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Economista Magister en desarrollo rural

Jairo armando Jurado eStrada

Ecocapitalismo y pensamiento críticoDisyuntivas entre socialismo y barbarie

Durante su reclusión en la cárcel de Breslau, a donde fue conducida en febrero de 1915 luego de ser capturada por liderar la oposición en contra de la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo redactó el famoso Folleto de Junius, un pequeño escrito conocido también con el título de La crisis de la socialdemocracia alemana, donde formuló la que puede ser considerada como la disyuntiva más importante del movimiento obrero de aquel entonces y quizá de los movimientos sociales contrahegemónicos de hoy: Socialismo o Barbarie.

En ese momento, cuando Europa se vio devastada y la Internacional Socialista se dividía entre reformistas y radicales, era oportuno para ella referirse a la guerra, a la posición tomada por la socialdemocracia y al futuro del socialismo, pues había cortado sus vínculos con el reformismo de Bernstein –y también con la tradición determinista de Kautsky– justo cuando la segunda fase histórica del imperialismo se encontraba en plena expansión y la lógica del capital transformaba a la economía en un sistema de mercados autorregulados, facultando al ideario del homo ecomonicus para que modelara con mayor fuerza los pensamientos y valores de la sociedad.

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Trabajador en granja productora de carbón, en la frontera de la selva amazónica, Estado de Pará, Brasil.Fotografía: Eduardo Martino // http://www.documentography.com

Nº 7, Diciembre de 2010 · Bogotá, Colombia

No obstante, a principios del siglo pasado la escala de tiempo sobre la cual el capitalismo se continuaría cimentando parecía aún indeterminada. Hoy, en el siglo XXI, la situación es cualitativamente diferente, la crisis del capitalismo ha devenido en crisis civilizatoria y las consecuencias del sistema sobre el ambiente ponen en cuestión la supervivencia de la humanidad. Estamos al filo de una catástrofe y, por eso, la disyuntiva planteada un siglo atrás por la fundadora de la Liga Espartaquista adquiere una urgencia dramática.

Ante la crisis civilizatoria, al capitalismo sólo le resta la opción de luchar por dilatar al extremo el cambio de su racionalidad económica, mas no podrá evitarla. Es por esta razón que la «Tercera Vía» se presenta “crítica” del neoliberalismo, mientras sus defensores esgrimen estrategias «ecocapitalistas» y de «desarrollo sostenible» con el fin de continuar garantizando condiciones adecuadas para la reproducción del capital basadas en el saqueo y control territorial sobre las materias primas, los recursos energéticos, el agua y la biodiversidad. De esto trata la presente reflexión, del dilema a enfrentar con relación al orden social a ser adoptado para salvaguardar nuestra propia existencia y de cuál debe ser la postura del pensamiento crítico en la actual disyuntiva.

Economía liberal, tecnología y naturalezaLa economía liberal indujo equivocadamente a aceptar que el determinismo

económico es una ley universal. Mientras las “motivaciones económicas”

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reinaron sobre un mundo que les fue propicio, los individuos se vieron obligados a aceptarlas para no ser abatidos por el monstruo del mercado. Como resultado de esta concepción utilitarista se configuró una sociedad “económica” que deformó nefastamente la percepción que los seres humanos tenían de sí mismos.1

A lo largo del último siglo y medio, la innovación tecnológica y la sustitución sin cesar de unos productos tecnológicos por otros más novedosos fueron el motor dinamizador de la competencia capitalista; sin embargo, la reducción del ciclo vital de los productos y de la tecnología llegó al punto de no poder seguir compitiendo con una vida útil tan corta. En efecto, a medida que el ciclo vital de un producto disminuye, el costo de innovación tecnológica progresa de forma geométrica sin posibilidades de reducir en igual medida los costos del trabajo, con lo cual el resultado inevitable es el descenso en la tasa de ganancia. La competencia por la innovación tecnológica choca con la racionalidad misma del capital, restando dinámica a la velocidad de acumulación.2

Pese a que ha llegado a su límite, e imposibilitado para permanecer estable, el proceso acumulativo del capital obedece a una inercia expansionista que intensifica los procesos de apropiación destructiva de la naturaleza mediante la transfiguración de sus formas de intervención. El proceso de economización del mundo convierte a la naturaleza en simple materia prima del proceso económico, la cosifica, la desnaturaliza de su complejidad ecológica y la

1 Polanyi, Karl. “Nuestra obsoleta mentalidad de mercado”. En: Cuadernos de economía No.20. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1994. Pág. 260.

