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Los Hornitos. Una humilde experiencia comunitaria de libertad de movimiento (2008). Daniel “Poyo” Garcia

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Los Hornitos. Una humilde experiencia

comunitaria de libertad de movimiento

(2008).

Daniel “Poyo” Garcia

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Los Hornitos

Una humilde experiencia comunitaria de

libertad de movimiento (2008)

Daniel “Poyo” Garcia

1

Índice

Prólogo, Victor F. Quiroga Calegari (Página 2).

Dedicación y Agradecimientos (Página 6).

A Manera de Introducción (Página 8).

La Mochila (Página 9).

1. Nuestra implicación en Salud Mental. (Página 10)

2. Nuestra implicación referencial teórica. (Página 13)

3. Nuestra implicación referencial metodológica. (Página 20)

4. Nuestra implicación del diseño estratégico de intervención. (Página 26)

5. Nuestra implicación en el uso y selección del instrumental técnico. (Página 31)

6. Otras implicancias. (Página 38)

La Humilde Experiencia. (Página 49)

1. La Zona Oeste de Rosario. CIC Bella Vista. (Página 49)

2. El oeste de la Zona Oeste. Barrio Santa Clara. (Página 54)

3. Barrio Los Hornitos. (Página 63)

4. Inicio de la experiencia. (Página 73)

5. El ambiente en que se vive; el agua que se bebe; la forma de eliminar los

excrementos; qué, cómo y cuánto se come. (Página 74)

6. Cooperativa “Los Hornitos”. (Página 85)

7. Centro Comunitario Infantil Autogestivo “Los Hornitos”. (Página 95)

8. Aún… intencionalidades inconclusas. (Página 104)

Fragmentarios Aportes Analíticos. (Página 114).

A Modo de Conclusión. (Página 149)

Referencias Bibliográficas. (Página 150)

2

Prólogo

El libro que tienen frente a ustedes tiene claramente tres partes, cada una de ellas muy bien

diferenciadas y desarrolladas.

La primera parte hace de marco teórico referencial, el autor prepara y articula los conceptos

que luego utilizara para pensar (analizar), interpretar e intervenir en un campo social dado y

que, con el correr del tiempo (y de las intervenciones) fue cambiando. En este sentido

estricto, las conceptualizaciones dadas son una caja de herramienta, que por momentos hacen

de respaldo (y regularidad, dando cierto orden), y en otros, se disponen a ponerse en juego (se

pierden y resignifican) en el acontecer del lugar.

La segunda parte es la experiencia en-sí, contada desde un observador de primer orden, con

su debida implicación, es Research Action en un acabado sentido del término. Un barrio al

costado de un barrio al costado de una ciudad que crece sin aviso ni planificación,

improvisación, pasión, retoricas y soluciones (parciales las más de las veces), escenas que se

suceden todo el tiempo de la comedia a la tragedia, en un continuo interminable (y

desgastante) de acontecimientos.

La tercera parte es un desafío profesional, una propuesta, una apuesta, una construcción (que

con la ayuda de la deconstrucción) va parándonos en un mundo (profesional) diferente. La

Psicología Social (y Comunitaria) cobra aquí un viejo nuevo sentido, ya que nos deja

pensando en nuestro lugar como profesionales hoy, es Psicología Social a la vieja usanza, con

un compromiso ético profesional que superpone hipótesis y aconteceres, que nos pregunta en

la academia y nos pone frente a un espejo que, en sabidas cuenta, no nos termina de gustar.

No es casual que la Psicología Social es la perspectiva de la Psicología menos subsidiada y

menos referenciada, este hecho por sí solo, denuncia a diario un plan sistemático que

reproduce la peor cara del sistema capitalista.

3

Hasta aquí un prólogo, a partir de aquí una mirada a una observación. En esta inmensidad de

aconteceres, de actores y de actos, de guerras y de paces, o sea, en la lectura de esta densitud

aparecieron tres instantáneas que me sirvieron para recorrer el texto, este texto que da para

mucho, mucho para pensar, para escribir, tachar, corregir, agregar y discutir, discutir con el

autor, con la escritura misma.

Tuve (tengo) la posibilidad (y el honor) de adherir estas instantáneas al original del Profesor

Garcia (el Poyo), que difícilmente estén a la altura de las circunstancias. Es un regalo de un

amigo esta posibilidad, un regalo de la vida su amistad de más de 30 años y el ser

compañeros de trabajo, el pensar diferente, el tener otras lecturas, el respeto, la gratitud.

Decir Gracias a la vida, que me ha dado tanto es una obviedad.

Bienvenidos al tren.

I

Del cuerpo. Los saberes penetran en los cuerpos, en todos los cuerpos, en el cuerpo del otro,

en el cuerpo del que estoy mirando, en el cuerpo acariciado, en el cuerpo herido, en el cuerpo

del vecino del barrio, el cuerpo de los integrantes del grupo familiar, y como sabemos esto,

inferimos, por ejemplo, como se alimenta, si ese cuerpo (hoy) esta golpeado, alcoholizado,

drogado. Es proximidad sin intimidad. Si esta alcoholizado el cuerpo de Juan seguramente

María no tuvo una buena noche (tampoco los chicos) y así, de un modo sutil, amable, y

dejoso, el cuerpo que habla (cuando puede, que no siempre es cuando debe). El cuerpo

estigmatizado va ganando terreno (batallas) de una guerra que nos cuesta entender.

También el cuerpo del que pone el cuerpo (del terapeuta) está puesto en juego, en una

construcción de identidad(es) que es el sistema de la vida. En el mar de posibles identidades y

de intentos (logrados o no) de disciplinamiento, la formación va formando formas de

concebir el mundo, el saber y el hacer, entonces la práctica del cuerpo del terapeuta entra en

contacto con un cuerpo con prácticas del lugar y el mutuo saber se traducen en mutuo

4

aprendizaje, en aprendizaje conjunto. Las identidades van creándose, las preguntas van

transformándose por las acciones, y el Yo y el Nosotros (y ellos a veces, y el Ellos, a veces

también), cobran un sentido más rico y más enriquecedor.

II

De las organizaciones e instituciones de la comunidad. Después de comenzar a vivir la vida

comenzamos a pensarla, a verla, a observarla y a, hacer observaciones. Esas observaciones

están pre moldeadas, están (poco más o menos) procuradas por lugares comunes,

organizaciones e instituciones nos tiene preparado el camino para esos primeros pasos, pasos

duros, pasos socializadores, pasos que nos conducen del camino libre del cuerpo al camino

duro de la regla. El juego de la socialización (en oposición a la naturaleza) y el par inclusión /

exclusión van a marcar sin pausa (y, a veces, con prematura urgencia) todo el universo de

significaciones de los habitantes, del barrio, de los grupos, de la sociedad (de sus estamentos).

Estos ejes no son, en este caso, ejes de análisis, sino más bien, un prisma para observar a

nuestro observador, si el cuerpo (y el sujeto) de nuestra primera foto era una sonda

exploratoria en busca de experiencias (vivencias) a significar, ahora (y aquí) la medida, las

reglas y las normas (los códigos de todo tipo) van a ofrecer herramientas (y trampas) para

desarrollarse. La educación no se aprende en la escuela (con claras excepciones) tampoco en

la escuela se aprende a contar el valor del dinero, y el cuerpo, que había sido el

despreocupado instrumento de casi todos los juegos divertidos, ahora adquiría valor (la

mayoría de las veces) vil, como en las películas de Viviana Cavani. La socialización en

manos de la televisión y la inclusión en manos de la escuela (aunque también en otras

instituciones) disputan una lucha (real y simbólica, para que no se ofendan las izquierdas) que

la necesidad y el dinero se reparten en (casi) todos los escenarios.

III

5

De la militancia como opción de cambio. El ciclo de la vida que queremos condensar en el

concepto de complejidad (como complejidad social) puede definir y aproximarnos en una

deconstrucción en clave política a una realidad que supera (como toda realidad) cualquier

teoría. Un político paseando en una caravana preelectoral quiere juntar votos, los punteros del

partido lo siguen y le organizan el acto, la gente mira, aplaude, espera. El político

(profesional, porque vive de ser político hace mucho) es uno de los actores que irrumpe en la

escena continua . . . El pedido se demora en la mesa de alguna administración o en la oficina

de burócratas que espera ordenes, sellos, guiños, señales, espera eterna . . . La gente del

barrio, el votante, el que espera que se cumplan las promesas (y se hagan las cosas bien)

completa la triada de este juego que bordea lo perverso, lo absurdo y que, sin más, un día

tiene en el periódico local una foto que renueva la magia del creer, renueva la ganas de vivir

y seguir, renueva ese motor (ese mecanismo) por el cual, el Político puede volver, el

Administrador puede dar la cara y el Público (la gente) renueva su rol ciudadano . . . Partidos

y punteros, ideas e ideologías, mafias y magias se acompañan y (muchas veces) nutren

mutuamente. Y otra magia (la del lenguaje como código) nos da la posibilidad de

duplicación, donde por un lado la realidad aparece como reducción de afirmación o negación

(en definitiva, de decisiones) y por otro, como combinación (uso de significados) para la

construcción artesanal de nuevos horizontes, así, en esta posibilidad el trabajo del Psicólogo

Social se expande y crece, y da esperanza.

Víctor F. Quiroga Calegari

6

Dedicación y Agradecimiento

Ante todo, agradezco y dedico la narración de esta humilde experiencia a cada un@ de l@s

conciudadan@s y “cumpas” que viven en el barrio Los Hornitos y me han abierto más que

los brazos para poder afectarme en esta experiencia de aprendizaje con pretensión de

intervención pragmáticamente resolutiva. Nombrarlos es injusto porque no los abarca a todos.

Pero también me es inevitable agradecer a algunos de ellos. Al “nano”, que no nos dio

tiempo, pero sigue estando con nosotros. A esos tres bebes que no conocí, y que sin duda

llegamos tarde. A Zunilda, Claudia, Erica y Viviana por sus ovarios organizativos y

solidarios. A la “colo”, esa niña que siempre a través de su mirada nos empujó a no bajar los

brazos. A Marcela, Andrea, Caro. Y fundamentalmente al “pelado”, a Ramón y Gustavo, a

Ramoncito y a “Camerún”, por este humildemente tremendo proceso de afectación

productivo.

Y también agradecer a quienes nos acompañamos en esta humilde experiencia.

Fundamentalmente a la Vero, al Gabi, a Marcos y a Gastón. A Eli, Natalia, Caro, Ceci,

Lucas, Anahí, el pepi, July, Adela y Eva. Nuevamente el Gabi, Andrea, Claudia y Débora

(por lo que nos dejó antes que lleguemos) del Centro de Salud Municipal Santa Lucía. Al

“beto”, al “poyo” y la “Ceci” de la FM comunitaria Aire Libre. A Mónica del Centro Cultural

La Trinchera. A Raúl y Priscila del Colectivo de Acción Cultural. Al “rulo” y a Pablo de

Economía Solidaria del Municipio. A la gente de Barrios de Pie por sus puertas abiertas y

nuestras afectaciones y construcciones. Al apoyo e incentivo de Ma. Gabriela y de “Chachy”

del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. A la supervisión de Anabella, Edith y

Fernanda. A Don Cosme y a Don Pepe.

A mis compañeros especializandos con quienes nos afectamos en este proyecto, y con

muchos de ell@s que hemos honrado festivamente a Baco y a Dionisio. A la “colo”, a Leo, a

Cristina querida, a Samuel maestro. A Lauri, Lore, Gabi, Lis, Marce, Raúl, Rosana, el gran

7

Fede, David, Betiana, Lourdes, Nancy, y el maravilloso originario Mario. A l@s amigaz@s

Mendocin@s (Jorge querido) y a l@s cálid@s Tucuman@s.

A mis dos grandes profesores y amigos que ya no están: Osvaldito Segalowicz y Carlitos

Villamor. Por su compromiso, inteligencia y afectación. Uds. me tiraron un cable a tierra en

esa Facultad hegemónicamente privatizada en su práctica y en su formación.

A mis grandes maestros que no conocí y sin embargo me hicieron: Enrique Pichón Riviere y

José Bleger. Y a otros tres grandes maestros que aún me están haciendo: Fernando Ulloa,

León Rozichtner y Armando Bauleo.

Y fundamentalmente a mis dos grandes maestros y amigos, quienes siempre me acompañan y

ayudan a seguir haciendo camino: José Carlos Escudero y Osvaldo Saidón.

A mi viejo y a mi vieja que hicieron bien y mal lo que soy.

Y a mi mujer la “colo” y a mis hijos Tomás y Marina, quienes son mi amor y mi dicha, y a

quienes les he restado nuestro tiempo por esta humilde experiencia y el proceso de este

intento de trascripción.

Daniel “Poyo” Garcia

8

A Manera De Introducción

Vivimos insensibles ante la pobreza en que viven tant@s herman@s nuestr@s. O aún más

indignante… ante la indigencia.

Este mundo y esta sociedad en la cual estamos y producimos desde nuestra propia

implicación, genera este tipo de condiciones de materialidad y de culturalidad.

No se trata de que las permite y permitimos… las generamos… las producimos. Hagámonos

cargo !!!!!!!!!!.

Insensibilidad que nos producen y producimos. Insensibilidad que se y nos expresa y sostiene

en la naturalización y en la desimplicación… en cada acto, en cada idea, en cada interés, en

cada mirada, en cada imagen e imaginación, en cada expresión, en cada conducta, en cada

tacto, en cada sensación y/o forma o modo de sensibilidad, en cada gusto y/o placer, en cada

deseo… en cada justificación y en cada indiferencia.

Este trabajo narra desde el análisis y la crítica una humilde experiencia comunitaria con

pretensión de libertad de movimientos. Una humilde experiencia de implicación y

sensibilidad producida por un grupúsculo… experiencia que irradia humildemente en

colectivo social.

Y pretende implicar y sensibilizar a otr@s a que desde cada singular y específica situación

nos pensemos, nos sepamos, nos hablemos, nos aprendamos, nos encontremos… en fin, que

estemos.

9

La Mochila: La Caja de Herramientas y la Implicación Subjetiva

“Anda con la gente, vive con ella.

Aprende de ella. Ámala.

Empieza con lo que ella sabe.

Construye con lo que la gente tiene.

Pero de los mejores líderes, cuando el trabajo

esté terminado, la tarea cumplida,

la gente va a decir

lo hemos hecho nosotros mismos”.

Lao Tsé, 700años A. C.

Referimos con “la mochila” a nuestras propias implicancias, a todo aquello que llevamos

incorporado con, en y desde nosotros mismos, y que se implica en la producción del

dispositivo de intervención. Nos implican prejuicios, valores morales, pautas y costumbres

culturales, imaginarios sociales, creencias, modos de educación, realidades materiales y

modos de significación (social, económico, político, corporal, estéticos, jurídicos, etc.), de

posición y de clase social en tanto incluidos. Pero también en tanto incluidos en servicio nos

implica nuestras profesiones, nuestros saberes disciplinarios, y también conceptualizaciones

que funcionan como caja de herramientas. Al respecto, aproximamos un dar cuenta aquí de

nuestras implicancias profesionales en tanto formación y vocación. También aproximamos un

dar cuenta explicitando nuestra Dimensión teórico-metodológica y nuestra Dimensión

operativa-instrumental que se implican en la direccionalidad de nuestra praxis. Y

aproximamos un dar cuenta implícitamente de nuestra Dimensión ético-política. Y por

último, aproximamos un dar cuenta de otras implicaciones nuestras en relación a ciertos

saberes y conceptualizaciones que se implican en nuestro dispositivo de intervención; y del

Proyecto en el cual se incluye esta experiencia.

10

Nuestra Implicación en Salud Mental

Desde nuestra formación y profesión nos implica la Salud Mental, y desde nuestra pasión

vocacional nos implica su especificidad comunitaria. Nos implica, con Bleger, la pretensión

de que la psicología pueda “elaborar un nuevo paso, que consiste en el hecho de que los

problemas científicos de la psicología y el desarrollo de su investigación no pueden o no

deben estar desvinculados de los requerimientos y exigencias de la vida real y cotidiana” de

la gente (Bleger, 1991a, p. 19); y constituyendo “un jalón más en el propósito de construir

una psicología concreta” (Bleger, 1991a, p. 23). Y esta preocupación Blegeriana la

recuperamos en dos aspectos centrales:

• En poner el énfasis en “el traslado de la enfermedad a la salud y, con ello, a la atención de

la vida cotidiana de los seres humanos” (Bleger, 1991a, p. 30). En este “proceso de una

praxis” es necesario “la administración de los conocimientos, actividades, técnicas y

recursos psicológicos que ya han sido adquiridos” (Bleger, 1991a, p. 28) donde se

potencia lo grupal, lo institucional y lo comunitario. Es decir que se pone el énfasis en

este “salir en busca de la gente en el curso de su quehacer cotidiano”.

• Y la recuperación del espacio público como servicio social que signe estrategias

tendientes a trazar poderes “público”, ya que en la “estrecha conexión” entre “la salud

pública y la organización estatal muchos proyectos y acciones deben y tienen que partir

de los profesionales mismos, en el carácter de tales” (Bleger, 1991a, p. 36-37).

Por un lado entonces, nos implica ese traslado Blegeriano en la especificidad misma de las

prácticas comunitarias de salud mental; una espacialidad que genera una apertura a una

multiplicidad de prácticas hoy promovidas en todo el mundo y por distintos organismos

internacionales; una espacialidad abierta a la creatividad y a la innovación. Y es en la

especificidad misma de la salud mental comunitaria donde podríamos remarcar tres

inferencias generales importantes para nosotros:

11

• La salud mental en su relación con la Atención Primaria en Salud (A.P.S.); con los

Sistemas Locales de Salud (SILOS) impulsados por la Organización Panamericana de la

Salud (O.P.S); y con la descentralización de los servicios de atención (Basabe, 1991).

• Los servicios comunitarios en salud mental como alternativas a la internación en los

hospitales psiquiátricos (grandes cronicarios); como primer nivel de atención y como

posibilidad de rehabilitación e inclusión social de los crónicos internados en ellos

(Goldemberg, 1985).

• Su relación e importancia con la participación social y la promoción y/o prevención de la

salud mental (De Roux, 1992).

Y en particular nos interesa este último punto que implica la participación social que

conforma el pilar para poder pasar a la ejecución de actividades elegidas por la misma

comunidad, y que tiene por escenario a la vida cotidiana misma de esos actores, dentro de un

conjunto de procesos que se instituyen.

Nos interesa el protagonismo que devuelve a las comunidades y a los profesionales su lugar

de actores sociales que no se dirige a obturar demandas sino que se dirige a hacerlos

actuantes y operativas (Stolkiner, 1991). En fin, nos interesa ese “salir en busca” blegeriano

que sustancia la cotidianeidad en lo comunitario y en lo social.

Y por el otro lado, también nos implica el también nosotros somos un poder público

blegeriano en relación a los proyectos y acciones que deben y tienen que partir de nosotros

los profesionales. Y es en la especificidad comunitaria de la salud mental donde implicamos

la potencia y el encuadre del técnico y/o especialista, su formación teórica y la conformación

de equipos de trabajo. Nuestra pretensión es tratar de pensar “de qué problema estamos dando

cuenta cuando instituimos un determinado tipo de servicio, como asimismo preguntarnos cuál

es el tipo de demanda que desatamos y, qué procesos de subjetivación facilitamos y cuales

bloqueamos” (Saidón, 1991, p. 60). Para eso debemos reflexionar nuestro quehacer que

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implica nuestro accionar para no quedar ligados a esa “maquinaria disciplinadora y de control

que en nombre de la cientificidad sigue hegemonizando el campo de la salud mental”

(Saidón, 1991, p. 57-58). Dicha maquinaria implica políticas adaptacionistas que conllevan

prácticas enajenantes hacia la población y mediocrización del quehacer profesional; a través

de políticas de salud mental que se traducen en prácticas tendientes “a disminuir las

tensiones, y no a esclarecer con fuerza y eficacia la legítima protesta frente a condiciones

injustamente adversas” (Ulloa, 1973, p. 121). Al respecto nos interesa promover una

problematización que objetivice las raíces sociales patogénicas e iatrogénizantes, y

subjetivice la participación social.

Y a propósito del reflexionar nuestro quehacer Rovere (2000) nos dice que:

“empezar con el análisis del personal de salud, es al mismo tiempo algo que nos obliga a

reflexionar sobre la participación de la gente (...) no es tan correcta la pregunta de ¿cómo

hacer que la gente participe?; sino que en muchos casos la pregunta adecuada es: ¿cómo

hacer para levantar las barreras que los servicios de salud han ido generando históricamente

para que la población no participe? Esta inversión de la lógica hace que se coloque primero

la reflexión sobre el personal de salud, porque de alguna forma somos nosotros mismos los

que, directa o indirectamente, explícita o subliminalmente, hemos ido licuando la posibilidad

de participación de la gente de saber y poder decidir en salud” (p. 20).

Y Rovere (1993) también nos dice que:

“siendo los servicios de salud servicios de personas para personas es imprescindible

reconocer la significación de los Recursos Humanos, no sólo como factor estructural sino

también como el principal factor de cambio; y al mismo tiempo el más fuerte estabilizador de

esos cambios cuando estos se instalan en la cultura institucional” (p. 6).

Porque nos interesa poner al equipo, a los usuarios y a la comunidad en análisis, “pero

poniendo en el centro de la cuestión a los procesos instituyentes, a las prácticas y a los

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procesos concretos que se producen hacia adentro y hacia afuera” (Saidón, 1991, p. 60) de las

institucionalidades de servicios. Y esto en términos Blegerianos ya nos sumerge en la praxis

misma.

Nos implica de la Salud Mental, desde nuestra formación en Psicología Clínica y en

Psicología Social, la lucha contra el sufrimiento humano y la lucha a favor de la

desmanicomialización. Paradójicamente a quienes trabajamos en Salud Mental

Comunitaria con poblaciones excluidas en situación de indigencia, nos sucedió que nos

formamos luchando contra la exclusión de la locura, y hoy nos encontramos luchando

contra la locura de la exclusión.

En fin, nos implica en la especificidad comunitaria en salud mental promover el sentido, el

valor y la utilidad desde, para, por y en la comunidad misma.

Nuestra Implicación Referencial Teórica

Nuestra posición teórica es crítico-analítica. Podríamos nominarla en el pensamiento freudo-

marxista. Del marxismo incluimos el valor de la historicidad; de la totalidad en tanto

determinaciones e interrelaciones; de las contradicciones sociales; y fundamentalmente la

relación sujeto-objeto que establece en una perspectiva centralmente ontológica (Cavalleri-

Sánchez, 2006). Del freudismo incluimos el valor mismo de las inscripciones y las potencias

subjetivas. Y utilizamos las herramientas teóricas del análisis y la interpretación, y de la

crítica. Del análisis, entendiendo por este no solo la descomposición de un todo en sus

elementos, sino fundamentalmente estudiar el papel de un elemento dentro de un conjunto y

explicar las relaciones por la acción de los elementos. Y al análisis se suma otra herramienta

fundamental que es la interpretación, que pretende descifrar (sacar a luz) lo que está oculto,

lo que está implícito. De esta manera el análisis pasa a ser una herramienta que pretende

revelar (elucidar) lo oculto o implícito a partir de una operación que consiste en establecer

14

relaciones entre sus elementos aparentemente desunidos. Lapassade (1980) habla de

reconstruir una totalidad astillada y Lourau (1988) de no desmontar sistemas positivos

reductibles sino referir a totalidades parciales (ambos implican un cruce de instancias y un

atravesamiento de niveles). Al respecto hacemos propia una frase de Lapassade (1980) en

nuestra posición:

“esta búsqueda es una herramienta que implica el despeje de la represión del sentido

mediante el análisis de los factores de desconocimiento, que siempre tienen a instituciones

por fundamento. La ocultación se cumple a través de las mediaciones institucionales, que

penetran por doquier en la sociedad” (p. 101).

El análisis institucional francés nos posibilita tener en cuenta la dimensión institucional.

Esto implica considerar en el análisis, en la interpretación y en la crítica una dimensión de

diversos atravesamientos en los distintos niveles y en las distintas instancias. Una dimensión

que nos permite superar el nivel propio de los explícitos para interrogar el sentido mismo

implícito (Lapassade refiere con Marx que sin la existencia de factores ocultos el análisis en

sí no tendría sentido). Y una dimensión que nos habilita a interrogar lo político en tanto

determinabilidad inconsciente (es el mismo Lapassade quien nos refiere el concepto de

institución en tanto “inconsciente político” de la sociedad).

Y es el análisis institucional francés el que nos sumerge en una teoría de los conflictos

sociales, a partir de la dicotomía instituido-instituyente. No nos interesa a nosotros esta

dicotomía en cuanto a su inscripción dialéctica, sino en su relación a una teoría del conflicto

dentro del terreno de las grandes contradicciones sociales. De esta manera el análisis

institucional francés nos posibilita dos elementos relacionales y antagónicos de análisis en los

procesos activos de institucionalización:

15

• Las separaciones instituidas en el cuerpo social y constitutivo de las sociedades

centralistas que conocemos en la actualidad y que funcionan sobre la delegación de

poder.

• Las totalizaciones parciales que se instituyen en el lugar mismo de las prácticas

sociales y por los actores mismos.

En relación a esto hacemos nuestros los fundamentos que sirven de base a estas concepciones

institucionalistas:

• El fundamento marxista de crítica al capitalismo en relación a un Estado clasista y

centralizado que funciona como fuente de las represiones y como productor

permanente de desconocimiento institucional (Lapassade, 1980).

• El fundamento en Castoriadis (1993) del análisis de la institución del capitalismo

donde la alienación es el producto de la autonomización de las instituciones con

respecto a la sociedad; y donde la institución representa en un sector particular de la

práctica social el sentido del sistema social en su conjunto (Lourau, 1988).

Y también hacemos nuestra posición la concepción de dispositivo de Foucault. Nos interesa

con ella poder analizar (en término de poder):

• “una red que abarca un conjunto heterogéneo que implica discursos, instituciones,

disposiciones espaciales (arquitectónicas o no), decisiones reglamentarias, leyes,

medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones morales, éticas,

filosóficas, etc.” (Foucault, 1983, p. 184);

• una formación histórico-social que en un momento dado responde a una urgencia y

que tiene predominantemente una función estratégica (“objetivo estratégico, sobre

determinación funcional y perpetua ocupación estratégica en Foucault”) (Foucault,

1983, p. 183-185);

16

• unas estrategias de fuerzas que soportan ciertos tipos de saber, y que se soportan en el

saber mismo (la relación del saber en torno al poder conceptualizado por Foucault)

(Foucault, 1983, p. 186).

Conjuntamente al concepto de dispositivo, Foucault nos brinda dos conceptos fundamentales

para nuestra intervención: el de Verdad y el del intelectual específico. El concepto de

Verdad refiere a un conjunto de procedimientos reglamentados por la producción, la ley, la

repartición, la puesta en circulación y el funcionamiento de los enunciados. La Verdad esta

ligada a los sistemas de poder que la producen y la sostiene y a los efectos de poder que

induce y que la acompañan; es producida socialmente gracias a múltiples imposiciones; y

tiene efectos reglamentados de poder. Para Foucault cada sociedad tiene su “régimen de

verdad, su política general de la verdad”. Y esto implica (Foucault, 1979):

“los tipos de discursos que la sociedad acoge y hace funcionar como verdaderos; los

mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la

manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para

la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona

como verdadero” (p. 188-189).

Y el concepto del intelectual específico está directamente ligado a éste concepto de verdad.

Implica a los actores sociales en tanto poseedores de un saber disciplinario, y que ocupan una

posición específica en una práctica social y a un saber local. Pero esta especificidad esta

ligada a las funciones generales del dispositivo de verdad de nuestra sociedad. Y esta verdad

citando nuevamente a Foucault (1979):

“está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto

para la producción económica como para el poder político); es objeto bajo formas diversas de

una inmensa difusión y consumo (circula en aparatos de educación o de información cuya

extensión es relativamente amplia en el cuerpo social pese a ciertas limitaciones estrictas); es

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producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero sí dominante de algunos grandes

aparatos políticos o económicos (universidad, ejército, escritura, medios de comunicación);

en fin, es el núcleo de la cuestión de todo un debate político y de todo un enfrentamiento

social” (p. 188).

Estos conceptos que nos aporta Foucault a nuestra investigación están implicados en su

propia concepción del poder que nos refiere teóricamente a nosotros. Y Foucault (1987, p.

112-117) nos posibilita comprender el poder como:

• Relaciones de fuerza, múltiples, inmanentes y propias del dominio en que se ejercen,

y que son constituyentes de la organización del poder. Estas implican luchas y

enfrentamientos incesantes que lo transforma, lo refuerza o lo invierte. Pero también

implican los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras,

de modo que formen cadena o sistema; o que produzcan corrimientos, contradicciones

que aíslan unas de otras.

• Estrategias, que tornan efectivas esas relaciones de fuerza, cuyo diagrama general o

cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de

la ley, en las hegemonías sociales.

Foucault nos posibilita una comprensión analítica de las condiciones de posibilidad del poder

a partir de estas relaciones de fuerzas desiguales que producen efectos de poder inestables y

locales; relaciones de poder inmanentes a todo tipo de relación. Relaciones de poder que son

a la vez intencionales y no subjetivas (para nosotros a esto último le apropiamos su sentido,

pero lo pensamos en tanto determinabilidad inconsciente). Y también Foucault nos brinda las

condiciones de ejercicio del poder a partir de tácticas y estrategias que refieren a una

racionalidad cínica que dibuja “dispositivos de conjunto” (Foucault 1987, p. 115) por un

lado; y a “la formación del enjambre de los puntos de resistencia” (Foucault, 1987, p. 117)

por el otro.

18

Por otro lado, también nos interesa conceptuar a este dispositivo, desde la concepción de

Guattari (1987) de “dispositivos analíticos de enunciación”. Este concepto implica grupos

(considerando en ellos una multiplicidad de componentes), que mediante la palabra (pero

también por medios técnicos, materiales, organizacionales, productivos, etc.) ejercen

micropolíticas o específicas y singulares “revoluciones moleculares”, que modifican ciertos

“modos colectivos de semiotización social”, forjados por “equipamientos colectivos” (que

producen sistemas de percepciones, de comportamientos, de representaciones imaginarias, de

sumisión a las jerarquías y a los valores dominantes).

También el análisis institucional nos posibilita una serie de instrumentos conceptuales y

prácticos útiles para nuestra intervención y el análisis de la misma.

Uno de ellos es el de analizador, que es cualquier situación, fenómeno, hecho, acto,

acontecimiento, etc., que posibilita la explicitación de lo oculto (Lourau, 1988); que funciona

como una máquina de descomponer (Lapassade, 1980); que posibilita abrir el análisis,

emerger lo implícito y hacer hablar a lo oculto, estallar en efectos analíticos (Guattari, 1976).

Nosotros utilizaremos como analizadores naturales aquellos que operan y se significan a

partir de los actores sociales mismos; y como analizadores artificiales o construidos aquellos

que construyamos conceptualmente nosotros.

Otro concepto muy útil para nosotros es el de transversalidad (Guattari, 1976) en tanto

análisis de la inscripción subjetiva (consistencia subjetiva implicada en lo institucional y

unidad subjetiva implicada en lo grupal). Transversalidad en oposición a una verticalidad,

cifrada en la autonomización de las institucionalidades y las políticas sociales con respecto a

las subjetividades mismas, desde una multiplicidad de determinaciones verticalistas y

jerarquizantes. Y también transversalidad en oposición a una simple horizontalidad que

refiere al nivel de los distintos actores sociales inscriptos como objetos de una enorme

aparato burocrático con sus estructuras generadoras de jerarquización piramidal y sus

19

mecanismos esterilizadores de los mensajes. Transversalidad que refiere al saber y no saber

de los actores en sus relaciones y determinaciones sociales, considerando la realidad de la

organización en la que estos actores se encuentran (aquí y ahora).

Y otro concepto muy útil para nosotros, ligado al de transversalidad por el valor de la

inscripción subjetiva, es el de segmentaridad (Lourau, 1988). Este concepto refiere al

carácter singular de los actores y a que las relaciones entre los mismos es pluralista y

heterogénea (pertenencias, referencias, criterios, normas, opiniones, proyecciones e

interiorizaciones, etc.). Si referimos con Lourau a segmentaridad, y no a pluralismo, es para

implicar con dicho autor la dimensión de los atravesamientos institucionales.

Y por último, el análisis institucional francés nos provee de otro concepto fundamental para

nuestra investigación: la implicación. Este concepto abarca el conjunto de relaciones,

conscientes o no, que existen entre los actores sociales y el sistema socio-institucional.

Lourau (1988, p. 268-271) refiere con Weber al desconocimiento con respecto a las bases

racionales de las normas institucionales, por un lado; y al desconocimiento con respecto a las

bases racionales de las técnicas, por el otro. Para él la institución implica no solamente la

organización en el sentido de sistema de decisión y de poder, sino también la organización

material, el componente tecnológico y el entorno físico. En relación a este conocimiento-

desconocimiento (el saber y el no saber) es que introducimos el análisis de la implicación de

los actores sociales.

Ahora bien, si esta investigación se pretende un análisis institucional como método científico,

es prioritario considerar dos cuestiones:

• Considerar por un lado el concepto de institución en tanto problemático. Y esto nos

significa con Lourau (1988) que las institucionalidades y las políticas sociales no se

ofrecen de manera inmediata a la observación o al estudio inductivo. Sino que el análisis

institucional debe captar la acción social de su dinamismo y tratar de poner en evidencia

20

donde están las institucionalidades y las políticas sociales, es decir, las relaciones entre la

racionalidad establecida (reglas, formas sociales, códigos) y los acontecimientos, los

actores y los movimientos sociales que se apoyan implícita o explícitamente en la

racionalidad establecida y/o la cuestionan. Y es dentro de la problemática política e

institucional donde nuestros referentes conceptuales se constituyen en tanto que

conceptos operativos (crítico-analíticos).

• Y por otro lado, considerar también con Lourau (2001) que el análisis institucional

considera las condiciones de investigación poniendo el acento en la implicación

permanente. Lourau nos dice que “la investigación de la implicación conduce a poner en

bandeja la cuestión de la implicación de la investigación” (Lourau, 2001, p. 51). Nos

referimos a que esta investigación conforma un dispositivo de intervención en un campo

social situacional y concreto. Es fundamental para nosotros el análisis de nuestra

implicación en tanto dispositivo de investigación, de intervención. Al respecto nuestro

recorte del campo de intervención se construye dentro de una dinámica social que

construye simultáneamente al campo de intervención. Pero también es fundamental que el

dispositivo de intervención nos posibilite ir abriendo el campo de análisis (transducción y

campos de interferencia) (Lourau, 2001), promoviendo el análisis de la implicación.

