dominicos seglares (orden de predicadores) fraternidad de...

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-o dejamos de hacer - a cualquier hermana/o se lo hacemos o dejamos de hacer a Cristo (Mt 25,40). Ser Dominico/a SEGLAR” es perseverar en la voluntad de Dios - hecha luz en la oración - para hacer lo que Dios quiere, y querer lo que Dios hace o permite. “Ser Dominico/a SEGLAR” es tener el Espíritu de Jesús y vivir su estilo de vida, instau- rando en esta tierra, rutas de valores y auténticas sendas de felicidad. “Ser Domi- nico/a SEGLAR” es tener un corazón sin puertas y las manos siempre abiertas para dignificar y valorar, cada vez más, a las personas, con las que convives. “Ser Do- minico/a SEGLAR” Es venerar, honrar y amar con todo el corazón a Santo Domin- go, nuestro Padre, pedir por la “familia dominicana” y estar orgulloso/a de ser do- minico/a – P. Richard 8 CARDENAL DOMINICO GEORGES MARIE MARTIN COTTIER. Cottier nació en Carouge, Ginebra, Suiza, el 25 de abril de 1922. Entró en la Orden de los Dominicos en 1945 y fue ordenado sacerdote el 2 de julio de 1951. Es licen- ciado en estudios clásicos, el grado de licenciado en filosofía y doctor en teología. En 1962 el cardenal Cottier comenzó a enseñar en la Facultad de Letras de Gine- bra. En 1973, se hizo cargo de algunos cursos en la Universidad de Friburgo. Fue profesor visitante en la Universidad de Montreal, la Universidad del Instituto Cató- lico de París, la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán y la Universi- dad de Padua. Ha participado como experto en el Concilio Vaticano II y fue consultor para el en- tonces Consejo para el Diálogo con los no creyentes. En 1986 fue nombrado miembro de la Comisión Teológica Internacional y fue se- cretario en 1989. En 1990, fue nombrado teólogo de la Casa Pontificia con el Papa Juan Pablo II. Ha sido presidente de la comisión histórico-teológica del comité organizador del Gran Jubileo del Año 2000. Actualmente, desempeña como “Senior Editor” de la revista Nova et Vetera (Ginebra), fundado por el cardenal Journet. Preconizado Cardenal, fue elegido miembro de la Iglesia titular de Tullia, con el título personal de arzobispo, el 7 de octubre de 2003 y consagrado el 20 de octubre de ese año. Es teólogo emérito de la Casa Pontificia desde el 1 de diciembre de 2005 Creado y proclamado Cardenal por Juan Pablo II en el Consistorio del 21 de octu- bre de 2003, de la Diaconía de los Santos Domingo y Sixto (la iglesia de nuestra Universidad Santo Tomás “Angelicum”). BOLETÍN DE FORMACIÓN BOLETÍN DE FORMACIÓN BOLETÍN DE FORMACIÓN BOLETÍN DE FORMACIÓN 93 DOMINICOS SEGLARES (ORDEN DE PREDICADORES) FRATERNIDAD DE SAN PABLO APÓSTOL PALENCIA JULIO—2013 TIEMPO DE DESCANSO Ahora, en este tiempo de descanso que nos presentan las vacaciones estivales, levantamos nuestra mirada a María y le decimos: María, préstanos tus ojos para vivir el descan- so. ¡El descanso!, que no es lujo y sí oportuni- dad de abrir ventanas cerradas mucho tiempo y dejar libres tantas posibilidades prisioneras. ¡El descanso!, que limpia nuestros ojos para ver lo de cada día: la calle, a las gentes, la vida; que recrea las energías agotadas. ¡El descanso!, “noche sosegada..., música callada, soledad so- nora”; anuncio en el corazón de la venida de Dios. Tú, María, aprendiste a descansar en las manos de Dios. Esta- bas contigo y con El y eso es descanso profundo. No te rompie- ron por dentro los problemas, ni las prisas, ni la cruz. La con- fianza te ayudó a vivir unificada, serena. Entendiste que la vida no es una carrera alocada por hacer cosas y más cosas, sino de- jarse hacer. “Hágase”, decías cada día, y te crecía dentro el go- zo y la paz. Enséñanos a descansar, porque tantas idas y venidas no nos de- jan ni vivir ni estar serenos. Haznos ver el descanso como una oportu- nidad para gozar más de la vida, para es- tar con nosotros mismos y con los demás, para jugar y reír, para no hacer nada y descubrir de paso lo esencial, lo que se escapa a menudo a nuestra mirada pose- siva. 1

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-o dejamos de hacer - a cualquier hermana/o se lo hacemos o dejamos de hacer a Cristo (Mt 25,40).

