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EL CUENTO DE LA PRINCESA RATONA El ratón trovador bebía los vientos por la princesa ratona así que prometió cantarle todos los días hasta que le diera su mano. La Ratona que estaba ya enamoradísima de él no esperó mucho para decirle:“Nos casaremos, ratoncito de mi alma”. Pero cuando la ratoncita fue a contarle su deseo al rey, éste le contestó: “La princesa sólo se casará con el ser más poderoso del mundo”. Y para resolver el asunto se fue a ver al ratón sabio, que le dijo: “Pregunta al sol, que está encima de todos". Cuando llegó el sol, El rey le preguntó si era el más poderoso, pero el sol le dijo: “Más poderosa es la nube que cuando se pone delante, no puedo enviar mis rayos dorados”. Y el Rey tuvo que esperar a la nube: “Pero señor, yo soy fuerte, pero me gana el viento. Cada vez que sopla, no puedo resistirlo y me empuja muy

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EL CUENTO DE LA PRINCESA RATONA

El ratón trovador bebía los vientos por la princesa ratona así que prometió

cantarle todos los días hasta que le diera su mano. La Ratona que estaba

ya enamoradísima de él no esperó mucho para decirle:“Nos casaremos,

ratoncito de mi alma”.

Pero cuando la ratoncita fue a contarle su deseo al rey, éste le contestó:

“La princesa sólo se casará con el ser más poderoso del mundo”. Y para

resolver el asunto se fue a ver al ratón sabio, que le dijo: “Pregunta al sol,

que está encima de todos".

Cuando llegó el sol, El rey le preguntó si era el más poderoso, pero el sol

le dijo: “Más poderosa es la nube que cuando se pone delante, no puedo

enviar mis rayos dorados”.

Y el Rey tuvo que esperar a la nube: “Pero señor, yo soy fuerte, pero me

gana el viento. Cada vez que sopla, no puedo resistirlo y me empuja muy

lejos. ¡Qué miedo, ahí llega!”. Y se marchó huyendo de un viento ventilado

que llegaba por un lado. Ante la pregunta del rey, el viento dijo “¡No soy

yo el más poderoso, ¡que es el muro! Por mucho que sople no lo puedo tirar,

pregúntale a él!”

El rey llegó al muro y éste le dijo: “Pero, yo no soy el más poderoso… mira

mis los agujeros de mis ladrillos, cuando tenga muchos me acabaré cayendo

¡ese ratón es el que hace tanto hueco!”

Así, el rey descubrió que lo realmente poderoso era el amor de ratón

trovador, que ni el ni el sol, ni las nubes, ni el viento ni los muros le detenían

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para querer a su hija y decidió celebrar una gran boda para los dos

enamorados con mucho queso, por supuesto.

EL CUENTO DEL GATO PATO

Era el Gatopato alguien muy curioso, tenía un gran pico de pato pero

rabito y patitas de gato, con un puñado de pelos por aquí y unas

plumas por allá. Lunes, miércoles y viernes hacía “Cuá”, martes,

jueves y sábados “miau” y el domingo, turulato estaba sin saber qué

decir.

Intentó cantar con los patitos del lago, que hacía armonía con su

“Cuá, Cuá”, pero cada vez que lo intentaba, le salía un “miau” de lo

más gatuno, por lo que no consiguió plaza en el coro de los cua-renta

patos.

Decidió que sería gato un rato, pero al ver al primer minino panza

arriba, éste le dijo, con cara de felino sibilino: “¡Para ser un gato

eres un caso, nunca se vio un gato con zapatos de pato!” y se marchó

algo asustado.

Triste se quedó el Gatopato a la sombra de un gran árbol azul, hasta

que llegó la princesa Monilda toda vestida de tul. “¡Qué Gatopato

más hermoso!” dijo encantada, encantadísima. Y el Gatopato ya no

estaba triste por que Monilda le prometió enseñarle su castillo y mil

dulces ¡además de una sorpresa!

Gatopato quedó maravillado cuando en el salón de palacio encontró

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a otra Gatapata como él pimpante y garbosa, de rabito brillante y

plumas primorosas. Jugaron y bailaron y con el tiempo tuvieron

muchos Gatipatitos. Vivieron todos juntos, comiendo sopa de tapioca

y natillas hasta los noventa y nueve años… y pico.