Nuestra Implicación Referencial Metodológica

Nuestra intervención comunitaria consiste en una investigación acción y, por ende, se basa en

una metodología cualitativa. Sostenemos con Taylor y Bogdan (1987) que los investigadores

cualitativos son flexibles en cuanto al modo en que intentan conducir sus estudios, donde el

investigador social cualitativo es un artífice y es alentado a crear su propio método, y que

surgen lineamientos ordenadores pero no reglas. Al respecto nuestra investigación-acción

consiste en una inducción crítico-analítica donde el análisis de los datos es un proceso en

21

continuo progreso en la investigación cualitativa, es decir que la producción y el análisis de

los datos van unidos. Desde el análisis y las acciones de los emergentes y/o analizadores se

desarrollan nuevas líneas de análisis y acciones que dan sentido a los datos. Durante el

proceso de investigación surgen las distintas preguntas y formulaciones. El proceso de

interpretación es un proceso dinámico y dependerá de los significados de que se disponga y

de cómo se aprecie una situación. Este consiste en no preespecíficar las acciones, debido a

que cierta líneas de análisis a partir de los datos obtenidos pueden guiárnos a nuevos

interrogantes o nuevas acciones. Las distintas líneas de análisis que se vayan produciendo nos

abrirán el campo de análisis. Aquí la selección de actores, de acontecimientos y de prácticas

sociales se producen desde y en la implicación misma del campo de intervención y no por

una preocupación por la representatividad. Pretendemos que el dispositivo de intervención

nos posibilite ir abriendo el campo de análisis (Lourau, 2001).

Concebimos con Valles (1997) que esta investigación implica un acto que tiene lugar dentro

de un contexto socio-histórico específico, en el que el investigador social toma decisiones

(implícita o explícitamente) que revelan su adherencia ideológica, su compromiso. Esas

decisiones incluyen la elección del tema de estudio, su enfoque teórico desde perspectivas y

paradigmas concretos, así como la utilización de ciertas estrategias y técnicas metodológicas.

Todo esto conforma decisiones de diseño, que aparentan meramente técnicas o prácticas, pero

en el fondo o en sus consecuencias son asociables a postular ideologías o sociopolíticas

determinadas. Al respecto, tenemos por un lado una referencia conceptual que nos refiere a

una parcialidad concreta en tanto sector particular de la práctica social que pretendemos

describir inductivamente y que conforma nuestro “dispositivo de intervención” en nuestra

investigación acción. Y por otro lado esa misma referencia conceptual nos refiere a que en la

inmanencia misma de dichas prácticas sociales se representa el sentido del sistema social en

su conjunto, se atraviesan políticas en tanto determinabilidad inconciente que producen

22

separaciones instituidas en el cuerpo social, se cristalizan y diagraman estrategias que se

efectivizan dentro de las relaciones de fuerza; que pretendemos explicar comprensivamente y

que conforman “el campo de análisis”. Es por ello que combinaremos dos perspectivas o

paradigmas tomados de Cabtree y Miller (Valles, 1997, p. 55, 56): el de la indagación

constructivista y el de la indagación crítica.

El paradigma de la indagación constructivista está respaldado por la metodología cualitativa,

y su lógica sigue un proceso circular que parte de una experiencia, situación o práctica que se

trata de interpretar en su contexto y bajo los diversos puntos de vista de los implicados. Aquí

el diseño está abierto a la invención, la obtención de datos al descubrimiento, y el análisis a la

interpretación. Dentro de esta perspectiva incluimos el interaccionismo interpretativo de

Denzin (citado en Valles, 1997) que pone la necesidad de incluir, en el análisis de los

significados, los procesos de producción y circulación de los mismos, atendiendo

especialmente a los significados político e ideológicos (Denzin reformula según Valles, el

proyecto interaccionista sirviéndose de ideas provenientes de la etnografía posmoderna, de

las críticas feministas al positivismo, de la fenomenología hermenéutica y existencial, de los

estudios culturales, y del pensamiento posestructuralista de Foucault y Derrida; y recupera un

pragmatismo social comprometido críticamente).

Y el paradigma de la indagación crítica enfoca la realidad de la dominación, la distribución

del poder y las desigualdades asociadas; apunta a los efectos del sistema. Está respaldado por

el conocimiento histórico y por la articulación de los paradigmas materialistas e

interpretativos, para desenmascarar la ideología y la experiencia del presente, logrando una

conciencia emancipadora, adecuándose al compromiso político y al estudio de los sistemas.

La meta de la indagación constructivista está centrada en la reconstrucción de los puntos de

vista implicados en lo estudiado, persiguiendo una interpretación consensuada

suficientemente documentada. Y la meta de la indagación crítica está en la crítica y

23

transformación de las estructuras sociales, políticas, culturales, económicas y de género que

constriñen y explotan a la humanidad (Valles, 1997).

Nuestra intervención implica metodológicamente una investigación acción. Y nuestra

intervención consiste más específicamente en una investigación acción participativa (IAP),

en la cual según el Colectivo IOE (Pereda-Prada-Actis, 2003):

“se trata de un enfoque de intervención social que persigue recoger las perspectivas e

intereses de los sectores implicados en un proceso de acción social, otorgando el principal

protagonismo a los colectivos afectados (…) la intención es potenciar los recursos

disponibles en estos sectores, tanto a nivel del conocimiento (difusión y aplicación de

técnicas de autodiagnóstico e investigación colectiva) como de la acción (promoción de

iniciativas y auto organización” (p. 6).

Al respecto, nos sustanciamos con el planteo del Colectivo IOE (Pereda et al, 2003):

• “Pasar de la relación sujeto/objeto (gestores/clientes) a la relación sujeto sujeto. Los

protagonistas principales -y necesarios- de todo el proceso son las personas afectadas por

los problemas que se quieren abordar. En cuanto a los voluntarios externos, los

profesionales y los políticos, asumen un papel subsidiario y, en última instancia, uno de

sus principales objetivos consiste en volverse innecesarios” (p. 6).

• “Partir de las demandas o necesidades sentidas por los afectados, como condición

necesaria para que sean ellos los principales protagonistas del proceso (…) Tales

demandas pueden aparecer espontáneamente en un momento dado y servir de punto de

enganche para un proceso de IAP, o pueden surgir tras una primera etapa de reflexión en

la que las personas afectadas hacen un diagnóstico de su situación y definen, a partir de

él, sus demandas e intereses. Todas las personas son ‘seres en situación’ que sólo pueden

comprenderse y actuar sobre la base de cuál sea su percepción "in situ” de las

circunstancias en que viven” (p. 7).

24

• “Unir la reflexión y la acción, o la teoría y la praxis evitando tanto el verbalismo (teorizar

sin llevar a la práctica) como el activismo (actuar sin reflexionar sobre lo que se está

haciendo) (…) tienden a constituir un proceso en espiral de planificación, acción,

observación y reflexión” (p. 7).

• “Comprender la realidad social como una totalidad, concreta y compleja a la vez (…)

Esto supone no limitar el análisis o las posibilidades de acción en ningún sentido y abrirse

a la interdisciplinariedad del conocimiento, aprovechando los aportes de los diversos

enfoques (antropológico, sociológico, psicológico, histórico, etc.), que se entienden como

complementarios (…) una articulación de lo micro y de lo macro supondría no sólo

‘actuar localmente y pensar globalmente’ sino desarrollar formas de intervención en los

dos planos -evitando que se produzca la cooptación de lo micro por lo macro- y generar

también una complementariedad horizontal entre los diversos microespacios a fin de

reforzar la convergencia de los sectores de la sociedad afectados por problemas

semejantes” (p. 8).

• “Plantear el proceso de IAP como una vía de movilización y emancipación de los grupos

sociales en situación de dependencia. Esto implica una actitud comprometida

políticamente por parte de los participantes (incluidos los profesionales, que tienen que

superar la supuesta neutralidad del saber técnico)” (p. 8).

Fals Borda y Rodríguez Brandao definen el "poder popular" que se pone en marcha en la IAP

como “la capacidad de los grupos de base, explotados por sistemas socioeconómicos, de

actuar políticamente tanto como de articular y sistematizar conocimientos, de tal manera que

puedan asumir un papel protagonista en el avance de la sociedad y en la defensa de sus

propios intereses de clase y de grupo” (citado en Pereda et al, 2003, p. 8).

Y en relación a las dos tradiciones principales en referencia a la investigación acción

participativa que propone el Colectivo IOE, nos situamos entre ambas, rescatando sus

25

aportes. De la tradición pragmático-operativa (Dewey-Lewin) rescatamos que “la

participación no es más que un método para la resolución de problemas grupales o

institucionales que se define como un ‘proceso continuo de planificación, acción, evaluación

y vuelta a empezar’, pero ceñido a prácticas sociales concretas” (Pereda et al, 2003, p. 10). Y

de la tradición crítica-implicativa (Lourau-Lapassade) rescatamos a “la investigación-acción

a partir de un rechazo global del ‘status quo’ existente en la sociedad (desigualdades,

procesos de exclusión, elitismo político y económico, etc.) y como una vía, entre otras, de

liberación social” (Pereda et al, 2003, p. 11).

Es importante remarcar la crisis de legitimidad y representacional de la investigación social.

Acerca de la representación, en realidad solo nos interesa que la experiencia es creada en el

texto social escrito por la propia acción social. Y agregaríamos además, que de la gestión

científica nos interesa solo el grado de colectivización y de restitución, es decir de

socialización de los conocimientos (Lourau, 2001: 17). Y que la utilidad de la misma esté en

poder articular herramientas útiles en función de los implicados mismos, en sus luchas y

resistencias dentro de sus incesantes contradicciones.

Para concluir estas referencias metodológicas, parafraseamos dos citas de Lourau (2001) que

nos implican profundamente en nuestra investigación-acción:

“no intenta ser una falsa clave de atracados, ni un passe-partout de conserje y guardián

nocturno, en esta fábrica de tinieblas que es la barbarie neoliberal, cuyos programas

científicos me propagan terror, cuando sueño en el futuro que tiene la oscura gran velocidad

sobre mis hijos” (p. 17).

“su validez muy relativa o, más precisamente contradicción no pretenda cubrir la realidad

moviente en sus envolturas y desarrollos, y esta realidad en pedazos bien clasificados, tal

como el carnicero con el animal muerto. Sin embargo una vaca de verdad nunca es un

conjunto de bifes y otros trozos elegidos o despojos. Menos aún un cerdo que sueña ante su

26

comedero es identificable con una cantidad de salchichas. La dificultad, la imposibilidad de

producir un enunciado colectivo coherente de las implicaciones de una situación proviene, tal

vez, de la vana tentativa de transplantar este concepto sobre un real predescuartizado por el

cuchillo de carnicero de la lógica clasificatoria identitaria. Como pretender hacer visible y

legible la implicación en un sistema de referencia sujeto/objeto, el cual autoriza al observador

a inclinarse en su ventana para contemplar con toda quietud la fanfarria o la procesión del

devenir (para esto le alcanza con un dedo glotón el corte de su método). Desde luego la

cuestión epistemológica que aquí se levanta está en ligazón transductiva con la cuestión

política de la sobrevivencia y la felicidad de las grandes masas que cada vez más viven en la

miseria, la precariedad, el desempleo o la angustia del desempleo” (p. 136-137)

En fin, esta investigación acción participativa cobra su más profundo sentido en el futuro de

nuestros hijos y en el destino de vastos sectores poblacionales viviendo indignantemente en

situación de indigencia.

Nuestra Implicación del Diseño Estratégico de Intervención

Nuestra intervención tiene por objetivo producir un proceso que reconstruya la propia red

comunitaria, emergiendo potencialidades y produciendo consistencias desde la inmanencia

misma de las cotidianeidades (vinculares, afectivas, productivas, proyectivas, etc.). Un

proceso que produzca proyectos multiplicadores y lo más autonomizadores posibles de las

propias subjetividades en su cotidianeidad. Un proceso que integra el reconocimiento, en el

sentido de la aceptación, de que el otro también existe; el conocimiento, en el sentido de

interesarse, de quién es ese otro, qué quiere, qué le pasa, qué puede; la colaboración, en el

sentido de reciprocidad, de ayudarse; la cooperación, en el sentido de solidarizarse, de

compartir recursos y actividades; y la asociación, en el sentido de lograr confianza, compartir

objetivos y proyectos (Rovere, 2000). Frente a la realidad de los procesos de desafiliación y

27

sus efectos de necesidades básicas insatisfechas es necesario contraponerle un proyecto que

recupere las capacidades básicas desaprovechadas. Nos referimos a la recuperación

resignificada y recreada de las propias comunidades en tanto espacialidades y temporalidades

de la vida cotidiana. Desde esta línea de acción pretendemos contribuir a promover y

reforzar:

• la participación comunitaria desde sus propias necesidades revalorizando y potenciando

sus propios intereses, deseos, y poderes;

• la propia organización comunitaria desde pragmáticas efectivas en sus resultados;

• la apropiación comunitaria de las diversas institucionalidades y políticas sociales

presentes;

• y las formas relacionales y vinculares socio-afectivas en sus cotidianeidades, implicadas

en una ética solidaria y cooperativa.

Nuestra intervención tiene por objetivo central (Molina y Velásquez, 2006):

“facilitar la posibilidad de tomar conciencia de las contradicciones sociales y asumir el reto

de buscar alternativas que promuevan la voluntad, capacidad y protagonismo de las personas

para organizarse, movilizarse, interactuar, sensibilizarse, establecer compromisos, negociar,

buscar su propia sabiduría emanada de sus historias de vida y su propia cultura. Permite la

participación de los integrantes de una comunidad, ya no como objetos, sino como sujetos de

transformación” (p. 123).

“ello implica conocerlo, planearlo, promoverlo y generar estrategias que recojan la memoria

histórica y la construcción de escenarios proclives a la real construcción cogestiva de una

nueva situación, que exprese los horizontes de vida que la comunidad tiene para sí, sin

desconocer las posibilidades, limitaciones, potencialidades y amenazas de cada situación, de

cada trama, de cada proceso; pensando el largo plazo en el corto paso, el pasado y el futuro

28

en el presente, el todo y la parte en cada acción, en cada movimiento, en cada decisión” (p.

51).

Al centrar nuestro objetivo de intervención en la cotidianeidad misma de la comunidad y en

los propios emergentes que surgen de la participación misma, nos implica en una

“perspectiva ontológica” donde “no existe método que contenga pasos a ser cumplidos en la

intervención profesional” por lo cual “el objeto es el que nos solicita y delinea un

determinado camino” (Cavalleri y Sánchez, 2006, p. 59-60). En fin, nuestra “intervención

profesional se concretiza a partir de las manifestaciones de la cuestión social que

principalmente inciden en la vida cotidiana, afectando a los sujetos en la satisfacción de sus

necesidades” (Cavalleri y Sánchez, 2006, p. 23). Es por ello que nuestro objetivo es

contribuir a:

• Fortalecer la organización comunitaria en las propias villas, que son las espacialidades

propias territoriales donde se puede producir el fortalecimiento de redes solidarias en la

comunidad.

• Y posibilitar que estas espacialidades logren efectivizarse en: mayor participación

solidaria; y un sentido de construcción cooperativa.

Y pretendemos constituir el dispositivo de intervención desde la propia “trinchera social”

(Labriola y Núñez, 2006), y permitir aportar a ampliar los márgenes de visibilidad y de

operatividad desde la misma construcción participativa comunitaria. E implicarnos desde la

afectación misma, desde las relaciones de confianza constituidas por la vecindad, el

parentesco y la amistad.

El grupo de intervención lo constituimos una red abierta de incluidos, produciendo

encuentros en la propia comunidad, desde nuestro quehacer técnico-político solidario.

Es importante para nosotros (Labriola y Núñez, 2006):

29

“vernos a nosotros mismos como uno más en el entramado de relaciones”, lo cual “permite,

entre otras cosas, despojarnos no solo del desempeño de roles que ponen solo en manos de

los profesionales la resolución de las demandas que le llegan a sectores de la organización

donde estos operan, sino que a su vez hace pensarnos trabajando en campos que hagan

circularlas, pudiendo cogestionar con otros el abordaje de las mismas; ‘otros’ en la que está

contemplada la participación del portador de la demanda como actor fundamental, que con

sus saberes y prácticas enriquecen dichos abordajes” (p. 45).

En palabras de Robert Castel “muchos trabajadores sociales formados a la manera clásica

tuvieron bastantes dificultades para plegarse a estas nuevas prácticas llamadas ‘asociativas’ o

transversales, que exigen trabajar con diferentes compañeros, institucionales y no

institucionales, sobre el terreno, perdiendo el rol de líder” (Castel, 1999, p. 157). Estamos

completamente de acuerdo con Castel en que “el ideal de la intervención es, sin duda, que se

sitúe lo más cerca posible de estos lazos concretos, con la participación de los habitantes”

(Castel, 1999, p. 157). Nuestra implicación y afectación con la comunidad misma, se asemeja

al planteo de Bertucelli de comenzar “caminando en silencio” (nosotros no tan en silencio)

“por el vecindario sin que nadie nos esperara, para luego ser atrapados por las redes, y por

último participando en redes comunitarias pasaríamos por cualquier reunión institucional sin

quedarnos en ninguna de ellas” (Bertucelli, 1999, p. 268-273). En fin, se trata de producir

nuestra implicación con ellos, haciendo de nuestros miedos una acción, y de nuestros

prejuicios e imaginarios de intelectuales incluidos en servicio hacerlos una implicación y un

análisis reflexivo de la misma. Y tratar de contribuir a que ellos hagan de sus parálisis

aplastantes y de sus carajos de indignación, elaboraciones creativas y constructivas de nuevos

universos de vida. Meternos en la cotidianeidad relacional misma y en el radio

convivencial comunitario, buscando producir nuevas estrategias en el medio de la crisis

del trabajo y de la asistencia, disputándole los significados sociales al propio Capital.

30

Nuestra estrategia de intervención responde a una sistematización operativa de trabajo que es

pensada fundamentalmente en praxis y en proceso (Pichón Rivière, 1985). Esto significa que

los proyectos surgen del proceso participativo mismo y desde la organización comunitaria

concreta. Nuestra contribución desde nuestro oficio y desde nuestra condición propia de

incluidos es:

• De abajo para arriba: es decir desde las villas y sus realidades pretendemos contribuir

técnicamente a una construcción desde, para y con ellos mismos.

• De menor a mayor: es decir que responde a un modelo rizomático de productividad

(apenas si sabemos donde empieza, y no sabemos por donde sigue y mucho menos

donde termina).

• Y de afuera hacia adentro: es decir que a partir de cada construcción participativa de

organización comunitaria en relación con una tarea emergente, propender a integrar

(gestionar, construir el poder) las institucionalidades y las políticas sociales para la

potenciación de la tarea y la apropiación de ellas por parte de las subjetividades

mismas.

Esto significa que una propuesta o una línea de acción, es decir un proyecto, no lo llevamos

con nosotros, ni lo diseñamos a-priori, sino que surge de la propia participación comunitaria

en la cual contribuimos, y es desde donde somos trasladados a las jurisdicciones y

organizaciones (políticas sociales e institucionalidades) para aprovechar potenciando sus

capacidades y/o utilidades en, desde, para y con la comunidad misma. En fin, las propuestas y

líneas de acción, es decir los proyectos, se desarrollan, profundizan y potencian en la propia

organización comunitaria; y la articulación ínterjurisdiccional e interorganizacional se

establece a partir de los proyectos mismos.

31

Nuestra Implicación en el uso y selección del Instrumental Técnico

El Instrumental de intervención que implementamos implica tanto el uso de técnicas como el

diseño de estrategias en la búsqueda de la eficacia (costo-beneficio) y de la eficiencia

(proceso-producto), tanto en relación al objetivo de intervención y el logro de participación,

como en relación a la tarea y la organización a partir de la misma. Aquí para nosotros costo-

beneficio y proceso-producto refieren en torno a la tarea que surge del propio proceso

operativo. Asimismo las técnicas las utilizamos en función de producir tanto un proceso

participativo como una serie de actividades de promoción comunitaria. Al respecto y en

similitud con la educación popular las técnicas son solo instrumentos en un proceso de

construcción comunitaria y deben ponerse al alcance de todos para que sean utilizadas

creativamente. En nuestro caso, la diferencia con las técnicas participativas en educación

popular, es que nosotros no partimos ni trabajamos situaciones ficticias sino reales de las

propias condiciones de existencia de la comunidad.

Debido a que tenemos por objetivo trabajar con sectores poblacionales en situación de

indigencia, y frente a la multiplicidad de carencias y riesgos que sufren, decidimos

implementar una intervención comunitaria de carácter integral. Y diseñamos una estrategia de

inserción comunitaria a partir de encuestar casa por casa. Esto nos posibilita:

• Conocer la realidad situacional de cada una de las familias y las propias cotidianeidades

del barrio; y la apropiación por parte de ellos de las políticas sociales (seguridad,

servicios, programas, etc.).

• Y fundamentalmente ir incentivando a crear formas colectivas de participación a partir

de sus propios emergentes (ej. el tema tierras, microemprendimientos, comedor, luz y

agua, mejoramiento del hábitat, etc.).

Nuestra estrategia es ir logrando inserción en el barrio y tratando de posibilitar espacialidades

y tareas que promuevan la participación. Es decir, lograr niveles y espacialidades de

32

participación a partir de emergentes de ellos mismos. Es claro que en nuestra función solo

seremos útiles y podremos sumar resultados a partir de la participación social, y solo desde

allí la gestión. Sin lograr participación es poco lo que podremos hacer.

A partir de las encuestas no solo pretendemos insertarnos en la comunidad sino también

obtener múltiples datos que nos permitan conocer la situación social de la comunidad.

Asimismo en esta etapa es muy importante la observación en terreno.

Pretendemos que paulatinamente las encuestas se vayan transformando en entrevistas

(fundamentalmente abiertas y también algunas en profundidad) y también en los primeros

esbozos de procesos grupales.

En relación a nuestra pretensión de producir procesos participativos y que los emergentes

surjan de la propia comunidad tomamos el modelo operativo de entrevista de Bleger. Bleger

plantea que “en el caso de la entrevista abierta, reside en una flexibilidad suficiente como

para permitir que el entrevistado configure el campo de la entrevista” (Bleger, 1991b, p. 10);

“que el campo de la entrevista se configure al máximo posible por las variables que dependen

de la personalidad del entrevistado” (Bleger, 1991b, p. 10). Es decir que “se trata de obtener

que el campo se configure especialmente y en su mayor grado por las variables que dependen

del entrevistado” (Bleger, 1991b, p. 14). También que “quien dirige la entrevista es el

entrevistado y que todo emergente es situacional o deriva de un campo” (Bleger, 1991b, p.

15). Es importante distinguir que nosotros no realizamos entrevistas psicológicas en el

sentido clínico, sino que para nosotros las situaciones, los emergentes y el campo son las

propias condiciones existenciales subjetivas y objetivas de los entrevistados. Y dado que

nuestra intervención es en la cotidianeidad misma de la comunidad, las entrevistas son en

general espontáneas y no pautadas… las pautas surgen desde los emergentes, en función de la

tarea y desde los propios procesos participativos. Y en la intervención realizamos entrevistas

33

individuales y/o grupales. Y es importante implicar con Bleger en las entrevistas el escuchar,

vivenciar y observar.

En nuestra intervención son fundamentales también las técnicas grupales. En realidad lo que

más nos interesa es el propio proceso grupal. Al respecto integramos los aportes de Guattari

(1976) y las valiosas propuestas de Pichón Riviere (1985) y de Bauleo (1977) que nos

posibilitan enriquecer esta idea de praxis grupal dándole un sentido más real al carácter

instrumental y operacional.

En relación a esta cuestión nos son significativamente valiosos los aportes de Guattari (1976)

en su concepción de “transversalidad en el grupo”. Este es un concepto comprometido en el

campo social, es inmanente a una praxis y es trascendente a un campo especifico concreto y

situacional desde donde refiere (García, 2000, p. 137-149). Se intenta romper con la

tendencia de las instituciones a reforzar la alienación social, intentando producir “una

búsqueda de una praxis particular necesaria para producir efectos analíticos”, posibilitando

incorporar esta consistencia subjetiva en el problema de la producción de institucionalidades

y políticas sociales. Y esto Guattari lo plantea desde una praxis grupal misma, desde una

“química grupal”. Pretender fundar “las leyes de la subjetividad en el grupo desde otra opción

que la coacción social” y “los caminos mitificantes” que se producen desde los actores

implicados mismos y sus referencias situacionales. Para esto se hace necesario descifrar los

fenómenos que tienden a replegar al grupo en sí mismo (sus liderazgos, sus identificaciones,

sus transferencias, sus rechazos, sus chivos emisarios, etc.), protegiéndose a partir de una

formación estereotipada (que produce un desconocimiento de sí mismo) ejercida desde el

exterior. Esto produce que los roles sean cosificados, “falicizados al modo del jefe o al modo

de la exclusión”. Para Guattari es necesario generar “grupos sujetos” que se esfuerzan en

influir sobre su conducta, intentando elucidar su objeto y de secretar los medios para esta

elucidación, operando desprendimientos de la jerarquización de las estructuras y permitiendo

34

abrirse a un más allá de los intereses del grupo. Estos grupos asumen “la creación, la gestión

y la orientación” rompiendo con el enorme aparato burocrático institucional y con sus

mecanismos esterilizadores de los mensajes; produciendo mecanismos de impugnación y de

redefinición de los roles. Esta impugnación y redefinición de roles implica a los profesionales

mismos y sus intervenciones que deben aceptar “una puesta en circuito, una impugnación de

su rol” (de sus saberes, sus lugares y su práctica), para evitar transformarnos en “agentes de

transmisión activos de categorizaciones alienantes”. Este tipo de grupo se hace sujeto de su

inmanencia (su quehacer, su acto, su praxis) y de su trascendencia (mas allá de sí mismo, su

proyecto, su destino); en oposición a ser significado desde otros intereses y deseos, desde

otros poderes, desde otros proyectos que vacían de sí mismo al grupo; en fin, en oposición a

que el grupo sea captado y /o tomado como objeto desde una otredad que le infiere perdida de

sentido (García, 2000: 137-149).

Y también Bauleo (1977) postula su idea de “contra ideología” oponiéndose al “neutralismo”,

no solo denunciando lo que se infiltra de ideológico en este último, sino también buscando

generar otros supuestos, otras técnicas y otras teorías alternativas. Y plantea que su

preocupación constante ha sido la posibilidad de que la práctica grupal se convierta en una

contra ideología. Y esta preocupación parte de la experiencia grupal misma, centrada

alrededor de un tema (la tarea), tratando de elaborar y vivenciar “una experiencia de corte con

los modelos instituidos”. Esta intención “se engarza en un movimiento concientizador, ya que

se busca que el sujeto se ubique en una adaptación activa, con la cual se quiere expresar que

pueda pensar su contexto de existencia, rompiendo con los limites impuestos por las

determinaciones estructurales, o las condiciones de soporte” (Bauleo, 1977, p. 14). Y el

aporte instrumental operativo fundamental lo da cuando arriba a la conclusión “de que la

posibilidad de otro nivel de ubicación debe partir de dos pautas básicas: la relación grupo-

tarea y la vinculación del coordinador con dicha relación” (Bauleo, 1977, p. 21). Para el no

35

solo es necesario la explicitación de la tarea sino también el análisis de los niveles que

involucra. Y en relación a la coordinación plantea que el coordinador debe saber que el grupo

no es de su propiedad y que debe elaborar su separación para que ante la operatividad del

grupo ya no sea necesaria su presencia. Esto se produce a partir de devolver al grupo los

liderazgos depositados y elaborar permanentemente su separación con el grupo (ruptura del

sometimiento, posibilitar el crecimiento del grupo, recuperación por el grupo del poder de

decisión y de elección). Así se instala un grupo productivo y operativo que genera una

mecánica cuya finalidad es el trabajo propuesto como proyecto. Para esto el coordinador

trabaja con una distancia operativa que posibilite la función y la producción del grupo mismo.

Pichón Riviere y Bauleo (Pichón Riviere, 1985, p. 33-35) planteaban tres momentos del

grupo en un sentido técnico y práctico: “establecer pretarea, tarea y proyecto consiste en la

búsqueda de nociones que, partiendo del supuesto de hombre en situación, permitan

establecer mejor la relación hombre-situación y a su vez poder operar en un campo práctico”.

En la pretarea se ubican las técnicas defensivas que estructuran la resistencia al cambio; se

distancia lo real de lo fantaseado sostenido por los miedos básicos; el grupo se presenta como

una impostura; la situación se le presenta con un dejo de extrañeza y esa misma extrañeza lo

desespera; se produce un estancamiento en el aprendizaje de la realidad y deterioro en la red

de comunicación. En la tarea se da un abordaje y una elaboración cualitativa (salto e insight)

de las ansiedades que ruptura con la práctica disociativa y estereotipada; el grupo puede

ubicarse como sujeto y elaborar tácticas y estrategias mediante las cuales intervenir en las

situaciones (proyecto de vida) provocando transformaciones; pueden diferenciar y

discriminar (esto es nuestro, esto nos exigen, ¿esto porque?). Con la tarea se ubica una noción

que englobe, al mirar a un sujeto, su relación con los otros y con la situación; que pueda ver

que su indeterminación hace que distintas concepciones y determinaciones externas hayan

hablado de él; y posibilita elaborar esquemas adecuados a ciertas situaciones prácticas.

36

Y llegamos al tercer momento y el más importante para nosotros: el del proyecto. “Elaborar

un proyecto significa elaborar un futuro adecuado de una manera dinámica, por medio de una

adaptación activa a la realidad, con un estilo propio, ideologías propias de vida y una

concepción de la muerte propia” (Pichón Riviere, 1985, p. 124). Bauleo (1977) continúa

elaborando esta noción de proyecto (el momento de síntesis luego del pasaje desde la

indiscriminación a la discriminación). Y plantea que en este momento el grupo como tal se

organiza y decide; busca otras conductas; se objetiva a sí mismo como grupo y trata de hallar

los caminos de su posibilidad para resolver sus conflictos y cumplir con su tarea; ya no opera

ninguna coordinación, el coordinador se borra. Es el momento crucial ideológico donde

aparece el esquema de la apertura, ya no hay conclusión coordinadora y el grupo mismo dirá

que hará con su experiencia. Su proyecto será extragrupal y el contexto social será el marco

real de la ejecución de su proyecto. El cómo si del grupo, su artificialidad, emerge como

momento de reflexión vivida y compartida, de cuyo aprendizaje se desprenden los elementos

para un proyecto cuya realización siempre es fuera del grupo y en confrontación con una

realidad social que lo permitirá o lo frustrara.

Y pretendemos que el insight mismo del proceso grupal inscripto en la propia cotidianeidad

de la comunidad permita ir produciendo emergentes y tareas que posibilitan ir creciendo en

niveles de organización comunitaria. Y que la propia productividad socio-operativa devenga

en procesos de asamblea general. La asamblea general la utilizamos en el sentido del

Socioanálisis como “el sitio de ejercicio de una soberanía popular, colectiva e instituyente”

(Lapassade, 1980, p. 152). Se basa fundamentalmente en la autogestión, “un principio que

debe posibilitar el análisis de todo cuanto viene a frenar, a recuperar o negar y reprimir el

habla social plena, la reaparición de las escisiones, de las jerarquías. Lo instituido contra lo

instituyente, el silencio del poder y la autocensura contra la expresión colectiva de un deseo”

(Lapassade, 1980, p. 152). Al respecto acordamos con el planteo del Colectivo IOE de que:

37

“el procedimiento más propio de la IAP es la asamblea donde todos los implicados pueden

aportar como iguales su respectiva experiencia. La asamblea implica autogestión frente a las

diversas formas de poder, tutela o liderazgo que mantienen a la mayoría del grupo en

posición de dependencia y pasividad. De hecho el modelo organizativo de cualquier proceso

de IAP suele ser la asamblea, ya sea porque esa es la forma de funcionamiento habitual del

colectivo en cuestión o porque se establece como meta ideal a conseguir en el futuro después

de un itinerario de formación y emancipación. Esta situación es la más frecuente en los

procesos de IAP (…) debido a que las relaciones sociales suelen estar mediadas por

dispositivos de delegación institucional (dirigentes con atributos de poder sobre las

mayorías), excelencia profesional (técnicos que se atribuyen el ‘saber hacer’ en relación a los

demás) o liderazgo informal, que tienen por efecto inhibir la responsabilidad de las personas

particulares en la resolución colectiva de los problemas que les afectan. Por otra parte, hay

que procurar formas de participación que sean efectivas para los fines que se persiguen y, en

ese sentido, evitar los peligros de la asamblea, que se puede convertir en un mero rito, es

manipulable, se presta a la improvisación, etc. (Si se repiten muchas sin efectividad, pueden

tener un efecto desmovilizador). En todo caso, quienes inician un proceso de IAP suelen ser

conscientes de que deben buscar la máxima participación del colectivo implicado y que, para

eso, la asamblea es el sistema al que hay que tender, pero sin renunciar a otras fórmulas

complementarias de gestión y participación” (Pereda et al, 2003, p. 19).

Y por último, nos interesa validar y producir una sistematización de la experiencia.

Concibiendo que las prácticas sociales son una importante fuente de aprendizaje, la

sistematización consiste en un registro de dichas prácticas, registro en tanto aprensible y

transmisible. Posibilita una rizomática multiplicidad de experiencias que se aprehenden e

insertan en las propias prácticas generando integrabilidad de procesos que insisten una

consistencia subjetiva colectiva de proyecto participante.

38

La sistematización en tanto instrumento, como producción de teoría en tanto “caja de

herramientas” (Foucault- Deleuze), implica en si misma formas de enseñaje (Bleger, 1991),

en tanto aprender a aprender de nuestras prácticas, tanto desde sus logros como desde sus

fracasos; y posibilita producir ese rizoma de experiencias múltiples en el devenir del proyecto

colectivo que construyen. Es decir, posibilita la producción de un proyecto colectivo desde la

reconstrucción histórico-situacional de las experiencias… enredándolas.

Creemos que la sistematización debe superar los aspectos narrativos y descriptivos, aunque

los incluye, aportando a una comprensión desde una analítica y desde una interpretación

crítica. Necesita de sujetos críticos y creadores, además de la comprensión analítica.

Comprensión de las significaciones, sentidos, acciones y discursos de las subjetividades

implicadas con la pretensión de entender las lógicas e interpretaciones de las relaciones

sociales en las prácticas.

La sistematización en tanto método complementario a la investigación-acción permite “la

comunicación de prácticas, acumulación de saberes populares, su distribución y

retroalimentación en distintos sectores sociales, potenciando la capacidad replicadora de

experiencias y generadora de sinergias comunitarias” (Molina- Velázquez, 2006, p. 130).

Otras Implicancias

Entre una diversidad de implicancias que le dan consistencia a nuestra caja de herramientas,

además de salud y su especificidad salud mental que ya hemos referido, quisiéramos

explicitar al menos tres herramientas prioritarias que llevamos en nuestro dispositivo de

intervención:

1:) Por un lado nos implica el tema de las disciplinas. Debido a nuestra modalidad de

intervención, anteriormente explicitada, creemos que nuestro abordaje integral comunitario

responde claramente a una pretensión de “construcción transdisciplinaria”. “Más aún,

39

entendemos que la particularidad de la problemática comunitaria, así como el alto grado de

especificidad que presenta, invitan a la construcción transdisciplinaria” (Castronovo-

Montañez, 2006, p. 11). Esto se debe a que

“la transdisciplina es un estudio superior en el conocimiento que se alcanza cuando un objeto,

por su propia consistencia y la magnitud de su complejidad, se impone a las disciplinas.

