UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Estudios con decreto de Validez Oficial por Decreto Presidencial del 3 de abril de 1981
CAMPESINOS EN MOVIMIENTO: NARRATIVAS DE LA
ACCIÓN COLECTIVA CAMPESINA EN COLOMBIA 1955-1990
TESIS
Que para obtener el grado de:
MAESTRO EN HISTORIA
Presenta
HUGO ANDRÉS PINEDA GUTIÉRREZ
Director: Mtro. Ilán Semo Groman
Lectores: Dr. Rodolfo Gamiño Muñoz y Dra. Laura Camila Ramírez
Ciudad de México 2018
2
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Estudios con decreto de Validez Oficial por Decreto Presidencial del 3 de abril de 1981
CAMPESINOS EN MOVIMIENTO: NARRATIVAS DE LA
ACCIÓN COLECTIVA CAMPESINA EN COLOMBIA 1955-1990
TESIS
Que para obtener el grado de:
MAESTRO EN HISTORIA
Presenta
HUGO ANDRÉS PINEDA GUTIÉRREZ
Director: Mtro. Ilán Semo Groman
Lectores: Dr. Rodolfo Gamiño Muñoz y Dra. Laura Camila Ramírez
Ciudad de México 2018
3
… A los campesinos colombianos que se movilizaron en la historia.
Agradecimientos:
Agradezco al pueblo mexicano y a sus instituciones, la Universidad Iberoamericana y el
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología-CONACYT, por haberme brindado la posibilidad
de educarme y formarme en la teoría del conocimiento histórico.
A mí familia costumbrista y solidaria; Hugo Humberto Pineda, Ana Edith Gutiérrez y a
Santiago Pineda, por su apoyo y paciencia.
Al Mtro. Ilán Semo Groman, por su incondicional apoyo en la construcción del conocimiento
histórico y su inmensa calidez humana como docente, investigador y amigo.
A María Paz Gómez Pimienta por su compañía, lectura y contribución en la corrección de
estilo del presente trabajo.
A la politóloga Brenda Ardila Pineda por su colaboración en la búsqueda de libros y reseñas
historiográficas para la fundamentación teórica de esta tesis.
A mis amigos mexicanos y colombianos que hicieron de mi estadía en México una
experiencia muy significativa.
Gracias totales.
4
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 6
Perspectiva metodológica ............................................................................................... 11
CAPITULO UNO ............................................................................................................... 14
Orlando Fals Borda: las premisas de la acción colectiva campesina ............................. 14
1.1 Orlando Fals Borda: notas de una historia intelectual ......................................... 14
1.1.1 Campesino de los Andes: en búsqueda de la historicidad del campesino ............ 20
1.1.2 El hombre y la Tierra en Boyacá: bases sociológicas e históricas para una
reforma agraria .............................................................................................................. 29
1.2 Frente Nacional y Guerra Fría: Orlando Fals Borda en contra del Estado ....... 32
1.2.1 El pensamiento clandestino: acción, violencia y subversión en el campesinado . 33
1.2.2 La violencia en Colombia: causas explicativas para la acción colectiva campesina
....................................................................................................................................... 34
1.2.3 La subversión en Colombia: historicidad de la subversión campesina ................ 36
1.2.4 Historia de la cuestión agraria en Colombia: bases para la acción colectiva ....... 39
1.2.5 La historia doble de la Costa, de la realidad a la teoría ........................................ 43
1.2.6 Sentipensante: el hombre que siente y piensa ...................................................... 45
1.3. La génesis de la acción colectiva campesina .......................................................... 47
CAPÍTULO DOS ................................................................................................................ 50
Gonzalo Sánchez y Pierre Gilholdes: las narrativas de las ligas campesinas en
Colombia ............................................................................................................................. 50
2.1 Gonzalo Sánchez y Pierre Gilholdes; provocadores del cambio historiográfico en
la acción colectiva campesina ......................................................................................... 53
2.2 La preocupación historiográfica por las ligas campesinas .................................... 56
2.3 Manuel Quintín Lame: De la lucha indigenista a la lucha agraria ...................... 58
2.4 Las ligas agrarias en Colombia como espacio de acción campesina .................... 60
2.4.1 Las ligas campesinas en proceso de politización parea la acción ........................ 66
2.4.2 El impacto de Ley 200 o Ley de tierras en la formación del campesinado en
Colombia ....................................................................................................................... 72
2.5 La fragmentación de la acción colectiva campesina .............................................. 74
2.6. Las guerrillas liberales de los llanos como manifestación armada de la acción
campesina ........................................................................................................................ 77
2.6.1 El Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) ................................................... 79
CAPÍTULO TRES .............................................................................................................. 82
La conceptualización histórica de la acción colectiva campesina en la historiografía
social colombiana ................................................................................................................ 82
3.1 El problema histórico de la tierra............................................................................ 83
5
3.2 El campesino como sujeto histórico en la acción colectiva ............................... 88
3.3 Demandas sociales de la acción colectiva campesina ............................................. 97
3.4 Relaciones de poder campesinas ............................................................................ 100
3.5 Mecanismos de protesta y resistencia de la acción colectiva campesina en
Colombia ........................................................................................................................ 104
3.5.1 Invasión de tierras o invasión de predios rurales y urbanos. .............................. 105
3.5.2 Huelgas y paros agrarios .................................................................................... 108
3.5.3 Quemas de casas y bloqueo de vías ................................................................... 111
3.5.4 No pago de renta ................................................................................................ 112
3.6 Teorías sociológicas e históricas de la acción colectiva campesina en Colombia
........................................................................................................................................ 113
3.7 Indignación justa del campesinado ....................................................................... 117
3.8 Logros alcanzados por la acción colectiva campesina en Colombia. ................. 120
3.9 Temporalización de la acción colectiva campesina .............................................. 123
El largo camino de la acción colectiva campesina en Colombia .................................. 126
Balances de un proceso .................................................................................................... 126
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................. 130
ILUSTRACIONES ACCIÓN COLECTIVA CAMPESINA ....................................... 133
Mapa n°1: Paro nacional agrario en Colombia por departamentos, año 2013 .......... 133
Mapa n°2: Villarrica- Tolima ...................................................................................... 134
Mapa n°3: Saucío- Cundinamarca .............................................................................. 134
6
INTRODUCCIÓN
“¡¡El tal paro nacional agrario no existe!!”
Juan Manuel Santos-presidente de Colombia (2010-2018)
En el año 2013, gran parte del sector campesino de Colombia decidió parar sus labores y salir
a las calles a reclamar por la mejora de sus condiciones de vida y la reducción de los costos
en los insumos agrícolas como los fertilizantes, abonos e insecticidas.1 Este levantamiento,
organizado por los campesinos de los departamentos Boyacá, Caldas, Cundinamarca,
Tolima, Nariño y Valle del Cauca; fue reconocido a nivel nacional como el “paro nacional
agrario”. Al mismo tiempo que ocurrían estos eventos, el 18 de agosto del 2013, mientras
transcurría la marcha de la solidaridad por Colombia el presidente Juan Manuel Santos
Calderón afirmó, en una intervención pública, la memorable frase: “el tal paro nacional
agrario no existe”, que produjó la animadversión entre los campesinos productores de papa,
cebolla y café en todo el país.
Este paro agrario tuvo como motivación principal, las precarias condiciones económicas de
trabajo y producción del campesinado. Situación que se vio agravada a raíz de los Tratados
de Libre Comercio -TLC. con Estados Unidos y Corea del Sur, firmados durante los
gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2000-2010) y Andrés Pastrana Arango (1998-2002). Estos
tratados comerciales agravaron la histórica condición de pobreza del campesino colombiano,
producida desde la entrada del capitalismo a Colombia, cuando las producciones de café,
caña, tabaco y cacao se incrementaron para suplir la creciente demanda del mercado mundial
hasta hasta mediados del siglo XX.2
1Natalia Pérez, ¿Ese tal Paro Agrario no existe?, Semana Sostenible, 9 de junio 2016 en:
http://sostenibilidad.semana.com/opinion/articulo/ese-tal-paro-agrario-no-existe/35353 revisado el : 25 de
junio de 2016.
2 Debido a la firma de los TLC en la primera década del siglo XXI, se causó una enorme brecha fiscal en los
cultivadores agrícola del país, especialmente los productores de papa, arveja, tomate, café y leche. Los precios
de producción de dichos productos se elevaron sustancialmente, conllevando a muchas familias campesinas a
7
Las demandas de los campesinos eran principalmente: la reducción en los precios de los agro
insumos, un mejor acceso a los préstamos bancarios, la disminución en las tasas de interés
del crédito agrario, la implementación de medidas y acciones políticas para la mejora de la
producción agrícola, la mejora en las garantías de los derechos políticos de la población rural
y la inversión social en educación, vivienda, servicios públicos y vías. Estas solicitudes
fueron presentadas primero ante el Senado, Cámara de Representantes y Ministerio de
Agricultura, no obstante, en estas entidades públicas no atendieron sus requerimientos. Lo
que provocó que los campesinos de las regiones productoras se vieran obligados a ejercer el
derecho de la protesta por distintas vías.3
Como consecuencia de ello, los campesinos colombianos entraron en acción directa contra
el gobierno nacional, ejerciendo presión a través de distintas modalidades de lucha o protesta
como el bloqueo de vías, movilizaciones urbanas, pedreas o asonadas que se presentaron en
su mayoría en la ruta del sol, vía principal de salida y entrada de productos agrícolas del
departamento de Boyacá. A ello se le sumaron productores agropecuarios de otras partes del
país, como los lecheros de Ubaté- Cundinamarca, los arroceros del Huila y Tolima, los
pequeños productores de café de las regiones de Caldas, Quindío y Risaralda y los
productores de papa y cebolla de Nariño y Boyacá, quienes lideraron el paro y los diálogos
directos con el gobierno nacional.4
Ante ese panorama intenso de acción colectiva campesina, provocado por el paro nacional
agrario del año 2013, me encontraba yo, indignado y lleno de asombro por la situación por
la que pasaban los campesinos de mi tierra; muchos de ellos conocidos, otros familiares míos
y población rural con la cual interactuaba para ese momento. En aquel entonces, laboraba
la crisis. Este aumento en los insumos afectó a los pequeños agricultores como José Ramiro, quien indica “se
podía sobrevivir sin preocupaciones”, pero los altos costos de insumos como los fungicidas y los abonos, que
antes eran más económicos, ahora son mucho más altos. Un ejemplo de ello lo sustenta un campesino promedio
como José Ramiro, quien semanalmente vende 40 litros de leche, con los que debe alimentar a los 6 miembros
de su familia y aparte de eso abonar a la cuota de 80 millones de pesos que le debe al Banco Agrario.
Esta situación es la de muchas familias campesinas que durante el año 2012 y 2013 no soportaron más la
situación, ya que los costos superaban sus ganancias; por tal motivo se vieron obligados a salir al paro nacional
agrario. En: www.dinero.com/pais/articulo/la-crisis-boca-campesinos/183200, revisado 15 de marzo de 2018.
3 En: www.prensarural.org.co, Pliego de peticiones del paro nacional agrario y popular, revisado 25 de
octubre de 2014.
4 ANEXOS: Ver mapa 1: Paro Nacional Agrario por departamentos, año 2013.
8
con una entidad pública dedicada al medio ambiente, lo que me permitió tener cercanía con
la población campesina de Boyacá, departamento en el cual trascurrió la mayoría del paro.
Por tal motivo, sentía cercanas sus demandas sociales, su deseo de acción y ante el
sentimiento de solidaridad que se despertó en mí y en muchos ciudadanos colombianos, que
por fin reconocían la labor del campesino como dotadora del alimento diario. Además de
ello, se me permitió conocer de primera mano las condiciones paupérrimas en las que vive el
campesinado colombiano.
Sumado a ello, estaba el desarrollo de los hechos que acontecían ante mis ojos, en mi espacio
de tiempo, por tal motivo, me dediqué observar el proceso de lucha y me di cuenta de que
dicho acontecimiento social era el resultado de la inconformidad campesina, producida por
el incremento en el valor en los insumos agropecuarios (abonos, fertilizantes, pesticidas)
durante los últimos años y la apertura económica de 1991, que permitió la entrada de
productos agrícolas como el café, arroz, cacao, productos base de la economía productiva
campesina. Este aspecto produjo una fractura en el campesinado, el cual se empobreció y
desmejoró sus condiciones de vidas, haciendo evidente la necesidad de salir a protestar y así
generar acciones colectivas.
A partir de ese momento, y con mi ingreso dos años después a la Maestría en Historia de la
Universidad Iberoamericana, reafirmé mi temática de investigación y con ello recibí los
aportes realizados por los lectores, el Dr. Rodolfo Gamiño y la Mtra. Angelica Zambrano, en
el Coloquio de Tesistas realizado el día 28 de marzo de 2016, donde determiné cuál era el
problema historiográfico que deseaba indagar y cuál era la metodología y teoría más
adecuada para interpretar los problemas históricos de la acción colectiva campesina
Por ello opté por buscar referencias bibliográficas que contribuyeran a responder el siguiente
interrogante: ¿cómo se empieza a configurar las narrativas de acción colectiva campesina,
a través de los paradigmas historiográficos de la historia social en Colombia entre los años
de 1955 al 1990? Durante esa búsqueda bibliográfica encontré a autores como Orlando Fals
Borda, Pierre Gilholdes, Gonzalo Sánchez, Mauricio Archila y Leopoldo Múnera, quienes
tenían un punto de encuentro referente a la acción colectiva campesina, y como esta ha sido
desarrollada en la historia de Colombia y en los libros de sociología de la acción. Por tal
motivo, el desarrollo metodológico se limitó a hacer un análisis de algunos textos que nos
9
indicaran ¿cómo y por qué se produce la acción colectiva campesina en el tiempo histórico
colombiano?
Ahora bien, para comprender el movimiento campesino en la historia social de Colombia,
hay que entender al trabajador las adversidades dispuestas por la desigualdad económicas, la
precarias condiciones de trabajo, las ineficientes reformas agraria de 1946 y 1961,la violencia
en Colombia y los continuos embates contra su vida, ya sea mediante la tomas de medidas
económicas nocivas o mediante la violencia o el desplazamiento directo, esto causo en el
colectivo de los campesinos una respuesta ya sea vindicatoria o reivindicatoria en contra de
las injusticias, esta situación se vio reflejada en la indignación justa referidas mediante las
acciones colectiva que tuvieron los campesinos colombianos durante el Siglo XX. Por tal
motivo, el título de esta tesis es: campesinos en movimiento: narrativas de la acción colectiva
campesina en Colombia:1955-1990
Teniendo en cuenta lo anterior, la presente tesis está estructurada en tres capítulos que
desarrollan la evolución de la narrativa de la acción colectiva campesina por etapas y autores.
desde 1955 hasta el año de 1990, año en el cuál cambio la situación del campesinado debido
a la recién creada constitución de 1991 y la apertura económica promulgada por el presidente
Cesar Gaviria (1990-1994): para abrir nuestro mercado agrícola ante el mercado global.5
El capítulo uno denominado: Orlando Fals Borda: premisas de la acción colectiva
campesina, es la exposición de los primeros indicios investigativos y narrativos de la obra
intelectual del sociólogo colombiano, quien para 1949, mediante la investigación sociológica
empezó a identificar la forma de ser, la acción y ante todo la evolución histórica del
campesino andino en relación con su tierra. Por tanto, esté acápite contiene la relación del
trabajo investigativo e histórico desde la sociología rural que se vinculan desde los libros:
Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío 1955 y El hombre y la tierra en
Boyacá: Bases sociológicas e históricas para una Reforma Agraria 1957. Estos estudios
5Durante la administración del presidente colombiano César Gaviria se adoptó la política de apertura
económica, la cual hace parte integral de la ideología política conocida como Neoliberalismo. Según esta, el
libre comercio, la descentralización del poder y la reducción del estado por medio de la privatización, son
algunas de las medidas necesarias para generar el desarrollo nacional.
En: http://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php?title=Apertura_econ%C3%B3mica, revisado 15 de marzo
de 2018.
10
plantearon un reconocimiento del campesino como un ser apaciguado y dominado, pero con
el ímpetu de manifestarse en la acción.
En este primer apartado, se establece el desarrollo y los cambios en la concepción del
sociólogo a través del tiempo. Por tal motivo, se expone la explicación narrativa de cada uno
de sus libros relacionados con la cuestión agraria en Colombia. Por ello, en este capítulo
existen subtítulos que referencian los libros escritos por Fals Borda entre 1962 y 1985 como
lo son: La Violencia en Colombia (1962), La subversión en Colombia, El cambio social en la historia
(1966). Estos estudios establecen una relación directa entre la violencia y el cambio social en
el campo.
Al finalizar este primer capítulo, se hace énfasis en el desarrollo de la acción colectiva
campesina en lo denominado como Cuestión Agraria para la historiografía de los años
setenta, en dos obras claves de Orlando Fals Borda: Historia de la cuestión agraria en
Colombia 1975 e Historia doble de la Costa IV Tomos 1979- 1987. Estos estudios
manifiestan un recorrido histórico del campesino en una región como la Costa Caribe
colombiana y en el país en general, desde la misma época prehispánica hasta finales del siglo
XX.
El capítulo dos, titulado: Gonzalo Sánchez y Pierre Gilholdes: las narrativas de las ligas
campesinas en Colombia, establece la evolución en la narrativa, así como la ruptura con la
historiografía social de los años setenta. Ya que muestra históricamente la primera
manifestación de acción colectiva campesina a través de las ligas campesinas de los años
veinte del siglo XX. Este cambio es el punto de referencia para empezar hablar de los
movimientos campesinos en la historia social de Colombia, como también sobre las ligas
campesinas que sirvieron de precedente de acción colectiva campesina.
El desarrollo del segundo capítulo inicia con la explicación sobre el cambio paradigmático
en la historiografía social colombiana, que parte de una historia social marxista enfocada en
análisis de las estructuras, las medidas econométricas y en las estadísticas sociales,
estableciendo así la preocupación más por el método que por el sujeto, a una historia social
postmarxista preocupada por la identidad colectiva, los movimientos sociales y la cultura.
11
Paralelamente, se relatan narrativas de las ligas campesinas en la década de los veinte junto
con el desarrollo historiográfico de los historiadores Gonzalo Sánchez Gómez y Pierre
Gilholdes en la década de los setenta. Es decir, se establece un análisis historiográfico por un
lado y; por el otro lado, indica la incidencia de los movimientos agrarios hasta 1968, año en
cual se empieza a establecer el movimiento campesino de manera institucional a través de la
ANUC.
El capítulo tres llamado; la conceptualización histórica de la acción colectiva campesina
en la historiografía social colombiana, analiza el desarrollo histórico del concepto de
acción colectiva campesina bajo nueve categorías definidas; 1) El problema histórico de la
tierra; 2) El campesino como sujeto histórico;3) Demandas sociales de la acción colectiva
campesina 4) Relaciones de poder campesinas;5) Formas de acción colectiva campesinas 6)
Teorías sobre la acción 7) La indignación justa del campesinado 8) Logros alcanzados por la
acción colectiva campesina 9) Temporalidad e historización.
Estas categorizaciones son producto de la lectura minuciosa de dos historiadores Mauricio
Archila Neira y Leopoldo Múnera, quienes hacen un balance de la acción colectiva
campesina en Colombia en dos libros claves para la presente tesis: Idas, venidas, vueltas y
revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990 de Archila y Rupturas y Continuidades de
Múnera. Este último capítulo va acompañado de cuadros y gráficos para un mejor
entendimiento de la situación histórica del campesinado en Colombia por parte del lector
nacional o extranjero.
Perspectiva metodológica
Para ello se tomaron elementos de la historia conceptual de Reinhart Koselleck, quien indica
el devenir de los conceptos en la historia conceptual y en la historia social, asimismo sitúa
los puntos de encuentro entre las dos historias, así como sus diferencias en la literatura
histórica. El autor propone la historicidad de los conceptos de manera diferente; la historia
conceptual precisa que los textos y palabras devienen de ellos mismos, en la historia social
las palabras provienen de la praxis de la investigación en la “formaciones sociales o formas
organización constitucional, las relaciones entre grupos , capas, clases, cuestiona las relaciones de los
12
sucesos apuntando a estructuras a medio o largo plazo y su transformación”.6 Sin embargo ,existe
un punto de cohesión entre lo conceptual y social en el concepto de acción colectiva
campesina y es el horizonte de expectativa de este término sociohistórico al cual le otorgaron
los autores trabajados en esta tesis para darle permanencia, representatividad u furo al
concepto.7
Metodológicamente se trabajó en entender la edificación de este concepto a través del tiempo
en la presente tesis, se debe concebir de dos maneras: i) la primera relacionada con el
desarrollo de la situación histórica de los textos e historiadores que nos hablan sobre la acción
colectiva campesina; ii) segundo, el desarrollo propio que tuvieron la colectividad campesina
en el desarrollo de los hechos en la historia de Colombia en el siglo XX.
Por tanto, está tesis no pretende ser hacer un recorrido historiográfico extenso de la acción
colectiva campesina, sino el examen minucioso de las narrativas que hablan sobre ello,
específicamente las trabajadas por Orlando Fals Borda, Pierre Gilholdes, Gonzalo Sánchez.
Leopoldo Múnera, Mauricio Archila Neira, académicos que hicieron parte con su trabajo de
la escuela de los movimientos sociales de la Universidad Nacional de Colombia entre 1955
a 1990.
La obra de Reinhart Koselleck Futuro Pasado, editada por Paidós y publicada en 1993, es
pertinente para los objetivos del presente escrito que tiene como fin establecer la historicidad
del concepto de acción colectiva campesina que lo caracterizan su hilación con las
concepciones de revolución, magistra vitae, representación, acontecimiento y la relación
entre la historia conceptual y la social a través del tiempo histórico; evidenciando cambios
semánticos.
De ahí que los conceptos que manejan los movimientos sociales como el concepto de acción
social colectiva, sirven para ser explicados desde un rastreo histórico lingüístico. No obstante,
para el objeto de esta tesis, es específicamente la acción colectiva campesina como categoría
de pensamiento y concepto histórico, definido específicamente para aquel movimiento que
ha realizado el campesino en el tiempo. “A continuación, pasan a primer plano las exposiciones
6 Reinhart Koselleck, Futuro-Pasado, Paidós, Barcelona, España, 1993 PP:114
13
teórico-históricas e historiográficas. Finalmente se consideran más y también intensamente los
aspectos pragmático-lingüísticos y también antropológicos de la semántica del tiempo histórico”.8
Esta explicación conceptual de la acción colectiva campesina se deconstruye y se
complementa en la experiencia del tiempo, por quienes escribieron sobre ella, como por los
actores que participaron en ella. Por tanto, le brinda significado al mismo concepto en el
tiempo y validez para el futuro y presente de la movilización campesina, es decir, es un
concepto en constante resignificación y permanente en el tiempo.
La acción colectiva campesina es representada por la experiencia temporal de los
movimientos sociales campesinos en Colombia desde la década de los 70 hasta principios
del siglo XXI, y dentro de ella, aunque a simple vista se vea complicado, existen conceptos
como el de lucha, campesino o identidad colectiva “que proceden del ámbito de la historia , de
la terminología filosófica, de la filología histórica, de la semasiología y de la onomasiología , y cuyos
resultados , comprobados una y otra vez mediante la exégesis de los textos se vuelve a llevar a estos”9
Es por ello, que la historia conceptual sirve como llave metodológica para contribuir en la
selectividad al concebir temas de la historia social y asimismo el análisis de los conceptos
dentro de la misma.
Estas dos orientaciones hacen de la narrativa de la acción colectiva un diálogo coherente
entre la escritura del tiempo y la acción humana, mostrando a su vez una producción sintética
de un cambio paradigmático en la historia social en Colombia. Donde se les otorga relevancia
a los actores subalternos, a los actores campesinos que construyen nación a partir de las
acciones diarias de su trabajo en el campo, de ahí la importancia de trabajarlo en el presente
escrito.
8, Reinhart Koselleck, Futuro-Pasado, Paidós, Barcelona, España, 1993.PP: 110 9 Ibidem. PP:110
14
CAPITULO UNO
Orlando Fals Borda: las premisas de la acción colectiva campesina
“Podría haberse esperado que cuatrocientos años de rutinaria faena hubieran entumecido la
sensibilidad de las gentes hacia el progreso; o que hubieran convertido a los campesinos en
individuos resignados y dóciles. Pero lentamente a estos se les está revelando el hecho de que han
sido, en verdad, explotados y menospreciados”.10
1.1 Orlando Fals Borda: notas de una historia intelectual
Hablar de investigación social en Colombia es hablar también de Orlando Fals Borda,
comprometido con este campo, tuvo una prolífica vida académica enfocada a estudiar la
situación del trabajo agrícola en el país; específicamente, con el sujeto social e histórico del
campesino, actor principal en la obra académica del sociólogo colombiano.
El enfoque sobre el campesino que tuvo Orlando Fals Borda en sus obras, lo llevó a establecer
un análisis histórico sobre el estilo de vida, la relación con la tierra, la violencia rural y los
modos de acción colectiva de las comunidades campesinas en Colombia. Así, este retrato
sobre el campesinado permitió la creación de un conocimiento propio a partir de su contexto
rural, y es por eso que se le atribuyó a Borda el desprendimiento del colonialismo intelectual
y la generación de un discurso sociológico latinoamericano agrarista.11 En consecuencia,
universidades como la Nacional de Colombia, Dubuque (EE.UU) y Minnesota (EE.UU); le
hicieron reconocimientos públicos –debido al impacto que tuvieron sus estudios en el campo
de la sociología histórica rural– que lo llevaron a tener una prolífica vida intelectual. Sin
embargo, dicho trabajo académico le produjo rupturas institucionales, un viaje a la
10Orlando Fals Borda, Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío, Editorial Iqueima, Universidad
Nacional, Bogotá. 1961 PP:15 11Orlando Fals Borda, Ciencia propia y colonialismo intelectual: los nuevos rumbos, 3a ed, Bogotá, Carlos
Valencia Editores, 1987.PP19
15
clandestinidad, una notable vida de docente y una polémica situación política que marcaron
cada paso de su vida como historiador y sociólogo.12
Orlando Fals Borda nació el 11 de julio de 1925 en la ciudad de Barranquilla (Atlántico-
Colombia), principal puerto industrial y comercial de la costa norte de Colombia,
caracterizada por poseer una enorme vida cultural producida por la heterogeneidad
identitaria, originada por la migración de árabes, africanos y españoles que poblaron el norte
de este país, desde el período de la colonia hasta mediados del siglo XX. Frente a este
contexto se situó la familia Fals Borda, descendientes de migrantes catalanes que viajaron de
Europa al continente americano en busca de un mejor porvenir a finales del siglo XIX.13
Durante su infancia encontramos la formación presbiteriana, la cual fue brindada por su
vínculo académico con el Colegio Americano, donde cursó su formación básica hasta
terminar sus estudios secundarios. Además, allí trabajaron sus padres, quienes
constantemente influyeron tanto disciplina y rigor, como afecto y gusto por los buenos
hábitos cristianos protestantes, aspectos que serían fundamentales para su vida de pensador
y académico -siempre riguroso y disciplinado en todos sus trabajos-. Posteriormente, bajo los
intempestivos cambios que brinda la vida, y tras un breve pasó por la actividad militar, tomó
una beca ofrecida por la embajada americana para estudiar Literatura Inglesa en la
Universidad de Dubuque en Miami Florida.14
En sus estudios de licenciatura y maestría, Fals Borda inició el recorrido histórico y
sociológico sobre el campesinado durante el gobierno militar del general Gustavo Rojas
Pinilla (1949-1955). A partir de allí, empezó un proceso de maduración en el pensamiento y
la escritura histórica dedicado al campesino, que va de la mano con los procesos políticos de
la nación colombiana en la segunda mitad del siglo XX: los gobiernos bipartidistas del Frente
Nacional (1958-1974); los del potsfrente nacional (1975-1991), que parte desde la
presidencia de Alfonso López Michelsen hasta la constitución de 1991, período de tiempo en
el cual el sociólogo tuvo que ocultarse y refugiarse por la persecución política en su contra;
y por último, durante la “apertura democrática, económica y política” en 1991 hasta su
12 Víctor Manuel Moncayo, Una sociología sentipensante para América Latina, CLACSO, Siglo del hombre
editores, Colombia, 2009 PP:35-37. 13 Ibidem PP:35-37. 14 Ibidem PP 35-37
16
muerte el 12 de agosto de 2008, época en la cual se consagró como académico y pudo
institucionalizar su metodología de trabajo Investigación Acción Participativa (IAP).
1.1.1 Los desencadenantes de la movilización armada campesina durante la dictadura
de Gustavo Rojas Pinilla.
En 1955, cuando a Orlando Fals Borda le publican su primera obra Peasant society in the
colombian Andes en la universidad de Minnesota, ya habían transcurrido dos años desde la
toma de poder del General Gustavo Rojas Pinilla el 13 de junio de 1953. Esta dictadura se
planeó y se orquestó bajo un acuerdo secreto entre los dos partidos políticos tradicionales y
dominantes en ese momento, el liberal y el conservador, con el objetivo de pacificar la
violencia política, social y rural que vivía Colombia a mediados del siglo XX.
Esta violencia tuvo su origen en 1930, por el cambio político de la hegemonía conservadora
(1886-1930) a la república liberal, que parcializó la politización de los campesinos,
provocando cruentos y sangrientos enfrentamientos en el campo entre seguidores del partido
liberal y el partido conservador. Además, la desigualdad y pobreza en la cual estaba inmersa
el campo colombiano conllevaron a muchos campesinos a organizarse de manera autónoma
para poder sobrevivir, levantarse en armas y hacerle frente al Estado y a sus enemigos. A este
proceso de organización y defensa se les denominó autodefensas campesinas, que
posteriormente serían llamadas, por los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez y
Laureano Gómez, guerrillas agrarias liberales; ya que muchos de sus integrantes eran
partidarios de la ideología política del partido liberal.
Dicho cambio significó una de las primeras muestras de acción colectiva campesina en el
país, debido a que por una situación de ruptura y conflicto los campesinos del centro y sur
oriente del país se levantaron en armas ya fuera en defensa de sus territorios o por el
mantenimiento de su situación agraria, de lo cual dependía su modo de vida y sustento.
Con la profundización de la violencia producida por el asesinato del caudillo liberal Jorge
Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948, la violencia se incrementó y el caos se apoderó de los
campos, provocando masivos desplazamientos de campesinos y pérdidas humanas que
17
alcanzaron la cifra histórica de 200.000 muertos, para un país que su población total
redondeaba los doce millones de habitantes.15
La dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) creó un control político y social para la
población civil, que para esa época se encontraba levantada en armas y en una lucha fratricida
de los dos partidos políticos que no posibilitaba el buen ejercicio de la institucionalidad y el
poder en el país. En ese sentido, la oligarquía política de Colombia permitió el
establecimiento de una autoridad militar mientras se buscaba la restitución de la democracia
y el mando bipartidista del poder por parte de los partidos políticos hegemónicos liberal y
conservador, los cuales habían perdido el dominio sobre el pueblo colombiano y las
instituciones democráticas colombianas.16
Instaurada en 1953 la dictadura militar de Rojas, con el beneplácito de los partidos políticos,
se empezó a presentar un ejercicio semi-autoritario de poder con características de
democracia progresista, semejante a las dictaduras militares de mediados del siglo XX en
América Latina, como la de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, Jacobo Árbenz en
Guatemala y Juan Domingo Perón en Argentina, entre otros. Destacados por ser populistas y
pragmáticos con los sectores más liberales de la sociedad, pero represivos y autoritarios con
los campesinos, estudiantes y obreros, quienes estaban en desacuerdo con las políticas
desarrollistas de los Estados Unidos, doctrinas que por un lado buscaban perpetuar el poderío
económico agrario en Latinoamérica, construido desde la Doctrina Monroe “América para
los americanos”, y por el otro, deseaban detener el avance del comunismo soviético, el cual
estaba permeando ideológicamente las bases populares de algunos países suramericanos,
entre ellos, Colombia.17
El libro de Jorge Serpa Erazo Rojas Pinilla, Una historia del siglo XX, nos indica que el
sistema dictatorial de Rojas Pinilla permitió la modernización del país dando cabida a la
industrialización y urbanización (obras de infraestructura, vías y ferrocarriles), como también
la incorporación de la televisión y el voto de la mujer en la vida pública, los cuales se
15Alberto Valencia Gutiérrez, El juicio político a Rojas Pinilla en el congreso de la República (1958-1959) y
la conspiración contra el Frente Nacional, Revista Sociedad y Economía, núm. 18, 2010, pp. 183-209, Valle-
Colombia 2010. 16 Jorge Serpa Erazo. Rojas Pinilla, Una historia del siglo XX. Planeta colombiano. Bogotá, 1999 págs 436-577 17 Ibidem PP 437
18
consideraron avances sustanciales para la vida democrática de aquel momento. No obstante,
la dictadura de Rojas tuvo sesgos conservadores y represivos, característicos de cualquier
régimen militar, tales como la censura de prensa, el exacerbado culto a la personalidad y la
represión de cualquier tipo de movimiento popular que manifestara inconformidad con el
gobierno castrense. Un ejemplo de ello fue la incursión militar en la región de Villarrica-
Tolima en junio de 1954, donde un grupo de campesinos liberales desplazados por la
violencia partidista y la desprotección económica estatal, decidieron organizarse de forma
política y defenderse militarmente en esta zona rural ubicada en el sur del departamento del
Tolima de la nación colombiana.18
Este ataque militar a Villarrica estuvo caracterizado por el despliegue de batallones del
ejército hacia la zona y por el bombardeo con napalm-B, combustible utilizado a finales de
La Segunda Guerra Mundial para atacar a un grupo de pobladores rurales.19 Tan descomunal
incursión causó efectos contrarios, ya que dispersó en el territorio colombiano a las
autodefensas campesinas (futura guerrilla de las FARC- Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia-), y creó desconfianza de la población agraria con las instituciones, lo cual
impulsó en los siguientes años la formación de más grupos de resistencia campesina; como
lo son EPL- Ejército Popular de Liberación-, MRL- Movimiento Revolucionario Liberal y el
ELN- Ejército de Liberación Nacional.20
Este evento de ocupación militar, por parte del Estado colombiano, contra las zonas de
ocupación campesina y el incumplimiento de los compromisos establecidos como el
mejoramiento de las condiciones económicas y la amnistía entre las guerrillas de los llanos
y el gobierno militar, fueron los detonantes para la movilización armada campesina en
Colombia, la cual fundamentaba su lucha en los principios comunistas de distintas
18Ver mapa: Villarica (Tolima-Colombia) 19 Durante la segunda guerra mundial el NAPALM fue utilizado por las fuerzas británicas contra la ciudad de
Dresden en Alemania, debido a que los científicos norteamericanos habían perfeccionado uso con el compuesto
del fósforo que le daba mayor volatilidad a la gasolina, posteriormente lo utilizaron las tropas norteamericanas
en las ciudades japonesas donde las casas eran hechas de madera y paja, fáciles de quemar. En:
www.exordio.com/militaris/armamento visitado 26 de diciembre 2016. 20 El desarrollo de las guerrillas comunistas y liberales se dio paulatinamente, primero aparecieron las liberales
y después las comunistas. El punto de quiebre fue el ataque a Villarica-Tolima y el incumplimiento de las
negociaciones con las antiguas guerrillas liberales dio paso para la formación de distintas guerrillas de
orientación comunista Jorge Serpa Erazo, Rojas Pinilla, Una historia del siglo XX, Planeta colombiano, Bogotá,
1999 PP 512.
19
orientaciones como la marxista, leninista, la maoísta y la agrarista. Estas manifestaciones
ideológicas serían reforzadas por intelectuales de izquierda como Jacobo Arenas ideólogo de
las FARC (marxista- leninista), los padres Camilo Torres y Manuel Pérez– ELN – (teología
de la liberación maoísta) y Oscar William Calvo (maoísta) fundador del EPL.
