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Audición del Presidente José Mujica correspondiente al 21 de marzo de 2013 Mujica: Es un gusto poder saludarlos por este espacio con el cual procuramos volcar algún comentario, alguna información, para enriquecer la forma de pensar de una audiencia que hace mucho tiempo nos acompaña. Nadie podrá negar, aunque sobre el rostro y haya gente que sí lo hace, pero objetivamente el Uruguay ha crecido muchísimo en los últimos 8 años y lo ha hecho como nunca. Por las razones que fueran, no importa, pero ese hecho es tangible y rompe los ojos; yo les pido a los ciudadanos que se acuerden del año 2000, no está tan lejano el 2001 o el 2002 cuando la gente nos paraba por todas partes y lo que nos pedía era trabajo desesperadamente. Hoy anuncian los informativos, algunos informativos, que el per cápita del Uruguay, es decir, el ingreso promedio va a ser probablemente el más alto de América Latina en este año. Y está ya entre los más altos de América Latina. Claro que nadie come promedios, desde luego, pero da una idea de la marcha de una sociedad. Pero entre muchas, entre muchas cosas que el crecimiento inevitablemente implica, es que necesitamos más capacidad en los puertos, más capacidad de carga, necesitamos sostener nuestros sistemas de carreteras y mejorarlo; porque pasan más camiones. Por ejemplo, hasta hace diez años cultivábamos medio millón de hectáreas y hoy llegamos con algunas cosechas dobles a cultivar 2 millones de hectáreas. Ahora mismo en este momento se está anunciando que esta cosecha de soja, que ha comenzado, va a suponer la movilización de no menos de cien mil viajes de camiones; camiones que van a andar en filas recorriendo caminos interiores de los departamentos y hasta en los campos, carreteras, secaderos y haciendo cola en los puertos. Los comentaristas y algunos periódicos, tienen suplementos dedicados a la logística, todo el mundo habla de la necesidad de crecer en infraestructura, en mayor capacidad portuaria, en mayor capacidad de silo, en mejorar la carga y la descarga, la caminería, el ferrocarril, todo el mundo habla de estas cosas. Pero bajemos a lo concreto un poquito para entender de qué estamos hablando, qué son los caminos interiores en un departamento, algo así como 3 mil km, a veces más a veces menos, según el departamento por donde van a circular los granos, los animales, la madera que el país saca, la piedra que mueve para sus materiales de construcción, etc. Son algo así, globalmente, como 40 mil km de caminos de interiores, caminos interiores públicos que llevan a la gente en la campaña y en derredor, de los cuales también se juega la gente, la gente que vive en el interior rural, porque también se enferman y precisan una ambulancia, porque también hay que sacarlos a los seres humanos cuando tienen dificultades. No solo es la producción, es la suerte de la gente que vive en la campaña que necesita moverse, ir a las escuelas, mandar los hijos a estudiar, atender mil y una cosas que a veces suponen tener que concurrir a las ciudades. Un simple mejoramiento de camino, pasando la máquina en la zanja y poniendo unos 15 cm de tosca apretada, puede costar alrededor de 50 mil dólares por km. Y todos sabemos que si hay una lluvia fuerte se va a empozar y hay que volverle a pasar la máquina y renegar, y si se le hiciera una lechada fina de bitúmen, como en algunos caminos mejorados secundarios para que

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En su audición radial por M24, el Presidente de la República, José Mujica, reiteró y profundizó en algunos de los argumentos que sustentan el propósito gubernamental de mejorar la red de caminos rurales a partir del aporte de los tenedores de grandes extensiones de tierra.

