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    CENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS

    INSTITUCIN FERNANDO EL CATLICO

    EL CAMINO ESPAOL Y LA LOGSTICA

    EN LA POCA DE LOS TERCIOS.

    APORTACIN DE CALATAYUD

    Y COMARCA

    FERNANDOMARTNEZLANEZVCTORJAVIERSNCHEZTARRADELLAS

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    EL CAMINO ESPAOL Y LA LOGSTICAEN LA POCA DE LOS TERCIOS.

    APORTACIN DE CALATAYUD Y COMARCA

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    EL CAMINO ESPAOL Y LA LOGSTICAEN LA POCA DE LOS TERCIOS.APORTACIN DE CALATAYUD

    Y COMARCA

    CENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOSINSTITUCIN FERNANDO EL CATLICO

    Calatayud2013

    Fernando Martnez Lanez

    Vctor Javier Snchez Tarradellas

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    Publicacin nmero 125del

    Centro de Estudios Bilbilitanos

    y 3.269 de laInstitucin Fernando el Catlico(Excma. Diputacin de Zaragoza)

    Plaza de Espaa, 250071 ZARAGOZA (Espaa)

    Telfono [34] 976 28 88 78 / 79 - Fax [34] 976 28 88 69ifc.dpz.es

    FICHA CATALOGRFICA

    El Camino Espaol y la logstica en la poca de los Tercios.Aportacin de Calatayud y Comarca

    Fernando Martnez Lanez

    Vctor Javier Snchez Tarradellas

    122 p.: 24 cmI.S.B.N. 978-84-9911-258-9

    Los autores

    I.S.B.N. 978-84-9911-258-9Depsito Legal: Z 1586-2013

    Imprime: Imprenta Delta - Calatayud

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    PRLOGO

    Gonzalo Snchez UrbnGeneral de Brigada

    Director de la Academia de Logstica

    En este prlogo quiero, en primer lugar, agradecer al Centro de Estudios Bilbilita-nos la acogida que ha dispensado a la publicacin de este documento relacionado con

    aspectos de la Logstica militar y su relacin con el centro ms importante, y nico, dela enseanza de esta disciplina en el mbito de las Fuerzas Armadas, que se encuentraubicado en Calatayud: la Academia de Logstica. Todo ello nos da pie, adems, a ensalzaruna vez ms la estrecha unin entre la milicia y la ciudad, demostrada a lo largo de mu-chos aos.

    La presencia de Unidades del Ejrcito en Calatayud ha sido una constante a lo largode los aos; su influencia en la ciudad ha sido notable y las relaciones entre autoridades,ciudadanos y militares, fluida.

    Si bien es cierto que Calatayud ha dispuesto prcticamente siempre de guarnicinmilitar, tambin es verdad que hasta principios del siglo estas unidades no estabanligadas a Unidades orgnicas del tipo Regimiento o similar, sino ms bien a destacamen-tos de pequea entidad y de poca permanencia que se acuartelaban en el Fuerte de laMerced, actual Plaza del Fuerte. Tras un periodo en el que no existieron Unidades, laltima de las etapas nace en el ao 1926, en el que el pueblo de Calatayud cede al ramode la Guerra los terrenos y la construccin del actual acuartelamiento entre Mediavega

    y Margarita, como se expresa en las escrituras. Gracias a ello se construy el que enton-ces se denomin Acuartelamiento Infante D. Jaime y que hoy en da es el Acuartela-miento Barn de Warsage.

    En aquel entonces se trasladan las fuerzas del 12. Regimiento de Artillera Ligeraprocedentes de Viclvaro (Madrid). Desde ese momento, aunque hayan variado el tipode Unidades, la presencia del Ejrcito ha sido ininterrumpida, y siempre con una enti-dad considerable.

    En 1975, en breve har 40 aos, la dinmica del Acuartelamiento se transformainicindose la implantacin de un centro de enseanza, el Instituto Politcnico n. 2 quefinalmente modific su nombre ampliando sus competencias y convirtindose final-mente en la Academia de Logstica en 2001. Calatayud se convierte as en la nica ciu-dad espaola que acoge un centro de enseanza militar especializado en Logstica.

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    G S U

    Con anterioridad a la creacin de la Academia parte de sus cometidos los realizaba laEscuela de Logstica del Ejrcito de Tierra con sede en Villaverde (Madrid) cuyo lemaPoner una pica en Flandes, aluda precisamente a la campaa que los Tercios espaolesllevaron a cabo en aquella alejada parte de Europa, la gesta de ndole logstico que supusoabastecer aquella campaa durante 80 aos, y que da razn de ser a esta publicacin.

    No os preguntarn por m,que en estos tiempos a nadiele da lustre haber nacidosegundn de casa grande;pero si pregunta alguno,bueno ser contestarleque, espaol, a toda vena,am, re, di mi sangre,

    pens poco, rec mucho,jugu bien, perd bastante,y, porque esa empresa locaque nunca debi tentarme,que, perdiendo ofende a todos,que, triunfando alcanza a nadie,no quise salir del mundosin ponermi pica en Flandes.

    E MEn Flandes se ha puesto el sol

    No es casualidad que Calatayud haya sido una ciudad en la que la presencia militarhaya sido constante; su situacin estratgica en la pennsula ibrica hace que haya adqui-rido mucho peso especfico como lugar de confluencia y nudo de comunicaciones entreel Levante espaol y la meseta, Zaragoza y Madrid. Valdeherrera, Blbilis, el RecintoFortificado Islmico, a cuyos pies se levant nuestra actual ciudad, son testigos mudosdel paso de la historia: celtas, romanos, la invasin musulmana, la guerra de los dos Pe-dros entre Castilla y Aragn, la guerra de la independencia, las guerras carlistas y laguerra civil han dejado una profunda huella.

    Hoy en da esa importancia no ha perdido vigencia: la autova Madrid-Barcelona,el ferrocarril con el AVE, la conexin con Levante y Castilla hacen de ella un enclaveexcepcional como Centro Logstico de primera magnitud.

    Calatayud y la potentsima formacin en Logstica que se imparte en el seno denuestras fuerzas Armadas estn unidos indisolublemente. En esta Academia bilbilitanase ostenta la representacin institucional en las Fuerzas Armadas y es, precisamente, laheredera y responsable de mantener las tradiciones, smbolos e historia que unen la Lo-gstica y el Ejrcito. Se puede afirmar sin ningn gnero de dudas que hablar de Logsti-ca militar ya es hablar de Calatayud. El lector avezado sabr discernir que as se consti-tuye el vnculo y el nexo de unin entre el Camino Espaol y estas tierras aragonesas quefueron testigos histricos de las mayores gestas que escribieron la historia de Espaa.

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    Prlogo

    El libro consta de tres partes diferenciadas; la primera de ellas es ya conocida graciasa las conferencias sobre el Camino Espaol de los Tercios que con motivo de la con-memoracin del X aniversario de la creacin de la Academia de Logstica imparti elSr. Lanez en nuestra ciudad. Observamos que la mayor parte de la recluta proceda de

    Aragn y Castilla y que, al embarcar en Barcelona, hacan del camino de la meseta unpaso obligado por Calatayud, tal y como tambin se detalla posteriormente.

    En la segunda, relacionada con la anterior, el Teniente Coronel Vctor JavierSnchez Tarradellas, profesor de la Academia, desgrana la particular logstica que abas-teca a los Tercios espaoles en su hazaa.

    Y finalmente, en la tercera parte, tambin el Teniente Coronel Tarradellas nos intro-duce en un mundo hasta ahora desconocido mostrndonos la importancia de Calatayudy Comarca en actividades de logstica militar directamente relacionada con aquellostiempos. Todas ellas nos permiten acercarnos a la realidad de aquella poca y rememorarla que se consider la gesta logstica que entra mayor dificultad a los ejrcitos dentrode lo que se denomin nuestro siglo de oro.

    Esta conferencia permiti al citado Teniente Coronel, destinado en nuestra Acade-mia, adentrarse en lo que aquella poca supona para las poblaciones del interior y enespecial de Calatayud. El trasiego por sus caminos, el comercio, la fiscalidad, la reclutaLos resultados tambin se han incluido en el libro.

    Descubrir la importancia que desde el punto de vista artesanal mantuvieron los

    talleres armeros de Calatayud en la produccin de armas, llevando el nombre de Calata-yud a los confines del mundo, as como el entronque de la utilizacin de las armas defuego con la comercializacin del cultivo del camo, tan arraigado en nuestra comarca,han sido dos sorprendentes hallazgos que sin duda abrirn nuevas vas de estudio denuestras tradiciones locales.

    En definitiva, llevamos casi 40 aos dedicados a la enseanza de diversas actividadeslogsticas, aunque asumir la plenitud de competencias en este campo no se ha materiali-zado sino hasta hace 13 aos. Ahora mismo estamos ya escribiendo la historia de lo quesern las nuevas relaciones entre el Ejrcito, la Academia y Calatayud; un mundo con unpotencial riqusimo como lo demuestra el hecho de que Zaragoza sea una de las referen-cias nacionales en este campo.

    Este libro expone as diversas caras de una misma actividad y muestra la ligazn exis-tente entre Calatayud y el Camino Espaol a travs de una disciplina que supone el puntocomn entre ambos y que inicialmente se desarroll de manera exclusiva en el mbitomilitar para, poco a poco, hacerse imprescindible en cualquier actividad empresarial.

    La Asociacin del Camino Espaol, creada en el ao 2011, honr a la Academia deLogstica con el ttulo de Socio de Honor. Todo ello fue posible gracias al impulso ydedicacin del Coronel Gregorio Caballero, recientemente fallecido y a quien desde es-tas lneas dedicamos un recuerdo y homenaje.

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    A MODO DE INTRODUCCIN

    Csar Muro BenayasTeniente General

    Presidente de la Asociacin de Amigos

    del Camino Espaol de los Tercios

    Entre 1534 y el final del siglo los tercios eran las mejores unidades militares delmundo. Solo comparables en la historia militar a las falanges macednicas, las legionesromanas, los regimientos napolenicos o las columnas acorazadas de la Werhmacht.Constituyeron las mejores unidades de la Infantera de los ejrcitos del rey catlico.Suponan una pequea parte, pero constituan la fuerza decisiva en las batallas.

    Qu fueron estas unidades, cmo se crearon, cmo vivan y combatan sus hom-bres, su organizacin y funcionamiento y a la postre su historia sigue siendo motivo deestudio e investigacin. Se cuentan por miles los seguidores y entusiastas de todo aquellovinculado a los tercios legendarios.

