dalarun, j - la mujer a los ojos de los clerigos

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  • 5/17/2018 Dalarun, J - La Mujer a Los Ojos de Los Clerigos

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    1(Q . .GOP( ' i tSP or s us .r efe re ne ~a s i~ ee sa nte s a la n atu ra le za de la m u je rlo s p en -

    s ad or es m e die oa le s d e; an b un a rr ai ga da e n l a c ult ur a o ec id en ta ll a id eade que}_~ fe7J1en inose opone a 1 0 m asc ulin oc om o la N atu ra le za a la C ul-_ tu r a, e cu ac i o~ que hapr e si d id o a l guna s d i scu si o ne s r e c ien te s s o b r e l a a n tr o -p ~l og i~ y l a b i st o~ ia d es de el p _ un to d e v is ta d e l asmuj er es . iEs necesa-n o ~ e~ zr q ~e a q uz n o s e t r at ar a t an to d e d ef en de re st ap ar ej a, a n ti nom ic ay rigida, sino d e b ac er p os ib le l a a pr ee ia ei on d e l a p ro fu nd id ad d e.s usraices y d e s u t a n du rad e ra i nJ l uen ei a ?

    La mujer a ojosde los clerigosJacques Dalarun

    CH.K.-Z. L ejo s d e la s m uje re sUna vezrnes, esmenestetpartir delos hombres. Y delos hom-bres que en esta era feudaldeten:tan elmonopolio del poder y de Iaescritura: 1 9 S clerigos, y,en particular, los mas cultos.Ios'mas influ-yentes, los masprolijos de enos. Nionjes 0prelados seglares, su de-ber es pensir en la humanidad, la sociedad y la Iglesia, orientarlasen elplano de lasalvacion, asignar tambien a lasmujeres sulugarenesta economfa divina. Los ultimoshan de ir mas lejos aiin y conce-bir una pastoral que indique alrebafio entero lavia de una posibleperfeccion, 0, al menos, de un perfeccionamiento constante.Sin embargo, retirados como se encontraban, particular-mente antes del sigle) XIII, en eluniverso masculine de losclaustrosy los seriptoria, las escuelas y luego las facultades deteologfa, en e 1 seno de comunidades de canonigos en las que,desde el siglo XI, los clerigos que se ocupaban del mundo secu-lar.se entregaron ala vida inmaculada de los monjes, todolosalejaba de las mujeres. Tomemos por ejemplo a Guiberto deNogent (t1124),oblatb, es decir, ofrecido a un monasterio bene-dictino cuando era todavia un nino. ,Que sabe del otro sexo,fuera del doloroso recuerdo de una madre casada a los doce afios,a la que el recompone para protegerlade toda "mancha"?; elresto esta, en bloque, destinado al anatema. Separados de lasmujeres por un celibato que a partir del siglo XI se extiendefir-mementea todos, nada saben los clerigos de ellas, Se lasrma-ginan, 0, mas bien, seLaimaginan: se representan a laMujeren la distancia, la ajenidad yel temor, como una esencia espe-dfica, aunque profundamente contradictoria.

    No esen absoluto sorprendente que elrasgo dominante delpensamiento clerical de esta epoca seala misoginia. No costariagran cosa mostrar su agobianteflorilegio, desde los tratados mas. 4

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    42 LAS NORMAS DEL COt-..'TROL LAMVJER AOJOS DE LOS CLERlGOS 43

    eruditos a los ligeros poemas latinos, desde los comentarios de laEscrituraa los pequefios proverbios en que Iaironia facil trata dedorninar la angustia de 10Desconocido y, en consecuencia, des-vela S 1 1 abismo. Pero laoperacion no resultaria interesante. ~Nonos encontrarfamos con eso mismo en 1aliteratura de las corteslaicas 0 de la poesfa desenfrenada delos goliard os, amor cortes 0chocarrero, que, con mas 0 menos rodeos, se limitan a tomar a lamujercomo objeto? 2Espertinente designar a una sociedad 0 asu cultura como mas 0 menos mis6ginas mientras no se pongande manifiesto inequivocos signos de una cu1turaque no 10sea?Por tanto, volviendo a los acentosde la apologia, c:esmenester evo-car los grandes santuarios '-Le Puy, Rocamadour, Walsingham,Loreto-adondelas multitudes medievales acudian en apretadasfilas a rendir homenaje a laMadona -Chartres, Laon, Paris,Coutances, Amiens-, pilares,torres yflechas lanzadas al cielo comoel impulso de la alabanza por la que fue, y sigue siendo, "bendi-ta entre todas las mujeres"? P~l;Olas otras, todas las demas, ~quehan recogido exactamente de IGSbeneficios de esta excepcionalbendicionz Ante todo, es preferible renunciar a todGenfoqueunf-voco oanacronico yescuchar, de cerca y con muchaatenci6n, alos poseedores de la alta cultora clerical. La idea de .lamujer lostrabaja. Ya ese trabajo precisamentequeremos referirnos. '

    E1trabajo crea el movimiento. La literatura clerical, por elcontrario, da la impresion de git~[ .e n cfrculo. Inexorablemente,en sus propios comentarios, losrmedievales cultos, alimentadosde la Escrituray de 1~Tradicion, rumian los comentarios de losPadres delos primeros sig10~!Asi, dice desolada Marfa Teresa deAIverny: "No hay queesperar hallar consideraciones originales

    ellos." ~Estaria ya todo enAmbrosio, Jer6nimo, Agustin, el proy.elcontra, argumentos favorables y ataques misoginos?

    Es verdad quetodos los intentos para distinguirdiferentesfases de evoluci6n, positivas 0 negativas, ya de Ia imagen,ya dela condici6n de las mujeres de la Edad Media, son abiertamentecontradictorios. AIabandonarse al desaliento producido por 1 a ~pa-.riencia inm6vil de Eseflujo deescritos que incesantemente se infla-rna para permanecer siempre cual agua estancada, ~no se sientela tentaci6n de evocar, para explicar esas figuras antinornicas dela mujer, los arquetipos de la feminidad, inmutables, hieraticos,que, desde las alturas de su eternidad, serehusarfana la historia?

    Nuestros autores medievalesaborrecen la idea rnisma denov~dad. Cuando innoyan, se protegen mas que nunca detras"de laTradicion y pretenden simplemente volver a lasfuentes,' Siern-pre hacen 10nuevo conh~viejo; y 10hacen rnuy bien. Para rom-pere1 dob1e encanto de losjuicios devalorreversibles -una EdadMedia vergonzosamente misogina 0 deliciosamente feminista-y de la fascinacionembotada por las estatuas sin historia ysin vida-Isis 0 la Gran Madre bajo elvelo deMaria-> no hay otro recur-so que e1derecordar que los mismos hombres, los propios cle-rigos, hanllevado a lamujer alpinaculo y almismo tiempo la hancargadocon el anatema, sin dejar por ello de creer, sin fisuras, quela humanidad entera seinscribia enun plano de salvaci6n. Cad~~n~de ellos seve atravesado poresta contradiccion -::-que, comoobserva Ren~Metz, se refleja tambien en el derecho can6nico-y cada uno intenta reso1~erla, sin duda, asu manera; pero 10hacenadernas colectivamente, para responder al siglo que los rodea, paratratar de imprimirleuna flexion, para imponer sumovimiento sobreel movimiento de los tiempos. Su teologfa se hace pastoral. Pro-ductode la historia, produce a suvez la historia.Reformar el -mundo . . .... &-,:. ' .'1 . .",Portanto, partamos de un mediocoherente,en untiem-po y un espacio ptecisos: el paso del siglo XI al XII, el occiden-te de Francia; de un grupo aiin mas restringido de hombres y ,para rechazar toda facilidadtesos mismos a los que Raoul Man-selli considera inspirados al pill c rudo mi sog in ismo: Marbode deRennes (t 1123), Hildeberto de Lavardin (t 1133), Geoffroyde Vend6me (t 1132). Los dos prirneros son de modesta extrac-ci6n, productos de escuelas-'catedrales ,que en esa epoca sacanel saberfuera del ambito exclusivo de los monasteries. En1096 se los elige obispos: uno, de Rennes; el otro, de Mans. Deallf, Hildeberto pasa en 1125 a la sede episcopal de Tours.Geoffroy es de alcurnia mas elevada, ya que desciende de unafamilia de barones aliados al duque de Anjou. Siendo nino aun,entra en el monasterio benedictino de la Trinidad de Vendo-me,del que se convierte en abad a los veinte afios, en 1093, cargoque retendra hasta su muerte. Hoy en dia, apenas los especia-listas conocen a estos tres prelados, dos de elIos seglares, y uno,regular. Su recuerdo ha resistido peor el paso del tiernpo que

