diaz polanco hector_elogio de la diversidad

146
Hector Dfaz - Polanco Elogio de la diversidad Clohalizacion, multiculturalismo y etnofagia Premia de ensaya Ezequiell\1artfnez Estrada Casa de las Americas 2008 casa

Upload: david-quintero

Post on 16-Dec-2015

296 views

Category:

Documents


115 download

DESCRIPTION

texto de Díaz Polanco

TRANSCRIPT

  • Hector Dfaz-PolancoElogio de la diversidadClohalizacion, multiculturalismo y etnofagia

    Premia de ensaya Ezequiell\1artfnez EstradaCasa de las Americas 2008

    casa

  • HectorDfaz-PolancoElogio de la diversidadClohalizacion, multiculturalismo y ctnofagia

  • jI.

    I

    ~Y;de,~

    CASA DE LAS AMERICAS1959-2009

    Edicion:Stll'la CII/;(~m'z COl1z6./I'::'Dispiio: Pepd /mlndl'::'Correccion: Cikk: -'lada N'17II7ndezDiagralllucion: ,I/arlm /"IJpl'Z ,1/([1'/inez

    Primers edicion:SigloX\] Edilo!'ps.I\16xi('f). 2006Segundaedicion:Instilll/oCuhano (!P 11I1'('SI igul'i6n ClIlt mal

    JlIan!\lurinpllo. 2007

    HectorDfaz-Polanco,2006 Sabre lapresenreerlirion:

    Fonda Editorial Casa d las AllIPrieus, 2008

    ISBN978-959-260-238_0

    casa FONDO EDITORIAL CASA DE LAS AMERICAS3RA.YG, EL VEDADO, L\ HABANA, CUBAwww,casadelasamericas.org

    ,-

    INDICE

    Prefaeio / 15

    1. La diversidad y sus adversarios / 21Situaciones multiculturales / 22Diversidad y conflictos culturales / 28Los adversarios de la diversidad / 33El espfritu de las luces frente al espfritu

    del pueblo / 38

    2. Diversidad y liberalismo / 47Individualidad frente a colectividad / 48Los lfrnites de la tolerancia / 49El liberalisrno igualitario / 56El compromiso procedimental / 64

    3. Kant y la diversidad /69El contrato original / 70Contrato y contexto cultural / 84El contrato y la diversidad / 88Contractualismo, valores y pertenencia / 96

    4. La teorfa de Rawls y la diversidad /101La justicia como imparcialidad / 103La posicion original / 106Los principios y las normas de prioridad / 109La exclusion de la diversidad / 115Elliberalismo politico del segundo Rawls / 118Pluralismo razonahle- y consenso traslapado / 124

  • 5. La critica comunitarista / 135Discordia en la familia liberal / 135Senderos torcidos / 139Razonamiento e identidad / 141Individuo y comunidad / 148Eleccion con identidad / 155

    6. Universalismo y pluralismo / 159Moralidad minima y moralidad densa / 160La diversidad como metaprincipio / 163Universalismo y derechos humanos /169La doble operacion liberal /175

    7. Clobalizacion e identidad / 183EI sistema-mundo y la preeminencia liberal / 183Construccion de identidades / 190Identidad e identificacion / 193Idcntidades multiples / 197La potencia polftica de la comunidad / 203

    8. EI proceso etnofagico en el imperio /215EI tiempo de la etnofagia / 220EI momenta multiculturalista / 226EI marketing multicultural / 230

    9. Critica del multiculturalismo / 237El multiculturalismo realmente existente / 238EI caracter liberal / 241La adnuuistraoion de las diferencias / 252

    10. La izquierda frente a la identidad / 261Rezagos acumulados / 263lEs la identidad una reivindicacion

    de izquierda? / 269Las autonomfas, el Estado y el poder / 279

  • ------

  • 'AS E.E r-

    c'..:.. Q

    Q;; ::! r-

    ::> ~ ~~ -,.:: :;:'

    Q

    ~ 2 ~os :::

    Co :::-

    \:l c, ::52' ~ ':3"" ~~ :::;- ~ ~c- Q ~." ~

    ::

    \:l;5 Q

    e ;5' ~ 2-s :;.,.. QQ ;::' --

    c ~ ~-'; "

    ~'2l c ~_0 :::

    c Q

    -::: ~ c ;:r: 8 ~ ~'-'~ S? 2 ~

    .., c

    t:;;;l \:l str. Q ~ i:::

    ;: ~ e "0 Q~ -,;

    c 2 ::5 ~'"' ~ Q

    Co

    CQ --

    "

    -'; :: ~..,

    ~ ~ ~ 0c :::;- Q

    5-I::: ~ s :::.:

    :..; ::!,.., ~, ~.~o 2 :- ~ ;,; ~.

    :- ~ ~ ~'

  • II

    :I:

    I'~cn

    PREFACIO

    Todo para /TIlY nada [Jara los denuis: lal [J0/'{'CI'[uthersulo,en todas las lades, 10 /l/a.rilll(ll'ilde!poderos.

    .\IJ\.\IS.\IITI1 1

    Tema central de este ensayo son las relaciones entre plura-lidad sociocultural y sociedad globalizada. COJllO observeL. Grossberg, la globalizaci6n se ha convertido en una nociousintomatica de nuestro tiempo, hasta el punto de remplazar a la"posmodemidad" como el concepto preferido para concebir la es-pecificidad de la formaci6n contemporanea. En particular, en elcursu de la obra se debate la idea de que la giobaJizaci6n conducea una especie de homogeneizaci6n de las sociedades. Esta conje-tura, tan repetida en los ultimos lustros que alcanz6 cierto viso dl'verdad incontestable, involucra diversos pianos. Dos pueden des-tacarse sobre los demas: que la globalizaci6n conducirfa mas ()menos gradualmente a igualar las condiciones socioeconomicas(equilibrio de las circunstancias de los pafses empohrccidos, pOl'10 que hace a bienestar y prosperidad, con las de los cenrrales 0desarrollados), 10 que a la larga terminarfa con desigualdadr-sinternas y con asimetrfas entre naciones; que la globalizacionimpulsa un sostenido proceso de uniformidad cultural, merced a lahibridacion, entre otros procesos, 10 que irfa esfumando la diver-sidad que ha caracterizado hasta ahora a las sociedades humanus.

    Respecto del prirnero, el pensamiento crftico reciente hahecho polvo la conseja ideol6gica de la globalizaci6n como agentcde la generalizaci6n del bienestar econ6mico y la equidad social,

    I Adam Smith, Ifll'l'sligacion sobre 10naturaleza Y COI/SOS de l riquez dl' lasnaciones [1776], Mrxieo, Fondode Cultura Economica, 19.58, p. 369.

    15

  • mostrando que, pOl' el contrario, la expansion sin precedentes delcapital en los ultimos decenios ha provocado un incremento de ladesigualdad en todos los amhitos y ha agravado las condiciones dereproduccion socioeconornica y ecologica en el planeta, poniendoinduso en pcligro la misma sustentabilidad humana. Esta de-mostrurion cs tan contundente en sus argumentaciones y tan con-cienzuda en sus pruebas facticas que la tomaremos aqui paracxrusamos de mayores abundamientos. Quiza las descarnadasIialahras de J. K Galbraith en el senti do de que la globalizacioncs el termino inventado pOl' el centro del imperio para disimularnuestra polftica de avance econornico en otros pafses y para tor-nar rcspctahlcs los movimientos especulativos del capital, resu-men una conviccion cada vez mas extendida y mejor fundada.

    EI tema de la homogeneizacion cultural ha corrido con mejorIortuna, penetrando mas profundamente en los pliegues del pen-samiento academico y en el imaginario que alimenta el senti doconnin. Como esperamos establecerlo, carece tambien de funda-mento. La globalizacion no solo no provoca la uniformidad cul-tural esperada 0 anunciada, sino que complica cl hecho culturaly en su seno se registra un fuerte renacimiento de las identida-des, acompafiado de luchas reivindicatorias en crecimiento. Masaun, adoptamos aqui el enfoque de que, bien vistas las cosas, laglobalizacion ha irnplicado mutaciones en los fundamentos teorico-politicos del liberalismo que Ie da sustento, especialmente pOl' 10que toca a la pluralidad, y en el cornportamiento del capital fren-te a la diversidad, de modo tal que cl sistema en su conjunto hadesarrollado en la actual fase una perspectiva y practicas (que sesiuu-tizan en el nuevo enfoque denominado multiculturalismo)oricntadas a dar tratamiento adecuado ala esfera cultural y susdcsaffos. Como resultado, en esta fase globalizadora no solo no sepmeum uniformar -como si fuese el gran desideratum cultural delcupitnlismo-, sino que pOI' cl conirario se trata de aprovechar la

    1(l

    diversidad en favor de la consolidacion del sistema y, especffica-mente, de los grandcs negoeios corporativos.

    Ese cs cl marco de los retos a los que se enfrentan hoy lasidentidades en todo el mundo. No es que el sistema haya aban-donado el proposito de sometel' a sus Ieyes a todas las sociedades.POl' el contrario, uniforrnar la domiuacion del capital es un iru-pulso primigenio que se manticne invariable. Pero los eapitanes delcapital han descubierto quc la homogeneidad del mundo bajo sudominic 110 pasa necesariamente poria unifonnidad cultural a lavieja usanza -Ia del colonialismo y el imperialismo tempranos- yque la valorizacion de la diversidad, segUn la logiea de promo-ver cierta politizacion de la cultura que provoca la despolitizacionde la cconomia y la politica rnisma, favoreee sus metas.

    Como prcparacion para abordar estos ternas, la primera par-te del ensayo es un ajuste de cuentas eon las concepciones libera-les que han desarrollado los mas altos y rcfinados valladares alavance del punto de vista pluralista (desde el contractualismo kan-tiano hasta su brillante e influyentc reformulacion como una teorfade la justicia igualitaria pOl' John Hawls en cl ultimo tercio delsiglo xx, atendiendo tambicn a las crfticas realizadas pOl' los lla-mados cornunitaristas, en el propio seno de la tradicion liberal, alos inflexibles enfoqucs deontologicos que contradicen la divcrsi-dad. EI examen del curso reciente scguido pOl' esta tendcnria in-dividualista es uti! pOl' cuanto se encuentran en ella algunas clavesvaliosas para comprcnder las nuevas rutas del sistema en la act ualfase globalizame, especialmcuto pOl' 10 que haec al sorprendentegiro cultural del capitalisrno.

    Ellibro se cnmarca sin disimulo en la vuelta al gran rela-to y la reafinuacion de su fucrza a till tiempo analftica y polirica.Implica un no a las que Eduardo Griiner denomina atiuadmnentelas pequefias historias, propugnadas c1entro y fuera de la acade-mia pOl' las llamadas perspectivas post (posmodcruismo y ciertns

    17

    r

  • .,

    ""c-

    versiones de los estudios culturales y pos-coloniales).2Se busca, encambio, contribuir a la comprensi6n de la mecanica global delsistema capitalista frente a la diversidad; 0 dicho de otro modo,como el capitalismo proyecta que el juego de la pluralidad hwnanadevenga en una colosal maquinaria de la diversidad- alienada.Como 10 ha indicado Fredric Jameson, al referirse a las elabora-ciones de Jean-Francois Lyotard,:ldetnls de la propuesta de abjurarde los metadiscursos se sinia siempre otrogran relato, mas 0 me-nos oculto 0 enterrado, de hecho, Ia propia teoria Iyotardianadel fin de los grandes relatos es otro gran relato, Jameson advierteque resulta mas facil denunciar los relatos hist6ricos que pres-cindir de ellos; de ahf las dos primeras de las cuatro maximas queel autor propane para comprender la noci6n de modemidad: Nopodemos no periodizar. y La modemidad no es un concepto, nifilos6fico ni de ningun otro tipo, sino una categorfa narrativa. ~Es necesario re-consrrui- frente a los relatos de los te6ricos del finde los metarrelatos, un gran relato de las nuevas formas que asu-me el control cultural, la fetichizaci6n y la manipulaci6n de ladiversidad en el capitalismo tardfo 0 la tardomodemidad, y delas contradicciones que, pOI' ella, atraviesan al sistema en su con-junto. Esta obra quiere SCI' una modesta y muy ajustada contri-bucion a esa escabrosa tarea.

