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Los Hornitos. Una humilde experiencia
comunitaria de libertad de movimiento
(2008).
Daniel “Poyo” Garcia
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Los Hornitos
Una humilde experiencia comunitaria de
libertad de movimiento (2008)
Daniel “Poyo” Garcia
1
Índice
Prólogo, Victor F. Quiroga Calegari (Página 2).
Dedicación y Agradecimientos (Página 6).
A Manera de Introducción (Página 8).
La Mochila (Página 9).
1. Nuestra implicación en Salud Mental. (Página 10)
2. Nuestra implicación referencial teórica. (Página 13)
3. Nuestra implicación referencial metodológica. (Página 20)
4. Nuestra implicación del diseño estratégico de intervención. (Página 26)
5. Nuestra implicación en el uso y selección del instrumental técnico. (Página 31)
6. Otras implicancias. (Página 38)
La Humilde Experiencia. (Página 49)
1. La Zona Oeste de Rosario. CIC Bella Vista. (Página 49)
2. El oeste de la Zona Oeste. Barrio Santa Clara. (Página 54)
3. Barrio Los Hornitos. (Página 63)
4. Inicio de la experiencia. (Página 73)
5. El ambiente en que se vive; el agua que se bebe; la forma de eliminar los
excrementos; qué, cómo y cuánto se come. (Página 74)
6. Cooperativa “Los Hornitos”. (Página 85)
7. Centro Comunitario Infantil Autogestivo “Los Hornitos”. (Página 95)
8. Aún… intencionalidades inconclusas. (Página 104)
Fragmentarios Aportes Analíticos. (Página 114).
A Modo de Conclusión. (Página 149)
Referencias Bibliográficas. (Página 150)
2
Prólogo
El libro que tienen frente a ustedes tiene claramente tres partes, cada una de ellas muy bien
diferenciadas y desarrolladas.
La primera parte hace de marco teórico referencial, el autor prepara y articula los conceptos
que luego utilizara para pensar (analizar), interpretar e intervenir en un campo social dado y
que, con el correr del tiempo (y de las intervenciones) fue cambiando. En este sentido
estricto, las conceptualizaciones dadas son una caja de herramienta, que por momentos hacen
de respaldo (y regularidad, dando cierto orden), y en otros, se disponen a ponerse en juego (se
pierden y resignifican) en el acontecer del lugar.
La segunda parte es la experiencia en-sí, contada desde un observador de primer orden, con
su debida implicación, es Research Action en un acabado sentido del término. Un barrio al
costado de un barrio al costado de una ciudad que crece sin aviso ni planificación,
improvisación, pasión, retoricas y soluciones (parciales las más de las veces), escenas que se
suceden todo el tiempo de la comedia a la tragedia, en un continuo interminable (y
desgastante) de acontecimientos.
La tercera parte es un desafío profesional, una propuesta, una apuesta, una construcción (que
con la ayuda de la deconstrucción) va parándonos en un mundo (profesional) diferente. La
Psicología Social (y Comunitaria) cobra aquí un viejo nuevo sentido, ya que nos deja
pensando en nuestro lugar como profesionales hoy, es Psicología Social a la vieja usanza, con
un compromiso ético profesional que superpone hipótesis y aconteceres, que nos pregunta en
la academia y nos pone frente a un espejo que, en sabidas cuenta, no nos termina de gustar.
No es casual que la Psicología Social es la perspectiva de la Psicología menos subsidiada y
menos referenciada, este hecho por sí solo, denuncia a diario un plan sistemático que
reproduce la peor cara del sistema capitalista.
3
Hasta aquí un prólogo, a partir de aquí una mirada a una observación. En esta inmensidad de
aconteceres, de actores y de actos, de guerras y de paces, o sea, en la lectura de esta densitud
aparecieron tres instantáneas que me sirvieron para recorrer el texto, este texto que da para
mucho, mucho para pensar, para escribir, tachar, corregir, agregar y discutir, discutir con el
autor, con la escritura misma.
Tuve (tengo) la posibilidad (y el honor) de adherir estas instantáneas al original del Profesor
Garcia (el Poyo), que difícilmente estén a la altura de las circunstancias. Es un regalo de un
amigo esta posibilidad, un regalo de la vida su amistad de más de 30 años y el ser
compañeros de trabajo, el pensar diferente, el tener otras lecturas, el respeto, la gratitud.
Decir Gracias a la vida, que me ha dado tanto es una obviedad.
Bienvenidos al tren.
I
Del cuerpo. Los saberes penetran en los cuerpos, en todos los cuerpos, en el cuerpo del otro,
en el cuerpo del que estoy mirando, en el cuerpo acariciado, en el cuerpo herido, en el cuerpo
del vecino del barrio, el cuerpo de los integrantes del grupo familiar, y como sabemos esto,
inferimos, por ejemplo, como se alimenta, si ese cuerpo (hoy) esta golpeado, alcoholizado,
drogado. Es proximidad sin intimidad. Si esta alcoholizado el cuerpo de Juan seguramente
María no tuvo una buena noche (tampoco los chicos) y así, de un modo sutil, amable, y
dejoso, el cuerpo que habla (cuando puede, que no siempre es cuando debe). El cuerpo
estigmatizado va ganando terreno (batallas) de una guerra que nos cuesta entender.
También el cuerpo del que pone el cuerpo (del terapeuta) está puesto en juego, en una
construcción de identidad(es) que es el sistema de la vida. En el mar de posibles identidades y
de intentos (logrados o no) de disciplinamiento, la formación va formando formas de
concebir el mundo, el saber y el hacer, entonces la práctica del cuerpo del terapeuta entra en
contacto con un cuerpo con prácticas del lugar y el mutuo saber se traducen en mutuo
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aprendizaje, en aprendizaje conjunto. Las identidades van creándose, las preguntas van
transformándose por las acciones, y el Yo y el Nosotros (y ellos a veces, y el Ellos, a veces
también), cobran un sentido más rico y más enriquecedor.
II
De las organizaciones e instituciones de la comunidad. Después de comenzar a vivir la vida
comenzamos a pensarla, a verla, a observarla y a, hacer observaciones. Esas observaciones
están pre moldeadas, están (poco más o menos) procuradas por lugares comunes,
organizaciones e instituciones nos tiene preparado el camino para esos primeros pasos, pasos
duros, pasos socializadores, pasos que nos conducen del camino libre del cuerpo al camino
duro de la regla. El juego de la socialización (en oposición a la naturaleza) y el par inclusión /
exclusión van a marcar sin pausa (y, a veces, con prematura urgencia) todo el universo de
significaciones de los habitantes, del barrio, de los grupos, de la sociedad (de sus estamentos).
Estos ejes no son, en este caso, ejes de análisis, sino más bien, un prisma para observar a
nuestro observador, si el cuerpo (y el sujeto) de nuestra primera foto era una sonda
exploratoria en busca de experiencias (vivencias) a significar, ahora (y aquí) la medida, las
reglas y las normas (los códigos de todo tipo) van a ofrecer herramientas (y trampas) para
desarrollarse. La educación no se aprende en la escuela (con claras excepciones) tampoco en
la escuela se aprende a contar el valor del dinero, y el cuerpo, que había sido el
despreocupado instrumento de casi todos los juegos divertidos, ahora adquiría valor (la
mayoría de las veces) vil, como en las películas de Viviana Cavani. La socialización en
manos de la televisión y la inclusión en manos de la escuela (aunque también en otras
instituciones) disputan una lucha (real y simbólica, para que no se ofendan las izquierdas) que
la necesidad y el dinero se reparten en (casi) todos los escenarios.
III
5
De la militancia como opción de cambio. El ciclo de la vida que queremos condensar en el
concepto de complejidad (como complejidad social) puede definir y aproximarnos en una
deconstrucción en clave política a una realidad que supera (como toda realidad) cualquier
teoría. Un político paseando en una caravana preelectoral quiere juntar votos, los punteros del
partido lo siguen y le organizan el acto, la gente mira, aplaude, espera. El político
(profesional, porque vive de ser político hace mucho) es uno de los actores que irrumpe en la
escena continua . . . El pedido se demora en la mesa de alguna administración o en la oficina
de burócratas que espera ordenes, sellos, guiños, señales, espera eterna . . . La gente del
barrio, el votante, el que espera que se cumplan las promesas (y se hagan las cosas bien)
completa la triada de este juego que bordea lo perverso, lo absurdo y que, sin más, un día
tiene en el periódico local una foto que renueva la magia del creer, renueva la ganas de vivir
y seguir, renueva ese motor (ese mecanismo) por el cual, el Político puede volver, el
Administrador puede dar la cara y el Público (la gente) renueva su rol ciudadano . . . Partidos
y punteros, ideas e ideologías, mafias y magias se acompañan y (muchas veces) nutren
mutuamente. Y otra magia (la del lenguaje como código) nos da la posibilidad de
duplicación, donde por un lado la realidad aparece como reducción de afirmación o negación
(en definitiva, de decisiones) y por otro, como combinación (uso de significados) para la
construcción artesanal de nuevos horizontes, así, en esta posibilidad el trabajo del Psicólogo
Social se expande y crece, y da esperanza.
Víctor F. Quiroga Calegari
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Dedicación y Agradecimiento
Ante todo, agradezco y dedico la narración de esta humilde experiencia a cada un@ de l@s
conciudadan@s y “cumpas” que viven en el barrio Los Hornitos y me han abierto más que
los brazos para poder afectarme en esta experiencia de aprendizaje con pretensión de
intervención pragmáticamente resolutiva. Nombrarlos es injusto porque no los abarca a todos.
Pero también me es inevitable agradecer a algunos de ellos. Al “nano”, que no nos dio
tiempo, pero sigue estando con nosotros. A esos tres bebes que no conocí, y que sin duda
llegamos tarde. A Zunilda, Claudia, Erica y Viviana por sus ovarios organizativos y
solidarios. A la “colo”, esa niña que siempre a través de su mirada nos empujó a no bajar los
brazos. A Marcela, Andrea, Caro. Y fundamentalmente al “pelado”, a Ramón y Gustavo, a
Ramoncito y a “Camerún”, por este humildemente tremendo proceso de afectación
productivo.
Y también agradecer a quienes nos acompañamos en esta humilde experiencia.
Fundamentalmente a la Vero, al Gabi, a Marcos y a Gastón. A Eli, Natalia, Caro, Ceci,
Lucas, Anahí, el pepi, July, Adela y Eva. Nuevamente el Gabi, Andrea, Claudia y Débora
(por lo que nos dejó antes que lleguemos) del Centro de Salud Municipal Santa Lucía. Al
“beto”, al “poyo” y la “Ceci” de la FM comunitaria Aire Libre. A Mónica del Centro Cultural
La Trinchera. A Raúl y Priscila del Colectivo de Acción Cultural. Al “rulo” y a Pablo de
Economía Solidaria del Municipio. A la gente de Barrios de Pie por sus puertas abiertas y
nuestras afectaciones y construcciones. Al apoyo e incentivo de Ma. Gabriela y de “Chachy”
del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. A la supervisión de Anabella, Edith y
Fernanda. A Don Cosme y a Don Pepe.
A mis compañeros especializandos con quienes nos afectamos en este proyecto, y con
muchos de ell@s que hemos honrado festivamente a Baco y a Dionisio. A la “colo”, a Leo, a
Cristina querida, a Samuel maestro. A Lauri, Lore, Gabi, Lis, Marce, Raúl, Rosana, el gran
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Fede, David, Betiana, Lourdes, Nancy, y el maravilloso originario Mario. A l@s amigaz@s
Mendocin@s (Jorge querido) y a l@s cálid@s Tucuman@s.
A mis dos grandes profesores y amigos que ya no están: Osvaldito Segalowicz y Carlitos
Villamor. Por su compromiso, inteligencia y afectación. Uds. me tiraron un cable a tierra en
esa Facultad hegemónicamente privatizada en su práctica y en su formación.
A mis grandes maestros que no conocí y sin embargo me hicieron: Enrique Pichón Riviere y
José Bleger. Y a otros tres grandes maestros que aún me están haciendo: Fernando Ulloa,
León Rozichtner y Armando Bauleo.
Y fundamentalmente a mis dos grandes maestros y amigos, quienes siempre me acompañan y
ayudan a seguir haciendo camino: José Carlos Escudero y Osvaldo Saidón.
A mi viejo y a mi vieja que hicieron bien y mal lo que soy.
Y a mi mujer la “colo” y a mis hijos Tomás y Marina, quienes son mi amor y mi dicha, y a
quienes les he restado nuestro tiempo por esta humilde experiencia y el proceso de este
intento de trascripción.
Daniel “Poyo” Garcia
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A Manera De Introducción
Vivimos insensibles ante la pobreza en que viven tant@s herman@s nuestr@s. O aún más
indignante… ante la indigencia.
Este mundo y esta sociedad en la cual estamos y producimos desde nuestra propia
implicación, genera este tipo de condiciones de materialidad y de culturalidad.
No se trata de que las permite y permitimos… las generamos… las producimos. Hagámonos
cargo !!!!!!!!!!.
Insensibilidad que nos producen y producimos. Insensibilidad que se y nos expresa y sostiene
en la naturalización y en la desimplicación… en cada acto, en cada idea, en cada interés, en
cada mirada, en cada imagen e imaginación, en cada expresión, en cada conducta, en cada
tacto, en cada sensación y/o forma o modo de sensibilidad, en cada gusto y/o placer, en cada
deseo… en cada justificación y en cada indiferencia.
Este trabajo narra desde el análisis y la crítica una humilde experiencia comunitaria con
pretensión de libertad de movimientos. Una humilde experiencia de implicación y
sensibilidad producida por un grupúsculo… experiencia que irradia humildemente en
colectivo social.
Y pretende implicar y sensibilizar a otr@s a que desde cada singular y específica situación
nos pensemos, nos sepamos, nos hablemos, nos aprendamos, nos encontremos… en fin, que
estemos.
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La Mochila: La Caja de Herramientas y la Implicación Subjetiva
“Anda con la gente, vive con ella.
Aprende de ella. Ámala.
Empieza con lo que ella sabe.
Construye con lo que la gente tiene.
Pero de los mejores líderes, cuando el trabajo
esté terminado, la tarea cumplida,
la gente va a decir
lo hemos hecho nosotros mismos”.
Lao Tsé, 700años A. C.
Referimos con “la mochila” a nuestras propias implicancias, a todo aquello que llevamos
incorporado con, en y desde nosotros mismos, y que se implica en la producción del
dispositivo de intervención. Nos implican prejuicios, valores morales, pautas y costumbres
culturales, imaginarios sociales, creencias, modos de educación, realidades materiales y
modos de significación (social, económico, político, corporal, estéticos, jurídicos, etc.), de
posición y de clase social en tanto incluidos. Pero también en tanto incluidos en servicio nos
implica nuestras profesiones, nuestros saberes disciplinarios, y también conceptualizaciones
que funcionan como caja de herramientas. Al respecto, aproximamos un dar cuenta aquí de
nuestras implicancias profesionales en tanto formación y vocación. También aproximamos un
dar cuenta explicitando nuestra Dimensión teórico-metodológica y nuestra Dimensión
operativa-instrumental que se implican en la direccionalidad de nuestra praxis. Y
aproximamos un dar cuenta implícitamente de nuestra Dimensión ético-política. Y por
último, aproximamos un dar cuenta de otras implicaciones nuestras en relación a ciertos
saberes y conceptualizaciones que se implican en nuestro dispositivo de intervención; y del
Proyecto en el cual se incluye esta experiencia.
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Nuestra Implicación en Salud Mental
Desde nuestra formación y profesión nos implica la Salud Mental, y desde nuestra pasión
vocacional nos implica su especificidad comunitaria. Nos implica, con Bleger, la pretensión
de que la psicología pueda “elaborar un nuevo paso, que consiste en el hecho de que los
problemas científicos de la psicología y el desarrollo de su investigación no pueden o no
deben estar desvinculados de los requerimientos y exigencias de la vida real y cotidiana” de
la gente (Bleger, 1991a, p. 19); y constituyendo “un jalón más en el propósito de construir
una psicología concreta” (Bleger, 1991a, p. 23). Y esta preocupación Blegeriana la
recuperamos en dos aspectos centrales:
• En poner el énfasis en “el traslado de la enfermedad a la salud y, con ello, a la atención de
la vida cotidiana de los seres humanos” (Bleger, 1991a, p. 30). En este “proceso de una
praxis” es necesario “la administración de los conocimientos, actividades, técnicas y
recursos psicológicos que ya han sido adquiridos” (Bleger, 1991a, p. 28) donde se
potencia lo grupal, lo institucional y lo comunitario. Es decir que se pone el énfasis en
este “salir en busca de la gente en el curso de su quehacer cotidiano”.
• Y la recuperación del espacio público como servicio social que signe estrategias
tendientes a trazar poderes “público”, ya que en la “estrecha conexión” entre “la salud
pública y la organización estatal muchos proyectos y acciones deben y tienen que partir
de los profesionales mismos, en el carácter de tales” (Bleger, 1991a, p. 36-37).
Por un lado entonces, nos implica ese traslado Blegeriano en la especificidad misma de las
prácticas comunitarias de salud mental; una espacialidad que genera una apertura a una
multiplicidad de prácticas hoy promovidas en todo el mundo y por distintos organismos
internacionales; una espacialidad abierta a la creatividad y a la innovación. Y es en la
especificidad misma de la salud mental comunitaria donde podríamos remarcar tres
inferencias generales importantes para nosotros:
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• La salud mental en su relación con la Atención Primaria en Salud (A.P.S.); con los
Sistemas Locales de Salud (SILOS) impulsados por la Organización Panamericana de la
Salud (O.P.S); y con la descentralización de los servicios de atención (Basabe, 1991).
• Los servicios comunitarios en salud mental como alternativas a la internación en los
hospitales psiquiátricos (grandes cronicarios); como primer nivel de atención y como
posibilidad de rehabilitación e inclusión social de los crónicos internados en ellos
(Goldemberg, 1985).
• Su relación e importancia con la participación social y la promoción y/o prevención de la
salud mental (De Roux, 1992).
Y en particular nos interesa este último punto que implica la participación social que
conforma el pilar para poder pasar a la ejecución de actividades elegidas por la misma
comunidad, y que tiene por escenario a la vida cotidiana misma de esos actores, dentro de un
conjunto de procesos que se instituyen.
Nos interesa el protagonismo que devuelve a las comunidades y a los profesionales su lugar
de actores sociales que no se dirige a obturar demandas sino que se dirige a hacerlos
actuantes y operativas (Stolkiner, 1991). En fin, nos interesa ese “salir en busca” blegeriano
que sustancia la cotidianeidad en lo comunitario y en lo social.
Y por el otro lado, también nos implica el también nosotros somos un poder público
blegeriano en relación a los proyectos y acciones que deben y tienen que partir de nosotros
los profesionales. Y es en la especificidad comunitaria de la salud mental donde implicamos
la potencia y el encuadre del técnico y/o especialista, su formación teórica y la conformación
de equipos de trabajo. Nuestra pretensión es tratar de pensar “de qué problema estamos dando
cuenta cuando instituimos un determinado tipo de servicio, como asimismo preguntarnos cuál
es el tipo de demanda que desatamos y, qué procesos de subjetivación facilitamos y cuales
bloqueamos” (Saidón, 1991, p. 60). Para eso debemos reflexionar nuestro quehacer que
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implica nuestro accionar para no quedar ligados a esa “maquinaria disciplinadora y de control
que en nombre de la cientificidad sigue hegemonizando el campo de la salud mental”
(Saidón, 1991, p. 57-58). Dicha maquinaria implica políticas adaptacionistas que conllevan
prácticas enajenantes hacia la población y mediocrización del quehacer profesional; a través
de políticas de salud mental que se traducen en prácticas tendientes “a disminuir las
tensiones, y no a esclarecer con fuerza y eficacia la legítima protesta frente a condiciones
injustamente adversas” (Ulloa, 1973, p. 121). Al respecto nos interesa promover una
problematización que objetivice las raíces sociales patogénicas e iatrogénizantes, y
subjetivice la participación social.
Y a propósito del reflexionar nuestro quehacer Rovere (2000) nos dice que:
“empezar con el análisis del personal de salud, es al mismo tiempo algo que nos obliga a
reflexionar sobre la participación de la gente (...) no es tan correcta la pregunta de ¿cómo
hacer que la gente participe?; sino que en muchos casos la pregunta adecuada es: ¿cómo
hacer para levantar las barreras que los servicios de salud han ido generando históricamente
para que la población no participe? Esta inversión de la lógica hace que se coloque primero
la reflexión sobre el personal de salud, porque de alguna forma somos nosotros mismos los
que, directa o indirectamente, explícita o subliminalmente, hemos ido licuando la posibilidad
de participación de la gente de saber y poder decidir en salud” (p. 20).
Y Rovere (1993) también nos dice que:
“siendo los servicios de salud servicios de personas para personas es imprescindible
reconocer la significación de los Recursos Humanos, no sólo como factor estructural sino
también como el principal factor de cambio; y al mismo tiempo el más fuerte estabilizador de
esos cambios cuando estos se instalan en la cultura institucional” (p. 6).
Porque nos interesa poner al equipo, a los usuarios y a la comunidad en análisis, “pero
poniendo en el centro de la cuestión a los procesos instituyentes, a las prácticas y a los
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procesos concretos que se producen hacia adentro y hacia afuera” (Saidón, 1991, p. 60) de las
institucionalidades de servicios. Y esto en términos Blegerianos ya nos sumerge en la praxis
misma.
Nos implica de la Salud Mental, desde nuestra formación en Psicología Clínica y en
Psicología Social, la lucha contra el sufrimiento humano y la lucha a favor de la
desmanicomialización. Paradójicamente a quienes trabajamos en Salud Mental
Comunitaria con poblaciones excluidas en situación de indigencia, nos sucedió que nos
formamos luchando contra la exclusión de la locura, y hoy nos encontramos luchando
contra la locura de la exclusión.
En fin, nos implica en la especificidad comunitaria en salud mental promover el sentido, el
valor y la utilidad desde, para, por y en la comunidad misma.
Nuestra Implicación Referencial Teórica
Nuestra posición teórica es crítico-analítica. Podríamos nominarla en el pensamiento freudo-
marxista. Del marxismo incluimos el valor de la historicidad; de la totalidad en tanto
determinaciones e interrelaciones; de las contradicciones sociales; y fundamentalmente la
relación sujeto-objeto que establece en una perspectiva centralmente ontológica (Cavalleri-
Sánchez, 2006). Del freudismo incluimos el valor mismo de las inscripciones y las potencias
subjetivas. Y utilizamos las herramientas teóricas del análisis y la interpretación, y de la
crítica. Del análisis, entendiendo por este no solo la descomposición de un todo en sus
elementos, sino fundamentalmente estudiar el papel de un elemento dentro de un conjunto y
explicar las relaciones por la acción de los elementos. Y al análisis se suma otra herramienta
fundamental que es la interpretación, que pretende descifrar (sacar a luz) lo que está oculto,
lo que está implícito. De esta manera el análisis pasa a ser una herramienta que pretende
revelar (elucidar) lo oculto o implícito a partir de una operación que consiste en establecer
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relaciones entre sus elementos aparentemente desunidos. Lapassade (1980) habla de
reconstruir una totalidad astillada y Lourau (1988) de no desmontar sistemas positivos
reductibles sino referir a totalidades parciales (ambos implican un cruce de instancias y un
atravesamiento de niveles). Al respecto hacemos propia una frase de Lapassade (1980) en
nuestra posición:
“esta búsqueda es una herramienta que implica el despeje de la represión del sentido
mediante el análisis de los factores de desconocimiento, que siempre tienen a instituciones
por fundamento. La ocultación se cumple a través de las mediaciones institucionales, que
penetran por doquier en la sociedad” (p. 101).
El análisis institucional francés nos posibilita tener en cuenta la dimensión institucional.
Esto implica considerar en el análisis, en la interpretación y en la crítica una dimensión de
diversos atravesamientos en los distintos niveles y en las distintas instancias. Una dimensión
que nos permite superar el nivel propio de los explícitos para interrogar el sentido mismo
implícito (Lapassade refiere con Marx que sin la existencia de factores ocultos el análisis en
sí no tendría sentido). Y una dimensión que nos habilita a interrogar lo político en tanto
determinabilidad inconsciente (es el mismo Lapassade quien nos refiere el concepto de
institución en tanto “inconsciente político” de la sociedad).
Y es el análisis institucional francés el que nos sumerge en una teoría de los conflictos
sociales, a partir de la dicotomía instituido-instituyente. No nos interesa a nosotros esta
dicotomía en cuanto a su inscripción dialéctica, sino en su relación a una teoría del conflicto
dentro del terreno de las grandes contradicciones sociales. De esta manera el análisis
institucional francés nos posibilita dos elementos relacionales y antagónicos de análisis en los
procesos activos de institucionalización:
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• Las separaciones instituidas en el cuerpo social y constitutivo de las sociedades
centralistas que conocemos en la actualidad y que funcionan sobre la delegación de
poder.
• Las totalizaciones parciales que se instituyen en el lugar mismo de las prácticas
sociales y por los actores mismos.
En relación a esto hacemos nuestros los fundamentos que sirven de base a estas concepciones
institucionalistas:
• El fundamento marxista de crítica al capitalismo en relación a un Estado clasista y
centralizado que funciona como fuente de las represiones y como productor
permanente de desconocimiento institucional (Lapassade, 1980).
• El fundamento en Castoriadis (1993) del análisis de la institución del capitalismo
donde la alienación es el producto de la autonomización de las instituciones con
respecto a la sociedad; y donde la institución representa en un sector particular de la
práctica social el sentido del sistema social en su conjunto (Lourau, 1988).
Y también hacemos nuestra posición la concepción de dispositivo de Foucault. Nos interesa
con ella poder analizar (en término de poder):
• “una red que abarca un conjunto heterogéneo que implica discursos, instituciones,
disposiciones espaciales (arquitectónicas o no), decisiones reglamentarias, leyes,
medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones morales, éticas,
filosóficas, etc.” (Foucault, 1983, p. 184);
• una formación histórico-social que en un momento dado responde a una urgencia y
que tiene predominantemente una función estratégica (“objetivo estratégico, sobre
determinación funcional y perpetua ocupación estratégica en Foucault”) (Foucault,
1983, p. 183-185);
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• unas estrategias de fuerzas que soportan ciertos tipos de saber, y que se soportan en el
saber mismo (la relación del saber en torno al poder conceptualizado por Foucault)
(Foucault, 1983, p. 186).
Conjuntamente al concepto de dispositivo, Foucault nos brinda dos conceptos fundamentales
para nuestra intervención: el de Verdad y el del intelectual específico. El concepto de
Verdad refiere a un conjunto de procedimientos reglamentados por la producción, la ley, la
repartición, la puesta en circulación y el funcionamiento de los enunciados. La Verdad esta
ligada a los sistemas de poder que la producen y la sostiene y a los efectos de poder que
induce y que la acompañan; es producida socialmente gracias a múltiples imposiciones; y
tiene efectos reglamentados de poder. Para Foucault cada sociedad tiene su “régimen de
verdad, su política general de la verdad”. Y esto implica (Foucault, 1979):
“los tipos de discursos que la sociedad acoge y hace funcionar como verdaderos; los
mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la
manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para
la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona
como verdadero” (p. 188-189).
Y el concepto del intelectual específico está directamente ligado a éste concepto de verdad.
Implica a los actores sociales en tanto poseedores de un saber disciplinario, y que ocupan una
posición específica en una práctica social y a un saber local. Pero esta especificidad esta
ligada a las funciones generales del dispositivo de verdad de nuestra sociedad. Y esta verdad
citando nuevamente a Foucault (1979):
“está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto
para la producción económica como para el poder político); es objeto bajo formas diversas de
una inmensa difusión y consumo (circula en aparatos de educación o de información cuya
extensión es relativamente amplia en el cuerpo social pese a ciertas limitaciones estrictas); es
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producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero sí dominante de algunos grandes
aparatos políticos o económicos (universidad, ejército, escritura, medios de comunicación);
en fin, es el núcleo de la cuestión de todo un debate político y de todo un enfrentamiento
social” (p. 188).
Estos conceptos que nos aporta Foucault a nuestra investigación están implicados en su
propia concepción del poder que nos refiere teóricamente a nosotros. Y Foucault (1987, p.
112-117) nos posibilita comprender el poder como:
• Relaciones de fuerza, múltiples, inmanentes y propias del dominio en que se ejercen,
y que son constituyentes de la organización del poder. Estas implican luchas y
enfrentamientos incesantes que lo transforma, lo refuerza o lo invierte. Pero también
implican los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras,
de modo que formen cadena o sistema; o que produzcan corrimientos, contradicciones
que aíslan unas de otras.
• Estrategias, que tornan efectivas esas relaciones de fuerza, cuyo diagrama general o
cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de
la ley, en las hegemonías sociales.
Foucault nos posibilita una comprensión analítica de las condiciones de posibilidad del poder
a partir de estas relaciones de fuerzas desiguales que producen efectos de poder inestables y
locales; relaciones de poder inmanentes a todo tipo de relación. Relaciones de poder que son
a la vez intencionales y no subjetivas (para nosotros a esto último le apropiamos su sentido,
pero lo pensamos en tanto determinabilidad inconsciente). Y también Foucault nos brinda las
condiciones de ejercicio del poder a partir de tácticas y estrategias que refieren a una
racionalidad cínica que dibuja “dispositivos de conjunto” (Foucault 1987, p. 115) por un
lado; y a “la formación del enjambre de los puntos de resistencia” (Foucault, 1987, p. 117)
por el otro.
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Por otro lado, también nos interesa conceptuar a este dispositivo, desde la concepción de
Guattari (1987) de “dispositivos analíticos de enunciación”. Este concepto implica grupos
(considerando en ellos una multiplicidad de componentes), que mediante la palabra (pero
también por medios técnicos, materiales, organizacionales, productivos, etc.) ejercen
micropolíticas o específicas y singulares “revoluciones moleculares”, que modifican ciertos
“modos colectivos de semiotización social”, forjados por “equipamientos colectivos” (que
producen sistemas de percepciones, de comportamientos, de representaciones imaginarias, de
sumisión a las jerarquías y a los valores dominantes).
También el análisis institucional nos posibilita una serie de instrumentos conceptuales y
prácticos útiles para nuestra intervención y el análisis de la misma.
Uno de ellos es el de analizador, que es cualquier situación, fenómeno, hecho, acto,
acontecimiento, etc., que posibilita la explicitación de lo oculto (Lourau, 1988); que funciona
como una máquina de descomponer (Lapassade, 1980); que posibilita abrir el análisis,
emerger lo implícito y hacer hablar a lo oculto, estallar en efectos analíticos (Guattari, 1976).
Nosotros utilizaremos como analizadores naturales aquellos que operan y se significan a
partir de los actores sociales mismos; y como analizadores artificiales o construidos aquellos
que construyamos conceptualmente nosotros.
Otro concepto muy útil para nosotros es el de transversalidad (Guattari, 1976) en tanto
análisis de la inscripción subjetiva (consistencia subjetiva implicada en lo institucional y
unidad subjetiva implicada en lo grupal). Transversalidad en oposición a una verticalidad,
cifrada en la autonomización de las institucionalidades y las políticas sociales con respecto a
las subjetividades mismas, desde una multiplicidad de determinaciones verticalistas y
jerarquizantes. Y también transversalidad en oposición a una simple horizontalidad que
refiere al nivel de los distintos actores sociales inscriptos como objetos de una enorme
aparato burocrático con sus estructuras generadoras de jerarquización piramidal y sus
19
mecanismos esterilizadores de los mensajes. Transversalidad que refiere al saber y no saber
de los actores en sus relaciones y determinaciones sociales, considerando la realidad de la
organización en la que estos actores se encuentran (aquí y ahora).
Y otro concepto muy útil para nosotros, ligado al de transversalidad por el valor de la
inscripción subjetiva, es el de segmentaridad (Lourau, 1988). Este concepto refiere al
carácter singular de los actores y a que las relaciones entre los mismos es pluralista y
heterogénea (pertenencias, referencias, criterios, normas, opiniones, proyecciones e
interiorizaciones, etc.). Si referimos con Lourau a segmentaridad, y no a pluralismo, es para
implicar con dicho autor la dimensión de los atravesamientos institucionales.
Y por último, el análisis institucional francés nos provee de otro concepto fundamental para
nuestra investigación: la implicación. Este concepto abarca el conjunto de relaciones,
conscientes o no, que existen entre los actores sociales y el sistema socio-institucional.
Lourau (1988, p. 268-271) refiere con Weber al desconocimiento con respecto a las bases
racionales de las normas institucionales, por un lado; y al desconocimiento con respecto a las
bases racionales de las técnicas, por el otro. Para él la institución implica no solamente la
organización en el sentido de sistema de decisión y de poder, sino también la organización
material, el componente tecnológico y el entorno físico. En relación a este conocimiento-
desconocimiento (el saber y el no saber) es que introducimos el análisis de la implicación de
los actores sociales.
Ahora bien, si esta investigación se pretende un análisis institucional como método científico,
es prioritario considerar dos cuestiones:
• Considerar por un lado el concepto de institución en tanto problemático. Y esto nos
significa con Lourau (1988) que las institucionalidades y las políticas sociales no se
ofrecen de manera inmediata a la observación o al estudio inductivo. Sino que el análisis
institucional debe captar la acción social de su dinamismo y tratar de poner en evidencia
20
donde están las institucionalidades y las políticas sociales, es decir, las relaciones entre la
racionalidad establecida (reglas, formas sociales, códigos) y los acontecimientos, los
actores y los movimientos sociales que se apoyan implícita o explícitamente en la
racionalidad establecida y/o la cuestionan. Y es dentro de la problemática política e
institucional donde nuestros referentes conceptuales se constituyen en tanto que
conceptos operativos (crítico-analíticos).
• Y por otro lado, considerar también con Lourau (2001) que el análisis institucional
considera las condiciones de investigación poniendo el acento en la implicación
permanente. Lourau nos dice que “la investigación de la implicación conduce a poner en
bandeja la cuestión de la implicación de la investigación” (Lourau, 2001, p. 51). Nos
referimos a que esta investigación conforma un dispositivo de intervención en un campo
social situacional y concreto. Es fundamental para nosotros el análisis de nuestra
implicación en tanto dispositivo de investigación, de intervención. Al respecto nuestro
recorte del campo de intervención se construye dentro de una dinámica social que
construye simultáneamente al campo de intervención. Pero también es fundamental que el
dispositivo de intervención nos posibilite ir abriendo el campo de análisis (transducción y
campos de interferencia) (Lourau, 2001), promoviendo el análisis de la implicación.
