derrida aprender a vivir

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JACOUES DERRIOA, uno de los fil6sofos de mayor relfvanc:ll siglo XX, fue profesor en Ia Ecole Normale Sup6rieurp y Ia des Hautes Etudes de Paris yen las universidades HrmldN Yale y Cornell. Entre su vasta producci6n podemos et Ia difference (1967), De Ia grammatologie (1967), -de Ia philosaphie ( 1972 ), L.e monolinguisme de l'autre ( Le toucher, Jean-Luc Nancy [ 2000 ). JEAN BIRNBAUM, periodista en el diario L.e ra France Culture, donde se ocupa de temas historia polftica, es el autor de Leuriewa••UII'II L 'espemnce revolutionnaire au fil des genelfltiotJs

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Page 1: Derrida Aprender a Vivir

JACOUES DERRIOA, uno de los fil6sofos de mayor relfvanc:ll siglo XX, fue profesor en Ia Ecole Normale Sup6rieurp y Ia des Hautes Etudes de Paris yen las universidades ~n HrmldN

Yale y Cornell. Entre su vasta producci6n podemos cifarC~rtiYl et Ia difference (1967), De Ia grammatologie (1967), -de Ia philosaphie ( 1972 ), L.e monolinguisme de l'autre ( Le toucher, Jean-Luc Nancy [ 2000 ). JEAN BIRNBAUM, periodista en el diario L.e ra France Culture, donde se ocupa de temas

historia polftica, es 1ambi~n el autor de Leuriewa••UII'II L 'espemnce revolutionnaire au fil des genelfltiotJs

Page 2: Derrida Aprender a Vivir
Page 3: Derrida Aprender a Vivir

Esta obra se benefici6 del P.A.P. GARCfA LORCA, Programa de Publicaciones del Servicio de Coopera-ci6n y de Acci6n Cultural de la Embajada de Francia en Espana y del Ministerio de Asuntos Exteriores frances.

}CR~~fe Mofaf y Potruoa I Ie i' ,.,· o(-8

Aprender por fin a vi~9 Entrevista con Jean Birnbaum

Jacques Denida

Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid

.. •

.... ':

Page 4: Derrida Aprender a Vivir

Colecci6n N6madas Apprendre ci vivre enfin. Entretien avec Jean Birnbaum, Jacques Derrida <S:> Editions Galilee, Parfs, 2005 Traducci6n: Nicolas Bcrsihand Supervision: Horacio Pons

CO 1bdos los derechos de la edicion en castcllano reservados por Amorrortu editores Espaiia S.L., C/San Andres, 28- 28004 Madrid. Amorrortu editores SA, Paraguay 1225, T' piso- C1057 AAS Buenos Aires

www.amorrortueditorcs.com

La reproducci6n total o parcial de este libro en forma identica o mo-dificada por cualquier medio mecanico, electr6nico o informatica, incluyendo fotocopia, grabacion, digitalizaci6n o cualquier sistema de almacenamiento y recuperaci6n de informacion, no autorizada por los editores, viola derechos reservados.

Queda hecho el dep6sito que previene la ley n° 11.723

Industria argentina. Made in Argentina

ISBN-10: 84-610-9001-2 ISBN-13: 978-84-610-9001-3 ISBN 2-7186-0679-7, Paris, edici6n original

Derrida, Jacques Aprender por fin a vivir. - 1• ed. - Buenos Aires : Amorrortu,

2006. 64 p. ; 20x12 em. - (Colecci6n N6madas)

Traducci6n de: Nicolas Bersihand

ISBN 84-610-9001-2

1. Filosofia I. Bersihand, Nicolas, trad. II. Titulo COD 100

Impreso en los Talleres Grafi.cos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en agosto de 2006.

Tirada de esta edici6n: 2.000 ejemplares.

Indice general

9 Llevar el duelo. Derrida como un nino

19 Entrevista

51 Obras de Jacques Derrida 51 En Editions Galilee 54 En otras editoriales

.. •

7

Page 5: Derrida Aprender a Vivir

Llevar el duelo Derrida como un niiio

Se trata nada menos que de cierto final. Apresuremonos a empezar por el.

El19 de agosto de 2004, Le Monde publica-ba una entrevista a Jacques Derrida. En ese texto, aparecido bajo el titulo {<Je suis en guerre contre moi-meme» [«Estoy en guerra contra mi

mismo»], el fil6sofo se presentaba en una esce-na que le resultaba familiar: la de un duelo ala vez originario e incesantemente venidero, y cu-ya inminencia parecia iluminar entonces has-ta el mas minimo de sus gestos. En esta esce-na, Derrida habia decidido avanzar, mas que nunca, como un superviviente. Es decir, como un «espectro ineducable que nunca habria apren-dido a vivir» y, a la vez, como un hombre que no quiere dejar de decir «Sf» ala vida, un pen-sador cuya obra entera rinde homenaje ala in-tensidad subvQI'Siva de la existencia .

• Algunas semanas despues de la publicaci6n

de esa entrevista, en la noche del 9 de octubre,

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JACQUES DERRIDA

Derrida sucumbia ala enfermedad. Quienes lo habian leido y querido y se disponian a seguir junto a el, por mucho tiempo y siempre en el

presente, debieron reunir fuerzas. En el instan-te en que caia el tel6n, uno sentia, casi por ins-tin to, que mas valia no moverse: permanecer ahi, a su lado, en aquella inexorable escena del duelo desde la cual debia enunciarse un «Salu-do» a Jacques Derrida.

No abandonar la escena, pues. Yaqui, si se me perdona este aparente rodeo, quisiera men-cionar a Imre Kertesz y agradecer tambien a todo el equipo del Theatre Ouvert, de Paris, don de se teatraliz6 y represent6 su Kaddish

por el hijo no nacido. 1 En efecto, despues de ha-her leido la entrevista enLe Monde, el director de este Centre Dramatique National de Crea-tion, Lucien Attoun, me invit6, a fines de agos-

1 Recordemos que, para la tradici6n judia, el kaddish constituye una oraci6n de santificaci6n que se reza en particular durante el periodo de duelo. Kaddish pour l'enfant qui ne naitra pas, traducido del htingaro por Na-talia Zaremba-Huzsvai y Charles Zaremba, se public6 en Actes-Sud (Arles, 1995, colecci6n «Babel»). Los fragmen-tos citados estan en las paginas 37 y 82. La teatralizaci6n fue realizada por Jean Launay y Joel Jouanneau; este ul-timo dirigi6 la pieza, que fue interpretada por Jean-Quentin Chatelain.

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ENTREVTSTA CON JEAN BIRNBAUM

to, a escuchar la escritura espectral del escritor hU.ngaro, premio Nobel de literatura. No habia casualidad alguna en esta generosa atenci6n: con este discurso de un enterrado vivo que es el Kaddish de Kertesz, en esta palabra errante y proferida para la ocasi6n en voz alta, se inau-guraba verdaderamente algo asi como un cogi­

to de la superuivencia: «He sobrevivido, luego soy .. . » . Si uno presta oidos, todo esta ya pre-sente, todo vuelve aqui sin cesar a alguno de los motivos derridianos: «86lo pude sobrevivir, o simplemente ser y existir, en secretO>>, mur-mura el narrador de este extrafto Kaddish.

Habria mucho para decir acerca de los mo-mentos en los cuales la escritura de Kertesz parece habitada y hasta literalmente ventri-locuada por los espiritus (pues hay mas de uno) de Derrida. Contentemonos con seiialar la do-hie incertidumbre, Ia doble aporia en que se de-bate el au tor hlingaro: resulta imposible, desde la infancia, saber que es «ser judio» --esto, con respecto al trastorno originario de la identi-dad-, e impostble tambien adquirir, en el sen-tido propio de la palabra, un «saber vi vir» cual-quiera. No hay manera de aprender a vi vir,

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JACQUES DERRIDA

segt1n la expresi6n que Kertesz utiliza mas de una vez, siempre en bastardillas, para descri-bir la soledad absoluta de su personaje, un ex deportado convertido en escritor y pronto abandonado por su mujer: «Ella repiti6 mas de una vez que yo le ensenaba a vivir», recuerda con dolor el narrador de este Kaddish donde se habla en cada pagina de la vanidad de esa es-peranza.

