UNIVERSIDAD CATOLICA DE CORDOBA

FACULTAD DE FILOSOFIA Y HUMANIDADES

MAESTRIA EN FILOSOFIA, RELIGION

Y CULTURAS CONTEMPORÁNEAS

Cristianismo liberacionista en Latinoamérica hoy

Una aproximación desde la perspectiva de la

Va Conferencia General del CELAM,

Aparecida (Brasil, 2007)

Algunas claves de interpretación. Prospectiva

AUTOR: Lic. DARIO A. VILLARREAL

PROFESOR: Dr. DIEGO FONTI

AÑO 2014

2

Resumen

¿Cuáles son algunas de las prácticas y espacios liberadores necesarios, de parte de la comunidad católica, para responder a la realidad vasta y compleja del continente latinoamericano hoy, descripta en el Documento conclusivo de la Va CG? Este, es el interrogante que ordena el presente artículo. Avanzo hacia el análisis del vínculo entre praxis liberadora y realidad latinoamericana, habiendo previamente fundamentado el examen del escenario dominante de nuestro continente, a partir de cuatro ejes temáticos: discípulos – misioneros – para que tengan vida – nuestros pueblos. Los apartados «misioneros» y ‹‹nuestros pueblos›› revisten un mayor tratamiento, respecto de los restantes, por constituirse en el obrar mismo (experiencia) y en el escenario (lugar) respectivamente donde acontece la liberación integral, aquí y ahora, de los sujetos en cuestión. Intento poner de relieve que el examen de la propia realidad latinoamericana, por parte de la institución eclesiástica y los católicos, es inherente a la autoconciencia crítica de estos acerca de su sentido y misión liberacionista. Aquella indagación, debería constituirse en ejercicio permanente en su propio devenir histórico. Por un lado, así su presencia y fundamentalmente su praxis llegaría a ser simbólica, significativa, gravitante y principalmente vital; y, por otro lado, su mensaje estaría preñado de hondo sentido. También indico –en el trayecto de las conferencias desde Río de Janeiro hasta Aparecida– el vector liberacionista. Finalmente presento la imagen de una iglesia–comunidad ‹‹acompañante–emancipadora» como la más adecuada para apropiarse de su cometido y voz profética liberadora, para nuestros pueblos hoy.

Introducción

Esbozo de manera sucinta aquí –introito– los fundamentos de la elección del tema en cuestión. Por un lado, la conveniencia que el presente trabajo logre vincularse, de alguna manera, en vistas al posible trabajo final –“El Señor y la Virgen del Milagro: la pascua salteña. Aportes para la comprensión de la piedad popular”1– del presente estudio de posgrado. Por otro lado, que los contenidos vertidos aquí estén conectados con mis conocimientos previos. Por último, vincular las tres áreas científicas: filosofía, religión y culturas contemporáneas.2

Avanzo hacia el análisis de los núcleos temáticos seleccionados –desarrollo– explicitados en el cap. II –“Mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad”– del Documento conclusivo de Aparecida3, y su afinidad con el «cristianismo liberacionista»4.5

1 D. A. VILLARREAL, El Señor y la Virgen del Milagro: la pascua salteña. Aportes para la comprensión de la piedad popular, (Proyecto de Trabajo Final, Inédito, UCC, Córdoba, 2014), 1–15.2 He tenido en cuenta, para las cuestiones formales del presente escrito, el Digesto UCC. Cf. UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CORDOBA, Digesto – UCC. Reglamento de Posgrado, [en línea] http://www.ucc.edu.ar/portalucc/archivos/File/Institucional/DIGESTO_UCC--2012_en_adelante--/Vicerrectorado_Academico/Secretaria_de_Posgrado/ReglamentodelaFormacdePosgrado.pdf [acceso: 22 de octubre, 2014], 1–15. 3 CONSEJO EPISCOPAL LATINAMERICANO, Aparecida: V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento Conclusivo, CEA, Buenos Aires, 2007, 1–333, (en adelante: Doc. conclusivo).4 Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses. Religión y Política en América Latina, Siglo XXI, México D. F., 1999, 1–211. 5 Aquí mismo, sería interesante dejar esbozado otro posible ángulo de análisis, de mayor especificidad y tenor por cierto. En las disertaciones inaugurales de la misma Vª CG, realizadas por los respectivos presidentes de las conferencias episcopales, se describió sucintamente la realidad de cada una de las iglesias nacionales de América Latina y el Caribe, con acentos en sus macros desafíos, al igual que indicaron el camino pastoral

3

Este, interpretado sustancialmente como experiencia de alteridad y responsabilidad por el otro, a partir de la fe creyente y principalmente de la praxis socio–cultural, política y religiosa, capaz de iniciar un dilatado proceso emancipador –individual y colectivo– donde subyace una ética de la fraternidad.6 Surge de modo exigido, haciendo pie en el capítulo en cuestión y en conexión con la praxis liberadora, el interrogante: ¿Cuáles son algunas de las prácticas y espacios liberadores necesarios, de parte de la comunidad católica, para responder a la realidad vasta y compleja del continente latinoamericano hoy, descripta en el Doc. conclusivo de la Va CG? Los cuatro grandes ejes temáticos: discípulos – misioneros – para que tengan vida – nuestros pueblos, además de conformar el gran tema general –“Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en El tengan vida”– se constituyen, aquí mismo, en las claves de bóveda para afrontar dicho asunto. Es pertinente mencionar que muy probablemente quien no tenga en cuenta este camino metodológico, tropiece fácilmente hacia un mensaje de Aparecida un tanto parcial, mutilado y hasta quizás sustancialmente modificado tratándose más aun de propósitos tan relevantes.7 Los apartados «misioneros» y «nuestros pueblos» son los más afines con la temática tratada aquí, y por ende tendrán un mayor tratamiento, junto a ciertos desafíos mayúsculos que gravitan singularmente en la realidad latinoamericana.

