el concepto y tragedia de la cultura-simmel

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  • 7/24/2019 El Concepto y Tragedia de La Cultura-Simmel

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    El concepto y la tragedia de la cultura

    e n d h a h o M u r a i -lu ch an do e je r cie ndo V s uf r a n 1 1 i ,c C n tr a P n g a , e x ig ie ndo ,

    . r S S S ^ S S S Sc a m b i a n t e s d e l a l m a s u b j e t i v a - v c i l ? ^ 1 lcIat-1 'H t e i n a , a l as t e ns i on e s

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    G e o r g S i m m e l

    gnico, as como lo pasado conlina viviendo en la conciencia segn su

    contenido originario y no slo como causa mecnica de transformaciones

    posteriores, as tambin abarca su futuro en una forma respecto de la cual

    lo no viviente no posee ninguna analoga. En lodo momento de la existen

    cia de un organismo que puede crecer y procrearse, la forma ms tarda

    habita con una necesidad y una prcconfigurabilidad tan interna que en

    modo alguno cabe comparar, por ejemplo, a aqulla con la que el resorte

    en tensin contiene s u puesta en libertad. Mientras que todo lo no- viviente

    slo posee el instante, del presente, lo viviente se extiende de una manera

    incomparable sobre el pasado y el uturo. T odos los mov imientos anmicos

    del tipo del querer, del deber, ce la vocacin, dei tener esperanzas, son las

    continuaciones espirituales rituales de la dete rminac in fundamental de la

    vida: c ontener en su p eseme su f uturo en una forma especfica, que preci

    samente no existe ms que en el proceso de la vida. Y esto no slo atae a

    desarrollos y consumaciones particulares, sino que la personalidad en su

    toi aliciad y co mo unidad porta una image n en s como trazada previamente

    con lneas invisibles, imag en con cuya realizacin la personalidad, por de

    cirlo de alg n mod o, en lugar de su posibilidad sera su plena realidad. As

    pues, por mucho que la madurez y el acrisolamiento de las fuerzas anmi

    cas pueda consumarse en tareas e intereses particulares y, por as decir,

    provinciales, a pesar de esto, se encuentra de algn modo abajo o encima

    de ello la exigencia de que con todo esto la totalidad anmica como tal

    satisfaga una promesa dada con ella misma, y, en esta medida, todos los

    perfeccionamientos particulares aparecen, en efecto, tan sio como una

    multiplicidad de caminos por los cuales el alma llega a s misma. sta es, sise desea, una presuposicin metafsica de nuestro ser prctico y afectivo,

    por mucho que tambin esta expresin simblica se mantenga a amplia

    distancia respecto de la conducta real, a saber, que la unidad del alma no es

    simplemente un vinculo formal que abarca el desarrollo de sus fuerzas

    particulares siempre de la misma manera, sino que por medio de estas

    fuerzas particulares es portado un desarrollo suyo como un lodo, y este

    desarrollo del todo est antepuesto interiormente a la niela de una forma

    cin para la que todas aquellas capacidades y perfecciones valen como

    medio. Y aqu se muestra la primera de term inacin del concepto de cult u

    ra, la cual, provisionalme nte, slo si sigue al se ntimiento lingstico. A n

    no estamos cultivados cuando hemos formado en nosotros este o aquel

    saber o poder particular, sino slo cuando iodo lo que concierne al desarrollo, ciertamente ligado a lo anterior pero sin coincidir con ello, sirve a

    aquella centrahdad anmica. Nuestros esfuerzos conscientes y aducibles

    valen, en verdad, para los intereses y potencias particulares, y por ello el

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    D e l a c s r n e i n d e l a c u lt u r a

    desarrol lo de todo hombre, visto desde su posibil idad de ser denominado,

    aparece como un haz de lineas de crecimiento que se extienden segn

    direcciones m uy distintas y en long itudes m uy diferentes. Pero no con s

    tas en sus perfecciones singulares, sino slo con su significacin para o

    como el desarrol lo de la indefinible unid ad personal se cult iva el hombre.

    O, expresado de otra manera, cultura es el camino desde la unidad cerra

    da, a travs de la multiplicidad cerrada,'hasl la unidad desarrollada. Pero,

    sea como fuere, slo puede tratarse del desarrollo hacia un fenmeno que

    est instalado en las fuerzas nucleares de la personalidad, un fenmeno,por as decirlo, que est esbozado en ella mis ma c omo s u plan ideal. T am

    bin aqu el uso lingstico ofrece una gua ms segura. A una fruta de

    ja r dn que el tr aba jo de l ja r di ne r o ha ex tr ado a pa r ti r de un r bo l f ruta l

    leoso e incomestible la denominamos cult ivada; o tambin: este rbol

    salvaje ha sido cult ivado hasta conseguir un rbol frutal . Si, por el contra

    rio, a partir del mismo rbol se fabrica un mstil, y, en esta medida, se le

    aplica un trabajo ideolgico no menor, entonces no decimos de ninguna

    manera que el tronco ha sido cultivado hasta conseguir un mstil. Este

    matiz lingstico manifiesta claramente que el fruto, a pesar de que no se

    verif icara sin el esfuerzo humano , surge finalmente a partir de las mismas

    fuerzas del rbol y slo satisface la posibil idad pre dibujada en sus mismas

    predisposiciones; mientras que la forma de mstil es aadida al tronco a

    partir de un sistema de fines por completo ajeno a l mismo y que carece

    de toda preformacin en sus propias tendencias esenciales. Precisamente

    en este sentido, todos los posibles conocimientos, virtuosidades y refina

    mientos de un hombre no pueden todava determinarnos a adscribirle el

    carcter de c ult iva do, si stos, digmos lo as, obra n slo como aadiduras

    que l legan a su personalidad a partir de un mbito de valor externo a l y

    que, en ltima instancia, permanece tambin externo a l. En tal caso el

    hombre tiene, ciertamente, aspectos cultivados, pero l no est cultivado;

    esto ltimo slo se presenta cuando los contenidos recogidos a partir de losuprapersonal parecen desarrol lar en el alma, com o por una ar mona pre

    determinada, aquello que existe en el la misma como su impulso ms pro

    pio y c omo diseo previo interno de su perfeccin subjetiva.

    Y a qu se po ne de reliev e, al f in, la c o nd ic io na li da d de la cul tu r a , a

    travs de la cual ofrece una solucin a la ecuac in sujeto- objeto. Nosotros

    recusamos el concepto de cultura all donde la perfe ccin no se siente como

    desarrollo propio del centro anmico; pero tampoco es aplicable all donde

    slo se presenta como un desarrollo propio semejante, el cual no requiere

    ni de ning n me dio ni de ning una estacin objetivos y ex ternos a l . M l

    tiples movimientos conducen realmente al alma a s misma, tal y como

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    G e o r g S i m m e l

    aquel ideal lo exige, esto es, la conducen a la realizacin del ser pleno y

    ms propio que se le olrcce, pero que en primer lugar no existe ms que

    como posibi l idad. Pero en la medida en que, o en lano que, el a lma alcan

    za esto purame nte desde el interior - en impulso s rel ig iosos, autoabnega-

    cin moral , intelectual idad dom inant e, ar mon a de la v ida global- , en esta

    me dida, puede incluso pres cindir de la poses in especif ica de lo cultivado.

    No slo se trata de que en el lo pueda fa l larle aquel lo total o relativamente

    externo que el uso l ingstico rebaja como mera civi l izacin. Esto no im

    p o rta e n m o do a l g u n o . P e ro l o c u l t iva do e n su se n t ido m s p u ro , m s

    profundo, no esl dado al l donde el a lma recorre exclusivamente con sus

    fuerzas subjetivas personales aquel camino que conduce desde s misma

    hasta s misma, desde la posibi l idad de nuestro Yo ms verdadero hasta su

    real idad, si bien es cierto, quiz, que, desde u n p unto de vista ms elevado,

    precisamente eslas perfecciones son las ms elevadas; con lo cual slo se

    habra demostrado que la cultura no es el nico d c f in iiv u m axiolgico del

    alma. C on todo, s u sentido especf ico slo se satisface a l l donde el hombre

    engloba en aquel desar rol lo a lgo que le es ex terno, a l l donde el camino de l

    a l m a disc urre so bre v a lo re s y p ro g re s io n e s q u e n o so n a n m ic a m e n te su b

    je tiv as ellas m is m a s . A qu e ll a s f ig ur as e s pi r it ua le s ob je ti v as de las q ue ha

    bl a ba a l c o m ie n z o , a r te y m o ra l , c ie n c ia y o bj e to s c o n f o rm a do s c o n v is ta s a

    un f in, rel ig in y derecho, tcnicas y normas sociales, son esciones sobre

    las que debe ma rchar el sujeto para a lcanza r el especf ico valor pr opio que

    se denomina su cultura. Tiene que englobar tsttis en s, pero tiene tambinque englobarlas en si ; no puede sencil lamente dejarlas existir com o v alores

    objetivos. Es la paradoja de la cultura de que la vida subjetiva, que senta

    m o s e n su c o rr ie n te c o n t in u a y q u e a p re m ia de sde s a su c o n su m a c i n

    interna, en modo alguno puede alcanzar (visio desde la idea de la cultura)

    a partir de s esta consumacin, sino slo discurriendo sobre aquel las f igu

    ras que ahora se le han tornado completamente a jenas, que han crista l iza

    do en una cer razn autosuficiente. L a cultura surge - y esto es lo absoluta

    mente esencial para su com pre nsin- en lano q ue se renen los dos ele

    mentos, ninguno de los cuales la contiene por si : e l a lma subjetiva y el

    product o es piritual objetivo.

