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El fenómeno de la prostitución es complejo, y como tal no fácil
de definir. Además hay que distinguir la prostitución del
comportamiento prostitutivo. La prostitución, como actualmente
se concibe, se realiza cuando una persona concede con
frecuencia a otros su cuerpo por dinero.
Generalmente la ejercen las mujeres, pero también hombres y
niños, y las prestaciones sexuales pueden realizarse de forma
heterosexual o bien homosexual.
Por comportamiento prostitutivo hay que entender toda
explotación del propio cuerpo por intereses no afectivos, como
puede ocurrir en personas fáciles a darse para obtener ventajas
ocasionales, o en personas obligadas a ceder a los chantajes de
quien puede favorecerla en el trabajo o en la carrera
La llamada prostitución hospitalaria, o sea la costumbre
existente en algunos pueblos primitivos de conceder al huésped
la propia mujer, la hija o la sierva, no ha de considerarse
prostitución en el sentido comercial del término.
Las personas que se prostituyen se dividen habitualmente en
profesionales, semiprofesionales y ocasionales.
Para las profesionales el único verdadero oficio es la prostitución,
lo cual implica una mentalidad, un tenor de vida, una capacidad de
seducción y de selección de los clientes.
Ejercen habitualmente la prostitución juntamente con otros trabajos
del todo honestos o bien junto con un trabajo expresamente
adquirido porque permite "ejercer", como podna ser el de camarera,
masajista, entraineuse (muchacha que divierte a los clientes en
locales como cabarets, night clubs, etc.).
se convierten fácilmente en prostitutas
habituales.
Según los datos estadísticos, las prostitutas provienen en su
mayoría de las clases sociales inferiores, generalmente de
ambientes familiares desorganizados y moralmente disgregados, y
se ven empujadas por el deseo de una ganancia fácil.
Por desgracia, ha existido siempre,
pero actualmente ha adquirido
proporciones industriales. Se la
conoce en los países de Asia y de
Sudamérica, donde padres
desesperadamente pobres venden a
uno u otro hijo para que pueda
sobrevivir el resto de la familia.
El temor al contagio venéreo, que se consideraba sobre todo
provocado por la prostitución, ha tenido una parte decisiva
para estimular una cultura contra la prostitución.
Las infecciones venéreas en los países industrializados de
cultura occidental son debidas en gran parte a contactos con
personas diversas, carentes de todo cuidado higiénico, más
que a relaciones con prostitutas.
La prostitución actual se ve quizás mucho más peligrosa que en
cualquier otro momento. La mujer prostituta, sobre todo la
callejera, debe luchar diariamente con todo un cúmulo de
circunstancias en contra que acucian su situación: la
delincuencia, la drogadicción, la marginación social, las
dificultades económicas, y que se constituyen como un círculo
vicioso del que es muy difícil salir.