    Un tema que recorre toda la obra es la crftica al universa-lismo abstracto, tan caracterfstico de la filosoffa liberal, que hacobrado nuevas form as en la fase del capitalismo globalizante.

    2 Eduardo Cniner, Elfin de las pl'qlll'iias h/slor/as. Do los estttdios CIIIII/raiesal retorno (impos/bll') de fo Iragico, Buenos Aires, Paidos, 2002.J Jean-Fran

  • 1. LA DIVERSIDAD YSUS ADVERSARIOS

    La diversidad cultural 0 etnica ha sido una constante, prac-ticamente desde que podemos discernir la conformacion de losprimeros conglomerados que merecen el nombre de sociedadeshumanas. No es casual que la reflexion de Ernest Gellner sobre elorigen de la sociedad se inicie con esta observacion: El rasgoverdaderamente esencial de 10 que llamamos la sociedad humanaes su asombrosa diversidad. I Este atributo social plantea variosproblemas. UIlO es propio del relativismo: las turbadoras dudasrespecto de cum de las diversas formas socioculturales que coexis-ten en un determinado momenta y lugar es mas aceptable 0 me-jor, de acuerdo con algun sistema de principios. Otro tiene que vel'con la cuestion filosofica de los orfgenes de la sociedad 0, como 10plantea el auto 1', de como es posible que se de la diversidad.Este es el asunto que preocupa a Gellner en el trabajo referido -alestilo de los primeros tiempos de la antropologfa, particularrncntedurante la preeminencia del evolucionismo-." Y, Iinalmente, untercero se refiere a como abordar los efectos, a menudo espinosos,que provoca la diversidad cultural existente entre sociedades 0 enel interior de una misma sociedad; es decir, ~como afrontamoslas consecuencias y las implicaciones de esa diversidad?. Esto es 10que nos interesa aqui.

    1 Ernl'st Cellncr, Antropolopfa y politico, {{I'/'OIIIe/OIlI'S en 1'1 bosque sagrcuk,Barcelona, Cedisa, 1997, p. -l7.

    2 Cf. Hector Diaz-lulauco, 1,'1 crolucionismo (Las tcoriasantropokigicas. I), :2"ed., Mexico, Juan Pahlos l~ditOl; 1989.

    21

  • ~\II!

    h:.=--

    SITUACIONES MULTICULTURALES

    Mientras los conjuntos humanos conservaron sus lfmites yretuvieron el canicter de sociedades tot ales -no obstante las dis-cretas relaciones que establecian entre si- las normas, usos, cos-tumbres, sfmbolos, cosmovisiones y lenguajcs que conformabandistintos sistemas culturales, marcaban la diferencia 0 las fronterasentre sociedades. Las tensiones 0 conflictos entre losgrupos se dabanen tanto debian com partir un mismo habitat, disputar recursos,intercambiar bienes de algun ripo, etcetera.

    Pero una vez que las relaciones se hacen mas estrechas y eo-mienzan a constituirse sistemas gradualmente mas eomplejos queimplican la inclusion de varias configuraciones culturales bajo uniinico paraguas politico y una misma organizaci6n economica, y,ademas, se afirma la organizaci6n jerarquica en su interior, la diver-sidad es una riqueza inapreciable y un factor potencial de contlictoy de dificultades eualitativamente mas poderoso, La diversidadaparece ahora en el seno de una misma sociedad y allf debe resol-verse: ya no se trata solo 0 prineipalmente de un problema entresociedades, sino de un enraizado problema intrasocietal.

    Clifford Ceertz se refirio a este surgimiento dentro del cuerpode una sociedad, dentro de los lindes de un "nosotros", de angus-tiosas cuestiones morales centradas en la diversidad cultural y,desde luego, a sus complejas implicaciones, en especial las rela-eionadas con el etnocentrismo. Todo resulta de un fenomeno que,con el desenvolvimiento hist6rico, se ha convertido en cronico:

    Mas coneretamente, las euestiones morales suscitadas porla diversidad cultural (que estan, por supuesto, lejos deser todas las euestiones morales que existen) que, de surgir,10 hacfan principalmente entre sociedades -las costum-bres contrarias a la razon y a la moral, ejemplo de temadel que se nutrio el imperialismo-, surgen ahora cadavez mas dentro de elias mismas.

    22

    Este proceso no es nuevo, pero el autor advierte que hoyesta tomando proporciones extremas y casi universales.:' La di-versidad y sus desafios adquieren otro sentido en la actualidad,dado que, segun Geertz, vivimos mas y mas en medio de un error-me collage, de culturas en contacto y en tensiones, de mixturas eintercambios, que configura uno de los mayores desaffos moralesa los que hoy nos enfrentamos. i

    Ahora 10 cultural es el terreno en el que se dirimen proble-mas de diversa indole; 0 es la justificacion, mas que la causa, deconflictos sociales que tienen su origen en otro ambito, pero quedeben resolverse 0 conducirse -aunque pOl' ello mismo no se re-suelvan- en sus terminos. De este modo, surge como problema Inotredad sociocultural, y se multiplican las situaciones multicul-turales, en las que confluyen teoricamente dos caras del proble-ma: par una parte, 10 que uno, como miembro de una cultura, tieneque hacer, a pesar de estar en el contexto de otra, y 10 quc, COIllOconviviente con esa otra, tiene que asumlr. por ser ella la culturadominante 0 la receptora."

    En tales contextos complejos, parte importante de la histo-ria humana consiste en los esfuerzos e invenciones sociales quebuscan controlar, manejar 0, en casos extremos, suprimir la diver-sidad cultural, ya sea esta apreciada como un elemento valioso 0repudiada como un factor pernicioso para la eonvivencia, pOl' 10cormin de acuerdo con el cartab6n de algun gran proyecto ideolo-gico 0 politico. Durante los siglos XIX y XX, ya en pleno torbcllinocapitalista, frecuentemente con resultados tragicos que aun nos

    3 Clifford Ceertz, Los I/SOS de la dit,('/'Sidad, Bareelolla. Paidos, 1996. pp. g l-g~.cursivas nuestras.

    -I Ibid., p. 90.5 Jose Luis Garda Garda, Razones y sinrazones de los planteamicntos multi-culturales, en F J. Garda Sclgas y J. B. Monlcon, Retos de la posmcdemulad.Ciencias soc/alesy humanas, Madrid, Trotta, 1999, p. 318, cursivas nucst ras,

    23

  • estrernecen, se ensayaron diversos metodos para neutralizar losantagonismos 0 desavenencias que invocan la diversidad 0 paraeliininar a esta de raiz.

    Ala luz de esa ya larga experiencia, una primera conclusionparece afirmarse: es diffeiJ, si no es que imposible, suprimir la di-versidad sociocultural 0 etnica. Mas aun, cabe preguntarse legfti-mamente si la diversidad constituye un rasgo pasajero, propio dela infancia historica del hombre, 0 es en rigor una corriente irnba-tihlc y consustancial a la sociedad humana. Creo que hay razonespam sostener que la sociedad hurnana es una formidable rnaqui-naria que fabrica incesantemente la diversidad cultural, Si hayalgo peculiar a la especie humana -sostiene Gray- es que puededesarrollarse de diferentes maneras, AI misrno tiempo, la co-existencia e interpenetracion de diferentes modos de vida en elmundo actual es visto pOl' el autor como un heche inalterable."Esta peculiaridad humana implica conflictos de valores que, portanto, resultan tarnhien ineludibles, Gray se opone asf ala filoso-ffa liberal dominante en las ultimas decadas del siglo xx, que ob-serva estos conflictos como si fueran una fase transitoria en losasuntos humanos que solo retrasa la instauracion de los princi-pios universales, Por el contrario, la interpretacion dcllllodus vi-vendi poslibcral que vislumbra Gray asume que las visionesrivales del bien y de los derechos son un rasgo universal de la vidapolitica. Sobre este punto el autor concluye: Ahora y en cual-quier futuro imaginable, las comunidades y los Estados estanindivididos por exigencias rivales sobre la justicia y sobre 10 quehaec que la vida sea merecedora de vivirsc."

    Y si esto cs asi, si la diversidad es consustancial a la socie-dad, sobre todo en su configuraci6n actual, proponerse como tarea

    I, .lohu Crnv, l.as dos cares de! libcralistno, Uno nueoa interpretacion til' latoleruttcia liberal, Barcelolla, Paidus, :,wO 1,pp. :31 y I-fO., Ilild. pp. 15.'i, l.'i(l.

    2-1-

    ..

    su eliminacion -como se 10 han planteado en la historia recientediversas tendencias polfticas- debe induirse en la lista de los des-propositos humanos. En esta linea de pensamiento Walzer se hareferido a la sinrazon implicada en el ansia de sustituir el particu-larismo moral 0 cultural (

  • (Habra quien prefiera ser menos tajante en relacion con lapujanza de la diversidad. Pero en todo caso seguramente terrni-nara por admitir que, al menos durante un tiempo hastante largoy mientras la sociedad humana no se convierta en algo completa-mente distinto a 10 que conocemos, deberernos acostumbramos alo particolare, a vivir con yen la diversidad, la aceptemos 0 nocomo un valor. Yes este misrno aserto 10 que haec mas asombrosoque el pensamiento politico se haya lIevado tan mal con la diver-sidad cultural. En el caso de la teorfa politica de raigambre liberalque se ha extendido sobre esa gran porci6n de la humanidad quellamamos Occidente, la relaci6n con la diversidad ha sido franca-mente desastrosa: una historia de negaci6n y menosprecio de laprimera hacia la segunda. Evidentemente, se requiere una visionpolftica distinta, reconciliada con la diversidad.!" Pero dados lossedimentos te6ricos y normativos acumulados a 10 largo de siglos,lograrlo no sera una tarea faci].

    problema dr irrrdcnnsmo interior Ysu unidarl no rs cucstiouada: Esparw, pOl' eIcontra rio. al cabo rlr esos cinco siglos [...J sr drbntr en lin couflicto irncrno deautononusmos.... Los COJlIIlI1rros drrrotados en 1521 ylos rsrruutos rrpllblimllosde Euskadi, Catallliia y Calir-ia,renar-en hov COIl fuerza. EI alit 01' sc prcgunra sila solucion a tan viejo ronflicto no se cnrnnrrnrri rn cnrcndcr 10 qur pur-de habcrde cosmopolim cn lo particular. V(~asr, Fedcriro :\/varrz. Henarimicuto italiano yHenacnnicnro cspaiiol, en suplemcnro La Jornado Sell/anal, !Vlpxico, 21 drdiciembre dr 2003, pp. 10-11.

    10 Refiriendose a esta politica, dicr Grrl1z: Nccesitamos una nueva variedad depolirica, una polftica que no conrr-mplo la afirmacion Ptnica, rcligiosa, racial,lingiifstiea 0 regional como lin resto irrncional, arcaico y congpnito que ha dr SCI'suprimido 0 trascendido, una locura Illrnosprrciada 0 una oscuridad ignorada,sino que, COmoante cualquicr otro problema social -cligalllos la desigualdad 0 clabuso de poder-, 10 vea como una realidad que ha de ser abordada, rratada dealgUnmodo, modulada; en fin,acorrlada. CliffordCeertz, !lr:l'r'.donl'S antropolo-gicassobretemasjilos6jicos, Barcelona, Paid6s, 2002, p. 2~8.

    26

    La diversidad se puede entender, como hasta aquf, comola coexistencia de sistemas culturales distintos. Pero tambien puedecomprenderse como la necesaria convivencia de varios enfoquesdoctrinales de caracter comprensivo (filosoficos, religiosos, polfti-cos, etc.) que penniten a los individuos construir (no obstantepertenecer a un mismo sistema cultural, por ejemplo, la civiliza-ci6n occidental) distintas visiones del mundo, de los fines de laexistencia y concepciones de 10 que para cada uno de ellos cons-tituye la vida buena. En ese sentido el segundo Rawls intro-dujo en su sistema te6rico la idea de la pluralidad como till hcchoineludible de las sociedades democraticas. En esta perspectiva li-beral, no obstante, se trata en rigor de la pluralidad de doctrinascomprensivas individualmente consideradas. Sin embargo, reco-nocer que existen diferentes creencias, ideales 0 puntos de vistapersonales, que es a 10 que prestan atenci6n las variantes liheralesque se autoprodaman pluralistas, arin deja de Indo el micleocentral y relevante de la diversidad. La variedad de enfoques filo-s6ficos 0 de opciones eticas de los individuos no es el tipo depluralismo que deberfa preocupar en mayor medida a la filosoffnpolitica. Las sociedades tardomodemas se destacan por la diversi-dad de modos de vida que coexisten en elias. "Es esta dioersidadsocioculturalla que interesa; es decir, las comunidades culturales,los grupos con identidad propia, y las correspondientes forrnaspeculiares de resolver los problemas de la convivencia social, lasconcepciones espeefficas del bien y de 10 que constituye la vidabuena que desarrollan estos conglomerados humanos.