    En este marco de veneracin y atencin a todo lo relacionado con nuestros terciosun hecho singular se produjo a finales del 2006: un oficial espaol de Infantera desti-nado en Bruselas descubri, de manera fortuita, el antiguo pueblo de Empel, frente a laisla de Bomel. Una pequea ermita conmemora el milagro que dio origen al patronazgode la virgen Inmaculada soportada por una comunidad catlica que hace de aquelloshechos el motor de esa comunidad. Aquel hecho conmovi a los componentes de laInfantera y auspiciado por la Academia del Arma y con el apoyo del Ejrcito se organizuna expedicin para conocerles. Ocho autocares compusimos aquella inolvidable aven-tura que recorri la ruta del Duque de Alba del Camino Espaol para acabar en la ermi-

    ta de Empel.La semilla de aquel contacto dio sus frutos y ao tras ao se han repetido visitas,

    ms o menos numerosas. En el 2011, por fin, un grupo al que me gusta denominarlesromnticos de los tercios formalizamos lo que haba sido una simple aficin y creamoslaAsociacin de Amigos del Camino Espaol de los Tercios.Organizacin sin nimode lucro que cifra sus actividades principales en el campo cultural, mediante conferen-cias en el marco nacional e internacional, y la organizacin de expediciones anuales alCamino Espaol y a Empel. Actualmente el nmero de afiliados rebasa los quinientos y,poco a poco, vamos creciendo.

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    EL CAMINO ESPAOL DE LOS TERCIOS

    Fernando Martnez LanezPeriodista e Historiador

    Vocal de la Asociacin de Amigos

    del Camino Espaol de los Tercios

    Como miembro de la Asociacin de Amigos del Camino Espaol de los Tercios,quisiera hacerles participar de algo que, en definitiva, puede resumirse en contar lo que

    fuimos, al recordar la gran hazaa logstica que supuso mantener abierto durante tantosaos eso que llamamos el Camino Espaol.

    Hablar del Camino Espaol, en estos tiempos de penuria econmica, intelectual,moral y nacional, supone rescatar del olvido una de las mayores gestas de nuestra Histo-ria, y rendir tributo pstumo al sufrimiento y herosmo de tantos soldados y capitanesque, a travs de esa va, marcharon hacia Flandes, el norte de Francia, Italia o Alemania,a combatir por Espaa.

    Sin temor a exagerar, puede decirse que el Camino Espaol es la maniobra logsticams importante de la Edad Moderna. Debemos considerar que se trataba de una marchaque atravesaba una gran parte de Europa, una larga lnea de comunicacin militar desdeel Mediterrneo al Mar del Norte que, adems de pasar los Alpes, cruzaba caudalososros, bosques inacabables, desfiladeros profundos y zonas pantanosas. Y todo eso con losrudimentarios medios de la poca, no se olvide. Como tampoco hay que olvidar que setrataba de un camino de ida y vuelta No solamente era duro llegar, sino que todas lasdificultades se multiplicaban por dos cuando haba que regresar. Eso, los afortunadosque regresaban, claro.

    Corra el ao 1624, cuando el cardenal Richelieu envi una carta al rey de Francia,Luis XIII, en la que se deca: No se puede dudar de que los espaoles aspiran al dominiouniversal, y que los nicos obstculos que hasta el presente han encontrado son la dis-tancia entre sus dominios y su escasez de hombres.

    A esta reflexin de Richelieu podramos aadir otra del prestigioso historiador fran-cs Ferdinand Braudel, quien en su conocida y muy comentada obra El Mediterrneoy el mundo mediterrneo en la poca de Felipe II, afirma que:

    Comprender la importancia de las distancias en el siglo , el gran obstculo que repre-sentaban, las dificultades y las demoras que imponan, es, al mismo tiempo, percibir los proble-mas que planteaba, en esa poca, la pesada gobernacin de los imperios y, en primer trmino,del inmenso imperio espaol

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    Estamos hablando de un tiempo en el que una comunicacin cifrada urgente desdeMadrid a Flandes o Alemania, tardaba diez das en invierno, y no digamos si se tratabande puntos en el Per o el norte de Nueva Espaa, que podan tardar meses en recibir lasinstrucciones que llegaban desde Espaa.

    Todo esto constitua un problema que el historiador e hispanista Geoffrey Parkerresume en lo que l llama El problema de la distancia, y que fue el origen de esa hazaalogstica y humana sin parangn que represent mantener abierto el Camino Espaol.

    Algo que historiadores tan competentes como el citado Parker no dudan en calificar demilagroso.

    Con respecto al otro problema que mencionaba el cardenal Richelieu, como obst-culo del dominio universal espaol: la escasez de hombres, era incluso ms difcil de re-

    solver que el primero, y contra l poco se pudo hacer. El capital humano de Espaasiempre fue insuficiente para atender a la gran cantidad de empresas y guerras en laque nos vimos envueltos en ese prodigioso siglo y medio que va, desde los albores delsiglo a la segunda mitad del , cuando se acenta la despoblacin de Castilla, laprincipal cantera de los tercios.

    En cuanto a los espaoles apuntaba el escritor militar francs, Blaise de Vigenerea finales del siglo , no se puede negar que son los mejores soldados del mundo, peroescasean tanto que a duras penas es posible reclutar cinco o seis mil de una vez.

    La causa de esta penuria de efectivos humanos radicaba, para el duque de Alba, en

    el exceso de levas, lo que iba agravando el problema, sin que el insuficiente crecimientodemogrfico fuese capaz de reducirlo. En el trmino de nueve aos, recordaba el duque,se sacaron de Espaa 80.000 hombres, sin contar los que se enviaban a las Indias y alPacfico.

    Algo que, por contraste, no le ocurri a Francia, nuestro enemigo principal en esetiempo, que siempre dispuso de recursos humanos suficientes para levantar nuevos ejr-citos despus de sufrir las peores derrotas.

    A las necesidades militares se unieron las malas cosechas, con su secuela de ham-bruna, y las epidemias de peste, como la que se produjo entre 1598 y 1602 en la Penn-

    sula Ibrica, por entonces unida en un solo Estado.Sin ejrcitos no poda mantenerse el poder de la Monarqua Hispana en Europa,

    pero sin abundancia de hombres no poda haber ejrcito poderoso, y en esta contradic-cin, que penda como una espada de Damocles se vio envuelta Espaa durante muchotiempo. Una discordancia que culmina a mediados del siglo , cuando se terminareclutando tropas en pases luteranos por la necesidad de conseguir infantera por cual-quier medio.

    La necesidad que hay de infantera en todas partes escribe un reclutador comisio-nado al Secretario de Estado Pedro Coloma obligar a tomarla de donde se hallare.

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    El Camino Espaol de los Tercios

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    De forma que, en este contexto, los dos enemigos pblicos del poder militar espa-ol eran el Espacioy la Escasez de hombres. Y esa necesidad de enfrentar el desafo dela distancia para poder llevar los menguados recursos humanos desde Espaa o Italia alos Pases Bajos o el centro de Europa, es lo que obliga a mantener a toda costa el corre-dor militar que llamamos el Camino Espaol, toda vez que la va ms rpida: la rutamartima, siempre estuvo muy comprometida por la accin implacable de los corsarioshugonotes franceses y holandeses y la decidida hostilidad britnica a partir de 1558, porno hablar de los temporales que con frecuencia se tragaban los barcos. Desde esa fecha,1558, que coincide con la prdida de Calais y el ascenso al trono de Isabel I de Ingla-terra, casi todas las expediciones navales de transporte de tropas o dinero a Flandes,acabaron en desastre.

    Pero eran tiempos en los que el empuje espaol no se arredraba fcilmente. Cual-quier gran empresa pareca factible, y hasta el mundo pareca pequeo para las hazaasde aquellos antepasados, que hoy casi parecen de otro planeta. As es que, si el mar esta-ba cerrado para Espaa, eso no importaba demasiado. Los soldados iran por tierra yandando, aunque para eso tuvieran que atravesar media Europa. As nace el CaminoEspaol, y en torno a esto me gustara plantear algunas consideraciones.

    La guerra que Espaa mantuvo durante casi 80 aos en los Pases Bajos se prolongms tiempo que ninguna otra contienda de la Edad Moderna en Europa, y representuna guerra de dimensiones globales, porque repercuti, por la complejidad de alianzas ycoaliciones, adems de en toda Europa, en Brasil, el Caribe, Ceiln, Indonesia y frica.

    En ningn caso se trataba del enfrentamiento de un pequeo pas (Holanda), que comoDavid, luchaba contra el Goliat representado por la poderosa Monarqua Hispana.Detrs de los Pases Bajos rebeldes, que disponan adems de una gran flota, estaba todala Europa protestante ms Francia y el poder Turco, al que Inglaterra, Francia y los lute-ranos alemanes no dudaron en solicitar ayuda para combatir a Espaa.

    Era una contienda, por tanto, que agot los recursos espaoles y que, seguramenteresultaba imposible de ganar, pero tampoco era factible abandonar. En la arena interna-cional no es verdad eso de que dos no pelean si uno quiere. Si Espaa dejaba de comba-tir, resuma el embajador espaol en Viena, Baltasar de Ziga, lo nico que conseguire-

    mos es perder, primero las Indias, despus Flandes, luego Italia y finalmente la propia Espaa.

    Como cualquier otra contienda, la de Flandes solo se poda mantener mientrasEspaa dispusiera de hombres y dinero, y fuera capaz de llevarlos al teatro de operacio-nes. As pues, el primer objetivo estratgico era que su ejrcito, y en especial sus tercios,considerados una fuerza de choque invencible, alcanzaran el campo de batalla.

    El primero que utiliz el Camino Espaol con fines blicos fue el duque de Alba,cuando acudi a Flandes con su ejrcito en 1566 para reprimir a los rebeldes flamencos.Pero la idea, la autora intelectual, podramos decir, surgi unos aos antes del Conse-

    jero de Felipe II, Antonio Granvela, que haba calculado ese itinerario para que el

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    monarca, partiendo de Espaa va Gnova, pudiera llegar a Flandes para hacerse cargode la peligrosa situacin que all se estaba gestando. Una visita que, por desgracia, nuncase produjo. El rey, para esa ocasin, prefera viajar a travs de Alemania, aunque Gran-vela le convenci de que el territorio alemn era en esos tiempos pas de protestantes,ypor tanto hostil. Pero si haca el recorrido por el Camino que l propona, viajara siem-pre por territorios que le pertenecan, como el Milanesado o el Franco-Condado; o quele eran aliados, como Saboya; o neutrales, como Lorena.

    Este primer recorrido de los soldados de Alba por el Camino que Granvela habaaconsejado, pasaba por Alessandria, Asti, Turn, valle de Aosta, Susa, Chambry, elFranco-Condado, los montes de Jura, Nancy, Thionville, Luxemburgo y Bruselas.

    El tramo ms seguro de todo el Camino Espaol sola ser el Franco-Condado, que

    perteneca al Rey de Espaa por la herencia borgoona de los Habsburgo. El Franco-Condado era el principal eslabn logstico del Camino Espaol, despus de Miln, y semantuvo leal hasta pasada la segunda mitad del siglo , cuando en Espaa reinaba elinfausto Carlos II, al que apodaban el Hechizado.

    A pesar de que este territorio mantena un pacto de neutralidad con Francia, era unpas muy seguro para las tropas espaolas, aunque a lo largo de los aos no dejaron deproducirse roces por indemnizaciones y pagos de alojamiento con las autoridades de lospueblos y ciudades por los que pasaban los soldados.

