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Page 1 of 8 ECONOMIA 1980-1999 La economía venezolana durante los últimos 19 años (1980-1999) ha presentado patrones, tanto de política como de resultados, por más extraño que suene, muy estables. Dentro de las características más resaltantes de ese comportamiento se encuentra el desplome de la inversión pública y privada, y el estancamiento en los niveles de producción por habitante. En ese escenario, funcionando dentro de las restricciones impuestas por la ausencia de inversión de capital, la política económica, fiscal, monetaria y cambiaria, ha oscilado siempre entre dos extremos, dependiendo de los vientos que soplaron en el mercado petrolero. En épocas de bonanza, los gobiernos aceleraron fuertemente el gasto público, sobrevaluaron la moneda (para combatir la inflación) y utilizaron las importaciones masivas y las salidas de capitales como instrumentos de política monetaria para secar las burbujas de liquidez generadas por el propio esfuerzo fiscal. Esta secuencia produjo efectos contradictorios sobre el crecimiento: Por un lado, el impulso de demanda sobre un aparato productivo con alguna capacidad ociosa; por el otro, como consecuencia de la sobrevaluación, los precios de los bienes importados se hicieron más atractivos que los producidos a nivel doméstico. La mayoría de las veces estos efectos contradictorios produjeron un pequeño saldo en favor del crecimiento. Este hecho, conjuntamente con el boom de importaciones, abrió paso a fuertes incrementos puntuales en los niveles de consumo. En épocas de escasez, la caída en los precios petroleros desveló un déficit fiscal y de cuenta corriente insostenible, lo que condujo a recortes en el gasto público y macro- devaluaciones. Ambas políticas produjeron fuertes caídas en los niveles de consumo: cayó la producción nacional (como consecuencia del recorte en el gasto público) y cayeron también las importaciones, a causa de los efectos de precios que sobre ellas produjo la devaluación. Así, la política económica venezolana ha servido como mecanismo no sólo transmisor, sino también amplificador, trasladando la volatilidad que exhiben los precios del petróleo a los niveles de consumo nacional. Venezuela se ha convertido en la economía más volátil de América Latina, lo que a su vez ha perjudicado aún más el proceso de formación de capital. La economía, sin embargo, se ha mantenido fiel a sus promedios de largo plazo. En el fondo han ocurrido muy pocas cosas: la inversión no ha cesado de caer y el ritmo de creación de puestos de trabajo en el sector formal ha sido muy lento. Aunque nuestra tasa de crecimiento haya sido positiva en tiempos de bonanzas y negativa en tiempos de escasez, cuando se divide el último cuarto de siglo en períodos de cinco años se observa en el promedio una estabilidad que sorprende alrededor de 1,5% anual, bastante menor al crecimiento poblacional. Esa volatilidad que aflora en la superficie de la economía en términos de producción anual, de consumo, de tasa de cambio, de inflación y de gasto público es, precisamente, consecuencia de la estabilidad de fondo de las principales variables reales: la inversión y el empleo. La economía de Venezuela tiene su base fundamental en el petróleo de la nación y sus recursos minerales. Mientras la extracción del recurso ha ayudado al desarrollo de la economía industrial, la nación continúa siendo vulnerable a fluctuaciones del mercado mundial. Los altos precios del petróleo a comienzos de 1980 le proporcionaron al país la mayor renta por cápita de Sur América. Sin embargo, a comienzos de 1990, la reducción global del mercado petrolero junto a la inestabilidad política y crisis en el sistema bancario, generó un impacto económico para el país. Después del ascenso en los años ochenta, el producto interno bruto (PIB) empezó a caer en los años noventa debido al aumento de la inflación. El Gobierno reaccionó reduciendo de gastos, mejorando el sistema de recaudación de impuestos y acelerando la privatización de empresas estatales, todo con la intención de