Nuestra Implicación Referencial Metodológica
Nuestra intervención comunitaria consiste en una investigación acción y, por ende, se basa en
una metodología cualitativa. Sostenemos con Taylor y Bogdan (1987) que los investigadores
cualitativos son flexibles en cuanto al modo en que intentan conducir sus estudios, donde el
investigador social cualitativo es un artífice y es alentado a crear su propio método, y que
surgen lineamientos ordenadores pero no reglas. Al respecto nuestra investigación-acción
consiste en una inducción crítico-analítica donde el análisis de los datos es un proceso en
21
continuo progreso en la investigación cualitativa, es decir que la producción y el análisis de
los datos van unidos. Desde el análisis y las acciones de los emergentes y/o analizadores se
desarrollan nuevas líneas de análisis y acciones que dan sentido a los datos. Durante el
proceso de investigación surgen las distintas preguntas y formulaciones. El proceso de
interpretación es un proceso dinámico y dependerá de los significados de que se disponga y
de cómo se aprecie una situación. Este consiste en no preespecíficar las acciones, debido a
que cierta líneas de análisis a partir de los datos obtenidos pueden guiárnos a nuevos
interrogantes o nuevas acciones. Las distintas líneas de análisis que se vayan produciendo nos
abrirán el campo de análisis. Aquí la selección de actores, de acontecimientos y de prácticas
sociales se producen desde y en la implicación misma del campo de intervención y no por
una preocupación por la representatividad. Pretendemos que el dispositivo de intervención
nos posibilite ir abriendo el campo de análisis (Lourau, 2001).
Concebimos con Valles (1997) que esta investigación implica un acto que tiene lugar dentro
de un contexto socio-histórico específico, en el que el investigador social toma decisiones
(implícita o explícitamente) que revelan su adherencia ideológica, su compromiso. Esas
decisiones incluyen la elección del tema de estudio, su enfoque teórico desde perspectivas y
paradigmas concretos, así como la utilización de ciertas estrategias y técnicas metodológicas.
Todo esto conforma decisiones de diseño, que aparentan meramente técnicas o prácticas, pero
en el fondo o en sus consecuencias son asociables a postular ideologías o sociopolíticas
determinadas. Al respecto, tenemos por un lado una referencia conceptual que nos refiere a
una parcialidad concreta en tanto sector particular de la práctica social que pretendemos
describir inductivamente y que conforma nuestro “dispositivo de intervención” en nuestra
investigación acción. Y por otro lado esa misma referencia conceptual nos refiere a que en la
inmanencia misma de dichas prácticas sociales se representa el sentido del sistema social en
su conjunto, se atraviesan políticas en tanto determinabilidad inconciente que producen
22
separaciones instituidas en el cuerpo social, se cristalizan y diagraman estrategias que se
efectivizan dentro de las relaciones de fuerza; que pretendemos explicar comprensivamente y
que conforman “el campo de análisis”. Es por ello que combinaremos dos perspectivas o
paradigmas tomados de Cabtree y Miller (Valles, 1997, p. 55, 56): el de la indagación
constructivista y el de la indagación crítica.
El paradigma de la indagación constructivista está respaldado por la metodología cualitativa,
y su lógica sigue un proceso circular que parte de una experiencia, situación o práctica que se
trata de interpretar en su contexto y bajo los diversos puntos de vista de los implicados. Aquí
el diseño está abierto a la invención, la obtención de datos al descubrimiento, y el análisis a la
interpretación. Dentro de esta perspectiva incluimos el interaccionismo interpretativo de
Denzin (citado en Valles, 1997) que pone la necesidad de incluir, en el análisis de los
significados, los procesos de producción y circulación de los mismos, atendiendo
especialmente a los significados político e ideológicos (Denzin reformula según Valles, el
proyecto interaccionista sirviéndose de ideas provenientes de la etnografía posmoderna, de
las críticas feministas al positivismo, de la fenomenología hermenéutica y existencial, de los
estudios culturales, y del pensamiento posestructuralista de Foucault y Derrida; y recupera un
pragmatismo social comprometido críticamente).
Y el paradigma de la indagación crítica enfoca la realidad de la dominación, la distribución
del poder y las desigualdades asociadas; apunta a los efectos del sistema. Está respaldado por
el conocimiento histórico y por la articulación de los paradigmas materialistas e
interpretativos, para desenmascarar la ideología y la experiencia del presente, logrando una
conciencia emancipadora, adecuándose al compromiso político y al estudio de los sistemas.
La meta de la indagación constructivista está centrada en la reconstrucción de los puntos de
vista implicados en lo estudiado, persiguiendo una interpretación consensuada
suficientemente documentada. Y la meta de la indagación crítica está en la crítica y
23
transformación de las estructuras sociales, políticas, culturales, económicas y de género que
constriñen y explotan a la humanidad (Valles, 1997).
Nuestra intervención implica metodológicamente una investigación acción. Y nuestra
intervención consiste más específicamente en una investigación acción participativa (IAP),
en la cual según el Colectivo IOE (Pereda-Prada-Actis, 2003):
“se trata de un enfoque de intervención social que persigue recoger las perspectivas e
intereses de los sectores implicados en un proceso de acción social, otorgando el principal
protagonismo a los colectivos afectados (…) la intención es potenciar los recursos
disponibles en estos sectores, tanto a nivel del conocimiento (difusión y aplicación de
técnicas de autodiagnóstico e investigación colectiva) como de la acción (promoción de
iniciativas y auto organización” (p. 6).
Al respecto, nos sustanciamos con el planteo del Colectivo IOE (Pereda et al, 2003):
• “Pasar de la relación sujeto/objeto (gestores/clientes) a la relación sujeto sujeto. Los
protagonistas principales -y necesarios- de todo el proceso son las personas afectadas por
los problemas que se quieren abordar. En cuanto a los voluntarios externos, los
profesionales y los políticos, asumen un papel subsidiario y, en última instancia, uno de
sus principales objetivos consiste en volverse innecesarios” (p. 6).
• “Partir de las demandas o necesidades sentidas por los afectados, como condición
necesaria para que sean ellos los principales protagonistas del proceso (…) Tales
demandas pueden aparecer espontáneamente en un momento dado y servir de punto de
enganche para un proceso de IAP, o pueden surgir tras una primera etapa de reflexión en
la que las personas afectadas hacen un diagnóstico de su situación y definen, a partir de
él, sus demandas e intereses. Todas las personas son ‘seres en situación’ que sólo pueden
comprenderse y actuar sobre la base de cuál sea su percepción "in situ” de las
circunstancias en que viven” (p. 7).
24
• “Unir la reflexión y la acción, o la teoría y la praxis evitando tanto el verbalismo (teorizar
sin llevar a la práctica) como el activismo (actuar sin reflexionar sobre lo que se está
haciendo) (…) tienden a constituir un proceso en espiral de planificación, acción,
observación y reflexión” (p. 7).
• “Comprender la realidad social como una totalidad, concreta y compleja a la vez (…)
Esto supone no limitar el análisis o las posibilidades de acción en ningún sentido y abrirse
a la interdisciplinariedad del conocimiento, aprovechando los aportes de los diversos
enfoques (antropológico, sociológico, psicológico, histórico, etc.), que se entienden como
complementarios (…) una articulación de lo micro y de lo macro supondría no sólo
‘actuar localmente y pensar globalmente’ sino desarrollar formas de intervención en los
dos planos -evitando que se produzca la cooptación de lo micro por lo macro- y generar
también una complementariedad horizontal entre los diversos microespacios a fin de
reforzar la convergencia de los sectores de la sociedad afectados por problemas
semejantes” (p. 8).
• “Plantear el proceso de IAP como una vía de movilización y emancipación de los grupos
sociales en situación de dependencia. Esto implica una actitud comprometida
políticamente por parte de los participantes (incluidos los profesionales, que tienen que
superar la supuesta neutralidad del saber técnico)” (p. 8).
Fals Borda y Rodríguez Brandao definen el "poder popular" que se pone en marcha en la IAP
como “la capacidad de los grupos de base, explotados por sistemas socioeconómicos, de
actuar políticamente tanto como de articular y sistematizar conocimientos, de tal manera que
puedan asumir un papel protagonista en el avance de la sociedad y en la defensa de sus
propios intereses de clase y de grupo” (citado en Pereda et al, 2003, p. 8).
Y en relación a las dos tradiciones principales en referencia a la investigación acción
participativa que propone el Colectivo IOE, nos situamos entre ambas, rescatando sus
25
aportes. De la tradición pragmático-operativa (Dewey-Lewin) rescatamos que “la
participación no es más que un método para la resolución de problemas grupales o
institucionales que se define como un ‘proceso continuo de planificación, acción, evaluación
y vuelta a empezar’, pero ceñido a prácticas sociales concretas” (Pereda et al, 2003, p. 10). Y
de la tradición crítica-implicativa (Lourau-Lapassade) rescatamos a “la investigación-acción
a partir de un rechazo global del ‘status quo’ existente en la sociedad (desigualdades,
procesos de exclusión, elitismo político y económico, etc.) y como una vía, entre otras, de
liberación social” (Pereda et al, 2003, p. 11).
Es importante remarcar la crisis de legitimidad y representacional de la investigación social.
Acerca de la representación, en realidad solo nos interesa que la experiencia es creada en el
texto social escrito por la propia acción social. Y agregaríamos además, que de la gestión
científica nos interesa solo el grado de colectivización y de restitución, es decir de
socialización de los conocimientos (Lourau, 2001: 17). Y que la utilidad de la misma esté en
poder articular herramientas útiles en función de los implicados mismos, en sus luchas y
resistencias dentro de sus incesantes contradicciones.
Para concluir estas referencias metodológicas, parafraseamos dos citas de Lourau (2001) que
nos implican profundamente en nuestra investigación-acción:
“no intenta ser una falsa clave de atracados, ni un passe-partout de conserje y guardián
nocturno, en esta fábrica de tinieblas que es la barbarie neoliberal, cuyos programas
científicos me propagan terror, cuando sueño en el futuro que tiene la oscura gran velocidad
sobre mis hijos” (p. 17).
“su validez muy relativa o, más precisamente contradicción no pretenda cubrir la realidad
moviente en sus envolturas y desarrollos, y esta realidad en pedazos bien clasificados, tal
como el carnicero con el animal muerto. Sin embargo una vaca de verdad nunca es un
conjunto de bifes y otros trozos elegidos o despojos. Menos aún un cerdo que sueña ante su
26
comedero es identificable con una cantidad de salchichas. La dificultad, la imposibilidad de
producir un enunciado colectivo coherente de las implicaciones de una situación proviene, tal
vez, de la vana tentativa de transplantar este concepto sobre un real predescuartizado por el
cuchillo de carnicero de la lógica clasificatoria identitaria. Como pretender hacer visible y
legible la implicación en un sistema de referencia sujeto/objeto, el cual autoriza al observador
a inclinarse en su ventana para contemplar con toda quietud la fanfarria o la procesión del
devenir (para esto le alcanza con un dedo glotón el corte de su método). Desde luego la
cuestión epistemológica que aquí se levanta está en ligazón transductiva con la cuestión
política de la sobrevivencia y la felicidad de las grandes masas que cada vez más viven en la
miseria, la precariedad, el desempleo o la angustia del desempleo” (p. 136-137)
En fin, esta investigación acción participativa cobra su más profundo sentido en el futuro de
nuestros hijos y en el destino de vastos sectores poblacionales viviendo indignantemente en
situación de indigencia.
Nuestra Implicación del Diseño Estratégico de Intervención
Nuestra intervención tiene por objetivo producir un proceso que reconstruya la propia red
comunitaria, emergiendo potencialidades y produciendo consistencias desde la inmanencia
misma de las cotidianeidades (vinculares, afectivas, productivas, proyectivas, etc.). Un
proceso que produzca proyectos multiplicadores y lo más autonomizadores posibles de las
propias subjetividades en su cotidianeidad. Un proceso que integra el reconocimiento, en el
sentido de la aceptación, de que el otro también existe; el conocimiento, en el sentido de
interesarse, de quién es ese otro, qué quiere, qué le pasa, qué puede; la colaboración, en el
sentido de reciprocidad, de ayudarse; la cooperación, en el sentido de solidarizarse, de
compartir recursos y actividades; y la asociación, en el sentido de lograr confianza, compartir
objetivos y proyectos (Rovere, 2000). Frente a la realidad de los procesos de desafiliación y
27
sus efectos de necesidades básicas insatisfechas es necesario contraponerle un proyecto que
recupere las capacidades básicas desaprovechadas. Nos referimos a la recuperación
resignificada y recreada de las propias comunidades en tanto espacialidades y temporalidades
de la vida cotidiana. Desde esta línea de acción pretendemos contribuir a promover y
reforzar:
• la participación comunitaria desde sus propias necesidades revalorizando y potenciando
sus propios intereses, deseos, y poderes;
• la propia organización comunitaria desde pragmáticas efectivas en sus resultados;
• la apropiación comunitaria de las diversas institucionalidades y políticas sociales
presentes;
• y las formas relacionales y vinculares socio-afectivas en sus cotidianeidades, implicadas
en una ética solidaria y cooperativa.
Nuestra intervención tiene por objetivo central (Molina y Velásquez, 2006):
“facilitar la posibilidad de tomar conciencia de las contradicciones sociales y asumir el reto
de buscar alternativas que promuevan la voluntad, capacidad y protagonismo de las personas
para organizarse, movilizarse, interactuar, sensibilizarse, establecer compromisos, negociar,
buscar su propia sabiduría emanada de sus historias de vida y su propia cultura. Permite la
participación de los integrantes de una comunidad, ya no como objetos, sino como sujetos de
transformación” (p. 123).
“ello implica conocerlo, planearlo, promoverlo y generar estrategias que recojan la memoria
histórica y la construcción de escenarios proclives a la real construcción cogestiva de una
nueva situación, que exprese los horizontes de vida que la comunidad tiene para sí, sin
desconocer las posibilidades, limitaciones, potencialidades y amenazas de cada situación, de
cada trama, de cada proceso; pensando el largo plazo en el corto paso, el pasado y el futuro
28
en el presente, el todo y la parte en cada acción, en cada movimiento, en cada decisión” (p.
51).
Al centrar nuestro objetivo de intervención en la cotidianeidad misma de la comunidad y en
los propios emergentes que surgen de la participación misma, nos implica en una
“perspectiva ontológica” donde “no existe método que contenga pasos a ser cumplidos en la
intervención profesional” por lo cual “el objeto es el que nos solicita y delinea un
determinado camino” (Cavalleri y Sánchez, 2006, p. 59-60). En fin, nuestra “intervención
profesional se concretiza a partir de las manifestaciones de la cuestión social que
principalmente inciden en la vida cotidiana, afectando a los sujetos en la satisfacción de sus
necesidades” (Cavalleri y Sánchez, 2006, p. 23). Es por ello que nuestro objetivo es
contribuir a:
• Fortalecer la organización comunitaria en las propias villas, que son las espacialidades
propias territoriales donde se puede producir el fortalecimiento de redes solidarias en la
comunidad.
• Y posibilitar que estas espacialidades logren efectivizarse en: mayor participación
solidaria; y un sentido de construcción cooperativa.
Y pretendemos constituir el dispositivo de intervención desde la propia “trinchera social”
(Labriola y Núñez, 2006), y permitir aportar a ampliar los márgenes de visibilidad y de
operatividad desde la misma construcción participativa comunitaria. E implicarnos desde la
afectación misma, desde las relaciones de confianza constituidas por la vecindad, el
parentesco y la amistad.
El grupo de intervención lo constituimos una red abierta de incluidos, produciendo
encuentros en la propia comunidad, desde nuestro quehacer técnico-político solidario.
Es importante para nosotros (Labriola y Núñez, 2006):
29
“vernos a nosotros mismos como uno más en el entramado de relaciones”, lo cual “permite,
entre otras cosas, despojarnos no solo del desempeño de roles que ponen solo en manos de
los profesionales la resolución de las demandas que le llegan a sectores de la organización
donde estos operan, sino que a su vez hace pensarnos trabajando en campos que hagan
circularlas, pudiendo cogestionar con otros el abordaje de las mismas; ‘otros’ en la que está
contemplada la participación del portador de la demanda como actor fundamental, que con
sus saberes y prácticas enriquecen dichos abordajes” (p. 45).
En palabras de Robert Castel “muchos trabajadores sociales formados a la manera clásica
tuvieron bastantes dificultades para plegarse a estas nuevas prácticas llamadas ‘asociativas’ o
transversales, que exigen trabajar con diferentes compañeros, institucionales y no
institucionales, sobre el terreno, perdiendo el rol de líder” (Castel, 1999, p. 157). Estamos
completamente de acuerdo con Castel en que “el ideal de la intervención es, sin duda, que se
sitúe lo más cerca posible de estos lazos concretos, con la participación de los habitantes”
(Castel, 1999, p. 157). Nuestra implicación y afectación con la comunidad misma, se asemeja
al planteo de Bertucelli de comenzar “caminando en silencio” (nosotros no tan en silencio)
“por el vecindario sin que nadie nos esperara, para luego ser atrapados por las redes, y por
último participando en redes comunitarias pasaríamos por cualquier reunión institucional sin
quedarnos en ninguna de ellas” (Bertucelli, 1999, p. 268-273). En fin, se trata de producir
nuestra implicación con ellos, haciendo de nuestros miedos una acción, y de nuestros
prejuicios e imaginarios de intelectuales incluidos en servicio hacerlos una implicación y un
análisis reflexivo de la misma. Y tratar de contribuir a que ellos hagan de sus parálisis
aplastantes y de sus carajos de indignación, elaboraciones creativas y constructivas de nuevos
universos de vida. Meternos en la cotidianeidad relacional misma y en el radio
convivencial comunitario, buscando producir nuevas estrategias en el medio de la crisis
del trabajo y de la asistencia, disputándole los significados sociales al propio Capital.
30
Nuestra estrategia de intervención responde a una sistematización operativa de trabajo que es
pensada fundamentalmente en praxis y en proceso (Pichón Rivière, 1985). Esto significa que
los proyectos surgen del proceso participativo mismo y desde la organización comunitaria
concreta. Nuestra contribución desde nuestro oficio y desde nuestra condición propia de
incluidos es:
• De abajo para arriba: es decir desde las villas y sus realidades pretendemos contribuir
técnicamente a una construcción desde, para y con ellos mismos.
• De menor a mayor: es decir que responde a un modelo rizomático de productividad
(apenas si sabemos donde empieza, y no sabemos por donde sigue y mucho menos
donde termina).
• Y de afuera hacia adentro: es decir que a partir de cada construcción participativa de
organización comunitaria en relación con una tarea emergente, propender a integrar
(gestionar, construir el poder) las institucionalidades y las políticas sociales para la
potenciación de la tarea y la apropiación de ellas por parte de las subjetividades
mismas.
Esto significa que una propuesta o una línea de acción, es decir un proyecto, no lo llevamos
con nosotros, ni lo diseñamos a-priori, sino que surge de la propia participación comunitaria
en la cual contribuimos, y es desde donde somos trasladados a las jurisdicciones y
organizaciones (políticas sociales e institucionalidades) para aprovechar potenciando sus
capacidades y/o utilidades en, desde, para y con la comunidad misma. En fin, las propuestas y
líneas de acción, es decir los proyectos, se desarrollan, profundizan y potencian en la propia
organización comunitaria; y la articulación ínterjurisdiccional e interorganizacional se
establece a partir de los proyectos mismos.
31
Nuestra Implicación en el uso y selección del Instrumental Técnico
El Instrumental de intervención que implementamos implica tanto el uso de técnicas como el
diseño de estrategias en la búsqueda de la eficacia (costo-beneficio) y de la eficiencia
(proceso-producto), tanto en relación al objetivo de intervención y el logro de participación,
como en relación a la tarea y la organización a partir de la misma. Aquí para nosotros costo-
beneficio y proceso-producto refieren en torno a la tarea que surge del propio proceso
operativo. Asimismo las técnicas las utilizamos en función de producir tanto un proceso
participativo como una serie de actividades de promoción comunitaria. Al respecto y en
similitud con la educación popular las técnicas son solo instrumentos en un proceso de
construcción comunitaria y deben ponerse al alcance de todos para que sean utilizadas
creativamente. En nuestro caso, la diferencia con las técnicas participativas en educación
popular, es que nosotros no partimos ni trabajamos situaciones ficticias sino reales de las
propias condiciones de existencia de la comunidad.
Debido a que tenemos por objetivo trabajar con sectores poblacionales en situación de
indigencia, y frente a la multiplicidad de carencias y riesgos que sufren, decidimos
implementar una intervención comunitaria de carácter integral. Y diseñamos una estrategia de
inserción comunitaria a partir de encuestar casa por casa. Esto nos posibilita:
• Conocer la realidad situacional de cada una de las familias y las propias cotidianeidades
del barrio; y la apropiación por parte de ellos de las políticas sociales (seguridad,
servicios, programas, etc.).
• Y fundamentalmente ir incentivando a crear formas colectivas de participación a partir
de sus propios emergentes (ej. el tema tierras, microemprendimientos, comedor, luz y
agua, mejoramiento del hábitat, etc.).
Nuestra estrategia es ir logrando inserción en el barrio y tratando de posibilitar espacialidades
y tareas que promuevan la participación. Es decir, lograr niveles y espacialidades de
32
participación a partir de emergentes de ellos mismos. Es claro que en nuestra función solo
seremos útiles y podremos sumar resultados a partir de la participación social, y solo desde
allí la gestión. Sin lograr participación es poco lo que podremos hacer.
A partir de las encuestas no solo pretendemos insertarnos en la comunidad sino también
obtener múltiples datos que nos permitan conocer la situación social de la comunidad.
Asimismo en esta etapa es muy importante la observación en terreno.
Pretendemos que paulatinamente las encuestas se vayan transformando en entrevistas
(fundamentalmente abiertas y también algunas en profundidad) y también en los primeros
esbozos de procesos grupales.
En relación a nuestra pretensión de producir procesos participativos y que los emergentes
surjan de la propia comunidad tomamos el modelo operativo de entrevista de Bleger. Bleger
plantea que “en el caso de la entrevista abierta, reside en una flexibilidad suficiente como
para permitir que el entrevistado configure el campo de la entrevista” (Bleger, 1991b, p. 10);
“que el campo de la entrevista se configure al máximo posible por las variables que dependen
de la personalidad del entrevistado” (Bleger, 1991b, p. 10). Es decir que “se trata de obtener
que el campo se configure especialmente y en su mayor grado por las variables que dependen
del entrevistado” (Bleger, 1991b, p. 14). También que “quien dirige la entrevista es el
entrevistado y que todo emergente es situacional o deriva de un campo” (Bleger, 1991b, p.
15). Es importante distinguir que nosotros no realizamos entrevistas psicológicas en el
sentido clínico, sino que para nosotros las situaciones, los emergentes y el campo son las
propias condiciones existenciales subjetivas y objetivas de los entrevistados. Y dado que
nuestra intervención es en la cotidianeidad misma de la comunidad, las entrevistas son en
general espontáneas y no pautadas… las pautas surgen desde los emergentes, en función de la
tarea y desde los propios procesos participativos. Y en la intervención realizamos entrevistas
33
individuales y/o grupales. Y es importante implicar con Bleger en las entrevistas el escuchar,
vivenciar y observar.
En nuestra intervención son fundamentales también las técnicas grupales. En realidad lo que
más nos interesa es el propio proceso grupal. Al respecto integramos los aportes de Guattari
(1976) y las valiosas propuestas de Pichón Riviere (1985) y de Bauleo (1977) que nos
posibilitan enriquecer esta idea de praxis grupal dándole un sentido más real al carácter
instrumental y operacional.
En relación a esta cuestión nos son significativamente valiosos los aportes de Guattari (1976)
en su concepción de “transversalidad en el grupo”. Este es un concepto comprometido en el
campo social, es inmanente a una praxis y es trascendente a un campo especifico concreto y
situacional desde donde refiere (García, 2000, p. 137-149). Se intenta romper con la
tendencia de las instituciones a reforzar la alienación social, intentando producir “una
búsqueda de una praxis particular necesaria para producir efectos analíticos”, posibilitando
incorporar esta consistencia subjetiva en el problema de la producción de institucionalidades
y políticas sociales. Y esto Guattari lo plantea desde una praxis grupal misma, desde una
“química grupal”. Pretender fundar “las leyes de la subjetividad en el grupo desde otra opción
que la coacción social” y “los caminos mitificantes” que se producen desde los actores
implicados mismos y sus referencias situacionales. Para esto se hace necesario descifrar los
fenómenos que tienden a replegar al grupo en sí mismo (sus liderazgos, sus identificaciones,
sus transferencias, sus rechazos, sus chivos emisarios, etc.), protegiéndose a partir de una
formación estereotipada (que produce un desconocimiento de sí mismo) ejercida desde el
exterior. Esto produce que los roles sean cosificados, “falicizados al modo del jefe o al modo
de la exclusión”. Para Guattari es necesario generar “grupos sujetos” que se esfuerzan en
influir sobre su conducta, intentando elucidar su objeto y de secretar los medios para esta
elucidación, operando desprendimientos de la jerarquización de las estructuras y permitiendo
34
abrirse a un más allá de los intereses del grupo. Estos grupos asumen “la creación, la gestión
y la orientación” rompiendo con el enorme aparato burocrático institucional y con sus
mecanismos esterilizadores de los mensajes; produciendo mecanismos de impugnación y de
redefinición de los roles. Esta impugnación y redefinición de roles implica a los profesionales
mismos y sus intervenciones que deben aceptar “una puesta en circuito, una impugnación de
su rol” (de sus saberes, sus lugares y su práctica), para evitar transformarnos en “agentes de
transmisión activos de categorizaciones alienantes”. Este tipo de grupo se hace sujeto de su
inmanencia (su quehacer, su acto, su praxis) y de su trascendencia (mas allá de sí mismo, su
proyecto, su destino); en oposición a ser significado desde otros intereses y deseos, desde
otros poderes, desde otros proyectos que vacían de sí mismo al grupo; en fin, en oposición a
que el grupo sea captado y /o tomado como objeto desde una otredad que le infiere perdida de
sentido (García, 2000: 137-149).
Y también Bauleo (1977) postula su idea de “contra ideología” oponiéndose al “neutralismo”,
no solo denunciando lo que se infiltra de ideológico en este último, sino también buscando
generar otros supuestos, otras técnicas y otras teorías alternativas. Y plantea que su
preocupación constante ha sido la posibilidad de que la práctica grupal se convierta en una
contra ideología. Y esta preocupación parte de la experiencia grupal misma, centrada
alrededor de un tema (la tarea), tratando de elaborar y vivenciar “una experiencia de corte con
los modelos instituidos”. Esta intención “se engarza en un movimiento concientizador, ya que
se busca que el sujeto se ubique en una adaptación activa, con la cual se quiere expresar que
pueda pensar su contexto de existencia, rompiendo con los limites impuestos por las
determinaciones estructurales, o las condiciones de soporte” (Bauleo, 1977, p. 14). Y el
aporte instrumental operativo fundamental lo da cuando arriba a la conclusión “de que la
posibilidad de otro nivel de ubicación debe partir de dos pautas básicas: la relación grupo-
tarea y la vinculación del coordinador con dicha relación” (Bauleo, 1977, p. 21). Para el no
35
solo es necesario la explicitación de la tarea sino también el análisis de los niveles que
involucra. Y en relación a la coordinación plantea que el coordinador debe saber que el grupo
no es de su propiedad y que debe elaborar su separación para que ante la operatividad del
grupo ya no sea necesaria su presencia. Esto se produce a partir de devolver al grupo los
liderazgos depositados y elaborar permanentemente su separación con el grupo (ruptura del
sometimiento, posibilitar el crecimiento del grupo, recuperación por el grupo del poder de
decisión y de elección). Así se instala un grupo productivo y operativo que genera una
mecánica cuya finalidad es el trabajo propuesto como proyecto. Para esto el coordinador
trabaja con una distancia operativa que posibilite la función y la producción del grupo mismo.
Pichón Riviere y Bauleo (Pichón Riviere, 1985, p. 33-35) planteaban tres momentos del
grupo en un sentido técnico y práctico: “establecer pretarea, tarea y proyecto consiste en la
búsqueda de nociones que, partiendo del supuesto de hombre en situación, permitan
establecer mejor la relación hombre-situación y a su vez poder operar en un campo práctico”.
En la pretarea se ubican las técnicas defensivas que estructuran la resistencia al cambio; se
distancia lo real de lo fantaseado sostenido por los miedos básicos; el grupo se presenta como
una impostura; la situación se le presenta con un dejo de extrañeza y esa misma extrañeza lo
desespera; se produce un estancamiento en el aprendizaje de la realidad y deterioro en la red
de comunicación. En la tarea se da un abordaje y una elaboración cualitativa (salto e insight)
de las ansiedades que ruptura con la práctica disociativa y estereotipada; el grupo puede
ubicarse como sujeto y elaborar tácticas y estrategias mediante las cuales intervenir en las
situaciones (proyecto de vida) provocando transformaciones; pueden diferenciar y
discriminar (esto es nuestro, esto nos exigen, ¿esto porque?). Con la tarea se ubica una noción
que englobe, al mirar a un sujeto, su relación con los otros y con la situación; que pueda ver
que su indeterminación hace que distintas concepciones y determinaciones externas hayan
hablado de él; y posibilita elaborar esquemas adecuados a ciertas situaciones prácticas.
36
Y llegamos al tercer momento y el más importante para nosotros: el del proyecto. “Elaborar
un proyecto significa elaborar un futuro adecuado de una manera dinámica, por medio de una
adaptación activa a la realidad, con un estilo propio, ideologías propias de vida y una
concepción de la muerte propia” (Pichón Riviere, 1985, p. 124). Bauleo (1977) continúa
elaborando esta noción de proyecto (el momento de síntesis luego del pasaje desde la
indiscriminación a la discriminación). Y plantea que en este momento el grupo como tal se
organiza y decide; busca otras conductas; se objetiva a sí mismo como grupo y trata de hallar
los caminos de su posibilidad para resolver sus conflictos y cumplir con su tarea; ya no opera
ninguna coordinación, el coordinador se borra. Es el momento crucial ideológico donde
aparece el esquema de la apertura, ya no hay conclusión coordinadora y el grupo mismo dirá
que hará con su experiencia. Su proyecto será extragrupal y el contexto social será el marco
real de la ejecución de su proyecto. El cómo si del grupo, su artificialidad, emerge como
momento de reflexión vivida y compartida, de cuyo aprendizaje se desprenden los elementos
para un proyecto cuya realización siempre es fuera del grupo y en confrontación con una
realidad social que lo permitirá o lo frustrara.
Y pretendemos que el insight mismo del proceso grupal inscripto en la propia cotidianeidad
de la comunidad permita ir produciendo emergentes y tareas que posibilitan ir creciendo en
niveles de organización comunitaria. Y que la propia productividad socio-operativa devenga
en procesos de asamblea general. La asamblea general la utilizamos en el sentido del
Socioanálisis como “el sitio de ejercicio de una soberanía popular, colectiva e instituyente”
(Lapassade, 1980, p. 152). Se basa fundamentalmente en la autogestión, “un principio que
debe posibilitar el análisis de todo cuanto viene a frenar, a recuperar o negar y reprimir el
habla social plena, la reaparición de las escisiones, de las jerarquías. Lo instituido contra lo
instituyente, el silencio del poder y la autocensura contra la expresión colectiva de un deseo”
(Lapassade, 1980, p. 152). Al respecto acordamos con el planteo del Colectivo IOE de que:
37
“el procedimiento más propio de la IAP es la asamblea donde todos los implicados pueden
aportar como iguales su respectiva experiencia. La asamblea implica autogestión frente a las
diversas formas de poder, tutela o liderazgo que mantienen a la mayoría del grupo en
posición de dependencia y pasividad. De hecho el modelo organizativo de cualquier proceso
de IAP suele ser la asamblea, ya sea porque esa es la forma de funcionamiento habitual del
colectivo en cuestión o porque se establece como meta ideal a conseguir en el futuro después
de un itinerario de formación y emancipación. Esta situación es la más frecuente en los
procesos de IAP (…) debido a que las relaciones sociales suelen estar mediadas por
dispositivos de delegación institucional (dirigentes con atributos de poder sobre las
mayorías), excelencia profesional (técnicos que se atribuyen el ‘saber hacer’ en relación a los
demás) o liderazgo informal, que tienen por efecto inhibir la responsabilidad de las personas
particulares en la resolución colectiva de los problemas que les afectan. Por otra parte, hay
que procurar formas de participación que sean efectivas para los fines que se persiguen y, en
ese sentido, evitar los peligros de la asamblea, que se puede convertir en un mero rito, es
manipulable, se presta a la improvisación, etc. (Si se repiten muchas sin efectividad, pueden
tener un efecto desmovilizador). En todo caso, quienes inician un proceso de IAP suelen ser
conscientes de que deben buscar la máxima participación del colectivo implicado y que, para
eso, la asamblea es el sistema al que hay que tender, pero sin renunciar a otras fórmulas
complementarias de gestión y participación” (Pereda et al, 2003, p. 19).
Y por último, nos interesa validar y producir una sistematización de la experiencia.
Concibiendo que las prácticas sociales son una importante fuente de aprendizaje, la
sistematización consiste en un registro de dichas prácticas, registro en tanto aprensible y
transmisible. Posibilita una rizomática multiplicidad de experiencias que se aprehenden e
insertan en las propias prácticas generando integrabilidad de procesos que insisten una
consistencia subjetiva colectiva de proyecto participante.
38
La sistematización en tanto instrumento, como producción de teoría en tanto “caja de
herramientas” (Foucault- Deleuze), implica en si misma formas de enseñaje (Bleger, 1991),
en tanto aprender a aprender de nuestras prácticas, tanto desde sus logros como desde sus
fracasos; y posibilita producir ese rizoma de experiencias múltiples en el devenir del proyecto
colectivo que construyen. Es decir, posibilita la producción de un proyecto colectivo desde la
reconstrucción histórico-situacional de las experiencias… enredándolas.
Creemos que la sistematización debe superar los aspectos narrativos y descriptivos, aunque
los incluye, aportando a una comprensión desde una analítica y desde una interpretación
crítica. Necesita de sujetos críticos y creadores, además de la comprensión analítica.
Comprensión de las significaciones, sentidos, acciones y discursos de las subjetividades
implicadas con la pretensión de entender las lógicas e interpretaciones de las relaciones
sociales en las prácticas.
La sistematización en tanto método complementario a la investigación-acción permite “la
comunicación de prácticas, acumulación de saberes populares, su distribución y
retroalimentación en distintos sectores sociales, potenciando la capacidad replicadora de
experiencias y generadora de sinergias comunitarias” (Molina- Velázquez, 2006, p. 130).
Otras Implicancias
Entre una diversidad de implicancias que le dan consistencia a nuestra caja de herramientas,
además de salud y su especificidad salud mental que ya hemos referido, quisiéramos
explicitar al menos tres herramientas prioritarias que llevamos en nuestro dispositivo de
intervención:
1:) Por un lado nos implica el tema de las disciplinas. Debido a nuestra modalidad de
intervención, anteriormente explicitada, creemos que nuestro abordaje integral comunitario
responde claramente a una pretensión de “construcción transdisciplinaria”. “Más aún,
39
entendemos que la particularidad de la problemática comunitaria, así como el alto grado de
especificidad que presenta, invitan a la construcción transdisciplinaria” (Castronovo-
Montañez, 2006, p. 11). Esto se debe a que
“la transdisciplina es un estudio superior en el conocimiento que se alcanza cuando un objeto,
por su propia consistencia y la magnitud de su complejidad, se impone a las disciplinas.
Particularmente esta imposición se hace evidente cuando cada disciplina debe dar cuenta de
su propio desconcierto frente al objeto y admitir que nada de lo que sabe sobre el mismo es
útil para explicarlo como fenómeno. De la destrucción de los marcos conceptuales previos
emerge la posibilidad de lo nuevo. Deconstruir para construir. Desaprender para aprender”
(Castronovo-Montañez, 2006, p. 35).