El historiador Cesar Augusto Ayala Diago nos indica en su artículo “Fiesta y golpe de estado
en Colombia” que la llegada al poder del general Gustavo Rojas Pinilla llenó de júbilo a la
población colombiana en general, debido a que se tuvo la percepción de ser la salvación
nacional al gran conflicto entre liberales y conservadores, aunque en realidad era una salida
militar mediante un golpe de Estado a Laureano Gómez, quien era considerado un tirano por
las masas liberales y disidentes del conservatismo.
“Una bomba de regocijo y festividad había explotado por todos los rincones del país. Aunque
realmente fue un golpe de estado, el alborozo de los colombianos impregnó la salida castrense de un
aura de salvación nacional. La gente no se interesó en averiguar los pormenores del cuartelazo. A
nadie le importó que se tratara de una pelea entre conservadores o que detrás del nuevo gobernante
estuvieran alzatistas y ospinistas, los enemigos del mismo partido de gobierno'. Para el común de la
gente lo importante era el derrocamiento de lo que consideraban la tiranía de Laureano Gómez”21
Esta percepción de la dictadura resultó ser beneficiosa en cierto sentido, ya que muchos
grupos se adscribieron al nuevo gobierno militar, excepto el comunismo criollo y la élite
laureanista, quienes se mantuvieron al margen del nuevo gobierno. Esto en términos
democráticos favoreció la integridad nacional, además que la figura de Rojas se consolidó
como redentor de la paz en regiones como Boyacá, Casanare, Cundinamarca y Tolima,
regiones afectadas por el conflicto bipartidista.
El aporte brindado por el historiador Ayala Diago indica las razones del porqué del júbilo
nacional de la época. Era porque Rojas representaba orden y paz ante la vasta violencia
ejercida durante el estado de sitio del conservador Laureano Gómez a partir de 1949, en la
cual la violencia se desbocó en su mayor medida contra los campesinos pobres de las
regiones. Además de ello, el cierre del senado y las asambleas quebraron todo mecanismo de
21 Cesar Augusto Ayala Diago, “Fiesta y golpe de estado en Colombia” , Anuario Colombiano de la Historia
Social y de la Cultura, Bogotá 1998 PP 278
20
oposición, convirtiendo en tiranía el gobierno de Laureano Gómez y dejando la posibilidad
de un derrocamiento o golpe de Estado, como sucedió el 13 de junio de 1953.
Llegados a este punto, es importante indicar que los cambios históricos producidos durante
la violencia partidista y la dictadura, entre 1946 y 1957, encendieron la movilización armada
campesina debido al cambio en la hegemonía política. Sin embargo, esta fue apaciguada
durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, quien hizo lo posible por contener mediante
reformas y obras de infraestructura la ya caldeada situación social que se venía presentando
en el campo colombiano; no obstante, esto no bastaría debido a que posteriormente el
campesinado iría a dar respuesta mediante la acción colectiva.
En este contexto de violencia política generalizada y crisis de vida campesina, Orlando Fals
Borda empieza a escribir Campesino de los Andes, en un ambiente de insatisfacción y
renovación en el cual está oprimido y explotado implícita e históricamente, pero al mismo
tiempo tiene un deseo de cambio y “progreso” para construir futuro. Esta representación
dialógica permite al campesinado ser consciente de su situación, y ante todo hacerle frente a
su vida, atraso e ignominia, de manera estoica y tranquila. Por tal motivo, Fals Borda, en el
prólogo de su primer libro, manifestó que los habitantes rurales deben ser ayudados mediante
planes agrarios organizados desde el gobierno, para así permitirles a muchos campesinos salir
de su condición de pobreza, que para el momento contenía a más de la mitad de la población
de Colombia.22
1.1.1 Campesino de los Andes: en búsqueda de la historicidad del campesino
Cuando se habla del libro Campesino de los Andes – su primera producción académica – se
está haciendo alusión a uno de los libros más queridos por Orlando Fals Borda, motivo de
escritura para los trabajos que haría, durante su vida, sobre el campesinado. Él hizo la
siguiente referencia sobre su obra: “Sí ese libro lo escribí con amor (…) ese fue el primerito que
escribí para el Máster, y la Historia Doble de la Costa mí último libro, esos dos libros los escribí con
ese amor por la gente”. De allí se concluyó que su primera obra, no solo fue un libro producido
como un trabajo académico, sino que también involucró la descripción de un territorio y la
22Carlos Cubides, Humberto J.; Orlando Fals Borda: el permanente compromiso de un innovador. Nómadas
(Col). 1995.
21
caracterización de la forma en como vivía la gente del campo en Colombia a mediados de la
década de los cincuenta, durante el siglo XX, y específicamente en la región de la altiplanicie
en los Andes colombianos.23
Como se venía hablando en apartados anteriores, el sociólogo colombiano Orlando Fals
Borda hizo aparición (literaria) durante la dictadura y formación de las zonas de autodefensa
campesina. Quien para 1955 le es publicado su primer libro Campesino de los Andes: Estudio
sociológico de Saucío (Peasant society in the colombian Andes. A sociological study Saucío),
con el objetivo de obtener el título de Master of Arts de la Universidad de Minnesota,
institución que le editó y publicó esta primera tesis en inglés. En este sentido, Campesino de
los Andes se convirtió en un intento académico, desde la sociología rural, por describir la
vida del campesinado y señalar las condiciones reales de muchos que se veían sometidos por
la violencia y el poder terrateniente a lo largo de la historia –desde el mismo período de la
colonia hasta mediados de los años cincuenta–.24 Está temporalidad relata la historicidad del
campesino; sin embargo, Orlando definió la politicidad del mismo en Colombia, para
mediados del siglo XX, con el fin de hacer entrada a la forma en como ese entendía su
proceder político.
La politicidad del campesino para 1950 estuvo definida por adscripción o por tradición. Por
adscripción, eran aquellos campesinos que por coherencia ideológica se afiliaban al partido
ya liberal o al conservador. Los de tradición, eran las familias enteras que de generación en
generación colindaban con el partido político y lo defendían hasta sus últimas consecuencias.
No obstante, hubo excepciones que eran en su inmensa mayoría trabajadores rurales que
vivían en las regiones del Valle del Cauca y Boyacá, los cuales fueron obligados a pertenecer
a algún partido político para no ser asesinados o desplazados de sus tierras. En este ámbito,
hubo una politización cambiante, entre los campesinos, en resguardo de su seguridad y
bienestar.25
23En; https://www.youtube.com/watch?v=WX5PWLvg8yw Revisado el 15 de junio de 2016. (Universidad
Nacional 1995) 24 Víctor Manuel Moncayo, Una sociología sentipensante para América Latina, CLACSO, Siglo del hombre
editores, Colombia, 2009 PP:32-37. 25 Orlando Fals Borda, Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío. Editorial Iqueima, Universidad
Nacional. Bogotá 1961. PP.13
22
Los campesinos que no estuvieron organizados bajo alguna forma de politización partidista,
siguieron la línea socialista soviética muy en boga después de la segunda guerra mundial, a
esta corriente ideológica se adscribieron aquellos trabajadores rurales que no poseían nada,
que habían sido desplazados y despojados de sus pertenencias y algunos que habían sufrido
en carne propia toda La Violencia partidista propia de mediados del siglo XX (1946-1958).
En ese sentido, elementos o personajes formados bajo la doctrina de la Unión Soviética
formaron distintos cuadros en todo el mundo, para hacerle contraparte a las políticas
asistencialistas de Estados Unidos que veían en los campesinos a una inmensa masa pobre al
servicio de los intereses capitalistas de las multinacionales estadounidenses como la United
Fruit Company.
En este análisis descriptivo, tanto histórico como sociológico, comenzó a brindar –en el libro
Campesino de los Andes– algunos rasgos sobre la acción colectiva campesina. Investigación
que permitió al autor cambiar su concepción del trabajador rural de una persona pasiva a una
persona con sed de movilización y cambio:
“En aquellos años, que hoy recuerdo con mucha elación, solo un afán me llevaba al terreno: el
descubrir al campesino, sus problemas y necesidades, (…). Quería constatar sí lo que se decía del
hombre rural era cierto, si merecía su suerte como despreciable suerte como siervo de gleba, si su
estupidez aparente o “melancolía indígena era atávica, si su destino como ente sub-humano era
inevitable”26
La hipótesis ponía al campesino en una situación de menosprecio histórico inamovible,
anclado a viejas prácticas agrícolas, a una rutina de vida desarrollada a través de la religión
y la tierra; pero, ante todo, con una evidente situación de ignorancia y atraso que no le
permitía progresar y salir adelante, marginándolo en la creciente sociedad occidental de
mediados de siglo.
En este sentido, y mediante la investigación sociológica realizada por el autor, este cambió
su percepción. Encontró en el campesino la semilla de la inconformidad en la que se hizo
manifiesto su ánimo de levantarse y actuar, cambiar la situación de vida que los mantiene
26 Ibidem PP:13
23
anclados a una condición de sumisión frente al paternalismo y el creciente latifundio que,
para el momento, empezaba a cambiar el panorama de la tierra en el país.
Esta nueva concepción del campesino fue manifestada por Fals Borda a través de las
siguientes líneas:
“Podría haberse esperado que cuatrocientos años de rutinaria faena hubieran entumecido la
sensibilidad de las gentes hacia el progreso; o que hubieran convertido a los campesinos en individuos
resignados y dóciles. Pero lentamente a estos se les está revelando el hecho de que han sido, en verdad,
explotados y menospreciados”.27
El cambio en la concepción del autor provocó dos situaciones: la primera que lo lleva a
dedicar su vida académica a la descripción analítica de la situación de vida del campesino en
Colombia y la segunda en la cual pone de manifiesto las primeras premisas sobre la acción
colectiva campesina que por el momento empezaba a tomar forma como concepto histórico.
Para 1955, Orlando Fals Borda, no hace una descripción del problema de las guerrillas
agrarias durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla; pero sí inicia su trabajo sociológico
desde una perspectiva política moderada marxista, en la que describe sociológica e
históricamente el modo de vida del campesino, partiendo desde su relación con la religión,
la familia, la política y la tierra, que configuran el mundo del campesinado para mediados
del siglo XX.
El análisis de Campesino de los Andes, si bien no fue evidente, con la acción colectiva del
campesinado deja ver la existencia de un conflicto de intereses –para la década de 1950 y
1960– entre las élites, gobernantes y campesinos. Debido a la dependencia histórica del
campesino a el trabajo servil o de deuda, primero frente a los patrones señoriales y después
con los agregados capitalistas ausentistas que mantuvieron al trabajador rural en una
condición de explotados y pobres.
El libro Campesinos de los Andes es producto de años de trabajo investigativo desarrollado
por Fals Borda, entre los años 1949 a 1952, en una vereda del municipio de Chocontá, en el
27 Ibidem PP:15
24
departamento de Cundinamarca-Colombia.28 A donde pudo llegar gracias a su labor en la
empresa americana Winston Brothers (constructora de la represa del Sisga entre Boyacá y
Cundinamarca) donde el autor pudo relacionarse con muchos trabajadores campesinos que
le permitieron adentrarse en su modo de vida, asimismo, realizar un trabajo de campo
tranquilo en un periodo tan álgido como lo fueron los años 50 en Colombia.29
La obra sociohistórica Campesinos de los Andes aportó un elemento importante para la
construcción histórica del concepto de acción Colectiva Campesina. El cual fue la
formalización teórica del campesino construida a través del análisis de archivos históricos e
instrumentos metodológicos, como las entrevistas y encuestas, que permitieron a Fals Borda
determinar las características sociológicas de una comunidad rural como la de los habitantes
de la vereda de Saucío, Cundinamarca.30
Entre los rasgos característicos de la formalización teórica del campesino se encuentra la
distribución social del trabajo agrícola. En la cual Fals Borda señaló que existieron distintos
tipos de sociedades de trabajo clasificadas como Tipo A, Tipo B, y Tipo C, que permitían la
producción de ganancias y sostenimiento para cada uno de los socios involucrados en la
cosecha.31
En la descripción realizada, Borda trabajó a partir de la tenencia de la tierra que tuvo siempre
al campesino como propietario o administrador. Lo que varió fue la forma de trabajo sobre
la tierra, debido a que los campesinos andinos prefirieron establecer alianzas cooperativas
28 Ver mapa 2: Saucío- Cundinamarca; es una de las 32 unidades administrativas que tiene Colombia, se
encuentra ubicada en la cordillera oriental de Colombia, limita con los departamentos de Boyacá y Meta, Tolima
y Caldas y cuenta con una extensión territorial es de 24.210 km².Caracterizada por tener una altiplanicie
llamada Sabana de Bogotá, donde se encuentra asentada su capital Bogotá, con una población de 8.340.000,
por eso se le denomina como una de las entidades territoriales con mayor densidad poblacional e ingreso per
cápita del país. Es ahí en el norte del departamento límites entre Cundinamarca y Boyacá, donde se ubica el
municipio de Chocontá al cual pertenece la vereda de Saucío 29 La empresa americana Winston Brothers construyó la primera represa de Colombia, nombrada el Sisga, donde
Orlando Fals Borda ejerció como secretario, por su conocimiento del idioma inglés y su versatilidad en el
manejo de texto e informes. Allí durante los fines de semana y ratos libres compartía con la comunidad
campesina de Saucío en la cual empezó sus formas de vida y su comportamiento como trabajadores agrícolas. 30 En las primeras páginas del libro Campesino de los Andes Orlando Fals Borda hace una descripción de las
herramientas metodológicas sociológicas cercanas al método comtiano, como el análisis de archivos históricos,
una perspectiva que permite describir el origen y las formas de vida de los campesinos de Ibidem pág. 34 31 Ibidem PP 60
25
para poder sobrevivir y así poder generar algo de ganancias en sus territorios. A estas
sociedades se les denominó “compañías”:
“Tipo A: Un agricultor suministra la tierra y las semillas, el otro el trabajo y los abonos, y participan
igualmente en la cosecha.
Tipo B: Un agricultor suministra la mitad de la semilla y la tierra y el otro aporta la mitad de la
semilla y todo el trabajo. Se distribuyen por partes iguales los gastos en abonos y se dividen por partes
iguales en la cosecha.
Tipo C: Un agricultor suministra la semilla y la mitad del trabajo. El otro aporta la tierra y la otra
mitad del trabajo. Estos arreglos se emplean para los cultivos de papas y de trigo o cebada
sucesivamente, o solo para el trigo. Si se requieren abonos, los gastos correspondientes se dividen
entre los asociados. La cosecha se divide en partes iguales.”32
La unidad agraria entre trabajadores rurales, fue un primer indicio de acción colectiva
campesina por ser un modelo de resistencia económica ante la gran hacienda de los años
cincuenta. Este incorporaba al campesino como trabajador jornalero, con bajos salarios y
atrapado bajo el sistema de deuda que nunca lo desvincularía de la hacienda. Es decir, la
relación de sumisión entre el campesino con el patrono solo se podía dar mediante la
colectividad comunitaria.
Otro elemento del libro Campesino de los Andes, fue útil para observar el precedente del
para el concepto de acción colectiva campesina, fue el análisis espacial desarrollado por
Borda, donde señaló la inexistencia de límites geodésicos y cartográficos en cada una de las
pequeñas propiedades de Saucío, lo que causó posteriormente conflictos tanto para el
ordenamiento territorial como para el aprovechamiento por parte de sus propietarios, quienes
no sabían hasta donde llegaban sus predios y donde limitaban los del vecino.
En este caso particular, la demarcación del terreno afectó a los pequeños propietarios en
muchas regiones de Colombia, ya que facilitó la confusión de la cual se aprovecharon los
grandes hacendados, los cuales reclamaron y compraron tierras a precios irrisorios. De este
32 Ibidem: PP 80
26
modo se constituyeron en latifundistas, dejando al campesino sin tierra y, aún peor, sin la
posibilidad de trabajar y generar riqueza a futuro.33
El campesino sin tierra, especialmente en Boyacá y Cundinamarca, sufrió un proceso de
fragmentación de la tierra que quedaba registrado en un archivo o escritura tradicional, el
cual quedaba depositado en un archivo local o gubernamental y no en manos del campesino.
Por tal motivo, cuando se hacían compraventas o reclamaciones, los campesinos quedaban
sin instrumentos legales de reposición y el bien pasaba a mano de los juzgados o del
hacendado que podía certificar el “poder sobre la tierra”.
Hay que señalar que la principal premisa –según Orlando Fals Borda– para que el campesino
empezara a actuar, fue la violencia bipartidista generada en 1946 en las regiones
minifundistas; ya que en los territorios de Boyacá, Cundinamarca, Cauca, Tolima y Caldas
predominaba el poder de algún partido político liberal y conservador bajo la figura del
gamonal. Este gamonalismo fue el detonante de la violencia regional, pues ponía en
enfrentamiento a campesinos que estaban bajo el poder de un gamonal, quien ordenaba el
asesinato y la expropiación de bienes del bando contrario.34Esta situación provocó que
campesinos de las regiones centrales de Colombia se desplazaran hacia las zonas más
apartadas, como los llanos orientales, donde posteriormente se originarían las primeras
guerrillas liberales agrarias.
Estos precedentes de acción colectiva fueron ampliados en Campesino de los Andes mediante
estadísticas demográficas donde se describió la cantidad de habitantes que tenía la vereda de
Saucío, discriminadas a través de las siguientes variables: relación entre hombres, mujeres y
niños, tasa de natalidad, tasa de mortalidad, nupcialidad, cantidad de hijos, entre otros. Frente
33 Ibidem PP 75, En el caso de la vereda de Saucío en Chocontá, las escrituras fueron escondidas permitió lo
que, a Juan Porras, el dueño de la hacienda las Julias desde 1896, comprará las tierras paulatinamente desde el
siglo XIX hasta mediados del siglo XX. 34 Durante años, los colombianos han visto en gamonales y caciques personajes infaltables de la política y en
particular de las elecciones. Parece que fue el mismo Bolívar quien usó la palabra "gamonal" por primera vez
en 1830, hablando de algunos importantes neogranadinos que apoyaban la dictadura de Urdaneta, y sin dar al
término un carácter peyorativo. La expresión "cacique", tomada de los indios americanos, se usó también sin
sentido peyorativo para señalar a personas con poder o preeminencia, pero desde la segunda mitad del siglo
pasado comenzó a emplearse en España para referirse a quienes, dueños de poder local, lo usaban para
manipular a la población y controlar la política lugareña mediante la repartición de favores personales, contratos
y beneficios de todo orden.
Jorge Orlando Melo, Caciques y gamonales, Revista credencial, N°103, agosto de 1998
27
a ello, estableció un riguroso análisis de los datos recolectados y brindó un censo casi exacto
de la población del lugar, en la que se manifestó el cambio demográfico a través del tiempo.
Para ampliar está concepción sobre el campesino andino, Fals Borda observó la forma en
como el trabajador agrícola utilizó las herramientas de cultivo, tanto las tradicionales
indígenas como las modernas capitalistas, las cuales fueron insertas a través de los planes
desarrollistas contra la pobreza rural propuestas por la CEPAL. Por tal motivo, el manejo de
herramientas en el campo sufrió un cambio sustancial debido a la modernización de las
técnicas agrícolas después de la segunda guerra mundial que permitió en tecnificarse en sus
prácticas agrícolas y modos de vida.35
Explicadas estas condiciones espaciales y materiales del campesino en esta región del país,
el autor pasó a describir la personalidad de este, situándolo como una persona marcada por
la timidez, cautela y desconfianza hacia el foráneo “que le ha servido como medio de defensa,
de manera histórica, ante las clases superiores que en su mayoría se han aprovechado de su condición
de trabajador humilde de campo”.36 Estas clases superiores, a las que hace referencia la cita, son
las élites urbanas y los terratenientes ausentistas, quienes percibieron ganancia del trabajo de
los campesinos minifundistas de la región, durante mucho tiempo, a través de falacias,
embustes y malos negocios que mantuvieron marginados a los trabajadores del campo a
través del peonaje por deuda.
La condición identitaria anteriormente descrita cobró su importancia histórica en el texto
Campesino de los Andes porque fue el primer trabajo que se aproximó a ese tipo de análisis
y descripciones tan cercanas, y brindó la posibilidad a los lectores de la época de tener un
panorama más acertado sobre la transición histórica que estaba atravesando el campesino en
esos momentos. Es así, que este texto deja ver la contrariedad con las versiones clásicas de
la historiografía tradicional colombiana, que ponían al campesino bajo una condición de
bienestar y éxito.
35 En una nota al pie que hace Orlando Fals Borda, describe al campesino, a menos que se indique otra cosa la
palabra “campesino” se refiere al individuo central colombiano, habitante de las montañas, y concretamente al
saucita o miembro del vecindario mestizo de Saucío. 36 Orlando Fals Borda, Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío. Editorial Iqueima,
Universidad Nacional. Bogotá 1961. PP.44
28
Orlando Fals Borda con este libro inició un camino que para el momento no obtuvo ningún
patrocinio y acompañamiento por parte de las instituciones académicas y el estado
colombiano. Dicho camino fue promovido e influenciado por la misma comunidad que
investigó y por el interés personal para obtener su Masters en Arts.; sin darse cuenta que con
este trabajo iba a llamar la atención del gobierno nacional, la comunidad académica, la
comunidad internacional, la línea de investigación de sociología rural de la Universidad de
Minnesota y el Ministerio de Agricultura, porque encontraron en este trabajo un fuerte
componente metodológico y el surgimiento de un nuevo actor en los estudios sociales del
denominado campesino.
Es así entonces, que este importante trabajo investigativo permitiría a Fals Borda,
posteriormente, ser viceministro de Agricultura en el año 1957 y adquirir reconocimiento
para sus futuras labores como investigador y académico.37
La concepción teórica del campesino evidenciada en el libro Campesino de los Andes:
Estudio sociológico de Saucío, fue el primer paso en la construcción histórica del concepto
de campesino colombiano, ya que el texto manifestó a través de un análisis local como el de
Saucío, la compleja situación de vida del campesinado en Colombia para el inicio de la
segunda mitad del siglo XX.
Otro aspecto que generó el maestro con este libro fue darle otra connotación al significado
de campesino, a partir del juicioso estudio de las prácticas rurales de un grupo de campesinos
saucitas, entre 1949 y 1952. Descubriendo la enorme disposición rural para la acción tras un
letargo histórico proveniente desde el mismo período de la colonia.
La descripción del letargo del campesino que manifestó el autor, se remite a los rasgos de
enculturación histórica que vuelve a los campesinos en seres anacrónicos frente a las
prácticas agrícolas y el tiempo de desarrollo nacional, tal como se describe en las siguientes
líneas:
“El campesino es persona rural (…) está bastante desprovista de educación, tiene un nivel reducido
de vida, emplea sistemas anticuados agrícolas e industriales, trabaja en una pequeña extensión de
37 Víctor Manuel Moncayo, Una sociología sentipensante para América Latina, CLACSO, Siglo del hombre
editores. Colombia, 2009 PP:39-40.
29
tierra, ha adquirido costumbres, aspectos y conversación particulares, y que racial o culturalmente, o
desde ambos puntos de vista, es un mestizo. Algunos indígenas aculturados pueden incluirse en esta
categoría, así como los negros que viven en comunidades agrícolas”.38
Esta descripción de criterio positivista solo muestra el grado de aculturación histórica del
campesino donde no se destaca ningún proceso para la acción; sin embargo, como lo deja
entrever Orlando Fals Borda, esta situación va cambiando sucesivamente, haciendo emerger
un instinto propio para la movilización a partir de las condiciones precarias del campesinado,
como también de su histórica opresión.
1.1.2 El hombre y la Tierra en Boyacá: bases sociológicas e históricas para una reforma
agraria
El 10 de mayo de 1957, tras la presión de los sectores políticos y el descontento popular
producido por la represión de las huelgas a estudiantes y trabajadores, se presentó la renuncia
el general Gustavo Rojas Pinilla, quien había gobernado a Colombia durante tres años
mientras se restituía el orden social y democrático en la Nación. Sin embargo, este proceso
de transición a la vida institucional contó con un tratado oculto organizado en Sitges-España,
entre los líderes del partido liberal Alberto Lleras Camargo y del partido conservador
Laureano Gómez, quienes decidieron alternarse el poder cada cuatro años mediante una
fórmula política conocida como Frente Nacional que supuestamente traería equilibrio a las
instituciones y paz social.
Es así entonces, que se le denominó Tratado de Sitges o el Pacto de Benidorm a la
conformación del Frente Nacional. Período político e histórico que planteó un relevo de
gobierno durante 4 años para cada partido, con una paridad en el gabinete ministerial, es
decir, los dos partidos políticos (liberal y conservador) tuvieron una alternancia tanto en
poder como en administración del Estado. Dicho acuerdo debía ser aprobado mediante un
plebiscito que le daría un marco de legalidad y aprobación popular.
Es por ello, que el 1 de diciembre de 1957 se presentó el plebiscito a la población colombiana
para dotar de legalidad a Tratado de Sitges y así darle inicio al Frente Nacional. Este pacto
38 Ibidem PP. 39
30
duraría 16 años y sería de enorme importancia para la acción colectiva campesina que se
consolidaría durante esos años.
Cuando se inicia el Frente Nacional en 1958, Orlando Fals Borda presenta su segundo libro
El hombre y la tierra en Boyacá: Bases sociológicas e históricas para una Reforma Agraria
como tesis doctoral, para obtener su titulación sobre sociología latinoamericana de la
Universidad de Florida-Estados Unidos y publicado por la misma universidad ese mismo
año. Esta investigación fue un rastreo metodológico y documental de todo un departamento
agrícola como lo es Boyacá, donde tuvo la oportunidad de hacer una radiografía histórica de
la sociedad rural de esta zona, como viceministro de agricultura e investigador.39
El libro El hombre y la tierra en Boyacá siguió la misma línea del texto Campesino de los
Andes, ya que siguió describiendo al campesino “como un ser con una vida pasiva y austera, la
cual está pasando por un proceso de transición histórica que deviene en la aceptación de su condición
de subyugado, como de la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida”.40 Para ello, Fals Borda
abordó la situación en el departamento de Boyacá, la cual relató históricamente desde la
formación y transformación del uso de la tierra a partir 1537 hasta mediados del siglo XX.
Asimismo, estableció un análisis sociológico de la población, como de la relación del hombre
con la tierra y el trabajo agrícola al cual le dedicó varias páginas, ya que este texto aparte de
ser académico sirvió como informe para la formulación de la ley 1 de 1968, en la cual se
establecían las bases de la reforma agraria mediante la organización campesina y la
reestructuración del campo en Colombia.
La revisión histórica hecha por Orlando Fals Borda en el hombre y la tierra en Boyacá
estableció ante todo un método histórico sociológico, que permitió rastrear la forma como se
transformó la utilización de la tierra a través del tiempo, y como el trabajo se encuentra
constituido bajo un modelo de desarrollo, que bien puede ser tradicional o modernizador.
Cuestionamientos históricos que contribuyeron a la visibilización de rupturas y continuidades
en el tiempo de los campesinos en Colombia, específicamente en la región de Boyacá.
39Víctor Manuel Moncayo, Una sociología sentipensante para América Latina, CLACSO, Siglo del hombre
editores, Colombia, 2009 PP:39-40. 40 Orlando Fals Borda, El hombre y la tierra en Boyacá: Bases sociológicas e históricas para una la Reforma
Agraria, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia-UPTC, Tunja, 2006 PP:18-32
31
Borda, en el desarrollo del escrito hizo un constante énfasis en la minifundización de la tierra,
la cual se encontró negativa en cuanto a la fragmentación de terrenos productivos, pero
positiva en el sentido que permite al pequeño agricultor la acumulación de riqueza la cual
puede a aprovechar en un tiempo de recesión o crisis; es decir, lo encuentra como una forma
dialéctica para mantener el Statu Quo de la tierra en Boyacá.41
Este libro no solo tuvo una profundización teórica sino una aplicación práctica ya que
permitió, para el gobierno nacional del liberal Alberto Lleras Camargo, la formulación de
propuestas agrarias “reformistas” que cambiaron el campo colombiano. Sin embargo, este
tipo de estudios no desarrolló el análisis sobre los problemas estructurales del agro en
Colombia, sino más bien se dedicó a delimitar o hacer una “radiografía de lo que era la
sociedad rural colombiana para 1950”, así como de las dificultades del trabajo agrícola para
ese tiempo.42
Es importante señalar que durante la primera etapa del trabajo académico de Fals Borda entre
1952 y 1958, hubo un trabajo riguroso de orden histórico y sociológico que permitió hacer
una radiografía de la situación real del campesinado en los Andes colombianos,
especialmente en el departamento de Boyacá, mostrando así de manera detallada cuál era la
relación entre el hombre y la tierra en una región, y cuáles son las formas de vida en
concordancia con el trabajo agrícola. Además, mostró una extensa caracterización de lo que
significa ser campesino en los Andes, donde se indicó que a pesar de la condición pasiva y
austera del campesino existieron las ganas de cambio para mejorar las condiciones de vida
hacia el progreso y desarrollo capitalista.
Los textos Campesino de los Andes y El hombre y la tierra en Boyacá, no hubiesen sido
posibles sin la observación participante realizada por el sociólogo que le permitió acercarse
a las fuentes primarias o de primera mano para recolectar información, y asimismo poderla
contrastar con las fuentes secundarias que retratan al campesino como un ser beneficiado por
41 Ibidem PP 132-142 42 OCAMPO, Javier. El maestro Orlando Fals Borda sus ideas educativas para el cambio de la sociedad
colombiana. Revista historia de la educación Latinoamericana, vol. 12,2009. PP:13-41
32
la historia, aprovechado de la condición de la tierra y subdesarrollo que le impide progresar
hacia otro estadio más elevado, asimismo mucho más complejo.43
Teniendo en cuenta los trabajos académicos mostrados hasta el momento sobre el
campesinado y la relación del hombre con la tierra en los parajes Andinos Colombianos, se
puede indicar que para 1955 y 1957 el concepto de acción colectiva campesina es equívoco
y difuso, ya que no apareció como criterio de análisis en ninguno de los dos textos de Orlando
Fals Borda. No obstante, la reflexión del autor sobre el problema de la tierra y el campesino
en sus primeros dos libros, es un parteaguas para analizar y empezar a deconstruir de manera
histórica la acción colectiva del campesinado, la cual ha sido permanente en la historia
política y social de Colombia, pero que solo fue descubierta a partir de 1955 a través de la
descripción histórica y sociológica de Borda, en donde empezó a ser evidente las intenciones
de acción del campesino andino y oprimido, empobrecido y explotado.
1.2 Frente Nacional y Guerra Fría: Orlando Fals Borda en contra del Estado
El gobierno de Alberto Lleras Camargo 1958- 1962 estableció algunas garantías sociales a
los campesinos colombianos, mediante la Ley 135 de 1961 de la Reforma Social Agraria
sobre la cual nació la institucionalidad agraria colombiana. De allí se crearon instituciones
como el Instituto Colombiano de Reforma Agraria-INCORA-, el Consejo Nacional Agrario-
CNA -y el Fondo Nacional Agrario- FNA, entidades que se centraron en la “dotación de tierras
a campesinos carentes de ellas, adecuación de tierras para incorporarlas a la producción y dotación
de servicios sociales básicos”.44 Sin embargo, este cambio no significó un avance en las
condiciones del campesino debido a que dejó fuera a gran parte de la población rural con las
reformas aplicadas, es decir, no hubo cobertura durante ese tiempo y se amplió la brecha
social y la desigualdad en campo.
La reforma agraria de 1961 en vez de mejorar la situación del agro de los campesinos solo
sirvió para detener uno de los miedos más grandes del bipartidismo: la “infiltración del
comunismo”, que tomaba fuerza en América Latina a partir de la Revolución Cubana. Por
tanto, el primer gobierno del Frente Nacional, aparte de la creación de instituciones agrícolas,
43 Ibidem PP 25 44 Franco, A., De los Ríos, Reforma agraria en Colombia: evolución histórica del concepto. Hacia un enfoque
integral actual. Cuadernos. Desarrollo. Rural. 8 (67): 93-119. PP 105
33
permitió la formación de sindicatos y pequeños movimientos agrarios, tal como el sindicato
agrario de trabajadores de Antioquia y el movimiento agrario del Sumapaz. Ese miedo al
comunismo, por parte de Lleras, trajo mayores problemas a este primer gobierno del Frente
Nacional, ya que causaba mayor agitación social como los referidos en Cali y Cartagena
donde obreros y campesinos eran contradictores del mismo Estado y de dicho pacto.
1.2.1 El pensamiento clandestino: acción, violencia y subversión en el campesinado
El Dr. Orlando Fals Borda y el padre Camilo Torres Restrepo fundaron la Facultad de
Sociología en la Universidad Nacional en el año de 1959, pero en sus intenciones jamás se
imaginaron el impacto que esta iba a tener en los estudios sobre la sociedad colombiana en
general. Sus trabajos académicos demarcaron un análisis diferente, más profundo, coherente
y ante todo con un ánimo de transformación de la sociedad, que para el momento estaba
pasando por una situación de violencia y descomposición social que merecía ser estudiada y
transformada.
La formación de la Facultad de Sociología contó con la ayuda de la fundación Ford, quien
donó el edificio donde actualmente se imparten clases en el campus de la Universidad
Nacional. También recibió el apoyo de varios profesores entre ellos María Cristina Salazar
(filósofa y socióloga y compañera de vida de OFB), Ernesto Guhl ( geógrafo), Darío Mesa
(docente librepensador), Gerardo Molina ( político) y Monseñor Guzmán, académicos que
conformaron el primer cuerpo docente de la facultad, y egresados también de la Escuela
Normal Superior, la cual se considera como semillero de las Ciencias Sociales y de la
Sociología en Colombia.45 En ese orden, la carrera sociología en la Universidad Nacional se
construyó con base en la interdisciplinariedad, en la interpretación social desde diferentes
posturas y ante todo con el ánimo de pensar la difícil situación por la que estaba pasando el
país para finales de la década de los cincuenta.46
En este momento nació la Facultad de Sociología, durante la instauración del Frente Nacional
en 1959, tiempo en el cual Fals Borda asumiría su posición como Decano de la facultad,
cargo que ejercería hasta 1969. A esta etapa se le puede denominar como académica y
45 Gabriel Restrepo, et al, Cuatro décadas de compromiso académico en la construcción de nación, Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá,2006 PP:387 46 Ibidem PP: 388
34
subversiva por contestataria con el orden impuesto, ya que durante esa época el sociólogo
estableció ante todo un distanciamiento con el gobierno, y empezó un camino de profundo
análisis social y trabajo académico, donde se señaló: i) la pertinencia de instaurar una reforma
agraria para solucionar los problemas de violencia en el país, ii) la violencia como resultado
de la desigualdad social, iii) La constante demanda de mejorar las condiciones de la sociedad
rural pobre mediante una reforma agraria; a la cual el primer y segundo gobierno del Frente
Nacional le había dado largas y la había obstruido. Este último aspecto motivó a su amigo,
compañero de academia y cofundador, el Padre Camilo Torres Restrepo a abrazar la causa
Armada.
