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número 160 julio-sept. 2012

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Cuadernillo de formación religiosa sobre de los Institutos Seculares de la Familia Paulina

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número 160 julio-sept. 2012

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JulioPara que las jóvenes

generaciones sean acogidas, escuchadas y acompañadas

por la comunidad cristi ana con amor, y así sean introducidas

en el conocimiento de las Escrituras por educadores

sensatos, verdaderos testi gos de la Palabra de Dios.

AgostoPara que la Virgen María,

quien con su sí a la Palabra y a su misión realiza

perfectamente la vocación divina de la humanidad, nos

obtenga la gracia de entender que la Iglesia vive allí donde la Palabra encarnada es acogida,

amada y servida con plena disponibilidad al Espíritu

Santo.

SeptiembrePara que la palabra vivifi cante

del Señor Jesús, parti da humildemente pero con

audacia por quien se le acerca, dé a los enfermos consuelo y esperanza, y les ayude a descubrir, mediante la fe,

que su sufrimiento les hace capaces de parti cipar en los sufrimientos redentores de

Cristo.

Editorial: Las vacaciones del silencio 3 Calendario: 4Catequesis Paulina: Jesús, Maestro de oración 5Cómo lo hizo San Pablo: Imitando al Padre 7Hermanos que nos precedieron: Venerable Tecla Merlo 9 Insti tuto Jesús Sacerdote: San Juan de Ávila 10Insti tuto Virgen de la Anunciación: Pertenencia al Insti tuto 15Centenario: La oportunidad de una evaluación 18El Evangelio vivido: Estudio del Evangelio (I) 21Reti ro del mes: Julio: María, acompaña tú mi caminar; Agosto: María, mujer comprometi da; Septi embre: El secreto de la espiritualidad de María 23; 24;26Insti tuto Santa Familia: Conociendo a María Antonia 28Información y Noti cias: 29Contraportada: 32

Sumario

Intenciones del mes

Las vacaciones del silencioLas vacaciones del silencioLas vacaciones nos ayudan a llenar de contenidos y recursos nuestras vidas. Se han acabado, por un tiempo, los vértigos, las prisas y los muchos papeles sobre la mesa. En este tiempo de vacaciones, Dios nos invita a escuchar en el silencio para conocernos mejor a nosotros mismos y avanzar en el auténtico diálogo y profunda cercanía entre las personas. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones y el sufrimiento que en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. También el silencio y la reflexión ayudan a elegir contenidos de valores que enriquecen a la persona. Sin el silencio interior no existen palabras densas de contenido. La palabra que comunica es sacada del silencio. El Papa Benedicto XVI en la 47 Jornada de Comunicaciones Sociales, nos dijo que “el silencio es un aspecto de la comunicación que, siendo muy importante, a veces se olvida. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos… y se hace posible una relación humana más plena. El silencio se hace especial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial…”. ¡Cuánto se ha escrito y cuantas cosas se han dicho y hecho en el silencio. Intento recoger unas sencillas, pero importantes reflexiones sobre el silencio. Silencio para la salud: Sí, hay un silencio para la salud mental y psicológica. Es el silencio del campo que serena y pacifica; es el silencio del río que pone paz en el alma o del canto de los pájaros que atraviesan el corazón de parte a parte; es el silencio de la noche estrellada en medio de un bosque o del rumor del mar que te envuelve y ayuda a curar de alguna o muchas enfermedades. Silencio para el misterio: El silencio nos conduce a lo más hondo del corazón de todo, al misterio mismo de cada cosa, de cada día y de cada noche. Es este un silencio sin precio. Dar con él es auténtica sabiduría. Silencio para Dios: Hay también silencio para Dios. Es el silencio que necesitamos los caminantes en la fe; los hombres y mujeres religiosos. De este silencio no andamos sobrados los cristianos a la hora de vivir y celebrar nuestra fe. Posiblemente nos iría bien para nuestra salud espiritual y, especialmente silencio para acoger a Dios. Agapito Aliende

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Calendario

• • JulioJulio

• • SeptiembreSeptiembre

• • AgostoAgosto

9. Fallece el P. Justo Fernández. 16. Nuestra Sra. del Carmen.20. Fallece el Hno. Eugenio Bañuelos.23. Santa Brígida (Patrona de Europa).25. Fiesta de Santi ago Apóstol.27. Venerable Maggiorino Vigolungo.31. Fallece el P. José Ignacio Fernández de Larrea.

6. Fiesta de la Transfi guración del Señor. 7. En 1915, en Alba, inauguración del primer Tabernáculo de la Sociedad de la Familia Paulina. En 2001 fallece el P. Miguel Fernández.15. Solemnidad de la Asunción de María.20. San Bernardo. En 1914, “Dies natalis” de la Sociedad de San Pablo en Alba (Italia).22. Santa María, Virgen Reina.25. En 1961 fallece la Hija de San Pablo, Mª Gracia Oliva.29. En 2004, fallece el Hno Manuel Regueiro.30. En 1960, aprobación defi niti va de las Pías Discípulas del Divino Maestro.

3. La B. Virgen María Madre del Buen Pastor. 4. En 1948 fallece el Venerable Hno. Andrés Borello. En 2003 fallece el Hno. Julián Villaizán. 8. Nati vidad de la B.V. María. En 1960 la Casa Provincial en Madrid.12. Santí simo nombre de María. En 1913 el P. Alberione, en el Santuario de la Morett a, en Alba, recibe el mandato de ocuparse de la Buena Prensa.14. Exaltación de la Santa Cruz.15. Ntra. Sra. de los Dolores.21. San Mateo, apóstol y evangelista. En 1995 fallece Renato Perino.29. Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Titular del Insti tuto. San Gabriel Arcángel.

Catequesis paulina

Jesús, Maestro de oración

Convencidos de que Cristo es el

único y verdadero Maestro, nuestra actitud no puede

ser otra que la del discípulo abierto

a su enseñanza y sediento de

aprender

En la primera y segunda Cate-quesis hemos reflexionado sobre las bases de nuestro ca-

mino espiritual, de lo que Alberione definió como “seguir al Cristo total: Maestro, Camino, Verdad y Vida”.

Convencidos de que Cristo es el úni-co y verdadero Maestro, nuestra actitud no puede ser otra que la del discípulo abierto a su enseñanza y sediento de aprender. Como Pedro, le decimos: “A quién iremos, Señor; si sólo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68).

Así pues, nos ponemos a la escucha del Maestro. ¿Cómo? ¿Dónde? “Ma-ría, sentada a los pies de Jesús, es-cuchaba su palabra” (Lc 10,39). ¡Al-

mas de Sagrario! Alberione repetía a menudo: “La vida paulina ha nacido del Sagrario, y así deberá vivirse. Del sagrario todo, sin el Sagrario nada” (UPS II.103). Buscar a Jesús: allí don-de se ha quedado permanentemen-te por nosotros y nos espera, día tras día. Del trato frecuente nace el amor.

El P. Alberione nos propone cuatro ruedas sobre las que caminar en nuestro avance espiritual. La primera de ellas es la oración. Y ello, porque es un primer paso en el seguimien-to e imitación del Maestro Divino, del cual leemos en el Evangelio que se retiraba frecuentemente a orar. Diríamos que su vida era una con-tinua comunicación con su Padre Dios. Jesús nutría su enseñanza de

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Maite Ballesteros

esa comunicación. El apostolado sólo puede ser efecti-vo, si parte de una profunda comuni-cación con Dios.

Cristo mismo avala esta realidad; ante la crítica de la acti-va Marta: “Señor,… dile a mi hermana que me ayude”, Je-sús responde: “Ma-ría ha escogido la mejor parte” (Lc 10,40-42). ¿Rechaza o menosprecia Jesús el trabajo de Marta, la activi-dad en su servicio? ¡No! en absoluto; solamente pone como primera pre-misa: escucharle, aprender. Cuando el alma se ha llenado de Jesús, de su enseñanza y de su vida; cuando se va dejando modelar por el Maestro Divino, podrá transmitir a los demás, no ya su vida, ni sus actitudes, sino las del Maestro. Entonces será cuan-do dará a Jesús a los hombres.

El ideal de nuestra vidaConcretando: ¿El ideal de nuestra vida? Jesús Maestro. ¿Lo básico en nuestro camino? Comunicarse con-tinuamente con Él por la oración. Así lo definía Sta. Teresa: orar es tratar de amistad con Aquél que sabemos nos ama.

Y todo ello bajo la sabia orientación de nuestro Padre Santiago Albe-rione, al que se le define como un “apóstol contemplativo”.

