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1 ESTUDIO EXEGÉTICO-HOMILÉTICO 160 – Julio de 2014 ISEDET Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, Argentina Este material puede citarse mencionando su origen Juan José Barreda Toscano Domingo 6 de julio de 2014 (4º de Pentecostés). Verde Éxodo 19:2-8a; Salmo 100; Romanos 5:1-8; Mateo 9:35–10:8.(9- 23) Vv. 35-38. Siguiendo la secuencia del relato de Mateo, Jesús se encuentra en Galilea, más puntualmente, en "su ciudad" (cf. 9:1, probablemente Cafernaum). Jesús viene ayudando a los enfermos y endemoniados sanándolos, bendiciendo a sus familias, y compartiendo sus enseñanzas. Es muy importante señalar la dinámica del texto en el que reflexionamos aquí. En especial en este versículo 35 del que debemos advertir cuatro acciones complementarias o superpuestas a manera de mutuo enriquecimiento de sentido. La primera que hay que observar es precisamente que Jesús "recorría" las ciudades y aldeas. Mientras que se suele enfatizar las otras tres como características del ministerio de Jesús, no siempre se piensa en esta primera que, sin embargo, es de vital importancia para entender la vida y labor de Jesús, y lo que más abajo veremos como co-misión a los discípulos. La acción de recorrer las ciudades y aldeas no es meramente circunstancial. Se trata más bien de una característica esencial del ministerio de Jesús. En esta acción de recorrer los pueblos se expresa su iniciativa, y la de Dios mismo, de buscar al otro, especialmente, a quienes más necesitados están. La acción de recorrer presupone la iniciativa de Jesús de acercarse a los demás, de compartir las buenas nuevas del reino y estar listo para todo lo que esto implica para su vida y la de aquellos a quienes ministra. El primer accionar nos ayuda a comprender las otras tres: enseñando, predicando y sanando; pero no son estas últimas

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ESTUDIO EXEGÉTICO-HOMILÉTICO 160 – Julio de 2014

ISEDET

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Juan José Barreda Toscano

Domingo 6 de julio de 2014 (4º de Pentecostés). Verde

Éxodo 19:2-8a; Salmo 100; Romanos 5:1-8; Mateo 9:35–10:8.(9-23)

Vv. 35-38. Siguiendo la secuencia del relato de Mateo, Jesús se encuentra en Galilea, más puntualmente, en "su ciudad" (cf. 9:1, probablemente Cafernaum). Jesús viene ayudando a los enfermos y endemoniados sanándolos, bendiciendo a sus familias, y compartiendo sus enseñanzas.

Es muy importante señalar la dinámica del texto en el que reflexionamos aquí. En especial en este versículo 35 del que debemos advertir cuatro acciones complementarias o superpuestas a manera de mutuo enriquecimiento de sentido. La primera que hay que observar es precisamente que Jesús "recorría" las ciudades y aldeas. Mientras que se suele enfatizar las otras tres como características del ministerio de Jesús, no siempre se piensa en esta primera que, sin embargo, es de vital importancia para entender la vida y labor de Jesús, y lo que más abajo veremos como co-misión a los discípulos. La acción de recorrer las ciudades y aldeas no es meramente circunstancial. Se trata más bien de una característica esencial del ministerio de Jesús. En esta acción de recorrer los pueblos se expresa su iniciativa, y la de Dios mismo, de buscar al otro, especialmente, a quienes más necesitados están. La acción de recorrer presupone la iniciativa de Jesús de acercarse a los demás, de compartir las buenas nuevas del reino y estar listo para todo lo que esto implica para su vida y la de aquellos a quienes ministra.

El primer accionar nos ayuda a comprender las otras tres: enseñando, predicando y sanando; pero no son estas últimas tres, sino las cuatro las que forman parte de una dinámica tal que permite que cada una de ellas se desarrolle acorde a las perspectivas del reino. Así, la acción de enseñar debe ubicarse en el plano de allegarse a los otros ayudando a comprender la voluntad divina de bendecir a quienes confiaran en Jesús. De esta manera, la enseñanza es vista como una labor de aproximación de amor, una acción de acompañar a otros en el proceso de conocer el amor divino, no como una mera transmisión de conocimientos que se piensan que por sí mismos producirían un efecto positivo en la gente. La enseñanza está vinculada a la vida plena, al discipulado. La identificación de esta tarea con la sinagoga no es fortuita, aunque tampoco excluyente. La sinagoga fue un lugar creado para varias actividades, litúrgicas, políticosociales, etc., pero especialmente fue identificada como un lugar de estudio de la Torah.

