comentando... cuatro corazones con freno y marcha atrás

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Guiones de trabajo para comentar este texto teatral de Enrique Jardiel Poncela

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  • 1. Comentando CUATRO CORAZONES CON FRENO Y MARCHA ATRS de Enrique Jardiel Poncela (Guiones de trabajo)Antonio Garca Mega Doctor en Filologa Hispnica

2. 2009 Antonio Garca Mega Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs (guiones de trabajo) Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. Portal de Investigacin y docencia http://angarmegia.com [email protected] 3. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com) CONSIDERACIN PREVIA El texto dramtico, a diferencia de lo que sucede con otros gneros literarios, no estableceuna comunicacin inmediata entre el emisor del mensaje literario, el autor, y el receptor alque destina el mismo. En el caso de la narracin, el escritor cuenta al interesado de formadirecta una historia que vivi, primera persona, u ocurri a otros y l conoce, tercera persona.Con el texto lrico desvela una parte de su intimidad al lector envolvindole en una atmsferade complicidad cercana. Este acercamiento no existe en el teatro. Ahora el lector setransforma en espectador. El texto no llega al destinatario sino a travs de un intermediario, elactor, que se mueve en un contexto espacio temporal artificial, la puesta en escena. Lacomprensin y juicio esttico de la obra no depende slo de trabajo literario, del guinimaginado por el autor, de sus dilogos y acotaciones. La interpretacin, la direccin deactores, la escenografa, la iluminacin, todo lo que constituye la puesta en escena, es, endefinitiva, decisiva para el enjuiciamiento personal. Por ello, el comentario de una obradramatizada no puede dejar al margen esos aspectos.Imprime esta Gua de Observacin genrica y el resto de los documentos especficos de estaobra. Compltalos segn tu criterio y redacta, en base a ello, tu comentario.BUEN TRABAJO!Antonio Garca MegaComentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 4Para contacto: [email protected] 4. CONTENIDO:LA OBRA ............................................................................................................................................... 6 GUIONES PARA EL COMENTARIO ...................................................................................................... 45 5. LA OBRA (Tomada de http://www.librosgratis.org/cuatro-corazones-con-freno-y-marcha-atras-de-jardiel-poncela.html)22-05-09 6. CUATRO CORAZONESCON FRENO Y MARCHA ATRSREPARTO DEL ESTRENOPERSONAJES ACTORES RICARDO .................. Enrique Guitart. VALENTN ................... Isabel Garcs. ADELA ...................... Concha Snchez. BIENVENIDO CORUJEDO .. Pedro Pedrote. CATALINA ..................Concha Fernndez. DOCTOR BREMN .........Alfonso Tudela. ELAS CORUJEDO ..........Pedro Pedrote. ELISA .......................Mara Mayor. EMILIANO ..................Juan Bonaf. FEDERICO ..................Fernando Vallejo. FERNANDO ................. Jos Orjas. FLORENCIA .................Concha Snchez. HELIODORITO .............. Nia Ragel. HELIODORO ................ Jos Moncayo. HORTENSIA .................Mercedes M. Sampedro. JOS ........................Rafael Ragel. JUANA ...................... Adela Gonzlez. LUISA .......................Carmen Sanz. MARGARITA ................ Carmen Sanz. MARA ...................... Cristeta Miana. MARINERO1. ............ Miguel Armario. MARINERO 2. ............. N. N. OLIVER MEIGHAN ..........Jos Orjas. La accin del primer acto, en Madrid, en 1860; la del segundo, en 1920, en una isla desierta del Ocano Pacfico; la del tercero, en Madrid, en 1935. 7. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)ACTO PRIMERO Una sala de recibir en casa de Ricardo. Puerta al foro, que simula conducir a un pasillo y a la entrada de la casa. Otras dos puertas en el ltimo trmino de la derecha y en el primer trmino de la izquierda respectivamente, que llevan a otras habitaciones interiores. Las tres puertas son de dos batientes, con soportes de metal dorado. Segn se ha dicho, la accin de este acto primero transcurre en la segunda mitad del siglo XIX, mediado el ao 1860, y, por tanto, el decorado y el "atrezzo" estn de absoluto acuerdo con la poca. Las puertas se hallan provistas de amplios y pesados cortinones, que se recogen a los lados con pliegues. Las paredes, de papel rameado con baquetillas de madera, aparecen prdigamente adornadas con cuadros al leo y grandes platos de escayola, en el fondo de los cuales se han pintado marinas, puestas de sol y frutas o flores. Todos los muebles, susceptibles de soportar encima algn objeto, rebosan de "bibelots" y de figuritas de porcelana atrozmente artsticas. Grandes consolas sostienen candelabros con velas y quinqus de petrleo, y entre ellos se alzan fanales de cristal, en cuyo interior rebosan barquitos y toda suerte de trabajos hechos con conchas, corales y perlas falsas. Fotografas de familia. Pendiente del techo, una gran lmpara con luces de gas o petrleo. En los rincones, maceteros que sostienen tiestos de plantas artificiales y flores de trapo. El suelo es de ladrillos rojos y blancos, tapado a trechos por alfombras de nudo, hechas a mano. Presidiendo la escena, una imagen de San Isidro, delante de la cual arde una lamparilla de aceite, iluminndola. Sillones y sofs de peluche de color y madera negra, confidentes "vis--vis", sillas curvadas y veladores. Colgando junto a la puerta del foro, cordn de una campanilla. Son las siete de la tarde de un da de primavera. La puerta del foro est abierta, y las otras dos, cerradas. Al levantarse el teln, en escena, Emiliano. Es un individuo de unos cuarenta aos, cartero de profesin, en pleno ejercicio de su cargo. Viste el uniforme de los carteros de la poca y lleva una gruesa cartera colgada del hombro. Su actitud es la de un hombre estupefacto e intrigado, porque conviene advertir que ha entrado hace mucho tiempo en aquella casa a entregar una carta certificada y no ha conseguido que le atienda nadie, que nadie le firme el recibo y que nadie se ocupe de l. Emiliano se halla sentado en una silla, consternado y sin saber qu pensar de lo que sucede. Un reloj que hay sobre un mueble da siete campanadas.EMPIEZA LA ACCIN EMILIANO. Las siete de la tarde; y entr aqu a las doce y media... Hoy es cuando me echan a m del noble Cuerpo de Carteros, Peatones y Similares, recientemente constituido. Pierdo el empleo como mi abuelo perdi el pelo y mi padre perdi a mi abuelo. Pero yo no me voy de aqu sin que me firmen el certificado y sin enterarme de lo que ocurre en esta casa. (Dentro, en la derecha, se oyen unos ayes lastimeros. Emiliano se levanta sin querer, sobresaltado, y en seguida vuelve a sentarse.) Otra vez los ayes... Seis horas y media de ayes. He llegado a pensar si estarn asesinando a un orfen... Por otro lado, la casa parece honorable, y al mismo tiempo esto de que sus habitantes no me hagan caso... (Por la izquierda sale Catalina, que es una doncella de servicio de la casa. Emiliano se levanta con nimo de hablarle y de que le atienda.) Joven... Chis... Joven... (Catalina cruza la escena sin hacer caso, hablando sola, preocupadsima.) CATALINA. Vlgame Dios!... Vlgame Dios!... Vlgame la Santsima Virgen!... EMILIANO. Me hace usted el favor, joven, que estoy aqu desde las doce y media, porque traigo un certificado para don Ricardo Cifuentes... (Catalina ni le mira siquiera.) CATALINA. Vlgame el Redentor!... (Catalina se va por el foro, como si Emiliano no existiera en el mundo. Emiliano queda en la puerta del foro con la palabra en la boca. Por la derecha sale entonces Adela, una muchacha de unos veinticinco aos, muy bonita; lleva traje de calle y la capotita puesta. Est tan preocupada como Catalina y se va en direccin a la izquierda, hablando sola tambin. Emiliano, en cuanto la ve, intenta, naturalmente, entablar el dilogo.) EMILIANO. Tenga la bondad, seorita, que estoy aqu desde las doce y media, porque traigo un certificado para don Ricardo Cifuentes... ADELA. Dios mo de mi alma!... Dios mo de mi corazn!... (Han llegado a la izquierda, y Adela hace mutis por aquel lado, sin atender a Emiliano y dndole materialmente con la puerta en las narices. Entonces, por el foro, vuelve a salir Catalina, esta vez en direccin a la derecha. Emiliano echa a correr hacia ella.) EMILIANO. Joven... Joven... Joven... Chis... Oiga, joven... (Catalina se va por la derecha, cerrando la puerta tras s. En el mismo instante, por la izquierda, sale nuevamente Adela, en compaa de Luisa, que es un ama de llaves de unos cincuenta aos, hablando entre s, siempre muy preocupadas, y en direccin a la derecha. Emiliano se lanza en el acto a abordarlas con la misma falta de xito de siempre.) LUISA. Todo, seorita Adela; todo... Hemos hecho todo lo que se poda hacer... EMILIANO. Seoras... Tienen la bondad, seoras? (Las sigue.) ADELA. Y avisaron a la seorita Valentina? Y a doa Hortensia? (Andando rpidamente hacia la derecha.)Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 8Para contacto: [email protected] 8. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)LUISA. S. Ha ido Jos en el coche. Ya no puede tardar. EMILIANO. (Andando, como siempre, al lado de ellas.) Seoras, hagan el favor, que estoy aqu desde las doce y media, porque traigo... (Han llegado los tres a la derecha, y Adela y Luisa se van hablando entre s, sin contestar a Emiliano.) Nada, no hay manera. (Por el foro, procedente de la calle, entra Mara, otra doncella al servicio de la casa, cargada de paquetes, jadeando por una larga carrera y ms preocupada, si cabe, que las dems. Emiliano se esperanza al verla.) Hombre, la que abri la puerta esta maana! (Va hacia ella.) Joven... MARA. (Que iba hacia la derecha, detenindose.) Hola, buenas! Loca vengo!... Sin respiracin vengo!... Sin saber por dnde piso vengo!... EMILIANO. (Hablando para s.) Esta se va a explicar. MARA. Vaya un da!... Menudo da!... Dios mo, qu da! EMILIANO. Mal da, eh? MARA. Uf!... Qu da! Qu da!!... Pero y usted, qu hace aqu todo el da? EMILIANO. Pues ya lo ve usted; pasando el da. Ni he conseguido que me firmen el certificado ni enterarme de lo que ocurre en la casa. MARA. Flojo es lo que ocurre en la casa!... EMILIANO. Oiga usted: y qu es lo que ocurre? MARA. Que qu ocurre? Mentira parece lo que ocurre. Esprese usted, que voy a ver si ha ocurrido algo ms. (Se va por la derecha, dejando en un silln los paquetes que traa. Emiliano queda inmvil, ms intrigado y fastidiado que nunca. Por el foro irrumpe Jos, que es el cochero de la casa. Viste de uniforme y tiene unos treinta aos. Jos, como los restantes personajes, est muy preocupado y con sntomas de tener mucha prisa. Entra a dar un recado y se detiene para hablar rpidamente.) JOS. Hola, amigo! Buenas tardes. EMILIANO. (Volvindose.) Eh?... (Va hacia l nuevamente, esperando por saber y por averiguar.) JOS. No puedo entretenerme; soy el cochero del seor Cifuentes, sabe