cuentos que no son cuentos
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Una fresca manera de aprender, a modo de aproximación, al fenómeno terrorista experimentado en el Perú.TRANSCRIPT
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A mis hijitas, quienes son inconscientes de
lo que fue este periodo de dolor
A todos aquellos quienes sufrieron de una o
de otra forma las consecuencias del terror.
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No puedo creer que eso haya pasado en el
Perú papá
No lo puedes creer ahora hijo, pero todo lo
que te cuentan en el colegio es real. Hubo
un tiempo en que un grupo de gente se
sintió con la libertad de cambiar el país a
través de las armas. Fueron conocidos como
terroristas. Muchos murieron asesinados o
como consecuencia de las bombas que
detonaban, solo por estar cerca del
siniestro. Muchos compatriotas fueron
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víctimas de la violencia. Además, en esa
misma época, las mafias narcotraficantes
hicieron de las suyas aumentando el clima
de terror y de violencia que se vivía ya.
Cuéntame algunos ejemplos papá.
Te voy a contar cuentos que no son
cuentos, fíjate. Te los voy a relatar no
necesariamente en orden cronológico sino
conforme vaya recordando los hechos…
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1
La respiración era insoportable. Ya el solo
hecho de respirar aquel aire caliente propio
de la selva peruana era algo difícil, más aun
respirarlo con el polvo del piso, pero ella
debía estar así porque las armas de la
policía las estaban apuntando. Su pequeña
de 2 años miraba todo como
preguntándose qué juego se estaba
desarrollando. Su hermanita de 5 años
estaba boca abajo y su mamá debía
sostenerla mantenerla boca abajo cada vez
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que el aburrimiento la sobrecogía.
¿A quienes servían ustedes? – preguntó
aquel encapuchado mientras les apuntaban.
Somos misioneros, no tenemos nada que
ver con lo que pasa en el pueblo –
respondió el profesor Mateo.
¡Mentira! – increpó el efectivo antidrogas.
No, somos adventistas.
¡Acompáñame! – le ordenó el encapuchado
armado.
Recorrieron toda la casa mientras
inspeccionaban lo que había por allí.
En tiempos pasados el comercio de la
droga, aquel pulpo cuyos tentáculos se
hunden en lo más profundo de la espesura
de la selva y de las almas, había tomado
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aquel pueblo. Todos tenían algo que ver con
algún momento de aquel ilícito negocio.
Muchas almas fueron arrastradas hacia
aquel infierno blanco y verde.
Las casas fueron revisadas una a una por el
escuadrón del gobierno encargado de
erradicar a las mafias de la zona. Muchos
fueron llevados prisioneros, de otros no se
supo más que fue de ellos. Quizá en alguna
fría mazmorra del país purgando condena o
en algún lugar que solo Dios conoce.
Aquellas casas hermosas, con cocinas de
última generación, aquellos lugares de ocio
frenético, aquellos parajes de placer
entonces lucían lóbregos y sin vida. Sus
oscuros ocupantes habían desaparecido
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cual fantasmas. Muchos huyeron dejando
tras de sí muchos indicios de su oscuro
tráfico de drogas y de voluntades.
Más de una señorita que llegó a trabajar
por la zona con el limpio ánimo de salir
adelante, fue seducida por el lado oscuro
del negocio ilícito, cayendo en las manos de
aquellos comerciantes de la muerte.
Más de un entierro de “producto” maligno
yacía pudriéndose bajo tierra. Todo había
sido abandonado de un momento a otro.
A Mateo y su familia les tocó ser misioneros
en medio de una tierra maldita por el
pecado de la adicción.
Los tiempos de bonanza económica, fruto
del negocio blanco, habían pasado y ahora
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era el tiempo de ajustar las cuentas. Mateo
pensaba en todo esto mientras aquel
encapuchado seguía revisando cada lugar
de su vivienda.
Cuando llegaron al estudio del profesor,
echó por tierra todos sus libros y encontró
un ejemplar de la revista “El Eco Unionista”.
Aquella revista fue su salvación. Aquella
revista lo identificaba plenamente con su
organización religiosa y declaraba su misión
de predicar el evangelio.
El policía ojeó aquel impreso y luego de un
silencio largo…
Ahora sé que dices la verdad. Ahora sé que
eres adventista. Déjame hacer un poco de
hora por aquí y me iré.
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Continuó la búsqueda ya sin objetivo
durante algunos minutos más. Volvieron a
la sala donde las niñas lloraban y aquella
madre trataba de mantener la calma. Tras
verbalizar algunos códigos que solo aquellos
hombres de negro entendían, se retiraron.
Todo había pasado en poco más de media
hora, pero pareció una eternidad. Aquella
madre se levantó del suelo y abrazó a sus
hijitas y comenzaron a llorar. Mateo no
sabía qué hacer. Solo oró y agradeció al
Señor por haber salvado su vida y la de su
familia.
A la mañana siguiente, detrás de la ventana
de un inquilino que había fugado de la zona
de la noche a la mañana, el dueño de la
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pensión encontró una bolsa negra a medio
enterrar. Cuando la abrió encontró
propaganda subversiva y droga.
Aterrorizado con aquel paquete, cavó un
agujero más hondo y lo enterró para nunca
más volver a ver aquel maldito paquete.
Meses después, el dueño de la pensión le
contó a Mateo lo ocurrido al día siguiente
de su traumática experiencia. A Mateo se le
congeló la sangre. Aquel vecino tan amable,
ahora desaparecido, inquilino como ellos,
los expuso a una tragedia. Nuevamente
Mateo dio gracias a Dios por haberlos
salvado.
Años después de haber salido de aquel
poblado para servir al Señor en otros
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lugares del país, Mateo y su familia
volvieron a aquel difícil sitio. No quedaba
más que restos de aquellos días de tanta
abundancia. Cuando las gentes encendías
sus cigarros con dólares del narcotráfico.
Cuando tenían que apresurarse para hacer
compras en el mercado del pueblo antes de
que aquellos señores compraran casi toda
la mercadería de los almacenes de un
momento a otro. Cuando los niños llegaban
al colegio con propinas que eran el diez por
ciento del sueldo de su profesor.
Ahora Mateo vió aquella casa hermosa
convertida en un casco de vivienda
enmohecida por la humedad tropical, con
las ventanas tapiadas con cartones y tablas
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viejas y sucias. Aquellas casas fueron
confiscadas por el gobierno y dejadas al
abandono como mudos testigos de aquellos
oscuros días.
Todo había cambiado. La gente no era la
misma. Trabajaban muy duro para ganarse
el sustento y vivían a duras penas. Todos en
silencio, sin poder decir nada del pasado.
Con temor. Porque aquellos hombres ya no
estaban pero estaban a la vez.
