cuaderno de memoria quimili

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Memoria de la organización y lucha de la comunidad campesina de Quimilí, en el MOCASE VC, Santiago del Estero, Argentina

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Memoria de los orígenes de la central campesina de Quimilí. - 1ra ed. - Santiago del Estero : Mocase VC, 2012.168 p. : il. ; 24x17 cm. ISBN 978-987-25607-0-6 1. Historia de Asociaciones.CDD 366.098 2

Usted es libre de:• copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra• hacer obras derivadas Bajo las condiciones siguientes:• Reconocimiento — Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o

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La Central Campesina de Pinto, forma parte del Movimiento Campesino de Santiago del Estero, que es integrante a nivel nacional del Movimiento Nacional Campesino Indígena, a nivel latinoamericano de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo y a nivel internacional de la Vía Campesina.

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Porque yo hoy, hoy veo que nosotros

todos tenemos valor, toda persona tiene

valor, nada más que nos han hecho

dormir a nosotros. Nunca nos han

enseñado el futuro de cada uno, dentro de

esto yo conocí el futuro.

Beco

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Son muchos los relatos que dieron forma a este libro. Historias contadas, escucha-das y luego transformadas en palabras escritas. Entrevistas, congresos, reuniones y encuentros que, con grabadores de por medio, permitieron que hoy las voces de los compañeros y compañeras de la Central Campesina de Quimilí estén en este libro, sean este libro. Pero contar y escribir no son lo mismo; escuchar y leer tampoco. Por eso, después de mucho debate, nos pareció que sería mejor hacer pequeños cam-bios que facilitaran la lectura, respetando lo más posible la oralidad, lo dicho.

Hay algunas cuestiones que poco podrán comprenderse si no se conoce cómo se hizo este libro. Contábamos en las Memorias de los Orígenes de la Central Cam-pesina de Pinto que, por el año 2006, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina (Mo.Ca.S.E.-V.C) nos pidió que les diéramos una mano para contar su historia. Así fue como se comenzó a trabajar, primero en Pinto y después en Quimilí. En este último lugar, se comenzó por realizar una entrevista colectiva en el año 2007. Ese primer encuentro fue tan rico y emotivo que luego se transformó en una parte muy importante de este libro. En esa ocasión, entre todos decidimos hasta qué año contaríamos la historia de la Central, y definimos como criterio de cierre el momento en que la Central decidiera, por eso este libro concluye con la retoma del campo de Guevara, en octubre del año 2000.

A partir de la entrevista colectiva de 2007 empezamos a armar una línea de tiem-po que mostrara los hechos y momentos importantes de la historia. Más tarde, los jóvenes que estudian en la escuela de agroecología del movimiento aportaron un mapa de la Central que habían hecho. Con toda esa información, volvimos en agosto de 2009 a encontrarnos nuevamente, y todos juntos definimos qué temas no podían faltar y quiénes debían dar su testimonio; completamos la línea de tiempo y reflexionamos sobre para quién se hacía este libro, para quiénes se escribía. En pequeños grupos trabajamos sobre los distintos momentos históricos de la Central, y realizamos algunas entrevistas a aquellos compañeros y compañeras que habían sido elegidos para que dieran su testimonio.

Finalmente, las voces se transformaron en texto y el libro comenzó a tomar forma. Así fue como se mandaron copias del borrador del libro y se realizó un último en-cuentro para corregir entre todos la versión final, elegir las fotos, diseñar la tapa, mejorar los mapas.

Introducción

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El periodo que abarca la historia de la Central de Quimilí nos permite narrar, tam-bién, el proceso de creación del Movimiento Campesino de Santiago del Estero: “MoCaSE nació en Quimilí, ahí nació”, manifestaba Raimundo, uno de los más an-cianos luchadores. En futuras publicaciones sobre otras Centrales se podrán relatar hechos y procesos que han involucrado a todo el movimiento pero que, por dife-rentes razones, resulta más rico contar en tales Centrales (como es el caso de los constantes conflictos de tierra en la Central de Pinto).

Este libro está dividido en dos partes, que se complementan, pero que también pue-den ser leídas por separado. En la primera parte, los relatos nos cuentan algunos de los principales acontecimientos y procesos en la historia de la Central. La descripción del paisaje de Quimilí tiene la intención de iniciar una especie de viaje imaginario que nos predisponga a experimentar la historia de otro modo, como si fuera la nuestra. Los mapas y fotos también colaboran en este intento. Las breves observaciones que incluimos, en algunos lugares del texto, buscan favorecer la ubicación en el tiempo y aclarar sólo aquello imprescindible para comprender los testimonios. La línea de tiempo tiene la misma función. En la segunda parte del libro, transcribimos aquella primera entrevista colectiva, aquel primer encuentro con el proyecto del libro.

Una costumbre muy arraigada en muchos pueblos americanos consiste en que las historias de antes pasen de generación en generación a través del relato oral. En algu-nos lugares, como en las comunidades campesinas indígenas de Santiago del Estero, sucede así. La oralidad es igual o más importante que la palabra escrita. Por eso, éste es ante todo un libro de relatos orales. O muchos relatos hechos libro. ¿Y por qué po-ner las palabras en papel? Quizás porque así pueden viajar más lejos, llegar a lugares inesperados, tener efectos imprevistos. Las memorias están en quienes las han con-tado, y seguramente en sus hijos, nietas, vecinos y compañeras. Pero no alcanza...

Como manifestaba un compañero de Quimilí en el año 2009: “Nosotros decíamos que precisamente la práctica de otros compañeros y ver que es posible otras cosas en otros lugares, por lo menos puede ser una referencia de que es posible y que existe algo diferente”.

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QuimilíEn la Central de Quimilí funciona la escuela de agroecología del Mo.Ca.S.E.-V.C. To-dos los meses llegan jóvenes de todas partes de la provincia a estudiar en la escuela. Algunos de ellos nos describieron la zona.

-Ésta es una zona desmontada, totalmente desmontada. Lo único que queda serían las comunidades campesinas. Animalitos, muy pocos están quedando y pájaros emi-graron muchos, se han perdido muchas clases de pájaros y distintos animales.

-Los colores, así del campo, son más pastal, más del monte sería. Hay de toda clase de colores, verdes, pasto, también medio blanco. Aquí hay quebracho colorado, al-garrobo, de las dos plantas del algarrobo. Hay juncos. Lo que no veo fácil es cañales, el cañal se ha terminado, no hay mucho de eso.

-Las plantas particulares son árboles nativos de Santiago, el algarrobo, el quebracho blanco, el colorado, las dos clases de algarrobo, y después otros arbustos, y animales que se crían. Por ejemplo la vaca, la cabra, el caballo, la oveja, aves de corral y ani-malitos silvestres muy pocos.

-El tema del pastizal es lo que veo aquí, en el monte, que es distinto al pastal de Pinto. Aquí es más alto y allá más bajo, y la gramilla es más baja y tiene color distinto, el pasto más duro, verde más oscuro y la gramilla, el verdeo es más claro, es casi más potente el de acá...

-Cuando yo decía “voy a venir a la Central de Quimilí”, yo me imaginaba que la Central estaba en el campo, en el monte, y no venir a un pueblo, estar en un barrio de pueblo. Y empecé a ver… que también había familias que habían montado las carpitas a la orilla de la ruta porque habían sido desalojados de sus tierras. Cosas así que en la vida nunca me había imaginado de eso.

-Aquí, la mayoría son ranchos, que los llamamos nosotros. Algunas paredes se hacen con ladrillos y los que no pueden de ladrillos, algunas paredes se hacen con palos parados y con barro. Pero la mayoría son con ladrillo. Los techos llevan la vara, que llamamos nosotros, que son los palos que sirven de guía, por arriba con el nylon, el pasto y tierra, y a veces es-tán cubiertos con otro nylon por arriba. Algunos están hechos de adobe, hay otras que no.

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Alrededor de la casa es según como se maneja la familia, puede ser también con plantaciones para sombra, frutales, o plantaciones para flores, hay algunas familias que no ponen flores, solamente para sombra. Todo eso es según la familia, la cocina puede estar lejos de la casa, puede ser pegada pero retirada a la vez.

-Conocí Quimilí a través de la organización y lo que veo entre los departamentos es los desmontes. Desde que yo empecé en el movimiento, de Pinto a Quimilí hay desmontes, a veces va creciendo eso y hay cada vez más desmonte.

-Lo que siempre noté acá es que en invierno hace mucho mucho frío y corre muy mucho viento. Me hace pensar que es porque aquí hay menos bosque que puede sostener, como una cortina, el viento, menos cubierta para las plantas, para las fa-milias, y menos cubierta también para los animales, porque los animales se cubren del frío bajo del monte.

-Cuando conocí por primera vez Quimilí me imaginaba que era también como en donde yo vivo, que es un bosque muy alto que no se ven alambrados, no se ven campos sembrados con soja, me imaginaba así. Y cuando llegué por primera vez empecé a ver que todas las familias campesinas que están resistiendo, que están en la organización, casi la mayoría de las familias están rodeadas de campos llenos de soja, empecé a ver cuando hablaban de privaciones. Tampoco, no me imaginaba qué pasaba con la familia emigrando, y que existía la soja tan fresca.

-Los problemas que teníamos nosotros serían territorial, serían las topadoras, los desalojos. Desalojaban gente, volteaban casas, sacaban las cosas a la calle, teníamos muchos problemas de muchas especies, y la policía, venían grandes empresarios con topadoras y paramilitares, los campesinos directamente golpeados y baleados, que quedaban presos, todos tenían problemas.

-En el monte estaban desalojando gente y allí vivía gente, y en el pueblito allí vivían campesinos, y del tema del desalojo la gente no sabía nada, no se organizaban y eso empezaron a hacer con nosotros. Y así tomaban campos y sembraban soja, y así intentaron hacerlo con nosotros también, pero nosotros nos organizamos y no los dejamos que lo puedan hacer acá.

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Cómo era la vida antes: “Anteriormente nosotros ya no íbamos a estar por acá”

Mundito: Nos cambió mucho la vida de estar organizados a donde estamos hoy, porque anteriormente nosotros ya no íbamos a estar por acá, ya estaríamos buscan-do trabajo, y no iba a poder. Así como muchos se han ido de la provincia. En cambio ahora no, porque trabajamos para nosotros mismos y podemos quedarse donde hemos nacido. Y bueno, lleva mucho, de estar organizados, cambiar un montón.

Sobre los antiguos pobladores indígenas de la zona, en 2001 Raimundo decía:

Bueno, volviendo muchos años atrás, digamos al bisabuelo de mi papá. O de mi mamá también, porque ella había sido de la parte, digamos, más cerca de Santiago. Hay una parte que se llama Villa Atamisqui y hay otro lugar Vaca Human, o sea que en castellano quiere decir “cabeza de vaca” y en la quichua es Vaca Human. Mi mamá era de ahí y mi papá era de Villa Atamisqui. Entonces los familiares de ellos, cuando estaban por ahí, dicen que existían los indios todavía. Había indios. Pero claro, con el tiempo los indios, algunos ya se civilizaron porque no eran tan salvajes, digamos así. Ellos nos contaban. Para acá, no muy lejos, hay un lugar que se llama El Fortín, y ahí es donde vivían los indios. Allá, no sé cuántos kilómetros desde aquí, es Pozo del Toba. Ahí dicen que vivían los indios tobas, entonces le quedó Pozo del Toba. Yo conocí, no los toldos sino la represa donde vivían ellos, donde tenían la agua. Yo cuando entendí, todavía existía. Y yo conocí un hombre que había sido el primer poblador que ha venido ahí. Y cuando él vino, dice que estaban los indios todavía. Pero claro, él no sé cómo hizo para poder entrevistarse con ellos, para que no lo maten a él. Entonces él se quedó ahí y después los indios se fueron. Y dice que dejaron una india viejita que no se movía más ya, quedó ahí. Eso contaba el hombre este. Y cuando ha muerto la india, le ocuparon ahí, ese fortín que les digo, los fa-miliares de mi papá, cuando en aquel tiempo, no sé quién era presidente, mandaba el regimiento para que maten los indios. Y al que le tocaba el servicio, digamos de aquí, de Santiago, los mandaban a todos al Fortín para que vengan ahí. Entonces pe-leaban con los indios, y los mataban. Yo por eso sabía, porque mi papá me contaba que le contaba el padre de él, o el abuelo de él, le contaba la historia. Los mataban a los indios. Los amontonaban, después le echaban leña arriba y les prendían fuego. Ésa era la orden que tenían. Por eso, es lo que estabas diciendo hoy, nosotros los santiagueños sabemos que la tierra es de nosotros. ¿Por qué quisieron matar los indios?¿Por qué los mataron? Porque ellos querían defender la tierra, porque ellos

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eran nacidos también de aquí. Ellos habrán sido nativos y criados igual que nosotros. Pero ellos entregaron sus vidas por las tierras. Pasaba que contra el ejército era muy difícil vencerle. Entonces se hicieron dueños, empezaron a matar. ¿Cómo podían sacarlos? Solamente matando, otra forma no había. Así los sacaron. Los mataron y así se hicieron dueños.

Continúa Raimundo reflexionando sobre cómo se fue dejando el uso de la lengua quichua:

También nosotros éramos muy chiquitos, o sea que mi padre, mi mamá, todos nos hablaban la quichua. Ésta (la nieta) recién está hablando, entonces yo para decir que me traiga algo, que me alcance, por decir “llevar”, todo era la quichua. Entonces nosotros así nos criamos. Y me costó tanto, cuando yo salí, hablar el castellano. Cuando salí del poder de mi padre, cuando me fui a otros lugares, bueno, me encon-tré con correntinos, paraguayos, tucumanos, en fin... y me costó mucho adaptarme al castellano. Bueno, cuando volví, volví a los 6 meses, no me acuerdo, ya hablaba el castellano y algunas palabras en la quichua. Y bueno, mi papá me dijo que por qué no hablaba la quichua. Yo le dije:”No, papá, porque yo no pienso quedarme todavía, yo me voy a volver y se me va a hacer difícil otra vez si yo empiezo a hablar la quichua, volver hablar castellano”. Bueno, y así fue.

Sobre su infancia, recuerda Leticia:

Nací en el campo, porque anterior no se salía a la ciudad ni nada… eran atendidos por las parteras, las madamas, que se le decía. Entonces por ahí nací, me crié en el campo. No era el campo de mi padre sino mis padres vivían en el campo, trabajando para otro, trabajaba bajo patrón. Ellos nunca han tenido campo. Bueno, yo hice la escuela en el mismo Cejolao. Eran 7 kilómetros desde salir hasta el mismo Cejolao. Y lo que me acuerdo, por ejemplo, cuando era chica no teníamos vecinos. Éramos mis hermanos nomás, muy raro que por ahí vinieran vecinos y teníamos chicos para jugar. Siempre nuestros padres nos han inculcado que entre hermanos no nos tene-mos que pelear. Entonces había cosas que me quedan grabadas, en el recuerdo, y cosas que me hacen sentir bien. Me acuerdo que en esa estancia había dos plantas de mandarinas y mi padre sabía que había dos mandarinas, y nunca nos avisó. Y un día fuimos y encontramos esa mandarina. Y eran dos y nosotros éramos tres, enton-ces pelamos las mandarinas y nos tuvimos que poner en ronda y, uno por uno, los gajitos hasta que los terminamos. Pero ninguno de los tres le teníamos que avisar a nuestros padres. Y entonces se entera mi papá que no estaban las mandarinas y ¿quién era?, éramos nosotros porque no había nadie más. Y nos pregunta y dijimos que no sabíamos. “Ustedes llegan a mentir, aténganse a las consecuencias. Ustedes saben que no tienen que mentir, pero vamos a tener que avisar”. Y hemos ahorra-

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do la paliza. Porque si no era seguro la paliza. Y entonces de ahí, yo pienso ahora, grande, me acuerdo de eso, cómo estaba la solidaridad de entre hermanos, de entre nosotros nomás. Cómo nos hemos aprendido a querer. Eso son así, una anécdota ¿no? que hemos tenido entre tantas. Y después, para venir a la escuela a mí me hicieron perder el primer año de primaria, por que no iba a venir sola. Ahí se hacía a los 7 años la primaria, que era primero inferior. Y no iba a venir sola los 7 kilómetros. Entonces yo pierdo el primer año.

Alicia y Raimundo nos cuentan sobre su vida y sus preocupaciones antes de la crea-ción de la Central:

Alicia: La vida de nosotros antes en el campo era muy crítica. Era un trabajo muy duro que teníamos antes de estar organizados. Porque a mí me tocaba de salir a ayudarle también a mi esposo, trabajar en el trabajo de él y trabajar también en mi casa. Y de todo trabajo, porque tenía que ver los animales y los chicos.

Cuando había cosecha del algodón nosotros salíamos a cosechar. Solíamos salir a eso de las 5, por ahí a cosechar. Entrábamos a la mañana, y a los chicos los sabía dejar con mi mamá, así que cuando veníamos por el camino ya veníamos juntando unos palitos de leña para el fuego y llegábamos a la casa y por ahí no teníamos el agua, así que mi esposo iba para el pozo y yo ya iba para el corral de las chivas, en-tregar su mamá a los cabritos. Y después, ya a la noche, ponerme a hacer la comida, más tarde lavar a los chicos, se lava siempre a la noche: después de darles de comer ellos ya se iban a dormir, yo me quedaba, prendía la lámpara y me quedaba a lavar la ropa. Al otro día tenía que preparar otra vez la comida para nosotros, para llevar para las 12 a la chacra y para dejarle a los chicos cuando quedaban con mi mamá. Y al otro día tenía que levantarme temprano. Lo peor era cuando por ahí se nos enfermaba algún chico. Teníamos que andar sin tener en qué salir, para llevarlos al médico a los chicos.

Después cuando hemos estado organizados, ya no, porque ya teníamos mucho res-paldo. Ha de ser porque mismo antes, como no éramos organizados, éramos vecinos pero por ahí ni se veíamos. Y cuando hemos estado organizados no: si alguien sabe que a vos te está pasando alguna cosa o que estás resfriado nomás, ya más tarde mandan a preguntar cómo estás o si te estás mejorado o si sigues así. Pero antes no era así, porque antes no estabas organizado, vivías enfrente pero ni sabías si estaba o no estaba.

Bueno, después cuando ha pasado el tiempo y nos hemos organizado ya ha cam-biado todo, hasta cómo es el trabajo mío: antes nosotros vivíamos trabajándole para otro y, en cambio, desde que se hemos organizado ya hemos empezado a sembrar

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para nosotros, no sembrábamos mucho, 2 ó 3 hectáreas de algodón, después za-pallo, sandía, maíz, mejor trabajar para nosotros porque podías criar gallinas, todo eso. Porque nosotros a veces teníamos un montón de gallinas pero cuando llegaba el tiempo de la cosecha, nosotros a veces veníamos con todos los chicos a la cosecha y hasta que terminábamos por ahí estábamos un mes, dos meses por ahí, y cuando volvíamos a la casa faltaban los animales, por ahí hallabas alguno, alguno no. La casa vos arreglabas y dejabas, y cuando vos volvías, has visto que las paredes de las casas allá de nosotros son ranchos, cuando vos volvías por ahí todas tus paredes estaban cayendo, porque iban los animales, se refriegan en la pared y te sacan todo el barro. Y así que después, cuando ya se hemos organizado, ya hemos quedado en las casas, así que gracias a Dios...

La verdad que antes cuando no estábamos organizados no sabía qué era derecho y, como te estaba diciendo ayer, cuando yo veía una gente así que iban yo buscaba de esconderme, cuando no estaba mi marido, no quería salir a recibir a la gente porque tenía miedo, tenía miedo. Yo pensaba que cuando por ahí iban alguna gente que llevaba un sobre así bajo el brazo, como ésos que son dueños de las tierras, si no estaba mi marido, alguno a salir, saludarlos así, preguntar “Qué andan haciendo”, si ellos no estaban yo me escondía, no salía. Y ahora ya no, estén o no estén, siempre salimos a enfrentarlos a ellos.

Antes para vender un animal yo no tenía que decidir nomás vender, él tenía que decidir: si él me decía “Vas a vender tal animal”, tenía que venderlo y si él me decía “No”, bueno, era no. Por ahí sí igual, porque era rebelde. Yo tenía que esperar qué comida quería comer y tenía que esperarlo para que vea qué va a comer y preparar la comida. Y después ya no, ya cuando estaba organizada yo preparaba y si quiere comer que coma o no, porque tampoco el tiempo me daba. Ya sabía que tenía yo un derecho, que yo también tengo que descansar un poco. No, mi vida cambió un montón después de estar organizada y más ahora que he criado mis hijos.

Raimundo: Yo lo que pienso es todo natural porque yo, como les decía antes, yo no sé leer ni escribir, así que yo ningún libro he leído. Lo que yo pienso es porque... porque es así. Pienso en la noche o donde ando, me acompaño, hablo solo como... así le decimos, como el tonto que anda por el monte y conversa solo. Entonces yo busco cómo se pueden hacer las cosas, qué es lo que se puede hacer. No es que uno tenga una idea de que “Bueno, yo ya sé tal cosa”, hay que buscarle la vuelta de cómo vas a hacer, si no hay un medio cómo hacerlo, eso es lo más jodido.

Pero siempre pensando que la lucha, ¿cómo quebrar la potencia de los grandes empresarios o de los grandes terratenientes? Tenía siempre esa idea. Decía ”En cual-quier momento tiene que haber una oportunidad o alguien que me acompañe”.

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Yo trabajé 7 años solo, pensando cómo hacer. Le invitaba a los compañeros, “Vamos a hacer así, vamos hacer así. Vamos a hacer las ventas comunitarias, vamos a hacer las compras comunitarias”. Porque yo pensaba de que si todos nos uníamos...

Sobre el algodón relatan Ramón y Beco, y agrega Simona, entremezclando en su memoria algunos hechos que fueron alrededor del 95, con la entrada de la soja: Ramón: Para empezar, nosotros, la familia de chicos, lo que sembraba era algodón. Batata sabía sembrar; mi abuelo sabía sembrar cebolla, ahora en la zona nadie siem-bra cebolla, ajo. Ellos sabían hacer trenzas y sabían llevar a Añatuya, porque tenían mucho parentaje. Se sembraba mucho y andaba muy bien la zona del ajo, mucho más antes, te estoy contando lo que me acuerdo de chico, digamos. Se trabajaba mucho en esa época, en el ajo, se sembraba mucho ajo, la cebolla, la batata. Y des-pués ya ha empezado el tema del algodón, el algodón de toda la vida.

Beco: Igualmente, yo era un productor algodonero. Siempre sembraba y el algodón, si le hacés vos, siempre te deja. Hay tiempos que te puede dejar un poquito más, hay tiempos que como es más familiar… Era como una entrada de trabajo. Le hacía uno, con su familia, y era no muy contaminante. Antes sabíamos sembrar con máquinas de un surco, después teníamos una máquina de dos. Como era familiar, a partir de que entra la soja, en el 90 y pico…95, 96, ya ha empezado a cambiar la cosa porque te fu-migan y te matan toda tu producción, no podés sembrar nada, te contaminan todo. Ramón: En la época que sacábamos la sandia, me acuerdo, se vendía todo lo que se podía vender, y quedaba en los campos porque se vendía tan lindo, que no había contaminación. Se producía tan lindo, se hacía tanto que sacábamos lo que era ne-cesario para vender, lo que se podía vender. Y quedaba todavía en el campo.

Simona: Y antes era mucho sufrimiento. Por esos caminitos nosotros veníamos con mi suegra, veníamos trayendo así, para vender, cabritos, lechones, queso, quesillo y así poder… Antes era la volanta de 4 ruedas, con 3 caballos, y así podían venir. Antes no había nada, teníamos que andar para ir a buscar la mercadería y llevar de aquí, un sacrificio. Se sembraba bien, todo lo que se sembraba se cosechaba, todo: sandía, maíz, todo. Se sembraba porque no venían estos, los terratenientes que es-tán ahora. Y ahora no, porque hoy no puedes sembrar ni algodón. El algodón antes valía, se cosechaba a mano. Y hoy no, hasta a los pequeños productores le han quitado los otros, porque les meten máquinas para juntar eso.

Beco: Antes familia numerosa éramos nosotros, éramos como 14, y comprábamos la mercadería para el año.

Ramón: Venían las bolsas de 50 de azúcar, 3, 4 bolsas. No en paquetes como ahora,

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50 de azúcar. Y eran latas de aceite de 5 litros y se compraban 6 cajas compraba mi papá, que era un montón. Y se vivían bien, y de ahí cuando ya venía teníamos que vivir contaditos, tener la plata… ya no se podía hacer mucho. Sobre la relación con “los de afuera” relatan:

Doña Mirta: Aquí, como es más politizada la cuestión, la gente ha entendido y se han dado cuenta. Para las elecciones le traen un poco de mercadería, toda la vida es así. Ahora le traen un poco de mercadería y la gente se anima a decirle “Pero yo como todo el año...”. Todas esas cosas aprende la gente a decir. Antes algún borra-chito le decía algo a algún político y lo hacía callar; como que estaba bien lo que estaba diciendo el político y no él. Allá en el campo, nosotros no estábamos acos-tumbrados a que vaya uno arriba de un palco y hable tantas pavadas. Venían ellos y nos invitaban a nosotros. Yo iba a escuchar lo que decían, pero no lo hemos seguido, ni hemos ido con ellos. Siempre que hay elecciones nos dicen “¿Quieren que vengan a buscarlos don Pancho, doña Mirta?”. “No, nosotros vamos a ir en sulqui”. Nunca nos han cargado en una camioneta. La gente de aquí también han ido aprendiendo eso... y hay muchos que ya no van con ellos. Algunos sí todavía van, a lo mejor por comodidad, por ir más rápido.

Darío Vicente: Siempre fue igual, lo que pasa es que 20 años atrás no se difundía, nos corrían a las patadas como querían, el terrateniente que viene y compra miles de hectáreas, pasaba las topadoras y la gente se tenía que ir, en el mejor de los ca-sos le daba un par de hectáreas y se iban a vivir ahí, o unos pesos y se iban de ahí. Después de la organización, el conflicto empezó a tomar cuerpo, la gente empezó a oponerse, empezó a conocer el derecho, lo que fue un mérito muy grande de la organización.

Mundito: En esa época, yo creo que el eje central ya se veía, la problemática de la tierra ¿no? Porque varios departamentos de la provincia ya venían. Los Juríes, ya en el año 85 tenían conflictos con la tierra, un poco más atrás, pero nosotros no estamos ajenos a ellos porque nuestros abuelos también han sido desalojados. Pero en esa época, para esta zona, no había organizaciones. Entonces capaz en todo ese tiempo no veamos lo de la tierra, pero después fuimos viendo que hay un montón de compo-nentes de la vida ¿no?, que no es sólo la tierra sino, como decía mi tía, hay un montón de cosas: está la salud, la educación, el futuro que no esperaba de nuestros hijos.

Alicia: Es muy lindo organizarse porque vos sabés que no estás solo, que uno cono-ce todos sus derechos y que vos enseñes a tus hijos también. Por lo menos vos estás sabiendo que tu hijo está conociendo un derecho, porque vos sabés que ya nadie va a venir a hacerle algo a ellos, porque vos sabés que están conociendo los derechos que les pertenece a ellos también.

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En 2001, Raimundo reflexiona sobre la importancia de la tierra para los campesinos: Los grandes terratenientes, no sé si han comprado o no la han comprado a la tierra. “La tierra no se vende”, dice la historia. Porque la tierra, digamos, es una herencia que nuestro señor Jesucristo dejó para nosotros. Para todo viviente, cristianos, ani-males y todo el que camina sobre la tierra. La tierra nos cría y nos come. Nos criamos sobre la tierra andando, porque nos da mantención la tierra. Sembramos y si la tierra no nos da nada, no vamos a tener nada. Entonces la tierra nos cría y cuando morimos nos come. Entonces la tierra es de nosotros, la tierra no se vende. La tierra es de nosotros, pero desgraciadamente, ellos, las grandes empresas o los grandes terratenientes hacen lo que quieren. Estaban haciendo, hasta ahora. No sé si van a seguir. No creo que sigan. Por eso es que nosotros estamos peleando por la tierra. Es lo que decía antes, que no le estamos pidiendo al gobierno que nos dé nada. Estamos pidiendo lo que es de nosotros. No estamos pidiendo que compre y nos dé.

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Conflictos de tierra: “Hemos vivido siempre ahí”

Paulo: Nosotros de por vida y por generaciones hemos vivido siempre ahí, en Pozo del Toba. Si buscamos nuestro parentesco, nuestra familia, todos los tenés en Pozo del Toba. Ahí, en Semana Santa en el 69, fallece una tía y tenía 69 años, y en el en-tierro no le ponían material, le ponían tierra. Le han sacado y le pusieron una cruz. Y nosotros hemos vivido siempre en el mismo lugar, a veces se cambió de lugar, pero siempre ahí en el radio de Pozo del Toba. Se llama Pozo del Toba porque vivían los indios tobas, eso es lo que nos cuentan y sabíamos de ellos que vivían, que existían. Cuando estaban ellos estaba todo abierto, no había alambre, no había nada. Vos tenías libertad de cruzar de aquí para allá y nadie se sentía dueño de la tierra. Tenían la tierra para vivir, eran parte de la tierra, nunca se sentían dueño. Y lo que hacían era compartir lo que había, se compartía la aguada, el campo, tenían los animales, se ayudaban. La vida era mucho más comunitaria, se vivía más en familia.

Pocho González: Antes, dicen que era así, todos juntos. Si iban a hacer un trabajo, todos juntos; si iban a cazar, todos juntos. Venía un compañero, le pasaba al otro, y así lo que se necesitaba, siempre.

Paulo: Nosotros empezamos en el 73, que venían y empiezan con alambre a hacerse dueño; pero el problema con la empresa empezamos en el 83. Todavía no integrábamos el movimiento, no existía. Ya venía una empresa en el 73, 74, pero después viene con más fuerza a querer desalojar en el 83 y ahí empieza el conflicto: ponían el alambre en un lado, sacábamos. La empresa se llamaba Bustos Paz. Después Bustos Paz vende, en el 89 creo, a Zurbal S.A. de Buenos Aires. Zurbal lo vende a éstos que son una sociedad Moschen, Reniero y Facioli y con ellos sí viene más pesada la cosa de desalojar. En el 92, 94 se hacen conocer ellos como nuevos dueños que habían comprado. Y en el 92 ya empiezan las denuncias a los compañeros. Han hecho allanamientos en casas, en la casas de las familias, en el 95, 96, fue lo más duro que se vino. Nos han llevado presos un montón de veces.

Pocho González: En Pozo del Toba los conflictos han venido más o menos desde los 70. Pero de ahí yo no me acuerdo… Si hago memoria, del año 90, más o menos, claro, ahí, al tiempo de la soja, ha empezado. Vivía la gente todo a campo abierto. Y ahí ha empezado la soja, cuando venían de las empresas, a visitarlos, como que ellos eran dueños. Y bueno, de ahí a nosotros nos han dicho que eran dueños de las tierras, que no les molestaría que siguiéramos viviendo como estábamos viviendo, que ellos querían arreglar, y que iban a

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dejar un pedazo de tierra. Y ahí ya era que estábamos organizados, nosotros. Y ya les hemos dicho que no. Les hemos dicho que las tierras son de nosotros, y que nosotros no les vamos a entregar.

Paulo: Primero venían así, allanamiento, intimidación, amedrentamiento, para que la gen-te vaya aflojando, te amenazan y alguno, cuando todavía está medio indeciso, tiene mie-do. ¿Miedo? Miedo es que nos quiten la tierra. Ése era el miedo. porque si yo he vivido de la tierra durante un montón de años, mis padres, mis abuelos, y si te quitan la tierra sería perder nuestra identidad como pueblo, sin cultura, sin futuro, por razones de trabajo me tendría que ir o mis hijos se tendrían que ir, mis hermanos. Porque ya nos desparramamos, porque uno fue para allá, el otro para allá. Y después es difícil que nos juntemos. En cam-bio aquí, todos los hermanos están juntos los domingos, siempre nos estamos viendo. Lo que pasa es que nosotros siempre nos hemos estado organizando, porque somos todos familia, tíos, primo del otro, se han armado como un pueblito, donde está casi todo el pa-rentesco. Y ahí se lucha. En la primer época éramos 23, algunos arreglaron, algunos viven aquí y andan mendigando un trabajo, por no luchar.

Pocho González: Y ahí ha venido la empresa, con la jueza, a ver si podíamos llegar a un arreglo. A cada familia le daban 50 hectáreas. A algunos no les daban nada, a algunos sí. Esto era ya en el 94, 95, me acuerdo. El problema, hemos empezado en el Lote 4. Sí, hemos estado organizados más antes, con la empresa. Ya sabíamos, con la empresa que estábamos. La empresa está hace más de 10, 12 años. Y des-pués, algunos querían arreglar, algunos no, y se hemos reunido, y hemos dicho que era muy poco, y que los dueños éramos nosotros. Y ahí hemos entrado en juicio. Bueno, ellos han hecho juicio. Nosotros no, nada.

Paulo: En Pozo del Toba había un problema de tierra, y cuando vamos nosotros y de-cimos que la tierra tiene que ser comunitaria porque el conflicto es también cuando hay cosas individuales: cuánto agarro yo, cuánto agarrás vos, yo tengo que agarrar más porque tengo más animales, vos tenés que agarrar menos porque tenés menos animales. Donde está la diferencia es donde no nos ponemos de acuerdo: “¿Por qué vos más y por qué yo menos?” Ahí está el conflicto. En cambio cuando decimos: “Vamos a pelear por todo esto, vamos a vivir como estamos”, es mejor. “¿Por qué no hacemos mejor un título para todos y la tierra comunitaria?”.

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Un encuentro, un inicio: “De ahí hemos empezado a seguir”

Hacia fines de la década del 80, eran muchas las necesidades en los parajes campesi-nos y aumentaban los desalojos, que las familias aceptaban con resignación. Muchos pensaban que algo había que hacer.

Ñato: Han pasado muchos años, pero algo me acuerdo. Una vez cuando había una reunión así, de la escuela, por algo que teníamos que hacer, era la primera vez que conocí al Ángel. Pasamos a saludar, como todos en Saladillo. Había venido a hablar con mi papá, y cuando ellos se han ido, mi papá me avisó que había hablado con ellos, con Ángel, y que había una reunión en Quimilí, que teníamos que juntarnos estos días.

Alicia: Y, bueno, a Ángel lo hemos conocido porque el padre de Ñato, don Rai-mundo, siempre él quería una escuela, porque en el Rincón de Saladillo no sabía haber escuela. Mi viejo también ha andado mucho por el tema de la escuela. Y como nosotros no teníamos en qué salir, él salía a pie pidiendo firmas para abrir una escuela. Y había partes que llegaba y lo recibían bien, y había partes que no lo recibían tan bien. Y, bueno, él ha dejado después porque, claro, has visto que él como que se ha cansado de andar caminando. Después él ha dejado. Y después ha ido don Raimundo, y él ha ido. Un día nos llama y nos dice: “Ustedes saben que yo pienso que tendría que haber una escuela, por qué no vamos a pedir una escuela, porque hay muchos chicos y no hay una escuela, y las escuelas ahí quedan lejos”. De ahí un día se han puesto y han hecho una escuela rancho, una escuela rancho primero han armado, y él ha ido a Vilela al comisionado a pedir una chapas para el techo, y ahí él se ha juntado con Ángel, lo había visto a Ángel, pero no sabía nada él. Era un día que el comisionado había ido a hacerle chocolate para los niños ahí en Rincón y le había mangueado al Ángel, como estaba ahí en Vilela, que le lleve las chapas él y ahí Ángel había ido llevando las chapas. Y, bueno, allá llegan en el Rincón y descargan las chapas, y ahí el Ángel pone la camioneta para la orilla, y él siempre aparte nomás, estaba siempre así solo, nomás, y en eso se arrima Raimundo. Ahí han empezado a conversar ellos. Ángel le dice que le había invitado para una reunión ahí en Quimilí y él le dice “No te aseguro”, le dice, “Pero voy a hacer lo posible para ir, porque aquí no tenemos en qué salir, siempre andamos a pie nomás, pero voy a hacer lo posible de ir”. Bueno, y llegado el día que Raimundo tenía que salir, a las 4 de la mañana

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ha salido y se han juntado aquí, en Quimilí. Y después cuando iba don Raimundo de aquí, nos hemos reunido en Rincón, y de ahí hemos empezado a seguir.