Particularmente esta imposición se hace evidente cuando cada disciplina debe dar cuenta de

su propio desconcierto frente al objeto y admitir que nada de lo que sabe sobre el mismo es

útil para explicarlo como fenómeno. De la destrucción de los marcos conceptuales previos

emerge la posibilidad de lo nuevo. Deconstruir para construir. Desaprender para aprender”

(Castronovo-Montañez, 2006, p. 35).

Y esto es lo que nos sucede a quienes trabajamos con los sectores sociales excluidos,

viviendo en la miseria como única condición de posibilidad. Lo nuestro, que se pretende

abordaje e implica intervención, tiene definido el objeto desde la realidad misma de las

condiciones de vida de vastos sectores poblacionales. Para nosotros el objeto que produce

nuestro desconcierto disciplinario y deconstruye nuestros marcos conceptuales y nuestros

chalecos profesionalizantes, es la inmanencia de las cotidianeidades (vinculares, afectivas,

productivas, proyectivas, etc.) de la comunidad misma. Nos dice Pérez Castells que “si

trabajamos con los sectores de mayor pobreza de nuestro país, se vuelve casi un imperativo

ético, el munirnos del más completo arsenal teórico y técnico para abordarla”. Es por eso que

necesitamos “de diferentes saberes, considerando los diferentes planos y registros

heterogéneos” (Pérez Castells, 1999: 35-47) abierto no solo a una diversidad de

especializaciones, sino determinado también a las especializaciones posibles. Aquí la

transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las

disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden. Entiéndase para nosotros al

respecto las disciplinas posibles. Se trata de especializaciones que sitúen sus conexiones sin

40

fronteras estables entre disciplinas. La comunidad no solo nos sitúa en tanto objeto que

trasciende nuestros órdenes disciplinarios, sino que también no nos posibilita determinarla en

objeto de investigación (investigación acción así sea el caso) dentro de las lógicas de

investigación y de producción de conocimientos propios de los regímenes disciplinarios de

verdad (Foucault, 1979). Esto se debe a que trabajamos desde las lógicas de participación

social dónde los objetos son determinados por los emergentes de la propia participación

comunitaria (de la cual somos participes). Y muchas veces “ocurre que aun una mirada naif

de un amateur, ajeno a la disciplina, aun más a toda disciplina, resuelve un problema cuya

solución era invisible en el seno de la disciplina” (Edgar Morin, 2005). Y esto es lo que

sucede en y desde la participación comunitaria, obligándonos a un “más allá de las

disciplinas” en relación a “campos poli competentes” y a “poli competencias” del especialista

(Edgar Morin, 2005). Aquí “las disciplinas son llamadas como técnicas especializadas para

resolver tal o cual problema” pero “en profunda interacción para tratar de concebir este

objeto y este proyecto” que surge de la propia realidad comunitaria y de su participación

social (Edgar Morin, 2005). Nos interesa el cuestionamiento sobre si estaremos en

condiciones de cruzar las fronteras disciplinarias, a fin de abordar con mayor riqueza

instrumental la complejidad de la especificidad del abordaje integral comunitario con sectores

sociales en situación de indigencia y/o extrema pobreza. Se trata todavía de un sueño, pero tal

vez lo hagamos posible en esta realidad tan miserable en la que viven y permitimos que vivan

tant@s conciudadan@s nuestros. Y además nosotros pensamos que la naturaleza del equipo

que aquí postulamos deberá ser entonces radicalmente distinta al mero agregado de

profesionales. Aquí puede entenderse entonces el porque una apertura a una diversidad de

disciplinas que postulamos desde nuestra construcción transdisciplinaria, y también las

concretas realizaciones de tareas y/o proyectos desde las especializaciones posibles

(concretamente las que se presenten en el territorio). En fin, en realidad pretendemos como

41

grupo producir una “transversalidad” (Guattari, 1976) que posibilite lograr operativamente

transferencias de responsabilidad, superando las transferencias petrificadas en roles

congelados propios de las disciplinas y las profesiones. Diríamos al respecto de esos

Regímenes de Verdad (Foucault, 1979) que nos disponen, que nuestra tarea pretende consistir

en la “Indisciplina” misma. O mejor aún, que como Equipo pretendemos consistir en un

grupo de personas luchando por “Desdisciplinarnos” (Foucault, 1982: 53).

2:) Por otro lado nos implica también la potencia misma de la Economía Social (implicando

en ella lo popular, lo solidario, lo cooperativo, lo autogestivo). Nos referimos aquí a

Economía Social con Coraggio; aunque también podríamos referirnos a esa esencia en

productividad propositiva y reflexiva del Desarrollo a Escala Humana de Max-Neef. Nos

referimos al campo de construcciones sociales que pretenden producir alternativas a las

formas relacionales del Mercado del Capital (relacionales existenciales, vinculares,

comerciales, ecológicas, etc.). En palabras de Max-Neef (1998) nos implica profundamente:

“Romper con modelos imitativos de consumo, no sólo conjura la dependencia cultural sino

que hace posible además un uso más eficiente de los recursos generados en la periferia” (p.

84).

“Es mediante la generación de autodependencia, a través del protagonismo real de las

personas en los distintos espacios y ámbitos, que pueden impulsarse procesos de desarrollo

con efectos sinérgicos en la satisfacción de dichas necesidades” (p. 85).

“Concebimos esta autodependencia en función de una interdependencia horizontal y en

ningún caso como un aislamiento por parte de naciones, regiones, comunidades locales o

culturas. Una interdependencia sin relaciones autoritarias ni condicionamientos

unidireccionales es capaz de combinar los objetivos de crecimiento económico con los de

justicia social, libertad y desarrollo personal” (p. 86).

42

“En el plano social, la autodependencia refuerza la capacidad para subsistir, la protección

frente a las variables exógenas, la identidad cultural endógena y la conquista de mayores

espacios de libertad colectiva” (p. 88).

“Las relaciones de autodependencia, por el contrario, tienen mayores efectos sinérgicos y

multiplicadores cuando van de abajo hacia arriba” (p. 88).

“Son precisamente estos espacios (grupales, comunitarios, locales) los que poseen una

dimensión más nítida de escala humana, vale decir, una escala donde lo social no anula lo

individual sino que, por el contrario, lo individual puede potenciar lo social. (…) En relación

a un Desarrollo a Escala Humana, estos espacios son fundamentales para la generación de

satisfactores sinérgicos” (p. 88).

“La autodependencia multiplica la conciencia crítica y, con ella, las expectativas de

participación de múltiples actores sociales, lo cual se traduce en demandas movilizadoras en

procura de cambios, que deben armonizarse dentro de una globalidad orgánica” (p. 89-90).

“En los espacios locales –de escala más humana– es más fácil que se generen embriones de

autodependencia cuyas prácticas constituyan alternativas potenciales a las grandes estructuras

piramidales de poder” (p. 91).

“Esta otra racionalidad se orienta al mejoramiento de la calidad de vida de la población, y se

sustenta en el respeto a la diversidad y en la renuncia a convertir a las personas en

instrumentos de otras personas y a los países en instrumentos de otros países” (p. 92).

“Toda esa «infrahistoria» de la vida cotidiana donde las prácticas productivas se entroncan

con estrategias colectivas de supervivencia, identidades culturales y memoria popular” (p.

94).

“Nuestro énfasis en el mundo invisible y sus micro-organizaciones con una perspectiva «de

abajo hacia arriba» No con el objeto de mistificar lo marginal, sino de reconocer su valor y

43

potencial, en tanto uno de los actores sociales protagónicos para una democratización

participativa, descentralizada y a escala humana” (p. 94).

“En este sentido, los actores invisibles deberían configurar redes horizontales, desarrollar

acciones de apoyo mutuo, articular prácticas individuales y grupales, y así plasmar proyectos

compartidos. Así será posible acabar con la atomización que amenaza su existencia.

Proyectos nacionales que abran a estos sectores las posibilidades de participar en la toma de

decisiones, permitirán atenuar las presiones exógenas y fortalecer los potenciales endógenos”

(p. 95).

“Unidades productivas no institucionalizadas, es decir, localizadas fuera del sector productivo

formal” (p. 96).

“Individuos y familias, organizados en microunidades económicas que ocupan los intersticios

del sistema y desempeñan actividades económicas desdeñadas por el núcleo capitalista

moderno de si estas organizaciones sólo estructuran estrategias de simple supervivencia o si

además, y a través de estas estrategias, se constituyen en embriones de un desarrollo

alternativo. Un elemento decisivo es el de la generación y asignación de recursos destinados a

fortalecer organizaciones locales que operan con una racionalidad contrahegemónica

(solidaria, sinérgica, participativa) y a incrementar la autodependencia de estas

organizaciones” (p. 96).

“Pero para que la investigación teórica pueda traducirse en cambios políticos es preciso

también identificar a los nuevos actores sociales que están emergiendo desde el interior de

aquellos segmentos y que constituyen agentes potenciales de cambios. Tanto la identificación

de racionalidades como de actores sociales contribuiría a viabilizar nuevas formas de

organización capaces de transformar la realidad social” (p. 98).

“Si ante las presiones de la crisis, muchas organizaciones económicas populares se esfuerzan

por forjar prácticas de autogestión, ello constituye de por sí un importante paso no sólo hacia

44

la autodependencia, sino también hacia una mayor autonomía, pues revela, por parte de

grupos y comunidades, la voluntad de ejercer el control sobre sus propias condiciones de

vida” (p. 104).

“A los recursos no convencionales mencionados pueden agregarse otros análogos tales como

las redes sociales, la memoria colectiva, la identidad cultural y las visiones del mundo” (p.

110).

“Se presenta el desafío de ser capaces de rescatar la riqueza de las dinámicas que ofrecen los

movimientos sociales del mundo invisible, para integrarlos como actores significativos, y no

residuales, de un nuevo proyecto de sociedad” (p. 115).

“Tal redefinición obliga a que estas organizaciones forjen mecanismos de participación en las

decisiones, combinen sus exigencias ideológico-estratégicas con las de orden práctico y ético

y actualicen sus discursos en función de las necesidades sentidas y movilizadas por las

propias comunidades” (p. 116).

3:) Y por último, nos implica los aportes de la Planificación Estratégica (PE). Al respecto

Rovere (1993) plantea la planificación como un proceso de reflexión orientado y dirigido a la

acción. Es decir que es un pensamiento para la acción. Planificación en tanto proyectado al

futuro, estructurar la acción hacia los propósitos establecidos, los objetivos planteados, el

logro de la visión que implica una imagen futura que se pretende. La planificación parte de

un problema situacional actual y pretende diseñar el conjunto de actividades, decisiones, etc.,

para prever, organizar, coordinar esfuerzos y acciones en pos de una resolución en una

situación futura. Matus (1985) nos refiere muy bien que la planificación estratégica, a

diferencia de la planificación normativa o tradicional, incorpora fundamentalmente una

concepción distinta del poder y una lógica inclusiva de distintos actores participantes con

diversos intereses. La planificación normativa toma la realidad como naturaleza con leyes y

la planificación desde un modelo de ingeniería donde se establece el plan con sus normas en

45

la cual la realidad debe encajarse cual un esquema. La PE toma la realidad concreta en la que

actuamos como un escenario donde juegan diversos actores con distintos intereses (incorpora

la teoría del conflicto, la de los juegos y la del teatro), y desde un modelo más propio de las

Ciencias Sociales (Ciencia Política, Ciencia de la Comunicación, Psicología Social, etc.).

Asimismo es más realista y por ende efectiva dado que considera que la realidad concreta es

turbulenta e impredecible. De allí que a las normas en tanto acabadas le opone las estrategias

en tanto participativas y concensuadas. Para Matus (1985) planificar refiere a un cálculo

situacional complejo que precede y preside la acción y que cruza los cuatro momentos de la

planificación:

• Momento explicativo: que implica comprender la situación actual, la situación en la

que estamos, definir los problemas y las causas y efectos de los mismos. Se mueve en

el plano del ser e implica la misión.

• Momento Normativo: que implica establecer la situación deseada, donde queremos ir,

establece la direccionalidad del plan e indica la necesariedad de las acciones. Se

mueve en el plano del deber ser e implica la visión.

• Momento estratégico: pretende construir la viabilidad al diseño, implica el como

podemos hacer para llegar allí, a cumplir los objetivos deseados y planificados.

Analiza las oportunidades y amenazas del entorno y las fortalezas y debilidades

nuestras y de los distintos actores sociales comprometidos en la situación. Se plantean

los obstáculos y el cómo poder superarlos.

• Momento táctico operativo: implica la acción misma y la constante en relación de

resultados alterando, conduciendo y orientando las acciones presentes y guiando,

revisando, precediendo y presidiendo los pasos siguientes. Implica la evaluación de

los cambios situacionales producidos en la toma de decisión y ejecución.

46

Situación problemática implica una situación actual en la realidad social concreta en la

que deseamos actuar, a la cual llamamos situación inicial, que presenta ciertos problemas

que son los que se pretenden cambiar y/o corregir a lo largo de nuestra intervención. Es

problemática en tanto esta situación se crea en ese espacio relacional entre problemas,

actores y acciones insertos en un contexto. La situación no es un problema físico o natural

en sí, sino un problema social donde la problemática implica una lógica de diversos

actores y distintas acciones. Y nosotros mismos no somos un espectador ajeno sino que

también somos un actor social, y es desde mis intenciones, necesidades y deseos desde

donde entablo un diálogo con la comunidad.

La PE nos aporta el análisis situacional o diagnóstico situacional, que implica un análisis

intencionado. Todo diseño de proyecto comienza con la descripción de los problemas que

afectan determinada comunidad o los eventuales beneficiarios. El diagnóstico de la

situación inicial, permite caracterizar y brindar información acerca de la magnitud y la

relevancia del problema que se procura resolver en la localización (en qué consiste, cuáles

son los factores que intervienen en su determinación, a cuántas personas afecta y qué

pasaría si no se lo afronta). También permite conocer las respuestas institucionales y los

recursos disponibles (que se usa o podría usarse) para enfrentar el problema en ese

territorio. Sin un diagnóstico adecuado, preciso y confiable puede caerse en la

formulación de propuestas inadecuadas y/o posibles dificultades ulteriores para producir

cambios deseados. Entonces entre la situación inicial y la situación objetivo construir las

estrategias y seleccionar las metodologías para llevar adelante las acciones pertinentes

que nos permitan ampliar metas y acercarnos a los resultados esperados.

Y también la PE nos aporta el diagnóstico participativo, el cual no solo es de carácter

intersectorial y multidisciplinario en tanto los técnicos y profesionales recopilan y

analizan la información existente accesible; sino fundamentalmente es de carácter

47

multiactoral en la búsqueda de información primaria complementaria. Es un diagnóstico

inclusivo de los diferentes puntos de vistas acerca de la temática, especialmente de los

pobladores y miembros de organizaciones de base y beneficiarios potenciales, con la

aplicación de las mencionadas técnicas tendientes a la identificación, caracterización y

priorización de problemas, así como al establecimiento de acuerdos preliminares sobre las

estrategias de solución. Su utilidad es que los actores que intervengan se mostrarán más

interesados y comprometidos, los programas se enriquecerán por la información y

experiencias que aportan, existen mayores posibilidades de que los programas y proyectos

sean pertinentes a las necesidades reales de la población y se abre un espacio de

aprendizaje para los participantes que pueden ampliar conocimientos y competencias.

La PE con su modo de pensar la realidad en términos de resolución de problemas,

conflicto de intereses, poderes compartidos o sistemas interactuantes, aporta a la gestión

de proyecto (Matus, 1985):

• Incluir la aplicación de recursos de poder en la toma de decisiones, desde la

inclusión de actores (democratización de la realización).

• Desburocratizar y concretizar los proyectos a partir del concepto de situación,

desde la inclusión de escenarios.

• Romper con el abstraccionismo en la gestión de proyectos a partir del

pensamiento estratégico que se mueve en la impredecible y turbulenta realidad

concreta. Esto posibilita describir la retroalimentación existente entre

planificación, evaluación y decisión.

Y para cerrar acá esta mochila queremos remarcar que desde nuestra implicancia ético

política nos interesa confrontar las propias lógicas del capitalismo en su faz cínica y perversa

48

neoliberal, y fundamentalmente implicarnos en las resistencias y las construcciones propias

de los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica. En particular en Argentina tenemos:

• Por un lado, la resistencia al terrorismo cívico-político-militar represivo del Estado y

su genocidio con “nuestros” desaparecidos; resistencia y construcción por parte del

movimiento plural de los derechos humanos.

• Y por el otro, la resistencia al terrorismo cívico-político-financiero rapaz del Mercado

del Capital y su genocidio con “nuestros” conciudadanos excluidos; resistencia y

construcción por parte de tres grandes movimientos plurales: el piquetero, el de empresas

recuperadas y el de los movimientos campesinos y de pueblos originarios.

Es en la recuperación de las potencialidades de estos nuevos movimientos que adquiere

sentido nuestra formación y nuestra acción. Desde, por y hacia ellos refieren nuestras

prácticas. Es en la potenciación conjugada de sus propias construcciones que pensamos el

desarrollo comunitario.

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La Experiencia: Andares, Quehaceres, Encuentros y Proyectos.

“Dedicados para los que están abandonados.

Dedicados para los que están con un futuro indiferente,

sin un pasado, sin un presente.

Dedicados para los que están desesperados.

Dedicados para los que están sumidos en un sueño muy profundo,

más fuera que dentro de este mundo”.

Eros Ramazzotti

La Zona Oeste de Rosario. CIC Bella Vista

Esta experiencia surge cuando fuimos asignados por el Ministerio de Desarrollo Social de la

Nación (MDSN) al CIC Bella Vista, correspondiente a la Zona Oeste de la ciudad de Rosario.

La Municipalidad de Rosario consta de una descentralización distrital (administrativa y de

gestión) que subdivide la ciudad en seis zonas: Centro, Este, Sudoeste, Oeste, Noroeste y

Norte. El CIC al que fuimos asignados corresponde a la Zona Oeste y su edificio se construyó

al lado del propio edificio del Distrito Oeste.

Ahora bien, la Zona Oeste1 en su extensión total comprende aproximadamente 106.000

habitantes en una superficie de 4.021 hectáreas. Aproximadamente el 60% de su superficie no

se encuentra urbanizada. Posee intercalado y entremezclado a lo largo de su territorio: villas

miserias (por la miseria en que viven tantos conciudadanos, y nos negamos a llamarlos

asentamientos porque refieren directamente a ubicarlos en situación de ilegalidad, digamos

mejor crudamente la realidad por su nombre y dejemos de evitar sensibilizarnos); bloques

fonavis (fundamentalmente de erradicación de villas a esta zona, el municipio habla de 8.000

1 Datos obtenidos de Informes de la Municipalidad de Rosario de principio del 2006, si bien muchas de estas

estadísticas son anteriores a esa fecha.

50

familias ya desde el 2000); y barrios con casa de distintos niveles de construcción regulares.

No hay barrios de clase media alta, ni alta, que solo bordean esta zona, como por ejemplo

Fisherton y también hacia el Parque Independencia. El municipio identifica 25 villas miserias

(seguramente son muchas más si las identificamos a partir del nombre que ellos, sus

ciudadanos, le ponen, o que ellos mismos aceptan ser nombrados) con una población de

32.782 personas, que representa el 31% de la población total de la Zona Oeste. Si

aproximamos también los monoblocks fonavis con 8.000 familias erradicadas y trasladadas

estamos a más o menos 40.000 personas lo que representa casi el 40% del total. Todo esto

suma casi el 70% de la población total de esta zona, según nuestros cálculos. Y en general

podemos ver que el resto de la población es de clase media a clase media pauperizada.

Datos del municipio que caracterizan esta población:

• Población joven (más aún en las villas), con 47% menores de 15 años (promedio de la

ciudad es 25 %). Con tasas de natalidad del 26% y de fecundidad del 55% (contra el 15 %

y el 34,9% respectivamente del distrito centro).

• Indigencia en hogares del 23% y en población del 25% (contra el 13,5% y 15,5%

respectivamente del promedio de la ciudad).

• Agua potable en red en casi toda la población urbanizada (con muy baja presión de agua);

inexistencia de red al interior de las villas, con “conexiones clandestinas”; ausencia en

asentamientos de reciente formación (pudimos comprobar esta ausencia en villas ¿de

reciente formación? de ya más de 16 años).

• Grandes extensiones poblacionales carecen del servicio de cloacas.

• Un gran problema ambiental en la zona: villas que lindan con grandes basurales; bolsones

de basurales dispersos en las villas; muchísima gente viviendo del cirujeo.

• Escasos espacios recreativos y sistema de transporte de tendencia centralizada.

51

• En las villas el 52,4% de los mayores de 14 años no termina la escuela primaria (contra el

17,8% promedio de la ciudad).

• Presentan altos índices de mortalidad infantil y desnutrición crónica; fallecimiento por

enfermedades infecto-contagiosas (sarampión, sífilis, blenorragia, sarna, diarrea,

parasitosis intestinales, hepatitis A) muy por encima del promedio de la ciudad; el 32% de

diagnósticos de chagas de la ciudad corresponden a esta zona que tiene menos del 10% de

la población total; más elevado también que el promedio es el registro de tuberculosis.

Todas estas patologías son previsibles a partir de mejorar las condiciones socio

ambientales (el ambiente en que se vive; el agua que se bebe; la forma de eliminar los

excrementos; que, como y cuánto se come).

Hay varios asentamientos con población en situación de indigencia, algunos ya históricos, y

otros más actuales con la situación de precariedad y vulnerabilidad que eso depara. Asimismo

están creciendo mucho en esta zona nuevos asentamientos, producto de la inmigración hacia

el centralismo urbano, que para significar la precariedad, pensemos que construyen

inicialmente su hábitat con ramas, nylon y cartones. También esta es la zona que más se ha

superpoblado con las erradicaciones del Municipio de los asentamientos (muchos muy

históricos) de la zona ribereña. Estas erradicaciones han creado en esta ciudad un este

ribereño y un oeste vulnerable al estilo norte-sur. Esto implica que hay barrios construidos y

habitados por traslados de múltiples lugares de Rosario de la población en estado de

indigencia (ejemplo simbólico la erradicación y traslado del Barrio Santa Lucía). Y también

muy importante es que hay en esta zona una gran población urbana de clase media baja

luchando con “la línea de pobreza” ya sea por dejar de serlo, o por no llegar a serlo. Hay una

amplia cobertura social pública nacional, provincial y municipal de asistencia, salud,

educación, etc.; pero de contradictorio nivel de optimización de los mismos debido a la

52

amplia vulnerabilidad de esta zona. Y también hay muchas organizaciones sociales

autogestivas y una historia en organización y trabajo participativo.

Ahora bien, al CIC al que fuimos asignados y en el que nos corresponde trabajar es Bella

Vista, nombre de una zona específica dentro de la amplitud de Zona Oeste. Nominación que

ya en sí es todo un analizador, debido a que el mismo está rodeado por villas miseria.

Tenemos dos expresiones sociales claramente locales en relación con el CIC: la

Municipalidad (y su lógica institucional gubernamental local) y los Promotores Comunitarios

(en tanto expresiones sociales autogestivas claramente territoriales sumados a un Programa

de promoción y desarrollo territorial y comunitario, desde una lógica institucional

gubernamental nacional). Para la Municipalidad de Rosario el CIC abarca la zona geográfica

correspondiente a un Centro de Salud, el Stafieri, que comprende aproximadamente 15.800

habitantes. Esto se debe a que el municipio pensó al CIC dentro de dos de sus lógicas

institucionales: la de APS y su respectivo Centro de Salud; y la de Promoción Social y su

respectivo Crecer. Estas dos lógicas institucionales locales consisten desde una

descentralización zonal de estas políticas y/o servicios abarcando un promedio de 15 a 20 mil

habitantes. Al respecto podemos referir muy generalmente que los Centros de Salud

Municipales responden a una lógica de APS siendo la atención del área clínica en salud muy

buena considerando la realidad argentina en sus consecuencias por el neoliberalismo2. Y las

debilidades de estos estarían dadas en la delimitación clínica y de puertas adentro de las

políticas de salud del municipio y en general de sus profesionales; que les cuesta romper la

lógica de servicios atada a lo clínico y a lo edilicio. Y en relación al Programa Crecer

podemos referir también muy generalmente que se diseñaron desde la municipalidad como

continuidad al programa PROMIN, en función de una lógica de abarcar a los niños

2 Cuenta básicamente con un servicio completo de APS: odontología, tocoginecología, clínica, generalista y

pediatría (entre otros). Tienen también servicios: de salud mental; de adicciones, de educación para la salud (con

programas municipales) de tuberculosis y de chagas (con programas provinciales); y de salud sexual y

reproductiva, de SIDA, de inmunizaciones, de entrega de medicamentos, de salud materno-infantil (con

programas municipales y nacionales).

53

comprendidos entre dos y cinco años; es decir la brecha de edad que queda sin control social

entre el Plan Materno Infantil y la preescolaridad, pero en realidad queda muy limitada su

accesibilidad y por ende, la resolución de los problemas3.

Y los promotores territoriales interpretan la distribución geográfica del CIC abarcando toda la

extensión territorial de la Zona Oeste. Es más, para su desarrollo comunitario (relevamiento

institucional, diagnostico participativo, etc.) recortaron una extensa zona del total de este

distrito (desde AV. Pcias. Unidas hacia el oeste), es decir que en principio para su desarrollo

quedó afuera la zona geográfico poblacional del CIC (que para el municipio son los

destinatarios). Los promotores dividieron esa extensa zona operativamente en tres UTP

(Unidad de Trabajo Participativo). Y el desarrollo lo piensan en construcción en “espiral”

(hermosa metáfora espontánea de una de las Coordinadoras, metáfora que simboliza la

construcción territorial en desarrollo procesual operativo, piénsese en una espiral Pichoniana

en extensividad a la numerosidad social; y tal vez, y es nuestra asociación, una espiral en

“caracol” que nos aproxima a una construcción social a modo de ciertas enseñanzas

zapatistas).

Ahora bien, estos dos actores sociales tienen muy buenos desarrollos locales. Nos referimos a

un municipio claramente exitoso y a distintas organizaciones sociales autogestivas con un

buen trabajo de desarrollo comunitario y de inserción en villas.

Defectos: muchos recelos que funcionan como anestesiantes y neutralizantes de las prácticas

mismas y sus desarrollos. Críticas: una municipalidad que descentraliza desde el centro, es

decir en donde está centralizada la descentralización…en fin, descentralizar no es correr los

centros…y por eso las villas y la gente viviendo miserablemente les queda siempre tan lejos,

por más que se acerquen. Y los movimientos sociales autogestivos tan celosos de hacerse

propias las institucionalidades, de construir Estados desde la participación, esa misma que

3 Abarcan zonas poblacionales amplias, en general con amplios sectores en situación de pobreza y de indigencia,

incluyendo poco más de 30 chicos, de los cuales muy pocos residen en villas miserias.

54

buscaban resolver solidariamente ante aquello que la irresponsabilidad del estado neoliberal

no hacía, y aún empeoraba más y más. Estos movimientos que están insertados en las villas y

producen desarrollos participativos…pero que también tienen sus centralizaciones…en las

villas bien adentro.

El Oeste de la Zona Oeste. Barrio Santa Clara

De reuniones con promotores4, desde sus indicaciones (y son ellos quienes hacen territorio),

es que surgió y llegamos al Barrio Santa Clara de Asís. Empezamos a casi 40 cuadras del

CIC; con una idea operativa de desarrollo zonal de villas que nos alejó cada vez más de

aquella construcción física. “Nuestros traslados” en futuro nos fueron indicados

fundamentalmente por las propias demandas y sociabilidades (con sus condicionantes

institucionales) de los ciudadanos que viven miserablemente en el Barrio Santa Clara de Asís

(ese nombre “se lo pusimos nosotros” nos dijeron). El oeste (ya límite del municipio) de la

Zona Oeste tiene, por un lado, una zona urbana que es Barrio Godoy, rodeado de cuatro

villas: de un lado Santa Clara y Los Hornitos; y del otro Monte de Los Olivos y Los Humitos.

Y por otro, el Barrio Santa Lucía (Barrio de villas erradicadas) con dos villas de cada lado:

Las Palmeras y Los Eucaliptos.

Santa Clara es un barrio de aproximadamente 250 familias. Cuenta con mucho terreno libre y

en general las casas las edifican con espacios libres y de manera bastante ordenada (excepto

hacia los centros manzanas que son con pasillitos y espacios más hacinados, pero también

con patiecitos). Se ve la organización de algunas huertas grupales y comunitarias. Se ven

bolsones de basura esparcidos por todo el barrio; hay un lugar que se amontona y lo retira la

municipalidad. Hay zanjas con agua estancada y podrida en algunas partes. Chicos jugando

entre bolsones de basura y zanjas podridas. No tienen agua y dependen de reparto de

4 Nuestro trabajo en el Proyecto CIC era conjuntamente con los promotores comunitarios del Programa de

Promotores Territoriales del MDSN.

55

camiones que reparte la Provincia (ahora luego de haber luchado tienen una entrega más

regular). Los baños (muchos afuera y muchos adentro) no tienen descarga de agua. Son

asentamientos no reconocidos. Por ejemplo, en el 2000 expulsaron aproximadamente dos

manzanas y media al filo de la topadora como en las épocas dictatoriales (solo se les dieron

chapas para que se vayan), para poner una fábrica de acero muy grande que cruza al medio la

villa (fábrica COCO, donde no trabaja ninguno de Santa Clara). Las casas son en general de

precarias a muy precarias, que van desde material y chapa, a chapa y madera, a chapa y

chapa. La población en general es joven, donde va aumentando con las edades el número de

hijos. En general o van hacia el Barrio Godoy (a 12-15 cuadras) al Centro de Salud Municipal

Rosello y a la Escuela Provincial Nº 6018 “Victoriano Montes”; o se trasladan al Barrio Santa

Lucía (a 10 o 12 cuadras) y su Centro de Salud Municipal “Santa Lucía” y al anexo de la

Escuela Provincial Nº 1314. Muy, muy pocos van a la escuela de Educación Técnica 346.

Muchos niños no terminan 7º grado (calculan la mitad) y dejan en 5º o 6º grado. Calculan que

la otra mitad termina 7º. Muy, muy pocos terminan la secundaria. Por las encuestas que

hicimos los datos obtenidos aproximan esas cifras.

Entre las consultas más características en los Centros de Salud Rosello y Santa Lucía figuran

las enfermedades bronquiales, rinitis, adenoiditis, y rinofaringitis (fundamentalmente en

invierno); diarreas y parasitosis intestinales (más en el verano); enfermedades de la piel y del

tejido celular subcutáneo; y por controles preventivos de las mujeres, por embarazo y por

anticoncepción. Se consulta mucho por los niños y también bastante las mujeres. Ahora está

creciendo la consulta de los hombres (hipertensión, enfermedades del sistema

osteomuscular).

Los ingresos son en general por plan jefes y jefas de hogar y por tickets provinciales del plan

Nutrir Más (es del Plan Nacional El hambre más urgente). En nuestras encuestas encontramos

muy pocos mayores adultos, ninguno con pensión y/o jubilación y/o seguridad social alguna.

56

Todos los hogares tenían otros ingresos por rebusques: muchos cirujeo (con carros); muchos

changas en ayudante de albañilería; y muy pocos changas en los 3 o 4 a hornos de ladrillo de

esa zona (trabajo semi-esclavo). La gran mayoría de la población son norteños (casi todos del

Chaco). La inseguridad es un grave problema para ellos, según aducen. En la época invernal

hacia las 18 horas ya se meten en sus casas y cierran todo (“ya té encerrás”, “te sacan hasta la

ropa”). Estas villas lindan atrás (al oeste) con cierto descampado hasta la vía del ferrocarril.

Esa vía es límite entre Rosario y Pérez. Y es por la noche una zona de circulación de

adolescentes (“banditas”) de distintos barrios de la zona y también del barrio Cabin 9 del

Municipio de Pérez (una villa muy numerosa en crecimiento y con escasos espacios de

institucionalización). Adolescentes y jóvenes de “eterno tiempo libre”, sin proyectos ni

contención referencial, con problemas de adicciones y de robos, etc. La zona de la vía de

noche se transforma en “tierra de nadie”. Las familias encuestadas cuanto más nos

aproximábamos a las vías, más se notaban el pánico y lo excluyente.

Y por último, accedimos a los datos de un relevamiento de talla y peso realizado en este

Barrio por parte de una organización social territorial (con la ayuda del Centro Comunitario

Santa Clara). Relevaron 94 chicos y adolescentes. De los 54 menores de 6 años dio 11 niños

en primer grado de desnutrición, 6 niños en segundo grado, y uno en tercer grado (muy

grave). Lo cual nos da una aproximación de más de un 30% de los niños con problemas de

desnutrición en distintos niveles. A esto le podemos sumar dos investigaciones:

• Una investigación sobre mortalidad infantil realizada por la Carrera de Especialización en

Epidemiología del Instituto Lazarte y por la Secretaria de Ciencia y Técnica de la

Facultad de Psicología (implicadas tres instituciones: Universidad Nacional de Rosario,

Secretaría de Salud de la Municipalidad de Rosario y Asociación Médica de Rosario). La

misma arrojó datos con relación a la mortalidad infantil tomada por zonas en Rosario.

Mientras la mortalidad infantil general en Rosario es de 12,8 cada mil chicos/as nacidos

57

vivos, las diferencias zonales es de un índice de 8 por mil en zonas céntricas y de 15,4 por

mil en zonas más pobres y pauperizadas (Página 12, 19/06/06, Rosario 12). Podemos

suponer nosotros asimismo diferencias dentro de cada zona misma entre los barrios con

infraestructura y servicios y las villas miserias; y entre estas últimas, diferencias entre

distintos niveles de precariedad y pauperización.

• Una encuesta nutricional que realizó Acción Contra el hambre (ACH, una organización

humanitaria internacional) en coordinación con los Ministerios de Salud y de Educación

de la Provincia de Santa Fe. La misma se desarrolló a través de una muestra

representativa de niños y de niñas de primer año de la EGB de toda la provincia que

asisten a escuelas públicas. Esta arrojó los siguientes datos: “la desnutrición aguda se

muestra muy por debajo de lo esperado (1,3 %) (...) pero también los resultados muestran

que los principales problemas nutricionales son la anemia (29%), la obesidad (6,7 %) y el

retardo de talla o desnutrición crónica (5,5 %), lo cual concuerda con lo hallado en la

Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) realizada por el Ministerio de Salud de

la Nación”. Es interesante considerar que tomaron luego muestras de la misma población

en noviembre (2005) y dio que en un grupo tratado con sulfato ferroso bajó de 29% a

13% los niños que sufrían anemia; y otro grupo control sin tratamiento bajó de 29% a

17%. Inferimos de estos datos que el comedor escolar produce notorios cambios positivos

(no suficientes), pero inferimos también el grave problema de los niños/as en la brecha de

edad entre la asistencia del Plan Materno Infantil y su edad de escolarización (entre año y

medio o 2 años a 5 o 6 años). Acerca de esta encuesta ponemos en palabras de Bárbara

Mineo (Coordinadora General de ACH, responsable de la encuesta): “a nivel nacional

digamos que hay políticas que van sumando a la solución (…) pero si se me permite el

término tal como se habló en uno de los talleres, esto es un problema de “falta de olla”, de

falta de comida” (Página 12, 2/7/06, Sección Rosario 12).

