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CRITICA DE LIBROS REINHARD BENDIX Freiheit und historisches Schicksal (Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1982) La Universidad de Heidelberg con- cedió a su Instituto de Sociología una cátedra extraordinaria que lleva el nombre de Max Weber. Ella permite invitar cada cierto tiempo, durante un semestre, a un destacado científico social que, durante su carrera acadé- mica, haya estado ligado al estudio del pensamiento de Weber y a su aplica- ción en el análisis de las sociedades modernas o tradicionales. Weber fue profesor de la Universidad de Heidel- berg durante años y en ella dejó una huella vigente hasta la toma del po- der por los nazis en 1933. Con esta cátedra se pretende revivir la tradi- ción weberiana en esta Universidad. Simultáneamente, se quiere intensi- ficar el intercambio académico interna- cional como una manera de proseguir las relaciones académicas y persona- les que se forjaron por la emigración de numerosos profesores alemanes a otros países europeos o a los Estados Unidos debido al régimen nazi. La iniciativa de crear esta cátedra provie- ne del director del Instituto de So- ciología, profesor Wolfgang Schluch- ter, uno de los más destacados estu- diosos de Weber entre la nueva ge- neración de científicos sociales alema- nes que no experimentó directamente las atrocidades del nacional-socialis- mo, sino que se formó intelectualmen- te en la época de la reconstrucción alemana. Esta cátedra extraordinaria tuvo como primer invitado al profesor Reinhard Bendix, internacionalmente conocido por sus estudios sobre We- ber y sobre los procesos de moderni- zación siguiendo las concepciones we- ber ianas sobre la racionalidad, la bu- rocratización y la dominación. Ben- dix, asimismo, fue uno de los miles de jóvenes alemanes que, por ser jc- dío, hubo de emigrar a los Estados Unidos, en la cual hizo su carrera aca- démica, adoptó la nacionalidad y no regresó a su país de origen. El caso de Bendix es paradigmático de tantos otros intelectuales y científicos alema- nes que no rompieron las raíces for- jadas en la emigración, aunque sin cortar totalmente sus relaciones con Alemania Federal. En este sentido, el estudio que Bendix hizo del pensa- miento de Weber en los Estados Uni- dos y la labor de difusión de ésta constituyó una manera de mantener viva la pertenencia a la cultura ale- mana en una sociedad tan diferente como la norteamericana. El libro que comentamos recoge las 167

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CRITICA DE LIBROS

REINHARD BENDIX

Freiheit und historisches Schicksal

(Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1982)

La Universidad de Heidelberg con-cedió a su Instituto de Sociología unacátedra extraordinaria que lleva elnombre de Max Weber. Ella permiteinvitar cada cierto tiempo, duranteun semestre, a un destacado científicosocial que, durante su carrera acadé-mica, haya estado ligado al estudio delpensamiento de Weber y a su aplica-ción en el análisis de las sociedadesmodernas o tradicionales. Weber fueprofesor de la Universidad de Heidel-berg durante años y en ella dejó unahuella vigente hasta la toma del po-der por los nazis en 1933. Con estacátedra se pretende revivir la tradi-ción weberiana en esta Universidad.Simultáneamente, se quiere intensi-ficar el intercambio académico interna-cional como una manera de proseguirlas relaciones académicas y persona-les que se forjaron por la emigraciónde numerosos profesores alemanes aotros países europeos o a los EstadosUnidos debido al régimen nazi. Lainiciativa de crear esta cátedra provie-ne del director del Instituto de So-ciología, profesor Wolfgang Schluch-ter, uno de los más destacados estu-diosos de Weber entre la nueva ge-neración de científicos sociales alema-nes que no experimentó directamente

las atrocidades del nacional-socialis-mo, sino que se formó intelectualmen-te en la época de la reconstrucciónalemana.

Esta cátedra extraordinaria tuvocomo primer invitado al profesorReinhard Bendix, internacionalmenteconocido por sus estudios sobre We-ber y sobre los procesos de moderni-zación siguiendo las concepciones we-ber ianas sobre la racionalidad, la bu-rocratización y la dominación. Ben-dix, asimismo, fue uno de los milesde jóvenes alemanes que, por ser jc-dío, hubo de emigrar a los EstadosUnidos, en la cual hizo su carrera aca-démica, adoptó la nacionalidad y noregresó a su país de origen. El casode Bendix es paradigmático de tantosotros intelectuales y científicos alema-nes que no rompieron las raíces for-jadas en la emigración, aunque sincortar totalmente sus relaciones conAlemania Federal. En este sentido, elestudio que Bendix hizo del pensa-miento de Weber en los Estados Uni-dos y la labor de difusión de éstaconstituyó una manera de mantenerviva la pertenencia a la cultura ale-mana en una sociedad tan diferentecomo la norteamericana.

El libro que comentamos recoge las

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conferencias pronunciadas por Bendixdurante su estancia en la Universidadde Heidelberg en el semestre de vera-no de 1981. El texto contenido eneste libro contiene pasajes ampliadosy corregidos, pero recoge sustancial-mente el pensamiento expuesto enaquella estadía en la universidad ale-mana.

En estas conferencias Bendix abor-da en forma sucinta algunos aspectosfundamentales de su pensamiento:por una parte, su fundamentación teó-rico-metodológica y, por la otra, lostemas sustantivos estudiados por él yrecogidos fundamentalmente en tresimportantes libros: Work and Autho-rity in Industry, Nation-building andCitizenship (1964) y Kings or Peo-pie (1978). Bendix inicia sus confe-rencias con las dificultades de adapta-ción de un emigrante alemán que en1938 llega a la Universidad de Chica-go e inicia sus estudios de sociología.En estas consideraciones coteja losproblemas del racionalismo y el his-toricismo en las ciencias sociales, pro-blema candente no sólo en aquellosaños, sino también vigente en la ac-tualidad. Bendix recuerda sus críticasa las concepciones evolucionistas y et-nocentristas que proliferaron en lasuniversidades norteamericanas en losaños 50 y 60 y que se ubicaron en laamplia literatura sobre la moderniza-ción. Este pensamiento vuelve a ma-nifestarse ahora en las propuestas pararesolver el problema del orden inter-nacional (problema Norte-Sur) y quese fundamenta en una concepción di-cotómica del mundo y que consideracomo inevitable el progreso de los paí-ses subdesarrollados l. Ello implica no

sólo unas concepciones evolucionis-tas (pág. 13), sino que conlleva re-cetas de tecnología social (pág. 14).

