Download - DIOS EL DE LAVIDA
JOAQUÍN YEBRA SERRANO
ELDIOS
DE LAVIDAEL “DIOS DE LA VIDA” REVELADO EN JESÚS DE NAZARET FRENTE A LOS “DIOSES MUERTOS” AUSPICIADOS POR EL SISTEMA DE ESTE MUNDO: UNA INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN.
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EL “DIOS DE LA VIDA” REVELADO EN JESÚS DE NAZARET FRENTE A LOS “DIOSES MUERTOS”
AUSPICIADOS POR EL SISTEMA DE ESTE MUNDO: UNA INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN.!!
!!!!!!!!!!Pr. Joaquín Yebra.
!!!!!!!!Madrid y Junio de 2019.
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!INTRODUCCIÓN:
!Afirmar hoy en día que creemos en Dios no es decir mucho.
!Dicen “creer en Dios” los que ponen bombas y matan a hombres, mujeres y niños en
alguno de los nombres de su “dios”.
!Dicen “creer en Dios” los que bombardean sistemáticamente territorios que anhelan
conquistar, especialmente aquellas tierras que poseen petróleo, cuyas víctimas jamás
aparecen en los medios de comunicación, sino que permanecen en el más oscuro
anonimato.
!Dicen “creer en Dios” los asesinos de “guante blanco” que con tan sólo subir una
décima el interés de los préstamos internacionales condenan a la hambruna y la
miseria a millones de hombres, mujeres y niños en el llamado “Tercer Mundo”, el que
ha sido creado por ellos mediante en enriquecimiento del “Primer Mundo”, el suyo.
!Dicen “creer en Dios” quienes ordenan levantar muros de hormigón y verjas con
concertinas para evitar compartir su bienestar con sus hermanos más desfavorecidos.
!Dicen “creer en Dios” las iglesias que guardan silencio ante estas realidades para
conservar su status y las prebendas recibidas de sus patrocinadores, algunos de los
cuales actúan desde la oscuridad, y otros abiertamente, pues saben que la mayoría de
los humanos miran en otra dirección.
!¡Cuántos empobrecidos es menester “fabricar” para lograr un solo enriquecido!
!Necesitamos especificar quién es el Dios en quien decimos creer, pues de lo contrario,
“creer en Dios” puede no significar nada en absoluto, o ser un mero convencionalismo
clasista, como lamentablemente ocurre en gran cantidad de casos.
!En una sociedad como la nuestra, plagada de ídolos –dinero, poder, mercado libre,
comprendido el del sexo, tecnología, y sobre todo un mercantilismo sin alma- el hecho
de decir que creemos en Dios confunde a muchos y resulta ser algo bastante
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complejo, frecuentemente ligado a intereses y compromisos socioeconómicos
revestidos de ideología.
!A esto hemos de añadir la grotesca realidad de cientos de denominaciones
autodenominadas “cristianas” que pretender ser la verdadera iglesia de Jesucristo, en
cuyas organizaciones abundan aparentes pseudointelectuales que leyendo los mismos
textos llegan a conclusiones absolutamente dispares, por cuanto son auspiciados por
quienes defienden intereses frecuentemente enfrentados y generalmente
inconfesables.
¿Por qué se trata de algo complejo y confuso afirmar que “creemos en Dios”?
!Porque pueden formularse una serie de preguntas críticas a las que muchos creyentes
no saben responder, o bien sólo pueden recurrir a frases estereotipadas de un
simplismo atroz, incluso fácilmente risibles para quienes ya dejaron de creer en la
existencia de “Caperucita Roja y el Lobo Feroz” o “Los Tres Cerditos”.
!¿A qué Dios adoramos?
!¿Qué Dios es el que da sentido a nuestra vida?
!¿Qué Dios señala hacia la superación de actitudes explotadoras y alienantes?
!¿En qué nos distingue afirmar que creemos en Dios de aquellos que niegan su
existencia?
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!HAGAMOS UN PRIMER INTENTO DE REFLEXIÓN:
!Si somos sólo mínimamente observadores, si tan sólo vivimos en la sociedad general,
y no en una burbuja artificial de las generadas por la religión organizada, nos
habremos percatado de que apenas contactamos con la gente de nuestros días.
Sencilla y llanamente no logramos comunicarnos.
!Habiendo pastoreado durante 47 años y servido en varios centros de formación
teológica evangélica, así como en medios evangélicos de comunicación –radio y
televisión- he podido constatar que o estamos sordos a las preguntas que se formulan
los hombres y mujeres de nuestra sociedad o solamente nos escuchamos a nosotros
mismos. Es harto probable que se trate de ambas cosas.
!La prueba la hallamos en las respuestas tan simplistas, abstractas y recurrentes que
suelen darse en nuestros medios, así como en las respuestas que solemos dar a
preguntas que realmente nadie nos formula, por paradójico que esto nos parezca.
!Dar respuestas a preguntas que nadie formula, o bien aportar respuestas a cuestiones
que se hicieron los hombres de hace siglos, me parece que se trata de una labor sin
sentido.
!Hay círculos en los que parece que los temas que ocupan su atención y estudio son
del siglo XVI, relativos a cuestiones que hoy a nadie interesan.
!Frecuentemente pienso que no somos conscientes del mundo en que vivimos. Por eso
creo que sería muy conveniente para iniciar nuestra reflexión, y valientemente salir de
la burbuja, considerar el mundo en el que nuestro Señor Jesucristo vivió y el que nos
ha correspondido vivir a nosotros.
!Y a tal efecto, creo que sería también apropiado aproximarnos al mundo en el que el
Verbo Divino fue hecho carne y habitó entre los hombres y mujeres de una época
histórica en la que la idolatría y el fetichismo pululaban, al igual que en nuestros días.
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Diferencias entre ambos mundos podemos hallar, sin duda, pero las similitudes son
también suficientemente abundantes como para que de ellas podamos sacar lecciones
importantes, muy olvidadas o desconocidas en grandes círculos de la cristiandad.
!Jesús tuvo que combatir muchas falsas imágenes de Dios, y de ahí su permanente
polémica con los dirigentes sociales, políticos y religiosos de sus días, con quienes el
conflicto fue en constante aumento, hasta llegar a la Cruz.
!Esa imagen de Dios revelada por Jesús formó parte de la predicación del Evangelio de
las primeras comunidades cristianas, pero lenta y progresivamente ha ido
difuminándose hasta quedar muy emborronada por la invasión de la filosofía griega y
otras corrientes de pensamiento que han servido de sustrato para el establecimiento
de intereses absolutamente ajenos a los principios del Evangelio de Jesucristo, el del
Reino de Dios y de la Gracia.
!Lamentablemente, cuando el cristianismo cayó en manos del Imperio Romano y se
produjo el maridaje entre la iglesia y el estado, a lo que siguió la entrada de los
dogmáticos intransigentes, la simpleza, la llanura y la frescura del mensaje de Jesús
de Nazaret comenzó a enturbiarse hasta llegar el oscurantismo que ha echado raíces
hasta el presente, aumentando su contaminación con el paso de los siglos y los
diversos maridajes desiguales en los que el cristianismo institucional ha caído preso.
!La imagen de Dios revelada en Cristo y por Cristo se fraguó en la dialéctica del
enfrentamiento, la polémica y la destrucción de los ídolos que representó la praxis y la
palabra del Nazareno.
!La imagen de Jesús como fundador de una iglesia organizada, estructurada y
jerarquizada no puede ser más falsa de lo que es. Jamás hallaremos en las páginas
del Nuevo Testamento fundamento alguno para justificar la existencia de unas
instituciones eclesiásticas tan semejantes a los partidos políticos y a las
organizaciones sindicales.
!Sinceramente, no es menester profundizar demasiado para percatarse de esta
realidad, a menos que estemos drogados por el viejo opio adormecedor, soñando
plácidamente en la “Inopia”.
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!Uno de los primeros descubrimientos que realizamos es el hecho de que Jesús de
Nazaret, mientras estuvo entre nosotros, no fue un maestro de religión, sino de
espiritualidad.
!Jesús no fue un clérigo, sino un laico. Y de ahí surgió la práctica totalidad de los
conflictos que nuestro Señor experimentó con la superestructura religiosa de su
momento histórico.
!Nada diferente hubiera acontecido si la llegada de Jesús de Nazaret hubiera
acontecido en cualquier otro período de la historia, comprendida nuestra propia
actualidad.
!Por eso es que debemos recurrir directamente a la imagen de Dios que el propio Jesús
nos ha proporcionado con su práctica dadora de vida, no de religión muerta.
!Evangelio según Juan 1:18:
!“A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo
ha dado a conocer.”
!Jesús de Nazaret no vino para fundar y establecer un sistema religioso, sino para dar a
conocer al Padre.
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!JESÚS TUVO QUE COMBATIR LAS IMÁGENES DE DIOS QUE PREVALECÍAN EN
SU DÍA.
!La teología de nuestro Señor Jesucristo no siguió los principios de nuestra teología
sistemática, siempre con tufo a filosofía griega y humanismo, sino una narrativa vital
en la que descubrió y desmontó todas las falsas imágenes de Dios que oprimían las
conciencias y las prácticas de los judíos de su tiempo, muchas de las cuales continúan
activas en nuestro presente.
!A partir de esa narrativa vital de Jesús –su vida, palabra y obra- el Dios de Jesús se
hizo más presente como Dios de la Vida:
!Evangelio según Juan 10:10:
!“El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan
vida, y para que la tengan en abundancia.”
