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DianaCohenAgrest
Delautoengañoalavergüenza:laderrotanarcisista
“Los dos, el hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza”
(Génesis 2,25). Tras la caída, "se abrieron sus ojos y descubrieron que estaban
desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera”
(Génesis,3).
Una vez expulsados del paraíso terrenal, Adán y Eva sintieron, por vez primera,
vergüenza.¿Quéverdadleshabíasidoreveladaporlaserpiente?¿Porquédebieron
entretejerhojasdehigueraconelfindecubrirsusexo?¿PorquéDioscensuraríasu
sexualidadcuandolosórganosreproductoresfueronobradelartíficedelaCreación
y en cuanto tales, “vioDios que eran buenos”? ¿Acaso lamirada reprobatoria de
Diosenlaescenaprimordialfuelamismaquecondenaríaasucriaturaalasombra
amenazantedelavergüenzapordefraudarelidealhumanoqueDioshabríacreado?
¿Quésimbolizaesamiradadivinacondenatoriadelpecadooriginal,miradaque,tal
vez por su omnipresencia, encarna todas las miradas? ¿Y qué dice de nosotros,
creadoresdelmitodelorigen?
DesdeelrelatodelGénesis,senosrevelaquetraselpudor-eseimpulsoacubrirse-
se instaura la vergüenza en el mundo. Emociones emparentadas, uno y otra son
reacciones a una reprobación hipotética o real. Pero pese a su proximidad
semántica, se diferencian en dos aspectos, pues no intervienen en el mismo
momentoniconlamismafuerza:mientraselpudorprecedealamalaconductaoa
lainfamia,lavergüenzalassucede.Ymientraselpudoresunainhibiciónpasajeray
volátil,lavergüenzaestanpoderosaquelograparalizarnos.Desdeelpuntodevista
de la economía libidinal, al ser un signo que preanuncia la vergüenza, el pudor
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impide la aparición de ésta: al intervenir en el acto, en unmismo gesto evita el
escándaloobjetivoylavergüenza,queessusanciónsubjetiva.
Nielanimalnielángelsonsusceptiblesdeexperimentarlos,pueseslacorporalidad
humana la que se juega en el pudor, ante la posibilidad de exponer o evocar los
genitales(llamadoseufemísticamente“zonaspudendas”).Porextensión,elpudorse
predica de todo lo que es susceptible de causar turbación o confusión. Esta
ampliación de su sentido originario, como antesala de la vergüenza y, por sobre
todo, el ocasodel uno y la otra enel presente, se vuelveun fascinante enigmaa
resolver. Porque lejos de aventurarnos en un análisis exegético del Génesis,
interrogarnosporlosalboresdelavergüenzahumanayconfrontarestesentimiento
ancestral con la consagración actual a la obscenidad, nos invita a ensayar una
reescritura de la pérdida adánica desde un nuevo lugar: desde la cultura del
exhibicionismodelacualhoyparecemoscautivos.
Cartografíadelavergüenza
Tan fácil parece ser secuenciar ambos sentimientos como complejo parece ser
indagar los motivos últimos que darían cuenta de la aparición de la vergüenza.
Porqueenlaescenainaugural,seinstauróenelmundoelsometimientohumanoa
la mirada –divina o humana, propia o ajena–, y con ella se gestaron las
interpretaciones en conflicto que se habrían de ofrecer del sentido y fin de la
vergüenza.
Unos la concibieron como el sentimiento que nos invade cuando somos
descubiertos en conductas dudosas, porque lo cierto es que la posibilidad de ser
blancodelridículo,deuntratodescalificadorodelostracismosocial,nospreocupa.
Otros pensaron que la vergüenza expresa cuán importante es para nosotros si
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nuestrasaccionesnosacercanonosalejandelproyectodevidaorientadoacierto
idealqueaspiramosalcanzar.Estasinterpretacionescontrapuestassecondensarían
en una disyuntiva: o dependemos de la mirada ajena, o somos agentes morales
autónomosy,porlotanto,indiferentesalaopinióndelosotros.
