dirección general de búsqueda de personas desaparecidas

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Page 1: Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas

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I Seminario Internacional

Búsqueda de personas desaparecidascon enfoque humanitario

Maskashkaniku

MEMORIAS

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Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas

Créditos

Primera edición: diciembre 2018Tiraje: 1000 ejemplares

(c) Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), 2018Av. Jorge Chávez 481, Lima 18 - PerúTeléfono: (51 1) 241-9912www.cicr.org/spa

(c) Dirección General de Búsqueda de Personas DesaparecidasDGBPDCa. Arnaldo Panizo 375 Pueblo LibreTeléfono: (51 1) 463-1414 anexo 107

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú 2018-Impreso en

Índice

Presentación ..................................................................................................... 8 Relatoría del I Seminario Internacional:Búsqueda de personas desaparecidas con enfoque humanitario

Mesa 1:Memoria colectiva en procesos de búsquedade personas desaparecidas ............................................................................. 10Rainer Huhle (Alemania) .................................................................................. 11Marisol Pérez Tello (Perú) ................................................................................ 12Manuel Burga (Perú) ........................................................................................ 14

Mesa 2:Procesos de búsqueda con enfoque humanitario ............................................. 16Luz Marina Monzón (Colombia) ....................................................................... 17Mónica Barriga (Perú) ...................................................................................... 21Susana Cori (Perú) .......................................................................................... 25

Mesa 3:Procesos forenses, sistemas de informacióny banco de datos genéticos ............................................................................. 30Carlos Vullo (Argentina) ................................................................................... 31Aníbal Gaviria (Ecuador) .................................................................................. 34Jacobo Mogollón (Guatemala) ......................................................................... 37Roberto Parra (Perú) ........................................................................................ 39

Mesa 4:Fortalecimiento de redes y acompañamientopsicosocial en la búsqueda de personas desaparecidas................................... 42Juliana Das Neves Reis Tavares (Colombia) .................................................... 43Carlos Jibaja (Perú) ......................................................................................... 44Tesania Velasquez (Perú) ................................................................................ 47

Muestra fotográfica:“Búsqueda de Personas Desaparecidascon enfoque humanitario (1980 y 2000)” ......................................................... 50

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PresentaciónEn nuestro país aún existen miles de

personas desaparecidas como consecuen-cia del periodo de violencia 1980-2000. Después de 30 años sus familiares todavía no han obtenido respuestas y no conocen el paradero final de sus seres queridos.

Ante esta situación, el Estado promul-gó la Ley N.° 30470, Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que, entre otras cosas, prioriza el enfoque humanitario en el proceso y crea la Dirección General de Bús-queda de Personas Desaparecidas (DGB-PD), la misma que inició sus acciones en el 2017.

Desde esa fecha, la DGBPD ha tenido avances en su trabajo, realizando restitucio-

nes e intervenciones conjuntas con el Minis-terio Público para recuperar los restos óseos de las personas desaparecidas en los depar-tamentos de Ayacucho, Huánuco y Huanca-velica. Este trabajo continúa fortaleciéndose y ampliándose a otros territorios de nuestro país que sufrieron la dura época de violencia.

En ese sentido, era importante crear un espacio en el que se pueda recoger las expe-riencias de otros países que han probado o están probando estrategias para la búsqueda humanitaria de personas desaparecidas en el marco de situaciones de violencia sistemáti-ca. Es así como nace la idea del I Seminario Internacional, con invitados nacionales e in-ternacionales que compartieran su trabajo en temas de memoria colectiva, búsqueda con

enfoque humanitario, banco de datos genéti-cos y acompañamiento psicosocial.

El evento tuvo una gran convocatoria no solo a expertos, sino también a estudiantes y personas interesadas en la defensa de los de-rechos humanos, lo que sirvió además para generar conciencia en la población frente al problema de la desaparición y las múltiples dimensiones de la búsqueda humanitaria.

Asimismo, en ese ánimo de crear con-ciencia se organizó una muestra fotográfica con imágenes recogidas en campo de todas las etapas de la intervención: investigación humanitaria, intervención conjunta (exhu-maciones) y cierre del proceso (restitucio-nes o ceremonias simbólicas). La muestra

ha recorrido diferentes espacios universita-rios en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Universidad Antonio Ruiz de Mon-toya. El siguiente año se tiene planificado llegar al Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM).

Lo que viene a continuación son las re-latorías de todas las exposiciones realizadas durante el Seminario Internacional, extrac-tos de lo más importante que cada uno com-partió con el público y que nos servirá para conocer, comparar y diseñar estrategias a fin de seguir avanzando en la búsqueda de nuestros hermanos desaparecidos en la dura época de violencia, en beneficio de los familiares y de todo nuestro país.

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MEMORIA COLECTIVAEN PROCESOS DE BÚSQUEDADE PERSONAS DESAPARECIDAS

De todos los temas relacionados con la violencia vivida en el Perú, el de

personas desaparecidas ha creado un imaginario muy especial, más aún que situaciones tan graves como la tortura o ejecuciones extrajudiciales. Se han creado imágenes muy impactantes: fotos de madres buscando a sus hijos, hermanas buscando a sus hermanos. En el mundo, las consignas relaciona-das a este tema son las más fuertes de todas las que se repiten en la lucha por los Derechos Humanos. ‘‘Vivos los llevaron, vivos los queremos’’, di-cen en Argentina. En México se oyen esos mismos gritos hoy en contra del Estado. En Chile me impactó mucho cómo las mujeres decían ‘‘si estoy en tu memoria, soy parte de la historia’’. Qué filosofía tan profunda.

Otro tema emblemático es el de los muertos que pudieron ser encon-trados. El primer momento es el del descubrimiento de los cadáveres en fosas, son imágenes terribles. El horror mismo de ver el cuerpo de una perso-na que sufrió una muerte violenta es un choque para cualquiera. Son imágenes que los familiares tienen que ver como parte del proceso de búsqueda. Las cajas en las que se entregan los restos parecen de niños y no de adultos, por-

Rainer Huhle

Vicepresidente del Comité de las Naciones Unidascontra las Desapariciones ForzadasAlemania

que solo tienen una cierta cantidad de huesos. El encuentro entre la vida y la muerte es lo que le da un mayor impac-to a la memoria de los desaparecidos.

Un tema adicional que considero im-portante tocar es la expresión de ‘‘me-morial’’. Es común construir memoriales para honrar a las personas desapareci-das, pero ¿cómo podemos ‘‘memoria-lizar’’ un hecho que todavía continúa? ¿No sería mejor hablar de ‘‘recordar’’? Recordar es una acción que conlleva pasado, pero también presente. Y debe-mos resaltar que el acto de desaparición no es el único que recordamos. También recordamos la ausencia prolongada y el sufrimiento de los familiares. A diferencia de los memoriales que se refieren solo a hechos del pasado, el recordar permite tener presentes los hechos que aún per-sisten. Estos deben ser siempre un poco provocadores, de la manera en la que el Ojo que Llora provoca o como el Túnel de la Memoria de Medellín, que siempre fue provocador y cambiante, o el Museo de la Memoria, que tiene unas placas de vidrio con los nombres de los desapare-cidos por las que pasa el sol.

La búsqueda de las personas desa-

parecidas es una acción pública, debe ser visible y no solo corresponde a quie-

Mesa 1

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nes fueron directamente afectados. La naturaleza de la desaparición forzada es de un crimen continuo. Mientras no se encuentre a la persona, no se puede ce-rrar la investigación y el crimen no puede prescribir. Los Estados tienen el deber

de conservar una memoria pública para recordar los terribles hechos ocurridos en el pasado, así como la ‘‘presenciali-dad’’ de esos hechos que se traduce en la obligación de buscar de la mano de los familiares de los desaparecidos.

Nos encontramos en un espacio co-mún. Todos los que estamos aquí

nos solemos encontrar cuando este tipo de eventos tiene lugar. Pasando de la academia, al Estado, a organis-mos internacionales, siempre compar-timos espacios y estamos vinculados a esta problemática hace tiempo. No es necesario que nos convenzamos de la importancia de este tema, lo sufrimos, nos duele. Es necesario transmitir este sentimiento a toda la población. Es im-portante transmitir el peso que tienen las decisiones que se toman, o la de-mora en ellas. Acá tenemos a dos ma-mitas que, como Mama Angélica, son prueba viviente de la lucha que han llevado por 30 años. Solo es necesario sentarse con ellas cinco minutos para entender, rápidamente, lo que ha sig-nificado. No hemos sido capaces de encontrar una manera de comprome-ter a toda la población, de conmover a todos con esta historia.

María Soledad Pérez Tello

Ex ministra de Justicia y Derechos HumanosPerú

En la época del terror olvidamos a las poblaciones vulnerables. Esto se ha reconocido en todos los ámbitos. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, guardianes de los Derechos Humanos, han reconocido los excesos de la épo-ca, perpetrados por unos malos oficia-les. Cuando vino Sendero Luminoso, no estuvimos ahí. No hicimos nada. Cuan-do ocurrió todo esto, yo era dirigente estudiantil, y no hicimos nada. Personas asesinadas, y nada. ¿Por qué? Eran quechuahablantes, estaban lejos. Eso no puede volver a suceder. Hay mu-chas cosas por hacer, comenzando con las que se pueden hacer inmediatamen-te. ANFASEP no está en los recorridos turísticos. Solemos escuchar que es un tema muy fuerte. ¿Muy fuerte? Es lo que pasó. Suelo ir con mis estudiantes, cada cuatro meses, para que apren-dan sobre el tema. Fui con mi hija, que hizo muchas preguntas y al final dejó un mensaje en el libro de ANFASEP: ‘‘estas

mamitas tienen derecho a encontrar a sus hijos’’. Es algo tan evidente. No se pide nada más que justicia.

Antes, no entendía la razón por la que los familiares suelen llevar la foto de la persona desaparecida con ellos. Luego, me puse a pensar qué pasaría si mi hija no está. Puse a mi hija en el rostro de los familiares que llevaban estas personas. Entendí que no tendría más vida que la que se me diera para buscarla. No se necesita más que po-nerse en el lugar, pensar en cómo le afectaría esto a uno. Cuando se hace ese cambio, no queda pendiente nada más a nivel interno. Uno entiende.

Hay una causa. La causa por los desaparecidos del Perú. Faltan espa-cios como La Hoyada, que represen-ta un lugar especial para las madres. Y es importante resaltar que les que-da poco tiempo. Mama Angélica vivió mucho, pero aun así no le alcanzó el tiempo. No encontró a su hijo. Lo único que estas madres piden es un espacio para poner una vela, para pensar que ahí está su hijo, su esposo, su herma-no. Esperan que los médicos forenses, que han trabajado con pocos recursos y mucho esfuerzo, puedan entregar sus resultados. Sin banco de datos, eso no sería posible.

En el Perú, muchas palabras llevan una carga negativa. ‘‘Conflicto armado interno’’ es un término del Derecho In-ternacional Humanitario, pero aun así tiene una carga. Cuando se dice que hubo ‘‘excesos’’, esa palabra también tiene una carga. Sin embargo, estamos

hablando de lo mismo: víctimas. Civi-les, militares, policías, todos víctimas. Porque, es necesario enfatizar, una persona procesada por terrorismo no puede ser considerada una víctima.

Este 28 de agosto celebramos un homenaje por el primer año de la muer-te de Mama Angélica en el Ojo que Llora. Un lugar que ha recibido críticas, pero pensemos que si hay un nombre que no deba estar ahí, que se retire. Es ofensivo para el resto de víctimas ver-daderas que ahí están.

