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Domingo IV Tiempo de Adviento (Ciclo B) - 2014 Textos Litúrgicos Lecturas de la Santa Misa Guión para la Santa Misa Exégesis Joseph M. Lagrange, O.P. Comentario Teológico P. Alfredo Sáenz, S. J. Santos Padres San Bernardo Aplicación P. José A. Marcone, I.V.E . P. Gustavo Pascual I.V.E . Textos Litúrgicos Lecturas de la Santa Misa Domingo IV de Adviento (B) (Domingo 21 de diciembre de 2014) LECTURAS

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Domingo IV Tiempo de Adviento

(Ciclo B) - 2014

• Textos Litúrgicos• Lecturas de la Santa Misa

• Guión para la Santa Misa

• Exégesis• Joseph M. Lagrange, O.P.

 

• Comentario Teológico• P. Alfredo Sáenz, S. J.

 

• Santos Padres• San Bernardo

 

• Aplicación• P. José A. Marcone, I.V.E .

• P. Gustavo Pascual I.V.E.

Textos Litúrgicos

Lecturas de la Santa Misa

Domingo IV de Adviento (B)(Domingo 21 de diciembre de 2014)

 LECTURAS 

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El reino de David durará eternamente delante del SeñorLectura del segundo libro de Samuel     7, 1-5. 8b-12. 14a.-16

Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, elrey dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tiendade campaña.»Natán respondió al rey: «Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo.»Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: «Ve a decirle a mi servidorDavid: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuvecontigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tangrande como el de los grandes de la tierra.Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni losmalhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mipueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismote hará una casa.Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti auno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y élserá para mí un hijo.Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre.»

Palabra de Dios.

SALMO     88, 2-3. 4-5. 27. 29

R.Cantaré eternamente tu amor, Señor.

Cantaré eternamente el amor del Señor,proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente,mi fidelidad está afianzada en el cielo.» R.

Yo sellé una alianza con mi elegido,hice este juramento a David, mi servidor:«Estableceré tu descendencia para siempre,mantendré tu trono por todas las generaciones.» R.

El me dirá: «Tú eres mi padre,mi Dios, mi Roca salvadora.»Le aseguraré mi amor eternamente,y mi alianza será estable para él. R.

El misterio guardado en secreto desde la eternidadahora se ha manifestado

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma     16, 25-27

Hermanos:¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando aJesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se hamanifestado!Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado aconocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.

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Palabra de Dios.

ALELUIA     Lc 1, 38

Aleluia.Yo soy la servidora del Señor,que se cumpla en mí lo que has dicho.Aleluia.

EVANGELIOConcebirás y darás a luz un hijo

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 26-38

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgenque estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de lavirgen era María.El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y lepondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono deDavid, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.»María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar desu vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible paraDios.»María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.» Y el Ángel se alejó.

Palabra del Señor 

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Guión para la Santa Misa

IV Domingo de Adviento- 21 de diciembre 2014- Ciclo B

Entrada: ¡El Señor está cerca! Dentro de breves días se manifestará al mundo el Verbo de Dios hecho carne.Que esta Eucaristía nos prepare a recibir la visita de Jesucristo, Salvador de los hombres.

Liturgia de la Palabra

Primera lectura: 2 Samuel 7, 1- 5. 8b- 12. 14ª. 16

Cristo, el Rey Mesías, es el que hará que el reino de su padre David dure eternamente delante de Dios.

Salmo 88

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Segunda lectura: Romanos 16, 25- 27

La Encarnación es el misterio de piedad guardado en secreto durante la eternidad y que ahora se ha manifestado.

Evangelio: Lucas 1, 26- 38

María, la servidora del Señor, da crédito a las palabras anunciadas por el Ángel y acepta el designio de salvaciónobrado por Dios.

Preces: Adviento IV

Oremos hermanos a Dios nuestro Padre, que quiere renovar su plan salvador con nosotros.

A cada intención respondemos cantando:

 

· Por el Santo Padre, sus intenciones, y para que su solicitud por todas las iglesias sea recompensada con laconversión de los corazones al mensaje de salvación. Oremos.

· Por la paz del mundo, para que Dios siga guiando los esfuerzos de todos aquellos que buscan ser instrumentosde paz y reconciliación con sus propias vidas. Oremos.

· Por las familias, para que la próxima celebración de la Navidad refuerce los vínculos de amor entre todos susmiembros venciendo toda discordia que intente desunirlas. Oremos

· Por todos los cristianos, para que al preparar las celebraciones navideñas iluminen las vidas de tantos hombresque aun no conocen ni aman a Dios y su infinito amor por la humanidad. Oremos.

Padre todopoderoso, queremos entregarnos a tu voluntad como lo hizo María. Ayúdanos en loque te pedimos y concédenos la paz que trae tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Procesión de ofrendas:

Nuestra disposición a recibir la salvación de manos de María Santísima es un don que queremos ofrecer hoy alSeñor junto al Sacrificio de su divino Hijo.

También llevamos al Altar:

* Incienso, y con él las oraciones que elevamos durante este tiempo de expectación y gozo.

* A los dones del pan y del vino, unimos nuestra disposición oblativa, máxima expresión de nuestro sacerdocioreal.

Comunión: La Santa Comunión que te trae a mi corazón, buen Jesús, es ya mi cielo y los ángeles me acompañana comulgar cantando ya los anuncios de tu Paz.

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Salida: Por medio de María Jesucristo vino al mundo y por medio de Ella debe reinar en él. Alabemos a laVirgen que por su humildad atrajo el corazón de Dios sobre toda la humanidad.

   

(Gentileza del Monasterio “Santa Teresa de los Andes” (SSVM) _ San Rafael _ Argentina)  

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Exégesis

Joseph M. Lagrange, O.P.  

LA ANUNCIACIÓN(Lc 1, 26-38)

 La  aparición  del  ángel  Gabriel  en  el  Templo  fue  de  las  últimas  manifestaciones  del  favor  de  Dios  en el lugarsanto,  que  terminaron  con  las  voces  lúgubres  de  la  ruina  y  el  fragor  del incendio: era el oráculo supremo enaquel  recinto  grandioso,  coloreado  por  la  majestad  de  los  siglos,  para  anunciar  al  último  heraldo  de Dios.Estamos  ahora  en  Nazaret.  Aquí  todo  será,  no  sólo  más  divino,  sino enteramente divino, todo aquí es muchomás sencillo. La sencillez es el único marco que conviene al Verbo encarnado que viene a servir. Nazaret no esnombrado en la Biblia, ni en Josefo, ni en los infolios talmúdicos. Las vidas de Jesús hacen de ella encantadoradescripción. En efecto, es uno de los más hermosos rincones de Galilea, con casas limpias adosadas a una altacolina  que  domina  el  Santuario  de  la  Anunciación.  Transportado,  sin  embargo,  a  los  tiempos  de  Herodes, elcuadro no sería más que un engañador espejismo.El  problema,  no  obstante,  es  de  difícil  solución,  y  aun  cuesta  trabajo,  después  de  algunos meses de estudio,formarse idea exacta del crecimiento de la pequeña ciudad. Los padres franciscanos reconstruyen su conventodel  Santuario.  Al  levantar  el  edificio,  Fr.  Juan,  que  dirige  las  obras  con  perfecta  competencia,  creyó  en unprincipio  aprovechar  un  estrato  de  roca  que  parecía  firme,  pero  pronto  notó  que  estaba perforado porcavernas artificiales, formando así hasta tres pisos, de suerte que tuvo que apoyar su construcción sobre pilaresde cemento armado de nueve metros de alto. Opina él que estas cavidades, en que no se encuentran ni huesosni  pedazos  de  vajilla,  eran  almacenes  para  granos (silohs),  que  si  no  estaban  en  una  fortaleza, estabanguardados en lugares fáciles de defender en interés de los habitantes de los alrededores.El  lugar  del  santuario,  hoy  en  la  parte  baja  del  pueblo,  era  el  punto  fortificado  en  otro  tiempo, como fue laantigua Sión de Jerusalén, primero ciudadela, después ciudad baja si se la compara con los fuertes macizos delTemplo y de la ciudad alta.

Siguiendo  esta  dirección  se  reconoce[1]

  que  el  antiguo  Nazaret  se  hallaba  asentado  sobre  un  pequeñopromontorio,  que  ni  el  nombre  de  colina  merece,  claramente  dibujado  por  el  oriente,  pero  que apenas sedestaca de la alta colina del oeste, yendo del sur al norte hasta la fuente llamada de la Virgen. Allí estaba, sinduda, el Nazaret de los tiempos de Herodes, y si queremos encontrar la cumbre desde la que quisieron arrojara  Jesús  (Lc  4,  29),  no  la  busquemos  en  los  puntos  más  elevados  de  la  actual  Nazaret,  sino en la antigua ymodesta acrópolis.