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Audición del Presidente José Mujica correspondiente al 21 de marzo de 2013

Mujica: Es un gusto poder saludarlos por este espacio con el cual procuramos volcar algún comentario, alguna información, para enriquecer la forma de pensar de una audiencia que hace mucho tiempo nos acompaña. Nadie podrá negar, aunque sobre el rostro y haya gente que sí lo hace, pero objetivamente el Uruguay ha crecido muchísimo en los últimos 8 años y lo ha hecho como nunca. Por las razones que fueran, no importa, pero ese hecho es tangible y rompe los ojos; yo les pido a los ciudadanos que se acuerden del año 2000, no está tan lejano el 2001 o el 2002 cuando la gente nos paraba por todas partes y lo que nos pedía era trabajo desesperadamente. Hoy anuncian los informativos, algunos informativos, que el per cápita del Uruguay, es decir, el ingreso promedio va a ser probablemente el más alto de América Latina en este año. Y está ya entre los más altos de América Latina. Claro que nadie come promedios, desde luego, pero da una idea de la marcha de una sociedad. Pero entre muchas, entre muchas cosas que el crecimiento inevitablemente implica, es que necesitamos más capacidad en los puertos, más capacidad de carga, necesitamos sostener nuestros sistemas de carreteras y mejorarlo; porque pasan más camiones. Por ejemplo, hasta hace diez años cultivábamos medio millón de hectáreas y hoy llegamos con algunas cosechas dobles a cultivar 2 millones de hectáreas. Ahora mismo en este momento se está anunciando que esta cosecha de soja, que ha comenzado, va a suponer la movilización de no menos de cien mil viajes de camiones; camiones que van a andar en filas recorriendo caminos interiores de los departamentos y hasta en los campos, carreteras, secaderos y haciendo cola en los puertos.Los comentaristas y algunos periódicos, tienen suplementos dedicados a la logística, todo el mundo habla de la necesidad de crecer en infraestructura, en mayor capacidad portuaria, en mayor capacidad de silo, en mejorar la carga y la descarga, la caminería, el ferrocarril, todo el mundo habla de estas cosas. Pero bajemos a lo concreto un poquito para entender de qué estamos hablando, qué son los caminos interiores en un departamento, algo así como 3 mil km, a veces más a veces menos, según el departamento por donde van a circular los granos, los animales, la madera que el país saca, la piedra que mueve para sus materiales de construcción, etc.Son algo así, globalmente, como 40 mil km de caminos de interiores, caminos interiores públicos que llevan a la gente en la campaña y en derredor, de los cuales también se juega la gente, la gente que vive en el interior rural, porque también se enferman y precisan una ambulancia, porque también hay que sacarlos a los seres humanos cuando tienen dificultades. No solo es la producción, es la suerte de la gente que vive en la campaña que necesita moverse, ir a las escuelas, mandar los hijos a estudiar, atender mil y una cosas que a veces suponen tener que concurrir a las ciudades.Un simple mejoramiento de camino, pasando la máquina en la zanja y poniendo unos 15 cm de tosca apretada, puede costar alrededor de 50 mil dólares por km. Y todos sabemos que si hay una lluvia fuerte se va a empozar y hay que volverle a pasar la máquina y renegar, y si se le hiciera una lechada fina de bitúmen, como en algunos caminos mejorados secundarios para que

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dure un poco más, entonces, en lugar de 50 mil dólares por km hay que gastar 300 mil dólares por km. Aclaremos, algunos lugares de tráfico sistemático y regular como la cuenca lechera donde tienen que entrar camiones todos los días a levantar la leche, están clamando porque le pongamos una carpeta asfáltica, es una necesidad de carácter imperioso. Y cuánto cuesta el sistema de carreteras, cuánto cuestan las carreteras nacionales por las cuales se mueven los autos, pero también mueven el chorro de camiones que van y vienen. Cuesta la friolera, si se arranca de un campo pelado, de 1 millón de dólares por km, y el país tiene 9 mil km, por lo menos, de carreteras. El mantenimiento, si el costo es al hacerla nueva, 1 millón de dólares. Tengamos en cuenta que el mantenimiento hay que hacerlo cada 2 o 3 años con algunos retoques, a veces más, porque aparecen baches, pozos, etc., etc., etc., no podemos, es caro, indudablemente. Nosotros, en esto que apenas es un pantallazo pero que busca graficar ejemplos, no estamos hablando de los puentes, en un país lleno de cañadas y arroyos, por suerte, pero que nos crean problemas de comunicación. Cualquier