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Foto: Cortesía DOMINGO 2 de noviembre de 2014 / Núm. 188 Editor: Rael Salvador Diseño: Arturo Corpus [email protected] DOMINGO 2 de noviembre de 2014 / Núm. 188 Editor: Rael Salvador Diseño: Arturo Corpus [email protected]

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Page 1: Editor: Rael Salvador • Diseño: Arturo Corpus • palabra@elvigia.net … · 2014-11-02 · Venegas, Fernando Macillas T., Jaime E. Delfín V., Manuel Quintero, Eduardo Cruz Vázquez,

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DOMINGO 2 de noviembre de 2014 / Núm. 188Editor: Rael Salvador • Diseño: Arturo Corpus • [email protected]

DOMINGO 2 de noviembre de 2014 / Núm. 188Editor: Rael Salvador • Diseño: Arturo Corpus • [email protected]

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2 DOMINGO 2 de noviembre de 2014

No. 188/ 2 de noviembre/ 2014

Suplemento Cultural de

Dirección GeneralJorge Camargo

Director EditorialAriel Montoya

EditorRael Salvador

Editor de FotografíaJorge Calderón

Críticos / Colaboradores Héctor García Mejía, Marcela Danemann, Ruth Gámez, Arnulfo Estrada, Federico Campbell (†), Olga Aragón, Javier Cruz, Jorge L. Osiris Fernández, Gerardo Sánchez, Montserrat Buendía, Sergio Gómez Montero, Elia Cárdenas, Jesús López Gorosave, Patrick Liotta, Paúl Nazar, Renata Sández Oseguera, Lauro Acevedo, Benjamín Pacheco, Heberto J. Peterson L., Iliana Hernández P., María Eugenia Bonifaz de Novelo, Enrique A. Velasco Santana, Mélida ojeda López, Kepa Murua, Dr. David Rodríguez de la Peña, Ana M. Mora, Herandy Rojas, Manuel Guillén, Alina I. Gallardo, Ramiro Padilla, Daniel Salinas, Óscar Ángeles Reyes, Gerardo Ortega, Aldo Calderoni Etcheverri, Elba Jordán S., Gabriel Ríos C., Diana Venegas, Fernando Macillas T., Jaime E. Delfín V., Manuel Quintero, Eduardo Cruz Vázquez, Norma Herrera, Jorge Valenzuela, Miguel Lozano.

Corresponsal en FranciaCony Singüenza

Corresponsal en ItaliaFerdinando Scianna

Corresponsal en ChileRamón Ángel Acevedo, “Rakar”

FotografíaEnrique Botello

Correo electrónico [email protected]@elvigia.net

Teléfonos para publicidad120.55.55, ext. 1023Ensenada, B.C. México.

CRIMEN Y LITERATURA:ARTEOFICIO

Por Lauro Acevedo

EN LA FECHA que oportuna-mente señala el programa del Festival de octubre ICBC 2014, tuve la gran satisfacción de pre-sentar en la sala Ernesto Muñoz Acosta, del Cearte, a uno de sus escritores invitados, me re� ero al ya famoso Élmer Mendoza.

Tenía años de no verlo, dentro de ese tiempo ha escrito una se-rie de novelas que culmina con su obra más reciente y motivo de su presencia en el festival, la novela El misterio de la orquídea calavera.

Ahora ya es miembro de La Academia Mexicana de la Len-gua, y sus novelas se han tradu-cido a varios idiomas

Pero Élmer no cambia, poseé su misma sencillez; desde luego, ahora con más tablas: tiene clara su trayectoria y su discurso den-tro de la literatura internacional en la Novela Negra. Ha logra-do un especial estilo que lo ha hecho llegar a los públicos más diversos.

Mi presentación versó sobre las distinciones entre el bien y el mal, a través de los tiempos, tanto históricos como � losó� -cos. La realidad de la violen-cia como una constante en el quehacer del hombre, desde su aparición en nuestro planeta azul. El cómo está en nuestra esencia huma-na, la bondad y la maldad en un curioso y enigmático equilibrio.

Entre otras cosas, hablé del origen etimológico del término Crimen, del cual descubrí que nace de antiguas raíces cuyo signi� cado es “cribar”, “cernir”; es decir, reconocer dentro de los individuos aquellos a los cuales habrá que apartar por no se-guir los lineamientos, las leyes, las costumbres de las socieda-des en sus diferentes cánones y

organizaciones. Y me re� ero a este vocablo, Crimen, porque es la materia prima del discurso de la Novela Negra y por, lo tanto, el motivo central de la escritura de Élmer Mendoza.

El esta nueva novela, de tan ya afamado escritor del géne-ro narrativo, El misterio de la orquídea calavera, viene un cambio, un giro en sus perso-najes y protagónicos, según los comentarios sobre ésta, conlle-va un replanteamiento de situa-ciones e interlocutores, con un cierto afán de llegar al público joven. La novela contiene den-tro de sí la visión fáctica de dos libros y la probabilidad de un tercero, sin dejar de tener la ca-racterística esencial del lenguaje de Élmer en toda su obra, que es la sencillez del uso coloquial y cercano a la realidad de sus personajes.