    A q u r a di c a la s ig ni f ic a c in me ta f s ic a de es la f ig ur a his t r k a . U n g r an

    nme ro de las acciones esenciales huma nas decisivas construyen) puentes

    inacabables, y si acabados , des truida s's iem pre "eje nuevo , entre el sujeto y

    el objeto en general: el conocer, sobre todo el trabajo, en algunas de sus

    significaciones tambin el arle y la religin. El espritu se ve frente a un ser

    hacia el que le impele lano la coercin como la espontaneidad de su natu

    raleza; pero permanece eternamente retenido en el movimiento en si mis-

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    L V I n r s c n c i .1

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    < G c o i g S i m n i c !

    hecho de que el hombre, por medio de su crear terico o prctico, se en-

    frenln y divisa aquellos productos o contenidos anmicos como un cosmos

    del espritu objetivado, cosmos en un .sentido determ inado autno mo La

    obra externa o inmater ial, en la que se pre cipita la vida anmica, es sentida

    como un va lor de t ipo peculiar; a pesar de que la vida, f luye ndo all dentro,

    se ex ave en un callejn sin salida, o a pesar de que contine su oleaje que

    deja quietas en su sitio a estas figuras arrojadas, a pesar de ello, sta es

    precisamente la riqueza es pecficamente huma na, a saber: que los produc-

    ; los de la vida objetiva pertenecen al mismo tie mpo a un orden de valores

    / objetivo, que no fluye, a un orde n lgico o moral, a uno r eligioso o arlsli-

    . co, a uno tcnico o jurdico. En la medida en que se manifiestan como

    'poriadores de tales valores, como miembros de lales series, no slo quedan

    exonerados, en virlud de su entretejimiento y sistematizacin recproca,

    del r gido aislamiento con el que se distancian del carcier r tmico del pro

    ceso vital, sino que este mis mo proceso alcanza con esto una significativi-

    dad que no cabe alcanzar a partir del carcter incontenible de su mero

    transcurso. Sobre la obje tualizac in del espritu recae un acento ax iolgico

    que, ciertamente, tiene su origen en la conciencia subjetiva, pero con el

    que esta conciencia menta algo que reside ms all de ella. A este respecto,

    el valor no necesita en modo alguno ser siempre un valor positivo en el

    sentido de lo bueno; antes bien, el hecho meramente formal de que el

    sujeto ha colocado algo objetivo, de que su vida se lia corporeizado fuera

    de s, es sentido como algo significativo, puesto que precisamente so la

    autonoma del objeto, conformado de este modo por el espritu, puede

    solventar la tensin fundamental entre proceso y contenido de la conciencia. Pues as como las representaciones espacialmente naturales aquietan

    io intranquilizador de persistir en el marco del luyente proceso de cons

    ciencia como algo plenamente fi jado, por el hecho de que legit iman esta

    estabilidad en su referencia a un mundo externo objetivo, as tambin la

    objetividad del mundo espiritual presta el servicio correspondiente. Senti

    mos toda la vivacidad de nuestro pensar en la l irmeza de las normas lgi

    cas, toda la es pontane idadcle nustR^\ ctuarJigada_ a'norTn\ s_morles ,'7'^ lodo nuestro transcurso de la consciencia est lleno de conocimientos , eo-

    1 sas que nos han s ido t ransmit idas, impresiones de un entor n conformado

    de algn modo por el espritu; la fi jeza y,- por c cir hr df lgU modo, inso

    lubilidad qumica de lodo esto muestran un problemtico dualismo frente

    al ri lmo sin descanso del proceso anmico subjetivo, en el que, sin embargo, se genera como representacin, como contenido anmico subjetivo.

    Pero en la medida en que pertenece a un mundo ideal por encima de la

    conciencia ideal, esta opos icin que da justi ficada y fundame ntada. Oierta-

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    D e l i e w r n c i i i d e l a c u l i u r a

    mente, pata'l sentido.cultural del objeto,'que en definitiva es lo que aqu

    nos imcresa, lo decisivo es que en l estn reunidos voluntad e inteligen

    cia, individualidad e ndole anmica, fuerzas y estado de nimo de las al

    mas particulares (y lambin de su colectividad). Pero en la medida en que

    sucede esto, aquellas significaciones anmicas alcanzan lambin un pumo

    final de su determinacin. En la felicidad del creador por su obra, ya sea

    sta grande o pequea, junto a la descarga de las tensiones internas, junio

    a la pateutizacin de la fuerza subjetiva, jun to a la sat isfaccin por la ex i

    gencia satisfecha, contina existiendo probablemente, por as decirlo, una

    satisfaccin objetiva por el hecho de que el cosmos de las cosas de algn

    modo valiosas es ms rico gracias aeste trozo. Ms an, quiz no haya

    ningn disfrute personal ms subl ime de la propia obra que cuando la

    sentimos en su impersonalidad y separacin de todo io nuestro subjetivo.

    Y as co m o la s obj e tiv ac io ne s de l e s pr it u s on v alios as m s all de los pr o

    cesos vitales subjetivos que han pasado a formar parte de stas como sus

    causas, as tambin lo son ms all de los otros procesos que dependen de

    el las como s us consecuencias. Por mucho que es timemos las org anizacio

    nes de la sociedad y las conlormaciones tcnicas de los fenmenos natura

    les, las obras de arte y el conocimiento cientfico de la verdad, las costumbres y la moralidad, aunque lo veamos tan influyente en su irradiacin

    sobre la vida y el desar rollo de las almas, a pesar de tod o e llo, a me nudo, y

    quiz s iempre, hay implicado al l dentro un reconocimiento de aquel lo

    que en general son estas figuras ah, de que el mundo tambin abarca esta

    config uracin del es pru; se trata de una dire ctriz en nues tros procesos de

    va lorac in'que se detiene e n la persistencia propia de lo objetivo- espiritual

    sin preguntar, ms all de lo definitivo de estas mismas coss,~por~ss con

    secuencias anmicas. J unto a todo disfrute subjetivo co n el que, por ejem

    plo, la obra de arte, digmos lo as, pasa a for mar par le de nosotros , re cono

    cemos como un valor de tipo especfico el hecho de que, en general, estah, el hecho de que el espritu se ha creado este, recipiente. As como por

    lo menos una lnea en el interior del querer artstico desemboca en la per

    sistencia propia de la obra de arte e implica una valoracin absolutamente

    objetiva en e! aulodisfrule de ia fuerza creadora que despliega sus energas

    vitales, as tambin discurre una lnea orientada en ia misma direccin en

    el interior de la actitud del receptor. Y, en verdad, claramente diferenciada

    frente a los valores que visten lo dado de una forma puramente objetiva, lo

    objetivo de la m tt u ra k za . Pues precisamente tales cosas, el mar y las llores,

    los Alpes y el cielo cuajado de estrellas, precisamente esto posee lo que

    puede denominars e s u valor slo en su reflejo en las alm as subjetivas. Pues

    tan pronto como prescindimos de humanizaciones msticas y lantsticas

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    G e o r g S i m n i cl

    de ki naturaleza, sia es un lodo que se halla unido de forma continua y

    cuya indiferente legal idad no permite a n inguna pane un acento funda

    mentado en su existencia objetiva, ms an, ni siquiera una existencia ob

    je ti v am e nt e de li m it a da fr ente a ot ras ex is te nc ia s . S lo nue str as ca te g or as

    humanas recortan de ella los trozos particulares a los que enlazamos reac

    ciones estticas, solemnes, simhlcamnlersl^iVificavasf qeTo Kil'cTia

    naturaleza 'sea dichoso en s mism o" existe con derecho slo como ficcin,

    potica; para la conciencia que se esfuerza por la objetividad, no existe ms

    dicha err l naturaleza que la que prov oca e n nosotros. As i pues, mientras

    que el producto de las fuerzas por com pleto objetivas slo puede ser va lio

    so subjetivamente, el. producto de las fuerzas subjetivas, por_el_o_ntraiioJ_

    es valioso objetivamente para nosotros. Las f iguras iiiateriales e inmateria

    les en las qu est investido e! querer y el poder, el saber y el sentir hum anos, son acuel lo que est ah objetivamente, aquel lo que sentimos como

    significatividad y enriquecimiento de la existencia incluso cuando abstrae

    mos com pletame nte de su ser- contempladas, ser- util izadas o ser- disfruta

    das. A unque el valor y la significacin, el sentido y la importancia, se pro

    duzcan ex clusivamente en el alma hum ana , a pesar de ello, eslo se acredita

    de continuo frente a la naluraleza dada, pero no estorba el valor objetivo

    de aquellas f iguras en las que aquellas f uerzas y valores anmicos - crea do

    res y c o n f o r m a d o r e s - y a e stn investidos. Una puesta de sol que no con

    templa ningn hombre no hace a l mu ndo de ninguna manera ms valioso

    o excelso, puesto que su lacticidad objetiva no posee lugar alg uno para

    estas categoras; pero lan pronto como un pintor introduce en un cuadro

    de esta puesta de sol su sentimiento, su sentido formal y cromtico, sucapacidad expresiva, tenemos a esta obra (desde qu categoras metafsi

    cas, quede aqu sin elucidar) por un enr iquecimie nto, por una eleva cin de

    valor de la existencia en general; el mundo se nos aparece, por as decir,

    ms dig no de su ex istencia, ms prx imo a su sentido, cuando a fuente de

    todo valor, l alma humana, se vierte en un hecho semejante, asimismo

    perteneciente al mundo objetivo ( .en esla peculiar significacin indepen

    dientemente de si un alma posterior redimir de nuevo este valor produci

    do por encanto y lo disolver en el ( lujo de su sentir subjelivo). La puesta

    de sol natural y la pintura estn ambas ah como realidades, pero aqulla

    encuentra su valot slo en la supervivencia en sujetos psquicos, en sta,

    empero, que ya ha empapado tal vida en s y la ha configurado en un

    objeto, nuestra se nsacin ax iolgica se detiene com o en un d c fin itiv u m que

    no requiere de ninguna subjetivizacinSi se extienden estos momentos hasia una polaridad paiiidista, enton

    ces, por un lado, est la evaluacin privativa de la vida subjetivamente

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    I V l a r v w . i n cl' In m l i n i . i

    mov ida, por la que todo s enlido, valor , s igni f icacin, no slo es producido,

    sino en la que tambin habila lodo ello. Pero, por otro lado, no es mimo-,

    comprens ible la acentuacin radical del v alor que se ha tor nado objet ivo.

