dis editorial 1

9
Las palaas & el tiempo Alardo Castillo Lio: Desconsideraciones Capítulo: “Las palaas y el tiempo”

Upload: constanza-soria

Post on 29-Mar-2016

215 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Abelardo Castillo Libro: Desconsideraciones Capítulo: “Las palabras y el tiempo” Yo tenia veinte años No dejaría decir a nadie que es la mejor época de la vida Estas palabras de Paul Nizan son la cifra más elocuente de esa edad que llamamos adoles- cencia. Ya se sabe: adolescencia viene de dolor, de adolecer. Se adolece de la adolescencia como de una enfermedad: nos duele como una de esas lastimadu- ras dulces que deliberadamente martirizamos para que no cie- rren del todo.

TRANSCRIPT

Page 1: Dis Editorial 1

Las palabras& el tiempoAbelardo Castillo

Libro: Desconsideraciones Capítulo: “Las palabras y el tiempo”

Page 2: Dis Editorial 1

Yo t e n i a v e i n t e a ñ o s

Page 3: Dis Editorial 1

No dejaría decir a nadie que es la mejor época de la vida

Page 4: Dis Editorial 1

Estas palabras de Paul Nizan son la cifra más elocuente de esa edad que llamamos adoles-cencia. Ya se sabe: adolescencia viene de dolor, de adolecer. Se adolece de la adolescencia como de una enfermedad: nos duele como una de esas lastimadu-ras dulces que deliberadamente martirizamos para que no cie-rren del todo.

Page 5: Dis Editorial 1

Yo sé de hombres que llevan a cuestas el pasado y la nostalgia de ese pasado más o menos desde los diez o doce años, y me consta que hay quienes han perdido su Paraíso mucho antes y se pasan el resto de la vida buscándolo.

voz humana llegaría hasta a mí.

Aunque no me sabe explicar por qué. No puede ser por su trivial falsedad.

La juventud consisteen no tener pasado :me dicen que esta frase de Maragall maravillaba Unamuo.

ya a los 7 años, escribió nietzsche, supe que ninguna

Page 6: Dis Editorial 1

y la nostalgia de ese pasado más o menos desde los diez o doce años, y me consta que hay quie-nes han perdido su Paraíso mu-cho antes y se pasan el resto de la vida buscándolo. Esa es su angustia y su privilegio. Hágase esta prueba, suponiendo que sea

necesaria: trate alguien de sere-nar a un adolescente explicán-dole que cuando cumpla treinta o cuarenta años este problema o este amor, esta rebeldía o esta insatisfacción que hoy juzga de-finitivos, le van a resultar ridí-culos o banales.

Lo que no tiene eladolescente, lo que no puedepuede sentir, es el futuro:yo sé de muchos hombres que se llevan a cuestas el pasado

Page 7: Dis Editorial 1

en la adolescencia. La novela que lee un adolescente sucede y se materializa en esta lectura, y se instala en el mundo con la fuerza y la verdad de lo abso-luto. Siempre me ha llamado la atención que un chico de quin-ce o dieciséis años pueda leer con sucesiva naturalidad a Ka-fka, a Miller, a Tolstói, a Bern-hard, a Lowry, y que rotundos profesores universitarios de cin-

La adolescencia esel País del Nunca Jamás,y ese país es siempre ahora.Tal vez por eso ciertos grandes libros se entienden sin esfuerzo

cuenta no comprendan una so-la palabra de casi ningún libro. He oído a un chico de diecisiete años, fanático de los hermanos karamázov, juzgar y casi demo-ler el cristianismo de Dostoievs-ki, razonando con impiedad que le era imposible pensar a Gru-chenka sentada en las rodillas de Alíoscha sin que, por lo me-nos, el cuerpo de Alíoschareaccionara de algún modo.

Page 8: Dis Editorial 1

es una estupidez, me dijo, una mentira: dostoievski quiere de-mostrar que alíoscha es bueno, puro y cristiano, y lo hace pare-cer imbécil. Yo defendía vaga-mente a Dostoievski pero no pu-de no recordar que León Tolstói pensaba casi lo mismo. Tolstói sostenía que Dostoievski era in-capaz de imaginar personajes naturalmente buenos: le salían estúpidos o enfermos. Por fortu-na, nuestro vehemente mucha-

cho dostoievskiano estaba de a- cuerdo con casi todo lo demás, con los arrebatos de Mitia, con el diabolismo de Iván, con el ase-sinato del viejo Karamázov, con el Gran Inquisidor. ¿Cómo es posible, sin embargo, una obra de casi mil páginas escrita en la madurez onmicomprensiva de un novelista como Dostoievski, pue- da ser admirada y discutida por un chico de diecisiete años? La pregunta es retórica, pero tiene

una respuesta: es posible.Hace unos años, escribiendo so-bre Hermann Hesse, me pareció resolver esta cuestión. En lo que sigue, no hare más que repetir palabras que ya dije. Hesse –como Dostoievski, como Kafka, como Arlt- es uno de esos gran-des escritores cuya compren-sión se da en la adolescencia. O se lo entiende desde allí, o uno se queda para siempre sin saber lo que ha leído. Esto es inexpli-

La pregunta es retórica, perotiene una respuesta: es posible

¿Cómo es posible una obra de casi mil páginas escrita en la madurez onmicomprensiva de un novelista como Dostoievski, pueda ser admira-

da y discutida por un chico de diecisiete años?

Page 9: Dis Editorial 1

cable, pero es lo que sucede. Es-tando el pensamiento de ciertos hombres muy por encima de la capacidad de comprensión real de un adolescente, da la impre-sión de poder ser captado solo en la adolescencia. Como aquel personaje de Sturgeon que, sin saber cómo, entendía el lengua-je del Bebé, y solo él lo entendía, únicamente de muy jóvenes es-tamos dotados para la milagro-sa revelación de ciertos libros. Después pueden ocurrir dos co-

sas: o por milagro conservamos esa clarividencia de los quince o dieciséis años y, mientras enve-jecemos, seguimos descifrando las otras palabras de este legado que es la literatura, o perdiendo poco a poco la lucidez de la ado-lescencia- esa especie de geniali-dad, dada por el mero hecho de ser jóvenes- nos volvemos irre-mediablemente estúpidos, vale decir, adultos. Conocer, decían los griegos, es reconocer. Saber es algo así como recordar más

allá de la memoria. Transfor-marse en una persona adulta es olvidar todo lo que alguna vez se supo. Los hermosos libros, las dos o tres verdades eternas, las verda-des transitorias que cambian la vida, el sentido absoluto de la vida misma, se nos revelan en la adolescencia o no se nos revelan nunca. Para comprender una verdad sencilla no hay más que recordar que decían los libros cuando éramos adolescentes.

Transformarse en unapersona adulta es olvidar todolo que alguna vez se supo