    La nueva ruta que inaugura el duque de Alba en 1566 para hacer frente a la insu-rreccin de los Pases Bajos, se ira transformando con el tiempo en un tronco de itine-rarios con muchas ramificaciones. En realidad constitua un conjunto de vas que inte-graban varas rutas o itinerarios, una serie de corredores militares que recorran las tropasde Espaa para ir a combatir a Flandes, por los que regresaban los ms afortunados,aquellos cuyos huesos no haban quedado sepultados en las cinagas flamencas o en lasoscuras y fras aguas del Mar del Norte.

    Hay que recordar que el Camino Espaol vena a ocupar una ruta utilizada desdehaca siglos, que no tena uso exclusivamente militar, y era utilizada en la Edad Media

    por comerciantes que llevaban sus mercancas entre el Mediterrneo y el norte de Euro-pa, y atravesaban los Alpes por los pasos de Mont Cnis y Maurienne, en invierno, y porel Pequeo San Bernardo y Tarantaise en verano.

    Pero adems de emplearse para transportar tropas y mercancas, el Camino servapara mover otro de los elementos fundamentales de la guerra: el dinero, y fue utilizadopor los banqueros de la Corona Hispana, que viajaban desde Gnova y Miln, con con-voyes cargados de oro y plata para hacer frente a las necesidades de la guerra y pagar a lossoldados en Flandes que tenan la mala costumbre de amotinarse cuando no cobraban.

    Aunque esa es otra historia que merece captulo aparte.

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    El Camino Espaol de los Tercios

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    El tronco ms occidental de este haz de rutas que sealan el Camino Espaol seiniciaba en Barcelona, Valencia o Cartagena, donde embarcaban las levas de Espaa, oen Palermo, Mesina y Npoles, desde donde partan los tercios de Italia.

    El desembarco se haca en Gnova, Baya, Savona, Finale, Livorno y otros puertoscercanos de Liguria. Y ah empezaba lo ms difcil.

    Las tropas para enviar a Flandes desde Espaa por el Camino Espaol, reclutadasmayormente en Aragn, Catalua, Castilla, el reino de Valencia y Murcia, eran embar-cadas en los puertos del litoral levantino, desde el cabo de Gata al de Creus. En muchoscasos podan ser puertos muy pequeos, ya que la tropa embarcaba en galeras, que eranbarcos de poco calado, que podan aproximarse mucho a la costa y permitan muchasveces el embarque a pie, llevando los soldados las armas y los hatillos con las pertenencias

    en alto, y utilizando embarcaciones de transbordo solo para los bagajes.Embarcar ms de 150 soldados por galera, que se aadan a la dotacin normal de

    la misma, supona un riesgo notable, tanto para el barco como para la salud de la tropa,por el hacinamiento que facilitaba el contagio de enfermedades y epidemias. Pero sabe-mos que con frecuencia se sobrepasaba esa cifra tope razonable, y llegaban a embarcar230 y hasta 250 hombres con su equipo cuando la necesidad y las prisas obligaban.

    La duracin de la travesa desde Espaa hasta los puertos de Liguria, contando conmar favorable, sola ser de una semana, y, una vez desembarcadas, las tropas se veanobligadas a marchar rpidamente hasta el Milanesado, ya que las autoridades locales de

    Liguria queran verse libres de ellas cuanto antes. Y eso que desde los tiempos de AndreaDoria, la Repblica de Gnova haba abandonado la rbita de Francia y demostr seruna fiel aliada de Espaa, a la que alquilaba sus barcos a buen precio y abra sus puertospara la comunicacin con las ricas tierras del norte de Italia.

    Solo al llegar a Miln, los soldados podan descansar bajo techo, en los acuartela-mientos y hospitales militares. Pero el reposo no duraba mucho porque el camino eratodava largo. Y la primera etapa obligada inclua Saboya y el paso de los Alpes.

    Mientras en Saboya gobern Manuel Filiberto, el vencedor de San Quintn, sobri-

    no de Carlos V, atravesar ese territorio no ofreca problema. Y lo mismo ocurri con suhijo, Carlos Manuel I, casado con Catalina Micaela, la hija de Felipe II. La alianza conSaboya, hasta finales del siglo , permita que las tropas espaolas pudieran pasar los

    Alpes, por el Montferrato, cruzando el Mont Cens hasta Chambery, o bien por el ladodel valle de Aosta, a travs del paso del Pequeo San Bernardo, hacia Annecy y el estre-cho corredor que bordeaba Ginebra y atravesaba, a resguardo de los calvinistas ginebri-nos, el alto Rdano por el puente de Gressin, que hoy aunque reformado todavase mantiene en su primitivo emplazamiento.

    Una vez cruzados los Alpes se abra el territorio borgon del Franco-Condado,perteneciente a la Corona y muy leal a Espaa hasta que los franceses lo ocuparon a

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    finales del siglo , y ya desde all, una vez superados los montes del Jura, se abra elducado de Lorena, que haba que pasar necesariamente para conectar con el estratgicoislote terrestre de Luxemburgo, sin pisar tierra del rey de Francia.

    Lorena y Espaa se entendieron bastante bien durante dcadas. El duque soberanoCarlos III de Lorena, tambin sobrino de Carlos V, era cabeza en Francia de la LigaCatlica y pretendiente al trono francs, y precisaba de la ayuda espaola, que casi siem-pre tuvo, hasta que en tiempos de Luis XIII su territorio fuera invadido y anexionado ala corona francesa.

    Desde Luxemburgo, las tropas espaolas podan considerar que estaban casi encasa, ya que hasta llegar a Namur y Bruselas, la meta final, solo tenan que pasar por elprincipado-obispado de Lieja, un punto fuerte de la resistencia catlica en el sur de

    Flandes.La marcha desde las costas de Espaa o Italia a Flandes era bastante dura aun en

    tiempos de paz, y exiga gran esfuerzo en el recorrido, pero las dificultades se multiplica-ban al cruzar territorios en guerra o conflictivos.

    En determinadas zonas colindantes con pases enemigos, como el macizo del Jura,en el Franco-Condado, amenazado por los hugonotes suizos; Lorena, emparedada entrela hostil Francia y el Palatinado protestante alemn; o los alrededores de Lieja, que sufrafrecuentes ataques por sorpresa de los flamencos rebeldes, el grueso de la fuerza quehasta entonces recorra el Camino, agrupada y con relativo desahogo soldados bisoos

    y reclutas sin formar, no se olvide, se vea obligada a adoptar formaciones tcticas yreforzar la seguridad de la marcha, para dar respuesta inmediata a cualquier ataque.

    La disposicin tctica en zonas de peligro consista en dividir el grueso de la fuerzaen dos divisiones: vanguardia y retaguardia.

    En la divisin de vanguardia se situaban primero los mosqueteros, formados envarias filas, seguidos de los arcabuceros, y finalmente los piqueros, en formacin de diezen fondo.

    La divisin de retaguardia alteraba este orden. Primero iban las picas, luego los arca-

    buceros; y cerrando marcha los mosqueteros.Eso permita, en caso de ataque, que los dos grupos de piqueros se fundieran en

    uno, que quedaba en el centro, custodiando las banderas; y dejara a los arcabuceros ymosqueteros formando mangas en los flancos.

    En la marcha se atenda a los retardados, enfermos o perdidos, y se persegua a losdesertores. La recogida de estos rezagados se llevaba a cabo con carros que iban a reta-guardia, y que depositaban a los heridos en puestos de socorro y hospitales de campaa,hasta que finalmente eran atendidos en los hospitales generales de Malinas, en Flandes,o de Alejandra, en el Milanesado. En cuanto a los desertores, se encargaban de su

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    captura los cuadrilleros a caballo del barrachel de campaa, que mandaba a los alguacilesdel ejrcito y sola reclamar con insistencia a quienes conseguan escapar y refugiarse enotros Estados.

    Por lo regular, y en circunstancias climatolgicas normales, las expediciones mili-tares por el Camino Espaol tardaban unos 48 das en cubrir la distancia entre Miln yNamur. Pero ese tiempo poda ser rebajado notablemente, cuando la necesidad lo exiga.En febrero de 1578, una columna mandada por el maestre de campo Lope de Figueroa,en cuyo tercio sirvi Miguel de Cervantes, tard solo 32 das en hacer el recorrido, yotras expediciones lo hicieron en menos de 40.

    Para el control efectivo del avance, las unidades en marcha no superaban nunca los3.000 soldados, y antes de cada expedicin se enviaban comisarios desde Bruselas o

    Miln que negociaban con las autoridades de los diferentes pases del recorrido los vve-res, el forraje y los medios de transporte que deban ser suministrados, y a qu precio.Estos abastecimientos corran a cargo de asentistas, que eran los responsables de proveerlos suministros mediante contratos con las autoridades locales, en los que se estipulabanlas cantidades, los precios y el modo de pago.

    Para el alojamiento, que provocaba muchos problemas cuando la tropa se desman-daba o estaba hambrienta, los furrieles de las compaas distribuan unos vales en los quese indicaba el nmero de soldados que deba pernoctar en cada casa. Cuando las unida-des reanudaban la marcha, los propietarios de los alojamientos presentaban los vales al

    recaudador de impuestos local, que unas veces, las menos, pagaba en el acto y otras lohaca a cuenta de tasas o gabelas pendientes.

    Las prisas por llegar cuanto antes al destino final obligaban con frecuencia a acelerarel ritmo de la marcha, a veces en circunstancias dursimas, con temperaturas que rozabanlos 20 grados bajo cero en las zonas alpinas, provistos de indumentarias inadecuadas.

    Adems, habra que aadir a esto que las grandes regiones alpinas despobladas obligabana las acampadas nocturnas improvisadas en terrenos de fango y nieve; y que las enferme-dades hacan estragos; todo lo cual, unido a las deserciones y los accidentes daba un granporcentaje de bajas.

    El lado positivo de todo este cmulo de padecimientos y peligros que suponan lasexpediciones por el Camino Espaol, hay que verlo en el hecho de que constitua unaescuela de milicia que imprima carcter a quienes conseguan superar la marcha y alcan-zar su destino en Flandes. Era como una prueba de fuego, como un rito de iniciacinguerrera, y la mejor forma de curtir a unos soldados que deberan soportar y sopor-taban penalidades y privaciones sin cuento en la dura guerra de los Pases Bajos.

    Como todo en la vida, el Camino Espaol conoci su auge, su apogeo y su ocaso.El creciente podero de Francia, siempre incansable en su lucha contra Espaa y elImperio Habsburgo, y la hostilidad encubierta de Saboya a partir del siglo , fueron

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    limando los eslabones de la ruta occidental alpina hasta hacerla impracticable. Sobretodo a raz del pacto franco-saboyano de 1622, que prohiba el trnsito por ese territoriode tropas hispanas. Espaa tuvo entonces que buscar otro corredor militar desde Miln,y lo encontr a travs de los valles de la Engadina y la Valtelina, desde los que se accedapor los Alpes Dolomitas y el paso de Stelvio al Tirol austriaco. Y ya desde ah, cruzandoel Rin por el puente de Breisach, en Alsacia, se alcanzaba Lorena y luego Flandes.