La predicación no es asimilada a la enseñanza, y en este versículo es vinculada al mensaje del reino. Si la vinculación entre las cuatro acciones / actividades de Jesús que estamos haciendo aquí es acertada, hay que pensar nuevamente en la estrecha vinculación entre "recorrer", "enseñando" y "predicando". La predicación puede ser

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vista como anuncio, como labor de persuasión a participar de la vida en el reinado de Dios. Una vez más, en esta labor la iniciativa divina es vista a través de la labor de Jesús, iniciativa que llega a la vocación por compartir las buenas nuevas a quienes están excluidos de la vida plena, pero aún también, para quienes participan explícitamente en la exclusión a la vida. Así, el llamado para ambos implicará cosas diferentes pero relacionadas.

La cuarta acción señalada es "sanando" toda enfermedad y dolencia en el pueblo. Estaría mal decir que esta es la parte práctica del ministerio de Jesús. Cada actividad de la vida de Jesús tiene un sentido teológico reflexivo, y a su vez, son prácticos en el sentido más amplio del término. Señalar la sanidad como parte del ministerio de Jesús no debe leerse aparte del ejercicio de la enseñanza, la predicación, y el recorrer los pueblos y ciudades. La iniciativa divina apunta a la restauración de la vida entera, personal y social, física, mental y espiritual. Seguramente que si pensamos en todo aquello que apunta hacia la vida plena en el reinado de Dios podríamos sumar muchas más acciones por parte de Jesús. En todo caso, podríamos articular la descripción de sus vida y ministerio desde otros puntos y perspectivas. Lo que se necesita advertir aquí es, precisamente, la lectura integral que hace el texto del ministerio de Jesús. Y es en este sentido, cuando se aprecia la totalidad del obrar de Jesús que en este caso particular, "sanar" no incluye meramente una acción de mejoramiento de la salud física, sino una restauración o crítica a la condición de "dolencia" social. Ésta última, como afirman los antropólogos culturales, no se circunscribe al problema físico, sino que incluye el significado que tiene para la persona y la sociedad tener una enfermedad determinada. Así, ser sanado por Jesús implicó, ya sea su restauración a la vida social y/o religiosa, como también, una comprensión de la realidad y de sí mismo diferente que no se sirviera de una comprensión discriminatoria hacia el enfermo, ni que figurara a un Dios inmisericorde, marginador, o ajeno al sufrimiento humano.

No se dice en qué ocasión vienen la multitudes a oírle. Esta acción no tiene por qué vincularse a un momento preciso. Los vv. 35-38 parecen ser una introducción general a la misión que pronto recibirán sus discípulos. Así, más que ver un número frío en la expresión "multitudes", debe verse la gran necesidad existente de un ministerio como el de Jesús. Es decir, no se trata meramente de "asistentes" a su predicación o de testigos curiosos de sus actos milagrosos, ni siquiera de gente que le siguiera; sino de una forma de mirar a la gente, de entender sus necesidades. De allí que el término "ovejas" (v. 36) en el texto refleje una mirada sociopolítica de la realidad, una que reclama el uso y el abandono del pueblo por parte de los líderes de la nación. Pero también en la imagen de "mies" y "obreros" se denota las responsabilidades y posibilidades que Jesús mismo ve en su ministerio. Así, la multitud señala a Jesús una gran necesidad, pero también, sus limitaciones personales. De allí el comentario: "los obreros son pocos".