58

Ahora bien, con respecto a los datos que teníamos de desnutrición del estudio no

sistematizado desde una organización social de base, realizando talla y peso en niños de

varias villas (en particular para nosotros en el barrio Santa Clara); dentro de la imprecisión

arrojó datos bastante precisos (aunque creemos que la mayor importancia de parte de esa

organización estuvo en provocar la explicitación de un tema tan sensible y bastante ocultado

hasta entonces). No entendemos mucho de mediciones de desnutrición, y desconocemos las

similitudes y diferencias técnicas de abordaje de los distintos datos presentados aquí.

Consideremos que en una encuesta (de ACH) los chicos llegan a primer grado (y la medición

empezó en mayo, ya funcionando el comedor escolar) con 29% anémicos, 5,5% desnutridos

crónicos y 1,3 % desnutridos agudos. Y que en la medición de la organización social (no

olvidamos que es estrictamente en una villa) de 54 chicos menores de 6 años dio: 11 en

primer grado de desnutrición, 6 en segundo grado y 1 en tercer grado. Esto último nos arroja

lo siguiente: casi 2% desnutrición aguda, casi 12% desnutrición media y 22% leve. No

podemos conocer datos de anemia pero podemos entonces inferir que debe ser superior al

29%. Estos datos que presentamos no tienen valor científico, pero nos permite inferir que en

las villas la realidad en desnutrición es más grave y/o preocupante que la estadística general

(esto sin contar los que quedan desescolarizados, que sí bien son mínimos en la primera etapa

escolar, los hay), y que tenemos una franja edad de niños y niñas de 2 a 5 o 6 años en mayor

riesgo. Y también que en estos últimos tiempos han mejorado los indicadores de desnutrición,

aunque aún no se ha resuelto este problema tan urgentemente grave.

Ahora bien, llegamos con los promotores territoriales al Barrio Santa Clara, al Centro

Comunitario “Santa Clara de Asís”. Con su encargada Z (una mujer corajudamente solidaria

que roza los 50) recorremos toda la villa. Z sostiene una huerta comunitaria y un costurero

(recibe donaciones de ropa y las arregla para entregar en el barrio; y también cose con ropas

viejas frazadas para repartir). También realizan la “copa de leche” todos los días y comedor

59

dos días a la semana. Y dos estudiantes de “Trabajo Social” dan apoyo escolar dos días a la

semana. Trabajamos dos meses y medio en este Centro Comunitario, hasta que la realidad y

sus trágicos emergentes nos llevaron al Barrio Los Hornitos. En esos dos meses y medio fue

poco lo que hicimos en concreto… no nos dio el tiempo. Trabajamos en el Centro

Comunitario con la gente que allí se reunía (que eran pocos), y la máxima socialización con

el barrio se daba durante la entrega de la “copa de leche” y del comedor. En esas reuniones

informales íbamos conociendo poco a poco la realidad cotidiana de la comunidad, al mismo

tiempo que iban surgiendo ideas con pretensión de plasmarse en proyecciones de trabajo

concreto. ¿Cómo lograr una incipiente y creciente organización en el barrio, que sea más

participativa, operativa y resolutiva?... ese era nuestro desafío, a la vez que deseo utópico.

Algunas ideas e inicios de tareas que fuimos esbozando fueron:

1. Ya habían logrado cierta movilización y formas de lucha (piquetes) con respecto al agua.

Nos propusimos intensificar la misma en relación con el emergente más importante que

implica la tenencia de la tierra. Esto es condición fundamental para poder ser reconocido

barrio y poder gestionar a futuro la urbanización y los servicios básicos (agua, cloaca,

luz, asfalto, etc.), a la vez de la seguridad para mejorar sus propias casas. Un ejemplo, ya

teníamos en el Barrio Santa Clara la posibilidad de formar una cooperativa de

construcción para el mismo barrio; podríamos gestionar proyectos en Nación (vía

Municipio) para urbanizar; podríamos buscar un arquitecto para diseñar

participativamente desde la comunidad, cual puede y se desea que llegue a ser, etc., etc.…

Pero nada de esto era posible, son ilegales impropios avasallando la ley de propiedad

privada, son conciudadanos indignantemente privados por lo privado de una ley. Con

respecto a este tema planeamos dos estrategias: por un lado promover la concientización

de la situación pretendiendo romper con su naturalización y con la resignación adosada

inevitablemente a ella; y por el otro gestionar…tema arduamente impreciso. Este tema se

60

planteó poco a poco entre la naturalización y la concientización; entre la imposibilidad y

la posibilidad de su gestión; se planteó entre la lucha y la resignación. Este tema es

centralmente importante por lo que puede lograr (las construcciones sociales posibles) y

por lo que puede perder (en aquél 2000 desmovilizado pasó la topadora al medio de esta

villa en una extensión de más de dos manzanas para legalizar la tierra en una fábrica

privada; y a los privados de tierras se les dio chapas para que “se las arreglen”).

2. Tratar de ir encontrando soluciones a los problemas socio ambientales “mientras tanto” o

“hasta que” (el ambiente en que se vive; el agua que se bebe, la forma de eliminar los

excrementos; qué, cómo y cuánto se come). Como ejemplo tenemos lo que lograron con

el agua: sin las tierras no se puede pasar el agua, pero si pudieron traer todos los días en

camión (Cubas), y se logró poner cuatro tanques en el barrio lo que posibilitó acceso

directo y constante. Entonces se comenzó a hablar en el barrio y a gestionar en las

instituciones por los basurales y las zanjas. La dejadez de la basura desparramada por

todos lados se debía en gran parte a la irregular recolección de la basura por parte del

municipio (había una esquina del barrio de fácil acceso dónde se almacenaba). Cómo

ejemplo en aquel momento ya había pasado casi tres meses que no se recolectaba.

Recordamos también el “son unos sucios, tiran la basura en cualquier lado” de la vecinal

que comprende este barrio. ¡Qué ironía! ¿Qué pasaría si no se recolectara la basura

durante casi tres meses en la urbanidad propia de la clase media?

3. Frente a la realidad de la desocupación nos propusimos promover la realización de micro-

emprendimientos (individuales, familiares, grupales y/o comunitarios) de economía

popular solidaria. Posibilitar de que estos mismos surjan del propio proceso operativo, de

la propia praxis. Empezábamos a planificar un mejoramiento del costurero del Centro

Comunitario; un emprendimiento familiar de una bloquera de cemento; y la visión más

61

importante había sido la de realizar un emprendimiento grupal de producción de plantines

de rosas.

4. Habíamos empezado a planificar y organizar talleres de alfabetización y de educación

popular. Con relación a estos talleres encontramos la disposición muy favorable de que

una organización social de base ya poseía desarrollos muy importantes. Con solo detectar

analfabetismo y promover el interés o el valor de la educación; inmediatamente las

organizaciones sociales organizaban los grupos y les daban talleres de alfabetización y de

educación popular.

5. Y también habíamos iniciado una visión de organizar y producir la construcción social de

un mercado comunitario solidario, cooperativo y popular. La idea -visión- proyecto era:

¿por que no organizar un mercado comunitario en el barrio? Esto posibilitaría una red

cooperativa social eficaz y efectiva, en este caso desde la construcción solidaria de los

más necesitados.

Y otras de las ideas que surgieron y que se empezaban a hacer realidad fueron a partir de los

talleres de apoyo escolar. El mismo se sostenía por una multiplicidad de grupos de jóvenes

estudiantes u otros solidarios que desde sus llegadas y sus luego próximas fugas con sabor a

fracaso, inconcientemente le instalaban la institucionalización de esta espacialidad al tiempo

histórico, que cronológicamente los trascendía a cada grupo nunca constituido.

Lamentablemente llegamos tarde, en esa diacronía histórica de implicación solidaria, al

trabajo de apoyo escolar de una joven que vivía en la misma villa y estudiaba abogacía… ya

había dejado este espacio desde la imposibilidad, a la vez que había dejado de estudiar

abogacía sin siquiera el apoyo de una beca estudiantil (ni una mísera tarjeta de colectivo

frente a los explícitos de la Universidad y sus hipócritas discursos de inclusión social).

Nuestro momento fue con dos estudiantes de primer año de trabajo social. El problema que

analizamos conjuntamente del funcionamiento de este taller de apoyo escolar era que

62

participaban muy pocos chicos, y no necesariamente los que más lo necesitaban (participaban

los niños vecinos próximos al Centro y algunos hijos de las mujeres que ayudaban a sostener

la copa de leche y el comedor). Entonces nos planteamos cómo llegar a más chicos, y

fundamentalmente a los que más lo necesiten. A partir de este objetivo nos planteamos dos

estrategias. Por un lado, entrevistar a todas las familias del barrio que tenían hijos con

desnutrición y empezar a trabajar con ellos5. Y por el otro nos decidimos junto a los

promotores territoriales e integrantes del Centro Comunitario, a hacer una encuesta casa por

casa en toda la villa. Llegamos a realizar casi sesenta encuestas. Lo importante que fue pensar

el desarrollo comunitario a partir de estas encuestas de estudio de primer año de la Carrera de

Trabajo Social, pero en este caso no para abstraer la información vaya a saber dónde y para

qué, sino para la promoción y el desarrollo de la organización comunitaria misma. Una

estrategia de aperturas de estrategias para, con, desde y en la comunidad misma. Asimismo,

la encuesta posibilita, y es lo más importante, ir abriendo diálogos con pretensión de impulsor

de canales participativos en tareas concretas desde sus propios emergentes. Recordemos al

respecto que nuestro trabajo es de abajo para arriba, es decir desde las villas y sus realidades,

que interpretamos desde sus analizadores y demandas, y pretendemos contribuir técnicamente

a una construcción desde y para con ellos mismos. Desde un “transporte” a partir de ellos

vamos llegando a las instituciones con sus entramados y atravesamientos.

Estábamos en esto, cuando nos enteramos que hacía poco más de un mes había muerto una

bebé de un año y seis meses en el Barrio Los Hornitos. Y que en los últimos dos años habían

muerto ya tres bebés, en ese barrio que lo definían como “cerrados” (“son cerrados”) sus

vecinos de Santa Clara.

5 Los ubicábamos por la entrega del ticket alimentario provincial, que para los casos de desnutrición eran el

doble de asignación por cada chico con desnutrición. Lo muy positivo era la exigencia para el cobro de los

mismos, de realizar controles de salud de los chicos y la participación en talleres quincenales por parte de los

padres.

63

Barrio Los Hornitos

El barrio “Los Hornitos” consiste en una villa de extrema miseria, compuesta por

aproximadamente 20 familias. Es una franja de “casas” ubicada “atrás” (este atrás es desde la

ubicación espacial centralista de las propias lógicas urbanas) del Barrio Santa Clara y de una

zona urbanizada con población erradicada de otras villas (anteriormente ubicadas “más

céntricas”) que forma parte del Barrio Godoy.

Esta franja habitacional está situada sobre lo que debería ser la calle Pasaje 1711 (“nos

quedamos en la calle porque para sacarte te tienen que dar una casa”). Este último factor los

sumerge en una “dejadez temporal” no resolutiva con respecto al mejoramiento de su hábitat,

naturalizando la indignante precariedad de vida. En esta “dejadez temporal” en realidad se les

va pasando la vida y se van criando sus hijos (los que sobreviven). A algunos ya se les

pasaron más de quince años, a otros entre diez y quince años y otros ya cinco o seis años.

Para ubicar espacialmente esta “villita”, se inicia con dos casas cerrando una calle de tierra

que tiene de un lado casas de villas erradicadas y del otro una parte de la villa del Bº Santa

Clara. Estas dos “casas” iniciales encierran un pasillo el cual, al pasarlo, se abre una franja de

doce “casas” más, un gran terreno “comunitario” y tres “casas” laterales atrás. A un lado de

esta villa hay un campito cosechado; atrás frente a las últimas casas un gran horno de barro

de fábrica de ladrillos; y al otro lado más terreno “comunitario” hasta lindar con otra parte del

Bº Santa Clara.

Es muy difícil encontrar metáforas que puedan narrar discursivamente el grado de

fragmentación social en que viven estos conciudadanos nuestros. Indescriptible el grado de

deterioro humano al cual han sido arrojados, tanto en la crudeza de la materialidad como así

también en la anestesiada culturalidad. Solamente nos es posible presentar esta realidad en

episodios que nos permitan aproximar el propio proceso temporo-espacial de las vivencias y

convivencias de estos seres humanos. Episodios que al modo de fotografías nos servirán de

64

analizadores, apelando a analizar los procesos “Des” (Vasilachis de Gialdino, 2003) propios

al arrojo mismo de las formas de exclusión.

• Deshumanización… en tanto viven en un verdadero basural producido por su situación

de sobrevivencia al tener que comer muchos de ellos (mayores, jóvenes y niños, hombres

y mujeres) de la propia basura de la urbanidad. Un presidente vecinalista decía que son

así, sucios, y que tiran la basura ahí nomás; contribuyendo a la estigmatización (Goffman,

2003) desculpabilizadora de la conciencia de la clase media que se desentiende de los

propios mecanismos de exclusión ligados a sus propias prácticas; propiciando desde estas

mismas estigmatizaciones la construcción de “verdades” (Foucault, 1979) que

culpabilizan a los excluidos mismos por sus condiciones. En realidad, por Los Hornitos

no pasa ningún camión de residuos, más bien esos seres humanos son los propios residuos

de la exclusión, comiendo y viviendo de y en la basura del consumo propio de los

incluidos.

• Desintegración… que se produce entre los dos grandes grupos familiares y

fundamentalmente hacia adentro de cada uno de estos. En la cadena social de múltiples

formas de violencia solo les resta el Desahogo entre ellos mismos. En la noche de

penumbra alcoholizada, gritos entre peleas de hermanos, de parejas, de ya no tan vecinos.

Último eslabón de la cadena, en este caso urbana, solo posibilita las propias

estigmatizaciones entre ellos, lo cual desintegra hasta las mismísimas fragmentaciones.

Pero también desintegración de las políticas sociales y de las institucionalidades. ¿Tantos

incluidos en servicio no podemos resolver el problema de aproximadamente 20 familias?

En realidad creamos una multiplicidad de problemas que tornan en irresolubles, quedando

entrampados en esa complejidad epistemológica del sujeto cognoscente (Vasilachis de

Gialdino, 2003). Nueva estigmatización desculpabilizadora de la conciencia de clase

media, pero ahora intelectual y en el orden del saber (Foucault, 1979).

65

• Desafiliación…evidente en los rastros mismos impresos en cada rasgo, en cada facción.

Desafiliación al mercado y sus consumos, al mismísimo trabajo y la seguridad social; a

los distintos servicios (agua, baño, inodoro, ducha, cloaca, gas, cocina, calefón).

Desafiliación no solo material y social sino también familiar y psicológica. No hay

metáfora que explique la narración de uno de ellos, narración de un devenir tan

naturalizado que imposibilitó emerger el desgarro de angustia de su bebe muerta hacía

dos meses, o el desmoronamiento de su vida que sincronizó el neoliberalismo juntamente

con la muerte de su madre. Un Descontar en pérdida de las propias afectaciones y

afectos, en el narrar mismo como expresión de vida. Pero también un Descontar años de

vida y la calidad de vida de esos años descontados. Descontar tantos sufrimientos bajo la

anestesia que ya es vacuna de la Desafectación.

• Desocialización…en las propias tramas de los vínculos y en las impotencias propias de

las políticas sociales con sus institucionalidades. En los diez de los veinticinco niños

comprendidos entre los seis y los trece años que no van a la escuela, entre otros que van

mal (“les va mal”). En los 20 de los 23 bebés y niños menores de 5 años que

sobrevivieron a la Desprotección social (3 bebés murieron en los últimos poco más de

dos años). En los adolescentes desocupados, hijos de padres desocupados, con la sola

escuela de sobrevivir con trabajo esclavo en el gran Horno de ladrillos privado; o bien

juntando la basura para comer algo (si a una familia incluida se la puede comprender

analizando los residuos, a esta “villita” se la puede comprender desde el mismo basural).

En los 8 o 9 niños que tienen problemas de desnutrición. En los 3 o 4 niños que sufren

constantes internaciones porque sus pulmoncitos no se dignan a respirar en ese ambiente.

• Desubjetivación…en cada espacialidad, en cada temporalidad, en cada interiorización y

en cada exteriorización. En ese ambiente ni cerrado donde duermen “un montón de

hermanitos”, apenas separado por tablas del ambiente del caballo. Tablas distantes para

66

que no pase el caballo, que no impiden el deambular de tan gran “enjambre” de moscas.

Y el caballo ahí para que no lo roben, vale “X cantidad de droga”. El desafiliado,

desintegrado y deshumanizado del dueño “olvida” de juntar y sacar la bosta. Y en

realidad las estrategias de sobrevivencia producen la desafectación deshumanizada donde

un caballo es tan o más importante que un hijo. Desubjetivación también temporal donde

el pasado está desafectado y desafiliado, desconectado; y el futuro es, desde la vaciedad

de proyecto e identidad, ese eterno presente de cada amanecer y atardecer. Desconexión

que escinde la propia subjetividad desde la escisión propia de las lógicas de exclusión.

• Deshonra…que se incrusta demoliendo las vísceras mismas de la dignidad.

Estigmatizaciones que se inscriben en las mismas subjetividades en Desmérito y

Descrédito del propio yo, imaginarios sociales capturados desde la propia lógica de

exclusión del Capital que produce Despersonalización. Ver el silencio impotentemente

cómplice y autorizante de ellos al pedir presupuestos para un emprendimiento, ante la

Descalificación del dueño del negocio diciendo delante de ellos que “estos negros” solo

esperan la plata o venden las herramientas “para comprarse vino”. O mejor episodio aún

en tanto analizador, ellos van los sábados y domingos a buscar la comida para los hijos a

12 cuadras a un centro comunitario (demasiado céntrico desde las lógicas urbanas), y los

días de lluvia tienen que ir por el barro porque los “otros” ex –villeros erradicados en

casas no los dejan pisar la vereda para que no la embarren. Deshonra en la

estigmatización y el maltrato de ellos mismos, pero también y ante todo de los “otros”

vecinos, y fundamentalmente mucho más profundo de las propias institucionalidades.

Deshonra que Destruye los cimientos mismos de la cohesión social y de la dignidad

humana.

• Desterritorialización… de la posesión de las tierras. Se encuentran en situación de

“asentamientos irregulares”, lo cual los imposibilita de ser legalmente una comunidad, y

67

los coloca en una situación de Desciudadanización que los excluye de beneficiarse de la

mayor parte de las políticas sociales presentes y/o posibles. Están en situación de

ilegalidad, excluidos de posibilidad de urbanización y de beneficios de obras

infraestructurales tanto socio ambientales como sanitarias. Una comunidad con derechos

privados por el valor de otros derechos, justamente los “derechos de propiedad privada”.

Una paradoja de consecuencias indignantes, los derechos de propiedad privada privan de

derechos elementales y posibilidades de construcción y proyección de alternativas a

tantos otros. Conforman desde sus cotidianeidades convivenciales y relacionales una

comunidad que marca el territorio, pero sus posibilidades cívicas y de desarrollo quedan

limitadas por su propia situación de desterritorialización. Son impropios ilegales

avasallando la ley de propiedad privada, son conciudadanos indignantemente privados

por lo privado de una ley. Y son erradicados, que forman “grandes bolsones de

indigentes”; separados del resto de sus conciudadanos y fundamentalmente de sus

centralizaciones urbanas; centralizaciones producidas por las mismas lógicas exclusivas,

produciéndoles nuevas desterritorializaciones.

• Desesperanza…que se inscribe en el mismo Descreimiento de la posibilidad de

construcción y/o visión de generar proyectos y/o alternativas. Descreimiento enraizado en

el propio Desentendimiento social. Desesperanza hasta en sus propias posibilidades de

organización. Hace un tiempo ellos se dieron un espacio de lucha con una organización

social produciendo piquetes en la Circunvalación. Logró repercusión social, “vinieron los

canales acá adentro”. Ellos dicen ver llegar “dos camiones llenos de cosas” que les

mandó “la hermana de Kirchner” y lo bajaron en un Centro Comunitario “de allá”. No

recibieron nada y vieron como “se llevaban todo con una camioneta”. Y en otra

oportunidad otra organización social les hizo armar un emprendimiento de fabricación de

ladrillos haciéndoles firmar a los Plan Jefes (nueva forma de identidad). Hoy son

68

Desfigurados registrados oficialmente en un emprendimiento que desconocían porque

nunca les llegó.

Si se trata de construir una nueva percepción de la realidad que no necesariamente quede

ligada a incluir símbolos en un dibujo, la producción cartográfica que aquí pretendemos

realizar, pretende denotar la expresividad y la significación del sentido mismo de la propia

realidad indignante en que viven tant@s conciudadan@s nuestr@s en su situación de

indigencia. Denotar desde metáforas reales y concretas y no desde referencias en dibujos y/o

símbolos.

En realidad no nos interesa producirnos una abstracción desde esas lógicas desubjetivantes y

por ende alienantes del “conteo de pobres”. El contar los pobres refiere a una producción de

saber puesto a algún uso determinado por algún lugar que instrumenta y/o decide. Piénsese en

el nivel de abstracción que refiere. Y sirve como ejemplo al respecto que la verdadera

incidencia de impacto social con respecto a la desnutrición infantil surgió de la crudeza de

datos locales, singulares y concretos de un trabajo de talla y peso en las villas miserias

realizado por una organización autogestiva (y considérese también, que en este trabajo mismo

hay datos crudos inciertos pero singulares de que en las partes más vulnerables de las villas

de Rosario la mortalidad infantil está bastante por encima del 30 por mil niños nacidos).

Al respecto del “conteo de pobres” el Índice Nacional De Estadísticas y Censos (INDEC)

identifica once formas de interpretar la pobreza: “necesidad, estándar de vida, insuficiencia

de recursos, carencia de seguridad básica, falta de titularidades, privación múltiple, exclusión,

desigualdad, clase, dependencia y padecimiento inaceptable”. Realmente en Los Hornitos (y

en las villas miserias en general), nuestr@s conciudadan@s cumplen a la letra y al extremo

las once clasificaciones. Abstractos sistemas de tipificaciones que posibilitan diatribas de

incluidos en servicio determinantes de programas y acciones desculpabilizadoras de la

conciencia de los sujetos cognoscentes. Efectos y/o metáforas fenomenológicos de la

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realidad: marginalidad (¿sobre que margen?), informalidad (¿sobre qué forma?), precariedad,

anomia (¿sobre que norma?), desafiliación, vulnerabilidad. En realidad lo que nos interesa

remarcar acá es las propias lógicas exclusivas intrínsecas al capitalismo, que atraviesan desde

las mismas institucionalidades y desde las mismas políticas sociales. Lógicas y mecanismos

de exclusión de tipo material que producen y reproducen la pobreza. Pero también

operaciones en la propia culturalidad que producen y generan diferencias sociales plasmadas

en sistemas discursivos, representaciones sociales y cosmovisiones del mundo.

En el Barrio Los Hornitos encontramos una comunidad en situación de grave riesgo socio

sanitario ambiental. Podemos visualizar por ejemplo las indignantes condiciones de vida en:

• El tremendo basural en el que viven. Hay basura esparcida por todo el terreno

comunitario, rodeando casi todas las casas, y aún dentro de algunas de ellas. La mayoría

de las familias de esta comunidad tienen en general como única estrategia de

sobrevivencia el cirujeo. Traen íntegramente las bolsas de basura y realizan la separación

de la misma alrededor de sus propias casas. Y allí mismo es donde apilan y queman la

basura. Viven allí mismo, entre ese olor nauseabundo y ese humo tóxico y densamente

penetrante. Podemos decir que tienen un reciclado y quemado en sus propias casas o que

viven dentro de un reciclado y quemado de basura. “Enjambre” de moscas y “manadas”

de ratas visitan y se instalan en el barrio. Resultado indicativo (de indicadores que

sacamos del sistema informático de los Centros de Salud Municipales y de entrevistas con

profesionales del Centro de Salud Municipal): de aproximadamente veinte familias

murieron tres bebes en poco más de dos años; y se encuentran otros dos bebes graves con

constantes internaciones por problemas respiratorios; y se atiende una gran cantidad de

niños con problemas importantes respiratorios.

• La falta de agua corriente. Las familias en general dependen de la entrega de agua

corriente de las cubas provinciales y municipales (camiones de entrega de agua), pero

70

estas entregas son muy inconstantes y extremadamente insuficientes. Y encima el camión

no entra al barrio, por ende caminan largos trechos cargando tanques que se hacen muy

pesados. Es por eso que generalmente dependen y consumen agua de pozo (la cual

utilizan constantemente algunas familias), y los pozos son de napas de agua contaminada.

Y pensar que el caño de agua corriente está ahí nomás, aproximadamente a 20 metros de

las primeras casas. Resultado indicativo de esto: constantes diarreas en l@s niñ@s en

general, con episodios de internaciones clínicas.

• La insuficiente y mala calidad de la alimentación de estas familias. La única olla del día,

si ese día hay, cocinada a leño en el terreno, con guisos dónde apenas se rasguña un

poquito de carne entre tantas grasas y huesos. Dependiendo generalmente l@s niñ@s del

comedor escolar, los que van, o de los inconstantes comedores comunitarios y sus más

constantes copas de leche. Ver a l@s niñ@s entre la basura comiendo los restos,

conforma una de las percepciones más desgarradoras de la crueldad propia de la

exclusión del capitalismo. Y encontramos como resultado indicativo la no cuantificable

cantidad de niñ@s con problemas de desnutrición leve, de desnutrición grave y de

desnutrición crónica.

• La situación de los baños. Muy pocas familias tienen baños con letrinas afuera de la casa

con pozos apartados de la propia letrina. Las letrinas son chapas rotas encuadradas en un

metro, tratando de preservar cierta intimidad tanto para la higiene personal como para las

necesidades de evacuación corporales. La mayoría de las familias tienen baños con

letrinas afuera de la casa con pozos en la misma letrina. Pocas familias tienen baños con

letrinas afuera de la casa sin pozos. Y hasta encontramos una familia que no tiene baño

(usan baldes y tiran al terreno propio de las casas). “Todas las mañanas me tiran la mierda

en mi terreno”, o “el baño lo ponen al lado de mi casa y ni pozo hacen, el olor y la peste

la tenemos nosotros”, son algunos de los motivos de peleas entre no tan vecinos.

71

• Las condiciones de sus casas. Casas de chapas rotas y madera vieja, con nylon y piedras

para tapar las hendiduras y agujeros, y pisos de tierra apisonada por el uso. Parejas con 5,

6 o 7 hijos viviendo y durmiendo en 2, 3 o 4 metros cuadrados. El desafío al incesto en

algunos de esos ambientes alcoholizados; solo la penumbra como intimidad sexual para

los padres en la mayoría de las casas. En la casa del caballo y las moscas, dónde murió la

última beba, dos vecinas le ayudaron a limpiar la casa a esa madre ya quebrada de antes:

sacaron medio gato debajo de una cama. Porque en este caso, los tres metros cuadrados

albergaban a los padres, a los siete hijos, los gatos y algunos perros (más el caballo al

lado, las moscas y la visita constante de las ratas).

• El tercio de casas que quedan bajo agua ante cada lluvia relativamente fuerte. Y el terreno

del barrio que queda agua y barro. Más el chisporroteo de esas conexiones peladas de ese

rejuntado de cables que hacen a la instalación eléctrica; y en muchas partes esos cables

están a la altura de l@s niñ@s.

Nos encontramos con las condiciones propias de exclusión y fragmentación social en la que

viven en realidad tant@s conciudadan@s nuestr@s. Encontramos claramente los procesos

“Des” que produce el capitalismo desde su propia lógica intrínseca de exclusión social. Si

bien estos emergentes-analizadores tomados permiten comprender la realidad de esta villa, es

necesario aclarar que los procesos sociales tienen demarcaciones temporales, es decir, que

esta villa se nos presenta viviendo un momento comunitario particular. Distinto hubiera sido

llegar temporalmente en otros momentos del propio devenir comunitario. Porque en la

historia de esta comunidad existieron múltiples intentos de activar redes organizativas (que

superen las fragmentadas estrategias de sobrevivencia) a partir de sus necesidades primarias

con el objetivo de mejorar la propia calidad de vida. Sirva de ejemplo:

• Dos mujeres de este barrio se habían movilizado y peticionado, desde asambleas y

petitorios, intentando articular gestiones con institucionalidades y sus políticas y servicios

72

sociales, chocando con puertas kafkianas y encontrando solamente discriminaciones

culpabilizantes (valga como metáfora, según aducen, que Cáritas les negó darles chapas,

colchones, frazadas porque eran ilegales ocupando terrenos privados).

• Y la desesperanza hasta en sus propias posibilidades de organización desde la resignación

ante el fracaso de constituir un espacio de lucha y otro de construcción productiva (antes

descriptos). En este caso por el mal funcionamiento por parte de dos organizaciones

sociales constituidas.

Y es necesario aclarar que las frustraciones frente a las construcciones de proyectos producen

mayor resignación y descreimiento.

Podríamos entonces inferir en esta villa un momento particular de “declive de la comunidad”,

momento signado por causalidades singulares, pero que permiten comprender los efectos mas

universales de un determinado proceso histórico, en fin, como producto del capitalismo en su

forma o fase mas cínica y perversa que constituye el neoliberalismo. “El declive de la

comunidad donde la decadencia de la vecindad geográfica y el aislamiento autosuficiente, la

vulnerabilidad, pérdida de redes de protección y exacerbación del individualismo y

consumismo” (Molina-Velázquez, 2006, p. 41). Vemos entonces, desde estos emergentes

propios a la singularidad de esta villa, los fenómenos de fragmentación y negación que llevan

al aislamiento y la atomización fotografiados a partir de los procesos Des presentados

anteriormente. Creemos que un concepto es hoy muy vigente a pesar de las intencionalidades

del posmodernismo y otros espejitos en venta como el del fin de las ideologías y sus

tecnocracias: nos referimos al concepto marxista de alienación que en este caso lo

vislumbramos en estas desgarradoras e indignantes condiciones en que permitimos y

hacemos vivir a tant@s conciudadan@s nuestr@s.

73

Inicio de la Experiencia

Llegamos a esta “villita” porque es donde las propias urgencias en tanto demandas nos han

llevado en nuestro trabajo operativo de praxis de abajo hacia arriba, de menor a mayor, y

fundamentalmente de afuera hacia adentro.

Inicialmente surge la idea de los promotores y de los vecinos de realizar una “copa de leche”

en el propio barrio; idea que se materializó concretamente. Y también comenzamos con

nuestra encuesta que nos permitió ir conociendo la realidad del barrio y de cada familia. En

realidad, la encuesta se fue transformando poco a poco en una excusa para ir conociéndonos e

integrándonos. La “copa de leche” duró poco, en realidad era casi innecesaria (porque se

entregaba regularmente en el Centro Comunitario Santa Clara de Asís que estaba a poco más

de dos cuadras de este barrio). La relación que se estableció a partir de las encuestas y que se

transformó en un constante “estar” y “quehacer” ya lleva apenas más de un año y medio. Esta

relación que produjo y produce esta experiencia se da a partir de la implicación de much@s

incluid@s en servicio y/o voluntari@s solidari@s:

• El Centro Comunitario Santa Clara de Asís ubicado muy próximo en el Barrio Santa

Clara. Se incluyeron los miembros solidarios del Centro Comunitario y los Promotores

del Programa Promotores Territoriales del MDSN, de la Zona Oeste.

• La Pasantía en Salud Mental Comunitaria de la Facultad de Psicología de la

Universidad Nacional de Rosario. De dicha Pasantía se incluyeron tres Pasantes

Psicólog@s y vari@s estudiantes avanzados de la carrera de Psicología.

• La Escuela de Promotores Juveniles. Se sumaron much@s estudiantes (de distintas

carreras universitarias) que están cursando en la “escuelita” (como ell@s la llaman).

• La articulación con un grupo del Centro de Salud Municipal Santa Lucía (compuesto

por profesionales, administrativos y directivos) quienes sensibilizados por la situación del

74

barrio, han articulado intervenciones con el Distrito Oeste del Municipio, desde un

abordaje conjunto e integral de los diversos problemas que padecen en el barrio.

• La radio comunitaria “Aire Libre”.

• El Área de Servicios Urbanos del Municipio.

• El Centro Cultural “La Trinchera”, conjuntamente a estudiantes de Trabajo Social de

la Universidad Nacional de Rosario.

• El Centro de Desarrollo Zonal (CDZ) de Promoción Comunitaria de la Provincia.

Pero la principal implicación y quienes hacen el fundamento de esta experiencia es la

comunidad misma, es decir, los propios habitantes del barrio “Los Hornitos”. Desde la

propia participación de ellos se desarrolla la organización comunitaria autogestiva y la

articulación con las institucionalidades y/o políticas y servicios sociales. Y producen todas

estas articulaciones que se generan a partir de la organización comunitaria producida desde su

propia participación social.

El ambiente en que se vive; el agua que se bebe; la forma de eliminar los

excrementos; que, como y cuánto se come

La propia realidad de vida de la comunidad de Los Hornitos se encontraba enfrascada en la

propia resignación en tanto impotencia. Sus propias condiciones de vida restringidas a la

sumisión desde imaginarios sociales establecidos desde las reales condiciones de posibilidad

de poder del Capital. La mayor numerosidad de casas se establecen en una franja larga, y se

posicionan en una virtual calle del diseño urbanístico; simple estrategia de sobrevivencia

frente a las determinaciones institucionales (jurídicas sea este caso): “para sacarnos para abrir

la calle nos tienen que dar una casa”. Frente a esta esperanza de condición eterna de solución

seguían viviendo en esas condiciones, y algunos ya llevaban más de 20 años (como por

ejemplo la familia en la cual murió la última bebé y que dio inicio a esta experiencia).

75

Resignación frente a la afirmación misma de la propiedad privada, en tanto estigmatización

de ilegales, que produce la alienación en tanto la no “apropiación” de sus realidades y

condiciones de vida para poder transformarlas. Allí surgió un interrogante en tanto analizador

que disparó en múltiples visiones y acciones concretas: “¿y quién dice y/o sabe si no van a

seguir viviendo acá 20 años más, o aún más?”. A partir de este sencillo y profundo

interrogante se desataron una multiplicidad de visiones y acciones que fueron deviniendo en

proceso. Allí las institucionalidades de servicios fueron participando con su propio

instrumental: algunos aportes de recursos materiales y humanos que favorecieron el proceso;

pero también coartando desde sus propias burocracias que implican sus insensibilidades, sus

impotencias y sus propias lógicas de exclusión. También aportaron a este proceso una

diversidad de subjetividades sensibles y solidarias, ya sean actores institucionales (humanos

con recursos) como también otr@s que se iban sumando solidaria y voluntariamente a este

desarrollo. Pero los procesos más destacables que se han producido se implican en la propia

cotidianeidad de la gente del barrio, en sus propias espacialidades vinculares y sus visiones

proyectivas. Esos procesos, que se manifiestan en sociabilidades y estados de ánimo, que

pueden referenciarse en la esperanza que surge desde la participación y en la incipiente

organización comunitaria. Procesos que podríamos aproximar narrarlos desde ciertas

metáforas tomadas al azar de cualquier momento de la experiencia, como por ejemplo

decíamos en algún momento:

• En la movilización interna, en las alegrías visibles y en la participación en asambleas (hoy

nuevamente activas y socializadas) a partir de la instalación de los tanques de agua, entre

muchos otros temas.