Y esto es lo que nos sucede a quienes trabajamos con los sectores sociales excluidos,
viviendo en la miseria como única condición de posibilidad. Lo nuestro, que se pretende
abordaje e implica intervención, tiene definido el objeto desde la realidad misma de las
condiciones de vida de vastos sectores poblacionales. Para nosotros el objeto que produce
nuestro desconcierto disciplinario y deconstruye nuestros marcos conceptuales y nuestros
chalecos profesionalizantes, es la inmanencia de las cotidianeidades (vinculares, afectivas,
productivas, proyectivas, etc.) de la comunidad misma. Nos dice Pérez Castells que “si
trabajamos con los sectores de mayor pobreza de nuestro país, se vuelve casi un imperativo
ético, el munirnos del más completo arsenal teórico y técnico para abordarla”. Es por eso que
necesitamos “de diferentes saberes, considerando los diferentes planos y registros
heterogéneos” (Pérez Castells, 1999: 35-47) abierto no solo a una diversidad de
especializaciones, sino determinado también a las especializaciones posibles. Aquí la
transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las
disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden. Entiéndase para nosotros al
respecto las disciplinas posibles. Se trata de especializaciones que sitúen sus conexiones sin
40
fronteras estables entre disciplinas. La comunidad no solo nos sitúa en tanto objeto que
trasciende nuestros órdenes disciplinarios, sino que también no nos posibilita determinarla en
objeto de investigación (investigación acción así sea el caso) dentro de las lógicas de
investigación y de producción de conocimientos propios de los regímenes disciplinarios de
verdad (Foucault, 1979). Esto se debe a que trabajamos desde las lógicas de participación
social dónde los objetos son determinados por los emergentes de la propia participación
comunitaria (de la cual somos participes). Y muchas veces “ocurre que aun una mirada naif
de un amateur, ajeno a la disciplina, aun más a toda disciplina, resuelve un problema cuya
solución era invisible en el seno de la disciplina” (Edgar Morin, 2005). Y esto es lo que
sucede en y desde la participación comunitaria, obligándonos a un “más allá de las
disciplinas” en relación a “campos poli competentes” y a “poli competencias” del especialista
(Edgar Morin, 2005). Aquí “las disciplinas son llamadas como técnicas especializadas para
resolver tal o cual problema” pero “en profunda interacción para tratar de concebir este
objeto y este proyecto” que surge de la propia realidad comunitaria y de su participación
social (Edgar Morin, 2005). Nos interesa el cuestionamiento sobre si estaremos en
condiciones de cruzar las fronteras disciplinarias, a fin de abordar con mayor riqueza
instrumental la complejidad de la especificidad del abordaje integral comunitario con sectores
sociales en situación de indigencia y/o extrema pobreza. Se trata todavía de un sueño, pero tal
vez lo hagamos posible en esta realidad tan miserable en la que viven y permitimos que vivan
tant@s conciudadan@s nuestros. Y además nosotros pensamos que la naturaleza del equipo
que aquí postulamos deberá ser entonces radicalmente distinta al mero agregado de
profesionales. Aquí puede entenderse entonces el porque una apertura a una diversidad de
disciplinas que postulamos desde nuestra construcción transdisciplinaria, y también las
concretas realizaciones de tareas y/o proyectos desde las especializaciones posibles
(concretamente las que se presenten en el territorio). En fin, en realidad pretendemos como
41
grupo producir una “transversalidad” (Guattari, 1976) que posibilite lograr operativamente
transferencias de responsabilidad, superando las transferencias petrificadas en roles
congelados propios de las disciplinas y las profesiones. Diríamos al respecto de esos
Regímenes de Verdad (Foucault, 1979) que nos disponen, que nuestra tarea pretende consistir
en la “Indisciplina” misma. O mejor aún, que como Equipo pretendemos consistir en un
grupo de personas luchando por “Desdisciplinarnos” (Foucault, 1982: 53).
2:) Por otro lado nos implica también la potencia misma de la Economía Social (implicando
en ella lo popular, lo solidario, lo cooperativo, lo autogestivo). Nos referimos aquí a
Economía Social con Coraggio; aunque también podríamos referirnos a esa esencia en
productividad propositiva y reflexiva del Desarrollo a Escala Humana de Max-Neef. Nos
referimos al campo de construcciones sociales que pretenden producir alternativas a las
formas relacionales del Mercado del Capital (relacionales existenciales, vinculares,
comerciales, ecológicas, etc.). En palabras de Max-Neef (1998) nos implica profundamente:
“Romper con modelos imitativos de consumo, no sólo conjura la dependencia cultural sino
que hace posible además un uso más eficiente de los recursos generados en la periferia” (p.
84).
“Es mediante la generación de autodependencia, a través del protagonismo real de las
personas en los distintos espacios y ámbitos, que pueden impulsarse procesos de desarrollo
con efectos sinérgicos en la satisfacción de dichas necesidades” (p. 85).
“Concebimos esta autodependencia en función de una interdependencia horizontal y en
ningún caso como un aislamiento por parte de naciones, regiones, comunidades locales o
culturas. Una interdependencia sin relaciones autoritarias ni condicionamientos
unidireccionales es capaz de combinar los objetivos de crecimiento económico con los de
justicia social, libertad y desarrollo personal” (p. 86).
42
“En el plano social, la autodependencia refuerza la capacidad para subsistir, la protección
frente a las variables exógenas, la identidad cultural endógena y la conquista de mayores
espacios de libertad colectiva” (p. 88).
“Las relaciones de autodependencia, por el contrario, tienen mayores efectos sinérgicos y
multiplicadores cuando van de abajo hacia arriba” (p. 88).
“Son precisamente estos espacios (grupales, comunitarios, locales) los que poseen una
dimensión más nítida de escala humana, vale decir, una escala donde lo social no anula lo
individual sino que, por el contrario, lo individual puede potenciar lo social. (…) En relación
a un Desarrollo a Escala Humana, estos espacios son fundamentales para la generación de
satisfactores sinérgicos” (p. 88).
“La autodependencia multiplica la conciencia crítica y, con ella, las expectativas de
participación de múltiples actores sociales, lo cual se traduce en demandas movilizadoras en
procura de cambios, que deben armonizarse dentro de una globalidad orgánica” (p. 89-90).
“En los espacios locales –de escala más humana– es más fácil que se generen embriones de
autodependencia cuyas prácticas constituyan alternativas potenciales a las grandes estructuras
piramidales de poder” (p. 91).
“Esta otra racionalidad se orienta al mejoramiento de la calidad de vida de la población, y se
sustenta en el respeto a la diversidad y en la renuncia a convertir a las personas en
instrumentos de otras personas y a los países en instrumentos de otros países” (p. 92).
“Toda esa «infrahistoria» de la vida cotidiana donde las prácticas productivas se entroncan
con estrategias colectivas de supervivencia, identidades culturales y memoria popular” (p.
94).
“Nuestro énfasis en el mundo invisible y sus micro-organizaciones con una perspectiva «de
abajo hacia arriba» No con el objeto de mistificar lo marginal, sino de reconocer su valor y
43
potencial, en tanto uno de los actores sociales protagónicos para una democratización
participativa, descentralizada y a escala humana” (p. 94).
“En este sentido, los actores invisibles deberían configurar redes horizontales, desarrollar
acciones de apoyo mutuo, articular prácticas individuales y grupales, y así plasmar proyectos
compartidos. Así será posible acabar con la atomización que amenaza su existencia.
Proyectos nacionales que abran a estos sectores las posibilidades de participar en la toma de
decisiones, permitirán atenuar las presiones exógenas y fortalecer los potenciales endógenos”
(p. 95).
“Unidades productivas no institucionalizadas, es decir, localizadas fuera del sector productivo
formal” (p. 96).
“Individuos y familias, organizados en microunidades económicas que ocupan los intersticios
del sistema y desempeñan actividades económicas desdeñadas por el núcleo capitalista
moderno de si estas organizaciones sólo estructuran estrategias de simple supervivencia o si
además, y a través de estas estrategias, se constituyen en embriones de un desarrollo
alternativo. Un elemento decisivo es el de la generación y asignación de recursos destinados a
fortalecer organizaciones locales que operan con una racionalidad contrahegemónica
(solidaria, sinérgica, participativa) y a incrementar la autodependencia de estas
organizaciones” (p. 96).
“Pero para que la investigación teórica pueda traducirse en cambios políticos es preciso
también identificar a los nuevos actores sociales que están emergiendo desde el interior de
aquellos segmentos y que constituyen agentes potenciales de cambios. Tanto la identificación
de racionalidades como de actores sociales contribuiría a viabilizar nuevas formas de
organización capaces de transformar la realidad social” (p. 98).
“Si ante las presiones de la crisis, muchas organizaciones económicas populares se esfuerzan
por forjar prácticas de autogestión, ello constituye de por sí un importante paso no sólo hacia
44
la autodependencia, sino también hacia una mayor autonomía, pues revela, por parte de
grupos y comunidades, la voluntad de ejercer el control sobre sus propias condiciones de
vida” (p. 104).
“A los recursos no convencionales mencionados pueden agregarse otros análogos tales como
las redes sociales, la memoria colectiva, la identidad cultural y las visiones del mundo” (p.
110).
“Se presenta el desafío de ser capaces de rescatar la riqueza de las dinámicas que ofrecen los
movimientos sociales del mundo invisible, para integrarlos como actores significativos, y no
residuales, de un nuevo proyecto de sociedad” (p. 115).
“Tal redefinición obliga a que estas organizaciones forjen mecanismos de participación en las
decisiones, combinen sus exigencias ideológico-estratégicas con las de orden práctico y ético
y actualicen sus discursos en función de las necesidades sentidas y movilizadas por las
propias comunidades” (p. 116).
3:) Y por último, nos implica los aportes de la Planificación Estratégica (PE). Al respecto
Rovere (1993) plantea la planificación como un proceso de reflexión orientado y dirigido a la
acción. Es decir que es un pensamiento para la acción. Planificación en tanto proyectado al
futuro, estructurar la acción hacia los propósitos establecidos, los objetivos planteados, el
logro de la visión que implica una imagen futura que se pretende. La planificación parte de
un problema situacional actual y pretende diseñar el conjunto de actividades, decisiones, etc.,
para prever, organizar, coordinar esfuerzos y acciones en pos de una resolución en una
situación futura. Matus (1985) nos refiere muy bien que la planificación estratégica, a
diferencia de la planificación normativa o tradicional, incorpora fundamentalmente una
concepción distinta del poder y una lógica inclusiva de distintos actores participantes con
diversos intereses. La planificación normativa toma la realidad como naturaleza con leyes y
la planificación desde un modelo de ingeniería donde se establece el plan con sus normas en
45
la cual la realidad debe encajarse cual un esquema. La PE toma la realidad concreta en la que
actuamos como un escenario donde juegan diversos actores con distintos intereses (incorpora
la teoría del conflicto, la de los juegos y la del teatro), y desde un modelo más propio de las
Ciencias Sociales (Ciencia Política, Ciencia de la Comunicación, Psicología Social, etc.).
Asimismo es más realista y por ende efectiva dado que considera que la realidad concreta es
turbulenta e impredecible. De allí que a las normas en tanto acabadas le opone las estrategias
en tanto participativas y concensuadas. Para Matus (1985) planificar refiere a un cálculo
situacional complejo que precede y preside la acción y que cruza los cuatro momentos de la
planificación:
• Momento explicativo: que implica comprender la situación actual, la situación en la
que estamos, definir los problemas y las causas y efectos de los mismos. Se mueve en
el plano del ser e implica la misión.
• Momento Normativo: que implica establecer la situación deseada, donde queremos ir,
establece la direccionalidad del plan e indica la necesariedad de las acciones. Se
mueve en el plano del deber ser e implica la visión.
• Momento estratégico: pretende construir la viabilidad al diseño, implica el como
podemos hacer para llegar allí, a cumplir los objetivos deseados y planificados.
Analiza las oportunidades y amenazas del entorno y las fortalezas y debilidades
nuestras y de los distintos actores sociales comprometidos en la situación. Se plantean
los obstáculos y el cómo poder superarlos.
• Momento táctico operativo: implica la acción misma y la constante en relación de
resultados alterando, conduciendo y orientando las acciones presentes y guiando,
revisando, precediendo y presidiendo los pasos siguientes. Implica la evaluación de
los cambios situacionales producidos en la toma de decisión y ejecución.
46
Situación problemática implica una situación actual en la realidad social concreta en la
que deseamos actuar, a la cual llamamos situación inicial, que presenta ciertos problemas
que son los que se pretenden cambiar y/o corregir a lo largo de nuestra intervención. Es
problemática en tanto esta situación se crea en ese espacio relacional entre problemas,
actores y acciones insertos en un contexto. La situación no es un problema físico o natural
en sí, sino un problema social donde la problemática implica una lógica de diversos
actores y distintas acciones. Y nosotros mismos no somos un espectador ajeno sino que
también somos un actor social, y es desde mis intenciones, necesidades y deseos desde
donde entablo un diálogo con la comunidad.
La PE nos aporta el análisis situacional o diagnóstico situacional, que implica un análisis
intencionado. Todo diseño de proyecto comienza con la descripción de los problemas que
afectan determinada comunidad o los eventuales beneficiarios. El diagnóstico de la
situación inicial, permite caracterizar y brindar información acerca de la magnitud y la
relevancia del problema que se procura resolver en la localización (en qué consiste, cuáles
son los factores que intervienen en su determinación, a cuántas personas afecta y qué
pasaría si no se lo afronta). También permite conocer las respuestas institucionales y los
recursos disponibles (que se usa o podría usarse) para enfrentar el problema en ese
territorio. Sin un diagnóstico adecuado, preciso y confiable puede caerse en la
formulación de propuestas inadecuadas y/o posibles dificultades ulteriores para producir
cambios deseados. Entonces entre la situación inicial y la situación objetivo construir las
estrategias y seleccionar las metodologías para llevar adelante las acciones pertinentes
que nos permitan ampliar metas y acercarnos a los resultados esperados.
Y también la PE nos aporta el diagnóstico participativo, el cual no solo es de carácter
intersectorial y multidisciplinario en tanto los técnicos y profesionales recopilan y
analizan la información existente accesible; sino fundamentalmente es de carácter
47
multiactoral en la búsqueda de información primaria complementaria. Es un diagnóstico
inclusivo de los diferentes puntos de vistas acerca de la temática, especialmente de los
pobladores y miembros de organizaciones de base y beneficiarios potenciales, con la
aplicación de las mencionadas técnicas tendientes a la identificación, caracterización y
priorización de problemas, así como al establecimiento de acuerdos preliminares sobre las
estrategias de solución. Su utilidad es que los actores que intervengan se mostrarán más
interesados y comprometidos, los programas se enriquecerán por la información y
experiencias que aportan, existen mayores posibilidades de que los programas y proyectos
sean pertinentes a las necesidades reales de la población y se abre un espacio de
aprendizaje para los participantes que pueden ampliar conocimientos y competencias.
La PE con su modo de pensar la realidad en términos de resolución de problemas,
conflicto de intereses, poderes compartidos o sistemas interactuantes, aporta a la gestión
de proyecto (Matus, 1985):
• Incluir la aplicación de recursos de poder en la toma de decisiones, desde la
inclusión de actores (democratización de la realización).
• Desburocratizar y concretizar los proyectos a partir del concepto de situación,
desde la inclusión de escenarios.
• Romper con el abstraccionismo en la gestión de proyectos a partir del
pensamiento estratégico que se mueve en la impredecible y turbulenta realidad
concreta. Esto posibilita describir la retroalimentación existente entre
planificación, evaluación y decisión.
Y para cerrar acá esta mochila queremos remarcar que desde nuestra implicancia ético
política nos interesa confrontar las propias lógicas del capitalismo en su faz cínica y perversa
48
neoliberal, y fundamentalmente implicarnos en las resistencias y las construcciones propias
de los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica. En particular en Argentina tenemos:
• Por un lado, la resistencia al terrorismo cívico-político-militar represivo del Estado y
su genocidio con “nuestros” desaparecidos; resistencia y construcción por parte del
movimiento plural de los derechos humanos.
• Y por el otro, la resistencia al terrorismo cívico-político-financiero rapaz del Mercado
del Capital y su genocidio con “nuestros” conciudadanos excluidos; resistencia y
construcción por parte de tres grandes movimientos plurales: el piquetero, el de empresas
recuperadas y el de los movimientos campesinos y de pueblos originarios.
Es en la recuperación de las potencialidades de estos nuevos movimientos que adquiere
sentido nuestra formación y nuestra acción. Desde, por y hacia ellos refieren nuestras
prácticas. Es en la potenciación conjugada de sus propias construcciones que pensamos el
desarrollo comunitario.
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La Experiencia: Andares, Quehaceres, Encuentros y Proyectos.
“Dedicados para los que están abandonados.
Dedicados para los que están con un futuro indiferente,
sin un pasado, sin un presente.
Dedicados para los que están desesperados.
Dedicados para los que están sumidos en un sueño muy profundo,
más fuera que dentro de este mundo”.
Eros Ramazzotti
La Zona Oeste de Rosario. CIC Bella Vista
Esta experiencia surge cuando fuimos asignados por el Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación (MDSN) al CIC Bella Vista, correspondiente a la Zona Oeste de la ciudad de Rosario.
La Municipalidad de Rosario consta de una descentralización distrital (administrativa y de
gestión) que subdivide la ciudad en seis zonas: Centro, Este, Sudoeste, Oeste, Noroeste y
Norte. El CIC al que fuimos asignados corresponde a la Zona Oeste y su edificio se construyó
al lado del propio edificio del Distrito Oeste.
Ahora bien, la Zona Oeste1 en su extensión total comprende aproximadamente 106.000
habitantes en una superficie de 4.021 hectáreas. Aproximadamente el 60% de su superficie no
se encuentra urbanizada. Posee intercalado y entremezclado a lo largo de su territorio: villas
miserias (por la miseria en que viven tantos conciudadanos, y nos negamos a llamarlos
asentamientos porque refieren directamente a ubicarlos en situación de ilegalidad, digamos
mejor crudamente la realidad por su nombre y dejemos de evitar sensibilizarnos); bloques
fonavis (fundamentalmente de erradicación de villas a esta zona, el municipio habla de 8.000
1 Datos obtenidos de Informes de la Municipalidad de Rosario de principio del 2006, si bien muchas de estas
estadísticas son anteriores a esa fecha.
50
familias ya desde el 2000); y barrios con casa de distintos niveles de construcción regulares.
No hay barrios de clase media alta, ni alta, que solo bordean esta zona, como por ejemplo
Fisherton y también hacia el Parque Independencia. El municipio identifica 25 villas miserias
(seguramente son muchas más si las identificamos a partir del nombre que ellos, sus
ciudadanos, le ponen, o que ellos mismos aceptan ser nombrados) con una población de
32.782 personas, que representa el 31% de la población total de la Zona Oeste. Si
aproximamos también los monoblocks fonavis con 8.000 familias erradicadas y trasladadas
estamos a más o menos 40.000 personas lo que representa casi el 40% del total. Todo esto
suma casi el 70% de la población total de esta zona, según nuestros cálculos. Y en general
podemos ver que el resto de la población es de clase media a clase media pauperizada.
Datos del municipio que caracterizan esta población:
• Población joven (más aún en las villas), con 47% menores de 15 años (promedio de la
ciudad es 25 %). Con tasas de natalidad del 26% y de fecundidad del 55% (contra el 15 %
y el 34,9% respectivamente del distrito centro).
• Indigencia en hogares del 23% y en población del 25% (contra el 13,5% y 15,5%
respectivamente del promedio de la ciudad).
• Agua potable en red en casi toda la población urbanizada (con muy baja presión de agua);
inexistencia de red al interior de las villas, con “conexiones clandestinas”; ausencia en
asentamientos de reciente formación (pudimos comprobar esta ausencia en villas ¿de
reciente formación? de ya más de 16 años).
• Grandes extensiones poblacionales carecen del servicio de cloacas.
• Un gran problema ambiental en la zona: villas que lindan con grandes basurales; bolsones
de basurales dispersos en las villas; muchísima gente viviendo del cirujeo.
• Escasos espacios recreativos y sistema de transporte de tendencia centralizada.
51
• En las villas el 52,4% de los mayores de 14 años no termina la escuela primaria (contra el
17,8% promedio de la ciudad).
• Presentan altos índices de mortalidad infantil y desnutrición crónica; fallecimiento por
enfermedades infecto-contagiosas (sarampión, sífilis, blenorragia, sarna, diarrea,
parasitosis intestinales, hepatitis A) muy por encima del promedio de la ciudad; el 32% de
diagnósticos de chagas de la ciudad corresponden a esta zona que tiene menos del 10% de
la población total; más elevado también que el promedio es el registro de tuberculosis.
Todas estas patologías son previsibles a partir de mejorar las condiciones socio
ambientales (el ambiente en que se vive; el agua que se bebe; la forma de eliminar los
excrementos; que, como y cuánto se come).
Hay varios asentamientos con población en situación de indigencia, algunos ya históricos, y
otros más actuales con la situación de precariedad y vulnerabilidad que eso depara. Asimismo
están creciendo mucho en esta zona nuevos asentamientos, producto de la inmigración hacia
el centralismo urbano, que para significar la precariedad, pensemos que construyen
inicialmente su hábitat con ramas, nylon y cartones. También esta es la zona que más se ha
superpoblado con las erradicaciones del Municipio de los asentamientos (muchos muy
históricos) de la zona ribereña. Estas erradicaciones han creado en esta ciudad un este
ribereño y un oeste vulnerable al estilo norte-sur. Esto implica que hay barrios construidos y
habitados por traslados de múltiples lugares de Rosario de la población en estado de
indigencia (ejemplo simbólico la erradicación y traslado del Barrio Santa Lucía). Y también
muy importante es que hay en esta zona una gran población urbana de clase media baja
luchando con “la línea de pobreza” ya sea por dejar de serlo, o por no llegar a serlo. Hay una
amplia cobertura social pública nacional, provincial y municipal de asistencia, salud,
educación, etc.; pero de contradictorio nivel de optimización de los mismos debido a la
52
amplia vulnerabilidad de esta zona. Y también hay muchas organizaciones sociales
autogestivas y una historia en organización y trabajo participativo.
Ahora bien, al CIC al que fuimos asignados y en el que nos corresponde trabajar es Bella
Vista, nombre de una zona específica dentro de la amplitud de Zona Oeste. Nominación que
ya en sí es todo un analizador, debido a que el mismo está rodeado por villas miseria.
Tenemos dos expresiones sociales claramente locales en relación con el CIC: la
Municipalidad (y su lógica institucional gubernamental local) y los Promotores Comunitarios
(en tanto expresiones sociales autogestivas claramente territoriales sumados a un Programa
de promoción y desarrollo territorial y comunitario, desde una lógica institucional
gubernamental nacional). Para la Municipalidad de Rosario el CIC abarca la zona geográfica
correspondiente a un Centro de Salud, el Stafieri, que comprende aproximadamente 15.800
habitantes. Esto se debe a que el municipio pensó al CIC dentro de dos de sus lógicas
institucionales: la de APS y su respectivo Centro de Salud; y la de Promoción Social y su
respectivo Crecer. Estas dos lógicas institucionales locales consisten desde una
descentralización zonal de estas políticas y/o servicios abarcando un promedio de 15 a 20 mil
habitantes. Al respecto podemos referir muy generalmente que los Centros de Salud
Municipales responden a una lógica de APS siendo la atención del área clínica en salud muy
buena considerando la realidad argentina en sus consecuencias por el neoliberalismo2. Y las
debilidades de estos estarían dadas en la delimitación clínica y de puertas adentro de las
políticas de salud del municipio y en general de sus profesionales; que les cuesta romper la
lógica de servicios atada a lo clínico y a lo edilicio. Y en relación al Programa Crecer
podemos referir también muy generalmente que se diseñaron desde la municipalidad como
continuidad al programa PROMIN, en función de una lógica de abarcar a los niños
2 Cuenta básicamente con un servicio completo de APS: odontología, tocoginecología, clínica, generalista y
pediatría (entre otros). Tienen también servicios: de salud mental; de adicciones, de educación para la salud (con
programas municipales) de tuberculosis y de chagas (con programas provinciales); y de salud sexual y
reproductiva, de SIDA, de inmunizaciones, de entrega de medicamentos, de salud materno-infantil (con
programas municipales y nacionales).
53
comprendidos entre dos y cinco años; es decir la brecha de edad que queda sin control social
entre el Plan Materno Infantil y la preescolaridad, pero en realidad queda muy limitada su
accesibilidad y por ende, la resolución de los problemas3.
Y los promotores territoriales interpretan la distribución geográfica del CIC abarcando toda la
extensión territorial de la Zona Oeste. Es más, para su desarrollo comunitario (relevamiento
institucional, diagnostico participativo, etc.) recortaron una extensa zona del total de este
distrito (desde AV. Pcias. Unidas hacia el oeste), es decir que en principio para su desarrollo
quedó afuera la zona geográfico poblacional del CIC (que para el municipio son los
destinatarios). Los promotores dividieron esa extensa zona operativamente en tres UTP
(Unidad de Trabajo Participativo). Y el desarrollo lo piensan en construcción en “espiral”
(hermosa metáfora espontánea de una de las Coordinadoras, metáfora que simboliza la
construcción territorial en desarrollo procesual operativo, piénsese en una espiral Pichoniana
en extensividad a la numerosidad social; y tal vez, y es nuestra asociación, una espiral en
“caracol” que nos aproxima a una construcción social a modo de ciertas enseñanzas
zapatistas).
Ahora bien, estos dos actores sociales tienen muy buenos desarrollos locales. Nos referimos a
un municipio claramente exitoso y a distintas organizaciones sociales autogestivas con un
buen trabajo de desarrollo comunitario y de inserción en villas.
Defectos: muchos recelos que funcionan como anestesiantes y neutralizantes de las prácticas
mismas y sus desarrollos. Críticas: una municipalidad que descentraliza desde el centro, es
decir en donde está centralizada la descentralización…en fin, descentralizar no es correr los
centros…y por eso las villas y la gente viviendo miserablemente les queda siempre tan lejos,
por más que se acerquen. Y los movimientos sociales autogestivos tan celosos de hacerse
propias las institucionalidades, de construir Estados desde la participación, esa misma que
3 Abarcan zonas poblacionales amplias, en general con amplios sectores en situación de pobreza y de indigencia,
incluyendo poco más de 30 chicos, de los cuales muy pocos residen en villas miserias.
54
buscaban resolver solidariamente ante aquello que la irresponsabilidad del estado neoliberal
no hacía, y aún empeoraba más y más. Estos movimientos que están insertados en las villas y
producen desarrollos participativos…pero que también tienen sus centralizaciones…en las
villas bien adentro.
El Oeste de la Zona Oeste. Barrio Santa Clara
De reuniones con promotores4, desde sus indicaciones (y son ellos quienes hacen territorio),
es que surgió y llegamos al Barrio Santa Clara de Asís. Empezamos a casi 40 cuadras del
CIC; con una idea operativa de desarrollo zonal de villas que nos alejó cada vez más de
aquella construcción física. “Nuestros traslados” en futuro nos fueron indicados
fundamentalmente por las propias demandas y sociabilidades (con sus condicionantes
institucionales) de los ciudadanos que viven miserablemente en el Barrio Santa Clara de Asís
(ese nombre “se lo pusimos nosotros” nos dijeron). El oeste (ya límite del municipio) de la
Zona Oeste tiene, por un lado, una zona urbana que es Barrio Godoy, rodeado de cuatro
villas: de un lado Santa Clara y Los Hornitos; y del otro Monte de Los Olivos y Los Humitos.
Y por otro, el Barrio Santa Lucía (Barrio de villas erradicadas) con dos villas de cada lado:
Las Palmeras y Los Eucaliptos.
Santa Clara es un barrio de aproximadamente 250 familias. Cuenta con mucho terreno libre y
en general las casas las edifican con espacios libres y de manera bastante ordenada (excepto
hacia los centros manzanas que son con pasillitos y espacios más hacinados, pero también
con patiecitos). Se ve la organización de algunas huertas grupales y comunitarias. Se ven
bolsones de basura esparcidos por todo el barrio; hay un lugar que se amontona y lo retira la
municipalidad. Hay zanjas con agua estancada y podrida en algunas partes. Chicos jugando
entre bolsones de basura y zanjas podridas. No tienen agua y dependen de reparto de
4 Nuestro trabajo en el Proyecto CIC era conjuntamente con los promotores comunitarios del Programa de
Promotores Territoriales del MDSN.
55
camiones que reparte la Provincia (ahora luego de haber luchado tienen una entrega más
regular). Los baños (muchos afuera y muchos adentro) no tienen descarga de agua. Son
asentamientos no reconocidos. Por ejemplo, en el 2000 expulsaron aproximadamente dos
manzanas y media al filo de la topadora como en las épocas dictatoriales (solo se les dieron
chapas para que se vayan), para poner una fábrica de acero muy grande que cruza al medio la
villa (fábrica COCO, donde no trabaja ninguno de Santa Clara). Las casas son en general de
precarias a muy precarias, que van desde material y chapa, a chapa y madera, a chapa y
chapa. La población en general es joven, donde va aumentando con las edades el número de
hijos. En general o van hacia el Barrio Godoy (a 12-15 cuadras) al Centro de Salud Municipal
Rosello y a la Escuela Provincial Nº 6018 “Victoriano Montes”; o se trasladan al Barrio Santa
Lucía (a 10 o 12 cuadras) y su Centro de Salud Municipal “Santa Lucía” y al anexo de la
Escuela Provincial Nº 1314. Muy, muy pocos van a la escuela de Educación Técnica 346.
Muchos niños no terminan 7º grado (calculan la mitad) y dejan en 5º o 6º grado. Calculan que
la otra mitad termina 7º. Muy, muy pocos terminan la secundaria. Por las encuestas que
hicimos los datos obtenidos aproximan esas cifras.
Entre las consultas más características en los Centros de Salud Rosello y Santa Lucía figuran
las enfermedades bronquiales, rinitis, adenoiditis, y rinofaringitis (fundamentalmente en
invierno); diarreas y parasitosis intestinales (más en el verano); enfermedades de la piel y del
tejido celular subcutáneo; y por controles preventivos de las mujeres, por embarazo y por
anticoncepción. Se consulta mucho por los niños y también bastante las mujeres. Ahora está
creciendo la consulta de los hombres (hipertensión, enfermedades del sistema
osteomuscular).
Los ingresos son en general por plan jefes y jefas de hogar y por tickets provinciales del plan
Nutrir Más (es del Plan Nacional El hambre más urgente). En nuestras encuestas encontramos
muy pocos mayores adultos, ninguno con pensión y/o jubilación y/o seguridad social alguna.
56
Todos los hogares tenían otros ingresos por rebusques: muchos cirujeo (con carros); muchos
changas en ayudante de albañilería; y muy pocos changas en los 3 o 4 a hornos de ladrillo de
esa zona (trabajo semi-esclavo). La gran mayoría de la población son norteños (casi todos del
Chaco). La inseguridad es un grave problema para ellos, según aducen. En la época invernal
hacia las 18 horas ya se meten en sus casas y cierran todo (“ya té encerrás”, “te sacan hasta la
ropa”). Estas villas lindan atrás (al oeste) con cierto descampado hasta la vía del ferrocarril.
Esa vía es límite entre Rosario y Pérez. Y es por la noche una zona de circulación de
adolescentes (“banditas”) de distintos barrios de la zona y también del barrio Cabin 9 del
Municipio de Pérez (una villa muy numerosa en crecimiento y con escasos espacios de
institucionalización). Adolescentes y jóvenes de “eterno tiempo libre”, sin proyectos ni
contención referencial, con problemas de adicciones y de robos, etc. La zona de la vía de
noche se transforma en “tierra de nadie”. Las familias encuestadas cuanto más nos
aproximábamos a las vías, más se notaban el pánico y lo excluyente.
Y por último, accedimos a los datos de un relevamiento de talla y peso realizado en este
Barrio por parte de una organización social territorial (con la ayuda del Centro Comunitario
Santa Clara). Relevaron 94 chicos y adolescentes. De los 54 menores de 6 años dio 11 niños
en primer grado de desnutrición, 6 niños en segundo grado, y uno en tercer grado (muy
grave). Lo cual nos da una aproximación de más de un 30% de los niños con problemas de
desnutrición en distintos niveles. A esto le podemos sumar dos investigaciones:
• Una investigación sobre mortalidad infantil realizada por la Carrera de Especialización en
Epidemiología del Instituto Lazarte y por la Secretaria de Ciencia y Técnica de la
Facultad de Psicología (implicadas tres instituciones: Universidad Nacional de Rosario,
Secretaría de Salud de la Municipalidad de Rosario y Asociación Médica de Rosario). La
misma arrojó datos con relación a la mortalidad infantil tomada por zonas en Rosario.
Mientras la mortalidad infantil general en Rosario es de 12,8 cada mil chicos/as nacidos
57
vivos, las diferencias zonales es de un índice de 8 por mil en zonas céntricas y de 15,4 por
mil en zonas más pobres y pauperizadas (Página 12, 19/06/06, Rosario 12). Podemos
suponer nosotros asimismo diferencias dentro de cada zona misma entre los barrios con
infraestructura y servicios y las villas miserias; y entre estas últimas, diferencias entre
distintos niveles de precariedad y pauperización.
• Una encuesta nutricional que realizó Acción Contra el hambre (ACH, una organización
humanitaria internacional) en coordinación con los Ministerios de Salud y de Educación
de la Provincia de Santa Fe. La misma se desarrolló a través de una muestra
representativa de niños y de niñas de primer año de la EGB de toda la provincia que
asisten a escuelas públicas. Esta arrojó los siguientes datos: “la desnutrición aguda se
muestra muy por debajo de lo esperado (1,3 %) (...) pero también los resultados muestran
que los principales problemas nutricionales son la anemia (29%), la obesidad (6,7 %) y el
retardo de talla o desnutrición crónica (5,5 %), lo cual concuerda con lo hallado en la
Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) realizada por el Ministerio de Salud de
la Nación”. Es interesante considerar que tomaron luego muestras de la misma población
en noviembre (2005) y dio que en un grupo tratado con sulfato ferroso bajó de 29% a
13% los niños que sufrían anemia; y otro grupo control sin tratamiento bajó de 29% a
17%. Inferimos de estos datos que el comedor escolar produce notorios cambios positivos
(no suficientes), pero inferimos también el grave problema de los niños/as en la brecha de
edad entre la asistencia del Plan Materno Infantil y su edad de escolarización (entre año y
medio o 2 años a 5 o 6 años). Acerca de esta encuesta ponemos en palabras de Bárbara
Mineo (Coordinadora General de ACH, responsable de la encuesta): “a nivel nacional
digamos que hay políticas que van sumando a la solución (…) pero si se me permite el
término tal como se habló en uno de los talleres, esto es un problema de “falta de olla”, de
falta de comida” (Página 12, 2/7/06, Sección Rosario 12).