“Ser Dominico/a SEGLAR” es perseverar en la voluntad de Dios - hecha luz en la oración - para hacer lo que Dios quiere, y querer lo que Dios hace o permite. “Ser Dominico/a SEGLAR” es tener el Espíritu de Jesús y vivir su estilo de vida, instau-rando en esta tierra, rutas de valores y auténticas sendas de felicidad. “Ser Domi-nico/a SEGLAR” es tener un corazón sin puertas y las manos siempre abiertas para dignificar y valorar, cada vez más, a las personas, con las que convives. “Ser Do-minico/a SEGLAR” Es venerar, honrar y amar con todo el corazón a Santo Domin-go, nuestro Padre, pedir por la “familia dominicana” y estar orgulloso/a de ser do-minico/a – P. Richard

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CARDENAL DOMINICO GEORGES MARIE MARTIN COTTIER. Cottier nació en Carouge, Ginebra, Suiza, el 25 de abril de 1922. Entró en la Orden de los Dominicos en 1945 y fue ordenado sacerdote el 2 de julio de 1951. Es licen-ciado en estudios clásicos, el grado de licenciado en filosofía y doctor en teología. En 1962 el cardenal Cottier comenzó a enseñar en la Facultad de Letras de Gine-bra. En 1973, se hizo cargo de algunos cursos en la Universidad de Friburgo. Fue profesor visitante en la Universidad de Montreal, la Universidad del Instituto Cató-lico de París, la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán y la Universi-dad de Padua.

Ha participado como experto en el Concilio Vaticano II y fue consultor para el en-tonces Consejo para el Diálogo con los no creyentes. En 1986 fue nombrado miembro de la Comisión Teológica Internacional y fue se-cretario en 1989. En 1990, fue nombrado teólogo de la Casa Pontificia con el Papa Juan Pablo II. Ha sido presidente de la comisión histórico-teológica del comité organizador del Gran Jubileo del Año 2000. Actualmente, desempeña como “Senior Editor” de la revista Nova et Vetera (Ginebra), fundado por el cardenal Journet. Preconizado Cardenal, fue elegido miembro de la Iglesia titular de Tullia, con el título personal de arzobispo, el 7 de octubre de 2003 y consagrado el 20 de octubre de ese año.

Es teólogo emérito de la Casa Pontificia desde el 1 de diciembre de 2005 Creado y proclamado Cardenal por Juan Pablo II en el Consistorio del 21 de octu-bre de 2003, de la Diaconía de los Santos Domingo y Sixto (la iglesia de nuestra Universidad Santo Tomás “Angelicum”).

BOLETÍN DE FORMACIÓNBOLETÍN DE FORMACIÓNBOLETÍN DE FORMACIÓNBOLETÍN DE FORMACIÓN

Nº 93

DOMINICOS SEGLARES (ORDEN DE PREDICADORES)

FRATERNIDAD DE SAN PABLO APÓSTOL PALENCIA

JULIO—2013

TIEMPO DE DESCANSO

Ahora, en este tiempo de descanso que nos presentan las vacaciones estivales, levantamos nuestra mirada a María y le decimos:

María, préstanos tus ojos para vivir el descan-so. ¡El descanso!, que no es lujo y sí oportuni-dad de abrir ventanas cerradas mucho tiempo y dejar libres tantas posibilidades prisioneras.

¡El descanso!, que limpia nuestros ojos para ver lo de cada día: la calle, a las gentes, la vida; que recrea las energías agotadas. ¡El descanso!, “noche sosegada..., música callada, soledad so-nora”; anuncio en el corazón de la venida de Dios.

Tú, María, aprendiste a descansar en las manos de Dios. Esta-bas contigo y con El y eso es descanso profundo. No te rompie-ron por dentro los problemas, ni las prisas, ni la cruz. La con-fianza te ayudó a vivir unificada, serena. Entendiste que la vida no es una carrera alocada por hacer cosas y más cosas, sino de-jarse hacer. “Hágase”, decías cada día, y te crecía dentro el go-zo y la paz.

Enséñanos a descansar, porque tantas idas y venidas no nos de-jan ni vivir ni estar serenos.