Mientras hablemos solo entre noso-tros no vamos a garantizar que nuestros hijos y nietos conozcan la historia. Este juego de la posverdad es realmente un peligro. La memoria colectiva se cons-truye, no solo se escribe. El informe de la Comisión de la Verdad y Reconcilia-ción representa a una parte del país, pero hay otra parte que no se identifica. Reconozcamos que los hechos son he-chos. Nadie los debe negar. Trabajemos en un proyecto de reconocimiento de los hechos que tenga futuro. Perdere-mos todo si eso no se logra. El Lugar de la Memoria es uno esos espacios que todos debemos defender. Poner énfa-sis en que el Estado no puede cometer los crímenes que se cometieron, por-que cuando el Estado lo hace es como cuando un profesor o un cura abusan de quien debía proteger. El Estado debe cuidar sus ciudadanos.

Este y la reforma agraria, son los dos grandes temas de la historia recien-te del Perú. Todavía quedan desapare-cidos en el VRAEM y nadie los busca.

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Sus familiares, Asháninkas en muchos casos, no los buscan por la forma tan distinta que tienen de entender la muer-te y de pensar en sus muertos.

¿Qué hacemos con los niños pro-ducto de violaciones a las mujeres se-cuestradas hace 20 años? ¿Qué hace-

mos con las personas desaparecidas en el VRAEM? ¿Qué hacemos con las 90 personas recuperadas de Sendero?

Es hora de hacer que todos entien-dan, hacer un esfuerzo por todos ellos, por Mama Angélica. Tenemos tareas, muchas tareas por hacer.

Manuel Burga

Director del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión SocialPerú

Tengo siete semanas a la cabeza del Lugar de la Memoria y la Inclusión

Social (LUM). Sigo en la etapa de re-copilación de información y aprendiza-je. En base al título de este evento, me pregunté qué es la memoria colectiva. Volviendo a mis hábitos de estudiante, regresé a los libros a ver si es que existe y, de ser así, cómo se construye. Pude concluir que el concepto de memoria colectiva, como se construye, quienes recuerdan, se presenta muy bien en un caso.

Tan pronto llegué al LUM, todos mis amigos me llamaron para darme infor-mación particular sobre el tema. Entre ellos apareció una persona: Renato Alarcón. Un psiquiatra peruano que vive en California. Es un psiquiatra de re-nombre. Profesor en una clínica en Min-nesota y también aquí en la Universidad

Cayetano Heredia. Vino a verme con su esposa y la esposa de su hermano, des-aparecido en 1989. Conversamos en dos reuniones y decidí invitarlo a una de las presentaciones que se desarrollan en el LUM sobre personas desapareci-das; ‘‘Adiós, Ayacucho’’ de Yuyachkani. Me permitió sentarme con su familia y reunirnos después para conversar. Ahí comprendí que lo que estaba tratando de comunicarme era la desaparición de su hermano en diciembre de 1989. Ese año, su hermano había sido elegi-do como Secretario General de la Fe-deración de Docentes Universitarios del Perú, el organismo sindical que luchaba por los derechos de los docentes. En di-ciembre de 1989, asistió a una reunión del sindicato en Huancayo, y dos de los sindicalistas desaparecieron, incluyen-do a Javier. Nunca más se supo de él. Enterado de esto, me interesé en saber

quién es Renato. Entendí que estudió en la Universidad Cayetano Heredia y muchos médicos conocían a Renato. Incluso un amigo mío, Juan Ramón de la Puente, de la UNAM. Eso me permi-tió unir varios cabos sueltos. También, pude saber que el hermano había es-tudiado en la Universidad Nacional de Ingeniería. Averigüé con otros profe-sores de esa universidad quién había sido realmente. Me contaron que fue ingeniero civil, especialista en estructu-ras muy particulares, una especialidad bastante concreta de esa universidad. Se trataba de un profesional con mucho futuro, con un sentido gremial que lo lle-vó a ser dirigente de la Federación.

Esta interacción fue muy útil para tratar de unir los cabos, para respon-der a la pregunta sobre si existe o no la memoria colectiva o como se constru-ye. Lo más interesante luego de estas constataciones es ver quién recuerda y quién pide recordación. Lo que Rena-to quería es que su hermano también apareciera en uno de los cubículos que tenemos en el LUM con imágenes u objetos de personas desaparecidas. Revisamos el registro de víctimas y pu-dimos comprobar que Javier aparece ahí. Así, tenía todo el derecho de apa-recer en uno de los cubos. Ahora nos encontramos en proceso de ver cómo presentamos la memoria de una mane-ra museográfica. Renato no solo trajo fotos, también trajo un libro: Radio Ciu-dad Perdida. Se trata de una novela que escribió el hijo de Renato, publicada en 2007. Daniel Alarcón, el hijo de Renato novelista radicado en Estados Unidos y profesor en Columbia, con reciente

éxito en la literatura latinoamericana en inglés. Nunca había oído de él, pero en el LUM sí. La novela está dedicada a su tío Javier, con las fechas de nacimiento y desaparición. Es una novela singular, con grandes pretensiones, la primera de Daniel. Trata sobre un programa de radio llamado Ciudad Perdida, donde una locutora, Norma, está en constante comunicación con el pueblo donde se emite, gritando los nombres de perso-nas perdidas. La intención de Norma es juntar a las familias a través de las ra-dios. Norma tenía un esposo que había desaparecido. Después de 10 años de guerra, el Estado emite una ley que obli-ga a los ciudadanos a olvidar. Ley que va directamente en contra de la radio, que buscaba recordar.

Lo que representa esta obra es un pueblo en Latinoamérica. Cuando des-cribe las ventanas que dan al mar, las nubes grises y el tráfico caótico, queda claro que se refiere a Lima. No quiero decir cómo termina la novela para que la puedan leer. Pero quiero resaltar como los hechos reales se convierten en parte de la lectura de la novela. Esa memoria se va construyendo lentamen-te con los fundamentos, los cuadros so-ciales. Lo que quiero decir es que este es un ejemplo de una persona que tie-ne un familiar desaparecido, que no es de clase popular, pero tiene una deuda consigo mismo y con su familia: el her-mano desaparecido. Lo que quiere es un reconocimiento. El LUM hizo eso, nos sentamos con él, escucharlo, con-versar y ver una obra de teatro que tuvo que ver con el tema y lo dejó aliviado, espero que sí.

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PROCESOS DE BÚSQUEDA CON ENFOQUE HUMANITARIO

Mesa 2

En Colombia, la búsqueda de per-sonas desaparecidas se ha desa-

rrollado en el proceso judicial penal. Se ha demostrado que la propia natu-raleza de este proceso ha dificultado la participación de los familiares para ser parte de él. La experiencia de las víctimas en el proceso judicial en Co-lombia es que no se les priorizó. No hubo metodología, no hubo hipótesis de identificación al encontrar cuerpos. Los familiares se enfrentaron a gran-des desafíos para poder identificar a sus desaparecidos. Ahora hay 7500 cuerpos recuperados sin identificar.

No se puede perder de vista, a la hora de analizar el abordaje judicial en Colombia, que la figura de desapari-ción forzada no tiene muchos años de incorporada a la legislación Colombia-na. En el año 2000 se reconoció que existía como delito autónomo. Estas situaciones fueron procesadas como secuestro hasta ese momento. Hay grandes diferencias entre buscar un secuestrado y buscar un desapareci-do. El Conflicto Armado en Colombia ha dejado más de 80,000 personas desaparecidas (la última cifra del Perú habla de 25,000) entre 1958 y 2017.

Luz Marina Monzón

Directora de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por DesaparecidasColombia

Más de 30,000 secuestradas y más de 16,000 reclutadas ilícitamente. Es universo muy grande para buscar, y sirve para plantearnos los desafíos de esa búsqueda que tendrá lugar en el marco del acuerdo de paz.

En el 2016 se firmó el acuerdo de paz con una de las guerrillas del país, las FARC. En el acuerdo se incluyeron cinco puntos para construir la paz, que tienen que ver con las problemá-ticas y la existencia de las guerrillas: reforma rural integral, participación política, cese al fuego, solución al pro-blema de las drogas ilícitas, víctimas y los mecanismos de seguimiento. La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas entra en el quinto punto.

Hay un tribunal específico, la Ju-risdicción Especial para la Paz, que estará encargado de la expectativa de justicia de las víctimas. La Unidad de Personas dadas por Desaparecidas en el contexto del Conflicto Armado está a cargo de la tarea del desarro-llo e implementación de acciones que permitan la localización de personas dadas por desaparecidas, teniendo

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en cuenta que es posible que se en-cuentren vivas.

¿Por qué una unidad de búsque-da? ¿Qué es una persona dada por desaparecida? ¿Por qué se plantean estas preguntas? Porque es un tema nuevo. Cuando me preguntan sobre los mecanismos de justicia transicio-nal, tengo que explicar qué significa. Se trata de mecanismos de justicia que conviven con los mecanismos or-dinarios. La Fiscalía General de la Na-ción y la Comisión de Búsqueda por un lado, trabajan al mismo tiempo que la Unidad de Personas Desaparecidas. Esto representa un desafío de coope-ración interinstitucional. Es un desafío gigantesco, porque están conviviendo mecanismos de justicia transicional y mecanismos ordinarios.

Ahora, es importante explicar que el mecanismo de justicia transicional tiene un mandato específico. La Uni-dad de Búsqueda no busca a todos los desaparecidos colombianos, solo a los que lo hicieron en el contexto y por motivo del conflicto armado. Estos mecanismos tienen un mandato de 20 años, que se puede prorrogar.

¿Quiénes son las Personas Dadas por Desaparecidas? Estas personas pueden ser consideradas como dadas por desaparecidas en el contexto y por motivo del conflicto armado: las desa-parecidas forzadas, secuestradas, re-clutadas ilícitamente, por eso es que hacía mención a esas cifras iniciales. Y esas son las personas que, quizás, vamos a encontrar vivas. Chicos que

fueron arrancados de sus casas, los combatientes también son personas que pueden ser buscadas con el me-canismo de la Unidad, porque las fa-milias los están buscando.

Por lo menos en este momento de inicio de la Unidad, estamos conside-rando a estos como los grupos de per-sonas sobre los cuáles se realizaría la búsqueda.

Yo fui posesionada como primera Directora de este sistema integral en febrero de este año. Desde entonces hemos venido construyendo el marco legal para el funcionamiento de la Uni-dad. Desde afuera, la sociedad civil, donde yo trabajaba, se suele pensar que si ya está la norma no debería haber retrasos en el trabajo. Sin em-bargo, cuando uno entra al Estado se encuentra con que la norma requiere de varios pasos, trámites y requisitos para funcionar. Se trata de, funda-mentalmente, decisiones políticas que indican cuánta gente tendrá el meca-nismo, cuánta gente va a trabajar, etc. Muchas veces nos alegramos y deci-mos ‘por fin sacamos la ley’, pero ese solo es el inicio de un largo camino de trabajo.

También es importante plantear lo siguiente: Es un mecanismo que surge por el acuerdo firmado con las FARC, es decir, de un proceso de paz. Esta unidad se plantea en 2015, antes de la firma de los acuerdos de paz, y con un apoyo importante por parte del Co-mité Internacional de la Cruz Roja. En el 2015 se dan dos acuerdos humani-

tarios: en primer lugar, unas medidas humanitarias inmediatas para buscar a las personas desaparecidas o que hubieran muerto, esto en base a uno de los artículos del Protocolo Adicional Primero a los Convenios de Ginebra que habla acerca de las obligaciones humanitarias de los Estados en cuanto a la ubicación de las personas desa-parecidas de cada una de las partes. Con este acuerdo se logra entregar los cuerpos de varios combatientes. En segundo lugar, se incluye a la Uni-dad como algo que se iba a construir cuando se firmara el acuerdo final. Por eso es importante ubicar el referente normativo del cual surge esta unidad.