Bendix critica esta posición anali-zando el libro de Daniel Lerner, ThePassing of Traditional Society (1958),criticándole, entre otras cosas, sus«consideraciones deterministas sobreel futuro» (pág. 16). Tampoco escapaa la pluma crítica de Bendix los tra-bajos de Gabriel A. Almond y sus co-laboradores, The Politics of the De-veloping Áreas (1960), y los trabajosposteriores de la Escuela de Prince-ton del desarrollo político. Bendixcuestiona acá el intento fallido deconstruir una teoría de la políticacomo fenómeno mundial, pues conello Almond deja de lado las diferen-cias entre las sociedades-estado y so-ciedades sin estado y porque no lograsuperar «las fuertes ambivalencias en-tre racionalismo e historicismo» (pá-gina 19). Bendix demuestra con elloque los conceptos demasiado ampliospierden valor analítico, con lo cualla construcción tipológica pierde basede apoyo.

El análisis de Bendix es crítico nosólo del funcionalismo, sino tambiéndel marxismo, para lo cual toma co-mo ejemplo los libros de ImmanuelWallenstein sobre el desarrollo delcapitalismo: The Modern World-Sys-tem, Capitalist Agriculture and theOrigins of the European World-Eco-

1 Para una crítica a las teorías de lamodernización en los Estados Unidos enlos años 1950 y 1960, véase ReinhardBENDIX, "Tradition and Modernity Re-considered", en Comparative Studies in

Society and History, 9/1967, pp. 293-346.Su discípulo Guenther Roth también hacriticado a los teóricos de la moderni-zación, reprochándoles sus debilidadesteóricas y conceptuales, especialmenteel mal uso de los conceptos y tipos deMax Weber. Véase Guenther ROTH,"Personal Rulership, Patrimonialism,and Empire-Building in the New Sta-tes", en World Politics, 20/1968, pp. 194-206; "Socio-historical models and Deve-lopment Theory", en American Sociolo-gical Review, 40/1975, pp. 148-175.

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nomy in the Sixteenth Century (1974)y The Capitalist World-Economy(1979). Wallenstein ha adquirido unimportante círculo de lectores y ad-miradores entre los universitarios nor-teamericanos con un trabajo de in-vestigación que gira en torno a unanálisis de largo alcance del capita-lismo, que indaga desde el siglo xviy presagia la irremediable caída del ca-pitalismo en el futuro. Bendix ve enesto un determinismo (pág. 23) y en-cuentra que en Wallenstein la dife-rencia entre política y ciencia sen-cillamente es olvidada. En otras pa-labras, el análisis de Wallenstein estáguiado por el convencimiento ideoló-gico de la caída del capitalismo, reco-giendo un aspecto del pensamiento deMarx que ni aun sus más fieles se-guidores sostienen hoy, aun durantela crisis del welfare state. Bendix cues-tiona el supuesto de Wallenstein deque la economía mundial es un sis-tema social, pues con ello sencilla-mente se enfatiza que el estado nolo es (pág. 25). Bendix no critica otrosaspectos de los libros de Wallenstein,tal como la desatención que éste pres-ta a los países socialistas, que, en suposición, serían simples satélites eneste «sistema mundial». Es decir,Wallenstein tiene una visión lineal delcapitalismo, sin hacer diferenciacio-nes en el sistema internacional.

El análisis de estos autores, situa-dos en muy diferentes escuelas teóri-cas y meta-teóricas, sirve de introduc-ción a Bendix para analizar, en elcapítulo siguiente, el sentido objetivoy subjetivo en la historia, entrandocon ello de lleno en el pensamientometodológico y comparativo de We-ber. Bendix plantea el dilema del in-vestigador, que se mueve en un círcu-lo: es parte de una sociedad que de-sea investigar, pero, para poder ha-cerlo, necesita tener un mínimo de

distancia de ella (pág. 37). Sin con-ceptos adecuados no se puede llegarmuy lejos y sin estudios históricoscomparativos, tampoco. El análisishistórico comparado no sólo debe es-tudiar lo que ocurrió, sino tambiénlas posibilidades de acción que tuvie-ron los actores en su oportunidad. Setrata, por tanto, de «la investigaciónde lo posible» (pág. 54).

Este «estudio de lo posible», dela acción y sus posibilidades, se apo-ya en un supuesto metodológico fun-damental de que el científico socialno puede cometer la «falacia del de-terminismo retrospectivo» (pág. 65),tema discutido en la tercera confe-rencia, sobre la formación de los Es-tados. Bendix argumenta sobre la ba-se de enfatizar que la acción de loshombres está condicionada por fenó-menos heredados y asimismo ellaconstituye una condicionante de de-cisiones futuras, ilustrada con ejem-plos de la alta Edad Media sobredesarrollos políticos en la reforma.Ello plantea el problema, no encara-do por Bendix en estas conferencias,de fijar un límite hacia atrás en laidentificación de esos condicionanteshistóricos. Tal problema es insoluble,en la misma medida que se sostieneuna visión dinámica y procedual dela historia y no se aferra a periodiza-ciones antojadizas ni a concepcionesanalíticas que giran sobre un deter-minado estado, sino que se desarro-lla al nivel analítico de la dominaciónpolítica. No es una casualidad queBendix en sus sucesivos libros se hayaido retrotrayendo cada vez más enla historia: partió del análisis del ca-pitalismo en el siglo xix, siguió conlos antecedentes de la ciudadanía enlos siglos xvn y XVIII y en su estudiode la soberanía popular se remonta alestudio de la soberanía de los reyesde la alta Edad Media.

