tolstoi - cuentos para aprender a vivir

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  • Mensajes de sabidura 1

  • 2 Cuentos para aprender a vivir

    A la memoria de Eduardo Bez Cruz, que ense a los nios de Nicaragua a amar los cuentos.

    Equipo Teyocoyani Accin Ecumnica para la capacitacin y Reflexin Teolgica De la Rotonda de Metrocentro 150 mts. abajo Tel 22786438 Apdo. Postal LM 131 E-mail: [email protected] http://www.teyocoyani.org

    Impreso en Ediciones Graphic Print, S.A. Esta edicin consta de 1500 ejemplares

    Junio 2010 Managua, Nicaragua

  • Mensajes de sabidura 3

    El gran escritor ruso Len Tolstoi (1828-1910),

    autor de los cuentos de este libro.

  • 4 Cuentos para aprender a vivir

  • Mensajes de sabidura 5

    Advertencia

    Este libro de cuentos contiene relatos de Len Tolstoi,

    caracterizados por su sencillez y sabidura. Tolstoi es

    uno de los grandes escritores de la humanidad, cuyos

    libros y novelas han sido traducidos a casi todas las

    lenguas de la Tierra. Su fama es universal.

    Tras lograr un inmenso xito literario, este autor ruso

    sinti la necesidad de emplear los recursos de su arte

    para comunicar a su pueblo algunas verdades

    fundamentales de la vida. Con ese fin, ya anciano,

    compuso estos cuentos, en los que expresa un espritu

    profundamente evanglico, inspirado en las

    enseanzas y el ejemplo de Jess de Nazaret.

    Con palabras sencillas, capaces de llegar al corazn y

    de transformar vidas, Tolstoi transmite aqu grandes

    valores humanos como el amor, el perdn, la

    misericordia, la honestidad y la fraternidad. Su

    palabra de apstol atraviesa los siglos y mantiene una

    gran actualidad, ejerciendo una benfica influencia

    sobre sucesivas generaciones. El ms grande de sus discpulos fue Mahatma Gandhi, el apstol de la no-

    violencia y ejemplo de poltico recto y santo.

  • 6 Cuentos para aprender a vivir

    Recogemos en este libro algunos de los relatos finales

    de Tolstoi. Nuestro propsito es ante todo pedaggico

    y por eso, en tres ocasiones, nos hemos permitido

    adaptar, con ligeros retoques, el texto de Tolstoi a las

    circunstancias y la cultura de Nicaragua,

    actualizndolos. Que el gran Tolstoi perdone nuestro

    atrevimiento! Consideramos que de esta forma

    nuestro pueblo podr asimilar con mayor facilidad y

    eficacia su mensaje. En los dems cuentos nicamente

    hemos acomodado las traducciones al lenguaje

    popular nicaragense.

    Nuestro pueblo necesita libros que le enseen a

    disfrutar de la lectura y le transmitan a la vez un

    mensaje de sabidura. Ambas cosas las ofrece este

    libro.

    Ojal que estos cuentos circulen de boca en boca, de

    padres a hijos, por sucesivas generaciones.

    Sea este nuestro homenaje a la memoria de Len

    Tolstoi en el primer centenario de su muerte, acaecida

    el 20 de noviembre de 1910!

    Equipo Teyocoyani

  • Mensajes de sabidura 7

    Contenido

    La aventura del bosque9

    El perro muerto.14

    El campesino y el espritu de las aguas.17

    Mil monedas de oro.19

    El manantial...21

    Dos hermanos...23

    Tres preguntas27

    Cunta tierra necesita un hombre?...................38

    Donde est el Amor, all est Dios..54

    Dios ve la verdad, pero no la dice

    sino cuando quiere..84

    El pecador arrepentido..102

  • 8 Cuentos para aprender a vivir

  • Mensajes de sabidura 9

    La aventura del bosque

    os hermanos viajaban juntos; hacia el

    medio da se tendieron en el bosque para

    descansar.

    Cuando despertaron vieron cerca de ellos una

    piedra, con unas palabras escritas sobre ella; las

    descifraron y esto fue lo que leyeron:

    Que quien encuentre esta piedra camine por el

    bosque hacia el Oriente; que en su camino hallar

    un ro; que lo atraviese; en la otra orilla ver a

    una osa con sus cras; que coja los ositos y escape

    a la montaa sin regresar. All ver una casa, y

    en aquella casa encontrar la felicidad.

    Entonces dijo el menor al mayor:

    --Vamos juntos; a lo mejor podamos atravesar el

    ro, agarrar los ositos, llevarlos a aquella casa y

    encontrar ambos la felicidad.

    Pero el mayor replic:

    --No ir en busca de los osos, ni te aconsejo que lo

    hagas. En primer lugar, porque nada prueba que lo

    que est escrito sobre esta piedra sea verdad, a lo

    mejor se trata de una broma; en segundo lugar,

    D

  • 10 Cuentos para aprender a vivir

    porque es muy posible que hayamos ledo mal lo

    que ah dice; y adems, aun admitiendo que todo

    esto sea verdad, pasaremos la noche en el bosque,

    no hallaremos el ro y nos vamos a perder. Y si

    hallamos el ro, acaso vamos a poder atravesarlo?

    Tal vez sea muy ancho y su corriente rpida. Y en

    caso de que logrramos pasarlo, crees que sera

    fcil apoderarse de los ositos? La osa nos

    degollara, y en vez de la felicidad encontraramos

    la muerte. Por otra parte, aunque consiguiramos

    agarrar los ositos, no nos sera posible escapar sin

    poder descansar antes de llegar a la montaa. Por

    ltimo, no veo en qu consista la bendita felicidad

    que se encuentra en aquella casa; a lo mejor no se

    trate sino de una dicha con la que nada podamos

    hacer.

    Y el hermano menor repuso:

    --No comparto tu opinin; sin motivo alguno no se

    escribi eso en esta piedra. El sentido de las

    palabras es claro y preciso. Primero el peligro no

    es tan grande como lo pintas. En segundo lugar, si

    no somos nosotros los que vamos, otro podr

    descubrir esta piedra, hallar la felicidad en lugar

    nuestro y nosotros nos quedaremos sin nada.

  • Mensajes de sabidura 11

    Por otra parte, nada se consigue sin esfuerzo. Y,

    adems, yo no quiero pasar por cobarde.

    A lo que dijo el hermano mayor:

    --Bueno, ya sabes el proverbio: "La codicia rompe

    el saco", o aquel otro: "Ms vale pjaro en mano

    que cien volando".

    Contest el menor:

    --Y yo he odo decir: "Quien no se arriesga no pasa

    el mar", y tambin: "Bajo una piedra inmvil no

    corre el agua". Creo que es hora de partir!

    As que el menor se fue y el otro se qued.

  • 12 Cuentos para aprender a vivir

    Un poco ms lejos, en el bosque, el menor

    encontr un ro, lo atraves, y junto a la orilla vio

    una osa que dorma; cogi las cras y, sin volver a

    ver atrs, ech a correr hacia la montaa. En

    cuanto lleg a la cima, una multitud de gente sali

    a su encuentro y le transport a la ciudad, donde le

    nombraron rey.

    Rein durante cinco aos; al sexto, otro soberano

    ms fuerte que l le declar la guerra, se apoder

    de la ciudad y le expuls.

    Entonces, el hermano menor qued de nuevo en la

    calle y volvi a la casa del mayor, que viva

    pacficamente en el campo, ni rico ni pobre.

  • Mensajes de sabidura 13

    Los dos hermanos sintieron mucho gusto

    contndose su vida.

    --Bueno, ya lo ves le dijo el mayor que yo tena

    la razn. Mientras yo he vivido sin peligros, t, que

    fuiste rey, has vivido en cambio una vida llena de

    tormentos.

    A lo que respondi el menor:

    --No me arrepiento de mi aventura del bosque; es

    cierto que ahora ya no soy nada; pero tengo, para

    embellecer mi vejez, el corazn lleno de recuerdos,

    mientras que t no los tienes.

  • 14 Cuentos para aprender a vivir

    El perro muerto

    na tarde lleg Jess a las puertas de una

    ciudad y pidi a sus discpulos que se

    adelantaran para preparar la cena.

    Sintindose impulsado hacia el bien y el amor, l

    se fue por las calles hasta la plaza del mercado.

    All vio en un rincn a un grupo de gente mirando

    algo en el suelo y l tambin se acerc para ver qu

    era lo que tanto les llamaba la atencin.

    Era un perro muerto, con una soga al cuello que

    haba servido para arrastrarle por el lodo. Jams

    cosa ms vil, ms repugnante, ms impura se

    haba ofrecido a los ojos de los hombres.

    Y todos los que estaban en el grupo miraban hacia

    el suelo con desagrado.

    --Esto contamina el aire -dijo uno de los presentes.

    --Esta carroa va a ser un estorbo en el camino por

    mucho tiempo -dijo otro.

    U

  • Mensajes de sabidura 15

    --Miren su cuero -dijo un tercero--: no hay pero ni

    un slo pedazo que pueda servir para hacer unos

    caites.

    --Y sus orejas -exclam un cuarto-son asquerosas y

    estn llenas de sangre.

    --Lo han de haber ahorcado por ladrn -aadi

    otro.

    Jess les escuch, y dirigiendo una mirada de

    compasin al animal inmundo, dijo:

  • 16 Cuentos para aprender a vivir

    --Sus dientes son ms blancos y hermosos que las

    perlas!

    Entonces el pueblo, admirado, se volvi hacia El y

    exclam:

    --Quin es ste? Ser Jess de Nazaret? Slo l

    poda encontrar de qu compadecerse y hasta algo

    que alabar en un perro muerto...!

    Y todos, avergonzados, se inclinaron ante el Hijo

    de Dios y siguieron su camino.

  • Mensajes de sabidura 17

    El campesino y el espritu

    de las aguas

    un campesino se le cay su hacha en el ro

    y, dolido, se puso a llorar. El espritu de las

    aguas se compadeci de l, y

    presentndole un hacha de oro, le pregunt:

    --Es la tuya?

    Respondi el campesino:

    --No, no es la ma.

    A

  • 18 Cuentos para aprender a vivir

    El espritu de las aguas le llev otra de plata.

    --Tampoco es sa -dijo nuevamente el campesino.

    Entonces el espritu de las aguas le llev su propia

    hacha.

    Al verla, el campesino exclam:

    --Esa es la ma!

    Para recompensarle por su honradez, el espritu de

    las aguas le regal las tres hachas.

    De vuelta en su casa, el campesino ense su

    regalo, contando aquella aventura a sus

    compaeros.

    Uno de ellos quiso hacer lo mismo, se fue a la orilla

    del ro, dej caer su hacha y se puso a llorar.

    El espritu de las aguas le present un hacha de

    oro y le pregunt:

    --sta es la tuya?

    El campesino, contentsimo, respondi:

    --S, s, esa es la ma!

    Entonces el espritu de las aguas no le dio ni la de

    oro ni la suya, en castigo por haberle engaado.

  • Mensajes de sabidura 19

    Mil monedas de oro

    n hombre rico quiso repartir mil monedas

    de oro a los pobres, pero como no saba a

    cules pobres deba darlas, fue a buscar

    un sacerdote, y le dijo:

    --Quiero dar mil monedas de oro a los pobres, pero

    como no s a quines darlas, prefiero que agarre

    usted el dinero y lo distribuya segn le parezca.