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    LAS NORMAS DEL CONfROL LAMUJER A OJOS DE LOS CLERJGOS 45el de sus contemporaneosAnselmo de.Q3anterbury(t 1109), Yvesd.eChartres C t 11~6), con quienes, porI 0demas, tuvieron rela-crones bastante asiduas. Pero, con ms~ecto al terna que aquf nosocupa, constituyen testimonios excepcionales.

    E~to~ hombres se sinian alte_rIJ:l.inode una franja profundade la cristiandad medieval, estoes, de un movimientode refor-rna iniciado en el siglo x, notable sobre todo por un floreci-miento rnonastico que vesurgir Cluny en 910 y Camaldoli yVallo~breuse en los albores del siglo XI.En la segtInda mitad deeste slglo, los papas cogen el relevo, atal punto quela historio-graffa fija este impulso innovador bajola apelaciori de "reforma_gr_egoriana"_,nhomenaje alimpulso decisivo del papaGregorio VII(1073-1085). :g_~forma,pues, seglin sus promotores,se trata deun retor~o.a la purezaevangelica, a lavidaideal de los Aposto-.Jes; mOVlmlel1tonuevo,en verdad, qlJe pretende modelartanto.la vida de los clerigos como la ~~}gsl~i_

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    46 LASNORMAS DEL CONTROL LAM1J}ER A OJOS DE LOS CLERlGOSseducir por la serpiente y arrastra a su compaiiero a 1adesobedienciaes Ia mujer. Ella carga con Iamayor parte de las maldiciones deYahve: "Multiplicare tus doloresen tus preiieces,-;on dolor pari-ras los hijos y estaras bajo la potestadde illmarido, y el tedomi-nara." En elmomento deser expulsado del Eden recibe del hom-.bre su nombre -otro signo de . - y se convierte enEva,"la madre de todos los vi .onalmente, su pape! enla Carda se percibe co . Asi, Am de Milan(t 397) dice: "La mujer sido autora d falta para elhombre, no el hombre se identificacon el Diablo; Eva, c. 223) excla-rna, dirigiendose a quetambien illeses Eva? La sentencia de todo suvigorsobreestesexo; yes subsista. 'Tlieres 1apuerta del Diablo,laprimera en desertar de la

    La carta de Geoffroy se UoUH:e

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    LASNORMAS DEL COl'.'TROL LAMUJER AOJas DE LOS CLERlGOS 49

    tano, predicador, ora seguido deuna tropa mixta en que hombresymujeres estaban juntos y se acostaban mezclados en medio del. bosque. Hacia 1098, Marbode de Rennes estalla en amenazas yquiere imprimir a su destinatario el disgusto por 1acarne, por lamujer: ahi esta, tentadora, hechicera, s-erplente, peste, polilla, pru-rito, veneno, llama, embriaguez. ~Cual es el resultado de esas expe-riencias escandalosas, de esos rozamientos insensatos, sino losvien-tres de las mujeres tensos por el embarazo"viejos odres" llenos de "vino nuevo"? ~U.UH..l"j_.. te -que no era 1amenor- el mrsmo InIC~d(). 1que los varones por el partomedievales no nos dicennada20r el ingreso enIa vidase lamenta: "Nacemos en

    publica, nacida para engafiar, piensa haber triunfado cuando plle-de ser culpable. Consumandolo todo en elviejo, es eonsumida portodos y, predadora de los hombres, se vuelve ella misma su pre-sa." Como ya sugeria Marbode al evocar los suplieios del parto,la mujer termina siendo victima de sus crfmenes: "llama voraz",pero "cosa fragil". Este ultimo epiteto proviene de la Primera Epi~-tala de Pedro: "Igualmente vosotros, maridos, llevad la vidacormin con comprension, como junto a un ser mas fragil, jla mujer!jConcededle su cuota de honor, como coheredera de la gracia delavida!" Veremos mas adelante que Hildeberto de Lavardin sabeencontrar en otros sitios esos acentos men os crispados parahablar del matrimonio, aunsin dejar de afirmar la superioridaddel hombre. Con respecto a la fragilidad de la mujer -de su"blandura", diria Isidoro de SeviUat(t 636)-, si no es un dato de1anaturaleza, es, en erseno de lasociedad feudal, algo mas queuna apreciaeion del espiritu.

    Kennes contio agenes misoginas que su y patristica pudierainspitarle. . Leotta todos los versos. Se tra-ta de uno de los misoginos que nos seadado la Sexta Satira de Juvenal(t c. 1 40 ), . ampliamente, igualando el Can-to sabre el desprecto de Caen (t c. 1095) . La femi-na a laqueMarbode ataca -y, tambien aquf, el nombre de 1a"madrede todos los viyientes" escuidadosamente evitado- es"la peor delas trampas que haya tendido el Enemigo", "raiz del mal, rebro-te de todos los vicios". Del termino femina, un deslizamiento lle-vaa lautilizacion de meretrix, laprostituta: "Una cabeza de leon,una cola de dragon y en medio nada mas que un fuego ardiente."Consejo a todos los clerigos-escolares que palideceran ante estosretoricos versos: jque nadie se exponga a este homo!

    Llama y ceniza. Hildeberto de Lavardin tambien aporta sucan:i1ena. Los tres mayores enemigos del hombre son la mujer,el dmero y los honores: "La mujer, una cosa fragil, nunca cons-tante, salvo en el crimen, jamas deja de ser nociva esponcineamente.La mujer, llama voraz, locura extrema, enemiga intima, aprende.y ensefia todo 10que puede perjudiear. La mujer, vil forum, eosa

    La s lobus en el rebaiioLa misoginia de nuestros prelados no conoce ambages. Paraalimentar y satisfacer sus prejuicios recogen tanto los materiales

    de 1atradicion cristiana como de la 1atinidad clasica: e1poema"De la mala mujer" se ha convertido en una antologfa de ello.Estan de acuerdo con el mensaje de los Padres, principalmen-te con los antores de los siglos IV y V, los mas leidos: acuerdoprofundo nacido del paralelismo de las circunstancias. En el siglo IV,en una epoca en que la ascesis sustituye al martirio, una partede los hombres, eelosos de su virginidad, se aparta de la vidacornun para afrontar 1atentacion del desierto: los monjes. Nosin ciertos tufos dualistas, el mal se identifiea entonces demodo cada vez mas exclusivo con 1acarne. Esta vez, a caballode los siglos XI y XII, Ycuando la tentaciori dualista vuelve a aso-mar en el campo de las creencias no solo es importante man-tener sin desfallecimiento a los monjes en sus pro posi.tossantificadores -"Pastores, alejad de nuestro rebano las lobas ra-paces", exclama Roger de Caen-, sino tarnbien apartar de lamujer tentadora a todos los otros clerigos: obispo;fnicolaftas,escolares demasiado curiosos, sacerdotes girovagos con avidezde experiencias nuevas. Una generacion antes, Pedro Damian(t 1072), el gran reformador, se habra lanzado con inaudita sana 5

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    50 LAS NORMAS DEL CONTROL LAMUJER A OJOS DE LOS CLERIGOS 5 1contra las "concubinas de los clerigos", "pocilgas de gordos marra-nos", "tigresas impfas", "vfboras furiosas". Sin embargo, obser-vemos que, en el oeste de Francia, ninguno de estos panfletosestadirigido a las mujeres, ni siquiera a loslaicos, sino que sonpura cuestion de disciplina eclesiastica.

