educadores de roma

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Clemente no nació en Egipto como muchos han creído. Clemente de Alejandría nació en Atenas según narra el historiador Epifanio Escolástico (historiador del siglo VI) y para reforzar esta declaración se ha notado que Clemente contaba con una habilidad avanzada para escribir en griego clásico. Según los historiadores, los padres de San Clemente de Alejandría eran paganos adinerados de clase social alta. Clemente recibió una buena educación como se puede notar por el hecho que a menudo hace referencia a poetas y filósofos griegos en sus obras. Clemente viajó a través de lo que ahora es Grecia, Italia, Palestina y finalmente Egipto.

Clemente fue alumno de Panteno -en quien reconocería haber encontrado el mejor de sus maestros-, administrador de la escuela de la catequesis de Alejandría. Cuando Panteno murió, Clemente fue su sucesor y por lo tanto tomó las riendas de dicha escuela.

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Uno de los tres Padres Capadocios; Padre del monasticismo oriental; Arzobispo de Cesárea; Patrón de administradores de hospitales .

Nació en Cesárea de Capadocia, de familia cristiana; hombre de gran cultura y virtud, comenzó a llevar vida eremítica, pero el año 370 fue elevado a la sede episcopal de su ciudad natal.

Es considerado como el primer escritor ascético del oriente.

Combatió a los arrianos; escribió excelentes obras y sobretodo reglas monásticas, que rigen aún hoy en muchos monasterios del Oriente.

Murió el día 1 de enero del año 379.

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(Aurelius Augustinus; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica, San Agustín inició su formación en su ciudad natal y estudió retórica en Madauro.

Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupación por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384).

La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino, debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal. A partir de la idea de que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.