    Pero Francia no se conform y sigui apretando el nudo. La ruta de los Dolomitastambin qued cortada cuando los franceses invadieron la Valtelina y Alsacia, aunque elgolpe definitivo fue la ocupacin de Lorena por Luis XIII en 1633. Lorena era la encru-cijada donde convergan todas las rutas del Camino Espaol antes de pisar Flandes.Cuando se perdi, se hizo imposible el traslado de tropas desde el norte de Italia, y elCamino Espaol dej de existir.

    A la desesperada, Espaa intent seguir llevando sus picas a Flandes por mar, desdelos puertos de Galicia y el Cantbrico, pero la derrota en 1639 de la flota del almiranteOquendo, en la batalla de las Dunas (de mucha ms importancia estratgica que la deRocroi) acab tambin con esa ltima baza.

    Cuando la alianza de Saboya con Francia cort en 1622 la posibilidad de pasar porel Franco-Condado, la nica posibilidad que quedaba abierta era la ruta alternativa porla Valtelina, el amplio valle que une el norte de Italia con el Tirol austriaco. La diploma-cia espaola tuvo que emplearse a fondo para conservar abierto este paso estratgico quedominaban los terratenientes protestantes Grisones, seores de la Valtelina, cuyos inte-reses eran cambiantes, y unas veces estaban a favor y otras en contra de dejar pasar a latropa hispana. Desde el lado italiano, la Valtelina estaba protegida por el Fuerte deFuentes, en el extremo norte del Lago Como. Una imponente fortaleza, cuyos restostodava se conservan, construida en 1606 por el gobernador espaol del Milanesado,Pedro Enrquez de Acevedo, conde de Fuentes.

    Este fuerte domin el lado sur de la Valtelina durante mucho tiempo y nunca fueconquistado. Fuentes fue uno de los personajes claves en la historia del Camino Espaol.Gracias a su empeo y visin estratgica se construy en tiempo rcord esta autnticafortaleza, enclavada en el borde los Alpes. La obra se realiz, adems, en un momento

    histrico crtico, cuando los Grisones se haban aliado con Francia y Venecia para liqui-dar el poder espaol en el norte de Italia.

    No eran solo las rutas del Franco-Condado y la Valtelina, las que Espaa lleg autilizar. Tambin existi otra ruta del Camino Espaol, mucho menos recorrida que lasdos anteriores, que, atravesando los cantones catlicos de Suiza, una Miln con el sur deBaviera y continuaba luego hasta Breisach, sobre el Rin, en Alsacia.

    Este tramo suizo del Camino Espaol parta de Miln, como se ha dicho, cruzabalos Alpes por los pasos del Simpln y San Gotardo, y luego continuaba por Schwytz yZug hasta cruzar el Rin en Waldshut y seguir hasta Alsacia.

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    La utilizacin de este itinerario exiga contar con la buena disposicin de los canto-nes de paso, que sola ser comprada a peso de oro, y habitualmente inclua tambin lacontratacin de mercenarios helvticos. Una tropa que el Conde de Fuentes considerabacara y no tan buena, pero a la que Espaa tena que recurrir como un modo de com-prar favores.

    Ya a estas alturas y para terminar podramos hacernos una pregunta que pare-ce obligada: Por qu hablar ahora del Camino Espaol despus de tanto tiempo? Quinters actual puede tener rememorarlo?

    Aparte de que podran enumerarse muchas razones histricas y culturales, y hastatursticas, para la pervivencia de un recorrido que forma parte sustancial de la Historiade Europa, creo que es importante hablar justo ahora, en este mismo momento, delCamino Espaol. En estos tiempos de crisis generalizada, incertidumbre y anemia colec-

    tiva, con la unidad nacional (que tanto sacrificio de tantas generaciones ha costado)gravemente amenazada, el Camino, adems de ser una hazaa logstica, como quedadicho, representa una serie de virtudes vinculadas al espritu militar, al patriotismo, alesfuerzo en la defensa de unas banderas que hicieron ondear la idea y el nombre deEspaa en toda Europa.

    El recuerdo del Camino es un ejemplo que deberamos atesorar porque iluminanuestro mejor pasado, y porque evoca el recuerdo de nuestras mejores hazaas. En defi-nitiva, simboliza lo que fue Espaa. Una nacin que tuvo un descollante papel en elmundo, y cuya memoria con sus luces y sombras deberamos intentar preservar

    para las futuras generaciones de espaoles.

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    LA LOGSTICA EN LA POCA DE LOS TERCIOS*

    Vctor Javier Snchez TarradellasTeniente Coronel

    Profesor de la Academia de Logstica

    Porque no es justo obscurezcan las tinieblas del olvido tan singular valor.F P1

    Resumen

    Pretende este texto enfatizar la importancia que el apoyo logstico, aspecto habitualmentepoco valorado, tuvo en la poca de los Tercios, permitiendo a los ejrcitos de la MonarquaHispnica dominar durante el siglo y buena parte del los campos de batalla de Europa,protagonizando batallas picas y hazaas heroicas, labrndose fama imborrable y ganndose elrespeto de sus enemigos.

    Se divide en tres partes. En la primera se analizan los cambios que se producen en la organi-zacin de los ejrcitos al comienzo de la Edad Moderna, lo que algunos autores denominan la

    revolucin militar moderna. Estos cambios ocasionaron un incremento exponencial de las necesi-dades de los ejrcitos provocando un resurgir de la logstica, ya que los mtodos tradicionalesquedaron obsoletos.

    En la segunda parte se comenta cmo los ejrcitos de la poca intentaban dar solucin aestos nuevos problemas de apoyo logstico, muchas veces anticipando formas de sostenimientoque todava hoy siguen vigentes.

    Finalmente, en la tercera se trata el mejor ejemplo de aplicacin de esta nueva logstica, elCamino Espaol. El corredor militar ms importante, que permiti durante dcadas comunicarlas principales zonas de reclutamiento de los Tercios con el teatro de operaciones de Flandes. Un

    prodigio logstico que caus asombro en su poca y que todava hoy despierta admiracin.En definitiva, se pretende dar cuenta del apoyo que se daba a los sufridos soldados de losfamosos Tercios espaoles. Hombres que se pasaban interminables meses en campaa, marchan-do sin cesar, detenindose solo para dar batalla al enemigo o enterrarse en el barro de las trinche-ras de un interminable asedio.

    * Las ideas y valoraciones expresadas en este texto, elaboradas en el ambiente acadmico de liber-tad de ctedra de la Academia de Logstica, ref lejan exclusivamente la opinin del autor. No pretenden,en ningn caso, manifestar una posicin oficial.

    1 Capitn de corazas en 1690.

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    La historia sabe de muchos ms ejrcitos arruinados por la necesidady el desorden que por los esfuerzos de los enemigos.

    C R

    Antecedentes: baluartes, arcabuces y reclutas

    A comienzos de la Europa moderna, el arte de la guerra se transform a causa de laevolucin de tres importantes aspectos, relacionados entre s: aparecen las armas defuego, prolifera un novedoso tipo de fortificaciones y se da un enorme aumento en eltamao de los ejrcitos.

    La primera ruptura con los mtodos convencionales de guerra, que haban predo-minado en la poca medieval, fue el triunfo de los cuadros de suizos armados de picas

    sobre los acreditados caballeros montados de Borgoa: se demostr que la infanterapoda vencer en el campo de batalla a la caballera. Los Reislufer, desplegados en com-pactos bloques de alabarderos rodeados de piqueros, resultaban invulnerables a las car-gas de caballera que haban dominado los campos de batalla de Europa durante cercade diez siglos. Estos infantes suizos fueron reputados como los mejores soldados de sutiempo tras una impresionante serie de victorias sobre Carlos el Temerario, Duque deBorgoa, entre marzo de 1476 y enero de 1477 (Grandson, Murten y Nancy). Su frreadisciplina y su proverbial fiereza les convirtieron en los mercenarios ms cotizados deEuropa.3

    Estas resonantes victorias sobre la caballera feudal suponen un resurgir de la infan-tera tras los siglos de declive posteriores al ocaso de las legiones romanas. Hasta estemomento las caractersticas de las campaas, casi siempre muy cortas, el reducido mbi-to territorial en el que se producan y los escasos efectivos de que constaban los ejrcitos,haban provocado el predominio de la caballera.

    Con el advenimiento de la infantera como fuerza dominante se elimina una restric-cin en el tamao de los ejrcitos. Un caballo era caro y una seal de estatus. Un ejr-cito basado en la caballera estaba necesariamente circunscrito a la magnitud de unaclase social: los caballeros. Solo un aristcrata de saneadas rentas poda permitirse el

    costoso equipo necesario. Con el desembolso requerido para un caballero y su cabalga-dura se poda reclutar, equipar y mantener a muchos soldados de a pie.4

    2 Armand-Jean du Plessis, cardenal-duque de Richelieu (1585-1642), prelado francs y ministroprincipal de Luis XIII.

    3 Estos famosos mercenarios suizos eran conocidos por los espaoles como esguzaros.4 Jean Flori calcula el coste mnimo del equipo de un caballero, incluyendo el caballo de batalla,

    hacia el ao 1100 en unos 250 a 300 sueldos, es decir el precio de 30 bueyes. El mantenimiento de uncaballero equivala aproximadamente al ingreso anual de un seoro medio, es decir, una explotacinagrcola de unas 150 hectreas.

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    Lmina 1. Batalla de Mookrheyde 1574. Fuente: Slag bij Mokerheide - Battle of Mookerheyde in 1574 (FransHogenberg).jpg.

    La importancia de la caballera pesada en los ejrcitos europeos declin rpidamen-te, hasta que en el ltimo cuarto del siglo haba desaparecido casi por completo. Elpropio Maquiavelo opinaba que el ejrcito ideal deba tener veinte soldados de a pie porcada jinete. Al no existir limitacin en la cantidad de la nueva infantera, la victoriamilitar pasa a depender ms del nmero que de la calidad de las tropas. Maquiavelo yapreconiz que, con las nuevas armas combinadas de los infantes, las picas y los baratosarcabuces, los grandes ejrcitos iban a ser hegemnicos. Las guerras ya no se ganaran porla calidad de las reducidas y selectas fuerzas de caballera, sino por el cada vez ms ingen-

    te nmero de infantes. Despus de la batalla de Pava (1525), canto de cisne de la gen-darmera, lo ms granado de la nobleza francesa, pocos ejrcitos tenan a caballo ms deun diez por ciento de sus combatientes.

    Los estados renacentistas intentarn movilizar y equipar la mayor cantidad posiblede hombres. Cuando la disciplina y el armamento son semejantes, la victoria ser delejrcito mayor en nmero. El emperador Carlos V ya cont con un ejrcito de ms de150.000 combatientes, algo que hubiera resultado impensable en la poca medieval.

    El smbolo de este ocaso del caballero feudal a manos del infante provisto de armasde fuego lo constituye la muerte de Pierre Terrail, el caballero sin miedo y sin tacha.