    El tema no es nuevo. Lo que sf es nuevo es la violencia delataque y, en nuestros autores, el hecho de no ll'ombrar-are~~-_rnigo. Para ellos, la mujer ya no esEva, sino 10Iil iio mbrable ,en el sentido masfuerte del terrnino. ~Por que esta extrafia dis-crecion? Porque, segiin Isidoro de Sevilla, cuyas eruditas Eti-mologias constituyen una de las claves esenciales de la visionmedieval de los clerigos, Eva es vae, la desgracia, pero tarnbienvita, la vida; y porque, segtin el famoso himno Ave maris stella,de cuya existencia se tienen pruebas a partir del siglo IX, en Evase lee elanagrama del Ave que otrora lanzara Gabriel a lanueva Eva. En una palabra, evocar a Eva es ya invocar a Mariay decir, con Jeronimo C t 419): "Muerte por Eva, vida porMaria"; 0 con Agustin: "Por la mujer la muerte, por la mujerla vida." Anselmo de Canterbury conserva este equilibrio:"Para impedir que las mujeres desesperen de alcanzar una suer-te de felicidad, puesto que una mujer ha sido elorigen deunmal tan grande, esnecesario, para devolverles la esperanza, queuna mujer sea el origen de un bien igualmente grande." Mien-tras que para nuestros autores, mas radicales, el puente entreEva y Maria esta momentaneamente roto. A una Eva .innomi-nada se opone una Marfa inaccesible. '

    el misterio desu excepci6n. "Sola, sin parang6n, virgen ymadre Maria", como afirmandiversas colecciones carolingias.Es decir, de entrada, que alabar a laVirgen-Madre no es, en abso-luto, rendir homenaje al conjuntode sus mas rnodestas hermarias,como contodo acierto 10 habia presentidoMichelet.

    LaVirgen-MadreEI siglo XII -como se ha repetido hasta el cansancio- fueel gran siglo del surgimiento mariano, la primavera de las care-drales, la gran epoca de "Nuestra Sefiora"; surgimiento visible,pero que, como destaca Jean Leclercq, se alimenta de innova-

    ciones llegadas del siglo XI, el de la mas viva ferrrientacionmariana. Precisemos: nuestras fuentes dan fe de que los hom-bres _. en este caso Marbode, Geoffroy- rezaron con fervora Maria, le confiaron sus faltas mas inconfesables, Ie dedicaronsus poemas; 0inc1uso-Geoffroy, Hildeberto- meditaron sobre

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    52 LAMUJER A OJOS DE LOS CLERlGOS 53LASNORMAS DEL CONTROL

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    lv la ria , ca da vez m as virg en"Sola, sin parangon, virgen y madre Maria." Plegarias, perotambien rneditacion, especulacion sobre la naturaleza, laidentidad,las virtudes espedficas deMaria.pe los cuatro grandesdogmas c l~Hu~laJgJes~~!~_~C?dea(J:?aternidaddivina, virginidad, InmaculadaConcepcion y~un(;i~n)_ll~:>~dosultiIllo-ssolo sepromulgaron mu-~hQ._gC!sPllese la EdadMedia (1854, 1950),__inclusocuando ha_yandesatado pasiones desde mucho antes, desde elsigloXI 0 incluso des-de el VIII. ~a idea de que Cristo, plenamente hombre yplenamen-_te Dios, haya sido engendiaCIapor Dios en Ia carne de una mujer yque estamerezca, por tanto,d titulo de"Madre deDios" seremontaal alto medievo._,_aTosebates sobre la naturaleza del Hijo que, de lagnosis al arrianismo, envenenaron el cristianismo desde el siglo IIalv. _Enla epoca medieval nadie pone en t~lade juicio estas verda-des de fe,proclamadas por elconcilio de Efeso en 431 y recogidaspor el concilio de Calcedoniaen451._ La maternidad virginal yano se discute. Sin embargo, su apli-(cacion exacta, su formulacion precisa,todavfa agita losespiritus.\.En elNu ev o T e st am e n to , la virgllllcla-crde-Marfa solo se afirma enla concepcion y iinicamente lohacen dos evangelistas:Mateo,coil-ocasi6i1 de-las reticencias deJose:"Y sin que ella conociera, dioella a luz un hijo." Lucas, enel dialogo de Maria con el angelGabriel: "~Como puede sereso si no conozco hombre?" EI queproPOne claramente la idea de una virginidad intactadespuesdelnacimiento es el Protoevange.lio de Santiago, indudablementedel siglo II.Jeronimo 10afirma con fuerza a comienzos del siglo v,en su tratadoAnti-Helvidius. Luego, este extrerno no esobjetodeimpugnacion algun;:I.Hayautores quevan aun mas lejos: del siglo ill,con Clemente de Alejandria (tc.215),al siglo W, con Zenon deVerona (t c. 372), Ambrosio, Agustin en el siglo v, Pedro Crise-logo (t c. 450), Leon el Grande (t461), Gregorio Magno (t604)en elcambio del sigloVl alVII. Pascasio Radberto (t863) en els_iglo_~~odos militan a favor de una virginidad en el parto; "sinabertura del utero", precisa Gregorio Magno despues de sanEfrain (t 373); "vulva y utero cerrados", repite Hincmar deReims (t882) antes que Pedro Damian;

    En Dios, todo es posible, incluso 10 mas increible, Elnacirriientovirginal, sin embargo, es elpunto mas dificil de admi-tir, Cuando Geoffroy deVendome redacta su serm6n "En laNati-

