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Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu ISSN: 0120-1468 [email protected] Universidad de San Buenaventura Colombia CRISTANCHO ALTUZARRA, José Gabriel SOBRE EL APETITO VORAZ POR EL CONOCIMIENTO Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 140, 2005, pp. 51-64 Universidad de San Buenaventura Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343529891005 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Page 1: Redalyc.SOBRE EL APETITO VORAZ POR EL CONOCIMIENTO · Metafísica 982b 10; 20-25. Edición trilingüe por Valentín García Yebra. Madrid: Gredos. 1982. p. 14, 15. En adelante usaré

Franciscanum. Revista de las ciencias del

espíritu

ISSN: 0120-1468

[email protected]

Universidad de San Buenaventura

Colombia

CRISTANCHO ALTUZARRA, José Gabriel

SOBRE EL APETITO VORAZ POR EL CONOCIMIENTO

Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 140, 2005, pp. 51-64

Universidad de San Buenaventura

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343529891005

Cómo citar el artículo

Número completo

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Página de la revista en redalyc.org

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Page 2: Redalyc.SOBRE EL APETITO VORAZ POR EL CONOCIMIENTO · Metafísica 982b 10; 20-25. Edición trilingüe por Valentín García Yebra. Madrid: Gredos. 1982. p. 14, 15. En adelante usaré

SOBRE EL APETITO VORAZ POR ELCONOCIMIENTO*

José Gabriel CRI5TANCHO ALTUZARRA"

Entre las cuestiones elementales y fundamentales de toda práctica, de todo artifi­

cio, de toda actividad humana está la de la finalidad. Por más inocente o distraída que

sea cualquier cosa que el hombre haga, la efectúa por un propósito. Por ello, quiero

situar la pregunta por el propósito de una de las actividades del hombre más alabadas

por nosotros, sobre todo, los filósofos y científicos occidentales: el conocimiento.

Seguramente, si fuéramos peripatéticos, sostendríamos que, en virtud de los sen­

tidos, el hombre desea saber por naturaleza para salir de la ignorancia1, Yque gracias a

su inteligencia, el hombre ha forjado artes tenh inventadas por necesidad, y otras, por

adorno. Añadiríamos que estas últimas fueron más admiradas que las primeras -al

menos en la época de Aristóteles-, porque sus ciencias no buscaban la utilidad. Estas

ciencias fueron primero donde primero tuvieron que vagar los hombres. Por eso las

artes matemáticas nacieron en Egipto, pues allí disfrutaba de ocio la casta sacerdotal(AM, 981b 15-20 p. 9).

Creo que no es difícil pensar que estos fragmentos de la Metafísica tienen, guar­

dando las proporciones, una vigencia palpable: hoy en día por una parte existen muchas

ciencias útiles -a las cuales se les llama ciencias aplicadas o para la aplicación, y que en

el lenguaje popular se les ha atribuido el adjetivo "científico"- y por otra está la filosofía,

......................Algunas reflexiones sobre los propósitos del conocimiento y su relación con la forma de vida.

Licenciado en Filosofía de la Universidad de San Buenaventura. Bogotá, D. C.

Aristóteles insiste mucho en que la filosofía no es una ciencia que se busque por su utilidad sino por laadmiración y la ignorancia. (cf. ARISTÓTELES. Metafísica 982b 10; 20-25. Edición trilingüe porValentín García Yebra. Madrid: Gredos. 1982. p. 14, 15. En adelante usaré la abreviatura AM parareferirme a este texto).

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Quiero establecer la sospecha de que en realidad, todo conocimiento parece tener como único propó­sito el del refinamiento de la vida: en la actualidad esa percepción de que la filosofía es saber por el saberes discutible, sobre todo cuando sabemos que la mayor parte de los profesionales de la filosofía 'usan'los conocimientos que poseen para obtener una ganancia económica y gracias a ello vivir lo másrefinadamente posible.

121-180. Emperador romano (161-180) y filósofo estoico. De este pensador analizaremos MARCOAURELIO. Meditaciolles. Traducción y notas de Ramón Bach Pellicer. Madrid: Gredas, 1990. Citare­mos este texto con la abreviatura MMA. Para las referencias en griego véase la versión inglesa bilingüede HA1NES C. R. Tlze commllllillgs witlz Izimsell 01 Marclls Allrelills AlltOllillllS emperor 01 Rome,togetlzer witlz Izis speeches alld sayillgs. London: William Heinemann, 1961.

mismo-, fue el

serie de pr~icticas

que se prolongó

prácticas, oír

examen del interi

otros, conformará

Digo pues, q

car el conocimien

la erudición y lau

con la filosofía co

Aurelio se refiere

el marco de sus

dicho que el pro

es la ocupación

difiere de cada es

De todas formas este auge de publi­

caciones que se da en toda ciencia 'digna

de este nombre' da a entender que quizás

ese afán de más conocimiento no tiene otra

finalidad que la acumulación del mismo, la

erudición. Y es que en la actualidad se cree

que se es más "profesional" cuando se

poseen "estudios" y se ostenta producción

intelectual; o sea, la acumulación títulos

académicos y sacar a la luz pública los fru­

tos de la investigación son los criterios para

determinar el grado de profesionalidad de

alguien. Sólo que mientras que para el pro­

fesional de la filosofía esta erudición pare­

ce ser el fin, para el científico es sólo un

medio por utilizar y aplicar en técnicas o

en tecnología para hacer más refinada la

vida2•

Sin embargo, esto contrasta comple­

tamente con Marco Aurelio3, por ejemplo.

y es completamente lógico si creemos en

las palabras de Foucault, quien señaló que

la f:rn~tf:/cf:ICl. f:Cl.UTOU -la ocupación de sí

que sólo busca el conocimiento por el co­

nocimiento, la cual vale la pena que sea

más amada que las demás, pues: Entre las

ciencias pensamos que es más sabiduría

la que se elige por sí misma y por saber,

que la que se busca a causa de sus resul­

tados (AM 982a 14, p. 11).