Mateo vio un cambio en el lugar. Muchos se
hicieron cristianos y vio el poder
ennoblecedor del evangelio en la vida de
muchas personas. Pero Mateo estaba solo
de paso. Los recuerdos llegaron pero se
fueron también. Era tiempo de dedicarse a
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lo que lo llevó nuevamente allí. Enseñar a
los niños de la zona que Dios desea
restablecer en ellos su imagen para
salvación.
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Acababan de desempolvar aquel disco de
vinilo que hacía un año estaba guardado.
Solo se sacaba para esta ocasión. Aquel LP
de los Toribianitos sonaba en la radiola de
la familia. Todo era alegría y el árbol de
navidad estaba totalmente adornado.
Un día antes Juanito visitó por primera vez
en su vida el barrio chino, cerca al Mercado
Central de la Ciudad de Lima allá por
mediados de la década de los ochentas. El
juguete que estaba de moda era el famoso
robot a pilas con televisor.
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“podré ver el chavo del 8 en mi propio
robot”- soñaba Juanito, en medio de su
familia, caminando por el centro de Lima.
Juanito estaba muy ilusionado esperando
poder sintonizar a través de pequeños
botoncitos y perillitas del robot la televisión
incorporada del juguete.
Cuando llegaron hasta la tienda,
encontraron que había una gama de robots.
Entre ellos estaba aquel robotito de la tele.
Sus padres compraron el aparato infantil y
lo llevaron a casa en un bolsa. Juanito no
veía las horas para que llegara el día
siguiente y poder comenzar a jugar con
aquel artilugio ultramoderno para su
vecindad. La novedad de la cuadra.
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Los pensamientos en la cabeza del niño
estaban fijos en aquella bolsa navideña. Los
toribianitos tocaban. Juanito corrió a través
del comedor, la sala, el patio de la casa y se
aproximó a la cocina donde su mamá
guisaba el pollo al horno que olía muy bien.
Las hermanas mayores estaban disponiendo
la mesa y los cubiertos con mucha
anticipación.
Entonces llegó la voz de la mamá. “ya…
vayan a descansar que les pasamos la voz”…
Los cuatro hermanitos subieron a sus
cuartos para dormir. Pero Juanito no
lograba conciliar el sueño. Eran las ocho de
la noche y nada. Las nueve y nada. Entonces
comenzó la típica danza del niño que no
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puede dormir. Bajó hacia la sala, cruzó el
patio y llegó a la cocina para jalar su sillita y
disponerse a conversar:
“mamá, tengo sed”.
Su mamá picando la tableta de chocolate,
dejó de preparar el dulce brebaje para
alcanzar a su hijo aquella agua, excusa
perfecta del niño para no dormir, cómplice
de las ansias de aquella criatura de solo 5
años.
Cuando vió Juanito que no había retorno a
sus inocentes preguntas, se levantó de su
silla, la acomodó en su sitio y se dispuso a
subir a su cuarto. La sala ahora estaba
oscura, eran ya las nueve y media y las luces
intermitentes de colores se prendían y
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apagaban constantemente iluminando
tenuemente aquella sala.
“Una pandereta suena… una pandereta
suena…”
Sonaba el LP de la radiola. Juanito se acostó
en su cama con la luz de la habitación
prendida.
A los pocos minutos Juanito se durmió. Los
minutos y las “tensiones” diarias propias de
los niños cobraron la factura al infante. No
se dio cuenta en que momento se durmió.
Pero como si no hubieran pasado más de
unos segundos, sintió que unas manitas le
sacudían la pierna. Era una de sus hermanas
mayores que le decían. Juanito levántate
que ya son las doce de la noche… levántate.
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Juanito estaba entre sueños y se dio la
vuelta sin caer en la cuenta que era noche
de navidad.
“¿No quieres abrir tus regalos?” – dijo la
niña.
“Déjalo si se queda dormido” – dijo su
mamá.
Ambas frases terminaron de despertar al
pequeño. Se levantó, bajó las escaleras y vió
como todo estaba dispuesto.
Su mamá tenía servida la mesa. Los
refrescos, el pollo al horno, el panetón, el
chocolate y los adornos propios de la
navidad estaban todos en su lugar. Era hora
de abrir los regalos. Salieron todos al patio
de la casa y su papá sacó unos cohetesillos
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para reventarlos afuera de la casa. Era un
momento de alegría.
“apártense niños” – dijo el padre mientras
soltaba al aire la sarta de pequeños
explosivos.
Los niños se tapaban los oídos y hacían
gestos de miedo con sus caritas mientar la
polvora hacía su trabajo en colusión con la
chispa explosiva. Todo estaba a pedir de
boca. Llegaron los vecinos y tocar la puerta
y desearse una feliz navidad.
Hasta que llegó la hora de los regalos.
Mamá dirigió la apertura de los regalos:
“Primero Johana”. Johana, la mayor de los
hermanos, recibió un par de zapatillas de
relago. Ella estuvo muy feliz.
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“Ahora Carmen”. La niña, al abrir su relago,
descubrió que se trataba de un juego de
cocina, una licuadora de juguete. Una
maravilla de la tecnología infantil de la
china. Nunca habían visto una licuadora de
juguete.
“Ahora Estela”. La pequeña abrió su regalo
y se trababa de una muñeca de plástico. En
la caja de colores decía “chichobello”. Una
maravilla que hacía “pis” si se le daba agua
por la boca.
“Ahora Juanito”. El pequeño sabía ya lo que
contenía su bolsa. Pero igual se emocionó,
ya no por saber que era aquel paquete, sino
por tenerlo entre sus manos.
Cuando abrió la bolsa se escuchó una
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explosión que hizo temblar los vidrios de las
ventanas de la casa. La mamá de los niños
los tomó entre sus brazos y los abrazó. El
padre con cautela si acercó a la ventana que
permitía la vista a la calle para ver las luces
de las casas de los cerros. “parece que fue
dinamita”. Fue su lacónico comentario. De
repente vio que una parte del cerro se
quedó sin luz. Y cuando se dio la vuelta para
avisar la noticia a su esposa, las tinieblas
cubrieron a la familia.
La música se silenció. Las pequeñas
lucesitas se apagaron. La gente comenzó a
caminar más rápido por la calle. Todos
sintieron miedo.
Las niñas lloraron de temor, mientras la
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mamá las consolaba. Pero Juanito, en
medio de la oscuridad abrió su bolsa. Sacó
su robot, y trató de buscar la palaquita de
encendido. Cuando al fin la ubicó, encendió
su robot. De pronto la única luz de la casa
comenzó a provenir de la panza de aquel
pequeño aparato. Todos se quedaron
mirando al robotito. Caminaba arrastrando
sus extremidades inferiores equipadas con
diminutas llantitas de plástico. Entonces
Juanito se puso en frente del juguete para
ver el chavo y descubrió que había una
escena de solo cuatro segundo que se
repetía de manera interminable.