Hasta aqui, el final. Volvamos ahora al prin-cipio. Algunos meses antes de este «golpe de efecto teatral», acudf ala casa de Jacques De-rrida. Era en la primavera de 2004; la terrible enfermedad ya estaba presente, pero la hora del Kaddish parecfa lejana. Al menos, nadie podia realmente imaginarlo. Despues de mu-chas vacilaciones, en el momento de iniciar el dialogo, de hacer una primera pregunta, fue-ron mas o menos las mismas palabras, las mis-mas bastardillas, las que se impusieron: «Al-guien, usted o yo, da un paso adelante y dice: Quisiera aprender por fin a vivin>. 2 'lbdo em-

2 Se reconoce aqui el exordio que inaugura Spectres de Marx (las bastardillas son de Derrida). Las referencias a las obras de Jacques Derrida estlin al final del volumen.

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ENTREVJSTA CON JEAN BIRNBAUM

pez6 con esto, todo se mantiene aqui en reser-va, en esta formula enigmatica que dio ala en-trevista su impulso, su punto de arranque.

De entrada, se puso de manifiesto que el propio fil6sofo queria conferir a sus respuestas una carga testamentaria. Redescubrirlas hoy, a la luz del Kaddish, es enfrentarse a la afir-maci6n y ala esperanza que en elias se desplie-gan, sea cual fuere el costo, linea tras linea: la lucida afirmaci6n de la muerte que viene, siempre presente, imposible de anticipar; la es-peranza en una fidelidad mantenida -huella entregada, promesa confinnada-. Donde rea-parece el tema de la transmisi6n, esta <<polftica de la memoria, de la herencia y de las genera-clones» que se busca en Spectres de Marx, en el horizonte de un deber de justicia y de una res-ponsabilidad sin fondo ante «los fantasmas de aquellos que todavfa no han nacido o de quie-nes ya han muerto» ... 3

Este deseo del archivo, esta preocupaci6n crucial por las generaciones, recorren todo el paisaje derridiflllo. Y de ello se destacan, pre-

3 Spectres de Marx, pag. 16.

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JACQUES DERRIDA

cisamente, las figuras del fantasma y el niiio -en definitiva, los Unicos testigos-. Para se-fialar su huella, retomemos brevemente las dos aporias del Kaddish de Imre Kertesz.

Primero, la judeidad: «hijo perdido» del ju-daismo, Derrida record6 a menudo el doble mo-vimiento de consentimiento y angustia, de amor y rebeldia, que enmarc6 su relaci6n con Ia tradici6n de Israel. Al evocar en este sentido «la oscura e incierta experiencia de la heren-cia», el subray6la violencia de una asignaci6n identitaria inscripta desde el inicio en lo inme-morial de una repetici6n interminable y, ante todo, en «la memoria sin memoria de la circun-cisi6n». Asignaci6n tan peligrosa, que aferra, «arponea» y amenaza (de muerte) al nino judio «antes de cualquier falta y de cualquier acto»; para decirlo en pocas palabras, antes, incluso, de cualquier acto de nacimiento.4 Destinado de esta forma a la alianza, y como preambulo de toda llegada al mundo, cada portador del nom-bre judio se encuentra en esta situaci6n que

4 J. Derrida, «Abraham, l'autre>>, en J. Cohen y R. Zagury-Orly (eds.), Judeites. Questions pour Jacques De· rrida.

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

Derrida llama, precisamente, una «situaci6n de lactante espectral y patriarquico» ... 5

Y luego: aprender a vivir. Como en el caso de la judeidad, habria que citar los textos sobre este pun to, y citarlos en abundancia; a tal pun-to esta la reflexi6n de Derrida obsesionada por esta segunda aporia, esta otra manera de nom-brar lo imposible: «Vivir, por definicion, no se aprende. Ni de uno mismo ni de la vida por la vida. S6lo del otro y por la muerte>>,6 El vivir, como el morir, nose aprende. Tan s6lo podemos esperarlo. Juntos. Intentar ensefiarnos el uno

al otro a vivir, en una inquietud compartida y una dificillibertad, cuando cada uno espera por

s£ mismo morir: transito fuera de la vida, sal-vaci6n en la noche. De ahi la necesidad repe-tida de no distinguir estas dos siluetas: el es-pectro y el nino. No s6lo, desde luego, porque quien atraviesa la prueba de la muerte se pre-para para dar el paso al mas alla <<tan desar-mado como el nino que acaba de nacer»,7 sino tambien, y sobre todo, porque la tarea de todo

.. • 5 Mal d'archiue, pag. 68.

6 Spectres de Marx, pag. 14. 7 Apories, pag. 68.

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JACQUES DERRIDA

superviviente, es decir, de quien sobrevive pro-visionalmente al otro, al amigo, consiste, en lo sucesivo, en sobrellevar su desaparici6n. Este se prepara para llevar (tragen) la ausencia; mejor: para llevar el duelo como se lleva a un nifio.B

Esta es, pues, la ardiente vocaci6n del su-perviviente, de este aprendiz de fantasma que nunca mira atras sin caer otra vez en la infan-cia: « .. .la supervivencia e~tructura carla ins-tante en una especie de torsi6n irreductible, la de una anticipaci6n retrospectiva que introdu-ce el contratiempo y lo p6stumo en lo mas vivo del presente vivo, el retrovisor de un esperar-la-muerte en carla instante».9

Algunos dias antes de la aparici6n de esta entrevista (cuya versi6n integral se puede leer aquf, tal como el mismo la habia refrendado),

8 " · .. si tragen habla ellenguaje del nacimiento, si tie-ne que dirigirse a un ser vivo presente o venidero, tam­bien puede dirigirse al muerto, al superviviente o a su espectro, en una experiencia consistente en llevar al otro en uno rnismo, como se lleva el duelo -y la melanco-lia-», escribe Derrida acerca de un verso de Celan (•<Die Welt ist fort, ich muss dich tragen»), en Beliers. Le dialo­gue ininterrompu: entre deux infinis, le poeme, pag. 72.

9 Apories, pag. 102.

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

el fil6sofo estaba sentado a la mesa de su casa de Ris-Orangis. Estilografica en mano, revisa-ba el texto de manera muy minuciosa, con la aplicaci6n ansiosa de quien siempre habria que-rido presentarse como un colegial. Por haber suprimido tal o cual f6rmula, se oian sus repro-ches: «i,Se da cuenta usted de los cuestiona-mientos vertiginosos que encubrian estas dos palabras?». Sus ojos estaban llenos de una ira tierna y casi ingenua. Y enseguida buscaba la mirada y el apoyo de su esposa, Marguerite, sin la cual nada hubiera sido posible.

En este texto, Derrida quiso evocar su enfer-medad. i,Presentia que seria la primera vez y tambien la Ultima? Es posible pensarlo: tan cruel le resultaba carla pausa. El tiempo lo aprerniaba por todos lados: a la tarde lo espera-ban en Brasil, donde iba a realizarse un colo-quio internacional en su honor. En medio de las maletas abiertas, se tom6 un instante mas para sentarse y murmurar: «Algo es includa-ble: la gente va a leer que apenas sobrevivo, que ya he mue:t;;o». Habiamos interpretado es-tas palabras como una provocaci6n de enfant

terrible. En su entorno, nadie lo podia creer.

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JACQUES DERRIDA

Una semana despues, al regresar de Rio de Janeiro, le entregaron la entrevista tal y como Le Monde acababa de publicarla. En varias ocasiones les confes6 a sus allegados que se sentia ala vez dichoso y afligido: <<Es necrol6gi-ca», suspiraba, y se negaba a aceptar los des-mentidos de sus amigos. <<No, Jacques, es tan s6lo una huella, yes una huella de vida», alega-ban estos. De hecho, si se vuelve ala banda so-nora que recogi6 estas palabras, lo que se escu-cha es la voz de Derrida, indemne, parecida a si misma. La voz de un fantasma que medita ya sobre lo irreparable; esa voz, dulce y risue-fia, de un chiquillo espectral que todavia no sa-be nada de la vida y que recien empieza a apren-der -por fin-: «Me veo muerto, desgajado de vosotros, en vuestros recuerdos que quiero, y lloro como mis propios hijos al borde de mi tumba ... ».10

Jean Birnbaum

10 J. Derrida, «CirconfessioiD>, en Jacques Derrida, con Geoffrey Bennington, pag. 41.

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Jean Bimbaum: Nunca su presencia ha sido

tan manifiesta como desde el verano de 2003.