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    Pierre Terrail, Seor de Bayard y prototipo de caballero, muri en 1524 durante unaescaramuza, al quebrarle la espina dorsal un arcabuzazo annimo. Su muerte fue llorada

    por amigos y enemigos.

    El soldado profesional a sueldo acaba dominando el panorama europeo. El terminosoldado,serva en poca moderna para identificar un tipo especfico de combatiente, elque estaba a sueldo del rey, caracterizado por poseer fuero militar y estar al servicio per-manente de la Corona.

    Con el paso del tiempo, los ejrcitos se transforman de huestes feudales regidas porlas leyes de la caballera a contingentes profesionales movidos por la soldada, mezcla defuerzas voluntarias y unidades mercenarias combatiendo juntas y en servicio de un rey.Influye en ello la aparicin de las armas de fuego que vulgarizan la guerra5y centralizan

    el poder en manos de la monarqua. Esta diablica invencin presentaba adems el atrac-tivo de que su empleo requera escaso aprendizaje.6Adems, era idneo para el soldadoespaol, ms menudo de estatura y propenso a actuar por propia iniciativa, un armapropicia a su vivo y despierto natural.7Su generalizacin provoc el inexorable declivede las heroicas cargas de caballera y un giro copernicano en el planteamiento de la gue-rra. Todo un orden social se vio amenazado por las nuevas armas. El arcabuz no soloigualaba al plebeyo con el noble en el campo de batalla, sino que incluso le otorgaba unacierta superioridad. Los ejrcitos de arcabuceros y piqueros se convierten en los indiscu-tibles dueos de los campos de batalla.8

    En Espaa, aparece por primera vez documentado el uso de armas de fuego en1343, en el sitio de Algeciras por Alfonso XI de Castilla. Los sitiadores refirieron haberrecibido bolas de hierro y proyectiles ardientes disparados por unos artefactos a los quedenominaron truenos. Paulatinamente se fue adoptando el uso de estas nuevas armas,hasta que a lo largo del siglo se generaliz su empleo, multiplicndose sus formas ytamaos.

    El coste de la naciente artillera y el enorme gasto que significa equipar grandescuerpos de arcabuceros se hace excesivo para ser afrontado por individuos particulares,y, en consecuencia, solo un estado centralizado puede permitrselo. Las nuevas piezas de

    5 Como dijo Cervantes las nuevas armas de fuego permitan que una mano baja y cobardepueda arrebatar la vida al ms valeroso caballero.

    6 Mientras podan bastar unos pocos das y un buen sargento instructor para obtener un arca-bucero razonablemente bueno, se requeran muchos aos y todo un estilo de vida para conseguir un ar-quero competente (J. F. Guilmartin).

    7 Juan de Salazar, Poltica espaola, 1619.8 Especialmente a partir de la batalla de Ceriola (1503), en la que las fuerzas espaolas, provistas

    de armas de fuego porttiles, derrotaron a un ejrcito francs, de corte medieval, cuatro veces ms nume-roso. Es el advenimiento de la infantera moderna, ms gil y f lexible que los macizos cuadros de piquerossuizos, que revolucionar el arte de la guerra.

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    artillera son caras y complicadas de utilizar. Un adecuado parque artillero solo puede sersufragado por las nacientes monarquas. Por eso la artillera siempre fue considerada elarma del rey por excelencia, la ultima ratio regis. Ha llegado la hora de los grandes esta-dos con capacidad para movilizar grandes ejrcitos.

    Otro aspecto destacable de esta poca, que acab de eclipsar totalmente a la caba-llera como fuerza importante de combate, fue la espectacular evolucin de las fortifica-ciones. La traza italiana, con muros bajos y anchos de piedra y arena y fortalezas enforma de estrella que contrarrestaban el poder de los nuevos caones, haca prcticamen-te imposible tomar una ciudad a no ser bloquendola. Por tanto, sern los asedios lasms habituales y resolutivas operaciones militares, las escasas batallas campales que seproducen se disputan habitualmente en socorro de una plaza fuerte asediada. Una ciu-dad bien defendida poda arruinar un poderoso ejrcito y, mientras una fuerza en movi-miento poda ser alimentada con relativa facilidad, cuando se detena, los alrededores seagostaban tarde o temprano, y el fantasma del hambre apareca. Los grandes contingen-tes y sus indisciplinadas hordas de seguidores dejaban exhausto un territorio con granrapidez. Este hecho, conocido por los generales de la poca, condicionaba su estrategia.Los ejrcitos se vean obligados a vagar de un lado a otro, como bestias errantes, bus-cando zonas que ofrecieran sustento a sus hombres y los buenos estrategas intentabanbloquear al enemigo, confinndolo en una zona asolada esperando pacientemente sudesintegracin. Esto ltimo sucedi a la expedicin realizada por el ejrcito de Carlos V,en 1536, para invadir el sur de Francia. El condestable de Francia, Anne de Montmo-

    rency, se limit a reforzar las plazas que poda defender, negando el acceso de los espa-oles a toda fuente de alimentos. La invasin fracas porque las tropas del Emperadorno encontraron enemigos contra los que luchar ni suministros con los que sustentarse.

    Cuando la naturaleza de las operaciones es sedentaria, como en el asedio de unafortificacin, las fuentes locales de abastecimiento se agotan tarde o temprano, y el ham-bre aparece cada vez que el sitio se prolonga ms de lo esperado. Capturar una fortalezaantes de que los recursos de la comarca circundante se terminen es un problema funda-mental de la guerra. Pero el refinamiento de este nuevo tipo de fortificaciones hace quetomarlas a golpe de hombres suponga un coste en vidas inasumible. El bloqueo total de

    la plaza y su rendicin por hambre imperarn sobre la antigua tctica del asalto. Comodice Geoffrey Parker, la inmensa mayora de las acciones de guerra ms importantesllevadas a cabo por el Ejrcito de Flandes fueron bloqueos por hambre. En Flandes, las limi-taciones financieras y el temor a unas tropas enemigas mejores y ms experimentadasllev a los rebeldes holandeses a desarrollar una estrategia eminentemente defensiva. Estetipo de guerra obligaba a los espaoles a tomar una fortaleza tras otra, con grave mermade tiempo, hombres y dinero. Las condiciones de Holanda y Zelanda eran ideales paraeste tipo de guerra: muchas ciudades fcilmente defendibles rodeadas por diques, zonasinundables, complicados accesos y una tupida red de fortalezas. Los continuos asediosllevaron al Ejrcito de Flandes a la extenuacin.

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    Si el asedio se prolonga por un tiempo elevado y los sitiadores no disponen de unaadecuada articulacin de almacenes configurando una lnea de abastecimiento regular,sufrirn escasez de vveres. Padeciendo la falta de suministros, los rigores de la vida al airelibre y los efectos de una forzada inactividad, con frecuencia sus condiciones de vida sernharto peores que las de los sitiados. Ocupar una plaza fuerte defendida por la nueva traceitaliennerequera varios meses, cuando no aos. El asedio y ataque a una ciudad fortifica-da, plaza fuerte o fortaleza deba seguir unos pasos cannicos insoslayables. La toma deuna fortaleza artillada no solo duraba ms tiempo, sino que implicaba la intervencin demuchos ms soldados.9Se haca preciso concentrar, alojar, alimentar y pagar a verdaderasmultitudes. Los asedios consuman una campaa entera y costaban fortunas.

    Lmina 2. Captura de Zutphen 1572. Fuente: Zutphen door Don Frederik ingenomen, 16 oktober 1572 - Capture ofZutphen by Fadrique lvarez de Toledo (Frans Hogenberg).jpg.

    Haba que erigir y guarnecer obras de asedio, hasta que los defensores se rendanpor hambre, o las trincheras se acercaban tanto a las murallas que podan caonear a

    9 El ingeniero y estadista Vauban consideraba esencial para el xito de un asedio una proporcinde diez sitiadores por defensor, con un mnimo de 20.000 hombres.

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    corta distancia y dar el asalto, o bien se poda excavar tneles bajo un bastin e instalaren ellos minas de plvora. Todos estos procedimientos tenan en comn su larga dura-cin. Por ejemplo, en Flandes: Haarlem, el primer gran asedio, dur siete meses; Bredatard nueve meses en rendirse por hambre y llev ms de tres aos asaltar la ciudadportuaria de Ostende, que se consideraba inexpugnable por sus slidas fortificaciones yestar rodeada de marismas, canales y lagos. La larga duracin de los asedios y el grannmero de tropas que intervienen en ellos complicarn extraordinariamente el apoyologstico. Si una campaa se alarga en exceso acabar causando la desintegracin de unejrcito completo, por masivas deserciones o amotinamiento.

    Lmina 3. Las fortificaciones de Ostende y el asedio. Joan Blaeu, 1649. Fuente: Ostenda_obsessa_et_capta.jpg

    Los nuevos ejrcitos que surgen de estos cambios exigirn la progresiva profesiona-lizacin de la infantera, ya que los modernos mtodos y armas demandan una prepara-cin de la que carecan los peones medievales reclutados para una nica campaa. Sur-gen as unas fuerzas estatales desligadas de la nobleza feudal, sujetas a disciplina yprofesionalizacin.

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    Se tiende a la creacin de ejrcitos permanentes, que no se desmovilizarn duranteel invierno. Esta frmula se consolida, tanto por la dificultad de hallar y reclutar tropasde calidad en un breve plazo de tiempo como por el convencimiento de la necesidad dedisponer de hombres instruidos y veteranos que rentabilicen la experiencia adquirida enel campo de batalla. Ya que, como se deca en la poca, eran los soldados plticos (expe-rimentados)y viejos los que dan las victorias. Surge as un nuevo soldado profesional,bien adiestrado y buen conocedor de su oficio, que adquiere una relevancia desconocidahasta entonces. Este ncleo de soldados profesionales dar lugar en Espaa a la creacinde los Tercios, unidades aguerridas formadas por hombres fogueados, permanentementedispuestos a entrar en accin. Es el modelo hispano de soldado profesional y permanen-te que demostr sobradamente su capacidad frente a ejrcitos formados con prisa parauna campaa por franceses u holandeses a base de nobles, milicias y mercenarios.

    La necesidad de soldados preparados y experimentados har que la mayora de losejrcitos complementen sus contingentes con la contratacin de mercenarios. Expertosen el manejo de las armas y en la lucha en formacin, tienen un celoso apego al dineroque poda llevarlos a desertar en masa, ante el menor retraso en el pago de sus haberes.10Como deca un general francs, cada soldado extranjero vala por tres hombres: uno mspara Francia, uno menos para el enemigo y un francs que quedaba en casa para pagarimpuestos. Pero el uso masivo de mercenarios contribuye a alargar la duracin de lascontiendas, complicando la logstica. Los jefes mercenarios intentaban reducir las prdi-das de personal escenificando aparatosas batallas, brillantes tcticamente pero incruentas

    y poco resolutivas. Eran un prodigio de prudencia y sagacidad, preferan descolocar alenemigo mediante hbiles maniobras antes que arriesgar en una batalla de resultadoincierto sus preciosos efectivos. Ningn mercenario estaba interesado en victorias rotun-das, concluida una guerra se acababa el beneficio. Quiz por eso, gradualmente se irnsustituyendo los contingentes de mercenarios por reclutas, quiz menos preparados tc-nicamente pero ms fiables.

