra facultad intelectuaL Siendo Dios el hacedor de todas las cosas y siendo pro­pio del entendimiento pasar de los efectos a las causas primeras, una consideración racional del mundo encontrará indefectiblemen­te a Dios como la cau.c;a suprema y univer<lal de todas las cosas. Pw t'S11! vííl (mediata, discurs;iva) todos pueden alcanzar Wl c-ono­cimiento cierto de Dios, y «no simplemente un conocimiento de lo divino indeterminado en su contenido, sino conocimiento del único Dios 'crdad1.:ro. nuestro Creador y Sdionl31

Esa evidencia del conocimiento de Dios'•, que hoy nos parece sospechosa, la resumió Henri Bouillard con intención critica en la afinnación de que <<Una persona que ha crecido en 'estado de nalu­rd1eza' y en total aislamiento puede por si misma tener certeza de la cxi~tcncia de Oios reflexionando simplcmcnlc sobre el mundo real>>. Entonces aflora. según él; la idea de un Dios <<cuyas propie­dades se identifican., basta cierto punto, con las atribuidas al Dios

19. Jbid .. con tcxíos. 20. Jbid •• 91!. 21. La ll.fJ::IllDefliJU:i6n n.:tJCM:OIIhticu ,.1gi.K! 1&. [10...0.' de la Summo a mtra gen­

lill!.f de Tomás de Aquino. Tomás c-qxme c:n los lOmos 1-3. IICI:rCa de IU veritmes dNinorum. aquello que es accesible a la razón (Dios como principio y fin de las cnaruras); solo el10m0 4 p.b3 tc.de lo conocido a lo meooh eooocido», y liiUa l~Jtb>O también. en primer lugar, de Jesuc:rist.o- Sobre la c:!ilnlctura de la ScG, cf. qp. 9 y el epilogo 111 fiDa1 del tomo 3/1, p. 363. El m.ismo enfoque subyacc~codo de una sambologla del mundo en la lf()Jogla fundameow de H Fries (198S): el mundo es revelación de Die!!. como cn:111:i6n MU)'II; toc.lo lu l..em:no puede C(Kl~ t:rtrr~ en slmholu o súnil dcl Todo. del fui)()IIJTlcnlo último, de la TJ'Dil~Í. (F~Pffip­mmralthrologie, 15Jss). Muy ditemne P. Knaucr, Jkl' Glatlbe ko/Nf/1 110m H611!1t, 13: «L4J OOS!Uque se le oéurn:n 4JUIO no son objeto de fetJ.~ Del cn::ador ~lo cabe enuncillr qt~t: e:; radicalmente yi..tinto de~ k1 cn:adcl; que: a la ~a remite a éU .a teología nanna1 solo alcanza basti aquí (ibid., 16ss). La raziJo solo llega a ck:mosttar que la afinuadón de que eJ mUÍ!do oo es creado eS corurndictoria en si (tb{4; 29).

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24 El Dios folsific.odó

de la fe cristiaoa>~:c. En esta linea encuentro todavia esta declara­ción de K. Rahner: «El misterio [de Dios] en su inescrutabilidad es lo aurocomprensible», ya que remite a un <<Saber sobre Dios anó­nimo e inexplicable»". la reologia de Rahner. muy influyente en el ámbito .católico, ha sido quizá el úhimo gran intento de compa­ginar el concepto cristiano de Dios con lo autocomprensible del ser (preservando, eso si, el misterio de Dios), es decir, de otorgar a la fe cristiana una plausibiüdad general (fundamentada antropológi­camente ), De su enfoque se nutre, por ejemplo, la actual pedagogía de la religión en sus esquemas de didáctica de la correlación y del símbolo, que ha de afrontar la tarea de justificar la enseñanza de la religión cristiana dentro de una sociedad plural, teniendo presente, por tanto, la misión fonnatha de la escueta~.

El conocimiento natural de Dios intenta, pues, compatibilizar al Dios de la fe cristiana con aquello que para todos es, evidente­mente, Dios. La fe cristiana en Dios, según eso, invoca aquello que todos piensan cuando dicen «Dios»; esa fe puede obtener su plausi­bilidad en la idea <<innata>> de Dios, que es común a todos los hom­bres. En el marco de la pregunta por la relación entre cristianismo y

· religión. es obvio que un cristianismo que quiera ser religión en el sentido antes descrito tiene o tuvo qúe recorrer este camino. El Dios de la teología natural no es diferente de la «realidad fundamental», la realidad que lo determinaba todo, a la que todas las religiones ha­cen referencia. Este Dios era conocido de hecho a partir de su poder, que manifiesta en la creación. No es casual que, para fundamentar la omnipotencia de Dios, la teología neoescolástica aplique la mis~ ma argumentación, basada en la teologfa de la creación, que para fundamentar su cognoscibilidad general; en ambos casos recurre a

22. H. Bouil~d, Tl'(ZUSzentknz und Gott dn CltiJI/Wns, 110 )' 89: Este auior c:ot11ta1a que CS11: Dios búido basta abon1 evidente pata la lilosofla. mctilsó en forma de ~; pero con la Segunda Guc:na Mundial ya no es as!. La doctrina esool!stica sobre Dios fve 11na «cxprcsi6o meeafisia del monoteísmo occidental, prescindiendo en buena 1111:dida de la novedad del evangelion ( 11 S).

23. K. Rahner, Crundkun lies Glauben .. ,, 125. Subnlyado cn c:l origjnal. 24. Sobre la intluencia de la teología de Ra.bnec en la pedagogla de la religión,

cf. O. Bwdler, Die Anrhropologi.sche IJmcM tkr Theologl~ amd ihn Be<kutungfilr den gegenwáfflgen Religlonsunrerrlcht.

Lo dijerenci<J en lo com~mión r:Je DiCAf 25

la analogía entre comprensión de Dios y vivencia del poder. Pero recurrir a la«facilidad y espontaneidad)> de la comprensión de Dios vigente, es decir~ relacionar las experiendas básicas de la realidad que lo determina todo con la comprensión de Dios, es signo de una religión dominante. Las religiones que aspiran al predominio, al re. conocimiento general, han de poder presentar como evidente lo que hacen pasar por Dios. Las convicciones que deben compartir todos los miembros de la sociedad requieren un alto grado de plausibili­dad. Y esto vale precisamente para la representación de lo divino en el marco de aquellas religiones que pretenden contar con el asenso general y ejercer una función integradora Pero el empeflo de pre­sentar lo especifico de la fe cristiana como algo general data ya de los inicios de la teología. como se verá más adelante. Este esfuerzo fue premiado y refrendado con la imposición del cristianismo como

religión dominante en Europa y en las zonas de influencia europea durante un milenio y medio.

Ahora bien, si la experiencia de la realidad que lo determina todo no se puede compatibilizar ya con la comprensión cristiana de Dios, como dice mi tesis. entonces se desvanece también la evi~ dencia de Dios. Por una parte. esa teologfa naruraJ resulta super­flua, al no tener que subordinarse ya al cristianismo como religión dominante y, por otra. tampoco es posible, porque de los efectos del poder supremo no cabe ya pasar al Dios de la fe cristiana. Por eso, la línea dominante en la doctrina. de la fe cristiana no puede ya. ni necesita. ser prolongada. Al no ser ya el cristianismo la religión dominante de nuestro tiempo, puede y debe renunciar a la plausi­bilidad proveniente de la fusión de lo que todos llaman Dios con el Dios de la Biblia~.

25. Con !Bl~ e'li.IIDCiados me mlle'·o coocretameote en el 6mhíto del debate actual demro de la teología fundamental -eatllliea, debate que fue: impulsado por H. Vef\\'eyen. Got1e:s letzte.s JJ-úrl. GnlndrW de Fundommtaltheologle. CCG. Lorche-r- K. Müll«- Th. PrOppc:r (cds.). lloffirurrg. a~r Griint:k Mlfllt. Una contro­versia sostenida c:l año 1997 enve E. Arens )' K_ Müller (E. A~s. lm Fegefeuv der Fundamentalthrologle; K. MOller, Fegejeuer oder Feuerchcm?) contiene. en bello colmen polémiiiO, IIJ'HIIIllentos valiosos e.11 esa Unea. Ate.us cuestiono que la teolu¡:í• pueda aspirar en tiempos posmodemos y pluralistaS a una fundamc:n~­ción última sin hacerse sospechosa de fundamerttalismo. \10Ucr contesta que la

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16 El Dios faWfu:ádo

Junto a esta tradición teológica, atenta. a la comprensión general e incluso obviedad de la comprensión cristiana de Dios, hubo tam­

bién otra que se centró en lo hin guiar, nuevo y extraño de la fe bíbli­ca. Por lo general solo aparece fugazmente. porque en los tiempos del cristianismo como :reli,brióo dominante tuvo escaso relieve. Me detendré en algunos representantes modélicos de esa tnidición, para

ver qué puede ser válido hoy teológicamente. Como ,-,atriarea de esa tradición puede ser considerado el .berel.>iarc:a de la antigüedad Marción, del siglo ll, cuya obra Antítesis comicn/..a así:

Qué milagro, qué arrebatador, potente y asombroso que nada se pucc.la afirmar ni pensar superior a1 evangelio, ni comparar con cP•.

Frente a una iglesia que comenzaba a organizarse, Marcíón pro­puso en tono alarmista y cnfálico el tema del <<Dios extranjero»; proclamó Le 5, 37 -«nadie echa vino nuevo en odres viejoS>>- con todas ta.c; conc;ecucncias. Pero fue condenado conforme a den.~ho, y excluido de la comunidad por cn..'er que debía presentar lo nue­voy extraño del Dios cristiano en oposición al Dios de la Biblia hebrea. Pero su discurso del «Dios extrnnjero» oo se limita a eso. Paradójicamente, ese discurso encuentra su continuación práctica

fe cñsti.aDa, St quiere dar cueo1a pública del CQOY~imiento sobre la revelacióil defi.nith'll en Jesucris~ ha di: ¡m:10uponer como «concbcióo de su posibilidad un concepto prccio,cl del Sl:lltido último». Aflade que la teolugfa debe elaborar por su cuctlla ese concepto si 1a fiJosotla la dtj11 en la ~a. Desde la perspectiva que he el~ puntado no le "eo y~ nin~.>rún ~tido al íntcnto de defender la fe cristiana an2 el roro de la nl.l'iln univcr-S~~I o ante el concepto de sentido ultimo. Yolii estoy conn:ncidv, rm~tc a Arcos, de que el uempo de Jt¡s t<0'Tilndcl> rcl~ (Lyota.rd) o !k las exigencias de un sentido univen;al no han pasado en modo alguno; pero hay que tener en cueniJl que la fe cristilUlll no se puede justifiCar ya ante aquello que hoy el Vtgt:ntc como sentido ultimo. El concepro de :.enúdo último, que hace ~rCRncia a 13 revelación definitiva en Jesucristo, aparece c:n la Bibba y sigue una lógica que conc:abe la valid.l:z últim11 ct'n otros criterios que la razón filosólica. El-te concepto debe pn:sc:ntarsc teológicamente - en esro coincido con Milller- y Cllrotl­ces hay qu~ dejar claro que no es fundamentali~>la o que puede tener prctomsiones de nlidcz en una socied.ld pJurali!.ta. 1..11.>~ dem~ consideraciones deben aclarar las diferencias entre WUl n=ndicióo de cuentas teológica. que se ~sponsahilv.a ante c~rios de runclamc:ntación última exttateológicos, y IUIUCIIa otra que hace valer en linea critica l:t comprensión de la reAlidad en t. Rlblia.

26. Citado según A. ":un Hamack. Marcion. D4s E-.u,~dlum .Wimfremdtm GOlf, 94. Sobre Marción, ~f. úifra. ~p. 3, 1.

La diferr:tu.Ja en la ~il»r <k DiOf 27

en aquellos que ven lo espccffico de lo cristiano en la veta judía de

Marción. La señal distintiva de esa segunda linea es precisamente, a mi parecer, lo ab-soluto (.,... independencia) de Dios, que la !.oología

debe exponer, pero no a co~ta de ab-soluti7.arlo (=separarlo) de su historia con lsraeJl'. Solo entonces aflor.~ la cuestión t.eológicamente espinosa: cómo el Dios de Abrs.háp, lsaac y Jacob, el Dios que llega del extranjero. puede convertirse en el Dios de todos los humanos.

3. Et. ('0'\TLICTO DE LAS REPRESD'TACIONES l>f DIOS

La época moderna trae consigo Wl cambio radical: del Dios consa­bido al Dios extranjero=:'.

Esta tesis categórica de Peter Hünennann viene a formular con precisión el resultado de mis reflexiones anteriores. Hünennann justifica también su tesis con el cambio en la concepción de la rea­

lidad durante la época moderna, solo que él acen1úa la percepción estética del mundo. El asombro del clasicismo griego, ha.c;ta Kant inclusive, ante el mundo como cosmos ordenado y admirable, que implicaba obviamente la idea de un Dios creador, he extinguió bajo la subjetivización del ,-,ensamiento, la intervención matemático­funcional en el curw determinable de los acontecimiento:; y el descubrimiento de la temporalidad del pensar y del ser. Hüncr­mann tiende el arco dc:>de Descartes, pasando por Pascal. Nietz­sche, Hegel y la filosofía del lenguaje, hasta la posmodemidad, para mostrar que ya no es posible un pensamiento en cmegorias

globales que remiten n un Dios. Solo quedan las «síntesis relativas, perspectivistas)>, expuestas a la «cx¡x,'liencia de la aheridad de lo otro>>. llünermann considera un desvarío la prentensión de anular

27. $c)hre l~t tensión entte lo absolul<1 y tarclación de Dios con Israel: E-W. Marquardt, War dDtfon K'lr haffen, WPlllf wtr l10jfon da({en? l. 260-265. El problc­ma.,parcce ya en toda su cnKkza en 1::. l'Izywara, Allu und neuf'T Bund. 528-536. La referencia a o:* cx:tmno $0tptendente la Lamo de M. L.c:chme6ter, GoUe5-Nw:ht. F.rich Pr:}wanu W~ Negath:er T'heologie. 46-49.