“Mamá… no se puede ver el chavo con mi
robot…” – fue el comentario del niño.
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Todos quedaron en silencio. Todos se
quedaron viendo el pequeño robot. Todos
sentían frustración. Hasta que el papá
apareció con una vela encendida. Iluminó la
habitación, y dijo:
“Chicos… a comer”
Todos volvieron a alegrarse y rodeados por
la tenue luz de las velas y el sonido de los
explosivos festivos, se dirigieron al
comedor, se sentaron en sus sillas y el
padre se puso a orar:
“Dios, cuida a tus hijos en diversas partes
del Perú. Que en medio del terror de la
noche la luz de tus ángeles los cuide y
proteja. En el nombre de Jesús… Amén”…
Al día siguiente… cuando la señora de la
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casa salió para barrer la vereda, una vecina
le dijo. “Vecina, ¿ya vio en el cerro?”
“¿Qué cosa vecina?”
“Mire” – contesto la amiga.
La torre de alta tensión que estaba ubicada
justo en la cima del cerro estaba caída…
Lo mismo sucedería una semana después…
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“Ya vuelvo” – era la voz de Toño que se
dirigía a comprar el pan para el lonche.
Toño tomó su bicicleta “mister”. Esa era la
mejor motivación para salir a comprar pan.
Correr con su bicicleta por las calles de San
Martín de Porras para llegar a la panadería
que quedaba a unas cuantas cuadras de su
casa.
Cuando llegó a la tienda, don Rolando lo
atendió como siempre:
“Hola chico, ¿cuántos panes quieres?”
“Diez, don Rolando, y una palta…”
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Luego de pagar y recibir su vuelto, Toño
tomó su bicicleta y se dispuso a regresar a
su hogar. El viento acariciaba su rostro
serio, concentrado en no cometer errores ni
imprudencias en aquella transitada avenida.
Cuando llegó a su casa, abrió la reja que
daba a la calle y luego la cerró tras de sí
mismo.
Al entrar a la cocina, dejó su bicicleta y se
acomodó a observar la introducción de su
programa favorito: Robotek. Aquellos
aviones que se transformaban en robots le
resultaba altamente interesante.
Era su hora.
A los pocos minutos su padre llegó de la
calle. Era su día libre en el trabajo donde
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era empleado y aprovechó para asistir a una
reunión del colegio estatal donde sus hijos
estudiaban, a fin de poder finiquitar unos
asuntos de la asociación de padres de
familia.
La mamá tejía sentada en la sala, unas
mantas que iba a dar de regalo a una
sobrina que el mes siguiente se casaría con
un buen muchacho.
Era una tarde común y corriente. Llegó las
seis de la tarde y la hora de tomar el lonche
era la indicada. Las tazas de leche y las
infusiones se comenzaron a servir. La palta
se preparó para que se sirviera como una
mantequilla muy agradable y el pan se puso
en la panera de la casa. Todo estuvo listo.
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La puerta de la cocina que daba a la calle
estaba abierta para dejar pasar algo de aire
en un día cálido.
“Cierra la puerta Toño, que ya es tarde y
está empezando a correr un viento muy
frío” – dijo la mamá del muchacho mientras
se sentaba junto con su papá y su hermana.
Toño se puso de pie mientras conversaba:
Ana (su hermana) mañana vas a tener que
llevar la cartuchera de Paty… llamó por
teléfono para que no te olvides de
devolverla.
Ok, gracias – dijo su hermana.
En ese momento, como por un azar del
destino, en el preciso instante que Toño
empujó la puerta para cerrarla, se escuchó
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un ruido atronador. El padre de Toño, don
Lino, le dijo a su hijo:
“¡No avientes la puerta muchacho, la vas a
romper!”
“Yo no la aventé tan fuerte papá” – dijo
Toño. Cuando miró a través de la ventana
abierta de la puerta el hongo de humo
propio de una explosión, que se levantaba
por detrás de la casa de al frente de la
avenida, hacia atrás de la casa de sus
compañeras, las mellizas.
“¡Mira papá!”.
La voz de Toño estaba teñida de miedo y
consternación.
Don Lino se puso de pie como un rayo. Su
esposa lo siguió y Ana también. Los cuatro
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vieron aquel hongo de la muerte, oscuro
presagio de una mala noticia.
“Nadie salga a ninguna parte” – Dijo don
Lino tratando de demostrar calma.
“Pero papá, debo ir a la casa de Pedro para
llevar su cuaderno, el que me prestó”
“¡he dicho que nadie sale y punto!” – a la
vez, don Lino golpeó con la palma de su
mano la mesa. Estaba asustado y no
deseaba que ninguna desgracia aconteciera
a sus hijos.
Aquellos muchachos sabían que el
terrorismo existía, habían escuchado las
noticias de las 10:00 de la noche. Pero
nunca lo habían visto tan de cerca.
Aquella noche nadie salió.
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Al día siguiente se informó que un dirigente
de los profesores. Un hombre de vocación
de servicio. Había sido asesinado por estos
maleantes.
Toño, al día siguiente, salió con su bicicleta
para comprar kerosene del grifo del
“amigo”, como todos lo llamaban. Cuando
cruzó la avenida de su casa, se fue a buscar
las marcas de la bomba del día anterior.
Entonces encontró que el frontis de una
casa que quedaba a dos cuadras del grifo de
kerosene estaba destruido, y los pocos
ladrillos que quedaron en pie estaban
chamuscados.
Los vidrios de las ventanas de los vecinos
estaban rotos y los ocupantes de tales
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viviendas las cubrieron por dentro con
cartones para evitar los asaltos.
Luego de mirar por un momento, Toño de
11 años volvió a pedalear hasta llegar al
surtidor del combustible para la cocina.
Pagó los intis que debía pagar, y volvió a su
casa, siempre pensando en aquel hombre
que fue presa de semejante barbarie.
Cuando llegó a su casa, guardó su bicicleta,
llenó la botella de la cocina con kerosene.
Encendió la hornilla y luego se sentó a la
sala para ver el siguiente episodio de su
programa favorito. Otra tarde transcurrió.
Pero un vecino no vivió para ver como se
ocultó el sol aquella vez.
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Henry se había criado en uno de los caserios
de la selva del Perú. Un pueblito sin luz ni
agua potable. Las únicas diversiones eran el
jugar al futbol. Más de una vez Henry había
caminado 8 horas a algún caserio cercano
para jugar representando a su pueblo. La
caminata, para el y sus amigos era un mero
trámite. Les sobraba la energía y el
entusiasmo, así que con temperaturas
sobre los 30 grados y caminando en medio
de la espesura de la selva, no les era una
molestia ir.
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El diálogo entre los compañeros era
agradable y la caminata se hacía corta.
Los padres de Henry lo habían criado, junto
con sus otros 7 hermanos, con altas normas
morales y de conducta por lo que en medio
de las carencias y el libro de la naturaleza,
Henry se convirtió en un hombre hecho y
derecho.