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ECONOMIA 1980-1999 La economía venezolana durante los últimos 19 años (1980-1999) ha presentado patrones, tanto de política como de resultados, por más extraño que suene, muy estables. Dentro de las características más resaltantes de ese comportamiento se encuentra el desplome de la inversión pública y privada, y el estancamiento en los niveles de producción por habitante. En ese escenario, funcionando dentro de las restricciones impuestas por la ausencia de inversión de capital, la política económica, fiscal, monetaria y cambiaria, ha oscilado siempre entre dos extremos, dependiendo de los vientos que soplaron en el mercado petrolero.En épocas de bonanza, los gobiernos aceleraron fuertemente el gasto público, sobrevaluaron la moneda (para combatir la inflación) y utilizaron las importaciones masivas y las salidas de capitales como instrumentos de política monetaria para secar las burbujas de liquidez generadas por el propio esfuerzo fiscal. Esta secuencia produjo efectos contradictorios sobre el crecimiento: Por un lado, el impulso de demanda sobre un aparato productivo con alguna capacidad ociosa; por el otro, como consecuencia de la sobrevaluación, los precios de los bienes importados se hicieron más atractivos que los producidos a nivel doméstico. La mayoría de las veces estos efectos contradictorios produjeron un pequeño saldo en favor del crecimiento. Este hecho, conjuntamente con el boom de importaciones, abrió paso a fuertes incrementos puntuales en los niveles de consumo.En épocas de escasez, la caída en los precios petroleros desveló un déficit fiscal y de cuenta corriente insostenible, lo que condujo a recortes en el gasto público y macro-devaluaciones. Ambas políticas produjeron fuertes caídas en los niveles de consumo: cayó la producción nacional (como consecuencia del recorte en el gasto público) y cayeron también las importaciones, a causa de los efectos de precios que sobre ellas produjo la devaluación.Así, la política económica venezolana ha servido como mecanismo no sólo transmisor, sino también amplificador, trasladando la volatilidad que exhiben los precios del petróleo a los niveles de consumo nacional. Venezuela se ha convertido en la economía más volátil de América Latina, lo que a su vez ha perjudicado aún más el proceso de formación de capital.La economía, sin embargo, se ha mantenido fiel a sus promedios de largo plazo. En el fondo han ocurrido muy pocas cosas: la inversión no ha cesado de caer y el ritmo de creación de puestos de trabajo en el sector formal ha sido muy lento.Aunque nuestra tasa de crecimiento haya sido positiva en tiempos de bonanzas y negativa en tiempos de escasez, cuando se divide el último cuarto de siglo en períodos de cinco años se observa en el promedio una estabilidad que sorprende alrededor de 1,5% anual, bastante menor al crecimiento poblacional. Esa volatilidad que aflora en la superficie de la economía en términos de producción anual, de consumo, de tasa de cambio, de inflación y de gasto público es, precisamente, consecuencia de la estabilidad de fondo de las principales variables reales: la inversión y el empleo.La economía de Venezuela tiene su base fundamental en el petróleo de la nación y sus recursos minerales. Mientras la extracción del recurso ha ayudado al desarrollo de la economía industrial, la nación continúa siendo vulnerable a fluctuaciones del mercado mundial. Los altos precios del petróleo a comienzos de 1980 le proporcionaron al país la mayor renta por cápita de Sur América. Sin embargo, a comienzos de 1990, la reducción global del mercado petrolero junto a la inestabilidad política y crisis en el sistema bancario, generó un impacto económico para el país. Después del ascenso en los años ochenta, el producto interno bruto (PIB) empezó a caer en los años noventa debido al aumento de la inflación. El Gobierno reaccionó reduciendo de gastos, mejorando el sistema de recaudación de impuestos y acelerando la privatización de empresas estatales, todo con la intención de reducir la inflación y el déficit nacional. El presupuesto nacional en 1997 incluyó créditos de 21 mil millones de dólares y gastos de 18.2 mil millones de dólares. En 1998, el PIB correspondía a $95 mil millones de dólares. Sin embargo, los resultados distaron de ser positivos. Como resultado de la nueva orientación de la política económica implementada en el país luego de la llegada al poder del Presidente Chávez en el año 1999, la economía de la República Bolivariana de Venezuela mejoró notablemente y mantuvo un crecimiento de todos los indicadores económicos hasta e l año 2002. CARACATERISTICAS El crecimiento económico de Venezuela sufrió un grave derrumbe en las décadas de 1980 y 1990, después del pico de su Producto Interno Bruto (PIB) real en 1977. En ese sentido, su situación es similar a la de la región en su conjunto, que desde 1980 ha registrado el peor desempeño de largo plazo en materia de crecimiento económico en más de un siglo.