    Por supuesto, sta no est ligada a la produccin original de obras de arle

    y r eli g ione s , de t cn icas y co no c im ie nto s ; pe r o a que ll o que un hom br e

    haga t iene que contribuir al cosmos ideal, histrico, materializado, del es

    pr i tu para que sea considerado como v al ioso, l isto no incumbe a la inme

    diatez subjet iva de nuestro ser y actuar, s ino a s u conte nido objet ivamentenor ma do, objet ivamente ordena do, de mo do que tan slo estas norniaeio-

    nes y ordenaciones cont ienen la sustancia axiolgica y la comunican al

    acontecer personal que f luye. Incluso la autonoma de la voluntad moral

    en Kant no involucra ningn valor de sta en su fact ic idad psicolgica,

    sino que la enlaza a la realizacin de una forma que existe en idealidad

    objetiva. Inc luso el sentimiento y la pe rs onalidad poseen una sig nifie acin,

    en lo bueno como en lo malo, en el hecho de que forman parte de un reino

    de lo suprapersonal. F.n tanto que estas valoraciones del espritu subjetivo

    y de l obj e tiv o estn respe ctiv ame nt e la un a enf r e nt e de la otr a, la c ultuia

    l leva adelante su un idad a travs de ambas; pues la cultura s igni f ica aqueltipo de perfeccin individua! que slo puede consumarse por medio de la

    incorporacin o ut i l izacin de una f igura suprapersonal, en algn sent ido

    ubicada m s all del sujeto. El v alor e specfico del estar- cultivado csulia

    inaccesible para el sujeto si no lo alcanza por el ca mino que discurre sol n r

    realidades espirituales objetivas; stas, por su parte, son valores nil imilr;

    slo en la medida en que conducen a Iravs de s aquel camino del alma

    desde s mis ma hasta s mism a, desde aquello que podra denominars e su

    estado natural hasta su estado cultural.

    A s pues , la estr uc tur a de l c o nc e pt o de c ul tur a tam bi n pue de ex pe

    sarse de este modo; no hay ningn valor cultural que slo sea valor culi u

    ral; ms bien, cada uno, para alcanzar est sig nilicacin, t iene que ser tam

    bin v alor en una serie objet iva. Pero tam bin al l donde un valor p r r .ni ia

    este sentido y algn inters o una capacidad de nuestro ser experimcnl.i a

    travs de l un estimulo, significa un valor cultural slo cuando este desa

    rr ollo parcial eleva al mismo tie mpo nue str o Yo- global a un e scaln m s

    prx imo a su unidad y perfeccin S lo as se tor nan compre nsibles dos

    fenmenos de la historia del espritu negalivos y que se corresponden en

    tre s. Por una parle, que hombres que poseen el inters ms prolundo poi

    la cultura muestren a menudo una notable indiferencia, ms an, reeha/.o,

    ante los contenidos objetivos particulares de la cultura, en la medida ni

    que no t ienen xito en descubrir su superespeciahzado rendimiento p.uael fomento de las personalidades globales, y no hay ningn piodueto bu

    ur .

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    ('forg Simmel

    m an o que tenga que mostrar necesariamente x ndim ien lo semejante,

    aunque sm duda tampoco hay ninguno q ue no pueda mostrarlo. Por oir

    parte, cabe encontrar fenmenos que slo parecen sor valores culturales

    ciertas formalidades y refinamientos de la vida tal y como son propios de

    pocas excesivamente maduras y cansadas. Pues all donde la vida se ha

    tornado en si estril y abs urda, todo desar rollo hacia su ple nitud, desarro

    llo.volit iva mente posible y que puede ser, es tan slo un desar rollo esque

    mtico y ya no est en condiciones de extraer a partir de! contenido obje

    tivo de cosas e ideas sustento y estimulo, al igual que el cuerpo enfermo ya

    no puede asimilar por medio de los alimentos las materias a partir de las

    cuales el eue, Po sano se desarrolla y gana fuerzas. El desarrollo individual

    puede extraer aqu de las normas sociales tan slo la conducta socialmentebuena, de las artes tan slo el disfrute improductivo, de los progresos le

    meos tan solo lo negativo de la facilidad y la lisura de transcurso cotidiano

    surge una especie de cultura subjelivo- formal, s in aquel e nlre te jim ic nt o in

    terno con el elemento objetivo en virtud del cual se satisface por vez pri

    mera el concepto de una culiura concreta. As pues, por una parte, hay una

    acentuacin de la cultura tan apasionadamente centralizada que el conte

    nido objetivo de sus factores objetivos le resulla excesivo y excesivamente

    desvame, puesto que st e como lal no cabe exactamente, ni puede caber

    en su Juncin cultural; y, por otra parte, una debilidad y v aco de la culiura

    tal que esta no se encuentra en modo alguno en condiciones de englobar

    en si los factores objetivos seg n su conte nido objetivo. A mbos fenme

    nos que a primer a vista se presentar, como instancias contrapuestas frente

    a la l igazn de la culiura personal a hechos impersonales, confirman msbien la consideracin ms exacia de esta ligazn.

    Qu e en la cultura se unifique n de este modo los factores vitales lt imos

    y de cis iv os se ma ni f ie s ta pr ec is am ente en el he ch o de que el de s arrol lo de

    cada uno de slos puede acontecer con una a utonoma que no s lo puede

    prescindir de la motivacin mediante el ideal cultural, sino que lo rechaza

    d,reclmenle. Pues la mirada en una o en otra direccin se sienie desviada

    de la unidad de su intencin cuando tiene que: determinarse en virtud de

    una sntesis entre ambas. Precisamente los espritus que crean los conteni

    dos que permanecen, y que por lo tanto crean el elemento objetivo de la

    cultuia, esios espritus se negaran a tomar prestados motivos e ideas de su

    rea lizacin, jus to a partir de la idea de cultura. A qu se da, ms bien la

    siguiente situacin interna. En el fundador de religiones y en el artista enc hombre de E stado y en el inve ntor, en el sabio y en el legislador, actan

    dos cosas: la descarga de sus fuerzas es enciales, la elev acin de su natura-

    3 3 la allura cn la r'Ue ha" sa r de s los contenidos de la v ida cultural

    1 0 6

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    D e l a c s c n c i a d i' l a c u lt u r a

    y la pa s in po r la cos a en cuy a pe rf eccin, pe r f e ccin s e g n sus pr opias

    leyes, el sujeto se torna indLIcrenie ante si mismo y se extingue. En el ge

    nio, estas dos corrientes son una sola: el desarrollo del espritu subjetivo

    hacia si mismo, por mor de sus apremiantes fuerzas, es para el genio una

    unidad que no cabe diferenciar de la entrega absolutamente autoolvidada a

    la tarea objeiva. La cultura objetiva, como se mostraba, es siempre snte

    sis. Pero la sntesis no es ni la nica ni la ms inmediata forma unitaria,

    puesto que siempre pre supone la separacin de los elem entos c om o lo quele precede o com o s u correlato. Slo una poca tan analtica mente sinto ni

    zada como la mode rna puede encontrar en la s fnlesis lo ms pr ofundo, el

    uno y et todo de la relacin formal del espritu con el m undo - mientras

    que, en efeclo, existe una unidad original, predilerencial; en la medida en

    que esta hace salir de s ios elementos analticos, de igual modo como el

    ncleo orgnico se ramifica en la multiplicidad de miembros separados,

    est ms all de anlisis y sntesis- , a n o ser que estas dos se desarrollen a

    partir de ella en inter acc in, pr es uponiendo la una a la otr a a cada nivel, a

    no ser que la sntesis l leve con posterioridad los elementos analticamente

    separados a una unidad, que es, empero, algo del todo diferente a la unidad puesta antes de toda separacin. El genio creador posee aquella uni

    dad originaria de lo subjetivo y de lo objetivo que debe primero separarse

    para, en cierto modo, resucitar de nuevo en el proceso de cultivo de los

    indiv iduos de una forma completamente di ferente, una forma sinttica.