Cuando ya fue muchacho, Henry tuvo que
salir del caserío donde vivía para ir a
continuar sus estudios secundarios en el
poblado más grande que estaba a unas
horas de su hogar. Durante cinco años
estudió y trabajó para educarse, sostenerse
y ayudar a su familia económicamente.
Luego de terminar la secundaria viajó a la
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capital del departamento para continuar
sus estudios superiores. Escogió dedicarse a
la docencia y hacerse profesor de primaria.
En sus primeros años de docente conoció a
Mery, una linda profesora, colega suya, con
la que luego de unos pocos meses de
amistad y noviazgo, desidieron casarse.
Eran otros tiempos.
Henry, hecho ya un hombre, se dedicó a su
trabajo con ahinco. Pronto sus hijos
nacieron. Dos niños alegraron su hogar,
hasta que alguien les habló de la Biblia y los
invitó a la iglesia. Allí Henry conoció más de
la Biblia y desidió guardar el sábado bíblico.
A la vez que estudiaba la Biblia, la sombra
del terrorismo se hacía cada vez más oscura
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sobre el Perú. El pensamiento subersivo
tomó varios matices. Algunos, aunque no
senderistas, tenían una idelogía pro
senderista. Muchos colegas del Henry
comenzaron con la “moda” de imponer
discursos de ultra izquierda.
Henry continuó estudiando la Palabra de
Dios pero poco a poco se dio cuenta que su
nueva forma de ver la vida provocaría
rechazo entre sus jefes pro senderistas en el
trabajo. Aun así desidió permanecer del
lado del deber aunque se desplomen los
cielos.
Muy pronto llegaron las hostilidades contra
Henry.
¡No profesor, usted tiene que venir a
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trabajar los sábados! – vociferaba el
director del centro educativo.
No señor director. Mis principios dictan que
no debo ir contra mi conciencia y la Biblia
dice: “Acuerdate del día sábado para
santifircarlo. Seis días trabajarás y harás
toda tu obra más el séptimo día es santo
para Jehová tu Dios…” (Exodo 20: 8 y 9) –
contestó Henry.
¡Esas son tonterías, la religión es el ópio del
pueblo, te ha vuelto tonto! – increpó el
director.
Discutieron toda aquella mañana y Henry
en todo momento con la Biblia en la mano.
Luego le pideron salir para que la
administración del plantel discutiera el
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caso. Al cabo de unos minutos lo volvieron a
llamar para comunicarle que:
“Profesor, usted tiene que venir a trabajar o
se hará acreedor de las sanciones” –
expresó el director.
“Bueno” – dijo Henry- “Sancionenme pero
no voy a venir a trabajar”.
Así, por varios meses Henry tuvo que sufrir
el descuento de su sueldo por no asistir a
clases los días sábado. Sus compañeros de
trabajo vieron como este profesor fiel a sus
principios sufrió y a pesar de elló fue fiel a
sus labores y cariñoso con todos.
Al cabo de un tiempo el director fue
destituido por los profesores debido malos
manejos económicos y a su vida que era
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una mala influencia para los alumnos ya
que tomaba licor y trataba mal a sus
colegas. En esa misma junta propusieron de
director al hombre más leal a sus principios
y de buen trato. A Henry.
Henry se sintió feliz de poder ayudar a sus
colegas. Pero los trámites de su jubilación
voluntaria habían sido iniciados ya hacía
unos meses antes. Henry fue director solo
aquel año para que al final del mismo
pasara al retiro habiendo dado un buen
testimonio.
Henry y su esposa, ambos docentes leales a
la Palabra de Dios, hoy día son leales a su
iglesia y a pesar de los males propios de la
edad, continúan sirviendo a la obra del
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Señor, llevando el conocimiento de la
verdad a cuantas personas se relacionan
con ellos.
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5
Marito corría por el parque Kennedy de
Miraflores. No había nada que mantuviera
su atención por más de cinco segundo.
Todo eran saltos y risas. Era el único lugar
de Lima que se consideraba seguro en
medio de una ciudad sitiada por el
terrorismo.
Marito solo pensaba en el keke que
comerían más tarde.
Era una noche en que el frio y la humedad
no pudieron contra la voluntad de ser feliz
de una familia limeña.
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Todo era alegría y confianza. La tarde se
hacía noche. Los buses que transportaban a
los empleados de las oficinas a sus casas
circulaban cada vez más llenos de personas.
Las pistas estaban cada vez más llenas de
automóviles. En las tiendas de zapatos, las
damas con trajes de oficina se distraían
observando y probándose los modelos que
llegaron recientemente.
Pedro, el padre de Marito le dijo:
“Hijito, voy a comprar tu keke, ahorita
vengo”. – fue una propuesta rara. Pedro
siempre iba con su hijo y su esposa por
dondequiera. Pero aquella noche el niño
estaba tan animado con su juego que solo
dio su asentimiento.
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Natalia, la mamá de Marito lo observaba
con una sonrisa. Ya era hora de regresar a
casa.
¡¡¡¡¡¡BOOOOOOOOMMMmmmm!!!!!
Los gritos acompañaron aquel sonido
poderoso. Muchos comenzaron a correr.
Natalia corrió a abrazar a Marito quien se
encontraba llorando sentado en el suelo.
“que pasa mamita…”
Natalia no pudo decir nada, solo se limitaba
a revisar a su hijo mientras pensaba que
pudo haber pasado, de repente el
pensamiento de su esposo vino a su mente
“Pedro… ¡Pedro!” Natalia solo caminó
cargando a su hijo en la dirección en que
Pedro se había dirigido en busca del dulce.
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Grande fue su horror cuando observó que
un hongo de humo se levantaba entre los
edificios. Varios salían de aquella calle con
los rostros sangrantes. Muchos estaban
sentados ensangrentados o tirados en el
piso por la onda expansiva de la explosión.
Las noticias informaron luego que los
terroristas hicieron estallar un coche bomba
cuya carga fue entre 400 y 500 kilos de anfo
mezclados con dinamita. Los edificios
afectados por encontrarse en el centro de
las explosiones ocurridas fueron El
Condado, San Pedro, Tarata, Residencial
Central y San Carlos. La onda expansiva
alcanzó los 300 metros a la redonda.
Las decenas de cuerpos estaban regados
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por el lugar.
Natalia salió de allí llorando. Muchos
clamaban por auxilio.
Dijeron que quisieron hacer estalla una
agencia de un banco pero en su insano
intento arrebataron la vida de 25 personas.
Marito al ver llorar a su mamá la abrazó y le
decía con su vocecita: “Mamita. Papito ya
va a venir… Jesusito lo ha cuidado”
La policía y los bomberos no tardaron en
llegar y ayudar a las víctimas de tal esfuerzo
macabro y demoníaco.