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LOS TRES CERDITOS Y EL LOBO

Había una vez tres cerditos que eran hermanos y vivían en el corazón del bosque. El lobo siempre andaba persiguiéndolos para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. A todos les pareció una buena idea, y se pusieran manos a la obra, cada uno construyendo su casita.

-La mía será de paja - dijo el más pequeño, la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.

El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:

-Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores (explicó a sus hermanos), construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.

El mayor decidió construir su casa con ladrillos.

- Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del lobo. Le pondré una chimenea para asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias.

Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema:

-¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!

Entonces surgió de detrás de un árbol grande el lobo, rugiendo de hambre y gritando:

-Cerditos, ¡os voy a comer!

Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:

-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!

Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja derribó.

El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.

-¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!, decían los cerditos.

De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:

-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! La madera crujió, y las paredes cayeron y entonces los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del hermano mayor.

-¡No nos comerá el Lobo Feroz! - Cantaban los cerditos.

El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta bramó:

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- ¡Soplaré y soplaré y la puerta derribaré! Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno

Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía su propósito. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo y escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer ningún cerdito.

Los cerditos no lo volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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AQUEL VIEJO LIBRO

En una vieja Biblioteca se encontraba el libro más antiguo de este lugar, su pasta y sus hojas ya deterioradas, por el paso de los años y el uso de los estudiantes, se sentía cansado y viejo y aunque su sabiduría era inmensa, quería verse como los libros nuevos, sus páginas llenas de palabras de diferentes formas.

Una mañana sin querer, un niño rasgo las páginas del libro; la bibliotecaria le digo: que has hecho, dañaste el tesoro más bello de este lugar, ahora tendremos que reacer todas sus páginas; con gran tristeza el libro pensó que lo iban a cambiar por otro libro, fue tanta su tristeza que no se dio cuenta que lo iban a reparar; lo dejaron en un cesto, pensó que sus días había terminado, de pronto se lo llevaron a un cuarto con artas maquinas, observo que allí entraban libros viejos como él, y salían nuevos; de repente se vio dentro de la maquina y pensó, hasta aquí llegue yo.

Pasaron varios días, cuando de repente despertó, vio sus páginas de colores vivos y letras grandes, una pasta dura, sin querer se había convertido en uno de los libros que tanto envidiaba y a pesar de ser una edición nueva, siguió siendo el libro más importante de aquel lugar.

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LA CAPERUCITA ROJA

En un lejano poblado había una vez una niña que se llamaba Caperucita Roja, un día su mamá le dijo que fuese a casa de su abuelita porque estaba enferma porque le tenía que llevar una cesta con chocolate, azúcar, pan y dulces para que así se recuperase más rápido.

Antes de partir, la madre le dijo que llevase mucho cuidado por el bosque ya que se encontraba el lobo feroz. Un rato después de estar caminando, Caperucita se encontró con el lobo que le preguntó dónde iba. Caperucita le dijo que iba a llevar la cesta a casa de su abuela. En ese momento, el lobo le retó a hacer una carrera por dos caminos distintos. El cogería el camino más largo y le dejaría a ella el más corto para darle ventaja.

Caperucita aceptó y comenzó la carrera. Antes de que Caperucita llegase a la casa de la abuelita, el lobo ya había llegado y se había comido al abuelita. Al entrar caperucita vio a su abuela tumbada en la cama. Fue entonces cuando se acercó a abrazarla y le dijo:

Abuelita, que ojos más grandes tienes.

Son para verte mejor.

Abuelita, que orejas tan grandes tienes.

Son para oírte mejor.

Abuelita, abuelita, que nariz tan grande tienes.

Es para olerte mejor.

Abuelita, que boca tan grande tienes…

Y en ese mismo instante, el lobo se abalanzó sobre ella diciendo “¡Es para comerte mejor!”. Por mucho que Caperucita roja intentó escapar, el lobo se encontraba cada vez más cerca.

Durante su huida gritaba con el objetivo que alguien la pudiese escuchar para que le ayudase, y así fue ya que por la zona había dos cazadores que se acercaron a ver qué pasaba y al ver lo que ocurría le dispararon al lobo malvado. Seguidamente sacaron a la abuelita del interior del estómago del lobo y Caperucita se dio cuenta de que nunca más debía desobedecer a su madre pues hay que hacer caso a las personas mayores ya que por su experiencia son mas sabías y siempre nos dicen las cosas por nuestro bien.