Es, desde luego, una renova-ción en el novelista de TusQuets Editores, cuya sede está en Bar-celona.

A pesar del tema y su esca-brosa connotación social, Él-mer logra un acercamiento a los grandes públicos, y, claro está, que tendremos mucho más a partir de esta novela, pues en ella se anuncia una

nueva serie, atribuida al cambio del personaje cen-tral anterior. Enhorabuena por la litera-tura y por la estimulación a nuevos lec-tores.

Agradezco la invitación que me hiciera la

licenciada Olga Angulo, amiga desde hace más de veinte años, y quien ahora regresa al departa-mento editorial del ICBC, para hacer la presentación de Élmer dentro del Festival de octubre, que está casi por concluir en su XIII edición.

[email protected]

El misterio de la orquídea calaveraP N

U n pasado no se bo-

rra, ni se cam-bia; mas un futuro mejor se puede construir con el presente. Ayotzinapa: 43

hermanos, hijos, estudiantes... 43 sillas de un profundo presagio de dolor. Eran estudiantes, como tú y como yo, ciudadanos con la mis-ma necesidad de justicia, hartos de mendigar un mejor porvenir, cuando es un compromiso de Estado, un deber en el ejercicio democrático, del gobierno con su país, hacía el pueblo de Gue-rrero.

Para el gobierno corrupto aho-ra ser educador es un delito, un delito y un crimen agarrar la tinta y redactar la desdicha del pobre que no sabe escribir ni leer.

Este acto cruel es un símbolo y una de las tragedias que sin-tetiza las profundas anomalías del Estado-corrupción-interés personal y ambición desmedida, contradicciones del mundo polí-tico de hoy.

Si se asiste a la escuela, es para aprender de nuestros derechos cívicos. Entonces, la pregunta: ¿Para qué se imparte, en los Libros Gratuitos de la Secreta-ria de Educación Pública (SEP), los artículos de la Constitución Política de los Estados Uni-dos Mexicanos?, si el mismo gobierno te manda callar con intimidaciones, con amenazas, con ignorancia, con la muerte. ¿Qué futuro nos espera si en nuestro propio país no somos libres para hablar y no callar el sufrimiento de la traición que duele?, ya no se diga pelear por una vida más digna.

Podríamos llamarles “Niños héroes de la educación”, que desafiaron con sus ideales la barbaries, entre otras burlas cí-nica hacia los que menos tienen, tratando de salir adelante, a pesar

de ser acribillado y apuñalado por la espalda, sobre todo de quienes ofrecieron su voto de confianza. Yo calificaría este crimen como un acto de las milicias más crueles, traicioneras, inhumanas y violen-tas del mundo, ante quienes la única arma que poseían ese día era un sueño.

Ahora todos estamos vulne-rables, no sabremos a quién re-currir por justicia; ahora resulta que los culpables somos quienes manifestamos nuestros derechos que nos corresponden como ciu-dadanos.

Estamos expuestos a morir o ser callados, quizá no por asesi-nos que rondan las calles, pues la mayor parte de los criminales están acomodados en una silla, mirándose en un espejo de am-bición jerárquica

Somos saqueados en nuestra propia tierra; el Himno Nacional ya no es para entonar la digni-dad si un extranjero quiere hu-millarnos. Tal vez, sin exagerar, ese ladrón de nuestro futuro lo tenemos ya en nuestra propia nación.

Está claro que se celebró el 16 de septiembre, y se aproxima el 20 de noviembre, y a lo que se ve es que todavía no salimos del yugo de la esclavitud interna para transitar con atuendos que aviven el rostro y vivifiquen el cuerpo, en una libre de expresión que hable por sí misma. El miedo no existe cuando un país entero se despier-ta de ese sueño dormido y tiene hambre de que se respeten sus derechos e impone al gobierno su deber.

[email protected]

EL SENTIMIENTODE LA EDUCACIÓN

“Cuál es el futuro en un país donde el Estado mata a sus estudiantes”. Elena

Poniatowska.

Élmer Mendoza en Ensenada.

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3DOMINGO 2 de noviembre de 2014

EN EL PAREDÓN

MIS MUERTOS

Por Eduardo Cruz V.

PIDO PERMISO para hablar de mis muer-tos. Gracias.

Y no importa hace cuánto tiempo se fue-ron. Tampoco que una de ellas, la escritora Jose�na Vicens, La peque, escribiera un día en esa impecable pieza de narrativa que es el cuento Petrita: “¿Qué será mejor para los muertos, la prisión del recuerdo o el gene-roso olvido?”. No dudo en decir que pre�ero la prisión del recuerdo. Uno debe cargar con sus muertos como vigilantes de nuestro co-tidiano quehacer. Es de mi propia cosecha el alegar cada vez que un ser querido parte, que el mejor homenaje que les podemos rendir es viviendo. Al �n que también un día seremos llevados a cuestas.

