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 [  Analítica, Año 5, N.º 5, Lima, 2011; pp. 09-28] NORMATIVIDAD DOXÁSTICA EN ANIMALES NO HUMANOS LAURA DANÓN Universidad Nacional de Córdoba – C ONICET [email protected] Recibido: 25/06/11 Aprobado: 30/08/11 RESUMEN El propósito central de este trabajo es caracterizar una variante de normatividad doxástica que no requiera de competencias meta–representacionales, pero que mantenga en pie la idea de quien posee creencia no sólo ha de poder equivocarse en lo que cree, sino que ha de contar también con algún tipo de sensibilidad a tales errores. Según espero mostrar, además, esta variante no tiene por qué ser dominio exclusivo de los animales humanos, dotados de lenguaje. Para lograr tal fin, procuro identificar un patrón de conductas no lingüísticas que constituya un buen indicador de que una criatura es sensible a sus errores doxásticos y ofrezco alguna evidencia empírica que sugiere la existencia de animales no humanos que de hecho muestran comportamientos de ésta índole. Palabras clave: Creencias, normatividad, mentes animales. ABSTRACT In this paper I try to defend a notion of doxastic normativity which does not depend on meta–representational competences. Nevertheless, according to this notion, to have a belief is not only to have a mental state that might be erroneous, but also to be sensitive to such doxastic errors. Besides, I will try to show that this kind of doxastic normativity is not necessarily confined to human animals. In order to defend this last claim, I will try to identify a

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Danon, Analítica

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  • [Analtica, Ao 5, N. 5, Lima, 2011; pp. 09-28]

    NORMATIVIDAD DOXSTICA ENANIMALES NO HUMANOS

    Laura Dann

    Universidad Nacional de Crdoba C [email protected]

    Recibido: 25/06/11Aprobado: 30/08/11

    RESUMENEl propsito central de este trabajo es caracterizar una variante de normatividad doxstica que no requiera de competencias metarepresentacionales, pero que mantenga en pie la idea de quien posee creencia no slo ha de poder equivocarse en lo que cree, sino que ha de contar tambin con algn tipo de sensibilidad a tales errores. Segn espero mostrar, adems, esta variante no tiene por qu ser dominio exclusivo de los animales humanos, dotados de lenguaje. Para lograr tal fin, procuro identificar un patrn de conductas no lingsticas que constituya un buen indicador de que una criatura es sensible a sus errores doxsticos y ofrezco alguna evidencia emprica que sugiere la existencia de animales no humanos que de hecho muestran comportamientos de sta ndole.Palabras clave: Creencias, normatividad, mentes animales.

    ABSTRACTIn this paper I try to defend a notion of doxastic normativity which does not depend on metarepresentational competences. Nevertheless, according to this notion, to have a belief is not only to have a mental state that might be erroneous, but also to be sensitive to such doxastic errors. Besides, I will try to show that this kind of doxastic normativity is not necessarily confined to human animals. In order to defend this last claim, I will try to identify a

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    pattern of nonlinguistic behaviors which indicates that a creature is sensitive to its doxastic errors, and offer some ethological evidence which suggests that there are nonhuman animals capable of such behaviors.Keywords: Beliefs, normativity, animal minds.

    1. La normatividad de las creencias y la concepcin intelectualista del error

    Un rasgo caracterstico de nuestras creencias es que son susceptibles de evaluacin normativa en virtud de su verdad o falsedad, correccin o incorreccin, etc. Por lo tanto, una de las tareas que deber afrontar quien est interesado en atribuir creencias a animales no humanos, consistir en mostrar que tales criaturas cuentan con el tipo apropiado de normatividad, o para decirlo de otro modo, que pueden poseer creencias errneas.

    Ahora bien: cmo caracterizar este tipo de error? En qu consiste precisamente tener creencias errneas, o estar equivocado en lo que se cree? En primera instancia parece que, si alguien cree que P, su creencia ser errnea cuando su contenido represente de modo inadecuado un estado de cosas, pues nuestras creencias han de ajustarse al modo de ser de las cosas (Beisecker 1999). La verdad o la adecuacin al entorno operan, pues, como parmetros a partir de los cuales juzgamos normativamente nuestras creencias.1 El objetivo de tales estados doxsticos es la verdad o, en un sentido ms amplio, la representacin adecuada del entorno.

    A esto se suma que, para muchos autores, el tipo de normatividad que debemos atribuir al propietario de creencias no se reduce a la posibilidad de representarse el entorno falsa o inadecuadamente, sino que debe involucrar, adems, la capacidad para descartar siquiera ocasionalmente algunas de nuestras creencias en virtud de su carcter errneo. Dicho de otro modo: quien posee creencias no slo ha de poder albergar creencias que puedan ser evaluadas

    1 La verdad no es necesariamente la nica norma que gobierna las creencias. Tambin se ha sostenido que las creencias pueden ser evaluadas normativamente tomando como parmetro la evidencia que las justifique, el conocimiento y la racionalidad. Cfr. Engel (2007, 181).