    Ahora bien, como norma, las corrientes liberales coincidenen dejar de lado precisamente esta diversidad; y 10 hacen porquehay un consenso basico entre elias acerca de que modos de vidafundados en visiones y concepciones del bien distintas, sobre todocuando se enmarcan en la misma entidad polftica, constituyen

    )1 John Gray,op. cit., p. 21.

    27

  • algo indeseable, una situacion que corresponde a una etapa huma-na imperfecta y que debe resolverse mediante un acuerdo sobre elorden mas razonable, el cual debera ajustarse a los principios li-berales. No hay que dar pOl' sentada esta vision delliberalismonormativo en boga. La diversidad de modos de vida no es unaunomalia. Y son estas fonnas diferentes de vivir; 0 modos de vida dis-tintos que coexisten, la sus tancia del hecho pluralista en la ac-tualidad."

    DIVERSIDAD Y CONFLICTOS CULTURALES

    De cara al futuro inmediato y hasta donde alcanzamos avisluinhrar; los diversos hechos sociopoliticos asociados a la diver-sidad no dan muestras de venir a menos. Durante el siglo xx, losconllictos culturales fueron una presencia incomoda en practica-mente todas las regiones del mundo. Las modalidades 0 formasde expresion de las luchas culturales (nacionales, etnicas, regiona-les, de g(~nero, religiosas), asi como su intensidad y escala, fueronmuy divcrsas, Todo parece indicar que nos dirigimos hacia la gra-dual intensificacion de tales conflictos, con la consiguiente influen-cia crecienie de estos en los procesos socio- polfticos que tendranlugar r-n un burn trccho del siglo \\1.

    Es intcrcsante couiprobar que tendencias teo ricas distintasy hasta divergentes percihan con similar cautela la nueva emer-gencia del fenomeno aludido. Atendiendo a los movimientos

    1~ Lu rccicnu-s cscritos libcralcs, el hccho pluralists sr- reficre a una diversidaddc idculcs pcrsonalcs ellyo lugar csta en el rimhiro dc la asociacion voluntaria [...]PI'J'(l cl hcrho pluralista no cs la vcrdad trivial y hauul de qll(' los imlividuosnuuuu-ucn dilorcntcs idcnlcs pcrsonalcs. Es la cocxisu-nciu de dil'('rentes nro-rIus dc vida. 1 pcnsaruieuto liberal convcncioual consigur- conlunrlir cste/wl'!loporqllc da pOI' s('ntado

  • (,

    :i11i

    se eonstruini a partir de una ideologfa basada en la primacfa delos grupos como actores, en pie de igualdad y sin exclusion-s. Setratarfa -pronostica el autor- de una ideologfa que reconoce igua-les derechos a todos los grupos para participar en un sistemamundial reconstruido, a la vez que reconoce la no exclusividadde los grupos. r:

    Por su parte, Huntington sostiene una tesis mas directa-mente enfocada al conflicto cultural, que puede resumirse en suconviccioll de que la dimension fundamental y mas peligrosa dela polftica global que estasurgiendo serfa el conflicto entre gruposde civilizaciones diferentes. Huntington piensa que despues dela guerra frfa han sido mas claros los cambios espectaculares enlas identidades de los pueblos; por consiguiente, la polftica glo-bal empez6 a reconfigurarse en torno a lineamientos culturales.En el mundo que surge despues del derrumbamiento delllamadobloque socialista -sostiene-, las distinciones mas importantesentre los pueblos no son ideologicas, polfticas ni cconornicas, sonculturales. Y del refuerzo de tales identidades viene el trazo basicode la geopolftiea de los conflictos. Esto es, surge Ia idea de queentre las etnicidades construidas 0 reinventadas, asf como entrelas principales civilizaciones, se encuentran las lfneas de fractura.de los conflictos.

    Resulta evidente que Huntington esta en desacuerdo conlas posturas que vieron en la disolucion del bloque socialistn. yen el fin de la guerra frfa el comienzo de una era de armonfaglobal. A1go asf como la realizacion del viejo anhe]o kantiano dela paz perpetua. En particular, la discrepancia de Huntingtoncon la postura defendida por Francis Fukuyama es especialmenterotunda. La tesis del fin de la historia, sostenida por este, quesupondrfa el punto final de las ideologfas en lucha y el triunfouniversal de la democracia liberal de Occidente, Ie parece a

    15 I.Wallerstein, Despues delliberalisfl1o, Mexico, Siglo XXI EditOl'es, 1996,pp. 244-245.

    30

    Huntington, en el mejor de los casos, un planteamiento ingenuedestinado a esfumarse como un espejismo. !11Asi, pues, su vision delpresente y su perspectiva del futuro cercano es muy diferente: Eneste nuevo mundo, la polftica local es la polftica de la etnicidad;la politica global es la polftica de las civilizaciones. La rivalidadde las superpotencias queda sustituida por el cheque de las civi-lizaciones.!'

    Por su parte, 1. Habennas observe (en uu texro sinrouuiti-camente publicado en 1991, en vfsperas de la conmemorncion (klos 500 afios de uno de los acontecimientos usado a menudo parafechar el nacimiento de la modernidad) que despues de una Iaseen que la historia parecia haber entrado en un estado cristalino. enel que nada sucede, se ha puesto otra vez en movimiento, se ace-lera, incluso se sobrecalienta. Y sefiala tres movimientos, desde eIpunto de vista europeo, que afectan la relacion entre ciudada-nfa e identidad nacional: 1) los acontecimientos (todos vincula-dos al derrumbe del socialismo real, como la reunificacion deAlemania y los conflictos entre nacionalidades- que trajo COII-sigo la transformaci6n de los pafses de Europa del Este) que, diceel autor, confieren a la cuesti6n del futuro del Estado nacionaluna inesperada actualidad; 2) el desarrollo de la ComunidadEuropea que ilumina la relaci6n entre Estado nacional y demo-cracia, y 3) un proceso en el que palpita directamente la diversi-dael: los grandes movimientos migratorios de los paises del Est ('y el Sur hacia el occidente europeo que imprimen una nueva di-mension y urgencia- al problema de los refugiados, con el cual seagudiza la pugna entre los principios universalistas del Esrado

    16 UII amilisis hicido de la trsis de Fnkuyama sobrr- (.\ fin de la histnria. (bdpuna posicion de izquicrda -clivergcntc, pOl' ello, de In crftica conscrvadora d('Huntington-, se cncuentra en Perry Anderson, Losfines dl' la historic. Barr101la,Anagrama, 1996, p. 97 Yss.

    P Cf. Samuel P. Huntington. R! choque de las cunlizaciones, IJCl n'c(}{ifiKllran'I)/1de! orden mundial, Barcelona, Paidos, 1996. pro 13-22.

    :31

    _ ... '_....... -. o-u''''''''( .....,-........."'... _

  • democratico de derecho , pOl' un lado, y las pretensionesparticularistas de integridad de las formas de vida en que se hacrecido, pOl' otro. III

    Muchos no concordaran con la totalidad 0 con parte de lasperspectivas esbozadas. Sobre todo, la tesis del cheque de civili-zucioncs- es especialmente endeble en 10 tocante a su fundamentoteorico y sus bases empiricas, mientras se presta polfticamente paradar sentido y justificacion a las practicas imperiales del gobicr-110 cstadounidense (

  • J'II~ ,III'Ii:

    "-.-

    de viejo cufio. Pensar asi seria un error. En la actualidad, operancomo rivales del programa autonomista el liheralismo no pluralistay las tendencias que se agrupan ell eI relativisrno ahsoluto, aunqueen las filas de este se pronuncien loas ala autonomia, Debemospercatarnos de que el liberalismo duro, que rerorna agresivarnen-te a las viejas tesis de la doct rina, sin concesiones ni correcciones,forma una solida unidad con su controrio: eI relativisrno culturalabsoluto, responsable (0 mas bien sintorna) del resurgimiento, asu vez, de esencialismos etnicistas. Liheralismo duro y relativisrnoabsoluto funcionan como las dos caras de Ia misrna moneda. Noes diffcil caer en la cuenta de que, en efecto, ambos enfoques serefuerzan y cada uno da pie a las argurnenraciones del otro. Laafirmacion mutua, al misrno tiernpo, hace polftica y socialmentecrefhles las respectivas aprensiones, temores y prejuicios.

    Ciertamente, pOl' ejemplo, carecerfan de sentido las ad ver-tencias de los libcrales latinoamericanos contra los peligros dela nueva apelacion a la comunidad cultural, si no existiesen indi-cios de planteamientos comunalistas reacios, e incluso adversos, aconsiderar cualquier posibilidad de relacion 0 dialogo intercul-tural y, en particular, a tomar I'll serio el asunro de los derechos ylas garautias de las personas." Puede documentarse la influenciainversa: el crispamiento liberal es un inductor de inclinacionesque prefiguran las propensionos hacia el fundamenralismo etlIico.Las ventajas que para cada una de las posiciones implica el re-fuerzo reciproeo, ayudan a explicar que muchos liberales esteninteresados en prescntar a su adversario autonornista como unesencialisrno etnicista; y qlle cierto autonomismo atado a losprincipios del relativismo absoluto s610 yea liberalismo homoge-neizador en cualquier referencia a los derechos fundamentales

    !! Df'Scll' Illego, no Sl' l'ntil'nc!l'll nfluftnll'sdcrf'chos sf'gtln la intl'rf'sada y parcialvisioll dl' loslihrra/l's, Ill!l' losfnnclan en SIlPlwStOS principiosnlliYf'rsalf's dc losqnf'esta doctrina tiene Indave racional.

    34

    que la humanidad debe ir construyendo mediante el dialogo cul-tural y el acuerdo polftico?l

    Es importante subrayar ahora que todo ello dificulta la J'('-flexion racional en torno a la diversidad y la autonomfa, e induceposiciones inflexibles que se refuerzan mutumnente a part ir dr'evaluaciones equivocadas. Del lado liberal, parucularmentc I'llpafses latinoamericanos, se consolidan las tendencias que ),I'cha-zan la pluralidad como fundamento del regimen democnitiro pOI'construir, y se regresa con mas fuerza a los planrcamieutosintegracionistas (a partir del combate al etnicismo, erroneameutcidentificado con la propuesta de autonomfa regional). EI princi-pal error radica en identificar la propuesta de autonomia con unaversion relativista -forrnulada en los afios ochenta del siglo \\ porautores como Guillermo Bonfil Batalla- que parte del argumen-to moral de la superioridad etica de la civilizacion india, paradesde allf configuraI' un proyecto politico indio." Del lado auto-nornista, se favorecen las inclinaciones a atrincherarse ell los va-lores tradicionales adversos al dialogo intercultural, al t icmpoque se erosiona la sustancia nacional de la propucsta de autouo-mia y, pOI' consiguiente, se la reduce a una salida s610 para los in-dios 0 los grupos etnicos, que supuestamente puedc lograrse silltransfonnaciones sustanciales del Estado-nacion. Asf, la propuesta

    1:1 Calx- aclarar qlle de la parte indigena, nl mcnos df' su sortor Inltsn'pn'S(>nlali"Il.1"1 plantcamiento de la Cliestion en tales tcnninos estrochoscs insosicuihlc urranrude una interpretacion scsgacla de sus argulllentaciOllf'S,2~ Garzon Villdes haec una instructiva revisioncritica df' las ahcrnativus quc sc hanpropuesto para dar solucionala problelllaticll indlgcua. Una de SIiS eondllsiolws('5Illie convieue ahandonar- la ahcrnativa de la superioridad rtica india quc slli!i('n'Hanft!. Cf.Ernrsto Garzon ''aIdes, La antinolllia entre las cultllras.f'1I E. CarZ{1I1Valdes y Femando Salmeron (rds,), f"1Jis/elf/o/ugfa.lcu//ura. r'n/O/1/0 (/ /0 ohm ell'I,uis li/loro, Mxico,lnstituto deIm'estigacionrsFilosoficas. l'ni"ersidll( INacionalAutonallla dc ~ lexica, 1993, p. '2:2.7.