    El sacerdote le respondi:

    --Es mucho dinero, y yo tampoco s a quines

    darlo, porque tal vez a unos les dara demasiado

    mientras que a otros demasiado poco. Mejor

    dgame usted a cules pobres es preciso dar su

    dinero y qu cantidad debo yo dar a cada uno.

    El rico resolvi:

    --Si no sabe usted a quin dar este dinero, Dios lo

    sabr: dselo entonces al primero que llegue.

    En la misma parroquia viva un hombre muy

    pobre, que tena muchos hijos y que estaba

    enfermo y no poda trabajar. Este pobre ley un

    da en los salmos: Yo fui joven y he llegado a viejo,

    U

  • 20 Cuentos para aprender a vivir

    y nunca he visto a un justo desamparado ni a sus

    hijos mendigar.

    Pero el pobre pens:

    --Ay de m! Estoy abandonado de Dios, y, sin

    embargo, no he hecho nunca mal a nadie... Voy a ir

    a buscar al sacerdote para preguntarle cmo es

    posible que se encuentre una mentira como sta en

    las Escrituras.

    Y sali en busca del sacerdote; y al presentarse

    donde l, el sacerdote pens:

    --Este pobre es el primero que llega: le dar las mil

    monedas de oro del rico.

  • Mensajes de sabidura 21

    El manantial

    n un caluroso da de verano, tres viajeros se

    reunieron junto a un ojo de agua que estaba

    al lado del camino, rodeado de algunos

    rboles y de un zacatito hmedo; el agua, pura

    como una lgrima, caa en un recipiente labrado

    naturalmente en la piedra; luego se derramaba

    para regarse por la campia. Los viajeros

    descansaron a la sombra de aquellos rboles y

    bebieron agua del manantial. Junto a l vieron una

    piedra en la cual se lean estas palabras: "Sean

    como este ojo de agua".

    Los caminantes leyeron las palabras escritas en la

    piedra, luego se preguntaron por su significado.

    --Es un buen consejo -dijo uno de ellos, que era

    comerciante--. As como un crique no para de

    correr, llega lejos, recibe agua de otros ros y se

    convierte en un gran ro, as tambin debe hacer

    uno, ocupndose de sus asuntos, y de esa manera

    siempre triunfar y conseguir riquezas.

    --No -dijo el segundo viajero, un joven--. A mi

    entender, esas palabras significan que el hombre

    E

  • 22 Cuentos para aprender a vivir

    debe guardar su alma de las malas inclinaciones y

    de los malos deseos; su alma debe mantenerse tan

    pura como el agua de este manantial. Ya ven que

    ahora esta agua da fuerzas a los que, como

    nosotros, nos paramos aqu para beber, pero si

    viniera de atravesar todo el mundo y estuviera

    turbia, qu utilidad tendra?, quin quisiera

    entonces bebrsela?

    El tercer viajero, que era anciano, sonri y dijo:

    --Este joven tiene razn. El manantial, dando de

    beber a los sedientos, nos ensea a practicar el

    bien con todo el mundo, sin esperar recompensa,

    sin contar con el agradecimiento.

  • Mensajes de sabidura 23

    Dos hermanos

    o que vamos a contar sucedi cuando aun no

    exista la ciudad de Jerusaln, en los frtiles

    campos sobre los cuales fue luego edificada,

    y que eran cultivados por una desparramada

    poblacin de campesinos judos.

    En aquellos lugares estaban las viviendas de dos

    hermanos, muy cerca una de otra.

    Ambos eran casados. El menor tena cuatro hijos, y

    el mayor ninguno.

    Al morir el padre, en lugar de repartirse la tierra

    que heredaron, haban decidido sembrarla en

    comn, y cuando madur el trigo y se hizo la

    recoleccin, partieron la cosecha en dos porciones

    iguales.

    Pero aquella noche el hermano mayor no poda

    conciliar el sueo.

    L

  • 24 Cuentos para aprender a vivir

    -Habremos repartido bien el trigo? Pensaba-.

    Mi hermano tiene ms familia que yo, que slo

    tengo a mi mujer. l necesita pan para sus cuatro

    hijos.

    No poda apartar esta idea de su espritu, ni

    retrasar para otro da el pensar sobre eso. Al fin,

    mucho antes del amanecer, se levant, fue a los

    graneros, y con trigo suyo acrecent la parte de su

    hermano. Despus se fue a dormir tranquilo.

  • Mensajes de sabidura 25

    Pero tambin el hermano menor se haba

    despertado inquieto con la duda de si el reparto

    haba sido hecho segn la justicia.

    -Mi mujer y yo somos fuertes se deca-. Tenemos,

    adems, cuatro hijos que pronto han de poder

    ayudarnos a trabajar. En cambio mi hermano y su

    mujer son menos jvenes que nosotros y, por otra

    parte, no tienen hijos en que fundar esperanza.

    Quin les ayudar cuando ellos se debiliten? Hay

    que anticiparse a la hora de su vejez y aumentar

    desde ahora su fortuna.

    Y como era todava de noche, le pareci el mejor

    momento para hacer con sigilo su propsito. Se fue

    a los graneros y aadi una buena cantidad de

    trigo al acopio de su hermano. Despus volvi a su

    aposento y se durmi rpidamente, cuando

    empezaban a cantar los gallos.

    Al siguiente da, ambos notaron con sorpresa que

    sus montones seguan siendo iguales. Se miraron,

    pero ninguno dijo una palabra.

    Por la noche cada uno hizo lo mismo que la vez

    anterior. Pero al llegar la maana, como si fuera

    cosa de magia, vieron que no se haba alterado la

    igualdad de las partes.

  • 26 Cuentos para aprender a vivir

    Lo mismo sucedi durante varias noches y das

    consecutivos, y no saban qu pensar, pues los

    montones permanecan siempre iguales, como si

    en vez de hacer lo que se proponan lo hubiesen

    soado.

    Hasta que una noche se levantaron por casualidad

    a la misma hora, y se encontraron frente a frente, a

    la puerta del granero.

    Entonces, sin decirse nada, hicieron con todo el

    trigo un solo montn y se fueron a dormir con un

    sueo tan profundo como el de la niez.

    Y as fue despus todos los aos, hasta el trmino

    de sus das.

  • Mensajes de sabidura 27

    Tres preguntas

    aba una vez un rey al que se le ocurri

    que si conociera la respuesta a las

    siguientes tres preguntas, nunca fallara

    en ninguna cuestin. Las tres preguntas eran:

    Cul es el momento ms oportuno para hacer

    cada cosa? Quin es la persona ms importante

    con la que debemos tratar? Cul es la accin ms

    importante?

    El rey public un edicto a travs de todo su reino

    anunciando que cualquiera que pudiera responder

    a estas tres preguntas recibira una gran

    recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto

    emprendieron el camino al palacio; cada uno

    llevaba una respuesta diferente al rey.

    Como respuesta a la primera pregunta, unos le

    aconsejaron planificar detalladamente su tiempo,

    dedicando cada hora, cada da, cada mes y cada

    ao a ciertas tareas y seguir este plan al pie de la

    letra. Slo de esta manera podra esperar realizar

    cada cosa en el momento oportuno.

    H

  • 28 Cuentos para aprender a vivir

    Otros le dijeron al rey que era imposible planear

    todo de antemano y que ms bien debera

    desechar toda distraccin intil y permanecer

    atento a lo que suceda, para saber qu hacer en

    cada momento. Pero alguien ms insisti en que el

    rey, aunque estuviera atento a todo, solo nunca iba

    a poder saber cundo deba hacer cada cosa, por lo

    que en realidad necesitaba rodearse de sabios

    consejeros para actuar conforme a su consejo.

    Pero todava otros ms plantearon que para ciertas

    cosas se requiere de una decisin inmediata y que

    no permite esperar los resultados de una consulta,

    as que si uno quiere decidir bien, es necesario

    conocer el futuro, pero slo se puede llegar a

    conocer de antemano el futuro consultando a los

    adivinos.

    Las respuestas a la segunda pregunta tampoco

    estuvieron de acuerdo. Unos decan que las

    personas ms importantes para el rey eran sus

    administradores; otros ms bien pensaban que

    eran los sacerdotes; otros ms, que eran los

    mdicos y, por ltimos, haba quienes sostenan

    que eran los guerreros.

  • Mensajes de sabidura 29

    Como respuesta a la tercera pregunta de cul era la

    accin ms importante, decan unos que eran las

    ciencias, otros insistan en que era la estrategia de

    hacer la guerra y los ltimos planteaban que era la

    adoracin a Dios.

    Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el

    rey no acept ninguna y a nadie le dio la

    recompensa.

    Despus de varias noches de reflexin, el rey

    resolvi visitar a un solitario que era famoso por su

    sabidura. Este solitario viva en la montaa y

    solamente reciba gente pobre. As pues el rey se

    visti como un simple campesino y se fue a buscar

    al solitario.

    Al llegar cerca del lugar donde el solitario

    habitaba, el rey se baj de su caballo, dej atrs a

    sus guardaespaldas y se fue solo a su encuentro. El

    rey lo hall cavando en el jardn frente a su

    ranchito. Cuando el solitario vio al extrao, movi

    su cabeza en seal de saludo y sigui con su

    trabajo. Era claro que la tarea le resultaba dura,

    pues se trataba de un hombre dbil y flaco, y cada

    vez que meta la pala en la tierra para removerla,

    respiraba con dificultad.

  • 30 Cuentos para aprender a vivir

    El rey se le acerc y le dijo:

    - Hombre sabio, he venido para pedirte que me

    respondas tres preguntas:

    Cul es el momento que uno debe tener en cuenta

    para no perderse nada y luego no tener de qu

    arrepentirse?

    Cules son las personas indispensables, las que

    debemos preferir ms que a todas?

    Qu acciones son las ms importantes y las que

    uno debe realizar primero que nada?

  • Mensajes de sabidura 31

    El solitario le escuch atentamente pero no

    respondi. Solamente se escupi en la mano y

    sigui cavando. El rey le dijo:

    - Has de estar cansado, djame que te eche una

    mano.

    El solitario le dio las gracias al rey, le pas la pala y

    se sent en el suelo a descansar.

    Despus de haber removido dos surcos, el rey se

    detuvo y repiti sus preguntas. El solitario

    tampoco esta vez contest sino que se levant y,

    tomando la pala, le dijo:

    - Por qu no descansas? Ahora yo puedo seguir

    cavando.

    Pero el rey no le dio la pala y continu cavando.

    As pas una hora, luego otra y finalmente el sol

    comenz a ponerse tras las montaas. El rey solt

    la pala y dijo:

    - Sabio, vine a verte para que me respondieras a

    mis preguntas, pero si acaso no puedes darme

    respuesta, dmelo abiertamente, y yo entonces me

    regresar a mi casa.

  • 32 Cuentos para aprender a vivir

    -All viene alguien corriendo! dijo el solitario,

    miremos quin es.

    El rey volte a ver y de repente ambos vieron a un

    hombre de barba que sala corriendo del bosque.

    Sus manos las presionaba sobre una herida

    sangrante en su estmago. El hombre corri hacia

    el rey, cay al suelo, cerr los ojos y se qued

    inmvil, gimiendo con voz dbil.