Adoptarunauotraactitudnoesmoralmente trivial. Sidependemosde lamirada
ajenayhacemosnuestrosciertoscriteriosmoralesexternossinquemediereflexión
personal alguna, entonces pagamos el costo de caer en la llamada heteronomía,
dicha de la voluntad cuando ésta se rige por imperativos de los cuales no es su
autora(puescomosomosvulnerablesa lascríticas,seguimosnormasmoralesque
nos son impuestas). Por el contrario, si establecemos nuestros propios criterios
morales, entonces somos autónomos (y somos invulnerables a las críticas ajenas,
puesseguimosnormasmoralesquenosfijamosanosotrosmismos).
Sin embargo, entre los dos polos de esta disyuntiva, también hay grises. Entre
quienes admiten que somos vulnerables a las críticas de los demás, hay quienes
sostienenquenosmedimossegúncriteriosque,auncuandono loscompartamos,
auncuandonoseanlosnuestros,nosimportanporquenosimportaelquédirán.Es
claroqueestaposición,moralmenteendeble,suscitóunapolvaredaferoz:sisentir
vergüenza depende de lamirada ajena, entonces ese sentimiento carece de todo
valor moral, pues nos limitamos a obedecer las convenciones sociales que no
elegimos personal y auténticamente. Porque de ser así, sentirse avergonzado
implica reducir la moralidad a lo que la gente espera de nosotros: qué imagen
ofrecemos, cómo somos percibidos, de cuán buena o mala opinión somos
merecedores.Parasalvar lamoralidad,hayquienessostienenque,enverdad,nos
miramos con lamirada internalizada de los otros (con lo cual preservamos cierto
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gradode independencia,porquenosapropiamosdeesamiraday somosnosotros
quienesnosjuzgamos).
Estedebatefilosóficoentornodebochornosypapelones–porcierto,lasmásdelas
veces tan padecidos como silenciados– es un desafío en el que bien vale
aventurarnosensuexploración.
¿Quiénnosjuzga?
El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre afirmó que sentimos vergüenza ante la
mirada de los otros cuando somos descubiertos in fraganti en situaciones
vergonzosas en las cuales, una vez empantanados en ellas, pensamos menos en
nosotrosmismos que en cómo somos vistos por los demás. Con el fin de ilustrar
esas vivencias tan peculiares asociadas al poder de la mirada, en un memorable
pasaje de El ser y la nada, el filósofo imagina un episodio embarazoso que se
despliegaendosactos.Enelprimeracto,doblegadoporloscelos,porinterésopor
vicio, "estoymirandoporelagujerode la cerradura".Eneseagujeronegroporel
queobservoyenelquemepierdo–continúaSartre–,mereduzcoa serun"puro
sujetoespectador,absorbidoporelespectáculo,inocupadorespectodesímismo".
En el segundo acto de este drama inconcluso, "escucho pasos en el pasillo: me
miran”. Percibo entonces la presencia de un Otro ignorante de los sueños y las
pesadillasquemeimpulsaronaungestoquereconozco,enmifueroíntimo,como
degradante.Cuandoel sonido inesperadodenunciaesamirada intempestivay,en
supreludio,anónima,“meinunda lavergüenza".LamiradadelOtrodenunciaque
he sido eclipsado como el sujeto que soy, reducido a “lo que el otro ve demí”,
convertidoenobjetoycosificadoenlomásabyectoydespreciable.Nomequeda,
entonces,sinoreconocerquesoycomoelprójimomeve:vulgar,intrusivo.Ysiento
vergüenzadeloquesoy,sentimientoquereciénsemerevelaapartirdeesamirada
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extraña, cuyo autor es una subjetividad de la que se pueden esperar reacciones
imprevisibles:complicidad,comprensión,perotambiénlareprobaciónolacensura.
Acorraladoyamerceddelotro,tengoconcienciademímismo,diceSartre,“noen
tanto fundamento de mí” sino “en tanto tengo mi fundamento fuera de mí”,
estrellándomeenesaheteronomíaqueamenazaconquitarmetodopodersobrelo
quecreoquesoy.