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    como errneas de acuerdo con parmetros externos, sino que ha de contar, adems, con alguna capacidad para reconocer activamente los propios errores y corregirlos (Bermdez 2003).2

    Son varios, sin embargo, los modos posibles de caracterizar el tipo de reconocimiento de sus errores que debe poseer la criatura a la que atribuimos creencias. Para lo que aqu denominar la concepcin intelectualista del error defendida, con diferencias de matices, por autores como Davidson (1982, 1999) y McDowell (1994, 2009) la criatura que posee creencias ha de poder volverse reflexivamente sobre tales estados y evaluarlos en trminos epistmicos.

    Como es bien sabido, Davidson ha defendido que para poseer una creencia es preciso contar con el concepto de creencia. A su vez, en tanto las creencias son, esencialmente, estados que pueden ser verdaderos o falsos, poseer el concepto de creencia requiere poder pensar en la posibilidad de que sta sea falsa. Lo cual involucra la capacidad para volverse reflexivamente sobre los propios pensamientos, albergando estados mentales de segundo orden acerca del estatus epistmico verdadero o falso de los de primeros. McDowell, por su parte, considera que lo que convierte a los humanos en genuinos propietarios de conceptos y creencias es nuestra capacidad no slo para actuar en respuesta a ciertas razones sino, adems, para responder a dichas razones en cuanto tales. Esto equivale no slo a ser capaces de actuar porque tenemos cierta creencia que opera como una razn para nuestro comportamiento, sino tambin a poder preguntarnos si dicha creencia est justificada y si debiramos, por lo tanto, actuar como ella nos indica.3

    2 Una razn que puede darse a favor de esta segunda exigencia, es la siguiente: las creencias ofrecen distintas representaciones de estados de cosas en las que un agente racional se apoya a la hora de seleccionar un curso de accin apropiado para satisfacer sus deseos. Pero, para poder cumplir tal funcin resulta central que las creencias representen el mundo de modo adecuado y que, cuando el agente se equivoque y forme una creencia falsa, cuente con algn modo de reconocer dicha falsedad y modificar sus creencias de un modo que haga posible reinstaurar un curso de accin exitoso (Okrent 2007).

    3 Cfr. McDowell (2009, 128).

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    Ambos autores consideran, pues, que el genuino propietario de creencias ha de contar con la capacidad metarepresentacional para volverse reflexivamente sobre las credenciales epistmicas de las propias creencias y evaluarlas como verdaderas o falsas en el caso de Davidson o como justificadas o injustificadas en el de McDowell. A lo cual aaden, finalmente, que este conjunto de requerimientos slo puede ser satisfecho por las criaturas humanas, lingsticamente competentes, insertas en prcticas discursivas de carcter social. Como consecuencia del estrecho vnculo que trazan entre las creencias de primer orden, las creencias de segundo orden y el lenguaje, los dos coinciden en rechazar a priori la posibilidad de atribuir creencias a los animales no humanos carentes de lenguaje.4

    En lo que sigue querra defender en contra de estas posiciones intelectualistas la posibilidad de deslindar un tipo de normativi-dad doxstica que prescinda de toda apelacin a estados metare-presentacionales. Para esta concepcin deflacionada, la normativi-dad de las creencias ha de incluir no slo la posibilidad de albergar estados doxsticos errneos, sino tambin algn tipo de compren-sin de tales errores por parte del propietario de las creencias, pero de un modo menos exigente que el propuesto por los enfoques intelectualistas. Segn espero mostrar, adems, esta variante de normatividad no tiene por qu ser dominio exclusivo de los ani-males humanos, dotados de lenguaje.

    2. Animales que se equivocan: un caso hipottico

    El propsito central de este trabajo, segn indiqu arriba, es delimitar una nocin de normatividad doxstica que no requiera de competencias metarepresentacionales, pero que mantenga en pie la idea de que quien posee una creencia no slo ha de poder estar equivocado en lo que cree, sino que ha de ser capaz de percatarse de ello y modificar sus creencias en consecuencia. Para delimitar qu

    4 Muchos otros autores, que defienden la posibilidad de atribuir creencias a los animales no humanos, siguen trazando, como Davidson y McDowell, un vnculo de dependencia entre el dominio de un lenguaje natural y la posesin de competencias metarepresentacionales. Se destacan entre ellos Bermdez (2003), Clark (1998) y Dennett (2000)

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    se encuentra involucrado en este tipo de normatividad doxstica, puede ser til deslindarla de otros dos casos ms bsicos: i) el mero cambio de ciertos estados informacionales a la luz de las modificaciones del entorno y ii) la modificacin directa de las acciones a partir de los fracasos para alcanzar ciertos objetivos en la prctica.