    Al rasgar los vestidos del hombre, el rey y el

    solitario vieron que ste haba recibido una

    profunda cuchillada. El rey le limpi la herida lo

    mejor que pudo y luego us su pauelo y la toalla

  • Mensajes de sabidura 33

    del solitario para vendarle, pero la sangre no

    dejaba de correr y el rey varias veces quit la

    venda empapada en sangre para volver a vendar la

    herida. Cuando se detuvo la hemorragia, el herido

    recuper la conciencia y pidi un trago de agua. El

    rey fue a traerle agua fresca y calm la sed del

    herido.

    Mientras tanto el sol se haba puesto y el aire de la

    noche haba comenzado a refrescar.

    El rey y el solitario entre los dos cargaron al

    hombre hasta el rancho y lo acostaron. El hombre

    cerr los ojos y se aquiet. El rey estaba tan

    rendido despus del largo viaje y el trabajo, que se

    acost a la entrada del rancho y se durmi la noche

    entera.

    Cuando despert a la maana siguiente no

    entenda dnde estaba ni quin era ese hombre

    barbudo acostado en la cama, que lo miraba

    fijamente con mirada resplandeciente.

    -Perdname, le dijo el hombre barbudo con voz

    dbil, cuando se percat que el rey haba

    despertado y lo contemplaba.

  • 34 Cuentos para aprender a vivir

    - Pero si yo no te conozco ni tengo nada que

    perdonarte, le respondi el rey.

    -T no me conoces, Majestad, pero yo te conozco a

    ti. Yo era un enemigo tuyo declarado y haba

    jurado vengarme de ti, porque durante la ltima

    guerra mataste a mi hermano y me quitaste mi

    propiedad. Cuando supe que habas venido solo a

    la montaa, decid matarte al regreso. Pero

    despus de emboscarte todo un da y ver que no

    volvas, sal de mi escondite para buscarte. En

    lugar de dar contigo, me top con tus

    guardaespaldas y me hirieron. Por suerte pude

    escapar y corr hasta aqu. Si no me hubieras

    acogido y vendado mis heridas, seguramente me

    hubiera desangrado y ahora ya estara muerto. Yo

    deseaba matarte y t en cambio me has salvado la

    vida. Si vivo y t me lo permites, yo te juro que

    ser un fiel servidor tuyo por el resto de mi vida y

    ordenar a mis hijos y a mis nietos que hagan lo

    mismo. Por favor, Majestad, concdeme tu perdn.

    El rey se alegr muchsimo de ver que tan

    fcilmente haba logrado reconciliarse con su

    enemigo, y no slo le perdon, sino que le

    prometi devolverle su propiedad y enviarle a sus

  • Mensajes de sabidura 35

    propios mdicos y servidores para que le

    atendieran hasta que estuviera completamente

    restablecido.

    El rey se despidi del herido, sali del rancho y

    busc al solitario. Por ltima vez, antes de dejarle,

    quera pedirle una respuesta a sus preguntas.

    El solitario estaba afuera y caminaba de rodillas,

    sembrando verduras entre los surcos abiertos el

    da anterior.

  • 36 Cuentos para aprender a vivir

    El rey se dirigi a l y le dijo:

    -Hombre sabio, por ltima vez te ruego: responde

    a mis preguntas!

    El solitario se sent en cuclillas sobre sus piernas

    flacas, alz la vista al rey y le dijo:

    - Tus preguntas ya han sido contestadas.

    - Pero, cmo?, pregunt el rey confuso.

    - Ayer, si no te hubieras compadecido de mi edad y

    no me hubieras ayudado a cavar el terreno, te

    hubieras regresado solo y ese hombre te hubiera

    atacado y entonces te habras arrepentido de no

    haberte quedado conmigo. Por lo tanto el

    momento ms oportuno fue el que pasaste

    cavando mi terreno; y yo en ese momento era para

    ti la persona ms importante y la accin ms

    importante consisti en ayudarme a m...

    Ms tarde, cuando lleg corriendo el herido, el

    momento ms oportuno fue el tiempo que pasaste

    curando su herida, porque si no le hubieses

    cuidado habra muerto y habras perdido la

    oportunidad de reconciliarte con l. As que l se

    convirti en la persona ms importante para ti y lo

    que le hiciste fue la accin ms importante...

  • Mensajes de sabidura 37

    Grbate entonces lo siguiente: slo hay un

    momento importante y es el ahora, pues tan solo

    tenemos dominio sobre el presente. La persona

    ms importante es siempre esa con la que ests,

    porque nadie puede saber si tratar con otra

    persona en el futuro. Y la accin ms importante

    es ser bondadoso con ella, porque para eso es que

    fuimos enviados a este mundo.

  • 38 Cuentos para aprender a vivir

    Cunta tierra necesita

    un hombre?

    (Adaptacin)

    a vida se vuelve imposible cuando no se

    tienen tierras propias, pensaron Pascual y su

    esposa. Y se pusieron a calcular cunto

    podran comprar. Tenan ahorrados cien dlares.

    Vendieron un potrillo, y la mitad de sus cerdos,

    pusieron a trabajar a uno de sus hijos en una

    construccin y pidieron anticipos sobre la paga.

    Pidieron luego prestado el resto a un cuado, y as

    juntaron la mitad del dinero de la compra.

    Despus de eso, Pascual escogi una parcela de

    veinte manzanas, donde haba selva, fue a ver a la

    duea y se la compr.

    Pascual ahora tena su propia tierra. Pidi semilla

    prestada, y la sembr, y obtuvo una buena

    cosecha. Al cabo de un ao haba logrado saldar

    sus deudas con la seora y su cuado. As se

    convirti en finquero, y cortaba sus propios

    rboles, y alimentaba a su ganado en sus propios

    pastos.

    L

  • Mensajes de sabidura 39

    Cuando sala a arar los campos, o a mirar su milpa

    o sus potreros, el corazn se le llenaba de alegra.

    La hierba que creca y las flores que all florecan le

    parecan diferentes de las de otras partes. Antes,

    cuando cruzaba esa tierra, le pareca igual a

    cualquier otra, pero ahora le pareca muy distinta.

    Un da Pascual estaba sentado en su casa cuando

    un viajero se detuvo frente a la puerta. Pascual le

    pregunt de dnde vena, y el forastero respondi

    que vena de la Costa Atlntica, donde haba

    estado trabajando. Una palabra llev a la otra, y el

    hombre coment que haba muchas tierras en

    venta por all, y que muchos estaban viajando para

  • 40 Cuentos para aprender a vivir

    comprarlas. Las tierras eran tan frtiles, asegur,

    que el maz creca altsimo y una manzana daba

    all ms que cuatro en otras partes. Coment que

    un campesino haba trabajado slo con sus manos,

    y ahora tena seis caballos y dos vacas.

    El corazn de Pascual se llen de ganas de

    comprar esas tierras.

    "Por qu me voy a quedar sufriendo en este hueco

    -pens- si se vive tan bien en otras partes?

    Vender mi tierra y mi finca, y con ese dinero

    comenzar all de nuevo y voy a tener todo nuevo".

    Pascual vendi su tierra, su casa y su ganado, con

    buenas ganancias, y se mud con su familia a su

    nueva propiedad. Todo lo que haba dicho el

    campesino era cierto, y Pascual estaba ahora en

    una posicin mucho mejor que antes. Compr

    muchas tierras arables y potreros, y pudo tener las

    cabezas de ganado que deseaba.

    Al principio, en el ajetreo de la mudanza y la

    construccin, Pascual se senta complacido, pero

    cuando se acostumbr, comenz a pensar que

    tampoco aqu estaba satisfecho. Quera sembrar

    un maizal ms grande, pero no tena tierras

    suficientes para hacerlo, as que arrend ms

  • Mensajes de sabidura 41

    tierras por tres aos. Fueron buenas temporadas y

    hubo buenas cosechas, as que Pascual ahorr

    dinero. Podra haber seguido viviendo

    cmodamente, pero se cans de arrendar tierras

    ajenas todos los aos, y de sufrir privaciones para

    ahorrar el dinero.

    "Si todas estas tierras fueran mas -pens-, sera

    independiente, y no sufrira estas inco-

    modidades."

    Un da un vendedor de bienes races que pasaba le

    coment que acababa de regresar de la lejana

    tierra de los misquitos, donde haba comprado

    seiscientas manzanas por tan slo mil dlares.

    -Slo debes hacerte amigo de los jefes -dijo- Yo les

    regal como cien dlares en ropa y provisiones,

    adems de una caja de caf, y les repart ron, y

    obtuve la tierra por una bagatela.

  • 42 Cuentos para aprender a vivir

    "Vaya -pens Pascual-, all puedo llegar a tener

    diez veces ms tierras de las que poseo. Debo

    probar suerte."

    Pascual encomend a su familia el cuidado de la

    finca y emprendi el viaje, llevando consigo a su

    mozo. Pasaron por un pueblo donde compraron

    ropa, caf, ron y otros regalos ms, tal y como el

    vendedor le haba aconsejado. Continuaron su

    viaje hasta recorrer ms de trescientos kilmetros,

  • Mensajes de sabidura 43

    y el sptimo da llegaron a un lugar donde vivan

    los misquitos.

    En cuanto vieron a Pascual, salieron de sus

    ranchos y se reunieron alrededor del visitante. Le

    ofrecieron caf y le dieron de comer un rico

    pescado frito con yuca. Pascual sac los regalos de

    su equipaje y los distribuy, dicindoles que vena

    en busca de tierras. Los misquitos parecan muy

    contentos y le dijeron que deba hablar con el jefe.

    Lo mandaron a buscar y le explicaron a qu haba

    llegado Pascual.

    El jefe lo escuch un rato, pidi silencio con un

    gesto y le dijo a Pascual:

    -De acuerdo. Escoge toda la tierra que quieras.

    Tenemos tierras en abundancia.

    -Y cul ser el precio? -pregunt Pascual.

    -Nuestro precio es siempre el mismo: mil dlares

    por da.

    Pascual no comprendi.

    -Un da? Qu medida es sa? Cuntas

    manzanas son?

  • 44 Cuentos para aprender a vivir

    -No sabemos calcularlo -dijo el jefe- Vendemos la

    tierra por da. Todo lo que puedas recorrer a pie en

    un da es tuyo, y el precio es de mil dlares por da.

    Pascual se qued sorprendido.

    -Pero en un da se puede recorrer muchsima tierra

    -dijo.

    El jefe se ech a rer.

    -Ser toda tuya! Pero con una condicin: si no

    regresas el mismo da al lugar donde comenzaste,

    pierdes tu dinero.

    -Pero cmo debo sealar el camino que he

    seguido?

    -Iremos a cualquier lugar que gustes, y nos

    quedaremos all. Puedes comenzar desde ese lugar

    y emprender tu viaje, llevando un azadn contigo.

    Donde lo consideres necesario, deja una marca. En

    cada vuelta, cava un hoyo grande y amontona la

    tierra; luego iremos con un arado de hoyo en hoyo.

    Puedes hacer el recorrido que quieras, pero antes

    de que se ponga el sol debes regresar al mismo

    lugar de donde saliste.

