ediciones de los libros de la suerte

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LA EDICIÓN DE LOS LIBROS DE SUERTES Editar un Libro de suertes obliga a resolver problemas derivados de su peculiar condición de obra literaria «inclasificable». Una serie de pregun- tas van a tener respuesta tras el recorrido por unos pasos intermedios formados por listas, que son sólo posibilidades. Las respuestas se convierten en la esencia del juego no sólo por ser la resolución de cada una de las consultas, sino por adoptar la forma de determinadas estrofas, en las que se refugia el valor literario del texto. El Libro de las suertes que edité 1 desemboca en unos pareados finales, cercanos muchas veces a frases sentenciosas, que tienen el tono lapidario de lo definitivo: son respuestas de oráculos, pero, por los general, sin la ambigüedad que las caracteriza. El resto de la obra son listas de posibilidades que llevan al jugador, tras su elección inicial, de un paso a otro. Lo esencial en este tipo de textos no es la palabra por su contenido o éste por su belleza, sino el mecanismo, el funcionamiento; y es el que perdura en las distintas variedades. Cambiarán los esquemas, las combinaciones, lo que se demanda, pero será constante la presencia de las preguntas iniciales indispensables para la consulta, la elección entre unas posibilidades (podrá hacerse con o sin dados) que llevará a una serie variable de etapas entrelazadas —cada una lleva a la siguiente— y a las respuestas. La palabra no funciona como signo con contenido, sino como enlace entre los pasos del artificio. Tanto es así que puede ser sustituida por un número, porque se complementa con ellos. Su finalidad es el entreteni- miento. El juego limita con su creencia en él, porque el todopoderoso azar puede llevar a la coincidencia sorprendente. La belleza se consigue, más que por la palabra en sí, por las ilustraciones. En la Arcadia, «agradó a los pastores en extremo el libro [De suertes], porque fuera de que las respuestas eran todas en verso, tenía pintados de sutil iluminación los signos y planetas» 2 . Su mismo aspecto exterior es atractivo. La sabia Polinesta entra en su estudio, saca «un pequeño libro, dorado el papel y el pergamino argentado, con cintas 1 Libro de las suertes, edic. de R. Navarro Duran, C.S.I.C, Madrid, 1986. 2 LOPE DE VEGA, Arcadia, edic. de E. S. Morby (Castalia, Madrid, 1975), p. 401. 361 AISO. Actas I (1984). Rosa NAVARRO DURÁN. La edición de los «Libros de suertes»

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  • LA EDICIN DE LOS LIBROS DE SUERTES

    Editar un Libro de suertes obliga a resolver problemas derivados de supeculiar condicin de obra literaria inclasificable. Una serie de pregun-tas van a tener respuesta tras el recorrido por unos pasos intermediosformados por listas, que son slo posibilidades. Las respuestas seconvierten en la esencia del juego no slo por ser la resolucin de cadauna de las consultas, sino por adoptar la forma de determinadas estrofas,en las que se refugia el valor literario del texto. El Libro de las suertes queedit1 desemboca en unos pareados finales, cercanos muchas veces afrases sentenciosas, que tienen el tono lapidario de lo definitivo: sonrespuestas de orculos, pero, por los general, sin la ambigedad que lascaracteriza.

    El resto de la obra son listas de posibilidades que llevan al jugador,tras su eleccin inicial, de un paso a otro. Lo esencial en este tipo detextos no es la palabra por su contenido o ste por su belleza, sino elmecanismo, el funcionamiento; y es el que perdura en las distintasvariedades. Cambiarn los esquemas, las combinaciones, lo que sedemanda, pero ser constante la presencia de las preguntas inicialesindispensables para la consulta, la eleccin entre unas posibilidades(podr hacerse con o sin dados) que llevar a una serie variable de etapasentrelazadas cada una lleva a la siguiente y a las respuestas.

    La palabra no funciona como signo con contenido, sino como enlaceentre los pasos del artificio. Tanto es as que puede ser sustituida por unnmero, porque se complementa con ellos. Su finalidad es el entreteni-miento. El juego limita con su creencia en l, porque el todopoderosoazar puede llevar a la coincidencia sorprendente.