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Estos estudios de largo alcance,si bien parten de conceptos biendefinidos y se proponen una teoriza-ción de alcance medio, adquieren unaamplitud gigantesca por el amplioespacio de tiempo que investigan. Sipor un lado Bendix critica la aplica-ción de conceptos muy amplios, la uti-lización de conceptos precisos para unabase empírica de siglos parece tam-bién conducir a las debilidades queencuentra en los primeros.

Otro tema analizado por Bendixen las clases magistrales en Heidel-berg se refiere al problema de la in-dustrialización, la construcción deideologías y la estructura social. AquíBendix repite la conferencia que diocuando se le concedió el premio Mac-Iver por su libro Work and Authori-ty in Industry y en la cual sintetizasus conclusiones de un estudio fun-damental sobre los problemas del tra-bajo y la sociedad industrial.

En el capítulo sobre la ciudadaníade las clases bajas, Bendix retoma unode los temas que él trató en su libroNation-building and Citezensbip: lasluchas por los derechos ciudadanos,por parte de las organizaciones detrabajadores y por parte de la opo-sición liberal y socialista en el si-glo xix. Bendix no repite las tesis,sino que analiza aspectos referidos aellas: ¿cuáles eran los objetivos bus-cados por los movimientos obrerosen Inglaterra durante la industriali-zación? ¿Cuáles son los problemas deintegración en la actualidad en las so-ciedades industriales?

En cuanto al primer tema, Bendixsostiene, polemizando con Marx, quela lucha de las organizaciones de tra-bajadores era por conseguir un tra-bajo, no por cambiar el sistema ca-pitalista, que en esos momentos seencontraba en pleno desarrollo. Tam-poco comparte Bendix la tesis más

bien optimista de John S. Mili quevio esas luchas como una expresióndel deseo de conseguir derechos po-líticos en una sociedad que se acep-ta, pues Mili supuso la buena fe yel interés de las clases dominantespor conceder estos derechos sin ma-yor oposición (pág. 107). Los traba-jadores querían tener un trabajo queles diera satisfacción y, asimismo, lu-chaban en el marco de una determi-nada nación. Marx, añade Bendix, novio ni lo primero ni lo segundo (pá-gina 113).

Esta interpretación de las luchasde las organizaciones obreras lleva aBendix a sostener que en aquellospaíses en que se reconoció la ciuda-danía en el siglo xix no hubo posi-bilidad de desarrollo de las organiza-ciones socialistas, aludiendo implíci-tamente a los Estados Unidos e In-glaterra. Sin embargo, el supuesto deBendix es que tal integración aseguróuna alta legitimación al sistema polí-tico y al Estado, que permitió su es-tabilidad. Tal hecho no se compati-biliza con la situación en Alemania,pues en ésta, como lo demostró undiscípulo de Bendix, Guenther Roth 2,hubo por parte de los grupos domi-nantes el propósito de integrar a laclase obrera —integración negativa—sin que se neutralizase el crecimientodel socialismo ni tampoco se impi-diese el desarrollo del nacionalismode extrema derecha y los gérmenespolítico-ideológicos que contribuyena explicar la crisis de la República deWeimar y la toma del poder por elnacionalsocialismo3. En otras pala-

2 Guenther ROTH, The Social Demo-crats in Imperial Germany. A Study inWorking-Class Isolation and NationalIntegration, Totowa, The BedminsterPress, 1963.

3 Bendix tampoco estudió los efectosno buscados por los procesos de movi-

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bras, esta variable puede servir enalgunos países, pero en otros es in-suficiente para explicar el problemaque Bendix señala.

Bendix toca acá uno de los proble-mas que comienza a ser candente enlas sociedades industriales: la inte-gración de las minorías de extranje-ros que llegaron a ellas durante laexpansión industrial de los años cin-cuenta y sesenta. Bendix indica acer-tadamente que estas minorías étni-cas tienen problemas de integracióny que los sindicatos no siempre tienenhacia ellas una actitud favorable de-bido a los problemas de empleo paralos nacionales (pág. 118).

En su última conferencia, sobre elatraso relativo y la movilización espi-ritual, Bendix aborda el tema del na-cionalismo y la construcción de la na-ción. Siguiendo a Weber, el autor en-fatiza la importancia del estudio delimpacto de la cultura y los movimien-tos intelectuales para el análisis de losprocesos de cambio y precisa cómodeterminados procesos socioculturalespueden tener diferentes dimensionesen las sociedades nacionales. Así,mientras la revolución inglesa de 1640fue una restauración de la oligarquíay no superó aspectos legales y reli-giosos, la Revolución Francesa buscóla base de la autoridad en la nacióny no se limitó, como aquélla, ante lascuestiones legales y religiosas; es in-

lización electoral y que, en algunos paí-ses, desataron una hipermovilizaciónque impidió la construcción de un or-den democrático. El caso más ilustra-tivo de esto es la Argentina, con su re-forma electoral de 1912 y la crisis po-lítica de los años veinte que culminócon el golpe militar de 1930, abriendouna época de hegemonía militar quehasta ahora no termina. Véase AlainROUQUIÉ, Poder militar y sociedad polí-tica en la Argentina, Buenos Aires,Emecé, 2 vols., 1981, 1982.

teresante ver, anota Bendix, cómo dosprocesos revolucionarios, con diferen-tes características, fueron iniciadospor estratos altos de la sociedad ycon un alto nivel de formación (pá-gina 125).