La oración es necesaria, imprescin-dible para todos los momentos de la vida; pero quizá lo es más aun cuan-

do parece que Dios no nos oye y, cuando nos hemos comprometido a ser altavoces de Dios en el mundo: apósto-les. Detengámonos en estos dos aspectos: tinieblas en el alma y apostolado. Al recibir este nuevo número de Álegrate ya habrá pa-sado la Semana Santa; pero es un tiempo tan significativo en la vida

de Jesús, que sus enseñanzas en esos días vienen a darnos la respuesta a lo que estamos reflexionando. Es el tiempo en que contemplamos, con mayor intensidad, el modelo de ora-ción de Jesús: Oración Instructiva y consoladora durante todo el dis-curso de la Última Cena. Oración de Aceptación, de “SÍ” absoluto y total en Getsemaní. Oración de Confian-za, de abandono, de fe, en la Cruz.

Última cena. Es la única ocasión, durante toda su vida, en que Jesús emplea las palabras: “Un mandato os doy”. Y ¿cuál es ese mandato? “Que os améis unos a otros como yo os he amado”. A lo largo de la Cena ampliará la forma de ese amor: “Pa-dre, que sean uno…. “Permaneced en mi amor… Como el Padre me ha amado….

(Omitimos citas, por razones de es-pacio y sugerimos la lectura de: Juan cap.13 al 17). UPS=Ut perfectus sit homo Dei.

Como lo hizo san Pablo

Imitandoal Padre

Cuando al P. Alberione le pidieron que definiera el sentido de espíritu paulino, en síntesis respondió: “Consiste en vivir en Cristo como san Pablo nos lo

presenta”

Y tendremos ese espíritu paulino cuando podamos decir como él: “Vivo yo, pero no soy yo, es

Cristo quien vive en mí”, sólo enton-ces habremos alcanzado la perfec-ción cristiana”.

De lo cual se deduce que, tener el espíritu de nuestro Padre y Funda-dor san Pablo (como gustaba afirmar el P. Alberione) es “revestirse” de Cristo” (Ga 3,27). Y ese “revestirse” no es simplemente ponerse algo ex-terno (un vestido) sino entrar, sum-ergirse, desaparecer dentro de esa vestidura. Que mis pensamientos sean los de Cristo, mis actos los de Cristo, mis deseos y proyectos los que quiera Cristo.

Señor: Que yo piense lo que Tú pien-sas. Que yo ame lo que tú amas. Que tus palabras hablen en mí.

Para los que estamos consagrados como seguidores de san Pablo, imitadores suyos, impregnados de su espíritu; este “vivir en Cristo” no es una alternativa opcional, sino una auténtica llamada para que testimoniemos ante el mundo: Que únicamente en Cristo se encuentra la plenitud de la vida, la respuesta a los más profundos interrogantes y la felicidad que el hombre ansía y, que en nada puede encontrar plenamente, si no es en Cristo. “Nos hiciste, Señor, para ti; e inquieto anda nuestro corazón hasta que descansa en ti”. Así lo expresaba el gran admirador e imitador de san Pablo: Agustín de Hipona. Dos santos, y dos vidas con muchas similitudes. Mucho debía Agustín a Pablo, cuyas palabras de Rm 13, 13, le llevaron a la conversión definitiva.Tener espíritu paulino o lo que es lo mismo, el espíritu de san Pablo,

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José Lozano

significa: Enamorarse de Cristo. “¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? (Rm 8,35).

Que todo deseo y toda acción ha de partir de Cristo. “Pues en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).

Tener actitud de auténtica conver-sión sabiendo que Cristo nos amó primero. Pablo cambió de rumbo porque se sintió amado, precisa-mente cuando era perseguidor de Cristo (Rm 5,8).

Convencerse de que todo cono-cimiento verdadero es posible úni-camente en Cristo, en quien se dan todas las dimensiones del amor (Ef 3,18).

Que el deseo esencial, el único, es conocer a Cristo y el poder de su re-surrección. Todo lo demás es como “basura” (Flp 3,8).

Sentir en lo más íntimo de nuestro ser ese amor a Cristo que nos im-pulse a anunciarle con todos los me-dios disponibles y en todas las cir-cunstancias de nuestra vida, porque “nos apremia el amor de Cristo” (2Co 5,14).

Y tender hacia Cristo cada vez con mayor dinamismo hasta que nues-tra vida se consuma en el encuentro definitivo con Él (2Tm 4,6-8).

Estas pautas del espíritu paulino, nos hacen ver que en san Pablo ten-emos el maestro perfecto que nos lleva a la identificación con Cristo; pero al mismo tiempo es el hombre que sabe de luchas, de vencimientos, de conversión y, sobre todo, de pro-funda humildad.

“Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp 4,13). Estas palabras resumen el secreto que aviva el corazón incansable de Pablo. Con Jesús, arropado en su amor, es capaz de cualquier cosa. Nada teme y todo lo puede soportar.

Pablo está tan libre de su ego, de sus gustos y preferencias; está tan liberado de ataduras, que puede afirmar con totalidad: “MI VIVIR ES CRISTO”. Así es como no vive encasillado ni preso de seguridades y esquemas.

Quien tiene el espíritu paulino está llamado a vivir imitando a su padre. Sabernos limitados e imperfectos. Considerarnos débiles e incapaces. Pero, ¡que esto no sea una excusa para abandonar nuestra misión! Con la fuerza de Dios lo podemos todo.

Y tendremos ese espíritu paulino cuando podamos decir como él: “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en

mí”, sólo entonces habremos alcanzado la perfección cristiana

M. Tecla Merlo Hermanos que nos precedieron

Hay cosas que no son tan distin-tas en una Congregación o en un Instituto de vida secular. La

relación entre hermanas/os, es fruto de la caridad y de la comunión que debe ser siempre la clave, para que todos se sientan en familia y tengan la fuerza para su vida personal y para el apostolado.

La relación de M. Tecla con las Hijas de San Pablo

Desde las primeras circulares apa-rece una atención constante por las hermanas en el contexto de su vida concreta: salud, estrecheces econó-micas, preocupaciones familiares, di-ficultades comunitarias, fatigas apos-tólicas compromiso espiritual, cargo de gobierno. Parece que M. Tecla, también por medio de los escritos, está en coloquio con cada persona cuyo camino acompaña con bondad, firmeza y calor humano. Subrayamos tres aspectos:La correspondencia

Hay una gran relación epistolar con muchas hermanas, y se instaura también una tradición de comunicar a nivel de Instituto, centrada en las dos cartas anuales que las hermanas envían por Navidad y por san Pablo. Dichas cartas sirven para acrecentar la relación de confianza por ambas partes. Cuando M. Tecla no puede responder individualmente, da una respuesta colectiva, reservándose el personalizar la carta con alguna línea manuscrita. Son las circulares que expresan el afecto de la Madre y una profunda ternura: “Si no reci-bís, no digáis que os he olvidado. No.

Os llevo en el corazón: todos los días os encomiendo al Señor y os pongo bajo el manto de la Virgen”; “desde la más anciana hasta la última llega-da que no conozco todavía”.Los ejercicios espirituales

Las circulares revelan un gran cui-dado de M. tecla por los ejercicios espirituales “de ocho días” y dejan transparentar su disgusto cuando, estando lejos, no puede “ver a las hermanas que han comenzado los ejercicios”. Pero lo que crea una re-lación profunda es que durante los ejercicios recibe a todas las herma-nas, las escucha, las orienta, aprue-ba su trabajo espiritual. Considera fundamental la cita con los ejercicios espirituales para sostener a las her-manas en la fidelidad y el progreso vocacional.Las directivas a las superioras

Bajo la cantidad de normas concre-tas, se capta cómo conduce casi de la mano a estas jóvenes hermanas que a su vez son superioras, fundadoras de casas, promotoras de formas de apostolado que se van creando día a día y responsables del trabajo voca-cional. Emerge una línea de gobierno fundamentada sobre un gran respe-to a la persona, que se manifiesta en la capacidad de secreto y reserva, en la capacidad de corregir sin humillar, en conceder una justa libertad que favorece la serenidad comunitaria y la creatividad apostólica, en saber armonizar trabajo, oración, estudio y reposo con atención a las necesi-dades de cada una de las hermanas.(Cartas circulares recopiladas en “Os llevo en el corazón” de la Venerable Tecla Merlo).