puente cuesta 4 o 5 millones de dólares y faltan cientos de puentes en la caminería rural. A veces hay pasos que crece el agua, se cortan los caminos, quedan aislados y a veces hay que hacer vueltas de 50 a 100 km. El crecimiento en infraestructura significa atender estas cosas, esto hay que tenerlo claro, se aumenta la producción, se aumenta el trabajo y el movimiento humano, lógicamente la infraestructura va paralelo y va a componer en su uso parte del costo país. No es lo mismo un camión entre los pozos andando a 15 o 20 km/h que andando a 60 km/h; la productividad de ese camión va a ser totalmente distinta. Más claro, si no mejoramos o no invertimos en caminería tendremos que gastar un cerro de plata y más y más camiones, porque los camiones rinden poco.Por supuesto, por supuesto yo estoy obviando que hay que hacer un esfuerzo en otras cuestiones paralelas: ferrocarril, la navegación de los ríos, donde se pueda; no quiero extenderme en todo eso, estoy hablando del sistema vial apenas, pero que tiene una importancia decisiva en el costo país.La Constitución de la República trató en el artículo 297 y 298, con una visión de país unitaria, de asegurarle a las intendencias un grado importante de autonomía financiera. Por ello colocó que las intendencias gozan del usufructo de las contribuciones inmobiliarias y, sobre todo, de las contribuciones rurales, que serían importantes para la autonomía financiera de las intendencias del interior. Sin embargo, en los hechos, esta intención constitucional ha fracasado porque la historia y la vida, cuando avanzan, imponen, a veces, resultados distintos. Por qué decimos que fracasaron. Porque en el año 2000 el Gobierno central le transfería a las intendencias el 22,5 % de los ingresos que las intendencias tenían y hoy, apenas 12 años después, hoy, las intendencias reciben casi el 40 % de lo que gastan de aportes por parte del Gobierno central. Hay que hacerse esta pregunta: por qué las intendencias han perdido —en términos relativos— independencia, por lo menos autonomía financiera. Por algo muy sencillo, porque lo que recaudan de contribución rural, a esta altura, es ridículo. Por qué, porque mientras el valor de la tierra se multiplicó y lo que valía hace 8 o 9 años 450 dólares hoy vale 4500 dólares, y me estoy refiriendo a la hectárea promedio Índice Coneat 100, es decir, subió casi diez veces, las intendencias tienen que calcular sus contribuciones a partir de un catastro que está estancado y en los hechos hace 10 años las intendencias

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recaudaban el 3,7 % del PBI agropecuario, es decir de la riqueza agropecuaria sumada totalmente, y hoy 10 años después apenas recaudan el 1,9, no llegan al 2 % del PBI agropecuario. Algo así, en términos redondos, unos 5 dólares por hectárea. Entonces, fíjese, querido oyente, saque las cuentas con un lápiz casero, si para poner la tosca en un camino de 1 km se precisa el aporte de 5 mil hectáreas de contribución y si se quiere poner una carpetita de bitúmen, no carretero, una lechadita como para aguantar, en principio, las lluvias fuertes hay que usar la contribución de 30 mil hectáreas; cualquier departamento tiene 2.500 hectáreas que atender, cualquier intendencia del interior lucha por remendar esa cantidad de caminos interiores. Este es el drama yo sé que a los intendentes los critican por esto y por lo otro, todo lo que quieran, pero yo quisiera que se pusieran otros a hacer milagros.Hay que recordar que este año es posible, con este avance productivo, con estos saltos que es Uruguay, cuando arranque Montes del Plata a mover madera globalmente; entre granos, madera, chips, ganado, va a ejecutar no menos de 400 mil viajes de camión, hay que poner los combustibles que se mueven hacia un lado y hacia otro. Este hecho, que lo vemos, que a veces nos estorban las carreteras cuando vamos apurados con nuestros autitos y yo me río, menos mal que hay camiones por todas partes, porque eso indica que el país anda y que los camiones son pesados y estorban y que esto y que el otro, sí, sí, sí, pero menos mal que trabajan, son un reflejo de un país que se mueve. Por todas estas cosas que están en el fondo, intentamos el impuesto a la concentración de la tierra para tratar de mejorar esa caminería y bajar el costo país. Soñábamos, queríamos hacer un fideicomiso para tener un adelanto y descargar unos 300 millones de dólares en 2 años para dar un salto en esa caminería rural. Por qué, vuelvo a repetir, un camión a 30 km y es una cosa y un camión que se mueve a 60 km de promedio rinde el doble; cuanto más camiones nos cueste tener, más