  • Mensajes de sabidura 45

    Toda la tierra que cubras ser tuya. Pascual se

    puso contentsimo. Decidi comenzar por la

    maana. Platicaron, bebieron ms caf, comieron

    ms pescado, y as lleg la noche. Le dieron a

    Pascual una cama con buen colchn, muy bien

    arreglada, y los misquitos se dispersaron,

    prometiendo reunirse a la maana siguiente en la

    madrugada, para viajar juntos al punto convenido

    antes del amanecer.

    Pascual se acost, pero no pudo dormirse. No

    dejaba de pensar en su tierra.

    "Qu gran extensin marcar! -pens-. Puedo

    andar fcilmente cincuenta kilmetros por da. Los

    das ahora son largos, y un recorrido de cincuenta

    kilmetros representar una gran cantidad de

    tierra. Vender las tierras ms ridas, o se las

    dejar a mis mozos, pero yo escoger la mejor

    tierra y la trabajar. Comprar dos yuntas de

    bueyes, y contratar dos peones ms. Unas

    noventa manzanas la destinar a la siembra, y en

    el resto criar ganado."

    Por la puerta abierta vio que estaba rompiendo el

    alba.

  • 46 Cuentos para aprender a vivir

    -Es hora de despertarlos -se dijo-. Debemos

    ponernos en marcha.

    Se levant, despert al mozo (que dorma sobre

    unos sacos de maz en una bodega vecina), le

    orden ensillar los caballos y se fue a despertar a

    los misquitos.

    -Es hora de ir al campo para medir las tierras -dijo.

    Los misquitos se levantaron y se reunieron, y

    tambin acudi el jefe. Se pusieron a desayunar, y

    le ofrecieron comida y caf a Pascual, pero l no

    quera esperar.

    -Si hemos de ir, vayamos de una vez. Ya es hora.

    Los misquitos se prepararon y todos se pusieron

    en camino, algunos a caballo, otros a pie. Pascual y

    su mozo iban a caballo, y l llevaba un azadn.

    Cuando llegaron al punto deseado, el cielo de la

    maana estaba rojo. Subieron a una loma y se

    apearon de los caballos, reunindose en un lugar.

    El jefe misquito se acerc a Pascual y extendi el

    brazo hacia la llanura.

    -Todo esto, hasta donde llega la mirada, es

    nuestro. Puedes tomar lo que gustes. A Pascual le

    relucieron los ojos, pues era toda tierra virgen,

  • Mensajes de sabidura 47

    plana como la palma de la mano y se vea frtil y

    llena de pasto.

    El jefe se quit su gorra, la puso sobre el suelo y

    dijo:

    -Esta ser la marca. Empieza aqu, y regresa aqu.

    Toda la tierra que rodees ser tuya. Pascual sac el

    dinero y lo puso en la gorra. Luego se quit la

    camisa y se puso una camiseta sin mangas. Se

    afloj la faja y la apret duro en la barriga, se colg

    un morral con tortilla y cuajada y se amarr una

    botella de agua al cinturn, se amarr bien las

    botas, agarr el azadn y se dispuso a partir. Tard

    un instante en decidir el rumbo. Todas las

    direcciones eran tentadoras.

    -No importa -dijo al fin-. Ir hacia el sol naciente.

    Se volvi hacia el este, se desperez y aguard a

    que el sol asomara sobre el horizonte. "No debo

    perder tiempo -pens-, pues es ms fcil caminar

    mientras todava est fresco." Los rayos del sol no

    acababan de chispear sobre el horizonte cuando

    Pascual, cargando el azadn, se intern en la

    llanura.

  • 48 Cuentos para aprender a vivir

    Pascual caminaba a paso moderado. Tras avanzar

    mil metros se detuvo, cav un hueco y amonton

    la tierra para hacerlo ms visible. Luego continu,

    y ahora que se haba desperezado, apur el paso.

    Al cabo de un rato cav otro hueco. Mir hacia

    atrs. La loma se vea claramente a la luz del sol,

    con la gente encima, y se divisaba al jefe mirando

    al horizonte. Pascual calcul que haba caminado

    cinco kilmetros. Estaba ms caliente; se quit la

    camiseta, se la ech al hombro y continu la

    marcha. Ahora haca ms calor; mir el sol; era

    hora de pensar en el desayuno.

    -He recorrido el primer tramo, pero hay cuatro en

    un da, y todava es demasiado pronto para dar la

    vuelta. Pero me aflojar las botas -se dijo.

    Se sent, se afloj las botas y retom la marcha.

    Ahora caminaba ms cmodo. "Seguir otros cinco

    kilmetros -pens-, y luego dar luego vuelta a la

    izquierda. Este lugar es tan prometedor que sera

    una lstima perderlo. Cuanto ms avanzo, mejor

    parece esta tierra."

    Sigui recto por un tiempo, y cuando mir

    alrededor, la loma ya casi no se vea y las personas

    parecan hormigas, y apenas se vean bajo el sol.

  • Mensajes de sabidura 49

    "Ah -pens Pascual-, he avanzado bastante en esta

    direccin, es hora de dar la vuelta. Adems estoy

    sudando, y tengo mucha sed."

    Se detuvo, cav un gran hoyo y amonton la tierra.

    Bebi un sorbo de agua y dio la vuelta hacia la

    izquierda. Continu la marcha, el monte era alto y

    haca mucho calor. Pascual comenz a cansarse.

    Mir el sol y vio que era medioda. "Bien -pens-,

    debo descansar."

    Se sent, comi su tortilla con cuajada y bebi

    agua, pero no se acost, por temor a quedarse

    dormido. Despus de estar un rato sentado, sigui

    andando. Al principio caminaba sin dificultad, y

    senta sueo, pero continu, pensando: "Una hora

    de sufrimiento, una vida para disfrutarlo".

    Avanz un largo trecho en esa direccin, y ya iba

    de nuevo a dar vuelta hacia la izquierda, cuando

    vio un valle muy frtil. "Sera una pena excluir ese

    terreno -pens-Aqu los frijoles creceran muy

    bien". As que rode el valle y cav un hoyo del

    otro lado antes de girar. Pascual mir hacia la

    loma. El aire estaba lleno de vapor y pareca

    temblar con el calor, y a travs del vapor apenas se

    vea a la gente de la loma. "Ah! -pens Pascual.

  • 50 Cuentos para aprender a vivir

    Los lados son demasiado largos. Este debe ser ms

    corto." Y sigui a lo largo del tercer lado, apurando

    el paso. Mir el sol. Estaba a mitad de camino del

    horizonte, y Pascual an no haba recorrido tres

    kilmetros del tercer lado del cuadrado. An

    estaba a quince kilmetros de su meta.

    No -pens-, aunque mis tierras no queden bien

    cuadradas, debo volver ahora en lnea recta.

    Podra alejarme demasiado, y ya tengo gran

    cantidad de tierra". Pascual cav un hoyo apurado.

    Ech a andar hacia la loma, pero con dificultad.

    Estaba agotado por el calor, tena los pies

    chimados y senta que se le aflojaban las piernas.

    Deseaba mucho descansar, pero era imposible si

    acaso quera llegar todava antes del poniente. El

    sol no espera a nadie, y se hunda cada vez ms.

    "Dios santo! -pens-, ojal no haya cometido el

    error de querer demasiado. Qu pasar si llego

    tarde?"

    Mir hacia la loma y hacia el sol. An estaba lejos

    de su meta, y el sol se aproximaba al horizonte.

    Pascual sigui caminando, con mucha dificultad,

    pero cada vez ms rpido. Apur el paso, pero

  • Mensajes de sabidura 51

    todava estaba lejos del lugar. Ech a correr, tir la

    camiseta, el morral y la botella, y conserv slo el

    azadn que usaba como bastn. "Ay de m! He

    deseado mucho y lo he arruinado todo. Tengo que

    llegar antes de que se ponga el sol."

    El temor le quitaba el aliento. Pascual sigui

    corriendo y los pantalones empapados se le

    pegaban a la piel, y tena la boca reseca. Su pecho

    jadeaba como un fuelle, su corazn bata como un

    martillo, sus piernas se aflojaban como si no le

    pertenecieran. Pascual estaba abrumado por el

    terror de morir de agotamiento. Aunque tema la

    muerte, no poda detenerse. "Despus de que he

    corrido tanto, me considerarn un tonto si me

    detengo ahora", pens. Y sigui corriendo, y al

    acercarse oy que los misquitos gritaban y

    aullaban, y esos gritos le inflamaron an ms el

    corazn. Junt sus ltimas fuerzas y sigui

    corriendo.

    El hinchado y vaporoso sol casi rozaba el

    horizonte, rojo como la sangre. Estaba muy bajo,

    pero Pascual ya estaba muy cerca de su meta.

    Poda ver a la gente de la loma, agitando los brazos

  • 52 Cuentos para aprender a vivir

    para que se apurara. Vea la gorra y el dinero, y al

    jefe sentado en el suelo, riendo a carcajadas.

    "Hay tierras en abundancia -pens-, pero me

    dejar Dios vivir en ellas? He perdido la vida, he

    perdido la vida! Nunca llegar a ese lugar!"

    Pascual mir el sol, que ya desapareca devorado

    por el horizonte. Con el resto de sus fuerzas apur

    todava ms el paso, encorvando el cuerpo de tal

    modo que sus piernas apenas podan sostenerlo.

    Cuando lleg a la loma, de pronto oscureci. Mir

    el cielo. El sol se haba puesto! Pascual dio un

    alarido.

    "Todo mi esfuerzo ha sido en vano", pens, y ya

    iba a detenerse, pero oy que los misquitos an

    gritaban, y record que aunque para l, desde

    abajo, pareca que el sol se haba puesto, desde la

    loma an podan verlo.

    Aspir una buena bocanada de aire y corri cuesta

    arriba. All an haba luz. Lleg a la cima y vio la

    gorra. Delante de ella el jefe se rea a carcajadas.

    Pascual solt un grito. Se le aflojaron las piernas,

    cay de boca y tom la gorra con las manos.

  • Mensajes de sabidura 53

    -Vaya, qu tipo tan admirable! -exclam el jefe-.

    Ha ganado muchas tierras! El criado de Pascual

    se acerc corriendo y trat de levantarlo, pero vio

    que le sala sangre por la boca. Pascual estaba

    muerto!.

    Los misquitos menearon la cabeza para demostrar

    su compasin. Su mozo empu el azadn y cav

    una tumba para Pascual y all lo sepult. Dos

    metros de la cabeza a los pies era todo lo que

    necesitaba.

  • 54 Cuentos para aprender a vivir

    Donde est el Amor,

    all est Dios

    (Adaptacin)

    aba una vez en una ciudad un zapatero

    remendn llamado Miguelito. Viva en un

    bajareque construido en un barranco, al

    cual entraba la luz por una ventana que daba a la

    calle. Por ella se vea pasar a la gente. Aunque slo

    se distinguan los pies de los transentes, el

    zapatero reconoca por el calzado a cuantos

    H

  • Mensajes de sabidura 55

    cruzaban por all. Viejo y competente en su oficio,

    era raro que hubiese en la ciudad un par de botas

    que no hubieran pasado una o dos veces por su

    taller, a las que l no hubiera remendado,

    ponindole medias suelas o tacones nuevos. Por

    esa razn vea l con mucha frecuencia, a travs de

    su ventana, la obra de sus manos.