Haznos ver el descanso como una oportu-nidad para gozar más de la vida, para es-tar con nosotros mismos y con los demás, para jugar y reír, para no hacer nada y descubrir de paso lo esencial, lo que se escapa a menudo a nuestra mirada pose-siva.

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Ayúdanos a encontrar y cultivar el descan-so en Dios, el que recrea de noche nuestra fuente.

“Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte y al collado

do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura” (Juan de la Cruz).

Dominicas de Toro Monasterio Sancti Spíritus el Real.

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REFLEXIÓN SOBRE LA FAMILIA

La Iglesia toma parte en los gozos y esperanzas, tristezas y angustias del camino cotidiano de los hombres y desea acompañarles en el recorrido de los diversos ca-minos de su existencia terrena. De entre los numerosos caminos existentes, la fa-milia constituye el primero y el más importante de todos: todo hombre viene al mundo en el seno de una familia, por lo cual puede decirse que debe a ella el hecho de existir como hombre, pero además el hombre sale de la familia para rea-lizar su propia vocación de vida, o bien formado un nuevo núcleo familiar o bien, cuando decide permanecer solo, la familia continúa siendo su comunidad funda-mental sobre la que se apoya toda la gama de sus relaciones sociales. Así, la fami-lia ha sido considerada siempre como la expresión primera y fundamental de la naturaleza social del hombre. Concretamente se trata de una “communio persona-rum”, que arranca de la comunión conyugal que el concilio Vaticano II califica como alianza, a través de la cual el hombre y la mujer se entregan y aceptan mu-tuamente, teniendo en cuenta que la comunión se refiere a la relación personal en-tre el “yo” y el “tú”, mientras que la comunidad se orienta hacia la construcción de una sociedad, de un “nosotros”.

Esta communio personarum implica a los padres en la realización de su alianza originaria y a los hijos en el consolidar esta alianza, enriqueciendo y profundizan-do la comunión conyugal del padre y de la madre. De este modo la familia se con-vierte en el centro y en el corazón de la civilización del amor, tomando conciencia de que Dios es Amor, y de que el hombre es la única criatura que Dios ha llamado por sí misma a la existencia. Como indica la primera carta a los Corintios, se trata de un amor paciente, servicial y que todo lo soporta (1 Co 13, 4. 7), de un amor que es verdadero cuando crea el bien de las personas y de las comunidades y cuan-do actúa en él la poderosa fuerza de Dios mismo, que es amor (1 Jn 4, 8. 16).

La familia, como comunidad de amor, es una realidad social firmemente arrai-gada y una sociedad cuya autorrealización depende de la realización de los dere-chos de las personas que la componen, los llamados derechos de la familia, algu-

2. Hoy el pecado anida en el corazón del hombre. Si fuéramos sinceros debería-mos desnudarnos ante Dios. He hecho lo que tú no quieres. He desperdiciado muchísimas ayudas que me ofrecías. He dejado de hacer el bien. Me hiciste hijo tuyo y me he convertido en hijo pródigo. Me he aprovechado de tu perdón siendo así que yo no perdono de verdad. He elegido con frecuencia el mal ocasionando mucho daño a los demás. El pecado anida en el corazón de las familias. Hay miedo a expresar nuestros sentimientos religiosos; miedo a hablar a los hijos; mie-do a vivir en la armonía familiar. El pecado anida en el corazón de los pueblos. ¿De dónde surgen las guerras? ¿Por qué tanta diferencias entre el mundo rico y el mundo pobre? ¿Por qué el hambre en el mundo? 20.000 niños mueren al día por falta de alimento.

3. La Virgen de Fátima se aparece a los pastorcillos y, ante la maldad del pe-cado, les hace esta sencilla pregunta: ¿Queréis ofrecer los sufrimientos en repa-ración de los pecados y para la conversión de los pecadores? Respondieron los pequeños en forma infantil y heroica: ¡Sí, lo haremos! Después la Virgen les dijo: rezad el rosario todos los días por la paz del mundo.

4. Hoy, la Virgen de Fátima se aparece a nosotros ¿Cómo nos encuentra? Cómo estás los sentimientos de nuestras almas? ¿Estamos dispuestos a responder con la firmeza de los tres pastorcillos? Si nuestra respuesta es generosa no hay duda que la Virgen se nos ha aparecido y ha entrado plenamente en nuestro co-razón. La novena en honor a la Señora de Fátima es como un sacramento. El signo exter-no está patente: fieles devotos, Imagen de Nuestra Señora de Fátima, Rosario de la Aurora. La realidad está en el interior de cada fiel: amor a María, cariño por los pastorcillos y adhesión al Mensaje.

