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UniR o editora Educación de Jóvenes y Adultos y Educación Rural Aportes para la formación de futuros maestros CUADERNO DE TRABAJO María del C. Lorenzatti yVerónica Ligorria Compiladoras Autores Felipe Machin; Gloria Beinotti; Marinaide Lima de Queiroz Freitas; María F. Delprato; Irma Fuenlabrada; Rocío Arrieta; Guadalupe Montenegro; Elisa Cragnolino; Natacha Janata; de Anhaia, Edson Marcos; Santos Casaña, Limber Elbio; María Rosa Brumat; María del Carmen Lorenzatti; Verónica Ligorria y Alejandra Castro e-bo k ISBN 978-987-688-151-7

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UniR o editora

Educación de Jóvenes y Adultos y Educación RuralAportes para la formación de futuros maestros

CUADERNO DE TRABAJO

María del C. Lorenzatti yVerónica LigorriaCompiladoras

Autores

Felipe Machin; Gloria Beinotti; Marinaide Lima de Queiroz Freitas; María F. Delprato; Irma Fuenlabrada; Rocío Arrieta; Guadalupe Montenegro; Elisa Cragnolino; Natacha Janata; de Anhaia, Edson Marcos; Santos Casaña, Limber Elbio; María Rosa Brumat; María del Carmen Lorenzatti; Verónica Ligorria y Alejandra Castro

e-bo k

ISBN 978-987-688-151-7

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Educación de jóvenes y adultos y educación rural : aportes para la formación de futuros maestros : cuaderno de trabajo / Rocío Arrieta ... [et al.] ; compilado por María del C. Lorenzatti ; Verónica Ligorria. - 1a ed . - Río Cuarto : UniRío Editora, 2015. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-688-151-7 1. Educación. 2. Educación Rural. I. Arrieta, Rocío II. Lorenzatti, María del C., comp. III. Ligorria, Verónica, comp. CDD 370.91734 Educación de Jóvenes y Adultos y Educación Rural. Aportes para la formación de futuros maestros. Cuaderno de Trabajo María del C. Lorenzatti y Verónica Ligorria (Compiladoras) 2015 © UniRío editora. Universidad Nacional de Río Cuarto

Ruta Nacional 36 km 601 – (X5804) Río Cuarto – Argentina Tel.: 54 (358) 467 6309 – Fax.: 54 (358) 468 0280 [email protected] www.unrc.edu.ar/unrc/comunicacion/editorial/

Primera Edición: Noviembre de 2015 ISBN 978-987-688-151-7 Ilustración de Portada: Acuarela de Ernesto Cerdá

Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina. http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/deed.es_AR

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Uni. Tres primeras letras de “Universidad”. Uso popular muy nuestro; la Uni. Universidad del latín “universitas” (personas dedicadas al ocio del saber),

se contextualiza para nosotros en nuestro anclaje territorial y en la concepción de conocimientos y saberes construidos y compartidos socialmente. El río. Celeste y Naranja. El agua y la arena de nuestro Río Cuarto

en constante confluencia y devenir. La gota. El acento y el impacto visual: agua en un movimiento

de vuelo libre de un “nosotros”. Conocimiento que circula y calma la sed.

Consejo Editorial

Facultad de Agronomía y Veterinaria Prof. Laura Ugnia y Prof. Mercedes Ibañez

Facultad de Ciencias Económicas Prof. Ana Vianco y Prof. Gisela Barrionuevo

Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales

Prof. Sandra Miskoski y Prof. Julio Barros

Facultad de Ciencias Humanas Prof. Pablo Dema

Facultad de Ingeniería Prof. Jorge Vicario

Biblioteca Central Juan Filloy Bibl. Claudia Rodríguez y Prof. Mónica Torreta

Secretaría Académica Prof. Ana Vogliotti y Prof. José Di Marco

Equipo Editorial Secretaria Académica: Ana Vogliotti Directora: José Di Marco Equipo: José Luis Ammann, Daila Prado, Maximiliano Brito, Ana Carolina Savino

y Daniel Ferniot

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ÍNDICE

La promesa de las ideas: encuentro, diferencia y compromiso. Un diálogo posible entre educadores del Mercosur Claudio Asaad ................................................................................................................... 3 Introducción María del Carmen Lorenzatti, Verónica Liborria y Alejandra Castro ............................. 6 La educación de adultos en Uruguay y la formación de educadores Felipe Machín .................................................................................................................. 14 Literacidad y multimodalidad: conceptos que orientan el trabajo con jóvenes y adultos de baja escolaridad María del Carmen Lorenzatti .......................................................................................... 26 La escritura en las escuelas primarias de jóvenes y adultos. Una mirada sobre sus usos Gloria Beinotti ................................................................................................................. 37 A oralidade presente nas escritas iniciais dos alunos jovens e adultos Marinaide Lima de Queiroz Freitas ................................................................................ 48 Enseñanza de las operaciones aditivas para adultos, una estrategia posible María Fernanda Delprato e Irma Fuenlabrada.............................................................. 60 La articulación entre organizaciones sociales y escuela: la acreditación de experiencias educativas en educación de adultos Rocío Arrieta y Guadalupe Montenegro ......................................................................... 75 La formación docente rural en Uruguay Limber Santos .................................................................................................................. 87 Multidimensionalidad de la escuela rural. Notas para pensar la formación docente inicial Elisa Cragnolino y María del Carmen Lorenzatti........................................................... 98 Educação de campo e escolas/clases multisseriadas: reflexões sobre a educação do/no espaço rural no Brasil Natacha Eugênia Janata y Edson Marcos de Anhaia ................................................... 109 Maestro rurales: condiciones de trabajo, formación docente y práctica cotidiana María Rosa Brumat ....................................................................................................... 121 Desde la “escuelita” a la “escuela rural”. Reconocimiento de procesos de negociación, disputas y apropiaciones de escuelas primarias por parte de familias rurales Elisa Cragnolino............................................................................................................ 130 Maestras tutoras: la educación secundaria como espacio de ejercicio profesional Verónica Ligorria .......................................................................................................... 141 Autores........................................................................................................................... 151

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Prólogo

La promesa de las ideas: encuentro, diferencia y compromiso. Un diálogo posible entre educadores del Mercosur

En la introducción a este cuadernillo se hace hincapié en varias ocasiones a la necesidad

de compartir, de cooperar, de integrar, acercar y dialogar. Verbos que de por sí

encierran y abren la acción que enuncian. La abren en un contexto discursivo donde ese

doble movimiento (cerrar para luego abrir) aparece como un modo de mostrar una

primera etapa reflexiva, profunda y problematizadora avanza en su lógica compleja y a

veces dificultosa, hacia propuestas creativas, construyendo un camino posible cuyos

fundamentos lejos de solapar la experiencia, la proyectan con fuerza y la dejan

gravitando sobre la posible certeza de los conceptos.

Éste es un logro que referencia a esta publicación dentro de un limitado grupo de

publicaciones de este tipo. No me refiero a su “utilidad instrumental”, a su “uso como

material de apoyo a la formación docente”, por lo menos no sólo a esta dimensión, sino

al diálogo, al debate que expone como una parte, un registro de lo que significó, me

corrijo, significa la experiencia de trabajo en el Proyecto “Estudio de la situación de las

políticas de formación docente para educación de jóvenes y adultos y educación rural en

países del Mercosur”.

Llegamos a la Universidad Nacional de Córdoba, en el primer encuentro como

representantes de las instituciones que integraban el proyecto en alguno de sus niveles

de participación y nos hicimos equipo. No para volvernos un amorfo grupo homogéneo,

plano y ecuménico para acordar lo que desde el comienzo era diferencia, por ejemplo

pertenecer a países con sistemas educativos diferentes; sino para escucharnos decir, para

preguntarnos, para conocernos, pero sobre todo para ver cómo se hace para pensarnos

desde la integración; cómo acercar lo posible con una promesa de aporte. Para mirar los

problemas juntos y pensar alternativas de solución de unos para otros. Cada integrante

de este grupo entregó sus reflexiones, las compartió, expuso sus perespectiva. Su idea, a

veces teórica, otras veces más personal, pero nunca eludiendo un punto de vista

ideológico político, necesario, indispensable para entender los problemas de la

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formación ante las coyunturas históricas, sociales y culturales de la región.

Emprender la tarea de asumir las dificultades y aciertos en la formación de los

profesores en el ámbito de la educación de jóvenes y adultos y en la educación rural, es

hacerse cargo de por lo menos poner en común dos grandes temas que las políticas

educativas de los estados no priorizan en sus agendas.

Pareciera que ese universo de significados, símbolos y experiencias de la educación de

jóvenes y adultos y la educación rural, pocas veces es llamado al diálogo, a la

contención de los estados y de los sistemas de investigación.

La experiencia, vamos a decirlo con más énfasis, las vivencias y reflexiones de quienes

asumen la formación de los docentes en los institutos de formación docente de

Argentina y sus equivalentes en Uruguay, Paraguay y Brasil; expande a los supuestos al

ámbito de lo errático. A veces, quienes nos dedicamos a la investigación en educación o

ciencias sociales tenemos serias dificultades para nombrar, para categorizar aquello que

se palpa, se vive no sólo en la práctica diaria, sino en lo que esa práctica deja como

dificultad y tensión entre las culturas institucionales, planificaciones, curricula y

porpósitos de las políticas ministeriales a través de sus normativas.

Es por eso que el aporte de los artículos, atienden a esos relatos y escuchas, antes de

proponer los temas y las actividades al final de cada uno.

No quisiera adelantarme a la introducción, sólo recoger otro planteo, que casi se plantea

como una dimensión a tener en cuenta antes de iniciar la lectura de los escritos: la

relación evidente, aunque no siempre advertida entre la educación de jóvenes y adultos

y la educación rural.

Nuestros prejuicios y pre-conceptos acerca de la “ruralidad” o “escuela nocturna para

adultos”, se desmontan aquí, se revisan para operar sobre sus aspectos y dimensiones

más hondas hasta reconstruir su sentido, aportando análisis de casos y

conceptualizaciones superadoras, en las que la educación para jóvenes y adultos y la

educación rural se encuentran y comparten problemáticas, territorios y modalidades de

gestión.

Sin acuerdos metodológicos previos, las propuestas de trabajo que propone cada

artículo trae consigo la esperanza de un cambio; sí, claro, pequeño, a lo mejor mínimo;

una idea novedosa, una pregunta que hace eco en la caja de la experiencia de los

estudiantes, una modo distinto de abordar los cuestionamientos, un cambio de actitud

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más o menos perenne sobre lo dado. Así cualquier transformación no debiera, ni debe

minimizarse.

Este cuadernillo es parte de esa incomoda posición entre lo planteado, la necesidad y la

propuesta.

Cuando la Dra. María del Carmen Lorenzatti, nuestra querida Marieta, nos convocó a

cada uno para trabajar sobre este proyecto; veíamos extremados los objetivos, por

lejanos, porque el tiempo, la distancia, el ritmo de nuetras vidas en las instituciones, el

tiempo.

Esta obra, así puesta en mano, a lo mejor no prueba el calado profundo de los debates y

sus logros; pero sí muestra la voluntad de estar, de continuar y de mantener la

continuidad de un proceso que contó con el apoyo de un equipo posicionado en la

convicción y la confianza.

¿Qué son las ideas? El cuerpo del pensamiento, un núcleo más o menos inestable que

estalla para hacerse teoría? ¿O una promesa, una fuerza trabajosa, conflictiva y casi

insistente, que empuja sobre inconsciente colectivo hasta hacerse voluntad de

transformación rasgando la piel endurecida de lo establecido? Esta última me gusta más

y se parece a esta propuesta, a esta invitación a texto abierto, al cambio.

Claudio Asaad

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Introducción

Esta publicación forma parte de los resultados del Proyecto “Estudio de la situación de

las políticas de formación docente para educación de jóvenes y adultos y educación

rural en países del Mercosur”. Este proyecto fue seleccionado en la Convocatoria

restringida a las Instituciones Superiores/Terciarias de Formación Docente y/o

Universidades de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay para la presentación de

propuestas de creación de redes que desarrollen estudios y proyectos de mejora en el

marco del “Programa de Apoyo al Sector Educativo del MERCOSUR (PASEM)”. Se

trata de un proyecto financiado por la Unión Europea, con lugar de trabajo en la

Prosecretaría de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Córdoba con

la participación de otras instituciones de educación superior de cuatro países del

Mercosur. Por Argentina, las dos restantes universidades nacionales de la provincia de

Córdoba: Universidad Nacional de Villa María y Universidad Nacional de Río Cuarto;

la Escuela Normal Superior Dr. Alejandro Carbó (Córdoba), la Escuela Normal

Superior Dalmacio Vélez Sarsfield (Villa Dolores) y como entidad afiliada al proyecto,

el Instituto Gral. San Martin, de Villa Allende. Por Uruguay, participaron la

Universidad de la República y el Instituto de Formación Docente “Juan Amós

Comenio”, de Canelones. Por Paraguay, son miembros participantes la Universidad

Nacional de Asunción y el Instituto Superior de Educación Dr. Raúl Peña. Por Brasil, la

Universidad Federal de Alagoas (Maceió) y la Universidad Federal de Santa Catarina

(Florianopolis).

Las acciones del proyecto se orientaron a desarrollar redes de cooperación para el

fortalecimiento de la formación docente inicial en las modalidades de educación de

jóvenes y adultos y educación rural a nivel regional. Se realizaron tres seminarios

regionales en la Universidad Nacional de Córdoba con la participación de las

instituciones del grupo. En estas instancias se analizaron las políticas de formación

docente inicial, su recontextualización en las instituciones formadoras del proyecto, y

las principales problemáticas referidas a la enseñanza en las modalidades estudiadas.

También se desarrollaron foros abiertos en los distintos países con la participación de

docentes de las modalidades, estudiantes de los institutos y las universidades y

especialistas en educación de jóvenes y adultos y educación rural.

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La intención de este “Cuaderno de Trabajo” es compartir conocimiento específico sobre

las modalidades ya que constituyen áreas de vacancia en las agendas de investigación en

los países miembros. Se pretende aportar desarrollos conceptuales como producto de

reflexiones sobre la práctica docente e investigaciones de colegas de las instituciones

participantes.

¿Por qué abordar la formación docente en educación de jóvenes y adultos y educación

rural? Desde hace varios años se señala el desafío de acercar la educación infantil y la

educación de adultos, dos campos que han tendido a desarrollarse sin contactos entre sí.

A nivel internacional se sostiene la necesidad de articular esfuerzos, enfoques y

“estrategias a dos puntas”: dentro y fuera del sistema escolar, con la población infantil y

con la población adulta. Se conoce que quienes pueblan los centros de adultos tienen

una historia de expulsión o directamente exclusión del sistema cuando tuvieron edad

para estar en las aulas.

La educación de jóvenes y adultos y la educación rural presentan cuestiones y

problemáticas comunes en relación con la población que atienden, con el histórico

carácter marginal en las políticas educativas y también con el nuevo lugar otorgado a

estas dos modalidades en la legislación actualmente vigente en los cuatro países del

Mersocur que participan en este proyecto. Se señala la falta de especificidad en la

formación docente y en el desarrollo curricular de las modalidades.

Es común encontrar normas escolares que generalmente no consideran la realidad de los

jóvenes y adultos y los niños rurales; es común encontrar textos escolares pensados para

niños y/o jóvenes urbanos y que por lo tanto no atienden a la cotidianeidad y la

experiencia de los niños, jóvenes y adultos que viven en zonas rurales.

A los desafíos técnico-pedagógicos se suman aquellos derivados de la organización del

trabajo en el aula, la existencia del plurigrado y el contexto de heterogeneidad que esto

supone. Tanto en escuelas de jóvenes y adultos como rurales se encuentra, muchas

veces, un personal único, con la consecuente superposición de tareas directivas y

docentes. Esta organización de los establecimientos con plurigrados, conforman

también un escenario que promueve una determinada práctica docente.

En este sentido, este “Cuaderno de Trabajo” aborda el desafío que supone el trabajo del

maestro en las modalidades y refuerza la necesidad de propiciar desde las Universidades

y los Institutos de Formación, el desarrollo de conocimientos que les permitan a los

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futuros docentes enfrentar creativa y críticamente las particularidades de los estudiantes

jóvenes y adultos y de los estudiantes en su entorno rural.

Este proyecto muestra que se hace necesario e imprescindible profundizar y avanzar en

un trabajo conjunto entre todas las instituciones de formación docente para pensar las

problemáticas que atraviesan los docentes en su formación y en sus prácticas. Se

reconoce la importancia de definir líneas de capacitación y fortalecimiento político-

institucional que atiendan a esas dificultades y que ayuden a subsanarlas y superarlas.

También es necesario e interesante en esta línea, y en particular esta publicación apunta

a ello, pensar en clave regional estas cuestiones, reconociendo, según los diferentes

países, una diversidad de tradiciones y organizaciones de los sistemas de formación

docente en educación de jóvenes y adultos y educación rural. Estas diferencias abren

también la posibilidad de una reflexión compartida sobre las particularidades de cada

país, donde se pueden identificar puntos de encuentro, propuestas y alternativas para la

formación de los docentes que eligen o se desempeñan en esos contextos y con esas

poblaciones.

En esta dirección se entiende que uno de los grandes desafíos a construir, en términos de

educación y formación docente, es la concreción del derecho a la educación superior.

El derecho a la educación superior, no es sólo el derecho de acceso a una universidad o

a un instituto de formación. No se trata sólo del derecho a entrar, sino del derecho a

aprender, a estudiar, a permanecer y a egresar con un titulo docente que lo habilite a

ejercer la docencia. Además se trata de reconocer la fortaleza de lo que se ofrece:

herramientas pedagógicas y políticas potentes para que el egresado se encuentre en

condiciones de afrontar la difícil pero tan importante tarea de la transmisión, enseñanza

y producción cultural en una sociedad.

Con diferentes grados de responsabilidad, niveles de decisiones y acciones, tanto la

macropolítica como las micropolíticas de las instituciones formadoras, quienes

integramos sus equipos de trabajo, tenemos la posibilidad –y la obligación como

agentes estatales– de contribuir a hacer efectivo el derecho a la educación superior de

los estudiantes. No hay duda que el trabajo conjunto, articulado, entre las universidades

y los institutos de formación es una de las maneras de acercarnos a ese objetivo.

Estamos transitando una etapa en el que el reconocimiento de los diversos recorridos y

trayectorias, las diferentes instancias de formación docente en educación de jóvenes y

adultos y educación rural, se comienza a abrir; se ofrece al diálogo con el propósito de

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enriquecer las propuestas y generar nuevas instancias en cooperación e integración,

producto de un trabajo conjunto y del análisis compartido entre estas instancias

institucionales.

“Cuaderno de Trabajo” está conformado por artículos y actividades sugeridas por los

autores para trabajar con los estudiantes futuros maestros. Esta manera de presentar los

artículos responde a la importancia que cada uno de los autores pretende darle a los ejes

de su producción. De esta manera se intenta propiciar la reflexión en torno a los

procesos singulares que cada estudiante y cada contexto orienta en los distintos espacios

institucionales donde se trabajarán.

En la primera parte, dedicada a educación de jóvenes y adultos, se procura presentar

diversas problemáticas de los estudiantes en procesos de acceso a la cultura escrita y a

la educación primaria.

El primer artículo de esta serie corresponde al Maestro Felipe Machin, de Uruguay, y se

trata de su conferencia “La educación de jóvenes y adultos en Uruguay y la formación

de sus educadores” que fue dictada en el Primer Foro Internacional de Educación de

jóvenes y adultos y educación rural en Uruguay, en el marco del proyecto PASEM.

Machin realiza un recorrido histórico de la modalidad en su país y marca, manera clara

y precisa, las analogías entre la educación de jóvenes y adultos y la educación rural.

Señala, a lo largo de su exposición, notas distintivas de la modalidad que invitan a

pensar en los desafíos que supone la enseñanza en las aulas con adultos. El autor

sostiene que la especificidad de la educación de adultos es el sujeto y propone otros

modos de pensar los centros educativos y el abordaje de la propuesta curricular.

En “Literacidad y Multimodalidad: conceptos que orientan el trabajo con jóvenes y

adultos de baja escolaridad”, Lorenzatti desarrolla dos conceptos fértiles que ayudan a

analizar la relación de los sujetos con la cultura escrita. Literacidad es la traducción de

literacy que significa entender la cultura escrita como práctica social. Este concepto se

diferencia del concepto de “alfabetización” porque implica mucho más que la

decodificación de la letra escrita. Significa el reconocimiento del uso contextual de la

lengua escrita, de las relaciones sociales que se generan en torno al texto escrito y como

consecuencia las relaciones de poder que se construyen. Literacidad se conjuga en este

artículo con el concepto de multimodalidad porque muestra que una persona adulta

utiliza diferentes modos de representación (tales como el discurso, la imagen gráfica y

las fragancias) para otorgar sentido a los textos y, a su vez, para apropiarse de

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conocimientos. Este modo de mirar la relación de los sujetos con la letra escrita ayuda a

romper con la dicotomía analfabeto-alfabetizado.

Beinotti analiza los usos de la escritura en la cotidianeidad áulica de dos escuelas

primarias nocturnas para jóvenes y adultos en el artículo “La escritura en las escuelas

primarias de jóvenes y adultos. Una mirada sobre sus usos”. En el marco del mandato

institucional de la escuela de formar ciudadanos y enseñar a leer y escribir, la autora

identifica dos usos de la escritura: por un lado, la escritura y su relación con los

procesos de enseñanza y por otro, la escritura y el mantenimiento y/o sostenimiento de

la disciplina escolar. A partir de ejemplos se muestra cómo y dónde se realiza la

escritura; quién decide qué escribir y cuándo hacerlo y se analiza el sentido de la

escritura en el aula de nivel primario de jóvenes y adultos.

En “A oralidade presente nas escritas iniciais dos alunos jovens e adultos”, Lima de

Queiroz Freitas presenta un análisis de una producción escrita por un adulto en proceso

de literacidad/letramento. Se focaliza en demostrar que los factores de coherencia y la

cohesión son marcas de oralidad y se fundamenta en la teoría lingüística que defiende la

existencia de un continuun entre la oralidad y la escritura sin negar con esto las

especificidades de cada una de estas modalidades.

Delprato y Fuenlabrada abordan una situación de enseñanza de matemática para aulas

de jóvenes y adultos. En “Enseñanza de las operaciones aditivas para adultos, una

estrategia posible” se recuperan episodios analizados en una tesis de maestría con el

juego de El Cajero, que fueron desarrollados con variaciones en aulas de educación de

jóvenes y adultos. Las autores describen y analizan el valor didáctico de El Cajero como

como recurso que permite la interacción de los adultos analfabetos con las leyes del

sistema de numeración decimal, proveyéndolos de elementos para acceder a la

representación, con sentido, de los números. Así mismo, este juego les posibilita el

control del manejo simbólico de las operaciones de suma y resta.

El artículo de Arrieta y Montenegro recupera los desarrollos de una investigación

realizada para acreditar el título de Licenciada en Ciencias de la Educación, procura

aportar una mirada relacional sobre lo que en los pasillos ministeriales se conoce como

“articulación” entre instituciones y/o proyectos. En “La articulación entre

organizaciones sociales y escuela: la acreditación de experiencias educativas en

educación de adultos” las autoras muestran acciones de una organización social con

mujeres en situación de terminar la escolaridad primaria en una escuela de adultos en la

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ciudad de Córdoba. Se señala cómo se van tejiendo y conformando los procesos de

negociación que tienen como eje la acreditación de las señoras. Se muestran las

diferentes posiciones y opiniones que sobre la enseñanza y los contenidos a enseñar

tienen los miembros de la organización y la maestra de adultos. Este artículo pretende

romper una mirada lineal y mostrar la complejidad de lo que se llama “articulación” de

acciones.

La segunda sección de “Cuaderno de Trabajo” está conformada por artículos que

abordan la problemática de la enseñanza en las escuelas rurales.

En el artículo de Cragnolino y Lorenzatti, “Multidimensionalidad de la escuela rural.

Notas para pensar la formación docente inicial”, se presentan algunas dimensiones

analíticas que ayudan a pensar la formación de los docentes rurales. A partir de la

designación de la Educación Rural como modalidad del sistema educativo nacional

(Ley 26.206/06), se advierte la necesidad de revisar formación de los docentes para que

puedan construir una práctica que no sea simplemente un traslado de las propuestas

curriculares y de intervenciones didácticas de las aulas urbanas, y que atienda a la

complejidad que supone el trabajo en las escuelas del campo. Este trabajo presenta

algunos ejes temáticos necesarios para introducir esta temática en la formación de los

futuros docentes que desarrollarán sus prácticas en espacios rurales.

“Educação do Campo e escolas/classes multisseriadas: reflexões sobre a educação do/no

espaço rural no Brasil”, de Janata y Anahia, recupera la trayectoria y constitución de la

Educación do Campo en Brasil, enmarcada en la lucha por la tierra realizada por los

movimientos sociales del campo, desde fines de la década de 1980 como el Movimiento

de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) o el Movimiento dos Atingidos por

Barragens (MAB). Se entiende que la Educación do Campo se centra en el contexto del

trabajo de campo y en las diferentes manifestaciones de la vida presente en él; por lo

tanto, se convierte en una propuesta educativa que busca transformar lo instituído en

busca de su superación.

El texto de Limber Santos, “La formación docente rural en Uruguay”, marca los puntos

centrales del recorrido histórico de la educación rural en Uruguay partiendo de la

realidad de las primeras décadas del siglo XX; avanzando en la caracterización de la

llamada “pedagogía rural uruguaya” y enfatizando en las especificidades social y

pedagógica. Se desarrolla en perspectiva histórica la función del actual Departamento de

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Educación para el Medio Rural, y de los cercanamente creados Centros de Apoyo

Pedagógico Didáctico para Escuelas Rurales (CAPDER), como ejes centrales de las

propuestas de formación del docente rural.

En “Maestros rurales: condiciones de trabajo, formación docente y práctica cotidiana”,

Brumat presenta reflexiones a partir de un proceso de investigación que se desarrolló en

tres escuelas primarias rurales, al norte de la provincia de Córdoba, República

Argentina. La autora expone algunas características de la práctica docente en contextos

rurales a partir de la descripción de las condiciones de trabajo de los docentes y notas

referidas a su formación y a su práctica cotidiana. En este acercamiento a la vida

cotidiana de estas escuelas rurales interesa identificar y describir las características

institucionales que exceden el trabajo del maestro en el aula, y el contexto nacional y

regional que las enmarca.

A continuación, en “Desde la ‘escuelita’ a la ‘escuela rural’. Reconocimiento de

procesos de negociación, disputas y apropiaciones de escuelas primarias por parte de

familias rurales”, Cragnolino analiza los resultados de investigaciones empíricas

realizadas en el norte de la provincia de Córdoba (Argentina), que muestran cómo la

familias campesinas fueron parte y no sólo destinatarias de los procesos estatales de

construcción de las escuelas, se apropiaron de las mismas, desplegaron estrategias y

resistieron cuando se puso en juego la continuidad de la escolarización de sus hijos.

El artículo “Maestras tutoras: la educación secundaria como espacio de ejercicio

profesional” de Ligorria presenta elementos analíticos sobre la configuración de un

espacio laboral que en la provincia de Córdoba (Argentina) se ha constituido en uno de

los diversos ámbitos de inserción profesional para las maestras de educación primaria.

Hace referencia a la escuela secundaria rural y el cargo de Maestra Tutora que esas

instituciones demandan. Se entiende que esto conforma un nuevo perfil profesional

escasamente abordado en la formación docente inicial en toda su complejidad, y que

instala nuevos desafíos para contemplar.

La selección y sistematización de artículos refleja la participación regional de los

miembros del proyecto. Es nuestra intención ofrecer material de trabajo y discusión en

las instituciones formadoras.

Agradecemos especialmente la participación de los autores, no sólo por compartir los

resultados de sus investigaciones sino por la contribución en las actividades propuestas.

Invitamos a los profesores de las instituciones formadoras, a los estudiantes (futuros

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maestros) y a los docentes en ejercicio en estas modalidades a la lectura de “Cuaderno

de Trabajo”. En la presentación de los autores figuran las direcciones electrónicas de

cada uno para facilitar la comunicación con ellos y el intercambio con quienes deseen

aportar sus conocimientos y reflexiones en la línea de pensar encuentros para seguir

profundizando el estudio de lo que sucede en las aulas y en los procesos de formación

docente.

Dra. Maria del C. Lorenzatti

Mgter. Verónica Ligorria

Dra. Alejandra Castro

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La educación de adultos en Uruguay y la formación de educadores1

Felipe Machín

Introducción

En primer lugar quiero agradecer la posibilidad de estar en este panel porque temas de

la educación de adultos en Uruguay están relegados como objeto de análisis desde hace

mucho tiempo. Sé que la experiencia de Brasil, Argentina y Paraguay ha influido

positivamente porque honestamente si no generamos nosotros estos encuentros en las

instancias intersectoriales no existía. Esto es propio de lo que es la educación de adultos

porque siempre fue “la celestina”, fue vista como un trabajo compensatorio y hoy a

fuerza de la realidad nos damos cuenta que este tema debería haberse tomado antes, esto

como crítica a las autoridades educativas que estuvieron antes.

El tema de la educación de adultos básicamente tiene larga data acá en el Uruguay. Los

primeros cursos fueron en 1904, en forma experimental. Hubo cuatro cursos que se

hicieron a imagen y semejanza de los cursos de Buenos Aires durante el gobierno de

José Batlle y Ordoñez con un sentido que tuvo en claro que era alfabetizar y

fundamentalmente incorporar a la población de inmigrantes, italianos y españoles, que

venían a Uruguay en los barcos. Por lo tanto había una necesidad de civilizar a la

población, integrarla a la sociedad uruguaya. Los primeros cursos en forma muy

experimental fueron entre 1904-1910. Acá no podemos olvidar la Casa del Pueblo del

Partido Socialista que, de alguna forma, fue o intentò ser la primera escuela organizada

de alfabetizaciòn”. En ese sentido recojo también en forma testimonial algunas primeras

experiencias de este tipo. En 1909 aparecen los cursos nocturnos a nivel nacional

porque ya promulgada la ley hubo cursos que se empezaron a desarrollar, eran treinta y

cinco cursos de adultos a un horario nocturno. También acá vale una expresión popular,

hay una idea de que la educación de adultos se hace en la noche, confundiendo a la

educación con algún turno del día. Eso fue una necesidad, hubo un porqué en esa época

(no así ahora) porque fue para trabajadores, para una población que salía del trabajo, y

entonces el curso se hacía necesariamente en el turno nocturno. Hablamos de cursos 1 Conferencia del Maestro Felipe Machin en el Primer Foro Internacional de Formación Docente en Educación de Jóvenes y Adultos y Educación Rural, en el marco del Proyecto PASEM, Canelones, julio 2015.

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nocturnos… había para hombres y separado para mujeres, aparecen los primeros talleres

de contabilidad para los hombres y de higiene familiar para las mujeres. Muy similar a

lo que se hacía a nivel de educación religiosa con los niños.

Acá hay una similitud, quiero que lo manejen, por lo que estuvieron hablando Limber y

Enrique [Hace referencia a las ponencias que lo precedieron de los maestros Limber

Santos y Enrique Silvera]. Vamos a ver cierta analogía entre lo que es la educación rural

y lo que es educación de adultos. Los invito a hacer analogías.

Entre 1930 y 1960 aparecen las primeras experiencias de escuelas rurales y su núcleo

joven, las famosas experiencias socioeducativas que hablaron los colegas fueron, de

alguna manera, experiencias de educación de adultos porque se trabajaba con el medio,

con la comunidad. Decía Enrique, en su presentación, que lo marcó mucho la formación

sobre todo en la escuela rural porque, en alguna forma, se sentía maestro cuando

trabajaba con la comunidad. Pongamos la lupa o pensemos que las experiencias

socioeducativas fueron, en cierta manera, experiencias de educación de adultos, porque

iban los médicos, los agrónomos, porque trabajaban con todos y no solamente con los

niños. Si no se experimenta esa manera de ver la educación rural como también

educación de adultos se hace difícil entender la educación de adultos en ese contexto y

en esa realidad.

También en la década de los sesenta la Inspección Nacional de Educación de Adultos

dependía de Inspección Técnica y del Consejo de Educación Primaria y Normal, del

cual dependían también los Institutos Normales y las investigaciones. Al igual que en la

educación rural cuando hablaban de la parte de investigación y la parte de formación

también había un correlato en educación de adultos.

El desarrollo de la educación de adultos en la órbita del Consejo de Educación Primaria,

influyó tempranamente en la Formación Profesional, con otro nombre porque en aquella

época se llamaban “asignaturas especiales”. Esto da cuenta del fenómeno que produce

en América Latina la ampliación del concepto de Educación de Adultos que va desde la

alfabetización a la Formación Profesional. Son experiencias que en el Consejo de

Educación Primaria, es la época de las Escuelas Experimentales, las Misiones

Pedagógicas, las Escuelas al Aire Libre, los Programas Escolares, las Escuelas

Normales, los Institutos Normales cuando el Instituto Normal dependía de la autoridad

de enseñanza primaria. Ahí se da el auge de la Educación de Adultos y ahí aparece la

preocupación que nace evidentemente no sólo de las condiciones que tenía el país, con

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altísimo porcentaje de analfabetismo sino también de la sensibilidad de la visión de los

docentes sobre los problemas sociales y cómo podían o intentaban de alguna forma

ayudar a poder solucionar la problemática de las poblaciones más necesitadas.

En el 1992 aparece la Dirección General de Educación de Adultos, como algo que de

alguna manera intentaba posicionarse en la especificidad que tiene, como lo que

Enrique y Limber hablaban de la especificidad de la problemática. Hay que decir que la

especificidad no la hace el docente, la hace la realidad y el contexto y la hacen sobre

todo los sujetos que participan. Si no tomamos en cuenta el sujeto ¿para qué estamos?

En ese sentido coincidentemente con el mejoramiento de alguna manera de la educación

rural, que hablaban los compañeros, también en 1995 la educación de adultos pasa a

Programas de Asuntos Especiales y Experimentales, integra el área sociomunitaria que

se llamaba de la Gerencia de Programas Especiales de la Administraciòn Nacional de

Educación Pública y pasa a perder relevancia. El modelo de gestión neoliberal

determina justamente que la educación de adultos sea uno de los primeros reductos que

vacían, sobre todo cuando no había una especificidad, una necesidad real para la

especialización y cuando se había desmembrado de las autoridades de Educación

Primaria y en este país de diecinueve departamentos en trece deja de haber educación de

adultos, los que quedaban eran solamente los maestros efectivos. Nosotros éramos

efectivos sino también hubiésemos desaparecido. Había siete cursos y en el noventa y

cinco quedaban dos o uno, en definitiva hubo un desmantelamiento. Supuestamente los

que hacen la política educativa pensaban que se habían muerto todos o que la gente

nacía leyendo y escribiendo, lo cual era interesante porque en vez de ser un evento

cultural se percibía como un problema genético. Lo cierto es que los cargos de adultos

pasaron a engrosar la preocupación de las autoridades educativas del momento que era

la educación inicial. Es decir, “desvistieron un santo para vestir a otro” o sea que los

cargos de adultos, a partir de 1995, pasaron a ser ocupados para cubrir la necesidad que

eran los niños de cuatro y cinco años. Eso se sumó a la visión de la educación de adultos

como suplementaria, complementaria, remedial, en definitiva interesaba mucho… no

era lo mismo cuando había una problemática en una escuela que cuando existía una

problemática en adultos. Entonces el adulto deja de ir a los centros educativos y de

alguna forma languidece y desaparece tal como educación necesaria.

Recién en el año 2005 con el cambio de administración en la educación se empieza a

percibir de otra manera la problemática, al igual que la escuela rural, se genera una

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comisión de educación de adultos y finalmente se le da relevancia, importancia.

Empieza en 2006/2007 como comisión sectorial a nivel de Consejo Directivo Central y

define las políticas que se llevaron a cabo en los últimos diez años. Aquí toma otra

relevancia y de alguna manera se cubren los cargos, aparece la educación de adultos en

todo el país, aparece el modelo de educación de adultos trabajado por componentes de

acuerdo con la población. Esto significa reconocer la educación en cárceles, educación

en discapacidad, educación en los asentamientos, entre otros. Se firman convenios con

distintas instituciones, aparece el llamado Programa Puente para población de trece a

diecisiete años, un modelo de políticas desarrolladas en articulación y trabajando en

forma coordinada con los organismos que sí tienen su especificidad en este tipo de

instituciones de que hablamos. Porque también pensamos “la escuela sola no puede”, la

educación no puede por sí resolver todos los problemas si no es en coordinación con

otros organismos. Trabajamos con la educación pública, con la escuela fuera de turno,

en centros barriales, en capillas, en la cárcel.

Y todo eso tiene una necesaria y lógica realidad y contexto, porque no solamente está el

sujeto de los catorce hasta los ochenta años (con lo cual ya determina una franja etaria

disímil) sino también situaciones de vida totalmente diferente. El docente/educador que

participa en un establecimiento carcelario no necesariamente, aunque esté en educación

de adultos, puede sentirse cómodo trabajando en población netamente juvenil. No es

que se sienta o se deba sentir frustrado, simplemente son los contextos y los sujetos los

que determinan las características de la población. Esto hace muy rica a la educación de

adultos, sobre todo porque no dependen de una formación única sino que es necesario

observar cómo se amolda al contexto para transformarlo porque en definitiva si la

educación no está asociada a la transformación no tiene sentido. Esto es sumamente

interesante.

Vamos al sumario, que dividí en tres partes: Un primer bloque en el que pregunto “¿Por

qué la educación de adultos?” para hablar de dos enfoque del porqué; otro segundo

bloque que incluye a “los sujetos” y “los contenidos” y “los espacios educativos”, que

serían los elementos que hacen o que participan en la educación de adultos. Un tercer

bloque: “los educadores”, no hablo de docentes, sino de educadores, no hablo solamente

de maestros sino los otros que definen una necesidad de la educación de adultos. Luego,

por último para terminar en forma pesimista, hablaré de los principales obstáculos

estructurales que tiene hoy y va a tener la educación de adultos.

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¿Por qué la educación? Diría en principio, por dos fenómenos: uno es el crecimiento de

las brechas socioeconómicas y otro, es la explosión de los avances tecnológicos.

También por la necesidad de propiciar y extender para todos, prácticas de educación

permanente. Diría luego, porque jerarquizar la Educación de Adultos implica dar

coherencia a las acciones educativas que contribuyan al acceso a la sociedad del

conocimiento y a consolidar las instituciones democráticas.

Diría también: porque la educación de adultos supone programas específicos de

ampliación de la cobertura; sistemas de becas de estudio y planes sociales.

Antes y no mucho antes, formar personas con conocimientos significaba pensar en

conocimientos que sirvieran para toda la vida; se le daba mucha importancia y

preponderancia a lo que se le enseñaba; antes se fundamentaba en qué enseñar y qué es

enseñar. No era tan importante el sujeto y lo que sabía sino lo que se enseñaba. Esto no

quiere decir que no se dé ahora, porque yo vi a maestros dar de todo en la cárcel.

El modelo pedagógico médico, aquel que corría en el sentido de lo que al otro le falta, el

pobrecito, es analfabeto, no sabe... el enfoque de que el otro está por debajo mío porque

no sabe leer y escribir, no se maneja con lectoescritura y por lo tanto necesita que yo lo

cure y que yo, en misión casi de catequesis, le muestre la luz. Eso era homogéneo antes

y se supone que hoy en día tiene que ser diferente, hoy se debe permitir a la persona

aprender permanentemente y descubrir qué tipo de profesionales y ciudadano necesita la

sociedad. Estamos frente a una sociedad cada vez más globalizada, nos guste o no nos

guste, basada en el conocimiento de todos los factores y aparece el concepto de

educación continua que en su momento, en los setenta aparece como educación

permanente. Hoy es educación continua sufre la transformaciónde las últimas décadas y

lo que hace es permitir el encuentro entre la vida y la educación; hoy no es educación

para tal cosa, sino educación en el mismo instante en que estoy aprendiendo a vivir, en

que estoy manejándome en la vida.