Orlando Fals Borda agarró el “camino de la resistencia civil pacífica, tomando como sujeto
de cambio al pueblo”; no obstante, sin dejar de lado el estudio del campo agrícola, que
siempre lo apasionó y profundizó mediante la Investigación Acción Participativa (IAP), que
integraba sus primeras herramientas de trabajo (encuestas, entrevistas, documentación de
archivo, historia oral y otros aspectos de la investigación sociológica práctica y cuantitativa).
Además, su ejercicio como docente y decano le permitió durante ese tiempo promover tanto
su metodología como su interés por los problemas del campesinado.
Para fundamentar el marco de motivación para la acción colectiva campesina Fals Borda
construyó de manera colectiva el libro La Violencia en Colombia, libro que se ha convertido
en una de las herramientas de análisis para la investigación de los movimientos sociales en
especial las referidas con las movilizaciones agrarias.
1.2.2 La violencia en Colombia: causas explicativas para la acción colectiva campesina
Durante 1959 y 1966, Orlando Fals Borda realizó junto con Eduardo Umaña Luna y
Monseñor Germán Guzmán Campos uno de los estudios de mayor impacto en Colombia, el
cual sería publicado para junio de 1962 con el nombre de La violencia en Colombia. Una
serie de monografías analíticas que reflejan el estado de la violencia de la nación, en la década
de los años cuarenta y cincuenta, causado por el fanatismo político, el bandidaje y la
delincuencia que aumentaron la tragedia colombiana y la descomposición social que
prevalece hasta nuestros días.
35
La obra Violencia en Colombia, es un escrito elaborado durante la primera presidencia del
Frente Nacional de Alberto Lleras Camargo (1958-1962), que muestra toda la génesis y
evolución de la violencia colombiana. Evidenciando los antecedentes, estructura, geografía
y semblanza cultural de los grupos y líderes guerrilleros; frente a ello existe una descripción
en el texto:
“Para la sociedad colombiana, el problema de la “violencia” es un hecho protuberante. Muchos lo
consideran como el más grave peligro que haya corrido la nacionalidad. Es algo que no puede
ignorarse, porque irrumpió con machetes y genocidios, bajo la égida de guerrilleros con sonoros
sobrenombres, en la historia que aprenderán nuestros hijos; porque su huella será indeleble en la
memoria de los sobrevivientes y sus efectos tangibles en la estructuración, conducta e imagen del
pueblo de Colombia.”.47
El libro La Violencia en Colombia, tiene tres elementos muy importantes en la construcción
histórica de la sociedad rural colombiana: Primero, que su influencia marcó un punto de
quiebre en la tradición académica de la Universidad Nacional al establecer el comienzo del
estudio sobre la violencia o las violencias, las cuales seguirán siendo estudiadas por
académicos de la misma universidad durante las siguientes décadas. A esta corriente se le
conocería como “violentólogía” y a sus expertos se les denominaría “violentologo”.
Segundo, la explicación que brindan Fals Borda y Guzmán sobre el origen de la violencia en
Colombia radicó especialmente en el espacio rural, donde los ánimos se exacerbaron tras el
ascenso al poder del presidente liberal Enrique Olaya Herrera, tras treinta años de gobierno
conservador conocidos como la hegemonía conservadora. Este movimiento de violencia
inició en los departamentos de Santander y Boyacá donde las facciones de cada partido se
tornarían violentas y vengativas, causando así desplazamiento y abandono de tierras por los
campesinos que tomaban las armas o se dedicaban al bandidaje para su sustento y
manutención. Dicho proceso se iba a profundizar en los años 1946 y 1949, cuando ascendió
al gobierno el conservador Mariano Ospina Pérez y se presentó el magnicidio del líder liberal
47 Orlando Fals, et al, La Violencia en Colombia, Estudio de un proceso social. Bogotá, Ediciones, Tercer
Mundo. Bogotá, 1962 PP. 11-18.
36
Jorge Eliecer Gaitán, que le brindó características mucho más crueles y profundas al período
conocido como la “Violencia”.48
Tercero, la obra La Violencia en Colombia sembró tantas expectativas y análisis que tuvo
que ser editada cuatro veces en el año de 1962 y posteriormente editada tres veces en 1963,
una vez en 1964 y por último en 1977.
El texto La Violencia en Colombia es un estudio de un proceso social que nos muestra de
manera minuciosa la relación entre la teoría de la violencia y la estructura social colombiana.
Dejando claro cómo se va formando y expandiendo un proceso violento a lo largo y ancho
de una nación. Produciendo así, huellas insalvables en la estructura del campo colombiano y
de la sociedad colombiana que sufrió (y sufre) un agrietamiento en su orden civilista y
nacional.
En síntesis, el libro La Violencia en Colombia es una visión explicativa del pasado que
descifra el desangre nacional producido por la violencia política de los años cincuenta, que
va más allá del análisis sociológico y toma elementos literarios e históricos para la formación
de un canon interpretativo del momento. Esta producción literaria ofreció a los lectores una
radiografía de la violencia rural en Colombia entre 1945 y 1960, además de ser el retrato
temporal (pasado, presente y futuro) de un “pueblo enfermo” por la guerra, y que aún no ha
sanado sus heridas.49
1.2.3 La subversión en Colombia: historicidad de la subversión campesina
Para el año 1966, segundo momento académico de la vida de Orlando Fals Borda, muere en
las selvas de Santander el padre Camilo Torres Restrepo, gran amigo de Orlando y
cofundador de la Facultad de Sociología. Quien por motivaciones ideológicas se vinculó a la
guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), pues consideró que la realidad social de
Colombia debía ser transformada a partir de una revolución nacionalista cristiana, que
mejorara las condiciones de los pobres y la nación en general. Es por ello, que en los anales
de la historia de Colombia a Camilo Torres se lo conoce como ‘el cura guerrillero’.
48 Ibidem PP 28 49 Jefferson Jaramillo Marín. El libro La Violencia en Colombia (1962-1964). Radiografía emblemática de una
época tristemente célebre, Revista colombiana de sociología, Vol. 35 n°2 Jul- Dic 2012 35-64.
37
En contraste con el discurso que acogió la sociología en Colombia durante 1966 (la cual hacía
referencia al discurso del desarrollo, la dependencia y la planeación propia de la teoría
cepalina), se originó una resistencia por parte de los estudiantes de la Universidad Nacional
y de algunos sociólogos, entre ellos Fals Borda, quienes prefirieron optar por una retórica
nacionalista que por un discurso de planificación propio del Estado-nación dominado por la
burguesía bipartidista.50
La obra Subversión en Colombia hizo un balance histórico del orden social en el país, en el
que se mostraron los devenires de las luchas subversivas y su ayuda en la constitución del
Estado-nación. En pocas palabras, “es una obra de interpretación hermenéutica sobre la
Subversión en la Historia de Colombia”.51 La cual estableció un rastreo histórico que estudia
desde el período prehispánico hasta mediados del siglo XX, con el objeto de proveer un
“sentido a los procesos históricos que inciden en las realidades actuales”, “con miras a delinear una
estrategia que pueda ser útil para asegurar el advenimiento de aquella sociedad a que todos
aspiramos”52.
Es aquí que este libro tuvo coherencia sobre el ámbito sociológico e histórico, al plantear
combinaciones entre la investigación, aplicaciones prácticas en situaciones reales de cambio
social, es decir, es uno de los primeros escritos en Colombia que mostró una sociedad en
movimiento a una comunidad que, históricamente, se ha rebelado en contra de las injusticias.
las cuales han tenido como escenario el campo, y por tanto, es allí donde todo acto de cambio
se convierten en sí mismo en actos de justicia, el cual siempre pretende mejorar la situación
de vida, ya sea para el “progreso” o simplemente para el bienestar que muchos campesinos
desean y han deseado tranquilidad. Además, este libro fue un homenaje póstumo por parte
de su mejor amigo al padre Camilo Torres Restrepo.53
“Símbolo de nuestra generación de violencia, cuya visión ideológica y consistencia de carácter se
están perfilando con claridad. El fútil silencio que se ha creado en el país sobre su vida y su obra en
favor de la causa de renovación nacional queda compensado con creces, no solo por la lealtad de
50 Orlando Fals Borda. La subversión en Colombia, El cambio social en la historia. FICA Y CEPA, Bogotá
D.C,2008. Cuarta edición 51 Ibidem PP. 16 52 Ibidem PP. 16 53 Ibidem PP. 30
38
diversos grupos nacionales que mantienen viva su memoria, sino la resonancia internacional que el
padre Torres ha ganado desde su muerte en febrero de 1966”.54
Es importante ahondar en lo trabajado en el libro Subversión en Colombia, que explicó la
forma como trabajaron en el campo los Chibchas. Quienes tenían una estabilidad comunal
puesta en marcha en los espacios conocidos como cacicazgos y capitanías, donde trabajaban
la tierra, establecían el comercio y organizaban su sociedad; dirimido en un sistema colectivo
bajo el mando de un cacique o capitán “los chibchas estaban integrados con base en pequeñas
unidades ecológicas pequeñas o vecindarios primarios, los sybyn, que los hispanos identificaron como
parcialidades, partes o capitanías.”55 Estos sistemas utilizaban herramientas agrícolas burdas
como la macana y las piedras con los cuales cultivaban tubérculos (papas, cubios, rubas y las
ibias, base alimenticia que es un elemento cultural del campesino el cual se ha mantenido a
través del tiempo.
Durante la conquista y la época colonial se estableció al indígena en resguardos y mitas,
sistemas de trabajo colonial agrícola de tributo. Mientras, iba tomando fuerza el sistema
hacendatario en los siglos XVII y XVIII, en los cuales se iba a poner en práctica los cultivos
a gran escala como el caucho, cacao, azúcar y posteriormente la quina, principal producto de
exportación a final de la colonia. En este trasegar temporal, el historiador Fals Borda, centró
su preocupación en los cambios tecnológicos del trabajo agrícola, señalando que la
“incorporación de vehículos de rueda y animales de tiro y transporte, herramientas de hierro, el
sistema de arado rudimentario de madera y los granos” fueron particularmente efectivos porque
sirvieron como nueva técnica en las actividades de subsistencia para indígenas y campesinos,
los cuales han mantenido estas formas agrícolas a través del tiempo.56
La forma de vivir del campesino colombiano y del trabajo agrícola a lo largo del tiempo se
ha basado en la incorporación de animales domésticos desde la colonia (la gallina europea,
el ganado vacuno, ovino y caballar, los cerdos y los perros) entre los cuales el ganado vacuno
54 Ibidem PP. 19 55 Ibidem PP 62 56 El texto de Subversión en Colombia muestra la forma en como históricamente se le negó a los nativos y
campesinos la utilización de técnicas y herramientas para el trabajo en el campo, de no ser por el establecimiento
de las encomiendas, no hubiese sido posible el aprendizaje de las técnicas occidentales de agricultura.
Asimismo, había discriminación en el uso de los animales, como es el caso del ganado caballar que era de uso
exclusivo de los españoles ricos y blancos, mas no de los indígenas pobres de la región Op Cit PP:90-91
39
y los caballos fueron de uso exclusivo de los españoles ricos o grandes hacendados, durante
los siglos XVI, XVII y XVIII. Sin embargo, entre los campesinos pobres hubo gran
aceptación del ganado ovino que pasó a ser una gran “tradición que hasta hoy nos llega, de que
ella es la caja de ahorros del pobre; en cambio; en cambio el ganado vacuno fue como el banco para
el capital de los ricos”.57 Dicha diferenciación ya muestra un sesgo de discriminación que evitó
que mucha población americana accediera a bienes y servicios, quedando históricamente
pobre.
En síntesis, el texto Subversión en Colombia es hasta ahora el más claro análisis sobre el
origen histórico de la discriminación hacia el campesino en Colombia, de cómo se le negó al
campesino su participación en una estructura histórica, en la cual cumplió el papel de esclavo
y servil y que, en sentir del autor, es el gran motivante para la búsqueda de justicia que invitó
al campesino a movilizarse después de la segunda mitad del siglo XX.
1.2.4 Historia de la cuestión agraria en Colombia: bases para la acción colectiva
Orlando Fals Borda dedicó sus esfuerzos intelectuales e investigativos en el libro Historia de
la cuestión agraria en Colombia a desarrollar tres temáticas: La primera, lo relativo al
desarrollo del mundo rural, la confrontación entre modernización avanzada del campo y las
formas precapitalistas de producción agrícola. Segunda, la vinculación entre la desigualdad
del campo con la generación de la violencia partidista, y tercera, la producción intelectual
propia frente al colonialismo intelectual. Temas a los cuales dedicaría grandes esfuerzos y
tiempo de investigación, por eso su obra se consideró bastante rigurosa y desarrollada, ya
que tras ella hubo un trabajo metodológico y documental que permite comprender el contexto
y el proceso de una sociedad durante el tiempo.
Sin embargo, de la producción investigativa y académica, al tema que más le dedicó tiempo
y trabajo fue a la Cuestión Agraria. Teniendo así, una elaboración de artículos y pequeños
textos que posteriormente le ayudaron en la construcción de la obra Historia de la Cuestión
57 Ibidem: 94
40
Agraria en Colombia (publicada en 1975) en la cual hizo un trabajo histórico y sociológico
del mundo rural desde la época de la colonia hasta mediados del siglo XX.58
La mayoría de los estudios del sociólogo son delimitados territorialmente; sin embargo,
Historia de la Cuestión Agraria en Colombia mostró un panorama general del mundo rural
en la nación. Demostrando así, cómo las condiciones de explotación causan una
descomposición de una clase social sobre otra –terratenientes y empresarios agrícolas sobre
el campesinado y los indígenas–.59
Quedo en evidencia que el campesinado sufrió una transfiguración de los modos de
producción, pasando de formas pre-capitalistas a capitalistas modernas; como lo describe
Fals Borda en sus palabras: “formas pre-capitalistas en que se enfatizaba la satisfacción básica de
necesidades, sea en tierra ajena o propia, a formas libres de trabajo como el pequeño productor, en el
cual el campesino queda sujeto a las leyes capitalistas de precios y mercados, competencia,
maximización de ganancias, concentración de la propiedad y monopolio de recursos. Esto lleva a la
proletarización rural”60 por tanto este cambio produjó una descomposición que se empezó a
vivir a mediados del siglo XIX, cuando se pasó de una estructura señorial española, a un
modelo independiente, burgués y liberal.
Esta transformación en la estructura agraria afectó gravemente a los campesinos e indígenas,
teniendo dos consecuencias: el cambio en las relaciones de producción, por las formas de
resguardo y esclavitud heredadas de la Colonia, y la adaptación al nuevo esquema del libre
58 La producción académica sobre el campesinado en Colombia realizada por Orlando Fals Borda se encuentra
enlistada de la siguiente manera: “Campesinos de los Andes” (1955);”El Hombre y la Tierra en Boyacá: Bases
sociológicas e históricas para una Reforma Agraria” (1957); “Historia de la cuestión agraria en Colombia”
(1975); “La teoría y la realidad del cambio sociocultural en Colombia” (Bogotá, Universidad Nacional). Otros
estudios sobre el Mundo rural: “La vereda de Chambimbal: estudio y acción en vivienda rural” (1958), “Acción
comunal en una vereda colombiana (1961); “La comunicación de las ideas entre los campesinos colombianos”
(1962); “La esencia de la transformación rural. Estudio de una comunidad rural”1965); “Notas sobre el vestido
campesino en la Colombia Central”, “Los orígenes del problema de la tierra en Chocontá- Colombia”, “Estratos
sociales entre los campesinos colombianos”, “El campesino cundiboyacense: conceptos sobre su pasividad”,
“Aspectos psicosociológicos de la vivienda rural colombiana”, “Sentido Político del Movimiento campesino en
Colombia. Víctor Manuel. Una sociología sentipensante para América Latina. CLACSO, Siglo del hombre
editores. Colombia, 2009 PP: 62. 59 El concepto de descomposición es explicitado por Orlando Fals Borda de la siguiente manera “Descomponer,
básicamente, significa desbaratar y desordenar. Cuando el campesinado se descompone, quiere uno decir que
se desbarata como clase para pasar a ser otra, desordenándose los estamentos que antes la conformaban”.,
Orlando Fals Borda. Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Punta de Lanza, 1975, pp. 111-135. 60 Víctor Manuel Moncayo. Una sociología sentipensante para América Latina. CLACSO, Siglo del hombre
editores. Colombia, 2009 PP: 58.
41
cambio y la moneda. La primera consecuencia (cambio en las relaciones de producción), se
reflejó en una gran parte de la población rural que le tocó asumir el nuevo patrón, ahora
capitalista y que en términos simples planteaba nuevas formas de subordinación y
sometimiento como lo era el peonaje, jornaleo y aparcería. La segunda (esquema del libre
cambio y la moneda), conduce a que quienes antes eran dueños de tierras comunales –como
los indios– o de pequeñas parcelaciones –como los campesinos blancos y criollos–, estaban
en ese momento sometidos a un régimen de producción correspondiente a las leyes liberales
capitalistas.61
Antes de proseguir, el sociólogo destacó una forma de descomposición del campesinado que
causaría muchos conflictos, el peonaje por deuda:
“El peonaje por deuda es un mecanismo de descomposición del campesinado que puede afectar todas
las relaciones de producción conocidas, especialmente las que obligan a pagar en trabajo en especie
la renta de la tierra. Es la degradación final de todas ellas. Ocurre no sólo como un desarrollo “natural”
de la racionalidad capitalista, sino por el atraso del trabajador en conocer el avance tecnológico y los
ajustes en la estructura económica y social”.62
Ahora bien, en su análisis, esta descomposición del campesinado sería en la primera mitad
del siglo XX, una de las causas de los conflictos sobre la tierra en las principales regiones
Andinas de Colombia como en la costa norte. Donde se evidenciarían formas de explotación
semejantes pero que demuestran el enorme y complejo panorama histórico de la tierra.
Recobró importancia el trabajo elaborado por Fals Borda hasta 1975, ya que elaboró todo un
marco histórico y sociológico sobre el mundo rural en Colombia, el cual respondería a la
movilización campesina presentada después de la segunda mitad del siglo XX.
En agosto de 1974, terminado el Frente Nacional con la presidencia de Misael Pastrana
Borrero, asumió la presidencia el abogado Alfonso López Michelsen, mandatario liberal
encargado de entrar en negociaciones con los movimientos obreros, campesinos, cívicos y
61 Las leyes liberales que produjeron la transformación en la condición del campesinado es las leyes de
manumisión de la esclavitud, la Ley de 1821 que acabo con los resguardos, las Leyes de 1832 y 1843 que
parcelaron las tierras comunales y la Ley de 1850 que liberaba la mano de obra. Estás leyes cambiarían la
estructura agraria en el país y generaría nuevos conflictos que tendrían sus consecuencias en la primera mitad
del siglo XX. Ibidem PP.61-71 62 Ibidem PP 102
42
estudiantiles. Movimientos que por el momento se encontraban en auge y manejaban
situaciones hostiles con el gobierno, el cual no encontraba herramientas de diálogo si no de
represión; decidiendo entonces, reimplantar el estado de sitio en algunas regiones del país.63
Ante tal dinámica, los movimientos sociales agudizaron la protesta social manifestaron su
insatisfacción por las promesas incumplidas durante el período del Frente Nacional como la
escasa adecuación de la reforma agraria de 1961 y la inequitativa distribución de la tierra.
Además de ello, durante el gobierno de López Michelsen se instauró la emergencia
económica para soportar el déficit fiscal, aspecto que obligó el recorte del gasto público y el
aumento de las exportaciones, dejando de lado la sustitución de importaciones la cual había
fortalecido la economía nacional. Para algunos críticos de su gobierno está fue la entrada
paulatina del neoliberalismo en Colombia.
Los problemas económicos que atravesó el país entre 1974 y 1978, hicieron que cada año de
la presidencia de López Michelsen estuviera signado por la protesta social. Siendo los años
más álgidos 1975, por el registro más alto en luchas sociales en la década de los 70, y 1977,
año en el cual se organizó el gran paro cívico nacional que integró a todos los sectores
sociales; entre ellos los campesinos, quienes tenían diferencias por los subsidios agrarios y
la aplicación de la reforma agraria que estaba ejecutando el (Instituto Colombiano de la
Reforma Agraria) INCORA, el cual detuvo algunos incrementos y salarios agrarios.
En este sentido, como científico social, adquirió un compromiso académico cada vez más
fuerte con la población oprimida del país. En consecuencia, se adentró en sus investigaciones
metodológicas en otra región afectada por las reformas agrarias del siglo XX y el dominio
terrateniente. Esta zona es la costa caribe colombiana, ubicada en el norte del país y
colindante con el mar atlántico, de donde era oriundo el investigador.
Cuando el investigador se adentró en los departamentos de Córdoba, Magdalena y Bolívar
con la ya fortalecida metodología I.A.P (Investigación Acción participativa) “En los estudios
históricos de la Costa Atlántica aplicó su método de investigación-acción, con la participación de las
63 Mauricio Archila Neira. Idas y venidas, vueltas y revueltas. Protestas sociales en Colombia 1958-
1990.CINEP Y ICANH, Bogotá,2002. PP. 109
43
gentes de la región y el estudio de los archivos históricos y fuentes diversas para su estudio”64,
mecanismo que le brindó importantes resultados para construir uno de los trabajos más
importante de su vida académica y base de historiografía social del caribe colombiano:
Historia doble de la Costa, obra de cuatro tomos publicados entre 1976 y 1985.
Ahora bien, está obra histórica estuvo muy ligada a la acción colectiva campesina de los años
setenta. (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos) La ANUC, organización campesina
originada en la costa, invitó a Fals Borda a evidenciar las luchas campesinas que se daban en
la región: “Tuvo que ver con algo que fue decidido sobre mí por parte de la ANUC, organización
que quiso llevarme al teatro de sus principales luchas en la Costa Atlántica. Desde mi punto de vista,
encontré muy adecuada y oportuna la posibilidad de combinar la vuelta a mi tierra con la utilización
del conocimiento que había adquirido; podía así recuperar las raíces de mi propia cultura, que antes
había descuidado”.65 De allí, que el autor desde 1975 haya concretado su percepción sobre el
campesino colombiano y las formas de lucha que este requirió para su reivindicación como
sujeto de acción.
1.2.5 La historia doble de la Costa, de la realidad a la teoría
Historia doble de la Costa es un texto concebido para reafirmar al campesino desde una
postura teórica y práctica, que tuvo como objetivo ser un instrumento pedagógico, histórico
y de transformación para formar líderes campesinos. En palabras de Mauricio Archila, es un
trabajo académico “que se puede debatir, contraponer, analizar, pero para el estudio de los
movimientos sociales no debe pasar inadvertido”.66 Es decir, su importancia radicó en ser un
instrumento histórico conceptual para la acción, en este caso la acción del campesino
colombiano.
Los libros contenidos en Historia Doble de la Costa se estructuraron bajo dos columnas: la
columna A, la cual hace referencia a los relatos, datos y narraciones que configuran la historia
de la Costa Atlántica. En esta parte el autor utilizó las bases documentales de hechos políticos
64 Javier Ocampo López, El maestro Orlando Fals Borda sus ideas educativas para el cambio de la sociedad
colombiana, Revista historia de la educación Latinoamericana, vol. 12,2009. PP:13-41 65 Humberto Cubides, Orlando Fals Borda el permanente compromiso de un innovador, Universidad
Central,1999 PP109 66, Mauricio Archila Neira, Reseña Historia doble de la Costa. Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 21, Núm.
02 PP 102
44
y sociales de la región y los trató bajo la técnica de la imputación67, en la que se incorporaron
elementos de ficción como parte esencial de la narrativa histórica, brindando un estilo
escritural que permitió el entendimiento de un público no ilustrado.68 Por otro lado, en la
columna B, Fals Borda hace una interpretación teórica de los hechos con <<“una devolución
crítica” que utiliza categorías sociológicas, antropológicas y del materialismo
histórico>>,por lo tanto su comprensión debe ser leída desde un público más ilustrado.69.
En esta obra cumbre, Orlando Fals Borda también utilizó una vasta conceptualización sobre
la violencia, la identidad y las estrategias de resistencia de los habitantes de San Martin de
Loba y Mompox, determinando así porqué ha ido cambiando el modo de ser de campesino o
su Ethos pacífico del campesino costeño; sujetado históricamente por la marginalidad y el
centralismo político que lo ha desplazado dentro de la misma región. Para dar ejemplo de
ello el autor utilizó las biografías de líderes caudillistas en el siglo XIX; como las de los
presidentes Nieto y Adolfo Mier. Adicionalmente, hizo referencia a los hechos de la
revolución de 1854; la resistencia de San Jorge y la creación de la ANUC, hechos que
estructura en cada uno de sus tomos.70
La obra Historia doble de la Costa causó que importantes historiadores como Javier Ocampo
López, Mauricio Archila y el psicólogo Humberto Cubides; realizaran destacados análisis
sobre el impacto de este trabajo histórico. Siempre haciendo hincapié en que fue el producto
de un importante trabajo colectivo y la consagración de un intelectual dedicado a los
campesinos marginados y oprimidos.
Las críticas a Historia doble de la Costa radicaron en las intenciones del autor sobre el libro,
ya que sus críticos consideraron que el volver a la tierra fue algo pretensioso, romántico y
tradicional, que configuró al texto como histórico chauvinista y regionalista, ya que dotó de
tantas cualidades al Ethos costeño del trabajador agrícola o pesquero, sin embargo, hay
67 Imputación: Asignarle una historia a otra historia 68Humberto Cubides, Orlando Fals Borda el permanente compromiso de un innovador, Universidad Central,
1999.PP109 69 Ibidem PP102 70 Mauricio Archila Neira, Reseña Historia doble de la Costa, Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 21, Núm.
02 PP:2
45
historiadores que opinan, que el autor supo manejar muy bien eso en la escritura, sin llegar a
ser apologético e historicista con las clases subalternas.
Como conclusión, la obra Historia doble de la Costa es la historia de la movilización y
resistencia campesina en una región, la cual fue construida a través de un sincretismo cultural,
el imperialismo estadounidense y la contracultura nacionalista y de resistencia costeña. Por
tanto, el texto de Fals Borda se involucra en una perspectiva historiográfica del campesinado,
pero ante todo de la rebeldía como acción colectiva campesina.
“Estos libros sobre la historia de la costa de Fals Borda nos ofrecen una nueva perspectiva histórica
sobre los movimientos sociales. Ya no entra en el fatalismo y derrotismo, de ese continuo de culpa a
los vencidos, o ese silencio sobre las estrategias de resistencia que caracteriza a la historiografía
tradicional y a buena parte de la marxista. El autor nos introduce al estudio de una cotidianidad
dinámica, de una actividad ingeniosa y permanente de las clases subordinadas ante también la
ofensiva de las clases dominantes”.
1.2.6 Sentipensante: el hombre que siente y piensa
Entre 1949 y 1985 se fue fortaleciendo la metodología de la I.A.P (Investigación Acción
Participativa); la cual permite desde el entendimiento práctico de la realidad, construir un
conocimiento científico y teórico, que posibilite el desarrollo de la comunidad y su
reivindicación como sujetos de acción frente a las clases dominantes:
“Se trata primero de saber si el conocimiento es útil o no y para quién y para qué; luego, complementar
el saber académico con el popular construyendo puentes entre ellos. Siguiendo el ideal gramsciano
de transformar al sentido común en buen sentido, se busca que la gente logre desalinearse y llegue a
una comprensión más adecuada y correcta de la realidad, para entonces actuar sobre ella y
transformarla”.71
Entre 1970 y 1978 Fals Borda se adentra en su metodología y en el trabajo de campo con los
campesinos de la ANUC, en los departamentos de la Costa Atlántica, pues consideró que la
ciencia debe tener compromiso:
71 Humberto Cubides. Orlando Fals Borda el permanente compromiso de un innovador. Universidad
Central,1999 PP:112
46
“En aquella época me exigieron los líderes campesinos de la ANUC que encabezara formalmente sus
luchas, porque yo estaba muy comprometido con su acción y ésta iba pujante; colocado ante esa
disyuntiva, decidí recomendarles que asumieran ellos mismos el liderazgo mientras yo seguía
colaborándoles como científico social, comprometido con la transformación por la justicia, y no como
un político igual a cualquier otro, o a un gamonal regional. Creo que fue una decisión conveniente
pues me ha permitido equilibrar mi vida y contribuir mejor al cambio en general”.72
Allí, en los espacios de la ANUC en la Costa caribe, Orlando Fals Borda descubrió a un tipo
de hombre, un hombre que trabajaba tanto en la tierra como en el agua, un ser anfibio que se
piensa su vida en el trabajo con la naturaleza para poder vivir, pero que al mismo tiempo
comprendió los problemas que trae ella sino se sabe tratar o entenderla. En este sentido,
Borda comprendió el sincretismo cultural de la región donde trabajaba y la denominó
“cultura anfibia”, con parte de vida en la tierra y otra parte en el agua. En palabras de
Archila, Fals Borda “introduce la categoría de cultura anfibia que incluye el conjunto de
actitudes, comportamientos, valores y tradiciones de los habitantes de la subregión
momposina. Básicamente, se trata de una cultura ribereña que se reproduce a partir de los
ríos como en tierra firme”73
Es decir, que de esta cultura anfibia emerge el Hombre Hicotea, que mantiene el arte de vivir
tanto en el agua como en la tierra. En este mundo de trabajo el Hombre Hicotea piensa y
siente en relación con la naturaleza, con sus problemas y regalos, por tal motivo actúa con el
corazón, pero utiliza la cabeza para la labor. A esta conexión Fals Borda la denominó
Sentipensante, como la conexión entre un hombre que siente y piensa su cultura.
A partir de allí, el autor utilizó esté concepto en muchas de sus reflexiones y análisis sobre la
violencia y el campesinado, solo que migrándolo y adecuándolo a cada uno de los análisis
trabajados en Colombia. Es por ello, que no solo Fals Borda fue quien adaptó el concepto,
sino que también el escritor Eduardo Galeano lo hizo popular y lo adecuó a muchos de sus
cuentos y poemas.
72 Mauricio Archila Neira. Reseña Historia doble de la Costa. Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 22, núm.
02 PP:2 73 Ibidem PP:2
47
La concepción de Sentipensante presentó otra forma de identificarse como campesino
costeño distinta a la del campesino andino, con distintas formas de interpretarse, pero con las
mismas condiciones históricas que los invitan a manifestarse continuamente en la acción
colectiva campesina.
Por eso es adecuado referirnos en los siguientes párrafos al Dr. Orlando Fals Borda como el
sociólogo sentipensante, porque fue él quien pudo extraer de la realidad de la vida, esta pasión
y pensamiento en regiones como la Costa Atlántica y los parajes andinos de Boyacá y
Cundinamarca, convirtiéndolo así en un referente del Ethos del campesino colombiano.
1.3. La génesis de la acción colectiva campesina
La historia social de Colombia en el siglo XX estuvo signada por la confrontación entre dos
clases sociales, la oligarquía rural y urbana contra el campesinado pobre. Este conflicto
evidenció distintas formas de violencia económicas, físicas e ideológicas contra el
campesino, lo que produjo desplazamientos internos, lucha por la tierra y formación de
guerrillas en el interior del país.
Esta lucha por la tierra fue representada en distintos textos académicos que tuvieron como
interés presentar el problema agrario en Colombia desde el siglo XIX hasta mediados del
siglo XX, cuando hubo una ruptura con la historiografía tradicional que desapareció del
escenario político y social al campesino.
Intelectuales extranjeros como Pierre Gilholdes y Catherine Le Grand junto con nacionales
colombianos como Orlando Fals Borda, empezaron desde 1950 a escribir sobre la cuestión
agraria en Colombia, otorgándole otro esquema de interpretación a las condiciones de vida
del campesino, ya fuera desde el paradigma positivista y funcionalista muy de moda en
estudios sociales de la posguerra o desde la sociología rural, escuela teórico-práctica de la
época.
La sociología rural de Borda aborda al campesino, utilizando métodos históricos y
sociológicos con el fin de desentrañar los problemas de la tierra, en cuanto a la utilización de
las formas de trabajo y la condición del campesino supeditado a ejercicio político y
económico de las clases dirigentes de mediado del siglo XX. Por ende, los textos publicados
48
durante ese período responden principalmente a dar a conocer la situación social del
campesinado a otras instancias de la sociedad.
Para la década de los cincuenta, Fals Borda empezó a configurar la noción de campesino en
sus textos Campesino de los Andes (1955) y el Hombre y la Tierra en Boyacá (1967), en los
cuales presentó al campesino como un “ser atávico e ignorante, pero con intenciones de
progresar y mejorar sus condiciones de vida”. Sin embargo, el aporte más importante no fue
este, sino el inscribir al campesinado de una región en una dialogicidad histórica que hace
descubrir los elementos de opresión por parte de una clase social a otra, además de entender
por qué no han cambiado las condiciones rurales en mucho tiempo.
Para 1960, cuando comenzó el Frente Nacional se denotó un cambio en la postura intelectual
de Fals Borda, debido a los sucesos políticos que presentaba el país y la partida de uno de sus
mejores amigos a la Guerrilla, Camilo Torres Restrepo; generando un compromiso
académico con la población que trabajó y percibiendo la influencia marxista, que después
haría parte de sus análisis sobre la condición estructural del campo.
Entre 1960 y 1975, Fals Borda. adquirió una filiación política y académica con los estudios
marxistas, que en aquella época tuvieron buena acogida en Colombia. Lo que influyó en el
análisis en sus libros Violencia en Colombia (1962) y la Subversión en Colombia (1967), en
donde incorporó el análisis en relación con el campesinado y como se fue formando en torno
a la violencia estructural del país. En estos libros el autor mostró el paso del campesino por
la hacienda señorial y la capitalista, mientras que pervivía el sistema de dominación hacia
este.
Orlando Fals Borda contribuyó en el análisis de la acción colectiva campesina al incorporar
el estudio sobre la violencia que hasta el momento no había sido revisado históricamente.
Esto permitió entender las formas de negación y opresión de la estructura latifundista y
hacendataria a lo largo del tiempo, ya que esta mantuvo sometidos a los campesinos ya fuera
por la vía de la deuda, el esclavismo o la explotación. Es decir, si se comprende la
movilización campesina por la vía de la violencia, se entenderá por qué los campesinos
reclamaron sus derechos a través de las movilizaciones entre 1974 y 1985.