Monseñor Juan José Larrañeta. O.P

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¿Qué es ser Dominico/a SEGLAR?

“Ser Dominico/a SEGLAR” es tener el “amor” como única ley a cumplir, y como única asignatura a aprender, pues en esto conocerán que somos de Jesús: en que “tenemos amor unos para otros” (Jn 13,35). “Ser Dominico/a SEGLAR” es gastar-se, darse y entregarse por las demás, pues no hay mayor amor que “el dar uno la vida por los amigos” (Jn 15,13). “Ser Dominico/a SEGLAR” es brindar alegría, pues ésta es el amor sin falsificaciones, y nadie cumplió mejor con las exigencias de cristiana, que aquella que mayor alegría procuró a los demás.

“Ser Dominico/a SEGLAR” es amar a Dios, a Jesús, al Espíritu, a la Virgen “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas” y, con igual intensidad afectiva, amar a tus hermanas/os. “Ser Dominico/a SEGLAR” es descubrir a Cristo, vivo y presente, en cada hermana/o, y hacer a esa hermano/a, todo aquello que deseas hacer a Jesús, pues está claro que todo cuanto hacemos

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teniendo en cuenta todas sus dimensiones, tanto en el aspecto corporal como en su dimensión psíquica y espiritual. No puede haber verdadera promoción del ser humano si se mutila alguna de sus dimensiones, por tanto el servicio que presta la familia como servidora de la vida no se reduce a la procreación, sino que debe también ser ayuda para transmitir y educar en valores auténticamente humanos y cristianos. c) Ser “célula primera y vital de la sociedad”. Por su naturaleza y vocación la fa-milia debe ser promotora del desarrollo y protagonista de una auténtica política familiar. La familia es el medio privilegiado de humanización donde se aprende a ser hombre y mujer y se despierta a los valores morales y espirituales. Por esto la familia juega un papel irreemplazable en la transmisión de la fe, no como una es-cuela donde el Evangelio es enseñado como un saber, sino un medio de vida donde las realidades se hacen familiares a través de la vivencia y la experiencia. En una familia todos los miembros evan-gelizan y son evangelizados: los esposos encuentran su vocación propia: ser el uno para el otro y para los hijos testimonios de la fe y del amor en Cristo. Por su parte, los hijos comunican el Evangelio a sus padres enseñando a orar y a hablar con Dios con una espontaneidad que reanima la fe de los padres. Y al mismo tiempo la familia cristiana se hace evangelizadora de muchas otras familias y del medio don-de está insertada. d) Ser “Iglesia doméstica” que acoge, vive, celebra y anuncia la Palabra de Dios, donde se edifica la santidad y desde donde la Iglesia y el mundo pueden ser santi-ficados. El Vaticano II anima a la familia a ser “un santuario de la Iglesia en la ca-sa” por la oración en común. Como comunidad concreta en el interior de la Iglesia, la familia tiene necesidad de expresar su relación de fe, por ejemplo a través de la lectura de la Biblia, la oración de la liturgia de las horas o la celebración de los sacramentos. En relación a estos cuatro aspectos, la pastoral familiar debe ser un asunto priorita-rio en el compromiso de la Nueva Evangelización, subrayando la prioridad y cen-tralidad de la familia en la Iglesia diocesana, fortaleciendo la vida de la Iglesia y de la sociedad a partir de la familia, promoviendo la paternidad y la maternidad responsable y denunciando toda violación contra los niños y los no nacidos. Ha de ser una pastoral básica (como frontera de la Nueva Evangelización), sentida (acogida y asumida por toda la comunidad diocesana), real (respaldada con el acompañamiento del obispo diocesano y sus párrocos), operante (debe estar inserta en una pastoral orgánica) y estar al día en instrumentos pastorales y científicos. Ha de invitarnos a proteger y promover los valores familiares, recordándonos que es en la familia donde se asientan los fundamentos de toda promoción humana auténtica y recordando que la familia es una comunidad de personas, al servicio de la vida y que participa en el desarrollo de la sociedad y en la vida y misión de la Iglesia.