Inmediatas  a  la  basílica  de  la  Edad  Media, el R. P. Próspero Viaud[2]

  ha  descubierto  grutas transformadas en

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habitaciones,  que  parecen  representar  el  estado  de  la  casa  de  la  Virgen  antes de que fuera transformada encripta de una iglesia. Éste, sin duda, era el tipo más común de las viviendas de Nazaret: existen aún viviendassemejantes  en  las  calles  de  la  ciudad  moderna,  disimuladas  por  las  casas  nuevas.  El  no  saber  a punto fijodónde  estaba  emplazada  Nazaret  nos  obliga  a  creer  que  su  transformación  no  se  realizó hasta los tiemposcristianos, motivada por la atracción del santuario. Aun hoy la ciudad de María va subiendo hasta el santuariode  Jesús  Adolescente  y  se  extiende  por  la  colina  oriental,  tomando  forma  de  anfiteatro, desde donde seexplaya la vista hasta el infinito sobre la planicie de Esdrelón.Es, pues, verosímil que fue en un modestísimo cuartito donde se hallaba aquella a quien el ángel Gabriel va allevar  un  mensaje  mucho  más  augusto  que  el  que  dio bajo los dorados artesonados del Templo de Jerusalén.Se llamaba María, Mariam en hebreo, nombre bastante común entonces, que, según las analogías de la lenguahablada,  quería  probablemente  decir  dama  o  señora.  Aun  ahora  decimos  Nuestra  Señora  para  designar  a  laMadre de Jesús.Era una virgen desposada con José, de la casa de David, y ella misma pertenecía a esta descendencia, según loda a entender san Lucas (Lc 1, 32, 69). Estaba, sin embargo, emparentada con Isabel, que era, como su esposoZacarías, de la tribu de Leví. Las uniones entre una y otra tribu no eran raras, e Isabel descendía, sin duda, engrado que no sabemos, de una madre de la tribu de Judá y de un padre levita. Por segunda vez en seis mesesel  ángel  Gabriel  había  sido  encargado  de  un  mensaje  de  Dios.  Las  particularidades  de  la segunda visitamanifiestan  una  grandeza  interior,  muy  por  encima  de  la  primera.  En  tanto  que Zacarías se siente turbado y

con miedo a la vista del ángel, que no se le aparece sin saludarle, María, en su casa[3]

, es visitada porGabriel,

que, acercándosele, la saluda diciéndole: «Dios te salve[4]

, llena de gracia, el Señor es contigo». ¡Palabras tanrepetidas  por  los  cristianos!  Era  decir  a  María  que  poseía  con  plenitud  el  favor  del Omnipotente. Solamenteentonces se turbó la Virgen, es decir, se extrañó su humildad de oír tan gloriosa salutación. Aunque no estabaasustada,  el  ángel  le  dice  que  no  tema,  porque  el  fin  de  su  visita era una gracia de Dios, más insigne que lasque  hasta  entonces  había  recibido.  Concebirá  un  hijo,  a  quien  le  impondrá  el  nombre  de Jesús, en hebreoYeshua, es decir, «Yaho (el dios de Israel), salva». Será grande y se le mirará como hijo del Altísimo, y será hijode  David,  llamado  por  Dios  a  reinar  en  el  trono  de  su  padre,  no  como  él por algunos años, sino por siglos,porque su reino no tendrá fin.Así fue escogida María para ser Madre de Dios. Por elevado que fuese el título de Hijo del Altísimo, podía seruna  señal  del  honor  concedido  al  Mesías  como  hijo  adoptivo  de  Dios.  Lo  que  María veía clarísimamente fueque  el  Mesías  que  había  de  nacer  de  Ella  sería  hijo  de  David.  ¿Sería  menester  que  fuese  hijo  de  José, suesposo,  que  precisamente  era  de  la  familia  de  David?  El  humano  sentir  que  juzga  que  su  parecer  es el másrazonable habría dicho: ¿Y por qué no? Es el curso de las cosas. Pero el curso de las cosas había procedido deotra manera desde los días de la eternidad, y el Hijo de Dios no había de tener otro Padre que a Dios Padre.María  se  maravilla  y  pregunta:  «¿Cómo  será  esto,  pues  yo  no  conozco  a  hombre alguno?» Palabra extrañaseguramente,  y  que  tan  poco  hacía  al  caso,  que  muchos  críticos  han  querido  borrarla del texto. El resultadosería manifiesto: no contendría nada de lo que san Lucas ha querido significar; sería quitar el diamante y dejarsólo  el  engaste.  San  Lucas,  escritor  atildado  y  acostumbrado  a  matizar,  no  intentó  poner  en  los  labios  de laVirgen  llena  de  gracia  una  frase  inocente  en  extremo,  una  de  esas  banalidades llamadas truismos  paraintercalarla en los discursos divinos.María  quiso  decir  que,  siendo  virgen,  como  lo  sabía  el  ángel,  deseaba  permanecer  tal;  o,  como haninterpretado los teólogos, ella había hecho voto de virginidad y esperaba guardarlo. No se atrevía, sin embargo,a  contradecir  la  voluntad  de  Dios,  que  ya  había  empezado  acomunicársele.  «No  conozco»,  es  en  supensamiento: «Yo no deseo conocer». No dice «yo jamás conoceré» por no oponerse a los designios de Dios, yesperaba la solución de aquel enigma.Objetará entonces el sentido vulgar: ¿Por qué se había desposado con José? Se puede responder: Porque debía

inevitablemente  obedecer  la  voluntad  de  sus  padres,  y  sobre  todo  por  la  tiranía de la costumbre[5]

,  que  noadmitía  el  celibato  voluntario  en  una  hija  de  Israel.  O  bien  porque,  obligada  a resistir sin cesar, se hubieraempeñado  en  una  lucha  perpetua  de  uno  contra  todos  y,  según  su  pensar,  contra  toda  razón.  Estabadesposada,  pero  con  José.  Una  sencilla  conjetura  basta  para  explicar cómo se conciliaba el voto de virginidadde  María  con  su  propósito  de  matrimonio,  y  es  que  José  estaba  animado  de  los mismos sentimientos,sentimientos en que vivían entonces muchos personajes llamados esenios. Unida en matrimonio a un hombre

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justo,  casto  como  ella,  aseguraba  la  dulce  paz  en  una  vida  consagrada  a  Dios  por  dos  almas que secomprendían y amaban en Él.El ángel no le dijo una sola palabra para apartarla de su intención de matrimonio, que tan útilmente contribuíaa los designios de Dios. Solamente le manifiesta que su propósito de virginidad responde mejor al intento, pueseste  nacimiento  del  Mesías  será  únicamente  obra  de  Dios  y  de  ella.  «El  Espíritu  Santo vendrá sobre ti, y lavirtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo que nacerá será santo y se llamará Hijo de Dios».Esta  vez,  si  no  estamos  en  plena  luz,  cuando  menos  nos  ilumina  aquella  que  proyecta sobre la razón, unmisterio  que  la  sobrepasa.  El  hijo  que  ha  de  nacer  no  tendrá  más  padre  que  a  Dios.  Verdad  es  que la obradivina  en  el  seno  de  María  no  lo  hará  Hijo  de  Dios,  porque ya lo era: su generación es eterna, y el Mesías noadquirirá  una  personalidad  nueva,  pero  esta  obra,  dando  ser  a  una  naturaleza  humana,  no  derivada  de otraacción  humana,  se  puede  decir  que  será  causa  de  una  santidad  sin  igual  del  niño, y la razón por la que se ledará un título a que tendrá eternamente derecho, el título de Hijo de Dios.La unión del Hijo de Dios con la naturaleza humana hubiese podido realizarse en un nacimiento ordinario (losteólogos no lo niegan), pero era convenientísimo que a nadie más que a Dios llamase con elnombre augusto dePadre.  ¡Qué  claridad  tan  grande  la  que  brota  de  la  unión  de  estas  dos  naturalezas  en  una  persona! ¡Quédignidad tan alta para María, que sólo ella y el Padre puedan decir a Jesús: «¡Hijo mío!» ¡Qué consagración devida de perfecta castidad tan fecunda en bienes espirituales entre los hombres!María  debía  dar  su  beneplácito  para  la  realización  del  misterio.  Al  pedir  el modo cómo debía realizarse, nodudó  como  Zacarías.  El  ángel  le  ofrece  una  señal  de  un  orden  muy  inferior, un milagro sencillo, indicio de laomnipotencia de Dios: que su prima Isabel había concebido un hijo en su vejez, y esta mujer estéril ya estabaen el sexto mes de su embarazo. Entonces María se inclinó, se abandonó a la voluntad de Dios, y con esto dioel consentimiento, que se dignaba pedirle. «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra», y elmisterio de la Encarnación se realizó en su seno. La salvación del género humano comenzaba: la buena nuevafue conocida inmediatamente en el cielo, y poco a poco iba a difundirse por la tierra. 

(Lagrange, Joseph.Vida de Jesucristo.Edibesa, 2002. Pag. 24-28) 

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Comentario Teológico

P. Alfredo Sáenz, S. J.

 

 

Nuestra Señora del Adviento 

Decíamos  que  dos  eran  los  personajes  que  polarizaban  los  evangelios  de  los  domingos  de  Adviento:  JuanBautista  y  la  Virgen  María.  Del  primero  ya  hemos  hablado  anteriormente.  Dediquemos,  pues,  esta homilía, aconsiderar  el  papel  que  cupo  a  la  Santísima  Virgen  en  la  preparación  de  la  venida  del  Señor.  En  la  primeralectura  de  hoy,  tomada  del  libro  de  Samuel,  hemos  escuchado  el  relato  del encuentro del rey David con elprofeta  Natán.  David  le  dice  a  Natán  que  tiene  intención  de  hacerle  a  Dios  una  casa,  una casa digna de sugrandeza, ya que hasta entonces la morada del Señor se reducía a una humilde tienda de campaña, la mismaque  había  acompañado  a  los  judíos  durante  su  travesía  por  el  desierto.  Al  oír  tal  proyecto,  Dios  responde aDavid por boca de Natán: ¿Tú me quieres construir una casa? Pues bien, yo te daré una casa, y tu trono durarápara  siempre.  El  Señor  recurre,  así,  a  un  juego  de  palabras: tú me quieres hacer una casa-edificio; pues bien,yo  te  daré  una  casa-dinastía.  ¿Cuál  sería  esta  casa-dinastía?  La  casa  de  David,  de la cual nacería Jesús, lugarnuevo y definitivo de la presencia de Dios. El evangelio de hoy nos presenta la realización de la vieja promesa:un ángel se aparece a María, virgen de la estirpe de David, y le anuncia que tendrá un Hijo a quien "el SeñorDios le dará el trono de David, su padre..., y su reino no tendrá fin".

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Tal es el misterio que, al decir de San Pablo en la epístola de hoy, fue mantenido en secreto durante siglos, yque ahora, por fin, se manifiesta. "El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá consu sombra. Por eso el niño será santo y se le llamará Hijo de Dios", hemos oído al ángel de la anunciación. Y larespuesta  de  María:  "He  aquí  la  esclava  del  Señor,  hágase en mí según tu palabra". Admirable conjunción delcielo y de la tierra, de lo divino y de lo humano, del Espíritu que desciende de lo alto, cual rocío de Dios, y delseno  de  María  que  representa  la  tierra  hecha  fecunda,  verdadera  Tierra  prometida  de  donde  nacería  elSalvador.