!¡Qué ocasión tan magnífica para que Jesús hubiera afirmado haber venido para
establecer la “religión verdadera”!
!Sin embargo, Jesús declaró no haber venido para establecer un sistema religioso, ni
uno más, ni siquiera uno mejor, sino que, en sus propias palabras, declaró: “Yo he
venido para que tengan vida en abundancia”.
!El Verbo de Dios, uno con el Padre, siendo el Autor de la Vida, vino para darnos vida
abundante, vida en plenitud.
!Jesús revela en sí mismo al Dios de la Vida Abundante en medio de un contexto de
opresión, explotación y alienación de las vidas y las conciencias de los hombres y
mujeres, de entonces como de hoy.
!Jesús de Nazaret encarna al Dios de la justicia y la liberación:
!Evangelio según Mateo 6:33:
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!“Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas (comida,
bebida y ropa) os serán añadidas.”
!El Israel en que Jesús se desenvuelve se basaba económicamente en un sistema que
conjugaba la producción tributaria y el esclavismo que se da en todos los imperios. Y
cuando decimos “todos”, nuestra intención es querer decir “todos”, sin ninguna
excepción.
!Mediante fuertes impuestos, el Estado se apropiaba de la mayor parte del excedente
de las comunidades campesinas –hoy lo llamaríamos “extracción de las plusvalías”-
pero sin ofrecer a cambio ningún beneficio social, ninguna prestación social, en el
lenguaje de nuestros días.
!Por otra parte, el sistema esclavista implicaba que el amo fuera dueño no sólo de las
tierras y de los demás medios de producción, sino también de los seres humanos y
sus conciencias, considerados como meros instrumentos de trabajo, como
herramientas desechables, como meros números estadísticos.
!Además de esto, hemos de tener en cuenta el carácter colonial de la economía judía
de la época respecto a Roma, el imperio dominante en el siglo I de nuestra era, que
mediante un complejo sistema tributario obtenía la mayor parte de los beneficios
obtenidos del trabajo del pueblo.
!En este contexto existía una serie de clases sociales que se beneficiaban de aquella
estructura económica opresiva:
!Por una parte estaba la nobleza sacerdotal, llegando la corrupción religiosa a que
fuera el reyezuelo Herodes quien nombrara al Sumo Sacerdote de Israel y destituyera
a los sacerdotes contrarios a sus intereses políticos y económicos, tal como ha venido
ocurriendo en el curso de la historia de Occidente.
!Por otra parte, el Sanedrín, tribunal supremo de Israel, estaba en las manos de la
nobleza sacerdotal y los terratenientes que habían ido desposeyendo a los
campesinos de sus haciendas mediante el endeudamiento.
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!Los escribas eran una nueva clase social en rápido crecimiento, radicando su
influencia en el ámbito del conocimiento, ostentado los puestos claves de la justicia, la
educación y la administración.
!Aquí podríamos también incluir a los herodianos, es decir, los funcionarios de la corte
de Herodes, los chupópteros y demás parásitos arrimados al centro de poder de una
monarquía que servía de tapadera, como sucede en nuestros días, para encubrir la
corrupción y la explotación.
!Frente a aquella red de la superestructura estaban los jornaleros, los trabajadores
artesanales, los pequeños comerciantes, los levitas y los sacerdotes no pertenecientes
a las clases dominantes del alto clero del Templo de Jerusalem.
!A estos habría que añadir a los marginados a nivel económico y social, auténticos
paupérrimos, aquellos que Jesús más frecuentaba y que más se beneficiaron del
Maestro, aquellos que volvieron del Gólgota golpeándose el pecho.
!Creo que si no estamos en la “inopia”, repito, dentro de cualquiera de las burbujas
existenciales con que nos pretenden adormecer, y que lamentablemente en muchos
casos consiguen, todo esto tiene que sonarnos muy actual y familiar.
!Jesús tuvo también que enfrentarse al fetichismo simbólico-religioso materializado por
el centro “Ley-Templo”.
!Cuando nos referimos a la Ley, naturalmente que no queremos decir la Santa Ley de
Dios, que es perfecta y convierte el alma, sino la interpretación dada por el alto clero
del momento.
!Y al referirnos al Templo, no lo hacemos pensando en la Casa de Oración para todos
los pueblos, con que fue originalmente erigida aquella Casa de Santidad, sino en lo
que se había llegado a convertir bajo el control de los mercaderes de religión de la
época.
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Tengamos en cuenta que el “fetichismo”, un término que creo ilustra mejor que
“idolatría” una realidad constatable, es el proceso dialéctico de inversión de las
re lac iones humanas , med ian te e l cua l un de te rm inado ob je to es
“personalizado” (adorado, reconocido como ‘dador de vida’, o como ‘absoluto’),
mientras que el sujeto es “cosificado”, objetualizado.
!El “fetichismo” es el fenómeno por el que cualquier persona, institución u objeto es
convertido en un absoluto. Es así de sencillo.
!De ahí también se desprende la “cosificación” del propio Dios, entiéndase de su
concepto, reduciéndolo a objeto manipulable.
!¿No habéis observado que incluso quienes hacen ostentación de conocer las
Sagradas Escrituras citan el Mandamiento del Señor erróneamente, diciendo “amarás
a Dios sobre todas las cosas”?
!Jesús no dijo “amarás a Dios”, sino “amarás al Señor tu Dios”, y no se refirió “al
prójimo”, sino igualmente “a tu prójimo”.
!En ese proceso fetichista o idólatra el adorador se vacía de sí mismo, se proyecta en
el ídolo y deposita su propia esencia humana en el fetiche de que es objeto su
adoración.
!Ese es el proceso mediante el cual el estado secular es sacralizado, y en ciertos
círculos sucede lo mismo con un partido político o un sistema económico.
!Ciertamente, los judíos no tenían ídolos de imágenes plásticas, como sus pueblos
circunvecinos, pero el propio Templo de Jerusalem había llegado a ser el fetiche
fundamental para la nación.
!Este fenómeno, que permanece plenamente vigente hasta nuestros días, se dio
también en el Israel contemporáneo de nuestro Señor Jesucristo.
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La Santa Ley de Dios, que debería ayudar a los hombres y mujeres israelitas a
encontrar al Dios de la Vida, se transformó en manos de los legalistas dogmáticos en
una terrible esclavitud.
!La Santa Ley de Dios había sido diseñada por el Señor como “Constitución del Pueblo
Liberado”, señal efectiva de la Alianza entre Dios y su pueblo, pero, repito, en manos
de los legalistas dogmáticos se había convertido en lo más opuesto y contrario. Así
actúan los legalistas dogmáticos de todos los tiempos.
Los 613 mandamientos (248 positivos y 365 negativos) habían sido interpretados de
tal manera que la Santa Ley de Dios había quedado progresivamente reducida a mera
casuística.
!De ese modo, la Ley había sido convertida en objeto absolutizado, mientras que el
“sujeto-ser humano” fue relativizado y convertido en dependiente de la Ley, o mejor
dicho, de la interpretación de la Ley por parte de los legalistas dogmáticos movidos por
la creciente intransigencia.
!Ese formalismo legal sólo podía y puede generar una imagen de Dios como
“justiciero”, lo que fácilmente podía y puede convertirle en instrumento de dominación
de parte de los poderosos sobre los más débiles y vulnerables, es decir, por parte de
los enriquecidos sobre los empobrecidos.
!Y lo que es todavía más: sirviendo de justificación de las clases sociales, y atribuyendo
su existencia a la voluntad soberana de Dios.
!Así es como podemos aproximarnos a las palabras de nuestro Señor Jesucristo
respecto al Día de Reposo, cuando afirmó:
!Evangelio según Marcos 2:27:
!“El Sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del Sábado.”
!Las tradiciones y los requisitos legales respecto a la observancia del Sábado se
habían llegado a ampliar para el primer siglo, y los procedimientos para su
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cumplimiento habían borrado el propósito del Séptimo Día de parte de Dios,
inmediatamente después de la creación del ser humano:
!Génesis 2:1-4:
!“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. El séptimo día
concluyó Dios la obra que hizo, y reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho.
Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra
que había hecho en la creación. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra
cuando fueron creados.”
!El Día de Reposo, a todas luces regalo de Dios a los seres humanos inmediatamente
después de su creación, representa el tiempo del sosiego, del descanso, de la paz, de
la santidad y de la comunión de Dios con sus hijos, los hijos e hijas de los hombres,
sus delicias.
!De todos los días de la Creación, en los que el Señor vio que todo era bueno, Dios
santificó y bendijo solamente el séptimo, indicando con ello que le pertenece de
manera muy especial, y que esa pertenencia era de parte de Dios para el hombre, y de
parte del hombre para Dios.
!De hecho, la voz “kadosh”, en sus formas de adjetivo, “santo”, y de verbo, “santificar”,
aparece en las Sagradas Escrituras primeramente en este texto del libro de Génesis y
referido a la santidad de Séptimo Día.
!Por eso es que la santificación del Sábado no aparece primeramente en el Cuarto
Mandamiento del Decálogo, la Santa Ley de Dios de alcance universal, y que hemos
de distinguir de la Ley Ceremonial, sino el Decálogo escrito por “el dedo de Dios”, y
cuyo origen se halla en la acción personal creadora de Dios como corona de la
semana de la Creación.
!Lamentablemente, los legalistas dogmáticos habían robado al Día de Reposo todo el
placer y la bendición del propósito de Dios para su celebración por parte de los
hombres.
