el contenido de las tumbas o broceliandahecho, en el famoso e influyente estudio de jacques legoff...

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[19] Ana María Morales * EL CONTENIDO DE LAS TUMBAS O COMO TENER MIEDO EN BROCELIANDA as historias medievales artúricas han sido consideradas un plácido universo donde los caballeros emprenden aventuras felices que los llevan a enfrentar hadas y dragones en un entorno de maravilla feé- rica, donde el miedo no se puede aclimatar sino como un recurso retórico que subra- ya el valor de los héroes. Sin embargo –y a pesar de que lo feérico existe y es parte importante de las historias caballerescas–, no toda maravilla funciona igual ni causa el mismo impacto en los personajes que pueblan ese mundo de cosas admirables cuyo espacio parece contener todo cuanto la imaginación es capaz de crear. Es por ello que hay distintas coordena- das desde donde la maravilla puede invadir la cotidianeidad de los caballeros artúricos: lo mismo Oriente con sus exóticos autó- matas que Finisterre con sus ambiguas hadas; pero también hay otras direcciones y una de ellas es la que apunta al camino de la muerte. La muerte –sus misterios y sus dominios– es una de las coordenadas que encauza la explicación hacia la mayor oscuridad y el desconocimiento que tene- mos de sus implicaciones hacen que sea uno de los campos más fértiles para el florecimiento de maravillas (no siempre tranquilizadoras), uno de los territorios por excelencia de los Otros –los seres amena- zantes que pueblan su reino–, y la gran frontera que separa a lo cotidiano de lo extraordinario. Si la vida aparece como el período de lo real, la muerte es el de lo maravilloso. Este límite natural de la vida humana se ha rodeado de múltiples creen- cias y miedos que posibilitan que la ima- ginación se desborde en la recreación de explicaciones y esperanzas de que el final no sea tan tajante como parece. Imaginar el más allá de la muerte y sus mundos es y ha sido una de las ocupaciones favoritas de los seres humanos. Y es, además, un te- rritorio privilegiado para que la función compensatoria de lo maravilloso se ma- nifieste. Los paraísos prometidos que jus- tifican el hambre, la desolación y el abur- rimiento que se sufren cada día y los infiernos amenazantes que castigan el gozo, la felicidad o la saciedad vividos día a día nivelan las diferencias evidentes que hay entre todos y plantean la única posi- bilidad de creer en la intrínseca igualdad que se supone existe entre los hombres. Empero, en ocasiones ese mundo tras la muerte no es ya el lugar de destino últi- mo –que sin que importe su valencia es L Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. *

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  • [19]

    Ana María Morales*

    EL CONTENIDO DE LAS TUMBASO COMO TENER MIEDO EN BROCELIANDA

    as historias medievales artúricas hansido consideradas un plácido universodonde los caballeros emprenden aventurasfelices que los llevan a enfrentar hadas ydragones en un entorno de maravilla feé-rica, donde el miedo no se puede aclimatarsino como un recurso retórico que subra-ya el valor de los héroes. Sin embargo –y apesar de que lo feérico existe y es parteimportante de las historias caballerescas–,no toda maravilla funciona igual ni causael mismo impacto en los personajes quepueblan ese mundo de cosas admirablescuyo espacio parece contener todo cuantola imaginación es capaz de crear.

    Es por ello que hay distintas coordena-das desde donde la maravilla puede invadirla cotidianeidad de los caballeros artúricos:lo mismo Oriente con sus exóticos autó-matas que Finisterre con sus ambiguashadas; pero también hay otras direccionesy una de ellas es la que apunta al caminode la muerte. La muerte –sus misterios ysus dominios– es una de las coordenadasque encauza la explicación hacia la mayoroscuridad y el desconocimiento que tene-mos de sus implicaciones hacen que seauno de los campos más fértiles para el

    florecimiento de maravillas (no siempretranquilizadoras), uno de los territorios porexcelencia de los Otros –los seres amena-zantes que pueblan su reino–, y la granfrontera que separa a lo cotidiano de loextraordinario. Si la vida aparece como elperíodo de lo real, la muerte es el de lomaravilloso. Este límite natural de la vidahumana se ha rodeado de múltiples creen-cias y miedos que posibilitan que la ima-ginación se desborde en la recreación deexplicaciones y esperanzas de que el finalno sea tan tajante como parece. Imaginarel más allá de la muerte y sus mundos es yha sido una de las ocupaciones favoritasde los seres humanos. Y es, además, un te-rritorio privilegiado para que la funcióncompensatoria de lo maravilloso se ma-nifieste. Los paraísos prometidos que jus-tifican el hambre, la desolación y el abur-rimiento que se sufren cada día y losinfiernos amenazantes que castigan elgozo, la felicidad o la saciedad vividos díaa día nivelan las diferencias evidentes quehay entre todos y plantean la única posi-bilidad de creer en la intrínseca igualdadque se supone existe entre los hombres.Empero, en ocasiones ese mundo tras lamuerte no es ya el lugar de destino últi-mo –que sin que importe su valencia es

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    Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.*

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    tranquilizador por su mera existencia–, sinoel territorio impreciso que se abre por dis-tintas fisuras y permite que algunos deaquellos que debería haber cruzado yabandonado para siempre este mundoregresen y lo hagan de manera perturba-dora, se convierte en una referencia deinquietud y miedo.