Para Bendix el nacionalismo es unode los movimientos revolucionariosmás importantes de la época contem-poránea. Para él una revolución no semide por sus promotores y desde dón-de se provoca —«revolución desdeabajo» y «revolución desde arriba»—,probablemente polemizando con sucolega Barrington Moore4, sino porlas profundas y extensas transforma-ciones en la estructura social, de po-der y cultural. Las revoluciones sedesarrollan en un contexto que lasinfluencia y éstas influyen a su vezen otras sociedades (efecto demostra-ción). Los procesos revolucionariostienden, por tanto, a ser vistos porotras sociedades como «modelos» aseguir. El caso más conocido es el dela revolución industrial en Inglaterradesde fines del siglo XVIII, que quisoser imitado por sus vecinos del conti-nente (pág. 128). Aun cuando un pro-ceso revolucionario es imitado porotro, la forma específica en que sedesarrolla y las consecuencias que pro-voca son diferentes en cada sociedad.

El análisis de Bendix, como es biensabido, no se limita a los países occi-dentales desarrollados, sino también ala India, Japón y a los países del Ter-

4 Barrington MOORE, The Social Ori~gins of Dictatorship and Democracy,Londres, Penguin, 1970 (aparecida ini-cialmente en 1966). Para un estudiocomparativo de la revolución, con unenfoque más diferenciado en su cons-trucción teórica y metodológica que elusado por Moore, véase el de su discí-pula Theda SKOCPOL, States and SocialRevolutions. A Comparative Analysis ofFrance, Russia, and China, Cambridge,Cambridge University Press, 1979.

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cer Mundo. Bendix apunta cómo talesprocesos revolucionarios pueden ser-virse de la tradición (Gandhi y Nehruen la India) para construir una so-ciedad moderna, incluso contando conla colaboración de las clases dominan-tes en Inglaterra (pág. 134). El pro-blema, pues, no es tanto la forma enque los actores buscan definir un pro-ceso revolucionario y los recursos queutilizan, cuanto las transformacionesque provocan. En la actualidad, conlos modernos medios de comunica-ción y estructuras de dependencia eco-nómica, política y cultural es cadavez más difícil que el nacionalismodeje de apartarse de determinados«modelos», ya sea para inspirarse, obien para alejarse.

Las conferencias, en fin, muestranadecuadamente las líneas centrales delas investigaciones de Bendix durantecasi cuarenta años de intensa laboracadémica y van complementadas consugerentes consideraciones metodoló-gicas y teóricas. Tal presentaciónmuestra que el análisis comparativode Bendix prefiere la selección de po-cos casos, estudiados en profundidad,a ampliar el número de casos. Cree-mos que Bendix se ha atado demasia-do al estudio de las sociedades quehan ocupado su atención en sus diver-sos libros: Inglaterra, Francia, Ale-

mania (Prusia), Rusia, Japón e India.La elección de otras sociedades —porejemplo, las de Europa del sur esca-pan a su atención, así como AméricaLatina—5 podría haber sido útil parasus estudios. Tampoco estudia Ben-dix otros procesos nacionales eu-ropeos, como los de Europa del nor-te o las «pequeñas democracias» eu-ropeas.

Por tratarse de un ciudadano ale-mán que emigró a los Estados Uni-dos, Bendix tampoco tiene a Alema-nia como un foco especial de estudio.En Kings or People estudia el desa-rrollo de Prusia, pero Bendix, mar-cado por la tragedia del nacionalsocia-lismo, no se extiende al desarrollo dela Alemania contemporánea y que tie-ne que ver con las causas del surgi-miento del régimen nazi.

El libro es un buen testimonio deaspectos importantes de la obra deun importante científico social, en lacual la inquietud científica, las tra-gedias de su país y un sentido demo-crático y humanista se entrecruzancreativamente.

CARLOS HUNEEUS

5 El tema de la nación y el naciona-lismo es importante no sólo en España,sino también en los Balcanes. Bendix,sin embargo, no incluye a estas socie-dades en sus estudios.

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RICHARD SENNETT

La autoridad

(Madrid, Alianza Universidad, 1982)

Malos tiempos éstos para los mi-tos, mayúsculos propósitos o cual-quier otra forma de grandeza. Cuan-do todo lo absoluto se contempla co-mo algo irracional y pasado de moda,el apego, la admiración y aun la fas-cinación por un autor se consideracomo algo sospechoso, si no de debi-lidad mental, al menos de ingenuidadteórica.

Richard Sennett es uno de esosautores ante cuya obra se adoptanposiciones extremas, la originalidadde su método y sus temas no permi-ten tibiezas a la hora de juzgarle. Sediría que sus libros conforman unaespecial sensibilidad, una tela de ara-ña en la cual queda prendido el lec-tor. Ha tratado temas tan manidosen la literatura sociológica como lafamilia, la ciudad o el individualismo;sin embargo, todos los elementos desu análisis se ensamblan en un con-glomerado coherente y sistemático y,añadiría, un punto mágico hasta ex-plicar de una manera indiscutiblemen-te personal nuestro mundo. Para nom-brar sus obras más importantes, Nar-cisismo y cultura modernal definíala sociedad contemporánea a travésde una nueva patología, el narcisismo,propio de un entorno excesivamenteindividualista; Vida urbana e identi-dad personal2, se centraba en la fa-milia como institución clave para la

1 Barcelona, Kairos, 1*980.2 Barcelona, Península, 1975.

formación de una personalidad timo-rata y peligrosamente retirada delmundo exterior; por fin, su obra ma-yor, El declive del hombre público 3

era un amplio estudio sobre la génesisde la enfermedad de la sociedad mo-derna y el culto de las relaciones pri-vadas, a través del rastreo de un mun-do público y abierto a una sociedadque se mira a sí misma en sus obse-siones terapéuticas hasta formar lo queél llama «comunidad destructiva».