No solo ha firmado varios nuevas libros, sirw

que tambien ha recorrido el mundo para parti­

cipar en numerosos coloquios internacionales

organizados en torno de su obra, de Londres a

Co!mbra, pasando por Parts y, en estos ultimos

d£as, Rto de Janeiro. Tambien le han dedicado

una segunda peUcula (Derrida, de Amy Kof­

man y Kirby Dick, que sigue a la muy bella

D'ailleurs Derrida, de Safaa Fathy, en 2000),

as£ como varios numeros especiales de revistas,

sobre todo en Magazine litteraire y en Europe, ademas de un volumen de los Cahiers de I 'Her-ne, particularmente rico en ineditos. Es mucho

para un solo aiio y, sin embargo, usted no lo

oculta, esta . .. .. •

Jacques Derrida: ... digalo nomas, enfermo de bastante gravedad, es cierto, y bajo la prueba

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JACQUES DERRIDA

de un tratamiento terrible. Pero dejemos esto, si le parece, no estamos aqui para dar un parte medico, sea publico o secreto .. .

J. B.: De acuerdo. En el umbral de esta entre­

vista, volvamos, mejor, a Spectres de Marx. Obra crucial, libro-etapa, consagrado por com­

pleto a la cuesti6n de una justicia venidera y

que se abre con este enigmatico exordio: <<Al­

guien, usted o yo, da un paso adelante y dice:

Quisiera aprender por fin a vivir». Mas de diez

anos despues, ;,dOnde esta usted hay en cuanto

a este deseo de «saber vivir»?

J . D.: En 1993 se trataba, sobre toao, de una «nueva intemacional», subtitulo y motivo cen-tral dellibro. Mas alla del «cosmopolitismo», mas alla del «ciudadano del mundo» y de un nuevo Estado-naci6n mundial, e incluso, en Ul-tima instancia, de la l6gica de los <•partidos» po-liticos, ese libro an tici pa todas las urgencias «altermundialistas» en las que creo y que se ven hoy con mayor claridad (pero de manera todavia insuficiente, ca6tica e impensada). Lo que llamaba entonces una «nueva interna-

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

cional» acabaria imponiendonos, decia yo en 1993, numerosas mutaciones en el derecho in-ternacional y en todas las organizaciones que rigen el orden del mundo (FMI, OMC, G8, etc., y sobre todo la ONU y su Consejo de Seguri-dad, en los que habria que cambiar, al menos, la carta, las fuerzas aut6nomas de interven-ci6n, la composici6n y principalmente ellugar de residencia: lo mas lejos posible de Nueva York. . . ).

En cuanto a la formula que usted citaba ( «aprender por fin a viviD>), se me ocurri6 una vez acabado ellibro. En primer Iugar, juega, pero muy seriamente, con su sentido corriente. Aprender a vivir es madurar, y tambien edu-car: enseftar al otro, y sobre todo a uno mismo. Apostrofar a alguien para decide: «Te voy a en-seii.ar a vivir», significa, a veces en tono de amenaza, voy a formarte, incluso voy a endere-zarte. Ademas, y el equivoco de este juego me importa aoo mas, ese suspiro se abre tambien a una interrogaci6n mas dificil: j,Se puede aprender a vivi.If j,Se puede enseiiar? j,Se pue-de aprender, mediante la disciplina o la ins-trucci6n, a traves de la experiencia o la experi-

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Page 12: Derrida Aprender a Vivir

JACQUES DERRIDA

mentaci6n, a aceptar o, mejor, a afirmar la vi-da? En todo ellibro resuena esta inquietud de la herencia y la muerte. Ella atormenta tam-bien a los padres y a sus hijos: l Cuando seras responsable? lC6mo responderas por fin de tu vida y de tu nombre?

Entonces, bueno, para contestar sin mas ro-deos a su pregunta, no, nunca aprendt-a-vivir.

iPero de ninglin modo! Aprender a vivir debe-ria significar aprender a morir, a tomar en cuenta, para aceptarla, la mortalidad absoluta (sin salvaci6n, ni resurrecci6n, ni redenci6n: ni para si ni para el otro). Desde Plat6n, es una vieja exhortaci6n filos6fica: filosofar es apren-der a morir. Creo en esa verdad aunque no la admita. Cada vez menos. No aprendi a aceptar la muerte. 'Ibdos somos supervivientes con la sentencia en suspenso (y desde el pun to de vis­

ta geopolitico de Spectres de Marx, la insisten-cia se dirige principalmente, en un mundo me-nos igualitario que nunca, a los miles de millo-nes de seres vivos -humanos o no- a los que se niega, ademas de los elementales «derechos humanos», que datan de hace dos siglos y se enriquecen sin cesar, el derecho, en primer lu-

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E NTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

gar, a una vida digna de ser vi vida). Pero, en lo que se refiere a la sabiduria del saber morir o, si usted prefiere, del saber vivir, sigo siendo ineducable. 'lbdavia no he aprendido o adquiri-do nada a ese respecto. El tiempo de la prorro-ga se acorta de manera acelerada. No solo por-que soy, con otros, heredero de tantas cosas, buenas o terribles: cada vez mas a menudo, co-mo han muerto la mayoria de los pensadores a quienes me asociaba, se me califica de supervi­viente: el Ultimo, el representante final de una «generaci6n», lade la decada de 1960, mas 0

menos, lo cual, ademas de no ser rigurosamen-te cierto, no solo me inspira reparos, sino tam-bien sentimientos de rebeldia un poco melan-c6licos. Como, por aiiadidura, algunos proble-mas de salud, seglin deciamos, se hacen acu-ciantes, la cuesti6n de la supervivencia o de la pr6rroga, que me ha atormentado, literalmen-te, en cada momenta de mi vida, de manera concreta e incansable, adquiere hoy una colo-racion diferente. Siempre me intereso este te-ma de la supemvencia, cuyo sentido nose ana­de al vivir y al morir. Ella es originaria: Ia vida es supervivencia. En su sentido corriente, so-

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JACQUES DERRIDA

brevivir significa continuar viviendo, pero tambien vivir despues de la muerte. A prop6si-to de la traduccion, Walter Benjamin subraya la distincion entre, por un lado, uberleben, so-brevivir a la muerte, como un libro puede so-brevivir a la muerte del autor, o un hijo a la muerte de sus padres, y, por el otro, fortleben,

living on, seguir viviendo. 1bdos los conceptos que me ayudaron a trabajar, particulannente el de la huella o lo espectral, estaban vincula-dos al «sobrevivir>>, como dimension estructu-ral y rigurosamente originaria. Esa dimension no deriva ni del vivir ni del morir. Tam poco lo que llamo «el duelo originario». Este no espera a que se produzca la denominada muerte «efec-tiva>>.

J. B.: Usted ha utilizado la palabra «genera­

ciOn>>. Noci6n de uso delicado, que reaparece a menudo en sus escritos: t,c6mo designar aquello

que, en su nombre, se transmite de una genera­

ciOn?

J. D.: Aqui me sirvo de esta palabra en forma un poco laxa. Uno puede ser el contemporaneo

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

«anacronico» de una «generacion» pasada o por venir. Ser fiel a aquellos a quienes se asocia a mi «generacion», erigirse en custodio de una herencia diferenciada pero com lin, quiere decir dos cosas: en principio, estar unido, eventual-mente contra todo y contra todos, a unas exi-gencias compartidas, de Lacan aAlthusser, pa-sando por Levinas, Foucault, Barthes, Deleu-ze, Blanchot, Lyotard, Sarah Kofman, etc., sin nombrar a tantos pensadores escritores, poe-tas, fil6sofos o psicoanalistas afortunadamen-te vivos, de quienes tambien soy heredero: en Francia, todos aquellos y aquellas que partici-pan en las obras que usted tuvo la bondad de citar al principio ( debemos pedirles perdon por el poco espacio que les esta dedicado), y otros, sin duda, del extranjero, mas numerosos y a veces aUn. mas cercanos (podria citar aqui de-cenas de nombres, con frecuencia mas impor-tantes para mi que muchos franceses). Desig-no asi, por metonimia, un ethos de escritura y de pensamiento intransigente y hasta inco-rruptible (Hele:tte Comus nos apoda «los inco-rruptibles» ), que ni siquiera hace concesiones con respecto a la filosofia y no se deja asustar