costo país; la lucha de mejorar la caminería es la lucha por aumentar la productividad, y aumentar la productividad significa mover la producción con la misma cantidad de camiones o más o menos, pero ello significa tener más capacidad de descarga, menos colas, más rapidez, inversión en infraestructura y caminos en los que se pueda andar con seguridad. El ICIR no estaba concebido como un impuesto a la tierra; no, estaba concebido como un impuesto a la concentración muy grande de la tierra, le pedía un aporte a la gente que se había capitalizado enormemente, muy pocos, 1200 empresas de 40 mil. Entonces, no se puede decir los productores, el campo; el campo es muchas cosas; vivo en una chacra rodeado de campo, mis vecinos tienen 5 o 10 hectáreas, ninguno de esos iba a pagar. Ni siquiera hay que subirle la contribución, esto y lo otro. Pensamos filosóficamente que hay que pedirle a los que más se han beneficiado, y quiénes se beneficiaron, los que tenían mucha tierra, los que eran muy ricos ya, que son infinitamente más ricos, son 10 veces, 8 veces más ricos de lo que eran, y lo son porque el valor de la tierra subió y eso es mérito del país. Si el país hubiera estado inestable, fundido, el valor de la tierra no hubiera subido, si no hubiera habido inversión, si no nos miraran desde afuera halagüeñamente no habría subido el valor de la tierra, el valor de la tierra no es equivalente a la renta, la renta de la tierra no es igual a la ganancia que deja el proceso productivo, es un valor inmobiliario que es hijo de la historia de un país y del momento. Tiene un algo que es social en su origen, si el país hubiera estado en guerra, en revoluciones etc., el precio de la tierra no sube. Es la estabilidad,

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la seriedad del país lo que ha hecho, junto a un aumento —desde luego— de ciertos valores por la coyuntura de los precios mundiales que se están viviendo. Entonces, que se entienda bien claro, acá no se trata de un algo de maldad ni de bondad; por supuesto que dentro de esos 1200 hay gente notable, como cualquier hijo de vecino, como en todas las profesiones, como en todos los lugares de la vida; no se trata de castigarlos por el hecho de que son infinitamente más ricos, no. Es pedirles un aporte especial, porque el país tiene que dar estos saltos en infraestructura y se podía, y se podía y se debía; por qué, porque sencillamente se me puede decir: sí, el valor de la tierra se habrá multiplicado por 10 pero yo no vivo de vender tierras, no, es cierto buen señor, pero la van a heredar tus hijos o tus nietos y no van a heredar esa fortuna ni ese valor, ni los hijos ni los nietos de quienes te acompañan trabajando por un salario; los tuyos van a tener el privilegio de recibir una fortuna y que la cuiden y que les vaya bien y que la puedan mejorar, si es posible.Pero las cosas son así, entonces, si nosotros sacamos cuentas, entre el 2010 y el 2011, calculan los analistas que han estudiado estas cuestiones, que el solo aumento del precio promedio de la tierra en ese año equivalió casi a 3 mil millones de dólares, el aumento de promedio, y nosotros le estábamos pidiendo, con este fracasado impuesto, 60 millones de dólares por año. No es ninguna salvajada ni una agresión al campo ni nada por el estilo, nosotros no queremos gravar a la masa de 40 mil productores que componen la clase media y los pequeños productores de este país, por el contrario, por el contrario, creemos que la responsabilidad de mejorar la infraestructura global del país que necesitan todos los productores tiene que recaer sobre los hombros más fuertes, por lo menos en parte del esfuerzo principal, porque han recibido un beneficio enorme, el más grande de la historia económica del Uruguay, no hay ningún fenómeno de capitalización en la historia del Uruguay que tenga las dimensiones que ha tenido, en materia de aumento de valor, la suba en la última década del valor de la tierra. Y naturalmente, quienes han recogido ese gigantesco capital son los que han tenido la suerte de poder tener grandes dimensiones de tierra; no solo que eran ricos, son infinitamente más ricos y esto hay que tenerlo bien claro, no por ello son malas personas ni nada por el estilo, tienen la responsabilidad de ser los más fuertes y como tal son parte del país, son parte de la colmena.Nosotros no despreciamos a nadie, somos, tal vez nuestro defecto no es ser liberales sino libertarios, no podemos despreciar a nuestros hermanos los orientales, podrán ser doctores o albañiles, podrán ser abogados o gauchos domadores, todos componen esta contradictoria colmena del país, pero permítaseme