curso formación 2014

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Curso de formación -1. El marxismo: Fundamento científico de la crítica a la sociedad capitalista - 2. De Marx a Lenin: El partido y el estado - 3. El leninismo: Sistematización de las leyes de la revolución 2 o quincena de febrero 2014 Facultad de Cs. Sociales - UBA MT. de Alvear 2230 Introducción a los conceptos básicos del marxismo - leninismo contacto: [email protected]

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  • Curso de formacin

    -1. El marxismo:Fundamento cientfico de la crtica

    a la sociedad capitalista- 2. De Marx a Lenin: El partido y el estado

    - 3. El leninismo: Sistematizacin de las leyes de la revolucin

    2o quincena de febrero 2014Facultad de Cs. Sociales - UBA

    MT. de Alvear 2230

    Introduccin a los conceptos bsicos del marxismo - leninismo

    contacto: [email protected]

  • 2Introduccin al marxismo - leninismo

  • 3PRML - CABA - febrero 2014

    Curso bsico: Introduccin al marxismo - leninismoFundamentacinLos socialistas previos y contemporneos a Marx y Engels tuvieron el mrito de plantear un proble-ma: la sociedad capitalista es injusta. Si los esquemas y las teoras que elaboraron no dieron con una respuesta acertada, fue por la falta de entendimiento sobre su funcionamiento objetivo. As, mientras todo el socialismo previo fue fundamentalmente subjetivista, el socialismo de Marx parte de premisas objetivas de la sociedad capitalista para fundamentar cientficamente la factibilidad de la revolucin y sus objetivos. El mtodo marxiano plantea las determinaciones de lo social, pero lo social no se entiende por fuera de la actividad de los seres humanos. El sujeto revolucionario -la clase trabajadora- debe descorrer el velo que le impide concebir el lugar que ocupa en la realidad para su transformacin, fin ltimo de la ciencia en un sentido revolucionario. Tanto Marx (y Engels) como Lenin fueron hombres de teora y de accin; intelectuales en el sentido marxista del trmino, es decir, personas que sistematizaron un cuerpo terico a partir de la inter-vencin prctica en la realidad. La diferencia entre los dos es, precisamente, esa experiencia, en funcin de la etapa histrica vivida por cada uno. Marx sintetiz el estudio cientfico de alrededor ms de un siglo de funcionamiento de la sociedad capitalista y sistematiz la experiencia de las luchas obreras. Entre sus principales postulados se cuentan el antagonismo de clases como fundamento de la sociedad, el carcter alienante, explota-dor y expropiador del modo de produccin capitalista, la necesidad histrica de la clase obrera de organizarse en un partido propio para luchar por el comunismo, la necesidad de la revolucin para lograr dicho objetivo, el carcter de clase del Estado. Lenin parti de dichos planteos y los desarroll a la luz de las novedades registradas tras medio siglo. Entre ellas podemos contar tres puntos centrales: la experiencia de la Comuna de Pars (pro-ducida en vida de Marx), el paso del capitalismo de libre concurrencia al capitalismo imperialista y el desarrollo de la Revolucin Rusa. De esta manera, a travs de su obra y de su intervencin prctica, Lenin le dio continuidad al marxismo respetando su contenido revolucionario, legando un poderoso acervo terico prctico a la clase obrera mundial, cuyas leyes generales conservan la capacidad de interpelar el presente: el marxismo - leninismo.

    Contenidos:

    Unidad 1. El marxismo: fundamento cientfico de la crtica a la sociedad capitalistaEl mtodo marxista: el materialismo histrico. La relacin entre el sujeto y el objeto: rol del trabajo. Ser social y conciencia: el concepto de determinacin. Ideologa y falsa conciencia. La divisin so-cial del trabajo: de la separacin entre trabajo intelectual y trabajo manual a la apropiacin privada de la produccin social. La separacin del productor de su producto: la alienacin. Las leyes obje-tivas de la sociedad capitalista: mercanca, fetichismo, plusvala, explotacin, capital constante y variable, tendencia decreciente de la tasa de ganancia.Contexto histrico: los medios filosficos alemanes en el siglo XIX: de Hegel a los neohegelianos y Feuerbach, hasta Marx y Engels. El socialismo utpico. El desarrollo del capitalismo en Gran Bretaa desde la primera revolucin industrial.

    Bibliografa obligatoria: Seleccin de los siguientes trabajos-Marx, K. y Engels, F: La Ideologa Alemana-Marx, K: Prlogo a la Contribucin a la Crtica de la Economa Poltica y El trabajo alienado (en Manuscritos econmico - filosficos)-Lenin, V.: Carlos Marx. Breve esbozo biogrfico, con una exposicin del marxismoBibliografa sugerida: -Marx, K: El Capital, libro 1, captulo 1.

  • 4Introduccin al marxismo - leninismo

    Unidad 2. De Marx a Lenin: el partido y el estadoBurguesa y proletariado: clases sociales antagnicas. Lucha de clases y revolucin. La clase obre-ra, nica clase revolucionaria. El comunismo, objetivo histrico de la clase obrera. La necesidad del partido de la clase. El partido de cuadros, modelo opuesto al partido economicista y espontanesta. El Estado burgus: una mquina de guerra contra el proletariado. Revolucin y destruccin del Estado burgus. El Estado Comuna. Contexto histrico: El ciclo de la revolucin y la contrarrevolucin europeas, particularmente en Francia: 1830, 1848 y golpe de Bonaparte. Las tendencias en el movimiento obrero y la Asociacin Internacional de los Trabajadores. La guerra franco - prusiana y la Comuna de Pars de 1870. El zarismo y la organizacin de los marxistas en Rusia. La II Internacional, debates con los revisio-nistas. Bibliografa obligatoria: seleccin de fragmentos de las siguientes obras:-Marx, K. y Engels, F: Manifiesto del Partido Comunista-Marx, K: La guerra civil en Francia -Lenin, V.: Enseanzas de la Comuna y En memoria de la Comuna-Comit Central del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS: Historia del PC(b) de la URSS (pasaje referido al Qu hacer? de Lenin) -Lenin, V: El estado y la revolucinBibliografa sugerida: -Lenin, V: Qu Hacer?

    Unidad 3. El leninismo: sistematizacin de las leyes de la revolucinLas clases y las fracciones de clase en el proceso revolucionario de 1905, sus programas y la tctica de la clase obrera: contradiccin principal y contradiccin secundaria, programa mnimo y programa mximo. Revolucin democrtica y socialismo: la dictadura democrtica del proletaria-do y el campesinado. Insurreccin armada, gobierno provisional y asamblea constituyente: rol del partido de la clase obrera en el proceso poltico. La revolucin de febrero de 1917, el doble poder y la originalidad histrica de los soviets. Trnsito de la revolucin democrtica a la revolucin so-cialista: fundamentos. Capitalismo de libre concurrencia y capitalismo monoplico. Caractersticas del desarrollo de las fuerzas productivas en el monopolio. Caractersticas del imperialismo. Pases centrales, pases coloniales y pases dependientes.Contexto histrico: el POSDR: bolcheviques y mencheviques. Las revoluciones en 1905 y 1917 en Rusia. La I Guerra Mundial y la fractura de la II Internacional. Bibliografa obligatoria:-Lenin, V: Tesis de Abril y Cartas sobre tctica-Fichas de elaboracin propia en base a Dos tcticas de la socialdemocracia en la revolucin de-mocrtica y El imperialismo, etapa superior del capitalismoBibliografa sugerida: -Lenin, V: Dos tcticas de la socialdemocracia en la revolucin democrtica y El imperialismo, etapa superior del capitalismo

  • 5PRML - CABA - febrero 2014

    Marx y Engels: La ideologa Alemana (1846). Fragmentos del captulo 1

    Premisas de las que arranca la concepcin materialista de la historia

    Las premisas de que partimos no son arbitrarias, no son dogmas, sino premisas reales, de las que slo es posible abstraerse en la imaginacin. Son los individuos reales, su accin y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado ya hechas, como las engendradas por su propia accin. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por la va puramente emprica.