    La belleza se consigue, ms que por la palabra en s, por lasilustraciones. En la Arcadia, agrad a los pastores en extremo el libro[De suertes], porque fuera de que las respuestas eran todas en verso, tenapintados de sutil iluminacin los signos y planetas 2. Su mismo aspectoexterior es atractivo. La sabia Polinesta entra en su estudio, saca unpequeo libro, dorado el papel y el pergamino argentado, con cintas

    1 Libro de las suertes, edic. de R. Navarro Duran, C.S.I.C, Madrid, 1986.

    2 LOPE DE VEGA, Arcadia, edic. de E. S. Morby (Castalia, Madrid, 1975), p. 401.

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    blancas y verdes y se lo da al Rstico3. Se convierte as en objetomgico. Toda edicin debe tener en cuenta tal factor porque es constitu-tivo de la obra.

    Y la propia Arcadia nos permite, gracias a su misma condicin, vercmo un Libro de suertes puede incorporarse a una obra literaria. Lanovela pastoril tiene una estructura abierta, de tal forma que puedenincluirse en ella nuevos episodios una vez creada, o suprimirse. Es biensabido cmo en la edicin de 1562 de la Diana de Jorge de Montemayorse incorpora, como un relato puesto en boca de Felismena, la novelamorisca El Abencerraje, Lope de Vega hace que sus pastores manejen unLibro de suertes y reciban una leccin de quiromancia. Isbella le habapedido el libro a Polinesia, como sta dice, y aade: yo le promet losdas pasados para jugar y entretenerse con sus amigas, su ttulo es Desuertes. Lo que contiene es buscarlas por la tabla y acudir a los lugaresdonde se hallan, para tomar de ellas buenos ageros y pronsticos 4. Ylos pastores al jugar nos muestran su funcionamiento. Anfriso tiene unasuerte favorable y el Rstico como le corresponde a su papel,desfavorable. Los entes de ficcin de la Arcadia se convierten enconsultantes del libro De suertes, y ste tiene un contexto literario al quesus respuestas en este caso octavas se adecan: la mezcla de prosa yverso caracteriza precisamente la novela pastoril.

    Y la propia Arcadia se convierte en doble testimonio de la recepcinde tal obra: a los pastores les agrad en extremo el libro, y a censores einquisidores, muy poco. Como indica Morby, en la edicin valenciana de1602 desaparecen el juego de suertes y la leccin de quiromancia,probablemente inaceptables para el doctor Francisco Lpez de Mendo-za, censor del libro5. En ella lo que saca de su estudio la sabia Polinesiaes una pequea bujeta muy bien atapada que le prometi a Lisandropara remedio de un grave y desusado mal que ha mil das padece 6. Laprohibicin del Libro de suertes, en cualquiera lengua figura en la p. 44del Cathalogus librorum, cui prohibentur, mandato Illustrissimi et Reue-rend. D.D. Ferdinandi de Valdes Hispaln. Archiep, Inquisitoris GeneralisHispaniae1. Aunque el ltimo verso del soneto que aparece como clave

    3 Ibd., p. 396.

    4 Ibd., p. 396.

    5 Ibd., p. 453.

    6 Ibd., p. 455.

    7 Reproduccin en facsmil por la R.A.E. en Tres ndices expurgatorios de la Inquisicin

    Espaola en el siglo xvi, Madrid, 1952. Vid. la edicin de Karl I. Kobbervig de El libro delas suertes, tratado de adivinacin por el juego de azar (Madrid, Gredos, 1987), textoaljamiado. El editor desconoce el juego de origen italiano (LORENZO SPIRITO escribi Dellesorti), de donde derivan las versiones que analizo. As afirma: Los libros de suertes encambio, merecan una triple condenacin por parte de las autoridades eclesisticasespaolas: se los consideraba caractersticos del Islam, estaban escritos en letras rabes [...],y semejantes obras, aun aquellas basadas en la Biblia, estaban prohibidas desde hacamucho tiempo entre los cristianos (pp. 32-33). Cfr. mi edicin, en donde tambin analizo

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    para entender la obra en el Libro de las suertes que edit advierta queburlas burlas son, el juego les pareca demasiado peligroso.