usted? Bueno, pues le dice usted al ama de llaves, doa Luisa, ya sabe usted quin le digo... Le dice usted que de parte de Jos que he hecho los recados que me mand: que he avisado ya a la seorita Valentina y que ya est informada de todo doa Hortensia. Que el seor Bremn qued en venir a las siete y media. Y que me ha dicho que lo que sucede aqu tena que suceder, y que no es extrao que suceda. Se le olvidar a usted algo? EMILIANO. A lo mejor, no; pero oiga usted, qu es lo que sucede aqu? (Jos lanza un silbido ponderativo e inicia el mutis. Cuando va a salir por el foro entra el seor Corujedo, un caballero de unos cincuenta aos, de aire amable y educadsimo.) CORUJEDO. Se puede? JOS. S, seor; pase usted. (A Emiliano.) Lo que sucede aqu... (Silba an ms fuerte.) Ea, adis! (Se va por el foro.) CORUJEDO. Da usted su permiso? EMILIANO. Adelante, caballero. (Para s.) A ver si ste est al tanto. (A Corujedo.) Pase usted, hgame el favor. CORUJEDO. Muchas gracias. EMILIANO. Sintese y pngase cmodo. CORUJEDO. (Sentndose.) Es usted muy amable. EMILIANO. Con toda confianza. Est usted en su casa... El que no est en su casa soy yo, pero da igual. CORUJEDO. Me llamo Elas Corujedo. EMILIANO. Hace usted bien. CORUJEDO. Eh? EMILIANO. Y como le supongo a usted enterado de lo que ocurre aqu... CORUJEDO. Pues ver usted: yo no tengo la menor idea de lo que pueda ser. EMILIANO. Hum!... CORUJEDO. Yo vena a ver al seor Cifuentes para proponerle un negocio, me he encontrado abierta la puerta de la escalera y he entrado. Ya haba venido esta maana, pero me ha sucedido una cosa que no la va usted a creer. EMILIANO. El qu? CORUJEDO. Que estuve aqu cerca de media hora sin que nadie me hiciera caso. EMILIANO. Es posible? CORUJEDO. En vista de ello he vuelto esta tarde. Soy agente de seguros de vida. EMILIANO. Y eso qu es? CORUJEDO. Un negocio nuevo, llamado a tener un gran porvenir. EMILIANO. Y en qu consiste? CORUJEDO. Pues consiste en que el asegurado pague una pequea cantidad mensual a la Sociedad que le asegura, y la Sociedad, cuando el asegurado se muere, le da una serie de miles a la viuda o a la familia. EMILIANO. Lo que discurren en este siglo... Pero oiga usted, y la gente, cmo recibe esa proposicin?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 9Para contacto: [email protected] 9. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)CORUJEDO. Al principio me oyen amablemente, pero cuando se enteran de que para cobrar tienen que morirse se indignan y me atizan. EMILIANO. Claro!... CORUJEDO. La gente est muy atrasada, pero algn da el seguro de vida ser una cosa corriente. Tenemos la suerte de vivir en una poca, amigo mo, que nos reserva grandes sorpresas... Me han dicho que en el extranjero han inventado un artilugio que se llama telfono y que sirve para hablar desde una poblacin con otra. EMILIANO. Lo que tendrn que gritar!... CORUJEDO. Y que hay pases donde han empezado a usar un chisme que le dicen telgrafo, y que consiste en mandar cartas por la electricidad. EMILIANO. (Dando un salto.) No!! CORUJEDO. S, seor; s. EMILIANO. Cllese, cllese, caballero... (Le tapa la boca.) CORUJEDO. Eh?... Pero?... EMILIANO. Hgame el favor de callarse, que si se enteran de eso aqu, en Espaa, me quedo sin empleo. No ve usted que soy cartero? En cuanto empiecen a mandar las cartas por la electricidad sobramos nosotros. (Dentro, en la derecha, suenan unos ayes lastimeros de Ricardo, lo mismo que al principio del acto.) CORUJEDO. Oiga usted, qu es eso? EMILIANO. Un misterio. En esa habitacin (Por la derecha.) por lo visto se encuentra encerrado el amo de la casa, al que de vez en vez se le oye quejarse. (Van a la puerta y escuchan. Entonces, dentro se oyen risas, grandes carcajadas.) CORUJEDO. Pero..., pero, ahora se re... Y dentro hay varias personas que hablan a un tiempo... Quines son? (Por el foro, mientras hablan, ha entrado Juana, la portera de la casa, una mujer de unos cuarenta aos, y que se dirige hacia Corujedo y Emiliano, concluyendo la ltima frase de Corujedo.) JUANA. ... La profesora de pintura. EMILIANO y CORUJEDO. (Al mismo tiempo.) Eh? JUANA. Don Ricardo..., las doncellas y doa Luisa, el ama de llaves... EMILIANO. Y usted? JUANA. La portera. EMILIANO. (A Corujedo.) Huy!... Est enteradsima. CORUJEDO. Seguro... EMILIANO. Oiga usted... Aqu qu ocurre? JUANA. Si yo pudiera hablar... EMILIANO. Por sus hijos, hable usted, seora. JUANA. En secreto... puedo decirles que en esta casa vive don Ricardo Cifuentes. CORUJEDO.Ya... EMILIANO. De esto es de lo nico que estbamos enterados. JUANA. Don Ricardo es un muchacho de unos treinta aos, soltero y hurfano... CORUJEDO. Profesin? JUANA. Ninguna, EMILIANO. La mejor profesin que se conoce. CORUJEDO. Pero, aparte de pintar al leo, a qu se dedica don Ricardo? JUANA. Pues don Ricardo se ha dedicado a divertirse y a quedarse sin un cntimo de la fortuna que le dejaron sus padres, y a esperar a que se muriera su to Roberto, para heredarle y casarse con la seorita Valentina. EMILIANO. El to Roberto es rico? JUANA. Millonario... EMILIANO. Y no se muere, claro. JUANA. Se muri el jueves pasado. EMILIANO y CORUJEDO. (Al mismo tiempo.) Cmo? JUANA. Que se muri el jueves pasado. Hoy deba verificarse la apertura del testamento; y s de muy buena tinta que el to le ha dejado ntegra su fortuna: ocho millones de reales. EMILIANO. Entonces, lo que tiene ese hombre es que se ha vuelto loco de alegra. JUANA. Tampoco. Porque yo he visto con mis propios ojos, tambin, que el seorito ha venido disgustadsimo de casa del notario. (Por la derecha sale Mara, la doncella que entr antes con los paquetes, en la actitud de quien busca algo nerviosamente.) MARA. Los paquetes... Dnde he dejado yo los paquetes? Ah!... S. Aqu. (Va al silln y los coge. Los otros tres la interrogan ansiosos.) JUANA. Qu ocurre, Mara?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 10Para contacto: [email protected] 10. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)CORUJEDO. Qu ? EMILIANO. Qu? MARA. Que me haba dejado los paquetes y el agua de azahar. EMILIANO. En la casa. MARA. Claro; en ese silln. EMILIANO. Que qu ocurre en la casa...? MARA. Pues que se ha armado el lo que se ha armado. Entre lo de la herencia y la carta del doctor... JUANA. Pero se ha recibido una carta de un doctor? MARA. Del doctor Bremn. EMILIANO. Bueno joven: vamos por partes. Que es lo de la herencia? MARA. Pues lo de la herencia, por lo visto es una infamia. EMILIANO. Pero el to Roberto le ha dejado heredero al seorito Ricardo, no? MARA. (Asombrada.) Conoca usted al to Roberto? Est usted enterado del lo de la herencia? Cuente usted... Cuente usted.., EMILIANO. Eh? (Por la derecha salen Luisa y Adela, y Mara las llama vivamente.) MARA. Doa Luisa! Seorita Adela! Este seor lo sabe todo! LUISA y ADELA. (Al mismo tiempo.) Qu? MARA. Est enterado de todo al detalle. LUISA. Dios mo!... Hable usted... ADELA. Hable usted, caballero... (Por la derecha, Catalina.) CATALINA. (A Mara.) Qu dices? Que ya se sabe todo? MARA. Todo. Este seor nos lo va a decir. CATALINA. Y qu es? Qu es lo de la herencia? ADELA. Qu quiere decir en su carta el seor Bremn? EMILIANO. Pero, bueno, a ver, porque voy a acabar loco... Todo eso me lo preguntan ustedes a m? LUISA, ADELA y CATALINA. (Al mismo tiempo.) Claro... MARA. Pues a quin se lo vamos a preguntar? EMILIANO. Seor Corujedo, oye usted esto? CORUJEDO. S. Y realmente est usted en la obligacin de explicarnos... EMILIANO. (Estupefacto.) Que yo estoy en la obligacin de explicarles? (A Mara.) Dnde est el agua de azahar? MARA. (Alargndole una botella.) Aqu. EMILIANO. (Bebindose un trago.) Venga... (Se limpia con la manga.) LUISA. Como Mara deca que... MARA. Yo, como le o hablar del to Roberto... EMILIANO. Pero si las noticias del to Roberto me las ha dado esta seora. (Por Juana.) JUANA. Cmo? EMILIANO. (A gritos, hacindose dueo de la situacin.) Y yo tambin... Y el seor Corujedo... Y todos. Porque si dentro de tres minutos justos no nos enteramos nosotros de las cosas que suceden aqu, aqu van a suceder cosas de las que se va a enterar todo el mundo... JUANA. Pero, buen hombre!... CORUJEDO. Amigo mo... (Alarma en todos.) EMILIANO. Ni buen hombre, ni amigo, ni nada... No estoy dispuesto a aguantar el que me pregunten a m lo que ocurre, ni mucho menos a quedarme sin saberlo, porque antes de eso mato a una... LUISA. Dios mo!... ADELA. Ay!... CATALINA. Avisad a alguien. MARA. S, s... (Inicia el mutis por el foro.) EMILIANO. Quieta, joven... De aqu no sale nadie... Me constituyo en tribunal y voy a interrogar. (A Luisa.) Hable la testigo. LUISA. Pues, verdaderamente, yo no puedo decir mucho. Hasta el jueves pasado el seorito Ricardo ha venido haciendo su vida corriente; visitar noche tras noche a su to Roberto, que ha vivido once meses asegurando formalmente que se mora al da siguiente. CORUJEDO. Y de qu ha vivido don Ricardo en esos once meses? LUISA. De milagro, caballero. EMILIANO. Pero y esta casa?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 11Para contacto: [email protected] 11. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)JUANA. No paga desde agosto. EMILIANO. Es posible? LUISA. Si lo sabr Juana, que es la portera! Y todos esos muebles, vendidos. No se los han llevado ya, porque como pesan mucho, les da pereza. CATALINA. Y a m el seorito me debe el sueldo de todo el ao. MARA y ADELA. (Al mismo tiempo.) Y a m. LUISA. Toma, y a m. Y al cochero. Y a todos... EMILIANO. Y cmo le sirven ustedes? MARA. De muy mala gana. LUISA. La verdad es que todos esperbamos el da de hoy, porque a las nueve era la lectura del testamento. El seorito se fue a las nueve menos cuarto, y cuando volvi de casa del notario estaba plido y deprimidsimo... Le pregunt y me contest: "S, Luisita; me ha dejado de heredero universal, pero lo que ese hombre ha hecho conmigo es una infamia, una infamia..." Se ech a llorar, le entr un hipo tremendo y empez a dar sacudidas; total, que cay en un ataque de nervios terrible. CATALINA. Terrible. CORUJEDO. Bueno; pero y las risas? EMILIANO. Eso es: por qu se rea al mismo tiempo que se quejaba? LUISA. Eso es de otro asunto; lo del doctor Bremn, un antiguo amigo del seorito. CORUJEDO. Mdico, claro... LUISA. Pues ver usted: es mdico y no es mdico. EMILIANO. En esta casa nadie sabe lo que es. LUISA. Es mdico porque tiene acabada la carrera de Medicina y una fama grandsima como mdico; pero no es mdico porque no ejerce y, adems, porque, segn l mismo dice, no sabe nada de Medicina. CORUJEDO. Que no sabe nada de Medicina? EMILIANO. Entonces, por eso es famoso como mdico. LUISA. Segn l, la Medicina no es una ciencia, sino un arte. CORUJEDO. Un arte... LUISA. Y lo define: como "el arte de acompaar con palabras griegas al sepulcro". EMILIANO. Vaya un to!... LUISA. Para l, las enfermedades se dividen en dos clases: las que se curan solas de cualquier manera y las que no las cura nadie de ninguna manera. Las primeras, como se curan solas de cualquier manera, dice que no necesitan mdico, y las otras, como no las cura nadie de ninguna manera, pues tampoco. EMILIANO. Un genio... CORUJEDO. Y si no se dedica a la Medicina, a qu se dedica el doctor? LUISA. Pues... (Volvindose a Adela, con aire reservado, como quien no se atreve a descubrir un secreto gravsimo.) Lo digo? EMILIANO. (Indignado.) Cmo que si lo dice? Cmo que si lo dice? Pero usted cree que vamos a aguantar que nos oculte usted algo? ADELA. Dgalo, Luisa. Despus de todo... LUISA. Pues nosotras creemos que se dedica a... Pero antes de decirlo voy a rezar un Padrenuestro a San Isidro para que nos libre del pecado... EMILIANO y CORUJEDO. (Al mismo tiempo.) Eh? LUISA. (Ponindose ante la imagen.) Padre nuestro... (Rezan todas las mujeres.) EMILIANO. Pero ve usted esto? CORUJEDO.A qu se dedicar el doctor, que hace falta rezar antes de decirlo? EMILIANO. Seor Corujedo, me estoy quedando sin pulso. LUISA. (Acaba con las dems la oracin.) ...tentacin, mas lbranos del mal. Amn. Pues nosotras creemos que el doctor Bremn se dedica a (Bajando la voz y estremecindose.) a... cosas de brujera. TODAS. Jess! EMILIANO. Cmo ? CORUJEDO. A cosas de brujera? LUISA. S, seor, s. Hace experiencias raras y descubrimientos extraos. Tiene la casa llena de bichos para probar en ellos sus experimentos. No permite entrar a nadie en su gabinete de trabajo, y, por las noches, el doctor se encierra all horas y horas, y dicen que sale humo por debajo de la puerta. EMILIANO. Ser que fuma. LUISA. No, seor, que el humo, por lo visto, tiene como un olor a azufre... JUANA, CATALINA y MARA. (Al mismo tiempo.) Ave, Mara Pursima! (Se santiguan.) ADELA. El doctor lee el futuro en los astros!Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 12Para contacto: [email protected] 12. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO. Vaya vista! MARA. Y le achacan no s cuntos inventos! LUISA. Una de las cosas que dicen que ha inventado es unas pldoras para no dormirse en la pera! CORUJEDO. Qu cerebro! EMILIANO. Eso es ms grande que lo del seguro de vida, seor Corujedo. LUISA. Por ello es nuestro miedo y nuestra angustia, porque a poco de volver el seorito Ricardode la notara, lleg una carta para el del doctor Bremn. Se la dej en su cuarto, pero me olvid de ella cuando cay con el ataque de nervios. Asustada, mand a sta (A Mara.) que fuera a buscar agua de azahar y ter, y en el momento en que iba a ir, vimos que el seorito, en vez de quejarse, empezaba a rer a carcajadas. Entramos, aterradas, creyendo que se haba vuelto loco; pero no se haba vuelto loco; era que haba ledo la carta del doctor. EMILIANO. Caramba! LUISA. Pareca otro hombre: le brillaban los ojos, daba vivas al doctor y vivas a Espaa. Y gritaba: "Ya est, ya est!" EMILIANO. Ya est! TODOS. (Interesadsimos.) El qu? EMILIANO. Que gritaba: "Ya est!" LUISA. S, seor. "Ya est!" Y en seguida dijo que avissemos a la seorita Valentina y a doa Hortensia, y que trajramos pasteles y champaa para celebrarlo. EMILIANO. Pero para celebrar el qu? LUISA. Pues sa es la cosa, que no dijo ms. EMILIANO. Bueno, pero y la carta del doctor? LUISA. Aqu la tengo. (Saca una carta de un bolsillo del delantal.) EMILIANO. Y qu dice? CORUJEDO. Qu dice? LUISA. Pues dice... (En este instante, por el foro entra Valentina, seguida de Jos el cochero. Al verla, Luisa grita.) Ay! La seorita Valentina!... (Y todas van hacia ella.) EMILIANO. (A Corujedo.) Me parece que tampoco nos enteramos de la cartita. (Valentina es una muchacha de veintisiete o veintiocho aos, muy bonita, un poco tmida y apegada a los prejuicios de su siglo. Al entrar, asustadsima y acongojada, va abrazando a unas y otras con patetismo cmico.) VALENTINA. Luisa... LUISA. Seorita Valentina... (Se abrazan.) VALENTINA. Adela... ADELA. Seorita Valentina... (Se abrazan.) VALENTINA. Mara... Juana... MARA. Seorita Valentina... JUANA. Seorita Valentina. (Se abrazan.) EMILIANO. Esta debe de ser la seorita Valentina.(A Corujedo.) VALENTINA. Estoy como loca... Me parece que me va a dar algo... LUISA. Eh? VALENTINA. Que me den algo, que si no me va a dar algo. ADELA. Azahar. JUANA. El agua de azahar. EMILIANO. La botella! (Vuelve a coger la botellita, limpindola con la manga y ofrecindosela a Valentina.) VALENTINA. No... Azahar no quiero. Quiero a Ricardo! Que me traigan a Ricardo! EMILIANO. Pero a Ricardo no se lo podemos dar embotellado. LUISA. Ahora duerme, seorita. VALENTINA. Necesito verle!... Pobrecito!... Y ayer que me dijo que nos casaramos en enero!... Y yo que le haba comprado una chistera de pelo, que son las que le gustan!... Estoy malsima!... Todo me da vueltas!... (Cierra los ojos.) Ay!... EMILIANO. Seorita, no se desmaye usted, que no nos vamos a enterar de la carta del doctor Bremn. VALENTINA. (Abriendo los ojos al instante.) Eh? Se ha recibido una carta del doctor Bremn? LUISA. Esta maana. VALENTINA. Qu dice la carta? A ver, a ver, por Dios!... (Le arrebata la carta a Luisa, disponindose a leer en voz alta.)Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 13Para contacto: [email protected] 13. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO. Atencin, seor Corujedo. (El cochero se echa sobre el grupo, impaciente.) EMILIANO. Cochero, no atropelle. VALENTINA. (Que miraba el papel, suspirando.) Ay, no veo!... EMILIANO y CORUJEDO. (Al mismo tiempo.) Eh? VALENTINA. Me bailan las letras! EMILIANO. Traiga usted. (Le quita la carta a Valentina y se dispone a leerla, seguido por todos; pero lanza una exclamacin de rabia.) Maldita sea mi estampa!... LUISA. Jess!... CORUJEDO. Qu ocurre? EMILIANO. Que, a pesar de ser cartero, no entiendo la letra del doctor. CORUJEDO. Djemela usted a m, que he sido boticario. (Coge la carta y lee en el otro extremo del escenario, seguido por todos.) "Doctor Bremn y Novaliches, Leganitos, veintiocho, hotel." EMILIANO. Ms abajo seor Corujedo, que eso es el membrete. CORUJEDO. "Ceferino Bremn." EMILIANO. Ms arriba, que eso es la firma. VALENTINA. Qu mala puntera tiene el seor! CORUJEDO. "Querido Ricardo..." EMILIANO. Ah... CORUJEDO. "Querido Ricardo: ten serenidad para recibir la noticia espeluznante que voy a darte en esta carta..." EMILIANO. Caray! CORUJEDO. "La noticia es sencillamente que he triunfado." EMILIANO. Que ha triunfado? CORUJEDO. (Lee.) "Mis quince aos..." LUISA. Sus quince aos? EMILIANO. Pero qu edad tiene el doctor? CORUJEDO. "Mis quince aos de esfuerzo y trabajos han resultado tiles." EMILIANO. Ah, vamos! Ya deca yo...! CORUJEDO. "A las siete y media de esta tarde ir a verte para que hagamos juntos el sensacional experimento. Avisa a Valentina y a Hortensia, sin decirles nada an, pues debemos descubrirles la grandiosa verdad con toda clase de precauciones, so pena de que caigan enfermas de impresin." EMILIANO. Arrea! VALENTINA. Dios mo! CORUJEDO. Por lo visto, el descubrimiento es una cosa fantstica que... EMILIANO. Bueno, siga usted y no comente. CORUJEDO. "El mundo es tuyo, mo y de ellas." EMILIANO. Se lo han repartido. CORUJEDO. "Ya podemos rernos del pasado, del presente y del porvenir. Y t, particularmente, puedes rerte del testamento de tu to Roberto. Hasta luego. Un abrazo de Ceferino Bremn." VALENTINA. Dios mo!.., Qu ha podido inventar o descubrir ese hombre para que Ricardo se ra del testamento de su to Roberto, cuando eso es la canallada de las canalladas? LUISA. Pero, usted, seorita Valentina, conoce el testamento? VALENTINA. Claro!... (Todos rodean a Valentina.) EMILIANO. Cochero! Ande a cerrar la puerta de la escalera, porque si ahora entra alguien a interrumpirnos voy a la crcel... JOS.S, seor. (Se va por el foro.) EMILIANO. Hable usted, seorita. VALENTINA. Bueno, pero... Y usted, quin es? EMILIANO. Hasta que me echen del Cuerpo, un cartero. Y hasta que me entere de lo que est ocurriendo a ustedes, un neurastnico. CORUJEDO. Y yo, otro. VALENTINA. Otro qu? CORUJEDO. Otro neurastnico, seorita. LUISA. El to ha dejado al seorito Ricardo heredero universal, no? VALENTINA. S. Pero con la condicin infame de que no podr entrar en el goce de los ocho millones de reales hasta dentro de sesenta aos. TODOS. Eh?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 14Para contacto: [email protected] 14. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)LUISA. De sesenta aos? EMILIANO. Pero cmo de sesenta aos? VALENTINA. Pues eso; que hasta que notranscurran sesenta aos no le entregan a Ricardo ni un cntimo de la herencia. ADELA. Qu canallada!... LUISA. Por eso deca el pobrecito que era una infamia... JUANA. Y razn tena para los ataques de nervios. CORUJEDO. Pero eso, cmo es posible? EMILIANO. Es que el hoy cadver estaba loco? VALENTINA. No, no estaba loco. Es que el to Roberto era un tacao y un miserable, y tena muy mala opinin de Ricardo desde que derroch la fortuna que le dejaron sus padres. Siempre que se hablaba de eso, deca que a los jvenes no se les debe dar dinero porque no saben apreciarlo, y en el testamento pone la condicin de que Ricardo no disfrute la herencia hasta pasados sesenta aos, con objeto de que en la poca de cobrar haya sentado la cabeza. LUISA. Y tanto que la habr sentado!... EMILIANO. Para esa poca la tendr echada... LUISA. Figrese; ha cumplido ahora los treinta y dos. Pues cobrar los ocho millones a los noventa y dos aos. VALENTINA. Eso es... En mil novecientos veinte..., cuando le tengan que sacar a tomar el sol en un carrito... (Se limpia una lgrima.) EMILIANO. Si hay carritos entonces... VALENTINA. Ricardo de mi vida!... Luisa, quiero verle... Quiero verle!... LUISA. Le digo que duerme, seorita. Y no sera honesto y decente que la seorita entrara en la alcoba del seorito antes de casarse con l. CORUJEDO. Claro: ya entrar despus de que se case. EMILIANO. Slo que entonces puede que a lo mejor no tenga inters en entrar. CORUJEDO. La veo esperndose a entrar hasta mil novecientos veinte. (Dentro suena una campanilla.) LUISA. Han llamado... El doctor... JUANA. El doctor... (Mara se va corriendo por el foro.) JOS. Debe de ser doa Hortensia, que ya estaba arreglndose para venir. (Valentina sigue sentada en el silln, atendida por Catalina, Juana y Adela. En otro grupo, Emiliano, Corujedo y Luisa.) EMILIANO. Esta doa Hortensia, es la novia del doctor? LUISA. Novia? Qu ms quisieran las dos!... Es prometida y gracias... ADELA. Y prometida Dios sabe hasta cundo!... LUISA. Pobre vctima!... EMILIANO. Pero es que a doa Hortensia tambin le ocurre algn drama? LUISA. Lo de doa Hortensia, seor Emiliano, es una tragedia. EMILIANO. Esta familia tiene ms inters que "Los tres mosqueteros". (Por el foro entra Mara, seguida de Hortensia.) MARA. Pase la seora. (Cede el paso a Hortensia. Esta es una dama de unos cuarenta aos, muy elegante, de carcter exuberante, apasionado. Entra con el mpetu de quien pisa terreno propio y es capaz de dominar todas las situaciones.) LUISA. Doa Hortensia... VALENTINA. Hortensia... (Se levanta del silln. Todos inician un avance hacia ella. Ella los contiene con un gesto.) HORTENSIA. Quietos!... No se muevan!... Calma!... Sangre fra!... Tranquilidad!... (A Valentina, acaricindola maternalmente.) Llora, si eso te desahoga, pero no te preocupes. VALENTINA. Hortensia! HORTENSIA. Y ustedes no se preocupen tampoco. Me ven a m preocupada? TODOS. No, seora. HORTENSIA. Pues tengo an ms motivos que ustedes para estarlo. Pero soy mujer que no se deja rendir fcilmente. Todo tiene arreglo. Y hasta lo ms malo tiene su lado bueno. La vida, por ejemplo, es amarga. Pero, en cambio, por ser amarga nos abre las ganas de comer. EMILIANO. Ole!... HORTENSIA. (Volvindose.) Qu? EMILIANO. Que tiene usted razn. HORTENSIA. No hay que dejarse abatir. Yo, a los trece aos, vi fusilar a mi padre, all en Venezuela. Cuestiones polticas. Pues bien: le vi fusilar y no llor. Me adelant al grupo y grit: "Mueran los enemigos de mi padre!" EMILIANO. Muy bien!...