• En todos ellos mejorando sus casas esperando una oportunidad para poder hacerlas

minimamente dignas, como lo están volviendo a ser ellos. En todos los vecinos cortando

el pasto del terreno a machetazos cada vez que la Municipalidad se desentiende. En la

76

pretensión de mejorar el cableado y hasta de iluminar el terreno comunitario, mientras en

el “por ahora” mejoran y elevan ese rejuntado de pedazos de cables distintos

enganchados a lo largo. En ese cableado con postes que ya pusieron juntos, y es un poco

más seguro, aunque siempre se viene abajo. En esos caminos de material que se extiendan

en el Barrio que desean realizar, para no estar siempre pisando el barro. Hoy tienen en

potencia una alegría de que se va hacer un zanjeo para evitar que se inunden; la

realización de caminitos de hormigón que atraviesen todo el barrio; el mejoramiento del

alumbrado del barrio; el mejorado de un camino de entrada al barrio; y la entrega de

escombros para la elevación de las partes bajas del terreno y de sus casas. Esto es un

acuerdo que establecieron con el municipio luego de la inundación, y que esperan con

potencial alegría… aunque sobre el manto de descreimiento de sus múltiples

resignaciones y fracasos… esperando terminar con la esperanza de pobre prometida.

• En la mayor comprensión de los vecinos hacia el basural que se produce por los que viven

del cirujeo; y en la toma de conciencia intencional de dejar de tener un basural por parte

de quienes cirujean. Hoy la basura del cirujeo lo trabajan lejos de las casas, el terreno está

mucho más limpio y también mucho más higienizadas las casas… Hoy son ellos mismos

quienes proponen un lugar específico para el reciclado de basura, el mejoramiento del

terreno y de las casas, y del espacio donde realizan los emprendimientos productivos de

hornos de ladrillos de barro.

• En la reintegración comunitaria de esas dos mujeres que tanto chocaron con las puertas

kafkiana de las institucionalidades gestionando a partir de asambleas. Cuando estas dos

voluntades recuperen sus potencias organizativas se podrá decir que el proyecto

comunitario emerge visiblemente. Ya una de ellas está interesada y comprometida con

realizar un mercado comunitario. Y la otra en encargarse de organizar una personería

jurídica del Barrio y de gestionar el tema tierras… Hoy estas dos voluntades han sido las

77

organizadoras autogestivas de movilización, organización y gestión frente a dos

acontecimientos que fueron afrontados desde una organización asamblearia autogestiva

espontánea muy efectiva: frente a la situación de auto evacuación por la inundación y

frente al suicidio de un adolescente muy querido de 14 años (porque los pobres no tienen

derecho siquiera a un velorio y un entierro digno).

• En esas dos madres de siete hijos contentas ante el posible cobro inmediato de sus

pensiones, aunque ya dos bebes no estén para disfrutarlo.

• En el panificador autogestivo siempre en queja y saboteando, en su actual ironía alegre y

esperanzadora de esperar a tener más clientes para vender sus panes. Y en su mujer, con

trabajo, desahogando su situación de querer irse de ahí, y ahora ella misma aproximando

el compromiso a la gestión de las tierras. Ella con su visión y compromiso de querer

hacer un mercadito, el cual lo estamos pensando comunitario. Hoy ella ya está armando

de a poco un almacencito.

• En ese adolescente que entrena sus nueve galgos, y que espera la llegada de la veterinaria,

de la cual va a ser su ayudante y encargado territorial de los animales. En ese mismo

adolescente que junto a dos mujeres sueñan (proyectan aún en visión) organizar una

granjita.

• En esas mujeres que, aún con recelos, ya se empiezan a hablar… En esas mujeres que ya

se hablan entre ellas y comparten tareas.

• En el vecino del otro Barrio de familias erradicadas de villas que no los dejaba pisar la

vereda porque la ensuciaban los días de lluvia. Ahora está ayudando a tener los perros del

barrio para ser vacunados; queriendo hacer una canchita de fútbol para los chicos; y

soñando y averiguando con hacer un emprendimiento (que sería una fábrica) de una

destilería de esencias aromáticas.

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Procesos de resignificación, reconstrucción, revalorización, resistencia, reintegración,

reidentificación, reaparición, que se evidencian desde pequeños atisbos y destellos incipientes

hasta concreciones pragmáticas logradas. Procesos que abarcan el ambiente en que se vive, el

agua que se bebe; la forma de higienizarse y de eliminar los excrementos; qué, cuánto y cómo

se come; etc.; en fin, las reales condiciones de vida de la comunidad.

Estos procesos pasaron por ciertas situaciones climáticas y sociales que influyeron

marcadamente en sus desarrollos:

• La desesperanza; referida anteriormente.

• La “pedrada” (caída de granizo de gran tamaño en la ciudad). Decíamos al respecto en

aquel momento: “Se relevaron 20 familias en situación de indigencia, y ante el desastre

climático ocurrido no se encuentran en situación de emergencia de evacuación. Sus

precarias casas se encuentran armadas. Es decir que se encuentran en la misma

emergencia de siempre con muchas más entradas de agua a la casa que antes. Los tirantes

ya estaban anteriormente en mal estado. Psicológicamente se encuentran bien,

continuando con sus vidas cotidianas y con sus estrategias de sobrevivencia. Necesitarían

chapas, tirantes, colchones y frazadas para 20 familias... y en orden de urgencia pueden

esperar frente a otras emergencias más catastróficas… sin olvidar la necesidad de la

emergencia de este barrio”.

• La inundación (catástrofe de densas y constantes lluvias en Rosario y Santa Fe que

produjeron diversas inundaciones en amplias poblaciones). La inundación en Los

Hornitos (que fue considerado junto a muchos otros barrios “Zona de Catástrofe

Nacional”) se superó a partir de la auto evacuación de las mujeres y niñ@s de manera

autogestiva asamblearia en un Refugio muy próximo al barrio (autogestionado por el

propio barrio al “padre Joaquín”).

79

• La “inseguridad”. Al respecto decíamos en aquel momento: “Ya lucharon contra la

desesperanza… pasaron la pedrada y la inundación… rebotaron una y diez veces contra la

petrificación anestesiada e iatrogénica institucional… pero ahora les llegó la

“inseguridad”. La maldita droga que les llega impunemente a esos adolescentes y jóvenes

en situación psicosocial de mayor riesgo, esos de “eterno tiempo libre”, sin proyecciones,

y perdiendo los propios valores identitarios comunitarios. Hoy forman “bandas” de base

“tribal” con dominios y luchas territoriales. Hoy toman estrategias completamente

jugadas e irracionales de amedrentar hacia su sujeción a las propias familias de las villas.

Parece una aproximación leve a ese indescriptible análisis de la película “Ciudad de

Dios”. Está pasando en distintos barrios de Rosario, dónde la comunidad no solo tiene

que soportar la indignante miseria, sino también lidiar con esta “tierra de nadie”. Porque

la forma más espantosa de inseguridad la viven quienes no llegan ni a ser pobres. Y pasó

en Los Hornitos. Robarles lo poco que tienen de casi ni valor; entrando a sus ni siquiera

casas a punta de pistola, pegándoles a los grandes y apuntando violentamente a los niños

y niñas; imposibilitándolos de poder denunciar bajo serias amenazas; y lo más

inexplicable en Los Hornitos, obligándolos a que se vayan bajo amenaza de incendiarles

las casas con las familias adentro. En broma decíamos nosotros que lo único que puede

pasar que haga fracasar esta experiencia en Los Hornitos es que se fuera la gente… hoy

quedan siete familias que constituyen el Barrio. Tal vez la imagen más desgarradora del

nuevo desarraigo sea las tres familias de correntinos y chaqueños yéndose en el acoplado

de un camión, con un bebé enfermo a cuestas, hacia el Chaco… con las manos vacías…

despidiendo un hijo adolescente que vaya a saber si vuelve a ver a sus padres vivos… y

sumando nuevas cicatrices a sus flageladas vidas. En Los Hornitos hoy hay miedo e

impotencia… y vacíos, desarraigos y más penas”. Un tiempo después diríamos: “Ahora se

está normalizando y vuelven los empujones de voluntades reconstruyendo esa

80

fragmentación desolada de efecto trágico. Nuevamente se evidencian las potencias de la

organización comunitaria en la cotidianeidad misma, en sus sociabilidades, en sus

participaciones y en sus producciones:

1. en los casi treinta niños y niñas que quedaron en el barrio, que pasaron del miedo

paralizante a volver a jugar… y nuevamente todos juntos (como lo habían logrado

para la inauguración del Centro Comunitario Infantil Autogestivo). Al principio

jugaban con mucha agresividad (al ladrón y al policía, cualquier objeto era

simbolizado como arma)… y ahora lograron pasiones lúdicas alegres y constructivas.

En la campaña que organizaron “las seños” de limpieza del centrito, su patio y su

terreno aledaño… ahora son ellos mismos los que organizan la limpieza, coordinados

por las dos niñas mas grandes, “la seño colo y la seño Antonela” (esta actividad fue

autogestiva, surgió de ell@s mismos). En el medio-sombra del patio del centrito, que

por el viento quedo a la altura de ellos para asegurarle que es de ellos… y los grandes

deben ponerse niños para poder entrar. Ya nos prohíben fumar en el patio del centrito,

echándonos afuera… y riegan las plantitas que están en las masetas… y organizan un

tacho de basura.

2. en la proyección de la Cooperativa Los Hornitos con la realización de una fabrica de

ladrillos y con la implementación de un proyecto de capacitación (donde los adultos

mayores enseñan el oficio a los más jóvenes). En esos dos adultos mayores que

cambian ese estar alcoholizados y vivir del cirujeo por un emprendimiento productivo

propio, que los dignifica e identifica, y les posibilita ingresos “suficientes”. Este

proyecto de cooperativa realmente esta revolucionando lo que quedo del barrio. Hasta

los niños y las niñas juegan a hacer ladrillos y nos cuentan en todo lo que han

ayudado. En el preparado para la quema o ante los apuros que produce la lluvia ayuda

todo el barrio… y logran luego la integración festiva en los asados comunitarios. Este

81

proyecto sumado a la tranquilidad ante la inseguridad en el barrio logro que ya

retornaran dos familias… y genera esperanza que expresa deseo de volver a las otras

familias, hasta las que se fueron al Chaco. Esta villita que era excluida de las otras

villas, hoy es lugar de visita por gente de los otros barrios. Hoy vienen

constantemente por lo menos 7 adultos mayores a visitarlos, a estar, a sentirse parte

del proyecto cooperativo (ya estamos pensando hacer un “Club de viejos” a partir de

una cancha de bochas). Ahora son todos ellos los que se quejan del basural, que a

excepción de dos familias, ya las separan lejos de las casas. Hoy se están quemando

20.000 ladrillos y hay cortados 8.000 que esperan. El proyecto para ellos es mucho

más que los dos pisaderos de 30.000 ladrillos… y les deja mucho más que los 9.000

pesos que logran por la venta de cada pisadero”.

El interrogante de cuánto más vivirían allí (analizador, disparador) fue el detonante de una

multiplicidad de cambios en el barrio a partir de desarrollos autogestivos motivados

fundamentalmente por un cambio de actitud de la gente misma (proceso de pasaje de la

desesperanza a la esperanza). El proceso producto de nuestra intervención, de distintos

aportes institucionales, pero fundamentalmente de la propia potencia de la participación

autogestiva del barrio, fue produciendo en concreto diversos desarrollos comunitarios ante

una diversidad de problemas y problemáticas:

• El agua. Personal solidario del Centro de Salud Municipal “Santa Lucía”, comprometido

realmente con los sectores sociales más excluidos, estaba trabajando y gestionando la

llegada de agua corriente al barrio. Lograron la conexión de una canilla comunitaria al

principio, ya que no tenían agua corriente. Esto posibilitó la llegada casi constante de

agua para todo el barrio, y la utilización de agua corriente para beber y para las comidas

para aquellos que tenían agua de pozo (contaminada). Luego se planificó la instalación de

dos tanques de agua con un motor bombeador, lo que les posibilitaría mayor y mas rápido

82

aprovisionamiento (con la canilla es un suplicio llenar tantos baldes, etc.), sino que

también se garantiza el aprovisionamiento básico durante el verano ante la poca presión

de agua de la zona. Lograron conseguir todos los materiales para poder concretarlo.

Asimismo se realizaron desde estos tanques extensiones de cañerías con llegada de una

canilla a cada casa. Este proyecto pasó por muchas dificultades, desde conflictos

vecinales hasta indecisiones lógicas (como por ejemplo cuando ya estaba todo para

realizarlo un sábado lo pararon debido a la inseguridad en que quedaba el motor, expuesto

a que lo roben cualquier noche). Este proyecto se disolvió por la situación de

“inseguridad” primero (no hubiera sido excluyente de concreción), y fundamentalmente

porque se cortó la llegada de agua a la canilla comunitaria por motivos desconocidos para

nosotros y ajenos al barrio. Hoy tienen colocado un tanque comunitario que se llena

diariamente de agua corriente con cubas (camiones cisternas) por parte de la

Municipalidad y la Provincia.

• Las casas y los baños. A partir del interrogante de cuánto más vivirían ahí empezaron

ellos mismos a mejorar y ampliar sus casas desde sus propias estrategias de

sobrevivencia. Luego de la emergencia climática (la “pedrada”) vinieron personal del

MDSN y relevaron casa por casa los barrios Santa Clara y Los Hornitos, entregando a

cada familia cuatro chapas bastantes grandes. A partir de ello se vio un cambio muy

grande en el mejoramiento y ampliación de las casas y también en el mejoramiento de sus

baños. Decíamos en aquel momento: “En esa casa que el caballo dormía prácticamente

con los 7 hijos y ahora el caballo tiene su casilla aparte y la casa se está agrandando

considerablemente, además de mejorando. En esa otra casa que está en el pozo inundable

del terreno, y ahora se corre a una parte más alta; y en las no resistencias actuales de los

vecinos a que se mude esta casa. En el inicio de construcción de casas de material en

varias casas. En la discusión que será asamblea de hacerse mejores baños, con el pozo

83

aparte”. Hoy las casas se encuentran ampliadas, ninguna inundable, con los patios (zonas

en derredor) limpios, con baños con letrina con pozos afuera de las casas. Y las casas se

siguen mejorando y ya se empezaron a construir de material (ladrillos y cemento).

• El terreno y el basural. En un principio la gran mayoría de las familias vivían del cirujeo y

separaban la basura cada una al lado de sus propias casas, aún quemándolas ahí mismo

(por ejemplo se quemaba la basura a cuatro metros de dónde hacían el guiso y a seis de

dónde dormían). Desde el mejoramiento de sus casas se fue tomando conciencia de

reciclar y quemar la basura lejos de sus casas. Y no solo se fue proyectando el

mejoramiento de las “casas” y sus “patios”, sino también el mejoramiento del terreno

comunitario. Se fue realizando un proceso de limpieza y emparejamiento de tierras desde

la propia autogestión del barrio, y con la ayuda de la intervención de las maquinas

topadoras y camiones por parte del Distrito Oeste de la Municipalidad. Esto es debido al

basural que se forma por el cirujeo y a las partes inundables del terreno. Al respecto desde

la autogestión barrial y desde la gestión del Centro de Salud Municipal “Santa Lucía” se

logró que “Los Hornitos” tenga un punto propio de recolección de basura a la entrada del

barrio (lejos de sus casas y del terreno comunitario). Y también al respecto se elevó con

escombros la última zona inundable habitada que se les llena de agua dentro de las casas.

También se mejoró con escombros un camino por donde entran los camiones y les abre la

comunicación al barrio. Alisamiento del terreno que se va a utilizar para los

emprendimientos de fabricación de ladrillos. Y se gestionó y concretó favorablemente

con el área de Servicios Urbanos del Municipio la realización de zanjeos para evitar que

se inunden (esto a partir de la inundación). La municipalidad aún les debe (compromiso

con el barrio desde la propia autogestión por la inundación): la realización de caminitos

de hormigón que atraviesen todo el barrio; el mejoramiento del alumbrado del barrio; y el

mejorado del camino de entrada al barrio. En esto la Municipalidad no tiene excusas

84

presupuestarias para no realizarlo porque la Provincia efectivizó al Municipio un subsidio

de 35 millones de pesos por emergencia por la inundación. Al respecto el barrio desde su

resignada “esperanza de pobre prometida” sigue descreídamente esperando.

• La electricidad y el alumbrado. En un principio se mejoró el cableado de luz a partir de la

entrega de cuatro postes por parte del municipio. Autogestivamente el barrio instaló los

postes lo que ubica el cableado en una altura segura. Esto posibilita tener mejores

conexiones (que no se corten, ni se quemen), y fundamentalmente mas seguras (hay

muchas partes que los cables están a la altura de los chicos estando estos descalzos en el

barro, y en muy mal estado muchos cable). Y luego de la “inseguridad” el Centro de

Salud Municipal “Santa Lucía” concretó la colocación de luces (en tres de los postes)

conectadas a la iluminación de las calles, lo cual posibilita una cierta iluminación del

terreno: antes en la oscuridad total y hoy en penumbras.

• Con la solidaridad de una Médica Veterinaria se realizó un proceso de vacunación para

desparasitar y con antisárnicos a todos los animales del Barrio (caballos, perros y gatos).

Asimismo se vacunó de antitetánica los caballos del emprendimiento de Hornos de

ladrillos. Los materiales se gestionaron en la Facultad de Veterinaria de la Universidad

Nacional de Rosario y en el IMUSA municipal. Y se gestionó con la Municipalidad:

materiales para continuar la curación; materiales para contrarrestar las pulgas y las

moscas; el castrado de perros y perras a partir de la concientización de la gente desde la

realización de talleres. Esta tarea de zoonosis fue tomando paulatinamente importancia en

el barrio. Un adolescente del barrio fue el que autogestivamente tomó la responsabilidad

de esta tarea, consolidándose como el ayudante de la veterinaria y hasta en el

“veterinario” del barrio. Esta experiencia se disolvió cuando no pudo venir más la

veterinaria, y posteriormente la muerte trágica del adolescente. Al respecto decíamos en

aquel momento: “En ese adolescente que entrenaba sus nueve galgos, quien llegó a ser el

85

ayudante de la médica veterinaria, y en el barrio ya algunos le decían el veterinario. En

ese mismo adolescente que junto a dos mujeres soñaba organizar una granjita. En ese

mismo adolescente con el cual íbamos a organizar con otros adolescentes de la zona un

taller. Ese adolescente de apenas 14 años que ya no está físicamente con nosotros… se

suicidó. Llegamos tarde o hicimos mal las cosas… ya es tarde para

él!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”. Hoy de este tema de zoonosis solo queda la gestión con el

IMUSA municipal. Trajeron un colectivo de atención a la zona oeste de la Zona Oeste,

pero es difícil entender que lo más importante consiste en la promoción y prevención

dentro de la misma comunidad.

Aprendemos en la formación acerca del valor de los propios saberes populares y de sus

capacidades de desarrollo. En el terreno pudo notarse la potencia misma de producción de

estos, desde pequeños destellos y atisbos incipientes hasta concreciones pragmáticas

logradas. Puede palparse en esa cotidianeidad esa intensidad anímica que desde pequeños

destellos participativos van produciendo esbozos de consistencia organizativa. Pero la

cotidianeidad que hace a la esencia misma de la humanidad está tan distante de la

racionalidad abstracta de las propias institucionalidades entrampadas en las lógicas

exclusivas del capitalismo.

Cooperativa “Los Hornitos”

Además del interrogante-analizador-tarea del tiempo que vivirían ahí, en los propios

encuentros que se establecían en el propio “andar” al inicio de esta experiencia, surge una

nueva idea acerca de pensar las posibilidades de poder producir ingresos económicos en el

barrio.

Frente a la situación de fragmentación social del barrio, con los adult@s resignad@s en una

situación existencial totalmente naturalizada, descreíd@s de posibilidades proyectivas

86

existenciales a futuro. A esto se suma la impotencia resolutiva de las diversas

institucionalidades, además de malas experiencias con organizaciones sociales (falso

microemprendimiento descrito anteriormente). Con l@s adolescentes y l@s jóvenes haciendo

cirujeo o trabajo esclavo en hornos de barro, o aún peor estando en situación de “eterno

tiempo libre” constituyéndose en un grave riesgo para ell@s mism@s.

Frente a esta realidad de necesidades básicas insatisfechas es necesario contraponerle un

proyecto que recupere las capacidades básicas desaprovechadas. De esos encuentros casi

asamblearios surge la propia capacidad potencial del barrio: dos adultos mayores y un adulto

conocen el oficio de producir ladrillos de barro, tan demandados hoy en el creciente mercado

de la construcción. No solo conocen el oficio sino que poseen el arte de hacerlos muy bien.

Asimismo uno de ellos sostiene la realización de 4.000 ladrillos en un pequeño “patiecito”, y

además sabe hacer tejuelas y ladrillos finos de difícil realización y mucho más caros en el

mercado.

Así se echó a “andar” la idea… que de visión se fue transformando en tarea con pretensión de

proyecto. Al respecto es importante que se produzca la preocupación para generar la

condición de posibilidad de transformarse en ocupación. Surge así en visión, en proyecto y en

proceso la Cooperativa “Los Hornitos”. Este proyecto nace con la pretensión de revalorizar

la propia identidad de este barrio (justamente Barrio Los Hornitos) a partir de la

revalorización productiva del trabajo de ellos mismos, desde su propia organización

comunitaria en forma cooperativa y solidaria.

Ante solamente la idea de este Proyecto es importante significar el impacto que ha producido

en este barrio logrando una multiplicidad de fenómenos de cohesión social y de expectativa

proyectiva en las propias relacionalidades y vincularidades. Al respecto decíamos

anteriormente:

87

• “En ese juego de deseos conjuntos de éxito que se plasma en esa “apuesta” en broma

acerca de si uno de ellos podrá sostener el horno de ladrillos o seguirá alcoholizado

dentro del manto del estigma del propio barrio de “este ya es así, que va a hacer!!! ”. Y

más tarde diríamos “Hoy ya inició un nuevo emprendimiento familiar de Hornos de

ladrillo, el cual está por quemar para tener a la venta 5000 ladrillos, está dejando el

cirujeo, y al trabajar con el yerno hasta las 19 hs. y recomenzar a las 7 hs. no se lo

encuentra alcoholizado, es decir, “está de cara” como dicen todos.

• “En esos proyectos cooperativos familiares de realizar autogestivamente hornos de

ladrillos de barro que generan un estado de ánimo de “pasiones alegres”. Y esto es así,

porque se redignifican desde la identidad (justamente Barrio Los Hornitos), y desde el

trabajo (posibles productividades con ingresos económicos “suficientes”)”.

• En esos adolescentes y jóvenes que participan pasivamente por ahora mirando en el aire

esa figura aún imaginaria de proyectos productivos y de capacitación”. Y más tarde

diríamos “En esos adolescentes y jóvenes que participan pasivamente por ahora mirando

en el aire esa figura ya no tan imaginaria de proyectos productivos y de capacitación”.

• “En esos dos hombres mayores que ya no están tan peleados, y que esperan poder enseñar

a los más jóvenes el arte de hacer ladrillos. Un indicador de cohesión social será si

comparten sus caballos para la pisada del barro, justo estos dos “jefes” de familia

ampliadas del barrio (son maridos, padres, tíos, abuelos y bisabuelos en el barrio)”.

Para la concreción de la Cooperativa “Los Hornitos” pensamos dos estrategias que

implicaban gestiones con las institucionalidades para poder posibilitar darle materialidad a

este proyecto:

1. Por un lado una estrategia más inmediata, organizando tres emprendimientos productivos

familiares de Hornos de ladrillos de barro (a partir de cada uno de estos adultos que

conocen el oficio). Estos emprendimientos lo identifican como: “El Pelado”,

88

“Cachimbo” y “Hornos de Pie”. Esta estrategia es con la pretensión de ir viabilizando

concretamente la realización de pequeños hornos (los “cachimbos” son pequeños hornos

de una producción aproximada de 15.000 ladrillos) a partir de pequeños grupos ya

cohesionados de antemano (en este caso familiares). Esto permite ir dándole consistencia

concreta y material al proyecto y afianzamiento a los propios procesos grupales; y

también darle tiempo al proceso para posibilitar ir consolidándose un funcionamiento

cooperativo. También posibilitaría trabajar al principio a ocho o diez personas,

posibilitando desde su implementación, que diez familias pasen de la indigencia en

carácter de urgencia a aproximar y/o superar la línea de la pobreza. La estrategia era

comenzar realizando una producción de 15.000 ladrillos cada grupo, con la pretensión de

llegar a producir 25.000 ladrillos cada grupo en un tiempo mediato. La concreción de

estos emprendimientos dependía de una materialidad presupuestaria que por la inmediatez

de su implementación gestionamos con la Municipalidad. Estos emprendimientos se

presentaron en la Subsecretaría de Economía Solidaria del Municipio para su apoyo

económico en su instrumentación. Frente a esto nos encontramos con:

• El importante aporte técnico que otorga el equipo y directivos de la Subsecretaria de

Economía Solidaria del Municipio, a partir de su apoyo, supervisión y buena

predisposición.

• La insuficiente presupuestación por parte de la Municipalidad para este tipo de políticas

locales realmente efectivas e inclusivas. En el sudoeste, el oeste y el noroeste, se

encuentran las poblaciones más pobres e indigentes. Y para cada uno de estos Distritos se

presupuestan, para estas actividades importantes e inclusivas, $ 15.000 por año para cada

uno. Es decir que prácticamente una dificultad es no tener financiación municipal para

estos proyectos. En concreto, ni tierra nos dieron.

89

2. Y por otro lado una estrategia más mediata, que se fuera consolidando a partir de las

concreciones del propio proceso de la estrategia inicial. La misma consiste en poder

devenir en proceso en la producción de una fábrica cooperativa de ladrillos de barro. La

posibilidad de su viabilidad material consistía en gestionar un Proyecto “Manos a la

Obra” del MDSN. Y allí encontramos la dificultad de la inexistencia en esta provincia de

la posibilidad de gestión del “Plan Manos a la Obra”. Al respecto estaba suspendida la

presentación en Provincia de este programa y según informaban estaban paralizados, por

propia incompetencia, más de mil proyectos. Y además no solo no había equipo técnico

de apoyo y supervisión sino que además no se pudo ubicar responsable del programa.

En los primeros atisbos de desarrollo comunitario y en la incipiente organización comunitaria

que se estaba gestando y produciendo, era fundamental, y con cierto grado de resolutividad

de múltiples problemas del barrio, la concreción de la visión de este proyecto. El barrio ya

estaba implicado en él. Era fundamental la promoción de inclusión social a partir del trabajo,

y en nuestro caso, la promoción de estos emprendimientos productivos en tanto pragmáticas

efectivas y resolutivas en la participación social y en la organización comunitaria. Pero frente

a esta visión era fundamental la real financiación de los presupuestos de estos proyectos

emergentes de la participación y la organización comunitaria, para evitar la producción de

“esperanza de pobre prometida” con sus efectos iatrogénicos de mayor desesperanza

naturalizada y sus consecuencias. Esta realidad en tanto imposibilidad nos cerró en un cuello

de botella de “esperanzas de pobres prometidas”, inhabilitando la posibilidad de darle la

materialidad determinante a estos proyectos productivos tan efectivos en la inclusividad a

partir de la participación y organización comunitaria.

Frente a la imposibilidad de materialidad por parte de las escindidas burocracias kafkianas de

las propias institucionalidades y sus presupuestos, y de las insensibilidades irresponsables de

quienes representan y/o dirigen esas institucionalidades… Y frente a la realidad de la

90

importancia de este proyecto en el propio proceso de desarrollo comunitario y su incipiente

organización autogestiva, cooperativa y solidaria en el barrio… Urgía encontrar soluciones a

los problemas que se presentaban y/o posibilidades a las imposibilidades tan

naturalizadamente reinantes. Frente a esta situación realizamos:

1. Por un lado, frente a la estrategia inmediata de iniciar el proceso a partir de pequeños

“cachimbos”, hicimos una colecta de plata entre nosotros para poder darle materialidad al

proyecto. Juntamos un capital equivalente al 15% aproximado al pedido del subsidio al

municipio y al casi 3% del subsidio que se iba a gestionar al MDSN.

2. Y por el otro, frente a la estrategia mediata de consolidar el proyecto, debido a nuestra

relación contractual con el MDSN, nos facilitaron la gestión y la posibilidad de efectiva

concreción de un subsidio. Al respecto diseñamos un Proyecto de Capacitación para

gestionar un subsidio en la Dirección de Capacitación de dicho Ministerio.

Pensamos que la pretensión de este Proyecto de Capacitación representa claramente la

importancia estratégica y esencial de la Cooperativa “Los Hornitos” en el barrio. Es un

Proyecto de Capacitación a los más jóvenes, lo cual les posibilita aprender bien el oficio de

hacer ladrillos de barro e ir diseñando grupos cooperativos productivos de fabricación de

ladrillos de barro. Este Proyecto de Capacitación implica un abordaje integral promoviendo la

inclusión social de los sectores sociales más marginados y en situación de indigencia, a partir

de generar posibilidades inclusivas en función del trabajo, promoviendo la realización de

emprendimientos productivos y capacitación laboral, dentro de una ética cooperativa y

solidaria.

Este Proyecto es con el compromiso de sus realizadores (los capacitadores) de producir

solidariamente en la comunidad, desde su propia organización autogestiva, mejoras en las

propias condiciones socio ambiental, sanitario e infraestructural. Se proponen:

91

• Enseñar el oficio de fabricación de ladrillos de barro a los más jóvenes para abrirles su

posibilidad laboral.

• Fomentar la forma cooperativa autogestiva de trabajo que podrá proyectarse en

emprendimientos productivos, frente a la grave precarización laboral que producen los

hornos privados en funcionamiento.

• La venta de los ladrillos producidos lo cual les posibilita no solo su subsistencia familiar

sino también la compra de nuevos insumos para el sostén y continuidad del

emprendimiento.

• La alfabetización de los realizadores de este proyecto y de los jóvenes y sus parejas que

participan en el mismo.

• La escolarización de los chicos/as de quienes se vayan incluyendo en este proyecto.

• El mejoramiento de sus viviendas, posibilitándoles ir realizándolas de material.

• La construcción de un salón comunitario que sirva como centro de participación

autogestiva de actividades múltiples.

• En la medida que la producción de ladrillos les mejore las condiciones de subsistencia se

comprometen a ir dejando el cirujeo masivo para pasar a uno más restringidamente

selectivo y erradicando de esta manera la situación de basural de las tierras.

Ahora bien, el inicio de la Cooperativa “Los Hornitos” se dio a partir del “auto subsidio” con

la pretensión de promover inicialmente los tres “cachimbos” como emprendimientos

familiares. Este proceso en desarrollo y/o desarrollo en proceso pasó por una diversidad

inconmensurable de situaciones y/o vivencias de posibilidades e imposibilidades, de

gratificaciones y frustraciones, de encuentros y desencuentros, de solidaridades y

marginaciones discriminativas o insensibilidades irresponsables, de alegrías y tristezas, de

avances y retrocesos… Pero ante todo, el propio desarrollo posibilitó un proceso de

crecimiento cualitativo en la materialidad y en la culturalidad de la comunidad frente a cada

92

situación inicial. Aquí solo podemos referir someramente algunos datos centrales y

representativos de este proceso profundamente rico de situaciones y/o vivencias. En un

principio promovimos realizar los tres emprendimientos familiares:

• Uno de ellos, el adulto, no se inició porque el responsable no quería debido a que cortaba

ladrillos para hornos privados grandes y aseguraba la plata diariamente, y no veía aún el

horizonte de conveniencia de hacer sus propios ladrillos.

• Otro, uno de los adultos mayores, que ya tenía su “cachimbo” de 4000 ladrillos en su

patiecito muy chico, lo cual le limitaba la posibilidad de aumentar su producción, se

negaba a pasar al terreno comunitario con mayor espacio para mayor producción de

ladrillos. Él no quería tener “problemas” con los otros vecinos (que son las familias de los

otros “cachimbos” del proyecto). Se encontró una solución provisoria para acrecentar este

emprendimiento familiar. Producían 4000 ladrillos de barro, pero esperaban venderlos

para el inicio de una nueva producción. Logramos con un apoyo de entrega de tierra que

fabriquen 5000 en una cadena rápida y constante de pisadero, armado y secado, y quema

y venta (por ejemplo tienen 5000 ladrillos para vender, otra tanda secando, a la vez que

van pisando para otra tanda). Esto duplico la producción no en la cantidad por vez sino en

el tiempo de producción (quemaban 5000 cada 15 días en vez de cada 30). Es decir en el

mismo tiempo se producía el doble. Y a la vez iban tomando conciencia y el compromiso

de pasar al terreno comunitario cuando se consiguiera el Proyecto de Capacitación.

• Y con el tercero, el otro adulto mayor, se inició un nuevo emprendimiento familiar de

Hornos de ladrillo, con una producción inicial de 5000 ladrillos (con pretensión y

posibilidad de alcanzar una producción de 25000 ladrillos en el tiempo).

Pasó “la pedrada” (granizo)… Casi sin afectar el proceso de los “cachimbos”.

El cachimbo que se inició con 9000 ladrillos luego de la primera venta pasó a una segunda

producción de 15000 ladrillos.

93

Y el otro cachimbo de producción continua de 5000 ladrillos perdió ese circuito volviendo a

producir cada 30 días. Sucedió que se encontraron con más plata en el mes pero frente a

extremadas necesidades vitales y la no concienciación de las conveniencias del proceso (las

limitaciones que impone el analfabetismo al pensamiento abstracto, decretando la supremacía

del pensamiento concreto). Luego de caer el proceso continuo de producción lo entendieron

en concreto.

Las propias extremadas necesidades frente a encontrarse con cierto capital llevaron a decaer

al horno de 15.000 ladrillos a quedar peleándose entre producir 5.000 o 10.000 ladrillos.

Lejos quedaba el llegar a producir 25.000 ladrillos.

El cachimbo del “patiecito” logró luego recuperar, desde su propia autorrealización, el

proceso continuo de producción con “quemas” de 5.000 ladrillos cada 15 o 20 días. Y

también ya una clara conciencia de pasar al terreno comunitario (ya asignado por asamblea)

para hacer una producción a mayor escala con la llegada del subsidio.

Y una gran sorpresa fue que el adulto que no quiso inicialmente hacer un cachimbo, empezó

por sí sólo uno y produjo 7.000 ladrillos. Su expresión pasó de “que voy a hacer ladrillos; yo

voy, corto allá, y tengo plata segura en el día” a “que le voy a cortar a otro que se queda con

la plata; yo corto los míos y los vendo yo”. Este cachimbo fue creciendo con un gran empuje

hasta llegar a 20.000 ladrillos.

Pero llegó la inundación… Y tumbó completamente los tres cachimbos. Gestionamos por lo

menos tierra a la municipalidad, pero ni eso. Y eso que “Los Hornitos” había sido declarado

de “catástrofe ambiental” para la diversidad de subsidios que no llegaron a la gente. Ni tierra.

Con el tiempo el cachimbo del “patiecito” y el otro que se inició último se fueron reponiendo.

El otro quedó agonizando peleándose con la posibilidad de sostener 5.000 ladrillos.