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Y cómo no, una Pastoral familiar que tenga su mirada puesta en la Sagrada Fa-milia, compuesta por un padre carpintero, que inició a su hijo en las artes de su oficio para servir a la comunidad humana; una madre generosa, capaz de guardar en el corazón los tesoros silenciosos de su experiencia de vida; un hijo que crecía en amor y sabiduría delante de los ojos de Dios y de todos los hombres, escu-chando a sus padres y siguiendo las tradiciones de su pueblo; un hogar armonioso donde Jesús escuchó de los labios de María los relatos que lo introdujeron en el conocimiento de la Escritura, y aprendió del testimonio de José las actitudes h u m a n a s q u e m á s t a r d e p u s o e n p r á c t i c a . Seguramente que la Sagrada Familia fue una maravillosa escuela de diálogo, de comprensión y de oración, un modelo donde todos los cristianos podemos encon-trar el ejemplo de que es posible vivir conforme a la voluntad de Dios. Finalicemos esta breve reflexión en torno a la familia, aludiendo a las palabras de la Exhortación apostólica de Juan Pablo II “Familiaris consortio”, en el número 86: “amar a la familia significa saber estimar sus valores y posibilidades, promo-viéndolos siempre. Amar a la familia significa individuar los peligros y males que la amenazan, para poder superarlos. Amar a la familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo. Finalmente, una forma eminente de amor es dar a la familia cristiana de hoy, con frecuencia tentada por el desáni-mo y angustiada por las dificultades crecientes, razones de confianza en sí misma, en las propias riquezas de naturaleza y gracia, en la misión que Dios le ha confia-do: es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más al-to. Es necesario que sigan a Cristo”. Mª Ascensión Matás García

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SANTA CATALINA DE SEINA

♣Los cristianos no vivimos sólo hacia dentro de la Iglesia. Estamos inmersos en un mundo al que somos enviados, como el mismo Jesús. Más allá del ámbito eclesiástico propiamente dicho, Catalina, esta mujer "exageradamente santa", tu-vo también un influjo muy significativo.

♣En primer lugar, sus intervenciones de carácter político o diplomático tuvieron un propósito pacificador. Las ciudades italianas enfrentadas entre sí la respetaron y escucharon más de una vez. Consiguió que firmaran la paz, por lo menos du-rante un cierto tiempo.

♣Siempre actuaba en ese nivel motivada por el bien de la Iglesia (la paz favore-cería una convivencia eclesial más evangélica). Además, se movía en un contexto como el medieval, en el que la fe era algo completamente generalizado (hay un fuerte contraste -para nosotros difícil de entender- entre los grandes pecados y las grandes penitencias que realizaban las mismas personas).

♣Hoy este aspecto ha cambiado drásticamente. Ya no se da por descontado que Dios exista ni intervenga en nuestra vida (escepticismo, indiferencia). Si el cris-

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-tianismo ha de influir en nuestra sociedad, será por el testimonio claro en favor de valores más cotizados hoy (como la defensa de la libertad y la democracia, la lucha por la justicia, la opción decidida por los pobres).

♣Otra de las preocupaciones que motivaron la acción de Catalina fue la cruzada contra los infieles. Se trataba de rescatar los lugares en que vivió Jesús; de res-ponder a los ataques del Islam (la "guerra santa"); de orientar hacia esa causa las energías bélicas que enfrentaban a los cristianos entre sí; en fin, de poder evan-gelizar a los musulmanes para poner su entusiasmo religioso al servicio de la re-novación de la Iglesia.

♣Hoy esa actitud belicosa no se puede sostener en nombre del Evangelio (la violencia fundamentalista es propia de épocas o culturas menos evolucionadas que la nuestra). Se va imponiendo entre nosotros el diálogo interreligioso (interés por conocer a "los otros", valoración sincera de sus personas y sus tradiciones, colaboración con ellos en iniciativas comunes a favor de la humanidad necesita-da, ofrecimiento generoso -sin complejos, pero también sin imposiciones- de nuestras propias tradiciones y valores cristianos).

♣ Asimismo la misión propiamente dicha de la Iglesia, además de ser portadora de la riqueza del Evangelio, ha de ser impulsora de una positiva promoción de los pueblos y sus culturas, especialmente en la defensa de la dignidad de los más débiles.