¿Cuál es el mandato que plantea la ley que determina la organización de la Unidad? La Unidad tiene por objeto, dirigir, coordinar y contribuir a la im-plementación de acciones humanita-rias. No dice acciones judiciales. Son acciones humanitarias de búsqueda y localización de personas dadas por desaparecidas en el contexto y en re-lación con el conflicto armado que se encuentren con vida. En el caso de fa-llecimiento, cuando sea posible, la re-cuperación, identificación de cuerpos.

Tal como está planteado el man-dato, la unidad tiene plena autonomía para desarrollar todas las etapas de la búsqueda. La norma dice que, duran-te el proceso de identificación, la Uni-dad puede apoyarse en el instituto de medicina legal.

La Unidad tiene una característica como entidad humanitaria del Estado:

puede recibir información de manera confidencial y garantizar dicha con-fidencialidad, por el riesgo de llevar esta información a que un colabora-dor sea procesado. Esto lleva a que veamos que la Unidad tiene dos ca-racterísticas fundamentales; la extra-judicialidad y la humanidad. Esta ex-trajudicialidad es la que lleva a que la confidencialidad pueda ser respetada, y que personal de la Unidad no pue-da ser obligado a testificar o revelar la fuente de la información en un pro-ceso judicial regular. La Unidad está exonerada del deber de denuncia. Salvo, lo que tiene que ver con la re-cuperación del cuerpo. Los informes técnicos forenses que conduzcan a la recuperación de la persona desapare-cida sí pasan a proceso judicial. Todo lo encontrado al momento de ubicar el cuerpo sí podrá ser utilizado en un proceso.

El enfoque humanitario lo susten-tamos en la participación activa y per-manente de los familiares. Como se trata de un procedimiento humanitario hay que siempre tomar en cuenta que un familiar no es solamente un deposi-tario de información. Un familiar tiene muchas experiencias, y es importante escucharlas, darles lugar en ese pro-ceso de búsqueda, en cada una de las etapas. Además, el familiar tiene dere-cho a saber a qué se está enfrentando y a tomar decisiones. Que no se trate de decisiones tomadas por la institu-ción, si no que sean tomadas por el familiar, asesoradas por la Unidad. Ese es el enfoque humanitario que queremos implementar, y creo que es

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la manera de hacer algo distinto. La Unidad no se podía crear para hacer algo que ya se está haciendo.

Yo siento que el proceso judicial penal, dada su naturaleza y dado el sentido que tiene, termina expropian-do a los familiares de un proceso que es vital para ellos. El proceso judicial, por su propia dinámica, va a su ritmo y casi nunca coincide con el ritmo de los familiares.

¿De dónde puede recibir infor-mación la Unidad? De los familiares. Todavía estamos en conflicto. Que se haya formado la paz no significa que no haya actores armados en el territo-rio y que la guerra ya no exista. Quizás haya bajado en intensidad, pero sigue. La gente está en riesgo real hoy. En-tonces, es probable que un familiar se nos acerque, quiera dar información, pero no que se sepa quién la entregó. De la sociedad civil que tuvo que ob-servar por muchos años como se en-terraban a los muertos. Las entidades del Estado también. Entidades perte-necientes a la Jurisdicción Especial para la Paz y de los responsables por fuera de un proceso judicial. No todos los responsables de una desaparición

están en medio de un proceso. Y es probable que quieran dar información bajo esta modalidad.

¿Cómo nos hemos organizado para el desarrollo de esta misión? La Unidad está constituida por una Di-rección General que tiene un Consejo Asesor, éste está constituido por siete instituciones del Estado y seis repre-sentaciones de sociedad civil (cuatro de asociaciones de víctimas de des-aparición forzada y de secuestro). Luego, la Unidad se divide en tres di-recciones: Dirección de Información, Planeación y Localización para la Búsqueda, que tiene por fin construir un plan de búsqueda e identificar si la persona está viva o muerta. Si está muerta, el caso va a la Dirección de Prospección, Recuperación e Identifi-cación. En cambio, si está viva, pasa a la Dirección de Participación, Con-tacto y Enfoque diferencial, porque ahí la idea es buscar a la persona, hacer contacto con ella y determinar si esta persona quiere hacer contacto con quienes la buscan.

De esa manera se ha planteado el modelo de gestión para la búsqueda humanitaria.

Allá por el año 2000, los familiares de personas desaparecidas y los

medios periodísticos denunciaban la aparición de ‘’fosas clandestinas’’. Es-tas fosas eran intervenidas sin ningún criterio técnico para mantener los res-tos de la mejor manera. Una primera reacción vino por parte de la Defen-soría del Pueblo, la cual presentó un documento que llamaba a las autori-dades y a la población a manejar esos hallazgos de forma adecuada. Por for-ma adecuada entendemos que vayan fiscales y peritos especializados para identificar los restos. El documento te-nía, además, como finalidad frenar un poco el ímpetu de los familiares y de la prensa de denunciar los hechos, a fin de poder realizar una identificación de forma correcta.

El Ministerio Público emitió la direc-tiva 011-2001 que regula la investiga-ción fiscal frente al hallazgo de fosas. Esto marca una pauta, lo que al final resultó en la creación de un equipo forense especializado en 2003. Para este momento, ya habíamos identifi-cado los objetivos que siguen vigen-tes hoy en día: identificar los cuerpos, aportar elementos a las investigacio-

Susana Cori

Responsable del Programa de Personas Desaparecidas del Comité Internacionalde la Cruz Roja Perú

nes penales, devolver a los cuerpos a sus familiares. Estos tres objetivos fue-ron los que marcaron la pauta de qué es lo que debía hacer el Estado, qué debían recomendar los organismos de Derechos Humanos, qué es lo que los familiares pedían en ese entonces. Los objetivos han variado un poco, se han ido mejorando, se han añadido otras necesidades. Pero, desde un principio ya se identificó cuál debía ser la ruta a seguir.

Otro punto importante que recor-dar es la existencia de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Durante el mandato de la CVR se realizaron intervenciones antropológi-co – forenses. La Comisión identificó 47 casos que no fueron presentados al Poder Judicial o a las Fiscalías, en 13 de ellos se logró determinar la exis-tencia de sitios de entierro, y en 4 de estos, se realizaron diligencias de re-cuperación durante el mandato de la Comisión. En primer caso fue el caso de Quispillacta en el año 2002. Este caso es importante porque fue la pri-mera y fue una experiencia de inter-vención conjunta. Estuvieron: la CVR, el Ministerio Público, la Defensoría del

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Pueblo, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y los familiares. En esta intervención se logró identificar los cuerpos de 8 personas. Luego de la intervención, este caso fue judiciali-zado. El Ministerio Público continuó la investigación y el Poder Judicial llevó a cabo el enjuiciamiento de los respon-sables. Dos casos siguieron el mismo camino, Totos y Lucanamarca, donde se recuperaron 69 cuerpos.

Luego de estas primeras experien-cias llega una propuesta de política pú-blica en el año 2003. La CVR presenta su informe final y nos da algunas luces de cómo trabajar. Recomienda un grupo de trabajo interdisciplinario, un Consejo Nacional de Reparaciones, un Comisión Nacional de Personas Desa-parecidas, entre otras.

Sobre reparaciones, debemos mencionar que en el año 2005 se im-plementó esta recomendación sobre el tratamiento a la búsqueda de perso-nas desaparecidas. En ese momento, mantuvimos el modelo de búsqueda con intervenciones fiscales. La Fisca-lía emitió una directiva, luego creó un Equipo Forense Especializado, luego Fiscalías Especializadas para trabajar estos temas.

Pasaban los años y faltaba algo. En el 2008 se establece la Mesa de Tra-bajo sobre Búsqueda Personas Desa-parecidas. Pese a todo esto, muchos familiares no consideraban que se atendían sus demandas de forma sa-tisfactoria. Es por eso que el 2008 se crea esta mesa de trabajo, que sigue

vigente y de la cual hemos recibido aportes muy importantes. Fue a través de esta mesa que se reflejó el ímpetu de los familiares de seguir hablando del tema.

Otro hito importante ocurrió en el año 2012. Todos los sectores del Estado llamados a pensar qué esta-ba fallando en el sistema, estuvieron en un seminario organizado ese año. Una de la conclusiones importantes del evento fue determinar la necesidad de una política pública que priorice en-contrar a los desaparecidos. Porque, el enfoque judicial no estaba siendo lo suficientemente satisfactorio. Tomó 4 años elaborar esta política pública.

Hubo mucha actividad por parte de los familiares, colectivos, etc. exis-tiendo ya el compromiso del Estado de plantear una política pública. Los familiares no se quedaron solo con esa promesa, sino que siguieron plantean-do alternativas de por dónde debería ir esa política pública. Los familiares no son solo receptores de información, tienen mucho que aportar, porque ellos saben por dónde es que hay que caminar.

Por esos años también se avanzó en temas que hoy ya está consolida-dos en la ley. Se avanzó en el acom-pañamiento psicosocial, inexistente en las primeras intervenciones. No era un elemento que se consideraba. Hoy podemos decir que, incluso antes de la ley, el acompañamiento fue incor-porado a este modelo de búsqueda a través de las fiscalías. Durante todos

estos años, desde el 2000 al 2016, hubo avances, aún sin una política pú-blica establecida por la ley. Aunque no había un modelo con enfoque huma-nitario establecido, ya se realizaba un trabajo con enfoque humanitario.

De todos modos, sabemos que no era suficiente porque no es rol de la fiscalía atender este tipo de necesida-des. Por ejemplo, no era función de la Fiscalía comprar los ataúdes, o estar a cargo de los nichos, o de coordinar el traslado de los ataúdes hasta los lugares donde se iban a enterrar. Sin embargo, se pudo congregar a acto-res de la sociedad civil, al Ministerio de Salud, a los propios familiares, al CICR para que las restituciones se realizaran cada vez con una mejor atención a los familiares, con una atención digna.

En este momento, es posible hacer un breve balance del trabajo realizado entre los años 2012 – 2016. En la in-vestigación forense preliminar había testimonios recogidos por fiscales, procesos necesariamente judiciales, una investigación reactiva. En la in-vestigación forense de recuperación y análisis, se realizó un trabajo decidido con una proyección mayor, siempre con pocos recursos. Hasta el 2015, antes de la Ley, se pudo dar cuenta de 3422 cuerpos recuperados, de ellos 1974 identificados. Esta fue la foto hasta antes del proceso de búsqueda con enfoque humanitario.

En cuanto a la gestión de informa-ción, había muchos registros, pero no una oficina que centralizara toda esta

información. No se hacía un análisis de patrones, solo se analizaban caso por caso, porque es el mandato que tienen los fiscales. En cuanto al acom-pañamiento a los familiares, este era brindado en un inicio por la sociedad civil y, recientemente, ya se ha incor-porado al sector Salud pero con poco presupuesto. En cuanto al apoyo ma-terial, en un inicio los ataúdes eran comprados por el CICR. Los nichos eran proporcionados a veces por los Gobiernos locales, pero todavía hay un tema no resuelto.

Desde el CICR nos preguntamos, ¿cuáles son las necesidades de los fa-miliares? Se hizo un pequeño estudio para conocer las necesidades de los familiares desde ellos mismos. Para eso se contó con el apoyo del Regis-tro Único de Víctimas del Consejo de Reparaciones, para poder llegar a al-gunos familiares y poder preguntarles directamente a ellos. El estudio indicó que los familiares necesitan saber qué ocurrió con su familiar desaparecido, enterrar dignamente los restos, resol-ver la situación jurídico – patrimonial, acceso a la justicia, recibir compen-saciones económicas, recibir apoyo psicosocial, un reconocimiento por la pérdida de oportunidades.

Este pequeño balance nos llama a la reflexión. Teníamos mecanismos, instituciones apoyando, pero no era suficiente. Las necesidades de los fa-miliares todavía estaban vigentes. A eso buscó responder la Ley de Perso-nas Desaparecidas. Los fiscales tienen por prioridad identificar a los responsa-

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bles de lo ocurrido. Si el fiscal no tiene identificado a un presunto responsa-ble, va a archivar el caso, porque su prioridad es perseguir el delito. Toda-vía no había una institucionalidad que estuviera destinada a dar una respues-ta a los miles de familiares que busca-ban a sus seres queridos.