28. P. H!lnennann, Der fnmdt Golt • Yerlu!úswtgfor áar t!'JJT(Ipiiische Haus. 204; sobre lo sJguio:rll.e, cr. íbid .• 204-211.

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28 El Dios fahiMado

esta situación y volver al Dios consabido. Añade que eso no e~ posible sin violenci:a, y que los logtVs valiosos de la modcmídad, su humanismo, sus posibilidades de libertad. su racionalidad hostil a la ideología. tendrl3n que ser cercenados drásticamente. Emerge asf el problema teológico capital; cómo seguir hablan® de Dios sin tener que considerarlo como el enemigo de estas conquistas modernas y sin que la fe cristiana incum en la sospecha de funda­menta.l.ismo y de regreso al mito. A eso contesta la segunda tesis de Hünenmmn:

El Dios de Abrahán. el Dios de Moisés, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo nunca fue simplemente idéntico al Dios antaño consabido y ahora extranjerol'.

Así se ha expresado el tema de la diferencia en la comprensíón de Dios. Acerca de esta diferencia dice Hünermann que «se daen la tradición teológica,. pero fue poco estudiada por los teólogos, y des­de la segunda escolástica hasta tiempo muy reciente fue a menudo ignorada>>. Esa diferencja ha de verificarse primero -evitando cui­dadosamente los malentendidos-dentro del cristianismo (y no entre el Dios cristiano y los dioses de otras religiones). Hay que distinguir entre, por un lado, aquel Dios consabido de la tradición cristiana, que asumió Jos predicados de la realidad que lo detennina todo, del ser supremo, y, por otro, el Señor todopoderoso, es decir, entre el Dios con el que el cristianismo llegó a ser la religión predominante y el Dios de Abrahán, el Dios de Moisés, el Dios de Jesucristo, el Dios bíblico que hoy se está redescubriendo. HUnennann menciona algunos elementos. El Dios consabido <<es identificado ... a partir de las ~ategorías del mun4o»; es conooido como la causa primera «de los fenómenos del mundo y de la Yida»>. Al ser causa prime­ra de lo que existe, sugiere la coincidencia con lo establecido. Co­mo fundamento de todo, da sentido al mundo y a la vida e induce a la confonnidad con el mundo tal como es. Es el Dios de una re. 1igión capaz de ejercer plenamente todas las funciones de una re-

29. !bid., 21 1; lti citas ~ l• próxima sección en /bid., 212-215. También el verslculo del salmo Jo tomo de Hünc:rmann.

ú diferencta en Jo compren.S16rr d~ Dirn 29

ligión. En cambio, «no se relata que Abrahán saliera de su tienda por la noche y, sobreco.gido por el brillo de la luna y el curso de las estrellas, reconociera al Seño~ al Ordenador del universo». El Dios de Abrahán y de Moisé$ es alguien que: invita a salir de lo cotidia­no, un Dios del éxodo. del que cabe decir: «Ellos petecen, pero tú permaneces; todos se desgastan como Ja ropa. son como un vestido que se muda>> (Sall02, 21). Este Dios <mo es contemplado como amo y fabricante de los sistemas existentes y de su encadenamiento en un orden. Es aquel que llama al hombre-desde si, por su cuen­ta. le requiere directamente, le gufa hacía Lo inexplorado». Ante él fracasan las «posibilidades inmediatas de sentido y vida terrenales ante la plenitud de vida desbordante de Dios», como se pone de manifiesto en la cruz de su Hijo.

La somera caracterización de ambas comprensiones de Dios que realiza Hünermann basta para mostrar la urgencia de tal di.s­tinción'!ll. Es preciso liberar al Dios bíblico del encierro en que lo ha mantenido durante tanto tiempo la aplicación del adjetivo «cris­tiánó» al sustantivo <<religión»'1• No tiene lugar y.a el <<conocimien· to fácil y espontáneo)> de Dios a partir de las interpretaciones del mundo, y presumiblemente eso ho seajusta al Dios de la Biblia. El enfoque caraeterístico de la apologética oristiana, al menos desde el siglo XTX, de atrincherarse tras la generalidad y la necesidad

30. H\in~[!n3oo Ucp ª csili fónnula; d •<Dios consahldml puede equiparars-e t:Qn tl <IDios blblie<m en una ciena misrniffild dentro de una difereñoia ~­tal» (ibid., 215). Precisar en qué pueden ~istir fa <<JDÍmridad» y la <tdifm:neia fundamental», y cómo Se p\lo:dcn cond!W, podria iCf la tarea princq,al de la teoJo­gia dogmática de nuestro tiempo, a la que me gustaría aportar algo en el pre;;ente libro. En su cristolo~a Jesw Chrútw Gatt~'árl in der Zeit, compendia Hüncr­rnann el «núcleo del AntiSlJo T~stamentoH de modo muy convincente. distinguien­do entre el Dios de Israel y las pn:tcnSioncs IDÍtíco-tatalilarias de las religiollfs pa8MJ3S, :&ta distinción fue variando en las diferentes fas~ de la hiSIOria de T:srsd, y la fe en Yahvé cobró asl un perftl cada vez m!$ njtids;J (cf ibid., S2--S7). En 100o caso, Hünermann desdeña las vmtajas de esta difcn:neia cp .la- comprensión de Dios Clll!ILdo recurre a lo «Sag:radon, que solo permite escalonamientos de grado: los díosa de los paganos como figuras de lo ~Adn, Yahvé. como f~Pldluncnto de ro sagrado(cf. ibid., 11-51, especialmente 40ss). Amimttndc:r, es la abundante lectura de f{eidegger lo que confundt los planos m Hnnermanu.

31. Cf. K. Bartb, KJrchliche Dognwttk J, 2, par. 17, que. desarrolló su. critica ceológica a la religión partiendo de la problemAtica del lémúno <<reli&ióncristiiiDllló.

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JO El Dfq.~ faL~!flcodo

de la religión», solo puede continuar al precio de perder lo pecu­liar del Dios biblico. Dios no puede ser pensado ya simplemenlc c.:omo fiador y garante de lo establecido. y se reabre la pre'-'Unta sobre la relación que guarda con el mundo tal como es. 1\~;í.. queda también abierta la cuestión de Dios. Lo importante ahora no es si alguien cree en Dios, sino en qué Dios. Ci~:rta variedad de ateismo e incrccncia podrfa evidenciarse como aliada de lá fe en el Dios cmúanon. Los cristianos pueden intervenir en el <<cont'licto de las representaciones de Diosn, y su aponación espccffica seni analizar ~;rlticamcnte la propia tradición de las repre:iC.Otaciones do Dios.

La expresión «conflicto de las represt.-nlaciones de Dios» la ur mo del teólogo evangéli~"' americano M. Douglas Meeks~. Este au1or insiste en que se trata de algo más que unos procesos de clarificación dentro del cristiani!imo, y de una teología ~<más co­rrecta». «Es necesario examinar críticamente las representaciones de Dios que predominan en Las iglesias y en la sociedad [de Nor­teamérica, djoc Meelcs, pt.íO ¡,por qué iba a ser eso menos válido para Europa?], pues lo que adoramos como divino deternúnanucs­tro_s intereses vitales, la forma de nuestra ~ida y las instituciones de la sociedad>>. Todas las representaciones de Díos vienen también con pretensiones de dominio, creen en aquello que es dclemünantc último y por eso lo determina [odo. El anuncio del evangelio está en contradicción con las represenw.dones de Dios «que susc1tan el afiín de dominio y poder. en contra de la soberanía del Padre de Jesu(.:risto en el Espfritu Saol.lm. <<La transformación del mundo comienza con el cambio en las representaciones de Dios que sirven de modelo a nuestra Iglesia y a nuestro mundo».

32. La apologCtica católica se c:on"ierte con CSI4: enfoque en disciplina propia: cf. J. S. Tm:)-, Kur:eEinjrútnmg in das Stuáium der Tht!ol~<ie mit /Ukhirlrl uuf ckn wlmmschaftllchen Sttmdpunkf wtd dos fatlh(J/isdre Sy:swrr, 1 R 19. Para la leo­logia protestante babria que m:nitir a la influencia de Schleierm:.acht:r.

33. Así P. RK-Jwd. Unsrr Kampfrirchtt!l ~~.idr gegen& G6t:en. lis. Lcllft refe· renc:i3 al ~nieo.to d<: n:ligión e intm:se'l t:COOÓmÍoos c:n Jos EsQdos Unidos. 11 ago también re fcn:ncia a mi trabajo <.1tristliche Religlon zwischen GútJcsdim~t und Cró~:.e~ldienst. dondt: logré quizi expresar algunos JlUillOS oon mayor cla.rid3d.

34. M. D. Meeks. Gott llltd d!c Ohmomie ~ Jleiligen Gentes. 1978. lccc1ón maugural de 1978 en el J:.dcn Thc:ulosical Seminary. Las citas que ¡¡iguen. ibid., 43s.

l.D diforencta Ctl la compn.'nSiún áe Dios JI

Par.t destacar esta dimensión social y política, pero eo el fondo sot.criológica y escatológjc~ donde se instala el conflicto de las representaciones de Dios, expongo aquL siquiera bre"·emente, el sorprendente análisis de Meeks. Examina las relaciones entre las fonnas del ethos económico que rige en Estados Un idos y dctenn.i­nadas representaciones (<<falsas») de Dios. Por supuesto que todas las representaciones de Dios cm F~tados Unidos proceden del cris­tianismo y, por tanto, si son erróneas. remiten a Wla tt:Ologia y una predicación erróneas.

Una primera fonna del etho.s económico es el «individualismo posesivo>>, que responde a la representación de <<Dios sin el Espíritu Santo». Aquí se concibe a Dios como el ser uno, inmutable, bjen sumo e impasible. De ahí nace como ideal érico la representación del individuo que se posee a sí mismo y realiza su libertad en la libertad deJas relaciones con otros; «impasible>} corno Dios, es in­capaz de advertir las necesidades de los otros y de sufrir con ellos.

La reprcscntaci6n4el <<Espíritu Santo sin Dios» da lugar, por su parte, a un espiritualismo y dinamismo acrilic~. Meeks lo asigna al neopentecost.alismo americano, a los movimientos carismáticos que han surgido de la critica a la imagen de Dios estática y egocén­trica de lac; grandes iglesias. Pero en su tendencia a desligar al Es­píritu Santo del Padre y del Hijo. y concebarlo como fuer.as propia, esta representación de Dios contribuye a reforzar el etlws capita­lista. Un dina.tnú;mo puro, una ideología de progreso y crecimiento sin limites, un «siempre más» en ix.'Tlcficio y consumo, viene a con­ciliar esta idea del Espíritu con las representaciones axiológícas del sistema económico, y le dan alas. Algunos fcnómc.'DOS concretos en la escena carismática americana dan lugar a que apenas se distinga ya entre el deseo insaciable de más dones espirituales y el de más dinero. Pero de ese modo el dinami~'IDo espiritual puede convertirse en la religión secular.

Una tercera idea, fundamental para Meeks, común al eihbs eco­nómico y a la representación de Dios. es la idea de cscase;-. Resulta, en el plano religioso, de la conjunción de las dos primeras represen­taciones. Los bienes espirituales son escasos. han de adquirirse por todos Jos medios; pero Dios se reserva su divinidad para sí y de ese

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Il El Ims falrifo:ado

modo hace del hombre el eterno competidor del ser divino" . Y en el plano económico rige la definición de la economía como el arte de distribuir uno~ bJenes escasos ame demandas en competenciaJt. La premisa de la economía es el postulmlo de la escaSC? de aquellas cosas que son n~as para In vida .humana. El capitalismo, y

también el socialismo .. entendidos como religión. se fundan en el dogma de la escasez. Mecks contrapone a ~o el di~urso biblico de la plenitud y la sobreabundancia de Dios. que encuentra su expre­sión m¡\s clara en el <<plerom:m del Dios trini1ario. Solo la fe en que hay bastante para todos porque Dios da lo suficiente: a lOdos, puede poner fin a la desesperada lucha por los bienes escasos, y crear un t::>pacio para la justicia y solidaridad bíblicas"'. El mundo se salva tksde la fe. <d.a transformación del mundo comienza con el cambio en las representaciones de Dios».