    Miguelito siempre tena encargos de sobra, porque

    su trabajo era ntido, sus materiales eran buenos,

    no cobraba caro y entregaba el calzado que le

    confiaban el da convenido y con toda puntualidad.

    Por esa razn todo mundo lo estimaba y nunca le

    faltaba trabajo en su taller.

    En todas las ocasiones Miguelito haba

    demostrado ser un buen hombre; pero al envejecer

    comenz a pensar ms que nunca en su alma y en

    acercarse a Dios. Cuando an trabajaba en casa de

    un patrn, muri su esposa dejndole un hijo de

    tres aos. Haban tenido antes otros hijos, pero

    todos haban muerto.

    Al verse solo con su pequeo hijo, pens en

    enviarlo al campo a la casa de un hermano suyo;

    pero se dijo:

  • 56 Cuentos para aprender a vivir

    Va a ser muy duro para mi pequeo Julin vivir

    separado de m. Es mejor que se quede conmigo.

    As que Miguelito se despidi de su patrn y se

    estableci por su cuenta. Sin duda, Dios no haba

    bendecido a Miguelito en sus hijos y cuando el

    nico que le quedaba comenz a crecer y a ayudar

    a su padre, ste cay enfermo y al cabo de una

    semana muri.

    Miguelito enterr a su hijo. Aquella prdida hiri

    tan profundamente su corazn, que hasta lleg a

    murmurar de la justicia divina. Se senta tan

    desgraciado que con frecuencia peda al Seor que

    le quitase la vida. Le reprochaba no habrselo

    llevado a l, que era viejo, en vez de arrebatarle a

    su nico hijo, tan adorado. Hasta dej de ir a la

    iglesia.

    Pero un da -era por Pascua Florida-, lleg a la

    casa del zapatero un paisano suyo que desde haca

    ocho aos recorra el mundo como peregrino.

    Hablaron largamente y Miguelito se quej

    amargamente de sus desgracias.

    He perdido hasta el deseo de vivir, deca: slo

    pido la muerte. Y es todo lo que le pido a Dios,

  • Mensajes de sabidura 57

    porque ya no tengo ninguna ilusin en la vida.

    El viejo le respondi:

    Haces mal en hablar de esa manera, Miguelito.

    Los humanos no debemos juzgar las obras de

    Nuestro Seor, porque sus pensamientos estn

    muy por encima de nuestra inteligencia. l ha

    decidido llevarse a tu hijo y que t vivas. Luego, as

    debe ser. Tu desesperacin viene de que quieres

    vivir para ti, para tu propia felicidad.

    Y para qu se vive entonces, si no es para eso?,

    pregunt el zapatero.

    Hay que vivir por Dios y para Dios, contest el

    viejo. l es quien da la vida y para l debes vivir.

    Cuando empieces a vivir para l dejars de sufrir

    como ahora y tendrs la fortaleza de sobrellevarlo

    todo con paciencia.

    Miguelito se qued callado un momento y, por fin,

    dijo:

    Y cmo se vive para Dios?

  • 58 Cuentos para aprender a vivir

    Cristo lo ha hecho. Sabes leer? No necesitas

    ms que comprar los Evangelios y all lo

    aprenders. En las Sagradas Escrituras

    encontrars respuesta a todo cuanto preguntes.

    Esas palabras hallaron eco en el corazn de

    Miguelito, quien aquel mismo da se fue a comprar

    su Nuevo Testamento, impreso en letras grandes, y

    se puso a leerlo. Se haba propuesto leer

    solamente en los das de fiesta; pero una vez que

    hubo comenzado, sinti en su alma un consuelo

    tan grande, que adquiri la costumbre de leer

    todos los das algunas pginas. A veces se

    enfrascaba de tal modo en la lectura, que no se

    decida a dejar el libro hasta que se consuma todo

    el kerosene de su lmpara. As pues, lea cada

  • Mensajes de sabidura 59

    noche y cuanto ms avanzaba en la lectura, ms

    claramente se daba cuenta de lo que Dios quera

    de l y de cmo hay que vivir para Dios. As fue

    penetrando, dulcemente, la alegra en su alma.

    Antes, cuando se iba a acostar, suspiraba y gema,

    recordando a su hijo; ahora se contentaba con

    decir:

    Gloria a ti, gloria a ti, Seor! Esa ha sido tu

    voluntad.

    A partir de entonces la vida de Miguelito cambi

    por completo. Antes, en los das de fiesta, iba a

    algn bar a beber sus traguitos de ron. A veces

    beba con algn amigo y aunque no se picaba, sala

    del bar bastante alegre, lo que lo llevaba a decir

    tonteras y hasta a insultar a las personas que se

    topaban con l en su camino. Todo esto

    desapareci. Ahora su vida transcurra apacible y

    feliz. Ya de madrugada se pona a trabajar y

    cuando terminaba su tarea, descolgaba su

    lmpara, la pona en la mesa, sacaba los

    Evangelios del estante, lo abra y empezaba a leer.

    Cuanto ms lea, ms iba comprendiendo. Una

    dulce serenidad invada poco a poco su alma.

  • 60 Cuentos para aprender a vivir

    Cierto da le ocurri que estuvo leyendo hasta ms

    tarde que de costumbre. Haba llegado al

    Evangelio segn San Lucas y vio en el capitulo 6

    los versculos siguientes:

    Al que te golpea en una mejilla, presntale la otra.

    Al que te arrebate el manto, entrgale tambin el

    vestido.

    Da al que te pida, y al que te quita lo tuyo, no se lo

    reclames.

    Traten a los dems como quieren que ellos les

    traten a ustedes.

    Despus ley los versculos en los que el Seor

    dice:

    Por qu me llaman Seor, Seor, y no hacen lo

    que yo digo?

    Todo aquel que viene a m, y oye mis palabras y

    las pone prctica, les voy a decir a quien se parece.

    Es semejante a un hombre que al edificar una casa,

    cav y ahond y puso el fundamento sobre la roca:

    y cuando vino una inundacin, el ro dio con

    mpetu contra aquella casa, pero no la pudo

    mover, porque estaba fundada sobre la roca.

    Mas el que oy y no puso en prctica mis

  • Mensajes de sabidura 61

    palabras, se parece a un hombre que edific sobre

    tierra, sin fundamento. El ro dio con mpetu

    contra ella y en seguida se desmoron, siendo

    grande el desastre de esa casa.

    Miguelito ley estas palabras y su corazn se

    inund de alegra. Se quit los anteojos, los dej

    sobre el libro, apoy los codos sobre la mesa y se

    qued pensativo. Compar sus propios actos con

    esas palabras y dijo:

    Estar mi casa fundada sobre roca o sobre

    arena? Qu bueno si estuviera sobre roca! Qu

    feliz se siente uno cuando se encuentra a solas con

    su conciencia y ha procedido como Dios manda!

    En cambio, cuando uno se distrae de Dios, puede

    volver a caer en el pecado. De todos modos, he de

    continuar como hasta ahora, porque esto es bueno.

    Dios me ampare! Despus de haber pensado as,

    quiso acostarse: pero le daba lstima separarse del

    libro y comenz a leer el captulo sptimo. All ley

    la historia del centurin y del hijo de la viuda y la

    respuesta de Jess a los discpulos de Juan el

    Bautista. Lleg al pasaje en el que el rico fariseo

    invita a su casa al Seor; vio cmo la pecadora le

    ungi los pies y se los lav con sus lgrimas y cmo

  • 62 Cuentos para aprender a vivir

    le fueron perdonados sus pecados. Luego, en el

    versculo cuarenta y cuatro, ley:

    Y volvindose hacia la mujer, dijo a Simn: Ves a

    esta mujer? Entr en tu casa y no me diste agua

    para mis pies: ms ella reg mis pies con sus

    lgrimas y los sec con sus cabellos.

    No ungiste mi cabeza con aceite: mas ella ha

    ungido con perfume mis pies.

    Ley este versculo y pens: T no me has dado

    agua para los pies, no me has dado el beso de la

    paz, ni has ungido con aceite mi cabeza.

    Y Miguelito, quitndose de nuevo los anteojos,

    dej el libro y volvi a reflexionar.

    Seguro que ese fariseo era como yo - se dijo- . Yo

    tambin he pensado nicamente en m. Con tal de

    beber yo mi cafecito, que no me falte el fuego en el

    fogn y que no me haga falta nada, casi no le hago

    caso al invitado. Slo pensaba en m y para nada

    en el husped. Sin embargo, quin era el

    convidado? El Seor en persona! Si hubiese

    venido a mi casa hubiera actuado de esa manera?

  • Mensajes de sabidura 63

    Y Miguelito, apoyando los codos sobre la mesa,

    dej caer sobre las manos la cabeza y, sin darse

    cuenta, se qued dormido.

    Miguel! dijo de pronto una voz en su odo.

    Miguel se despert asustado.

    Quin es? Pregunt, ponindose de pie. Mir a

    la puerta, pero al no ver a nadie, volvi a dormirse.

    Pero en el acto oy estas palabras:

    Miguel! Miguel! Mira maana a la calle,

    porque voy a venir a verte. Volviendo en s, se

    levant de la silla y se frot los ojos. l mismo no

    saba si aquellas palabras las haba odo en sueos

    o en realidad.

    As que apag la lmpara y se acost.

    Al da siguiente, antes del amanecer, se levant,

    hizo su oracin acostumbrada y encendi el fogn.

    Se puso a cocer su sopa y puso a hervir el agua

    para su caf. Luego se puso su bata de zapatero y

    se sent al pie de la ventana para comenzar su

    tarea cotidiana.

    Mientras trabajaba no poda apartar de su

    imaginacin lo que le haba sucedido el da

  • 64 Cuentos para aprender a vivir

    anterior y no saba qu pensar. Tan pronto le

    pareca que haba sido vctima de una fantasa,

    como que alguien le haba hablado en realidad.

    Esas cosas suceden en la vida se dijo.

    Sigui trabajando y de vez en cuando miraba por

    la ventana y cuando pasaba alguien cuyas botas no

    conoca, se inclinaba para ver no slo los pies, sino

    la cara del desconocido.

    Pas un finquero calzando botas nuevas; luego un

    estudiante; despus un viejo soldado de los

    tiempos de la revolucin, cargando una pala y con

    unas botas tan viejas como l mismo.

    Ese soldado se llamaba Juan Potosme y estaba

    posando en casa de un comerciante del vecindario,

    que lo haba recogido por sus muchos aos y su

    gran pobreza. Y para darle alguna ocupacin

    adecuada a su edad, le haba encargado de barrer

    la calle frente a su casa.

    El viejo soldado se puso a barrer la calle ante la

    ventana de Miguelito. Este lo mir y continu su

    tarea.

    Qu tonto que soy pensando de este modo!

    se dijo el zapatero rindose de s mismo... Si es

  • Mensajes de sabidura 65

    Juan Potosme el que est barriendo la calle y yo

    me figuro que es Cristo quien viene a verme! La

    verdad es que ando perdido en mis fantasas y ya

    ni s lo que pienso.

    Sin embargo, al cabo de otros diez minutos, mir

    de nuevo por la ventana y vio a Juan Potosme que,

    apoyando la escoba contra la pared, descansaba y

    trataba de refrescarse un poquito.