Hoy día aparece la educación de jóvenes y adultos, de cómo el término que se

reincorpora a partir de los requerimientos de la sociedad latinoamericana, antes era

educación de adultos. El modelo de jóvenes que abandonan y se desvinculan de las

instituciones formales hace que en América Latina aparezca la población joven como un

elemento más y cada vez más en este tipo de espacio. No olvidemos que en 1909 la

población de educación de adultos tenía que tener diecisiete años, hoy a partir de los

catorce, pero hay programas de educación de adultos, por ejemplo, en Perú hay

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programas que aparecen a los diez años sobre todo con muchachos de la calle que no se

incorporan a la escuela, tal como está establecida y de alguna manera, tiene que haber

cierta incorporación de esa población para que sean ciudadanos activos o productivos.

Se pasa entonces de un concepto de educación delimitada en el tiempo y en el espacio a

una educación constante y sin límites, esa preocupación que a nivel internacional uno

maneja.

Hay experiencias internacionales a nivel mundial, sobre la educación de adultos, se han

hecho seis Conferencias Mundiales, la sexta fue en Belén en 2009, pero en Hamburgo,

en 1997 es que se sostiene lo que es la educación de adultos

…se entiende el conjunto de procesos de aprendizaje, formal o no, gracias al cual las personas cuyo entorno social considera adultos desarrollan sus capacidades, enriquecen sus conocimientos y mejoran sus competencias técnicas o profesionales o las reorientan a fin de atender sus propias necesidades y las de la sociedad.

Esta definición muestra que la educación de adultos deja de ser escolarizante, deja de

ser mero contenido, hay una intención en focalizarse en educación a lo largo y ancho de

la vida durante toda la vida.

Los dos enfoques de los porqués de la educación de adultos

Podemos hablar básicamente de dos enfoques en la educación de adultos: el enfoque de

los derechos tal como aparece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos

(1948), “toda persona tiene derecho a la educación”. Es el enfoque que considera que la

educación es una obligación del estado, y debe incluir, entre otras cosas, el acceso de las

personas adultas ala educación formal o no formal, o sea el enfoque de derechos está

dado sin discusión. La educación de adultos no debe ser vista como acción terapéutica

ni como acción de tratamiento ni de reinserción ni de rehabilitación. Uno puede pensar

que la educación en cárceles es una educación para la rehabilitación o reinserción, ése

es un modelo con el que no comulgamos. Es el modelo de “pórtate bien porque te voy a

decir lo que tenés que hacer”.

La educación de derechos se da porque sí, porque es inherente del sujeto tener derecho a

la educación, tampoco es un privilegio de las personas, se debe dar, no se discute, si la

Administración Nacional de Educación Pública pierde de vista este objetivo y se limita

solamente a la población de edades comprendidas entre los cuatro y los diecisiete años

no hay un modelo extendido de educación como derecho. Es bueno que lo tome en

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cuenta también formación docente porque no ha habido cursos ni especialización ni

nada de lo que es educación de adultos. Por lo tanto el modelo que se está utilizando en

última instancia no es de derechos.

El otro enfoque que menciono es el enfoque pragmático, es el otro modelo con el cual

se podría entender la educación. Un enfoque pragmático en base a meta análisis porque

no surge del análisis de campo muchas veces. Se piensa que las personas que participan

de programas de educación de jóvenes y adultos tienen más chance y oportunidades

sociales de convivencia sean familiares o laborales en comparación con los que no

asistieron nunca a los que programas. Se hace educación de adultos porque de alguna

forma el resultado va a ser que esas personas participen en su ámbito familiar o laboral,

si bien es cierto no necesariamente es así.

Por lo tanto el dilema del enfoque de derechos y el enfoque pragmático no es un tema

menor, no es un tema del deber ser sino es de qué es lo que debemos hacer. Me consta

que desde 2005 se intenta caminar hacia el camino de derecho pero está claro que el

reservorio previo es muy fuerte y es muy potente. Si estoy durante setenta años no

puedo cambiar en un año, ni en dos ni en tres, pero si no estamos alertas a esta situación

caemos rápidamente en los hábitos que teníamos y no quisimos.

Vamos a hablar de lo más importante, lo más importante de la educación no son los

maestros, no son los funcionarios, son los sujetos. Si no tenemos en cuenta al sujeto

está claro que la educación está herida en todo sentido. Acá hay un intento de una

especie de taxonomía de los criterios con los cuales la población de jóvenes y adultos

hoy en día se puede hablar. No hablamos de jóvenes en general, no hablamos de adultos

en general, sino que de acuerdo con las situaciones, el contexto, la edad, tenemos

jóvenes que actúan de una u otra manera. Los conceptos de niñez y adolescencia se han

visto muchas veces como estandarizados. Es un error pensar en educación de jóvenes,

no podemos decir educación de jóvenes y adultos en forma homogénea hay muchos

jóvenes, venimos de una escuela primaria donde entendemos a los niños que están

homogeneizados a partir de la edad. Los sujetos que participan en los espacios

educativos de los adultos justamente las características que tienen son la diversidad y la

gran particularidad diferenciada. No es lo mismo un joven de quince años en un

asentamiento o en un barrio de Montevideo que en Canelones. Por lo tanto ahí ven

ustedes la diversificación que tienen los maestros. No es para nada romántico el trabajo

de educación con jóvenes y adultos, es un trabajo a conciencia que de alguna manera

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requiere mucho esfuerzo de parte del docente. Por algo la importancia que tienen los

educadores sociales que han trabajado en educación de adultos quizás le puedan decir

algo desde la mirada de educador social para ver este trabajo. En definitiva, no se puede

homogeneizar a los jóvenes. Podemos apreciar en todo caso dentro de los jóvenes tres

sectores: están los incluidos al sistema formal, los que tienen una inclusión precaria

(que básicamente aquellos que están próximos a desvincular que son un veinte por

ciento) y aquellos que no estudian ni trabajan. O sea el foco de la educación de adultos

va a ser atender a estos dos últimos sectores: los de inclusión precaria y los que no

tienen estudio ni trabajo.

Las políticas educativas en sí tienen que tener en cuenta ese aspecto. Nosotros

abogamos por un modelo diferente, por eso es que tenemos que valorar experiencias

distintas, que exploren, que busquen. Está claro que el modelo actual, por lo menos del

cuarenta por ciento de los muchachos no está funcionando. Un poco lo que manejaba

Limber, con respecto a la subjetividad diferente que tiene el niño rural, también hay una

subjetividad diferente entre los diferentes sectores. Es bueno tenerlo en cuenta, el caso

de los que no estudian ni trabajan, el gran problema es que no tienen un proyecto de

vida. Se hace muy difícil de manejar, y que el espacio de educación de adultos tiene que

ser un modelo que más allá de saber leer y escribir, que son herramientas

fundamentales, tienen que intentar buscar un proyecto de vida. Si partimos de que la

educación es un derecho, las políticas sociales tienen que confluir hacia esos sectores a

partir de demandas. También podemos dentro de la población joven encontrar otra

categorización que son aquellos estudiantes con problemas de aprendizaje, estudiantes

que rechazan la escuela y personas que abandonaron y quieren volver. Intenté dar

variedad para que, de alguna forma, vean que el modelo de educación de adultos no es

algo que se da como antes, es algo complejo que tiene mucho intercambio.

Ahora, siguiendo… esos sujetos definen los contenidos. No es el sujeto que aborda el

contenido, sino que a partir del sujeto es que yo genero contenidos. Se parte de lo que la

persona ya sabe y esto significa también acción y reflexión considerando el contexto

Acá aparecen núcleos temáticos, núcleos de interés, que son vistos desde tres

perspectivas: a) buscar pertinencia con las necesidades e intereses personales y sociales

de los adultos; b) favorecer el acceso al conocimiento científico y c) identificar saberes

específicos del campo laboral.

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Nosotros nos manejábamos con trece núcleos temáticos que son sumamente variados.

Nosotros manejábamos el enfoque educativo con fundamentos para los docentes donde

teníamos, por ejemplo: qué hay que saber para cuidar nuestra salud, trabajo y empleo,

comunicación, quién cocina en casa, cambios en la legislación nacional: debates,

información para la participación del ciudadano, cómo identificar riesgos de la calle y la

casa. Es decir vamos conociendo para comprender. Quiero ser claro: olvidémonos del

enfoque programático a los que nos tiene habituado la escuela pública uruguaya.

Dejémoslo de lado, es difícil, no hablamos de matemática, lenguaje, ciencias sociales

pero no quiere decir que no se trabajen; se trabajan a partir de un problema, de un

proyecto, de una necesidad. El maestro necesita ser cada vez más polivalente, tener una

visión más global y no tanto la asignaturita. Es necesario que se desarrollen

investigaciones que orienten acerca de diseños curriculares con una mirada propia de la

educación permanente y con posibilidades de continuar estudios.

Los espacios educativos confluyen entonces en cuatro funciones superpuestas y

distinguibles: espacio de adultos para generar autoestima; proyecto de vida y sujetos;

herramientas, conocimientos y competencias y finalmente, acreditación y para la

completación de ciclos.

Estas funciones ayudan a ver que la educación de adultos no es un espacio para terminar

primaria solamente si se entiende así es que estamos errándole. La educación de adultos

que no genere autoestima por más que pueda terminar el ciclo no está… por lo tanto el

maestro tiene que saber que aparecen sí o sí esos cuatro componentes superpuestos,

muchas veces distinguibles pero que se dan siempre, y se dan cuando se trabaja

matemática, o en atención de niños y adolescentes, o se trabaja con el medio ambiente

se dan todos esos.

También aparecen los educadores y pongo dilema porque eso le corresponden a Uds.

reflexionar:

• Atención prioritaria en objetivos de la formación o en las conductas que se

espera alcancen los educadores

• Logar la autonomía del estudiante o el cumplimiento de contenidos

• Utilizar tecnología o desarrollar habilidades que posibiliten aprendizajes útiles

para los participantes

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• Investigación/sistematización o traspasar conocimientos conocidos

• Preparar para atender a estudiantes más homogéneos y con recursos o para

educar en pobreza y a sectores carenciados

• Maestro transmisor-instructor o guía-acompañante

• Formar para seguir/aplicar un currículo o para diseñarlo

• Pedagogía de la respuesta (repetición) o de la pregunta (creatividad)

También aparecen elementos estratégicos en la formación: creo que hay que definir si

la educación de adultos es una formación específica o un posgrado, por ejemplo;

preguntarse sobre cuál es el grado de protagonismo y autonomía de los participantes sin

olvidar que no pueden estar solos, por más que puedan estar sólidos tiene que ver, como

con el docente rural, si no hay una debida orientación, acompañamiento y control se

hace difícil que se puedan cumplir los objetivos que se puedan plantear. Evidentemente

hoy tiene que ser formación continua si no nos estaríamos desdiciendo con lo que

hablamos de la educación permanente, continúa.

Otro elemento es que hay que redefinir la educación de jóvenes y adultos que está

asociada a la educación rural, en ese sentido hay que apostar a la formación de

educadores polivalentes.

Pero, ¿qué es un buen educador de adultos?

Podemos llegar a ciertas condiciones parciales y personales. En general un buen

educador de adultos suele ser de niños, puede ser un maestro; hay gran predisposición

por parte del docente a la comunicación, el maestro está dispuesto a la comunicación;

por encima de todo respeta al otro que aprende, pero no es un respeto del superior,

respeta los saberes y conocimientos y se maravilla del conocimiento del otro. Me

acuerdo del volumen que me enseñó un muchacho que trabajaba de albañil cuando yo

era un maestro estructurado: son tantos así… y era así. El saber matemático que tenían

los adultos. Porque si no partimos que el otro sabe y lo sabe de otra manera. Pero esto

no nos indica que no sepa, es otra cosa, no hay nadie que lo sepa todo y nadie que no

sepa nada.

La otra característica fundamental del maestro de adultos es que busca formas de

enseñar, no quiere decir que usa metodología de pobres para pobres, utiliza ese saber

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para potenciar las nuevas metodologías, no se centra en una sola receta o en un solo

formato sino que busca a partir del conocimiento que tiene que hacer del otro y ahí

genera tautologías. He visto cosas maravillosas en contextos de encierro o en un

asentamiento y recolectores de residuos, una cooperativa. Digo para que un docente con

ese enfoque tan particular que define al ser humano, dos orejas, una sola boca, tiene que

escuchar más que hablar a veces nos olvidamos, escuchar al otro, pero esto puede

generar una empatía que determina las posibilidades, es preciso hacer una reflexión

acerca de determinar el elemento para la discusión, políticamente correcto y que son

elementos para la formación.

¿Cuáles son los puntos prácticos? Conclusión de alguna manera…

Creo el factor docente es clave en educación de adultos, es fundamental, cuando

decimos que el sujeto es esencial. Es cierto que el que convoca y reúne es el docente.

Por esto debe tener competencias y valores que queremos que tengan los estudiantes. A

veces compartir esa presunción prejuiciosa de los adolescentes, el docente tiene que

tener confianza en que el otro aprenda. A nivel de formación se tiene que trabajar con el

concepto de docente colectivo, sólo es demasiada empresa como para poder resolver.

Finalmente, hablaré de los principales obstáculos. Estamos viendo algunos aspectos,

parece que el principal es que hay una ausencia del adulto como objeto de atención

educativa, y como objeto de investigación. Si bien aparecen los adolescentes siempre

aparece en un formato como un solo adolescente y no como varios jóvenes participando.

Otro obstáculo, generalmente siempre hay escasez de fondos, de aportes institucionales.

No en balde jornadas de educación de adultos organizadas por fuera debe ser la primera

que yo participo en diez años, ha habido pero dentro del área de educación y cultura

pero dentro del área educación de adultos no ha habido. En ese sentido, lo que no tiene

fondo no necesariamente ese tiene que desarrollar. Es cultural que cuando habla de

educación se asocia con la escuela y con niños y adolescentes pero no con personas

adultas. Evidentemente los recursos humanos son fundamentales y como ven que los

desafíos son tan grandes que, de alguna manera, la especialización para que dé resultado

el docente tiene que ser bien pago. Porque no está trabajando con alumnos de diez años,

está trabajando en una institución que está formada para estudiar y donde la familia

sabe, acá estamos hablando de profesionales que tiene que hacer una laborar sumamente

encomiable en diferentes ámbitos. Por lo tanto requiere una especialización que no la

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tiene. Hasta ahora lo ha hecho a fuerza de pulmón y con experiencias muy positivas de

las otras. Tampoco hay un ente que proponga la formación o el posgrado por lo tanto se

da una dirección cuyo objetivo era gestionar no necesariamente la formación. Lo

hacíamos por necesidad porque para gestionar intentas que los docentes tengan lenguaje

común, que sepan de qué se trata.

En relación con los problemas de contexto y población que de alguna manera se ha

hablado a lo largo de todo esto. En síntesis yo veo algunos aspectos finalmente.

1. La educación de adultos no debe ser identificada con la escuela para niños y

adolecentes sino con programas educativos destinados a satisfacer necesidades básicas:

convivencia, educación, finalización de ciclo, generar proyectos, trabajo. No confundir

el centro de adultos con la escuela porque no es eso.

2. Por las características propias de los sujetos y contextos con los que se trabajan, no

gestar un modelo único y homogéneo. No hay una sola manera de enseñar, o educar o

generar la educación con los jóvenes y adultos, hay varias y no necesariamente el

docente es Superman que puede trabajar tan bien en la cárcel o en una institución de

discapacidad o trastorno mental o adolescente en un asentamiento o el trabajador en una

fábrica. Tampoco es lo mismo en el interior, tampoco es lo mismo en barrios, todas esas

diferencias hace que no podemos hablar de un modelo único y homogéneo. Es necesaria

una relación entre formal y no formal, por eso la importancia de generar talleres de

expresión que, de alguna manera, le dé elementos al docente para tomarlos en cuenta y

poder atender en los ciclos.

3. Tienen que ser espacios no convencionales, porque los sujetos vienen con la imagen

de la escuela de noche. A veces el alumno dice “maestro ¿cuando vamos a trabajar?” y

asocia el trabajo con el pizarrón o al copiar, pero el maestro tiene que ser consciente de

esa situación, y tener en cuenta que no es lo mismo el hábito escolar con el de educación

de adultos. Debe existir un nuevo concepto, diferente del centro nocturno, si de alguna

manera no cambiamos ese chip se hace muy difícil generar una educación de adultos

con modelos.

4. Tiene que haber una práctica de flexibilización en cuanto a la certificación, en cuanto

a horarios, en cuanto a calendario, en cuanto a contextos, a educadores y a aprendizajes

múltiples. Una forma se da de la mano de la reconversión, que tienen que ser por sí sola

la educación de jóvenes y adultos. Se necesita de políticas sociales y de gente que

trabaje ese foco para poder tener identidad.

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Literacidad y Multimodalidad: conceptos que orientan el trabajo con jóvenes y adultos de baja escolaridad1

María del Carmen Lorenzatti

Introducción

En este artículo se presentan resultados de una investigación que indagó las prácticas de

cultura escrita desarrolladas por adultos de nula/baja escolaridad en distintos espacios

sociales (religioso, doméstico, financiero, laboral y escolar) y las actividades y acciones

que conforman estas prácticas a partir de propósitos y condiciones particulares.

En primer lugar, se presenta brevemente el marco teórico construido y el contexto de la

investigación; posteriormente se analizan los distintos modos que los adultos usan para

significar los textos y su realidad y desde una perspectiva sociológica se examinan los

conocimientos apropiados en los distintos espacios.

Conceptos centrales de la investigación

El acercamiento a esta problemática se realizó desde la perspectiva de los Nuevos

Estudios de Literacidad2 que considera a la cultura escrita como práctica social.

(Kalman, 2008, 2004, 2003; Street, 1984, 2005; Gee, 1996; Zavala, 2002). Se trata de

reconocer que las acciones forman parte de prácticas sociales más amplias; que existe

un contexto de uso de la lengua escrita; que se generan relaciones sociales en torno a

ella y se dan en un marco de relaciones de poder; que los sujetos jóvenes y adultos

poseen conocimientos sobre los usos sociales y las consecuencias de la lengua escrita.

Este abordaje teórico favoreció, a partir de una aproximación etnográfica, el análisis de

los distintos modos (discurso, imagen gráfica, escritura) que los sujetos estudiados

utilizan para otorgar sentido a los textos y, a su vez, para apropiarse de conocimientos.

1 Este artículo es la versión revisada del capítulo “Multimodalidad y apropiación de conocimientos en procesos de literacidad de adultos de baja escolaridad\”. En Frisancho, S., M.T. Moreno, P. Ruiz Bravo y V. Zavala (ed.) Aprendizaje, cultura y desarrollo. Una aproximación interdisciplinaria (221-238). Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. 2 Literacidad es la traducción del término inglés “literacy”.

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Analizar la literacidad como práctica social implica mirar al sujeto desde su

cotidianeidad. La perspectiva sociológica de Heller (1977) ofrece herramientas teóricas

desde el concepto de vida cotidiana y conocimiento cotidiano. Ayuda a comprender que

este sujeto necesita aprender a “usar” las cosas, apropiarse de los sistemas de usos y de

los sistemas de expectativas para conservarse en una época determinada en el ámbito de

un estrato social dado. La autora sostiene que cuando el sujeto cambia de ambiente va

aprendiendo nuevos sistemas de usos y la sociedad le ofrece al mismo tiempo varias

alternativas. Se incorpora así otro concepto relevante para esta investigación que es el

de apropiación como un proceso continuo centrado en una relación activa entre las

personas y la multiplicidad de recursos y usos culturales objetivados en distintos

ambientes. Significa conocer el modo de funcionamiento de los recursos culturales

disponibles y utilizarlos. En relación con la apropiación de la cultura escrita un concepto

relevante en esta investigación es el de multimodalidad (Kress, 2003), porque arroja

luz para argumentar de qué manera los adultos de nula escolaridad viven (y lo hicieron

desde su nacimiento) en el mundo sin hacer uso del código escrito como lo exige o

plantea la sociedad y la escuela. Desde la perspectiva semiótica el autor reconoce que

hay numerosos recursos modales involucrados en la realización de mensajes (palabras,

discursos o escritura; imágenes, música, objetos como modelos tridimensionales) y

sostiene que el modo de escritura será cada vez más desplazada por la imagen en

muchos dominios de comunicación pública, aunque la escritura se mantenga como el

modo preferido de élites políticas y culturales. Kress diferencia entre los modos

representativos, es decir lo que una cultura hace disponible como el medio para hacer

el significado (el discurso, la escritura, la imagen, el gesto, la música y otros) y los

medios de diseminación que son aquellos que la cultura hace disponibles como el

medio para distribuir estos significados como mensajes (el libro, la pantalla de la

computadora, la revista, el video, la película, la radio, la charla, etc.). De acuerdo con

esta mirada la escritura comienza a ser igual a los otros modos, lo que cambia son los

potenciales de cada modo representativo en función de tareas específicas. Y estas

tareas ocurren en un contexto social que proporciona condiciones para el uso y la

apropiación de los diversos modos.

Contexto y protagonistas de la investigación

En este estudio se realizó un abordaje socioantropológico de corte etnográfico porque

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permitió registrar situaciones no documentadas y de esta manera ingresar al estudio de

las situaciones particulares de la vida cotidiana de los sujetos (Rockwell, 1980). Se

desarrollaron observaciones etnográficas en una escuela de jóvenes y adultos, en un

grupo de adultos de nula escolaridad para identificar no sólo los conocimientos

cotidianos que circularon en este espacio sino también, de manera particular, los

contenidos de lo que se lee y se escribe en relación con el mundo social en este espacio

escolar. En una etapa posterior se seleccionaron dos estudiantes adultos para

acompañarlos durante un período de tres meses aproximadamente a cada uno3. Los

objetivos de este momento se centraron en observar los eventos letrados en las

actividades realizadas, los propósitos comunicativos y sociales de las acciones. Se

estudiaron los recursos de cultura escrita involucrados y además de qué manera están

enmarcados en prácticas más amplias atravesados por distintos condiciones

institucionales y relaciones sociales.

Conocer cómo se desenvolvían en otros espacios sociales distintos a la escuela tuvo

implicaciones metodológicas importantes en la medida que exigía la construcción de

estrategias que permitieran capturar esta información. Los acompañamientos se

presentaron entonces como una estrategia que posibilitaría entablar una relación más

directa con los adultos. El acompañamiento consistió en concurrir con ellos a distintos

lugares y observar las acciones desarrolladas. Con la señora tuve mayores oportunidades

de acompañarla: al supermercado para conocer su desenvolvimiento en este espacio y

observar las diferenciaciones que realiza con distintos productos; a una casa de té para

observar cómo utiliza la carta o el menú y su ubicación en las calles del centro, a partir

de los carteles indicatorios; a la Empresa de Energía de Córdoba con el objetivo de

conocer cómo se desempeña en una institución pública donde debe presentar

documentación importante; al Banco de la Provincia de Córdoba, al Ministerio de

Trabajo de la Provincia, Banco de la Nación, y pude observar otro tipo de trámites que

involucran diversos documentos y objetos escritos. También participé con ella de una

reunión de la Red evangélica y registré una participación que presenta características

3 La selección de los dos estudiantes respondió a diferentes criterios: género (uno es hombre y la otra es mujer); edad (uno es mayor de setenta y ocho años, ella tiene cincuenta y cinco); nacionalidad (uno es argentino y la otra es extranjera); inserción laboral (uno es jubilado, ha trabajado en el sector formal de la economía, otra trabaja en el sector informal); religión (una de las personas seleccionadas ocupa una posición en la estructura de una iglesia evangélica).

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diferentes a las otras instituciones públicas. Por último asistí con Marta Graciela a un

Estudio Jurídico y pude analizar la relación que establece con los documentos legales y

con un interlocutor letrado universitario.

Cada una de estas estrategias intentó registrar información para poder desentrañar cómo

los eventos y prácticas letradas se constituyen en prácticas sociales enmarcadas en

prácticas más globales. De manera particular en los espacios sociales visitados se

observaron las interacciones establecidas con los carteles, computadoras, contratos,

boletas impresas; documentos públicos, jurídicos y los documentos religiosos. También

fue importante registrar las demandas directas de lectura y escritura que le imponía cada

espacio en particular y las acciones desarrolladas por ambos adultos.

Multimodalidad mediada en los procesos de apropiación de conocimientos

A diferencia de la caracterización dominante del adulto analfabeto (o de baja o nula

escolaridad) como un ser indefenso y dependiente, el acompañamiento a los sujetos de

investigación mostró a dos adultos capaces y pensantes que movilizan sus

conocimientos y saberes para resolver los asuntos de su vida cotidiana. Si bien existen

investigaciones sobre los conocimientos que los sujetos adultos poseen de la cultura

escrita y sus consecuencias en la vida cotidiana (Kalman 2003, 2004; Zavala, 2002;

Niño-Murcia, 2004) me interesa especialmente profundizar en los modos de apropiación

de los mismos a partir de su inserción en diferentes espacios sociales para desmitificar

la mirada construida socialmente acerca de los analfabetos como ignorantes, iletrados,

atrasados, incompletos, insatisfechos e incapaces de “pensar y opinar” sobre diferentes

situaciones.

Freire (1975) recuerda que en su infancia, la lectura de su contexto inmediato, la hacía a

partir del canto de los pájaros, del silbido del viento, en el follaje de los árboles y

reconoce que esta lectura particular del mundo fue abonando la lectura de la palabra.

Los modos representativos más utilizados por la señora para ingresar y circular en los

distintos espacios sociales visitados son la imagen gráfica y el lenguaje oral. Es

necesario hacer una aclaración, la desagregación de modos representativos y medios de

distribución del mensaje se realiza con el objetivo de desentrañar las maneras en que

Marta Graciela se apropia y usa estos modos. Sin embargo en la cotidianeidad de la

señora se presentan de manera simultánea en diversas oportunidades.

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A modo de ejemplo señalo que en relación con el espacio religioso, la señora es

maestra auxiliar de los niños en la iglesia evangélica de su barrio. Allí usa la Biblia para

niños y reconoce los párrafos a partir de dibujos, letras y números. Ella expresa:

Ve estas Biblias son para manejarme, no puedo manejarme con las otras, yo me manejo con éstas, ve... son Biblias que vos te manejas son... con dibujos ve… que significa…. que explica. ....Claro al manejarte vos con los dibujos. Pongamos, yo quiero leer acá. … me manejo así. Mirá pongamos que acá tiene el número. Número tanto, entonces dice y lo busco. Pero todo eso aprendí acá. Dios me enseñó.

La señora organiza y se apropia del significado a partir de la simultaneidad de las

imágenes y los números. Diferencia los números romanos y, a partir de allí, busca el

párrafo correspondiente en la Biblia. Otro ejemplo lo constituye la visita al

supermercado. Allí también la señora distingue los productos por los atributos de la

imagen. Durante este acompañamiento pude observar cómo se guía por el diseño de las

envolturas comerciales, los colores y los olores. Frente a la góndola donde estaban

dispuestos los productos de belleza la señora eligió dos jabones de tocador, tomó uno en

cada mano y me preguntó acerca de la diferencia entre ambos, me orientó para

distinguir los dos tipos de jabones. En primer lugar tuvo en cuenta los colores, aunque el

diseño e inscripción eran casi iguales. A este registro le agregó luego otro atributo del

producto que le ayudó a completar el significado: el olor: “A ver y éste ¿qué olor tiene?

a ver... no tiene gusto a tanto... a ver... es más perfumado. Claro ¡¡así se aprende!!”

Estas maneras de construir visiones y lecturas de la realidad revelan la complejidad de

los mensajes en el sentido de la multimodalidad; las letras no son portadoras unívocas

de significado; es el objeto físico –el color, el dibujo, las letras, la fragancia– lo que de

manera conjunta posibilita la apropiación de conocimientos. Es la relación entre estos

atributos lo que orienta la significación del texto.

El lenguaje oral emerge como modo de significar la realidad. El lenguaje forma parte de

la cultura escrita y su primera forma es el habla. Lo hacemos con “otros”, de esta

manera hablar y escuchar son actos tan ordinarios que muchas veces pasan

desapercibidos y no se los considera como maneras diversas de usar el lenguaje para

aprender cómo funciona el mundo y para acumular una comprensión compartida de él

(Meek, 2004; Kalman, 2003).

En esta investigación se puede apreciar que el lenguaje oral asume distintas

características en función de los contextos en los que se presenta. Uno de los espacios

sociales donde la oralidad, basada en la palabra escrita, cumple un papel fundamental es

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la Iglesia Evangélica. En la reunión de la Red, la palabra de la líder descansa en los

consejos e interpretaciones de la palabra escrita. La oralidad es la intermediaria de la

palabra de Dios escrita en la Biblia. La única persona que tiene el texto sagrado en esa

reunión es la líder. Es ella quien lee e interpreta lo que dice la escritura sagrada. Lee los

versículos y explica el sentido general del texto. El discurso de la líder va orientando la

participación de las mujeres en la reunión y ellas resignifican el texto a partir de sus

experiencias de vida. Se producen diálogos e intercambios entre las fieles, se comparten

visiones sobre un problema y se aconseja sobre los caminos a seguir siempre a la luz de

la palabra divina. Implica una visión de la palabra como signo, como medio de

influencia sobre los demás y sobre sí misma. La palabra “puede salirse de las páginas

para irradiar distintas formas de poder” (Zavala, 2002:176).

La señora hizo uso de la oralidad en las distintas instituciones para desarrollar acciones.

O sea, ella indaga, solicita, pregunta en situaciones de interacción verbal; hablando con

otros. A diferencia del espacio social religioso donde la oralidad se relaciona con la

prescripción y la verdad porque orienta en la comprensión de la palabra divina, en las

instituciones públicas el lenguaje oral se convierte, muchas veces, en el puente para

lograr propósitos determinados. La interrogación es usada por la señora para ubicarse

espacialmente en la institución y a su vez funciona como mediadora de la palabra escrita

que se encuentra en los carteles que señalan el camino. Cabe advertir, sin embargo, que

sus intervenciones orales son acciones similares al resto de las personas

independientemente del nivel de escolaridad alcanzado. En otras ocasiones también usa

la pregunta para confirmar lo que ya conoce, también combina el lenguaje oral con la

escritura ya que solicita a la persona interrogada que le anote en un papel la información

solicitada.

Se observa la fuerte presencia de la imagen visual / gráfica y el lenguaje oral como

modos representativos que le permiten a la señora apropiarse de los conocimientos y los

objetos escritos en los distintos espacios. Sin embargo, estos modos representativos no

operan de manera autónoma sino que lo hacen conjuntamente con herramientas

mediadoras. Importantes desarrollos teóricos han dado cuenta que la apropiación de

conocimientos se realiza en actividades colectivas con otros lectores y escritores

(Kalman, 2008; Lave y Wenger, 1991; Rogoff, 1999, entre otros).

Es necesario entonces señalar que los diversos modos de representación funcionan

sincronizados con la participación de otras personas que se convierten en interlocutores

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o intermediarios de las demandas de la señora; es decir, la multimodalidad per se no

genera apropiación sino que aporta recursos culturales simultáneos a la construcción de

significados. Un ejemplo es el espacio social laboral donde participan los

intermediarios, quienes a veces le leen los catálogos para indicar quiénes son los

destinatarios y/o el precio de los productos. Son aquellas personas que actúan como

puente para favorecer que ella se apropie de conocimientos. También se observa la

presencia de intermediarios en el espacio de los establecimientos públicos, donde la

señora no sólo interroga sobre lo que no conoce sino que además decide a quién

preguntar. Es decir, la selección de los interlocutores que ofician de mediadores de la

cultura escrita no se produce al azar, la señora usa y pone en juego sus conocimientos

sobre las instituciones y los empleados delegando en ellos la responsabilidad de los

datos requeridos.

Me interesa enfatizar la importancia de estas evidencias en el estudio de la complejidad

de los procesos de literacidad de jóvenes y adultos porque aportan elementos para

teorizar acerca de las funciones que cumple la multimodalidad en la vida de los sujetos.

Se reconoce que se produce un proceso de multimodalidad mediada. Los sujetos de

nula o baja escolaridad estudiados desarrollan estrategias que implican, no sólo el uso

de los modos representativos y sus potencialidades sino que también apelan a personas

y herramientas que les posibilitan construir significados en las diferentes situaciones

vividas. Por esto los modos de mediación y/o recursos culturales están inherentemente

situados en lo cultural, institucional e histórico (Wertsch, 1999; Vigoskty, 2001;

Baynham y Mashing, 2000; Kress, 2003; Kalman, 2009).

Notas para el cierre

Este artículo intenta mostrar la complejidad de los procesos de literacidad de adultos y

la existencia de los distintos modos de otorgar sentido a los textos y a la realidad

posicionando a la escritura como un modo más, no él único. Las evidencias empíricas

de esta investigación dan cuenta que los usos sociales de la lengua escrita se apropian a

lo largo de la vida de las personas y esta apropiación no se da en un vacío social sino

que se realiza en el “pequeño mundo” (Heller, 1977) donde uno nace y vive

cotidianamente. Los conocimientos que ambos adultos, y de manera particular la señora,

muestran que estos usos están vinculados a la disponibilidad que tuvieron y tienen en su

vida cotidiana de explorar e interactuar con materiales escritos.

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Las lecturas de la realidad apelando a este modo representativo aportan elementos para

seguir complejizando la definición de literacidad. Ser usuario de la cultura escrita

implica utilizar la tecnología de nuestro tiempo y decidir el uso de la lectura y la

escritura para sus necesidades epocales (Meek, 2004).

Hace muchos años Scribner y Cole (1981) definieron la alfabetización como práctica

social y la entendieron como una secuencia de actividades que requiere el uso de

tecnología (lápiz o computadora), destreza (saberes específicos - “know-how”) y

conocimiento social. En las acciones se observa un uso del conocimiento social mucho

más desarrollado que las destrezas o saberes. También es importante indicar que hace

uso de la tecnología en función de las situaciones, es decir ella toma la lapicera para

firmar en el banco; explora las envolturas de los productos; reconoce los diseños de los

productos; utiliza las imágenes en la venta de Avon y redondea el precio de los objetos

vendidos; sabe poner una hoja impresa al derecho para que se lea.

Este estudio procura aportar elementos para reflexionar sobre las formas en que se

presentan la lectura y escritura en la vida de las personas; sobre las diversas maneras de

interpretar los textos a partir de los modos representativos que modifican la concepción

de escritura como la única manera posible de “leer el mundo”; sobre la incorporación de

mediadores, simbólicos y humanos, que favorecen la apropiación de conocimientos en

las diferentes situaciones observadas en la vida de los adultos estudiados.

Las prácticas de cultura escrita se desarrollan en un contexto social y en el marco de

relaciones sociales. En estas prácticas los sujetos se apropian de conocimientos. Se

aprende con el otro. Se aprende a leer con otros lectores y escritores. Sólo de esta

manera se entienden los procesos de apropiación, en términos sociales y de ninguna

manera centrados en los procesos cognitivos individuales de los sujetos.

Leer es el proceso de otorgar significado a los textos. Es pensar sobre el significado de

un texto. “La lectura del mundo precede la lectura de la palabra” dice Freire (1982, p.

1). Las evidencias presentadas en este estudio aportan elementos para entender el

sentido de ese postulado. ¿De qué manera leer el mundo antes de leer la palabra? Se

puede leer el mundo y la realidad que rodea a los sujetos si comprendemos la naturaleza

social de la literacidad. Esto significa centrar la mirada en las relaciones sociales de los

sujetos, considerar la presencia de los distintos modos representativos (música, imagen

gráfica, discurso, escritura, entre otros); de los medios de distribución del mensaje

(radio, televisión, computadora, teléfonos fijos y celulares) y la presencia además de los

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instrumentos mediadores (simbólicos y humanos). La convergencia de estos aspectos

permite estudiar la complejidad de los procesos de literacidad de las personas jóvenes y

adultas.

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Actividades

Después de la atenta lectura de este artículo les solicitamos que realice las siguientes

actividades:

1. Realice observaciones en un mismo espacio social (educativo, religioso,

sindicato, institución pública, calle, negocio, entre otros) durante tres días. Con

el propósito de ampliar y profundizar la mirada de las prácticas de literacidad de

los sujetos jóvenes y adultos, estas observaciones pueden realizarse, según las

posibilidades, en días consecutivos o no pero es conveniente que sean en

distintos horarios.

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2. Registre prácticas de literacidad entre los diferentes sujetos que participan en ese

espacio. Realice esta actividad en un cuaderno de campo.

3. Identifique: a) quiénes participan y qué acciones desarrollan; b) los recursos de

cultura escrita involucrados; c) los modos representativos presentes y analice de

qué manera se usan en ese momento.

4. A partir de los registros de observaciones realizados y teniendo en cuenta lo

desarrollado en el presente artículo, explicite/ analice dichas prácticas.

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La escritura en las escuelas primarias de jóvenes y adultos. Una mirada sobre sus usos1 Gloria Beinotti

Introducción

En este artículo se presenta un estudio sobre los usos de la escritura en la cotidianeidad

áulica y forma parte de lo desarrollado en una investigación2 donde se estudiaron las

prácticas de oralidad y de escritura en el espacio áulico de dos escuelas primarias

nocturnas para jóvenes y adultos, ubicadas en dos barrios diferentes de la ciudad de

Córdoba. Se realizó un trabajo desde el enfoque etnográfico, con observaciones de

clases, entrevistas a las docentes y encuestas a los estudiantes. Ambas docentes eran

maestras de grado formadas para trabajar en la escuela primaria común para niños y no

habían recibido formación específica para trabajar con jóvenes y adultos. Los grupos de

alumnos de estas escuelas primarias nocturnas se conformaban con alumnos jóvenes. En

este grupo, un 89% tenía menos de veintiún años, característica de la modalidad que la

propia normativa actual reconoce: Entre los sujetos destinatarios de la Educación

Permanente de Jóvenes y Adultos se encuentra una numerosa población de catorce a

dieciocho años que cursa estudios en Centros de Educación de Adultos. (Resolución

CFE N° 118/10 EPJA – Documento Base. Punto 41).

En este estudio se indagó sobre qué se escribe; cómo, quién y cuándo se utiliza la

escritura y con qué fines. Si bien lo observado en estas dos escuelas no se podría

generalizar a lo que sucede en todas las escuelas primarias de jóvenes y adultos, puede

ser representativo del lugar de la escritura en la escuela primaria para jóvenes y adultos,

ya que como plantea Rockwell (2009, p. 83) “La generalización es distinta de la

representatividad. […] En la etnografía, la cuestión de representatividad se plantea en el

interior del caso estudiado”.

1 Este artículo es la segunda versión de la “¿Qué hacen las maestras y los alumnos con la escritura en las aulas de las escuelas para jóvenes y adultos? presentada en las V Jornadas de Investigación en Educación “Educación y perspectivas: contribuciones teóricas y metodológicas en debate”. Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichon. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba. 2007. 2 Trabajo Final de Licenciatura de Ciencias de la educación: “Oralidad y escritura en las aulas de adultos”. Beinotti, G. y Frasson, M. 2006.

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En primer lugar trabajaremos la relación entre escuela y escritura; en segundo lugar, los

usos de la escritura en el proceso de enseñanza de un contenido escolar; seguidamente,

la relación de la escritura con el mantenimiento de la disciplina y el orden escolar.

Finalmente plantearemos algunas reflexiones sobre los usos de la escritura en la escuela

primaria de jóvenes y adultos, y dos desafíos: por un lado el referido a las prácticas

educativas en la modalidad y por el otro, un desafío que interpela a los procesos de

formación docente.

Escuela y escritura: una estrecha relación

Desde sus inicios la escuela, como institución social, tuvo una clara función: la

alfabetización, enseñar a leer y escribir. Esta función llevó a la construcción de una

estrecha relación entre la institución escolar y la escritura y “...por eso suele calificarse a

la escuela como representante de la “cultura letrada” (Rockwell, 1996, p. 296).