Cap. 8; Vv. 1-8. Los receptores del relato que viene es motivo de diferencias entre los exégetas. Mientras que en 9:36-38 Jesús se dirige a sus discípulos en general, aquí parece hacerlo fundamentalmente a sus doce discípulos. Sin embargo, como veremos abajo, no tiene por qué interpretarse de esta manera. Es valioso advertirse que los doce son enviados con autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para sanar toda enfermedad. ¿Qué quiere decir esto? A la mirada del texto debe pensarse que requiere la autoridad de Dios para lograr esto, que se trata de un ministerio que solo puede o debe realizarse bajo la tutela y el poder divino. De esta manera, la mirada a las multitudes de Jesús debe tocar también las vidas de

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quienes los siguen. Es la misericordia y la gracia, y no la vanidad, o aún la soberbia (v. 8), la que debe motivar a los doce discípulos a la expulsión de los demonios y el obrar la sanidad en los enfermos.

La designación de doce discípulos es también una cuestión de disputa en cuanto a su historicidad, es decir, si fue tal cual en tiempos del mismo Jesús o si fue una organización posterior que se fue imponiendo. Lo cierto es que no debe de pensarse de forma excluyente al resto de discípulos y seguidores de Jesús. En ningún momento se presenta de forma excluyente o como prerrogativa apostólica exclusiva. En todo caso, son los primeros "enviados" (cf. v. 5), y en vista a esto, son quienes reciben esta autoridad. Es decir, el poder de realizar dicha sanidades y expulsiones es conferido en base a su misión, misión a la que son llamados más tarde todos sus discípulos. La advertencia a no ir a otros pueblos fuera de Israel puede entenderse como un llamado inicial, una labor primera, y no excluyente según Mateo 28:19.

La misma dinámica de recorrer o ir ("yendo"), predicar, enseñar y sanar, puede verse en los vv. 5-8, por lo que la llamada a obreros que lleven el mensaje salvífico y vivificante del reino es vista como una extensión del ministerio del mismo Jesús.

Sugerencias para la Predicación

1. Un grupo de personas que quiere entenderse como iglesia discípula de Jesús debe tener como práctica el ir, el salir hacia la comunidad de la que forma parte para bendecirla con la autoridad que Dios le ha conferido.

2. La misión de los discípulos de Jesús incluye servir al prójimo en todas las áreas de la vida humana. No debe reducirse a labores sociales que no tengan como fuente la fe en Dios y la autoridad conferida por él a sus discípulos.

3. La mirada a la comunidad que podemos tener como iglesia es "con los ojos de Jesús". Discernir los tiempos y la realidad humana a la luz del mensaje del reino.

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ESTUDIO EXEGÉTICO-HOMILÉTICO 160 – Julio de 2014

ISEDET

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Juan José Barreda Toscano

Domingo 13 de julio de 2014 (5º de Pentecostés). Verde

Jeremías 20:7-13; Salmo 69:7-10, 16-18; Romanos 6:1b-11; Mateo 10:24-33

Vv. 24-25. Esta sentencia (cf. Lc 6:40) es el cierre de la perícopa anterior, pero también sirve de conector a los vv. 26-39. La frase no pretende sino explicar a los lectores del Evangelio sus padecimientos. No se trata de una profecía, ni aún una expresión de deseo por parte de Jesús, es una sentencia sapiencial. El querer evadir los padecimientos a los seguidores de Jesús puede que los lleve a traicionar a su "señor", o negar a su "padre". Ambas imágenes reflejan una relación de autoridad de Jesús sobre sus seguidores que, en términos de honor, implica también que los "siervos" e "hijos" que padezcan de la misma manera que Jesús serán dignos de mantener una relación próxima con él. Aquel que es fiel al testimonio de Jesús debe considerar la posibilidad que se tomen contra él acciones similares a las de su Señor, querer evitarlos de por sí podría significar dejar a un lado el camino con Jesús.

Vv. 26-27. El temor al que se les pide superar parece ser producto de lo que se dice contra los seguidores de Jesús. Si embargo, el mensaje de Jesús será encubierto, a través de su muerte, a través de la expulsión de los cristianos en las sinagogas en los tiempos posteriores, en algunas persecuciones esporádicas; pero son los discípulos los llamados a hacerlo público, a ponerlo en la luz. La superación del temor, entonces, no es una apelación psicologista, sino que apela a un accionar de confianza y un hecho público de valor. Los discípulos de Jesús deben de hacer público, deben de difundir, el mensaje vivo de Jesús.