Posiblemente la originalidad deSennett radique en su heterodoxiametodológica y en el tratamiento decuestiones que no suelen interesar alos científicos sociales. La caída delhombre público era una prodigiosacombinación de materiales diversos:la descripción de espacios de conver-sación y de espectáculos se unía alanálisis de discursos políticos pasandopor la literatura, sin desdeñar las clá-sicas explicaciones macrosociológicas.El resultado era un espléndido mosai-co que se ofrecía al lector como unaobra a medias entre la sociología, lahistoria y la poesía.

¿Y después de aquello, qué? Puesbien, una vez tocado techo sólo que-da la repetición, la mediocridad o eldesastre. La autoridad, primer títulode una tetralogía que nuestro autorprepara sobre los vínculos emociona-les de la sociedad moderna (los otros

Barcelona, Península, 1978.

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versarán sobre la sociedad, la fraterni-dad y la ritualidad), flota entre estoslúgubres horizontes. Tras loar a quienhizo de la sociología literatura, llegael momento de enfrentarse a esta úl-tima obra de Sennett, aun a riesgo decambiar el tono de rendida admiraciónpor la sorpresa, la estupefacción o elsilencio. O la elegía.

La autoridad apunta muy alto, qui-zá demasiado: Sennett quiere ahon-dar en la organización social de laemoción, investigar los vínculos emo-cionales de la sociedad moderna, paralo cual pretende poner en relaciónpsicología y política. Nada menos. To-do un gran proyecto del cual La au-toridad es sólo la primera entrega.

Para empezar, el objeto de estudiono se define claramente: más que unacosa, se dice, la autoridad es unamediación psicológica (al final con-cluirá que es un «acto de la imagina-ción») que permite entender los víncu-los de poder, caracterizados en nues-tra época por ser ilegítimos. Nuestramodernidad es destructiva, en opiniónde Sennett, porque creemos en figu-ras de autoridad desprovistas de le-gitimidad moral. A continuación ana-lizará dos de las formas modernas deautoridad, el paternalismo y la auto-nomía. El primero es el poder disfra-zado de benévola protección, la segun-da es la autoridad que pretende noexistir más que bajo la forma de le-jana y difusa «influencia». En el tra-tamiento de estas dos modernas for-mas de autoridad hay un punto quemerece ser resaltado, la persistenciade un elemento común a ambos víncu-los, la vergüenza. La vergüenza, for-ma enmascarada de control, violenciamuda y sutil, aparece en la autoridadpaternal a través de la obediencia su-misa y reconocida a un superior quepretende ser bueno; en la autonomía,

el enfrentamiento de los individuosen planos de poder desiguales, el unodistante y silencioso, el otro entrega-do y declarando sus intenciones, pro-voca una insoportable sensación devergüenza en el dependiente, que sien-te su declaración como don gratuito auna autoridad implacable.

El análisis de estas dos formas deautoridad se lleva dos tercios del li-bro. Al final de esta primera parte,«La negación», se concluye que estosvínculos de autoridad no sólo no sonlegítimos, sino que son destructivosy ello por dos razones: primera, por-que plantean unas relaciones carentesde toda protección (elemento que Sen-nett concibe como absolutamente ne-cesario para el ser humano, mostran-do una faz humanitaria hasta ahorano revelada); segunda, porque la ne-gación de la autoridad aparece comoimpensable al desplazarse su natura-leza de lo social, en tanto que meca-nismo de poder, a lo individual, entanto que característica personal. Estaidea se relaciona con un concepto de-sarrollado en otros libros, así, estasformas de autoridad serían propias deuna «comunidad destructiva», dondeprima una visión «psicomórfica» de larealidad. Pero éste es otro Sennett; elde La autoridad no acierta a aunarlos materiales con los que trabaja (unahistoria clínica, la descripción de unexperimento paternalista en una fábri-ca, la transcripción de una entrevistalaboral), utiliza en exceso conceptosespecializados, concretamente del cam-po psiquiátrico (por ejemplo, «depen-dencia desobediente», «sustituciónidealizada», «fantasía de la desapari-ción») con insuficiente profundidad yes capaz incluso de despachar un te-ma tan resbaladizo como el de la me-táfora en unas páginas llenas de lu-gares comunes. Por el contrario, cues-

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tiones de interés son apenas aborda-das, por ejemplo, la conexión entreautonomía y personalidad (siendo éstaconcebida como la orquestación cohe-siva de los recursos internos) y lavaloración que la sociedad hace deesta construcción disciplinada.

La segunda parte del libro, «El re-conocimiento», mucho más breve, esla presentación de los pasos necesa-rios para la transformación, dentrodel ámbito de lo privado, de esosvínculos malignos de autoridad quehan sido descritos anteriormente. Sen-nett nos lleva de la mano del Hegelde La fenomenología del espíritu pararecorrer el ascético camino de la liber-tad. Esta vía tiene cuatro peldaños:el estoicismo, el escepticismo, la con-ciencia desventurada y la concienciaracional. Retirada pasiva del mundoy negación por parte del siervo de lalegitimidad moral del señor, los dosprimeros son pasos negativos paradesasirse de la autoridad; sólo con laconciencia desventurada, es decir, conla dolorosa comprensión de que laservidumbre es un enigma del deseopresente en la naturaleza humana, sevislumbra el camino de la libertad.El último paso de esta ascensión esla conciencia racional, la comprensiónde que el cisma interno siervo-señorse advierte en todos los hombres, pa-sando así de ser algo individual a seruna constante presente en toda rela-ción social. De todo esto se deduceun determinado concepto de libertad:«La libertad no es la felicidad. Es laexperiencia de la división, el recono-cimiento final de que en cada ser hu-mano coexisten un tirano y un escla-vo; la única forma de que los sereshumanos puedan aspirar jamás a seralgo más que duelistas es que reco-nozcan este hecho. La libertad existefinalmente cuando el reconocimiento

que hago de ti no me quita nada demí» (pág. 125).