Por un lado, intento indicar –colofón– el hilo conductor, del iter previo de las conferencias latinoamericanas, acerca de la mirada de nuestro continente. Por otro lado, plantear el interrogante ¿Quo vadis Aparecida?, como horizonte comprensor en clave prospectiva, por parte de los bautizados que contiene la imagen de una iglesia ‹‹acompañante–emancipadora», como la mejor expresión para interpretar y sortear los desafíos en clave liberadora de la agenda católica –ceñida por cierto– en este gran escenario socio– cultural, político, y plurireligioso por éstas latitudes.

Desarrollo

1. Discípulos

¿Qué significa ser discípulo y/o discípula hoy para nuestra vasta y compleja realidad latinoamericana actual? El tema formal de la Va CG versó –como indica D. H. Levine– acerca de la identidad de la iglesia y de los fieles como discípulos misioneros, asunto reconocido

recorrido. Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Aparecida. Guía para leer el documento y crónica diaria, San Pablo, Buenos Aires, 2008, 1–208, 113–120.Sobre ésta base, bien se podría puntualmente conectar e hilvanar intrínsecamente aquellas alocuciones con las narraciones acerca de la iglesia de Brasil, Nicaragua y El Salvador, analizadas concretamente en el cap. 3 del texto en cuestión, de M. Löwy.6 Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses., 48. 7 Existieron respecto al ‹‹modo›› de abordar la lectura de nuestra realidad latinoamericana, en la misma V a CG, calurosos debates con posturas muy disímiles en vistas a su incorporación en el mismo Doc. conclusivo. Aquella temática, al mismo tiempo, está intrínsecamente vinculada al método teológico ver–juzgar–actuar, más concretamente a la primera parte de éste. Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Aparecida. Guía., 16–19.26–28.136–137.Aquí también, es pertinente tener en cuenta la aparición de ciertos tópicos, vinculados a las temáticas, presentes en el Doc. conclusivo, para percibir estimativamente el tenor de la problemática. «Cultura/s» está refrendado 237 veces; «experiencia» se reitera 53 veces; «fenómeno» aparece 15 veces; «liberación» se repite 6 veces; «política/s» está presente 46 veces; «pueblo/s» se indica 196 veces; «realidad/es» se menciona 69 veces; «religión» aparece escrito solo 5 veces y «sociedad», se cita 67 veces. Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINAMERICANO, Aparecida. Documento Conclusivo., 253–277.

4

también por Benedicto XVI en su Discurso Inaugural8 y subrayado en la totalidad del documento.9 Todos somos discípulos siempre, parece ser una aseveración que hace las veces de telón de fondo y que está subrayado en los cap. 4–6.10 El acontecimiento de Jesucristo es el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo (DA 243)11. Los desafíos de la sociedad actual interpelan fuertemente al catolicismo, hoy más que nunca, hacia un discipulado esencialmente comunitario para Latinoamérica que, respirando el mandamiento del amor fraterno, refleje en la cotidianeidad de nuestras vidas y de nuestros pueblos un estilo de vida discipular en comunión, trascendiendo meras acciones aisladas.12

Existen respecto de este tópico, en el mismo Doc. conclusivo, algunas aseveraciones singulares vinculadas al cristianismo liberacionista. Aparecida elenca –en un primer momento (cap. 3)– una serie de buenas noticias: la dignidad humana, la vida, la familia, la actividad humana, el destino universal de los bienes y la riqueza de la iglesia latinoamericana, como algunos ámbitos, donde suceden ciertas emancipaciones de los creyentes católicos del continente (DA 104–128). Continúa indicando –en un segundo momento (cap. 4–6)– que los mismos sujetos en cuestión son los instrumentos que el Señor llama para iluminar y responder, en estado permanente de misión con tinte y cuño liberacionista, a esta realidad latinoamericana (DA 129–346).

Si bien la Vª CG no enumera explícitamente espacios netamente ‹‹sociales››, donde acontece la vida del discípulo, queda claramente manifiesto que es para la vida de ‹‹nuestros pueblos›› (4º eje – Doc. Conclusivo cap. 2). Las CEBs y las pequeñas comunidades –a decir de M. Löwy– merecen una mención especial, por reunir todas las dimensiones del cristianismo liberacionista en forma «casi pura».13 Además, aquellas configuraciones se constituyen en la eclesiogénesis que determina de manera muy particular el rostro eclesial latinoamericano, es decir más atinadamente a nuestra propia realidad sociocultural, política y religiosa (DA 178–180). La pastoral popular y la religiosidad popular –en sintonía con este modo de organización eclesial– son posiblemente el terreno más fértil en vistas a una auténtica praxis liberadora.14

Así, ¿cuál es el primer rasgo distintivo de nuestra institución católica Latinoamérica hoy? El acontecimiento de Jesucristo es el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia real y concreta denominado discípulo, aprendiz inclusive de la misma realidad que, al mismo tiempo, se constituye en el escenario donde debería acontecer la praxis liberadora (DA 243).

8 Cf. BENEDICTO XVI, Sesión Inaugural de los Trabajos de la Va Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Discurso de su Santidad Benedicto XVI, CEA, Buenos Aires, 281–299, 291–293, (en adelante DI). Aquí mismo, Benedicto XVI subrayó con énfasis el fracaso de la propuesta marxista –además de la invitación capitalista– que son de constatación empírica (DI, 4c). 9 Cf. D. H. LEVINE, Religión y Política en América Latina desde los 1970s en cuatro escenas, en NOSTROMO 5, 2013, 1–24, 1. [numeración tomada de la versión digital].10 Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Aparecida. Guía., 20.11 El número siguiente a la sigla DA (Documento de Aparecida v. ofic .), en las citaciones posteriores del presente trabajo, corresponde a la numeración marginal del documento en cuestión.12 Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Aparecida. Guía., 20.13 Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses., 48.14 Ibíd., 67.