La explicación de Sartre no es la única. Una enseñanza moral prudencial podría
condensarseenunasuertederegladeoro:“Jamáshagasalgode locual sentirías
vergüenzadehaceryhazsiempreaquellodelocualtesentiríasavergonzadodeno
hacer”.EstaproclamaexpresacabalmenteelpensamientodelfilósofoJohnRawls,
quien sostuvo que sentir vergüenza no necesita de otro, ni real, ni imaginario.
Porquenoes lamiradadelotro laquenos importa,sinoelmodelodevidamoral
conforme al cual tratamos de vivir, y es en función de esemodelo quemedimos
nuestraautoestima.Unagentemoraladultosevaapreocuparporelmodeloque
autónomamenteeligió.Porcierto,esemodelopuedeexpresarobienunamoralidad
social convencional (la madre Teresa de Calcuta) o bien un modelo personal
construidoapartirdevalorespersonalesyquenadiemáscomparte.Enestecaso,
ese ideal del yo puede plasmarse con los valores menos pensados: en su
Correspondencia,MadamedeSévignénarralahistoriadeVatel,uneximiococinero
consagrado a lo que hoy llamaríamos la organización de eventos. Poco tiempo
después de que en 1671 se ofreciera al servicio del Príncipe de Condé, su noble
patróninvitaalosmiembrosdelacortedeFranciaasupalacioaunagranfiestaque
duraríatresdíasytresnoches,encomendándoleaVatelquetodosalgaapedirde
boca. Según el testimonio de Madame de Sévigné, un estresado Vatel sobrevive
doce días y doce noches sin pegar un ojo. En el mismo banquete un Vatel
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enloquecido por la tardanza del pescado, se convence de que el banquete está
condenadoirremediableyprevisiblementealfracaso.Yesefracaso,essufracaso.El
sentidodehonordelcocineropuedemás:fijaunaespadaenlamanijadelapuerta
desuaposentoy,embistiendocontraellaunpardeveces,finalmenteesatravesado
por su filo, provocándose una muerte tan incomprensible para los otros como
coherente con su itinerario existencial. ¿Acaso la vergüenza del cocinero fue
vergüenza ante símismoy anteun idealmoral deexcelenciahecho trizas? ¿O su
vergüenza,másbien,leseñalóquenopodríasobreviviralapérdidadelhonoryde
lareputaciónantesufracaso?
InmediatamenteelperfeccionismodeVatel,yelrolatribuidoalosidealesmorales
personalísimos en la vergüenza, fueron puestos bajo la lupa. Al fin y al cabo, la
dichosamiradaajenasenosimpone,conosinnuestroasentimiento.Ycuandonos
detenemosapensarporquésolemossonrojamos, losmotivosparecendemasiado
distantes de presuntos modelos morales que encarnarían valores superiores. Los
temores primarios asociados a la vergüenza suelen ser mucho más banales:
sentimoshorrorantelaideadeserridiculizadosodeservíctimasdelacalumniao
deserelblancodelainfamiaodesertratadosdespectivamente.Odeunamancha
delatora o hasta de exhibir unos dientes jamás doblegados por la ortodoncia.
Inclusobastaunacentoextranjeroohastaunapalabrafueradelugar,elconsabido
–“¿Essuhija?–No,esmimujer”(unantiguoproverbiogriegosentenciaba:“cuando
piensoenloquedije,sientoenvidiadelosmudos”).