2 Véase, Dierckxens, Wim. El ocaso del capitalismo y la utopía reencontrada, una perspectiva desde América Latina. Ediciones desde abajo. Bogotá, 2003. Pág. 9.

Hoy, en el siglo XXI, la crisis del capitalismo ha devenido en crisis civilizatoria y las consecuencias del sistema sobre el ambiente ponen en cuestión la supervivencia de la humanidad. Estamos al filo de una catástrofe y, por eso, la disyuntiva planteada un siglo atrás por la fundadora de la Liga Espartaquista adquiere una urgencia dramática.

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Dos jóvenes congoleses cargan un costal con lodo en busca de diamantes en la mina de Kababue, en la localidad de Bakua BowaFotografía: http://www.eluniversal.com.mx

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transmuta hacia una forma de capital, el capital natural.3 De esta manera, el capitalismo hace posible una «explotación conservacionista» de la naturaleza, permitiendo que la biodiversidad se presente no sólo como una multiplicidad de formas de vida, sino también como «zonas de reserva», «territorios» y «hábitat» de la diversidad biológica, valorizados por su riqueza genética, sus recursos ecoturísticos y su función como colectores de carbono.4

EcocapitalismoEn los últimos años se acentuó la explotación de materias primas y de

recursos naturales en los territorios dominados de los países del Sur. Este saqueo se viene institucionalizando mediante Planes de Ajuste Estructural –vía exportaciones basadas en actividades económicas extractivas– y canjes de deuda externa por naturaleza. Entre los criterios que restringen el valor de la biodiversidad a la de simples servicios ambientales, los «Mecanismos de Desarrollo Limpio» (MDL) cumplen un papel preponderante: fundados en falsos argumentos sobre la capacidad de captura de carbono por parte de las actividades agrícolas y los territorios biodiversos, y bajo un supuesto control que sobre ellos ejercerá el mercado, los MDL son implementados por el capital para desarrollar su propuesta de «restauración ecológica de la economía». Con estos mecanismos de intercambio ecológico desigual el capital exime su responsabilidad frente las emisiones contaminantes y su deuda ecológica, ahondando las diferencias entre el Sur y el Norte imperial a través los principios del «desarrollo sostenible».

A medida que la conciencia ecológica de los pueblos ganaba terreno, la estrategia del capital se volcó hacia algo que resultó más fácil y ventajoso para políticos y empresarios: “contentarla a base de invertir en «imagen verde» antes que reconvertir el metabolismo de la sociedad industrial y las reglas de juego que lo mueven. De ahí que se observe la eclosión de una amplísima

3 Véase, O Connor, Martin. “On the Misadventures of Capitalist Nature”. En: Capitalism, nature, socialism. Vol. 4. No. 3, 1993. Pág. 30.

4 Véase, Leff, Enrique. La geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo sustentable: economización del mundo, racionalidad ambiental y reapropiación social de la naturaleza. Pág. 191.

Empacadores en Bogotá.El salario que recibe cada joven no proviene del almacén sino de las propinas. O sea que

estos costos laborales los asumen los clientes y se los ahorra el almacén.