Hoy, tenemos fiscalías especiali-zadas que existen desde el año 2002, que siguen realizando el trabajo de in-vestigación, tanto las desapariciones como otras violaciones a los Derechos Humanos. El trabajo de estas fiscalías ha resultado en 3823 cuerpos recu-perados, 2445 identificados y 2250 entregados a la fecha. Estas entregas ya se realizan con acompañamiento psicosocial.

El mecanismo con enfoque huma-nitario que crea la Ley existe desde el 2016. Uno de los grandes resultados de este mecanismo es habernos dado una cifra oficial. Se solían dar distin-tas cifras de personas desaparecidas, pero esta oficina centralizó toda la in-formación y ya no son solo cifras. Ya es un listado de nombres con un nivel básico de información para poder ha-

cer una mínima clasificación de qué casos estamos hablando. Esta cifra es de 20,329 personas desaparecidas en el marco de esta Ley. Esto es impor-tante señalarlo porque puede haber distintas opiniones respecto de las ci-fras. Estas incluyen personas que sa-bemos que están muertas, pero cuya situación no se ha podido regularizar. Otro resultado importante es que te-nemos una investigación humanitaria que ha podido concluir en la entrega de 14 cuerpos de personas que sabía-mos que estaban muertas, pero que aún quedaba pendiente regularizar su situación jurídica. Sabemos que la ofi-cina tiene ya varios otros casos identi-ficados.

Es importante mencionar que los familiares han estado desde el inicio, durante el proceso de gestación de la ley y es importante que se mantengan presentes durante su implementación. Hace unas semanas, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ha re-activado un grupo de trabajo para la implementación de la ley. Una medida que nos parece sumamente acerta-da porque considera a los familiares como parte de la Mesa de Trabajo.

Mónica Barriga Pérez

Directora General de la Dirección Generalde Búsqueda de Personas Desaparecidas Perú

Retomando parte de los antece-dentes mencionados en la pre-

sentación anterior, me gustaría con-tinuar con lo que viene a partir de la aprobación de la Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas con enfoque humanitario y cuáles son los avances que podemos esperar.

A partir del año 2016, con la apro-bación de la ley 30470, se plantea un ámbito temporal en el cual se hará la búsqueda, y en el cual se implemen-tarán las medidas necesarias para la identificación y restitución de los restos encontrados. La ley le da un enfoque particular a lo que se venía haciendo antes. Su aporte es la imple-mentación de un enfoque humanitario para los procesos de búsqueda, que pone a disposición de los familiares todos los mecanismos para aliviar la incertidumbre, el sufrimiento y la ne-cesidad de respuesta de los familiares. El proceso de búsqueda, bajo esta nueva ley, se centra en los familiares en tanto se determina que debe tener efecto reparador para los familiares y dignificar a los desaparecidos. La ley incorpora mecanismos transversales a las diferentes etapas del proceso que

ayudan a involucrar activamente a los familiares.

Cuando se creó la ley, se encargó el mandato al Ministerio de Justicia y De-rechos Humanos (MINJUS). El Ministe-rio debe dirigir y coordinar con las di-ferentes entidades públicas y privadas que puedan estar relacionadas con el proceso de búsqueda. En el año 2017, el MINJUS emitió el Decreto Supremo 013-2017-JUS, mediante el cual se re-forma el Reglamento de Organización y Funciones, y se crea la nueva direc-ción de búsqueda.

Al mismo tiempo, el MINJUS elabo-ró el Plan Nacional para la Búsqueda de Personas Desaparecidas, aproba-do por Resolución Ministerial 0363-2016-JUS, en coordinación con los familiares, con la sociedad civil y las diferentes instituciones involucradas. Este Plan encarga funciones muy es-pecíficas a cada entidad y dispone un objetivo general: dar respuesta y aten-der las necesidades de los familiares de personas desaparecidas de forma integral. Esa respuesta debe conside-rar las necesidades de los familiares y los tipos de respuesta que tiene el pro-

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ceso de búsqueda, porque no todas las respuestas son iguales. La aten-ción integral conlleva que las entidades pongan a disposición de los familiares todos los mecanismos, apoyo material y logístico, que permitan su verdadera participación en las diferentes etapas del proceso de búsqueda. Mecanis-mos como poder brindar un transporte para que participen durante las diferen-tes etapas, alojamiento y alimentación, coordinar con las diferentes entidades que puedan proveer los nichos. Esto debe ser tomado en cuenta para que se aplique de forma adecuada este plan con enfoque humanitario, y este efecto reparador que establece la ley.

El Plan Nacional de Búsqueda tie-ne tres objetivos específicos: primero, conocer qué ocurrió con las personas desaparecidas, agotando todos los es-fuerzos para la búsqueda y, de ser el caso, restituir los restos a los familia-res. Conocer lo que pasó implica una investigación humanitaria mucho más profunda. Significa garantizar el dere-cho a la verdad de los familiares, algo enunciado como un objetivo general del Plan. Si bien se suele esperar que los procesos de búsqueda estén enfo-cados en encontrar y restituir restos, en muchos casos eso no va a ser po-sible. Con el fin de garantizar la trans-parencia y dar información clara a los familiares, tenemos que plantearles los escenarios que se pueden presentar.

Diferentes circunstancias pueden llevar a que no sea posible encontrar y restituir restos humanos en un proce-so de búsqueda. Por ejemplo, cuando

los cuerpos fueron incinerados. Esta es una de las razones por las que es necesario un acompañamiento psico-social adecuado con el fin de que los familiares puedan procesar la informa-ción y que puedan sanar. Otro ejemplo son los casos de cuerpos arrojados al mar o a ríos como el Huallaga. Encon-tramos que estas son situaciones que se presentan, y que los familiares están en una búsqueda continua de sus des-aparecidos pero, principalmente, de una respuesta oficial del Estado.

También existe la posibilidad de en-contrar personas vivas. Si bien el índice no es muy alto, existe la posibilidad de encontrar personas vivas. Eso nos lleva a otro tipo de planteamiento y respues-ta para los familiares. Desde el Registro Especial de Ausencia de la Defensoría del Pueblo y del registro único de víc-timas se han presentado estos casos.

El segundo objetivo específico del Plan indica que debemos atender el impacto psicosocial producido por la desaparición y por el proceso de bús-queda. Es indispensable contar con acompañamiento psicosocial para los familiares debido a que el enfoque humanitario nos encarga la tarea de aliviar su sufrimiento. Las intervencio-nes del acompañamiento psicosocial se dan en diferentes niveles, no solo a nivel individual, sino también a nivel comunitario y familiar. Dentro de las propias familias se generan situaciones que pueden ocasionar conflictos fami-liares. Poder seguir todo el proceso de búsqueda requiere herramientas que permitan procesar información y avan-

zar. En muchos casos también es ne-cesario gestionar una reconstrucción del tejido social que puede verse roto a raíz de las desapariciones y conflictos intra-comunidad no resueltos.

El tercer objetivo del Plan esta-blece que debemos promover que la participación de los familiares en los procesos de búsqueda, el mismo que se debe dar a partir de decisiones to-madas por ellos mismos, sobre la base de información entregada de manera clara, oportuna y suficiente. Los fami-liares participan activamente en las di-ferentes etapas del proceso, y esta no puede ser obstaculizada por aspectos logísticos, barreras de las que el Esta-do debe encargarse.

La Dirección General de Búsque-da de Personas Desaparecidas es un órgano de línea que pertenece al Vice Ministerio de Derechos Humanos y Ac-ceso a la Justicia. La Dirección General cuenta a su vez con dos direcciones: Dirección de Registro e Investigación Forense y la Dirección de Atención y Acompañamiento. Esta distribución se da a partir de los objetivos del Plan. Vemos que necesitamos una dirección que pueda centralizar la información, que realice la labor de campo y de investigación humanitaria, que tenga contacto con las autoridades locales para poder recopilar toda la informa-ción y establecer el contexto previo a la intervención o a una exhumación. La Dirección de Registro está encarga-da del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de Entierro, ins-titución que estableció la cifra oficial de

personas desaparecidas en el Perú en 20,329 personas. La cifra comprende el número total de personas desapare-cidas a modo de dignificar todas ellas.

La ley establece un concepto am-plio de persona desaparecida en su artículo 2. Esto permite incluir a las personas de las cuales no se conoce su paradero, pero también a quienes desaparecieron y sobre quienes no existe una certeza legal. Estamos ha-blando de lo que solemos llamar en el Perú como ‘‘ratificaciones’’. Se trata de alrededor de cinco mil personas que, de acuerdo con la información del re-gistro están en esta condición y, el otro grupo pertenece a los diferentes tipos de desaparición que tuvieron lugar en el periodo de violencia en el Perú. Hemos establecido una tipología de desapariciones teniendo en cuenta la cantidad de información que tenemos para cada caso. Eso nos permite de-terminar estrategias de búsqueda. En los casos sobre los que tenemos una cantidad considerable de información, es posible ir dando una respuesta a los familiares, esa es una obligación de la Dirección General y del Ministerio.

El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de entierro (RENADE) se construyó a partir de registros preexistentes administrados por diferentes entidades y de informa-ción valiosa aportada por la sociedad civil. La Dirección General comenzó a centralizar, sistematizar y depurar la información. Se contó con aportes de la Comisión de la Verdad y Reconcilia-ción, del Registro Especial de Ausencia

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por Desaparición Forzada de la Defen-soría del Pueblo, del Registro Único de Víctimas, del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, del Equipo Pe-ruano de Antropología Forense, entre otros. Esto resultó en que el Registro Nacional cuente con nombres, ape-llidos, lugar en el que se dio la desa-parición, fecha y una pequeña sumilla sobre cada caso.

Un objetivo adicional es evitar la re – victimización de los familiares. Sabe-mos que en muchos casos, los familia-res han brindado información a un sin-número de entidades. Cada vez que se les vuelve a pedir la misma información, se les está re – victimizando. Si hay in-formación disponible, para nosotros es un compromiso generar avances des-de esa información ya existente.

El Registro también contiene infor-mación del trabajo de campo que hace el equipo. Parte de ese trabajo consiste en ir directamente a las comunidades, y facilitar el contacto entre familiares y autoridades.

La Dirección de Atención y Acom-pañamiento, articula todo el trabajo de acompañamiento psicosocial que no solo está centrado en una etapa específica del proceso, como ocu-rría antes cuando se contaba con el acompañamiento para la exhumación y para la restitución. Ahora se da de forma trasversal y permanente duran-te todas etapas del proceso. De esa forma se garantiza la participación de los familiares y el enfoque humanita-rio. Sabemos que necesitamos una

red mucho más amplia de promotores que acompañen estos procesos en las comunidades pero, principalmen-te, que se vuelvan parte de la comu-nidad. Esto, debido a que uno de los problemas que solemos encontrar es que las afectaciones siguen ocurrien-do una vez el personal ha dejado la comunidad. Es necesario establecer promotores locales, de la propia co-munidad para que puedan atender de forma inmediata las situaciones que se presentan. También es necesario articular esfuerzos con entidades que vienen desarrollando estas activida-des, como el Ministerio de Salud.