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Los conflictos de nuestro Señor Jesucristo con los religiosos de su momento se
centraron en la interpretación de los clérigos respecto al sentido del Día de Reposo,
así como respecto al Templo de Jerusalem, lamentablemente convertido en un ídolo,
en un fetiche, es decir, en un objeto absolutizado.
!El Templo de Jerusalem proporcionaba a los dirigentes de Israel ingentes recursos
económicos que provenían del comercio de la carne de los sacrificios, los impuestos
del Templo, y la remisión de los votos, a lo que hemos de añadir el cambio de moneda
de los peregrinos por la moneda del Templo, así como el alquiler de espacios en el
atrio de los gentiles para la instalación de las tiendas de venta de animales para los
sacrificios y el cambio de moneda de los peregrinos y de los nacionales.
!El Templo de Jerusalem, que había sido erigido para ser Casa de Oración y Casa de
Santidad para todos los pueblos, precisamente en su atrio para los gentiles se había
instalado un mercado.
!El desprecio por parte de las autoridades del Templo hacia el área destinada a los
hombres y mujeres de otras tierras era más que evidente.
!Los aspectos económicos, políticos y religiosos estaban íntimamente entrelazados
entre sí, de tal manera que poner en tela de juicio la vigencia de cualquiera de ellos
desequilibraba a todos los demás.
!Así es como podemos aproximarnos a las palabras de nuestro Señor Jesucristo en el
Evangelio según Mateo 21:12-13:
!“Entró Jesús en el Templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban
en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían
palomas, y les dijo: ‘Escrito está: ‘Mi casa, casa de oración será llamada’, pero
vosotros la habéis hecho cueva de ladrones’.”
!En el Templo de Jerusalem, como centro del poder que Roma permitía a la élite judía,
se daba el proceso de la máxima manipulación de la sociedad contemporánea de
Jesús.
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Por eso, la tensión entre “lugar sagrado” y la profecía de Jesús de la “destrucción del
Templo”, es evidente que late en las palabras de Jesús, comenzando por el diálogo
entre el Señor y la mujer samaritana junto al pozo de Jacob:
!Evangelio según Juan 4:21-24:
!“Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalem adoraréis al
Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque
la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales
adoradores busca que lo adoren. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que lo adoren.”
!Jesús enseñó claramente que el nuevo templo lo constituyen los hombres y mujeres
de corazón limpio, pobres en espíritu, es decir, quienes renuncian a las riquezas de
este mundo, y quienes confiados en el Dios de la Vida renuncian a la adoración del
dios Mamón.
!Isaías 66:1-2:
!“Jehová ha dicho: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la
casa que me habréis de edificar? ¿Dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas
estas cosas, así todas ellas llegaron a ser’, dice Jehová. ‘Pero yo miraré a aquel que
es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra.”
!La misma enseñanza nos llega en la Palabra Apostólica:
!Hechos de los Apóstoles: 7:48-50:
!“El Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: ‘El cielo es mi
trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? o ¿cuál es el lugar
de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?”
!Hechos de los Apóstoles 17:24:
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“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de
la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas.”
!Visto el proceso de sutil idolatría social, económica, política y religiosa que se daba en
la tierra de Israel en los días de Jesús en la carne, debemos preguntarnos quién era
realmente el “Dios del Templo”, el emergente del centro de poder que legitimaba la
acumulación máxima de empoderamiento, alienando y esclavizando progresivamente
a los más vulnerables y empobrecidos del pueblo.
!El “Dios del Templo”, el de los enriquecidos, fue el ídolo que Jesús combatió desde el
mismísimo principio de su ministerio público. Y ese enfrentamiento fue el que sirvió en
las manos de los poderosos para tratar de destruirle y llevarle a la Cruz del Calvario.
!Esa fue su meta. Creyeron haberla alcanzado, pero Dios guardaba una sorpresa para
aquellos hombres sin escrúpulos.
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!¿CUÁLES ERAN LAS CARACTERÍSTICAS DEL “DIOS DEL TEMPLO” QUE JESÚS
TUVO QUE COMBATIR?
!El “Dios del Templo” era el “dios del intercambio interesado”, acomodado al sistema,
como ha venido aconteciendo en el curso de los siglos, hasta nuestros días.
!¿Qué queremos decir por un “dios del intercambio interesado”?
!Los romanos definieron perfectamente el significado de este concepto mediante la
locución latina “do ut des”, es decir, “doy para que me des”.
!Le damos algo a ese “dios” para que nos dé lo que creemos que nos corresponde o lo
que estimamos que merecemos, o lo que se nos otorga por los servicios prestados al
poder establecido.
!Es el “dios” que genera la clase de fe que llevamos años definiendo como “fe
transaccional”; una especie de “comercialización” de la creencia humana, a millones
de años-luz del sentido de la “fe” en las Sagradas Escrituras.
!Un “dios” regido por las leyes comerciales del cambio, cuyo valor máximo es
precisamente ese “valor del cambio”, es decir, el “dios del mercado”, cuya conciencia
es totalmente inexistente, como el resto de las instituciones del sistema que nos rige,
el que ha venido cambiando de nombre, pero que responde a los mismos intereses.
!Un “dios” autocomplacido, narcisista, centrado en el consumo del sacrificio de
animales, votos, promesas, diezmos, donaciones, simonía y nicolaitismo, y hoy dirigido
hacia el reconocimiento de los poderes superiores del sistema imperante, y cuando le
es posible, participante en el maridaje con el estado secular o con otros
patrocinadores.
!Sus clérigos lacayos deberían vestir camisetas con los nombres de sus “sponsors”,
como en el fútbol profesional.
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Jesús se horroriza al ver la Casa de Oración del Padre convertida en un mercado de la
religión establecida, donde el Dios Eterno se ha reducido a un “dios” egocéntrico y
narcisista, fiel reflejo de sus creadores, que enseñaba de manera sutil que el hombre
siempre tenía que ser “menos” para que él fuera “más.”
!Jesús muestra magistralmente que ese “dios” acumulador y el ser humano se hallan
en razón proporcionalmente inversa.
!Esa imagen de un “dios” acumulador se halla intrínsecamente relacionada con el
sistema económico dominante, tributario, esclavista y acumulador.
!De ahí que los hombres y mujeres pagaran tributos a ese “dios”, razón por la cual el
sistema iba engrosándose mientras el pueblo iba progresivamente empobreciéndose.
Y este proceso no es aplicable solamente a lo económico, sino igualmente a lo mental
y a lo espiritual.
!Ese “dios”, entonces como hoy, justifica el sistema pervertido, pues la estructura
económica y la simbólico-religiosa se implican y refuerzan mutuamente, dando lugar a
la bendición del sistema religioso, en cualquier momento y contexto, sobre toda
estructura basada en el afán por el lucro y la dominación.
!La religión templocentrista afirmaba creer en un “Dios Todopoderoso”, omnipotente,
pero ¿qué imagen de poder subyacía a ese “dios”?
!Ciertamente, no era el poder del amor y la liberación de los oprimidos, sino el poder de
la dominación y la imposición amenazante absoluta.
!No debería sorprendernos que la imagen de ese “dios” haya sido, y siga siendo, un
auténtico repelente para muchos hombres y mujeres.
!Jesús se enfrenta a un “dios” ideologizado por la clase dominante, no al Dios de
Moisés, que escucha el clamor por la aflicción de los esclavos hebreos, y se identifica
con el pueblo oprimido, al que libera con “brazo fuerte”:
!Éxodo 3:7-8:
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!“Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa
de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he descendido para
librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y
ancha, a una tierra que fluye leche y miel…”
!Jesús se enfrentó a un “dios de poder” creado a imagen y semejanza de las clases
hegemónicas del momento, los señores poderosos de aquellos días.
!Un “dios” dominante legitima siempre la apropiación del excedente de las masas
trabajadoras, justifica el “status quo” y, por consiguiente, el modo de producción
tributario dominante en todos los imperios, y en sus lacayos de la periferia bajo su
influencia.
!Ese “dios” siempre estará de parte de los dominadores, por cuanto ellos son quienes lo
han creado, es obra suya, a su propia imagen y semejanza, y sus efectos lo
demuestran patentemente.
!Ese “dios” se asemeja a los “robots” con los que el poder procurará dirigirnos en un
próximo futuro, ante cuya perspectiva de angustia exclamamos: “¡Ven pronto, Señor
Jesús!”
!Jesús se enfrentó a un “dios” legalista, pero no de la Santa Ley de Dios, que en el
Salmo 19:7 se nos dice que “es perfecta y convierte el alma”, sino el “dios” de la
perversión e inversión de la Santa Ley divina, originalmente dada por el Señor Eterno
como instrumento liberador y antiopresor.
No podemos olvidar que Dios otorga el Decálogo a Israel para que nunca más fueran
esclavos de ningún imperio, y ellos tampoco cayeran en la tentación de ser un imperio
esclavizador de ningún otro pueblo.
!Liberados para liberar, amados para amar, perdonados para perdonar, beneficiados
para ser benefactores. Ese es el esquema divino.
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Del mismo modo que se nos revela que el Sábado es para el hombre, y no el hombre
para el Sábado, la Santa Ley de Dios, el Decálogo, es para el hombre, no el hombre
para la Ley.
!Por eso hemos dicho ya, y repetimos, que la idolatría siempre produce una dramática
inversión frente a la vida.
!Jesús se enfrentó a un “dios” fúnebre. ¿Qué queremos decir por un “dios fúnebre”?