    La primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia de individuos humanos vivientes. El primer estado que cabe constatar es, por tanto, la organizacin corprea de estos individuos y, como consecuencia de ello, su relacin con el resto de la naturaleza. No podemos entrar a examinar aqu, naturalmente, ni la contextura fsica de los hombres mismos ni las condiciones naturales con que los hombres se encuentran: las geolgicas, las oro-hidrogrficas, las climticas y las de otro tipo. Toda historiografa tiene necesariamente que partir de estos fundamentos naturales y de la modificacin que experimentan en el curso de la historia por la accin de los hombres.

    Podemos distinguir los hombres de los animales por la conciencia, por la religin o por lo que se quiera. Pero los hombres mismos comienzan a ver la diferencia entre ellos y los animales tan pronto comienzan a producir sus medios de vida, paso este que se halla condicionado por su organizacin corprea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material.

    El modo de producir los medios de vida de los hombres depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que hay que reproducir.

    Este modo de produccin no debe considerarse solamente en el sentido de la reproduccin de la existencia fsica de los individuos. Es ya, ms bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Los individuos son tal y como manifiestan su vida. Lo que son coincide, por consiguiente, con su produccin, tanto con lo que producen como con el modo de cmo producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su produccin.

    Esta produccin slo aparece al multiplicarse la poblacin. Y presupone, a su vez, un trato entre los individuos. La forma de est intercambio se halla condicionada, a su vez, por la produccin.

    Las relaciones entre unas naciones y otras dependen del grado en que cada una de ellas haya desarrollado sus fuerzas productivas, la divisin del trabajo y el trato interior. Es ste un hecho generalmente reconocido. Pero, no slo las relaciones entre una nacin y otra, sino tambin toda la estructura interna de cada nacin depende del grado de desarrollo de su produccin y de su trato interior y exterior. Hasta qu punto se han desarrollado las fuerzas productivas de una nacin lo indica del modo ms palpable el grado hasta el que se ha desarrollado en ella la divisin del trabajo. Toda nueva fuerza productiva, cuando no se trata de una simple extensin cuantitativa de fuerzas productivas ya conocidas con anterioridad (como ocurre, por ejemplo, con la roturacin de tierras) trae como consecuencia un nuevo desarrollo de la divisin del trabajo.

    La divisin del trabajo dentro de una nacin se traduce, ante todo, en la separacin del trabajo industrial y comercial con respecto al trabajo agrcola y, con ello, en la separacin de la ciudad y el campo y en la oposicin de sus intereses. Su desarrollo ulterior conduce a que el trabajo comercial se separe del industrial. Al mismo tiempo, la divisin del trabajo dentro de estas diferentes ramas acarrea, a su vez, la formacin de diversos sectores entre los individuos que cooperan en determinados trabajos. La posicin que ocupan entre s estos diferentes sectores se halla condicionada por el modo de aplicar el trabajo agrcola, industrial y comercial (patriarcalismo, esclavitud, estamentos, clases). Y las mismas relaciones se revelan, al desarrollarse el trato, en las relaciones entre diferentes naciones.

    Las diferentes fases de desarrollo de la divisin del trabajo son otras tantas formas distintas de la propiedad; o, dicho en otros trminos, cada etapa de la divisin del trabajo determina tambin las relaciones de los individuos entre s, en lo tocante al material, el instrumento y el producto del trabajo.

    Esencia de la concepcin materialista de la historia. El ser social y la conciencia social

    Nos encontramos, pues, con el hecho de que determinados individuos que se dedican de un determinado modo a la produccin, contraen entre s estas relaciones sociales y polticas determinadas. La observacin emprica tiene necesariamente que poner de relieve en cada caso concreto, empricamente y sin

  • 6Introduccin al marxismo - leninismo

    ninguna clase de embaucamiento y especulacin, la relacin existente entre la estructura social y poltica y la produccin. La estructura social y el Estado brotan constantemente del proceso de vida de determinados individuos; pero de estos individuos, no como puedan presentarse ante la imaginacin propia o ajena, sino tal y como realmente son; es decir, tal y como actan y como producen materialmente y, por tanto, tal y como desarrollan sus actividades bajo determinados lmites, premisas y condiciones materiales, independientes de su voluntad.

    La produccin de las ideas, las representaciones y la conciencia aparece, al principio, directamente entrelazada con la actividad material y el trato material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. La formacin de las ideas, el pensamiento, el trato espiritual de los hombres se presentan aqu todava como emanacin directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la produccin espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la poltica, de las leyes, de la moral, de la religin, de la metafsica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero se trata de hombres reales y activos tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el trato que a l corresponde, hasta llegar a sus formas ms lejanas. La conciencia jams puede ser otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideologa, los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cmara oscura, este fenmeno proviene igualmente de su proceso histrico de vida, como la inversin de los objetos al proyectarse sobre la retina proviene de su proceso de vida directamente fsico.

    Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofa alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aqu se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aqu, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente acta y, arrancando de su proceso de vida real, se expone tambin el desarrollo de los reflejos ideolgicos y de los ecos de este proceso de vida. Tambin las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empricamente registrable y ligado a condiciones materiales. La moral, la religin, la metafsica y cualquier otra ideologa y las formas de conciencia que a ellos correspondan pierden, as, la apariencia de su propia sustantividad.

    No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su produccin material y su trato material cambian tambin, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como si fuera un individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia.

    Y este modo de considerar las cosas posee sus premisas. Parte de las condicionas reales y no las pierde de vista ni por un momento. Sus premisas son los hombres, pero no tomados en un aislamiento y rigidez fantstica, sino en su proceso de desarrollo real y empricamente registrable, bajo la accin de determinadas condiciones. En cuanto se expone este proceso activo de vida, la historia deja de ser una coleccin de hechos muertos, como lo es para los empricos, todava abstractos, o una accin imaginaria de sujetos imaginarios, como lo es para los idealistas.

    Marx: Prlogo a la Contribucin a la Crtica de la Economa Poltica (1859). Extracto

    Mi investigacin me llev a la conclusin de que, tanto las relaciones jurdicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por s mismas ni por la llamada evolucin general del espritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de sociedad civil, y que la anatoma de la sociedad civil hay que buscarla en la economa poltica. En Bruselas a donde me traslad a consecuencia de una orden de destierro dictada por el seor Guizot prosegu mis estudios de economa poltica comenzados en Pars. El resultado general al que llegu y que una vez obtenido sirvi de hilo conductor a mis estudios puede resumirse as: en la produccin social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de produccin que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccin forma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden determinadas

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    formas de conciencia social. El modo de produccin de la vida material condiciona el proceso de la vida social poltica y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradiccin con las relaciones de produccin existentes o, lo que no es ms que la expresin jurdica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta all. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre as una poca de revolucin social. Al cambiar la base econmica se transforma, ms o menos rpidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones econmicas de produccin y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurdicas, polticas, religiosas, artsticas o filosficas, en una palabra las formas ideolgicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que l piensa de s, no podemos juzgar tampoco a estas pocas de transformacin por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de produccin. Ninguna formacin social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jams aparecen nuevas y ms elevadas relaciones de produccin antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre nicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrar siempre que estos objetivos slo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se estn gestando, las condiciones materiales para su realizacin. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas pocas de progreso en la formacin econmica de la sociedad el modo de produccin asitico, el antiguo, el feudal y el moderno burgus. Las relaciones burguesas de produccin son la ltima forma antagnica del proceso social de produccin; antagnica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solucin de este

    antagonismo. Con esta formacin social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.

    Marx: El trabajo enajenado (1844)

    Hemos partido de los presupuestos de la Economa Poltica. Hemos aceptado su terminologa y sus leyes. Damos por supuestas la propiedad privada, la separacin del trabajo, capital y tierra, y la de salario, beneficio del capital y renta de la tierra; admitamos la divisin del trabajo, la competencia, el concepto de valor de cambio, etc. Con la misma Economa Poltica, con sus mismas palabras, hemos demostrado que el trabajador queda rebajado a mercanca, a la ms miserable de todas las mercancas; que la miseria del obrero est en razn inversa de la potencia y magnitud de su produccin; que el resultado necesario de la competencia es la acumulacin del capital en pocas manos, es decir, la ms terrible reconstitucin de los monopolios; que, por ltimo; desaparece la diferencia entre capitalistas y terratenientes, entre campesino y obrero fabril, y la sociedad toda ha de quedar dividida en las dos clases de propietarios y obreros desposedos.