    vidad del Senor" aiin subsiste una duda, puesto que dice quequi ere refutar el error de los que pretenden que Maria fu~_vir-gen antes y despues del parto, pero que la puerta se abno enel parto. Comenta el versiculo de Ezequie1 sobre "Ia puerta enla casa del Senor, cerrada y que nunca se abrira".Gregorio de Nisa (t392), Ambrosio 0Jeronimo habian vis-to ya alli elsimbolo de 1avirginidad marial; y 10mismo oc~rre conlazarza ardiente que nunca se consume, el arca de la alianza demadera quejarnas sepudre, eltoison de Gedeon, cubiertode rocio,eljardineerrado con cerrojo y la fontana sellada del C an ta r d e l o scantares . Ruperto deDeutz (f 1129),volviendo a Ezequiel en elsiglo XII, insiste mas aiinen el sentido anagogieo, paralelo, entreelAntiguo y elNuevo Testamento: "Estaba cerrada cuando con-cibio y no estaria menos cerrada al dar a laluz". Geoffroy de Ven-dome lanza entonees laformula de una virginidad "antes, duran-te y despues del parto" ,formula que hallamos tarnbien bajo la plumadeHiidebertode Lavardin ensu sermon "Contra los judios" a pro-positodel mismo versfculo de Ezequiel. Esta formula, que tan fami-liar parece, -~no es relativamente nueva en.ese momento~ ~Ha~alguna seguridad acerca de la costumbre cornente antes del sigto XI.En su rigor, anuncia el espiritu de la escolastica, que, por 10demas; no tardara en introducirse. Aun cuando hace suya,_y deraiz, una verdad que venia afirmandose desde mucho tiempoatras.carga el acento, por su forma misma, en el momento pre-ciso del nacimiento, del que el antes y el despues solo son su cor-tejo. Aveces esimposible evitar elvertigo cuando se leen los tra-tados de Geoffroy y de Hildeberto en los que ambos clerigos, el4ij_ueonocio las mujeres y el que las ignora, desplegando una curio-sidad insensata, exploran gustosamente las entrafias de laVirgen.Su concepcion de la virginidad mariana parece cerrarse respec-to delas epocas anteriores, cuya consecuencia esla de dejar de hacerde Marfa unmodelo cercano a las mujeres, para protegerla en elcielo inaccesible de una maternidad virginal sin la menor fisura.. Oigarnos una vez mas a Geoffroy: "La buena Marfa ha dadoa luz a Cristo y, en Cristo, ha dado a luz a los eristianos. Por esolamadre de Cristo esla madre de todos los cristianos. Sila madrede Cristo es la madre de los cristianos, es evidente que Cristo ylos cristianos son hermanos. No solo Cristo eshermano de todos loscristianos, sino que es el padre de todos los hombres y,principal-

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    54 LAS NORMA.5 DEL CONTROL LAMUJER AO)OS DE LOS CLERIGOS 55mente, de los cristianos." De donde laconclusi6n: "Padre y espo-so de esta virgen, es tarnbien su hijo." Desde epoca muyantigua,Efrafn y Pedro Crisologo habfan desarrollado la idea de unaMarfa "hermana, esposa y sierva del Senor", "Madre de todos losque viven por la gracia", en oposicion a Eva, "Madre de todoslos que mueren por la naturaleza". Pero es asombrosover aestehombre, Geoffroy de Vendome, descendiente de un linaje feu-dal,expresar supiedad en los terminos de 10 que Marc Bloch hubie-ra llamado un parentescoficticio. A laverticalidad de Cristo, padre,esposo e hijo, seopone la horizontalidad de sus hermanos,delamisma manera que a la verticalidad del torreon se opone Ia dea corte feudal. Y todo tiene lugar en el vientre deuna madre cerra-da para todos salvo, misteriosamente, para uno; la madre conlaque, en esa epoca, suefia Guibert de Nogent.

    mismo no desconocfa por ello las temibles realidades del matri-monio feudal, las que desve1a tambieneri el sig10 XI 1a leyen-dade santa Godeliva de Ghistelle (t c. 1070).

    Es este el aspecto mas espinoso: (que proponer a las muje-res casadas, que ya no tienen acceso a la-serenidad vir-gina1y-_q{ie,ji~l!1:bal'go,_~e~~ny_gE:iere!.~_?_~lY:lrse?Enespuesta alpoema "Delamala mujer", Marbode compone la cuarta parte del L ib ra d e lo sd i ez c api tu l os , titulada "Dela buena mujer: frente ala prostituta,lamatrona". La defensamueve-a risa."Nada mejor que unabue-.na esposa'i, seglin el L i br a de l o sP r ove r bi os . ~Acasono se debe pre-ferirla mujer atodos los bienes materiales, puesto que esen todosemejante a1 hombre, "con excepci6n del sexo"? ~Exist irfa lahumanidad sin 1amujer? "Si te falta el campo, ~para que sirvensus simientes?" La mujer esservicial, habil. Descuella sobre todoen "las cosas mas insignificantes" de la vida cotidiana. Ningunaes peor queJudas, mientras que ninglinhombre iguala a Maria.

    ~ Y hete aqui que cuando, en suapoyo, cita ejemplos de santas, Mar-bode solo encuentra figuras de vfrgenes. Enresumen, una defen-sabastante timida, que rehabilita a 1amujer en su funcion socialsin por ello hablar de su saIvaci6n.La hagiograffa responde por naturaleza a esta segunda pers-pectiva. -Hlldeberrocfe Lavardin prop one una nueva escritura de1avida de santa Radegunda C t 587), mezclando las informacionesde susdos hagi6grafos del siglo v, Venancio Fortunato y Baudo-nivie. La santa reina, contra suvoluntad mujer de Clotario (t 572),hija de Clodoveo, se habra retirado a1monasterio convertido enel de Santa Cruz de Poi tiers. A mas de cinco siglos de distancia,tieneel valorde modelo para las matronas de 1aalta aristocraciacon las que Hildeberto mantiene correspondencia. Estas rees-crituras, como Jean-YvesTilliette secomplace en destacar, no sonnunca simples cambios de forma. En el texto inicial de Fortuna-to, el matrimonio de Radegunda, el lecho compartido no plan-tea problema. Hildeberto, porel contrario, insiste en lavirgini-dad de la herofna antes del matrimonio, por disgusto del cual seapartaluego desu deber. Un buen mirnero de hagi6grafos medio-cres intentarona continuacion dar credito a 1aidea de que Rade-gunda y Clotario no habrfan consumado 1aunion. Hildeberto esquien abre estavia.Las virtudes de 1asanta solo sonconsuelosporuna virtud pc!rdidapara siempre. Pedro Damian sepregunta, des-

    L a s v b- ge ne s y l as o tr asNuestros tres prelados no solo son te6ricos, sino que tam-

    bien son pastores. (Que proponen a las mujeres de estemundq?Esta, gracias aDios, e1ultimo baluarte de las que nahan fall~-do: Eva, la monja inglesa alaque se dirige Geoffroy; Atalisa, lareclusa desconocida a la que escribe Hildeberto, 0incluso Muriel,Iries, Constanza, a laque su amigo Baudri de Bourgueil (t1130),en 1agran tradici6n de las cartas de J er6nimo, exhorta a censer-var lavirginidad. Por ellas -al igual que por las destinatarias delEs pej o de l a s v fr g ene s, redactado en 1amisma epoca en Alelllania-,no hay por que temer, siempre que perseveren. Hildeberto feli-cita a Atalisa por haber "elegide-una posteridad eterna antes quelos vfnculos del matrimonio mortal". Si bien es sensible a 1arecompensa que espera en elMas Alia a esas cornpafieras delCor-dero, exalta mas aiin, segiin e1 tema ya presente en Ambrosio yJ er6nimo, 1alibertad de 1aque gozan las virgenes a partir de esemomento. Se ven 1ibresdel dominio del hombre sobre sus cuer-pos, de los temores por su descendencia: "Se compra a unpreciomuy alto una posteridad en que1a concepcion es uri atentado ~lpudor y el nacimiento un atentado a la vida." -

    Cuando el mismo Hi1deberto, en el sermon "Del con-sentimiento mutuo", cuya importancia hamostrado GeorgesDuby, intenta establecer el matrimonio comosacrament6 indi-soluble fundado en 1a"dileccion", seve que este prodigioso opti-

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    58 LASNORMAS DEL CONTROLmidas: laprostituta con quien caso Oseas, la egipcia con quien casoMoises -comparaciones poco halaguefias= y, sobre todo, 1afamo-sa pecadora del Evangelio, herman a de Marta y de Lazaro.