!El “dios” de los sumos sacerdotes, de los saduceos, de los escribas, en realidad de los
sacerdotes de todos los tiempos, dentro del sistema de la religión templocentrista de
cualquier época, era y es un “dios fúnebre”, un “dios de los muertos” que sólo puede
fomentar la necrofilia de los adoradores del túmulo divinizado.
!Pudiera ser que esos rasgos de necrofilia que se conservaban en el sistema religioso
del Israel de los días de Jesús fueran vestigios de la influencia del sistema faraónico
egipcio durante los años de permanencia del pueblo hebreo en esclavitud.
!La Biblia testifica con suma claridad que los ídolos son siempre “dioses muertos” y
“dioses de muertos”. Por eso tienen boca, pero no tienen aliento; tienes ojos, pero no
ven; tienes pies, pero no andan, sino que tienen que ser llevados:
!La descripción de los “dioses muertos” que hallamos en el pasaje de Jeremías 10:1-16
es insuperable:
!1: “Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel.
!2 Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo
tengáis temor, aunque las naciones las teman.
!3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron,
obra de manos de artífice con buril.
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4 Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva.
!5 Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar.
No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen
poder.
6 No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío.
!7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque
entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti.
!8 Todos se infatuarán y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el leño.
!9 Traerán plata batida de Tarsis y oro de Ufaz, obra del artífice, y de manos del
fundidor; los vestirán de azul y de púrpura, obra de peritos es todo.
!10 Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la
tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.
!11 Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la
tierra y de debajo de los cielos.
!12 El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y
extendió los cielos con su sabiduría;
!13 a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo
postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus
depósitos.
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14 Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo
fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella.
!15 Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán.
!16 No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de
su heredad; Jehová de los ejércitos es su nombre.”
!Los ídolos siempre muestran rasgos titánicos, crueles, y demandan sacrificios
humanos pues están sedientos de sangre, como sus creadores, pero en los días de
nuestro Señor Jesucristo los rasgos bestialmente brutales de los “dioses” al estilo de
Moloc, con sus sacrificios de niños y niñas en el Valle de los Hijos de Hinón, habían
sido suavizados, espiritualizados.
!Sin embargo, el Dios Verdadero no podía ni podrá ser jamás engañado, por mucho
maquillaje y edulcoración a las que lo sometamos.
!Las palabras del Señor a los dirigentes de su pueblo, al que no denomina por su
nombre de Israel, sino como “Sodoma y Gomorra”, tienen mucha enseñanza para
nosotros:
!Isaías 1:10-20:
!10 “Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
!11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy
de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de
bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
!12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de
mí para hollar mis atrios? Página � de �21 53
!13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día
de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas
solemnes.
!14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma;
me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.
!15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo
cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
!16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos;
dejad de hacer lo malo;
!17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al
huérfano, amparad a la viuda.
!18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán
a ser como blanca lana.
!19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
!20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de
Jehová lo ha dicho.”
!Naturalmente, su espacio sagrado tenía que ser el Templo, ya no “Casa de Oración
para todos los Pueblos”, sino centro comercial, o en labios de Jesús “cueva de
ladrones”. Página � de �22 53
A lo que Jesús se enfrentó, lamentablemente también penetró no tanto tiempo
después en la unión del estado secular con la iglesia, del Imperio Romano con el
emperador Constantino I, con lo que la Roma de los césares pasaría a ser la Roma de
los papas, heredera de la pompa y el boato de su nefasta reminiscencia imperial.
La verdadera espiritualidad, la vivida y enseñada por nuestro Señor Jesucristo, nada
tuvo que ver con la lamentable conjugación de la religión con otros poderes e
intereses.
Nada tuvo que ver con la realidad de entonces, ni con la realidad de hoy.
Hubo épocas en nuestro Occidente en que las autoridades eclesiales vendidas al
estado secular ejercían un poder absoluto, poniendo y deponiendo reyes, promoviendo
guerras entre hermanos e imponiendo pacificaciones.
Esos siglos de alianzas entre el trono y el altar, entre la cruz y la espada, fueron los
períodos históricos de más violencia que ha conocido nuestro Occidente.
La violencia religiosa practicada en nombre de Dios, y que continúa hoy en algunos
sectores religiosos, dio lugar a la tortura y la quema de inocentes, la ignominia del
Santo Oficio de la Inquisición y la promoción de guerras devastadoras.
La religión organizada sigue formando y dejándose dirigir mayoritariamente por
hombres que sólo son burócratas de la religión establecida, generalmente miembros
de la gerontocracia o de sus lacayos, que sólo busca siervos obedientes en lugar de
fieles creativos, que sólo pretende inmortalizarse sobre el fundamento del infantilismo
y la ciega subordinación de la obediencia bajo el temor, su régimen favorito.
Aquel sistema religioso al que Jesús se enfrentó sigue existiendo en nuestros días
bajo distintas nomenclaturas; un sistema que adora a un “dios” desinteresado en la
alteridad de los hombres, la diferencia y autonomía de los seres humanos; un “dios”
preocupado solamente por su propia gloria egocéntrica, a millones de años-luz de la
máxima que dice: “Gloria Dei, vivens pauper”, “la Gloria de Dios es que el pobre viva.”
Fue Ireneo de Lyon, teólogo del siglo II d.C., quien acuñó esta frase reveladora de un
misterio imposible de imaginar para el ser humano, y es que “la mayor gloria de Dios
es la liberación de los oprimidos”.
Jesús de Nazaret revela que a Dios, el Dios vivo y verdadero, nadie lo puede
domesticar, no está aprisionado por ninguna religión, credo, nacionalidad o etnia.
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El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo no es un “Dios Cautivo”, sino el Señor
capaz de crear hijos e hijas de las propias piedras.
Jesús polemizó con los leguleyos de sus días en la carne, y estamos convencidos de
que su polémica continúa en nuestros días con los fariseos de la cristiandad.
La presencia del Señor entre nosotros hoy por medio de la bendita persona del
Espíritu Santo es don, regalo, y tarea que se nos ha encomendado, por lo que esa
presencia suya es y será siempre una dádiva que demanda una respuesta ética, es
decir, frutos de arrepentimiento y justicia.
Jesús revela al Dios que no sólo no puede ser engañado, sino que tampoco puede ser
comprado, ni con dinero ni con apariencias de santidad.
El Señor se ofrece libremente y anhela ser acogido igualmente, ni de modo
manipulador ni dominador.
Es una violación del Evangelio de Jesucristo, el del Reino de Dios y su Mesías,
predicar el amor redentor y la bondad salvífica de Dios a personas que son víctimas de
discriminación e injusticia, sin dirigir una palabra profética de protesta contra sistemas
político-sociales represivos y abusadores de la dignidad humana.
Vamos a concluir este capítulo recordando las palabras de Monseñor Oscar Arnulfo
Romero (1917-1980), asesinado por su cercanía al pueblo un 23 de marzo de 1980:
“La religión no consiste en mucho rezar; la religión consiste en esa garantía de tener a
mi Dios cerca de mí, porque les hago el bien a mis hermanos.
La garantía de mi oración no es el mucho decir palabras; la garantía de mi plegaria
está muy fácil de conocer: ¿Cómo me porto con el pobre? Porque allí está Dios… La
manera como le mires, así estás mirando a Dios.
Los méritos de cada hombre y de una civilización se medirán por el trato que
tengamos para el necesitado y para el pobre.”
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!EL DIOS QUE JESÚS DE NAZARET ENCARNA, VIVE Y REVELA.
!Mediante su vida, su práctica, su testimonio, sus palabras y sus hechos, Jesús abre un
horizonte que muestra al Dios viviente, el Dios de la Vida.
En los días de Jesús en la carne, según se desprende de los Evangelios, cuando
hacemos de ellos una lectura no influenciada por el iglesianismo, contemplamos una
auténtica lucha entre el “ídolo de la muerte” y el Dios de la Vida, el que despeja del
alma humana todos los signos de oscuridad y muerte.
Todas y cada uno de las afirmaciones de nuestro Señor Jesucristo chocan
frontalmente con la imagen pervertida, manipulada y explotadora del “dios” del
templocentrismo.
Las enseñanzas de Jesús de Nazaret fueron, y siempre serán, una antítesis
permanente por cuyo medio Jesús reveló al Dios de la Vida.
Cuando leemos los Evangelios desde una perspectiva no eclesiastizada,
comprobamos que Jesús revela la existencia de dos religiones, las que siempre ha
habido desde la noche de los tiempos: “La religión de la vida”, o “religión de la
creación”, y “la religión del imperio”, cualesquiera sea el de turno, y la lucha entre
ambas religiones cubre todo el período de la historia humana conocida.
El “Dios de la creación”, el “Dios de la vida”, es el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, el que descubre el velo de la religión organizada y da a conocer su
auténtico rostro de muerte.
El “Dios” de la religión de la creación está “en”, “más allá” y “entre” los hijos e hijas de
los hombres, y es fácil de hallar en los mares, en los ríos, en los lagos, en las
corrientes de los montes, en los campos, en los sembrados, en las aves, en las bestias
del campo y en la intimidad de los humanos.
Ese fue el medio en el que Jesús se desenvolvió y mostró a su Padre a sus hermanos
menores, los hijos e hijas de los hombres.
La “religión de la creación” se caracteriza por las relaciones igualitarias, por la
hospitalidad y el amor. Sus recursos son abundantes, y la cooperación y el apoyo
mutuo son sus características fundamentales.