    Durante la Era Moderna, el sometimiento de los seores feudales a un poder centralfuerte desemboc en la formacin de estados nacionales, tal y como hoy son concebidos.Progresivamente, los estados pasan a ser los nicos administradores de las fuerzas arma-

    das, de manera que ni particulares ni otras instituciones tengan tropas a su servicio. Latendencia del estado a reservar para s la exclusividad del uso de la violencia supondr eldesarrollo institucional de una administracin creada para sostener el enorme esfuerzoblico resultante. El estado renacentista, con una estructura burocrtica ms eficiente ymejores mtodos de recaudacin, es capaz de activar ms recursos para la guerra. Laaparicin de estas potencias nacionales permite que se puedan costear ejrcitos total-

    10 No tenan otro motivo para ir a la batalla que la paga del prncipe. Como expres el rey francsFrancisco I en 1521, cuando se vio obligado a renunciar al sitio de Miln ante la defeccin de sus merce-narios suizos: Pas dargent, pas de suisses (no hay dinero, no hay suizos).

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    mente profesionales, ms numerosos y tecnificados que los feudales. Se da una claracentralizacin en la direccin de la guerra por parte de un nico poder.

    Lmina 4. Asedio de Hardenberg 1580. Fuente: Slag op de Hardenbergerheide - Hardenberg 17 juni 1580 (FransHogenberg).jpg.

    En Espaa este proceso de modernizacin se puede ubicar en el tiempo con bastan-te precisin. Tras la guerra de Granada en 1492, realizada todava por una hueste medie-val, se inician reformas con varias ordenanzas de los Reyes Catlicos en la que se creanunidades modernas con dos tercios de peones armados a la suiza y un tercio de balles-teros/espingarderos.11Estas nuevas unidades se consagrarn en las guerras de Italia,

    11 Inicialmente, Ordenanza para gente de guerra de 1497, se dividan los peones en tres tipos:repartironse los peones en tres partes. El uno, tercio con lanzas, como los alemanes las traan, que llamaronpicas; y el otro tena nombre de escudados; y el otro de ballesteros y espingarderos.Algunos autores piensanque aqu estara el origen de la palabra tercio.

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    especialmente en las sonoras victorias de Ceriola y Garellano. El cuerpo expedicionariodirigido por Gonzalo Fernndez de Crdoba, el Gran Capitn, en esta campaa ser yaun ejrcito moderno, aunque todava con algunos elementos residuales medievales. Es-tamos ante la infantera de ordenanza,12antecedente de los Tercios, que suele considerar-se que surgen oficialmente en la Ordenanza de Gnova de 1536.13

    Un creciente nmero de personas se harn soldados, movidos por la sed de aventu-ras, para huir de la justicia o de un marido burlado o, simplemente, con el afn de me-

    jorar su vida. Los hombres que sentaban plaza en los ejrcitos reales y presidios eran ar-tesanos, labriegos y un importante contingente de vagos y ociosos y, hasta facinerosos,vagabundos y mendigos. Muchos elegan el ejrcito porque ofreca sustento en un tiem-po en que este escaseaba. El alistamiento se vea como una alternativa atractiva para unaexistencia civil en la que no era fcil disponer de trabajo y era grande el riesgo de verse

    arruinado por los impuestos. Otro gran motivo que animaba a los hombres a alistarse erael deseo de ganar honra, convirtindose en seores soldados. Cuando el alistamientovoluntario no bastaba se acostumbraba recurrir a la leva de mendigos y maleantes. Elcontrato sola ser leonino, los alistados podan ser licenciados a discrecin, librndose asde indeseables e incapaces, mientras que para abandonar el ejrcito se requera una ex-presa autorizacin real. Los hombres se enganchan con la esperanza de tener lo sufi-ciente para poder vivir y un poco ms para zapatos y alguna que otra bagatela que les hagala vida ms soportable (Giulio Savorgnan, general veneciano en 1572).

    Pero este nuevo soldado recibe un mayor reconocimiento. El antiguo pen medie-

    val, elemento ciertamente secundario, es sustituido por una nueva figura, el infante.Segn Ren Quatrefages, ya en 1504 aparece el vocablo infanteen los libros de sueldo,impregnado de un sentido de modernidad y respeto, sustituyendo al tradicional depen. Se les llama tambin seores soldados, gentilhombres Carlos V incluso se diri-ga a ellos como hermanos o hijos y el duque de Alba como magnficos seores hijos. Conel tiempo, jvenes de ascendencia nobiliaria, venciendo sus acendrados escrpulos acombatir a pie, pasaran a engrosar las filas de este nuevo ejrcito, haciendo sus primerasarmas como infantes. Los hidalgos nutran las nuevas unidades tanto como los villanos.14Segundones, pobres de hacienda y ricos de linaje, que se enganchaban en los tercios en

    pos de lances de espada y honor. Incluso algn hijo de un Grande, antes de alcanzar msaltos destinos, serva una temporada con lapica al hombro. No se hacan distinciones, la

    12 Trmino que no hace referencia a un texto militar sino a la ordenacin de la infantera, adop-tando la maniobra y armamento desarrollado por los suizos.

    13 El Tercio, como unidad militar, apareci en 1536 por la Ordenanza de Gnova. Estaba consti-tuido habitualmente por 15 compaas de doscientos soldados cada una. Tena por tanto, en las rarasocasiones en que se encontraba al completo de efectivos, unos 3.000 hombres encuadrando principalmen-te arcabuceros y piqueros.

    14 I. A. A. Thompson estima que lleg a haber un 15 % de hidalgos en filas, incluyendo oficialesy aventajados.

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    crueldad y dureza de la guerra se encargaba de poner a cada uno en su sitio. Estos noblesque servan de meros soldados eran conocidos comoguzmanes. Cmo se disputaban elhonor de combatir en primera fila, esta era conocida como la fila de los guzmanes.

    En definitiva, esta nueva organizacin presenta cuatro caractersticas que condicio-narn claramente las necesidades de apoyo logstico.

    Despliegue de grandes contingentes

    Se hizo necesario contar con unas fuerzas armadas de un tamao, estructura, poten-cia de fuego y capacidad de despliegue como nunca antes se haba conocido. Los autoresde la poca polemizan sobre el tamao adecuado que deba tener un ejrcito, estimandoque, con carcter general, no debe exceder de unos 40.000 combatientes, so pena deresultar ingobernable. En los siglos y , ser habitual desplegar fuerzas de veinte,treinta o incluso cuarenta mil soldados. Los ejrcitos de la poca moderna tienen uncarcter masivo, comparados con los de etapas anteriores. El promedio de los efectivosnominales del Ejrcito de Flandes durante la mayor parte de la guerra de los Ochenta

    Aos se situ en unos 65.000 hombres, aunque hubo nuevos aumentos hasta elevar lapresencia de soldados de Espaa en los Pases Bajos a unos 85.000.15Por el contrario, losejrcitos medievales rara vez superaban los cuatro o cinco mil combatientes.

    Se produce un aumento considerable no solo del tamao de los ejrcitos sino tam-bin del personal que acompaa a estos, la denominada colade servidores, vivanderos,mujeres y nios. Van Creveld calcula que la cola oscilaba entre el cincuenta y el cientocincuenta por ciento del tamao de una fuerza. Las tropas iban seguidas por una mareahumana de esposas, nios, comerciantes y meretrices. Cuando, en 1622, el Ejrcito espa-ol puso cerco a Bergen-op-Zoom, en los Pases Bajos, los pastores calvinistas ironizabandiciendo que nunca se haba visto una cola tan larga en un cuerpo tan pequeo: [] contantos carros, caballos para el bagaje, jamelgos, vivanderos, lacayos, mujeres, nios y una

    patulea que sumaba bastante ms que el propio ejrcito.

    Desde el punto de vista logstico, no se hablar de combatientes sino de bocasquealimentar. Y esto incluir la abigarrada multitud de seguidores, que incrementar nota-blemente las necesidades logsticas de un ejrcito. As, un poderoso ejrcito en campaapoda significar el equivalente al total de pobladores de la bulliciosa y cosmopolita Sevi-lla de la poca. Sevilla en 1500 tiene unos 55.000 habitantes, un ejrcito tipo de 30.000combatientes supondra fcilmente unas 45 o 50.000 bocas que alimentar. En Flandes,

    msterdam la mayor ciudad de la provincia de Holanda solo tena 30.000 almas, menosque alguno de los ejrcitos desplegados. Una guarnicin tipo de 3.000 hombres poda

    15 El Ejrcito de Flandes estaba integrado por tropas de hasta seis naciones diferentes: espaoles,italianos, tudescos (alemanes), borgoones, valones y britnicos.

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    perfectamente ser ms numerosa que la poblacin en la que estaba alojada, y un ejrcitoen campaa de 30.000 soldados necesitaba ms vveres que cualquiera de las ciudades deentonces, salvo las ms populosas.16

    Los nuevos soldados son personas sin recursos propios

    Este es un factor importante. Frente a los antiguos caballeros con rentas y posesio-nes con las que atender a su sustento y el de su mesnada, los nuevos soldados son perso-nas desarraigadas, sin otra morada que el ejrcito y con todas sus escasas posesiones acuestas. El servicio militar haba dejado de ser privilegio de una clase, para convertirse enprofesin. El ejrcito moderno ser en esto completamente diferente a las antiguas hues-tes medievales. Una hueste era el ejrcito feudal formado por los caballeros que los vasa-

    llos proporcionaban a su seor en concepto de servitium debitum, por los feudos recibi-dos de l. Se basa en el concepto de feudo, tierras que mantenan a un caballero y levinculaban a un seor como vasallo. Las huestes se componan de mesnadas,17indepen-dientes entre s, que acudan a la llamada de su seor apunto de guerra, es decir con elequipo completo. Estas mesnadas viven sobre el terreno a costa de sus seores mientrasestn en territorio propio y saqueando campos y poblaciones una vez en zona enemiga.Sin embargo, en el nuevo ejrcito profesional, el soberano adquiere ciertas obligacionescon las personas que emplea para combatir: debe suministrar armas, pertrechos, vituallasy proporcionar la paga, preferentemente en efectivo. Los soldados que no eran adecua-damente alimentados o no reciban puntualmente su paga desertaban, practicaban elmerodeo y la rapia o se amotinaban.18

    Los nuevos ejrcitos son permanentes

    En la edad media, se organizan ejrcitos de forma espordica para campaas pun-tuales. Los barones y caballeros ofrecan sus servicios y los de sus vasallos a su seorfeudal, normalmente solo por un periodo de cuarenta das, los das que separaban lasiembra de la cosecha.