Ya en 2001 en la Comisión de Base Rincón del Saladillo, se recordaba ese encuentro y la tarea de Raimundo Gómez en su comunidad:

Aquí era un momento crítico antes que estábamos organizados. Después aquí, Rai-mundo, él empezaba a hacer reuniones, a llamarnos, a darnos explicación, cómo más o menos podíamos hacer para salir adelante. Es por parte de Ángel, Jorge, que ellos se han reunido y de ahí han empezado.

Y en ese año 2001 el mismo Raimundo cuenta:

Ahí lo conocí a Ángel. Él tenía una camioneta y le hizo una gauchada de traer unas cosas. Y ahí empezamos a conversar, y ahí lo conocí. Bueno, me invitó a una reunión en Quimilí y me fui allá. Éramos, 5, 5 personas; eran 2 matrimonios, ellos y yo. Bueno, estuvimos desde las 8 de la tarde a 12, 1 de la mañana en una charla. Llegamos a un acuerdo. Porque lo que yo tenía pensado, Ángel pensaba lo mismo. Y lo que él tenía pensado, a mí me caía tan bien. Así que ahí vino el Ángel, hace unos 13 ó 14 años.

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Primera comercialización colectiva del algodón: “Nosotros éramos los que más trabajábamos y los que menos cobrábamos”

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Ñato: Nosotros nos juntamos allá por el año 89, juntamos un grupo y era por el tema de los caminos, que no teníamos caminos, y no podíamos vender los produc-tos que cosechábamos. Se los vendían aquí. Llegaba algún comprador allá al campo y te ponía el precio él. Nosotros no podíamos discutir los precios, te pagaban lo que ellos querían. Y eso ha sido lo primero que nos ha llevado a organizarnos. Después tema salud, tema escuela, no teníamos escuela. Había, por ejemplo, en Rincón de Saladillo varios y no tenían escuela, y bueno, se ha empezado con esa lucha. De ver de tratar de conseguir algo, de una posta sanitaria. Todo eso ha sido en el principio.

Había que organizarse para ir mejorando las condiciones de vida. En esos tiempos, uno de los trabajos que más se hacía en la zona de Quimilì era con el algodón. Al-gunos eran cosecheros, como cuenta Alicia:

Alicia: Trabajábamos para otra persona, cuando no estábamos organizados todavía era cuando valía todavía el algodón. Ahí había algodón por todos lados, sembraban muchas hectáreas ahí cerca de las casas, y de ahí nosotros sabíamos venir a cosechar. Cuando veníamos, teníamos que venir cuando se acababa la cosecha. Dos meses, a veces volvíamos al mes, según cómo era la cosecha.

Y bueno ahí se pagaba por 10 kilos, creo que 3 pesos cada 10 kilos. No te alcanzaba para todo el año, pero vos cuando cosechabas ahí trabajabas; para todo el año no te alcanzaba, pero sí mientras trabajabas. Y valía bien el algodón, vos podías comprarle la ropa a tus chicos, los calzados y aparte la mercadería. Y comprabas un poco de mercadería y le comprabas la ropa a los chicos, pero sí que no te alcanzaba hasta el año también. Y después, cuando nosotros se hemos organizado ya, hemos sembra-do algodón también y era cuando más hemos sacado. Pero ha sido poco tiempo, porque después ya no ha valido el algodón ya.

Otros sembraban el algodón en su tierra pero dependiendo de intermediarios:

Ñato: Era necesario organizarse, pensábamos nosotros, porque los compradores siempre venían, manejaban uno o dos, no eran muchos, ponían precio a lo que compraban y ponían precio a la mercadería que vendían. Y bueno, nosotros la úni-ca forma para pelear el precio, por empezar, era decir: “Si vos me pagas 10 no se vende, me pagas 12 o...”. Porque él venía un día a la nochecita, de madrugada, y decía:”Mirá, yo te pago a vos 10, pero vos no digas nada”. Y siempre diciéndole que “a vos te pago más, pero vos no cuentes, porque yo sé que vos siempre me vendes a mí solo”. Y bueno, al tiempo, hablando entre nosotros, después cuando ya organiza-dos, no ha faltado uno que ha dicho que siempre le dice lo mismo: “Si a vos te dice que te pagaba más, y a mí me ha pagado 10” y me dice que a mí me pagaba mejor que a todos. Y de ahí la necesidad de organizarse entre todos. Y después, cuando

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ha aparecido el salario algodonero, había que tener una boleta que al menos tenga 3.000 kilos. Era un plan que tenías que hacer, para cobrar el salario algodonero. Tampoco nos quería hacer la boleta, porque era unos impuestos que tenía que pagar y decía que no estaba al tanto y entonces no podía dar la boleta. Él siempre compra-ba los sábados, porque se cosechaba de lunes a viernes, y los sábados compraba. Y bueno, nos hemos puesto firmes, que si no nos daba la boleta no le íbamos a ven-der, de ahí en adelante no le íbamos a vender, porque lo necesitábamos para cobrar el salario. Y así fue una pelea de medio día, que él no quería que se haga la reunión. Decía: “No, yo no quiero hablar con todos, yo quiero hablar con uno solo”. Y nos íbamos a arreglar, que no le íbamos a vender. Y a lo último ha dicho que sí, que sí iba a dar la boleta. No me acuerdo mucho, pero parece que cada uno de los que vendía tenía que ir, que él no podía, que iba a pedir a otro lado. Y de ahí a Santiago, adonde él vendía el algodón. Bueno, ésas han sido las peleas del algodón. Y bueno, después juntábamos todo, metíamos en un carro para que él no ande casa por casa y empiece a mentir de vuelta, como él acostumbraba.

Durante el tiempo, compraba algodón, en un principio nosotros pensábamos que nos hacía un favor él. Pero una vez que pasaba no aparecía más. Pero sí aparecía al tiempo de la siembra. A fines de octubre, noviembre, hasta diciembre también se siembra, entonces fines de octubre, cuando él ya sabía, porque él por una forma u otra sabía, que la tierra estaba arada, él caía, porque sabía que la gente estaba tra-bajando. Y decía: “Bueno, he conseguido semillas, traigo semillas, no hay problema, les dejo, y si necesitan algo, cualquiera de las cosas, algo que necesiten, me dan una lista y yo les traigo”. Y él andaba trayendo las semillas en la camioneta. Y bueno, cada uno le daba la lista y a los 2 ó 3 días o a los 8 días, aparecía el tipo trayendo un poco de mercadería. Y nosotros pensábamos que era un tipo bueno, pero era la forma de prendernos con algo, para cuando esté el algodón, para empezar llevarse las primeras partes. En ese tiempo se vendía bien el algodón, nosotros éramos los que más trabajábamos y los que menos cobrábamos, o sea los que menos precio...Y nosotros cuando hemos llevado en el camión de la Central, juntando todos, había una diferencia, como si hoy, digamos, serían 180 pesos, era una diferencia, que para nosotros era mucho, pagando el camión. El camión cargaba de cada lugar. O sea, uno vendía 500, otro vendía 1.000, y así hasta que entraba la carga, y llevaba a La Banda. Eran como 200 pesos de ahora, digamos. Y era para la familia, como decía-mos nosotros, eran 15 ó 20 días de mercadería de diferencia.

Doña Mirta: Nosotros en aquella época sembrábamos algodón, y había un inter-mediario que era quien daba la mercadería para la comida, los insecticidas para la producción, todo les daba él. Después, cuando llegaba el tiempo de la cosecha la gente le entregaba a él el algodón y les pagaba lo que quería. Así que la gente quedaba igual que antes, o peor. Cuando les retiraba todo el algodón y les hacía

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la cuenta, por ahí le quedaban debiendo. Encima les seguía dejando mercadería; y cuando llegaba la época de la siembra, él les volvía a dar. Entonces la gente siempre trabajaba para él. Nosotros, viendo todo eso, empezamos a ver que teníamos que busca la forma de cómo hacer para sacar los intermediarios. Entonces empezamos a conversar eso y a decir que vamos a vender juntos la producción del algodón. En esa época era fuerte el algodón y la cabra. El mejor algodón lo juntábamos en la comunidad para mandar a cargar; el que era de menos calidad lo dejábamos para entregarle al intermediario. Ese algodón de buena calidad, juntábamos de todos, podíamos integrar un equipo y llevarlo a vender. Hemos llegado a vender en Aña-tuya, que se conseguía mejor precio; en Santiago, en la cooperativa algodonera; en Avellaneda, Santa Fe. Hemos llegado a conseguir buenos precios. Eso vendíamos aparte. A él se le daba aparte, y con eso se le iba pagando la deuda a él. Entonces, la gente ha visto que vendiendo juntos les ha quedado dinero. Ahí nos dábamos cuenta de cómo el tipo los iba manejando y les iba quitando lo que ellos trabajaban.

Pero, como decía Ñato, sembrar algodón antes de que llegara Menem daba la posi-bilidad de cobrar el salario algodonero. Hugo, Mundito y Cholo recuerdan:

Hugo: No recuerdo bien cuánto era de tener de entregar tantos kilos de algodón para subir al salario, como 3.000 kilos de algodón.

Mundito: 3.000 kilos de algodón eran, que tenían que entregar por campaña.

Hugo: Por ejemplo, a mí me sobraba, yo cosechaba más de 3.000 kilos, ponele cosechaba 4.000 kilos; los otros 1.000 kilos para mí eran. Basta con que entregue 3.000 kilos, los otros 1.000 kilos lo acercaba a otro compañero que le faltaba.

Cholo: Para que pudieran cobrar el salario los otros compañeros también. Te ayu-daba todo el año. Nos pagaba todo a las mujeres, toda la escolaridad de los chicos, nacimiento y todo eso ¿viste?

Hugo: Al que más le convenía era al Cholo, porque él tenía 10 ¡ja ja ja!

Cholo: En esa época no tenía 10. Y bueno, era una ayuda muy importante para el campesinado en esa época, después tenía la obra social, también.

Mundito: Menem corta y privatiza todo. Casi nos privatiza a nosotros también.

Con el gobierno de Menem, además de eliminarse el salario algodonero, baja el pre-cio del algodón. Pero la forma de vender en conjunto, que había dado tan buenos resultados, se utilizó también con los postes:

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Alicia: Bueno, en esa época ya casi el algodón no valía ya, y era que había hecho poco que estábamos organizados ya y había una sola camioneta, una camioneta blanca que tenía aquí el Ángel. Y bueno, se han puesto a hacer postes ahí, y de allá el Ángel venía a la madrugada, cargaba los postes, y él de aquí nos compraba la mercadería y nos llevaba para allá. Pero él sí que compraba para todos igual la mercadería. No sé, si a mí me quedaban unas monedas y al compañero le faltaba para comprar cualquier cosa de la otra mercadería, él sacaba de lo mío y le daba a los otros y él allá cuando iba avisaba: “A fulano le quedó tanto, pero yo de ahí he sacado y le he comprado la mercadería para éste, así que la otra vuelta vos tenés que devolverle la plata que él ha puesto para tu mercadería”. Así que, como hemos estado organizados, ha cambiado un montón la vida de nosotros, porque no era tan sacrificada la vida diaria de nosotros.

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Visita a las comunidades: “Lo que nos contaba era que era otra política a la que estábamos acostumbrados”Los compañeros ya empezaban a juntarse, algunas veces en el pueblo y otras en las comunidades. Una tarea importante por esos tiempos era hacer visitas a las familias para animarlas a sumarse a la organización.

Hugo: Ésa ha sido la primera vez, cuando estaba Raimundo y Ángel, que me invi-taron; yo me sumé y vino mi tío también, incluso porque mi tío tenía un vehículo, él nos traía. Vino Darío Vicente y mi tío. Las visitas a las comunidades se habían de-cidido aquí cuando fueron las primeras reuniones. Nos juntábamos con Raimundo, y la primera reunión se hacía en una zona aquí en San Francisco, en la Chacra 53, creo que era el nombre. Ahí nos prestaban los colegios que atendían las monjas ahí. Nos prestaban, como no teníamos ningún lugar nosotros, ahí hacíamos las reunio-nes. A visitar a las comunidades salía yo, Raimundo, Ángel y Darío. Mayormente salíamos los 4 siempre juntos, y en ese momento eran 11 comunidades de base que participaban en la organización. Y se hacía un circuito, por ejemplo salíamos desde aquí, desde Quimilí hacíamos Lote 6, Pozo del Tigre, Rincón de Saladillo y, a veces, pasábamos a la zona del Pozo de Toba, Lote 4, Lote 5, Lote 29, el 28 también, que en ese tiempo estaba. Y después, para acá, Fisco, San Francisco, Tres Rosas, después Cejolao. En una salida visitábamos 3 ó 4 comunidades, porque el tiempo ya no nos alcanzaba, a veces por falta de medio de movilidad: teníamos una sola camioneta, poco combustible, no había combustible. Había que poner a veces del bolsillo de nosotros, colaborábamos un poco con lo que podía Ángel y así se llegaba. A veces teníamos que dejar el vehículo en alguna parte, para ahorrarnos un poco el com-bustible, y largarnos a pie a las comunidades y conversar con la gente. Bueno, en algunas partes no nos creían la gente, pensaban que éramos como los políticos...

En 2001, Raimundo recordaba:

Hugo Ramírez es uno de los primeros compañeros que andaba. Primero, claro, an-daba “Me voy no me voy, me voy no me voy”, y hasta que con el tiempo se quedó. Se quedó y hasta ahora está en la comisión. Claro que muchas veces ese trabajo lo decae a uno. Porque ha habido casos que han pasado. Ahí, para Pozo del Toro, el Lote 32, había mucha gente. Yo la conocía a casi toda esa gente porque yo fui criado por ahí. Bueno, tenían problemas, había un abogado que trabajaba para la comisión, Federico Díaz; entonces él agarró un caso y ganó el caso. Entonces a cada

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uno les hizo mensurar, les dio el campo a cada uno. Y cuando pasa el tiempo, la comisión se retira, o sea, la base se retira. Entonces el ánimo para nosotros nos cae, ¿no es cierto? Porque vos estás trabajando, estás haciendo tanto esfuerzo, y cuando hay un problema vos lo sacas de ese problema a esa base, y la base se retira, no te apoya más. Porque cuando las bases se empiezan a retirar, ni la cooperativa ni la organización se va adelante. Todo es en que todos apoyemos a la cooperativa o, en fin, a la organización. Porque si no ¿cómo podés hacer un proyecto si vos no tenés gente? ¿Estás pidiendo para qué? Pedís para esto, para aquello, en fin, para que les compren chivo, para que les dé. Por supuesto que no les dan si no hay que devolver. Pero si vos haces un proyecto y si no hay gente que te apoye, que opina, que diga “Bueno, tanta gente tengo nucleada, tantas familias”, se van retirando, entonces vos quedás sin saber si vas a seguir o te quedás ahí por dejar. Ahí, en el Lote 32, cuando consiguieron el campo, se borraron. Nunca más saben venir a la comisión. Eso es lo que muchas veces a los que trabajan, a los que trabajamos en eso, nos cae tan mal.

No era fácil la tarea, entre las familias del campo había mucha desconfianza después de tantos años de políticos mentirosos. Y había que superar el desánimo:

Hugo: En las primeras visitas uno tenía que aguantar ver malas caras porque, por ahí, te mostraban como que vos estabas loco, que no, que venías con mentiras. Pero después, al tiempo, no, ya se empezaron a dar cuenta cuando las organizaciones empezaban a crecer de vuelta otra vez.

Doña Mirta: Entonces empezamos a hablarle a los compañeros de las comunidades y muchas veces nos cerraron la puerta, muchas veces no nos atendían. Yo, a veces, iba a la comunidad y golpeaba la puerta y la gente no estaba, pero antes de llegar yo había visto que sí había gente. Y si por ahí salía alguien, me decía: “Ah, anda perdiendo tiempo, doña, porque eso que dice no se va a hacer, lo que usted dice, porque eso hace el gobierno, esas son cosas, leyes del gobierno y eso es lo que es, usted nunca va a lograr lo que usted quiere”. “No”, digo, “cómo que no, si nosotros se ponemos, podemos también hacer cosas, cómo ellos solamente van a hacer lo que ellos quieren”.

Y ya con la Central organizada algunos compañeros dejaban:

Hugo: Y ha llegado un tiempo que se hacía más que el sacrificio uno, y después cuando no había ningún logro, nosotros no teníamos completamente nada. Muchas comunidades han dejado de participar de las reuniones. Cada comunidad de base tenía sus delegados, teníamos dos delegados, veníamos a las reuniones, y hablaban, se discutía, y después se iba a las bases, se transmitía lo que habíamos definido aquí, y así. Y dejaron de participar, llegamos un momento que quedamos 4 comunidades

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de base nomás, y yo le decía a Mirta: “Para mí no tienen sentido”. Estábamos como ya desahuciados, no tiene sentido venir, hacer 60 kilómetros de hoy en bicicleta, para venir a las reuniones y que había 2 ó 3, éramos 3 ó 4. Bueno, y así seguimos, seguimos peleando hasta que se volvieron a sumar otra vez las comunidades que habían dejado de participar. Bueno, y después ya fue más...

Los jóvenes de las comunidades miraban a esos visitantes que conversaban con sus padres y también empezaban a pensar en la organización, en la política. Paulo, des-de Pozo del Toba, y Ñato, en Rincón del Saladillo, recuerdan:

Paulo: En ese tiempo llegaban a mi casa. Cuando vivía mi papá, nosotros éramos más chicos, no éramos muy concientes pero Ángel se iba con mi papá y conversaba con mi papá, se sentaba con él y conversaba, como no éramos de sentarse sino que lo atendía mi mamá, mi papá o, si no estaban, podíamos estar nosotros. Y con mi papá recordaban de Perón, de todo, porque ellos también en el tiempo del trabajo, para volver un poco atrás, decían que puso horario al trabajo para el obrero, y somos peronistas. Porque antes, dicen que trabajaban de sol a sombra y te pagaban y con suerte te daban algo y eso era. Mucho se hablaba de Perón, eran juaristas. Porque Juárez era Perón. Empezaron en el gobierno, y siempre en las campañas trabajaban para Juárez, lo digo porque se vivió. Y nadie le conocía las políticas al enmascarado Juárez, parecía todo bueno, y nadie te iba a contar tampoco. Y así es donde reinaba el gobierno de Juárez, porque el que no hacía lo que él decía, guarda el hilo, en todos lados estaba instalado, sea en la policía, sea en la posta sanitaria, en la escue-la, tenían su aparato y su puntero político. También una expropiación que se había hecho en el norte donde daban 400, 300, 500 hectáreas desde la Estancia de Ojo de Agua hasta la zona de Pozo del Toba. Y bueno, quién era Juárez, pero era men-tira porque la historia lo dice que expropiaron en la época de los militares. Lo que hace Juárez es entregar después los títulos. Todos nos comimos que fue él, el que expropió. No sé cuántas hectáreas expropió a la Yavícola, una empresa grande, y se la ha dado a los pobladores, Lote 26, 29. Al que menos le ha dado, ha sacado 400 hectáreas, con título, después los han entregado. Y ahí es donde todo el mundo esperanzado dice “Mirá qué bien que hace”.

Ñato: Lo que me contaba mi papá, que no tenía nada que ver con la política, diga-mos, con la política que estábamos acostumbrados nosotros, con los políticos, es que se quería hacer otra cosa, digamos distinto a la política. Trabajar. Llevaba mucho tiempo, salía 8, 10 días y volvía. Llegaba, se quedaba 2, 3 días y salía. Lo que nos con-taba era que era otra política a la que estábamos acostumbrados. Después tenía que llevar tiempo entender lo que querían hacer. Ir a las reuniones en Quimilí, reunidos y hablando. Era más fácil estando allá que estando en el Saladillo. Bueno, después se han empezado las reuniones en el Saladillo, lo que eran después las bases, como

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Lote 5, como el 29, iban haciendo las reuniones. No me acuerdo muy bien, si ha sido en Saladillo o si ha sido en Quimilí, pero ahí ya ha empezado a mirar que no era de los políticos, ninguno de los políticos estaban. Era una reunión de campesinos. Se hacía reunión para que en cada lugar, digamos el Saladillo, la gente entienda, como para ir a explicar que no se le haga más difícil a ellos, para que no se le haga más imposible. Y entonces ellos habían decidido hacer una reunión en cada lugar. Me acuerdo que era fin de semana, no me acuerdo si era sábado o domingo, pero se hacía de noche, para que todos estén más tranquilos. Se iba, se participaba, después de la reunión comentábamos al otro día. A muchos nos ha costado. ¿Qué quiere decir “participar”? ¿Qué será que vamos a hacer? ¿Cómo será que va a seguir? Algunos que no están, parece ser que lo único que querían eran el interés de que algo iba a haber, interés material, digamos, y otros que ya quedamos como viejos, digamos, de la organización. La intención no era tener, sino cambiar a la política, que nosotros le llamábamos “embustera” y le llamamos, porque de eso nunca se dice nada. Y cambiarla para nosotros es una vida. Sabemos que es sacrificado, que lleva tiempo fuera de las casas, y nosotros estamos, no es tiempo perdido. Uno deja de hacer cosas, pero las cosas se hacen, digamos a su tiempo, pero se gana. Se gana saber, aprender, aprender cosas, cosas que no vamos a aprender si no estamos or-ganizados, cosas que no vamos a aprender si no estamos en la organización, como muchos han aprendido a viajar.

Raimundo se dedicaba especialmente a hacer esas visitas a las comunidades. En el 2001 explica cómo eran esos encuentros:

¿Cómo te puedo explicar? Hablarle a la gente, decirle qué es lo que queríamos hacer y para qué ¿no? Compararle una cosa con la otra. Cómo estoy viviendo yo aquí y si alguien me dice: “Vos si cambiás, vas a vivir así”. Eso es lo que hacemos nosotros: cambiar la idea de ellos, pero no cambiarles para mal sino para un bien. Porque hay dos cosas muy distintas: si vos le vas a aconsejar una cosa que no sabes si va a andar bien o no, entonces no te metas, no digas, porque lo perjudicás. Entonces las cosas se hacen, pero viendo, analizando primero. Está bien, nosotros íbamos dudando si vamos a llegar o no, pero se trabajó, como te digo, y MoCaSE nació en Quimilí, ahí nació. Hemos pasado momentos muy difíciles con Ángel y con Jorge. A veces salíamos los lunes de Quimilí, hacíamos el recorrido, volvíamos los viernes después de las 12 o el sábado a la tarde. La semana entera andábamos en el campo, hablan-do con la gente, haciéndoles comparaciones, buscando miles de cosas para poder hacerlos hacer que se alleguen. Aquí en mi casa era como una visita, venía a veces un día o dos y me iba, estaba 8 ó 10 días por ahí. Pero no importa. Yo hacía por mi pueblo que es esto (yo siempre digo pueblo pero es un barrio), no para mí, yo nunca quise para mí. Yo lo que veo, o lo que hago, o lo que hice aquel tiempo, es para los chicos, para los futuros de ellos. Para que ellos conozcan y sepan qué es lo que

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les corresponden y cómo tienen que defenderse y cómo tienen que trabajar. Para que anden mejor. Que no sean peón de nadie, ellos que sean peón y patrón para que vivan mejor. Porque no era como ellos decían, la gente apuraba cualquier cosa porque ellos sabían, o sea las empresas, sabían que esto no les iba a convenir nunca a ellos. Nunca les iba a convenir. Es como si yo les digo ahora: “Hay un supermer-cado en Quimilí, hay 2 supermercados”. Por ahora ¡ojo! es hasta que la cooperativa agarre cuerpo, empiece a trabajar y la cooperativa compre mercadería y le dé a los campesinos. Entonces sí, los turcos van a ver cómo nos van a tener rastreando para poder herrar la quijada. No les va a convenir porque los campesinos no van a ir a comprarles a ellos, van a sacar de la cooperativa. Porque la cooperativa es de ellos, no es de nadie, no es de uno solo, es de todos. Entonces esto no les conviene; por ahora sí, como no tienen el taller todavía. Por ahora, andan así, pero más adelante...

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Creación de la Central: “En agosto hemos llegado a conformar la Comisión Central de Pequeños Productores Ashpa Sumaj”Desde hacía unos años los compañeros se estaban reuniendo, haciendo visitas, orga-nizándose para vender el algodón y conformando las primeras comisiones de base. En agosto de 1989 parecía que ya era tiempo de crear la Central Campesina de Quimilí.

Darío Vicente: Con Hugo, don Raimundo de Saladillo, la reserva, Lote 4, así fueron surgiendo comisiones, en cada uno de los barrios, cada una de las zonas, con nece-sidades muy similares. La mayoría apuntaba a lo mismo: el tema tierra básicamente, en algunos casos la escuela. En la reserva se planteó la creación de una escuela, yo fui el primer docente de esa escuela después, y eso me dejó alejarme un poco de la comisión para quedarme en la reserva como docente. Fueron los temas principales: la tierra, la escuela. En el caso de la reserva también el loteo de las tierras fiscales, que subdividen solo un predio grande, a través de la comisión, y a través de todo eso se hizo el loteo. Hoy cada uno tiene su lote, con planos, con papeles, como co-rresponde. Y bueno, al surgir muchas comisiones en distintos barrios, recién surge la necesidad de unificarlos, de nuclearlos en una comisión central.

Doña Mirta: Y también en el principio empezamos a juntarnos así en las comu-nidades, en distintas comunidades, y después nos juntábamos aquí, en Quimilí. La gente no sabía cómo se llama el derecho, sabíamos que existía una ley veinteñal pero no sabíamos cómo gestionar eso. Entonces la desalojaban fácil a la gente. Después nosotros, por sobre eso, hemos empezado a organizarnos, ver cómo vamos a defen-dernos. Y ahí empezamos a conocer con otros compañeros que venían, que querían ayudar. Entonces hemos ido conociendo nuestros derechos, conociendo dónde po-díamos ir, cómo podíamos hacer, y bueno, todo eso hemos ido aprendiendo en el mismo tiempo, porque uno sabe muchas cosas pero muchas cosas falta aprender. Entonces nosotros hemos ido juntándonos, reuniéndonos aquí en Quimilí. Y después trabajando también, concientizando a la gente de las comunidades porque algunos a veces tenemos esa chispa de que decimos “Bueno, vamos a hacer esto”, y nos po-nemos y es como que nos comprometemos y estamos, seguimos para adelante, no nos quedamos, decimos “No, bueno, vamos a hacer esto” y nos ponemos en eso. Y por ahí la gente, todos, no pensamos igual en las comunidades. Por ahí la gente dice: “No, qué van a hacer ustedes si la cuestión”, dicen, “esto hace el gobierno, si el gobierno dice una cosa y eso es”. Y a veces uno también cree en eso, cuando no

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estábamos organizados creemos en eso, en que decís que ellos son las personas que tienen que decidir por nosotros. Cuando hemos empezado todo esto de querer organizarnos, estaba la campaña política adonde estaban esta gente con todo eso de los créditos. Y la mayoría de esos créditos eran para los pequeños productores, pero en vez de dárselo a la Municipalidad, que era la que manejaba todo eso, ellos le daban a los que ellos querían y a los que ellos no querían, no le daban. O si le hacían un trabajo, le decían que no les cobraban, y después le salían cobrando animales, cualquier cosa de ésas. Así, juntándonos, nosotros en el primer tiempo de fines del 88 y comienzos del 89 que nos juntábamos. En agosto hemos llegado a conformar la Comisión Central de Pequeños Productores Ashpa Sumaj, adonde ahí ya empeza-mos con más fuerza, porque ya éramos más gente, éramos muchas familias, éramos como 400 familias.

Darío Vicente: Surge de la misma necesidad de consolidar una organización por-que sabíamos, o sabían las bases, todo el trabajo en equipo que íbamos haciendo de un lado al otro, de un barrio a otro, que la unión hace la fuerza; o sea, luchar de a uno no tenía ningún sentido porque no se consigue ni ayer, ni hoy, ni maña-na. Entonces, como los problemas eran comunes decían: “Por qué no consolidar, juntarnos todas las bases, consolidar una fuerza que pueda tener la personería jurídica y ser reconocida”. El tema era que sea reconocida correctamente, porque el gobierno nunca le dio importancia, nunca le dio bolilla a esas cosas. Entonces teniendo una organización de base consolidada con un grupo fuerte y con una visión, entonces decíamos: “Bueno… por ahí eso nos va a permitir a nosotros que nos escuchen”. Eso fue lo que surgió muy espontáneamente, de un momento a otro prácticamente, habíamos planteado decir: “Bueno, a ver, nos reunimos y vemos qué se hace”. Bueno, empezamos a organizamos en una reunión todas las bases, que cada base proponga su representante. De todos modos no fue la reunión sólo con los representantes, todo lo que tenía que estar estuvo. Siempre hubo mucha libertad en eso.

Al crear la Central había que darle una forma organizativa. Darío, que por esos tiem-pos participaba intensamente de la organización, comparte sus recuerdos, que se completan con las palabras de Ñato:

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Darío Vicente: En ese momento, más que debate estaban las dos posiciones desde antes, más o menos claras. Por un lado, una comisión con jerarquía de cargos y, por otro lado, una mesa coordinadora, estaban las dos opciones. Entonces, “¿cuál de las dos tomamos?”. Se eligió lo de la mesa coordinadora justamente por una cuestión de jerarquía, para demostrar, no sé si demostrar pero bueno…, que nin-guno se sienta superior al otro. Era un poco que cada uno sepa que formaba parte de la mesa coordinadora y era un miembro activo de esa organización nueva que surgía, sin tener que remitirse al cargo, decir “No, aquél fue el presidente, y era un poco el preferido, y a mí me dejaron de vocal, y soy el último orejón”. Era un poco más como para que la gente se sienta bien. No te olvides que en esas reuniones nos íbamos conociendo. Yo los conocía porque andaba, pero en esas reuniones se conocieron la mayoría de los dirigentes de cada barrio y era gente de 70, 80 kiló-metros de distancia, de monte adentro, que no se conocía con los demás. Entonces eso surgió así… Y bueno, la idea fue que nadie se sienta mal, que todos se sientan partícipes, que todos se sientan miembros, una mesa coordinadora y nada más, y un secretario para la parte administrativa, y eso fue todo ¿no? No hubo mucho debate en eso; al contrario, cuando se presentaron las opciones la mayoría dijo “Vamos a la mesa coordinadora, que seamos todos miembros iguales ante cualquier situación”, y así fue. Después hubo mucha gente con intereses personales, que obviamente se fueron limpiando solos. Esos hubo, gente que entró en la comisión pensando que había, quizás, posibilidades de aprovechar algo económicamente, materialmente. Al ver que eso no era cierto, se terminaron yendo. Mucha gente ofreció servicios y cosas, a cambio de, al principio, nada, pero suponiendo que en el futuro iba a haber plata. Era básicamente lo que se pensaba y bueno, cuando vieron que no fue así, inmediatamente se hicieron a un lado y quedamos los que estábamos ahí por vocación o por necesidad.

Ñato: Creo que fuimos uno de los primeros en que no les gustaba que haiga presi-dente o dirigentes, como se les decía, porque toda cosa hasta ahora se usa de la otra parte. Es como si hay un principal y alguien tiene que tomar una decisión, ir a hablar y decir “sí”, decir “no”. Es como que le apuntan a una cabeza visible. Y bueno, veíamos que así como nosotros estábamos organizados como campesinos, como MoCaSE, ellos también seguro que estaban, se organizaban, o estaban juntos, para que esto no crezca. Y bueno, en el camino se saltó muchos obstáculos, digamos. Era por eso. Siempre el dirigente es uno solo, es uno solo, anda, sale, viaja, y hasta donde pensábamos nosotros que a veces hay tantos otros con tantas ocurrencias, se te sientan, y veíamos que no era fácil para uno solo pelear contra tantos. A veces los changos eran nuevos, o cualquier cosa. Era peligroso que uno solo está al frente de algo. Y vaya uno a saber qué cosas ellos pueden usar, como para desganarlos, para desorientarlos, o inventar tantas cosas que se ve que inventan. No lo veíamos que fuera muy conveniente que una sola persona se desenvuelva para salir, para viajar,

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para hablar, tantas cosas que seguro que se le iban a presentar en tanto tiempo que iban andando. Sería que no tenía un solo cabecilla, que a los que querían partici-par les tenían las puertas abiertas, no era una cosa cerrada, somos 10, y ya. Se iba sumando gente, queríamos que se sume. Y después lo veíamos como dirigente, o como presidente, por más que sea de las organizaciones. Digamos, un dirigente te-nía un mandato de 2 años, y durante esos 2 años prácticamente lo que se tenía que hacer era que salga solo, ande, que salga para un lugar como representante de una comunidad, de una base. Y nosotros no lo veíamos bien, porque si somos 30, 40 en una base, para cuando le toque ir al otro, al último, ya iba a estar viejo. O no va a es-tar. Y entonces era lindo que se vaya rotando, que se vaya participando, tomando la participación los más que sean, jóvenes, por ahí algunos niños de 10, 12 años, que si sabe escribir, bueno, que escriba lo que se hablaba, que se participe todo. Se hacían así mismo las reuniones de base, en las reuniones de Quimilí que no sea uno solo el que vaya, que vayan 4, 5, que todos al mismo tiempo participemos y que hagamos.

Simona y Mirta, como tantos otros que continúan en el MoCaSE, recuerdan esos primeros tiempos de la Central:

Simona: No teníamos nada, teníamos que nos prestaban una piecita allá en el cen-tro. Ahí estábamos con el Ángel Strapazzon y el señor Raimundo y Jorge Páez. Yo soy de 50 kilómetros de aquí, y veníamos haciendo dedo porque antes no había colectivo nada. Y ellos a veces iban de a pie, ellos con Ángel o con Raimundo, y nosotros por otro lado. Y después veníamos los lunes aquí, veníamos y se reunía-mos. Eran 4 personas los primeros días. Fue muy dura la lucha, muy dura era la lucha, porque esa vuelta no teníamos nada, como dice el dicho “ni para comer”. Y de ahí se nos llamaba por entre medio de los campos, porque nos agarraban, nos decían: “Son enemigos del campo, salgan, salgan”, nos decían, porque no teníamos la fuerza de nadie antes. Y así hemos podido salir, hasta que al último hemos podi-do encontrarnos con ellos y estábamos más gozosos, más alegres, más contentos, porque tenemos más fuerza con ellos. Y así iba juntándose de poco a poco, del Saladillo, y después Hugo Ramírez, Cholo, se han sumado ellos ahí, y después venía de Lote 4, Paulo Aranda. Y así iban sumándose por los problemas de los campos. Como le digo, así se fue creciendo despacito, en una lucha muy grande y mucho sufrimiento. Y bueno, tenían que andar ellos más. Caminando, ellos iban porque no tenían en qué andar, no tenían ni la bicicleta, porque antes no se usaba bicicleta. Hoy se usa bicicleta, moto, camioneta, antes no. Por ahí cuando iba alguna camioneta te llevaban, si no, no. Y antes era todo monte, era un caminito como de hormiga, pero ahora ya tenemos ruta, todo hoy ya cambió, todo. Cuando los escuchaba que decían que teníamos que reunirse, porque reunidos podíamos llevar algo nuevo adelante, así ha sido. Yo pensaba que era posible porque cuando uno solo lucha, no hace nada, pero entre varios podemos seguir a la lucha. Y eso es lo más lindo,

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eso es lo más rico que es. Por eso a veces ahora les digo que por ahí tironeamos un poco, discutimos un poco, pero después… (porque hay veces que no quieren venir a las reuniones). Hay otros compañeros que no quieren venir. Les digo: “Ahora tienen todo, tienen el plato servido a la mesa, y hoy tienen que amarlo más, como un com-pañero mismo, como un compañero tienen que querer la Central”. Y bueno, ahora los compañeros seguimos, tenemos luchas, problemas de los campos, pero no nos sacan, estamos ahí. Sabemos que lo que estamos luchando va a ser para nosotros, y para los hijos que quedan, nietos, todo. Para eso, y por eso, estamos luchando, lle-vando adelante. Íbamos sumando en la misma comisión, iban y venían porque cada 15 días nos juntábamos para llevar qué problemas teníamos en los campos, cómo era, qué es lo que estaba pasando, qué es lo que estaba ocurriendo. Y ahí era lo que estaba ya empezando. Nos trataban de que éramos locos los contrarios, era locura que nosotros teníamos a nuestra tierra, tenemos que luchar por nuestras tierras, por nuestros saberes, por nuestros hijos. Porque si no tenemos las tierras no tenemos dónde vivir, dónde vamos a estar. A mí el pueblo no me gusta. Sí, yo vengo 2, 3 días, estoy con mi hijito que va a la escuela , pero no me gusta, no es lo mismo que en el campo, que cuando uno está allá en campo, criamos chivos, vacas, gallinas, chanchos, y ése es el que uno tiene el anhelo de llevar adelante más.