Para sortear laobjecióndeque la vergüenzadepende sólode lamiradaajena, se
arguyequesetratadeunsentimientoqueasomaantelamiradadeotraspersonas
reales, aunque internalizadas. Bernard Williams, un filósofo contemporáneo
propulsordeestaexplicaciónsocialdelavergüenza,declaraquesesueleninvocar
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dos errores, uno estúpido y otro más interesante. El error estúpido consiste en
suponer que reaccionamos con vergüenza cuando somos descubiertos por algún
otroenunasituaciónindigna,cuandoenverdad,acotaelfilósofo,lavergüenzano
aparece solamente porque somos “pescados in fraganti”por otros: cuando se es
descubiertomirandoatravésdelacerradura,discrepaWilliams,sesientevergüenza
notantoporserobservadoespiandosinoporlovergonzosoqueeselactocomotal,
exista o no un observador real. Pues basta un observador imaginario como
disparadorde la vergüenza: puedoavergonzarme con sólo imaginarque, deestar
viva,miabuelamecensuraríaalvermerobarenunatiendaderopa.Pero,prosigue
Williams,sesuelecometerunerrormásinteresante:creerquelavergüenzapuede
sernosolocuestióndeservisto, sinodeservistoporunobservadorportadorde
unamiradareprobatoriacuando,enrigordeverdad,piensaWilliams,esamiradano
tieneporquésercrítica.Unejemploquepuedetraerseacuentoeselcitadoporel
filósofoalemánMaxScheler,quiennarralahistoriadeunamodeloquesolíaposar
para un pintor hasta que, cierta vez, siente vergüenza cuando percibe que es
observadapor el artista comounobjeto sexual.Asimismo, podemosno sentirnos
avergonzadoscuandosomosvistosenunasituaciónlamentableoridícula,sisomos
vistosporunobservadorcuyasopinionesnostienensincuidado.Porqueunagente
moral maduro, concluyeWilliams, sólo sentirá vergüenza por las críticas morales
que reflejan laspropias,opor lomenos cuando se invocanestándareséticosque
eseagentemoralrespeta.
AdemásdelaestrategiadeSartre,ladeRawlsyladeWilliams,hayotraestrategia
posiblesegúnlacualcuandosedependede lamiradaajena,elmismosujetoque,
porejemplo,novenadamaloen comprar servicios sexualesa travestis, se siente
avergonzado si una foto que revela sus preferencias sexuales es publicada en el
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periódico. Lo cierto es que uno de los azares de comprometerse en una práctica
socialesquesecorreelriesgodesercriticadoyhastaridiculizadoporgentecuya
tabladevaloresnocoincidecon lanuestra,perocuyoscomentariosnos importan
porsuprocedencia,porquienessostienenesosvalores.Enungruposocialdondese
respetanlasjerarquíasarajatabla,laopinióndeunsuperiortienepeso(yaseapor
elvalorintrínsecoqueseleatribuyealaexperienciaoallugardepoder,yaseapor
las consecuencias a las que puede conducir el ejercicio de dicho poder sobre sus
subalternos).Confrontadoaesasexpectativas,auncuandounopiensadesímismo
queno tienedequéavergonzarse, sin embargo sepuede tener razónen sentirse
avergonzado. Si mi director de tesis cree que yo robé un libro de la biblioteca,
cuandoenverdadnolohice,igualmentesentirévergüenza.
Demás está decir que las normas sociales pueden preservar en la esfera privada
cosasqueno sonnaturalmente vergonzosas y, arbitrariamente,puedenalentar la
difusióndeotrastantasquesíloson:aquelloqueprovocalavergüenzaenelJardín
delEdénpodríanoprovocarlaenSodomayGomorra.Lascostumbres,porsuparte,
incidenenlacalificacióndelovergonzante.Enciertasculturas,lejosdecubrirsecon
hojasdehiguera,elcuerposueleexhibirsesinzonasprivilegiadasaserexpuestasy
otras a ocultar. En esas tierras, nota con fina ironía Jean Baudrillard, “cuando el
blancointerrogaalindioporquévivedesnudo,elindio,conunalógicaimplacable,
responde:‘Enmitierra,todoescara’”.
Laversatilidaddelavergüenzaestalquenoseagotaenloscasosenqueaquelque
causalavergüenzaeselmismoquelapadece.Tambiénpodemossentirvergüenza
ajenatodavezquesomostestigosinvoluntariosdeunactoynoshacemoscargode
unavergüenzaausenteenquienlaprovocó.Unamigopasadodecopaspuededecir
barbaridades que nos avergüenzan tanto que sólo atinamos a pensar: “tragame
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tierra”.Impensadamente,nosvemosinvolucradosenlaescenacomoespectadores
yhastacomocopartícipesdeunasituaciónquepreferiríamosnocompartir,puesla
rechazamos y hasta la despreciamos. Aunque en la vergüenza ajena también se
reconocen grados de responsabilidad: cuando se trata de un acto accidental (la
súbitaexplosióndelcierredeunpantalón,demasiadocomprimidoporloskilosque
intentaba contener), la vergüenza ajena puede hasta promover la piedad: la
simulacióndenohaberpercibidoelpercancecubreconunmantodeeleganciauna
situaciónatodaslucesvergonzante.