    La mayor parte de las acciones militares son incursiones al territorio oponente,conocidas como chevauches, cabalgadas. El objetivo es la destruccin sistemtica de lariqueza y recursos del enemigo. Son incursiones rpidas y breves para causar dao,

    16 John. H. Elliot cuenta el caso del regimiento valn del barn Molinguen, durante la guerra conFrancia en 1640, que compuesto de 1.300 hombres hubo de alojarse en la pequea poblacin de Blanes,de poco ms de 1.000 habitantes.

    17 Una mesnada era la reunin de hombres armados perteneciente a un seor, orden militar oconsejo que formaba la unidad orgnica bsica de una hueste. Haba mesnadas reales, seoriales y tam-bin concejiles.

    18 Como se deca en la poca: soldados mal pagados hacen mil desconciertos.

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    capturar botn y cautivos, y marcharse a ua de caballo antes de que el enemigo reac-cione. En Espaa se conocan como algaras o correras. Estas incursiones se internabana una profundidad mxima de da y medio, es decir, unos cuarenta kilmetros en terri-torio enemigo, y el ejrcito se mantena en constante movimiento, con la impedimentareducida al mnimo y sobreviviendo del saqueo.

    Sin embargo, los nuevos ejrcitos sern permanentes complicando el apoyo logstico.

    Predominio de los asedios

    A medida que avanza la construccin de fortificaciones artilladas, los asedios eclip-san a las batallas y las guerras se eternizan. Como dice el propio Vauban:19este tipo deataque (el ataque a fortalezas) es el nico que ofrece los medios de conquistar y conservar lo

    conquistado [] una guerra de asedios expone menos al Estado y constituye una garantamucho mejor de conquista.Las batallas resultaban casi irrelevantes en las zonas en que seconstruan las nuevas fortificaciones.20Difcilmente una batalla campal poda ser decisi-va si a pocos kilmetros el vencedor era frenado por las fortalezas enemigas. Comoafirmaba Johann Behr, en 1677, las batallas en campo abierto son apenas un tema deconversacin.

    A menudo en la guerra de asedio el verdadero enemigo no es la guarnicin sitiada,sino el tiempo, el hambre y las enfermedades. Un ejrcito en movimiento resulta msfcil de abastecer, ya que cuando se agotan los recursos de una zona simplemente se

    desplaza a otra que pueda ofrecerle lo necesario. Es la disponibilidad de suministros lo-cales, en gran medida, la que determina los movimientos de las fuerzas. Sin embargo,cuando un ejrcito permanece esttico asediando una plaza fuerte o una ciudad amura-llada, agotar pronto los recursos locales teniendo que obtener lo necesario para su sub-sistencia cada vez ms lejos, destacando partidas de forrajeo o enviando convoyes desdesu base de partida. Para sustentar a la fuerza de asedio, gigantescos convoyes de miles decarros han de transportar por precarios caminos todo lo preciso. En un perodo en el queel transporte resulta muy poco eficiente, el abastecimiento de un ejrcito sitiador seruna de las mayores preocupaciones de los jefes militares.

    Estas cuatro caractersticas de la poca moderna condicionan completamente elapoyo logstico. Hay que sostener ejrcitos mucho mayores, compuestos de soldados alos que hay que proporcionar todo lo necesario, durante todo el ao y con una movili-dad limitada por el tipo de combate imperante, el asedio. Esto adems, en un tiempo en

    19 Sbastien Le Prestre, Marqus de Vauban, conocido comnmente como Vauban (1633-1707).Mariscal de Francia, oficial de artillera y principal ingeniero militar de su tiempo, afamado por su habi-lidad tanto en el diseo de fortificaciones como en su conquista.

    20 Salvo cuando la batalla se entabla entre un ejrcito sitiador y una fuerza de socorro, como suce-di en San Quintn (1557), Nrdlingen (1634), Rocroi (1643), Las Dunas (1658) o Viena (1683).

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    que las guerras se producen con ms frecuencia, duran ms y en ellas interviene un n-mero de hombres muy superior. No en balde, los siglos y fueron testigos de lamayor actividad blica de la historia, en este periodo solo hubo diez aos de paz enEuropa. Esto ser particularmente cierto para los ejrcitos de la Monarqua Hispnica,ya que puede afirmarse que en los dominios del Rey Catlico no se deponan las armas.

    Las consideraciones logsticas han desempeado siempre un papel vital en las ope-raciones militares, pero al aumentar el tamao de los ejrcitos, el coste y la dificultadprctica de proporcionar los necesarios suministros se convirti en un aspecto estrat-gico de primer orden.

    En el caso particular de Espaa, el singular volumen de su ejrcito, su progresivocarcter permanente, los requerimientos de escenarios blicos extrapeninsulares, el

    audaz empleo de los nuevos sistemas de armas, el predominio de la infantera y la mayorcapacidad econmica de la hacienda Real determinarn el desarrollo de una nuevalogstica.

    En definitiva, se produce un incremento exponencial de las necesidades logsticas;ya no sern de utilidad los mtodos tradicionales que regan en la Edad Media.21

    21 Los ejrcitos medievales, con una logstica muy rudimentaria en la que imperaban el pillaje y elsaqueo, se movan dejando a su paso un doloroso rastro de hambre y desolacin.

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    Garantizar el sustento del soldado es garantizar la victoria del rey.M L T

    La logstica en la Edad ModernaEl primer problema logstico al que tiene que enfrentarse la administracin militar

    es la generacin de fuerzas. Ser su mxima aspiracin mantener al completo las nume-rosas plazas necesarias, debido al enorme incremento de efectivos de los ejrcitos. Elmodelo medieval de reclutamiento basado en el llamamiento real de los vasallos no esadecuado para un ejrcito moderno, profesional y permanente. El estado se ver forzadoa desarrollar una gran capacidad reclutadora. El reclutamiento en Espaa era un mono-polio real y sin expreso consentimiento del rey, o en su nombre del Consejo de Guerra,no se poda levantar gente. Para ello, se utilizarn tres mtodos distintos de recluta-

    miento: comisin, asiento y coaccin.En el sistema administrativo o de comisin, el oficial de reclutamiento es el capitn

    y la unidad bsica la compaa. El Consejo de Guerra23determina las plazas a cubrir, lasregiones donde deben reclutarse los hombres y los capitanes responsables del alista-miento.24Los capitanes solan ser veteranos curtidos en mil combates. Cada vez que elrey convoca plazas, los aspirantes renen los documentos que acreditan sus mritos deguerra, reales o supuestos, y se presentan en la corte para que sus solicitudes sean estu-diadas por el Consejo de Guerra. El rey firma laspatentes25nombrando capitanes, a losque da una orden escrita para levantar una compaa en algn lugar de sus reinos. Para

    alcanzar el cargo de capitn y acceder a una conductade reclutamiento se requera haberacumulado mritos durante al menos diez aos, convenientemente certificados. Estesistema meritocrtico de ascensos garantizaba que el reclutamiento y mando de las nue-vas unidades recayese en oficiales experimentados. A estos nuevos capitanes la pagadurareal les proporciona dinero suficiente para las primeras pagas de los futuros soldados. 26Cada capitn, provisto de su real cdula, la conducta, nombra a sus oficiales subalternos,

    22 Michel le Tellier (1603-1685), secretario de estado para la guerra, fue un gran innovador de lalogstica francesa.

    23 No existe una fecha exacta de constitucin del Consejo de Guerra aunque se encuentran men-ciones a consejeros de guerra ya en 1516. Felipe II consolid su independencia en 1586 al nombrar conse-

    jeros especficos. El Consejo de Guerra mantuvo una estrecha relacin con el Consejo de Estado comorgano competente en el diseo de la poltica de paz y guerra y en la poltica militar extrapeninsular(Flandes e Italia); con el Consejo de Hacienda, como rgano encargado de la financiacin de la guerra;con la Contadura Mayor de Cuentas, como rgano fiscalizador de la administracin militar y con laContadura del Sueldo como centro de informacin y control de los pagos al ejrcito.

    24 Se prefera que los capitanes fueran naturales de la zona de reclutamiento, as eran mejor acep-tados por las poblaciones y su conocimiento del lugar y sus habitantes facilitaba las cosas.

    25 La patenteera un Real Despacho por el que se nombraba a alguien capitn con mando. Ibaacompaada de la conducta, el documento por el que se autorizaba la recluta.

    26 Aunque a veces los capitanes se vean obligados a adelantar el dinero necesario.

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    entre deudos y allegados, y ordena la confeccin del guin de la compaa. Ya est dis-puesto para tocar cajaso arbolar banderas. Con el estandarte, un tambor y sus cabos vi-sita las diferentes ciudades y pueblos especificados en su cdula para hacer gente. A sullegada a las zonas de recluta, el capitn presenta su conducta a los magistrados localesexigindoles su ayuda en la leva, alza su bandera e inicia el alistamiento. Entre los que sepresenten a ofrecer sus servicios como voluntarios, el capitn elegir gente fornida, dems de quince aos y menos de cincuenta, solteros y sanos.27En la lista de la compaase anotan los nuevos reclutas que sientan plaza recibiendo su primera paga. Esto dabalugar a algunas triquiuelas: los tornilleroseran sujetos que segn reciban el dinero desapa-recan, pasando de una compaa a otra para cobrar la prima de enganche. Cada capitnlevantaba un promedio de unos 250 voluntarios, en ocasiones hasta 400 o 500.

    Lmina 5. Asedio de Poppesdorf 1583. Fuente: Hogenberg Poppesdorf 1583.jpg

    Los capitanes presentan a las pocas semanas sus levas a un comisario de revistasespecial nombrado por el rey.28Este examina las listas y firma una declaracin dando fe

    27 Los casados podan alistarse, pero no era lo deseable. Si el soldado casado dejaba la esposa encasa era ms fcil que desertara, y si su mujer le acompaaba se generaban otros problemas.

    28 El tiempo que se conceda para realizar una leva rara vez exceda de seis semanas.

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    del nmero de hombres presentes. El proceso finaliza con la lectura del cdigo penal yla jura de las ordenanzas. A continuacin, la compaa ser conducida a su destino. Paraello, es costumbre que se renan en grupos de cuatro o cinco a las rdenes de un comi-sario, agente administrativo de la Corona que tendr la misin de llevar a los nuevosreclutas a su destino, solventando los problemas de alojamiento, transporte y aprovisio-namiento. Este reclutamiento voluntario resultaba bastante eficiente y se basaba en unarelacin contractual, de carcter indefinido, establecida entre el nuevo soldado y la mo-narqua. Haba soldados quejosos de su suerte que se lamentaban de haber sido recluta-dos con ardides, pero los haba tambin que superada la edad lmite prolongaban suservicio activo todo lo que podan. No faltaban matasietes, aventureros y maleantes,hombres que indeseables en la paz resultaban buenos combatientes en la guerra. Incluso,menudeaban los capitanes que no pudiendo lograr un mando servan en filas como

    simples soldados. El enganche de voluntarios ser el mtodo ms caracterstico de laEspaa de los Austrias. Al son de los tambores de Marte, se lograba nutrir las filas delos tercios con los afamados soldados espaoles que avasallaron prncipes y dominaronnaciones.