    A pesar de ello, éste ha sido un acer-camiento poco frecuentado, y uno de loselementos que en ocasiones pierde im-portancia a los ojos de los investigadoresque se han dedicado a estudiar lo mara-villoso medieval es ese particular tipo demaravilla que aparece en muchos textos–medievales o no– como una herramientapara suscitar terror: los muertos que se nie-gan a permanecer descansando en paz. Dehecho, en el famoso e influyente estudiode Jacques LeGoff “Lo maravilloso en elOccidente medieval” hay tan sólo dosmenciones a lo que podríamos considerarpresencias o lugares de Ultratumba: el via-je al más allá (relacionado con los inmara)en el inventario del apéndice y en el aná-lisis de un exemplum de Cesario de Heis-terbach que relata el regreso de un muerto.Este último se utiliza justamente paratestimoniar la poca alteración que provocala presencia del revenant (el que vuelve)en el mundo de los vivos:

    Un jeune noble, qui est convers cistercien,garde des moutons dans une grange del’abbaye cistercienne à laquelle il estattaché et il voit apparaître devant lui uncousin qui est mort récemment. Trèssimplement, il lui demande: “Que fais-tu? ”L’autre lui dit: “Je suis mort, je suisvenu parce que je suis dans le Purgatoire,il faut que vous priiez pour moi. –On vafaire le nécessaire. ”Il s’éloigne sur laprairie et il disparaît au bout du champ,comme s’il faisait partie du paysage na-

    turel, sans que le monde ait été véritable-ment troublé par cette apparition.1 (25)

    Presentado de esta manera, es clara la in-terpretación de LeGoff acerca de la míni-ma turbación que el mundo ha registradoante la intervención de un ser que deberíaestar violentando una ley natural que in-dica que los muertos no vuelven, pero, másque pensar que esta recepción de muybajo perfil sea generalizable, habría queconsiderar el género literario del textoal que LeGoff hace referencia: un mila-gro, que además se usa como un ejem-plo, una guía, del comportamiento acep-tado. No sólo se trata aquí de un asuntosobre la reducción de lo maravilloso en estetipo de textos y en este tipo de maravi-lloso2 –la que parecería una violación, la

    “...un joven noble que se hizo cisterciense guardaganado en un campo de la abadía cisterciense yve aparecer frente a sí a un primo muerto recien-temente. Con toda sencillez el joven le pregunta‘¿Qué haces aquí?’; el otro le responde: ‘Me hemuerto y he venido porque estoy en el purgatorioy es menester que oréis por mí’. ‘Así lo haremos’.El difunto se aleja por el prado y desaparece porun extremo del campo, como si formara parte delpaisaje natural y sin que el mundo haya sidorealmente turbado por semejante aparición” (15).La traducción es de Alberto L. Bixio para la edi-ción de Gedisa citada en la bibliografía.En otro lugar he dicho, haciéndome eco del mis-mo LeGoff, que lo milagroso aparece como unanecesidad de reducir lo inexplicable a lo conocido(la voluntad y potestad del Dios aceptado comoúnico), pero que, como género, el relato que lla-mamos milagro tiene como finalidad justificar lafe religiosa y demostrar el poder de Dios a losincrédulos. El papel de lo milagroso no es tantodivertir o entretener, o incluso ayudar a la eva-sión de lectores u oyentes: su interés principal esservir de ejemplo de conducta y reafirmar la fe, elmilagro es propagandístico. En el relato de Cesariode Heisterbach, la función del difunto que regre-sa de Ultratumba para pedir misas que lo ayudena descansar en paz no sólo es profundamentepropagandística de los beneficios y utilidad de laoración, sino que refuerza la creencia en el siste-

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    presencia del muerto entre los vivos es enrealidad una excepción realizada con elconsentimiento de Dios, para quien todoes posible– está también implicada lafunción de los milagros como refuerzo dela ideología cristiana, función ajena a lomaravilloso en muchos otros tipos de re-latos como pueden ser los romans –no-velas, según una vaga y poco adecuadanomenclatura moderna– de aventurascaballerescas.

    Es cierto que los muertos que regresan,visitantes casi siempre incómodos, suelenrelacionarse con mayor facilidad con la li-teratura decimonónica o con la leyendapopular que con los elegantes romans me-dievales, pero también ahí llegan a apare-cerse, y cuando lo hacen distan mucho deno “turbar el mundo”, de hecho son reci-bidos con grandes muestras no sólo desorpresa, sino de terror.

    El relato de un muerto que se anima nodeja de ser impresionante sea cual sea elcontexto en el que aparezca. Una pruebade cual podría ser la reacción normal deun personaje que ve moverse a alguien quecreía muerto se puede encontrar en Erec y

    Enide –roman courtois de Chrétien de Tro-yes, escrito en el último tercio del sigloXII–. Tomando a un desmayado Erec pormuerto, él y su mujer Enide son llevadospor un conde a su castillo. Sin preocupar-se por la aflicción de la hermosa Enide, elconde procede a cortejarla y en respuestaa sus negativas llega a golpearla. El escán-dalo hace que Erec despierte y ataque alconde partiéndole la cabeza sin que me-die siquiera un desafío. Tal conducta debe-ría haber provocado el ataque de la gen-te del conde, pero algo los detiene y obligaa huir:

    Li chevalier saillent des tables;tuit cuident que ce soit deablesqui leanz soit entr’ax venuz.N’i remaint juenes ne chenuz,car molt furent esmaié tuit;li uns devant l’autre s’an fuitquanqu’il püent a grant eslais;tost orent voidié les palés,et dient tuit, et foible et fort:“Fuiez ! Fuiez ! Veez le mort.”Molt est grant la presse a l’issue,chascun de tost foïr s’argüe;li uns l’autre anpoint et debote;cil qui derriers ert an la rotevolsist estre el premerain front:ensi trestuit fuiant s’an vontque li uns n’ose l’autre atandre.3(vv. 4831- 4847 [pp. 147-148])

    ma del Otro Mundo cristiano que con la invencióndel Purgatorio no sólo abrió la puerta para unacomunicación más aceptable entre vivos y muer-tos, sino contribuyó a una mayor participación delos creyentes en la salvación de su familiaresdifuntos. Jean-Claude Schmitt ilumina esta rela-ción aludiendo a un conflicto entre el cristianismoy las prácticas que subsistían del culto a losantepasados donde los difuntos pasan de ancestrosque requieren veneración y culto propios a con-vertirse en un testimonio de Dios como una au-toridad que permite a determinadas almas solici-tar de sus familiares el auxilio necesario para susalvación y, de paso, dejar constancia de que laUltratumba cristiana existe y es el verdadero des-tino de esas almas que antes podían permanecercerca de sus deudos. Sobre este asunto, esimportante también El nacimiento del Purgatoriode Jacques LeGoff.

    En la traducción de Carlos Alvar para EditoraNacional: “Los caballeros se levantan de las mesas;piensan todos que es [un] diablo que se ha metidoallí, entre ellos. No se queda ninguno, joven oviejo, pues gran miedo tuvieron todos; unos anteotros han huido como pueden, muy lejos; prontodejaron vacío el gran salón, a la vez que gritaban,tanto débiles como fuertes: —‘¡Huid, huid! ¡He aquí al muerto!’Mucho tumulto hay a la salida, cada cual se ocupade huir pronto: unos a otros se empujan y de-rriban; el que estaba al final de todos, quisieraestar al primero, delante; así escapan huyendo,sin que uno ose esperar al otro.” (157)

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    Como es evidente, no hay forma de con-siderar que la presencia ya no de unmuerto sino de una persona consideradacomo tal sea un fenómeno registrado conapenas un poco de admiración: el miedoque hace huir a guerreros probados, la in-capacidad de la mesnada del conde devengar a su señor, el tumulto que provocasu presencia son testimonios de que tanextraño y amenazador resulta que un su-puesto muerto se ponga en movimiento.

    En ocasiones se ha mencionado quepara la mente medieval –inmersa en lamagia y las supersticiones– es imposibleturbarse ante estos sucesos, cómo el re-gistro de sorpresa apenas sobrepasa la deuna cortés admiración. En pasajes comoel anterior podemos constatar que estasafirmaciones podrían matizarse. Con esteepisodio estamos en presencia no sólo delmiedo físico, el terror normal que puedesentirse ante una amenaza a la integridad–los personajes de la corte del conde songuerreros acostumbrados a defenderse–;la huida precipitada de jóvenes y viejosregistra un sentimiento diferente, el delhorror que paraliza por incomprensible,porque está más allá de la comprensión yque permite avizorar un abismo de mis-terio e ilegalidad que resulta más terribleque la mera presencia de un enemi-go inesperado.4

    Un poco antes de que Erec se levante,el conde ha increpado a Enide con lassiguientes palabras: “Certainnemant poezsavoir / que por duel nul morz ne revint, /n’onques nus avenir nel vit.”5 (vv. 4758-4760 [p. 145]). Se trate o no de un perso-naje que demuestre poco respeto por losdifuntos, lo cierto es que el conde ha enun-ciado una ley natural que excluye la posibi-lidad de que un muerto regrese y comoprueba de su aseveración invoca ni más nimenos que la evidencia de los sentidos deuna comunidad completa: “n’onques nusavenir nel vit”. Estas son las razones porlas que cuando la gente del conde huye,no sólo lo hace de un ser que creenmuerto, sino también huyen y sienten elmiedo que suscita un hecho completa-mente anormal, trasgresor, ilegal que losorilla a tratar de explicar el por qué de laviolación de una ley de funcionamientode realidad tan perentoria como es quelos muertos no resucitan. Es decir, no setrata de personajes que estuvieran espe-rando que un cadáver pudiera moverse yque por tanto pudieran comportarse tancivilizadamente como el joven cisterciensede Cesario de Heisterbach, si no que con-sideran lo sucedido como una maravillaatroz, y –dentro de un esquema de mara-villoso como éste– entonces, ante la evi-dencia de sus propios sentidos, los per-sonajes tienen que modificar su sistema dedecodificación de la realidad para aceptarla anormalidad del suceso y ofrecer unaexplicación no con sus propias leyes derealidad, sino con una perteneciente a unsistema alternativo de leyes, la magia, depreferencia la magia oscura: “piensan to-

    “Tened por cierto que ningún muerto resucita porlos lamentos, nadie vio que sucediera jamás talcosa” [p. 156].

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    Podría señalarse que estamos en presencia delhorror del que habló Anne Radcliffe: “Terror andhorror are so far opposite, that the first expandsthe soul, and awakens the faculties to a high degreeof life; the other contracts, freezes, and nearlyannihilates them” (en línea; “Terror y horror sonverdaderamente opuestos; el primero expande elalma y despierta las facultades a un nivel de vidamás alto; mientras que el segundo contrae, conge-la y casi las aniquila” Trad. Gerardo Altamiranopara la versión que aparece en este mismo númerode Fuentes Humanísticas).