5

2. Misioneros

Intrínsecamente relacionado con el primero, se encuentra el eje ‹‹misioneros››. Todo discipulado es para la misión, parece ser la antífona reiterada en casi toda la trama del documento. Sucintamente, los creyentes católicos teniendo como ícono a Jesús liberador, están al servicio de una praxis emancipadora en vistas a una vida nueva y plena para nuestros pueblos (DA 347–379).

¿En qué consiste ser misioneros? La iglesia es esencialmente misionera y debería inevitablemente comunicar vida plena para todos, hasta lograr instalar la cultura misma de la vida (DA 347–364). Para llevar adelante este nuevo Pentecostés latinoamericano, con sabor y tinte libertador, la misma comunidad eclesial debería imperiosamente osar una auténtica y profunda conversión pastoral totalizadora y totalizante –que incluye transformaciones espirituales e institucionales entre otras reformas menores– en pos de someterlo todo al servicio del Reino de vida, dando oídos a lo que el Espíritu está invitando y reclamando (DA 365–372). Todo el cap. 815 –del Doc. conclusivo– es una especie de gran himno de alabanza a la promoción de la dignidad humana, en vistas al Reino en su concreción histórica en el presente latinoamericano (DA 380–390). Es acertado indicar aquí –lo que la Vª CG elenca con ímpetu– algunas señales concretas y evidentes de su presencia:

“la vivencia personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el conocimiento y cumplimiento de la voluntad del Padre, el martirio por la fe, el acceso de todos a los bienes de la creación, el perdón mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de la pluralidad, y la lucha para no sucumbir a la tentación y no ser esclavos del mal.” (DA 383).

Aparecida avanza –haciendo pie en Deus Caritas est16– remarcando el rol protagónico de la política en la compleja relación entre justicia social y caridad cristiana en pos del orden justo del Estado y la sociedad (DA 385). Los obispos en Aparecida proclaman con fuerza –frente al gran impacto de los ídolos principalmente de la riqueza y el poder presentes en nuestra cultura actual– el valor supremo de la dignidad humana de cada hombre y de cada mujer, constituyéndose en el criterio decisivo de toda organización social (DA 387). Continuando en la misma línea –afirma M. Löwy– incluye un listado más extenso de otras «divinidades» tales como el mamón (dinero), el Mercado, la Doctrina de la Seguridad Nacional, el Estado, la Fuerza Militar y la Civilización Cristiana Occidental.17 Existe un elenco de ocho principios básicos –subraya el autor– en los cuales podría estar referida toda acción liberacionista de parte de todo discípulo misionero.18

La opción preferencial por los pobres y excluidos es acentuada –por la Vª CG en la misma línea de Medellín y Puebla– hasta el punto de indicar que debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales (DA 391–398). Esta iniciativa especial por ellos

15 Respecto de la génesis y evolución del capítulo en cuestión, donde colaboró G. Gutiérrez –como oyente crítico externo a la Vª CG– es pertinente leer las crónicas de Víctor Fernández. Cf. V. M. FERNANDEZ, Aparecida, Guía., 29.149.154. Aquí, es muy pertinente una aclaración. Por una parte, es de suma importancia para el cristianismo liberacionista la iluminación de la lucha histórica, a partir del libro del Exodo. Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses., 51.64.Por otra parte, es llamativo que no aparece mencionado en esta sección del Doc. conclusivo, aun cuando posiblemente sea la narración bíblica con vestigios de mayor incidencia histórica concreta. Las citas, referidas al Reino, son todas neotestamentarias. 16 BENEDICTO XVI, Deus Caritas est, [en línea] http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est_sp.html [acceso: 28 de octubre, 2014]. 17 Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses., 50. 18 Cf. Ibíd., 50–51.

6

y la solidaridad con su lucha de autoliberación es –continúa el autor– uno de los principios del cristianismo liberacionista.19 La Vª CG –conectando con el asunto anterior y haciendo pie en el DI– sostiene que “todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica liberación sin la cual es imposible un orden justo en la sociedad”, atendiendo especialmente al gran abanico de los nuevos rostros de pobres y excluidos (DA 399.402). Luego, al indicar algunos lineamientos, enfatiza la imperiosa necesidad de globalizar la solidaridad y atender a un orden justo internacional (DA 406). También, señala que el matrimonio y la familia se constituyen en uno de los ejes transversales de toda gesta eclesial (DA 431–475).20 Finalmente puntualiza que el destinatario de la acción evangelizadora, por parte de la comunidad creyente, son los pueblos y la cultura. Este destinatario colectivo, está en vistas a fecundar las sociedades, las costumbres de los pueblos, las formas colectivas de pensar y de vivir entre otras realidades (DA 476–546).

El anuncio de Jesucristo es –resumiendo y conectando con el eje anterior– la tarea esencial de la comunidad eclesial que incluye especialmente, dentro de sus acciones netamente emancipadoras, la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y una auténtica liberación cristiana que, en vistas al servicio de la cultura de la vida y el Reino de Dios, debería promover una vida plena, digna y feliz para todos (DA 146.347).

3. Para que tengan vida

Los dos primeros ejes junto con toda la obra evangelizadora–eclesial encuentran en este tercer apartado –tercera parte del documento– su propósito. De modo breve, nuestro rasgo más identitario como discípulos misioneros es «para comunicar vida» y que sea cada día más plena, digna y feliz para todos los pueblos latinoamericanos. Existe un párrafo –del Mensaje de la Vª Conferencia a los Pueblos21– muy sugerente, vinculado a este apartado, y con posibles consecuencias significativas para la vida de nuestros pueblos si es tenido realmente en cuenta en la praxis liberadora de la comunidad eclesial:

“Las agudas diferencias entre ricos y pobres nos invitan a trabajar con mayor empeño en ser discípulos que saben compartir la mesa de la vida, mesa de todos los hijos e hijas del Padre, mesa abierta, incluyente, en la que no falte nadie. Por eso reafirmamos nuestra opción preferencial y evangélica por los pobres.” (Mensaje de la Vª Conferencia a los Pueblos, 4b).