    Comencemos por examinar i). La capacidad de una criatura para cambiar de creencias, pasando de un estado representacional a otro en sucesivos momentos del tiempo, no resulta suficiente para decir que sta satisface la idea de normatividad que aqu nos interesa, ni siquiera cuando tales cambios son desencadenados por un evento en el mundo que se oponga a nuestra representacin originaria y acuerde con nuestra representacin posterior (Jacobson, 2010). Para ver este punto, imaginemos que en T1 una criatura C muerde una manzana a la que se representa como un alimento, para encontrarse con que se trata de un juguete de goma. A partir de esta experiencia, en T2, C pasa a representar a la manzana como un juguete y ya no la busca como alimento. En este caso, podemos decir que C cambi de estados representacionales de un modo bien ajustado a su entorno, pero no que se percat del error en sus creencias pues, para esto ltimo, es necesario que C cuente con algn tipo de sensibilidad a la inadecuacin de su creencia en T1 y modifique sus creencias a la luz de tales fallas doxsticas.

    Detengmonos ahora en ii): la competencia para modificar las propias acciones a partir de la deteccin de un error en la prctica. Bermdez (2003) ha propuesto una distincin conceptual que puede ayudarnos a comprender en qu consiste la capacidad mnima para detectar un error doxstico que estoy procurando delimitar aqu y en qu se diferencia de las competencias de tipo ii). De acuerdo con este autor, una criatura puede percatarse de sus errores de dos modos diferentes: uno, ms bsico, que opera mediante una sensibilidad prctica a los resultados, y otro, ms complejo, que denomina sensibilidad doxstica. La sensibilidad prctica al error, nos dice, se encuentra ampliamente extendida en el mundo animal y consiste en la capacidad para modificar las

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    propias conductas de modo directo cuando se detecta, por los efectos obtenidos, que dicho comportamiento ha sido un fracaso. Este es, presumiblemente, el tipo de competencia que pone en juego la criatura que se percata de que debe correr ms rpido para escapar de un predador, que debe golpear con ms fuerza el fruto que intenta cascar, etc.

    Ahora bien, este tipo de sensibilidad prctica al error no tiene por qu involucrar la capacidad para percatarse de que hay algo equivocado en las propias creencias, ni la capacidad consecuente para modificarlas. Esto se debe a que, al menos cuando un organismo afina y corrige sus acciones sobre la marcha, parece posible explicar sus modificaciones conductuales en trminos de las interacciones dinmicas entre sus acciones motoras y su percepcin de los resultados, sin apelar al cambio ni a la correccin de sus estados doxsticos. De hecho, en casos de criaturas de cognicin relativamente simple, podra no haber creencias involucradas como gua de la accin, sino slo una combinacin de propsitos o necesidades bsicas y estados perceptuales.

    Las cosas son diferentes, en cambio, cuando una criatura cuenta con una sensibilidad a las fallas de tipo doxstico. En tales casos, ella primero corrige sus creencias en respuesta a cierta evidencia sobre su falsedad o inadecuacin y, posteriormente, como consecuencia de tal cambio doxstico, modifica su comportamiento. Es claro que quien posee este tipo ms complejo de sensibilidad al error s se percata, en algn sentido a especificar, del error en sus creencias y no meramente en su accin. Luego, parece que cumple con el requisito de normatividad doxstica en el doble sentido de ser capaz de albergar creencias equivocadas y de poder, adems, reconocer tales errores.

    Tomando en consideracin estas distinciones, querra dedicar-me ahora a indagar qu tipo de conductas nolingsticas podran inclinarnos a pensar que estamos ante una criatura dotada de sen-sibilidad doxstica al error.

    Examinemos, como punto de partida, el famoso ejemplo del perro de Malcolm (1973) que persigue a un gato y, al verlo trepar

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    a un rbol, se queda ladrando bajo el mismo sin advertir que su presa potencial ha escapado saltando a un techo cercano. Al menos desde un punto de vista externo, como intrpretes, sentimos la tentacin de afirmar que el perro cree errneamente que el gato se encuentra arriba del rbol. Pero, an si aceptamos este punto, el ejemplo no nos proporciona razones para pensar que nuestro perro satisfaga el segundo requisito que hemos asociado a la posesin de creencias: la posibilidad de detectar qu stas son errneas.

    Imaginemos a continuacin, complejizando libremente el relato de Malcom, que despus de persistir un rato en esta conducta poco fructfera sin obtener seal alguna de la presencia del gato, el perro deja de ladrar, observa nuevamente qu ocurre a su alrededor y detecta al gato sobre el techo. Furioso, cambia de lugar y pasa a ladrar debajo del techo.