Era inminente la llegada del subsidio, y el proyecto de la Cooperativa “Los Hornitos” había

madurado bastante desde su propio proceso que ya llevaba un año.

94

Y llegó la “inseguridad”… Y los sueños que implicaban visiones que ya eran tareas en

concreto en un proyecto realizable se iban subiendo a los dos camiones desvaneciéndose en el

mismo nuevo desarraigo. El cachimbo del “patiecito se fue al Chaco para no volver. El del

adulto se fue a “Timbúes” (ciudad santafesina cercana a Rosario) para volver recién cuatro

meses después. Sólo quedó el cachimbo “El Pelado” agonizando su posibilidad de sostener

5.000 ladrillos y peleándose con sus imposibilidades materiales, pasionales y hasta

neuróticas.

El subsidio tan esperado llegó en el peor momento.

El proyecto se implementó con el adulto mayor que quedó en el barrio, incluyendo

adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores en la realización de un Horno de 30.000

ladrillos. Luego al volver al barrio el adulto del otro cachimbo se inició otro Horno. Hoy este

último produce 20.000 ladrillos y va en crecimiento. El otro reniega consigo mismo

produciendo 15.000 ladrillos.

Este proyecto de cooperativa realmente esta revolucionando lo que quedó del barrio. Hasta

los niños y las niñas juegan a hacer ladrillos y nos cuentan en todo lo que han ayudado. En el

preparado para la quema o ante los apuros que produce la lluvia ayuda todo el barrio… y

logran luego la integración festiva en los asados comunitarios. Este proyecto unido a la

tranquilidad ante la “inseguridad” en el barrio logró que ya retornaran dos familias… y

genera esperanza que expresa deseo de volver a las otras familias, hasta las que se fueron al

Chaco. Esta villita que era excluida de las otras villas, hoy es lugar de visita por gente de los

otros barrios. El proyecto para ellos es mucho más que los dos pisaderos de 15.000 a 20.000

ladrillos… y les deja mucho más que los 4.500 a 6.000 pesos que logran por la venta de cada

pisadero.

Aprendimos de este proyecto de la Cooperativa “Los Hornitos” que en la particularidad de la

productividad los saberes populares son consistentes y creativos, y ante todo proyectivos. Se

95

evidencian claramente en el conocimiento mismo de las productividades desde el trabajo. Y

esto no es una percepción subjetiva con deseo de desarrollo, sino una real pragmática

proyectiva que surge de sus propios saberes de vida. Si los intelectuales-profesionales de lo

social incluidos en servicio pretendemos contribuir a la realización de emprendimientos, solo

es necesario prestar la oreja, promover el espacio grupal, y aportar posibilidades de gestión y

de acceso a la información. Y ante todo, la posibilidad que brinda nuestra propia implicación,

ante esa trituradora de posibilidades implícita al capitalismo y sus lógicas de exclusión,

justamente a ellos, que son los que más la sufren.

Centro Comunitario Infantil Autogestivo “Los Hornitos”

“Estamos enfermos de muchos errores,

de otras tantas culpas, pero nuestro

peor delito se llama abandono de la Infancia,

descuido de la fuente de vida.

Muchas cosas de las que necesitamos

pueden esperar.

El niño no.

Él está haciendo ahora sus huesos

Criando su sangre y ensayando sus sentidos.

A él no se le puede responder: mañana.

Él se llama ahora.”

Gabriela Mistral

A pocos meses de “andar” esta experiencia, se sumaron tres psicólog@s de la Pasantía en

Salud Mental Comunitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de

96

Rosario y una Residente de Grado de dicha Facultad, con la intención de trabajar con l@s

niñ@s del barrio. Comenzaron a realizar talleres con niñ@s con la pretensión de inclusión de

l@s mism@s, a partir del desarrollo de sus capacidades lúdicas, intelectuales, corporales y

socio-relacionales. También con la intención de que los talleres posibiliten volver a

escolarizar l@s niñ@s que han abandonado la escuela o no han ido nunca, como así también

generarle mayores posibilidades de mejoramiento escolar al resto.

Desde el inicio trabajamos frente a diversas adversidades que parecían complotarse para

hacernos sentir imposible nuestra tarea (nuestras intenciones y pretensiones):

1. Un no lugar. Nuestro trabajo se despliega en el propio terreno comunitario del barrio, y

no teníamos un lugar específico, con ciertas condiciones para realizar los talleres. El

terreno se nos presenta inicialmente como un verdadero basural donde se imposibilitaba

circunscribir el taller. Ante esta situación comenzamos en el “patio” de una familia que

estaba bastante limpio. Más adelante, debido a problemas relacionales afectivos entre

vecinos, limpiamos la zona del árbol en el propio terreno comunitario, y se transformó en

el espacio de los talleres. Siempre a la intemperie… dependiendo de la clemencia del

tiempo climático. Después vendría el Centro Comunitario infantil autogestivo.

2. La fragmentación social. Entre tantas peleas de no tan vecinos, producto de la violencia

propia de la marginación y exclusión, se hizo muy difícil poder unir l@s niñ@s de

distintas familias; y mucho más unirl@s en la casa de una familia en particular.

3. La desnutrición. Estragos actuales y secuelas de situaciones anteriores mucho peores.

Niñ@s con problemas de desnutrición o con indebida nutrición; y otros con efectos de

desnutrición crónica. Realmente Piaget se nos transformaba en alguien severo e injusto, a

la vez de muy discriminador.

4. El desánimo familiar y el muro de la exclusión escolar. Padres quebrad@s sobreviviendo

el cada día, sin visión ni proyección de futuro, no son el mejor incentivo de querer

97

estudiar para brindarles nuevas y/o otras posibilidades. El Consenso de Washington no

fue el mejor incentivo para ell@s. Sumado a la discriminación expulsiva y/o la poca

efectivización de ayuda y acompañamiento por parte de las institucionalidades escolares

para con est@s niñ@s viller@s (“sucios” y “maleducados”).

Verónica Enseñat6 nos cuenta y analiza al respecto:

“Un primer diagnóstico de la problemática ante la que nos encontrábamos fue que los niños

no asistían a la escuela como consecuencia del bajo rendimiento escolar que junto con su

situación de indigencia y se podría continuar con adjetivos similares para describir una

situación que sólo admite dos sustantivos: abandono y urgencia.

En nuestra primera etapa del trabajo en este lugar detectamos muchos casos de repitencia,

que era una forma de desescolarización. Algunos de los niños era el segundo o tercer año que

repetían el 1º año de la EGB. En estos casos cursan durante la primera mitad del año (con una

lectura optimista) y luego abandonan, al año siguiente se inscriben en el mismo año que

abandonaron para seguir el mismo camino.

Por esto creímos que nuestra intervención debía tener como objetivo fortalecer los diferentes

aspectos que intervienen en el proceso de aprendizaje como así también lo que tiene que ver

con la posibilidad de fortalecimiento de los vínculos dentro de la villa y el establecimiento de

redes por fuera de ella.

Diseñamos un taller, como dispositivo de intervención, donde se buscaba trabajar con los

chicos los aspectos pedagógicos pero también sería un espacio donde los recursos simbólicos

se socializaran, esto implicaba poner en juego en este lugar aquellos elementos que se

necesitan para construir conocimientos, y sobretodo a disposición de todos.

Pero nuestra mirada no termina en los niños y las niñas sino que abarca a la escuela y a las

familias, porque pensamos a la educación compuesta por tres pilares fundamentales: los

6 Integrante del grupo. Presentó en el año 2007 un Proyecto para el Concurso Nacional Arturo Jauretche, del

MDSN. Dicho Proyecto salió premiado, posibilitando un subsidio nacional que fortaleció esta experiencia

durante el 2008. Las citas aquí son tomadas del Proyecto.

98

chicos, la escuela y los padres. Y sumamos la base de este trípode que es las condiciones de

posibilidad del propio barrio.

Además en un primer acercamiento pudimos detectar que los integrantes de este barrio se

encontraban aislados de las instituciones que rodean el lugar. Podemos pensar que esto se

relaciona con la desconfianza que le genera el contacto con personas que les han prometido

cosas y luego todo se diluyó sin más. Otras de las causas puede ser el desinterés de las

instituciones en acercarse al lugar. Dentro de este marco podemos pensar la situación de los

niños, sólo unos pocos concurrieron el año pasado a los talleres de juegos organizados por el

Centro de Salud.

La problemática sobre la cual intervenimos esta relacionada con la escolarización y la

inclusión en general de estos niños en situación de indigencia y en grave estado socio-

sanitario ambiental.

Pensamos que la repitencia que se da en estos niños y niñas es una forma de descolarización,

porque nunca pueden completar el año lectivo por lo cual al año siguiente volverán a

inscribirse en el mismo año que abandonaron. También detectamos casos en que existen

problemas a nivel pedagógico que dificultan el aprendizaje y la permanencia en la escuela.

Las causas de las inasistencias son diversas, varían desde el hecho que muchas veces los

hermanos mayores se quedan al cuidado de los mas chiquitos cuando sus mamás tiene que

salir a realizar trámites (cobrar los ticket, por ejemplo), porque salen en el carro con los

padres, porque llueve, porque se enferman, porque que las madres lleven a los mas grandes a

la escuela, lo que implica que los papás se queden con los más chiquitos y muchas veces ellos

no quieren asumir el cuidado de ellos. Y así podríamos seguir enumerando una serie de

causas más”.

Frente a las adversidades se fue abriendo el taller. Al respecto escribimos en aquel momento:

99

• “En esas dos adolescentes del barrio escolarizadas (en 7º y 8º año), dispuestas a organizar

el espacio de apoyo escolar a l@s chic@s más chic@s.

• En esa mujer que organiza desde su terreno (el más limpio) los talleres para tod@s l@s

chic@s. Y que organizaron allí la fiestita de fin de año con much@s chic@s del Barrio.

• En tod@s es@s niñ@s que van al taller…en l@s otr@s que preguntan si pueden ir y se

van incluyendo… y es@s otr@s que miran con deseo, sin aún poder superar que a esa

casa no van (por viejas peleas de los padres o las madres, que ya no les impiden ir, pero

aún está impreso en sus mentes)…y otros que aún no quieren ir…”

Así el taller se institucionaliza desde su propia utopía (en tanto no lugar) produciendo su

propia espacialización, su potencia de encuentro y su multiplicación y diversificación

rizomática.

En relación a la producción de su propia espacialización su desarrollo en proceso tiene tres

momentos. El inicio en el patio de una familia que funcionó muy restrictivo por las propias

peleas entre familias. De allí pasamos a trabajar en el propio terreno comunitario instituyendo

un espacio propio. Allí aplicamos la consigna de que el taller es para tod@s y no un espacio

de disputa condicionante un@s de otr@s. Aquí se fue dando paulatinamente un proceso de

mayor integración de l@s chic@s. Y por último, al mudarse una familia (la del caballo) a

ocupar una casa semidestruida en el barrio, cedió su anterior “casa” para el taller. Y allí

surgió la idea del Centro Comunitario infantil autogestivo. El mismo es un Centro

Comunitario que es de l@s chic@s, para sus propias actividades. Si no es el primer Centro

autogestivo infantil en una villa, al menos, y de no menor valor simbólico, es la primera villa

donde su primer Centro Comunitario es infantil y autogestivo (hermosa metáfora real dónde

la construcción de futuros, la creación de nuevos mundos posibles y las propias vanguardias

son los mismos niñ@s). Y además el Centro Comunitario Infantil Autogestivo “Los

100

Hornitos” se produce en el propio espacio dónde había fallecido la bebe que motivó el inicio

de esta experiencia.

Lo ocupamos de hecho y lo empezamos a usar. En el mismo además de realizar los talleres

(se iban multiplicando y diversificando), se realizaron actividades festivas comunitarias con

el sentido de ir significándoles a l@s niñ@s la propia pertenencia del Centrito para ell@s:

• Una jornada comunitaria de realización del piso de material en el Centrito. En la misma y

a medida que íbamos haciendo la carpeta del piso, l@s chic@s iban dibujando,

escribiendo y firmando con sus nombres ese piso que se estaba haciendo de ell@s

permanentemente. Dicha jornada se coronó con un asado comunitario.

• Una jornada de pintura del Centrito. Las paredes del mismo la pintaron de diversos

colores l@s mism@s niñ@s, fortaleciendo el hacerlo propi@ de ell@s. Ese día se realizó

una chocolatada con galletitas y diversas actividades lúdicas.

• Y la inauguración del Centrito. Se inauguró en una gran jornada infantil en el mismo día

del niñ@. Ese día fue una verdadera fiesta. Tod@s l@s chic@s unidos, con sus caritas

pintadas por el Colectivo de Acción Cultural. Tod@s ell@s visitad@s por más de 130

chic@s de los otros barrios circundantes, Y ell@s agasajándol@s en esta gran fiesta

coordinando ell@s mism@s con el micrófono desde el escenario. Justo ell@s, en esta

gran fiesta, con tant@s invitad@s, en su propio barrio tan discriminado. En fin, el

domingo 12 de agosto, festejando el día del niñ@, se inauguró el Centro Comunitario

Autogestivo Infantil “Los Hornitos”.

De este andar en proceso de estos talleres, y del propio devenir del Centrito, decíamos en

aquel momento:

“En todos esos niños que van al taller… y en esos otros que también ya están yendo... y esos

otros que también van. Ese Centro Comunitario Infantil Autogestivo que tiene ya inscripto en

su piso sus nombres, dibujos y firmas que realizaron mientras hacíamos la carpeta. Ese

101

Centro que ya ocupan ellos y ellas cuando quieren… y que ya se realizan talleres… y ya tiene

luz… y solo una mesa y dos bancos largos. Indescriptibles esas caritas contentas preguntando

que vamos a traer… aún no lo sabemos (tenemos algunos materiales de estudio; muchas

revistas Genios, y recién algunos juguetes). En esas caritas se ve cierta incipiente

esperanza… ya lo pintaron los mismos niños y niñas… el Centro se inauguró para el día del

niño con más de 180 niños y niñas… los más de 50 niños y niñas del barrio todos unidos

como nunca hasta ahora… y más de 130 niños y niñas de otros barrios que vinieron a

festejarlo (del Santa Lucía; de Las Palmeras; de Santa clara; y de las casas circundantes)…

una verdadera fiesta de los niños y niñas, todos con las caras pintadas por el Colectivo de

Acción Cultural… y coordinado desde el escenario con el micrófono por los mismos niños y

niñas autogestivamente (el sonido y la chocolateada y las golosinas fueron meros adjetivos de

sus propias alegrías).”

Así, este “Centrito” se institucionaliza produciendo su propia espacialización desde su propia

utopía y su propia potencia de encuentro, y también en la multiplicación y diversificación

rizomática de los talleres. Al respecto, se fueron abriendo nuevos caminos de posibilidades de

desarrollos creativos y de espacios situacionales de encuentros de potenciación de

capacidades, a partir de la sumatoria de grupos de jóvenes estudiantes y trabajador@s

solidarios:

• El taller de los jueves

• El taller de los miércoles

• El espacio de “fulbito”

• El espacio de la “batucada”

Y es muy importante también considerar que este Centro está abierto a cualquiera que quiera

realizar actividades en función de los chic@s del Barrio. Al respecto ya realizan talleres en el

mismo el Centro Cultural “La Trinchera” y el Centro de Salud Municipal Santa Lucía.

102

Al respecto de la continuidad de este espacio de potencias y encuentros nos dice Verónica

Enseñat:

“A lo largo de nuestro trabajo en el lugar, fuimos viendo que el papel que las madres tenían

en la escolarización de sus hijos era fundamental, por lo tanto el trabajo de concientización

con ellas era imprescindible.

La escolarización de estos niños no es la única problemática con la cual nos encontramos,

otra era la falta de contactos con otras instituciones barriales.

No podríamos pensar un problema aislado del otro, sino que lo podemos plantear como caras

de la misma moneda. Por eso el abordaje integral es importante, como lo es también la

inclusión de los adultos, en este abrirse hacia fuera del barrio, buscando nuevas instituciones

barriales como referentes.

El trabajo con la escuela, el Centro de Salud, centros culturales, clubes barriales

estableciendo lazos, armando redes, se convierte en una necesidad. Pero paralelo a esto es

necesario el trabajo con los chicos y las chicas del barrio sobre las causas que produce este

aislamiento, tanto de la escuela como demás instituciones, entre estas causas se pueden

pensar la vergüenza ante su situación de indigencia frente a los demás, la dificultad para

enfrentar nuevas situaciones que poseen características diferentes a las de su vida cotidiana,

pensemos en una situación áulica y por otro lado una escena de su vida diaria en su casa. A

esto se suma las escasas posibilidades que tuvieron para apropiarse de los recursos simbólicos

o para acceder a los valores culturales que interviene en el proceso de socialización.

Si hablamos de la inclusión de estos niños y niñas en la escuela, como así también de una

inclusión más general, en realidad de lo que estamos hablando es de la socialización

secundaria que atraviesa cualquier chico: el paso de la familia, grupo social primario, a los

grupos que lo introducirán en una socialización más amplia. Pero para esto hay que contar

con mayor cantidad de recursos posibles: afectivos, simbólicos, materiales, etc.

103

En relación a los chicos sabemos que el acompañamiento principal en todo este proceso es de

los padres, en nuestro acercamiento al barrio, detectamos que las madres que son las

encargadas de la educación y crianza de sus hijos, tenían en algunos casos una actitud pasiva

frente a esto mientras que otras tenían mayores posibilidades de hacer.

De esto se desprende un proyecto de un taller con las mujeres, que no sólo trate la

problemática de la escolaridad, sino otras que sean de su interés y que las movilice. Pensamos

que este lugar puede ser un buen espacio para generar concientización sobre diferentes

pautas culturales, que probablemente se plasmaran positivamente en una mejor calidad de

vida para ellas y para sus familias. Nuestro objetivo es que ellas descubran en el intercambio,

que hay otras cosas que se pueden hacer, que generen nuevas alternativas.

El trabajo con la escuela es fundamental por eso buscamos construir con ella una relación que

nos permita estar permanentemente en contacto, para trabajar juntos con aquellas

problemáticas que puedan surgir como así también lo que tenga que ver con los casos más

específicos y que puedan requerir de un mayor seguimiento. En este proceso es importante

generar la participación cada vez más activa de los padres, para que ellos también puedan

abrir un diálogo con la escuela y de esa manera comprometerse con la educación de sus hijos.

También pensamos en una inclusión más general que involucra a otras instituciones barriales

como lo puede ser el Centro Cultural “La Trinchera”, cuya encargada se acercó para trabajar

con la gente de Los Hornitos, con el Centro de Salud “Santa Lucía” cuyos profesionales están

en constante contacto con el barrio y además durante el año pasado organizaron un taller

lúdico con los niños.

A esto se suman quienes desean aportar su granito de arena desinteresadamente, o mejor

dicho con el sólo interés de colaborar, entre ellos se encuentran profesores de teatro, de

danza, de música, estudiantes de psicología. A partir de la apertura del Centro Comunitario

Infantil quienes quieran trabajar aquí podrán armar sus propios espacios, generar sus propias

104

actividades que les permita a los vecinos trascender más allá del propio barrio, que puedan

realizar actividades que reflejen la realidad que viven cotidianamente, que puedan cuestionar

y buscar alternativas”.

Aún… Intencionalidades Inconclusas

Una multiplicidad de aún, en tanto intencionalidades inconclusas, surcan esta experiencia.

Intencionalidades emergentes del propio desarrollo comunitario y que implican una

diversidad de niveles y dimensiones sociales y/o psico-sociales. Nos interesa poder explicitar

dos, no sólo por su importancia fundamental en los procesos comunitarios con sectores

poblacionales excluidos, sino también porque implican, comprometen y enfrentan dos pilares

centrales del propio capitalismo y sus lógicas exclusivas: la tierra y el mercado en sus lógicas

de propiedad privada.

1. La gestión de las Tierras posibilita contribuir a mejorar la calidad de vida de la población

en indignante situación de indigencia tanto en la materialidad como en la culturalidad de

sus condiciones de existencia. El tema de la posesión de las tierras por parte de nuestros

conciudadanos que viven en condiciones miserables es un tema central. Los barrios se

encuentran en situación de “asentamientos irregulares”, lo cual los imposibilita de ser

legalmente una comunidad, y los coloca en una situación de desciudadanización que los

excluye de beneficiarse de la mayor parte de las políticas sociales presentes y/o posibles.

Están en situación de ilegalidad, excluidos de posibilidad de urbanización y de beneficios

de obras infraestructurales tanto socio ambientales como sanitarias. Una comunidad (la

población de cada barrio, nuestros conciudadanos que viven en una situación miserable)

que se encuentra en situación de desciudadanización debido a la no-tenencia de sus

tierras, y la inseguridad y limitaciones que esto produce (en realidad este factor

imposibilita la mayor cantidad de proyectos de los que se podrían beneficiar, quedando en

105

una realidad de ilegales y no reconocidos ciudadanamente). No tienen posibilidad de ser

legalmente una comunidad sino que son “un asentamiento irregular”. Pero sabemos que

humanamente son una comunidad en tanto relacional, convivencial, cotidiana. Una

comunidad con derechos, pero muchos de ellos privados por el valor de otros derechos,

justamente los “derechos de propiedad privada”. Una paradoja de consecuencias

indignantes, los derechos de propiedad privada privan de derechos elementales y

posibilidades de construcción y proyección de alternativas a tantos otros. Conforman

desde sus cotidianeidades convivenciales y relacionales una comunidad que marca el

territorio, pero sus posibilidades cívicas y de desarrollo quedan limitadas por su propia

situación de desterritorialización. Es necesario y urgente promover la concientización de

la situación pretendiendo romper con su naturalización y con la resignación adosada

inevitablemente a ella. La necesidad y la urgencia están en las inhumanas condiciones en

las que viven tantos hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas. La posesión

de las tierras abre las posibilidades de gestionar obras de infraestructura y de desarrollo

medioambiental y sanitario. Existen muchos Programas Nacionales, Provinciales y

Municipales que posibilitarían mejorar las condiciones de existencia, déficit que tiene un

gran porcentaje de realidad en la situación infraestructural de todos estos conciudadanos.

Planes de construcción de viviendas; de vereda y cordón; de asfalto y cruzado de calles;

de acceder al agua potable, a los servicios de cloacas, de gas natural; etc. Daría la

posibilidad de formar Cooperativas de construcción por y para los mismos Barrios, lo

cual posibilitaría gestionar proyectos para urbanizar; se podría diseñar participativamente

desde la comunidad que es hoy, cual puede y se desea que llegue a ser, etc., etc.… Pero

nada de esto es posible, son impropios ilegales avasallando la ley de propiedad privada,

son conciudadanos indignantemente privados por lo privado de una ley. Este tema lo

trabajamos poco a poco entre la naturalización y la concientización, entre la imposibilidad

106

y la posibilidad de su gestión; entre la lucha y la resignación. Este tema es centralmente

importante por lo que puede lograr (las construcciones sociales posibles en función de

una mejor calidad de vida) y por lo que puede perder (en aquél 2000 desmovilizado por

ejemplo, pasó la topadora al medio del Barrio Santa Clara de Asís en una extensión de

casi dos manzanas para legalizar la tierra en una fábrica privada; y a los privados de

tierras se les dio chapas para que “se las arreglen”). Y también es importante evitar las

erradicaciones, que solo sirven para formar “grandes bolsones de indigentes”; separados

del resto de sus conciudadanos y fundamentalmente de sus centralizaciones urbanas;

sosteniendo las mismas lógicas exclusivas; impidiéndoles que sean ellos mismos desde

sus propias identidades y sus propios territorios durante años quienes participativamente

construyan y mejoren sus propios barrios; produciéndoles nuevas desterritorializaciones

desde lógicas exclusivas y divisorias de lo social. Pensamos que es fundamental hacer un

relevamiento de cada Barrio en situación de “Villa Miseria”, y estudiar particularmente la

situación de las tierras para poder legalizar su situación de propietarios de las mismas, en

el mismo terreno en el cual están asentadamente sobreviviendo.

2. La visión con pretensión de proyecto de realizar el mercado comunitario solidario,

cooperativo y popular. Esta idea surgió en una reunión de profesionales y estudiantes

avanzados que aportábamos al trabajo en barrios de un movimiento social de base. En la

misma participó por primera vez una estudiante de abogacía que dijo interesarle el tema

de la lucha de los consumidores. A partir de la intervención de un integrante del

movimiento piquetero, refiriendo en función de aquellos sin consumo, sé abrió un

diálogo-debate constructivo esbozando una propuesta que quedo abierta. Fue una idea

surgida del mismo desarrollo participativo grupal. Decíamos anteriormente:

107

“La idea -visión- proyecto es: ¿por que no un mercado comunitario? Esto posibilitaría una red

cooperativa social eficaz y efectiva, en este caso desde la construcción solidaria de los más

necesitados. Es decir, ¿por qué no un mercado comunitario en cada villa? Esto posibilitaría:

• Un articulador de comercialización de la diversidad de productos producidos

cooperativamente. En este caso contribuiría a afianzarse una red incipiente, pero aún

utópica, de ir logrando un mercado sin ganancias, sin más que los gastos reales, que

comprenden también los ingresos laborales. Al implicar a la indigencia se haría con el

mínimo de costo laboral, sumado a otras posibilidades que se puedan ir dando de

abaratamiento con calidad. Y esto le daría un empuje a diversos emprendimientos, a los

cuales esto no les daría un gran margen, pero si un volumen de subsistencia (sería como

los alquileres para las inmobiliarias). Asimismo posibilitaría mayor posibilidad a las

visiones de nuevos emprendimientos en proyecto o por surgir (ya daría por seguro

ciertas bocas de expendio y garantía de funcionamiento a nuevos emprendimientos). Un

ejemplo sería un proyecto de fábricas de escobas que estábamos trabajando con un

movimiento social de base en el Barrio Molino Blanco. Este daría trabajo a ocho

personas desocupadas, y desde donde con la entrega y recambio del palo de la escoba

gastada se podría hacerlas por un precio muy económico para los más necesitados.

• Una espacialidad comunitaria que posibilita la creación, producción y difusión y/o

concientización de diversidades de participaciones, condiciones de posibilidad de

organizaciones, etc. De lograr que les sea conveniente a la gente, este mercado se

transformaría en una confluencia importante del barrio, que pensado desde una lógica

participativa y organizativa social tendería a superar la simple lógica de lugar de paso

(de compra). Asimismo este mercado mismo seria una transmisión y/o contagio del

cooperativismo, del quehacer y de la economía solidaria, rupturando la lógica vincular

propia del capital.

108

• Una política posible con los excluidos y sus carencias y debilidades, frente a la

economía de mercado cada vez más global y corporativo oligopólica. Dentro de una

diversidad de intereses propios de la economía del mercado y su opulencia oligopólica,

los excluidos son los que quedan al margen; sin fuerza ni defensa (ej. Inflación, son los

que quedan mas desprotegidos y más afectados). Frente a los avatares del Mercado del

Capital, este mercado comunitario sería la posibilidad de intervenciones políticas de

estrategias de defensa de los intereses de los más necesitados (ej. Frente a una situación

coyuntural el estado puede subsidiar algún producto para preservar las posibilidades y

defender los intereses de los más necesitados haciendo pie en este mercado

comunitario).”

Aquí en Rosario, de las múltiples empresas recuperadas existentes, hay una experiencia en

particular que aporta profundamente a este proyecto: la recuperación por parte de los

trabajadores de un hipermercado “Tigre” quebrado por sus anteriores dueños y patrones. A

partir de la quiebra de este hipermercado, de ubicación céntrica en esta ciudad, los

trabajadores lucharon por mantener y sostener sus fuentes de trabajo, y con la toma del lugar

y todas las luchas que tuvieron que realizar (Ghioldi, 2004), conformaron y se constituyeron

en la “Cooperativa de Trabajadores en Lucha”. Hoy esta cooperativa comprende cuatro

proyectos con sus espacialidades funcionales:

▪ El estacionamiento

▪ El comedor popular, que también funciona como comedor estudiantil (convenio

con F.U.R.)

▪ El Centro Cultural “La Toma” con una diversidad heterogénea de actividades

culturales.

▪ Y para interés de nuestro proyecto el Supermercado Comunitario.

109

Ellos proponen “la creación de un Supermercado Comunitario como forma de participación

estatal activa en el desarrollo de una boca de comercialización de alimentos”, a partir de “este

movimiento de puesta en funcionamiento de las instalaciones abandonadas por los

empresarios en manos de los trabajadores como el desarrollo de “actividades económicas de

resistencia en la lucha por los puestos de trabajo” (Ghioldi, 2004, p. 105). Refieren

actividades económicas en lucha para significar “una forma de engrosar la lucha por los

puestos de trabajo, una instancia de resistencia desde el movimiento obrero y popular frente a

la política de agresión y condena a la exclusión que desde los sectores empresarios y

gubernamentales se ha venido implementando” (Ghioldi, 2004, p. 106).

Ellos pretenden no “adoptar criterios empresarios o de nuevos propietarios”; pero sin perder

de vista “la necesidad de adoptar criterios eficientes de funcionamiento o aspirar a una eficaz

administración de los recursos para que rinda de mejor manera la actividad económica”

(Ghioldi, 2004, p. 106).

Y la apertura del Supermercado Comunitario la hicieron “poniendo el centro en el Contenido

Social de la misma” (Ghioldi, 2004, p. 107); “¡podemos generar puestos de trabajo!

¡Podemos intentar imponer cierto contenido social, en una actividad como la

comercialización!” (Ghioldi, 2004, p. 109)

Y esta actividad la emprendieron “con muchas dificultades, con un tortuoso proceso de

aprendizaje, de esfuerzo, subsanando errores y con la ausencia absoluta del capital de

inversión inicial, sin apoyo monetario más que el aporte solidario y constante” (Ghioldi,

2004, p. 108).

Y esta apertura “ha permitido que muchos emprendimientos de origen artesanal, comunitario,

de pequeños micro-emprendedores, hayan encontrado la boca de expendio para sus

productos” (Ghioldi, 2004, p. 108). En su inicio se pretendió solo comerciar productos de

cooperativa, micro emprendimientos, etc.; en el marco de una economía en resistencia a la

110

exclusión producida por las lógicas propias del capitalismo. Empezaron con “más de 25 o 30

productos de este tipo de emprendimientos” (Ghioldi, 2004, p. 109).

Hoy eso se hizo insostenible, considerando su ubicación céntrica en la ciudad y las lógicas

propias del consumismo en los sectores sociales que constituyen sus posibles clientes. En fin,

hoy tienen más de 1300 productos entremezclando la producción cooperativa y las diversas

marcas del Mercado del Capital. Hoy conforman una economía en lucha y en construcción

que no deja de estar en resistencia. En palabras de Carlos Ghioldi (2004):

“Estamos firmemente convencidos de que estos son los desafíos actuales para todos aquellos

que simpaticen con esta causa:

• Sostener con su solidaridad económica el funcionamiento del emprendimiento. Ayudarlo

activamente con su colaboración en la crítica, en la propuesta de mejoramiento, ya que los

trabajadores aprenden día a día.

• Acompañar las instancias de lucha para lograr la definitiva creación del

SUPERMERCADO COMUNITARIO en este lugar, exigiendo que sea tomada en sus

manos por las Autoridades que quieran aportar a una política activa de generación de

empleo en serio.

En tanto esta lucha no termine, seguirá siendo una actividad de resistencia. Una actividad

económica de resistencia sostenida por la solidaridad y por la movilización popular” (p. 109-

110).

Nuestra visión de los mercados comunitarios barriales se encuentra en pretensión de

proyecto. El desafío de su realización es tan grande como los mismos efectos multiplicadores

que produciría. Veamos esto último.

Ante todo permitiría la revalorización del consumo de los más necesitados, en el sentido de

no solo revalorizar sus necesidades de consumo sino también su capacidad de productividad

solidaria y cooperativa. Permitiría fortalecer esos “embriones de organización” (Max-Neef,

111

1993) posibilitando la construcción de “organizaciones económicas populares” (Razeto,

1992). Eso permitiría la construcción de una red económica popular a través de estos nodos

integrales y enraizados en la organización comunitaria misma, contribuyendo a superar la

atomicidad y la inorganicidad vigente de la economía popular. Y asimismo esto posibilitará

que los flujos de valor no sean drenados por el sistema capitalista y que realimente los

emprendimientos de la economía popular solidaria, potenciando toda la red. Este proyecto

está muy ligado a la propuesta de Red de Colaboración Solidaria (Monce E., 2000) al cual le

aportaría este nodo articulador constitutivo de un mercado popular. Asimismo este mercado

potenciaría en la comunidad el valor del cooperativismo, del quehacer efectivo de la

economía popular, al ser valorado por la comunidad por sus efectos convenientemente reales

y concretos.

Pero también el desafío de realización del mismo es muy grande. Hoy estamos entre

gestiones, visiones-proyectos y la posibilidad real del inicio de algunos de estos “embriones

de organización” concretos. Gestiones como:

• La cooperativa de Trabajadores en Lucha donde puedan ir los referentes territoriales de

Centros Comunitarios para ver de los 1300 productos los que serían posibles de

consignación y a la vez de posibilidad concreta de consumo en los barrios.

• La convocatoria a la participación de distintos Centros Comunitarios y grupos

autogestivos. Se puede realizar un taller sobre cooperativismo y economía solidaria

popular con coordinadores de esos Centros y miembros de esos grupos.

• Y además, ante este gran desafío su capital de inversión no puede ser solamente la

solidaridad, es necesaria la gestión con el Estado en sus distintos niveles jurisdiccionales.

Visiones- proyecto como:

• En visión está un proyecto de producción de leche para comercialización solidaria en los

barrios. Dado que en Casilda (ciudad muy cercana a Rosario) está la Facultad de

112

Veterinaria, y produce leche que provee a esa localidad; podría pensarse un

emprendimiento mayor de producción de leche por parte de la Universidad (la cual de por

si no tiene fines de lucro o no debería). Esto posibilitaría un emprendimiento muy

importante de la Universidad en su función social. Se podría crear no solo un espacio de

producción láctea mucho más grande, sino también un espacio de investigación y de

formación (tecnicaturas; asesoramiento a otras regiones, etc.). Esto podría producirse

escalonadamente con una inversión dada por el excedente de las retenciones a la

exportación láctea; que el gobierno nacional dijo que se usará para aumentar la

producción láctea. Y la facultad obtendría también inversión educativa (cargos docentes,

etc.) desde el Ministerio de Educación, que tiene un aumento de su presupuesto muy

importante y creciente escalonadamente justamente para este tipo de fines sociales. En

fin, producción, investigación y formación en lácteos con un claro fin social; sin fines de

lucro y con servicio a la población más excluida en situación de indigencia. Esto sería

posible a partir de la gestión del mismo al Consejo Nacional de Políticas Sociales, el cual

comprende varios Ministerios de la Nación.

• Convocar la participación de diversos Centros Comunitarios y de grupos autogestivos

barriales. Aquí en Rosario se dio una experiencia de unificar las compras de 5 comedores

y resultó no solo mejorar la calidad de la comida sino también que en 2 meses les había

dejado como excedente el valor de un mes. Imaginemos un aumento creciente del número

de comedores que se sumen!!!. Este emprendimiento posibilitaría la potenciación del

mercado comunitario no solo por la reinversión de los excedentes en este mismo, sino

también la posibilidad de conseguir productos para vender a mejores precios.