    A s pues , por e ll o el inter s e n la cul tur a se e nc ue nt r a r e la c io na do con estas

    dos cosas: con el puro aulodesarrollo del espritu objetivo y con el puro

    emerger en la cosa, no en un nivel situado ms all del impulso axiolgico

    interiormente inmedialo de la cosa, sino que en ocasiones, en tanto que

    emerger secundario y conforme a la reflexin, busca proteccin en este

    emerger como un emerger abstracto general. La cultura s igue en jueg o en

    tanto que el alma tom e su ca m ino, por as decirlo, slo a travs del mbito

    propio y se consume en el puro autodesarollo del pr opio ser - tanto da

    cmo se encuentre ste detenninado desde un punto de vista objetivo.

    V eamos el ot r o fac tor de la cul lu r a: a qu e ll a pr o duc c in de l es pr it u que

    ha madur ado hasta llegar a una ex istencia aislada ideal, independie nte, por

    lo tanto, de toda movilidad psquica; contemplada en su aislamiento auio-

    suficienle, tampoco su sentido y valor ms propios coinciden en modo

    alg uno con su valor c ultural, ms an, aqul, desde s, deja completame nte

    atrs su sig nificacin c ultural. La obra de arte tiene que ser perfecta se gn

    las normas del arte, que no preguntan por otra cosa que no sea ellas mis

    mas, y que daran o denegaran a la obra su valor aun cuando, por asidecirlo, no hubiera sobr e el m und o otr a tosa ms que esta obr a; el r esid n-

    1 0 7

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    K 'urg SuiirriL-l

    do ci la investigacin como lal debe ser verdadero y nuda ms en absolutola re ligin concluy e su scniid o en s cor. la salvac in que lleva al alma el

    producto econmico desea ser perfecto en lanto que econmico y, en esta

    medida, no reconoce para s ningn otro patrn de valor que no sea el

    ecunoinico. rodas estas series transcurren en la cerrazn de una legislacin

    puramente interior, y si y con qu valor se dejan insertar en aquella ev olu

    cin de las almas subjetivas, c m o no es en mo do a lguno de la incumbencia

    t e su significacin medida segn normas meramente objetivas y vlidas

    por si solas. A partir de esta situacin objetiva se torna comprensible el

    hecho de que ta mo en los hombres que s lo es tn orientados hacia el suje

    to, cuanto en aquellos que slo estn orie ntados hacia el objeto encontr e

    mos a menudo una aparentemente notable indifer encia, ms an, una aver

    sion, frente a la cultura. A qul que slo pregunta po r la salvacin de! alma

    por el ideal de la fuerza personal, o por el desarrollo mdjv idual- intemo en

    e que no puede interponerse ningn mo me nto ex terno a el es el tipo de

    hombre cuyas v aloraciones recusan precisamente un o de los factores inte

    grantes de la cultura; mientras que el otro factor lalta a aquel otro Upo que

    solo preg unta por la pura perfeccin objetiva de nuestra s obras de tal modo

    que estas, y nadie liga do de algn mo do con ellas, satisfacen su idea El

    ex tremo del prime r tipo v iene repres entado por e] .estilista, del otro por el

    especialista encerrado e n el fanatismo de su especialidad.' A primera v ist a'"

    hay algo de chocante en que los portadora de"tales Valores culturales"

    indudables, com o la re ligios idad, la for mac in de fa per sona lidad tcnicas

    de todo tipo, tengan que menospreciar o combatir el concepto de cultura

    Pero esto se aclara de inmediato por la com pr e ns in ci que la cultura

    s i g ni fi ca s ie m pr e , s lo l a snle sf a d e u n de s a r ro ll o_ s ub je t iv o y u n ^ o T ^ U -ritual objetiv o, y de que la sustentac in de'Cirio de esFc de W iT o s xTre"-'

    mo de su exclusividad ha.de impugnar el entretejimienlo d c V n ^ b o l- - - - -

    Tal dependencia del valor cultural respecto de la c o o j^ d n de un

    se gundo factor que est ms all de la serie valorat iva- propia del objeto

    hace comprensible que precisamente este alcance a menudo en la escala de

    los valores culturales una graduacin por entero diferente a la que alcanza

    en la de las meras significaciones objetivas Una multiplicida d de obras

    que en tanto que artsticas, tcnicas, intelectuales, permane cen por debajo

    de la a tura de lo ya alc anza do en otras ocas iones, tienen, en efecto la

    capacidad de ensamblarse de la forma ms eficaz en el camino evolutivo de

    muchos hombres, como fomentadoras de sus esfuerzos latentes, como puen

    te hac ia su prx imo e stadio ms elevado A s como entre las impres iones

    de la naturaleza en modo alguno existen slo las dinmicamente mas poderosas o las estticamente ms perfectas, de las que nos llega una dfcha

    1 0H

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    D o 1.1 e s e n c i a d e l a c u l t u r a

    totalmente profunda y el sentimiento de que los elementos sordos e irre-

    dentos que existen en nosotros se han tornado de pronto luminosos y ar

    mnicos, as como, ms bien, a menudo tenemos que agradecer esto a un *

    paisaje de lo m s senci llo o al jueg o de s ombras de u n m edioda de v erano,

    asi tampoco cabe an contemplar la significacin de la obra del espritu, ya

    sea alia o baja e n su pr opia serie, en aque llo q ue esta obra pueda ofrecer- '

    nos para el camino de la.cultura. Pues aqu todo depende de que aquella -

    sig nificacin especial de la obra ieng a, por as decir lo, el rendim iento colateral de servir a l dcsaifoHorentral o general de las personalidades. Y que

    este rendimiento pueda ser inversamente proporcional respecto del valor

    pro pio o interior de la obra tiene diversas causas ms pro fundas. Hay obras

    human as de una perf eccin inalcanza ble a las cuales, precisamente a causa

    de esta redondez sin lagunas, no tenemos ningn acceso o que, por ello,

    no tienen ningn acceso a nosotros. Una obra semejante permanece, dig

    moslo asi, en su lugar, desde el cual no cabe transportarla a nuestros domi

    nios; es una perfeccin solitaria hacia la que quiz podemos dirigirnos,

    pero que no podemos llevar con nosotros para alzarnos en ella a la perfec

    cin de nosotros mismos. Para el sentimiento vita ! moderno, la Antige

    dad posee con frecuencia esta cerrazn aulosuficientemente consumada

    que se niega a ingr esar en las pulsacione s y el desasosiego de nuestr o l empo

    evolutivo; y esto, hoy en dia, puede determinar a muchos a buscar otro

    factor funda me ntal par a nuestra culiura. Lo mis mo sucede con ciertos ideales

    ticos. Las figuras del espritu objetivo as caracterizadas estn quiz ms

    determinadas que otras a portar la evolucin desde la mera posibi l idad

    hasta la ms elevada realidad, y a darle la direccin. Pero algunos impera

    tivos ticos contienen un ideal de una perfeccin tan rgida que a partir de

    ellos, por as decir, no cabe actualizar ninguna energa que pudiramos

    recoger en nuestra evolucin. Con toda su altura en la serie de las ideas

    licas, en tanto que elemento cultura! quedarn fcilmente por detrs de

    otros que desde su lugar ms bajo en aquella serie asimilan y ensamblan

    reforzando desde s el ritmo de nuestra evolucin. Otro motivo de tal des-

    proporcionalidad entre el valor objet ivo y el valor cultural de un objeto

    reside en la unilateralidad del est imulo que ex perimentamos por medio de

    aqul. Muchos contenidos del espritu objetivo nos hacen ms listos o

    mejores, ms felices o ms hbiles, pero con ello no nos desarrollan real

    mente, s ino que, por decir lo de alg n mod o, desarrollan un aspecto o cua

    lidad, el mismo objeiivo, que est adherido n nosotros; aqu, se trata, por

    supuesto, de diferencias resbaladizas e infinitamente tenues, en modo al

    g uno aprehensibles ex ternamente, diferencias que enlazan con la misterio

    sa relacin entre nuestra totalidad unitaria y nuestras energas y pcrleccio-

    1 0 9

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    G e o r g S t m n i c l

    nes pariiculares. Es claro que la realidad plena y cerrada que denominamos nuestro sujeto slo podemos caracterizara con la s'um di-'tales prti-culatidades, sin que iuera. sin embargo, componible a pr l ir dc estas y la

    nica categora que est a disposicin, a saber, la dd a s paris y e fio do en

    modo alguno agota esta relacin nica. Pues todo lo singular, considerado

    por s., posee un carcter objetivo, podra existir en su aislamiento en cua

    lesquiera sujetos distintos y alcanza el carcter de nuestra subjetividad por

    vez primer a en su lado interior, co n el que hace crecer precisamente aque-

    lia unidad de nuestro ser. Pero con el primero tiende en ceno modo el

    puente hacia el v alor de las objetividades , reside en nuestra periferia con la

    que nos enlazamos ai mundo objetivo, tanto ex ierno como espiritual Pero

    tan pronto como esta funcin dirigida hacia el exterior, alimentada desde

    e exterior, se desgaja de su signif icacin que va hacia el interior que dese m

    boca en nuestro cen.ro, surge aquella discrepancia; nos tomam os instr uidos, nos tomamos finalistas, ms ricos en el placer y en las capacidades

    quiza tambin mas formados", pero nues tro cultivo no guar da el paso con

    ello, pues vamos desde un tener y poder ms bajo hasta otro ms elevado

    pero no desde nosotros mismos en tanto que lo ms bajo hasta nosotrosmismos en tanto que lo ms elevado.