    Qu ha ocurrido en nuestro caso hipottico? Aparentemente, el perro se ha percatado de su error y lo ha corregido. Cabe observar, sin embargo, que no se ha limitado a perfeccionar o modificar de modo inmediato su accin (como en el caso ii), sino que se ha vuelto hacia su entorno para buscar informacin nueva que gue su comportamiento subsiguiente. Por otra parte, el que haya cambiado la conducta del modo especfico en que lo hizo pasando a ladrar bajo el techo en lugar de realizar cualquier otra accin (correr dentro de la casa, dejar de buscar al gato, etc.), nos indica que el animal no est respondiendo por ensayo y error, sino que est guiando su conducta en base a la nueva informacin adquirida. Ahora bien: qu otro nombre hemos de dar al estado informacional acerca de un estado de cosas que puede ser verdadero o falso y que la criatura busca modificar de modo activo para guiar su conducta, sino el de creencia?5 Parece plausible concluir, por tanto, que lo que el perro imaginario ha hecho es corregir sus creencias para, luego, corregir de modo apropiado su accin. El

    5 Alguien podra sostener que el estado informacional errneo que se est intentando modificar es una percepcin y no una creencia. Esta opcin puede descartarse, sin embargo, en el caso de nuestro ejemplo, porque el perro de Malcolm no est viendo (ni percibiendo por ningn otro sentido) al gato arriba del rbol.

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    tipo de normatividad que muestra este animal se corresponde, por tanto, no con la mera sensibilidad al error en la prctica (ii), sino con la sensibilidad doxstica a los resultados que he identificado como caracterstica de quien posee creencias.

    Distingamos, finalmente, la conducta del perro de nuestro ejemplo del comportamiento de una criatura que meramente modifica sus estados informacionales a medida que recibe nuevos datos del entorno (i). Segn vimos, en el caso (i) la criatura actualiza y modifica su informacin sobre el mundo, pasando de un estado representacional a otro, pero no posee comprensin alguna sobre la inadecuacin de la informacin originaria, ni realiza ningn intento activo de reparacin o correccin de la misma. En el caso de nuestro ejemplo, en cambio, el perro acta guiado por su creencia originaria de que el gato est arriba del rbol y tropieza con que esta conducta lo conduce a resultados poco exitosos. Enfrentado a esta situacin, nuestro animal se da cuenta de que algo est mal en la prctica pero su conducta de bsqueda de nueva evidencia indica que este animal nota, adems, siquiera de modo prctico e implcito, que para solucionar el problema es preciso realizar un tipo especfico de cambio: un cambio informacional. Dicho de otro modo, la conducta de este animal nos indica que es capaz de reconocer que est ante un tipo especfico de problema (un problema acerca en sus creencias) y de identificar de qu modo hay que solucionarlo (cambiando sus creencias a partir de nueva informacin). Parece, pues, que no slo puede albergar creencias errneas sino que se percata, siquiera en un sentido mnimo que resta especificar, de que se ha equivocado en lo que cree. En lo que sigue, defender que podemos explicar el tipo de captacin del error en la creencia que evidencia esta criatura sin apelar a las capacidades metarepresentacionales en las que centran su atencin los enfoques intelectualistas.

    3. Normatividad doxstica sin metarepresentaciones: dos modelos

    Admitamos, siquiera por el momento, que al enriquecer el relato del perro de Malcom hemos ofrecido un ejemplo (hipottico) del

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    tipo de comportamiento nolingstico que constituira un buen indicador de la sensibilidad doxstica al error necesaria para la posesin de creencias. Preguntmonos ahora: qu capacidades necesita poner en juego dicho animal para detectar y corregir el error en su creencia? Necesita como supone el intelectualista disponer de la capacidad metarepresentacional para volverse sobre su creencia previa y evaluarla como falsa? En lo que sigue procurar dar una respuesta negativa a este ltimo interrogante, sugiriendo dos explicaciones alternativas que involucran procesos cognitivos diferentes pero que no suponen, en ningn caso, competencias metarepresentacionales.

    Comencemos examinado una opcin que se inspira laxamente en algunos desarrollos previos de Carruthers (2008).6 Inicialmente, el perro de nuestro ejemplo gua su conducta, consistente en ladrar y esperar bajo el rbol, apoyndose en la creencia de que el gato est arriba del rbol. Eventualmente, ante el fracaso en la prctica de la conducta, el perro modifica este estado doxstico inicial y pasa a albergar la creencia opuesta: el gato no est arriba del rbol. Tal cambio doxstico puede explicarse por la intervencin de un mecanismo que, ante el fracaso de la conducta guiada por una creencia P, se vuelve de modo automtico sobre el contenido de dicha creencia y lo invierte.