• Conectar bocas de expendio para el consumo comunitario de productos de empresas

recuperadas, y de micro-emprendimientos. Por ejemplo gestionar con la recientemente

113

recuperada empresa “La Cabaña” como cooperativa de trabajadores que producen crema

de leche y mantecas.

114

Fragmentarios Aportes Analíticos

“Acuerdo hacían de buscar los acuerdos buenos con otros hombres y mujeres, con otras

lenguas y otros pensamientos (…) Y en eso estaban, o sea que pensándose, o sea que

sabiéndose, o sea que hablándose, o sea que aprendiéndose, o sea que estándose (…) Y

supieron que eso era lo bueno, ser puente para que vayan y vengan los mundos buenos, los

nuevos que nos hacemos (…) Gracias hermanos, bienvenido el arco iris, bienvenido el paso

que lo va y lo viene, bienvenida siempre la palabra que camina, la de ustedes, la nuestra, la

de todos que somos nosotros”.

Subcomandante Marcos (EZLN)

“debemos seguir buscándonos, encontrándonos y creciéndonos (…) los cargos no significan

suma de poder y protagonismo, sino servicio al colectivo y mandar obedeciendo (…) somos

el arco iris del pensamiento que demuestra que en el mundo que queremos caben todos, sin

necesidad de destruir al otro o dominarlo (…) Ser puente para que vayan y vengan la

palabra y la esperanza (…) encontrarnos para ver nuestros problemas comunes y ver la

forma de resolverlo juntos. Se trata de construir un espacio de encuentro y no destruir las

organizaciones que ya existen y trabajan por el bien de los pueblos (…) Obedecer y no

mandar (…) Proponer las tareas, los trabajos, los acuerdos y que sean la razón y el

sentimiento los que acepten y acaten (…) Informar de los acuerdos y convencer de la

necesidad de unir nuestros pensamientos y nuestras luchas para que todos los pensamientos

y todas las luchas puedan existir y seguir, para que puedan vivir”

Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)

“Juntos, esos sujetos que reconocen y fomentan la autonomía del otro, pueden crecer

haciendo de la autonomía de cada cual, el fin y el medio de la lucha social”

Raúl Zibechi

115

“La lucha contra el capital es al mismo tiempo la construcción de un mundo alternativo (…)

En este proceso, el desarrollo de redes alternativas de producción y consumo asentados en

un concepto diferente de trabajo es de crucial importancia. Este es un rasgo central de la

lucha de los piqueteros. Esto es zapatismo urbano”

John Holloway

En la singularidad de esta población en situación de indigencia y extrema vulnerabilidad, nos

convoca y nos implica en tanto analizador, el desgarrante hecho social de la mortalidad

infantil evitable, para poder abrir el análisis de la mismísima cuestión social, que parta de los

hechos superando el inmediatismo, posibilitando contribuir analítica y críticamente desde la

interpretación y la abstracción, y que torne el hecho social en concreto, en tanto pleno de

determinaciones.

Nos encontramos con una situación de naturalización en el propio imaginario social: el

descreimiento (por sus fallidos desesperanzadores producidos por la lucha y el intento de

construcción ante el uso de ellos por parte de dos centros comunitarios de distintas

organizaciones sociales); la deshumanización (viviendo de la basura de la urbanidad incluida,

o aún peor, teniendo como hábitat un basural); la desintegración (de sus propias

vincularidades y convivencialidades, desahogando entre ellos mismos la violencia de la

exclusión que sufren); la desafiliación (en esa anestesiante naturalización de descontar años

de vida y de la calidad de vida de esos años descontados); la desocialización (en los bebés

que no sobreviven, en los chicos que no estudian, en los jóvenes que solo cirujean o ni eso);

la desubjetivación (en donde las estrategias de sobrevivencia producen la desafectación

deshumanizada donde un caballo es tan o más importante que un hijo); la deshonra (en la

estigmatización sádicamente culpabilizante que le imponen los incluidos u otros excluidos

más incluidos que ellos); la desterritorialización (en la desciudadanización de ilegalidad en

116

tanto usurpadores u ocupas de propiedades privadas); la desesperanza. Es decir que nos

encontramos con una situación social con una multiplicidad de problemas: los grupos

familiares y las relaciones vecinales se encuentran en un estado de resignación (dejadez,

desesperanza) implementando estrategias básicas de sobrevivencia; la comunidad con rasgos

solidarios pero muy fragmentada, muy resignada (desgaste, descreimiento) y desmovilizada;

y una situación socioambiental, ocupacional, sanitaria y habitacional siniestra.

Podríamos considerar estos cambios en la comunidad a partir de las determinaciones del

capitalismo en su fase cínica y perversa neoliberal produciendo un genocidio social desde la

exclusión y formas espantosas relacionales sociales en la intemperie de la sobrevivencia

básica.

Encontramos a esta comunidad, en el momento de nuestra inserción, en su propia

temporalidad procesual histórica, determinada en lo que Castel llama una zona de

desafiliación. Esta zona demarcada en tanto ausencia de trabajo (productividad) y aislamiento

relacional (de las redes de contención y protección personal, institucional y comunitaria). En

realidad lo que nos interesa remarcar es las propias lógicas exclusivas intrínsecas al

capitalismo, que atraviesan desde las mismas institucionalidades y desde las mismas políticas

sociales. Lógicas y mecanismos de exclusión de tipo material que producen y reproducen la

pobreza. Pero también operaciones en la propia culturalidad que producen y generan

diferencias sociales plasmadas en sistemas discursivos, representaciones sociales y

cosmovisiones del mundo. Nos referimos a que estos hechos sociales (en el orden de la

singularidad fenoménica), se hallan determinados por demarcaciones implicadas en el propio

sistema social capitalista (en el orden de una abstracción “universal”). Nos referimos a esas

leyes propias del sistema social que determinan por ejemplo que esta población sufra las

consecuencias inhumanas descriptas en el cómo viven, a consecuencia que no tienen de qué

vivir, ni dónde vivir. He allí el Sistema con sus leyes del Mercado, las del Capital, que

117

determina que no solo sean mano de obra disponible para el capital, sino que también queden

imposibilitados a la intemperie del sistema si el capital no los necesita o los necesita para eso

(desocupación). La descalificación, las discapacidades que imposibilitan de qué vivir a vastos

sectores poblacionales, son determinadas por la propia lógica del Mercado en sus intereses

capitales. O también el dónde vivir, determinado por las mismas férreas leyes de la Propiedad

Privada (en este caso en la particularidad de la posesión de las tierras). Privado que se define

no solo por quién posee, sino fundamentalmente por todos los privados de poseer. Esto por

ejemplo imposibilita ser legalmente una comunidad, sino que son “un asentamiento irregular”

(en tanto ilegal). Pero sabemos que humanamente son una comunidad en tanto relacional,

convivencial, cotidiana. Una comunidad con derechos, pero muchos de ellos privados por el

valor de otros derechos, justamente los “derechos de propiedad privada”. Una paradoja de

consecuencias indignantes, los derechos de propiedad privada privan de derechos elementales

y posibilidades de construcción y proyección de alternativas a tantos otros. Conforman desde

sus cotidianeidades convivenciales y relacionales una comunidad que marca el territorio, pero

sus posibilidades cívicas y de desarrollo quedan limitadas por su propia situación de

desterritorialización. En fin, son impropios ilegales avasallando la ley de propiedad privada,

son conciudadanos indignantemente privados por lo privado de una ley. Vale aquí la ironía de

José Carlos Escudero (2005) acerca de la ingenuidad de los pobres que siempre eligen para

vivir tierras o zonas inundables, contaminadas, etc., en fin, más riesgosas e inseguras. En fin,

una población que no tiene derecho u posibilidad de tener su hogar (la tierra); ni tiene

derecho a poder trabajar, en el sentido siquiera de ser mano de obra para el capital; y hasta

nos encontramos frente a la perversión y el cinismo del Capitalismo en su fase neoliberal, de

que coman de la basura de los incluidos y vivan en un verdadero basural, y hasta que muchos

de sus niños mueran de hambre (justo en estas tierras que producen comida para más de

treinta veces la población existente).

118

Hablamos de un sistema social, el del Capital, que produce y reproduce sus determinaciones a

partir de una multiplicidad de atravesamientos (lógicas, condicionantes, mediaciones) en los

diversos niveles relacionales sociales. Determinaciones implicadas tanto en la materialidad

como en la culturalidad del propio entramado social. Determinaciones que pretenden (y

hegemónicamente logran) arbitrar y demarcar cada “particular” en la diversidad del campo de

mediaciones. Campo de mediaciones que implica la conformación de determinadas

relaciones sociales de poder; de institucionalidades asistenciales, de servicios y represivas

que determinan las políticas sociales (en dónde lo económico es una más, y si se la pretende

central es a partir de la determinación de la complejidad social desde el interés del Mercado

del Capital); del campo de lo jurídico en tanto arbitrio impuesto (más que consensuado) que

produce y reproduce determinado ordenamiento social. Es en este particular que encontramos

las propias lógicas de exclusión en el propio entramado social e institucional. Encontramos la

naturalización de la pobreza hasta en su indignante vivencialidad. Naturalización implica

aquí, para nosotros, inexistencia de análisis y de crítica. Naturalización que consiente

justificación absurda (desculpabilizadora de la conciencia de los propios incluidos, entre ellos

los incluidos en servicio) e indiferencia (de los mismos hechos sociales y todo lo concreto

que en ellos implican).

Nuestra experiencia se implica territorialmente. Territorial en tanto situacional, y refiere a un

campo social concreto de acción. Entendemos por territorio una espacialidad social compleja,

conformada por la comunidad en su propio campo relacional cotidiano (vinculares,

afectivas, productivas, proyectivas, etc.) y sus desarrollos comunitarios; por sus

organizaciones sociales, en tanto capacidades organizativas desde la mayor o menor

participación autogestiva, la mayor o menor representatividad de sus propias necesidades

(intereses, deseos y poderes); y por las institucionalidades, en tanto una diversidad de

atravesamientos socio-institucionales que producen mayores o menores separaciones

119

instituidas en el cuerpo social y constitutivas de las sociedades centralistas que conocemos en

la actualidad y que funcionan sobre la delegación de poder (produciendo alienación en tanto

producto de la autonomización de las instituciones con respecto a la sociedad misma), o

también donde las totalizaciones parciales se instituyen en el lugar mismo de las prácticas

sociales y por los actores mismos (donde la institución representa en un sector particular de la

práctica social el sentido del sistema social en su conjunto). De esta manera, podemos

profundizar el sentido mismo de la cuestión social en el territorio, y evitar caer en

concepciones neutras que utilizan esta noción, terminología puesta de moda por la

concepción de globalización por parte de las lógicas neoliberales del Capital con sus

estrategias de descentralización (léase desterritorialización-globalización concentrada de las

riquezas, territorialización-descentralización de los problemas sociales emergentes,

intervenciones territoriales-focalizadas sobre emergentes conflictivos).

En el territorio visibilizamos:

• Los referentes comunitarios, personas que responden a la desesperación de las

urgencias de las necesidades y de las fragmentaciones sociales con acciones y

construcciones solidarias (son los voluntarios de toda una red de contención y de

servicios, y en realidad no cobran, y de esa red son los que más necesidades tienen). Estos

referentes representan en sus espacialidades y afectaciones cotidianas y en sus propios

cuerpos la posibilidad de expresión de las potencialidades implícitas de la comunidad

misma. Además, ya son entrenados y efectivos articuladores de políticas. Sus debilidades

están en las limitaciones que tienen y que sé autoimponen: en abarcar un territorio chico

dentro de la extensión del territorio de la villa (desde la lógica del prejuicio de vecindad y

convivencia como límite a proyectos comunitarios territoriales); en las limitaciones de

visiones de extensión de proyecciones de organización comunitaria; y en las inhibiciones

personales, culturales y políticas en tanto actores, que limitan su integración y

120

apropiación de las institucionalidades de la zona (cuando todas estas últimas se justifican

explícitamente en que son para la gente). Pero también tienen limitaciones objetivas por

parte de las mismas institucionalidades y/o políticas sociales que no significan realmente

sus propias potencialidades, ya sea ignorándolas, cooptándolas, neutralizándolas y/o

reprimiéndolas.

• Y en las propias villas tenemos las organizaciones sociales autogestivas con sus

disposiciones y sus inscripciones propias territoriales. Las mismas que surgieron como

formas de lucha resistencial al propio exterminio de la exclusión del capitalismo con sus

políticas neoliberales. Las mismas que posibilitan organizar la propia participación de

productividades político-solidarias. Si se pretende pensar el desarrollo comunitario como

sujeto activo y creador de sus propios proyectos y visiones, y que pueda ser potenciado

con posibilidad de poderes (económicos, jurídicos, etc.), estas organizaciones, con sus

intensidades de compromiso político, son esenciales. Potencialidades políticas de

organización comunitaria, potencias que carecen las institucionalidades, y que si se

pretende articular y construir desde abajo son medulares. Sus limitaciones están en sus

propios celos de hacerse propias las institucionalidades, de construir Estados desde la

participación. Debido a que esos sectores sociales han sido marginados y “basureados”

históricamente (política, social, judicial, económica, represiva, educativa y

sanitariamente, etc.) tienen ese recelo con las institucionalidades diversas, esa “piel” con

los “hacedores” por ellos. Esto muchas veces dificulta la apropiación por parte de ellos de

diversas espacialidades e institucionalidades, dificultando superar desde la participación

ese contorno, de precisiones imprecisas pero reales, de marginación social y sus

indignantes marginalidades adyacentes. En fin, organizaciones sociales autónomas que

potencian una repolitización de lo publico, revirtiendo las tendencias a la

tecnoburocratización.

121

• Las diversas institucionalidades. Institucionalidades asistenciales y educativas como la

escuela, el centro de salud, los diversos programas sociales, etc. Institucionalidades de

servicios en relación al agua, al zanjeo o cloacas, a la basura, al riesgo del hábitat, a la

electricidad y el gas, etc. Institucionalidades de control y/o represivas como la cooptación

clientelar y la policía. Institucionalidades con mayor o menor autonomización con

respecto a las realidades y a la participación de la comunidad, es decir, esa abstracción

donde la gente está para las instituciones o su contrario donde las instituciones están para

la gente. Abstracción en determinación y/o tensión con los propios actores institucionales,

con los objetivos explícitos institucionales y con la implicación propia de la participación

comunitaria. Por ejemplo la capacidad de servicios que poseen ciertas institucionalidades

que se inutilizan, ya sea desde cierto posicionamiento jurídico por parte de los actores

institucionales justificados en que los asentamientos son ilegales (qué es lo que prima? La

ley de propiedad privada o la de abandono de persona?), ya sea por decisión jerárquica

incuestionable del intendente de que no hay presupuesto (es decir, hay presupuesto, pero

no para eso), etc.

• Y el Capital y su Mercado, con sus lógicas privadas (de sentido privativo) y

justificaciones en sí mismo. Sabemos que el territorio está determinado por un urbanismo

de mercado, donde el sector privado planifica subordinando a la política y a la ciudad a

intereses particulares, con un fuerte impacto en la trama social y productiva. Es desde el

exterminio social que implica la exclusión que produce el mismo Mercado del Capital

con sus determinaciones de las condiciones y formas de consumo, de trabajo, de vida, de

pensamiento, de afectación, etc. Y sí, implica la lógica de un poder determinante donde

los mercados privados determinan, los políticos administran y las organizaciones

contienen.

122

Nuestra estrategia de trabajo consiste en implicarnos con, desde, para y en la comunidad en

sus propias cotidianeidades. Y allí contribuir técnica y humanamente al despliegue de la

propia potencia comunitaria en sus desarrollos constructivos y sus búsquedas de sentidos.

Quisiéramos que se entienda la importancia de tener una estrategia de trabajo (piénsese que

implica una intervención), en tanto que sin ella la alternativa es la improvisación o la

resignación. Pero “nuestra” estrategia es con la única pretensión de generar estrategias

participativas comunitarias donde “su diseño no puede ser un ejercicio académico, ni siquiera

técnico-político, sino que debe resultar de un proceso de construcción de objetivos,

movilización de recursos y capacidades y constitución de sujetos colectivos” (Coraggio,

2002). Y en la construcción de esta estrategia es fundamental comprender el territorio no

como un dato geográfico, sino como un campo surcado por estrategias de construcción

política y social, así como ideológicas y culturales. Esto implica para nosotros la decisión

política de construcción de proceso, en tanto construcción de algo colectivo, sin ninguna duda

construcción de sujeto. Implica al territorio como espacio de eficacia de una construcción

colectiva, donde promoción social es aumentar el valor público de la acción. Y desde esta

construcción comunitaria nos metemos con las institucionalidades. Porque se trata de

producir la mirada del territorio en las institucionalidades para que éstas puedan hacer con los

otros y no por los otros. Y sí, desde el territorio en tanto construcción comunitaria, la

verdadera política es meterse en las instituciones, es cambiar las instituciones.

Fundamentalmente hoy, para quienes nos implicamos en una lucha contra-institucional contra

el Capital, desde la comunidad la integralidad es un modelo de contracultura. Y esto implica

la recuperación resignificada y recreada de las propias comunidades en tanto espacialidades y

temporalidades de la vida cotidiana. “Redescubrimiento de habilidades, reestablecimiento de

vínculos sociales, redefinición de las propias identidades frente a las representaciones en

torno a ellas” (Molina-Velázquez, 2006, p. 92), reconstrucción de los espacios públicos

123

sociales, resignificación de las tramas institucionales, reinvención y recreación de las formas

sociales.

Al respecto decíamos anteriormente (La Mochila) y es fundamental remarcarlo que

pretendemos constituir el dispositivo de intervención desde la propia trinchera social, y

permitir aportar a ampliar los márgenes de visibilidad y de operatividad desde la misma

construcción participativa comunitaria. E implicarnos desde la afectación misma, desde las

relaciones de confianza constituidas por la vecindad, el parentesco y la amistad. Y también

decíamos que nuestra estrategia de intervención responde a una sistematización operativa de

trabajo que es pensada fundamentalmente en praxis y en proceso (Pichón Rivière, 1985). Esto

significa que los proyectos surgen del proceso participativo mismo y desde la organización

comunitaria concreta. Nuestra contribución desde nuestro oficio y desde nuestra condición

propia de incluidos es:

• De abajo para arriba: es decir desde las villas y sus realidades pretendemos contribuir

técnicamente a una construcción desde, para y con ellos mismos.

• De menor a mayor: es decir que responde a un modelo rizomático de productividad

(apenas si sabemos donde empieza, y no sabemos por donde sigue y mucho menos donde

termina).

• Y de afuera hacia adentro: es decir que a partir de cada construcción participativa de

organización comunitaria en relación con una tarea emergente, propender a integrar

(gestionar, luchar, construir el poder) las institucionalidades y las políticas sociales para la

potenciación de la tarea y la apropiación de ellas por parte de las subjetividades mismas.

Esto significa que una propuesta o una línea de acción, es decir un proyecto, no lo llevamos

con nosotros, ni lo diseñamos a-priori, sino que surge de la propia participación comunitaria

en la cual contribuimos, y es desde donde somos trasladados a las jurisdicciones y

organizaciones (políticas sociales e institucionalidades) para aprovechar potenciando sus

124

capacidades y/o utilidades en, desde, con y para la comunidad misma. En fin, las propuestas y

líneas de acción, es decir los proyectos, se desarrollan, profundizan y potencian en la propia

organización comunitaria; y la articulación ínter jurisdiccional e ínter organizacional se

establece a partir de los proyectos mismos.

Profundicemos esto de fundamental importancia en nuestro aporte estratégico de trabajo.

De afuera hacia adentro en tanto descentralización frente a la centralización de las lógicas

institucionales desde los sentidos determinados por el Capital; en tanto integrabilidad que

ruptura esos bordes y márgenes determinados en las propias lógicas exclusivas del Mercado y

sus disponibilidades e institucionalidades. Esto se puede ver por ejemplo en la propia

construcción participativo-comunitaria y su surgimiento de tareas, objetivos y proyectos que

tensionan e implican a las institucionalidades, tanto en sus objetivos explícitos que resultan

en mayor o menor medida ficticios, como hacia las propias contradicciones implícitas de los

actores institucionales. Y se puede ver también en la propia descentralización en la

comunidad misma: nuestra experiencia fue no quedar en las centralizaciones comunitarias

por más autogestivas y representativas que sean (ej. Centros Comunitarios), y trabajar en el

propio paisaje cotidiano de los que peor están en las propias villas; promover y construir

desde esos propios y pequeños “bolsones poblacionales” más pauperizados y excluidos en las

propias villas (ej. Los Hornitos en Santa Clara). Ejemplo de esto es los adultos mayores que

vienen los fines de semana a este barrio; en los de Santa Clara y Las Palmeras que participan

en la cooperativa de ladrillos; en los más de 130 niñ@s que vinieron de todos los barrios de la

zona el día del niñ@; en los niñ@s que vienen los sábados que hay guisos comunitarios con

actividades culturales (teatro, música, magos, titiriteros, murgas, etc.); en el vecino del otro

margen que ayudo a vacunar a los animales; en todos los actores institucionales (hasta

jerárquicos importantes del Distrito) que visitan y aportan más o menos; en la TV Cubana

que filmo Los Hornitos para el documental de los 80 años del Che; etc., etc.

125

De menor a mayor en el sentido de ir subjetivizando las ideas que devienen tareas, que

devienen objetivos, que devienen proyectos, y que se van enredando y van implicando a

muchos otr@s, a las institucionalidades y a las políticas sociales, desde los propios intereses,

poderes y deseos de las personas de la comunidad misma: Como por ejemplo ideas que

devienen en distintos concretos: hacer ladrillos; el espacio y/o lugar de l@s chic@s; juntar la

basura en un solo lugar lejos de las casas; mejorar el cableado e iluminar; hacer casas de

material; festejar los cumpleaños; alcoholizarse solo los fines de semana devenidos festivos;

llevar l@s chic@s a la escuela; etc., etc.

Vemos entonces que (Molina y Velásquez, 2006):

“de esta manera, los grupos, vínculos y organizaciones son reclamados e instituidos como

referentes, como espacios alternativos a una cotidianidad frustrante o en crisis. Se los

convoca como ámbito de elaboración de ansiedades, de preservación del yo, de la identidad,

del pensamiento, de la capacidad de un hacer desalienante y creativo. En los espacios

grupales, ‘espacios vinculares’, se da la posibilidad de gestar un hacer con que intente superar

la fragmentación que hoy caracteriza la vida social y a partir de esta articulación de

necesidades, recorriendo contradicciones y desencuentros, trabajando la dialéctica unidad-

diversidad, acercarse al diseño de un proyecto futuro que parta de la realidad de esa crisis

múltiple y profunda, se transite hacia una posible resolución” (p. 99-100).

En nuestra experiencia podemos ver la incipiente red comunitaria, establecida vincularmente

en su propia historia convivencial (familia nuclear, familia extensa y comunitaria), y

potencialmente productiva y proyectiva a partir de nuevos niveles de organización que se

pretenden en consistencia. En el juego de metáforas situacionales pueden verse la propia

configuración vincular que está operando en una pretensión de consistencia inclusiva. Y se

implica desde la afectación misma, desde las relaciones de confianza constituidas por la

vecindad, el parentesco y la amistad.

126

Vemos entonces esta red social que en palabras de Elina Dabas implica (citado en Labriola y

Núñez, 2006):

“un proceso de construcción permanente, tanto individual como colectivo. Es un sistema

abierto, multicéntrico, que a través de un intercambio dinámico entre los integrantes de un

colectivo (familia, equipo de trabajo, barrio, organización tal como la escuela, el hospital, el

centro comunitario, entre otros) y con integrantes de otros colectivos, posibilita la

potencialización de los recursos que poseen y la creación de alternativas novedosas para la

resolución de problemas o la satisfacción de necesidades. Cada miembro del colectivo se

enriquece a través de las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla,

optimizando los aprendizajes al ser estos socialmente compartidos” (p. 40-41).

Un proceso de reconstrucción de la red comunitaria, en donde si los nodos son puntos de

intersección de dos ondas en movimiento vibratorio, aquí los nodos son los múltiples

entrecruzamientos vinculares en la cotidianeidad misma. Multiplicidad de nodos productivos

(identitarios, económicos, estéticos, políticos, afectivos, lúdicos, etc.) que emergen de la

propia cotidianeidad relacional vincular comunitaria. Nodos productivos, pero también

integrativos en tanto recuperación del sentido mismo de las propias subjetividades, y en tanto

contra política a las lógicas vinculares fragmentarias propias del Capital y sus mecanismos

alienantes de exclusión. La integración inclusiva, la integración que produce la vincularidad

solidaria que procesa proyectos. Integración que surge de la sintonía emergente del chirriar de

las heterogeneidades y de las multiplicidades, en directa consonancia con la resignificación

de las propias subjetividades (recuperación del sentido), inscriptas en la misma cotidianeidad.

Más que múltiples nodos multicéntricos, que aún contienen restos de la autonomización de

las institucionalidades y organizacionalidades con respecto a la población, preferimos

mecanismos socio-rizomáticos en tanto acentrados y desjerarquizados (Deleuze y Guattari,

1983); o mejor aún, descentrados hacia la inmanencia misma de la cotidianeidad vincular.

127

Rizomas socio-comunitarios que producen los implicados mismos, en los insterticios

cotidianos mismos, en cada espacialidad territorial y en cada temporalidad adyacente.

Rizomas transversales, en el sentido de abajo para arriba. Una transversalidad donde la

misma población se hace sujeto de su inmanencia (su quehacer, su acto, su praxis), y de su

trascendencia (más allá de sí mismo, su proyecto, su destino) (García, 2001). Pero la

condición de posibilidad de esa transversalidad es recuperando la propia concepción de

Guattari (Guattari, 1976), en donde el proceso lo producen los implicados mismos, lo

efectuan las propias subjetividades implicadas. Y la constitución de estos rizomas

transversales va en oposición a que el grupo sea significado desde otros intereses y deseos,

desde otros poderes, desde otros proyectos que vacían de sí mismo al grupo; en fin, que el

grupo sea captado y/o tomado como objeto desde una otredad que le infiere pérdida de

sentido. Es decir que transversalidad es en oposición a las estructuras generadoras de

jerarquización piramidal y a los modos esterilizadores de los mensajes, rompiendo con la

simple verticalidad y la simple horizontalidad social. Este concepto de transversalidad de

Guattari, muy ligado al de operatividad de Pichón Rivière tomado desde la grupalidad, tan

importante en el quehacer constructivo-participativo, pero puesto aquí en una mayor

extensividad social. Dicho en otras palabras (Molina y Velázquez, 2006):

“el sujeto que se construye a sí mismo, que es capaz de soñar, de desear y de aportarle a

utopías posibles, es el sujeto con imaginario radical, un sujeto experiencial cuyos itinerarios

fractales son construidos en relación y con intencionalidad, relación dada en dos planos: con

los otros y en situación” (p. 105).

Construcción de redes socio-comunitarias transversales. Aquí “la red comunitaria puede

ser expresión de una práctica política de sujetos sociales y no el terreno para la manipulación

política de objetos sociales” (Packman, 1999, p. 301). Para nosotros es importante

comprender que (Molina-Velázquez, 2006):

128

“la participación social se entiende como proceso que permite la realización el desarrollo de

la población incorporando su capacidad creadora, expresando sus necesidades, demandas y

modos de comprender la realidad, proponiendo y defendiendo sus intereses, acordando,

construyendo y luchando por objetivos definidos, involucrando a la comunidad en su propio

desarrollo y organización, y participando en el control compartido de las decisiones; desde la

definición colectiva del sentido y la direccionalidad del desarrollo humano y social, de la

cotidianidad y la estructuración de relaciones, de las instituciones y el mundo de la vida” (p.

51).

Nuestro instrumento es operativo y los mecanismos son rizomáticos, implicados dentro

de lógicas de construcción transversal. Son las estrategias operativas las que van

definiendo una modalidad de acción con la comunidad. Estrategias que, a modo de actuación,

los equipos profesionales pueden adoptar en el trabajo con ese particular espacio vincular en

el que se desarrolla su “encuentro” con la comunidad. Y son las producciones socio-

rizomática en tanto nodos articuladores de vincularidades productivas que permiten que

emerja una multiplicidad de potencialidades latentes; donde apenas se puede saber donde

empieza, pero nunca saber donde termina. “Se trata no solo de simplemente proteger y

protegernos de los riesgos, sino crear las condiciones para enfrentarlos, y la red es uno de los

planos de consistencia que nos permite una construcción en ese sentido” (Saidón, 1999, p.

205). Y asimismo “es en las grietas del fracaso del reformismo heterogestivo y ante el plano

global de su tendencia declinante, que las fuerzas inventivas y vitales de las redes sociales

pueden encontrar los infinitos caminos para su actualización productivo-deseante-

revolucionaria” (Baremblitt, 1999, p. 110).

Este proceso de producción estratégica desde las propias construcciones comunitarias y desde

las creaciones de sujetos colectivos, se encuentra, implica y fundamenta en las mismas

lógicas de los nuevos movimientos sociales. Y al respecto nos implican estos en tanto

129

reconfiguración de nuevas identidades; en tanto “su lucha está dirigida a liberar la

subjetividad de su objetivación a través de la reafirmación basada en el reconocimiento

mutuo de nuestra participación en el flujo colectivo del hacer” (Molina-Velázquez, 2006, p.

34); en tanto construcción de ciudadanía asociada a la comunidad misma, es decir, en tanto

movimiento en construcción comunitaria ciudadana. Es en este sentido que nos implicamos a

estos nuevos movimientos sociales, en este “viraje de largo aliento”, en relación a:

“territorialización, autonomía del estado y los partidos políticos, reafirmación de sus culturas

e identidades , formación de sus propios intelectuales, un nuevo papel de las mujeres,

preocupación por la organización del trabajo y la relación con la naturaleza, rechazo a las

formas de organización piramidal, y nuevas formas de acción más cercana a la toma y a la

ocupación de espacios que a la huelga” (Garcés, 2003).

Y esto porque

“una de las principales disputas de significados con el neoliberalismo se produce justo aquí,

en la capacidad de estos nuevos actores políticos, y también de los actores sociales, de

articular luchas y propuestas democráticas, capaces de democratizar la sociedad por abajo,

desde abajo, generando una nueva forma de articular lo social con lo político” (Garcés,

2003).

Y los significados que disputan al neoliberalismo no consisten “solamente de nuevas formas

de hacer políticas, sino de nuevas formas de relaciones y de organización social”, donde “lo

que se estaría transformando o engendrando es una sociedad, más que una política nueva”

(Garcés, 2003).

Fundamentábamos anteriormente que es en la recuperación de las potencialidades de estos

nuevos movimientos que adquiere sentido nuestra estrategia y nuestra acción. Desde, por y

hacia ellos refieren nuestras prácticas. Es en la potenciación conjugada de sus propias

construcciones que promovemos el desarrollo comunitario.

130

Profundicemos esto que es de crucial importancia para nosotros, a partir de algunos

fragmentos de esa diversidad de organizaciones, comunidades, pueblos, actos,

acontecimientos, devenires, reflexiones intelectuales, imaginarios, conceptualizaciones,

géneros, razas, multitudes, grupúsculos, dispersiones, encuentros, etc., que referencian a estos

nuevos movimientos.

Por ejemplo el 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina. Nos interesa tomar algunas

metáforas de ese “tremendo” acontecimiento, solamente para repensarlas en proyección a la

construcción comunitaria. Al respecto León Rozichtner nos dice (Colectivo Situaciones,

2002):

“pero pareciera que con el 19 y 20 eso que nos mantenía separados se hubiera roto. De

repente, se dio algo diferente: romper la costra, salir afuera, encontrarse con el otro,

reconocerse en el común sufrimiento y poder así activar los poderes del propio cuerpo en la

medida en que empezábamos a sentir que podíamos construir un cuerpo común poderoso.

Porque los encuentros colectivos son, precisamente, momentos en los que la presencia

corporal del otro me da la fuerza necesaria para que yo pueda romper en mi mismo la marca

que me dejo el terror, al mismo tiempo que con la mía ayudo al otro para que lo haga.

Estamos viendo como se hace visible y emerge en la realidad social la expresión de una

ruptura de un proceso inconciente y subterráneo que antes nos limitaba. En ese sentido algo

ha comenzado: reconocer que tenemos el poder de incidir sobre las fuerzas inexpugnables.

Por primera vez hubo un corte que transforma la subjetividad sometida y comienza a

reconocer su propio poder cuando está inserto en un colectivo unificado por los mismos

objetivos. Lo que emergió fue la posibilidad de vencer ese terror subjetivo y, por lo tanto,

recrear la posibilidad de un poder social renovado” (p. 39-40).

131

Mucho de esto sucede sin guardar ninguna distancia, cuando la construcción comunitaria se

hecha a andar desde la participación. O también continuando la metáfora del 19 y 20 en

palabras de Horacio Gonzáles (Colectivo Situaciones, 2002):

“no se trataba de lo contrario al saqueo, sino de su colocacion en otro espacio de la ciudad

pero tornado en polis, es decir en promesa colectiva de democracia en acto (…) en ese

sentido, me parece que lo que hoy es, es lo que aun esta por decirse de lo que hicimos. Me da

la impresión de que apelando esta idea de la práctica colectiva, no imaginamos que la

movilización iba a desembocar necesariamente allí” (p. 48-50).

Y si, apenas si se sabe donde empieza pero no se sabe donde termina. En palabras del

Colectivo Situaciones (2002):

“las energías del movimiento son, a su manera, constituyentes. Sus efectos no serán

pasajeros. Contra todos los intentos de limitar, canalizar o institucionalizarlo, sus efectos

productivos ya están desencadenados, y sus formas de reelaboración se podrán desplegar a

nivel situacional” (p. 55).

O también por ejemplo uno de los pilares centrales de los nuevos movimientos como lo son

los movimientos de derechos humanos, y entre ellos su corazón más latente: las Madres de

Plaza de Mayo. Al respecto Hebe de Bonafini nos dice (Zibechi, 2003):

“Lo que más nos atrajo a todas era esa comunidad, esa comunión entre los seres humanos que

nos pasaban las mismas cosas y que nos sentíamos que participábamos. Que no era lo mismo

que ir a un lugar donde te atendieran de a una, porque era como ir a una oficina” (p. 39).