Vv. 28. Este versículo, según los mismos testimonios de Hechos de los Apóstoles, no son alusiones magnificadas como hipérboles. La descripción dicótoma entre el cuerpo y el alma es propia de quienes en situación de adversidad explican su libertad como una opción interna de resistencia. No es una descripción ontológica del ser humano. Pero esta afirmación está construida bajo la misma imagen de la relación siervo-señor, en la que hay que temer más al amo que a los demás que no tienen real o un profundo poder sobre nosotros. La traducción del gr. "geénna" por "infierno" puede prestarse a malas interpretaciones. Quizá debería de usarse una expresión que explique la idea de ser separado, hecho a un lado en su totalidad.

Vv. 29-30. Después de lo dicho arriba sobre el temor al amo, Jesús señala el gran valor que tiene para él la vida de sus seguidores. En perspectivas sociopolítica, la imagen no apunta a comparar la vida humana vs. la de un animal. La elección de esta ave pequeñita y simple, tiene también un sentido social. Se trata de personas menospreciadas socialmente, quizá por su condición económica, pero aún más, porque su fe cristiana los posterga de la vida social plena, y en ese sentido, los pone en una posición de vulnerabilidad que los hace ser menospreciados en la cultura del poder y la fuerza. El cuidado de Dios está aún más presente en lo más débiles. Dios cuida de los mínimos detalles de la vida de quienes confían en él. Pero esto no significa de ninguna manera que no se sufra o que no hayan situaciones de adversidad. En todo caso, aquí no se está hablando del sufrimiento en general, sino de aquel que proviene de la lealtad a Jesús y de guardar su mensaje.

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Vv. 32-33. Es en este sentido que la relación de reciprocidad de honor y lealtad del siervo a su amo, del hijo a su padre, se ve reflejada en la confesión que estos últimos tendrán hacia los primeros. Jesús confesará, reconocerá a quienes no le negaron, sino que le confesaron en público a pesar de las adversidades que esto significó para sus vidas. El carácter escatológico que parece percibirse en estos versículos no tienen por qué ser llevados a la mirada de dos tiempo o dos mundo, el presente y el futuro. Ambos están estrechamente vinculados y, en sentido amplio, el presente inmediato en el que se habla puede ser visto como escatológico en el sentido que ser el cumplimiento de los tiempos mesiánicos que comienzan con la presencia de Jesús.

Sugerencia para la predicación

1. En el mundo hedonista y exitista en el que vivimos, debemos de ayudar a comprender que es posible que el sufrimiento sea producto, precisamente, de lealtad a Dios. Evitar el sufrimiento como un fin puede llevar a abandonar a Dios y su mensaje de justicia y amor.

2. Dios tiene cuidado de sus hijos, especialmente de los más débiles y excluidos en la sociedad. La iglesia que sigue a Dios debería de tener la misma vocación y práctica desde y hacia los débiles y excluidos.

3. En aquella relación establecida con Dios como la de un Padre-Madre e hijos, como estos últimos nos debemos a Dios respondiendo a la manera como nos ama. En una relación tan íntima la reciprocidad, aunque fuese asimétrica, construye relaciones, afectos y compromisos más profundos.

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ESTUDIO EXEGÉTICO-HOMILÉTICO 160 – Julio de 2014

ISEDET

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Juan José Barreda Toscano

Domingo 20 de julio de 2014 (6º de Pentecostés). Verde

Jeremías 28:5-9; Salmo 89:1-4, 15-18; Romanos 6:12-23; Mateo 10:34-42

Vv. 34-39. Nuevamente, a manera se toma el tema de los vv. 24-28, es decir, el de la adversidad ante las prácticas de la fe cristiana. La expresión "no he venido a traer paz, sino espada" es un hebraísmo. La expresión refleja esa consciencia de la soberanía absoluta de Dios sobre la historia en la que, aún las situaciones más duras provienen de Dios. Esta lectura de la realidad no es para presentar a Dios como un ser duro o perverso, sino que es una mirada teológica que prefiere indagar sobre este hecho, en vez de confesar que Dios es impotente ante el accionar de otros dioses -o aún seres espirituales malévolos- que tuvieran un poder tal que pudieran anteponerse a la voluntad divina. Pero dentro de esta expresión está también una expresión indirecta de parte de Jesús. No es que él genera los conflictos como un fin, sino que su llamado a la lealtad a Dios, el seguimiento de Jesús en la vida en el reino, muy probablemente traerá consigo conflictos. Jesús sabe bien de esto, y cuando invita a sus discípulos a seguirle y no traicionarle, les advierte también que dicha vida les traerá problemas, aún en la misma familia.