Rockwell (1996) al analizar el uso de la escritura en la escuela primaria sostiene que la

misma

...se distribuye desigualmente entre maestros y alumnos. Lo que se escribe más frecuentemente en el salón de clases (excluyendo lo que se copia de algún texto) incluye lo siguiente: enunciados, problemas, definiciones, resúmenes, listas, preguntas, y respuestas a preguntas. De esto, a los alumnos sólo se les pide que “formulen” listas, enunciados y respuestas a preguntas: el resto tiende a ser dominio del maestro, es decir textos que él produce y ellos copian (p. 307).

Esto muestra que las prácticas de escritura que se desarrollan en el ámbito escolar tienen

estas características que le otorgan especificidad.

En las escuelas estudiadas pudimos observar que la maestra es quién decide cuándo,

cuánto, qué y cómo se escribe, ocupando un lugar medular respecto de estas prácticas.

Sin embargo, en la oralidad se dan interacciones entre la maestra y los estudiantes con

una mayor simetría y horizontalidad. Es necesario señalar que estas interacciones

visibilizan, no sólo los conocimientos escolares, sino también los conocimientos

construidos por los jóvenes y adultos en otros espacios de participación social, como

por ejemplo: laboral, político, comunitarios, religiosos, de salud, de recreación, los

cuales en algunas oportunidades son recuperados por la maestra.

La escuela tuvo y tiene un mandato institucional que es formar ciudadanos y enseñar a

leer y escribir. El mismo se sostiene actualmente en Argentina y se expresa en la Ley de

Educación Nacional (Ley Nº 26.206) en el Capítulo II Artículo 11 Inciso L: “Fortalecer

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la centralidad de la lectura y la escritura, como condiciones básicas para la educación a

lo largo de toda la vida, la construcción de una ciudadanía responsable y la libre

circulación del conocimiento”.

En este marco la escuela tiene como meta la formación de sujetos capaces de participar,

de expresarse, de leer (no sólo textos) y de reflexionar, entre otras.

Los usos de la escritura y el proceso de enseñanza

Para abordar los usos de la escritura en un aula de jóvenes y adultos recuperamos la

categoría “maneras de hacer” de Michael de Certeau (1996, p. 36). Las “maneras de

hacer” refieren a los usos cotidianos que hacen los grupos o individuos de ciertos

productos culturales considerados legítimos, en este caso la escritura.

En nuestro estudio identificamos dos usos: por un lado, la escritura y los procesos de

enseñanza y por otro, la escritura y el mantenimiento / sostenimiento de la disciplina

escolar.

En primer término identificaré los usos de la escritura en una clase, en la cual las

prácticas de escritura que propone la maestra tienen la intención de enseñar un

determinado contenido escolar. Definimos a una clase como “...una unidad de

enseñanza correspondiente a un ‘tema’ definido, dentro de una de las cuatro áreas de

duración variable (quince minutos o dos horas)...” (Rockwell, 1996, p. 299).

En estas situaciones cuyo eje es la enseñanza, hemos encontrado diversos modos de

escribir. En ocasiones la escritura se utiliza para “fijar” una respuesta en el pizarrón.

Esta respuesta es la que generalmente es considerada correcta por la maestra y se

observa esta acción como un modo de asegurar la enseñanza y el aprendizaje de un

contenido y asignarlo como lo cierto; en otras oportunidades, la escritura se usa como

un medio que permite “aclarar” un contenido, respecto del cual los alumnos parecieran

tener dudas. En ambas situaciones estas prácticas de escritura se encuentran mediadas

por interacciones orales entre maestra y alumnos.

También se utiliza la escritura para completar ejercicios, pero es necesario precisar que

este completamiento se realiza siguiendo fielmente lo expresado en el texto con el que

trabajan los estudiantes y en el cual realizan una serie de actividades. Este uso de la

escritura se constituye en la copia textual de lo que se dice en el mismo.

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Una situación diferente referida al uso de la escritura, se plantea cuando una de las

maestras propone desarrollar un proyecto para escribir tarjetas para Navidad y enviarlas

“realmente” por correo.

M: “...la idea era ahora escribir tarjetas para Navidad y realmente mandarlas, pero como que ellos dicen: ¿y a quién se la vamos a mandar, como que no tienen personas... bueno L se la puede mandar a la mamá, pero que para ellos no tiene mucho sentido: “¿Para qué le voy a mi mamá si vive ahí? ¿Y a mi abuela...? No voy a gastar una estampilla, no”. (Entrevista a la maestra de la Escuela 1. 2001).

Es posible reflexionar a partir de estas expresiones que este alumno tiene conocimiento

sobre las tarjetas de salutación y su significado: conoce que se usan para comunicarse

con otra persona que se encuentra lejos y a quien se desea saludar para una fecha

socialmente significativa, pero también sabe que esta tarjeta y su envío por correo no es

necesario ya que su mamá y su abuela conviven con él. ¿Para qué escribir si puede

expresarlo oralmente?

Este conocimiento contextuado sobre la escritura y sus usos cotidianos se torna

importante recuperar cuando se trata de planificar un proyecto de trabajo áulico, y se

pretende desarrollar prácticas de enseñanza que apunten a construir situaciones en las

que la escritura posea “usos auténticos”. Kalman (2004) entiende a los usos auténticos

como “...usos reales; es decir, la producción de textos escritos con un fin y una utilidad

genuina” (p. 124.). Es necesario señalar que estos usos identificados como auténticos y

reales, no son los mismos para todos los sujetos ni en todos los contextos. En un

contexto de enseñanza de prácticas de escritura se hace imprescindible pensar en los

sujetos jóvenes, en sus contextos y en los conocimientos relacionados con la escritura

que han construido a lo largo de su vida en diferentes espacios por donde circularon.

Escritura y disciplina escolar: las notas en la carpeta

El uso cotidiano de la escritura en las escuelas primarias nocturnas para jóvenes y

adultos se relaciona también con el mantenimiento de la disciplina escolar o con el

ordenamiento de la institución. Este mantenimiento de la disciplina escolar también se

daría a través de la oralidad,3 pero al cual la escritura le otorga otro significado y fuerza.

Analizaré en primer término una situación de inclumpliento de los horarios establecidos

para la finalización del recreo, por parte de los alumnos, y el posterior desarrollo del

3 Para profundizar leer el Capítulo III del Trabajo Final de Licenciatura.

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trabajo áulico. Haré referencia a lo que sucedió a partir de la llegada tarde al aula, luego

de finalizado el recreo, por un grupo de alumnos jóvenes.

Esta situación se inicia con un llamado de atención oral por parte de la maestra hacia sus

alumnos, que pareciera no acotarse a la oralidad porque la maestra expresa que colocará

una calificación escrita en la carpeta de los alumnos involucrados en el caso. Cabe

señalar que esta situación pone en juego el pase al grado escolar siguiente, la maestra

expresa:

Y ustedes señores ¿de donde vienen? ...yo les voy a poner notas en la carpeta cuando no cumplan... ojo ¡¡¡eh!!! Porque después no vengan a por qué repetí de grado, tengan mucho cuidado ya les dije el otro día... yo no soy la que me tengo que preocupar son ustedes... ustedes saben que como personas, somos seres humanos necesitamos límites, ¿vieron alguna vez viajar por una ruta donde no está marcado el límite?... ¿vieron qué lindo y qué fácil es cuando ustedes ven las líneas marcadas que saben por qué carril van a ir?, eso son los límites que nosotros... yo elijo... pero está marcado... (Registro de observación. Escuela 2. 2001)

La maestra en esta apreciación usa la escritura para delimitar y marcar el buen

comportamiento de los alumnos, a través de “notas” ya que los jóvenes no cumplieron

con una pauta de organización de la cotidianeidad escolar: el respeto por los horarios

establecidos. Estas notas en la carpeta no estarían evaluando directamente el proceso de

apropiación de ciertos conocimientos, sino que se estaría evaluando un incumplimiento

de las pautas escolares y como consecuencia de las mismas la promoción o no al ciclo

lectivo siguiente.

Esta escritura objetiva y cristaliza el actuar de los alumnos en un espacio de

escrituración: la carpeta de los alumnos que es el espacio donde se supone se registra lo

trabajado en la escuela.

Se observa una tensión con la configuración de la carpeta de los alumnos como “...una

de las formas privilegiadas de registro de la enseñanza y en algunos pocos casos del

aprendizaje, cuando quedan plasmadas las evaluaciones o si se intenta una mirada a

partir del error” (Gvirtz, 1999, p. 11).

Se califica una acción en el lugar de registro del proceso de enseñanza y de aprendizaje.

En esta relación entre escritura y disciplina se evidencia otra arista de la asimetría que

se dibuja con claridad en la relación entre escritura y los procesos de enseñanza de los

contenidos escolares. La asimetría muestra relaciones de poder que se enmarcan en las

prácticas de escritura porque es la maestra quién decide escribir una calificación como

sanción a una falta de disciplina. También decide dónde hacerlo, específicamente en la

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carpeta de los alumnos y no por ejemplo en una hoja aparte o en algún cuaderno o

carpeta de su pertenencia o institucional. La docente también enuncia las posibles

consecuencias de esta acción. En esta acción se pueden identificar que subyacen

visiones e idearios de juventud, sus necesidades y el lugar y responsabilidades de los

adultos con respecto a su formación.

La escritura documenta, por una parte el accionar de los alumnos, la llegada tarde –el no

respetar las normas; y por otra, la sanción que decide aplicar la maestra y su significado,

para “encauzar o encarrilar” los comportamientos de los alumnos.

En otras clases observadas pudimos reconocer que la escritura se utiliza para mantener

el orden del grupo de alumnos a través de la copia de una extensa serie de ejercicios que

la maestra transcribe de un texto escolar al pizarrón, utilizando la totalidad del mismo.

Se conforma lo que denominamos un pizarrón “disciplina” (Beinotti y Frasson, 2006, p.

102). Para realizar esta copia de lo que está escrito en el pizarrón los alumnos necesitan

un tiempo importante de la jornada escolar porque prácticamente dibujan cada una de

las letras, deben acercarse al pizarrón para “ver lo que dice” y volver a sus bancos a

escribir o preguntarle a un compañero qué es lo “dice” en el pizarrón. Los alumnos se

concentran en esta actividad y esto le posibilita a la maestra desarrollar otras actividades

que tienen que ver con su práctica docente4.

Así, el copiar del pizarrón se constituye en una manera de lograr orden y disciplina en el

espacio áulico.

Por último, otro aspecto en el cual la escritura se relaciona con el cuidado de los

jóvenes, en este caso de dos alumnas menores de edad donde la escritura otorga valor y

legitimidad a lo expresado oralmente. En el caso particular de jóvenes menores de edad

que se retiran antes del horario de finalización de clases, la directora de la institución

que, en ese momento, se encontraba a cargo del grupo de alumnos les solicita a las

jóvenes una nota en referencia a su retiro de la escuela:

Que la mamá me mande una notita. No te quiero ver sola en la esquina a las diez de la noche, ni sola ni acompañada. (Registro de observación. Escuela 1. 2001).

4 Elena Achilli (2006) entiende por práctica docente que “…amén de constituirse desde la práctica pedagógica, la trasciende al implicar, además, un conjunto de actividades, interacciones, relaciones que configuran el campo laboral del sujeto maestro o profesor en determinadas condiciones institucionales y sociohistóricas”. (p. 23).

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Se señala que la “notita” (cabría preguntarse sobre el significado del diminutivo) por

escrito que envía la mamá de la joven se constituiría en un documento que le “queda” a

la directora. Asimismo, este requerimiento de un permiso por escrito también enseña

(silenciosamente) determinados conocimientos sobre la escritura y sus significados.

Este ejemplo citado nos invita a preguntarnos: ¿Qué aprende la alumna de esta escuela

cuando su directora le solicita una nota escrita de la mamá?, y ¿qué se enseña y se

aprende cuando una “indisciplina” se registra por escrito?

Kalman sostiene que una de las integrantes de un grupo de mujeres, con las cuales

realizó una investigación en una localidad mexicana, posee conocimientos acerca de la

lengua escrita. Específicamente señala que “sabe acerca de los compromisos legales y

sociales adquiridos al firmar un documento y reconoce el valor y la importancia de la

lengua escrita para los asuntos legales” (Kalman, 2000, p. 153). Cabe preguntarnos

cómo esta señora construye estos conocimientos respecto de lo escrito. Tal vez una

primera respuesta es que a veces las prácticas que se desarrollan en la escuela enseñan,

sin una intencionalidad explícita, la importancia de lo escrito en ciertas cuestiones

formales y legales.

A modo de cierre parcial

En este artículo abordamos las prácticas de escritura en el aula de una escuela primaria

nocturna para jóvenes y adultos. Específicamente nos referimos a los usos que se hace

de la escritura, relacionados con los procesos de enseñanza y con la disciplina escolar.

Si consideramos a la escritura como

...una actividad intelectual en búsqueda de una cierta eficacia y perfección que se realiza por medio de un artefacto gráfico manual, impreso o electrónico para registrar, para comunicarse, para controlar o influir sobre la conducta de los otros, que posibilita la producción y no sólo la reproducción, que supone un efecto de distanciamiento tanto como una intención estética (Teberosky, 1995, p. 30),

podemos decir en relación con la escritura en estas aulas de la educación de jóvenes y

adultos:

a) Se realiza en el pizarrón y en la carpeta de los alumnos.

b) Es manual, no se utilizan medios impresos o electrónicos.

c) Está vertebrada por la copia.

d) Es la maestra quien determinaba qué, cómo y cuándo escribir, quién se

configuraba en esta práctica como la autoridad que poseía el saber legítimo.

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Podemos evidenciar también que se utiliza para:

a. Registrar por medio de la copia lo que la maestra decide que se copia, en

un circuito generalmente unidireccional: texto escolar, pizarrón, carpeta.

b. La transmisión del conocimiento escolar considerado legítimo debe ser

retenido en una definición, que formula la maestra, como cierre del

desarrollo de una extensa interacción oral entre maestra y alumnos.

c. Para controlar la disciplina de los jóvenes.

Es necesario señalar que la escritura observada no se utiliza para recuperar o revisar lo

trabajado en clases anteriores, ni para comunicar ideas propias o sentimientos, ni con

fines estéticos.

Más allá de estos usos cotidianos de la escritura, subyacen otros, menos explícitos, que

son los de garantizarle tanto a las maestras como a los alumnos la permanencia en la

escuela, darles la oportunidad de constituirse como “maestros y alumnos” y de

permanecer en la escuela primaria nocturna de adultos. Permanecer que se manifiesta en

expresiones de la maestra, como: “para que les quede”.

Estas escrituras, en el espacio de la carpeta de los alumnos daría visibilidad al trabajo

realizado en el aula, el trabajo de enseñar, de ser maestro y ser alumnos, de concurrir a

la escuela, convirtiéndose en una especie de sello y garantía de estar en la escuela.5

Así, la escritura tiene una función de registro6, específicamente de la memoria del paso

por las aulas como maestras y alumnos. La escritura es el registro de su transitar por la

escuela, a modo de credencial identificatoria de una determinada posición o lugar.

Estas primeras reflexiones nos llevan a preguntarnos sobre la relación entre las prácticas

de escritura escolares, puntualmente en las escuelas primarias de jóvenes y adultos, y las

prácticas de escritura de uso social, fuera de la escuela. Porque sin lugar a dudas

La escritura en el cuaderno escolar y en el pizarrón también es una escritura en contexto, pero si la escuela se limita solamente a esos contextos de lectura y escritura no prepara para escribir y leer fuera de ella, que es lo que más importa (Ferreiro, 2000, p. 16).

5 Para profundizar leer el Capítulo IV del Trabajo Final de Licenciatura. 6 Daniel Cassany (1999) clasifica las funciones de la escritura en Intrapersonales e Interpersonales. Entre las primeras caracteriza la función “Registrativa: La escritura supera la volatilidad de la oralidad. La evanescencia del pensamiento interior o las limitaciones de la memoria humana, y permite guardar información sin limite de cantidad o duración” (p. 53).

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Estas prácticas y usos de la escritura, cotidianos y algunos no explicitados, van

construyendo significados en torno a las mismas y configurando la cultura escrita, como

sostiene Kalman (2000).

Tal vez un primer paso sea preguntarse sobre los usos de la escritura que estos jóvenes y

adultos hacen en su vida cotidiana e identificar y recuperar los conocimientos que

poseen en torno a la escritura, para luego plantear la construcción de propuestas de

enseñanza que tengan en cuenta sus trayectorias educativa, escolares, sociales,

familiares y laborales.

Finalmente, un desafío para los espacios de formación inicial de los futuros maestros y

maestras de jóvenes y adultos, es debatir cómo se imbrican las prácticas de escritura

escolares con la construcción de ciudadanía, específicamente pensando a los sujetos

jóvenes y adultos como “ciudadanos de la cultura letrada” (Ferreriro, 2000, p. 16).

Bibliografía

Achilli, E. (2006). Investigación y Formación Docente. (5° Edición). Rosario: Laborde

Editor.

Beinotti, G. y Frasson, M. Directora Dra. Coria, A. (2006). Oralidad y escritura en las

aulas de adultos. Trabajo Final de Licenciatura en Ciencias de la Educación. Escuela de

Ciencias de la Educación. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional

de Córdoba.

Cassany, D. (1999). Construir la escritura. Barcelona - Buenos Aires - México: Paidós.

De Certeau, M. (1996). La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer. México:

Universidad Iberoamericana. Biblioteca Francisco Xavier Clavijero, Centro de

Información Académica.

Ferreiro, E. (2000). Ciudadanos de la cultura letrada. En El monitor de la educación, Nº

1. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. pp. 16-19.

Gvirtz, S. (1999). El discurso escolar a través de los cuadernos de clase. Argentina

(1930 y 1970). Buenos Aires: Eudeba.

Kalman, J. (2004). Saber lo que es la letra. Una experiencia de lectoescritura con

mujeres de Mixquic. México: Siglo XXI Editores - Secretaría de Educación Pública.

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___________(2000). Ya sabe usted. Es un papel importante: el conocimiento de la

lengua escrita en mujeres de baja y nula escolaridad. México: Colección

Pedagógica Universitaria 32-33, Julio 1999 / Junio 2000.

Rockwell, E. (2009). La experiencia etnográfica: Historia y cultura en los procesos

educativos. (1° Edición). Buenos Aires: Paidós.

____________(1996). Los usos escolares de la lengua escrita. En Ferreiro, E. y

Gómez Palacios, M. (Compiladoras). Nuevas perspectivas sobre los procesos de

lectura y escritura. México: Siglo XXI. pp. 296-320.

Teberosky, A y Tolchisky Landsmann, L. (1995). Más allá de la alfabetización: el

conocimiento fonológico, la ortografía, la composición de textos, la notación

matemática y el aprendizaje. Buenos Aires: Santillana.

Documentos

- Ley de Educación Nacional (Ley Nº 26.206). 2006.

- Resolución N° 118/10 y Documentos anexos. Consejo Federal de Educación.

Actividades

A continuación acercamos una propuesta de trabajo que tiene como propósito

reflexionar y debatir sobre las prácticas de escritura en las escuelas primarias para

jóvenes y adultos.

Les proponemos diferentes instancias de trabajo: individual, grupal y de plenario. Y

diferentes actividades: lectura, escritura y debates.

A partir de la lectura individual del artículo La escritura en las escuelas primarias de

jóvenes y adultos. Una mirada sobre sus usos.

1. Recuperar sus experiencias y conocimientos sobre las prácticas de escritura en

una escuela primaria de jóvenes y adultos. Algunas preguntas que pueden

ayudar son:

¿Quién escribe? ¿Cómo se escribe? ¿Se escribe en forma individual? ¿Se

escribe en forma grupal? ¿Se realizan borradores?

¿Qué se escribe?

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¿Dónde se escribe? (pizarrón, carpeta de los estudiantes, carpeta del/ de

la docente)

¿Quién corrige lo que se escribe? ¿Cómo se corrige?

¿Para qué se escribe?

¿Para quién se escribe?

¿Se socializa lo que se escribe? ¿Cómo?7

2. Escribir sus reflexiones sobre las prácticas de escritura en la escuela de jóvenes y

adultos. ¿en qué aspectos coinciden o se diferencian con lo planteado en el

artículo? ¿Por qué?

3. Formar grupos para compartir lo abordado en el punto anterior.

4. Registrar por escrito las reflexiones realizadas (las recurrentes y aquellas que no

lo son).

5. Socializar en un plenario lo elaborado en el punto anterior. Sugerimos registrar

las discusiones y conclusiones que se aborden en el mismo (por ejemplo en un

afiche o en power point) porque pueden ser recuperadas en otras instancias de su

proceso de formación como maestros/as.

7 Estas preguntas están basadas en el artículo de Kalman, Judith. (1996). “¿Se puede hablar en esta clase? Lo social de la lengua escrita y sus implicaciones pedagógicas”. En Documento DIE 51. Tres ensayos sobre la enseñanza de la lengua escrita desde una perspectiva social. Departamento de Investigaciones Educativas. Centro de investigación y de estudios avanzados del Instituto Politécnico Nacional. México.

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A oralidade presente nas escritas iniciais dos alunos jovens e adultos

Marinaide Lima de Queiroz Freitas

Considerações iniciais

Neste artigo, apresentamos a análise de um texto escrito, que fez parte de uma das

turmas do Programa Alfabetização Solidária (PAS)1, cujo corpus maior faz parte do

banco de dados em um Núcleo de Extensão e Pesquisa sobre Alfabetização (NEPEAL),

advindo de uma pesquisa denominada Letramento: as marcas da oralidade nas

produções escritas de alunos jovens e adultos, que se constituiu em uma tese (1998-

2002)2. Tem como objetivo analisar uma produção escrita por um adulto, em processo

de letramento, tendo como foco a demonstração que os fatores de coerência e a coesão

são marcas de oralidade, fundamentada na teoria linguística que defende a existência de

um continuum entre as modalidades oral e escrita, sem com isso negar as

especificidades de cada uma.

Fundamentação teórica

Essa teoria é defendida pelos pesquisadores Marcuschi (1991, 2000, 2002), Abaurre

(1991, 1992), Koch (1992a, 1992b, 1998) e Fávero (1999, 2000). Os seus estudos

mostram que as modalidades oral e escrita são de naturezas diferentes, enfocando entre

outros aspectos a questão da temporalidade e da espacialidade da fala e da escrita

respectivamente. Destacam esses estudiosos que a relação entre a oralidade e escrita dá-

se na perspectiva do continuum dos gêneros textuais. Estes entendidos

Como uma noção propositalmente vaga para referir aos textos materializados que encontramos na nossa vida diária e que apresentam características sociocomunicativas definidas por conteúdos, propriedades funcionais, estilo e composição característica (Marcuschi, 2002, p. 22).

Para Abaurre (1991, p 11-2),

1 Foi um Programa criado em 1996 pelo Conselho da Comunidade Solidária que a partir de 1998, constitui-se em uma Organização não governamental (ONG), sem fins lucrativos e de utilidade pública. A sua atuação, inicialmente deu-se por meio da Associação de Apoio ao Programa Alfabetização Solidária (AAPAS), nos municípios brasileiros com altos índices de analfabetismo entre jovens e adultos. 2 Defendida em 2002, por Marinaide Lima de Queiroz Freitas, no Programa de Pós-Graduação em Linguística da Faculdade de Letras (FALE) da Universidade Federal de Alagoas (UFAL).

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Os primeiros textos escritos [...] não são exemplos verdadeiros e próprios da língua escrita; eles podem ser definidos como escrita apenas no sentido de que foram realizados em espaço gráfico de uma página em branco. Sua estrutura preferencial é, todavia, a da linguagem oral.

Compreende-se que a consequência da superioridade da escrita repercute

fortemente no processo de alfabetização de jovens e adultos, considerando que os

alfabetizandos usam predominantemente a oralidade, fator que faz com que sejam

encarados como indivíduos de segunda classe, por não terem o domínio da escrita.

Compreende-se, também, que faz parte do papel da escola, como uma das importantes

agências de letramento, o tratamento da língua escrita, e por isso, é preciso restaurar o

equilíbrio em relação à modalidade falada, fato que a escola vem desconhecendo. Para

Haverlock (1997, p. 18) é um erro polarizá-las, vendo-as mutuamente como exclusivas

e complementa:

A relação entre elas tem o caráter de uma tensão mútua e criativa, contendo uma dimensão histórica –afinal, as sociedades com cultura escrita surgiram a partir de grupos sociais com cultura oral– e outra contemporânea –à medida que buscamos um entendimento mais profundo do que a cultura escrita pode significar para nós, pois é superposta a uma oralidade que nascemos e que governa dessa forma, as atividades normais da vida cotidiana. Essa tensão pode por vezes, manifestar-se como tendência em favor de uma oralidade resgatada e, em outras ocasiões –e contrariamente, como tendência em favor de sua total substituição por uma sofisticada cultura escrita.

O que acontece é a concepção das modalidades como estanques, e o seu ensino na

Educação de Jovens e Adultos, permanece, em sua maioria, baseado na linguagem

padrão, o que não reflete o seu real uso. É o que nos lembra Marcuschi (2001, p. 8) “na

sociedade atual, tanto a oralidade quanto a escrita são imprescindíveis. Trata-se pois, de

não confundir seus papéis e seus contextos de uso, e não discriminar os seus usuários”.

Para Neves (2001, p. 322) o que falta à escola, em todos os níveis, inclusive no terceiro

grau:

...é considerar a linguagem em funcionamento, o que implica, em última análise, saber avaliar as relações entre as atividades de falar, de ler e escrever, todas elas práticas discursivas, todas elas em uso da língua, nenhuma delas secundária em relação a qualquer outra, e cada uma delas particularmente, configurada em cada espaço em que seja posto como objeto de reflexão....

Neste fragmento de análise, priorizamos as presenças da elipse e da reiteração

enquanto fatores coesivos (Koch, 1992b). E para demonstrar a realização da coerência

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textual levamos em consideração os seguintes fatores: os conhecimentos de mundo, os

conhecimentos partilhados e as inferências (Koch e Travaglia, 1989). Com isso

pretendemos refletir sobre a concepção dominante de linguagem, utilizada no processo

de alfabetização em EJA, pois um número significativo de

alfabetizadores/alfabetizadoras, por desconhecer os processos de textualidade, afirmam

que muitos textos produzidos por alunos jovens e adultos são incoerentes e/ou incoesos,

o que é falso.

A elipse, que se constitui em um fator de coesão referencial, é representada neste

trabalho pelo símbolo (= vazio), e para Halliday e Hasan (1996) ela é uma marca

coesiva de substituição por zero, pois omite um item lexical, um sintagma, uma oração

ou todo um enunciado facilmente recuperável pelo contexto. Para melhor compreensão

é que observamos nos apagamentos do pronome eu das frases que se seguem:

L – 7 => já sei fazer meu Nome

L – 8 => que eu Não sabia Nem

L – 10 => já sei fazer Então agradeço

Koch (1992b, p. 27) e Fávero (2000, p. 15) criticam os autores acima mencionados que

definem a elipse como substituição por zero (0). Ambas entendem que não deve

considerar a elipse à parte; pois:

É preciso lembrar, também, que existem tipos diferentes de elipse. Se muitas vezes, ela consiste simplesmente no apagamento (grifo nosso) de um termo ou expressão presente no contexto anterior (e ai se justifica a ideia da substituição (grifo nosso) por (0), outras vezes ela tem uma função correferencial e, nesses casos, entram em jogo todas as reflexões acima apresentadas a respeito da visão substitutiva de referência (Koch, 1992b, p. 47-8).

A substituição tende a aparecer substituindo qualquer elemento linguístico, embora

costume limitar-se aos elementos que podem ser trocados por intermédio de pro-formas.

Quanto à repetição afirma Koch (1998, p. 93) que ela tem sido tradicionalmente

avaliada de forma negativa, uma vez que costuma-se criticar os textos em que aparecem

como “redundantes”, “circulares”, “mal estruturados”, admitindo-se com isso o seu

emprego, apenas, como recurso estilístico consciente, quando ela então torna-se um

“ornamento do discurso”. Para Ferreiro e Moreira (1996a, p. 158) isso ocorre,

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sobretudo, no contexto escolar, onde do ponto de vista normativo a repetição é

controlada por regras coercitivas de proibição.

Apesar dessas atitudes negativas Koch (1998, p. 93) enfatiza que a repetição está

presente de forma constante na conversação cotidiana, em qualquer palestra ou

discussão, em aulas e exposições em geral, na interação com familiares ou colegas. Para

ela, trata-se de uma estruturação do discurso “os textos que produzimos apresentam uma

grande qualidade de construções paralelas, repetições da fala do outro e assim por

diante”. Justifica que gostamos de repetir provérbios, frases feitas, trechos de canções

famosas, bem como de slogans políticos ou publicitários, palavras, expressões ou

enunciados inteiros pronunciados por artistas, em programas da televisão.

Existe também a “sacralização” das fórmulas estereotípicas rituais (formulaicas) que a

sociedade exige que sejam repetidas de forma idêntica nas mesmas situações, com

sanções maiores ou menores para os casos de transgressões.

Afirma Koch (1998, p. 94) que a repetição é fundamental, tanto em situações rituais ou

em discursos altamente formalizados (ou formulaicos), como na interação cotidiana, por

exemplo, em pares adjacentes como cumprimento, agradecimentos, despedidas,

fórmulas de cortesia em geral.

Koch (1998, p. 94) diz que a repetição, além de ser uma forma de aprendizagem (e de

aprendizagem de línguas em particular), ela constitui, segundo Johnston3 (apud KOCH,

1998, p. 94) em um meio de criar categorias: itens novos, desconhecidos, podem ser

agrupados em categorias linguísticas e culturais subjacentes, ao lado de itens

conhecidos, familiares, quando aparecem em frames repetidos do discurso. Em outras

palavras, a repetição permite assimilar o que é novo ao que já é conhecido. Neste artigo,

o enfoque da repetição que nos interessa em especial é aquele apoiado por Koch (1989,

1991), advindo de pesquisas que a examinam enquanto mecanismo coesivo.

Para essa pesquisadora (1998, p. 95) é impossível a existência de textos veiculadores

exclusivamente de informação nova já que, para a ancoragem da informação

desconhecida, faz-se necessária a co-contextualidade dada, que precisa ser repetida por

diversas vezes no desenrolar do texto. Assim sendo, a repetição deve ser vista como um

3 Johnston, B. Introduction. Text. 7 (3), 1987, p. 205-14.

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mecanismo essencial no estabelecimento da coesão textual, a exemplo a frase “Eu já sei

fazer meu nome, que eu não sabia, nem meu nome […], mas agora já sei”.

No tocante à coerência demarcou-se o estabelecimento das relações de sentidos entre

segmentos textuais utilizou-se dos conhecimentos pessoais de mundo; das práticas

socioculturalmente partilhadas e das inferências que estão presentes em qualquer

discurso ou texto, tanto na modalidade oral quanto escrita sem, contudo, desprezar os

demais fatores que contribuem para a tessitura do texto.

Marcas da oralidade na escrita de um adulto

O gênero redação que se constitui como foco de análise, é de domínio escolar e teve

como temática uma pergunta: Como a Alfabetização Melhorou a Minha Vida?, que

fazia parte de um concurso proposto pelo PAS e fazia parte de uma realização anual do

PAS, que perdurou de 1997 a 2000, e se caracterizou como uma avaliação final, após o

aluno jovem e adulto passar pelo processo de alfabetização de cinco meses. O referido

concurso foi realizado mediante a elaboração de uma redação, utilizando a modalidade

escrita.

Destacamos que quando falamos em domínio, estamos nos referindo aos domínios

discursivos, que constituem práticas discursivas dentro dos quais podemos identificar

um conjunto de gêneros textuais que, às vezes, lhes são próprios, em certos casos

exclusivos, como práticas ou rotinas comunicativas institucionais. Esses domínios não

são textos, nem discursos, mas propiciam o surgimento de discursos bastante

específicos (Marcuschi, 2002).

Antes de adentrarmos na análise propriamente dita do texto, caracterizamos o aluno que

elaborou a referida escrita. O sujeito objeto deste estudo é adulto e pertence ao gênero

humano feminina, casada, vive da agricultura, recebia em média meio salário mínimo à

época da coleta dos dados, o que contribuia para a complementação da renda familiar.

Filha de pais analfabetos, e quando criança, interrompeu seus estudos nos primeiros

anos do ensino fundamental, onde passou aproximadamente três anos e não avançou na

sua escolaridade. A escola que frequentou lhe ofereceu um estudo que, no processo de

alfabetização passou anos procurando dígrafos, separando sílabas, sublinhando palavras,

decorando coletivos, escrevendo frases, fazendo cópias e tantas outras atividades que só

se justificam no domínio interno da escola (Antunes, 2000). Dessa forma, passou pela

leitura sem utilizar blocos maiores, tornado o texto ilegível (Kleiman e Signorini, 2000).

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Essa aluna, depois de tentativas de escolarização envolveu-se no trabalho agrícola, uma

ocupação não qualificada, predominante na região que habita em uma cidade do Baixo

Rio São Francisco, situada no Estado de Alagoas, Nordeste Brasileiro. A atividade rural

não lhe exigiu pouca ou nenhuma habilidade de leitura e escrita e, portanto, de acordo

com o critério do Instituto Brasileiro Geografia e Estatística (IBGE), é considerada

analfabeta funcional.

O sujeito pesquisado sabia assinar o seu nome e a escola que frequentou, antes de

participar do PAS, foi o único local que teve contato com a escrita de forma frequente.

Já se defrontou em situações consideradas complexas, como aquelas em que se exigem

o preenchimento de formulários, a escrita de carta, lidar com receitas culinárias e

médica, ler bulas de remédios, identificar preços de mercadorias e placas indicativas,

dentre outras. Com a falta de incentivo para permanecer no campo, buscou o centro

urbano mais próximo do local da sua moradia. Nesse sentido, Signorini (2000, p. 44)

explica:

...esse estar entre o rural e o urbano, o tradicional e moderno, a miséria e o consumo, o oral e o escrito, que caracteriza a maioria desses migrantes, tem inúmeras implicações. Tanto de ordem psicossocial e afetivo, quanto político-ideológico. Além de acentuar a ausência de autoestima e contribuir para aumentar o sentimento de impotência que geralmente caracteriza todo jovem e/ou adulto socialmente marginalizado, esse estar entre tende também a favorecer a afirmação de valores e de atitudes nem sempre compatíveis com os exigidos pela sociedade urbana industrial como pela escola.

Esses dados nos ajudaram na interpretação da análise da produção abaixo, que iremos

analisar, e acrescentamos que esses dados assemelham e integram-se ao conjunto de

vivência partilhada de outros participantes do referido Programa que, também,

elaboraram produções escritas com a mesma temática. Essa aluna, objeto de estudo,

constituiu-se como participante do trabalho de construção da linguagem, operando com

e sobre ela, transformando-se em sujeito, conforme Possenti (1988, p. 49).

É que, parece, não se podem conceber as possibilidades virtuais de um língua como apenas dada aos falantes, marcados para a execução de um determinado ato. Deve-se conceber a atividade do falante não como atividade de apropriação porque a partir deste conceito, fica excluído o fato de que o locutor age também sobre a língua, já que põe em evidência apenas a ação entre e sobre os interlocutores através da língua.

Anunciamos com base no fragmento acima, o conceito de língua considerado por nós,

nesta análise, que é compreendida como trabalho (ou atividade), elaborado pelos

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indivíduos, com e sobre a linguagem, pois “é nesta atividade que o sujeito constitui-se

enquanto tal, e exatamente por esta atividade” reconhece Possenti (1988, p. 49).

A seguir um exemplo de análise. Inicialmente destacamos a estrutura do texto e em

seguida as ocorrências que nos permite mostrar a inter-relação entre a modalidade oral e

a modalidade escrita.

L – 1 => bem Pra mima

L – 2 => minha escola i muito boa

L – 3 => quando eu Não estudava

L – 4 => eu Não Sabia fazer nada

L – 5 => mais agora eu já sei

L – 6 => faze um bucado de coisa

L – 7 => já sei fazer meu Nome

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L – 8 => que eu Não sabia Nem

L – 9 => meu nome mais agora

L – 10 => já sei fazer Então agradeço

L – 11 => voce que i uma Profeura

L – 12 => Nota mil quitera

O texto analisado está estruturado em forma de poesia. As frases são distribuídas em

versos. Tem direcionalidade e apresenta segmentação das palavras, o que se atribui a

essa aluna já ter passado pelo processo de escolarização, pois segundo Rocha (1998, p.

4) a direcionalidade na escrita é muito complexa. Conclusão que a autora chegou numa

pesquisa realizada na Nova Zelândia, onde as crianças de cinco e seis anos, mesmo

depois de terem dominado esse princípio na leitura, permaneciam com dificuldades

direcionais da escrita.

O texto apresenta-se aparentemente sem pontuação. Para Ferreiro (1996b, p. 150), há

uma maneira de marcar aqui começa o texto e aqui termina anterior à demarcação de

espaços no interior dessa grande unidade. A maneira de marcar os limites é variada.

Maiúscula inicial de texto e ponto final é talvez o mínimo das alternativas possíveis, já

que, para o começo, juntam-se outras alternativas possíveis (título e fórmula de início de

uma narrativa), assim como para finalizar (a palavra fim) e acrescenta-se como mais

uma possibilidade a assinatura do nome do autor.

Outro ponto que merece ser enfatizado segundo Halliday (1990, p. 150), ao tratar da

evolução do sistema de pontuação, é que no princípio, a escrita grega era uma fileira de

letras sem espaço e sem pontuação.

Agrupando as ocorrências encontramos:

a) No campo ortográfico –confusão de uso de letras maiúsculas. É no

processo de inovação da escrita que se distingue sistematicamente as letras maiúsculas e

minúsculas (Hallyday, 1990, p. 150). Outro ponto é que a oralidade não requer

diferença entre letras maiúsculas e minúsculas. Exemplo:

L6: Um bucado de Coisa

L10: Já sei fazer Então agradeço

L11: Voci que...

L12: Nota mil... (traço formulaico - frase feita, emprego de idiomatismo -

jargão).

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b) No campo fonológico –certos traços da oralidade são graficamente

observados, no que diz respeito às vogais do grafema e por /i/ demonstrando as

variações que ocorrem na fala. Exemplos:

L2: minha escola i muito boa

L6: um bucado de...

L11: voci que i uma

c) Palavras próprias da modalidade falada. Nos exemplos abaixo de

marcadores conversacionais, que para Fávero et alii (1999, p. 49) eles promovem a

condução e a manutenção do tópico discursivo, instaurando a solidariedade

conversacional entre os interlocutores na medida em que propiciam dinamismo e

continuidade da interação. Lembra Koch (s/d, p. 2), que a coesão, principalmente na

primeira e segunda séries/anos, é bastante próxima daquela da oralidade que os alunos

já dominam antes de entrar na escola. A conexão entre enunciados faz-se por simples

justaposição ou, então, por meio de sequênciadores típicos do texto oral como então,

dentre outros:

L1: bem pra mim

L10: já sei fazer Então agradeço

d) No fragmento abaixo a repetição dos termos parece ocorrer para dar

continuidade ao tópico. Na visão de Marcuschi (1986), a repetição é uma das atividades

de formulação mais presentes na oralidade, podendo assumir um variado conjunto de

funções:

L2: já sei fazer meu nome

L8 e L9: nem meu nome

Evidências como essas podem auxiliar o(a) professor(a)-alfabetizador(a) da

Educação de Jovens e Adultos a refletir sobre a avaliação dos textos escritos dos alunos,

no sentido de compreender que a coesão interna ao texto é estritamente linguística,

sendo considerados os fatores gramaticais ou normativos; já a coerência constrói-se a

partir do texto. O(a) professor(a) deve levar em conta fatores extratextuais, pois são

eles que fornecem as condições de coerência, que foram recuperadas no corpus

analisado por meio do conhecimento partilhado, conhecimento de mundo e das

inferências, para poder melhor avaliar o aluno em processo de letramento.