La  Virgen  ocupa,  así,  un  papel  capital  en  relación  a  la  primera  venida de Jesús. En vísperas del nacimientodel Salvador, María resume y encarna en sí la anhelosa espera de los veinte siglos que precedieron a Jesús. O,si se quiere, pone el broche final a ese largo período de expectación que fue el Antiguo Testamento, ya que enella  convergen  todos  los  preludios  y  las  figuras,  todas  las  gracias  y  las  inspiraciones  que habían jalonado lahistoria  del  pueblo  elegido.  En  ella  se  concentra,  por  así  decir,  todo  el  Antiguo  Testamento  en su aspiraciónmás ardiente, en su preparación más acabada para la venida del Señor. En ella se cumple de manera admirableel  mensaje  premonitor  del  Bautista:  "que  los  valles  se  levanten,  que  los  montes  se  abajen, que lo torcido seenderece, y lo escabroso se iguale", para que quede expedito el camino al Salvador que se acerca.

El  plan  que  Dios  se  había  propuesto  en  el  Antiguo  Testamento  era  el  de  ir  educando a un pueblo rudo,interesado,  temporalista  y  carnal,  para  hacerlo  poco  a  poco  capaz  de  recibir  la  salvación.  Fue  una larga,progresiva y paciente obra de educación. Pues bien, toda esa educación culmina en el corazón de la SantísimaVirgen; si por una parte se puede decir que su alma escapa al tiempo y es, en cieno sentido, como un retazo deeternidad,  también  es  lícito  afirmar  que  ella  fue  preparada  por  toda  la  educación  de su raza: María es la flormaravillosa,  el  fruto  maduro  que  brota  de  Israel,  el  término  de  esa  acción misteriosa del Espíritu Santo en elalma  de  los  profetas  y  especialmente  de  las  santas  del  pueblo  elegido.  Todo  lo  que  se  realizó en el alma deRaquel, en el alma de Rebeca, en el alma de Sara y en el alma de Rut, en las almas de todas esas mujeres delAntiguo Testamento, confluye en el alma de María. Del interior de Nuestra Señora se puede decir con verdadque  "los  valles  se  levantan  y  los  montes  se  abajen".  Ella  es  verdaderamente  aquella  sobre la cual el Señorpodrá caminar sin lastimar sus pies.

¿Cuál era esa educación que había que dar a Israel, y por Israel a la humanidad toda, para llevarlo a ser talque  el  Señor  pudiera  poner  sobre  él  sus  pies?  Ante  todo  había  que  darle  el  sentido  de  Dios.  Aquel  pueblo,desposado por Dios, tenía tendencia a irse tras los ídolos de los pueblos vecinos. Por eso el Señor le reprochóincansablemente  sus  infidelidades  de  esposa  adúltera.  Esa  lenta  educación  de  Israel  floreció  en  María, tanadmirablemente poseída del sentido de Dios. A las infidelidades de Israel sucede la fidelidad de María: ella esla virgo fidelis,  la  virgen  inmaculada,  la  esposa  que  siempre  respondió  con fidelidad a la fidelidad de Dios. Ensegundo  lugar,  Dios  quiso  formar  a  Israel  a  lo  largo  de  los  siglos enseñándole a comprender el misterio de lagracia. El pueblo elegido buscaba preponderantemente los bienes materiales, la tierra que mana leche y miel,la  prosperidad  en  este  mundo.  Dios  fue  educando  a  ese  pueblo:  al  principio  le  concedió ciertas ventajasterrenas, pero luego le fue quitando esos bienes para que aprendiera a no poner en ellos su confianza ya queera  otra  cosa  —y  muy  superior—lo  que  soñaba  para  él,  para  que  se  preparara  a  entender  el  misterio  de laCruz, para que aprendiera a vaciarse de sí mismo y a llenarse de Dios. En María contemplamos el éxito de estaeducación  divina.  De  ella  dice  San  Bernardo  que  lo  único  que  pidió fue la gracia. Ella quiso la gracia, no quisosino  la  gracia,  comprendió  que  era  lo  único  que  contaba,  lo  único  necesario.  Y  fue,  así,  "llena de gracia". Nobuscó prosperidad material, ni ventajas terrenas; supo aceptar la Cruz: estuvo de pie junto a la cruz de su Hijo,identificada con El.

María  es,  pues,  el  triunfo  plenario  de  la  educación  proyectada  por  Dios,  el  broche  de  oro  de  ese largotiempo de expectación que es el Antiguo Testamento. Durante nueve meses Dios se abrigó en su seno, nuevemeses  que  condensan  la  secular espera veterotestamentaria.  Nueve  meses  de  expectativa,  nueve meses deadviento.  Nadie  como  ella  ha  esperado,  deseado  y  preparado  el  nacimiento  del  Señor.  Ninguno, pues, comoella, está calificado para introducimos mejor en el misterio de la Navidad.

Porque,  como  sabemos,  no  todo  terminó  con  el  nacimiento  visible  de  Jesús  en la cueva de Belén. Cristosigue  naciendo  en  las  almas,  en  cada  alma.  Si  bien  es  cierto  que  ya  Jesús  ha  venido,  también  es  cierto que

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siempre  sigue  siendo  el  que  debe  venir.  Ya  ha  venido,  pero  aún  no  del  todo.  Si  es  verdad  que  la espera deIsrael quedó sustancialmente satisfecha, no lo es menos que esa espera, en cierto modo, todavía hoy subsiste.Siempre estamos de alguna manera en Adviento, en espera de la venida de Jesús. Ya ha venido. Pero aún nose ha manifestado del todo. No se ha manifestado de manera plena en nuestros corazones, ni en la humanidaden su conjunto. Así como Jesús nació según la carne en Belén, deberá primero renacer espiritualmente en cadauno  de  nosotros.  Hay  una  Navidad  perpetua  de  Jesús  en  nosotros,  que  es  todo el misterio de nuestra vidaespiritual. Siempre debemos dejar que Jesús nazca en nuestro interior, siempre debemos permitirle que allí searraigue y crezca, aceptando las disposiciones de su corazón, su doctrina, sus criterios; porque ser cristiano estransformarse poco a poco en Jesucristo, hasta que se cumpla aquello de San Pablo: "Ya no vivo yo, sino queCristo  vive  en  mí".  Asimismo,  mirando  a  toda  la  humanidad,  advertimos  que  Jesús  no  ha venido aunplenamente; no ha llegado todavía a todas las naciones ni a todos los estamentos de la sociedad. Hay franjasenteras  de  la  humanidad  en  las  cuales  Jesús  aún  no  ha  nacido.  Cristo  místico  no es todavía total, aún estámutilado, incompleto, y lo seguirá estando hasta que no llegue a ser todo en todos.

Pues  bien,  lo  que  hemos  dicho  al  referimos  a  la  preparación  del  nacimiento  de  Jesús  según la carne, valetambién  para  el  nacimiento  espiritual  de  Jesús  en  nuestras  almas  y  en  la  sociedad.  Así  como  María  jugó  unpapel  eminente  en  el  nacimiento  físico  de  Jesús,  puesto  que  le  dio  su  carne  y  su  sangre,  así continúa hoyjugando un papel sustancial en el nacimiento espiritual de Jesús en las almas y en el orden temporal. María essiempre la que prepara la venida de Jesús, la que engendra progresivamente a Jesús. Péguy confesaba que nopodía  decir:  "Padre  nuestro"  pero  sin  embargo  se  animaba  a  decir:  "Ave  María".  Es  justo, porque paraatreverse a decir "Padre nuestro" se requiere una disposición filial, de gracia; en cambio, aun careciendo de taldisposición,  se  puede  decir:  "Ave  María",  porque  cabe  una  presencia  de  Nuestra  Señora allí donde Jesús y lagracia todavía no están presentes. De ahí que se dé una relación misteriosa entre María y los pecadores; es loque  instintivamente  advierten  éstos  cuando,  al  no  sentirse  con  ánimo  para  dirigirse  directamente  a  Jesús,recurren  a  María.  La  teología  distingue,  junto  a  la  gracia  santificante,  lo  que  llama  la  gracia  preveniente,  esdecir, que aun cuando alguno no esté en estado de gracia, no es sin embargo extraño a toda gracia: hay graciaspara los que aún no están en gracia y son precisamente las gracias que los preparan a la Gracia, porque si nohubiese  gracias  que  los  predispusiesen  para  la  Gracia  nunca  podrían  llegar  a  ella. Comparable a tales graciaspreparatorias  es  el  papel  de  María.  Ella  es  la  gracia  allí  donde  aún no está la Gracia, la gracia que previene yque prepara.

Venida,  pues,  de  Cristo,  en  la  realidad  de  su  carne.  Venida de Cristo en el interior de nuestros corazones yen seno de las sociedades. Pero falta una última venida, la del fin de los tiempos. Porque si bien es cierto queJesús está hoy activo en la Iglesia, lo está de una manera escondida, oscura y misteriosa. Todavía su reino no seha  manifestado  en  el  esplendor  de  su  gloria.  Y  así  como  María preparó la venida carnal de su Hijo, y preparasiempre de nuevo su venida espiritual en nuestras almas y en el orden temporal, también ella se encargará —ya se está encargando— de preparar la venida final, su Parusía gloriosa. María llena con su santa presencia elespacio  que  separa  Pentecostés  de  la  Parusía,  así  como  llenó  con  su  presencia  el  espacio  que separó laAscensión  de  Pentecostés.  Este  gran  espacio  de  tiempo  en  el  cual  estamos  actualmente  —el  tiempo de laIglesia—,  es  también  una  especie  de  período  de  adviento.  Y  de  hecho,  a  lo  largo de los siglos, la Iglesia hareconocido  la  presencia  constante  de  la  Santísima  Virgen,  como  lo  prueba  el  reconocimiento  de los diversosdogmas  marianos,  desde  su  Maternidad  divina  hasta  su  Asunción  gloriosa  a  los  cielos.  Y  María misma seencarga  de  recordárnoslo  con  sus  apariciones,  frecuentes  sobre  todo  en  estos últimos tiempos, en Lourdes,Fátima, etc.Pronto  nos  vamos  a  acercar  a  recibir  la  Sagrada  Eucaristía.  Desde  ya  pidamos  a  María, a Nuestra Señora delAdviento, que así como preparó el nacimiento de su Hijo en Belén, y prepara también la venida final del Señoren gloria, se encargue ahora de preparar esta nueva venida de Jesús a nuestra alma por la comunión. SAENz A.,PAlAbRA y Vida, Ciclo b, Segundo Domingo de Adviento,Gladius Buenos Aires 1993, 2126

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Santos Padres

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San Bernardo

SOBRE LA EXCELENCIA DE LA VIRGEN MADRE

(II)

3.

