La filosofía y el aprendizaje cristiano: ¿Un camino a la desesperación o una
carretera al entendimiento? John M. Fowler
Desde el comienzo de la lectura pensaba en que estoy de acuerdo con la idea de que
al estudiar filosofía uno debe andar con precaución, esto es si no está realmente fundado en
lo que es la verdad, y como ya hemos establecido, Dios es la verdad. Pienso que es mejor
no entrar en “esos laberintos”. Hay tantas ideas por las cuales nos podemos dejar llevar.
Para mí la que más me atraía era la de la relatividad. Todo es relativo, lo que para mí es
verdad no lo es para ti. Pero ahora creo que todo es blanco y negro no hay aéreas grises. La
Biblia es verdad. El pecado es pecado. No nos tomamos 99% de agua y un 1% veneno.
Mas sin embargo al seguir leyendo me arrojo el autor una gran verdad. Es una
responsabilidad, e incluso un deber de los maestros ante sus alumnos y la sociedad enseñar
las filosofías y no pasar como ignorantes. Estoy de acuerdo en que se debe enseñar de tal
forma que haya un plan y que al final se pueda establecer la propia filosofía. Nunca lo
había pensado pero Dios es un Dios que nos insta a meditar.
Muchos creemos que la educación nos hará perder la humildad, que esos nos
descarriaran fuera del “redil”, que mucho intelecto puede perjudicar. Yo estoy 100% en
desacuerdo, entre mejor educados seamos mejor podremos ayudar a la obra del Señor. Si
logramos abrazar a la educación y la fe como un todo, sería un gran impacto para nuestro
medio ambiente. Si vemos algo secular, como podrían ser las actividades extracurriculares
pero lo vemos con el enfoque que tenemos de Dios, esa misma actividad se convierte en
algo potencial para beneficio de las personas. Esto es lo que mucho no comprenden y no
pueden aceptar.
Si hay algo que todos debemos tener es una filosofía. Esta lectura me hace pensar en
la importancia de cuestionar, de creer en lo que creo porque he sabido hacer las preguntas
correctas, las difíciles a las cuales quizá tenemos miedo a su respuesta. Estoy muy
satisfecha con mi filosofía. Saber de donde vengo y hacia donde me dirijo. Tiene sentido
saber que no vengo de la nada y que tengo un propósito en la vida. Que hay un Ser superior
a mí.