    Pedro elVenerable, abad de Cluny (t 1156), cuenta comosu madre, tratando de huir de los odiados lazos del matrimo-nio, se arrojaba a los piesde todos los santos varones que pasa-ban, nueva Magdalena a los pies del Salvador, implorandoperdon y pro teccion-De acuerdo con el espfritu de los auto-res eclesiasticos de la epoca, la posibilidad de salvacion que teIlfaI;_las mujeres casadas _:'yse trata de las damas mas distinguidas2es, ante todo, laposibilidad de redencion, Nohay apelacion posi-ble para la perdida del sello virginal, ni en 10fisico, ni en 10moral.E1 tinico camino eshenitencia; e1 arrepentimiento de lapecadora, de la meretrix. Para las descendientes de laporterade la muerte, que no han sabido superar e1 imposib1e retomarial -quedar con la puerta cerrada a pesar de convertirseen puerta de vida-, solo hay salvacion por la puerta pequefia.

    MagdalenaTe6filo era intendente de 1aiglesia de Adana, en Cilicia.

    Cuando muere el obispo, le quieren promover a la sede epis-copal. Rehusa, Se eligea otro, que hace caer la desgracia sobreTe6filo. Entonces, el odio y la envidia seapoderande el. Porintermedio de un judio, cierra un trato con el diablo. Pero, aldarse cuenta de su error, llama a 1aVirgen en su auxilio. Estaes la leyenda, compuesta en griego en e1siglo VI. Traducida a1lat in, pasa a Occidente enel periodo carolingio. Este prototi-po de Fausto alcanza suapogeo en los siglos XI y XII, en los tex-tos y hasta en el tfmpano de la ig1esia abacial de Souillac,puesilustra la omnipotencia mariana: 1aVirgen es mas fuerte q:geel diablo. Fulbert de Chartres echa mana de L Geoffroyde Ven-dome alude al mismo en uno de sus sermonest.Una V id a d e T e6-filo, versificada y compuesta en el ambiente de los hombres deletras angevinos, puede haberse debido a Marbode de Rennes.Ignorando el nuevo empleo que de elhace la monja Roswitha,el autor se atiene a1maximo a la traduccion lat ina derivada delgriego. He aqui a Teofilo ante Marfa. Debe defender su caso,

    LAMUJER AOJOS DE LOS CLERIGOS 59largamente 'citando en su apoyo ejemplos de _?rrepentidosfamosos: Rahab, David, Pedro, Zaqueo, Pablo, Cipriano. Elpoetacopia fie1mente asu modelo, salvo que entre Pedr~ yZaqueose inscribe un nuevo nombre: Marfa Magdalena, ~'la que 110-. ' .. .., ' .'. -_. _ _ ..-.-._ ,._,._----- . \ .rando salv6las manchas de sus crfmenes y a partir deenton-ces fue preciosa parael Senor, ce1ebrada por los siglos'j Arropadaenla tradicion, Inserra en 1alista de los pecadores arrepenti-dos, sin duda bajoJa influencia deuna homilia de GregorioMagno, vemos surgir una figura que interesa en primer Ingara lasmujeres. ~Desde cmindo, pues, 1aceleb ran los siglos?

    .La santa, tal como 1avenera Occidente, no existedcuninodo.uriivoco en 10sJi:Y:lllg~lios.En enos se distinguen tres_per-sonajes femeninos que term~naran por d~r:n:l,n;\Marfa d,e_Betania,'.hermana deMarta y de LaZarOi\'yla pecadoraanonima que, encasa del fari-seo Simon bafia cbn-'SllSlagrimas los pies de Cristo, los enju-. ,ga con sus cabellos, los cubre de besos, los unge con perfume.Habia pasajesque permitfan unir tal ocualde esas mujeres.Oriente seabstuvo de ello. Para Occidente, Gregorio Magno lasfundic definitivamente en una sola: habra nacido Marfa Magda-lena. Victor Saxer h ' 1 i trazado magistralmente su ascenso: su apa-d~i6n enel siglo vrrien los martirologios y 1a1iturgia, las primerasmenciones de sus reliquias en 1aabadia deNuestra Senora de Che-llesen la niisma epoca, Pero ~1verdadero nacimiento del culto,que,al parecer, l lego del este, del Imperio,se asocia al exito delsantuario deVezelay, En 1050, la abadia borgofiona, dedicada ori-ginariamente a 1aVirgen Marfa, espuesta bajo elpatronato deMag-dalena. Y sobre todo, en esa epoca en que 1apiedad tiene tantanecesidacl deapoy~s sensibles, los monjes deVezelay descubrentardiamente que eran los poseedores de 1areliquiade la santa des-dela noche de los tiempos.'Hay quei!lventar:, un relato algo complicado para explicar1alleg-adadel santo cuerpo de Oriente a Borgofia y conciliar estetrasl~do con el desembarco legendario de Marta, Marfa y Laza-ro en Provenza; tanto mas cuanto que otros santuarios aspirabana1mismo honor.\ La operacion produce susfrutos. La peregrina-cion de Vezelay resplandececon incomparable bri llo en los si-/I(J

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    60 LASNORMAS DEL CONTROL LAMUJER A0)05 DE LOS CLERIGOS 61glos XI-XII, antes de verse par-cia1mente eclipsada, en el sigloXIII, por otros lugares avidos de.anexarse la santa: Sainte- Bau-me, San Maximino de Pro-venza.

    sino las de muchos pecadores, y que no deja de curarlos cada dia".~Magdalena, 1ameretrix , promovida a corredentora? Geoffroy hacealgo mas que oponerla al Fariseo. En efecto, 1aopone a Pedro: lapecadora supera al Apostol en el fervor de su amor a Cristo. Porotra parte, (no esaeIla a quien primero se aparece el Cristo resu-citado, y a quien encarga de anunciar la buena nueva de suvic-toria sobre 1arnuerte? Geoffroy no abandona a su personaje enpleno triunfo pascual. Entonces seaventura fuera de los datos evan-ge1icose, inspirado por una leyenda que circula en Occidente des-de el siglo IX, la Vida e re7 } li ti c a, muestra a Magdalena Iejos de supais, entregandose arudas penftencias, persiguiendo su carne, cas-tigandose por los jovenes, agotada por las oraciones y las vigilias.

    .Una vez mas, e1 juicio de Geoffroy de Vendorne distamucho de no tener precedentes. Explota minuciosamente aAmbrosio, Agustin, Gregorio Magno, el sermon atribuido a Odonde Cluny. Este ultimo texto, redactado, al parecer, al filo delafio 1000, desve1aba as! el papel de Magdalena en la economiade la salvacion: "Esto sehizo para que 1amujer que llevo lamuer-te al mundo no quedara en el oprobio; de la mana de la mujer,1amuerte; pero de su boca, e1anuncio de 1aResurreccion, Delarnisrna rnanera en que Marfa, siernpre virgen, nos abre lapuerta del Parafso, del que la .maldicion de Eva nos ha exclui-do, as! tarnbien el sexo fernenino se libera de su oprobio porobra de Magdalena." Geoffroy de Vendorne se inscribe en estemovimiento, pero para dar aun mas fuerza a 1asanta: es "la pia-dosa lengua" que se convierte en "portera del cieIo"; es ella, yno Maria, quien abre las puertas del Paraiso a todo peni ten te ,siempre que este consienta arrepentirse.