CAUSAS Crisis económica de Venezuela 1980Las causas de la crisis en que hoy se encuentra atrapada Venezuela, no pueden ser de poca monta ni coyunturales. En los años que nos han traído hasta el actual estado de humillación nacional y de gran peligro, nuestro país ha contado con recursos seguros y crecientes y, finalmente tan grandes, que algo muy fundamental tenemos que haber estado haciendo demasiado equivocadamente para que todo ese dinero, en lugar de servir para nuestro despegue definitivo, se nos haya esfumado. ¿Cuál es la explicación?Es evidente que tiene que haber algo radicalmente errado en el modelo de desarrollo que hemos venido usando. Esto además lo admite todo el mundo. Pero en boca del país político suele significar que, según ellos, en Venezuela se ha ensayado la economía liberal y que es eso lo que ha fracasado y lo que hay tirar a la basura.Según el país político de derecha a izquierda, o de izquierda a izquierda porque aquí nadie está dispuesto a no pretender ser izquierdista, aquí se ha ensayado y aquí ha fracasado la economía de mercado, y las soluciones donde hay que buscarlas es en un mayor intervencionismo del Estado. La verdad es exactamente lo contrario.En Venezuela, ni en años recientes, ni en realidad nunca, hemos tenido una economía libre. No la tuvimos cuando éramos una colonia española, no la tuvimos en el siglo XIX, no la tuvimos durante la hegemonía andina, y no la hemos tenido en los años desde 1945...