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 15Para contacto: [email protected] 15. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)HORTENSIA.Entonces, se me acerc el cabecilla que mandaba el piquete y me dijo: "Toma, muchacha! Te lo has ganado por valiente!" Y me dio un pltano. CORUJEDO. Caray!... EMILIANO. Bueno, es que en Venezuela son tremendos... HORTENSIA. Pobre padre!... Muri joven, y mi primera poesa la compuse el da de su muerte. Se titulaba: "Pap Pancho". EMILIANO. Papapancho? Eso ser alguna fruta de all. HORTENSIA. Cmo una fruta? Es que mi padre se llamaba Pancho, y que en Venezuela a los padres se les dice papas. EMILIANO. Y en Espaa tambin; sobre todo cuando se les va a pedir dinero. HORTENSIA. Todava recuerdo los versos aquellos; eran sencillos y juveniles. Terminaban diciendo: Pap Pancho, pap Pancho: t, que amabas las hamacas, y el mate, y el sombrero ancho, fuiste a morir, entre estacas, en un rancho de Caracas: en un rancho, pap Pancho, pap Pancho!... EMILIANO. Pero qu bonito!... (Murmullo de aprobacin en todos.) HORTENSIA. Y es que hay que tener entereza ante la desgracia. Pero y Ricardo? Cmo sigue Ricardo? VALENTINA. (Lloriqueando.) Yo creo que no sale de sta... HORTENSIA. Qu tontera!... Se pondr bien; os casaris. Todo se arreglar... Y yo me casar tambin con Ceferino. Porque l lo va a solucionar todo con su nuevo descubrimiento. LUISA, MARA y ADELA. (Al mismo tiempo.) Con su descubrimiento? JOS, CATALINA y EMILIANO. (Lo mismo.) Eh? VALENTINA. (Levantndose y pasando al lado de Hortensia.) Es que va a resolver hasta el conflicto de ustedes, Hortensia? HORTENSIA.Hasta nuestro propio conflicto, hija ma. EMILIANO.(A Hortensia, muy fino.) Seora: se le puede permitir a un pobre cartero que se est jugando el porvenir por las incongruencias que aqu ocurren preguntar cul es el conflicto de ustedes? HORTENSIA. Nuestro conflicto, cartero, es que, desde hace tres aos que conoc al doctor Bremn, no vivo ms que para admirarle, para venerarle y para quererle... y que, a pesar de todo, y contra mi deseo, no puedo casarme con l. CORUJEDO. Quin lo impide? HORTENSIA. Lo impide el que yo no estoy ni casada, ni viuda, ni soltera. EMILIANO y CORUJEDO. (Al mismo tiempo.) Cmo? HORTENSIA. Lo que ustedes oyen. Porque mi marido desapareci en un naufragio, y a m, por lo tanto, no se me ha declarado viuda. CORUJEDO. Ya comprendo... Y no se puede volver a casar, segn la ley, hasta pasados treinta aos. HORTENSIA. Eso es. Tengo ahora veintiuno. VALENTINA. (Asombrada.) Veintiuno? HORTENSIA. (Querindolo arreglar.) Huy!... Veintiuno... He querido decir treinta y tres; como suena igual... Pues (Echando cuentas.) tengo ahora veintiocho... Luego, con arreglo a la ley, no puedo casarme con el doctor hasta alrededor de los sesenta aos. CORUJEDO. Realmente es un drama. EMILIANO. (Maravillado.) Y dice usted que el invento del doctor soluciona tambin eso? HORTENSIA. Tambin. EMILIANO. Qu habr inventado ese to? HORTENSIA. Esta maana, Ceferino me envi a casa un recado lacnico, que deca "Querida Hortensia: La felicidad es nuestra, porque he triunfado." VALENTINA. Lo mismo que le dice en la otra carta a Ricardo. HORTENSIA. Y agrega: "Podemos rernos del pasado, del presente y del porvenir..." VALENTINA. Igual..., igual... HORTENSIA. Para acabar aconsejndome: "Y usted, particularmente, podr rerse de la desaparicin de su esposo." VALENTINA. Y a Ricardo le dice que puede rerse del testamento del to Roberto... (El reloj da una campanada.) LUISA. La media. A esta hora dijo el doctor que vendra... HORTENSIA. Entonces est al caer, porque es puntual como un eclipse. LUISA. Despertamos al seorito? HORTENSIA. No. Djenle descansar hasta que llegue don Ceferino.Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 16Para contacto: [email protected] 16. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO.Eso, eso; que no le despierten. (A Corujedo.) Porque si le despiertan y me firma el certificado, me tengo que ir de aqu sin saber lo que ha inventado ese genio. CORUJEDO. Claro..., claro... MARA. Voy a enfriar el champaa y a preparar los pasteles. CATALINA. Los ha mandado traer el seorito para celebrar lo del doctor. (Se va con Mara, la cual se lleva los paquetes, por el foro.) VALENTINA. Est en todo (Dentro suena una campanilla.) TODOS. Eh? (Dando un respingo. Un instante de pausa expectante, y por el foro entra Mara, disparada y sin paquetes.) MARA. El doctor!... Ya est aqu el doctor!... (Revuelo de todos.) Voy a avisar... (Se va por la derecha.) EMILIANO. Estoy muerto por conocerle... CORUJEDO. Y yo... (Por el foro, seguido de Catalina, entra Ceferino Bremn. Es un hombre de unos cincuenta y tres aos, con el pelo gris, peinado en melena, de aire un tanto extrao, con algo de diablico y misterioso. Los ojos le brillan con satisfaccin y expresin de triunfo, como quien se halla en posesin de un secreto extraordinario, que, a pesar de su modestia cientfica, le permite contemplar la Humanidad un poco de arriba abajo. Sonre con sonrisa burlona y se acaricia la barbita en un gesto insinuante y sugestionador.) BREMN. Buenas tardes a todos... VALENTINA. Bremn! HORTENSIA. Ceferino... JOS. El doctor... JUANA. El brujo... CORUJEDO. El gran hombre... EMILIANO. El genio... (Quedan todos contemplndole en silencio, con respeto y una especie de temor supersticioso, esperando a que hable y a que diga algo tremendo.) BREMN. (Avanzando unos pasos.) Ha hecho buen da, verdad? EMILIANO. Qu dice? Qu dice? CORUJEDO. Dice que ha hecho buen da. EMILIANO. Qu talento!... BREMN. Y ayer tambin hizo un da magnfico, no? (Lentamente y frotndose las manos avanza hacia un silln, donde se sienta. Todos van detrs de l, como sugestionados.) HORTENSIA. Ceferino, que estamos que no vivimos de impaciencia! VALENTINA. Deseando saber... BREMN. (Quitndose los guantes y como si no se diera cuenta de lo que esperan de l.) En general, toda la semana ha sido buena. Pero quiz llueva el lunes o el martes... (A Hortensia.) Bien dijo usted en uno de sus poemas, Hortensia, aquello de:Ni de que haga buen tiempo puede uno responder,pues despus de unos das de un sol casi de estode pronto viene el fro,se acumulan las nubes y comienza a llover.Y es que el mundo es un lo, amigo mo.Y qu se le va a hacer! Es lo ms exacto que acerca del tiempo he odo decir en poesa. HORTENSIA. Gracias, Ceferino... (Por la derecha, escapada, Mara.) MARA. El seorito... Que viene el seorito! VALENTINA. Eh? MARA. Al decirle que estaba aqu el doctor, ha dado un salto, ha pasado por encima de doa Luisa y viene hacia aqu. CATALINA. Ay!... Que ahora s que est loco... Que viene patinando por el pasillo. VALENTINA. Jess!... EMILIANO. Patinando y pisando amas de llaves, seor Corujedo... MARA y CATALINA. (Al mismo tiempo.) Ya est aqu. (Por la derecha aparece, en efecto, Ricardo, seguido de Luisa, arrugada y despeinada, que intenta contenerle.) LUISA. Seorito Ricardo, por Dios!...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 17Para contacto: [email protected] 17. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)(Todos se parapetan, asustados, menos Hortensia, el doctor, que sigue tan fresco, y Valentina, que va hacia la derecha. Ricardo es un joven de treinta y dos aos, guapo y bien plantado. Viene en bata, con una zapatilla puesta y un pie descalzo. Trae los pelos de punta y su aspecto es realmente el de un tipo que anda mal de la cabeza.) RICARDO. (A Luisa.) Djeme... Dnde est ese fenmeno? Dnde est Bremn? (Cruza la escena como una tromba, sin preocuparse de Valentina ni de nadie.) Bremn!... Coloso!... Pirmide!... BREMN. Hola! RICARDO. Catedral empalmada... Ro puesto en pie... BREMN. Pero, hombre!... RICARDO. Djame que te estreche, que te apretuje, que te machaque... Tu nombre hay que escribirlo con letras de oro y perlas falsas, que son las ms caras. (Le estrecha furiosamente.) VALENTINA. (Asustada.) Por la Virgen, Ricardo, tranquilzate..., que me das miedo!... HORTENSIA. Serenidad, Cifuentes. EMILIANO. Tranquilidad, caballero... BREMN. Pero, Ricardo, hombre!... RICARDO. Abrazarlo y comrselo es poco. Ante l hay que hincarse de rodillas, poner la frente en sus botas y rezarle un Credo... MUJERES. Jess! JOS. Vaya blasfemia... VALENTINA. Ricardo... EMILIANO. Loco perdido. RICARDO. Ante ese genio, ante ese genio hay... Ay!... (Se pone plido y cierra los ojos.) VALENTINA. Dios mo!... LUISA. Otra vez el ataque. EMILIANO. Ah va! (Valentina, Hortensia y Luisa le echan en un silln.) CRIADAS. Seorito... BREMN. Quietos!... Mrchense todos de aqu. TODOS. Eh? LUISA. Que nos marchemos? BREMN. S. Djennos. Necesitamos quedarnos a solas con l. LUISA. Pero, don Ceferino!... Los DEMS. Pero doctor!... BREMN. Sin objeciones... Hagan el favor de irse. (De mala gana y refunfuando, se van yendo por el foro Mara, Jos, Luisa, Adela, Catalina y Juana.) LUISA. El maldito brujo! ADELA. Echarnos ahora que bamos a saber... EMILIANO. Hala! Hala, eso es! Vyanse ustedes!... BREMN. (A Corujedo y Emiliano.) Y ustedes dos, tambin. EMILIANO. Que me vaya yo? BREMN. Y sin perder un momento. EMILIANO. Caballero, yo traa un certificado para el seor Cifuentes... Estoy aqu desde por la maana. Ya le he tomado cario a la casa. Me estoy jugando el cargo por averiguar el lo de ustedes... (Ms compungido an.) Y ahora que lo iba a saber... BREMN. Pues lo siento mucho, pero nuestro asunto es absolutamente secreto y no puede usted saberlo. EMILIANO. No puedo saberlo? BREMN. No; as es que vyase con los dems. (Emiliano, al or esto, rompe a llorar desconsoladamente. Corujedo, que estaba esperando junto al foro, va hacia l, compadecido.) CORUJEDO. Pero, Menndez; hombre... EMILIANO. Seor Corujedo... (Se echa a llorar en sus brazos.) CORUJEDO. No se ponga usted as; qu se le va hacer. EMILIANO. Ay seor Corujedo! CORUJEDO. Tenga usted conformidad. EMILIANO. Ay seor Corujedo de mi alma! Ay seor Corujedo, qu desgraciado soy!... (Se va por el foro, llevado por Corujedo.) HORTENSIA. Pobrecillo. Es la sensibilidad hecha cartero...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 18Para contacto: [email protected] 18. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)VALENTINA. Ests mejor? RICARDO. S, mucho mejor. Ya estoy bien. Estos ataques que me dan son de alegra. (Se levanta.) VALENTINA.Pues no te alegres ms, Ricardo, por Dios. (Entre tanto, Bremn se ha ocupado de cerrar cuidadosamente las puertas del foro y de la derecha.) HORTENSIA. Qu hace usted, Ceferino? Son necesarias tantas precauciones? RICARDO. Ya lo creo que son necesarias. BREMN. Es imprescindible cerrar las puertas y meter unas bolitas de papel en las cerraduras. HORTENSIA. Usted cree? BREMN. Que si lo creo? Fjese... (Abre bruscamente la puerta del foro y caen en escena, formando un montn confuso, Luisa, Adela, Catalina, Juana, Mara y Jos, que se hallaban detrs de la puerta escuchando.) TODOS. Aaaaaay!... JOS. Arrea! (Se levantan muy avergonzados, tropezando unos con otros, y se van, cerrando la puerta, por el foro.) BREMN. Ya lo ha visto usted. Y el asunto es tan importante que una indiscrecin podra sernos fatal. Lo que aqu hablemos hoy no debe salir jams de entre nosotros porque si lo divulgamos la Humanidad entera se nos echara encima. HORTENSIA. La Humanidad entera? RICARDO. La Humanidad entera y algunos habitantes de Marte. Lo que ha inventado este genio! HORTENSIA. Yo he llegado a suponer si se tratar de la fabricacin del oro. RICARDO. Has odo? La fabricacin del oro... Ja, ja, ja! (Se ren como locos.) VALENTINA. (Aparte, a Hortensia.) Ay, me dan miedo! HORTENSIA. Entereza, hija ma. BREMN. No lo adivinarn ustedes nunca... Van a saberlo por m mismo. LAS DOS. A ver? A ver? RICARDO. Sentaos, sentaos; no sea que os caigis al suelo al saberlo... Su descubrimiento significa la solucin de nuestros problemas. BREMN. Justamente, y esa solucin es el tiempo... LAS DOS. El tiempo? BREMN. El tiempo. Qu hace falta para que Ricardo entre en posesin de los ocho millones de reales de su to Roberto? Que pasen sesenta aos? Pues se dejan pasar los sesenta aos. Ricardo cobra, se casan ustedes y tan contentos ... HORTENSIA. Pero, Ceferino!... VALENTINA. Pero, Bremn!... BREMN. Qu tiene que suceder para que la ley autorice a usted a casarse? Que pasen treinta aos de la desaparicin de su marido? Pues dejamos pasar esos treinta y la ley autoriza, y en paz... RICARDO. Eso es..., eso es... Qu hombre ms grande!... HORTENSIA. (Aparte, a Valentina.) Hija ma, yo creo que se han vuelto locos... VALENTINA. Tengo miedo... Debamos llamar a las criadas. BREMN. Ahora se creern que estamos locos. RICARDO. S. Se lo creen, se lo creen!... Mrales las caras!... Se lo creen!... Ja, ja!... BREMN. Qu gracia! Nosotros locos... Ja, ja! RICARDO. Ja, ja!... Qu risa!... BREMN. Bueno, es natural. Eso mismo deca la gente, al principio, de Franklin y de Coprnico. RICARDO. Y de Stephenson... BREMN. Y de Newton y de Galileo. VALENTINA. Vamos a llamar. (Se va hacia el foro con Hortensia.) RICARDO. (Contenindola.) Chis!... Quieta... No llames. BREMN. Un segundo, Hortensia... Si un hombre, a fuerza de trabajos, de tentativas y de insomnios hubiera descubierto un procedimiento por el cual las personas que l quisiera no se muriesen jams y fueran eternamente jvenes, tendra alguna importancia para estas personas el paso del tiempo? LAS DOS. Cmo? BREMN. Si usted (A Hortensia.) supiera que no se iba a morir nunca y que siempre iba usted a ser joven y apetecible, tendra inconveniente en aguardar treinta aos a ser libres para casarse? HORTENSIA. Pero es que eso es una fantasa que... RICARDO. (Dando un puetazo en la mesa.) Eso es una verdad del tamao de un obelisco! Si l quiere, usted ser joven e inmortal y Valentina lo mismo, y yo, tambin, y todos, igual.Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 19Para contacto: [email protected] 19. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)VALENTINA. (Aterrada, yendo hacia el foro.) Doa Luisaaa!... RICARDO. Ven aqu. No es una locura... Os habis olvidado de que Bremn es un sabio? Diez aos hace que persigue en su laboratorio la obtencin de una sustancia que diese a los humanos la inmortalidad... Y la ha encontrado!... LAS DOS. Dios mo! HORTENSIA. Explique usted, Ceferino. La emocin me ahoga. BREMN. Hace diez aos, como ha dicho Ricardo, que se me ocurri buscar una sustancia que, al ser ingerida, impidiese la vejez y la muerte. Sent mi trabajo en un razonamiento sencillo. Yo me deca: la causa de la muerte por vejez es el empobrecimiento, el desgaste, la decadencia de los tejidos humanos. Ahora bien: cualquier sal tiene condiciones para conservar la materia muerta. RICARDO. Vase el bacalao, la mojama... BREMN. Luego todo consista en encontrar una sal que, convenientemente tratada, conservase los tejidos vivos. HORTENSIA. S, s... VALENTINA. Claro, claro... BREMN. La sal buscada la encontr en las algas marinas, que son sumamente ricas en materias orgnicas. VALENTINA. Hay que ver, en las algas... BREMN. Mi preparado no es, por tanto, ms que un extracto de "alga frigidaris", transformada y hecha asimilable por procedimientos qumicos. VALENTINA. Y tomando eso, no se muere uno nunca? HORTENSIA. Y se es siempre joven? BREMN. Tomndolo, la resistencia de los tejidos es ilimitada. Y el que es joven, se conserva joven, y el que es viejo, rejuvenece. Descubierta la sal en mil ochocientos ochenta y cuatro, tengo ya en casa moscas de trece aos de edad, gusanos de seda de dieciocho y conejos de tanta experiencia que cuando ven un cazador se suben a los rboles. VALENTINA. Increble!... RICARDO. Viva Bremn! (Va al cordn de la campanilla y tira.) HORTENSIA. El descubrimiento da vrtigos. RICARDO. Vamos a ser felices... Y por una eternidad... Es la primera vez que un enamorado puede preguntar con razn: "Me querr siempre?" VALENTINA. Y la primera vez que una enamorada puede contestar, segura de cumplirlo: "Siempre." HORTENSIA. Por lo que afecta a nosotros, Ceferino, nos diremos eso muy pronto... BREMN. Muy pronto, Hortensia... De aqu a treinta aos. LUISA. (Apareciendo en el foro, teniendo detrs en actitud expectante a Mara, Adela, Catalina, Juana y Jos.) Llaman los seores? BREMN. S, traiga usted un jarro de agua y unos vasos. RICARDO. Y los pasteles y el champaa. Y cerrad... LUISA. S, seor... S, seor... (Se va, cerrando la puerta.) RICARDO. Hay que brindar antes de tomarnos las sales. BREMN. Aqu estn. (Saca un frasquito del bolsillo.) VALENTINA. Ese tan chiquitn es el frasco de las sales? RICARDO. Qu frasquito ms salado!... HORTENSIA. Que en un sitio tan pequeo quepa una cosa tan grande!... (Suenan unos golpes en el foro.) RICARDO. Adelante... (En la puerta aparece Emiliano, con la cara ms triste que nunca, sin cartera y sin gorra.) BREMN. Pero, hombre, otra vez aqu? VALENTINA. Viene a que le firmes un certificado. EMILIANO. No. Ya, no, seorita Valentina. RICARDO. Te conoce? EMILIANO. Soy ya como de la casa, don Ricardo... Me he pasado aqu todo el da, preocupado por los asuntos de usted, y, en vista de ello, me han formado expediente para echarme del Cuerpo. RICARDO. Caramba!... Pues no sabe cunto lo siento... EMILIANO. Ms lo siento yo, que me encuentro a los cuarenta aos sin poder dar de comer a mis hijos. HORTENSIA. Desventurado!... BREMN. Cuntos hijos tiene usted? EMILIANO. Ninguno. Por eso digo que me encuentro sin poder dar de comer a mis hijos. BREMN. Hombre, eso me ha hecho gracia! Pues no se preocupe: yo le tomo a mi servicio de ordenanza. Por ahora, no tendr usted nada que hacer.Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 20Para contacto: [email protected] 20. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO. Entonces ya ver usted qu bien cumplo... RICARDO. Y de momento, dgale al ama de llaves que se d prisa. EMILIANO. S, seor. (Se va, cerrando la puerta.) VALENTINA. Dios mo, no morirse nunca!... HORTENSIA. Y ser siempre jvenes!... RICARDO. Y asistir a los cambios que sufrir el mundo... BREMN. S, pero ms bajo; que no nos oiga nadie. Si se llegara a divulgar mi secreto, todo el mundo querra tomar las sales, y se nos perseguira, se nos asediara; incluso pondran sitio en esta casa.... para ser todos desdichados, pues una Humanidad inmortal acabara haciendo la Tierra inhabitable. Slo seremos inmortales nosotros cuatro. EMILIANO. (Abriendo la puerta del foro.) Y un seguro servidor. TODOS. (Volvindose.) Eh?... BREMN. Cmo dice, cartero? EMILIANO. Ex, ex cartero. Digo, patrn, que cuando Emiliano Menndez se propone enterarse de una cosa, se entera. Y que si no me dan a m tambin una racioncita de la sal que me ha descubierto usted, monstruo de la Ciencia, pues lo cuento. TODOS. (Aterrados.) Que lo cuenta!... EMILIANO. Aprendo el francs para contarlo en dos idiomas... Porque ustedes comprendern que esto de poder tomar una cosa para no morirse nunca no ocurre todos los jueves, y sera yo el cretino mayor del reino si perdiera esta ocasin, que es lo que se dice una ganga... As es que vayan preparando mi sal... Venga sal! BREMN. Sal? (Suenan unos golpecitos en la puerta del foro.) EMILIANO. Sal! Sal! Sal!... Digo..., entra... Es doa Luisa. (Entran Luisa y Mara con el champaa y los pasteles, el agua y los vasos.) RICARDO. Dejadlo todo aqu... Y marchaos inmediatamente sin quedaros a escuchar detrs de la puerta. LUISA. S, seorito. MARA. (Aparte, a Luisa.) Nada, que no nos enteramos. LUISA. (Aparte, a Mara.) No, hija; no nos enteramos. (Se van por el foro.) EMILIANO. Pobrecillas!... Pensar que las dos acabarn murindose!... Qu idiota es la gente!... Conque, me va usted a dar la sal, doctor, o...? (Emiliano cierra la puerta, cerciorndose de que nadie escucha.) BREMN. Consiento en drsela, a cambio de su silencio. EMILIANO. Muy bien. BREMN. Pero tiene que jurar guardar nuestro secreto... EMILIANO. Hombre! No le digo que lo guardar hasta la tumba, porque nosotros no vamos a ver la tumba ms que en fotografa; pero ser sordomudo eternamente, seor Bremn. (Entre Ricardo y Bremn han preparado las sales.) RICARDO. Esto ya est. Podemos brindar cuando quieran. BREMN. El brindis corre a su cargo, Hortensia. HORTENSIA. Brindo en verso o en prosa? EMILIANO. No se puede brindar ms que en verso o en prosa? BREMN. En verso, en verso, que es lo suyo, Hortensia. HORTENSIA. A ver qu tal me sale. (Levantan sus copas los cinco.) Por la burla cruel que a la muerte le hacemos; por la inmortalidad, que ya no tiene duda... Por el vivir eterno y dichoso... Brindemos con "champagne" de la Viuda! VALENTINA. Bravo!... RICARDO. Inspiradsimo... BREMN. Qu alusin tan delicada a la seora del pobre Cliquot, muerto el mes pasado! (Beben todos.) Y ahora, la sal; tomen ustedes. (Les da sendos vasos de agua y echa en cada uno de ellos un poquito de sal.) EMILIANO. cheme a m un poco ms, doctor, que esto est soso. BREMN. Y ahora con decisin. De un golpe Venga! HORTENSIA. Qu momento!... (Beben, se miran en silencio y reaccionan, dndose las manos mutuamente y abrazndose.) UNOS A OTROS. Inmortales!... Inmortales!... Inmortales ! EMILIANO. (Dando un grito.) Ah!... Corujedo...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 21Para contacto: [email protected] 21. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)(Se escapa por el foro.) TODOS. Eh? Qu le pasa? VALENTINA. Adnde va? RICARDO. Algo gordo se le debe de haber ocurrido. (Por el foro vuelve Emiliano, trayendo casi a pulso a Corujedo.) EMILIANO. Venga ac, que ha llegado su hora... El seor es agente de seguros de vida; un negocio nuevo. Y ahora mismo nos va a asegurar las vidas a los cinco. Pero con unos seguros fuertes, muy fuertes... CORUJEDO. Cien mil reales?... EMILIANO. Ms. Tres billones de reales... Cuatro millones de reales a cada uno!... A beneficio del propio asegurado. CORUJEDO. Por cuntos aos? EMILIANO. A cobrar dentro de setenta y cinco aos. BREMN. Esplndido. Una idea genial. Eso es, a cobrar dentro de setenta y cinco aos. En esas condiciones, las primas de pago sern muy pequeas, verdad? CORUJEDO. S, claro; pequesimas... Pero usted, cuntos aos tiene? BREMN. Cincuenta y cinco. CORUJEDO. Pues le advierto que si no cumple usted los ciento treinta aos no puede cobrar los cuatro millones del seguro... RICARDO. Toma! Claro! Y esta seora los cobrar a los ciento quince, y esta seorita, a los ciento cinco, y yo, a los ciento diez. EMILIANO. Y yo, a los ciento diecinueve... CORUJEDO. (Turulato.) Y ustedes creen que van a vivir hasta entonces? TODOS. Seguramente... Pues claro... Ya lo creo que s! EMILIANO. Usted sabe la salud que tenemos! BREMN. Tenemos una salud estupenda! CORUJEDO. Bueno, son idiotas los cinco... (Se sienta. Todos le rodean para firmar las plizas.) Los apellidos de usted, doa Hortensia?...TELNACTO SEGUNDO Un claro de selva en una isla desierta del Ocano Pacfico. En la izquierda se ve un lanchn volcado, con la quilla mirando al cielo, que se pierde en la lateral. En el lanchn hay abiertas dos ventanas y una puerta. Y en lo alto de la quilla, una chimenea. Todos estos detalles quieren decir que el lanchn sirve de casa habitable a los ciudadanos que pueblan la isla. En el fondo, bosque. Y en la derecha, rboles, que constituyen la salida de dicho lateral. Por detrs y por delante del lanchn, en la izquierda, otras dos salidas. A ambos lados de la puerta del lanchn, bancos hechos toscamente con maderas de cajones de embalar. Y en la derecha, un tronco de rbol y una mesa con libros, varios tiles de laboratorio, frascos, tubos de ensayo, etc. Delante del lanchn, un poco hacia la izquierda, una tosca cocina de piedras y, suspendido sobre ella, sujeto de unas estacas, un caldero. Junto a la cocina, cacharros, cazos, espumaderas, etc. En la izquierda, pegado al lanchn, un grueso rbol, con abundante ramaje. Clavado en el tronco, un espejo, y colgados de las ramas del rbol, por medio de cuerdecitas, diferentes utensilios de tocador, peines, cepillos de cabeza y de dientes, brochas de afeitar, mquinas Gillettes, estuches de Cutex, tijeras, etc. Entre el rbol y el lanchn, una hamaca tendida. Colgados tambin a la puerta del lanchn, armas blancas y de fuego y dos o tres "boumerangs". En el costado del lanchn, un reloj de sol, toscamente construido, pero que no seala hora alguna, porque no luce el sol. Encima de la puerta del lanchn, un letrero que dice: "Residencia de Nufragos Voluntarios". Es en las primeras horas de la maana, y, como se ha dicho, sesenta aos ms tarde de la poca en que se desarroll el primer acto. Al levantarse el teln, en escena, Bremn y Ricardo. Bremn representa ocho o diez aos menos que en el acto anterior y tiene un aire ms fuerte y saludable. Ricardo est igual que en el otro acto, pero tostado del sol; ambos visten pantaln corto y polainas y chaqueta de cuero o "sweater". Bremn se halla sentado en el tronco del rbol de la derecha, con los codos apoyados en la mesa, leyendo un libro. Ricardo est tumbado en la izquierda, en el suelo, durmiendo. Hay una pausa, durante la cual Bremn no levanta los ojos de la lectura. Al cabo de la pausa se oye el canto de un gallo, que suena en la parte alta del lanchn, un poco hacia la izquierda. El canto del gallo se repite dos veces, y a la segunda vez se abre la puerta del lanchn y aparece Emiliano. Tambin Emiliano est algo ms joven que en el primer acto. Viste un traje de verdadero Robinsn, hecho con pieles de animales, porque es el nico del grupo de habitantes del lanchn que est viviendo la novela del naufragio y recrendose en ella. Avanza en el momento en que el gallo canta por tercera vez. Consulta el reloj de sol y hace un gesto de contrariedad.EMPIEZA LA ACCIN EMILIANO. Ese gallo va retrasado. (Coge uno de los fusiles del lanchn, se lo echa a la cara y dispara. Cae en escena un gallo muerto.) BREMN. Qu pasa? Qu haces?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 22Para contacto: [email protected] 22. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)(Ricardo grue y se vuelve del otro lado.) EMILIANO. Parar el reloj, doctor, que no hay manera de hacer carrera de l; y despus que me he pasado dos aos amaestrndole para que d las horas cuando las seale el reloj de sol que usted fabric, resulta que el da que amanece nublado y nos falla el reloj de sol, nos falla el gallo. Y ya estoy harto... BREMN. (Consultando un reloj de bolsillo muy antiguo.) Son las nueve y media. EMILIANO. Ya? BREMN. Se me han ido las horas en un vuelo. EMILIANO. Otra noche que se ha pasado usted en claro, dndole que te pego al cerebro... BREMN. Y qu voy a hacer, Emiliano? EMILIANO. Se le ha ocurrido a usted alguna otra de esas cosas fenomenales que se saca usted de debajo del pelo y que...? BREMN. Quin sabe, Emiliano? Quin sabe? EMILIANO. Me da usted miedo, porque como tiene usted ms talento que Matas Lpez... Con su permiso, voy a encender fuego para calentar agua y poder desplumar el reloj. (Cogiendo el gallo.) No digo que va a ser un almuerzo de los que den la hora, porque ya ha visto usted lo mal que la daba. Pero un arroz con gallo muerto siempre es una solucin. Y como si yo no hiciera de ama de casa aqu ni se almorzara, ni se comera, ni se vivira... (Deja al gallo sobre la cocina y, cogiendo dos pedazos de madera y unos hierbajos, se sienta a frotar las maderas par hacer fuego.) Es decir, se vivira, por aquello de que no podemos morirnos; pero lo que es porque nadie tenga ganas de vivir... BREMN. Tan verdad es eso, que muchas veces he pensado que, de todos nosotros, el nico capacitado para la inmortalidad eres t, Emiliano. EMILIANO. Pues ya ve usted: si no ando listo, no tomo las sales aquel da... Se acuerda usted? BREMN. Sesenta aos hace... EMILIANO. Sesenta aos?... S, claro; si yo el viernes cumpl los ciento tres... Y pensar que todava no me ha salido la muela del juicio!... BREMN. Quin sabe los siglos que tardar an en salirte? EMILIANO. Por ms que le doy vueltas a la cabeza, no acabo de hacerme a la idea de cuntos aos puede uno vivir no murindose nunca. BREMN. Se puede vivir eternamente; pero la eternidad se escapa al clculo. EMILIANO. Lo nico malo es que, sabiendo que no va uno a morirse nunca, siente uno el terror de no tener el dinero suficiente para vivir siempre, y por eso nos hemos hecho tan roicas... BREMN. Y tan egostas. EMILIANO. Es verdad; pero da un gusto... No me explico la desesperacin de ustedes, porque a m esto de haber cumplido el viernes los ciento tres y notarme an ms joven que cuando era cartero, me pone alegrsimo. Y haber conservado las mismas botas... BREMN. Las mismas botas? EMILIANO. (Alargando un pie.) Fjese: las que llevaba aquella tarde. Se me ocurri untarlas con las escurriduras del agua de sales que quedaban en los vasitos, y desde entonces, ni medias suelas... (Bremn se re.) La primera vez que le veo a usted rer desde la guerra de los boers, seor Bremn! BREMN. Hombre, no! Acurdate de que me re dos veces en el verano del setenta, cuando la guerra francoprusiana... EMILIANO. La francoprusiana? Ah!... S. Bueno, es que ha conocido uno una de guerras... Cuntas guerras habremos conocido nosotros, seor Bremn? BREMN. Contando esta ltima grande de mil novecientos catorce, y sin contar las de los Balcanes, quince, y contando las de los Balcanes, noventa y nueve. EMILIANO. Y cuando haba guerra siempre decan que era la ltima. Verdad, usted? BREMN. S; pero nosotros no nos lo creamos. EMILIANO. Hombre, claro! Como que a nosotros no hay quien nos la d! Hemos visto mucho. RICARDO. (Incorporndose de mal humor.) Bueno, ya est bien. Ya est bien! EMILIANO. Eh? BREMN. Qu hay, Ricardo? RICARDO. Primero, tiros; luego, charla... Ya ni dormir le dejis a uno... Ni dormir, que es tanto como olvidar que se vive... Y que es lo nico que uno puede hacer a gusto. Maldita sea mi suerte!... Y maldito sea el da que consentimos lo que consentimos! Que no le valiera a uno ms que...! (Coge la manta y, con la manta arrastrando, inicia el mutis tercera derecha.) BREMN. Adnde vas? RICARDO. A la orilla del pantano otra vez... A ver si quiere Dios y los mosquitos que sea hoy el da en que... Maldita sea, hombre!... (Se va.) BREMN. Lo ves? Como yo no lo remedie..., aqu va a acabar ocurriendo una catstrofe. EMILIANO. Vamos, doctor, no sea usted pesimista.Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 23Para contacto: [email protected] 23. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)(Por la puerta del lanchn sale Valentina, igual de aspecto fsico que en el acto anterior, vestida tambin con traje de campo y con el mismo aire de persona harta de la vida que tena Ricardo. Mira con absoluta indiferencia a Emiliano y a Bremn e inicia el mutis por la izquierda.) BREMN. Buenos das, Valentina. EMILIANO. Buenos das. VALENTINA. (Glacial.) Hola. (Se queda mirando a los dos con lstima y hay una pausa embarazosa.) EMILIANO. Aqu, encendiendo lumbre para el almuerzo. VALENTINA. Tambin tiene usted ganas de entretenerse en tonteras... EMILIANO. Si me dicen a m alguna vez que almorzar poda considerarse como una tontera... BREMN. Te levantas ahora? VALENTINA. S, y me voy al claro de palmeras de ah al lado a echarme un rato... BREMN. No te encuentras ms animada? VALENTINA. Es que hay algn motivo para animarse? BREMN. No, claro; pero... VALENTINA. Que ha amanecido un da ms. Y qu significa para nosotros un da ms? Un da ms de bostezar, de vegetar, de mirarnos unos a otros a las caras... Si fuera un da menos!... En fin: no tengo ganas de conversacin. (Se va primera izquierda.) BREMN. Te das cuenta? Est igual que l... e igual que todos, menos t... EMILIANO. Quin los ha visto y quin los ve a esta pareja! Me parece que los tengo delante el da que se casaron, meses despus de tomarnos las sales: tan felices y contentos. Fue un martes del ao sesenta y dos. El nio que llev la cola muri luego de fiscal del Supremo. Se acuerda usted? Uno con barba blanca y chaleco gris? BREMN. Me acuerdo, Emiliano, me acuerdo. Y me acuerdo como si fuera ayer del nacimiento de los hijos de Valentina y Ricardo... EMILIANO. Elisa y Federico. Qu viejos estaban ya el da que nos despedimos de ellos para retirarnos a la isla!... BREMN. Pues cuenta: Elisa tiene ahora cuarenta y seis, y Federico, cincuenta y uno. EMILIANO. Entonces, la hija...? BREMN. La nieta de Ricardo y Valentina? EMILIANO. Eso es... Margarita; andar ya cerca de los veinte aos, no, doctor? BREMN. Ha cumplido ahora los dieciocho, porque naci en mil novecientos dos... EMILIANO. Cmo se pasa el tiempo! BREMN. En su ltima carta recibida aqu le deca a sus abuelos que