En la cultura mediterránea, y en particular en la sociedad judía, la familia extendida fue el "mundo" primero y en el que muchos se movieron durante toda su vida. La aldea, la comunidad pequeña, es el mundo en el que se desarrolla la vida. Hay poco movimiento social y geográfico. Las normas de vida concernientes a la familia son fuertes y posibilitan la estabilidad y la comprensión del sujeto en sociedad. En la misma vida de Jesús la lealtad al llamado de su Padre y al evangelio llevaron a la ruptura de varios patrones familiares, y aún los de patronazgo, que lo hicieron ver como un antisocial o un antifamilia. El mismo llamado a verse como hermanos y hermanas en un trato fraterno de justicia e inclusión hacia extranjeros, el cuidado a los más débiles, muchos de ellos siervos extranjeros, la vocación de salir del lugar de origen, abandonar actividades y responsabilidades familiares tradicionales para servir a otros, presenta al movimiento de Jesús y sus enseñanzas como quienes rompen con la estabilidad social y familiar, y aún la religiosa. La propuesta del reino es vista como desestabilizadora, y vivir bajo estas nuevas enseñanzas traerá grandes conflictos aún en el seno familiar.

En perspectivas de género, es importante advertir en v. 35 que se dice: "a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra", lo cual señala una vez más que el movimiento de Jesús y la iglesia primitiva estuvo compuesta en buena medida por mujeres. Ellas fueron artífices de la vida de y en la comunidad naciente. Si el seguimiento de Jesús por parte de hombres y siervos fue complejo cuando se trataba de aquellos que dejaban sus hogares o rompían con valores y prácticas fuertemente establecidas, imagínense lo que puede ser para una organización familiar y social patriarcal que mujeres participen pública y activamente en el movimiento mesiánico, que ocupasen lugares de liderazgo en la comunidad naciente. Esta organización debió de ser motivo de conflicto en los mismos hogares, pero al mismo tiempo, un motivo de libertad y de propuesta de vida plena para toda la sociedad en términos de justicia y amor. Sin embargo, no es un atentado contra la familia,

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sino una propuesta de una familia organizado en relaciones de justicia, libertad y vida plena para todos, con lo que trae consigo también la propuesta del desarrollo de nuevas masculinidades que reflejen la vida en el reino del Dios de Jesucristo. Llevar adelante esta propuesta tiene un costo, no debe esperarse la aceptación inmediata o plena de la sociedad. La lealtad a Jesús y a sus enseñanzas es presentada como criterio último en la vida de fe, no bajo categorías de "éxito", ni aún de amplia aceptación social per se. La vida plena viene de parte de Dios y nace en el seguimiento leal a Jesús con la esperanza que otros confíen en él, pero sabiendo que otros no lo harán y estarán en conflicto con quienes sigan lealmente a Jesús.

Vv. 40-42. Es así que plantea Jesús que en la predicación y las prácticas públicas del reino se verá su propia vida y misión. Radicalmente Jesús plantea su identificación con sus seguidores que desde una vida profética, y conformando comunidades de fe proféticas, no solamente son llamado a denunciar las injusticias de la sociedad, sino también son invitado a compartir el gozo y la vida plena del reino de Dios. Quienes reciban estas enseñanzas y propuestas del reino expresadas fielmente por los seguidores, recibirán al Mesías. Vale aclararse que no se trata de una mirada excluyente o elitista que posicione a la iglesia como única o "el" lugar de acceso al Mesías y a su reino. Se está refiriendo al mensaje salvífico abierto a todos y todas, no circunscrito a un grupo en particular, pero proclamado en vidas por aquellos "pequeñitos" que confiando en Dios siguen a Jesús y guardan sus enseñanzas.

Es así también, que los dichos de Jesús en estos versículos llaman a sus seguidores a tomar consciencia que su pequeñez y su sencillez es el camino de amor elegido por Dios para anunciarle. Y al mismo tiempo, es un llamado a tener un mejor discernimiento de la presencia de Dios en el mundo, una presencia que requiere de los valores y perspectivas de Jesús para ser discernida y encontrada.