    Una explicacin de este tipo no apela, como lo hacen los enfoques intelectualistas, a competencias metarepresentacionales. La razn de ello es simple: el animal de nuestro ejemplo no se vuelve reflexivamente sobre sus creencias qua creencias para evaluarlas en trminos epistmicos. l no se representa creyendo, falsa o inadecuadamente, que el gato est en el rbol. As descrito, el proceso sera, sin duda, metarepresentacional. Pero, siguiendo a Carruthers, nos hemos cuidado aqu de indicar que lo que se postula es un mecanismo que se dirige estrictamente al contenido

    6 Me refiero, ms especficamente, a la explicacin que Carruthers (2008) ofrece del fenmeno de la sorpresa, tradicionalmente considerado como un fenmeno que involucra metacognicin, en trminos de cognicin de primer orden. Con algunas modificaciones pertinentes, intentar aplicar un esquema semejante para explicar la sensibilidad doxstica al error.

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    de la creencia a lo credo y lo modifica. El resultado de tal proceso es que la criatura, de hecho, corrige sus creencias, pero para ello no precisa percatarse de que sus creencias son falsas, sino meramente de que el mundo es de otra manera. Dejando de lado las preocupaciones por la exactitud y recurriendo a un lenguaje ms pintoresco: la criatura que se corrige de este modo no se dice a s misma: Oh, mi creencia de que el gato estaba arriba del rbol era falsa, sino algo como Oh, el mundo no es de este modo con el gato arriba del rbol sino de este otro con el gato ausente del rbol.7 El perro est tratando de dirimir cmo son las cosas en el mundo y no tratando de establecer cul de sus creencias es la correcta.

    Por otra parte, al pasar de un contenido a su opuesto creyendo ahora que el gato no est en el rbol el perro an no cuenta con informacin suficiente para guiar su conducta posterior. De all que comience un proceso de bsqueda de nueva informacin que le permita formar una creencia ms especfica la de que el gato est en el techo que le posibilite comportarse de modo ms exitoso.

    Hay razones, sin embargo, por las que esta primera explicacin puede resultar insatisfactoria. En primer lugar, al postular un mecanismo que corrige mecnicamente los contenidos de nuestras creencias, hemos pasado de una explicacin de nivel personal a una de nivel subpersonal. Lo cual parece problemtico si nuestro inters era dar cuenta de la sensibilidad de la criatura y no de sus mecanismos al error en sus creencias. En qu sentido, podramos preguntarnos, comprende la criatura que sus creencias son errneas, cuando lo que ha ocurrido es simplemente que sta ha pasado de modo automtico va la operacin de un mecanismo subpersonal de un estado mental a otro?

    Ante tales interrogantes, quizs convenga analizar una expli-cacin alternativa que no apela a mecanismos subpersonales, sino que descansa sobre la atribucin de ciertas capacidades inferencia-

    7 Aqu parece estar implicada la capacidad para manipular y comparar distintas representaciones o modelos del mundo. Sin embargo, siguiendo a Perner (1991), podemos pensar que una criatura puede comparar representaciones tratndolas como distintas situaciones posibles, sin ser capaz de representrselas qua representaciones que un sujeto (en este caso l mismo) se forma de su medio.

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    les, o protoinferenciales, al perro de nuestro ejemplo. La idea ahora es la siguiente: supongamos que el perro que ladra bajo el rbol cuenta con dos creencias. La primera de ellas tiene el con-tenido el gato est arriba del rbol. La segunda, captura una gene-ralidad conocida por el animal de nuestro ejemplo como: si el gato est arriba del rbol entonces debo poder divisarlo desde abajo del rbol. Luego, despus de ladrar un buen rato bajo el rbol sin seales del gato, nuestro perro arriba a la creencia de que el gato no se divisa desde abajo del rbol e infiere, por Modus Tollens, que el gato no est en el rbol.

    Alguien podra objetar que resulta excesivo atribuir a un ani-mal sin lenguaje la capacidad para realizar una inferencia por Mo-dus Tollens. En particular, se ha sostenido que atribuir al animal la capacidad para realizar inferencias de este tipo equivale a adjudi-carle el dominio de principios lgicos de inferencia y de conectivas lgicas como la negacin y el condicional. A su vez, prosigue esta lnea argumentativa, para poder emplear un pensamiento en el que figuren tales conectivas, una criatura necesita comprender de qu modo se vinculan veritativofuncionalmente los componentes del mismo. Para poder, por ejemplo, pensar un pensamiento con-dicional de la forma Si A entonces B, la criatura ha de poder com-prender que A no puede ser verdadera y B falsa. Pero, esto ltimo slo es posible si la criatura es capaz de volverse metareflexiva-mente sobre la estructura de sus propios pensamientos, algo que exige que los mismos se encuentren representados lingsticamen-te (Bermdez, 2003).