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Instituto Jesús Sacerdote

San Juan de Ávila, modelo de sacerdotes

El modelo que tenemos en el santo Maestro Ávila nos invita a seguir por el camino de la configuración con Cristo que él abrió, tomando por modelo a los apóstoles

y particularmente a San Pablo

El 7 de octubre Benedicto XVI nombrará Doctor de la Iglesia al Santo Maestro Juan de Ávi-

la, nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) en 1500, y fallecido en Montilla (Jaen), en 1526. En 1894 fue beatificado por el Papa León XIII.

Y se nos dio como patrono del clero español por el Papa Pío XII en 1946. El 31 de Mayo de 1970 fue canoni-zado por Pablo VI. El modelo que tenemos en el santo Maestro Ávi-la nos invita a seguir por el camino de la configuración con Cristo que él abrió, tomando por modelo a los apóstoles y, particularmente a san Pablo, al que tanto imitó en su vida al preocuparse de todas las iglesias del sur de España.

Los apóstoles de Cristo y los santos

pastores que los han seguido son, en efecto, modelo de seguimien-to del Señor hasta la entrega de la vida por él. El sacerdote se identi-fica con Cristo, sacerdote, profeta y pastor en forma tal que, por su medio todo el pueblo de Dios que le ha sido confiado vive sacerdo-talmente, da testimonio profético de Cristo y alcanza aquella libertad, fruto de la gracia, que le rescata de las esclavitudes de este mundo.

Aquel que el Señor ha llamado

El sacerdote es, en efecto, aquel que el Señor ha llamado para ha-blar en nombre de Cristo y ejercer el magisterio que sólo a Cristo ha entregado el Padre: Nadie es, en verdad, maestro, “porque uno sólo es vuestro maestro y todos voso-tros sois hermanos”. El sacerdote

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Para san Juan de Ávila «celar el bien de la Iglesia» es un criterio para preferir la santidad de los candidatos al

sacerdocio por encima de sus letras y habilidades humanas. Desea él que los eclesiásticos se dediquen con fervor

a la oración, que los llevará a Dios sin apartarlos de las necesidades de los hombres

no ejerce un magisterio propio, sino que su magisterio es presencia y pro-longación en el tiempo del único ma-gisterio de Cristo. Los fieles esperan su orientación y su consejo, necesi-tan de la guía espiritual del sacerdo-te, llamado a ejercer de pastor que conduce el rebaño de Cristo hacia las verdes praderas de su reino.

La consagración es para la misión

Hemos de recordar la enseñanza de la Exhortación apostólica Pastores dabo vobis: “La misión no es un ele-mento extrínseco o yuxtapuesto a la consagración, sino que constituye su finalidad intrínseca y vital: la con-sagración es para la misión. De esta manera, no sólo la consagración, sino también la misión está bajo el signo del Espíritu, bajo el influjo san-tificador”.

A lo que la Exhortación añade: “La conciencia de ser ministro de Jesu-cristo Cabeza y Pastor lleva consigo también la conciencia agradecida y gozosa de una gracia singular recibi-da de Jesucristo: la gracia de haber sido escogido gratuitamente por el Señor como «instrumento vivo» de la obra de la salvación. Esta elección demuestra el amor de Jesucristo al sacerdote. Precisamente este amor, más que cualquier otro, exige corres-

pondencia”. Con razón la Exhorta-ción evoca en este lugar las palabras de Jesús a Pedro: “Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?”, indican-do que a la respuesta de Pedro sigue la misión “Apacienta mis corderos” y “Apacienta mis ovejas”. Este amor de predilección de Jesús por los sa-cerdotes, que hace de ellos pesca-dores de hombres, debe ser corres-pondido, como Jesús pedía de Pedro.

La santidad del sacerdote brota de las acciones sacerdotales: del anun-cio de la palabra divina y de la ce-lebración de los divinos misterios. Cualesquiera medios que hayan de contribuir a la vida sacerdotal serán meros auxilios que contribuyan a si-tuar al sacerdote en el ejercicio de su ministerio, que nunca han de apartar de la comunión fraterna del colegio presbiteral, donde cada sacerdote es llamado a compartir la misión para la que ha sido llamado. La misión que urge el corazón sacerdotal y se nutre de la misma palabra que anuncia.

La misión que ha de configurar en modo tal la vida del sacerdote que le hace sentir como acicate la expre-sión de san Pablo: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!”. Pero para ser fiel a esta misión de anunciar el Evangelio es preciso alimentarse de él, ahondar en el estadio reposado

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de aquellos textos que se han de explanar ante los fieles, abriendo su mente al sentido de la Escritura y sometiendo la vida a la luz que de ella dimana.

La eucaristía, entrega sacerdotal

La Eucaristía es la gran experiencia cotidiana de la entrega sacerdotal de Cristo para salvación del mundo y la identificación con Cristo, que se entrega al designio de Dios por amor al Padre y a los hombres. Esta entre-ga de Jesús es el paradigma de toda entrega sacerdotal, modelo supre-mo de quien está llamado a hacerse “débil con los débiles, para ganar a los débiles (...) todo a todos, para ga-nar, sea como sea, a algunos”; a lo que añade el Apóstol: “Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes”.

La recitación reposada de la liturgia de las horas, la contemplación del sacramento eucarístico y el dejarse estar con Cristo ante la reserva euca-rística donde su presencia se prolon-ga en el tiempo como sacramento permanente del amor incondicional, no sólo nutren la vida personal de quienes ejercen el ministerio pas-toral, sino también la de toda la comunidad de los fieles, que des-cansa en la vela permanente de sus pastores ante el trono de Dios, que es el trono permanente de la gra-cia de Cristo, al que nos invita Dios mismos a acercarnos, cuando dice: “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar la gracia de un auxilio oportuno”.

Es difícil entender que un sacerdote

tenga que descansar de la Eucaristía. Cuando esto sucede es que su minis-terio sacerdotal no está bien orien-tado, porque, ciertamente, si toda la existencia cristiana es eucarística, por su propia naturaleza lo es la exis-tencia sacerdotal. En el corazón del sacerdote han de resonar aquellas palabras de su ordenación: “Consi-dera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”. Sí, el sacerdote ha en encontrar en la Eucaristía el misterio sacramen-tal de la entrega sacrificial de Cristo, clave del ministerio pastoral y fun-damento de la caridad pastoral. En la Eucaristía es Jesucristo, sacerdote y diácono del Padre, quien atrae a sí y configura con su entrega a los ministros del nuevo testamento para la vida del mundo.

San Juan de Ávila, configurado con Cristo

El santo Maestro Ávila es ejemplo fehaciente de esta configuración con Cristo, en la cual nutría su amor por las almas, razón de sus prolongadas vigilias de oración y de su incansa-ble apostolado. Nada que esté en sus manos para el bien de sus co-munidades pueden dejar de hacer aquellos a quienes se ha confiado el ministerio pastoral y son los pasto-res inmediatos de sus hermanos. En situaciones como la nuestra, cuando Dios nos va bendiciendo con nue-vas vocaciones y, sin embargo, fal-tan operarios en la mies del Señor, hemos de hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para que a ninguna de las comunidades les falte la pala-bra y la Eucaristía, el perdón y la ins-

trucción catequís-tica, el consuelo en la enfermedad y siempre el con-sejo y la orienta-ción espiritual. Es preciso que sean atendidas todas las comunidades de los fieles y que a ninguna falte la presencia de sus pastores.

En la reciente Asamblea Plenaria del episcopado español, han aprobado un mensaje en el que explican la ra-zón de este doctorado, ayudándonos a su comprensión: “La originalidad del Maestro Ávila se halla en su constante referencia a la Palabra de Dios; en su consistente y actualizado saber teológico; en la seguridad de su enseñanza y en el cabal conoci-miento de los Padres, de los santos y de los grandes teólogos. Gozó del particular carisma de sabiduría, fruto del Espíritu Santo, y convencido de la llamada a la santidad de todos los fieles del pueblo de Dios, promovió las distintas vocaciones en la Iglesia: laicales, a la vida consagrada y al sa-cerdocio…

En sus discípulos dejó una profunda huella por su amor al sacerdocio y su entrega total y desinteresada al servicio de la Iglesia… Fue Maestro y testigo de vida cristiana; contempo-ráneo de un buen número de santos que encontraron en él amistad, con-sejo y acompañamiento espiritual. Un Doctor de la Iglesia es quien ha estudiado y contemplado con singu-lar clarividencia los misterios de la fe,

es capaz de expo-nerlos a los fieles de tal modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiri-tual, y ha vivido de forma coherente con su enseñanza”.