De pronto un hombre con la nariz sangrante
gritaba:
“¡¡¡¡Natalia!!!”
Era Pedro que los buscaba. Natalia lo
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reconoció y se dirigió hacia él.
“Gracias a Dios, Pedro… ¿Qué te pasó” –
Preguntó la mujer.
“Cuando todo estalló la onda expansiva me
arrojó al suelo y me golpee con un poste de
luz. Pero estoy bien… vámonos enseguida.”
La pequeña familia salió corriendo de la
zona de desastre. Luego caminaron rápido
hasta que poco a poco recuperaron la
calma. Tomaron un taxi donde pudieron y
llegaron a su hogar. Luego de dar gracias a
Dios prendieron televisión para escuchar las
noticias y observaron la terrible tragedia.
“Este es el gobierno del diablo y la
oscuridad”- fueron las palabras de Pedro…
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Sábado 3 de junio de 1989.
9:50 am.
Como siempre Juan estaba saliendo tarde
de su casa para ir a la iglesia de la Av.
España. Todo indicaba que se trataba de un
sábado más en medio de los apagones que
experimentaba Lima a raíz de los constantes
atentados terroristas.
Ataviado con la camisa “Op” y con aquellas
corbatas que eran delgadas y terminaban
en una línea recta, salió con dirección a su
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iglesia. Le pareció raro que un individuo
empujara su triciclo delante de su casa y se
detuviera en la esquina para recibir un
paquete sospechoso.
Sin embargo Juan pensó:
“Ya estoy neurótico… todo me parece una
bomba ahora”
Juan, con una Biblia pequeñita en el bolsillo
de atrás de su pantalón bombacho, siguió
su camino hacia la iglesia.
Pensaba en que se encontraría con Elena.
Pensaba en lo que conversarían ahora, ya
que hacía poco habían entablado una
amistad de lo más bonita. “Era una chica
buena (pensaba) creo que me voy a
declarar… voy a proponerle salir a…”
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¡¡¡¡BOOOOOOMMMM!!!
Una explosión lo sacó de sus pensamientos
románticos. La gente comenzó a vociferar.
Juan, como todo joven, sin medir las
consecuencias de sus actos a plenitud,
corrió hacia la zona de desastres. Pocos
metros después, el mismo hombre del
triciclo corría en dirección opuesta a la
explosión. El solo lo vio y pensó que huía de
los hechos como muchos otros lo hacía
presa del miedo.
“Pobrecito, del pánico dejó su triciclo…” –
pensó Juan.
Cuando Juan llegó encontró la llanta del
triciclo quebrada y tirada por el Jr. Junín.
Grande fue su horror cuando vio dos
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omnibuses, y un volswagen destruidos
presas de las llamas. Varios miembros del
regimietno Húsares de Junín que acudían al
Palacio de Gobierno al cambio de guardia
fueron salvajemente asesinados mientras
muchos otros fueron heridos.
“Esto es salvaje…” - pensó Juan. En pocos
minutos los bomberos y la policía nacional
llegaron para detener a varios transeúntes
para que narraran lo ocurrido mientras los
bomberos seguían ayudando a las víctimas
y apagando el fuego.
Juan se retiró enseguida.
Sus pensamientos de rabia y deseos de
venganza bullían por su cabeza. Llegó a la
iglesia y quiso encontrar a su mamá quien
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estaba en la segunda fila de la nave derecha
de bancas de la iglesia, como siempre.
Como nunca, Juan tomó la mano de su
mamá y la presionó suavemente, agachó su
cabeza y algunas lágrimas corrieron por sus
mejillas.
Su mamá se intrigó de ver así a su hijo tan
seguro de sí mismo y tan rebelde.
“¿Qué te pasó hijito?” – preguntó su mamá
a la vez que lo abrazaba recordando las
veces que lo hacía cuando Juanito te caía o
cuando lo insultaban por su obesidad
infantil, que ahora era solo un recuerdo.
“Mamá… he visto morir gente…” – Juan
comenzó a llorar…
Su mamá lo sacó de la iglesia hacia el patio
56
de la misma para conversar mejor. Le contó
todo lo que sucedió. Le contó sus
pensamientos. Le contó todo lo que tenía
en su mente.
El pastor informado por otros medios, se
puso de pie para comenzar a predicar e
informó a la iglesia de lo sucedido y pidió
que oraran por los seres amados de
aquellos hombres víctimas de la demencia
senderista.
Juan abrazó a su mamá. Y lloró.
Su madre no le dijo nada, solo lo abrazó,
pero en sus pensamientos expresaba:
“Como me hubiera gustado estar allí para
cuidarte hijo, como cuando te cuidaba cada
vez que íbamos al parque… pero no
57
estuve… Dios estuvo contigo hijo”:
Aquella experiencia cambió la vida de Juan.
El no sería el mismo. Nunca más.
7
26 de diciembre de 1980
- Mamá, ¿Dónde está mi papi? –
preguntó Michael a su mamá, Doris.
- Se fue a trab, hujar hijo, va a venir
en la noche.
58
En esa época la tecnología celular no había
aun nacido y pocos eran los hogares que
contaban con una línea telefónica en su
hogar. Ese era el caso de los Pérez. Doris y
Moisés pertenecían a la clase provinciana
que, huyendo del terrorismo que
comenzaba a fortalecerse en su natal
Ayacucho, se establecieron en uno de los
conos de Lima.
Moisés consiguió un trabajo de portapliegos
en una oficina del centro de Lima. Luego de
las fiestas de navidad Moisés tomó su bus
acostumbrado, los chinos hasta la
Panamericana Norte y a la altura de puente
Trujillo se bajó para dirigirse a la oficina. Le
59
pareció extraño que al frente del puesto de
periódicos donde acostumbraba leer los
titulares, en aquel viejo poste de luz, mucha
gente estaba reunida y dos policías
intentaban bajar algo que estaba colgado.
Se trataba de un perro negro colgado por el
pescuezo, muerto y con un papel atado a su
cuerpo. El papel tenía un mensaje, que
según los noticieros, era un mensaje
claramente provocador y sedicioso.
Este hecho fue tomado como un mero
hecho curioso, pero era el presagio de una
época funesta y miserable en la que el Perú
fue sumergido.
60
A su regreso a casa, Moisés le contó a Doris
lo que ocurrió y los comentarios que se
suscitaron. No hubo mucho que decir. Esto
fue tomado como una broma de pésimo
gusto por los Pérez, sin saber que muy
pronto momentos de dolor atormentarían
a sus seres amados de su amada tierra
natal…
61
8
11 de setiembre de 2001
“Nos vemos hermano”- el pastor Paredes
acabó de despedirse de aquel hermano del
distrito de Casa Grande.
Subió las escaleras que lo llevarían hacia el
corredor del segundo piso donde habitaba y
lo esperaba su flamante esposa.