58
Ahora bien, con respecto a los datos que teníamos de desnutrición del estudio no
sistematizado desde una organización social de base, realizando talla y peso en niños de
varias villas (en particular para nosotros en el barrio Santa Clara); dentro de la imprecisión
arrojó datos bastante precisos (aunque creemos que la mayor importancia de parte de esa
organización estuvo en provocar la explicitación de un tema tan sensible y bastante ocultado
hasta entonces). No entendemos mucho de mediciones de desnutrición, y desconocemos las
similitudes y diferencias técnicas de abordaje de los distintos datos presentados aquí.
Consideremos que en una encuesta (de ACH) los chicos llegan a primer grado (y la medición
empezó en mayo, ya funcionando el comedor escolar) con 29% anémicos, 5,5% desnutridos
crónicos y 1,3 % desnutridos agudos. Y que en la medición de la organización social (no
olvidamos que es estrictamente en una villa) de 54 chicos menores de 6 años dio: 11 en
primer grado de desnutrición, 6 en segundo grado y 1 en tercer grado. Esto último nos arroja
lo siguiente: casi 2% desnutrición aguda, casi 12% desnutrición media y 22% leve. No
podemos conocer datos de anemia pero podemos entonces inferir que debe ser superior al
29%. Estos datos que presentamos no tienen valor científico, pero nos permite inferir que en
las villas la realidad en desnutrición es más grave y/o preocupante que la estadística general
(esto sin contar los que quedan desescolarizados, que sí bien son mínimos en la primera etapa
escolar, los hay), y que tenemos una franja edad de niños y niñas de 2 a 5 o 6 años en mayor
riesgo. Y también que en estos últimos tiempos han mejorado los indicadores de desnutrición,
aunque aún no se ha resuelto este problema tan urgentemente grave.
Ahora bien, llegamos con los promotores territoriales al Barrio Santa Clara, al Centro
Comunitario “Santa Clara de Asís”. Con su encargada Z (una mujer corajudamente solidaria
que roza los 50) recorremos toda la villa. Z sostiene una huerta comunitaria y un costurero
(recibe donaciones de ropa y las arregla para entregar en el barrio; y también cose con ropas
viejas frazadas para repartir). También realizan la “copa de leche” todos los días y comedor
59
dos días a la semana. Y dos estudiantes de “Trabajo Social” dan apoyo escolar dos días a la
semana. Trabajamos dos meses y medio en este Centro Comunitario, hasta que la realidad y
sus trágicos emergentes nos llevaron al Barrio Los Hornitos. En esos dos meses y medio fue
poco lo que hicimos en concreto… no nos dio el tiempo. Trabajamos en el Centro
Comunitario con la gente que allí se reunía (que eran pocos), y la máxima socialización con
el barrio se daba durante la entrega de la “copa de leche” y del comedor. En esas reuniones
informales íbamos conociendo poco a poco la realidad cotidiana de la comunidad, al mismo
tiempo que iban surgiendo ideas con pretensión de plasmarse en proyecciones de trabajo
concreto. ¿Cómo lograr una incipiente y creciente organización en el barrio, que sea más
participativa, operativa y resolutiva?... ese era nuestro desafío, a la vez que deseo utópico.
Algunas ideas e inicios de tareas que fuimos esbozando fueron:
1. Ya habían logrado cierta movilización y formas de lucha (piquetes) con respecto al agua.
Nos propusimos intensificar la misma en relación con el emergente más importante que
implica la tenencia de la tierra. Esto es condición fundamental para poder ser reconocido
barrio y poder gestionar a futuro la urbanización y los servicios básicos (agua, cloaca,
luz, asfalto, etc.), a la vez de la seguridad para mejorar sus propias casas. Un ejemplo, ya
teníamos en el Barrio Santa Clara la posibilidad de formar una cooperativa de
construcción para el mismo barrio; podríamos gestionar proyectos en Nación (vía
Municipio) para urbanizar; podríamos buscar un arquitecto para diseñar
participativamente desde la comunidad, cual puede y se desea que llegue a ser, etc., etc.…
Pero nada de esto era posible, son ilegales impropios avasallando la ley de propiedad
privada, son conciudadanos indignantemente privados por lo privado de una ley. Con
respecto a este tema planeamos dos estrategias: por un lado promover la concientización
de la situación pretendiendo romper con su naturalización y con la resignación adosada
inevitablemente a ella; y por el otro gestionar…tema arduamente impreciso. Este tema se
60
planteó poco a poco entre la naturalización y la concientización; entre la imposibilidad y
la posibilidad de su gestión; se planteó entre la lucha y la resignación. Este tema es
centralmente importante por lo que puede lograr (las construcciones sociales posibles) y
por lo que puede perder (en aquél 2000 desmovilizado pasó la topadora al medio de esta
villa en una extensión de más de dos manzanas para legalizar la tierra en una fábrica
privada; y a los privados de tierras se les dio chapas para que “se las arreglen”).
2. Tratar de ir encontrando soluciones a los problemas socio ambientales “mientras tanto” o
“hasta que” (el ambiente en que se vive; el agua que se bebe, la forma de eliminar los
excrementos; qué, cómo y cuánto se come). Como ejemplo tenemos lo que lograron con
el agua: sin las tierras no se puede pasar el agua, pero si pudieron traer todos los días en
camión (Cubas), y se logró poner cuatro tanques en el barrio lo que posibilitó acceso
directo y constante. Entonces se comenzó a hablar en el barrio y a gestionar en las
instituciones por los basurales y las zanjas. La dejadez de la basura desparramada por
todos lados se debía en gran parte a la irregular recolección de la basura por parte del
municipio (había una esquina del barrio de fácil acceso dónde se almacenaba). Cómo
ejemplo en aquel momento ya había pasado casi tres meses que no se recolectaba.
Recordamos también el “son unos sucios, tiran la basura en cualquier lado” de la vecinal
que comprende este barrio. ¡Qué ironía! ¿Qué pasaría si no se recolectara la basura
durante casi tres meses en la urbanidad propia de la clase media?
3. Frente a la realidad de la desocupación nos propusimos promover la realización de micro-
emprendimientos (individuales, familiares, grupales y/o comunitarios) de economía
popular solidaria. Posibilitar de que estos mismos surjan del propio proceso operativo, de
la propia praxis. Empezábamos a planificar un mejoramiento del costurero del Centro
Comunitario; un emprendimiento familiar de una bloquera de cemento; y la visión más
61
importante había sido la de realizar un emprendimiento grupal de producción de plantines
de rosas.
4. Habíamos empezado a planificar y organizar talleres de alfabetización y de educación
popular. Con relación a estos talleres encontramos la disposición muy favorable de que
una organización social de base ya poseía desarrollos muy importantes. Con solo detectar
analfabetismo y promover el interés o el valor de la educación; inmediatamente las
organizaciones sociales organizaban los grupos y les daban talleres de alfabetización y de
educación popular.
5. Y también habíamos iniciado una visión de organizar y producir la construcción social de
un mercado comunitario solidario, cooperativo y popular. La idea -visión- proyecto era:
¿por que no organizar un mercado comunitario en el barrio? Esto posibilitaría una red
cooperativa social eficaz y efectiva, en este caso desde la construcción solidaria de los
más necesitados.
Y otras de las ideas que surgieron y que se empezaban a hacer realidad fueron a partir de los
talleres de apoyo escolar. El mismo se sostenía por una multiplicidad de grupos de jóvenes
estudiantes u otros solidarios que desde sus llegadas y sus luego próximas fugas con sabor a
fracaso, inconcientemente le instalaban la institucionalización de esta espacialidad al tiempo
histórico, que cronológicamente los trascendía a cada grupo nunca constituido.
Lamentablemente llegamos tarde, en esa diacronía histórica de implicación solidaria, al
trabajo de apoyo escolar de una joven que vivía en la misma villa y estudiaba abogacía… ya
había dejado este espacio desde la imposibilidad, a la vez que había dejado de estudiar
abogacía sin siquiera el apoyo de una beca estudiantil (ni una mísera tarjeta de colectivo
frente a los explícitos de la Universidad y sus hipócritas discursos de inclusión social).
Nuestro momento fue con dos estudiantes de primer año de trabajo social. El problema que
analizamos conjuntamente del funcionamiento de este taller de apoyo escolar era que
62
participaban muy pocos chicos, y no necesariamente los que más lo necesitaban (participaban
los niños vecinos próximos al Centro y algunos hijos de las mujeres que ayudaban a sostener
la copa de leche y el comedor). Entonces nos planteamos cómo llegar a más chicos, y
fundamentalmente a los que más lo necesiten. A partir de este objetivo nos planteamos dos
estrategias. Por un lado, entrevistar a todas las familias del barrio que tenían hijos con
desnutrición y empezar a trabajar con ellos5. Y por el otro nos decidimos junto a los
promotores territoriales e integrantes del Centro Comunitario, a hacer una encuesta casa por
casa en toda la villa. Llegamos a realizar casi sesenta encuestas. Lo importante que fue pensar
el desarrollo comunitario a partir de estas encuestas de estudio de primer año de la Carrera de
Trabajo Social, pero en este caso no para abstraer la información vaya a saber dónde y para
qué, sino para la promoción y el desarrollo de la organización comunitaria misma. Una
estrategia de aperturas de estrategias para, con, desde y en la comunidad misma. Asimismo,
la encuesta posibilita, y es lo más importante, ir abriendo diálogos con pretensión de impulsor
de canales participativos en tareas concretas desde sus propios emergentes. Recordemos al
respecto que nuestro trabajo es de abajo para arriba, es decir desde las villas y sus realidades,
que interpretamos desde sus analizadores y demandas, y pretendemos contribuir técnicamente
a una construcción desde y para con ellos mismos. Desde un “transporte” a partir de ellos
vamos llegando a las instituciones con sus entramados y atravesamientos.
Estábamos en esto, cuando nos enteramos que hacía poco más de un mes había muerto una
bebé de un año y seis meses en el Barrio Los Hornitos. Y que en los últimos dos años habían
muerto ya tres bebés, en ese barrio que lo definían como “cerrados” (“son cerrados”) sus
vecinos de Santa Clara.
5 Los ubicábamos por la entrega del ticket alimentario provincial, que para los casos de desnutrición eran el
doble de asignación por cada chico con desnutrición. Lo muy positivo era la exigencia para el cobro de los
mismos, de realizar controles de salud de los chicos y la participación en talleres quincenales por parte de los
padres.
63
Barrio Los Hornitos
El barrio “Los Hornitos” consiste en una villa de extrema miseria, compuesta por
aproximadamente 20 familias. Es una franja de “casas” ubicada “atrás” (este atrás es desde la
ubicación espacial centralista de las propias lógicas urbanas) del Barrio Santa Clara y de una
zona urbanizada con población erradicada de otras villas (anteriormente ubicadas “más
céntricas”) que forma parte del Barrio Godoy.
Esta franja habitacional está situada sobre lo que debería ser la calle Pasaje 1711 (“nos
quedamos en la calle porque para sacarte te tienen que dar una casa”). Este último factor los
sumerge en una “dejadez temporal” no resolutiva con respecto al mejoramiento de su hábitat,
naturalizando la indignante precariedad de vida. En esta “dejadez temporal” en realidad se les
va pasando la vida y se van criando sus hijos (los que sobreviven). A algunos ya se les
pasaron más de quince años, a otros entre diez y quince años y otros ya cinco o seis años.
Para ubicar espacialmente esta “villita”, se inicia con dos casas cerrando una calle de tierra
que tiene de un lado casas de villas erradicadas y del otro una parte de la villa del Bº Santa
Clara. Estas dos “casas” iniciales encierran un pasillo el cual, al pasarlo, se abre una franja de
doce “casas” más, un gran terreno “comunitario” y tres “casas” laterales atrás. A un lado de
esta villa hay un campito cosechado; atrás frente a las últimas casas un gran horno de barro
de fábrica de ladrillos; y al otro lado más terreno “comunitario” hasta lindar con otra parte del
Bº Santa Clara.
Es muy difícil encontrar metáforas que puedan narrar discursivamente el grado de
fragmentación social en que viven estos conciudadanos nuestros. Indescriptible el grado de
deterioro humano al cual han sido arrojados, tanto en la crudeza de la materialidad como así
también en la anestesiada culturalidad. Solamente nos es posible presentar esta realidad en
episodios que nos permitan aproximar el propio proceso temporo-espacial de las vivencias y
convivencias de estos seres humanos. Episodios que al modo de fotografías nos servirán de
64
analizadores, apelando a analizar los procesos “Des” (Vasilachis de Gialdino, 2003) propios
al arrojo mismo de las formas de exclusión.
• Deshumanización… en tanto viven en un verdadero basural producido por su situación
de sobrevivencia al tener que comer muchos de ellos (mayores, jóvenes y niños, hombres
y mujeres) de la propia basura de la urbanidad. Un presidente vecinalista decía que son
así, sucios, y que tiran la basura ahí nomás; contribuyendo a la estigmatización (Goffman,
2003) desculpabilizadora de la conciencia de la clase media que se desentiende de los
propios mecanismos de exclusión ligados a sus propias prácticas; propiciando desde estas
mismas estigmatizaciones la construcción de “verdades” (Foucault, 1979) que
culpabilizan a los excluidos mismos por sus condiciones. En realidad, por Los Hornitos
no pasa ningún camión de residuos, más bien esos seres humanos son los propios residuos
de la exclusión, comiendo y viviendo de y en la basura del consumo propio de los
incluidos.
• Desintegración… que se produce entre los dos grandes grupos familiares y
fundamentalmente hacia adentro de cada uno de estos. En la cadena social de múltiples
formas de violencia solo les resta el Desahogo entre ellos mismos. En la noche de
penumbra alcoholizada, gritos entre peleas de hermanos, de parejas, de ya no tan vecinos.
Último eslabón de la cadena, en este caso urbana, solo posibilita las propias
estigmatizaciones entre ellos, lo cual desintegra hasta las mismísimas fragmentaciones.
Pero también desintegración de las políticas sociales y de las institucionalidades. ¿Tantos
incluidos en servicio no podemos resolver el problema de aproximadamente 20 familias?
En realidad creamos una multiplicidad de problemas que tornan en irresolubles, quedando
entrampados en esa complejidad epistemológica del sujeto cognoscente (Vasilachis de
Gialdino, 2003). Nueva estigmatización desculpabilizadora de la conciencia de clase
media, pero ahora intelectual y en el orden del saber (Foucault, 1979).
65
• Desafiliación…evidente en los rastros mismos impresos en cada rasgo, en cada facción.
Desafiliación al mercado y sus consumos, al mismísimo trabajo y la seguridad social; a
los distintos servicios (agua, baño, inodoro, ducha, cloaca, gas, cocina, calefón).
Desafiliación no solo material y social sino también familiar y psicológica. No hay
metáfora que explique la narración de uno de ellos, narración de un devenir tan
naturalizado que imposibilitó emerger el desgarro de angustia de su bebe muerta hacía
dos meses, o el desmoronamiento de su vida que sincronizó el neoliberalismo juntamente
con la muerte de su madre. Un Descontar en pérdida de las propias afectaciones y
afectos, en el narrar mismo como expresión de vida. Pero también un Descontar años de
vida y la calidad de vida de esos años descontados. Descontar tantos sufrimientos bajo la
anestesia que ya es vacuna de la Desafectación.
• Desocialización…en las propias tramas de los vínculos y en las impotencias propias de
las políticas sociales con sus institucionalidades. En los diez de los veinticinco niños
comprendidos entre los seis y los trece años que no van a la escuela, entre otros que van
mal (“les va mal”). En los 20 de los 23 bebés y niños menores de 5 años que
sobrevivieron a la Desprotección social (3 bebés murieron en los últimos poco más de
dos años). En los adolescentes desocupados, hijos de padres desocupados, con la sola
escuela de sobrevivir con trabajo esclavo en el gran Horno de ladrillos privado; o bien
juntando la basura para comer algo (si a una familia incluida se la puede comprender
analizando los residuos, a esta “villita” se la puede comprender desde el mismo basural).
En los 8 o 9 niños que tienen problemas de desnutrición. En los 3 o 4 niños que sufren
constantes internaciones porque sus pulmoncitos no se dignan a respirar en ese ambiente.
• Desubjetivación…en cada espacialidad, en cada temporalidad, en cada interiorización y
en cada exteriorización. En ese ambiente ni cerrado donde duermen “un montón de
hermanitos”, apenas separado por tablas del ambiente del caballo. Tablas distantes para
66
que no pase el caballo, que no impiden el deambular de tan gran “enjambre” de moscas.
Y el caballo ahí para que no lo roben, vale “X cantidad de droga”. El desafiliado,
desintegrado y deshumanizado del dueño “olvida” de juntar y sacar la bosta. Y en
realidad las estrategias de sobrevivencia producen la desafectación deshumanizada donde
un caballo es tan o más importante que un hijo. Desubjetivación también temporal donde
el pasado está desafectado y desafiliado, desconectado; y el futuro es, desde la vaciedad
de proyecto e identidad, ese eterno presente de cada amanecer y atardecer. Desconexión
que escinde la propia subjetividad desde la escisión propia de las lógicas de exclusión.
• Deshonra…que se incrusta demoliendo las vísceras mismas de la dignidad.
Estigmatizaciones que se inscriben en las mismas subjetividades en Desmérito y
Descrédito del propio yo, imaginarios sociales capturados desde la propia lógica de
exclusión del Capital que produce Despersonalización. Ver el silencio impotentemente
cómplice y autorizante de ellos al pedir presupuestos para un emprendimiento, ante la
Descalificación del dueño del negocio diciendo delante de ellos que “estos negros” solo
esperan la plata o venden las herramientas “para comprarse vino”. O mejor episodio aún
en tanto analizador, ellos van los sábados y domingos a buscar la comida para los hijos a
12 cuadras a un centro comunitario (demasiado céntrico desde las lógicas urbanas), y los
días de lluvia tienen que ir por el barro porque los “otros” ex –villeros erradicados en
casas no los dejan pisar la vereda para que no la embarren. Deshonra en la
estigmatización y el maltrato de ellos mismos, pero también y ante todo de los “otros”
vecinos, y fundamentalmente mucho más profundo de las propias institucionalidades.
Deshonra que Destruye los cimientos mismos de la cohesión social y de la dignidad
humana.
• Desterritorialización… de la posesión de las tierras. Se encuentran en situación de
“asentamientos irregulares”, lo cual los imposibilita de ser legalmente una comunidad, y
67
los coloca en una situación de Desciudadanización que los excluye de beneficiarse de la
mayor parte de las políticas sociales presentes y/o posibles. Están en situación de
ilegalidad, excluidos de posibilidad de urbanización y de beneficios de obras
infraestructurales tanto socio ambientales como sanitarias. Una comunidad con derechos
privados por el valor de otros derechos, justamente los “derechos de propiedad privada”.
Una paradoja de consecuencias indignantes, los derechos de propiedad privada privan de
derechos elementales y posibilidades de construcción y proyección de alternativas a
tantos otros. Conforman desde sus cotidianeidades convivenciales y relacionales una
comunidad que marca el territorio, pero sus posibilidades cívicas y de desarrollo quedan
limitadas por su propia situación de desterritorialización. Son impropios ilegales
avasallando la ley de propiedad privada, son conciudadanos indignantemente privados
por lo privado de una ley. Y son erradicados, que forman “grandes bolsones de
indigentes”; separados del resto de sus conciudadanos y fundamentalmente de sus
centralizaciones urbanas; centralizaciones producidas por las mismas lógicas exclusivas,
produciéndoles nuevas desterritorializaciones.
• Desesperanza…que se inscribe en el mismo Descreimiento de la posibilidad de
construcción y/o visión de generar proyectos y/o alternativas. Descreimiento enraizado en
el propio Desentendimiento social. Desesperanza hasta en sus propias posibilidades de
organización. Hace un tiempo ellos se dieron un espacio de lucha con una organización
social produciendo piquetes en la Circunvalación. Logró repercusión social, “vinieron los
canales acá adentro”. Ellos dicen ver llegar “dos camiones llenos de cosas” que les
mandó “la hermana de Kirchner” y lo bajaron en un Centro Comunitario “de allá”. No
recibieron nada y vieron como “se llevaban todo con una camioneta”. Y en otra
oportunidad otra organización social les hizo armar un emprendimiento de fabricación de
ladrillos haciéndoles firmar a los Plan Jefes (nueva forma de identidad). Hoy son
68
Desfigurados registrados oficialmente en un emprendimiento que desconocían porque
nunca les llegó.
Si se trata de construir una nueva percepción de la realidad que no necesariamente quede
ligada a incluir símbolos en un dibujo, la producción cartográfica que aquí pretendemos
realizar, pretende denotar la expresividad y la significación del sentido mismo de la propia
realidad indignante en que viven tant@s conciudadan@s nuestr@s en su situación de
indigencia. Denotar desde metáforas reales y concretas y no desde referencias en dibujos y/o
símbolos.
En realidad no nos interesa producirnos una abstracción desde esas lógicas desubjetivantes y
por ende alienantes del “conteo de pobres”. El contar los pobres refiere a una producción de
saber puesto a algún uso determinado por algún lugar que instrumenta y/o decide. Piénsese en
el nivel de abstracción que refiere. Y sirve como ejemplo al respecto que la verdadera
incidencia de impacto social con respecto a la desnutrición infantil surgió de la crudeza de
datos locales, singulares y concretos de un trabajo de talla y peso en las villas miserias
realizado por una organización autogestiva (y considérese también, que en este trabajo mismo
hay datos crudos inciertos pero singulares de que en las partes más vulnerables de las villas
de Rosario la mortalidad infantil está bastante por encima del 30 por mil niños nacidos).
Al respecto del “conteo de pobres” el Índice Nacional De Estadísticas y Censos (INDEC)
identifica once formas de interpretar la pobreza: “necesidad, estándar de vida, insuficiencia
de recursos, carencia de seguridad básica, falta de titularidades, privación múltiple, exclusión,
desigualdad, clase, dependencia y padecimiento inaceptable”. Realmente en Los Hornitos (y
en las villas miserias en general), nuestr@s conciudadan@s cumplen a la letra y al extremo
las once clasificaciones. Abstractos sistemas de tipificaciones que posibilitan diatribas de
incluidos en servicio determinantes de programas y acciones desculpabilizadoras de la
conciencia de los sujetos cognoscentes. Efectos y/o metáforas fenomenológicos de la
69
realidad: marginalidad (¿sobre que margen?), informalidad (¿sobre qué forma?), precariedad,
anomia (¿sobre que norma?), desafiliación, vulnerabilidad. En realidad lo que nos interesa
remarcar acá es las propias lógicas exclusivas intrínsecas al capitalismo, que atraviesan desde
las mismas institucionalidades y desde las mismas políticas sociales. Lógicas y mecanismos
de exclusión de tipo material que producen y reproducen la pobreza. Pero también
operaciones en la propia culturalidad que producen y generan diferencias sociales plasmadas
en sistemas discursivos, representaciones sociales y cosmovisiones del mundo.
En el Barrio Los Hornitos encontramos una comunidad en situación de grave riesgo socio
sanitario ambiental. Podemos visualizar por ejemplo las indignantes condiciones de vida en:
• El tremendo basural en el que viven. Hay basura esparcida por todo el terreno
comunitario, rodeando casi todas las casas, y aún dentro de algunas de ellas. La mayoría
de las familias de esta comunidad tienen en general como única estrategia de
sobrevivencia el cirujeo. Traen íntegramente las bolsas de basura y realizan la separación
de la misma alrededor de sus propias casas. Y allí mismo es donde apilan y queman la
basura. Viven allí mismo, entre ese olor nauseabundo y ese humo tóxico y densamente
penetrante. Podemos decir que tienen un reciclado y quemado en sus propias casas o que
viven dentro de un reciclado y quemado de basura. “Enjambre” de moscas y “manadas”
de ratas visitan y se instalan en el barrio. Resultado indicativo (de indicadores que
sacamos del sistema informático de los Centros de Salud Municipales y de entrevistas con
profesionales del Centro de Salud Municipal): de aproximadamente veinte familias
murieron tres bebes en poco más de dos años; y se encuentran otros dos bebes graves con
constantes internaciones por problemas respiratorios; y se atiende una gran cantidad de
niños con problemas importantes respiratorios.
• La falta de agua corriente. Las familias en general dependen de la entrega de agua
corriente de las cubas provinciales y municipales (camiones de entrega de agua), pero
70
estas entregas son muy inconstantes y extremadamente insuficientes. Y encima el camión
no entra al barrio, por ende caminan largos trechos cargando tanques que se hacen muy
pesados. Es por eso que generalmente dependen y consumen agua de pozo (la cual
utilizan constantemente algunas familias), y los pozos son de napas de agua contaminada.
Y pensar que el caño de agua corriente está ahí nomás, aproximadamente a 20 metros de
las primeras casas. Resultado indicativo de esto: constantes diarreas en l@s niñ@s en
general, con episodios de internaciones clínicas.
• La insuficiente y mala calidad de la alimentación de estas familias. La única olla del día,
si ese día hay, cocinada a leño en el terreno, con guisos dónde apenas se rasguña un
poquito de carne entre tantas grasas y huesos. Dependiendo generalmente l@s niñ@s del
comedor escolar, los que van, o de los inconstantes comedores comunitarios y sus más
constantes copas de leche. Ver a l@s niñ@s entre la basura comiendo los restos,
conforma una de las percepciones más desgarradoras de la crueldad propia de la
exclusión del capitalismo. Y encontramos como resultado indicativo la no cuantificable
cantidad de niñ@s con problemas de desnutrición leve, de desnutrición grave y de
desnutrición crónica.
• La situación de los baños. Muy pocas familias tienen baños con letrinas afuera de la casa
con pozos apartados de la propia letrina. Las letrinas son chapas rotas encuadradas en un
metro, tratando de preservar cierta intimidad tanto para la higiene personal como para las
necesidades de evacuación corporales. La mayoría de las familias tienen baños con
letrinas afuera de la casa con pozos en la misma letrina. Pocas familias tienen baños con
letrinas afuera de la casa sin pozos. Y hasta encontramos una familia que no tiene baño
(usan baldes y tiran al terreno propio de las casas). “Todas las mañanas me tiran la mierda
en mi terreno”, o “el baño lo ponen al lado de mi casa y ni pozo hacen, el olor y la peste
la tenemos nosotros”, son algunos de los motivos de peleas entre no tan vecinos.
71
• Las condiciones de sus casas. Casas de chapas rotas y madera vieja, con nylon y piedras
para tapar las hendiduras y agujeros, y pisos de tierra apisonada por el uso. Parejas con 5,
6 o 7 hijos viviendo y durmiendo en 2, 3 o 4 metros cuadrados. El desafío al incesto en
algunos de esos ambientes alcoholizados; solo la penumbra como intimidad sexual para
los padres en la mayoría de las casas. En la casa del caballo y las moscas, dónde murió la
última beba, dos vecinas le ayudaron a limpiar la casa a esa madre ya quebrada de antes:
sacaron medio gato debajo de una cama. Porque en este caso, los tres metros cuadrados
albergaban a los padres, a los siete hijos, los gatos y algunos perros (más el caballo al
lado, las moscas y la visita constante de las ratas).
• El tercio de casas que quedan bajo agua ante cada lluvia relativamente fuerte. Y el terreno
del barrio que queda agua y barro. Más el chisporroteo de esas conexiones peladas de ese
rejuntado de cables que hacen a la instalación eléctrica; y en muchas partes esos cables
están a la altura de l@s niñ@s.
Nos encontramos con las condiciones propias de exclusión y fragmentación social en la que
viven en realidad tant@s conciudadan@s nuestr@s. Encontramos claramente los procesos
“Des” que produce el capitalismo desde su propia lógica intrínseca de exclusión social. Si
bien estos emergentes-analizadores tomados permiten comprender la realidad de esta villa, es
necesario aclarar que los procesos sociales tienen demarcaciones temporales, es decir, que
esta villa se nos presenta viviendo un momento comunitario particular. Distinto hubiera sido
llegar temporalmente en otros momentos del propio devenir comunitario. Porque en la
historia de esta comunidad existieron múltiples intentos de activar redes organizativas (que
superen las fragmentadas estrategias de sobrevivencia) a partir de sus necesidades primarias
con el objetivo de mejorar la propia calidad de vida. Sirva de ejemplo:
• Dos mujeres de este barrio se habían movilizado y peticionado, desde asambleas y
petitorios, intentando articular gestiones con institucionalidades y sus políticas y servicios
72
sociales, chocando con puertas kafkianas y encontrando solamente discriminaciones
culpabilizantes (valga como metáfora, según aducen, que Cáritas les negó darles chapas,
colchones, frazadas porque eran ilegales ocupando terrenos privados).
• Y la desesperanza hasta en sus propias posibilidades de organización desde la resignación
ante el fracaso de constituir un espacio de lucha y otro de construcción productiva (antes
descriptos). En este caso por el mal funcionamiento por parte de dos organizaciones
sociales constituidas.
Y es necesario aclarar que las frustraciones frente a las construcciones de proyectos producen
mayor resignación y descreimiento.
Podríamos entonces inferir en esta villa un momento particular de “declive de la comunidad”,
momento signado por causalidades singulares, pero que permiten comprender los efectos mas
universales de un determinado proceso histórico, en fin, como producto del capitalismo en su
forma o fase mas cínica y perversa que constituye el neoliberalismo. “El declive de la
comunidad donde la decadencia de la vecindad geográfica y el aislamiento autosuficiente, la
vulnerabilidad, pérdida de redes de protección y exacerbación del individualismo y
consumismo” (Molina-Velázquez, 2006, p. 41). Vemos entonces, desde estos emergentes
propios a la singularidad de esta villa, los fenómenos de fragmentación y negación que llevan
al aislamiento y la atomización fotografiados a partir de los procesos Des presentados
anteriormente. Creemos que un concepto es hoy muy vigente a pesar de las intencionalidades
del posmodernismo y otros espejitos en venta como el del fin de las ideologías y sus
tecnocracias: nos referimos al concepto marxista de alienación que en este caso lo
vislumbramos en estas desgarradoras e indignantes condiciones en que permitimos y
hacemos vivir a tant@s conciudadan@s nuestr@s.
73
Inicio de la Experiencia
Llegamos a esta “villita” porque es donde las propias urgencias en tanto demandas nos han
llevado en nuestro trabajo operativo de praxis de abajo hacia arriba, de menor a mayor, y
fundamentalmente de afuera hacia adentro.
Inicialmente surge la idea de los promotores y de los vecinos de realizar una “copa de leche”
en el propio barrio; idea que se materializó concretamente. Y también comenzamos con
nuestra encuesta que nos permitió ir conociendo la realidad del barrio y de cada familia. En
realidad, la encuesta se fue transformando poco a poco en una excusa para ir conociéndonos e
integrándonos. La “copa de leche” duró poco, en realidad era casi innecesaria (porque se
entregaba regularmente en el Centro Comunitario Santa Clara de Asís que estaba a poco más
de dos cuadras de este barrio). La relación que se estableció a partir de las encuestas y que se
transformó en un constante “estar” y “quehacer” ya lleva apenas más de un año y medio. Esta
relación que produjo y produce esta experiencia se da a partir de la implicación de much@s
incluid@s en servicio y/o voluntari@s solidari@s:
• El Centro Comunitario Santa Clara de Asís ubicado muy próximo en el Barrio Santa
Clara. Se incluyeron los miembros solidarios del Centro Comunitario y los Promotores
del Programa Promotores Territoriales del MDSN, de la Zona Oeste.
• La Pasantía en Salud Mental Comunitaria de la Facultad de Psicología de la
Universidad Nacional de Rosario. De dicha Pasantía se incluyeron tres Pasantes
Psicólog@s y vari@s estudiantes avanzados de la carrera de Psicología.
• La Escuela de Promotores Juveniles. Se sumaron much@s estudiantes (de distintas
carreras universitarias) que están cursando en la “escuelita” (como ell@s la llaman).
• La articulación con un grupo del Centro de Salud Municipal Santa Lucía (compuesto
por profesionales, administrativos y directivos) quienes sensibilizados por la situación del
74
barrio, han articulado intervenciones con el Distrito Oeste del Municipio, desde un
abordaje conjunto e integral de los diversos problemas que padecen en el barrio.
• La radio comunitaria “Aire Libre”.
• El Área de Servicios Urbanos del Municipio.
• El Centro Cultural “La Trinchera”, conjuntamente a estudiantes de Trabajo Social de
la Universidad Nacional de Rosario.
• El Centro de Desarrollo Zonal (CDZ) de Promoción Comunitaria de la Provincia.
Pero la principal implicación y quienes hacen el fundamento de esta experiencia es la
comunidad misma, es decir, los propios habitantes del barrio “Los Hornitos”. Desde la
propia participación de ellos se desarrolla la organización comunitaria autogestiva y la
articulación con las institucionalidades y/o políticas y servicios sociales. Y producen todas
estas articulaciones que se generan a partir de la organización comunitaria producida desde su
propia participación social.
El ambiente en que se vive; el agua que se bebe; la forma de eliminar los
excrementos; que, como y cuánto se come
La propia realidad de vida de la comunidad de Los Hornitos se encontraba enfrascada en la
propia resignación en tanto impotencia. Sus propias condiciones de vida restringidas a la
sumisión desde imaginarios sociales establecidos desde las reales condiciones de posibilidad
de poder del Capital. La mayor numerosidad de casas se establecen en una franja larga, y se
posicionan en una virtual calle del diseño urbanístico; simple estrategia de sobrevivencia
frente a las determinaciones institucionales (jurídicas sea este caso): “para sacarnos para abrir
la calle nos tienen que dar una casa”. Frente a esta esperanza de condición eterna de solución
seguían viviendo en esas condiciones, y algunos ya llevaban más de 20 años (como por
ejemplo la familia en la cual murió la última bebé y que dio inicio a esta experiencia).
75
Resignación frente a la afirmación misma de la propiedad privada, en tanto estigmatización
de ilegales, que produce la alienación en tanto la no “apropiación” de sus realidades y
condiciones de vida para poder transformarlas. Allí surgió un interrogante en tanto analizador
que disparó en múltiples visiones y acciones concretas: “¿y quién dice y/o sabe si no van a
seguir viviendo acá 20 años más, o aún más?”. A partir de este sencillo y profundo
interrogante se desataron una multiplicidad de visiones y acciones que fueron deviniendo en
proceso. Allí las institucionalidades de servicios fueron participando con su propio
instrumental: algunos aportes de recursos materiales y humanos que favorecieron el proceso;
pero también coartando desde sus propias burocracias que implican sus insensibilidades, sus
impotencias y sus propias lógicas de exclusión. También aportaron a este proceso una
diversidad de subjetividades sensibles y solidarias, ya sean actores institucionales (humanos
con recursos) como también otr@s que se iban sumando solidaria y voluntariamente a este
desarrollo. Pero los procesos más destacables que se han producido se implican en la propia
cotidianeidad de la gente del barrio, en sus propias espacialidades vinculares y sus visiones
proyectivas. Esos procesos, que se manifiestan en sociabilidades y estados de ánimo, que
pueden referenciarse en la esperanza que surge desde la participación y en la incipiente
organización comunitaria. Procesos que podríamos aproximar narrarlos desde ciertas
metáforas tomadas al azar de cualquier momento de la experiencia, como por ejemplo
decíamos en algún momento:
• En la movilización interna, en las alegrías visibles y en la participación en asambleas (hoy
nuevamente activas y socializadas) a partir de la instalación de los tanques de agua, entre
muchos otros temas.