    No me detendr aqu a discutir estas razones, pero sealar, para quien las encuentre convincentes, que podemos dar una ex-plicacin similar del razonamiento de nuestro perro atribuyndo-le, no una inferencia deductiva propiamente dicha, sino una pro-toinferencia anloga al Modus Tollens (Bermdez 2003). Los ras-gos que distinguen a este tipo especfico de protoinferencias son:a) El reemplazo del condicional material en la primera premisa

    si el gato est arriba del rbol debo poder divisarlo desde abajo del rbol por una premisa en la cual no se introduce un operador

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    condicional en sentido estricto, sino que slo se establece la existencia de una vinculacin causal entre dos estados de cosas. De acuerdo con Bermdez, la capacidad para capturar tales regularidades causales en el entorno natural se encuentra ampliamente extendida en el reino animal.8

    b) El reemplazo de aquellas premisas que involucren la negacin (externa) de una proposicin como P por una premisa en la que figure un predicado contrario al de la proposicin original. En el caso de nuestro ejemplo, hemos de atribuir al perro la creencia de que el gato est ausente del rbol, en lugar de la creencia no es cierto que el gato est en el rbol. Con lo cual no estaramos asumiendo que el animal posee el concepto de negacin, sino nicamente que domina el par de predicados contrarios pertinentes.En sntesis: cualquier criatura que sea capaz de registrar ciertas

    regularidades causales y de entender los pares de predicados contrarios relevantes, podr llevar a cabo razonamientos que se aproximen al Modus Tollens. Partiendo de un condicional causal, bastar con que el animal forme la protonegacin del consecuente para que luego arribe a la protonegacin del antecedente. Como bien seala Bermdez, una protoinferencia de este tipo carecer de la validez formal que posee un genuino Modus Tollens pero an ser, pese a ello, vlida desde un punto de vista semntico: sus premisas no podrn ser verdaderas y su conclusin falsa.9

    Un punto central de la explicacin que hemos dado, es que el perro que realiza una inferencia o, en todo caso, una proto

    8 Bermdez (2006) indica explcitamente, sin embargo, que no pretende atribuir a los animales no humanos una comprensin plena de la nocin de causalidad, pues sta involucra el domino de nociones modales necesarias para comprender la idea de causa suficiente. Bermdez se limita, en cambio, a sostener que los animales no humanos cuentan con la capacidad para rastrear relaciones causales entre hechos o eventos, basndose en la deteccin de regularidades (probabilsticas o determinsticas) entre ellos. Esta capacidad mnima basta para permitirles elaborar protoinferencias como la ejemplificada en el cuerpo del texto.

    9 La protoinferencia que estamos considerando no es vlida en virtud de su forma pues la transicin que nos lleva de la premisa a la conclusin no depende de una regla formal, sino del par de conceptos contrarios involucrados en cada caso. Cf. Bermdez (2006), pp. 9697

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    inferencia est razonando sobre cmo son las cosas en el mundo y no sobre cules son sus creencias sobre el mismo. Retomando nuestra distincin anterior, est operando con los contenidos de sus actitudes proposicionales y no con las actitudes proposicionales mismas. En este sentido, cambia de creencias de un modo racional, en virtud del fracaso de sus expectativas en la prctica, pero sin involucrar para ello habilidades metarepresentacionales. A esto se aade que el primer cambio doxstico al que lo conduce su desempeo inferencial no resulta suficiente para indicarle cmo actuar. De modo anlogo a lo que ocurra con la explicacin del cambio doxstico va mecanismos subpersonales, el perro cree ahora que el gato no est en el rbol, pero an no sabe dnde se encuentra. Luego, el proceso inferencial se ve complementado por una bsqueda activa de la nueva informacin necesaria para dirimir cmo son las cosas all afuera; bsqueda que, con suerte, conducir a la adquisicin de un estado doxstico que s permita guiar las acciones de la criatura de modo exitoso.

    Retornemos ahora, una vez ms, a nuestra pregunta inicial: en qu sentido podemos decir que el perro de nuestro ejemplo comprende que ha cometido un error en su creencia? La respuesta que creo vlida, para cualquiera de los dos modelos explicativos aqu sugeridos, es la siguiente: dado que, en ningn caso hemos atribuido a nuestro animal competencias metarepresentacionales, no podemos adjudicarle una comprensin explcita del error en sus creencias10. Esto es: no tenemos por qu caracterizar la capacidad para percatarse del error de esta criatura como una capacidad para realizar un juicio de segundo orden en el cual: a) aparezcan representadas de modo explcito la propia actitud de creer y el contenido proposicional credo; y b) se predique explcitamente la falsedad de la actitud proposicional representada. Pero s parece adecuado afirmar que el perro cuenta con una comprensin

    10 Estoy empleando aqu una de las mltiples acepciones de la distincin explci-toimplcito. De acuerdo con ella, el sujeto que comprende de manera explcita el error en sus creencias ha de dominar los conceptos de error y de creencia, mientras que quien los domina de modo implcito se ve exceptuado de satisfa-cer este requisito (aunque debe comportarse de un modo acorde con la informa-cin de que hay un error en lo que cree, Cf. Davies, (2001)

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    implcita del error doxstico en la medida en que saber reconocer de manera prctica y activa este tipo especfico de equivocacin, identificando qu debe corregir (su informacin acerca del mundo) y de qu modo (mediante la bsqueda de nueva evidencia), para reinstaurar una prctica exitosa.11