19 Cf. Ibíd., 51. Además, es adecuado indicar que aquí en el presente texto y respecto del asunto aparecen muy escasos textos del magisterio eclesiástico latinoamericano, citados de manera insuficiente, dejando lugar a un vacío considerable respecto de otros pasajes claves. También, es importante señalar que si aparecen ciertas citas magisteriales de los episcopados nacionales y organizaciones locales. Ibíd., 50.62.65–66.76.79. 20 Es atinado mencionar el reciente Sínodo de los Obispos (5–19 de octubre del 2014) y las primeras impresiones de la Relatio Synodi, respecto de los tres puntos concretos –el acceso a la comunión sacramental a los divorciados vueltos a casar (52), la comunión espiritual (53), y la atención pastoral de las personas con orientación homosexual (55–56)– que despertaron calurosos debates y que, al mismo tiempo, representan realidades muy complejas para nuestro mundo contemporáneo. Cf. OFICINA DE PRENSA DE LA SANTA SEDE, Synod14 - "Relatio Synodi" della III Assemblea generale straordinaria del Sinodo dei Vescovi: "Le sfide pastorali sulla famiglia nel contesto dell’evangelizzazione" (5-19 ottobre 2014), 18.10.2014, [en línea] http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2014/10/18/0770/03044.html [acceso: 21 de octubre, 2014]. Cabe resaltar aquí, como nota singular, que es la primera vez en la historia de la institución católica, que se da a conocer públicamente el escrutinio en una reunión de ésta naturaleza.

21 CONSEJO EPISCOPAL LATINAMERICANO, Mensaje de la V Conferencia General a los Pueblos de América Latina y el Caribe, en Aparecida: V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento Conclusivo, CEA, Buenos Aires, 301–309, 306.

7

Existe una apretada agenda por delante para la institución católica del continente –como indica D. H. Levine– que necesariamente debería abordar si desea hacer realidad aquella meta.22 Los sujetos en cuestión tienen como misión, después de dos mil años de trayectoria en sus espaldas, continuar comunicando vida y estar a su servicio (DA 353).

Los creyentes, en éste kairos desafiante por cierto, debería dar un impulso inédito a su esencial vocación misionera–liberadora (DA 347–348). Necesitan imperiosamente mostrar que la relación con la persona de Jesús, no los hace menos felices sino todo lo contrario, los ayuda a desarrollarse plenamente y a disfrutar más de su propia vida –hasta el punto de indicar el Doc. conclusivo– que “el ama nuestra felicidad también en esta tierra.” (DA 355).

La vida nueva que Cristo nos ofrece, a través de la institución católica, entra en contacto y transforma al ser humano entero desarrollando en plenitud su existencia (DA 355–356). En concreto, considero que esto acarrea algunas consecuencias, dentro de la praxis liberadora, para la misma comunidad eclesial.

La conversión pastoral misionera o extática23 es el criterio praxiológico, ad intra del catolicismo para la vida de nuestros pueblos, en vistas a concretar el contenido esencial de la gran misión continental (DA 365). Casi absolutamente todo –la doctrina, las orientaciones éticas, la vida cotidiana de las comunidades, sus diversas estructuras institucionales, su actividad misionera, etc.– está dentro del rango de alcance del imperativo de aquella conversión que debería dejar transparentar esta atractiva oferta de una vida más digna, plena y feliz para todos (DA 361). No existe rincón, cualquiera sea el sujeto, configuración eclesial e institucional, que deba resistirse. Evidentemente, asistimos a una pastoral esencialmente más misionera.

Con todo –resumiendo e hilvanando con el cierre de los dos primeros vectores– la propuesta de Jesucristo, contenido fundamental de esta misión, a través de la comunidad católica, consiste en una praxis–experiencia básicamente liberadora en vistas a una oferta de vida digna, plena y feliz para nuestros pueblos.

4. Nuestros Pueblos

El cuarto eje es el destinatario de la empresa evangelizadora, constituyéndose así en un nivel «colectivo» (DA 380–382.384–386.389–390). Aquel, se convierte en el gran escenario donde sucede la praxis liberadora de la comunidad católica Latinoamericana. ‹‹Pueblos›› es un acento propiamente latinoamericano que implica un modo propio de vivir la fe –aquí y ahora– donde la cultura es un vehículo privilegiado, mucho más que la predicación de los sacerdotes o los documentos del magisterio, de transmisión de la fe católica. ‹‹Nuestros pueblos››, parece encerrar dimensiones distintas y complementarias al mismo tiempo, al subrayar la pluralidad de culturas concretadas en los múltiples pueblos latinoamericanos (DA 396). Es pertinente indicar aquí, que nuestras culturas revisten un carácter marcadamente vitalista, expresado de múltiples maneras.

Hoy Latinoamérica vive una realidad, disímil de antaño, marcada por grandes cambios –primera gran constatación del Doc. conclusivo– que –a decir del mismo D. H. Levine– afectan profundamente sus vidas.24 El cambio epocal –paradigma contemporáneo– se manifiesta en múltiples situaciones inéditas en el ámbito sociocultural, económico, político y religioso respectivamente. La descripción del escenario latinoamericano –en el cap. 2:

22 D. H. LEVINE, Religión y Política en América Latina., 6. 23 Cf. V. M. FERNANDEZ, Conversión pastoral y nuevas estructuras. ¿Lo tomamos en serio?, Agape, Buenos Aires, 2010, 1–128, 22–26. 24 Cf. D. H. LEVINE, Religión y Política en América Latina., 1–2.

8

“Mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad”– subraya ante todo que estos grandes cambios de este período ‹‹afectan al mundo entero››. A decir de Aparecida:

“La novedad de estos cambios, a diferencia de los ocurridos en otras épocas, es que tienen un alcance global que, con diferencias y matices, afectan al mundo entero. Habitualmente, se los caracteriza como el fenómeno de la globalización. Un factor determinante de estos cambios es la ciencia y la tecnología, con su capacidad de manipular genéticamente la vida misma de los seres vivos, y, con su capacidad de crear una red de comunicaciones de alcance mundial (…) para interactuar en tiempo real”. (DA 34).