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JACQUES DERRIDA

por lo que la opini6n publica, los medios de co-municaci6n o el fantasma de un publico lector intimidante pudiera obligarnos a simplificar o reprimir. De ahi el gusto riguroso por el refina-miento, la paradoja, la aporia. Esta predilec-ci6n no deja de ser tambien una exigencia. Ella vincula no solo a aquellos y aquellas que evo-que de manera un poco arbitraria, es decir, in-justa, sino a todo el medio que los sostenia. Se trataba de algo asf como una epoca provisio­

nalmente cumplida, y no s6lo de tal o cual per-sona. Esto hay que salvarlo o hacerlo renacer a cualquier precio. Y hoy en dia la responsabili-dad es urgente: nos convoca a una guerra infle-xible contra la doxa, contra los ahora llamados <<intelectuales mediaticos», contra ese discurso general formateado por los poderes de los me-dios, ellos mismos en manos de lobbies politico-econ6micos, muchas veces editoriales y tam-bien academicos. Siempre europeos y mundia-les, por supuesto. La resistencia no implica evi-tar a los medios. Cuando sea posible, habra que desarrollarlos y ayudarlos a diversificarse, y convocarlos a esta misma responsabilidad. A la vez, no olvidar que, en esa reciente epoca

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ENTREVIS TA CON JEAN BIRNBAUM

«feliz», nada era por cierto irenico. Diferencias y discrepancias hacian estragos en un medio que era todo salvo homogeneo, como se ve en lo que se podria reagrupar, por ejemplo, bajo una denominaci6n estupida del tipo «pensamiento del68», que, utilizada como consigna o acusa-ci6n, domina hoy a menudo en la prensa y la universidad. Ahora bien, aunque mi fidelidad adopte a veces la forma de la infidelidad o de la desviaci6n, he de ser fiel a estas diferencias, es decir, continuar la discusi6n. Yo sigo discutien-do, con Bourdieu, con Lacan, con Deleuze, con Foucault, por ejemplo, que siguen interesando-me mucho mas que aquellos en torno a los cua-les se apretuja la prensa de hoy dia (salvo ex-cepciones, claro esta). Mantengo vivo ese de-bate, para que no se rebaje ni se degrade en denigraciones. Lo que dije de mi generaci6n vale, desde luego, para el pasado, de la Biblia a Plat6n, Marx, Freud, Heidegger, etc. No quiero renunciar a nada, ni puedo hacerlo. Como us-ted sabe, aprender a vivir es siempre narcisis­

ta (concepto q-o.e procure complejizar en otro Iugar, pero dejemoslo): uno quiere vivir tanto como sea posible, salvarse, perseverar y culti-

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JACQUES DERRJDA

var todas estas cosas que, infinitamente mas grandes y poderosas que uno mismo, forman parte, sin embargo, de este pequefio <<yO» al que desbordan por todos lados. Pedirme que re-nuncie a lo que me form6, a lo que tanto arne, a lo que fue miley, es pedirme que muera. En es-ta fidelidad hay una especie de instinto de con-servaci6n. Renunciar, por ejemplo, a una difi-cultad de formulaci6n, a un pliegue, a una pa-radoja, a una contradicci6n suplementaria, porque no se la va a entender, o mas bien por-que tal periodista que no sabe leerla, que ni si-quiera sabe leer el titulo de un libro, crea com-prender que ellector o el oyente tampoco la van a en tender, que la medici6n de audiencia o su medio de sustento sufriran por ello, es para mi una obscenidad inaceptable. Es como si me pidieran que me humille, que me deje sojuzgar, o que muera de pura tonteria.

J. B.: Usted invent6 una fornm, una escritura

de la supervivencia, que conviene a esta impa­

ciencia de la fidelidad. Una escritura de la pro­

mesa heredada, de la huella preservada, de la responsabilidad confiada.

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

J. L: Si hubiese inventado mi escritura, lo ha-br iahecho como una revoluci6n interminable. Er 1 ada situaci6n, es preciso crear un modo de ex Psici6n apropiado, inventar la ley del aeon-tee ~niento singular, tener en cuenta al desti-na tUrio supuesto o deseado y, al mismo tiempo, pl"l e~nder que esta escritura determine allec-tm :, -1 cua1 aprendera a leer (a «vi vir>>) algo que, po r o demas, no estaba acostumbrado a re-cil >il Se espera con ello que vuelva a nacer, de-teJ :"Dinado de otro modo; por ejemplo, estos in-jet ~ sin confusion de lo poetico con lo filos6-fic O:o algunas maneras de utilizar homoni-mi .a, lo indecidible, las astucias de la lengua, qu .enuchos leen confusamente, ignorando su ne. C:f:;idad propiamente l6gica. Cada libro es un .apedagogia destinada a formar a su lector. La tSproducciones en masa que inundan la pn ~rsa y la edici6n no forman a los lectores: su-pol nn, de manera fantasmatica y primaria, un lee :t•r ya programado. De modo que termi-na n~nfigurando a ese destinatario mediocre qu e1abian p~tulado por anticipado. Ahora hie m por deseo de fidelidad, como usted dice, a la 1 hera de dejar una huella, lo Unico que puedo

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JACQUES DERRIDA

hacer es dejarla al alcance de quien fuere: ni siquiera puedo dirigirla singularmente a alguien. Por mas fiel que quiera ser, uno nun-ca deja de traicionar la singularidad del otro a quien se dirige. A fortiori cuando se escriben li-bros de caracter muy general: uno no sabe con quien habla, inventa y crea siluetas, pero en el fondo eso ya no nos pertenece. Orales o escri-tos, todos estos gestos nos abandonan, empie-zan a actuar independientemente de nosotros. Como maquinas, a lo sumo como marionetas (asi lo explico en Papier machine). En elmo-menta en que dejo (publicar)

«mi»

libro (nadie me obliga a ello), me convierto, en el aparecer y desaparecer, en ese espectro ineducable que nunca habra aprendido a vivir. La huella que dejo significa a la vez mi muerte, futura o ya ocurrida, y la esperanza de que me sobreviva. No es una arnbici6n de inmortalidad, es algo estructural. Dejo alii un trozo de papel, me voy, muero: es imposible salir de esta estructura, que es la forma constante de mi vida. Cada vez que dejo que algo parta, que tal huella salga de mi, que «proceda>> de mi y sea imposible re-apropiarmela, vivo mi muerte en la escritura.

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E NTREVISTA CON JEAN BTRNBAUM

Prueba suprema: uno se expropia sin saber verdaderamente a quien se confia lo que deja. 6 Qui en nos heredara, y c6mo? ;,Habra acaso herederos? Es una pregunta que hoy nos po-demos plantear mas que nunca. Y no deja de ocuparme. El tiempo de nuestra tecnocultura ha cambiado radicalmente en este aspecto. La gente de mi «generaci6n», y a fortiori de las an-teriores, estaba acostumbrada a cierto ritmo hist6rico: creia saber que tal obra podia o no so-brevivir, en funci6n de sus cualidades, durante uno, dos o, como Plat6n, hasta veinticinco si-glos. Desaparecer, y luego renacer. Pero hoy, la aceleraci6n de las modalidades de archivo, pe-ro tam bien el desgaste y la destrucci6n, trans-forman la estructura y la temporalidad, la du-raci6n de la herencia. Para el pensamiento, la cuesti6n de la supervivencia toma en lo sucesi-vo formas absolutamente imprevisibles. En cuanto a esto, a mi edad, estoy preparado para las hip6tesis mas contradictorias: tengo si.mul-taneamente, le ruego que me crea, la doble sen­

saci6n de que, DQr un lado, para decirlo con una •

sonrisa y sin modestia, aUn. no han empezado a leerme, que si hay, por supuesto, muchos muy

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buenos lectores (en todo el mundo quiza sean algunas decenas, y son tam bien escri tores-pensadores, poetas), en el fondo, todo esto ten-dra s6lo mas adelante una posibilidad de apa-recer; pero tambien de que, por otro lado, si-multaneamente entonces, quince dias o un mes despues de mi muerte, ya rw quedara na­

da. Salvo lo que se guarda como dep6sito legal en la biblioteca. Se lo juro, creo sincera y simul-taneamente en estas dos hip6tesis.

J. B.: En el coraz6n de esta esperanza esta la

lengua, y en primer lugar la lengua francesa.

Cuando urw lo lee, siente en cada linea la inten-. sidad de su pasi6n por ella. En Le monolin-guisme de l'autre llega usted a presentarse, ir6-

nicamente, como el «ultimo defensor e ilustra­

dor de la lengua francesa>> . ..