1. Me agrada usar de las palabras de los santos siempre que oportunamente se pueden adaptar a los asuntos quetrato, para que así se hagan más gratas, a lo menos por la belleza de los vasos, las cosas que en mis discursospresento al lector. Pero, por comenzar ahora con las expresiones del profeta, ¡ay de mí! , no a la verdad al mododel profeta, porque callé, sino porque he hablado, pues mis labios son impuros. ¡Ay! ¡Cuántas cosas vanas,cuántas cosas falsas, cuántas cosas torpes me acuerdo haber vomitado por esta misma asquerosísima boca mía, enque ahora presumo tratar palabras celestiales! Mucho terno que esté cerca aquel momento en que haya de oír queme dicen: ¿Cómo cuentas tú mis justicias y tomas mi testamento en tu boca? Ojalá que a mí también me trajerandel soberano altar, no una sola ascua, sino un globo grande de fuego que consumiese enteramente la mucha einveterada inmundicia de mi sucia boca, a fin de hacerme digno de repetir con mi expresión, tal cual ella sea, losgratos y castos coloquios del ángel con la Virgen y la respuesta de la Virgen al ángel. Dice, pues, el evangelista:Y habiendo entrado el ángel a ella, sin duda a María, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo.¿Adónde entró a ella? Juzgo que al secreto de su casto aposento, en donde quizá, cerrada la puerta sobre sí, estabaen lo oculto orando al Padre. Suelen los ángeles estar presentes a los que oran y deleitarse en los que ven levantarsus puras manos en la oración; se alegran de ofrecer a Dios el holocausto de la devoción santa como inciensoagradable al cielo. Cuánto habían agradado las oraciones de María en la presencia del Altísimo, lo indica el ángelsaludándola con tanta reverencia. Ni fue dificultoso al ángel penetrar en el secreto aposento de la Virgen, puespor la sutileza de su substancia tiene la natural propiedad de que ni las cerraduras de hierro le pueden estorbar laentrada a cualquiera parte que su ímpetu le lleve. No resisten a los angélicos espíritus las paredes, sino que lesceden todas las cosas visibles; y todos los cuerpos, por más sólidos o densos que sean, están francos y penetrablespara ellos. No se debe, pues, sospechar que encontrase el ángel abierta la puertecita de la Virgen, cuyo propósitoera evitar la concurrencia de los hombres y huir de sus conversaciones; para que así, o no fuese perturbado elsilencio de su oración, o no fuese tentada su castidad, de que hacía profesión. Por tanto, había cerrado sobre sí suhabitación en aquella hora la Virgen prudentísima, pero a los hombres, no a los ángeles; por consiguiente, aunquepudo entrar el ángel donde estaba, pero a ninguno de los hombres era la entrada fácil.

2. Habiendo, pues, entrado el ángel a María, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Leemos enlos Actos de los Apóstoles que San Esteban estuvo lleno de gracia y que los apóstoles también estuvieron llenosdel Espíritu Santo; pero muy diferentemente que María; porque, a más de otras razones, ni en aquél habitó laplenitud de la divinidad corporalmente, como habitó en María, ni estos concibieron del Espíritu Santo, comoMaría. Dios te salve, dice, llena de gracia, el Señor es contigo. ¿Qué mucho estuviera llena de gracia, si el Señorestaba con ella? Lo que más se debe admirar es cómo el mismo que había enviado el ángel a la Virgen fuehallado con la Virgen por el ángel. ¿Fue Dios más veloz que el ángel, de modo que con mayor ligereza seanticipó a su presuroso nuncio para llegar a la tierra? No hay que admirar, porque estando el Rey en su reposo, elnardo de la Virgen dio su olor y subió a la presencia de su gloria el perfume de su aroma y halló gracia en losojos del Señor, clamando los circunstantes: ¿Quién es esta que sube por el desierto como una columnita de humoformada de perfumes de mirra e incienso? Y al punto el Rey, saliendo de su lugar santo, mostró el aliento de ungigante para correr el camino; y, aunque fue su salida de lo más alto del cielo, volando en su ardentísimo deseo,se adelantó a su nuncio, para llegar a la Virgen, a quien había amado, a quien había escogido para sí, cuyahermosura había deseado. Al cual, mirándole venir de lejos, dándose el parabién y llenándose de gozo, le dice laIglesia: Mirad cómo viene éste saltando en los montes, pasando por encima de los collados.

3. Más con razón deseó el Rey la hermosura de la Virgen, pues había puesto por obra todo lo que mucho anteshabía sido amonestada por David, su padre, que la decía: Escucha, hija, y mira; inclina tu oído y olvida tu puebloy la casa de tu padre. Y si esto haces, deseará el Rey tu hermosura. Oyó, pues, y vio; no como algunos, queoyendo no oyen y viendo no entienden, sino que oyó y creyó; vio y entendió. Inclinó su oído a la obediencia y sucorazón a la enseñanza, y se olvidó de su pueblo y de la casa de su padre; porque ni pensó en aumentar su pueblo

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con la sucesión ni intentó dejar herederos a la casa de su padre, sino que todo el honor que pudiera tener en supueblo, todo lo que pudiera tener de bienes terrenos por sus padres, lo abandonó como si fuera basura, para ganara Cristo. Ni la engañó su pensamiento, pues logró, sin violar el propósito de su virginidad, tener a Cristo por hijosuyo. Con razón se llama llena de gracia, pues tuvo la gracia de la virginidad; y, a más de eso, consiguió la gloriade la, fecundidad.

4. Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. No dijo el ángel: el Señor está en ti, sino: el Señor escontigo; porque, aunque Dios está igualmente en todas partes por su simplicísima substancia, con todo eso, estáde diferente modo en las criaturas racionales que en las demás; y en aquellas mismas todavía de otra suerte en losbuenos que en los malos, por su eficacia. De tal modo sin duda está en las criaturas irracionales, que no puedecaber en ellas; en las racionales puede caber por el conocimiento, pero sólo halla cabida en los buenos por elamor. Así, sólo en los buenos está de tal manera, que también está con ellos por la concordia de la voluntad;porque, cuando sujetan de tal modo sus voluntades a la justicia, que no es indecente a Dios querer lo que ellosquieren, por lo mismo que no se apartan de su voluntad, se juntan a sí mismos con especialidad a Dios. Más,aunque de esta suerte está en todos los santos, particularmente está con María, con la cual tuvo tanta concordia,que juntó a sí mismo no sólo su voluntad, sino su misma carne también; y de su substancia y de la de la Virgenhizo un solo Cristo o, diciendo mejor, se hizo un solo Cristo; el cual, aunque ni todo de la substancia de Dios nitodo de la substancia de la Virgen, sin embargo, todo es de Dios y todo de la Virgen; no siendo por eso dos hijos,sino sólo un hijo de uno y de otro. Dice, pues: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. No solamente elSeñor Hijo es contigo, al cual distes tu carne, sino también el Señor Espíritu Santo, de quien concibes; y el SeñorPadre, que engendró al que tú concibes. El Padre, repito, es contigo, que hace a su Hijo tuyo también. El Hijo escontigo, quien, para obrar en ti este admirable misterio, se reserva a sí con un modo maravilloso el arcano de lageneración y a ti te guarda el sello virginal. El Espíritu Santo es contigo, pues con el

Padre y con el Hijo santifica tu seno. El Señor, pues, es contigo.

5. Bendita tú eres entre las mujeres. Quiero juntar a esto lo que añadió Santa Isabel a estas mismas palabras,diciendo: Y bendito es el fruto de tu vientre. No porque tú eres bendita es bendito el fruto de tu vientre, sinoporque él te previno con bendiciones de dulzura, eres tú bendita. Verdaderamente es bendito el fruto de tuvientre, pues en él son benditas todas las gentes; de cuya plenitud también recibiste tú con los demás, aunque deun modo más excelente que los demás. Por tanto, sin duda eres tú bendita, pero entre las mujeres; mas él esbendito, no entre los hombres, no entre los ángeles precisamente, sino como quien es, según habla el Apóstol,sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Suele llamarse bendito el hombre, el pan bendito, bendita lamujer, bendita la tierra y las demás cosas en las criaturas que están benditas; pero singularmente es bendito elfruto de tu vientre, siendo él, sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos.

6. Bendito, pues, es el fruto de tu vientre. Bendito en el olor, bendito en el sabor, bendito en la hermosura. Lafragancia de este odorífero fruto percibía aquel que decía: El olor que sale de mi Hijo es semejante al de uncampo lleno que el Señor colmó de sus bendiciones. ¿No será bendito aquel a quien colmó de sus bendiciones elSeñor? Del sabor de este fruto, uno que le había gustado, eructaba de este modo, diciendo: Gustad y ved quésuave es el Señor»; y en otra parte: ¡Qué grande es, Señor, la abundancia de tu dulzura, que has escondido yreservado para los que te temen! Y otro también: Si es que habéis gustado que es dulce el Señor. Y el mismofruto de sí mismo, convidándonos a sí: El que me come, dice, tendrá todavía hambre; y el que me bebe, tendrátodavía sed. Sin duda decía esto por la dulzura de su sabor, que gustado excita el apetito. Buen fruto el que escomida y bebida a un tiempo para las almas que tienen hambre y sed de la justicia. Oíste ya su olor, oíste susabor, oye también su hermosura; porque, si aquel fruto de muerte no sólo fue suave para comerse, sino también,por testimonio de la Escritura, agradable a la vista, ¿cuánto más cuidadosamente debemos informarnos de lavivificante hermosura de este fruto vital, en quien, por testimonio igualmente de la Escritura, desean mirar losángeles mismos? Cuya belleza miraba en espíritu y deseaba ver en el cuerpo aquel que decía: De Sión viene elesplendor de su hermosura. Y, porque no te parezca que alababa una belleza mediana solamente, acuérdate de loque tienes escrito en otro salmo: Tú sobrepasas en belleza a todos los hijos de los hombres; la gracia estáderramada en tus labios; por eso Dios te bendijo para siempre.