Este nuevo paradigma contemporáneo –subrayan los obispos en Aparecida– afectó no solo la vida de nuestros pueblos, sino también el «sentido religioso y ético» concretamente de la gran mayoría de la población del nuevo continente que busca incansablemente el rostro de Dios (DA 35). El sujeto contemporáneo –frente a la globalización25– si desea estar actualizado y escudriñar el escenario social, debe adquirir necesaria y constantemente, más información (DA 36). Es todo un desafío, frente a esta aglomeración de información a veces caótica e inconexa, lograr una visión unitaria, que termina percibiéndose desde perspectivas unilaterales –economía, ciencia, nuevas tecnologías, otras– como lo único existente. Esta experiencia, insuficiente y parcial, conduce hacia un sentimiento de insatisfacción e inseguridad frente a un mundo que, de modo evidente, supera al hombre mismo que no alcanza a descubrir el sentido más profundo de su existencia (DA 37). Sostengo que, el complejo fenómeno de la globalización trajo aparejado una «crisis de sentido» sobre la misma realidad, que para nosotros creyentes –continúa el Doc. conclusivo– puede alcanzar su unidad por medio del «sentido religioso». Este, siendo inherente a nuestras tradiciones culturales, en nuestro acervo latinoamericano está ligado muy fuertemente a la religiosidad popular (DA 37). Los MCS se convierten en un obstáculo debilitando la gran fuerza que poseía la piedad popular en la transmisión de la fe y los grandes valores (DA, 38–39). Existe un buen análisis de la globalización –a decir de P. A. Ribeiro de Oliveira– a pesar del ‹‹déficit›› teórico–metodológico en relación al método ver–juzgar–actuar, presente en el mismo Doc. conclusivo.26

La realidad sociocultural –a decir de la Vª CG– es el primer ámbito de impacto del fenómeno en cuestión (DA 43–59). Este, siendo complejo –resumiendo en expresión feliz del Documento de Participación– debe ser revertido en vistas de “humanizar la globalización y globalizar la solidaridad”27, cuya actitud dista bastante –de lo afirmado por D. H. Levine– respecto de adaptarse y dejarse llevar, participar del mismo proceso o resistir.28 Por un lado, aquella indicación, parece constituirse en una línea de acción en vistas a la praxis liberadora en Latinoamérica. Por otro lado, es necesario también revertir dichos cambios acaecidos, para alcanzar la misión de la institución eclesial. No sería posible llegar a buen puerto combatiendo directamente la globalización, como causa, que pareciera permanecer en el anonimato. El camino alternativo para lograr la tarea eclesial, lejos de confrontar directamente con aquel fenómeno, estaría relacionada con la evangelización de la cultura, constituyéndose en el tercer nivel del destinatario. Aquella, tendría el desafío de gestar una cultura cristiana que logre sellar tanto las costumbres, las instituciones y las sociedades hasta 25 El término ‹‹globalización›› aparece 30 veces en el Doc. Conclusivo. 26 P. A. RIBEIRO de OLIVEIRA, La globalización en el Documento de Aparecida, en AMERINDIA, Aparecida. Renacer de una esperanza, [en línea] http://vicariapastoralgdl.org/descargas/estudio.pdf [acceso: 05 de agosto, 2013], 83–90. 27 CONSEJO EPISCOPAL LATINAMERICANO, Hacia la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe: Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. –Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida – (Jn 14, 6), Documento de Participación, CEA, Buenos Aires, 2005, 1–134, 82. 28 Cf. D. H. LEVINE, Religión y Política en América Latina., 6.

9

el último rincón. Aparecida, retomando la afirmación de Gaudium et spes, sucintamente define la cultura como todo aquello que caracteriza un pueblo (DA 476). Esta empresa evangelizadora de la cultura tiene como fin lograr que la fe penetre profundamente en el sustrato cultural del pueblo (DA 477). La comunidad católica fue, en esta tarea, creadora y animadora de cultura y así de este modo ella misma se enriquece con nuevas expresiones y valores (DA 478.479). Para la comunidad católica latinoamericana –la educación católica, la educación como bien público, la pastoral de la comunicación social, los nuevos centros de decisión, la presencia gravitante de laicos y laicas en la vida pública, bajo la orientación de la Doctrina Social de la Iglesia (DA, 505–508) y la pastoral urbana como laboratorio de la cultura contemporánea compleja y plural– son sitios emancipadores privilegiados de trasmisión de la fe dentro del vasto ámbito de la cultura (DA 481–484. 491–509).

Continuando en este ámbito, destaco el rostro singular y extendido, dentro de la gran masa de los pueblos latinoamericanos, de los pobres y excluidos –como consecuencia triste por cierto del fenómeno en cuestión– constituyéndose en común denominador de la realidad y destinatarios privilegiados de la praxis (DA 391–398). ¿Existe una relación vinculante entre esta gran mayoría de sujetos, marcados por la realidad antes descripta, y la práctica liberadora de la comunidad latinoamericana? Avizoro que nuestras estructuras eclesiales no han sido capaces de incorporar a esa mayoría de pobres que constituyen nuestro continente. Por este motivo cuando se habla de vida para nuestros pueblos no se puede dejar de ignorar los desafíos, las tristezas y las angustias de aquella gran mayoría: indigentes, migrantes, enfermos, adictos dependientes y privados de libertad, de este continente (DA 407–403). En este sentido cobra nueva vitalidad, renovar la opción preferencial por los más pobres al estilo de su fundador.