• En todos ellos mejorando sus casas esperando una oportunidad para poder hacerlas
minimamente dignas, como lo están volviendo a ser ellos. En todos los vecinos cortando
el pasto del terreno a machetazos cada vez que la Municipalidad se desentiende. En la
76
pretensión de mejorar el cableado y hasta de iluminar el terreno comunitario, mientras en
el “por ahora” mejoran y elevan ese rejuntado de pedazos de cables distintos
enganchados a lo largo. En ese cableado con postes que ya pusieron juntos, y es un poco
más seguro, aunque siempre se viene abajo. En esos caminos de material que se extiendan
en el Barrio que desean realizar, para no estar siempre pisando el barro. Hoy tienen en
potencia una alegría de que se va hacer un zanjeo para evitar que se inunden; la
realización de caminitos de hormigón que atraviesen todo el barrio; el mejoramiento del
alumbrado del barrio; el mejorado de un camino de entrada al barrio; y la entrega de
escombros para la elevación de las partes bajas del terreno y de sus casas. Esto es un
acuerdo que establecieron con el municipio luego de la inundación, y que esperan con
potencial alegría… aunque sobre el manto de descreimiento de sus múltiples
resignaciones y fracasos… esperando terminar con la esperanza de pobre prometida.
• En la mayor comprensión de los vecinos hacia el basural que se produce por los que viven
del cirujeo; y en la toma de conciencia intencional de dejar de tener un basural por parte
de quienes cirujean. Hoy la basura del cirujeo lo trabajan lejos de las casas, el terreno está
mucho más limpio y también mucho más higienizadas las casas… Hoy son ellos mismos
quienes proponen un lugar específico para el reciclado de basura, el mejoramiento del
terreno y de las casas, y del espacio donde realizan los emprendimientos productivos de
hornos de ladrillos de barro.
• En la reintegración comunitaria de esas dos mujeres que tanto chocaron con las puertas
kafkiana de las institucionalidades gestionando a partir de asambleas. Cuando estas dos
voluntades recuperen sus potencias organizativas se podrá decir que el proyecto
comunitario emerge visiblemente. Ya una de ellas está interesada y comprometida con
realizar un mercado comunitario. Y la otra en encargarse de organizar una personería
jurídica del Barrio y de gestionar el tema tierras… Hoy estas dos voluntades han sido las
77
organizadoras autogestivas de movilización, organización y gestión frente a dos
acontecimientos que fueron afrontados desde una organización asamblearia autogestiva
espontánea muy efectiva: frente a la situación de auto evacuación por la inundación y
frente al suicidio de un adolescente muy querido de 14 años (porque los pobres no tienen
derecho siquiera a un velorio y un entierro digno).
• En esas dos madres de siete hijos contentas ante el posible cobro inmediato de sus
pensiones, aunque ya dos bebes no estén para disfrutarlo.
• En el panificador autogestivo siempre en queja y saboteando, en su actual ironía alegre y
esperanzadora de esperar a tener más clientes para vender sus panes. Y en su mujer, con
trabajo, desahogando su situación de querer irse de ahí, y ahora ella misma aproximando
el compromiso a la gestión de las tierras. Ella con su visión y compromiso de querer
hacer un mercadito, el cual lo estamos pensando comunitario. Hoy ella ya está armando
de a poco un almacencito.
• En ese adolescente que entrena sus nueve galgos, y que espera la llegada de la veterinaria,
de la cual va a ser su ayudante y encargado territorial de los animales. En ese mismo
adolescente que junto a dos mujeres sueñan (proyectan aún en visión) organizar una
granjita.
• En esas mujeres que, aún con recelos, ya se empiezan a hablar… En esas mujeres que ya
se hablan entre ellas y comparten tareas.
• En el vecino del otro Barrio de familias erradicadas de villas que no los dejaba pisar la
vereda porque la ensuciaban los días de lluvia. Ahora está ayudando a tener los perros del
barrio para ser vacunados; queriendo hacer una canchita de fútbol para los chicos; y
soñando y averiguando con hacer un emprendimiento (que sería una fábrica) de una
destilería de esencias aromáticas.
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Procesos de resignificación, reconstrucción, revalorización, resistencia, reintegración,
reidentificación, reaparición, que se evidencian desde pequeños atisbos y destellos incipientes
hasta concreciones pragmáticas logradas. Procesos que abarcan el ambiente en que se vive, el
agua que se bebe; la forma de higienizarse y de eliminar los excrementos; qué, cuánto y cómo
se come; etc.; en fin, las reales condiciones de vida de la comunidad.
Estos procesos pasaron por ciertas situaciones climáticas y sociales que influyeron
marcadamente en sus desarrollos:
• La desesperanza; referida anteriormente.
• La “pedrada” (caída de granizo de gran tamaño en la ciudad). Decíamos al respecto en
aquel momento: “Se relevaron 20 familias en situación de indigencia, y ante el desastre
climático ocurrido no se encuentran en situación de emergencia de evacuación. Sus
precarias casas se encuentran armadas. Es decir que se encuentran en la misma
emergencia de siempre con muchas más entradas de agua a la casa que antes. Los tirantes
ya estaban anteriormente en mal estado. Psicológicamente se encuentran bien,
continuando con sus vidas cotidianas y con sus estrategias de sobrevivencia. Necesitarían
chapas, tirantes, colchones y frazadas para 20 familias... y en orden de urgencia pueden
esperar frente a otras emergencias más catastróficas… sin olvidar la necesidad de la
emergencia de este barrio”.
• La inundación (catástrofe de densas y constantes lluvias en Rosario y Santa Fe que
produjeron diversas inundaciones en amplias poblaciones). La inundación en Los
Hornitos (que fue considerado junto a muchos otros barrios “Zona de Catástrofe
Nacional”) se superó a partir de la auto evacuación de las mujeres y niñ@s de manera
autogestiva asamblearia en un Refugio muy próximo al barrio (autogestionado por el
propio barrio al “padre Joaquín”).
79
• La “inseguridad”. Al respecto decíamos en aquel momento: “Ya lucharon contra la
desesperanza… pasaron la pedrada y la inundación… rebotaron una y diez veces contra la
petrificación anestesiada e iatrogénica institucional… pero ahora les llegó la
“inseguridad”. La maldita droga que les llega impunemente a esos adolescentes y jóvenes
en situación psicosocial de mayor riesgo, esos de “eterno tiempo libre”, sin proyecciones,
y perdiendo los propios valores identitarios comunitarios. Hoy forman “bandas” de base
“tribal” con dominios y luchas territoriales. Hoy toman estrategias completamente
jugadas e irracionales de amedrentar hacia su sujeción a las propias familias de las villas.
Parece una aproximación leve a ese indescriptible análisis de la película “Ciudad de
Dios”. Está pasando en distintos barrios de Rosario, dónde la comunidad no solo tiene
que soportar la indignante miseria, sino también lidiar con esta “tierra de nadie”. Porque
la forma más espantosa de inseguridad la viven quienes no llegan ni a ser pobres. Y pasó
en Los Hornitos. Robarles lo poco que tienen de casi ni valor; entrando a sus ni siquiera
casas a punta de pistola, pegándoles a los grandes y apuntando violentamente a los niños
y niñas; imposibilitándolos de poder denunciar bajo serias amenazas; y lo más
inexplicable en Los Hornitos, obligándolos a que se vayan bajo amenaza de incendiarles
las casas con las familias adentro. En broma decíamos nosotros que lo único que puede
pasar que haga fracasar esta experiencia en Los Hornitos es que se fuera la gente… hoy
quedan siete familias que constituyen el Barrio. Tal vez la imagen más desgarradora del
nuevo desarraigo sea las tres familias de correntinos y chaqueños yéndose en el acoplado
de un camión, con un bebé enfermo a cuestas, hacia el Chaco… con las manos vacías…
despidiendo un hijo adolescente que vaya a saber si vuelve a ver a sus padres vivos… y
sumando nuevas cicatrices a sus flageladas vidas. En Los Hornitos hoy hay miedo e
impotencia… y vacíos, desarraigos y más penas”. Un tiempo después diríamos: “Ahora se
está normalizando y vuelven los empujones de voluntades reconstruyendo esa
80
fragmentación desolada de efecto trágico. Nuevamente se evidencian las potencias de la
organización comunitaria en la cotidianeidad misma, en sus sociabilidades, en sus
participaciones y en sus producciones:
1. en los casi treinta niños y niñas que quedaron en el barrio, que pasaron del miedo
paralizante a volver a jugar… y nuevamente todos juntos (como lo habían logrado
para la inauguración del Centro Comunitario Infantil Autogestivo). Al principio
jugaban con mucha agresividad (al ladrón y al policía, cualquier objeto era
simbolizado como arma)… y ahora lograron pasiones lúdicas alegres y constructivas.
En la campaña que organizaron “las seños” de limpieza del centrito, su patio y su
terreno aledaño… ahora son ellos mismos los que organizan la limpieza, coordinados
por las dos niñas mas grandes, “la seño colo y la seño Antonela” (esta actividad fue
autogestiva, surgió de ell@s mismos). En el medio-sombra del patio del centrito, que
por el viento quedo a la altura de ellos para asegurarle que es de ellos… y los grandes
deben ponerse niños para poder entrar. Ya nos prohíben fumar en el patio del centrito,
echándonos afuera… y riegan las plantitas que están en las masetas… y organizan un
tacho de basura.
2. en la proyección de la Cooperativa Los Hornitos con la realización de una fabrica de
ladrillos y con la implementación de un proyecto de capacitación (donde los adultos
mayores enseñan el oficio a los más jóvenes). En esos dos adultos mayores que
cambian ese estar alcoholizados y vivir del cirujeo por un emprendimiento productivo
propio, que los dignifica e identifica, y les posibilita ingresos “suficientes”. Este
proyecto de cooperativa realmente esta revolucionando lo que quedo del barrio. Hasta
los niños y las niñas juegan a hacer ladrillos y nos cuentan en todo lo que han
ayudado. En el preparado para la quema o ante los apuros que produce la lluvia ayuda
todo el barrio… y logran luego la integración festiva en los asados comunitarios. Este
81
proyecto sumado a la tranquilidad ante la inseguridad en el barrio logro que ya
retornaran dos familias… y genera esperanza que expresa deseo de volver a las otras
familias, hasta las que se fueron al Chaco. Esta villita que era excluida de las otras
villas, hoy es lugar de visita por gente de los otros barrios. Hoy vienen
constantemente por lo menos 7 adultos mayores a visitarlos, a estar, a sentirse parte
del proyecto cooperativo (ya estamos pensando hacer un “Club de viejos” a partir de
una cancha de bochas). Ahora son todos ellos los que se quejan del basural, que a
excepción de dos familias, ya las separan lejos de las casas. Hoy se están quemando
20.000 ladrillos y hay cortados 8.000 que esperan. El proyecto para ellos es mucho
más que los dos pisaderos de 30.000 ladrillos… y les deja mucho más que los 9.000
pesos que logran por la venta de cada pisadero”.
El interrogante de cuánto más vivirían allí (analizador, disparador) fue el detonante de una
multiplicidad de cambios en el barrio a partir de desarrollos autogestivos motivados
fundamentalmente por un cambio de actitud de la gente misma (proceso de pasaje de la
desesperanza a la esperanza). El proceso producto de nuestra intervención, de distintos
aportes institucionales, pero fundamentalmente de la propia potencia de la participación
autogestiva del barrio, fue produciendo en concreto diversos desarrollos comunitarios ante
una diversidad de problemas y problemáticas:
• El agua. Personal solidario del Centro de Salud Municipal “Santa Lucía”, comprometido
realmente con los sectores sociales más excluidos, estaba trabajando y gestionando la
llegada de agua corriente al barrio. Lograron la conexión de una canilla comunitaria al
principio, ya que no tenían agua corriente. Esto posibilitó la llegada casi constante de
agua para todo el barrio, y la utilización de agua corriente para beber y para las comidas
para aquellos que tenían agua de pozo (contaminada). Luego se planificó la instalación de
dos tanques de agua con un motor bombeador, lo que les posibilitaría mayor y mas rápido
82
aprovisionamiento (con la canilla es un suplicio llenar tantos baldes, etc.), sino que
también se garantiza el aprovisionamiento básico durante el verano ante la poca presión
de agua de la zona. Lograron conseguir todos los materiales para poder concretarlo.
Asimismo se realizaron desde estos tanques extensiones de cañerías con llegada de una
canilla a cada casa. Este proyecto pasó por muchas dificultades, desde conflictos
vecinales hasta indecisiones lógicas (como por ejemplo cuando ya estaba todo para
realizarlo un sábado lo pararon debido a la inseguridad en que quedaba el motor, expuesto
a que lo roben cualquier noche). Este proyecto se disolvió por la situación de
“inseguridad” primero (no hubiera sido excluyente de concreción), y fundamentalmente
porque se cortó la llegada de agua a la canilla comunitaria por motivos desconocidos para
nosotros y ajenos al barrio. Hoy tienen colocado un tanque comunitario que se llena
diariamente de agua corriente con cubas (camiones cisternas) por parte de la
Municipalidad y la Provincia.
• Las casas y los baños. A partir del interrogante de cuánto más vivirían ahí empezaron
ellos mismos a mejorar y ampliar sus casas desde sus propias estrategias de
sobrevivencia. Luego de la emergencia climática (la “pedrada”) vinieron personal del
MDSN y relevaron casa por casa los barrios Santa Clara y Los Hornitos, entregando a
cada familia cuatro chapas bastantes grandes. A partir de ello se vio un cambio muy
grande en el mejoramiento y ampliación de las casas y también en el mejoramiento de sus
baños. Decíamos en aquel momento: “En esa casa que el caballo dormía prácticamente
con los 7 hijos y ahora el caballo tiene su casilla aparte y la casa se está agrandando
considerablemente, además de mejorando. En esa otra casa que está en el pozo inundable
del terreno, y ahora se corre a una parte más alta; y en las no resistencias actuales de los
vecinos a que se mude esta casa. En el inicio de construcción de casas de material en
varias casas. En la discusión que será asamblea de hacerse mejores baños, con el pozo
83
aparte”. Hoy las casas se encuentran ampliadas, ninguna inundable, con los patios (zonas
en derredor) limpios, con baños con letrina con pozos afuera de las casas. Y las casas se
siguen mejorando y ya se empezaron a construir de material (ladrillos y cemento).
• El terreno y el basural. En un principio la gran mayoría de las familias vivían del cirujeo y
separaban la basura cada una al lado de sus propias casas, aún quemándolas ahí mismo
(por ejemplo se quemaba la basura a cuatro metros de dónde hacían el guiso y a seis de
dónde dormían). Desde el mejoramiento de sus casas se fue tomando conciencia de
reciclar y quemar la basura lejos de sus casas. Y no solo se fue proyectando el
mejoramiento de las “casas” y sus “patios”, sino también el mejoramiento del terreno
comunitario. Se fue realizando un proceso de limpieza y emparejamiento de tierras desde
la propia autogestión del barrio, y con la ayuda de la intervención de las maquinas
topadoras y camiones por parte del Distrito Oeste de la Municipalidad. Esto es debido al
basural que se forma por el cirujeo y a las partes inundables del terreno. Al respecto desde
la autogestión barrial y desde la gestión del Centro de Salud Municipal “Santa Lucía” se
logró que “Los Hornitos” tenga un punto propio de recolección de basura a la entrada del
barrio (lejos de sus casas y del terreno comunitario). Y también al respecto se elevó con
escombros la última zona inundable habitada que se les llena de agua dentro de las casas.
También se mejoró con escombros un camino por donde entran los camiones y les abre la
comunicación al barrio. Alisamiento del terreno que se va a utilizar para los
emprendimientos de fabricación de ladrillos. Y se gestionó y concretó favorablemente
con el área de Servicios Urbanos del Municipio la realización de zanjeos para evitar que
se inunden (esto a partir de la inundación). La municipalidad aún les debe (compromiso
con el barrio desde la propia autogestión por la inundación): la realización de caminitos
de hormigón que atraviesen todo el barrio; el mejoramiento del alumbrado del barrio; y el
mejorado del camino de entrada al barrio. En esto la Municipalidad no tiene excusas
84
presupuestarias para no realizarlo porque la Provincia efectivizó al Municipio un subsidio
de 35 millones de pesos por emergencia por la inundación. Al respecto el barrio desde su
resignada “esperanza de pobre prometida” sigue descreídamente esperando.
• La electricidad y el alumbrado. En un principio se mejoró el cableado de luz a partir de la
entrega de cuatro postes por parte del municipio. Autogestivamente el barrio instaló los
postes lo que ubica el cableado en una altura segura. Esto posibilita tener mejores
conexiones (que no se corten, ni se quemen), y fundamentalmente mas seguras (hay
muchas partes que los cables están a la altura de los chicos estando estos descalzos en el
barro, y en muy mal estado muchos cable). Y luego de la “inseguridad” el Centro de
Salud Municipal “Santa Lucía” concretó la colocación de luces (en tres de los postes)
conectadas a la iluminación de las calles, lo cual posibilita una cierta iluminación del
terreno: antes en la oscuridad total y hoy en penumbras.
• Con la solidaridad de una Médica Veterinaria se realizó un proceso de vacunación para
desparasitar y con antisárnicos a todos los animales del Barrio (caballos, perros y gatos).
Asimismo se vacunó de antitetánica los caballos del emprendimiento de Hornos de
ladrillos. Los materiales se gestionaron en la Facultad de Veterinaria de la Universidad
Nacional de Rosario y en el IMUSA municipal. Y se gestionó con la Municipalidad:
materiales para continuar la curación; materiales para contrarrestar las pulgas y las
moscas; el castrado de perros y perras a partir de la concientización de la gente desde la
realización de talleres. Esta tarea de zoonosis fue tomando paulatinamente importancia en
el barrio. Un adolescente del barrio fue el que autogestivamente tomó la responsabilidad
de esta tarea, consolidándose como el ayudante de la veterinaria y hasta en el
“veterinario” del barrio. Esta experiencia se disolvió cuando no pudo venir más la
veterinaria, y posteriormente la muerte trágica del adolescente. Al respecto decíamos en
aquel momento: “En ese adolescente que entrenaba sus nueve galgos, quien llegó a ser el
85
ayudante de la médica veterinaria, y en el barrio ya algunos le decían el veterinario. En
ese mismo adolescente que junto a dos mujeres soñaba organizar una granjita. En ese
mismo adolescente con el cual íbamos a organizar con otros adolescentes de la zona un
taller. Ese adolescente de apenas 14 años que ya no está físicamente con nosotros… se
suicidó. Llegamos tarde o hicimos mal las cosas… ya es tarde para
él!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”. Hoy de este tema de zoonosis solo queda la gestión con el
IMUSA municipal. Trajeron un colectivo de atención a la zona oeste de la Zona Oeste,
pero es difícil entender que lo más importante consiste en la promoción y prevención
dentro de la misma comunidad.
Aprendemos en la formación acerca del valor de los propios saberes populares y de sus
capacidades de desarrollo. En el terreno pudo notarse la potencia misma de producción de
estos, desde pequeños destellos y atisbos incipientes hasta concreciones pragmáticas
logradas. Puede palparse en esa cotidianeidad esa intensidad anímica que desde pequeños
destellos participativos van produciendo esbozos de consistencia organizativa. Pero la
cotidianeidad que hace a la esencia misma de la humanidad está tan distante de la
racionalidad abstracta de las propias institucionalidades entrampadas en las lógicas
exclusivas del capitalismo.
Cooperativa “Los Hornitos”
Además del interrogante-analizador-tarea del tiempo que vivirían ahí, en los propios
encuentros que se establecían en el propio “andar” al inicio de esta experiencia, surge una
nueva idea acerca de pensar las posibilidades de poder producir ingresos económicos en el
barrio.
Frente a la situación de fragmentación social del barrio, con los adult@s resignad@s en una
situación existencial totalmente naturalizada, descreíd@s de posibilidades proyectivas
86
existenciales a futuro. A esto se suma la impotencia resolutiva de las diversas
institucionalidades, además de malas experiencias con organizaciones sociales (falso
microemprendimiento descrito anteriormente). Con l@s adolescentes y l@s jóvenes haciendo
cirujeo o trabajo esclavo en hornos de barro, o aún peor estando en situación de “eterno
tiempo libre” constituyéndose en un grave riesgo para ell@s mism@s.
Frente a esta realidad de necesidades básicas insatisfechas es necesario contraponerle un
proyecto que recupere las capacidades básicas desaprovechadas. De esos encuentros casi
asamblearios surge la propia capacidad potencial del barrio: dos adultos mayores y un adulto
conocen el oficio de producir ladrillos de barro, tan demandados hoy en el creciente mercado
de la construcción. No solo conocen el oficio sino que poseen el arte de hacerlos muy bien.
Asimismo uno de ellos sostiene la realización de 4.000 ladrillos en un pequeño “patiecito”, y
además sabe hacer tejuelas y ladrillos finos de difícil realización y mucho más caros en el
mercado.
Así se echó a “andar” la idea… que de visión se fue transformando en tarea con pretensión de
proyecto. Al respecto es importante que se produzca la preocupación para generar la
condición de posibilidad de transformarse en ocupación. Surge así en visión, en proyecto y en
proceso la Cooperativa “Los Hornitos”. Este proyecto nace con la pretensión de revalorizar
la propia identidad de este barrio (justamente Barrio Los Hornitos) a partir de la
revalorización productiva del trabajo de ellos mismos, desde su propia organización
comunitaria en forma cooperativa y solidaria.
Ante solamente la idea de este Proyecto es importante significar el impacto que ha producido
en este barrio logrando una multiplicidad de fenómenos de cohesión social y de expectativa
proyectiva en las propias relacionalidades y vincularidades. Al respecto decíamos
anteriormente:
87
• “En ese juego de deseos conjuntos de éxito que se plasma en esa “apuesta” en broma
acerca de si uno de ellos podrá sostener el horno de ladrillos o seguirá alcoholizado
dentro del manto del estigma del propio barrio de “este ya es así, que va a hacer!!! ”. Y
más tarde diríamos “Hoy ya inició un nuevo emprendimiento familiar de Hornos de
ladrillo, el cual está por quemar para tener a la venta 5000 ladrillos, está dejando el
cirujeo, y al trabajar con el yerno hasta las 19 hs. y recomenzar a las 7 hs. no se lo
encuentra alcoholizado, es decir, “está de cara” como dicen todos.
• “En esos proyectos cooperativos familiares de realizar autogestivamente hornos de
ladrillos de barro que generan un estado de ánimo de “pasiones alegres”. Y esto es así,
porque se redignifican desde la identidad (justamente Barrio Los Hornitos), y desde el
trabajo (posibles productividades con ingresos económicos “suficientes”)”.
• En esos adolescentes y jóvenes que participan pasivamente por ahora mirando en el aire
esa figura aún imaginaria de proyectos productivos y de capacitación”. Y más tarde
diríamos “En esos adolescentes y jóvenes que participan pasivamente por ahora mirando
en el aire esa figura ya no tan imaginaria de proyectos productivos y de capacitación”.
• “En esos dos hombres mayores que ya no están tan peleados, y que esperan poder enseñar
a los más jóvenes el arte de hacer ladrillos. Un indicador de cohesión social será si
comparten sus caballos para la pisada del barro, justo estos dos “jefes” de familia
ampliadas del barrio (son maridos, padres, tíos, abuelos y bisabuelos en el barrio)”.
Para la concreción de la Cooperativa “Los Hornitos” pensamos dos estrategias que
implicaban gestiones con las institucionalidades para poder posibilitar darle materialidad a
este proyecto:
1. Por un lado una estrategia más inmediata, organizando tres emprendimientos productivos
familiares de Hornos de ladrillos de barro (a partir de cada uno de estos adultos que
conocen el oficio). Estos emprendimientos lo identifican como: “El Pelado”,
88
“Cachimbo” y “Hornos de Pie”. Esta estrategia es con la pretensión de ir viabilizando
concretamente la realización de pequeños hornos (los “cachimbos” son pequeños hornos
de una producción aproximada de 15.000 ladrillos) a partir de pequeños grupos ya
cohesionados de antemano (en este caso familiares). Esto permite ir dándole consistencia
concreta y material al proyecto y afianzamiento a los propios procesos grupales; y
también darle tiempo al proceso para posibilitar ir consolidándose un funcionamiento
cooperativo. También posibilitaría trabajar al principio a ocho o diez personas,
posibilitando desde su implementación, que diez familias pasen de la indigencia en
carácter de urgencia a aproximar y/o superar la línea de la pobreza. La estrategia era
comenzar realizando una producción de 15.000 ladrillos cada grupo, con la pretensión de
llegar a producir 25.000 ladrillos cada grupo en un tiempo mediato. La concreción de
estos emprendimientos dependía de una materialidad presupuestaria que por la inmediatez
de su implementación gestionamos con la Municipalidad. Estos emprendimientos se
presentaron en la Subsecretaría de Economía Solidaria del Municipio para su apoyo
económico en su instrumentación. Frente a esto nos encontramos con:
• El importante aporte técnico que otorga el equipo y directivos de la Subsecretaria de
Economía Solidaria del Municipio, a partir de su apoyo, supervisión y buena
predisposición.
• La insuficiente presupuestación por parte de la Municipalidad para este tipo de políticas
locales realmente efectivas e inclusivas. En el sudoeste, el oeste y el noroeste, se
encuentran las poblaciones más pobres e indigentes. Y para cada uno de estos Distritos se
presupuestan, para estas actividades importantes e inclusivas, $ 15.000 por año para cada
uno. Es decir que prácticamente una dificultad es no tener financiación municipal para
estos proyectos. En concreto, ni tierra nos dieron.
89
2. Y por otro lado una estrategia más mediata, que se fuera consolidando a partir de las
concreciones del propio proceso de la estrategia inicial. La misma consiste en poder
devenir en proceso en la producción de una fábrica cooperativa de ladrillos de barro. La
posibilidad de su viabilidad material consistía en gestionar un Proyecto “Manos a la
Obra” del MDSN. Y allí encontramos la dificultad de la inexistencia en esta provincia de
la posibilidad de gestión del “Plan Manos a la Obra”. Al respecto estaba suspendida la
presentación en Provincia de este programa y según informaban estaban paralizados, por
propia incompetencia, más de mil proyectos. Y además no solo no había equipo técnico
de apoyo y supervisión sino que además no se pudo ubicar responsable del programa.
En los primeros atisbos de desarrollo comunitario y en la incipiente organización comunitaria
que se estaba gestando y produciendo, era fundamental, y con cierto grado de resolutividad
de múltiples problemas del barrio, la concreción de la visión de este proyecto. El barrio ya
estaba implicado en él. Era fundamental la promoción de inclusión social a partir del trabajo,
y en nuestro caso, la promoción de estos emprendimientos productivos en tanto pragmáticas
efectivas y resolutivas en la participación social y en la organización comunitaria. Pero frente
a esta visión era fundamental la real financiación de los presupuestos de estos proyectos
emergentes de la participación y la organización comunitaria, para evitar la producción de
“esperanza de pobre prometida” con sus efectos iatrogénicos de mayor desesperanza
naturalizada y sus consecuencias. Esta realidad en tanto imposibilidad nos cerró en un cuello
de botella de “esperanzas de pobres prometidas”, inhabilitando la posibilidad de darle la
materialidad determinante a estos proyectos productivos tan efectivos en la inclusividad a
partir de la participación y organización comunitaria.
Frente a la imposibilidad de materialidad por parte de las escindidas burocracias kafkianas de
las propias institucionalidades y sus presupuestos, y de las insensibilidades irresponsables de
quienes representan y/o dirigen esas institucionalidades… Y frente a la realidad de la
90
importancia de este proyecto en el propio proceso de desarrollo comunitario y su incipiente
organización autogestiva, cooperativa y solidaria en el barrio… Urgía encontrar soluciones a
los problemas que se presentaban y/o posibilidades a las imposibilidades tan
naturalizadamente reinantes. Frente a esta situación realizamos:
1. Por un lado, frente a la estrategia inmediata de iniciar el proceso a partir de pequeños
“cachimbos”, hicimos una colecta de plata entre nosotros para poder darle materialidad al
proyecto. Juntamos un capital equivalente al 15% aproximado al pedido del subsidio al
municipio y al casi 3% del subsidio que se iba a gestionar al MDSN.
2. Y por el otro, frente a la estrategia mediata de consolidar el proyecto, debido a nuestra
relación contractual con el MDSN, nos facilitaron la gestión y la posibilidad de efectiva
concreción de un subsidio. Al respecto diseñamos un Proyecto de Capacitación para
gestionar un subsidio en la Dirección de Capacitación de dicho Ministerio.
Pensamos que la pretensión de este Proyecto de Capacitación representa claramente la
importancia estratégica y esencial de la Cooperativa “Los Hornitos” en el barrio. Es un
Proyecto de Capacitación a los más jóvenes, lo cual les posibilita aprender bien el oficio de
hacer ladrillos de barro e ir diseñando grupos cooperativos productivos de fabricación de
ladrillos de barro. Este Proyecto de Capacitación implica un abordaje integral promoviendo la
inclusión social de los sectores sociales más marginados y en situación de indigencia, a partir
de generar posibilidades inclusivas en función del trabajo, promoviendo la realización de
emprendimientos productivos y capacitación laboral, dentro de una ética cooperativa y
solidaria.
Este Proyecto es con el compromiso de sus realizadores (los capacitadores) de producir
solidariamente en la comunidad, desde su propia organización autogestiva, mejoras en las
propias condiciones socio ambiental, sanitario e infraestructural. Se proponen:
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• Enseñar el oficio de fabricación de ladrillos de barro a los más jóvenes para abrirles su
posibilidad laboral.
• Fomentar la forma cooperativa autogestiva de trabajo que podrá proyectarse en
emprendimientos productivos, frente a la grave precarización laboral que producen los
hornos privados en funcionamiento.
• La venta de los ladrillos producidos lo cual les posibilita no solo su subsistencia familiar
sino también la compra de nuevos insumos para el sostén y continuidad del
emprendimiento.
• La alfabetización de los realizadores de este proyecto y de los jóvenes y sus parejas que
participan en el mismo.
• La escolarización de los chicos/as de quienes se vayan incluyendo en este proyecto.
• El mejoramiento de sus viviendas, posibilitándoles ir realizándolas de material.
• La construcción de un salón comunitario que sirva como centro de participación
autogestiva de actividades múltiples.
• En la medida que la producción de ladrillos les mejore las condiciones de subsistencia se
comprometen a ir dejando el cirujeo masivo para pasar a uno más restringidamente
selectivo y erradicando de esta manera la situación de basural de las tierras.
Ahora bien, el inicio de la Cooperativa “Los Hornitos” se dio a partir del “auto subsidio” con
la pretensión de promover inicialmente los tres “cachimbos” como emprendimientos
familiares. Este proceso en desarrollo y/o desarrollo en proceso pasó por una diversidad
inconmensurable de situaciones y/o vivencias de posibilidades e imposibilidades, de
gratificaciones y frustraciones, de encuentros y desencuentros, de solidaridades y
marginaciones discriminativas o insensibilidades irresponsables, de alegrías y tristezas, de
avances y retrocesos… Pero ante todo, el propio desarrollo posibilitó un proceso de
crecimiento cualitativo en la materialidad y en la culturalidad de la comunidad frente a cada
92
situación inicial. Aquí solo podemos referir someramente algunos datos centrales y
representativos de este proceso profundamente rico de situaciones y/o vivencias. En un
principio promovimos realizar los tres emprendimientos familiares:
• Uno de ellos, el adulto, no se inició porque el responsable no quería debido a que cortaba
ladrillos para hornos privados grandes y aseguraba la plata diariamente, y no veía aún el
horizonte de conveniencia de hacer sus propios ladrillos.
• Otro, uno de los adultos mayores, que ya tenía su “cachimbo” de 4000 ladrillos en su
patiecito muy chico, lo cual le limitaba la posibilidad de aumentar su producción, se
negaba a pasar al terreno comunitario con mayor espacio para mayor producción de
ladrillos. Él no quería tener “problemas” con los otros vecinos (que son las familias de los
otros “cachimbos” del proyecto). Se encontró una solución provisoria para acrecentar este
emprendimiento familiar. Producían 4000 ladrillos de barro, pero esperaban venderlos
para el inicio de una nueva producción. Logramos con un apoyo de entrega de tierra que
fabriquen 5000 en una cadena rápida y constante de pisadero, armado y secado, y quema
y venta (por ejemplo tienen 5000 ladrillos para vender, otra tanda secando, a la vez que
van pisando para otra tanda). Esto duplico la producción no en la cantidad por vez sino en
el tiempo de producción (quemaban 5000 cada 15 días en vez de cada 30). Es decir en el
mismo tiempo se producía el doble. Y a la vez iban tomando conciencia y el compromiso
de pasar al terreno comunitario cuando se consiguiera el Proyecto de Capacitación.
• Y con el tercero, el otro adulto mayor, se inició un nuevo emprendimiento familiar de
Hornos de ladrillo, con una producción inicial de 5000 ladrillos (con pretensión y
posibilidad de alcanzar una producción de 25000 ladrillos en el tiempo).
Pasó “la pedrada” (granizo)… Casi sin afectar el proceso de los “cachimbos”.
El cachimbo que se inició con 9000 ladrillos luego de la primera venta pasó a una segunda
producción de 15000 ladrillos.
93
Y el otro cachimbo de producción continua de 5000 ladrillos perdió ese circuito volviendo a
producir cada 30 días. Sucedió que se encontraron con más plata en el mes pero frente a
extremadas necesidades vitales y la no concienciación de las conveniencias del proceso (las
limitaciones que impone el analfabetismo al pensamiento abstracto, decretando la supremacía
del pensamiento concreto). Luego de caer el proceso continuo de producción lo entendieron
en concreto.
Las propias extremadas necesidades frente a encontrarse con cierto capital llevaron a decaer
al horno de 15.000 ladrillos a quedar peleándose entre producir 5.000 o 10.000 ladrillos.
Lejos quedaba el llegar a producir 25.000 ladrillos.
El cachimbo del “patiecito” logró luego recuperar, desde su propia autorrealización, el
proceso continuo de producción con “quemas” de 5.000 ladrillos cada 15 o 20 días. Y
también ya una clara conciencia de pasar al terreno comunitario (ya asignado por asamblea)
para hacer una producción a mayor escala con la llegada del subsidio.
Y una gran sorpresa fue que el adulto que no quiso inicialmente hacer un cachimbo, empezó
por sí sólo uno y produjo 7.000 ladrillos. Su expresión pasó de “que voy a hacer ladrillos; yo
voy, corto allá, y tengo plata segura en el día” a “que le voy a cortar a otro que se queda con
la plata; yo corto los míos y los vendo yo”. Este cachimbo fue creciendo con un gran empuje
hasta llegar a 20.000 ladrillos.
Pero llegó la inundación… Y tumbó completamente los tres cachimbos. Gestionamos por lo
menos tierra a la municipalidad, pero ni eso. Y eso que “Los Hornitos” había sido declarado
de “catástrofe ambiental” para la diversidad de subsidios que no llegaron a la gente. Ni tierra.
Con el tiempo el cachimbo del “patiecito” y el otro que se inició último se fueron reponiendo.
El otro quedó agonizando peleándose con la posibilidad de sostener 5.000 ladrillos.
Era inminente la llegada del subsidio, y el proyecto de la Cooperativa “Los Hornitos” había
madurado bastante desde su propio proceso que ya llevaba un año.
