disneylandia · riqueza colectiva y la formar ción de capital. como anota paul baran, la ciencia...
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Arnold y Philip Toynbee
Disneylandia *P.: ¿Hablaste alguna vez con los verdade
ros matamoros? ¿Con alguno de losgenerales del Pentágono?
A.: Te diré: me invitaron una vez a quediera una disertación en el Pentágonoen una sala repleta de coroneles delEstado Mayor, y la esposa del entonces Secretario de Guerra se levantó yme atacó porque dije que deberíamos reconocer a China. Era una verdadera matamoros. No tenía por quéestar ahí, creo yo, pero no vaciló enechar su peso, o quizá era el de sumarido, en presencia de todos esos distinguidos profesionales. Cuando entréen el despacho del Secretario de Guerra tuve una horrible sensación. Estaba lleno de pequeños modelos de proyectiles hechos de cartón. Estabandesparramados por las mesas y las sillas, por todas partes, y él se deleitabacon ellos... como un niño rodeadode juguetes.
persl'stente que, acentuada enlas depresiones periódicas dela economía, entraña unagrave pérdida de fuerzas productivas, en desmedro del ni·vel de vida de las masas pro·letarias. Y esa tendencia a ladesocupación crónica, afirma,proviene de la riqueza mismade las grandes comunidadesindustriales: cuando crece elingreso de la colectividad,crece también el ahorro, sinque se plantee problema alguno mientras las ,inversionesaumenten paralelamente. Como no sucede siempre así llega un momento en el cual, apesar de que el ahorro siguesubiendo, la tasa de interésno desciende en la misma pro·porción indispensable para estimular las inversiones que laabsorben totalmente. De ahíen adelante las inversiones noson suf.iciente~ para utilizartodo el ahorro posible. Debe,entonces, provocarse deliberadamente el crecimiento delal inversión hasta que la demanda sea suficiente para abosorber toda la oferta que proviene del empleo pleno delas fuerzas productivas.
Para lograr este efecto losbancos centrales deberán seguir una política persistentede descenso del tipo de interés, creando todo el dineronecesario. Como esta políticapodría en muchas ocasionesencontrar obstáculos, deberáentonces intervenir el Estadocon sus propias inversionespara llenar el vacío que de·jen los particulares y asumirciertos controles que están enmanos de la iniciativa priva.da. Tendrá el Estado que influir sobre la propensión aconsumir por medio del sistema impositivo, la tasa de in·terés y, llegado el caso, lamisma socialización de las inversiones (pero no la producción) .
Una vez superado el pro- Iblema de la desocupación só-lo restará, 'según el pensadoringlés, corregir el inequitati-va reparto de la riqueza. Lafórmula que propone es muysimple: cuanto menor sea elahorro en las clases más poderosas económicamente, tan-to más intensamente creceráel ingreso nacional de un paísal aumentar las inversiones,ya que, a juicio de Keynes,el ahorro es un factor de re·tardo en el desarrollo de la
característicos del capitalismo moderno. La penetraciónoccidental en las regionesatrasadas y coloniales no llevó, como se pensaba y decía,los beneficios de la civilización, sino que se tradujo enla opresión y explotación bruta! de las naciones subyugadas.
Las marcadas tendencias alestancamiento, a las conflagraciones imperialistas, a lasseveras crisis políticas -yaatisbadas por Marx desde lamitad del siglo XIX, y posteriormente observadas y analizadas por Hobson, Hilferding, y Rosa Luxemburgo,para no citar sino a los másimportantes-, la PrimeraGuerra Mundial y la GranDepresión, con sus variadasy prolongadas repercusiones,puso de presente lo ilusoriode la estabilidad, la prosperidad, el progreso social y elcrecimiento económico dentrodel capitalismo.