    La Economa Poltica parte del hecho de la propiedad privada, pero no lo explica. Capta el proceso material de la propiedad privada, que esta recorre en la realidad, con frmulas abstractas y generales a las que luego presta valor de ley. No comprende estas leyes, es decir, no prueba cmo proceden de la esencia de la propiedad privada. La Economa Poltica no nos proporciona ninguna explicacin sobre el fundamento de la divisin de trabajo y capital, de capital y tierra. Cuando determina, por ejemplo, la relacin entre beneficio del capital y salario, acepta como fundamento ltimo el inters del capitalista, en otras palabras, parte de aquello que debera explicar. Otro tanto ocurre con la competencia, explicada siempre por circunstancias externas. En qu medida estas circunstancias externas y aparentemente casuales son slo expresin de un desarrollo necesario, es algo sobre lo que la Economa Poltica nada nos dice. Hemos visto cmo para ella hasta el intercambio mismo aparece como un hecho ocasional. Las nicas ruedas que la Economa Poltica pone en movimiento son la codicia y la guerra entre los codiciosos, la competencia.

    Justamente porque la Economa Poltica no comprende la coherencia del movimiento pudo, por ejemplo, oponer la teora de la competencia a la del monopolio, la de la libre empresa a la de la corporacin, la de la divisin de la tierra a la del gran latifundio, pues competencia, libertad de

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    empresa y divisin de la tierra fueron comprendidas y estudiadas slo como consecuencias casuales, deliberadas e impuestas por la fuerza del monopolio, la corporacin y la propiedad feudal, y no como sus resultados necesarios, inevitables y naturales.

    Nuestra tarea es ahora, por tanto, la de comprender la conexin esencial entre la propiedad privada, la codicia, la separacin de trabajo, capital y tierra, la de intercambio y competencia, valor y desvalorizacin del hombre; monopolio y competencia; tenemos que comprender la conexin de toda esta enajenacin con el sistema monetario.

    No nos coloquemos, como el economista cuando quiere explicar algo, en una imaginaria situacin primitiva. Tal situacin primitiva no explica nada, simplemente traslada la cuestin a ua lejana nebulosa y griscea. Supone como hecho, como acontecimiento lo que debera deducir, esto es, la relacin necesaria entre dos cosas, Por ejemplo, entre divisin del trabajo e intercambio. As es tambin como la teologa explica el origen del mal por el pecado original dando por supuesto como hecho, como historia, aquello que debe explicar.

    Nosotros partimos de un hecho econmico, actual. El obrero es ms pobre cuanta ms riqueza produce, cuanto ms crece su produccin en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercanca tanto ms barata cuantas ms mercancas produce. La desvalorizacin del mundo humano crece en razn directa de la valorizacin del mundo de las cosas. El trabajo no slo produce mercancas; se produce tambin a s mismo y al obrero como mercanca, y justamente en la proporcin en que produce mercancas en general.

    Este hecho, por lo dems, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a l como un ser extrao, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivacin del trabajo. La realizacin del trabajo es su objetivacin. Esta realizacin del trabajo aparece en el estadio de la Economa Poltica como desrealizacin del trabajador, la objetivacin como prdida del objeto y servidumbre a l, la apropiacin como extraamiento, como enajenacin.

    Hasta tal punto aparece la realizacin del trabajo como desrealizacin del trabajador, que ste es desrealizado hasta llegar a la muerte por inanicin. La objetivacin aparece hasta tal punto como perdida del objeto que el trabajador se ve privado

    de los objetos ms necesarios no slo para la vida, sino incluso para el trabajo. Es ms, el trabajo mismo se convierte en un objeto del que el trabajador slo puede apoderarse con el mayor esfuerzo y las ms extraordinarias interrupciones. La apropiacin del objeto aparece en tal medida como extraamiento, que cuantos ms objetos produce el trabajador, tantos menos alcanza a poseer y tanto ms sujeto queda a la dominacin de su producto, es decir, del capital.

    Todas estas consecuencias estn determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extrao. Partiendo de este supuesto, es evidente que cunto ms se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto ms poderoso es el mundo extrao, objetivo que crea frente a s y tanto ms pobres son l mismo y su mundo interior, tanto menos dueo de s mismo es. Lo mismo sucede en la religin. Cuanto ms pone el hombre en Dios, tanto memos guarda en si mismo. El trabajador pone su vida en el objeto pero a partir de entonces ya no le pertenece a l, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto ms carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo es l. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto ms insignificante es el trabajador. La enajenacin del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de l, independiente, extrao, que se convierte en un poder independiente frente a l; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraa y hostil.

    Consideraremos ahora ms de cerca la objetivacin, la produccin del trabajador, y en ella el extraamiento, la prdida del objeto, de su producto.

    El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible. Esta es la materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que produce. Pero as como la naturaleza ofrece al trabajo medios de vida, en el sentido de que el trabajo no puede vivir sin objetos sobre los que ejercerse, as, de otro lado, ofrece tambin vveres en sentido estricto, es decir, medios para la subsistencia del trabajador mismo. En consecuencia, cuanto ms se apropia el trabajador el mundo exterior, la naturaleza sensible, por medio de su trabajo, tanto ms se priva de vveres en este doble sentido; en primer lugar, porque el mundo exterior sensible cesa de ser, en creciente medida, un objeto perteneciente a su trabajo, un medio de vida de su trabajo; en segundo trmino, porque este mismo mundo deja de representar, cada vez ms pronunciadamente,

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    vveres en sentido inmediato, medios para la subsistencia fsica del trabajador.

    El trabajador se convierte en siervo de su objeto en un doble sentido: primeramente porque recibe un objeto de trabajo, es decir, porque recibe trabajo; en segundo lugar porque recibe medios de subsistencia. Es decir, en primer trmino porque puede existir como trabajador, en segundo trmino porque puede existir como sujeto fsico. El colmo de esta servidumbre es que ya slo en cuanto trabajador puede mantenerse como sujeto fsico y que slo como sujeto fsico es ya trabajador.

    (La enajenacin del trabajador en su objeto se expresa, segn las leyes econmicas, de la siguiente forma: cuanto ms produce el trabajador, tanto menos ha de consumir; cuanto ms valores crea, tanto ms sin valor, tanto ms indigno es l; cuanto ms elaborado su producto, tanto ms deforme el trabajador; cuanto ms civilizado su objeto, tanto ms brbaro el trabajador; cuanto mis rico espiritualmente se hace el trabajo, tanto ms desespiritualizado y ligado a la naturaleza queda el trabajador.)

    La Economa Poltica oculta la enajenacin esencial del trabajo porque no considera la relacin inmediata entre el trabajador (el trabajo) y la produccin. Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por mquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo brbaro, y convierte en mquinas a la otra parte. Produce espritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador.

    La relacin inmediata del trabajo y su producto es la relacin del trabajador y el objeto de su produccin. La relacin del acaudalado con el objeto de la produccin y con la produccin misma es slo una consecuencia de esta primera relacin y la confirma. Consideraremos ms tarde este otro aspecto. Cuando preguntamos, por tanto, cul es la relacin esencial del trabajo, preguntamos por la relacin entre el trabajador y la produccin.

    Hasta ahora hemos considerado el extraamiento, la enajenacin del trabajador, slo en un aspecto, concretamente en su relacin con el producto de su trabajo. Pero el extraamiento no se muestra slo en el resultado, sino en el acto de la produccin, dentro de la actividad productiva misma. Cmo podra el trabajador enfrentarse con el producto de su actividad como con algo extrao si en el acto mismo de la

    produccin no se hiciese ya ajeno a s mismo? El producto no es ms que el resumen de la actividad, de la produccin. Por tanto, si el producto del trabajo es la enajenacin, la produccin misma ha de ser la enajenacin activa, la enajenacin de la actividad; la actividad de la enajenacin. En el extraamiento del producto del trabajo no hace ms que resumirse el extraamiento, la enajenacin en la actividad del trabajo mismo.

    En qu consiste, entonces, la enajenacin del trabajo?

    Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energa fsica y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espritu. Por eso el trabajador slo se siente en s fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de s. Est en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no est en lo suyo. Su trabajo no es, as, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfaccin de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carcter extrao se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coaccin fsica o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En ltimo trmino, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que ste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando est en l no se pertenece a si mismo, sino a otro. As como en la religin la actividad propia de la fantasa humana, de la mente y del corazn humanos, acta sobre el individuo independientemente de l, es decir, como una actividad extraa, divina o diablica, as tambin la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la prdida de s mismo.

    De esto resulta que el hombre (el trabajador) slo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo ms en aquello que toca a la habitacin y al atavo, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal.

    Comer, beber y engendrar, etc., son realmente tambin autnticas funciones humanas. Pero en la abstraccin que las separa del mbito restante de la actividad humana y las convierte en un nico y ltimo son animales.

  • 10

    Introduccin al marxismo - leninismo

    Hemos considerado el acto de la enajenacin de la actividad humana prctica, del trabajo, en dos aspectos: 1) la relacin del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina. Esta relacin es, al mismo tiempo, la relacin con el mundo exterior sensible, con los objetos naturales, como con un mundo extrao para l y que se le enfrenta con hostilidad; 2) la relacin del trabajo con el acto de la produccin dentro del trabajo. Esta relacin es la relacin del trabajador con su propia actividad, como con una actividad extraa, que no le pertenece, la accin como pasin, la fuerza como impotencia, la generacin como castracin, la propia energa fsica y espiritual del trabajador, su vida personal (pues qu es la vida sino actividad) como una actividad que no le pertenece, independiente de l, dirigida contra l. La enajenacin respecto de si mismo como, en el primer caso, la enajenacin respecto de la cosa.

    An hemos de extraer de las dos anteriores una tercera determinacin del trabajo enajenado.

    El hombre es un ser genrico no slo porque en la teora y en la prctica toma como objeto suyo el gnero, tanto el suyo propio como el de las dems cosas, sino tambin, y esto no es ms que otra expresin para lo mismo, porque se relaciona consigo mismo como el gnero actual, viviente, porque se relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre.

    La vida genrica, tanto en el hombre como en el animal, consiste fsicamente, en primer lugar, en que el hombre (como el animal) vive de la naturaleza inorgnica, y cuanto ms universal es el hombre que el animal, tanto ms universal es el mbito de la naturaleza inorgnica de la que vive. As como las plantas, los animales, las piedras, el aire, la luz, etc., constituyen tericamente una parte de la conciencia humana, en parte como objetos de la ciencia natural, en parte como objetos del arte (su naturaleza inorgnica espiritual, los medios de subsistencia espiritual que l ha de preparar para el goce y asimilacin), as tambin constituyen prcticamente una parte de la vida y de la actividad humano. Fsicamente el hombre vive slo de estos productos naturales, aparezcan en forma de alimentacin, calefaccin, vestido, vivienda, etc. La universalidad del hombre aparece en la prctica justamente en la universalidad que hace de la naturaleza toda su cuerpo inorgnico, tanto por ser (l) un medio de subsistencia inmediato, romo por ser (2) la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgnico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive

    de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida fsica y espiritual del hombre est ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza est ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza.

    Como quiera que el trabajo enajenado (1) convierte a la naturaleza en algo ajeno al hombre, (2) lo hace ajeno de s mismo, de su propia funcin activa, de su actividad vital, tambin hace del gnero algo ajeno al hombre; hace que para l la vida genrica se convierta en medio de la vida individual. En primer lugar hace extraas entre s la vida genrica y la vida individual, en segundo trmino convierte a la primera, en abstracta, en fin de la ltima, igualmente en su forma extraada y abstracta.

    Pues, en primer trmino, el trabajo, la actividad vital, la vida productiva misma, aparece ante el hombre slo como un medio para la satisfaccin de una necesidad, de la necesidad de mantener la existencia fsica. La vida productiva es, sin embargo, la vida genrica. Es la vida que crea vida. En la forma de la actividad vital reside el carcter dado de una especie, su carcter genrico, y la actividad libre, consciente, es el carcter genrico del hombre. La vida misma aparece slo como medio de vida.

    El animal es inmediatamente uno con su actividad vital. No se distingue de ella. Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una determinacin con la que el hombre se funda inmediatamente. La actividad vital consciente distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal. Justamente, y slo por ello, es l un ser genrico. O, dicho de otra forma, slo es ser consciente, es decir, slo es su propia vida objeto para l, porque es un ser genrico. Slo por ello es su actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relacin, de manera que el hombre, precisamente por ser un ser consciente hace de su actividad vital, de su esencia, un simple medio para su existencia.

    La produccin prctica de un mundo objetivo, la elaboracin de la naturaleza inorgnica, es la afirmacin del hombre como un ser genrico consciente, es decir, la afirmacin de un ser que se relaciona con el gnero como con su propia esencia o que se relaciona consigo mismo como ser genrico. Es cierto que tambin el animal produce. Se construye un nido, viviendas, como las abejas, los castores, las hormigas, etc. Pero produce nicamente lo que necesita inmediatamente para s o para su prole;

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    produce unilateralmente, mientras que el hombre produce universalmente; produce nicamente por mandato de la necesidad fsica inmediata, mientras que el hombre produce incluso libre de la necesidad fsica y slo produce realmente liberado de ella; el animal se produce slo a s mismo, mientras que el hombre reproduce la naturaleza entera; el producto del animal pertenece inmediatamente a su cuerpo fsico, mientras que el hombre se enfrenta libremente a su producto. El animal forma nicamente segn la necesidad y la medida de la especie a la que pertenece, mientras que el hombre sabe producir segn la medida de cualquier especie y sabe siempre imponer al objeto la medida que le es inherente; por ello el hombre crea tambin segn las leyes de la belleza.

    Por eso precisamente es slo en la elaboracin del mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente como un ser genrico. Esta produccin es su vida genrica activa. Mediante ella aparece la naturaleza como su obra y su realidad. El objeto del trabajo es por eso la objetivacin de la vida genrica del hombre, pues ste se desdobla no slo intelectualmente, como en la conciencia, sino activa y realmente, y se contempla a si mismo en un mundo creado Por l. Por esto el trabajo enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su produccin, le arranca su vida genrica, su real objetividad genrica y transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgnico, de la naturaleza. Del mismo modo, al degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condicin de medio, hace el trabajo enajenado de la vida genrica del hombre en medio para su existencia fsica.

    Mediante la enajenacin, la conciencia del hombre que el hombre tiene de su gnero se transforma, pues, de tal manera que la vida genrica se convierte para l en simple medio.

    El trabajo enajenado, por tanto:

    3) Hace del ser genrico del hombre, tanto de la naturaleza como de sus facultades espirituales genricas, un ser ajeno para l, un medio de existencia individual. Hace extraos al hombre su propio cuerpo, la naturaleza fuera de l, su esencia espiritual, su esencia humana.

    4) Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genrico, es la enajenacin del hombre respecto del hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta tambin al

    otro. Lo que es vlido respecto de la relacin del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale tambin para la relacin del hombre con el otro y con trabajo y el producto del trabajo del otro.

    En general, la afirmacin de que el hombre est enajenado de su ser genrico quiere decir que un hombre esta enajenado del otro, como cada uno de ellos est enajenado de la esencia humana. La enajenacin del hombre y, en general, toda relacin del hombre consigo mismo, slo encuentra realizacin y expresin verdaderas en la relacin en que el hombre est con el otro. En la relacin del trabajo enajenado, cada hombre considera, pues, a los dems segn la medida y la relacin en la que l se encuentra consigo mismo en cuanto trabajador.

    Hemos partido de un hecho econmico, el extraamiento entre el trabajador y su produccin. Hemos expuesto el concepto de este hecho: el trabajo enajenado, extraado. Hemos analizado este concepto, es decir, hemos analizado simplemente un hecho econmico.

    Veamos ahora cmo ha de exponerse y representarse en la realidad el concepto del trabajo enajenado, extraado.

    Si el producto del trabajo me es ajeno, se me enfrenta como un poder extrao, entonces a quin pertenece? Si mi propia actividad no me pertenece; si es una actividad ajena, forzada, a quin pertenece entonces? A un ser otro que yo. Quin es ese ser?