    :35

  • de autonouua como puente, dialogo y brisqueda de acuerdo de-JI\O(Tat ico qucda debilitada.

    Abordarcmos ell proxiiuos capftulos los problemas clIgen-drados por un enfoque liberal que es corto de nriras Irerue a ladiversidad cultural. En las paginas que siguen vercmos algu-(HIS ucstiones que se originau en la orilla opucsia: la defensa dela pluralidarl. 1 reconocimiento de derechos socioculturalcs paraorganizar la sociedad sobre una plataforma multicultural, suscitaincert idumlires respecto de su compatihilidad con los dercchos ylas ganlllifas de los mdividuos, constitucionalmeme consugradosI'll la muyoria de las naciones contemporaneas, y que en muchasde {-stas tumbicn son parte de una tradicion cultural COIl cicrtourraigo ell UII importautc sector de Ia poblacion. No exisurfa laconuuricdud que aqui nos iutcresa, si los glUpos etuicos plantea-S('lI elejercicio de sus clerechos como cristalizacion politica propia,al lIH1rg('I1 del Estado-lIaci611 en que sc encuentrau incluidos.

  • (amplios espacios, bajo ciertas condiciones y supuestos, para el pac-to, allf donde sea necesario, y que las posibles desavenenciascivilizatorias pueden ser resueltas mediante el din logo, la co-munieacion y la tolerancia interculturales.

    EL ESpiRITU DE LAS LUCES FRENTEAL EspfRlTU DEL PUEBLO

    to De donde provienen las bases del conflicto indicado? Comohemos visto, de una doble intransigencia. Esta cobra cuerpo, de unlado, en los inflexihles principios de un liberalismo rfgido, usual-mente de raigambre deontol6gica, que no acepta otra racionali-dad como base de la organizaci6n sociopolitica que no sea aquellaque el mismo prescribe. En la version del liberalismo que hemoslIamado dura, se excluye toda consideraci6n eultural en la deter-minacion de la condici6n eiudadana. Ni tradici6n ni identidadson fundamentos para eonstituir la sociedad polftica, organizadacomo comunidad 0 naci6n, sino la raz6n y la adhesion voluntaria, ellibre examen y el contrato. Del otro Iado, encontramos eI ascenso deun relativismo que, so prerexro de reivindicar la particularidad,se aferra a una rnetaffsica de la irreductibilidad 0 inconmensura-biJidad de los sistemas culturalcs. En este partido, sin maticos, sepone en tela de juicio la pretendida soberanfa de la raz6n y laautonomfa de la voluntad; yen contraste, se exalta la preerninen-cia de la cultura sobre la individualidad.

    Desde finales del siglo \1'111, la contienda entre estos dos gran-des enfoques ha dificultado la annonizaci6n 0 el acuerdo, en lamedida en que esto es posible, entre raz6n y cultura, pensamientoy tradici6n, unidad nacional y pluralidad, tmiversalidad y par-ticularidad. Actualmente, su persistencia estorba la transacci6nsociocultural y el compromise polftico que implica el regimen deautonomfa. Las dos grandes tendencias mantienen su impulso

    38

    &Eiiii .g ,__#_

    _;1._

    ,:,~

    .:;~.

    primigenio: el espfritu de las Luces frente al espiritu del Pueblo(el Volksgeist); el racionalismo frances frente al romanticisrnu ale-man (aunque las correspondencias nacionales no son inequivocasy a veces se trastrueean, como 10 ilustran la veta rornrint ica dl'Rousseau yel poderoso racionalismo de Kant); Voltaire y sus ("0111-pafieros del iluminisrno, proclamando la fe en los valores uni-versales que brotaban no de la tradici6n sino de la razon, Irontoa Herder y su insisteneia en la diversidad como pertenl'ncia y ('IIel fundamento etnico de la nacion. EI hombre universal frellte alhombre detemlinado hasta en los menores detalles 0 gestos pOl' sucultura. 2f> La batalla entre estas dos tradiciones te6rico- polft iras seextendio con fuerza a tierras latinoamericanas, sobre todo a part irde la segunda mitad del siglo X.\.

    No se trata, desde luego, de una pugna que se mantiene yresuelve en la esfera de las ideas. Como es eornun, n-artindosede concepciones con gran densidad historica, el forcejeo es relll'jo deimportantes procesos mundanos y provoca cOllsecuencias pnirti-cas de enorrne trascendencia. En suma, simplificando al maximo,el racionalismo y sus derivaciones liberales, siempre a disgusiofrente a la diversidad y la identidad, SOIl fuente del et1I0ccntrisllloque justifica el colonialismo y el imperialismo de las pot cnriasoccidentales, sobre todo a partir del ultimo tercio del siglo \I\.'~~POI' su parte, el romanticismo politico de cepa alemana impulsa el

    11> Joscp H. I.lobera, !~'I dios dl'10 I!/odemidad. n desarrollo eld nacionalismo I'llEuropa occidental, Barcelona,Anagrams. 1996, p. :2:20 y S. El pioncro d(' la ('("II i('aal iluminisrno racionalistay precmsor de las ideasqlle Iundariau 1'1 graJllllmilllit'llIOroruantico r-s johann Georg Hamalln. Herder fill' Sll disdpllio mas HYl'lItajad ll ~quicn clio forma a sus planteamiel\tos iniciales. Cr. Isaiah Bf'r1in.l-:t 1I1C1f.!.Yi (M norte.1. G.! kuuann y 1'1 origen del irracionalismo moderno, l\ ladrid. Tf'CIIos. 11)1)7.2" En el marro de los pafses latinoamerieanos, cl etnoef'nlrismo Sf' IlIanifif'sl af'01\l0 colonialisl1lo iurcruo. sobre las ctuias, segUl\ la nocion SIlSIf'])lmla pill'Pablo Gonzalez Casanova. Vease, Sociologfa.r e.rplolaci(JIl, l\lpxi("(). Siglo \..\1Edito]"es, 11)87.

    :39

  • programa relativista, con su enfatico Ilamado a considerar los va-lores de cada cultura en su propio contexto. Pero almismo tiempoen ocasioncs sc convierte, pese a las facetas pluralistas del pcnsa-micuto de Herder, en la base de agresivas ideologfas nacionalistasy racist as que, entrado el siglo xx, desernbocaron tnigicamente enla barbaric nazi.

    En efecto, se puedeu discernir dos grandes fases, con resul-tados distintos para los coutendicntes. La primera abarca ellargopcriodo de constirucion de los Estados-nacion, que cobra fuerza afinales del siglo X\III y sc cxticude durante la sil:,'1uente centuria, Estaetapa marca el triunfo practicamente completo del universalisrno

    lh~ la liusrraciou, pues los Estados nacionales no se consrituyen apart ir del principio cult ural preconizado pOI' el romanticismo (codanacion cultural uri r..stado),2B sino considerando la nacion como1111 coujunto de individuos que, independientemente de sus carac-I crfstirus cult males, se reunen (la hipotetica condicion inicial)pant fundar (,I Estado. Esto es, 110 se impoue la nacion cultural,sino la nacion politica, cuyos lfmites no respetan casi nunca lasIroutcras rtnicas ni las identidades historicamente conformadas.ASI ocurrio ell Europa yell America l __atina.

    Prccisai nente como cousecuencia de ello, la regia no es lahomogcneidad sociocultural de las poblaciones que conformaucstas flunuuucs unidades polfticas, sino la hcterogcneidad: se tra-Ia de r-ut icladcs politicameute unilicadas, pero mult iculturaleso plurietuicas pOI' 10 que haec a su coinposicion, e incluso multi-nncioualcs- si se caractcrizaran en tenuinos herderianos. ASI, pues,('[ ('lite con cl que cl racionalisruo centralizador cdcbra su exito

    ,:'0 Esl(' prill('ipio habra sido prol'huuatlo pori JerdeI': El estatlo IIl1tS IHltmal ('s,pOI' talllo.llIl I'slado ('Olllllll('StO pOl' 1111 {lIli('o pll('blo ('011 1m{mi('o ('anlch'r lIa('iollal1,.. 1b qll\'lllIllIlt'blo l'I'('('(' dl'lIlalll'ra 1I:lIl1lal \'OIIlU IIl1a l'alllilia,stlloqlll' tI('lllOlloIllas I':'''\'IISO: lIada pan'('('. pill'S. 1I111s danll I 1I'II(C' Oplll'Sto a los proposilos qlll'lotios los goLJi(,I'I1i1S dl'bl'rlall telll'r 1I"C' la l'.,\pallsiolldp los l'stados mas alia tiC' susIflllil\'slIaturah's.la ulI'zda illdis('riluillada dp dil'('rC'lItps lIal'iolll'Sy tipos Illllllallosbajo 1111 ('\'11"0". ('ilado 1'1I.l. H.lJolll'ra. OfJ- cif" pp, :.!:.!;):.!:.!(l,

    -to

    lleva el gennen del conflicto en su propia pluralidad, pues en elEstado-nacion permancce latente cl conflicto de la diversidad,

    Una nueva fase se inicia dcspues de Ill. Segunda GuerraMundial. En aparente paradoja, despues del holocausto perpe-trado lor el uazisrno, el relativismo cultural experimenta un as-censo pujante quc se prolonga hasta nuestros dfas, EI renacinrientodel relativismo, sin embargo, se rcaliza en nuevas termiuos; COH-cretamentc, llevando a cabo una rigurosa expurgacion de todareferencia a supuestas detcrminaciones de la raza. A partir de losafios cincuenta los cientilicos del muudo, couvocados poriaUNESCO, realizan con exito In metodica refutacion de las tesisracistas. En adelante, la diversidad aceptada solo puede fundarseen 10 cultural.

    No obstante, con ello 110 tenninan los problemas, pues enlas experiencias concretas a menudo este encumbramiento del rela-tivismo implica un radical antagonismo con la razon y eI pensa-mien to, y la recusacion de cualquier valor que pretenda susteutarderechos de las personas Iundados por[ucra de alguna colectivi-dad cultural. Hoy dfa, eI malestar cultural ticne otro caracter: soncada vez menos los que dcsenfundan su revolver cuaudo escuchanla palahra cultura. Pero -como indica Finkielkraut- cada vezson mas numerosos los que dcseufundan su cultura cuando oyenla palabra "pensamiento?.""

    EI primer pdigro que 1I0S revela Finkielkraut es que, a se-mejanza de como termino haciendolo lafiLosofia de La descoloni-zacion en el llamado Tercer Mundo, en las regiones en donde existeugrupos etnicos courbatamos los errores del etnocentrismo can lasannas del lolksgei.st, colocando la inuividualidad en la prilllcrafila de los valores enemigos. Se trata ue un punto dave, porquehay In sospccha I'undada de que IIna llUcion cuya vocacioll pri-mera consistc I'll aniquilar la individllulidad de sus ciudadanos

    ~9 Alaill Fillkil'lkl'aII I, t~a rlel'/'I)fu rle! (il'llsmllit'llf(). 13aI'1'l'lolla.. \.lIagraIl11l. IlJlJ(J.p.5.

    41

  • fI(

    I

    no puede desembocar en IHI Estado de derechos.:"A fin de apre-ciar su relevancia para la discusi6n de la problematica de la di-versidad, bastarfa sustit uir en el anterior enunciado el terrninonacion pOI' comunidad- (cualquiera que sea su alcance), y Esta-do de derecho pOl' conglomerado tolerante e incluyente,

    La preocupacion de autores como el citado no puede mini-mizarse. Con la impugnaci6n de cualquier valor que no procedasino de la propia cultura, con el desprecio hacia eualquier dere-eho individual 0 coleetivo que pueda acordarse, trascendiendo laferrea determinacion de Ia sagrada comunidad propia, no se dejaterrene para huscar la armonizacion entre 10 particular y 10 uni-versal, haciendo imposible denunciar y disolver precisamente 10que esta oposicion tiene de fantasmagorfa topica, EI relativismoabsoluto asf alimentado puede constituirse en un obstaculo in-franqueable para construir soluciones autonomicas, pluralistas,pues la conexion posible entre culturas que componen el tejidonacional 0 comunitario, la posibilidad de la comunicacion y elentendimiento interculturales, quedan terminantemente impedi-dos. EI primer riesgo es, cntonces, que la realizaci6n politica de ladiversidad se manifieste COIIIO atrincheramiento de identidades eincluso como hostilidad entre culturas. La postulada inconmen-surabilidad cultural se concretaria en irreducribilidad polftica. Y sinarreglo politico en la pluralidad, sin conviveneia respetuosa y to-lerancia, no hay regimen autonomico posible.