En diciembre de 2017, a través de la Directiva 01-2017-JUS/VMD-HAJ-DGBPD, se establecieron las etapas del proceso de búsqueda y las competencias que tendrá la Dirección General. Estamos en una etapa en la cual los procesos de búsqueda con enfoque humanitario conviven con los procesos judiciales. En ese marco, se establece que la Dirección puede co-menzar investigando los casos nuevos, como los que no fueron reportados a ninguna autoridad, y que son recogidos en las salidas de campo. De los casos actuales, un 5 – 10% fueron recogidos en estas salidas. La Dirección también está facultada para investigar los casos con archivo fiscal. Ese archivo puede ser temporal o definitivo, porque el pro-ceso judicial tiene por fin establecer la responsabilidad penal de los autores del hecho, mientras que el proceso de búsqueda con enfoque humanitario busca dar respuestas a los familiares y tener un efecto reparador. Si bien es

probable que haya casos con material probatorio insuficiente para la fiscalía, para nosotros en la Dirección General sí es posible avanzar con base a esa in-formación. Lo mismo ocurre en los ca-sos con sentencia definitiva, pero que no lograron una restitución de restos humanos. En todos estos casos coor-dinamos con el Ministerio Público en la etapa de intervención conjunta.

La Dirección colabora en los casos judiciales brindando información des-de el RENADE que pueda servir para ubicar el sitio de entierro del caso con-creto y para la restitución de los restos a los familiares. Coadyuva en el pro-ceso de búsqueda. Además, brinda el acompañamiento psicosocial.

A continuación procederé a ex-plicar las tres etapas del proceso de búsqueda. La primera etapa de inves-tigación humanitaria consiste en el tra-bajo que se hace desde la Dirección yendo a las comunidades, revisando archivos, sistematizando información, teniendo contacto con los familiares y autoridades locales. En la segunda etapa, cuando ya existe el informe de investigación humanitaria, coordi-namos con el Ministerio Público para que se designe a un fiscal, y que este acompañe e intervenga en esta etapa para poder realizar la exhumación y la recuperación de los restos. De esta manera se activa al Equipo Forense Especializado. La tercera y última eta-pa consiste, en algunos casos, en la restitución, y en una ceremonia simbó-lica en los casos en los que no se ha podido recuperar el cuerpo. Este tipo

de cierre simbólico permite que los fa-miliares tengan un lugar al que llevar una vela, o un espacio que represen-te a su familiar. De forma transversal, está el acompañamiento psicosocial y el apoyo material y logístico.

Como fruto de la implementación de este proceso de búsqueda se pudo hacer la primera restitución con enfo-que humanitario este 14 de agosto de 2018 en Ayacucho, en un amplio nú-mero de distritos. En este momento contamos con investigaciones abiertas en Ayacucho, Huánuco, Junín y Huan-cavelica. Además, contamos con dos oficinas descentralizadas, una en Aya-cucho y una en Huánuco.

La promulgación del Decreto Le-gislativo 1398, que crea el Banco de Datos Genéticos, representa un hito importante en el proceso. Además, a través de la Resolución Ministerial 373-2018-JUS, se creó el Grupo de Traba-jo para coadyuvar en los procesos de búsqueda de personas desaparecidas con enfoque humanitario. En este gru-po participan asociaciones de familia-res, sociedad civil e instituciones invo-lucradas como el Ministerio Público, el Ministerio de Salud, Gobiernos Regio-nales, Asociación de Municipalidades y la Defensoría del Pueblo. Este Grupo de Trabajo se va a instalar en octubre, pero como antecedente importante hay que resaltar que este último 17 de setiembre tuvo lugar una reunión con las organizaciones de familiares, quie-nes escogieron a sus representantes, lo que permitirá un canal de comunica-ción que sea fluido y claro.

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PROCESOS FORENSES,SISTEMAS DE INFORMACIÓNY BANCO DE DATOS GENÉTICOS

Mesa 3

Pertenezco a una ONG que está orientada a identificar víctimas de

graves violaciones a los Derechos Hu-manos. Tenemos un grupo integrado que hace investigación histórica y que genera bases de datos de referencia y evidencia para aplicar la genética fo-rense. El proceso de identificación es un proceso integrativo, que necesita apoyarse incluso en organismos de Derechos Humanos, fiscalías, médicos forenses, policía, etc., para así poder aplicar todas las ciencias forenses e identificar un cuerpo.

Tenemos una cantidad de protoco-los y guías de interpretación, que apo-yan los procesos de identificación de víctimas de desapariciones por desas-tres y de desaparición forzada.

La identificación de víctimas a gran escala es un desafío. Es muy distinto analizar un episodio limitado con po-cas víctimas a hacerlo con uno de mi-les de víctimas como el que se maneja aquí en Perú. Entonces, los episodios pueden ser de dos tipos: un desastre masivo es un evento instantáneo que moviliza a toda la sociedad y no oculta evidencias. En cambio, las desapari-

Carlos Vullo

Director del Laboratorio de ADN del EquipoArgentino de Antropología Forense (EAAF)Argentina

ciones no son un evento instantáneo, se acumula en el tiempo y en distin-tos lugares. Las causas pueden ser muchas, y a veces hay interés en el ocultamiento de los restos. Esto hace mucho más difícil identificar a este tipo de víctimas. Los protocolos de genéti-ca son similares en ambos casos. Sin embargo, el estrés y el tiempo, son di-ferentes.

El proceso de identificación y apli-cación de genética comienza con un episodio en el que se depositan restos humanos, luego tenemos la primera etapa que puede ser la recolección de restos. Allí tenemos un primer pro-blema: la calidad de esos restos. Con esos restos, debemos obtener perfiles genéticos e intentar crear una base de datos de esos perfiles. Por otro lado, como identificar es comparar, para identificar, necesitamos algo con qué comparar. Si tuviéramos un perfil ge-nético de la víctima podríamos identifi-car los restos con ese perfil. Por ejem-plo, muchas de las víctimas del ataque a las Torres Gemelas fueron identifi-cados con muestras de cepillos y afei-tadoras. Eso es muy fácil en eventos masivos, pero no en desapariciones

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porque es difícil poder concluir que un bien era exactamente de la persona. Es por eso que, en este tipo de situa-ciones, pasamos a crear bases de da-tos de familiares de los desaparecidos. Aquí tenemos el segundo problema, cuando pasa mucho tiempo hay va-rias dificultades, como cuando mueren los familiares y no pueden donar sus muestras de sangre. O, que tengamos familiares de segunda generación. Ahí hablamos de genealogía deficiente. La calidad de la referencia es funda-mental para que la comparación de los perfiles genéticos lleve a un match es-tadísticamente significativo. La calidad de los restos y la posibilidad de armar un perfil depende mucho de donde ha sido enterrada la víctima.

Nosotros armamos bases de da-tos perfiles de datos post o ante mor-tem. Y debemos comparar las bases de datos. Es distinto comparar episo-dios cerrados de episodios abiertos. Puede tratarse de un episodio pe-queño de dos o tres víctimas y una gran información, lo que nos da una hipótesis presuntiva fuerte. Otro caso ocurre cuando tenemos que compa-rar grandes bases de datos sin ningu-na presunción. En ese caso, la eva-luación estadística está fuertemente influida por el número de víctimas. A mayor cantidad de víctimas, mayor incertidumbre. La genética no pue-de hacer magia, y lo que vemos en series como C.S.I. no ocurre, es fic-ción. En la realidad, muchas veces no encontramos soluciones. Por eso, la búsqueda debe ser polivalente. Tene-mos que pensar en los umbrales esta-

dísticos para poder considerar a una víctima como identificada. El umbral puede ser 99,99%, pero eso llevaría a que no se identifique a nadie por ser un umbral muy alto. Si el umbral fuera muy bajo, por el contrario, llevaría a muchos matches débiles. Por eso hay que discutir con historiadores, gene-tistas, fiscales, antropólogos, científi-cos forenses, etc.

También, podemos encontrar falso positivos, cuando se trata de un match débil que coincide por azar. Hay que buscar que el perfil sea raro, para que el match sea poderoso.

Los componentes críticos de iden-tificación son: la cantidad de personas desaparecidas y, además, que el nú-mero de individuos denunciados como desaparecidos no siempre coincide con el número presuntivo de perso-nas desaparecidas o con el número real. Esos son números que van a im-pactar en la estadística que vamos a tener que aplicar en la genética. Si el episodio es cerrado o abierto, también puede impactar en el resultado. Si un episodio es cerrado, p.e. un avión se cae, igual sabemos qué personas es-tuvieron a bordo. En un episodio abier-to no tenemos presunción. Si hay restos mezclados, ello va a significar mayor trabajo de genética porque hay que re asociar los restos.

Hay que ver la calidad y condición de los restos: El tipo de muestra bioló-gica, los tejidos que están disponibles (hay tejidos mejores como por ejemplo el fémur). Si la muestra es de larga

data, más de treinta años, carboniza-do, etc. es más difícil.

Otro elemento son las calidades y los tipos de las referencias. En los casos en los que no tenemos mate-rial biológico de la víctima, es necesa-rio exhumar parientes. Mientras más distante sea el familiar, las similitudes entre los dos serán más parecidas a las que la víctima tuvo con el resto del mundo y, por lo tanto, no identificables.

Todo esto impacta en nuestros va-lores estadísticos: las comparaciones masivas de bases de datos, mientras más perfiles haya que comparar, hay mayor incertidumbre, hablamos de falsos positivos y falsos negativos. Y, es necesario conciliar porque la gené-tica no puede solucionar todo. A ve-ces, la puede liderar algún proceso de identificación, por el tipo de informa-ción de la que se pueda tratar, pero no en el tipo de casos que estamos discutiendo ahora.

Como decía antes, la calidad de las bases de datos de los familiares impor-ta muchísimo, por eso es importante registrar a la mayor cantidad de fami-liares como sea posible. Este número

varía por país. En Argentina, tenemos un promedio de dos familiares por des-aparecido, en México son casi 4.5. La calidad de la base de datos de México es muy buena. Si tengo una referencia distante como familiar, no voy a llegar a ningún lado.

La genética no es tan mala como vengo diciendo, pero cuando es apli-cada correctamente. En el año 2003 comenzamos a usar la ciencia gené-tica en casos con fuerte presunción. En el 2007 hicimos ya bases de datos masivas, con la Iniciativa Latinoameri-cana de Identificación de los Desapa-recidos. En ese momento se dio una subida importante en el número de identificaciones.

La aplicación de la genética foren-se puede no ser necesaria, pero tam-bién puede ser fundamental para poder identificar a una víctima de desaparición forzada. En general, lo mejor es conci-liar. El contexto de los episodios va a in-fluir muchísimo, y también la capacidad del laboratorio de genética forense.

Para terminar, quisiera homenajear a Mama Angélica. Ella no desaparece, ella continua con su mensaje.

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Aníbal Gaviria

Director Nacional del Laboratorio de Genética Molecular de Cruz Roja EcuatorianaEcuador

Hace unos años, Medellín era con-siderada la ciudad más violen-

ta del mundo. Teníamos la guerra contra el narcotráfico y un conflicto armado bastante fuerte. Cuando es-taba en el colegio y volvíamos de las vacaciones de verano, nos contába-mos entre nosotros, para ver quién había muerto. En el colegio nos ense-ñaban cómo poner la cama para que los vidrios no nos cayeran luego de una explosión.

Antes de empezar, hay que pensar en las víctimas. Esperar es el duelo diario para las familias de los desa-parecidos. Un caso muy puntual es el de las personas que desaparecieron desde los 1980 hasta el 2000. Mama Angélica, un ícono de esta búsqueda de los familiares ya no está, no tuvo respuesta. Seguramente, ese caso se repite bastante.

En el Perú, se aprobó el Decreto Legislativo 1398, que permite crear el Banco de Datos Genéticos para la Búsqueda de Personas Desapare-cidas. Nosotros tenemos que correr contra el tiempo. Las mamás de los 80s, ahora tienen 60 – 65 años. Por

eso es importante que el trabajo que hagamos en este proceso de búsque-da sea lo más eficiente posible para poder darle respuesta a estos familia-res mientras aún viven.

La genética no es la única herra-mienta para identificar a las personas. Muchas pueden ser identificadas sin la ayuda de la genética. Ésta es una herramienta muy útil, pero que debe trabajar con antropólogos, y con áreas como la odontología forense para la identificación de la persona.

