cuenco de talavera - man

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Bibliografía Museo Arqueológico Nacional Departamento de Difusión Serrano, 13 28001 MADRID Tel. (+34) 915 777 912 Fax (+34) 914 316 840 www.man.es/man/actividades/pieza-del-mes.html MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE GÓMEZ MUNTANÉ, M.C. (2012): Historia de la música en España e Hispanoamérica. Vol. 2: ‘De los Reyes Católicos a Felipe II’. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España. MARTINEZ CAVIRÓ, B (1969): Cerámica de Talavera. Madrid. NEVILE, J. (2015): “Decorum and Desire: Dance in Renaissance Europe and the Texto: Josemi Lorenzo Arribas (pieza del mes anulada por Covid-19 en agosto de 2020 y publicada en Instagram el día 17 de diciembre de 2020) Adaptación del texto: Dori Fernández (Departamento de Difusión) Audiciones recomendadas CAPELLA DE MINISTRERS (2007): La Spagna. Danzas del Renacimiento español. CDM 0718. HESPÈRION XXI (2007): Le Concert des Nations y La Capella Reial de Catalunya. Ludi Musici. El espíritu de la danza (1450-1650). AV 9853. Maturation of a Discipline”. Renaissance Quarterly, 68/2, pp. 597-612. REESE, G. (2006): La música en el Renacimiento. Madrid: Alianza, 2 vols. REY, J.J. (1978): Danzas cantadas en el Renacimiento español. Madrid: Sociedad Española de Musicología. Cuenco de Talavera Música y danzas del Renacimiento y el Barroco LA MÚSICA EN EL MUSEO

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Page 1: Cuenco de Talavera - MAN

Bibliografía

Museo Arqueológico NacionalDepartamento de DifusiónSerrano, 1328001 MADRIDTel. (+34) 915 777 912 Fax (+34) 914 316 840www.man.es/man/actividades/pieza-del-mes.html

MINISTERIODE CULTURA Y DEPORTE

GÓMEZ MUNTANÉ, M.C. (2012): Historia de la música en España e Hispanoamérica. Vol. 2: ‘De los Reyes Católicos a Felipe II’. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España.

MARTINEZ CAVIRÓ, B (1969): Cerámica de Talavera. Madrid.

NEVILE, J. (2015): “Decorum and Desire: Dance in Renaissance Europe and the

Texto: Josemi Lorenzo Arribas (pieza del mes anulada por Covid-19 en agosto de 2020 y publicada en Instagram el día 17 de diciembre de 2020) Adaptación del texto: Dori Fernández (Departamento de Difusión)

Audiciones recomendadas

CAPELLA DE MINISTRERS (2007): La Spagna. Danzas del Renacimiento español. CDM 0718.

HESPÈRION XXI (2007): Le Concert des Nations y La Capella Reial de Catalunya. Ludi Musici. El espíritu de la danza (1450-1650).

AV 9853.

Maturation of a Discipline”. Renaissance Quarterly, 68/2, pp. 597-612.

REESE, G. (2006): La música en el Renacimiento. Madrid: Alianza, 2 vols.

REY, J.J. (1978): Danzas cantadas en el Renacimiento español. Madrid: Sociedad Española de Musicología.

Cuenco de Talavera

Música y danzas del Renacimiento

y el Barroco

LA MÚSICA EN EL MUSEO

Page 2: Cuenco de Talavera - MAN

El Renacimiento hispano llevará la música a una de sus cúspides, un verdadero Siglo de Oro, y sus músicos serán conocidos en toda Europa. La música profana, con gran base popular, entrará en escena con el repertorio recogido en los cancioneros; además, se popularizará la tablatura instrumental, apoyada por la imprenta. Lo más importante es que la música pasará a ser un requisito de cultura, parte del necesario currículo de las élites sociales, amantes tanto de la compleja polifonía franco-flamenca, como de las nuevas formas musicales de carácter improvisatorio (diferencias, tientos, fantasías), o las derivadas de aires de danza ( folías, pavanas, gallardas, jácaras…). El Barroco musical hispano continuará esta tradición, si bien es un aspecto menos conocido, cada vez más reivindicado. Este cuenco, fabricado en el siglo XVII, sirve para ilustrar la pervivencia de la tradición musical renacentista en ambientes barrocos.

Si el origen de la música estuvo inextricablemente unido a la danza, no será hasta el Renacimiento cuando conservemos fuentes musicales suficientes para dar cuenta de la diversa panoplia de formas dancística y de la riqueza instrumental y vocal asociadas a ella. A la vez, disponemos por vez primera de literatura escrita para distintas “familias” instrumentales. Se inició un desarrollo de lenguajes propios y específicos que no ha hecho sino crecer hasta nuestros días, impulsado por la inclusión de la práctica musical en el currículo deseable de una persona bien educada. En la música popular, ilustrada en este cuenco mediante una danza acompañada por una gaita, la pervivencia de la música renacentista en épocas posteriores será notoria.

Una escena popular de danza

Este cuenco fue donado al MAN por Isabel de Borbón y Borbón (1851-1931), conocida como La Chata, a cuya colección particular pertenecía. Fue una princesa muy vinculada al arte musical que aprendió canto, piano y arpa.