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Y el segundo mejor negocio: ser amigo cómplice o sirviente de los dueños del estado, así como la manera más segura de arruinarse ha sido tradicionalmente ser enemigo del gobierno.En realidad es casi un milagro, explicable sólo por la influencia entre nosotros del mundo capitalista desarrollado, que hayamos tenido y tengamos en número creciente verdaderos empresarios al lado de la multitud de traficantes de influencia que todos conocemos, con el agravante de que en estas condiciones es muy difícil, casi imposible, la existencia de un verdadero sector privado incontaminado por la corrupción. Es pues falso de toda falsedad que haya fracasado en Venezuela la economía de mercado, no se ha de verdad nunca ensayado.Lo que ha habido aquí ha sido, en primer lugar, una economía pre-capitalista, la del imperio español, antagónica a la economía de mercado basada en el monopolio, el privilegio, la corrupción —ya entonces—, y en general los estorbos burocráticos a toda actividad privada. Para el ánimo del Estado español, que miraba hacia la edad media como un modelo insuperable, y ni intuía ni aspiraba al desarrollo capitalista, la actividad económica de los particulares era algo casi pecaminoso y, en todo caso, despreciable y propicio a ser esquilmado a cada vuelta de camino y a cada paso de río. La alcabala fue un impuesto al tránsito de mercancías. Su supervivencia en Venezuela en forma de puestos de policía que llevan ese nombre, es la supervivencia de esa hostilidad oficial contra el libre tránsito de personas y mercaderías, de una desconfianza patológica contra todo cuanto no esté iniciado, o por lo menos expresamente autorizado y permitido por el estado.Viene, pues, de muy lejos la pasión estatista e interventora de los gobiernos venezolanos, y también la costumbre de que la función pública sirva para enriquecerse. Pero en el camino, esas dos tradiciones se han agravado monstruosamente por dos factores nuevos: el socialismo y el petróleo. El socialismo fue una idea extraordinaria, una ambición grandiosa: usar la inteligencia humana para diseñar la sociedad en forma perfecta. Por lo mismo entusiasmó a todo el mundo. Pero hoy, el socialismo está en total bancarrota en todas partes, en bancarrota económica en los países donde existe el socialismo a medias, y mas todavía naturalmente donde aflige a la sociedad la variedad de socialismo perfecto conocida como “comunismo”, y además en bancarrota intelectual y política. Mantiene el socialismo una inercia expansiva porque se ha convertido en religión de estado y en ideología propagandística de un gran imperio, y porque sirve de apoyo teórico al resentimiento anticapitalista del tercer mundo.Pues bien, la combinación del atractivo inicial del socialismo —que todavía los alcanzó en su juventud, antes de que se ensayara en ninguna parte— del sovietismo y del tercermundismo, ha hecho que nuestros políticos contemporáneos hayan sido, y persistan en ser todos, más o menos socialistas, en estar convencidos de que la economía de mercado es una etapa, en el mejor caso, ‘transitoria’ hacia alguna forma de socialismo, en abrigar hostilidad, desconfianza e incomprensión hacia la figura de empresario, y en suponer que la manera de mejorar cualquier situación, o resolver cualquier problema es, o bien dictar el Estado lo que deben hacer los particulares, o bien apoderarse el Estado directamente de esa área y de cada vez más áreas de la acción humana.Un ejemplo del buen matrimonio que han hecho la tradición anterior de desprecio del gobierno por los particulares, que no son para él ciudadanos sino vasallos, y el ánimo socialista despectivo y desconfiado de las motivaciones que hacen funcionar la libre empresa dentro de la economía de mercado, es la forma asombrosa como persiste y se ha agravado en nuestra sociedad la falta de estima y hasta el franco desprecio por el protagonista de la economía libre: el empresario, y por el resorte de la creación de riqueza —el beneficio (mientras que no sólo no hay sanción, sino ni siquiera reprobación social significativa contra los peculadores, ni paradójicamente parece chocar la riqueza en sí misma, con tal que no sea el resultado de actividades productivas). El beneficio de los productores aparece como un escándalo y se habla constantemente de beneficios excesivos, sin jamás tener en cuenta que también hay pérdidas, ni comprender que unos y otras, beneficios y pérdidas, son la brújula de la economía de mercado.Ese mismo ejemplo debe servirnos para desterrar la idea insensata de que la solución para la crisis venezolana pueda ser un golpe de estado militar. En Venezuela no hemos conocido dictaduras comparables a las que en años recientes ha sufrido el cono sur, y desde luego, tampoco comparables a la que aflige a Cuba y a la que se está desarrollando en Nicaragua. Nuestros tiranos gobernaron una sociedad sin capacidad de verdadera resistencia, pero desde 1935 hasta hoy, y aún desde 1958 hasta hoy, Venezuela, a pesar de todo y en gran parte gracias a la pedagogía democrática de dirigentes equivocados en lo económico, pero acertados en lo político, se ha convertido en una sociedad mucho más compleja, moderna, educada. Ese no es el remedio, el remedio es más bien todo lo contrario: más democracia en lugar de la democracia a medias, y además en retroceso, que ahora tenemos.En la euforia de la gran bonanza petrolera se llegó a decir que este es el mejor país del mundo. Esa es, desde luego, una exageración. Lo que sí es cierto es que tenemos uno de los mejores pueblos del mundo. Un pueblo que ha superado, mucho más que sus dirigentes políticos, los lastres del pasado, y que se ha intoxicado, mucho menos que sus dirigentes políticos, con los cantos de sirena del socialismo, al punto que repetidamente hemos visto en nuestro proceso político democrático lo contrario de lo que suele suceder en otros países.Es por eso que cada uno de nosotros debe actuar intensamente en este momento, cuando por efecto de la crisis hay alguna sensibilidad en los partidos democráticos hacia el reconocimiento de que el mal esencial es la hipertrofia del Estado para predicar esa verdad en todas partes, en todo instante, con todas nuestras fuerzas

DEVALUACION DELA MONEDA 18 DE FEBREROEl Viernes Negro en Venezuela, se refiere en síntesis al día viernes 18 de febrero de 1983, cuando el bolívar sufrió una abrupta devaluación frente al dólar estadounidense, derivado de políticas económicas asumidas por el entonces presidente Luis Herrera