Doña Mirta: También yo nunca me olvido de eso, del principio, porque nosotros al principio, cuando nos juntábamos, había compañeros a veces que no tenían pa’l pu-cho y entre todos poníamos pa’l pucho. El mate, también hacíamos secar la yerba de hoy para entreverarla mañana con otra yerba nueva y poder tomar mate cuando nos juntábamos mucho; porque nadie tenía sueldo, todos éramos pequeños productores y otros compañeros que estaban ahí con nosotros acompañándonos, que tampoco tenían sueldo de ningún lado, y había que seguir para adelante, porque nos habíamos comprometido en algo y teníamos que seguir para adelante. Y bueno, eso hacíamos también, compartíamos la comida. Así que ahí hemos ido aprendiendo muchas cosas que en nuestras casas antes no hacíamos. Porque antes, cuando estábamos en nues-tras casas, era como mirábamos alrededor nuestro, pequeñito el lugarcito, mirábamos que no nos falte nada a nosotros y nada más. Pero no mirábamos más allá, entonces ahí hemos ido aprendiendo que hay que mirar más allá para ver la necesidad del otro. Entonces esas cosas hemos ido aprendiendo en ese poco tiempo. Si había que irse a Santiago por algo, entre todos poníamos para poder hacer andar una camioneta que teníamos y con esa camioneta podíamos irse a Santiago o a visitar a la gente. Y bue-no, muchas veces había compañeros que se quedaron en el camino, se quedaron de camino y casi tapada de agua la camioneta. Otras veces que se quedaban en el camino también tenían que hacer hervir el agua en una botellita de plástico. Y muchas cosas lindas, para mí son cosas lindas porque son cosas que nos han hecho llegar a esto que estamos hoy. Y algo muy importante de haber hecho todos esos esfuerzos, todos esos sacrificios y ver logrado todo lo que tenemos hoy en la organización.

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Mundito reflexiona sobre los trabajos iniciales de la Central:

En esa época, yo creo que el eje central ya se veía la problemática de la tierra ¿no? Porque varios departamentos de la provincia ya venían. Los Juríes, en el año 85 ya tenían conflictos con la tierra, un poco más atrás, pero nosotros no estamos ajenos a ellos porque nuestros abuelos también han sido desalojados. Pero en esa época, para esta zona, no había organizaciones. Entonces capaz en todo ese tiempo vea-mos lo de la tierra, pero después fuimos viendo que hay un montón de componen-tes de la vida ¿no?, que no es solo la tierra sino, como decía mi tía, hay un montón de cosas, está la salud, la educación, el futuro que no esperaba en nuestros hijos.

Y bueno, yo creería, sin saber para qué lo que pensamos, hoy nos encontramos que si no hubiera sido los cumpas que iniciaron en esa época, lo que han hecho en esa época nosotros no podríamos avanzar, no podríamos estar diciendo que la historia es como decís. Porque hoy hay un trabajo de hormiga, como han hecho los compa del 89 hasta hoy. Algunos, que desde su comunidad, por cierta edad o por otra cosa ayudan empujando esto ¿no? Soñando esto que, como decía el Hugo, todos hemos sido, que son locos, nos decían

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Creación del MoCaSE: “Por eso ha sido creado el MoCaSE, para defender al campesinado”Juárez llevaba en el gobierno cerca de 40 años. La situación en el campo era difícil y algunos empezaban a cuestionarlo a él y a todos “los políticos”.

Mundito: Aquí, en Santiago del Estero, la política era muy fuerte, muchas dádivas, en el gobierno de Juárez, y por los políticos ¿no? Mucha dádiva que no te dejaba pensar.

Cholo: Más que dádivas del gobierno había más atropello, porque tenía todo a la vuelta ¿no? Por eso ha sido creado el MoCaSE para defender al campesinado, para que no sigan sacándolo de donde vivía, porque en lo que se ha creado la organi-zación yo creo que hemos tenido desalojos, pero al otro día han estado de vuelta adentro ¿no?

El 4 de agosto de 1990, a un año de la creación de la Central Campesina Ashpa Sumaj de Quimilí, se reúnen muchos compañeros que se venían organizando en distintas zonas de Santiago del Estero.

Darío Vicente: Una vez que conformamos la comisión central empezamos a tener contacto y relación con otras comisiones. Empezó a ir y venir el intercambio de información, seguíamos dándonos cuenta de que el problema, ya no sólo a nivel local sino a nivel provincial, era prácticamente el mismo: la tierra, un problema muy común en la provincia. Y bueno, en Añatuya había un grupo con mucha trayectoria. La comisión de Añatuya ya venía trabajando hace muchos años. Ellos estaban aseso-rados, por INCUPO. Estaba la fábrica de quesos, que venían trabajando hace muchos años con los productores caprinos. Fuimos compartiendo mucha información de la historia de ellos. Colonia Dora era un poco más nueva, fue un poco así. Después apareció gente nueva del Norte, Salado Norte, me acuerdo bien. Hasta que surgió así, de decir: “¿Por qué no reunir las comisiones centrales de cada zona, Añatuya, Fo-rres, y conformar un movimiento a nivel provincial?”. La información fue moviéndose cada vez más rápido y se dio la posibilidad de una reunión en Quimilí. Fue la primera reunión donde prácticamente fue conformado, yo digo, parte de la fundación de-mocrática, porque aquí quedó formado el movimiento. Después se le dio la forma definitiva, pero en aquel momento, allí fue, como quien dice, el puntapié inicial y el acuerdo, después de muchas discusiones, dos días de debates, la puesta en común

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de historias, de muchas cosas. Fue algo muy lindo, algo muy novedoso. Tuvimos aquí en Quimilí la visita de Humberto Volando, cuando él estaba en la Federación Agraria Argentina, siempre con mucho renombre, con mucho reconocimiento, siempre apo-yando. Y si se quiere, como anécdota, el gobierno local nos quería matar, tuvimos la policía. Tuvimos muchos problemas en esos dos días de reuniones, estaba lleno de gente de todos lados y había mucha gente, y nos tenían ahí, nos mandaban la policía, para suspender esto, suspender lo otro. No había más que reuniones y deba-tes, grupos aquí, grupos allá y talleres, ese tipo de cosas. Fue algo muy democrático, muy abierto, pero bueno, un poco las entidades en ese momento no les convenía, porque venían viendo que esto venía creciendo, porque en algún momento se tenía que dar y se dio. Y llegó el MoCaSE y hoy por hoy es una fuerza que es muy impor-tante dentro de la provincia con un reconocimiento ya mundial. La dirigencia política local nos llamaban. A todo esto nosotros pusimos una carnicería comunitaria, y nos llaman. Yo hacía el trámite, la gestión y todo eso. Particularmente a mí me llamaba en ese momento el intendente y me ofrecía cosas: que no haga esto, que no haga lo otro, “Vos sos joven”. Era un poco separarme del grupo, salir de ahí. A mí y a otros miembros que éramos los más conocidos y eran, me acuerdo, ofrecimientos tentadores, que era decir: “¿Qué estoy haciendo ahí por nada?”, económicamente más que nada, porque nosotros nunca cobramos nada por lo que hicimos. En esa época no había fondos de ningún lado, no había proyectos aprobados de nada, estaba todo en formación, nosotros nos movíamos con plata nuestra del bolsillo, o plata que los mismos campesinos nos daban. En el campo había reuniones, había viajes; a las camionetas había que ponerles nafta, quizás 5 pesos y yo tenía 2 pesos. Y bueno, había ofertas que eran tentadoras, nos decían: “Yo te voy a dar un trabajo, un sueldo…”, como para controlarnos. Y bueno, ahí jugó un papel muy importante el MoCaSE que supo de alguna manera controlar la situación y no dejarnos caer justamente en eso, en esas tentaciones, en esos ofrecimientos. No te olvides que de todo el grupo que estábamos ahí nosotros, el que tenía una profesión era yo, que era docente. Eran toda gente del campo. Había tenido la suerte de poder estudiar, de poder recibirme; entonces, era un poco el único que podía llegar un poco, pero ahí jugué un papel realmente importante.

Doña Mirta: Todas las Centrales son casi del mismo tiempo. De toda la provincia que tenemos el MoCaSE, son casi de la misma época. En las primeras épocas, nos

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reuníamos en Quimilí, otra vuelta en Figueroa, otra en Los Juríes... Así íbamos ha-ciendo las reuniones antes de que hemos conformado el MoCaSE, eran las Centrales que se juntaban.

El día del cumpleaños de la Central, habíamos hecho una torta. Pero no era sola-mente una fiesta, sino trabajo de hacer capacitaciones, hacer participar a la gente, hacer trabajos de grupos. Durante todo el día hacíamos trabajos de la organización, como conocernos e ir trabajando cosas, y aprendiendo. A la noche se hacía el asado, el baile. Esa noche la policía andaba, y al rato de vuelta. No querían que hagamos. Éramos un montón de familias; y estábamos de todos lados, porque ya participaban muchos, muchas comunidades eran. Nosotros empezamos a trabajar en el 88, y en el 89 se conforma la comisión central. En el 90 era la fiesta, a un año de la Central. Nosotros también ese año hemos formado el MoCaSE. El 6 de agosto es el cumplea-ños de la Central.

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Ángel: El MoCaSE nace por el impulso de Juríes a invitar a otras experiencias de proyectos de ONG que agrupaban a pequeños productores, con la excusa que me-joren su producción, su comercialización, lo de la tierra le tenían miedo en Juríes y Quimilí. Esto es ideológicamente, porque estaban el cura Killmeate y Ángel. Detrás está la trayectoria de la Teología de la Liberación latinoamericana, detrás de nosotros dos. Con una propuesta medio leninista de la Centrales campesinas, centralismo democrático.

Digamos que eso más el cura que yo, porque en realidad pensaba más que cada comunidad se autogobierne y decida qué mierda va a hacer. Pero vimos que daba re-sultado en Juríes que las comunidades se juntaran con delegados, no con represen-tantes sino con delegados, y formaran Centrales campesinas, que fue una palabra que inventaron los campesinos, no la inventó el cura Killmeate. Nosotros mandamos campesinos allá y reprodujeron ese esquema. Pero el esquema de comunidades y Centrales campesinas estaba hecho en Juríes, fue del cura Killmeate.

La primera etapa fue la promoción de estas ONG. Una segunda etapa empieza a concentrarse por promoción de Quimilí y Juríes, a instancias básicamente de grupos de personas que tenían que ver conmigo y con el cura. Dijimos: “Empecemos a jun-tar las otras experiencias para que no queden en la nada, con el techo que suelen poner FUNDAPAZ e INCUPO a la cuestión política y del poder a los campesinos y a los indígenas”. Las dos ONG rurales más históricas de la Argentina y PRODEMUR. Entonces los campesinos mismos iban, esto lo debatimos, e invitaban a los otros campesinos de Forres, de otros lugares donde estaban trabajando esas ONG, y em-pezaron a tener instancias de intercambio de experiencias. Fue una segunda etapa de intercambio de experiencias que parecía que iba a ser largo, y en realidad tardó un año, en un año se creó la idea de movimiento. Con un esquema de reproducción de entidad agraria: una comisión directiva intermedia, porque había que negociar una cosa más revolucionaria, como pretendíamos algunos, a una cosa más institu-cionalizada hasta con personería jurídica, donde estaban los de INCUPO y FUNDA-PAZ, no tanto por ideología, sino porque no les convenía una asociación sin fines de lucro con el nombre del MoCaSE que les quitara guita de proyectos. En ellos estaba, en el trasfondo, “No institucionalicemos eso porque entonces van a tener autonomía”, por ejemplo económica, que es lo que le suelen cuestionar a nosotros al CENEPP, al originario CENEPP que ya no existe. Entonces nace el movimiento acá en Quimilí, a un año de reuniones; no, a 6 meses. Del 1º de diciembre del 89 al 4 de agosto del 90, en 8 meses los compañeros y compañeras más fuertes de Quimilí lograron incentivar a las otras zonas, donde se estaban agrupando otras ONG a través del INTA para que se formara un movimiento. Para no sacar pie del plato, los campesinos dicen: “Ustedes, los técnicos, reúnanse aparte”.

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La creación del MoCaSE va consolidando la organización:

Cholo: Yo he estado cuando se ha creado, se ha consolidado. Con los MoCaSEs, he sido el primer viviente de la organización. Y bueno, íbamos a las reuniones cada mes, nos juntábamos en Santiago. Primero se hacía cada mes en los departamentos, como ser en Taboada, o allá Figueroa o para acá para el lado de Copo, tal vez. Y des-pués se ha decidido hacer en Santiago, como eran centros que por algún problema puede hablar con las autoridades de allá, quedaba más cerca.

Hugo: Los únicos que trabajaban como cooperativa también era Juríes, en ese tiem-po ya, pero tenían 2 delegados para las reuniones, que eran titulares en las mesas di-rectivas que armaba el MoCaSE. Y después venían los otros compañeros que querían venir a escuchar. Pero los que tenían voz y voto eran los dirigentes que estaban en las mesas ¿no? para tomar decisiones. Ahí se ha consolidado como MoCaSE. Antes no había presidente ni secretario, nada; ahí recién se ha formado como comisión.

Carlos Luna, compañero que fue secretario y presidente del MoCaSE, relata cómo era la estructura de la organización en aquel momento y cómo resulta elegido se-cretario del MoCaSE:

Carlos Luna: Son 3 etapas diferentes que tiene el MoCaSE: primero es la comisión de base que funciona en el lugar donde viven todos los socios, y la segunda es la zonal. Entonces Quimilí es la zonal que representa a 13 comunidades de la zona de Quimilí. La estructura del MoCaSE era: comisiones de base, zonales, y comisión directiva a nivel provincial.

En la asamblea para renovar la comisión directiva del MoCaSE, cada Central tenía que presentar una nota designando los 2 delegados titulares y los 2 suplentes. A la asamblea iban los delegados de cada zonal, más los socios... porque había que elegir la comisión directiva, y había que tener la cuota social al día para tener voz y voto.El dirigente era la cabeza visible del barrio, quien iba a llevar y traer las informacio-nes, el que iba a llevar todas las novedades y el que iba a convocar a reunión; y el delegado era el que lo iba a acompañar. Si el dirigente no podía ir iba el delegado, o iban los dos. Eran las personas, los referentes que se iban a encargar de convocar a reunión, de trasmitir la información, ésa era la función del delegado.

Entonces, venía la tarea de formar la comisión. En ese trayecto había 4 delegados que tenían que participar de la reunión del MoCaSE que se hacía en Santiago del Estero, estoy hablando del año 92. Daba la casualidad que yo recién estaba partici-pando en las primeras reuniones de la Central. No entendía qué era el MoCaSE ni nada. Como ser: hoy era la reunión de la Central y al otro día venía la reunión del

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MoCaSE. A último momento dice Ángel: “Mañana hay reunión del MoCaSE, ¿quié-nes van a ir?”, y los delegados que eran responsables y tenían que ir, no podían; de 4 había uno solo que podía ir, pero no estaba asegurado, y que había que designar hoy. Y me echaron el fardo a mí. Yo no entendía nada lo que es el MoCaSE, ni para qué. Y Ángel que “No hay problema, venite a la tarde, te quedas aquí para que a la madrugada viajemos, y te explico”. Yo, contento porque tenía que viajar a Santiago. Era la reunión mensual que tenían que hacer todas las zonales, para ahí discutir te-mas que presentaban las Centrales, más temas que se agregaban.

Esto era en los meses de noviembre del 92, y en febrero de 93 había que hacer la asamblea para renovar la comisión directiva. Y van y me eligen a mí. Cuando se hace la asamblea, creo que en marzo, me eligen secretario del MoCaSE. Ahí se me armó el quilombazo. Para colmo sabía leer muy poco y deletreaba. Cuando me eligen les digo que tenía problemas para leer, porque había que hacer el acta y leer, y era el acta del MoCaSE no de la comisión de nosotros. Se me complicaba, se me venía el mundo abajo. Me dice la Flaca: “No te hagas problema, yo te voy a ayudar a hacer el acta”. El problema no era hacer el acta, el problema era leer el acta. Además, el próximo paso era que en la reunión siguiente, porque el MoCaSE se reunía una vez por mes, había que hacer otra.

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Fondo rotatorio caprino: “Ha sido un proyecto muy bueno eso, no como los proyectos estos que hacen los políticos”En el año 1992 se pudo contar con algunos fondos para hacer un proyecto. Había muchas necesidades, era una oportunidad de hacer algo diferente a lo que hacían “los políticos”, se podía dar protagonismo a las mujeres…. Mirta y Alicia recuerdan ese proyecto, que aún existe:

Doña Mirta: Hemos hecho, un proyectito pequeño que hemos recibido de la emba-jada de Holanda, que era para cabras. Nosotros decíamos: “¿Cómo vamos a manejar este proyecto? ¿Si nosotros compramos las cabras y le damos a la gente, así nomás por dar, estamos diciendo que los políticos dan dádivas y nosotros vamos a hacer lo mismo?”. Después decimos: “Vamos a hacer créditos para las mujeres”. Como siem-pre eran los hombres los que tomaban los créditos, vamos a hacer que las mujeres sean protagonistas en estos créditos. Hablamos con la gente, en las comunidades, que vamos a entregar 10 chivas madres y un reproductor, y en 2 años tienen que de-volver la misma cantidad. Así que se ha multiplicado y hemos hecho varios créditos. Después hemos ido recibiendo y entregando. Teníamos una familia anotada, y cuan-do devolvía una familia se las pasábamos. Ese crédito hasta hora sigue funcionando; es algo que siempre ha dado buen resultado

Alicia: Nosotros salíamos a trabajar así y siempre volvía tarde, por ahí me faltaban chivas. A lo último se me terminaron mis animales así y no teníamos chivas ya no-sotros, porque también el león nos hacía daño. Claro, no atendíamos, como no se quedábamos en las casas no atendíamos los animales. Después, cuando nos han dado el proyecto este caprino, nos han dado 10 chivas y un padrillo, pero ya era que estábamos organizados ya cuando nos han dado eso. Y yo había dicho: “Yo crío los animales y de aquí no me muevo más” y bueno, empecé a cuidar los animales y los chicos también y yo he hecho multiplicar un montón. Teníamos que devolver, eso se devolvía para que le den a otros compañeros que no tenían también ellos, para que se siga rotando, y yo he devuelto eso y encima me han quedado los animales, y con eso todavía tengo la majada. Ha sido un proyecto muy bueno, eso, no como los proyectos estos que hacen los políticos. Ponele ellos dicen: “Ayudamos a los pobres”, y te dan un bolsito de mercadería, pero ése no tiene sentido porque, yo digo, no es como que uno piense y trabaje para uno, que piense del mismo compa-ñero también, porque en este sentido nosotros hemos hecho, hemos trabajado así, también otros compañeros han agarrado las majadas estas que nos han dado. Se les

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dio a las mujeres porque sabe que las mujeres son las que más están en la casa, que tienen más cuidado. Los hombres siempre salen a otro lado a trabajar, no sé si van a trabajar ahora. Bueno, antes mi marido iba a trabajar así en el obraje, y yo también iba. En cambio, ahora ya nos han dado los animales ésos y ni él ni nosotros hemos salido a trabajar por ahí, pero siempre más la mujer en el corral que el varón. Yo, por lo menos como mujer, no sabía que tenía derecho de tener todas mis… Cuando me he organizado cambió un montón, porque ahí conocí los derechos que teníamos nosotras como mujeres también. Doña Mirta: A los chicos de los créditos caprinos que teníamos hablábamos que siempre trabajaban los hombres, pero que va que siempre le daban un crédito a los hombres y no a las mujeres. Y bueno, que nosotros habíamos hecho que el crédito lo reciban las mujeres porque ellas también tenían derechos y podían manejar un crédito. Así que los maridos las dejen participar. Y todas ésas hemos ido haciendo ahí, medio juntitas.

Leticia: Recién empezaba la organización… Amén a todo esto, el machismo a ple-no: ¿quién participa en las reuniones? Los hombres. Las mujeres son de la casa. Entonces, cómo vamos a implementar esto. La verdad que las cabezas que han pensado, fue excelente. La habían pensado pero de bien… “Vamos a hacer créditos rotatorios, pero que las mujeres se anoten, que vengan a hacer el curso las mujeres, y a las mujeres se les entrega. No a los hombres”. Entonces, si el hombre quiere tener… Siempre la mandan a la mujer. “Bueno, ¿vas vos? Andate. Porque como yo necesito, andá”. Entonces por ahí han caído en la trampa. Claro, venían las mujeres a capacitarse, y encima de capacitarse, le hacían abrir los ojos de cómo estábamos ahí adentro encerradas. Cuáles eran nuestros derechos. Eso me decía mi pareja cuando estaba enojado: “Claro, ahí te vas. Lo primero que te enseñan… Ahora me sales con los derechos. Claro, porque ahora tienes derechos…”. Claro, yo antes no sabía lo que eran los derechos, por eso digo. Y así se fue rompiendo un poco eso, y hoy tenemos varias mujeres que están participando, y has visto, mujeres que son posta, y tienen para seguirla para adelante bastante.

Doña Mirta, en el 2001, explicaba cómo se distribuían las cabras y evaluaba los re-sultados...

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Doña Mirta: A la que tenía 4 ó 5 cabras menos de 10 siempre, se le daba la que le faltaba hasta 10. Tenía 5 se le daba 5, hasta 10. Entonces nosotros hacíamos un crédito igual para todos. Y eso ha funcionado muy bien, ha sido algo de lo que mejor nos ha ido. La gente ha cumplido, ha devuelto, y nosotros cuando ellos devuelven ya tenemos mujeres inscriptas para entregar de vuelta lo que vamos recibiendo; devuelven, nosotros recibimos lo que devuelven y le pasamos a otra mujer. Y eso lo seguimos manteniendo, el crédito rotatorio lo seguimos manteniendo.

En esos primeros años de la Central se hacía la experiencia con el fondo rotatorio y, a la vez, se peleaba por los créditos algodoneros de la Provincia:

Doña Mirta: Bueno, eso hemos venido haciendo, prácticas de cooperativa, vamos a decir, cuestiones de crédito, cuestiones de comercialización, hemos logrado también que nosotros, como organización central, nos dejen participar en las comisiones que se formaban, municipal, para la cuestión de los créditos algodoneros. Antes los cré-ditos que venían del gobierno son para pequeños productores, dicen que para pe-queños productores pero después se prenden todos de ese fondo. Ahí también ellos manejaban muy políticamente, como a ellos se les antojaba dar, iban y le daban a los que ellos querían, o le daban a la gente y le decían primero que la gente no tenía que devolver, que el gobierno no le iba a cobrar, y bueno, que la gente acompañe con el voto, y después, cuando la gente acompañaba, venían a cobrarle, andaban por detrás de la gente para cobrarle. Y nosotros empezamos a ver esas cosas, esas trampas que hacían, nos empezamos a dar cuenta y a empezar a gestionar que no-sotros queríamos tener participación en esa comisión que se formaba. Hemos insis-tido tanto que a duras penas hemos logrado que el intendente, que era del partido justicialista aquí, en Quimilí, nos dé. Había una lucha muy fuerte de la organización contra ellos, hasta que hemos logrado que nos dejen meter dos personas ahí, en esa comisión. Y era la pelea, porque usted agarraba un listado de las familias que habían solicitado créditos y había familias que ni siquiera estaban, otras familias que ni enteradas estaban que habían solicitado crédito, y toda esa plata se la tragaban ellos. Y cuando nosotros estamos trabajando ahí las solicitudes se hacían, nosotros también participábamos y podíamos ver y hacer que no se evalúen, no se aprueben solicitudes de gente que no las conocemos.

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Nace la cooperativa Ashpa Cayku: “Nosotros, sin entender ya trabajamos como cooperativa”

Para el año 1996, la comisión central de Quimilí iba creciendo y necesitaba organizar nuevas tareas

Doña Mirta: Me parece que era por el ’93, ha venido gente de Córdoba que que-rían hacer un curso de cooperativa. Se empezó a trabajar en ese curso y nos enseña-ban cosas, nos mostraba cosas bastante alejadas de lo que nosotros podíamos hacer. Hemos dicho que nosotros no estábamos de acuerdo, que no íbamos a formar todavía la cooperativa. Mejor que sigamos siendo una organización que lleva toda la cuestión gremial y de producción.

Después hemos empezado a querer hacer un curso de cooperativismo, porque ha-bíamos visto que era mucho el trabajo, que la cuestión de tierra iba avanzando bas-tante y la cuestión de la producción iba avanzando bastante, y era pesado para llevar todo. Éramos 10 en la comisión central. Entonces dijimos que vamos a separar las aguas: el gremio por un lado y la cuestión de la producción por otro. Ahí con Jorge, que trabajaba con nosotros, hemos hecho un curso de cooperativismo en todas las comunidades; y de ahí hemos decidido formar la cooperativa. Después de ese curso hemos empezado a tramitar para hacer la asamblea y formar la cooperativa. Así que el 10 de diciembre del 96 hemos conformado la cooperativa, hemos decidido que se forme la cooperativa, y ahí nazca el consejo de la cooperativa para que lleve toda la cuestión de la producción. Y lo gremial, ahí hemos hecho la mesa coordinadora que lleva toda la cuestión del gremio: de la cuestión de tierras, de todos los trámites. Así hemos podido hacer que las cosas sean más livianas.

Cholo: Era más por el que cada una tuviera un rol de trabajo, que los dirigentes que más cerca estaban, que andaban todos los días, como ser doña Mirta, Carlos Luna, que andaban dando vuelta aquí, estaban muy recargados, todo lo están haciendo ellos: problemas con las tierras, venta de la corteza que teníamos, de producción, todo lo que se hacía. Para eso, que la cooperativa se encargue de una cosa y la parte gremial de otra cosa.

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Hugo: La cooperativa se hacía cargo de la venta del algodón de la cuestión de la cosecha.

Mundito: También, todo sanidad caprina, calidad caprina, parte genética, mejora-miento de raza.

Hugo: Sí, sí ha funcionado porque a lo mejor tenían problemas de tierra, la parte gremial se iba a los gremios, y la cooperativa iba a las comunidades a ver si tenían para vender o cómo hacer. Dan los cabritos, los lechones y venden tranquilos o tie-nen alguna vaca para la carnicería. Y a los primeros tiempos uno estaba embarullan-do porque ya estábamos acostumbrados a que éramos 2 ó 3 nomás que se hagan cargo de todo, pero después con el tiempo uno se ha tenido que adaptar a eso y cada uno a cumplir su rol.

Mundito: Y bueno, no sé, porque tienen un tiempo de proceso para trabajar como cooperativa, tenés que tener varios años de organización. Nosotros, sin entender, ya trabajamos como cooperativa, pero lo que se ha hecho ahora es algo legal para entrar al mercado. Porque para estar en el mercado tenés que estar aprobado por todos los requisitos que te piden, eso es lo que chocábamos mucho con el gobierno central. Pero lo que pasa que también tiene un riesgo, los impuestos, todas esas cosas que te empiezan a cobrar, al gobierno central antes no pagamos tanto im-puesto, nosotros éramos clandestinos, pero nosotros siempre decimos: “Por qué no volvemos como antes”, pero el tema es cómo hacemos, porque tenemos que mejorar la producción, tenemos que incrementar la sanidad caprina para que los animales estén bien, sanamente para poder venderlos, y los dulces, todo eso, tienen que pasar por el SENASA.

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Marcha del cencerro: “Hemos mostrado en el pueblo por qué marchamos y por qué defendemos la tierra”Con Juárez en el gobierno, la situación no era fácil: problemas de tierras, persecucio-nes. El MoCaSE ya estaba andando y se hacía necesario tener presencia en las calles del pueblo de Quimilí. Con cuidado de los infiltrados, se hizo en 1996 la “Marcha del Cencerro”.

Ñato: Ha pasado mucho, pero todavía me acuerdo. Bueno, de lo que me acuerdo es en una reunión de la mesa coordinadora, que hoy le llamamos la reunión de la Cen-tral. En ese tiempo era la mesa coordinadora, creo que todavía, no me acuerdo bien. Era un problema que ha habido en nuestros pagos, había que buscar una forma de protesta, que la gente sepa lo que estaba pasando. Porque cuando nosotros no estábamos organizados, creíamos que había cosas que uno no sabía que había que preguntarle a los ministros, que era lo indicado, porque son autoridad, no sé qué será que creíamos. Los que sabían eran los que eran autoridad. Y después, estando organizados sabíamos que no, que no era así. Lo que se veía que estaban haciendo, básicamente, no era ayudarte, o defenderte en este caso. Ellos defendían en este caso a quien les pagaba. Y si por alguna casualidad te metían preso, ellos nomás te hacían la multa y te largaban, cuando supuestamente ellos no tenían que hacer eso. Si te meten preso por algo, tendrías que ver a otra gente, a un juez o algo. Y bueno, si ellos son autoridad pueden llevar preso, ir a buscarte si has hecho algo, pero no pueden cobrarte la plata y dejarte como si no has hecho algo. Entonces nos estaban mintiendo, nos estaban robando. Entonces, cómo hacemos para que salga a la luz lo que estaban haciendo. Lo que te metían preso con chicos y todo, porque estaban pagados, y ni siquiera disimulaban. Ahora tampoco disimulan. O sea que andaba el que denunciaba, andaba el encargado, se encargaba básicamente de ellos, y ellos encargaban llevarse a tal, porque los conocen, de apellido o sobrenombre. Y bueno, en la reunión se decide hacer una marcha. Porque otros decían: “Qué vamos a hacer, hay que meter bulto, hay que gritar. Y bueno, vamos a que el pueblo escuche que estamos, que estamos llegando. Traigamos cencerros, traigamos algo que se escu-che”. Y bueno, todos dicen: “Meta, dale, busquemos cencerros”. Y entonces pasó a llamarse la Marcha del Cencerro.

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Manuel: Estuvimos 3 meses para hacer esa marcha. La primer marcha que se ha-cía así, como MoCaSE, como movimiento campesino. Nos costó mucho, pero nos mostró en las comunidades que los compañeros también tenemos que trabajar. Decirles que los compañeros tenemos también que salir a la calle a marchar porque se nos viene encima todo esto y nos quieren quitar la tierra, y hemos salido en eso. El gobierno de Juárez, éste que estaba, nos ha mandado gente a investigar, era un concejal de Quimilí, después ha sido diputado, y el diputado ha venido a decirnos que no, que no hagamos la marcha, que si no vamos a estar en contra del gobierno de Juárez. Era Julio Sierra, el diputado que estaba y ha venido a decir que no, que le va a caer mal al gobierno de la provincia que le hagamos esta marcha aquí, y bueno, le hicimos la marcha igual nosotros. Él decía que iba a ser el primero que iba a estar en la marcha, y nada que ver, cuando salimos a hacer la marcha ni apareció. Noso-tros marchamos en Quimilí, hicimos la marcha del cencerro, en aquellos tiempos, con muchos cencerros, y después lo tradicional que nosotros tenemos del campo: el sulqui, la zorra, el caballo, todo esto que tenemos acá lo hemos mostrado en el pueblo, por qué marchamos y por qué defendemos la tierra. Por eso era la marcha de la tierra, no hay hombres sin tierra, ni tierra sin hombre. Después mostraron uno de Santiago que era de Hacha y Quebracho, que era Raúl Dargoltz. Ha hecho algo así como un teatro para motivar a la gente del pueblo, sí lo ha recibido bien el pueblo en aquellos tiempos.

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Marchas a Mailín: “Que no nos deje bajar los brazos”Las marchas a Mailín fueron también una forma de conformar la organización, crear lazos y fortalecer el ánimo para la lucha. Fueron también una forma de hacer co-nocer los problemas de tierras y la resistencia campesina. Allá por 1989, cuando se estaba gestando el MoCaSE, participó por primera vez la Central de Quimilí.

Ñato: Primero los changos de Los Juríes, que ya habían caminado no sé cuántos años. Y entonces la primera vez que nosotros hemos ido, hemos conocido a Chu-ca, al Toro. Y bueno, ellos nos invitaron a un encuentro, en Los Juríes. Y ahí ya se aproximaba la fiesta, y hemos ido nosotros. No recuerdo cuántos hemos ido, pero hemos ido pocos. Hemos ido hasta Añatuya primero. Y de ahí a pie para allá. Creo que hemos ido 2 años. Y bueno, mientras vamos caminando, y parate de caminar en algún punto, caminar dos horas, dos horas y media, tres. Hemos visto cuánto hemos sido los que nos animamos a llegar. Por salir de Quimilí, teníamos 100 kilómetros de diferencia. De Quimilí hasta Añatuya había 100 kilómetros. O sea que, al recibirnos, la marcha de Quimilí teníamos 100 kilómetros más.

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En las reuniones, así de a poco, hemos ido dándole forma a la primer marcha. Nos animamos a caminar, a llegar, porque creíamos en el santo, de una forma u otra. Y la gente creía, yo también creía, creo todavía, que era algo que, por una forma u otra, Dios nos estaba ayudando. Y bueno, por un pedido: que nos ayude, que no nos deje bajar los brazos, que nos acompañe. Nosotros no le pedíamos que no venga esto, que no venga algo. Nosotros le pedíamos que si venía algo malo, que tengamos juez, que nos proteja. Íbamos todos, mujeres y niños. La marcha se hacía despacio, se hacía con mucha gente, gente mayor, chicos, chicos chicos, mujeres con chicos chicos. Se caminaba, y había un vehículo o 2 que hacía de apoyo, que iba acompa-ñando durante todo el camino que íbamos caminando. Y la marcha duraba 5 días, digamos desde el martes hasta el sábado que llegábamos a Mailín. Eran muchos días de caminata. Pero siempre lo hacíamos con fe. Lo hacíamos bien. Cuando se paraba, se hacía la noche, ponele que faltaba comodidad o lo que sea, pero siempre se arreglaba, porque la fe que teníamos, las ganas que teníamos de ir siempre estaba viva. Lo hacíamos con fe, con ganas.

Darío Vicente: Sí, fue en el 89, estaba la comisión central, nuevitos, nos comuni-camos con la gente de Juríes, de Colonia Dora y de Añatuya. Cada uno organizaba con su gente, todos lo que quieran participar de la peregrinación. Añatuya hizo lo mismo, y nos fuimos conectando la dirigencia. Hicimos así: partimos de Añatuya, porque aquí éramos poca gente y muchos kilómetros, en vehículos y de allí fuimos caminando. En Colonia Dora nos juntamos con gente que se sume a la peregrina-ción. Llegamos, cumplimos con la peregrinación, una carpa donde estaba el resto de cada organización y ahí llevaban las provisiones, nosotros no llevábamos nada.

Servía para conocernos, porque horas de camino, sobre todo en la noche, sabes que tenés 7 horas de tiempo para hacer lo que quieras, caminar a la par de alguien que no conoces, terminas conociéndote mucho, haciéndote amigos, que después tuvimos contacto de parte de la organización y ya éramos conocidos. Uno va can-tando, el espíritu… El motivo de la caminata no era perder kilos, era otro. Aquí en Mailín es muy milagroso, muy respetado y venerado por la gente de la zona. Más de 100.000 personas por año reúne, caminar es un sacrificio para ofrecer algo. Un poco la misión era que pedir, que ofrecer, vamos a ofrecer nuestro sacrificio, pedimos que fortalezca nuestra organización, no mucho…

Lo que pasa es que el problema de la tierra era algo que lo teníamos que solucionar los hombres. Era una cuestión de poderes, había que hacerse fuerte para enfrentar al poder económico y político que tenía reprimido al campesino, lo cual mermó mu-cho pero sigue así. Por eso decía que lo de la tierra lo tenían que resolver los hom-bres, porque era el conflicto material, uno cuando hace una caminata como la que hicimos lleva un problema más profundo pero, de ahí a esperar que te solucionen

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el problema, no. No podés pretender tampoco el milagro, yo soy poco religioso, a veces elusivo de la religión, a pesar de haberme formado en un colegio católico…

Doña Mirta: La de setiembre es la marcha chica, dicen. Y la primer marcha que hemos ido había poca gente. Y la segunda marcha que hemos ido, el padre decía por los parlantes que “Decíamos la marcha chica, la fiesta chica de Mailín, y ahora parece la fiesta grande”. Porque muchísima gente había ido el segundo año que nosotros habíamos ido. Cantidad de gente. Nosotros hemos elegido ésa porque la otra, la fiesta grande de Mailín en mayo, hay mucho tránsito, muchísimo tránsito. Así que no era lo mismo. Entonces en la fiesta chica había menos tránsito.