49
“la suma de rigor, capacidad de análisis, imaginación histórica y, en la mayoría de sus textos, el
magnífico estilo literario. Desde su primer estudio, ‘Campesinos’, hasta el último, ‘Historia doble’,
se mantienen esas características y muchos de los temas que le obsesionan: la nostalgia por la tierra,
la necesidad de educar y politizar para el progreso colectivo, el rescate de valores tradicionales
congruentes y la vuelta a instituciones altruístas del pasado. Estos y muchos de sus libros son también
materia de consulta obligada para la comprensión de algunos de los elementos determinantes de la
problemática de la violencia e n nuestro país, especialmente aquellos de tipo político”74
74 Humberto Cubides, Orlando Fals Borda el permanente compromiso de un innovador, Universidad Central,
1999.PP114
50
CAPÍTULO DOS
Gonzalo Sánchez y Pierre Gilholdes: las narrativas de las ligas campesinas en
Colombia
En el año 1970, con el inicio del último gobierno del Frente Nacional, comenzó una de las
décadas más convulsionadas, represivas y activas para los movimientos sociales en
Colombia. Durante esta época hubo un crecimiento capitalista acelerado y una cohesión de
partidos tradicionales (liberal y conservador) que impidió el desarrollo efectivo y equitativo
de la sociedad colombiana.
Uno de los sectores más afectados por el bipartidismo político y el crecimiento capitalista
acelerado fue el agrícola, que se encontraba en manos de unos pocos terratenientes y
empresarios. Durante los primeros años del Frente Nacional (1958-1966) se presentaron
tensiones entre los campesinos y el Estado colombiano por las condiciones de pobreza,
desempleo y violencia en las que vivían. Además, los gobiernos del Frente Nacional
incumplieron sus promesas agrícolas; lo que provocó el nacimiento de guerrillas comunistas
en el campo (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)- FARC (Ejército de liberación
Nacional) ELN (Ejército Popular de Liberación) EPL, y la movilización por parte de
campesinos, estudiantes y trabajadores que encontraron en la organización comunitaria y la
protesta social una vía para reivindicar sus derechos y reclamar justicia social.
Esta situación de emancipación social provocó, para la época de 1970, el interés de la línea
de investigación de historia social de la Universidad Nacional por estudiar, desde una
perspectiva histórica, el problema de la tierra; además del fenómeno de la violencia en
Colombia, desde el período prehispánico hasta el siglo XX. En este sentido, historiadores y
sociólogos como Orlando Fals Borda, Gustavo Guzmán, Gonzalo Sánchez, Hermes Tovar,
Jesús Antonio Bejarano, Elsy Marulanda y los extranjeros Pierre Gilholdes, Catherine Le
Grand y León Zamocs desarrollaron una prolífica producción bibliográfica que vio reflejada
51
en los distintos textos que presenta, el origen y transformación de los grupos y movimientos
agrarios participantes en la construcción de la acción colectiva campesina en Colombia.75
La línea de investigación de historia social de la Universidad Nacional trabajó a través del
espectro de los movimientos sociales la acción colectiva de los obreros, campesinos y
estudiantes, con el objeto determinar cuáles fueron los orígenes, luchas y mecanismos de
acción que tuvieron estos actores en la historia de Colombia. Dichos estudios, se centraron
en las zonas donde se inició la producción capitalista en Colombia como son los Andes y
costa Caribe colombiana, lugares en donde la población colombiana se concentró desde
finales del siglo XIX y principios del siglo XX en búsqueda de posibilidades de sustento.76
Los estudios producidos bajo esta línea de investigación se escribieron sobre las
motivaciones, mecanismos, protestas y levantamientos agrarios en el país, desde la llegada
del capitalismo hasta la década de los setenta, época en la cual la mayoría de estos autores
publicaron sus trabajos de investigación .77 Estos trabajos históricos, realizados en la línea de
los movimientos agrarios, siguieron el modelo de la escuela inglesa de historia social
marxista integrada por los historiadores Eric Hobsbwan, George Rudé, Cristopher Hill y
Edward Palmer Thompson, quienes dedicaron su labor a construir la historia “desde abajo”
analizando las luchas de clases frente a la estructura dominante y la acción popular a través
del tiempo.
Este paradigma historiográfico e interpretativo, en conjunto con el modelo de análisis de la
sociología de acción de Alan Tourine y Alberto Melucci en la cual “ le daba primacía al análisis
social de las fuerzas productivas o de las relaciones de producción, centrando su atención sobre el
75 Ver mapa n°3: Zonas de producción capitalista en Colombia 76Para 1880 en Colombia muchos de los habitantes de las regiones mineras de Antioquia y de las grandes
haciendas de Cundinamarca y Medellín empiezan a desplazarse hacía la región del gran Caldas, el sur del
Tolima y el noroccidente del Valle. Durante este proceso se empezó a fortalecer la economía cafetera que
motivó a que la migración se extendiera de manera drástica hacía estos territorios. Según el historiador James
Parsons, entre 1890 y 1910, migraron alrededor de 18.200 personas hacía el centro del país. Por otro lado, los
territorios baldíos en la costa norte de Colombia fueron invadido por campesinos sin tierras. James Parsons, La
colonización antioqueña en el occidente de Colombia, Carlos Valencia Editores, Bogotá,1971. 77 Estas investigaciones se inscriben en la línea de investigación sobre los movimientos sociales, que comenzó
con la publicación del libro Historia del sindicalismo en Colombia de Ignacio Torres Giraldo y Miguel Urrutia
por la Universidad de los Andes en 1969; Mauricio Archila Neira, “Historiografía de los Movimientos Sociales
en Colombia. Siglo XX, cap. 7: La historia al final del milenio: ensayos de historiografía colombiana y
latinoamericana. (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,1994).
52
papel preponderante de la acción (como relación) y productora de sentido en la sociedad”,78 permitió
a los historiadores sociales de 1960 a 1990 centrar sus objetos de estudio en el proceso de
acción colectiva de los obreros y campesinos en Colombia.79
Teniendo en cuenta lo anterior, el presente capítulo mostrará una parte del desarrollo
conceptual de la acción colectiva campesina. Para ello, tomará las narrativas de ligas
campesinas entre 1970 y 1980 mediante dos obras históricas esenciales; Las luchas Agrarias
en Colombia (1972) de Pierre Gilholdes y Las ligas campesinas en Colombia (1977). Textos
en los que se explica el origen y transformación de los movimientos campesinos desde 1920
hasta 1966, año en el que la acción colectiva campesina en Colombia cambia de orientación
para formarse de “manera institucional” en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos
(ANUC).80
Entre 1970 y 1978, los objetos de estudio de los historiadores Gonzalo Sánchez y Pierre
Gilholdes se centraron en la construcción del concepto de la acción colectiva campesina en
Colombia mediante la formación de las ligas campesinas en el Tolima, Cundinamarca y
Magdalena Medio. Estos trabajos brindaron un horizonte de la acción colectiva, durante un
periodo convulsionado para el movimiento campesino, como lo fue entre 1920 y 1966.
Porque estas investigaciones contribuyeron en la formulación y explicación del movimiento
agrario en el país. Es por ello, que para efectos del presente escrito el espacio de tiempo que
abordaron los historiadores se dividió en dos momentos: Un primer momento, que
comprende desde 1920, con levantamientos indígenas-campesinos liderados por el indígena
Manuel Quintín Lame, hasta la emisión de la Ley 200 de 1936 o Ley de tierras; y un segundo
78 Leopoldo Múnera, Rupturas y continuidades: poder y movimiento popular en Colombia 1968-1988, Bogotá,
IEPRI,1998. 79 El paradigma historiográfico marxista es la segunda corriente de historia social en el país, ya que la primera
está incorporada en el análisis de los actores sociales de la escuela funcionalista y estructuralista, en la que
trabajaron los historiadores sociales Orlando Fals Borda, Indalecio Liévano Aguirre, Luis Eduardo Nieto,
quienes analizaron más la estructura de los actores que la identidad de los movimientos agrarios, por ende, se
conoce a esta segunda corriente de historia social como escuela postmarxista. Mauricio Archila Neira,
“Historiografía de los Movimientos Sociales en Colombia”, Siglo XX, cap. 7; La historia al final del milenio:
ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,1994. 80 Existen dos períodos en el estudio histórico de la acción colectiva campesina, el primero, referido al origen
de las ligas campesinas en Colombia en 1920 hasta la caída de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla en 1958.
El segundo período parte desde la fundación de la ANUC en 1966 hasta la constituyente en 1990.
53
momento, desde la formalización de la Ley de tierras hasta la creación de la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) en 1966.
El desarrollo de la acción colectiva en el tiempo muestra una ampliación en la compresión
de la historia social de Colombia. Lo que se evidencia mediante hechos políticos y sociales
que influenciaron significativamente al movimiento campesino en una etapa histórica
nacional, como lo fue la creación de las ligas campesinas. Por tanto, este acápite se convierte
en la representación de un cambio en la narrativa de la acción colectiva campesina.
2.1 Gonzalo Sánchez y Pierre Gilholdes; provocadores del cambio historiográfico en la
acción colectiva campesina
En 1972, el literato e historiador francés Pierre Emile Claude Gilholdes publicó el texto Las
luchas agrarias en Colombia, traducido por el también historiador económico Jorge Orlando
Melo81. Este texto selló el inicio de los estudios sobre las luchas agrarias en los años veinte,
describiendo la organización de las ligas campesinas, su origen y evolución hasta 1968, año
en el cual concluyó su investigación.82 Al lado del libro La cuestión agraria en Colombia
(1975), de Orlando Fals Borda, planteó las investigaciones sobre lo que se denominó la
cuestión agraria desde una perspectiva neo marxista. Proponiendo un análisis dialéctico de
la lucha histórica de clases, entre campesinos y terratenientes, desde la época prehispánica
hasta mediados del siglo XX, tiempo en el que situó sus conclusiones el colombianista
Gilholdes.83
Los trabajos realizados por Gonzalo Sánchez, Pierre Gilholdes y Orlando Fals Borda
desarrollados en 1972, 1975 y 1977 respectivamente, establecen un paradigma
historiográfico de corte postmarxista. Es decir, se estableció una mirada flexible del
81 Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia.2, Ed La Carreta, Bogotá, 1974. PP: 7 82 Ibidem. PP: 7 83 El profesor, literato e historiador francés Pierre Gilholdes ha dedicado su vida al estudio sobre Colombia en
los últimos cuarenta y ocho años, tiempo en el que ha podido ejercer como docente en la Universidad,
interlocutor académico y representante consular. Sus estudios históricos se centran especialmente en la historia
política y social colombiana destacándose la relación de estas con el mundo rural.
Entre sus libros más conocido se encuentra Las luchas agrarias en Colombia (1972); Pasado y Presente de la
violencia en Colombia (1987); Cuarenta años en Colombia (2009), publicaciones que lo han acreditado como
colombianista en el exterior. En el año 2009 fue condecorado con la orden de San Carlos y ha sido uno de los
principales interlocutores en temas agrarios con varios presidentes de Colombia. Augusto Trujillo Muñoz,
“Cuarenta años en Colombia”, (El Espectador 2009)
54
marxismo, con un enfoque global de las luchas de clases en el campo. Lo que permitió
comprender el propósito reivindicador que tenían las ligas campesinas en Colombia para el
cambio de las condiciones de vida del campesinado.84
En 1975, el filósofo e historiador colombiano, Gonzalo Sánchez Gómez publicó la obra Las
Ligas Campesinas en Colombia, en la cual señaló el origen de las ligas campesinas en las
regiones de Cundinamarca y Tolima en la década 1920. En esta obra, el autor explicó los
objetivos, las causas, los mecanismos y la orientación política de las ligas; especificando el
tipo de participación y la forma en que impactó el entorno inmediato en sus acciones como
colectividad, las cuales tuvieron incidencia en la historia social, política y económica de la
primera mitad del siglo XX en Colombia.
La línea de investigación de los movimientos sociales fue producto de la escuela de historia
social de la Universidad Nacional. En esta, se determinó que las ligas campesinas integraban
la acción colectiva campesina por su importancia dentro de la transformación agraria; gracias
a que permitió una explicación de las contradicciones de clase en un momento de coyuntura
nacional. Se trató de una época en la que se ahondaron las diferencias entre los subordinados
agrarios y los sistemas de dominación capitalista.85 La importancia de dicha literatura
histórica sobre las ligas se manifestó de la siguiente manera:
“Los movimientos sociales, aislados del conjunto social, no dan cuenta del proceso global vivido por
la sociedad colombiana. Ellos, en cambio sí expresan actores pertenecientes a grupos sociales
subordinados, que en ciertas coyunturas históricas hicieron presencia pública. Sin poner en jaque el
sistema de dominación, lograron conquistas importantes en términos reivindicativos. Excluirlos de la
reconstrucción del pasado es mostrar solo una cara de nuestra realidad”.86
84 Mauricio Archila Neira, “Historiografía de los Movimientos Sociales en Colombia”, Siglo XX, cap. 7
PP:250 85 La década de 1920 en Colombia representó un periodo de crecimiento capitalista que iba a la par de
crecimiento capitalista el mundo. Este desarrollo se vió representado en el incremento de la producción cafetera,
bananera y cacaotera, así como el crecimiento exponencial de las exportaciones en el país, aspecto que produjó
un desarrollo en la infraestructura agraria nacional más no significó un cambio en las relaciones agrarias de
producción con los campesinos. German Colmenares, et al, Historia económica de Colombia, Editorial Siglo
XXI, Bogotá, 1987. PP:226 86 Mauricio Archila Neira, “Historiografía de los Movimientos Sociales en Colombia”, Ed Siglo XX, cap. 7:
La historia al final del milenio: ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana, Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia,1994. PP 253-255
55
El abordaje histórico social de los años setenta fue enfocada desde una perspectiva de lucha
de clases, en la cual se resalta la participación y condición de un grupo subordinado que
construyó su identidad, bajo las condiciones que el gobierno había propuesto con la creación
de la ANUC y la promulgación de las garantías al movimiento con la Ley 61 de 1968, en un
momento determinado. Por tal motivo, fue pertinente evidenciar el quehacer político de los
sectores agrarios, que plantearon un compromiso para los historiadores de la Universidad
Nacional, por interactuar y hacer algo en beneficio de los cambios sociales que trajo el mundo
de la postguerra tan convulsionado en la segunda mitad del siglo XX. A ello se le denominó
postmarxismo, escuela de interpretación y construcción de conocimiento histórico, centrado
en el desarrollo de las fuerzas productivas o de las relaciones de producción de la sociedad
en general.
“Sin embargo, todavía no se abordaban los sectores subalternos como objeto específico de estudio.
Aunque el pionero en ello fue Ignacio Torres Giraldo-quien escribió en los años cincuenta sus
reflexiones sobre la rebeldía popular, publicadas hasta comienzos de los sesenta -, es con la
publicación, en 1969, de la tesis de Miguel Urrutia sobre el sindicalismo, cuando se inicia como tal
la línea investigativa que hoy designamos como movimientos sociales”87
En los estudios históricos, Las luchas agrarias y Las ligas campesinas en Colombia,
considerados de corte postmarxista debido a que manifestaron una ruptura historiográfica
con la historia social en Colombia, evidenciando una preocupación por la acción colectiva,
la identidad de los colectivos y sujetos agrarios en Colombia. Esta situación se vinculó con
las corrientes universales, de los movimientos y actores sociales y la relación entre luchas
sociales con dichos movimientos. Lo que planteó un margen de análisis en el cual los sujetos
agrarios y las movilizaciones campesinas fueron expresiones del conflicto social y de la
identidad del campesino, quién determinó su evolución en la lucha de clases, causando así
permanencias y continuidades en el tiempo presente.88
La narrativa de los movimientos agrarios postmarxistas, de Gonzalo Sánchez y Pierre
Gilholdes, mostró un avance en la acción. Además, evidenció los errores cometidos por las
ligas campesinas, peones agrarios y partidos políticos en la conformación de una lucha
87 Ibidem PP: 253 88 Ibidem PP: 252-253
56
campesina, que para 1920 generó sus primeros indicios acción directa para la transformación
social agraria.
2.2 La preocupación historiográfica por las ligas campesinas
Entre 1970 y 1980, las facultades de historia y sociología de la Universidad Nacional y el
Centro de Investigaciones de Educación Popular-CINEP- desarrollaron un particular interés
por la formación histórica de las ligas campesinas en Colombia. Lo que se debe a que el
movimiento campesino atravesaba un proceso de lucha social en el que reclamaba una
reforma agraria integral y una mejora en a la calidad de vida. Inconformidad que se explica
en que dichas políticas ya habían sido incumplidas por los primeros gobiernos del Frente
Nacional. Estas primeras formas organizativas de acción popular campesina, después de los
sindicatos, plantearon para la academia un reto. Porqué se estaba presentando una oposición
ante el creciente espacio de capitalización y desarrollo del país, que se encontraba en manos
de terratenientes, empresarios y los antiguos partidos políticos, sectores que negaron la
participación de los campesinos en el proyecto de la nación.89
Por tanto, la historiografía social del campesinado y de los movimientos sociales en
Colombia, empezó a presentar investigaciones que centraban su interés en los conflictos y
luchas campesinas durante del siglo XIX y principios del siglo XX; como también en la forma
en como había sido organizada la tierra desde la colonia. a ello se le denominó la Cuestión
Agraria, tal como el libro de Orlando Fals Borda publicado en 1975. En ese sentido,
Catherine Le Grand, Hermes Tovar, Eric Wolf, Pierre Gilholdes, Elsy Marulanda y Gonzalo
Sánchez dedicaron sus esfuerzos por estudiar temáticas históricas relacionadas con la
colonización antioqueña, la formación del latifundio, protestas sociales durante la colonia y
el siglo XIX, la historia de la producción de café y el análisis de la lucha de clases entre
terratenientes y campesinos.
89Una de las principales causas para la formación del latifundio se debió principalmente por la entrega de
antiguas haciendas coloniales a generales que patrocinaron las guerras independentistas, también antiguos
hacendatarios y parte esto de las promesas del general Simón Bolívar si apoyaban la causa de la independencia.
57
Los historiadores mencionados conformaron parte del grupo de investigadores de la línea de
los movimientos sociales, muchos de ellos se citaban entre sí, ya que había semejanzas en
los datos o fuentes encontradas y los análisis presentados entre ellos.
La historiadora francesa Catherine Le Grand, en su mimeografía Baldíos Colonos and Rural
Conflicts 1870-1935, mostró elementos que aportan en la construcción de la acción colectiva
campesina como también los trabajos históricos de Hermes Tovar, Los movimientos
campesinos en Colombia durante el siglo XIX y XX, publicado en 1975, Y Las luchas
campesinas del siglo XX (1975) del austriaco. Ellos aportaron herramientas de análisis sobre
el campesinado y el movimiento campesino, que permitieron a Gonzalo Sánchez y a Pierre
Gilholdes establecer una narrativa sobre las ligas campesinas marcadas en un contexto
agrario especifico.
En este sentido, la delimitación de este segundo capítulo tomó en su mayoría la construcción
histórica hecha por Pierre Gilholdes en su libro Las luchas agrarias en Colombia (1972) y
Gonzalo Sánchez Las ligas campesinas en Colombia (1977). Porque en dichos textos se hace
una descripción y análisis detallado de cada uno de los procesos de formación de las ligas
campesinas y cómo estás incidieron en la historia política y social de Colombia.
Para empezar el proceso de escritura realizado sobre las ligas campesinas es importante
señalar la hipótesis del historiador Gonzalo Sánchez Gómez, en la cual indicó que: “es el lazo
directo que existe entre los movimientos campesinos (incluso cuando se describe exageradamente a
los campesinos como agricultores de subsistencia y los grandes ciclos de la actividad económica. Los
movimientos agrarios no solamente están sincronizados con las fases del ciclo económico
colombiano, sino también con las fases de los ciclos de la economía capitalista”90.
Por tanto, los cambios en los ciclos económicos que tuvo Colombia han determinado la
incidencia y magnitud de las luchas agrarias en las regiones. Es decir, que cuando la
economía tuvo un ritmo de crecimiento y progresión, las luchas campesinas trasegaron hacía
la expansión y el volumen. Pero, en tiempos crisis o recesión, la movilización campesina
disminuyó y se opacó.91En ese orden, el historiador Pierre Gilholdes desarrolló una
estructura histórica en su texto Luchas agrarias en Colombia, marcada por los ciclos
90 Gonzalo Sánchez., Las ligas Campesinas en Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente,1977, PP 18, 91 Ibidem PP 18
58
económicos entre 1921 y 1968, en la cual la economía colombiana siguió el sentido del orden
económico mundial. Un ejemplo de ello, fue la crisis financiera de 1929, en la cual ambos
autores la tomaron como un referente explicativo para el desarrollo de la movilización
campesina, señalando que la mayoría de acciones de las ligas campesinas se originaron entre
junio de 1928 y finales de 1929.
2.3 Manuel Quintín Lame: De la lucha indigenista a la lucha agraria
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el capitalismo y la modernización agraria
llegaron a Colombia produciendo cambios; tanto en el campo como en la ciudad, que
transformaron el espacio agrario y urbano a grandes rasgos. Estás transformaciones
desarrollaron los latifundios e industrias agrícolas. Asimismo, atrajo enclaves bananeros,
como la United Fruit Company, los cuales se convirtieron en ejes centrales de la economía
nacional y del mismo modo en microestados, que controlaban algunas regiones y la
capacidad productiva de la mismas.92
Este proceso de expansión capitalista captó la mano de obra indígena; la cual estaba
absorbida por la hacienda bajo la figura de peonaje por deuda o concierto. Ambas
modalidades igual de opresivas, debido a que se sostenían por la deuda y un sistema policivo
interno hacendatario. Lo que obligó a campesinos e indígenas a trabajar en condiciones
semifeudales para los patronos.93
Este crecimiento en el latifundio constituyó la metamorfosis de la hacienda colonial. La cual
pervivió durante más de tres siglos a la hacienda capitalista, que dominó la producción del
país entre 1868 y 1945 y se expandió por toda la geografía nacional. Incluso, apropiándose
de territorios baldíos nacionales y de resguardos indígenas que sobrevivieron a la
independencia liberal como figura jurídica de protección Colonial. Por tanto, estos
resguardos se disolvieron paulatinamente, disminuyendo consigo la población indígena y
asimismo sus formas de culturales tradicionales que terminaron por mezclarse con las criollas
y blancas dominantes.
92Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia,2 Ed, La Carreta, Bogotá,1974. PP 26 93 Ibidem PP 23
59
“Partes importantes de las posesiones indígenas de tierra se redujeron a forma de resguardo, es decir
tierra de la comunidad que se dividía en lotes de posesión y trabajo individual. Desde tiempo hasta
hoy ha continuado la pérdida de propiedad comunal, pues las leyes que intentaron reagrupar y luego
disolver las tierras de resguardo nunca se aplicaron en su totalidad”.94
Frente a dicha situación, en 1917, el indígena Manuel Quintín Lame se levantó en protesta
en las regiones del Cauca, sur del Tolima, norte del Huila y el gran Caldas, lugares donde el
líder indígena deseó reestablecer la figura del resguardo y los derechos indígenas arrebatados
por el creciente dominio agrícola capitalista. Además, no era respetado el sistema de
creencias secular indígenas, por ello, los medios de solicitud se hicieron tanto por vías
jurídicas como por la fuerza, es decir, mediante la confrontación directa y la invasión de
tierras. “Los indígenas, que, desde comienzos de la década de los veinte, logran articular su lucha
secular contra la voracidad del latifundio a las otras luchas de los trabajadores de la tierra, se
unifican en torno al liderazgo de Quintín Lame, nombrado Jefe Supremo de todas las tribus indígenas
de Colombia”95. Las consignas fueron reestablecer los resguardos dejados por la jurisdicción
colonial, y que se respetaran los sistemas de producción y vida de las comunidades.
Es importante resaltar que la lucha liderada por Quintín Lame en un principio fue indigenista,
sin embargo, a medida que tomó fuerza adquirió forma de lucha agraria. Pues, el interés era
la tierra y la producción que sobre ella se ejercía, en el caso de los indígenas, su sostenimiento
dependía de los cultivos de pancoger.96
Posteriormente, la lucha indígena campesina se politizó, debido a la alianza con el naciente
Partido Socialista Revolucionario, que asumió como parte de su reivindicación no solo la
causa proletaria, sino también, los temas campesinos e indígenas. No obstante, está medida
perjudicó la movilización liderada por Quintín Lame, debido a que les brindó a los gobiernos
conservadores de Marco Fidel Suárez (1918-1921) y Pedro Nel Ospina (1922-1926) los
argumentos necesarios para reprimir la movilización indígena, la cual era señalada de
94Ibidem PP:26 95Ibidem PP 27 Los cultivos de pancoger son aquellos que sirven para la manutención diaria o supervivencia
de una comunidad agraria, en este caso la indígena. 96Ibidem PP 27
60
bolchevique y comunista, y por tanto debía ser eliminada o bloqueada por medio de los
recursos del Estado o el ejercicio de la fuerza de los terratenientes.97
En este sentido, la movilización indígena- campesina de Quintín Lame muestra los primeros
indicios de acción colectiva, sin embargo, sus propósitos no estuvieron conectados con la
formación de las ligas campesinas, que sí lograron afectar el sistema de haciendas y generar
una organización campesina con participación en las decisiones agrarias del país, como
sucedió a finales de la década de los veinte.98
2.4 Las ligas agrarias en Colombia como espacio de acción campesina
Las ligas campesinas de 1920 en Colombia tienen un antecedente que deviene desde el siglo
XIX. En aquella época, los esclavos manumisos y hombres sin tierra atacaban y ocupaban
tierras de las grandes haciendas y los terrenos baldíos nacionales, buscando un espacio donde
vivir tranquilamente, sin tener la necesidad de someterse a los mecanismos de trabajo y
explotación de los hacendados en las distintas regiones del país. Sin embargo, este proceso
fue infructuoso porque los capitalistas agrarios finalmente tomaron el control de los medios
de producción agrarios y las exportaciones para acoger a estos “hombres libres” y ponerlos
a trabajar a sus servicios, ya sea por condiciones serviles y a otros como “asociados de
trabajo”.99
De este proceso de acción y trabajo a finales del siglo XIX, surgió el primer actor campesino
de la modernización capitalista denominado Colono, el cual, en términos de Gonzalo
Sánchez, es aquel que “actúa típicamente por ocupación de terrenos incultos que se reputan baldíos,
y de los cuales aspira a convertirse en adjudicatario”100. Estos colonos serían posteriormente
absorbidos por la hacienda capitalista para ser sus trabajadores o peones agrarios y
posteriormente arrendatarios “La conversión de colonos en arrendatarios habría contribuido,
por consiguiente, junto con la disolución de los Resguardos, a la formación de trabajo móvil
al servicio de los grandes terratenientes”101
97 Ibidem PP 28 98Ibidem PP 28 99 Figura legal de sistema hacendatario capitalista, Ibíd PP 28 100Ibidem PP: 102 101Ibidem PP. 20
61
La formación de colonos, peones y arrendatarios como fuerza de trabajo agrícola, constituyó
la base social del campesinado colombiano y posteriormente la fuerza activa en la
movilización campesina del siglo XX. Gilholdes lo representa así: “en todo caso, a mediados
de 1917 y sobretodo en 1918 aparecieron las primeras organizaciones campesinas, y se
presentaron las primeras demostraciones agrarias ligadas a los disturbios urbanos”102. Para
inicios de la década de los 20, tenían suficientes motivos para rebelarse en contra de los
terratenientes agrícolas que usurpaban y explotaban la tierra trabajada durante años por los
campesinos.
La historia rural del S. XIX y principios del S.XX en Colombia, está dominada en gran
medida por confrontaciones entre hombres sin tierra que se iban a “tumbar la montaña” y
hombres con mucha tierra y mucho poder que, una vez valorizados los terrenos cultivados
por los primeros, reclamaban o usurpaban, a través de múltiples mecanismos de
“manipulación legal, amenazas y violencia”103
Los actores campesinos se convirtieron en sujetos oprimidos por otra clase social, que para
ese momento eran los terratenientes agrarios, en su mayoría hacendados cafeteros y cañeros,
los cuales manejaban el primer renglón en la economía nacional, como lo era la exportación
de café, caña, tabaco, algodón y banano para el mercado mundial productos en su mayoría
producidos en haciendas capitalistas en los departamentos del Cauca, Valle, Gran Caldas,
Antioquia, Cundinamarca, Boyacá y algunas regiones de la costa como lo es Sucre y el bajo
Magdalena.
Y fue en estos departamentos donde se empezó a desarrollar la acción colectiva campesina
mediante la organización de grupos agrarios conformados por arrendatarios, aparceros,
colonos y peones quienes querían hacer valer su derecho sobre la tierra y el trabajo. Estos
colectivos de campesinos eran denominados ligas campesinas, las cuales se expandieron y
ejercieron su acción política y agraria cerca las haciendas donde trabajaban, en su mayoría
las productoras de café, entre los años 1925 y 1938, año en el que empezaron a desaparecer
102Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia.,2 ed, Bogotá, La Carreta,1974 PP 27. 103Gonzalo Sánchez., Las ligas Campesinas en Colombia, Bogotá, Ediciones Tiempo Presente,1977, PP 18.
62
paulatinamente por la aplicación de la Ley 200 de 1936 o Ley de Tierras durante el gobierno
de Alfonso López Pumarejo (1934-1938) -(1942-1945).
La organización de las ligas campesinas constituyó una respuesta popular al sistema
hacendatario capitalista, en la cual las haciendas ejercieron un poder de micro- estado en las
regiones y departamentos de influencia. Este modeló fue permitido abiertamente por los
gobiernos nacionales de turno, quienes desearon abiertamente promover la inversión y la
industrialización en Colombia, así fuera a costa de los derechos laborales agrarios. Para ello,
cedió ciertos derechos civiles a los terratenientes sobre los campesinos como es el caso del
control de los salarios, las rentas, los impuestos, los castigos y formas de vida, es decir, la
hacienda dominaba totalmente la vida del campesino de modo feudal- señorial, solo que, con
elementos capitalistas, como la tecnificación del sistema agrario y el sistema de deuda.104
<< “En la mayor parte de las haciendas existen calabozos y aún hasta instrumentos de torturas para
aplicárselos a los labriegos. Igualmente tienen establecido el sistema de multas, dándose el caso que
a final de la semana el insignificante salario de los campesinos no les alcanza siquiera para pagar las
multas que se les impone. También se ve “el caso de que en las haciendas se ejercen los tres poderes,
el administrativo, el legislativo y el judicial, en una palabra, esas haciendas dan la impresión de
verdaderos Estados dentro del Estado”>>105
Las ligas campesinas fueron la expresión de resistencia en acción ante un sistema opresor, el
cual era visto como el “dominio absoluto que ejerce el latifundista sobre los bienes y las
vidas de los campesinos”. Como consecuencia de ello, se conformaron en promedio sesenta
ligas y sindicatos campesinos, distribuidas en las principales haciendas capitalistas de la
nación. Muestra de ello, lo sistematizó Gonzalo Sánchez en el libro Las ligas campesinas,
donde expusó una lista en la que relacionó el nombre la liga con el nombre de la hacienda a
la que pertenecía, está fuente fue tomada de un inventario de los nombres de las ligas y los
sindicatos agrarios del país del ministerio de agricultura de 1945.
“Es preciso recalcar, porque ello suele omitirse o subestimarse en los análisis de los conflictos
agrarios – que la hacienda no era sólo una unidad productiva; era también una unidad política y social,
104 Ibidem PP 11 105la citación presente es tomada por el autor de un informe de comisión de gobierno que evidenció las
condiciones de trabajo de algunas haciendas cafeteras en 1927. 105Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en
Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente.1977 PP 58
63
es decir un centro de poder con capacidad para imponer reglamentaciones a la conducta y las
relaciones de las personas que caían bajo su “jurisdicción”.106
Las ligas campesinas estuvieron dispersadas en gran parte del territorio nacional, no obstante,
las que tuvieron mayor margen de acción, actuaron en las zonas de Sumapaz, Tequendama,
Viotá en los departamentos de Cundinamarca y Tolima y en la región del gran Caldas, región
que poseía la mayor cantidad de fincas cafeteras del país, base de la economía nacional para
1920.
En la década de los veinte, en las regiones de Sumapaz y Viotá Cundinamarca se evidenció
la formación de las ligas campesinas Allí existieron haciendas, como el Soche, Calaidaima,
Chocho o Tequendama, que tuvieron una gran producción cafetera cercana a Bogotá, pero
con hacendatarios ausentitas; es decir, dueños que velaron por sus ingresos desde la distancia,
sin preocuparse por mejorar las condiciones de los trabajadores.
Frente a ello, el caso de Sumapaz planteó un problema especial. Su extensión superaba las
100.000 hectáreas de tierra, superficie que cobijó cuatro departamentos actuales: Meta,
Cundinamarca, Tolima y Huila. Provocando que muchos colonos se asentaran en los límites
de las haciendas, trabajando y realizando mejoras a la tierra. Las luchas entre los
hacendatarios y colonos se profundizaron a partir de 1925, cuando los colonos y arrendatarios
reclamaron por vía jurídica o por la fuerza el reconocimiento de su propiedad rural, por los
trabajos y mejoras realizadas sobre la tierra durante años. Además, solicitaron mejoras y
garantías en sus condiciones de trabajo, que eran precarias y mal pagas; como ocurrió con el
peonaje por deuda “en realidad, en estos litigios no se disputaba únicamente la propiedad de la tierra
sino también las mejoras hechas por el ocupante de hecho, sobre todo cuando el estrado judicial se
cedía a las pretensiones del latifundista”.107
Hubo un desconocimiento, por parte de los terratenientes de la zona, a las solicitudes y
reivindicaciones campesinas en Sumapaz. La respuesta fue con medidas de sometimiento
más rigurosas y el llamamiento de fuerzas policiales para el desalojo y neutralización de la
106Ibidem PP: 57 107Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente.1977. PP:108
64
lucha campesina. Por otro lado, se encuentra el apoyo del gobierno central, que por vía
jurídica o de hecho (envío del ejército), benefició directamente la opresión los terratenientes.
“Cuando los Tribunales en torno a la primera le ha sido adversa, y la acepta el colono queda en
situación similar a la del arrendatario. Existe por ello una relación muy estrecha entre estas dos
categorías de cultivadores de la tierra, en las luchas del periodo: el arrendatario que busca
transformarse en colono, y el colono que es reducido por el terrateniente (con el apoyo jurídico-
político) a la condición de simple arrendatario”.108
Lo anterior expresó el problema central de la escritura sobre el campesinado en Gonzalo
Sánchez y Pierre Gilholdes durante los años setenta, quienes observaron la relación que
existió entre los cultivadores de la tierra (colono y arrendatario) y el terrateniente, quien tuvo
las herramientas de poder a su favor, como las vías jurídicas y militares. En esa lógica, se
conformaron las ligas campesinas que fueron la respuesta organizativa del campesinado ante
la distribución desigual de la tierra y las condiciones de trabajo injustas “En 1928, campesinos
colonos fundaron el Movimiento Agrario del Sumapaz, en el cual emergió como dirigente Juan de la
Cruz Varela, un campesino de Boyacá”.109
Sobre esta perspectiva, los autores explicaron la narrativa de la liga del Sumapaz la cual tuvo un eje
de acción colectiva campesina bastante amplio y de alto impacto, en la que se utilizaron mecanismos
como la invasión de tierras y la confrontación directa que obligó al gobierno a cederles personería
jurídica y la legalización de terrenos de algunos colonos del sector. En este sentido, Sánchez
indicó:
“lo muestra claramente el caso de la hacienda Sumapaz, en donde el Estado se vió obligado a
reconocer como ocupantes legítimos a colonos., que los terratenientes consideran como invasores. Y
los campesinos saben que cuando son declarados invasores, y quieren evitar el despojo, tienen que
prepararse para el uso sistemático de métodos de lucha distintos a los legales”.110
Otro ejemplo de un hecho histórico de acción colectiva campesina en la que se organizaron ligas
campesinas fue en Viotá- Cundinamarca, en donde el problema se centró en las mejoras que
realizaron los arrendatarios y las plantaciones de pancoger en las parcelas que les habían sido cedidas
108Ibidem PP: 108 109 Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia,2 ed, Bogotá, La Carreta,1974. PP 18 110 Gonzalo Sánchez Gómez, Las ligas Campesinas en Colombia, Bogotá, Ediciones Tiempo Presente,1977.