Para Keynes, el régimencapitalista en que vivimostiene, entre otras, una fallafundamental: la desocupación
esta escuela se ocupaban enafinar el análisis del equilibrioestático y en elaborar los argumentos adicionales que pro·baban lo viable del sistemacapitalista y su armonía intrínseca, el propio sistema pasaba por transformaciones degran importancia. A fines delsiglo XIX, la primera fase dela industrialización del mundooccidental estaba próxima acompletarse. Las consecuencias económicas de la explotación plena de la técnicaentonces existente, trajeroncomo resultado no sólo unatremenda expansión de la industria pesada, un gran incremento de la producción yuna revolución en los mediosde transporte y comunicación,sino también un cambio delas economías capitalistas. Laconcentración y centralizacióndel capital hizo avances gi.gantescos; las grandes empresas se adueñaron de la vidaeconómica al eliminar a lasmedianas y pequeñas negociaciones, convirtiéndose en labase del monopolio y del oligopolio, que son los rasgosNo son pocos los que afirman
que la Teoría general de laocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes, junto con El origen delas especies de Darwin y ElCapital de Carlos Marx, esuno de los libros más significativos de los últimos cienaños. Tan profunda es la influencia de Lord Keynes enel pensamiento económico denuestros días, como intenso elantagonismo que sus teoríashan suscitado entre los economistas de este siglo. A treintaaños de la publicación deldiscutido libro, el Fondo deCultura Económica ofrece allector la compilación de escritos elaborada por RobertLekachman en 1964 y en laque se incluyen interesantestrabajos de Austin Robinson,D.G. Champernowne, Goufried Haberler, Roy Harrod,Alba Lerner, W.B. Reddaway, Paul Samuelson, JacobViner y Paul Sweezy, que comentaron a su debido tiempola aparición de la Teoría Ge·neral.
El investigador inglés fueuno de los genios más brillantes de nuestro tiempo; reformador de la economía neoclásica al ponerla en contactoCOIl el mundo real. De hecho,mientras los economistas de
libros
La teoría general deKeynes. Informes detres décadas, compilados por Robert Lekachman. Traduccióndel inglés de RobertoReyes. Fondo de Cultur:> Económica, México. 1967, 358 pp.
*[Diálogo,entre dos generaciones / Emecé, p. 177-8]
riqueza colectiva y la formarción de capital.
Como anota Paul Baran,la ciencia económica comenzó a tener conocimiento enforma tardía de la nueva situación. Intentando aclararlos determinantes de los cambios a corto plazo en los niveles de producción, empleoe ingreso, la economía keynesiana se encontró frente afrente "con toda la irracionalidad, la notoria discrepanciaentre las potencialidades productivas y la producción, quecaracterizan al orden capitalista". Sin embargo, la lógicadel capitalismo monopolistaprobó ser mucho más fuerte que lo que Keynes y susseguidores radicales habíanpensado ya que transformó yutilizó sus realizaciones teóricas para propósitos bastanteajenos a sus intenciones. Además, agrega Baran, el "Estado Benefactor", guiado porlos cánones de la economíakeynesiana y los preceptos delas "finanzas funcionales", haquedado esencialmente en elpapel. La Al~mania fascista
fue la que, hasta ahora, hahecho el uso más amplio dela perspicacia keynesiana, alconstruir la máquina económica que le permitió desencadenar la Segunda GuerraMundial.
De los trabajos compiladospor Lekachman para rendirhomenaje al discutido economista británico reviste sumaimportancia el escrito porPaul Sweezy. Para éste la escuela de pensamiento a lacual pertenecía Keynes esbastante aislada y parcial yalgunos de sus descubrimientos más importantes se dabanpor sentados en la economíasocialista a finales de! siglopasado, cuando los discípulosde Marx sostenían ya debatesentre ellos sobre si podría esperarse que el capitalismo entrara en un periodo de depresión crónica o permanente.Por otro lado, no todos losprincipales problemas del sistema capitalista se incluyenen su obra fundamental: Pasa Keynes por alto el cambiotecnológico y la desocupacióntecnológica, "problemas que
figuran como parte integralde la estructura teórica marxista; Keynes trata a la desocupación como síntoma deuna falla técnica en e! mecanismo capitalista, en tantoque Marx la considera comoel medio indispensable por elcual e! capitalismo conservael control sobre el mercadode la mano de obra. Se desentiende por completo de losproblemas del monopolio, desu efecto deformador sobrela distribución del ingreso y lautilización de los recursos,del gran aparato parasitariode distribución y publicidadque arroja sobre la economía". Y el más notable detodos: el hábito de Keynesde tratar al Estado como unDeux ex machina que se invoca siempre que sus actoreshumanos, comportándose deacuerdo con las reglas deljuego capitalista, caen en undilema del cual aparentemente no t;enen escape. Naturalmente -anota Sweezy-, este intervencionista olímpico"resue!ve todo de una manerasatisfactoria para el autor y
presumiblemente para el auditorio. El único problema esque el Estado no es un dios,sino uno de los actores quetienen un papel que representar al igual que todos losotros actores".
