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Page 1: Juventud, belleza, aíegría, Comentando India luz y dinero

G. WERNERT.

Le pongo un nacional en lamano, y me dice;

—¿Ves? El peso en este bolsi-llo. Luego te diré por qué.

No; dímelo ahora.—Pues no he comido aun y vov

a comer gracias a tí.Pero lo más gracioso es lo que

me ocurrió con'una chica muy a-

legre, muy elegante y muy boni-ta. Era guapa, guapísima, y me

enamoré de ella, y ella pareceque se enamoró de mí.

Un día, mientras estábamos en

lo mejor de los “flirts,” me dijo:

—Tienes que casarte conmigo

y dfe prisa, porque me ulge mu-

chísimo. Luego te diré por qué.Intrigado por el tono misterio-

so, impreciso y vehemente conqueme hablaba la mujer, arreglé lospapeles y nos casaron.

No tardé en convencerme deque me había perdido.

En medio de la mayor deses-peración, la increpé :

—Tu me dijiste : “Nos hemosde casar inmediatamente y luegote diré por qué.” ¿Puedes decir-me ahora por qué teuias tantaprisa en casarte?

Se rió en mis barbas y me con-

testó sencillemente :

—Porque ningún novio míoque haya refleccionado un pocose ha casado conmigo.

ha ofrecido sus valiosísimos servi-cios para beneficio del Centro His-pano Americano, y a quien en u-

na buena parte debe su éxito.

El señor General J. M. Gutié-rrez, Presidente de dicha Asocia-ción, con m amabilidad y fino tra-

to, nos invitóla visitar el Cabaret,

situado en el piso segundo. En elprimer descanso de la escalinataque conduce arriba, estaba el deparlamento de Banca. La señori-ta Elena Cohn, a cuya iniciativase debe la organización de la Ker-messe, era la encargada. Aquí se

vendían boletos a los que qui-sieran divertirse, por la módicasuma de 5, 10, 15, y 25 centavos.

Subimos al Cabaret. Allí hubi-mos una vez más de admirar lagraciosa gentileza y facultades ar-

tísticas de nuestros “amateurs”,

quienes se han conquistado en tan

tos otros festivales, clamorosas o-

vaciones de toda nuestra colonia.Laurita Espinoza de los Monte-ros, la aficionada artista de cora-

zón, la qué se ha ganado siemprearrebatadores aplausos, la de losojos negros, cantó varias roman-

zas que fueron el delirio de los o-

yentes. La señorita Emilia Coro-nel y el señor Ramón S. Pernal,cantaron hermosos dúos que fue-ron del agrado de todos. Tambiénel señor Laris, el conocido tenor

mexicano, fué muy aplaudido. Lafamilia Figueroa nos deleitó con

lindos trozos de música popularmexicana, cuyas notas evocatricesnos hicieron soñar en nuestros pa-trios lares.

Después entramos al Te, situa-do en los amplios corredores ex-

teriores del segundo piso y ador-nado elegantemente al estilo ja-ponés. La “servidumbre” era tam-

bién “japonesa”; pero unas japo-

nesas, encantadoras, divinas, ex-

quisitamente graciosas, cuyos tra-jes orientales, polícromos, hacíanresaltar sus encantos. La señorita¡Elena Pérez Gil, la reina de ellas,fhé la encargada del departamen-to. ,

Y último, entramos al Salón de Bstile, situado en el tercetpiso del edificio, que lo ocupabaen su totalidad.

La inmensa concurrencia quellenaba por completo el local, sehacía más numerosa en este salónen el que todos se entregaban alas delicias del danzar, ameniza-do con una de las mejores orques-tas de la ciudad.

Los adornos del salón eran pri -morosos. Las flores naturales yartificiales, prendidas en verdesfestones con estética admirable,cubrían por completo las paredesy el techo. Innumerables bujíascon diferentes formas y colores,formaban un conjunto delicioso,

encantador. Y el cronista, olvidando por completo lo que su deberle imponía, atraído por las graciasde sus lindas paisanitas, se entre-gó en* aras de Terpsícore, disfru-tando también de aquel ambient?de alegría inolvidable. . .

Juventud, belleza, alegríaluz, flores y. .. . dinero, hacen ho-ras de ensueño. Y horas de ensue-

ño fueron las pasadas en el Cen-tro Hispano Americano.

?? ? ;

Pedimos nuestros más sincerosperdones a las activas organiza-

doras si no figuran aquí -todos losdetalles del festival; falta que esperdonable si se tiene en cuenta

que en los momentos de alegría,se olvida por completo la nocióndel detalle. Bástanos decir que lafiesta fué'una de las más elegan-

tes que en esta sociedad angelo-politana tuvo lugar en la semana

última.