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Campins, que incluyeron el establecimiento de un control de cambio, imponiendo una restricción a la salida de divisas y que fueron severamente objetadas por el entonces presidente del Banco Central de Venezuela Leopoldo Díaz Bruzual1 .Consecuentemente, para Venezuela, el Viernes Negro representa un hito que cambió su historia económica. Hasta ese día se mantuvo oficialmente la estabilidad y confiabilidad que desde la segunda década del siglo XX había caracterizado al bolívar, cuya última cotización libre con respecto al dólar fue al valor fijo de 4,30 bolívares. Desde entonces la devaluación constante del bolívar, complicaciones con el pago de la deuda externa, acelerado deterioro del poder adquisitivo y la implantación de un control de cambio llamado "Régimen de Cambio Diferencial" (RECADI) –que funcionó entre el 28 de febrero de 1983 y el 10 de febrero de 1989 y que tuvo graves casos de corrupción– por el gobierno de Jaime Lusinchi hicieron desaparecer la estabilidad cambiaria de la moneda venezolana.2

Al Viernes Negro en Venezuela le anteceden hechos tales como la caída de los precios del petróleo que llevó a las exportaciones petroleras de 19,3 millardos de dólares en 1981 a casi 13,5 millardos en 1983 (una caída del 30%) y el inicio de la crisis de la deuda en América Latina, produjeron una fuga de capitales de casi 8 mil millones de dólares y por ende el correspondiente descenso de las reservas internacionales, factores que hacían inminente una devaluación.

EL viernes 18 de febrero de 1983, el gobierno del presidente Luis Herrera Campins se vio obligado a suspender la libre convertibilidad del bolívar, proceder a una devaluación y establecer un control de cambio. Luego de una historia de más de 50 años de prestigio del bolívar como una de las monedas más fuertes y confiable del mundo, aquella fecha marcó el fin de una era de estabilidad económica, baja inflación y prudencia fiscal. Van a ser 30 años de aquella fecha y lo lamentable es que las causas que llevaron al colapso del régimen cambiario venezolano siguen presentes, fundamentalmente los enormes excesos fiscales que comprometen no solo el alto ingreso petrolero, sino el endeudamiento por todos los medios posibles.

Más importante que narrar en detalle los errores de política económica y las circunstancias internacionales adversas que llevaron a colapsar el régimen de libre convertibilidad del bolívar en 1983, es recordar las causas y consecuencias de la pérdida de la estabilidad económica. En 1978 Venezuela tenía ya serias dificultades fiscales y de balanza de pagos. Los bienes de capital para grandes proyectos de inversión pública eran parte de las importaciones, pero las cuentas en rojo y la presión inflacionaria señalaban la necesidad de cambios de política económica. Sin embargo el alza sostenida del precio del petróleo de 11,91 $/b en 1978 a $29,42 en 1981 parece haber paralizado la voluntad política de enfrentar los problemas macroeconómicos.

Las causas internas del viernes negro se encontraban en el desorden fiscal y la sobrevaluación del bolívar, destacando la acumulación descentralizada de deuda externa por empresas y entes financieros del Estado. En 1974 se reformó la Ley Orgánica de Hacienda Pública y la Ley de Crédito Público, entre otras leyes del área financiera, para facilitar el uso rápido de los recursos fiscales. Ninguna de estas medidas perjudiciales fue revertida luego, por el contrario, el endeudamiento público descentralizado e irresponsable continuó. El orden fiscal venezolano instaurado durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez y mantenido por sus sucesores se derrumbó entre 1974 y 1983; y 30 años después los excesos fiscales continúan, ahora a la escala de cientos de miles de millones de dólares.