    Los dioses? Cierto que en los primeros tiempos la produccin principal, por ejemplo, la construccin de templos, etc., en Egipto, India, Mjico, aparece al servicio de los dioses, como tambin a los dioses pertenece el producto Pero los dioses por si solos no fueron nunca los dueos del trabajo. An menos de la naturaleza. Qu contradictorio sera que cuando ms subyuga el hombre a la naturaleza mediante su trabajo, cuando ms superfluos vienen a resultar los milagros de los dioses en razn de los milagros de la industria, tuviese que renunciar el hombre, por amor de estos poderes, a la alegra de la produccin y al goce del producto.

    El ser extrao al que pertenecen a trabajo y el producto del trabajo, a cuyo servicio est aqul y para cuyo placer sirve ste, solamente puede ser el hombre mismo

    Si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, si es frente l un poder extrao, esto slo es posible porque pertenece a otro hombre que no es el

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    trabajador. Si su actividad es para l dolor, ha de ser goce y alegra vital de otro. Ni los dioses, ni la naturaleza, sino slo el hombre mismo, puede ser este poder extrao sobre los hombres.

    Recurdese la afirmacin antes hecha de que la relacin del hombre consigo mismo nicamente es para l objetiva y real a travs de su relacin con los otros hombres. Si l, pues, se relaciona con el producto de su trabajo, con su trabajo objetivado, como con un objeto poderoso, independiente de l, hostil, extrao, se est relacionando con l de forma que otro hombre independiente de l, poderoso, hostil, extrao a l, es el dueo de este objeto; Si l se relaciona con su actividad como con una actividad no libre, se est relacionando con ella como con la actividad al servicio de otro, bajo las rdenes, la compulsin y el yugo de otro.

    Toda enajenacin del hombre respecto de s mismo y de la naturaleza aparece en la relacin que l presume entre l, la naturaleza y los otros hombres distintos de l, Por eso la autoenajenacin religiosa aparece necesariamente en la relacin del laico con el sacerdote, o tambin, puesto que aqu se trata del mundo intelectual, con un mediador, etc. En el mundo prctico, real, el extraamiento de si slo puede manifestarse mediante la relacin prctica, real, con los otros hombres. El medio mismo por el que el extraamiento se opera es un medio prctico. En consecuencia mediante el trabajo enajenado no slo produce el hombre su relacin con el objeto y con el acto de la propia produccin como con poderes que le son extraos y hostiles, sino tambin la relacin en la que los otros hombres se encuentran con su producto y la relacin en la que l est con estos otros hombres. De la misma manera que hace de su propia produccin su desrealizacin, su castigo; de su propio producto su prdida, un producto que no le pertenece, y as tambin crea el dominio de quien no produce sobre la produccin y el producto. Al enajenarse de su propia actividad posesiona al extrao de la actividad que no le es propia.

    Hasta ahora hemos considerado la relacin slo desde el lado del trabajador; la consideraremos ms tarde tambin desde el lado del no trabajador.

    As, pues, mediante el trabajo enajenado crea el trabajador la relacin de este trabajo con un hombre que est fuera del trabajo y le es extrao. La relacin del trabajador con el trabajo engendra la relacin de ste con el del capitalista o como quiera llamarse al patrono del trabajo. La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo enajenado, de la relacin externa del

    trabajador con la naturaleza y consigo mismo.

    Partiendo de la Economa Poltica hemos llegado, ciertamente, al concepto del trabajo enajenado (de la vida enajenada) como resultado del movimiento de la propiedad privada. Pero el anlisis de este concepto muestra que aunque la propiedad privada aparece como fundamento, como causa del trabajo enajenado, es ms bien una consecuencia del mismo, del mismo modo que los dioses no son originariamente la causa, sino el efecto de la confusin del entendimiento humano. Esta relacin se transforma despus en una interaccin recproca.

    Slo en el ltimo punto culminante de su desarrollo descubre la propiedad privada de nuevo su secreto, es decir, en primer lugar que es el producto del trabajo enajenado, y en segundo trmino que es el medio por el cual el trabajo se enajena, la realizacin de esta enajenacin.

    Este desarrollo ilumina al mismo tiempo diversas colisiones no resueltas hasta ahora.

    1) La Economa Poltica parte del trabajo como del alma verdadera de la produccin y, sin embargo, no le da nada al trabajo y todo a la propiedad privada. Partiendo de esta contradiccin ha fallado Proudhon en favor del trabajo y contra la Propiedad privaba. Nosotros, sin embargo, comprendemos, que esta aparente contradiccin es la contradiccin del trabajo enajenado consigo mismo y que la Economa Poltica simplemente ha expresado las leyes de este trabajo enajenado.

    Comprendemos tambin por esto que salario y propiedad privada son idnticos, pues el salario que paga el producto, el objeto del trabajo, el trabajo mismo, es slo una consecuencia necesaria de la enajenacin del trabajo; en el salario el trabajo no aparece como un fin en si, sino como un servidor del salario. Detallaremos esto ms tarde. Limitndonos a extraer ahora algunas consecuencias.

    Un alza forzada de los salarios, prescindiendo de todas las dems dificultades (prescindiendo de que, por tratarse de una anomala, slo mediante la fuerza podra ser mantenida), no sera, por tanto, ms que una mejor remuneracin de los esclavos, y no conquistara, ni para el trabajador, ni para el trabajo su vocacin y su dignidad humanas.

    Incluso la igualdad de salarios, como pide Proudhon no hace ms que transformar la relacin del trabajador actual con su trabajo en la relacin de todos los hombres con el trabajo. La sociedad es comprendida entonces como capitalista abstracto.

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    El salario es una consecuencia inmediata del trabajo enajenado y el trabajo enajenado es la causa inmediata de la propiedad privada. Al desaparecer un trmino debe tambin, por esto, desaparecer el otro.

    2) De la relacin del trabajo enajenado con la propiedad privada se sigue, adems, que la emancipacin de la sociedad de la propiedad privada, etc., de la servidumbre, se expresa en la forma poltica de la emancipacin de los trabajadores, no como si se tratase slo de la emancipacin de stos, sino porque su emancipacin entraa la emancipacin humana general; y esto es as porque toda la servidumbre humana est encerrada en la relacin de trabajador con la produccin, y todas las relaciones serviles son slo modificaciones y consecuencias de esta relacin.

    As como mediante el anlisis hemos encontrado el concepto de propiedad privada partiendo del concepto de trabajo enajenado, extraado, as tambin podrn desarrollarse con ayuda de estos dos factores todas las categoras econmicas y encontraremos en cada una de estas categoras, por ejemplo, el trfico, la competencia, el capital, el dinero, solamente una expresin determinada, desarrollada, de aquellos primeros fundamentos.

    Antes de considerar esta estructuracin, sin embargo, tratemos de resolver dos cuestiones.

    1) Determinar la esencia general de la propiedad privada, evidenciada como resultado del trabajo enajenado, en su relacin con la propiedad verdaderamente humana y social.

    2) Hemos aceptado el extraamiento del trabajo, su enajenacin, como un hecho y hemos realizado este hecho. Ahora nos preguntamos cmo llega el hombre a enajenar, a extraar su trabajo? Cmo se fundamenta este extraamiento en la esencia de la evolucin humana? Tenemos ya mucho ganado para la solucin de este problema al haber transformado la cuestin del origen de la propiedad privada en la cuestin de la relacin del trabajo enajenado con el proceso evolutivo de la humanidad. Pues cuando se habla de propiedad privada se cree tener que habrselas con una cosa fuera del hombre. Cuando se habla de trabajo nos las tenemos que haber inmediatamente con el hombre mismo. Esta nueva formulacin de la pregunta es ya incluso su solucin.

    El trabajo enajenado se nos ha resuelto en dos componentes que se condicionan recprocamente o que son slo dos expresiones distintas de una

    misma relacin. La apropiacin aparece como extraamiento, como enajenacin y la enajenacin como apropiacin, el extraamiento como la verdadera naturalizacin.

    Hemos considerado un aspecto, el trabajo enajenado en relacin al trabajador mismo, es decir, la relacin del trabajo enajenado consigo mismo. Como producto, como resultado necesario de esta relacin hemos encontrado la relacin de propiedad del notrabajador con el trabajador y con el trabajo. La propiedad privada como expresin resumida, material, del trabajo enajenado abarca ambas relaciones, la relacin del trabajador con el trabajo, con el producto de su trabajo y con el no trabajador, y la relacin del no trabajador con el trabajador y con el producto de su trabajo.