LO QUE VADE AYER A HOY

Cuando Colón llegó a playas a-

mericanas, se encontró con los a-

borígenes a medio vestir. En

ciertas regiones, apenas si se cu-

brían, ya por resistir perfectamen-te las inclemencias del tiempo, o

bien porque, y esto es lo más a

ceptado, desconocían por .comple-

to las ventajas de tener cubiertocompletamente el cuerpo, por lomenos para evitar mayores danosen los ataques de los animales,

igual se tratara de fieras que de in-

sectos.

Pero los americanos pronto a-

doptaron la costumbre de vestir.

Andando el tiempo, los indios

lucieron los mismos trajes que losconquistadores no combatientes,

es decir, que los civiles.

Y llegó a-ser una necesidad en

ellos la ropa._

x

Comentando el momentoPOR GASTON YUTHAIR

GASTON YUTHAIR

Hace algunosEL CONTROL días reí de bue-DE LA na gana leyendoSALUD un artículo jo-

cosç de un pe-riodista mexicano, que referia asus lectores haber encontrado unaprofesión lucrativa y noble, a iaque estaba dedicado con todo elentusiasmo de su alma caritativa,y con todo el júbilo de sus bolsi-llos repletos de dólares. Mi cole-ga nos decía haberse dedicado a"sanador”.. .

No. él no había estudiado medi-cina. El no conoce la farmacopea,sino en la forma fácil en que la a-plicaba su recamarera cuando a al-guno le dolía el estómago: un po-co de te; una fricción abdominalcon vaselina fenicada ; aguardien-te alemán siempre que el pa-ciente fuera antialiadófilo—, etc.He cirugía, apenas conocía cómose despoja de su cresta y de susbarbas, a los gallos de pelea denuestra tierra ; la óptica, la histo-logía, la obstetricia, son cosas queno le preocupaban ; pero él esta-

ba “haciendo” dinero.... Tanto,que se disponía a cerrar su perió-dico para abrir en completa for-ma un consultorio, previa propa-ganda en toda la América, con tes-

timonios “convincentes” confec-cionados en casa.

Sinceramente, envidié el talen-to emprendedor de mi colega. Elha logrado el “control” de la sa-

lud.Pero uno no nació para eso.

Por más que yo recuerdo que al-guna vez logré hacer que sanara

un gatito de angora, a quien laschinguiñas le impedían limpiar lacasa de ratones. Otra vez, a uncompañero de estudios, logré ex-

traerle una astilla que se le enca-jó en un zapato. Pero a pesar deestos ensayos curativos, yo np sem capaz de abrir un consultorio.¿Soy tímido?... Sf.

Soy asi, ¿qué quiere usted?...Mi colega no pierde el tiempo, yhace bien. Si puede arrojar los es-crúpulos muy lejos de si, de no ha-cerlo, le escasearían los recursos,

y tendría que seguir escribiendo.De periodista a “sanador”, haygran diferencia, por lo menos en

cuanto a los resultados financie-ros ; y aun a las responsabilidades',por más que se me ponga por e-jemplo el del Hermano Isaías, c!

más “milagroso” de los curande-ros que hoy está respondiendo enlos tribunales, por la muerte de u-,na apreciable señora que tuvo ladebilidad de sujetarse al tratamiento misterioso de sus arrugadas manos.

Mi amigo ha hecho bien. La

J profesión es de altos fines. Sólotque yo tengo una memoria que enveces me mortifica mucho. Y eneste caso, me trae el recuerdo decierto “curandero” que se habíahecho famoso en un Estado de mipaís ; las autoridades llegaron a a-ceptar que “ejerciera”, hasta queuna vez....

Pues una vez estaba curando envisitai; diarias a un hidrópico, ysiempre entregaba a la familia looue lograba extraer del elevadovientre de aquél : clavos, arañas,una bola de billar, —pero de mar-fil falso madejas de hilo enreda-do. pedazos de petate, una cucha-ra de albañil, y otras cosas más,hasta un ratón disecado, aunquesin pasaporte que explicara su pro-cedencia. La familia estaba alar-mada, y el enfermo más que la fa-

; milia.