    L a s al va ci 6n e n l a p e ni te nc iaEl occidente de Franciano ha permanecido impermea-ble a la gran ' 'Jermentazionemagdalmica del sec .XI". En 1 084 ,en 1093, las primeras mujeresque llevanel nombre deMag-dalena seencuentran cerca deToursydeLeMans. En 1105,Geoffroy de Vendome com-pone "En honor dela bien-aventurada Maria Magdale:-na", sermon que r.eiin e lamayor parte de los elementosdisponibles sobre la santa,poniendo enevidencia 1 0 que

    , .' Dominique Iogna- Prat llamasu ".bienaventurada p?lisemia"~Geoffroy parte dela FIgura de lamUJer que unge los pies de Cristo en casa del Fariseo. Magdale-na es "pecadora en la ciudad"; y en la Edad Media. todos com-prenden que su pecado es de carne, que se prostituye 'l Pierre de~el1e (t 11~3) la lla~arameretrix e insistira en su insa_~iableluju-n.a. Se arroja a los pIes del Senor, seglinel relato de Lucas: no haynmguna duda de que esta mujer esMagdalena, precisa Geoffroy,"la famosa pecadora". Y ; volviendo a Agustin, la opone al Fari-seo lIeno de soberbia: "Este sexo ragil temia al Fariseo, hombresin misericordia ymuy duro, quedespreciaba a lamujery senega-ba en absolutoa que esta 10 tocara." Cristo, por el contrario, reci-b~ de buen gra?o su hOc~enaje. Dividida entre la esperanza y elmiedo, se convierteen .acusadora .de sus pecados", yes precisa-mente esa confesion 10 que lasalva.Mas aiin: seconvierte a suvezen agente de redencion, ella, "queha curado no solo sus heridas,

    Para Giotto de Bondone(1266-133617) , yano es unafigurapenitente. Su tamaiio jerarquicola define como mujer santificada,consuela de afligidos y transmisoraella misma del perd6n.Principios del siglo XIV.A s 1 S , San Francisco.

    , !Pecadores 0 pecadoras?(Se debe ver en la Figura magdaleniana -1a tercera de estacompleja triada-la rehabilitacion tanto de la mujer como dela feminidad? Es preciso examinar dos veces la si tuacion antesde celebrar este ambiguo triunfo. Geoffroy no se dirige aquien absoluto aoyentes femeninas. Exhorta a susmonjes y les dacomo ejemplo "esta mujer gloriosa" para que le encomienclen"elalma y el cuerpo". De la misma manera que Magdalena, enel sermon atribuido a Odon de Cluny, es ante todo metaforade la Iglesia militante, para el abad de Vendorne es esencialmente ,,/1

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    el sfmbolo no ya de la mujer, sino de la parte femenina que hayen todo hombre y que loempuja hacia abajo, hacia el cuerpo,hacia 10 sensible: su alma. Cuando habla de la tragedia feme-nina, entiende referirse a la fragil idad humana.

    Orfgenes (t c. 252)vuelve a una distincion que habfa inau-gurado Filon (t 50): "Nuestro hombre interior esta constituidopor un espfrituy un alma. Se dice que el espfritu es machoy queal alma se lapuede-Uamar hembra." Ambrosio agrega: "El espi-ritu, por tanto, escomo Adan; la sensibilidad, como Eva."X estoes desarrollado por Agustin. Losautores medievales, del siglo IXal XII, y hasta Pedro Lombardo (t 1159), prefieren una formula-cion mas cruda: Adan esel espiritu y Eva lacarne. Metafora siern-pre, gue no quiere decir que se niegue a lamujer como ser huma-no. Unicamente lautilizacionabusiva de una alusion de Gregoriode Tours (t c. 594) en el concilio de Macon de 585, pudo hacercreer que los clerigos discutian seriamente sila mujer tenia alma.Geoffroy de Vendome imagina un dialogo entre el pecador . .--esa sfmismo a quien humilla-y"su alma pecadora", "esposa deCris-to" caida por su falta y convertida en "hija del Diablo", "concubi-na del mas vilde los fornicadores". A estaalma -Ia suya-- -Iereco-mienda laconfesion de sus faltas el modelo de "Maria Magdalenapenitente". Marbode de RennesyAnselmo de Canterbury tam-bien esperan deMagdalena laredencion de su an ima p ecca tr ix . Estasconfesiones atronadotas, que ya habia proferido Pedro Damian,eterna reedicion de las Confesiones de Agustin y de Jeronimolavando los pies de Jesus con sus Iagrimas y enjugandolos con suscabellos para domefiar "su ~arne rebelde ayunando semanas ente-ras", estan Ilenas de retorica. Tambientienen su gramatica, queen cierto modo les fuerza. Anima pertenece al genero fenrenino;es, con toda naturalidad, una peccatrix femenina la que surge paraorientar al pecador arrepentido.

    Sin embargo, el espejo del hagiografo nos convence deque,por otra parte, ese movimiento retorico seencuentra con la rea-lidad, la de las mujeres. Marbode de Rennes reda~talavida ver-sificada de Thais, 0al menos a el le es atribuida; Hildeberto, laodeMarfa laEgipciaca. En ese siglo, quien, por asfdecirlo, no erea'mujeres santas, reescribe de buen grade las leyendas antiguas ypone demanifiesto un interes particular por laspeniten~es del desier-to. Thais es una celebre cortesana salvada por el abad Pafnu-

    LAMUJER AOJOS DE LOS CLERIGOS 63cio.Maria la Egipcfaca, despues de haber ofrecido los encantosde su qlerpo a todo viandante, vive en total soledad, mas alla delJordan; Es precisamentesu leyenda 10que inspira la V id a e re m i-tica deMaria Magdalena.;Es significativa la elecci6n de estos dostemas. La mujer es pecadora y,por esencia,~_~la carne. Para ella,la salvaCionsolC;--plledevenir del arrepentirnient()xla penitencia,~ nel castigo de esa carneculpable.Pero mientras que, en las tra-ducciones latinas de laAlta Edad Media, Pafnucio mostraba unatemible severidad, se suaviza en la reescritura del sigloXI. Llamasu "amiga"'a Thais. La apostrofa: "iOh, amada de Dios, imagendel Rey celeste!" En algunas de las expresiones bordadas de nue-vo sobre el viejo cafiamazo hay mas que la rneracontaminacion,porIa hagiografia,dellexico delfin' a m o r. Porotra parte,~queseguridad hay de que no haya sido ellenguaje mistico deIos cle- 'rigos el que haya proporcionado los primeros materiales de su poe-tica a los autores de literatura "cortes"?: Aunqueel Genesis soste- \niaque el hombre y la mujer habiansiClb creados "a imagen deDios", la Primera e p is to la a l os c or in ti os reservaba ese honor iini-camente al hombre, afirmando que lamujer, criatura secundaria,era "elreflejo" del hombre,XIlo del Creador. Agustin sufre porla conrradiccion; y 10 mismo ocurre con muchos otros despues deet, como Isidoro de Sevilla,Arnaud de Bonneval (t c. 1156), Gra-ciano (t1159), Tomas de Aquino. He aqui a lamas indignade lasmujeres, la cortes ana, promovida sin cortapisa a la categoria de"imagen del Reyceleste".