4. TEOI.OGL\ DF.SPt. ~ DE AUSCIIWITZ

La teologia es hoy, ine\ il.sblemente, tee1agía después de Ansch­wit:z. y ha de atenerse a este heCho. No puede eludir, especialmente La teología alemana. la responsabilidad que supone la mera refe­rencia temporal <<del>-pu.és deAuschwitz>>. El holocausto se produ­jo dentro de una cultura confon:nada por el cristianismo. No solo Jos campos de concentráción esraban ubicados cerca de museos, auditorios y bibliotccac;, no solo quienes planearon y ejecutaron el exteuninio lefan o Goethe y a Schiller. sino que la mayoria de aquellos facinerosos hablan recibido durante años clases de reli­gión cristiana, asisdan con frecuencia al cuJro divino y escuchaban sermones e instrucciones moxa les. Elcistió un cristi.anismo que hizo posible Auschwilz, o ol menos no lo impidió. No hubu una prules­ta, una resistencia geneml de los cristianos en Alemania cuando Auschwitz se hizo visible, ni cuando se fue conociendo más y más

JS Cm a-ta tnt~tación ~ siJúo 1l'1l& allá de Meelcs. que oo ebonla la dJ­JMIWÓn n:b.glosa de la escasez.

36. Jblá.. SI, c:on eot~ de mfu\UaJes.de ec:aoomía. ,3 7. Sé uawá más. amptiamcnu: c:rr los capl:tulos4 y 6.

La difrrt:.ncia ui ID t'<>!'lpiÍ!ÑIWr "'Dío.t 33

lo que alli sucedía. También cabe decir que la predicación cristiana m.nrcada por la teología .no proclamó la solidaridad de los cristia­nos con los judíos im:pue!!La por la fe. Se ~cñó. entendió y vivió la fe en el Dios de los cri.stianos olvidando la comunión de estos con el pueblo de la alianza. elegido y querido por ese mssmo Dios. Todn la teología cristiana anterior a AUSGhwit7. queda bajo la so~­peclul de haber fracasado en un punto ccntrut

m programa de la <<diferencia en la com¡ncnsión de Di®> ttal11 de cumplir esta C)(igencia mínima. 1-fay que preguntar ya en qué dificn..'ll la <<providencia>> de Hitler y su (<Todopoderoso)), por una parte .. y Dios, por otra. ¿K o expresó Hitler asi la nota de «potencia absoluta>>. propia de la imagen cristiana de l>ios, dando la impresión de referirse con ese nombre a Dios'fS O cabe preguntar por qué un personaje C9JllO Carl Schmitt, partiendo d~ p¡emisas decididamente CBlÓJica'>, L-vyo pensamiento giraba en tomo al conrepto de sobera­nía, pudo pon~ de buena fe al c;crvicio del nacaonalsocialismo". Los circulas pueden amplian;e. mas Qllá del grupo de los tcól(.)gos catól~ del R~icb y de los ~ados teológicos Cql!ícitos del na­Asmo.,. hacia los 11'10<k.-mistas. que junto ttln los antimodcmislas.se reencontraron «hermanados cn las filas de los nacionalsociafista_c;»•1,

hasta todos squeOO& Q los que su c.ompn.'ll.Sión de DiM no les imP.u.-. so la fume oposición a la ideología nazr'.

¿De dónde le viene .a la comprensión cnsriana de Dios la am­

bigüedad ~con su abuso, induce a lo ¡x.-o.r'! ¿Cómo prot.egcr el nombre de Dios de la confusión'! Los sucesos del Tercer Reich dan al menos dos incfu:aciones. Al de.•;cnq¡denarse en ellos un exceso de pode¡; bloquean una mayor precisión reol6gjca en la relación de Dios cnn el poder. La implicación de .Dios y omnipotc.."ncia y la des-

38. cr. Mm¡uanit. lf't.ucJj¡yfon lfi,.lu:Jlfcil'! L :!62: í<Pcru lo gl'a\'C no soor3q\II Hukr y sus secuace;¡, srno tus teólo¡os proc~~•l di~<ul¡arque. con Q'e nom­bre, Hn1er se l'efma ~ mam::rn adecuada y .uténtica aJ Dios bihllro ..

39. Cf. fn/ra. cap. 3, 2 _ 40 Como rornpendio. e(. r-..:~r. B6C~. Dc:r dt!ulft~,Kathtlli:il"""-' im

JuJu'f! 19JJ, 39-69; RUSll:r, T>ie ~~ .'WitigJcrlt der R~ligfo11, 99-IIL 41. O. We~ Der ModPnuJ.trw.s 111 Doltt-Jrl(Jif(/. 9. 42. No~ hablar aim dt 68 uposlcióu m.ianras la lglol.ll(! dcfmdia coou:a

laOCl.qllláóa toal:ír3:ria. por d TigiTni.:n.

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34 El I>w.~ folfificmlo

cripción de esm omnipotencia con las analogías del poder secular, propiciaron l3 confusión de I)ios. Si la ~d que lo det.enninB LOdo comporta un régilm."Tl totalitario. eJ nombre de Digs CQne el rit.'$SO de ser confundido con la potentia Db!wluJa dominante yvi­S!'ble. Y lo segundo: deslig:ado de so alianza y-su historia con Tsracl, el concepto cristiano de Píos pierde su univocidad. Se convierte en jugUete de las representaciones d~; lo absolutO, hasta eJ punto de poderse c.sgrímir oontt·a:d primer pueblo elegido por Dio&.

5. UNA REL,.J.L'"rllR.A. CRITICA DE LA RISTORIA.DELA IEOLOGiA

Tras este Tápido .esbo!l.o de la diferencia en la comp,rensión de Dios .. expondré ahora el camino de una rclecurra crítica (en ~es secciones) de la tüs.roña de la teologfa. Solo puedo y debo abordar una pequeña parte de la tarea indicada. ~spero que la relación ae las posiciones centrales en la historia .de La teología, incluyendo cada contexto, en la$ dos líneas del Dios consabido y el Dios ex­tranjero, tenga su propia fuera\® convicdón para el a.poyo de mi ~is. Quedai:á claro ~>ar-qué la primera linea, tan at.-redit-.tda tu el pasado, no puede prolongarse hoy, y qué perspectivas se>'e{4 en cambio, en el debate-oactual sobre la comprensión de Dios en la segunda lfoea Yo prefiero el camina de una Ielectum critica de la historia de la teología, que se ha.aeredítado también, segúru;reo~ en mi docencia en la wíiversidad: a través de eUa l11 teología: no solo aparece concreta e intuitiva,. sino que :se ajusta a la responsa­Qilidad.antenuestm rica tradición teo.lYgica, pero ambivalente en eJ fondo., que podemos aprovechar para utilidad de otr~~. La histo­ria de fa. t.oofogía no es un material de en.~anzs aodióvisual; ofre­cemás bien el potencial de solución de problemas que p..mrit.e a la feologla Intervenir en el conflicto de la.s:representaeianes de Dios, en el debate sobre la realidad gué lo determina todo.

La investigación sígue un proct:Só s1ncrónico. Trns dos panor.l­micas sobr.e la rcl!Wión cmtre el Dios bíblico y la~igión, sitúo a

;¡..3, (k ese-modo conc:do wn 1~~,,. últiTTIIlll rdle¡cio~ cm que desettlboeaba nti IJ'élbajo de oposldón a cátedra J)ie ver(oreJte NiiJ;;:lich/a:ir tkr Rl!/igiim. 400s.

La tñfbt?lu:itJ en lo wmpff!IUJán de D itJ.} 35

Justino de Roma, Anselmo de Cantctbury y Tomás de Aquino en la linea del Dlos consabiiia. cuym; aporias sulcn a la hu 1.:n la Edad Mod~o:ma con Carl Schmitt y que continúa en el «capita.lism:o ct>mo religión>> (W. Benjamín). Después. con J. M. Keynes, cabe cimentar más exactamente aún lil alinnación de Benjamín_ La Carta primera de Pedro. Btas rasca! y Marcíón (redcscubi~.:rto por A. von Hamack en el siglo XX) se sitúan en la linea del Dios extranjero. Esta linea, pasando por Ja exégesis del primer mandamiento realizada por La· tero)'c;on:tinú:a enllllil nctual.iza.ción del tema bfblico <<l:Ulto divino e idolalrla>> y su desarnillo en el judaismo posbíblico (caphuJo 5}. M1 trabajo coosisLe t.."n poner de-relieve un elemento camcteristico y relevante en la historia de la inllucncia- de las referidas posiciones.

Ninguna de las posiciones analizadas en los capítulos 2 y 3 son hoy susceptibles de una simple asimilación teológica; pero todas apor­lall algo al escléliéeimienLO de los problemas. Desp~ de una oj~da re~pecliva y la confirmación d~ lo:s

resultados, se esbozan sus pri.nreras aplicaciones y c.onsccuencias (capitulo 6). El epílogo sobre la mística de..sao Juan de la Cruz dará un peso adicional. a la resis de la difcn.-n.cia. siempre~ en la comprensión de D1os (capítulo 7).

El sigui1.-ntc .f,'l'áfico muestra el recorrid.Q de la investibración:

El Dlo.r consabido

Jlmino (1.2.2) 1

Aru;elnm (l.U)

TOl116.1. (2.24)

¡-------,. c~-s~~ (3.2) 1 1

Capitalismo oomo religión -Benjílmm (4. t) 'Kr;yncs ( 4-.2)

ElDiQ3 exrr®j~ro

Cana primer~~ de Pedro (2.2.1}

1~(2.2.5)

Mrurlón 1 Hm:nack.(3.1)

1

Lutero (43) 1

Culkl divino e idolanía (5)

Dc:limitaci.ón dr~o-risliunbauo y rehglón t6)

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2

CAMINOS HACIA EL DIOS CONSABIDO Y EL DIOS EXTRANJERO

l. EL PASO OH DIOS DE ISRAEL l'OR .EL MUXOO: y-. PA,ORA\1A E"l

DOS VERSIONES

a ) El éxito del Dios bíblico dentro fkl cristianismo comb religiÓn

En una priml!ra ~wsión cabe~ la historia mundial del Dios bíblico como una historia triunfal inaudita De la innumerable sene de dioses genealógicas y tn'bales en la protohistona, él es el único que sobrc"i vió en la historia de las religiones y llegó a ser el Dios de una religión universaL

Había comcxuado en tomo a 3 000 ru'\os antes como el dios de varios clanes cananeos. Conocemos lo~ nombres de algunos caudi­llos y antepa.~dos: Abrahán,lsaac y Jacob. Su ámbito de influencia apenas alcanzabcrmásalla de los asuntoo familiat'C$ de~ ~!!~tlrpes de Oriente Próximo. Unas eucunsumcias complejas Jo convirtieron et) el dios de un pequeiio pueblo. Y aunque Israel se fue libcr.mdo paulatinamente de su desorgani7ACi6n inicial, aunque dominó en ocasiones a sus cn.cmigos e incluso aunque tuvo soberanos pres· tigiosos, lo que conocemos de su historia no dcmuc~tro la supe­rioridad de su dios. Sus po!>ibilidades serian bastante mejores de haber sido dios de.Egipto o Babilonia La·vclerdad,. la infidelidad y La aposr;asia eo las propias mas, la debilidad e irresolucioo frente a sus enemigos externos. el noble esfuerzo y el fracaso humillante quedan inscritos en la hi.smña de Tsracl, que no se put.-de leer como una bistona de vcncedon:s precisamente. Aplastado al final por ws poderosos vecinos, enviado nldestierro y mu)' dic/llladO cuando

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18 El Día.sfoldfimdo

regresa a su tierra, nadie hubit.-r:n pensado que llegaría a ser el origen de una religión mundial. Fn el momento de su más cxlre'n:la humi­llación y dispersión se formó en la concií!ncia de este pueblo la idea de que su dios ~.o"T"a a la vez el creaJur del orbe y el señor de LOdos los pueblos Pero tales es~ulaciones contraria.~ a la evidencia tenian que fracasar históncamente. E1 dios de la Biblia siguió siendo por mucho tiempo el dios de UJ1 pequeño pueblo recalcitrant.e, amena­zado siempre de ser t:riturctdo en medio de las luchas por el poder imperial de la época. JI-ame hubicr.1 podido imaginar que Dios tra­maba algo bueno cuando llamó al hijo de un artesano de Nazaret para S(.'f su mensajero en un tiempo critico; y el dudoso destino de este galileo, predicador ambulante. triunfudor en su patria chica. pero rechazado ya en la priiDera polémica y luego ajusticiado en la capiuú de la provincia, no presagiaba en absoluto que su mnnb~ iba a ser con el tiempo el más pronunciado e invocado de la histona univen¡aj, que innumerables personas iban a cifmr sus esperani'AS

en é~ y que iglesias y reinos se iban a fundar en él. Pero es lo que sucedió. El cristianismo, con la intervención deci­

siva de unletrado judio llamado PabJo, que transmirió la religión de lsrnel a los paganos en conc.liciones snpuest.arm.:nte menos severas -la sola fe basta. las numerosas normas legales ya no úencn vali­dez-. Íllició su campaña victoriosa alrededor del mundo: primero en La-cuenca mediterránea, luego con el respaldo imperial y, más adc­lanlt!. fi:oa1izado el Imperio romano. en el resto del mundo entxm­ces conocido. Al descubrirse el Nuevo Mundo, otros oontinentes se agregaron aJ cristianismo. Esta exitosa expansión la reali1.6 incluso rechazando el apoyo del jud!lísmo, su aJmdo natutal en las cosas de Dios. Pero ni la hostilidad bacúrlos judíos ni la aparición del islam ni el fmccionamiento del cristianismo en diver.taS confesiones im­pidieron la imposición del cristianismo como religión mundial. Lo;) R~tados Unidos. la potencia rnuu<full de nuestro tiempo, fui!IOD fun­dados por cóstianos ciJn fcsos y siguen estil.ndo marcados por el cri~

tianismo en sus principios básicos y su sistema moral y de , .. alores, en una medida que Uega a asombrar a las viejas n:u_'iones c:ristianas1•

J. cr. F.:Ungcr, Clrrnllidt.u F•intJuniv¡tiz/í.Dinii iifdm USd.

El _Dio.; t:nm~Jbido y d Dios U!rwrfrro 39

No cabe hablar de un final de la ern cristiana. Aunque las iglc­~jas cristianas establecidas teng-.m que sufrir aqui y allá -ya no. ni de lejos, en todas parte.cv- una mengua de su influencia, se adviet'lC aún en tOdas partes el sello .del Dios cristiano, grabado durante si­glos y milenios en la historia de la bwnanidad. lncluso en aquellos que ~e han apartado de a. Dios sigue siendo algo ;W como un es­pejo en el que todos nos reconocemos:; también (<la fe pentida tie• ne. ul igual que una fortuna perdida, consecuencias dumder~. Un adolescente que ha cn."Cido en medio de la nqueza., puede donar su fortun.1 aJ ha cense IIUlyor de edad, y" i vir en la pobreza. MantA.."'ldrá, sin embargo. el carác1~'f de una pL'ISOll& que se crió en la abundan­cia, porque no puede d~derse de su lustoriu!.