    Frente al texto ya conocido del Libro del juego de las suertes impresoen Valencia en 1528 por Juan Joffre (del que hay otra edicin de 1534),que se remonta a un original italiano al que traduce (las respuestas son aveces malas traducciones del italiano), la edicin del texto del ms. 8.245de la Biblioteca Nacional de Madrid permite conocer una nueva versindel juego creada por un poeta espaol: los pareados que forman lasrespuestas lo prueban. Y es adems una ampliacin del mismo juego queaparece transcrito en el ms. 3.857 del fondo Rodrguez Marn delC.S.I.C. En mi citado estudio analizo con detalle la relacin entre los doscdices, que dibuja un modelo comn ms simple basado en el nme-ro seis. Hay seis elementos iguales en cada etapa de los dos juegos. Tam-bin pongo de relieve el curioso dato que nos da Francisco Pacheco,en su Libro de descripcin de verdaderos retratos, sobre Baltasar delAlczar como autor de un Libro de las suertes que l pone en perfec-cin:

    Hzome gracia del Libro de las suertes, obra ingeniosa de su mocedad, en quetena debuxados los Arboles, Casas i Figuras, i escritas la mitad de las respuestas, ipor sus borradores lo acab de poner en perfecin, afirmando que de su gnero no aicosa igual en Espaa.

    El manuscrito 3.857 del C.S.I.C. es un volumen facticio sevillano defines del xvi y principios del XVII y pudo contener el Libro de suertes deBaltasar del Alczar, pero no hay ningn dato fidedigno que permitarealizar tal atribucin.

    Los problemas que la edicin de tal tipo de textos plantea sonpeculiares y nacen de la condicin de la propia obra. Los errores delcopista tienen una repercusin global en toda la obra porque stafunciona como un sistema, y no puede adems solucionarse porque noexiste contexto. Los pasos intermedios que conducen de las preguntas alas respuestas y que forman el mecanismo del juego estn constituidospor nmeros y nombres propios, y las facilidades para el error sonobvias. La variante en el nombre propio no es importante siempre quesea fcil la identificacin de las dos formas. El cambio en el nmerodesbarata esa posibilidad del juego.

    A cada pregunta le debe corresponder en cada caso una solarespuesta y para llegar a ella le deben tocar slo una de las posibilidadesen los pasos intermedios. Toda repeticin supone un error. Cuantos ms

    un Libro de suertes en latn que se conserva en el Archivo Histrico Nacional, en unosCuadernos de apuntes curiosos sobre Astrologa, legajo 97, nm. 16 de los Procesos porhechicera de la Inquisicin.

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    pasos intermedios haya, ms complejo es el juego, pero tambin crece elnmero de posibilidades de error.

    En el Libro de juego de las suertes (Valencia, 1528), se puedenformular veinte preguntas. Los pasos intermedios llevan primero a unrey, luego a un signo, y de ste tras tirar los dados a una esfera (hay20, como los anteriores), y dentro de ella a un ro (hay 28 de dentro y 28de fuera), y por fin un profeta unido a un nmero de verso. Como son 20los profetas y tienen 56 respuestas, el juego presenta 1.120 en estrofas detres versos.

    El Libro de suertes del ms. 3.857 es mucho ms sencillo: son 14 laspreguntas y hay que pasar por 14 palacios con 12 posibilidades queconducen a 14 Dianas con 12 posibilidades tambin, en forma deprovincias y ninfas, que llevan a las 7 provincias con 24 ninfas, y sedesemboca ya en los 7 orculos con 24 respuestas: son 168, por tanto, lasrespuestas totales.

    En el Libro de las suertes del ms. 8.245 son 22 las preguntas, y lospasos intermedios los constituyen 22 signos con 24 posiblidades deDianas, 11 Dianas con 48 opciones con ciudades y ninfas, 11 ciudadescon 48 ninfas que llevan a 11 orculos con 48 respuestas. Son, por tanto,528 respuestas las que forman el juego.