    Por ultimo, el movimiento se extiende mucho mas aHa delespejo de la hagiografia.El discurso y los actos s.eresponden. Enesa misma epoca, en esos mismos lugares, Roberto de ArbrisselyVital de Savigny(t 1122), bienaventurados fundadores de orde-nes,se preocupanporla suerte de las verdaderas meretrices, qui-zaprostitutas profesionales,pero tambien mujeres de segundo ran-go rechazacEis por sus maridos seglin el precepto de los clerigosreformadores, concubinas de sacerdotes condenados al anaterna,todasaquellas sobre las cuales Pedro Damian habra lanzado sumal-dicion medio siglo antes.Vitallasdotaylas casa. Presente en ladiocesis de Le Mans en 1116, elhereje Enrique llamado de Lau-sana, nuevo Oseas, obliga alos hombres desu tropa errante a casar---se con ellas. Roberto de Arbrissellas acoge en su orden y les con-sagra una plegaria: laMagdalena de Fontevraud. .AZ

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    Redimirse dos vecesLlegados a este punto, se admitir:i que no sirve de muchoin-dignarse con los unos porquc laEdad Media fuera tan obtusamen-te misogina, ni tampoco maravillarse con los otrosde que otorga-raun papel tan hermoso alasmujeres. Habiendo partido de un do-minio infimo en comparacion con el milenario medieval y con elterritorio de Occidente, tras las huellas de un reducido micleo dehombres yde algunos de sus contemporaneos, todos los cuales be-bian sin cesar enla inmensa reserva dela pattistica, esimposible de-jar de comprobar lacomplejidad del sistema de representaci6n delamujer en laalta cultura clerical. Mas que confecclonar largas lis-tas de fragmentos escogidos que tanto pueden servir paraapoyaruna tesis como la otta, nosha parecido preferible deslizarnos porlosvericuetos delacultura y del funcionamiento mental deunamues-tra de individuos, testigosde su epoca.Estos hombrespiensan sobre labasede modelos queles sumi-_nistra laJ~:s._~Eitura..odarealidad les llega atraves de este prisma;o,mas exactamente, estan convencidos de que 10 que hoy llama-mos realidad no es otra cosa que la proyecci6n de una Idea de lamujer, de la que no podria haber mejor revelaci6n que la de lasfiguras salidas de estos textos en los que se.aloja la Revelaci6n detodas las cosas. Por razones de esttategia eclesial, de disciplina cle-rical, de promoci6n de una nueva morali en este pasaje del siglo XIal XII;, Eva es humillada mas que de costumbre: es la mujer de laque esrnenester apartar al clerigo, la mujer despreciablede la quehay que expurgar las unionesprincipescas, la hija del Diablo. LaVirgen Madre,a medida que loslinajesse estrechan, es proyec-tada por los hombres fuera del alcance de las mujeres de este mun-do. En esta acusadacesura entte ambas figuras principalesse per-fila Magdalena. Los siglos _ ? ; J y XII marcan el gran impulso de suculto. La compleja figurade origen evangelico se hace mas inten-say mas necesaria. Mas intensa, pues los hombres,los clerigos,la invisten del sentimientonuevo de la conciencia, que les advie-ne como sentimiento de. culpabil idad. Mas necesario para lasmujeres, para quienes las vias de salvaci6n eran por entonces muyescarpadas, cuando no callejones sinsalida. Entre la puerta demuer-tey lapuerta de vida, labienvenida pecadoraes una puerta entre-abierta a una redencion posible, pero al precio de la confesion,del arrepentimiento, de la penitencia.

    Esta tercera via que abre entonces Magdalena no deja de te-ner relacion-Georges Duby nos 10 sugiere- con _eltercer lugarque]acquesLe Goff ve constituirse en tanto tal enla :e~undamitad del sigle XII, y que tambien esun lugar de arrepentImlent~,de esperanza y de temor: el Purgatorio. Todo pec~?or deb~ redi-mirse de la falta que 10 marca desde su concepcion. Se tiene elsentimiento de que las mujeres, bajo los auspicios de Magda-lena deben redimirse dos vecesmas bien que una: de ser peca-, - .doras y deser mujeres.

    Tiempos nuevosEste es el principal punta de acuerdo. Sin em~argo,

    bastacon desplazarse un poco en el tiempoy en el espacio p~raque rambien el sistema de repr~sent~cion clerical de la mUJ.ersufra un desfase, auncuandoslga allmentandose en los rrus-mos sitios. Anselmo de Canterbury, por ejemplo, que tantasveces hemos citado beneficia en general a las mujeres con e1optimismo que ma~ca toda su obra, profundamente confia-da en la Encarnaci6n. Un innovador tal como Abelardo con-cilia "un antifelflinismo especulativo yun feminismo practice".Autores como Hugo y Ricardo de Saint-Victor (t 1141 Y1173, respectivamente) exploran direcciones original~s: u~asuperaci6n de 10 masculino y de 10 femenino en un m~tnmoll1,oque de un gran espacio al amor, pero que se a1eJe 10 masposible de la sexua1idad. .En el curso de los siglos siguientes puede advertlrse lascontinuidades y las inflexiones de las tres imageries dominantesde la mujer en la cultura de los clerigos: la tentadora, laReina del Cielo -cuyo motivo iconografico inaugura tal vezSuger, abad deSaint-Denis (t 1151)- Yla pecadora redi~ni-da. A cada instante, en la obra decada autor, estos tres hilosentrelazados se anudan en una configuraci6n singular. Pero,adernas, hayalgo que modifica la coyuntura a par.tir.del.a,mita,didel siglo XII. Por una parte, se asiste a una .especl:hzaclOn ~asacusada de las tareas que en la epoca antenor: teologos (el ter-mino no existfa hasta entonces), canonistas, predicadores, paso.tores, hagiografos, enciclopedistas y misticos se dividian mas.4':S

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    66 LASNORMAS DEL CONTROL LAMUJER AOJOS DE LOS CLERIGOS 67estrictamente el vasto campo que con anterioridad abarcabaun solo hombre culto. A partir de ese momento, es mas raroencontrar en una sola obra a aquel espectro que ofrecran losautores angevinos. Porotra parte, las devociones locales, lapiedad de los fieles, viene a provocar mas sensiblemente; a vecesincluso a perturbar, a los clerigos encargados de explicar launidad de la Fe. En particular -y no es esto 1 0 menos imp or-tante- las mujeres mismas intentan hacerse ofr, expresarsus inquietudes, sus deseos, sus esperanzas en materia reli-giosa. En las epocas anteriores, los clerigos dictaban al mundosu ordenamiento desde 1 0 alto de su magisterio. En ade lan-te, y cada vez con mayor Trecuencia, deben reaccionar a lasiniciativas queamenazan con pillarlos sin respuesta.En el nombre de ia M adre y d el H ij o

    Marfa. Es laepoca culminante de la devocion mariana, deChartres a Amiens. Su temporada de esplendor. Los cantosde alabanza mas enarnorados provienen del medio moruistico,y muy en particular de los cistercienses, tras laestela del doctormelifluo, Bernardo deClaraval. Sin embargo, Jean Leclercq,una vez analizados los apocrifos, destaca la escasez de innova-ciones teoricasde Bernardo en materia mariologica, peroresumenen una palabra la razon del exito asombrosode sus textos: "subelleza". A partir del comienzo del siglo XIII,los mendicantes,:y sobre todo los franciscanos, toman con firmeza elrelevo. Ten-didahacia la Virgen, asies, precisamente, como la misticamedieval remonta elvue\9: piedad filial, piedadde hijo, mas quenunca, Tal vez menoscrispacion sobre la vi:t:.ginidad: la mujertriunfa como madre.