    Es muy viejo ese pobre hombre se dijo

    Miguel. Se ve que ya no tiene fuerzas ni para

    barrer la calle. Tal vez le convenga tomarse un

    pinolillito con unas rosquillas.

    Al decir esto clav la aguja de zapatero en el

    banquillo, se levant, sac el pinolillo, lo mezcl

    con agua y azcar en un pichel y le hizo una sea a

    travs de la ventana a Juan Potosme. ste lo volvi

    a ver y se acerc a donde lo llamaban. El zapatero

    hizo una sea y fue a abrir la puerta.

  • 66 Cuentos para aprender a vivir

    Ven a refrescarte un poco, le dijo has de tener

    calor.

    Uh, Dios mo mi lindo! Claro que s: estoy todo

    sudado respondi Potosme.

    El viejo entr, con el pauelo se sec el sudor y sus

    piernas vacilaron.

    -No te molestes en limpiarte los zapatos-dijo

    Miguelito. Yo barrer eso luego: no tiene

    importancia. Ven, pues, a sentarte y tomemos

    juntos un pinolillo.

  • Mensajes de sabidura 67

    Llen dos vasos de sabroso pinolillo y le tendi

    uno a su invitado. Despus le sirvi las rosquillas

    en un plato.

    Potosme bebi, puso el vaso boca abajo y dio las

    gracias al zapatero. Pero se le vea en la cara que

    encantado se bebera otro vaso de pinolillo.

    Toma ms dijo Miguelito, llenando de nuevo

    los dos vasos.

    Mientras beba, el zapatero continuaba mirando

    hacia fuera.

    Esperas a alguien? pregunt el invitado.

    Que si espero a alguien? Me da vergenza

    decirte a quin espero. No s si tenga o no razn

    para esperar. Pero una palabra me ha llegado al

    corazn.... Habr sido un sueo? No lo s.

    Figrate, amigo mo, que anoche estaba leyendo

    los Evangelios. Cunto sufri Jess cuando

    estaba entre los hombres! Has odo hablar de esto,

    verdad?

    S, algo he odo decir -respondi el soldado- pero

    nosotros los ignorantes no sabemos leer.

    Pues, como te digo, estaba yo leyendo cmo

    pas por el mundo Nuestro Seor y llegu a aquel

  • 68 Cuentos para aprender a vivir

    pasaje en el que se dice que l estaba en casa del

    fariseo y que ste no sali a su

    encuentro....Despus de haber ledo esto, pens:

    Cmo es posible no honrar del mejor modo

    posible a Nuestro Seor? Si me ocurriese algo

    parecido, todo me resultara poco para honrarle.

    Sin embargo, el fariseo no lo recibi bien. En esto

    pensaba cuando me dorm. Y en el momento de

    dormirme o que me llamaban por mi nombre. Me

    levant y me pareci que la voz murmuraba:

    Esprame, que vendr maana. Y lo dijo dos

    veces seguidas....Y no me lo vas a creer. Tengo esa

    idea metida en la cabeza y aun cuando yo mismo

    me burlo de mi credulidad, sigo esperando a

    Nuestro Seor.

    Potosme mene la cabeza sin responder. Bebi

    hasta la ltima gota de pinolillo y puso su vaso

    vaco sobre el plato, pero Miguelito se lo volvi a

    llenar.

    Toma ms le dijo y que te aproveche.

    Pienso que l, Nuestro Seor Jess, cuando

    andaba por el mundo no rechaz a nadie y buscaba

    sobre todo a los humildes, cuyas casas visitaba.

    Eligi a sus discpulos entre los de nuestra clase,

  • Mensajes de sabidura 69

    pescadores y artesanos como nosotros. El que se

    ensalce ser humillado y el que se humille ser

    ensalzado...Me llaman Seor dijo y yo les

    lavo los pies. El que quiera ser el primero, que sea

    el servidor de todos.... Bienaventurados los

    pobres de espritu, porque de ellos es el reino de

    los cielos.

    Juan Potosme se olvid del pinolillo. Era un

    anciano sensible: escuchaba y las lgrimas corran

    a lo largo de sus mejillas.

    Vamos, bebe ms le dijo Miguelito.

    Pero Potosme hizo la seal de la cruz, le dio las

    gracias, apart el vaso y se levant.

    Mucho te agradezco, Miguelito -le dijo- que me

    hayas tratado de este modo, alimentando al mismo

    tiempo mi alma y mi cuerpo.

    A la orden y hasta la prxima! Acurdate que

    me alegra mucho que me vengas a ver, dijo

    Miguelito.

    Cuando Potosme se fue, el zapatero acab de

    tomarse su pinolillo y se volvi a sentar junto a la

    ventana para trabajar.

  • 70 Cuentos para aprender a vivir

    Mientras cosa miraba por la ventana y esperaba a

    Cristo. Slo en l pensaba y en su imaginacin

    repasaba lo que l hizo y lo que dijo. Pasaron dos

    soldados; uno llevaba las botas del ejrcito; otro,

    botas comunes; luego pas un comerciante con

    unos zapatos extranjeros y despus un panadero

    cargando su canasto.

    En esto, frente a la ventana, apareci una mujer

    con chinelas de hule. Se arrim a la pared.

    Miguelito la vio por la ventana y vio que era una

    campesina cargando un nio. Apoyada en la pared,

    volva la espalda al viento. Procuraba proteger a su

    criatura de la lluvia que comenzaba a caer, pero no

    tena nada para abrigar a su nio. Aquella mujer, a

    pesar del invierno, no llevaba nada para protegerse

    del agua.

    Miguelito, desde su ventana, oy al nio llorar y a

    su madre intentar tranquilizarlo, pero sin lograrlo.

    Se levant, abri la puerta, sali y grit desde las

    gradas:

    Mujer, ven para ac!

    La desconocida lo oy y se volvi hacia l.

  • Mensajes de sabidura 71

    Por qu te quedas ah a la intemperie con tu

    hijo? Ven a mi casa y podrs cuidarle mejor. Pasa

    por aqu, por aqu.

    La mujer, sorprendida, miraba a un viejo con bata

    y anteojos que le haca seas de que se acercara y

    le hiciera caso.

    Baj las gradas y entr en el cuarto.

    Ven ac dijo el anciano y sintate junto al

    fogn. Calintate y da de mamar al pequeo.

    Es que ya no tengo leche respondi la mujer.

    Es ms, desde esta maana no he probado bocado.

    A pesar de todo la mujer le dio el pecho a su

    criatura.

  • 72 Cuentos para aprender a vivir

    Miguelito se volte, se acerc a la mesa, tom una

    tortilla con cuajada y un plato sopero y se acerc al

    fogn en donde herva la sopa. Sac un cucharn

    humeante lleno de caldo con verduras, lo verti en

    el plato y lo coloc sobre la mesa. Extendi una

    servilleta y puso un cubierto.

    Sintate le dijo y come. Mientras tanto, yo

    te voy a chinear al nio. He sido padre y s cuidar

    a las criaturas.

    La mujer se santigu, se sent a la mesa y comi

    mientras Miguelito, sentado sobre su cama con el

  • Mensajes de sabidura 73

    nio en brazos, lo besaba para tranquilizarle.

    Como la criatura a pesar de todo segua llorando, a

    Miguel se le ocurri amenazarle con el dedo, que

    alejaba y acercaba alternativamente de los labios

    del nio, pero sin tocarlo, ya que su mano estaba

    toda negra de pasta de lustrar zapatos y el nio,

    mirando aquello que se mova cerca de su rostro,

    dej de gritar y hasta comenz a rer, con gran

    contento del zapatero.

    Mientras recuperaba sus fuerzas, la recin venida

    cont quin era y de dnde vena.

    Yo dijo soy esposa de un soldado. Hace

    ocho meses que mandaron en misin a mi marido

    y no tengo noticias de l. Viva de mi empleo de

    cocinera cuando di a luz. A causa del nio no

    quisieron tenerme en ninguna parte y hace tres

    meses que estoy sin empleo. En este tiempo he

    gastado todos mis ahorros. Me he ofrecido como

    domstica, pero nadie me da trabajo, porque dicen

    que estoy muy flaca. Entonces fui a la tienda de

    una comerciante, donde est colocada nuestra hija

    mayor, y all me han ofrecido trabajo. Cre que me

    lo daran de inmediato, pero me dijeron que vuelva

    la semana entrante.... La mujer vive muy lejos y

  • 74 Cuentos para aprender a vivir

    estoy agotada y mi pobre criatura tambin. Por

    suerte mi cuada ha tenido compasin de nosotros

    y, por amor de Dios, nos deja dormir en su casa. Si

    no fuera por eso, no s qu sera de i hijo y de m.

    Miguelito suspir y pregunt:

    No tienes capote de invierno?

    No. El que tena ya est todo viejo y roto y no

    me sirve ms.

    La mujer se acerc a la cama y cogi al nio.

    Miguelito se levant y, acercndose a la pared,

    busc y hall un viejo capote que tena guardado.

    Toma le dijo est bastante usado, pero

    siempre servir para cubrirte. La recin venida

    mir el capote, mir al viejo, tom la prenda y

    rompi a llorar. Miguelito apart la mirada no

    menos conmovido, fue luego hacia su cama y sac

    de debajo de ella un cofrecito: lo abri, sac algo

    de l y volvi a sentarse frente a la pobre mujer.

    sta dijo:

    Dios te lo pague. Sin duda, l es quien me ha

    trado junto a tu ventana. Sin ti el nio se hubiera

    empapado. Cuando me llamaste estaba por caer un

  • Mensajes de sabidura 75

    gran aguacero y ahora qu soleado est! Qu

    buena idea te ha inspirado Dios de asomarte a la

    ventana y tener compasin de nosotros!

    Miguelito sonri:

    Es verdad que fue l quien me inspir esa idea

    dijo. No fue por casualidad que mir por la

    ventana.

    Y le cont su sueo a la mujer, dicindole cmo

    haba odo una voz y cmo el Seor le haba

    prometido venir a su casa ese mismo da.

    Todo puede pasar coment la mujer, quien se

    levant, tom el viejo capote, lo meti en su bolso

    y le dio las gracias al zapatero.

    Quiero ofrecerte esto en nombre de Dios dijo

    Miguelito, ponindole en la mano un billete de

    doscientos crdobas. Es para que puedas

    comprarle algo al nio. La mujer se santigu;

    Miguelito tambin y luego la acompa hasta las

    gradas de la puerta. La recin venida se fue.

    Despus de tomarse una sopa, Miguelito se puso

    otra vez a trabajar. Mientras manejaba su aguja de

    zapatero no perda de vista la ventana y. cada vez

    que una sombra apareca, levantaba los ojos para

  • 76 Cuentos para aprender a vivir

    examinar al transente. Pasaban algunos a los que

    conoca y otros desconocidos, pero ninguno de

    ellos tena nada especial.

    De pronto vio detenerse, precisamente frente a su

    ventana, a una vendedora ambulante, una seora

    ya mayor que cargaba un pequeo canasto de

    naranjas. Le quedaban pocas porque, sin duda, ya

    haba vendido la mayor parte. Cargaba adems un

    saco con lea que haba debido recoger en los

    alrededores de una finca y regresaba para su casa.