EL CARACAZO O SACUDÓN fue una serie de fuertes protestas y disturbios durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, que comenzó el día 27 de febrero y terminó el día 28 de febrero de 1989 en la ciudad deCaracas, e iniciados realmente en la ciudad de Guarenas, cerca de Caracas. El nombre proviene de Caracas, la ciudad donde acontecieron parte de los hechos, recordando a otro hecho violento ocurrido enColombia el 9 de abril de 1948; el Bogotazo. La masacre ocurrió el día 28 de febrero cuando fuerzas de seguridad de la Policía Metropolitana (PM), Fuerzas Armadas del Ejército y de la Guardia Nacional(GN) salieron a las calles a controlar la situación. Aunque las cifras oficiales reportan 300 muertos y más de un millar de heridos, algunos reportes extraoficiales hablan de 3500 personas fallecidas.AntecedentesLa economía venezolana cayó a partir del endeudamiento que generó el país después del "boom" petrolero en los 70. A partir de ese momento, comenzó una caída paulatina a medida que el Estado venezolano aumentaba su recaudación y gastos. Esto causó una devaluación de la moneda en 1983. A partir de entonces las políticas económicas de los gobiernos de Luís Herrera Campíns y Jaime Lusinchi no fueron capaces de frenar las espirales inflacionarias, generando desconfianza en las inversiones y pérdida de credibilidad en la moneda nacional. Algunas de las políticas que emplearon estos gobernantes fueron controles de cambio a través de RECADI (Luis Herrera Campins) y un control de precios (Jaime Lusinchi), medidas que devinieron en corrupción administrativa y mercados negros de divisas y bienes. Estas situaciones incrementaron la desinversión privada, generando una escasez gradual. En 1988 resulta electo Carlos Andrés Pérez en los comicios del 4 de diciembre con 3.879.024 votos (52, 91% de los sufragantes), hasta esa fecha, el mayor número de votos en términos absolutos y hasta la actualidad el mayor apoyo a un candidato presidencial respecto al total de votantes inscritos.Con este gran respaldo popular el gobierno de Pérez buscó dar un cambio al liberar la economía, a través de un programa de ajustes macroeconómicos promovido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que se le llamó "Paquete Económico", concebido para generar cambios sustanciales en la economía del país. Se anunciaron medidas de aplicación inmediata y otras de aplicación gradual en plazos breves. El paquete comprendía decisiones sobre política cambiaria, deuda externa, comercio exterior, sistema

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financiero, política fiscal, servicios públicos y política social. Sin embargo, la liberación de precios y la eliminación del control de cambio generó un reajuste sumamente brusco para las personas de menores ingresos.Las principales medidas anunciadas fueron: Someterse a un programa bajo supervisión del Fondo Monetario Internacional con el fin de obtener aproximadamente 4500

millones de dólares en los 3 años siguientes. Liberación de las tasas de interés activas y pasivas en todo el sistema financiero hasta un tope temporal fijado en alrededor del

30%. Unificación cambiaria con la eliminación de la tasa de cambio preferencial. Determinación de la tasa de cambio en el mercado libre de divisas y realización de todas las transacciones con el exterior a la

nueva tasa flotante. Liberación de los precios de todos los productos a excepción de 18 renglones de la cesta básica. Anuncio del incremento no inmediato, sino gradual de las tarifas de servicios públicos como teléfono, agua potable, electricidad y

gas doméstico. Aumento anual en el mercado nacional durante 3 años de los precios de productos derivados del petróleo, con un primer

aumento promedio del 100% en el precio de la gasolina. Aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%. Aumento de sueldos en la administración pública central entre el 5 y el 30% e incremento del salario mínimo. Eliminación progresiva de los aranceles a la importación. Reducción del déficit fiscal a no más del 4% del producto territorial bruto. Congelación de cargos en la administración pública.A solo pocas semanas de asumir el gobierno el entonces presidente Pérez, se decide poner en práctica de manera inmediata el paquete de ajuste y de medidas económicas, financieras y fiscales. El 26 de febrero el ministerio de Energía y Minas anuncia el alza en 30% de los precios de la gasolina y el incremento de las tarifas del transporte público urbano e inter-urbano también en un 30% a partir del 27 de febrero, válido para los 3 meses siguientes, después de los cuales podrían aumentarse hasta el 100%.Las medidas económicas y sociales impuestas por el gobierno y la creciente tasa de pobreza, originaron la masacre y la ola de violencia llamada como el "Caracazo".Protestas y saqueos Las protestas se iniciaron en Guarenas (ciudad ubicada a 15 km al este de Caracas), la mañana del 27 de febrero de 1989, también se desatan los saqueos y la violencia en Caracas, la gente de escasos recursos de la capital, en zonas populares como Catia, El Valle, Coche y Antímano, toman el control de las calles. Los canales de televisión transmitían en vivo los hechos, al principio en los sectores populares había protestas pacíficas, pero ante el descontrol y la ineficacia de los cuerpos de seguridad, se producen más enfrentamientos, motines y protestas, cada vez tornándose de forma más violenta.1En horas de la tarde, había problemas en casi todos los barrios y urbanizaciones de Caracas, los comercios habían cerrado y el transporte público no prestaba servicio.