Sugerencias para la predicación

1. En una tendencia en la que permanecer en el status quo es visto como un fin en sí mismo, ¿qué implicancias trae esto para la lealtad a Jesús y sus enseñanzas del reino?

2. Seguir a Jesús puede traer muchos conflictos. En cuestiones de género, el mensaje y la vida de Jesús nos exhortan a poner en primer lugar las relaciones de justicia y amor entre hombres y mujeres como una manera central de anunciar fielmente su reino.

3. Las estructuras eclesiales son un poderoso mensaje de la fe en Jesús. Cambiar aquellas que segregan, aquellas que ejercen abuso de poder sobre los demás, aquellas que no son dinámicas para la inclusión, son un contramensaje al reinado de Dios.

4. Somos llamado a ser, como dijera el apóstol Pablo, "cartas abiertas", llamado a comunicar desde nuestras vidas las posibilidades de Dios de bendecir y acompañar a la humanidad hacia la vida plena. Y esto desde el desarrollar una espiritualidad que nos ayude a comprender que somos "pequeñitos" necesitados de Dios, que dependemos de él y nos rendimos a él en el seguimiento de Jesús.

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Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Juan José Barreda Toscano

Domingo 27 de julio de 2014 (7º Domingo de Pentecostés). Verde

Zacarías 9:9-12; Salmo 145:8-14; Romanos 7:15-25a; Mateo 11:16-19.25-30

Vv. 16-19, Este pasaje sigue a la visita de los seguidores de Juan el Bautista y a los comentarios de Jesús sobre este profeta (vv. 1-15; cf. 10:16-25 y 10:34-39). La prisión de Juan no pasa desapercibida ni carece de comentarios por parte de Jesús. Pero su atención en el comentario aquí no está dirigida principalmente a las autoridades que lo han encarcelado, sino a algún sector de la población. Podría pensarse, ¿cómo entendió esta la prisión de Juan? ¿Está la idea que "algo malo habrá hecho"? ¿Se preguntaría la gente si Juan no se excedió en sus dichos y por ello fue llevado a prisión? La descripción con la que Jesús reconoce la imagen que la gente tenía de un profeta no refleja a este siervo de Dios, aquel guiado por su Espíritu para hablar en su nombre. Un profeta no es un debilucho, temeroso o "prudente", que calla ante el pecado del pueblo y, especialmente, de quienes gobiernan al pueblo. Pero tampoco es aquel que se acomoda al poder, que se enriquece y se somete a los lujos que los distancia del pueblo y, de esta manera también, del mensaje recibido por Dios. La lectura de Jesús respecto a la prisión de Juan es que él está allí por la injusticia de los gobernantes, y como consecuencia de su firme lealtad a Dios.

De allí también que ante la lectura que algunos hacen de la prisión de Juan, Jesús les plantea de forma desafiante su identificación con este profeta y su mensaje. Lo hace señalándoles a sus oyentes el rechazo a los enviados de Dios, cualquiera que sea las características de su persona y de su mensaje (vv. 16-17). El dicho que Jesús cita no parece aludir solamente a su persona y a la de Juan el Bautista, sino a todos los profetas enviados por Dios al pueblo de Israel. Dicho de manera directa, Jesús les dijo: "Sea esta u otra manera en la que presentemos nuestro mensaje o como seamos los profetas, ustedes no aceptan el mensaje de Dios. Siempre encuentran una buena razón para rechazarlos y con ellos, a Dios mismo".