♣ Si Catalina estuviera hoy entre nosotros, sin duda nos animaría con su apasio-nada energía a realizar esta tarea tan difícil como necesaria. Pero siempre par-tiendo de un amor insobornable a Dios y a su proyecto de salvación sobre los hombres, y, a la vez y como consecuencia de ello, de un amor inequívoco a la Iglesia y a su misión de dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio a todo el géne-ro humano.

Fr. Emilio García, OP

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NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES

El anuncio más grande en la Biblia ha sido el anuncio del ángel a María, donde le anuncia la encarnación de Jesucristo. María, Reina de los Ángeles, anuncia a los pastorcillos, la aparición de la Virgen en Cova de Iria.

1. La conversión de los pecadores. En las apariciones de la santísima Virgen, en Fátima, obser-vamos una profunda preocupación de María por los pecados que se cometen en el mundo. La Virgen quiere la conversión de los pecadores. Los pecados de los hombres causan un daño al co-razón de Cristo y al corazón de su Madre. El pecado nos separa de Dios, nos lleva a la esclavitud, origina la división de los hombres, de las familias, de los pueblos. Es tal la repercusión del peca-do en el mundo que Dios, para redimir a la humanidad quiso que su Hijo se hiciera pecado por nosotros “A quien no conoció el pecado, le hizo pecado por nosotros, para que en Él fuéramos justicia de Dios” (2Cor.5,21). La muerte de Jesús en la cruz encierra un lamento que llega hasta nuestros días: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc.23,34). ¿De verdad: no sabemos lo que hacemos?

-nos de los cuales proceden directamente de la familia, como el derecho de los pa-dres a la procreación responsable y a la educación de la prole, mientras que otros atañen indirectamente al núcleo familiar, como el derecho a la propiedad y el dere-cho al trabajo. De su realidad como comunidad de amor se desprende que la fami-lia es en sí misma el gran misterio de Dios, ya que la Iglesia universal, y dentro de ella cada Iglesia particular, se manifiesta como esposa de Cristo en la “iglesia doméstica” y en el amor que se vive en ella. Los esposos pueden amar hasta el ex-tremo o se hacen partícipes del mismo sólo si participan en este amor y en este gran misterio, en virtud del cual se convierten en don recíproco, reconociendo la dignidad personal del otro, su irrepetible unicidad y su ser elegido por sí mismo, por parte de Dios.

Podemos afirmar que la familia no es un fin en sí misma, sino que es el camino y medio de desarrollo y plenitud, santuario de la vida, que no agota la vida del hombre, pero de cuya autenticidad depende la autenticidad y consistencia de la vida de los hombres, a partir de la cual se construyen los caminos de los seres humanos, ya sean los que están invitados a formar una nueva familia, como de aquellos que no formarán una familia, entre quienes se encuentran los invitados por el Señor a consagrarse, viviendo la castidad, pobreza y obediencia.

Como señala el Papa Juan Pablo II en su Carta a las familias: “si Cristo mani-fiesta plenamente el hombre al propio hombre, lo hace empezando por la familia, en la que eligió nacer y crecer. Por ello se ha dicho que siendo el hombre el cami-no de la Iglesia, la familia, donde viene al mundo el ser humano, es también cami-no de la Iglesia”. Partiendo del hecho de que la familia constituye la fuente donde se fragua el futuro de la humanidad, se la presenta como frontera decisiva de la Nueva Evangelización. Por una parte constituye la célula primera y básica de la sociedad, donde se deben formar hombres y mujeres que construyan una sociedad más fraterna y solidaria, y por otra parte que posee un origen divino y es una voca-ción, que encuentra su fundamento en el Señor Jesús y tiene como identidad y mi-sión el custodiar, revelar y comunicar el amor y la vida. Esta identidad y esta mi-sión deben ser realizadas a través de cuatro cometidos fundamentales:

a)La misión de la familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas que se caracteriza por la unidad y la indisolubilidad. La familia es el lu-gar privilegiado para la realización personal junto con los seres amados. El hombre necesita ser amado, experimentar el amor y crece como persona en la medida en que ama y se entrega sinceramente. Esta experiencia se vive fundamentalmente en la familia y tiene una enorme importancia para el futuro de cada persona y de la misma sociedad.

b)Ser “el santuario de la vida”. Esta vida que se transmite, custodia y desarrolla en el seno de la familia tiene dos dimensiones: la vida humana y la vida divina de la gracia, es decir la vida cristiana. El ser humano está invitado a vivir en plenitud

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