7. Bendito, pues, el fruto de tu vientre, al cual bendijo Dios para siempre; por cuya bendición también eres

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bendita tú entre las mujeres, porque no puede un árbol malo llevar un fruto bueno. Bendita tú, vuelvo a decir,entre las mujeres, pues te libraste de la general maldición en que se dijo: En tristeza darás a luz los hijos; y nomenos de aquella que se siguió: Maldita la estéril en Israel; y conseguiste una especial bendición, por la cual nipermaneces estéril ni das a luz con dolor. ¡Dura necesidad y yugo grave que oprime a todas las hijas de Eva! Sidan a luz son atormentadas con los dolores; si no dan a luz, son maldecidas. ¿Qué harás, virgen, que oyes esto yque lees esto? Si deseas tener parto, serás afligida entre angustias; si permaneces estéril, serás maldecida. ¿Quéescoges, Virgen prudente? Por todas partes, dice, me cercan angustias. Sin embargo, mejor es para mí incurrir enla maldición y permanecer casta, que concebir primero por la concupiscencia lo que después justamente había dedar a luz con dolor. Por esta parte, aunque veo la maldición, pero no el pecado; mas por la otra veo el pecado yjuntamente el tormento. En fin, ¿esta maldición es más que el improperio de los hombres? No por otra cosa sellama la estéril maldita, sino porque los hombres la improperarán y despreciarán como inútil e infructuosa enIsrael. Pero para mí nada importa que desagrade a los hombres, como pueda presentarme a Cristo Virgen casta.¡Oh Virgen prudente! ¡Oh Virgen devota! ¿Quién te enseñó que agradaba a Dios la virginidad? ¿Qué ley, quérito, qué página del Viejo Testamento manda o aconseja y exhorta a vivir en la carne castamente y a tener unavida propia de los ángeles de la tierra? ¿En dónde has leído, Virgen devota, que la sabiduría de la carne esmuerte; y no queráis contentar vuestra sensualidad satisfaciendo a sus deseos? ¿En dónde has leído de lasvírgenes que cantan un nuevo cántico que ningún otro puede cantar y que siguen al Cordero adondequiera quevaya? ¿En dónde has leído que son alabados los que se hicieron continentes por el reino de Dios? ¿En dónde hasleído: Aunque vivimos en la carne, nuestra conducta no es carnal? y ¿aquel que casa a su hija, hace bien; y aquelque no la casa, hace mejor? ¿Dónde has oído: Quisiera que todos vosotros permanecierais en el estado en que yome hallo; y bueno es para el hombre si así permaneciere, como yo le aconsejo? En cuanto a las vírgenes, dice, nohe recibido precepto del Señor, pero doy consejo. Mas tú, no digo precepto, pero ni consejo, ni ejemplo tenías,sino que la interior moción de Dios te lo enseñaba todo, y su palabra viva y eficaz, haciéndose primero tu maestroque hijo tuyo, instruyó antes tu mente, que se vistió de tu carne. Haces voto, pues, de presentarte a Cristo virgen,sin saber que está reservado para ti ser Madre. Escoges ser despreciable en Israel e incurrir en la maldición de laesterilidad para agradar a aquel Señor en cuyos ojos obras lo más perfecto; y mira cómo la maldición se trueca enbendición y la esterilidad se recompensa con la fecundidad.

8. Abre, Virgen, el seno, dilata el regazo, prepara tus castas entrañas, pues va a hacer en ti cosas grandes el que estodopoderoso, en tanto grado, que en vez de la maldición de Israel te llamarán bienaventurada todas lasgeneraciones. No tengas por sospechosa, Virgen prudentísima, la fecundidad; porque no disminuirá tu integridad.Concebirás, pero sin pecado; estarás embarazada, pero no cargada; darás a luz, pero no con tristeza; no conocerásvarón y engendrarás un hijo. ¿Qué hijo! De aquel mismo serás Madre de quien Dios es Padre. El hijo de lacaridad paterna será la corona de tu castidad; la sabiduría del corazón del Padre será el fruto de tu virgíneo seno;a Dios, en fin, darás a luz y concebirás de Dios. Ten, pues, ánimo, Virgen fecunda, madre intacta, porque no serásmaldecida jamás en Israel ni contada entre las estériles. Y si con todo eso el Israel carnal te maldice, no porque temire estéril, sino porque sienta que seas fecunda; acuérdate que Cristo también sufrió la maldición; el mismo quea ti, que eres su madre, bendijo en los cielos; pero aun en la tierra igualmente eres bendecida por el ángel, y portodas las generaciones de la tierra eres llamada, con razón, bienaventurada. Bendita, pues, eres tú entre lasmujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

9. La cual, habiendo oído tales palabras, se turbó y estaba entre sí pensando en la salutación. Suelen las vírgenesque verdaderamente aman la virginidad estar siempre temerosas y nunca seguras; y para precaverse de lo que enrealidad es temible, suelen temer aun en aquello que no tiene riesgo, considerando que llevan un tesoro preciosoen un vaso de barro y que es muy arduo vivir como los ángeles entre los hombres, conducirse en la tierra al tenorde los que habitan en el cielo y guardar en el cuerpo frágil la pureza del celibato. Por consiguiente, al ver unacosa nueva o repentina, sospechan asechanzas y piensan que todo se maquina contra ellas. Por eso María se turbóa las palabras del ángel; turbóse, mas no se perturbó. Me turbé, dice el profeta, y no hablé, sino que medité losdías antiguos y tuve en mi pensamiento los años eternos. A este modo María se turbó y no habló, sino quepensaba entre sí qué salutación sería ésta. Haberse turbado fue pudor virginal; no haberse perturbado, fortaleza;haber callado y pensado, prudencia. Estaba entre sí pensando en la salutación. Sabía esta Virgen prudente quemuchas veces Satanás se transforma en ángel de luz; y, porque era humilde y sencilla, no esperaba cosa semejantede un ángel santo; y por eso pensaba entre sí qué salutación sería ésta.

10. Entonces el ángel, mirando a la Virgen y advirtiendo facilísimamente que revolvía en su corazónpensamientos varios, la consuela en sus temores, la ilustra y fortalece en sus dudas, y llamándola familiarmente

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por su propio nombre, blanda y benignamente la persuade que no tema: No temas, dice, María, porque hallastegracia en los ojos de Dios. Nada hay aquí de dolo, nada de engaño, no sospeches fraude, no receles algunaasechanza: no soy hombre, soy espíritu y ángel de Dios, no de Satanás. No temas, María, porque hallaste graciaen los ojos de Dios. ¡Oh, sí supieras cuánto agrada a Dios tu humildad y cuánta es tu privanza con El ¡ No tejuzgarías indigna de que te saludase y obsequiase un ángel! ¿Por qué has de pensar que te, es indebida la graciade los ángeles, cuando has hallado gracia en los ojos de Dios? Hallaste lo que buscabas, hallaste lo que antes de tininguno pudo hallar, hallaste gracia en los ojos de Dios. ¿Qué gracia? La paz de Dios y de los hombres, ladestrucción de la muerte, la reparación de la vida. Esta es la gracia que hallaste en los ojos de Dios. Y ésta es laseñal que te dan para que te persuadas que has hallado todo esto: Sabe que concebirás en tu seno y darás a luz unhijo, a quien llamarás Jesús. Entiende, Virgen prudente, por el nombre del hijo que te prometen, cuán grande yqué especial gracia has hallado en los ojos de Dios. Y le llamarás Jesús. La razón y significado de este nombre sehalla en otro evangelista, interpretándole el ángel así: Porque El salvará a su pueblo de sus pecados.

11. De dos leo que precedieron con el nombre de Jesús en figura de este de quien ahora tratamos; y ambosmandaron a los pueblos; de los cuales el uno sacó a su pueblo de Babilonia y el otro introdujo al suyo en la tierrade promisión. Y estos mismos sin duda defendieron de sus enemigos a los pueblos que gobernaban; pero, ¿porventura, les salvaron de sus pecados? Mas este nuestro Jesús salva a su pueblo de sus pecados y le introduce en latierra de los vivientes, porque El salvará a su pueblo de sus pecados. ¿Quién es éste, que también perdona lospecados? Ojalá que también se digne el Señor Jesús contarme a mí, pecador, en su pueblo para salvarme de mispecados. Dichoso verdaderamente el pueblo de quien es su Dios este Señor Jesús, pues El salvará a su pueblo desus pecados. Pero recelo que muchos profesen ser de su pueblo, y que, sin embargo, Él no los tenga por pueblosuyo; recelo que a muchos que parecen ser los más religiosos entre su pueblo, diga El mismo alguna vez: Estepueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Sabe el Señor Jesús los que son suyos, sabe losque escogió desde el principio. ¿Por qué me llamáis, dice, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo os digo? ¿Quieressaber si perteneces a su pueblo, o, más bien, quieres ser de su pueblo? Haz lo que te manda en el Evangelio elSeñor Jesús, lo que manda en la ley, lo que manda por los profetas, lo que manda por sus ministros que tiene enla Iglesia; obedece a tus prelados, que son vicarios suyos, no sólo a los buenos y modestos, sino a los que sonásperos y duros; aprende del mismo Jesús a ser manso y humilde de corazón; y serás de aquel verdadero pueblosuyo que El escogió por su heredad; serás de aquel estimable pueblo suyo a quien el Señor de los ejércitosbendijo diciendo: Tú eres obra de mis manos, y mi heredad, Israel; de quien, para que acaso no sigas al Israelcarnal, asegura con su testimonio: Un pueblo que yo no había conocido se ha sujetado a mí; me ha obedecido alpunto que oyó mi voz.