Nuestros ideales, las repre84.'1ltncioncs de lo verdadero y lo bue­no. de humanidad y virtud, la nO\:ión de los v-.Uores supremos y d~ la peñea:16n, todo se nutre de 1a idea de Die);) que inculcó el cristiani$1Tlo'. lncl:u.<;<> la pretensión del comunismo de imponer un programa mundialmente unitario, está influida por la re en un soJo Dtos: tambien en sus promesas propagandí~icas de fdiddad, liber­tad e igualdad sigue vtvo clmensajc d~ los profetas: e incluso en el expansionismo de la economía queda algo de la fucrt.a prop1a del con.veoclmil.'tlto de p<l."iCC.'T la verdadera fe. La cultura occtdl.'tllal de raigambre cristiana, embelesa hoy aJ mundo entero; las peculiari­dades regionales de las culturas no cristianlb van quedando redu­cidas a mero folklore. La noción del Ditl:> de la Biblia nunca tuvo mayor difUbión que ho). O dicho \!n términ~ teológicos: l!lnombre de Dios en su connotación originariamente bfblica absorbió todas l~ repn..'Selltacioncs de Dios, n;unió en s:f 1~ ideas filosóficas y reli­giosas de lo divino. hasta el punto de que una (<leo logia cristiana de las religiones» puede preSl.~tar hoy eli;Cltlcepto de l)ios \nspi!"tU,k} en la Biblia, con a.rT'Cglo a la fórmula «UD Dios. muchas religiones)), como modelo de todas 1~ representaciones de ro di,ioo.

Mora bien. ocurre. y segurumente no por casualidad. que la <•historia exitosa» del Dios biblioo comienza hlstOricamenlc cuan-

2. J. Mílea, CitHL EUU' Biogruphh. 13. 3. Cf. N. Bo)'lc, W1ro ore~ .~~~m? Clmtlian ff~ unJ ghJbo/ murw.

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./(} El DiU$/abifiiXllio

do el cristianismo pretende SCT<<religión». El enlace de la fe cristia­na t.'On el concepto de religión parece haber sido la condición para dar paso alD~ bíblico. Solo como Dios de una n.:Jigión obtuvo un c~ito universal, pasó a ser el ctOtO$ (.'Onsabido», tal como lo conoce la historia occidcnLal

El término <<religión>~ no figura en la Biblia y tampoco se en· cuenlra en hl h:ngu.a grieg.a, donde lus primitivos cristianos em­prendleron sus primeros intcntus ck clariñc.a.ción\ Los cristianos se encontr.rron con c:o;c término en el imperio romano. donde origina= riamente designaba la adom.;ón a los diose5 tal como se pmctiCI100 en Roma. Religio, en el ~nttdo romano antiguo, era el culta público del E.s:tado, que tenia como objetivo garantizar lasalus publica (¡el

concepto romano deréligio ha mantenido este significado esencial hasta la teoria func.ionnlista de la religión!). Pero tras el eocu_entro de los romanos con los cultos a los dioses de otros puchiO$.. el ~­Jll..Íru}cobró nn~gnificado más amplio. Pudo adqUirir el sentido bá­sico de <<adoración de los dioses>>, por encima de LOda la diversidad de cultos, y expresar asi un {t,'OÓmc.:no general que, al parecer, se da­ba en todas panes (de ahf que en el mundoflllonccs conocido solo existieran cultos de idéntica Clitructura. dingjdos a fa adoroción de divinidades personificadas). El cristianismo LU'to que emprender la lucha por su reconocimiento sobre la base del concepto de religión que, por lo demás, ya estaba marcado por la critica griega a los mi­tos grieg_os y por los intenlos .filosólfcos de justificar racionalmente la adoración de los dioses. Entre los apologistas del cristianismo primitivo enrontrmnos un recháYo total de las religiones paganas y los esrucrlos por inclutr la verdad de la fe en el concepto .de rellgión: :era preciso. en todo caso, ir mt\s allá del testimonio de la .tradición aposlÓiica. que no iba dirigido a la opinión públic~!. A 1 fi­nal de la época de la apologética está Agustín y su obra con el titulo programático De vera rcligionlt. Ul triunfo del cristianismo se aJ-

4. Cf. F. H. 'Ienbrutk. D1~ Rrligirm nn \liieútmm tkr Rej1~1i011, 45-54; 51-62. 5. SOOMJtmlao, e( cap. 2, 2, b. 6. La obru apulug,éuca principal de Agusún, J.><? civirme De1, ;,e tlcdicll en sus

diC7 primeros libros (de ltll> 22) a n:Iut.at las relig.iones pagan.u y a impugnar loli aJ!,WDenros:film6t1cos a su favOJ.

El Diu,, cmtsahúhyttl DirAT arranjf!I'D 41

C811/.Ó en el plano espiritual rclac..ionando l<t verdad de La revelación con el concepto de religión. y Uegó a modificar profundamente este concepto. 'MientraS dominó el cristianismo, se distinguió l!ntre l'f!­

ra religio y las falsas relig10nes paganas La Teligión JUdía adquiría entretanto unaooregoria especial-; todas las religiones extracristia­nas queduban incluidas c.:n él comx:pló dr;falsa rrdigio. Pn la Edad Media fue decreciendo la relevancia del concepto de religión por haber d1.:saparccido la competencia directa con otras rel igioncs. Sin embargo, el postulndo caructemtico de la teología medie.,. a) de ur­mon.i.1ar el creer y el saber, continuó influyendo en el concepto de religión. La religión verdadcr.1 debía l)CJ' demostrada tambiltn ante el tribunal de la razón; p:rotesar esta fe verdadera era un deber y destino de todo ser humano. Las cnu.adas y la obra mtsionera se inspiraron en la universalidad que la fe cristiana -rei\·indicaba so­bre la~ dc:~on rOrmidad con la razón. Más tarde. al difuminar­se la evid.encia de la fe cristiana en el contexto de Reforma, gu«.:rras de religión e ll~"tración, el concepto de religión experimentó una revivi.scen<:ia. Parecía que solo 1.~te concepto -podfa captar lo que había en el fondo de las disputas confesionales. La filosoña buscó su temo ro el cODQC'Ímic:níO natt~ruJ de Dios, para conectar con la teologi.a natural de la escolástica. Se averiguó que La religión c.-m un componente esencial del ser humano. La ciencia de la .religión ~ la filosofía se apoderiuon del concepto de religión. que parccfa. demostrar su vaJide-.1 general en la comparación intercultural. Por lo demás, ese concepto ofrecfu a un laicado al margen ck la inOu_cnda eclesial la posibilidad de expresar en palabras la relación con un ser bUp:remo sin dogma ni obedit..'Tlcia.. la critica de la relig16n em­prendida en d .siglo XIX lanzó el temaalruecl.o politú.."' y social, sin poder asistir aún a la tan a menudo pronosticada muerte de la rdi­&ión. La sociologia de la religión asignó a esta un dctcnninado ám­bno I)OCial y 1llOS1TÓ las funciones necesarias que desempeñaba para el individllo y la sociedad. Asimismo. el cristianismo cclt:l>ial pu· do atrinchcran~e r.ras la necesidad y validez general, vigentes aún. de la relígíón -primero-presentándose como l-.1 religión «Suprema» y luego, ante la erftica y la presión del principio de tolerancia, como una religión entre otras que participan de algún modo en la rrusma

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./(} El DiU$/abifiiXllio

do el cristianismo pretende SCT<<religión». El enlace de la fe cristia­na t.'On el concepto de religión parece haber sido la condición para dar paso alD~ bíblico. Solo como Dios de una n.:Jigión obtuvo un c~ito universal, pasó a ser el ctOtO$ (.'Onsabido», tal como lo conoce la historia occidcnLal

El término <<religión>~ no figura en la Biblia y tampoco se en· cuenlra en hl h:ngu.a grieg.a, donde lus primitivos cristianos em­prendleron sus primeros intcntus ck clariñc.a.ción\ Los cristianos se encontr.rron con c:o;c término en el imperio romano. donde origina= riamente designaba la adom.;ón a los diose5 tal como se pmctiCI100 en Roma. Religio, en el ~nttdo romano antiguo, era el culta público del E.s:tado, que tenia como objetivo garantizar lasalus publica (¡el

concepto romano deréligio ha mantenido este significado esencial hasta la teoria func.ionnlista de la religión!). Pero tras el eocu_entro de los romanos con los cultos a los dioses de otros puchiO$.. el ~­Jll..Íru}cobró nn~gnificado más amplio. Pudo adqUirir el sentido bá­sico de <<adoración de los dioses>>, por encima de LOda la diversidad de cultos, y expresar asi un {t,'OÓmc.:no general que, al parecer, se da­ba en todas panes (de ahf que en el mundoflllonccs conocido solo existieran cultos de idéntica Clitructura. dingjdos a fa adoroción de divinidades personificadas). El cristianismo LU'to que emprender la lucha por su reconocimiento sobre la base del concepto de religión que, por lo demás, ya estaba marcado por la critica griega a los mi­tos grieg_os y por los intenlos .filosólfcos de justificar racionalmente la adoración de los dioses. Entre los apologistas del cristianismo primitivo enrontrmnos un recháYo total de las religiones paganas y los esrucrlos por inclutr la verdad de la fe en el concepto .de rellgión: :era preciso. en todo caso, ir mt\s allá del testimonio de la .tradición aposlÓiica. que no iba dirigido a la opinión públic~!. A 1 fi­nal de la época de la apologética está Agustín y su obra con el titulo programático De vera rcligionlt. Ul triunfo del cristianismo se aJ-

4. Cf. F. H. 'Ienbrutk. D1~ Rrligirm nn \liieútmm tkr Rej1~1i011, 45-54; 51-62. 5. SOOMJtmlao, e( cap. 2, 2, b. 6. La obru apulug,éuca principal de Agusún, J.><? civirme De1, ;,e tlcdicll en sus

diC7 primeros libros (de ltll> 22) a n:Iut.at las relig.iones pagan.u y a impugnar loli aJ!,WDenros:film6t1cos a su favOJ.

El Diu,, cmtsahúhyttl DirAT arranjf!I'D 41

C811/.Ó en el plano espiritual rclac..ionando l<t verdad de La revelación con el concepto de religión. y Uegó a modificar profundamente este concepto. 'MientraS dominó el cristianismo, se distinguió l!ntre l'f!­

ra religio y las falsas relig10nes paganas La Teligión JUdía adquiría entretanto unaooregoria especial-; todas las religiones extracristia­nas queduban incluidas c.:n él comx:pló dr;falsa rrdigio. Pn la Edad Media fue decreciendo la relevancia del concepto de religión por haber d1.:saparccido la competencia directa con otras rel igioncs. Sin embargo, el postulndo caructemtico de la teología medie.,. a) de ur­mon.i.1ar el creer y el saber, continuó influyendo en el concepto de religión. La religión verdadcr.1 debía l)CJ' demostrada tambiltn ante el tribunal de la razón; p:rotesar esta fe verdadera era un deber y destino de todo ser humano. Las cnu.adas y la obra mtsionera se inspiraron en la universalidad que la fe cristiana -rei\·indicaba so­bre la~ dc:~on rOrmidad con la razón. Más tarde. al difuminar­se la evid.encia de la fe cristiana en el contexto de Reforma, gu«.:rras de religión e ll~"tración, el concepto de religión experimentó una revivi.scen<:ia. Parecía que solo 1.~te concepto -podfa captar lo que había en el fondo de las disputas confesionales. La filosoña buscó su temo ro el cODQC'Ímic:níO natt~ruJ de Dios, para conectar con la teologi.a natural de la escolástica. Se averiguó que La religión c.-m un componente esencial del ser humano. La ciencia de la .religión ~ la filosofía se apoderiuon del concepto de religión. que parccfa. demostrar su vaJide-.1 general en la comparación intercultural. Por lo demás, ese concepto ofrecfu a un laicado al margen ck la inOu_cnda eclesial la posibilidad de expresar en palabras la relación con un ser bUp:remo sin dogma ni obedit..'Tlcia.. la critica de la relig16n em­prendida en d .siglo XIX lanzó el temaalruecl.o politú.."' y social, sin poder asistir aún a la tan a menudo pronosticada muerte de la rdi­&ión. La sociologia de la religión asignó a esta un dctcnninado ám­bno I)OCial y 1llOS1TÓ las funciones necesarias que desempeñaba para el individllo y la sociedad. Asimismo. el cristianismo cclt:l>ial pu· do atrinchcran~e r.ras la necesidad y validez general, vigentes aún. de la relígíón -primero-presentándose como l-.1 religión «Suprema» y luego, ante la erftica y la presión del principio de tolerancia, como una religión entre otras que participan de algún modo en la rrusma

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42 FJ Dios falsificado

causa irrenunciable--. Así. el concepto de religión que el cristianis­mo habla recogido más bien incidentalmente en su paso por la cuJ­tum romana. se convinió en su tabla de salvación en la modernidad. Ligado a él, el Dios bíblico hizo su reconido por el mundo.

b) Un Dio.v del desierlo y otro de las tierras cultivadas: doble co­dijlcación desde el principio

Aunque aceche la tentación de leer la historia rcsct\ada como historia de una d(..>Cadcncia, y de contraponerle la fidelidad a los orígenes, el hacerlo supondría ignorar el proceso bíblico. Es pm­pio de ciertos postulados de la crítica teológica de la religión el enfrentar fe bíblica y religión; pero las oosas no son tan simples' . Si proyectamos el concepto y la realidad de la religión a los tiem­pos bíblicos. nos encontraremos tambié~ desde el principio, con el Dios de Israel como un Dios de la rcligiólhAparece, por decirlo simplificadamente, con un doble código: un Dios de la religión y otro que cuestiona radicalmente la religión. El cristianismo, en cuanto religión, puso al día una dimensión de la fe el'l Dios que tiene sin duda raíces bíblicas. Solo en el curso de la historia se fue desplatando desde una dimensión hacia la otra.

t ntentaré presentar esta doble codificación de la irnagen blblica de Dios a través de una propuesta narratival. Un tratado estricta­mente teo1ógico-conceptuaJ de esta temática exigiría reconstruir toda la historia del DioJl bíblico.