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    dos que es [un] diablo”. Es en este cambiosutil, en el que puede rastrearse la influen-cia del cristianismo que obliga a conside-rar que cualquier muerto que regresapuede ser un demonio,6 en el que habríaque buscar los verdaderos resortes quemueven a los personajes a sentir miedo fí-sico, pero también horror; es el testimoniode hasta que punto es necesario explicarlo ocurrido ante el escándalo que repre-senta la violación a una ley de naturalezaenunciada con tanta claridad: los muertosno regresan.

    Y si esta es la reacción registrada anteun falso muerto que se anima, ¿qué podríaesperarse cuando se presencia un golpemortal y el decapitado con toda calmarecoge su cabeza y pronuncia un desafío?Evidentemente el terror recorre, con fuer-za aún mayor, a la corte. En varios romansartúricos aparece el motivo del “juego dela decapitación”, sin embargo, el texto quesiempre se recuerda cuando se hace alu-sión de esta interesante práctica es SirGawain y el Caballero Verde –romancealiterativo del siglo XIV–. En este textoinglés llega un caballero enorme y extraño–después de todo es verde– a la corte deCamelot y desafía a la mesnada de Arturoa un juego aún más extraño: un valientedeberá cortarle la cabeza y un año des-pués deberá estar dispuesto a someterseal mismo tratamiento:

    ...Forthy I crave in this court a Crystemasgomen,For hit is Yol and Nwe Yer, and here aryep mony.

    If any so hardy in this hous holdeshymselven,Be so bolde in his blod, brayn in hys hede,That dar stifly strike a strok for an other,I schal gif hym of my gyft thys giserneryche,This ax, that is hevé innogh, to hondeleas hym lykes,And I schal bide the fyrst bur as bare as Isitte.If any freke be so felle to fonde that I telle,Lepe lyghtly me to, and lach this weppen,I quit-clayme hit for ever, kepe hit as hisauen.And I schal stonde hym a strok, stif onthis flet,Elles thou wyl dight me the dom to delehym an other barlay.

    And yet gif hym respiteA twelmonyth and a day;Now hyye, and let se titeDar any herinne oght say.”7 (vv. 283-300 [p. 179-180])

    Semejante trato provoca de inmediato ladesconfianza y el temor y el rey Arturo noduda en calificarla de insania: “Hathe!, byheven, thyn askyng is nys”8 (v. 323 [p. 181])

    Sobre este punto puede verse el libro de ClaudeLecoutex Fantasmas y aparecidos en la Edad Me-dia (especialmente páginas 65-66 y 207-224).

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    En la traducción de Francisco Torres Oliver parala edición de Siruela: “Vengo, pues, a esta corte areclamar un juego de Navidad, ya que estamosen Pascua y Año Nuevo, y tanto abundan aquí loshombres jóvenes. Si hay alguno en esta corte quese tenga por espíritu audaz, y de sangre y almafogosa, y que se atreva a descargar un golpe acambio de otro, le daré como presente esta hachacostosa; esta hacha, bastante pesada, para que élla utilice a su gusto. Yo esperaré el primer golpe,tan desarmado como voy montado aquí. Si hayalgún hombre tan fiero que quiera probar lo queaquí propongo, que venga a mí sin más demora yse haga cargo de esta arma; se la entrego parasiempre. Entre tanto, yo aguardaré impasible sugolpe, a pie firme, en el mismo suelo, con tal quepueda yo asestarle otro sin reparo. Sin embargo,le concederé el plazo de un año y un día. ¡Así quevenga pronto ahora, quienquiera que se atreva aresponder!”. (7)“Señor, lo que pides es locura”. (8)

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    y aconseja a Gawain, que será el encarga-do de aceptar el desafío:

    ‘Kepe the, cosyn,’ quoth the kyng, ‘thatthou on kyrf sette,And if thou redes hym ryght, redly I troweThat thou schal byden the bur that heschal bede after.’ 9(vv. 372-374 [p. 183])

    Con estas palabras de Arturo sabemos que,una vez más, no es normal, mucho menoscotidiano, que alguien sea una amenazatras la decapitación; el consejo con el queel rey se dirige a su sobrino subraya laconfianza en que tras el golpe no habránada que temer. Si la creencia de que elCaballero Verde pudiera seguir vivo tras sudecapitación fuera normal no habría talactitud. Los personajes del romance aun-que desconfíen y se atemoricen ante elaspecto del recién llegado no esperan loque ocurre:

    The grene knyght upon grounde graythelyhym dresses,A littel lut with the hede, the lere hediscoveres;His longe lovelych lokkez he layd over hiscroun,Let the naked nec to the note schewe.Gauan gripped to his ax and gederes hiton hyght,The kay fot on the folde he before sette,Let him doun lyghtly lyght on the naked,That the scharp of the schalk schynderedthe bonesAnd schrank thurgt the schyire grece andscade hit in twynne,

    That the bit of the broun stel bot on thegrounde.The fayre hede fro the halce hit to theerthe,That fele hit foyned wyth her fete, therehit forth roled;The blod brayd fro the body, that blykkedon the grene.And nawther faltered ne fel the freke neverthe helder,Bot stythly he start forth upon styfschonkes,And runyschly he raght out, there asrenkkez stoden,Laght to his lufly hed, and lyft hit up sone;And sythen bowes to his blonk, the brydelhe cachches,Steppez into stel-bawe and strydes alofte,And his hede by the here in his hondehaldes;And as sadly the segge hym in his sadelsetteAs non unhap had hym ayled, thaghhedles he were in stedde.