12. Pero oigamos lo que siente el mismo ángel de aquel a quien pone tal nombre aun antes de ser concebido.Dice, pues: Este será grande y será llamado hijo del Altísimo. Con razón se dice que será grande el que mereceráser llamado hijo del Altísimo. ¿Por ventura no es grande aquel cuya grandeza no tiene fin? ¿Y quién es tangrande, dice, como nuestro Dios? Grande es enteramente el que es tan grande como el Altísimo, pues él tambiénes Altísimo. No juzgará el hijo del Altísimo que es una usurpación en él ser igual al Altísimo. Con razón diremosque lo debía juzgar usurpación y robo en sí mismo aquel que, habiendo sido formado ángel de la nada,comparándose, lleno de soberbia, a su Hacedor, pretendía robar lo que es propio del Hijo de Dios; el cual, sinduda, según su forma y naturaleza divina, no fue hecho, sino engendrado de Dios. Pues Dios Padre Altísimo,aunque es omnipotente, no pudo, con todo eso, o hacer una criatura igual a sí mismo o engendrar un hijo quefuese desigual. Así hizo grande al ángel, pero no tanto como es El; y, por consiguiente, no le hizo altísimo.Solamente ni lo reputa usurpación ni lo tiene por injuria que el Unigénito, a quien no hizo, sino que engendróomnipotente, siendo El omnipotente; altísimo, siendo El altísimo; coeterno, siendo El eterno, se compare en todoa El mismo. Con razón, pues, será éste grande, pues será llamado hijo del Altísimo.

13. Pero ¿por qué dice que será, y no dice más bien que es grande el que, siempre igualmente grande, no tieneadonde crecer, ni después de su concepción ha de ser mayor que sea o haya sido antes? ¿Acaso se dice que será,porque El mismo, que era Dios grande, ha de ser grande hombre? Bien se dice, pues: Este será grande. Grandehombre, grande doctor, grande profeta. De Él se dice en el Evangelio: Un profeta grande ha parecido en medio denosotros; y por otro profeta menor que él es prometido igualmente como un profeta grande que había de venir:Mira, dice, que vendrá un profeta grande y él mismo renovará a Jerusalén. Y tú, a la verdad, ¡oh Virgen!, darás aluz un párvulo, criarás un párvulo, darás de mamar a un párvulo; pero al verle párvulo, contémplale grande. Serágrande, porque el Señor le engrandecerá delante de los reyes, de modo que todos los reyes le adorarán, todas las

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gentes, le servirán. Engrandezca, pues, tu alma también al Señor, porque será grande y será llamado hijo delAltísimo. Grande será y liará cosas grandes el que es poderoso

y su nombre santo. ¿Qué nombre más santo que llamarse hijo del Altísimo? Sea también engrandecido pornosotros, que somos párvulos. El Señor grande, que, por hacernos grandes, se hizo párvulo. Un párvulo, dice elprofeta, nació para nosotros y un párvulo nos han dado. Para nosotros, repito, no para sí; pues, nacido de suEterno Padre más noblemente antes de los tiempos, no necesitaba nacer de una Madre en el tiempo. No para losángeles tampoco, que poseyéndole grande no le solicitaban párvulo. Para nosotros, pues, nació, a nosotros nos lehan dado, porque para nosotros era necesario.

14. Empleemos ya al que nació para nosotros y fue dado a nosotros en lo que es el fin porque nació y nos fuedado. Usemos del que es nuestro en utilidad nuestra, saquemos del Salvador la salud. He ahí que el párvulo estápuesto en medio de nosotros. ¡Oh párvulo deseado de los párvulos! ¡Oh verdaderamente párvulo, pero en lamalicia, no en la sabiduría! Procuremos hacernos como este párvulo, aprendamos de El a ser mansos y humildesde corazón; no sea que el grande Dios se haya hecho sin fruto hombre pequeño, no sea que en balde haya muerto,no sea que inútilmente haya sido crucificado por nosotros. Aprendamos su humildad, imitemos su mansedumbre,apreciemos su amor, tomemos parte en sus penas, lavémonos en su sangre. Ofrezcámosle a El mismo comovíctima por nuestros pecados, pues para esto nació y nos fue dado a nosotros. Ofrezcámosle a los ojos de suPadre, ofrezcámosle a los suyos mismos, porque el Padre no perdonó a su propio Hijo, sino que por nosotros leentregó; y el mismo Hijo se abatió hasta tal extremo, que tomó la forma de esclavo. El mismo entregó su vida a lamuerte y fue puesto en el número de los malhechores; y El mismo llevó sobre sí los pecados de muchos y oró porlos violadores de la ley para que no pereciesen. No pueden perecer aquellos por quienes el Hijo ruega que noperezcan, por quienes el Padre entregó su Hijo a la muerte para que vivan. Debemos esperar el perdón de ambosigualmente; en los cuales es igual la misericordia en su piedad, igual en la voluntad el poder; una mismasubstancia en la deidad; en la cual, juntamente con el Espíritu Santo, vive y reina Dios por los siglos de los siglos.Amén.

SAN BERNARDO, Sobre la excelencia de la Virgen Madre, III, 114

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Aplicación

P. José A. Marcone, I.V.E.

 

La vocación de María

En este texto hay algo muy importante: ciertamente que es una ‘Anunciación’, un ‘anuncio’, a través delcual María conoce el nacimiento y el destino de su hijo Jesús. Pero no es solamente el hecho de conocer elnacimiento y destino de Jesús sino que, además, María es llamada y hecha capaz de llegar a ser la madre de estehijo. Se trata de una verdadera y propia vocación.

Esto se aclara y confirma si comparamos la Anunciación a María con el anuncio del nacimiento de JuanBautista a Zacarías. Allí también hay un anuncio pero no hay una misión especial confiada a Zacarías respecto deJuan, al punto que aún cuando Zacarías responde con cierta duda (por eso queda mudo) el anuncio del ángel secumplirá y se cumplió. Es decir, no hay una vocación de Zacarías. Hay una anunciación del nacimiento pero nohay una vocación. En la Anunciación a María sí hay, junto con la anunciación, una vocación.

Esto también se aclara si comparamos la Anunciación con los grandes llamados de la historia bíblica,

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como Jacob, Moisés, Josué, Gedeón, David o el mismo Samuel, cuya respuesta al Señor se parece mucho a la deMaría: “Aquí estoy, Señor” (1Sam.3,4ss). María, al igual que estos grandes llamados, recibió una misión y unatarea especial por el bien del pueblo de Dios.

La Anunciación entonces es la vocación de María. Viendo esta vocación y la respuesta de la que ha sidollamada nos será más fácil reconocer nuestra vocación y nuestra respuesta a esa vocación.

1. El marco de la llamada

En las mismas palabras con que el ángel saluda a María queda ya definido como el marco de su vocación oel telón de fondo de su vocación, aquello que le va a dar la tonalidad, el color, el tono a esta vocación. El ángel ledice: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Entonces el tono de la vocación de María es: alegría,gracia y ayuda de Dios. Aquí se cumple a la perfección lo que S. Ignacio de Loyola dice acerca de la consolación[6]

.

1.a La palabra propia con que el Ángel saluda a María no es, como comúnmente se la traduce, ‘Dios tesalve’, ‘Te saludo’. En primer lugar, porque la palabra griega que usa San Lucas es chaire, un imperativo delverbo chairo, que significa gozarse, alegrarse. Por lo tanto, la traducción adecuada sería: alégrate, gózate.Además, porque está en consonancia con el talante y la tarea del mensajero de Dios en los inicios de la vida deJesús: siempre trae alegría. Además de aquí, también en 1,14 cuando anuncia a Zacarías el nacimiento de JuanBautista, dice: “Será para ti gozo (chará) y alegría (agallíasis), y muchos se gozarán (charésontai) en sunacimiento”. También cuando ya ha nacido Jesús (2,10) el ángel dice a los pastores: “Os anuncio una gran alegría(charán) que lo es también para todo el pueblo: os ha nacido (...) un salvador”. Así desde el inicio del llamado deDios a María todo está como empapado de alegría, gozo y regocijo. El ángel le dice a María que la única reacciónadecuada ante este llamado de Dios, ante esta vocación es la alegría, aún cuando todavía no sepa los detalles delo que Dios le va a pedir.

Ahora, es curioso que dentro de todas las reacciones que se narran de María, que son varias (se conturbó,se preguntaba el significado, pide una explicación de cómo se hará, acepta con fe) no se dice que se hayaalegrado. Recién se dice que explotó de alegría cuando se encuentra con su pariente Isabel. Lo mismo puedepasarnos a nosotros con nuestra vocación: puede costarnos mucho el sacrificio de dejar todo por Cristo y noprovocar inmediatamente una alegría sensible, pero en la fidelidad diaria a esa vocación se encuentra la alegríacompleta. La alegría es lo que hace reconocible la llamada de parte de Dios, es uno de los signos que garantizaque esa vocación viene de Dios.

Este ‘alégrate’ que el Ángel dice a María es un imperativo que conserva su naturaleza a pesar del dolor.Muy pocos días después del nacimiento de Jesús, un profeta le anunciará a María: “Una espada atravesará tualma” (Lc 2,35). Sin embargo, el chaire dicho por el Ángel queda en pie. La vocación de María (y toda vocación)será siempre alegría, aún en medio del dolor.

1.bLlena de gracia: hay que notar que el ángel en ningún momento la llama por su nombre de María, sinoque la llama directamente llena de gracia (en griego: kejaritomene). Podríamos decir que ‘María’ es el nombreque ella ha recibido de sus padres; llena de gracia es el nombre que le fue dado por Dios. Es tan importante estoque el ángel se lo vuelve a repetir: “Has hallado gracia delante de Dios”. Esto es entonces lo más característico dela persona y de la existencia de María: estar llena del favor, de la benevolencia, de la complacencia de Dios. Y,más exactamente, llena de la participación de la misma naturaleza de Dios, que eso es la gracia. La vocación, elllamado a una misión especial, es pura gracia de Dios, en María y en todos.

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Estas palabras del ángel significan que la iniciativa de la vocación es de Dios. Por eso decimos que lavocación es gratis o gratuita, porque procede de la gracia y de la misericordia de Dios. Jesús lo diceexplícitamente: “No soy vosotros los que me habéis elegido a mí; soy yo que os elegí a vosotros” (Jn 15,16).