En los días siguientes, los medios de comunicación mostraron imágenes que permitieron ver la magnitud de los saqueos. Durante muchos meses se discutió cómo pudo acontecer algo tan violento enVenezuela.Protestas violentas también se originaron en otras ciudades como La Guaira, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Mérida y Ciudad Guayana.Desbordado por los saqueos, el Gobierno declaró el toque de queda, militarizó las ciudades principales y aplastó las protestas con violencia desmesurada. En la ciudad de Caracas se activó el "Plan Ávila", el cual confería al Ejército la custodia de la ciudad, habilitándolos para el uso de armas de guerra al momento de contener las manifestaciones. Algunos utilizaron armas de fuego para defenderse o atacar a los militares, pero las muertes de policías y militares fueron incomparables con las muertes de civiles.Hay un número de muertos, calculado según las fuentes, entre 73 y 100 muertos, enormes pérdidas materiales y miles de heridos. Fuentes extraoficiales señalaron que el número de muertos fueron de 400. La represión fue especialmente dura en los barrios pobres de la capital.2

El poder ejecutivo suspendió las garantías constitucionales. Durante varios días la ciudad vivió sumida en el caos, las restricciones, la escasez de alimentos, la militarización, los allanamientos, la persecución política y el asesinato de personas inocentes.Consecuencias La consecuencia evidente del Caracazo fue la inestabilidad política. El programa de gobierno fue modificado durante el mismo año tras los hechos. El 7 de marzo se decreta la liberación de precios. Se acelera el proceso de descentralización con la primera elección directa de Gobernadores y Alcaldes celebrada en diciembre de 1989. En 1992 se producen dos intentos de golpe de estado, uno en febrero y otro en noviembre. La creciente desaprobación de la gestión del Presidente Pérez, la ruptura con el partido Acción Democrática, la falta de nuevos liderazgos, tuvo como consecuencia que el paquete de medidas aplicado en forma atenuada fuera rechazado. En marzo de 1993 el Presidente Carlos Andrés Pérez es acusado de corrupción y apartado del cargo, asumiendo la Presidencia por decisión delCongreso Nacional (Actual Asamblea Nacional) Ramón J. Velásquez, quien es sucedido por Rafael Caldera tras la convocatoria electoral de 1994. Hugo Chávez, uno de los organizadores de la primera intentona golpista de 1992, es declarado culpable de dirigir la rebelión militar, siendo encarcelado y luego Sobreseído por el Presidente Rafael Caldera, tras lo cual gana las elecciones presidenciales celebradas en 1998.

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La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó la actuación del gobierno. El Estado se comprometió a indemnizar a las víctimas, hecho cumplido parcialmente en el año 2004 con aquellas víctimas representadas por la organización de derechos humanos Cofavic.3 Sin embargo, a finales de 2006 el gobierno del Presidente Hugo Chávez, a través del Ministerio del Interior y Justicia, anunció mecanismos para indemnizar también a las víctimas que no tuvieron acceso a la Corte Interamericana.4