Hn tiempos muy lcjanC>l> -alrededor del año 1300 a.C.- un campesino de Canaán se levaniÓ muy temprano y salió de su casa. Viví;l aJ borde de lai rit:rras fértiles, fronterizas con el desieno. Se pu.-m en marcha primero, como siempre, hacia el Es~, en dirección al desierto. para saludar al sol

7. Re<iulta imprbionant., el juicio del critico del protestantismo cultural F. C, 0\'et'bcck (1837-1905). pruresor de Nuevo Testamento e Hi~t.uria de la Iglesia an­tigua en Basilea, que VIO en el abandonó de laexpectauva cscatológic:a tma Lnlición 11 la hi,torill dé la lglesi.a prinutiYL y C'StigmatVi>.jlllllO coo el establccirn~to del crutiarusmo como n:ligión, su adaptación a la cullwll rnoderoa. Ü\'~k. mfluyó en B:u'th (cf. f. C. Ovcrbcck, JJérLe rmd Nochkl.ts. Smttgan-Wcimar 1994).

8. Simplifico muchO procct;05 hislóricóS complejos en el ámbito de la deno­m:inJdaoc:upación de la tierra; d'. M. ~(',~schkhte Isruei.J. 31-39.

El Días CQfiSObidu J'-d Dios t:.fll'rmjero 43

naciente. Le pareció e-nronees que de la niebla matinal asom11ban algunas figura:.. No se equivocaba: se trataba de liDll multirud de mujeres. bombres y niños a los que jamás babia visto y que se aoercaron hasta sus li~:ndas. Es­taban agotados y hambrientoS. El canarteo invitó a 10!1 forasteros, como era costumbru, a desayunar con su familia nwncrosa. J\peJW habían sati&ll.:cho un poco su hambre y su sed con tortilla de mi)lZ. queso de oveja y leche de cabra. empezaron a contar cosas. Llegaban dl' Egipto. recotril.:ndo un largo camino a través del desierto. Habían tenido que servir como esclavos bajo el soberano del poderoso Egipto, el faraón. y t1.1eron duramente oprimidos. A l. fiWil, el faraón ordenó dar muerte a todos sus niilo.o; recién nacido¡; porQue los hebreos asl Uamaban a lo~: exlmDjcros se hablan multiplicado t.'D exce­so. No le eilCOntraban salida a esta situación desesperada, hast.a que uno de ellos, Moisis, 1~ habló de Wl dios nuevo que se le habla aparecido en el país de \-fadián. Este dios se llamaba Yahvé y no era como los otros dioses: no habitaba en Wl templo, sino que había hablad<> con Moisés d~ una 74ltZil.

Se presentó como el dios de su pueblo diciendo: 4<1le oído el clamor de mi pueblo. Estaré siempre coo vo:.otros y os libraré de la esclavitud>).

-¡No es posible! --se asombraron los ~·ananeos . ¡I.Jn dios que solo eAis­te para los esclavos y que además quiere acabar con los pode~s dioses de .Cxipto!

- Tampoco oosotros queríamos crt\.Tio al princip10 ~ontcstaron los bc­hreos--; pero Yabvé mostró su poder con los egipcios, hasta que finalmente nO!> dejaron salir, Y cuando :;e arrepintieron y nos per-;iguieron con su ejérci­to, ocunió aJgo asombroso: los caballos y jinetes de los egipcios !le ahogaron en un mar de cañas que .nosotros hahíamos cnuado antel'i a pie enjuto.

Los cananeos escuchaban suspen!>os lo que los hebreos contaban acerca de su dios, de la dura rravesía del desierto, donde en ocasiones estuvieron a punto de morir de hambre y sed, hasta d pWlto que llegaron a acordarse de Egipto con nostalgia, hasta que Yahvé acudió de nuc\·o en su ayuda. En una alta montaña, Yahvé les dio una ley que debían cumplir estrictamente si querían se-guir en alianza con él. Ks una ley dura dijeron-, pero nos preser­va de voh·er a ser esclavos de otros o de oprimim<h mutuamente. Nuestro dios no quiere que adoremos a los dioses de los otro!' pueblos. Es realmente un dios ~pecial, que no quíere ser oonfundido con los demás.

-También nosotros estamos oprimidos -dijo finalmente el campe~;ino que habla visto el primero a los hebreos-. No ranto como vosotros en l:gipto, pero los habitantes de las ciuda()(.."S fortificadas y e&111los de los alred~"dore¡¡ nos Jllaltratan y viven de lo que nns expoliiiiL llegaron al p~W después que nuc:st:ros 4lntepasados, pero poseen las mejore¡¡ anntb. ¿Os parece que, si nos compromctclllO!'l con vuestro Dios, él nos libnri también a nosotros? •

Los hebreos acogieron est<1 propuesta con entusiasmo. Si luchaban jun­to con los ClUilpesinos caoaneos contra-~ .h.a~_~tanlel> de Ja.o; ciudades. po­drían wnquisrar ellettÍIQrio.

Page 23: El Dios crucificado - Thomas Ruster pag. 1-89.pdf

42 FJ Dios falsificado

causa irrenunciable--. Así. el concepto de religión que el cristianis­mo habla recogido más bien incidentalmente en su paso por la cuJ­tum romana. se convinió en su tabla de salvación en la modernidad. Ligado a él, el Dios bíblico hizo su reconido por el mundo.

b) Un Dio.v del desierlo y otro de las tierras cultivadas: doble co­dijlcación desde el principio

Aunque aceche la tentación de leer la historia rcsct\ada como historia de una d(..>Cadcncia, y de contraponerle la fidelidad a los orígenes, el hacerlo supondría ignorar el proceso bíblico. Es pm­pio de ciertos postulados de la crítica teológica de la religión el enfrentar fe bíblica y religión; pero las oosas no son tan simples' . Si proyectamos el concepto y la realidad de la religión a los tiem­pos bíblicos. nos encontraremos tambié~ desde el principio, con el Dios de Israel como un Dios de la rcligiólhAparece, por decirlo simplificadamente, con un doble código: un Dios de la religión y otro que cuestiona radicalmente la religión. El cristianismo, en cuanto religión, puso al día una dimensión de la fe el'l Dios que tiene sin duda raíces bíblicas. Solo en el curso de la historia se fue desplatando desde una dimensión hacia la otra.

t ntentaré presentar esta doble codificación de la irnagen blblica de Dios a través de una propuesta narratival. Un tratado estricta­mente teo1ógico-conceptuaJ de esta temática exigiría reconstruir toda la historia del DioJl bíblico.

Hn tiempos muy lcjanC>l> -alrededor del año 1300 a.C.- un campesino de Canaán se levaniÓ muy temprano y salió de su casa. Viví;l aJ borde de lai rit:rras fértiles, fronterizas con el desieno. Se pu.-m en marcha primero, como siempre, hacia el Es~, en dirección al desierto. para saludar al sol

7. Re<iulta imprbionant., el juicio del critico del protestantismo cultural F. C, 0\'et'bcck (1837-1905). pruresor de Nuevo Testamento e Hi~t.uria de la Iglesia an­tigua en Basilea, que VIO en el abandonó de laexpectauva cscatológic:a tma Lnlición 11 la hi,torill dé la lglesi.a prinutiYL y C'StigmatVi>.jlllllO coo el establccirn~to del crutiarusmo como n:ligión, su adaptación a la cullwll rnoderoa. Ü\'~k. mfluyó en B:u'th (cf. f. C. Ovcrbcck, JJérLe rmd Nochkl.ts. Smttgan-Wcimar 1994).

8. Simplifico muchO procct;05 hislóricóS complejos en el ámbito de la deno­m:inJdaoc:upación de la tierra; d'. M. ~(',~schkhte Isruei.J. 31-39.

El Días CQfiSObidu J'-d Dios t:.fll'rmjero 43

naciente. Le pareció e-nronees que de la niebla matinal asom11ban algunas figura:.. No se equivocaba: se trataba de liDll multirud de mujeres. bombres y niños a los que jamás babia visto y que se aoercaron hasta sus li~:ndas. Es­taban agotados y hambrientoS. El canarteo invitó a 10!1 forasteros, como era costumbru, a desayunar con su familia nwncrosa. J\peJW habían sati&ll.:cho un poco su hambre y su sed con tortilla de mi)lZ. queso de oveja y leche de cabra. empezaron a contar cosas. Llegaban dl' Egipto. recotril.:ndo un largo camino a través del desierto. Habían tenido que servir como esclavos bajo el soberano del poderoso Egipto, el faraón. y t1.1eron duramente oprimidos. A l. fiWil, el faraón ordenó dar muerte a todos sus niilo.o; recién nacido¡; porQue los hebreos asl Uamaban a lo~: exlmDjcros se hablan multiplicado t.'D exce­so. No le eilCOntraban salida a esta situación desesperada, hast.a que uno de ellos, Moisis, 1~ habló de Wl dios nuevo que se le habla aparecido en el país de \-fadián. Este dios se llamaba Yahvé y no era como los otros dioses: no habitaba en Wl templo, sino que había hablad<> con Moisés d~ una 74ltZil.

Se presentó como el dios de su pueblo diciendo: 4<1le oído el clamor de mi pueblo. Estaré siempre coo vo:.otros y os libraré de la esclavitud>).

-¡No es posible! --se asombraron los ~·ananeos . ¡I.Jn dios que solo eAis­te para los esclavos y que además quiere acabar con los pode~s dioses de .Cxipto!

- Tampoco oosotros queríamos crt\.Tio al princip10 ~ontcstaron los bc­hreos--; pero Yabvé mostró su poder con los egipcios, hasta que finalmente nO!> dejaron salir, Y cuando :;e arrepintieron y nos per-;iguieron con su ejérci­to, ocunió aJgo asombroso: los caballos y jinetes de los egipcios !le ahogaron en un mar de cañas que .nosotros hahíamos cnuado antel'i a pie enjuto.

Los cananeos escuchaban suspen!>os lo que los hebreos contaban acerca de su dios, de la dura rravesía del desierto, donde en ocasiones estuvieron a punto de morir de hambre y sed, hasta d pWlto que llegaron a acordarse de Egipto con nostalgia, hasta que Yahvé acudió de nuc\·o en su ayuda. En una alta montaña, Yahvé les dio una ley que debían cumplir estrictamente si querían se-guir en alianza con él. Ks una ley dura dijeron-, pero nos preser­va de voh·er a ser esclavos de otros o de oprimim<h mutuamente. Nuestro dios no quiere que adoremos a los dioses de los otro!' pueblos. Es realmente un dios ~pecial, que no quíere ser oonfundido con los demás.

-También nosotros estamos oprimidos -dijo finalmente el campe~;ino que habla visto el primero a los hebreos-. No ranto como vosotros en l:gipto, pero los habitantes de las ciuda()(.."S fortificadas y e&111los de los alred~"dore¡¡ nos Jllaltratan y viven de lo que nns expoliiiiL llegaron al p~W después que nuc:st:ros 4lntepasados, pero poseen las mejore¡¡ anntb. ¿Os parece que, si nos compromctclllO!'l con vuestro Dios, él nos libnri también a nosotros? •

Los hebreos acogieron est<1 propuesta con entusiasmo. Si luchaban jun­to con los ClUilpesinos caoaneos contra-~ .h.a~_~tanlel> de Ja.o; ciudades. po­drían wnquisrar ellettÍIQrio.