Siempre hemos tenido buena relación con el obispo Sueldo. Cuando estábamos las marchas a Mailín, él nos esperaba allá. Y cuando nosotros llegábamos en una parte donde nos parábamos, para que vayamos ya el último tramito que había para la igle-sia, ahí era una cosa muy, qué se yo, muy emotiva así ¿no?, cuando uno llegaba ver toda la gente que salía, las campanitas que sonaban y el padre que salía a la puerta y te esperaba. Y todos cansados, llenos de tierra nosotros entrábamos en la iglesia y así, era algo muy, muy emotivo. Era como que ahí uno llegaba y que te pasaba todo el cansancio, el dolor de los pies es como que se te pasaba. Y te sentías bien y después que terminaba, que el padre daba la misa y todo, te ibas para el fondo, por-que él te daba lugar ahí en el fondo para que ahí estemos. Y bueno, después iba y charlaba un poco ahí con nosotros. Y por ahí, como que estabas descansado y tenías ganas de salir, de andar por ahí, de dar vueltas. Como que no habías caminado nada. Como que no estábamos cansados, y eso que es caminar y caminar.

Decían que su accidente en el que muere el obispo era algo muy extraño, porque todos han hecho correr la voz que dicen que ha chocado un animal. Pero parece que nunca ha aparecido el animal. Parece que ha sido un atentado, porque él muere y el compañero que iba nada. El compañero que iba con él no le pasó nada, solamente él.

Ñato: En el Mailín chico había más comodidad. En la fiesta del Mailín grande... como éramos muchos, habían muchos que necesitaban mucha comodidad. Se alcanzó hasta 500 personas. Y después, aparte de los compañeros que nos acompañaban, ya conocíamos a compañeros de Córdoba, estudiantes de acá de Buenos Aires. Ellos nos esperaban a la noche, en Herrera. En Herrera nos juntábamos y de ahí sí que salía una masa grande. Y veíamos que no era conveniente, que necesitábamos más lugar, más lugar allá, más comodidad. En cambio en Mailín chico había mucha comodidad. Se tenía buena relación con la Iglesia. La gente nos apreciaba y nos re-cibía bien, había una confianza, de la parte de ellos. Siempre nos han recibido bien. Después con el obispo Sueldo, que lamentablemente nos ha acompañado poco. Y le ha pasado lo que le ha pasado. Nosotros siempre hemos dicho que lo que le ha

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pasado era porque nos recibía a los pobres, nos escuchaba. Y nunca hemos creído, yo por lo menos de mi parte, pienso que no era una muerte como ellos han dicho. Para mí algo malo le ha pasado.

Doña Mirta: Yo todos los años que he ido, he ido caminando. Les decía: “El día que no puedo caminar, ya no vengo más”. Era muy lindo ir a Mailín, porque uno va, el cansancio, todo eso, pero al otro día se levanta y sigue. Lo mejor era la llegada, donde te espera la gente de la iglesia. Uno va, no a pedirle a Dios, sino a decirle que ayude, que la gente estén en sus lugares, que paren los desalojos. Nosotros llevábamos algo para ofrecer: una planta, un pan. Siempre hemos llevado ofrendas como organización.

La mayoría de la gente que caminábamos éramos gente del campo. Por ahí unos que otros se suman del pueblo, pero pocos. Después en el camino nos vamos juntando con los de Añatuya, Los Juríes, de Pinto, de Herrera, ésa es la última parada que ha-cemos. Una vez hemos caminado con la gente de Buenos Aires. Eran los del MTD.Un poco así en el sentido religioso, porque uno cree, tiene fe. Yo creo que hay un Dios y deseamos pedirle a Dios que nos ayude a que la gente no sea desalojada. Bueno, uno eso es lo que pide, que no desalojen a la gente. Para que algún día se pudieran lograr los propósitos que tenemos. Y bueno, es eso, ir caminando; es como ofrecer un sacrificio. Y así hemos hecho. La última vez que hemos dejado de ir era porque en el Lote 4 estaban, venían con eso de que iban a entrar. Con eso decíamos nosotros: “Si nosotros nos vamos a Mai-lín, estos van a venir a entrar”. Y después dijimos: “Bueno, Mailín está allá y está aquí también, está en el Lote 4 también”. Así que era cualquiera de las dos, ir para allá o dejar aquí que se metan. Entonces ahí hemos dejado de ir, hemos estado atentos aquí y no han entrado. Bueno, hasta ahora no han entrado.

La del 96 es una marcha que hemos hecho. Mientras hacíamos la marcha, aquí que-maban el algodón de los changos del Lote 4. Aprovecharon que no había nadie allá y prendieron fuego. Ellos tenían una planchada de algodón y le prendieron fuego. Pocho Carrizo: La idea nuestra es pedir al santo, siempre pensando en el problema que nosotros vivimos, en el campo nosotros no vamos a la iglesia, no tenemos igle-sia. Creemos en Dios y tenemos la fe en Dios. La fe es más que estar dentro la iglesia. Hay gente que va a la iglesia pero va por ir, no porque tenga fe o tenga voluntad de ayudar, de ayudar a otros.

Se ve muchos ricos en la iglesia, y salen por radio diciendo tal o fulano dona un ani-mal, dona plata, dona cosas para la iglesia, para ayudar a los pobres, y eso no es así, la fe está en el corazón no en el bolsillo.

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Discursos de compañeros del MoCaSE-VC en septiembre del 2002

“Buenas noches, mi nombre es Omar, vengo de la Central de Pinto. La Central de Pinto es una zonal más del MOCASE, una zonal donde los campesinos han sufrido grandes atropellos por parte de la policía y de grandes terratenientes que vienen a hacerse dueños de las tierras, adonde grandes señores vienen y nos quitan animales, nos encierran y nos matan los animales; la policía lo acompaña a que nos roben los animales y cuando vamos a hacer la denuncia somos los campesinos los que quedamos detenidos, porque los campesinos luchamos por la tierra que tanta falta nos hace. También venimos a pedirle al Señor de Mailín para que haiga trabajo, justicia, para los niños, para los abuelos, y así todos poder seguir adelante, no bajar los brazos, y bueno, com-pañeros, fuerza y adelante. Gracias”.

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“Muy buenas noches queridos compañeros, lo que están viendo aquí, este bebé, es un símbolo que presentamos, como yo soy de Quimilí, el MoCaSE presentamos esto. Quiero agradecerle a todas las organizaciones que están aquí; hemos venido pelegrinando hacia el santuario del Señor de los milagros de Mailín. Nosotros hemos llegado hoy a las 11 de la mañana pelegrinando y venimos no solamente a pedirle al Señor de Mailín, sino también a agradecer-le por las cosas que logramos cuando venimos a pedirle, la fuerza que nos da. Nosotros como campesinos estamos peleando, estamos luchando por nues-tra tierra porque tenemos mucho atropello de la polecía, de los jueces, de los políticos, que nos vienen a desalojar, tenemos mucho... Así como me ven aquí con mi hija en los brazos caminando, así estamos paradas frente a la polecía, frente a los jueces, políticos para decir basta de desalojo, y basta de atropello. Los bebés están recién que terminan de nacer, ya están atropellados por la polecía, bebés de 11 meses ya están en la cárcel con nuestros abuelos. Los bebés no saben hablar, todavía no aprender a hablar pero los polecías se lo llevan a la cárcel para tenerlos ahí para que ellos hagan esa maldita polecía que tenemos, que nos llevan los bebés, las mujeres embarazadas, que nos lle-van y nos empiezan a aporriar para que digamos lo que ellos quieren. Pero no vamos a decir lo que no tenemos que decir. Aquí estamos firmes para peliar, para luchar por la tierra, porque la tierra es de quien la trabaja y no de los que tienen más, sino de los pobres, de los que trabajan porque la tierra nos da de comer a nosotros los campesinos y la tierra cuando nosotros mueramos, la tierra nos comerá, así nosotros le agradecemos a la tierra. Por eso la policía creen que ellos son los únicos que tienen derecho, pero no, estamos firmes y no vamos a dejar que nos desalojen, basta le decimos a los policías, a los jueces y a los políticos que solamente se acuerdan cuando hay que darles los votos. Yo vivo en medio del monte, allá en un rincón que le llamamos Rincón del Saladillo, ahí vivimos y cuando no están las elecciones somos olvidados y cuando ya están las elecciones se acuerdan los políticos, después de hacernos llevar con los bebés en los brazos, o con los bebés en los vientres, a la cárcel, se acuerdan cuando tenemos que darle el voto. (…)Ahí como da el testimonio el abuelo estarán sabiendo los que están presente, la clase de policía, de gobierno que tenemos, no les importa si es anciano o si es un niño, lo meten igual, lo pegan, lo mismo que pegar a un animal; pero estamos para eso, dispuesta a pelear para que esto cambiemos, y hasta la victoria siempre, decía el che Guevara”…

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La invasión de la soja transgénica: “Ahora no se puede sembrar porque anda bastante la soja”Beco: Yo era un productor algodonero, era como una entrada de trabajo. Le hacía uno con su familia.

Ramón: Podías sembrar algodón esperando hasta que sean los seis meses para cosechar, todo se lo hacía uno mismo, digamos. En la zona se vivía bien porque teníamos animales, nosotros sembrábamos sandia, zapallo. Entonces tenías todo, con eso vivías todo el año. Se compraba mercadería para todo el año y se vivía bien.

Simona: Antes sembrábamos sandía y salíamos a vender en los carritos, la volanta… y ahora no se puede vender ni sandía, las plantas se secan, salen si es lindo, pero después cuando empiezan a fumigar se secan las plantas. Es un trabajo en vano que uno tira. Hemos hecho la denuncia pero no sé lo que pasa que no pueden respetar las cosas.

Ramón: En la época que sacábamos la sandía, me acuerdo, se vendía todo lo que se podía vender, y quedaba en los campos porque se vendía tan lindo, que no había contaminación. Se producía tan lindo, se hacía tanto que sacábamos lo que era ne-cesario para vender, lo que se podía vender. Y quedaba todavía en el campo.

El 7 de Marzo de 1996, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimenta-ción, a cargo del Ing. Felipe Solá, autoriza el uso de la soja transgénica resistente al herbicida glifosato en Argentina, a pedido de Nidera S.A. Éste fue el primer organis-mo genéticamente modificado autorizado para su cultivo en el país y que provocaría un enorme aumento del cultivo de la soja, y la expansión de la frontera agropecuaria que entra en Santiago del Estero.

Simona: Ahora no puedes sembrar porque andan bastante la soja, donde se tira ese veneno.

Hugo, Manuel y Mundito conversan acerca de los tiempos en que se cultivaba el algodón

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- Claro. Pero eran tiempos fuertes del algodón, ésos.- Claro, era el algodón. Venían los cosecheros de Chaco. Las empresas del Chaco.- Ellos habían transado con la tierra. Habían familias que habían sido desalojadas cuando el MoCaSE todavía no estaba. Y cuando empieza fuerte la soja, empieza la gran explotación del monte. Ahí es donde empiezan. Miles y miles de hectáreas. Si sembraban 1.000 hectáreas de soja a este año, sembraban 2.000 al otro año. Se empezó a desmontar mucho, y empezaron los desalojos, por la tierra. Y mucho más.

Paulo: Hubo un tiempo que el algodón desapareció. El pico más alto del algodón fue 94, 95. Después cae el algodón que no servía ni siquiera para sembrar. Y ahí es donde viene la soja, porque cae el algodón, y mucho pequeño productor y mediano desapareció, porque no iba a sembrar más, no iba a sembrar otro cultivo.

Beco: Todos eran ganaderos, pero al empezar a venir la soja han empezado a sacar todos los animales porque era más rentable eso. A partir de que entra la soja, ya ha empezado a cambiar la cosa, porque te fumigan y te matan toda tu producción, no podés sembrar nada, te contaminan todo. Te contaminan el ambiente, te matan lo que produces, te matan, aborto de animales, muchas cosas por entre medio de la soja. Hay que estar ahí para resistir. No es muy fácil. En la época de fumigación todo el tiempo tiene que estar atento si fumigan.

Donoli: Cuando yo comencé en el 96, era todo este camino que va hasta Weisburd desde Quimilí, que es hasta donde va el Lote 4, era todo monte, y ahora no hay un arbolito. No han dejado nada, el desmonte fue salvaje. Cuando vine no notaba los vientos que hay ahora, había vientos pero yo no los notaba tan fuertes. No sé si es que no me daba cuenta o qué, pero los vientos de ahora yo no los había visto nunca tan fuertes.

Simona: Antes poco fumigaban, no pasaban con el avión, era el mosquito nomás. Pero había más respeto, se fumigaba nomás si no había viento; ahora no les interesa nada si hay viento o no hay viento. Y si pasan, si han fumigado en la mañana hay que estar todo el día encerrado porque si no le hace mal a los chicos.

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Paulo: Había un tiempo donde se fueron sacando, desculturizando como se dice, poniéndote algo en la cabeza: “Siembra esto”, “Siembra soja”, “Tienes que sembrar más”. Hay empresas que van, que tienen encargados que te dicen que tienes que sembrar eso, que si no toda la vida vas a ser pobre. Algunos vendieron los animales, compraron un tractor, y en cuando te das cuenta hay un bajón que te dicen: “Tienes que sembrar más”, “Vende los animales y vas a tener camioneta”, y algunos vendie-ron y hoy los que vendieron los animales no tienen nada, y hay otros que vendieron el campo y están peor que antes.

Darío Vicente: Avasallaron los campos con el tema de la soja, los arrendamientos y todo. Y la gente, chau, perdió todo. O sea, fue una campaña tan bien hecha, con plata, fácil de convencer a la gente de “Anda a vivir al pueblo, que yo te arriendo el campo, te pago tanto por año’’. De hecho esa fue la postura de mucha gente.

Cariló: En este período, el avance de los desmontes provoca mayor presión sobre el ambiente. En esta zona, hubo muchos desmontes, entonces las comunidades nuestras comparten el ambiente con los terratenientes. Vos cruzás la calle y tenés todo un campo de soja que lo fumigan, y la fumigación no es de la calle para ese lado sino que viene para acá. En esta zona se ha querido remontar el precio del algodón, se ha querido hacer algodón, incluso maíz, incluso sandía, y no da tanto resultado por el tema de la fumigación. A algunos compañeros les quemaron 5 hectáreas, 10 hectáreas de algodón, e hicieron la denuncia al terrateniente, que hi-cimos en conjunto. Y los tipos que tienen 1.000 y pico de hectáreas dicen: “Bueno, arreglamos y te doy 5 ó 10 mil pesos”, lo que a vos te hubiese valido el algodón. “Listo, no produzco nada”.

Pocho González: Y después, empezaban sembrando la soja común. Sembraban la soja común. Pero la soja común, ellos lo carpían. Y por ahí, no era muy fácil sembrar la soja común. Sembraban calidad, pero… Y después tiraban, con un avión, un se-cante, que te secaba un yuyo colorado para poder trillarlo, porque abajo estaba la planta. Te sacaba los yuyos.

Y eso empezó en el 95, de ahí para delante. Y ya después venían… habían empe-zado a venir gente de afuera, empresas, a sembrar soja. Venían a sembrar, y sem-braban y cosechaban. Y había algunos que cosechaban. Había un lote por ahí, y cosechaban. Y era soja. Y después, ya al segundo año, empezaban a sembrar soja, empezaron a sembrar más y más soja. Y después ya empezaron a tirar con avión. Primero con arrastre, con arrastre tractor. Después, ya con mosquito. Y después era con avión. Y avanzaba. ¿Y qué? Nos empezaban a secar a nosotros. Empezaron a secar las plantas. Como toda la semilla nuestra, que sembrábamos nosotros, era una semilla común, el veneno que ellos tiraban afectaba. Y empezaban a secar, a secar,

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a secar… Y se iba perdiendo ya la semilla nuestra, ya no podíamos ni sembrar… Y ahí empezamos.

Los compañeros Hugo, Mundito y Manuel conversan sobre la entrada de la soja a Santiago del Estero.

- Ahí, como organización y como movimiento con la entrada de la soja, se empezó a trabajar muy mucho. No nos daban descanso. Había problemas aquí y allá.- Había focos por todos lados.- Teníamos que ir a defender las tierras…- Focos por todos lados. Amenazas.- Era como que han largado fuego, hay una quemazón por todos lados.- Vos tapabas aquí, y allá estaba ardiendo. - Claro, es así… Pero igual, cuando vos estabas en conflicto en un lado, ellos sabían que estabas allá, y le reventabas para el otro lado.

Carlos Luna: Hoy el gran boom es la soja y el girasol. A eso vos le sumas cuántos son los que producen soja, y quiénes son, y la cantidad de hectáreas que abarcan para producir, entonces son contaditos los grandes productores que producen la cantidad que necesita el mercado. Entonces te queda una inmensa mayoría que no ingresa al mercado, porque el mercado está acaparado. No se llega a la cantidad y a la calidad para conseguir el mercado.

Manuel Cancino: Ellos producen para el modelo de monocultivo para enriquecerse más, y para hacer más guita, vamos a decir, no les interesa el futuro, no les interesa nada. Están haciendo un desastre con todo el medio ambiente, y ahora estamos viendo todo lo que está pasando, el tema de la sequía, y todas estas cosas… no han dejado bosques por plantar toda esa soja transgénica.

Simona: La soja han sembrado ahí, cerca de las casas, y a veces pasan los aviones por toda la casa, y tenemos los aljibes, y es cosa que caiga una gota en los aljibes y se envenenan los chicos y nosotros también, porque estamos al lado. Y ahí había una lucha, por eso también hemos andado haciendo marchas para ver si podía frenarse un poco. Y bueno, de ahí para acá han fumigado con aviones y hemos tratado de que no fumiguen cerca de las casas, cerca de las escuelas, a la vuelta de la escuela está sembrado, ahí fumigan todo. Pero no sé cómo puede comprender el rico, al rico no le interesa: quizás al pobre quiere voltearlo, que no viva.

Ahí donde estamos nosotros, ahí sí no se ve nada porque es el monte que tenemos nosotros, pero después usted mira para allá y es todo campo lejísimo, están destro-zando todo el monte. Va a llover en otros lados donde hay más monte, donde está

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todo limpio no, porque están sacando el futuro de la tierra. Pero ya es tarde porque todo han destrozado. Antes dejaban al menos así, por cortinas, pero después no se ha respetado ni las cortinas, han dejado todo desmontado… Y eso es el dinero, quieren tener más… cuanto tienen más, más quieren tener. Es tan triste lo que va a faltar, porque si no llega a llover no va a haber nada.

La Flaca: Nosotros podemos hacer prácticas de preservar nuestra propia semilla. Lo guardamos, lo volvemos a sembrar en otro lado, lo compartimos con aquella comunidad, lo truequeamos con Córdoba, distintos tipos de maíz. Pero resulta que a la vuelta de tu predio tenés todo soja transgénica y sabemos que lo transgénico también se contamina por el aire, la tierra ya no es tan pura porque al lado tiene. Entonces hay momentos que decís “Estoy luchando contra un molino de viento”, por lo monstruoso. No quiere decir que uno vaya a bajar los brazos, se sigue trabajando con el tema ése, se sigue difundiendo por las radios y cosas se logran.

Manuel Cancino: Nosotros estamos en contra de este modelo y nosotros como campesinos vamos a ir diciendo, como organización, como movimiento nacional de comunidades indígenas que estamos, vamos a ir diciendo todo eso. En distintas partes que vayamos. Defendemos y queremos nuestros territorios, porque realmen-te nosotros los territorios los queremos para vivir más sanamente, tener una salud agradable para nuestros hijos, nuestros nietos y todos los futuros. El futuro que viene ¿no?, y por eso mezquinamos nuestros territorios también.

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La Casa Campesina: “siempre deciamos de tener un lugar donde podamos albergarnos”Leticia: La casa campesina, siempre decíamos de tener un lugar donde podamos albergarnos… Porque la mayoría de gente viene desde el campo, si nos tenemos que quedar, siempre tenemos que andar con los familiares, o por ahí pagando. En un momento hubo una persona que había donado un pedazo como para hacer. Era un pedazo chico nomás. Íbamos a hacer, pero se iba pasando el tiempo, y cuando no se construye, dentro de no sé si en 2 ó 3 años, entonces, la donación es como que vuelve otra vez… Y ahora, donde está, ahí el CENEPP había comprado ese terreno, entonces nos decían que se podía hacer ahí la casa. Bueno, por ahí empezamos, con un galpón. Más que casa, decíamos de tener un galpón, para ir acopiando el algodón, que más o menos se venía sacando. Por lo menos tener un lugar donde acopiar el algodón. Y mientras tanto que se iba trabajando, para hacer el galpón rústico, se presentó un proyecto, yo no me acuerdo si de Holanda, para las cabras. Y ahí es donde compramos el camioncito, y no me acuerdo qué otra cosa más, y la construcción del primer galpón, los bañitos, esos primeros ba-ñitos que están, y la oficinita. Ahí, con ese subsidio, se armó ese primer galpón. A través de eso, nos queda lo de la casa campesina, que decíamos que había que armar una casa campesina, para albergue, para que tengamos para cocinar, y para esas cosas. Y con un proyecto que venía de España. Y venía la arquitecta… Entre todos podíamos poner madera; de distintos lugares traíamos los horcones… Los arquitectos han armado una hermosa maqueta, con aljibes… Y para ambos lados galería, por el mucho calor, para que se pueda trabajar, y que dé la sombra a las habitaciones. Ahí en ese mismo lugar decíamos la biblioteca, armar para el negocio de los productos que se va a vender, dormitorios, baños… Todo eso ya estaba armado ahí, en ese proyecto inicial de la casa campesina. Y bueno, por ahí el proyecto se empezó, y ha sido duro, porque había que aportar mucha mano de obra, además del material, por ejemplo, era madera, y después lo otro se pagaba a través de un proyecto. Y así, donde se fue haciendo una primera parte, y de a poco se hicieron unas primeras piezas, y siempre uno dice… Estos eran los dormitorios. Iba a ser para los dormitorios, pero como hay necesidades, y prioridades, así que se va cambiando. Y así se va armando de a poco.

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Relación con el MST y la CLOC: “uno va viendo qué organizaciones son más parecidas a la nuestra”Los compañeros Ángel, Deo y Lobito conversan acerca del curso de militantes de base del MST (ahora de Vía Campesina) y de la relación entre el MoCaSE y el MST.

Ángel: La base del vínculo fue que nos empezaron a mandar revistas de los Sin Tierra. Acá los leíamos y decíamos “¿Cómo caerá un marxismo tan crudo?”, pensaba yo acá con los compañeros. Tampoco éramos quiénes para poner techo. Yo he visto lo que hacían en INCUPO y FUNDAPAZ y no compartíamos. Acá techo no hay. Nos llegaba la revista. Se la llevaron, me acuerdo, Mundito, Raymundo, la Lety… Se la ro-taban, la revista; llegaba una sola, después pedimos y nos mandaron más. Y enton-ces dijimos: “Che, muchachos, ¿qué les parece si escribimos una carta, o llamamos por teléfono, o vemos cómo nos conectamos con ellos?”. Y bueno, se aprobó, y con eso de los tiempos, ni bola les dimos, y un día pasa gente de FAEA… que estaban empezando a elegir MoCaSE, en el 90, 91, 92… Las revistas llegaron desde el 89, me parece. En el 89 llegaban a Juríes y a Quimilí. Entonces les dijimos a los de FAEA, y como se iban para allá: “Che, muchachos, ¿por qué no les preguntan, si no tienen algún cupo para algo?”. Entonces, en el 96 vinieron a la marcha. Los invitamos y vinieron, che. Vinieron. Pero me parece que vinieron porque nosotros habíamos ido en el 95 al congreso de ellos. Se fueron varios compañeros, y nos mandaron una compañera y un compañero. Y pasaron muchos días acá. A partir de que volvieron, entraron los guasos a “Vénganse, vengan a…” Y lo que mostramos, que era muy pequeño en ese momento. Pero ojo, 2.000 campesinos caminando en Quimilí, hay que traer de la provincia.

Lobito: Bueno, ahí pasó este compañero del MST, y se comenzó a charlar. Él nos ex-plicaba cuál era la estructura que ellos tenían de trabajo, y cómo nosotros podíamos empezar a articular actividades con ellos. A todo esto, nosotros también sabíamos que la mejor manera de mejorar nuestra lucha era cada vez haciendo articulaciones mayores, de hecho, la CLOC parte de esto, y la Vía Campesina también es parte de esto, de cómo nos vamos insertando. Y nosotros en ese proceso hemos llegado no sólo a juntarnos, por ahí, con el MST, sino también con otras organizaciones más de otros países, e irnos conociendo.

Una cosa es el trabajo que hacíamos nosotros más a nivel nacional o provincial, y otro el trabajo que estábamos haciendo a nivel internacional. A nivel internacional,

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por ahí nosotros una de las grandes organizaciones que conocimos que trabajaba con problemáticas de tenencia de la tierra era el MST. Empezamos a trabajar una vez más buscando otras articulaciones, y cuando se dio una campaña continental, que se llamó “Quinientos años de resistencia negra, popular e indígena”, hubo una gran plataforma que fue lo que dio un pie a que se conformara lo que es la CLOC: Enton-ces, en todos esos aspectos es como que uno va viendo qué organizaciones son más parecidas a la nuestra, cuáles tienen los mismos objetivos de lucha… Ir articulando, ir armando una extensión más grande.

Una de las articulaciones fue la Escuela de las Mujeres, que estaba la articulación con ANAMURI, que a partir de ser CLOC, a partir de articularnos, ya empezamos a formarnos y a intercambiar experiencias. Y una de ellas es el curso de militantes del Cono Sur, y la Escuela de las Mujeres, y mucho más aquí en el tiempo se hizo un encuentro de militantes, pero eso ya era un espacio de mayor consolidación

Deo: Unos cumpas vinieron a una instancia donde eran un poco los primeros con-tactos con el MST, y en sí, con la CLOC. Ese curso se lo hacía en los lugares, en los territorios del MST, también un poco coordinado por el MST, pero con el tiempo, hasta ahora, se ha asumido como región.

Lobito: El curso de militantes de base empezó en el 97. En el 98 nosotros hacemos la primera integración a ese curso. Previo a eso tuvimos algunas visitas aquí. Y des-pués, nosotros también participamos en otros espacios, de relación con ellos. Pero principalmente empezamos haciendo lo del curso de militantes de base.

Deo: Había una relación previa como MoCaSE. Desde la primera vez que partici-pamos. Siempre hemos ido de las distintas Centrales. En ese momento, sólo las de Quimilí y de Tintina fueron al curso. En total, fueron 100. En el 98 hemos ido, de acá, Eva Molina, Leticia, Alicia, Marcos, yo y otros más.

Lobito: Yo fui en el 99. El curso en sí dura un mes, y la idea es que durante ese mes, todos los días tenés un día completo, o dos días, dos jornadas -depende el tema del que se trate- un eje para trabajar. En su tiempo eran el ALCA, el coope-rativismo… De acuerdo a temas que se van desarrollando. Trabajo de base. Cada

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uno va siendo dado por distintos profesores. En sí, es formación popular de los militantes de las organizaciones para que puedan coordinar, dirigir un grupo. Armar y trabajar en su base.

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Aprendizajes y reflexiones: “Nos fuimos dando cuenta de que esto también era política”Doña Mirta cuenta acerca de los primeros talleres político-gremiales para la forma-ción y la reflexión de los compañeros y compañeras de la Central.

Doña Mirta: Ese curso que se ha hecho en La Punta hemos ido un montón. Y de todas las comunidades hemos ido varios. Así que eso también. Sí, se ha trabajado sobre el árbol, sobre la copa del árbol, sobre las raíces. Esa era la dinámica de la reunión. Así que ahí hemos trabajado bastante también, Bueno, eso ha sido el pri-mero. Y después hemos seguido haciendo los cursos. Hemos hecho uno en Santa Rosa y siempre participaban así, delegados. Pero nosotros nunca hemos participado una sola persona o 2 personas de los cursos de una comunidad. Siempre hemos ido, muy pocas veces hemos ido uno. Pero siempre hemos ido 2, 3, 4. Nunca le hemos dicho “No, no puedes ir”.

Porque esos cursos eran también en las primeras épocas y a veces uno también que estaba desconectado de todas esas cosas. Y no sabías casi de todo eso y ahí era como que íbamos aprendiendo cómo era. Cómo eran las cuestiones de gobier-no, cuáles eran los poderes que habían: el ejecutivo, el legislativo, el judicial. Todas esas cosas íbamos discutiendo y conociendo ¿no? Y aprendiendo todo eso. También trabajando cómo diferenciábamos las políticas de gobierno y de lo que nosotros hacíamos. Si era política o algunos decíamos que esto que nosotros hacíamos no era política. Decíamos nosotros eso, muy seguro que esto que hacíamos no era política. Pero después, pasando el tiempo nos fuimos dando cuenta que esto también era política. Diferente a la política del Estado. De todas esas cosas discutíamos ahí. Mu-chas cosas de ésas están escritas en los cuadernillos.

Los compañeros Hugo, Mundito y Manuel conversan acerca de la formación política en el movimiento

- Pero vos vienes sabiendo cómo vienes, cómo te has formado en el movimiento. Nosotros no salimos, formados así, del MoCaSE. Vos te has formado con la identidad que no quieres ser dirigente, ni dirigida; aquí no queremos tener patrón, nosotros, queremos ser iguales todos. Que todos tengamos voz para hablar. Pero los otros te ponen condiciones. Y es lo que nosotros no… le podemos aceptar, sí a la fuerza, pero nosotros no podemos salir así, de la estructura de donde venimos. Cómo nos

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organizamos. Y eso es algo que tenemos que mantener para siempre.- En un taller, curso de formación política que hemos hecho en Villa La Punta. En el 94, es eso.- Lo hacíamos cada un tiempo, más o menos 2 años…- Ahí hemos empezado a tener ganas, ya. Sabíamos que nosotros mismos, los cam-pesinos, somos los empujadores de eso. - Se convocaba a las comunidades de la zona, de aquí de la Central de Quimilí. Se convocaba, quién iba a ir a los grupos. Una sola vez hemos hecho así. Y después, ya quedábamos anotados. Se hacía en donde se haga, íbamos. Si se podía agregar más, se agregaba más gente. - Se formaban ellos para formar a los otros, a los que no podían venir.- De ahí, ya nosotros teníamos una estructura diferente, a los otros. - Desde el principio, nosotros teníamos una mentalidad diferente.- Para formarnos…- Todo de Quimilí era.- Éramos chiquitos, todavía.

Y luego reflexionan acerca de su propia formación y la de los jóvenes

- Ellos venían aprendiendo, lo mismo, y nosotros vamos aprendiendo de ellos.- Por más que somos viejos…- Claro. Nunca terminas de aprender. Son como las notas de la guitarra.- Ellos que son más nuevos, saben más que nosotros.- Porque ellos se han formado más en la lucha, también. El tema de la tierra, se han organizado más.- Han ido más a la práctica.- Más la práctica que la teoría.

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Acerca de la organización y la participación: “Una forma distinta de querer construir”

Ñato: Sería que Quimilí no tenía un solo cabecilla, que a los que querían participar les tenían las puertas abiertas, no era una cosa cerrada, digamos, somos 10, y ya. Se iba sumando gente, queríamos que se sume.

Doña Mirta: Todos iguales éramos los compañeros de Quimilí. No teníamos di-ferencias. Y si teníamos que discutir entre nosotros aquí antes de ir a la reunión del MoCaSE, discutíamos y todo. Pero nos entendíamos e íbamos. Entonces todos llevábamos lo mismo... claro, porque para ir allá y estar discutiendo entre nosotros cosas que tendríamos que haber discutido aquí e ir allá después... no tiene sentido ir a discutir allá recién lo que uno va a decir. Así que esas cosas hacíamos, siempre teníamos una reunión anterior aquí para ir a Santiago, porque siempre se reuníamos en Santiago.

Nosotros no decíamos “Bueno, yo soy el delegado, ustedes quédense mudos por-que...”. No, discutíamos todos, todos hablábamos. Cosa que en los otros no pasaba eso (ellos venían 2 delegados, eternamente 2 delegados y ellos eran los que discu-tían por lo que ellos decían que representaban). En casi todas las Centrales pasaba eso. La gente que siempre ha sido más diferente ha sido la gente de aquí, del norte. Esa época era el Boquerón. Después estaba la OCCAP, había nacido ahí la OCCAP. Que fue un tiempo, después cuando la OCCAP empieza a seguir un lineamiento di-ferente, entonces ahí se divide y queda Las Lomitas. Entonces ahí es Las Lomitas que sigue con una postura más o menos diferente que es como “Somos como iguales” (y después Tintina, Boquerón eran los que más se parecían a Quimilí).

El compañero Carlos Luna, que fue el presidente del MoCaSE por varios años, nos cuenta acerca de la forma de organización del MoCaSE y de la Central de Quimilí

Carlos Luna: Nosotros teníamos una manera de discutir y resolver los temas, y el resto de las zonales era diferente, porque se manejaban con comisión directiva y el que tenía la última palabra era el capo mayor: el presidente. Esa forma a nosotros no nos gustaba. Nosotros queríamos que desaparezca la comisión directiva y armar secretarías. Esa era mi idea del comienzo, pero para eso había que hacer una asam-blea, y queríamos que participen, si es posible, la totalidad de los socios. Le llamá-bamos nosotros “la comisión cerrada”. Nadie podía participar en las reuniones; se

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encerraban ahí adentro todos y nadie más podía participar. Decían “Nosotros somos el MoCaSE”. Ese grupito de la comisión directiva era el MoCaSE, el resto son los so-cios. Y discutíamos que no, nosotros somos un grupo que representa a la totalidad, pero nosotros no somos el MoCaSE. No nos podíamos poner de acuerdo.

Doña Mirta: Nosotros ya veníamos viendo las diferencias que habían de discusio-nes, esas cosas no, no era que se discutía de igual a igual o para llegar a… Sino que había mucha contrariedad en las discusiones. Discusiones y discusiones y no se iba resolviendo nada. Íbamos discutiendo y los problemas seguían, en vez de ir tratando de resolver los problemas, seguían.

Deo: El Carlos era uno de los que siempre venía renegando de ahí, por la forma en que había… la interpretación de nuestra posición. Una forma distinta de querer construir. Nosotros estábamos, ya, trabajando en esas áreas. Antes de que fuera la cooperativa, la Central estaba trabajando en comisiones de trabajo. Tenía la co-misión de vehículos, la de comunicación, la que estaba en lo de producción, y otra comisión hacía como el relacionamiento. De vez en cuando había otras comisiones, pero es como que había determinados cumpas que le daban seguimiento a esa tra-ma de lo de las reuniones de la comisión directiva. Paulo se sumó después. Estaba Carlos Luna, que ha sido uno de los presidentes. Él siempre se garroteaba, con los otros. Estaba Carlos, doña Mirta, Hugo también, la Nelly un tiempo. Me acuerdo un afiche, que hemos hecho en una reunión, donde estaba la comisión, y eso era la Central Campesina Ashpa Sumaj, y las distintas áreas que trabajaban.

En el 96 se constituye, con toda la personería, la cooperativa… y también con eso se ha trabajado un poco el contenido del estatuto y esas cosas. Pero antes de eso ya se han hecho intercambios. Se ha ido a encuentros con otras cooperativas. Y después de eso se ha decidido hacer la cooperativa. Lo que nosotros decimos, si bien ahí dice que hay pre-sidente, secretarios y todo eso, es por mantener la formalidad. No habíamos encontrado un sistema de cooperativa que no tenga presidente, que tuviera otra forma de funcionar. El sistema te pone condiciones, si vos quieres. Si vos no, te pones en medio de eso, te dicen que sos un anarquista. Esos prejuicios venían, por ejemplo, del ex PSA.