La vergüenza ajena es, tal vez, el recodo que nos orienta hacia una nueva
interpretación de este sentimiento, concebido esta vez como unmecanismo que
nos ayuda a preservar ciertas cuestiones que deben permanecer en el círculo de
nuestraintimidad.
Otrainterpretación:cuandoenlaprivacidadsejuegalaautoestima
¿Acasolavergüenzanoesunarespuestaespontáneaquenosinvadetodavezque
dejamos“filtrar”algodenuestraesferaíntimaquepreferiríamosnomostrarporque
deja al descubierto algo que lesiona nuestra autoestima? Al fin de cuentas, a
diferencia de otros seres vivos, nuestra capacidad para resistir nuestros impulsos
inmediatos,enprincipio,nospermiteelegirquédeseamosexteriorizaratravésde
nuestra conducta. Y la conciencia de que ocultamos nuestra vulnerabilidad, sólo
manifestada ante los muy íntimos, es un mecanismo defensivo frente a la
posibilidaddecaerenlavergüenzasocial.
Lo cierto es que, en la vida de relación, la imagen que ofrecemos de nosotros
mismos es una carta de presentación: el rostro ocupa un lugar privilegiado en la
imagen pública quemostramos, pues es el medio primario a través del cual nos
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presentamos socialmente. Aunque el rostro es vergonzoso en la medida que
traicionalafacetaquequeremosmostrardenosotrosmismos(porejemplo,cuando
nos ruborizamosencontradenuestravoluntad),encuantoesel instrumentopor
excelenciadela imagenqueofrecemosdenosotrosmismos, la“facha”esesencial
para evitar la vergüenza: un giro vergonzoso de los acontecimientos se describe
como“notienecara”o“esundesfachatado”.Sinembargo,ennuestrasrelaciones
sociales,el rostrovisiblenoagota lapersonalidad.Aladoptarunaactitudamable,
acompañadadebuenosmodales,construimosunaespeciedeproteccióndelaque
nosvalemosconelpropósitodeevitarquelosextrañospercibannuestrostemores
yfalencias.Uncarácterimpulsivo,porelcontrario,esaquelqueobedecealinstinto
puesenélnohayespacioentreelimpulsoylaacción,yhaymenosespacioentreel
yoíntimo,preservadoenlaesferaprivadaylaesferapúblicaosocial.
David Velleman sostiene que la vergüenza es una reacción del sujeto para
autopreservarsedelapérdidadesuprivacidadtraslaexhibicióndeunaspectodela
intimidadquepreferiríahaberocultado,cuandoenesapérdidaseponeenriesgola
autoestima.Asípues,laraízdelavergüenzanoseencuentratantoenlaexposición
físicasinoendescubrirnosendesventaja.Cuandomequieroatarloscordonesyse
me bajan los pantalones, de más está decir que me siento un ridículo y siento
vergüenza si alguien estámirándome, pero ese arrebato no se evapora si no hay
nadie.Todo loquesenecesita,prosigueestaexplicación,esqueunosientacierta
pérdida de poder. En el ejemplo de la modelo del pintor que se percibe,
súbitamente,comounobjetosexualpara lamiradasexuadadelartista,el cambio
de la situación introduce esta suerte de desprotección o impotencia frente a una
miradaconungradiente libidinosonoprevisto.Laautoexposiciónaverguenzasólo
cuandosemuestraloquenosequieremostraromásdeloquesequieremostraro
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dejaa lavista impulsosqueunonoquiereexponerenpúblico:allísínossentimos
vulnerables.Siunadolescenteseavergüenzadesalirconsuspadresnoesporquese
sienta desacreditado por ellos, sino porque ser visto en compañía de sus padres
−advertencia pública de que todavía depende de ellos− socava la autoestima
aseguradaporuna imagen socialque construyó frentea suspares como ladeun
individuoindependiente.