La parte positiva de laobra de Keynes, en el pensamiento económico occidental,fUe la demanda de que el capitalismo se regulara y controlara, en esta época, mediante una autoridad central.Tal autoridad no debería, nitendría que planear realmente lo que habría de producirse y en qué cantidades, perosí velar porque la demandatotal fuera siempre suficientepara vaciar el mercado a precios remunerativos, y no tangrande que lanzara a los precios en una espiral inflacionaria. Los instrumentos principales de su política deberíanradicar en las variacionesde la tasa de interés, déficity superávit presupuestarios.obras públicas y una redistribución de los ingresos personales en sentido igualitario.
Su profunda debilidad con-
Los indios o elremordimientode un solo hombrepor Beatriz Bueno
Los indios de México, en una elegantey a su modo económica edición, permitirá al público lector acercarse, en dostomos, a los problemas de una de las poblaciones marginales más numerosas delpaís. Los indígenas vivos son unos 4 millones en las cifras oficiales, menos del10% de nuestra población total. Variasinstituciones se han dedicado a la laborde conocerlos. Algunas de ellas, formadas en la mayoría de los casos por antropóloO"os de las diversas especialidades,o .tienen un carácter académico y sus 1Il-
vestigadores se limitan (debe ser así¿,tras largos estudios en el campo y el gabinete, a sintetizar sus observaciones y presentar un trabajo que, en el mejor de loscasos, será publicado, con poca premura,en revistas especializadas de escasa circulación. Otras instituciones tratan de proteger y adiestrar, no sin tropiezos, alindio. Pero todas ellas, como Benítez señala, son meros auxiliares aislados para
hacer frente a una realidad nacional violenta, confusa y abigarrada, cuyo tropiezoprincipal radica en los sistemas de la economía nacional y en el reparto más queparcial y tendencioso de la riqueza. Deuna de ellas, del Instituto Nacional Indigenista, trata Benítez en casi todos s~s
libros. Gracias a dicho Instituto ha podido acercarse al problema y escribir estascrónicas del indigenismo.
La actitud frontal y violenta, emocionada y vehemente de Fernando Benítezes la cualidad fundamental de su obra.Cuando nos comunica sus experiencias ysus observaciones la pasión domina alhombre y al estilo. La conciencia socialque se ha apoderado de este cr~ni~ta delo indígena, lo llena de remordumentos.Él lleva sobre sí el peso nacional de esaculpa. Se enfrenta al infierno y cumple,investigando y escribiendo, su penitencia.El peso de su tarea denunciadora dehechos seculares no se aligera al comunicarla pues como Benítez mismo lo
" 1 .sabe, "el etnólogo ha estudiado a sltu~-
ción de un grupo, ha entrevisto la POSI
bilidad de remediarla y cuando al fin sutrabajo sale impreso, el éxito académicono compensa en modo alguno la amargura de saber que sus conclusiones han caídoen el vacío. El político rara vez toma. encuenta al antropólogo. Por ello, las Ciencias sociales son una ocupación de eru-
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sisció en que su comprensiónestuvo limitada por el capitalismo; formaba parte delsistema existente y lo vio des·de dentro. Rara vez saliófuera de él, despreciaba y detestaba a Marx y a toda sumanera de pensar debido auna profunda inhibición emocional. Sin embargo, en unsentido, logró alterar la manera de "pensar del mundoen general acerca de los problemas económicos".-Iván Restrepo Fernández
K. Nkrumah: N eocolonialismo, última etapa del imperialismo. Siglo XXI editores. México, 1967. 222pp.
El abismo que separa a lospueblos desarrollados de los deincipiente desarrollo es un tema que preocupa, aunque pordiversas razones, tanto a losdirigentes y estudiosos de unocomo de otro sector. En losórdenes nacional e internacional, a través de conferencias y simposios, este problema--cuyas características son dediagnosis contemporáneaestá produciendo una creciente bibliografía, entre la cualse encuentran desde argumentaciones que aluden a lacuestión sin intentar el compromiso de sondear en suetiología, hasta otros que enfatizan sobre determinadascausas que pudieran ser lasgeneradoras de esta situación.
Entre estos últimos podríaubicarse el libro escrito por
el expresidente de Ghana, K.Nkrumah, no mucho antes deque fuera desalojado del poder.