    EI segundo peligro, obviamente gemelo del anterior, es queprevalezca el racismo pOI' otros medios 0 con otros fundamentos.La teorfa de la diferencia natural e insuperable, basada en rasgosbiologicos, ha sido derrotada y entre en un descredito al parccerirreversible (0 asf 10 esperamos), a pesar de esporadicos intentosde restablecerla. Pero otra forma de racismo puede volvel' pOI' susfueros, ahora pOI' el camino de la cultura, con un feroz rostro etno-

    ,10 Ibid., pp. 7-ty81.

    42

    centrista. Esto es 10 que preocupa a Finkielkraut: AI igual que losantiguos voceros de la raza, los actuales fanaticos de la identidadcultural [... ] llevan las diferencias al absoluto, y destruyen, ('IIuombre de la multiplicidad de las causalidades particulates, cuul-quier comunidad de naturaleza 0 de cultura entre los homhres..Para superar el racismo, agrega el autor, no basta con rechazar susIalsos fundamentos naturales, si pOI' otra parte los retraducimosen terminos de especificidad cultural. De proceder asi, sc pcrp('-nia, pOI' el contrario, el culto del alma colectiva aparecirlo COli laidea de Volksgeist, y del que el discurso racial ha sido una versionparoxfstica y provisional. Con la sustitucion del argumento bio-logico pOI' el argumento culturalista, el raeismo no ha sido elimi-nado: ha regresado simplemente a la casilla de salida."

    EI primer requisito para iniciar un proccso autonomico consentido pluralista es la disposicion al dialogo y a Ia cooperaci6nentre culturas. Aese respecto, el relativismo puede ser un formida-ble adversario de la diversidad. A partir de la conviccion (que sr-esgrime con justa razon frente a la pretension del racionalismouniversalista) de que no exist en eriterios de evaluacion universa-les en materia moral 0 episternica, el relativismo sostiene una se-gunda tesis problematica: no solo no es posible evaluar una cult uraa partir de los valores 0 estandares de otra, sino quI' es impract i-cable construir norrnas transculturales, democrriticameute convc-nidas, que favorezcan la comprension mutua y el establecimicutode puentes entre sistemas culturales diferentes. POI' eso -advicrteOlive-, desde el relativismo se ponen trabas para la cooperueionfructffera entre culturas, y para la convivencia no solo pacificn,sino creativa y cooperativa dentro de un contexto nacional, e in-cluso internacional." No es diffcil entender entonces que hajo

    31 !bid., p. 83.

    32 Leon Olive, Xlulticulturalismo j pluralismo, colccr-ion Bihliou-ca lhcro-americana de Ensayo, Mexico, Farultad de Filosofla y r.ctras. l'niwJ',il ladNacional Autonoma de l\ lexico/Paidos, 1999. p. 172.

    -t:3

  • tales presupuestos relativistas la autonomia, como proyecto de ladiversidad, es impensable.

    Pero, cn terrninos de los mismos principios relativistas, tarn-bien es impensable cualquier solucion que pretenda fundarse enla superioridad moral de un sistema cultural (aunque se trate deuno subalterno y ancestral, COInO es el caso del indlgena). La masclara aporfa en que incurre el relativismo tiene lugar cuando, parafundar una salida no autonomica, se confronta la cultura indige-na COli In occidental, para arribar a la conclusion de la venrajaetiea de la primera. Si partiendo de que no existen estandaresuniversales se postula quc cualquier pauta solo es pertinente paratill determinado sistema y carece de validez en relacion can cual-quicr otro, ~c6mo se pueden hacer esas evaluaciones comparati-vas entre sistemas diferentes? A menos que el relativista admitaque, en este caso, utilizo estandares de una cultura para evaluar aotra. La disyuntiva es clara: 0 se admite que existe la posibilidadde construir una posicion 0 criterios aceptables para las partesinvolucradas que permitan evaluar otra cultura, y en ese caso elprincipal argumento relativista se esfuma; a se acepta quc no esposihle y cada cultura debe ser evaluada solo en sus propios ter-minos, y cntouces el relativismo no pucde alegar superioridad moralde una cultura respecto a otra. Mientras procura clesprcndcrse delos pruueros principir, -supremos)' universalcs-, cl rclativismosicmpre esui pOI' traducir esa operacion, dice Gianni Vattimo, enla asuncion de nuestra condicion historica, y dc nuestra perte-ncucia a una comunidad, como unico absolute. Buscando huirde una metaffsica de principios y fundamentos absulutos, el rela-tivismo a menudo asume otra: vuelve sobre sus pasos y recae cn loque el autor llama metaffsiea relativista, que reinstala un pun-to de vista universal sobre la multiplicidad. En este sentido, elrclativismo es el (autocontraclictorio e impracticable) anquilo-samiento metaffsico en la Iinitud. Y desde esa perspectiva, ob-serva Vattimo, uuicamenie Dios podrfa SCI' autenticarneute

    4-t

    relativistu." En iodo caso, las tcsis Iundamcntales del rclativis-1110 110 al)OIIHII la pluralidad, sino el cnconamicnto cultural. Enese espinoso terrene no puede afianzarse la diversidad ni Ilorecerla autouomfa.

    :t\ Cim lili Vnl t illio, ,Villilis/I/()Y "'1/(// lel/)Oc/,)/I. /'1ica, po IfIa, d,'r"dlil, ~alll ia~oI'.al .nla (comp.), Bar('(,lol\a, l'aid{\s, :200"', pp. ()I-W..

    45

    :1

    r

  • ~I

    '!

    , . ~ , ..i~_ ,_."::;".;~.,_,.,-.""""_.",-"-", ""~,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,~,,~--"'-"~'

    2. DIVERSIDAD YLIBERALISMO

    Estar abierto a la existencia de valores 0 principios orient n-dos hacia la individualidad, sin embargo, no implica reuunciar asu crftica, sobre todo a su pretension de universalidad y a 5('1'" pOl'ello, supuestamente inatacables. EI problema surge en el IIIonwn10en que, teniendo que coexistir con valores enraizados en In per1e-nencia cultural, los valores que se fundan en la individualiclad 51'erigen como incompatibles con (0 exduyentes de) los primeros,La consecuencia inevitable de la aplicacion de este modelo a50-ciado a la tradicion liberal es que se irnpone el rechazo de trxlumeta coleetiva basada en la cultura (y, pOI' 10 tanto, ramhieninvocadora de derechos colectivos) para definir la organizaci6n dela sociedad.

    EI liberalismo acepta la diversidad de posirioucs ideologi-cas y polfticas en el seno de la sociedad, COl1l0 pluralidarl de cnfo-gues sobre la vida buena (

  • 11\'1) IVIDUAUDAD FREN'fE ACOLECTMDAD

    l.Oe donde arranca la controversia entre la perspectivepluralism que toma en serio la diversidad y la version mencio-nadn dd liberalismo? Expresrindolo en pocas palabras, segiin Iafonuulaciou de un academico liberal: EI problema surge cuan-do no se comparten las misrnas creencias basicas sobre fines y va-iorrs. I Un sector puede creer firmemente que la libeltad individuales 10 quc cucnta, mientras otro segmento de la misrna sociedadpuede considerar a la comunidad 0 el contexte cultural como unn'l'ercnte luisico para dcfinir 10 que cada uno es y, ademas, comoCOlHJicion para una vida individual plena. En esta situaciou,reficrc (,1 citado autor, 10 colectivo adquierc prioridad (~tica so-hre In libertad individual. Pero, pregunta Vazquez, l.quc sucedcnasi aqlIPI [contexte cultural] entra en contradiccion con esta ulti-rna [libcrtad individual]?. En tal caso, responde, puesto que nopucdc aceprurse la violacion de la libertad individual, se debeafinnar la supremacia de los derechos Iibcrales sobre los cul-turuh-s Y I\jar lfuutcs lIIuy claros a la tolcrancia.

    En la hipotcsis planteada por cI autor, el supuesto es que elcoutcxto cultural puede contradecir la libertad individual, uuen-nus eslu Iuora de toda consideracion que las libertades indivi-rlunles -{'ntellliidas y ejercidas en tcnuiuos lilwralcs- puedan ellcaso alguuo provocar perjuicios pOI' 10 que haec a derechos socia-lcs, politicos y mucho rncnos culturalcs. Otro supuesto esui oculio:que Ja liherlau illdividual debe concebirse y ejercerse despojadade cualqllier colltruninacioll 0 detenllinaci6n cultural. ASI, cuando

    , n(J( 1011'0 \ "z'lt!(z. 1)l'rl'c!too y (olI'W nci,I, I'll FsI,/bfs. lint/me/as,\" ()pIi lIiJl It'S,11(1111. ::2. ~ I(~xico. lIIal'ZU l en las 1I0rlllHS de prioridadabsoluta de la libertad individual (rndicalmeute dcspojada detoda rderellcia cultural) rcspecto a cualquier consideraci611 so-bre la igualdad y las particularidades. Volvcrelllos a cstc punlo.

    LOS IJMITES DE LA '1'01 ,EHANC1A

    Ull parcnt esis. Los Iiberal(~s buscHn rei latir, mas pl'ccisa-mente desacrcditar, los arglllllcntos a favor del contexto, utiJizando

    -t9

    ~I

  • (ejernplos extremes de prricticas culrurales que impactan la sensi-bilidad publica del ciudadano media occidental. EI truro reiteradoes escoger casos, sin relacion entre sf, provenientes de ambit os cul-turales distmiles, y presenrarlos de golpe ante un azorado publico.Se 1rata de demostrar que la compatibilidad entre derechos COIlreferentes culturales y derechos individuales es imposible, Las lis-tas de casos varian de un autor a 01 roo ~ Pero cI caso mas socorridopara catequizar sobre las rnonstruosidades. que pueden generarseen la cult ura es el de la rnutilacion genital femenina, practicadaprincipalment en pafses de Africa: la clitoridecrornfa, la ablaciondel clitoris y la infibulacion.

    Se pueden proponer tres argumentos en contra del procedi-mienro anterior; Primero, los adversaries del contexto culturalquieren sacar ensefianzas generales, de fonda, sabre los perjuiciosque ocasiona la vigencia de pautas que derivan de la comunidad.Se seleccionan casas impactantes, sobre todo en contraste con lospatrones occidentales, EI problema es que, por ello misrno, setrata elf' ejemplos entresacados de complejos sistemas sohre losque en su conjunto, aparenternente, no hay mayor objecion quehacer, En otras palabras, los ejemplos del tipo mencionado noalcanzan para hacer gencralizaciones -del calibre de que las pnic-ticas cnraizadas en la cultura son violatorias de las libertades-,pues no todas las oulturas tienen prricticas del tipo coleccionadopor los liherales de esta corriente, ni las sociedades en las que pue-den advertirse podrfan por ello ser rechazadas en bloque, Desdeeste angulo, sin entrar en el examen de la justeza del juicio sobre lapractica en cuesti6n, puede aducirse que se trata de usos y creenciaspolemicos que pueden advertirse casi en cualquier grupo huma-no (sobre todo enfocado desde una matriz cultural diferente), comoes el caso, por cierto, de la sociedad del propio liberal.