Cuando leí la Ley, vi que muchos laboratorios pueden vincularse para aportar datos. Pero, cuando se hace una prueba de paternidad con ADN, es como armar un rompecabezas sim-ple de tres piezas. En cambio, cuan-do trabajamos con desaparecidos, se trata de rompecabezas mucho más complejos, a los que incluso les pue-de faltar piezas. De este modo invito a que se haga un muy buen proyecto de capacitación y formación. Por mu-cho que un laboratorio haga pruebas de paternidad, ello no quiere decir que pueda hacerlo en el caso de personas desaparecidas.

En el 2016, organicé un ejercicio teórico base. Planteamos la identifi-cación de una persona que se había accidentado en una avioneta. Era un caso simple porque sabíamos quién era la persona, su padre y su madre. Caso simple con muestras indubita-das. Solo el 69% de los laboratorios pudieron hacer bien el cálculo del tipo de prueba que el caso requería. El 30% restante actuaron como si se tratara de una prueba de paternidad y no como un caso de identificación.

Con la creación del Banco de Datos, toca decidir si los laboratorios van a ser parte o no de la solución. En esta Ley, lo primero que se debe establecer es un presupuesto, porque esto va a tener unos costos particulares. En la misma Ley se indica que los laboratorios pue-den ser públicos o privados. En el bo-rrador del Reglamento, se indica que se tomará la muestra de los familiares. Por eso, es necesario hacer una estrategia para explicarles la razón de esta mues-tra y el tiempo de respuesta, o si habrá una respuesta. Luego de ello será ne-cesario constituir un grupo de trabajo consolidado que conozca el manejo de genética en desastres masivos.

El reto más grande que he tenido hasta ahora en el Perú es que hay di-ferentes instituciones facultadas para proporcionar datos a esta Base de Datos Genéticos. Entonces, es po-sible que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, la Fiscalía, y la-boratorios públicos o privados aporten información. La forma en la que esto

se haga va a determinar el éxito o el fracaso del análisis. Los laboratorios que contribuyan deben participar en los certificados de control de calidad inter – laboratorios que hay a nivel in-ternacional.

Algo que suele afectar el trabajo de los laboratorios es el tiempo de las muestras. Como se trata de casos que llevan 30 años, muchos laboratorios se concentran en lo urgente sin dejar tiempo para lo importante. Estos labo-ratorios suelen trabajar en casos más cotidianos que en muchas ocasiones obligan a posponer el trabajo en los casos de personas desaparecidas.

Las entrevistas a los familiares son de suma importancia, porque muchas veces tenemos formas diferentes de dar la información. Nadie presenta a su ‘‘medio hermano’’, todos presen-tan a su hermano. Y eso no está mal, pero no da la información completa. Un análisis para identificar un medio hermano es diferente al que se hace para identificar a un hermano. Por eso, es importante que no asumamos nada. Debemos capacitar muy bien a quienes se encargarán de tomar la información sobre la relación biológi-ca con la persona desaparecida. Si la información no es tomada de for-ma correcta, no importará que se use equipo de última generación, no se obtendrá una respuesta satisfactoria.

La codificación es de suma impor-tancia. Cada laboratorio codifica las muestras de forma diferente, aunque

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se crea que todos lo hacen igual. Es importante que se establezcan bien los criterios sobre cómo se va a co-dificar. Sobre todo porque ya existen muestras que provienen de procesos de la Fiscalía y que tienen un código asignado. También queda pendiente homologar con qué confiabilidad se va a entregar los resultados. Es decir, con qué frecuencias genéticas vamos a trabajar. Si cada laboratorio trabaja de forma distinta, vamos a ver resulta-dos genéticos diferentes, lo que puede ser muy problemático.

Dentro del CICR hay muchos ma-nuales y guía de los que se puede tomar referencia para trabajar restos óseos y bases de datos. El manual del CICR sobre restos óseos, por ejemplo, reco-mienda no partir los huesos en dos, si no que se haga un corte trasversal para poder hacer estudios posteriores.

El CICR también trabajó con la Cancillería Argentina en una guía para

buenas prácticas en el uso de la gené-tica. El documento tiene mucha infor-mación sobre bio bancos que puede ser de mucha utilidad.

Ya contamos con muchas guías para el procesamiento y trabajo con ADN. El trabajo fuerte radica en cómo aplicamos esta información en el Perú. En toda Latinoamérica sabemos pla-nificar, pero nos es difícil ejecutar. Ahí veo el gran reto del Ministerio; cómo involucrar a la Fiscalía, a los laborato-rios privados, y evitar que se duplique las muestras.

La idea es invitar a que los labo-ratorios que trabajen en este tema implementen un sistema de gestión de la calidad. Que los procedimientos puedan ser validados y que perma-nezcan independientemente de los profesionales que puedan ir o venir. También es importante contar con in-dicadores, porque lo que no se mide no se mejora.

Jacobo Mogollón

Especialista en Gestión de Información Forense del Comité Internacional de la Cruz Roja Guatemala

Voy a hablar de un tipo de infor-mación distinto a la genética, que

sigue siendo información que debe ser ordenada y procesada, de cierta forma y con ciertas técnicas que nos permitan hacer un match y así poda-mos identificar a una persona. Desde el punto de vista humanitario, el dere-cho a saber de las personas es algo muy importante. Y es la información lo que nos acerca a poder cumplir con ese derecho.

Muchas veces, la gestión de infor-mación es definida como el sistema informático que permite sistematizar y almacenarla. En realidad esa es la última herramienta. Todos los proce-sos, desde la recopilación, hasta la entrega de la información, requieren técnicas para poder manejarla de manera ordenada y para que cumpla con ciertos estándares. Una entrevis-ta, por ejemplo, debe realizarse con el acompañamiento de un cuestiona-rio que le dé un orden específico, para que sea posible tener un número de preguntas básicas.

Es importante tratar de reunir un cantidad considerable de información,

no solo de un caso, si no de varios. Esto nos permitirá definir o describir otros fenómenos que han ocurrido. Por ejemplo, podría ocurrir una oleada de desapariciones, perpetrada por las mismas personas. Al reunir informa-ción de diferente casos podremos ver un perfil que solo es posible identificar al ver el conjunto de la información. En todos los casos, lo más importante es obtener información de calidad para poder usarla, no solo en identificación, pero también para definir estrategias, planes y políticas que permitan cum-plir con el objetivo que se tenga en ese momento. Mientras más información se tenga, será más factible lograr iden-tificaciones positivas.

Un sistema de gestión de informa-ción debería permitirnos comparar los datos obtenidos por los forenses, con la información conseguida, por ejem-plo, en entrevistas con los familiares.

Al momento de tener diferentes profesionales reuniendo información, es importante considerar cómo esta debe ser centralizada. En el caso del Perú, el Estado ha asumido esa res-ponsabilidad. También es necesario

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definir cómo se va a utilizar esa in-formación y cómo se compartirá. Así como establecer mecanismos que eviten que los distintos profesionales puedan entrevistar a los familiares en múltiples ocasiones. Cada vez que personal del Estado se reúne con los familiares para obtener información, los está re – victimizando.

Un sistema de identificación debe-ría contar con varios componentes. Los registros de personas vivas, regis-tros de personas muertas sin identifi-car, registros de personas desapareci-das (si las hay). Toda esta información debe pasar por mecanismos y siste-mas informáticos que deberán homo-logar ciertas palabras y estandarizar los datos para que se utilicen los mis-mos códigos.

Ahora, al momento de construir un registro de personas desapare-cidas es necesario tomar en cuenta algunas características básicas. Se debe contar con personal capacitado, cuestionarios homologados que todos los técnicos conozcan, sin excepción. Normas de trabajo similares entre las instituciones concernidas. Es necesa-rio definir protocolos de atención a las víctimas y sobre cuál será el flujo de la información. También es importante establecer cómo se dará seguimiento permanente a los casos.

Por otro lado, un registro de perso-nas fallecidas debe poder ser contras-

tado con los registros de personas que están vivas. Para una víctima siempre es un golpe cuando el trabajador asu-me que su familiar está muerto, se tra-ta de otra forma de re – victimización. En ese sentido, resulta necesario es-tablecer protocolos de entrevistas que no re – victimicen, pero que permitan al trabajador obtener la información sobre la cual se trabajará.

En suma, un sistema de gestión de información nos permite: recolectar información, organizarla, validarla con controles de calidad, archivarla, anali-zarla e interpretarla. Todo esto se logra con técnicas informáticas, estadísticas, y comparando con otros archivos.

Los sistemas de información foren-se e información post/ante mortem son de suma utilidad para preservar la me-moria histórica, también para la ges-tión institucional, como registro para fines estadísticos, para dar mensajes a la población de manera ágil y rápida. Y, en algunos casos, para generar re-gistros únicos de personas desapare-cidas, y para poder identificar ciertas tendencias en caso haya ocurrido un hecho criminal.

Es decir, se trata de un sistema que nos permite usar la información de manera integral en procesos de bús-queda. Un sistema que tiene muchas aristas, pero que también tiene la fina-lidad de manejar grandes conjuntos y volúmenes de información.

Roberto Parra

Presidente de la Asociación Latinoamerica de Antropología Forense (ALAF)Perú

En esta ocasión me concentraré en algunos aspectos teóricos, las limi-

taciones de las ciencias y los proce-sos forenses. Recuerdo que en el año 2003, cuando comenzaba a trabajar en estos temas, el CICR convocó a autoridades a Ginebra para hablar personas desaparecidas y sus familia-res, y ver cómo enfocar el tema desde un punto de vista humanitario. En ese momento se establecieron una serie de criterios.

La preocupaciones principales eran prevenir la desaparición de las personas, cómo establecer su para-dero, la forma en la que se trata los registros, la gestión de los restos hu-manos y de la información que estos puedan producir, y el apoyo a los fa-miliares en el marco del proceso de búsqueda.

A la hora de buscar a sus seres queridos desaparecidos, muchos los buscan entre los muertos, otros en-tre los vivos. Cuando hablamos de los vivos en el Perú, el tema tiene una connotación distinta. Muchos de los

familiares quieren permanecer en el anonimato por haber combatido. In-cluso quieren parecer muertos cuan-do no lo son.

Muchas veces, los lugares donde dejan los cuerpos se vuelven restos calientes que nadie quiere tocar. Más que nada cuando se trata de situa-ciones de violencia. La misión de los científicos forenses es ayudar a que comience la búsqueda de los familia-res. Sin embargo, hay situaciones en las que esto no es posible. Por ejem-plo, cuando los restos desaparecen por segunda vez, es decir, cuando por efecto del medio ambiente en ellos, desaparecen para siempre. A eso nos enfrentamos en el Perú.

En Colombia, el CICR ha construi-do nichos elevados que permiten re-cuperar y proteger los cuerpos de os elementos. Este modelo se aplica aho-ra también en Irán y Egipto. La idea es evitar que los cuerpos estén enterra-dos en malas condiciones por mucho tiempo, para que así no se pierdan de forma definitiva.

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Los pilares de las ciencias foren-ses son: conocer al detalle los pro-cedimientos forenses, hacer un buen registro y hacer las comparaciones idóneas. Hoy aplicamos todo esto, pero con un enfoque humanitario para evitar que la memoria de los cuerpos se pierda. En el Perú, por las condicio-nes del entierro y del medio ambiente, la posibilidad de encontrar cuerpos en los que se pueda aplicar la ciencia fo-rense está decayendo, a diferencia de otros países de la región. Es por eso que es importante que los forenses trabajemos con las personas desapa-recidas directamente en las morgues, en los sitios que contienen restos hu-manos, recuperados de manera inme-diata. No esperar mucho tiempo para recolectar la información, sino trabajar con los familiares, recolectar, ordenar y analizar la información, buscar pa-trones de desaparición, y así poder acercarnos a encontrar a las personas desaparecidas.