J. D.: Que no me pertenece, aunque sea la Uni­

ca que «tengo» ami disposici6n (iY aun asi!). La

experiencia de la lengua, claro esta, es vital. Y por tanto mortal, no hay nada original en ello. Las contingencias han hecho de mf un judio frances de Argelia, de la generaci6n nacida an-

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E NTREVISTA CON J EAN BIRNBAUM

tes de la «guerra de la independencia»: son mu-chas singularidades, incluso para los judios, y aun para los judios de Argelia. Yo participe en una transformaci6n extraordinaria del judais-mo frances de Argelia: mis bisabuelos estaban todavfa muy cercanos a los arabes por su idio-ma, sus costumbres, etc. Tras el decreto Cre-mieux (1870), a finales del siglo XIX, la genera-ci6n siguiente se aburgues6: aunque se habia casado casi clandestinamente en el traspatio de un ayuntamiento deArgel a causa de los po-gromos (en pleno caso Dreyfus), mi abuela ya educaba a sus hijas como burguesas parisinas (buenas maneras del distrito 16, lecciones de piano, etc.). Luego vino la generaci6n de mis padres: pocos intelectuales, comerciantes so-bre todo, modestos o no, algunos de ellos ya ex-plotaban una situaci6n colonial como repre-sentantes exclusivos de grandes marcas me-tropolitanas; con un pequefto despacho de diez metros cuadrados y sin secretaria, uno podia representar -simplifico un poco- a todo el <~ab6n de Mars~lla» en Africa del Norte. Luego vino mi generaci6n (mayoria de intelectuales: profesiones liberales, enseftanza, medicina,

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derecho, etc.). Y casi toda esta gente recal6 en Francia en 1962. En mi caso fue nn poCo antes (1949). Conmigo, apenas exagero, empezaron los matrimonios «mixtos». De forma casi tragi-ca, revolucionaria, rara y arriesgada. Y asi co-mo amo la vida, y mi vida, amo lo que me ha constituido, cuyo elemento mismo es la lengua, esta lengua francesa que es la unica que me enseiiaron a cultivar, la Unica, tambien, de la que me puedo sentir mas o menos responsable. Por eso hay en mi escritura una manera, nodi-re perversa, pero si un poco violenta, de tratar esta lengua. Por amor. El amor en general pa-sa por el amor al idioma, que no es ni naciona-lista, ni conservador, pero exige pruebas. Y po­

ne a prueba. No se hace cualquier cosa con la lengua; la lengua nos preexiste, nos sobrevive. Si uno la afecta, hay que hacerlo de manera re-finada, respetando en el irrespeto su ley secre-ta. Esto es, la fidelidad infiel: cuando violento Ia lengua francesa, lo hago con un respeto refi-nado bacia lo que considero un mandato de esa lengua, en su vida, su evoluci6n. No leo sin una sonrisa, y a veces lo hago con desprecio, a quie-nes creen violar, sin amor, justamente, la or-

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ENTREVTSTA CON JEAN BIRNBAUM

tografia o la sin taxis «clasicas» de cierta lengua francesa, con peque:fios aires de donceles con eyaculaci6n precoz, mientras la gran lengua francesa, mas intocable que nunca, los mira ac-tuar en espera del siguiente. En La carte posta­le (pags. 198-9) describo de manera un poco cruel esta escena ridicula. Lo que me interesa es dejar huellas en Ia historia de la lengua francesa. Vivo de esta pasi6n, si no por Fran-cia, si al menos por algo que la lengua francesa ha incorporado desde hace siglos. Supongo que si amo esta lengua como amo mi propia vida, a veces mas de lo que Ia ama tal o cual frances de origen, es porque la amo como un extranjero que fue bien acogido y se apropi6 de ella como si para el fuese la Unica posible. Pasi6n y sobre-puja. 'Ibdos los franceses de Argelia comparten esto conmigo, sean o no judios. Quienes proce-dian de la metr6poli eran, sin embargo, extran-jeros: opresores y normativistas, normalizado-res y moralizadores. Era un modelo, un habito o un habitus, habia que someterse a ello, pero al mismo tiempO' nos burlabamos de los france-ses de Francia. Cuando un profe llegaba de la metr6poli con su acento frances, jlo encontra-

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JACQUES DERRJDA

bamos ridiculo! La sobrepuja procede de aque-llo: s61o tengo una lengua, pero, al mismo tiem-po, de manera singular y ejemplar, esa lengua no me pertenece. Lo explico mejor en Le mono­Unguis me de rautre. Una historia singular exacerb6 en mf esta ley universal: una lengua no pertenece. No pertenece naturalmente y por esencia. De ahi los fantasmas de propie-dad, apropiaci6n e imposici6n colonial-nacio-nalista.

J. B.: En general, a usted le cuesta decir «noso­tros», «nosotros los filOsofos» o «nosotros los ju­dtos», por ejemplo. Pero, a medida que se des­pliega el nuevo desorden mundial, parece cada vez menos reticente a decir «nosotros los euro­peos». Ya en L'autre cap, libro escrito en el mo­menta de la primera Guerra del Golfo, usted se presentaba como un «viejo europeo», como «Una especie de mestizo europeO>>.

J.D.: Dos observaciones: en efecto, me cuesta decir «nosotros», pero aun asi lo digo. A pesar de todos los problemas que me torturan a este respecto, empezando por la desastrosa y suici-

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

da politica de Israel y de cierto sionismo (ya que hubo desde el principio mas de uno, e Is-rael no representa, a mis ojos, el judaismo, co-mo tam poco la diaspora mundial y ni siquiera el sionismo mundial u originario, que fue mUl-tiple y contradictorio; por otra parte, existen tambien fundamentalistas cristianos que se proclaman autenticos sionistas en Estados Unidos: su poder de lobby ante la administra-ci6n Bush cuenta mas que la comunidad judia norteamericana, por no hablar de la saudita

' en la orientaci6n conjunta de la politica norte-americano-israeli), y bien, a pesar de todo esto Y de otros muchos problemas que tengo con mi <~udeidad», nunca renegare de ella. En deter-minadas situaciones siempre dire «nosotros los judios». Este «nosotros» tan atormentado esta en el centro de lo mas inquieto de mi pensa-miento, el pensamiento de aquel que llame al-guna vez, sonriendo apenas, «el Ultimo de los judios». Seria en mi pensamiento lo queArist6-teles dice profundamente de la oraci6n (eukhe): noes ni verdad~ra ni falsa. Es, literalmente, una oraci6n. En ciertas situaciones, pues, no dudare en decir ~<nosotros los judios», como

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tambien dire «nosotros los franceses». A conti-nuaci6n, desde el inicio de mi trabajo, y esto se-ria la «deconstrucci6n» misma, me he manteni-do extremadamente critico frente al europe:is-mo, o al eurocentrismo en la modernidad de sus fonnulaciones, en Valery, Husserl o Hei-degger, por ejemplo. He escrito mucho sobre este asunto y en este sentido (particulannente en L'autre cap). La deconstrucci6n en general es una empresa que muchos han considerado, con toda raz6n, como un gesto de desconfianza hacia cualquier eurocentrismo. Cuando, en los tiempos que vivimos, digo «nosotros los euro-peos>}, es coyuntural y muy diferente: todo lo que se puede deconstruir en la tradici6n euro-pea no impide,justamente a causa de lo que ha ocurrido en Europa, a causa de las Luces, del estrechamiento de este pequefio continente y de la enorme culpabilidad que estremece hoy a su cultura (totalitarismo, nazismo, fascismo, genocidios, Shoah, colonizaci6n y descoloniza-cion, etc.), que en nuestra situacion geopolitica, Europa, otra Europa, pero con la misma me-moria, pueda (en todo caso, ese es mi deseo) unirse ala vez en contra de la politica de hege-

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E NrREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

monia norteamericana (informe Wolfowitz '

Cheney, Rumsfeld, etc.) yen contra de un teo-cratismo arabe islamico sin Luces y sin por-venir politico (pero no despreciemos las contra-dicciones, el proceso en curso y las heterogenei-dades de estos dos conjuntos, y aliemonos con quienes resisten dentro de uno y otro bloque). Europa se enfrenta a la necesidad de asumir una nueva responsabilidad. No hablo de Ia Co-munidad Europea tal como existe o se dibuja en su mayor:ia actual (neoliberal), y virtual-mente amenazada por tantas guerras internas (en este aspecto sigo siendo muy pesimista), sino de una Europa que esta por venir y que se busca. En Europa ( «geognifica») y fuera de ella. Lo que llamamos algebraicamente «Euro-pa» tiene responsabilidades que asumir, por el futuro de la humanidad, por el futuro del dere-cho internacional; esa es mi fe, mi creencia. Y en este caso no vacilare en decir «nosotros los europeos». Nose trata de desear la constitu-ci6n de una Europa que sea otra superpotencia militar, protec~ra de su mercado y contrapeso de otros bloques, sino de una Europa que ven-ga a sembrar las semillas de una nueva politi-

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ca altermundialista. Que es para mila Unica salida posible. Esta fuerza esta en inarcha. Aunque sus motivos sean todavia confusos, creo que ya nada la detendni. Cuando digo Eu-ropa me refiero a esto, a una Europa altermun-dialista, que transforme el concepto y las prac-ticas de la soberania y del derecho internacio-nal. Y que disponga de una verdadera fuerza armada, independiente de la OTAN y de Esta-dos Unidos, una potencia militar que, ni ofen-siva, ni defensiva, ni preventiva, intervenga sin demora al servicio de las resoluciones por fin respetadas de una nueva ONU (con lama-xima urgencia en Israel, por ejemplo, pero tambien en otras partes). Es, asimismo, ellu-gar desde el cual se pueden pensar lo mejor po-sible algunas figuras de la laicidad, por ejem-plo, o de la justicia social, otras tantas heren-Clas europeas.