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44 DT>iti.r~

~Nuestro Dios~ en cierto 'modó un Dios de Canaáo ~ dijeron-. pué$ n.c:ompaftó ya a nuestros patriarcas Abrah4n. Isaac y Jacob. que en tiempo:. habitan>o oqui Y !)u.ley prohibe: :.cvenuncnlc que l~pciSOillb Yivllll unas a ~n de cura.~ S• o¡alimos n luchar JUntOS, segum que él esrará con noso1~. como lo Ct>tuvo c:n Egipto. ~

~produjo asf un gran·mo\imicnto de rebe.ldfu -dda poblat.ión rural, Junto con lo<; hehreo< coni.rn la población urbana que dominaba el ¡mb.

Y ocurrió 'lo que B]X'IW cabía ~ muchos castillos urbano1; fueron tOmado$. ounque su!. mu.ros ~can m.uy allos y sus üefemo~ ~taban mu~ bien armado~. Durante mucho tiempo se h:tbló de lo conquiStA de la ciudad de Jc:ncó. Bastó el sonar de las ~para que se dcrrumh.trnn llllS an­tiguas e imponentes roumllas.

Fin~llizados los combate.<~, enooneos y hebreos oelehraron juntos un11 fiesta. Lo!. cananeos ft.'Stcjaban por entonces la primavera', tras recoger lo primera COS«ba de la etbada.. P11.n1 la:. campc:sinos cm una fiesta de la fer­ritidad renova&, y en honor de las diosas y dioses de la fenilidad aeostum: bntban a comer pan fresco, ázimo. y CDlle de ~ recten o.1eídos en primavera. Los hebreos, que no lalilm. roCI'CIICÍtt a1.guna a bs costumbres campej;ina.s. rememoraban con la:. palleb áamol> y los conkros la úluma t'CD.I que k:s ordenó tomar Yahvé antes del éxodó de Egipro. Celebraban la fiesta de pritwl' cta CUmó ~ d~: la salida, fiesta de pasja.

Al cabo de siete semanilS ~celebraba de nU<:vo una gran fit"llllt t"'l ea. naán: la de las semanas (.whuQl)_ El moúvo era dar g~ por la cosecha eJe Lrigo y la fc:c:undidlld de los animales También en clla participaron 1()1; hebreas., pero no evocaban la fertilidad del campo_. sino la alianza que Dios babia pactado con ellos, algunas semana.<- después de la libetación. en el Sina1. Por~ la dc:nomina.ronlic:.ta de la alianza.

V CUAndo llegaba el otOilo. los cananeo!! celebraban la fiesta más bulli­ciosa de rodo el ai\o: la conmemoración de lo~ chozas (suklwt). Era en rea­lidad uml Gesta de acción de gracias por la cosccba; la eelehmba:n dnrante treS dfas en los campOS yo ca:.eclutdOb y domrlan en chozas impmvísad:ts. l~ hebreo~ recordaban el tiemJlO de su travesía por et desierto, cuando habitaban en chtUUs, y por eso lo festejaban también con recuerdos alga diferenm de los de sus amigos cananeos. Todos bebían copiOlltUllente el nuevo moqo y. al c;er unn fiesta desen.tmlado. más r.ard~; se da1ominó tam­bién c<cclcbración clcl gozo en la Toní>~ (.timlll11Iora).

Se habían encontrado, puc;s, dos pueblos que m1 adc1aim.! vivieon.; tnl·,

bajaroo y~ alegi'IU'On juntos. rambiéo Los bcbn:os se biricmn agricultores y descubrieron un sentido creciente en las antiguas-iie::.-tas cananeas. Daban

9. Sobne 13., fid.ib de lmld y ~u génesis, tf. W, H. Scbmidt.-.d.llk'Siamnllli­drer Glaube ínmlit'r Gtrsddc.Jw.. L-44-151.

1:"/Jmu ~id() yd Dins atmtrj~ro ~J

gñu:ias a_ Yahvé porlus fmms del campo)' por cllrabajo. yo menudo pare­ció como SJ ndota:iCD simplemau.c a la<; diosas y dio-;;es del pllis al que ha· bí:tn Ucgadu. Ofrecf:rn sacrificios exaccamcme como habían hecho síc.:mpro lo~ ca.n:tneos, para que Dio~ siguiera haciendo cn:c.:cr y prosperar el pafs. y el mundo eswvieta en orden. No pocac; v«~ to~ hebreos U~n a usar d~ oueYo los antiguos nom~ d~ los dio~•·. Algunos d~: ellos. ~in tmbargo, guardaron la metnoóa del Dios que no es posible encontrar en cJ curso de las cSUteione:.,l>ino únicamente-en la coo-rncmornción des~ accion~ histó­ncas: no c.n la na.mrnleat,.l>'ÍOO en la Ley que les <!i(). No es ningún dios de1 orden perpetUo de: la nmuraleza. ~;ino un dios del éxodo y de la liberación. \:o un dios de los s!t:nbolos siempre Vlilrdoo, sino del reinicio impred~iblc. Un dios deJ que no hay imágenes y solo cahe oonw COl\3..~ Un dios que ~. celoso. a no t2llef OlrO$ dioses junto H l>l. Mtenuns (;.)1" pueblo es1~ fonuado por cananeos }' hrbrens. mientnls se sf&an c~lcbrando las fiestas antiguas, c;eguiránlucbando enl.rt si. en la conci121cia de su pueblo. el dtos de: la~ tiams cultivada.c; y el dios del desierto. ·

2. CoNOCIMIEN10 St'Nt:OSO \ C'..(>N()("Th{{I."TO RI:CTÍÍJX(O:Of- DlOS

a) La Carta pnmera de Pedro

Los cristianos pueden verse forzado~ en ocasiones a dar cuenta de su fe ante los no cristianos. T.aJ será el caso siempre que estos malentiendan la conducta de los cristianos y se escandalicen de la incomprensibilidad de esa fe. Lo que bacen los cristiano!. k:, resulta cxtnu1o y provocativ.oalosprotimos: se sienten cu~stionados. aso­mala habitual repulsa hacia lo extraño y, en ca;¡o extremo. pueden llegar las calumnias y las persecuciones_ A veces. por fortunu. pre­guntan a. los cristiano:. el porque de su conducta. dando así a estos una ocasión para defenderse. Esa c<apologla» es l.ambién sjempre, por parte de los cristianos, e,._pn.'Sión del esfuerzo por no dejar que se rompa la relación C()municativa con 1~ no cristiano~. por tomar­los en serio en su libertad y capacidad de diálogo1'. Pero ¿cómo se

10. o. Kaiser, F~ ln t1ru-A~ Tatúnicn/; 40. ocSc: adopar01i la f~eStu rur:tLe!> ~ Ptw ~es decir.~ cu la hiStuñi¡ ·<~c · ra · sal\;¡.: cióru., Ct. tarnbimJLJGli.m, Ober~cgulfK..,n zv TmJttls Alylhe.nkriiJc, S6s

11. cr. w. Gwlmgx.Apo/ogcll.( JmJF~i<Jlthmlogi~flldtr-.l'áltll'2eit, qu.: explica tu di\.~ ~iOoc:l> del c:momo no·~ ante la$ q~ n:.;ciO. oó 1.3 upol~iea c:rimana.

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16 El Dlwjúlsífu:.utlo

puede conciliar aquello que es obvio para los que interrogan y lo extraño de los cristianos? Hay dos caminos posibles. y ambos son 11.-ma de debate. fJ uno trata de incorpornr lo extraño a lo obvio o consabido, de follllll que pierda d carácter de cxt.raiicr~ el otro pre­tende comprender lo cxtra~o 1.-n su extrciñeza Pero en el segundo camino ~.:s preciso poder mostrar por qué vale la pena afrontar Jo nuevo y ext.raJ1o de los crtsttanos.

La Carta primera de l1cdro puede considerarse el modelo neo­ÍC!it.an:Jentario de una apologia. ~ingún manual de t.cok,gia funda­mental puede dejar ñe referir«; al ~ernculo que parece ofrecer algo as! como la base bíblica de toda apologética o teología funda:mcn.­t.al cristiana: <<Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra es­peranza a todo el qu.:: 0!1 pida explicacione5)> (3, 15)':.

Con todo, no hay que aducir sin más el \'ersicuJo como soporte bíblico de la teología fundamcnt.at Porque, primero, se habla aqul claramente del f•md;unenlo de la esperanza. no de la justificación de la verdad cristiana. Además. los cristianos no deben limitarse a hablar y contestar solo cuando son interrogados -¿cuándo cruce­de tal cosa con la teología fimdameotal?-. Las preguntas surgen. como indica el conrexto del pasaje, anlc la conducta chocante de los cristianos. Pero !>i boy la conducta de los cristianos suscit.a ca­da vez menos íntetrogantes, ¿cuál será el d1.'!-linu de esto disciplina teoló.g1ca? En cualquier caso, las pretensiones de fundamcnt.acion

fiiO!>ÓJica o de !>entido último no preocupan a 1 Pe. ¿.Porqué se pide explicación de su esperanza a los destinatarios

de la ca.rta?, y ¿qué interés mueve a los que preguman? La Curt.a pri­mcr.s de Pedro se dirige a los cristianos del •<Ponto. Galacia, Capa­dacia. la provincia de Asia y Bitinia>> (en la actual Thrqufa medra y !.Cpli.."DlrionaJ). fueron antes pagano~ pero llcg'4f0n a fe-J. Se aata en

12. Tanto ln versión revisacht lk la Diblia de: t.ut.em eomo la llllduccllm oni­wu b.3.bb.n solo ~ la~.- qUé hay en vosouo!>ll, m.ienl.tti que ro f.~ se· babla_del «1~ (=palabra, f\mda!1'gt!to} de 1a:espemnn ~ C'i 14• nmmo ~~na $in má$1¡\IC ~esperanza con fundnm:nt.o (ll7pl). 1..1 S"lguicnn: e~ciéndc l Pe se inspita~ :\~wmh, Wastliiifm 'tiJit'/'l(}ffcn l. 95-114.

13~ Segiln K. lkfl:,rer, T"heol()fittge'Sc}ri.dw: des UrrhrlsJi!ntunu, 450, 1 Pe .:;; •docunn:nlu dé: una misión pu.gana del criSUMismo primitivo que ¡m:dicaba la no ublig¡Uoricdad de: 1a cimmcis:Jón•. misión que partió ck A.nlioquia jun10 a la mi·

D Dws cODS11bido} ~~ Dúii extrarrjNV 1/7

su mayorla ~esclavos (en 4 18ss se exhmta., de hecho. a los CM: la­vos). y parece haber no pocas mujci"C!> cuyos maridos aún no «creen en la palabrn» (3, 1 ). Desde que se hicieron aistianos, su vida ha cambiado raillcalmente. Ahora no viven ya «al estilo de vidain~~t.'Jl­smo, heredado de los padres» (l. 18), entregados «al desenfn:oo y la llviand~ a comilonas. borrachems y nefandos cultos idolá:t:ri­COS)> ( 4. 3 ). Para eUos comen:~..ó una nueva vida, y flOr eso llaman la m:nción. El contexto inmediato de 3, 15 son l8s injurias que han de soportar los crist.i:anos por so «vida intacb.ahlew . La sima.ción de la pequeña comunidad es mn precaria que el apóstol les pide.repetida­mcnt.e que no-eseandaliccn sinnecesidad: deben ser leales a la auto­ridad, respetar al empemdor como los esclavos a sus amos, aunque sean severos, etc. (2. 11-20)-Su estilo de vida cristiana 1.:s ya bastan­te pro"\OCadoc No partici"pan ya en las fiestas. di\crsiones y cultos de ha ciudad. y sus conciudadanos lo toman como una critica. Por su distanciBmicnto de la conducta hahit.ual, la cana llega a tratarlos de ccforastcroS>l ( 1, 1; 2, 11 ). Viven como ema:njoros alli donde est.í su hogar, y suscitan la xenofobiau. Dan~ hablar. Les preguntan por qué se haeen notar ahora de ese modo, y ellos contestan dando <<raZÓn de su esperarv.a.». A preguntas curiosas o malinrem:ionadas deben responder: hemos renacido a «una esp;."TiJD.Za viva>> (1, 3 ). Es decir, expliC3Jl que vuelven a tener esperanza. La actiwd de los pa.:­ganos no es sino la CA presión de la desesperan7.a. Pero d que Liene una firme esperan.as se comportara en consecuenCUl.

sióu pt~ulmn. !lrrgetsitúa la cnna en fccll.a mu) cercaua ola t~ inic:iahfc: 1a ua­dición sinóptica~ .. ~ain.c:1dCDCias tematícas; c.f. JbJd., J48..350) y po-.tul~& Una fccll.J lcm.pretl.a. N•l c:oitVCD«n tru. rdacioocs con la~ bajo Donu­ciaao (81·96) COOLempladas por e-:«:gctu mis 3.ntiguns.

14. (.f. N. ~ tnle PeiiVSbru:/. 30; •f..m es un fe~ qUe LIOS c.· bien c:onociOO por la lili.luña pnm:iriva del cristimismo. Coo st1 ~ rultual. culJuml, ~ y mocnJ. 1()5 cnstiru'IM quedaron etulll ai:.llllllicnto •.. ~ IJC\'Ó .fkU Y lh"..Cuc:memc:nle a la dl.scrimit~:~Ción y a actos de v1olall:l3. al estilo pogromo. que ~u hubo que distinguir de las rm:díd.u de pcrsccucíóo estata.IC'Ill; Rcspec10 a·.J. 1 ~ cf lbld~ 159s.. Sobre la SJIUIIC.ióo de lea c:nm:mos en ·J. Pe dentro del c:tJnlC"<~ to dcl ~:mtiarusmo prnmnvo. d. Th.. <;odm¡, WiJcnprurh II1Jii Lt~gc. NI!VIUUVItmtlirlre Gemeindm im Konj/iLI mll J.!,. pogfliJCJl Gaellsc-hoji..