Las ciencias forenses también tie-nen límites, uno de ellos es el efecto CSI. En la vida real los resultados no son inmediatos ni exactos y no hay maquinas que resuelvan todo. En el Perú, así como en muchos otros con-textos, la presencia de todo un grupo familiar como víctimas, la degradación del ADN, la endogamia, entre otros, complican la identificación de indivi-duos por este medio.

Para evitar los errores es nece-sario que los laboratorios genéticos

estén acreditados. Quien lleva el li-derazgo regional en este tema es Colombia. En el Perú tenemos ciertos años de retraso. Todavía no tenemos claro cuáles son nuestros márgenes de error para identificar a una perso-na. Ya hay estándares elaborados en el Perú y de otros países de la región que podemos adecuar a la realidad peruana. Por último, la certificación de los profesionales también es im-portante. En el marco de la Asociación Latinoamericana de Antropología Fo-rense, tenemos un programa de cer-tificación de profesionales hace cinco años. Contamos con 16 profesionales certificados internacionalmente, es decir, controlamos sus estándares de procedimientos internacionales. De esa manera podemos asegurar que su margen de error es mínimo. En el Perú hay tres profesionales acredi-tados: José Pablo Baraybar, Franco Hurtado y yo.

Los procesos forenses con enfo-que humanitario tienen una estrate-gia de búsqueda lineal, es decir, co-mienza por el registro de información forense preliminar, la recuperación de los cuerpos, el análisis del proceso recuperación del cuerpo, la identifi-cación y la entrega del cuerpo. En el Perú hemos pasado 35 años recolec-tando información forense preliminar. Ahora que estamos en capacidad de ir a recuperar los cuerpos, estos están deteriorados. ¿Qué hacemos con toda la información genética, si no vamos a poder identificar el cuerpo por el dete-

rioro? Son temas sobre los que tene-mos que reflexionar un poco más. Los procedimientos tienen que ser integra-

les, es importante discutir el nivel de riqueza de la información para poder identificar a una persona.

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FORTALECIMIENTO DE REDES Y ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL EN LA BÚSQUEDA DE PERSONAS DESAPARECIDAS

Mesa 4Juliana Das Neves Reis Tavares

Responsable del Programa de Salud Mental del Comité Internacional de la Cruz Roja Colombia

Uno de los mayores sufrimientos de los familiares de personas desapa-

recidas es el alejamiento social. Es un logro importante cada vez que se logra poner en contacto a familias que han pasado por lo mismo.

Cuando hablamos de apoyo psi-cosocial, estamos hablando de una pirámide. El apoyo no es de propie-dad exclusiva de la psicología. So-mos psicólogos, pero se trata de un trabajo que se hace, sobre todo, en comunidad. Cuando nos encontra-mos por primera vez con familiares de personas desaparecidas es como ver un iceberg; no podemos ver el sufrimiento psicológico y psicosocial porque es mucho más profundo. Es importante tener presente con quién estamos interactuando, tenemos que poder explicar el proceso. Reforzar las redes sociales y el contacto social es de suma importancia para romper ese aislamiento social.

Al trabajar en estos temas, pode-mos ver que muchas veces los fami-liares están atrapados entre la espe-ranza y la desesperación en el plano individual. Luego, esto se refleja en el

plano familiar. Se preguntan si deben seguir con la búsqueda o no. Tienen dificultades para comunicarse con otros familiares porque cada uno de ellos tuvo una relación distinta con la persona desaparecida.

El modelo que trabaja y promueve el CICR en todo el mundo es un modelo de acompañamiento. Busca responder a las necesidades de los familiares en la mayor medida posible y apoyar a las familias en general. El CICR no puede funcionar como sustituto y no puede realizar todo el acompañamiento que las familias necesitan. La forma más eficaz de hacer esta tarea es encontrar organizaciones de base comunitaria que tengan una relación estrecha con las familias, y brindar apoyo técnico a estas organizaciones. De ellas, se con-sigue a los acompañantes, que tienen un papel muy importante en tanto son quienes organizan, por ejemplo, el so-porte a través de grupo de apoyo con las familias. Las sesiones ideales son 12, pero sin dejar de acompañar duran-te todo el proceso de búsqueda.

Antes de cualquier intervención ha-cemos una evaluación de las necesida-

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des Estas pueden ser económicas, es-pecialmente si hay un cambio en quién provee los ingresos de la familia; de sa-lud, si son familiares mayores; en gene-ral es una superposición de problemas legales, administrativos, psicológicos y psicosociales. El papel de los acompa-ñantes es hacer un puente desde las necesidades de las familias y caminarlo juntos, intentando descubrir las situa-ciones que puedan surgir en el camino.

Los acompañantes pueden ser cualquier persona que demuestre mo-tivación y voluntad para ayudar a las familias. Pueden ser actores princi-pales en la comunidad, personas que comparten la misma experiencia, pro-veedores de servicios, etc. El rol del

acompañante es ser ese vínculo entre las familias, la comunidad, y el CICR. Es fundamental instruir a los acompa-ñantes para que, aunque sean psicó-logos, puedan concentrar parte de su tiempo no solo en temas individuales de los familiares, sino también en la reconstrucción del tejido social de las comunidades donde viven.

El trabajo de acompañamiento es de base social. Lo que el CICR hace es llevar un conocimiento que, basado en nuestra experiencia, funciona en mu-chas partes del mundo debido a que se adapta a la realidad social de cada lugar. En el Perú, por las condiciones de la situación, creo que también se podría aplicar.

Carlos Jibaja

Director Ejecutivo del Centro de AtenciónPsicosocial (CAPS)Perú

La Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas durante el periodo

de violencia ocurrido entre 1980-2000 tiene como propósito aliviar la incerti-dumbre y el sufrimiento de los familia-res de las personas desaparecidas.

La judicialización penal y la bús-queda con enfoque humanitario son

dos procesos con lógicas distintas. La búsqueda plantea una lógica de rela-ción con los familiares que no ocurre en la práctica con el Ministerio Público (MP) y el Poder Judicial (PJ). El cen-tro de las acciones preparatorias es el familiar de la persona desaparecida. Las labores del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en el marco de

la Ley de Búsqueda no reemplazan ni sustituyen a lo que corresponde al MP o al PJ, pero sí plantean una búsque-da con enfoque humanitario, lo que implica contar con el consentimiento informado de los familiares. En ese sentido, se debe construir un vínculo con los familiares que van a partici-par de manera activa durante todo el proceso. No estamos ante un proce-so documentario, estamos frente a personas que han esperado décadas para recibir información sobre sus fa-miliares y son el centro del proceso. Es necesario separar el tiempo suficiente para informarles en detalle acerca de cómo va la búsqueda.

Lo procesal será la parte primordial del proceso si es que éste comienza desde el Ministerio Público. Desde que los familiares tienen que acudir a cita-ciones, hasta que les indican que una diligencia comenzará en los próximos días sin el tiempo suficiente para que puedan prepararse emocionalmen-te para ello, y así pueda participar de manera activa. En ese mismo sentido, debe quedar claro que la familia tiene el derecho a decir que no. Esto debe quedar especialmente claro si estamos hablando de un enfoque humanitario. Hay que dar información clara acerca de los alcances y limitaciones que se van a encontrar a lo largo del camino.

Siguiendo un enfoque intercultural, no pueden faltar personas que hablen quechua en los equipos que trabajan directamente con las familias. Hay una gran diferencia en los lenguajes de pa-decimiento de los familiares y de pro-

fesionales de la salud mental que per-tenezcan a otro contexto cultural. De ese mismo modo, resulta importante establecer un vínculo entre los familia-res y su acompañamiento psicosocial antes, durante y después de las accio-nes restaurativas.

El Centro de Atención Psicosocial (CAPS) ha trabajado en varios perita-jes de personas desaparecidas y lo que hemos podido observar en personas que perdieron a sus familiares entre 1980 y 2000 son huellas imborrables que afectan a estas personas como si el hecho hubiera ocurrido ayer.

El hecho de no contar con los restos de su familiar tiene una serie de efectos en la persona. Como, por ejemplo, no permitir aceptar la pérdida porque no hay un ritual de despedida. Las personas necesitan un resto que garantice que este familiar no volverá. Sin eso, las esperanzas prevalecen, lo que lleva a un limbo emocional que altera el tejido familiar de una manera muy fuerte.

El acompañamiento es la acción de estar al lado de otra persona. Es im-portante que quien lo haga, sea una persona comprometida con el tema. Que sea una persona semejante, pero no idéntica al deudo. Se trata de un trabajo que afecta a los miembros de los equipos a través de la violencia vi-caria / secundaria. Esta afectación es mayor si los equipos no han sido pre-parados para, por ejemplo, presenciar una exhumación. Es importante que los acompañantes puedan empatizar,

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pero sin llegar a sentir lo mismo que los familiares.

La familia no es una entidad abs-tracta. Pertenece y tiene lazos pro-fundos con una comunidad. Toda esa comunidad es afectada de una u otra manera por la violencia que la familia sufrió. Es necesario saber qué tipo de violencia sufrieron y cómo ésta se llegó a configurar. Es posible que aparezcan facciones en la misma comunidad, que digan o cuenten la historia del hecho de manera distinta. Es importante po-der mediar en esas circunstancias. En general, el enfoque humanitario busca evitar una re – victimización.

El CAPS se ha concentrado en el acompañamiento en temas de apoyo durante la restitución de restos. Para ello, cuenta con una oficina en Aya-cucho, con personas que hacen un trabajo responsable y comprometido al lado de los afectados. En este mo-mento del proceso se requiere un tra-bajo previo y posterior. Es necesario generar lazos con los familiares para que puedan abrirse, contar y recibir información. El rol del acompañante es clarificar los datos que pueden ser muy confusos o angustiantes para los familiares. Es importante tener reunio-nes para evaluar cómo se sintieron.

Durante el propio momento de la sustitución, los profesionales están atentos para dar compañía y soporte emocional. Es de suma importancia tener en cuenta que el acompañante

puede sentirse impactado y parte de la pauta es que le quede claro que no está blindado. Si llega a verse impactado por la situación, puede escoger entre con-versar con miembros del equipo, o es-tar a solas para recuperarse.

En muchas ocasiones, los ataú-des son entregados a los familiares durante las diligencias sin que sepan cómo llevárselos. Felizmente, el CICR ha ayudado en algunos casos, pero en muchos otros, el familiar debe llevar el ataúd con sus propios medios.

Debe quedar claro que hay re-des de ONGs o instituciones como la Defensoría del Pueblo y el CICR que pueden apoyar. Pero, quienes tienen que asumir su papel, son los equipos del Ministerio de Salud, quienes tienen muchos problemas de rotación. Eso debe cambiar. Las personas deben tener herramientas psicosociales para cumplir con su tarea y Ministerio debe liderar ese esfuerzo.

No quiero dejar de mencionar al CICR, que todos estos años ha sido un referente importante para favore-cer las redes en Ayacucho. También al equipo de acompañamiento que tenemos en Ayacucho. El enfoque comunitario es un proceso simbólico de reparación y es lo central en estos casos. No debe parecer que hay un problema con la judicialización, pero sí es importante dejar en claro que el acento debe estar en el enfoque hu-manitario.

Tesania Velázquez

Directora de la Dirección Académica de Respon-sabilidad Social (DARS) de la PUCPPerú

La propuesta de trabajo que quere-mos compartir, es una que hemos

desarrollado en el trabajo de la acade-mia en la universidad. Lo hemos hecho trabajando en regiones, acompañando procesos de formación y con trabajo psicológico comunitario.