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Considerações finais

A análise evidenciou que o estilo composicional da produção é informal, aproximam-se

das interações e marca seus inícios utilizando repetições confirmativas, tem excessos de

repetições de ideias e palavras, que chegam a exceder o necessário para possibilitar a

progressão temática, até mesmo pela dificuldade da alfabetizanda utilizar recursos

anafóricos, de ênfase ou explicação. Caracteriza-se como integrante do gênero primário

cotidiano que, segundo Bakhtin (1992), emergem em situações de produções mais

simples e mais próximas da palavra falada, apesar de estarem materializadas na língua

escrita. Isto porque apresentam as marcas gráfico-visuais que lembram a redação escolar

somente no tocante ao cabeçalho, pois trazem a identificação da escola, a data, nome

do(a) aluno(a) participante, o(a) alfabetizador(a) e o tema.

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Questões de compreensão:

a) A partir da leitura atenta do texto como você compreende a presença da

oralidade em textos escritos por sujeitos jovens e adultos em processo de

letramento;

b) Comente a partir da análise da escrita da aluna, a afirmação de Abaurre (1991, p.

11-2), que

Os primeiros textos escritos [...] não são exemplos verdadeiros e próprios da língua escrita; eles podem ser definidos como escrita apenas no sentido de que foram realizados em espaço gráfico de uma página em branco. Sua estrutura preferencial é, todavia, a da linguagem oral.

c) Reflita a partir do diálogo que teve com este texto, sobre a sua formação como

futuro-a docente da Educação de Jovens e Adultos.

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Enseñanza de las operaciones aditivas para adultos, una estrategia posible1 María Fernanda Delprato Irma Fuenlabrada

Introducción

Este trabajo se ocupa de uno de los recursos utilizados en el diseño y experimentación

de la ingeniería didáctica estudiada en la tesis de maestría de Delprato (2002), el juego

de El Cajero, que posteriormente fuera empleado con variaciones en “clases ordinarias”

de aulas de EDJA (Delprato, Fregona y colaboradores, 2013). En esta presentación se

recuperarán episodios de esa puesta en marcha original en la tesis de maestría realizada

en el Distrito Federal (capital de México) con comentarios de las adecuaciones

realizadas para su implementación en un aula de adultos de la ciudad de Córdoba

(Argentina).

Interesa particularmente describir y destacar su valor didáctico como recurso que

permite la interacción de los adultos analfabetos con las leyes del sistema de

numeración decimal, proveyéndolos de elementos para acceder a la representación, con

sentido, de los números. Así mismo, el juego El Cajero les posibilita el control del

manejo simbólico de las operaciones de suma y resta.

La ingeniería didáctica diseñada considera las aportaciones de la educación de adultos y

de la didáctica de las matemáticas en relación con la importancia de valorar y recuperar

las nociones y usos sociales de los números y “las cuentas” de los sujetos de

aprendizaje, siendo relevante a la vez la extensión de estos saberes y usos previos hacia

el conocimiento de las funciones y leyes del sistema simbólico que usamos: el sistema

numérico decimal.

1 Una versión anterior de este artículo fue publicada en Delprato, Ma. F. y Fuenlabrada, I. (2003) “EL CAJERO. Un recurso didáctico que favorece el acceso de los adultos analfabetos a la simbolización de los números y las operaciones de suma y de resta”. Decisio. Saberes para la acción en educación de adultos, Vol. Primavera 2003, pp. 37-40. CREFAL: Pátzcuaro (México), 2003. Disponible en línea en: www.crefal.edu.mx

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Actividades

El trabajo de campo de la tesis de maestría se desarrolló a lo largo de diez sesiones de

cuarenta y cinco minutos con cada una de las siguientes tres mujeres: Carmen (cuarenta

y seis años, dos años de primaria, atiende un puesto de dulces), Sofía (veintiocho años,

iniciando la escuela primaria, empleada doméstica) y Olga (veinticinco años, iniciando

proceso de alfabetización, empleada doméstica). Ellas migraron a la capital,

provenientes respectivamente, de los estados de México, Hidalgo y Guerrero. Fueron

atendidas de modo individual con acciones de enseñanza pertinentes a cada una de ellas,

en función de sus saberes previos, de sus posibilidades de respuesta, de sus visiones

sobre las temáticas trabajadas y sobre el saber matemático en general. No obstante, cabe

señalar que esta modalidad de asesoría individual se identifica con uno de los estilos

vigentes en el Instituto Nacional de Educación de Adultos (INEA) de México, pero se

diferencia en su contenido.

Antes de profundizar en el juego de El Cajero, es necesario precisar algunas cuestiones

de orden matemático. El sistema de numeración que habitualmente se usa para escribir

los números es de base (10) y de posición. Estas características

...conllevan rasgos peculiares de los algoritmos de suma y resta usados. El número de símbolos limitado a diez (0, 1, 2, ..., 9) y el carácter posicional del sistema da la posibilidad de operar sobre cada agrupamiento (los unos, los dieces, los cienes, etcétera), en ambas operaciones, como si se lo hiciera sobre dígitos (Fuenlabrada, et al., 1984).

Por ejemplo, en la suma 45+23, se puede sumar 4+2 (dieces), y en la resta 45-23 se

puede restar 4-2 (dieces), es decir que sumamos en este caso, decenas como si fueran

dígitos.

Otro rasgo de estas operaciones deriva de las leyes de transformación del sistema

numérico decimal. Por ejemplo, en 45+28, al sumar 5+8 (unos) se obtienen 13 unos,

que se transforman en 1 (diez) y 3 (unos), el 1 (diez) así obtenido debe considerarse con

la suma de 4+2 (dieces). Mientras en la resta, 562-381, por ejemplo, al querer restar 6-8

(dieces) se hace necesario tomar 1 (cien) y desagruparlo en 10 (dieces) que con los 6

(dieces) que se tienen hacen 16 (dieces) a los que se le pueden restar los 8 (dieces),

quedando en el minuendo sólo 4 (cienes).

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El juego de El cajero. Consideraciones didácticas generales

El juego se implementó en la tercera sesión como un ajuste a la forma en que se venía

trabajando el sistema de numeración. Inicialmente, se realizaron actividades de

reflexión sobre regularidades de la serie numérica escrita. La actuación de las mujeres

en esas actividades puso en evidencia que no podían anticipar desplazamientos en la

serie numérica que implicaran reagrupamientos o desagrupamientos. Estas dificultades

y la preocupación por facilitar rápidas evidencias de aprendizajes sociales relevantes

para los adultos (la usual escritura de los números y de los algoritmos), condujeron al

mencionado ajuste: introducir el juego del El Cajero y el registro en una tabla. De esta

forma buscábamos propiciar, en las mujeres, una interacción reflexiva con las leyes

constitutivas del sistema habitual de representación de los números y, una aproximación

a los algoritmos convencionales de suma y resta.

El Cajero. Consideraciones didácticas específicas para adultos de baja escolaridad

Se necesita organizar un banco, designar un cajero y tener tres dados. La organización

del banco tuvo como referente el dinero de circulación cotidiana. Se eligió el dinero por

ser un portador social de uso de los números que permite recuperar la familiarización

implícita de sus usuarios –aun de los adultos analfabetos– con las leyes de cambio

relacionadas con el carácter decimal del sistema de numeración. En México2 circulan

monedas de 1, 2, 5, 10, 20 pesos y billetes de 20, 50, 100, 200 y 500 pesos. Por ello, en

dos de las caras de cada uno de los tres dados, aparecían los números: 1, 2 y 5 (en el

primer dado); el 10, 20 y 50 (en el segundo); y el 100, 200 y 500 (en el tercero). Y se

utilizaron para el banco fotocopias sólo de las monedas de $1 y $10 y el billete de $100,

por su relación con los agrupamientos decimales del sistema de numeración.

2 En su implementación realizada en un CENPA (Centro de Nivel Primario de Adultos) de Córdoba (Argentina), se emplearon los siguientes materiales: billetes y monedas de $100, $10 y $1; una caja con tres espacios (a semejanza de las cajas registradoras) para colocar de izquierda a derecha los billetes de $100, los de $10 y las monedas; dos o tres dados de diferentes colores con distinto valor (dado blanco los puntos valen 1; dado rojo los puntos valen 10; dado verde los puntos valen 100); una tabla para registrar con tres columnas con el siguiente encabezado: $100, $10 y $1. (Delprato, Fregona y colab., 2013).

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Por tratarse de una intervención individual, el rol de cajero (el dueño del banco) lo

asumió la entrevistadora3 quien además participó como contrincante de la mujer

entrevistada.

El Cajero ascendente4: los jugadores por turnos tiran los dados y piden al cajero

monedas de $1 y $10 y billetes $100 en función de lo que los dados señalen. Cada vez

que se reúnen diez monedas del mismo valor deben cambiarse por una del valor

inmediato superior. Así, diez monedas de $1 se cambian por una moneda de $10; a su

vez, diez monedas de $10 deben cambiarse por un billete de $100. Gana el primer

jugador que logre reunir una cantidad de dinero preestablecida.

El Cajero descendente: cada jugador recibe al inicio una cantidad de dinero. Por turnos

los jugadores tiran el dado y entregan al banco la cantidad exacta de dinero que

indiquen éstos usando sólo monedas de, $1 y/o $10, y/o billetes de $100. Esto implica

que cuando un jugador no tiene suficientes monedas de la denominación que debe

entregar se ve en la necesidad de cambiar en el banco una de orden superior. Por

ejemplo, si un jugador tiene que entregar $52 pero sólo tiene billetes de $100, debe

tomar uno de éstos y cambiarlo en el banco por diez monedas de $10 y a su vez, tomar

una de estas monedas y cambiarla por diez monedas de $1 y así entregar las cinco

monedas de $10 y las dos de $1. Así, gana el primer jugador que se deshaga de su

dinero.

El Cajero propicia una familiarización informal con los procedimientos de agrupar y

desagrupar requeridos para la resolución de las operaciones convencionales de suma y

resta. Esta explicitación de la regla de cambio se acompañó del registro en una tabla –de

la que nos ocuparemos luego– que posibilitó el reconocimiento de los agrupamientos

que componen el sistema (los cienes, los dieces y los unos) y su vínculo con la escritura

(posicional) de los números.

3 El trabajo con el grupo clase en el CENPA posibilitó que una alumna cumpla la función de cajero de modo rotativo en los diferentes partidos. 4 La consigna del juego implementada en el CENPA fue: “Vamos a jugar al cajero. Este juego consiste en ir tirando dos dados, uno blanco que vale $1 y uno rojo que vale $10, para formar cantidades hasta que gane alguno de los jugadores por llegar a $100. Luego de tirar tengo que decirle al cajero la cantidad de dinero que me salió y pedirle los billetes y monedas que necesito. Después, anoto esa cantidad de billetes o monedas que recibo en la columna que corresponda. Cada vez que tengo diez monedas de $1 debo cambiarlas por un billete de $10, y cuando tengo diez billetes de $10 debo cambiarlos por un billete de $100. ¿Cómo sé si gané? Anotando lo que voy juntando” (Delprato, Fregona y colab., 2013).

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Cabe aclarar que formalmente sólo se trabajó con El Cajero y el registro en la Tabla en

las sesiones tercera y cuarta. Posteriormente, la representación de los números y de la

operatoria se realizó en situaciones aditivas (suma y resta) mediante problemas del

contexto comercial5. En estos ejercicios usamos cantidades representadas con y sin

correspondencia con la escritura convencional. Por ejemplo, $235 podía estar

representado con un billete de $100, doce monedas de $10 y quince monedas de $1; o

bien, con dos billetes de $100, tres monedas de $10 y cinco monedas de $1. Es decir,

desde la perspectiva de la ingeniería didáctica implementada, se trataba de ver en qué

medida la reflexión sobre las leyes de agrupamiento y su correspondencia con las

restricciones de una escritura posicional (propiciadas por El Cajero y el registro en

Tabla), eran incorporadas por las mujeres en la resolución de problemas.

¿Qué sabían las mujeres y a qué se enfrentaron realizando el juego de “El

Cajero”?

Con base en los conocimientos previos de cada una de las mujeres y con el propósito de

extenderlos, planteándoles un reto intelectual, las actividades con El Cajero ascendente

y descendente se realizaron en rangos numéricos diferentes6. Así con Carmen se trabajó

del 0 al 900 (dominio inicial hasta el 200), con Sofía del 0 al 200 (dominio inicial hasta

el 100) y con Olga del 0 al 100 (dominio inicial hasta el 20)7. El dominio inicial de cada

una de las mujeres alude a las posibilidades de escritura y lectura de números, lo cual no

5 En la experiencias del CENPA la secuencia global de trabajo fue: juego efectivo, análisis de registros del juego (para analizar la escritura de números y/o las transformaciones en la operatoria la maestra plantea cuestiones sobre el proceso de escritura y lectura del monto obtenido en cada jugada y del total: “¿Qué escribíamos en la tabla? ¿Qué cantidad de dinero le salió a… en la primera/segunda jugada? ¿Eso está escrito en algún lado?”), juego evocado (a través problemas enunciados) (Delprato, Fregona y colab., 2013). 6 Asimismo, dadas las condiciones de implementación en el marco de clases ordinarias, o sea trabajo con el grupo clase heterogéneo en sus conocimientos disponibles de modo simultáneo, trabajar con la idea de versiones (véase Delprato y Aguilar, en prensa). Las mismas ofician de proyectos que permiten delinear recorridos en que incluir a sujetos con avances dispares (por sus conocimientos disponibles y/o por su inasistencia irregular) en el marco de un trabajo simultáneo con todo el grupo. 7 Las versiones trabajadas en el CENPA estuvieron destinadas a conformar tres grupos de trabajo: primer nivel (se juega hasta llegar a 100; los dados son uno blanco en el que los puntos valen 1, y otro de color rojo en el que los puntos valen 10; se registran los puntos obtenidos y los totales parciales en la tabla); nivel intermedio (se juega hasta llegar a 200; los dados son los mismos que en la versión anterior, pero hay más jugadas; se emplea la misma tabla para el registro); segundo nivel (se juega hasta llegar a 900; se incorpora otro dado de color verde en el que los puntos valen 100 y se modifican las caras de los dados que valen 10 y 100 para ampliar el rango numérico de trabajo; no se sugiere el uso de la tabla para el registro aunque algunas alumnas la emplean).

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se correlacionaba de manera directa a sus posibilidades de reconocer cantidades

mayores usando el dinero. Por ejemplo, sabían que tenían $235 cuando esa cantidad

(235) estaba representada con monedas y billetes aunque no supieran escribirla. Las

entrevistadas también manejaban procedimientos de cambio por sus vivencias

cotidianas con el uso del dinero. Sabían, por ejemplo, que si el dado señalaba 200

debían pedir dos billetes de $100; también que doce monedas de $10 son lo mismo que

un billete de $100 y dos monedas de $10; asimismo sabían que podían cambiar un

billete de $100 para obtener monedas de $10. Sin embargo, fue El Cajero el recurso que

posibilitó la explicitación de dichos procedimientos de cambio y permitió a la vez su

sistematización.

En cuanto a las estrategias que las mujeres inicialmente tenían para controlar el cálculo

se observó que eran diversas. Olga mostraba serias dificultades para retener la

información en el cálculo mental, por desconocer la representación simbólica de

números mayores al 20 y la representación gráfica de la suma y la resta, como puede

advertirse en el siguiente ejemplo:

“O- Doscientos setenta y nueve le

quito los dos (se refiere a los 200),

doscientos setenta (está tratando de

encontrar el número más próximo al

279), doscientos ochenta (redondea

279 a 280) … y doy de abono ciento

(piensa en el 100 del 152) …

E- Ciento cincuenta y dos.

O- Cincuenta y dos (no considera el

100 del 152 y los 52 los redondea a 50)

son … doscientos (piensa en el 200 del

280 que ya había obtenido) … ciento

(retoma el 100 del 152) … doscientos

cincuenta (suma 200 del 280 con los

50 del 52), trescientos (suma ahora el

Reconstrucción del cálculo mental:

Resolución convencional: 152+279

152 + 279

[ 279–2 (100) ]

270 (está tratando de

encontrar el número

más próximo a 279)

100 + 52 280 (redondea 279 a 280,

en su resolución final

no (en su resolución

quita el uno que

agregó)

final se olvida de

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200 del 280 pero con el 100 del 152),

trescientos. ¿Debía trescientos ochenta

(recupera el 80 del 280 provenientes

del 279, que suma a los 300 recién

obtenidos)?”

(Delprato, 2002, p.131)

agregar el 52)

200 + 80

50 250

300

380

Motivos de fracaso: olvida agregar 52 y

quitar el uno que agregó en el redondeo de

279 a 280

(380+52–1=431)

Sofía siempre recurría a una cuenta escrita (cuando podía escribir los datos) pero usaba

un algoritmo erróneo, a saber:

(luego de que resuelve la operación en

silencio la entrevistadora le pide que la

argumente)

“S- Me salió cuatrocientos tres. (es

incorrecto)

E- ¿Cuatrocientos tres? A ver cómo le

hiciste.

S- Sí porque son trece (resultado de

sumar las unidades 5+8). Son 10 (suma

las decenas), llevamos una (se refiere al

Su anotación es:

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1 que escribió en la columna de las

decenas). Y dos, más los dos (señala los

1 “que se llevaba”), cuatro. “

(Op.cit., p.108)

Carmen disponía de un eficaz cálculo mental como recurso (con anotaciones

ocasionales de los datos o de la suma), pero tenía dificultades cuando tenía que operar

con números grandes (mayores al 600) y cuando era necesario hacer transformaciones

sucesivas (en el caso de la resta).

Como puede advertirse en la caracterización anterior tanto Sofía como Carmen,

contaban con algún registro de la suma y la resta, pero no tenían ninguna posibilidad de

argumentación para sostener el me llevo o el le pido prestado, aún cuando Carmen

resolvía exitosamente8.

El registro en una tabla

Al mismo tiempo que las mujeres realizaban El Cajero ascendente o el descendente, se

les solicitó que fueran registrando en una tabla (de tres columnas cuyos encabezados

eran $100, $10 y $1 –en ese orden–) los resultados de sus tiradas, uno debajo del otro,

destacando con marcador lo obtenido una vez realizados los cambios. También se les

propuso el trabajo inverso, es decir, identificar los agrupamientos presentes en una

cantidad de dinero registrada en la tabla; a lo que se adicionaba una reflexión sobre la

no pertinencia de escribir en una columna más del número nueve (en atención a la regla

de cambio). Posteriormente, al retomar el registro convencional de los números (que

inicialmente podían producir) y su correlación con el registro en una tabla, pudieron así

8 En la implementación en el CENPA advertimos otras dificultades que describimos para poder anticiparlas y analizarlas si se presentan. Una de ellas es que el registro en la tabla de la cantidad de monedas y billetes no es reconocido inmediatamente como la escritura del número obtenido, por lo que es importante incorporar la reflexión sobre los registros producidos. Como señalábamos en la reflexión sobre esa experiencia (Delprato, Fregona y colab., 2013) quizás este fenómeno esté asociado a esta opción de enseñanza de la numeración que algunos autores caracterizan como “analítica” (Palmas y Block, 2011), es decir, el “formar los numerales considerando el valor relativo de las cifras que los componen”. Estos autores también señalan otra dificultad observada en el transcurso de la implementación del juego, la ocasionada por “la doble valencia de las cifras que componen los numerales” (el valor absoluto y el valor relativo). Esto fue advertido en la confusión sobre qué se registra en cada columna (“¿la cantidad de dinero o la cantidad de billetes de cada tipo?”), que se presentaba en el registro de las cantidades obtenidas y en el cálculo del dinero juntado.

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reconocer el rastro de los agrupamientos en la posición de las cifras.

En El Cajero ascendente, todas las entrevistadas tuvieron dificultad para aplicar la regla

de cambio, porque en la representación con dinero es tan válido tener $18 sólo con

monedas de $1, como tenerlos con una moneda de $10 y ocho de $19. El registro en la

tabla permitió a las mujeres diferenciar las distintas formas de representar las cantidades

con dinero de su representación en correspondencia con la escritura numérica

convencional. Esto fue posible porque fueron comprendiendo a la regla de cambio como

el recurso para controlar y producir el registro convencional de una cantidad de dinero

que hasta entonces sólo podían nombrar por su conocimiento del sistema monetario.

Por ejemplo, Olga, apoyada en las regularidades de la serie numérica oral y su

experiencia con el dinero, en la resolución de un problema escribe 61 para el seiscientos

(seis... [6]... cien [1] tos), número que le era desconocido (sólo sabía escribir hasta el

20). Luego logra rectificar su escritura mediante la identificación del agrupamiento,

pues dice son “seis de a cien” y la entrevistadora le pregunta: “¿tienes monedas de a

diez, tienes monedas de un peso? Oh —... Uhm... no (...) seis (Olga borra el 61). Sí, seis

(escribe el 600)”. Se infiere que el razonamiento de Olga no se sostiene en el rito

tradicional de identificación de unidades, decenas y centenas sino en la recuperación de

El Cajero y la tabla como recursos que le han permitido comprender la escritura y la

operatoria del sistema numérico decimal.

Cabe señalar que en El Cajero descendente, las tres mujeres aceptaron, en cambio, sin

dificultad la regla de transformación puesto que ésta es una estrategia relacionada con la

posibilidad de operar, es decir, ellas reconocían la necesidad de tener cambio para poder

entregar exactamente la cantidad requerida.

Resultados

Al inicio de la experiencia de aprendizaje, las mujeres podían resolver problemas

aditivos, referidos al contexto comercial, con estrategias de cálculo ineficientes (Olga y

9 En el CENPA en cambio, la regla fue adoptada pero esto supuso que en general que en el contexto del juego no aparece la problemática del registro de las transformaciones por la secuencia de acciones propuestas: canjear y luego registrar el total obtenido. Es importante reconocer esta restricción, es decir, que la problemática del control y registro de las transformaciones aparece cuando se opera a nivel simbólico. Por ende sería importante instaurar un momento de trabajo en el que el juego se dé en un contexto evocado que además le permite al docente controlar las cantidades con las que trabajarán los alumnos que ya no están libradas al azar del juego.

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Sofía) o limitadas (Carmen). Podían también reconocer oralmente las cantidades de

dinero involucradas en los problemas; y podían, escribir algunos números pero

desconocían las razones que sustentan la escritura de los números y sus relaciones con

los mecanismos usuales de manipulación simbólica de la suma y la resta.

El Cajero y el registro en la Tabla (tirar los dados, cambiar y registrar) permitieron que

las entrevistadas interactuaran sistemática y ordenadamente con los procedimientos

informales de suma y resta en un ámbito reconocido por ellas (las relaciones de cambio

monetario). Además estos recursos propiciaron el descubrimiento de las leyes del

sistema de numeración decimal que se expresan en la escritura posicional y el control de

los procedimientos algorítmicos de la suma y la resta.

Así Olga, con esta forma de enseñanza de la representación escrita, accedió a un recurso

para retener información (la escritura de los datos de un problema) y mejoró su

desempeño en el cálculo haciendo uso de algoritmos escritos en reemplazo de su cálculo

mental inicial poco eficaz, evocando los canjes con dinero para su dominio. Por

ejemplo, al resolver la cuenta 589+114 fuera del contexto del juego enuncia:

Uhm … nueve …¿trece pesos? […] cambiaría las de a peso por de a diez. [anota el 1 arriba de las decenas] quedan tres [escribe 3 en las unidades] diez monedas de a peso…de a diez [rectifica] […] las cambiaría […] por un billete de cien, le pongo [escribe 1 arriba de las centenas] ¿cero? [señala el lugar de las decenas y lo anota] Uhm … cinco, seis … cinco, seis. ¿Siete? [escribe el 7 en el lugar de las centenas].

Sus anotaciones son:

(Op. cit., pp. 115-116)

Sofía pudo revisar sus algoritmos previos erróneos, acceder a los procedimientos

algorítmicos correctos y a su argumentación mediante el uso de la Tabla. Finalmente

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Carmen, al explicitarse la lógica subyacente a los algoritmos confrontando la resolución

ya conocida por ella y la resolución obtenida empleando la Tabla, logró extender estos

procedimientos algorítmicos a números más grandes y argumentar las transformaciones

que empleaba ritualmente (“llevar” y “pedir prestado”).

Estos episodios y los reconstruidos en la experiencia en el CENPA evidencian que este

juego así como las ocasiones en que se evoca o reflexiona sobre el juego contribuyen a

trabajar con algunos procedimientos involucrados en la técnica algorítmica de la suma y

de la resta: las transformaciones o canjes, la resolución por columnas (la de los

agrupamientos de $100, $10 y $1) y la columna por la cual conviene empezar a

resolver. Pero a su vez, el trabajo con la tabla (como vimos en el caso de Sofía) permite

un trabajo sobre el valor posicional de los números que da mayores posibilidades de

control y de revisión de sus formas de cálculo. Pero además advertimos que estos

saberes posibilitan disponer de recursos de argumentación de procedimientos

conocidos, como en el caso de Carmen, y así generalizarlos al acrecentar su dominio

(Delprato, Fregona y colab., 2013).

En la implementación en el CENPA nuevamente encontramos alumnas que recurren al

dinero para justificar su técnica de resolución. No obstante, en dicho estudio advertimos

los límites del dinero como un recurso de representación del aspecto cardinal del

número dado que al estar mediatizado por el valor de los billetes supone distinguir el

valor simbólico otorgado socialmente a cada billete. Esto conlleva que en el canje entre

monedas y billetes no haya una equivalencia “real”.

En dicho estudio además reconocimos la potencialidad que tiene en un aula de EDJA el

uso del juego como estrategia de enseñanza dado que

…posibilita construir una posición docente dispar a la habitual, un corrimiento del lugar del saber y de la responsabilidad del hacer que con el tiempo otorga mayor autonomía al grupo de alumnos. Por ende, contribuye a constituir una posición del alumno adulto no solo signada por el placer frente a la actividad (en el marco de una cotidianeidad muchas veces abrumadora), sino centrada en el desafío de buscar estrategias para ganar, y de compartirlas (Op. cit., p. 93).

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CLAVES DE LECTURA:

Algunas condiciones que supone la secuencia propuesta

Les proponemos volver sobre la lectura del artículo y reconocer algunas condiciones de

la secuencia propuesta y procesos promovidos en los sujetos:

1) Para reconocer condiciones implícitas en el diseño de las actividades:

a) Describan algunas condiciones de la secuencia original: materiales, consigna,

registros promovidos, tipos de situaciones propuestas en la secuencia.

b) Compárenlas con las condiciones propuestas en la implementación en Delprato,

Fregona y colab. (2013) recuperadas como notas aclaratorias de este texto.

c) Busquen este juego en materiales destinados a niños. ¿Qué adecuaciones

reconocen que se han realizado para el trabajo con adultos? ¿Por qué consideran

que se han realizado estos cambios? ¿Qué indicios les da esta propuesta para

pensar en la especificidad del trabajo en la modalidad de EDJA?

d) Discutan cómo retomarían las condiciones identificadas en el punto 1a para

pensar de modo análogo el trabajo con este juego para el trabajo con la

enseñanza de la resta.

2) ¿Qué pasó en la implementación con los sujetos?

a) Retomen y sinteticen qué conocimientos sobre los números tenían “las mujeres”

al inicio de la secuencia.

b) ¿Cómo operaban? Deténganse en caracterizar las formas de registro empleadas

por cada una.

c) ¿Qué cambios pueden reconocer que promovió el trabajo propuesto en cada una

de “las mujeres”? Retomen sus respuestas a las preguntas 2a y 2b, compárenlas

con los desempeños relatados en el apartado “Resultados”.

Recomendaciones para la implementación de la secuencia

1) En general, el uso cotidiano del sistema monetario permite a los adultos de baja

escolaridad reconocer cantidades representadas con dinero, por ejemplo, si tienen dos

billetes de $100, tres de $10 y cinco monedas de $1, saben que tienen doscientos treinta

y cinco pesos, pero no pueden escribir el 235. Por esta razón es muy importante

empezar por explorar los rangos numéricos de competencia de los adultos, es decir, su

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posibilidad de escritura y lectura de números, orden y desplazamientos, esto determina

el rango de competencia. Con base en ellos se organizan diferentes equipos.

2) Se plantea el juego de El Cajero ascendente y descendente, en rangos numéricos

desafiantes pero cercanos a las experiencias de los adultos integrantes de cada equipo.

Así como se hizo por ejemplo, con Carmen, con ella el juego de El Cajero se trabajó del

0 al 900 porque su dominio inicial estaba hasta el 200; mientras que con Olga cuyo

dominio inicial estaba hasta el 20, el juego se realizó en el rango hasta el 100.

3) Cabe recordar que en el juego solamente se utilizan las denominaciones de billetes y

monedas de $100, $10 y $1, no obstante que el sistema monetario contenga otras

denominaciones (como en el caso de México que existen $2, $5, $20, $50, $200 y $500)

porque la pretensión es que el juego posibilite el reconocimiento de los agrupamientos

que componen el sistema (los cienes, los dieces y los unos) y su vínculo con la escritura

(posicional) de los números.

4) Una vez dadas las reglas del juego: tirar los dados, cambiar y registrar en una tabla,

es muy importante sistematizar las acciones. Los participantes suelen olvidarse de

aplicar la regla de cambio -diez monedas de $1 se deben cambiar por un billete de $10 y

diez billetes de $10 por un billete de $100- antes de registrar y consecuentemente, en las

columnas aparecen números diferentes a los dígitos (0, 1, 2,…, 9) como lo señala la

regla de registro. Frente a estos olvidos, se recuerdan las reglas, pero aun así es

recomendable propiciar reflexiones sobre el registro en la tabla, con diversos

planteamientos como los siguientes:

a) La regla en la tabla sólo es válido escribir en cada columna los números del 0 al 9,

¿son suficientes esos números para anotar en la tabla lo que sale en los dados?, ¿por qué

son suficientes? (por la regla de cambio).

b) Para revisar el valor posicional de las cifras, se pueden, señalar cifras registradas en

diferentes columna, por ejemplo, un 4 en la segunda columna de derecha a izquierda,

¿cuál es el valor de este cuatro? O bien, ¿puedes localizar en la tabla un cinco que valga

quinientos?

5) Para orientar la situación hacia el cálculo de sumas con apoyo de la tabla, así como

empezar a revisar la conveniencia de realizar el cálculo de izquierda a derecha, se puede

plantear, por ejemplo, que, al término de un juego, averigüen el total de las cantidades

registradas en su tabla, dejándolos en libertad de empezar por la columna que

consideren más conveniente.

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Algunos empiezan por el cálculo de las columnas que no implican transformaciones,

otros, empiezan por la columna de la izquierda, en apego a la orientación de la escritura.

En ambos casos, aparecen registros parciales o bien es necesario borrar algunos para

incorporar, si es el caso, el resultado de la transformación a la que da lugar el cálculo de

la columna que está a la derecha.

Se revisa la conveniencia de calcular de derecha a izquierda, esto permite cuantificar el

total de una columna, hacer la transformación correspondiente y registrar en la columna

que se está trabajando la cantidad de unos, dieces o cienes que sobraron después de

hacer la transformación mientras que el resultado del agrupamiento se agrega a los

dieces o cienes que se van a cuantificar en la columna de la izquierda.

6) Para sustituir el registro en la tabla por el algoritmo de la suma, se plantea como

desafío el que calculen la suma de varios números, para averiguar qué les resultó

significativo del registro de cantidades en tabla así como qué acciones (y cómo) evocan

de las realizadas al sumar con la tabla. Por ejemplo: ¿registran las cantidades una abajo

de la otra “preservando” las columnas de los unos, dieces y cienes?, ¿empiezan el

cálculo por la primer columna de la derecha continuando hacia las de la izquierda?,

¿cómo y en dónde registran el resultado de las transformaciones? Finalmente se puede

explicitar procedimientos implicados en el algoritmo ampliado de la suma.

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La articulación entre organizaciones sociales y escuela: la acreditación de experiencias educativas en educación de adultos

Arrieta, Rocío Montenegro, Guadalupe

Introducción

En Argentina las organizaciones sociales han desempeñado un papel central en el

desarrollo de experiencias de educación popular dirigidas a la población adulta. A partir

de la década de los noventa esta corriente político pedagógica se constituye en un eje

fundamental para la mayoría de las organizaciones sociales que resisten a las políticas

neoliberales y luchan por la construcción de una ciudadanía democrática (Finnegan,

2009). Si bien no hay una definición homogénea de lo que es la Educación Popular,

puede definirse por una finalidad política específica: la emancipación de los sectores

marginados, promulgando la transformación de la estructura social en pos de sus

intereses. Si bien las prácticas de educación popular han sido históricamente

desarrolladas fuera del ámbito estatal, específicamente fuera del sistema educativo

formal, actualmente las organizaciones sociales se involucran en procesos de

resignificación y apropiación de las políticas públicas de educación. Algunas de estas

organizaciones comienzan a vincularse con el estado con el objetivo de conseguir el

reconocimiento oficial de las experiencias educativas que desarrollan, y así posibilitar

que quienes participan de estas experiencias acrediten oficialmente la formación

realizada (Elizalde, 2008; García, 2011). Este nuevo escenario nos lleva a preguntar de

qué modo se desarrollan las “articulaciones” entre las organizaciones sociales y el

estado y cuáles son los aspectos más significativos que se ponen en juego en esta

relación.

Para aproximarnos a este aspecto del campo de la educación de adultos, durante los

años 2010-2012 analizamos, desde una perspectiva antropológica, las prácticas

educativas desarrolladas por una organización barrial que trabaja de manera articulada

con un Centro Educativo de Nivel Primario de Adultos (en adelante CENPA), de la

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zona sudeste de la ciudad de Córdoba1. El propósito de esta articulación es que un grupo

de mujeres adultas, del barrio donde la organización trabaja, acredite la escolaridad

primaria; con este objetivo, las mujeres participan de encuentros coordinados por

miembros de la organización y asisten al CENPA sólo en las instancias en que la

maestra evalúa formalmente los contenidos trabajados con los educadores de la

organización.

La posibilidad de desarrollo de esta experiencia educativa, implica el accionar

“articulado” de los distintos sujetos involucrados: la organización social, las mujeres del

barrio y la docente a cargo del CENPA2. Se trata de acciones cotidianas que posibilitan

la práctica educativa y configuran los procesos de negociación entre los sujetos que

analizamos en este trabajo. Hay tres objetos que son constantemente disputados en estos

procesos: el espacio físico –en qué lugar realizar los encuentros de aprendizaje, las

evaluaciones y las “devoluciones” de las mismas; el tiempo –los acuerdos sobre día y

horario en que se desarrollan los encuentros y las evaluaciones, así como las continuas

postergaciones y suspensiones de las actividades; y el contenido, es decir qué áreas de

conocimiento se priorizan en la enseñanza y cuáles de ellas y de qué maneras se

evalúan. En este artículo focalizamos el análisis en los procesos de negociación en torno

a los contenidos que se trabajan en esta experiencia educativa.

Realizamos en primer lugar una presentación de la experiencia y los sujetos

involucrados; en segundo lugar examinamos las acciones desarrolladas y los procesos

de negociación que van definiendo los contenidos trabajados. Finalmente, analizamos el

modo en que la acreditación oficial atraviesa y define la totalidad de la experiencia.

¿La escuela de adultos va donde está la demanda? Estudiar en el barrio

La organización social con la que trabajamos –integrada en su mayoría por jóvenes

estudiantes universitarios– participa desde el año 2005 en el barrio desarrollando

distintas actividades educativas y culturales: apoyo escolar de nivel primario y 1 Esta experiencia se analizó en el marco de nuestro Trabajo Final de Licenciatura en Ciencias de la Educación, denominado “Escuela y Organizaciones sociales: una experiencia en Educación de Adultos”. Dirigida por la Dra. María del Carmen Lorenzatti. Aprobado en marzo de 2012. 2 Los Centros Educativos de Nivel Primario de Adultos (CENPA) son de origen nacional, surgen en 1965 como Campaña de Alfabetización dependiente de la Dirección Nacional de Educación de Adultos y luego se asimila al Sistema Educativo Formal a partir del año 1980, cuando se realiza el traspaso de las escuelas nacionales a las provincias, durante el gobierno militar. Son de modalidad presencial, y funcionan de lunes a viernes y generalmente en horario nocturno, sin embargo pueden modificar su horario de funcionamiento si la demanda de los alumnos así lo requiere. Organizativamente, se sostienen con un solo maestro, quien está a cargo de todos los ciclos y las distintas tareas administrativas y docentes.

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secundario, espacios educativos con hombres y con mujeres adultas, clases de guitarra

para niños y jóvenes y actividades recreativas de dibujo y lectura en una biblioteca

popular de un barrio cercano. Además de estas actividades, trabajan con la gente del

barrio para avanzar en la solución de problemáticas, como la carencia de servicios

básicos y las amenazas de desalojo, para lo que organizan asambleas, se vinculan con

otras organizaciones barriales, organizan ferias para vender productos realizados

colectivamente, etc.

Cuando comienzan a trabajar en el barrio, la organización entre en contacto con muchas

personas adultas de la zona que están interesadas en “terminar” la escuela primaria

quienes, en su mayoría iniciaron su escolaridad cuando eran niños pero, por distintas

razones, no pudieron finalizar. Luego de varios intentos de conformar un espacio

educativo para adultos, en el año 2010 algunos miembros de la organización –que en

adelante denominaremos “educadores”– comienzan a trabajar juntamente con la maestra

del CENPA de la zona con el objetivo de facilitar el cumplimiento de esta demanda. El

compromiso consiste en que, un grupo de mujeres interesadas en finalizar la

escolaridad, sean inscriptas en el centro educativo, pero que sólo asistan al mismo en el

momento del examen para que la maestra acredite formalmente los aprendizajes.

Este grupo de mujeres, de entre treinta y sesenta años, se reúnen periódicamente en la

villa, en sus casas o en el salón comunitario, para estudiar junto con los educadores el

contenido que la maestra evaluará en la escuela. La cercanía de los espacios de

encuentro respecto de sus domicilios y la posibilidad de acordar los horarios con los

educadores son dos aspectos que facilitan a las mujeres concretar esta experiencia ya

que les permiten continuar con sus tareas y responsabilidades domésticas tales como el

cuidado de los niños de la familia, la limpieza de la vivienda y la alimentación del grupo

familiar. El funcionamiento del CENPA en horario nocturno, que parece un horario

conveniente para los adultos ya que les permite estudiar fuera de los horarios de trabajo,

muestra en este caso algunas de sus limitaciones. Estas mujeres son amas de casa y en

este horario, organizan la cena y preparan a sus hijos para asistir al otro día a la escuela.

Además, el temor de volver caminando desde la escuela a sus casas y dejar a los hijos

solos, en los casos en que las parejas trabajan como cartoneros por la noche, son

motivos que dificultan la asistencia diaria a la escuela. Para las mujeres mayores sus

problemas de salud y la falta de medios económicos para garantizar el transporte hacia

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el CENPA se suma a los impedimentos que suponen cumplir los requerimientos de la

escuela.

Los procesos de negociación en la selección de contenidos

Son muchas las acciones que las mujeres, las educadoras y la docente del CENPA

realizan para poder concretar esta experiencia. En este apartado, y tal como lo

explicitamos más arriba, nos detendremos particularmente en el análisis de las

negociaciones que entre la docente, los educadores y las mujeres del barrio llevan

adelante para definir y organizar los contenidos que serán trabajados en los encuentros y

evaluados por la docente.

Los educadores seleccionan los contenidos que van a trabajar en los encuentros

orientándose en el material del Plan FINES Primaria3 que le brinda la docente y en

diferentes manuales escolares (producidos para niños) que ellos mismos consiguen.

Referenciándose en estos materiales la maestra del CENPA les indica a los educadores

de la organización que desarrollen fundamentalmente lengua y matemática, por

considerar que son los contenidos de mayor relevancia para la vida cotidiana de las

mujeres y porque son los contenidos más “difíciles” del nivel medio. La maestra conoce

el modo de trabajo de los distintos docentes del Centro Educativo de Nivel Medio de

Adultos del barrio y prioriza contenidos de estas áreas porque, según su perspectiva, los

docentes de estas áreas no son “flexibles” para aprobar a los alumnos, es decir si las

alumnas quieren terminar la primaria y seguir con el secundario son las materias en

donde más requerimientos van a encontrar.