Y no importa cómo se dio su fallecimien-to, ni la edad ni el lugar. Marca la manera en la que signi�caron su partida. Abigail García Espinosa, mi gran Bigas, arquitec-ta, recién nos trabamos en el amor soltó como dardo: verás, dijo, que me muero joven. No pude despedirme de ella, pues lejos uno de otro estábamos. Un separa-dor de libros, dos cajas repletas de cartas, algunas fotografías: todo eso me habla ya que lo tengo a mano.

Y lo que menos me preocupa es si padezco de necro�lia. El departamento que habito es una suerte de camposanto. Basta levantar la vista para ver a una de mis bisabuelas pater-nas, de la cual nunca sabré su nombre, pero la veo y sin duda que tengo algo de ella. Fácil mis ojos se cla-van en Manuel Encarnación, el padre de mi padre, mi papá Manuel Humberto que sonriente vigila mis pasos en esta casita. Los ojos: ahí está mi madre Luz María y su padre Donacia-no. Estiro los dedos y acaricio la urna de mi amado perro Angol, cuya imagen recostado me apapacha.

Cierto que con algunos de mis muertos tengo cuentas pendientes. Cada amanecer me lo recuerdan. Jorge Reyes, estupendo músico, en esa instantánea en un punto de Cartagena de Indias, agitados nuestros cabe-

llos por la brisa. No le he escrito desde que se quedó dormido. Encima de mi escritorio las copias de los faxes de Daniel Catán, her-mano compositor de ópera. Sus palabras allá cuando compartimos en Santiago de Chile. Ese intercambio epistolar con rutas, mapas y propósitos de los cuales tengo en deuda dar santo y seña.

Y qué importa si los muebles son dichara-cheros. Mi escritorio es la amable conversa de mi tía Tony, una de las hermanas de mamá. Me lo obsequió como estímulo a mis afanes periodísticos. Es de madera de pino que, aún es jovenaza, unos 35 años. La silla que uso tendrá 120 años. Las pompas de mis tías, las hermanas de papá, aquí las pusieron. Me hacen cosquillas de vez en cuando. Y en uno de los cajones un legajo de correos electrónicos de José Emilio Pacheco. Fue un intenso amigo de escasos meses, los de pre-paración y visita a Bogotá, tiempos en que fui agregado cultural en Colombia.

A José Emilio le tocó enterarse del falle-cimiento de mi padre. Atesoro esa solidaridad que aún leo: “En primer lugar siento mucho la muerte de tu pa-dre y me apena no haberme en-terado a tiempo para acompa-ñarte”. Aún no relato esos epi-sodios con JEP.

Y qué bonito es escuchar el tic tac, de la una a las doce campanadas del reloj de mesa, que igual d las medias horas. No envejece, es exacto en su doble cuerda. Sin embargo, alguno de sus tratantes me dijo que rondaría los 150 años. Firme, sin arrugas, posa sus reales custodiado por La divina comedia, ejemplar de 1873.

[email protected]

ALEATORIEDADES

DE TUXCACUEXCO A COMALA SE DIBUJAUNA NOVELA

Por Daniel Salinas Basave

DE TUXCACUESCO a Comala corre una vereda con cara de eternidad. Caminarla signi�có para Juan Rulfo torcer la historia de la literatura mexicana. Hay un abismo de distancia entre llamarse Maurilo Gutiérrez o ser un tal Pedro Páramo. Acaso sea el mismo hoyo negro que separa el “fui” del “vine”; el “allá” del “acá”; la diferencia entre un rela-to más, perdido entre la polvareda de mil novelas postrevolucionarias, y un prodigio inmortal de la imaginación literaria

“Fui a Tuxcacuesco, porque me dijeron que allá vivía mi padre, un tal Maurilio Gutiérrez” o “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. ¿Cuál frase tiene más fuerza? ¿Cuál les parece más viva? Gracias a la curiosidad de Juan Manuel Galaviz y Federico Campbell, sabemos que en su manuscrito original Juan Rulfo preten-dió escribir la historia de un cacique llamado Maurilo Gutiérrez, amo y señor del pueblo de Tuxcacuesco, pero esto no es todo: gracias al ensayo Cómo di-bujar una novela, del colega Martín Solares, llevo un par de días mi-rando con otros ojos a muchas de las obras que me han marcado el camino. En el comparativo entre el borrador inicial de la novela de Rulfo y su ver-sión �nal, puestos ambos bajo la lupa de Martín, he encontrado un pequeño mapa del tesoro; las pistas para resolver un acertijo.