    Como el saco la lastimaba, quiso cambiarlo de

    hombro y mientras lo haca, puso en la acera el

    canastito de naranjas; ella comenz a arreglar los

    pedazos de lea. Mientras la seora estaba

    ocupada haciendo esto, un muchacho vago, salido

    de no se sabe dnde y cubierto con una gorra

    hecha trizas, rob una naranja del canasto y trat

    de escapar, pero la mujer se dio cuenta y,

    volvindose rpidamente, lo agarr de una manga.

    El muchacho forceje, pero ella lo retuvo con

    fuerza y le jal el pelo.

    El muchacho gritaba y la seora se pona cada vez

    ms brava. Miguel, sin perder tiempo, deja caer al

    suelo su aguja de zapatero y corre a la puerta. Sale

  • Mensajes de sabidura 77

    tan en carrera que por poco rueda por la gradas y

    se le caen los anteojos en el camino. Llega apurado

    a la calle y encuentra a la seora jalando todava

    de los pelos al ratero, golpendolo sin misericordia

    y amenazndolo con entregarlo a la polica. El

    muchacho segua forcejeando y negaba su delito.

    Yo no he cogido nada gritaba por qu me

    pegas? Djame!

    Miguel quiso separarlos. Cogi al muchacho de la

    mano y dijo:

    Djelo, seora, perdnelo por Dios!

    Qu lo perdone? Ya va a ver este bandido!

    Ahora mismo lo llevo a la estacin de polica.

    Miguel le volvi a suplicar:

    Djelo ir seora. No lo volver a hacer. Djelo

    en nombre de Cristo!

    La mujer solt a su presa y el muchacho iba a

    escapar, pero Miguel lo retuvo.

    Ahora le vas a pedir perdn a esta seora y no

    vuelvas a hacer eso nunca ms, porque yo te vi

    coger la naranja.

  • 78 Cuentos para aprender a vivir

    El chavalo rompi a llorar y pidi perdn entre

    sollozos.

    Vaya exclam Miguelito eso est bien. Y

    ahora toma una naranja. Yo te la regalo.

    Y Miguel cogi una del canasto y se la dio al

    muchacho.

    Yo se la pago, no se preocupe le dijo a la

    vendedora.

    Mimas demasiado a este bandido dijo la

    mujer. Ms le hubiera valido una buena apaleada

    de la que acordara toda la semana.

    Cmo dice? exclam el zapatero Nosotros

    juzgamos as, pero Dios nos juzga de otro modo. Si

    tuviramos que apalearlo por una naranja qu

    habra que hacer con nosotros por nuestros

    pecados?

    La anciana guard silencio.

    Miguelito le cont a la seora la parbola del

    acreedor que perdon la deuda y del deudor que,

    habiendo sido l perdonado, quiso matar a quien

    le deba.

    La vieja y el muchacho escuchaban.

  • Mensajes de sabidura 79

    Dios nos manda perdonar, prosigui

    Miguelito, porque de otro modo no seremos

    perdonados. Hay que perdonar a todos y, sobre

    todo, a los que no saben lo que hacen.

    La anciana inclin la cabeza y suspir.

    No digo que no murmur la vendedora,

    pero hay que reconocer que estos nios

    estn muy inclinados a hacer el mal.

    Por eso a nosotros los viejos nos corresponde

    ensearles a hacer el bien.

    Eso es lo que yo digo contest la anciana. He

    tenido siete hijos y slo me queda una hija.

  • 80 Cuentos para aprender a vivir

    Y la vieja se puso a contar que viva en casa de su

    hija y cuntos nietos tena.

    Ya ves lo dbil que estoy dijo y sin embargo

    trabajo para mis nietos. Son tan lindos y salen a

    mi encuentro con tanto cario! Mi Adelita no se va

    con nadie sino es conmigo. No hace ms que

    decirme: Abuelita, te quiero mucho!

    Y la anciana se enterneci.

    La verdad es que todo esto que ha pasado no es

    ms que una travesura, as que: vete y que Dios te

    proteja! agreg dirigindose al muchacho.

    Pero como en aquel momento la anciana iba a

    cargar de nuevo el saco sobre sus hombros, el

    joven se apresur a decirle:

    Djeme ayudarle, seora, yo se lo llevar: usted

    va precisamente por mi mismo camino.

    Y se fueron juntos, olvidndose la vendedora de

    reclamar a Miguel el precio de la naranja. El

    zapatero, al quedarse solo, los miraba alejarse y

    oa su conversacin.

    Los sigui un rato con la vista y luego volvi a su

    casa: encontr los anteojos intactos en las gradas.

    Recogi su aguja de zapatero y se puso de nuevo

  • Mensajes de sabidura 81

    manos a la obra. Trabaj un poco, pero ya no haba

    suficiente luz para coser. Ech kerosine a su

    lmpara, la colg y continu el trabajo. Terminada

    la bota, la examin: estaba bien. Recogi sus

    herramientas, barri los recortes, descolg la

    lmpara, la coloc sobre la mesa y tom del

    estante el Evangelio. Quiso abrir el libro en la

    pgina en la que haba quedado en su lectura, pero

    fue a dar a otra. En aquel momento, record su

    sueo del da anterior y sinti que algo se agitaba

    detrs de l. Volvi la cabeza y vio, o al menos as

    se lo figur, que haba alguien en un rincn de la

    pieza...Era una persona, en efecto, pero no se vea

    bien.

    Una voz le susurr al odo:

    Miguel! Miguel! No me reconoces?

    Quin eres? pregunt el zapatero.

    Soy yo dijo la voz - Soy yo!

    Y era Potosme. Surgi del oscuro rincn, sonri a

    Miguel y desapareci, esfumndose como una

    nube.

    Soy yo tambin dijo otra voz.

  • 82 Cuentos para aprender a vivir

    Y del rincn oscuro sali la campesina con el nio:

    la mujer sonri, sonri el nio y ambos se

    desvanecieron en la sombra.

    Tambin soy yo! exclam una tercera voz.

    Aparecieron entonces la anciana y el muchacho.

    ste llevaba una naranja en la mano. Ambos

    sonrieron y no tardaron en esfumarse como los

    anteriores.

  • Mensajes de sabidura 83

    Miguelito sinti en su corazn una inmensa

    alegra. Se santigu, se puso los lentes, y ley el

    Evangelio en la pgina en que lo haba abierto:

    Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed

    y me diste de beber; fui forastero y me acogiste.

    Y al final de la pgina:

    Lo que han hecho por el ms pequeo de mis

    hermanos es a m a quien lo han hecho (San

    Mateo, captulo 25).

    Y Miguelito comprendi que su sueo haba sido

    un aviso del cielo y que, efectivamente, el Salvador

    haba estado aquel da en su casa y que era a l a

    quien haba acogido.

  • 84 Cuentos para aprender a vivir

    Dios ve la verdad, pero no la dice

    sino cuando quiere

    (Adaptacin)

    En la ciudad de Chinandega viva hace muchos

    aos un joven comerciante, de apellido Escobar.

    Tena tres tiendas y una casa. Era un hombre de

    buena presencia, de pelo crespo. Tena un carcter

    muy alegre y se le consideraba como el primer

    cantante de la ciudad. En sus aos juveniles haba

    bebido mucho, y cuando se emborrachaba,

    acostumbraba armar grandes alborotos. Pero

    desde que se haba casado, no beba casi nunca y

    era muy raro verlo borracho.

    Un da, Escobar iba a ir a una fiesta a El Sauce. Al

    despedirse de su mujer, sta le dijo:

    -Juan Jos: no vayas. He tenido un mal sueo

    relacionado contigo.

    -Es que temes que agarre una borrachera?

    respondi Juan Jos, echndose a rer.

  • Mensajes de sabidura 85

    -No s lo que temo. Pero he tenido un mal sueo.

    So que venas de otra ciudad y, en cuanto te

    quitaste el sombrero, vi que tenas el pelo blanco.

    -Eso significa abundancia. Si logro hacer un buen

    negocio, te traer buenos regalos.

    Despus de esto, Escobar se despidi de su familia

    y se fue.

    Cuando hubo recorrido la mitad del camino se

    encontr con un comerciante conocido, y ambos se

    detuvieron para pasar la noche. Despus de cenar,

    se fueron a acostar, en dos cuartos vecinos.

    Escobar dorma poco; se despert cuando an era

    de noche y, para hacer el viaje con el frescor de la

    madrugada, pidi que le ensillaran su caballo.

    Despus, arregl las cuentas con el dueo de la

    pensin y se fue.

    Ya haba avanzado unas veinte leguas, cuando se

    detuvo para dar de comer a su caballo; descans

    un rato en el zagun de una posada y, a la hora de

    comer, pidi una sopa. Luego sac la guitarra y

    empez a tocar. Pero de pronto lleg un grupo de

    hombres armados montados a caballo. Se apearon

    dos uniformados y un oficial, que se acerc a

    Escobar y le pregunt quin era y de dnde vena.

  • 86 Cuentos para aprender a vivir

    Este respondi la verdad a todas las preguntas, y

    hasta invit al que le preguntaba a tomar una taza

    de caf. Pero l continu haciendo preguntas.

    Dnde haba pasado aquella noche? Haba

    dormido solo o con algn compaero? Haba

    visto a ste de madrugada? Por qu se haba

    marchado tan temprano de la posada? Escobar se

    sorprendi de que le preguntaran todo aquello.

    -Por qu me interroga? averigu a su vez-. No

    soy ningn ladrn, ni tampoco un bandido. Mi

    viaje se debe a unos asuntos particulares.

    -Soy jefe de polica y te pregunto todo esto porque

    encontraron degollado al comerciante con el que

    pasaste la noche -contest el oficial-: quiero ver tus

    cosas -aadi despus de llamar a los soldados y

    de ordenarles que lo registraran de arriba abajo.

    Entraron en la posada y revolvieron las cosas de la

    alforja de Escobar. De pronto, el jefe de polica

    encontr un cuchillo en una de las bolsas de cuero.

    -De quin es esto? -exclam.

  • Mensajes de sabidura 87

    Escobar se horroriz al ver que haban sacado un

    cuchillo ensangrentado de sus cosas.

    -Por qu est manchado de sangre? -pregunt el

    jefe de polica.

    Escobar apenas pudo tartamudear lo siguiente:

    -Yo... yo no s... yo... este cu... no es mo...

    -De madrugada han encontrado al comerciante,

    degollado en su cama. La pieza donde ustedes

    pasaron la noche estaba cerrada por dentro y nadie

    ha entrado en ella, a no ser ustedes dos. Este

    cuchillo ensangrentado estaba entre tus cosas y,

  • 88 Cuentos para aprender a vivir

    adems, por tu cara, se ve que eres culpable. Dime

    cmo lo has matado y qu cantidad de dinero le

    quitaste.

    Escobar jur que no haba cometido ese crimen;

    que no haba vuelto a ver al comerciante, despus

    de cenar con l: que los ocho mil pesos que llevaba

    eran de su propiedad y que el cuchillo no le

    perteneca. Pero, al decir esto, se le quebraba la

    voz, estaba plido y temblaba, de pies a cabeza,

    como un culpable.

    El jefe de polica orden a los soldados que

    amarraran a Escobar y se lo llevaran preso.