La docente adecúa así, el nivel de exigencia de acuerdo con las expectativas que las

mujeres tienen respecto de la acreditación del nivel primario: seguir el secundario,

conseguir un trabajo, o finalizar la escuela como la satisfacción personal de cumplir “un

sueño”. Estas expectativas implican ya una negociación entre las mujeres y la docente

por los contenidos que deben profundizar cada una de ellas. Para las mujeres que, por su

edad, sus condiciones familiares o de salud, no piensan seguir el secundario, la maestra

3 El plan FiNES (Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios para Jóvenes y Adultos), tiene como propósito “posibilitar la finalización de estudios primarios y secundarios a aquellos jóvenes y adultos que por diversas razones no han completado la escolaridad obligatoria. Es un Plan específico que fue creado a término teniendo en cuenta las posibilidades y necesidades de sus destinatarios” (Documento para Docentes Fines Secundaria. Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos. Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación 2010).

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propone un desarrollo “básico” de los contenidos. Para las mujeres que pretenden seguir

el nivel medio plantea un nivel mayor de exigencia.

Los educadores, por su parte le proponen a la maestra la incorporación de otras

temáticas que consideran significativas para este grupo de mujeres. Sugieren recuperar

algunas temáticas que circulan en las actividades y en los diálogos cotidianos que se

desenvuelven entre los miembros de la organización y los vecinos en la villa: las

dificultades de los procesos organizativos, los centros clandestinos de detención y la

dictadura, los procesos de desalojo en tanto parte de proyectos urbanísticos y políticos,

las elecciones nacionales, provinciales y municipales, etc. Se trata de temas relevantes

analizados por las ciencias sociales que, sin embargo, se desarrollan escasamente en los

encuentros de aprendizaje a los que asisten las mujeres. Éstos son contenidos que, por

un lado, aborda la tradición de la educación popular y, por otro, son parte de la

formación académica de los educadores, quienes como egresados universitarios del

profesorado en historia, cuentan con herramientas de las ciencias sociales para abordar

estas temáticas.

La maestra, en cambio, se distancia de esta propuesta de la organización de incorporar

la reflexión sobre las condiciones y procesos que afectan la vida en la villa. Para la

docente, la escuela encuentra su cometido en el compromiso con la distribución del

conocimiento escolar y la reducción de la brecha educacional existente. En este sentido,

es que considera necesario diferenciar las actividades escolares de aquellas actividades

sociales que la organización realiza en la villa4. Además, la docente, a partir de su

propia formación y experiencia, presta mayor atención que los educadores a los

aspectos didácticos de la enseñanza del contenido en el nivel primario y se detiene así

en las dificultades que puede representar para las alumnas la lectura de texto extensos o

con formas gramaticales complejas en una evaluación y las ambigüedades que se

pueden presentar en la resolución de las consignas.

Si bien los educadores y la maestra tienen estas diferencias, la maestra interviene

directamente sólo en la confección del instrumento de evaluación. Para la definición de

las actividades que los educadores organizan en la villa, la docente se limita a realizar

algunas sugerencias. Por esta razón, los educadores tienen un margen más amplio para

proponer actividades en los encuentros barriales. En algunas ocasiones la educadora 4 Actividades tales como la participación en asambleas barriales para solucionar problemas locales, organizar la participación en marchas o encuentros con otras organizaciones sociales y políticas, realizar producciones de venta de productos colectivamente o actividades en bibliotecas populares, etc.

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introduce algunas discusiones y conceptos referidos a las problemáticas sociales arriba

mencionadas. Estos contenidos que incorpora en su propuesta de enseñanza los recupera

a partir de su propia trayectoria como profesora de historia y militante, y de este modo

remite, por ejemplo, a la historia de referentes políticos y sociales y a las nociones de

conflicto y organización social. Sin embargo, el trabajo sobre estas temáticas

generalmente queda en un segundo plano ya que no ingresan como contenido a ser

evaluado en los exámenes. La focalización en los contenidos que incluye el examen se

visibiliza en distintos momentos. Por ejemplo, en un “encuentro de repaso” que realizan

un momento antes de la evaluación, leen en voz alta un cuento que trata sobre el

desalojo de villas; en mitad de la historia una de las mujeres interrumpe la lectura para

expresar las similitudes que el cuento tiene con lo sucedido años atrás en la propia villa,

al finalizar la lectura ella y otra de las mujeres vuelven a expresar la misma idea,

comentan entre sí, entusiasmadas. La educadora hace un breve comentario afirmando lo

que dicen las mujeres y retoma el análisis gramatical del texto, porque es lo que ingresa

como contenido a evaluar. La educadora, que es quien intenta ingresar debates políticos

al espacio, al mismo tiempo focaliza la atención en los contenidos de la evaluación, que

como decíamos, remiten a las áreas de Lengua y Matemática.

Reconocemos, sin embargo algunos acuerdos implícitos entre los educadores y la

maestra respecto de los contenidos de las ciencias sociales. Tanto para la docente como

para los educadores los contenidos que se incluyen en el área de ciencias sociales,

implican saberes que las mujeres adquirieron a lo largo de su trayectoria y que usan

constantemente en su vida cotidiana. Los educadores en distintas ocasiones dicen a las

mujeres que “a eso ya lo saben” para referirse a contenidos de las ciencias sociales. Si

bien ellos sí proponen incorporarlos al trabajo en los encuentros lo hacen entendiendo

que permite una enseñanza “significativa” y contextualizada; es decir que les permite

trabajar con temáticas que son relevantes en la vida cotidiana de las mujeres, pero en

general no se propone el aporte específico que podría proporcionar las disciplinas de

referencia. De este modo, no se desarrollan situaciones en que particularmente se

trabajen estos contenidos.

Las mujeres que participan de la experiencia también ponen en juego acciones para

definir los contenidos que se desarrollan en estos encuentros. Interpelan a la educadora

por las áreas de contenidos que no están siendo trabajadas en profundidad en los

encuentros como las Ciencias Sociales y Naturales. Las señoras reconocen que estas

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áreas son parte del contenido escolar. Es decir, son parte del conocimiento que la

escuela selecciona como saberes legítimos y relevantes socialmente. Cuando se refieren

a lo que ellas saben, en general remiten únicamente a lo que han aprendido a través de la

experiencia escolar, sea propia o en el acompañamiento de sus hijos. Esta significación

no es arbitraria, porque el proceso de institucionalización de la escuela ha significado la

demarcación de ciertos saberes como conocimientos válidos. Los saberes construidos

por fuera de este espacio legítimo de transmisión, no son considerados conocimiento, y

mucho menos, contenido escolar. En este sentido es que Saleme (1997), sostiene que

reiteradas veces se manifiesta una distancia, una “frontera artificial” entre el

conocimiento escolar y el conocimiento cotidiano necesario para la población joven y

adulta. Este último, constituye la “suma de nuestros conocimientos sobre la realidad que

utilizamos de un modo efectivo en la vida cotidiana del modo más heterogéneo” (Heller,

1977, p. 317), un conocimiento necesario para la propia existencia y desenvolvimiento

social. Si los educadores y la maestra dan por supuesto que las mujeres “conocen” el

mundo social, las propias mujeres encuentran dificultades en el reconocimiento de su

saber como conocimiento legítimo y solicitan un tratamiento “escolar” del área.

Además de interpelar a la educadora por los contenidos que no trabajan en los

encuentros, las mujeres intervienen en el tiempo que se le asigna a cada temática, en la

selección de tareas que hacen junto a la educadora y aquellas que realizan como “tareas”

en su casa. Respecto de la delimitación del tiempo que se le asigna a cada temática,

cuando alguna de las mujeres considera que ya comprendió un determinado tema y la

educadora vuelve a explicarlo, le insiste en que no se detenga y avance en el desarrollo

de otro tema. Además le indican cuáles son las tareas que consideran que necesitan

trabajar con ella y cuáles pueden estudiar autónomamente en su casa. Esta

diferenciación en el modo de aprendizaje la definen las mujeres en función de la

complejidad que tiene para ellas el contenido de cada una de las actividades.

Asimismo las mujeres expresan criterios propios para evaluar la experiencia y su

proceso de aprendizaje. Remarcan cuestiones vinculadas a la “prolijidad” de los

cuadernos, el cuidado de los útiles y piden que los educadores corrijan los cuadernos,

etc. Estos criterios no son propuestos por la educadora –que en ocasiones se encuentra

en desacuerdo y sólo ante la insistencia de las mujeres los incorpora– sino que las

mujeres utilizan sus propios criterios de valoración, probablemente construidos a partir

de su escolaridad y la de sus hijos.

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Como vemos, en las propuestas que se desarrollan en el barrio para la enseñanza hay un

marco amplio de intervención por parte de los educadores y las mujeres. En cambio el

instrumento de evaluación se produce bajo la supervisión y aprobación directa de la

docente. Para acordar la temática y los recursos utilizados en la evaluación, los

educadores construyen una propuesta de evaluación sobre las áreas convenidas a la que

la maestra propone modificaciones. Si bien, la maestra al proponer estas modificaciones

atiende a razones metodológicas, entendemos que en estas reformas también subyace la

selección de los conocimientos que ella considera prioritarios y la intención de

distanciarlos de las temáticas políticas.

De esta manera, si bien la maestra no interviene directamente en la planificación y

desarrollo de los encuentros barriales, los contenidos que se trabajan allí, están

fuertemente determinados por los contenidos que propone como objeto de evaluación.

Como el objetivo de esta experiencia es que el grupo de mujeres finalice la escuela

primaria quien define las características de la evaluación cobra un papel determinante.

Al ser la maestra quien, por su posición institucional, acredita el aprendizaje de las

mujeres, controla directamente los contenidos y sus modos de presentación a través de

las modificaciones que realiza del instrumento de evaluación que proponen los

educadores.

La acreditación como eje transversal de la experiencia

A partir de esta aproximación a una experiencia educativa desarrollada conjuntamente

por una organización social y una escuela, podemos entender que no se trata de una

relación dual como el término “articulación” usado en diferentes políticas educativas5

puede dar a entender. No se trata de dos bloques –estado y organización social– con

objetivos explícitos y compartidos, sino que se trata de una multiplicidad de sujetos,

sentidos y condiciones que definen la experiencia.

En el transcurso de la indagación empírica y teórica pudimos dar cuenta que la

articulación entre organizaciones sociales y escuela están signados por diferentes

acciones de los sujetos que van constituyendo procesos de negociación que delimitan el

espacio y el tiempo de la experiencia así como el contenido que se trabaja y evalúa y

sobre el que hemos trabajado en este artículo. Siguiendo a Mercado (1997) entendemos

5 El término se utiliza en la Ley Nacional de Educación N° 26.206, en el Documento Base Educación Permanente de Jóvenes y Adultos, y en el Plan Nacional de Alfabetización: Encuentro, entre otros.

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que los procesos de negociación suponen tanto acuerdos como controles y, en este

sentido, reconocemos que en la relación entre los miembros de la organización y la

docente, ésta última es quien ocupa una posición de privilegio, en tanto tiene la

posibilidad de acreditar el proceso de aprendizaje de las mujeres, delimitando los

contenidos a enseñar. En las instancias evaluativas estas posiciones desiguales se

expresan, ya que la evaluación es el instrumento que posibilita acreditar los contenidos

trabajados.

En las negociaciones entre la organización y la docente el lugar donde se realiza la

evaluación no es objeto de negociación: las evaluaciones se realizan en el espacio de la

escuela. Si bien la villa puede ser un espacio de enseñanza, en última instancia el lugar

donde se legitiman los conocimientos es la escuela. La delimitación de la frontera, real y

simbólica, de los espacios legítimos de educación deviene del proceso mismo de

institucionalización de la escuela (Varela y Álvarez Uria, 1991; Trilla, 1999). La

apertura al reconocimiento de otros espacios educativos supone tensionar la

construcción misma de la escuela como espacio legítimo de transmisión del saber.

Si la maestra da lugar a la “autonomía” de las prácticas educativas en la villa, la

evaluación es objeto de control directo: se revisan textos y actividades y se proponen

modificaciones. Desde sus distintas trayectorias educadores y docente tienen

perspectivas diferentes sobre el conocimiento, sin embargo en el modo de trabajar los

contenidos no se reconocen diferencias. La acreditación nuevamente es lo que define la

práctica en la villa.

Esta organización prioriza la acreditación por sobre las posibilidades de desarrollar

prácticas educativas autónomas, a diferencia de otras experiencias educativas

desarrolladas por organizaciones sociales en las que la tensión principal se juega entre la

demanda de acreditación oficial y la autonomía de sus prácticas pedagógicas (Gluz,

2009). En el caso que analizamos en cambio, reconocemos un distanciamiento entre la

práctica educativa y los procesos de organización y objetivos de transformación social.

La práctica educativa no se inserta como un espacio que permita reflexionar sobre los

problemas a los que la organización y la villa se enfrentan; destacamos esto como un

giro en las experiencias educativas de las organizaciones sociales que han definido

como intencionalidad fundante de la educación popular la reflexión y transformación de

los contextos en que se desarrollan a partir de la reflexión realizada en los propios

espacios educativos. El análisis de esta experiencia nos permite reconocer el modo en

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que las tradiciones educativas “escolares” y “populares” se encuentran actualmente

mutuamente imbricadas y tensionadas y advertir la complejidad de actores y

perspectivas que se ponen en juego en el desarrollo de las prácticas educativas.

Bibliografía

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La lectura del texto, nos permite

A) Aproximarnos al análisis de las experiencias educativas que se realizan “por

fuera” de la escuela, pero que como puede desprenderse del texto, los márgenes entre lo

“escolar” y “no escolar” son difusos y complejos. Sea por oposición a lo que se entiende

por “pedagogía tradicional” o sea porque se producen vínculos explícitos con el estado

por recursos o certificaciones las experiencias educativas “no formales” disputan

sentidos y construyen su propuesta en relación con la escuela. Estas vinculaciones se

han ido modificando en el transcurso de la historia de la educación de adultos en nuestro

país, este texto pretende ser un aporte para pensar estas relaciones en la actualidad.

B) Introducirnos a la complejidad del análisis del “contenido” escolar. Discusiones

relativas a la naturaleza del conocimiento, a la impronta de la evaluación en las

prácticas educativas, los intereses y concepciones disímiles de los sujetos respecto de la

relevancia de diferentes áreas del saber.

Analice la experiencia educativa trabajada en el artículo

1) Para ello reconozca ¿cuál es el acuerdo principal entre la organización y la docente?

¿por qué los encuentros se desarrollan en el barrio?

2) En relación con el contenido ¿cuáles son los contenidos disciplinares que se trabajan

en los encuentros? ¿Por qué se trabajan esos contenidos? ¿cuáles son las demandas

de las mujeres? ¿Qué conocimientos nos son trabajadas en los espacios educativos?

3) La maestra decide diferenciar la complejidad de las actividades que deben realizar

las alumnas para a acreditar el nivel primario en función de sus expectativas

¿tomaría la misma decisión u otra? ¿por qué?

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ESCRITOS SOBRE EDUCACION RURAL

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La formación docente rural en Uruguay1

Limber Santos

En Uruguay, históricamente las relaciones entre campo y ciudad se han manifestado

bajo la forma de tensiones que en lo social han sido determinadas por diferenciales

presencias del Estado en uno y otro medio. La pedagogía nacional se ha construido a

partir de diagnósticos referidos a estas diferencias en el plano educativo, con un fuerte

tono de denuncia ante las desigualdades a la interna del sistema público de educación,

fomentadas por medio de ciertas decisiones y omisiones de la política educativa.

Precisamente, la cuestión de la igualdad en tanto posibilidades de desarrollo individual

y colectivo, cualquiera sea el medio del que se parte fue, a instancias de los propios

docentes, el principal eje de crítica y producción pedagógica a partir del segundo tercio

del siglo XX.

Aún queda en el imaginario colectivo de los docentes que trabajan en el medio rural,

vestigios conceptuales y metodológicos de una matriz pedagógica construida y

consolidada en el segundo tercio del siglo XX en Uruguay. Si bien las ideas y acciones

derivadas que conformaron el movimiento a favor de la educación rural2 tuvieron su

origen y aplicación en un contexto socio-cultural muy particular –propio de un Uruguay

aún firmemente identificado con el Estado de bienestar–, sus influencias conceptuales se

proyectaron mucho más allá de ese período, trascendiendo el medio rural de origen. La

fuerza que impulsó la discusión acerca del lugar de la educación y en particular el lugar

de la escuela en el medio rural estuvo configurada por una dinámica de denuncia y

concientización por parte de los maestros, acerca de la realidad del medio rural. Una

realidad caracterizada por situaciones de extrema pobreza, donde la única presencia del

Estado era la escuela. Una escuela tan pobre como el medio social donde se encontraba.

1 Basado en el artículo “El Departamento de Educación para el Medio Rural: una puesta a punto” del mismo autor, publicado en Haciendo Memorias, CEIP, 2015. 2 Denominación que recibe el período comprendido entre las décadas de 1940 y 1960, donde en Uruguay se registró un proceso de diagnóstico, propuestas y ejecución de acciones, cuyos elementos centrales fueron el Programa de 1949, las Misiones Sociopedagógicas, las Escuelas Granjas, el Instituto Normal Rural, Los núcleos experimentales; todo ello antecedido por un período de fermental discusión que, a partir del Congreso de 1933 puso sobre la mesa la cuestión de la escuela rural y las problemáticas sociales del medio (Concursos de Pedagogía, Congresos de maestros rurales, publicaciones de maestros en actividad).

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En este escenario encontramos a la escuela rural hoy llevando una pesada y fructífera

carga histórica construida a partir de aquel proceso y a la vez soportando una aún más

pesada carga de frustración y pérdidas.

Pedagogía Rural3. El concepto de educación rural: la problemática de la

especificidad

La discusión acerca de la especificidad de la educación rural dentro del campo

educativo en general conduce a definiciones conceptuales que determinan a su vez, el

carácter de las políticas educativas hacia el medio rural. En Uruguay se puede hacer un

recorrido histórico partiendo de la realidad de las primeras décadas del siglo XX,

marcadas por una gran problemática social en los medios rurales y donde la educación

intervenía con una propuesta muy poco relacionada con el medio y cuantitativamente

inferior, con un ciclo escolar de sólo tres años, como lo pautaba el Programa para

escuelas rurales de 1917. Esa realidad, hacia la década del treinta fue extensamente

diagnosticada por los maestros rurales, conformándose de manera paulatina los insumos

que fueron legitimando una profunda transformación de las políticas educativas hacia el

sector. Esta transformación, materializada en una larga serie de acciones y proyectos,

tuvo gran parte de sus fundamentos teóricos en el Programa para Escuelas Rurales,

elaborado en 1949. Allí comenzó un período donde se consideró que la educación

desarrollada en medios rurales suponía un grado de especificidad tal que justificaba la

existencia de un currículo diferenciado, programas y líneas de acción específicas y hasta

una formación de los docentes distinta. Y así ocurrió durante gran parte de la segunda

mitad del siglo XX.

El debate de la especificidad, aunque parezca baladí, tiene su complejidad, tanto en los

términos del mismo como en sus consecuencias. Miguel Soler nos dice al respecto:

Durante años se ha venido discutiendo la legitimidad de la expresión educación rural, poniendo en duda que haya motivos suficientes para considerarla una especialidad con derecho de existencia en el vocabulario oficial y en los organigramas. Para muchos autores, que sostienen que la educación básica tiene objetivos comunes a todos los futuros ciudadanos, ofrecer una educación rural puede constituir una verdadera discriminación [...] Con un enfoque más teórico, ciertos autores consideran que la adjetivación del sustantivo educación es siempre limitante y conduce a la vigencia de planteamientos que terminan por establecer subsistemas de educación de segunda clase (Soler, 1996, p. 146).

3 Este texto está basado en el Proyecto del DER 2014-2016 elaborado por Limber Santos.

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En síntesis

...parecería que las posiciones podrían reducirse a dos: la de quienes defienden la existencia de la educación rural y la de quienes están sólo dispuestos a que se hable de una educación en el medio rural, sin que eso implique necesariamente la especificidad de contenidos, materiales, métodos, ni, consecuentemente, la formación diferenciada de los educadores, la existencia de servicios técnicos especializados, etcétera (Soler, 1996, p. 147).

Primera idea fuerza: la especificidad social

La escuela rural, en tanto única presencia estatal y de lo público en la mayor parte de las

comunidades rurales, constituye una institución de singulares características, que va

mucho más allá de lo estrictamente educativo. Históricamente, la impronta social de la

escuela rural ha contribuido a formar su identidad, al punto tal que está fuertemente

marcado desde lo curricular, en los fundamentos del Programa de 1949.

La escuela debe intervenir en la vida de la comunidad y debe actuar en ella a puertas abiertas. El mejor local social debe ser el edificio escolar, el mejor consejero el maestro, así como el impulsor de cuanta obra de mejoramiento social se inicie. Para ello es fundamental que el vecino se acostumbre a ver la escuela como si fuera parte de su propia casa. Actualmente predomina la creencia de que la escuela es un lugar de excepción. Hay que sustituir ese concepto por el de que la Escuela es la casa del pueblo (Dirección de Enseñanza Primaria y Normal, 1949, p. 259).4

Segunda idea fuerza: la especificidad didáctica

En general y quizá debido a la existencia de esa falta, las cuestiones didácticas

derivadas del grupo multigrado son caracterizadas como problemáticas. El multigrado

supone una dificultad, una configuración de las relaciones educativas difícil de sostener

por parte del docente. Sin embargo y más allá de la ineludible complejidad –ineludible

riqueza– que supone el multigrado, preferimos partir de una premisa ubicada en otro

lugar: lo didáctico manifestado en un grupo multigrado supone para los procesos de

enseñanza y de aprendizaje un enorme potencial, tanto para los análisis de la cuestión

desde lo psicológico como desde lo epistemológico.5

4 En base a Santos Limber (2006) Una historia de ausencias. Las políticas educativas del Estado uruguayo hacia el medio rural en el último decenio, en Martinis, Redondo (comp.) Igualdad y Educación. Escrituras entre (dos) orillas, del Estante, Buenos Aires. 5 Este apartado está basado en Santos Limber (2006) Atención a la diversidad. Algunas bases teóricas de la Didáctica multigrado, en Quehacer Educativo Nº 75, febrero de 2006, FUM - TEP, Montevideo.

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Desde que comenzamos a trabajar sobre el tema con el objetivo de sistematizar las

prácticas que los maestros venimos desarrollando y de buscar los fundamentos teóricos

que sustentaran las experiencias, nos encontramos con dos cuestiones iniciales. En

primer lugar, el tema supone para todos los docentes una demanda no satisfecha, una

falta que está esperando ser llenada. En segundo lugar y a partir de las primeras

exploraciones, nos percatamos de la casi inexistencia de líneas teóricas específicas que

fundamenten las prácticas educativas en grupos multigrado. Esto supone muy escasas

publicaciones y un muy limitado campo de investigación sobre la temática en particular.

Los maestros reciben una formación didáctica de carácter general que luego deben

adaptar a la singular situación del grupo multigrado donde desarrollan su labor.

Esta realidad constituye para nosotros un enorme desafío: poder comenzar a llenar ese

vacío, lo cual implica construir conocimiento, elaborar líneas teóricas que permitan

fundamentar las prácticas que ya se realizan y a partir de allí, recorrer caminos para

mejorarla y potenciarla.

Es necesario explicitar el alcance de los términos que conforman la denominación de la

temática. Ya sea que entendamos a la didáctica como la “teoría acerca de las prácticas

de enseñanza” al decir de Edith Litwin o como la “ciencia de los conocimientos y sus

transformaciones” de Guy Brousseau, y más allá de su cuestionado estatuto

epistemológico como ciencia, estamos considerando aquí la posibilidad de una didáctica

multigrado. Esto supone un cúmulo sistemático de conocimientos teóricos que guíen y

se nutran de las prácticas, construido a partir de la circunscripción de la didáctica a un

campo particular de desarrollo: el grupo multigrado. Nos debemos remitir por lo tanto, a

una configuración de la tríada didáctica docente - alumno –saber particular pero que sin

embargo conlleva un elemento siempre y en todos los casos presente: la diversidad.

Manifestada en su máxima expresión en los grupos multigrado, la diversidad con la que

allí contamos, nos permite proyectar lo que elaboremos a todos los ámbitos educativos.

Por grupo con estructura multigrado nos referimos a aquellos grupos conformados por

niños de dos o más grados, en una misma aula y a cargo de un solo docente. En estos

casos a la diversidad natural de todo grupo, se agrega una importante diversidad etárea y

en relación con los grados y niveles escolares. Las estructuras que pueden asumir los

grupos multigrado son muy diversas: desde los conformados por niños de dos grados

hasta multigrados completos (de Educación Inicial a Sexto año) pasando por todas las

posibilidades imaginables. No hay grupo multigrado que se parezca a otro y hasta un

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mismo grupo varía sustancialmente de un año a otro. Esto reduce las posibilidades de

generalización de las propuestas, obligando a crear y re-crear de manera permanente. Es

posible y necesario, sin embargo, generar una matriz teórica mínima.

Más allá de la posibilidad de construir el referido cúmulo teórico que denominaríamos

didáctica multigrado, vamos a señalar algunas potencialidades que el grupo multigrado

ofrece para que allí se produzcan situaciones didácticas. Estas potencialidades pueden

ser observadas desde dos niveles: uno, el referido estrictamente a las posibilidades de

generar procesos de enseñanza y de aprendizaje y otro, el referido a las posibilidades de

manejo de los saberes en esas situaciones didácticas.

En un grupo multigrado comparten un mismo ámbito físico niños de diferentes edades,

historia escolar y niveles de conceptualización. Esta particular situación educativa

permite configurar un ambiente de aprendizaje donde las relaciones interactivas se

ponen de relieve, entre docente y alumno y de los alumnos entre sí. El aprender con el

otro se ve necesariamente potenciado, máxime cuando las diferencias de niveles de

desarrollo y saberes adquiridos son tan importantes.

Un aspecto aquí señalado, el de la circulación de los saberes, remite a un segundo tipo

de consideraciones sobre el potencial del multigrado, esta vez a partir de la fuente

epistemológica. Es interesante adoptar en este punto los planteos teóricos del enfoque

globalizador de organización de los saberes como organización de contenidos en

términos didácticos. El grupo multigrado y los planteos didácticos que demanda

permiten disponer del campo ideal para la instrumentación práctica de este enfoque.

La propuesta de enseñanza única y uniforme para un grupo se basa en la fantasía

derivada de la didáctica psicologizada de que, por tratarse de alumnos de la misma edad,

todos aprenden igual y al mismo tiempo. Cuando eso no sucede, se lo considera una

anomalía y el niño es evaluado en consecuencia y derivado para el tratamiento de su

problema. La experiencia del multigrado ofrece la visión de la necesidad de diversificar

las propuestas de enseñanza, no en tanto propuestas de mayor o menor calidad, sino

propuestas diferentes y complementarias entre sí. La diversificación de propuestas de

enseñanza permite incluir a todos en el proceso, cada uno desde su posibilidad y no

desde sus limitaciones. Permite que las asimetrías entre los alumnos y los diferentes

saberes y procesos que acontecen simultáneamente, confluyan bajo la forma de

circulación de saberes. En esa circulación, los saberes fluyen libremente en el aula en

términos de complementariedad o de diferente nivel de profundización.

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Todo lo anterior nos remite a las enormes posibilidades de extrapolar las categorías

conceptuales y metodológicas de la Didáctica Multigrado a cualquier situación

educativa, en aras de una atención a la diversidad desde lo didáctico. Esto puede

contribuir al debate sobre los formatos escolares, tanto en la escuela rural como en la

escuela urbana.

El Departamento de Educación Rural (DER) y sus antecedentes

El primer antecedente histórico del actual Departamento de Educación para el Medio

Rural fue la Sección Educación Rural, una dependencia del entonces Consejo Nacional

de Enseñanza Primaria y Normal, creada el 15 de mayo de 1958. Esta sección se

constituyó en el máximo logro del movimiento en favor de la escuela rural iniciado en

la década anterior bajo la forma de ideas y concretado en ese período a través de

acciones y experiencias concretas. La Sección Educación Rural se configuraba como la

expresión institucional en la que confluían y se coordinaban las diferentes acciones

específicamente diseñadas para operar en el medio rural: Misiones Sociopedagógicas,

Instituto Normal Rural, Escuelas Granja y Núcleo Escolar Experimental de La Mina.

Esa coordinación se basaba en líneas técnicas y políticas derivadas del pensamiento

construido en la década anterior y consolidado en los Fundamentos, Concepto y Fines

de la Escuela Rural del Programa para Escuelas Rurales de 1949.

La Sección Educación Rural dio paso luego de la reapertura democrática al

Departamento de Educación Rural que, en las décadas de los ochenta y noventa,

coordinó el trabajo de los Centros de Pasantía Rurales, las Unidades Escolares, el

proyecto de Unidades Móviles, la formación docente permanente en el Centro Nacional

de Actualización de Maestros Rurales (CENACMAR), luego Centro Agustín Ferreiro

(CAF) y las publicaciones destinadas a los maestros rurales. Los equipos docentes

adscriptos al DER y al CAF eran los responsables de generar las propuestas de cursos,

realizar las publicaciones y llevar adelante proyectos específicos para el medio rural.

La historia reciente

A partir de 1999, con el cierre de las Unidades Móviles y el corte en las propuestas de

formación ofrecidas por el Centro Agustín Ferreiro, el propio Departamento de

Educación para el Medio Rural deja de contar con el equipo docente, sucediéndose a

partir de entonces las direcciones de los Maestros Alicia Gaillardo, Carlos Carrica,

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Mary Pérez, Graciela Marrero y Limber Santos, quien ocupa el cargo en la actualidad.

Además del personal administrativo, la oficina del DER contó en principio con el Mtro.

Robert Alonso y el Mtro. Luis Neira, quedando sólo este último como docente de la

oficina, además del director. El Centro Agustín Ferreiro también dejó de contar con el

equipo técnico de maestros, ocupando su dirección en este período, los Maestros Elvira

Milsev, Hugo Odriosola, Néstor Rodríguez y Alejandra Dego, quien lo dirige en la

actualidad, siendo en todos los casos el único docente de la institución. Además del

CAF, el Departamento de Educación Rural continuó teniendo bajo su órbita a los

Centros de Pasantía: Centro Educativo Rural (CER-Canelones), Centro Escolar de

Capacitación Rural (CECRU-Maldonado) y Centro Ecológico Integrado al Medio Rural

(CEIMER-Rocha), con dos docentes en cada uno de ellos. Pero el proyecto por

excelencia creado en este último período, a propuesta del DER en el año 2000 y

ejecutado a partir de mayo de 2001, es el de los Centros de Apoyo Pedagógico

Didáctico para Escuelas Rurales (CAPDER), primero en trece jurisdicciones y

actualmente extendido a todas las jurisdicciones del interior del país, excepto Canelones

Costa.

La actualidad: los Centros de Apoyo Pedagógico Didáctico para Escuelas Rurales

(CAPDER)

El proyecto CAPDER es un emprendimiento que nace en el Departamento de

Educación para el Medio Rural (DER) en el transcurso del año 2000, a instancias de una

iniciativa del equipo docente de entonces. En diciembre de ese año se hace la primera

convocatoria a docentes de todo el país para cubrir cargos en aquellos departamentos

donde se habían encontrado ordinales libres para ser destinados al CAPDER. De ese

llamado, surge una lista de docentes con amplia experiencia, que forma parte del primer

curso de formación que se realiza en el Centro Agustín Ferreiro (CAF) a fines de 2000.

En razón del no cumplimiento de una reivindicación económica, ninguno de los

integrantes de esa lista toma posesión de los cargos; por lo que en abril de 2001 se

realizó un nuevo llamado, con otras bases, que terminó generando la lista definitiva que

tomó posesión de los cargos en los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, Río

Negro, Rivera, Tacuarembó, Durazno, Flores, Colonia, Florida, Cerro Largo, Treinta y

Tres y Canelones Centro. Durante ese año y en los años siguientes se fueron

incorporando el resto de las jurisdicciones.

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A partir de ese momento y durante estos años, la labor del Maestro Coordinador del

CAPDER ha pasado por cumplir la función de apoyo a los maestros rurales a través de

una serie de acciones concretas: visitas a las escuelas, organización de instancias de

trabajo con docentes, elaboración de publicaciones para maestros rurales, tareas de

coordinación con otras instituciones públicas y privadas para el apoyo a la escuela rural,

coordinación con los CAPDER de otros departamentos, etc.

Todas esas acciones tienen como propósito conformar una referencia para los maestros

rurales, en relación con el asesoramiento técnico, el apoyo operativo, la comunicación y

circulación de la información; a partir de un doble seguimiento de líneas técnicas: las

que conforman el proyecto de gestión de la Inspección Departamental por un lado; y las

propias del DER para todo el país, por el otro. Ambos marcos confluyeron en torno al

cumplimiento de la reglamentación vigente relacionada con el CAPDER: el reglamento

de funcionamiento y el reglamento de funciones del Maestro coordinador.

La historia de los CAPDER ha implicado el trabajo con la mayor parte de los docentes

rurales, apoyándolos en su labor cotidiana en las escuelas donde trabajan. Implica

también una constante labor de coordinación y apoyo desde la oficina de la Inspección

Departamental; en coordinación con los docentes del Centro de Tecnología Educativa,

Maestro Educador para la Salud, los Coordinadores de Educación Física, los referentes

de CEIBAL, etc. También se trabaja en coordinación con los Centros de Pasantía y con

el Centro Agustín Ferreiro, sede en la cual se han desarrollado múltiples actividades de

encuentro, intercambio y formación. En cuanto al trabajo con las escuelas, se pone

énfasis en el apoyo a los Agrupamientos Escolares, se ha priorizado la labor de

asesoramiento a los maestros con menor experiencia en el área rural y a quienes se

desempeñan en las escuelas unidocentes más alejadas.

Desde fines de 2012 los CAPDER cuentan con vehículos para ampliar y consolidar su

labor en cada territorio donde hay una escuela rural, un recurso largamente reclamado

desde el cierre de las Unidades Móviles.

El Centro Agustín Ferreiro

Los cursos de formación permanente para maestros rurales en y desde el Centro Agustín

Ferreiro; las instancias de investigación académica e intercambio de experiencias sobre

educación rural; la línea de publicaciones específicas para los maestros rurales; la

coordinación interinstitucional para establecer líneas y políticas educativas que

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consideren la educación del niño, adolescente y adulto rural; la conformación de un

equipo que fortalezca la acción del Departamento de Educación para el Medio Rural en

todo el país; la potenciación del trabajo en territorio de los Centros de Apoyo

Pedagógico Didáctico para Escuelas Rurales a nivel departamental; son algunas de las

acciones enmarcadas en los principios y objetivos trazados hace siete años. En todo

ello, la institución central de referencia en lo pedagógico es el Centro Agustín Ferreiro

(CAF) en tanto lugar de confluencia de la producción de conocimiento en torno a los

planes de formación permanente y la investigación académica.

A partir de 2011 y después de más de una década sin una propuesta permanente de

formación de maestros rurales con presupuesto y definición curricular propia,

comenzaron los Cursos de Formación Permanente para Maestros Rurales. Con seis

ediciones anuales previstos hasta 2014, los cursos están pensados para todos los

maestros rurales del país, a partir del presupuesto oficial previsto por las Líneas de

Política Educativa para el quinquenio. Este plan de formación de maestros con sede en

el Centro Agustín Ferreiro, se complementan con jornadas a nivel departamental, a nivel

de Agrupamientos de Escuelas Rurales, cursos a distancia y Jornadas de sensibilización

para estudiantes magisteriales que realizan la práctica en escuelas rurales. En septiembre

de 2012 comenzó además, un Curso de Perfeccionamiento en Educación Rural,

organizado por el Consejo de Formación en Educación (CFE) a través del Instituto de

Perfeccionamiento y Estudios Superiores “Juan P. Devoto” (IPES), de un año de

duración y también con sede en Cruz de los Caminos.

En constante retroalimentación con los planes de formación, desde 2009 se llevan

adelante actividades de investigación académica y producción de conocimiento sobre

educación rural que se ha manifestado en productos concretos: el Coloquio de

Educación Rural destinado a compartir narrativa de experiencias; el Seminario

Internacional de Investigación sobre Educación Rural destinado a compartir resultados

de investigaciones sobre educación rural –ambas instancias con ediciones anuales–; las

publicaciones entre las que se cuenta la reedición de La enseñanza primaria en el medio

rural de Agustín Ferreiro (2010) y varios proyectos de investigación entre los que se

destaca el referido a la Didáctica Multigrado.

Tanto la formación permanente como la investigación académica generan productos

concretos que luego se sistematizan para conformar un centro de publicaciones. Éstas se

ponen al servicio de todos los maestros rurales del país como una forma de contribuir a

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su apoyo pedagógico didáctico. La Revista Pedagógica Rural, la reedición de libros de

referencia, la edición de libros que recojan las experiencias del Seminario Internacional,

el Coloquio de Educación Rural, los cursos de formación permanente y otras instancias

de trabajo, el blog del DER6, son algunos ejemplos de las publicaciones referidas.

Los Centros de Pasantía

Como una modalidad diferente y complementaria de las Colonias Escolares y los

Campamentos Educativos, los Centros de Pasantía constituyen experiencias educativas

de enorme relevancia, a juzgar por su concepción y sus resultados. Se trata de la

materialización más cabal del concepto de escuela productiva de la pedagogía rural

uruguaya, actualizada a los tiempos actuales y al servicio de las escuelas rurales y

urbanas de todo el país. El Centro Educativo Rural (CER) enclavada en un área de

múltiple y variada producción agropecuaria de Canelones; el Centro Escolar de

Capacitación Rural del Uruguay (CECRU), en un entorno geográfico privilegiado,

frente a la sierra de las Ánimas en Maldonado y el Centro Ecológico Integrado al Medio

Rural (CEIMER) ubicado en una zona próxima al área protegida de la laguna de Rocha,

constituyen propuestas de educación rural, con todo el grado de especificidad temática,

técnica y pedagógica que ello supone.

Miles de niños de todos los departamentos concurren a los Centros de Pasantía año a

año, adscribiéndose allí a las tareas productivas que se realizan, todas ellas con un fuerte

componente pedagógico y social. Esto deriva luego en la continuación de las propuestas

en cada una de las escuelas y agrupamientos escolares en territorio. Desde el punto de

vista pedagógico, el modelo tiene una enorme validez, por lo que necesita ser

consolidado con la apertura de nuevos centros, para lo cual hay varias propuestas

presentadas.

Referencias bibliográficas

Dirección de Enseñanza Primaria y Normal (1949). Congreso de Maestros Rurales.

Anales de Instrucción Primaria. Número especial. Montevideo: DEPyN.

Ferreiro, A. (2010). La enseñanza primaria en el medio rural. Montevideo: Ministerio

de Relaciones Exteriores, Consejo de Educación Técnico Profesional, Consejo de

Educación Inicial y Primaria. 6 der2014.blogspot.com

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Santos, L. (2006). Una historia de ausencias. Las políticas educativas del Estado

uruguayo hacia el medio rural en el decenio 1994-2004, en Martinis P. y Redondo P.

(comp.) Igualdad y educación. Escrituras entre (dos) orillas. Buenos Aires: Del

Estante editorial.

___________ (2006b). Atención a la diversidad: algunas bases teóricas de la didáctica

multigrado, en Quehacer Educativo N° 75. Montevideo: FUM - TEP.

___________ (2015). El Departamento de Educación para el Medio Rural: una puesta a

punto. En Haciendo Memorias. Educación Rural. Montevideo: CEIP.

Soler, M. (1996). Educación y vida rural en América Latina. Montevideo: FUM-ITM.

Actividades

1) Luego de leer el artículo enumera y describe tres conceptos clave de la

Pedagogía Rural Uruguaya.

2) Explica las dos ideas fuerza a las que se hace referencia en el artículo. ¿Qué

importancia tendrán estas ideas en la formación de maestros rurales en la

actualidad?