PP. 106
65
y las medidas que tomaron los hacendatarios. Los hacendatarios cafeteros utilizaron a sus peones
agrarios, ordenándoles que destruyeran los trabajos y las casas de los arrendatarios, los cuales se
vieron obligados a desplazarse con sus familias o reincorporarse al trabajo precario de la hacienda.
Pierre Gilholdes, señalando el caso de Viotá, nos presentó la siguiente situación: “En el caso
del valle de Río Bogotá (como lo muestra Viotá) el problema fue simplemente el derecho de los
campesinos a plantar cafetos en sus parcelas de subsistencia. En efecto, al negarles este derecho, los
hacendados demostraron que habían comprendido claramente el sentido revolucionario de esa
petición, que implicaba la ruptura pacífica o violenta (y este caso fue violenta)”111
Tanto Sánchez como Gilholdes, plantearon en sus textos Las Ligas campesinas en Colombia y
Las luchas agrarias en Colombia que el origen y los problemas del campesinado en Colombia
se centraron por la inserción del capitalismo mediante la estructura de la hacienda
capitalista, que aún no habían abandonado las formas de servilismo de la hacienda colonial.
Por tanto, es importante afirmar que, en el origen de acción colectiva campesina en Colombia,
el campesino no se levantó por causas políticas, sino por la carga histórica de opresión y
miseria en su trabajo agrícola y en sus vidas, que lo llevaron a organizarse de manera
colectiva para luchar por el derecho a la libertad “y, sobretodo, el derecho a un pedazo de
tierra”112
Este trabajo de acción colectiva de las ligas marcó la búsqueda por parte de pequeños
arrendatarios, colonos y peones de la propiedad privada de la tierra, más no la colectivización
de esta. Aspecto que posteriormente conllevaría a la minifundización de la tierra en algunos
departamentos como Cundinamarca, Boyacá y Tolima, donde hubo acción colectiva por
parte de las ligas. Es decir, el campesino de estás zonas persiguió sus objetivos de manera
colectiva para buscar un bienestar personal y una capitalización familiar. Es decir, este
proceso permitió la consecución de la tierra por dos vías; la jurídica y la de hecho.113
111Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia,2 ed., Bogotá, La Carreta,1974 PP: 44 112Gonzalo Sánchez Gómez, Las ligas Campesinas en Colombia, Bogotá, Ediciones Tiempo Presente,1977
PP:40 113 Un sustento a dicho argumento lo ofreció Gilholdes en la Enciclopedia Nueva Historia de Colombia “ El
conflicto agrario tiene múltiples facetas: violento y no violento, jurídico por la Vía de hecho, pero tiende a
repartirse según dos modalidades; a) Aquellos que tienen que ver con las condiciones de trabajo de los
arrendatarios, de la libre disposición de su parcela y que sólo a través de un largo proceso terminan por afectar
la tenencia de la tierra; b) El segundo tipo de conflicto no gira tanto sobre las condiciones de empleo, sino,
directamente , sobre la posesión de la tierra . estos conflictos no excluyen las vías de hecho, los lanzamientos
66
2.4.1 Las ligas campesinas en proceso de politización parea la acción
Para 1931, las ligas campesinas se habían conformado en varias zonas cafeteras del país,
especialmente en los departamentos del Tolima, Cundinamarca, Antioquia y Caldas.
Además, se consolidaron varios sindicatos agrarios en la región caribe de Colombia, como
el Sindicato de Trabajadores de la Región Bananera del Magdalena, perteneciente a los
trabajadores agrarios de la transnacional United Fruit Company en la región bananera del
Magdalena y el Sinú. Este último sindicato organizó una de las huelgas agrarias más
representativas del siglo XX; en donde se produjo, el 7 de diciembre 1928, una de las mayores
masacres de las que se tenga registro en contra del movimiento agrario en Colombia: “en todo
caso la lucha agraria más importante fue la huelga de los trabajadores bananeros en noviembre y
diciembre, encendida por el alza del costo de vida provocada por el monopolio de los almacenes de
la compañía. La intervención brutal del ejército resultó en centenares de bajas y desató la indignación
en todo el país”.114
Está matanza evidenció la magnitud de los problemas agrarios que estaba atravesando el país
durante ese momento, en los cuales se encontraba el conflicto entre terratenientes y
campesinos por el mejoramiento en las condiciones de trabajo y la legalización de tierras, la
formulación de una reforma agraria que mejorará las condiciones del campo colombiano, y
por último, la apertura sin restricciones a las multinacionales agrícolas como la United Fruit
Company para ejercer poder en la región donde se ubicaba.
Dicho panorama, hizo que políticos y partidos de izquierda se fijaran en el campo y sus
problemas, empezando por la legalización de las ligas campesinas, brindándoles una
personería jurídica y participación en las decisiones agrarias “el derecho de los campesinos
a agremiarse recibió la consagración legal en 1931 (Ley 83). Hasta entonces, salvo casos
aislados en que se formaron Ligas de hecho, también se les otorgó personería jurídica”115.
[…], pero derivan inevitablemente hacia los procedimientos jurídicos”. (Nueva historia de Colombia 1ed, Vol.
III, Cap. 12 PP 316) 114 Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia.2 Ed, Bogotá, La Carreta,1974. PP: 34 115Gonzalo Sánchez Gómez, Las ligas Campesinas en Colombia, Bogotá, Ediciones Tiempo Presente.1977
PP:40
67
A partir de ese momento, el representante a la cámara Jorge Eliecer Gaitán fundaría en 1933
a la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR), como partido agrario. Utilizando
el argumento de la masacre de las bananeras ante el Congreso de la República apoyar
jurídicamente la causa campesina por medio de la legalización de tierras. Este proceso
recurriría a medios constitucionales para distribuir la tierra en Colombia.
El Partido Comunista (PC), antiguo Partido Socialista Revolucionario, considerado el más
radical de las Ligas Campesinas; el cual promovía la invasión de tierras y la confrontación
directa más que la adquisición de terrenos por vías legales. Este partido político constituyó
una variación en las fuerzas políticas del país, ya que era una tercera vía diferente a los
tradicionales partidos liberal y conservador.
Estás dos tendencias políticas configuraron la politización de las ligas campesinas, que para
ese momento orientaban su acción de manera organizada y con la intensión de generar una
reforma que cambiara la estructura agraria en Colombia. “La articulación de sus luchas y la
canalización de sus aspiraciones se realizó primero, más o menos, exitosamente, a través de las
fracciones más radicales del Partido Liberal y del Partido Socialista Revolucionario”116. En este
sentido, crearon plataformas de trabajo en congresos socialistas que cambiaran las
situaciones del agro en Colombia.117
Está radicalización e incisión en la acción colectiva campesina se profundizó a partir de la
coyuntura económica de 1929 (crisis del 29). En aquel entonces los valores bursátiles cayeron
estrepitosamente; entre ellos el del café, del cual dependían muchas haciendas cafeteras, las
cuales se vieron obligadas a disminuir salarios y despedir masivamente a trabajadores en
campo. Lo que profundizó la crisis, incitando cada vez a más campesinos hacia la acción, en
un momento en el que tenían un espectro de movilización más amplio.
“El período coyuntural que antecede y sigue a la crisis mundial de 1929, es porque durante él las
luchas agrarias se desenvuelven a una escala y con unos métodos y formas de acción enteramente
116Ibidem PP:9 117 La mayoría de las plataformas agrarias se lanzaba en los congresos socialistas, en este caso, se promulgó en
el V congreso socialista colombiano. Ibidem PP 48
68
nuevos, y no exclusiva, pero sí fundamentalmente, en un escenario clave de la economía nacional: la
hacienda cafetera”118.
Tanto Pierre Gilholdes como Gonzalo Sánchez tomaron el acontecimiento de la crisis
económica de 1929 para iniciar su análisis; indicando que las ligas campesinas se politizaron
abiertamente. Por un lado, tomaron el camino liberal de la UNIR; y por el otro, tomaron el
camino de la izquierda del Partido Comunista-PC-, quienes condujeron al campesino en la
ruta de la acción política en el escenario nacional.
Las diferencias entre estos dos tipos de escritura se centran en como evidencian las luchas
campesinas. Por un lado, Gilholdes abarca un espacio temporal más amplio, desde la creación
de las ligas campesinas hasta el año en que terminó su libro Las luchas agrarias en Colombia
en 1968. Por otro lado, Gonzalo Sánchez se dedicó a describir la formalización, acción y
declive de las ligas campesinas hasta 1936, año en que la aplicación de la Ley 200 de 1936
terminó por desmovilizar legal y políticamente a las ligas agrarias en Colombia.
En relación con el trabajo de Gonzalo Sánchez se hace manifiesto un rigor académico e
histórico en su texto las Ligas campesinas en Colombia, debido a que recurre a un mayor
número de fuentes. Entre ellas, declaraciones judiciales de los juzgados de Bogotá,
hemerografía del periódico la Claridad, boletines de los Ministerios de Industria y Trabajo
y decretos del gobierno. Pero, ante todo, declaraciones de los campesinos hacia las ligas;
donde solicitaban ayuda del gobierno y acusaban los ataques de los terratenientes a sus
parcelas.
En cambio, Gilholdes, en el libro Las luchas agrarias en Colombia, hizo un balance más
general. Se tomó el trabajo de construir aspectos esenciales de la evolución de las ligas,
incorporados en un proceso más largo de cambio de la acción colectiva. No obstante, su
análisis permitió entender a otros historiadores como Mauricio Archila y Leopoldo Múnera
y clarificar la descomposición del campesinado en la primera mitad del siglo XX.119
118 Ibidem PP. 7 119 Leopoldo Múnera Ruiz, Rupturas y continuidades, Poder y Movimiento Popular en Colombia, IEPRI-
CEREC, Bogotá,1987. Ibíd PP:198
69
Como se venía relatando en párrafos anteriores, las ligas campesinas fueron adquiriendo
personería jurídica, especialmente las que tenían orientación liberal, hasta quedar totalmente
reconocidas en 1935. “La mayor parte de las Ligas o Sindicatos Agrarios que se reconocen hasta
1935 eran de creación liberal o, por lo menos, tenían una fuerte influencia de dicho partido”. Sin
embargo, estas tendencias en vez de ayudar a integrar al campesinado en un movimiento
común de Acción Colectiva Campesina, que causó divisiones irreconciliables y caminos
distintos, ya que los objetivos políticos eran distintos.
Por un lado, los uniristas perseguían una reforma agraria integral que mejorara las
condiciones del campesinado y la distribución de la tierra. Sus acciones estaban canalizadas
por el partido y uno de sus propósitos principales era impulsar el desarrollo capitalista a través
del minifundio. Diferente a lo que pretendían las ligas campesinas integradas al Partido
Comunista que buscaban una revolución social proletaria campesina.
“Con relación a las organizaciones campesinas, comenzó a imponerse definitivamente la estrategia
liberal: canalización e institucionalización de las luchas agrarias, Más aún: una vez lograda está
canalización, nuevos sectores agrarios, como los representados en la Cooperativa Algodonera, entran
a promover la creación de Ligas campesinas, cuyo objetivo primordial era impulsar el desarrollo
capitalista en el campo”120.
Esta divergencia fragmentó la acción colectiva campesina. La cual se originó en los años
veinte gracias a las ligas campesinas, haciéndose proclives a una retaliación por parte de los
burgueses, terratenientes y comerciantes agrarios; quienes conformaron un tercer partido
denominado Asociación Patronal Económica Nacional (APEN). Esta asociación defendería
los intereses de los hacendados bipartidistas “Unirismo y P.C eran vistos, con igual inquietud por
los terratenientes liberales y conservadores, que pronto comenzaron a promover la creación de un
frente patronal bipartidista Asociación Patronal Económica Nacional (la APEN)”121.
La desconfianza por parte de las élites agrarias a la conformación de ligas campesinas fue
creciendo por dos motivos: El primero, por el miedo infundido por parte del gobierno de los
Estados Unidos, quienes acusaban la forma en la que se tomarían las decisiones económicas
en materia agraria en Colombia. Este pánico económico le permitió a Estados Unidos tener
120 Ibidem PP: 124 121 Op Cit: PP:86
70
dominio en América Latina dados sus deseos de contener la inserción del comunismo en el
continente. Segundo, por las constantes invasiones de tierras que los campesinos tenían en
los departamentos de Cundinamarca y Tolima:
“La agitación campesina para entonces tenía proporciones gigantescas. Se producían constantes
invasiones de latifundios, huelga de pago de rentas y algunas confrontaciones armadas entre
campesinos, terratenientes y policía. El UNIR de Gaitán bebía de esas fuentes para lanzarse a la
política y encontraba masas dispuestas a seguirlo en base a las banderas de la reforma agraria burguesa
que agitaba”. 122
Las acciones campesinas como el no pago de la renta, la invasión de tierras y la confrontación
directa, profundizó el conflicto entre terratenientes y campesinos, especialmente en las zonas
Viotá, Sumapaz, Tequendama en el departamento de Cundinamarca, donde las ligas
campesinas tenían una fuerte influencia del Partido Comunista. Por tal motivo, en estos
lugares la confrontación evolucionó de manera escabrosa contra la vida y existencia de la
organización campesina en la década de los treinta.
“Allí donde la reacción de los terratenientes frente a las demandas fue particularmente violenta y los
campesinos contaban con un sólido respaldo organizativo (de la UNIR en Fusagasugá, del P.C en
Viotá, por ejemplo) formas de acción normalmente pacíficas- como la manifestación – adquirieron
eventualmente el carácter de verdaderas ocupaciones armadas de las poblaciones. De Viotá, que se
convirtió en 1937 en la sede del primer consejo comunista del país”123.
Frente a la agudización del conflicto agrario, una de las razones por la cual la acción colectiva
en vez de fortalecerse se debilitó fue la mala formulación e interpretación de las leyes
agrarias. Estas normas no reconocieron peticiones de las ligas campesinas como: el derecho
a un trabajo digno y la legalización de los predios de arrendatarios que habían trabajado la
tierra durante años. Otro factor que debilitó la acción colectiva fue la pérdida del apoyo
político por parte de la UNIR y el partido Comunista. Estos partidos dejaron de lado los
intereses agrarios por sumarse después de 1936 a la fuerza política del liberalismo que, para
122 Claude Pierre Gilholdes. Las luchas agrarias en Colombia.2 ed, Bogotá, La Carreta,1974. PP:10 123 Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente,1977 PP:112
71
el momento, y en cabeza del candidato a la presidencia Alfonso López Pumarejo, plantearon
cambios en la estructura agraria de Colombia.
Es así con soluciones reformistas, como las de Pumarejo, que se desmontaron las ligas
campesinas y se inició un proceso de fragmentación ideológica política en el Partido
Comunista para ser inserto en una vertiente del partido liberal:
“La UNIR y el P.C entregaron sus banderas de lucha al Partido liberal y al régimen “burgués-
terrateniente” que antes habían valerosamente combatido”[..].Gaitán disolvió la UNIR, se incorporó
a las listas oficiales de liberalismo y colaboró con la burguesía liberal en cargos que significaban un
explícito retiro de la contienda agraria: fue sucesivamente, alcalde de Bogotá durante la primera
administración de López; Ministro de Educación, de Eduardo Santos y Ministro de Trabajo en la
segunda administración de López”. 124
“El P.C, en una cadena sucesiva de errores, terminó entregándole al partido liberal todo su pasado
revolucionario, y con el suyo el de otras agrupaciones políticas que laboriosamente habían forjado su
independencia con respecto a la burguesía, como el Partido Socialista Revolucionario, del cual el P.C,
era su legítimo heredero”125.
Después de que la UNIR y el P.C retiraron su apoyo a las ligas campesinas, estás se
debilitaron y se sumaron a las políticas agrarias del presidente Alfonso López Pumarejo
(1934-1938), quien subió al poder con la promesa de hacer un cambio en la estructura agraria
colombiana. Está transformación se inscribió en una política general denominada
“Revolución en Marcha”, que prometió redistribuir la tierra y aumentar el crédito agrario y
la inversión pública para modernizar las técnicas y herramientas agrícolas.
La aplicación de la política agraria se presentó por medio de una reforma que tomó como
modelo la recién creada reforma de crédito agrario de Lázaro Cárdenas en México en 1934,
situación que compenetraba en su tiempo con los problemas del agro en Colombia. De este
intercambio binacional y el estudio sobre la situación del campo, se promulgó la Ley 200 de
1936, que “acabaría “con el vetusto sistema de tierras de los gobiernos anteriores a la llegada
de la República liberal en 1930.
124 Ibidem PP:120. 125 Ibidem PP:121
72
En palabras de Alfonso López, se indicó: “El partido liberal es un partido agrario. Se propone
subdividir la tierra colombiana (…) a expensas de los latifundios y generando presión fiscal para que
no haya en Colombia tierra asignada que no desempeñe su función social (…) El partido liberal
considera la pequeña propiedad como un medio de liberación económica necesario e imprescindible
pero no como un fin en su política agraria”126 ; es decir, está política promovía el capitalismo y
la función económica en el pequeño propietario agrícola, pero no cambiaba en nada la
estructura agraria del país.
Para algunos historiadores económicos, como Salomón Kalmanovitz y Jorge Orlando Melo,
está primera presidencia de Alfonso López Pumarejo fue una de las más progresistas en
materia agraria, porque dotó a su política agraria con inversión. Sin embargo, esta afirmación
es contrastada por historiadores neo-marxistas Gilholdes y Sánchez, los cuales calificaron
está ley de tierras como improductiva, que solo benefició a los grandes terratenientes.
2.4.2 El impacto de Ley 200 o Ley de tierras en la formación del campesinado en
Colombia
La literatura jurídica e histórica sobre la Ley 200 de 1936 fue amplia, no obstante, la utilizada
por los autores mostró que no benefició para la solución del conflicto agrario entre
terratenientes, colonos y arrendatarios. Además, no sirvió para mejorar las condiciones de
vida del campesino, por el contrario, promovió nuevos conflictos que llegarían hasta
mediados del siglo XX.
La ley 200 de 1936 fue aprobada el 10 de diciembre con el objeto de volver productiva la
tierra. Primero, con la distribución de tierras entre campesinos, aparceros y arrendatarios; la
mayoría reclamantes en las ligas campesinas. Y segundo, con “la extinción de dominio a
favor del Estado de tierras incultas”, es decir, los baldíos que no fueran productivos eran
tomados por el gobierno y entregados a otras personas.
“Ley 200 1936. La Ley logró, en efecto, presentarse- y ser aceptada-como una respuesta a las
demandas campesinas, cuando, en realidad, su objetivo fundamental era resolver las inquietudes de
126 Nueva historia de Colombia 1ed, Vol. III, Cap. 12 PP316, 317
73
los terratenientes. La llamada “Revolución en Marcha”, si fue burguesa, nunca fue democrática, en
el sentido de que proyectara una distribución de la tierra a los campesinos”.127
En el fondo esta medida legislativa no solucionó nada. Ocurrió justo lo contrario, acentuó la
problemática agraria al beneficiar a un pequeño grupo y no a la totalidad de campesinos del
país; no fue como lo vendió Alfonso López en su campaña "Revolución en Marcha". Frente
a ello, los historiadores Pierre Gilholdes, Gonzalo Sánchez y Elsy Marulanda afirmaron que
la Ley de tierras no sólo ahondó las desigualdades en el país, sino que fortaleció a los
terratenientes del país.128
Este fraude legal agrario, fue entendido por los campesinos como un engaño, el cual tuvo
como consecuencia dos variantes: primero, la desconfianza por parte de los campesinos a las
promesas de los gobiernos y candidatos de turno; y segundo, la acción de violencia como
vehículo de movilización para presionar por el reconocimiento de los derechos y recuperar
tierras.
La historiografía social desde 1970 hasta 1990, se centró en el estudio del campesinado y su
movilización a través de la historia; debido a que este actor social más afectado por el
capitalismo agrario desde finales del siglo XIX hasta el presente fue el campesino. Lo que
despertó interés en historiadores que, durante esa época, tenían la intención política de
reconstruir la historia de Colombia. Y evidenció la participación de los actores subalternos
como los campesinos, obreros y oprimidos en general.
Ahora bien, con la emisión de la Ley 200 de 1936, se dio inicio la decadencia de la Acción
Colectiva Campesina y a la descomposición del campesinado; porque, además de perder las
tierras, disminuyó su capacidad de lucha y protesta social. Por ende, se consideró que uno de
los principales causantes de este recrudecimiento fue el presidente Alfonso López Pumarejo,
quien durante sus dos gobiernos liberales acabó con la resistencia campesina en Colombia.
127 Gonzalo Sánchez, Las ligas Campesinas en Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente,1977 PP 112 128 La reforma agraria que produjo una serie de literatura legal, para demostrar que las propiedades tienen una
función social que implica obligaciones, fue un solo un procedimiento táctico que dio capacidad a los
terratenientes para librarse de los aparceros y para registrar títulos que antes no tenían. Su aplicación significó
la evicción de millares de aparceros, que habían sido realmente los creadores de las haciendas desarrollándolas
desde la nada, y que recibieron a cambio solo un pago, por las mejoras. Ibíd Pág.: 42
74
“Evidentemente se esperaba demasiado de Alfonso López. Este no era el que la imaginación popular
había construido. Su intención era desarrollar el capitalismo en Colombia, no realizar una revolución
popular. Para lograr sus objetivos y en particular para debilitar políticamente y económica a la clase
terrateniente se construyó una base de apoyo entre el campesinado, pero de ninguna manera pensaba
compartir el poder con los campesinos”129.
En la narrativa de las ligas campesinas es importante señalar que este proceso produjo una
serie de escritos donde se describe analíticamente la evolución del campesinado desde una
perspectiva dialéctica, siempre poniendo al terrateniente y al campesino como actores
antagónicos que se necesitan para el desarrollo de la historia social de Colombia.
El impacto de las fuerzas que actuaron sobre la acción colectiva campesina de las ligas
campesinas configuró la historiografía de los movimientos sociales en los años setenta, Más
por el tipo de consecuencias en la estructura de la tierra y en la descomposición de
campesinado tanto para la época de la violencia 1948-1958 como en el auge y renacer de los
movimientos sociales en 1970.130
2.5 La fragmentación de la acción colectiva campesina
Después de la emisión de la Ley 200 de 1936, la acción colectiva campesina en Colombia
tuvo una pausa de casi doce años donde las movilizaciones y luchas no tuvieron mayor
incidencia en el panorama del país, solo se presentaban pequeñas rencillas políticas
bipartidistas en algunos pueblos de Boyacá y Santander. Este sosiego mostró lo efectivo de
un programa de gobierno que integrara las esperanzas de un pueblo agrario fracturado y sin
conquistas sociales.
“Los campesinos adoptaron una actitud de espera, creyendo que después de 10 años establecidos por
la ley 200 sus problemas estarían resueltos. Esta actitud fue facilitada por las expectativas de
129 Claude Pierre Gilholdes, Las luchas agrarias en Colombia.2 ed. (Bogotá, La Carreta,1974) PP:48 130 La ola de movimientos agrarios había pasado, pero había tenido consecuencias perdurables, también tendió
a desaparecer la división en dos tendencias – gaitanistas y comunista- que había existido en años anteriores. Sin
embargo, esto se debió sobre todo a la nueva orientación urbana de Gaitán y a la política adoptada por los
comunistas colombianos de ponerse de acuerdo a toda costa con los liberales. Claude Pierre Gilholdes, Las
luchas agrarias en Colombia.2 ed. (Bogotá, La Carreta,1974) PP:44
75
reelección de Alfonso López. El promotor de la “Revolución en Marcha”, López era un hombre de
gran popularidad entre las masas”.131
Este reflejo de pasividad agraria se evidenció en la historiografía social de la época (1936-
1948). De hecho, no existió una producción narrativa relevante para los movimientos
sociales, aparte de unos pocos textos, de historiadores como Luis Eduardo Nieto Arteta o
Gerardo Molina, sobre el crecimiento industrial y las relaciones exteriores de Colombia; de
resto, el avance en la producción historiográfica fue escasa o casi nula. Solo hasta la
coyuntura política y social del asesinato, el 9 de abril de 1948, del líder de izquierda liberal
Jorge Eliecer Gaitán –el mismo fundador de la UNIR y posterior defensor de obreros
sindicalizados–se empezó a escribir en la prensa local y en los círculos intelectuales sobre el
problema agrario.
Este evento es motivador para el trabajo histórico de muchos historiadores y sociólogos
colombianos, que lo toman como referencia coyuntural y detonante del conflicto colombiano,
y del período conocido como la violencia. En dicho período, la guerra rural partidista alcanzó
niveles de descontrol, que ni los mismos líderes de los partidos políticos liberal y conservador
pudieron controlar. “En todo caso, la situación en el campo se convirtió rápidamente en el escenario
de la violencia, como fue denominado en las ciudades, pues los acontecimientos aludidos eran
llamados simplemente “la guerra” o “la revolución” por parte de los campesinos”.132
El campesinado durante ese tiempo se vio obligado a tomar partido por una tendencia política
u otra, ya que prevalecía todavía el sistema de hacienda y la dependencia al “gamonal” de
turno, quien ponía a campesinos armados a luchar contra otros campesinos dirigidos por
gamonales del partido contrario. A este, como proceso, no se le puede denominar acción
colectiva campesina porque no nació del interés de las bases campesinas por movilizarse en
contra de los terratenientes; por el contrario, se trataba de pequeñas cuadrillas de trabajadores
agrarios cometiendo fechorías contra las vidas y propiedades de otros compañeros de su
mismo grupo social.133
131Ibidem PP:48 132Ibidem PP:53 133 El término de gamonal fue acuñado por la academia peruana, sin embargo, empezó a ser utilizado por la historia social como aquella persona de un pueblo o región que incide en las decisiones político-administrativas de esta.
76
Gilholdes, en su texto Las luchas agrarias en Colombia, afirmó que este proceso de violencia
fue negativo para la condición del campesino. Esto debido a que fue agredido por los
latifundistas, quienes buscaban retaliaciones pasadas frente a las invasiones hechas por los
actores agrarios en décadas anteriores, solo que ahora los terratenientes se justificaban bajo
los móviles políticos del momento: “En las zonas no violentas, las luchas agrarias fueron el
resultado de una ofensiva de parte de los latifundistas, cuya intención era arrojar a los campesinos de
sus tierras o vengarse por acontecimientos de años anteriores”134
Un problema para la asignación y posesión de la tierra para los campesinos pobres entre 1930
y 1962 se debió principalmente a la quema de los archivos durante las asonadas a los
municipios por parte de los partidarios políticos del bando, que los imposibilitaba alegar por
vía judicial su derecho a la tierra. Las quemas de escrituras y procesos, a punto de prescribir,
que se estuvieran llevando a cabo en los juzgados municipales eran objeto de quema y
desaparición.
“La violencia rural comenzó a llenar las páginas de los voluminosos diarios, pero nadie pudo medir
nunca su sentido. Podría preferirse una explicación política para dar cuenta de su origen: la violencia
rural vino fácilmente a causa de la estructura bipartidista del sistema político colombiano,
caracterizada por la participación de multitudes desordenadas, a las cuales sería exagerado dar el
nombre de partidos”135.
El sentido de la violencia vivida en Colombia entre 1948 y 1953 no fue del todo claro, al
combinar múltiples móviles políticos y objetivos económicos que respondían a diferentes
intereses en cada una de las regiones del país. Lo único claro fue que hubo desplazamientos
internos de campesinos que alimentaron los cinturones de miseria de las ciudades, generando
un sentimiento de desasosiego e indignación en los campesinos que motivó a la acción
armada (guerrilla agraria) y política (organizaciones campesinas).136
Los mismos historiadores que se dedicaron a construir la historia de la cuestión agraria a
partir de 1970, al mismo tiempo, centraron sus esfuerzos en entender el fenómeno de la
134Ibidem PP 54 135Ibidem PP:55 136El cambio demográfico en Colombia debido a la Violencia y las luchas agrarias fue bastante significativo al
ser un país predominante agrario con un 70 % de población rural principios del siglo XX, ya para la segunda
mitad está cifra se había invertido dejando un 35% de población.
77
violencia después del magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán, ya que esta violencia –producida
entre 1948-1953– tuvo matices de tortura, sevicia y descontrol, jamás presentados hasta ese
momento en el país. Además, las motivaciones políticas bipartidistas no eran del todo claras
como para que hubiese una guerra rural de tal magnitud, que haya desplazado casi a la mitad
de la población campesina colombiana.
Estos trabajos académicos incidieron sobre la acción colectiva campesina, para articular los
elementos de la violencia rural con los mecanismos de defensa y resistencia que debieron
tomar los campesinos, tal como lo muestra el surgimiento, en 1949, de las guerrillas liberales
del llano y el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), en 1960.
2.6. Las guerrillas liberales de los llanos como manifestación armada de la acción
campesina
La producción historiográfica sobre la temática de la violencia es mucho mayor que la de los
movimientos sociales. Ambas centran al campesino como víctima principal en las distintas
etapas de la historia social de Colombia: violencia bipartidista 1948-1953, Frente Nacional
(1958-1974) y la de los gobiernos presidencialistas del estatuto de seguridad, entre 1975 y
1990, que lo convierten en una sacrificado histórico con una indignación justa que buscaba
un horizonte de expectativas para responder, rebelarse y organizarse para validar sus
derechos. A esto se le denominó acción colectiva campesina .137
Los historiadores Gonzalo Sánchez, Pierre Gilholdes y Catherine Le Grand, en sus textos
Ensayos de historia social y política del siglo XX (1984), La Question Agraire en Colombie
(1971) y Colonización y Protesta campesina en Colombia; ponen a la formación de las
guerrillas liberales y comunistas (1949 y 1960) como consecuencia de la violencia contra los
campesinos en el centro del país.
Durante los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez (1946-1950) y Laureano
Gómez (1950-1952) se formaron las guerrillas del llano (1949), al oriente de Colombia, en
los actuales departamentos de Casanare y Meta. Estas zonas sufrieron un proceso de
137 La acción colectiva campesina tuvo dos vías. La primera orientada hacia la toma de las armas y la
reclamación de derechos, y la vía pacífica que consistía en invadir las tierras y reclamar por medio de los
estrados judiciales. La primera más efectiva que la segunda.
78
colonización, después de la segunda mitad del siglo XX, por los campesinos que fueron
desplazados de otras regiones agrarias del país como Boyacá, Cundinamarca, Santander y
Tolima, donde la violencia política arreció casi totalmente con la vida campesina.138
Ante lo referido Gilholdes explica:
“La situación se hizo peor en 1953. Un hecho inquietante que explica la conducta de los dirigentes
de los partidos es que la dirección del movimiento se les había escapado. Cada vez más quienes
asumían el mando de la lucha guerrillera, eran combatientes surgidos de las filas del campesinado
mismo- hombres sin experiencia anterior a los partidos políticos. Guadalupe Salcedo, en los llanos,
es un buen ejemplo”139.
Estas guerrillas en su mayoría de orientación liberal surgieron como retaliación por la muerte
de Jorge Eliecer Gaitán y también para defenderse de cuadrillas conservadoras denominadas
pájaros y de la policía conservadora, ya politizada, denominada chulavita, por el sitio de
donde eran originarios, Boavita-Boyacá. Estos movimientos subversivos manejaron una
política agrarista liberal, sus líderes no poseían una formación intelectual fuerte y la mayoría
de sus integrantes eran campesinos de base; por tanto, su estructura estaba desorganizada y
recurrían, en ciertos casos, al bandolerismo social para poder mantener su organización.140
Sin embargo, a pesar de su poca formación política, las guerrillas liberales desconocieron al
Estado colombiano y se proclamaron entidades independientes frente al gobierno, mediante
la emisión de las leyes del Llano “Leyes del llano: El 11 de septiembre de 1952 y en especial la
segunda de julio de 1953”141, aspecto que provocó una respuesta militar del ejército nacional,
los cuales se vieron doblegados por el desconocimiento del territorio, generando así un
debilitamiento institucional. Esta situación, junto con el “golpe de Estado” de Rojas Pinilla,
obligó al presidente conservador de turno, Laureano Gómez, a renunciar y exiliarse en
España: “los partidos políticos y sus jefes, pertenecientes a las clases dirigentes, no tenían interés en
prolongar la lucha y por lo tanto acordaron el reemplazo del gobierno de Gómez por una coalición
entre liberales y conservadores”142
138Op Cit PP:58 139Ibidem PP:60 140 Cuadrillas: conformación de individuos de a 15 personas en acción de guerrilla. 141Ibidem PP 60 142Ibidem PP 60
79
Como se señaló en el primer capítulo, a la recién llegada dictadura le tocó sentarse a negociar
con las guerrillas liberales, ya que estas no pudieron ser derrotadas militarmente. Por eso, al
gobierno militar de Rojas le tocó recurrir a mecanismos de diálogo y negociación para
desestructurar estos móviles armados; no obstante, eso fue una solución a corto plazo, más
no a largo plazo, porqué las guerrillas se volvieron a reactivar al cabo de unos años.143
La lucha de las guerrillas liberales en el llano entre 1951 y 1953 se interpreta como una de
las vertientes de la acción directa armada, más no es colectiva campesinado, en donde
algunos campesinos ( región Andina, Líbano Tolima, Sumapaz, Viotá Cundinamarca) y los
llanos orientales tuvieron que tomar las armas como mecanismo para defenderse, y no
pudieron seguir con acciones como la movilización, la invasión de tierras y los litigios
judiciales, es decir, solo había dos opciones para el campesinado en esa época: la vía armada
o la acción colectiva.
Como se ha podido evidenciar en la interpretación hecha sobre los textos de Gonzalo Sánchez
y Pierre Gilholdes, el recorrido realizado sobre la acción colectiva campesina se da desde
principios de siglo, exactamente desde 1920 hasta nuestros días. Sin embargo, solo hasta la
década de los setenta es tenido en cuenta por la línea de investigación, los movimientos
sociales y la historia social de la Universidad Nacional. Es a partir de allí que se fortalece
una historiografía de los movimientos campesinos y, porque no, una evolución en el concepto
histórico de acción colectiva campesina.
2.6.1 El Movimiento Revolucionario Liberal (MRL)
Para 1960, el movimiento campesino se vuelve a reactivar después de un largo proceso de
decadencia y violencia. Este proceso de acción se empezó a configurar con antiguos
militantes de las ligas campesinas del Tolima y Cundinamarca y con los desplazados de otras
regiones y jóvenes estudiantes que tenían intereses revolucionarios para cambiar las
condiciones agrarias.144 La integración de estos actores decantó en la formación del
143 Los grupos que estaban descontentos con Rojas comenzaron a presionarle mediante la utilización de
estudiantes urbanos ingenuos y fáciles de manipular y de campesinos que seguían sumisos a sus órdenes. En
particular los partidarios de Gómez, que habían sido desplazados de sus posiciones de poder, usaron hasta
tácticas guerrilleras en las regiones rurales donde todavía tenían influencia. Ibíd PP:62
144 Op Cit PP:62
80
Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), el cual estaría encabezado por Alfonso López
Michelsen, hijo de Alfonso López Pumarejo, el presidente de la Ley 200 de 1936 y la
“Revolución en Marcha”.