Juan Herrero: Mas allá de que los que fueran presidentes no tuvieran el vicio de personalismo, o no, pero la cultura de esas formas organizativas implicaba que se hacen cargo nada más los que están en eso. La exigencia, al menos de Quimilí, era que esa forma un poco lo que impedía era generar mayor participación, mayor for-mación, mayor cruce y discusión.

Deo: Era como que no había otra novedad, o no había otra experiencia que ha-blara de que una organización no tuviera presidente. Como que en el tiempo, la

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experiencia de tener una estructura muchas veces nos ha ido, a algunas comuni-dades, limitando a determinadas acciones sin que tuvieran el consentimiento de la dirigencia. Como que ahí esos planteos desde la Central… Y los compañeros que han ido de aquí, iban muchas veces a las reuniones con planteos distintos, y ahí se hacían los encontronazos.

Carlos Luna: En la época de mi presidencia lo primero que hago es una reunión abierta, que siendo del MoCaSE podía ir cualquiera, y tenía derecho a opinar. Eso al Chuca y a Liliana le causaba bronca, porque se abre el MoCaSE y da la participa-ción. No me podían contradecir, porque ellos querían sacarme la presidencia para modificar, entonces como en el MoCaSE el que decidía era el presidente, aprovecho la oportunidad y les digo “Ahora tienen participación”. De Quimilí íbamos 7, 10, 12... y las otras Centrales también empezaron a participar un montón, porque me preguntaban, y decía que “si, si quieren ir que vayan, y el que quiera opinar tiene la palabra”. Y eso ha hecho que se termine de dividir.

Viajar al MST y conocer otras experiencias confirma sus reflexiones, cuentan Carlos Luna, Juan Herrero y la Deo.

Carlos Luna: Siempre en la Central de Quimilí para tratar los temas había que for-mar distintos grupos, que cada grupo tome una tarea en especial. Y como también había otros modelos de otras organizaciones, se buscó una forma similar... hemos empezado a salir a visitar a otras organizaciones. En aquel tiempo no se podía salir a ningún lado porque no dejaban el resto de las organizaciones campesinas. Si salía-mos, salíamos como Central de Quimilí y no como MoCaSE. A partir de ahí nosotros tomamos contacto con Brasil, con organizaciones de diferentes provincias. En las reuniones que participábamos siempre partíamos de que todos tenemos derecho de participar, de opinar y de proponer; que la decisión no la tenía que tomar un grupo, sino entre todos. Se ha incorporado como metodología esa forma… Juan Herrero: Algunos compañeros fueron a Brasil y cuando volvieron se empezaron a traer las experiencias organizativas, y esas cuestiones, que uno entendía más como un movimiento social, como una forma más nueva de organizarse, no tan tradicional…

Deo: No sé si ayuda a ver o fortalecer una posición que veníamos teniendo en nuestra forma de trabajar. Porque en el MST tampoco había presidente ni esas cosas. Saber, conocer y tener alternativas… En nuestro Congreso, ha venido José Campo del MST.

En octubre de 1998 las empresas Los Mimbres S.A., Salónica S.A. y Jungla S.A., del empresario Guillermo Massoni, intentan desalojar a compañeros de La Simona y desmontar con topadoras. El conflicto se extiende durante 1999. Varios compañeros

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de la Central de Quimilí van a La Simona a apoyar la lucha por la tierra de los com-pañeros y las compañeras.

Juan Herrero: De La Simona yo me acuerdo que el aguante a esa comunidad no-sotros desde Quimilí pusimos mucho esfuerzo, de ir, estar, acompañar, conversar, y también ayudar a facilitar la discusión. Y ahí sí realmente, en esa carpa negra, como que se pudo compartir mucho. Y bueno era una experiencia donde ahí nadie bajó línea, hubo una decisión de esa comunidad de resistir, de aguantar y de no negociar nada diferente a quedarse. Porque habían visto la experiencia de los que habían ne-gociado y lo que les iba quedando, y como que había una decisión clara; y ahí más que todo era acompañarlos, incluso después se propuso una mediación.

Me parece que a mí y a varios compañeros nos demostró que con resistencia había posibilidades, y que incluso había posibilidades de salir, que el conflicto incluso fue difundido fuera de la provincia. Como que eso me parece que hizo visualizar lo que después fue desarrollando cada vez más, que lo que hoy es el MoCaSE Vía Campesi-na tenga relación con muchas organizaciones urbanas, sobre todo de Capital Federal y del Gran Buenos Aires. Me parece que fue una estrategia que se fue dando na-turalmente y muchas veces desinteresadamente, pero que como estrategia resolvió muchas veces el problema que puede ser el aislamiento, el cerco mediático y todas esas cuestiones.

Horacio: Los changos de ahí, de Juríes, nos planteaban la cuestión de que había que ir más despacio, cuidarse... Y los compañeros de La Simona necesitaban ya resolver el tema. Y estaban en la línea de que si nosotros apoyábamos, ellos querían defen-derse y avanzar. Entonces, se empezó a generar esa tensión, que después siguió, de cómo acompañar la lucha por la tierra. En una postura más negociadora, más de enfriar, más de ver, y en otra postura de “No, está la Vía Campesina, y avancemos.” Que no era una cosa loca, porque nosotros acompañamos la negociación cuando fue la mediación, desde Quimilí. Hicimos los informes, lo técnico, con Juan, con el Roberto. O sea que no es que nosotros nos mandábamos a la conflictividad porque sí, sino que había un espíritu de fortalecer el proceso que estaba ahí, y desde ahí avanzar. Y funcionó muy bien, porque se instaló el tema a nivel nacional. Hasta el gordo D`Elía fue a La Simona. Yo me acuerdo una reunión en la que vino un montón de gente, diputados nacionales... Creo que eso marcó. También un poco en Quimilí se iba colocando una agenda de lucha, y eso generó también otro tipo de tensiones, más de la forma de encarar el tema, que era también que tenían que ver con quién acaparaba la visibilidad, y por qué, y celos, y esas cosas.

Algunos de nosotros no teníamos experiencia, y ha sido una escuela, para nosotros alucinante, de lo que es la lucha por la tierra. Que es más, ni ellos se daban cuenta

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que enseñaban, digamos. Porque, por ejemplo, ellos en una noche empostaron no sé cuántas hectáreas, y lo hicieron… Todo ese trabajo de acompañamiento, de con-tener el salto, ese salto a la lucha, el miedo a la violencia, porque ellos (la empresa) andaban con guardias armados… fue una tarea que hicimos desde Quimilí. En mi memoria, eso quedó marcado.

Carlos Luna: Ahí tuve otro problema porque cuando empieza el conflicto de tierras de La Simona, al mes se tenía que hacer la reunión del MoCaSE, entonces yo agarro el teléfono y empiezo a convocar no en Santiago, sino en La Simona. Entre pataleo y bronca tuvieron que venir a La Simona a hacer la reunión del MoCaSE. Porque no querían venir ni la Liliana, ni el Chuca, a La Simona, porque decían que no se iba a poder discutir los temas centrales que tenía que discutir el MoCaSE. Yo les dije que no, que lo que interesa son los problemas que tiene el MoCaSE y hay que discutir en el lugar de los hechos. Que el que quiera venir que venga y el que no, que no venga. Vinieron, pero se pudrió todo...

Horacio: Yo lo que entiendo es que la forma de acompañar que empezó con el tema de La Simona, o que yo visualicé o logré atrapar la discusión por ese lado… Pero después se replicó en Pinto, o en las situaciones como la tensión que generaban inclusive con el tema de los tractores, con el PSA… Eran formas de visualizar una tensión entre lo que era cómo acompañar a las organizaciones y cómo acompañar las luchas, más que las organizaciones.

A partir de estos debates es que surge la idea de hacer un Congreso del MoCaSE.

Carlos Luna: La idea de Quimilí era que lo más importante era que había que hacer un congreso. Antes de renovar la comisión directiva había que hacer un congreso para debatir temas de fondo y más amplios. Entonces apostamos al congreso. Se empezó a discutir qué era un congreso. Confederación Agraria Argentina hace con-greso cada año, entonces fuimos a participar para tomar ideas... invitamos a los de Brasil, los del MST, y ahí termino de redondear cómo y para qué sirve el congreso. Cuando lo tuvimos bien claro lo propusimos al MoCaSE, y no aceptó.

Ángel: Hubo toda una etapa de una comisión directiva del MoCaSE hasta el congre-so del MoCaSE (esa segunda etapa) de un consenso de comisión directiva y técnicos del MoCaSE, con la idea de que el MoCaSE por sí mismo consiguiera poder econó-mico propio con desacuerdo de INCUPO y FUNDAPAZ, por supuesto en gran parte, no de algunos. Ahí se suma, por ejemplo, el PSA no sólo el INTA, nace el PSA en el año 93 para que acumulemos todo en función de ese MoCaSE, hasta que Quimilí, Tintina, El Boquerón sin Juan Cuellar, la OCCAP, Pinto, CENEPP, decimos que tene-mos que llamar a un congreso del MoCaSE para que tenga una dirección más plena y

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que las ONG se subsuman en el MoCaSE. “Ustedes los campesinos tienen que pedir que las ONG nos sumemos al MoCaSE, que los militantes de las ONG nos sumemos a un gran movimiento campesino y empecemos a formar un movimiento nacional campesino”, lo cual empezó a generar noses, el ni de algunos técnicos del INTA y del PSA, y el no de INCUPO y FUNDAPAZ. “Nosotros INCUPO y FUNDAPAZ vamos a seguir siendo una institución que acompaña”.

Doña Mirta: Hemos empezado a trabajar las propuestas para hacer el congreso. Hemos empezado a convocar a las Centrales para hacer el congreso. Bueno, enton-ces nosotros aquí trabajábamos en grupos, trabajábamos en los barrios y después nos juntábamos aquí para ir viendo el lineamiento que tendría…, las propuestas que tendríamos para el congreso. Bueno, eso es lo que veníamos trabajando, nos juntá-bamos en asamblea y discutíamos e íbamos tomando decisiones. Entonces después, cuando hemos hecho la reunión de asamblea, se ha visto a quiénes íbamos a invitar, a toda la gente para que participara, a quiénes iban a invitar y en fin, invitamos a mucha gente. Y también a todos los campesinos que pudieran estar.

Deo: Para el pre-Congreso, se ha estado trabajando en las diferentes comunidades, y después se ha ido a Santa Rosa. Ha habido una convocatoria en las distintas co-munidades. Y después, todas las comunidades se juntan en Santa Rosa, para elevar una síntesis de la Central.

Recuerdo que en la convocatoria al pre-Congreso, creo que había un logo de un caballo, un sulqui, o algo así. No sólo el contenido de nuestro principio como orga-nización, sino que también el símbolo para el Congreso, que al final terminó siendo unas manos con unas semillas, porque han pasado varias propuestas de ese dibujo, del logo del Congreso. Y esa mano, que trabaja la tierra, y que la tierra tiene esa semilla, y pare la planta, da el fruto. Y todo el símbolo ese: que esa planta, si va a dar frutos y va a crecer es de acuerdo a cómo la regamos. Y si la regamos todos los días o de vez en cuando, y que tiene que ver con las actitudes de quienes formamos el movimiento: la participación, la responsabilidad... traducido en eso.

Juan Herrero: Bueno, el Congreso me parece que fue muy masivo, la verdad que no tengo ningún registro de que hayan surgido discrepancias desde ahí, como que se mencionaba pero como que no aparecía esto del presidente o no presidente, o al menos no estaba explicitada la discusión bien de fondo. Puede me parece mostrar la fuerza del MoCaSE, la masividad del campesinado en Santiago del Estero y después explicitar algunos puntos. Y como que las comisiones quedaron reflejadas ahí en el documento, era más que todo así como una síntesis de lo que se venía haciendo. Bueno, lo que yo recuerdo es un gran esfuerzo logístico, el alojamiento con muy pocos recursos. Y a mí me tocó participar de la comisión de tierra, ahí la discusión

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más grande, había algunos que plantearon lo de los campos comunitarios que era como forzar algo, que por ahí en la realidad la tendencia era más individual… y bue-no como que también había interpretaciones. Esa discusión la tuve con abogados que fueron al MoCaSE que decían que había lugares comunitarios que había que firmarlos como esto, se hablaba de que la lógica era más individual, entonces por qué forzar eso, como que uno estaba bajando una línea ideológica.

Deo: Yo recuerdo más, en el Congreso, eso de la participación en grupo, y eso ha servido mucho para ese tipo de mística que nosotros íbamos diciendo.

Extracto de las Conclusiones del Congreso

Desde sus comienzos el MOCASE asumió como estrategia central la lucha por la tenencia de la tierra y por las condiciones de vida de las familias cam-pesinas. El problema generalizado de la tenencia precaria de la tierra por parte de los campesinos había generado un histórico proceso de “desalojos silenciosos” en la medida que no había conciencia sobre el derecho a la posesión veinteañal y a la vez no estaban dadas las condiciones mínimas de organización para que las presentaciones ante la justicia o los reclamos ante el poder político tuvieran alguna posibilidad de éxito.

El surgimiento del MOCASE resulta un punto de quiebre en esta situación preexistente, de modo tal que el silencia se convirtió en conciencia del dere-cho hecha palabra y acción. Se promovió la autodefensa de los pobladores, se acompañó con el asesoramiento legal y la defensa jurídica correspondiente,

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se fue logrando una mayor visibilidad política ante los dueños del poder, se amplió la articulación y los lazos solidarios con otros sectores de la sociedad que se sintieron atraídos por esta lucha.

CONVOCATORIA AL CONGRESO

Actualmente las organizaciones zonales asociadas en el MOCASE son:• La Unión de Pequeños Productores del Salado o UPPSAN Sur en la Locali-

dad de Santos Lugares.• La Cooperativa “La Estrella” Ltda. De Santos Lugares• La Comisión Central de Pequeños Productores “Ashpa Sumaj” (tierra linda)

o CCPPAS de Quimilí en los Departamentos de Moreno e Ibarra• La Cooperativa “Ashca Cayku” de Quimilí, en los Departamentos de More-

no e Ibarra• La Cooperativa Agropecuaria “Unión Campesina” Ltda. De Los Juríes en los

Departamentos de Taboada e Ibarra• Las Comisiones Unidad de Pequeños Productores Agropecuarios del Depar-

tamento de Figueroa o CUPPAF• La Cooperativa de Pequeños Productores Agrícolas y Caprinos o CAPPAC

en los Departamentos de Robles y San Martín• La Cooperativa “La Criollita” Ltda. De productores cabriteros de la zona de

Garza en los Departamentos Avellaneda, San Martín y Sarmiento.• Los Delegados Unidos de Figueroa Norte Once Comisiones del Departa-

mento de Figueroa o DUFINOC• Delegados del Depto. Guayasán• La Comisión Central de Campesinos “Tata Iaia Ashpacan” de Tintina, en el

sector norte y oeste del Departamento Moreno• La Organización Central Campesina de Copo, Alberdi y Pellegrini, OCCAP• La Unión de Pequeños Productores de Figueroa o Un.Pe.Pro.F.

Son 13 organizaciones que representan a cinco mil familias aproximadamente.

Además asistieron como invitados las comunidades de Señora Puijo, depar-tamento Banda, Lote 20 y 24 del departamento Aguirre y Chulpita o Campo Martínez del Departamento Mitre, quienes enviaron sus representaciones.

Después de casi diez años de vida, el MOCASE tomó la decisión de convocar al Primer Congreso, que logró reunir a más de quinientas personas los días 25 y 26 de noviembre de 1999, en la ciudad de Santiago del Estero, bajo el lema “Campesinos y campesinas en la lucha por la tierra y la justicia”. (…)

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Los objetivos del Congreso se referían a la necesidad de reflexionar sobre la situación actual del sector campesino en el contexto provincial y nacional, a partir del cual sería posible formular políticas de desarrollo. También se proponía revisar su estructura y su funcionamiento actual, de tal modo que avanzara en lo referido a la ampliación de la cobertura a toda la geografía provincial, cómo en su consolidación como organización democrática y repre-sentativa con nuevas y mejores formas de participación (...)

La metodología para la realización del Congreso consistió centralmente en el trabajo de discusión e intercambio en grupos. El resultado de los debates en grupos se sometió a la consideración de subplenarios parciales y de un plenario final.

A su vez los grupos estuvieron integrados mayoritariamente por campesi-nos de las propias organizaciones o de delegaciones visitantes, pero se tomó la decisión de que también se entremezclaran técnicos y promotores de las ONGs de desarrollo de las Universidades o de los diferentes planes y progra-mas del Estado que en los últimos años han tenido al sector campesino como sujeto de atención. De este modo se procuraba colocar en un pie de igualdad al saber y al sentir campesino con el conocimiento y las impresiones que pu-dieran aportar los técnicos y profesionales.

En la primera jornada todos los grupos debatimos sobre un único tema: el MOCASE como organización.

En la segunda jornada se plantearon los debates de acuerdo a las problemá-ticas que más nos preocupan y sobre las que venimos realizando acciones.Así de las distintas comisiones que discutieron cada temática surgieron consi-deraciones sobre la realidad actual.

Las conclusiones y propuestas se dividen en las áreas: TIERRA; POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN; PRODUCCIÓN CAMPESINA; RECURSOS NATURALES Y ME-DIO AMBIENTE; INFRAESTRUCTURA: RIEGO, CAMINOS Y VIVIENDA; EDU-CACIÓN; SALUD y MUJER Y JÓVENES.

Propuesta: Formar una comisión del MOCASE que elabore una propuesta de Estatuto o reglamento interno de funcionamiento que sea debatido y apro-bado por las organizaciones zonales.

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En cuanto a las leyes de tierras para pueblos originarios, elaboradas en estos últimos años, vemos con buenos ojos que la propiedad se otorgue de forma comunitaria e inembargable, como forma de evitar las políticas impositivas que también atentan contra la propiedad campesina, favoreciendo la concen-tración a favor de los terratenientes.

Doña Mirta, y luego Ángel, nos cuentan que nunca se llamó a la comisión para dis-cutir cómo se iba a recrear la estructura del MoCaSE, una de las propuestas surgidas en el Congreso.

Doña Mirta: Bueno, una vez que se hizo el Congreso, que hemos participado to-dos, hemos hecho participar a todos en varios grupos. Y bueno, ahí cada uno hemos ido trabajando en grupos, alguno aportando lo que pensaba que era conveniente, así en el plenario. Y de ahí han ido saliendo los lineamientos, eran cómo iban a ser las políticas como movimiento. Todo eso ha salido ahí en eso. Entonces después, cuando ya había salido ahí en el Congreso que la organización tenía que armar una comisión, porque nosotros después del Congreso teníamos que hacer la renovación de la mesa directiva. Bueno, ahí tenía que salir una comisión que era la que iba a convocar para que se juntaran los más cantidad de socios que tenía el MoCaSE para tomar las conclusiones, para ver cómo íbamos a seguir. Íbamos a hablar para seguir como secretarías. Entonces después, cuando llegamos a eso, algunos no estaban de acuerdo. Bueno, era lo que había salido del Congreso. Nosotros muchos nos hemos aferrado a eso, decir que esto tiene que ser así porque esto lo hemos discutido en el Congreso, y no hemos sido poquitos los que hemos discutido sino que había mucha gente que han discutido y que hemos llegado a este acuerdo. Algunos decían que no porque así no… una vuelta van participando unos, otra vuelta van a participar otros, y así. Eso es lo que uno pretende, que participen todos así todos van tenien-do conocimiento y cuando se discute todos sepan de qué estamos hablando. Y así hemos ido trabajando en eso.

Ángel: Y bueno, nacimos como MoCaSE y nos acepta Vía Campesina como tal, porque estuvieron veedores de Vía Campesina y de CLOC ahí en el Congreso. Ahí se da una instancia que en un año se recree la estructura de conducción del MoCaSE, deje de ser comisión directiva. Cuando pase el año y en noviembre del año siguien-te… no. Se esperó 2 años, como no aflojaban gente de la Comisión Directiva mani-pulada por ONG, decían que nosotros manipulábamos, y bueno, nosotros también metimos el cuño que hay que tener otra forma de conducción y ellos decían que no, que sean 11 nomás que dirijan al MoCaSE.

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La diferencia es que las ONG dicen “Nosotros somos los técnicos, no estamos aden-tro de un movimiento social”. Eso para mí es una coartada al poder popular y al frente de masas, porque está bien que vos seas un técnico, pero si vos no sos miem-bro, como ha hecho el MST, nunca se construye el poder popular. ¿Cuál es el pro-blema que nosotros seamos incorporados a un movimiento, seamos miembros del MoCaSE? Porque el campesino, cuando pasa a formar parte de un movimiento ya no es tan campesino, es un militante que es otra cosa que solamente campesino. Tiene su oficio técnico de campesino, yo tengo mi oficio técnico de educador, pero ambos somos militantes de un movimiento. Entonces hemos juntado lo académico y el trabajador rural, el campesino. Estamos viendo poder de conocimiento intelectual que ellos no lo tienen, lo tienen muy sesgado, estamos viendo poder de lo que es la construcción cotidiana de lazos y vínculos, afectivos, familiares y comunitarios como es del campesino milenariamente. Digamos, eso es muy liberal “Yo soy el técnico, no me meto”. Pero no me meto son mentiras, quién no se mete y no discute indicacio-nes políticas, aunque sea tácitamente y no explícitamente. Es una posición política que yo, en el fondo, la bajo mucho más solapadamente y mentirosamente que el que dice “No, yo me metí, loco”.

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Retoma de Campo Guevara: “Nosotros vamos a estar ahí, hasta lo último”

Era octubre de 2000, hacía un año de la resistencia de La Simona y Pinto estaba luchando en esos mismos momentos. Los problemas de tierras iban creciendo. La vía judicial no estaba dando resultados y había problemas con los abogados, algunos tenían que dejar, otros se pasaban para el otro lado, y otros no se ocupaban. Los problemas debían enfrentarlos los campesinos con sus propios cuerpos.

Beco: Si no se paraba ahí en los Guevara, la cosa iba a ser peor. Si dejábamos que saquen a los Guevara iban a avanzar con todo, no iban a parar. La retoma es de lo más fuerte que se ha dado, se ha puesto un punto y se ha parado. Para mí todas las retomas son lo más fuerte que hay de toda una formación. Hay que estar, pero es un momento que no es fácil…

Pocho Carrizo: Nosotros estábamos en la Central, y nos enteramos que ese día había una orden de desalojo de Guevara. Salimos con la camioneta, nos vamos para allá, y ya era tarde, ya había gente, policías. No éramos muchos, pero estábamos ahí. No atacaban los milicos, pero estaban porque tenían la orden de desalojo y tenían que cumplirla. Entonces empecé a sacar las cosas, a sacar todas las cosas de los mu-chachos hasta la ruta, y ahí armamos una carpa... y ahí pasó más de una semana. Pero allá adentro esperaban gente armada del empresario, una casilla, 4, 5 camione-tas. Ya los tipos habían quemado el rancho, a los 2 ó 3 días ya prendió fuego todo el campo, los hornos todos rotos, se le quemó el carbón.

Carlos Luna: Nosotros hemos aprendido de qué manera vamos a defender, y la ex-periencia nos ha demostrado que la única manera de defender es que cada uno de nosotros tenemos que defender. Tenemos que juntarse, cuanto más mucho mejor; y defender de esa manera. Esa estrategia que hemos hecho para defender el caso Gue-vara nos ha salido espectacular, y no había manera de que nos pongan a todos presos.

Ramón: No es fácil porque vos no sabés si te van a tirar o no te van a tirar. Si te van a matar o no te van a matar. En todas las retomas cuando vas te la tenés que jugar, sabiendo que vas a defender algo, sabiendo que es de uno. Hay gente que no han querido pasar por eso, pero hoy están sin tener nada…

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Unos días antes del desalojo, los compañeros se enteran de la orden de desalojo. A partir de allí se organizan para resistir.

Carlos Luna: Cuando empezó a tener problemas Santucho fue con el caso Gueva-ra. Ese caso es de una de las comunidades de la zona de Vilelas, de la Central de Quimilí; lo había iniciado Federico Díaz, la primer sentencia la tenía para ganar Díaz, eran 1.000 hectáreas de los primeros socios de la Central de Quimilí. Vino un tipo de afuera, de la zona de Santa Fe, y le alquiló 100 hectáreas para que siembre, y le ha hecho un contrato de arrendamiento, y en ese contrato se ha basado para hacer la gestión de escriturar el campo, y el dueño del campo que le arrendaba le presen-taba los papeles en blanco y le hacía firmar, y ahí se inició el juicio. Ya lo tenía para ganar y cuando se retira Federico Díaz, lo pasamos a otro abogado, Víctor Rotondo, y Víctor Rotondo negociaba con el terrateniente. Cuando nos hemos dado cuenta, estaba el desalojo. Después se lo hemos presentado a Luis Santucho, y no hizo nada, y terminó entregando.

Nosotros, yo, Ángel y Hugo, que era presidente de la Central, nos fuimos a Santiago a declarar por otras posesiones allá en la zona Del Toba, que estaban defendiendo, y hemos recibido la noticia de desalojo para la familia Guevara en Vilela. Entonces ve-nimos para el estudio de Luis Santucho y empezamos a discutir y no había vuelta que dar porque el desalojo ya estaba. Eso era un día martes, entre jueves y viernes llega-ba el desalojo. Después nos vinimos con Ángel, y en el camino pensábamos cómo íbamos a hacer, y decidimos que había que convocar a toda la Central de Quimilí y defender. Para eso había que llamarlos a reunión a los dueños del campo, que eran los Guevara, y ver si estaban o no dispuestos a defender. Pero previo a eso yo ya te-nía planificado cómo iba a ser la resistencia. El planteo mío era que no podíamos es-perar asamblea, ni convocar a asamblea, sino que había que hacerlo urgente porque el desalojo no daba tiempo. Entonces le digo a Ángel que lo teníamos que planificar entre 2 ó 3; más de eso no porque no daban los tiempos. En el trayecto de Santiago a Quimilí ya lo tenía pensado cómo lo iba a hacer. Cuando llegamos a Quimilí, como Ramírez tenía que ir a la casa y había que llevarlo, le digo que de vuelta vengan por los Guevara, y “díganles que vengan urgente que les quiero hablar” y los trajeran, que se suban a la camioneta y que vengan, que no les pregunten si quieren o no. Y bueno, cuando los traen temprano, ha venido uno de los Guevara a buscar a la Mirta, y ahí le explicaba yo cuál era el problema y cuál era la urgencia. Le doy la orden de que vaya a la Central y que inmediatamente salgan comisión por comisión a convocar gente para el lunes, que el domingo a la tarde estén todos en el galpón para que el lunes nos reunamos, y le explique cuál era la planificación. Él se va. Yo lo tenía planificado cómo iba a ser, sin contar con los abogados, ni nada. Entonces se va para lo de Ángel, y Ángel lo raja, que tenía que venir a conversar conmigo.

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Guevara se va a la casa, y cuando se va a la casa estaba el desalojo. Lo sacaron, lo tiraron a la calle y le prendieron fuego la casa. Después a la noche, cuando vienen a avisarme había 3 abogados: Luis Santucho, una abogada, que es hermana de José Gelid, y el hermano Héctor Gelid. Estaban reunidos en la casa de uno de los técnicos, Jorge Páez. Me viene a buscar Jorge, que hay novedades y que el desalojo ya está. Cuando llego allá, ya estaban en la calle con toda la casa quemada, los hornos des-armados. Los recontraputeo a los abogados... con la idea yo de que íbamos a buscar a la gente y a defender, pero ya era tarde porque el desalojo estaba hecho, y había algunos que estaban presos. Me quisieron hablar, pero no los escuchaba... después vino Ángel a buscarme a la nochecita, nos íbamos a reunir en la casa, y damos la orden que salga los vehículos a buscar la gente. Reuní a la gente y hemos tratado el tema, pero ya estaba armada la planificación de cómo iba a ser la retoma. Nada más que había que quedarse todo el día y a las 2 de la mañana rajar. Hemos reunido más de 70 persona: hombres, mujeres, chicos, todos.

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Ñato: O sea que ellos tenían 2 bases, digamos los usurpadores que estaban. Una en la casa, lo que había quedado, nada de la casa. Ahí tenían una casilla. Y tenían como una carpa, ahí estaban. Y después tenían otra parada, la puerta principal, que era camino de los Guevara, que era entrada y salida. Ahí estaban custodiando también. Y ahí había parte de las cosas de los changos que estaban tiradas ahí. La policía es-taba ahí haciendo guardia. O sea, tenían policía y la gente de ahí que estaba armada. Y lo que se tenía que hacer: teníamos que hacer 2 venidas, 2 grupos teníamos que armar. Un grupo entraba por Pozo del Tigre, y el otro por la entrada de Vilela, que le decíamos nosotros. El camino por donde los changos salían a Vilela y que estaba custodiado por la policía, y parte de gente de Caloboso. Y en esa entrada adonde estaba la policía ahí estaba el grupo más grande de mujeres. A ese lugar han veni-do. Y nosotros, también con algunas de mujeres, hemos entrado por acá, por Pozo del Tigre. Y adonde nosotros llegábamos sabíamos que había gente armada, y a la mujeres nunca, como digamos, nunca le importó. Decían “No hay gente armada, no sabemos qué van a hacer estos borrachos, estos dementes”, porque eso eran. Y con el mismo ánimo han ido. Nosotros, digamos, desconfianza podría haber sido, pero miedo, miedo no.

Carlos Luna: Llegamos a las 6 de la mañana y los hemos pillado, algunos estaban levantándose. Estaba el peón, 2 canas y el terrateniente; y en la entrada principal había un camión con 6 ó 7 canas cuidando, y no dejaban entrar. Entonces la idea era que el grupo que iba por la entrada principal entretenga a la cana, mientras el otro grupo venía del otro lado a hacer el despelote. Cuando ellos se han dado cuenta, cuando estaba aclarando, nosotros ya estábamos desembarcados todo el batallón. Hemos ido con camioneta, tractor y acoplado... entramos por atrás, porque por el otro campo teníamos el permiso para entrar; sabía el dueño del otro campo lindante que íbamos a entrar y qué íbamos a hacer. Para la entrada al campo había que cortar el alambre, en-tonces me dice Ángel: “Vos indicame cómo tengo que hacer para cortar el alambre, lo encaro con la camioneta y lo corto”. Le avisan, y lo encara con la camioneta y lo corta.

Entramos, cortamos el alambre y entramos. De la parte poniente había un grupo que estaba discutiendo con los canas... los changos andaban en la calle. Lo que ellos no se imaginaban es que el otro grupo venía detrás, por la parte naciente venía el otro grupo. Ellos sabían que nosotros íbamos a defender, pero cómo no sabían, a qué hora, ni qué día tampoco sabían. Cuando va el primer grupo, se pone a discutir con la policía porque tenía la orden de entretenerlos para que nosotros entremos del otro lado. Una vez que nosotros entramos del otro lado, encontramos 2 canas nada más, el empresario y el peón; cuando nosotros entramos, en el apuro para defender-se no supieron qué hacer, ni tampoco pudieron hacer arrancar los vehículos, porque había 2 camionetas, había un rastrojero, 2 tractores y la casilla. Dentro de la casilla había cualquier cantidad de armas, armas cortas y armas largas; entonces cómo sería

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el susto que se llevan que ni siquiera se acordaban de las armas, porque si entraban a la casilla nos cagaban a tiros.

Cuando nosotros nos bajamos todos de los vehículos, avanzamos caminando, en-tonces se veía el apuro para hacer arrancar los vehículos para disparar, y no les arrancaba el tractor, ni la camioneta, ni el rastrojero, a duras penas el tipo pudo hacer arrancar una camioneta y rajó, cargado de canas ha disparado por la entrada principal para salir y mandarse a mudar. Entonces, en eso, nosotros hemos avanzado rápido y ha quedado el empleado y un cana y los hemos corrido. Al salir disparando la camioneta del terrateniente, se encuentra con el otro grupo que estaba ahí. El apuro nuestro era llegar al monte para agarrar a éste. Cuando llegamos al monte aparece el tipo de frente, y salió del camino y se paró al costado. Los hicimos despa-rramarse y agarrar palos para garrotear la camioneta. Yo lo espero de frente con un palo, y cuando pasa le pego en la cabina, en la parte de arriba. A las 9 de la mañana ya todo terminó, desalojamos e incorporamos a los changos. Después hemos ido a enfrentarse con la policía; de ellos no habíamos tenido ninguna resistencia. Como a las 10 de la mañana ha llegado el batallón de Quimilí, eran como 20 canas y fuimos a verlos y no los hemos dejado entrar, y hemos llegado a un acuerdo de que no in-tervengan. Después se han ido los canas.

Los compañeros se quedan haciendo el aguante…

Ñato: Vario tiempo hemos estado. Se le ha ayudado en todo, se han hecho ladri-llos, se le ha ayudado a arreglar los cercos, se ha arado, preparar la tierra para que siembre, digamos como una quinta, muchas cosas se han hecho. Después hemos empezado a volver, pero nunca han vuelto todos, siempre ha quedado un grupito. O sea, para que no sean botados.

Pocho Carrizo: Estuvimos 2 meses, pero cada tanto íbamos y veníamos para acá. Yo preparaba la vivienda para ellos. Haciendo los corrales, son muchas cosas que hacía, le hacía la huerta. Se cambiaba cada semana, se cambiaba el grupo de gente, venían también de otras zonales y se iban hacia la casa de Guevara y volvían, hacían recambio. Varias personas venían a acompañar. Había gente de Buenos Aires, y así...

Raimundo Gómez: Fue un desalojo bastante jodido. Los sacaron de un momento a otro, les quemaron la casa. Y el gobierno estaba conciente. Porque no puso algo, se calló la boca. Pero los campesinos como ya están en esto, están sabiendo lo que están haciendo. Fueron, apoyaron al compañero, estuvieron ahí peligrando la muer-te. Esperando. No sabían si volvían a la casa o no volvían. Estaba lloviendo ahí. Había policías. Decían que el tipo había dicho que iba a traer muchos más policías. “Que traiga todos los que quiera, pero de aquí no salimos”.

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Compañero: Lo importante es los que hemos estado, pero lo importante también es las compañeras, que han hecho ese esfuerzo ¿no?, en la preparación. O sea: va-rios compañeros que estaban en la Central ya estaban aquí. Y ellos ya sabían que tenían que prepararse. Y las compañeras haciendo la vigilia toda la noche, para que al compañero no le falte esto, no le falte aquello, no le falte esto. Trabajo que han hecho para poder retomar esas tierras.

Compañero: Lo que ha generado eso es creer más. Creer más. Porque yo lo que entendía es que era la más fuerte que se ha visto. Bueno, después se han visto otras peores. Pero en ésta no hemos reculao. Y bueno, en las otras, menos íbamos a recu-lar, porque ya hemos visto por qué se ha ganado. ¿Por qué? Porque hemos estado todos unidos.

Ñato: Nos sacarán, pero no nos van a correr, que nos saquen es una cosa, pero que nos corran... Que te saquen en un momento dado, es bueno, ellos te dicen “Te des-alojo y te dejo por ahí”, ellos creen que te has ido pero nosotros no, que te saquen es un desalojo. Correr le llamaría porque te has ido, te corren y te vas. Correr, podremos estar corridos por ellos 2 ó 3 días, pero que vamos a volver, vamos a volver, una y las veces que sean necesarias.

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Somos nosotros, porque si nosotros no nos amparamos entre nosotros, no nos po-nemos firmes, ellos van a venir de grupo, van a venir por nosotros. Y bueno, que vengan. Total para vivir de rodillas, pidiéndoles algo a ellos... Más vale vamos a caer muertos aquí y va a valer más la pena caer muertos aquí adentro, vamos a vivir la vida y no a andar de rodillas o andar tirados por adonde no conocemos. Por eso te digo que estábamos decididos: nosotros vamos a estar ahí hasta lo último.

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La Entrevista ColectivaEn agosto de 2007, nos reunimos en Quimilí varios integrantes

del Grupo Memoria con participantes de la Central de Quimilí del

MoCaSE. En esa oportunidad, registramos una larga conversación

con compañeros y compañeras que hicieron parte de la historia de

lucha del movimiento. Esta instancia colectiva constituye el eje de esta

publicación debido a la riqueza y profundidad con que las diferentes

voces expresaron sus percepciones y recuerdos sobre los hechos que

constituyeron los orígenes del movimiento.