3) Vincula la especificidad didáctica con el relato que se hace de la formación de

docentes y la producción de conocimiento en el artículo “Aulas multigrado y

circulación de los saberes.: especificidades didácticas de la escuela rural” que

puedes encontrar en http://www.ugr.es/local/recfpro/rev152ART5.pdf

4) Enumera las diferentes modalidades de formación permanente de maestros

rurales en Uruguay. Opina sobre el valor de cada una de ellas.

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Multidimensionalidad de la escuela rural. Notas para pensar la formación docente inicial1

Elisa Cragnolino María del C. Lorenzatti

Introducción

Desde el año 2006 con la LEN (ley de Educación Nacional 26206) se avanza en el

reconocimiento de la especificidad de la Educación Rural, que se convierte en una

“modalidad” del Sistema Educativo (Art. 17). Es un avance importante con relación a la

ausencia expresada en la Ley Federal de Educación en la década pasada. La LEN

expresa:

La Educación Rural es la modalidad del sistema educativo de los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria destinada a garantizar el cumplimiento de la escolaridad obligatoria a través de formas adecuadas a las necesidades y particularidades de la población que habita en zonas rurales. Se implementa en las escuelas que son definidas como rurales según criterios consensuados entre el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y las Provincias, en el marco del Consejo Federal de Educación (Art. 49).

En los diagnósticos referidos a la Educación Rural se advierte en la necesidad de revisar

formación de los docentes, para que puedan construir una práctica que no sea

simplemente un traslado de las propuestas curriculares y de intervenciones didácticas de

las aulas urbanas y que atienda a la complejidad que supone el trabajo en las escuelas

del campo. Preocupadas por estas cuestiones y como resultado de las experiencias

investigativas y extensionistas realizadas en las ultimas dos décadas desde el Programa

de Investigaciones en Educación Rural y de Jóvenes y Adultos (CIFFYH, UNC),

presentamos en este trabajo, algunos de los ejes temáticos que consideramos necesario

introducir en formación de los futuros docentes que desarrollarán sus prácticas en

espacios rurales.

Nos interesa poner en debate algunas cuestiones claves para pensar un abordaje integral

de la problemática de la enseñanza en escuelas rurales que permita a los futuros

maestros demandar capacitación específica para ejercer la docencia en este ámbito. 1 Este artículo es una versión revisada del artículo de Cragnolino E. y Lorenzatti, M. del C. (2002) Formación docente y escuela rural. Dimensiones para abordar analíticamente esta problemática. En la Revista Páginas, Año 2, Nº 2 y 3, Escuela de Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Narvaja Editor, Córdoba. Pags 63-76.

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Entendemos que es necesario identificar los contextos del que forman parte las escuelas,

la multidimensionalidad de las mismas, reconociendo las características y dinámicas de

un funcionamiento institucional que excede el trabajo del docente en el aula. En este

marco se hace imprescindible conocer la organización de las escuelas rurales y

reflexionar acerca de las estrategias docentes que permiten trabajar en grados múltiples

frente a la heterogeneidad del alumnado.

A continuación recuperamos de un trabajo anterior (Cragnolino y Lorenzatti, 2002) las

categorías y dimensiones centrales que, entendemos, permiten abordar analíticamente la

problemática de la “educación rural”. En primer lugar, desarrollamos el concepto

espacio social rural; en segundo lugar, ofrecemos herramientas conceptuales para

estudiar la escuela rural como producto histórico social y como resultado de la acción de

diferentes actores; en tercer lugar, presentamos un abordaje de la práctica del docente

rural como resultado de múltiples determinaciones; posteriormente, proponemos el

estudio de la estructura institucional, la organización y el funcionamiento de la escuela

en las zonas rurales; finalmente, en el marco de estas categorías, reflexionamos sobre la

intervención pedagógica en las escuelas rurales.

El espacio social rural

El espacio social, sujeto a fuertes transformaciones en los últimos años, constituye la

trama que sostiene y permite comprender las prácticas y las representaciones de los

sujetos, las relaciones entre éstos y con las instituciones. Estos procesos afectan a la

escuela como constituyente de esa misma realidad y se actualizan en los sujetos que

viven y actúan en estos ámbitos, en las relaciones que mantienen entre sí y con las

instituciones, entre ellas las educativas.

Utilizamos este concepto de “espacio social rural” en lugar de “comunidad rural”. El

término “comunidad educativa” se ha generalizado en los últimos años, aparece

incorporado al pensamiento cotidiano de los docentes y las escuelas, en las normativas y

disposiciones y es utilizado sin reconocer la concepción teórica a la cual remite. El

punto más débil que presenta el uso de esta noción es el supuesto de homogeneidad que

introduce, al acentuar el eje de lo compartido y desplazar la atención de las diferencias.

Este aspecto, ha sido suficientemente criticado y superado en los trabajos de

investigaciones antropológicas y educativas, que han subrayado la necesidad de situar el

eje de los análisis en la identificación y reconstrucción de los procesos de diferenciación

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y complejización social. Tal como lo señala Ruth Mercado (1986: 48) en algunos

análisis la relación escuela comunidad se resuelve en términos de “funcionalidad”,

“disfuncionalidad”. Esta última se manifestaría en que “la comunidad, por su atraso

económico y cultural no es capaz de comprender y aceptar el bien intrínseco del que se

cree portadora la escuela”. Según esta visión, las familias se caracterizan por su apatía e

irresponsabilidad respecto a la educación de sus hijos y por no comprender que su

apoyo a la escuela se traduciría en un mejoramiento del nivel económico y cultural de la

misma comunidad. También se considera que es la escuela la que “no funciona” ya que

por las características personales de sus docentes no es capaz de “involucrar” a la

comunidad en los proyectos escolares. Esta perspectiva de la “comunidad”, de la que

tomamos distancia, ignora las determinaciones sociales que inciden en las instituciones

escolares, así como en el ámbito social en el que éstas se inscriben y es por ello que

preferimos la noción de “espacio social rural”.

Desde una perspectiva relacional e histórica, entendemos por “espacio social” al sistema

de posiciones constituidas históricamente, definidas a partir de los recursos que

disponen los actores, en tanto sujetos sociales. Desde este enfoque la sociedad no se

compone de individuos, sino que expresa la suma de los vínculos y relaciones en la que

están insertos los individuos. Se trata de una sociedad diferenciada, que no forma una

totalidad única integrada por funciones sistemáticas y una única cultura común. Por el

contrario, se reconoce la diferencia, la desigualdad y la lucha por el control de los

recursos individuales y sociales.

Cada escuela está imbricada en el proceso histórico de su espacio social inmediato y es

en ese sentido que no puede pensarse sobre ellas de manera aislada. “La escuela no se

relaciona con individuos homogéneamente constituidos como ‘padres’, sino vinculados

social, económica y políticamente a distintos intereses que se juegan en el ámbito local,

a su vez ligados a otros que lo rebasan” (Mercado, 1986, p. 49).

La escuela rural como producto histórico social y resultado de la acción de

diferentes actores

Las escuelas rurales son producto heterogéneo de un proceso histórico de configuración

de la educación rural en un espacio determinado y por lo tanto es necesario que los

estudiantes (futuros docentes) comprendan el proceso a través del cual los

establecimientos escolares fueron adquiriendo las características que presentan en la

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actualidad. Este análisis les permitirá avanzar en la reconstrucción del campo educativo,

reconociendo la presencia de distintos actores e instituciones.

Se parte de la hipótesis de que la constitución de las propuestas escolares en las zonas

rurales no es sólo resultado de las iniciativas del Estado sino que es producto también

del protagonismo de las familias en la demanda y gestión de educación en la zona. En

lugar de mirarlos como simples receptores de la educación, como lo plantea la

historiografía oficial, es importante ver en qué medida los vecinos de los parajes rurales

han sido agentes activos en el establecimiento, construcción y sostenimiento de las

escuelas. Tal como lo han señalado Rockwell y Ezpeleta (1983 a y b) en numerosos

trabajos, la escuela es construcción social, acumula una historia política, una

institucional y una historia social local.

La práctica del docente rural como resultado de múltiples determinaciones

Consideramos que el trabajo del maestro no puede entenderse sólo como resultado del

cumplimiento de funciones o la respuesta a las normas que prescriben el funcionamiento

escolar y su desempeño. La práctica docente es concebida, en cambio, como producto

de sus trayectorias sociales (de clase), de formación, del contexto social mediato e

inmediato y del contexto institucional particular de la escuela rural.

Diversas investigaciones (Jacinto, 1988; Soler, 1991, 1996; Ezpeleta, 1991) muestran

que los puestos en escuelas rurales suelen ser transitorios, pasando luego a cargos

docentes de escuelas en zonas urbanas. Este movimiento horizontal pareciera verificarse

sobre todo en las regiones rurales menos desarrolladas, donde el alumnado de estas

escuelas está compuesto predominantemente por sectores campesinos y/o por

comunidades aborígenes. Esto significa que acceden a ellas los docentes con menor

formación y experiencia, a pesar de que la complejidad de las tareas y las condiciones

de aislamiento del trabajo en estos centros demandan en la práctica una verdadera

especialización.

El conjunto de actividades cotidianas, que en el caso del maestro rural, pero también en

el de los docentes de las escuelas urbanas “situadas en los márgenes”, exceden lo

estrictamente escolar, son resueltos de manera diversa por el maestro a partir de:

1. Su trayectoria de clase: su inserción social que determina posibilidades objetivas

pero también disposiciones incorporadas en formas de hacer o de pensar. Por esto es

importante que el futuro docente pueda, a través de diferentes instrumentos analíticos,

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“desnaturalizar” los hechos de la realidad; que aprenda a reconocer los

condicionamientos sociales de producción de sus propias acciones y las maneras de

concebir, de pensar la realidad propia y la de los otros sujetos con los que se relaciona y

relacionará en el futuro como maestro rural.

2. Su trayectoria de formación: la práctica docente se plantea también en el

interjuego de saberes y experiencias como alumno en su paso por el sistema educativo y

los construidos en su desempeño profesional. Por esta razón, se señala la importancia de

generar espacios de comunicación y socialización de experiencias para permitir la

recuperación critica de los conocimientos apropiados.

3. El contexto social en el que participa la escuela: la práctica se conforma en

relación con una escuela que es parte orgánica del proceso histórico particular de cada

lugar, donde más allá de adscripciones territoriales comunes existen diferencias y

elementos facilitadores y obstaculizadores de la tarea docente. El carácter y las

posibilidades de llevar adelante la tarea docente supone el reconocimiento de la realidad

local, de las relaciones sociales, instituciones y agentes existentes, de las múltiples

demandas de la que será objeto en y desde la escuela.

Es necesario que el futuro docente reflexione acerca de las diferentes demandas que

realizan los padres en cuanto a la educación de sus hijos: unos padres desean que la

escuela refuerce las posibilidades del niño como educando, otros que sus hijos sean

liberados por la instrucción de su condición de trabajador rural y otros, por el contrario,

que la escuela los haga más aptos para producir en el medio agrícola. Dichas posiciones

difieren según los padres sean propietarios, arrendatarios, asalariados estables o no y

según las perspectivas de la familia sean las de quedar en el medio o emigrar.

4. La institución y la organización escolar: la manera particular en que se configura

la escuela rural, en su mayoría de personal único, la superposición de tareas directivas y

docentes y la organización de los establecimientos plurigrados, conforma también una

manera específica de llevar adelante la práctica de ese maestro. Esta última cuestión nos

lleva necesariamente a abordar el siguiente punto, como una dimensión compleja de

análisis.

La estructura institucional, la organización y el funcionamiento de la escuela rural

Las escuelas en las zonas rurales, como expresión física, organizativa y administrativa

del Sistema Educativo, responden a las normas y principios que rigen la política

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educacional en su conjunto. Se trata de leyes, decretos, reglamentos que regulan el

ingreso, la permanencia y el egreso de los alumnos; la situación laboral de docentes y

directivos y otros grupos que trabajan en las escuelas; la participación de padres y

miembros de la comunidad en su vida cotidiana.

Sin embargo, existen también condiciones particulares en la estructuración,

organización administrativa y funcionamiento de estos establecimientos rurales.

Diferentes diagnósticos referidos a la situación regional y de nuestro país señalan las

dificultades y problemas que tiene la escuela rural derivadas del tratamiento homogéneo

de realidades pedagógicas e institucionales claramente distintas, como son la urbana y la

rural, por el hecho de que la única referencia de la realidad que se regula es la de la

escuela urbana. O dicho de otro modo se ignora la dinámica propia, las características y

cantidad de trabajo que técnica e institucionalmente supone la escuela rural. Es

necesario entonces que el futuro docente identifique esta realidad y reconozca las

características y dinámicas de un funcionamiento institucional que en la escuela

rural –como en las urbanas, pero quizá más acentuadamente– va mucho más allá del

aula.

Se trata, en su mayoría, de pequeñas escuelas atendidas por un solo maestro que cumple

funciones directivas y atiende “un grado múltiple”. Además de las funciones

pedagógicas y el diseño e implementación de los Proyectos Educativos Institucionales,

este director-maestro asume todas las tareas administrativas que implican la gestión

escolar: listado de asistencia y rendimiento y movimiento de alumnos; administración

del comedor, mantenimiento del edificio y mobiliario, administración de los recursos y

organización y coordinación de fondos en aquellos lugares donde funciona la

cooperadora escolar, relación con otras instituciones y/o programas nacionales,

provinciales y de la zona.

Una dimensión importante dentro de la escuela rural es el espacio escolar. ¿Cómo está

distribuido el trabajo con los niños en función del espacio con que cuenta la escuela?

Vemos por ejemplo, como el maestro Luis Iglesias describe el local escolar: una casita

de campo, de ladrillos revocados, y rojo techo de cinc con cielorraso de madera. En su

interior un salón de 8m x 5m., galería cubierta, habitación y cocina. El uso que hacen

los niños de este espacio es total. Toda la escuela es pertenencia efectiva de los niños.

En el aula no sólo se encuentra la clásica distribución de los bancos en hileras, en la

organización interna del salón de clase se observan: una mesa de revistas, el botiquín,

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bibliotecas (mayor y menor), instrumental de mediciones, mapas y atriles, pizarrón

mural, reloj y almanaque, estante con material de trabajo (una sección para cada grado),

mesa y armario del maestro, revista mural Viento de Estrellas, laboratorio, tocadiscos,

máquina de proyecciones, diario mural Noticias argentinas. El maestro Iglesias

fundamenta esta forma de trabajo (si se quiere con cierto barroquismo) en función de la

necesidad que tiene el maestro rural unitario de poder asistir inmediatamente frente a los

cuestionamientos o problemas que plantean los alumnos en su trabajo cotidiano

(Iglesias, 1995).

Con las particularidades de cada caso, con las innovaciones probables que pudieran

observarse por la inclusión de nuevos recursos y programas, lo cierto es que se plantea

una situación atípica para aquellos maestros cuyo recorrido escolar no ha sido

precisamente inscripto en escuelas de estas características.

La intervención pedagógica en las escuelas rurales

La mejora de la calidad de la enseñanza y el cambio en la orientación de los procesos

pedagógicos de las escuelas rurales supone reconocer cuál es la realidad concreta y

cotidiana de sus alumnos y de la institución. Es aquí donde la escuela rural enfrenta uno

de sus mayores problemas.

El trabajo docente en multigrado implica un problema técnico complejo desatendido en

las instancias pedagógicas del sistema. El trabajo en el aula es afectado en la medida en

que los resultados dependen de las pocas horas que los alumnos están en la escuela,

muchas veces tras largos recorridos a pie, con calendarios y horarios que a veces

contemplan más las necesidades de transporte de los maestros que la de los alumnos.

Sin embargo, analizar la pertinencia de los contenidos curriculares no significa elaborar

un currículum esencialmente rural. Entendemos que es necesario incluir contenidos

regionales y locales que tiendan a promover procesos de aprendizaje y permitan incidir

en la realidad vivencial e inmediata del alumno, fortaleciendo el sentido de pertenencia

e identidad. En esta línea, se considera importante recuperar, de las actividades que los

niños realizan, los aspectos relacionados con la producción y comercialización de los

productos agrícolas y ganaderos, y poder trabajarlo desde matemáticas, para la

realización de cuentas y resolución de problemas aritméticos. Se trata de aprovechar

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pedagógicamente aspectos propios del trabajo que los niños realizan ya sea en el plano

doméstico o productivo.

Desde esta perspectiva se reconocen los saberes pragmáticos que los niños y sus

familias tienen de las cosas y los usos, los conocimientos intuitivos e imitativos de las

acciones. En el caso de los niños que viven en zonas rurales, habituados al trato y

manejo de las cosas concretas y a explicaciones de fenómenos naturales que, en la

mayoría de los casos, no tienen el status de científicas, no resulta sencillo desarrollar la

capacidad de razonar sobre proposiciones. Por esta razón, es importante enfatizar que

los conocimientos que se transmiten y se construyen en la escuela, se imbrican con la

heterogénea y compleja producción de conocimientos que desde otra lógica (la de pares)

los niños construyen en el ámbito escolar. Hacemos referencia aquí no sólo a los

aprendizajes escolares de los niños sino también a la realidad educativa de sus padres y

a la necesidad de incorporarlos a la escuela, valorizando sus saberes, en la conciencia

también de la restricción de sus posibilidades en relación con los códigos culturales que

se incorporan en la escuela, producto de su propia historia social.

Esto plantea desafíos a la intervención pedagógica con una perspectiva de recuperación

de los sujetos y sus prácticas, de sus modos habituales de encuentro con los universos

simbólicos, como camino de acceso a conocimientos más complejos.

Reflexiones finales

En este artículo presentamos el resultado de un esfuerzo analítico que pretende contribuir a

la reflexión sobre una práctica social, la docencia en el espacio social rural. Generalmente

las nuevas propuestas curriculares ponen énfasis en los contenidos disciplinares y

problemas metodológicos del trabajo en multigrado. Sin embargo, una cuestión

fundamental consiste en lograr la autonomía del rol del maestro para que, según la

realidad en la cual trabaja, pueda producir las condiciones sociales y pedagógicas que

satisfagan las necesidades de aprendizaje de sus alumnos. Estamos pensando en la

formación de un docente autónomo que promueva y permita la toma de decisiones

locales.

Por esta razón se propone que en los Institutos de Formación se promuevan instancias

donde los alumnos - futuros docentes puedan apropiarse de las particularidades del

espacio escolar, dotarlas de significado pedagógico, aprender a moverse en el espacio

del aula-escuela y a dar vida al espacio circundante, extendiéndole a aquella sus

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fronteras cuando las condiciones así lo posibilitan; asumir ese conjunto de funciones de

modo simultáneo, constituye uno de los desafíos más importantes al que la formación

tiene por deber anticiparse.

Es importante que los maestros sepan como vincular de manera significativa la

experiencia cultural y social de los niños rurales con el nuevo conocimiento que se

quiere enseñar, propiciando además la participación activa de los padres. Esto invita a

realizar con los alumnos de los Institutos de Formación Docente un trabajo de

valorización y conocimiento de las capacidades que las familias rurales tienen para

realizar tareas que contribuyan al desarrollo educativo de los niños. Significa, también,

la posibilidad de desarrollar instancias de prácticas que les permitan percibir, definir y

plantear problemas a partir de la comprensión y racionalización de las situaciones que

surgen cotidianamente en el medio rural. De esta manera el docente estaría en

condiciones de rediseñar su práctica en cada escuela para avanzar más allá de la mera

reproducción de contenidos escolares y que ésta se convierta en una oportunidad para el

desarrollo cognoscitivo del alumno.

Bibliografía

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Actividades

1. Analice la multidimensionalidad de la escuela rural a partir de las diferentes

dimensiones que presentan las autoras.

2. Identifique esas dimensiones en las escuelas rurales que Ud. conoce.

3. Tomando como referencias las escuelas rurales de la zona donde se realizan las

observaciones y visitas desde su Instituto, indague ¿por qué resulta importante

reconocer las características y dinámicas del funcionamiento institucional de la escuela

rural para la formación de futuros maestros?

4. Realice de manera grupal, un informe con la información recolectada.

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Educação do Campo e escolas/classes multisseriadas1: reflexões sobre a educação do/no espaço rural no Brasil2

Natacha Eugênia Janata Edson Marcos de Anhaia

Introducción

A luta por uma educação de qualidade para as escolas que pertencem ao meio rural

brasileiro vem adquirindo força desde meados dos anos 1990 e para compreendê-la é

necessário que conheçamos a trajetória de constituição da Educação do Campo3.

Podemos afirmar que a luta dos trabalhadores do campo esteve presente no Brasil desde

sua colonização, ainda que de formas distintas e, nesse sentido, compreendemos que a

Educação do Campo é herdeira das mesmas. Entretanto, sua configuração atual é fruto

direto da luta pela terra realizada pelos movimentos sociais do campo no fim dos anos

1980.

Voltemos um pouco no tempo para compreender esta afirmação! Nos anos 1970, com o

desenvolvimento econômico adotado pelo regime militar brasileiro, intensificaram-se as

lutas dos posseiros e seringueiros e eclodiram conflitos por terra gerados pela

construção de hidrelétricas espalhadas pelas regiões do país, além da expulsão de

trabalhadores do campo pela expansão do monocultivo de grãos, sobretudo soja, voltado

para a exportação. Outras manifestações também se fizeram presentes nesse período,

como as greves dos assalariados rurais, destacando-se a luta dos pequenos agricultores

pelos preços mínimos dos produtos (Medeiros, 1989).

O Brasil viveu construções das Usinas Hidrelétricas que integraram o processo que

costumamos denominar por “modernização conservadora” do campo brasileiro. A

1 No Brasil existem mais de uma forma de organizar os anos iniciais do Ensino Fundamental (1º ao 5ºano). A escola pode ser seriada, com um professor para cada ano de escolarização; escolas multisseriadas, onde um professor trabalha no mesmo período com alunos de diferentes idades e níveis de escolarização, e ainda classes multisseriadas com o professor trabalhando com dois ou mais níveis de escolarização no mesmo período. 2 As questões tratadas são frutos de um percurso de estudo e trabalho dos autores, tendo partes deste texto publicado em outros materiais, mas que consideramos imprescindíveis de serem retomados para subsidiar a discussão. 3 O conceito “Educação do Campo” surge para demarcar um movimento político-pedagógico das escolas que estão situadas nos espaços rurais no Brasil. Abordaremos esse processo no decorrer do texto.

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industrialização e desenvolvimento da agricultura brasileira, vividos durante o fim dos

anos 1950 aos 1970, ficou sob o comando dos latifundiários. Este caráter provocou

consequências estruturais de empobrecimento da população rural e de expulsão dos

trabalhadores da terra (Wanderley, 1996; Graziano Da Silva, 1982).

Outro fator que se insere nesse período e que atingiu brutalmente as relações de trabalho

no campo foram os modelos e pacotes tecnológicos adotados. Se antes eram necessárias

formas de trabalho associado, como a parceria e o arrendamento, com a incorporação de

tecnologia e a expansão do plantio mecanizado da soja para exportação, houve a sua

dispensa ou, em alguns casos, a substituição pela mão de obra volante.

Essa situação, aliada à reabertura político-social do país, bem como ao acúmulo das

experiências da educação popular4 vivenciada no fim dos anos 1960 e durante 1970,

com o apoio da Igreja Católica, por meio da Comissão Pastoral da Terra (CPT),

fortaleceu a organização e composição nacional de movimentos sociais do campo ao

longo da década de 1980, como o Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra

(MST) e o Movimento dos Atingidos por Barragens (MAB).

Esses movimentos tinham na sua raiz o enfrentamento dos trabalhadores do campo às

relações sociais de produção capitalistas. Todavia, foram aprendendo que a luta pela

terra era apenas o início da mobilização, porque ela poderia garantir o sustento, a

produção da vida, porém outras demandas foram se tornando presentes. Foi dessa forma

então que a educação e a escolarização dos trabalhadores do campo e seus filhos passou

a integrar a pauta dos movimentos sociais do campo.

Tendo em vista o histórico da educação rural, que promoveu um acesso à escola aos

trabalhadores do campo sempre de segunda ordem, desconectado com os interesses e

necessidades desses sujeitos, esses movimentos também passaram a se questionar: que

escola se almejava para as crianças, jovens e adultos do campo? Assim, foi se

construindo a convicção de que não poderia ser qualquer escola. Ela precisaria estar

voltada ao contexto do campo, do trabalho e das diferentes manifestações da vida nele

presentes. Portanto, uma proposta de educação que buscasse transformar o instituído,

em busca da sua superação.

4 Uma importante referência da Educação Popular no Brasil é o educador reconhecido internacionalmente, Paulo Freire.

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1. Educação do Campo e sua trajetória no Brasil

Com essas mobilizações no campo, foi realizado de 28 a 31 de julho de 1997, o I

Encontro Nacional de Educadores da Reforma Agrária (I ENERA), promovido pelo

Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST) e apoiado por entidades como

a Conferência Nacional dos Bispos do Brasil (CNBB); o Fundo das Nações Unidas para

a Infância (Unicef), a Organização das Nações Unidas para a Educação, a Ciência e a

Cultura (Unesco) e a Universidade de Brasília (UnB).

As escolas do campo espalhadas nos mais diferentes recantos brasileiros e influenciadas

pelo contexto de mobilização vivido, estavam realizando práticas que buscavam

associar o processo educativo aos interesses dos trabalhadores do campo. O I ENERA

ao reunir algumas dessas experiências explicitou o existente, demonstrando a sua

importância. Este fato levou as entidades parceiras do evento a desafiar o MST a

“levantar uma discussão mais ampla sobre a educação no meio rural brasileiro”

(Caldart, 2012, p. 258).

Naquele momento foi assumido o compromisso na realização de uma conferência

nacional. Em agosto de 1997 iniciaram as discussões preparatórias para a I Conferência

Nacional por uma Educação Básica do Campo, que foi realizada um ano após o

ENERA, no período de 27 a 30 de julho de 1998, em Luiziânia, Goiás, BR. O MST, a

Unb, a CNBB, o Unicef e a Unesco foram as instituições promotoras desse encontro,

que reuniu movimentos e organizações do campo de todo o país, sujeitos envolvidos

com a educação de diversos segmentos dos trabalhadores do campo, entre eles os

educandos e educadores do MST, da agricultura familiar, dos indígenas, dos povos da

floresta, dos ribeirinhos, quilombolas, dos Sindicatos de Trabalhadores Rurais (Anhaia,

2011).

Nesse contexto, a formulação “Educação do Campo” se constituiu em contraposição ao

que então se conhecia no país como educação rural, fortemente constituída pela negação

do Estado no acesso à educação pública de qualidade aos trabalhadores do campo

(Caldart, 2012). Assim, ao mesmo tempo em que nacionalmente foi sendo constituído

um movimento de cunho nacional em prol da Educação do Campo, as escolas do campo

passaram a se repensar, propondo-se a realizar modificações e dessa forma, um e outro,

movimento e escola, vão se retroalimentando e fortalecendo as concepções da Educação

do Campo.

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Aqui cabe destacar que se contrapondo ao projeto de desenvolvimento presente no país

desde o Brasil colônia, o entendimento da relação campo-cidade que a Educação do

Campo afirma busca a superação da dicotomia urbano-rural. O debate sobre a

compreensão de campo trouxe a perspectiva de que campo é mais do que lugar de

plantar ou de criar animais para suprir a alimentação da humanidade. Nesse espaço-

território, trabalhadores produzem a sua vida de distintas formas, ainda que cada vez

mais submetidos às relações capitalistas.

O movimento da Educação do Campo foi aos poucos aglutinando e ampliando as

organizações, movimentos e instituições vinculadas aos trabalhadores do campo e

outras conquistas foram ocorrendo após a I Conferência, motivadas pela continuidade

na realização de ações articuladas entre os movimentos e as instituições. Um exemplo

disso foi a aprovação no Conselho Nacional de Educação da Resolução CNE/CEB Nº 1,

em 03 de abril de 2002, denominada como Diretrizes Operacionais para a educação

básica as Escolas do Campo. Com um processo de reflexão mais aprofundado, as

discussões passaram a pautar a Educação do Campo em todos os níveis do ensino, não

se restringindo a apenas a Educação Básica5.

Vale ressaltar que anteriormente às Diretrizes Operacionais, no ano de 1998, foi criado

o Programa Nacional de Educação na Reforma Agrária, considerado uma importante

conquista, após ENERA e a I Conferência, dos trabalhadores do campo, especialmente

os assentados da reforma agrária.

Ainda no plano das ações em parceria entre os diferentes movimentos e instituições

ligadas aos trabalhadores do campo, houve em julho de 2004 a realização da II

Conferência Nacional por uma Educação do Campo, contanto com mais de 1.000

participantes, representando cerca de 39 entidades. A ampliação ocorrida no encontro

explicitou o momento vivido no país, de conquista dos trabalhadores do campo, ao

mesmo tempo em que a Educação do Campo foi se institucionalizando nos quadros do

Estado, com a criação de instâncias nos órgãos do governo federal, estadual e

municipal.

Poderíamos nos questionar, por que é importante conhecer essa história? Para que possa

ser visualizada e compreendida a importância dos movimentos sociais, sobretudo, a

perspectiva de projeto de sociedade, bem como de transformação social presente nessa

5 No Brasil a Educação Básica compreender os seguintes níveis de ensino: Educação Infantil (0 a 5 anos), Ensino Fundamental (6 a 14 anos) e Ensino Médio (15 a 17 anos).

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trajetória. A Educação do Campo nasceu como mobilização/pressão de movimentos

sociais por uma política educacional comprometida com os interesses dos trabalhadores

do campo. Sua origem é também caracterizada pela crítica à educação desvinculada das

relações sociais concretas de produção da vida, assumindo a postura de buscar construir

outra escola, no embate entre o instituído e as transformações.

Nesse sentido é que desde essa origem se afirma, segundo Kolling, Nery e Molina

(1999, p. 29) que “Não basta ter escolas no campo; quer-se ajudar a construir escolas do

campo, ou seja, escolas com um projeto político pedagógico vinculado às causas, aos

desafios, aos sonhos, à história e à cultura do povo trabalhador do campo”, com essa

referência e essa trajetória se explicitam sinteticamente os motivos de no Brasil

adotarmos o termo Educação do Campo e não mais educação rural.

2. A qualificação das escolas/classes multisseriadas do campo pela elaboração dos

seus Projetos Político-Pedagógico

Para termos uma dimensão das escolas do campo no Brasil, passamos a descrever

alguns dados, tomando como referência o Censo Escolar6 de 2013. Em termos

numéricos são 70 mil escolas que estão em áreas rurais e, destas, 42.257 são escolas

multisseriadas, nas quais trabalham 91.316 professores e estudam 1 milhão e 400 mil

alunos. Por isso se faz necessário investimento em infraestrutura, formação inicial e

continuada de educadores, além de materiais específicos que levem em conta a

realidade dos trabalhadores do campo, entre outros. No caso específico das escolas

multisseriadas essa necessidade é ainda maior, já que a unidocência exige uma

qualificação diferenciada, para dar conta do trabalho pedagógico distinto que precisa ser

realizado em classes que reúnem estudantes de diferentes idades e em momentos de

aprendizagens distintos.

Para além da trajetória de luta pela Educação do Campo, entendemos que um

aspecto mobilizador e de fundamental importância para contribuir na qualidade da

6 Censo Escolar é um instrumento de coleta de informações (dados) anuais, sobre a Educação Básica (Educação Infantil, Ensino Fundamental e Médio – incluindo os cursos técnicos profissionalizante, Educação Especial, Educação de Jovens e Adultos). Abrange as dimensões da escola, alunos, profissionais e número de turmas em cada escola. Esses dados são enviados para o Ministério da Educação anualmente.

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escola multisseriada brasileira é a elaboração dos Projetos Político Pedagógico7

dessas escolas.

É importante ressaltar que as escolas multisseriadas surgiram para atender a

escolarização nos anos inicias do Ensino Fundamental no meio rural brasileiro de

forma precárias. Sendo assim, nossa defesa não é pela permanência desse formato de

escola pura e simplesmente. Ao contrário, buscamos vislumbrar possiblidades de

potencialização das escolas multisseriadas como um significativo espaço de

formação às crianças do campo, como uma instituição de ensino formal engajada em

um processo de construção de conhecimento e comprometida com a realidade da

educação brasileira e do espaço em que está inserida. Demarcado esse princípio,

passemos a abordar a relação entre o processo de elaboração dos PPP’s das escolas

multisseriadas e a possível qualificação no seu trabalho pedagógico.

O PPP pode se caracterizar como instrumento importante de discussão e intervenção

acerca do contexto particular em que a escola está inserida, bem como ampliando para a

generalidade da educação brasileira. Para Vasconcellos (1995, p, 143), o projeto

pedagógico,

...é um instrumento teórico-metodológico que visa ajudar a enfrentar os desafios do cotidiano da escola, só que de uma forma refletida, consciente, sistematizada, orgânica e, o que é essencial, participativa. É uma metodologia de trabalho que possibilita ressignificar a ação de todos os agentes da instituição.

Embora possamos fazer uma crítica à afirmativa do autor, entendendo o ponto de vista

como restrito ao interior da escola, compreendemos como pertinente a concepção do

PPP como “um instrumento teórico-metodológico”, ou ainda, como uma “metodologia

de trabalho”. Isto porque permite deslocar uma visão simplista e pragmática de escrita

de um documento, trazendo à tona a elaboração do PPP como um processo, que envolve

dialeticamente ação e reflexão. Para que atinja esse objetivo precisa estar pautado em

alguns princípios, acerca dos quais passamos a discorrer.

Podemos considerar como um primeiro item a construção coletiva, buscando o

envolvimento de toda comunidade escolar, desde os trabalhadores da educação (que

7 É um documento que estabelece os objetivos, as diretrizes e ações do processo educativo a ser desenvolvido na escola, expressando as exigências legais do sistema educacional brasileiro, bem como as necessidades, propósitos e expectativas da comunidade escolar. Revela a concepção de mundo dos sujeitos que participam do processo de sua elaboração, expressa a cultura da comunidade escolar e os desafios para a formação humana. Cada unidade escolar deve possuir o seu PPP, e este possui um caráter jurídico da escola.

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abarcam os funcionários e os docentes), chegando aos educandos, familiares e outras

agências formativas que se articulam à escola.

Acerca da “rede de agências” formativas, Freitas (2009) contribui, resgatando as

elaborações da pedagogia socialista, afirmando que a escola é uma instituição educativa,

mas não a única, os movimentos sociais e outras organizações também educam e a

escola quando se propõe à ligação com a vida, precisa estar atenta a essas variadas

agências educativas existentes no meio social local. Destacamos que tal atenção precisa

se dar inclusive no sentido da crítica aos meios educativos presentes na atualidade que

caminham no sentido de reforçar as relações sociais capitalistas.

Compreendemos que o envolvimento da comunidade escolar pode contribuir para uma

leitura mais dinâmica da realidade e resultar em compromissos coletivos estratégicos,

aproximando a vida da escola à vida da comunidade. Dessa forma, o conhecimento

científico adquire relevância social e a escola passa a ter mais sentido para todos os

envolvidos.

Nesse processo de construção coletiva é necessário ter presente os diferentes sujeitos e

criar condições para que todos possam participar com igualdade de condições. Para isso

é necessário superar a visão dicotômica de que alguns elaboram e outros executam, a

separação entre teoria e prática, trabalho manual e intelectual, presente ao longo da

história da humanidade. Essa ruptura possibilita a compreensão dos processos e a

autonomia dos sujeitos, criando instrumentos e espaços coletivos de gestão na escola

explicitando os seus limites e possibilidades.

Alguns questionamentos são recorrentes: Como promover a inserção dos educandos

nesse processo? Como fazer isso com crianças da Educação Infantil e dos anos inicias

do Ensino Fundamental? E as famílias, como chamá-las para participar? Que outras

agências formativas são essas? Tais indagações vão sendo desvendadas na medida em

que passamos aos procedimentos orientadores de formulação do PPP, organizados em

três diferentes marcos: o situacional, o conceitual e o operacional8.

2.1. O Marco Situacional

Esse item é uma espécie de diagnóstico da realidade micro, articulado com a macro. A

intenção é fazer uma análise crítica das contradições e dos conflitos presentes, 8 Essa nomenclatura foi utilizada tomando como base a experiência de elaboração dos Projeto político Pedagógico das escolas da Rede Estadual de Ensino do Paraná/BR no período de 2003-2007, com a assessoria da Profª Maria Madselva Feiges.

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estabelecendo uma relação com prática educacional da escola, procurando identificar

suas necessidades e apontar seus limites.

No Marco Situacional também é preciso expressar quem são os sujeitos atendidos pela

escola, os educandos, as principais problemáticas que os envolvem no sentido mais

direto, como por exemplo, a situação socioeconômica das famílias e as interações

sociais que são possíveis das crianças vivenciarem. As dificuldades do trabalho na

agricultura e como isso influencia a situação das famílias é um tema a ser refletido. Essa

questão está articulada com outras, no âmbito mais específico da escola, relacionando-

se com as dificuldades e potencialidades na aprendizagem e desenvolvimento.

Alguns itens podem orientar a elaboração do marco situacional9, como, por exemplo: a)

o resgate histórico das comunidades (considerar os sujeitos e organizações e/ou

movimentos sociais que contribuíram para a existência da escola); b) as problemáticas

sobre a população atendida, as crianças e as famílias e sua situação socioeconômica

(lembrar-se de articular as questões econômicas, que envolvem o trabalho e a geração

de renda, levando em conta as especificidades do trabalho no campo); c) as dificuldades

no processo de ensino aprendizagem (refletir sobre esse problema, com atenção para as

classes multisseriadas, relacionando com as questões escolares, mas também sociais); d)

as problemáticas que envolvem a formação e valorização dos educadores e

funcionários; e) as problemáticas acerca da estrutura e organização do espaço.

2.2. Marco conceitual

Esse é um momento de estudo, de compreensão de conceitos. O marco conceitual

constitui-se na sistematização sobre as concepções, bases teóricas que fundamentam o

projeto e as práticas das escolas multisseriadas. Ele traduz as concepções acerca da

organização do trabalho pedagógico da escola com vistas a cumprir sua finalidade. A

construção coletiva envolvendo todos os sujeitos, trabalhadores da educação e

comunidade escolar, precisa ser feita de forma qualificada, para tanto são necessárias

reuniões de estudo, proporcionando espaços de debates, revisitando e aprendendo novos

conceitos.

É fundamental expressar no marco conceitual a concepção de sociedade, de ser humano,

de campo, de educação, de escola, de trabalho e de conhecimento que os sujeitos da 9 O PPP é um documento e como tal precisa constar nele antes da escrita do marco situacional uma capa, uma apresentação e/ou introdução, contando como foi elaborado e quem participou, um sumário, a identificação da escola, com dados gerais.

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escola acreditam, defendem e querem construir. E isso só é possível compreendendo a

realidade que a escola está inserida, o “micro”, e sua relação com a sociedade em seus

aspectos econômico, sociais, históricos e culturais, o “macro”.

O marco conceitual expressa ainda o posicionamento político da comunidade escolar e

como estes percebem e compreendem o mundo. Por isso ressaltamos que é um

momento de estudo e se bem organizado pode ser um espaço rico de debates e de

formação na comunidade escolar, uma aproximação dos sujeitos envolvidos no processo

de construção do mesmo. Desta forma, não podemos conceber que o PPP seja uma

construção de alguns e muitos menos que sua elaboração se traduza em um ato de

governo instituído por uma Secretaria de Educação.

Esquematicamente, os pontos a serem incluídos no marco conceitual podem ser os

seguintes: a) concepção de: - educação escolar (Que finalidade tem a educação escolar,

qual sua especificidade); - ser humano (Que ser humano queremos formar?); - sociedade

(Que mundo vivemos e que mundo precisamos construir?); campo (Quais as

características que envolvem a produção da vida no e do campo?); ensino e

aprendizagem (Qual a concepção orientadora do ensino, da aprendizagem e

desenvolvimento?); b) princípios da educação (a gestão democrática, a apropriação do

conhecimento, a relação entre os sujeitos da escola: educador, educando, funcionários,

direção, famílias); c) a Educação do Campo e a escola multisseriadas; d) a organização

curricular (concepção de currículo, organização dos conteúdos, critérios de organização

de turmas); e) a avaliação (da educação, da escola, do ensino-aprendizagem).