El éxito en la formación del MRL radicó en la integración de líderes campesinos de muchas
regiones del país como la costa Caribe, Caquetá, Huila y Meta; con bases ideológicas
liberales y comunistas, que generaban en sí un gran caudal electoral en la nación y,
especialmente, para Alfonso López Michelsen quien se proyectaba como candidato a la
presidencia. Sumado a ello, también se encontraban los estudiantes que tenían confusión
ideológica y bastante ímpetu revolucionario, alimentaron las filas del nuevo movimiento.
“En el campo produjeron un nuevo proceso de politización, jóvenes estudiantes fueron a las montañas
en busca de las guerrillas para “hacer la revolución”. La mayoría de los viejos dirigentes campesinos
se unió al MRL, con la esperanza de encontrar en él la organización que produciría la transformación
revolucionaria que deseaban. Los jóvenes miembros de MRL, se presentaban casi siempre en alianza
con el partido comunista, del cual habría sido a veces difícil distinguirlos”145.
Este movimiento se limitó solo a acciones simbólicas y a la función educativa en el campo,
pero nunca tuvo una trascendencia en acciones directas en contra de los terratenientes,
comerciantes o industriales agrarios. Así, debido a que el control estaba en poder del partido
liberal burgués, solo estableció una alianza con los comunistas para generar un gran caudal
electoral y ganarles a los conservadores en las elecciones.
Se puede observar que el impacto del MRL fue una manifestación para la acción campesina
del momento en el que se escribieron estos textos. Sin embargo, la decepción producida por
el mismo, al no causar un cambió consistente, formó movimientos agraristas radícales como
las Juventudes de MRL o JMRL, que posteriormente serían la base social del Ejército de
Liberación Nacional (ELN), fuerte contradictor de la coalición del Frente Nacional.
Para evidenciar este renacer en la acción colectiva campesina, Gilholdes nos explica que el
campesinado, para 1968, ha cambiado a lo que fue antes del período de la violencia y la
fundación de las ligas campesinas en los años 20: “En verdad los campesinos han cambiado; este
hecho se advierte mejor en las zonas de violencia, pero puede verse en otras partes. Los campesinos
145 Ibidem PP 72
81
son menos dóciles, más rebeldes; se niegan a obedecer a los caciques locales, dejan votar, gritan
abierta y vigorosamente a las autoridades locales”.146
146 ibidem PP 85
82
CAPÍTULO TRES
La conceptualización histórica de la acción colectiva campesina en la historiografía
social colombiana
El concepto histórico de acción colectiva campesina es bastante amplio, complejo y
polisémico, de ahí que su evolución haya sido estudiada desde la historia social y no de sus
raíces etimológicas. Por tal motivo, ha sido importante, dentro de la historiografía
colombiana, hacer seguimiento al movimiento campesino a través del tiempo y observar
cómo ha evolucionado el concepto de la acción colectiva en el tiempo histórico colombiano,
y el por qué es necesario comprender la acción histórica de la colectividad campesina en la
escritura de la historia colombiana.147
Para hablar sobre la acción colectiva campesina, es preciso aclarar que las formas de acción
utilizadas no correspondieron a actos espontáneos e indeterminados, sino al contrato social
originado a partir de la creación del Estado moderno y el desarrollo del capitalismo. Es por
ello, que toda organización e integración campesina respondió en primera instancia al
incumplimiento de acuerdos y, posteriormente, a la indignación justa que conllevó una
reivindicación o vindicación de su parte.148
Este proceso colectivo fue representado y conceptualizado por parte de los historiadores
sociales colombianos, quienes encontraron en la acción colectiva de los grupos subalternos
(obreros y campesinos) un vínculo dialógico y dialéctico para comprender los problemas
contemporáneos de Colombia (1955-1990). En ese punto, el estudio de la escritura de la
historia sobre la acción colectiva campesina fue trabajado a través de dos mecanismos: el
primero, presentado por los hechos, relatos, archivos hemerográficos, estadísticas, decretos
y la narrativa histórica interpretada a través teorías sociológicas y antropológicas que
147Etimológicamente se pudo haber hecho un estudio sobre el concepto de acción colectiva campesina tomando
el significado literal y su origen lingüístico, sin embargo, dicha concepción nació más bien de los procesos
sociales que de un pensamiento filosófico y sociológico. 148 Mauricio Archila Neira. Idas, venidas, vueltas y revueltas. Protestas sociales en Colombia (1958-1990).
Bogotá, ICANH, CINEP,2009. PP:467
83
definieron el carácter de los movimientos agrarios en el país durante esa época; el segundo,
el desarrollo de los mismos acontecimientos colectivos definieron el curso de las acciones
campesinas en la historia.
El proceso de movilización agraria durante el siglo XX tuvo dos vertientes: la primera,
determinada por el nacimiento histórico de la acción campesina a partir del siglo XIX y la
segunda, por el momento en el cual se empezó a estudiar dicho concepto que demarcó una
importancia interpretativa dentro de la historiografía social, mostrando así la respuesta de
una sociedad afligida y angustiada por culpa de otros.
El desarrollo del concepto de acción colectiva campesina está trabajado a partir de nueve
categorías analíticas propias, que permiten entender el desarrollo de esta acción a través de
la historia social en Colombia. Para ello, se toman las bases conceptuales e históricas de cinco
historiadores: Orlando Fals Borda, Pierre Gilholdes, Gonzalo Sánchez, Leopoldo Múnera y
Mauricio Archila Neira; quienes centraron su análisis en el estudio histórico del problema
agrario en el país, que tanta desigualdad y violencia ha causado.
Las nueve categorías son: l. problema histórico de la tierra 2. el campesino como sujeto
histórico 3. demandas sociales de la acción colectiva campesina 4. relaciones de poder
campesinas 5. formas de acción colectiva campesinas 6. teorías sobre la acción 7. la
indignación justa del campesinado 8. logros alcanzados por la acción colectiva campesina 9.
temporalidad e historización. Estas categorizaciones nacieron de las lecturas realizadas sobre
los autores mencionados, y por los análisis hechos sobre las manifestaciones de los
campesinos en el tiempo presente.
3.1 El problema histórico de la tierra
La acción campesina, entendida como un movimiento en el que los actores rurales luchan
por la tierra y las condiciones de vida, comenzó a configurarse desde el mismo momento en
que nace la hacienda capitalista en Colombia, en la segunda mitad del siglo XIX. Entretanto,
las economías precapitalistas de América Latina empezaron a liberalizarse y a entrar en el
juego del libre mercado con productos agrícolas como el banano, el café y el cacao; moviendo
las economías de las naciones recién independizadas y concentrando gran mano de obra para
la producción agrícola.
84
Según Orlando Fals Borda, esta organización desigual en la tierra se originó principalmente
por una promesa política hecha por el libertador Simón Bolívar a sus generales y soldados.
Este les prometió tierras, o haciendas señoriales, si llegaban a ganar la guerra de
independencia contra el Imperio Español. Sin embargo, ya ganada la guerra los
independentistas dejaron a los soldados rasos sin tierras, distribuyéndolas entre pocos
militares y burgueses que financiaron las campañas libertadoras, originando así el latifundio
y la figura social de latifundista o terrateniente.
Estos nuevos dueños de la tierra (latifundistas-terratenientes), se insertaron en la nueva
economía liberal- capitalista, mediante la formación de haciendas capitalistas y capitales de
trabajo. Aspecto que generó una gran contradicción, ya que liberalizó la economía y la
política, pero se siguieron manteniendo las mismas condiciones de trabajo señoriales y
esclavistas de la Colonia “Las formas de explotación señoriales y esclavistas quedaron así sin
afectarse, por lo cual puede verse que la guerra de Independencia no pudo transformar en una
verdadera revolución”149,por ende, se siguieron manteniendo figuras como el terrajero, el
aparcero, el concertaje y el esclavo, ya que eran muy rentables en la nueva estructura
agraria.150
Otro problema fue el de las tierras baldías y las tierras nacionales. Las cuales emergieron
dentro del ordenamiento territorial presentado desde la Colonia, que ubicó a la mayoría de
las haciendas señoriales en la región central de la cordillera de los Andes, dejando sin habitar
zonas de la costa caribe y las selvas del sur y oriente de Colombia. Este aspecto contribuyó
al crecimiento de las regiones baldías junto con la expedición de la Ley de manos muertas de
1861, que desamortizó los bienes de la Iglesia católica en los departamentos de Bolívar,
Córdoba y Magdalena; causando problemas por la apropiación ilegal de terrenos y expansión
de la frontera agrícola por parte de algunas haciendas sin ninguna regulación.151
Tanto latifundistas como comerciantes agrarios se apoderaron de los territorios baldíos
nacionales, entre 1865-1896, ampliando sus fronteras y creando pequeños microestados,
149 Orlando Fals Borda. La cuestión agraria en Colombia. Bogotá, Punta de Lanza, 1975. PP60 150 Concertados: indios libres capturados para trabajar en condiciones semi-esclavas en las haciendas
capitalistas.
Terrajeros: Peones agrarios que administraban una pequeña porción de tierra y rendían tributo en trabajo
y mercancías la hacienda central 151 Ibidem PP 35.
85
caracterizados por tener una economía y legislación propia, donde eran castigados los peones
y obreros agrarios por incumplir los compromisos laborales con la hacienda, otros eran
obligados, por la deuda de comida y vivienda, a trabajar en condiciones semi-esclavas o de
servidumbre. Debido a ello se cambiaron algunas relaciones laborales entre hacendados y
trabajadores, originando nuevos actores rurales como los colonos y arrendatarios, los cuales
empezarían a sembrar la huella de la inconformidad y acción en el siglo XIX– serían actores
claves durante las primeras actividades del siglo XX.
Teniendo en cuenta esta configuración agraria decimonónica, se constituyó el problema de
la tierra, esencialmente por dos factores: el origen y expansión del latifundio como estructura
productiva, y la aparición de actores agrarios dependientes y periféricos a la hacienda como
los arrendatarios, aparceros y peones agrarios; quienes desearon empoderarse de la tierra,
debido a que los campesinos arrendatarios y aparceros consideraron que las mejoras y
trabajos hechos sobre el terreno en el cual vivían los hacía dueños de lo trabajado. Esta
situación generó para principios del siglo XX, pequeños conflictos en las regiones de Caldas
y Antioquia, y posteriormente constituyó una contradicción de clases y conflictos de intereses
por el territorio, que se expandió hacía otras regiones y produjo procesos colonizadores en
tierras baldías y territorios nacionales.
La mayoría de las haciendas colombianas dependieron de los ciclos económicos del
capitalismo mundial, en cuanto a crecimiento y decrecimiento de la economía, que afectó
tanto a trabajadores agrarios como a terratenientes, causando procesos de desempleo y
desplazamiento, así como descenso en la capacidad productiva y poder de las haciendas. Este
proceso causó que gran parte la mano de obra agraria del país buscara terrenos en el borde
las haciendas o en zonas deshabitadas, como la selva, con el objeto de cultivar y habitar
libremente. A este grupo se le denominó colonos.152
Para principios del siglo XX, la ocupación de tierras causadas por los colonos aumentó dando
como consecuencia el conflicto con los terratenientes, evidenciado específicamente con la
152 Colono: El colono actúa típicamente por ocupación de terrenos incultos que se reputan baldíos, y de los
cuales aspira a convertirse en adjudicatario. Pero el colono no es sólo un ocupante de tierra; él tiene sementeras
y mejoras que materializan su trabajo, y a consecuencia de las cuales la tierra se valoriza., por consiguiente, una
acción de lanzamiento, y la oposición ella, envuelve no sólo una disputa sobre la propiedad de la tierra, sino,
además, sobre la propiedad del producto del trabajo.
86
Colonización Antioqueña entre 1870-1915, proceso en el cual trabajadores rurales y mineros
empezaron a invadir haciendas cafetaleras en el del gran Caldas (Tolima, Caldas, Quindío,
Risaralda), generando la pequeña propiedad o minifundio para la producción, en palabras de
Orlando Fals Borda “en efecto, durante esos años se procedió a terminar muchos resguardos en
Cundinamarca, Boyacá y otras regiones, iniciando una política parcelaria del Estado colombiano que
continuó hasta el presente siglo, y sigue en buena parte. Entonces nacieron muchos de los minifundios
que se observan en los Andes orientales y el sur de país”153
Esta distribución del territorio rural entre colonos y latifundistas abrió el panorama del siglo
XX, creando un problema sobre el control de la tierra y acentuando el conflicto entre dos
clases sociales que pretendieron adquirir el dominio sobre la producción agrícola, no
obstante, tanto colonos como arrendatarios se preocuparon más por sobrevivir y adquirir una
tierra que por atacar directamente a los dueños de las haciendas y derrocar el poder rural.154
Este contexto relativamente pasivo creó un problema histórico representado no solo en la
historia social sino también por la historia política, económica y cultural, las cuales se
entrelazan creando un nudo para la historiografía colombiana, la cual se ha intentado
desentrañar por historiadores nacionales y extranjeros desde la segunda mitad del siglo XX
la contrariedad de la cuestión agraria en Colombia. La mayoría de los historiadores trabajados
en el presente escrito concuerdan en la forma en cómo nace el problema de la tierra en
Colombia, sin embargo, presentan aportes diferentes en el avance de la misma en el tiempo,
ya que le van sumando variables y actores que vuelven interesante el conflicto y sienta las
bases para la acción colectiva campesina en Colombia.
El historiador Pierre Gilholdes señaló que la entrada del Estado para la década de los veinte
del siglo pasado el conflicto (campesino- terrateniente) complicó el problema de la tierra en
Colombia, ya que favoreció a los terratenientes mediante la ayuda militar (policía y ejército)
con el objeto de causar terror a los campesinos y obligarlos al desplazamiento interno,
específicamente, en departamentos como el Tolima, Cundinamarca, Santander y la costa
Caribe colombiana.155 Además de ello, se encuentra el mantenimiento de las reformas
153 Orlando Fals Borda. La cuestión agraria en Colombia. Bogotá, Punta de Lanza, 1975. PP:116 154 Ibidem: PP 65 155 Ver mapa n°2
87
agrarias del siglo XIX -1856- que favorecía a la gran propiedad en el país y fortalecía el
sistema hacendatario en el país, por tal motivo, la oligarquía agraria creció y el trabajador
rural empobreció.
Dicho esto, el problema de la tierra se presentó en escritos de Orlando Fals Borda La cuestión
agraria en Colombia (1975), Gonzalo Sánchez Las ligas campesinas en Colombia (1977) y
Pierre Gilholdes Las Luchas agrarias en Colombia (1972), Jorge Orlando Melo Sobre
Historia y Política (1978) como la concentración excesiva de la tierra en pocas manos y
asimismo de su producción, causó que una gran parte de los campesinos se revelaran y
entraran en acción y siguieran ampliando el minifundio. Una definición que sintetiza esté
problema la ofreció el historiador Jorge Orlando Melo en sus análisis económicos.
“La situación rural estaba caracterizada, en la mayor parte el país, por la existencia de un reducido
número de grandes terratenientes, que explotaban con relativo descuido sus extensas propiedades
mediante la utilización de trabajadores ligados en grados diversos a sus tierras: arrendatarios,
aparceros, agregados, peones. En el sur de Colombia y en algunas partes de la cordillera Oriental esto
coexistía con la presencia de una amplia población de pequeños propietarios, mestizos o indígenas,
que practicaban una agricultura destinada a abastecer los mercados locales de víveres. En la zona de
colonización antioqueña, que en estas épocas continuaba expandiendo con vigor la frontera agrícola
en la cordillera Central, y en Santander, el régimen de propiedad daba campo para la existencia de
grandes propietarios con un extenso grupo de pequeños y medianos agricultores”156
Existió otra interpretación por parte de los historiadores Leopoldo Múnera y Mauricio
Archila sobre el problema de la tierra, la cual complejizan al introducir variables económicas
y política, como; el desarrollo progresivo de la economía nacional, el control político por
parte del Frente Nacional, los cultivos ilícitos de los agricultores, la violencia rural por parte
de las guerrillas comunistas, los movimientos campesinos organizados y el nacimiento de los
grupos paramilitares, factores que enredaron la condición del campesino frente a la tierra,
sino también siguieron favoreciendo la desigualdad en la distribución de la tierra como
sucedió hasta finales de los años 80.157
156 Jorge Orlando Melo, Sobre Historia y Política, Bogotá, Raíces. 1978 PP 27 157Los historiadores Leopoldo Múnera y Mauricio Archila se distancian un poco de la versión que asocia el
problema de la tierra en Colombia es de luchas de clases, a ello incorporan variables económicas y el factor
identitario que complejiza el proceso
88
3.2 El campesino como sujeto histórico en la acción colectiva
Para poder entender el concepto de campesino en Colombia, es importante señalar que este
tuvo una aparición tardía en los análisis sociales y por tanto en la configuración interpretativa
de los movimientos sociales, debido a que antes de mediados de siglo XX se hablaba de
trabajador rural en los textos históricos, de hecho se utilizaba en la década de los setentas se
utilizaba con cierta frecuencia para explicar algunos fenómenos rurales y de violencia, como
lo señalan los trabajos históricos de Luis Eduardo Nieto Arteta, Indalecio Liévano Aguirre y
Jorge Orlando Melo, historiadores representativos de las escuela económica.158
El trabajador rural fue categorizado para los años cincuenta como proletario de la hacienda
y como dependiente de ella; dentro del amplio margen de los proletarios agrarios se situaban
los terrajeros y concertados, empleados y sirvientes en “situaciones semi-esclavas con el
hacendatario”, nominados así por el tipo de relación laboral con el hacendado, en el primero,
se les daba una tierra o terraje para trabajar (terrajeros), en el segundo, los indígenas y
esclavos libertos eran capturados y obligados a producir (concertados).
Estas formas de campesinado cambiaron durante la transformación de la hacienda señorial a
la hacienda capitalista donde pasaron a ser denominados peones agrarios. Por otro lado, se
encuentran los dependientes de las haciendas en los cuales pertenecen los aparceros,
jornaleros y arrendatarios, que en palabras de Orlando Fals Borda es una forma de
descomposición del campesinado. Estos aparceros y arrendatarios son figuras que coexisten
en la hacienda, pagando una renta ya sea en bienes o servicios y teniendo una relación laboral
independiente del hacendado, donde el trabajo individual sobre la tierra se convirtió en
moneda de pago por la deuda con el sistema hacendatario para el suplemento de necesidades
básicas humanas como vivienda, comida y vestimenta.159
158 Los historiadores señalados se inscribieron en la escuela de historia económica, la cual se encargó de escribir
la historia de Colombia, con base en datos económicos, estadísticas e índices para demostrar el desarrollo
económico y social del país. En este caso la escritura de la historia afirma sus fuentes en cifras que demuestran
hechos y resultados. Mauricio Archila Neira. “Historiografía sobre los Movimientos Sociales en Colombia”, Cap 7 en Historia al final del milenio (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,1994) PP:254-257 159Orlando Fals Borda. La cuestión agraria en Colombia. Bogotá, Punta de Lanza, 1975 PP 140
89
Esta categorización para los términos de este trabajo fue utilizada por los historiadores
Orlando Fals Borda, Pierre Gilholdes y Gonzalo Sánchez para explicar la forma en como era
distribuido el trabajo en las haciendas donde los terratenientes abusaban de las condiciones
de empleo de los proletarios rurales, estableciendo así un peonaje por deuda que sometía que
a los trabajadores agrarios a una deuda que estaba representada en bienes materiales como
comida, vestimenta, materiales de construcción o herramientas, entre otros. En este orden si
un aparcero, jornalero y arrendatario no respondía con sus compromisos laborales con la
hacienda, creaba un canon o multa que muchas veces era impagable.160
Este sistema produjo dos acciones; i) el abandono de los trabajadores de las haciendas en
busca de un mejor futuro, para poder de capitalizarse y forjar un buen porvenir con tierra
propia e instrumentos de trabajo ii) la emancipación contra los patronos o hacendados
mediante la quema de cosechas y casas, así como también la desaparición de herramientas
de trabajo y enseres. Está situación bajo la óptica del historiador Gonzalo Sánchez no
representa ninguna acción colectiva de trabajadores rurales, más bien es la manifestación
anárquica de un grupo subordinado de manera escueta y sin ninguna organización y
disciplina.
Las categorías de aparcero, jornalero y arrendatario se adecuan más a formas de trabajo rural
de la transición capitalista más no como elementos de análisis para la movilización campesina
la cual necesita un concepto más cohesionador como el campesino, concepto que empezó a
ser utilizado con mayor frecuencia después de1975 por las nuevas corrientes históricas como
la post-marxista, que la apropió dentro del marcos históricos de actores subalternos o
subyugados, además permitió para la escritura crítica de la historia un análisis más centrado,
por eso hubo un empoderamiento por parte de los humanistas del concepto histórico de
campesino.161
Es importante hacer referencia al colono figura campesina que aparece a finales del siglo
XIX, y demarca la formación del minifundio en Colombia. El colono es aquella persona
(arrendatario o jornalero) que ocupa o invade tierras ya sea baldías o alrededor de ellas. “El
160 Ibidem. PP 154 161 “Historiografía sobre los Movimientos Sociales en Colombia”, Cap 7 en Historia al final del milenio
(Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,1994) PP:254
90
colono actúa típicamente por ocupación de terrenos incultos que se reputan baldíos, y de los cuales
aspira a convertirse en adjudicatario. Pero el colono no es sólo un ocupante de tierra; él tiene
sementeras y mejoras que materializan su trabajo, y a consecuencia de las cuales la tierra se valoriza.
Usualmente, por consiguiente, una acción de lanzamiento, y la oposición ella, envuelve no sólo una
disputa sobre la propiedad de la tierra, sino, además, sobre la propiedad del producto del trabajo”.162
Estos colonos devienen de arrendatarios y jornaleros que empezaron a hacer arreglos y
mejoras en las tierras donde trabajaban y vivían, haciendo que se apropiaran de sus territorios
y se convirtieran en adjudicatarios. Sin embargo. Esto trajo un conflicto con el hacendatario
que, al ver los cambios, hacia lanzamientos obligando a los nuevos colonos a pelear por sus
terrenos o sino dirigirse a los estrados judiciales para reclamar sus derechos.
Estas formas de lucha de los colonos fueron una de las primeras manifestaciones de acción
colectiva campesina, debido a que muchas de sus reclamaciones plantearon acciones directas,
además congregó a un grupo importante de trabajadores agrarios en la reclamación de los
derechos, especialmente en las haciendas cafeteras de Cundinamarca y Tolima, donde se
tiene referencia entre 1920 y 1928 se crearon las ligas campesinas conformadas
principalmente por Colonos.
La escritura sobre los colonos es reconocida principalmente por el libro de James Parsons La
colonización antioqueña en el occidente colombiano publicado en 1950, en el cual se
describe al proceso de Colonización Antioqueña como un período histórico (1870-1915) en
el cual muchas familias de trabajadores mineros y agricultores migraron del occidente
antioqueño a la región del gran Caldas, actualmente los departamentos de Caldas, Risaralda
y Quindío, en la cual actualmente se lleva cabo una producción cafetera de pequeña escala,
así como producción de cultivos de pancoger.
Esta migración descrita fue producto de una crisis económica en la región causado por la
crisis de la producción minera del oro en Antioquia y la quiebra de algunas haciendas
cafetaleras. De allí se derivó que las colonizaciones y las luchas campesinas dependen de los
ciclos económicos del capitalismo, especialmente los que tienen que ver con la cotización
del café.
162 Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente.1977. PP 109
91
Los colonos configuraron la primera fuerza de acción agraria, no organizada política y
estructuralmente, solo era una fuerza colectiva vindicativa movilizada por la búsqueda de
tierra y el sentido de supervivencia. Otro ejemplo, lo presenta la Colonización de los Llanos
orientales en la época de la violencia 1948-1958 donde campesinos del Tolima, Santander y
Boyacá escaparon hasta estás zonas del país huyendo de la violencia política entre liberales
y conservadores. Durante esa época los colonos también fueron parte activa de las guerrillas
de resistencia liberal, de ahí su caracterización como las primeras organizaciones campesinas
armadas.163
Cuadro 1: Tipo de trabajadores agrarios
Tipo de trabajador agrario Época de acción y
vindicación
Referencia bibliográfica
1.Terrajero, concertado, esclavo Hacienda señorial Siglos XVI,
XVII, XVIII y mitad del Siglo
XIX.
La cuestión agraria en Colombia.
Orlando Fals Borda (1975).
2.Aparcero, arrendatario, jornalero Hacienda capitalista finales
de siglo XIX hasta 1930.
La cuestión agraria en Colombia.
Orlando Fals Borda (1975).
3. Colonos 1870-1950
Ligas campesinas (1920-
1930)
La colonización antioqueña en el
occidente colombiano. James
Parsons (1950).
Llanos orientales: colonización y
conflictos interétnicos. Augusto
Javier Gómez López (1987).
Las ligas Campesinas en
Colombia Gonzalo Sánchez
(1977) .
4. Campesino 1950, utilización de la noción
de campesino en los estudios
sociales.
Campesino de los Andes. Orlando
Fals Borda (1955)
El hombre y la tierra en Boyacá.
Orlando Fals Borda (1957)
5. Movimiento campesino Desde 1966-1990, campesino Idas y venidas, vueltas y
revueltas: protestas sociales en
163 James Parsons. La Colonización Antioqueña en occidente de Colombia (Antioquia, Imprenta departamental
de Antioquia,1950).
92
Actor subalterno y
emancipado.
Colombia 1958-1990. Mauricio
Archila Neira.
Rupturas y continuidades. poder y
movimiento popular en Colombia
1968-1988. Leopoldo Múnera
Ruiz
*Creación propia.
Según el cuadro anterior, el campesino ha sido utilizado en algunos textos sociológicos
agrarios de los años cincuenta y sesenta, como un ser que ha cambiado en el tiempo conforme
el sistema o forma de trabajo económico que tuvo. Está deducción permitió establecer que
durante el cambio en el sistema hacendatario se transformaron las formas de dependencia
con la hacienda, creando una fuerza social entre arrendatarios y colonos, los cuales
consideraron que la tierra trabajada y mejorada durante años en sociedad con el hacendatario
les permitiría mejorar sus condiciones de vida y adquirir un pedazo de tierra.
Cuando las promesas societarias fueron incumplidas por parte de los terratenientes a
principios de los años veinte, en las haciendas cafetaleras de Cundinamarca y el Tolima
Colombia, el conflicto agrario creció y la fuerza agraria se organizó mediante las Ligas
campesinas para enfrentarse a los hacendados ya fuera por acciones directas o medios legales.
A partir de 1920 la literatura legal de las reformas agrarias los documentos oficiales de
gobierno, se empieza a hacer referencia al concepto de campesino con el objetivo de centrar
a un gran número trabajadores agrarios, en un cuerpo unitario que puede ser maleable y sujeto
a varias interpretaciones. Como lo ocurrido con la Ley 200 de 1936 en donde el Estado y los
terratenientes lograron desmovilizar gran parte de trabajadores rurales, ya fuera mediante el
uso de la violencia o artilugios legales (leguleyadas) para desterrarlos.164Después de veinte
años de aplicada la Ley 200 de 1936, los campesinos colombianos como clase social se
encontraba empobrecida y migrando hacía la Costa Caribe y los Llanos orientales.
Este decrecimiento en la acción campesina favoreció a los terratenientes agrarios y
empresarios, quienes vieron crecer sus ingresos notablemente entre 1936 y 1956,
aumentando su mano de obra y adquiriendo poder político en sus zonas de control. De ahí se
164Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia. 1977 PP 78
93
consideró en el análisis de la violencia en Colombia, al terrateniente como una persona que
controló capital político y masa electoral, muy adecuado para mantener sus intereses en las
políticas agrarias de la época.
Para el 9 de abril de 1948 cuando se agudizó el período de la Violencia política en Colombia
con el asesinato del candidato a la presidencia Jorge Eliecer Gaitán, muchos de los
terratenientes, hacendados y latifundistas. poseedores de grandes porciones de tierra
participaron de manera directa y violenta en la toma de tierras de otros terratenientes y
campesinos con distinta postura política, conflicto que llegó hasta casi la llegada de la
dictadura de la dictadura Gustavo Rojas Pinilla en 1954.
Este proceso causó dos tipos de situaciones para los trabajadores agrarios o recién llamados
campesinos. Primero, que muchos de ellos se desplazaron en muchos territorios del país
debido a la situación de violencia en sus regiones. Segundo, que muchos campesinos
adquirieron conciencia o al menos tuvieron la necesidad de tener su propia tierra y su propio
cultivo para solo poder sobrevivir.
Sobre esta situación, Orlando Fals Borda le da relevancia al concepto de campesino y lo da
a conocer públicamente en su libro Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío, el
cual es leído por gran parte de la comunidad académica del momento y funcionarios de
gobierno interesados por el problema agrario del país. En este sentido, el campesino aparece
en la escena de gobierno, aunque observado como una persona que debe ser ayudada para
salir adelante y progresar, sin capacidad alguna de generar acciones propias para su mejora.
En este aspecto, OFB situó al campesino históricamente como una persona que ha tenido la
mala suerte de ser pensada con desprecio por parte sociedad, por ello su intención “Quería
constatar sí lo que se decía del hombre rural era cierto, si merecía su suerte como despreciable suerte
como siervo de gleba, si su estupidez aparente o “melancolía indígena era atávica, si su destino como
ente sub-humano era inevitable”. Esta visión sobre el campesino era muy común para la época
especialmente entre historiadores e intelectuales sociales. 165Sin embargo, la propuesta de
investigación de Orlando Fals Borda abrió la posibilidad de hacer evidente la importancia
165 Orlando Fals Borda, Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío, (Bogotá, Editorial Iqueima,
Universidad Nacional, 1961) Prólogo de Lyle N McAlister. PP 13
94
social del campesino tanto para la historia como para el fortalecimiento del Estado
colombiano.
Abierto el debate sobre el campesino de manera pública, Fals Borda intuyó que entre los
campesinos se mantienen unas raigambres culturales semejantes que no le permiten avanzar
hacia el progreso, no obstante, esa condición cambio ya que el campesino adquirió
paulatinamente conciencia histórica de su situación de enajenación y explotación “podría
haberse esperado que cuatrocientos años de rutinaria faena hubieran entumecido la sensibilidad de
las gentes hacia el progreso; o que hubieran convertido a los campesinos en individuos resignados y
dóciles. Pero lentamente a estos se les está revelando el hecho de que han sido, en verdad, explotados
y menospreciados.166
Está observación positivista en la primera etapa de Orlando Fals Borda, hace que sus
intenciones intelectuales fueran de carácter reformistas evidenciadas al proponer una reforma
agraria integral, a partir de un estudio de caso, como lo hace ver de su segundo trabajo El
hombre y la tierra en Boyacá en donde termina de conceptualizar al campesino como “persona
rural (…) está bastante desprovista de educación, tiene un nivel reducido de vida, emplea sistemas
anticuados agrícolas e industriales, trabaja en una pequeña extensión de tierra, ha adquirido
costumbres, aspectos y conversación particulares, y que racial o culturalmente, o desde ambos puntos
de vista, es un mestizo. Algunos indígenas aculturados pueden incluirse en esta categoría, así como
los negros que viven en comunidades agrícolas”. 167
Se puede decir que esta primera conceptualización de Orlando Fals Borda dio a conocer al
campesino como un actor social a nivel nacional y que esté merecía ser estudiado e
investigado. Sin embargo, dicha definición carece de descripciones sobre acción y
mentalidad propia los campesinos, más bien es una conceptualización calificativa que mostro
el notorio atraso en el que se encuentran los campesinos en Colombia durante la década de
los cincuenta.
Hay que tener en cuenta que esté tipo de trabajos de tipo descriptivo y calificativo, responde
a una corriente mundial de corte economicista, que planteó la interpretación de los datos
como medida para caracterizar un problema social. La mayoría de estos trabajos tiene una
166 Ibidem. PP: 17 167 Ibidem PP; 27
95
preocupación por los censos y las estadísticas para mostrar mayor objetividad, pero en
realidad son carentes de análisis para desarrollar ampliamente sus conceptos como también
para el reconocimiento de los problemas reales de cada comunidad.168
Por ello, se indicó que los dos primeros trabajos sociológicos de Orlando Fals Borda
responden más a una interpretación economicista y positivista de un tipo de campesino
andino, que a una descripción crítica de la realidad como lo hizo ver el sociólogo en las
introducciones o prefacios de los libros Campesino de los Andes y El hombre y la tierra en
Boyacá.
La ruptura con este tipo de concepción sobre el campesino, es cambiado por el mismo
Orlando Fals Borda después de la publicación de su libro La cuestión agraria en Colombia
en 1975 , en donde se hizo una desconstrucción histórica del campesino a través del cambió
en los sistemas hacendatarios y las formas de trabajo capitalista que lo convierten en un sujeto
históricamente oprimido y explotado, está percepción un poco más marxista planteó
dialogicidad y la reconstrucción de problema histórico de la relación entre el hombre y la
tierra.169
En 1977 el historiador Gonzalo Sánchez Gómez define al campesino en su texto Las ligas
campesinas en Colombia; como un ser que desea adquirir la tierra ya sea de manera
organizada o a través de la fuerza, con el objeto de tener un espacio para producir su sustento
familiar, o bien para capitalizarse y poder comprarse más terrenos cultivables. Esta
descripción conceptual es más cercana al marxismo cultural que manifestó al campesino es
un individuo como pertenece a un modo de producción específica y al materialismo histórico.
Por tanto, los textos Las ligas campesinas en Colombia como La cuestión agraria en
Colombia , son deconstrucciones históricas del campesino en el marco de las lógicas de
producción y las contradicciones de clase, en este caso trabajadores agrarios-terratenientes.170
El campesino como sujeto histórico y social, es tomado en cuenta después de 1975 al
mostrarlo como producto del cambio histórico de las sociedades agrarias en Colombia, de
168Estos estudios contaron con el apoyo de instituciones como la CEPAL, Banco Mundial, ONU y OEA, quienes
desarrollaron investigaciones sobre la pobreza, salud y educación con el objetivo para aplicar medidas
asistencialistas con naciones en vía de desarrollo o del tercer mundo. 169 Orlando Fals Borda. La cuestión agraria en Colombia PP:77 170 Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia. 1977 PP: 10-160
96
ahí el orden teórico y la dimensión temporal de estos dos textos. En este sentido, y en una
versión un poco más radical marxista, el historiador Leopoldo Múnera manifiesta en 1988
que el campesino es un sujeto histórico emancipado y resistente ante las fuerzas de
dominación de tipo oligárquico, representado en los terratenientes y el Estado, sino también
es el trabajador de la tierra y por dueño de ella. Esta definición es reivindicativa y muestra la
relación con la lógica agrarista “la tierra para quien la trabaja.171
Ya para finalizar estas descripciones temporales del campesino, utilizaremos la definición
atemporal y anacrónica de Mauricio Archila sobre los campesinos, a los cuales “remite a los
trabajadores productivos del campo que laboran directamente la tierra que poseen, de la que derivan
fundamentalmente su sustento. La categoría incorpora distintos sectores, desde arrendatarios y
colonos hasta campesinos que siguen trabajando la tierra de forma directa. Obviamente, excluye a
jornaleros, que se asumen como asalariados” 172Es decir, el campesino es producto de la relación
de hombre con la tierra y la forma en como deviene su sustento de ella, más no de una
situación histórica de opresión y explotación económica que lo conlleva a sobrevivir.