no disimular problemas que tenemos como sociedad.Tenemos dificultades de tener especialistas doctores en departamentos en pueblos del interior, a veces hay pueblitos del interior donde no logramos que viva un médico, ni hablar de la falta de ingenieros, porque los uruguayos, los orientales hemos orientado a nuestros hijos, a nuestra descendencia, a que agarren el camino de las letras, la abogacía, la escribanía, todas esas carreras que tienen abundancia de gente y hemos macheteado el esfuerzo para formar geólogos, ingenieros; es más, hemos despreciado la UTU, hemos despreciado la calificación media de los trabajadores en cuestiones técnicas como país y hoy tenemos un cuello de botella, nos falta gente calificada por todas partes, es culpa de los abogados, de los escribanos, no, no, no es culpa de nadie, es

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culpa de una cultura que agarró y tiene que reaccionar y tenemos que reaccionar porque el progreso material desde las sociedades es cada vez más calificado desde el punto de vista técnico, y hay que darle importancia a la ciencia y a la técnica. Este es un techo que va a tener el país y que ya lo está teniendo, así como hay un techo que impone la infraestructura y hay que mejorar caminos carreteras, puertos, ferrocarril y energía eléctrica, el otro está en la capacidad nuestra, la capacidad promedio y eso se llama que hay que apuntalar las profesiones que tienden y ayudan a la multiplicación de la riqueza material de la sociedad. Hay departamentos donde no hay un ingeniero civil, los tienen que ir a buscar adonde pueden; por todas partes el Uruguay está chocando con esta dificultad y no la va a superar si lo andamos disimulando, tenemos que entendernos, hay cosas paradojales a veces son para llorar y otras para reír. Estábamos en una exposición que está hecha para vender tecnología de punta agropecuaria sobre todo fierros, sobre todo maquinaria, procesos nuevos que van apareciendo, un alud. Una hermosa muestra de la capacidad humana, con un montón de stand, pero puedo decir que el campo donde se paraban las 4x4 era tan grande como la exposición, señal de que el Uruguay no anda tan mal. No pude ver una camioneta que tuviera diez años. Bueno, desde luego que después allí, en ese marco de carácter material, por todos lados salta a la vista que lo que nos está faltando es gente calificada con voluntad de riesgo y de aventura, sobre todo en el Uruguay más profundo. Entonces, el desarrollo del Uruguay requiere que tengamos claro estas cosas, la cuestión de la cultura y los enfrentamientos estériles y las generalizaciones falsas, por ejemplo, al decir el campo. El campo es una costa muy vasta, hay peonadas rurales, hay pueblitos apartados, hay productores chicos, hay pequeños ganaderos, hay pequeños tamberos, están los horticultores, hay un puñado de grandes empresas, algunas de cuyos dueños ni siquiera conocen el Uruguay, que están muy lejos a miles de kilómetros. Toda esa vastedad, y mucho más, compone el campo. No se puede poner todo dentro de una bolsa, mucho menos caer en el estúpido enfrentamiento campo ciudad, creyéndose que unos son el ombligo y el centro de la historia y los otros son tiradores y derrochadores. Somos una colmena, vivimos los unos con los otros, el país necesita una unidad básica de respeto, tenemos sí una enorme falla cultural que los pésimos dirigentes agropecuarios de algunas gremiales lo único que hacen es aumentarla; multiplican la antipatía con un país que es socialmente urbanizado y urbano y que es paradojalmente dependiente de los fenómenos agropecuarios pero que enormes masas viven en las ciudades divorcian los intereses del campo con los intereses de la ciudad por no querer entender que son parte. Acá no pasa lo que pasa en Nueva Zelanda, que uno se sube en un taxímetro y se da cuenta que el taximetrista sabe cuándo se esquilan las ovejas y cómo anda el precio de los lácteos en el mercado mundial. Aunque no tenga nada que ver, ese país tiene una unidad cultura y nosotros no la tenemos, la tendemos a rechazar porque en lugar de cultivar el conocimiento, la comprensión y la mutua simpatía, vamos al choque y al aplastamiento y a colocar las cosas en blanco y negro sin entender que el país es una mutua interdependencia. No creo que el país sea solo puerto, pradera y frontera, puede ser y es otras cosas más, pero sin dejar de ser puerto pradera y frontera. Es todo eso y mucho más, porque el país avanza y va a seguir

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avanzando pero necesita una conformación mucho más global en la manera de verlo, de sentirlo y de quererlo.