Hay lecturas que involuntariamente ilumi-nan y el de Martín Solares se está transfor-mando en un libro-faro o un libro-linterna. De pronto recordé a Carlitos Castaneda cuando Juan Matus lo enseña a “ver” el mun-do en Una realidad aparte. Basta arrojar otra mirada a lo que parece obvio para encontrar una esencia oculta. Algunas personas pueden ver el aura alrededor del cuerpo humano y en esta mañana de otoño siento como si el libro de Solares me diera las claves para mirar el aura de algunas novelas que me han acom-pañado a lo largo de la vida. Me bastó un día y medio para leer este ensayo y lo primero que he hecho al concluir, fue ir a mi librero a

releer las primeras páginas de Pedro Páramo. Poco después ya estoy releyendo los párrafos iniciales de Respiración arti�cial de Piglia, de El mundo alucinante de Arenas, del Volcán de Lowry, del otoñal patriarca de Gabo o los bo-lañescos detectives. Algo ha sucedido: de re-pente reparo en que estoy leyendo con otros ojos. El aura que enseña a ver Solares encarna en unos sui generis dibujos que representan la anatomía del género. Acaso la novela sea, en efecto, un cuerpo vivo. Yo le creo a Martín

cuando dice que las escurridizas novelas nos vigilan y sacan conclusio-nes mientras nos ponen trampas mutando en mil y un formas. La novela, a�rma So-lares, es no solo el lugar donde mejor se enfrentan algu-nas ideas, sino uno de los pocos espa-cios que cuentan

con una geometría indiscutible.El libro de Solares me está sirviendo como

herramienta para desempantanar algunas criaturas yacientes en arenas movedizas. A veces una novela se atasca sin aparente remedio. Nuestro personaje nos parece un perfecto extraño o un gran impostor. Su tiempo, su atmósfera y su tono dejan de �uir o se tornan arti�ciales. No es sencillo salir una vez que has caído en ese pantano, pero de pronto encuentro en este libro cla-ves que acaso puedan ayudarme a corregir el trazado. Algo me dice que este ensayo no reposará en mi librero.

Su destino es ser compañero omnipresente de escritorio y viaje.

[email protected]

“Gracias al ensayo Cómo dibujar una novela, del colega Martín Solares,

llevo un par de días mirando con otros ojos a muchas de las obras

que me han marcado el camino”

“Es de mi propia cosecha el alegar cada vez que un

ser querido parte, que el mejor homenaje que les podemos rendir es

viviendo”

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4 DOMINGO 2 de noviembre de 2014 5DOMINGO 2 de noviembre de 2014

G S G

R anchero rudo y sencillo, cuan-do don Ernesto Sánchez sin-tió la sombra zopilotera de la muerte, suplicó con voz entre-

cortada a la mujer que lloraba al pie de su cama: “Hermana, cuando me lleven pa’l pantión, que me acompañen unos güenos mariachis”.“No pidas eso, tovía no te vas a morir –res-pondió desconsolada la aludida, aunque al ver el semblante del enfermo recapacitó y agregó– además los sepelios con música son rete tristes”.“Pus eso quiero, que me lloren bien ese día y no me anden mal llorando todo el pinchi año”, fue la respuesta del moribundo.La anécdota da pie para abordar algunas reflexiones en torno al tema de los muer-tos o, mejor dicho, sobre lo que hacen algunos vivos antes, durante y después de tener un contacto cercano con La Huesuda.Las reacciones varían de acuerdo al grado de amor, cercanía, amistad, odio, desprecio, envidia, etcétera, que se te-nía o se tuvo con el ahora cadáver.De acuerdo al muertito, dirían los pe-dantes: “Se generan diversos escenarios, acordes a los factores psicosociocultura-les, que inciden en la reacción particular del individuo”.Traducido al lenguaje cotidiano, quiere decir que según el sapo es la pedrada, esto es ante los diferentes tipos de fallecimien-tos se generan diversas categorías de do-lientes, deudos o sobrevivientes, mismos que tendrán variedad de reacciones acor-des al tipo de relación que mantuvieron con aquel que asume el poco grato y tieso papel de finado(a).

1. CUANDO EL MUERTOADQUIERE CATEGORÍA DE CADÁVERSi la difunta o el difunto era un pariente, familiar o un buen amigo, al que se le tenía amor, afecto y aprecio, lo común es sentir un dolor profundo, inexplicable en pala-

bras y que sólo comprenden quienes han tenido ese tipo de pérdidas.Es en estos casos cuando el muerto(a) se eleva a la clasificación de Cadáver y se lle-va una parte de nosotros al otro mundo.Es entonces cuando nos vamos –como señaló el poeta Jaime Sabines– murien-do un poquito con la ausencia de ese ser querido.Llorar es no sólo una reacción normal, sino a veces necesaria e indispensable para el cuerpo y para el alma.El llanto –dicen– lava las heridas del co-razón, además de enrojecer los ojos y la nariz.Sin embargo, hay personas que pese a su dolor, no pueden llorar. Por timidez, pre-juicios machistas o quien sabe por qué extrañas razones, se quedan con su llanto apretándoles el pecho, cerrándoles la gar-ganta provocando un constante parpadeo en unos ojos húmedos, vidriosos, que de-tienen las lágrimas como para evitar el

desbordamiento de un río cuyo torrente no se sabe que estragos puede causar.En México, a las mujeres no les importa llorar en público e incluso de vez en cuan-do dejan escapar uno que otro angustiado

grito como para refrendar y resaltar que ahí, en ese sitio –por si quedaba alguna duda– hay un ser humano que sufre.Sin embargo, para el varón mexicano dejar correr así las lágrimas como que no es muy bien visto y entonces se adop-ta una actitud de “macho dolido” pero valiente.En algunos casos se tolera el derramar una que otra lágrima, pero es poco visto que un Mexican Macho se abrace al ataúd y pegue espantosos gritos y berridos de sufrimiento.