Lo que planteamos es que ese fa-miliar es parte de una comunidad que vamos a colocar en el centro. Lo pri-mero que tiene que quedar claro es que el impacto de la violencia está presente. Mucha gente nos dice que luego de 30 años, ya no hay de qué hablar. No obstante, la realidad nos demuestra que todavía hay un impacto muy presente, y eso genera desafíos. De este proceso de acompañamiento nos interesa promover el bienestar, y estimular el desarrollo de capacida-des. No nos quedamos en acompañar en el dolor, si no que buscamos pro-mover los recursos para salir adelante.

Si lo que queremos es remarcar el carácter político de las violaciones de los Derechos Humanos, no nos pode-mos quedar en el sufrimiento personal, debemos llegar al social. Es necesario enfatizar en el contexto para que este

sea más favorable para las víctimas. Entonces, uno de los conceptos que estamos trabajando ahora desde la academia es el sufrimiento social. Esto nos permite romper con la dicotomía social vs. personal. Eso no existe. To-dos somos individuos sociales y perso-nales, somos uno mismo. Esta es una categoría que nos va a permitir ubicar el sufrimiento en sistemas políticos, económicos e institucionales que han generado daños. El énfasis no solo está en la víctima por la pérdida de una persona, está también en el contexto político – económico que de alguna manera ha colocado a la persona en situaciones de exclusión y violencia.

De esa manera, ponemos el foco sobre lo social. Y, además, este con-cepto de sufrimiento social nos va a permitir transitar de la experiencia sub-jetiva a un reconocimiento público del dolor, que es lo que los familiares y las comunidades quieren. Se requiere este reconocimiento por parte de la comuni-dad, que valida el dolor. Es por ello que consideramos que esta categoría nos puede ayudar a entender que es nece-sario que nuestro trabajo sea comunita-rio y no solo intrasubjetivo.

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Si nuestro trabajo es comunitario, lo que vamos a hacer es trabajar con redes, entendiendo a la familia como la primera red pero no como la úni-ca. Porque también veremos otras redes en las comunidades, no solo las asociaciones de víctimas, si no también clubes de madres, líderes, promotores de salud, etc. Lo que se busca es trabajar también desde un enfoque comunitario y de esa manera nos interesa entender que las redes se convierten en soporte, pertenencia e identidad. Los equipos que viajen a las comunidades deben trabajar con las redes que ya existan ahí. Estas organizaciones sociales son redes de solidaridad y apoyo mutuo. Lo que tenemos que hacer es fortalecerlas y trabajar de manera articulada al invo-lucrar a todos los actores concerni-dos.

La mirada externa también cons-truye miradas internas. Hay lenguajes y memorias. En esos lenguajes y me-morias encontraremos narrativas que enfatizarán la victimización, o en la he-roicidad, o en la idea de supervivien-tes. Para poder trabajar con las comu-nidades tenemos que conocer estas narrativas de memoria. Cuáles son los discursos vigentes sobre victimización y heroicidad para saber qué vamos a reforzar. En esa misma línea, es im-portante poder reconocer cuando una comunidad quiere que se hable sobre qué pasó, o prefiere que les entreguen los restos y nada más.

Tenemos un rol fundamental. Lo que decimos y lo que no decimos. To-

dos estos elementos que han señalado los colegas acerca de cómo trabajar antes, durante y después de las res-tituciones, son de suma importancia y van a reproducir o validar sentimien-tos, afectos o rechazos.

Con esto, ya hemos transitado des-de la experiencia más interna y familiar al reconocimiento público del dolor. Estamos en un enfoque humanitario, con una perspectiva comunitaria. Ese es el énfasis que le queremos dar. Las realidades de países como el nuestro y las comunidades que aquí viven, tie-nen una forma comunitaria y colectiva de organizarse. Ese es el modelo que el Ministerio de Salud está implemen-tando, el modelo de salud comunitaria. Luego de muchas décadas nos hemos dado cuenta que el individuo es parte de la comunidad.

En conclusión, el sufrimiento so-cial es una manera de entender el do-lor que sale del mundo de lo interno para colocarse en este debate de lo público, que se coloca, no solo en las estructuras políticas, si no sociales y económicas. Estas estructuras nos van a ayudar a entender lo que ha su-cedido. La exclusión, la discriminación y la violencia. Tenemos que trabajar con las personas y con las estructu-ras que han validado el dolor de estas personas. Pero, hablar de sufrimiento social también es hablar de historia. Es ver qué pasó antes, qué pasa aho-ra. No solo qué pasó en determinado momento porque todo tiene que ver con este contínuum. Y, finalmente el fortalecimiento de las redes. Miradas

interdisciplinarias y miradas intersec-toriales. Cómo nos cuesta como so-ciedad y profesionales aceptar que tenemos que reconocerlas. Esto no es solo tarea de abogados o forenses. Esto exige una mirada interdiscipli-naria. Hay que aprender a construir una mirada de una realidad compleja y conjunta. Y, además, intersectorial.

Esto no es solo tarea de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas, ni del Ministerio de Salud. Es una tarea del país. Las per-sonas no están divididas por sectores. Todo esto requiere no solo la perspec-tiva humanitaria, sino también la de género, la de derechos humanos y la de interculturalidad.

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Muestrafotográfica

Comité Internacional de la Cruz Roja

Búsqueda de personas desaparecidas entre 1980 y 2000 con enfoque humanitario

Dirección General de Búsquedade Personas Desaparecidas

Con el apoyo de:

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Foto de portada: En las alturas de San Pedro de Hualla, provincia de Víctor Fajardo, región Ayacucho, una mujer observa su pueblo mientras recuerda a sus seres queridos desaparecidos durante la época de violencia. Fotografía: Percy Rojas © 2018.

La Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD), del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, realiza la búsqueda humanitaria de las personas que desaparecieron durante el periodo de violencia ocurrido en nuestro país, entre los años 1980 y 2000, con la �nalidad de dar respuesta y atender de manera integral las necesidades de los familiares, en el marco de la Ley N° 30470.

La DGBPD prioriza la participación de los familiares en las 3 etapas del proceso de búsqueda: Investigación Humanitaria, Intervención Conjunta y Cierre del Proceso. Además, de forma transversal se coordina el acompañamiento psicosocial y el apoyo material y logístico para los familiares. Las respuestas a los familiares consisten en la restitución de los restos óseos, en los casos que sea posible, o en llevar a cabo ceremonias simbólicas que permitan el reconocimiento de la dignidad de las personas desaparecidas con la �nalidad de contribuir a aliviar el sufrimiento e incertidumbre prolongados durante años.

Acciones de investigación documental de campo o de otra índole para generar, recopilar, veri�car y analizar información relativa a contextos y circunstancias relacionadas con casos de desaparición de personas.

Investigación humanitaria

Acciones para recuperar, analizar y valorar las evidencias que, analizadas cientí�camente, puedan permitiridenti�car a las personas desaparecidas y restituirlas a sus familiares.

Intervención conjunta

Cierre del proceso

Proceso de

búsqueda

Investigación focalizada (por zonas y contextos)Coordinaciones preliminaresDiagnóstico psicosocialEntrevistas in situIdenti�cación, evaluación y registro de sitios de entierro

Intervención en sitios de entierroExhumación de restosAnálisis de restos óseos y evidencia asociadaProceso de identi�cación

Información sobre destino �nalRestitución de restos humanos (de ser el caso)Ceremonia de cierre del proceso de búsqueda

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Entrega de respuestas:

La Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD) fue

creada para dirigir, implementar y ejecutar las acciones previstas en el Plan

Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, según la Ley 30470.

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Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas

Investigación humanitaria

Centro poblado de Tetemina, distrito de Santiago de Pischa, provincia de Huamanga, Ayacucho. Revisión de archivos del centro poblado para profundizar en la historia del lugar. Fotografía: Joel Tejada © 2018.

Entrevistas familiares, autoridades locales

Trabajo documentario

Veri�cación de sitios de entierro

Llenado de �chas

acompañamiento psicosocial

Arriba: Caserío de Nueva Villa Paraíso, distrito de Chinchao, provincia de Huánuco, departamento de Huánuco. Conversación con la autoridad del caserío para conocer la historia de los casos de violencia ocurridos en el lugar. /Abajo: Integrante de la DGBPD brinda información a familiar de desaparecido durante la intervención conjunta realizada en el Centro Poblado de Qasanccay, distrito de Vinchos, provincia de Huamanga. Fotografías: Joel Tejada © 2018.

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Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas

Arriba: En el Centro Poblado de Corazón de Ñaupas, distrito de Vinchos, provincia de Huamanga, los familiares observan las últimas fotografías de su ser querido desaparecido en mayo de 1984. / Abajo: Integrante de la DGBPD brinda información a familiar de desaparecido durante la investigación humanitaria realizada en el Centro Poblado de San Juan de Culluhuancca, distrito de Vinchos, provincia de Huamanga. Fotografías: Percy Rojas © 2018.

Intervenciónconjunta

Exhumaciones

Centro poblado de San Pedro de Campamento, distrito de San José de Ticllas, provincia de Huamanga, Ayacucho.Realización de la etapa de intervención conjunta con el Equipo Forense Especializado, consistente en la recuperación arqueológica de los cuerpos de dos personas fallecidas en el año de 1991. Fotografía: Joel Tejada © 2018.

Análisis de restos óseos

acompañamiento psicosocial

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Arriba: Centro poblado de San Pedro de Campamento, distrito de San José de Ticllas, provincia de Huamanga, Ayacucho. Retorno de un familiar luego de culminar la recuperación arqueológica de su familiar, del cementerio de lugar. Fotografía: Joel Tejada © 2018. /Abajo: Integrante de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD) participa en diligencia junto con especialistas del Ministerio Público, en el marco de la búsqueda humanitaria que la DGBPD viene implementando. Fotografía: Percy Rojas © 2018.

Cementerio del centro poblado de San Pedro de Campamento, distrito de San José de Ticllas, provincia de Huamanga, Ayacucho. Señoras esperando durante la recuperación arqueológica de los dos cuerpos del cementerio de San Pedro de Campamento. Fotografía: Joel Tejada © 2018.

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Restituciones

Centro poblado de San Pedro de Campamento, distrito de San José de Ticllas, provincia de Huamanga, Ayacucho.Familias y sus familiares fallecidos, rumbo al cementerhio del centro poblado de San Pedro de Campamento, para realizar el entierro de sus cuerpos restituidos. Fotografía: Joel Tejada © 2018.

Ceremonia en la catedral

Viceministro en la catedral

Cortejo en plaza de Armas

acompañamiento psicosocial

Arriba: Laboratorio de Investigaciones Forenses de Ayacucho. Provincia de Huamanga, Ayacucho.Proceso de Restitución de cuerpos de personas fallecidas a sus familiares. Fotografía: Joel Tejada © 2018. /Abajo: Personal de la Dirección de Atención y Acompañamiento de la DGBPD brinda soporte emocional a los familiares durante el entierro digno en la comunidad de Tantana, distrito de Acocro, provincia de Huamanga. Fotografía: Percy Rojas © 2018.

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Arriba: Viceministro de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia, Daniel Sánchez Velásquez, junto al presidente de la Junta de Fiscales Superiores de Ayacucho, Javier Anaya Cárdenas, participan del cortejo fúnebre durante restitución de restos en Huamanga. /Abajo: Luego de la restitución de restos óseos, los familiares y autoridades realizan un cortejo fúnebre alrededor de la plaza de Armas de Huamanga. Fotografías: MINJUS © 2018.

La Dirección General de Búsqueda de Personas Desapare-cidas (DGBPD), del Ministerio de Justicia y Derechos Hu-manos, es la oficina encargada de planificar y dirigir la bús-queda humanitaria de las personas desaparecidas durante el periodo de violencia 1980-2000. La búsqueda es huma-nitaria pues se enfoca en aliviar el sufrimiento y la incerti-dumbre generada por la falta de respuestas de los familiares de las víctimas. Además, la búsqueda se realiza desde una comprensión del contexto local y cultural, respetando la vo-luntad y la memoria de los familiares.

DGBPD

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