    4. Animales que corrigen creencias: un ejemplo emprico

    A lo largo del apartado anterior:a) He indicado, siguiendo a Bermdez, en qu consiste ser sensi-

    ble al error en las propias creencias.b) He delineado, mediante un ejemplo imaginario, un patrn de

    conductas no lingsticas que constituyen un buen indicador de que una criatura cuenta con este tipo de sensibilidad a sus errores doxsticos. Si un animal no humano mostrara un pa-trn semejante deberamos, pienso, concluir que estamos ante una criatura que posee el tipo de normatividad apropiada para atribuirle creencias.

    c) He sugerido dos explicaciones alternativas de dicha sensibi-lidad doxstica en animales no humanos, que no apelen a las

    11 Siguiendo nuevamente a Bermdez (2003) podemos trazar una distincin ulterior, prxima a nuestros fines, entre dos tipos de modificaciones doxsticas: la directa y la reflexiva. En el primer caso, las creencias son modificadas en respuesta inmediata a los cambios en la estructura y naturaleza de la evidencia disponible. Cierta evidencia perceptual impacta sobre nuestra creencia, que es modificada en respuesta a la discrepancia existente entre el resultado esperado y el resultado percibido. La modificacin doxstica puede ser vista aqu como un proceso de mantenimiento y/o de restauracin de la coherencia, que busca minimizar las tensiones entre la evidencia perceptual disponible para la criatura y las creencias que se apoyan en tal evidencia Lo que importa es que el sistema doxstico se mantenga lo suficientemente coherente e integrado como para que la criatura en cuestin cuente con una perspectiva unificada del mundo y pueda actuar de acuerdo con la misma. La modificacin doxstica reflexiva, en cambio, se rige por la norma de la verdad antes que por la de la coherencia. Este es el espacio habitado por las criaturas capaces de reflexionar explcitamente acerca de las relaciones epistmicas o justificatorias que existen entre sus pensamientos y sus percepciones. Aunque podemos encontrar criaturas no lingsticas capaces de modificar sus creencias de modo directo, la modificacin reflexiva aquella que involucra el concepto de verdad y la capacidad para volverse reflexivamente sobre las propias creencias se encuentra confinada al mbito de los usuarios de un lenguaje.

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    competencias metarepresentacionales caras a la tradicin in-telectualista. La tarea que he realizado hasta aqu es esquemtica y deja sin

    responder numerosos interrogantes. En este apartado final querra abordar brevemente al menos uno de ellos. An si se admite que nuestro ejemplo imaginario del perro que persigue al gato logra describir un patrn conductual que constituye evidencia fiable de la sensibilidad a los errores doxsticos, uno podra preguntarse por la relevancia emprica del mismo. Es que acaso hay animales no humanos reales que se comporten aproximadamente como el perro de nuestro ejemplo? O nos hemos limitado a explicitar un patrn nolingstico puramente ficticio?

    Una respuesta acabada a tal interrogante se dificulta, espe-cialmente por la falta de estudios o experimentos sistemticos des-tinados a examinar la conducta de animales que se enfrentan, en la prctica, con la falsedad de sus creencias. Sin embargo, algunas observaciones etolgicas indican, siquiera de modo tentativo, que s hay animales que muestran patrones conductuales semejantes, al menos en sus puntos ms relevantes, al de nuestro perro imagi-nario. Querra examinar aqu dos ejemplos.

    El primer caso es el de la conducta de una madre antlope ante la amenaza de un potencial predador. Segn relatan los et-logos, los antlopes americanos han desarrollado una estrategia especializada, bautizada como la escondida (hiding) para prote-ger a sus cras de los predadores. Dicha estrategia descansa en el comportamiento coordinado de la madre y la cra. Poco despus del nacimiento, la madre lleva a su cra lejos del lugar en el cual dio a luz. El infante camina una distancia breve, al llegar a cierto punto se reclina y permanece tendido inmvil durante dos o tres horas hasta el retorno de la madre. Este comportamiento permite esconder al infante de los predadores. Pero, para ello, es preciso no slo que la cra permanezca echada y absolutamente inactiva, sino tambin que la madre evite dar seales de su escondite. Es decir, la madre debe permanecer lo suficientemente lejos del rea en la que el infante se esconde, para que su propia localizacin no

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    proporcione una pista valiosa a los predadores, y no debe revelar conductualmente que est retornando hacia el infante.