Por todo esto la Iglesia nos lo pro-pone como un san-to que nos enseña

ese camino de santidad que nos ase-meja al buen Pastor en el ejercicio de nuestro ministerio sacerdotal, bus-cando la gloria de Dios y la bendición de todos los hermanos que la Iglesia pone a nuestro cuidado.

Son realmente hermosas sus pala-bras al jesuita P. Francisco Gómez, para que fueran dichas en el Sínodo Diocesano de Córdoba del año 1563: “No sé otra cosa más eficaz con que a vuestras mercedes persuada lo que les conviene hacer que traerles a la memoria la alteza del beneficio que Dios nos ha hecho en llamarnos para la alteza del oficio sacerdotal… Miré-monos, padres, de pies a cabeza, áni-ma y cuerpo, y vernos hemos hecho semejables a la sacratísima Virgen María, que con sus palabras trajo a Dios a su vientre, y semejables al portal de Belén y pesebre donde fue reclinado, y a la cruz donde murió, y al sepulcro donde fue sepultado”.

En los memoriales que preparó para el concilio de Trento, en sus Adver-tencias para el Sínodo Provincial de Toledo (1565) y en su Tratado del Sacerdocio ha reflejado su reflexión

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Antonio Díaz Tortajada, IJS

sobre el ministerio presbiteral. En el siglo XVI algunos llegan al sacerdo-cio por motivos poco evangélicos. Su formación es deficiente. Muchos sacerdotes no predican porque no entienden el evangelio. Otros lo en-tienden pero no dan testimonio de él. Viven de tal manera que de su predicación se sigue más daño y es-carnio que si no predicaran.

Cálices de oro en manos de madera

El Maestro Ávila cita a san Bonifa-cio, según el cual, “en otro tiempo sacerdotes de oro usaban cálices de madera; ahora hay cálices de oro en manos de sacerdotes de madera”. En su opinión esta relajación de cos-tumbres hace temer que los clérigos se pasen a “la anchura luterana”, como él la califica.

Con todo, no se limita a denunciar defectos sino que presenta con vigor el ideal de la vida sacerdotal y subra-ya las virtudes que se esperan de los sacerdotes. La misma celebración de la eucaristía exige de ellos “que ten-gan virtudes más que de hombres y pongan admiración a los que los vieren: hombres celestiales o ánge-les terrenales; y aun, si pudiere ser, mejor que ellos, pues tienen oficio más alto que ellos”.

“El sacerdote en el altar represen-ta, en la misa, a Jesucristo Nuestro Señor, principal sacerdote y fuente de nuestro sacerdocio; y es mucha razón que quien le imita en el oficio lo imite en los gemidos, oración y lá-grimas, que en la misa que celebró el Viernes Santo en la cruz, en el monte Calvario, derramó por los pecados

del mundo”. El santo recuerda que el sacerdote tiene por oficio “pedir limosna para los pobres, salud para los enfermos, rescate para los encar-celados, perdón para culpados, vida para muertos, conservación de ella para los vivos, conversión para los infieles, y, en fin que, mediante su oración y sacrificio, se aplique a los hombres el mucho bien que el Señor en la cruz les ganó”.

Para san Juan de Ávila “celar el bien de la Iglesia” es un criterio para pre-ferir la santidad de los candidatos al sacerdocio por encima de sus letras y habilidades humanas. Desea él que los eclesiásticos se dediquen con fervor a la oración, que los llevará a Dios sin apartarlos de las necesida-des de los hombres. Los sacerdotes están llamados a amar a Dios y a Je-sucristo y a asumir la cruz del Señor. El mismo santo refleja sus propios sentimientos y la profundidad de su espiritualidad sacerdotal, cuando escribe:

“Oh cruz, hazme lugar, y recibe mi cuerpo, y deja el de mi Señor! ¡En-sánchate, corona, para que pueda yo ahí poner mi cabeza! ¡Dejad, clavos, esas manos inocentes, y atravesad mi corazón, y llagadlo de compasión y amor”. Este precioso testimonio de amor al sacerdocio y de vida sa-cerdotal sigue siendo válido también para nuestro tiempo.

Pertenencia al Insti tuto Virgen de la Anunciación

El sentido de pertenencia a nuestro Instituto debe comprometer toda la vida, ya que está unido a una

elección definitiva

Instituto Virgen de la Anunciación

El Primer Maestro, en 1958, ha-blando con un grupo de anun-ciatinas, se expresaba así: “Los

Institutos seculares son asociacio-nes… de personas que buscan un mismo fin: la santificación y el apos-tolado… La perfección se puede con-seguir en el mundo, sin estar inscri-tos en un instituto religioso o secular; pero al inscribirse en un instituto se-cular se entra en un estado de per-fección… se entra en un estado que está reconocido por la Iglesia y es ca-paz de conducir a la perfección, a la santificación. Todos los que forman parte del Instituto se pueden llamar

religiosos en cuanto al aspecto teo-lógico y ascético… aunque vivan en familia… en medio del mundo”.

Por esto, la anunciatina responde a la llamada divina con un propósito de vivir la comunión con Dios y con los hombres, en una comunidad que no ha nacido de la carne y de la san-gre, sino que es fruto del Espíritu y de la fe. Ahora bien, si la vocación es de origen divino, también el Ins-tituto es un don de Dios, porque las personas que lo componen han sido elegidas directamente por Dios. Es lo que afirma la Provida Mater: “El misericordioso Señor… dispuso

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La anunciatina responde a la

llamada divina con un propósito de vivir la comunión con Dios

y con los hombres, en una comunidad

que no ha nacido de la carne y la sangre

sino que es fruto del Espíritu y la fe

María Cellamoro, imsaMaría Cellamoro, imsa

que también en medio del mundo… floreciesen multitudes de perso-nas elegidas que… permaneciendo en el mundo por especial vocación divina, pudiesen encontrar nuevas formas de asociarse como adecuada respuesta a las necesidades de los tiempos, llevando una vida orientada a la perfección y trabajando por la salvación de los hombres”.

Por aquí aparece con sorprendente claridad que el aspecto comunita-rio en la vida de la anunciatina no es secundario, aunque no comparte la vida en común; pues el Instituto ayuda a los miembros a madurar su vocación de entrega y servicio, que se realizará en las condiciones secu-lares de cada una.

Por tanto, el sentido de pertenencia a nuestro Instituto debe comprome-ter toda la vida, ya que está unido a una elección definitiva. El Institu-to “Virgen de la Anunciación” no tendría razón de existir, si no fuese una comunidad de pertenencia, en cuanto existe un fuerte vínculo entre el Instituto que acoge y la consagra-da que entra a formar parte de él. “Todas profesan la misma vida de perfección, viven según el mismo estatuto, y participan de los mismos favores espirituales del Instituto”. El Fundador nos invita a “una colabora-ción directa con la Iglesia”, en cuanto que el Instituto es una de las muchas instituciones que forman parte de la gran comunidad que es la Iglesia, con nuestro carisma específico que se re-monta a la intuición del Fundador, es decir, “dar a Jesucristo Maestro, camino, verdad y vida a la humani-dad con la difusión del pensamiento cristiano, de la moral cristiana, y de

todos los medios de elevación de la vida individual y social, particular-mente en formas modernas”.

El Instituto se reconoce en la Iglesia ya que por ella fue aprobado, en par-te viva de ella, con dones propios y un compromiso que comunica a sus miembros con los otros cristianos mediante “la búsqueda de la perfec-ción y la salvación de los hombres”, aun conservando una cierta distin-ción, en cuanto que “el Instituto vive la espiritualidad paulina”.

Fomentar y madurar el sentido de especial pertenencia a Cristo en la Iglesia, a través del Instituto en una exigencia que ha de ser respetada por toda anunciatina; la comunidad de pertenencia constituye el punto de fusión de los varios sarmientos a la vid; ésta es la madre que genera, educa y ayuda a difundir los carismas específicos.

Mª Dolores Andréu, imsaMª Dolores Andréu, imsa

Nuestros Institutos paulinos

Nuestros Institutos necesitan personas dedicadas exclusi-vamente a ellos y no personas

cargadas de cuarenta mil cosas que imposibilitan un trabajo mejor y más eficaz. Nuestros Institutos podrían caminar mejor, con más tiempo para nuestros Delegados y más tiempo para poder abarcar el vasto campo de la vocación secular-consagrada. No es que quiera menospreciar el trabajo de nuestros Delegados, pues siempre han puesto lo mejor de sí mismos, pero necesitamos una formación sólida en nuestro ser paulinos-consagrados-seculares, al mismo nivel, en una sociedad en la que casi no tiene cabida la vida es-piritual y el estar volcados hacia los demás. Hay mucho individualismo, egoísmo y demasiada apariencia en nuestra sociedad y al estar nosotros, los miembros de los Institutos den-tro de ella para ser levadura en la masa, corremos el riesgo de dejarnos llevar y no cumplir adecuadamente con nuestra misión.