Ñato: Nosotros nos juntamos allá por el año 89, juntamos un grupo y era por el tema de los caminos, que no teníamos caminos, no podíamos vender los productos que cosechábamos. Se los vendían aquí, o sea que llegaba algún comprador allá al campo y te ponía el precio él. Nosotros no podíamos discutir los precios, te pagaban lo que ellos querían. Y eso ha sido lo primero que nos ha llevado a organizarnos. Después tema salud, tema escuela, no teníamos escuela. Había, por ejemplo, en Rincón de Saladillo, eran varios y no tenían escuela, y bueno, se ha empezado con esa lucha. De ver de tratar de conseguir algo, de una posta sanitaria. Todo eso ha sido en el principio.

Doña Mirta: Y también en el principio empezamos a juntarnos así en las comunida-des, en distintas comunidades, y después nos juntábamos aquí en Quimilí, la gente de Pozo del Tigre, nosotros de Santa Rosa, de Fisco, de San Francisco, una comuni-dad de aquí, Cejolao. Y así nos hemos ido juntando y ahí cada uno comentaba su necesidad, y ver un poco cómo podíamos ir resolviendo eso. También un poco lo que nos llamaba a organizarnos era el desalojo que venía sucediendo, porque anterior-mente había mucha gente que venían, desalojaban y la echaban a la gente de sus lugares en que vivían y se quedaban ellos con la tierra. Venían, decían que ellos eran los dueños y bueno, la gente, no conocíamos tampoco nuestros derechos. Cómo se llama el derecho. Sabíamos que existía una ley veinteñal pero no sabíamos cómo gestionar eso. Entonces la desalojaban fácil a la gente. Después nosotros por sobre eso hemos empezado a organizarnos, ver cómo vamos a defendernos. Y ahí empe-zamos a conocer con otros compañeros que venían, que querían ayudar, entonces hemos ido conociendo nuestros derechos, conociendo dónde podíamos ir, cómo

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podíamos hacer, y todo eso hemos ido aprendiendo en el mismo tiempo, porque uno sabe muchas cosas pero muchas cosas falta aprender. Entonces nosotros he-mos ido juntándonos, reuniéndonos aquí en Quimilí, y después trabajando también, concientizando a la gente de las comunidades, porque algunos a veces tenemos esa chispa de que decimos: “Bueno, vamos a hacer esto” y nos ponemos, y es como que nos comprometemos y estamos, seguimos para adelante, no nos quedamos, deci-mos: “No, bueno, vamos a hacer esto” y nos ponemos en eso. Y por ahí la gente, todos, no pensamos igual en las comunidades. Por ahí la gente dice: “No, qué van a hacer ustedes si la cuestión... Esto hace el gobierno, si el gobierno dice una cosa y eso es”. Y a veces uno también cree en eso, cuando no estábamos organizados también creemos en eso, en que decís que ellos son las personas que tienen que decidir por nosotros.

Entonces vamos aprendiendo ahí que no es así la cosa, y entonces empezamos a hablarle a los compañeros de las comunidades y a veces, muchas veces, la gente nos cerraron la puerta, muchas veces no nos atendían. Yo a veces iba a la comunidad y golpeaba la puerta y la gente no estaba, pero antes de llegar yo había visto que sí había gente. Y si por ahí salía alguien y me decía: “Ah, anda perdiendo tiempo, doña”; porque eso dice: “No se va a hacer lo que usted dice porque eso hace el go-bierno, ésas son cosas, leyes del gobierno y eso es lo que es, usted nunca va a lograr lo que usted quiere”. “No”, digo, “cómo que no, si nosotros se ponemos podemos también hacer cosas, cómo ellos solamente van a hacer lo que ellos quieren”. Y bue-no, así muchas cosas, porque a veces vienen con toda la cuestión de las políticas que hacen con créditos para el pequeño productor. También, cuando hemos empezado todo esto de querer organizarnos, estaba la campaña política adonde estaban esta gente con todo eso de los créditos. Y la mayoría de esos créditos eran para los pe-queños productores, pero en vez de dárselo a la Municipalidad, que era la que ma-nejaba todo eso, ellos le daban a los que ellos querían, y a los que ellos no querían no le daban. O si le hacían un trabajo, decían que no les cobraban y después le salían cobrando animales, cualquier cosa de ésas. Y bueno, ahí nosotros hemos tenido que ponernos a luchar en contra de ellos. Pero eso es un poquito más adelante, porque nosotros estamos hablando ahora del inicio.

Entonces así juntándonos, nosotros en el primer tiempo de fines del 88 y comien-zos del 89 que nos juntábamos, en agosto hemos llegado a conformar la Comisión Central de Pequeños Productores Ashpa Sumaj, adonde ahí ya empezamos con más fuerza porque ya éramos más gente, éramos muchas familias, éramos como 400 familias. Y entonces ahí formamos la Central, y ahí sí empezamos a presionar más

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a la Municipalidad sobre los créditos del minifundio que había. Bueno, el día del cumpleaños de la Central nosotros hemos organizado una fiesta, hemos hecho el cumpleaños de la Central, adonde esa noche que nosotros estábamos ahí todos, porque todo el día habíamos hecho un trabajo de comisiones. Habíamos estado trabajando durante el día y entonces la noche era la fiesta. Ahí venía el intendente a molestar, venía la policía porque no querían que hagamos la fiesta, todo eso. Y bue-no, ahí había que estar saliendo y hablando y viendo para que dejaran de molestar. Y a partir de ahí ya seguimos para adelante con las necesidades que había que hacer.

También yo nunca me olvido de eso, digo del principio, porque nosotros al principio, cuando nos juntábamos, había compañeros a veces que no tenían pa’l pucho y entre todos poníamos pa’l pucho. El mate, también hacíamos secar la yerba de hoy para entreverarla mañana con otra yerba nueva y poder tomar mate cuando nos juntá-bamos muchos; porque nadie tenía sueldo, todos éramos pequeños productores y otros compañeros que estaban ahí con nosotros acompañándonos, que tampoco tenían sueldo de ningún lado. Y bueno, había que seguir para adelante, porque nos habíamos comprometido en algo y teníamos que seguir para adelante. Y eso hacía-mos también, compartíamos la comida. Así que ahí hemos ido aprendiendo muchas cosas que en nuestras casas antes no hacíamos. Porque antes, cuando estábamos en nuestras casas era como que mirábamos alrededor nuestro, pequeñito el lugarcito, mirábamos que no nos falte nada a nosotros y nada más, pero no mirábamos más allá. Entonces ahí hemos ido aprendiendo que hay que mirar más allá para ver la necesidad del otro. Entonces esas cosas hemos ido aprendiendo en ese poco tiem-po. No sé si hablo mucho… Y bueno, así que ahí nosotros empezamos a trabajar, a defender la tierra, empezar a gestionar los problemas que la gente tenía. Si había que irse a Santiago por algo, entre todos poníamos para poder hacer andar una camioneta que teníamos, y con esa camioneta podíamos irse a Santiago o a visitar a la gente. Y todo eso, muchas veces había compañeros que se quedaron en el cami-no, y casi tapada de agua la camioneta. Otras veces que se quedaban en el camino también tenían que hacer hervir el agua en una botellita de plástico y muchas cosas lindas, para mí son cosas lindas porque son cosas que nos han hecho llegar a esto que estamos hoy. Y algo muy importante de haber hecho todos esos esfuerzos, todos esos sacrificios y ver logrado todo lo que tenemos hoy en la organización. ¿Quiere hablar alguno?

Carlos: Una de las experiencias que me estaba recordando… Bueno, el Ñato lo pue-de contar con Ángel, uno de los primeros logros de la Central fue cuando el Rincón de Saladillo vivía dependiente de un comerciante de aquí de Quimilí. Y a través del trabajo comunitario que ha hecho la Central se han logrado cubrir la deuda e inde-pendizarse. Después el Ñato puede contar.

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Ñato: Sí, sí, era en el Rincón de Saladillo que venía, iba un comerciante. Y bueno, él compraba y ponía el precio él, digamos, a lo que era de nosotros, y a lo que él vendía también le ponía precio. Así que él era dueño y señor de manejar el negocio como a él se le antojaba. Y bueno, después al estar juntos formando la Comisión Campe-sina entre todos, así como decía Carlos, primero hemos decidido entre todos que paguemos lo que le debemos y después ya nosotros vamos a poner precio a lo que nosotros vendemos y él le pondrá a lo que vende él. Y así hemos ido logrando eso. Y después el problema de la tierra, todos los días, todas las semanas, llegaban gente que eran dueños del lugar adonde estábamos nosotros, y bueno, en esos tiempos no teníamos nada que decir. Decíamos: “Sí, sí, bueno está bien, venga cuando quie-ra”. Después hemos formado las Comisiones y estamos todos juntos y ya la cosa ha cambiado. Nosotros decíamos: “No, los únicos dueños somos nosotros y aquí no queremos más a nadie y no necesitamos más a nadie y somos nosotros los dueños de las tierras”. Entonces esos han sido los primeros, digamos, los pasos fuertes que nosotros habíamos hecho cuando estábamos todos juntos. Después si era de pelear para que haya mejor camino, para que haya mejor educación, y la salud también. Poder hacer todos juntos, y todo eso hemos llegado a hacer pero por estar todos juntos ¿no?, unidos. Como campesinos y como pequeños productores formando la Comisión Campesina.

Carlos: Sí, ahí hay muchas cosas que se han ido logrando desde el comienzo ¿no?, como ser esto que contaba la Mirta de los créditos algodoneros, cómo se manejaba en aquellos tiempos en donde nosotros no conocíamos cuál era el plan de gobierno para beneficiar al pequeño productor. Lo programaban de una forma y venían y lo hacían de otra manera. O sea, quien se beneficiaba primero eran los grandes pro-ductores, y lo que quedaba le hacían 1 ó 2 pasadas, una pequeña pasada de arada al pequeño productor, y le dejaban la deuda de crédito. La mayor cantidad de mejor trabajo lo hacían los grandes productores. Porque nosotros no teníamos derecho de reclamar porque tampoco conocíamos la operatoria de crédito. Y nos explica-ban de una forma, yo me acuerdo, en el paraje andaban, habrá sido a fines del 89, inscribiendo a los pequeños productores para que se entren al crédito. Y nos daban una cantidad de guita, que no me acuerdo en este momento cuánto era que había, que era un subsidio, decían ellos. Finalmente, nos terminamos dando cuenta había sido un crédito que había que devolverlo. Pero al mismo tiempo, los que inscribían eran unos, y los otros, que no andaban en ese momento que inscribían, decían: “No recibí, no paguen, la mayoría de los pequeños productores sacan el crédito y no pagan”. Y muchos se han inscripto, y finalmente algunos han pagado y la gran mayoría terminó sin pagar. Yo me acuerdo me han inscripto para 2 hectáreas de maíz y ha pasado la fecha, ha llegado fines de diciembre y todavía la primer cuota que me correspondía todavía no me ha dado. Entonces, al final han venido cuando ya la planta había estado afuera, crecida y todo, como con 20 centímetros de altura.

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Entonces no lo he querido recibir. Porque además yo ya me había enterado que era un crédito, que no era un subsidio. Y después hemos ido conociendo, a través de la organización, el trasfondo de los créditos. Y otras de las cosas que recuerdo también, por ahí Hugo y Mirta se pueden acordar más, es la primera experiencia de venta en conjunto de algodón.

Doña Mirta: Sí, y también es lo que vos estás diciendo, nosotros cuando ya éra-mos la Central. Habían formado la Comisión Municipal Algodonera, adonde habían conformado ellos, y a nosotros ni siquiera nos habían hecho saber. Nosotros nos enteramos y entonces vamos a pedir la participación. No querían darnos. Bueno, hemos presionado tanto y nos han dado la participación. Entonces ahí, cuando no-sotros estábamos participando, ahí empezamos a ver cómo ellos manejaban todas las planillas, cómo, a quiénes inscribían y todo eso hemos ido conociendo ahí. Así que había muchas planillas. Cuando había después el momento de hacer la eva-luación, ahí hemos ido después sacando que realmente presenten las planillas, que eran para los productores que de verdad iban a sembrar y no para todos aquellos que ellos habían anotado y hasta no tenían terreno. Había solicitudes que figuraba la casa del pueblo que tenía el que había solicitado y no tenía un pedazo de tierra para sembrar. Y todas esas cosas, entonces también lo que hemos logrado ahí es que el intendente, que era el presidente de esa Comisión, se fuera y quedara otro en lugar de él. Porque se ha enojado porque era una caja grandísima, le hemos rechazado, no le hemos presentado esa caja con solicitudes que ellos habían preparado. Así que…

Carlos: Eso fue ya en el 92, lo que yo te decía era antes… Lo que pasa es que el crédito algodonero existía desde mucho más antes. Creo que desde el comienzo del 80 para adelante que hemos empezado a conocer nosotros el crédito algodonero, pero que lo manejaba el gobierno, lo manejaban los municipios. En el 92, éste que está diciendo la Mirta yo me acuerdo. Yo me acuerdo cuando se cambia el plan. O sea se cambian quiénes iban a controlar y manejar. Ahí es donde se da participación a todas las instituciones representativas de pequeños y medianos productores. Pe-queños productores y medianos porque eran destinados a ellos los créditos. A nivel provincial el MoCaSE forma parte de la Comisión Provincial Algodonera de Crédito Algodonero, y a su vez tenía que todos los municipios que tengan interés tenían que formar las Comisiones Municipales Algodoneras Regionales. En Quimilí nosotros teníamos un pero: el intendente actual no nos quería ni pintados, no nos querían ver. O sea, si se formaba la Comisión Municipal Algodonera, se formaba pero sin la participación de la Central Ashpa Sumaj que sería la Central de Quimilí. Eso nos ha costado muchísimo a nosotros, poder ingresar, porque a los compañeros que esta-ban de más antes no los quería. Ñato, Raimundo, Hugo, no los quería el intendente. Pero sí había una obligación que si se formaba la Comisión Municipal, la represen-tación de los pequeños productores sí o sí tenía que estar, y la representación de

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los medianos productores también. Entonces no le quedaba otra. Yo me acuerdo de que ya estaba formada la Comisión y nosotros estábamos afuera y no podíamos lograr de participar. Entonces un día había fiesta en la escuela, la escuelita de Santa Rosa en el paraje, y llega la camioneta, Ángel, a buscarme con la información de que la Comisión Municipal se reunía en el Colorado y que el más cercano que estaba de allí era yo y Mirta. Entonces me subo a la camioneta y se venimos. Al salir de la rotonda de aquí del pueblo rumbo al Colorado venía la camioneta del intendente por detrás, le digo a Ángel: “Parate que le voy a hacer dedo para que me lleve al Colorado”. Pero yo no le avisaba para qué iba ni nada. Se ha parado y me ha llevado (risas). Como me conocía a mí, y como él sabía que yo no era de la Central, yo recién era nuevito en la Central, me para y yo le digo:”Llevame para el Colorado”. “Bueno”, dice, “subí atrás”. Y subo y me voy. Llegamos al Colorado y estaban en un salón grande, ahí estaban reunidos varios, la mayoría los medianos productores. Y me voy y me quedo yo ahí. Y me pregunta él: “¿Para dónde vas?”. “No, hasta aquí nomás”, le digo, “Vengo a participar de la reunión”. “¿Cómo va a venir a la reunión?”. “Sí”, le digo, “Vengo a participar de la reunión. Como yo estaba en la Comisión provincial Algodonera, quiero ver si podemos participar como Central a la Comisión”. Bueno, no le quedaba otra a él que aceptarme que vaya a la reunión. Y cuando después que el intendente y el comisionado, que era en ese tiempo el Colorado, ha dado la información de la operatoria del crédito, había muchas partes que no lo dijeron. Entonces yo pido la palabra y lo he dicho que yo conocía bien la operatoria. Y medio que le ha molestado al intendente. Después, cuando termina la explicación, yo doy la explicación desde otro detalle que no lo había dicho. Entonces pido la participa-ción de la Central de Quimilí. Y me iban a aceptar en ese momento y el intendente dice: “No, tiene que presentar una nota”. Yo iba llevando la nota. La diferencia era que yo no estaba como representante de la organización, estaba el papá del Ñato, Raimundo era uno y Darío, dos eran.

Bueno, la cuestión es que me piden la nota. Le digo: “Sí, la tengo”. Me la pide y cuando me pide estaba el Raimundo Gómez, del Rincón de Saladillo, era con el que más bronca él tenía. Entonces dice: “No, esto tiene que cambiar el representante porque además es de muy lejos y si nos reunimos todos los días no va a poder venir”. “Bueno”, le digo yo, “¿cuándo se va a reunir la Comisión?”. Un día domingo ha-bían hecho la reunión, todo a propósito cosa de que ninguno de nosotros estemos. “Bueno”, le digo, “el lunes a las seis de la tarde va a ser la reunión”. Entonces yo me vengo para las casas, y el lunes a primera hora me vengo a la Central y con los que estaban les digo: “Cambiemos los representantes ya, para que participemos”, si no era sabido que no nos iban a dar la participación. Bueno, ahí empezamos a discutir. “Que no, que ya está elegido, quién es él para venir a decidir”. Entonces, finalmente terminamos diciendo: “Bueno ¿queremos participar o no? Sí. Bueno, cambiemos, pongamos al que él le guste y la cuestión es que nosotros entremos, formemos parte

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de la Comisión”. Y se modificó, se cambió el integrante y pusieron a mí y a Raimundo Gómez como titular. Y participamos y ahí una vez…

Ángel: Uno bueno y uno malo. (risas)

Carlos: Claro, uno bueno y otro más malo. Entonces, a partir de ahí viene la parte que contaba la Mirta. Ya como yo estaba en la Comisión Provincial Algodonera a nivel representante del MoCaSE con otro compañero, entonces yo hacía las dos partes, Santiago Capital y Quimilí. Entonces la discusión se formaba porque, ¿qué pasaba?, empezamos a descubrir que había una cantidad inmensa de pequeños productores que solicitaban el crédito y que realmente ni siquiera conocían la planta. Porque ni siquiera sembraban, sacaban, aprovechaban la guita y chau. Y no lo sem-braban. Entonces empezó las discusiones, a eliminar productores, “Que éste sí, que éste no, que éste vive en el pueblo”. Hasta comerciantes de la ciudad de Quimilí es-taban solicitando el crédito algodonero. Había otros que ya habían muerto y todavía figuraban como productores. Entonces todo eso se ha ido raleando, sacándolo para que quede lo que realmente correspondía y los que realmente iban a sembrar. Y a partir de ahí, claro, el intendente Musta empezó a tener odio a la Central de Quimilí. A odiarlo porque se le venía la estantería abajo.

Año siguiente viene la campaña política, y en la campaña política empezó el inten-dente a recorrer todos los parajes con los candidatos a concejales a inscribir a los productores. Porque, claro, uno de los problemas que tenía que se largaba la opera-toria de crédito y cuando empezaba la inscripción hasta que termina la inscripción, hasta que hacía la evaluación, ya avanzaba el tiempo, llegaba diciembre y todavía la primer cuota que correspondía no estaba. Entonces ellos, para agilizar el trámite, se largaron por su cuenta. Y había algunos de los concejales más viejos del Concejo que me apoyaban, no estaban de acuerdo porque le tenían bronca al intendente porque también eran de otro partido político. Y me llegan, y a veces me llegan en la calle y me dicen: “Mirá que Musta ha largado ya la operatoria de crédito y hay 80 solicitu-des, y a la Comisión Municipal no la ha llamado a reunión”. Entonces, después pido la reunión yo y se formó la discusión porque se la arma de vuelta la Comisión con los mismos integrantes, pero el punto fuerte de discusión fue qué hacemos porque había una caja así grande, llena de solicitudes. Y qué hacemos con la solicitud, lo pri-mero que se me ocurre decir a mí es: “Vamos a inscribir de nuevo, vamos a abrir dos bocas de expendio y vamos a inscribir de nuevo porque esta solicitud que están ya hechas, ésas fue anteriormente, antes de que se formara la Comisión”. Y se formó la discusión y ha llegado un momento en que se ha puteado con el intendente porque dice: “No, cómo puede ser un trabajo de cuántos días y que hemos recorrido comu-nidad por comunidad, y a mí me ha dicho Octavio Pérez Pardo que hay que agilizar el trámite”. Y yo le he dicho, que soy bruto para hablar: “Qué mierda me importa

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que Octavio Pérez Pardo ordene, aquí estamos en Santiago del Estero y él no va a venir a ordenar aquí”. Se ha levantado y se ha ido enojado y lo ha designado a otro como presidente natural de la Comisión, y él ha dejado de participar. Entonces ya nosotros hemos venido bien, porque hemos rechazado todas las solicitudes que él había inscripto y hemos empezado todo de vuelta. Son pequeños logros, pequeños logros que hemos ido teniendo a la vez de dificultades también, ¿no, Beco o Paulo?

Paulo: Sí, para contarles de nosotros, de una situación de territorio de la parte más sur, de la parte más codiciada de los cultivos de soja, de la condición empresarial, nosotros nos toca la parte más sur que estamos al límite de Chaco y Santa Fe. El año 83 empieza el problema de la tierra. Anteriormente en el 75 ya empezaron a poner alambres respetando la posición que teníamos los pobladores de ahí, y en el 77 cuando también se expropiaron a Yavícola en el norte. Bueno, expropiaron a Yavícola porque tenía 200.000 y pico de hectáreas. Y empezaron a ceder, darles, re-conocerles la posesión a los pobladores. Y en ese entonces aparece Juárez, en el 83, entregando título. Y Juárez se gana laureles donde se expropió en el 77. Y bueno, de ahí toda la gente “Juárez Juárez, Juárez”, sin conocer la trayectoria ni la historia de Juárez, de dónde venía.

En el 83, cuando la democracia, empezamos la lucha por la tierra. Y bueno, en ese tiempo no conocíamos ni la Central, no existía ninguno de los compañeros que es-tamos hablando hoy. Si no aparecían los punteros políticos, aparecían delegados de-partamentales, aparecían unos punteros políticos, y siempre con una esperanza que los políticos resuelvan la problemática. Y en ese entonces, capaz que hablaban dos o tres, traían una información, nadie opinaba, nadie conocía nada, nadie conocía sus derechos. Vamos a hablar la verdad, nadie conocía los derechos, hemos conocido los derechos dentro de la organización, cuáles son los derechos que nos corresponden como ciudadanos. En el 83, teníamos el hijo abogado nuestro y el padre abogado de la empresa. ¿Qué podían litigar esas dos personas, si eran padre e hijo, si no era sacar plata? El otro le sacaba a la empresa y el otro le sacaba al campesino. En ese entonces estaba la policía de aquí, creo que era en el 84, 85, que era Darío López, algunos se deben acordar. Y bueno, nosotros trabajábamos con otro muchacho y nos querían hacer parar el trabajo, y nosotros hemos dicho que nosotros no íbamos a parar. Y en ese entonces estaba mal encarada la situación porque figuraba mi papá en nombre de las 2.166 hectáreas, una sola persona, no figuraba la comunidad. Por lo tanto es un error porque una sola persona no puede hacer un juicio de prescrip-ción habiendo 23 personas, porque realmente el asesoramiento estaba mal enca-rado, porque si éramos entre montón iba a ser mucho más fácil. En el 89 venden a Zurbal S.A., una empresa de Buenos Aires. En el 86 hacemos un plano, hacemos un plano que nos costó un montón de guita. Te podés imaginar lo que significa hoy un agrimensor, y más con todo lo carísimo que te ponen, porque para que no puedas

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hacer un plano te ponen siempre un número más. Y en el 89 nosotros conocimos, porque ellos han ido a visitarnos, Ángel, Raimundo, Hugo. Y lo que se decía en la co-munidad, porque vamos a decir es cosa cierta eso ¿no?, “Otros políticos más”. Capaz que a veces dejaban el vehículo en un lugar para moverse después a pies, caminando con tal de llegar a la familia. Y bueno, todo caía en el mensaje político, porque siem-pre caemos en esa mentira, porque somos pobres no podemos hacer nada, porque somos pobres no podemos pensar, porque por esto y por esto. Y sin embargo, unos compañeros pensaron distinto, que esto puede ser, que esto es creíble, que esto juntándonos podemos ser más fuertes, podemos pensar, unir pensamientos, no sólo que piense uno sino sentarnos y pensar cómo tratar de encarar esta situación, este problema porque algunos capaz lo ven mucho más antes que nosotros lo que se vie-ne venir. Y en el 92, en agosto del 92, nosotros armamos la Comisión, nos visitaron ellos, y empezamos a participar. Y hoy doy gracias a Dios que tengo compañeros que capaz que nunca los hubiera conocido. Y me siento parte, me siento familia, me siento hermano, y nos queremos todos, o sea con un sentido de amor, cariño y con una lucha de adentro, no con intereses de nada, porque los intereses los dejamos de lado. Sólo es el interés de que la tierra sea nuestra y de nuestros hijos y del futuro.

De ahí empezaron los problemas de cuando encaramos como Movimiento. Aprendí que en una ronda todos tenemos que pensar y no que piensen 3 ni 4, porque a veces algunos hablamos más porque conocemos, porque hemos andado más, te-nemos más libertad para hablar. Eso nos pasa siempre, que uno a veces no quiera opinar porque es nuevo, porque no conoce el ambiente donde se discute, y si hablo estará bien, estará mal. Nunca en el Movimiento se dijo, en el Movimiento y en la Central, del que opina que está acertado, nunca, todos tenemos derecho a opinar. Nadie sabe lo que piensa él, lo que piensa aquél, lo que piensa aquél. Es verdad o no, el único que a veces decimos: “Bueno, hay 10 para un lado y 3 para un lado”, supongamos que seamos 13. Y bueno, los 10 vamos para el lado que más se inclina. Y todo eso venimos conociendo y de esa manera de libertad de pensamiento, de opinar, de sentirse, cómo te puedo decir, que el objetivo es el mismo que tenemos.

Después empezaron los quilombos más grandes, empezaron la persecución, en el 94. El primero no sé, creo que fue uno de los primeros que era el Lote 4, porque el Lote 4 ya venía y la presión estaba sobre el 4. Y empezaron a llevar presos, en la época de Juárez. A Juárez nosotros le conocíamos en ese entonces como que era el único referente, caudillo, político que pueda hacer para los pobres, sin conocer una trayectoria de quién es Juárez. Porque hoy cuando hay compañeros que se dedican a estudiar la vida de uno, leerlo la vida de dónde viene, quién es, empezamos a co-nocer quién era el que estaba detrás nuestro. Porque el personaje no nos aparecía pero aparecían otros. Porque tenía el aparato instalado hasta en la escuela. Lo que decía el tata Juárez, el gobernador Juárez, tenía que ser. En la escuela había capaz

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que maestros que tenían título y tenían una enseñanza, pero capaz que ponían otro, porque si le enseñan a los chicos, le enseñan a pensar. Lo que pasa es que en la época de Juárez no te enseñaban a pensar sino que te mentían, mandaban otro que capaz tres días estaba afuera, enseñaba dos días, tres días. Así es, que crezca el chico sin pensar. “Ya tengo séptimo grado”, pero vos preguntale algo y no sabía nada. Era manera de equivocar a la persona.

Y de ahí empezamos dentro del Movimiento, y hasta que empezamos a conocer nuestros derechos constitucionales. Hasta creo que hoy debemos tener cada uno lo que es la Constitución nacional porque se repartió, yo lo tengo, y te dice cada artículo, de quiénes son los derechos, por eso a veces algunos se creen como que nosotros no sabíamos nada y estos saben todo. Así te dicen. Hemos hecho muchos talleres de reflexión, talleres de formación. Formación en el sentido del sentido co-mún, de querernos, gestos de solidaridad, que aquí había una cultura que ha sido realmente quitada. Nos quitaron la lengua. Contaban los maestros que pegaban nuestros hijos para que dejen el quichua, para que aprendan una sola lengua. Y an-teriormente, capaz que no lo sabían por no saber leer ni escribir, porque no tenían derecho a pensar, porque éramos negros, porque éramos indios, porque éramos vagos, porque eso es lo que siempre cabe en la cabeza de uno: “Son negros, son vagos”, que no tienen derecho a pensar. Cuando hoy descubrimos todas esas co-sas, que nosotros si queremos, podemos. En los talleres, nosotros tenemos que ser actores, no espectadores. Porque esperar que te traigan la solución, no. Tenemos que ser actores. O sea que todo eso nos ha ido enseñando la organización, y hemos conocido cumpas de distintos departamentos de la provincia. Me siento hermano porque nos compenetra la lucha. Y hemos aprendido también que no hay que pen-sar con el bolsillo, hay que pensar con el corazón. Pasar del yo al nosotros. Porque primero han sido todas esas costumbres, porque anteriormente vivían en comunidad los pueblos. Pero después ya somos individuales, si yo tengo 10 quiero tener 20, si tengo 20 ya quiero 30, si le puedo hacer laburar a mi vecino le hago laburar a mi vecino, si como yo no me importa si come el vecino. O sea que todas esas cosas han ido cambiando dentro nuestro. Y eso es muy importante para una organización. Y después mayormente, en el tema productivo, tenemos que producir nuestro propio alimento, no tenemos que ser dependientes de nadie. O sea que es algo muy lindo lo que hemos aprendido y ojalá que los chicos, todos, aprendan todo este sentido de vida que tiene la organización y apropiarnos de lo que queremos. Y lo que que-remos es un futuro con vida. Y no queremos que el día de mañana, a lo mejor, por renunciar a la tierra, condenar a nuestros hijos que sean pobres toda la vida, que no los podamos ver nunca más.

Rosendo: Bueno, yo aparte de eso del tema político voy a decir en aquel tiempo que yo he visto, vi pasar muchos gobiernos, que nos venían a veces a decirnos, nos

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decían un montón de cosas. El tema Juárez, que nos decían: “Ahora, si ganamos estas elecciones este campo ya se va a inscribir a nombre de ustedes”, por ejemplo, “a nombre de ustedes”, a nombre nuestro. Y entonces nuestro indígena viejo nos decía: “Bueno, vamos a apoyar a este tipo porque nos da esta palabra que nos dice…”, palabra de aliento sería, como que nos alentaban para que nosotros, todas las familias que estábamos en el lugar, tengamos que sí o sí darles el voto. Y bueno, nosotros era como que teníamos un cacique al frente nuestro, o sea, sería el viejo que vivía en el lugar. Nos decía: “Bueno, gente, vamos a votarlo a este hombre, vamos a darle, vamos a apoyarlo”. Y eran como 50 votos que había en el lugar. Y nosotros qué íbamos a hacer, nosotros teníamos que escuchar y votarlo. “Vamos a tener el campo con título”. Ganaba, con ese voto que le dábamos nosotros ganaba ese tipo. Y cuando lo íbamos a visitar en la intendencia, por ejemplo aquel tiempo de Cordero Gómez, cuando hemos ido un día a visitarlo, ¡no me conocía! (risas). “Señor Gómez, andaba en las casas golpeándonos la espalda a nosotros usted, ¿y ahora no me conoce?”, le digo. Y así los distintos gobiernos. Nosotros apoyábamos al gobernante que más o menos veíamos que iba a ganar, que iba a presentarse allá, y don Pereyra nos decía: “Bueno, apoyémoslo a éste”. Cuando yo he votado a Mus-ta, digo la realidad, he votado a Cordero Gómez, al señor ése Juárez lo he votado. No sé cuántos votos tengo yo en mi libreta (risas). Los hemos votado, ahogados por sus palabras, y sin embargo nunca ha pasado nada, nunca ha pasado nada. Íbamos a visitarlos en la intendencia, no nos conocían. Y éramos gente que le habíamos dado el voto, que además hemos logrado hacer un triste rancho en el pueblo con todos los gobernantes. Yo por eso digo que el gobierno toda la vida es mentira, nunca habla la verdad, toda la vida es mentira la parte gubernamental. No como nosotros, por ejemplo, estamos armados ahora (risas). Armados como personas. No, no estoy hablando de armas de fuego. Estamos armados, sí, armados como personas, como gente que estamos luchando duramente, voy a decir, por la verdad, no con mentiras. No como el gobierno. Yo no me recuerdo nuestra organización cuántas sedes ha tenido. Ha tenido 5 ó 6 sedes, no me recuerdo, 6 me parecen que eran. Un día es-tábamos en un lado, 1 mes, 2 meses estábamos en un lado, alquilando. Por ahí nos pateaban, no pagábamos las cosas, y bueno, a otro lugar, a molestar en otro lugar. Así hemos andado rodando muy mucho tiempo, hasta que se ha logrado hacer esta oficina, me parece que es. Y de ahí hemos empezado, y ahora no, pa’ ningún lado. Y no estamos en partes políticas, estamos en partes nuestras. Así que entonces ahí veo que lo nuestro es positivo, lo del gobierno no.

Beco: Por ahí yo me acuerdo también, en unas épocas de lo que decían, yo antes era una persona de muy poco hablar. Yo siempre, muchas veces, participaba y nunca, nunca me salía una palabra, siempre estaba escuchando, escuchando. Y a medida de eso yo creo que la única escuela que hemos conseguido ha sido dentro de la organización. En donde la organización nos enseñó a formarnos, a conocer los

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derechos, a ser solidarios, porque quizá antes nunca habíamos sido solidarios, nunca nos han enseñado tampoco eso en la escuela. Y me acuerdo lo que está diciendo el compañero, eso es cierto, hemos cambiado como 4 ó 5 sedes en el pueblo. Después hemos hecho venta en conjunto y yo he sido uno de los que he cargado un equi-po, porque yo sembraba mucho algodón antes, y ahora no lo quiero hacer porque veo que me iba fundiendo el veneno. A mí el olor al veneno ya me hace bosta. He cargado un equipo, una plancha para La Banda. Y lo que más siempre me gustó, y siempre voy a decir a todos los compañeros que es lo mejor que hay, es las críticas de compañeros, que si te está diciendo algo, ni aunque por ahí vos digas que estoy bien, me siento que estoy yendo bien. Y eso siempre me ha quedado grabado para mí, que me critiquen, y después reflexionaba, capaz en ese momento me agarraba como que me enojaba, me iba y me sentaba o me acostaba en la cama y pensaba, y después decía: “Pero qué pelotudo que soy, si me está diciendo para bien”. Y de eso iba valorando porque yo hoy veo que nosotros todos tenemos valor, toda per-sona tiene valor, nada más que nos han hecho dormir a nosotros. Nunca nos han enseñado el futuro de cada uno, dentro de esto yo conocí el futuro. Y a mí me sale de corazón, yo siempre he dicho que lo único, lo mejor que he encontrado, es la organización, de mi vida.