José Gabriel Cristancho Altuzarra

Así, parece claro que sólo un género

de conocimiento -el científico-, tiene pro­

pósitos explícitos, mientras que el otro -el

filosófico- al ser libre, al ser el saber por

el saber, no tiene propósito. Sin embargo,

no podremos negar que en el profesional

de la filosofía debe existir al menos el pro­

pósito de satisfacer la cmiosidad. Y como,

por el principio de razón suficiente, debe­

mos por necesidad atribuir una causa al

hecho de que se hayan multiplicado los li­

bros y los artículos de revistas, comen­

tando filósofos o proponiendo propias teo­

rías filosóficas, ¿por qué no pensar que es

esta "morbosa" curiosidad una de las cau­

sas de este fenómeno?

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FOUCAULT, Michel. La hermenéutica del sujento. Curso en el Col/ege de France 198/-/982.Edición establecida por Frédéric Gros, bajo la dirección de Franc;ois Ewald y Alessandro Fontana.Traducción de Horacio Pons. México: F.C.E., 2002, p. 17.

Me refiero a la meditación por la cual se examinaban las representaciones (pensamientos, imaginacio­nes), las acciones por hacer o las acciones hechas. Esta práctica, aunque similar al "examen deconciencia" cristiano, tiene connotaciones completamente distintas.

Cf. MMA, VII, 61, p. 141. Este concepto no es del todo universal en esta época. Epicuro habla del artede alcanzar la salud del alma (cf. EPICURO. "Carta a Meneceo" 122. En: Obras. Estudio preliminar,traducción y notas de Montserrat Jufresa. Madrid: Tecnos, 1994, p. 57).

Obsérvese que Marco Aurelio no usa el término avaYK11 -apremio, hado, destino-o que designa engriego y por antonomasia la 'necesidad', seguramente porque su sentido es el de estar sometido a. Loque quiere designar Marco Aurelio es que la carencia de carácter hace necesario su cultivo.

mismo-, fue el propósito que enmarcó una

serie de prácticas en la Grecia antigua y

que se prolongó hasta los latinos4 • Estas

prácticas, oír música, oler perfumes, el

examen del interior5, la meditación, entre

otros, conformarán el arte de vivir6•

Digo pues, que esta forma de enmar­

car el conocimiento dentro de los fines de

la erudición y la utilidad disienten mucho

con la filosofía como arte de vida. Marco

Aurelio se refiere al conocimiento pero en

el marco de sus meditaciones. Y hemos

dicho que el propósito de estas prácticas

es la ocupación de sí mismo que, si bien

difiere de cada escuela helenista, todas ellas

convergen en tal fin. Pero, ¿ocupación de

sí mismo para qué? Veámoslo.

En un primer momento, prestemos aten­

ción a un sólo fragmento. Lo encontra­

mos en el libro primero, en el cual Marco

Aurelio agradece a muchas personas a

sus padres a sus maestros, a los dio­

ses; entre ellos agradece a Rústico

....................

Sobre el apetito voraz por el conocimiento

(filósofo estoico y maestro de M. A.)

«1:0 A.U~EtV <j)uvrumuv 'rau Xpn(EtV

otop8com;CüC; Km 8Epa.1I:cta.c; 'tou n80uc;»

«el haber concebido la idea de la necesi­

dad de enderezar y cuidar mi carácter» (cf.

MMA, l, 7, p. 49; n, 8, p. 62)]. Con sólo

examinar estas palabras subrayadas pode­

mos darnos cuenta del significado de lo

que dice Marco Aurelio: 1) r¡8oC; signifi­

ca caráctel; costumbre, disposición, estan­

cia, residencia habitual. Por tanto, el yo

no sólo tiene un modo de ser, sino una

habitación donde está; 2) lo que hay que

hacer con el 118oC; es olOp8coO'E(J)C; lo

cual significa no sólo enderezar-traducción

española que nos evoca la imagen de la

corrección-, sino también mejora¡; apro­

vecha¡; poner en orden -lo cual le da más

sentido al término 118oC; como habitación-,

y 8EpmrEl<XC;, que designa no un simple

cuidado sino una atención y solicitud dia­

ria; y 3) enderezar y cuidar el 118oC; es no

un pasatiempo sino una necesidad: el tér­

mino XP1lsEl\,7 está relacionado con el vo-

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......................