Necesitamos personas santas que nos encaminen hacia Cristo, nuestro Maestro, que animen a nuestros gru-pos, que se preocupen de los miem-bros que se encuentran solos, enfer-mos, o con cargas familiares u otras razones. Necesitamos que se insista, a tiempo y a destiempo que sólo cre-ceremos si vivimos en comunión los unos con los otros y la importancia de nuestros encuentros mensuales y anuales. Que para eso somos par-te de un Instituto y de una Familia Paulina. (“Ninguno de nosotros vive

para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo para ser Señor de vivos y muertos” (Romanos 14,7-9). Necesitamos conocer bien las raíces de nuestra vocación paulina. Buscar cauces de crecimiento personal y de grupo. Preparar el terreno para los que vienen después de nosotros. Ne-cesitamos, mucho, mucho, los unos de los otros. No somos una isla aun-que vivamos nuestra vocación en so-litario. Si la Iglesia es una fuerza para el cristiano, cada uno de nosotros somos una fuerza para nuestros her-manos y cuántas veces necesitamos una vitalidad que no tenemos, pero que podemos compartir con otros.

Hay que preparar también a nues-tros Delegados, en un ministerio que a veces desconocen o no están suficientemente concienciados de la misión de los Institutos. También necesitan su tiempo para que estu-dien los textos en los que el P. Albe-rione hablaba a los Institutos o a las Congregaciones sobre los Institutos y miren cómo se vive la vida secu-lar consagrada hoy en día, al mismo tiempo conozcan de primera mano la vida de cada uno de los que tienen a su cargo. No podemos conformar-nos con el poco tiempo de que dis-ponen los Delegados para nosotros. No. Necesitamos mucho más empe-ño en todo y como he dicho antes, hombres santos.

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Centenario

La oportunidad de una evaluación

A cien años de la fundación es oportuno verificar si la natu-raleza apostólico-misionera

originada en el don carismático al-beroniano está clara para todos los paulinos. Se trata de la naturaleza confirmada por la referencia al após-tol Pablo, inspirador y modelo de toda la fundación paulina:«Ella [la Familia Paulina] se propo-ne representar y vivir a san Pablo, hoy; pensando, aplicándose, oran-do y santificándose como haría san Pablo. […]

Si san Pablo viviera, continuaría ar-diendo en aquella doble llama de un mismo incendio: el celo por Dios y por su Cristo, y por los hombres de cualquier pueblo. Y para que le oye-ran subiría a los púlpitos más eleva-dos y multiplicaría su palabra con los

medios del progreso actual… Cuando él llegaba a un sitio, no aparecía allí para una conferencia ocasional, sino que se quedaba y formaba… (Carissi-mi in San Paolo, p. 1152).

Conviene preguntarnos, además, si nuestra Congregación mantiene viva hoy, y cómo, la misión con los medios de comunicación social, y si conservamos viva en nosotros la capacidad de escrutar e interpretar los tiempos actuales, que ciertamen-te no son idénticos a los que vivió el P. Alberione. Frente a la presente situación mundial, diversa según la-titudes, culturas, orientaciones del pensamiento, condiciones socioeco-nómicas, políticas, eclesiales…, ¿qué podemos hacer –o prepararnos a ello– para dar al mundo el Evangelio de Jesucristo?

La pregunta nos llega desde el com-promiso de “fidelidad creativa” al

Este trabajo está preparado para la SSP pero ya que no disponemos de uno propio para nuestros Institutos, lo podemos hacer nuestro ya que las cuatro ruedas son de la Familia Paulina.(1ª Ficha - Comisión para el Centenario SSP)

mandato del Fundador: «Todo el hombre en Cristo Jesús, para un total amor a Dios: inteligencia, voluntad, corazón y fuerzas físicas. Todo: na-turaleza y gracia y vocación, para el apostolado. Carro que camina apo-yado en las cuatro ruedas: santidad, estudio, apostolado y pobreza» (AD 100).

El “carro” paulino

Semejante misión exige la entrega incondicional de toda la persona del paulino. El P. Alberione –compro-metiendo al hombre entero– com-paró, en efecto, la vida paulina a un “carro” que para moverse se apo-ya sobre cuatro ruedas que son la piedad, el estudio, el apostolado y la pobreza.

La fidelidad al mandato del Fundador nos impulsa a repensar en el hoy el significado de estas realidades diná-micas que mueven la vida de nuestra Congregación coimplicando a cada paulino alrededor del ideal: ¡vivir para llevar a todos el Evangelio que salva!

La rueda de la piedad

La piedad exige una concienciación de nuestra condición de criaturas ante Dios, cuya divina grandeza bri-

lla especialmente en la revelación de su paternidad en el Hijo hecho hombre. Para nosotros la piedad se sustancia en una espiritualidad cris-tocéntrica, bíblica, eucarística y ecle-sial, es decir con referencia a Cristo Maestro Camino, Verdad y Vida, a María Reina de los Apóstoles y a san Pablo apóstol.

Así pues, la piedad nos enraíza y nos funda en Quien nos ha escogido y elegido para ser apóstoles de su Evangelio. Resulta por ello espon-táneo interrogarse sobre la cualidad de nuestra relación con el Señor Je-sús. ¿Es de veras él quien vive en no-sotros, o son angostos los espacios a él reservados estando llenos de no-sotros mismos, de nuestro orgullo, de la maníaca afirmación de nues-tro “yo” enfermo? Y si la piedad se abre a la “eclesiología de comunión”, ¿qué espacio y cuánta aplicación ha-lla en nuestro estilo de vida?

La rueda del estudio

Por estudio no entendemos sólo la preparación humanística, científi-ca, bíblica o teológica, sino también la necesidad de tener vivo hasta el final el deseo de aprender, de co-nocer profundamente el mundo y

Conviene preguntarnos si nuestra Congregación

mantiene, y cómo, la misión con los medios

de comunicación social y si conservamos viva en nosotros la capacidad de escrutar e interpretar los

tiempos actuales

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el hombre de hoy, al que estamos destinados como evangelizadores siempre atentos a las nuevas vías de la comunicación que la tecnología nos ofrece sin parar.

Es oportuno preguntarse qué estima hay en nuestra Congregación, y en cada uno de nosotros, respecto al estudio y a la formación permanen-te, referidos al contenido de nues-tra misión, a sus destinatarios y a las peculiares modalidades de nuestra misión paulina.

La rueda del apostolado

Este es el campo donde se mide la permanencia y la actualidad del ca-risma trasmitido por el P. Alberio-ne, que nos ha dado el ejemplo de su ánimo apostólico lanzado a los caminos de la misión con los instru-mentos activos en su tiempo.

¿Y nosotros? ¿Se advierte en nues-tras comunidades el ansia por el Evangelio, el ansia por la humani-dad abandonada a sí misma ante los vuelcos sociales, culturales, econó-micos a nivel planetario? ¿Estamos al menos al corriente de las nuevas vías de comunicación que surcan to-dos los ángulos del planeta ganan-do prosélitos y no, desafortunada-mente, para el Evangelio del Señor Jesucristo? ¿Hablamos de ello entre nosotros? ¿Se mantiene despierto todo esto por lo menos en el fondo de los corazones?

La rueda de la pobreza

Pobreza entendida ante todo en el espíritu, es decir, quitando de nues-tro “yo” la humana presunción y la

soberbia. Sólo una tal pobreza nos habilita a entregarnos sin reservas al Evangelio del Señor Jesucristo, sien-do por ello menos ávidos de tener y poseer “cosas” que constituyen un mísero sucedáneo de lo que el hom-bre necesita verdaderamente. Una dimensión importante y concreta de la pobreza para nosotros es la del trabajo según la constante enseñan-za del Fundador: «… la pobreza que produce, provee a las personas y a las obras. […] La pobreza exige un trabajo con ingresos, cuida la salud de los miembros, hace compras con cautela y conserva con diligencia lo que se posee» (UPS, II, 117).