¿Se relaciona esto con la idea de-sarrollada en Vida urbana... de laaceptación de la sociedad como unespacio de conflicto o, por el contra-rio, es una llamada a la construcciónde lazos sociales más «humanos»? Laambigüedad presente en todo el dis-curso de La autoridad no permite re-velar dicho enigma. Mal síntoma éstede no poder dilucidar la intención delautor.

«El primer paso que ha de dar unapersona para volver a concebir la au-toridad es distanciarse de ella tempo-ralmente» (pág. 128). Bajo la formade recetario o de consultorio sentimen-tal, Sennett nos alumbra la vía parasalir del vínculo de autoridad. Pri-mero, la distanciación, una de cuyasformas es la máscara, y que era rei-vindicada en obras anteriores (comomedio de mantener la «civilidad» yevitar la destructividad que conllevala intimidad). Segundo, la reflexiónsobre el proceso de victimización, quese intenta comprender exteriorizandoel vínculo de autoridad desde los dospolos: víctima y verdugo, siervo yseñor. Este enfrentamiento de discur-sos, la «duplicación», es un mecanis-mo creativo que, al unir la catarsisde la confesión a la distancia del aná-lisis, rompe el círculo destructivo delas relaciones de autoridad. Siendoeste capítulo, con mucho, lo más in-teresante del libro en cuestión, hayque destacar un punto que se relacio-na con el discurso sennettiano deotras obras más logradas: la idea deque la publicitación del sufrimientoes un medio radical de romper elcírculo de autoridad destructiva.Mientras que el sufrimiento vividoen soledad ha llegado a ser conside-rado como bien moral en una cultura

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narcisista para la cual el exterior sóloimporta en tanto que espejo del yo,la exteriorización del dolor conllevaen parte su disolución al dejar de seruna propiedad inalienable para con-vertirse en una constante inevitablepor el roce social. En palabras deSennett: «La carta de Kafka es unejemplo de ruptura de los términosde ese tratado secreto al hacerlo pú-blico. La moraleja de la publicaciónes evidente: si la gente puede cen-trarse en cómo reacciona cuando sele hace daño, en el sentido de queéste es el verdadero problema, enton-ces, por lo menos, dejará de dar va-lor a sus propias heridas; dejará deconspirar para seguir sufriendo» (pá-gina 145).

Esta cita sería una muestra paravislumbrar el estilo de Sennett en suúltimo libro, y el primero de una se-rie que me hace pensar, acaso por unaperversa asociación, en Carlos Casta-ñeda y su camino por las espinosassendas del conocimiento. ¿Cuáles sonlas conclusiones que se deducen deesta primera parte de un tratado so-bre la construcción social de la emo-ción? Pocas y mal avenidas. Que laautoridad no es una cosa, sino unacto de la imaginación (pág. 186); quetodos, señores y subditos, estamospresos de la maraña de los vínculosdestructivos (pág. 146); que la auto-ridad debe ser visible y legible, esdecir, explícita acerca de sí misma yde sus promesas y específica en la for-ma de hacer su declaración (en un ca-pítulo incomprensible en su incohe-rencia temática). Y una última queencubre una derrota: la confesión, enpassant, de que «la autoridad comoproceso constante de interpretación yreinterpretación tiene sentido en losasuntos íntimos, no en los públicos»(pág. 185). ¿Dónde quedan los gran-

des propósitos de relacionar políticay psicología a través de la formaciónsocial de la emoción? Silencio y pun-to final.

La autoridad es un libro fallido.Adolece de todos los defectos: detratar demasiados temas y todos deforma superficial, de carecer de unhilo conductor consistente, de exhibiruna rapidez desaliñada que pasa porencima de conceptos y temas de inte-rés, de fallar estrepitosamente en laconexión de los discursos psicológicoy político, individual y social. Pero,sobre todo, produce un efecto comopoco molesto: orquestar el alba deuna decepción. ¿Dónde está el Sen-nett que, perdido en el laberinto psi-quiátrico, lograba dar un diagnósticolúcido de la sociedad moderna (Nar-cisismo...)?; ¿dónde el alquimista quereconstruye la libertad de un mundopúblico dieciochesco y la estrechezdel puritanismo Victoriano (La caí-da...)?; ¿dónde el crítico feroz deuna vida personal caracterizada porel temor como estandarte moral (Vidaurbana...)?

Y volvemos al principio. Como-quiera que la época de los manualespsicológicos ha pasado a mejor vida,de poco sirve un tratado sobre cómoresolver crisis personales en relacióncon figuras de autoridad. Tal como di-ce Sennett en alguna otra obra mejor,dejemos de explicar los conflictos entérminos de fracaso personal y enca-remos los altibajos (y sin duda Laautoridad es un gran «bajo» en subibliografía) como inevitables conse-cuencias del roce social. Voluntaris-mo esperanzado, escepticismo vestidode verde. Lo malo es que éste es sóloel primero. ¿Quedará voluntad de sa-ber más de Sennett después de Laautoridad? Puntos suspensivos.

HELENA BÉJAR

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TOMÁS CALVO BUEZAS

Los más pobres en el país más rico. Clase, raza y etnia en el movimientocampesino chicano

(Madrid, Ed. Encuentro, 1981)

La gran sabiduría de Spinoza cuan-do aseveraba que «el alma se esfuer-za en imaginar sólo aquello que afir-ma su potencia de obrar», refleja,quizá, una de las convicciones máslúcidas sobre el comportamiento so-cial de los seres humanos que anidanel entrañable espíritu científico deeste artesano de la antropología so-cial a lo largo de su magistral tareade transmitir el vivo testimonio yproporcionar las claves interpretati-vas del movimiento campesino chi-cano.