    Si hemos visto, pues, que respecto del trabajador, que mediante el trabajo se apropia de la naturaleza, la apropiacin aparece como enajenacin, la actividad propia como actividad para otro y de otro, la vitalidad como holocausto de la vida, la produccin del objeto como prdida del objeto en favor de un poder extrao, consideremos ahora la relacin de este hombre extrao al trabajo y al trabajador con el trabajador, el trabajo y su objeto.

    Por de pronto hay que observar que todo lo que en el trabajador aparece como actividad de la enajenacin, aparece en el no trabajador como estado de la enajenacin, del extraamiento.

    En segundo trmino, que el comportamiento prctico, real, del trabajador en la produccin y respecto del producto (en cuanto estado de nimo) aparece en el no trabajador a l enfrentado como comportamiento terico.

    Tercero. El no trabajador hace contra el trabajador todo lo que este hace contra s mismo, pero no hace contra s lo que hace contra el trabajador.

    Lenin: Carlos Marx. Breve esbozo biogrfico, con una exposicin del marxismo. (1914) Extracto

    La doctrina econmica de MarxY la finalidad ltima de esta obra -dice Marx en el prlogo a El Capital- es, en efecto, descubrir la ley econmica que preside el movimiento de la sociedad moderna, es decir, de la sociedad capitalista, burguesa. El estudio de las relaciones de produccin de una sociedad dada, histricamente determinada, en su aparicin, desarrollo y decadencia: tal es el

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    Introduccin al marxismo - leninismo

    contenido de la doctrina econmica de Marx. En la sociedad capitalista impera la produccin de mercancas; por eso, el anlisis de Marx empieza con el anlisis de la mercanca.

    El Valor

    La mercanca es, en primer lugar, una cosa que satisface una determinada necesidad humana y, en segundo lugar, una cosa que se cambia por otra. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. El valor de cambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo, la relacin o proporcin en que se cambia cierto nmero de valores de uso de una clase por un determinado nmero de valores de uso de otra clase. La experiencia diaria nos muestra que, a travs de millones y miles de millones de esos actos de intercambio, se equiparan constantemente todo gnero de valores de uso, aun los ms diversos y menos equiparables entre s. Qu es lo que tienen de comn esos diversos objetos, que constantemente son equiparados entre s en determinado sistema de relaciones sociales? Tienen de comn el que todos ellos son productos del trabajo. Al cambiar sus productos, los hombres equiparan los ms diversos tipos de trabajo. La produccin de mercancas es un sistema de relaciones sociales en que los distintos productores crean diversos productos (divisin social del trabajo), y todos estos productos se equiparan entre s por medio del cambio. Por lo tanto, lo que todas las mercancas encierran de comn no es el trabajo concreto de una determinada rama de produccin, no es un trabajo de determinado tipo, sino el trabajo humano abstracto, el trabajo humano en general. Toda la fuerza de trabajo de una sociedad dada, representada por la suma de valores de todas las mercancas, es una y la misma fuerza humana de trabajo; as lo evidencian miles de millones de actos de cambio. Por consiguiente, cada mercanca en particular no representa ms que una determinada parte del tiempo de trabajo socialmente necesario. La magnitud del valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario o por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir cierta mercanca o cierto valor de uso. Al equiparar unos con otros, en el cambio, sus diversos productos, lo que hacen los hombres es equiparar entre s sus diversos trabajos como modalidades del trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen. El valor es, como dijo un viejo economista, una relacin entre dos personas; pero debi aadir simplemente: relacin encubierta por una envoltura material. Slo partiendo del sistema de relaciones sociales de produccin de una formacin social histricamente determinada, relaciones que se manifiestan en el fenmeno masivo del cambio, repetido miles de

    millones de veces, podemos comprender lo que es el valor. Como valores, las mercancas no son ms que cantidades determinadas de tiempo de trabajo coagulado. Despus de analizar en detalle el doble carcter del trabajo materializado en las mercancas, Marx pasa al anlisis de la forma del valor y del dinero. Con ello se propone, fundamentalmente, investigar el origen de la forma monetaria del valor, estudiar el proceso histrico de desenvolvimiento del cambio, comenzando por las operaciones sueltas y fortuitas de trueque (forma simple, suelta o fortuita del valor, en que una cantidad de mercanca es cambiada por otra) hasta remontarse a la forma universal del valor, en que mercancas diferentes se cambian por una mercanca concreta, siempre la misma, y llegar a la forma monetaria del valor, en que la funcin de esta mercanca, o sea, la funcin de equivalente universal, la desempea el oro. El dinero, producto supremo del desarrollo del cambio y de la produccin de mercancas, disfraza y oculta el carcter social de los trabajos privados, la concatenacin social existente entre los diversos productores unidos por el mercado. Marx somete a un anlisis extraordinariamente minucioso las diversas funciones del dinero, debiendo advertirse, pues tiene gran importancia, que en este caso (como, en general, en todos los primeros captulos de El Capital) la forma abstracta de la exposicin, que a veces parece puramente deductiva, recoge en realidad un gigantesco material basado en hechos sobre la historia del desarrollo del cambio y de la produccin de mercancas. El dinero presupone cierto nivel del cambio de mercancas. Las diversas formas del dinero -simple equivalente de mercancas o medio de circulacin, medio de pago, de atesoramiento y dinero mundial- sealan, segn el distinto volumen y predominio relativo de tal o cual funcin, fases muy distintas del proceso social de produccin (El Capital, I).

    La Plusvala

    Al alcanzar la produccin de mercancas determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La frmula de la circulacin de mercancas era: M (mercanca) - D (dinero) - M (mercanca), o sea, venta de una mercanca para comprar otra. Por el contrario, la frmula general del capital es D - M - D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvala a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulacin. Que el dinero lanzado a la circulacin capitalista crece, es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese crecimiento es lo que convierte el dinero en capital, como relacin social de produccin particular, histricamente determinada. La plusvala no puede brotar de la circulacin de mercancas,

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    pues sta slo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las prdidas y las ganancias recprocas de vendedores y compradores se equilibraran; se trata de un fenmeno masivo, medio, social, y no de un fenmeno individual. Para obtener plusvala el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercanca cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor, una mercanca cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creacin de valor. Y esta mercanca existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercanca, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su produccin (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un da entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo necesario) un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo suplementario) crea un plusproducto no retribuido por el capitalista, que es la plusvala. Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la produccin, en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante, invertido en medios de produccin (mquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -y cuyo valor se trasfiere sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancas producidas-, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece invariable, sino que se acrecienta en el proceso del trabajo, al crear la plusvala. Por lo tanto, para expresar el grado de explotacin de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvala obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el capital variable. La cuota de plusvala, como llama Marx a esta relacin, sera, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento.

    Las premisas histricas para la aparicin del capital son: primera, la acumulacin de determinada suma de dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente alto de la produccin de mercancas en general; segunda, la existencia de obreros libres en un doble sentido -libres de todas las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de produccin-, de obreros desposedos, de obreros proletarios que, para subsistir, no tienen ms recursos que la venta de su fuerza de trabajo.

    Dos son los modos principales para poder incrementar la plusvala: mediante la prolongacin de la jornada de trabajo (plusvala absoluta) y mediante la reduccin del tiempo de trabajo necesario (plusvala relativa). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervencin del poder estatal, primero para prolongarla (en el perodo que media entre los siglos XIV y XVII) y despus para reducirla (legislacin fabril del siglo XIX). Desde la aparicin de El Capital, la historia del movimiento obrero de todos los pases civilizados ha aportado miles y miles de nuevos hechos que ilustran este panorama.

    Al proceder a su anlisis de la produccin de plusvala relativa, Marx investiga las tres etapas histricas fundamenta les de la elevacin de la productividad del trabajo por el capitalismo: 1) la cooperacin simple; 2) la divisin del trabajo y la manufactura; 3) la maquinaria y la gran industria. La profundidad con que Marx aqu pone de relieve los rasgos fundamentales y tpicos del desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otras cosas, el hecho de que el estudio de la llamada industria de los kustares [productores de objetos industriales que trabajaban para el mercado] en Rusia ha aportado un abundantsimo material para ilustrar las dos primeras etapas de las tres mencionadas. En cuanto a la accin revolucionaria de la gran industria maquinizada, descrita por Marx en 1867, durante el medio siglo trascurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie de pases nuevos (Rusia, Japn, etc.).