En 2005 se estrenó en los cines venezolanos "El Caracazo", una película dirigida por Román Chalbaud, cuyo argumento está basado en los sucesos del mismo.CifrasMuertes: Según la cifra oficial emanada por el gobierno de CAP, los sucesos de febrero y marzo de 1989 dejaron un saldo de 276 muertos, numerosos lesionados, varios desaparecidos y cuantiosas pérdidas materiales. Sin embargo, estos números de víctimas quedaron desvirtuados por la posterior aparición de fosas comunes como La Peste, en el Cementerio General del Sur, donde aparecieron otros 68 cuerpos sin identificar, fuera de la lista oficial. “Nunca pudo conocerse la cifra exacta de civiles muertos en estos sucesos”, según se cita en el portal del Comité de Familiares de las Víctimas (Cofavic), de los sucesos ocurridos entre el 27 de febrero y los primeros días de marzo de 1989. En esta organización no gubernamental sólo se reunieron 42 familiares de fallecidos y desaparecidos y otras tres víctimas que quedaron incapacitadas, no obstante, la cantidad de civiles masacrados el 27 de febrero y los días posteriores es difícil de calcular. De hecho, se habla de entre 2.000 y 3.000 personas asesinadas, aunque el entonces ministro Ítalo del Valle Alliegro contaba poco más de 300. En el libro Desaparición Forzada, sus autores, Yahvé Álvarez y Oscar Battaglini, señalan que las acciones por parte del gobierno de CAP el 27 de febrero alcanzan proporciones que las acercan al más brutal genocidio de la historia venezolana. Un fallo de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, 10 años después de la masacre al pueblo venezolano, ordenó al Estado venezolano indemnizar a los familiares de 45 personas asesinadas durante la revuelta social, todas representadas por Cofavic.Todavía no se conoce el número exacto de muertos, heridos y desaparecidos en esos día de febrero y marzo de 1989. Aunque los hechos ocurrieron mucho antes de su mandato, el Gobierno del presidente Hugo Chávez reconoció la responsabilidad del Estado venezolano y en el año 2006, a través de su Ministerio de Interior y Justicia, anunció mecanismos para indemnizar también a las víctimas que no tuvieron acceso a la Corte Interamericana. Pérdidas Materiales: Negocios asegurados en Caracas: Bs. 3.073.862.416,03. Negocios no asegurados en Caracas: Se estiman

más de 3 mil millones de Bolívares. Locales Saqueados en Caracas: 900 Bodegas, 131 Abastos, 95 Ferreterías, 62 Papelerías, 850 Negocios de Mercancía en General.

CONVENCIONES O TRATADOS En los últimos 10 años se han realizado tratados internacionales como parte de nuestra apertura en la búsqueda de nuevos

mercados; en la actualidad Venezuela tiene tratados bilaterales con todos los países de Norte, Centro y Sur América. Es miembro de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), del Grupo de los tres (G-3) y tiene importantes

tratados con China en el área de tecnología y con Rusia en el área de energía y economía. Como parte de la política de integración del actual gobierno, Venezuela ha realizados acuerdos de cooperación energética

con Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Panamá, Cuba, Nicaragua y República Dominicana; además se han efectuados convenios de cooperación para evitar y prevenir la doble tributación y prevenir la evasión fiscal en materia de impuestos sobre la renta y sobre el patrimonio, con los Estados Unidos; y para evitar la doble tributación y prevenir la evasión y el fraude fiscal en ambas naciones, con el Reino Unido de Noruega. También se realizó, en el año 1995, un acuerdo para la promoción y protección recíproca de las inversiones con la República Federativa de Brasil.

El gobierno venezolano también ha realizado nuevas aperturas en sus negociaciones comerciales con países no tan tradicionales como son India y los Países Árabes. Ello ha dado lugar a la firma de nuevos tratados para garantizar a la nación mayor dinamismo y para que se le brinde la oportunidad a las empresas nacionales para incursionar con sus productos en otros países

Venezuela era miembro de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) la cual estaba integrada por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Venezuela; pero el pasado 21 de Abril por decisión unilateral del Presidente Hugo Chávez el país ha dejado de formar parte de éste grupo, dando inició a una nueva etapa en las relaciones económicas regionales al suscribir acuerdos bilaterales de complementariedad económica con Bolivia y Ecuador.

El Vicepresidente del Área Económica Productiva de Venezuela, Ricardo Menéndez, dijo en una pasada entrevista que los convenios firmados con esos países permitirán avanzar en la configuración de la Zona Económica de la Alianza para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la cual “establece como prioridad la atención de las necesidades de nuestros pueblos en las áreas de alimentación, salud y vivienda, entre otras áreas que son las bases del desarrollo interno de nuestros países.