    He puesto de relieve esta posibilidad de discrepancia entre significa

    cin objetiva y significacin cultural de uno y el mismo objeto slo para

    hacer visible con mayor claridad la fundamental duplicidad de elementos

    en cuyo en trejuniamiento consisie ex clusivamente la cultura. Este entre-

    jun t a m te m o es ab s ol utame nt e ni co, en la m o qu e el desar roll o cul tur al -

    meme significativo del ser personal es un estado que existe puramente en

    el sujeto, pero es un estado tal que no puede ser alcanzado de absoluta

    mente nmguna otra forma que no sea la incorporacin y el aprovechamiento de contenidos objet,vos. Por ello d cultivo es, por una parte una

    tarea que reside en lo infinito - pues nun ca cabe considerar como cerrada

    la utilizacin de moment os objetiv os para la perfeccin del ser personal--

    por otra parte, el matiz del uso Hngf.ist.co sigue muy exactamente este

    estado de cosas en la medida en que la cultura ligada a un nico objeto

    (cultura religiosa, cultura artstica, ec.) no es utilizada por lo general para

    la caracterizacin del oslado de los individuos, sino slo de los espritus

    pblicos; en el sentido de que en una poca se encuentran muchos conte

    nidos espirituales, o especialmente relevantes, de un Upo deter minado a

    naves de los cuales se cons uma el cultiv o de los individuos. stos visto

    con mayor ex actitud, pueden estar cultiva dos slo ms o menos poro no

    especial izadamente do esta o aquella manera; una cultura de! mdmduo

    objetivamente singularizada slo puede significar, o bien que la perfeccin

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    D e l a e s e n c i a < l c l a c u l t u r a

    cultura l y, c omo (al, su pe respe cia! izada del indiv iduo se ha con s uma do

    por me dio de este nico con lcnido unilateral, o bien que junt o a su autn

    tico cultivo se ha configurado adems un considerable poder o saber res

    pecto de un contenido objetivo. Por ejemplo, la cultura artstica de un

    indiv iduo - si es que debe ser algo adems de las perfecciones artsticas que

    pueden lambin r epresentarse en el "carcter mcultiva do de un hombre -

    slo puede indicar que en este caso son precisamente estas perfeccionesobjetivas las que han obrado la consumacin del ser global personal.

    A ho r a bien, en el in te r io r de es ta estr uctura de la c ul tur a sur g e una

    gr ieta que, ciertamente, y a est puesta en su f undame nto y que a par tir de

    la sniesis- sujeto- objelo, a partir de la significacin metafsica de s u con

    cepto, hace surgir una paradoja, ms an, una tragedia. El dualismo de

    sujeto y objeto, el cual presupone su sntesis, no es slo, por as decirlo, un

    dualismo substancial, que concierne al ser de ambos, sino que la lgica

    inter na seg n la cual se desarrolla cada uno de ellos no coincide de nin g u

    na manera de una forma autoevidenle con la del otro. Cuando han sido

    creados ciertos primeros motiv os del derecho, del arte, de la mo ral - quizseg n nuestra espontaneidad ms propia y ms ntima- , entonces ya no

    tenemos a la mano hacia qu figuras particulares se desarrollarn tales

    motivos . P roduciendo o r ecibiendo estas figuras vamos ms bien a lo largo

    de un hilo conducto r de una necesidad ideal que es completam ente o bjeti

    vo y que ya no se preocupa ms de las exigencias de nuestra individuali

    dad, por muy centrales que sean, que de lo que sean los poderes Tsicos y

    sus leyes. Sin duda, e n general es correcto que el lenguaje ima g ina y piensa

    por nosotros, esto es, que recoge los impulsos fragmentarios o l igados de

    nuestr o pr opio ser y conduce a un a perfeccin a la que stos, incluso pura

    mente para nosotros mismos, no habran l legado en caso contrario. Pero

    este paralelismo de los desarrollos objetivos y de los subjetivos no tiene,

    sin embargo, ning una necesidad f undamemal.

    Incluso en ocasiones sentimos el lenguaje como un poder natura l extra

    o que falsea y mutila no slo nuestras manifestaciones, sino ta mbi n nues

    tras orientaciones ms nlimas . Y la relig in, que cieriame nie ha s urg ido de

    la bsqueda del alma de si misma, que es como las alas que las propias

    fuerzas del alma producen para llevarla a su propia altura, incluso la reli

    gin, una vez surgida, posee ciertas leyes conformadores que desarrollan

    su necesidad, pero no siempre la nuestra. Aquello que a menudo se ha

    reprochado a la religion como su espritu anticuliural no son slo sus oca

    sionales enemistades con valores intelectuales, esllicos, morales, sino tam

    bin esto ms profundo: que ella recorre su propio camino, determinado

    por su lgica inmanente, camino en el que, ciertamente, engloba a la vida;

    1 1 1

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    G c o r S i m m e l

    pero encuentre ei alma los bienes transcendentales que encuentre por este

    suTo da d a l "M COn frCCUenCa n ,a CnduCe a ,a c o n s uj r f n desu totalidad, a la cual le re miten sus propias posibilidades y que recorten

    I T 1 ,dad* "suras p - -En la medida en que la lgica de l.ns lauras y conexiones impersonales

    la cagada con una dinmica, en esta medida surgen entre stas y los

    mpulsos y nor mas internas de la pers onalidad duras fr icciones, que en la

    forma de la cultura com o tal ex perime ntan una concentr acin nica Des-

    Y a niT s t mi s n C Y T T dCSdC ha a v e n i d o , sobrey . m is mo e n ob je to , de s de que en v ir tu d de ta l f or ma de nue s tr a

    a na sus contenidos pertene cen a un centro, desde entonces , lena que

    cerle a partir de esta forma el siguiente ideal: que esto as ligado con el

    punto central sea lambin una unidad cerrada en si y, por e lb un todoautosulicente. Pero los contenidos en los que el Yo tiene que consumar

    esta org anizacin hac a un m undo propio y unitario no slo le pertenecen

    eStanado*desde alS ex terioridad espacia!, temporal ideal- sonmismo t iempo los contenidos de cualesquiera oros m und os sochies y

    mciafisicos, conceptuales y ticos, y en estos otros mundos poseen formas

    / T T " 5 e mr C 51 qUC n deS Can - o - c id ir c on aq ue ll as de Y o F u t i o s

    ' 4 p r , n Y o e Y COnrT ra dC ,0 r ma Cs pe cf ic a- b s m u n do s e x ter noscapturan al Yo para recogerlo en s; y en la medida en que estos mundostricnidossefnm ^contenidos lleguen a centrarse en torno a! Yo. Puede que esta situacinencuentre su manifestacin mas amplia y ms profunda en el conflicto

    religioso entre la autosuficiencia o libertad del hombre y su inclusin en

    entrT el ho m tVln05; a al igual que el conflicto socialentre el hombre como individualidad redondeada y el mero miembro del

    c i ^ u e nos 'e nr T S' ^ ^ dua,S In pUra "na lt e n i s v i m T Cr a mCV Uabl C l a V de nuestros con-tenidos wtalcs a otros circuios al margen del de nuestro Yo. F1 hombre no

    solo se encuentra innumerables veces en el punto de interseccin de dos

    ciieulos de fuerzas y valores objetivos, cada uno de los cuales quer ra arras

    torno >nSlg07Sin

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    IX- la es en cia f ie la cu l tu ra

    hecho cultural aprieia una c onira otra y de la fo rma ms estrecha las panes

    de esta colisin, en la medida en que liga el desarrollo de cada una de ellas

    (esto es, slo asi U deja que se lome cultivada) al hecho de que englobe a

    la olra en s y, por lo tanlo, presupone un paralelismo o una adaptacin

    recproca de ambas parles. El dualis mo metalsie o de sujeto y ob| eto, que

    esta estructura de la cultura tendra que superar, resucita de nuevo como

    discordancia entre los contenidos particulares empricos y los desarrollosobjetivos.

    Pero quizs el desg arramiento siga an abierto c uando en sus partes no

    hay en modo alguno contenidos orientados en direccin contraria, sino

    cuando lo objetivo se sustrae de su significacin para el sujeto por medio

    de sus determinaciones formales: la autonoma y la inmensidad. La frmu

    la de la cultura era, e n efecto, la siguiente: que las energ as anmico- subje-

    tivas alcanzan una for ma objetiva, en lo sucesivo independiente del proce

    so vital creador, y sta, por su parte, es incluida de nuevo en el proceso

    vital subjetivo de una manera que lleva a sus portadores a la perfeccinredondeada de su ser central. Pero esta corriente de sujetos a sujetos a

    travs de objetos, en la que una relacin metafsica entre sujeto y objeto

    adquiere r ealidad histrica, puede perder su c ontinuidad; el objeto, en una

    forma ms fundamental que la hasta el momento aludida, puede salirse de

    su significacin mediadora y, en esta medida, romper los puentes sobre los

    que discurre su camino cultivado. En primer lugar, el objelo adopta tal

    aislam iento y e naje nac in frente a los sujetos creadores sobre la base de la I |i

    divis in del trabajo. Los objetos que ha n sido pr oducido s mediante la co- ! '

    operacin de muchas personas forman una escala segn la medida en la il

    que su unidad se apoye en la intencin unitaria, reflexiva, de un indiv iduo, 'o se haya producido sin tal origen consciente de s misma a parlit de las