(Acabo de decir «laicidad». Permitame aqui un largo parentesis. La laicidad no tiene que ver con el velo en la escuela, sino con el velo del «matrimonio». Apoye con mi firma, sin du-darlo, la valiente iniciativa de Noel Mamere, aunque el matrimonio entre homosexuales sea

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ENI'REVTSTA CON JEAN BIRNBAUM

un ejemplo de esa bella tradici6n que los norte-americanos inauguraron en el siglo pasado con el nombre de civil disobedience: no un desafio a la Ley con mayliscula, sino un acto de desobe-diencia a una disposici6n legislativa en nom-bre de una ley mejor, futura o ya inscripta en el espiritu o la letra de la Constituci6n. Y bien, <<firme» en el contexto legislativo actual porque este me parece injusto -para los derechos de los homosexuales-, hip6crita y equivoco en su espiritu y su letra. Si fuese legislador, propon-dria simplemente la desaparici6n de la palabra y el concepto de <<matrimonio» en un c6digo ci-vil y laico. El «matrimonio», valor religioso, sa-cro, heterosexual --con el deseo de procrea-ci6n, de fidelidad etema, etc.-, es una conce-si6n del Estado laico a la Iglesia cristiana, so-bre todo en su monogamia, que no es ni judfa Gos europeos recien la impusieron a los j udios en el siglo pasado, y hace algunas generaciones no constituia ninguna obligaci6n en el Magreb judio) ni, como bien sabemos, musulmana. AI suprimir la pal~ bra y el concepto de «matrimo-

• nio», este equivoco o esta hipocresia religiosa y sacra, que no tiene cabida en una constituci6n

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laica, seria reemplazado por una «union civih> contractual, una especie de PACS*.generaliza-do, mejorado, refinado, flexible y ajustado en-tre personas de sexo o nu.mero no impuesto. En cuanto a los que quisieran, en sentido estricto, unirse en «matrimonio» -hacia el cual sigo conservando, por lo demas, todo mi respeto-, podrian hacerlo ante Ia autoridad religiosa de su eleccion; asi ocurre, por cierto, en otros pai-ses que aceptan consagrar religiosamente los matrimonios entre homosexuales. Algunas personas podrian unirse de un modo u otro; otras elegirian los dos, yun tercer grupo acaso preferiria unirse al margen de la ley laica y de la ley religiosa. Fin del parentesis conyugal. Es una utopia, pero le pongo fecha.)

Lo que yo llamo «deconstrucci6n», aun cuan-do esta dirigido contra algo europeo, es tam-bien europeo, es un producto, una relacion de

* PACS: El Pacte Civil de Solidarite, disposici6n legal creada bajo el gobierno de Jospin, es un contrato civil en-tre dos adultos (del mismo sexo ode uno y otro) que se sir-ven de el para organizar su vida comlin y dotarse de mu-tuos derechos. Este instrumento permiti6 cierta regula-rizaci6n juridica de las «parejas de hecho» que lo firma-ron. (N. del T)

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ENTREVJSTA CON JEAN BIRNBAUM

Europa consigo misma, como experiencia de la alteridad radical. Desde Ia epoca de las Luces, Europa se autocritica constantemente, y en es-ta herencia perfectible hay una posibilidad de futuro. AI menos quisiera esperarlo, y eso es lo que alimenta mi indignacion ante ciertos dis-cursos que condenan definitivamente a Euro-pa, como si solo fuese ellugar de sus crimenes.

J. B.: En lo que se refiere a Europa, t,no estd us­

ted en guerra contra si mismo? Por un lado, se­

fiala que los atentados delll de septiembre

arruinaron la uieja gramatica geopolitica de las potencias soberanas y signaron asi la crisis

de cierto concepto de lo poUtico, que usted defi­

ne como propiamente europeo. Por el otro, man­

tiene su apego a ese espiritu europeo, y en pri­

mer lugar al ideal cosmopoUtico de un derecho

internacional cuya decadencia, justamente, usted describe. 0 la superuiuencia . ..

J.D.: Hay que «superar>> (aufheben) lo cosmo-politico (veastt Cosmopolites de tous les pays,

encore un effort!). Cuando uno dice «politico>> se sirve de una palabra griega, de un concepto

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JACQUES DERRIDA

europeo que siempre supuso el Estado, la for-ma polis vinculada al territorio nacional y la autoctonia. Sean cuales fueren las rupturas dentro de esta historia, ese concepto de lo poli-tico sigue siendo dominante, en el moniento mismo en que muchas fuerzas lo estan dislo-cando: la soberania del Estado ya no esta rela-cionada con un territorio, las tecnologias de co-municaci6n y la estrategia militar tampoco, y esta dislocaci6n pone efectivamente en crisis el viejo concepto europeo de lo politico. Y de la guerra, y de la distinci6n entre civil y militar, y del terrorismo nacional o internacional. Lo ex-plique detenidamente en otros lugares (Voyous

y Le «concept» du 11 septembre, por ejemplo). Pero no creo que haya que enfurecerse contra lo politico. Lo mismo vale para la soberania, que tiene, me parece, cosas buenas en determi-nadas situaciones; por ejemplo, para luchar contra algunas fuerzas mundiales del merca-do. Tambien en este caso se trata de una heren-cia europea que es necesario guardar y trans-fonnar ala vez. Es, asimismo, lo que digo en Voyous, acerca de la democracia como idea eu-ropea, que, al mismo tiempo, nunca ha existido

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ENI'REVISTA CON JEAN BIRNBAUM

de m.anera satisfactoria y todavia esta por ve-nir. Y, en efecto, siempre encontrara usted. en mi ese mismo gesto, para el cual no tengo justi-ficaci6n Ultima, salvo que soy yo, yen eso estoy. Estoy en guerra contra mi mismo, es verdad, no sabe usted hasta que punto, mas alia de lo que pueda adivinar, y digo cosas contradicto-rias, cosas que estan, por asi decirlo, en una tensi6n real, que me construyen, me hacen vi-vir y me haran morir. Veo a veces esa guerra como algo terrorifico y penoso, pero al mismo tiempo se que es la vida. S6lo encontrare paz en el descanso eterno. No puedo decir, por lo tanto, que asumo esta contradicci6n, pero tam-bien se que es lo que me mantiene en vida y me hace plan tear la pregunta que usted, justa-mente, me recordaba: «l,C6mo aprender a vi-

. ? VIr.».

J. B.: Hay en usted una reflexi6n muy antigua

sobre las relaciones entre el saber y el poder, en­

tre las instituciones de investigaciOn y el Esta­

do. Otra vez, 'f>U fe en las «Humanidades del

mafiana>> (L'universite sans condition) se per­

petUa desde cierta promesa europea.

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JACQUES DERRJDA

J. D.: Lo que llamo la universidad del mafiana, que no debe ser un mero espacio de conserva-ci6n, supone que la enseii.anza asinna la mi-si6n inscripta en su mismo concepto. Concepto europeo y relativamente moderno, y que le or-denaba organizar la btl.squeda de la verdad sin condiciones. Es decir, ser libre de conocer, cri-ticar, preguntar, dudar, sin estar limitado por ningU.n poder politico o religioso. El gran mo-mento llega con Kant, cuando dijo que la clase de filosofia era la inferior, por debajo de las de medicina, derecho, teologia, claro esta, porque era la mas alejada del poder, aun cuando tenia una superioridad: debia ser libre de decir todo lo que consideraba como verdadero, a condici6n de que lo dijese dentro de la universidad, y no fuera de ella -y esta era mi objeci6n a Kant-. En el concepto originario de universidad se encuentra esta reivindicaci6n absoluta de una libertad incondicional de pensar, decir, criticar.