Porque conocer las causas y los princi­

pios de la naturaleza tiene como conse­

cuencia darse cuenta de que todo es tran­

sitorio, todo en la naturaleza se transforma:

«Contempla de continuo que todo nace por

transformación, y habitúate a pensar que

nada ama tanto la naturaleza del conjunto

como cambiar las cosas existentes y crear

nuevos seres semejantes» (MMA, IV, 36,

p. 91). Por lo mismo, el excesivo valor

que atribuimos a las cosas desaparece

cuando las desmenuzamos en sus partes

(MMA, VI, 13, p. 115).

«<Ou<; 8c <0\<; Tl]<; 181U<; \IJtJXl]<; KIV1)blum ~l11

7ta~)('lKOí,oueOUVTCt.<;Cl.vaYKll KCl.KOOat~IOVctV»

Por esta razón, estas reflexiones, aunque

surgen del conocimiento de la naturaleza

tienen un fin elemental: meditar sobre sí

mismo sobre el valor que el sujeto le da a

las cosas, sobre las reacciones que produ­

cen en el interior, y sobre la propia muerte.

¿Por qué? Porque

«quienes no siguen con atención los mo­

vimientosS de su propia alma, fuerza es que

sean desdichados» (MMA, II, 7-8, p. 61-

54

KIVIlFCl.G\: movimiento, vicisitud. mudanza, agitación trastorno, emoción; Ktvsú) es excitcl/; movel;provocar, estimulm; La semejanza entre estos términos y na8a -conmovel; hacer patético. excitarse.na8l] -los accidentes o cambios que sufren las cosas; estado pasivo-; nCl.8IlSHKOS -que sufre las

impresiones pasivamellle-. na80s lo que se experimellla. afección del cuerpo, dolor físico, enferme­dad. accidente molesto, afección del alma, sentimiento, emoción viva, pasión-, salta a la vista. Segúnesto, la infelicidad no es producto de la insatisfacción, la penuria la carencia, sino de la falta de laterapia sobre sí mismo, y el ejercicio de ponerse en orden para forjar el carácter o 1180<;, lo cual no espropicio pues el sujeto tiene una disposición tal que asume pasivamente lo que sufre provocandomovimientos en sí mismo que lo hacen inestable.

José Gabriel Cristancho Altuzarra

cablo XP1lsO) que significa carecer; es de­

cir, el 1180<; no se posee de antemano y

por ello es preciso componerlo.

Ahora examinemos qué lugar tiene el

conocimiento en ese cuidado. Marco Aurelio

se recuerda a sí mismo, por ejemplo, que

todo en la naturaleza está entramado, que

la Providencia lo gobierna todo y que de

ella fluye todo, conservándose así el mun­

do constantemente. Indudablemente Mar­

co Aurelio se está refiriendo al conocimien­

to de la naturaleza y se incita a sí mismo a

contemplarla: «Contempla el curso de los

astros como si tú evolucionaras con ellos,

y considera sin cesar las transformacio­

nes mutuas de los elementos» (MMA, VII,

47, p. 138). Como vemos, estas conside­

raciones no tienen un fin de saciar curio­

sidad, de acumular conocimiento; su fin

es la purificación: «Porque estas imagina­

ciones purifican la suciedad de la vida a

ras de suelo» (MMA, VII, 47, p. 138).

¿En qué sentido Marco Aurelio señala

que este conocimiento es purificador?

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62)]. Esto con el fin de indicar el camino

moral que debe llevar a cabo la persona

que se detiene en estas meditaciones: «Es

preciso tener siempre presente esto: cuál

es la naturaleza del conjunto y cuál es la

mía, y cómo se comporta ésta con res­

pecto a aquella y qué, parte, de qué con­

junto es». (MMA, II, 9, p. 62). «La razón

y el método lógico son facultades auto­

suficientes para sí y para las operaciones

que les conciernen. Parten, en efecto, del

principio que les es propio y caminan ha­

cia un fin preestablecido; por eso tales

actividades se denominan "acciones rec­

tas", porque indican la rectitud del cami­

no» (MMA, V, 14, p. 104). Incluso, no

tiene sentido la historia sino para señalar

que todos sus protagonistas, por famosos,

justos o injustos que hayan sido han muer­

to yeso invita a meditar en la muerte (cf.

MMA, IV, 32).

Esta discrepancia entre Marco Aurelio

y las prácticas científicas actuales contras­

ta aún más si comparamos el fin por el

que citamos un autor. En la actualidad, ¿qué

fines tiene esta práctica intelectual? Des­

menuzar la argumentación del pensador

que es estudiado, descubrir la estructura

lógica de su discurso con miras a com­

prender ya interpretar mejor el pensamien­

to del mismo. El sujeto de esta acción in­

telectual no establece un real vínculo con

ese pensamiento salvo el de incrementar

su erudición; en efecto, al fin y al cabo el

55

Sobre el apetito voraz por el conocimiento

pensamiento de ese autor es un objeto [de

estudio], y un objeto es precisamente lo

que estando frente al sujeto, es "externo"

infinitamente trascendente a él por más

cercano físicamente que esté. En cambio,

en el libro VII (35-48; 50, p. 136-138)

Marco Aurelio recoge muchas citas la

mayor de las veces sin comentarlas: su fin

no es analizar la argumentación del pensa­

dor, ni desglosarla en sus partes gramati­

cales. Cuando las comenta da a entender

que son máximas morales para recordar­

las continuamente (cf. MMA VII, 66, p.