    2 La listade Vazquez puede verseen op. cit., p. -+2.

    50

    En segundo lugar, uno no necesita caer en el garlito depantanosas justificaciones de las practicas impugnadas, porquc PIpunto aquf no es si estas son discutibles 0 incluso event uahnenrereprochables (0 no), sino si de elias 0 de cualesquiera 01 ras Sl'puede deducir un argurnento en contra de la cultura como rcle-rente de normas 0 principios morales y politicos. Ell In hiporesisde que se lIegase a un consenso sohre el rechazo de alguna pdlet i-ca en particular, nada impide que esta pueda ser rnodificada pmlos propios grupos culturales practicantes. A menos que se tengauna idea peculiar de la cultura como un sistema rfgido, esuiticoe incapaz de cualquier innovacion, 10 que esta lejos de 10 queconocemos al respecto. Por consiguiente, de 10 existcncia en cier-tos grupos de alguna practica cultural que pueda considerarseviolatoria -sin discutir aqui sobre los criterios para establecer-10-, no se deduce que sea imposible acordar 0 padar sobre IIIC-didas correctivas de algun tipo, sin violentar 0 irrespetar a esosgrupos culturales. Suponer 10 contrario implica a menudo unavision rayana en el racismo 0 en el etnocentrtsmu, pues presupOlH'sistemas inflexibles, asf como incapacidad de libre exameu y

  • (I'll estc caso, como expresion de un fundamentalismo liberal).Tanto es nsi, que la mayorfa de los defensores del contextecultural (en distintas variantes: desde comunitaristas hasraautonomistas) aceptan que es inadmisible la version del relativis-mo cultural que pretende justificar, a priori y en noiubrc delcontcxto, cualquier accion 0 practica (el proverhial todo vale),

    Hayen esta posicion el presupuesto de que, pOI' ser el frutode un sistema cultural (que se considera tan valido como cual-quicr otro), la practice 0 el uso sociocultural de rnarras quedaninuumizados a la evaluacion e incluso a la critica de cualquiergpnero. i\le parece que este enfoque no puede sustentarse comouna dcrivaci6n de la dcfcnsa 0 la valorizacion del contexte, puescs posiblc adherirse a esta posicion y adrnitir que puedan dcbatir-sc dichas practicas y enjuiciarse crfticamente, tanto intema comor-xteruauicnte. De heche, cs probable que sea imposible plantear-

    s(~ la tolerancia misma sin la posibilidad de la critica, partiendode que ella opera tarnhien en el seno del sistema cultural y espracticado pOl' los propios natives.

    EI punto aquf es que significa tolerancia liberal. La pri-iuera iruprcsion es que la toleraucia multiculturalista, que cobijaa los liherales significa realmente, segtin la formula acufiada pOI'Zizck, qucdatc 10 mas lejos posible pOl'que no tolero tu corea-nia; 0 SCgl1l1 la paradoja del laxautc de chocolate, la toleran-cia Iunciona como signo de su opuesto (la intolerancia) .:1 Latolcrancia se basa en un respeto condescendientc. similar a nucstraactitud hacia nifios a los que no queremos dcsilusionar. EI respetoliberal no solo es coudescendiente porque se dirige a costumbresillofellsivas, sino porque presume que los nativos son incapacesde advertir crfticamcn te (envueltos como estan ell una nebulosa

    \ Sla\'oj Zizek, I ('u/ef/cia ef/ aclu. CU/l!e!'('J/cias de !J/l{'//us .ti!'es, Allalia Ilolillie(('(lllll'.). Patri(,ia \\illsOll (tnlcL). BlIel\(ls:\ires. Paidos. :ZOO-t. p. 1:2-t.

    52

    cultural respecto de la cual uo puedcn establecer distancia critica)el sentido de sus crecncias YllSOS. Frente a cste falso uccrcauuentoal diferente, Zizek sostiene que, pOI' cl contrario, solo esrahlcce-mos un verdadero contacto con los habitantes locales cuando ellosnos revelan la distancia que ellos mismos mauticneu con el espiri-tu de sus propias costu rnbrcs.~ Este es un punto dave.

    EI cjernplo de la actitud tolerante. de Occidente cuandoun sector de la poblacion de la India protcsta par el uso de acciteanimal para freir las papas (la empresa McDonald's rearciona in-mediatameute sustituyendo cl aceite animal por cl vegetal), esmodcIo de est a tolerancia flue, sin embargo, naufraga tan prontose eufrcuta a la real otredad: aquella que cuestioua a los propiosprincipios liberalcs. Zizek se preguuta: ~que pasa con prricticascomo la quellla de las rnujeres despues de la rnuerte de su marido,que forma parte de la misma tradiciou hindu que las vacas sagra-das? [Y agregarfa yo: con la clitoridectomfa arraigada en la tradi-cion africana.J ~Deberfamos (nosotros, los ruulticulturalistasoccidentales tolerantes) respetar tambicn estas pnicticas?. Yesaquf doude aparecen las coruorsioucs idcologicas no asumidas,Para eIllpezar; dice el uutor, el liberal tolerante recurre a una dis-tinciou profundamente eurocentrica, una distincion pOI' COIll-pleto ajcna al liiuduismo: tolcramos ul otro respecto a lascostumbres que no dufiun a nadie; pl.'ro en cuanto tocamos algu-na dimension (para nosotros) traumatica, la tolerancia se acaba.o SCH, se tolera al Otro si cste 1/0 ('8 llll Iundamentalista. ~y que esun fundaruentalista": cl que cs, e insiste en SCI; e! verdadero Otro.A esto se agrega, seglm Zizek, otro elemellto medular: 10 que elliberal lIIulticulturalista reprocha al Otro 110 es en realidad elcontenido particular de :ill crecncia; en rigOl; 10 que de verclad

    ..Sla\'uj Zizl'k,:1 pro/lIlsilU de /A'ilill. HI/flica y sllhjl'lil'I'r/m/ {'// eI mlll"ta!islllOlardfu, S. \\ilillgarll'll (I'I'

  • Ie molesta ("en sf mismo") es la forma de la creencia como tal. Laintolerancia es intolerancia hacia 10 Real de una creencia,"

    La mencionada clitoridectomia, y en general la mutilaciongenital femenina, puede usarse como ilustracion de que 10 quemolesta en realidad no es cI contenido particular de la creencia,sino la rreencia misma. La asociacion peculiar que hacen esassociedades entre cuerpo, pureza, sexualidad, fertilidad, plenitudde identidad etnica y de genero, resuIta perturbadora. Pero esadesazon es desviada hacia el rechazo que causa la mutilaoion, laaccion ffsiea. En el rito de pasaje, la accion ffsica no parece 10fundamental, pero es allf donde se concentra el escandalo de lasbuenas conciencias liberales. ~Que sucederfa si los propios pue-blos modificaran el proceso pOl' 10 que hace al corte ffsico, mante-niendo cIcaracter y el significado del ritual? De hecho, iniciar esecamino en acuerdo con las colectividades, a partir del disefio de 10que se ha dado en llamar intervenciones culturalmente apropia-das- es 10 que se viene practicando en diversos pafses (Uganda yEgipto, pOl' ejemplo), con un cierto exito, como 10 registra elln-forme I1111l1diaL sobre La oiolencia y La salud, elaborado para laOrganizacion Mundial de la Salud. EI punto es que este informe,en lugar de sacar conclusiones apresuradas sobre la cultura comofuente perniciosa, parte de que para acercarse adecuadamente alas practicas culturales que entrafian violencia sexual es precisocomprender su contexto social, cultural y economico. Lo cultural-mente apropiado consiste en procurar la eliminacion del aspectoque se considera violento, respetando el contenido y sentido cul-tural de la practica; esto es, dice el informe de la OPS, obtener elapoyo de los ancianos de la comunidad con el objeto de desvincu-lar la practica de la mutilacion genital femenina de los valoresculturales que se desea salvaguardarv.r l'ara el caso de Gambia, la

    .; Ihid., pp. 26-27.b Cr.Organizacion Pauanu-ricana elf' la Salud,II/jhmw nuuuha!sobre la 1'I(ilmeia.1'Ia salud, Organizarion MIUldial df' laSalnd. 2002,capftulo6 ("Ix'l viok-nria Sf'XI ral).

    54

    antropologa Adriana Kaplan propone algo similar, esto es, mun-tener el ritual y sus creencias, eliminando la accirin ffsica sohre olclitoris: iniciaci6n sin mutilacion.i No se si la propuesta funcionani,si sera aceptada 0 si no sera de nuevo el cafe sin cafefna. u otraforma de tener acceso al Otro etnico desprovisto de su alterirlad,como nos previno Zizek. Pero si llegara a ocurrir que el prorr-rh-miento rnostrase que puede funcionar (como par('cen indicar otrasexperiencias) sin aniquilar la creencia africana, seguramcIlte no dis-minuira el malestar del liberal ante ella, aunque sin duda desanuarasu coartada; y entonces, sin haber desaparecido la creencia lJlJ(' scvefa como motivo del gran ataque a la libertad, ocurrira el milagrode que no se volvera a hablar de ella ni para bien ni para mal.

    Mientras tanto, otras form as de violencia contra el cuerpo, ill-cluida su destruccion total en guerras demenciales contra puc-bios socioculturalmente lejanos 0 enemigos, se seguiran ejerciendosin que filosofos liberales claboren discursos morales para advert irsobre 10 que entrafian como ataque a la libertad individual, sohretodo si esas practicas al parecer estrin rnuy arraigadas en la cult uramadre del intelectualliberal. POl' 10 menos podemos estar scgurosde que no aparecera este caso en las listas ilustradas acerca de lospeligros que, para la libertad, implica la cultura. Asf que 10 qllt',en la practica y creencias de Africa antes mencionadas, prohahlc-mente provocaba las angustiadas reflexiones no era la violenciaque provenia. de la creencia sino la propia creencia del 011'0pillada- en falta pOl' el fil6sofo liberal. Pero, felizmentc, ya no s('podria armar un caso moral contra la cultura del Otro pOl' estrasunto. Innecesario es subrayar que con ello la sociedad occiden-tal no se vuelve mas tolerante: a estas alturas de la historia de lassociedades liberal-democraticas, parece mas bien confinnarsc

    7 Es como till ritual alternative 0 reformado; rcspetuoso de la CIIIt urn. p('1'() sinsangre y sussccuclas de salud. La idea esno reprochar ala cultlira. sino apr-lnr 11 lacreatividad cultural. Cf. Diana de Cordoba, 8 de julio de :.2005 y 0 Ihr.~, 6

  • el userto dc Cadamer de que, como era patente en el arranqueilustrado de fines del siglo \\111, la tolerancia deviene de nuevo lanuis iufrccuente de todas las virtudes."

    Recapitulando, el cliscurso grueso era: como 10 muestrancicrtos casos, desde la cultura se generan practices que niegan lalilx-rtad; la cultura cs una mala plataforma para definir el sentidodl~ la vida y la libertad 0 para establccer normas morales y politi-rns. l\liis aun: los derechos liberales individualmente orientadosson los que merecen el rango de 10 moral y cn todo caso deberanlClllT prioridad absolute sobrc los derechos culturales. Es faciladvert ir los sultos mortales de un pasaje a otro. Nada de 10 que sequeria sostcner se mamicue en pie: no sc est a ni remotamente

    ('(~rca de asocial' cuhura y violaciones, ni con e110 tampoco se agrc-g6 un apiee de sustento al posicionamiento en favor de los dere-e1IOS liherales.

    EL LlBEBAUSl\\O IGUALIllillIO

    En la acrualidad, la filosoffa mas invocada para fundal' Iasuprr-mnrfu dl' los dcrechos liberalcs sobre los culturales- es el lla-nuulo liberalistuo igualitario, construido a partir de la fortaleza

    t(~()rica ('dificada por cl primer Bawls.')SCgll1l Vazquez, varios elementos lxisicos se pucdcn dcstu-

    car dc esta filosoffa. Ell primer lugar, rcforrnulando eI principiode difercncia- de Bawls (0 segundo principio de la justicia como('quidad) Sl~ l'l'dWZaIl las versioncs utilitarista y libertaria del li-IwralisIlIO, para (,(JIIduir que no existe una tension entre lihertad

    :: Iialls-C""r~ Cadallwr. F/of!.'IrJ (f,> /a fl'orla, {)1:~CIII'SOS.I'ol'ffCII/os. ,\lIl1a Po('a(Irad.). Barl'\lolla.Edi,iOlH'S P!'lIinSllla. :!()()O. p. I():." It V~iZqlIt'Z. "I)l'n,('!los y tokrHlll'ia". ('II op. cif., p. -t6.11. Sc rd/c!'e alJollllHa\\lsdc' '/i'm/a de /0 jl/sfi,.iu (1\I(,i('o. FO\l(lo dl' Cllhura Ecollollli('a. \

  • la situarion desvcntajosa de ciertos grupos socioculturales, anteel peligro de que -para favoreeer el reconocirniento del contextoculrural-da supremarfa- de la libet1ad individual deba ser afeetada.