2.3. Marco Operacional

O marco operacional é a expressão das grandes linhas de ação, tendo presente a

realidade escolar elencada no marco situacional e a fundamentação teórica e a opção

política assumida no marco conceitual. As linhas de ação são os compromissos que a

escola irá perseguir, ou seja, como a escola estrutura sua forma de intervenção

pedagógica. Indicamos que nesse item cabe discorrer sobre como ocorrerá o

funcionamento da instituição de ensino, a sua organização do trabalho pedagógico. A

intenção é que se apresentem ações comprometidas com a transformação da realidade

educacional, sobretudo refletindo a partir das necessidades e potencialidades das escolas

multisseriadas.

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Por fim, de forma esquemática propõe-se como itens a constar no marco operacional: a)

a matriz curricular; b) A organização dos tempos-espaços escolares (semestre, trimestre,

bimestre, módulo, etapas...; os comitês estudantis, os ambientes de aprendizagem, a

organização dos tempos de aula, recreio, de planejamento coletivo e individual, da hora-

atividade, articulada com a formação continuada, entre outros); c) a metodologia de

ensino (como se ensina, quais os encaminhamentos necessários ao ensino); d) a

avaliação na e da escola – (Como se dá a avaliação do coletivo – alunos, professores,

funcionários, direção e coordenação; como será o acompanhamento do PPP).

3. Escolas/classes multisseriadas e suas contribuições para a Educação do campo

Nesse percurso de assessoria na formação de educadores tendo como temática central a

elaboração dos Projetos Político Pedagógicos em escolas do campo, especialmente

naquelas em que existem classes multisseriadas, compreendemos que avanços puderam

ser percebidos. A elaboração do PPP auxiliou a refletir sobre o contexto escolar,

impulsionando uma formação continuada na busca pelo embasamento teórico, com

momentos de leitura de textos, discussões coletivas, fortalecendo convicções e

descobrindo fragilidades.

Fomos percebendo que o significado da elaboração coletiva em escolas multisseriadas

precisava ser readequado, isto porque em muitas delas havia apenas um educador.

Como gerar uma discussão com seus pares se não os havia? Assim, algumas estratégias

foram surgindo, e uma delas foi, por exemplo, reunir todos os educadores das escolas

multisseriadas em momentos específicos de estudos coletivos, com a intencionalidade

de fomentar a discussão sobre os três diferentes marcos que constituem o PPP. A partir

desses encontros eram traçados passos coletivamente, posteriormente executados em

cada local, tendo como responsável cada educador inserido na escola multisseriada em

que ministrava aulas.

Interligado a esse avanço também constatamos a ampliação da relação com a

comunidade. O processo de elaboração do PPP provocou os educadores do campo a

saírem da escola, percebendo o seu entorno e quais os conteúdos educativos presentes

nele. Possibilitou um elo com a vida dos educandos, privilegiando o resgate histórico

das comunidades como um ponto de partida para esse movimento.

É importante atentar para o fato de que o que apresentamos não é uma receita sobre

como elaborar o PPP, até porque cada sistema de educação tem suas leis próprias acerca

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do que deve constar em seus documentos escolares, algo a ser verificado em resolução

específica. O intuito deste artigo, como de todo o trabalho que sintetizamos nele, foi o

de buscar potencializar as escolas multisseriadas especificamente e em geral as escolas

do campo a fim de que estas sejam espaços formativos de crianças, adolescentes e

jovens que têm direito a uma escola de qualidade. Afinal, lutar e trabalhar por essa

escola é o princípio fundamental de toda a trajetória do movimento da Educação do

Campo no Brasil.

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Campinas, jul/dez.

Atividades para refletir

1) Em nossas escolas, na sala de aula e em nossas atividades cotidianas, a terra,

o trabalho a luta dos trabalhadores do campo e seus desafios podem contribuir para

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fundamentar e mesmo para construir conhecimentos curriculares? Que lutas você

conhece dos trabalhadores do campo de seu país, da sua região? Esses processos são

importantes para a vida escolar? Debata esses elementos com seus colegas e elaborem

sínteses para expor em sala de aula.

2) Você conhece o Projeto Político Pedagógico ou outros documentos

importantes de alguma escola do campo? Esses documentos foram elaborados

coletivamente? Realize uma pesquisa procurando saber como foi o processo de

construção desses documentos e como a comunidade escolar utiliza-se dos mesmos.

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Maestros rurales: condiciones de trabajo, formación docente y práctica cotidiana1

María Rosa Brumat

Introducción

En este artículo presentamos reflexiones a partir de un proceso de investigación que se

desarrolló en tres escuelas primarias rurales, al norte de la provincia de Córdoba,

República Argentina. Exponemos algunas características de la práctica docente en

contextos rurales describiendo condiciones de trabajo de los docentes, algunas notas

referidas a su formación y a su práctica cotidiana. Pretendemos recuperar el contexto

nacional y regional y el lugar del Estado como gestor de los sistemas educativos

latinoamericanos; el abordaje de la vida cotidiana de los contextos educativos y la

opción por el estudio de la educación pública (Rockwell, 2001). Nos interesa analizar la

vida cotidiana de estas escuelas rurales sin desconocer la dimensión política que las

atraviesa y las constituye. Esta dimensión política se encarna en las políticas,

normativas, acciones y programas gubernamentales destinados a las escuelas y

maestros. Esta normativa estatal es resignificada y apropiada de manera diferencial en

cada escuela. Nuestra intención al estudiar estas escuelas rurales, es lograr un

acercamiento a la vida cotidiana que en ellas acontece. En este acercamiento a la vida

cotidiana de estas escuelas rurales nos interesa identificar y describir características y

organización institucionales que exceden el trabajo del maestro en el aula y que nos

permiten comprender las estrategias utilizadas por los maestros en sus intervenciones

pedagógicas (Cragnolino y Lorenzatti, 2002).

1. La educación rural en las políticas educativas en Argentina

En el año 2004 se constituye el Área de Educación Rural del Ministerio de Educación

de la Nación y desde este espacio se comienzan a diseñar las líneas de acción destinadas

a los establecimientos educativos, de todos los niveles, ubicados en zonas rurales de

todo el país y se considera que es necesario dar respuesta a las necesidades educativas

de poblaciones que se encuentran aisladas considerando los contextos particulares. 1 Este artículo es una versión revisada del artículo original publicado en la Revista Iberoamericana de Educación , ISSN: 1681-5653 n.º 55/4 - 15/05/11, Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI-CAEU).

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Entre algunos de los objetivos se plantea capacitar a todos los docentes rurales para el

trabajo en plurigrado y abastecer a las escuelas rurales de los servicios básicos (agua,

energía eléctrica, infraestructura). En esta Área se señalan tres líneas centrales de

acción: plurigrado, agrupamiento de escuelas y especialización en educación rural para

el nivel primario.

La actual Ley de Educación Nacional N° 26.206 (2006) avanza en explicitar y nombrar

a la Educación Rural como una modalidad del sistema educativo. Se define a las

modalidades como aquellas opciones organizativas y/o curriculares de la educación

común, dentro de uno o más niveles educativos, que procuran dar respuesta a

requerimientos específicos de formación y atender particularidades de carácter

permanente o temporal, personales y/o contextuales, con el propósito de garantizar la

igualdad en el derecho a la educación y cumplir con las exigencias legales, técnicas y

pedagógicas de los diferentes niveles educativos. Se expresa que la Educación Rural es

la modalidad del sistema educativo de los niveles de Educación Inicial, Primaria y

Secundaria destinada a garantizar el cumplimiento de la escolaridad obligatoria a través

de formas adecuadas a las necesidades y particularidades de la población que habita en

zonas rurales. El lugar asignado a la Educación Rural no es menor si tenemos en cuenta

la ausencia de ésta en el texto de la Ley Federal de Educación (1993) en las políticas

educativas de los años noventa. A partir de 2006 se comienza a implementar, desde el

Ministerio de Educación de la Nación, el Programa de Mejoramiento de la Educación

Rural (PROMER) dirigido a todas las escuelas rurales del país. Este Programa tiene por

finalidad respaldar la política del gobierno nacional orientada a mejorar la cobertura,

eficiencia, calidad y gestión del sistema educativo en el sector rural, apuntando a

generar acciones de política educativa para la Educación en contextos rurales. Desde

este Programa se financian actividades como la producción, edición e impresión de

materiales de desarrollo curricular y capacitación docente; provisión de bibliotecas,

videotecas, útiles escolares, laboratorios, equipamientos multimedia-informático; diseño

e implementación de proyectos escolares vinculados al desarrollo local; mejoramiento

de los servicios básicos (energía eléctrica y agua) e infraestructura; desarrollo de

materiales pedagógicos y asistencia técnica al área de educación intercultural y bilingüe;

producción de programas de TV con contenidos para escuelas rurales y relevamiento de

escuelas rurales (censos).

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Desde el Ministerio de Educación de la Nación, en la línea de Especialización en

Educación Rural para nivel primario, se implementa una Especialización en Educación

Rural para el Nivel Primario para todas las provincias del país. El marco político de este

postítulo es el Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) y la Subsecretaría de

Equidad y Calidad (en Córdoba), desde los cuales se articulan acciones en la

implementación de ofertas de formación continua para los docentes a través de

postítulos que recuperen experiencias previas de formación. El marco legal del Postítulo

son las Resoluciones del Consejo Federal de Educación 24/CFE/07:

La Formación Docente debe incluir ofertas de especialización de postítulos” y la Resolución 151/CFE/00 que habilita a los Institutos Superiores de Formación Docente a dictar postítulos con una duración mínima de 400 horas reloj para otorgar títulos de “Especialista Superior en...”

Este trayecto formativo articula agencias estatales y a nivel de la provincia de Córdoba

sucede lo mismo: se combinan acciones desde PROMER, desde la Dirección General de

Nivel Superior (porque apunta al espacio de la formación docente y este postítulo se

dicta desde instituciones formadoras de docentes y los docentes capacitadores son

docentes de estas instituciones) y la Subsecretaría de Educación Rural de nivel primario

(porque está destinado a maestros rurales en ejercicio).

2. Escuelas y condiciones de trabajo docente en el medio rural

Las características de las zonas rurales en las que se ubican las escuelas estudiadas se

caracterizan por el relieve escarpado, la ausencia de caminos asfaltados, el deterioro de

sendas y caminos por las lluvias, las distancias que deben recorrer alumnos y maestros.

Los maestros de las escuelas observadas no son oriundos de estas comunidades y por

esto viven en las escuelas durante la semana y los fines de semana regresan a sus

hogares en la ciudad más cercana (Ezpeleta, 1992).

Las escuelas estudiadas comparten varios rasgos: son escuelas unidocente o de personal

único, la mayoría de ellos tienen automóvil particular, que ponen a disposición para ir

de la escuela a su casa y transportar todo lo necesario hasta las escuelas; también la

ausencia de algunas condiciones básicas tales como tendido de red para energía eléctrica

(cuentan con paneles solares que abastecen de energía eléctrica) y agua potable de red,

cuentan con radio para comunicarse.

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Ser escuela unidocente significa que cada escuela cuenta con un docente que tiene a su

cargo todos los grados de la escolaridad y además la tarea y función de director de la

institución. Otra característica de las escuelas rurales es el ausentismo de los maestros,

ya sea por faltas reiteradas o porque llegan a la escuela los días lunes y se retiran antes

de terminar la semana (Ezpeleta y Weiss, 1996). En dos de las escuelas observadas, los

docentes tratan de cumplir su horario durante la semana, pero en reiteradas

oportunidades los días viernes deben volver al mediodía a la ciudad para cumplir con

algún trámite requerido por la inspección. En las ausencias de los docentes se combinan

varios factores: razones personales, los “llamados” de la supervisión para realizar

trámites administrativos en la ciudad, la capacitación docente y el aislamiento y lejanía

en la que se encuentran las escuelas. Esto hace que las escuelas rurales sean un destino

laboral que no siempre es aceptado por los docentes y presentan alta rotación de

personal. Estas características se combinan en lo que Ezpeleta y Weiss (1996)

denominan precariedad institucional.

3. Maestros rurales: formación docente y práctica cotidiana

La educación rural es un tema que se ha mantenido al margen en las políticas de

formación docente y su inclusión en los planes de estudio del magisterio no ha sido

contemplada. Ocasionalmente, alguna institución ha incorporado algún contenido o

prácticas de residencia en escuelas rurales, pero estas experiencias han respondido a

decisiones institucionales e incluso de algunos docentes que tenían a su cargo estos

espacios (Brumat, 2007). Como ejemplo, las maestras entrevistadas expresan que en su

formación docente inicial no tuvieron un espacio curricular que los acercara a la

realidad de las escuelas rurales, una de ellas expresó que hizo sus prácticas de residencia

en una escuela rural.

En cuanto a la formación continua, dos de los maestros de las escuelas estudiadas, se

encuentran cursando el Postítulo en Educación Rural y lo rescatan como una acción

destinada específicamente a la ruralidad. Algunos Institutos Superiores de Formación

Docente o Escuelas Normales son responsables de dictar el postítulo, los capacitadores

son docentes de estos institutos formadores y cada módulo está a cargo de un pedagogo

y de un especialista disciplinar. El cursado presencial incluye seis módulos temáticos y

dos seminarios de profundización temática y sistematización de la práctica. Los

módulos son: Didáctica del plurigrado en Ciencias Sociales, Didáctica del plurigrado en

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Lengua, Didáctica del plurigrado en Matemática, Didáctica del plurigrado en Ciencias

Naturales, Alfabetización inicial en plurigrado, Educación en ámbitos rurales. Nos

preguntamos ¿Qué relación existe entre los espacios de formación y la práctica

cotidiana de los maestros en la escuela y en las aulas?, ¿cómo se relacionan los

contenidos trabajados en la capacitación con los contextos reales de trabajo de cada

docente? Los maestros reconocen que se emprendan acciones, como este postítulo,

desde las políticas educativas, pero también plantean que la práctica docente en la

escuela rural va más allá de las actividades de aprendizaje o guías de estudio que se

puedan ‘recomendar’ desde los módulos de trabajo del postítulo. Ellos dan cuenta de

esa práctica docente que implica un conjunto de actividades, interacciones, relaciones

que configuran el campo laboral del sujeto maestro o profesor en determinadas

condición es institucionales y sociohistóricas. La práctica docente puede implicar

actividades que van desde las “planificaciones” del trabajo áulico a las actividades de

asistencias alimenticias, de salud, legales, de colaboración con documentación de los

alumnos u otras (Achilli, 2001, p. 23). Distinguimos las nociones de “práctica docente”

y “práctica de la enseñanza”, entendiendo la práctica docente como aquella desarrollada

alrededor del quehacer educativo que supone determinados procesos de circulación de

conocimientos (Achilli, 2001).

Casi siempre se piensa al maestro como un sujeto en la escuela, encerrado en el aula con

sus cuatro paredes, cuando se requiere definir al maestro como una función de todo el

tiempo, como una manera de ser que va más allá de la escuela misma (Street, 2001).

Los maestros construyen su práctica más allá del aula, más allá de una dimensión

estrictamente pedagógico-didáctica. En la práctica cotidiana van aprendiendo “cosas

que no les enseñaron en el magisterio” y que tampoco se abordan en las capacitaciones

que se ofrecen desde el Ministerio. Pareciera que toda la documentación administrativa

escolar está pensada y diseñada según parámetros de la escuela urbana, todos los

documentos administrativos generados para las escuelas urbanas, llega a las escuelas

rurales y debe ser cumplimentada (Ezpeleta, 1992).

4. El plurigrado como forma de trabajo pedagógico

Una característica recurrente es que los tres maestros trabajan con la modalidad de

multigrado. Es un trabajo complejo en el que los maestros planifican su enseñanza en

simultáneo para los alumnos de todos los ciclos, este tipo de trabajo implica trabajar con

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dos o más grados, a veces todos y sus correspondientes programas y niños al mismo

tiempo en un mismo salón (Ezpeleta, 1992). Observamos diversas estrategias de trabajo

de los maestros: dividiendo el pizarrón por ciclos, utilizando un pizarrón para cada

ciclo, enfrentando grupos de alumnos por ciclos o agrupándolos según las tareas o

temas desarrollados. Los maestros expresan su falta de formación para el trabajo en

plurigrado y no ocultan sus debilidades para el abordaje de la enseñanza en este

contexto.

Desde la política educativa nacional se expone que la modalidad de plurigrado radica en

la escasa matrícula de alumnos y que por esa causa se agrupa a los alumnos de

diferentes años de escolaridad en estos espacios, constituyendo unidades uni, bi o

tridocentes. Nos preguntamos si la constitución del plurigrado como forma de

intervención pedagógica se relaciona solamente con la escasa matrícula en escuelas

rurales. Se plantea la potencialidad pedagógica que ofrece esta organización pero no se

contempla la necesidad de incluirlo como contenido en la formación de los maestros,

¿dónde radica la potencialidad de este tipo de trabajo si los maestros no han sido

formados para trabajar de esta manera? En entrevistas realizadas a maestros rurales de

la provincia de Córdoba, éstos plantean que han ido aprendiendo a dar clase en

plurigrado en su práctica cotidiana en la escuela rural, porque durante su formación no

tuvieron acercamientos a esta realidad. Ahora bien, ¿cómo se construye esta modalidad

de trabajo docente en cada escuela? Las prácticas pedagógicas de los maestros remiten a

las prácticas que se despliegan en el contexto del aula, caracterizada por la relación

docente, alumno y conocimiento (Achilli, 2001, p. 23). Las escuelas observadas son de

personal único (PU), un maestro está a cargo de la enseñanza de todos los grados y de la

dirección del establecimiento.

Reflexiones al cierre

En el trabajo exponemos una aproximación a las características de las escuelas, a las

condiciones de trabajo docente y algunas relaciones entre la formación inicial de los

maestros y su práctica cotidiana en espacios rurales. La opción teórica y metodológica

por el estudio de casos implica una mirada singular sin perder de vista niveles

contextuales más amplios que atraviesan y constituyen esa particularidad. Este tipo de

abordaje implica reconocer a la escuela como una construcción cotidiana y no sólo

determinada por la normatividad escolar. Lo presentado en este trabajo da cuenta de

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múltiples dimensiones constitutivas de la tarea escolar, que exceden el trabajo del

docente en el aula; conocer cómo están organizadas las escuelas, cómo funcionan, en

qué contextos se encuentran, cuál es la formación de sus maestros, quiénes son sus

alumnos, qué políticas estatales atienden al sector, nos permite comprender las

propuestas pedagógicas que implementan los docentes en el trabajo en plurigrado y

cómo se construye la docencia en espacios rurales.

Nos interesa destacar en primer lugar el lugar que se ha asignado a la Educación Rural

en las políticas educativas en los últimos diez años. Es notable la diferencia en términos

de decisiones, programas y acciones que se han venido implementando desde 2004

destinadas a escuelas, maestros y alumnos de zonas rurales. No es menor destacar esto,

ya que en la década de los noventa la Educación Rural había sido desatendida en

términos generales y también en lo que respecta a la formación de docentes, siendo

escasa o nula la referencia de formación específica para esta modalidad educativa

(Brumat, 2007; Cragnolino y Brumat, 2007).

En segundo lugar, también es de resaltar la cantidad de producción de y el suministro de

equipamiento que se distribuyen desde programas como PROMER. El interrogante y la

crítica son siempre si las escuelas cuentan con las condiciones materiales y físicas para

apropiarse de estos materiales y hacer un uso pedagógico acorde con las realidades de

cada escuela. Muchas de ellas no cuentan con condiciones básicas que posibiliten el uso

de estos equipamientos, como energía eléctrica o agua corriente, algunas se abastecen

de energía eléctrica mediante paneles de energía solar y no soportan conexiones de otros

equipos como computadoras, televisores, que demandan mayor consumo energético. En

este sentido, creemos que sería necesario que programas que poseen líneas específicas

para el mejoramiento de servicios básicos y de infraestructura en establecimientos

educativos rurales puedan garantizar estas condiciones mínimas de funcionamiento. Con

los libros sucede algo parecido, ¿cuántas veces los materiales de enseñanza llegan a la

escuela y permanecen guardados en las mismas cajas que llegan o en algún estante?, ¿en

qué medida estos materiales están acompañados de instancias de formación de los

maestros para que signifiquen un aporte a la intervención pedagógica del docente?

En tercer lugar, con relación a este último punto, nos surgen algunas preguntas acerca

del postítulo de educación rural para maestros de nivel primario, ¿Dónde se construyen

los módulos de capacitación?, ¿qué espacio existe para la incorporación de

particularidades de cada jurisdicción?, ¿desde qué perspectivas de ruralidad trabajan y

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plantean sus actividades?, esta capacitación, ¿refleja las realidades de trabajo de los

maestros en situaciones de plurigrado? Algunos de estos interrogantes se relacionan con

la perspectiva desde las que son pensadas las acciones de formación continua para

docentes. Algunos autores (Finocchio, 2007) distinguen dos modelos de formación

continua: Uno, basado en la oferta y otro, basado en la demanda. Los sistemas

concebidos desde la demanda suelen estar pensados como apoyo a las prácticas

escolares de los maestros. En estos casos, las problemáticas concretas de la enseñanza

se constituyen en el centro de las acciones de formación continua. El fundamento

consiste en entender que esta formación tiene sentido si tiene algún grado de incidencia

en la mejora de las condiciones de las prácticas docentes. En este sentido, nos

preguntamos si no estaríamos ante la presencia de una perspectiva instrumental de la

formación continua, ¿acaso ésta es entendida como un medio que aseguraría el impacto

positivo de dichos programas al nivel de los docentes?, ¿acaso se entiende a la

formación continua como un complemento de la producción de materiales didácticos o

de la dotación de recursos?, ¿hasta qué punto es una demanda concreta de los

destinatarios de estas propuestas?, ¿en qué medida estas acciones de capacitación

reconocen las condiciones objetivas e históricas de trabajo de los maestros? Éstos son

algunos de los interrogantes que nos surgen y que abren líneas a futuras indagaciones.

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pedagógicas” (Cap. VIII), en Gentili y Frigotto, La ciudadanía negada. Políticas de

exclusión en la educación y el trabajo, CLACSO.

Actividades

- Realizar entrevistas a maestros rurales y poder analizar y relacionar esos datos

que aporte la entrevista con las dimensiones desarrolladas en este artículo.

- Relevar cuáles son las normativas vigentes (a nivel jurisdiccional) referidas a la

educación rural y las ofertas de formación para los docentes. Analizar las ofertas

de capacitación y/o perfeccionamiento para docentes rurales: ¿quiénes dictan

estas ofertas?, ¿a quiénes van dirigidas?, ¿qué contenidos se desarrollan y cómo

se relacionan con la práctica de los docentes?

- Realizar observaciones en una escuela rural y en aulas plurigrado. Analizar lo

observado a la luz de los aportes de este artículo y de lo planteado en el artículo

de Cragnolino y Lorenzatti (“Multidimensionalidad de la escuela rural. Notas

para pensar la formación docente inicial”, que se encuentra en esta publicación).

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Desde la “escuelita” a la “escuela rural”. Reconocimiento de procesos de negociación, disputas y apropiaciones de escuelas primarias por parte de familias rurales

Elisa Cragnolino “… sí hay ruralidad en la escuela se habla de una pobre

escuela, de la escuelita y ese diminutivo está cargado de

desconsideración”

Maria Saleme (2009:4)

Introducción1

En numerosos espacios de formación de maestros rurales, la caracterización

predominante de la escuela y el trabajo docente remiten a esta visión que plantea María

Saleme (2009). Hablar de la “escuelita” supone desconocimiento de la importancia que

esta institución asume para los pobladores del campo y propicia la resignación. Parece

inevitable que los maestros rurales enfrenten grandes dificultades por la complejidad de

su tarea y por la adversidad del medio en que la mayoría de las veces van a

desempeñarse. Al presentarse “el contexto rural” como factor limitante de las

posibilidades de educar, se anticipa y justifica el fracaso de los maestros, desconociendo

la posibilidad de que la escuela rural se constituya en un espacio de producción de

aprendizajes relevantes. Entendemos que esta caracterización se funda en prejuicios que

es imprescindible discutir para poder pensar no en “las escuelitas” sino en “las escuelas

rurales” y el trabajo del maestro.

Con esta intención presentamos a continuación análisis que son resultado de

investigaciones empíricas realizadas en el norte de la provincia de Córdoba, Argentina,

que muestran cómo la familias campesinas fueron parte y no sólo destinatarios de los

procesos estatales de construcción de las escuelas, se apropiaron de las mismas,

desplegaron estrategias y resistieron cuando se puso en juego la continuidad de la

escolarización de sus hijos.

1 Este artículo constituye una versión revisada y resumida del Capítulo 1 del Libro Capítulo 1: “Esa escuela es nuestra”. Relaciones y apropiaciones de la escuela primaria por familias rurales” en Cragnolino, Elisa (compiladora) Educación en los espacios sociales rurales. Colección Estudios sobre Educación. Editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Córdoba. (pag 12-41).

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El cierre de escuelas rurales en Córdoba y la movilización de las familias rurales

Durante los primeros meses de 1998, el Ministerio de Educación de la Provincia de

Córdoba decidió el cierre de las escuelas rurales con escasa matrícula y la derivación de

los alumnos a otras ubicadas en centros urbanos poblados. La “nuclearización “de

escuelas rurales causó un verdadero revuelo en las “comunidades educativas” del

interior provincial. La propuesta de trasladar a los chicos a las “escuelas núcleo”, aún

cuando el Ministerio dispondría de móviles propios y a la vez que brindaría

alimentación; las promesas de que allí “mejoraría la calidad educativa”, tendrían acceso

a computadoras y bibliotecas y se aseguraría una “sociabilización más acorde con los

nuevos tiempos” no fue suficiente. Muchas familias se negaron sistemáticamente a

enviar a sus hijos a las “escuelas bases” y en algunas comunidades, a pesar de que el

establecimiento estaba cerrado, las clases se dictaban en la casa de un vecino o en las

afueras de la escuela. En los medios gráficos y televisivos aparecían por entonces las

imágenes de un grupo de alumnos y una maestra que, en el norte de la provincia, daban

clases en una galería o bajo un árbol.

La propuesta de cerrar “las escuelitas” provocó la rápida réplica y movilización no sólo

de los afectados directos, padres, alumnos y docentes, sino también de intendentes y

jefes de comunas, entidades intermedias locales, legisladores y hasta el Defensor del

Pueblo, quienes solicitaron que se deje sin efecto. Algunas escuelas fueron cerradas,

aunque con el correr del tiempo y la falta de consenso, el Ministerio de Educación tuvo

que dar marcha atrás a la medida. Por su parte, las nuevas autoridades provinciales que

asumieron en julio 1999 decidieron la reapertura de todos los establecimientos y

anunciaron que las escuelas rurales se mantendrían y que el desafío que seguía era

“jerarquizar la calidad educativa desde la ruralidad”.

En el momento de la amenaza del cierre de los establecimientos nos encontrábamos

realizando trabajo de campo en el departamento Tulumba, en el norte cordobés. Ese

trabajo era parte de una investigación a través de la cual nos propusimos comprender el

lugar que ocupa la educación dentro de los mecanismos de reproducción social de las

familias de la zona. Aparecían entonces con más fuerza, debido a la inquietud que había

provocado la decisión del “nucleamiento”, varias cuestiones: la noción de una posesión

colectiva que la mayoría de los padres tienen de estas escuelas, su multifuncionalidad e

importancia como núcleos de la vida social de los parajes. Nos decían: “Esa escuela es

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nuestra... es lo único que nos queda... Hasta el enfermero nos sacaron, pero con la

escuela no se metan...” Repetían: “Si la escuela se cierra este lugar se muere”.

Las transformaciones estructurales en Tulumba

Para poder explicar cómo y por qué las familias campesinas reclamaban por el cierre de

las escuelas, cuáles eran las prácticas y representaciones sobre las mismas, cómo se

vinculaban con ellas, no consideramos suficiente conocer cómo viven las familias en el

presente. Partímos del supuesto de que esos vínculos han sido construidos a lo largo del

tiempo y por eso es necesario reconstruir su historia; pero analizándolas no como casos

individuales sino como parte de una historia social regional.

El espacio social tulumbano estuvo sujeto a fuertes transformaciones estructurales en las

últimas décadas. Estos procesos afectaron la vida familiar y a la escuela y se

actualizaron en los sujetos que vivían y actuaban en estos ámbitos, en las relaciones que

mantenía entre sí y con las instituciones, entre ellas las educativas.

En los paraje donde realizamos nuestro trabajo la escuela se destaca como la

construcción más importante. Los edificios fueron, en su mayoría, construidos o

ampliados entre las décadas del treinta y el cincuenta y albergaban entre cincuenta y

cien alumnos. Nos hablan de un momento de cierta “prosperidad en el campo” cuando

las familias aseguraban su reproducción directa a través de diferentes actividades

prediales (cultivo de maíz, horticultura, cría de ganado vacuno, caprino, granja, monte,

recolección de frutos) y extraprediales (a través de la venta de fuerza de trabajo

estacional en la zona cerealera del sur de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires). En las

decadas siguientes la produción predial se verá comprometida por el deterioro creciente

de las condiciones ambientales y las desventajas competitivas de los productos agrícolas

de estas zonas marginales para la explotación de mercado; situación que se agrava con

la caida de la demanda de trabajo rural pampeano a raíz de la mecanización de las

cosechas.

La fragmentación de los lotes, producto de las prácticas de herencia, sumadas a la venta

de parte de la parcela en momentos en que la unidad afronta crisis particulares

determinaron una disminución de la disponibilidad de tierras. En algunos casos estas

crisis desembocaron en la venta del lote y la consiguiente descampesinización de los

miembros de la unidad. Producida la retracción de la demanda de trabajo rural y con el

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desarrollo del mercado laboral urbano, industrial y de servicios, los destinos de las

migraciones permanentes serán urbanas (principalmente Córdoba y Buenos Aires)

Paralelamente, a partir de la inversión de capitales industriales y comerciales de

Córdoba y Buenos Aires, se consolidaron en la zona grandes explotaciones de tipo

capitalista que avanzan desde el este de la ruta 9, desmontan y establecen estancias

dedicadas a la explotación ganadera y también, en los últimos años, a la agricultura.

La asalarización como peones y puesteros de estos establecimientos de algunos de los

miembros de la unidad se convierte, entonces, en otra de las estrategias que ponen en

juego las familias y que les permite sostenerse en el campo. La complementariedad de

salario y actividades productivas mejora en estos casos las condiciones de subsistencia

familiar, pero no detiene el flujo migratorio de los hijos.

El despoblamiento del campo supuso una fuerte caída de la matrícula rurales y

determinó , como veremos a continuación, el cierre de escuelas.

El protagonismo de los pobladores tulumbanos en el establecimiento y

sostenimiento de las escuelas

Desde comienzos de siglo coexisten en Tulumba establecimientos de nivel primario

provinciales y nacionales En 1930 nos encontramos con treinta y tres escuelas, ninguna

de las cuales era “graduada” (cinco eran “elementales” y veintiocho “rurales”). Durante

mucho tiempo la apertuta de establecimientos de nivel primario en los parajes rurales no

va a acompañada de la posibilidad de acceder a la escolaridad primaria completa. En la

totalidad de las escuelas nacionales y la mayoría de las escuelas fiscales sólo se podía

cursar hasta segundo grado. Recién en 1949 el Ministerio de Educación de la Nación

aprobó la extensión de la enseñanza hasta sexto y cinco años después lo hace Ley

provincial 4401.

El momento de mayor extensión del sistema de educación primaria del departamento se

produce en el año 1976, cuando existían sesenta y dos escuelas y ciento setenta y cinco

docentes que atendían a una población escolar de dos mil cuatrocientos sesenta y un

alumnos. A partir de entonces comienza el cierre de escuelas. En 1983 existían

cincuenta y seis establecimientos con ciento veintisiete maestros y mil ochocientos

sesenta y cinco alumnos. En 1994 las escuelas eran cuarenta y ocho, ciento treinta y tres

los docentes y mil ochocientos doce los alumnos.

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Como muestras las cifras estadísticas las escuelas se multiplicaron en Tulumba

conforme avanzaba el siglo, aun en momentos de decrecimiento poblacional, y en este

proceso no estuvieron ausentes los pobladores de los parajes rurales. Los documentos

consultados en el Archivo de la Dirección de Nivel Inicial y Primaria2 y los relatos de

vecinos y docentes del lugar muestran como éstos han sido agentes activos en el

establecimiento, construcción y sostenimiento de las escuelas. El “Estado educador”,

Nacional y provincial, se habría hecho presente en mucho de los parajes a partir de la

iniciativa de los vecinos.

Aun antes de la apertura “oficial” de la escuela, algunos pobladores, los “más ricos” de

los parajes, contrataban a “maestros particulares” para que enseñaran a sus hijos. Luego,

el grupo de vecinos “distinguidos”, en general los propietarios de campos y rodeos más

extensos, algunos de ellos letrados, que luego formarían parte de las Comisiones

Escolares Locales y la Cooperadora, iniciaban las averiguaciones para conseguir la

apertura oficial de la escuela. La existencia de establecimientos en poblados como Villa

Tulumba o San José de la Dormida o en otros parajes les servía de ejemplo a la hora de

empezar con los trámites necesarios para la habilitación. A través de estos maestros o

directores llegaban a la Inspección General de Escuelas Primarias o directamente al

Consejo Provincial de Educación. También facilitaba el logro de la apertura la

mediación de los Jefes Políticos Departamentales o Senadores oriundos de la zona. El

siguiente paso era la realización de un censo de niños en edad escolar.

Las historias de vecinos reunidos en comisiones, préstamos de locales o cesión de

terrenos, alojamiento en las casas para los maestros, se repiten en diferentes parajes.

También las menciones a las “actividades de suscripción popular, festivales, domas y

cuadreras, donación de vaquillonas para asados” para adquirir o construir el primer

edificio “propio” y más adelante para realizar reparaciones o mejoras.

Estas actividades conjuntas de los pobladores no deben hacernos pensar que

involucraban de la misma manera y a todos los habitantes del paraje, o que siempre las

relaciones entre los mismos eran armoniosas. Los integrantes de las Comisiones pro

escuela o las que dirigían luego las asociaciones cooperadoras, como señalara uno de

2 Fuentes: Actas del Consejo provincial de Educación; Actas de Inspección general de Edificios Escolares; Actas de Inspección del departamento Tulumba. A partir del Año 1931; Informes Mensuales de directores de escuelas. Dpto. Tulumba- a partir del año 1941-; Notas elaboradas por directores de establecimientos a partir de Formulario del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Libro e Circulares para Escuelas Nacionales.

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nuestros entrevistados, “no eran uno cualquiera”. Quienes ocupaban estos cargos eran

personas con una posición social de importancia local. Generalmente los varones de

ciertas familias se suceden por generaciones como integrantes y también como

presidentes de la sociedad cooperadoras. El ser nombrado o “elegido” para integrar la

comisión implicaba en sí mismo un reconocimiento de una posición social diferenciada.

Ser presidente, secretario o tesorero de la cooperadora suponía ciertos “conocimientos”

para realizar trámites, manejo de lecto-escritura y operaciones básicas de cálculo, pero

además capacidad y disposición para invertir tiempo y dinero. También era oportunidad

para obtener o incrementar el prestigio social.

Junto a “los vecinos notables” que ocupaban los principales cargos en las comisiones y

cooperadoras, había un grupo de padres “colaboradores” que “si bien en su mayoría son

analfabetos no se dejan ganar por la ignorancia y han comprendido el valor de las letras

y los números para sus hijos... Viven de las faenas camperas y del monte y lo obtenido

de los trabajos en las cosechas..., se muestran entusiastas a la hora en que la escuela los

necesita, aportando su esfuerzo para las tareas de reparación del edificio... con

donaciones una vez que regresan (de trabajar en las cosechas)... Esto significa una gran

ayuda para el desempeño de la misión del docente, permite que la acción de cultura y

enseñanza trascienda de la escuela y llegue a los hogares... “3

Pero junto a los “notables” y los “colaboradores”, según caracterizan a los padres los

inspectores que visitan la zona en la década del cuarenta, había una gran cantidad de

familias que no enviaban a los hijos regularmente a la escuela, pese a estar

matriculados. Las actas e informes de inspección de escuelas fiscales de la década del

cuarenta y las estadísticas educativas dan cuenta de esta situación de inasistencia de los

alumnos. En los documentos se repiten las observaciones cuando en su visita a las

escuelas advierten que la ausencia de los niños se debe a “faenas camperas”,

“enfermedades”, “estado de pobreza de los pobladores” o “negligencia de los padres”.

Se reiteran las recomendaciones para que “busquen los modos en que se regularice la

asistencia”, para que “traten de hacer comprender a los padres el verdadero concepto de

la escuela y el grave error de mantenerlos sin instrucción...”4. Los datos evidencian

como estos problemas de ausentismo de la población escolar matriculada se agudizaban

en determinadas épocas del año que coincidían con el ciclo agrícola, “cosecha en el

3 Fuente: Actas de Visitas de Inspección. Campaña. Distrito Escolar 8. Dpto. Tulumba. Año 1940. 4 Fuente: Actas de Visitas de Inspección del Dpto. Tulumba. Años 1931-44.

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sur”, o el nacimiento de cabritos. En ocasiones, la “asistencia se veía resentida” también

por diferencias o dificultades con los maestros. Los padres, entonces, se negaban a

mandar a los hijos hasta que se atendieran los reclamos hechos a las autoridades

educativas.

En efecto, las “ausencias reiteradas de los docentes”, el “maltrato a los niños o a las

familias del lugar”, la negativa a “prestar la escuela” para realizar eventos, daban lugar a

denuncias de los padres. Pero además de los reclamos formales o del rechazo a la

maestra al negarse a enviar los chicos a la escuela, las familias recurrían a otras

estrategias. Así contaban nuestros entrevistados: “inventaban historias de fantasmas

para que se asuste la maestra...”, “tiraron piedras a la ventana y a la puerta para que no

duerma”, “le hablaban de la luz mala que aparecía abajo del arbol”; “uno se difrazó de

muertito (se ríe) si viera”, “se asustaban, se cansaban y se iban”.

Las relaciones con los maestros se facilitaban, en cambio, si ellos estaban dispuestos a

“afincarse” en el paraje y “vivir junto a los vecinos”, compartiendo las fiestas,

“tomando mate en las casas”, “rezando el rosario al atardecer”, participando como “uno

más en los acabo de novena”; si “no se hacían a menos cuando uno le pedía favores”

(trámites, compras fuera de la zona) o “consejos”; si llegaban con su familia, con hijos

que se convertían, también, en alumnos de la escuela o se casaban con los lugareños.

Lejos de ser simples “receptores” de las “ofertas educativas” oficiales habría habido

cierta actitud “vigilante” por parte de las familias rurales acerca de las responsabilidades

docentes y sus comportamientos sociales y en el aula. La ausencia de escolarización, el

analfabetismo de muchos padres no habría implicado que se desentiendan de lo que

ocurría con sus hijos en la escuela y que se priven de efectuar apreciaciones sobre la

enseñanza brindada a partir de las “tareas”, los actos escolares o el ausentismo de los

docentes. Sobre todo cuando, con el paso de los años y a raíz de las transformaciones

estructurales y la redefinición de estrategias familiares, la escolarización comience a

tener un lugar diferente en la reproducción social.

El lugar de la escolarización y la escuela en las estrategias de reproducción social

Hasta comienzos de la decada del cincuenta los esfuerzos familiares en relación con la

escolarización se orientaban a garantizar la permanenecia en la escuela sólo de algunos

de los miembros y en un tiempo limitado, hasta el momento en que éstos obtuviesen los

conocimientos mínimos en lecto-escritura y cálculo, que les permitiera “defenderse

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mejor” al intentar la inserción laboral fuera del predio. Era importante “saber firmar”,

“saber leer y hacer cuentas” , para que no los engañen, por ejemplo los contratistas que

los llevan a las cosechas, los patrones en la pampa, las patronas de servicio doméstico, o

bolicheros; pero las opciones de trabajo visualizadas como posibles (manuales) no

requerían de otros conocimientos y habilidades escolares.