El P. Alberione practicó en toda su vida una sobria pobreza y nos en-señó a evitar en nuestras casas cual-quier apariencia de lujo y de comodi-dad burguesa, comprometiéndonos en cambio a que no falten en nues-tras manos los instrumentos más perfeccionados y costosos para em-plearlos en nuestra específica misión evangelizadora: nada nos pertenece, todo debe estar supeditado al apos-tolado. Así lo dice él: «El Instituto ha de ser pobre y rico al mismo tiem-po. Pobre, por nuestra observancia individual de la pobreza, y rico en cuanto a los medios de apostolado» (Ejercicios y meditaciones del Primer Maestro (1952) p. 206, en Vademé-cum, 446).

¿Se advierte en nuestras comunidades el ansia por el Evangelio, el ansia por la humanidad abandonada a sí misma ante los vuelcos sociales, culturales...?

El evangelio vivido

El estudio del evangelio (I)

Tomando las palabras de San Pablo, «más aún, todo lo tengo por pérdida ante el sublime

conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien he sacrificado todas las cosas y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo» (Filipenses 3,8).

Es decir, conocer a Jesucristo lo es todo, el resto es nada, y deseando tener los mismos sentimientos de Cristo, un sacerdote francés del siglo XIX , beato Antoine Chevrier, todos los días dedicaba tiempo a leer, profundizar y orar sobre el Nuevo Testamento, en especial sobre los Evangelios y las Epístolas de san Pablo; lo hacía de una forma muy sencilla que todos podemos imitar, pero para la que se requiere una motivación y una preparación. Lo trataremos en el siguiente apartado.

Motivaciones

El Padre Chevrier, para animar al Estudio del Evangelio, compara el Evangelio con una casa muy hermo-sa cuya fachada nos atrae, pero de la que no podemos recrearnos en su belleza si no pasamos adentro y descubrimos la suntuosidad en cada uno de los detalles: sus habitaciones, pasillos, jardines, terrazas, etc.

Pues el Evangelio se puede compa-rar a esta casa tan bonita que con-templamos al pasar: la fachada se-rían los textos que cada día oímos o leemos en la Eucaristía, algunos hasta se pueden saber de memoria, pero tan oídos o leídos que no nos dicen nada en especial; el Estudio del Evangelio es el que nos lleva a entrar en la casa, y mucho más, poder vi-

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vir en ella... La parábola de la perla preciosa es también una excelente motivación, cada texto es como una perla que el Estudio del Evangelio hace que se convierta en preciosa y de gran tamaño.

Preparación

El Estudio del Evangelio es una forma de tratar ese texto que en principio no te dice nada, que lo has leído cua-renta veces y con el que sin embargo sabes que el Señor quiere mostrarte algo nuevo. Para iniciar el Estudio hay que propiciar un clima de silen-cio y oración, vamos a escuchar a Dios que nos habla en la Escritura; además necesitaremos una cierta preparación, algunas condiciones, entre ellas:

-Un guía. Solamente hay un guía para el Estudio del Evangelio, el Espí-ritu Santo. Al comenzar este camino, pedidle que conduzca, que ilumine nuestra mente, que sea nuestro Maestro en este Estudio.

-Silencio, tranquilidad. Que nadie nos moleste, sin ruidos, dejad las preocupaciones en manos del Señor.

-Tiempo. Tiempo para entrar en esta casa tan bella y pararse, sin pri-

sas, en lo que más llame la atención. No llevéis ideas preconcebidas, “los razonamientos matan el Evangelio”, lo decía el P. Chevrier, y también el P. Alberione.

-Humildad. Nos ponemos a los pies del Señor para que Él nos enseñe lo que quiera y como quiera.

-Mucho amor y deseo de conocer a Jesucristo.

-Perseverancia. Si un día no se descubre nada, sabed que la puer-ta se abrirá, siempre se abre si se es constante. Esta es una gran riqueza que no la puedo guardar sólo para mi; nadie queda defraudado, pues ayu-da e ilumina en cualquier momento, cuando se está bien y cuando no se tienen ganas de orar o se está triste.

Conocer a Jesucristo es tener la Vida, y este es el fin del Estudio del Evan-gelio, conocer a Jesucristo y tener la Vida en abundancia.

Solamente hay un guía para el Estudio del Evangelio, y es el Espíritu Santo. Al iniciar este sendero, pedidle que ilumine

nuestra mente, que sea nuestro Maestro

Retiro del mes

María, acompaña tú mi caminar

Vienen a estas páginas las meditaciones espirituales del Delegado correspondientes a los meses de julio, agosto

y septiembre de este año. Comenzamos con “María, acompaña tú mi caminar”, retiro del mes de julio

La Iglesia tiene ya un modelo y un prototipo a quien dirigir su mirada. Modelo en el orden de

la fe, de la caridad, y de la perfecta obediencia. María es modelo para la Iglesia como virgen y como Madre. Su virginidad es tipo de la total dona-ción a Dios en el celibato y prefigura a la Iglesia esposa de Cristo, fiel en conservar íntegra la Palabra de Dios.

María también es modelo de su ma-ternidad para la Iglesia, verdadera madre que engendra a los hijos de adopción para la vida nueva de redi-midos de Cristo. Pero María es para la Iglesia no sólo modelo de mater-nidad, sino verdadera Madre, por-que “coopera con Cristo, con amor materno a la generación y educación de sus hijos”.

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Cuestionario para trabajar

Su vinculación materna con la Igle-sia es también personal e irrepetible con cada uno de sus hijos en la doble relación maternal de don por parte de la madre y entrega por parte delhijo. María es siempre camino que orienta definitivamente hacia su Hijo, Jesucristo, ya que en Él tuvo su co-mienzo la relación maternal con los hombres. María, modelo acabado de mujer con todas las cualidades que adornan y promocionan verdadera-mente a la mujer.

El misterio de María, así entendido –como se presenta en el Concilio Vati-cano II– ayuda a clarificar el misterio de la Iglesia. Por eso María es el más acabado modelo de perfección que se puede dar en una criatura.

a) Mediante una crítica constructiva y sintiéndote tú mismo Iglesia, revisa en tu iglesia local, parroquia, grupo, etc. la imitación a María en estos tres aspectos: la fe, la caridad y laobediencia sumisa a la voluntad de Dios.

b) El don del celibato o de la virgini-dad. Examínalo a la luz de la virgini-dad de María.

c) ¿Por qué crees que el amor a Ma-ría tiene que llevar necesariamentea Cristo?

d) El tema tratado, ¿en qué sentido te ha ayudado a profundizaren el misterio de María y en el miste-rio de la Iglesia?

Retiro de agosto

María, mujer comprometida

Una de las aspiraciones de la juventud moderna es la virtud de la fidelidad. Sienten que

sin ella no es posible mirar con op-timismo hacia el futuro. Tal vez por eso buscan un modelo de fidelidad en lo humano y en lo cristiano, que los saque de su indolencia y apatía.

La figura evangélica de María puede llenar este vacío, si se ahonda en su compromiso audaz con una empresa que desborda toda inteligencia hu-mana. Son los mismos jóvenes los que manifiestan su admiración por el “SÍ” valiente y firme a lo largo de todas las virtudes de su vida.

Sobre el telón de fondo de la cobar-día de Zacarías, basada en cálculos humanos, el tercer evangelista da relieve a los rasgos audaces del com-promiso mariano.

Zacarías: Todo en su misión empuja a la aceptación gozosa del anuncio evangélico. En lo humano todas las circunstancias le son propicias para crear un clima, en el cual el hombre se abra más fácilmente a la acción de la gracia y sienta a Dios en el interiorde su corazón.

María: La aparición del ángel está enmarcada en unas circunstancias totalmente distintas. En la Galilea de los gentiles, región despreciada por los judíos. En Nazareth, aldea des-conocida y olvidada, de donde nada

Cuestionario para trabajar

a) ¿Deseamos ser personas compro-metidas, capaces de que otros se puedan fiar de nosotros?

b) ¿Deseamos ser cristianos com-prometidos dispuestos a que Dios cuente con nosotros?

c) Papel de María en las situaciones descubiertas en el grupo.

bueno era de esperar (cfr. Jn 1,46). Pero lo más sorprendente de todo es el contenido sin precedentes del anuncio: una maternidad virginal. Ja-más la mente humana había intenta-do unir esos dos términos.

Sólo la omnipotencia de Dios pue-de unir los dos polos naturalmente opuestos: maternidad y virginidad. También María se siente desbordada por la noticia. Su “SÍ” está lleno de audacia juvenil y es un cheque firma-do en blanco a la voluntad de Dios. Su seguridad interior no está reñida con la posibilidad de que aparezcan interrogantes, nacidos de dentro o de fuera, que pretendan minar esa solidez.