    aportaciones parciales de los cooperantes. Hn el polo caracterizado por lo

    ltimo se encuentra, por ejemplo, una ciudad, que no ha sido construida

    seg n los planes ex istentes con anterior idad, sino s eg n las necesidades e

    inclinaciones accidentales de los individuos partictlares y que, sin embar

    go, es una figura plena de s entido en tanto que lodo, cerrada v isualmente,

    ligada org nicamente. E l otro polo lo ejemplifica quizs el producto de una

    fbrica en el que han actuado conjuntamente veinte trabajadores, cada uno

    de ellos sin conocer ni los otros trabajos parciales ni su ensamblaje, y sin

    inters por ello - mientras que, sin lugar a dudas, el lodo es dirig ido poruna vo luntad e intelecto central pers onal- ; o la dire ccin de una orquesta

    en la que el obosta o el timbalero no tienen ni idea de la afinacin del

    violn o de! cello y que, sin embargo, son llevados juntos con stos por la

    batuta del director a una unidad de accin perfecta. Entre estos dos len-

    1 1 1

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    G e o r g S i m m e l

    menos puede estar, por ejemplo, el peridico, cuya unidad por lo que hace

    al aspecto y a la significacin se apoya de alg n modo, por lo menos ex ter

    namente, en una personalidad conductora, pero que, sin embargo, se ori

    gina en una medida considerable a parlir de las contribuciones ms dife

    rentes y recprocamente accidentales de las personalidades ms diferentes

    y co mp le ta me nt e ex tr aas en tr e s. E l ti po de es to s f enm eno s es, ex pre sa

    do absolutamente, el siguiente: por medio de a actividad de diferentes

    personas surge un objeto cultural que, en tanto que todo, en tanio que

    unidad que est ah y que acta especficamente no tiene ningn p rod uc to r,

    no ha surgido a partir de una correspondiente unidad de un sujeto anmi

    co. Los elementos se han aunado como si siguieran una lgica e intencin

    conformador a que habita en el interior de ellos mismos, en tanto que rea

    lidades objetivas, con la que no han cargado a su creador. La objetividad

    del contenido e spiritual, que lo hace indepe ndiente de todo ser- admitido o

    no- ser- admitido, cae aqu y a del lado de su produc cin: tanto da lo que los

    individuos particulares hayan deseado o dejado de desear; la produccin

    posee sin embargo la figura acabada, realizada de una forma puramente

    corporal, no alimentada por ningn espritu con su significacin ahora

    efectiva, y puede seguir dndole curso e n el proceso cultural - de una for

    ma slo gradualmente diferente a cuando un nio pequeo ordena por

    azar !as letras con las que juega e n un se ntido correcto; este sentido est ah

    en ellas con objetividad y concrecin espiritual, a pesar de haber sido pro

    ducido sin tener la ms remota idea. Pero visto exactamente se trata, en

    efecto, slo un caso sumamente r adical de u n des tino espirilual- humano

    muy general, que se extiende tambin a aquellos casos de divisin del trabajo. La mayor parle de los productos de nuestr o crear espiritual co ntienen

    en el interior de su significacin una cierta cuota que nosotros no hemos

    creado. No me refiero con esto a la falta de originalidad, a valores hereda

    dos, a la dependencia respecto de modelos previos, pues con todo ello la

    obra podra haber nacido segn su contenido a partir de nuestra concien

    cia, si bien con ello esta conciencia slo dara curso a aquello que ha reci

    bido ta le qua le. Ms bien, en casi todas nuestras realizaciones hay conteni

    do algo de s ignficacin que puede ser ex trado por otros sujetos, pero que

    nosotros mismos no hemos introducido. Naturalmente, lo siguiente no es

    fvlido en sentido absoluto en ninguna parle, pero s en todas en sentido

    Relativo; lo que teje, no lo sabe ning n lejedor. La rea lizacin acabada con-

    i tiene acentos, re laciones, valores, purame nte seg n su ex istencia objetiv a e

    indiferentemente frente a s el creador ha sabido que ste ser el resultadotie su crear. Es unj a du m tan misterioso com o indudable el que un sentido

    espiritual, objetivo y r eproducible por toda conciencia pueda eMar l igado a

    U 4

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    D e l a e s e n c ia d e l a t u l l u r a

    una f igura material , sent ido que no ha introducido ninguna conciencia, ,

    sino que est adherido a la facticidad pura y ms propia de esta forma.

    Frente a la naturaleza, el caso anlogo no ofrece problema: ninguna volun

    tad artstica ha prestado a las montaas del Sur !a pureza esti lst ica de su

    contorno o al mar tempestuoso su simbolismo estremecedor. Pero en las

    obras del espritu t iene parte, o puede tenerla, en primer lugar, lo pura

    mente natural, en tanto est provisto de tales posibilidades significativas,

    pero, acto seg uido, ta mbin la t iene o puede tenerla el contenido espiritual

    de sus elementos y su conexin resultante de s misma. La posibilidad de

    alcanzar a partir de esto un conte nido es piritual subjetivo est inves tida en

    el los como una conformacin objet iva no describible con poster ior idad,

    que ha dejado completamente t ras de s su or igen. P or poncr_uo ejem plo

    extremo: u n poeta ha compuesto una adivinanza con una solucin, deter-

    mirada;'sV e le encuentra otra so lucin que sea ex actamente tan ajustada,

    tan plena de sentido, tan sorprendente, como aquella otra, entonces es

    tambin exactamente igual de correcta' y, a pesar de que estuviera muy

    lejos de su proceso creativo, reside en la adivinanza creada como objetivi

    dad ideal exactamente del mismo modo como aquella pr imera solucinsobre la cual Tue creada tal adivinanz a. T an pronto como nuestra obra est

    ah, no slo posee una existencia objetiva y una vida propia que se ha

    separado de nosotros, sino que en este ser- s- misma - como por g racia del

    espritu objetivo- contiene fuerzas y debilidades, partes cons titutivas y sig-

    niricatividades, de las que somos totalmente inocentes y por las que a me

    nudo somos sorprendidos nosotros mismos.

    Estas posibilidades y medidas de autonoma del espritu objetivo slo ,

    deben poner e n claro que, tam bin all dond e ste es pro ducido a partir ele '

    la conciencia de un espritu subjetivo, posee tras la objetivacin que ha!

    tenido iugar una val idez al marg en de sta y una posibi lidad independiente de tesubjetivizacin; es claro que esta posibilidad no necesita en modo ;

    alg uno realizarse - puesto que, en efecto, en el eje mplo de m s arriba, la

    segunda solucin de la adivinanza existe con pleno derecho en su espiri

    tualidad objetiva, tambin antes de que fuera encontrada e incluso si esto

    no sucediera nunca. Esta peculiar condicin de los contenidos culturales

    - que hasta el mome nto rige para los conte nidos particulares, por as decir

    lo, aisladoses el fundamento metafsico de la funesta autonoma con la

    que el re ino de los producios culturales crece y crece, como si una necesi

    dad lgica interna extrajera un miembro tras el otro, a menudo casi sin

    relacin con la voluntad y la personalidad de los productores como si no

    estuviera alectado por la pregunta por cuntos sujetos y en qu grado de

    prof undidad y ex tensin es recogido y c onduc ido a su signi f icacin cultu-

    1 1 5

  • 7/24/2019 El Concepto y Tragedia de La Cultura-Simmel

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    G o n r y S i m m e l

    ral. fcl caracicr de Je iichc que Mar x adscribe a los objetos eco nmicos en

    tT ? La Ia producci(3n de mercancas es slo un caso peculiarme mcmodificado ce esle destino general de nuestros contenidos culturales. Fs-

    - tos contenidos estn bajo la paradoja -y , con una - cultura creciente cada

    vez mas - de que, cier tamente, l ian s ido creados por sujetos y estn deter-

    ;v .minados para sujetos, pero en la forma interme dia de la obje tivida d que

    - adoptan ms all y ms ac de estas instancias siguen una lgica e volutiva

    inmanente y, en esta medida, se alejan tanto de su origen c om o de su fin.

    No son necesidades tsicas las que entran en cuestin a este respecto, sino

    realmente solo necesidades culturales que, sin duda, no pueden saltar'po?