    Prosigamos. Importantsimo y nuevo es el anlisis de Marx de la acumulacin del capital, es decir, de la trasformacin de una parte de la plusvala en capital, y de su empleo, no para satisfacer las necesidades personales o los caprichos del capitalista, sino para renovar la produccin. Marx hace ver el error de toda la economa poltica clsica anterior (desde Adam Smith) al suponer que toda la plusvala que se converta en capital pasaba a formar parte del capital variable, cuando en realidad se descompone en medios de produccin ms capital variable. En el proceso de desarrollo del capitalismo y de su trasformacin en socialismo tiene una inmensa importancia el que la parte del capital constante (en la suma total del capital) se incremente con mayor rapidez que la parte del capital variable.

    Al acelerar el desplazamiento de los obreros por la maquinaria, produciendo riqueza en un polo y miseria en el polo opuesto, la acumulacin del capital crea tambin el llamado ejrcito industrial de reserva, el sobrante relativo de obreros o superpoblacin capitalista, que reviste formas extraordinariamente

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    diversas y permite al capital ampliar la produccin con singular rapidez. Esta posibilidad, relacionada con el crdito y la acumulacin de capital en medios de produccin, nos proporciona, entre otras cosas, la clave para comprender las crisis de superproduccin, que estallan peridicamente en los pases capitalistas, primero cada diez aos, trmino medio, y luego con intervalos mayores y menos precisos. De la acumulacin del capital sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada acumulacin primitiva, que se lleva a cabo mediante la separacin violenta del trabajador de los medios de produccin, expulsin del campesino de su tierra, robo de los terrenos comunales, sistema colonial, sistema de la deuda pblica, tarifas aduaneras proteccionistas, etc. La acumulacin primitiva crea en un polo al proletario libre y en el otro al poseedor del dinero, el capitalista.

    En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la formacin de la cuota media de ganancia. Marx analiza primero el origen de la plusvala y luego pasa a ver su descomposicin en ganancia, inters y renta del suelo. La ganancia es la relacin de la plusvala con todo el capital invertido en una empresa. El capital de alta composicin orgnica (es decir, aquel en el cual el capital constante predomina sobre el variable en proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia inferior a la cuota media. El capital de baja composicin orgnica da, por el contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales, su libre paso de unas ramas de produccin a otras, reducen en ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media.

    La elevacin de la productividad del trabajo significa un incremento ms rpido del capital constante en comparacin con el variable. Pero como la creacin de plusvala es funcin privativa de ste, se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la

    relacin que guarda la plusvala con todo el capital, y no slo con su parte variable) acuse una tendencia a la baja.

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    Marx y Engels: Manifiesto del Partido Comunista (1848). Captulo 1: Burgueses y proletarios.

    La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros das es la historia de las luchas de clases.

    Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, seores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que termin siempre con la transformacin revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.

    En las anteriores pocas histricas encontramos casi por todas partes una completa divisin de la sociedad en diversos estamentos, una mltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, seores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, adems, en casi todas estas clases todava encontramos gradaciones especiales.

    La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. nicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresin, las viejas formas de lucha por otras nuevas.

    Nuestra poca, la poca de la burguesa, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividindose, cada vez ms, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesa y el proletariado.

    De los siervos de la Edad Media surgieron los villanos libres de las primeras ciudades; de este estamento urbano salieron los primeros elementos de la burguesa.

    El descubrimiento de Amrica y la circunnavegacin de frica ofrecieron a la burguesa en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonizacin de Amrica, el intercambio con las colonias, la multiplicacin de los medios de cambio y de las mercancas en general imprimieron al comercio, a la navegacin y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposicin.

    El antiguo modo de explotacin feudal o gremial de la industria ya no poda satisfacer la demanda, que

    creca con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. La clase media industrial suplant a los maestros de los gremios; la divisin del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareci, ante la divisin del trabajo en el seno del mismo taller.

    Pero los mercados crecan sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron entonces la produccin industrial. La gran industria moderna sustituy a la manufactura; el lugar de la clase media industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios -jefes de verdaderos ejrcitos industriales-, los burgueses modernos.

    La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de Amrica. El mercado mundial aceler prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegacin y de todos los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influy a su vez en el auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegacin y los ferrocarriles, desarrollbase la burguesa, multiplicando sus capitales y relegando a segundo trmino a todas las clases legadas por la Edad Media.

    La burguesa moderna, como vemos, es por s misma fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de produccin y de cambio.

    Cada e tapa de la evolucin recorrida por la burguesa ha ido acompaada del correspondiente xito poltico. Estamento oprimido bajo la dominacin de los seores feudales; asociacin armada y autnoma en la comuna; en unos sitios, Repblica urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de la monarqua; despus, durante el perodo de la manufactura, contrapeso de la nobleza en las monarquas feudales o absolutas y, en general, piedra angular de las grandes monarquas, la burguesa, despus del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquist finalmente la hegemona exclusiva del Poder poltico en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es ms que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.

    La burguesa ha desempeado en la historia un papel altamente revolucionario. Dondequiera que ha conquistado el Poder, la burguesa ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idlicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus superiores naturales las ha desgarrado sin

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    piedad para no dejar subsistir otro vnculo entre los hombres que el fro inters, el cruel pago al contado. Ha ahogado el sagrado xtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeo burgus en las aguas heladas del clculo egosta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y bien adquiridas por la nica y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotacin velada por ilusiones religiosas y polticas, ha establecido una explotacin abierta, descarada, directa y brutal.

    La burguesa ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenan por venerables y dignas de piadoso respeto. Al mdico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al sabio, los ha convertido en sus servidores asalariados.

    La burguesa ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubra las relaciones familiares, y las redujo a simples relaciones de dinero.

    La burguesa ha revelado que la brutal manifestacin de fuerza en la Edad Media, tan admirada por la reaccin, tena su complemento natural en la ms relajada holgazanera. Ha sido ella la que primero ha demostrado lo que puede realizar la actividad humana; ha creado maravillas muy distintas a las pirmides de Egipto, a los acueductos romanos y a las catedrales gticas, y ha realizado campaas muy distintas a los xodos de los pueblos y a las Cruzadas.

    La burguesa no puede existir sino a condicin de revolucionar incesantemente los instrumentos de produccin y, por consiguiente, las relaciones de produccin, y con ello todas las relaciones sociales. La conservacin del antiguo modo de produccin era, por el contrario, la primera condicin de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolucin continua en la produccin, una incesante conmocin de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la poca burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen aejas antes de haber podido osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recprocas.

    Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor

    salida a sus productos, la burguesa recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vnculos en todas partes.

    Mediante la explotacin del mercado mundial, la burguesa dio un carcter cosmopolita a la produccin y al consumo de todos los pases. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y estn destruyndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introduccin se convierte en cuestin vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indgenas, sino materias primas venidas de las ms lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no slo se consumen en el propio pas, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfaccin productos de los pases ms apartados y de los climas ms diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a s mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la produccin material, como a la produccin intelectual. La produccin intelectual de una nacin se convierte en patrimonio comn de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de da en da ms imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal.

    Merced al rpido perfeccionamiento de los instrumentos de produccin y al constante progreso de los medios de comunicacin, la burguesa arrastra a la corriente de la civilizacin a todas las naciones, hasta a las ms brbaras. Los bajos precios de sus mercancas constituyen la artillera pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los brbaros ms fanticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgus de produccin, las constrie a introducir la llamada civilizacin, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza.

    La burguesa ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado urbes inmensas; ha aumentado enormemente la poblacin de las ciudades en comparacin con la del campo, substrayendo una gran parte de la poblacin al idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los pases brbaros o semibrbaros a los pases civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.

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    La burguesa suprime cada vez ms el fraccionamiento de los medios de produccin, de la propiedad y de la poblacin. Ha aglomerado la poblacin, centralizado los medios de produccin y concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralizacin poltica. Las provincias independientes, ligadas entre si casi nicamente por lazos federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes, han sido consolidadas en una sola nacin, bajo un solo Gobierno, una sola ley, un solo inters nacional de clase y una sola lnea aduanera.