    Las facultades de teologfa son ellugar por excelencia delaespeculaci6n yde la elaboracion dogmatica. Kari ElisabethBerresen ha mostrado como cinco autoresmendicantes, tres deellos franciscanos -Alejandro de Hales (t 1245), Buenaventura(t 1274), Juan Duns Scoto Ct 1308)-y dos dominicos -Al-berto Magno Ct 1280) y Tornas de Aquino(t'i274)-,iniciadosala reflexion por la devocion.ala Concepcion de la Virgen, hande echar, en el terrnino de medio siglo, las bases te6ricas quepermitirancompletar la elaboracidnde los dos ultimos gran-des dogmas marianos: la santificaci6n de Maria, que no es ante

    todo mas que purificacion, reparacion del pecadooriginal enbeneficio excepcional de la Madre del Salvador, pero que, conDuns Scoto, se convierte en una preservacion de toda la tareadesde el odgen, 1 0 que lleva directamente a .la InmaculadaConcepcion; suAsuncion corporal al CieIo, que no esla ausen-cia de. muerte," sIno el resgu;i-id-C;"con.-tr-i'c-uafquler-'putrefac-

    '-c16n:-i'anto en r a conc-ep'ci6n-como-enel-deceso, ,Maif~escapaiun un poco mas a la.~9nd_ici9_t:l_hu~~l1a.No obstante,se aproxima a la humanidad -yes en la ico-nografia donde mejor se percibe esto- en sus cariciasde humil-de campesina a su hijO,a

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    68 LAMUJER A O)OS DE LOS CLERlGOS 69LASNORMAS DEL CONTROLque atribuye al semen masculino el papel esencialde 1a pro-creacion, lleva a Tomas de Aquino a pensar que elpe'cadoori-gina1tiene suoriger; en Adan. seextiende a toda la descendenciahumana a traves de las cadenas de padres, idea que 10une a Agus-tin. Esto equivale a afirmar que toda iniciativa es masculina yque la mujer, "macho frustrado", segun la expresion de Aris-toreles, nopuede vivir si noes en 1asubordinacion.

    Sin embargo,en los iilt imos siglos dela Edad Media, unadoble novedad marcala figuradela mujer aliada a la serpienteysu uso. En primer lugar, mientras que las epocas anterio-res habian reservadolas precauciones para los monjes y losclerigos que debianfortalecer su disgusto de la carne, apar-tir de mediad os del siglo XII tales juicios se encuentran muchomas extendidos en una literatura clerical que apunta a unpublico mas vas_~o:canonistas,moralistas, y luego,a partir del.'siglo XIV, incluso redactoresde manuales de la Inquisicioh.Lasegunda novedad estematic~. Reaparece entoncesconfuerza unviejomotivo alque no eran ajenos el Antiguo Tes-tamento, ni 1aAntigtiedad.clasica, ni los Padres de los primerossiglos, como Juan Crisostomo, perocuyo empleo sehabia debi-litado en la Alta Edad Media: la charla,elinsoportable cote-rreo de las mujeres., Graciano, Gilberto de Tournai (t 1284),Tomas de Aquino, Alvaro Pelayo, el Mar ti ll o d e l as he c hi ce ra s,.mu1tip1ican 1a denuncia del flagelo de los nuevos tiempos ylas prohibiciones que tienden a su .represion. He aqui, seindigna Gilberto de Tournai, que las mujeres se sienten convalor para hablar en publico y, 1 0 que es peor, para decir supalabra sobre el dogma y las Escrituras. Tomas de Aquino 10recuerda: solo 1es esta permitida 1apalabra privada; sin dudala profeda les esta abierta, puesto que es 1aexpresionde undon carismatico. Enlo esencial, se atienen 10 mas posible a1aleccion de Graciano: "La mujer, aun cuando sea docta y sana,no debe pretender ensefiar a los hombres [virosJ en la asam-bIea." Si se machaca con renovado vigor la vieja leccion delApostol, ella se debe a que el peligro asoma, y muy real: enla diocesis de Lieja, enBrabante, en el monasterio de Helfta,en Umbria 0 en Toscana, mujeres -.' monjas, beguinas y otras-tratan de hacer oirsu voz en el dominio delo sagrado, tien-den a acceder a la Palabra viva. Los guardianes de la Escri-

    tura no podrian tolerar esta amenaza a su mon6~01io si no esal:precio de ul1.control absoluto -c~yo mecall1s~o es des-montado pO:f Carla Casagrandey SIlvana VecchIO en estevolumen-_yc!C::,~a ~gilante contention del impetuoso torren-te,de la l~l1gl!?,9~J~S. mujer.e.Nu ev as v oc es

    Magdalena. Surgida de multiples figuras, adopta ince-santerne-rite ~ultiples_rostro!). Es lapro?~a Maria.;_Magdal~na,cuyoculto continua Victor Saxer, se deblhta~n ~ezelay, trrun-fa en san Maximino, resplarttiece en Francia, SIll duda, perotambien en Inglaterra Y en Alemania, yconquista a Italia.Comomuestra Daniel Russo, franciscanos y dominicos se con-vierten en celosos propagadoresde su culto y de su imagen. Enla iconografiai taliana tiende a veces aconfundirse con el pro-Plo 'Francisco, en uno de esos raros pasajes en que lascatego-rias sexuales tienden a abolirse. En el siglo xv , la cabell era dela pecadora invade lapinturay la escultura.Los e~tablec~-mientos destinados a acogera las prostitutas arrepentlda~ bajoelvocablo de.la santa se mult iplican en todo el Occidente.Son tambien las figuras rejuvenecidas, surgidas de 1aactualidadhagiografica; En efecto, el pueblo de Dios comien-za a producir santos en abundancia. En ello aumenta notable-mente laparte correspondientealas mujeres, que en;tre 1~50y 1300 llega aun cuarto,para culminar en cerca de130 por cien-to durante l\lprimera mitad del siglo xv. Tan solo en 10que res-pecta a lasisantas de Italia, e1 papel de las mujeres que hanconocido la carne alcanza su culminacion en los siglos XIII-XIV:un tercio de mujeres casadas 0 viudas contra dos tercios de vir-genes llevadas a los altares. La fraccion parece todavia muy redu-cida. Pero ninguna epoca se aproximara a ella hasta nuestrosdias. La hagiografia de Margarita de Cortona (t 1297) relatacomo Cristo revela a su hija bienamada la increible redencion:Magdalena, figura ernblematica dela pecadora arrepentida deCortona, esacogida en el cora celeste de las virgenes justamentedetras de la Virgen y de Catalina de Alejandria. Lo que J ero-nimo no podia enfrentar, 10que Ped.ro Damia,n no po~fa adm~-tirsin grandes dificultades, se ha realizado aqm: 1aommpotenCladivina restaura la virginidad a qui en la habia perdido. It:;

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    70 LASNORlvIAS DEL CONTROL

    Detalle de La Magdalena leyendo de Roger vander Weiden (1397/400-1464). Londres, National Gallery.

    (Progreso? A este texto deexcepci6nse podrfa oponer unamasa de textos en sentido contrario. (Nuevo dato? Sin duda.El periodo "gregoriano" se centraba en primer lugar en elcontrol de los 'clerigos, luego de los principes, mas farde de losdernas. Los iiltimos siglos de la Edad Media yen el mundo delos cler igos muy interesados en controlar el mundo de lasmujeres. Esta acrecentadaatenci6nda al Occidente grandes figu-ras femeninas, ya que esmenester promover modelos y saber

    LAMUJER AOJOS DE LOS CLERlGOS 71

    dejarlas evolucionar para combatirlas mejor: Brigit te de Sue-cia (t 1373), CatalinadeSiena (t1380), que hablan en voz altay firme a los poderosos e incluso alpapa. Este celo se expresatambien en la sospecha ari-