    ( en em a de las condicional idades f sicas . Pero lo que el producto, como ta l

    prc| ucl d d espritu, extrae (apare ntemente uno a partir del otro) es la

    , lgica cultural del objeto , no la cientfico- natural. A qu reside el funesto

    impulso coercitivo interno de toda "tcnica" tan pronto como su perfeccionamiento la empuja fuera del alcance del uso inmediato. As, por ejemplo

    la fabticacion industrial de alguna manufacturas puede recomendar la de

    productos colaterales para los que en realidad no se encuentra ninguna

    necesidad, pero la pres in a util iza r completame nte aquellos util lajes una

    vez creados urge a el lo. La ser ie tcnica ex ige desde s completarse m e

    diante miembros que la sene anmica, que es la autnticamente definitiva

    no tequiere - y asi surg en ofertas de mer cancas que despiertan necesida

    des artif iciales y, visto desde la cultura de los sujetos, absurdas. En algunas

    ramas de la ciencia no sucede otra cosa. La tcnica filolgica, por eje mplo

    se ha desarrollado, por una parte, hasta alcanzar una l ibertad incompara

    ble y una perfeccin metodolgica; pero, por otra parte, los objetos que

    merecen ser trabajados as desde el punto de vista del inters real de lacultura espiritual no crecen con tama rapidez, y, de este modo, el esfuerzo

    Itlologico se convierte con frecuencia en una micrologie en una pedantera

    y e n un c ul ti v o de lo mc s cnc ia l - po r as de ci r lo , un pas o e n el v ac o de l

    mtodo, un avanzar de la forma objetiva cuyo autnomo camino ya no

    coincide con el de la cultura en tanto que perfeccin vital. En muchos

    mbitos cientficos se orig ina.de este mo do aquello.que puede denominar-

    . t e l ser superf lue, una suma de conocimientos me todolgicam ente ire-

    piochables, no impugnables.desdc.e| concepLo.abstracto d cienc ia y que '

    ;s", embargo, estn enajenados respecto del autntico sent.cb Ena tTe'toda

    investigacin; con lo cual, ev identemente , no me refiero a nin g n fin exter-

    no, sino a ios mes ideales y culiurHTes. La increble oferta de f uer (tam- ~ '

    bien lav ore eda por obra y gracia de la eco noma) que esln dispuestas y a

    me nudo tambin aprovechadas para la produccin es pir itual, ha c onduci

    do a una valoiacmn de iod o trabajo eiemfico por s mismo, cuyo valor es

    1 1 6

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    con frecuencia slo una convencin, casi uiia conspiracin de la cnsia de

    los sabios en pro de una inquietantem ente | rucli fera procre acin endgena

    del espri tu c icm t i l ico. cuy q.productos ,, s in e m ba r g a r o n. Lano en sentido

    interno, co/no_ en el_deja actuacin .ulterioiCjnfructuosos^qu se funda

    menta el servicio felichisia que desde hace mucho tiempo se pone de relie

    ve con el mtodo: corno si una realizacin fuera ya valiosa solo por carc

    ter correcto de su mtodo; sie es el muy astuto medio para la legitimacin

    y ta s acin de m l t ip le s tr aba jo s , qu e es tn li g ado s po r el s e ntid o y la conex in del desar rollo cognoscit ivo, sentido y cone x in apre hendidos de-

    una forma ex cesivamente generosa. Por supuesto, surge la objecin de que

    tambin mediante las invest igaciones aparentemente inescnciales aquel

    desarrollo ha s ido favorecido en ocasiones de la forma ms sorprendente.

    stas son posibi l idades imprevistas, ta l y como suceden en lodo mbito,

    pero que no nos pueden impedir asignar o denegar a un hacer su derecho

    y su v a lo r de a c ue r do c o n nues tr a r a c io na li da d ex is te nt e en esta cpo ca - si

    bien tal racionalidad no es, en verdad, omnisciente- . Nadie c onsiderara

    razonable perforar a l azar en algn lugar del mundo en busca de carbn o

    petrleo, poi m uy innegable que sea la pos ibilidad de que all se encuentrerealmente algo. Ex iste un cieno umbral de proba bil idad para la ut i l idad de

    los trabajos cientficos, que en un caso entre mil puede ciertamente mos

    trarse corno s im ado err neamente, pero que en v ista de el lo n o just i f ica su

    empleo en los 999 esfuerzos que caen en el vacio. Esto, considerado hist-

    rico- culturalmente, no es tam bin ms que un f enme no par ticular de aquel

    crecimiento de los contenidos culturales en un suelo en el que oirs fuer

    zas y ines dist intos a los culturalmcnic plenos de sentido los agui jonean y

    recogen y en el que producen inevitablemente flores que no dan fruto. Se

    t ra t a del m is m o m o t ivo co n fo rm a do r l l im o q u e cu a n do en la evo lu cin

    del arte el poder tcnico se torna lo bastante poderos o co mo para emanc iparse d la servidumbre respecto del f in cultural g lobal del ar le. Ahora,

    obediente slo a la lgica interna, la lecnica desarrolla refinamiento detrs

    de ref inamiento que, s in embargo, no s on s ino su s perfecciones, pero ya no

    perfecciones del sentido cultural del arte. Toda la excesiva especalizacin 1

    que hoy en da es deplor ada iods'los oit ibitos de trabajo y cuya prose

    cucin apremia, s in embargo, bajo la ley como con implacabil idad demo

    naca, es slo una configuracin particular de aquel destino fatal de los '

    elementos culturales: que los objetos poseen una lgica propia de su desa- ,

    rrollo no una lgic a conc e ptual, no una lgica natur al, s iiio slo la de su 1

    desarrollo en tan lo que obras culturales humana s- y en cuy a cons ecue ncia'.vic'dc5VuTcL; 1a MT V cdoif \ Tn la qu

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    alguno idntica a aquella otra puesta de relieve a menudo: con la elevacin

    de los medios al valor.de. f ines f inales, lal como las culturas avanzadas' lom ue s tr a n .a .c ad a pa so. P ue s es to . es a lg o m e m ^ , a ^ > / s una

    acentuacin a part i r de casual idades o necesidades anmicas y s in ir ig ^

    upo de relac in firme con el contexto' Objetivo de las' cosas? Pero a se"

    trata precisamente de ste, se t rata de la lg ica inmanente de las conforma

    ciones cukuia lcs de las cosas: el hombr e se convie ne ahora en mer o porta

    dor de la coercin con la que esta. lg ica domina los desarro l lo , y ios con

    t inua como c n \ LM n g fin tc . d iva.por la que regresaran' de "nuev o dcs

    rro l lo c u lt u ra d e l ho m b re v i v ie nt e , f e ra e s la au i m k a g e l hT d e T t a h ix~

    ...ra. Pero por des uno tr gico - a diferencia del triste o del'per turba do desde

    el ex terior- ente ndem os , en electo, lo siguiente: q ue las fuerzas negativas

    orientadas contra un ser surgen precisamente a part i r de los estratos ms

    profundos de este mis mo ser; que con su de str uccin se consuma un des-mo que esta ubicado en l mismo y que, por as decir lo , e l desarro l lo

    lgico es just am ent e la estructura cor, la que el ser ha constr uido su propia

    .positiv idad. E se l concepto de toda cultura el que e' es pritu cree un objeto

    ! ob,C! 1V am on om o- a t ravs dcl cuf c>desar ro l lo del sujeto tome su cami-' no desde s mism o hasta s mismo; pero precisamente con e l lo aquel ele-

    .! m e m o m i r a d o r , qu e c o n d ic i o n a l a c u l tu ra , qu e d a pre d e t e rm in ad o haci a

    / un desarro l lo pro pio que consume cada vez ms fuerzas de los sujetos que

    arrastra cada vez ms s ujetos a su v a, sin l lev ar co n ello a estos ltimos a la

    ; cima de si mismos: el desarrollo de los sujetos ya no puede recorrer el

    I cam ino que lom a el de los objetos; sig uiendo, sin embar go, este ltimo se

    I ex ttavia en un cal le jn s in sal ida o en e l vaciam iento de la vida ms nt ima

    . y m as pro pia.Pero el desarrollo cultura! pone a los sujetos fuera de s mismos de

    brma aun ms posi t iva mediante la ya aludida ausencia de forma y de

    fronteras que l lega al es pri tu objetivo en v i rtud del carcter numr ico i l i

    mi tado de sus productores. Cada uno de los contribuye ntes puede contri-

    bun a la provis ion de los contenidos culturales objet iva dos s in ning n t ipo

    de consideracin a los otros contribuyentes. Esta provisin tiene en las

    distintas pocas culturales una coloracin determinada, esto es, una fron

    tera cualitativa trazada desde el interior; pero no tiene de igual modo una

    frontera cuant itat iva, no t iene absolutamente nin g n mot ivo para no pro

    pagarse hasta lo infinito, para no ensartar l ibro a l ibro, obra de arte a obra

    de arle, invencin a invencin: la forma de la objetividad como tal posee

    una capacidad i l imita da. Pero con esia capa cidad de acum ulacin por asidecir. inorgnica, convierte a la forma de la vida personal en inconmensu

    rable en lo ms pr of undo Pues su capacidad de ser recogida no se cncuen-

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    O c | i e s e n c i a d e b c u l t u r a

    l ia solo l im itada se g n la lue iza y la dur ac in de la vida, sino me danle una

    cicr ia unida d y relal iva cerr azn de s u for ma, y, por el lo, real iza una elec

    c i n, r on un m b i t o d e jue g o d e t e r m i nad o, e nlr c los c ont e nid os que se le

    ol r e c e n c om o m e d i os d e su d e sar r ollo i nd i v i d ual . A hor a b i e n, e n apar i e n

    cia esta inconmensurabi l idad no necesita convert irse para el individuo en

    una inconmensurabi l idad prct ica, en la medida en que ste deja de lado

    aquello que su desarrol lo propio no puede asimilar . Pero la cosa no t iene

    xito de manera tan senci l la. La provisin del espr i tu objet ivado, provi

    sin que crece hasta lo indcsc ripi ible, plantea ex igencias al sujeto, despier

    ta veleidades en l , lo golpea con sent imientos acerca de la propia insuf i

    c iencia y desa mparo, lo enreda en las relaciones g lobales de cuy o carcter-

    lotal no puede sustraerse sin poder subyugar'sus contenidos part iculares

    Dc la t ip k ^s itua ur i prblcf i ir ica del hom bre moderno:,1'

    el sentiTmentb de estar cercado por un sinnmero de elementos culturales',

    que n_o carecen de sigmlicadap.at:a_c , pero que en el fo ndo ms pr of undo ;' '

    tam poco so n pier iamente signi f icat ivos; que en ta nto que mas a t ienen algo. [,

    sofocante^ puesto que no puede as imilar internam ente todo lo part icular , ''

    E ro_Cjue t a m po co P ue-([e_.recKaz_a s_end i la m en te da do q e ..po c a s i de cir lo ,j

    pertenece en po tencia aja.es fera .de su des arr oi lo cuitural . P odra earacte- -

    r izarse esto con la exacta inve rs in de la f rase quede s ig nab a a los pr imeros

    fra nciscanos en s u pobreza de alm a, en su abs oluta liber acin de todas las ' ' -

    cosas que an atrav esaban de alg n mo do el ca mino del aima a t ravs de si,

    y al que que r a n c onv e r tir e n un c a m in o in dir e cto: N ih i hc ib c n lc s, o m n ia

    possidenfes - en lug ar de el lo, los hombr es s on muy r icos y las culturas so

    brecargadas omnii ha b e n tc s, nihi p o sid e n te s.