142). Esto indica que Marco Aurelio toma

esas máximas como "suyas", establecien­

do así un vínculo estrechísimo entre esas

máximas sabidas y por recordar consigo

mismo.

Así, en Marco Aurelio la reflexión

sobre lo que conoce es una de esas prác­

ticas por las cuales se ocupa de sí, es de­

cir, permanece atentamente velándose a sí

mismo, para hacerse mejor, es decir, para

dominarse a sí mismo: «No te arrastren

los accidentes exteriores; procúrate tiem­

po libre para aprender algo bueno y cesa

ya de girar como un trompo» (MMA, II,

7 p. 61).

Marco Aurelio está considerando im­

plícitamente, como buen estoico que es,

que la felicidad más que una satisfacción

de necesidades o apetitos, es sobre todo la

quietud del alma, el estar estable, quieta,

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José Gabriel Cristancho Altuzarra

56

no girando "como un trompo". Pero esta

quietud sólo se alcanza ocupándose de los

movimientos del alma. Es decir, la felicidad

no se halla en el exterior sino que es pro­

ducto de una atenta ocupación de sí mismo

que sitúa al sujeto en pos de ella y es ese

camino justamente la felicidad misma.

habría detenido, si hubiese percibido que

progresaba a buen ritm09» (MMA, 1, 17,

p. 57), Marco Aurelio incluso se censura

a sí mismo su apetito por ilustrarse: «Sean

suficientes para ti estas reflexiones, si son

principios básicos. Aparta tu sed de libros,

para no morir gruñendo, sino verdadera­

mente resignado y agradecido de cora­

zón a los dioses» (MMA, II, 3, p. 60).

Todo está centrado en ese objetivo de la

ocupación de sí, al punto de que lo de­

más queda subordinado a él, todo tiene

sentido por él, y el bien, o la salvación de

la vida son la consecuencia lógica de ese

cuidado. Esta ocupación de sí compone

en el sujeto que la practica una disposi­

ción interior desde la cual se establecen

las relaciones \O con la naturaleza, con el

El término griego que se usa aquí es WOOúl<;, que significa por camino fácil, cómodo.

"Tres son las relaciones: una con la vasija' que nos rodea, otra con la causa divina, de donde todo nosacontece a todos, y la tercera con los que viven con nosotros" (MMA, VIII, 27, p. 27. 'Sigo laconjetura de Walkenaer quien pone el término griego aggeion: la versión de Gredas usa como traduc­ción el término causa). Me parece sorprendente la cantidad de similitudes entre esta forma depensamiento y la de los indígenas. Al considerar la tierra como la Madre (cf. "Palabra de la búsquedadel trabajo". En: Tabaco frío, coca dulce: palabras del anciano Kinerai de la tribu Cananguchal parasanar y alegrar el corazón de sus huérfanos. Recopilación, traducción y comentarios de Juan ÁlvaroEcheverri: Bogotá, Colcultura, 1993, p. 95-96), se conciben a sí mismos y a los animales y plantas quelos rodean vinculados entre sí; este vínculo es sagrado y exige un respeto digno de tal. Entre algunos deestos pueblos se conservan prácticas rituales que implican, en cierto modo, un estar recordándose esosvínculos sagrados Evidentemente el vínculo con el mundo en los indígenas es de carácter más afectivo-por considerarla la Madre-; Marco Aurelio habla del mundo simplemente como un recipiente. (Lasreferencias a lo del mundo indígena se las debo también a un mambeadero' con unos abuelos uitotos ymuiscas, y algunos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta al que tuvimos la oportunidad de asistirel día 18 de junio de 2005 en el resguardo de Cota y a las conversaciones que tuvimos con el uitotoFaustino, Ilario Pedraza e Ignacio MuriJlo ['El mambeadero es una práctica ritual ejercida en lamaloca, lugar que representa el útero del mundo, por la cual el anciano o sabedor expresa sus conoci­mientos tejiendo conjuntamente con los demás asistentes, un canasto de conocimientos; estos debenser hechos Palabra de vida, de acción (en uitoto mfue). Para los uitotos aquella palabra que no se haceobra, que no se hace vida, es simplemente bakaki. es decir, charlatanería. Evidentemente esto últimotambién es supremamente símil a lo dicho por Marco Aurelio sobre el practicar las máximas queprofesa]).

10

Como vemos, en este filósofo el co­

nocimiento en general es una elemental

excusa para ejercer dos de las prácticas

de la ocupación de sí: la meditación y el

examen del interior. Pero ni siquiera el co­

nocimiento, por así llamarlo, erudito, es

lo más importante: Marco Aurelio agra­

dece «el no haber progresado demasiado

en la retórica, en la poética y en las de­

más disciplinas, en las que tal vez me

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57

Matco Aurelio constantemente hace referencia a las relaciones que tiene con el otro o incluso con elgénero humano en general. Invito al lector a que reflexione estos fragmentos: "Obrar como adversa­rios unos de los otros es contrario a la naturaleza" (MMA. 11. l. p. 59). "El hombre es lo másestrechamente vinculado a nosotros. en tanto que debemos hacerle bien y soportarlo. Pero en cuantoque algunos obstaculizan las acciones que nos son propias. se convierte el hombre en una de las cosasindiferentes para mí. no menos que el sol. el viento. la bestia. Y por culpa de éstos podría obstaculizarsealguna de mis actividades pero gracias a mi instinto y a mi disposición no son obstáculos. debido a micapacidad de selección y de adaptación a las circunstancias" (MMA. V. 20. 106).