Aquella mañana transcurría con toda la
normalidad del mundo. Las visitas propias
del amanecer. El conversar con los
hermanos y con cada persona con la que
cruzaba.
62
Casa Grande es un pequeño paraje del
norte del Perú. Es necesario tomar el desvío
a la derecha antes de llegar a Chocope, al
norte de Trujillo y seguir el camino y las
señales. Cuando se ingrese al callejón hecho
por árboles, pues ya se está en Casa
Grande. La villa de la compañía azucarera
más grande del Perú. El mercado de
pueblito lindo. El paradero de combis,
micros y autos dispuestos a llevar a los
interesados hacia Ascope, Chocope, Paiján,
Chiquitoi, Trujillo, Sausal, Chala, la Portada,
Pampas de Jagüey, Jagüey, San Benito,
Yetón o Guzmango.
Luego se encuentra la plaza principal de la
ciudad rodeada de edificios como la
63
Municipalidad, la Comisaría, el Cine, mudo
testigo de grandes súper estrenos, en
tiempos más prósperos, pasados ya, y la
piscina de la ciudad.
El pastor vivía casi al frente de la mismísima
Casa Hacienda o Casa Grande de la ciudad,
la que le dio el nombre a la localidad. Un
poco más allá se encontraba la empresa
azucarera. Se cuenta que en una de sus
paredes, al lado del mítico reloj de Casa
Grande, rezaba un lema que era aplicado a
los esclavos que existieron a inicios del siglo
XX: “Reza, calla y trabaja”.
Aquel día soleado y tranquilo en aquel
distrito envolvía al pastor.
Entró a la casa y saludó:
64
“Hola amor”- dijo a su esposa.
“Hola vidita, que tal te fue”.
Ambos se sentaron para tomar un desayuno
en aquel martes. Conversaron de la visita de
las hermanas a la casa, de las visitas del
pastor a las casas de los amigos. De los
planes que se debían concretar en los
departamentos de Ministerio Personal y
Ministerio de la Mujer.
Luego compartir momentos de solaz, el
joven pastor Paredes se puso de pie y fue al
lugar donde se encontraba el televisor y allí
se sentó para escuchar algo de noticias del
canal CNN de la señal de la empresa Cable
Visión de Casa Grande.
En ese momento escuchó... observó.
65
“USA under attack” – rezaba en el rótulo de
la noticia.
“¿Cómo?” – dijo el pastor en voz muy baja,
frunció el seño como quien quiere saber
más.
“Estados Unidos está siendo atacada por
terroristas. Dos aviones han sido
secuestrados por una facción de terroristas
que se hacen llamar Al Qaeda… su líder es
un multimillonario: Bin Laden…” – decía la
periodista que narraba la noticia.
El pastor se sentó y vio como una de las
torres del World Trade Center de la ciudad
de Nueva York despedía una columna de
humo que las corrientes de aires de
aquellas altura llevaba por su camino.
66
En eso, un segundo avión apareció de
repente y se incrustó en la otra torre…
El pastor se paró de su lugar… y solo llamó:
“¡María!, ¡María!... ven”
La joven esposa llegó y se puso a mirar la
televisión
“¿Qué te pasa?... ¿Dónde es eso? – no
lograba aun discernir las imágenes.
“Es en Estados Unidos…”
María dejó de secarse las manos con el
secador de la cocina y se sentó inmóvil. “No
lo puedo creer”.
Las dos torres estaban despidiendo una
humareda intoxicante, cargada de muerte.
Los servicios de información declaraban que
muchos bomberos acudieron en auxilio de
67
las personas que estaban atrapadas.
Muchos de los que se encontraban en las
partes bajas del edificio lograron escapar,
pero los que se encontraron por encima del
lugar de las explosiones estaban siendo
presas del pánico.
Esa mañana se convirtió en una mañana de
terror.
Con horror, millones de personas vieron
como muchos saltaban al vacío prefiriendo
morir de ese modo a morir asfixiados o
quemados.
De pronto, se transmitió una voz que
dejaba un mensaje para su familia:
“Raquel… te amo y espero que nos
volvamos a ver, cuida de las niñas…”.
68
Mientras aquella voz hablaba en off, las
imágenes transmitían el incidente en el
edificio. De pronto la transmisión telefónica
se cortó.
La una de las torres se desplomó. La
infraestructura no pudo soportar más el
peso de aquella construcción siniestrada.
CNN daba cuenta de la desaparición de
muchos oficiales de policías y bomberos
luego de aquel derrumbe.
Todo era confusión. La gente huía. El pastor
y su esposa miraron estupefactos. De
pronto un olor a quemado llegó a las
narices de ellos. María se puso de pie y fue
a retirar la olla del fuego… el arroz se había
arruinado. Mientras aseaba la olla escuchó.
69
“Nooo”- dijo su esposo.
“¿Qué pasó…?”- interrogó María.
“La otra torre acaba de caer también”.
Miles de personas muertas en un instante.
Miles fueron asesinados. Miles de personas
inocentes fueron víctimas del Terror. Miles
fueron hechos pedazos. Muchos no fueron
hallados más. Policías, bomberos, civiles.
Muchas llamadas cortadas, muchas vida
apagadas.
Todo ocurrió una mañana de aquel martes
11 de setiembre del año 2001.
70
9
Pero, aunque estos relatos te resulten
increíbles, te contaré que uno de los relatos
de terrorismo, el del 11 de setiembre de
2001 en Estados Unidos, tiene relación con
la profecía. Te explico:
En el libro de Daniel capitulo 7 se desarrolla
un recuento de los cuatro imperios
mundiales. El primero es el de Babilonia
(león con cuatro alas que es puesto de pié y
se le dio un corazón de hombre) que tiene
predominio sobre el mundo entre el 605-
539 a. C., y es seguido por el imperio Medo
71
Persa (Oso levantado de un lado más que
de otro y con tres costillas en su hocico) que
domina entre el 539 al 331 a.C.
Luego se levantaría el imperio Griego
(leopardo de cuatro alas y cuatro cabezas)
que rige el mundo entre el 331 y el 168 a.C.
para que luego sea desplazado por el
Imperio Romano (La bestia espantosa) que
rigió como imperio entre el 168 a. C. y el
476 d. C. de la bestia aparecerían diez reyes
(diez cuernos) los cuales fueron los
Anglosajones (Gran Bretaña) Alamanes,
Hérulos, Vándalos (África), Ostrogodos,
Visigodos (España), Suevos, Lombardos,
72
Burgundios, y Francos (Francia) y siete de
ellos gobiernan hasta hoy (Daniel 7:24).
Pero cuando Daniel estaba contemplando
los cuernos, surgió un cuerno pequeño,
diferente a todos los demás y delante de él
cayeron tres cuernos.