Yo conocí a los compañeros, habré tenido unos 23 años, pero nunca, nunca, nunca decía nada. Habrá pasado 6, 7 años y nunca decía nada, porque era una persona muy de poco hablar. Y aquí encontré mi familia, dentro de la organización. Yo tenía muchos familiares en Quimilí, tenía tíos. Pero yo me siento más bien y me siento feliz, vengo a mi casa aquí, adentro de la organización, es mi casa también. Y yo creo que todos los compañeros tienen que sentirse así, porque esto es casa de todos. Es casa de solidaridad, casa de compartimiento, hemos compartido, y hoy Mirta contaba, eso era muy cierto, compartíamos la yerba de hoy para mañana. Y eso nos enseña a crecer a uno, nos enseña a ser solidario. Hemos pasado muchos sacrificios dentro de la organización pero hoy vemos con los propios ojos el futuro que tenemos, porque lo tenemos al frente, no como los políticos que hoy van, te ofrecen algo, porque vie-ne la elección, te ofrecen que te van a dar todo pero suben al poder y no te conocen más, como dice. Eso es cierto, yo estas últimas elecciones no he dado voto a ningún partido político, pero sí iban a mi casa y me decían: “Tomá un bolsín”, y ahí nomás trae el bolsín (risas). Todo lo que me ofrece y todo lo que me dan los políticos lo voy a agarrar, porque tengo la conciencia de lo que hago y de lo que hacen. Porque ellos nos usan a nosotros y si nosotros no los usamos a ellos, somos unos pelotudos. Cómo no lo vamos a usar nosotros sabiendo lo que nos hacen. Porque yo sé lo que hacen los políticos, y sé gracias a la organización, no porque ellos te van a decir lo que hacen, te mienten toda la vida, eso es cierto. Todos los compañeros tenemos mucho, mucho valor. Hay que valorizarse lo que somos. Y dentro de la organización hicimos muchas cosas. Mucho día a día, mucho, y a veces se olvidamos un poco de

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los principios. Nosotros antes hacíamos muchas evaluaciones, todos los años ha-cíamos evaluaciones. Cómo funcionamos. Cada años hacíamos una evaluación, y después hacíamos una forma de planificación para seguir los pasos que íbamos a seguir haciendo. Y eso nos ayudaba a formarse, a formarse prácticamente a uno. Y el valor, lo más hermoso que encontré. Bueno, no sé, si un compañero quiere seguir contando…

Doña Mirta: Yo voy a comentar un poquito también, voy a ir medio para atrás. Hace un rato Ñato decía algo de la producción, y Beco también estaba contando un poco eso del algodón. Cuando cosechábamos, siempre venía un intermediario y llevaba la producción, el mejor algodón. Él cargaba todo y llevaba todo el algodón, porque él, durante la época de siembra, traía todo, la mercadería. Todo lo que la gente necesitaba le daba él. Cuando cosechaba la gente, él venía y cargaba todo y llevaba. Entonces después, cuando nosotros estábamos organizados, pensamos que no podía seguir así la cosa. Entonces, ¿qué vamos a hacer? Bueno, vamos a juntar un algodón para pagarle al intermediario y el otro algodón vamos a venderlo a otro lado. Entonces se ha logrado hacer algunas planchadas en algunas comunidades, y bueno, se ha buscado en qué trasladar el algodón y buscar un buen precio. A él le entregamos un algodón de menor calidad, y el mejor algodón, ése cargábamos en un equipo y llevábamos a vender en Reconquista de Santa Fe. Y ahí logramos un buen precio, y ahí también nosotros empezamos a ver que juntos podíamos lograr lo que nos proponemos. Lograr un buen precio y también tener una buena produc-ción para eso. Y entonces después, ya nunca más el intermediario ha estado, sino nosotros ya dependíamos de nosotros mismos y de nuestra organización. Y después hemos seguido produciendo y también hemos seguido vendiendo sobre la produc-ción que hacíamos en conjunto, y hemos vendido ahí, como digo, en Santa Fe, y también hemos vendido aquí, en La Banda en Santiago. Donde nosotros queríamos vender nuestro producto, vendíamos. Porque ya nadie venía a traernos las migajas, y después a llevar todo nuestro trabajo, nuestro sacrificio, que es cuando uno siembra y tiene que cosechar. Porque sembrar algodón se siembra el primer día y se tiene que cuidar hasta que se termina de vender el último kilo, es así la producción del algodón. Eso era para terminar la historia del algodón (risas).

Paulo: Algo para agregar también, porque a lo mejor no está presente hoy. Don Raimundo Gómez, el papá del Ñato, y el Gringo, Gringo le digo a Ángel, este Hugo Ramírez, doña Mirta, son ellos los que empezaron con este pensamiento de que or-ganizándonos podemos conseguir algo, podemos pensar de otra manera, podemos descubrir algo dentro nuestro y podemos crear algo dentro del corazón de cada uno. O sea que a lo mejor don Raimundo no está, que para mí está presente, para todos. Son esos pilares que empezaron esto, y bueno, después se va construyendo con sacrificio, entre tantos palos que ponen en las ruedas y con todo una politiquería

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de gobierno en contra. Y quiero llegar a esto de un primer desalojo también, porque ahí ha sido sentirse parte de uno. Ha sido en el 2000 en los Guevara, cuando por primera vez teníamos nosotros una prueba como organización para soportar o parar un desalojo. Y bueno, no se pudo a lo mejor parar, pero después nos hemos juntado a pensar qué es lo que queremos. ¿Qué es lo que queremos? Queremos la tierra, bueno, hay que luchar. Si hay que morir, alguien se salva porque aquí la lucha sigue. Y la cuestión que hoy los compañeros Guevara están, han tenido ellos 3 desalojos, en 2 quemaron las casas, pero hoy ellos están en la tierra. Y así en otros lugares también han volteado casas, pero están en la tierra. O sea que nosotros somos concientes de que vamos a pasar momentos duros y los momentos duros nos tiren para atrás, pero retroceder o renunciar, jamás. Y así compañeros han ido presos, cuando uno va preso vuelve más perro, decimos nosotros. Porque hemos desafiado algo que no lo vamos a dejar. Hemos desafiado algo que es la vida, el futuro del pueblo campesino. O sea que así todos los otros compañeros se van transmitiendo, vamos cosechando experiencia porque algunos no conocemos, otros no sabemos. Y bueno, cae un compañero preso y no sabemos si hay que estar 2 días, 3 días, una semana, pero hasta que no quede en libertad tampoco vamos a dejarle tranquilo. Ésa es la lucha, es el sentirse dentro del cuerpo de cada uno. Sentirse, porque uno no puede estar sentado si hay un compañero que está preso, porque la causa es la misma, es la tierra, es la salud, es la educación, y es todo lo que es el medio ambiente y contaminación. O sea que para nosotros es un desafío. Y bueno, el desafío está. Seguro que a lo mejor hay compañeros que balearon, pero tampoco esos compañe-ros se fueron, están. Y si algún día nos tocan, quedará en el recuerdo de todos. ¡Qué orgullo sería! porque si tengo que elegir, a veces he dicho aquí, si tengo que morir quiero morir primero y no morir al último.

Leticia: A ver, yo me sumé a este carro, que lo hicieron los compañeros como bien ha nombrado Paulo, en el año 94. Para mí llegar a conocer la organización fue algo que encontré, algo que quería. Porque no sabía dónde ni qué lo que quería, adónde estaba ni cómo estaba. Y llegando empecé a encontrar mucho compañerismo, se discutía las cosas, se daba participación, había muchos talleres de reflexión, eso me gustaba mucho porque veíamos el por qué nos pasan tantas cosas que nos están pasando, y no solamente estábamos los hombres, las mujeres también, preguntan-do. ¿Y por qué las mujeres en algunos casos no podíamos participar? ¿Por qué a veces nos costaba un poco más? También era reflexionar eso. ¿Qué es lo que nos venía pasando? Y así fuimos aprendiendo que, tanto hombre y mujer, podíamos, que teníamos los mismos derechos a participar, a opinar, a reflexionar, y armar, así como decía, las primeras luchas, las primeras resistencias. Y me parece, a mí me ha quedado muy, muy grabado, o sea me identifico mucho cuando hemos preparado la primera marcha campesina. La primera Marcha del Cencerro, que hicimos aquí en Quimilí. Me acuerdo esa preparación, sabíamos estar hasta cualquier hora de

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la noche discutiendo cómo vamos a hacer, cómo vamos a enfrentar, qué es lo que íbamos a decir. Pienso que eso me ha quedado muy, muy, muy grabado. Y cada vez que veo esos videos me emociona mucho, porque veía que era cierto lo que estába-mos sacando de adentro. ¡Porque había mucha fuerza en los compañeros adentro! Es como decía el compañero, estábamos dormidos, no nos dejaban pensar, no nos dejaban salir adelante. Nos decían que no servíamos. Como decía, hemos resistido, y la primera vez que hemos ido yo la verdad que tenía unas ansias de ir a ese des-alojo que le hicieron a los compañeros. Y cuando fuimos, yo la verdad que estaba, había personas que me decían que no vaya. Hasta último momento, y gracias a los compañeros que me han apoyado, he ido ahí porque yo quería estar en eso. Y eso ha sido un lugar de formación, un espacio pero grandísimo para mí, porque he podido despertar, he podido ver y he ¡podido actuar! ¡no ser desde afuera, mirar desde afuera, sino estar adentro! Y muchas veces he estado en el campo, a veces escuchando por radio sabía que alguien estaba detenido en tal lado y no podía ir. Y escuchaba, buscaba en todos los diales de las radios ¡que alguien diga algo! Para saber qué pasaba. Y no me podía encontrar, por ahí un pedacito, “Ah, sí, fulano. Ay ¿será así, por qué será esto?”.

Entonces, creo que es cada uno de nosotros el compromiso que llevamos. Y eso me parece, más allá que a veces estamos en el fondo del monte, a lo mejor sembran-do, arando, cuidando las chivas, lo que fuese, también estamos con el compañero o compañera que están pasando por malos momentos. Y creo que también esto nos ha ayudado, ha sido una buena formación que compartimos las alegrías y las tristezas. Porque también tenemos alegrías, y también tenemos tristeza, y a veces tristezas muy grandes. Pero el compartir entre todos creo que es más llevadero. Y esto, al ir caminando esta organización, vamos sumando unos, y muchos van que-dando. A lo mejor algunos se vuelven a integrar. Otros, bueno, se quedan, vaya a saber por qué. Y en esto, el ir caminando en esto de ir sumando, decimos, porque hoy estamos viendo la organización mucho más grande. Y estamos no solamente ya en la Central, sino ya tenemos fábricas. Los compañeros ya vemos entre nosotros que podemos producir, que no dependemos de que nos vendan desde otro lado. Que vengan a vendernos un frasco de mermelada o salchicha o caldito. Lo podemos hacer en casa y con lo nuestro. Producir nosotros mismos. Y nosotros mismos lo que estamos cuidando de esto. Y esos valores los tenemos entre todos un poco. Lo vemos por las articulaciones que tenemos. Sacar nuestras propias medicinas, que salen de nuestros propios campos, nuestros propios montes, de los animales, la gra-sa. Y todo esto estamos consiguiendo gracias a los intercambios que tenemos, a los intercambios de saberes, que le decimos. Yo por eso creo que estamos llegando a un lugar que hemos tenido que armar grupos de trabajo, o sea secretariados. Tanto de producción, de comercialización. Que haiga grupos para organizarse mejor, para poder trabajar, y ver que tenemos nuestra producción. Que podemos y sabemos,

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porque nosotros tenemos la capacidad de trabajar la tierra y de producirla. Y pode-mos alimentarnos sanamente.

Carlos: Les quería pedir disculpas que me voy a retirar, porque se me vence la hora para los cabritos y los dejo y voy a regresar a mi rancho. Quedan con los compañe-ros, con el resto de los compañeros.

Paulo: Sí, algo para agregar después. En la organización hemos ganado y hemos perdido cuando hablamos de derechos, el derecho del niño, el derecho de la mujer, el derecho a la educación. Porque vamos, venimos capaz de una cultura donde la mujer era para la casa, el hombre para la calle. No tenías la igualdad de participa-ción. Aquí hemos aprendido que todos tenemos derecho a participar y formar parte de esto. A veces, si tenemos tareas y actividades, si la mujer tiene que salir, se va y bueno, alguien tiene que quedar con los chicos. Más sabiendo que a veces no tenemos un hermano, un hijo mayor, un hermanito mayor que nos cuide, hablando de 14 ó 15 años, que se pueda hacer responsable. Porque a veces venimos de una familia que tienen todos chiquitos y todavía no son capaces. Y bueno, a veces eso nos imposibilita las actividades. Pero hemos podido conocer el derecho a la mujer. Hay leyes que dan derecho a la mujer que capaz que no las conocíamos, pero hoy conocemos los derechos y ellas saben sus derechos. A que nadie puede venir y po-nerles el pie encima o decirles: “Tienes que hacer esto o esto porque si no...”. Y te enfrenta así porque si quiere ser libre, hay que decirse y enfrentarse. Porque si no nos enfrentamos para ser libres, siempre quedamos humillados. Y eso también es parte de una formación, de una construcción, porque si no somos los que veníamos siendo. Si no parece que tenemos el dominio, y bueno, a veces caemos que, por machistas o por feministas, como queramos llamarle, hay los derechos que son de cada uno. El derecho a compartir, porque antes decían que era “mi mujer “ y hemos aprendido también que nadie es de nadie. Compartimos capaz una vida, pero nadie es de nadie. Yo no soy de ella ni ella de mí, cuando no queremos nos abrimos, y para eso está la libertad de que uno no pueda ser sometido ni tampoco vivir semejantes a lo mejor torturas o a lo mejor maltratos, sin merecerlos. Porque también para qué queremos una mujer maltratada. Si el padre la maltrata, entonces que la hija se está criando con esa mentalidad de que el día de mañana ella está para que la caguen a palos, vamos a decir así en criollo. Si en ese espacio de formación nosotros no somos concientes de enseñarles esto, y bueno, es una parte de esta construcción también que estamos llevando, que es el género, el derecho de las familias. Como exigimos el derecho a la salud, a la educación, también tenemos que exigir en nuestros hogares el derecho, la relación, y no porque sea un padre y mi hija porque sea mujer ya, la tengo capaz hasta los 20 años y después me aparece así. ¿Por qué? Porque no le supe hablar, no le supe decir, no le supe aconsejar. Yo tengo una hija que me dice: “Papi, de los 10 años que me dices eso”; pero yo le digo: “cuidate”; de los 10 años

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le digo, ella va a cumplir 13. “Cuando vos sales tenés que avisar y qué hora vuelves porque tenemos que tener un cuidado”. Por aquí, viste, está a salvo, sabe que ma-ñana, qué hora salió, por poner un ejemplo, a la Mariana. Le pregunto al hermano, no sabe. “Cómo no sabes, tenés que saber”. Tiene que saber la madre, por lo menos para tener pistas dónde ha ido. Porque si “Voy a la casa de un amigo”, voy a la casa de un amigo. Si “Voy a la casa de mi tía”, me voy a la casa de mi tía. Porque con todas las persecuciones, las amenazas que tenemos, no caigamos en un error de descuido, mayormente. Es demasiado fulero, por un descuido, que no encuentres a tu hija y te digan: “Aquí está tu hija”.

Winchi: Por ahí nos podrían contar un poco qué pasó con cada uno de ustedes y con las formas de comunicación, y de poder hacer cosas o no, durante esos años feos del 76 al 83.

Paulo: En el 76 era en la época de la dictadura. Un montón de parientes nuestros que han ido, porque iban a denunciar, te maltrataban, te torturaban a vos. Ellos te-nían todo el derecho. Los mismos pobladores se han hecho ir respetando las casas porque el alambrado es así, había una casa aquí y la hacían para acá, iban así, iban haciendo. Ellos mismos le han hecho alambrando, porque les pagaban pero como que no se sentían, parece, dueños… Y antes, por un hecho cultural nadie tenía el título de propiedad. Todos eran campos abiertos. Todos se manejaban así, pero nun-ca habrán pensado que la tierra iba a pasar a ser propiedad privada. Nunca. Pero los años pasan y hoy la tierra pasa a ser un producto más del mercado. Hoy lo que están haciendo es vender tierra, o no sé si ven los carteles que están ahí dice: “Rumbo al Norte ventas de tierras”. Un semejante cartel que está ahí con números de teléfonos, o sea que habría que ir a entrevistarlos a esos quiénes son, esos números de teléfo-nos y entrevistarlos: “Quiero comprar tierra”; capaz si tengo otro carácter me voy a averiguar. Pero, bueno en los 70…

Angel: “Rumbo Norte” tiene que ver con el algarrobal ¿no?

Paulo: No, lo que está el cartel ahí. Y bueno, se van dando todas cosas, y demos gracias que algunos pensaron que nos podíamos organizar, porque si no, les digo, así de seguro que todos hoy capaz que estamos junto a la ruta. ¡Junto a la ruta, eh! Así, junto a la ruta…

Beco: Si no existía la organización, este tiempo no íbamos a existir los campesinos, íbamos a estar en algún pueblo o en alguna villa. Todos, todos juntos gracias a la resistencia estamos en donde estamos ahora ¿no? Todos los compañeros ¿no? Y después, viendo de lo que contaban, yo también en esa época del 70 y pico habrá sido en donde salió mi padre, él estaba en otra zona y ha venido, ha comprado, me

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han dicho que han comprado y ahora se ha enterado que, hace poco, recién han blanqueado el campo ahí, Nino Prieto, que le decimos. Nosotros éramos de una zona y han venido y han dicho que ellos eran los dueños y bueno, como nadie cono-cía la ley, teníamos que salir y se fuimos ahí, en el campo de mi tío, en una esquina donde en esa época de Juárez expropió las tierras. Ahí ellos han solicitado también, han sido solicitantes. Así que nosotros, sin decir nada, hemos salido de ahí. Ahora ya estamos en un lote de al lado, porque hay una zona donde, como Paulo contaba hace un rato, es la zona más codiciada porque antes eran todos campos abiertos, no tenía alambre, y ahora todos los campos son cerrados, todos son alambrados. No hay un campo que no tenga alambre. La zona de lote 4, lote 5 está todo rodeado, son propiedad privada. Decí que si no habría sido la organización, estamos resistien-do y estamos en unos lotes ahora, en esos lotes.

Paulo: Desde que existe la organización no va a decir que un campesino ha sido desalojado o ha tenido que abandonar la tierra por un desalojo. O sea que muchas veces en los medios dice que un campesino desalojado, que se van, que van a los pueblos. De lo que existe la organización, ningún campesino ha sido desalojado. Al contrario, capaz que queramos más campesinos que vengan, porque cuando más somos, más fuerza sumamos. Eso es lo que para nosotros es un desafío del mañana, de que nuestros comprovincianos se tengan que volver, porque no sé si hablamos de 600.000 campesinos que estamos en otro lado, 800.000 en la provincia. Si te-nemos que volver todo eso, en Santiago hay tierra para vivir millones. Pero aquí en Santiago, con la política de gobierno que tenemos, no responden a los reclamos del campesinado, y es el movimiento quien es que tiene que oponerse a luchar, resistir y hacer otra política más justa, más digna, una política con más participación. Una política con mejor distribución de los bienes que tengamos. Yo pienso que, si todos pensamos que no solamente vamos a hablar de Santiago, del MoCaSE, sino de todas las provincias, sería un desafío nuestro de construir algo para el bien de un país y de la humanidad. Yo pienso que es posible. Pasarán años pero yo pienso que esto se tiene que dar. Desde la universidad, desde todos los lugares que estemos, yo pienso que es un desafío de todos para que estas políticas cambien porque si no... Hoy mismo estaba viendo cómo se va al carajo todo lo que es la canasta familiar, hoy ya nadie la alcanza. Yo pienso que de todos los sectores tenemos que hacer frente y tenemos que construir de donde estemos. Nosotros, los campesinos indígenas no vamos a hacer, la universidad no lo va a hacer, las comisiones barriales, populares, lo que le llamemos, todos los que seamos, podemos construir este futuro entre todos. Y aquí no pensemos en ninguno sino pensemos en todos. No pensemos quién se salva. Lo que pasa es que estas políticas hay que tratar de hacerlas mierda, porque realmente van en contra.

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Winchi: Nos han estado contando algunos de los compañeros cómo antes pensa-ban en uno ¿no?, en el rancho propio o no solidariamente. Y después empezaron a contar cómo había cambiado todo una vez que se juntaron. Y nosotros nos pre-guntamos cómo fue el cambio, cuál fue el momento bisagra. Cómo empezaron las charlas, a pensar que juntos era distinto. Porque ustedes mismos nos contaron que al principio no era así.

Hugo: Claro, al principio éramos 13 comisiones de barrio. Y con el correr del tiempo era muy difícil llegar hasta cada lugar, teníamos una sola camioneta y había que hacer 40, 50, 60 km. No estaban todas juntas, aquí en Quimilí, las comisiones. Esta-ban para el lado del Toba, para San Francisco, Pozo del Tigre, Rincón del Saladillo. Y era muy difícil, a veces nos quedábamos sin combustible, no teníamos plata para el combustible, no había medios, no teníamos ninguna entrada de plata. Teníamos que poner cada uno, incluso la señora, la Flaca, teníamos que sacarle los pocos mangos que ella ganaba como maestra para poder llegar a las comunidades, para conversar con la gente, ¿viste? Y así ha llegado un tiempo que hemos llegado a quedar 4 ó 5 comisiones, ¿no es cierto, Mirta?, que decíamos: “Todas las semanas nos reunimos”. Y decíamos: “Qué sentido tiene esto si quedan 2 ó 3”, si habíamos desaparecido la mayoría. Era una época crítica. Y ahí es donde ellos contaban que teníamos que secar la yerba del mate y compartir, y así se siguió hasta que después se volvieron a sumar, cuando empezaron los problemas de tierra se comenzaron a sumar más, más comunidades otra vez. Y después, ya se volvió a armar de nuevo la Comisión, a reforzarse más.

Doña Mirta: Yo voy a comentar un poco de cómo para mí ha sido el cambio. No-sotros, la familia, antes no vivíamos en el mismo lugar adonde vivimos, vivíamos en un campo de un pariente de mi marido. Y él trabajaba de peón ahí, él cuidaba vacas y eso. Y nosotros con Hugo, yo, Hugo y Darío, mis hijos, desmontábamos, todos los años desmontábamos una parcela de 2 hectáreas de monte para sembrar algodón. Sembrábamos algodón y después el pariente, el patrón al año siguiente, cuando no-sotros levantábamos el algodón nos decía: “Ahora yo voy a ocupar este pedazo de tierra, ustedes destronquen más allacito, otra parte”. Y como era el campo, él sem-braba ahí y a la par, había algo más o menos medio descampado y nos hacía limpiar ahí para nosotros: “Ahí van a sembrar ustedes”. Otra vez y así todos los años que estábamos ahí nosotros hacíamos ese trabajo. Sembrábamos algodón y cosechá-bamos ahí y limpiábamos y mi marido trabajaba ahí. Mi marido se había renegado, porque antes el padre de ellos tenía un campo, y cuando la madre de él ha fallecido, el padre ha vendido el campo a unos parientes, ha vendido el campo y los ha dejado sin nada a los muchachos. Él renegaba siempre porque tenía que estar trabajando él para otro, cuando ellos se habían criado trabajando siempre para ellos. Y yo le sabía decir: “Bueno, hombre, no te hagas problema que un día vamos a comprar

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un campo”, como si fuera tan fácil comprar un campo. A medida que nosotros íba-mos trabajando ahí hemos ido criando vacas, hemos ido criando animales, así que nos dejaba criar el patrón. Y bueno, eso después nosotros hemos vendido y hemos comprado un pedacito de tierra aquí en Santa Rosa, que apenas son 10 hectáreas de tierras. Eran 11 hectáreas, pero realmente son 10. Entonces nosotros hemos com-prado ahí y nos hemos venido. Él parece que pensó, él nos ayudó a gestionar todo para que compremos. Parecía que la idea de él era que nosotros íbamos a comprar y nos íbamos a quedar, seguir quedando con él. Resulta que nosotros compramos y nos venimos aquí, a Santa Rosa, con todas las cosas. Entonces le pareció mal a él. Y nosotros le hemos dicho: “No, esto es de nosotros, tenemos que cuidar”.

Cuando nosotros venimos ahí, la gente se estaban organizando porque justo es-taba lo que hoy hablamos de los créditos algodoneros. Ahí andaban, y justo había también campaña política en ese tiempo. Estaban preparándose para las elecciones. Y bueno, ahí nosotros hemos participado en una reunión que había en el barrio, hemos estado ahí en donde se habló mucho eso del algodón. Nosotros algo enten-díamos, algo no entendíamos, porque era la primera vez que íbamos a participar ahí. Y bueno, ahí lo conocemos al compañero Ángel también, ahí hablamos un poco con él. Pero después nosotros hemos seguido conversando con la gente, hemos formado una comisión ahí del barrio, para hacer ese trabajo; seguramente que era del crédito, que ya no me acuerdo bien, pero era para hacer cosas así. Entonces después, como que se ha politizado tanto, nosotros nos hemos quedado un poco.

Después, al poco tiempo de eso, ha aparecido un cura de la iglesia también, que no sé si todo eso a nosotros nos ha ayudado más, un poco, a ver las cosas. Ha apa-recido y quería hacer las misas, y después quería hacer una iglesia, y anduvo por la comunidad vario tiempo dando vuelta, haciendo las misas en un lado y en el otro. Un día nos ha pedido que le prestáramos, que le dejáramos hacer la capilla ahí, en un lugarcito, si le podíamos donar. Entonces nosotros le hemos donado ahí un pedacito de tierra para él, para que hiciera la capilla, y hizo una capilla el padre ahí, bueno, ayudado por nosotros, por la comunidad y por todos. Y después, otra vez de vuelta, nosotros cosechamos el algodón que habíamos sembrado ahí. Y después el patrón quería que volviéramos, le digo: “No, cuando cosechemos el algodón sí voy a ir, pero ahora yo me voy a quedar aquí”. Cuando ya tuvimos cosechado el algodón, yo ya me había acostumbrado ahí, en lo que era mi lugar. Y entonces, mi marido se había vuelto a trabajar con él, ha estado 3 años también ahí trabajando y cuando él venía nos ayudaba a hacer el trabajo a nosotros ahí. Así que él también se iba acostumbrando, así que a los 3 años él ha vuelto a venir con nosotros y lo ha dejado al patrón, ya lo ha dejado para siempre. Ha venido y ha empezado a trabajar, ha em-pezado a hacer el trabajo para nosotros, y bueno, se ha quedado ahí y vivimos ahí. Pero mientras tanto yo me había quedado ahí, nosotros seguíamos participando en

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las reuniones que estábamos hablando primero, ahí a medida que pasaba el tiempo íbamos participando porque mi marido decía: “Vos participá igual aunque yo no esté”. Así que yo igual venía a las reuniones, y todo. Y bueno, ahí vamos viendo cómo uno va cambiando porque la gente misma del barrio por ahí criticaba porque yo venía para la reunión, mi marido no estaba: “Se va esta mujer, anda hasta qué hora por ahí y vuelve de noche”; porque a veces volvíamos de noche, en el sulqui, semejante frío a veces. Yo igual venía, no hacía caso a eso. Y hoy yo decía que a veces visitaba a la familia y que cerraban la puerta, y así hacían. Yo me iba a la casa de ellos, golpeaba las manos y no aparecía nadie. Pero yo seguía insistiendo, seguía insistiendo, iba igual. Y por ahí la gente, hacíamos reunión, convocábamos, a veces iban y a veces no iban. Y entonces por ahí me decían, cuando me encontraban en el camino: “¿Y, doña Mirta, cuándo va a hacer reunión?”. “Y, no sé, ya vamos a ver cuándo”. “Bueno, cuando hagamos yo voy a ir, avíseme, yo voy a ir”. Era como que la gente tenía ese miedo de participar. Miedo de no sé, desconfianza tal vez de los políticos, porque ellos siempre les daban esas migajas que dan, de chapas, de mer-caderías, de todo eso ¿no? Y yo estaba en eso.

Ahí he ido cambiando, no sé cómo pero ni yo misma sé decir cómo he ido cambian-do. Porque yo iba para la gente, yo veía que la gente no me quería atender, pero yo seguí insistiendo y volvía a ir una y otra vez. Capaz que ahora si tengo que ir no lo haga, pero entonces... Y así he ido cambiando, y así hemos logrado nosotros de poder hacer participar a la gente y que la gente comprenda que nosotros éramos los que teníamos la problemática, no era la gente que nos acompañaban. Por ahí me decían: “Ah, doña Mirta, pero estamos nosotros nomás, no está el principal”. “Y ¿quién es el principal?”. “Y... los técnicos”. “No, cómo van a ser los técnicos, nosotros somos los principales, las necesidades son nuestras, nosotros no tenemos agua, nosotros no tenemos esto, no tenemos...”, y empezábamos a enumerar cosas.

Bueno, así hemos ido haciendo que la gente participe, y nosotros también participar y conocerla a la gente. Porque yo a la gente realmente ahí no la conocía, ellos no me conocían. Pero yo quería que la gente participe. Entonces ése ha sido un cambio para mí total, de haberme animado a hacer participar a los demás, de visitar a los demás, darme ese ánimo y ahí cambiar. Porque si no, no sé si hubiéramos seguido viviendo allá donde estábamos, hoy seguro que sería mi marido peón de los sobri-nos que han quedado ahí y no hubiéramos sabido todas las cosas que nosotros he-mos aprendido aquí, lo que yo he aprendido aquí en esta organización. Yo aprendí un montón de cosas, mis chicos conocen un montón de cosas, han aprendido; mi marido también ha aprendido un montón de cosas. Entonces no hubiera sido posi-ble cambiar así, si no hubiera sido que hemos entrado aquí en esto. Yo apenas he ido a la escuela, un año he ido a la escuela. Y he aprendido a leer leyendo papelitos que mi padre traía envuelto la mercadería, y él me hacía leer. Y así he aprendido a

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leer, y después he aprendido aquí. Aquí he aprendido a sumar, a multiplicar, a restar, a un montón de cosas y, también a llevar más o menos una administración de las cosas de la organización. Eso he aprendido aquí ¿no? Entonces por eso digo que el cambio mío ha sido así, en todas estas cosas, ahí he cambiado. No sé cuál ha sido lo que me ha hecho cambiar, pero la cuestión es que he cambiado y soy otra persona. Antes yo discutía por cualquier cosa con mis hermanos, con quien sea. Discutía a muerte y me enojaba y no lo iba a hablar, y que no me vengan a hablar tampoco, así discutía estupidez. Es estúpido discutir así. Ahora no, yo aquí discuto con mis compañeros, discutimos cosas y sabemos que vamos a discutir para construir algo, no discutir a la tontera. Y también yo, como decían los compañeros, me siento feliz aquí en esta organización. Yo he tenido la suerte, he participado con mis compañe-ros, con un montón de varones, hemos sabido ir a las primeras salidas; a los primeros lugares que íbamos yo participaba, iba con ellos. Ellos me cuidaban a mí como si yo fuera la madre. Me atendían bien que yo coma, que yo esté bien, todo así, todos los compañeros. Así que yo soy orgullosa de ellos que han sido muy buenos compañe-ros míos y seguimos estando juntos, y cuando no los veo, a veces yo me quedo un poco en mi casa, los extraño, porque sé que aquí hay que estar todos los días viendo cosas, qué está pasando en un lado y en otro. Así que eso es lo que puedo contar del cambio que yo he tenido aquí en la organización. Y soy muy feliz aquí en esto porque aquí se aprende de todo.

Y también otra cosa que no quería dejar pasar es que, como hace rato hablaba Paulo ahí de las mujeres, también ha costado mucho hacer participar a las mujeres. También eso hemos ido trabajando en las comunidades haciendo que participen las mujeres. ¿Y qué hemos hecho también? Habíamos conseguido nosotros en los primeros años, no sé si era por el 91, por ahí, hemos conseguido un proyectito de Holanda. Era para comprar cabras, esas cosas. Ah, de la embajada de Holanda era. Entonces nosotros decíamos qué íbamos a hacer con esta plata. Era el primer proyectito que nos había ingresado. “¿Cómo vamos a hacer?”. Entonces decimos: “Si le damos a la gente así por dar, es lo mismo que los políticos. Es igual que los políticos. Le damos y después no nos importa si crece o no crece. Entonces vamos a hacer pequeños créditos para las mujeres”. Como las mujeres nunca tenían eso de decir que van a sacar un crédito, que alguien le va a dar algo, siempre se dirigían a los hombres todos los créditos. Creen que los hombres nomás van a pagar. Enton-ces nosotros decimos: “Vamos a hacer para las mujeres”. Y hemos hecho créditos, hemos comprado cabras, hemos hecho créditos de 10 cabras más un chivo para que produzcan y que devuelvan en 2 años. Y en 2 años tenía que haber otra familia que tenía esperando. Eso ha sido un crédito, un fondo rotatorio muy importante, y eso ha sido algo muy lindo. Todavía existe, está por ahí todavía andando. Así que eso es algo importante. Y también hemos hecho talleres con las mujeres, hemos hecho participar a las mujeres. Y bueno, así que antes éramos una o dos las que estábamos

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pero después ya somos muchas mujeres que estamos en el movimiento. De cada comunidad hay varias mujeres que están participando. Y eso. Y de tantas cosas que tenemos en la cabeza, todo se nos escapa (risas).

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Paulo: No, el cambio viene dando a través de la participación, de juntarme con uno o con el otro. De decirles: “Cómo no pueden cambiar ustedes”. Porque siempre se daba del, como contaba el Ñato, que te lleva la mercadería, te lleva, te fío, pero cuando te fío te cobro el doble y te pongo el precio a tu producto. Y todo quedaba en ellos, porque ellos hacían todo, te ponían precio a lo que te llevaban y a lo que te retiraban. Y bueno, ir cambiando es conciencia ¿no? de cada uno ir transmitiéndole al otro: “Che, tenemos que cambiar esto ¿por qué tenemos que entregar?”. Si mal no recuerdo en el 94, habrá sido uno de los proyectos donde se compró el camión, que ha sido PROSOL. Bueno, se presentó un proyecto, se compró un camión. Pero no teníamos, se tenía que alquilar, un acoplado. Porque la mayor producción en las comunidades campesinas era el algodón. Porque el algodón era un trabajo familiar, se recolectaba con la familia. Y el algodón tenía buen precio. Se sembraba el algo-dón, se sembraba poco, pero el algodón era uno de los cultivos que la familia lo ha-cían mucho, muy, muy cultural, porque era cultura el algodón, el zapallo, la sandía. Siempre el algodón era para venderlo, en esa época…

Beco: El algodón era más seguro que la plata, era como cambiar un billete.

Rosendo: Me parece que tenía el salario…

Beco: Tenía el salario familiar.

Rosendo: Ése es el tema.

Paulo: Y son todas esas cosas... Porque nosotros veníamos pensando cómo viene este sistema de empezar, en un tiempo el algodón valía, valía, valía, y después el algodón cae en un piso que no valía la pena ni sembrar, porque en vez de tener ga-nancias tenías deudas. O sea que en el 95, 96 ha sido el pico más alto de los precios del algodón. Creo que se alcanzó cuando pagaban 420, nosotros hemos alcanzado a vender a 580 y 600 pesos. No teníamos acoplado, hemos alquilado un acoplado. Y bueno, uno va viendo todo ese poder, que podemos, no esperamos que vengan, te lo compren y que te lo lleven. Así ha seguido siendo el campo, después el algodón se va al piso. En esa época también por la venta que hacías te hacían la retención y vos podías acceder a un salario. Después sacaron el salario, creo que… no sé cuán-to, no me acuerdo; la 23.302 algo así, no sé, no me acuerdo bien (23.107). Bueno, te sacaron ése y el algodón dejó de valer. Y de ese entonces empieza ya los otros cultivos del grano, la soja, y a empezar a venir empresarios, con todo la facilidad de los gobiernos y todo el aparato que tenían, a entrar en los campos, a alambrar. Y bueno, a expulsar, a querer expulsarnos. Ya ahí estaba el movimiento mucho más enterado de lo que quiere uno, de los derechos de cada uno. Y de ahí ha sido una lucha. Han buscado un montón de maneras de intimidación, de llevar preso menores

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de edad, mayores de edad, de esposarte, y bueno, todo esa parte de intimidación, para que en vez de luchar, renuncien. No sé, nosotros no sabíamos, cuando se tomó la intervención, que todos habíamos tenido una ficha en los gobiernos de Juárez. O sea que todos habían tenido una carpetita con fotos. Así ya te tenían fichado, o sea que adonde vos te ibas tenías un servicio de inteligencia que te le ponían. Y ése es lo que contaba a veces doña Leticia, en el 96 cuando todo esos, cómo lo puedo decir, ese servicio de inteligencia que nosotros podíamos poner para que no tengamos infiltrados dentro de esa marcha porque puedes encontrar de todos. Y de hecho que aquí también había uno que se hacía pasar y que estaba grabando, también se lo quitaron y rompieron. Porque te lo trabajaban así. Y de ahí hemos empezado a desconfiar de esto, porque no es que tienes absoluta libertad, sino que vos no sabes por dónde andas y lo que te pueda pasar. Nunca andemos solos, andemos siempre acompañados porque alguien se va a salvar, porque si se puede escapar va a tener testimonio de lo que pasó.

Y todo ése hemos ido aprendiendo y para nosotros es un aprendizaje de que es-tamos contra un sistema, estamos contra un poder económico, estamos contra, vamos a decir, una mafia de poder. Porque ellos quieren perdurar en el poder, no les importa si tienen que matar pero ellos quieren prevalecer en el poder. Y bueno, tam-poco tenemos miedo ¿no? Pero cuando mejor lo hagamos y más estratégicamente podamos manejarnos dentro de lo que es el ambiente político y la persecución...