Como conclusión, la utilización que hace la historia social del concepto de campesino es
variable, dinámica y evoluciona conforme a los cambios económicos y sociales que presente
en cada momento de la historia el sistema agrario del país, es decir, se entiende al campesino
como sujeto histórico que trabaja la tierra en búsqueda de mejores condiciones de vida y de
vivienda, por ello está en capacidad de emanciparse y organizarse colectivamente para
reclamar sus derechos.
171 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular (Bogotá, Universidad Nacional
de Colombia, IEPRI, CEREC, 2da edición1998,1988) PP:496
172 Mauricio Archila Neira. Idas, venidas, vueltas y revueltas PP:479
97
3.3 Demandas sociales de la acción colectiva campesina
“La racionalidad de la acción colectiva campesina, no se puede medir por la cantidad de
demandantes sino por la calidad de las demandas, existen demandas materiales y demandas
simbólicas y las mezcla entre las dos”
Mauricio Archila173
Tomando la matriz analítica utilizada por Mauricio Archila, las demandas colectivas
campesinas responden a períodos de tiempo particulares en la historia de Colombia, que para
los términos de la presente tesis se presenta de la siguiente manera:
Cuadro 2: intereses del campesinado por periodos.
Período de Tiempo Demanda social e intereses del campesinado
1870-1920: Auge de la hacienda
capitalista en Colombia
Tierra y comida
1920-1936: Ligas Campesinas en
Colombia
Tierra, vivienda y condiciones laborales
1948-1958: Violencia en Colombia Tierra, derechos humanos
1958-1974: Frente Nacional Tierra, derechos humanos y políticas agrarias
1975-1990: Estatuto de seguridad y
narcotráfico
Tierra, condiciones laborales, derechos
humanos y políticas agrarias.
Según el cuadro anterior, la tierra fue y ha sido la principal demanda histórica del
campesinado, ya que el campesino la considera como vehículo principal de subsistencia y su
relación cultural y simbólica con la misma está íntimamente ligada, por ello, ya sea terrajero,
concertado, colono, arrendatario o aparcero, siempre desea la tierra para trabajarla y crear un
vínculo de subsistencia con ella. En esta dinámica cada período histórico se caracterizó del
anterior en las demandas de tierra que se tenían para los campesinos.
173 Mauricio Archila Neira. Idas, venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990.
(Bogotá. CINEP, INAH,2002) PP: 436
98
Finalizando el siglo XIX las demandas eran muy esporádicas e individuales, es decir un
trabajador agrario se revelaba contra el patrón o hacendatario para que mejoraran sus
condiciones laborales y se le otorgará la tierra por trabajo, sin embargo, estas peleas eran
infructuosas y el trabajador terminaba preso o castigado por la hacienda.
A partir de 1920 con el nacimiento de las ligas campesinas, las demandas sociales se
incrementaron, y aunque la tierra seguía siendo el principal interés, la vivienda y las
condiciones sociales se sumaron a la lista de requisitos que se solicitaba tanto al dueño de la
hacienda como al gobierno. Estás demandas fueron legales en un principio, aspecto siempre
presente en las reclamaciones sobre la tierra, ya que pedían por parte del gobierno de turno
documentos o escrituras para legalización la posesión sobre un terreno, Posteriormente,
cuando la mayoría de las ligas campesinas se politizaron, pasaron a acción hecho contra el
hacendatario como la invasión de predios y la quema de herramientas, para reclamar sus
demandas.
La demanda por la tierra adquirió cada vez más fuerza y se mezcló con las demandas
laborales y de vivienda, aspecto que obligó a los gobiernos conservadores y liberales de 1920
a 1936 a poner atención sobre tema agrario en el país, especialmente sobre las condiciones
del campesinado. Frente a ello, uno de los defensores más aclamados fue el senador y
abogado Jorge Eliecer Gaitán, quien abanderó la causa agrarista en los juzgados , al asumir
casos sobre la legalización de tierra y derechos laborales en el campo, ayudando en un
principio con la legalización de predios en la región del Sumapaz y Tequendama en 1931, y
después con la investigación sobre masacre de trabajadores agrarios en la United Fruit
Company el 7 de diciembre de 1928, comúnmente conocido como masacre de las bananeras,
en ambos casos se solicitaba claridad sobre los hechos, e indemnización a los trabajadores
agrícolas afectados.
Durante el tiempo en que fue aplicada la Ley 200 de 1936 (10 años) y el período de la
Violencia (1948-1958). Las demandas agrarias disminuyeron, así como las movilizaciones
campesinas. Debido a que la preocupación del campesino en ese momento consistió en
sobrevivir y subsistir ante la inclemente violencia política rural que se había desatado, no
obstante, su demanda principal seguía siendo la tierra, por lo cual muchos campesinos
optaron por desplazarse a zona de frontera o migrar hacía las urbes, según el historiador Jorge
99
Orlando Melo estimó que hubo un desplazamiento de 3.100.000 campesinos y trabajadores
rurales de la población total colombiana que para el momento de 1950 era de 12,340,899
habitantes, en promedio un 25% de la población colombiana estuvo en búsqueda de tierra y
vivienda.
En los dieciséis años que duró el Frente Nacional las demandas de los campesinos crecieron
y llevaron un componente nuevo, los Derechos Humanos, sobre los cuales se respaldaban
para defender sus propósitos agrarios, evidenciar las condiciones precarias en las que vivían
y dar a conocer los abusos que como comunidades campesinas habían recibido por parte del
gobierno entre ellos; el asesinado de líderes, el desplazamiento y la limitación de la protesta
social.174 En esta situación de demandas siempre preponderó la búsqueda de la tierra como
demanda principal de los colectivos campesinos, pero ya desde una lucha gremial y sindical,
por tanto, las acciones colectivas campesinas en los años setenta tenían una lista de demandas
organizadas y planificadas.
Estadísticamente, en los años setenta “el primer motivo que aparece es la tierra- predios rurales y
urbanos (…), con el 23,9% del total de acciones sociales colectivas (…) y en cierta medida sugirió
que hubo un impacto de la movilización campesina en la estructura de la tenencia de la tierra en el
país”. No obstante, los resultados esperados por las colectividades fueron irrisorios y como
señalo León Zamocs “aún si supusiera que la actividad del IINCORA entre 1962 y 1979 respondía
a la presión campesina, los resultados son irrisorios “las 822.792 hectáreas redistribuidas por el
instituto solo representa el 2,6% del total de la superficie censada en 1970 y no llegaron afectar más
que un 8,7% de la tierra concentrada por las propiedades mayores de 1000 hectáreas”175
En síntesis, la acción colectiva campesina en Colombia a lo largo de su historia siempre ha
perseguido y promovido acciones que contribuyan en la búsqueda de la tierra, de un terreno
propio que produzca para quien lo trabaja. Esta demanda principal demarcó el horizonte de
posibilidades del campesino, ya que lo invito a actuar por vías legales o de hecho contra los
terratenientes y el Estado poseedores de grandes extensiones de tierra durante gran parte del
siglo XX.
174 Ibidem PP :436 175 Ibidem PP :436
100
La acción de buscar tierra y poseerla es intrínseca al movimiento campesino colombiano,
porque guío su horizonte de lucha y demarcó las bases programáticas de futuras acciones
campesinas en el siglo XX. Esto se puede ver evidenciado en los levantamientos agrarios
desorganizados de principios de siglo, los congresos agrarios, huelgas de trabajadores
agrarios, la conformación de las ligas campesinas y el establecimiento legal de la ANUC y
los sindicatos agrarios. Ahora bien, la demanda agraria de la tierra conllevó no solo la lucha
por ella, también requirió de la formulación de políticas agrarias, mejoras en las condiciones
laborales de los trabajadores agrarios y la defensa de los derechos humanos.176
3.4 Relaciones de poder campesinas
Para poder analizar las relaciones de poder de los campesinos a lo largo de la historia social
de Colombia, se tomará la estructura analítica de Leopoldo Múnera en donde muestra la
forma en como existe interrelación entre campesinos y actores de dominación como los
terratenientes y el Estado.
Imagen 1: Relaciones de poder y campo
Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP 238
El anterior cuadro, delimitado históricamente permitió evidenciar el tipo de relaciones de
poder que tenía el campesino para la década de los setentas, en el cual se manifestaron tres
tipos de mecanismos relacionales del conflicto; negociación, dominación y emancipación,
176 León Zamocs. La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia: luchas de la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC),1967-1981 (Ginebra, ONU-CINEP, 1987) PP 437 p.
101
siendo esta última central para los procesos de acción en la época. Este recuadro nos muestra
el permanente conflicto que excluyó y aparto al campesino durante el Frente Nacional, aparte
de ello nos dio a conocer el cambio de estrategias de acción frente a cada actor.
Los cambios de acción y las relaciones de poder son importantes para el análisis de la acción
colectiva, al permitir entender ¿cuál ha sido el apoyo y la oposición que ha tenido el
movimiento campesino a lo largo de su historia? Para ello, se propondrá un cuadro con las
categorías de Múnera que nos permita entender las relaciones de poder en los diferentes
períodos de acción colectiva campesina en Colombia.
Cuadro 3: Desarrollo de relaciones de poder.
Período de acción
colectiva
Relación Social Estrategias Mecanismos Ejercicios
Hacienda Capitalista
1870-1920
Campesino-
Terrateniente
Legitimación
ofensiva en
contra del
campesino
Dominación Directo-indirecto
Ligas Campesinas
1920-1936
Campesino-terrateniente-
Estado
Presión ofensiva
frente a los
latifundistas
Dominación Directo
ANUC 1966-1972 Campesino- Estado Legitimación
defensiva
Negociación Indirecto,
internalizado
Auge de los
movimientos agrarios
1975- 1980
Campesino- Estado Presión ofensiva
frente a los
terratenientes
Dominación Directo
Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP 238
El cuadro nos muestra que el campesino en su acción se relaciona constantemente con el
Estado y el terrateniente, actores que históricamente han ejercido mecanismos de dominación
para controlar al campesinado, por lo cual las relaciones entre ellos siempre han sido tensas.
No obstante, han existido períodos de negociación, por ejemplo, durante la creación de
ANUC bajo la presidencia de Carlos Lleras Restrepo 1966-1970, tiempo en el cual los
102
ejercicios de coercitivos contra el campesino no fueron tan visibles. En este ámbito, el
conflicto campesino-terrateniente se convierte en una regularidad dialéctica, por ende, los
actores sociales no tendieron a variar demasiado, al menos hasta 1980, cuando ejércitos
civiles (paramilitares) entraron a fortalecer militarmente a los latifundistas.
Como se venía relatando, hubo relaciones de conflicto en el campesinado, específicamente
con los terratenientes y el Estado, no obstante, también hubo relaciones de poder con los
aliados de la causa agraria, como lo fueron la iglesia católica y los partidos de izquierda,
quienes contribuyeron en la formación de identidad de las colectividades campesinas. Los
ejemplos más representativos se centraron en: las escuelas radiofónicas y la alianza entre del
partido comunista con las ligas agrarias, procesos históricos que contribuyeron en la
politización y formación de unidad en los campesinos colombiano.
Las escuelas radiofónicas fue una iniciativa de educativa de los padres jesuitas, quienes a
través de la radio crearon un sistema popular de educación para los campesinos, en la cual se
enseñaban contenidos referentes al campo y presentaba la posibilidad para que algunos
campesinos pudieran certificarse y graduarse. Este proyecto pustu puesto en marcha por el
padre José Joaquín Salcedo en el año de 1947 en Sutatenza Boyacá, donde logró graduar de
bachiller a más de 3.000.000 de campesinos desde su fundación hasta 1984 cuando cerró su
espacio radial.
La escuela radiofónica de Sutatenza era administrada por la Acción Cultural Popular
(ACPO), una entidad sin ánimo de lucro que estuvo dedicada durante mucho tiempo a la
educación y la cultura rural. Esté modelo educativo causó tanto impacto que fue replicado en
varios países Latinoamérica, contribuyendo en el acceso al conocimiento para muchos
trabajadores agrarios. Por tanto, la alianza entre la ACPO y los campesinos representó un
importante avance en la acción colectiva campesina, ya que el modelo permitió la cohesión
social y el desarrollo de los campesinos de Colombia. Un campesino del Valle de Tenza
educado bajo esta fórmula relató en las memorias de la ACPO: “había varios campesinos de la
vereda que se reunían alrededor de la radio a aprender las enseñanzas del padre Salcedo, quien nos
103
instruía en Dios y en el campo (…) unos tenían que ir por la cartilla de trabajo, otros nos guiábamos
con el periódico de la ACPO llamado El campesino con el que pudimos practicar la lectura”177.
Otra relación de poder que incidió en la constitución de la acción colectiva campesina en
Colombia fue la politización que le otorgó los partidos políticos de izquierda a los colectivos
campesinos tanto en 1920 como en 1968 cuando se constituyó la ANUC. Para el año de 1925
el Partido Socialista de Colombia (PSC), comenzó a tener acercamiento con los trabajadores
agrarios debido a que este partido originariamente era de los obreros industriales. Este
proceso de politización consistió en que políticos socialistas se encargaban mediante charlas
e instrumentos didácticos instruir al campesino en aspectos como la lucha de clases, la
desigualdad y el dominio histórico que ejercían los terratenientes sobre los campesinos, para
que muchos se incitarán a la lucha social o al menos pertenecer al partido político que tenía
sede en la capital de la república Bogotá.
La politización de las ligas campesinas fue trabajada Gonzalo Sánchez en el libro Las ligas
campesinas en Colombia (1977) en el cual agregó que el trabajo político realizado con los
campesinos de Cundinamarca y Tolima fue gradual; primero empezó por legalizarse
mediante “la consagración legal en 1931 (Ley 83). Hasta entonces, salvo casos aislados en que se
formaron ligas de hecho, también se les otorgó personería jurídica”178;Posteriormente se afiliaron
al Partido Comunista e hicieron política, para defender el derecho a la tierra y proteger las
acciones colectivas desde el ámbito legal.179
Ya para 1970 cuando se formalizó la alianza de ANUC y el Partido Comunista ayudó en los
procesos de enseñanza, organización y adoctrinamiento de algunos campesinos,
especialmente en la región del Magdalena medio y la costa Caribe, donde los comunistas
tuvieron buena recepción por la enorme contribución en aspectos logísticos y formación de
bases sociales. Además de ello, cabe anotar que debido a esa logística del Partido Comunista
se organizó la primera invasión de tierras en Córdoba y Magdalena en el año de 1971, hecho
histórico que constituyó una de las acciones más importante que haya hecho un colectivo
177Función ACPO. 178 Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia. Bogotá, Ediciones Tiempo Presente.1977 PP:40
179
104
agremiado de campesinos. Después le siguieron olas de invasiones en 1972 y 1974, pero ya
no contaban con tanto apoyo político de la izquierda.
Los textos Las ligas agrarias en Colombia, Idas, venidas, vueltas y revueltas, La cuestión
agraria y el movimiento campesino en Colombia y Rupturas y continuidades hacen referencia
a las relaciones de poder que tenían los campesinos con la izquierda en distintos momentos
de la historia de Colombia. Sin embargo, estos textos manifestaron que este tipo de relación
fue perjudicial para el movimiento campesino al causar divisiones internas, por las distintas
orientaciones de izquierda que hubo durante el siglo XX, por ejemplo, con las ligas
campesinas en los años veinte y treinta por problemas de coherencia ideológica, terminó
relegando todo el proceso de acción colectiva campesina al partido liberal y a la UNIR,
partidos que para 1948 abandonaron a su suerte al campesinado.
3.5 Mecanismos de protesta y resistencia de la acción colectiva campesina en Colombia
Los mecanismos de protesta y resistencia son los instrumentos ciudadanos más visibles que
tienen los campesinos para hacerse escuchar y entender ante el Estado, además que brindó la
posibilidad para que muchas de las acciones quedaran registradas en las noticias, locales y
nacionales, para así ser inventariadas, como lo hizo disciplinadamente Mauricio Archila
durante 20 años para el trabajo investigativo de su libro Idas, venidas, vueltas y revueltas.
En este sentido, los mecanismos que fueron registrados de la acción colectiva durante gran
parte del siglo XX, responden a archivos y noticias de prensa locales y nacionales que dieron
a conocer el carácter de las movilizaciones y sus intenciones, por otro lado, se encuentran
memorias de los congresos, asambleas, foros y documentos oficiales que sirven como fuente
para mostrar las distintas acciones campesinas que hubo en el ámbito nacional, entre ellos la
invasión de tierras o invasiones de predios rurales y urbanos como era comúnmente llamado,
los paros agrarios, las movilizaciones, la quema de instalaciones y toma de vías, estas
acciones fueron las más utilizadas; sin dejar de lado la huelga y el no pago renta, mecanismos
utilizados pero en menor medida.180
180 Mauricio Archila Neira. Idas, venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990 PP
76
105
Hay que tener en cuenta que estos mecanismos de acción colectiva no fueron propios de los
campesinos, también han sido utilizados por movimientos de estudiantes, obreros y cívicos,
quienes hicieron populares estas acciones por el impacto que tuvo. Sin embargo, existió un
mecanismo de resistencia y acción muy utilizado por los campesinos como fue la invasión
de tierras, acción muy efectiva al ser directa y útil, ya que cuando se hacía colectivamente
no daba espacio para una contraofensiva por parte del terrateniente y el Estado colombiano,
por lo tanto, la mayoría de tomas resultaba casi siempre exitosa, además permitió el espacio
para que los campesinos hicieran la reclamación legal, ya fuera en los estrados judiciales o
frente a latifundista, que en algunos casos permitió que muchos campesinos se quedaran con
sus tierras.181
3.5.1 Invasión de tierras o invasión de predios rurales y urbanos.
Según el historiador Mauricio Archila en una definición algo sencilla señala que las
invasiones “son ocupaciones de predios rurales o urbanos destinadas a llamar la atención sobre las
sobre las necesidades relacionados con la tierra o la vivienda, por cuanto no siempre persiguen
apoderarse del predio”. Sobre esta definición, no construida históricamente sino sobre la acción
en sí, se trabajará en las siguientes hojas. Ya que el objetivo de todo mecanismo de acción
colectiva es causar atención del pública y política, Aunque en los señalados a continuación,
permitió a muchos campesinos adquirir su parcela.
Las tomas o invasiones de tierras tienen su precedente en Colombia con las tomas de predios
por parte de los indígenas a los antiguos resguardos por parte del indígena Quintín Lame
entre los años 1918 y1922 y posteriormente de 1930-1936. con la toma por parte las ligas
campesinas a algunos terrenos en las zonas de Viotá, Tequendama, Sumapaz, Tolima que
significaron el desequilibrio para los hacendatarios latifundistas de esas zonas. Esta
concentración de campesinos para tomar la tierra en determinados momentos, fueron
considerados como barbáricos y salidos del orden, no obstante, en su escritura general se
logró visualizar que eran prácticas mucho más organizadas de lo que se creía, por ello a partir
de a 1975 ya era referida como ola de invasiones.182
181 Ibidem PP: 482 182 Ibidem PP:161
106
En la escritura sobre la acción colectiva campesina trabajada en la presente tesis no se hace
énfasis en absolutamente todas las tomas de tierra, no están totalmente registradas, pero se
utilizaron las más representativas, para dar cuenta que era una práctica muy utilizada por los
campesinos en Colombia entre 1920 y 1980. Ahora bien, se segmentará las olas de invasiones
en dos momentos; se clasificarán por las sucedidas en los años 20 y las acaecidas después de
la fundación de la ANUC en 1968. Para mayor facilidad en su interpretación se ha expuesto
en una tabla para su explicación:
Cuadro 4: Ciclo de investigación
Ciclo de invasiones Actores Zonas de invasiones
Primer ciclo
1931: minifundización del gran
Caldas
1933: Primera ola de invasiones
de las ligas campesinas
1934: segunda ola, toma de
hacienda la Tebaida.
150 campesinos colonos y
arrendatarios en toma directa.
Ligas campesinas con filiación
política con la UNIR.
Ligas campesinas con filiación
política con el partido
comunista P.C
Colonos y Arrendatarios
Invasión de haciendas cafeteras:
Tebaida, El Cairo, El Retiro, La
Argentina
Icononzo, Líbano, Fusagasugá
Región de Natagaima, Viotá, Baraya,
Coyaima, Magdalena y Cauca.
Armenia-hacienda la Tebaida,
Tolima
Segundo ciclo
primera ola de invasiones ANUC,
21 de febrero de 1971,316 tomas.
ANUC: 16.000 familias de
campesinos.
Todo el país, especialmente en 13
departamentos.
107
Segunda ola de invasiones ANUC
13 de octubre de 1972, 135 tomas.
ANUC: campesinos
desplazados.
Tolima, Antioquia. Huila, Cauca,
Valle y Cundinamarca.
El primer ciclo de invasiones nos mostró dos tipos de campesinos, los colonos y arrendatarios
unos politizados y otros sin politizar. Los politizados por la UNIR y el PC hacen su incursión
entre 1933 y 1934 sustentados con reclamaciones legales, “Cuando los campesinos toman
posesión de tierras sobre las cuales terratenientes alegan tener previos títulos legales. Esta situación
origina generalmente una controversia jurídica sobre la validez del presunto título, la delimitación de
los linderos, el cumplimiento o incumplimiento de las condiciones de adjudicación”.183 Sin embargo,
estas acusaciones legales fueron infructuosas, ya que la mayoría de las veces la solución era
la fuerza (lanzamiento) o la permanencia del colono en la tierra invadida “Los usuarios
campesinos de la ANUC no pueden asociarse para violar la ley. No pueden por consiguiente
comprometerse en la aventura de invadir tierras que están bajo la explotación de los legítimos
propietarios”184
Es importante señalar que la escritura sobre los hechos realizados y en general sobre las
invasiones, tienen influencias políticas, es decir, los historiadores dan a entender, que de no
ser por la politización de las ligas y de la ANUC, no se hubiese generado dichas invasiones,
ya que dicho proceso de politización hizo afianzar la condición del colono, arrendatario o
trabajador rural, cultivando la idea que la tierra es para quien la trabaja. Por ello, miles de
campesinos empezaron a hacer reclamaciones sobre las mejoras y adecuaciones que habían
hecho en porciones de tierra de las haciendas.
Para el segundo ciclo de invasiones, el 13 de octubre de 1971, las características son mucho
más complejas ya que se situó a la organización gremial de la ANUC formalizada y
legalizada por el gobierno desde el año 1968, sin embargo, con la entrada del PCC y el MRL,
cambiaron las intenciones del primer comité, promoviendo la primera ola de invasiones <<
con el respaldo del comité ejecutivo de la ANUC, “para finales del mes se registran 316 tomas en 13
183 Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia PP 6 184 León Zamocs. La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia: luchas de la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC),1967-1981 PP 178
108
departamentos con participación de 16.000 familias” Aunque el ministro de Agricultura le atribuye
la acción campesina a la estructura de la propiedad rural en el país y promete agilizar la ejecución de
la reforma agraria, el Consejo Ministros en pleno califica las invasiones como una “perturbación del
orden público”>>.185 En este orden, las invasiones denotan que fueron planeadas con
anticipación y demuestran un alto grado de organización porque evitó que el gobierno tomara
medidas en el momento.
Mientras se estaba presentando esta acción masiva de invasión de tierras en 1972, se realizó
una contraofensiva por parte del Estado, partidos tradicionales, gremios empresariales y la
élites rurales; dicho pacto fue establecido en el Chicoral Tolima y promovió una nueva una
nueva redistribución de la tierra así como una reorientación de la política agraria en el país,
desdibujando todo lo hecho en la administración presidencial anterior(1966-1970), en este
caso Pastrana como último presidente del Frente Nacional “fortalece las estrategias represivas
y militariza un conflicto social que hasta el momento había estado al margen del enfrentamiento
armado entre la guerrilla y el ejército”.186
En síntesis, la importante acción colectiva de invasión de tierras utilizada por los campesinos
durante gran parte del siglo XX, resultó indicado para hacerse visibilizar y agilizar reformas
y leyes agrarias que estaban atascadas obstaculizadas por otros intereses contrarios a la
movilización campesina. En ese sentido, se puede hablar que fue la invasión de tierras en la
historia de la acción colectiva ha sido el mecanismo más efectivo y al que se le ha puesto
atención por parte de los gobiernos.
3.5.2 Huelgas y paros agrarios
Otro mecanismo que se evidenció en el desarrollo de la acción colectiva campesina del siglo
XX fueron las huelgas y paros agrarios, mecanismo “consistió en hacer presencia temporal en
espacios públicos, especialmente vías. Incluyó lo que comúnmente se designa como marchas,
concentraciones, mítines, plantones y manifestaciones públicas en general”. 187 Este mecanismo fue
común en todos los movimientos, sin embargo, en el movimiento campesino tuvo un uso
distinto debido a su organización. Las movilizaciones de vez en cuando llegaban a los centros
185 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP 247 186 Ibidem PP 252 187 Mauricio Archila Neira. Idas, venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990 PP
484
109
urbanos y algunas veces se acercaban al palacio de gobierno, excepto cuando la ANUC el 28
de agosto de 1972 reunieron a 40.000 mil campesinos en Bogotá como motivación de la
Marcha Campesina Nacional, al cual convocaron a todos los sectores campesinos de todas
las regiones para protestar por los acuerdos incumplidos por el gobierno y por la constante
militarización a la que estaban sometidos.
Es importante establecer que durante en el primer ciclo de acción colectiva en Colombia
durante los años 20, no hubo movilizaciones ni paros agrarios considerables, se movilizaron
más obreros sindicalizados que los campesinos. No obstante, para los años setenta había una
sociedad mucho más politizada y radicalizada, la ciudadanía salía a las calles y las
manifestaciones eran pan de cada día, por tal motivo en la historiografía social resalta a la
década los setentas como un período en el que la acción colectiva cambio mucho, pero
también se movilizó bastante, estuvo al pie de las manifestaciones que para los años de 1970
tuvo un gran auge.
Para la escritura de estas acciones colectivas campesinas en los años setenta hubo un análisis
más descriptivo y analítico de las estadístisticas por parte de autores como Mauricio Archila
y Leopoldo Múnera, debido a que se hizo un inventario muy completo de las acciones
campesinas durante ese tiempo, lo que permitió estudiar las variaciones en los mecanismos
de lucha en un período bastante extenso 1958-1990. Para ello temporalizó las luchas períodos
presidenciables en los cuales el autor determino la frecuencia, calidad y motivaciones.
Mauricio Archila indicó que las huelgas y paros durante el Frente Nacional, estuvo
caracterizado por una tensión permanente, con un gran temor al marxismo y la izquierda
mundial, ya que durante ese tiempo se expandieron las ideas socialistas por países de América
Latina. Además, algunos ejemplos como Cuba, Nicaragua, Vietnam y algunas Repúblicas
africanas que demostraron que el socialismo en sus diferentes vertientes podía ser exitoso,
dándole al pobre y marginado del mundo la posibilidad de emanciparse y hacerse dueño de
su destino.188
Este pensamiento era frecuente en los gobiernos de derecha de Latinoamérica, por ello se dio
el control de las dictaduras militares en los setenta, el cual limitó el derecho a la protesta
188 Ibidem PP 472
110
social por considerarla adversa a los intereses de los gobiernos, En el caso de Colombia se
hizo de manera paulatina, primero con la puesta en escena de los estados de excepción
utilizados frecuentemente con el objeto controlar las huelgas y marchas que para el momento
se habían disparado.
Las movilizaciones campesinas en Colombia se presentaron por la crisis económica mundial
de los años setenta, pero también por el incumplimiento del pacto con la ANUC en la última
presidencia del Frente Nacional, a cargo del presidente Misael Pastrana Borrero 1970 quien
desmontó lo que había hecho su antecesor Carlos Lleras Restrepo el cual es una alianza con
los campesinos mediante la creación de ANUC, institución que servir para mejorar las
condiciones del campesinado, mediante el crédito agrario, la redistribución de las tierras y la
formalización del trabajador agrario, frente a ello se decía que Lleras “Está empeñado en
asegurar, estimular y promover la organización de campesinos para que ellos participen activamente
en las decisiones del Estado”.189
El incumplimiento del pacto con la ANUC, el establecimiento del pacto de Chicoral en 1972
más la militarización rural del país, produjo que los campesinos se radicalizaran y
comenzaran a salir activamente a las calles a manifestarse y a organizar paros agrarios con
el fin de detener la comercialización de alimentos en el país. En este sentido, y en apoyo con
otros sectores como los estudiantes y obreros, los campesinos de Colombia desde 1971 hasta
1978 salieron a las calles en promedio 178 veces, teniendo como los años más activos y con
más acción 1971 y 1975, en los cuales el movimiento campesino se destacó por la cantidad
de movilizaciones y acciones contundentes como fórmula para presionar al gobierno en el
cumplimiento de sus promesas.
Para la década siguiente el sistema de huelga y el paro se reflejó en el desplazamiento masivo.
“Resta hablar de una modalidad de acción, mas no de protesta, a la que acuden en forma creciente los
habitantes del campo y de poblaciones pequeñas afectadas por la guerra. Se trata de los llamados
éxodos masivos o desplazamientos forzados de grupos no familiares propiciados por actores
violentos. Según algunos recuentos, a medidas de los ochenta los éxodos comenzaron a figurar en la
prensa diferenciados de las marchas como tales, y aumentaron a partir de 1986. Aunque no son
189 Ibidem PP 142
111
protesta directa, constituyen una expresión dramática del conflicto que los actores están soportando
en sus lugares de vida y de trabajo”190
Las huelgas y paros en los años 70 y 80 se caracterizaron por su efervescencia y persistencia,
que causó durante dos décadas que los campesinos salieran a las vías y se enfrentaran al
gobierno como un actor visible que necesitó ser escuchado y ayudado, después de años en la
completa ignominia e invisibilizados. Todo esto debido a la amarga historia de conflicto,
pobreza y exclusión que han tenido los campesinos desde casi el mismo de la independencia.
En este punto se puede decir que la acción colectiva en este período fue interpretada por los
historiadores post- marxistas debido al gran interés que causó, ya que la movilización social
era muy evidente y radical por los niveles de politización, pero también por la situación de
represión militar causada por el constante miedo al socialismo, no solo a nivel nacional sino
internacional. Desde entonces, se comenzó a hablar de acción colectiva para poder interpretar
los mecanismos de protesta de los campesinos en textos sociológicos y de historia social en
Colombia como La cuestión agraria y el movimiento campesino en Colombia: luchas de la
Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC),1967-1981(1987), Rupturas y
continuidades (1988) de Leopoldo Múnera o y los ensayos históricos sobre la ANUC de
Silvia Rivera Cusicanqui en (1988).191
3.5.3 Quemas de casas y bloqueo de vías
La documentación que relata la quema de las casas por parte de los campesinos corresponde
a los escritos que documentan la historia de las ligas campesinas; Las ligas agrarias de
Colombia (1972) y Las ligas Campesina de Colombia (1977), en ambos textos se señaló que
campesinos de las ligas del Tequendama y Viotá accedieron violentamente entre julio y
agosto de 1931 a las haciendas cafetaleras de la cual eran dependientes llegando a quemar la
casa principal y a robar herramientas de trabajo.
Aunque este tipo de acciones violentas no fueron frecuentes durante las invasiones
campesinas, cuando las cosas se salían de control en las haciendas o en los lugares de huelga
se presentaban enfrentamientos con el ejército y la policía, causando desmanes y muertes que
190 Ibidem 161I 191 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP 244
112
alteraban el orden público. Estos eventos provocaban la ira y agitación entre arrendatarios y
peones que se rebelaban contra el hacendatario llegando a destruir bodegas y gran parte de
la maquinaria del capitalista agrario, un ejemplo de ello, lo muestra la toma de la hacienda
Lomagrande en Córdoba, a cargo del líder socialista italiano Vicente Adamo, quien había
hecho trabajo de formación y politización con algunos campesinos de caribe. Esta toma de
la hacienda fue planeada para ser realizada en septiembre de 1921, con el fin de controlar
territorialmente las acequias y cultivos y así poder hacer peticiones agrarias al gobierno de
Miguel Abadía Méndez. Sin embargo, dicho ataque resulto en un fracasó en el cual fue
encarcelado Vicente y otros compañeros, como también fue expulsado del país por sus
actividades revolucionarias.
3.5.4 No pago de renta
Para marzo del año de 1928 los campesinos de Viotá, Tequendama y Sumapaz decidieron no
volver pagar renta a los hacendados, debido a que estos estaban cometiendo desmanes y
aprovechándose de la situación de deuda que ellos tenían con la hacienda. “En Viotá, en los
campesinos decidieron desde 1931, no volver a pagar renta, lo cual equivalía implícitamente a
declararse dueños de las estancias que cultivaban”.192 Estos reclamos se dieron principalmente
por el aumento de la renta a los arrendatarios, quienes no pudieron pagar su contribución a
la hacienda, por lo que eran lanzados por parte de los hacendados y capataces, que en
determinados casos ni siquiera permitían que el arrendatario volviera a dormir o a recoger
sus cosas. Por otro lado, cuando los dueños veían las mejoras del arrendatario subían las
rentas para bloquear al campesino.
El no pago de la renta constituyó una acción colectiva pasiva que dio paso a acciones mucho
más grandes, fue un acto rebeldía que sentó inconformidad en aquellos que trabajaron la
tierra y no recibían nada, aparte de ello está forma de acción, permitió que muchos
campesinos- arrendatarios entre 1931 y 1936 adquirieran sus tierras. Por tal motivo, en
algunos departamentos como Cundinamarca, Caldas, Santander y Boyacá donde había antes
grandes haciendas ahora existen muchos minifundios.
192 Gonzalo Sánchez. Las ligas Campesinas en Colombia PP 46
113
3.6 Teorías sociológicas e históricas de la acción colectiva campesina en Colombia
Tratar de encasillar a la acción colectiva campesina en Colombia en una escuela teórica de
la acción social colectiva es un desatino, porque esta respondió más a la práctica que a la
teoría, por ello indicar que la escritura de la historia se haya figurado bajo un marco
interpretativo específico. En ese ámbito, los historiadores trabajados en la presente tesis
prefirieron tomar elementos de análisis de diferentes escuelas que pertenecieron a la escuela
norteamericana y europea de los movimientos sociales para organizar la historia de la acción
social colectiva.193
La mayoría de las teorías de la acción colectiva se inscriben en la de los movimientos sociales
y en la sociología de la acción, siendo parte constitutiva y objeto de todo movimiento popular
y social que de desee analizar.