2. CUANDO EL VELORIO SECONVIERTE EN UN ACTO OBLIGADO“Al único velorio al que me obligarán a que asista será al mío”, afirmaba otro poeta mexicano Efraín Huerta, refiriéndose a la penosa convención social de tener que asistir a funerales de quien o quienes no conocíamos, cuyo trato había sido mínimo, nos era antipático y/o incluso se odiaba al ahora difunto(a).Y es que por extrañas razones, La Muerte de pronto lava todas las cul-pas, errores o hijeces que haya reali-zado el recién finado(a) y se convierte súbitamente en el ser más noble, cuya partida significa un golpe terrible para la humanidad o por lo menos en tres calles a la redonda.

Con el estilo preciso y la visión montada enel “más allá”, el autor inmortaliza

palabras dedicadas a los difuntos...

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4 DOMINGO 2 de noviembre de 2014 5DOMINGO 2 de noviembre de 2014

Es cuando se tiene que poner cara de solemnidad y con voz grave y mesurada expresar un pésame acartonado, falso y convencional aunque por dentro esté uno pensando si bien uno no deseaba que se muriera, pues la cosa no es tan grave, egoístas pensamientos que se distraen al ver a una que otra damita, a la cual el ro-paje negro le resalta mucho muy bien sus encantos anatómicos.Los dolientes obligados son fáciles de identificar. Son aquellos que en la primera oportunidad aprovechan el velorio para contar chistes, empezar a hablar mal del finado(a) y cuando hay oportunidad salir a tomar un trago.Hay también un género especial de asis-tentes a los funerales y velorios: los(as) que acuden con un afán sádico-morboso-deportivo ya que disfrutan del espectáculo del dolor humano.Estos seres aprovechan la más mínima oportunidad para acudir a un sepelio, go-zan dando a diestra y siniestra condolen-cias y por su experiencia son elegidas(os) para encabezar los rezos, resolver trámites funerarios y en algunos casos deleitan las reuniones mortuorias contando anécdotas sobre este tipo de acontecimientos.

3. CUANDO LA MUERTEES UNA VERDADERA TRAGEDIAHay diferentes grados de percepción de la muerte. Que un hombre o mujer de ya muy avanzada edad muera, es triste, pero no trágico.Que un ser lleno de vida, esperanzas, an-helos y futuro de pronto sea víctima de La Huesuda, es difícil y en algunos casos casi imposible de aceptar.No obstante La Parca, La Calaca, La Hue-suda, La Dientona, no tiene horario, reglas o predilección, abraza por igual a mujeres y hombres buenos y nobles, que lo mismo que a cualquier jijo de la tiznada.La Muerte adquiere dimensiones trági-cas cuando por lo imprevisto, el número de afectados o por las características del fallecimiento(s) se sale de los paráme-

tros normales y –podríamos decir– ra-zonables.Es en estos casos cuando consideramos la Huesuda actúa en forma injusta, arbitraria y cruel.Provoca que el doliente quede marcado de por vida. Una madre que perdió a su pequeño hijo en un accidente y/o enfer-medad y años después mantiene la mirada desoladoramente triste del mismo día que murió su niño.O la joven mujer que se fue marchitando física y mentalmente luego de que ma-taron a su esposo unos días después de haberse casado.Quienes se mueren de pura tristeza, el anciano o la anciana que fallecen me-ses después de que el cáncer mató a su compañera(o) de toda la vida.La Dientona, arremete contra ricos, pobres, jóvenes, viejos, niños, lo mismo contra quien es plenamente feliz, que totalmente desdichado, no tiene distinción, ni reglas comprensibles para el hombre.

En México reímos de la muerte –dicen–, pero cuando es ajena y lejana. Sin em-bargo, hay que aprovechar la vida para reírnos de La Parca, porque –hasta el mo-mento– no hay evidencia contundente de

que podamos seguir sonriendo después de adquirir la categoría de pinche muerto o de importante cadáver.

[email protected]

A U T O R E S E N S E N A D E N S E SG A N A N P R E M I O E D I T O R I A L

La segunda edición del libro Números y estrella mayas, escrito por los ensenadenses Noboru Takeuchi y Marisol Romo (ilustrado por Rossana Bohórquez), y publicado por la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue ganador del premio Arte Editorial Caniem 2014, en la categoría de Libros científicos y técnicos. En un comunicado, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), detalla que el jurado del premio toma en cuenta el diseño editorial, la idea del producto, ilustración, fotografía y la presentación final del libro o revista. El próximo 7 de noviembre se llevará a cabo la entrega de los premios Arte Editorial 2014, galardón creado por la Caniem para reconocer a los editores y sus propuestas editoriales. La ceremonia se realizará también para celebrar el Día Nacional del Libro, en el marco de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Felicitaciones a Noboru Takeuchi y Marisol Romo, por su fructífera labor a favor de la divulgación de la ciencia.