    He brayde his bulk aboute,That ugly bodi that bledde;Moni on of hym had doute,Bi that his resouns were redde.

    For the hede in his honde he haldes upeven,Toward the derrest on the dece he dressesthe face,And hit lyfte up the yye-lyddes and lokedful brode,And meled thus much with his muthe, asye may now here:‘Loke, Gawan, thou be graythe to go asthou hettes,And layte als lelly til thou me, lude, fynde,As thou hats hette in this halle, herandethise knyghtes.To the grene chapel thou chose, I chargethe, to fotteSuch a dunt as thou has dalt – disservedthou habbes

    “–Procura, sobrino –dijo el rey–, asestar el golpede una vez; que si das con acierto, tengo porseguro que no te vendrá peligro alguno del golpeque él te devuelva” (9).

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    To be yederly yolden on Nw Yeres morn.10(vv. 417-453 [p. 185-186])

    El pasaje está construido en la oposiciónentre lo esperado y lo inesperado. El na-rrador morosamente hace hincapié en larealidad del golpe, acumula detalles sobrela efectividad de la decapitación, no dejaresquicio alguno sobre el descabezamien-to del caballero e incluso carga las tintascon la descripción de la sangre brotandodel cuerpo y la cabeza rodando por elsuelo. Incluye entonces un “bot” (v. 431),un “sin embargo” que subraya la oposición

    lógica entre las consecuencias de lo suce-dido y los actos del personaje que en vezde caer –como lo marcaría la ley naturalque conocen los personajes del romance–camina hasta recoger su propia cabeza ymontar a caballo, ese “sin embargo” dejaen claro que no se ha seguido una lógicacausal sino que se ha abierto una excep-ción de tal magnitud que provoca unescándalo en quienes han presenciadola escena hasta producir en los hombresmás valientes del mundo auténtico terroral oír hablar a una cabeza cortada. Cua-do el caballero verde se aleja, nadie sabeen que dirección desaparece, ni de don-de venía y Arturo, aunque sorprendido ymaravillado, reconoce el temor que atacaa su corte e intenta tranquilizarlos, en es-pecial a la reina, explicando que cosas conesas eran propias de Yule, de las Navi-dades, es decir, otorgándole un estatus denormalidad dentro de un tiempo y un sis-tema de excepciones que podría ser lomismo alusión a las festividades de unsistema de creencias que se ha rebasadoy podrían considerarse paganas que a unvacío de realidad que le otorgaría un ca-rácter ilusorio.11 Lo que queda completa-mente claro es que, de nuevo, la presencia

    “De pie, el Caballero Verde se preparó, inclinan-do levemente la cabeza y dejando al aire la car-ne; levantó sus largos, hermosos cabellos porencima de la coronilla, y mostró el cuello desnudotal como se requería. Cogió el hacha Gawain, lalevantó, avanzó el pie izquierdo, y descargó la afi-lada hoja que segó el hueso, se hundió en la car-ne, la seccionó en dos, y su centellante acero fuea clavarse en el suelo. Saltó del cuello la hermosacabeza, rodó por tierra, y las gentes la rechazaroncon el pie; la sangre brotó del cuerpo a borbo-tones, brillante sobre el verde. Sin embargo, elferoz desconocido ni cayó ni vaciló, sino queavanzó con firmeza, seguro sobre sus piernas; seabrió paso entre las filas de los nobles, agarró laespléndida cabeza y la sostuvo en alto. Luego sedirigió rápidamente a su caballo, cogió la brida,metió un pie en el estribo, y montó sin dejar desujetar la cabeza por el pelo. Se acomodó en lasilla como si nada le hubiese ocurrido, aunqueestaba sin cabeza. Giró entonces el tronco aquelhorrible cuerpo sangrante, y profirió unas pala-bras que llenaron a muchos de terror.Su mano sostenía en alto la cabeza, con la caradirigida hacia los más leales del estrado. Alzó éstalos párpados, y con ojos centelleantes los miró atodos de forma amenazadora. Y su boca pronun-ció estas palabras:—Prepárate Gawain, a cumplir lo prometido;búscame fielmente hasta encontrarme, mi buenseñor, tal como aquí has jurado, en presencia deestos caballeros. Ve a la Capilla Verde, y no dudesque allí recibirás un golpe como éste. Porque enjusticia lo has ganado el día de Año Nuevo”(10-11).

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    El episodio todo es complejo en cuanto a laspervivencias de un sistema antiguo de relación conlos muertos que en muchas ocasiones se podíanconfundir con las hadas. Antes de la decapitaciónse había dicho: “Forthi fantoum and fayryye thefolk there hit demed (vv. 240 [p. 177], “le tuvieronpor un fantasma surgido del reino de las hadas”[6]); esto es, existe el reconocimiento de que elCaballero Verde no es un ser humano común yque podría pertenecer a una naturaleza mági-ca que justificara su poder. De ser cierto que a lamente medieval no le sorprendía nada, el ca-ballero –reconocido como ser feérico– habríapodido con naturalidad realizar el acto de le-vantarse tras su decapitación y recoger su propiacabeza cortada y esto hubiera sido recibido con

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    de un ser que con su comportamiento violalas reglas con las que se rigen los muertos(porque para la corte artúrica no hay dudade que debería haber muerto el caballerocuando lo decapitan) no es fácilmenteaceptable.