“El perfil práctico-instrumental que está toma en la acción la lleva a fluctuar entre la denominación
amplia del conjunto de luchas, organizaciones, asociaciones e incluso partidos que constituyen la
acción colectiva de las clases dominadas, y caracterizaciones más restrictivas que limitan su
significado a las prácticas sociales ajenas a la competencia por el ejercicio del poder estatal. Los
investigadores en ciencias sociales le dan un perfil analítico, que ofrece una amplia gama de variantes,
desde las funcionalistas hasta las desarrolladas por la sociología de la acción”194
En este sentido, la teoría o diálogo partió sobre la primicia de que el fenómeno de acción
campesina, primero visto en los campos y después es interpretado por las academias, donde
los significados y acciones adquieren poder en la historia, por ello que toda acción colectiva
tiene historicidad sin depender del marco analítico que se tenga, ya sea conductual, dialéctico,
instrumental o psicológico.
Las primeras teorías sobre la acción colectiva partieron de una visión psicológista a mediados
de los años cincuenta, en la cual se evalúo la forma en como los actores colectivos o
individuales manejan una racionalidad o irracionalidad acorde a unos intereses, sin embargo,
193 La mayoría de las investigaciones sobre la acción colectiva en América Latina en los años setenta y ochenta
tienen como referente las teorías sobre movimientos sociales de europeo o estadounidense. 194 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP. 23
114
esta postura evidenció una visión peyorativa sobre la población por parte de la academia
sociológica;
“Los actores colectivos o individuales que constituyen el movimiento social eran presentados como
como elementos marginales, impulsados a asumir conductas contestarias por una doble
irracionalidad. De una parte, fenómenos psicológicos como la frustración o la agresividad llevaban al
individuo a integrarse a comportamientos colectivos. De otra parte, creencias generalizadas sobre el
alcance y la fuerza de la acción colectiva, desproporcionadas con respecto a la realidad, eran el motor
de la movilización”195
Está postura fue desarrollada en norteamérica por Neil Smelser y William Kornhauser,
quienes sostuvieron que estás conductas colectivas eran negativas al ser no- institucionales y
por tanto irracionales, por eso la acción colectiva era entendida como un intento anormal y
disfuncional de adaptación de desequilibrios producidos por factores externos a ella. A esta
corriente se le denominó funcionalismo.
Poco tiempo después de esta interpretación psicológista sobre la acción colectiva, apareció
una racionalidad económica sobre la acción colectiva de los movimientos sociales conocida
como movilización de los recursos, cuyos representantes Anthony Oberschall y Mancur
Olson quienes destacaban que “ la acciones colectivas que tenían en su base grupos con altos
niveles de organización y autonomía, donde la supuesta irracionalidad y marginalidad de los actores
no tenía nada que ver con los individuos y las asociaciones que conformaban los movimientos
sociales”.196 Este paradigma por el contrario entreteje la un marcó de acciones racionales y
positivas por parte de los grupos sociales quienes movilizan recursos para alcanzar objetivos
precisos van detrás de objetivos y para ello se movilizan recursos y fuerzas.
Como hemos visto hasta ahora, estos dos paradigmas sobre la acción colectiva carecieron de
historicidad, simplemente se enfocaron en marcos institucionales de acción de los
movimientos, más no analizó la carga histórica que conlleva la acción colectiva de un
movimiento, independiente de sus objetivos y mecanismos. No obstante, aunque estos
paradigmas eran ajenos a la realidad latinoamericana y colombiana, fueron utilizados como
marcos de interpretación por historiadores tales como: Orlando Fals Borda, Indalecio
195 Ibidem PP: 26 196 Ibidem PP: 31
115
Liévano Aguirre, Indalecio Liévano Aguirre, Miguel Urrutia en textos como: Campesinos de
los Andes: Estudio sociológico de Saucío (1955), El hombre y la tierra en Boyacá: Bases
sociológicas para una reforma agraria(1957), Los grandes conflictos económicos y sociales
de nuestra historia (1968), La historia del sindicalismo en Colombia(1969) entre otros.
Aunque estos textos son los fundadores de la historia social en Colombia, sólo dan aparición
del actor social del campesino, más no brinda un relato histórico del mismo, carece de crítica
y ante todo de correlación con la acción colectiva campesina. Frente a ello, Mauricio Archila
nos hace un breve balance “Aunque está mirada tenía algo de ilusión, y un poco de moda,
indudablemente puso sobre el tapete la discusión sobre el significado de la protesta social en la
evolución del conjunto nacional. Cobró importancia la perspectiva histórica, no sólo por la búsqueda
de las raíces de la movilización social, sino por el estudio de las formas como ésta se fue estructurando
y del aporte que esta tuvo en la construcción de país”.197
Pasamos a otra corriente teórica, quizás la más importante que se tuvo para el análisis de la
acción colectiva campesina, la sociología de la acción formulada principalmente por en Alan
Tourine “con contribuciones de neo-marxistas como Alberto Melucci, Alejandro Pizzorno,
Ernesto Laclau”198, quienes establecen que la acción colectiva de los movimientos sociales
esta mediada por relaciones de poder y por los mecanismos de protesta, en la cual la
identidad, el Estado, lo popular, la clase y los movimientos políticos aumentan el espectro de
análisis histórico de la acción. Esta propuesta hace aparición a principios de los a los setenta
cuando se pretendía algunos historiadores marxistas tomaron otro enfoque y decidieron
transcender su análisis por encima del estudio de lucha de clases y el materialismo histórico,
haciendo referencia en elementos de identidad de los actores colectivos en el terreno político
económico y social a través de la historia.
La sociología de la acción tuvo una elaboración conceptual con orientación cultural de las
acciones colectivas en la cual la identidad de clase tomó un papel preponderante para la
caracterización de los grupos como es el caso de los campesinos “Los movimientos sociales
sería así acciones colectivas organizadas y normativamente dirigidas, en virtud de las cuales actores
de clase luchan por la dirección por la dirección de la historicidad o por el control del sistema de
197 Historiografía sobre los Movimientos Sociales en Colombia”, Cap 7 en Historia al final del milenio (Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia,1994) PP:255 198 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP:26
116
acción histórico”. Esta última afirmación fue la base sobre la cual escribieron autores como
Pierre Gilholdes y Gonzalo Sánchez, quienes articularon la temática de las ligas campesinas
de principios de siglo con categorías como Estado, poder e identidad mediante un relato
histórico que explicó la manera en cómo se desarrollaron estas primeras luchas campesinas.199
Ahora bien, la aplicación de teórica de la sociología de la acción en el análisis de la acción
colectiva en Colombia se toma a partir de las premisas del sociólogo Alan Tourine quien
propuso el principio de identidad en la acción el cual consistió en “definir a los actores por si
mismos; la oposición en caracterización del adversario; y la totalidad: elevación de las
reivindicaciones particulares al sistema de acción histórico. Este auto reconocimiento,
reconocimiento del adversario, del terreno de las apuestas de juego, así como la capacidad para
superar las pretensiones sectoriales del actor colectivo y proyectarse en plano societal, amplía el
ámbito cultural de los movimientos sociales”.200 Aparte de este gran aporte en la teoría de la
acción se configuró por antonomasia el principio de oposición y totalidad, principios sobre
los cuales historiadores colombianos desde la década de los ochenta ponen en discusión la
acción en cada uno de los movimientos sociales.
“La historicidad es la clave analítica que utiliza Touraine para entender y explicar los movimientos
sociales. A través de ella introduce los elementos culturales que estaban ausentes en el paradigma de
la movilización de recursos y con ella rompe la imagen del orden social funcionalista. Además, es el
espacio de la producción de sentido que le sirve para deslindar campos con el marxismo y cuestionar
la supuesta objetividad estructural”201
Esta historicidad trabajada por Touraine y los parámetros culturales de la acción presentaron
una ruptura en la interpretación y las bases en la evolución teórica de la acción colectiva
explicado en el siguiente diagrama:
199 Ibidem PP:36 200 Ibidem PP: 37 201 Ibidem PP: 36
Funcionalismo (1955-1965)
Estructuralismo marxista (1965-
1978)
Sociología de la acción (1978-
1990)
117
Con esta última escuela teórica, se incorporó el análisis de Leopoldo Múnera y Mauricio
Archila quienes hicieron una caracterización de los movimientos con base en los parámetros
de Touraine, especialmente con el movimiento sindical campesino y estudiantil que para ese
momento tenía una actividad bastante fuerte por la descomposición del Frente Nacional y la
implementación del estatuto de seguridad de 78 en la presidencia de Julio Cesar Turbay
Ayala.
Entre 1955 y 1990 la acción colectiva pasó por tres escuelas teóricas, sin embargo, sólo hasta
la escuela de sociología de la acción se empezó hablar sobre la acción colectiva en los
movimientos sociales, en este sentido, hablar de la ello es relativamente reciente en la
escritura de la historia en Colombia, no obstante, desde el momento en que los campesinos
empiezan a movilizarse, se evidencia la acción, por tanto, el movimiento de un colectivo
aparece antes de la escritura, sin depender de los marcos interpretativos que se tengan, es por
ello que la acción es algo histórico poseedor de historicidad, la teoría, la escritura y las
estructuras de análisis son solo la representación de lo ya vivido por los colectivos.
3.7 Indignación justa del campesinado
“El pueblo empieza a sentir que su paciencia tiene un límite, que para ser merecedores de la
dignidad y la libertad hay que atreverse a luchar organizadamente”.202
Las acciones colectivas campesinas en la historia de Colombia han tenido una razón básica
y es la indignación justa, la cual consistió en la respuesta racional del campesinado ante las
injusticias históricas producidas principalmente por parte de los terratenientes, hacendatarios
y el Estado nacional, a través de la distribución desigual de la tierra y las condiciones
precarias de vida y de trabajo. Esto se planteó para demostrar lo que es injusto y justo para
el campesino por parte de los historiadores sociales en Colombia, de los cuales tomaron como
referencia la historiografía marxista de Eduard Palmer Thompson, al presentar a los
levantamientos populares como resultado de una economía política desigual y adversa para
los subalternos (campesinos y obreros) recurriendo a la economía “moral” para sobrevivir,
pero cuando esta se acababa debían recurrir a expresiones de descontento como la protesta.
202 Mauricio Archila Neira. Idas, venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia 1958-1990 PP:
446
118
Encontramos la lectura del sociólogo e historiador Barrington Moore Jr. quien indica las
nociones de injusticia y justicia en los campesinos se hacen evidentes cuando se incumple un
contrato social o pacto social y por tanto ante el fracaso de la autoridad para cumplir las
promesas dadas, emerge inmediatamente la acción colectiva “ El coraje por el fracaso de la
autoridad para cumplir con sus obligaciones y con su palabra para con sus súbditos, puede ser una
de las emociones humanas más potentes que puede derribar tronos”.203 Por ende, hay que pensar
que la acción colectiva campesina entre 1955 y 1990 responde más a una indignación causada
por el incumplimiento de los pactos hechos con los gobiernos y por el avance implacable del
terrateniente sobre el pequeño productor o campesino.
Pensar sobre si la indignación que precedió a la acción colectiva campesina fue legal o ilegal
y justificable para los gobiernos de Colombia, lógicamente no lo fue. Se brindó el derecho
constitucional a la protesta, pero se consideró que las acciones de los campesinos iban en
contra de la ley y por eso debía ser reprimida. Aspecto que nos muestra la innegable
contradicción histórica entre acción colectiva campesina y ley “aquí nos topamos con una lógica
contradictoria, muy frecuente entre los que manejaban el destino del país durante esos años: en
múltiples situaciones se pedía a los sectores subalternos acogerse a la ley así moralmente tuvieran
razón en sus demandas, pero cuando se sometían a la legislación vigente se les argumentaba que los
principios éticos eran superiores a la ley”.204
La dinámica histórica de acción colectiva campesina en Colombia se mueve bajo la
indignación justa del campesino, la cual estuvo justificada bajo dos razones: la primera
económica y la segunda vindicatoria. En cuanto a la primera se reflejó sobre el deterioro de
las condiciones materiales sobre las cuales vivió el trabajador agrícola desde la misma
Colonia hasta nuestros tiempos, en las que la pobreza, el desplazamiento y la desigualdad en
la distribución de tierra han sido una permanencia en la historia de Colombia. Debido a ello,
se generaron un juego de sentimientos, valores culturales y acuerdos en los colectivos que
generaron acción colectiva campesina durante gran parte del siglo XX. Sin embargo, solo
durante dos períodos específicos del siglo XX durante la creación de las ligas campesinas
203 Ibidem PP: 451 204 Ibidem PP: 452
119
entre 1921 y 1936 y durante el Frente Nacional entre 1958 y 1975, se presentó un auge en la
acción de manera organizada y constante.
Una de las principales razones que conllevaron a la indignación colectiva campesina a través
la historia de Colombia, fue el incumplimiento de acuerdos y pactos agrarios en los distintos
períodos de la historia, específicamente durante los gobiernos del Frente Nacional ( 1958-
1974) y post-Frente (1975-1990), cuando el país alcanzó un crecimiento económico sin
precedentes pero sin un desarrollo social notable, por el contrario, se produjo una represión,
desvalorización y enajenación que desmejoraron las condiciones de vida de los campesinos.
Un ejemplo de ello, lo presentaron los paros cívicos de los años 1975 y 1977, cuando los
campesinos de distintas regiones de Colombia se aliaron con otros sectores sociales con el
fin de desestabilizar el poder, claro está sin pretender derrocar el gobierno.205
En ese orden de ideas, la acción colectiva campesina conllevó en sí misma una indignación
justa, mas no una pretensión por derrocar el poder, o al menos así lo mostró la historia social
de Colombia escrita durante esa época, así lo mostró Mauricio Archila citando al politólogo
Agnes Heller señaló que la acción colectiva pretendió negociar y concentrar con el fin de
hacer cumplir por la vía democrática las vindicaciones y reivindicaciones de los campesinos.
De allí, que también la acción colectiva campesina a veces haya tomado visos teatrales para
mostrar la indignación por hacer una recreación de lo público de manera diferente.206
“No se debe olvidar que, por lo común, los movimientos sociales no derrocan gobierno, sino que
buscan satisfacer sus necesidades en los marcos de la sociedad presente, y ello implica negociar y
concertar, Así plasman su inclinación democrática a conseguir vindicaciones o reivindicaciones por
consenso y no por la imposición de las armas, ampliando hasta donde sea posible los marcos
institucionales”.207
Como conclusión, la indignación justa del campesinado fue el motor de la acción colectiva
campesina, sin ella no se hubiese podido presentar alguna movilización y protesta durante el
siglo XX, y por tanto tampoco se habrían formado las organizaciones gremiales que
generaron planes y programas de recuperación y dignificación del campesino; como lo fueron
205Ibidem PP: 451 206Ibidem PP: 458 207 Ibidem PP: 457
120
las ligas campesinas y de la ANUC. Por tanto, encontrar en el análisis histórico las
motivaciones que conllevan a la indignación es clave para realizar una narrativa sobre la
acción colectiva.
3.8 Logros alcanzados por la acción colectiva campesina en Colombia.
La escritura sobre la acción colectiva campesina entre 1955 y 1990 en Colombia, nos mostró
que las conquistas sociales obtenidas por los campesinos son contradictorias pero
sustanciosas. Contradictorias en el sentido que muchos de los logros obtenidos por medio de
la acción terminaron siendo contraproducentes para futuras luchas agrarias y sustanciosas en
el aspecto en que mejoró las condiciones históricas de vida de la población colombiana
dedicada al trabajo agrícola. De esta manera, la historia de la acción colectiva en el campo
se planteó como una variación progresiva y desigual, caracterizada en su mayor medida por
la aplicación de mecanismos de acción campesina que por métodos de negociación con los
antagonistas de la población rural en el país.208
En palabras de los campesinos colombianos Edilia Mendoza y Francisco Cortés,
entrevistados por Mauricio Archila para su libro Idas, venidas, vueltas y revueltas en el año
2000, haciendo referencia a la forma en como se ejerció la acción en el país para reclamar un
derecho o para ejercer una demanda en pro del benefició del colectivo: “en este país el gobierno
nos tiene acostumbrados a que, si no es protestando, sino es peleando, si no es la cosas a las malas-
que no nos gustan mucho, no se consigue nada”.209 En pocas palabras, de no ser por la acción
colectiva las demandas sociales no se cumplen, la historia lo muestra así. Fue un gran recurso
de los sectores subalternos, entre ellos. el campesino para lograr unas condiciones de
existencia más dignas “Ella ha sido un recurso, entre otros muchos, utilizado por los sectores
subalternos para lograr condiciones de existencia más justas y dignas. Ha sido la expresión de
descontento, pero sin llegar a transformarse en la odiada o anhelada revolución. Al mismo tiempo
encarna las debilidades y fortalezas de nuestros actores”.210
208 Op Cit 470 209 Ibidem 470 210 Ibidem 470
121
Teniendo en cuenta la anterior afirmación, la acción colectiva presentó los siguientes logros
enumerados en las siguientes viñetas:
• Las ligas campesinas como primer modelo de organización colectiva rural hicieron
aparecer, para la década de los veinte, al campesino como actor dentro del discurso
histórico y político de la nación. Esta manifestación de acción representó la dignificación
del trabajador rural tras siglos de opresión, servidumbre y pobreza producto de la
desapropiación de la tierra, peonaje por deuda y las malas condiciones de vida y trabajo
que produjeron invasiones, huelgas y el no pago de renta como mecanismos de acción
para ser escuchados y pedir el derecho a la tierra el cual ha sido negado históricamente
por la mayoría de los gobiernos colombianos.
• La influencia de la izquierda fue un buen aporte en materia ideológica y logística para la
acción colectiva de las ligas en los años veinte, como también lo fue para las
organizaciones campesinas en los años setenta como el caso ANUC, que pasé de ser una
entidad formada por el gobierno para los campesinos a un bastión de la izquierda
partidista y organizada en Colombia, aspecto que le significó costos políticos para el
sector social del campesinado.
“La presencia de la izquierda, especialmente la que llamamos social, mostró muchos rasgos
positivos en la historia narrada. Ella no solo colaboró en la organización de las bases y educó
cuadros directivos, sino que contribuyó a ampliar el horizonte de las luchas sociales. Sin embargo,
en esas actividades a veces se instrumentalizó a las organizaciones con lo cual les limitó la
autonomía y las pudo exponer a la represión estatal y luego a la desbocada violencia de los grupos
paramilitares”211
Los logros evidenciados estaban reflejados en la ideologización de clase que les permitió crear
bases populares y planes de acción, lo cual no permitió protegerse de los adversarios del
movimiento campesino como los terratenientes, el partido conservador y el Estado, que mediante
sus leyes y ejércitos privados (chulavitas, paramilitares) han agredido continuamente al
campesinado, llegando a su eliminación física o al ostracismo absoluto en otras regiones del país.
Por tanto, es un logro en doble sentido ya que permitió la formalización del campesino, pero lo
destruyó por dentro desde el mismo momento de la alianza con la izquierda entre 1925 y 1930.
211 Ibidem 472
122
• De los logros más importantes de la acción colectiva campesina en Colombia, fue la presión
ejercida por parte de los campesinos durante el siglo XX a los distintos gobiernos liberales y
conservadores, quienes respectivamente sancionaron y legislaron en favor de reformas agrarias
para cambiar las condiciones del campo, como lo fueron las reformas de la Ley 200 de 1936 y la
Ley 135 de 1961, las cuales en su literatura jurídica cambiaban la estructura agraria y de vida de
campesino, pero que en el momento de facto o aplicación favorecía a los terratenientes y
hacendados, como lo fue el caso de las dos administraciones de Alfonso López Pumarejo (1934-
1938) (1942-1946), y Carlos Lleras Restrepo en 1966 cuando quiso establecer una alianza con
los campesinos a través de la creación de la ANUC, lo cual resultó contraproducente en la medida
que los campesinos se radicalizaron hacia la izquierda y los terratenientes adquirieron más poder
y más tierras ya fuera a través de vías legales o a la fuerza.
• Gran parte de la minifundización del país en departamentos como Cundinamarca, Tolima, Caldas
y Quindío se debió principalmente a los procesos de invasión de tierras o colonización. el cual
fue el principal mecanismo de acción colectiva campesina que rindió frutos y fue efectivo, debido
a que no había la suficiente fuerza policial para detener la resistencia de los campesinos o muchos
de los pleitos legales le brindaban el derecho histórico del campesino a la tierra, un ejemplo de
ello fue la colonización antioqueña y la restitución de territorios nacionales a campesinos a partir
de la Ley 200 de 1936, de no ser por estas medidas gran parte de los campesinos en Colombia no
tendrían territorio.
• El derecho a la huelga y a la protesta fue respetado por los gobiernos colombianos entre 1958 y
1990, a pesar de los enormes riesgos que corrían los campesinos a manos de los terratenientes,
ejército y grupos paramilitares que obligaron a la mayoría de los campesinos a vender a la fuerza
o si no a abandonar las tierras; además muchos de ellos eran señalados de tener relaciones con
grupos guerrilleros o con la izquierda, los cuales los hacia también objetivo militar e ideológico
de gran parte de la oligarquía colombiana. Está resistencia en la acción ha permitido que los
campesinos sigan reclamando sus derechos sobre la tierra ya sea por vías de hecho o medios
legales como la constitución que brinda más participación a esta clase social.
• Un logro de la acción colectiva campesina como concepto en la historia social ha sido la
producción bibliográfica que lleva un promedio de fue su entrada y estudio en la historia social
de Colombia, dándole el protagonismo que se merece en donde se ha llegado hacer un balance
historiográfico de 141 libros, 161 artículos y 43 tesis hasta el año 2002, cuando el historiador
123
Mauricio Archila mostró el inventario sobre este tipo de estudio en el libro Historia al final del
milenio: historiografía colombiana y latinoamérica publicada en el año de 1994.212
3.9 Temporalización de la acción colectiva campesina
El tiempo en el cual se desarrolló la escritura de la historia social en Colombia, según
Mauricio Archila y Leopoldo Múnera fue entre 1958 y 1990. Período de tiempo en el que
según los historiadores hubo un movimiento activo de los sectores sociales y una
participación ciudadana en defensa de sus derechos, no obstante se establece este criterio
temporal más por causas de la historia política de Colombia que por la social, ya que hizo
referencia desde la instauración del Frente Nacional hasta la llegada al poder de Cesar Gaviria
el 7 de agosto de 1990.
Para Leopoldo Múnera este período de tiempo en la escritura y en la acción acabaría poco antes de
1988 “el movimiento popular colombiano cerró un período de su historia, después de haber pasado,
en sus diferentes manifestaciones, por ciclos de auge y crisis. Los procesos de unidad entre las
organizaciones campesinas, sindicales y cívicas anunciaban, según sus protagonistas, el comienzo de
una nueva época. La aparente superación de las innumerables divisiones producidas a lo largo de tres
décadas hacía pensar en la posibilidad de construir un gran movimiento social”.213 Acorde con esta
citación, este tiempo fue considerado para algunos historiadores sociales como un período
bastante turbulento y de grandes cambios para los actores sociales, especialmente para los
campesinos como se hace saber en la presente tesis.
Por otro lado, encontramos la temporalidad manifiesta del historiador Mauricio Archila en
su libro Idas, venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia (del cual se toma
la temporalidad para el presente escrito) allí Archila nos señaló que debido a la exclusión
histórica a los grupos subalternos y la cerrada represión por parte del Frente Nacional causó
que creara una “anti política” donde se presentó una invaluable experiencia de luchas,
protestas sindicales, campesinas y cívicas que arrojaron una valiosa base de datos de la época,
la cual permitió un análisis cuantitativo de la acción colectiva campesina más de un
historiador.
212 Historiografía sobre los Movimientos Sociales en Colombia”, Cap 7 en Historia al final del milenio
(Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,1994) PP:266 213 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades: poder y movimiento popular 1968-1988 PP: 26
124
Es por ello, que entre 1958 y 1990 se tomó como referencia la acción colectiva en la historia,
así esta haya sido relativamente débil en comparación con países como Perú, Ecuador,
Venezuela y México. Sin embargo, este fenómeno fue reflejo de una tendencia general de los
pueblos americanos independizados después de la segunda mitad del siglo XX, en donde los
actores centrales eran los grupos subalternos, como los campesinos en la India y China de
orientación maoísta. Así como las revoluciones agrarias en Cuba, Vietnam, Perú y Venezuela
que plantearon el éxito de las acciones colectivas campesinas como mecanismos para
alcanzar el poder.
Ahora bien, puede ser que durante 32 años se haya presentado esta tendencia agrarista en
muchas partes de Latinoámerica, no obstante, su momento marcó un hito en los estudios
sociales que merece ser analizado, ya que después de ese tiempo su enfoque fue más
culturalista y midió el impacto de la caída del bloque comunista, el cual ayudó logísticamente
al movimiento agrario mundial. Por tal motivo, hay que ponerle atención a la producción
bibliográfica producida durante esos años porque respondió a diversas corrientes
intelectuales, en su mayoría de corte marxista, preocupadas por el desarrollo postcolonial en
las orillas del mundo.
La historiografía social de estos años no solo evidenció la acción colectiva desde mediados
de siglo, también remontó sus orígenes desde al siglo XIX, con el cambio de la hacienda
señorial a la hacienda capitalista durante el periodo independentista. Ejemplo de ello lo
muestran los trabajos realizados por Orlando Fals Borda, Catherine Le Grand y Hermes
Tovar publicados en su mayoría para 1975, año en el que el movimiento campesino tuvo su
mayor apogeo según estadísticas del CINEP. Esta revisión histórica es un paradigma que
mostró que la lucha de clases no solo cambia de espacio y actores, afirmó que es una
permanencia en el tiempo mientras haya opresores y oprimidos en el ámbito rural.
Otros trabajos importantes que demarcan una temporalización diferente en la acción colectiva
campesina son los trabajos realizados por Pierre Gilholdes y Gonzalo Sánchez, donde
caracterizaron el desarrollo de las ligas campesinas en un período de 16 años desde 1920
hasta 1936. Esta temporalidad en Pierre Gilholdes es muy definida porque se extiende hasta
1968 cuando publicó su libro ‘Las ligas agrarias de Colombia’ debido a que quiso evidenciar
125
las consecuencias de las ligas campesinas en la historia colombiana, como también su
influencia en la formación de la violencia presentada en los años cincuenta.
Para finalizar, es importante señalar que la acción colectiva campesina en la historia social
fue presentada en tiempos extensos casi Braudelianos. No obstante, existen momentos
puntuales de auge o decadencia que han tenido mayor estudio por parte de los historiadores
como lo fue la década de las veinte durante la conformación de las ligas campesinas o el
nacimiento de la ANUC durante el Frente Nacional a mediados de los sesenta y principios
de los setenta. Estos son sólo períodos de estudio que redescubren los alcances de los
campesinos por alcanzar sus logros.
126
El largo camino de la acción colectiva campesina en Colombia
Balances de un proceso
La narrativa sobre la acción colectiva campesina, desarrollada en la historiografía social de
la segunda mitad del siglo XX, nos muestra la importancia de la movilización agraria en las
páginas de la historia de Colombia, como también en el sentir de un pueblo que desea salir
adelante a pesar de las condiciones de opresión y desigualdad en las que ha vivido. En este
sentido, llegar a situaciones concluyentes en la presente tesis sería un despropósito, es mejor
hablar del balance de un proceso, ya que la acción colectiva campesina sigue su curso, y con
mucha más fuerza desde el año 2013, durante el Paro Nacional Agrario.
Para empezar este balance se hará una breve deconstrucción etimológica del concepto de
acción colectiva campesina, que en sí posee tres definiciones, y que para entender su
literalidad será necesario describir una a una: acción, proviene del latín “actionem”, del
participio “actum” y del griego “ágo” ἄγω, que tanto en el latín como en el griego significan
“conducir o poner en movimiento algo”. Sin embargo, existe también el griego “ágon” ἀγών,
equivalente a reunión. Por ello, es apropiado decir que el movimiento se puede dar en una
reunión de personas, en este caso entre campesinos214.
El término colectiva/colectivo proviene del latín colletivus; propio de un grupo, asamblea o
reunión; derivado de collectio (reunión, agrupación), cuya relación es directa y siempre hará
referencia a una agrupación de personas. En el desarrollo del concepto trabajado en este
escrito, colectivo hace referencia a un grupo de personas que al tener un propósito llevarán a
cabo una acción.
Antes de entrar a articular las etimologías de los términos con el concepto de
campesino/campesina, se debe tener claro que así sean estos construidos etimológica o
socialmente en el tiempo, los conceptos de acción y colectivo/colectiva están
214 En: www.etimología.wordpress.com. acción etimología de la lengua española. Revisado el 26 de
diciembre de 2017
127
interrelacionados y explican siempre lo mismo. Como lo precisan Mario Funes y Alberto
Melucci “la acción colectiva como toda acción conjunta persigue unos intereses comunes y que para
conseguirlos desarrollan unas prácticas de movilización concreta”215. Por tal motivo, toda acción
colectiva tuvo motivaciones para alcanzar una meta.
Determinada esta relación de conceptos, se complejiza, pero también se concreta con el
concepto de campesino/campesina, el cual tiene muchas acepciones desde distintas posturas
ideológicas. No obstante, para afinación de este balance se retomará la definición de
campesino de Orlando Fals Borda “persona rural (…) está bastante desprovista de educación,
tiene un nivel reducido de vida, emplea sistemas anticuados agrícolas e industriales, trabaja en una
pequeña extensión de tierra, ha adquirido costumbres, aspectos y conversación particulares, y que
racial o culturalmente, o desde ambos puntos de vista, es un mestizo. Algunos indígenas aculturados
pueden incluirse en esta categoría, así como los negros que viven en comunidades agrícolas”.216 En
pocas palabras, campesino “es aquella persona que vive y trabaja en el campo” y fue esta
caracterización del sociólogo la que mejor se adaptó para el presente escrito, así fuera
peyorativa.
En este orden, se puede concluir que la revisión etimológica nos conduce de manera cercana
al “concepto compuesto” de acción colectiva campesina, porque estableció el movimiento
de un grupo con propósito, en este caso el agrario. Es decir, de manera clara y sencilla la
acción colectiva campesina es el movimiento de los grupos de trabajadores del campo que
mediante una serie de prácticas persiguen uno o varios propósitos agrarios; Por ejemplo, la
redistribución de la tierra y la mejora de las condiciones de vida en el campo, entre otros.
En la presente tesis se realizó la incorporación del concepto de acción colectiva campesina
como acepción que está en constante cambio a través del tiempo, la cual fue configurada en
dos sentidos: el primero, mediante la construcción social y el desarrollo de los hechos
representados en marchas, huelgas, paros, conformación de ligas y sindicatos agrarios
(acaecidos entre 1919 y 1968); en el segundo, mediante la escritura de la literatura histórica
sobre los movimientos sociales agrarios, hecha por historiadores y sociólogos, entre 1955 y
215 Manuel de Jesús Jiménez Montero, la acción colectiva y los movimientos sociales campesinos en América
Latina, Interciencia, vol. 35 n°9 PP 704 216 Orlando Fals Borda. Campesino de los Andes: Estudio sociológico de Saucío. (Bogotá, Editorial Iqueima,
Universidad Nacional, 1961) PP:27
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1990, que motivaron, reafirmaron y nutrieron la acción colectiva que se estaba viviendo en
ese periodo de tiempo, es decir, funcionó como horizonte de expectativas del campesinado
que leía su historia escrita y vivida, y la figuraba como base de su lucha.
Es por ello por lo que las siguientes reflexiones historiográficas denotan el balance del
proceso histórico como inacabado y en progresión:
• La obra intelectual de Orlando Fals Borda presentó el inicio de los estudios sobre el
campesinado en Colombia, primero desde una visión funcionalista y posteriormente
desde un enfoque marxista. Por lo tanto, la descripción e investigación realizada por el
intelectual estableció una historicidad del mundo campesino ya fuera en una región
específica o en todo el país, siempre interponiendo de manera profunda la
descomposición histórica del campesinado, la lucha de clases en el campo y la relación
de los sujetos agrarios con su entorno inmediato.
• Los aportes más importantes de la narrativa del sociólogo Orlando Fals Borda para la
formulación del concepto de acción colectiva campesina, fueron: la explicación y análisis
histórico de la formación de la tierra desde el periodo prehispánico hasta mediados del
siglo XX y la incidencia del capitalismo liberal agrícola a finales del siglo XIX en la
formación del campesino oprimido y esclavizado por el sistema hacendatario.
Por otro lado, la violencia en Colombia como resultado de las luchas por la tierra (legales
y violentas) por parte de los pequeños agricultores y producto de la expansión territorial
del capitalismo político agrario hacia otras regiones. En este sentido, estas razones
establecieron las causas para la acción colectiva campesina durante algunos momentos
de la historia del tiempo presente de Colombia.
• Los libros Las luchas agrarias en Colombia de Pierre Gilholdes y Las ligas Campesinas
en Colombia de Gonzalo Sánchez Gómez, establecieron un lugar para el concepto de
acción colectiva campesina en la historiografía social de Colombia, especialmente en los
estudios sobre los movimientos sociales, debido a que no se había hablado hasta ese
momento en la narrativa sobre las organizaciones y las acciones de los campesinos a
principios del siglo XX. Este aspecto sirvió como parámetro de análisis para entender la
acción colectiva campesina en Colombia, específicamente para la movilización
campesina actual.
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• La acción colectiva campesina no se debe confundir con movimiento campesino, ya que
la primera hace referencia a un concepto histórico y social que pertenece a la historia de
los movimientos campesinos e historiografía social. Mientras la segunda –El movimiento
campesino– hace referencia a luchas y partidos de los sectores agrarios en general.
• Leopoldo Múnera y Mauricio Archila establecen un marco teórico pertinente para acción
colectiva campesina en Colombia, porque establecen una historicidad a la acción
haciendo énfasis en lo realizado entre 1968 y 1988, periodo de gran convulsión social,
además sustentan sus argumentos en gráficas, recuadros, estadísticas que plantean un
rigor histórico en la narrativa de los movimientos sociales.
• Esta tesis comprende el periodo entre 1955 y 1990 cuando se desarrolla la historiografía
social en Colombia, debido al cambio de paradigmas historiográficos (del positivismo al
marxismo y después al postmarxismo), que plantearon una irrupción en la narrativa de la
acción colectiva que se preocupaba más por los individuos, las identidades que por el
estudio de las grandes estructuras.
• La acción colectiva campesina es un proceso social que presenta una continuidad en el
tiempo y se muestra por momentos específicos y depende del comportamiento
económico, ya sea en periodo de gran crecimiento o en un periodo de crisis o coyuntura.
Sin embargo, la literatura es escasa y centralizada en algunos ámbitos académicos de las
universidades y centros educativos; y se sigue produciendo para revistas y compilados en
pequeña escala.
• Considero que sobre el tema de la acción colectiva campesina se debe seguir indagando
y ante todo educando, tanto a los campesinos como a las entidades que toman decisiones
en el tema agrario. Por tanto, la academia debe fortalecer ese vínculo y crear alianzas para
así mejorar por fin las condiciones de vida de los campesinos colombianos, quienes han
vivido olvidados en el tiempo y en las decisiones políticas, sin retomar la importancia
que se merecen en el desarrollo productivo de nuestra sociedad.
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ILUSTRACIONES ACCIÓN COLECTIVA CAMPESINA
Mapa n°1: Paro nacional agrario en Colombia por departamentos, año 2013
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Mapa n°2: Villarrica- Tolima
Mapa n°3: Saucío- Cundinamarca