Fue el edicto del emperador Justiniano de
533 que concedía la ciudad de Roma como
sede del Imperio Romano de Occidente y
que estaría a cargo del obispo de Roma. Fue
73
el general Belisario quien luego de
soberbias campañas militares logró destruir
a tres tribus bárbaras que amenazaban
Roma. Los Vándalos fueron derrotados el
534, los Ostrogodos fueron expulsados de
Roma en el 536, y los hérulos también por
aquellos años. Fue en el 538 que Roma
quedó asegurada para que el obispo de
Roma quedara como regente de lo que se
había recuperado del Imperio Romano de
Occidente.
Este cuerno pequeño “hablará palabras
contra el Altísimo, y a los santos del
Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar
los tiempos y la ley; y serán entregados en
74
su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio
tiempo” (Daniel 7:25) es decir por tres años
y medio, o 1260 días (años, según Ezequiel
4:6).
Juan vio esta misma actividad anticristiana
de otro modo. Luego de observar a un
dragón rojo de siete cabezas y diez cuernos
y que con su cola arrastra a la tercera parte
75
de los ángeles del cielo (Apocalipsis 12) y
que luego quiso eliminar al hijo de la mujer
vestida de Sol.
En el capítulo 13:1 relató: “vi subir del mar
una bestia que tenía siete cabezas y diez
cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y
sobre sus cabezas, un nombre blasfemo”.
Este poder no sería político sino netamente
religioso por las blasfemias escritas en cada
una de las cabezas. Al igual que el cuerno
pequeño, este poder se eleva en blasfemias
contra el Todopoderoso. Con características
de Babilonia (cabezas de León), Grecia
(cuerpo de leopardo) y Medopersia (patas
de oso), deja entrever que la dirección y
76
autoridad de este poder giraría en torno a
la religiosidad como la babilónica, su
andamiaje doctrinal (cuerpo de leopardo)
se basaría en el dualismo filosófico griego y
sus móviles echarían mano de la violencia
salvaje (Medopersia).
Esta bestia recibiría su trono y autoridad del
Dragón, es decir del Imperio Romano
pagano (538 d.C.) pero una de sus cabezas
77
estaba como herida de muerte pero la
herida fue sanada. La iglesia papal recibió
un golpe mortal en febrero de 1798, cuando
el general francés Louis Berthier, llegó a
Roma, por orden de Napoleón, para tomar
prisionero al papa Pio VI y conducirlo a
Francia, donde moriría al cabo de tres años
de cautiverio. Los derechos soberanos de
Roma fueron quitados en esa fecha, pero
restituidos en 1929 por Mussolini (herida
comenzó a ser sanada).
Esta bestia, al igual que el cuerno pequeño
hablaba grandes cosas, contendería contra
los santos y reinaría 42 meses o 1260 años
(Daniel 7: 20, 21; Apocalipsis 5-7).
78
Mientras Juan observa como la bestia que
salió del mar habla grandes cosas y persigue
a los santos, aquella bestia que tenia una de
sus cabezas herida de muerte pero sanó, su
atención fue llamada al desierto. Otra
bestia salió de la tierra y tenía dos cuernos
como de cordero, pero que hablaba como
dragón (Apocalipsis 13:11).
Esta bestia es identificada con aquella
nación que surgió cerca del tiempo en que
la primera bestia fue herida de muerte. No
hay otra nación que calce mejor con estos
tiempo que los Estados Unidos de
Norteamérica. “¿Cuál era en 1798 la nación
del nuevo mundo cuyo poder estuviera
79
entonces desarrollándose, de modo que se
anunciara como nación fuerte y grande,
capaz de llamar la atención del mundo? La
aplicación del símbolo no admite duda
alguna”.1 Una nación, y sólo una, responde
a los datos y rasgos característicos de esta
profecía; no hay duda de que se trata aquí
de los Estados Unidos de Norteamérica.
Literalmente nació con las características de
un cordero. Su constitución inicia con las
siguientes palabras:
1 Elena G. de White, Conflicto de los
siglos durante la era cristiana (California:
Pacific Press Pub. Assn, 1939), 493.
80
“Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos,
a fin de formar una Unión más perfecta,
establecer la justicia, garantizar la
tranquilidad nacional, tender a la defensa
común, fomentar el bienestar general y
asegurar los beneficios de la libertad para
nosotros y para nuestra posterioridad, por
la presente promulgamos y establecemos
esta Constitución para los Estados Unidos
de América”.
“En el siglo XVII millares de pastores fueron
depuestos de sus cargos. Se le prohibió al
pueblo so pena de fuertes multas, prisión y
destierro, que asistiera a cualesquiera
reuniones religiosas que no fueran las
81
sancionadas por la iglesia. Los que no
pudieron dejar de reunirse para adorar a
Dios, tuvieron que hacerlo en callejones
obscuros, en sombrías buhardillas y, en
estaciones propicias, en los bosques a
medianoche. En la protectora espesura de
la floresta, como en templo hecho por Dios
mismo, aquellos esparcidos y perseguidos
hijos del Señor, se reunían para derramar
sus almas en plegarias y alabanzas. Pero a
despecho de todas estas precauciones
muchos sufrieron por su fe. Las cárceles
rebosaban. Las familias eran divididas.
Muchos fueron desterrados a tierras
extrañas. Sin embargo, Dios estaba con su
pueblo y la persecución no podía acallar su
82
testimonio. Muchos cruzaron el océano y se
establecieron en Norteamérica, donde
echaron los cimientos de la libertad civil y
religiosa que fueron baluarte y gloria de los
Estados Unidos”.2
Una nación que nació como cordero, pero
que a lo largo de su breve historia ha
desarrollado una imagen diferente:
Tan pronto como los Estados Unidos (EEUU)
se independizaron iniciaron una serie de
guerras de expansión. Con el fin de
apoderarse de las colonias británicas de
2 Elena G. de White, Conflicto de los
siglos durante la era cristiana (California:
Pacific Press Pub. Assn, 1939), 294.
83
Canadá, EEUU entró en guerra contra
Inglaterra (1812 – 1814) que resultó en un
“empate” entre ambas naciones. Entre los
años 1820 y 1830 se desarrolló la guerra
contra México dando origen a Texas.
Porfirio Díaz dejaría para la posteridad su
famosa frase: “Pobre México, tan lejos de
Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.3
Entre 1861 y 1865 se desarrolló la Guerra
Civil Norteamericana que marcó esta nación
por siempre. A fines de los 1890 EE UU
extrañamente entró en guerra contra
3 Eduardo Galeano, Las venas
abiertas de América Latina (Madrid: Siglo
XXI, 2003), 159.
84
España, ganándola y apoderándose de
Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.4
En 1917 EEUU entró en la Gran Guerra
(Primera Guerra Mundial). El presidente
Wilson aseguró que «El mundo debe
convertirse en un lugar seguro para la
democracia»5, cuando EEUU ingresó a «la
guerra que pondrá fin a todas las guerras».