otro I I y con el conocimiento, y esas re­

laciones, obviamente, son virtuosas, son

vínculos profundos o, como, diría Marco

Aurelio, confonnes a la naturaleza (MMA,

1,9, p. 50; XII, 32, p. 216). De modo que

estas prácticas de reflexión en MarcoAurelio

tienen por objetivo disponer al sujeto para

un comportamiento específico, una actitud,

una forma de ser y de situarse en el mundo

y con las cosas.

Pero, detengámonos aquí, pues mi in­

tención no es exponer con profundidad la

teoría ética de Marco Aurelio. Recordemos

los dos contrastes: por un lado la erudición

y la utilidad técnica son los propósitos del

conocimiento de la actualidad mientras que

en cierta parte de la antigüedad el propósito

del conocimiento es servirse de él para ha­

cer reflexiones por las cuales se ejercita en

la ocupación o cuidado de sí mismo. Y, ante

esta oposición, dos son las preguntas que

nos asaltan: 1) ¿por qué razones se gestó

ese cambio de propósito para el conocimien­

to? 2) ¿Qué implicaciones ha generado tal

cambio en lafonna de ser del hombre occi­

dental contemporáneo?

11

Sobre el apetito voraz por el conocimiento

Sé que ambas preguntas son ambi­

ciosas. Este texto es sólo una reflexión

básica de los horizontes que se podría te­

ner para abordarlas. En fin, quiero tantear

el primer interrogante partiendo de una ele­

mental sospecha para responder el segun­

do: una de las implicaciones que ha gene­

rado este propósito del incremento del

conocimiento es la desvinculación entre el

conocimiento y la moral. 0, en otras pala­

bras, la separación tajante entre el aspecto

teorético y el aspecto práctico del hom­

bre. En este sentido, la moral ha pasado a

ser precisamente una rama del saber más

sobre la cual se especula vivamente pero

sin que esto implique necesariamente que

las conclusiones de estas especulaciones

sean para ser practicadas por el sujeto.

Éstas existen, eso sí, para ser reexami­

nadas y reevaluadas infinitamente por la

crítica filosófica y científica y aún más

este examen y su continua reevaluación

parecieran ser el paso previo para ser lle­

vadas a la práctica. De manera pues que

quizás una de las razones por las cuales se

gestó esta segmentación debió ser que en

algún momento de la historia de la ciencia

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No sólo me refiero a la inven­

ción de una infinidad de artifi­

cios que nos proporcionarían sin

trabajo alguno el goce de los

frutos de la tierra e innumera­

bles comodidades; me refiero es­

pecialmente a la conservación de

la salud, que es sin duda el pri­

mer bien y el fundamento de to­

dos los bienes de esta vida (DM,

p. 38).

sustantivo, sino como adjetivo en el senti­

do de útiles y no útiles para una forma de

vida o un arte de vivir sino para dominar la

naturaleza. Vemos en el filósofo francés

que los criterios de la utilidad y la comodi­

dad de la vida son los propósitos por los

cuales se deba 'cientificar'. Y continúa

Descartes:

Así, para Descartes lo primeramente útil

es la medicina, por garantizar la existencia

de una vida tal para ser bueno e inteligen­

te; y lo segundo, las máquinas, las cuales

proporcionarían comodidad. Previo a toda

bondad humana es la salud, a la cual en­

tendemos como la ausencia de dolencias.

y ella es útil, según Descartes, justamente

porque posibilita «que los hombres sean

buenos e inteligentes» (DM, p. 39).

58

DESCARTES, René. Discurso del método. Versión española de Manuel Machado. México: Porrúa,200 l. p. 38. De ahora en adelante citaremos esta edición con la abreviatura DM.

Tan pronto como adquirí nocio­

nes generales relativas a lafísica

(... ), vi hasta dónde podían con­

ducimos (. .. ). Estas nociones me

hicieron ver que es posible llegar

a la adquisición de conocimien­

tos utilísimos para la vida, y que

en lugar de la filosofía especula­

tiva que se enseña en las escue­

las, se puede encontrar una filo­

sofía eminentemente práctica, por

la cual, conociendo la fuerza y

las acciones del fuego, del agua,

del aire, de los astros, de los cie­

los y de todo lo que nos rodea,

tan distintamente como conoce­

mos los oficios de nuestros arte­

sanos, aplicaríamos esos conoci­

mientos a los objetos adecuados

y nos constituiríamos en seíiores

y poseedores de la Naturaleza l2•

José Gabriel Cristancho Altuzarra

y de las prácticas occidentales, se puso

como propósito del saber una cosa dife­

rente a la del arte de vivir. Rastreando al­

gunos textos encontramos en Descartes,

por ejemplo, lo siguiente:

12

Descartes señala una serie de ventajas del

conocimiento. Como vemos, estas no son

éticas, el término 'práctica' no se usa como

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59

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .En la Ilustración al principio se llamaba filosofía especulativa a la escolástica -la "tradicional" en laépoca-; y a la "útil" toda aquella que tuviera que ver con la física newtoniana por sus aplicaciones enla mecánica.