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6 DOMINGO 2 de noviembre de 2014

H P L.

L a luz de la Luna pasaba a través de un espacio entre la cortina de la ventana de

su cuarto y el marco de la misma. Eran las tres de la mañana y no lograba

conciliar el sueño, sudaba frío. Escuchaba los latidos acelerados de su corazón. Se ponía de pie y caminaba de un lado a otro y hasta en su cerebro sentía cómo se agolpaban los latidos produciéndole una sensa-ción de pesadez. Las horas

transcurrían y, a las 6:30 de la mañana, por agotamiento, quedó profundamente dormi-da... despertando hasta las 14:00 horas.Cristina se había entregado profundamente enamorada a Francisco, llena de ilusiones; un hijo sería una irrefutable prueba de su amor y el lazo indisoluble que los mantendría unidos para siempre.La cruda realidad, una mascarada de Francis-co, que de inmediato la abandonó al saber de su embarazo, como si la responsabilidad de traer un nuevo ser al mundo fuera sólo responsabilidad de ella, y con los pasos de su cobardía e irresponsabilidad se fugó para desaparecer y tomar el rumbo que siguen los miserables.Cristina, en medio de esa soledad que la envolvía, se vio frente al dilema que no se hizo esperar: ver brotar a la existencia a esa criatura que se ocultaba en su vientre para convertirla en madre soltera o matarle por medio del aborto...No faltaron los familiares y amigas que opinaban en uno y otro sentido, tratando de influir en su decisión para bien o para mal.Unas argumentaban que no era una criatura,

que sólo era un feto equivalente a un tumor o apéndice, que no era un ser humano; otras, que para cuidar su imagen y buen nombre lo abortara.En sentido contrario, hubo quienes le ponían como reflexión el hecho de que se trataba de un nuevo ser que tenía derecho a la vida, que tanto la vida de la criatura como la de ella misma valían igual; otras le decían que al dejarlo vivir, si no lo quería, podría darlo en adopción, que había muchas parejas desean-do tener un hijo; otras argumentaban que si la ley defendía los huevos de tortuga para conservar la especie, con mayor razón habría que defender la vida humana.No faltó quien le sugiriera una clínica espe-cializada en abortos, hecho que despertó su curiosidad y se vio tentada a aceptar la pro-puesta, pero algo en su interior la angustia-ba y se documentó sobre los procedimientos abortistas: quedando horrorizada al consta-tar sobre aquel holocausto que silenciosa-mente se practicaba en el mundo donde a millones de criaturas se les mataba.Recibió acompañamiento, orientación y co-noció a mujeres que tuvieron el valor de salir adelante por sí mismas, y a otras víctimas inocentes que habían abortado y otras que, no de mala fe, también lo habían hecho, ya sea por desinformación u otras razones, y la sombra del manto obscuro de la cultura de la muerte las había envuelto.Pasaron los días, los meses. Su vientre se había abultado y cierto día la luz iluminó a un nuevo ser que brotaba a la existencia, y en ese nuevo amanecer su rostro esbozó la primera sonrisa maternal y su existencia to-mó un nuevo sentido luminoso que le ofreció paz a su corazón y le dio gracias a Dios por haberle dicho un ¡Sí! a la vida.

[email protected]

Es de la ciudad de Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina. Comerciante y electricista, junto a su pareja realiza un proyecto de servicio de fotografía profesional.

La Foto de la Semana es un reconocimiento que se otorga por el mayor número de votos, avalando el dominio del tema, en el sitio de Facebook Fotografía Diaria.

FOTO DE LA SEMANA: JUGUETE

GABRIEL GARCÍA

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7DOMINGO 2 de noviembre de 2014

E B A.

Ana Casas Broda (Granada, España, 1965), fotógrafa y coordinadora del

Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen, participará en el CURA, 1er. Encuentro Internacional de Artes Visuales UABC 2014, e inaugurará la exposición Kinderwunsch, este jueves 6

de noviembre en Gale-ría 184, a partir de las 19:00 horas.

La propuesta de Ana Casas Broda posee mucha aris-tas destacadas: la mirada de mujer a partir de una vivencia

personal, como lo es la maternidad, y dicha experiencia, de una manera muy natural, transportada al plano del arte contemporáneo, ahí la relevancia de su exhibición en nuestra la ciudad de Ensenada.

“Kinderwunsch –comenta Ana Casas Broda– es un libro donde textos y fotos construyen una narración que explora la complejidad de la experiencia de la maternidad y de la relación entre mis dos hijos y yo. Kinderwunsch se desa-rrolla durante siete años. Su columna

vertebral es este tejido en constante cambio de las relaciones entre nosotros en el proceso de convertirme en madre y de la construcción de la identidad de ellos. Como en mis trabajos anteriores, el cuerpo y la casa son ejes fundamentales del proyecto.

“Kinderwunsch se desarrolla durante siete años y se volvió un proyecto cada vez más complejo. Construimos esce-narios en los que se realizan acciones. A veces eran ideas de mis hijos, otras

imágenes que surgen de mis fantasías. La foto depende de la acción y siempre es un descubrimiento”.