    Cuando lo arrastraban amarrado, se encomend a

    Dios y se ech a llorar. Le quitaron todas las cosas

    y el dinero, y lo encerraron en la crcel de Len.

    Pidieron informes de Escobar a la ciudad de

    Chinandega. Tanto los comerciantes, como la

    dems gente de la ciudad, dijeron que, aunque de

    joven haba sido bebedor, era un hombre bueno.

    Juzgaron a Escobar por haber matado a un

    comerciante de Chichigalpa y por haberle robado

    veinte mil pesos.

    Su mujer estaba preocupadsima y no saba ni qu

    pensar. Sus hijos eran de corta edad, y el ms

  • Mensajes de sabidura 89

    pequeo, de pecho. Se dirigi con todos ellos a

    Len, donde Escobar se hallaba detenido. Al

    principio, no le permitieron verlo; pero, despus

    de mucho suplicar, los jefes de la prisin lo

    llevaron a su presencia. Al verlo vestido de preso y

    esposado, la pobre mujer se desplom y tard

    mucho en recobrarse. Despus, con los nios a su

    alrededor, se sent junto a l, lo puso al tanto de

    los asuntos de la casa y le hizo algunas preguntas.

    Escobar relat a su vez, con todo detalle, lo que le

    haba ocurrido.

    -Hay que pedir clemencia al tribunal. No es

    posible que perezca un hombre inocente.

    La mujer le explic que haba hecho una apelacin;

    pero que no saba si prosperara.

    -No fue por nada que so que el pelo se te haba

    vuelto blanco, te acuerdas? Has encanecido de

    verdad. No debiste hacer ese viaje -exclam ella; y,

    luego, acariciando la cabeza de su marido, aadi-:

    Mi querido Juancho, dime la verdad, fuiste t?

    -Eres capaz de pensar que he sido yo? -exclam

    Escobar; y, cubrindose la cara con las manos,

    rompi a llorar.

  • 90 Cuentos para aprender a vivir

    Al cabo de un rato, un soldado orden a la mujer y

    a los hijos de Escobar que se fueran. Esta fue la

    ltima vez que Escobar vio a su familia.

    Ms tarde, record la conversacin que haba

    sostenido con su mujer y que tambin ella haba

    sospechado de l, y se dijo: Por lo visto, nadie,

    excepto Dios, puede saber la verdad. Slo a l hay

    que rogarle y slo de l esperar misericordia.

    Desde entonces, dej de presentar solicitudes y de

    tener esperanzas. Se limit a rogar a Dios.

    Lo condenaron a prisin perpetua y a trabajos

    forzados, pero, para comenzar, le dieron en la

    crcel una tremenda golpiza que lo dej medio

    muerto. Cuando le cicatrizaron las heridas de los

    golpes, fue enviado a una isla lejana donde

    encerraban los peores criminales. Su familia no

    supo adnde lo enviaron.

    As vivi veintisis aos; los cabellos se le pusieron

    blancos como la nieve y le creci una larga barba,

    rala y canosa. Su alegra desapareci por completo.

    Andaba lentamente y muy encorvado; y hablaba

    poco. Nunca rea, y, con frecuencia, rogaba a Dios.

  • Mensajes de sabidura 91

    En la crcel aprendi a hacer botas: y, con el

    dinero que gan en su nuevo oficio, compr el

    Libro de los mrtires, que acostumbraba leer

    cuando haba luz en su celda. Los das festivos

    asista a la misa del capelln de la prisin, lea Los

    Hechos de los Apstoles y cantaba en el coro.

    Su voz se haba conservado bastante bien. Los jefes

    de la prisin le tomaron cario a Escobar por su

    carcter tranquilo. Sus compaeros lo llamaban

    abuelito y hombre de Dios. Cuando queran

    pedir algo a los jefes, lo mandaban como

    representante y, si estallaba alguna pelea entre

    ellos, acudan a l para que pusiera paz.

  • 92 Cuentos para aprender a vivir

    Escobar no reciba cartas de su casa e ignoraba si

    su mujer y sus hijos vivan.

    Un da trajeron a unos prisioneros nuevos a la isla;

    venan tambin condenados a trabajos forzados.

    Por la noche, todos se reunieron alrededor de ellos

    y les preguntaron de dnde venan y cul era el

    motivo de su condena. Escobar acudi tambin

    junto a los nuevos prisioneros y, con la cabeza

    inclinada, escuch lo que decan.

    Uno de los recin llegados era un viejo, bien

    plantado, de unos sesenta aos, que llevaba una

    barba corta entrecana. Cont por qu lo haban

    detenido.

    -Amigos mos, me encuentro aqu sin haber

    cometido ningn delito. Un da desat dos bueyes

    de una carreta y me acusaron de haberlos robado.

    Expliqu que haba hecho aquello porque me

    senta apurado, porque tena que arar un terrenito.

    Adems, el dueo de la carreta era amigo mo. No

    crea haber hecho nada malo; sin embargo, me

    acusaron de robo. En cambio, las autoridades no

    saben dnde ni cundo rob de verdad. Hace

    tiempo comet un delito, por el que hubiera debido

  • Mensajes de sabidura 93

    haber estado aqu. Pero ahora me han condenado

    injustamente.

    -De dnde eres? -pregunt uno de los

    prisioneros.

    -De la ciudad de Chinandega. Me dedicaba al

    comercio. Me llamo Jairo Manuel Campos.

    Escobar pregunt levantando la cabeza:

    -Has odo hablar all de los Escobar?

    -Claro que s! Es una familia acomodada, a pesar

    de que el padre fue condenado a prisin perpetua.

    Debe ser un pecador como nosotros. Y t, abuelo,

    por qu ests aqu?

    A Escobar no le gustaba hablar de su desgracia.

    -Hace veinte aos que estoy preso a causa de mis

    pecados -dijo suspirando.

    -Qu delito has cometido? -pregunt Campos.

    -Si estoy aqu, ser que lo merezco -exclam

    Escobar, poniendo fin a la conversacin.

    Pero los prisioneros explicaron a Campos por qu

    se encontraba Escobar trabajando en las canteras;

    una vez que iba de viaje, alguien mat a un

  • 94 Cuentos para aprender a vivir

    comerciante y escondi el cuchillo ensangrentado

    entre las cosas de Escobar. Por ese motivo, lo

    haban condenado injustamente.

    -Qu extrao! Qu extrao! Cmo has

    envejecido, abuelito! -exclam Campos, despus

    de examinar a Escobar; y le dio una palmada en el

    hombro.

    Todos le preguntaron de qu se asombraba y

    dnde haba visto a Escobar; pero Campos se

    limit a decir:

    -Es extrao, amigos mos, que nos hayamos tenido

    que encontrar aqu.

    Al or las palabras de Campos, Escobar pens que

    tal vez supiera quin haba matado al comerciante.

    -Campos: has odo hablar de esto antes de venir

    aqu? Me has visto en alguna parte? -pregunt.

    -El mundo es un pauelo y todo se sabe. Pero hace

    mucho tiempo que o hablar de ello, y ya casi no

    me acuerdo.

    -Tal vez sepas quin mat al comerciante.

    -Sin duda ha sido aquel entre cuyas cosas

    encontraron el cuchillo contest Campos,

  • Mensajes de sabidura 95

    echndose a rer-. Hasta si alguno lo meti all.

    Cmo no lo han cogido, no le consideran culpable.

    Cmo iban a esconder el cuchillo en tu alforja si

    la tenas debajo de la cabeza? Lo habras notado.

    Cuando Escobar oy esto, pens que aquel hombre

    era el criminal. Se puso en pie y se alej. Aquella

    noche no pudo dormir. Le invadi una gran

    tristeza. Se represent a su mujer, tal como era

    cuando la acompa, por ltima vez, a una fiesta

    familiar. La vea como si estuviese ante l; vea su

    cara y sus ojos y oa sus palabras y su risa. Despus

    se imagin a sus hijos como eran entonces,

    pequeos an, uno vestido con una camisita nueva

    y el otro junto al pecho de su madre. Record los

    tiempos en que fuera joven y alegre; y el da en que

    hablaba sentado a la entrada de la posada, tocando

    la guitarra, y vinieron a detenerle. Record cmo

    lo golpearon en la crcel y le pareci volver a ver a

    su torturador, a los soldados que estaban

    alrededor, a los dems presos...Se le represent

    toda su vida durante aquellos veintisis aos hasta

    llegar a viejo. Fue tal su desesperacin, al pensar

    en todo esto, que estuvo a punto de poner fin a su

    vida.

  • 96 Cuentos para aprender a vivir

    Todo lo que me ha ocurrido ha sido por este

    malvado, pens.

    Sinti una ira invencible contra Jairo Manuel

    Campos y quiso vengarse de l, aunque esta

    venganza le costase la vida. Pas toda la noche

    rezando, pero no logr tranquilizarse. Al da

    siguiente, no se acerc para nada a Campos y

    procur no mirarlo siquiera.

    As transcurrieron dos semanas. Escobar no poda

    dormir y era tan grande su desesperacin, que no

    saba qu hacer.

    Una noche empez a dar unos pasos entre los

    catres de los presos. De pronto vio que caa tierra

  • Mensajes de sabidura 97

    debajo de un catre. Se detuvo para ver qu era

    aquello. De pronto, Campos sali de debajo del

    catre y mir a Escobar con expresin de susto. ste

    quiso alejarse; pero Campos, cogindole de la

    mano, le cont que haba cavado un tnel debajo

    de los muros de la crcel y que todos los das,

    cuando lo llevaban a trabajar, sacaba la tierra

    metida en las botas.

    -Si me guardas el secreto, abuelo, te ayudar a

    huir. Si me denuncias, me van torturar; pero

    tampoco te vas a librar t, porque te matar.

    Viendo ante s al hombre que le haba hecho tanto

    dao, Escobar tembl de pies a cabeza. Invadido

    por la ira, se solt de un tirn y exclam:

    -No tengo por qu huir, ni tampoco tienes por qu

    matarme; hace mucho que lo hiciste. Y en cuanto a

    lo que preparas, lo dir o no lo dir, segn Dios me

    de a entender.

    Al da siguiente, cuando sacaron a los presos a

    trabajar, los soldados se dieron cuenta de que

    Campos llevaba tierra escondida en las botas.

    Despus de una serie de bsquedas, encontraron el

    subterrneo que haba hecho. Lleg el jefe de la

    prisin para interrogar a los presos. Todos se

  • 98 Cuentos para aprender a vivir

    negaron a hablar. Los que saban que era Campos,

    no lo delataron, porque les constaba que lo

    golpearan hasta dejarlo medio muerto. Entonces,

    el jefe de la prisin se dirigi a Escobar. Saba que

    deca la verdad.

    -Abuelo, t eres un hombre justo. Dime quin ha

    cavado el subterrneo, como si estuvieras ante

    Dios.

    Campos miraba el jefe de la prisin como si nada;

    no se volvi siquiera hacia Escobar. A ste le

    temblaron las manos y los labios. Durante largo

    rato no pudo pronunciar ni una sola palabra.

    Por qu no delatarle cuando l ha destruido mi

    vida? Que pague por todo lo que me ha hecho

    sufrir. Pero si lo denuncio, lo maltratarn. Y si lo

    acuso injustamente? Adems, acaso eso aliviara

    mi situacin?, pens.