Entonces, ¿cuáles son algunas de las iniciativas liberadoras sugeridas? Una pastoral desde la opción preferencial por los más pobres implica, entre otras cosas, comenzar desde ellos (punto de partida) vivir, sentir y pensar con ellos (medio) y para ellos (fin). Sólo así se estaría navegando mar adentro de las entrañas del nuevo continente y tantísimos inocentes que sufren injustamente, se sentirían hermanos y a la iglesia, casa y escuela de comunión para toda persona. Para evitar la posibilidad que esta opción quede en un plano meramente teórico, se reclama dedicar tiempo a los pobres hasta el punto de entablar amistad con ellos para luchar juntos en la defensa de sus propios derechos (DA 397.398).

También aquí mismo, en el orden social, bajo la guía de la Doctrina Social de la Iglesia, se promueve una promoción humana integral y una pastoral social estructurada, orgánica e integral que contemple los rostros de los excluidos con incidencia en los estados, generando políticas socio–económicas que conduzcan hacia un desarrollo sostenible (DA 400–403). Todo esto, nunca podrá hacerse efectivo al margen de Dios (DA 405). La familia y el matrimonio son uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora eclesial y destinatarios de la acción pastoral familiar (DA 434–435.437). Todas las personas –niños, adolescentes, jóvenes, ancianos, mujeres, varones padres de familia– en este contexto familiar, son sujetos destinatarios de la acción evangelizadora de la Iglesia. En un horizonte mucho más amplio se constata una Iglesia comprometida con una clara opción por la cultura de la vida y su defensa (DA 464–475). La comunidad católica, se encuentra en un nuevo escenario que, fue desafiante, plural y diferenciado, a la medida de nuestros tiempos, basado en la dignidad bautismal del pueblo de Dios. Existen otras temáticas –familia, bioética y género– presentes en el mismo Doc. conclusivo, inherentes al mismo ámbito de la realidad social, que despertaron debates apasionados, observaciones significativas, denominadores comunes, divergencias sustanciales y algunas escasas autocríticas, quedando parte de lo indicado anteriormente reflejado en el mismo escrito.29

29 Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Aparecida. Guía., 147.

10

El complejo mundo económico –revela el Doc. conclusivo– es el segundo ámbito donde la globalización deja su huella en niveles distintos, siendo su rostro más extendido y exitoso (DA 60–73). Aquella dimensión en cuestión es –precisa curiosamente A. Brigenthi– la segunda globalización (cronológicamente entendida) en Latinoamérica.30 La globalización de la solidaridad, la justicia y los derechos humanos –indica Aparecida– es el gran marco de acción de la praxis liberadora en este terreno (DA 64).

La realidad socio–política es el tercer nivel donde aquel fenómeno acarrea consecuencias desfavorables, también en sus distintas áreas. La incipiente voluntad de integración regional y la globalización de la justicia, mencionada anteriormente, son –indican los obispos en Aparecida– el camino liberador en Latinoamérica hoy (DA 82).

Existen en la esfera religiosa, de nuestra realidad actual latinoamericana, varias constataciones. Por un lado, el mosaico plurirreligioso –indican los obispos en Aparecida– está vinculado a las distintas denominaciones cristianas y otros grupos religiosos, que han aportado a nuestras culturas y tradiciones, traídas de sus tierras de origen (DA 59). En el marco de la presencia de los pueblos indígenas y afroamericanos en el seno de la religión católica –Aparecida sostiene– que estos tuvieron que emigrar forzados por la pobreza, viéndose modificada sustancialmente, además de sus costumbres y sus vínculos, su propia religión (DA 90). Por otro lado, el corrimiento singular dentro del seno de la comunidad católica que –continúa el autor– buscó un nuevo lugar en el areópago religioso plural actual.31 Además, aconteció la pérdida del monopolio hegemónico de la iglesia católica, que abrió paso a la competencia –entre las nuevas comunidades cristianas no católicas, los NMR y las sectas de índole distintas– buscó ‹‹adherentes››, legitimación social con las correspondientes regalías de parte del estado y conquistar nuevos espacios públicos para instalar normas morales ‹‹en nombre de Dios y de la religión››. En la misma conferencia existieron –respecto de esta temática– aportes y acentos singulares. Existe un repertorio amplio de «identidades» católicas múltiples que configuran –a decir del mismo Aparecida– este nuevo escenario:

“Dentro del nuevo pluralismo religioso en nuestro continente, no se ha diferenciado suficientemente a los creyentes que pertenecen a otras iglesias o comunidades eclesiales, tanto por su doctrina como por sus actitudes, de los que forman parte de la gran diversidad de grupos cristianos (incluso pseudocristianos) que se han instalado entre nosotros, ya que no es adecuado englobar a todos en una sola categoría de análisis. Muchas veces no es fácil el diálogo ecuménico con grupos cristianos que atacan a la Iglesia Católica con insistencia.” (DA 100g).

¿Cómo llevar adelante una praxis liberadora en el plano religioso? La comunidad católica Latinoamericana, descubre que dentro de su servicio pastoral a la vida plena de los pueblos indígenas exige, dentro de un amplio abanico de tareas, también fomentar el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico como ámbito privilegiado en vistas a una acción liberadora conjunta con posibles resultados sustanciales (DA 95).32

Finalmente, Aparecida, menciona un elenco de «logros» y algunas «sombras», que delinean la situación de nuestra religión católica en esta hora histórica de desafíos. Entre los ámbitos liberadores, se encuentra la religiosidad popular y la inculturación del fenómeno

30 La primera es del ámbito mercantilista. Cf. A. BRIGHENTI, La Misión evangelizadora en el contexto actual. Reflexiones y desafíos desde la América Latina, Palabra, México D.F., 2009, 1–56, 17–35. 31 Cf. D. H. LEVINE, Religión y Política en América Latina., 2–3. Algunos datos a tener en cuenta respecto de términos, presentes en el Doc. conclusivo, relacionados a ésta nueva situación: ‹‹ecumenismo, ecuménico›› se repite 23 veces, ‹‹piedad popular, religiosidad popular›› 16 veces y ‹‹secta›› 1 vez. 32 Respecto del diálogo interreligioso, el Doc. conclusivo señala de manera singular la necesidad de “seguir las normas del magisterio de la Iglesia” (DA 99g). Aquí, a propósito, los obispos remiten al artículo del comentario a la Notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitido por ésta misma instancia vaticana, a la obra Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso, de J. Dupuis (cf. Ibíd., nota 40).