    La burguesa, con su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas ms abundantes y ms grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las mquinas, la aplicacin de la qumica a la industria y a la agricultura, la navegacin de vapor, el ferrocarril, el telgrafo elctrico, la adaptacin para el cultivo de continentes enteros, la apertura de los ros a la navegacin, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra. Cul de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?

    Hemos visto, pues, que los medios de produccin y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesa, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un cierto grado de desarrollo estos medios de produccin y de cambio, las condiciones en que la sociedad feudal produca y cambiaba, toda la organizacin feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la produccin en lugar de impulsarla. Se transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y se rompieron.

    En su lugar se estableci la libre concurrencia, con una constitucin social y poltica adecuada a ella y con la dominacin econmica y poltica de la clase burguesa.

    Ante nuestros ojos se est produciendo un movimiento anlogo. Las relaciones burguesas de produccin y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de produccin y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas dcadas, la historia de la industria y del comercio no es

    ms que la historia de la rebelin de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de produccin, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesa y su dominacin. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno peridico, plantean, en forma cada vez ms amenazante, la cuestin de la existencia de toda la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial, se destruye sistemticamente, no slo una parte considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier poca anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad -- la epidemia de la superproduccin. La sociedad se encuentra sbitamente retrotrada a un estado de barbarie momentnea: dirase que el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de todos sus medios de subsistencia; la industria y el comer cio parecen aniquilados. Y todo eso, por qu? Porque la sociedad posee demasiada civilizacin, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya al desarrollo de la civilizacin burguesa y de las relaciones de propiedad burguesas; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno.

    Cmo vence esta crisis la burguesa? De una parte, por la destruccin obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotacin ms intensa de los antiguos. De qu modo lo hace, entonces? Preparando crisis ms extensas y ms violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.

    Las armas de que se sirvi la burguesa para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesa. Pero la burguesa no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido tambin los hombres que empuarn esas armas: los obreros modernos, los proletarios.

    En la misma proporcin en que se desarrolla la burguesa, es decir, el capital, desarrllase tambin el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condicin de encontrar trabajo, y lo encuentran nicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse, son una mercanca como cualquier otro

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    artculo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.

    El creciente empleo de las mquinas y la divisin del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carcter substantivo y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apndice de la mquina, y slo se le exigen las operaciones ms sencillas, ms montonas y de ms fcil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy da el obrero se reduce poco ms o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio del trabajo, como el de toda mercanca, es igual a su coste de produccin. Por consiguiente, cuanto ms fastidioso resulta el trabajo ms bajan los salarios. Ms an, cuanto ms se desenvuelven el maquinismo y la divisin del trabajo, ms aumenta la cantidad de trabajo bien mediante la prolongacin de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleracin del movimiento de las mquinas, etc.

    La industria moderna ha transformado el pequeo taller del maestro patriarcal en la gran fbrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fbrica, estn organizados en forma militar. Como soldados rasos de la industria, estn colocados bajo la vigilancia de una jerarqua completa de oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgus, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la mquina, del capataz y, sobre todo, del patrn de la fbrica. Y este despotismo es tanto ms mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.

    Cuanto menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporcin en que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los nios. Por lo que respecta a la clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda significacin social. No hay ms que instrumentos de trabajo, cuyo coste vara segn la edad y el sexo.

    Una vez que el obrero ha sufrido la explotacin del fabricante y ha recibido su salario en metlico, se convierte en vctima de otros elementos de la burguesa: el casero, el tendero, el prestamista, etc.

    Pequeos industriales, pequeos comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeos

    capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas ms fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve despreciada ante los nuevos mtodos de produccin. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la poblacin.

    El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha contra la burguesa comienza con su surgimiento.

    Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, despus, por los obreros de una misma fbrica, ms tarde, por los obreros del mismo oficio de la localidad contra el burgus aislado que los explota directamente. No se contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de produccin, y los dirigen contra los mismos instrumentos de produccin: destruyen las mercancas extranjeras que les hacen competencia, rompen las mquinas, incendian las fbricas, intentan reconquistar por la fuerza la posicin perdida del trabajador de la Edad Media.

    En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el pas y disgregada por la competencia. Si los obreros forman en masas compactas, esta accin no es todava la consecuencia de su propia unidad, sino de la unidad de la burguesa, que para alcanzar sus propios fines polticos debe -y por ahora an puede- poner en movimiento a todo el proletariado. Durante esta etapa, los proletarios no combaten, por tanto, contra sus propios enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, es decir, contra los vestigios de la monarqua absoluta, los propietarios territoriales, los burgueses no industriales y los pequeos burgueses. Todo el movimiento histrico se concentra, de esta suerte, en manos de la burguesa; cada victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria de la burguesa.

    Pero la industria, en su desarrollo, no slo acrecienta el nmero de proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada vez ms a medida que la mquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de los burgueses entre s y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios son cada vez ms fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la mquina coloca al obrero en situacin cada vez ms precaria; las colisiones individuales entre el obrero

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    y el burgus adquieren ms y ms el carcter de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los burgueses y actan en comn para la defensa de sus salarios. Llegan hasta formar asociaciones permanentes para asegurarse los medios necesarios, en previsin de estos choques circunstanciales. Aqu y all la lucha estalla en sublevacin.

    A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efmero. El verdadero resultado de sus luchas no es el xito inmediato, sino la unin cada vez ms extensa de los obreros. Esta unin es favorecida por el crecimiento de los medios de comunicacin creados por la gran industria y que ponen en contacto a los obreros de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carcter, se centralicen en una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una lucha poltica. Y la unin que los habitantes de las ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, tardaron siglos en establecer, los proletarios modernos, con los ferrocarriles, la llevan a cabo en unos pocos aos.

    Esta organizacin del proletariado en clase y, por tanto, en partido poltico, es sin cesar socavada por la competencia entre los propios obreros. Pero surge de nuevo, y siempre ms fuerte, ms firme, ms potente. Aprovecha las disensiones intestinas de los burgueses para obligarles a reconocer por la ley algunos intereses de la clase obrera; por ejemplo, la ley de la jornada de diez horas en Inglaterra.

    En general, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de diversas maneras el proceso de desarrollo del proletariado. La burguesa vive en lucha permanente: al principio, contra la aristocracia; despus, contra aquellas fracciones de la misma burguesa, cuyos intereses entran en contradiccin con los progresos de la industria, y siempre, en fin, contra la burguesa de todos los dems pases. En todas estas luchas se ve forzada a apelar al proletariado, a reclamar su ayuda y a arrastrarle as al movimiento poltico. De tal manera, la burguesa proporciona a los proletarios los elementos de su propia educacin, es decir, armas contra ella misma.

    Adems, como acabamos de ver, el progreso de la industria precipita en las filas del proletariado a capas enteras de la clase dominante, o al menos las amenaza en sus condiciones de existencia. Tambin ellas aportan al proletariado numerosos elementos de educacin.

    Finalmente, en los perodos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el proceso de desintegracin de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carcter tan violento y tan patente que una pequea fraccin de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos est el porvenir. Y as como antes una parte de la nobleza se pas a la burguesa, en nuestros das un sector de la burguesa se pasa al proletariado, particularmente ese sector de idelogos burgueses que se han elevado tericamente hasta la comprensin del conjunto del movimiento histrico.

    De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesa slo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las dems clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto ms peculiar.

    Las capas medias -el pequeo industrial, el pequeo comerciante, el artesano, el campesino-, todas ellas luchan contra la burguesa para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias, sino conservadoras. Ms todava, son reaccionarias, ya que pretenden volver atrs la rueda de la Historia. Son revolucionarias nicamente cuando tienen ante s la perspectiva de su trnsito inminente al proletariado, defendiendo as no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.

    El lumpenproletariado, ese producto pasivo de la putrefaccin de las capas ms bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento por una revolucin proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de vida est ms bien dispuesto a venderse a la reaccin para servir a sus maniobras.

    Las condiciones de existencia de la vieja sociedad estn ya abolidas en las condiciones de existencia del proletariado.