Sobre el apetito voraz por el conocimiento

En modo alguno quiero decir con esto

que fue Descartes quien segmentó la vida

práctica de la vida teórica. Él mismo es

claro al decir que él se dio cuenta de esto

cuando conoció la física; y sabemos que

Descartes no está hablando de la física

aristotélica sino de aquella emprendida por

Copémico, Galileo y Kepler y que se con­

sumaría con Newton. Esto indica que este

giro de propósito en el conocimiento de­

bió comenzar mucho antes. Hace falta un

estudio -el cual, por falta de tiempo, no

emprenderé aquí-, de en qué momento

pudo gestarse ese giro que posibilitó que

se diera ese auge científico. De todas for­

mas, es sabido que esa ambición por el

conocimiento situó en la filosofía y en la

ciencia en general, desde los siglos XV y

XVI, la pregunta por el método. Newton

parecía haber resuelto el problema de que

las especulaciones deductivas y axiomá­

ticas no tuvieran referente empírico y que

fuesen "inútiles"13, cimentando el conoci­

miento en la observación empírica. Pero el

triunfo de Newton fue consecuencia de que

ya el conocimiento en general había alcan­

zado la posición privilegiada en Occidente,

y se consolidó por garantizar, por medio

de las leyes de la mecánica, el dominio de

la naturaleza. Y tal fue el auge del método

[Me motivaba] un imperioso

deseo de aprender a distinguir lo

verdadero de lo falso para juz­

gar con claridad de mis accio­

nes y caminar rectamente por la

senda de la vida (DM, p. 13).

Obsérvese que aquí hay indicios de un giro

radical: lo que hace posible que se juzgue

y se viva rectamente no es tanto que el

sujeto ejerza unas prácticas de vida sino

que el sujeto sepa distinguir lo verdadero

de lo falso. Y he aquí el quid del asunto:

Descartes mismo señala en su Discurso

que esta capacidad llamada también buen

juicio, sensatez, razón, es común e igual a

todos los hombres (cf. DM, p. 9): de modo

que para Descartes el hombre por natura­

leza es capaz de verdad y, es esto -y sólo

esto-, lo que hace al hombre capaz de serbueno.

Sin embargo, hay que tener en cuenta

que en el Discurso del método las especu­

laciones expuestas allí ya evidencian un

propósito del conocimiento, si no ajeno, al

menos distante y subordinante, de la prác­

tica moral, y por lo mismo, de la compo­

sición de una disposición interior. En elDiscurso se lee:

13

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60

Sobre este punto véase CASSIRER, Ernst. Filosofía de la Ilustración. Traducción de Eugenio Ímaz.México: EC.E., 1984, p. \7-32.

HUME, David. Investigación sobre los principios de la moral. Prólogo, traducción y notas de CarlosMellizo. Madrid: Alianza, 1993. Citaremos este texto con la abreviatura IPM.

José Gabriel Cristancho Altuzarra

newtoniano que se extendió a todos los

campos del saberl4• Tantos, incluida la mo­

ral. Y es este predominio de la pregunta

por el método y sobre todo, de la posición

privilegiada del conocimiento teorético lo

que, a mi modo de ver, generó una posi­

ción ética de naturaleza tal como la ex­

puesta por Hume (l711-1776) en su An

enquiry conceming the principies of

morals l5• Veámoslo.

En esta obra, Hume quiere establecer

si los principios de la moral residen en la

razón o en el sentimiento:

Últimamente ha tenido lugar una

controversia mucho más merece­

dora de nuestra atención, que se

refiere a los fundamentos de la

Moral. Es la controversia acer­

ca de si estos fundamentos se de­

rivan de la Razón o del Senti­

miento (IPM, 2, p. 32).

Lo curioso del asunto es el método que va

a emplear para resolver esta controversia:

es preferible el método experimental de­

duciendo máximas generales gracias a la

comparación de casos particulares (cf.

IPM, 6, p. 37). Y añade:

14

15

La humanidad está hoy curada

de su pasión por hipótesis y sis­

temas en cuestiones de filosofía

natural y sólo prestará atención

a argumentos que se deriven de

la experiencia. Ya es hora de que

intentemos una refonna semejan­

te en todas las disquisiciones

acerca de la moral, rechazando

todo sistema de ética que, por

muy sutil e ingenioso que sea, no

esté basado en los hechos yen la

observación (IPM, 6, p. 38).

De manera que gracias a ese lugar pri­

vilegiado que adquirió el método newtoniano,

Hume analizará lo que observa es la dispo­

sición "natural" que tiene el hombre al in­

clinarse a considerar qué es lo bueno y

qué lo malo:

Es imposible que a una criatura

como el hombre le sea totalmen­

te indiferente el bienestar o el

malestar de sus prójimos; y que

allí, donde nada la predisponga

de una manera particular, esta­

rá naturalmente dispuesto sin

más reflexiones ni consideracio­

nes, a afirmar que aquello que

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Este dar por sentado va a ser, a mi modo de ver, una constante en el pensamiento moderno e inclusocontemporáneo: por ejemplo Kant enuncia su imperativo categórico como si ningún hombre requirie­ra de práctica alguna que le condujera a estar dispuesto a vivir ese imperativo.