94
Y llegó la “inseguridad”… Y los sueños que implicaban visiones que ya eran tareas en
concreto en un proyecto realizable se iban subiendo a los dos camiones desvaneciéndose en el
mismo nuevo desarraigo. El cachimbo del “patiecito se fue al Chaco para no volver. El del
adulto se fue a “Timbúes” (ciudad santafesina cercana a Rosario) para volver recién cuatro
meses después. Sólo quedó el cachimbo “El Pelado” agonizando su posibilidad de sostener
5.000 ladrillos y peleándose con sus imposibilidades materiales, pasionales y hasta
neuróticas.
El subsidio tan esperado llegó en el peor momento.
El proyecto se implementó con el adulto mayor que quedó en el barrio, incluyendo
adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores en la realización de un Horno de 30.000
ladrillos. Luego al volver al barrio el adulto del otro cachimbo se inició otro Horno. Hoy este
último produce 20.000 ladrillos y va en crecimiento. El otro reniega consigo mismo
produciendo 15.000 ladrillos.
Este proyecto de cooperativa realmente esta revolucionando lo que quedó del barrio. Hasta
los niños y las niñas juegan a hacer ladrillos y nos cuentan en todo lo que han ayudado. En el
preparado para la quema o ante los apuros que produce la lluvia ayuda todo el barrio… y
logran luego la integración festiva en los asados comunitarios. Este proyecto unido a la
tranquilidad ante la “inseguridad” en el barrio logró que ya retornaran dos familias… y
genera esperanza que expresa deseo de volver a las otras familias, hasta las que se fueron al
Chaco. Esta villita que era excluida de las otras villas, hoy es lugar de visita por gente de los
otros barrios. El proyecto para ellos es mucho más que los dos pisaderos de 15.000 a 20.000
ladrillos… y les deja mucho más que los 4.500 a 6.000 pesos que logran por la venta de cada
pisadero.
Aprendimos de este proyecto de la Cooperativa “Los Hornitos” que en la particularidad de la
productividad los saberes populares son consistentes y creativos, y ante todo proyectivos. Se
95
evidencian claramente en el conocimiento mismo de las productividades desde el trabajo. Y
esto no es una percepción subjetiva con deseo de desarrollo, sino una real pragmática
proyectiva que surge de sus propios saberes de vida. Si los intelectuales-profesionales de lo
social incluidos en servicio pretendemos contribuir a la realización de emprendimientos, solo
es necesario prestar la oreja, promover el espacio grupal, y aportar posibilidades de gestión y
de acceso a la información. Y ante todo, la posibilidad que brinda nuestra propia implicación,
ante esa trituradora de posibilidades implícita al capitalismo y sus lógicas de exclusión,
justamente a ellos, que son los que más la sufren.
Centro Comunitario Infantil Autogestivo “Los Hornitos”
“Estamos enfermos de muchos errores,
de otras tantas culpas, pero nuestro
peor delito se llama abandono de la Infancia,
descuido de la fuente de vida.
Muchas cosas de las que necesitamos
pueden esperar.
El niño no.
Él está haciendo ahora sus huesos
Criando su sangre y ensayando sus sentidos.
A él no se le puede responder: mañana.
Él se llama ahora.”
Gabriela Mistral
A pocos meses de “andar” esta experiencia, se sumaron tres psicólog@s de la Pasantía en
Salud Mental Comunitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de
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Rosario y una Residente de Grado de dicha Facultad, con la intención de trabajar con l@s
niñ@s del barrio. Comenzaron a realizar talleres con niñ@s con la pretensión de inclusión de
l@s mism@s, a partir del desarrollo de sus capacidades lúdicas, intelectuales, corporales y
socio-relacionales. También con la intención de que los talleres posibiliten volver a
escolarizar l@s niñ@s que han abandonado la escuela o no han ido nunca, como así también
generarle mayores posibilidades de mejoramiento escolar al resto.
Desde el inicio trabajamos frente a diversas adversidades que parecían complotarse para
hacernos sentir imposible nuestra tarea (nuestras intenciones y pretensiones):
1. Un no lugar. Nuestro trabajo se despliega en el propio terreno comunitario del barrio, y
no teníamos un lugar específico, con ciertas condiciones para realizar los talleres. El
terreno se nos presenta inicialmente como un verdadero basural donde se imposibilitaba
circunscribir el taller. Ante esta situación comenzamos en el “patio” de una familia que
estaba bastante limpio. Más adelante, debido a problemas relacionales afectivos entre
vecinos, limpiamos la zona del árbol en el propio terreno comunitario, y se transformó en
el espacio de los talleres. Siempre a la intemperie… dependiendo de la clemencia del
tiempo climático. Después vendría el Centro Comunitario infantil autogestivo.
2. La fragmentación social. Entre tantas peleas de no tan vecinos, producto de la violencia
propia de la marginación y exclusión, se hizo muy difícil poder unir l@s niñ@s de
distintas familias; y mucho más unirl@s en la casa de una familia en particular.
3. La desnutrición. Estragos actuales y secuelas de situaciones anteriores mucho peores.
Niñ@s con problemas de desnutrición o con indebida nutrición; y otros con efectos de
desnutrición crónica. Realmente Piaget se nos transformaba en alguien severo e injusto, a
la vez de muy discriminador.
4. El desánimo familiar y el muro de la exclusión escolar. Padres quebrad@s sobreviviendo
el cada día, sin visión ni proyección de futuro, no son el mejor incentivo de querer
97
estudiar para brindarles nuevas y/o otras posibilidades. El Consenso de Washington no
fue el mejor incentivo para ell@s. Sumado a la discriminación expulsiva y/o la poca
efectivización de ayuda y acompañamiento por parte de las institucionalidades escolares
para con est@s niñ@s viller@s (“sucios” y “maleducados”).
Verónica Enseñat6 nos cuenta y analiza al respecto:
“Un primer diagnóstico de la problemática ante la que nos encontrábamos fue que los niños
no asistían a la escuela como consecuencia del bajo rendimiento escolar que junto con su
situación de indigencia y se podría continuar con adjetivos similares para describir una
situación que sólo admite dos sustantivos: abandono y urgencia.
En nuestra primera etapa del trabajo en este lugar detectamos muchos casos de repitencia,
que era una forma de desescolarización. Algunos de los niños era el segundo o tercer año que
repetían el 1º año de la EGB. En estos casos cursan durante la primera mitad del año (con una
lectura optimista) y luego abandonan, al año siguiente se inscriben en el mismo año que
abandonaron para seguir el mismo camino.
Por esto creímos que nuestra intervención debía tener como objetivo fortalecer los diferentes
aspectos que intervienen en el proceso de aprendizaje como así también lo que tiene que ver
con la posibilidad de fortalecimiento de los vínculos dentro de la villa y el establecimiento de
redes por fuera de ella.
Diseñamos un taller, como dispositivo de intervención, donde se buscaba trabajar con los
chicos los aspectos pedagógicos pero también sería un espacio donde los recursos simbólicos
se socializaran, esto implicaba poner en juego en este lugar aquellos elementos que se
necesitan para construir conocimientos, y sobretodo a disposición de todos.
Pero nuestra mirada no termina en los niños y las niñas sino que abarca a la escuela y a las
familias, porque pensamos a la educación compuesta por tres pilares fundamentales: los
6 Integrante del grupo. Presentó en el año 2007 un Proyecto para el Concurso Nacional Arturo Jauretche, del
MDSN. Dicho Proyecto salió premiado, posibilitando un subsidio nacional que fortaleció esta experiencia
durante el 2008. Las citas aquí son tomadas del Proyecto.
98
chicos, la escuela y los padres. Y sumamos la base de este trípode que es las condiciones de
posibilidad del propio barrio.
Además en un primer acercamiento pudimos detectar que los integrantes de este barrio se
encontraban aislados de las instituciones que rodean el lugar. Podemos pensar que esto se
relaciona con la desconfianza que le genera el contacto con personas que les han prometido
cosas y luego todo se diluyó sin más. Otras de las causas puede ser el desinterés de las
instituciones en acercarse al lugar. Dentro de este marco podemos pensar la situación de los
niños, sólo unos pocos concurrieron el año pasado a los talleres de juegos organizados por el
Centro de Salud.
La problemática sobre la cual intervenimos esta relacionada con la escolarización y la
inclusión en general de estos niños en situación de indigencia y en grave estado socio-
sanitario ambiental.
Pensamos que la repitencia que se da en estos niños y niñas es una forma de descolarización,
porque nunca pueden completar el año lectivo por lo cual al año siguiente volverán a
inscribirse en el mismo año que abandonaron. También detectamos casos en que existen
problemas a nivel pedagógico que dificultan el aprendizaje y la permanencia en la escuela.
Las causas de las inasistencias son diversas, varían desde el hecho que muchas veces los
hermanos mayores se quedan al cuidado de los mas chiquitos cuando sus mamás tiene que
salir a realizar trámites (cobrar los ticket, por ejemplo), porque salen en el carro con los
padres, porque llueve, porque se enferman, porque que las madres lleven a los mas grandes a
la escuela, lo que implica que los papás se queden con los más chiquitos y muchas veces ellos
no quieren asumir el cuidado de ellos. Y así podríamos seguir enumerando una serie de
causas más”.
Frente a las adversidades se fue abriendo el taller. Al respecto escribimos en aquel momento:
99
• “En esas dos adolescentes del barrio escolarizadas (en 7º y 8º año), dispuestas a organizar
el espacio de apoyo escolar a l@s chic@s más chic@s.
• En esa mujer que organiza desde su terreno (el más limpio) los talleres para tod@s l@s
chic@s. Y que organizaron allí la fiestita de fin de año con much@s chic@s del Barrio.
• En tod@s es@s niñ@s que van al taller…en l@s otr@s que preguntan si pueden ir y se
van incluyendo… y es@s otr@s que miran con deseo, sin aún poder superar que a esa
casa no van (por viejas peleas de los padres o las madres, que ya no les impiden ir, pero
aún está impreso en sus mentes)…y otros que aún no quieren ir…”
Así el taller se institucionaliza desde su propia utopía (en tanto no lugar) produciendo su
propia espacialización, su potencia de encuentro y su multiplicación y diversificación
rizomática.
En relación a la producción de su propia espacialización su desarrollo en proceso tiene tres
momentos. El inicio en el patio de una familia que funcionó muy restrictivo por las propias
peleas entre familias. De allí pasamos a trabajar en el propio terreno comunitario instituyendo
un espacio propio. Allí aplicamos la consigna de que el taller es para tod@s y no un espacio
de disputa condicionante un@s de otr@s. Aquí se fue dando paulatinamente un proceso de
mayor integración de l@s chic@s. Y por último, al mudarse una familia (la del caballo) a
ocupar una casa semidestruida en el barrio, cedió su anterior “casa” para el taller. Y allí
surgió la idea del Centro Comunitario infantil autogestivo. El mismo es un Centro
Comunitario que es de l@s chic@s, para sus propias actividades. Si no es el primer Centro
autogestivo infantil en una villa, al menos, y de no menor valor simbólico, es la primera villa
donde su primer Centro Comunitario es infantil y autogestivo (hermosa metáfora real dónde
la construcción de futuros, la creación de nuevos mundos posibles y las propias vanguardias
son los mismos niñ@s). Y además el Centro Comunitario Infantil Autogestivo “Los
100
Hornitos” se produce en el propio espacio dónde había fallecido la bebe que motivó el inicio
de esta experiencia.
Lo ocupamos de hecho y lo empezamos a usar. En el mismo además de realizar los talleres
(se iban multiplicando y diversificando), se realizaron actividades festivas comunitarias con
el sentido de ir significándoles a l@s niñ@s la propia pertenencia del Centrito para ell@s:
• Una jornada comunitaria de realización del piso de material en el Centrito. En la misma y
a medida que íbamos haciendo la carpeta del piso, l@s chic@s iban dibujando,
escribiendo y firmando con sus nombres ese piso que se estaba haciendo de ell@s
permanentemente. Dicha jornada se coronó con un asado comunitario.
• Una jornada de pintura del Centrito. Las paredes del mismo la pintaron de diversos
colores l@s mism@s niñ@s, fortaleciendo el hacerlo propi@ de ell@s. Ese día se realizó
una chocolatada con galletitas y diversas actividades lúdicas.
• Y la inauguración del Centrito. Se inauguró en una gran jornada infantil en el mismo día
del niñ@. Ese día fue una verdadera fiesta. Tod@s l@s chic@s unidos, con sus caritas
pintadas por el Colectivo de Acción Cultural. Tod@s ell@s visitad@s por más de 130
chic@s de los otros barrios circundantes, Y ell@s agasajándol@s en esta gran fiesta
coordinando ell@s mism@s con el micrófono desde el escenario. Justo ell@s, en esta
gran fiesta, con tant@s invitad@s, en su propio barrio tan discriminado. En fin, el
domingo 12 de agosto, festejando el día del niñ@, se inauguró el Centro Comunitario
Autogestivo Infantil “Los Hornitos”.
De este andar en proceso de estos talleres, y del propio devenir del Centrito, decíamos en
aquel momento:
“En todos esos niños que van al taller… y en esos otros que también ya están yendo... y esos
otros que también van. Ese Centro Comunitario Infantil Autogestivo que tiene ya inscripto en
su piso sus nombres, dibujos y firmas que realizaron mientras hacíamos la carpeta. Ese
101
Centro que ya ocupan ellos y ellas cuando quieren… y que ya se realizan talleres… y ya tiene
luz… y solo una mesa y dos bancos largos. Indescriptibles esas caritas contentas preguntando
que vamos a traer… aún no lo sabemos (tenemos algunos materiales de estudio; muchas
revistas Genios, y recién algunos juguetes). En esas caritas se ve cierta incipiente
esperanza… ya lo pintaron los mismos niños y niñas… el Centro se inauguró para el día del
niño con más de 180 niños y niñas… los más de 50 niños y niñas del barrio todos unidos
como nunca hasta ahora… y más de 130 niños y niñas de otros barrios que vinieron a
festejarlo (del Santa Lucía; de Las Palmeras; de Santa clara; y de las casas circundantes)…
una verdadera fiesta de los niños y niñas, todos con las caras pintadas por el Colectivo de
Acción Cultural… y coordinado desde el escenario con el micrófono por los mismos niños y
niñas autogestivamente (el sonido y la chocolateada y las golosinas fueron meros adjetivos de
sus propias alegrías).”
Así, este “Centrito” se institucionaliza produciendo su propia espacialización desde su propia
utopía y su propia potencia de encuentro, y también en la multiplicación y diversificación
rizomática de los talleres. Al respecto, se fueron abriendo nuevos caminos de posibilidades de
desarrollos creativos y de espacios situacionales de encuentros de potenciación de
capacidades, a partir de la sumatoria de grupos de jóvenes estudiantes y trabajador@s
solidarios:
• El taller de los jueves
• El taller de los miércoles
• El espacio de “fulbito”
• El espacio de la “batucada”
Y es muy importante también considerar que este Centro está abierto a cualquiera que quiera
realizar actividades en función de los chic@s del Barrio. Al respecto ya realizan talleres en el
mismo el Centro Cultural “La Trinchera” y el Centro de Salud Municipal Santa Lucía.
102
Al respecto de la continuidad de este espacio de potencias y encuentros nos dice Verónica
Enseñat:
“A lo largo de nuestro trabajo en el lugar, fuimos viendo que el papel que las madres tenían
en la escolarización de sus hijos era fundamental, por lo tanto el trabajo de concientización
con ellas era imprescindible.
La escolarización de estos niños no es la única problemática con la cual nos encontramos,
otra era la falta de contactos con otras instituciones barriales.
No podríamos pensar un problema aislado del otro, sino que lo podemos plantear como caras
de la misma moneda. Por eso el abordaje integral es importante, como lo es también la
inclusión de los adultos, en este abrirse hacia fuera del barrio, buscando nuevas instituciones
barriales como referentes.
El trabajo con la escuela, el Centro de Salud, centros culturales, clubes barriales
estableciendo lazos, armando redes, se convierte en una necesidad. Pero paralelo a esto es
necesario el trabajo con los chicos y las chicas del barrio sobre las causas que produce este
aislamiento, tanto de la escuela como demás instituciones, entre estas causas se pueden
pensar la vergüenza ante su situación de indigencia frente a los demás, la dificultad para
enfrentar nuevas situaciones que poseen características diferentes a las de su vida cotidiana,
pensemos en una situación áulica y por otro lado una escena de su vida diaria en su casa. A
esto se suma las escasas posibilidades que tuvieron para apropiarse de los recursos simbólicos
o para acceder a los valores culturales que interviene en el proceso de socialización.
Si hablamos de la inclusión de estos niños y niñas en la escuela, como así también de una
inclusión más general, en realidad de lo que estamos hablando es de la socialización
secundaria que atraviesa cualquier chico: el paso de la familia, grupo social primario, a los
grupos que lo introducirán en una socialización más amplia. Pero para esto hay que contar
con mayor cantidad de recursos posibles: afectivos, simbólicos, materiales, etc.
103
En relación a los chicos sabemos que el acompañamiento principal en todo este proceso es de
los padres, en nuestro acercamiento al barrio, detectamos que las madres que son las
encargadas de la educación y crianza de sus hijos, tenían en algunos casos una actitud pasiva
frente a esto mientras que otras tenían mayores posibilidades de hacer.
De esto se desprende un proyecto de un taller con las mujeres, que no sólo trate la
problemática de la escolaridad, sino otras que sean de su interés y que las movilice. Pensamos
que este lugar puede ser un buen espacio para generar concientización sobre diferentes
pautas culturales, que probablemente se plasmaran positivamente en una mejor calidad de
vida para ellas y para sus familias. Nuestro objetivo es que ellas descubran en el intercambio,
que hay otras cosas que se pueden hacer, que generen nuevas alternativas.
El trabajo con la escuela es fundamental por eso buscamos construir con ella una relación que
nos permita estar permanentemente en contacto, para trabajar juntos con aquellas
problemáticas que puedan surgir como así también lo que tenga que ver con los casos más
específicos y que puedan requerir de un mayor seguimiento. En este proceso es importante
generar la participación cada vez más activa de los padres, para que ellos también puedan
abrir un diálogo con la escuela y de esa manera comprometerse con la educación de sus hijos.
También pensamos en una inclusión más general que involucra a otras instituciones barriales
como lo puede ser el Centro Cultural “La Trinchera”, cuya encargada se acercó para trabajar
con la gente de Los Hornitos, con el Centro de Salud “Santa Lucía” cuyos profesionales están
en constante contacto con el barrio y además durante el año pasado organizaron un taller
lúdico con los niños.
A esto se suman quienes desean aportar su granito de arena desinteresadamente, o mejor
dicho con el sólo interés de colaborar, entre ellos se encuentran profesores de teatro, de
danza, de música, estudiantes de psicología. A partir de la apertura del Centro Comunitario
Infantil quienes quieran trabajar aquí podrán armar sus propios espacios, generar sus propias
104
actividades que les permita a los vecinos trascender más allá del propio barrio, que puedan
realizar actividades que reflejen la realidad que viven cotidianamente, que puedan cuestionar
y buscar alternativas”.
Aún… Intencionalidades Inconclusas
Una multiplicidad de aún, en tanto intencionalidades inconclusas, surcan esta experiencia.
Intencionalidades emergentes del propio desarrollo comunitario y que implican una
diversidad de niveles y dimensiones sociales y/o psico-sociales. Nos interesa poder explicitar
dos, no sólo por su importancia fundamental en los procesos comunitarios con sectores
poblacionales excluidos, sino también porque implican, comprometen y enfrentan dos pilares
centrales del propio capitalismo y sus lógicas exclusivas: la tierra y el mercado en sus lógicas
de propiedad privada.
1. La gestión de las Tierras posibilita contribuir a mejorar la calidad de vida de la población
en indignante situación de indigencia tanto en la materialidad como en la culturalidad de
sus condiciones de existencia. El tema de la posesión de las tierras por parte de nuestros
conciudadanos que viven en condiciones miserables es un tema central. Los barrios se
encuentran en situación de “asentamientos irregulares”, lo cual los imposibilita de ser
legalmente una comunidad, y los coloca en una situación de desciudadanización que los
excluye de beneficiarse de la mayor parte de las políticas sociales presentes y/o posibles.
Están en situación de ilegalidad, excluidos de posibilidad de urbanización y de beneficios
de obras infraestructurales tanto socio ambientales como sanitarias. Una comunidad (la
población de cada barrio, nuestros conciudadanos que viven en una situación miserable)
que se encuentra en situación de desciudadanización debido a la no-tenencia de sus
tierras, y la inseguridad y limitaciones que esto produce (en realidad este factor
imposibilita la mayor cantidad de proyectos de los que se podrían beneficiar, quedando en
105
una realidad de ilegales y no reconocidos ciudadanamente). No tienen posibilidad de ser
legalmente una comunidad sino que son “un asentamiento irregular”. Pero sabemos que
humanamente son una comunidad en tanto relacional, convivencial, cotidiana. Una
comunidad con derechos, pero muchos de ellos privados por el valor de otros derechos,
justamente los “derechos de propiedad privada”. Una paradoja de consecuencias
indignantes, los derechos de propiedad privada privan de derechos elementales y
posibilidades de construcción y proyección de alternativas a tantos otros. Conforman
desde sus cotidianeidades convivenciales y relacionales una comunidad que marca el
territorio, pero sus posibilidades cívicas y de desarrollo quedan limitadas por su propia
situación de desterritorialización. Es necesario y urgente promover la concientización de
la situación pretendiendo romper con su naturalización y con la resignación adosada
inevitablemente a ella. La necesidad y la urgencia están en las inhumanas condiciones en
las que viven tantos hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas. La posesión
de las tierras abre las posibilidades de gestionar obras de infraestructura y de desarrollo
medioambiental y sanitario. Existen muchos Programas Nacionales, Provinciales y
Municipales que posibilitarían mejorar las condiciones de existencia, déficit que tiene un
gran porcentaje de realidad en la situación infraestructural de todos estos conciudadanos.
Planes de construcción de viviendas; de vereda y cordón; de asfalto y cruzado de calles;
de acceder al agua potable, a los servicios de cloacas, de gas natural; etc. Daría la
posibilidad de formar Cooperativas de construcción por y para los mismos Barrios, lo
cual posibilitaría gestionar proyectos para urbanizar; se podría diseñar participativamente
desde la comunidad que es hoy, cual puede y se desea que llegue a ser, etc., etc.… Pero
nada de esto es posible, son impropios ilegales avasallando la ley de propiedad privada,
son conciudadanos indignantemente privados por lo privado de una ley. Este tema lo
trabajamos poco a poco entre la naturalización y la concientización, entre la imposibilidad
106
y la posibilidad de su gestión; entre la lucha y la resignación. Este tema es centralmente
importante por lo que puede lograr (las construcciones sociales posibles en función de
una mejor calidad de vida) y por lo que puede perder (en aquél 2000 desmovilizado por
ejemplo, pasó la topadora al medio del Barrio Santa Clara de Asís en una extensión de
casi dos manzanas para legalizar la tierra en una fábrica privada; y a los privados de
tierras se les dio chapas para que “se las arreglen”). Y también es importante evitar las
erradicaciones, que solo sirven para formar “grandes bolsones de indigentes”; separados
del resto de sus conciudadanos y fundamentalmente de sus centralizaciones urbanas;
sosteniendo las mismas lógicas exclusivas; impidiéndoles que sean ellos mismos desde
sus propias identidades y sus propios territorios durante años quienes participativamente
construyan y mejoren sus propios barrios; produciéndoles nuevas desterritorializaciones
desde lógicas exclusivas y divisorias de lo social. Pensamos que es fundamental hacer un
relevamiento de cada Barrio en situación de “Villa Miseria”, y estudiar particularmente la
situación de las tierras para poder legalizar su situación de propietarios de las mismas, en
el mismo terreno en el cual están asentadamente sobreviviendo.
2. La visión con pretensión de proyecto de realizar el mercado comunitario solidario,
cooperativo y popular. Esta idea surgió en una reunión de profesionales y estudiantes
avanzados que aportábamos al trabajo en barrios de un movimiento social de base. En la
misma participó por primera vez una estudiante de abogacía que dijo interesarle el tema
de la lucha de los consumidores. A partir de la intervención de un integrante del
movimiento piquetero, refiriendo en función de aquellos sin consumo, sé abrió un
diálogo-debate constructivo esbozando una propuesta que quedo abierta. Fue una idea
surgida del mismo desarrollo participativo grupal. Decíamos anteriormente:
107
“La idea -visión- proyecto es: ¿por que no un mercado comunitario? Esto posibilitaría una red
cooperativa social eficaz y efectiva, en este caso desde la construcción solidaria de los más
necesitados. Es decir, ¿por qué no un mercado comunitario en cada villa? Esto posibilitaría:
• Un articulador de comercialización de la diversidad de productos producidos
cooperativamente. En este caso contribuiría a afianzarse una red incipiente, pero aún
utópica, de ir logrando un mercado sin ganancias, sin más que los gastos reales, que
comprenden también los ingresos laborales. Al implicar a la indigencia se haría con el
mínimo de costo laboral, sumado a otras posibilidades que se puedan ir dando de
abaratamiento con calidad. Y esto le daría un empuje a diversos emprendimientos, a los
cuales esto no les daría un gran margen, pero si un volumen de subsistencia (sería como
los alquileres para las inmobiliarias). Asimismo posibilitaría mayor posibilidad a las
visiones de nuevos emprendimientos en proyecto o por surgir (ya daría por seguro
ciertas bocas de expendio y garantía de funcionamiento a nuevos emprendimientos). Un
ejemplo sería un proyecto de fábricas de escobas que estábamos trabajando con un
movimiento social de base en el Barrio Molino Blanco. Este daría trabajo a ocho
personas desocupadas, y desde donde con la entrega y recambio del palo de la escoba
gastada se podría hacerlas por un precio muy económico para los más necesitados.
• Una espacialidad comunitaria que posibilita la creación, producción y difusión y/o
concientización de diversidades de participaciones, condiciones de posibilidad de
organizaciones, etc. De lograr que les sea conveniente a la gente, este mercado se
transformaría en una confluencia importante del barrio, que pensado desde una lógica
participativa y organizativa social tendería a superar la simple lógica de lugar de paso
(de compra). Asimismo este mercado mismo seria una transmisión y/o contagio del
cooperativismo, del quehacer y de la economía solidaria, rupturando la lógica vincular
propia del capital.
108
• Una política posible con los excluidos y sus carencias y debilidades, frente a la
economía de mercado cada vez más global y corporativo oligopólica. Dentro de una
diversidad de intereses propios de la economía del mercado y su opulencia oligopólica,
los excluidos son los que quedan al margen; sin fuerza ni defensa (ej. Inflación, son los
que quedan mas desprotegidos y más afectados). Frente a los avatares del Mercado del
Capital, este mercado comunitario sería la posibilidad de intervenciones políticas de
estrategias de defensa de los intereses de los más necesitados (ej. Frente a una situación
coyuntural el estado puede subsidiar algún producto para preservar las posibilidades y
defender los intereses de los más necesitados haciendo pie en este mercado
comunitario).”
Aquí en Rosario, de las múltiples empresas recuperadas existentes, hay una experiencia en
particular que aporta profundamente a este proyecto: la recuperación por parte de los
trabajadores de un hipermercado “Tigre” quebrado por sus anteriores dueños y patrones. A
partir de la quiebra de este hipermercado, de ubicación céntrica en esta ciudad, los
trabajadores lucharon por mantener y sostener sus fuentes de trabajo, y con la toma del lugar
y todas las luchas que tuvieron que realizar (Ghioldi, 2004), conformaron y se constituyeron
en la “Cooperativa de Trabajadores en Lucha”. Hoy esta cooperativa comprende cuatro
proyectos con sus espacialidades funcionales:
▪ El estacionamiento
▪ El comedor popular, que también funciona como comedor estudiantil (convenio
con F.U.R.)
▪ El Centro Cultural “La Toma” con una diversidad heterogénea de actividades
culturales.
▪ Y para interés de nuestro proyecto el Supermercado Comunitario.
109
Ellos proponen “la creación de un Supermercado Comunitario como forma de participación
estatal activa en el desarrollo de una boca de comercialización de alimentos”, a partir de “este
movimiento de puesta en funcionamiento de las instalaciones abandonadas por los
empresarios en manos de los trabajadores como el desarrollo de “actividades económicas de
resistencia en la lucha por los puestos de trabajo” (Ghioldi, 2004, p. 105). Refieren
actividades económicas en lucha para significar “una forma de engrosar la lucha por los
puestos de trabajo, una instancia de resistencia desde el movimiento obrero y popular frente a
la política de agresión y condena a la exclusión que desde los sectores empresarios y
gubernamentales se ha venido implementando” (Ghioldi, 2004, p. 106).
Ellos pretenden no “adoptar criterios empresarios o de nuevos propietarios”; pero sin perder
de vista “la necesidad de adoptar criterios eficientes de funcionamiento o aspirar a una eficaz
administración de los recursos para que rinda de mejor manera la actividad económica”
(Ghioldi, 2004, p. 106).
Y la apertura del Supermercado Comunitario la hicieron “poniendo el centro en el Contenido
Social de la misma” (Ghioldi, 2004, p. 107); “¡podemos generar puestos de trabajo!
¡Podemos intentar imponer cierto contenido social, en una actividad como la
comercialización!” (Ghioldi, 2004, p. 109)
Y esta actividad la emprendieron “con muchas dificultades, con un tortuoso proceso de
aprendizaje, de esfuerzo, subsanando errores y con la ausencia absoluta del capital de
inversión inicial, sin apoyo monetario más que el aporte solidario y constante” (Ghioldi,
2004, p. 108).
Y esta apertura “ha permitido que muchos emprendimientos de origen artesanal, comunitario,
de pequeños micro-emprendedores, hayan encontrado la boca de expendio para sus
productos” (Ghioldi, 2004, p. 108). En su inicio se pretendió solo comerciar productos de
cooperativa, micro emprendimientos, etc.; en el marco de una economía en resistencia a la
110
exclusión producida por las lógicas propias del capitalismo. Empezaron con “más de 25 o 30
productos de este tipo de emprendimientos” (Ghioldi, 2004, p. 109).
Hoy eso se hizo insostenible, considerando su ubicación céntrica en la ciudad y las lógicas
propias del consumismo en los sectores sociales que constituyen sus posibles clientes. En fin,
hoy tienen más de 1300 productos entremezclando la producción cooperativa y las diversas
marcas del Mercado del Capital. Hoy conforman una economía en lucha y en construcción
que no deja de estar en resistencia. En palabras de Carlos Ghioldi (2004):
“Estamos firmemente convencidos de que estos son los desafíos actuales para todos aquellos
que simpaticen con esta causa:
• Sostener con su solidaridad económica el funcionamiento del emprendimiento. Ayudarlo
activamente con su colaboración en la crítica, en la propuesta de mejoramiento, ya que los
trabajadores aprenden día a día.
• Acompañar las instancias de lucha para lograr la definitiva creación del
SUPERMERCADO COMUNITARIO en este lugar, exigiendo que sea tomada en sus
manos por las Autoridades que quieran aportar a una política activa de generación de
empleo en serio.
En tanto esta lucha no termine, seguirá siendo una actividad de resistencia. Una actividad
económica de resistencia sostenida por la solidaridad y por la movilización popular” (p. 109-
110).
Nuestra visión de los mercados comunitarios barriales se encuentra en pretensión de
proyecto. El desafío de su realización es tan grande como los mismos efectos multiplicadores
que produciría. Veamos esto último.
Ante todo permitiría la revalorización del consumo de los más necesitados, en el sentido de
no solo revalorizar sus necesidades de consumo sino también su capacidad de productividad
solidaria y cooperativa. Permitiría fortalecer esos “embriones de organización” (Max-Neef,
111
1993) posibilitando la construcción de “organizaciones económicas populares” (Razeto,
1992). Eso permitiría la construcción de una red económica popular a través de estos nodos
integrales y enraizados en la organización comunitaria misma, contribuyendo a superar la
atomicidad y la inorganicidad vigente de la economía popular. Y asimismo esto posibilitará
que los flujos de valor no sean drenados por el sistema capitalista y que realimente los
emprendimientos de la economía popular solidaria, potenciando toda la red. Este proyecto
está muy ligado a la propuesta de Red de Colaboración Solidaria (Monce E., 2000) al cual le
aportaría este nodo articulador constitutivo de un mercado popular. Asimismo este mercado
potenciaría en la comunidad el valor del cooperativismo, del quehacer efectivo de la
economía popular, al ser valorado por la comunidad por sus efectos convenientemente reales
y concretos.
Pero también el desafío de realización del mismo es muy grande. Hoy estamos entre
gestiones, visiones-proyectos y la posibilidad real del inicio de algunos de estos “embriones
de organización” concretos. Gestiones como:
• La cooperativa de Trabajadores en Lucha donde puedan ir los referentes territoriales de
Centros Comunitarios para ver de los 1300 productos los que serían posibles de
consignación y a la vez de posibilidad concreta de consumo en los barrios.
• La convocatoria a la participación de distintos Centros Comunitarios y grupos
autogestivos. Se puede realizar un taller sobre cooperativismo y economía solidaria
popular con coordinadores de esos Centros y miembros de esos grupos.
• Y además, ante este gran desafío su capital de inversión no puede ser solamente la
solidaridad, es necesaria la gestión con el Estado en sus distintos niveles jurisdiccionales.
Visiones- proyecto como:
• En visión está un proyecto de producción de leche para comercialización solidaria en los
barrios. Dado que en Casilda (ciudad muy cercana a Rosario) está la Facultad de
112
Veterinaria, y produce leche que provee a esa localidad; podría pensarse un
emprendimiento mayor de producción de leche por parte de la Universidad (la cual de por
si no tiene fines de lucro o no debería). Esto posibilitaría un emprendimiento muy
importante de la Universidad en su función social. Se podría crear no solo un espacio de
producción láctea mucho más grande, sino también un espacio de investigación y de
formación (tecnicaturas; asesoramiento a otras regiones, etc.). Esto podría producirse
escalonadamente con una inversión dada por el excedente de las retenciones a la
exportación láctea; que el gobierno nacional dijo que se usará para aumentar la
producción láctea. Y la facultad obtendría también inversión educativa (cargos docentes,
etc.) desde el Ministerio de Educación, que tiene un aumento de su presupuesto muy
importante y creciente escalonadamente justamente para este tipo de fines sociales. En
fin, producción, investigación y formación en lácteos con un claro fin social; sin fines de
lucro y con servicio a la población más excluida en situación de indigencia. Esto sería
posible a partir de la gestión del mismo al Consejo Nacional de Políticas Sociales, el cual
comprende varios Ministerios de la Nación.
• Convocar la participación de diversos Centros Comunitarios y de grupos autogestivos
barriales. Aquí en Rosario se dio una experiencia de unificar las compras de 5 comedores
y resultó no solo mejorar la calidad de la comida sino también que en 2 meses les había
dejado como excedente el valor de un mes. Imaginemos un aumento creciente del número
de comedores que se sumen!!!. Este emprendimiento posibilitaría la potenciación del
mercado comunitario no solo por la reinversión de los excedentes en este mismo, sino
también la posibilidad de conseguir productos para vender a mejores precios.