O sea que todo esto ha ido cambiando desde la producción, desde las políticas que vienen implementando, porque el algodón desapareció. Ahora es lo transgénico. Nosotros a los transgénicos no los queremos, porque sabemos, hay un cambio en los mensajes de televisión, o en la política o en los medios que sacan que si nosotros sembramos más soja tenemos más ganancias. Pero nosotros sabemos que nosotros siempre somos más pobres. Porque la riqueza se la llevan unos pocos y la pobreza es para muchos. O sea que somos concientes de lo que pasa, porque aquí, en el gobierno éste, han triplicado la cantidad de hectáreas de soja pero hay más hambre, hay más desocupación, son negocios de empresas. Hoy de mano de obra no queda nada. Empezando de lo que todos son negocios de empresa, de lo que busquemos, de un principio del desmonte que vienen topadoras, desde prender fuego, desde sembrar, que son empresas que dedican a hacer la siembra, desde la empresa que hacen las fumigaciones, desde la empresa que te venden el producto, desde las em-presas que recolectan el producto. Nosotros sabemos que para nosotros no sirve. Hoy nosotros estamos con un problema, y venimos denunciando el tema de la con-taminación. Porque hay tantos productos tóxicos que a veces estamos encerrados, y no solamente a los cultivos sino a los seres humanos. Hoy capaz que haya chicos con síntomas de intoxicación y sin embargo los médicos no hacen nada, te lo esquivan, hacen oídos sordos, y saben. O sea que no queda otro que denunciar, denunciar y

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denunciar. Porque es un problema, es la causa de la invasión de la soja y la conta-minación, que si no defendemos nuestra tierra para que podamos ser productores independientes, no nos sirve. Porque para nosotros vender la tierra es vender la madre. O sea que no sé quién tendrá el corazón de vender a la madre. Pero sin embargo hay otros que no les importa, capaz que vendan, la envenene, la deje sin fertilidad. Lo que vemos nosotros es que la lucha por lo menos es algo grande, con futuro para la humanidad. Hoy más de uno se están dando cuenta de que lo primero decía bueno, el aceite de soja, leche de soja, todo de soja. Hasta en los comedores escolares querían poner el tema de la soja. Pero cuando uno sabe las consecuencias del consumo de soja y las consecuencias que te acarrea hacia la humanidad, bue-no... Uno por no saberlo puede comprar, puede comer porque esto es barato, pero después todo es mentira. Después cuando te das cuenta dice “La puta que los parió ustedes. Hasta dónde llegan a vender y meternos en la cabeza que esto sirve cuando realmente no sirve”. Y todo eso hemos aprendido dentro de la organización, o sea que no es poca cosa lo que podemos estar hoy capaz discutiendo nosotros el tema de lo que es, todo esto que se viene dando ¿no?

Rosendo: Bueno, en ese tema respecto a la soja, la Zulemita, la nieta nuestra decía que ella no la podía consumir. Le han dado en la escuela. Le han dado, pero a ella no le ha gustado porque tenía un mal gusto, la leche ésa de soja. Y bueno, yo pienso que tiene que tener mal gusto porque no es como nuestra leche natural de cabra, por ejemplo, que nosotros consumimos y tome con lo que lo tome, o sea con té o café o con lo que sea, da un sabor hermoso. Pero la soja pienso que debe de ser mala. Porque yo no tomo leche así en polvo, por ejemplo, pero leche de cabra sí, o de vaca. Que sean las leches de partes naturales. Pero esa leche de soja, decía la chica que no era nada linda. “Hay chicos que toman”, dice, “pero a mí no me gusta desde un principio”. Y no lo toma y cuando van a dar la leche ella no lo recibe. Dice que no, que a ella no le gusta la leche, no quiere tomar leche.

Winchi: Nos ibas a contar algo de los salarios familiares cuando la organización.

Rosendo: Bueno, que en aquel tiempo sí cobrábamos salario familiar todo, toda la familia ¿no? Todas las familias de la organización cobraban. Y a medida que fue pa-sando el tiempo, cuando ha llegado a devaluarse el algodón, por ejemplo, cuando ya hemos dejado de sembrar, porque como dice Aranda el precio se ha ido abajo, bueno ¿para qué íbamos a sembrar? Y si sembrábamos 3 ó 4 hectáreas de algodón y com-prábamos, venían para fumigar. Lo que sea, le sobrepasábamos al valor del algodón. Teníamos que pagarle vendiendo algún animal para poder cubrir el techo sería. Enton-ces hemos dejado de cobrar el salario todos cuando se cortó el precio del algodón.

Paulo: ¿La derogó esa Ley, Menem?

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Rosendo: La Ley se derogó. La Ley 23.107, era. Fue sacada por el gobierno, por el presidente, por la presidencia. Y bueno, por todos los gobiernos sería. Han sabido sacar el salario.

Winchi: Ahora, alguno nos puede contar cuándo fue que ese “nosotros” empezó a ser el MoCaSE. O sea cuándo surgió el MoCaSE, el nombre; cuándo pasamos a ser nosotros MoCaSE.

Rosendo: MoCaSE. Yo no recuerdo en qué año nos formamos como MoCaSE, pero alrededor de 15 años es.

Doña Mirta: Nosotros a medida de que se había conformado la Comisión Cen-tral, ya íbamos visitando, juntándonos con otras organizaciones de otros puntos de la provincia. Y entonces ahí íbamos también articulando con todos ellos, con esas organizaciones que habían ido naciendo casi junto con nosotros. Venían naciendo en otros lugares, y ahí tomamos la idea de aunarnos, vamos a decir, para formar un movimiento a nivel provincial. Y ahí se ha decidido cuando la Central de Quimilí va a cumplir el año, yo ahí documentaba de que habíamos hecho la fiesta de la Central. Nosotros ahí, en ese día se hemos juntado para formar el MoCaSE también. Tuvimos una reunión y ahí ha nacido el MoCaSE. Y en el 91, en el 90. El 4 de agosto, el sába-do, ha hecho 17 años del nacimiento del MoCaSE. Y hoy 6 de agosto hace 18 años de la Central de Quimilí.

Paulo: Lo que se discutía es qué nombre le ponemos para que nos legitime a todos. Si somos una Central supongamos Quimilí, otra Central en Añatuya, Juríes, Figueroa, así por distintos lugares. Bueno, y era buscarle un nombre que nos legitime a todos. O sea que quedemos dentro de este nombre. Y bueno ahí se había elegido, que habían encontrado los compañeros, y salió el nombre MoCaSE, Movimiento Cam-pesino de Santiago del Estero. Y es el nombre que nos legitima a todos que somos parte de un movimiento. Y después las políticas a seguir había que discutirlos, cuáles son las políticas que queremos. Hasta se llegó a hacer un congreso, donde está la participación de todo, las Centrales, las comunidades. Salvando las distancias, las políticas no las elegía nadie sino que sean desde las bases con un pensamiento y sean discutidas las políticas que queramos seguir y cómo queremos que funcione el movimiento. O sea que siempre tiene un ida y vuelta, van a las comunidades, se lo discute y después viene a la Central, en las Centrales también se lo discute y después se lo lleva, como una propuesta. Siempre es propuesta las que más se arrima, son propuestas. Las decisiones se las toma siempre en asamblea, ésa es la política más participativa de lo que queremos construir.

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Winchi: ¿Y alguno se acuerda cómo fueron los primeros contactos entre lo que iban a ser las distintas Centrales del movimiento? Porque ya cuando le pusieron MoCaSE, sí decidieron eso, ya estaban en contacto…

Doña Mirta: Ya estaba, ya estaba sí.

Winchi: ¿Cómo nacieron esos contactos entre lugares tan alejados entre sí?

Rosendo: ¿Cómo nacieron esos contactos? A través de reuniones en los distintos lugares. Por ejemplo, yendo hacia la zona de Pinto y andando, andando los compa-ñeros. Armando reuniones, incentivando a la gente como para que se junten y vean que se organicen, por ejemplo. Así se fue armando, de esa manera.

Paulo: A lo mejor, por distintos problemas, en algún lado existía una organización, a lo mejor en los medios, o lo que denuncia en los medios, se sabe que existe una organización, y vamos a conocerlos. Porque es el intercambio, qué problemas tienen ellos, qué problemas tenemos nosotros. Allá hay otras organizaciones que están con el mismo problema que nosotros. Y bueno, vamos a visitarlos, vamos a intercam-biar cuál es el problema. Y nos damos cuenta que la problemática era la misma. Es normal que la encontremos aquí en Santiago, la encontremos en cualquier provincia en Argentina, la problemática es la misma. El problema de la tierra, el problema de la producción, el problema de los créditos, el problema de que a veces capaz que el que robó, a lo mejor roba para comer, pero te dicen: “Che, se perdió 2 jaulas, porque ellos robaron”. Ellos a vos te la arman una causa y ellos buscan a quién van a pillar. Porque ellos siempre lo hacen así. O sea está trabajando una topadora aquí y la motosierra suena para acá, no van a ir pa’ donde está la topadora. Van a ir pa’ donde está la motosierra. O sea que así siempre buscan, cómo lo puedo decir, de hacer oídos sordos: “Para acá voy y esto le dejo”. O sea que siempre han sido las articulaciones. Hay otros compañeros también que se conocían y podían estar arti-culando, y a veces se sabe, por la difusión o por denuncias, o porque alguien saca en los medios. Y bueno, uno se va conociendo y lo que uno quiere es articular, sentarse a conocer cuál es la problemática de cada uno. “Cuál es la tuya, cuál es la mía, cuál es de aquél”. Y cuando nos damos cuenta es el mismo problema que tenemos, lo tenemos todos porque estamos hablando del sector más desfavorecido, que es el campesinado. Y cuando uno se sienta empieza a hablar y los problemas son muy comunes. O sea que eso también nos lleva que nos sumemos y seamos más.

Ángel: De hecho, nos juntábamos, algunos nos juntábamos antes. Juríes y Quimilí nos juntábamos. Sabíamos también que estaban unas ONG, me parece que el INTA es el que más nos hacía. Es curioso ¿no? pero hay gente piola, Alejandro Valeiro ¿no? Que se tuvo que ir del INTA de Santiago por esa razón. Tenía una mirada muy polí-

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tica, ideológica. Hizo una master incluso, ahora me empiezo a acordar, en Brasil me parece. Era el compañero más afín del INTA a todos nosotros ¿no? De hecho empezó antes de estar en el INTA en Juríes, con la parroquia, con el cura ¿verdad? Ni siquiera era de INCUPO, me parece. Me parece que la razón que nos impulsó a juntarnos, porque después el día ése que se discutió, Hugo tiene unos rollitos, ¿te acordás?, que usábamos, tipo papel higiénico. Está la foto, vos y Raimundo coordinaban, así que por ahí podés hacer un poco de memoria. Pero digamos, el proceso hasta llegar al 4 de agosto acá, que ni siquiera nos acordamos que era el día de Angelelli, del asesinato de Angelelli. Después nos acordamos a la noche y celebramos.

Y lo que dice la Mirta fue porque Juríes era más conocido y en Quimilí recibíamos el periódico del MST, entonces dijimos: “Nosotros ¿por qué no?”. Sí, ahora me acuer-do de eso. Nos recibíamos el periódico del MST, Juríes y Quimilí. Lo que se discutía era “bueno, pero si hiciéramos una organización grande ¿queremos ser como un gremio? No, un gremio no”. Porque al final los gremialistas son como los políticos, se corrompen ¿no?, manejan ellos solos, todo lo contrario a lo que vivíamos como experiencia. Hicimos toda la mañana eso ¿no? “¿Qué queremos ser en la provincia? Gremio no, por esto. Todo lo que no queremos ser: partido político no, por esto, gremio no, por esto, sindicato no, por esto”. Está en el acta. Eso podríamos ver en las actas, no han sacado fotocopia de nada, las actas tenemos todo del MoCaSE acá. Casi se queda el INTA con las actas del MoCaSE, en el 99. Podríamos mirar, porque en el acta sale eso. Pero la verdad que la influencia para ser movimiento, a la tarde, ¿te acordás Hugo?, empezamos a decir qué queremos ser, entonces se dijo esto. Ah, no, no te achiqués, vos tenés una foto ahí. Tenemos una foto que está él y Raimundo. Siempre se hace el modesto. ¿Te acordás que lo único que teníamos era un palo de escoba? Se querían matar, me acuerdo, los técnicos de FUNDAPAZ e INCUPO, que ellos tenían papelógrafo pero nosotros los habíamos esperado con un papel, un palo de escoba habíamos inventado y habíamos comprado un rollo de papel de almacén. Al turco le habíamos mangueado o al Carli, a Díaz el almacenero de la esquina. Y nos regaló un rollo de papel, pero así angostito. Entonces, imaginate los rollos, los hemos guardado a eso muchos años. No sé si no anda por ahí.

Pero fue eso, la influencia de ser un movimiento es que nos gustó mucho el MST. Pero costó mucho convencer a las otras Centrales, sería porque no se llamaban así. Añatuya, Quimilí y Juríes se llamaban Centrales, había una influencia ¿no? Pero a las otras les costó, porque ahí sí pesaba mucho la palabra de FUNDAPAZ, de INCUPO. ¿Te acordás que había una peleita ahí, no? Que incluso los de INCUPO una vez se asustaron cuando vieron tanta policía, custodiándonos la fiesta, decíamos nosotros. No, nada que ver. ¿Cómo es que dijo ese comisario ese día? Que fueron incluso Chu-ca, ese día, fueron un montón, el abogado, Federico Díaz, que yo le he dicho que tenían que entrevistar. Porque de los que quedaron en Santiago creo que es el que

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tiene la mente más sana para contar por qué pasó esto. Fuimos a verlo al comisario, ¿y qué dijo el comisario?, que no, que no hay permiso para reunirse. Entonces los compañeros fueron, y las compañeras, con el artículo 30 o no sé qué de la Constitu-ción Nacional. No había permiso pa’ reunirse en la Argentina, el año era 90. Terrible. El tipo ése ahora anda en una chata ¿no?, nos quiso pegar y todo. ¿Cómo se llama el gordo? Heredia, el negro Heredia, anda solo como un muerto, ni camioneta le que-da ya, solo quedó en el mundo. Yo me acuerdo las palabras de Raimundo que dijo: “Si vos no querés reunirte te vas a quedar solo en el mundo”. Y así fue viendo uno la vida del tipo éste, que va y se chupa, se emborracha, nadie lo saluda ni lo quiere, ni la propia policía. Y pobre, realmente, pobre guaso al final ¿no?

Pero es una parte importante ésa, y creo que el periódico del MST influyó, Juríes y Quimilí empujaban mucho en esa línea ¿no? Tampoco no imponíamos, digo. Lle-gamos a Quimilí con las otras organizaciones y hasta FUNDAPAZ medio, algunos compañeros de FUNDAPAZ y algunos compañeros de INCUPO entusiasmándose. Creo que institucionalmente ellos arriba ¿no?, sus jefes, no aceptaban para nada esto. Y era eso, medio salpicado, pero me parece muy lindo lo que fue el proceso previo, nos reuníamos una vez al mes doña Mirta, en cada lugar. Pero la piedra la tiró Quimilí y Juríes. Porque Quimilí llamó a Juríes y les dijo: “Che, muchachos, tenemos que hacernos fuertes”. Y Juríes coincidía. Y entonces teníamos, no sé por qué, recibíamos la del MST, no recuerdo por qué. Le preguntamos a Killmeate si era él el que le dijo a los del MST “Mándennos”, y no, dijo que no, la verdad que no. Entonces me parece que alguna vez le preguntamos a los compañeros del MST por qué nos mandaban la revista acá, cuando vino ¿se acuerdan o no? Y no me acuerdo qué dijeron. Bueno, habrán escuchado alguna cosa por ahí. Pero las razones fueron que nos dábamos cuenta de que las comunidades aisladas no podíamos hacer nada, formamos una Central, y que ya las Centrales aisladas no íbamos; sí íbamos pero pa-rece que teníamos más ganas de tener más fuerza. Y fue acá en Quimilí, un orgullo pa’ nosotros, fue el 4 de agosto. Éramos vistos como jodidos ¿no? por algunos ¿Te acuerdas de FUNDAPAZ e INCUPO? No les convencía que fuera acá el lugar donde se creara el movimiento. Porque ya además se venía charlando que la palabra iba a ser “movimiento”. Qué se iba a agregar a eso, no sabíamos. Ya había algunos, había resistencia ¿no? que fuera en Quimilí la asamblea de creación del movimiento, ahora que me acuerdo. Bueno, en fin, yo creo que ya en ese momento estaba la semilla de la división también ¿o no? Ya había una disputa terrible, a las espaldas de los compañeros de más corazón, que es lo que se ha sentido ahora. Tampoco nunca se pensó en quedarse como MoCaSE ¿no? En el Congreso el MoCaSE habla claramente, tenemos que seguir pensando en otras provincias. En fin, yo creo que lo más bonito lo han sentido grabar hace un rato. Ya a mí me han conmovido a través de las compañeras y los compañeros. Me parece que la fuerza está en lo que ustedes han escuchado ahora. Acá hay espíritu y alma. En qué momento fuimos cambiando

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todos y seguiremos cambiando, yo creo que tiene que ver más o menos con cómo es la historia ¿no? En la medida que aparecen dificultades, adversarios, enemigos, uno va cambiando. Ahí está lo que dicen. Sí, yo creo que tiene que ver, que uno va cambiando en la medida que se sorprende ¿no? La sorpresa que nos dan las compa-ñeras y compañeros. Unos que somos charlatanes sabemos callarnos, y los que no hablaban nada de repente nos pintaron la cara hablando. Uno dice: “¡Cómo vamos cambiando! ¿no?”. Seguiremos cambiando, seguramente. Yo, a mí me han hecho emocionar mucho porque es de la convicción ésa del fatalismo con que escribe, mirá vos, ni que lo hubieran leído. No han leído ellos el artículo fatalista que suele escribir alguna gente. No es que ataque al nombre, me parece que es fatalista decir “el desalojo” ¿no? Haciendo referencia a este gran maestro nuestro que es Paulo Freire ¿verdad? No lo nombramos entre nosotros. El fatalismo es lo más jodido que hay para construir un mundo diferente, es creer que nada cambia. No sé a quién le conviene de la parte nuestra decir “Nos va mal y siempre somos derrotados”, ¿no?. “La verdad que seremos derrotados en el espacio”, le dijimos una vez. No sé, Ñato, vos lo dijiste, a mí me dio mucha fuerza. El cambio más grande fue una vez, vos has hecho referencia, que estábamos por entrar a lo de Guevara. Y ahí sabíamos que nos iban a cagar a tiros. Íbamos dispuestos a morir: chau, a la mierda. No íbamos ciegos, pero dispuestos a morir ¿o no?

Beco: Sí, era una asamblea de un día y pico, no sé, aquí todos juntos viendo qué íbamos a hacer y por dónde íbamos a entrar.

Ángel: Sí, y después a la distancia movernos en 5 rutas diferentes, en la noche en los montes, y se nos largó a llover para colmo. Se nos podía quebrar, porque era todo barriales aquello, se nos podía quebrar todo. Y sin embargo a la hora prevista estaban esperando todos. Ésa es pa’ contarla, estaba esperando el tractor, con vos Ñato y otro chofer, y en los acoplados toda la gente durmiendo abajo de las lonas.Ñato: Con 3 acoplados, 3 acoplados sí, uno atrás de otro.

Ángel: Después habíamos inventado un periodista de canal 12 de Córdoba (risas). Lo hicimos actuar con carnet y todo. Entonces los policías aflojaron a ésa. De to-das maneras no le daban bola porque ellas, Mirta y Leticia, se metían y los canas estaban a punto de…, no sabíamos lo que pasaba allá ¿entendés? Los 70 que ve-níamos no sabíamos lo que estaban haciendo los que distraían allá, adonde estaba la guardia. Fue exacto, dijimos a tal hora y fue así. Y nunca hemos dado bola a la hora, ¿viste? hoy día teníamos que empezar a las 11 y son las 3 (risas). O sea que de la Central de Quimilí lo más que podíamos dudar es que el horario no lo íbamos a cumplir. Y fue la única vez que lo cumplimos, ¿o no? (risas) Era tan fuerte el ánimo. No, aquello fue impresionante.

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Norma: ¿Y qué fue lo que dijo Ñato?

Ángel: El Ñato dijo que éramos como el grupo preparador de todo, éramos 30 la primera noche, ¿te acuerdas, Ñato?, entre mujeres, hombres y niños. Y dijo: “Bueno, si somos derrotados definitivamente, valió la pena tener estos amigos”, dijo.

Doña Mirta: Sí, pero yo creo que parece que fuera ayer, parecía que estábamos yendo a una fiesta. Era como ir a una fiesta, contentos, nadie pensaba en eso. Todos como que íbamos a ir a algo y que íbamos a triunfar y salir. Así hemos ido. Y me acuerdo, nosotros íbamos en una camioneta, y tan fuerte íbamos y lloviznaba, y se me ocurría que estábamos viendo una película de ésas que van los vehículos así. Eso se me ocurría en lo que iba ahí, pero en ningún momento hemos tenido miedo, de decir que nos puede pasar, nada, nada. Hemos armado todo y allá todos. Y estando allá, todos delante de montones de policías que había apuntándonos ahí y nosotros parados en la puerta intentando amagues: que vamos a entrar y que no, y que “Igual vamos a entrar aunque ustedes no quieran, nosotros vamos a entrar porque vamos a defender el campo que es nuestro” y todas esas cosas así ¿no? Y aparece la camioneta del tipo que estaba ahí, cuando los avistó a ellos se vino derecho para ahí pa’ la puerta. Y resulta que vino y nos encuentra a nosotros y pega la vuelta y se ha mandado a mudar el tipo. Y quedamos ahí todos nosotros, los milicos nos han quedado mirando. Después entramos todas las cosas, cantando todos nosotros. Ángel, que viene con la camioneta, se la llevó por delante a la puerta. Y los milicos se quedaron helados: “Mirá”, no han esperado eso.

Ángel: Fuimos buenos, les devolvimos, ¿cuántas camionetas eran?, 3 camionetas, 3 tractores. Pero las llaves se las tiramos a la mierda. Han gastado mucha plata en la cerradura (risas). Se las tiramos al monte a las llaves, ¿no es cierto? Fue bueno. Y luego lo que encontramos adentro de la casilla: fotos pornográficas, con sus niños los tipos, ¿entendés? Y eso fue lo que permitió que dijimos: “Te vamos a sacar por Internet estas fotos, no volvás”. Y no volvieron nunca más. O sea que fijate conseguir ese tipo de documentación ¿no? Han dejado todo adentro. Lo que no sabemos es quién agarró la pistolita, digamos (risas). Pero nunca preguntamos, de los nuestros ¿no? Eso entre nosotros ¿no? Pero había armas ahí, impresionante la cantidad de armas. Yo no sé. Cada uno le tocaba una parte y cumplió. A mí me gustaba el rally y me divertía con las camionetas, digamos así (risas). Sí, yo dije: “A mí déjenme las camionetas pa’ jugar un rato”. No, los changos en los tractores. El Ñato tenía ganas de pasarlos por arriba a los tipos ¿no? (risas) Pero Beco lo ha salvado al tipo, porque Beco se puso delante del tractor. Íbamos con él.

Beco: Es que ha venido de frente la camioneta, y se venía directo a mí. Y yo me tiro para este lado y venía el tractor ahí.

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Ángel: Lo que es impresionante es que después, no hemos contado eso. Leticia se quedó, turnábamos los coordinadores formadores. Hicimos un aula universitaria ahí. Entonces venían de las universidades ¿verdad?, de Santiago del Estero a hacer aprendizaje sobre no sé, no me acuerdo…

Leticia: Sí, claro. Después de todo, eso fue buenísimo, el organizarnos, ir allá a hacer la retoma. Porque en verdad, esa mañana, había un grupo que lo que queríamos estar de frente, teníamos una hora para convencer a los policías que estaban cuidan-do la puerta que no entráramos. Y por el otro lado, entraba todo el grupo grande que venía a sacar los otros policías y el que se quería hacer dueño. Los matones que estaban con armas y todo. Así que nosotros éramos éste, Mirta, y ahí estaba con la cámara, me acuerdo, Cacho, y yo estaba cansado ahí alumbrando para que la Nelly filme, y estaba el periodista y le decíamos: “No, si van a venir, vienen gente de derechos humanos, viene la iglesia, nosotros somos los dueños”. Bueno, todo un verso así y toda la estrategia. Y le decíamos nosotros a los policías, para tratar de convencerlos: “Cómo han quemado eso, ustedes también son pobres, ustedes están trabajando, a ustedes les pagan pero para hacernos enfrentar a nosotros, a ustedes”. Bueno, todas esas cosas. Y entonces después viene el dicho dueño, les dice a los policías que vayan que allá, viene una camioneta llena de gente que dice: “Lo quieren hablar ahí a ustedes”, porque nosotros estábamos un trecho así. “Yo no tengo nada que hablar, vayan sáquenlo”. Y ahí les gritamos nosotros, ha visto que no vienen a darnos la cara. Y ahí se pasamos nosotros el alambre pero con las manos así en alta. Y ellos: “por favor, por favor “, nos decía la policía, que lo esperemos. Y entonces con eso aparecen ya los compañeros. Bueno, primero aparece Ángel, los gritos todos. Bueno ahí rompemos la puerta, pasamos.

Ángel: Che, se nos enganchó la cámara de fotos, te acuerdas el día que se rompió el alambre. No la encontró la cana, menos mal. El alambre se llevó la cámara de fotos al monte y teníamos un montón de pruebas. Mucha suerte hemos tenido.

Paulo: Ante el quilombo ése, nosotros los llamábamos, y había alguno que estaban custodiando al otro cuando chupaba esa noche, y nosotros le hacíamos ruido y le llaman al otro los custodios que tenían: “Aquí están queriendo entrar”. Y bueno, se van todos. Cuando se da cuenta el otro, el malón venía de atrás. Porque eso era, hacerle ruido allá para que se vayan ellos para ahí y poderles entrar. Y cuando se ha dado cuenta el viejo ha visto que se iban una banda a ver cómo salía, allá cerramos el portón y estamos otro grupo. Y ahí era cuando andaba con un coso, con la cámara filmadora. No sé si habrá estado filmando, pero Cacho Escudero de arriba enfocaba con un reflector, la Nelly. No sé si habrá sido el saco de Filtro capaz, pero él andaba de traje. Cuando llega allá el empresario éste, por eso se ha salvado. Llega allá, ve

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otro grupo, y ahí nomás pega la vuelta y sale. Y en el camino venían los otros. Ahí es donde éste le erra, porque si no le iba a sacudir con el tractor a la camioneta, le iba a hacer dar unos tumbos. Y bueno, había que aguantar. No es que ya está todo listo, había que aguantar. Porque vos no sabés qué es lo que se te viene después. Ellos han sufrido una, han sufrido otra y vos no sabés cómo es el ida y vuelta. Lo que sí que había que estar varios días. Como 2 meses y había gente ahí que estaban custodian-do. Y todos no iban a estar en el mismo lugar, algunos capaz por allá, otros por allá, porque uno no sabe por dónde te entran. Como haciendo guardia ¿ha visto? Esto para estar haciendo ruido, esto es como de vigilante, y rotando.

Ñato: Y el tipo, mientras, buscaba gente.

Ángel: Ah, ¿buscaba gente en Rosario?

Ñato: Buscaba gente en Rosario, en Añatuya, en Vilela, por todos los lugares para contratarlos para venir. Buscaba gente armada.

Leticia: Y ahí, en esa época, creo que ha sido una formación muy buena ahí porque hemos quedado un grupo, como siempre veníamos rotando. Y a ver cómo empezar a organizarnos. Porque había que organizar para levantar, eran 3 casas de familia que se habían quemado. Después la custodia. Bueno, entonces hasta qué horario era todo en asamblea. Por ahí en una de ésas hay algunos compañeros que me han puesto “reunioncita”, porque era yo la que tenía que convocar a reuniones (risas). “Vengan, chicos, vamos a hacer una reunioncita”, decía, y convocaba a la reunión. Encima de mañana y de tarde.

Ángel: Y ahí visitaban los estudiantes. Una vez se les rompió el rulemán. Hasta eso les mostramos el ejemplo ¿no? Se les rompió la cañonera del colectivo cero kilóme-tro a la universidad. Y en un día se lo arreglamos todo nosotros. Fuimos a Quimilí, compramos el rulemán, lo desarmamos ¿verdad? Todo, se quedaron. Era impresio-nante, eso fue. Eso lo dirigió Alberto Taso, esa experiencia, porque él los llevaba ¿no? Leticia: Sí, sí, él lo tenía escrito, incluso nosotros teníamos un folleto…

Ángel: …que le mandó a Tato Iglesias. El Tato Iglesias debe tener una copia de lo que escribió Alberto Tasso de esa experiencia. Cómo la vivieron los estudiantes y él.Leticia: Exactamente, sí.

Ángel: Y la nombra mucho a Leticia, por eso no quiere hablar ella (risas). Reunioncita.

Leticia: Los tenía ya harta con las asambleas, “Vamos a hacer una reunioncita a la mañana”. Claro, estaban trabajando, y algunos dormían sentados.

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Ángel: No, pero teníamos biblioteca, todo para que se estudie. Acá los compañeros muchos aprendían a leer y escribir.

Leticia: Y tenían formación. De distinta formación. Tal hora trabajo, tal hora descan-so. “Bueno, hay que hacer esto, a quién le toca, esta noche fulano le tocó, bueno, descansa y le toca al otro”. Y era todo ¿eh?

Ñato: Y la ladrillería que se armó.

Leticia: También, también.

Ángel: Tuvo que armar una ladrillería todas las casas.

Ñato: Juntaba leña, traía agua, cada uno tenía su misión.

Ángel; Sí, hubo permanentemente durante 2 meses y medio 40 ó 50 compañeras y compañeros que traíamos de todas las Centrales.

Hugo: Íbamos rotando.

Leticia: Vinieron los políticos, anduvo el cura. El diputado, claro. Cuando llegaron ellos ¿cómo se llama?...

Ángel: Una misión que mandó el obispo éste que se fue ahora.

Leticia: Y me acuerdo que Paulo le dijo: “Pero si está en Cámara de Diputados, tiene que gritar, para eso es usted diputado”. Y ahí me acuerdo que uno de ellos dijo: “Us-tedes tendrían que estar en la Cámara de Diputados”. Porque decían cómo se sabía de derecho. O sea entre todos íbamos hablando, íbamos andando. Entonces esas cosas eran algo también como un reconocimiento hacia el movimiento, a los campe-sinos, a los que estábamos integrando ahí. Y todo esta experiencia que estábamos haciendo ahí, me parece que ha sido un centro de formación muy importante, muy importante.

Ángel: Eso fue la más fuerte de la Central de Quimilí para ustedes, ese hecho ¿o no? Porque ayer me preguntaron. Habría que hacer una ronda. Yo pregunto ¿cuál es el hecho donde les parece a ustedes que la Central de Quimilí maduró, llegó a ser adulta como organización?

Ñato: Yo creo que vino ahí, ahí en Guevara.

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Ángel: Yo he dicho eso ayer. Para mí que ahí llegamos a ser mayores.

Beco: Y eso ha sido, si nos volteaban ahí, nos empezaban a voltear todo. En asam-blea hemos dicho eso: “Si perdemos está bueno, perdemos todo”. En la asamblea donde hemos estado todos hemos dicho: “Si perdemos esto perdemos todo”.Ángel: Sí que venían y nos chicaneaban un poco algunos compañeros de otras Centrales. De Pinto no, pero nos chicaneaban y nos decían: “Ah, pero hay una orden de juez, habría que haberla aceptado”. Y ahí entraban unos debates fabulosos ¿no? Sí, si perdíamos ahí perdíamos todo, es verdad. No sé si perdíamos todo pero quizá se empezaba a desanimar todo. Bueno, claro estaba la fuerza de La Simona ¿no? La Simona había sido una resistencia. ¿Cuánto hace que venía resistiendo y que acom-pañábamos muchísimo nosotros? Y como un año capaz ¿no? ¿Qué fecha fue esto? No fue a propósito, fue el 17 de octubre ¿verdad?, del 99 ¿fue o no? La retoma de Guevara. ¿O en el 2000?

Paulo: Estábamos todavía en el 2000, porque ahí todavía empezaban los créditos BID. Estábamos ahí porque todavía no habían largado ninguno de los créditos esos de la cooperativa. Bueno, La Simona también estaba porque llegaron en los últimos días de hacer ese gesto, de estar con los compañeros porque el problema también lo han vivido ellos, hemos estado nosotros. Ellos también estaban. O sea que era en octubre del 2000, para mejor era 17, día de la madre, ha sido un domingo. Nosotros ya habíamos estado ahí y hemos comido unas cabezas que se han llevado los cum-pas de aquí. Y ahí hemos estado con Víctor, el único que quedó, porque después que hemos dicho: “Bueno, que se haga el desalojo, porque va a venir el conflicto”. Y bueno, como hasta ahora, han vuelto de vuelta y lo desalojan a Víctor. Y ahí hemos quedado con Víctor junto a la entrada. Quedamos junto a la entrada y habíamos entrado la charla, porque no era tampoco para amargarse. Lo único que teníamos conciente que íbamos a retomar. Mi hermano estaba aquí, le dice: “Che, yo no sé dormir”, había una luna redonda así, “Yo no sé dormir afuera”, dice. Estaba en la calle. Y le dice mi hermano: “Bueno, andá a dormir en tu casa, qué hacés aquí” (ri-sas). Y se reía. Y estaba Puchi también el día de la madre, y nosotros teníamos que esperar hasta que se decida. Y bueno, dentro de eso uno piensa. No sabe lo que le puede pasar.

Ángel: Ustedes habían enviado acá a los Guevara, para que veamos qué hacíamos.Paulo: Claro, ellos han venido aquí. Aquí estaba el plan estratégico de lo que se iba a hacer. Allá algunos estaban haciendo el aguante al otro compañero. Porque tam-poco dejarle solo era algo que, realmente, para nosotros no iba a servir, porque era como abandonar. Nosotros quedamos ahí con Víctor. Y el que nos iba a visitar nos iba comentando todo lo que iba pasando. Y bueno, nosotros sabíamos todo, y nos encerramos así en un espacio y alguno estaba haciendo vigilancia para que no haya

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alguno escuchando todo lo que estaban planificando. Y dice: “A las 6 de la mañana van a entrar”. Y a las 6 de la mañana nosotros tenemos que estar porque llegaban ellos a hacer quilombo en la puerta donde estaba la casilla con los milicos. Y ahí era llamarles, hacerles ruido aquí, pero por atrás entraban los otros compañeros. Y bueno, para mí que ha sido la primera experiencia, eso todavía nos ha fortalecido a nosotros. Después nos han vuelto a voltear la casa de los Guevara, no me acuerdo si era en el 2000, la han vuelto a voltear, la han vuelto a quemar, le llevaron animales. Y también se volvió. Pero hay que ser conciente de que esto te lo van a voltear 10 veces y 10 veces tenemos que construir. O sea que por resistencia nosotros tenemos que ganar porque estamos expuestos a lo que venga. Porque no es porque nos tiren una vez, ya renunciemos o bajemos los brazos. No, hay que ser concientes de lo que nos pueda pasar, pero la lucha sigue, siempre la lucha sigue. O sea que, siempre lo decimos, a lo mejor nosotros no le veamos, pero a lo mejor nuestros nietos lo pue-den ver. Es un trabajo que tenemos que seguir para adelante y ser libres.

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Apéndice de siglas utilizadas a lo largo del libro

MoCaSe: Movimiento Campesino de Santiago del Estero

VC: Vía Campesina

INCUPO: Instituto de Cultura Popular, Organización No gubernamental

que trabaja en problemáticas rurales con comunidades campesinas.

FUNDAPAZ: Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz, Organi-

zación No gubernamental que trabaja en problemáticas rurales con

comunidades campesinas.

PRODEMUR: Promoción de la Mujer Rural

PROSOL: Programa Solidario

INTA: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria

ONG: Organización No Gubernamental

SENASA: Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria

MTD: Movimiento de Trabajadores Desocupados

MST: Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra - Brasil

CLOC: Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo

FAEA: Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía

ANAMURI: Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas -Chile

ALCA: Área de Libre Comercio de las Américas

BID: Banco Interamericano de Desarrollo

PSA: Programa Social Agropecuario

CENEPP: Centro de Estudios Populares Participativos

OCCAP: Organización Campesina Copo, Alberdi y Pellegrini

CCPPAS: Central Campesina de Pequeños Productores Ashpa Sumaj,

que agrupa comunidades en la cercanías de Quimilí.

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