Todas las circunstancias creaban en torno a María una verdadera situa-ción conflictiva para su fidelidad. En ella Dios no acude con revelaciones sorprendentes. A solas con su fe y su razón reflexiona y baraja recuerdos en su esfuerzo de comprensión a la luz de sus conocimientos religiosos. Ella vivió en la proximidad de la tien-da del Verbo, levantada en medio de los hombres, y fue como el discípulo Juan, una contemplativa de la gloria de Dios.

Una mujer de la multitud, entusias-mada ante la predicación de Jesús, levantó la voz y dijo: “Bienaventura-do el seno que te llevó y los pechos que te dieron de mamar”. Pero Jesús corrigió: “No, bienaventurado más bien el que oye la Palabra de Dios y la pone en práctica” (Lc 11, 17-28). El contraste no puede ser más elocuen-te. La mujer proclama la grandeza de la maternidad biológica y Jesús,

poniendo los puntos sobre las íes, indica dónde reside la grandeza de su madre: en la fe que ha acogido la Palabra de Dios para llevarla a la práctica.

Es infundada la idea, tan difundida entre los jóvenes, de que María no puede servirles de ejemplo en su vida zarandeada por multitud de incentivos al mal, porque todo se ledio hecho. Concebida sin pecado original y objeto de una providen-cia especial de Dios no encontró difi cultades en el cumplimiento de su papel en la Historia de la salvación.María, como Abraham, tuvo que dejar su casa, es decir, su forma de pensar, para fiarse de la palabra del ángel y permanecer fiel a ella en la monotonía de la vida de Nazareth y en la noche turbulenta de la pasión.

La fe de Abraham, padre de los cre-yentes, llega a su término en María, culmen de la fidelidad de Israel. Pero además, María escribe con su “Sí” la primera página de la historia de la Iglesia. Por su fidelidad a toda prue-ba es modelo de cuantos han empe-ñado su palabra en el seguimiento de Cristo, para construir un mundo nuevo.

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El secreto de la espiritualidad de

María

Retiro de septiembre

Uno de los síntomas de nuestra sociedad es la desesperanza. Drogada de hedonismo ma-

terialista y encorvada sobre la tierra en la búsqueda febril de los goces, propios de la sociedad de consumo, vive sin ideales, que la eleven y es-timulen.

Los jóvenes sienten de una manera más fuerte esta existencia desespe-ranzada. Buscan seguridad, e ideas grandes, que les llenen de ilusionessus vidas. En María les simpatiza su humildad, constancia, seguridad, forma de realizar su entrega a Dios con perseverancia y alegría. Hay dos ocasiones en el Evangelio de Lucas en que María se autodefine como la “pobre de Yahvé”. La respuesta

al ángel: “He aquí la esclava del Se-ñor, hágase en mí según tu palabra”, el canto del Magnificat: “porque (el Señor) ha mirado la pequeñez de su esclava” (Lc 1,38. 48). María piensa en sí misma en clave de pequeñez. Es aquí, donde la figura de María puede ser la respuesta.

Abraham, Moisés, Jeremías son fi- guras destacadas de este ejército de los pobres de Yahvé. Las dos notas características de su espiritualidad son una confianza sin mílites en Dios, como consecuencia de una experien-cia religiosa, y la humildad o vacío interior, que no es falta de personali-dad, sino la disposición a creer antes a Dios que al propio juicio.

También en el Nuevo Testamento se encuentran pistas, que llevan a un conocimiento de esa espiritualidad. Simón, Ana, son piadosos, sencillos, marginados de la sociedad, hombresde oración, que esperan con seguri-dad y confianza la venida del Señor, así como los pastores, abandonados de la fortuna, y con frecuencia ro-deados de mala fama, son para Lucas los pobres, los humildes, que recono-cen la llegada del Señor.

Jesús proclama también la grandeza de esa espiritualidad, cuando en diá-logo de alabanza con el Padre, le da gracias, porque se revela a los senci-

Hay dos ocasiones en el Evangelio de Lucas en que María se autodefine como

la pobre de Yahvé. María piensa en sí misma en

clave de pequeñez

llos y humildes y no a los sabios y en-tendidos de este mundo (Mt 11,25). En la cumbre de esta espiritualidad sitúa Lucas a María, cuando la define como esclava, la insignificante sierva a los ojos de Dios. María es la pobre por excelencia. Las dos coordenadas de la pobreza espiritual vertebran la personalidad religiosa de María y nos dan a conocer el secreto de su vida interior.

La respuesta a la Anunciación es pura disponibilidad. María cierra los ojos y se entrega sin reticencias. He aquí la esclava del Señor, es decir, renuncio a mis razones y me pongo a dispo-sición de Dios. Su palabra se cum-plirá en mí. Pero con su respuesta María no sólo deja hacer, sino que colabora al plan de Dios. Su Sí no es expresión de una pasividad negativa, sino la oferta de una disponibilidad sin fronteras en la pequeñez de su persona. La confianza de María, se-gundo factor de su espiritualidad, es clara. La dinámica de la narración de la anunciación pone al descubierto los motivos de su SÍ. Ya de entrada el ángel le asegura la ayuda de Dios: “El Señor está contigo”. La expresión confirmaba vocaciones para em-presas difíciles llevadas a cabo por hombres débiles con la ayuda de

Cuestionario para trabajar

a) Papel que ocupa la confianza en Dios, en su poder, cuando nosotros hemos de tomar decisiones.

b) Lecciones que sacamos del aná-lisis de nuestra realidad comparada con el secreto de la espiritualidad de María.

Dios todopoderoso. El Dios de María es el Dios salvador, reconocido por el pueblo de Israel, en las grandes gestas liberadoras de la Historia. Es el Dios que tiene sus preferencias por los pobres, frente a los ricos, so-berbios y poderosos de la tierra. Es el Dios de la fidelidad, que cumple las promesas hechas a Abraham y su descendencia. Este es el Dios de María.

Amparada en esa fe en un clima de seguridad y audacia. La he conocido íntimamente en su oración medita-tiva. Como los piadosos de Israel, ha repetido muchas veces en casa y en la sinagoga los salmos de los “pobres de Yahvé” y nutrido su vida de ora-ción en la lectura y consideración re-posada de las acciones maravillosas de Dios en favor de los hombres, se fía plenamente de Él, porque sabe que sus caminos no son los caminos de los hombres ni sus pensamientos son los nuestros. Este es el secreto para superar los momentos conflic-tivos de su vida. En ellos volvería a repetir: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”.

María, como los piadosos de Israel, ha repetido muchas veces en casa y en la sinagoga los salmos de los pobres de Yahvé y nutrido su oración en la lectura y consideración reposada de las acciones de Dios en favor de los hombres

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Conociendo a María Antonia

Instituto Santa Familia

Como todos sabéis, tuve que ir a mi tierra, La Paz (Bolivia) a acompañar a una hermana mía enferma. Y conocí a un sacerdote que hizo que se removiera mi conciencia...

Creo que todos estáis enterados que tuve que ir a mi tierra La Paz (Bolivia), para acompañar

y ayudar a una hermana mía, en su operación de cancer de pecho. Fui para un mes y medio con billete de ida y vuelta y si no compro otro bille-te de vuelta todavía estoy allí, pues el avión lo secuestró el gobierno, ale-gando impagos de la línea AeroSur a sus empleados. Tuve que venir por otra ruta, con pérdida de horas y el billete de regreso. Mi hermana se quedó mas o menos bien, gracias a Dios, y está en espera para operarse de cataratas. Ahora quisiera comuni-car algo que poco se ve por nuestras parroquias; desde mi visión de cris-tiana católica, de aquí y de allí (Boli-via) veo posturas, comportamientos, de los que somos la Iglesia de Cristo.Hace tiempo, allí la gente era más piadosa, más auténtica, más com-

prometida, y sigue siéndolo pero se nota la fe menos viva; todo lo malo se pega, dice el dicho y es verdad. Allí llegaron también los botellones, los jóvenes que quieren vivir a su aire; la vida se repite en el mundo entero. Tambien comienza a pres-cindir de Dios la juventud, hay jóve-nes buenos que viven la fe, no faltan los grupos de catequistas, grupos de Biblia y otras actividades, y trabajan mucho las parroquias; claro está, no hablo de todas.