En el marco de esta explicación de la vergüenza, este sentimiento no depende,
comosepensó,dequelaautoestimadelyoestéamerceddelordendelaéticayla
transgresión,nieneldeladecenciaoeldelito,segúnunaconstelacióndevaloresy
disvaloresenfuncióndeloscualesorientamosnuestrasconductas.Esciertoquese
puede sentir vergüenza, reconoce Velleman, por haberse comportado
cobardemente,soberbiamente,idiotamente,peroestosjuiciosdevalorespecíficos
no jueganpapel algunoen la autoestima supuesta en la vergüenza, la quepuede
aparecer sin estos juicios de valor porque muchos de nuestros defectos son,
simplemente, la resultante de una conducta impulsiva frente a los otros donde
dejamosaldesnudonuestravulnerabilidad.
Eldiosvoyeurista(odecarnesomos)
ElGénesisnarraelacontecimientoprimordialdondesearticularonlaintimidadcon
la vulnerabilidad, a través del mito inocente de que hay un ser previo a la
constitucióndelasubjetividad,todavíanomanchadoporelpecado.Segúnlalectura
deSanAgustínenCiudaddeDios,antesdelacaída,losgenitaleseranmovidospor
lavoluntadhumana,ynoexcitadosporlalujuria.Yenvirtuddeesesometimiento
genital a esta facultad del alma, no eran vergonzosos. Cuando a instancias de la
serpiente,AdányEvacomendelfrutoprohibido,sondescubiertosporDios,quien
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comportándose como una especie de detective divino, dedujo que sus creaturas
habíandesobedecido.EntoncesDiosdestruyódeunavezparasiempre laarmonía
entre la voluntad humana y su corporalidad, soliviantando el cuerpo −que ya no
obedecería a la voluntad− así como el hombre no había obedecido a Dios. La
desobedienciadelacarnetestimonialadesobedienciadelacriatura,quienpierdeel
dominio de sus órganos, el control de la erección en los hombres y de las
secreciones en la mujer, volviéndose nuestros órganos sexuales un motivo de
vergüenza. De allí enmás, ese castigo ejemplar se transmitiría de generación en
generación,pueslainsubordinacióndelhombrehaciaDiosfuecastigadahastaelfin
delostiemposporunacorrelativainsubordinacióndelacarnealhombre.
A diferencia de la interpretación de Agustín, Velleman sostiene que el texto del
Génesissugierequelavergüenzaadánicafueelresultadopredecibledecomerdel
árbol, no el resultado de una suerte de reingeniería posterior de su constitución
física (la insubordinación cuasimecánica de las partes genitales a la voluntad). Al
prohibirles comer del árbol, Dios no les prohíbe usar de sus genitales, al fin de
cuentas criaturas del Señor, y el conocimiento prohibido no se extrae del fruto
mismo, sino del acto de comer del fruto, del acto de desobediencia: lo que la
serpientelesmuestraeslaposibilidaddedesobedecer.
Diosreciéndescubrióladesobedienciahumanacuandodescubrióqueseocultaban
de Él por vergüenza, y la vergüenza precedió a su castigo que consistió en ser
desterradosdelJardíndelEdénycondenadosaunavidadetrabajo,dolorymuerte.
Paradójicamente,elconocimientosexualimpartidoporlaserpienteeralaideadela
intimidad: los genitales se volvieron vergonzantes cuando se descubrieron como
esencialesa la intimidad,aldeseoonodeseodeexhibir sudeseo.Aquelloque la
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manzana les revela a Adán y a Eva es su vulnerabilidad, y su sexualidad es
sencillamenteunaspectoaresguardar.
Retomando la interpretaciónagustiniana, ydándoleunnuevogiro,podríamosver
con una nueva luz la asociación de la vergüenza con la genitalidad: el impulso a
cubrir la desnudez no expresa tanto la necesidad de ocultar algo cuya exposición
puede provocar desaprobación como el propósito de preservar la capacidad de
elegirquémostrar,dedecidircuántodenuestraintimidadqueremosdaraconocer.