Hume es contundente en su A dissertation on the passions (Disertación sobre las pasiones): "Some objectsproduce immediately an agreeable sensation, by lhe original sUucture of our organs, and are thence denominatedGOOD; as others, from their immediate disagreeable sensation, acquire the apelJation of EVIL" (139, 1, 1).["Algunos objetos provocan inmediatamente una sensación agradable a causa de la estructura originaria denuestros órganos y, por eso, son lJamados BUENOS; del mismo modo que otros, por la inmediata sensacióndesagradable que provocan, se ganan el apelativo de MALOS"] (HUME, David. Disel1ación sobre las pasionesy otlVS ensayos morales. Edición bilingüe. Introducción, traducción y notas de José Luis Tasset Cannona.Barcelona: Anthropos, 1990, p. 73). Este texto también nos puede iluminar para comprender qué estáentendiendo Hume por disposición natural: aquelJa propia de la estructura originaria de nuestros órganos("...by the original structure of our organs"). "La disposición natural es establecida por nuestra corporalidad".

Con un mínimo de análisis podemos saber que placer y bondad no son equivalentes. En efecto, sabemosque por más placentera que sea una cosa, si ésta perjudica la salud, por ejemplo, bien sea a corto o alargo plazo, no podremos considerarla buena.

i-

0,

11-

y

IZ.

',os

promueve la felicidad de los de­

más es bueno y que lo que tiende

a producirles sufrimiento es malo

(IPM, 55, p. 102).

Encontramos aquí varias cosas: prime­

ra, por disposición natural Hume está enten­

diendo aquí la disposición humana intacta

desde el nacimiento; así nos lo ratifica el he­

cho de que mencione otro tipo de predispo­

siciones que lo conduzcan a lo que "no es

natural". Yes obvio que, al menos en Marco

Aurelio, lo natural en el hombre es que debe

forjar una disposición particular, diferente de

esta inclinación al placer y el rechazo al do­

lor (cf. MMA, VII, 10, p. 147-148), en la

medida en que estos inquietan el alma y la

hacen "girar como un trompo".

Segunda, Hume parece dar por sen­

tado lo que implica la disposición del

16

17

IR

Sobre el apetito voraz por el conocimiento

hombre l6• Y, en esta circunstancia, es

lógico que se llame bueno a lo agradable

y malo a lo desagradable l7 cuando no hay

una mínima reflexión sobre el asunto l8•

y por eso a esto llega la investigación de

Hume:

Al suponerse que un fundamen­

to principal de alabanza moral

reside en la utilidad de una cua­

lidad o acción, de ello resulta evi­

dente que la razón debe tener una

participación considerable en to­

das las decisiones de esta clase

(IPM, 102, p. 171).

Hume al emplear este método no podía en­

contrar otra cosa: la gente alaba sin duda

todo aquello que le es útil, que le sirve para

sus intereses. Pero por otra parte afirma

Hume:

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José Gabriel Cristancho Altuzarra

Así, el criterio moral es lo útil y lo agrada­

ble y por eso, tanto la razón como el sen­

timiento son principios de la moral.

Esto nos parece señalar un extraño

vínculo entre Descartes y Hume: primero;

ambos alaban -bien sea tímidamente (Des­

cartes) o con todo el acento posible (Hume)­

, la sensación de comodidad y agrado y el

criterio de utilidad; segundo; por lo anterior,

ambos sitúan en un lugar privilegiado la dis­

posición corporal -Descartes por conside­

rarla condición que posibilita el bien (salud

en tanto ausencia de dolencias) y Hume por

zado el grado

quirido. Yes

que desde el miera de lo econ

la vida del

cuando el aut

te que los fi

verla como disposición natural- y finalmen­

te, como consecuencia de todo lo anterior,

ambos ignoran por completo la ocupación

de sí mismos como un trabajo sobre la sub­

jetividad para fOljar en ella una disposición

capaz del bien. Mejor dicho, pareciera que,

en Descartes y en Hume -y más tarde en

Kant, por ejemplo-, el interior del hombre

por naturaleza, sin ningún requerimiento pre­

vio salvo el del bienestar de su cuerpo, fuese

capaz de ser bueno. Esta es la actitud o dis­

posición que ha tenido el hombre occidental

contemporáneo frente a lo moral. Y mien­

tras esto sea así, sospecho que por más dis­

cursos y elucubraciones éticas que refuten

la moral hedonista, ella siempre se va a im­

poner como criterio del comportamiento hu­

mano, pues, bien lo dijo Hume, la estructura

originaria de nuestros órganos está natural­

mente dispuesta a sentir agrado y dolor, a

querer lo primero y a rechazar lo segund021•

De manera pues, que no es de extra­

ñarse que la sociedad, al estar cimentada

en esta 'disposición natural', haya alcan-

62

La sección 3 de la IPM está dedicada a examinar la naturaleza de la justicia. Hume llega a la conclusiónde que esta virtud es alabada y solicitada, es necesaria, por su utilidad (cf. IPM, 13-31, p. 47-72; vertambién el Apéndice 3, 123-128, p. 195-204).