I ' El “sanador" decía, con razónque el caso era grave, porque se

[ trataba de un “embrujado”, un; formidable “mal de ojo” que le ha-jbía hecho algún enemigo. Pero

( él lo aliviaría, en cuanto lograr.''atraer todos los objetos que abul--1 tahan el abdomen. No era hidro-pesía, no; era un mal extraño queél destruiría. Por fin, el menoscrédulo de la familia, quiso cer-ciorarse y expió... El “sanador”habia tapado la cara al enfermo,y de una bolsa que llevaba, extra-jo todos los adminículos raros queluego le achacaba. La familia seindignó, hizo tomar preso al em-baucador, y acabó la “milagrería”andante del respetable curanderoen un< celda falta de confort, dela cárcel pública. Entonces nues

tras autoridades recordaron quelas leyes previenen cuáles profe-siones necesitan título para ser c-jercidas....

Y por eso, no me resuelvo a a-

brir un consultorio. A pesar deque el terreno que píso, se prestademasiado; la autoridad es com-placiente, la gente crédula, y el sa-

nador. .. activo. Y conste que es-

tamos en una de las más grandesciudades del oeste de los EstadosUnidos del Norte. Donde hay U-niversidades que año por año lanzan a la sociedad profesionistas

i capaces de beneficiarla con sus in-discutibles conocimientos cientifieos para aliviar males.

De todos modos, yo no felicitoa mi colega por la profesión queha adoptado exabrupto. Yo séaquí, en confianza—, que él va a

estafar a los enfermos; que va a

abusar de la fe pública, tan respe-table cuando se deposita en un no-

tario ; yo sé que se va a enriquecer,aplicando tratamientos de su in-vención, y medicamentos de mis-teriosa elaboración. Probablemen-

te durante sus manipuleos “mara-villosos” va a pronunciar palabrascabalísticas cuya formación lo va

a costar algún trabajo. Pero él ha-rá dinero. Es “sanador” y “tiene”el control de la salud.

Por eso está contento.Aunque otros rabien después.

SE SUPLICA devolver a la ad-ministración del Centro Hispano

Americano una bolsa de mano,

tomada por equivocación sin du-da, en la última kermesse.

Gratificación sin más trámites

441 Chamber of Commerce Bldg

India de los Canales en la ClasicaTraginera Rebosante de Flores....

L. L.

De nuestro estimable colega“Hispano América”, de San Fran-cisco, California, tomamos lo si-guiente :

UN BANQUETE MEXICANO

Noche de gratos recuerdos fuépara la colonia mexicana, el ban-

¡quete con que se celebró el vier-nes 29 del pasado la reaperturadel acreditado restaurant “Sina-loa.”

Por primera vez en San Fran--1 cisco, los mexicanos podemos res-pirar una atmósfera típicamentenuestra y saborear nuestros ape-titosos platillos.

El salón, recientemente decora-do por nuestro buen amigo elexcelente artista mexicano Fran-cisco Cornejo, nos trasporta con

j sus decoraciones murales, y con

|Su admirable combinación de lu-ces y colores a nuestro hermosovalle de México, siempre perfu-mado por sus flores y siemprerisueño con su hermoso cielo a-zul.

Los majestuosos volcanes cu

biertos de nieve sirven de fondoal tranquilo valle donde se desa-rollan los diversos motivos: la in-

dia de los canales en la clásica tra-jinera rebosante de frutos y deflores, el flachiquero que al albarecorre los magueyales con su a-cocote al hombro, un mal encara-do de nuestros indígenas acompa-

¡fiado por su india con su cántaro¡y, por último y lo fnás simbóli-co de todo este agradable conjun-jto, nuestra águila orgullos-a en ac-

titud de arrojarse sobre la serpien-

te a orillas del tranquilo lago.

Al calor de este ambiente na-cional y a los acordes de un “ma-riachi”, también mexicano, los co-

mensales llenos de entusiasmosgustaron los deliciosos manjares yexquisito servicio que los señoresTorres y Montiel, propietarios delrestaurant, ofrecieron a sus invi-tados.

No dudamos que este lugar se-

rá convertido en un centro simpá-tico en donde se dará cita lo me-jor de nuestra colonia en Ran Francisco y sus amistades.

. vw 1 '

Juventud, belleza, aíegría,luz y dinero hubo.

(Viene de la la. Plana).

LA PRENSA— DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE DE 1921,

Te dire 1ueg0....

(Viene de la 3a. Plana).

7

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De tal manera, que si ahora quelos modelos elegantes nos vienen

de Paris y de otras importantes

ciudades, hubiera aborígenes en

las mismas condiciones de vesti-menta, al preguntárseles como

querrían vestir, dirían en segui-

da:—Como viste la SASTRERIA

DE LOPEZ HERMANOS, en

101 W. Court y No. Main St., quees la preferida de todo el que sabequé es la ropa.

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