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En la espiritualidad de la “religión de la creación”, el Dios de la Vida conduce al hombre
al encuentro con la realidad de ser “inquilinos” en este mundo, cuidadores de la
creación, mayordomos, administradores, “lugartenientes” de Dios, no dueños y
señores para procurar el dominio y la explotación de los débiles.
La praxis de esa religiosidad es, como Jesús enseña, amar a Dios desde el fondo del
corazón, con todas nuestras fuerzas y toda nuestra mente, y a nuestro prójimo, a
nuestro vecino, como nos amamos a nosotros mismos.
Ahí se sintetiza la Santa Ley de Dios. Pero Jesús irá más allá, mostrándonos que en
su seguimiento podremos amar a nuestro prójimo, no ya solamente como a nosotros
mismos, sino como Él nos ha amado.
Si eso falta, los mandamientos no sirven para nada. Solamente serán letra que mata,
carente del Espíritu que vivifica, que da vida.
Es más, ante la ausencia del Espíritu los preceptos divinos serán suplantados e
invalidados por las tradiciones de los hombres, quienes los manipularán a su
conveniencia, como se demuestra estudiando la historia de la Iglesia institucional.
Los “dioses” de la religión del imperio son cadáveres de piedra o madera que “viven”
en los templos hechos de manos humanas, cerca siempre de los palacios de los
enseñoreados y enriquecidos, cuidados por los sacerdotes elitistas que forman una fría
jerarquía encargada de reforzar y robustecer el sistema auspiciado por las
privilegiadas castas ganadoras.
Las interacciones de los individuos bajo el sistema del “dios del imperio” están
marcadas por la sospecha y la violencia, las intrigas palaciegas, las relaciones
coercitivas, la manipulación, el afán por el lucro y el dominio, la alienación, la guerra
perpetua, la comida basura, los pesticidas y la devastación ecológica, mientras los
dirigentes mirarán en otra dirección.
Frente a la violencia, la esclavitud y la destrucción del imperio de turno, sólo hay una
opción, y es “salir”.
Abram fue llamado por el Señor a salir de la capital del imperio babilónico, a dejar su
casa y parentela, el sistema religioso idolátrico que le mantenía cautivo, y emprender
un camino guiado por el Señor, sin saber a dónde se dirigía. Y por eso fue amigo de
Dios y padre de la fe.
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Lo mismo podemos ver en la llamada del Señor a Moisés a salir del imperio faraónico
egipcio para poder liberar a las tribus hebreas.
Abraham tiene 75 años y Moisés 80 cuando ambos oyen la llamada de Dios a
emprender la marcha y salir del sistema.
Y al final de los tiempos, el remanente fiel a Jesucristo es igualmente llamado a salir
del sistema denominado simbólicamente “Babilonia la Grande”:
Apocalipsis 18:1-4:
“Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue
alumbrada con su gloria.
!2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha
hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda
ave inmunda y aborrecible.
!3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes
de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de
la potencia de sus deleites.
!4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.”
!Hacía muchos siglos que la Babilonia de la historia había caído, y sólo era un montón
de piedras en el desierto. La “Babilonia”, pues, a la que se alude en el libro de
Apocalipsis que ha caído es una organización socio-económica-religiosa que se ha
desplomado por su condición espiritual, y sobre la cual descenderá el justo juicio de
Dios.
Pero la llamada del Señor va dirigida a su pueblo fiel que está dentro de ella, al
remanente, a salir para reunirse con el resto fiel. Es una llamada de última hora a que
los fieles salgan de dicho sistema sobre el que caerá el castigo del Eterno.
Ese “remanente fiel” se describe con toda claridad en Apocalipsis:
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Apocalipsis 12:17:
“Los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.”
Apocalipsis 14:12:
“Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios
y la fe de Jesús.”
De la revelación del Dios de la Vida se desprende el atractivo de nuestro Señor en una
sociedad en la que abundaban los marginados, los empobrecidos y todos los que
sobrevivían en la periferia de aquel sistema formado por el maridaje de las autoridades
judías con el Imperio Romano invasor.
Así podemos aproximarnos a las palabras de Jesús en el Evangelio según Lucas
4:18-19, donde se reproduce el texto del profeta Isaías 61:1-2:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas
a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar
libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a
predicar el año agradable del Señor.”
El Dios de Jesús no es el del fariseo que relata sus méritos al Señor en su oración de
naturaleza “tributaria y comercial”:
Evangelio según Lucas 18:9-14:
9 A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo
también esta parábola:
!10 «Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano.
!11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “Dios, te doy gracias
porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este
publicano;
!12 ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano.”
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13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador.”
14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro, porque
cualquiera que se enaltece
será humillado y el que se humilla será enaltecido.»
!A mí esta escena siempre me hace recordar una viñeta del recordado humorista
Mingote, en la que una señora vestida de negro, con mantilla y peineta, y un rosario
que le colgaba de la mano –claramente representante de los “decentes de toda la
vida”- al depositar una moneda en la mano de un mendigo a la puerta de la iglesia,
exclamaba: “Gracias, Señor, por los pobres que me ayudan a santificarme”.
La oración de Jesús está empapada de gracia, es decir, de gratuidad:
Evangelio según Mateo 11:25-26:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste
a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.”
El Dios Eterno, el Padre de Amor y de Misericordia, aquel que trasciende el tiempo y el
espacio, y nuestra capacidad de comprensión humana, se trasparentaba en el velo de
carne de Jesús de Nazaret, quien nos enseña a ver al hermano en el empobrecido, en
el que apenas sobrevive en los márgenes del camino, en las cunetas de la vida, en los
hermanos más pequeños y vulnerables.
Jesús revela al Dios que es Amor auténtico, es decir, gratuito, sin relación alguna con
la lógica del valor del cambio interesado, sino siempre relacionado con la alegría de
darse desinteresadamente, sin esperar nada a cambio:
Evangelio según Juan 15:12-17:
“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie
tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis
amigos. Si hacéis lo que yo os mando, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no
sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí
de mi Padre os las he dado a conocer.”
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Si somos capaces de asumir el reto al que Jesús nos enfrenta comprenderemos que
las enseñanzas del Señor fueron y siguen siendo fundamentalmente subversivas en
una sociedad que adora, frecuentemente sin saberlo, al “dios” mercantilista,
acumulador, fetichista, legalista y fúnebre, es decir, a Mamón.
Jesús nos revela el gran misterio de Dios: Que el Dios verdadero, el Dios Eterno, el
Dios de la Vida, no puede ser hallado fuera de la praxis del amor.
Solamente en el amor podemos saborear al Dios que Jesús de Nazaret encarna, vive
y da a conocer.
Solamente en el amor podemos verificar a Dios, y recordemos que “verificación”
significa “hacer la verdad”, para que deje de ser un mero concepto filosófico y se
materialice en realidades tangibles para todos.
Fuera de esa verificación, el cristianismo, como todos los demás “ismos”, no pasa de
ser una mera filosofía más, un vano entretenimiento para quienes pueden disfrutar del
ocio, sin aplicación a la vida de los hombres.
Dicho en el lenguaje del Nuevo Testamento, “la fe sin obras es fe muerta”. Así nos lo
dice el Apóstol Santiago en su Epístola Universal 2:17:
“La fe, si no tiene obras, está completamente muerta.”
La fe auténtica, según la Epístola de los Gálatas 5:6, es la que “obra por el amor”.
Jesús muestra contundentemente que Dios no ama al hombre en abstracto, sino a los
seres humanos concretos, comenzando por los más necesitados, es decir, por los que
sufren:
Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar.”
Jesús confirmó que conocer a Dios es practicar la justicia:
Evangelio según Juan 14:15:
“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”.
Así lo había expresado ya el profeta Jeremías en su profecía al rey Salum, hijo de
Josías, rey de Judá:
Jeremías 22:15-16:
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“¿Reinarás tú, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, y actuó
conforme al derecho y la justicia y le fue bien? Él juzgó la causa del afligido y del
necesitado, y le fue bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová.”
Es evidente que el conocimiento de Dios poco tiene que ver, si es que tiene algo, con
las doctrinas expresadas en términos abstractos que no sirven para mover un solo
dedo.
Jesús nos ha revelado que en sus pasos iremos más allá de un raquítico
“samaritanismo” que la mayoría de las veces no es nada más que una forma hipócrita
de edulcorar nuestra propia conciencia.
La cristiandad ha olvidado que la voz castellana “limosna” es la transliteración del
griego “elemosyne”, cuyo significado es “justicia”.
La práctica de la caridad cristiana no es dar de lo que nos sobra, sino hacer justicia a
los injusticiados.
Por eso es que Jesús demanda de nosotros, no tanto creer cosas, sino proceder a la
conversión, lo que implica darse la vuelta, algo que va mucho más allá de la
interpretación lingüística del vocablo griego “metanoia”, “arrepentimiento”, que
lamentablemente suele ser de carácter espiritualista, escapista respecto a las
realidades de la vida de los hombres más vulnerables, de los sin voz, de los
prescindibles para una sociedad mercantilista, sino que se trata de un cambio radical
de nuestro planteamiento de vida y de mentalidad.
Ser perdonados es pasar a formar parte del proyecto histórico de Dios, es buscar el
Reino de Dios y su justicia, no simplemente aceptar un catecismo, o cambiar un credo
por otro, siempre expresado, repetimos, en términos abstractos que nadie suele
entender, y lo que es peor, que no producen cambio alguno en el proceder de los que
afirman ser sus profesantes.