Cuando las estrategias migratorias se incrementen, ya no sean temporarias sino

definitivas y tengan un destino urbano, la asistencia a la escuela va a comenzar a ocupar

ocupar otro lugar en la reproducción familiar. A partir de la década del sesenta la

mayoría de los niños rurales tulumbanos asistía a la escuela. Las necesidades de trabajo

doméstico y predial se habían reducido considerablemente. Ahora el requerimiento de

mano de obra disponible para atender la sobervivencia cotidiana era menor. Los predios,

los rodeos vacunos y las majadas de cabra se habían reducido. Las migraciones, pero

también las nuevas posibilidades de comunicación y transporte, el acceso más frecuente

de comerciantes a los parajes habían producido cambios paulatinos en los patrones de

produccion y consumo. El aprovisionamiento de insumos en el mercado, reemplaza la

manufactura doméstica y eso libera fuerza de trabajo, sobre todo femenina, que se

incorpora a la escuela.

Esta mayor presencia en la escuela se relaciona también con la progresiva valoración

social de la educación como mecanismo de habilitación para la vida social y

comunitaria: la asistencia a la escuela primaria pasa a ser una condición del “ser”. (“sin

escuela, no sos nada; “para ser alguien” o “para ser algo en la vida lo menos que hay

que tener es la escuela primaria”). Es también instancia de habilitación laboral urbana y

mecanismo de reposicionamiento social ya que permitiría la adquisición no sólo de

conocimientos sino de una certificación que habilita el acceso a nuevos y mejores

trabajos en términos de calidad y remuneración.

La mayor accesibilidad simbólica que tuvieron los miembros de estas unidades con

respecto a la escuela se explica también por la representación vigente a nivel social que

liga la etapa vital de la infancia con la escolaridad. Si bien la utilización de la fuerza de

trabajo infantil en las tareas domésticas, peridomésticas y prediales se mantiene, en

estas unidades campesinas estará limitada por esta nueva consideración social según la

cual una de las “obligaciónes” de los padres es garantizar la asistencia de los hijos a la

escuela primaria. Esta “obligación” implica, entonces, el compromiso de los mayores en

tratar de hacer lo posible para que los niños permanezcan en la escuela y esto significa

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limitar los requerimientos de trabajo. Tiene su correspondencia en la consideración

según la cual los hijos deben valorar el esfuerzo paterno y cumplir con sus tareas

escolares.

Pero la escuela, para las familias rurales, no es sólo el lugar donde los hijos van a

adquirir conocimientos que los habiliten para la vida laboral y social, es el único o más

importante centro comunitario de los parajes. En el campo tulumbano no hay otras

instituciones ni delegaciones del Estado. No existen o son muy recientes las capillas de

la iglesia católica y la escuela se convierte, entonces, en el lugar donde se guardan los

santos, donde llega el cura a dar misa; de ahí parten las procesiones, se hacen bautismos,

los chicos aprenden el catecismo, toman la comunión, se confirman y se casan. Es el

lugar también donde llegan los “grupos de misioneros” y se hacen “retiros espirituales”

Los beneficios de las políticas asistenciales del Estado nacional o provincial, dirigidos a

las familias rurales, siempre escasos, también llegan a los parajes a través de las

escuelas. Ante la falta de centros de salud es el lugar donde se vacuna y atiende el

médico o el enfermero, cuando llega, luego de largas tramitaciones.

Es además un centro de reunión social. Aquí se realizan las fiestas religiosas y se

celebran los acontecimientos; las actividades de la cooperadora escolar (reuniones,

bailes, cuadreras, asados) se convierten en excelente excusa para recrear vínculos

sociales. Da lugar a espacios recreativos; muy importantes sobre todo para las mujeres,

ya que los hombres tienen en el “boliche” un lugar “propio” y al que ellas no acceden.

La cooperadora escolar, lo decíamos más arriba, es un espacio donde se disputa

prestigio y poder, no solo local. En la manipulación de los recursos públicos con fines

partidarios que realizan los “punteros locales”, intendentes, senadores, muchas veces,

“se beneficia” la escuela, el lugar más importante y visible de la comunidad.

Por todas estas razones, por la multifuncionalidad de la escuela, por su importancia

como núcleos de la vida social de los parajes, el cierre de un establecimiento escolar en

la campaña ocurría, y ocurre, no sin resistencias por parte de los vecinos. Aun cuando el

lugar se haya despoblado y un censo prospectivo demuestre que la matrícula no podrá

ser mayor de tres, cinco o siete niños, los vecinos defienden la permanencia de la

escuela.

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La apropiación de la escuela

A lo largo de la ponencia planteamos que en las zonas rurales del Departamento

Tulumba, la construcción del sistema escolar no fue posible sin una demanda y

contraparte local. Las escuelas existieron porque hubo demanda y participación en la

construcción y mantenimiento del edificio. El interés por la escolarización primaria de

los hijos se expresaba en el acto mismo de enviar a los hijos a la escuela, pero además

los padres controlan la asistencia de los docentes y reclaman a las autoridades en casos

de incumplimiento de sus deberes “morales” “sociales” pedagógicos.

No bastaba sólo con que el gobierno habilitara la escuela y pagara el local y el sueldo

del maestro. La posibilidad de que la escuela funcionara y el maestro se quedara a

trabajar dependía de que hubiera alumnos. En el año 1943 asiste el 63% de los niños

entre seis y trece años, en 1980 ya asistía el 92% y en 1991 el 96% y en el 2010 el 98%.

Pero el cambio no fue sólo cuantitativo. La experiencia escolar y el valor social de la

escolarización también se habían modificado. A medida que pasan los años tiene

diferente sentido para la familia, que sus hijos accedan o terminen “la primaria.” Las

modificaciones estructurales, las dificultades para seguir reproduciéndose como

campesinos y la implementación de estrategias migratorias implicaron la redefinición de

las estrategias educativas y un nuevo lugar asignado a la escolarización como

mecanismo de habilitación para el trabajo y la vida social. La asistencia de los hijos a la

escuela se transforma en una exigencia de la reproducción, en una necesidad casi

“naturalizada” y en un problema que la familia tiene que resolver. La fuerte presencia

de ciertos sectores de la población rural en los orígenes y devenir de cada

establecimiento y su multifuncionalidad, les confiere un sentimiento de propiedad sobre

dichos espacios.

Con las políticas neoliberales se redefinen los espacios públicos y, entre ellos, el escolar

es uno de los más afectados. El cierre de las escuelas rurales del norte cordobés pone en

evidencia con toda crudeza el retiro del Estado. Hace más patente, según lo entienden

nuestros entrevistados, “el desinterés por la gente del campo”, “el olvido del norte”;

supone un desconocimiento del valor que estas familias todavía le asignan a la

educación y a la escuela y provoca interesantes movimientos de resistencia.

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Bibliografía

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Tlaxcala 1910-1940. Tesis para obtener el Grado de Doctor con especialidad en

Investigación Educativa, CIEA, IPN, México.

Saleme, M. (2009). Decires. Córdoba: Vaca Narvaja Editor.

Actividades

1. Realice una lectura analítica del texto y seleccione 5 (cinco) ideas /conceptos

centrales del texto, teniendo en cuenta las dimensiones: histórica, socio-cultural y

económica.

2. Justifique su selección. Vincule con la realidad de las escuelas rurales donde realiza

las observaciones o visitas desde el Instituto de Formación Docente.

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Maestras tutoras: la educación secundaria como espacio de ejercicio profesional

Verónica V. Ligorria

Introducción

Este trabajo intenta acercar algunos elementos analitícos sobre la configuración de un

espacio laboral que en la provincia de Córdoba (Argentina) se ha constituido en uno de

los diversos ámbitos de inserción profesional para las egresadas de la formación docente

para la educación primaria, en este caso me refiero a la escuela secundaria rural y el

cargo de Maestra Tutora (en adelante MT) que esas instituciones demandan.

Lo situación anterior puede vincularse con cualquier ámbito educativo donde los

alcances sobre la titulación inicial que promueve la formación de base entran en tensión

cuando luego del egreso, la práctica docente cotidiana ingresa dimensiones no

contempladas, tales como el trabajo pedagógico con adolescentes / jóvenes rurales como

me referiré específicamente en esta presentación.

Se entiende que esto configura un nuevo perfil profesional escasamente contemplado

y/o abordado conceptualmente en la formación docente inicial con la complejidad que

demanda, por instalar la relación con otros sujetos docentes (profesores o profesionales

que ejercen docencia en secundaria) y estudiantes: adolescentes o jóvenes cuyos modos

de vincularse tanto con la escuela como con sus pares difiere del niño/a objeto de la

formación; de la misma manera demanda conocimientos tanto disciplinares como de

gestión institucional con anclaje en la lógica de otro nivel educativo diferente al

estudiado para el desempeño en la educación primaria.

Tal situación requiere una etapa de “formación en la práctica” o formación simultánea

al ejercicio profesional que demanda poner en juego sucesivas adaptaciones y/o

negociaciones no exentas de cuestionamientos y conflictos, que ponen en escena la

necesidad de instalar la temática y debatir sobre ella, entendiéndola como uno de los

múltiples espacios de inserción y ejercicio profesional luego del egreso, no contemplado

hasta ahora con la relevancia que posee.

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A continuación se presentarán las características centrales de la secundaria rural en la

provincia1, y luego se analizarán las tensiones que implica el desempeño de maestras en

ese nivel educativo; finalizando con algunos desafíos que involucra a la formación

docente en la necesidad de incorporar esta temática.

La secundaria rural en la provincia de Córdoba. Datos de una oferta educativa

particular

En el año 1997 se procede a la creación de las primeras secundarias propiamente rurales

en nuestra provincia, las cuales inicialmente ofrecían sólo los tres primeros años del

trayecto secundario obligatorio, denominado Ciclo Básico Rural (CBR).2

Desde el momento de su creación dicha estructura contempla la designación de una

docente con formación en educación primaria para cumplir las funciones de “maestra

tutora” como personal estable de la escuela secundaria, con una carga laboral de veinte

horas reloj semanales.

A partir del año 2003 la oferta fue extendiéndose creando en algunos centros los tres

años siguientes que se agrupan bajo el nombre de Ciclo Orientado Rural (COR), para

conformar el total de 6 (seis) años que forma la estructura total de la educación

secundaria en esta provincia. Desde el año 2006 la Ley de Educación Nacional Nº

26.206 postula que el trayecto total de la educación secundaria es obligatorio, lo cual

requirió ajustes de política educativa local para garantizar que en todos los centros se

extendiera la oferta completa, la cual se cubrió recién a partir del año 2010.

La estrategia organizacional de las secundarias rurales difiere completamente de las

mismas en condiciones urbanas. Se plantean como centros asociados o anexos de un

Instituto Provincial de Educación Media (IPEM)3 existente en el pueblo o la pequeña

ciudad más cercana de la zona, denominado “IPEM sede o tutor”, cuyo Director está

también a cargo de los centros asociados o anexos. Las cifras oficiales mencionan que al

1Temática que ha sido objeto de investigación desde el año 2003 hasta la actualidad, primero derivando en Tesis de Maestría (2008) y actualmente como parte de la carrera de Doctorado en Cs. de la Educación (UNC). 2Para mayor profundidad en el análisis de la estructura de funcionamiento de estos centros y su

complejidad, véase al respecto Ligorria (2008, 2010). 3Refiere a un Instituto de Educación Secundaria pública, dependiente del Ministerio de Educación local, ubicado en el contexto urbano.

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año 2011, funcionan en Córdoba ciento cuarenta y nueve escuelas secundarias rurales

de gestión pública, en calidad de anexos.4

Como espacio de funcionamiento, estas últimos se ubican en una escuela primaria rural,

compartiendo las instalaciones para el desarrollo diario de las actividades, lo cual

constituye la necesidad de instrumentar mecanismos de negociación de lugares, material

didáctico e informático y hasta el mismo mobiliario –muchas veces adecuado en tamaño

a destinatarios de edades más pequeñas. Esta situación propicia la construcción de

vínculos entre actores diversos, aspecto que se requiere ineludible.

En algunos casos estas situaciones son vivenciadas como un conflicto trascendente, ya

que maestras tutoras mencionan que ante el uso compartido de material valioso el

mismo se deteriora rápidamente llegando a inutilizarse, con pocas o casi nulas

posibilidades de contar con recursos económicos para su reparación.

Desde otra perspectiva, es interesante analizar el contexto y las tradiciones históricas y

culturales que rodean a las escuelas primarias rurales y sus docentes, donde al menos en

la provincia de Córdoba, recibieron en sus instalaciones la organización de un nuevo

nivel, el secundario. Los maestros primarios de la ruralidad, como personal único o

acompañados sólo por otro colega, no contemplaban la presencia de adolescentes y

jóvenes en sus escuelas con la dinámica generacional que esto implica, ni de profesores

que llegan de a ratos en la semana y articulan negociaciones con maestras.

Esta organización habilita a pensar en nuevas sensaciones de “autonomía perdida”, de

“sentirnos observados” en medio de viejos territorios donde ellas representaban la única

presencia y autoridad escolar. Comienza a descubrirse un fuerte malestar en esas

instituciones, ingrediente que conforma un delicado y tenso ambiente de trabajo

conjunto que llevaría a cuestionar las condiciones en las que se está desenvolviendo la

trayectoria escolar en la ruralidad.

La especificidad de la tarea pedagógica en las secundarias rurales se gestiona a partir de

la combinación de acciones entre el profesor de secundaria y la maestra tutora,

sugiriéndose la constitución de un equipo que actúe como pareja pedagógica y muestre

“disposición para incluir prácticas innovadoras e interés frente al trabajo colaborativo y

cooperativo, con conciencia de la diversidad”5 para enfrentar las diferentes modalidades

4Fuente: Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (entidad gremial local) en base a datos del Minisiterio de Educación. 5Documento “Educación Secundaria en Ambitos Rurales. Encuadre General” Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba. Período 2013-2015. Pág. 5.

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de organización didáctica que puede presentar el agrupamiento del total de estudiantes

que asisten a clase: la división graduada o el pluricurso; aunque al mismo tiempo se

delimitan bien las funciones de cada uno.

El profesor de secundaria, en tanto profesional formado con la profundidad disciplinaria

que demanda el nivel, es quien desarrolla los contenidos en función de los acuerdos con

la maestra. Esta última acompaña al profesor en el momento de dictado de la clase con

el fin de potenciar la enseñanza, colaborar en la planificación, dictado de clases y

evaluación de los espacios curriculares en la totalidad de cursos de la secundaria,6 lo

que implica desempeñarse con contenidos más complejos y en coordinación con un

profesional con otro nivel de formación disciplinar. También asiste en el trabajo

independiente de los estudiantes de toda la secundaria (1° a 6° años) y desarrolla tareas

de orientación y tutoría específica para materias de los primeros años.

Los últimos documentos Ministeriales explicitan que esta modalidad “no subordina la

tarea pedagógica del tutor a la del profesor ni viceversa” y recomienda potenciar el

trabajo en tanto “pareja pedagógica” actuando como pares en el diseño y gestión de la

enseñanza” apelando a disposiciones actitudinales para favorecer el trabajo

colaborativo.7

Las únicas materias cuyo dictado está a cargo exclusivamente de un profesor de

secundaria son: Lengua Extranjera, Educación Física, Educación Tecnológica,

Educación Artística y los Espacios de Opción Institucional que se eligen en los últimos

3 años de acuerdo a la Orientación de la Secundaria.8

Con este panorama las funciones de la maestra tutora son complejas, y abarcan una

multiplicidad de instancias de trabajo que se ponen en juego cotidianamente ante la

presencia presencia irregular de los profesores de secundaria; quienes afrontan diversas

dificultades para poder cumplir con su práctica pedagógica sistemáticamente, tareas

escasamente contempladas en la formación inicial en toda su magnitud: tareas docentes,

administrativas, de gestión, de acompañamiento, contención emocional de adolescentes

y jóvenes estudiantes con delicadas situaciones familiares, reemplazo ante ausencias. La

6 Nos referimos a los espacios curriculares de: Lengua y Literatura, Matemática, Ciencias Sociales/Ciudadanía y Política/Humanidades y Ciencias Naturales. De acuerdo con la matrícula de alumnos con que cuente cada secundaria rural se designará la cantidad de maestras tutoras, la proporción es una a partir de los 15 estudiantes. 7 Ídem referencia N° 4. 8 Cada secundaria rural puede elegir la Orientación que tendrán los tres últimos años de estudios, denominado Ciclo Orientado (CO). Las opciones son: Agro y Ambiente; Cs.Sociales y Humanidades; Economía y Administración; Informática y Turismo.

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diversidad expuesta en las prácticas cotidianas lleva a consolidar su figura como el

referente central de la institución para la comunidad.

A lo anterior se suman los desafíos que incluye la organización didáctica del pluricurso

como modo de trabajo con los estudiantes de la secundaria. En un trabajo que ahonda en

las particularidades del trabajo docente en la ruralidad de Córdoba, Brumat (2011)

postula que las indicaciones oficiales “plantean la potencialidad pedagógica que ofrece

el plurigrado/pluricurso pero no se contempla la necesidad de incluirlo como contenido

en la formación de los maestros” y se pregunta

...¿dónde radica la potencialidad de este tipo de trabajo si los maestros no han sido formados para trabajar de esta manera?, ¿cómo se construye esta modalidad de trabajo docente en cada escuela?, ¿se reconoce su complejidad?, ya que los maestros planifican su enseñanza en simultáneo para los alumnos de todos los ciclos, pero al mismo tiempo expresan su falta de formación para el trabajo en plurigrado/pluricurso y no ocultan sus debilidades para el abordaje de la enseñanza en este contexto (Brumat 2011, p. 7).

La particularidad que impone la secundaria rural plantea la convivencia entre actores

diversos e implica pensarla desde muchas miradas: encontramos directores lejanos y

cargados de responsabilidades, con escasa asistencia técnica específica y aun menor

remuneración ni reconocimiento; este aspecto es quizás el que más se añora en

localidades distantes que se sienten desplazadas y sin contemplación en los canales de

comunicación que imponen los circuitos escolares urbanos. Se identifican también

maestros de nivel primario que articulan prácticas con profesores de secundaria, o que

en muchos casos literalmente los reemplazan, constituyéndose en el referente “del que

enseña” en esas instituciones, impartiendo contenidos a partir de trayectorias formativas

y percepciones desiguales.

En palabras de las maestras que fueron entrevistadas durante el proceso de investigación

se remarca la necesidad de reforzar el trabajo conjunto con los profesores; a modo de

pensar un seguimiento riguroso de los procesos de enseñanza y aprendizaje y atenuar la

multiplicidad y dispersión en sus funciones, con responsabilidades sobre múltiples

tareas que aluden a diferentes aspectos de la vida institucional.

Como marco general de su tarea las maestras reclaman la necesidad de arraigo y

vinculación con la realidad que se vive en la zona también se haga extensiva a la escuela

base, que en tanto centro de referencia administrativa para la secundaria rural,

efectivamente pueda dar cuenta de las instituciones a su cargo. Esto requiere superar la

denominación oficial de “anexos”, como anexados sin intención y sin deseo de “ser

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parte”, simplemente “anexos” que funcionan a la vera del camino, en las afueras, en el

campo profundo, casi de manera autónoma, autogestionada, casi por imposición.

Nuevas funciones, viejas prácticas...

La figura de la maestra primaria en el contexto rural es una referencia clave de la vida

escolar y socio comunitaria. Su inclusión en una institución de educación secundaria

implica tensionar ciertos perfiles y prácticas construidas históricamente que como

antiguas cajas de resonancia, replican sentidos en otros espacios. El nivel educativo

cambia y los estudiantes son otros, pero aun así el vínculo afectivo y de contención es

muy claro; ellas saben que son una figura central de la organización institucional, que

crea toda una visión de su cargo como omnipresente y omnipotente.

Tomando los aportes de Ezpeleta (1991), la construcción del estilo institucional del

“buen maestro” apunta a quiénes orientan esfuerzos hacia la tarea asistencial, combinan

acciones con padres en la búsqueda de soluciones para ciertas situaciones extremas y

cobijan a sus alumnos en sus casas “para que vean otra cosa”, “para que se sientan

queridos”; consiguen ropa, medicinas, algún trabajo para los familiares, y menciona que

este es uno de los tantos estilos que convivne y propician las instituciones.

Lo expuesto hasta aquí muestra que estamos en presencia de contenidos curriculares de

secundaria con tratamiento y cotidianeidad de nivel primario. Esta configuración

devela una compleja convivencia de jerarquía de conocimientos que contribuye a la

imprecisión o pérdida de la función pedagógica específica de la escuela en tanto

institución de nivel secundario.

Seoane y Villa (2003, p. 9) señalan estas mismas características cuando se refieren a

instituciones similares ubicadas en otra provincia de nuestro país, como es Buenos

Aires, donde

...la cultura institucional se construye sobre el valor de la vocación, el amor por los alumnos y el compromiso con la situación de los chicos pobres. Para el conjunto de los informantes (directores, docentes) las fortalezas del modelo se centran en dos características típicas de la tradición primarista: la capacidad de contención de los alumnos y la construcción de un vínculo más estrecho entre escuela y comunidad.

La investigación de Zacagnini (2003) también acerca datos interesantes para configurar

“la identidad del rol docente” en este trayecto rural, donde las maestras en especial,

tienden a asociar su tarea con el dar afecto y protección a sus alumnos por sobre todas

las cosas, sustentada en el presupuesto del que el niño/adolecente es un carenciado

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(independientemente de la condición social y económica) por deficiencias de su

contexto familiar. Otra problemática vinculante es la imagen asociada a la

desvalorización del rol pedagógico específico, en la que los docentes se ven a sí mismos

abrumados por las demandas de tareas asistenciales frente al aumento de las carencias

de los alumnos, en particular de aquellos provenientes de los sectores más castigados

por las políticas del ajuste económico perpetuo. De todas maneras,

...el asistencialismo creciente que se viene apoderando actualmente de la institución escolar, obstaculiza cualquier intento de introducir sustanciales transformación a las relaciones pedagógicas: el aprendizaje deja de ser el principal el objetivo y pasa ser sustituido por funciones de contención social (Zacagnini, 2003, p. 6).

Otra línea analítica recupera las visiones particulares que alcanza el proceso tutorial, y

las condiciones que despliega en docentes que lo ejercen con otros destinatarios

diferentes para los cuales fueron formados.

La función tutorial puede referirse como la asistencia y apoyo a estudiantes por parte de

alguien más experimentado, a fin de adquirir las capacidades necesarias para orientar

sus actividades como estudiantes y lograr un recorrido sin mayores interrupciones o con

la menor demora en relación con lo previsto en los planes de estudio; dimensiones que

plantean una tarea que facilite los primeros tramos de estudio en la incorporación a una

nueva institución, y el acceso a los procedimientos e información que demanda el

cursado de las materias (Ambroggio, 2013).

Al mismo tiempo la tutoría se enfrenta a la dimensión subjetiva de las historias de vida

de los adolescentes y jóvenes, a realidades particulares que impactan en las decisiones

individuales adoptadas por los estudiantes y en su desempeño escolar, ya que

acompañar al estudiante en su trayectoria requiere casi en las mismas proporciones, de

apoyo para el acceso al conocimiento disciplinar y refuerzo en procesos de aprendizaje,

como de sostén y contención afectiva al ser una figura cercana con quien los estudiantes

comparten temores, angustias y buscan consejo ante problemáticas de su entorno

familiar.

Ante esto surgen interrogantes centrados en delimitar el perfil de la tutoría, al

preguntarnos en qué instancias previas de ingreso al cargo se ponen de manifiesto las

demandas que involucra la función y las competencias –entendidas como “una

combinación de acciones para el desempeño en situaciones específicas que exigen cierto

grado de dominio, y donde interaccionan conocimientos y experiencias que el sujeto

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logra reconstruir a partir de su marco referencial cotidiano, formativo y profesional

realizado” (Brizio y Perez, 2009, p. 258)– que requiere realizar ese puntual tipo de tarea

pedagógica en la secundaria rural.

Esto llevaría a pensar en la acción tutorial como una “formación en la práctica” ajena

de referencias previas, construída desde “el hacer” y con escaso reconocimiento y

aportes por parte de la organización escolar. Se sostienen como “inherentes al cargo” los

conocimientos y prácticas que se ponen en juego cotidianamente, y que como se

mencionó anteriormente, refuerza el perfil de “relativa indiferenciación” con modos de

operar clásicos de niveles educativos anteriores.

Aun a pesar de sus múltiples condicionantes, se recuperan valiosos aportes que llevan a

considerar la función tutorial como clave en la recepción y primer nexo del joven que

inicia la secundaria con las particularidades de la institución, la cercanía con una figura

conocida que evoca años anteriores facilita la permanencia y contiene en casos donde la

distancia –objetiva y subjetiva– opera en las decisiones familiares que cuestionan la

posibilidad de que los jóvenes de la zona puedan efectivamente completar y acreditar la

enseñanza obligatoria.

Reflexiones finales

La intención del artículo pretende sumar elementos para analizar la complejidad que

depara para la formación docente en educación primaria reconocer la presencia de un

alcance particular de su titulación que los lleva a intervenir profesionalmente en

escuelas secundarias rurales bajo la figura de “maestra tutora”.

Esto demanda la necesidad de extender la visión del sujeto destinatario de las prácticas

docentes, tradicionalmente ancladas en la figura del niño/a y extenderlo hacia el

adolescente y/o joven rural, abarcando dimensiones y características que excedan la

perspectiva biologicista/evolutiva, para profundizar en el conocimiento de los mismos

como sujetos inmersos en condiciones socio culturales particulares propias del contexto

local-regional donde viven.

De la misma manera, demanda acercarse a las dimensiones particulares que plantea la

institución educativa secundaria, con sus lógicas, sentidos y problemáticas que

atraviesan actualmente al nivel e impactan en los diferentes modos de transitarlo, tales

como sobreedad, repitencia, relaciones entre géneros y sexualidad, adicciones,

abandono escolar, entre otras.

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Esto pone en escena la complejidad de la tarea de la maestra tutora, que pone en

evidencia la interacción cotidiana con otro profesional como es el profesor de

secundaria, como una relación que demanda negociaciones y capacidad de potenciar el

trabajo colaborativo entendíéndolo en toda su complejidad.

Acercarse a esto en clave de conocimiento dentro de la formación inicial resulta

sustancial para enmarcar ese nuevo y quizás desconocido espacio de práctica docente,

destino de muchas maestras recientemente egresadas; y asi poder contar con mayores

elementos a la hora de definir ámbitos se inserción profesional, con el reconocimiento y

compromiso que sus destinatarios merecen.

Bibliografia

Achilli, E. (1996). Práctica docente y diversidad sociocultural. Rosario: Ediciones

Homo Sapiens.

Ambroggio, G. (2013). Tutorías: repasar lo aprendido y anotar lo pendiente; en Duarte,

Ma. E. (comp.) Tutorias para ingresantes. Experiencias en la UNC. Córdoba:

Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba.

Brizio Toledo, S. y Perez Vidrio, H. (2009). Reflexión teórica sobre el perfil de

desempeño del tutor en un marco de formación por competencias. Apuntes para el

tutor de nivel Secundario y Bachillerato; en Lira López, Liliana (comp): Reformas

educativas con enfoque en competencias. Miradas críticas, vida cotidiana y

reflexiones pedagógicas. Instituto Superior de Investigación y Docencia para el

Magisterio. Cuaderno de Investigación Nº 5. México: Jalisco.

Brumat, M.R. (2011). Maestros rurales: condiciones de trabajo, formación docente y

práctica cotidiana. Revista Iberoamericana de Educación, 55/4 – 15/05/11.

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(OEI-CAEU).

Ezpeleta, J. (1991). Escuelas y Maestros, Condiciones del trabajo docente en la

Argentina. Buenos Aires: Bibliotecas Universitarias, Centro Editor de América

Latina.

Ligorria, V. (2008). Educación básica obligatoria y diversidad socio-cultural y

geográfica. Posibilidades y limitaciones al acceso y permanencia en la escuela de

jóvenes en contextos rurales de Córdoba (Argentina). Tesis de Maestría.

Universidad Internacional de Andalucía. España.

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________________ (2010). “El desafío de conjugar investigación e intervención en los

procesos de crecimiento y cambio en educación secundaria rural”; en Rodríguez

Solera, C. (coord.) Innovación educativa para el desarrollo humano. Colección

Cuadernos Temáticos de Investigación Educativa, Red de Postgrados en Educación.

México: Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Jalisco.

Seoane, V. y Villa, A. (2003). “Educación General Básica. Líneas de continuidad en los

modelos de implementación del Tercer Ciclo”. Ponencia Coloquio Nacional “A diez

años de la Ley Federal, ¿mejor educación para todos?” UNC. Córdoba.

Zaccagnini, M. (2003). “Reformas Educativas: espejismos de innovación”. Ponencia

Coloquio Nacional “A diez años de la Ley Federal, ¿mejor educación para todos?”

UNC. Córdoba.

Actividades

- Indague en las particularidades de la oferta de las escuelas secundarias

rurales en el contexto nacional y local; tenga en cuenta la estructura organizativa

(ubicación en la estructura del sistema educativo nacional, plan de estudios, años de

obligatoriedad, entre otras). Preste especial atención para analizar la presencia de los

docentes que en ella desarrollan prácticas, y sobre esto investigue: recorridos de

formación requeridos para el acceso al cargo, modos de vinculación con el cargo

(titular, contratado, etc.).

- Si fuera posible, combine la indagación anterior con una visita a una escuela

secundaria rural de la zona y realice entrevistas informales al grupo de docentes,

indagando en las características de su tarea en ese contexto y mencionando las

problemáticas más frecuentes.

- Realice un informe con la información recolectada.

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AUTORES

Arrieta, Rocio: Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación (Facultad de

Filosofía y Humanidades-UNC). Actualmente se encuentra cursando el Doctorado en

Ciencias de la Educación (UNC). Está becada por el Consejo Nacional de

Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Ha participado como profesora

adscripta de la cátedra Problemática de la Educación de Adultos, Escuela de Ciencias de

la Educación y como docente colaboradora en seminarios vinculados con la temática.

Profesora en Instituto de Formación Docente en Córdoba. Ha publicado y participado en

eventos científicos con temáticas referidas tanto a organizaciones sociales y escuelas;

como a prácticas de escritura en jóvenes y adultos.

Correo electrónico de contacto: [email protected]

Beinotti, Gloria Edith: Lic. en Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de

Córdoba, Argentina. Actualmente se encuentra cursando el Doctorado en Ciencias de la

Educación (UNC). Miembro del Programa de Educación Rural y Educación de Jóvenes

y Adultos, en el Centro de Investigaciones FFyH. UNC. Docente en la Universidad

Nacional de Córdoba y en la Universidad Nacional de Chilecito (La Rioja, Argentina).

Integrante del equipo técnico de la Coordinación de la Región 1 del Plan Nacional de

Lectura. Sus líneas de trabajo se refieren a la problemática de acceso a la cultura escrita

con jóvenes y adultos y formación docente en esta modalidad; formación en

investigación.

Correo electrónico de contacto: [email protected]

Brumat, María Rosa: Doctora en Estudios Sociales de América Latina. Lic. y Prof. en

Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Miembro del

Programa de Educación Rural y Educación de Jóvenes y Adultos, en el Centro de

Investigaciones FFyH. UNC. Docente en la Universidad Nacional de Chilecito (La

Rioja, Argentina) y en Institutos de Formación Docente en Córdoba. Miembro del Área

de Investigación Educativa, Dirección de Nivel Superior, Ministerio de Educación de

Córdoba. Sus líneas de trabajo son en temas referidos a la formación docente en las

modalidades de educación rural y educación de adultos, políticas educativas,

condiciones de trabajo docente en contextos rurales y la formación en investigación.

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Correo electrónico de contacto: [email protected]

Cragnolino, Elisa: Dra. en Antropología (UBA), Lic. en Historia (UNC). Docente

Investigadora y Extensionista de la Facultad de Filosofía y Humanidades y del

Doctorado en Estudios Sociales Agrarios (CEA), Universidad Nacional de Córdoba

(Argentina). Directora del Programa de Investigación “Educación Básica de Jóvenes y

Adultos y Educación Rural”, Centro de Investigaciones María Salmen de Burnichon.

Especializada en Antropología Rural y de la Educación. Temáticas de investigación:

Prácticas y procesos educativos rurales en el marco de transformaciones estructurales y

políticas.

Correo Electrónico de contacto: [email protected]

de Anhaia, Edson Marcos: Professor da Universidade Federal de Santa Catarina e

docente do Curso de Licenciatura em Educação do Campo. Temática de pesquisa:

Educação do Campo, Políticas Públicas em Educação do Campo e Movimentos Sociais

do Campo.

E-mail: [email protected]

Delprato, María Fernanda: Doctora en Ciencias de la Educación. Lic. y Prof. en

Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Miembro del

Programa de Educación Rural y Educación de Jóvenes y Adultos, en el Centro de

Investigaciones FFyH. UNC. Docente en la Universidad Nacional de Córdoba

(Argentina) y en Institutos de Formación Docente. Sus líneas de trabajo remiten a la

formación docente en las modalidades de educación de adultos, políticas curriculares en

matemática de jóvenes y adultos.

Correo electrónico: [email protected]

Lima de Queiroz Freitas, Marinaide: Pós-Doutorado em Educação/área: Formação

Docente, pela Faculdade de Psicologia e de Ciências da Educação da Universidade do

Porto. Doutorado em Linguística pela Universidade Federal de Alagoas. Professora

adjunta do curso de Pedagogia e da Pós - Graduação em Educação Brasileira do Centro

de Educação (CEDU-UFAL). Líder do Grupo de Pesquisa Multidisciplinar em

Educação de Jovens e Adultos (MULTIEJA). Membro do Núcleo de Estudos, Pesquisa

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e Extensão em Alfabetização (NEPEAL). Membro do Fórum Alagoano de Educação de

Jovens e Adultos.

E-mail: [email protected]

Fuenlabrada, Irma: Maestra en Ciencias en la especialidad de Matemática Educativa,

Investigadora Departamento de Investigaciones Educativas/ Centro de Investigación y

de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Distrito Federal, México. Su

línea particular de investigación: Didáctica de la Matemática: procesos de aprendizaje

matemático en niños y jóvenes de la educación básica; procesos de re-conceptualización

disciplinaria y metodológica de los docentes y conceptualizaciones matemáticas de

adultos analfabetas o de baja escolaridad y/o indígenas.

Correo electrónico: [email protected]

Janata, Natacha Eugênia: Professora da Universidade Federal de Santa Catarina,

atuando no Curso de Licenciatura em Educação do Campo. Doutora em Educação pela

Universidade Federal de Santa Catarina. Realiza pesquisas com temáticas sobre os

jovens do campo, educação e trabalho, além de atuar na formação inicial e continuada

de professores do campo.

E-mail: [email protected]

Ligorria, Verónica Virginia: Lic. en Cs. de la Educación (UNC) y Mgt. en Educación

Inclusiva (Univ. Internacional de Andalucía. España). Actualmente se encuentra

cursando el Doctorado en Ciencias de la Educación (UNC). Docente en la Universidad

Nacional de Córdoba y de la Universidad Nacional de Chilecito (La Rioja) e

investigadora integrante del Programa de Educación Básica de Jóvenes y Adultos y

Educación Rural, perteneciente al Centro de Investigaciones de la FFyH, UNC

(Argentina). Temáticas de investigación: juventud rural, educación secundaria rural.

Formación en investigación educativa.

Correo Electrónico: [email protected]

Lorenzatti, María del Carmen: Dra. en Ciencias de la Educación, Lic. y Prof. en

Ciencias de la Educación (UNC) Docente Investigadora del Centro de Investigaciones

María Salmen de Burnichon, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad

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Nacional de Córdoba y de la Universidad Nacional de T. del Fuego (UNC). Temáticas

de investigación: Procesos de literacidad y acceso a la educación básica de jóvenes y

adultos; formación docente en la modalidad.

Machin, Felipe: Maestro en Educación Primaria y Director de Educación Primaria,

Inspector de Zona y a partir de 2005 se desempeñó como Director Nacional de

Educación de Adultos de Uruguay.

Montenegro, Guadalupe: Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación

(Facultad de Filosofía y Humanidades-UNC) Actualmente se encuentra cursando el

Doctorado en Ciencias de la Educación (UNC). Esta becada por el Consejo Nacional de

Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Profesora en Instituto de

Formación Docente en Córdoba. Su temática de investigación se centra en las escuelas

rurales primarias albergues.

Correo electrónico: [email protected]

Santos Casaña, Limber Elbio: Maestro en Educación Primaria y Lic. en Cs. de la

Educación. Departamento de Educación para el Medio Rural. Consejo de Educación

Inicial y Primaria. Administración Nacional de Educación Pública. Uruguay. Instituto

de Educación. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la

República. Temáticas de investigación: Historia de la educación rural, Pedagogía rural

uruguaya, Didáctica Multigrado.

Correo electrónico: [email protected]

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UniR o editora

Universidad Nacional

de Río Cuarto

ISBN 978-987-688-151-7

Cuaderno de Trabajo constituye una contribución al intercambio y la producción de conocimientos en torno a los modos de

enseñar y aprender en educación de jóvenes y adultos y en educación rural, dos modalidades del sistema educativo. Es una

publicación que se genera en el marco del Proyecto “Estudio de la situación de las políticas de formación docente para

educación de jóvenes y adultos y educación rural en países del Mercosur”. Este proyecto fue seleccionado en la Convocato-

ria restringida a las Instituciones Superiores/Terciarias de Formación Docente y/o Universidades de Argentina, Brasil,

Paraguay y Uruguay para la presentación de propuestas de creación de redes que desarrollen estudios y proyectos de

mejora en el marco del “Programa de Apoyo al Sector Educativo del MERCOSUR (PASEM)”. Se trata de un proyecto $nancia-

do por la Unión Europea, con lugar de trabajo en la Prosecretaria de Relaciones Internacionales.

Esta publicación pretende incidir en la inclusión de estas temáticas en la agenda de debate sobre las políticas de formación

docente en el ámbito de la educación superior a nivel regional. En este sentido entendemos que los artículos de este libro

aportan herramientas conceptuales, desde diferentes perspectivas, que permiten ampliar la concepción sobre la forma-

ción inicial de docentes que trabajarán en la inclusión de franjas poblacionales que no terminaron la escolaridad en la

edad correspondiente o de poblaciones rurales. Se incorporan conceptos explorados por la investigación educativa en las

últimas décadas tales como literacidad - numeracidad - multigrado - multidimensionalidad de la práctica docente.

La contribución de esta publicación se fundamenta en la posibilidad de profundizar y avanzar en un trabajo conjunto

entre todas las instituciones de formación docente para pensar las problemáticas que atraviesan los docentes en su

formación y en sus prácticas.

Educación de Jóvenes y Adultos y Educación RuralAportes para la formación de futuros maestros

CUADERNO DE TRABAJO

María del C. Lorenzatti yVerónica LigorriaCompiladoras

Instituciones co solicitantes: Universidad Federal de Alagoas (Brasil) – Universidad de la Republica (Uruguay) – Universidad Nacional de Asunción (Paraguay)Institución A"liada: Instituto Gral. San Martin (Villa Allende)Instituciones asociadas:

Por Argentina: Escuela Normal Superior Dr. Alejandro Carbó (Córdoba)- Escuela Normal Superior Dalmacio Vélez Sars"eld (Villa Dolores) Universidad Nacional de Rio Cuarto – Universidad Nacional de Villa MariaPor Uruguay: Instituto de Formación Docente Juan Amós Comenio, (Canelones) Por Paraguay: Instituto Superior de Educación Dr. Raúl Peña, (Asunción)Por Brasil: Universidad Federal de Santa Catarina, (Florianopolis)

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