• Conectar bocas de expendio para el consumo comunitario de productos de empresas
recuperadas, y de micro-emprendimientos. Por ejemplo gestionar con la recientemente
113
recuperada empresa “La Cabaña” como cooperativa de trabajadores que producen crema
de leche y mantecas.
114
Fragmentarios Aportes Analíticos
“Acuerdo hacían de buscar los acuerdos buenos con otros hombres y mujeres, con otras
lenguas y otros pensamientos (…) Y en eso estaban, o sea que pensándose, o sea que
sabiéndose, o sea que hablándose, o sea que aprendiéndose, o sea que estándose (…) Y
supieron que eso era lo bueno, ser puente para que vayan y vengan los mundos buenos, los
nuevos que nos hacemos (…) Gracias hermanos, bienvenido el arco iris, bienvenido el paso
que lo va y lo viene, bienvenida siempre la palabra que camina, la de ustedes, la nuestra, la
de todos que somos nosotros”.
Subcomandante Marcos (EZLN)
“debemos seguir buscándonos, encontrándonos y creciéndonos (…) los cargos no significan
suma de poder y protagonismo, sino servicio al colectivo y mandar obedeciendo (…) somos
el arco iris del pensamiento que demuestra que en el mundo que queremos caben todos, sin
necesidad de destruir al otro o dominarlo (…) Ser puente para que vayan y vengan la
palabra y la esperanza (…) encontrarnos para ver nuestros problemas comunes y ver la
forma de resolverlo juntos. Se trata de construir un espacio de encuentro y no destruir las
organizaciones que ya existen y trabajan por el bien de los pueblos (…) Obedecer y no
mandar (…) Proponer las tareas, los trabajos, los acuerdos y que sean la razón y el
sentimiento los que acepten y acaten (…) Informar de los acuerdos y convencer de la
necesidad de unir nuestros pensamientos y nuestras luchas para que todos los pensamientos
y todas las luchas puedan existir y seguir, para que puedan vivir”
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
“Juntos, esos sujetos que reconocen y fomentan la autonomía del otro, pueden crecer
haciendo de la autonomía de cada cual, el fin y el medio de la lucha social”
Raúl Zibechi
115
“La lucha contra el capital es al mismo tiempo la construcción de un mundo alternativo (…)
En este proceso, el desarrollo de redes alternativas de producción y consumo asentados en
un concepto diferente de trabajo es de crucial importancia. Este es un rasgo central de la
lucha de los piqueteros. Esto es zapatismo urbano”
John Holloway
En la singularidad de esta población en situación de indigencia y extrema vulnerabilidad, nos
convoca y nos implica en tanto analizador, el desgarrante hecho social de la mortalidad
infantil evitable, para poder abrir el análisis de la mismísima cuestión social, que parta de los
hechos superando el inmediatismo, posibilitando contribuir analítica y críticamente desde la
interpretación y la abstracción, y que torne el hecho social en concreto, en tanto pleno de
determinaciones.
Nos encontramos con una situación de naturalización en el propio imaginario social: el
descreimiento (por sus fallidos desesperanzadores producidos por la lucha y el intento de
construcción ante el uso de ellos por parte de dos centros comunitarios de distintas
organizaciones sociales); la deshumanización (viviendo de la basura de la urbanidad incluida,
o aún peor, teniendo como hábitat un basural); la desintegración (de sus propias
vincularidades y convivencialidades, desahogando entre ellos mismos la violencia de la
exclusión que sufren); la desafiliación (en esa anestesiante naturalización de descontar años
de vida y de la calidad de vida de esos años descontados); la desocialización (en los bebés
que no sobreviven, en los chicos que no estudian, en los jóvenes que solo cirujean o ni eso);
la desubjetivación (en donde las estrategias de sobrevivencia producen la desafectación
deshumanizada donde un caballo es tan o más importante que un hijo); la deshonra (en la
estigmatización sádicamente culpabilizante que le imponen los incluidos u otros excluidos
más incluidos que ellos); la desterritorialización (en la desciudadanización de ilegalidad en
116
tanto usurpadores u ocupas de propiedades privadas); la desesperanza. Es decir que nos
encontramos con una situación social con una multiplicidad de problemas: los grupos
familiares y las relaciones vecinales se encuentran en un estado de resignación (dejadez,
desesperanza) implementando estrategias básicas de sobrevivencia; la comunidad con rasgos
solidarios pero muy fragmentada, muy resignada (desgaste, descreimiento) y desmovilizada;
y una situación socioambiental, ocupacional, sanitaria y habitacional siniestra.
Podríamos considerar estos cambios en la comunidad a partir de las determinaciones del
capitalismo en su fase cínica y perversa neoliberal produciendo un genocidio social desde la
exclusión y formas espantosas relacionales sociales en la intemperie de la sobrevivencia
básica.
Encontramos a esta comunidad, en el momento de nuestra inserción, en su propia
temporalidad procesual histórica, determinada en lo que Castel llama una zona de
desafiliación. Esta zona demarcada en tanto ausencia de trabajo (productividad) y aislamiento
relacional (de las redes de contención y protección personal, institucional y comunitaria). En
realidad lo que nos interesa remarcar es las propias lógicas exclusivas intrínsecas al
capitalismo, que atraviesan desde las mismas institucionalidades y desde las mismas políticas
sociales. Lógicas y mecanismos de exclusión de tipo material que producen y reproducen la
pobreza. Pero también operaciones en la propia culturalidad que producen y generan
diferencias sociales plasmadas en sistemas discursivos, representaciones sociales y
cosmovisiones del mundo. Nos referimos a que estos hechos sociales (en el orden de la
singularidad fenoménica), se hallan determinados por demarcaciones implicadas en el propio
sistema social capitalista (en el orden de una abstracción “universal”). Nos referimos a esas
leyes propias del sistema social que determinan por ejemplo que esta población sufra las
consecuencias inhumanas descriptas en el cómo viven, a consecuencia que no tienen de qué
vivir, ni dónde vivir. He allí el Sistema con sus leyes del Mercado, las del Capital, que
117
determina que no solo sean mano de obra disponible para el capital, sino que también queden
imposibilitados a la intemperie del sistema si el capital no los necesita o los necesita para eso
(desocupación). La descalificación, las discapacidades que imposibilitan de qué vivir a vastos
sectores poblacionales, son determinadas por la propia lógica del Mercado en sus intereses
capitales. O también el dónde vivir, determinado por las mismas férreas leyes de la Propiedad
Privada (en este caso en la particularidad de la posesión de las tierras). Privado que se define
no solo por quién posee, sino fundamentalmente por todos los privados de poseer. Esto por
ejemplo imposibilita ser legalmente una comunidad, sino que son “un asentamiento irregular”
(en tanto ilegal). Pero sabemos que humanamente son una comunidad en tanto relacional,
convivencial, cotidiana. Una comunidad con derechos, pero muchos de ellos privados por el
valor de otros derechos, justamente los “derechos de propiedad privada”. Una paradoja de
consecuencias indignantes, los derechos de propiedad privada privan de derechos elementales
y posibilidades de construcción y proyección de alternativas a tantos otros. Conforman desde
sus cotidianeidades convivenciales y relacionales una comunidad que marca el territorio, pero
sus posibilidades cívicas y de desarrollo quedan limitadas por su propia situación de
desterritorialización. En fin, son impropios ilegales avasallando la ley de propiedad privada,
son conciudadanos indignantemente privados por lo privado de una ley. Vale aquí la ironía de
José Carlos Escudero (2005) acerca de la ingenuidad de los pobres que siempre eligen para
vivir tierras o zonas inundables, contaminadas, etc., en fin, más riesgosas e inseguras. En fin,
una población que no tiene derecho u posibilidad de tener su hogar (la tierra); ni tiene
derecho a poder trabajar, en el sentido siquiera de ser mano de obra para el capital; y hasta
nos encontramos frente a la perversión y el cinismo del Capitalismo en su fase neoliberal, de
que coman de la basura de los incluidos y vivan en un verdadero basural, y hasta que muchos
de sus niños mueran de hambre (justo en estas tierras que producen comida para más de
treinta veces la población existente).
118
Hablamos de un sistema social, el del Capital, que produce y reproduce sus determinaciones a
partir de una multiplicidad de atravesamientos (lógicas, condicionantes, mediaciones) en los
diversos niveles relacionales sociales. Determinaciones implicadas tanto en la materialidad
como en la culturalidad del propio entramado social. Determinaciones que pretenden (y
hegemónicamente logran) arbitrar y demarcar cada “particular” en la diversidad del campo de
mediaciones. Campo de mediaciones que implica la conformación de determinadas
relaciones sociales de poder; de institucionalidades asistenciales, de servicios y represivas
que determinan las políticas sociales (en dónde lo económico es una más, y si se la pretende
central es a partir de la determinación de la complejidad social desde el interés del Mercado
del Capital); del campo de lo jurídico en tanto arbitrio impuesto (más que consensuado) que
produce y reproduce determinado ordenamiento social. Es en este particular que encontramos
las propias lógicas de exclusión en el propio entramado social e institucional. Encontramos la
naturalización de la pobreza hasta en su indignante vivencialidad. Naturalización implica
aquí, para nosotros, inexistencia de análisis y de crítica. Naturalización que consiente
justificación absurda (desculpabilizadora de la conciencia de los propios incluidos, entre ellos
los incluidos en servicio) e indiferencia (de los mismos hechos sociales y todo lo concreto
que en ellos implican).
Nuestra experiencia se implica territorialmente. Territorial en tanto situacional, y refiere a un
campo social concreto de acción. Entendemos por territorio una espacialidad social compleja,
conformada por la comunidad en su propio campo relacional cotidiano (vinculares,
afectivas, productivas, proyectivas, etc.) y sus desarrollos comunitarios; por sus
organizaciones sociales, en tanto capacidades organizativas desde la mayor o menor
participación autogestiva, la mayor o menor representatividad de sus propias necesidades
(intereses, deseos y poderes); y por las institucionalidades, en tanto una diversidad de
atravesamientos socio-institucionales que producen mayores o menores separaciones
119
instituidas en el cuerpo social y constitutivas de las sociedades centralistas que conocemos en
la actualidad y que funcionan sobre la delegación de poder (produciendo alienación en tanto
producto de la autonomización de las instituciones con respecto a la sociedad misma), o
también donde las totalizaciones parciales se instituyen en el lugar mismo de las prácticas
sociales y por los actores mismos (donde la institución representa en un sector particular de la
práctica social el sentido del sistema social en su conjunto). De esta manera, podemos
profundizar el sentido mismo de la cuestión social en el territorio, y evitar caer en
concepciones neutras que utilizan esta noción, terminología puesta de moda por la
concepción de globalización por parte de las lógicas neoliberales del Capital con sus
estrategias de descentralización (léase desterritorialización-globalización concentrada de las
riquezas, territorialización-descentralización de los problemas sociales emergentes,
intervenciones territoriales-focalizadas sobre emergentes conflictivos).
En el territorio visibilizamos:
• Los referentes comunitarios, personas que responden a la desesperación de las
urgencias de las necesidades y de las fragmentaciones sociales con acciones y
construcciones solidarias (son los voluntarios de toda una red de contención y de
servicios, y en realidad no cobran, y de esa red son los que más necesidades tienen). Estos
referentes representan en sus espacialidades y afectaciones cotidianas y en sus propios
cuerpos la posibilidad de expresión de las potencialidades implícitas de la comunidad
misma. Además, ya son entrenados y efectivos articuladores de políticas. Sus debilidades
están en las limitaciones que tienen y que sé autoimponen: en abarcar un territorio chico
dentro de la extensión del territorio de la villa (desde la lógica del prejuicio de vecindad y
convivencia como límite a proyectos comunitarios territoriales); en las limitaciones de
visiones de extensión de proyecciones de organización comunitaria; y en las inhibiciones
personales, culturales y políticas en tanto actores, que limitan su integración y
120
apropiación de las institucionalidades de la zona (cuando todas estas últimas se justifican
explícitamente en que son para la gente). Pero también tienen limitaciones objetivas por
parte de las mismas institucionalidades y/o políticas sociales que no significan realmente
sus propias potencialidades, ya sea ignorándolas, cooptándolas, neutralizándolas y/o
reprimiéndolas.
• Y en las propias villas tenemos las organizaciones sociales autogestivas con sus
disposiciones y sus inscripciones propias territoriales. Las mismas que surgieron como
formas de lucha resistencial al propio exterminio de la exclusión del capitalismo con sus
políticas neoliberales. Las mismas que posibilitan organizar la propia participación de
productividades político-solidarias. Si se pretende pensar el desarrollo comunitario como
sujeto activo y creador de sus propios proyectos y visiones, y que pueda ser potenciado
con posibilidad de poderes (económicos, jurídicos, etc.), estas organizaciones, con sus
intensidades de compromiso político, son esenciales. Potencialidades políticas de
organización comunitaria, potencias que carecen las institucionalidades, y que si se
pretende articular y construir desde abajo son medulares. Sus limitaciones están en sus
propios celos de hacerse propias las institucionalidades, de construir Estados desde la
participación. Debido a que esos sectores sociales han sido marginados y “basureados”
históricamente (política, social, judicial, económica, represiva, educativa y
sanitariamente, etc.) tienen ese recelo con las institucionalidades diversas, esa “piel” con
los “hacedores” por ellos. Esto muchas veces dificulta la apropiación por parte de ellos de
diversas espacialidades e institucionalidades, dificultando superar desde la participación
ese contorno, de precisiones imprecisas pero reales, de marginación social y sus
indignantes marginalidades adyacentes. En fin, organizaciones sociales autónomas que
potencian una repolitización de lo publico, revirtiendo las tendencias a la
tecnoburocratización.
121
• Las diversas institucionalidades. Institucionalidades asistenciales y educativas como la
escuela, el centro de salud, los diversos programas sociales, etc. Institucionalidades de
servicios en relación al agua, al zanjeo o cloacas, a la basura, al riesgo del hábitat, a la
electricidad y el gas, etc. Institucionalidades de control y/o represivas como la cooptación
clientelar y la policía. Institucionalidades con mayor o menor autonomización con
respecto a las realidades y a la participación de la comunidad, es decir, esa abstracción
donde la gente está para las instituciones o su contrario donde las instituciones están para
la gente. Abstracción en determinación y/o tensión con los propios actores institucionales,
con los objetivos explícitos institucionales y con la implicación propia de la participación
comunitaria. Por ejemplo la capacidad de servicios que poseen ciertas institucionalidades
que se inutilizan, ya sea desde cierto posicionamiento jurídico por parte de los actores
institucionales justificados en que los asentamientos son ilegales (qué es lo que prima? La
ley de propiedad privada o la de abandono de persona?), ya sea por decisión jerárquica
incuestionable del intendente de que no hay presupuesto (es decir, hay presupuesto, pero
no para eso), etc.
• Y el Capital y su Mercado, con sus lógicas privadas (de sentido privativo) y
justificaciones en sí mismo. Sabemos que el territorio está determinado por un urbanismo
de mercado, donde el sector privado planifica subordinando a la política y a la ciudad a
intereses particulares, con un fuerte impacto en la trama social y productiva. Es desde el
exterminio social que implica la exclusión que produce el mismo Mercado del Capital
con sus determinaciones de las condiciones y formas de consumo, de trabajo, de vida, de
pensamiento, de afectación, etc. Y sí, implica la lógica de un poder determinante donde
los mercados privados determinan, los políticos administran y las organizaciones
contienen.
122
Nuestra estrategia de trabajo consiste en implicarnos con, desde, para y en la comunidad en
sus propias cotidianeidades. Y allí contribuir técnica y humanamente al despliegue de la
propia potencia comunitaria en sus desarrollos constructivos y sus búsquedas de sentidos.
Quisiéramos que se entienda la importancia de tener una estrategia de trabajo (piénsese que
implica una intervención), en tanto que sin ella la alternativa es la improvisación o la
resignación. Pero “nuestra” estrategia es con la única pretensión de generar estrategias
participativas comunitarias donde “su diseño no puede ser un ejercicio académico, ni siquiera
técnico-político, sino que debe resultar de un proceso de construcción de objetivos,
movilización de recursos y capacidades y constitución de sujetos colectivos” (Coraggio,
2002). Y en la construcción de esta estrategia es fundamental comprender el territorio no
como un dato geográfico, sino como un campo surcado por estrategias de construcción
política y social, así como ideológicas y culturales. Esto implica para nosotros la decisión
política de construcción de proceso, en tanto construcción de algo colectivo, sin ninguna duda
construcción de sujeto. Implica al territorio como espacio de eficacia de una construcción
colectiva, donde promoción social es aumentar el valor público de la acción. Y desde esta
construcción comunitaria nos metemos con las institucionalidades. Porque se trata de
producir la mirada del territorio en las institucionalidades para que éstas puedan hacer con los
otros y no por los otros. Y sí, desde el territorio en tanto construcción comunitaria, la
verdadera política es meterse en las instituciones, es cambiar las instituciones.
Fundamentalmente hoy, para quienes nos implicamos en una lucha contra-institucional contra
el Capital, desde la comunidad la integralidad es un modelo de contracultura. Y esto implica
la recuperación resignificada y recreada de las propias comunidades en tanto espacialidades y
temporalidades de la vida cotidiana. “Redescubrimiento de habilidades, reestablecimiento de
vínculos sociales, redefinición de las propias identidades frente a las representaciones en
torno a ellas” (Molina-Velázquez, 2006, p. 92), reconstrucción de los espacios públicos
123
sociales, resignificación de las tramas institucionales, reinvención y recreación de las formas
sociales.
Al respecto decíamos anteriormente (La Mochila) y es fundamental remarcarlo que
pretendemos constituir el dispositivo de intervención desde la propia trinchera social, y
permitir aportar a ampliar los márgenes de visibilidad y de operatividad desde la misma
construcción participativa comunitaria. E implicarnos desde la afectación misma, desde las
relaciones de confianza constituidas por la vecindad, el parentesco y la amistad. Y también
decíamos que nuestra estrategia de intervención responde a una sistematización operativa de
trabajo que es pensada fundamentalmente en praxis y en proceso (Pichón Rivière, 1985). Esto
significa que los proyectos surgen del proceso participativo mismo y desde la organización
comunitaria concreta. Nuestra contribución desde nuestro oficio y desde nuestra condición
propia de incluidos es:
• De abajo para arriba: es decir desde las villas y sus realidades pretendemos contribuir
técnicamente a una construcción desde, para y con ellos mismos.
• De menor a mayor: es decir que responde a un modelo rizomático de productividad
(apenas si sabemos donde empieza, y no sabemos por donde sigue y mucho menos donde
termina).
• Y de afuera hacia adentro: es decir que a partir de cada construcción participativa de
organización comunitaria en relación con una tarea emergente, propender a integrar
(gestionar, luchar, construir el poder) las institucionalidades y las políticas sociales para la
potenciación de la tarea y la apropiación de ellas por parte de las subjetividades mismas.
Esto significa que una propuesta o una línea de acción, es decir un proyecto, no lo llevamos
con nosotros, ni lo diseñamos a-priori, sino que surge de la propia participación comunitaria
en la cual contribuimos, y es desde donde somos trasladados a las jurisdicciones y
organizaciones (políticas sociales e institucionalidades) para aprovechar potenciando sus
124
capacidades y/o utilidades en, desde, con y para la comunidad misma. En fin, las propuestas y
líneas de acción, es decir los proyectos, se desarrollan, profundizan y potencian en la propia
organización comunitaria; y la articulación ínter jurisdiccional e ínter organizacional se
establece a partir de los proyectos mismos.
Profundicemos esto de fundamental importancia en nuestro aporte estratégico de trabajo.
De afuera hacia adentro en tanto descentralización frente a la centralización de las lógicas
institucionales desde los sentidos determinados por el Capital; en tanto integrabilidad que
ruptura esos bordes y márgenes determinados en las propias lógicas exclusivas del Mercado y
sus disponibilidades e institucionalidades. Esto se puede ver por ejemplo en la propia
construcción participativo-comunitaria y su surgimiento de tareas, objetivos y proyectos que
tensionan e implican a las institucionalidades, tanto en sus objetivos explícitos que resultan
en mayor o menor medida ficticios, como hacia las propias contradicciones implícitas de los
actores institucionales. Y se puede ver también en la propia descentralización en la
comunidad misma: nuestra experiencia fue no quedar en las centralizaciones comunitarias
por más autogestivas y representativas que sean (ej. Centros Comunitarios), y trabajar en el
propio paisaje cotidiano de los que peor están en las propias villas; promover y construir
desde esos propios y pequeños “bolsones poblacionales” más pauperizados y excluidos en las
propias villas (ej. Los Hornitos en Santa Clara). Ejemplo de esto es los adultos mayores que
vienen los fines de semana a este barrio; en los de Santa Clara y Las Palmeras que participan
en la cooperativa de ladrillos; en los más de 130 niñ@s que vinieron de todos los barrios de la
zona el día del niñ@; en los niñ@s que vienen los sábados que hay guisos comunitarios con
actividades culturales (teatro, música, magos, titiriteros, murgas, etc.); en el vecino del otro
margen que ayudo a vacunar a los animales; en todos los actores institucionales (hasta
jerárquicos importantes del Distrito) que visitan y aportan más o menos; en la TV Cubana
que filmo Los Hornitos para el documental de los 80 años del Che; etc., etc.
125
De menor a mayor en el sentido de ir subjetivizando las ideas que devienen tareas, que
devienen objetivos, que devienen proyectos, y que se van enredando y van implicando a
muchos otr@s, a las institucionalidades y a las políticas sociales, desde los propios intereses,
poderes y deseos de las personas de la comunidad misma: Como por ejemplo ideas que
devienen en distintos concretos: hacer ladrillos; el espacio y/o lugar de l@s chic@s; juntar la
basura en un solo lugar lejos de las casas; mejorar el cableado e iluminar; hacer casas de
material; festejar los cumpleaños; alcoholizarse solo los fines de semana devenidos festivos;
llevar l@s chic@s a la escuela; etc., etc.
Vemos entonces que (Molina y Velásquez, 2006):
“de esta manera, los grupos, vínculos y organizaciones son reclamados e instituidos como
referentes, como espacios alternativos a una cotidianidad frustrante o en crisis. Se los
convoca como ámbito de elaboración de ansiedades, de preservación del yo, de la identidad,
del pensamiento, de la capacidad de un hacer desalienante y creativo. En los espacios
grupales, ‘espacios vinculares’, se da la posibilidad de gestar un hacer con que intente superar
la fragmentación que hoy caracteriza la vida social y a partir de esta articulación de
necesidades, recorriendo contradicciones y desencuentros, trabajando la dialéctica unidad-
diversidad, acercarse al diseño de un proyecto futuro que parta de la realidad de esa crisis
múltiple y profunda, se transite hacia una posible resolución” (p. 99-100).
En nuestra experiencia podemos ver la incipiente red comunitaria, establecida vincularmente
en su propia historia convivencial (familia nuclear, familia extensa y comunitaria), y
potencialmente productiva y proyectiva a partir de nuevos niveles de organización que se
pretenden en consistencia. En el juego de metáforas situacionales pueden verse la propia
configuración vincular que está operando en una pretensión de consistencia inclusiva. Y se
implica desde la afectación misma, desde las relaciones de confianza constituidas por la
vecindad, el parentesco y la amistad.
126
Vemos entonces esta red social que en palabras de Elina Dabas implica (citado en Labriola y
Núñez, 2006):
“un proceso de construcción permanente, tanto individual como colectivo. Es un sistema
abierto, multicéntrico, que a través de un intercambio dinámico entre los integrantes de un
colectivo (familia, equipo de trabajo, barrio, organización tal como la escuela, el hospital, el
centro comunitario, entre otros) y con integrantes de otros colectivos, posibilita la
potencialización de los recursos que poseen y la creación de alternativas novedosas para la
resolución de problemas o la satisfacción de necesidades. Cada miembro del colectivo se
enriquece a través de las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla,
optimizando los aprendizajes al ser estos socialmente compartidos” (p. 40-41).
Un proceso de reconstrucción de la red comunitaria, en donde si los nodos son puntos de
intersección de dos ondas en movimiento vibratorio, aquí los nodos son los múltiples
entrecruzamientos vinculares en la cotidianeidad misma. Multiplicidad de nodos productivos
(identitarios, económicos, estéticos, políticos, afectivos, lúdicos, etc.) que emergen de la
propia cotidianeidad relacional vincular comunitaria. Nodos productivos, pero también
integrativos en tanto recuperación del sentido mismo de las propias subjetividades, y en tanto
contra política a las lógicas vinculares fragmentarias propias del Capital y sus mecanismos
alienantes de exclusión. La integración inclusiva, la integración que produce la vincularidad
solidaria que procesa proyectos. Integración que surge de la sintonía emergente del chirriar de
las heterogeneidades y de las multiplicidades, en directa consonancia con la resignificación
de las propias subjetividades (recuperación del sentido), inscriptas en la misma cotidianeidad.
Más que múltiples nodos multicéntricos, que aún contienen restos de la autonomización de
las institucionalidades y organizacionalidades con respecto a la población, preferimos
mecanismos socio-rizomáticos en tanto acentrados y desjerarquizados (Deleuze y Guattari,
1983); o mejor aún, descentrados hacia la inmanencia misma de la cotidianeidad vincular.
127
Rizomas socio-comunitarios que producen los implicados mismos, en los insterticios
cotidianos mismos, en cada espacialidad territorial y en cada temporalidad adyacente.
Rizomas transversales, en el sentido de abajo para arriba. Una transversalidad donde la
misma población se hace sujeto de su inmanencia (su quehacer, su acto, su praxis), y de su
trascendencia (más allá de sí mismo, su proyecto, su destino) (García, 2001). Pero la
condición de posibilidad de esa transversalidad es recuperando la propia concepción de
Guattari (Guattari, 1976), en donde el proceso lo producen los implicados mismos, lo
efectuan las propias subjetividades implicadas. Y la constitución de estos rizomas
transversales va en oposición a que el grupo sea significado desde otros intereses y deseos,
desde otros poderes, desde otros proyectos que vacían de sí mismo al grupo; en fin, que el
grupo sea captado y/o tomado como objeto desde una otredad que le infiere pérdida de
sentido. Es decir que transversalidad es en oposición a las estructuras generadoras de
jerarquización piramidal y a los modos esterilizadores de los mensajes, rompiendo con la
simple verticalidad y la simple horizontalidad social. Este concepto de transversalidad de
Guattari, muy ligado al de operatividad de Pichón Rivière tomado desde la grupalidad, tan
importante en el quehacer constructivo-participativo, pero puesto aquí en una mayor
extensividad social. Dicho en otras palabras (Molina y Velázquez, 2006):
“el sujeto que se construye a sí mismo, que es capaz de soñar, de desear y de aportarle a
utopías posibles, es el sujeto con imaginario radical, un sujeto experiencial cuyos itinerarios
fractales son construidos en relación y con intencionalidad, relación dada en dos planos: con
los otros y en situación” (p. 105).
Construcción de redes socio-comunitarias transversales. Aquí “la red comunitaria puede
ser expresión de una práctica política de sujetos sociales y no el terreno para la manipulación
política de objetos sociales” (Packman, 1999, p. 301). Para nosotros es importante
comprender que (Molina-Velázquez, 2006):
128
“la participación social se entiende como proceso que permite la realización el desarrollo de
la población incorporando su capacidad creadora, expresando sus necesidades, demandas y
modos de comprender la realidad, proponiendo y defendiendo sus intereses, acordando,
construyendo y luchando por objetivos definidos, involucrando a la comunidad en su propio
desarrollo y organización, y participando en el control compartido de las decisiones; desde la
definición colectiva del sentido y la direccionalidad del desarrollo humano y social, de la
cotidianidad y la estructuración de relaciones, de las instituciones y el mundo de la vida” (p.
51).
Nuestro instrumento es operativo y los mecanismos son rizomáticos, implicados dentro
de lógicas de construcción transversal. Son las estrategias operativas las que van
definiendo una modalidad de acción con la comunidad. Estrategias que, a modo de actuación,
los equipos profesionales pueden adoptar en el trabajo con ese particular espacio vincular en
el que se desarrolla su “encuentro” con la comunidad. Y son las producciones socio-
rizomática en tanto nodos articuladores de vincularidades productivas que permiten que
emerja una multiplicidad de potencialidades latentes; donde apenas se puede saber donde
empieza, pero nunca saber donde termina. “Se trata no solo de simplemente proteger y
protegernos de los riesgos, sino crear las condiciones para enfrentarlos, y la red es uno de los
planos de consistencia que nos permite una construcción en ese sentido” (Saidón, 1999, p.
205). Y asimismo “es en las grietas del fracaso del reformismo heterogestivo y ante el plano
global de su tendencia declinante, que las fuerzas inventivas y vitales de las redes sociales
pueden encontrar los infinitos caminos para su actualización productivo-deseante-
revolucionaria” (Baremblitt, 1999, p. 110).
Este proceso de producción estratégica desde las propias construcciones comunitarias y desde
las creaciones de sujetos colectivos, se encuentra, implica y fundamenta en las mismas
lógicas de los nuevos movimientos sociales. Y al respecto nos implican estos en tanto
129
reconfiguración de nuevas identidades; en tanto “su lucha está dirigida a liberar la
subjetividad de su objetivación a través de la reafirmación basada en el reconocimiento
mutuo de nuestra participación en el flujo colectivo del hacer” (Molina-Velázquez, 2006, p.
34); en tanto construcción de ciudadanía asociada a la comunidad misma, es decir, en tanto
movimiento en construcción comunitaria ciudadana. Es en este sentido que nos implicamos a
estos nuevos movimientos sociales, en este “viraje de largo aliento”, en relación a:
“territorialización, autonomía del estado y los partidos políticos, reafirmación de sus culturas
e identidades , formación de sus propios intelectuales, un nuevo papel de las mujeres,
preocupación por la organización del trabajo y la relación con la naturaleza, rechazo a las
formas de organización piramidal, y nuevas formas de acción más cercana a la toma y a la
ocupación de espacios que a la huelga” (Garcés, 2003).
Y esto porque
“una de las principales disputas de significados con el neoliberalismo se produce justo aquí,
en la capacidad de estos nuevos actores políticos, y también de los actores sociales, de
articular luchas y propuestas democráticas, capaces de democratizar la sociedad por abajo,
desde abajo, generando una nueva forma de articular lo social con lo político” (Garcés,
2003).
Y los significados que disputan al neoliberalismo no consisten “solamente de nuevas formas
de hacer políticas, sino de nuevas formas de relaciones y de organización social”, donde “lo
que se estaría transformando o engendrando es una sociedad, más que una política nueva”
(Garcés, 2003).
Fundamentábamos anteriormente que es en la recuperación de las potencialidades de estos
nuevos movimientos que adquiere sentido nuestra estrategia y nuestra acción. Desde, por y
hacia ellos refieren nuestras prácticas. Es en la potenciación conjugada de sus propias
construcciones que promovemos el desarrollo comunitario.
130
Profundicemos esto que es de crucial importancia para nosotros, a partir de algunos
fragmentos de esa diversidad de organizaciones, comunidades, pueblos, actos,
acontecimientos, devenires, reflexiones intelectuales, imaginarios, conceptualizaciones,
géneros, razas, multitudes, grupúsculos, dispersiones, encuentros, etc., que referencian a estos
nuevos movimientos.
Por ejemplo el 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina. Nos interesa tomar algunas
metáforas de ese “tremendo” acontecimiento, solamente para repensarlas en proyección a la
construcción comunitaria. Al respecto León Rozichtner nos dice (Colectivo Situaciones,
2002):
“pero pareciera que con el 19 y 20 eso que nos mantenía separados se hubiera roto. De
repente, se dio algo diferente: romper la costra, salir afuera, encontrarse con el otro,
reconocerse en el común sufrimiento y poder así activar los poderes del propio cuerpo en la
medida en que empezábamos a sentir que podíamos construir un cuerpo común poderoso.
Porque los encuentros colectivos son, precisamente, momentos en los que la presencia
corporal del otro me da la fuerza necesaria para que yo pueda romper en mi mismo la marca
que me dejo el terror, al mismo tiempo que con la mía ayudo al otro para que lo haga.
Estamos viendo como se hace visible y emerge en la realidad social la expresión de una
ruptura de un proceso inconciente y subterráneo que antes nos limitaba. En ese sentido algo
ha comenzado: reconocer que tenemos el poder de incidir sobre las fuerzas inexpugnables.
Por primera vez hubo un corte que transforma la subjetividad sometida y comienza a
reconocer su propio poder cuando está inserto en un colectivo unificado por los mismos
objetivos. Lo que emergió fue la posibilidad de vencer ese terror subjetivo y, por lo tanto,
recrear la posibilidad de un poder social renovado” (p. 39-40).
131
Mucho de esto sucede sin guardar ninguna distancia, cuando la construcción comunitaria se
hecha a andar desde la participación. O también continuando la metáfora del 19 y 20 en
palabras de Horacio Gonzáles (Colectivo Situaciones, 2002):
“no se trataba de lo contrario al saqueo, sino de su colocacion en otro espacio de la ciudad
pero tornado en polis, es decir en promesa colectiva de democracia en acto (…) en ese
sentido, me parece que lo que hoy es, es lo que aun esta por decirse de lo que hicimos. Me da
la impresión de que apelando esta idea de la práctica colectiva, no imaginamos que la
movilización iba a desembocar necesariamente allí” (p. 48-50).
Y si, apenas si se sabe donde empieza pero no se sabe donde termina. En palabras del
Colectivo Situaciones (2002):
“las energías del movimiento son, a su manera, constituyentes. Sus efectos no serán
pasajeros. Contra todos los intentos de limitar, canalizar o institucionalizarlo, sus efectos
productivos ya están desencadenados, y sus formas de reelaboración se podrán desplegar a
nivel situacional” (p. 55).
O también por ejemplo uno de los pilares centrales de los nuevos movimientos como lo son
los movimientos de derechos humanos, y entre ellos su corazón más latente: las Madres de
Plaza de Mayo. Al respecto Hebe de Bonafini nos dice (Zibechi, 2003):
“Lo que más nos atrajo a todas era esa comunidad, esa comunión entre los seres humanos que
nos pasaban las mismas cosas y que nos sentíamos que participábamos. Que no era lo mismo
que ir a un lugar donde te atendieran de a una, porque era como ir a una oficina” (p. 39).