No debe extrañarnos, pues, la repulsa que suscita el verdadero Evangelio, el
Evangelio Eterno, entre quienes se encuentran bien instalados en el sistema que
impere en la época de que se trate; los que disfrutan de las ventajas y prebendas que
el sistema ofrece a algunos pocos en detrimento de lo que niega a otros, a los más.
Por eso es que desde que Jesús abrió su boca por primera vez, ya hubo quienes
pensaron en deshacerse de él.
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Jesús estorbaba en aquel sistema social y religioso de sus días y, personalmente, llevo
muchos años convencido de que también estorba en el cristianismo de nuestros días.
Esto me ha costado perder relaciones. No quiero decir “amigos”, pues éstos no se
pierden por discrepar en opiniones.
Ahora bien, Jesús no enseñó ningún determinado sistema económico, de los diversos
que ha habido en el curso de la historia.
Lo que Jesús enseñó fue la economía del Reino de Dios, es decir, su justicia, basada
en una trasformación del corazón.
Frente al sistema económico impuesto por la producción esclavista del Imperio
Romano, Jesús enseñó a compartir, y aquello resultó intolerable. Siempre ha sido así.
Una de las más evidentes pruebas de ello la hallamos en los milagros de multiplicación
de panes y peces, en cuyos relatos nos muestra que el secreto de la práctica
económica del Reino de Dios se basa en la división.
Jesús no multiplicó los panes y los peces para acumular, sino para dividir, que es
repartir.
Frente a la lógica de los discípulos que piensan en comprar para alimentar a la gente,
la lógica de nuestro Maestro se presenta como hegemonía del valor del uso.
Es decir, Jesús enseña que las cosas valen por su utilidad para la satisfacción de las
necesidades de los humanos, y no como medio de acumulación por parte de unos
pocos, lo que produce una contradicción social interna entre los que poseen y los que
son desposeídos.
Marcos 6:30-44:
30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían
hecho, y lo que habían enseñado.
!31 El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque
eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
!32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.
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33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las
ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
!34 Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como
ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El
lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.
!36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan,
pues no tienen qué comer.
!37 Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos
y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
!38 El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos
peces.
!39 Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
!40 Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
!41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo,
bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y
repartió los dos peces entre todos.
!42 Y comieron todos, y se saciaron.
43 Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.
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44 Y los que comieron eran cinco mil hombres.”
!Después de aquel acto milagroso, Jesús se despidió de los discípulos y se fue al
monte a orar. Y el Evangelio según Marcos nos dice en este mismo capítulo 6:45-52
que:
45 “En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en
la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
!46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
!47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
!48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la
cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
!49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;
50 porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: !
Tened ánimo; yo soy, no temáis!
!51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran
manera, y se maravillaban.
!52 Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos
sus corazones.”
!No entenderemos lo de los panes y los peces mientras nuestros corazones estén
endurecidos.
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!LAS TENTACIONES DE JESÚS EN EL DESIERTO DE JUDEA SON UN RESUMEN
ESQUEMÁTICO DE TODAS LAS TENTACIONES QUE NUESTRO SEÑOR
EXPERIMENTÓ EN EL CURSO DE SU VIDA ENTRE NOSOTROS.
Evangelio según Mateo 4:1-13:
!1 “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto
!2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días,
pasados los cuales, tuvo hambre.
!3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en
pan.
!4 Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra de Dios.
!5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la
tierra.
!6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me
ha sido entregada, y a quien quiero la doy.
!7 Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos.
!8 Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu
Dios adorarás, y a él solo servirás.
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!9 Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de
Dios, échate de aquí abajo;
!10 porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden;
!11 y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
!12 Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
!13 Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo.”
!En cada una de aquellas tentaciones Jesús nos muestra cómo superó y venció la vieja
concepción dominante del poder, del afán por el lucro y la dominación en la secuencia:
“Riqueza-Poder-Prestigio” (“Mamón”-“Eksousía”-“Dóksa”).
“Mamón” es un término arameo que significa “riqueza”. Está emparentado con la voz
hebrea “matmón”, cuyo sentido es el de “tesoro”, y que en su forma verbal está
emparentada a su vez con “confiar”, lo que muestra una figura de paranomasia al
aplicarse a quienes confían en sus riquezas.
La transcripción griega del término es “mamonás”, y podemos verlo en el “Sermón del
Monte” y en la parábola del “mayordomo injusto”.
“Mamón” es similar al dios griego “Hades” y al romano “Plutón”, de donde nos llega la
voz “plutocracia”, término formado por dos palabras griegas, “pluto”, “riqueza” y
“kratos”, “poder”, y que se aplica a la oligarquía, el poder ejercido por los enriquecidos
de la sociedad.
En cuanto al griego “eksousía”, se trata de la voz cuyo significado es “poder”, “licencia”
y “autoridad”.
El griego “doksa” es “opinión”, “alabanza”, “honor” y “gloria”, y todo aquello que evoca
un buen nombre y algo que posee un valor intrínseco.
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Aquel era el proceso motivador del sistema de aquellos días, fue el fundamento de las
tentaciones de nuestro Salvador, y sigue siendo el mismo proceso en nuestra
actualidad.
Las iglesias vendidas al poder secular, a veces de manera muy sutil, han caído y
siguen cayendo en el maridaje con los patrocinadores que buscan silenciar a
Jesucristo bajo ropajes sacralizados que actúan como tapaderas de las mayores
injusticias, hasta el punto de que el “orden establecido” llega a ser el mayor de los
desórdenes.
Pero Jesús revela en su práctica y en su enseñanza una auténtica revolución, pues
para nuestro Salvador el poder no está fundado en el afán por el lucro y la dominación,
sino en el servicio desinteresado al prójimo.
Grande es quien sirve; grande es quien perdona; grande es quien ama; grande es
Dios, porque Dios es amor.
Jesús muestra el poder como servicio y liberación integral.
Evangelio según Marcos 10:35-45:
35 “Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro,
querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
!36 El les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
!37 Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el
otro a tu izquierda.
!38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo
bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis,
y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
!
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40 pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para
quienes está preparado.
!41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.
!42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de
las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.
!43 Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor,
!44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
!45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su
vida en rescate por muchos.”
!Jesús revela a Dios, a diferencia de los conceptos del momento, como
“comunitario” (“koinoníaco”) y “servicial” (“diakoníaco”), revolucionario de las
conciencias y de las relaciones sociales deshumanizadoras, explotadoras y opresoras,
las justificadas por todos los sistemas religioso vendidos al poder dominador.
El Dios de la Vida es luchador contra todas las pirámides sociales y religiosas
construidas por los intereses egoístas de los poderosos de turno.
El Dios de la Vida es el destructor de las relaciones humanas autoritarias, para crear
una “fraternidad-sororidad” (del latín “soror”, “hermana”) efectiva, basada en el amor
que derriba todas las barreras, sociales y económicas, comprendidas las existentes
entre el varón y la mujer.
Aquí conviene considerar el hecho de que para Jesús el Reino de Dios es un
“banquete”, como muestra en sus parábolas, figura que apunta siempre
simbólicamente hacia la fiesta, el “pan”, la “comida”, la “bebida”, la “alegría” y la
abundancia para todos.
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El Reino de Dios muestra un cambio radical, una transformación cualitativa de una
situación de escasez para los más y superabundancia para unos pocos privilegiados.
Metafóricamente, Dios ha puesto una mesa para todos, en la que hay un plato para
cada uno. Si alguien llega a la mesa y falta su plato, es porque alguien se ha llevado el
suyo y el del otro.
Este ejemplo puede sonar pueril, pero es muy ilustrativo y creo que fácil de entender
para todos.
La práctica de Jesús, su comer con los pobres y los marginados, revela que Dios es un
“Otro”, el enteramente “otro” frente al “dios-sistema”.
En la práctica y el mensaje de Jesús siempre hallamos tres elementos en equilibrio: “El
Padre, los empobrecidos y el Reino venidero”.
Son como tres ejes que se encuentran intima y estrechamente unidos, de tal manera
que el suprimir uno de ellos inevitablemente desequilibra “ipso facto” a los otros dos.
Jesús muestra que el “Dios-sin-Reino” es una paternidad estéril, un “deísmo” filosófico
o un “teísmo” formal, pero en ambos casos sin incidencia alguna en la vida de los
hombres; pero un “Reino-sin-Dios” es un “ateísmo”.
Jesús entiende por “iglesia” una comunidad de hombres y mujeres libres, una
comunidad “fraterno-sororal” antagónica a la práctica del Imperio Romano y el Sistema
Templocentrista de las jerarquías judías, de entonces y de todos los sistemas a través
de la historia, hasta llegar a nuestros días.
Frente a los falsos “dioses” de la idolatría y el fetichismo religioso y social –todos ellos
“dioses de muerte”- es necesario redescubrir el rostro de Dios que Jesús de Nazaret
revela, el Dios de la Vida que anhela vida abundante para todos sus hijos e hijas.
Y digo que es menester “redescubrirlo” porque el medio en que nos desenvolvemos
nos mediatiza a todos hasta lograr borrar los rasgos de nuestro Señor y disfrazarlo
para silenciarlo, para “domesticarlo” a la conveniencia de los señores del sistema y de
sus lacayos vendidos al poder.
El Dios que Jesús revela es el Dios de la Vida, libera de la opresión del pecado,
defiende al marginado, anuncia el Evangelio, la Buena Noticia, a los empobrecidos,
establece la justicia del Reino, vence a la muerte y recrea la vida.