El cuenco fue realizado en los famosos alfares de Talavera de la Reina (o los

gemelos de Puente del Arzobispo, también en Toledo), cuna de los talleres cerámicos más reclamados en la Edad Moderna en España, de donde salieron hasta once series distintas en sus cinco siglos de producción. La decoración, en colores azul, amarillo, verde, naranja y manganeso, y las calidades del dibujo sitúan esta pieza dentro de la serie llamada de «escenas polícromas realistas», que prefirieron el cuenco como soporte más habitual para representar animales, personajes, escenas populares, ambientes pastoriles, temas mitológicos y, también, aunque en menor medida, religiosos y heráldicos. La popularización de este tipo de cerámica explica la permanencia de modelos y su producción casi seriada, lo que dificulta un acercamiento cronológico preciso a la época de factura de esta pieza, datada entre el último cuarto del siglo XVII y el primero del siguiente por su aire inequívocamente barroco.

En este cuenco se representó, sobre un fondo vegetal encuadrado por dos árboles adaptados a la ley del marco, una escena popular de danza en la que dos parejas mixtas de danzantes se mueven al son de una gaita, que consta de odre, soplete, puntero y roncón, adornado con tres borlas. Las montañas intuidas en la parte superior, una liebre en la inferior, alguna mariposa y más insectos, ambientan la escena en un entorno bucólico. En la parte exterior del cuenco, grandes pájaros alternan con árboles sobre un fondo azul.

Danzas populares al son de la gaita

Poco podemos saber de la danza que interpretan los danzantes populares representados en el cuenco, que iban de a dos. Todo parece indicar que no es una danza “en redondo” (de corro), ni una danza de paloteo, ni de hachas, ni de cintas. Poco más se puede añadir en este aspecto. En cuanto a vestiduras y tocados, cabe resaltar el aire alto grotesco, abufonado de los danzantes masculinos, con vestidos demodé (uno de ellos calza espuelas), así como el desnudo gaitero. Este personaje toca el único instrumento, netamente popular, que

aparece representado en la escena, la gaita. Venía usándose desde tiempos anteriores, y su potente sonido la hacía apta para espacios exteriores. En general, ha estado muy presente en los bailes populares desde el Renacimiento hasta la actualidad. Estos bailes suelen acompañarse casi de forma exclusiva de instrumentos de percusión, bien musicales (el imprescindible tamboril, tambores, castañetas, gaitas…) o no musicales (sartenes, calderos, o los zapatos o palos en sus danzas respectivas), frecuentemente tañidos por los propios danzantes.

La gaita se asoció a danzas populares de carácter “étnico”, como las de maragatos (León) y gallegos. También sirvió para caracterizar a “bandoleros”, como en las danzas del Corpus en Madrid en 1676. Es posible que los atuendos de los danzantes respondan a alguna de estas caracterizaciones, sin que podamos afirmar nada taxativamente.

Por otra parte, el conjunto de la escena recuerda a una descripción madrileña (1663) de danzas de carácter regional en que se recrea “una dança de chança, una boda a lo gallego con su novio y novia y sacristán y los demás vestidos a lo gallego, ridículos, todos bailando con sus cuellos y sombrerillos a lo gallego, con su gaitero”. De manera similar los representó la grabadora francesa Claudine Bouzonnet-Stella (1636-1697) en Danse de paysans (1660), posible inspiración de la representación de este cuenco, pues consta que sus modelos, junto a los de otros artistas, fueron empleados en Talavera.

La música popular renacentista y barroca: danzas, danzas y más danzas

Es imposible saber exactamente qué tipo de música popular está interpretando el gaitero de este cuenco del siglo XVII. Gran parte de la música renacentista puramente instrumental que conservamos son danzas, las mismas que hasta finales del Barroco, y aun después, se agruparán en suites. Así, tenemos decenas de versiones de autor

de los populares pasacalles, alemandas, gallardas, folías, jácaras, pavanas, villanos (danza definida “a semejanza de los bailes de los aldeanos”)… Binarias unas, ternarias otras, lentas o rápidas, su sabia alternancia permitía producir secuencias adaptables al gusto, al público o a la circunstancia, frecuentemente introducidas por una pieza de cariz más improvisatorio, el ricercare italiano, el tiento español.

La música de danza renacentista y barroca, como la representada en esta escena, tendía a un desarrollo melódico con una fuerte base rítmica, sin excluir los rasgueos en el caso de los instrumentos de cuerda. Continuadora de la música de tradición medieval, podemos inferir cuáles serían algunas de las bases rítmicas y melódicas de los bailes en círculo o danzas de palos por las danzas cortesanas, que estilizan y subliman los sones y bailes disfrutados en la plaza pública. Además de las partituras, el resto de la información procede de descripciones literarias o de algunas menciones en tratados musicales. Sabemos que en los ambientes cultos se gozó también de las diferencias (divisions, en Inglaterra), es decir, de variaciones sobre un mismo tema, algunas de ellas basadas en célebres danzas, como las “variaciones sobre la folía”, sobre tonadas tradicionales, o imitando instrumentos populares. Destaquemos las diferencias sobre la gayta de Juan Cabanilles, contemporáneas de esta pieza talaverana, donde el órgano imita el pedal y la articulación de la gaita.

La música que animó la danza de este cuenco, fiel a su espíritu oral, se transmitió fundamentalmente de manera tradicional (boca-oreja), y sus embellecimientos fueron improvisados. Solo desde estos mismos principios, los grupos actuales de música antigua nos permiten recrear un entorno sonoro que, tristemente, ni la cerámica de Talavera ni ningún otro soporte pudieron transmitir, hasta la aparición de la fonografía.