    Volvicndo al primer razonarnienro es necesario hacer unaprecision: resulta prohlematieo poner en eI mismo saco derechossociales y culturales, y contrastarlos con derechos individua-les, como si fuerau del mismo orden. AI no esprcificar eI tipo dedererhos socioculturales de que Sf' habla, se esfuma eI micleo en elque se sostiene la contradiccion entre ambos enfoques. Es masadecuado, en este caso, hahlar de derechos colectioos (relatives agntpos, colectividades) ois ams los derechos individuales. Yaqui,una vez mas calie plantear la pregunta crucial que pone de relieveel meollo del asunto: iqup pasarfa si se invirtieran los terminos, y sedijera que los derechos individuales son una extension naturalde los derechos colectivos, piles es en el marco de una detenninadacolectividad donde los primeros adquieren sentido? Entonces, losderechos culturales (colectivos) no solo serfan derechos adjeti-vos (0 instrumenta/es), rnedios, sino derechos sustantivos, finesen sf mismos.

    Sin embargo, no deherfa lIegarse al punto de buscar la in-version de la prioridad -10que procuran las corrientes escncialistasque militan en favor de In identidad cultural-, sino cuestionar lafamilia de enfoqlIesjenirquicos, y cxplorar la posihilidad de colo-car a ambos tipos dr derechos en e] misrno rango de sustantividad(10 que segurarnenn, tendra el efecto de trasformar a uno y otro).De conseguirse esto, cI asunto de los lfrnites de la toleraneia seplantearfa en otros tenninos, en un plano mas equilibrado: nose podrfa ser tolerante ni con la violacion de las libertades de losindividuos ni con la violacion de los derechos coleetivos. As], alrnenos el terna de la tolerancia tendrfa que abordarse con unaactitud, valga la expresion, menos intolerante par parte de losideologos liberales. Se cerrarfa el paso a la salida faeil que evadelos retos de garantizar igual respeto para los derechos individuales

    58

    y colectivos, como plataforma basica de la socieclad democrritira,bajo eI argumento de que los segundos son en todo caso sacrificahlesen pro de salvaguardar el caracter prioritario y sustant ivo de lospnmeros.

    Pero est a posibilidad se invalida eon la segunda tesis esgri-mida por el ensayista liberal, que no es mas que eI refuerzo dclmismo paradigma centrado en la individualidad: solo los inrlivi-duos son personas morales; 0 dicho al contrario: las personascolectivas no son personas morales. Vazquez infiere que si alf!;oes una persona moral, nada que este compuesto por ella 0 es1('.constituido a partir de ella puede ser tambien persona moral. 1,0que busca es invalidar cualquier pretension de asignar valor cticoa la comunidad, previendo que pueda ser puesta par encima delindividuo. Su conclusion es que aquellas concepciones que pri-vilegian eticamente a la comunidad por encima del indivicluo ter-minan aceptando una forma de integrismo porIa cual la exisreuciay el bienestar del individuo dependen de la existencia y el hienes-tar de la comunidad a la que dicho individuo perteuece. Alintegrisrno 0 esencialismo comunalista, ciertamente existente, uqufse opone otro integrismo que privilegia eticamenre al individuo.

    Lo anterior se refuerza con el tercer elemento del t>squellHIde Vazquez: el indioidualismo etico. Su principal argumento cs qlll'los individuos valen mas que los grupos a los quf' perieueccn.Esto es, se admite la existencia de los grupos, pero no se les atri-buye valor superior, no se les concede la calidad de ente moral. POl'10 mismo, las eulturas

  • como parecc. 5i se sostiene que solo los individuos son cutes mora-les es innecesario argumentar que valen mas que los gmpos. A finde cueutas, ademas, la recusacion del valor de las culturas es soloell relacion con su idealizacion y absolutizacion. Pero la crftica alas conccpriones que tienden a hipostasiar la cultura rcsulta irrele-vantc para eI actual enfoque pluralista, pues la idealizacion de lacomunidad y los sistemas culturales natives no encajan COli unadd'('lIsa de la diversidad desde una perspectiva autonomista, alIIWlIOS COli 10 uquf eutcndcmos a esia."

    Lo lJue sc sam en limpio de 10 anterior cs la conveuiencia(h~ cvirar el relativismn. Esto seria aceptable siempre que se agre-gmil': (,I rrlutivismo obsoluto y excluyente, En declO, hay que SCI'IIllly prudcnrcs COIl eI significado uel relativismo y, IIlUy espe-('iaIJllellle, con cicrtos crubates antirrelativistas. Ell verdad, como 10ha plantcadn Ceeliz, si no hay que ser relativism, tampoco hay quescr antim-lativistn. La posicioll nuis adecuuda, segun el, es la que hadcnotuiuado anti-antirrelativista." La razon reside en que, bienvistas las cosas, el relativismo en gran nredida es un cspantajoconsrruirlo pOI' sus cuemigos e iucntificauo abusivamcntc con clniliilismo. qlle a menudo 110 sirve sino como plataforma para cdi-ficar 0 reforzar visiones uhsolutistas, para revivir las doctrinas so-1)1'(' la exist curiu de una nat uralcza [nunana universal (e inclusola (k 1I11a unidad IItHI iana hasada ell alglm Iuctor invarinnrc].Pero sea ual sea la base fija que se alegue (uesue los gelles hasta la

    Ie II. Df:lI.-Pulal)('u. II/!ol/IJ/I/[U I'l'giol/ul. I,u (1/I!{)(/r'!"I"II/il/uci()1I dl' los pl/l'blosillr/ios. ~I(;.\il'o. ~i;.do \.\1 Edilort';;. JI)I)!; II. Dfaz-Pulallt'U y CUll.'illcJu Slllll'lll'Z,1/,;,i'icur/il',n() , U (It-!)(/!I'pOl' 1(//II/lol/om[u, tllc.\icu. ~igloX\J Edil orr;;. ~{JU2.1\ (;("'I'IZI'.\l'li,'a II'II' IJ;;a psla forll1ula dp duilic IlI'gal'iIJIII'UIIlU llIl rl'('Jlrso paml'I'l'IHlzm IIIHI posil'i{lIl lillt' s,' ha l'argmlo de l'i,'rlos COlltl'lIido;; qlle ;;

  • pueden ser derrotadas colocando la moral m6.5 alld deIa cultura, separando el conocimiento de una y otra.Esto ya no resulta posihle ... I:;

    EI problema con la posicion liberal exarninada en los pri-rrafos anteriores, en efecto, es que adopta eI talante y los gestos detill absolutismo etico que no siernpre es proclive a la toleraucia.De una manera rfgida e inflexible se alirma que el enfoque moraladoptado (en cste caso, el kanriano) eonstituye la unica via y elcamino necesario para cualquier plan de vida. POI' ejemplo, el pun-to de vista de Vazquez sobre el relativismo de los cornunitaristases que incurren en un error al considerar la autonornfa y la dig-nidad de la persona, implfcitas en la idea de irnparcialidad queexige el discurso moral [kantiano], como un plan de vida mas-elque proponen las sociedades liberales demoeraticas- entre otrosplanes de vida posibles y no como los principios subyacentes ynecesarios para la marerializacion de cualquierplan de oida posi-ble . . . . Ii>En otras palabras, mi opcion no es una entre otras, esla tinica opcion moralmente posible.

    Ante esto, debe preferirse la posicion mas equilibrada delrelativismo ~tico, tal como 10 ha resumido Farrell. Este autor re-cuerda que si se adopta el relativismo etico se asume que ni lospropios valores ni los ajenos son objetivamente validos. Y estoya tiene till efecro positive en manto a Iavorecer la tolerancia,pues acepto que los otros sistemas de valores pueden ser tan bue-nos como el mfo. La consecuencia central es que el relativistaetico esra mas indinado hacia la tolerancia que otras concepcio-nes (destacadamente, mas que la ahsolutista). Aunque con caute-la, el autor observa que es mas diffcil ser tolerante para unabsolutista que para un relativista etico, por lo que esta actitud

    15 lbid., p. 12-t,rursivas nuestras.

    H. R.Vazqllrz. op.cil.. p. -t6. clIl'si\'aslllll'stras.

    62

    es, a su vez, la que mejor se aviene con la forma democni I jeade gobierno. I~

    Del mismo modo que debe preferirse el pluralismo de valo-res, que es la base del pluralismo etico existente en las sor-icdadcscontemporaneas, III debe mantenerse el enfoque relativists comoinvitacion a considerar el valor respective de los sistemas culturu-les, pues tal es el senti do original y enormemente positive de cstamanera de aproximarse al mundo. Con este sentido originario 51'perfecciono una estrategia metodologica para abordar "I estudiode las culturas -probado durante mas de un siglo- mediante ('Idesgaste del etnocentrismo que espontanearnente se apodcradel observador cuando se enfrenta a la realidad de los otros." Esverdad que este enfoque metodologico, como se ha practicadousualmente desde la perspectiva antropologica, no esta excnrode prohlernas.Ypero sin el relativismo que opera en su ex-rum, quepromueve un proposito deliberado de adclgazamiento 0 erosiondel etnocentrismo, nuestro conocimiento de la varicdad culturalserfa seguramente mas pobre. Nada de esto, sin embargo, sll\lonl'que se abandone la meta de perlilar la silueta de 10 humnno I'll Ullhorizonte universal; 10 que se propone, C0l110 se ira dcscutrafiau-do mas adelante, es otra manera de coust ruir 10 universal.

    I' Martfn Dirgo Farrrll.IJljilosojJa del liberalismo, t\ladrid, (:CIII ro Ill'ESllIlli, ISConstitucioualos. 1992. pp. ~27 -2:3:3.III JOllll Gray. IIIS dusmitis df'!!t7wralislIlo. Lila nucralil/r'/pn'/rlcir)l/ rIe /0 tolcranc Ilihem/, Ban-I'lollfl, Paidos. 2001. pp. 62-6:3.IqCr. Thomas R. \'illiams, .I/"lodos ck: CWI/{J0 en d estudinde la culturcr, i\l1\( Iri, I.Thllrr Erlicioncs, 197-t.zo H. Dfnz-Polauro, LfInntropologta social I'll porspetuvu. "II Pablo COllzll1,'zCasanova (roord.), Ciencias sociales: algunos conceptos basicos, 1\((>xico. (:'-1111'0doInvestigaciones hnerdisciplmarias en Cicncias y Humanidadcs/Siglo .\.\1Editon-s.1999. pp.-t-t-66.

    6:3

  • Ell suma, los argurnentos liberales en torno al imperativede respcl ar los dereclios de los individuos son atendibles. Perodado que cI punto es como hacerlos compatibles eon los derechoscolcctivos, se requiere abandonar concepciones de primacia,supcrioridad 0 prioridad de unos derechos sobre otros; hayquo verlos como complementarios y mutuamente dependicntes.Ell este scntido, las Iorrnulaciones del tipo: prioridad de los de-rcclios liberales sobre los culturales," solo invierten los terminos('II que el lolksgeist, como quedo dicho, hahia planteado las cosas:priori dad del principio cultural sobre los valores individuales.

    Ell el proceso historico de su constitucion, la condicionhUlIlDlHI devicnc a lill tiempo colectividad e individualidad. Conigllal Iirmeza hay que sostener tanto los derechos culturales. comolos iudividuales, si aceptarnos la idea de Taylor de que, en lugarde una lilwrlad vacua, debemos defender una Iibertad situada-COli todas las cousecueucias de seutido e idcntidad que ello impli-en: 22 y esto sill dejar de expIoral' rcnazrnente, al mismo tiempo, 10(lH' hay I'll rr-alidad de particular (no universal) tanto en unosden'chos ('01110 ('II otros.