Nuevamente metáforas en relación a la construcción participativa comunitaria, que aquí nos
refiere a esa posibilidad de encuentro desde la cotidianeidad, y que potencia ese devenir en
nuevas luchas contra las institucionalidades de oficina que individualizan abstrayéndolas de
las propias cotidianeidades (en este caso frente al terror institucional a partir de las propias
132
cotidianeidades que producen crecimiento y creación desde el dolor). Continuamos esta
metáfora con Madres en palabras de Raúl Zibechi (2003):
“madres es un grupo-comunidad. En la comunidad, las personas no son medios, son fines
(…) el papel decisivo que juega lo afectivo, como rasgo constitutivo del colectivo, les
permite ir mas allá del instrumental y no separar lo personal de lo político (…) por otro lado,
Madres es un grupo cuyos vínculos tienen las mismas características que las relaciones de
parentesco, de vecindad o de amistad, los tres tipos de relaciones vinculadas con la
comunidad. Esa es la clave de la comunidad, lo que la lleva a buscar y trabajar el consenso
interno (…) pero consenso no significa, en absoluto, conciliación. Es otra cosa, es la común
visión, el común interés asentado en relaciones fuertes y por lo tanto afectivas (…) por eso la
forma de comunicación de Madres es tan diferente de todo lo previo: no comunicación desde
la ideología sino desde el sentimiento. Con los años, los sentimientos demostraron una
coherencia y fidelidad a la vida, como no pueden tenerlo ni las ideologías ni la racionalidad
instrumental (…) el “estilo Madres” es muy similar, sino idéntico, al de un grupo de mujeres
de los barrios populares cuando se juntan a tomar mates (…) las madres no se comportan con
la formalidad que acompañan las reuniones políticas sino como lo hacen en sus vidas
cotidianas, en las reuniones de mujeres de los barrios, en los cumpleaños, las fiestas, las
bodas, los asados (…) las mujeres (Madres) en su vida cotidiana, y en sus relaciones
cotidianas, practican unos estilos y elaboran un discurso que luego llevan a la escena publica
de forma “natural”. Con ello quiero sugerir que la autonomía “política” no es una
construcción abstracta o ideológica sino la expresión de una autonomía que existe ya, en
germen, en la vida cotidiana de los mismos (…) porque todo lo que hace un grupo-
comunidad tiene sentido si lo fortalece como tal, si implica un crecimiento, si lo consolida. El
fin es el mismo grupo, la gente que lo compone. Puede argumentarse que los grupos
comunidad, que lógicamente trabajan en gran medida hacia adentro, con tiempos interiores y
133
objetivos interiores, no pueden cambiar el mundo. Pero la vida dice otra cosa: las
comunidades indias, las comunidades de base y todos los grupos que sin definirse como tales
son comunidades de hecho, son los verdaderos protagonistas de los cambios” (p. 39.41).
Por estas metáforas a partir de Madres es que implicamos la construcción comunitaria en su
crecimiento interior en el sentido de autoorganización autogestiva por ellos mismos y no por
imposiciones exteriores; en la demarcación del espacio territorial donde por ejemplo “Madres
creo un territorio”; en la ocupación del espacio publico desde la propia significaciones y no
otras; y en la autoafirmación en el sentido de recuperación, reconstrucción y creación de
nuevas identidades.
O por ejemplo, también nos conjuga de manera directa en esta esencia participativo-
constructiva comunitaria, la pluralidad diversa del movimiento piquetero. Ellos operaron “a
través del traslado de la oscura realidad barrial a una geografía pública”; que producen un
espacio autogestionario de producción colectiva con “la creación de espacios territoriales
autónomos o públicos no estatales”, creando y experimentando nuevas formas relacionales en
lo social inscriptas en la propia cotidianeidad convivencial comunitaria. Porque “sus
dirigentes y referentes máximos tienen un compromiso vital muy fuerte con las comunidades
donde se desarrollan las luchas y experiencias autónomas, donde habitan y comparten con la
comunidad las condiciones de existencia” (Ouviña, 2004). Nos referimos a las
productividades político-solidarias del movimiento piquetero en sus desarrollos y
construcciones comunitarias. Pero no reducimos ni restringimos esta potencia solamente a los
distintos movimientos piqueteros, sino a cualquier organización autogestiva social inserta y
desplegada en la comunidad misma. Este movimiento de movimientos que en el decir de una
docente de Tartagal: “no tenían lugar en el mundo. Ahora la ruta es su lugar en el mundo”
(Svampa-Pereyra, 2004, p. 103). O también en palabras de los MTD (Movimiento de
134
Trabajadores Desocupados) de Lanús, Almirante Brown y Quilmes (Pacheco del MTD
Almirante Brown, 2004):
“resolvimos no permitir ninguna injerencia institucional en nuestras decisiones que enturbiara
la plena autonomía respecto a los partidos políticos del sistema y los funcionarios del Estado,
que como Organización Popular buscamos expresar (…) no es solo la extrema necesidad lo
que hace que el pueblo salga a las rutas. Es imprescindible también que haya capacidad de
organizar la bronca, romper el miedo, y esto se hace a partir de una práctica militante
concreta y cotidiana, que desde las pequeñas cosas vaya demostrando que la realidad puede
transformarse, las cosas pueden hacerse de otra manera, el enemigo no es invencible, y el
pueblo si se une, se organiza y lucha, puede” (p. 33-34).
Pero también un desarrollo organizativo de construcción comunitaria que en palabras del
MTD Solano (MTD Solano y Colectivo Situaciones, 2002):
“esos son los desafíos: redoblar los ámbitos de educación popular, el trabajo territorial, la
unidad con los vecinos mas allá del movimiento. En eso seguimos el camino que han hecho
los compañeros de Mosconi de reconstruir el tejido de la comunidad, en función del bien
común, el medio ambiente, la salud, los pibes, y otros problemas que todavía en los barrios
están sin resolverse” (p. 119-120).
Zibechi (2005) lo plantea como un movimiento de movimientos en el sentido de la
articulación de diversos movimientos que estaban sucediendo a niveles locales. Diversidad de
movimientos que en cada singularidad “trabaja desde una perspectiva situacional que le
permite sustraerse de los tiempos y las exigencias de una visión generalizante y se hace fuerte
en una soberanía experiencial concreta” (MTD Solano y Colectivo Situaciones, 2002, p.
199)7.
7 Al respecto se puede profundizar en la página web http://www.situaciones.org
135
Movimiento de movimientos que se podría extender al MST (Movimiento de los Sin
Tierra) en Brasil8, quienes promueven (Zibechi, 2005):
“la emergencia de un nuevo liderazgo que no esta divorciado de la vida cotidiana de sus
bases, donde la burocracia casi no existe (…) no están atrapados en las redes institucionales,
son autónomos de los partidos y los sindicatos pero también de los intelectuales y las
universidades (…) sustituyen la falta de recursos materiales con la mística, habilitando el
surgimiento de una nueva subjetividad que pone en primer término los vínculos fraternos y
solidarios por encima de los instrumentales (…) se trata de un movimiento integral, que
abarca todas las facetas de la vida (…) tanto los campamentos como los asentamientos son
espacios de socialización, territorios donde se invierten los códigos dominantes, espacios en
los que se ejerce un contrapoder; se trabaja no solo para apropiarse de los medios de
producción sino también para producir una nueva subjetividad, nuevos vínculos humanos y
una reapropiación individual y colectiva de la producción de subjetividad” (p. 80-81).
Pero también se podría extender al Zapatismo (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional,
EZLN) en Chiapas9, donde autonomía implica: autoafirmación, autodefinición,
autodelimitación, autoorganización y autogestión. Los Zapatistas plantean que al defender la
autonomía “defenderemos la de todos los barrios, todos los pueblos, todos los grupos que
tienen también, como nosotros, la libertad de decidir su propio destino” (Zibechi, 2005, p.
110). Aquí autonomía abarca todos los aspectos de la vida y esta implicada
fundamentalmente en la vida cotidiana. Los Zapatistas nos enseñan que: “somos una
asamblea cuando estamos juntos y una red cuando estamos separados” (Zibechi, 2005, p.
104); “la red comunica espacios y se convierte de hecho en un macroespacio (un arcoiris) que
nunca se termina de tejer” (Zibechi, 2005, p. 105); “el orden no se impone, se encuentra, se
descubre, se teje” (Zibechi, 2005, p. 105); “y el poder es útil si tiene el diseño repartido y
8 Al respecto se puede profundizar en la página web http://www.mst.org.br 9 Al respecto se puede profundizar en la página web http://www.enlacezapatista.ezln.org.mx o también en
http://www.palabra.ezln.org.mx
136
articulado como un tejido” (Zibechi, 2005, p. 105); “red intercontinental de resistencia no es
una estructura organizativa, no tiene centro rector ni decisorio, no tiene mando central ni
jerarquía. La red somos todos los que resistimos” (Zibechi, 2005, p. 106). Y aquí ya nos
conjugamos desde nuestra concepción de redes en tanto rizomas transversales que podría
emparentarse con la propuesta de redes difusas que conceptúa el Colectivo Situaciones
(2002) a partir de las enseñanzas Zapatistas.
Podríamos también extendernos aquí en Argentina en las decenas de miles de productores
agropecuarios familiares y de pueblos originarios enredándose más o menos en el
Movimiento Nacional Campesino. En las mas de 220 empresas recuperadas en el país
enredándose más o menos en el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. En la
diversidad de radios comunitarias enredándose más o menos en el Foro Argentino de Radios
Comunitarias. En las decenas, centenares y/o miles de viviendas que realizan diversas
cooperativas autogestivas, organizaciones autogestivas y piqueteras, la asociación de madres
de plaza de mayo con sus “sueños compartidos (quienes ya empiezan a edificar aquí en
Rosario en el barrio Toba), etc. En las asociaciones más amplias de cooperativas para poder
sobrevivir y crecer, como por ejemplo en Jujuy la Cooperativa Agropecuaria Artesanal Unión
Quebrada y Valles. En los más de 10.000 productores yerbateros en Misiones que se asocian
cooperativamente para resistir y enfrentar las leyes del Mercado de las grandes empresas del
Capital. En el casi medio centenar de bandas de rock en Rosario que se autogestionan en el
MUR Rocksario para lograr un espacio en que se puedan expresar en la era pos-Cromañon.
En la diversidad de grupos barriales frente a la impunidad judicial y las organizaciones
mafiosas: madres contra el “paco” con el temas de las drogas; madres y/o padres del dolor
por el tema del gatillo fácil; los grupos de mujeres contra la violencia familiar “rasgando los
muros del silencio” como la Casa de las Mujeres en Tucumán. En los miles de cartoneros que
resisten el genocidio y se organizan en cooperativas de reciclados de basura. En los miles de
137
microemprendimientos familiares, grupales y/o comunitarios y sus resistencias constructivas
y sus diversos enredamientos, como el incipiente Centro de Comercio Solidario Mink’a
(“trabajo colectivo” en quechua) aquí en Rosario (apoyado por la “Cooperativa de
Trabajadores en Lucha” de Rosario y por “La Enramada” de Capitán Bermúdez). En la
diversidad de organizaciones, grupúsculos y colectivos culturales y artísticos generando
implicaciones solidarias populares y barriales. Etcétera, etcétera… y caben en estos etcéteras
la inconmensurable multiplicidad y diversidad de sujetos colectivos que producen,
construyen, expresan, se autonomizan, resisten y luchan enredándose en diversos niveles de
complejidad de rizomas transversales.
La riqueza de la enseñanza de los nuevos movimientos desde sus construcciones sociales y
sus creaciones de sujetos colectivos nos implica estratégicamente en el devenir del desarrollo
comunitario. Implican una cuestión de poder. Para que la concepción de poder no produzca
una abstracción enajenada de la realidad y de la cotidianeidad de la gente, es necesario
implicarla en la inmanencia de lo concreto y la trascendencia desde lo concreto mismo.
Poder es ante todo un verbo: podemos y no podemos, se puede y no se puede. Por ejemplo
algunos podemos comer 3 veces al día los 7 dias de la semana, otros no pueden siquiera una
todos los días, y otros pueden darle las carnes vacunas más caras a sus perros. O algunos
tenemos mucha agua corriente para higienizarnos, otros no tiene para beber regularmente, y
otros tienen inmensas piletas privadas. Y así podríamos seguir diversificando múltiples
conjugaciones reales y concretas del poder y no poder. Lo importante es no enajenar el poder
de lo concreto. Foucault lo conceptualiza en relación a las condiciones de posibilidad en que
se genera y a las relaciones de fuerza que resultan y se producen. Para nosotros existe un
sistema social, el del Capital, que trama con determinación en esas condiciones de posibilidad
y en esas relaciones de fuerza las formas establecidas e instituidas del poder. También
Foucault nos aporta con el concepto de intelectual específico en tanto el qué, el cómo, y el
138
para qué y quién de nuestro saber y nuestra implicación en el mismo quehacer, en tanto
análisis de nuestra implicación en la lucha propia a la construcciones de verdades que
disponen (dispositivos) ciertas formas de subjetividades y no otras. Y con el concepto de
verdad Foucault también nos aporta acerca de la diversidad de dispositivos que nos delimitan
y determinan desde las lógicas del capital, imaginarios que nos condicionan y restringen
nuestro pensar en relación a lo que podemos, en auto negación inconciente de todo lo que
podemos en realidad.
Y dentro de estas cuestiones de poder puestas en juego y dentro de las propias lógicas de los
nuevos movimientos sociales, creemos importante reflexionar acerca de las diversas
concepciones de “contrapoder”, lo cual para nosotros significa construcción de poder, o
mejor aun, construcción de nuevas formas sociales en producción colectiva desde los propios
poderes, intereses y deseos de los implicados mismos. Al respecto Tony Negri (Negri,
Holloway y otros, 2001) nos dice que “cuando se habla de contrapoder en general, en
realidad se esta hablando de tres cosas: de resistencia contra el viejo poder, de insurrección y
de potencia constituyente de un nuevo poder” (Negri et al, 2001, p. 83); “la acción del poder
constituyente ensancha (sobre todo en el terreno del poder y en contra del mismo) la
imaginación alternativa: es pensar, todos juntos, el porvenir como potencia de la multitud,
como una nueva forma de producción y reproducción de la vida y de lucha contra la muerte”
(Negri et al, 2001, p. 87). Y para ello, según Negri, “la primera experiencia es aquella de
construir resistencia desde abajo, a partir de radicarse en las realidades sociales y
productivas” (Negri et al, 2001, p. 91). Por ello Negri nos plantea (Negri et al, 2001):
“resistir desde abajo significa ampliar en la resistencia las redes del saber y del accionar
‘comunes´, en contra de la privatización del mando y de la riqueza. Significa romper las
líneas duras de la explotación y de la exclusión. Significa construir lenguajes comunes en los
139
que la alternativa de una vida libre y de la lucha contra la muerte, se muestren ganadores” (p.
91).
Ya no se trata de ganar y/o tomar el poder desde las lógicas centralistas, sino de
construcciones de nuevos poderes desde una lógica de la emancipación. Raúl Zibechi nos
dice al respecto que (Zibechi, 2005):
“parece necesario, para trabajar con la emancipación social, abrir espacios propios fuera del
alcance y de la lógica del mercado, donde construir poderes locales, democráticos y
autónomos. Espacios donde sea posible ensayar nuevas formas de vida” (p. 65); “construir
espacios integrales, que reúnan todos los aspectos del ser humano: económicos y culturales,
sociales y políticos, espiritualidad y racionalidad. La suma de esos espacios irá conformando
una contra sociedad que será el sujeto de las transformaciones, porque ya contienen una gran
transformación” (p. 66); “en este sentido, los nuevos métodos de lucha no piden, no
reclaman, anuncian sueños, ambiciones, esperanzas (…) la incertidumbre es parte de la
creatividad colectiva, o mejor dicho, facilita su creatividad. Formas de acción que, como las
que las llevan adelante, surgen siempre en los márgenes de lo establecido” (p. 67).
Rompiendo con la lógica centralista del capital, en tanto dispositivos de poder que enajenan,
alienan, dominan y explotan, Miguel Benasayag nos dice (Negri et al, 2001):
“la emergencia de una multiplicidad de singularidades es, a la vez, la emergencia de un
carácter profundamente no capitalista, y por consecuencia anticapitalista. Lo múltiple real
contra la representación centralizadora. Estas emergencias no son frutos de sujetos extra
situacionales, de programas, son proyectos singulares que oponen el real de la vida a la
virtualidad espectacular” (p. 68); “simplemente se trata de identificar claramente cual es el
lugar de la producción, donde se sitúa el motor del movimiento social, con la consecuencia
no del olvido del poder (pues es cierto que él no nos olvida), sino de excentrar su lugar en
140
nuestra visión de mundo y de protagonismo social” (p. 64); “resistir es crear espacios de no
capitalismo dentro de una situación que es capitalista” (p. 65).
Nos implica profundamente estas conceptualizaciones acerca del contrapoder en tanto
construcción y creación de nuevas condiciones de posibilidad de poder, en donde en el
entramado de las relaciones de fuerzas, el valor de la estrategia radique en su potencia
situacional. Allí, en palabras del Colectivo Situaciones (Negri et al, 2001) “la emergencia de
la multiplicidad como clave de la nueva radicalidad socava la fe en la centralidad del poder”
(p. 23); “el contrapoder no deviene en poder central” (p. 26); “reenviar la política hacia la
materialidad del lazo social concreto” (p. 29); “una nueva secuencia de las luchas populares
parece decirnos que no se trata tanto de transformar el planeta sino de producirlo
nuevamente” (p. 31); “como dicen los Zapatistas: ‘no se trata de cambiar al mundo sino se
hacerlo de nuevo’. Y mas, de hacerlo de nuevo sin saber bien como” (p. 38); “de ver como
podemos habitarlo, como podemos producirlo” (p. 38). Ya no se trata de dirigir o apoyar las
luchas sino de habitar activamente nuestra situación, acompañando, desde allí, la emergencia
de una nueva sociabilidad no capitalista, como ética practica del compromiso y
materialización del contrapoder.
Todo esto nos implica en los propios procesos de desarrollo y construcción comunitaria.
Meternos en la cotidianeidad relacional misma y en el radio convivencial comunitario,
buscando producir nuevas estrategias en el medio de la crisis del trabajo y de la asistencia,
disputándole los significados sociales al propio Capital. A su cinismo le oponemos
afectividades solidarias y a su perversión le oponemos cogestión participativa cooperativa.
Aquí recuperamos este amplio y extenso movimientismo compuesto por una diversidad de
actores sociales que disputan al neoliberalismo y al mismísimo Capital contraponiendo
nuevos significados: “la democratización política, la democratización social o lucha contra la
exclusión y por la ciudadanía, la reconstrucción y reinserción de las economías nacionales o
141
la reformulación del modelo de desarrollo económico, y la redefinición de un modelo de
modernidad” (Molina y Velázquez, 2006, p. 107-108). Una lógica exclusiva del Capital que
se la enfrenta en la comunidad misma promoviendo desde la cotidianeidad el sentido, el valor
y la utilidad desde, para, por y en la comunidad misma. En fin, promoviendo una nueva
posibilidad de desarrollo social desde un entre la participación social y la valorización
humana. Nos implica un deseo utópico que surge desde la indignación de la conciencia
indigente, con pretensión de construcción colectiva. Utópico en tanto ese otro lugar al que el
capitalismo no le deja lugar ni posibilidad de existencia; e implica la inclusión de lo
excluidos, creando ellos mismos nuevas cotidianeidades, nuevas formas de sociabilidad
(menos individualistas y más comunitarias; menos capitalistas y más humanas). Tal vez tenga
sentido una utopía que además de las diatribas entre tomar y construir los poderes, y que
además de los márgenes posibles de resistencia a los embates de la globalización del Capital
y su Imperio; nos permitan humildemente soñar esa enseñanza zapatista de un otro lugar
donde el Capital muere por muerte natural, por que ya no lo necesitamos, y no le damos
mas identidad, ni consistencia, ni condición de existencia, ni vida.
Ahora bien, en relación a nuestra implicación con los nuevos movimientos sociales y
fundamentalmente a las conceptualizaciones acerca del contrapoder, quisiéramos aportar
algunas diferencias analíticas y estratégicas que se comprometan hacia “adentro” de su
discusión. Nos referimos centralmente a dos de sus lógicas intrínsecas: los posicionamientos
de no Estado o anti Estado y las construcciones de pura horizontalidad. Al respecto no
acordamos con el posicionamiento de no Estado o anti-Estado. No se trata de cederle el
Estado al Capital con sus mercados, sus dispositivos y sus significaciones y/o valorizaciones.
Sino que la propia construcción social autogestiva se apropie, produzca y cree nuevos
estados. Esto no es en desmedro de que la construcción autogestiva, al situarse afuera de los
bordes mismos, y operando con una lógica descentralizadora (de afuera hacia adentro y de
142
abajo hacia arriba), implique sus producciones por fuera de las propias lógicas del Estado y
en tensión con sus propias intitucionalidades. Por ejemplo, las construcciones del devenir
educativo autogestivo comunitario de las experiencias de los zapatistas y de los sin tierra.
Ellos implican un componente muy importante en las tramas complejas del devenir de nuevas
formas de educación. Significa que estas construcciones no deben perder la visión estratégica
de creación de nuevas formas en tanto construcción de estados; y comprometer el análisis de
la implicación del Estado con una visión de apropiación, producción y creación. Seguramente
hoy, los zapatistas estarían creciendo mucho más en construcciones sociales, que
reforzándose en resistencias si hubiera ganado López Obrador en el Estado Mexicano.
Tampoco pensamos que sea estratégico cederle la representación al Capital con sus niveles
utilitarios de abstracción. La pura y/o completa horizontalidad y/o democracia directa no
existe, ni la anarquía es nuestra propuesta, ni construcción. Se trata de producir
construcciones y colectivos sociales que generen y creen nuevas formas de representación.
Construir, en las adyacencias de las temporalidades, espacialidades que devengan estados en
proyección de Estado Social. Y que la difusión de esos estados instituyentes del Estado no
sean capturados por abstracciones representacionales enajenantes (el Capital mismo), sino
por el devenir constructivo de la propia participación social.
Este debate analítico-estratégico implica la tensión que se produce en la combinación entre la
dimensión institucional y la popular participativa en el propio territorio. En términos de
Laclau (2006) refiere a una cadena equivalencial “entre el polo popular y el polo
institucional”. Laclau lo plantea en relación a “una rápida expansión horizontal de sectores
que anteriormente habían estado excluidos de la participación política”, advirtiendo que, “una
movilización horizontal de las bases, librada a sí misma, no conduce a ninguna alteración
fundamental del tipo de Estado”. Pero también advierte que “si la balanza se inclina
demasiado hacia el eje vertical, el peligro es la cooptación y burocratización de los
143
movimientos sociales; pero si el peso va demasiado en la otra dirección, se corre el riesgo de
una esterilidad política que, en el largo plazo, puede conducir a una erosión y lenta
desintegración de esos movimientos”. Esta tensión nosotros la pensamos desde la
transversalidad, en tanto recuperación del sentido mismo de las subjetividades frente a esas
“otredades” propias de las institucionalidades que nos significan desde objetivaciones
enajenantes. Es la transversalidad misma la que se contrapone no a las formas de
organización sino de representación. Y esto es en referencia al crecimiento que se da entre
“hacer lo que no hace el Estado”, a “sentarnos a discutir lo que hace el Estado”, a “construir
haceres desde el Estado”10; reflexionando la tensión misma que produce el “desde arriba”
intrínseco a las lógicas estatales. Se trata de bajar al Estado, hacerlo desde abajo… sino nos
olvidamos la comunidad “hacia adentro” y sus cotidianeidades.
Es necesario “volver a pensar en términos de desarrollo y para eso hace falta un Estado fuerte
y que halla articulación entre los niveles del Estado, el nacional, el provincial y los
municipales” (Coraggio, 2002) Pero esta articulación es posible si se rompen “los típicos
compartimentos estancos” como plantea Oszlak con su propuesta del “estado transversal”
(Oszlack, 2001).
Por eso es que “hay que articular desde abajo”, porque “no puede haber una articulación
significativa de las políticas sociales si no hay participación real de la sociedad” (Coraggio,
2002). Y desde la construcción participativa luchar para articular desde arriba también (como
dice Coraggio, 2002), conjugando ese “Estado transversal” que posibilita “una forma estatal
que atraviesa las dispersas instancias o niveles jurisdiccionales (nacional, territorial, local), y
establece entre los mismos nuevas reglas de interacción en los planos de la distribución del
poder, la división de responsabilidades funcionales y el financiamiento de la gestión publica,
creando así un sistema de vasos comunicantes, abarcativo y continuo” (Oszlack, 2001).
10 Comunicación personal de un piquetero rosarino.
144
Por eso creemos con Coraggio (1992) que para transformar profundamente (en el largo plazo)
la sociedad y el Estado, es necesario sumergirse en el mundo de la economía popular, en las
estrategias inmediatistas de reproducción, para contribuir a darles un sentido alternativo,
inseparable de la constitución de nuevos sujetos sociopolíticos, que finalmente de otras bases
a la democracia, a la economía en su conjunto y al Estado mismo.
Esto está potencialmente presente en la misma comunidad y en el aprovechamiento de las
potencialidades mismas de las organizaciones sociales en tensión y unión con las distintas
institucionalidades. Y esto, genera una posibilidad de transformar las institucionalidades y/o
las políticas sociales, de romper su lógica asistencial y/o represiva para transformarla en una
apropiación y construcción social de poder, que compromete la participación de la
comunidad en la transformación de la realidad, a partir de la puesta en marcha de un conjunto
de acciones acordadas entre los diversos intereses de la misma y el compromiso asumido por
parte del Estado.
Cerrando ya estos fragmentarios aportes analíticos, y volviendo a nuestra propia implicación
como incluidos en servicio y/o solidarios comprometidos, nos implicamos con el proceso
italiano que denominaron “empresa social” (Rotelli, De Leonardi y Mauri 1995) y que surge
a partir de la búsqueda de “nuevas estrategias para enfrentar la crisis del trabajo y la crisis de
la asistencia”. Porque nos implica todo aquél proceso para reinsistirnos hoy y potenciarnos y
enriquecernos a partir de la suma de este emprendimiento que pretende producir lo social,
generar valor social agregado y construir calidad del hábitat social. El emprendimiento
estratégico de la empresa social se sumerge en el espacio que hasta ahora ha ocupado el
llamado Estado Social, las políticas sociales, los servicios y los derechos sociales. Y se
desarrolla en los límites mismos del entre: entre “polos opuestos y separados; entre el mundo
de la producción y el de la asistencia; entre las férreas leyes de la economía y sus costos
sociales”; entre “el interés económico y la justicia social; entre la acumulación de la riqueza y
145
la diseminación de la pobreza”; en fin, entre estos “mundos polarizados peligrosamente”
(Rotelli et al, 1995, p. 16). Y en ese entre nos interesan “los costos de transacción, de los
impedimentos y fracasos del mercado, y las lecturas del mercado como institución”, porque
en Trieste experimentaron en instituciones y aprendieron a transformarlas y dinamizarlas. Y
también nos implican en “la historia que surge de la cooperación, porque el mundo de la
democracia y la participación nos incumbe de cerca: la razón social de la empresa social es
cooperativa” (Rotelli et al, 1995, p. 25). Y nos invitan a la construcción de una utopía en esta
gran obra de transformación institucional donde la empresa social consiste en generar
estrategias que “contrarresten la polarización y sus efectos multiplicados” y pretende realizar
“la economía política de la desinstitucionalización”. Desde Trieste nos invitan a inventar
“nuevas instituciones y nuevos criterios de administración y gasto público, con nuevas
normativas regionales, nuevas concepciones y prácticas respecto de la enfermedad, la salud,
el tratamiento y muchas cosas más” (Rotelli et al, 1995, p. 56). Y esto toma consistencia al
pretender “reconvertir y usar de manera diferente los recursos materiales y humanos
depositados en las instituciones, en activar y atraer nuevos recursos y en invertirlos en la
producción” (Rotelli et al, 1995, p. 57). Ellos nos incentivan a recuperar los procesos de
subjetivación que produce el Wefare State (Estado de Bienestar) pero rompiendo con la
lógica de la subsidiariedad que termina consumando parasitismo, asistencialismo,
paternalismo. Y también a invertir en los recursos humanos y materiales propios de los
servicios de la asistencia, pero rompiendo “los mecanismos disciplinarios que operan a través
de instituciones y profesiones especializadas” que terminan separando e invalidando el tejido
social a partir de la reducción al papel de asistido y generando y sosteniendo relaciones
asimétricas. Y allí nos proponen la empresa social como una “estrategia de transformación de
los aparatos administrativos y organizativos de la asistencia” (Rotelli et al, 1995, p. 26) a
partir de los destinatarios de la asistencia misma; y con la pretensión de transformar ese
146
“aparato enorme de invalidación en una empresa de validación”, desde la cotidianeidad y en
el radio de acción local. Y desde la empresa social buscar cambiar las culturas de las políticas
sociales y las pautas de asistencia construyendo procesos sociales a partir de la producción
de contextos, relaciones e instrumentos de vida, e intercambiando “conflictos,
comunicaciones, elaboraciones culturales y aprendizajes, prácticas y experiencias
compartidas”. En fin, esta empresa social que implica “una labor que trata de manera
insistente de romper las separaciones entre el mundo de la asistencia y el mundo de la
producción; de desmantelar los muros, más o menos inmateriales de los ghettos; de
redistribuir poderes y no solo bienes”, valorizando, apostando e invirtiendo en las diversas
potencialidades de los asistidos y de los asistentes; y multiplicando “los espacios, los objetos
y las razones del intercambio social”.
Es significativo para nosotros que esto surgió como inclusión desde los protagonistas de la
experiencia de desmanicomialización en Trieste, desde la sombra de los muros psiquiátricos
y a partir de los ex grandes cronicarios. Y también surgió contra el consumismo desde una
iglesia en Génova con la experiencia del padre Andrea Gallo y a partir de aquellos excluidos
del consumismo o esos otros excluidos desde el consumo de drogas. Y también surgió desde
la administración local de Parma con la gestión de Mario Tommasini y a partir de los
“encarcelados, muchachos peligrosos, desocupados, minusválidos” (Rotelli et al, 1995, p. 76)
y sus diversas experiencias comunitarias. Pero también surgió en Santo Domingo y su
albergue; en Dublín y el ISFI; en Primavalle; en Berlín con las fundaciones Lebenswelten y
Spektrum; en Pordenone con la cooperativa social Il Noncello; en Ginebra con el Trajet; etc.
Nos implican estos “universos de vida” (Lebenswelten) que surgieron a partir de los
invalidados, de los excluidos, de los incapacitados del propio sistema capitalista. Y es
significativo esta metáfora social que ellos construyen en sus experiencias de vida, por la
vida, y generando reales alternativas a formas de vida del mercado de valores capitalista. Nos
147
invitan a que sea desde los excluidos que se generen nuevas formas de vida más humanas,
más solidarias y más saludables y alegres. En fin, nos implica profundamente esta metáfora
social que está inscripta en el literal término empresa social.
Y es desde Trieste donde podemos reflexionar la reconversión de nuestros servicios, de
nuestros quehaceres, de nuestras prácticas concretas. Pero no desde el Trieste del entre donde
su empresa social no es el mundo de la producción de riqueza, sino el mundo de su
distribución y redistribución. Ellos nos enseñaron que el tema de la locura está investido y
agenciado socialmente, que es social, y solamente socializando el problema y/o producción
de la locura nos hacemos cargo y transformamos. Por ende, la producción de la acumulación
de la riqueza que genera el problema de la exclusión y de la diseminación de la pobreza se
resuelve transformando la producción de la riqueza y no solamente desde ciertas limitaciones
o entre los límites bregando por distribuir o redistribuir. Nos interesa y nos implica el
mundo de la producción de riqueza. Ni tampoco del Trieste del "entre" donde empalman
sus prácticas entre servicios y excluidos, pero sumergiéndose como espacio romántico en los
intersticios sociales que brillan por el bienestar y la riqueza. Cierto romanticismo que se
plasma en el planteo anticomunitario (“ni soledad, ni comunidad”) propio del
posmodernismo: las “sociedades ficticias” del nuevo compromiso social (Rotelli, 1995). Nos
implica el Trieste de la pretensión de transformación de la institución del mercado. El
Trieste que genera la estrategia de una empresa social como economía política. El Trieste
que se autocrítica: “pero no logramos construir intercambios y proyectos, ni logramos
constituir un punto de referencia para otras situaciones sociales significativas” (Rotelli et al,
1995, p. 190). El Trieste que desde esa autocrítica retorna a “trabajar en la cuestión de la
marginación y la solidaridad”; y retorna al “punto de vista comunitario” de la marginación; y
retoma “con carácter central la cuestión de nuestra relación con otras instancias sociales en la
comunidad”; e invierte “en los espacios intermedios entre los servicios y las cooperativas
148
reconectando los fragmentos dispersos de la empresa en su conjunto” (Rotelli et al, 1995, p.
190).
En fin, en tanto incluidos en servicio, apostamos a la consolidación del espacio público: el
lugar de la política, de la discusión, de la creación del consenso, del fortalecimiento de la
sociedad civil, de la solidaridad posible. Apostamos a la construcción de la cosa pública.
Y terminemos acá y continuemos allá en la praxis con una reflexión de José Carlos Escudero:
¿Qué se termina primero: el capitalismo o el planeta?...
149
A Modo de Conclusión
Creemos que este trabajo posibilita aportes a quienes están comprometid@s en el accionar
propiamente comunitario; o también enredados e implicados en una diversidad de
espacialidades adyacentes. Y tal vez, también, posibilite a algun@s otr@s a sensibilizarse y
afectarse en esta tarea solidaria que vislumbra un devenir de otras formas de sociabilidad, de
otras formas de vivir. Nuevas formas no impuestas desde el miedo y el terror; desde la
capturación y la coacción; la miseria y el consumismo absurdo, etc.
La experiencia que pretendemos transmitir no infiere importancia cuantitativa; hablamos de
apenas unas veinte familias. Pero creemos que aporta cualitativamente desde su propio
devenir.
Pensamos que los aportes más significativos de esta experiencia y de esta transcripción son:
1. Una estrategia de trabajo comunitario.
2. La potencia propia del desarrollo constructivo-participativo comunitario.
3. La importancia de la organización autogestiva y sus implicaciones y tensiones con las
institucionalidades.
Si bien estos tres aportes se implican en toda la trama misma del trabajo, pueden referenciarse
consecutivamente en la mochila, la experiencia y el análisis.
150
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Daniel Poyo Garcia
Psicólogo (U.N.R.). Docente en Facultad de Psicología (U.N.R.). Especialista en
Abordaje Integral de Políticas Sociales en el Ámbito Comunitario (UNLa).
Nos encontramos con una situación de naturalización en el propio imaginario social: el descreimiento
(por sus fallidos desesperanzadores producidos por la lucha y el intento de construcción ante el uso de
ellos por parte de dos centros comunitarios de distintas organizaciones sociales); la deshumanización
(viviendo de la basura de la urbanidad incluida, o aún peor, teniendo como hábitat un basural); la
desintegración (de sus propias vincularidades y convivencialidades, desahogando entre ellos mismos la
violencia de la exclusión que sufren); la desafiliación (en esa anestesiante naturalización de descontar
años de vida y de la calidad de vida de esos años descontados); la desocialización (en los bebés que no
sobreviven, en los chicos que no estudian, en los jóvenes que solo cirujean o ni eso); la desubjetivación
(en donde las estrategias de sobrevivencia producen la desafectación deshumanizada donde un caballo es
tan o más importante que un hijo); la deshonra (en la estigmatización sádicamente culpabilizante que le
imponen los incluidos u otros excluidos más incluidos que ellos); la desterritorialización (en la
desciudadanización de ilegalidad en tanto usurpadores u ocupas de propiedades privadas); la
desesperanza. Es decir que nos encontramos con una situación social con una multiplicidad de problemas:
los grupos familiares y las relaciones vecinales se encuentran en un estado de resignación (dejadez,
desesperanza) implementando estrategias básicas de sobrevivencia; la comunidad con rasgos solidarios
pero muy fragmentada, muy resignada (desgaste, descreimiento) y desmovilizada; y una situación
socioambiental, ocupacional, sanitaria y habitacional siniestra.