Los campesinos mexicanos y chica-nos (hijos de emigrantes mexicanosresidentes en los EE.UU.) del Estadode California ocupan el lugar más ba-jo en la estructura socioeconómica pi-ramidal de la sociedad capitalista ca-liforniana (pertenecen a la clase obre-ra, a la subclase inferior campesina ya una de las etnias más discrimina-das). Su posición en la lucha sociales materialmente impotente frente asu «otro»: los rancheros california-nos, quienes no sólo concentran lapropiedad de la tierra, sino ademástodas las conocidas ramificaciones ytransmutaciones del poder económicoen la sociedad norteamericana.

El desproporcionado desarrollo deese «otro» y el lugar que ellos mis-mos ocupan con respecto a los mediosde producción determina en gran me-dida la formación de las representa-

ciones mentales (conciencia) con quelos chicanos perciben su situación ydefinen su lucha (Marx y derivados).Sin embargo, la propia memoria his-tórica y herencia cultural mexicanaconstituye una fuente fundamental deparadigmas míticos y modelos com-portamentales «eficaces simbólicamen-te» en la orientación y vivencia desu propia praxis combativa. De ahíque también (y ésta es la aportaciónmás destacable y acertada del autorque se sitúa en un modo específicode concebir y hacer antropología) re-sulten ser una fuente de análisis im-prescindible para el investigador so-cial que, superados ciertos dogmatis-mos teóricos y tics metodológicos,quiera localizar y comprender las co-ordenadas psicosociales en las que en-cuentran sentido los auténticos móvi-les del cambio social, al menos parasus protagonistas.

Dejando brotar las voces del movi-miento campesino, Tomás Calvo re-construye desde sus orígenes en 1962hasta 1981 los hechos que le han da-do relieve. Así, una pequeña Asocia-ción Campesina (NFWA), fundada en1962 en California por unos doscien-tos mexicanos o de ascendencia me-xicana liderados por César Chávez,llega a ser la primera organizaciónestable de los trabajadores del campoen los EE.UU. que consiguen la apro-bación de leyes y la firma de conve-

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nios colectivos. ¿Cómo explicar se-mejante éxito, sobre todo teniendoen cuenta que hubieron otros inten-tos fracasados desde distintas etniase ideologías políticas mucho más ex-plícitas?

Los campesinos militantes inicia-ron una serie de acciones políticascontra la estructura opresora del cam-po (huelgas del sector, marchas-mani-festaciones, huelga de hambre, pique-tes...) que adquirieron una expresiónmítico-religiosa («huelga de la uva:las uvas de la ira», «peregrinación-revolución-penitencia a Sacramento»,«el ayuno de César», «el boicot delas uvas esquiroles como comuniónsecular»...), transformándose en ri-tuales recreadores del sentimiento re-ligioso primario: el de religarse a losorígenes, que, en este caso, tenía dossentidos, el de autoafirmación étnica(misma lengua, dioses, valores) con-tra la cultura anglosajona dominantede un lado y, de otro, un sentido másuniversal de revivir el ideal de fusióny unidad en la confraternidad de lalucha contra la injusticia social. Me-diante este último ideal se entiendela participación de sectores que nopertenecían ni a la clase campesinani a la etnia mexicana: «Blancos aco-modados y urbanos anglosajones en-cuentran en el drama campesino chi-cano una comida mística abundantey sabrosa que la sociedad consumistano les da. El grupo norteamericanotenía tanta hambre de mitos utópicoscomo los campesinos mexicanos de dó-lares.»

De este modo el movimiento cam-pesino chicano adquiere la fuerza deser conjuntamente una lucha de cla-ses, de etnias y mítico-religiosa, ex-presándose a través de una riquísimadimensión simbólica propia de la cul-tura mexicana, que esta obra ha sa-

bido recoger, haciéndola comprensi-ble no sólo a quienes hemos tenidola fascinante experiencia de conocerladirectamente, sino a un público másgeneral.

Si bien la lucha de clases (entre elcapitalista propietario de la tierra yel asalariado campesino) es evidenteen este movimiento social contempo-ráneo, sus protagonistas atacan la teo-ría marxista de clases como una whitesolution de europeos y formulan suconflicto sociocultural a través deotros referentes ideológicos. Así, laconquista de México por los españo-les constituye el paradigma mítico-histórico básico en cuyo marco loscampesinos chicanos expresan la con-ciencia subjetiva de su situación entérminos de «dualidad antagónica delos grupos en que el débil acepta larelación asimétrica, pero no permiteser violado, rajado, chingado».

De esta forma, el autor, en un im-presionante esfuerzo de penetrar enlas raíces culturales de lo mexicano,nos lleva a través de un labradísimoy enormemente sugerente sendero in-telectual hasta los tres mitemas clavesque modelan el comportamiento delos actores del drama campesino chi-cano, proporcionándoles asociacionesarquetípicas con las que ordenar sim-bólicamente la multitud de contra-dicciones, ambivalencias, lealtades ytraiciones derivadas de su complejay conflictiva realidad social: «el ma-cho» (cerrado, no chingado), que fun-ciona como modelo ético de valentía;«la madre», cuya función es la media-ción integradora para reconciliar sim-bólicamente lo antagónico (la Virgende Guadalupe como Madre Fecunda-dora Mediadora Universal); y «la ma-dre/mujer» (mediación mestiza ben-dita/maldita) representado por las fi-guras de la Virgen de Guadalupe (ex-

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presión sublimada del sincretismo cul-tural de lo indio y lo hispano) en opo-sición a la Malinche, amante de Cor-tés, traidora de la raza (hijos suyosserán los campesinos rompehuelgas).

«La teoría de la mediación bendita-maldita» desarrollada por el autor,constituye un encomiable corolariode esta obra. Se trata de una propues-ta teórica que permite explicar la com-pleja dinámica interna de un gruposocial en un proceso de cambio con-flictivo sociocultural. En realidad, su-pone una alternativa a la teoría mar-xista de lucha de clases en determi-nadas condiciones socioculturales.