Al margen del propio punto de vista que el lector pueda tener formado respecto dela política internacional, nose puede dejar de reconocerque Nkrumah ha afirmadosu tesis no sobre supuestos,sino en elementos concretosy consistentes como los quese desprenden del operar de laalta finanza internacional. Sepuede comprobar, entonces,que muy contadas veces puede uno hallarse ante un librotan denso de contenido, tandocumentado como desprovisto de oropeles y en el quecampean una claridad deprincipios, una precisión enla exposición de sus ideas, como no se encuentra con frecuencia en libros de esta naturaleza. De allí que se tratade uno de los trabajos másimportantes y efectivos quese hayan realizado en defensade los pueblos subdesarrollados, víctimas -según define el autor- de la expolia-
ción por el neocoloniallsmo.En esta obra, que es casi
un tratado de economía política de! Africa, Nkrumahnos presenta, ya desde el comienzo, una serie numerosade "amigos" que nos acompañarán durante toda la extensión del libro. Entre ellos,se destacan por su "popularidad" y otras razones por demás conocidas, los Margan,los Rockefeller, los Oppenheimer y los Patiño. Su contacto, a través de las alusionespermanentes y obligadas, nosirá resultando familiar, y yaestemos en el desértico Saharao en la City londinense, ene! altiplano boliviano o en lacapital belga, en las minas deRodesia o en Wall Street, enel lago Maracaibo o en París,en Indonesia o en Bonn, supresencia será inseparable.
Nkrumah demuestra ser uncapacitado cicerone paraguiarnos por tan intrincadoslaberintos de la finanza internacional, obsesiva maraña deintereses que, tejida con sumas fabulosas, recubre todoslos continentes. De esta for-
ditos, una elaboración condenada a nollevarse a la práctica". La pretensión deBenítez, no es la del científico, pero comparte con el antropólogo el desalientorespecto de la posible repercusión de sutrabajo personal. Aquel silencio que nisiquiera permite escuchar al propio silencio, ese vacío manifiesto que nace casisiempre alrededor de la obra de alguienha acompañado a Benítez también. ¿Dequé le sirve agitarse, anotar, correr, fa-,tigarse si su obra publicada no conduciráa la acción? "Al menos -como dice re·firiéndose a la condición del antropólogo-- puede transmitir su vergüenza a losotros y la vergüenza, ya se sabe, es unsentimiento revolucionario."
"Una es nuestra actitud por los indiosmuertos y otra muy distinta nuestra actitud por los indios vivos" asevera Benítez y es apenas justo. Para probarlo nosrecuerda que el gasto público que percibeanualmente el mexicano es de 15%, entanto que el del ,indio es de un 2%. Como los más. distinguidos antropólogosmexicanos han rechazado reiteradamentededicarse a traba,jos de divulgación -po·sición contraria a la adoptada por loscientíficos e investigadores en verdad ,importantes de Europa y los Estados Unidos- las aportaciones de Benítez inicianesa tarea de cubrir la carencia del eslabón que ha desprovisto a la Antropolo-
gía en México de un sentido social másamplio; es decir, Benítez viene a ser ellazo de unión entre el investigador y el interés del público no especializado; descuidar a éste no puede dar más fruto queun desconocimiento general del trabajoantropológico; ignorancia que impide laintegración de las ciencias sociales dentro de la imagen popular de la culturanacional. Es en este problema donde Benítez juega un papel de gran importancia.
El indio entra a formar parte de la Historia occidental en el momento del descubrimiento de América y ocupará numerosos volúmenes durante la Conquista.Con el establecimiento de la Colonia elindio comienza a dejar el primer planohasta prácticamente desaparecer de unaHistoria narrada por españoles y criollos.El movimiento de Independencia traeaparejada la reaparición histórica delindio, pero ya abolida la esclavitud legalno le queda más que morir en las filasinsurgentes sin haber adquirido una clara conciencia de esa lucha. Las Leyes deReforma tampoco lo benefician. El presidente indio dedica su energía al futurosin recordar la base indígena de la pirá·mide nacional.
Porfirio Díaz significó para los indígenas el regreso (¿ o debemos decir la
permanencia?) del status colonial. Losindios eran la posibilidad, la seguridadde la producción de autoconsumo nacional. México conoce entonces el lamentable y doloroso tránsito de esa agriculturade autoconsumo a la agricultura de exportación. Las industrias extranjeras creocían en la medida en que afinaban su