PRESENTACIÓN CELAM AGOSTO 06

LA DIGNIDAD DE LA PERSONA Y EL VALOR DEL TRABAJO HUMANO A LA LUZ DE LA ENCÍCLICA LABOREM EXERCENS

¿CÓMO SE HAN QUEDADO TODO EL DÍA AQUÍ, SIN

HACER NADA? 

“NADIE NOS HA CONTRATADO”

 MATEO 20, 6-7

“el retorno al texto debería ser preocupación de todos. ¡Cuántos, en efecto, adulan o critican los documentos pontificios sin siquiera leer atentamente el texto, ni estudiar el contexto!. Una encíclica se inscribe dentro de una enseñanza continua, y renueva su formulación en función, del cambio de los problemas de la sociedad y de las nuevas exigencias éticas que entrañan para la fe”

Juan Pablo II. “Discurso a los participantes al congreso organizado por la "Ecole Francaise¨ de Roma, 20 de abril de 1991

Una relectura de la encíclica Laborem Exercens no puede hacerse sin una mirada integral del Magisterio Social desarrollado por Juan Pablo II, a partir de su primera encíclica “Redemptor Hominis” y la trilogía de sus encíclicas sociales: “Laborem Exercens”, “Sollicitudo Rei Socialis” y “Centesimus Annus”

Ellas actualizaron la Enseñanza Social de la Iglesia como respuesta a los cambios producidos a fines de los años ochenta y que se consolidaron en los años noventa. Tampoco puede dejarse de analizar la Carta Apostólica “Ecclesia in America” como referente clave del Magisterio Social para América Latina y bisagra entre el fin del siglo XX y el inicio del Tercer Milenio.

   En su primera encíclica, Juan Pablo II afirmaba que “El sentido esencial de la ´realeza´ del hombre y de este ´dominio´ del hombre sobre el mundo visible, asignado a él como cometido por el mismo Creador, consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, en el primado de la persona sobre las cosas, en la superioridad del espíritu sobre la materia.

“Por esto es necesario seguir atentamente todas las fases del progreso actual: es necesario hacer, por decirlo así, la radiografía de cada una de las etapas, precisamente desde este punto de vista. Se trata del desarrollo de las personas y no solamente de la multiplicación de las cosas, de las que los hombres pueden servirse”

La Encíclica Laborem Exercens es una reflexión

nacida de la misma experiencia de vida de Juan

Pablo II que se definía a sí mismo como un trabajador:

“En la experiencia de mi vida he aprendido lo que es

un trabajador y lo llevo en mi corazón”.

Juan Pablo II. Mensaje a los obreros en Saint Denis, Paris, 31 de mayo de 1980

   De similar forma expresaba sus sentimientos en Filipinas: “Siento

una profunda alegría cuando me encuentro con trabajadores

como vosotros, pues me traéis a la memoria aquellos años de mi

juventud en que también yo experimenté la grandeza y la dureza, las horas felices y los

momentos de ansiedad, los logros y los fracasos que comportan la vida de un

trabajador” 

Mensaje a los agricultores de Filipinas, 21 de febrero de 1981

 

La encíclica Laborem Exercens que considera a los derechos de los hombres de trabajo en el amplio contexto de los derechos humanos (L.Ex. capítulo IV) y a las organizaciones de trabajadores como las instituciones “exponentes de la lucha por la justicia social” (L.Ex. 20)

Desde esta perspectiva el Estado debe asumir, en forma prioritaria, la tarea de satisfacer las necesidades básicas de los sectores más pobres o excluidos de la sociedad

Uno de los aspectos centrales de la Encíclica que más ha

interpretado la conciencia y los sentimientos profundos del

trabajador latinoamericano, es el que se refiere al aspecto subjetivo

y personal del trabajo. El Papa toca aquí la tecla más sensible y

más dramática del mundo del trabajo latinoamericano”.

 Emilio Máspero en la Semana Social de Pastoral Social de Argentina,

1987 

La primacía del trabajo sobre el mercado.

Juan Pablo II lo reiteró permanentemente, especialmente en América Latina. “En una sociedad que

comienza a industrializarse y donde puede ser fuerte la tentación de dejar

que las fuerzas del mercado sean el factor determinante en el proceso

productivo” 

Mensaje a los obreros de América Central, Tegucigalpa, Honduras, 8 de marzo de 1983

  de la misma manera “Todo orden social que quiera servir al hombre, habrá de colocar como fundamento de su legislación, de sus instituciones y de su vida productiva, esta valoración del trabajo de sus ciudadanos, evitando siempre convertirlo en una simple mercancía, en objeto de compra y venta en el mercado” Juan Pablo II. Mensaje en la Plaza de San Francisco, Quito, Ecuador, 30 de enero de 1985

  El trabajador es el gran constructor de la Nación (L.Ex.10)

en la medida en que el trabajo construye el bien común, elaborado juntamente con sus compatriotas dándose así cuenta que por este camino el trabajo sirve para multiplicar el patrimonio de toda la familia humana 

Primacía del trabajo sobre el capital. El capital es el resultado de una donación inicial de Dios –dimensión teológica-, más la acumulación del patrimonio histórico del trabajo humano -dimensión humanista- (L.Ex.12)

Juan Pablo II vinculó el tema de la propiedad privada al sexto mandamiento (No hurtar) al afirmar que “El hombre que produce, el que se enriquece, no vive sólo par sí mismo; debe también enriquecer a la sociedad: sobre todo esto vigila el poder social, sobre todo esto debe vigilar el Estado”.

Juan Pablo II. Homilía en el aeropuerto de Bialystok, Polonia, 5 de junio de 1991

La organización de los trabajadores es un derecho. Es interesante destacar y ponderar como la Encíclica insiste en que la solidaridad debe estar siempre viva entre los hombres que trabajan. De esta verdad se deriva, entre otros, el derecho de los trabajadores a unirse para asegurar el seguir siendo sujetos del trabajo, para salvaguardar todos sus derechos.

La Iglesia ha reivindicado para los trabajadores el derecho a constituirse en asociaciones independientes y autogestionadas desde la “Renum Novarum” (nn. 21 y 23), pasando por la “Quadragésimo Anno” (n. 11), la “Laborem Exercens” (n. 20) y la “Centesimus Annus” (n. 7)

La misión de las organizaciones de trabajadores es la lucha por la justicia social. “La Doctrina Social de la Iglesia inspira la praxis cristiana en su noble lucha por la justicia, pero excluye, porque es extraña al Evangelio, la lucha programada de clases que conduce a nuevas formas de servidumbre”.

Juan Pablo II. “Mensaje a los habitantes de los barrios de Bogotá, Colombia, 3 de julio de 2986 

“La defensa de los intereses existenciales de los trabajadores en todos los sectores, en que entran en juego sus derechos, constituye cometido de los Sindicatos”. En este sentido, dice el Papa “la actividad de los Sindicatos entra indudablemente en el campo de la política entendida esta como una prudente solicitud por el bien común”Juan Pablo II. Laborem Exercens