    EI, COi\ IPHOMISO PHOCEDIMENli\L

    La pcrspcctiva que otorga la mencionada prioridad a 10individual, ('II 10 po Iftico deviene en consenso proccdimcntul,(h~sp()jado d(~ CllHlquicr cOlltellido sustancial. Sin duda, comov('rClnos dctalladamclIte ell el siguicnte capftulo, este cllfoque('nClH'lItra Sll fUIlUaIllellto ultimo en la razon pnictica kalltialla ypart iculanllellte ell SIIS planteaIllientos sobre la autonomfa de

    ,I It \;\zqlll'l:. ,

  • (sohre la vida huena) de cada cual. SCgUn este autor, Ia socie-dad liberal es aquella que COInO tal no asurne opinion sustantivaalglUla -en dave de politiea connin 0 puhlica-, mielltras se pone deaClwrdo sohre un poderoso eompromiso procedimental de daruu trato parejo a las personas. Dc orra rnanera, una mayorfa po-drfa imponcr a los dermis una concepcion del bien que no com-parten, eon 10 que se violarla la autonomla de estos ultimos yel principio de tratar a todos con igual respeto. La idea central es,pups, que la socicdad liberal debe ser neutral respect 0 a cualquierconcepcion de la vida buena; 0 10 que es 10 mismo: Ia sociedaddehe ser ciega a Ia diferencia. :2.-,

    Es faeil entende-, cntonces, que una perspectiva liberal decstc genero sea totalmcntc refractaria a la consideracion de dere-chos y arrcglos sociales hasados en alguna idea sustantiva, sinentrar aquf en el analisis del hecho inocultable de que las propiassociedades liberal -democraticas casi sin excepcion violantlagrantemente esa retorica de la neutralidad sustantiva. Ahorabien, las rcivindicaciones de muchas colectividades -gmpos ctnicoso naciollales- son precisamente de este tipo: se originan en quetienen una concepcion de la vida buena (cnraizada en una cos-rnovision propia), 10 que se expresa en metas colectivas (funda-mentalmentp pi sostcnimienlo de SLJ forma de vida y la supcrvivenciade su sistema cultural) que son considcradas un bien en sf mismo.Evidcntemente, estos proycctos colectivos no pueden encontrarcabida en un marco liberal como el descrito (si exceptuamos elpropio proyecro sustantivo que el Jihcralismo recera),

    23 Esta versiondel lilwmlis/llo fliP a!lanr/ollar/a por Dworkin y slIstitllidn pOI' orrnteorla!iberalque rpchazalanrlllralidwl rlica COIllO ellllldpo de dicha pprsprctiva.Antesbiell, este segundo Dworkill sostie/II' !Jill' >. POI' ejemplo, se trata dl'modelos que, sin menospreeiar la importancia de cierto trato ul\i-forme en relacion con derechos fundamentales de las personas,estan dispuestos a sopesar

  • de los modelos procedimentales, se fundamentan en buena medi-da ell los juicios acerca de 10 que cs una vida buena: juicios enque ocupa un lugar importante la integridad de las culturas. So-IIIOS escepticos respecto a la viabilidad de un liberalismo capaz deudmitir tales emniendas pluralistas. Pero en todo caso, la actitudde nutores COIllO Taylor es mas congruente COli los proccsos deulinuacion de identidad que se estrin dando en practicamente todo(,I gloLo y a los cuales el liberalismo procedimental no olrece res-puestus satisfactorias. Ell efecro, dice Taylor, indiscutiblcmentc,uuis y l\ 111s socicdades de hoy resultan ser multiculturales en clsenudo de que incluyen mas de una comunidad cultural que de-st'a sohrcvivir. Y las rigidcces del liberalismo proccsal pronto po-drian resultar irnpracticables en el mundo dcl mafiana. 2l>So puedcasegurur que, en rigor, el rnaiiana es ya hoy en casi todas las

    rq~i()llcs del planeta.J)('sd(' lucgo, es ueccsario no solo comprohar que existe una

    ciprla (~xig('llcia global de pluralidad, sino tambien exanunar lasrondicioues que lc dan sustento; pem antes hay que ensayar la crl-I ica interna del eufoquc neutral, aclarando mediante que procc-dimir-nros y principios estc cierra la entrada a toda consideraciond(' lu diversidad cultural.

    ',. (:.Iayillr. liP.cit .. PI'. im-(jl.

    ()g

    3. KL\NT YLL\. DlYERSIDAD

    ~En que Iuudamentos se sosticnc el prototipo de liberalis-mo procedimental? La formulacion proccdimentnl, incluido elIiherulismo igualitario- y las dermis variantes teoricas de rafzkantiana que concuerdan en sostener la prirnacia absoluta de losdercchos imlividuales, asumc dos elementos centrales: pOI' unaparte, la digllidad de la persona y la autonomia de la voluntad,que nacen dc la universal racionalidad de los individuos; poriaotra, la tcorfa de UII contrato social originario cstablceido precisa-mente entre individuos racionalcs que SOil librcs c iguales.

    EI presupucsto contractual ista, a veccs eutrcluzado COil elprimero, constituyo una piedra angular dd peusai niruto moder-110, a partir de las aportacioncs combinadas, en parte coruplc-mcurarias 0 discordautes, de Tholllas I Iobbes, Jolm Locke, BaruchSpinoza, .lean Jacques Housseau, John StUaI1 Mill c luuuanuelKalil, entre otros.' La uocion de uutouomfn ndmit al mcuos Iresfonllulaciollcs ilustrcs: la autonouua COIllO dominio de sf uiismo(asociada COil la filosolfa aristotelica), la autonomfa COIllO auseu-cia de constriccion para elegir (a iuenudo idt'lltificada eon la 11m nadalibcrtad ncgativa. que abrazau muchos pcusadores libera-les) y la autouomfa como autolcgislncirin racional (viuculudaCOil In obra de Kant, quicn Ie dio la fonuulacion unis rigllrtlsa e

    I cr. .Jllli;ill Cal"\;\jill Con It'lil. ,,~;()hITall(a yIii ll'rtad de Bodilla Kaur, ('II.). (:al"\ ajalC. (coord.) .. I/()f"(J!. t!1'/'I'c!w.\p()/fticu ('1/ III/II/(I/I//('/ kcnu, coknilllll':stlldios.).).Cucucn, Edi(iOlll's de lu l illi\('rsidad dd :astilla-La 1\ Imll"ha. IL)()l). p.:m ys. Sohrl'(.J \(11('1110 ('III IT las idl'as dl' HOIISSl':II1 Yhaill. y la illlhll'lIl"ia dd prillll'r()suhre 1'(sf'glllllio. \{-ase Palll.\rthm Sl"ltilpp./~(/(:tim rJn'cdtica dl' "UI/t. 2" L'd .. 1\l1'\iLO.IIIs1 itIII 0 de III\"('sl ip:aciolll's Filosnllcas. L!lli\l'rsidad NaciollaL\II[I)IIOIl\H de 1\ !(>.\il"U.I()(J? PI'. :-+-1\0.

    69

    ~

  • influyeurc)." Fue esie ultimo ciertamente quien doto de su formaclasica y radical a la idea de autonomfa de la voluntad comoprincipia supremo de la moralidad, can 10 que arlquirio especialrelevancia la tesis de la dignidad de la persona que se funda en lavoz interior de la razon.:' Can este paso fundamental, la burguesfaalcanza en el plano idcologico un nuevo peldafio de su emancipa-cion como clase, eI cual es un coinplemento vital de sus logros enel plano economico y politico.'

    EL CONTRATO ORIGINAL

    La Hamada perspectiva constructivista- de Kant, en efec-to, es la fuente de inspiracion de varios pensadores que conquis-taron una vigorosa autoridad en las teorias sociopoliticascontemporaneas, incluidas aquellas que tienen directa relacion

    ] Antonio \'aldl'cantos, Ii. Es pusihl logmr till equilihrio n-fk-xivo ('II toruo a Innor-ion d\' nutonnmfn?, I'll R. Bodrlglwz:\rama)'o, J. Muguerza yA. Vald\'-rnntos (r-nmps.), l:JinJi/l/dllo)' la historic:.. Inllitouuas dr' 10 ltereucia tucek-ru,l3arcl'IOlJa,Paid6s.19%,p.lmys.

    .\ La 1I1I101l01\lln de la yollllltad \'S la ('OIlsti(\Icioll tI(ln vnluntnd, pnrla mail'S(lIa pam Sl iuismn una I('\, -illtll'prntlil'lIlclIl('lIl(' rh- COli\() ('slfll\,ollslituidos losobjctos tll'l qlll'r('r-. EI prillcipio d(' la autonomfa ('5, pilI'S, Ill> ('I('gir dl' otro modosino de rs!(': q\l(' las uuiximas dr'la I'll'ccioll. I'll 1'1 qll('rl'r mismo, scan al mismot i(,lI\(loiurluitlas ('01110 I('y universal. f\ larull'l Kant, NmJwTI

  • Kant asigna una posicion central al principio de la libertadinnata; vale derir: un elerecho unico, originario, que correspondea todo hombre en virtud de su humanidad. POl' ello nusnro, losdebe/lJ,8 deoirtud no pueden someterse a ninguna legislacion exte-rior porque se dirigen a unfin.!'. Los principios de racionalidad ylihcrtud COIIIO consustaucial de la persona sirven de presupueslosInlsicos para concebir la teorfa del contrato social. En efecto, elcon-trato presume la existencia de los individuos racionales y libres que/0 van a acordar." Es el conjunto de individuos del pueblo el queeSlablect', voluntaria y conscientemeute, el acuerdo que funda eles-tculo ciril y haee posible superar cl estodo de naiuroleza (que no(~S ('1\ rigor lin estado de injusticia, sino de ausencia de derccho 0d(' ley) ell que sc eucontraban hasta ese memento. 10

    :: 1':11 ntrox 1'73

  • (que la vulnere (proveniente, por cjemplo, de consideraeiones co-munitarias 0 de otro tipo), sin que esto impliquc una negacion dela racionalidad y la dignidad misma de la persona. Cuando esoocurre, por consiguiente, se impone una regia sin fundarnenromoral, esto es, se incurre en hererononuas!!

    Ahora bien, 10 primero que llama la atencion del contratooriginario es que clioca frontalmente con la evidencia ernpfricao historica, esto es, can los procesos lunnanos que las ciencias so-ciaIt's modernas son capaces de discernir mediante sus variarlasherramientas. En otras palabras, la teorfa del contrato social esclaramenre insostenible tanto desde el punto de vista de la infor-macion historioa como de la antropologica; 0 al menos, el con-tractualismo no encuentra apoyo alguno en los conocimientosacumulados pOl' estas u otras disciplinas sociales. De un modoabrurnador; pues, los datos de la historia y la antropologfa in-dican que una teoria de esre tipo no tiene ningiin sus tento. Noexiste el rnenor indicio de que un contrato de tal naturaleza sehaya realizado jamas. Y puestos a buscar hechos. concluycntes,las Fuentes mas bien avalarfan la preeedencia del organismo social-euyo orden y disposicion se mantienen mediante procedimien-tos netamente sociales, en primerfsimo lugar la produccuin de lascondiciones de existencia del grupo, el ritual, etc.- y situarfan laindividualidad, en los terminos postulados por los fil6sofos ilus-trados, como un Ienomeno de aparici6n relativamenre reciente,

    Asf, ateniendose a las pruebas de las ciencias empfricas,es imposible postular que tales individuos pudieron constituircontractuaImente la organizacion sociopolftica. Desde otro angulo,puede alegarse que desafiados a confirmar facticamenre una uotra posicion, y dados los supuestos que inmediatamente entran

    H Dondequiem que nn objeto de la voluntnd se pone pOl' fundnmenro pamprescribir a la voluntad la regia que In determina, es csta regIa hetcronomfn: elimperative esta condicionado, a saber: si 0 pot'qul' 5C quicre cstc objero, hay queobrar de tal 0 cual modo: pOI' 10 tanto, no puedc nunca mandar tnoralmontr-, rsdecil; categoric:mncnte ... . M. K,'lnt,Fundal/ll'l1/acir5n..., p. 5-f.

    74

    ~..,

    en juego, resulta tan diffcil sostener la prioridad del individuocomo la de la sociedad. Estamos ante la vieja polernica ent reorganicistas (holistas) e individualistas (atomistas) que ha rlomi-nado el pensamiento politico durante siglos.];'Talpersistencia pucrlcexplicarse considerando que la respectiva prioridad defendida pOl'una y otra constituye un postulado axiomatico, necesario para Iateorfa, mas que una cuestion que dcba demostrarse mediante da-tos empfrieos. En este sentido, la reneilla esui expresanrlo posicio-nes 0 enfoques diferentes y fuertemente autorreferidos.!"

    Mas, como teoria del origen de la organizacion civil, cl con-trato social no solo es insostenible en tcrminos de la fact icidadhistorica -tal como la postula Eric Hobsbawm con su pxigcn-cia de hechos verificables- y supremacfa del dato-, I~ sino queademas involucra una grave inconsistencia logica. En estc senti-do, Gellner advierte que si bien la teorfa del contrato social es proba-blemente la mas famosa en