    Ahora bien, hay que notar que aunquea nadie le gustan demasiados los que re-gresan, en la literatura medieval artúrica,si una tumba se abre no siempre da pasoa un demonio o un vampiro, y si sale unamano negra e independiente del cuerpono siempre es un muerto que regresa.12En L’Atre périlleux (El cementerio peligro-so), roman anónimo del siglo XIII, Gauvain,el sobrino del rey Arturo y principal caba-llero de su corte, tiene que pasar la nocheen un panteón donde se supone que reinaun diablo. Desoyendo consejos que lo in-vitan a salir de ahí para que no poner enpeligro su vida o su cordura, y en unaprueba de qué tan grande es su valor, se

    encuentra sentado en una tumba cuandonota que la lápida se mueve:

    Mervelliés fu quant n’i vit amequi i abit ne tant ne quant:et la lame se leva tantque les piés li sordent de terre;il va un autre siege querre,que cil ne lui agree pas.N’ot pas alé seul quatre pasque le tonbel fu tout apertune damoisele gisant.Et el se lieve en son seanttout voiant monsegnor Gavain,et li leva sa destre mainpor segnier son cief et son vis;et nequedent, a sin avis,des l’ore primes qu’il fu né,et qu’il sot counoistre biauté,n’ot il si tres bele veüe.Et fu moult ricement vestue,mi partie de dous samis,qu’il en fu aunques esbahis:l’un en fu vert, l’autre vermel.“Gauvains, fait il, moult me mervelse vous avés pauor de moi.—Damoisele, fait el, je voiçou que jou onques mais ne vi:Se un peu en sui esbahi,il ne fait mie a mervellier:Il n’a si hardi cevalierel roiame le roi Arturque fust mie bien aseür,S’il vous eüst trouvé isi.13(vv. 1142-1172 [pp. 36-37])

    alguna sorpresa pero sin temor. Sin embargo, hayque considerar –una vez más– el cambio dementalidad donde ya no hay reglas de naturalezaalternativa que justifiquen la presencia legal deseres semejantes. Dentro del sistema cristiano elCaballero Verde es una rareza terrible, una ame-naza a la lógica del mundo, y, más que infundirmera admiración, provoca terror.Este otro tópico de la literatura de miedo, el miem-bro amputado que se desplaza autónomamen-te, también aparece en estos romans y causa unterror franco. Gauvain, de nuevo Gawain, se en-cuentra en una capilla donde se ha resguardadode una tormenta y de repente ve “una mano negray asquerosa que le llenó de asombro [...]. Luegouna voz empezó a gemir con tanta fuerza que to-da la capilla se puso a temblar. El caballo resoplóy se encabritó de tal modo que estuvo a punto dederribar a mi señor Gauvain. Éste levantó la manoderecha y se santiguó” (Primera continuación 266).Gauvain está a punto de presenciar las maravillasdel Grial, pero antes de eso debe llenarse de temory asombro ante una horrible visión que, eviden-temente, turba su mundo y lo obliga a acogerse ala protección de la señal de la cruz.

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    En la versión de Victoria Cirlot para Siruela:“...Mucho se maravilló al no ver a nadie quehabitara allí ni poco ni mucho. Y la lápida selevantó tanto que sus pies se elevaron del suelo.Va a buscar otro asiento pues nada le gusta aquél.No hubo andado cuatro pasos, cuando la tumbase abrió completamente y pudo ver al descubier-to a una doncella que yacía allí dentro. La donce-lla se levantó sin dejar de mirar a mi señor Gauvainque alzó su mano derecha para santiguarse cabezay rostro. Y sin embargo, desde que nació y supo

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    Gauvain ciertamente no duda de la pre-sencia de la doncella, ni se le ocurre quedeba revisar su sistema lógico para sabersi ella está o no ahí o si su presencia vio-lenta las leyes naturales tal y como Gau-vain parece conocer, pero sí hay una reac-ción de sorpresa y de miedo que aparecenplenamente registrado en el texto: “quejou onques mais ne vi”, una reacción abier-ta de desconcierto ante lo nunca visto, an-te lo inesperado, ante un fenómeno queno puede considerarse, desde ningunaperspectiva intra o extra textual, que en-tre dentro de los márgenes de la reali-dad cotidiana que concibe el personaje. YGauvain obra en consecuencia, se apresuraa santiguarse, a colocarse en un sistemade reglas de naturaleza que admite que losucedido es cierto y por lo tanto es nece-sario reaccionar con el mismo código.

    Ahora bien, el caballero no se ha equi-vocado en ninguna de sus apreciacionesdel fenómeno. El movimiento de la lápidale resulta incómodo y la aparición de ladoncella en la tumba provoca miedo ynecesidad de protección más eficiente quesu espada (por eso se santigua). Siendo elmás valiente caballero del mundo Gauvainno huye, pero no puede dejar de confesarun “aturdimiento”. Empero la doncella dela tumba no parece ser un muerto ni undemonio, Gauvain reconoce que hay algoraro en su apariencia, no sólo que sea

    extraño que esté en la tumba, sino que subelleza no corresponde a alguien que viveen una sepultura (así pues, podría ser váli-do preguntarnos ¿qué apariencia hubieraconsiderado Gauvain normal en los mo-radores de las tumbas?), y esta aparienciahermosa obra como una alusión de unmundo de posibilidades que podrían con-tribuir a tranquilizar al caballero, pero quelo hacen dudar sobre la naturaleza de ladoncella. De nuevo, Gauvain ha acertado,la joven no es ni un muerto que vuelve nininguna clase de demonio, es “cose depar Dé”14 (v. 1175 [p. 37]), una víctima dela lujuria de un ser de naturaleza ambi-gua, “un diable en sanlance d’ome”15 (v.1202 [p. 38]), que la había curado de unencantamiento que la enloquecía y acambio la había llevado a cohabitar conél. La doncella yace durante el día solaen la tumba y por las noches recibe a suhorrible señor que aunque recibe elnombre de “diablo” parece terriblemen-te corpóreo y, sobre todo, muere de unamanera poco usual para un ser de esanaturaleza. Esa misma noche Gauvaincombate con el diablo y tomando fuerzasde la contemplación de cruz y de los la-mentos de la doncella, finalmente ha con-seguido imponerse, le ha asestado fuertesgolpes y:

    Sor un tonbel l’a raüséQui ert deriere ses talons.Li tonbiax ert et grans et lons,Si lá enpaint par de desus.Que vous en diroie je plus?Si durement par desus cietQu’il n’a pooir qu’il se reliet.Au caoir que l’aversier fist,Et au grant branle que il prist,

    reconocer belleza, no había visto a nadie tanhermoso. Iba ricamente vestida con dos sedasunidas por la mitad, una verde y la otra roja.—Gauvain –le dice–, mucho me sorprende quetengáis miedo de mí.—Doncella, estoy viendo algo que jamás habíavisto. No es digno de sorpresa que esté un pocoaturdido. No hay caballero tan valiente en la cortedel rey Arturo que se sintiera seguro si os hubie-ra encontrado así.” (26-27)

    “Una obra de Dios”. (27)“Un diablo con semejanza de hombre”. (27)

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    Est le hiaume en terre ferus,Si que li las en sont ronpus,Et quíl vola loins en la place.Gavains en voit nue la face,Sel fiert du brant en mi le vis:Par desus le ex en a prisLa face et demi le menton;Puis le refiert tout a bandon,Si qu’il en a la teste prise.16(vv.1386- 1403 [pp. 44-45])

    Arrancarle la carne del rostro, cortarle lacabeza y, sobre todo, hacerle volver a unatumba, parece un tratamiento más propiopara un muerto revenant que para un de-monio. En El Bello Desconocido –romande Renaut de Beaujeu, siglo XIII– el héroe,Guinglain (hijo de Gauvain y que no sabesu nombre por lo que es llamado el BelloDesconocido) pelea con un caballero ne-gro y misterioso que monta un caballo alque “si oil luissoient cum cristals” y que“par la gole rent feu ardant” (vv. 2994 y2996 [p. 92]).17 Ambos contrincantes segolpean con furia hasta que por fin Guin-glain logra quitarle el yelmo de la cabeza asu adversario y aunque éste trata de huir,el Desconocido le alcanza y

    Le teste del cief li brisse et fraint;La codie ne le pot tenirQue le cief n’es fesist partir.Donné li a si grant colee

    Que molt l’abat, guele baee,Del cors li saut une fumiere,Qui molt estoit hideusse et fiere,Qui li issoit par mi la boce.Li Bials Descouneüs le toce,Por savoir s’il ert encor vis,Sa main li met deseur le pis;Tos fu devenus claire pure,Qui molt estoit et laide et sure.Isi li canja sa figureMolt estoit de male nature.18(vv. 3056-3070 [pp. 93-94])

    A esta muerte le sigue la marcha de unosraros juglares que huyen y que al salir porlas ventanas hacen que empiece a ardertodo el palacio, a la vez que se hace unagran oscuridad. El tumulto es tal que elBello Desconocido tiene que arrojarse alsuelo pues sus piernas no lo sostienen ytiene que pedirle a Dios que lo proteja delos diablos. Todos estos fenómenos: el hu-mo negro que sale del caballero negro, elcuerpo que se licuifica, la mención de lamala naturaleza, el caballo que echa fuegoy finalmente el incendio del palacio y elhorror de Guinglain, que lo obliga a tum-barse en tierra y santiguarse esperandola ayuda de Dios, son más propios de lamuerte de un verdadero demonio.

    En el caso de L’Atre périlleux, la mismalocación de los sucesos en un lugar demuertos y el tratamiento dado al contrin-cante más que una labor para deshacersede un demonio parece un esfuerzo por“Le ha hecho retroceder hasta la tumba que estaba

    detrás de sus talones. La tumba era grande y largay lo empuja dentro. ¿Qué más os podría contar?Cae abajo con tanta fuerza que no puedelevantarse. En la caída, el yelmo se golpeó contrael suelo de modo que se rompieron los lazos yvoló fuera del lugar. Gauvain le ve el rostrodesnudo y en medio le golpea con la espada. Pordebajo de los ojos le arranca las mejillas y mediomentón. Luego vuelve a golpearle y le corta lacabeza.” (31)“Los ojos le lucían como cristales” y “por la bocale salía fuego ardiente”. (48)

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    En la versión de Victoria Cirlot para Siruela: “... lerompe y destruye la cabeza. La cofia no pue-de evitar que se la parta. Le ha asentado tal golpeque lo derriba muerto con la boca abierta y por laboca le sale una humarada horrible y repugnante.El Bello Desconocido lo toca para saber sí aúnesta vivo, le pone la mano en el pecho. Entoncesse convirtió en un líquido ácido y asqueroso. Asíle cambió la figura, pues era de mala naturale-za.” (49)