1.cEl Señor es contigo: se refiere a la ayuda que Dios le asegura a María. No se habla de una presenciagenérica de Dios, sino de su asistencia real, eficaz. Esta seguridad no se le da en la Biblia a cualquier israelitasino solamente a los grandes llamados en la historia del pueblo de Dios (Jacob, Moisés, Josué, Gedeón y David).En el desarrollo de su misión ellos no dependen solo de sus propias fuerzas humanas. Dios no se limita a llamar,abandonando después a los llamados a sí mismos, sino que los acompaña y los hace capaces de desarrollar sumisión. Sigue interesándose y permanece fiel. Les asegura su constante asistencia.

María reacciona a estas palabras del ángel en un plano emotivo y en un plano racional. En un planoemotivo reacciona quedando sorprendida y conturbada (‘se conturbó’; en griego: diatarájthe). En un planoracional ella reacciona deliberando y reflexionando (‘reflexionaba’; en griego: dielogídseto). Permanece abierta almensaje y se esfuerza por comprenderlo más profundamente.

Así sucede con toda vocación al sacerdocio o a la vida consagrada. Siempre existirá una respuestaemocional. El sorprenderse, el conturbarse ante la intervención de Dios en nuestras vidas será siempre parte lacondición humana. Pero esa reacción emocional no debe ahogar la recta reacción racional, es decir, la libertad dela razón para considerar con calma lo que nos Dios nos pide. Todo llamado debe quedar abierto a la vocación,abrirse a ella con todo su ser y tratar de comprenderla en su pleno significado.

2. En qué consiste la vocación de María

Vimos entonces lo que era el marco de la vocación: alegría, gratuidad y ayuda de Dios. Veamos ahora elnúcleo de esta vocación, en qué consiste esta vocación de María.

Lo expresa el Ángel con estas palabras: “He aquí que concebirás un hijo, lo darás a luz y lo llamarásJesús” (1,31). En base a su capacidad natural de mujer, María es llamada a dar la vida a Jesús. En su seno Jesúsdebe recibir la propia existencia humana. María es llamada a ser la Madre de Jesús, Dios verdadero que se hacehombre. Ella, antes y más que cualquier otra criatura, debe ocuparse de Jesús, como una madre, antes y más quecualquier criatura sobre la tierra, debe ocuparse de su hijo. A ella le es confiada enteramente la tarea que unamadre tiene respecto a su propio hijo. Se le requiere una ocupación total, corporal y espiritual, por la duración demuchos años. Esta tarea abraza todo el ser, todo el tiempo y toda la vida de María. La llamada de Dios la ponecompletamente al servicio de Jesús.

María reacciona con una pregunta, pidiendo una explicación: “¿Cómo sucederá esto? pues no conozcovarón”. Con esta pregunta ella se refiere al hecho de ser virgen, cosa que ya estaba dicho por S. Lucas al inicio.Además implica que había en ella una decisión de permanecer virgen durante toda su vida, ya que si hubierapensado casarse, la pregunta no tendría sentido. Esta pregunta es la expresión de su limitación para cumplir suvocación y, al mismo tiempo, un grito de auxilio ante su misión. Es como si dijera: “¿Cómo podré yo, basándomesólo en mis fuerzas, cumplir con esta vocación de ser madre del Altísimo?”. Toda persona llamada siente en símisma esta limitación, esta inadecuación entre la misión confiada, y la pequeñez y el pecado de ella misma.Jeremías, por ejemplo, en el momento de su vocación, dice: “¡Señor mío!, yo no sé hablar, porque soy todavíademasiado joven”. Y recibe de Dios esta respuesta: “No digas ‘Soy demasiado joven’, porque a donde yo temande tu irás y hablarás. No tengas miedo de ellos: yo estoy contigo para protegerte” (Jer.1,68).

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Comprender bien la propia vocación significa también comprender la propia inadecuación para cumplirla.El cumplimiento de la propia vocación nunca puede basarse en una tranquila confianza en las propias fuerzas. Escompletamente normal y legítimo que el llamado reconozca sus propias limitaciones, su pequeñez, sus pecados yque todo lo espere de la ayuda de Dios. Lo que no es normal es que se asuste y se eche atrás por su pequeñez. Poreso el ángel también le dice a María: “No temas”. Si Dios juzgó que era necesario decirle “no temas” a la VirgenMaría, con cuanta mayor razón no es anormal que sintamos en nosotros un cierto estremecimiento ante lavocación. Pero, como a María, a nosotros también nos dice: “No temas”.

3. La fuerza del Espíritu en el llamado

Ante la expresión de sus limitaciones y su pequeñez, Dios responde con la fuerza del Espíritu Santo: “ElEspíritu Santo descenderá sobre ti y la potencia del Altísimo te cubrirá con su sombra”. Lo que María no puedehacer con sus propias fuerzas, lo va a hacer el poder y la fuerza de Dios. Así había obrado Dios en la creación,sacando todo de la nada. Y así obrará en la resurrección de los muertos. Y por eso hace posible el cumplimientode toda vocación.

Así María recibe respuesta a su pregunta y es invitada a creer en la acción de Dios, para el cual nada esimposible. Pero de todas maneras esa acción de Dios requiere el consentimiento de María. Dios jamás va a violarla libertad del hombre y por eso el ángel se queda aguardando la última respuesta de María.

Finalmente María da su consentimiento: “He aquí la esclava del Señor (en griego: he doúleKiriou): hágaseen mi como tu has dicho”. “Haciéndola llamar ‘llena de gracia’, Dios ha hecho conocer a María cuál es su

relación para con ella. Designándose ‘sierva del Señor’, María expresa cuál es su relación para con Dios” [7]

.Dios se dirige a ella diciéndole: “Tú eres la llena de gracia”. Y ella le responde: “Yo soy la sierva del Señor”.

Ella reconoce que está al servicio de Dios. No quiere realizar proyectos o ideas propias, sino solamentequiere escuchar al Señor y seguir su voluntad: como una esclava.

Es la respuesta justa. No hay nada de presunción al aceptar una vocación tan grande. Hay una granvalentía, junto con una confianza segura y gozosa de que no puede fallar la ayuda de Dios. Y hay en ella unaalegría de haber sido tomada al servicio de Dios. Cuanto más grande es el Señor, tanto más honroso es estar a suservicio. En toda la Sagrada Escritura, ninguna mujer, excepto María, es llamada ‘la sierva del Señor’. Dios ledice: “Serás Madre”; y ella responde: “Aquí estoy, porque me has llamado; pero por propia voluntad seré unamadreesclava de mi Hijo, una madresierva de mi Hijo, una madreservidora de mi Hijo”. María recibe la propiavocación no ciegamente o por fuerza, sino con una clara conciencia de la propia misión y decidiéndose librementea aceptar la voluntad de Dios. Aquello que al principio era incierto y oscuro y le provocó una cierta turbación,ahora ella misma lo convierte en su propio deseo y voluntad, haciéndose servidora del Señor.

“A María le ha sido confiada una misión excepcional. Nosotros deberíamos reconocer la singularidad desu vocación y alegrarnos con ella. Pero a través de su misión podemos recoger las características generales detoda vocación de parte de Dios. La vocación proviene de la benevolencia y del favor de Dios, y va acompañadade su ayuda eficaz. Involucra la persona entera y absorbe todo el tiempo. Pone al servicio de Jesús. Da alegría: la

alegría que proviene de tal servicio” [8]

4. Aplicación

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Todo esto que hemos señalado hablando de la vocación de María, se realiza también en todo aquel que hasido llamado al sacerdocio o a la vida consagrada.

Considerando el marco de la llamada, en primer lugar debemos decir que toda vocación es ante todoalegría; alegría laboriosa, sí, como la de María, pero alegría real y verdadera. A cada chico o chica que Jesúsllama al sacerdocio o a la vida consagrada le dice ante todo: ‘¡Alégrate! Yo te llamo al sacerdocio; yo te llamo ala vida religiosa, y esto deberá ser siempre para ti una alegría’. Y el elegido se sorprenderá y se conturbará, y nopodrá hacer surgir una alegría sensible en ese momento. Pero reflexionará y acogerá positivamente el llamado deDios. Y entonces sí explotará de alegría y dirá junto con María: ‘¡Mi alma canta la grandeza del Señor! Porque hamirado la pequeñez de su elegido, y me ha llamado al sacerdocio, y me ha llamado a la vida religiosa’.

En segundo lugar, en toda vocación Dios establece con el elegido una relación muy personal y nos llamacon un nombre muy personal. A María la llamó kejaritoméne, ‘llena de gracia’, y no con el nombre que le habíanpuesto sus padres. Y a nosotros también nos llamará con un nombre nuevo, más allá de nuestros orígeneshumanos. El varón llamado al sacerdocio o la mujer llamada a la vida religiosa se convierten en una pertenenciade Dios tan estrecha que Dios se siente en el derecho de ponerles un nombre nuevo, distinto del que le pusieronsus padres. Y esto lo dice la Sagrada Escritura: “Al vencedor le daré (...) una piedrecita blanca, y, grabado en lapiedrecita, un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe” (Apoc2,17). Cuando Dios llama a alguien auna vocación especial de alguna manera nos hace sentir ese nombre nuevo que solamente Él conoce. Y nos lo da

a conocer una piedrecita blanca, porque el color blanco es el color de la victoria y la alegría [9]

.

En tercer lugar, en toda vocación, y aún antes de saber todos los detalles de lo que nos pedirá, Dios nosasegura su cercanía. Siempre dirá a los llamados: “No temas, yo estoy contigo”.

En cuarto lugar, y ya entrando en el núcleo del llamado de Dios a María, debemos considerar que el serllamado al sacerdocio o a la vida consagrada es, como el caso de María, un llamado a dedicarse totalmente aJesús, como una madre se dedica a su hijo, es decir, completamente, por un larguísimo período de tiempo, sinponer condiciones porque las condiciones las pone el niño. Así también, el llamado al sacerdocio o a la vidaconsagrada, debe estar dispuesto a perder su vida para que Jesús viva.

Y en quinto lugar, todo elegido debe tener una gran confianza en la acción del Espíritu Santo ante loinadecuado que es y se siente para llevar a cabo lo que el llamado le exige.