11

religioso que son inherentes al acervo de nuestros pueblos indígenas y afroamericanos (DA 99b).

El elenco de preocupaciones destaca, la falta de autocrítica, los moralismos y una preocupación singular por el éxodo de algunos fieles que abandonaron nuestra religión católica (DA 185). Aparecida, respecto de esta última cuestión triste por cierto, indica:

“En las últimas décadas vemos con preocupación, (…), por otro lado, que un número significativo de católicos está abandonando la Iglesia para pasarse a otros grupos religiosos. Si bien es cierto que éste es un problema real en todos los países latinoamericanos y caribeños, no existe homogeneidad en cuanto a sus dimensiones y su diversidad.” (DA 100f).

Apunto algunos casos concretos. Guatemala es concretamente –a decir de A. Ramazzini– el país donde aconteció el mayor éxodo de católicos y los evangélicos constituyen el 40% de la población. En Brasil –subraya G. L. Rocha– el éxodo de católicos se constata en las periferias de la grandes ciudades.33

Existe un repertorio amplio –como indica el autor en cuestión– de ‹‹identidades›› católicas múltiples que configuran –a decir del mismo Aparecida– este nuevo escenario:

“Dentro del nuevo pluralismo religioso en nuestro continente, no se ha diferenciado suficientemente a los creyentes que pertenecen a otras iglesias o comunidades eclesiales, tanto por su doctrina como por sus actitudes, de los que forman parte de la gran diversidad de grupos cristianos (incluso pseudocristianos) que se han instalado entre nosotros, ya que no es adecuado englobar a todos en una sola categoría de análisis. Muchas veces no es fácil el diálogo ecuménico con grupos cristianos que atacan a la Iglesia Católica con insistencia.” (DA 100g).

Mientras que, el contexto de pluralismo religioso –a decir de J. B. Libanio– se manifiesta, como el causante de la crisis de la identidad cristiana y católica. Al mismo tiempo, como la urgencia de una fe consciente y vivida. Sucintamente, cuanto más pluralismo religioso, tanto más necesitamos conocer y vivir con conciencia explícita la fe católica.34

Con todo, resumiendo e hilvanando con los tres ejes anteriores– inferiero que la institución católica, comunidad de discípulos misioneros para la vida de nuestros pueblos, desea brindar desde lo más hondo de sí, al comienzo del nuevo milenio frente al cambio epocal y el nuevo escenario socio–cultural, político y religioso, desde una praxis liberadora, plenitud de vida a toda la existencia, para todos los latinoamericanos. El conjunto de las distintas fuerzas vivas religiosas se convierten en una pieza clave para aquella experiencia emancipadora.

Reflexiones Finales

Retomo la pregunta que ordenó el presente trabajo. ¿Cuáles son algunas de las prácticas y espacios liberadores necesarios, de parte de la comunidad católica, para responder a la realidad vasta y compleja del continente latinoamericano hoy, descripta en el Documento conclusivo de la Va CG? La lectura transversal de Aparecida en clave liberadora, a partir de la descripción y examen de la realidad, nos conduce a ciertas afirmaciones que deben deberían tenerse en cuenta. Mientras que, se avanza de manera incipiente hacia una valoración sobre lo más genuino del sustrato cultural de nuestros pueblos, en pos de mostrar

33 Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Aparecida. Guía., 119. 34 J. B. LIBANIO, Pluralismo cultural y pluralismo religioso, en AMERINDIA, Aparecida. Renacer de una Esperanza, [en línea] http://www.hechoreligioso.net/Proyectos/VCELAM/docuVCELAM/206_AmerindiaAparecidaLibroVirtual.pdf [acceso: 10 de agosto, 2014], 83–90, 85.

12

su conexión intrínseca con su fundador. Al mismo tiempo, se pretende un incipiente agiornamiento singular de todas sus estructuras en vistas a sintonizar con la vida real de nuestros pueblos. Además, la influencia del cristianismo liberacionista hoy –indica M Löwy– está presente de hecho, sin detrimento de lo afirmado anteriormente, en una minoría de las comunidades latinoamericanas.35

La evangelización se constituye, a todas luces, en la preocupación transversal que podría reconocerse como hilo conductor entre los acontecimientos eclesiales previos y la Va

CG. Sucintamente puedo decir que la principal preocupación de Río de Janeiro36 fueron los evangelizadores; de Medellín37, la persona humana y la sociedad latinoamericana; de Puebla38, la Iglesia y de Santo Domingo39, Jesucristo. En esta perspectiva se puede apreciar la continuidad temática que presenta Aparecida respecto de las anteriores conferencias. El núcleo de su preocupación pastoral es: la vida plena en Cristo tanto del sujeto individual, discípulo misionero, como del sujeto colectivo, que se realiza en la Iglesia para el bien de nuestros pueblos. Cada una con un estilo y talante propio imprimió un sello específico a la misión eclesial, integrando lo antiguo y lo nuevo, esforzándose por hacer una atenta escucha de las necesidades y expectativas del pueblo de Dios, señalando nuevos rumbos en el camino de la evangelización.