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Cuando enfrentamos al “dios Zeus” con el Dios revelado a Moisés en la zarza ardiente,
aprendemos muchas distinciones de suma importancia:
La praxis de “Zeus” es la contemplación ociosa, aristocrática y sacerdotal.
La praxis de Jehová es la liberación del oprimido; es profética, activa y popular.
“Zeus” se autocontempla de forma narcisista, y no se contamina con los hombres.
Jehová escucha el clamor de los esclavos, cuyos lamentos penetran en sus oídos.
“Zeus” es atemporal y ahistórico.
Jehová se encarna en el tiempo y en la historia.
“Zeus” justifica la sociedad de clases.
Jehová revoluciona la sociedad clasista.
La máxima utopía de “Zeus” es “La República”, de Platón, obra cuya lectura
recomendamos a nuestros lectores, y que hoy sería la democracia formal, que no
social.
Jehová anuncia el Reino de Dios y su justicia.
En contraposición al “dios” de la muerte, que los necrófilos adoran, Jesús revela al
Dios de la Vida y su Reino, que es Reino de Vida para todos, y liberación para
oprimidos y opresores.
En definitiva, el camino de salida de la necrofilia hacia la biofilia, del camino ancho que
conduce a la muerte, a la senda estrecha que nos lleva a la vida.
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!LA IGLESIA QUE JESUCRISTO QUISO Y QUIERE.
!Las comunidades cristianas hemos de ser la antítesis de la sociedad pagana, a la que
Dios amó y ama, y por la cual dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él
cree, no perezca, sino que pueda gozar de vida eterna.
Pero ¿significa esto que para ser una sociedad de contraste hemos de escondernos
en un gueto, recluirnos apartados de la sociedad y convertirnos en una secta?
¿podemos imaginar a nuestro Señor, Jesús de Nazaret, instándonos a convertirnos en
un grupúsculo sectario?
¿Estamos llamados a desarrollar una mentalidad elitista de “escogidos” como el
mundo lo entiende?
Respondiendo al estilo del Apóstol Pablo hemos de afirmar que no, en absoluto.
Semejante concepción de iglesia se encuentra en las antípodas de ser cristianos.
Como algunos han afirmado, con inmensa razón, una concepción de la iglesia como
secta cerrada sería una “comunidad qumránica”.
Efectivamente, la comunidad esenia de Qumrán vivía separada, distanciada de la
sociedad general, incluso del judaísmo restante. Aquella comunidad se consideraba el
verdadero Israel, el intento radical de realizar la comunidad santa de Dios, lo cual les
llevó a desarrollar una mentalidad elitista repelente.
La iglesia que siga ese camino supondrá siempre una traición al universalismo del
Evangelio de Jesucristo.
Aquí debemos detenernos para considerar muy seriamente la distancia entre la
santidad personal e interna frente a la santidad ritual y externa.
El testimonio de las Sagradas Escrituras enseña que la verdadera santidad comprende
siempre la dimensión social inseparablemente unida a la personalidad del individuo, o
mejor dicho, de la persona.
Por consiguiente, no sólo el corazón del hombre y la mujer ha de ser santo, apartado
para seguir el camino de Dios, sino fundamentalmente su forma de vida, las
estructuras sociales y las formas del entorno en el que vive y se desarrolla.
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El matiz de “santos” como “separados” no significa reducidos a un gueto que vive en la
autosatisfacción religiosa o en un aislamiento cultural o espiritual, sino separados para
vivir otro estilo de vida, para practicar otras formas de vivencia y convivencia, frente a
las estructuras de una sociedad enferma a causa de su separación de Dios. Eso es lo
que queremos expresar al referirnos a la Iglesia de Jesucristo como “sociedad de
contraste”.
Ahora bien, ¿cómo casa todo esto con las palabras de nuestro Señor en el Evangelio
según Mateo 28:19?
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones (‘etnias’), bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas
las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo.”
Evidentemente, una tarea de estas características exige una identificación profunda
con la situación de todos los pueblos del mundo.
Esta universalidad de la misión encomendada está en línea directa con la soberanía
universal de Cristo, el cual, según el Evangelio de Mateo, dio a sus discípulos esta
orden de llevar la Buena Noticia de la Salvación a todos los pueblos.
Erróneamente interpretamos estas palabras de Jesús en la Gran Comisión como una
orden de enseñar a todos los pueblos, de llevar un mensaje, pero Jesús no nos pide
solamente enseñar, sino fundamentalmente “hacer discípulos”, no nuestros, sino para
Él.
La orden del Maestro es “hacer comunidades de discípulos”, no para perpetuar unos
principios dogmáticos, sino para enseñar a guardar lo enseñado por Jesús, es decir,
una forma de vida marcada por el Reino de Dios y su justicia.
La plena dedicación de Jesús de Nazaret a Israel, en los días de su carne entre
nosotros, no supone merma alguna de su universalismo; no se trata de un
empequeñecimiento del horizonte de su misión encargada por el Padre, sino, por el
contrario, se trata del requisito imprescindible para que la soberanía de Dios pueda
llegar al conocimiento de todos los pueblos de la tierra.
El pueblo elegido deberá ser para todos los pueblos restantes siervo de Dios y señal
inequívoca del plan de Dios para el mundo en su totalidad.
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El canto de agradecimiento de Simeón, recogido en el Evangelio según Lucas 2:29-32,
con ocasión de la presentación de Jesús niño en el Templo de Jerusalem, es muy
significativo respecto a lo que estamos considerando:
“Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto
mis ojos tu salvación (‘Yeshúa’, latinizado ‘Jesús’, es el hebreo para ‘salvación’), la
cual has preparado en presencia de todos los pueblos: Luz para revelación a los
gentiles y gloria de tu pueblo Israel.”
Estas palabras del anciano Simeón reflejan la propia experiencia y vocación del pueblo
de Israel:
Evangelio según Lucas 10:23-24:
“Y volviéndose a los discípulos, Jesús les dijo aparte: ‘Bienaventurados los ojos que
ven lo que vosotros veis, pues os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo
que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron’.”
Esa salvación mesiánica regalada por Dios ilumina ahora a todos los pueblos desde el
pueblo de Dios. Esta luz es para iluminar a los gentiles, pero es, al mismo tiempo,
gloria de Israel.
Jesús de Nazaret encarna al Dios de Israel para todos los pueblos, y al Israel de Dios.
Dios no piensa solamente en las naciones paganas, sino que siempre tiene presente a
su pueblo Israel. El Señor no sólo concede la salvación para el bien de los pueblos
gentiles, sino también para despertar a celos a Israel.
Un Israel que cree en Jesucristo daría lugar a la salvación de las naciones. Pero las
cosas sucedieron de otra manera. Salvo un remanente, es decir, un resto fiel, la
mayoría de Israel se escandalizó de Jesucristo:
Romanos 11:1-7:
“1 DIGO pues: ¿Ha desechado Dios á su pueblo? En ninguna manera. Porque
también yo soy Israelita, de la simiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 No ha
desechado Dios á su pueblo, al cual antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la
Escritura? cómo hablando con Dios contra Israel dice: 3 Señor, á tus profetas han
muerto, y tus altares han derruído; y yo he quedado solo, y procuran matarme. 4 Mas
¿qué le dice la divina respuesta? He dejado para mí siete mil hombres, que no han
doblado la rodilla delante de Baal. 5 Así también, aun en este tiempo han quedado
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reliquias por la elección de gracia. 6 Y si por gracia, luego no por las obras; de otra
manera la gracia ya no es gracia. Y si por las obras, ya no es gracia; de otra manera la
obra ya no es obra. 7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado;
mas la elección lo ha alcanzado: y los demás fueron endurecidos.”
!Romanos 9:30-33:
!“30¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han
alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31mas Israel, que iba tras
una ley de justicia, no la alcanzó. 32¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe,
sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, 33como
está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.”
!Ese gran contingente de Israel se negó a creer en el Evangelio de Jesucristo:
!Romanos 11:19-24:
!“Tal vez dirás: ‘Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.’ Bien, por su
incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. Así que no te jactes,
sino teme, porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: La severidad ciertamente para con los
que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra
manera tú también serás eliminado. Y aun ellos, si no permanecen en incredulidad,
serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Si tú fuiste cortado
del que por naturaleza es olivo silvestre y contra naturaleza fuiste injertado en el buen
olivo, ¿cuánto más estos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio
olivo?”
!Es evidente, por el testimonio de la historia que confirma la Palabra, que la actitud de
Israel como nación no puso punto final a la mediación salvífica de Israel, por cuanto a
través del remanente transmitió la fe de Israel, es decir, la fe de Cristo al mundo.
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Los mensajeros de Israel pasaron a ser los apóstoles, es decir, los mensajeros a las
naciones gentiles. Es en se sentido en el que por el fracaso de Israel vino la salvación
al mundo. Jesús de Nazaret, quien encarna a Israel, fue y es la salvación para todos
los pueblos. Ahí radica la universalidad del Evangelio del Reino y de la Gracia de Dios.
!Dios no permite que los hombres hagamos fracasar sus planes. De ese modo fue
como el Señor convirtió al “no pueblo” en “pueblo”:
!Romanos 9:25-26:
!“Como también en Oseas dice: ‘Llamaré ‘pueblo mío’ al que no era mi pueblo, y a la
‘no amada’, ‘amada’. Y en el lugar donde se les dijo: ‘Vosotros no sois pueblo mío’, allí
serán llamados ‘hijos del Dios Viviente’.”