    La estructura es el eje del texto: ste est construido sobre unesquema numrico. El editor debe salvaguardar esta estructura si quiereque subsista la posibilidad del juego. Se ve obligado a entrar en eljuego y seguir todas las opciones para ver si son coherentes o no. Loldico se impone. La habilidad del versificador o del poeta en lasrespuestas es la compensacin del erudito cuando consigue que estn ensu lugar adecuado.

    La edicin implica incluso el cambio de pginas de referencia paraque el juego funcione. En realidad slo sera pertinente la reproduccinfacsmil, pero si los errores del copista eran muchos como sucede en elms. 8.245, el juego poda quedar casi impracticable. En las preguntasiniciales se remite al folio en donde se halla el signo en el que se debeescoger. En la edicin, como es lgico, se altera la paginacin y debe, portanto, cambiarse esa inicial, de lo contrario no slo carece de sentido,sino que lleva al desconcierto total del jugador.

    Es muy fcil que el copista repita el nmero anterior o se equivoquede lnea. Y eso puede ocurrir en cada uno de los pasos. La ruptura delesquema puede ser, por tanto, continua, y llevar a la imposibilidad dealcanzar las respuestas adecuadas y as a deshacer el juego.

    La presencia de errores obligan al editor a cambiar los nmeros siquiere ofrecer una edicin fiable y coincidente con el original. Si slofuera una casilla, sera fcil subsanar el error; pero hay que probar elcamino hacia la respuesta con las posibilidades que ofrecen las repeticio-nes (para sustituirlas) y las ausencias (para aadirlas).

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    El copista del Libro de las suertes que edito se equivoca ya en laprimera etapa. En los 22 signos con 24 posibilidades creadas con lafrmula Diana entre (cedros, olmos, palmas, laureles, alameda, claveles,azucenas, jazmines, alheles, rosas, verduras), que suman 528 opciones,omite 20 elementos y repite otros tantos.

    El paso siguiente, cuyo esquema numrico (11-48) se repetir tresveces hasta el final, presenta 11 tablas de Dianas que contienen cadauna las 48 posibilidades enumeradas antes, las cuales conducen a una delas 11 ciudades y una ninfa. El problema de este paso reside en su enlacecon el siguiente, donde figuran las 11 ciudades con 48 opciones con lasninfas, el orculo y nmero de respuestas: Octavia. Orculo de Parnaso.Respuesta 8. El copista, que no entiende bien el original, cambia amenudo el nombre de las ninfas y ofrece dos versiones distintas, que esabsolutamente necesario identificar como tales para que el juego funcio-ne. Muy pocas veces es fcil solucionar el problema y corregir adecuada-mente el nombre errneo: Enfile aparece tambin como Eriple. Pero enmuchos otros casos es difcil elegir como correcta una de las dos formas(Parmelia? o Parmesia?). Por ello me inclin por dejar ambas grafas eindicar en nota las equivalencias.

    El fallo de este Libro de las suertes est en el paso de las ciudades. Elcopista omite 17 elementos que cortan el juego a otras tantas opciones,que pertenecen a nueve de las once ciudades. As, por ejemplo, una de lasllamadas ciudades, Siria, slo tiene 45 elementos, en vez de los 48exigidos por el juego y diseminados en el paso anterior. Y lo mismoocurre con Arcadia y Palestina, mientras Macedonia y Germania tienenslo 46, y Tracia, Arabia, Mesopotamia y Gallia, 47. Se puede hacer unalista de las ninfas omitidas al haber sido diseminadas en el paso anterior.Slo una de las ciudades, Anglia, est perfecta. Tiene las 48 opciones ytodas las ninfas estn primero diseminadas y luego recolectadas.

    Pero a su vez el copista ha equivocado ninfas y ciudades en el pasoanterior. As Grecia y Anglia tienen las 48 opciones, pero la ninfa Sobriaaparece como perteneciente a Grecia en el paso anterior y no figura enella. Parece ser equivalente a Sepia de Germania, que no estaba dise-minada.