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    EL CONTENIDO DE LAS TUMBAS O COMO TENER MIEDO EN BROCELIANDA

    conseguir que un muerto regrese a su tum-ba –previamente abierta y esperando– ypermanezca ahí. Gauvain se muestra in-teresado en regresar a su adversario a susepultura y, una vez ahí, cortarle la cabeza,asegurando así que, por fin, permanezcaen su lugar.19 En este texto podemos verregistrado perfectamente el temor con quelos habitantes de las cercanías se refierena este morador del cementerio. Como lagente del castillo cercano se encierra alanochecer –temiendo que por las noches,territorio de los Otros, puedan ser atacadospor el diablo– han jurado no abrir las puer-tas por nadie: “Puis que li solax ert couciés,/ Ains sera levés el demain”20 (vv. 734-735[p. 24]) y como el temor de un mal encuen-tro hace que un doncel tenga que exclamar:

    ... “ Dame sainte Marie,Tenés moi en sens et en vie.Gloriex Dix, tenés mon corsQue je n’isce de mon sens fors,Et que diables ne m’afot.”21(vv. 773-777 [p. 25])

    Igualmente Gauvain, aunque tranquiliza-do por la doncella que le ha dado pistassobre la naturaleza del ser que la mantienecautiva y le ha revelado qué con la visiónde la cruz puede cobrar fuerza suficientepara acabar a su adversario, no ha dejadode dar muestras de temor ante la aparición

    La práctica de cortarle la cabeza a los muertospara garantizar que no volvieran fue una prácticaextendida y que sobrevivió hasta hace rela-tivamente poco tiempo. Es parte, incluso, de lascreencias que subsisten en el tratamiento decualquier cadáver que se sospeche es un vampi-ro (véase Lecoutex 35-38).“Desde que el sol se ponga hasta que salga por lamañana” (18).“Santa María, conservadme la razón y la vida. Diosglorioso, conservad mi cuerpo y mi sentido y nopermitáis que el diablo me haga daño” (19).

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    de la propia doncella ni ha dejado de to-mar precauciones para evitar que el dueñode la tumba continúe perturbando el mun-do de los vivos. Finalmente Gauvain es unhéroe y la labor de todo héroe es acabarcon los monstruos y conquistar espaciospara los hombres. En esa tierra y en esereino, la noche se vuelve segura graciasal valor de un Gauvain que se sobrepo-ne al miedo que le provoca una hermosadoncella que sale de una tumba.

    Más que intentar hacer una nómina demuertos, aparecidos y demonios en la lite-ratura artúrica –trabajo que requeriría másespacio del que puedo disponer aquí–, meinteresó aquí subrayar la capacidad quetiene el motivo del muerto que regresa co-mo generador de angustia y temor en tex-tos que se suponen ajenos a esas emo-ciones. El miedo es, lo ha dicho Lovecraft,lo ha marcado Bioy Casares, lo han seña-lado muchos otros autores,22 la más viejay directa de las emociones humanas y unade las más eficientes para proveer argu-mentos a los relatos. ¿Por qué entonces laliteratura medieval sería la excepción? Creoimportante subrayar que, más allá de laimagen de una Edad Media sombría y cré-dula de artificio gótico como la reinventada

    De Walter Scott y Hoffmann a Sthephen King oMaurice Levy el reconocimiento del miedo y susdistintas modalidades como generador de argu-mentos literarios ha sido una constante. Excedeen mucho las posibilidades de este trabajo orga-nizar al menos una lista, baste recordar que Love-craft inicia su famoso ensayo Supernatural Horrorin Litterature diciendo: “La emoción más antiguay más intensa de la humanidad es el miedo, y elmás antiguo y más intenso de los miedos esel miedo a lo desconocido” (7); por su parte,Adolfo Bioy Casares principia el Prólogo de laAntología de la Literatura Fantástica con “Viejascomo el miedo, las ficciones fantásticas son an-teriores a las letras. Los aparecidos pueblan to-das las literaturas...” (5)

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    por el Romanticismo o una Edad Mediarosa y feérica, con un maravilloso seguro ytranquilizador, que prevalece en muchosacercamientos modernos a la literatura deeste período, el miedo, reconocido siem-pre como un profundo caudal de expe-riencias novedosas y por ende de mara-villas, se suscita con la misma facilidad ensistemas de reglas de realidad inflexibles(posteriores al predominio de la razón afinales del siglo XVIII) que en otros que tie-nen un código de leyes de funcionamientode realidad que pueden ensancharse paradar cabida a explicaciones y fenómenosque un principio no estaban contempladosdentro de las expectativas de los persona-jes o narradores y que consecuentementeprovoca pequeños escándalos en la orga-nización del universo, escándalos, subsa-nados, eso sí, por fórmulas surgidas de unsistema alternativo de funcionamiento delmundo. Fórmulas que aún hoy, a 800 añosde la escritura de los romans artúricos,siguen empleándose para conjurar muer-tos y pedirles que no vuelvan, pedirles queno nos aterroricen y que descansen en paz

    BIBLIOGRAFÍA

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    Schmitt, Jean-Claude (1994) Les revenants.Le vivants et les morts dans la sociétémédiévale, Paris, Gallimard.

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    EL CONTENIDO DE LAS TUMBAS O COMO TENER MIEDO EN BROCELIANDA

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    [Versión en español: Sir Gawain y elcaballero verde (1982) Trad. FranciscoTorres Oliver. Pról. Luis Alberto deCuenca, Madrid, Siruela]