A lo largo de su ensayo Hume insistirá en que no se trata de cualquier sentimiento --como el egoísta, alcual rechaza rotundamente- sino que es un sentimiento de benevolencia, un sentimiento humanitario(cf. IPM, Apéndice 2,115-122, p. 185-194).

Una pregunta fundamental y elemental con respecto a esto y que podría generar una reflexiónprofunda sobre el asunto es ¿qué posibilita que algo sea considerado placentero o desagradable? Lapregunta surge justamente porque la disposición natural señalada por Hume no garantiza que todosestemos de acuerdo en las cosas que consideramos placenteras o dolorosas: vemos claramente que haymuchas cosas agradables para unos pero que son desagradables para otros, o viceversa.

La utilidadl9 es sólo una tenden­

cia hacia cierto fin; y si el fin

nos resultara totalmente indife­

rente, habríamos de sentir la mis­

ma indiferencia hacia los me­

dios. Se requiere pues, que un

sentimient020 se manifieste, afin

de dar preferencia a las tenden­

cias útiles sobre las perniciosas

(IPM, 103, p. 173).

21

19

20

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63

Cf. MILL, John Stuart. El utilitarislIlo. Traducción del inglés y prólogo de Ramón Castilla. BuenosAires: Aguilar, 1960, p. 29 ss.

Platón también usa el término rpo1roc; -vuelta, dirección, giro, actitud, manera de se!; de obr{JI; hábito,conducta, carácte¡; incliJlación-. rpo1rlJ es precisamente acción de volver, cambio, revolución, lIludan­za. En el CritóJI aparece una referencia al rpo1roc; de Sócrates: "[Habla Critón:] Muchas veces durantetoda tu vida, te consideré feliz por tu carácter [rpo1rOC;), pero mucho más en la presente desgracia [la dehaber sido condenado a la pena de muerte], al ver qué fácil y apaciblemente la llevas" (PLATÓN. O'i!ón43b 5. En: Diálogos. Traducción y notas por J. Calonge Ruiz, E. L1edó, C. Garda. Madrid: Gredas, 1981.V. 1).

zado el grado de complejidad que ha ad­

quirido. Y es supremamente sospechoso

que desde el mismo Hume ya se adivine la

era de lo económico como fundamento de

la vida del Occidente contemporáneo,

cuando el autor inglés afirma implícitamen­

te que los fines últimos de los actos hu­

manos son el placer y el evitar el dolor,

asociándolos con el dinero:

Quizás a la pregunta [que le ha­

gáis a un hombre] de por qué de­

sea la salud, pueda también

contestaros que porque es nece­

saria para el ejercicio de su pro­

fesión. Si vosotros le preguntáis

por qué está deseoso de hacer eso,

os responderá que porque desea

ganar dinero. Y si le preguntáis

¿Por qué?, él os contestará por­

que [el dinero] es el instrumento

del placer (IPM, 112, p. 181).

Estas disertaciones humanas ya insinúan

el sustrato de la moral contemporánea que

posibilitará el capitalismo, la industrialización,

el libre comercio, la democracia y hasta el

22

23

Sobre el apetito voraz por el conocimiento

apetito voraz por el conocimiento, los cua­

les son fenómenos de la humanidad que no

pueden ser explicados fuera del marco de

esta disposición. Porque al fin y al cabo, en

la actualidad, vida refinada, utilidad, bien eco­

nómico y erudición son, si no equivalentes,

directamente proporcionales. Nuestra sos­

pecha es que todos estos fenómenos han

emergido y han convergido inevitablemen­

te, sin que lo expliciten, en los principios

utilitaristas de que la felicidad es el placer y

la ausencia del dolor, que infelicidad es dolor

y ausencia de placer y que una conducta es

moralmente buena si promueve la mayor fe­

licidad del mayor númer022 , debido a que el

hombre occidental se consideró a sí mismo

capaz de verdad y de bondad, sin necesidad

de la ocupación de sí mismo.

Sólo quería "recordar" -si se me per­

mite este término- estas cosas para tratar de

entender mejor al hombre occidental de hoy

y para sugerir un horizonte nuevo: el forjar

una disposición interior. Entre las tantas prác­

ticas existentes en las escuelas helenistas

existieron muchas con miras a dominarse a

sí mismo. Pues este era el rpoTCoc;23, que

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simple observación teórica sino una práctica

reflexiva complementada con otras, que im­

plicaban la incitación a la acción, a hacer obra

lo pensado y lo dicho. Y termino mi diserta­

ción con una exhortación que se hacía Mar­

co Aurelio sobre este punto, para que la re­

flexionemos: "Cadacosa nació con una misión

(...) y tú, ¿para qué? ¿Para el placer? Mira si

es tolerable la idea" (MMA, VID, 19, p. 149).

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José Gabriel Cristancho Altuzarra

había que forjar. No era algo "natural" o una

capacidad innata, sino que era visto como el

producto de un trabajo asiduo. Este mismo

trabajo para el cual era la ocupación, el cuida­

do de sí mismo, entrañaba una atenta obser­

vación de las propias acciones, de las repre­

sentaciones e implicaba también reflexionar

acerca de si cabía pensar como máxima el

dejarse guiar por el placer. Pero no era una