A lo cual agrega: “Me interesa trabajar con las vivencias desde la frontera entre la cotidianidad y las acciones que se rea-lizan para la cámara. La fotografía como una forma vital de intervención en la rea-lidad, la tensión entre la acción recreada y la espontaneidad como un espacio que devela aspectos esenciales de las relacio-nes. La fotografía como una búsqueda de

apariciones de una realidad no siempre visible. Me fascina el umbral entre la rea-lidad y su imagen en el que se mueve la fotografía, ese enigmático espacio que elude las interpretaciones, singular para cada espectador”.

No se pierdan la oportunidad de apre-ciar estas imágenes de maternidad en un discurso que posee la vigencia y vitalidad de lo humano.

[email protected]

“Como en mis trabajos anteriores,

el cuerpo y la casa son ejes

fundamentalesdel proyecto”.

Ana Casas Broda.

Kinderwunsch FOTOGRAFÍAS DE

ANA CASAS BRODAEN ENSENADA

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DOMINGO 2 de noviembre de 20148

NUMERALIA

20 GRANDES LIBROS DE POESÍA Y UN VERSO DESESPERADO*:

1. A la sombra de las muchachas en flor, de Manuel Vázquez Montalbán.2. Diáspora, de Cristina Peri Rossi.3. Los círculos del infierno, de Justo Jorge Padrón.4. De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, de Blanca Andreu.5. Farra, de Felix de Azúa.6. La caja de plata, de Luis Alberto de Cuenca.7. El otoño de las rosas, de Francisco Brines.8. Testimonio de invierno, de Antonio Carvajal.9. Casi una leyenda, de Claudio Rodríguez.10. Poemas del manicomio de Mondragón, de Leopoldo María Panero.11. La poesía ha caído en desgracia, de Juan Carlos Mestre.12. Sombras particulares, de Felipe Benítez Reyes.13. Libro del frío, de Antonio Gamoneda.14. No amanece el cantor, de José Ángel Valente.15. La noche les es propicia, de José Agustín Goytisolo.16. Habitaciones separadas, de Luis García Montero.17. Los países nocturnos, de Carlos Marzal.18. Cuaderno de Nueva York, de José Hierro.19. Otoños y otras luces, de Ángel González.20. Manual de infractores, de José Manuel Caballero Bonald.

*El de Pablo Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”.

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ILIANA HERNÁNDEZ P.

H oy domingo, Día de Muertos, tengo esta impresión como golpe seco que

mi país no celebrará como antes. Esa des-cripción mortuoria y festiva que Paz nos he-

redó en El laberinto de la soledad parece que se nos regresa infestada de pesadumbre.

Nuestros altares este año estarán esperando el regreso espiritual de los que se han de le-vantar de las fosas a

tocarnos el hombro. ¿Dónde hemos estado los vivos mientras ellos han agonizado con la boca llena de tierra?

Tendremos que caminar hacia atrás y encontrar todas las pistas que desde hace años gritan dolor, pobreza e impunidad. Las calaveras esperan siniestras en los pa-tios oscuros, ya no bailan ni beben tequila; meditabundas se apilan unas sobre otras a esperar un rayo de justicia, sus nombres re-sarcidos, sus identidades descubiertas.

El pecado más grande es dar la espalda al necesitado. Unos creen que el mal nos es ajeno, distan kilómetros de selva y bosques de esos hoyos en los que no estamos, el terror está en los periódicos que se pueden cerrar tranquilamente antes de dormir, de vegetar.

Pero la muerte se carga a cuestas, la de todos los hombres. Dijo Quevedo con pa-labras siemprevivas: “Eso no es la muerte, sino los muertos o lo que queda de los vivos. Esos huesos son el dibujo sobre que se labra el cuerpo del hombre; la muerte no la cono-céis, y sois vosotros mismos vuestra muer-te, tiene la cara de cada uno de vosotros y todos sois muertes de vosotros mismos; la calavera es el muerto y la cara es la muerte y lo que llamáis morir es acabar de morir y lo que llamáis nacer es empezar a morir y lo que llamáis vivir es morir viviendo, y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte y lo que le sobra a la sepultura. Si esto enten-diérades así, cada uno de vosotros estuviera mirando en sí su muerte cada día y la ajena en el otro, y viérades que todas vuestras

casas están llenas de ella y que en vuestro lugar hay tantas muertes como personas, y no la estuviérades aguardando, sino acom-pañándola y disponiéndola. Pensáis que es huesos la muerte y que hasta que veáis venir la calavera y la guadaña no hay muerte para vosotros, y primero sois calavera y huesos que creáis que lo podéis ser”.

La muerte en mi país se ha quedado con-gelada en el rostro descarnado de un mu-chacho, Julio César Mondragón, es la mis-ma que está de espaldas en un acueducto, carretera, pozo, tumbada de bruces en un desierto con su no decir, su no actuar en un territorio que se nos ha vuelto de pesadilla, incomprensible.