15. El comcnmrio NTD dc:sdibuj:a ~ta ci1'CUJ1Sl:1J~Ci: y la. JlRSa por atto en lo l.c:()Jugko 111 atribuir l.a :ringulllridad_a liL«eiud3da.nia de un mundo mperioo. o a la «ciudad.ania celeWill•; d. F. lliWCk. lÑ K.ircJIRnlsriefo, 40:44 ypa.Wm. ~

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q F:J.Dinsf tJ.i.tfli:uJD

¿En qué espemn'! En una berenda..- dice el versfc:uJo 1, 4, una herencia especialmente valiosa. «i.ncmruptible, incontaminilda e in· man:hital:llc)). Fran llegado a formar parte de una COilllUlÍdad bere­der.s, y su esperanza se expresa en la expectativa ante su patrimo­nio. Al hablar de patrimonio, la cana de Pedro evoca una siLuadón protobfbliea. Tambtén Abrnhán fue Wl :tOrostero apátrida antes de que Dio¡) le prometiese como patrimonio «la tierra que yo te indi­caré>> {Gn 12, 1-3): Dios otorgó a unos nómadas el dci\."Cho a una tierra férti l en pastos. Todo ls:rael ~incluido -en la prolllesa de este palrimooio, de la tierra <<que mana leche y miel)) lTht 3-8). Y ahor.s participan rambién tos cristianos, antiguos pag-.mos, t.>n esta herencia. Al pueblo de Israel le corresponde lér herencia :por naci­mientO; lol> cristiano:. ~lo participan de la herencia por agregación al pueblo de lsmel. La <<piedra vh-a rechazailit por los hombres, pero escogida y preciosa para Dios>l, está colocada «en S ion» (2. 4.6). Aquí tiene su núcleo teológico la Carta primera de J>edro: también los cristianos, y no solo J.srnel, son aho_ra ,<.limJje esc-ogido, sacerdocio regio y nación santa, pueblo adquirido en posesión para anunciar las grandet.aS del que os llamó de las tintcblas a su IU? lldmirable» (2, 9). Las tinieblas: (<En otro tiempo no erais pueblo, en otro taempo no hsbtB mis_ericordi:apam: vosotros>>; la luz: ((Pero ubom wis pueblo de Dios. pt..-ro ahora habéis tilcan.rado misericor­dia>> (2, 1 0). Es realmeme asombroso: quienes antes eran paganos que nunca vieron al judJo Jesús ( 1, 8) y nada tenian que ~ver con el pueblo de h.Tael, han pasado a :&"'ef cobw;d~.ot> de.: t'Sc puQblo; abara las promesas de Dios valen también para ellos. Este es el fundamento de la esperanza viva que le..q desborda''.

16.· &to int.e-rpretadón es diameLnllmente o~ a la de~. Brox. Pero creo qUé L1.s II!Jdacc..'l aliruwciono$ de nru~ ni ClUf1 la ottjtJr \o.o!Wilúd resulWl inteU­¡pol~ que 1. Pe es eJemplo de u_= rcec:pción del An~>uo Tc:stamcnto ~Ulw: oo queda etf~·por el problema bistórico > tcelógjcc»t. qur las alll$ionc:s a 111 Bi­b!A bclm:a soo mcru pmcl:ums pados3s y un discurso il~'Q, que mancp cl Amlguo 'reswnemo como-si estu,ifra escrito para La J.glesia y se bubtm realiza­do la a.propmcllln tOtal (ñ · Bmx.- «.Sara=m 1kil.pld...Jt ~ ihl L J'euvsbrWj; 489-493). Pero 11i m 2. 4-1.0 los atributos de ISr.1d se rdieten ala lgles.Ja (deolrO dd aJntra.l;l.&: cntn: d .mntiguamcnta y d ~ ~:Bl:ox mini.mi..z:l). ¿,oa bay que admitir .~_c:na; ctml() mncficmn de pa!iibilidad, una ~nc;\i('ln sobre el n-ello Tsnu:J.T¡~il (q~ en ~hit.o debe~~ ICSis ae SU-..titta;iún)? ¿Por q\k

El DW$ COif;SQhú:h .V d Dk» exlranjwv 49

EJ camino para compartir esta herencia, que recibieron en virtud de la resnl"!"eCCi6o de ~ es la fe en él ( 1, 3; 2. 7). La Cana pri­mcm de Pedro explica la eficacia de la fe en una teología del segui­miento. Hay que pad.ecerpor causa de la fe, como también «Cristo sufrió por vosotros, dándoos ejemplo para que sigáis S1b huellas,> (2, 21 ). También él fue injuriado, JX.'TO no de\ olvia las injurias; tatn­

bién él sufrió, pero nó amenazó. Por eso el ~ufiimiento es más que una procb3 de la fii:meza de la fe, aunque también sea eso (1 , 7); es asimilación a Cristo, conJtagnacióo a una exisrencia cristifonnc de

e-xtranjerla y expulsión, así como glorificación de Dios que resucftó a Cristo de la pasión y muerte (2. 22-25; 3, 18; 4. 12-19).

Klaus 1kiger ha señalado que la Carta primera de Pedro <<pre­senta a los cristi:mosrecién convertidos como aquellos que han de cxpenmentar exactamente lo que sienten los prosélitos cuando se pasan al judaísmo». Una serie de equivalencias terminológicas con el vocabulano judío para el proseltttsmo sugi<:rc la identidad de la

situación. Como los prosélitos, tambtén Jos pagano-cristianos de­ben evitar una. asimilación culturaJ: <dos destinatarios deben aceptar su aislamiemo, profundil'.ar c:,-piritualmente en éJ y permanecer •fo­rasteros· e 'ilegales'». La hipótesis de que el áulor de la Carta pri­mcm de Pedro presupone que el destino de los pagano-cri:>tianos se COITL"Spondc con el de los prosélitos, tiene también <<históricamente algo en su favor. Aunque los cri.stianos ya tenían w1 nombre propao según l Pe, son considerados como una dw,c de judíos. y el autor de 1 Pe les ensefia a afirmar esta idcntidaili>' ~. Con tal situación

Brox da por supuesto el olvido de tsm~ eunntlo él mtl,'mti ~ruhra)'a: «En la~ rmáge­nes (bibltcas) rrnnsmjiidas-~ la fornw:tón del pueblo de fmcl, 1~ comunidJd R! m:oooce a sJ -miJ.'lttll. En la fe I1T7o la cxpaicncta de acoginucmo; 1lll11Ca IDti:S

conocido, ~ la C~tmnmilm del n~o ' pueblo de Dios'.» (IA•r ~ú· A•tnalme/. 2S6s)'! El que es tan versado en las 1::scnturu como el autOr de 1 Pe y. ~ Uc:va canto «paulin.Wno• daBro (1bu:f.. 47-51). no babd oi\'ÍdálkHJILI flctlm.:o&.e ~ prOblema mxl-JglesJa. La con.seaaencía &1 cnroqoc de Bro" es, por Lmtn, l~t ~idad ck conocer ya ningún tema claro-de 1 Pe. Se trata.~ él. de una t¡llritola poa1 hmanad3..--coruo!aturiay cdif~ qüc n:cum:: en~~~. un mll2riaJ mny retot."ado; cf. ibid_ 1 &.24. 1.a ~ón "ele q 1. Pe babia olvidado «ya In terníJ:ica de l'illld -c._..tá ~ls.Qonada coo ta:problanárica' de la croooiOtta; pew Omll. consJt.lrnrimolubft"csa-problc.rujtica, ibJtl,. 38-43. .

17. Es.ltscitas:WD de K. .8ergec. nH!O/lJXf4'0cJrk htedt:J. ( irchrúiL'JitJIIJU, 45 l.

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so El Dios jobijkodo

histórica se cruza la teOlogía del apóstol Pedro, su calificación de tos pagano-cristianos Cómo «linaje escogido~> (2.. 9) que llega hasta la designación categórica de las mujeres como «hij~ de Sanu) (3. 6), y el rema del seguimiento y el sufrimiento. que él asocia a la fe en Cristo. El seguimienw en el sufrir no es sino la forma concreta de la panictpación en el destino de lsrnel o, más exactamente. en el destino de los convertidos del paganismo al judalsmo. ~<A los no judios tiene que cm:npJacerh.os cJ ser identificado~ ahora como ju­dfo~m;_esro acontece po.r su comunión con Cristo. pero jmtamente ~-i «q~edan incorporados a la historia de la ~ran/'3 de Tsracl»l~

tal es el fundamento de su esperanza. su salvación {1, 5.9.10~ 2. 2). co!Ul~ que los ángeles mismos desean contemplar (l. 12).

EJ apóstol Pedco da por supuesto que este acontecimiento de la participación se produce en la linea del pueblo elegido de los judíos; ¿acaso no «inquirieron e indagaron>> ya «los profetaS esta gracia que también está destinada a vosotros>) (l. LO)'!, ¿no «les fue revelado que ellos no deben servírse a si ml!'mo.c;, sino que os deben servrr a \'esotros con eso que ahora &4: os anuncia>> (1, 12)'!'' No se t:ruta. p~ de expropiar a Israel del derecho de herencia en favor de los crisLianos. A 1 contrario, ahora unos no isrnelltas participan L-n la he­rencia prometida; tal es el sentido de las Escrituras de lsrael Ellas sugieren ya el acontecimiento que el apóstol va a anundar aquJ, y así puede decir que el (tEspirilu de Cristo>> estaba ya en los profetas y que estos habían dado testimonio de Cristo ( 1, 11 ).

Son relaciones complejas que establece y difunde la Carta pri­mera de Pedro y que solo le resultan del todo transparentes al muy versado en las Escrituras de Israel. El apóstDI procura sinccramcnlC descubrir a los nuevos cris:tianos el sentido de estas Escrituras. Pero vernos lo dificil que tuYo q:ue_ser para los cristianos de la provincia

18. ~ún¡uanlt, lf'ot dürjen II'Ír hojJtm, 96.1(}R; ide-a bL,ICIIIainmén de: SU cm­tolog{a; J~ qui~ ser «ull-=onl.((;imiatlO de perticip¡tci6n eon1111U$tml•de lmel y actuar en i:OOS<..~ (Dau:lvwlick tki.etmtnis DL.Jcsm. «n1 Judni 1,_ 161J..

19. •El sen!Jdo c:risoológieo de la h1s1orit de lsrady dé la pelAbn\ d.e los prof~ lb es d l'ii:I'Vicio aa•iliar pliill b cri..üanc~~~; "'llo • o.Q va tlcstinado: de e;a f\mna siM: s lo& DO jtJ<iicp (M:m¡uardt., ftas dilrfrn ,'t4'iT hoffon., U4). l..a COiliJiPO'ÍCÍÓD t<Do para sl mismo, sloo para VOSOilOSlf ContnlS{¡l tambtéD con la ·testS de Brox sobre L'l ol\' ido de lstoel eft l Pe.

El Dio., Mll.,fahfdo ,11 el Dios C.fr(Jifjer'Q SI

de Asia la disposieión a hablar y contestar a sus compatriolaS paga­DO."- ¡1'\o podian explicarles todo! Sin duda hubiera sid<.1 mm:bo más fácil discutir con ellos sobre la c.x.istcncia de Dios; pero no se trata­ba de eso. Tcnúm que identificarse primero en clave judia ant~ de poder explicar su condición crisuana y, coo ella. i>u vha esperanza. Pero no menos les apn.'lllja la necesidad de la (<apología».

Cabe preguntar, además, cómo iban a comprender esta$ CQ!)..'\S

Jos compatriotas pagano.c¡, e-11M, que ~nodan las Emnu.ras y probablcmc.:nte se interesarían muy poco por escuchar relatQS acer­ca del dios de un pueblo extranjero y de-su herencia ~upuesuuneote reservada a algun~ esclavo::. com ersos~ pero guardada temporal­mente en el cielo (1, 4). Si la disposición a hablar y contestar signi­fica mantener el diAlogo, ¿cómo ~e iban a interesar por disquisicio­nes tan embroUadas? La Carta primera de Pedro busca la respuesta a ~m pregunm no en la argumentación oonv1nccntc de sus destina­tarios, sino en lo que ellos bao de bacec el bien. Su conducta dis­crepante provocaba la oposición, pero también despertó ~n duda la curiosidad y se pn::staba a que los p<lJ:rranos se cuestionaran su propia conducta. Asi como los maridos todavía increyenr~ son conquis­tadoc; «por la vida de ~m; ~poc¡aq <;in necesidad de pahtb:ras, vjentJo cómo eUaJ> viven en pu.reza y temor de Dios» (3, ls), de igual modo los paganos «recapacitarán con vuestras buenas ohra.c; y glorificarán a Dio::. el día que los \Ístlc>) (2, 12). t-.o devolver mal pormal. ni ultraje por ultraje. sino bendecir {J, 9): con dulzura y respeto dejar avergonzados a los que difaman el but."fl oomportamienlo cristiano (3,. 16 ); renunciar a Ja violencia en la sociedad esclavista. distorsio­nada por ella (2, 18-24): 1 Pe inC~istc en la fuco.a de convicción tJc la obra buena. Entre paganos y cristianos bay sin duda un consenso sobre (<lo que son las 'buenas obra.<;·w-. la base del acuerdo no es una c.omprensión de Dios o de la ~erdad o del sentido, sino este

entendimiento del bien obrar que invita a los paganos ~ acoger la singularidad de Los CIÍJ>'tianos y de su Dios.