    Conjuntamente con este reclutamiento, en ocasiones se recurre a la leva por el sis-tema de asiento. Era prctica comn que los gobiernos reclutasen buena parte de sussoldados en el extranjero. As, el Ejrcito de Flandes, estaba integrado por tropas dehasta seis naciones diferentes, aunque la mayora de ellos sbditos del rey de Espaa.29Una variopinta coleccin de nacionalidades: italianos, valones, tudescos, borgoones,

    irlandeses lucan con orgullo las aspas rojas de la Cruz de San Andrs, smbolo de losejrcitos de la Monarqua Hispnica. Lo mismo ocurra en otros ejrcitos contempor-neos. Incluso en fecha tan tarda como 1650, solo alrededor de la mitad de los soldadosde Francia eran franceses. Las levas de estos extranjeros solan encomendarse a asentistas.El asentista se comprometa a presentar un nmero dado de hombres dentro de un cier-to plazo y en el lugar acordado. A cambio, el gobierno le pagaba una cantidad de dineroque inclua su ganancia y las pagas previstas para la fuerza reclutada. El asiento compor-taba una clara privatizacin del reclutamiento: bsicamente consista en formalizar uncontrato entre la monarqua y un particular que proporcionaba soldados al rey a cambiode dinero y otras contraprestaciones. Un negocio para el asentista que garantizaba solda-dos a la Corona. La principal ventaja del sistema de asiento era la rapidez, porque elasentista tena siempre disponible el cuadro base formado por sus mejores hombres yestaba preparado para reclutar el resto cuando se presentaba la necesidad. Dispona deun equipo de expertos en recluta y adiestramiento que le permita, cuando era contrata-do, nutrir rpidamente sus filas con hombres de las ms variadas ndoles, naturalezas yreligiones. El asiento especificaba todas las condiciones: nmero de hombres a reclutar,

    29 Parece que el nmero de espaoles en el Ejrcito de Flandes no lleg nunca a superar los 10.000hombres, poco ms del 15 % de sus efectivos.

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    nacionalidad de procedencia, duracin del enganche, armamento y equipo Era habi-tual que el asentista se garantizase la exclusividad de la recluta en una determinada zona,evitando competencia. Para abaratar el negocio, sola recibir del reypatentes en blanco,para nombramiento de los oficiales de la unidad reclutada, que poda vender obteniendoingresos adicionales. Incluso al armar un tercio poda lograr como principal contrapres-tacin la plaza de maestre de campo para mandarlo. Este hecho de otorgar patentes enblanco y suplimientos,30resultaba ciertamente daino para la organizacin del ejrcito.Supona proveer oficios de guerra en individuos sin mrito ni experiencia, cercenandolas legtimas aspiraciones de muchos veteranos y generando cidas crticas. Permita, conms frecuencia de la deseable, que las codiciadas plazas de capitanes en lugar de cubrirsecon alfreces distinguidos, fueran adjudicadas a paniaguadosinexpertos o boquirrubioscon influencias. Lo que algn autor denomina oficiales de tramoya.

    Las compaas reclutadas por asentistas se levantaban para un periodo determi-nado, pero, finalmente se permiti que se hicieran permanentes. Y, a diferencia de lasunidades reclutadas por comisin, que eran reformadas31cuando el nmero de sus com-ponentes descenda excesivamente, a los asentistas se les permita mantener su tropamediante el reclutamiento anual de refuerzos.

    El arquetipo de contratista militar lo constituye Wallenstein.32En 1624, durante laGuerra de los Treinta Aos,33se ofreci al emperador Fernando II para reclutar un ejr-cito de 50.000 hombres en Alemania. Se comprometa a reunir, equipar y abastecer aeste ejrcito, encargndose el emperador de aportar los fondos para su financiacin.

    Por supuesto, Wallenstein tambin se ofreci para dirigirlo.En la Monarqua Hispnica desempe esta labor de forma muy efectiva Ambrosio

    Spnola,34genovs que fue banquero antes que gran general, de quien se deca en elConsejo de Estado que con el crdito y caudal que tiene, podr acudir con puntualidad asa la provisin de todas las cosas necesarias, como a la paga y sustento de la gente.De hecho,anticip grandes sumas de su propia fortuna para equipar y avituallar a su ejrcito.

    30 El suplimientoera una licencia especial otorgada por el rey que permita acceder a la oficialidadsin certificar la antigedad exigida por las ordenanzas militares.

    31 Disueltas, repartiendo sus efectivos para completar otras unidades. Los capitanes de una com-paa reformada en muchas ocasiones, por falta de vacante, se vean obligados a servir como soldadosaventajadoso como entretenidosal servicio del maestre de campo general.

    32 Albrecht von Wallenstein (1583-1634), militar de origen bohemio, actu como lder mercena-rio al servicio del emperador Fernando II.

    33 La Guerra de los Treinta Aos, fue librada en Europa Central entre los aos 1618 y 1648, in-terviniendo la mayora de las grandes potencias europeas de la poca. Produjo la devastacin de ampliosterritorios y llev a la bancarrota a muchas de las potencias implicadas. Finaliz con las paces de Westfaliay de los Pirineos crendose un nuevo orden mundial.

    34 Ambrosio Spnola (1569-1630), uno de los ltimos grandes jefes militares de la Espaa Impe-rial. Su ms notable hecho de armas fue probablemente la rendicin de la plaza de Breda, inmortalizadapor Velzquez en su famoso cuadro.

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    La Monarqua Hispnica utiliz el sistema de asientos para reclutar contingentes espe-cialmente en Italia, Portugal, Franco Condado y Flandes. Aunque el territorio que mssoldados aport por esta va fue el Sacro Imperio Germnico.

    Durante mucho tiempo coexistieron ambos sistemas: el reclutamiento por comi-sin predominaba en territorio propio, en los dems sitios se practicaba el reclutamientopor contrato.

    Esta combinacin de los sistemas de comisin y asiento funcionaba razonable-mente siempre que el nmero de reclutas necesario no fuera muy grande y no excedieralas reservas de potencial humano disponibles.35Sin embargo, entr en decadencia cuan-do la crisis demogrfica y econmica36hizo que escasearan los voluntarios y se encarecie-ran los mercenarios. En la primera mitad del siglo , los mtodos tradicionales se

    fueron complementando con un sistema diferente de levantar soldados ms expeditivo,rpido y barato: el reclutamiento dirigido por las autoridades locales, municipios y seo-ros. Se transfera a seores y municipios la responsabilidad de organizar un reclutamien-to anteriormente centralizado en la monarqua.

    Este sistema se basaba en varios procedimientos fundamentados en la leva forzosa.Se hacan repartimientos, asignando a cada circunscripcin una determinada cuota desoldados en proporcin a su poblacin. Los corregidores y autoridades municipalescompletaban los cupos alistando forzosamente,purgando la repblicade gente innecesa-ria. Es lo que se conoce como reclutamiento intermediario o de coaccin, utilizado en

    Espaa desde 1620, obligando a servir a individuos marginales: personas sin trabajo,convictos que no hubieran cometido crmenes atroces, vagabundos37Las autoridadeslocales, demasiado a menudo, aprovechaban la ocasin para desembarazarse de sus veci-nos ms indeseables. Incluso se organizaban redadas en burdeles, tabernas y otros antrosplagados de reclutas en potencia, que eran cargados sin contemplaciones en carretas yexpedidos al frente.38Se llegaba a reclutar gente msera y de ningn provecho en la guerraque en ocasiones era conducida a sus unidades, maniatada y con escolta. No era unabuena solucin, ya que el resultado, lamentablemente, era un ejrcito heterogneo conpoca preparacin y soldados de escasa calidad, casi una horda de individuos desarrapa-dos e indisciplinados.39

    35 Siempre hubo altibajos, pero es en la dcada de 1580 cuando la disponibilidad de hombres parala guerra se redujo drsticamente.

    36 Los momentos de mxima presin de las necesidades militares durante los aos noventa delsiglo coincidieron con la existencia en Espaa y en los Pases Bajos espaoles de una grave crisis de-mogrfica.

    37 Por ejemplo, Geoffrey Parker cita una conocida ocasin en que se reclut un tercio en Cataluaentre bandoleros y bandidos que, a cambio de su alistamiento, obtuvieron completo perdn.

    38 Muchos de ellos solan ser desertores.39 I.A.A. Thompson lo considera una desprofesionalizacindel ejrcito.

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    As, en el siglo prevalecern los soldados bisoos y forzados sobre los profesio-nales voluntarios, como nico recurso para acudir con prisa y desordenadamente a losconflictos. Esto unido a la venalidad en la asignacin de los puestos de oficial que pro-vocaba el sistema de asientos supondr una disminucin de calidad en los tercios quecoincidir con su declive y prdida de hegemona en los campos de batalla europeos.

    Lmina 6. El emperador combatiendo con los turcos. Fuente: Frans Hogenberg 004.jpg

    En conclusin, la baja poblacin en Espaa hizo que el reclutamiento de los solda-

    dos necesarios fuera siempre muy complejo. Raramente las compaas alcanzaban a cu-brir ms de la mitad de sus efectivos tericos.40I. A. A. Thompson cree que el promedioanual de soldados reclutados en Espaa durante la poca de los tercios era de unos 6.000 alao, lo que supona casi un 10% de los nacimientos masculinos anuales.41Esta enorme

    40 Un escritor francs, Blaise de Vigenre afirmaba en 1605 que: En cuanto a los espaoles, no sepuede negar que son los mejores soldados del mundo, pero escasean tanto que a duras penas es posible reclutarcinco o seis mil de una vez.

    41 Segn I.A.A. Thompson, a comienzos del siglo XVII en Castilla se levantaba una compaapor cada 20.000 vecinos, mientras que en Aragn la proporcin era de una compaa cada 38 o 40.000.

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    presin reclutadora era casi imposible de mantener. Se deca quems difcil era conseguirsoldados que capitanes. La Corona haca mprobos esfuerzos por conseguir la mayorcantidad posible de soldados alistados voluntariamente. Ante la adversidad, al menos seintenta que los contingentes proyectados al exterior sean profesionales, reclutados porcomisin o asiento,42dejando para la defensa de la Espaa metropolitana las tropasde peor calidad, constituidas mediante levas forzosas por intermedio de las autoridadeslocales.

    Resuelto, con mejor o peor fortuna, el problema del reclutamiento de soldados, espreciso a continuacin solventar el de su sostenimiento.

    Como se ha comentado, el nuevo soldado nacido de la revolucin militar modernacareca de medios propios para asegurar su sustento. Corresponder a los nuevosestados proporcionar lo preciso para garantizar la satisfaccin de sus necesidades msperentorias.

    Inicialmente, se considera que esto puede lograrse proporcionando al soldado unestipendio suficiente con el que pueda sustentarse honradamente. El nuevo combatienterecibir un salario, la soldada,43con el que deber alojarse, vestirse y costearse equipo,armamento y municiones. Los miembros del ejrcito devengarn un sueldo fijo o pagasencilla ms unas ventajas en atencin a sus mayores molestias o responsabilidades. Estesist