J . B.: Desde este punto de vista, t,c6mo plantear el

caso de los negaci.onistas, que niegan la existen­

cia de las camaras de gas y la realidad de la Shoah?

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E NTREVTSTA CON J EAN B IRNBAUM

J.D. : Uno tiene el derecho de hacer todas las preguntas. Luego, en la manera de contestar a la pregunta con falsificaciones o contraverda-des, gestos que ya no forman parte del saber honesto o del pensamiento critico, ya se trata de otra cosa, de una incompetencia o de una instrumentalizaci6n injustificada, y esto se sanciona, como se sanciona a un mal alumno. No por tener el estatus de profesor puede uno decir cualquier cosa en la universidad, pero es preciso reservarle a ella la posibilidad de plan-tear preguntas y reexaminarlas. Si Faurisson s6lo hubiera dicho: «Dejadme el derecho de ha-cer investigaciones hist6ricas, dejadme el de-recho de no creer de palabra tal o cual testimo-nio», yo habria sido partidario de que lo deja-sen trabajar. Cuando el pretende, en contra de una gran cantidad de pruebas, pasar de estas cuestiones criticas a afirmaciones inaceptables desde el punto de vista de la verdad atestigua-da y probada, se muestra como un incompeten-te, nocivo por aiiadidura, pero en primer lugar un incompetente. Indigno, por lo tanto, de pre-

• sentarse como profesor en la universidad. En este caso, el debate es imposible. Pero, en prin-

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JACQUES DERRIDA

cipio, la universidad sigue siendo el unico Iu-gar donde el debate crftico debe mantenerse incondicionalmente abierto. Esto es una he-rencia que me importa, aunque mi relaci6n con la universidad sea complicada. Es una heren-cia de Europa y de la filosofia griega, no naci6 en otro Iugar. Y a pesar de todas las cuestiones deconstructivas que planteo sobre esta filoso-fia, sigo diciendole cierto «Si» y nunca propon-dre renunciar a ella.

Nunca he vuelto la espalda ni ala filosofia ni a Europa. Mis gestos son otros. Jamas dire -sabe bien a quien me refiero- «olvidense de Europa, de la filosofia, iadi6s!» .. . Tam poco que «el matrimonio es un valor fundamental de nuestra sociedad».

J. B.: En dos libros recientes (Chaque fois uni-que, la fin du monde y Beliers), usted volvi6 a

esta gran cuesti6n de la salvaci6n, del duelo im­

posible; en suma, de la supervivencia. Si la fila­

sofia puede definirse como «la anticipaci6n in­

quieta de la muerte» (vease Donner la mort), ies

posible considerar la deconstrucciOn como una

interminable etica del superviviente?

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ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

J.D.: Donner la mort quisiera ser, entre mu-chas otras cosas (por ejemplo, una nueva re-interpretaci6n crftica de la responsabilidad co-mo cosa europeo-cristiana segU.n PatoCka), un intento diferente de lectura del Abraham de Kierkegaard. A pesar de mi inmensa admira-ci6n por este pensador, procure demostrar que tal vez el habia cristianizado la historia de la li-gadura de Isaac. Lamento no haber abordado en ese momento la cuesti6n del matrimonio cristiano tal y como lo hice recientemente en Le

parjure (publicado en L'Herne).

Como ya he recordado, desde el principio, y mucho antes de las experiencias de la super-vivencia que hoy me son propias, seiiale que la supervivencia es un concepto original, que constituye la estructura misma de lo que lla-mamos existencia, el Da-sein, si usted quiere. Somos estructuralmente supervivientes, mar-carlos por esta estructura de la huella, del tes-tamento. Pero, dicho esto, no quisiera dar cre-dito ala interpretaci6n de que la supervivencia esta mas dellaqo de la muerte, del pasado, que de la vida y el futuro. No, la deconstrucci6n es-ta siempre dellado del s!, de la afirmaci6n de la

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JACQUES DERRIDA

vida. 'Ibdo lo que digo -al menos, desde «Pas», en Parages- acerca de la supervivencia como complicaci6n de la oposici6n vida/muerte pro-cede en mi de una afirmaci6n incondicional de la vida. La supervivencia es la vida mas alia de la vida, la vida mas que la vida, y el discurso que pronuncio no es un discurso mortifero; al contrario, es la afirmaci6n de un viviente que prefiere el vivir, y por tanto el sobrevivir, a la muerte, pues la supervivencia no es s6lo lo que queda: es la vida mas intensa posible. Nunca estuve tan obsesionado por la necesidad demo-rir como en los momentos de felicidad y goce. Gozar y llorar Ia muerte que acecha es para mi

lo mismo. Cuando recuerdo mi vida, tiendo a pensar que tuve la suerte de amar incluso los momentos infelices de ella, y de bendecirlos. Casi todos, excepto uno. Cuando me acuerdo de los mome~tos felices, tambien los bendigo, claro esta, y al mismo tiempo me arrojan en el pensamiento de la muerte, en la muerte, por-que eso ya pas6, se termin6 ...

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Obras de Jacques Derrida

En Editions Galilee

«L'arch~ologie du frivole» (introducci6n a Essai sur l'origine des connaissances humaines, de Con-dillac), 1973.

Glas, 1974. «Ocelle comme pas un», prefacio a L'enfant au chien­

assis, de J. Joliet, 1980. D'un ton apocalyptique ado pte naguere en philosophie,

1983. Otobiographies. L'enseignement de Nietzsche et La poli-

tique du nompropre, 1984. Schibboleth. Pour Paul Celan, 1986. Parages, 1986. Ulysse gramophone. Deux mots pour Joyce, 1987. De l'esprit. Heidegger et la question, 1987. Psyche. Inventions de l'autre, 1987. Memoires -Pour Paul de Man, 1988. Limited Inc., 1990. L'archeologie du frivole, 1990. Du droit a la philosophie, 1990. Donner le temps 1. La fausse monnaie, 1991. Points de suspension. Entretiens, 1992. Passions, 1993. Sauf le nom, 19~. KMra, 1993. Spectres de Marx, 1993. Politiques de l'amitii, 1994.

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Page 27: Derrida Aprender a Vivir

JACQUES DERRIDA

Force de loi, 1994. Mal d'archive, 1995. Apories, 1996. Resistances- de la psychanalyse, 1996. Le monolinguisme de l'autre, 1996. ' Echographies- de la television (entrevistas filmadas

con Bernard Stiegler), 1996. Cosmopolites de tous les pays, encore un effort!, 1997. Adieu a Emmanuel Uuinas, 1997. Demeure- Maurice Blanchot, 1998. Psyche. Inventions de l'autre, t. I, nueva edici6n au-

mentada, 1998. Voiles, con Helene Cixoua, 1998. «L'animal que done je suis», en L'animal autobiogra­

phique. Autour de Jacques Derrida, M.-L. Mallet (ed.), 1999.

Donner la mort, 1999. Le toucher, Jean-Luc Nancy, 2000. Etats d'ame de la psychanalyse, 2000. Toumer les mots. Au bord d'un film, con Safaa Fa thy,

Galilee/Arte Editions, 2000. La connaissance des textes. Lecture d'un manuscrit

illisible, con Simon Hantai' y Jean-Luc Nancy, 2001.

De quoi demain . .. , Dialogue, con Elisabeth Roudines-co, Fayard/Galilee, 2001.

L'universite sans condition, 2001. Papier machine, 2001. Artaud le moma, 2002. Fichus, 2002. H. C. pour la vie, c'est a dire, 2002. Marx & Sons, PUF/Galilee, 2002. Voyous, 2003. <<Abraham, l'autre», en Judeites. Questions pour

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ENTREVTSTA CON JEAN BIRNBAUM

Jacques Derrida, J. Cohen yR. Zagury-Orly (eds.), 2003.

Geneses, genealogies, genres-et le genie. Les secrets de l'archive, 2003.

Psyche. Inventions de l'autre, t. II, nueva edici6n au-mentada, 2003.

Parages, nueva edici6n aumentada, 2003. Clw,que fois unique, la fin du moruk, presentado por

P.-A Brault y M. Naas, 2003. Beliers. Le dialogue ininterrompu: entre deux infinis,

le poeme, 2003. Le ((concept» du 11 septembre. Dialogues a New York

(octobre-decembre 2001), con Jtirgen Habermas, presentados y comentados por Giovanna Borrado-ri, 2004.