La Carta primera de Pedro ofrece el modelo de un conocimien­to de Dios que yo califk-aria de ((.:.inuoso>,. Cuamlo se habla de

20. Rro• sohfe 1 Pe:. ~gún ~. J'heo~chidrte; WJ.

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j1 El D~IaJ.sifloaútJ

ni o~ ~n l)lJ!> promesas como úJtimo «fundarmmto de la cl;pcrnn741>>. no se intenta s1quiera relacionarlo-posith-amente con los dioses de los paganos, con aquello que los paganos consideran lo supremo y

úJLimo. Se hace m~ bien el rodc."' pm- el DiOb de lsrael. necesario porque el camino pasa por 15me1Jesús posibilita la participación en el pueblo de bracl, es el punto angular por el que ha de pusar el camino. Cumino en función de la bocacalle: de la conducta extraña de \os crisünnos a Jesús (comunión en el sufrimiento), de Jtlt>Ús a Dios. Así cabe explicar la conducta: estos cristianos son también ahora un pueblo propiedad de Dios, que tiene prometida una he· rcncia; laJ es su viva esperanza, que les hace comportarse de ese modo. El rodeo sugiere formalmente la extraí\eu dl!l Dios que va impllcito en esa conducta. Ese Dios .no es aseqwole por caminos rectillneos; por eso no exige un comportamiento rectilfnco, ajusla­do. Sin embargo, LOdo c.:sto el> una cuestión de apología. Se busca un arreglo y se aJca.nza, quizá, una comprensión ... a través de la evidencia del buen componamic.'Dto. Pero qué dificil es esto.

b) /.a apologia de Justino desde Roma

A mediados del siglo Il, cuando Jusrino, de s_obrenombrc Hcl lilósofm>, cjcrda su actividad w Roma, los cristianos eran en la ca­pital del imperio una minoría marginada y h~ógada. Justino exigió po~r fin al hecho de que, a la vista de un cristiano, !agente gritase: <<Ad leones!>>. Las autoridades de la ciudad y el pueblo rcaec1ona· ban con histeria ante la comunic.btd l.'rutiaoa. Circunstancias y pre­juicios de todo tipo habían generado esa ~actitud~ desde que, el ano 64, el emperador Nerón Inculpó del incendio a los cristianos'" estos <.·ran considerados polliicamente sospechosos. inclu&o enemigos del Estado y hasta criminales. La persecución bajo Nerón babia llevado a los cristianos, por primera vez. a ser conocidos por el gran póblico y a ser tenidos por <<infames)> (jlagitiost). Se decía. además, que mvOCában a un delincuente ajusticiado en la cruz. Y que no adora· bnn a los dioses rornanos. Por eso fw..'TUTl acusados de «ateísmo»; y como la adoración a los dioses era el culto oficia~ se denunCió su deslealtad general al Estado. Le."l exigieron ofrcccr a los dioses,

á/ Dw.s rotiSDbllio y el Dio.f-arTanjmJ .SJ

como el resto de la gente, los sacrificios prescritos; pero cUos :no estabatl dispuestos~~. El propio Justino fue aj~ticiado el afio 165, por lo qu~ lleva. también el sobrenombre de <<mártin•. Se propala­ron. f.'11 fin, rumores sobre los encuentros de los c..Ti.stianos., a los que no se permitía la asistencia a gente profa.na. Segiln esos rumores, en taJes reuniones comian cuerpos de ninos JX.>quci'los vivos (en esl() convirtio la runmrologfa la cena cucurística), se organi,.aban orgías ~ext.lalcs (¿por q&Jé, si no, íban a !ler tan secretas sus asambleas de cu1tO?) y se producían incluso uniones incestuo~ (¿no se trataban

todos los cristianos de «berman®> y «hennanas>>?'j'l. ~ eriStiOt­ll~ eran generalmCllt.e aborrecidos y fueron á menudo objeto de grav~ atentadoS:. Aunque no existía una base legal, en la práctica ser cristiano estaba considerado aJgo puniblc....!J. En esta situación, un cristiano cnlto echó mano de la pluma para proteger a sus her­manos pen.eguidos medianté una <tapologioo~ (escrito de defen~) dirigida al empentdor Antonino Pío ( 1:38-161 ), a sus hijos, al se­nado romano y al pueblo romano. Con este texto Justino prelL.'Tld{a dl!smentir las acusaciones contm ellos. f.ll\!,ria, por lo pronto, un procedi.mjenro judicial C1J ~u debida fonna. No era co~'Cto ~ nar a alguien solo por llevar el af)Odo de «cristiano» (cap. 2-4). En

suma. Jusnno pnrtcndía resolver con sensatCJ y rcari~"'Olo los con­flictos prácticos. Mas paratransmitir a1 emperador y al gran público una imagen conecta de. los cristianos. procuró w.mbiéo presentar y explicar globalmente la doctrina y la praxis cristianas.

JLtSlino estaba especialmente pn.·parado parn estn mrea, y fue el primero en acometerla en la historia de la lglcsia. Hm culto; era filósofo. es decir. conoda las c~uclas filosóficas de su tiempo. Pe­ro, según refiere, no había encontrado ni en los estoicos, ni en los

21 . Sulm la imponancia del culto ~ • los diO!ICS como sopom del Esa-do. d. RauscbllcLL.dJrbrtck,IIO.... :: __ •. ~ · _ . ~ -._- . o

22. cr Ju. .. tioo, ~n Apol~ ... Clllimlo 14 y ~~lment..: 11 r~iciifti rn· tu:.: M. 'dan:twicb~ /ti#Í:_n[ liton)·~u ~1cr pm Cltrirrfamr. trad\ICQÓD al ~ mao: .h«nn l'hilosoph lUid 'Mur~n2: Db! enuo ifl'()logie. tdictóo de K. Ba~ r:diciúl) critica y lr*!~:dún frllmn:sa: Cb. MDllÍI:r, Sollll J.wm. Apvlugur pow le.T r llrJtiau. Sobn: la:.,. ~iones a los ctistianos que Jlb.tioo n:h.ltc, e f. M. Alcxm­dtc. Apol~ejrldiD-bdlomtú¡w: i!tpremiero Opolop' <'hlitWule$, 165.

23 •. ('f. H.:mschild. Li!hrlnlclr, 11 ~ 11 S.

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54 /;/ DioJfu/s¡f/CúÚQ

pcripatéticos, los pitagóricos o los plaróni~os lo que buscaba: la fi­losofia verdadera Una convCTS:Jcióu con un misten oso y 'cncrabfe an~isru> cn la playa de Ostia le abrió los oj~. La "erdadera filosofia había que encontrarla en la_ Biblia~. Justino siguió callejeando por Roma con indumentaria de _filósofo, rcfor/.ando así La idea de que la fe cristiana era una li losofia raCionaL lntentó demo:,l.rar a sus co­Jc~que todo lo bueno y verdadero que se contenía en la tilosor~;~., sobre todo en Platón, bubíu hnllado su plcnití.td en La fe cristiana1~. Cri~to significa nada menrn. que la revelación del Logos. de la ra­zón cósmica, que se habfa manifestado ya. db-persn y provisional, en li1S obras de los filósofOl>. Por eso Sóer:ates. por ejemplo, ptrede ser ya calificado como cristiano ClVQJ1t la leftrel'. Justino recha.?..a 1~ divinidades pa~ por ridícuJas e indignas de una persona sensata

(cap. ~10): se rigen tan solo por la imnomlidad de sus rcp~'Utan­tes (los artÍ$la¡) que crean sus imágenes ~ in~-pirau en las esclavas que les ~it:ven de modelo. c;¡p. 9, 4).

Justi'no se defiende enérgicamcotc de la denw1cia contra los cristianos como peligro pam el Estado_ ¡Al C()ntrario! El cristia­nismo fomenta la moral de los dudadanos y sostiene al F.~tudo. El emperador no tiene nada que temer por la cx¡>e(:tativa cristiana de un reino de Dios, pues se lntta solo de un reino que tendrá lugar en un fuLuro lejano (cap. 11). El cristianismo combate el vicio y

recomienda la obcdi(.'llCÍtt a lo autoñdad (cap. 12-17). Sobre todo.

24. JU$Úntt dc:scnbt su Itinerario filosófico m d Diárogo C'OII eljudlu Tr¡fiífl, cap. 2-8 (flKV).

2S. Justi.no siAUló en re.lliduc.llu$ lfi.ICilti de Filón de Alejllndl+.¡, que: al «ateís­mo• Jeprochado ya a lO$ judfos babia ~sto l3l. analogitb cnuc el concepto blblico !k DiO!. y d cooccpc:o platóru.co del M:r. JustmQ rdacion.t eJ «sent y d demiurgo c:rt:ador pl.uónieos con la nocic'm cristiuua de Dtos; pero lo~ aplicó aun­bien aJ Hi~. Cí E. Robtlbud. Ju.trin. L 1cinirai.lt! pbllusop/iit¡ue. 16$; Ch. MUJlier. L ·apolDgiE di! StnnJ J11.~tin pl11losophe ~ marlJr, 98í-. Ya en Filón. la adopción de c:ategurias pllllÓ!lieas induda a subrn)'ur la escnc::itt Im::lafisica. umlterablc e: .imPa­,;ibledc Dros: cf. M Alexamln:. Apnlogiliquejlldéo-ht.-Jiini.Hiqw, 9-i,-, - -

26. Apoll. 46, 1. Cr M. fOOou, La ftgure ck 5ocnzl~ teiQn Ju.r~in. La :illr­mactón de llllitino 'JqÚn 111 cual la pahhru de Di~ había 1'1~0 ya; a tr.l\'él. de S(tcnlJ.e8. le JI~CI()Ció una mención ektgiosa c:n cJ primer consreso de w.~ n:.ligioocs celebrado en ChJ.cato c:n 1 lf9l: Jlll>lino como ptec\lr$()r de la aluQ17a de In mil~ giones (cf. ibiti., 5 he). Fédou lo sítú:l con razón i!l'l el ()rigen de la tcoria sob~ el «criiDnno llil(ÍtrinlQl).

F.J DiM ~n..fabiclo y el LJil:xs ex~rml}N"O .S .S

habria que \'Rlomr no poco la doctrina de la vida eterna en su re~ tevancia moral., pues ahorn saben los malos que tendrán el cnstigo merecido. aunque logren csc.tpM u la justicia terrena. Por lo de­más, la idea cristiana de una vida despues de la muerte no es ~.

inverosímil como parece al principio; algo &inúlar se desprende ya de las nigromancias paganas (cap. 18-20).

E!~tO último es tfpico en la argumcn~ión de Justino. lnt>i.ste en wllstrar que lit dO<:trims cri~tiana e$, en el fondo. familiar a los paga­nos. ll~ como queda dtch.o, la apanctón defin&ti'\--a de la raz.ón cós­mica, que conocian ya en forma poco clara los antiguos fuósofos y religiones. Justino llega a afirmar que Platón tomó de Moisés la doctrina de la creación del mundo por Dios: sostiene que la Biblia t.:s rru\s antigua y, por eUo, más respetllble que cualquter ffiosofla (cap. 59). Por ejemplo.. la enseijan?..a cristiana sobre el Hijo de Oi~ Cristo, fibru:ra también de modo incipiente enla.religión pagana. Es­ta conoce num~ hijos de Zeus. y esos nijos de dioses tuvieron en parte un destino muy !>imitar al de Cristo (cap. 21-13).

Pero cu:mdo a6nnanw$ wlcmas que el Lagos, primer vi.Stago de Dios, fue engendrado ~in acto camal J~Sto, nuestrO maestro- y

que fue cru<ilic:Jdo, aumó. luego n::sucitó) fue elevado al ciclo. no apni'"Cll1l(lS nada emallo en cOmp:trnción con vuesrros hijos de l~us: Pues sabéis bu::n c.WIIli.OS hijos de Zt:.us apanxcn en cscriton:s llm es: timados por v~~ nsí Hesmes., el esplrim luminoso de la ra1ón y ~ dt tod~ luego Al.cl1:¡no, que fue módico, munó fulminado por nn rnyo y fue transportado al deJo.. {cap. 21, 1-2). Pero si el ht:Cbo ck b.aha sido crucíficado ¡rudicra.n:sull.ar c:scandaloso. tam­bién en esto :coincidió oon los antes mencionados hijos de /~us.. que lgual.oN:ntc padc:cicrou: porque de ellos se oan:an no idénticas, pero sf diferentes dase.c; de muerte. y ~1 mmpooo les va n la mga con su J)ClCuliar Imma dcJOODL ~ (cap. 22. 3-4).

J ustino encuenlnl numerosa.~ analogfas de ese género entre cris­tianismo ) paganismo, y ofrece una explicación: la creencia en los dioses paganos es obra de los demonios, ¡que conocian ta revela­ci(m bfblic~ y trulaban de caricaturiLarla! Llegaron a imit.a.r el rito cristiano del bautismo ron antelación, por ejemplo. introduciendo cJ baño o la 3.$pcrsión con agua c.'ll los cultos pawmo::. (cap. 62). Los demonios querían así menguar la eficacia de la verdad. querían

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