    En un contexto de este tipo se desarrolla el caso anecdtico que nos interesa, observado por Byers (2002). Una tarde lluviosa una madre antlope se hallaba en un barranco, iniciando su camino de regreso hacia sus dos cras escondidas, cuando se encontr de pronto con dos guilas doradas que sobrevolaban la zona. Al detectar la amenaza, la madre se alej del escondite de las cras y luego se detuvo, girando su cabeza hacia atrs, para observar a las guilas. Despus de unos minutos, las guilas se alejaron de la zona. La madre antlope esper entonces unos treinta minutos y, finalmente, reinici su retorno hacia sus cras. Cuando estaba a slo unos metros de distancia, las guilas reaparecieron nuevamente. Ante ello, la madre antlope volvi a alejarse del sitio donde yacan sus infantes, se detuvo nuevamente, gir la cabeza y escrut al cielo hasta que las guilas desaparecieron. Despus de esperar una media hora reinici, esta vez con xito, el camino de retorno hacia su cra.

    No parece demasiado arriesgado redescribir este caso emprico de un modo semejante al de nuestro ejemplo imaginario. Basta con partir del supuesto de que la madre que regresa hacia su cra lo hace guiada por una creencia como la siguiente: el camino est libre de predadores. Luego, al encontrarse sorpresivamente con las guilas doradas, detiene la conducta originaria y se aleja de la zona peligrosa, presumiblemente porque ha logrado invertir su creencia original con respecto al camino despejado. De todos modos, antes de reiniciar el regreso se detiene a observar a las guilas, buscando informacin sobre su ubicacin subsiguiente hasta que, tras observar su partida y habiendo dejado pasar el tiempo prudencial, retorna a su cra. Como nuestro perro imaginario, la madre antlope real tambin busca, de modo activo, la informacin que necesita para reanudar adecuadamente el curso de accin que le permita satisfacer su propsito.

    Un segundo tipo de ejemplos a examinar son algunos com-portamientos de los chimpancs que aprenden a emplear una

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    herramienta. En primera instancia, las observaciones etolgicas muestran que los chimpancs se equivocan en el empleo de he-rramientas, especialmente durante su infancia y adolescencia y, a menudo, corrigen su desempeo a partir de la observacin de un modelo. Esto sugiere que cuentan con alguna sensibilidad a sus errores en la prctica y cierta capacidad para corregirlos de manera activa. Sin embargo, necesitamos contar con evidencia de un pa-trn conductual an ms complejo. Un patrn que sugiera no slo la sensibilidad del animal a los resultados de las propias acciones, sino alguna capacidad para detectar un problema en los conteni-dos doxsticos que guan su prctica y para modificarlos.

    Pues bien, pienso que es posible evidencia de este segundo tipo de competencia en una serie de experimentos llevados a cabo por Hirata y colegas (2006) con el fin de estudiar cmo aprenda un grupo de chimpancs cautivos a emplear herramientas para extraer miel. En estos estudios, los investigadores realizaron un hueco de 5 mm en una pared transparente, tras la cual colocaron una botella con miel. Los chimpancs contaban con la posibilidad de introducir un objeto delgado y flexible por el hueco para obtener la miel. Para ello podan elegir entre unos 20 objetos diversos, no todos adecuados para la tarea, que se hallaban desparramados por el suelo. En uno de los experimentos, los investigadores formaron parejas de chimpancs compuestas por una animal experto en el empleo de herramientas para resolver esta tarea y por otro inexperto. Pues bien, lo que se observ fue que, en su gran mayora, los chimpancs inexpertos trataron de resolver primero la tarea por s mismos. Aquellos que fracasaron en el primer intento, se volvieron posteriormente hacia el chimpanc experto para observar su conducta. Los que tuvieron xito en su primer intento, en cambio, se abstuvieron de observar al experto. A mi parecer, este patrn conductual sugiere que los chimpancs son, efectivamente, sensibles a los errores en sus creencias. Como en el caso imaginario que plante arriba, tambin aqu parece apropiado pensar que estos animales parten de una creencia instrumental inicial sobre cmo conseguir la miel, la abandonan ante su fracaso en la prctica

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    y buscan nueva evidencia observacional (el comportamiento del experto) que les permita arribar a una nueva creencia sobre cmo actuar para lograr mejores resultados. Es preciso reconocer, sin embargo, que carecemos de evidencia sistemtica especfica que nos permita fortalecer una conclusin de este tipo.

    Es claro que es mucho lo que resta hacer para complementar y refinar la concepcin de la normatividad doxstica que aqu he presentado, as como para evaluar su posibilidad de articulacin efectiva con la evidencia emprica. Sin embargo, si las consideracio-nes anteriores son acertadas, parece que es posible articular una va-riante de normatividad doxstica que resulta independiente tanto del dominio lingstico como de la posesin de capacidades metarepresentacionales. Intent explicitar, adems, qu tipo de conduc-tas constituiran un buen criterio de la presencia de este tipo de sensibilidad al error en animales no humanos. Luego, si logramos mostrar, reforzando lo que sugieren los casos empricos analiza-dos, que hay especies diferentes de la nuestra que pueden satisfa-cer tales criterios conductuales, contaremos con un buen indicador de que hay animales no humanos que poseen el tipo de normativi-dad apropiada para atribuirles creencias de modo justificado.

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