En el comentario sobre Juan el Bautista "demonio tiene" están quienes han visto una alusión a las maneras con la que posiblemente Juan el Bautista proclamaría su mensaje, vinculándolo con un predicador carismático. No hay otras razones para pensarlo así, aunque no puede descartarse que haya habido manifestaciones extáticas como pudo suceder con otros profetas y en quienes los seguían. Con todo, la alusión a tener un demonio está más vinculado al hecho que no comiera ni bebiera, posiblemente, en la casa de los demás (y no simplemente que no se alimentara). Esta acción ermitaña y poco receptiva de la hospitalidad pudo llevar a algunos que la razón era el estar endemoniado. Por el contrario, de Jesús se dice que tiene una gran vida social, que participa en las casas de muchos. Así, lo vemos ser acusado de sentarse a la mesa con pecadores y recaudadores de impuestos (Mt 9:10-11). La frase: "Pero la sabiduría es justificada por sus obras" (v. 19) alude al testimonio de Juan y Jesús respecto al reino de Dios. Son sus obras, como antes mencionara Jesús a los enviados por Juan, las que testimonian quiénes son ellos. Sus obras responden al mensaje del profeta en vinculación a la interpretación que ellos mismo hacen de las enseñanzas de la Torá por las que disciernen el mensaje divino. Es así que aquí Jesús plantea también

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diferencias de interpretaciones entre quienes juzgan erradamente el actuar de Juan, y de Jesús mismo, y el mensaje y obras que ellos realizan en nombre de Dios.

Vv. 25-30. Vinculado a los vv. 16-19, a nivel redaccional, puede entenderse esta exclamación de alabanza de Jesús también en el plano interpretativo. La contraposición niños/as - adultos/as no es meramente psicologista, sino que refiere a la condición social y a la posición en el mundo que ambos grupos desempeñan en el mundo. Juan y Jesús se entienden como personas de fe, que asumen su vulnerabilidad y dependencia fiel a Dios, como la de un hijo a su padre siguiendo las relaciones culturales de su época, o la que se atañe a la etapa en la infancia. Así, los términos "sabios" y "entendidos" son cuestionados bajo la interpretación de la verdadera sabiduría divina (cf. v. 19) que los hace parecer en la visión adultocentrista como ignorantes o desentendidos. Y es en esta posición de entrega y dependencia a Dios que Jesús, quien se identifica como "Hijo" y a Dios como "Padre", recibe la revelación de su Padre ("me fueron entregadas", "conoce") como quien guarda lo aprendido en su estrecha vinculación con Dios. En este pasaje Jesús afirma radicalmente su vinculación con Dios, y es en el plano del seguimiento a este Dios que atribuye su conocimiento de él, así como también, su autoridad y veracidad para enseñar a otros lo recibido. En el plano de la interpretación, Jesús no apela excluyentemente a la racionalidad, sino a una vida de seguimiento que desde la vida toda lo faculta para recibir y discernir el mensaje y el actuar de Dios mismo.

Siguiendo con esta mirada hacia la vulnerabilidad y la dependencia del Padre, Jesús llama a seguirle, a venir a él, especialmente a aquellos que están trabajados y cargados para descansar en él. Con todo, no pretende decirles que este camino es cómodo, sino que también tiene su carga, pero en esta imagen afirma que esta carga es "ligera" y que es sostenible en unión con el Padre como lo es en la vida de Jesús. Así, esta serie de imágenes, la del niño, la del trabajado y cargado, se representa a aquel que debe de dejar el poder que le otorgan otras sabidurías para tomar aquella asumida por Jesús y que tiene como logro el descanso más profundo. Una vez más, no debe interpretarse esta alusión en el plano meramente psicologista, aunque implique al "alma". Más bien, alude a una manera de entenderse en el mundo, a una manera de servir a Dios para los demás que se caracterice por la mansedumbre, la confianza en Dios y el seguimiento leal al testimonio de Jesús.

Sugerencias para la predicación

1. La vida cristiana se desarrolla en el ejercicio de una mirada crítica hacia el mundo del que se forma parte. Seguir a Jesús conlleva una labor profética que debe de estar caracterizada por la lealtad al mensaje divino, aunque hay veces esto nos ponga en posiciones de enfrentamiento con el consenso religioso dominante (teológico, estructural, etc.).

2. La labor profética del pueblo de Dios debe cuidarse de no caer en los mecanismos de poder que organizan la vida fuera de la mansedumbre y la dependencia de Dios en el amor al prójimo. Las señales, las obras que caracterizan a Jesús, son su mensaje profético. El amor desde los débiles y excluidos es profético en tanto que evidencia la existencia de este amor como una opción entre otras. La iglesia es cristiana porque desde sus opciones de vida y de ser iglesia testimonia a este Jesús, lleva sus cargas, pero también pregona la presencia vivificante de Dios desde su ser pueblo de Dios.