    Estas ex periencias puede n ex presarse de mlt iples formas ; lo que aqu

    i m por t a e s su pr of und o e nr i zam i e nt o e n e l c e nt r o d e l c onc e pt o d e c ul t u

    ra. Toda la riqueza que este concepto realiza descansa en que las f iguras

    objet ivas, sin perder su objet ividad, son englobadas en el proceso dc per

    feccionamiento de sujetos como su camino o su medio. Quede al margen

    si , v isto desde el sujeto, se alcanza de este modo la forma suprema de su

    perleccin; pero para la intencin metaf sica, que busca l levar aja unidad

    el pr incipic dd.suj .eto_y_dcIobjeto como ta l , existe aqu una de las mx i

    mas garantas frente a lo siguiente: no tener que reconocerse a s misma

    com o i lusin. La pre g unta metaf sica encuentra con e l lo una respuesta his

    trica. El espr i tu ha alcanzado en las f iguras culturales una objet ividad

    que lo hacc indepe ndiente de todo azar de la re producc in subjet iva y que,

    * I *ti mi PJiiiowiphu- des G M .slas he expuesto paia un nmero m.ivoi

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    G eorg Sinm id

    al mismo licrnpo, aprovecha para cl fin central de la perfeccin subjeliva.

    Mientras que las respuestas metafsicas a aquel la pregunta acostumbran

    a m p u ta r l a re a l m e n te , e n ta n io q ue m u e stra n c m o h i if a l ^o p s t o n suj e-

    to- objeto, la cultura se atiene al enfr enta mien to"pleno de las_paries, a la

    lgica suprasubjetiva de las cosas confo rma das e s p ir k l ia ! nient J J p largo

    de la cual el sujeto se yerg ue sobre s mis mo hacia sJ uism o. La capacidad

    lundamcnta l del espritu, pode r separarse de s mis mo, sal irse a l encuentro

    c o m o u n te rce ro c o n f ig u ra n do , c o n o c ie n do , v a l o ra n do , y a lc a n z a r p o r ve z

    primera en esta forma la conciencia de s mis mo, esta capac idad, l ia a lcan

    zado con el hecho de la cultura, digmoslo asi , su radio ms amplio, ha

    puesto en tensin de la lorma ms enrgica a l objeto Iraue aJ_sujctQ_para

    volver lo a traer de nuevo a ste. Pero precisamente en esta lgica propia delobjeto, por la que el sujeto se reconquista cont un sujeto en s mismo y

    conforme a s mism o ms perfecto, r ompe el entrelazamiento de las partes.

    A que ll o qu e es ta s ho ja s y a ha n pu e s to de re lie ve: qu e el cr e ado r n o acos

    tumbra pensar en el va lor cultural , s ino slo en la signif icacin objetiva de

    la obra, s ignif icacin que se hal la circunscrita por su propia idea, esto se

    desl iza con las imperceptibles modulaciones de una lgica evolutiva pura

    mente objetiva hasta lo caricaturesco: hasta una especial izacin separada

    de la vida, hasta la autocomplacencia de una tcnica que ya no encuentra

    el camino de regreso a los sujetos. Precisamente esta objetividad posibi li ta

    la divisin de trabajo, bajo, que rene ert los productos particulares las

    energas de iodo un complejo de personal idades sin preocuparse de si un

    sujeto puede volver a desarrollar para su propio fomento el cjuanum de

    espritu y de v ida inver tido en el lo, o si co n eslo slo se satisface una nece

    sidad ex ternamente peri lrica. A qu reside el motivo pr ofundo del ideal

    ruskiniano de .sustituir todo el trabajo fabri l por el trabajo artesano de los

    individuos. La divisin del trabajo independiza el producto como tal de

    cada uno de los contribuyentes; e ! producto est ah en una objetividad

    autnoma que, sin duda, lo hace apropiado para acomodarse a un orden

    de las cosas o para servir a un f in particular objetivamente determinado;

    pero con ello se le escapa aquel estado interno dotado de alma que slo el

    hombre en su total idad puede dar a la obra en su total idad y que porta su

    inclusin en la centralidad anmica de otros sujetos. Por ello la obra de arle

    es un valor cultural tan inconmensurable, poique es inaccesible a todadivis in del trabajo, esto es, porque a qu (por lo me nos en el sentido ahora

    esencial y al margen de interpretaciones metaestticas) lo creado conserva

    ai creador de la forma ms ntima. A quel lo que en R uskin po da aparecer

    como odio a la cultura es en realidad pasin por la cultura: se dirige a la

    anulacin de la divisin del trabajo que desprovee de sujeto a l contenido

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    D e t a e s e n c i a d e l a c u lt u r a

    cultural , le da una o bjet iv idad s in a lma con la que se lo arranca del auten

    tico proceso cultural. Y entonces se manifiesta el trgico desarrollo que la

    cultura e nlaza a la objet iv idad de los contenidos; los contenidos, e mpero,

    precisamente por su objet iv idad, estn por l t imo entregados a una lgica

    propia y se sustraen a la asimilacin cultural mediante sujetos. Este trgico

    desarrollo se manifiesta al f in en la posibi l idad de acrecentar arbitraria

    mente los contenidos del es pr i tu objet ivo. Puesto que la c ul tura no posee

    para sus contenidos n ing una unida d de lor ma concreta, s ino que, ms bien,

    cada creador coloca su producto junto al de l otro como en un espacio s in

    fronteras por ello crece, aque lla ma s tic ac in de cosas, ca da una de lascuales tiene con un cierto derecho la pretensin de ser considerada valor

    cultural y que tambin hace resonar en nosotros un deseo de ser valorada

    de este modo. 1.a ausencia de forma del espri tu objetivado le permite un

    tem pode desarrol lo a cuya zag a debe quedar e l de l es pr i tu subjet ivo a una

    distancia rpidamente creciente. Pero el espri tu subjetivo no sabe conser

    var por completo la cerr azn de s u forma frente a los contactos, tentacio

    nes, deformaciones, por me dio de todas aquellas cosas", la pre pondera n

    cia del objeto sobre el sujeto, realizada en general por el transcurso del

    m undo , superada en la cul tura en fe l iz equi l ibr io , se torna de nuevo pre

    ciable en el marco de sta en v irtud de la ausencia de f ronteras del e spri tu

    objet ivo A quel lo que se deplora como e l rec ubrimiento y s obrecarga denuestra vida con miles de superficialidades de las que, sin embargo, no nos

    podem os l iberar, que se deplor a com o el co ntinuo esiar- estimulado" del

    hombre de cultura, al que todo esto no incita, sin embargo, a la creacin

    propia, que se deplora como e l mero conocer o disfrutar de mi les de cosas

    que nuestro desarrol lo no puede englobar en si y que permanecen en l

    como lastre , todos estos sufr imientos culturales especf icos a m enud o for

    mulados no son otra cosa que las manifestaciones de aquella emancipacin

    del espri tu objetivado. Que exista esta emancipacin signi l ica, en efecto,

    que los contenidos culturales s iguen por l t im o una lgica independiente

    de su fin c u lt u ra l y que los conduce cada vez ms lejos de sta, sin que el

    ca mino del sujeto sea ex imido de lod os estos contenidos que se han tor na

    do inadecuados cual i tat iva y cuanti tat ivamente. Antes bien, puesto qur

    este camino, en tanto que cultural , se encuentra condicionado por e l tor

    narse autnomos y objetivos de los contenidos anmicos, surge la trgica

    s ituacin de que la cultura y a esconde realmente en s, en su prime r moroer-

    to ex istencia! , aquella for ma de sus contenidos que esa dete rm inada a hacer

    sin gua y de manera discrepante, a desviar, a gravar, su ser interno (a sabet,

    el camino del alma desde s misma, en tanto que imperfecta, hasta s misma,

    en tanto que perfecta) como en virtud de una inevitabi l idad inmanente.

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    G e or g S imme l

    La gran empresa del espritu, vencer a! objeto como tal por el herhu de

    que se crea a s. rms mo co mo objeto, para regresar a s mis mo Con ci enn-

    quec.rn.cmo conseguido medanle esta creacin, Uene xi.o innumerables

    '. p ? ; C!>pmlU debc Pa8ar t:sUl aul c ons umac in con la trgica posibilidad de ver producirse en la legalidad propia del mundo creado por l

    mismo, legalidad que tal aiuoconsumadn condiciona, una lgica y una

    dm am a que aleja a los contenidos do la cultura del fin de la cultura con

    una aceleracin cada vez ms elevada y a una distancia cada vez mayor

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