•Le lieu dit: Strasbou.rg>t, en Penser a Strasbourg, Ga­lilee/Ville de Strasbourg, 2004.

«La bete et le souverain», en La democratie a uenir, M.-L. Mallet (ed.), 2004.

Apprendre a uiure enfin. Entretien avec Jean Birn­baum, Galilee/Le Monde, 2005.

Sobre Jacques Derrida

P. Lacoue-Labarthe y J.-L. Nancy (eds.), Les fins de l'homme, 1981.

Sarah Kofman, Lectures de Derrida, 1984. M.-L. Mallet (ed.), Le passage des frontieres, 1994. Rodolphe Gasche, Le tain du miroir. Derrida et la phi-

losophie de la reflexion, traducci6n de M. Froment-Meurice, 199&

M. Lisse (ed.), Passions de la litterature, 1996. Helene Cixous, Portrait de Jacques Derrida enjeune

saintjuif, 2001.

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Page 28: Derrida Aprender a Vivir

JACQUES DERRIDA

En otras editoriales

L'origine de la geometrie, de Husserl, introducci6n y traducci6n, PUF, 1962.

L'ecriture et la difference, Le Seuil, 1967. La uoix et le phenomene, PUF, 1967. De la grammatologie, Minuit, 1967. La dissemination, Le Seuil, 1972. Marges- de la philosophie, Minuit, 1972. Positions, Minuit, 1972. «Economimesis», en Mimesis, Aubier-Flammarion,

1975. «Fors», prefacio aLe uerbier de l'homme aux loups, de

N. Abraham y M. Torok, Aubier-Flammarion, 1976.

«Scribble», prefacio a Essai sur les hieroglyphes, de Warburton, Aubier-Flammarion, 1978.

Eperons. Les styles de Nietzsche, Flammarion, 1978. La verite en peinture, Flammarion, 1978. La carte postale. De Socrate a Freud et au-dela, Au-

bier-Flammarion, 1980. L'oreille de l'autre. Textes et debats, edici6n establecida

por C. Levesque y C. McDona1d, VLB, 1982. Signeponge, Columbia University Press, 1983; Le

Seuil, 1988. La filosofia como institucwn, Granica, 1984. <<Popularites. Du droit ala philosophie du droit», pr6logo

aLes sauvages dans la cite, Champ Vallon, 1985. Lecture de droit de regards, de M.-F. Plissart, Minuit,

1985. c<Prejuges- devant la loi», en La faculte de juger, Mi-

nuit, 1985. «Forcener le subjectile», estudio para Dessins et por­

traits d'Antonin Artaud, Gallimard, 1986.

54

ENTREVISTA CON JEAN BIRNBAUM

Feu la cendre, Des Femmes, 1987. «Mes chanceS>>, en Confrontation, 19, Aubier, 1988. •<Some statements and truisms . . . », en The states of

«Theory» (D. Carroll, ed.), Columbia University Press, 1989.

Le probleme de la genese dans la philosophie de Hus­serl, PUF, 1990.

Memoires d'aveugle. L'autoportrait et autres ruines, Louvre, Reunion des Musees Nationaux, 1990.

Heidegger et la question, Flammarion, 1990. L'autre cap, Minuit, 1991. «Circonfession>•, en Jacques Derrida, con Geoffrey

Bennington, Le Seuil, 1991. Qu'est-ce que la poesie? (edici6n cuadrilingiie), Brink-

mann & Bose, 1991; reedici6n aumentada en cola-boraci6n con W. Mihuleac, Signum, 1997.

«Nous autres grecs», en Nos grecs et leurs modernes, Le Seuil, 1992.

Pregnances, Brandes, 1993. «Fourmis», en Lectures de la d ifference sexuelle, Des

Femmes, 1994. Moscou aller retour, L'Aube, 1995. «Avances••, prefacio aLe tombeau du dieu artisan, de

S. Margel, Minuit, 1995. «Foi et savoin>, en La religion, Le Seuil, 1996; publica-

do aparte, seguido de ccLe siecle et le pardon», Le Seuil, 2000.

«Lignees», en Mille e tre, cinq, con M. Henich, William Blake & Co, 1996.

Erradid, con Wanda Mihuleac, Galerie La Rune Brenner, 199,.

«La norme doit manquer» (y otras contribuciones), en Le genome et son double, Hermes, 1996.

«Un temoignage donne . . ·''• en Questions aujuda'isme.

55

Page 29: Derrida Aprender a Vivir

JACQUES DERRIDA

Entretiens avec Elisabeth Weber, Desclee de Brou-wer, 1996.

Il gusto del segreto, con Maurizio Ferraris, Laterza, 1997.

De l'hospitalite, Calmann-Levy, 1997. Le droit a la philosophie du point de vue eosmopoliti­

que, Unesco-Verdier, 1997. «Manquements - du droit A la justice (Mais que man-

que-t-il done aux sans-papiers?)», en Marx en jeu, Descartes et Cie., 1997.

La contre-allee, con Catherine Malabou, La Quinzaine litteraire-Louis Vuitton, 1999.

«Une certaine possibilite impossible», en Dire l'evene­ment, est-cepossibk?, con G. Soussanay A Nouss, L 'Hannattan, 2001.

«La veilleuse», prefacio a James Joyce ou l'ecriture ma­tricide, de J. Trilling, Circe, 2001.

«La forme et la fa~on», prefacio a Racisme et antise­mitisme, de A David, Ellipses, 2001.

Atlan grand format («De la couleur A la lettre)) ), Galli­mard, 2001.

Sobre Jacques Derrida

Magazine litteraire, no 430, especial sobre Jacques De-rrida, abril de 2004.

Europe, no 901, especial sabre Jacques Derrida, mayo de 2004.

Cahier de l'Herne Derrida, no 83, M.-L. Mallet y G. Mi-chaud (eds.), 2004.

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Colecci6n N6madas

Pierre Alfiri, Buscar una frase Alain Badiou, De un desastre oscuro. Sobre el fin de Ia ver-

dad de Estado Jean Baudrillard, El complot del arte. Dusi6n y desilusi6n

esteticas Jacques Derrida, Aprender por fin a vivir (Entrevista con

Jean Birnbaum) Jea.n-Luc Nancy, El intruso Jea.n-Luc Nancy, La mirada del retrato Jea.n-Luc Nancy, La representaci6n prohibida Mario Perniola, Contra Ia comunicaci6n Paul Ricaur, El mal. Un desafio ala filosofia y ala teologia

Obras en preparaci6n

Georges Charbonnier, Entrevistas con Claude Uvi-Strauss HiUne Cixous, La llegada ala escritura Martin Heidegger, La pobreza Jacques Ranciere, El odio a Ia democracia

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Page 30: Derrida Aprender a Vivir

Colecci6n Mutaciones

Fraru;ois Balmes, Lo que Lacan dice del ser (1953-1960) Georges Canguilhem, Escritos sobre la medicina Gilles Deleuze, Presentaci6n de Sacher-Masoch. Lo frio y lo

cruel Roberto Esposito, Communitas. Origen y destino de la co-

munidad Roberto Esposito, Immunitas. Protecci6n y negaci6n de Ia

vida Rene Guitart, Evidencia y extraiieza. Matematica, psico-

analisis, Descartes y Freud Jean-Claude Milner, El periplo estructural. Figuras y para-

digma Jean-Claude Milner, El paso filos6fico de Roland Barthes Gerard Wajcman, El objeto del siglo

Obra en preparaci6n

Roberto Esposito, Bfos. Biopolitica y fllosofia

Otros titulos de esta editorial

Theodor W. Adorno, Consignas Gaston Bachelard, Estudios Gaston Bachelard, La filosofia del no Georges Canguilhem, Ideologia y racionalidad en la historia

de las ciencias de ]a vida Gilles Deleuze, Diferencia y repetici6n Gilbert Durand, La imaginaci6n simb6lica Mauri.zio Ferraris, Introducci6n a Derrida Lucien Goldmann, Introducci6n ala filosofia de Kant Max Horkheimer, Teorfa crftica Leszek Kolakowski, La presencia del mito Kurt Lenk, El concepto de ideologia. Comentario crftico y se-

lecci6n sistematica de textos Anne Sauvagnargues, Deleuze. Del animal al arte Charles Taylor, La libertad de los modernos Fraru;ois Zourabichvili, Deleuze. Una filosofia del aconteci-

miento

Obras en preparaci6n

Georges Canguilhem, Estudios de historia y de filosofia de las ciencias

Leo Strauss, El renacimiento del racionalismo politico clasico

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