    La red de errores se hace cada vez ms tupida y construye unautntico laberinto con salidas cortadas para el jugador.

    Recomponer el juego exige recorrer todos los caminos posibles conlas opciones que quedan fuera de su trayectoria correcta. Si hay dosalameda 12 y, tras leer todas las opciones del primer paso, se ve la falta dealameda 11, no hay duda posible. Para saber en qu lugar debesustituirse, hay que seguir el camino de las dos posibilidades para ver encul de ellos encaja el cambio. Pero en otros casos los elementosrepetidos no estn dentro del mismo rbol y la rectificacin (porejemplo, claveles 12 por rosas 12, o laureles 44 por claveles 34) se apoya

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    en la adecuacin de la respuesta a la que lleva el trayecto nuevo ensayadocon la pregunta a la que est asociado el elemento que debe sustituirse.En la mayora de las veces es posible hacerlo gracias a lo concreto de lasrespuestas que permite saber si el orculo conviene o no y, por tanto, si eltrmino utilizado es el correcto.

    Para resolver los errores en las dems etapas, debe seguirse el mismoprocedimiento: saber qu elementos faltan o sobran, intentar la sustitu-cin apoyndose en semejanzas fnicas o numricas y ver si funcionancorrectamente. Los caminos del juego deben ser recorridos en ambossentidos hasta intentar conseguir que todas las cadenas formadas seancorrectas, de tal forma que el orculo sea una respuesta posible para talpregunta.

    En el Libro de las suertes que editamos faltaban 17 opciones en lasciudades, por tanto, no hay posibilidad de dar salida a esos casos. Peroel copista cae en nuevos errores y repite algunos orculos, as faltan msnmeros de los que debieran. Por ejemplo, al remitir al orculo deParnaso, en ese paso de las ciudades, vemos cmo no se mencionan lasrespuestas 25 y 34, pero al repetir la 15 es fcil identificar una de ellas conla 25; as slo falta la 34. Los problemas de otros orculos son muchoms complejos e incluso irresolubles. En Delfos no aparecen menciona-das las respuestas 19 y 42. Se repiten la 5 y la 33 (sta aparece tres veces).Se puede comprobar cmo una 5 equivale a la 19. Una de las veces que serepite el nm. 33 podra ser Grineo 13, la otra no se soluciona (respondea Mercurio) y falta la 42 (que responde a Jpiter). En un caso debo decir:Esta ninfa no est mencionada en el paso anterior, y, por tanto, esteorculo queda sin funcin. En cambio, son cuatro las ninfas de Arcadiaque aqu no figuran. Como son 45 (y no 48 como deban) las opcionesrecogidas, parece indudable que una de las cuatro es equivalente aDbora: Talestria, Campestre, Lesea y Prsica. El orculo es ambiguo, yes difcil saber si responde a la pregunta que conduce a Latona, Venus oCapricornio (donde confluyen las dos ltimas) 8.

    Figuran las 48 respuestas en pareados de cada uno de los 11 orculossin ninguna omisin, pero no se accede a todas ellas. Esas imperfeccionesdel sistema del juego debidas al copista pueden ser, sin embargo,incorporadas a su capacidad ldica. Si el jugador encuentra cortada lasalida, ya sabe que la suerte no le favorece y que el orculo se resiste amostrrsele.

    La edicin de un Libro de las suertes pone de manifiesto su carcterde sistema. Un error de copista repercute en el juego y rompe una de lascadenas que lo forman entre pregunta y respuesta. No hay ademscontexto para solucionar las malas lecturas: slo pueden intentar subsa-

    Libro de las suertes, edic. cit., nota 10, p. 318.

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    narse poniendo en marcha el propio mecanismo del juego. La respuestaconcreta y muchas veces rotunda as aumenta la gracia del divertimien-to es, con su adecuacin o su impertinencia, la prueba de que se haconseguido enlazar los pasos perdidos tal como figuraba en el textooriginal.

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