Y aunque lo obsceno puede no ser una estructura universal, sí parece serlo la
imagen social. Una confirmación etnográfica de esta hipótesis es la referencia de
que, en algunas culturas, los hombres sólo cubren sus partes pudendas con una
especie de funda que tiene el efecto de que el pene aparezca erecto. Esta
vestimentaesunasoluciónalternativaalproblemademanteneralasereccionesen
privado,dadoquelaaparienciadeunpeneerectoyanoesunindicadorunívocode
unaerección.Estainterpretacióndelavergüenzailuminaríaotracuestiónmás:¿por
quénuestraculturatolera ladesnudezfrontalenlamujermásqueenelhombre?
En respuesta a esa asimetría de género, Velleman sostiene que la respuesta
políticamente correcta es que vivimos en una cultura dominada por los hombres
donde la mujer suele ser un objeto sexual. Una explicación alternativa es que la
desnudezmasculina esnaturalmentemás vergonzosaporqueesmás explícita, no
sóloporqueestátodoalavistasinoporque,además,elhombrehacepúblicossus
deseos sin su control, y porque una erección que no se desea exhibir, revela su
intimidad.
Confrontadosaesteitinerariodelavergüenza,lapreguntahoyobligadapareceser:
¿cuáleselsentidoúltimoderetratarlasinterpretacionesdelorigenysentidodela
vergüenza, una vez sumergidos en la compulsión −propia o ajena− a exhibir la
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intimidad en una cultura dominada por la imprevisibilidad e irreversibilidad del
Twitter y del Facebook, de los realities y de los videos caseros subidos al
ciberespacio?
Elminutodefama
Pese a la ancestral interpelación de la escena primordial, desde la irrupción de la
cultura mediática asistimos a la declinación del rol de la vergüenza. El moralista
sentencia que hoy nada es vergonzoso porque nada es objeto de desaprobación
social. No sólo eso. En la celebración del exhibicionismo, la exposición de la
intimidadhastapuedeserunavíaprivilegiadadeaccesoaciertadudosanotoriedad,
a veces incluso redituable: amayor exposición,mayor poder, pues el pasaje a la
famatrae,comopanbajoelbrazo,desdeelreconocimientopúblicohastacontratos
mediáticosmillonarios.
Pero se puede ir más allá de esta tesis del moralista. De la mano de las nuevas
tecnologías y en una suerte de compulsión a mirar y ser mirados, se suben al
ciberespacio imágenes que, hasta muy recientemente, eran preservadas
celosamenteen la intimidad. Y enel imperiodel espaciopúblico, omnipresentee
invasor,todopuedeserexpuestoporquesedapordescontadolamiradacómplice
del espectador, porquequienmira, goza. Alimentando ese goce, se ofrece lo que
todos buscan: imágenes obscenas que desdibujan la línea ancestralmente trazada
por lavergüenza,enunintentodedesconocer laescisiónsubjetiva involucradaen
ese sentimiento yborradaporuna culturaqueordenagozar. Conel eclipsede la
vergüenza−contrariamentealsujetosartreanoqueespiabaporlacerradura,yque
era cosificado por la mirada del otro y, en el mismo gesto, anulado como
subjetividad−hoypareceríaserqueelsujetoadquiere identidadprecisamentepor
estasuertede“destapesocial”enunescenarioenelque,cuantomássemuestra
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parasermirado,más“sees”.Ycomo lamiradadelotroyanoesmensajerade la
vergüenza,nohayderrotanarcisistaquerecojaesemensaje.
Sinosvolvemos,unavezmás,haciaelcocineroVatel,segúnobservaJacques-Alain
Millerenun textoenelquerecogeesta tragediadehonor,“ladesapariciónde la
vergüenzacambiaelsentidodelavida.Cambiaelsentidodelavida,porquecambia
elsentidodelamuerte.Vatel,muertodevergüenza,murióporhonor,ennombre
del honor”. Paradójicamente,mientras el hombre arrojado del paraíso instaura la
civilizaciónllevandoconsigounavergüenzaque,siempresepensó,loacompañaría
como sombra espectral de su condición humana, hoy parece que asistimos a una
disolucióndelavergüenza.Ycomoyanosemuereporhonor,yanoesnecesario,
segúnparece,vivirconhonor.