¿Quo vadis Aparecida? El futuro de nuestros pueblos visto desde Aparecida –certeramente a decir de D. H. Levine– contiene amenazas, peligros y riesgos; aunque para la misma institución se transforman principalmente en desafíos a sortear que desbordan no solo la agenda de la Va CG sino también la del mismo trayecto eclesiológico previo.40 En los tiempos que corren –simultáneamente fascinantes, complejos y de desamparos– cuando todo esto es sufrido como injusticia, las instituciones parecen ajenas y excluyentes, las personas necesitan más que nunca de prójimos y comunidades que las acojan y acompañen. Con todo, es imperioso consolidar un estilo de iglesia comunidad que –superando toda tendencia ad intra41–, en vez de responder de manera insuficiente a esta titánica demanda, se manifieste, tanto, como compañera liberadora y, además, se revista de humildad; porque en ella ni acompañantes ni acompañados tienen el mapa del camino. La experiencia cristiana de Dios difícilmente se sostenga sin una iglesia tangible en comunidades que acojan a las personas, no importando la condición de vida en que se hallen.42 La imagen de una iglesia ‹‹acompañante–emancipadora›› bien nos puede ayudar para entender su misión en nuestra sociedad latinoamericana en estos tiempos de globalización. Sostiene Aparecida: “cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que ha sido llamado” (DA 282). Esta nueva configuración de la institución católica se encuentra en perfecta sintonía con la ‹‹iglesia de los pobres››, que avanza atenta a discernir la voluntad de Dios en la historia escrutando los signos de los tiempos, cumpliendo así su rol profética liberacionista.

35 Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses., 53.36 Cf. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Documentos de Santo Domingo, Puebla, Medellín y Río de Janeiro, CEA, Buenos Aires, 2008, 513–588. 37 Ibíd., 375–512. 38 Ibíd., 149–374.39 Ibíd., 1–148. Es acertado indicar, aquí mismo, que unos los temas generales de la conferencia de Santo Domingo fue la Cultura Cristiana. Ibíd., 123–141. 40 Cf. D. H. LEVINE, Religión y Política en América Latina., 2–3. 41 Cf. M. LÖWY, Guerra de Dioses., 54–55.42 Cf. J. COSTADOAT, Hacia la VI Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, [en línea] http://www.uia.mx/ribet/pdf/ribet6.pdf [acceso: 13 de agosto, 2013], 45–68.

13

La comunidad católica tiene, en las actuales circunstancias, una oportunidad extraordinaria de anunciar el evangelio de la fraternidad–liberadora. Hoy, más que nunca, se requiere una hospitalidad sin más; y una solidaridad por parte de la iglesia, cuya experiencia y trayecto previo es única. Esto supone vivir fundamentalmente de la fe. Cuando la iglesia acompaña, unos se encargan de liberar a otros, con sus bienes y sus males, a lo largo de un camino que sólo Dios sabe dónde conduce.

14

Bibliografía

BENEDICTO XVI, Deus Caritas est, [en línea] http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est_sp.html [acceso: 28 de octubre, 2014].

____, Sesión Inaugural de los Trabajos de la Va Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Discurso de su Santidad Benedicto XVI, CEA, Buenos Aires, 281–299.

BRIGHENTI, A., La Misión evangelizadora en el contexto actual. Reflexiones y desafíos desde la América Latina, Palabra, México D.F., 2009, 1–56.

CONSEJO EPISCOPAL LATINAMERICANO, Aparecida: V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento Conclusivo, CEA, Buenos Aires, 2007, 1– 333.

____, Documentos de Santo Domingo, Puebla, Medellín y Río de Janeiro, CEA, Buenos Aires, 2008, 1–588.

____, Hacia la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe:

Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. –Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida – (Jn 14, 6), Documento de Participación, CEA, Buenos Aires, 2005, 1–134.

____, Mensaje de la V Conferencia General a los Pueblos de América Latina y el Caribe, en Aparecida: V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento Conclusivo, CEA, Buenos Aires, 301–309.

COSTADOAT, J., Hacia la VI Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, [en línea] http://www.uia.mx/ribet/pdf/ribet6.pdf [acceso: 10 de agosto, 2013], 45–68.

FERNÁNDEZ, V. M., Aparecida. Guía para leer el documento y crónica diaria, San Pablo, Buenos Aires, 2008, 1–208.

____, Conversión pastoral y nuevas estructuras. ¿Lo tomamos en serio?, Agape, Buenos Aires, 2010, 1–128.

LEVINE, D. H., Religión y Política en América Latina desde los 1970s en cuatro escenas, en NOSTROMO 5 (2013), 1–24, [numeración tomada de versión digital].

LIBANIO, J. B., Pluralismo cultural y pluralismo religioso, en AMERINDIA, Aparecida. Renacer de una Esperanza, [en línea] http://www.hechoreligioso.net/Proyectos/VCELAM/docuVCELAM/206_AmerindiaAparecidaLibroVirtual.pdf [acceso: 10 de agosto, 2014], 83–90.

15

LÖWY, M., Guerra de Dioses. Religión y Política en América Latina, Siglo XXI, México D. F., 1999, 1–211.

OFICINA DE PRENSA DE LA SANTA SEDE, Synod14 - "Relatio Synodi" della III Assemblea generale straordinaria del Sinodo dei Vescovi: "Le sfide pastorali sulla famiglia nel contesto dell’evangelizzazione" (5-19 ottobre 2014), 18.10.2014, [en línea] http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2014/10/18/0770/03044.html [acceso: 21 de octubre, 2014].

RIBEIRO de OLIVEIRA, P. A., La globalización en el Documento de Aparecida, en AMERINDIA, Aparecida. Renacer de una Esperanza, [en línea] http://www.hechoreligioso.net/Proyectos/VCELAM/docuVCELAM/206_AmerindiaAparecidaLibroVirtual.pdf [acceso: 08 de agosto, 2013], 83–90.

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CORDOBA, Digesto – UCC. Reglamento de Posgrado, [en línea] http://www.ucc.edu.ar/portalucc/archivos/File/Institucional/DIGESTO_UCC--2012_en_adelante--/Vicerrectorado_Academico/Secretaria_de_Posgrado/ReglamentodelaFormacdePosgrado.pdf [acceso: 22 de octubre, 2014], 1–15.

VILLARREAL D. A., El Señor y la Virgen del Milagro: la pascua salteña. Aportes para la comprensión de la piedad popular, (Proyecto de Trabajo Final, Inédito, UCC, Córdoba, 2014), 1–15.