Pidámosle a la Virgen María la gracia de ser fieles a la vocación como ella lo fue. El evangelio de SanLucas dice inmediatamente después de esta narración: “Se levantó (anastâsa) María y se fue con prontitud(metàspoudês) a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel”. Ellacomenzó a cumplir su vocación ‘con prontitud’. Así también nosotros debemos aceptar la vocación de Dios yentrar ‘con prontitud’ en su servicio. También los apóstoles, cuando fueron llamados respondieron‘inmediatamente’: ‘Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron’ (Mc 1,18; en griego: euthéos,inmediatamente, al instante).

 

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P. Gustavo Pascual, I.V.E.

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Una sabia elección

(Lc 1,2638)

El ángel Gabriel saludó a María y ella, dice el Evangelio, “se conturbó”. Esta turbación que a veces es

temor[10]

se produce ante la presencia divina o de algo que sobrepasa la naturaleza. En algunos casos turba y

produce un miedo tan grande que paraliza[11]

. En el caso presente María se conturba por el saludo del ángel peroqueda libre su inteligencia para discurrir “se preguntaba qué significaría aquel saludo”.

El ángel le hace conocer la gracia de Dios para con ella y su vocación de Madre del Salvador.

María escucha el llamado de Dios pero discierne sobre él. Hay una manifiesta voluntad de parte de Dios.Dios quiere que María sea el medio por el cual el Mesías venga al mundo, sin embargo, María discierne laprocedencia del mensaje, discierne las razones a favor y en contra de secundarlo y finalmente da una respuesta.

Estamos ante lo que San Ignacio llama una elección[12]

y es una elección de tercer tiempo en el cual se

usa el primer modo de hacer elección. En este modo se realiza en seis puntos[13]

, los cuales, aplicaremos alpasaje de la anunciación.

Primero, poner delante lo que se va a elegir. En el caso presente viene propuesto de parte de Dios por

mediación del ángel[14]

.

Segundo, que la elección tenga por fin la gloria de Dios.

Es necesaria la indiferencia para poder elegir bien. María, según dicen los comentaristas, estaba en oracióncuando se aparece el ángel y, además, nadie puede negar la preparación espiritual y la disposición aptísima de laVirgen para seguir la voluntad de Dios. Esa preparación se resume en el saludo que le hace Gabriel “llena degracia”.

Tercero, pedir a Dios gracia para que dirija la voluntad hacia su querer. María desea y pide en su oración,

como todo buen israelita, el cumplimiento de las promesas hechas a los Patriarcas y la venida del Emmanuel[15]

.

Cuarto, el razonamiento de los pros y contras de aceptar la llamada de Dios. El ángel le da varias razones a

favor: la maternidad divina, la venida del Salvador, el cumplimiento de la promesa hecha a David[16]

y a

Jacob[17]

, la venida del Hijo del hombre[18]

. María le objeta al ángel una razón que va en contra del anuncio. Elno conocer varón, es decir, el estar únicamente desposada pero no casada, lo cual, naturalmente hace imposibleuna concepción. Los comentaristas del pasaje hablan de un voto de María, por el cual, ella en conformidad con su

esposo José no tendría relaciones por más que contrajeran matrimonio[19]

. El ángel le aclara como será suconcepción. Será una concepción milagrosa que no le hará perder su virginidad. Concepción por obra del EspírituSanto.

María ve que las razones de peso son mayores que las en contra. La razón en contra ha quedado totalmentedisipada por la revelación del ángel.

Queda discernir la procedencia del anuncio. El ángel se anticipa a mostrar la procedencia revelándole laconcepción milagrosa de Isabel. Isabel anciana y estéril está embarazada de seis meses porque nada es imposiblepara Dios.

Quinto, ofrecimiento a Dios de la elección. Después de este discernimiento María acepta la vocación deDios y se entrega totalmente a su voluntad “he aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Entregatotal y sin condiciones como la de una esclava. María sabe que su misión es extraordinaria pero se confía enaquel que sabe la ha llamado y la ha elegido conociendo sus limitaciones. Sabe que es voluntad de Dios, sabe queEl la ha llamado y realiza la elección contestando con un sí rotundo al mensajero de Dios.

Sexto, pedir a Dios que confirme la elección. Finalmente dice San Ignacio que se haga ofrecimiento de la

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elección y se pida a Dios la confirme. María la ofrece al ofrecerse y la confirmación la recibirá como unaexquisitez de la condescendencia divina al constatar en Ain Karim la revelación del misterio de la concepción del

Bautista en el seno de Isabel[20]

.

* * *

Contemplemos el anuncio del ángel a María. La reverencia del ángel ante la Virgen y la modestia yhumildad de María ante mensajero tan extraordinario. Contemplemos el lugar del encuentro: la habitación de laSanta Virgen. Arrodillada y en oración. Pidiendo con mucha atención y confianza la venida del Mesías. El ángelque entra en la habitación sin abrir puertas, en silencio. Una luz intensa circunda a los dos personajes del diálogo.La modesta habitación antes, casi en penumbras, se vuelve luminosa y en ese clima de luminosidad y misterio, derespeto y de temor reverencial se establece el diálogo más maravilloso e importante de la historia. La clave de laRedención y el broche áureo de todas las profecías mesiánicas. Consideremos en el diálogo algunas cosasimportantes que pueden servir a nuestra vida espiritual.

El silencio. El ángel habla varias cosas. La Virgen pocas para enseñarnos el decoro y la importancia delsilencio y la modestia.

La humildad. En el temor y turbación de María. No hay cosa más nueva y más extraña para el humilde queoír sus alabanzas y de mayor temor que las alabanzas de los hombres que son ladrones de la humildad.

La virginidad. ¿Cómo será esto porque no conozco varón? En lo cual manifiesta su voto de virginidad. Asícomo los votos y promesas de virginidad y castidad son algo muy laudable. Así el castigo para quienes losdesestiman es muy grande de parte de Dios. Por eso dice San Jerónimo: “veas con cuánto cuidado debes guardarlo que a Dios prometiste”.

La virginidad y la humildad se engrandecen mutuamente.

Esta duplicidad se dio en María con suma perfección.

Dice San Bernardo: “Si no puedes imitar la virginidad de la humildad imita la humildad de la virginidad”.Loable virtud es la virginidad pero más necesaria es la humildad. A aquella nos aconsejan, a esta nos obligan; aaquella nos convidan, a esta nos fuerzan. De aquella se dice: El que la pudiere guardar, guárdela; de esta se dice:

si no os hicierais como niños pequeñuelos, no entraréis en el reino de los cielos[21]

. De manera que aquélla esgalardonada como sacrificio voluntario; ésta pedida como sacrificio obligatorio. Finalmente puedes salvarte sinvirginidad, mas no sin humildad.

Puede luego agradar la humildad que llora la virginidad perdida: más sin humildad oso decir que ni aun lavirginidad de María fuera agradable. Porque ¿sobre quién reposará mi espíritu, dice el Señor, sino sobre elhumilde y manso? Luego si María no fuese humilde, no reposaría sobre ella el Espíritu Santo; y si no reposarasobre ella, no concibiera por virtud de Él, porque ¿cómo pudiera concebir de Él sin Él?

Queda luego entendido que, porque de Él hubiese de concebir, como ella dice, miró el Señor a la humildadde su sierva, mucho más que a la virginidad. Por donde consta que la humildad fue lo que hizo agradable suvirginidad.

Habla de las tres virtudes que agradan a Dios: humildad, castidad y caridad.

La castidad sin la caridad es lámpara sin óleo; si quitas el óleo, no arderá la lámpara, y si quitas la caridad,no agradará la castidad…

Por la humildad se alcanza la caridad y la castidad, pues consta que Dios a los humildes da su gracia. La

humildad conserva las virtudes recibidas porque el Espíritu Santo, no descansa sino sobre el humilde[22]

.

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Provincia Nuestra Señora de Luján, ArgentinaE- mail: [email protected]

              [email protected] Web: www.iveargentina.org

 

[1] Es la convicción que sacamos el P. Tonneau y yo en febrero de 1928.

[2] Nazaret y sus dos iglesias de la Anunciación y de San José.

[3] El texto es formal. La tradición de los griegos ortodoxos se Nazaret, siguiendo los apócrifos, ponen la salutación en la fuente.

[4] El sentido de la palabra de que nos servimos para acercarnos con honor a uno, es siempre el mismo: los judíos le desean la paz, los

griegos la alegría y los latinos y nosotros la salud.[5]

 Los indígenas de Palestina dicen aún hoy: o el matrimonio o el sepulcro (R .P. Jaussen, p.59).[6]

“Llamo consolación quando en el ánima se causa alguna moción interior, con la qual viene la ánima a inflamarse en amor de su Criador y Señor, yconsequenterquando ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas. Assimismoquando lanza lágrimasmotivas a amor de su Señor, agora sea por el dolor de sus peccados, o de la passión de Christo nuestro Señor, o de otras cosas derechamente ordenadas en su

servicio y alabanza; finalmente, llamo consolación todo aumento de esperanza, fee y caridad y toda leticia[6]

 interna que llama y atrae a las cosas celestiales ya la propia salud de su ánima, quietándola y pacificándola en su Criador y Señor” (SAN IgNACIo DE LoyoLA, Ejercicios Espirituales, nº 316).[7]

SToCk, k., Gesù, la bontà di Dio, Edizioni ADP, Roma, 1991, p. 15.[8]

SToCk, k., Gesù..., p. 15.[9]

Cf. BIBLIA DE JERUSALéN, nota a Apoc 2,17.[10]

Lc 1, 12.65; 2, 9-10; 4, 36; 5, 26; 7, 16; 8, 25.35-37.56; Hch 2, 43[11]

Lc 5, 8-10; 9, 34.43; 24, 37; Hch 10, 4; Ex 20, 20[12]

SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales nº 169-174, O.C., BAC Madrid 19773, 245-6.En adelante E.E.[13]

E.E. nº 178-183, 246-7.[14]

 Cf. Lc 1, 30-33[15]

Is 7, 14[16]

 2 S 7, 1 s[17]

Is 9, 6[18]

Dn 7, 14[19]

 Es así más lógica la pregunta de María, de lo contrario, se suponía que cuando comenzase a vivir con José realizado, ya el matrimonio, podría concebir de él.[20]

Lc 1, 39 s[21]

 Mt 18, 3

[22]Cf. SAN BERNARDO, Sobre la excelencia de la Virgen Madre, 1, 5.