Pero me llamó la atención algo: una sobrina me invitó a ir un sábado a la eucarístia de su parroquia, luego seguí yendo más veces. La Iglesia pa-rroquial es de los padres Redento-ristas, si no me equivoco en la zona de Obrajes, en La Paz. Comenzó la gente a llenar la iglesia de forma lla-mativa, ya me lo había advertido mi

Reunión de los Institutos Seculares

Noti ciassobrina; yo estaba a la expectativa y por fin comenzó la eucarístia. Un sa-cerdote español dijo la homilía que sacudió a todos, en el sentido de exhortar la conciencia, con el Evan-gelio en la mano, con voz firme, con autoridad, predicó largo y profun-do indicando que sólo la conversión nos hará dignos de Dios. Bueno, para mí y para todos fue un remover la conciencia... ver el amor de Jesús, su entrega por todos nosotros... había un silencio sepulcral, no se oía nada más que la voz de aquél sacerdote; yo pensaba en mi interior: así debió ser san Pablo.

Seguí yendo los siguientes sábados, terminada la eucaristía se hacia una cola en la sacristia para recibir la bendición del sacerdote. El sacerdo-te era español y de Valladolid, me acerqué a felicitarle por sus homilías, y por cómo atrae a los parroquianos con su predicación.

Con esta narración quisiera que ca-yésemos en la cuenta de que pode-mos encontrar en sitios inimagina-bles a hombres como este sacerdoteque vibraba al predicar, que incluso hacía llorar porque tocaba el cora-zón; la expresión de su rostro era de autoridad, contagiaba el amor a Jesús, hablaba de él con ternura, con respeto, aconsejaba, ayudaba a tener una fe profunda.

Sin más, queridos hermanos, me despido con un fuerte abrazo en Cristo Maestro.

Queridos hermanos: Lo que he-mos vivido los días 13 y 14 de Ju-

nio, en la casa de Protasio Gómez, ha sido un auténtico Pentecostés… Con-vocados por el P. Antonio Maroño y por el Delegado de los Institutos P. Agapito Aliende, nos hemos reunido representantes de los cuatro Institu-tos: de las Anunciatinas, de San Ga-briel Arcángel, Santa Familia y Jesús Sacerdote. Hacía muchos años que esta coincidencia no se daba y eso ya ha sido una gracia de Dios. Además de tomar iniciativas y compromisos para revitalizar la comunión… nos hemos centrado en la preparación al Centenario de la fundación de la Fa-milia Paulina, que será el año 2014. Dicho Centenario nos va a ofrecer un itinerario trienal de animación.

El primer año nos propone reflexio-nar sobre la Familia Paulina como una Historia que tenemos que con-templar, conociendo los ambientes y los contextos donde maduró el ca-risma paulino y la persona del Fun-dador, a partir del “No temáis: Yo estoy con vosotros”. El segundo año, nos propone reflexionar sobre la Fa-milia Paulina como una historia que tenemos que vivir ahora nosotros, encargados de hacer de Alberione, y que nos pide revisar nuestra vida y apostolado, a partir del “Vivid en contínua conversión”. El tercer año, nos propone reflexionar sobre la Fa-

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Informacion y noti cias

milia Paulina como una maravillosa historia de salvación, que tenemos que celebrar y anunciar, mirando al futuro como lo hizo Alberione y a partir del “Desde aquí quiero ilu-minar”.

Nuestro encuentro ha versado: 1º sobre los principales rasgos biográ-ficos de Alberione y que siempre impresionan, emocionan y compro-meten; 2º sobre el carisma paulino, que debe estar siempre joven aún después de los cien años; 3º sobre tres fichas de la comisión histórica, la comisión para el Centenario y la comisión del Centro de espirituali-dad paulina, y que versan cada una sobre la Fidelidad Creativa, sobre la Eucaristía y sobre la Estudiosidad o formación del paulino. Todas las reuniones de formación, como los diálogos sobre los que a cada uno nos sugerían los temas y los com-promisos que nos exigían… así como las celebraciones de la Eucaristía y las Visitas Eucarísticas han sido un cúmulo de ayuda, de gracia y bendi-ción. P. Francisco Maganto, ijs

Bassi Emma, Sor Assunta

Señor, yo sé que me llamarás pronto, pero te lo pido, cuando

llegue, sonríeme!». Esta era la oración que Sor Assunta repetía en los últimos tiempos, una oración que expresa familiaridad, optimismo y esperanza. Con la certeza que el Señor ya la ha recibido con una bella sonrisa, con gran conmoción os comunicamos que a las 16,10 horas, del día 7 de mayo, en la casa “Giacomo Alberione” de Albano, fue llamada al descanso eterno nuestra hermana Maestra Assunta, como familiarmente la llamábamos. Era hermana de Sor Epifania, y tanto a una como a otra les tenemos un gran cariño aquí en España. A Sor Assunta le debemos mucho los inicios del Instituto Virgen de la Anunciación en nuestra tierra; ella asesoró, animó y alentó a Guadalupe, a comenzar el Instituto. La llevó a Italia e incluso a su pueblo. Y siempre que ha estado aquí en Madrid nos ha dado toda esa sabiduría de los que conocieron al beato Alberione y vivieron o viven ese entusiasmo vital que heredaron de él.

El día 31 de mayo –fiesta de la Visi-tación de nuestra Señora, fue me-

morable en la vida de los Institutos Paulinos de Vida Secular Consagrada en España; ya que también a noso-tros nos llegó una visita con hondo significado: tuvimos un fructífero encuentro con los Consejeros Gene-rales, venidos de Roma para el Capí-tulo Provincial de la SSP. A primera vista puede parecer algo excepcional esta reunión con los Institutos; y sin embargo está en la base fundacional de la SSP ya que nuestro fundador Santiago Alberione, constituyó a la SSP como “nutricia” espiritual y, puso a los Institutos bajo la dirección y autoridad de la Sociedad de San Pablo.

¿Cómo fue esa visita-encuentro? Po-demos decir que del todo positiva. En primer lugar se interesaron por la forma en que vivíamos nuestra vocación paulina. Una vez que hubi-mos hablado todos, los Consejeros nos trasmitieron el contenido de las resoluciones que se han tomado con referencia a los Institutos en el Con-

sejo General, derivadas del último Capítulo General. Los Institutos son parte integrante de la Familia Pau-lina. Tienen una misión específica dentro de la Familia: vivir el carisma en medio del mundo; con la misma espiritualidad y fines convergentes en la misión: dar a los hombres de hoy a Cristo en su totalidad, como Camino, Verdad y Vida. Y esa misión la cumplen en medio de la sociedad y en un mundo convulso y agitado, en muchos sectores y aspectos aleja-do de Dios y, donde la consagración secular es raro y esporádico; muchas veces incomprendido y menospre-ciado.

En medio de ese mundo es donde debemos vivir nuestra consagración, con alegría, ilusión y esperanza. En el día a día, tratando de que el propio perfeccionamiento redunde en un testimonio de nuestra misión. Eso es lo que en resumen expusimos a los Consejeros, recibiendo de ellos: aliento, estímulo y la seguridad de que la SSP se preocupa de nosotros y desea consolidar cada vez más la ac-tuación que Alberione le encomendó con referencia a los Institutos. Sólo hubo un escollo en este Encuentro con los Consejeros: el idioma. Capta-mos casi todo lo que nos dijeron; nos pareció que también ellos tomaban buena nota de lo que les exponía-mos; pero hubiera sido completo de haber hablado el mismo idioma. Más aquí suplen, los gestos, la voluntad y el afecto fraterno. José y Maite. isf

Sobre el encuentro con los Consejeros Generales Noticias

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INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADAProtasio Gómez, 1528027 MADRIDTel.: 917 425 113 - E-mail: insti [email protected]

María es nuestro modelo. Sepamos como ella decir nuestro “fíat” a todo lo que el Señor quiere de nosotras; a todo loque dispone o permite. Todo es para nuestro bien. Será el medio más efi caz para llegar al “No soy yo el que vive, Cristo vive en mí” de nuestro padre san Pablo. Eso será para nosotras llegar a la santidad. (Venerable Tecla Merlo)

Tengamos mucha confi anza en el amor que la Virgen tiene hacia cada una, encomendemos a ella todas nuestras necesidades, digámosle todas nuestras difi cultades. Sea ella nuestra consejera, nuestro apoyo, nuestra defensa, nuestro consuelo en todas las penas, nuestra ayuda en todas las necesidades, nuestra madre siempre. Seamos como niñas pequeñas en brazos de su madre; ella nos llevará a Jesús. (Venerable Tecla Merlo)