!Romanos 11:15:
!“Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino
vida de entre los muertos?”
!La tarea decisiva de la Iglesia del Resucitado consiste, pues, en dejarse construir por
el Santo Espíritu del Padre y del Hijo como sociedad de contraste con el mundo, como
espacio de la soberanía del Cristo de Dios, el Unigénito del Padre, Mesías de Israel y
Deseado de todas las gentes, en quien el amor fraterno es ley de vida.
!Ahora bien, lo que hace de la Iglesia del Señor una sociedad de contraste con el
mundo no es una santidad conseguida por sus propios méritos, sino la acción
redentora de Jesucristo por mediación de la bendita persona del Espíritu Santo,
justificando a los impíos, redimiendo a los pecadores, acogiendo a los fracasados y
reconciliando a los culpables con sus víctimas.
!Sólo en esta reconciliación por la Gracia de Dios, y en el milagro de la vida recuperada
contra toda esperanza, florece lo que denominamos una sociedad de contraste con el
mundo.
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No estamos pensando en una iglesia libre de culpa, sino en una iglesia en la que la
culpa perdonada es siempre fuente de esperanza infinita.
!Naturalmente, tampoco pensamos en una iglesia libre de conflictos, sino en un cuerpo
en el que se viven los conflictos de manera distinta a como los vive el resto de la
sociedad.
Por último, no nos referimos a una iglesia en la que no hay cruz ni historia alguna de
dolor, sino una iglesia que puede celebrar a Cristo Jesús, nuestra Pascua, porque está
dispuesta a morir con Él para resucitar también con Él.
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!EPÍLOGO
!Ser cristiano es ser amigo del Autor de la Vida, de Jesús el Cristo, el Mesías que vino
como Siervo Sufriente, y que vendrá como Mesías Triunfante en el Gran Día de Dios.
Dijo que vendría, y vino; dijo que daría su vida por nosotros, y la dio; dijo que
resucitaría, y resucitó; dijo que volvería, y volverá. Podemos confiar plenamente en su
Palabra.
Lo que exige creer en el Dios de la Vida es rechazar toda agresión a los hombres,
nuestros hermanos, comenzando por los más vulnerables, por entender todo abuso de
poder y explotación como una agresión al mismo Dios.
!Evangelio según Mateo 25:35-45:
!35 “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
huésped, y me recogisteis;
36 Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis
á mí.
37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
y te sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó desnudo, y te cubrimos?
39 ¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y vinimos á ti?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis á uno
de estos mis hermanos pequeñitos, á mí lo hicisteis.
41 Entonces dirá también á los que estarán á la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles:
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 Fui huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la
cárcel, y no me visitasteis.
44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no te
servimos?
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45 Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis á
uno de estos pequeñitos, ni á mí lo hicisteis.”
!Jesús denunció proféticamente a los falsos “dioses” de la muerte, lo que significa que
nosotros, sus discípulos, hemos de seguir sus pasos en esta labor:
Evangelio según Juan 20:19-21:
“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las
puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los
judíos (entiéndase ‘de las autoridades judías’, por cuanto los discípulos también eran
judíos), llegó Jesús y puesto en medio, les dijo: ‘¡Paz a vosotros!’ Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
Entonces Jesús les dijo otra vez: ‘¡Paz a vosotros! Como me envió el Padre, así
también yo os envío’.”
El injusto empobrecimiento de los hombres es prueba inequívoca de la presencia del
pecado en nuestro mundo.
La lucha por la justicia y la liberación de los empobrecidos y marginados es
demostración de la presencia del Reino de Dios entre nosotros.
Quienes tratan de justificar de alguna manera la existencia de los pobres como algo
inevitable, y recurren a las palabras de Jesús registradas en el Evangelio según
Marcos 14:7, deberían saber que la traducción “siempre tendréis a los pobres con
vosotros” es una traición al original griego, que cualquier principiante en el estudio de
dicha lengua sabe que “éjete”, es “tenéis”, y no “tendréis”, como si fuera algo
inevitable, por lo que Jesús añade: “y cuando queráis les podréis hacer bien”.
En segundo lugar, el adverbio “pántote”, que suele traducirse por “siempre”, significa “a
todas horas”, “sin cesar”, no que irremediablemente tendríamos “siempre” a
empobrecidos con nosotros, sino que continuamente podríamos ayudar a los
empobrecidos y marginados a salir de su situación de injusticia, lo que confrontaría a
la comunidad cristiana con los poderes interesados en mantener perenne a la
sociedad clasista.
Jesucristo revela el misterio de “Dios hecho carne humana”, es decir, “Dios hecho
pobre”, por cuanto esa fue su vida humana entre nosotros, la clase de vida que asumió
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y a partir de la cual le podemos reconocer como Hijo del Padre y Hermano Mayor
nuestro.
Fue pobre porque nació en un medio social de pobreza, porque su padres humanos
eran pobres, porque escogió vivir con los empobrecidos -ese y no otro es el
significado de ser “pobre en espíritu”-, porque dirigió su Evangelio como Buena Noticia
preferentemente para los pobres, porque lanzó invectivas contra los enriquecidos que
despreciaban y oprimían a los débiles:
Evangelio según Lucas 4:18-19:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas
(‘Evangelio’) a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a
pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos
y a predicar el año agradable del Señor.”
Desde el principio de su ministerio público, Jesús de Nazaret dirigió su misión hacia los
empobrecidos, y su buena noticia fue que los pobres tendrían lugar preferencial en el
Reino venidero:
Evangelio según Mateo 5:3:
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”
Evangelio según Lucas 6:20:
“Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.”
Para terminar, vamos a considerar las palabras de María de Nazaret, la dulce mamá
de Jesús, nuestra hermana, deformada por la teología católica-romana e ignorada por
la protestante:
Evangelio según Lucas 1:46-55:
!46 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;Santo es su nombre,
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50 Y su misericordia es de generación en generaciónA los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo;Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos,Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes,Y a los ricos envió vacíos. 54 Socorrió a Israel su siervo,Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres,Para con Abraham y su descendencia para siempre.”
!Esta profecía de María de Nazaret, sierva del Señor y profetisa ignorada con harta
frecuencia por los más, nosotros hoy queremos destacarla como una llamada a la
cristiandad de nuestros días, tan ocupada en lo que nada tiene que ver con el
Evangelio de Jesucristo: Una cristiandad eclesiastizada, distante de las realidades
sociales en medio de las cuales vivimos, quejosa de no contactar con nuestros
pueblos, esperando ser escuchada cuando ella no escucha a los demás; adormecida
dentro de una burbuja importada del imperio de turno.
!Quiero sorprenderos con algunos párrafos del “Comentario de Martín Lutero al
Magníficat de María de Nazaret”, la alabanza de María que hemos leído en el
Evangelio según Lucas:
!Así dice el Reformador Martín Lutero:
!“Dura un poco el empeño de los ricos, después, cual burbuja de jabón, desaparecen
como si nunca hubieran existido. El Salmo 73, por este motivo, se maravilla de los
ricos, seguros y poderosos que son los malvados de este mundo:
!1 “Ciertamente es bueno Dios para con Israel,
Para con los limpios de corazón.
2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
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3 Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.
4 Porque no tienen congojas por su muerte,
Pues su vigor está entero.
5 No pasan trabajos como los otros mortales,
Ni son azotados como los demás hombres.
6 Por tanto, la soberbia los corona;
Se cubren de vestido de violencia.
7 Los ojos se les saltan de gordura;
Logran con creces los antojos del corazón.
8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
Hablan con altanería.
9 Ponen su boca contra el cielo,
Y su lengua pasea la tierra.
10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,
Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.
11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?
¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
12 He aquí estos impíos,
Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,
Y lavado mis manos en inocencia;
14 Pues he sido azotado todo el día,
Y castigado todas las mañanas.
15 Si dijera yo: Hablaré como ellos,
He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
16 Cuando pensé para saber esto,
Fue duro trabajo para mí,
17 Hasta que entrando en el santuario de Dios,
Comprendí el fin de ellos.
18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos;
En asolamientos los harás caer.
19 ¡Cómo han sido asolados de repente!
Perecieron, se consumieron de terrores.
20 Como sueño del que despierta,
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Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
21 Se llenó de amargura mi alma,
Y en mi corazón sentía punzadas.
22 Tan torpe era yo, que no entendía;
Era como una bestia delante de ti.
23 Con todo, yo siempre estuve contigo;
Me tomaste de la mano derecha.
24 Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.
25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
26 Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;
Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.
28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras.”
!“No he podido comprenderlo –agrega Lutero- hasta el día en que penetré en el secreto
de Dios y entendí lo que al final les sucedería. Vi entonces que su elevación se les
permitió para construir su propio engaño, y que se vieron abajados precisamente en lo
mismo que tanto se habían encumbrado. ¡Qué pronto fueron destruidos, con qué
rapidez se disiparon, como si nunca hubieran sido, a la manera en que se desvanecen
los sueños al despertar!” Hasta aquí las palabras del Reformador, que seguramente
habrán sorprendido al atento lector.
!Comenzamos con unas preguntas que todos, creo, debemos hacernos, y con ellas
pongo fin a estos pensamientos:
!¿Qué significa realmente creer en Dios?
!¿A qué Dios adoramos?
!¿Quién es el Dios que da sentido a nuestra vida?
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!¿En qué nos distingue afirmar que creemos en Dios?
!Gracias por vuestra atención, y que el Dios de la Vida nos bendiga a todos.
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