Nuevamente metáforas en relación a la construcción participativa comunitaria, que aquí nos

refiere a esa posibilidad de encuentro desde la cotidianeidad, y que potencia ese devenir en

nuevas luchas contra las institucionalidades de oficina que individualizan abstrayéndolas de

las propias cotidianeidades (en este caso frente al terror institucional a partir de las propias

132

cotidianeidades que producen crecimiento y creación desde el dolor). Continuamos esta

metáfora con Madres en palabras de Raúl Zibechi (2003):

“madres es un grupo-comunidad. En la comunidad, las personas no son medios, son fines

(…) el papel decisivo que juega lo afectivo, como rasgo constitutivo del colectivo, les

permite ir mas allá del instrumental y no separar lo personal de lo político (…) por otro lado,

Madres es un grupo cuyos vínculos tienen las mismas características que las relaciones de

parentesco, de vecindad o de amistad, los tres tipos de relaciones vinculadas con la

comunidad. Esa es la clave de la comunidad, lo que la lleva a buscar y trabajar el consenso

interno (…) pero consenso no significa, en absoluto, conciliación. Es otra cosa, es la común

visión, el común interés asentado en relaciones fuertes y por lo tanto afectivas (…) por eso la

forma de comunicación de Madres es tan diferente de todo lo previo: no comunicación desde

la ideología sino desde el sentimiento. Con los años, los sentimientos demostraron una

coherencia y fidelidad a la vida, como no pueden tenerlo ni las ideologías ni la racionalidad

instrumental (…) el “estilo Madres” es muy similar, sino idéntico, al de un grupo de mujeres

de los barrios populares cuando se juntan a tomar mates (…) las madres no se comportan con

la formalidad que acompañan las reuniones políticas sino como lo hacen en sus vidas

cotidianas, en las reuniones de mujeres de los barrios, en los cumpleaños, las fiestas, las

bodas, los asados (…) las mujeres (Madres) en su vida cotidiana, y en sus relaciones

cotidianas, practican unos estilos y elaboran un discurso que luego llevan a la escena publica

de forma “natural”. Con ello quiero sugerir que la autonomía “política” no es una

construcción abstracta o ideológica sino la expresión de una autonomía que existe ya, en

germen, en la vida cotidiana de los mismos (…) porque todo lo que hace un grupo-

comunidad tiene sentido si lo fortalece como tal, si implica un crecimiento, si lo consolida. El

fin es el mismo grupo, la gente que lo compone. Puede argumentarse que los grupos

comunidad, que lógicamente trabajan en gran medida hacia adentro, con tiempos interiores y

133

objetivos interiores, no pueden cambiar el mundo. Pero la vida dice otra cosa: las

comunidades indias, las comunidades de base y todos los grupos que sin definirse como tales

son comunidades de hecho, son los verdaderos protagonistas de los cambios” (p. 39.41).

Por estas metáforas a partir de Madres es que implicamos la construcción comunitaria en su

crecimiento interior en el sentido de autoorganización autogestiva por ellos mismos y no por

imposiciones exteriores; en la demarcación del espacio territorial donde por ejemplo “Madres

creo un territorio”; en la ocupación del espacio publico desde la propia significaciones y no

otras; y en la autoafirmación en el sentido de recuperación, reconstrucción y creación de

nuevas identidades.

O por ejemplo, también nos conjuga de manera directa en esta esencia participativo-

constructiva comunitaria, la pluralidad diversa del movimiento piquetero. Ellos operaron “a

través del traslado de la oscura realidad barrial a una geografía pública”; que producen un

espacio autogestionario de producción colectiva con “la creación de espacios territoriales

autónomos o públicos no estatales”, creando y experimentando nuevas formas relacionales en

lo social inscriptas en la propia cotidianeidad convivencial comunitaria. Porque “sus

dirigentes y referentes máximos tienen un compromiso vital muy fuerte con las comunidades

donde se desarrollan las luchas y experiencias autónomas, donde habitan y comparten con la

comunidad las condiciones de existencia” (Ouviña, 2004). Nos referimos a las

productividades político-solidarias del movimiento piquetero en sus desarrollos y

construcciones comunitarias. Pero no reducimos ni restringimos esta potencia solamente a los

distintos movimientos piqueteros, sino a cualquier organización autogestiva social inserta y

desplegada en la comunidad misma. Este movimiento de movimientos que en el decir de una

docente de Tartagal: “no tenían lugar en el mundo. Ahora la ruta es su lugar en el mundo”

(Svampa-Pereyra, 2004, p. 103). O también en palabras de los MTD (Movimiento de

134

Trabajadores Desocupados) de Lanús, Almirante Brown y Quilmes (Pacheco del MTD

Almirante Brown, 2004):

“resolvimos no permitir ninguna injerencia institucional en nuestras decisiones que enturbiara

la plena autonomía respecto a los partidos políticos del sistema y los funcionarios del Estado,

que como Organización Popular buscamos expresar (…) no es solo la extrema necesidad lo

que hace que el pueblo salga a las rutas. Es imprescindible también que haya capacidad de

organizar la bronca, romper el miedo, y esto se hace a partir de una práctica militante

concreta y cotidiana, que desde las pequeñas cosas vaya demostrando que la realidad puede

transformarse, las cosas pueden hacerse de otra manera, el enemigo no es invencible, y el

pueblo si se une, se organiza y lucha, puede” (p. 33-34).

Pero también un desarrollo organizativo de construcción comunitaria que en palabras del

MTD Solano (MTD Solano y Colectivo Situaciones, 2002):

“esos son los desafíos: redoblar los ámbitos de educación popular, el trabajo territorial, la

unidad con los vecinos mas allá del movimiento. En eso seguimos el camino que han hecho

los compañeros de Mosconi de reconstruir el tejido de la comunidad, en función del bien

común, el medio ambiente, la salud, los pibes, y otros problemas que todavía en los barrios

están sin resolverse” (p. 119-120).

Zibechi (2005) lo plantea como un movimiento de movimientos en el sentido de la

articulación de diversos movimientos que estaban sucediendo a niveles locales. Diversidad de

movimientos que en cada singularidad “trabaja desde una perspectiva situacional que le

permite sustraerse de los tiempos y las exigencias de una visión generalizante y se hace fuerte

en una soberanía experiencial concreta” (MTD Solano y Colectivo Situaciones, 2002, p.

199)7.

7 Al respecto se puede profundizar en la página web http://www.situaciones.org

135

Movimiento de movimientos que se podría extender al MST (Movimiento de los Sin

Tierra) en Brasil8, quienes promueven (Zibechi, 2005):

“la emergencia de un nuevo liderazgo que no esta divorciado de la vida cotidiana de sus

bases, donde la burocracia casi no existe (…) no están atrapados en las redes institucionales,

son autónomos de los partidos y los sindicatos pero también de los intelectuales y las

universidades (…) sustituyen la falta de recursos materiales con la mística, habilitando el

surgimiento de una nueva subjetividad que pone en primer término los vínculos fraternos y

solidarios por encima de los instrumentales (…) se trata de un movimiento integral, que

abarca todas las facetas de la vida (…) tanto los campamentos como los asentamientos son

espacios de socialización, territorios donde se invierten los códigos dominantes, espacios en

los que se ejerce un contrapoder; se trabaja no solo para apropiarse de los medios de

producción sino también para producir una nueva subjetividad, nuevos vínculos humanos y

una reapropiación individual y colectiva de la producción de subjetividad” (p. 80-81).

Pero también se podría extender al Zapatismo (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional,

EZLN) en Chiapas9, donde autonomía implica: autoafirmación, autodefinición,

autodelimitación, autoorganización y autogestión. Los Zapatistas plantean que al defender la

autonomía “defenderemos la de todos los barrios, todos los pueblos, todos los grupos que

tienen también, como nosotros, la libertad de decidir su propio destino” (Zibechi, 2005, p.

110). Aquí autonomía abarca todos los aspectos de la vida y esta implicada

fundamentalmente en la vida cotidiana. Los Zapatistas nos enseñan que: “somos una

asamblea cuando estamos juntos y una red cuando estamos separados” (Zibechi, 2005, p.

104); “la red comunica espacios y se convierte de hecho en un macroespacio (un arcoiris) que

nunca se termina de tejer” (Zibechi, 2005, p. 105); “el orden no se impone, se encuentra, se

descubre, se teje” (Zibechi, 2005, p. 105); “y el poder es útil si tiene el diseño repartido y

8 Al respecto se puede profundizar en la página web http://www.mst.org.br 9 Al respecto se puede profundizar en la página web http://www.enlacezapatista.ezln.org.mx o también en

http://www.palabra.ezln.org.mx

136

articulado como un tejido” (Zibechi, 2005, p. 105); “red intercontinental de resistencia no es

una estructura organizativa, no tiene centro rector ni decisorio, no tiene mando central ni

jerarquía. La red somos todos los que resistimos” (Zibechi, 2005, p. 106). Y aquí ya nos

conjugamos desde nuestra concepción de redes en tanto rizomas transversales que podría

emparentarse con la propuesta de redes difusas que conceptúa el Colectivo Situaciones

(2002) a partir de las enseñanzas Zapatistas.

Podríamos también extendernos aquí en Argentina en las decenas de miles de productores

agropecuarios familiares y de pueblos originarios enredándose más o menos en el

Movimiento Nacional Campesino. En las mas de 220 empresas recuperadas en el país

enredándose más o menos en el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. En la

diversidad de radios comunitarias enredándose más o menos en el Foro Argentino de Radios

Comunitarias. En las decenas, centenares y/o miles de viviendas que realizan diversas

cooperativas autogestivas, organizaciones autogestivas y piqueteras, la asociación de madres

de plaza de mayo con sus “sueños compartidos (quienes ya empiezan a edificar aquí en

Rosario en el barrio Toba), etc. En las asociaciones más amplias de cooperativas para poder

sobrevivir y crecer, como por ejemplo en Jujuy la Cooperativa Agropecuaria Artesanal Unión

Quebrada y Valles. En los más de 10.000 productores yerbateros en Misiones que se asocian

cooperativamente para resistir y enfrentar las leyes del Mercado de las grandes empresas del

Capital. En el casi medio centenar de bandas de rock en Rosario que se autogestionan en el

MUR Rocksario para lograr un espacio en que se puedan expresar en la era pos-Cromañon.

En la diversidad de grupos barriales frente a la impunidad judicial y las organizaciones

mafiosas: madres contra el “paco” con el temas de las drogas; madres y/o padres del dolor

por el tema del gatillo fácil; los grupos de mujeres contra la violencia familiar “rasgando los

muros del silencio” como la Casa de las Mujeres en Tucumán. En los miles de cartoneros que

resisten el genocidio y se organizan en cooperativas de reciclados de basura. En los miles de

137

microemprendimientos familiares, grupales y/o comunitarios y sus resistencias constructivas

y sus diversos enredamientos, como el incipiente Centro de Comercio Solidario Mink’a

(“trabajo colectivo” en quechua) aquí en Rosario (apoyado por la “Cooperativa de

Trabajadores en Lucha” de Rosario y por “La Enramada” de Capitán Bermúdez). En la

diversidad de organizaciones, grupúsculos y colectivos culturales y artísticos generando

implicaciones solidarias populares y barriales. Etcétera, etcétera… y caben en estos etcéteras

la inconmensurable multiplicidad y diversidad de sujetos colectivos que producen,

construyen, expresan, se autonomizan, resisten y luchan enredándose en diversos niveles de

complejidad de rizomas transversales.

La riqueza de la enseñanza de los nuevos movimientos desde sus construcciones sociales y

sus creaciones de sujetos colectivos nos implica estratégicamente en el devenir del desarrollo

comunitario. Implican una cuestión de poder. Para que la concepción de poder no produzca

una abstracción enajenada de la realidad y de la cotidianeidad de la gente, es necesario

implicarla en la inmanencia de lo concreto y la trascendencia desde lo concreto mismo.

Poder es ante todo un verbo: podemos y no podemos, se puede y no se puede. Por ejemplo

algunos podemos comer 3 veces al día los 7 dias de la semana, otros no pueden siquiera una

todos los días, y otros pueden darle las carnes vacunas más caras a sus perros. O algunos

tenemos mucha agua corriente para higienizarnos, otros no tiene para beber regularmente, y

otros tienen inmensas piletas privadas. Y así podríamos seguir diversificando múltiples

conjugaciones reales y concretas del poder y no poder. Lo importante es no enajenar el poder

de lo concreto. Foucault lo conceptualiza en relación a las condiciones de posibilidad en que

se genera y a las relaciones de fuerza que resultan y se producen. Para nosotros existe un

sistema social, el del Capital, que trama con determinación en esas condiciones de posibilidad

y en esas relaciones de fuerza las formas establecidas e instituidas del poder. También

Foucault nos aporta con el concepto de intelectual específico en tanto el qué, el cómo, y el

138

para qué y quién de nuestro saber y nuestra implicación en el mismo quehacer, en tanto

análisis de nuestra implicación en la lucha propia a la construcciones de verdades que

disponen (dispositivos) ciertas formas de subjetividades y no otras. Y con el concepto de

verdad Foucault también nos aporta acerca de la diversidad de dispositivos que nos delimitan

y determinan desde las lógicas del capital, imaginarios que nos condicionan y restringen

nuestro pensar en relación a lo que podemos, en auto negación inconciente de todo lo que

podemos en realidad.

Y dentro de estas cuestiones de poder puestas en juego y dentro de las propias lógicas de los

nuevos movimientos sociales, creemos importante reflexionar acerca de las diversas

concepciones de “contrapoder”, lo cual para nosotros significa construcción de poder, o

mejor aun, construcción de nuevas formas sociales en producción colectiva desde los propios

poderes, intereses y deseos de los implicados mismos. Al respecto Tony Negri (Negri,

Holloway y otros, 2001) nos dice que “cuando se habla de contrapoder en general, en

realidad se esta hablando de tres cosas: de resistencia contra el viejo poder, de insurrección y

de potencia constituyente de un nuevo poder” (Negri et al, 2001, p. 83); “la acción del poder

constituyente ensancha (sobre todo en el terreno del poder y en contra del mismo) la

imaginación alternativa: es pensar, todos juntos, el porvenir como potencia de la multitud,

como una nueva forma de producción y reproducción de la vida y de lucha contra la muerte”

(Negri et al, 2001, p. 87). Y para ello, según Negri, “la primera experiencia es aquella de

construir resistencia desde abajo, a partir de radicarse en las realidades sociales y

productivas” (Negri et al, 2001, p. 91). Por ello Negri nos plantea (Negri et al, 2001):

“resistir desde abajo significa ampliar en la resistencia las redes del saber y del accionar

‘comunes´, en contra de la privatización del mando y de la riqueza. Significa romper las

líneas duras de la explotación y de la exclusión. Significa construir lenguajes comunes en los

139

que la alternativa de una vida libre y de la lucha contra la muerte, se muestren ganadores” (p.

91).

Ya no se trata de ganar y/o tomar el poder desde las lógicas centralistas, sino de

construcciones de nuevos poderes desde una lógica de la emancipación. Raúl Zibechi nos

dice al respecto que (Zibechi, 2005):

“parece necesario, para trabajar con la emancipación social, abrir espacios propios fuera del

alcance y de la lógica del mercado, donde construir poderes locales, democráticos y

autónomos. Espacios donde sea posible ensayar nuevas formas de vida” (p. 65); “construir

espacios integrales, que reúnan todos los aspectos del ser humano: económicos y culturales,

sociales y políticos, espiritualidad y racionalidad. La suma de esos espacios irá conformando

una contra sociedad que será el sujeto de las transformaciones, porque ya contienen una gran

transformación” (p. 66); “en este sentido, los nuevos métodos de lucha no piden, no

reclaman, anuncian sueños, ambiciones, esperanzas (…) la incertidumbre es parte de la

creatividad colectiva, o mejor dicho, facilita su creatividad. Formas de acción que, como las

que las llevan adelante, surgen siempre en los márgenes de lo establecido” (p. 67).

Rompiendo con la lógica centralista del capital, en tanto dispositivos de poder que enajenan,

alienan, dominan y explotan, Miguel Benasayag nos dice (Negri et al, 2001):

“la emergencia de una multiplicidad de singularidades es, a la vez, la emergencia de un

carácter profundamente no capitalista, y por consecuencia anticapitalista. Lo múltiple real

contra la representación centralizadora. Estas emergencias no son frutos de sujetos extra

situacionales, de programas, son proyectos singulares que oponen el real de la vida a la

virtualidad espectacular” (p. 68); “simplemente se trata de identificar claramente cual es el

lugar de la producción, donde se sitúa el motor del movimiento social, con la consecuencia

no del olvido del poder (pues es cierto que él no nos olvida), sino de excentrar su lugar en

140

nuestra visión de mundo y de protagonismo social” (p. 64); “resistir es crear espacios de no

capitalismo dentro de una situación que es capitalista” (p. 65).

Nos implica profundamente estas conceptualizaciones acerca del contrapoder en tanto

construcción y creación de nuevas condiciones de posibilidad de poder, en donde en el

entramado de las relaciones de fuerzas, el valor de la estrategia radique en su potencia

situacional. Allí, en palabras del Colectivo Situaciones (Negri et al, 2001) “la emergencia de

la multiplicidad como clave de la nueva radicalidad socava la fe en la centralidad del poder”

(p. 23); “el contrapoder no deviene en poder central” (p. 26); “reenviar la política hacia la

materialidad del lazo social concreto” (p. 29); “una nueva secuencia de las luchas populares

parece decirnos que no se trata tanto de transformar el planeta sino de producirlo

nuevamente” (p. 31); “como dicen los Zapatistas: ‘no se trata de cambiar al mundo sino se

hacerlo de nuevo’. Y mas, de hacerlo de nuevo sin saber bien como” (p. 38); “de ver como

podemos habitarlo, como podemos producirlo” (p. 38). Ya no se trata de dirigir o apoyar las

luchas sino de habitar activamente nuestra situación, acompañando, desde allí, la emergencia

de una nueva sociabilidad no capitalista, como ética practica del compromiso y

materialización del contrapoder.

Todo esto nos implica en los propios procesos de desarrollo y construcción comunitaria.

Meternos en la cotidianeidad relacional misma y en el radio convivencial comunitario,

buscando producir nuevas estrategias en el medio de la crisis del trabajo y de la asistencia,

disputándole los significados sociales al propio Capital. A su cinismo le oponemos

afectividades solidarias y a su perversión le oponemos cogestión participativa cooperativa.

Aquí recuperamos este amplio y extenso movimientismo compuesto por una diversidad de

actores sociales que disputan al neoliberalismo y al mismísimo Capital contraponiendo

nuevos significados: “la democratización política, la democratización social o lucha contra la

exclusión y por la ciudadanía, la reconstrucción y reinserción de las economías nacionales o

141

la reformulación del modelo de desarrollo económico, y la redefinición de un modelo de

modernidad” (Molina y Velázquez, 2006, p. 107-108). Una lógica exclusiva del Capital que

se la enfrenta en la comunidad misma promoviendo desde la cotidianeidad el sentido, el valor

y la utilidad desde, para, por y en la comunidad misma. En fin, promoviendo una nueva

posibilidad de desarrollo social desde un entre la participación social y la valorización

humana. Nos implica un deseo utópico que surge desde la indignación de la conciencia

indigente, con pretensión de construcción colectiva. Utópico en tanto ese otro lugar al que el

capitalismo no le deja lugar ni posibilidad de existencia; e implica la inclusión de lo

excluidos, creando ellos mismos nuevas cotidianeidades, nuevas formas de sociabilidad

(menos individualistas y más comunitarias; menos capitalistas y más humanas). Tal vez tenga

sentido una utopía que además de las diatribas entre tomar y construir los poderes, y que

además de los márgenes posibles de resistencia a los embates de la globalización del Capital

y su Imperio; nos permitan humildemente soñar esa enseñanza zapatista de un otro lugar

donde el Capital muere por muerte natural, por que ya no lo necesitamos, y no le damos

mas identidad, ni consistencia, ni condición de existencia, ni vida.

Ahora bien, en relación a nuestra implicación con los nuevos movimientos sociales y

fundamentalmente a las conceptualizaciones acerca del contrapoder, quisiéramos aportar

algunas diferencias analíticas y estratégicas que se comprometan hacia “adentro” de su

discusión. Nos referimos centralmente a dos de sus lógicas intrínsecas: los posicionamientos

de no Estado o anti Estado y las construcciones de pura horizontalidad. Al respecto no

acordamos con el posicionamiento de no Estado o anti-Estado. No se trata de cederle el

Estado al Capital con sus mercados, sus dispositivos y sus significaciones y/o valorizaciones.

Sino que la propia construcción social autogestiva se apropie, produzca y cree nuevos

estados. Esto no es en desmedro de que la construcción autogestiva, al situarse afuera de los

bordes mismos, y operando con una lógica descentralizadora (de afuera hacia adentro y de

142

abajo hacia arriba), implique sus producciones por fuera de las propias lógicas del Estado y

en tensión con sus propias intitucionalidades. Por ejemplo, las construcciones del devenir

educativo autogestivo comunitario de las experiencias de los zapatistas y de los sin tierra.

Ellos implican un componente muy importante en las tramas complejas del devenir de nuevas

formas de educación. Significa que estas construcciones no deben perder la visión estratégica

de creación de nuevas formas en tanto construcción de estados; y comprometer el análisis de

la implicación del Estado con una visión de apropiación, producción y creación. Seguramente

hoy, los zapatistas estarían creciendo mucho más en construcciones sociales, que

reforzándose en resistencias si hubiera ganado López Obrador en el Estado Mexicano.

Tampoco pensamos que sea estratégico cederle la representación al Capital con sus niveles

utilitarios de abstracción. La pura y/o completa horizontalidad y/o democracia directa no

existe, ni la anarquía es nuestra propuesta, ni construcción. Se trata de producir

construcciones y colectivos sociales que generen y creen nuevas formas de representación.

Construir, en las adyacencias de las temporalidades, espacialidades que devengan estados en

proyección de Estado Social. Y que la difusión de esos estados instituyentes del Estado no

sean capturados por abstracciones representacionales enajenantes (el Capital mismo), sino

por el devenir constructivo de la propia participación social.

Este debate analítico-estratégico implica la tensión que se produce en la combinación entre la

dimensión institucional y la popular participativa en el propio territorio. En términos de

Laclau (2006) refiere a una cadena equivalencial “entre el polo popular y el polo

institucional”. Laclau lo plantea en relación a “una rápida expansión horizontal de sectores

que anteriormente habían estado excluidos de la participación política”, advirtiendo que, “una

movilización horizontal de las bases, librada a sí misma, no conduce a ninguna alteración

fundamental del tipo de Estado”. Pero también advierte que “si la balanza se inclina

demasiado hacia el eje vertical, el peligro es la cooptación y burocratización de los

143

movimientos sociales; pero si el peso va demasiado en la otra dirección, se corre el riesgo de

una esterilidad política que, en el largo plazo, puede conducir a una erosión y lenta

desintegración de esos movimientos”. Esta tensión nosotros la pensamos desde la

transversalidad, en tanto recuperación del sentido mismo de las subjetividades frente a esas

“otredades” propias de las institucionalidades que nos significan desde objetivaciones

enajenantes. Es la transversalidad misma la que se contrapone no a las formas de

organización sino de representación. Y esto es en referencia al crecimiento que se da entre

“hacer lo que no hace el Estado”, a “sentarnos a discutir lo que hace el Estado”, a “construir

haceres desde el Estado”10; reflexionando la tensión misma que produce el “desde arriba”

intrínseco a las lógicas estatales. Se trata de bajar al Estado, hacerlo desde abajo… sino nos

olvidamos la comunidad “hacia adentro” y sus cotidianeidades.

Es necesario “volver a pensar en términos de desarrollo y para eso hace falta un Estado fuerte

y que halla articulación entre los niveles del Estado, el nacional, el provincial y los

municipales” (Coraggio, 2002) Pero esta articulación es posible si se rompen “los típicos

compartimentos estancos” como plantea Oszlak con su propuesta del “estado transversal”

(Oszlack, 2001).

Por eso es que “hay que articular desde abajo”, porque “no puede haber una articulación

significativa de las políticas sociales si no hay participación real de la sociedad” (Coraggio,

2002). Y desde la construcción participativa luchar para articular desde arriba también (como

dice Coraggio, 2002), conjugando ese “Estado transversal” que posibilita “una forma estatal

que atraviesa las dispersas instancias o niveles jurisdiccionales (nacional, territorial, local), y

establece entre los mismos nuevas reglas de interacción en los planos de la distribución del

poder, la división de responsabilidades funcionales y el financiamiento de la gestión publica,

creando así un sistema de vasos comunicantes, abarcativo y continuo” (Oszlack, 2001).

10 Comunicación personal de un piquetero rosarino.

144

Por eso creemos con Coraggio (1992) que para transformar profundamente (en el largo plazo)

la sociedad y el Estado, es necesario sumergirse en el mundo de la economía popular, en las

estrategias inmediatistas de reproducción, para contribuir a darles un sentido alternativo,

inseparable de la constitución de nuevos sujetos sociopolíticos, que finalmente de otras bases

a la democracia, a la economía en su conjunto y al Estado mismo.

Esto está potencialmente presente en la misma comunidad y en el aprovechamiento de las

potencialidades mismas de las organizaciones sociales en tensión y unión con las distintas

institucionalidades. Y esto, genera una posibilidad de transformar las institucionalidades y/o

las políticas sociales, de romper su lógica asistencial y/o represiva para transformarla en una

apropiación y construcción social de poder, que compromete la participación de la

comunidad en la transformación de la realidad, a partir de la puesta en marcha de un conjunto

de acciones acordadas entre los diversos intereses de la misma y el compromiso asumido por

parte del Estado.

Cerrando ya estos fragmentarios aportes analíticos, y volviendo a nuestra propia implicación

como incluidos en servicio y/o solidarios comprometidos, nos implicamos con el proceso

italiano que denominaron “empresa social” (Rotelli, De Leonardi y Mauri 1995) y que surge

a partir de la búsqueda de “nuevas estrategias para enfrentar la crisis del trabajo y la crisis de

la asistencia”. Porque nos implica todo aquél proceso para reinsistirnos hoy y potenciarnos y

enriquecernos a partir de la suma de este emprendimiento que pretende producir lo social,

generar valor social agregado y construir calidad del hábitat social. El emprendimiento

estratégico de la empresa social se sumerge en el espacio que hasta ahora ha ocupado el

llamado Estado Social, las políticas sociales, los servicios y los derechos sociales. Y se

desarrolla en los límites mismos del entre: entre “polos opuestos y separados; entre el mundo

de la producción y el de la asistencia; entre las férreas leyes de la economía y sus costos

sociales”; entre “el interés económico y la justicia social; entre la acumulación de la riqueza y

145

la diseminación de la pobreza”; en fin, entre estos “mundos polarizados peligrosamente”

(Rotelli et al, 1995, p. 16). Y en ese entre nos interesan “los costos de transacción, de los

impedimentos y fracasos del mercado, y las lecturas del mercado como institución”, porque

en Trieste experimentaron en instituciones y aprendieron a transformarlas y dinamizarlas. Y

también nos implican en “la historia que surge de la cooperación, porque el mundo de la

democracia y la participación nos incumbe de cerca: la razón social de la empresa social es

cooperativa” (Rotelli et al, 1995, p. 25). Y nos invitan a la construcción de una utopía en esta

gran obra de transformación institucional donde la empresa social consiste en generar

estrategias que “contrarresten la polarización y sus efectos multiplicados” y pretende realizar

“la economía política de la desinstitucionalización”. Desde Trieste nos invitan a inventar

“nuevas instituciones y nuevos criterios de administración y gasto público, con nuevas

normativas regionales, nuevas concepciones y prácticas respecto de la enfermedad, la salud,

el tratamiento y muchas cosas más” (Rotelli et al, 1995, p. 56). Y esto toma consistencia al

pretender “reconvertir y usar de manera diferente los recursos materiales y humanos

depositados en las instituciones, en activar y atraer nuevos recursos y en invertirlos en la

producción” (Rotelli et al, 1995, p. 57). Ellos nos incentivan a recuperar los procesos de

subjetivación que produce el Wefare State (Estado de Bienestar) pero rompiendo con la

lógica de la subsidiariedad que termina consumando parasitismo, asistencialismo,

paternalismo. Y también a invertir en los recursos humanos y materiales propios de los

servicios de la asistencia, pero rompiendo “los mecanismos disciplinarios que operan a través

de instituciones y profesiones especializadas” que terminan separando e invalidando el tejido

social a partir de la reducción al papel de asistido y generando y sosteniendo relaciones

asimétricas. Y allí nos proponen la empresa social como una “estrategia de transformación de

los aparatos administrativos y organizativos de la asistencia” (Rotelli et al, 1995, p. 26) a

partir de los destinatarios de la asistencia misma; y con la pretensión de transformar ese

146

“aparato enorme de invalidación en una empresa de validación”, desde la cotidianeidad y en

el radio de acción local. Y desde la empresa social buscar cambiar las culturas de las políticas

sociales y las pautas de asistencia construyendo procesos sociales a partir de la producción

de contextos, relaciones e instrumentos de vida, e intercambiando “conflictos,

comunicaciones, elaboraciones culturales y aprendizajes, prácticas y experiencias

compartidas”. En fin, esta empresa social que implica “una labor que trata de manera

insistente de romper las separaciones entre el mundo de la asistencia y el mundo de la

producción; de desmantelar los muros, más o menos inmateriales de los ghettos; de

redistribuir poderes y no solo bienes”, valorizando, apostando e invirtiendo en las diversas

potencialidades de los asistidos y de los asistentes; y multiplicando “los espacios, los objetos

y las razones del intercambio social”.

Es significativo para nosotros que esto surgió como inclusión desde los protagonistas de la

experiencia de desmanicomialización en Trieste, desde la sombra de los muros psiquiátricos

y a partir de los ex grandes cronicarios. Y también surgió contra el consumismo desde una

iglesia en Génova con la experiencia del padre Andrea Gallo y a partir de aquellos excluidos

del consumismo o esos otros excluidos desde el consumo de drogas. Y también surgió desde

la administración local de Parma con la gestión de Mario Tommasini y a partir de los

“encarcelados, muchachos peligrosos, desocupados, minusválidos” (Rotelli et al, 1995, p. 76)

y sus diversas experiencias comunitarias. Pero también surgió en Santo Domingo y su

albergue; en Dublín y el ISFI; en Primavalle; en Berlín con las fundaciones Lebenswelten y

Spektrum; en Pordenone con la cooperativa social Il Noncello; en Ginebra con el Trajet; etc.

Nos implican estos “universos de vida” (Lebenswelten) que surgieron a partir de los

invalidados, de los excluidos, de los incapacitados del propio sistema capitalista. Y es

significativo esta metáfora social que ellos construyen en sus experiencias de vida, por la

vida, y generando reales alternativas a formas de vida del mercado de valores capitalista. Nos

147

invitan a que sea desde los excluidos que se generen nuevas formas de vida más humanas,

más solidarias y más saludables y alegres. En fin, nos implica profundamente esta metáfora

social que está inscripta en el literal término empresa social.

Y es desde Trieste donde podemos reflexionar la reconversión de nuestros servicios, de

nuestros quehaceres, de nuestras prácticas concretas. Pero no desde el Trieste del entre donde

su empresa social no es el mundo de la producción de riqueza, sino el mundo de su

distribución y redistribución. Ellos nos enseñaron que el tema de la locura está investido y

agenciado socialmente, que es social, y solamente socializando el problema y/o producción

de la locura nos hacemos cargo y transformamos. Por ende, la producción de la acumulación

de la riqueza que genera el problema de la exclusión y de la diseminación de la pobreza se

resuelve transformando la producción de la riqueza y no solamente desde ciertas limitaciones

o entre los límites bregando por distribuir o redistribuir. Nos interesa y nos implica el

mundo de la producción de riqueza. Ni tampoco del Trieste del "entre" donde empalman

sus prácticas entre servicios y excluidos, pero sumergiéndose como espacio romántico en los

intersticios sociales que brillan por el bienestar y la riqueza. Cierto romanticismo que se

plasma en el planteo anticomunitario (“ni soledad, ni comunidad”) propio del

posmodernismo: las “sociedades ficticias” del nuevo compromiso social (Rotelli, 1995). Nos

implica el Trieste de la pretensión de transformación de la institución del mercado. El

Trieste que genera la estrategia de una empresa social como economía política. El Trieste

que se autocrítica: “pero no logramos construir intercambios y proyectos, ni logramos

constituir un punto de referencia para otras situaciones sociales significativas” (Rotelli et al,

1995, p. 190). El Trieste que desde esa autocrítica retorna a “trabajar en la cuestión de la

marginación y la solidaridad”; y retorna al “punto de vista comunitario” de la marginación; y

retoma “con carácter central la cuestión de nuestra relación con otras instancias sociales en la

comunidad”; e invierte “en los espacios intermedios entre los servicios y las cooperativas

148

reconectando los fragmentos dispersos de la empresa en su conjunto” (Rotelli et al, 1995, p.

190).

En fin, en tanto incluidos en servicio, apostamos a la consolidación del espacio público: el

lugar de la política, de la discusión, de la creación del consenso, del fortalecimiento de la

sociedad civil, de la solidaridad posible. Apostamos a la construcción de la cosa pública.

Y terminemos acá y continuemos allá en la praxis con una reflexión de José Carlos Escudero:

¿Qué se termina primero: el capitalismo o el planeta?...

149

A Modo de Conclusión

Creemos que este trabajo posibilita aportes a quienes están comprometid@s en el accionar

propiamente comunitario; o también enredados e implicados en una diversidad de

espacialidades adyacentes. Y tal vez, también, posibilite a algun@s otr@s a sensibilizarse y

afectarse en esta tarea solidaria que vislumbra un devenir de otras formas de sociabilidad, de

otras formas de vivir. Nuevas formas no impuestas desde el miedo y el terror; desde la

capturación y la coacción; la miseria y el consumismo absurdo, etc.

La experiencia que pretendemos transmitir no infiere importancia cuantitativa; hablamos de

apenas unas veinte familias. Pero creemos que aporta cualitativamente desde su propio

devenir.

Pensamos que los aportes más significativos de esta experiencia y de esta transcripción son:

1. Una estrategia de trabajo comunitario.

2. La potencia propia del desarrollo constructivo-participativo comunitario.

3. La importancia de la organización autogestiva y sus implicaciones y tensiones con las

institucionalidades.

Si bien estos tres aportes se implican en toda la trama misma del trabajo, pueden referenciarse

consecutivamente en la mochila, la experiencia y el análisis.

150

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Daniel Poyo Garcia

Psicólogo (U.N.R.). Docente en Facultad de Psicología (U.N.R.). Especialista en

Abordaje Integral de Políticas Sociales en el Ámbito Comunitario (UNLa).

Nos encontramos con una situación de naturalización en el propio imaginario social: el descreimiento

(por sus fallidos desesperanzadores producidos por la lucha y el intento de construcción ante el uso de

ellos por parte de dos centros comunitarios de distintas organizaciones sociales); la deshumanización

(viviendo de la basura de la urbanidad incluida, o aún peor, teniendo como hábitat un basural); la

desintegración (de sus propias vincularidades y convivencialidades, desahogando entre ellos mismos la

violencia de la exclusión que sufren); la desafiliación (en esa anestesiante naturalización de descontar

años de vida y de la calidad de vida de esos años descontados); la desocialización (en los bebés que no

sobreviven, en los chicos que no estudian, en los jóvenes que solo cirujean o ni eso); la desubjetivación

(en donde las estrategias de sobrevivencia producen la desafectación deshumanizada donde un caballo es

tan o más importante que un hijo); la deshonra (en la estigmatización sádicamente culpabilizante que le

imponen los incluidos u otros excluidos más incluidos que ellos); la desterritorialización (en la

desciudadanización de ilegalidad en tanto usurpadores u ocupas de propiedades privadas); la

desesperanza. Es decir que nos encontramos con una situación social con una multiplicidad de problemas:

los grupos familiares y las relaciones vecinales se encuentran en un estado de resignación (dejadez,

desesperanza) implementando estrategias básicas de sobrevivencia; la comunidad con rasgos solidarios

pero muy fragmentada, muy resignada (desgaste, descreimiento) y desmovilizada; y una situación

socioambiental, ocupacional, sanitaria y habitacional siniestra.