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literatura económico-ambiental basada en procedimientos para imputar valores monetarios a las «externalidades» o sobre instrumentos económicos, como impuestos, tasas o derechos ligados al uso de servicios o bienes ambientales.”5

Socialismo o barbarie, el quehacer del pensamiento críticoLa crisis ambiental no podrá ser resuelta por el capitalismo pues ésta

es inherente a la episteme eurocéntrica. El control de la contaminación y el consumo desmedido de las fuentes fósiles de energía no es un problema que pueda resolver la ciencia económica convencional porque “la elección del ritmo de consumo de recursos no renovables no puede resolverse a nivel científico, sino ético. No hay un «óptimo económico» a descubrir y a formalizar, sino muchos, según cuáles sean los presupuestos éticos, institucionales y, en general, ideológicos de que se parta, presupuestos que ha tratado de ocultar la economía liberal.”6

Con la crisis actual nuevamente el capitalismo se presenta, a decir de Bertolt Brecht, como “ese caballero que no desea ser llamado por su nombre”. La Tercera Vía, supuestamente crítica del neoliberalismo, tiene entre sus objetivos «gestionar» la crisis ambiental con estrategias de control político que, amparadas en el discurso del «desarrollo sostenible», buscan incidir en el debate de alternativas al neoliberalismo para contrarrestarlas.

En la historia del capitalismo cada crisis cuenta con su «Tercera Vía», con una solución “razonable” para preservar el sistema, que les confiere a sus promotores un aura “progresista”.7 ¡El capital no se rinde!... el posliberalismo generalizó la explicación del capitalismo como un péndulo oscilante, donde cada movimiento cíclico permite la corrección de sus anomalías, incluso difunde la idea de que el actual cambio de orientación política de los gobiernos latinoamericanos es un «natural» movimiento pendular contra los excesos del neoliberalismo; lo que no se dice es que cada movimiento de ajuste se hace

5 Naredo, José Manuel. Raíces económicas del deterioro ecológico y social, más allá de los dogmas. Siglo XXI, Madrid. 2006. Pág.42.

6 Naredo, José Manuel. La economía en evolución. Siglo XXI, Madrid, 2003. Pág. 269.7 Véase: Stolowicz, Beatriz. “Los desafíos del pensamiento crítico”. En: Periferias, revista

de ciencias sociales. No. 15, Buenos Aires, 2007. Pág. 15.

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para lograr mayores ganancias. El cambio en los mecanismos de reproducción ocasiona cambios cualitativos que repercuten en una mayor concentración del capital.8

La disyuntiva socialismo o barbarie no era una simple consigna de agitación; para Rosa Luxemburgo presuponía la ruptura radical con un modo de comprender la historia y la sociedad, era una gruta epistemológica que buscaba superar el determinismo economicista, asentado en el desarrollo aparentemente lineal y ascendente de las fuerzas productivas, que condujo a que los efectos ambientales de la actividad productiva de aquellos países que asumieron el llamado «socialismo real» fueran tan o más perjudiciales que en los países capitalistas.

La construcción de una sociabilidad alternativa sólo será posible con la negación del capitalismo y su pretendida «humanización». A diferencia del «marxismo oficial», que anunciaba el ineluctable camino al socialismo mediante el desarrollo de las fuerzas productivas, el objetivo irrenunciable de la izquierda y del pensamiento crítico debe ser la emancipación humana. Por eso cabe, para finalizar, un pensamiento de Rosa Luxemburgo, quien desde la cárcel de Breslau, cuatro años antes de ser asesinada por los Freikorps, escribía:

“La meta del viaje, la liberación definitiva, depende por entero del proletariado, de si éste aprende de sus propios errores. El socialismo está perdido únicamente si somos incapaces de medir la envergadura de la catástrofe y nos negamos a comprender sus lecciones. El socialismo no caerá como maná del cielo, sólo se lo ganará en una larga cadena de poderosas luchas, de ellas depende el futuro de la cultura y la humanidad.”9

8 Véase: Stolowicz, Beatriz. “La izquierda latinoamericana entre la lógica pendular y la razón emancipatoria”. En: www.pvp.org.uy/stolowicz.htm

9 Luxemburgo, Rosa. “El folleto de Junius: la crisis de la socialdemocracia alemana”. En: Obras escogidas. Ediciones izquierda revolucionaria. 2008. Pág. 276.

La Tercera Vía, supuestamente crítica del neoliberalismo, tiene entre sus objetivos «gestionar» la crisis ambiental con estrategias de control político que, amparadas en el discurso del «desarrollo sostenible», buscan incidir en el debate de alternativas al neoliberalismo para contrarrestarlas.