Y fue este mismo presidente que trató de
4 ,
(Madrid: Ediciones
Encuentro, 1998), 201.
5 Michael W. Apple, y James A.
Beane. (Madrid:
Morata, 1999), 19.
85
unir al mundo a través de la Sociedad de las
Naciones que finalmente fracasó.
En setiembre de 1939 se inició la Segunda
Guerra Mundial, y el 7 de diciembre de
1941 los EEUU fue objeto de un ataque
sorpresa del imperio Japonés en Pearl
Harbor, declarándole luego la guerra,
abandonando su posición neutral e
ingresando a la Segunda Guerra. Terminó la
guerra contra Japón a través de lanzar dos
bombas atómicas contra Hiroshima (6 de
agosto) y Nagasaki (9 de agosto de 1845).
EEUU dejó claro su poderío bélico, pero no
era la superpotencia que es hoy, ya que
todavía existían otras naciones capaces de
86
presentarle batalla como Rusia e Inglaterra.
Winston Churchill acuñaría el término
“Cortina de Hierro” para describir el
ambiente geopolítico que se cerniría en el
mundo luego de acabada la Segunda
Guerra. Estas crisis se fueron acentuando
con la aparición de Cuba como primer
gobierno comunista del hemisferio
occidental en 1950, lo que no sería
permitido por Norteamérica. A esto se
suma las crisis desatadas por el derribo en
espacio aéreo soviético de un avión U-2
espía norteamericano. En 1861, frente a la
ola migratoria de la Alemania soviética a la
Alemania norteamericana, el gobierno ruso
ordenó la construcción de un muro en la
87
ciudad de Berlín, el mismo que fue símbolo
de la guerra fría por décadas.
La guerra de entre Vietnam del Sur,
apoyada por los EEUU y Vietnam del sur
apoyada por el bloque comunista, resultó
en una vergonzosa derrota norteamericana,
la que quedó muy mal parada frente al
mundo, pero esto quedaría levemente
cubierto cuando el 20 de julio de 1969 los
EEUU le ganaron la carrera espacial a los
88
rusos al colocar al primer hombre en la luna
y traerlo de regreso.
La caída del muro de Berlín el 9 de
noviembre de 1989 y la perestroika que
condujo a la disolución de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el
25 de diciembre de 1991, mismo día en que
Mijaíl Gorbachov renunció y fue sucedido
por Boris Yeltsin, presidente de la naciente
Federación Rusa. La nación que podría
89
haberle hecho frente a los EEUU había
desaparecido sistemáticamente. Los ojos
del mundo estaban pasmados. EEUU era la
nueva y única superpotencia, y para dejar
bien en claro su superioridad militar ante el
mundo, sucedió la Guerra del Golfo en
1990.
90
Fue en esta ocasión que el mundo
nuevamente quedó asombrado con el
rápido despliegue tecnológico y militar de
los EEUU, acallando a cualquier naciente
potencia de desafiar al neo dragón.
91
9/11
Fue en la mañana del 11 de setiembre de
2001 que dos aviones secuestrados por la
facción terrorista Al-Qaeda dieron objetivo
contra las dos torres del World Trade
Center en Nueva York cayendo poco tiempo
después. A raíz de estos atentados EEUU
declaró la guerra contra el terrorismo e
invadió Afganistán para derrocar el régimen
talibán, y luego, argumentando la existencia
de armas de destrucción masiva, invadió
Iraq y derrocó el gobierno de Saddam
Husein, encontrándolo escondido al sur del
país, y condenándolo a muerte. Se
recortaron las libertades públicas internas
92
en EEUU y las agencias gubernamentales de
seguridad pudieron detener sin a
sospechosos recluyéndolos en lugares como
Guantánamo haciendo uso aún de abusos
de autoridad.6 La democracia tal cual se
conocía había llegado a mutar en sus
fronteras. Se podía hacer uso de la tortura
6
Beiras. Torturas y abuso de poder.
(Barcelona: Anthropos Editorial, 2006), 21 -
24.
93
de ser posible7 para “defender su
seguridad”.8
“Los cuernos como de cordero y la voz de
dragón del símbolo indican una extraña
contradicción entre lo que profesa ser y lo
que practica la nación así representada. El
"hablar" de la nación son los actos de sus
autoridades legislativas y judiciales. Por
esos actos la nación desmentirá los
principios liberales y pacíficos que expresó
7 José Portillo, El camino a la
libertad (Uruguay: Editorial Trilce, ), 91.
8 Alberto Timm, Amir Rondor y
Vanderlei Dorneles, O futuro: a visão
adventista dos últimos acontecimentos (Sao
Paulo: UNASPRESS, 2004), 194, 195.
94
como fundamento de su política. La
predicción de que hablará "como dragón" y
ejercerá "toda la autoridad de la primera
bestia," anuncia claramente el desarrollo
del espíritu de intolerancia y persecución de
que tantas pruebas dieran las naciones
representadas por el dragón y la bestia
semejante al leopardo. Y la declaración de
que la bestia con dos cuernos "hace que la
tierra y los que en ella habitan, adoren a la
bestia primera," indica que la autoridad de
esta nación será empleada para imponer
alguna observancia en homenaje al
papado”.9
9 Elena G. de White, Conflicto de los
95
A partir del 9/11 EEUU acentuó su discurso
de hegemonía e intolerancia siguiendo los
pasos del dragón. 9/11 a la luz de
Apocalipsis 13 es el cumplimiento parcial
del versículo 11. La voz de dragón se ha
dejado escuchar desde hace décadas, pero
es a partir del 9/11 este discurso se ha
acentuado.
Luego de este breve repaso de la profecía e
historia, nos queda claro que si todo se
cumplió hasta el verso 11 del capítulo 13
del Apocalipsis con perfecta precisión, los
siglos durante la era cristiana (California:
Pacific Press Pub. Assn, 1939), 495.
96
versículos 12 al 18 se cumplirán muy pronto
tambien.
“La profecía del capítulo 13 de Apocalipsis
declara que el poder representado por la
bestia de cuernos semejantes a los de un
cordero haría "que la tierra y los que en ella
habitan" adorasen al papado, que está
simbolizado en ese capítulo por una bestia
"parecida a un leopardo"... Esta profecía se
cumplirá cuando los Estados Unidos hagan
obligatoria la observancia del domingo, que
97
Roma declara ser el signo característico de
su supremacía...”.10
10
Elena G. de White, Eventos del los
últimos días (Buenos Aires: ACES, 1989),
132.
98
10
Querido hijo. La verdad es que el terrorismo
tiene que ver con el espíritu de maldad que
reina en el mundo y este mismo espíritu
será el que al final se rebele contra el
Creador en una gran batalla final. Pero eso
te lo cuento otro día.
- Bien papá…