tiene relaciones formales para casarse. EMILIANO. Y la cuestin es que al principio todo fue bien. BREMN. S, los primeros treinta aos, s; cada cual cumpli sus sueos. Pero todas nuestras amistades se nos moran de vejez. EMILIANO. Yo ech una vez la cuenta, y hemos asistido a tres mil doscientos entierros, doctor... Lo que me tengo redo!... BREMN. Pero no me negars que es para deprimir a cualquiera. Todo el mundo pensaba de diferente manera que nosotros; al principio slo estbamos de acuerdo con los viejos, y ms tarde, ni con los viejos siquiera, porque ya pertenecan a otra generacin, y hasta los viejos resultaban para nosotros demasiado jvenes. Las ciudades se nos hacan inhabitables... EMILIANO. Dgamelo usted a m, que ltimamente, para poder cruzar cada calle, tomaba un taxi. BREMN. Y gracias a que ide yo esto de retirarnos a una isla desierta... EMILIANO. Que nos cost lo nuestro, porque es que no queda ya una isla desierta ni para criar un galpago. Treinta y dos anuncios puse en "La Correspondencia de Espaa", diciendo: "Isla desierta para un apuro, necestase." Y como si no... BREMN. Y menos mal que descubrimos esta pequea colonia norteamericana, en la que no hay fieras ni salvajes... EMILIANO. No. Fieras no hay en la isla. Yo la he recorrido de largo a largo y de ancho a ancho, y no he visto fieras. Cocodrilos, leones, tigres, s hay. Pero fieras, lo que se dice fieras, ni una. Ahora, salvajes... BREMN. Qu? EMILIANO. Anteayer descubr una cosa que no he querido decir a nadie... BREMN. Cmo ? EMILIANO. Ahora que no nos oyen los dems, a usted s quiero comunicrselo, porque, aunque cientfico, usted es todo un hombre, doctor... BREMN. Emiliano, me alarmas! EMILIANO. Anteayer, seor Bremn, al salir del lanchn por la maana, igual que hoy, y dirigirme a los corrales, a ver si haba puesto huevo la avestruza, porque ya sabe usted que el da que la avestruza pone huevos tenemos ya tortilla para todo el mes...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 24Para contacto: [email protected] 24. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)BREMN. Qu? Acaba... EMILIANO. Pues que al lado de la empalizada de los corrales, en el suelo, descubr la huella de un pie humano... BREMN. De un pie humano? EMILIANO. S, seor. Un pie desnudo, grande: un cuarenta y tres, horma ancha, que no corresponda ni a usted,ni a Ricardo, ni a m; pero que, adems, como le digo, era un pie desnudo. Las huellas se alejaban hacia el Norte... Las segu por espacio de una hora, y me condujeron hasta el lago, y al llegar perd las huellas y el reloj, que llevaba en este bolsillo (El de pecho.) al inclinarme sobre el agua. Un reloj que me regal mi madre el da que se cas doa Isabel Segunda y que andaba cada vez mejor, porque tambin le unt con las escurriduras de las sales. BREMN. Bueno, pero las huellas? EMILIANO. Pues de las huellas no he descubierto ms; pero ya es bastante, porque demuestra que la isla no est desierta, doctor. BREMN. Claro, claro... EMILIANO. Y que el habitante misterioso va descalzo; as que es un salvaje o una naturista... BREMN. Un salvaje, Emiliano, un salvaje! Estoy seguro, porque nosotros llevamos cinco aos movindonos en la isla con entera libertad y l ha tenido que or alguna vez nuestras voces y tiros, y ver el humo de la cocina... Si fuese un nufrago, habra venido aqu, al ornos. Pero cuando nos rehuye, es que es un pobre salvaje que nos tiene miedo... EMILIANO. (Que frota con verdadera furia los dos pedazos de madera.) Calle! BREMN. Qu pasa? EMILIANO. Calle..., calle..., calle... Ya!.., Ya... (De las maderas brota una pequea llama que se acaba en seguida.) Maldita sea!... Pero usted ve esto? Cinco aos queriendo encender fuego por el procedimiento de frotar dos maderas, y las dos nicas veces que, despus de sudar a chorros, he logrado hacer llama, me la apaga el sudor... Lo que si no fuera porque tenemos cerillas en abundancia... (Saca una caja de cerillas, prende la cocina y pone el caldero.) BREMN. Te estn fallando todos los procedimientos de los Robinsones, Emiliano. EMILIANO. S, seor. Lo nico que me ha salido bien fue una vez que me puse a averiguar la hora que era al medioda y me result que las doce y media. Pero cuando he querido saber la velocidad del viento, el total no me dio ms que muchsima; y si es el problema de la cocina... BREMN. Pues, hombre, yo te traje un manual de culinaria, que... EMILIANO. Usted me trajo un manual de culinaria, pero para ciudades, no para islas desiertas. Todas las recetas empiezan igual: "Se coge un conejo..." "Se coge una perdiz..." Pero lo que no dice es cmo hay que cogerlos, que es lo grande. BREMN. Cazndolos. EMILIANO. S... Pero hay que saber cazarlos. Cinco aos he tardado yo en aprender a manejar el "boumerang". BREMN. El "boumerang"? EMILIANO. Claro!... El arma de Robinsn. (Va a la fachada de la casa y coge dos "boumerangs".) No ha odo usted hablar del "boumerang", que se tira desde lejos, hiere la caza y vuelve solo al sitio desde donde se tir? BREMN. S, pero no haba visto ninguno. EMILIANO. Estos me los he hecho yo. Seiscientos catorce he perdido; pero ahora domino ya el manejo, y no me falla. BREMN. Y vuelve al sitio desde donde se tir? EMILIANO. Que si vuelve? Fjese. (Tira el "boumerang" hacia la derecha. Una pausa; gira sobre los talones y queda esperndolo por la izquierda.) Ver, ya est al llegar.... Ahora vendr... No pierda ojo... Parece que tarda... BREMN. Yo creo que no viene. EMILIANO. Lo habr tirado flojo. Atienda usted a este otro. (Tira el segundo "boumerang" con toda su alma hacia la izquierda. Otra pausa, y ambos giran, esperndolo llegar por la derecha.) Este s que viene, ver usted... Fjese. No tardaremos en verlo... (Por el, lado contrario, es decir, por la izquierda entra un "boumerang" y le arrea en la cabeza a Bremn.) BREMN. Ay!... (Cae al suelo.) EMILIANO. (Recogiendo a Bremn.) Doctor!... Doctor!... Qu es eso? BREMN. Un "boumerangazo", Emiliano. EMILIANO.Pero de dnde? BREMN. De all. (La izquierda.) EMILIANO. Arrea!... Entonces es el primero. Pues cuando llegue el segundo que lo he tirado con toda mi alma, al que lo pesque lo divide. Doctor!... Vaya!... Se ha privado del zurrido. Hortensia!... Valentina!... Ricardooo!... Nada; no hacen caso. Claro; como no les interesa nada de este mundo y saben que nos pase lo que nos pase, no nos pasa nada... Les dir que se ha muerto, para que se animen... Socorrooooo!... El doctor, muerto!... Muertooo! Muertooo!... Muertooo! Fetn! (Por el lanchn, Hortensia escapada.) HORTENSIA. Eh? Emiliano, qu dices?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 25Para contacto: [email protected] 25. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO.Muertooo!... (Por la izquierda, a todo correr, Valentina.) VALENTINA. Qu es eso de muerto? EMILIANO. No est ms que atontado, pero algo tena que decir para que vinieran ustedes a echarme una mano... HORTENSIA. Ah! Vamos... VALENTINA. Pues no tiene ninguna gracia la broma. (Por la izquierda, ansiosamente, Ricardo.) RICARDO. Muerto? Que est muerto? HORTENSIA. Desmayado, y gracias; no te hagas ilusiones... EMILIANO. Estbamos aqu hablando, yo tir dos "boumerangs'' para demostrarle que vuelven al sitio, y uno de ellos le ha dado un zurrido tremendo. Ahora que les advierto a ustedes que tengan cuidado, porque el segundo "boumerang" no ha vuelto todava, y cuando llegue, al que le coja de lleno... HORTENSIA. Bah!... VALENTINA. Bueno... RICARDO. "Boumerangs"... (Los tres hacen gestos despectivos e indiferentes. Hortensia se sienta en uno de los bancos de la fachada del lanchn. Valentina se tumba en la hamaca, y Ricardo se sienta donde lo estaba al empezar el acto, a jugar distradamente con dos piedrecillas.) EMILIANO.No s a qu viene esa indiferencia, porque no podemos morirnos de viejos, pero de un trastazo en la nuca..., yo creo que si se lo arrean a uno bien... (Los tres se levantan muy contentos y esperanzados.) HORTENSIA. Pues es verdad... VALENTINA. Es verdad... RICARDO. Caray, si fuera posible! (Rodean a Bremn, a quien Emiliano ha tendido en el tronco del rbol y a quien espurrean la cara con el agua del caldero.) Se habr muerto? HORTENSIA. Dios mo, si se hubiera muerto!... VALENTINA. Si resultase que podemos morirnos! RICARDO. Qu alegra!... VALENTINA. Qu dicha!... EMILIANO. Ya abre los ojos!... (Desilusin en los tres.) HORTENSIA y VALENTINA.(Al mismo tiempo.) Abre los ojos!... RICARDO. Bah!... Ya abre los ojos... BREMN. Dnde estoy? VALENTINA. Y dice: "Dnde estoy?" RICARDO. Hasta dice: "Dnde estoy?" EMILIANO. Era un desmayo. Se siente usted mejor? BREMN. Si, hijo. Gracias. Ya estoy bien. (Se levanta.) VALENTINA.Nada... HORTENSIA.Nada... (Se sientan de nuevo las dos.) RICARDO. Pero quiz si el golpe hubiera sido ms fuerte... (Aparte, a Emiliano.) Y por dnde dices que tiene que llegar ese otro "boumerang" que no ha vuelto an? EMILIANO. El "boumerang" de las diez y cuarto? Por ah. (Seala a la derecha.) RICARDO. Lo esperar, a ver si tengo la dicha de que me d entre los dos ojos. (Se cruza de brazos, de frente a la derecha, y queda inmvil.) BREMN. Ricardo... RICARDO. Djame. Por lo menos, no me digas nada, y djame. Hay paludismo en los trpicos? BREMN. S, claro. RICARDO. Y si un hombre se pasa una noche tumbado en el borde de un pantano de una isla tropical, no tiene muchas probabilidades de despertarse paldico perdido a la maana siguiente? BREMN. Muchas probabilidades, Ricardo. RICARDO. Pues no una, diecisis noches llevo pasadas ya tumbado al borde del pantano, rodeado de nubes de mosquitos de veintiocho especies diferente, y en las diecisis noches he engordado cuatro kilos... BREMN. No sabes cmo lo lamento; pero... RICARDO. Con lamentarlo no haces que me muera, Bremn; as es que djame, porque para nosotros no queda ya ms solucin que el suicidio... HORTENSIA. El suicidio...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 26Para contacto: [email protected] 26. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO. El suicidio? VALENTINA. El suicidio, Ricardo? BREMN. El suicidio? RICARDO. El suicidio, Bremn, y si no lo he llevado a cabo es porque me contienen mis ideas religiosas; pero no puedo aguantar la vida sin fin, ni t tampoco, ni ninguno, fuera de Emiliano, y eso porque es muy bruto... EMILIANO. Hombre, bruto... RICARDO. ...que, si no, sera tan desgraciado como nosotros. HORTENSIA:No se acostumbra uno a la afrenta,ni al duro hierro, ni al cruel palo.Por ms que el alma se violenta,no se acostumbra uno a lo malo. BREMN. Eso es verdad, porque yo no puedo acostumbrarme a tus versos. HORTENSIA. En otro tiempo me los pedas... BREMN. Pero una eternidad potica es insufrible, Hortensia. Llevas escritos treinta y dos tomos. EMILIANO. Y tiene tiempo por delante para llegar a los seis mil. HORTENSIA. Es lo nico que me hace olvidar a ratos la amargura a que nos has precipitado. Gracias a eso, no he cado del todo en la desesperacin de Ricardo y Valentina. BREMN. Desesperacin que ellos deban sentir menos que ninguno, puesto que tienen algo bien digno de inters: sus hijos, sus... VALENTINA. (Dando un paso, endurecida.) Cllese! Le he dicho otras veces que no nos hable de ellos... Por qu recordrnoslos? A usted le consta que la vida entre los seres queridos, que es la base de la felicidad, resulta insoportable para los que estamos condenados a vivir siempre y a no envejecer nunca..., y con su maldito descubrimiento ha logrado usted que tener hijos, en vez de ser una dicha, sea un tormento atroz. Cmo se atreve a hablarnos de ellos? RICARDO. Ni cmo te atreves a hablarnos de nada? Se ama la vida porque se sabe que va a concluir; pero cuando se sabe que no va a concluir, se la odia. Por eso la odiamos. La vida, que es movimiento constante para nosotros, se ha parado indefinidamente, y en lugar de correr como un ro, se ha estancado como un charco. Somos corazones con freno; a fuerza de saber que ellos latirn siempre, tenemos la impresin de que no laten ya. En realidad, es como si no tuviramos corazn. Somos unos absurdos en pie. El ser ms despreciable del mundo es ms feliz que cualquiera de nosotros. HORTENSIA. Y no pudimos resistir la vida civilizada ni el contacto con unos semejantes que no tenan con nosotros nada de semejante; creamos que en una isla desierta la existencia se nos hara ms tolerable..., y ya ves... RICARDO. Qu hacemos ahora, agotado este ltimo recurso? BREMN. (Sombramente, como un eco.) Que qu hacemos? RICARDO. Claro; t eres el que tienes que decirlo... T fuiste el culpable de que llegramos a esta situacin... Quin ms que t tiene que resolverla? VALENTINA. Naturalmente... HORTENSIA. T y slo t, Ceferino. BREMN. Yo no obligu a ninguno a tomar las sales... VALENTINA. Slo hubiera faltado eso... Pero destruy usted en nosotros toda posibilidad de paz. HORTENSIA. Y de dicha. RICARDO. Y debas haber sospechado adnde podas conducirnos... (Han acorralado a Bremn con las palabras y la actitud. Emiliano, que se haba sentado a pelar el gallo, metindolo previamente en el agua hirviendo, avanza y se interna entre ellos, defendiendo al doctor.) EMILIANO. Bueno. Esto se ha acabado! HORTENSIA, VALENTINA y RICARDO. Eh? EMILIANO.Que se han terminado las quejas y los gritos. (Tremolando el gallo a medio desplumar.) Que aqu nadie levanta el gallo ms que yo... Y ustedes no me acogotan a este hombre porque a m no me da la gana, y porque sera injusto... Porque el doctor... (Dentro suena un tiro. Emiliano se calla.) HORTENSIA y VALENTINA. (A un tiempo.) Qu es eso? BREMN. Un tiro... EMILIANO. Un tiro? RICARDO. Y ha sonado muy cerca... HORTENSIA. Se oyen voces... (Miran hacia la derecha.) BREMN. Alguien nos busca... RICARDO. Por aqu... Por aqu... EMILIANO. Son marineros... Americanos... BREMN. Americanos?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 27Para contacto: [email protected] 27. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)(Por la derecha aparecen, en efecto, Oliver Meighan y dos Marineros americanos, armados de fusiles. Meighan es un hombre de unos cincuenta aos, seco, amable, dominante, pero ceremonioso.) MEIGHAN. La colonia de nufragos voluntarios de la isla Stanley? BREMN. Esta es, caballero. MEIGHAN. Nos hallamos entonces, efectivamente, ante el doctor Ceferino Bremn y sus compaeros de retiro? BREMN. S, seor; el doctor Bremn soy yo. MEIGHAN. (Inclinndose.) Es para m un placer inexpresable conocerle... Seoras... Caballeros... (Se inclina.) EMILIANO. Lo que se dice un to fino. MEIGHAN. Seores, por delegacin ma, los cuarenta y ocho Estados de la Unin les saludan. BREMN. Cuarenta y ocho veces agradecidos, caballeros; pero no comprendemos la causa de... MEIGHAN. Van a comprenderla. Pero, sintense, sintense... EMILIANO. De lo ms fino. MEIGHAN. Soy Oliver Meighan, del Ministerio de Colonias. Como ya sabrn, esta isla es una colonia norteamericana; ustedes la disfrutan a sus anchas y mi pas me enva a decirles que se siente orgulloso y honrado de tenerlos instalados en ella... BREMN. Seor Meighan... RICARDO. Caballero... HORTENSIA. No sabamos cmo agradecer. EMILIANO. El colmo de la finura... MEIGHAN. Pero que, naturalmente, eso hay que pagarlo... TODOS. Cmo? Que hay que pagarlo? MEIGHAN. Creo que hablo bien el castellano. No obstante, aqu traigo un diccionario. BREMN. No, no; si lo hemos entendido. EMILIANO. S; lo hemos entendido, verdad? RICARDO, VALENTINA y HORTENSIA. (Al mismo tiempo.) Lo hemos entendido. BREMN. Pero, vamos, que nos extraa... MEIGHAN. Les extraa? Sin embargo, de todos los sitios que uno habita se paga el alquiler... Ustedes llevan aqu cinco aos: el precio al ao es de seiscientos dlares por persona. RICARDO. Muy caro... EMILIANO. Carsimo... MEIGHAN. Adems, consumen productos naturales: lea, fruta, caza... En fin, el total de su deuda es de nueve mil trescientos dlares, y les hacemos un precio de saldo. EMILIANO. Pues no dice que es de saldo... RICARDO. Un precio imposible... EMILIANO. Un abuso... HORTENSIA. Carsimo... VALENTINA. Carsimo... BREMN. S. Realmente algo inaceptable. Nosotros, por razones especiales, tenemos que mirar mucho lo que gastamos... Nos preocupa el porvenir, que es largo... EMILIANO. Ah le duele!... Ah le duele!... Lo largo que es el porvenir!... MEIGHAN. Bah!... A cambio de vivir a gusto, debe olvidarse un poco el porvenir... Despus de todo, el da menos pensado se muere uno... RICARDO. Qu se va a morir uno, hombre!... BREMN. Qu se va uno a morir!... HORTENSIA y VALENTINA.(A un tiempo.) Morirse ! EMILIANO. S, s... Se morir usted... Este no sabe que a nosotros nos hacen la autopsia y crecemos... MEIGHAN. La isla no es cara. Slo este hermoso golpe de vista que ofrece el bosque desde aqu, vale, mal pagado, trescientos dlares. EMILIANO. El golpe de vista del bosque no vale ni dos reales, hombre. Como ese bosque, todos los que usted quiera se los dejo yo mirar por diecinueve pesetas uno por otro. MEIGHAN. Pero no me irn a negar que las playas... BREMN. Perdone usted, seor Meighan, pero las playas s que son una birria. EMILIANO. Todas llenas de arena. Un asco, hombre! Un asco de isla! MEIGHAN. No estoy de acuerdo con ustedes, pero veo con placer su desdn por esta colonia. TODOS. Eh? MEIGHAN. Porque la misin que me trae es doble, y luego de cobrarles el alquiler de estos cinco aos, las rdenes que traigo son las de desalojar la isla... BREMN. Desalojar la isla? TODOS. Desalojar la isla?Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 28Para contacto: [email protected] 28. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)EMILIANO. Echarnos! MEIGHAN. Justamente: para explotar estos terrenos. A los americanos, caballeros, nos sobran energas, y como adems de sobrarnos energas, nos sobran hombres sin trabajo, a los que tambin les sobran energas, de aqu el que empleemos nuestras energas en emplear a nuestros hombres sin trabajo. EMILIANO. Es una conducta muy enrgica. BREMN. Y cmo van ustedes a explotar esta isla de Stanley que est tan lejos del mundo habitado y que no produce nada de importancia? MEIGHAN. Haremos de ella un lugar pintoresco, con vistas al turismo. Anunciaremos que es la autntica isla donde naufrag Robinsn Crusoe. Construiremos la casa de l en ruinas y mataremos a los primeros turistas que acudan... BREMN y EMILIANO. (Al mismo tiempo.) Eh? MEIGHAN. Para excitar la curiosidad universal, amigo mo, y que el mundo acuda en masa a visitar la isla... EMILIANO. Es un procedimiento como para patentarlo. MEIGHAN. Y por el momento, seores, lo que espero es el pago del alquiler. Yo he venido a cobrar, y cobrar... (Sale un "boumerang" por la derecha, y le da a Meighan, que casi se desmaya.) Oh!... TODOS. Eh? BREMN. Seor Meighan... EMILIANO. Ya ha cobrado!... El "boumerang", el "boumerang"... de las diez y cuarto! Ja, ja! Lo ha hecho polvo!... Ja, ja, ja! (Todos le rodean.) BREMN. No ha sido nada. No ha sido nada, seor Meighan. Un "boumerang" que hemos tirado hace un rato y que al volver inesperadamente... MEIGHAN. Lo que ha ocurrido me lo explicarn ustedes a bordo, y el pago del alquiler espero recibirlo all tambin... BREMN. S, seor Meighan, ah vamos. EMILIANO. Yo no le dejo a usted solo, doctor MEIGHAN. Y mucho cuidado con lo que se hace! (Mutis por la derecha de Meighan, Emiliano, el Doctor y los Marineros.) VALENTINA. No nos faltaba ms que esto!... HORTENSIA. Est visto: no podemos ya vivir ni en una isla desierta!... (Se va por la izquierda. Quedan solos Valentina y Ricardo.) VALENTINA. A Europa! RICARDO. A Europa! VALENTINA. Otra vez a la civilizacin con todos los sufrimientos que la civilizacin reserva. RICARDO. Y ni el paludismo, ni el "boumerang", ni nada le mata a uno... VALENTINA. No pienses ms en conseguir la terminacin de nuestros sufrimientos a costa de un pecado mortal. Es preciso tener valor y resistir hasta el fin... RICARDO. Hasta el fin... Hasta qu fin? Si para nosotros el fin no existe... VALENTINA. Si hubiramos podido presumir que bamos a llegar a esto... RICARDO. S; si hubiramos podido presumirlo... VALENTINA. (Acercndose a l y apoyndose en su hombro.) Pero nos queramos mucho... RICARDO. Mucho!... VALENTINA. Y qu enamorados no hubieran recibido con jbilo una cosa que les permita prolongar el amor aos y aos, infinitamente? No recuerdas la emocin y la alegra con que aquella tarde, al tomarnos las sales, me dijiste: "Es la primera vez que un enamorado puede preguntar con razn si le van a querer siempre!" RICARDO. S. Me acuerdo. Pero para la Humanidad, hasta la palabra "siempre" tiene un sentido limitado, y slo para nosotros tiene sentido exacto la palabra "siempre"... Y es horrible! VALENTINA. Horrible!... Pensar que hubo un da en que nos regocijaba la idea de que, gracias a la inmortalidad, conoceramos nietos, bisnietos, e hijos de bisnietos y nietos de bisnietos!... Y, ya ves, ni la vejez de los hijos hemos podido resistir! Porque todos los padres, al envejecer y degenerar con los aos, sienten el goce de contemplar la juventud arrogante de sus hijos, y nosotros hemos asistido a la decadencia y a la degeneracin de los nuestros, mientras nosotros conservbamos una juventud que les corresponda a ellos. Y era como si se la robsemos. RICARDO. Nuestra juventud, Valentina, no es ms que exterior. Aunque no se envejezca, se envejece. Y ya tengo noventa y tres aos y t ochenta y ocho. Y por mucho que queramos olvidarla, la verdad es que en nuestras almas, casi centenarias, ya no hay deseos, ni ilusiones, ni ensueos; ya no hay ms que esa cosa helada que es la senectud. VALENTINA. Sin embargo, yo... Hay das que recobro los nimos y pienso en que, si hiciramos un esfuerzo sobre nosotros mismos, quiz logrramos vernos mutuamente de otra manera. RICARDO. De otra manera? VALENTINA. Como antes... Como entonces...Comentando Cuatro corazones con freno y marcha atrs - Pgina - 29Para contacto: [email protected] 29. Antonio Garca Mega - Doctor en Filologa HispnicaPortal Web personal Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educacin. (http://angarmegia.com)RICARDO.(Rompiendo a rer.) Como entonces... Con dos hijos ya viejos... Con una nieta que no tardar en casarse... Y con casi un siglo en el alma... As crees que