Un país de muertos. Caminamos sobre huesos de difuntos, respiramos el aire que riega sus cenizas, las noticias matutinas re-frescan la cifra de caídos cada hora, morimos un poco con cada uno. Nacimos para morir pero no para arrebatar y cortar de tajo un destino, hacer como que uno que cae no nos derrumba a todos.

Abrir los ojos por la mañana y llenarse los pulmones de la muerte que cae como una lluvia inesperada, de la que es imposible huir, esconderse. Se oye la tormenta a lo lejos, pero no significa que en este norte (que a veces se cree república) no reverbere la violencia como abrojo que ya extiende su raíz bajo nosotros.

Es el día de los vivos. Debe ser esta la hora del que se pone en movimiento para no dejar que muera dos veces el desapareci-do. Repetimos sus nombres y miramos de frente a sus familiares, dejamos constancia de que han vivido entre nosotros, no han sido sombras ni huesos para disolverse en la nota del momento.

Sobre los hombros llevamos la muerte, la propia y la de los demás, hoy caminamos entre altares llorando cempasúchil, apenas saliendo de un entumecimiento prolonga-do, abriendo el corazón al dolor de los otros, extrañados ante un olor a muerte que no celebramos porque otros la han tomado del brazo para asestar el golpe a su pesar, antes de tiempo. Sólo queda abolir el silencio.

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dÍa de los vivos

POEMARIO DE LAURO ACEVEDO

ETERNA BREVEDADMIGUEL LOZANO*

L a primera sorpresa del nuevo libro de Lauro Acevedo es la pasta dura.

En un mundo donde casi todos los poe-marios en castellano son de pasta blan-da –que se prefiere, por razones que supongo económicas–, este cambio es bienvenido. En tales condiciones, la pasta garantiza la durabilidad y presentación de este libro, editado por el Instituto Nacional Descentralizado de Traducción e Investigación Literarias (Indetil).

La segunda sorpresa es la excelente portada, una pintura de Silvia Chávez, artista plástica ensenadense. Una figura humana que se curva sobre si misma, se agacha para sujetar algo que parece una rama. Los poemarios difícilmente tienen una portada que represente fielmente su contenido. El caso es notable, por-que creo que, después de leerlo, caigo en cuenta de que esto se logra en Eterna brevedad.

El libro inicia con una cita de Julio Cortázar: “Un laberinto más mental que mítico...” La cita continúa, pero yo me quedo con ese inicio. Eso es la poética: un laberinto mental, verbal. Un viaje misterioso, cuyo final no divi-samos, cuyos misterios nunca se deve-lan por completo. Al menos, desde mi punto de vista, eso debería ser. En este poemario, lo es.

El prólogo de Estela López es una car-ta de amistad al autor. Llama “poemas necesarios” a los versos contenidos en el libro. Aunque las reflexiones con-tenidas en este prólogo son valiosas, se hubiera beneficiado de una visión menos intimista.

Estructuralmente, Eterna brevedad está dividido en dos grandes secciones, o “encuentros”. El primero, creo yo, lidia con la añoranza y metamorfosis de los recuerdos sobre una figura perdida. Este encuentro se fragmenta también en tres partes: “Detalles”, “Instantes” y “Claroscuros”.

Los poetas ensenadenses tienden ha-cia la naturaleza. Probablemente por los bellos paisajes y el amable clima que se presta a contemplaciones de este tipo. En Eterna brevedad el énfasis está en la flora. Abundan las metáforas vegetales: ramajes, raíces, retoños... A lo largo del primer encuentro estas metáforas cre-cen, disminuyen, se reconfiguran. Se hacen fatídicas o esperanzadoras.

En “Instantes” casi desaparecen, para dar cabida a una ciudad que sirve como escenario para los recuerdos fugaces de un ser solitario. En esta parte, Lauro escribe: “Los instantes son así/ inmar-cesibles/ perennes/ inéditos/ como el verdugo/ que emerge de las sucias paredes/ para tomar tus huesos/ arro-jarlos sobre todos tus sueños/ instantes de hierro enmohecido/ al cerrar las re-jas del pasado”. Aún en los momentos más bajos, la vida crece. En esta ocasión como moho en la cárcel mental de los recuerdos.

La segunda parte del poemario se llama “Humedales”, continuando con la metáfora sobre la naturaleza, y se divide en dos partes. La primera es poesía erótica. Como el resto del libro: lidia con recuerdos, ausencias y año-ranzas. La segunda parte es poesía amorosa y me parece que aborda el mismo tema desde una perspectiva diferente. Erotismo y amor como dos lados de la moneda.

Este poemario es redondo. En con-junto nos habla con una voz clara y evocativa, pero también, abriéndolo en cualquier página, obtenemos mucho de su brevedad. Desde mi punto de vista, es un gran aporte a la literatura de Ensena-da y a la de Baja California en general. Si tienen posibilidad de adquirirlo, hágan-lo y complementen su biblioteca con un poemario de pasta dura.

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*Miguel Lozano: Escritor, maestro de la Escuela de Artes UABC, Ensenada, B.C.