A mi entender, la aportación fun-damental de la misma reside en evi-tar el fácil mecanismo, no necesaria-mente erróneo, de conceptualizar co-

mo formas de conciencia deformada oideológicas a ciertas expresiones deconciencia social que desde la ortodo-xia marxista no reflejan las condicio-nes materiales de existencia de losactores que las detentan. Ello ha con-llevado siempre una parcial ceguera,ya que al considerarlas deformadasno se ha buceado en las entrañas la-berínticas del mito y del símbolo enque se alimentaron tales expresiones,con el fin de establecer, como así ha-ce el autor con respecto a los actoresdel drama campesino chicano, una redde relaciones explicativas y revelado-ras de las raíces psicológicas profun-das que «potencian a obrar» a losactores sociales.

MARIBEL ALER GAY

MIGUEL A. QUINTANILLA

A favor de la razón

(Madrid, Ed. Taurus, 1981)

La sociología, la ciencia política yyo diría que todas las ciencias huma-nas, están en lucha perenne contra sulenguaje. Por eso libros como el queM. A. Quintanilla nos presenta enesta ocasión no parecen que vayan aquedar viejos fácilmente, lo que sederiva del hecho mismo de que ennuestras ciencias la racionalidad nose alcanza y se posee para siempre,sino que ha de conseguirse diariamen-te en lucha contra las renovadas ten-dencias irracionalistas que por cómo-das, o por otros motivos, proliferan.

Por ello pienso que A favor de larazón es un libro a leer y pienso quecon detenimiento, esto es, con una re-

flexión adicional sobre los problemasy soluciones apuntadas por el profe-sor Quintanilla. En una sociedad don-de la última moda de la neoburguesíaintelectual ha pasado en poco tiempode la adopción de posiciones Divinegauche y el cultivo de un neomarxis-mo psicoanalítico de verbo radical yde compromiso tímido, a un escepti-cismo irracionalista y elegantoide tanpasota como los tiempos que corren;en un mundo donde la irracionalidadde la CÍA y la KGB se impone inexo-rablemente sobre nuestro planeta con-tra todo sentido común, y cómo no,contra todo raciocinio, la reivindica-ción de racionalidad del profesor

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Quintanilla, que él basa en el cono-cimiento científico, resulta algo quetodos, salvo los cómodamente adscri-tos a ese pasotismo filosófico citado,debemos agradecer. Porque si ser ra-cionalista consiste en sintonizar conel método científico, todo discurso ra-cional, es decir, humano, debería so-meterse a los criterios cuanto más au-tocríticos mejor del último discursodel método, pero someterse... comoúnico medio de separar el grano dela paja.

Esta posición demuestra que Quin-tanilla reivindica el valor de la cien-cia «en una dimensión enteramentediferente; en una dimensión propia-mente filosófica, en la que el pensa-miento filosófico es un punto de apo-yo ineludible para una batalla másamplia: la que hay que librar a favorde la razón». Sabemos que el cono-cimiento científico acumulado es rela-tivamente escaso, irrelevante en mu-chos aspectos humanistas y, cómo no,perecedero, pero también es cierto quees lo único que tenemos con algunacapacidad de predecir y, por lo tanto,de entender los hechos de nuestromundo circundante. Las realizacionesde la ciencia aplicada puede que ha-yan resultado la mayor parte de lasveces claramente negativas para elhombre, pero de eso no tienen laculpa ni la ciencia ni los científicos,sino el uso que hemos hecho de lamisma. El llamamiento de Quintanillahacia la racionalidad no es así sólouna llamada hacia la producción deconocimiento científico, sino tambiénhacia el uso axiológicamente racionaldel mismo. Se trata, en el fondo, co-mo diría Georg Picht, de la necesi-dad de una «ciencia a la segunda po-tencia».

La autenticidad del humanismoimplícito en el trabajo de Quintani-

lla, que paradójicamente no se en-cuentra en los discursos irracionalis-tas y pretendidamente humanistas ala moda, se pone de manifiesto cuan-do pondera la necesidad de una ilus-tración social amplia: «Una de lasprimeras cosas que, en general, creoque debe hacer la filosofía es ejercerlo que podríamos llamar la tarea deilustración, pero no al modo de la

>. ilustración del siglo xvín, dirigida asus gobernantes y gentes de bien conla esperanza de que ellos puedan cam-biar las cosas. La ilustración de nues-tra época tiene que ser la ilustraciónde los pueblos y las gentes todas. Unailustración que permita a la gente cap-tar la verdadera naturaleza de las re-laciones sociales, desmontar las ideo-logías que se utilizan para encubrirlas relaciones de poder, descubrir quela racionalidad es patrimonio de todosy que el poder reside en la voluntadde los hombres libres.» Por eso, cuan-do en el plano práctico Quintanilla seplantea el procedimiento operativopara llevar a cabo una política racio-nal y el problema de quién habrá detomar en última instancia las decisio-nes pertinentes, Quintanilla nos apun-ta una solución, no carente de unacierta ingenuidad utópica, que abogapor la participación del pueblo y porla apropiación del conocimiento cien-tífico por parte del pueblo versus laexpertise de los ingenieros y cien-tíficos demasiado circunscrita a loscriterios dentistas o tecnicistas al uso,esto es, no sólo deshumanizantes, sinotambién seudoilustrados y elitistas.

Sobre esta necesidad de racionali-zación como fondo, Quintanilla pasaa acentuar el papel de la tecnologíapara sostener que la dimensión tec-nológica resulta ineludible para rei-vindicar el valor de la ciencia y parademostrar que la aplicación tecnoló-

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gica no aplica una lógica diferente ala de la investigación científica pura.En esta última y en palabras del pro-pio Quintanilla, se efectúa el siguen-te proceso: «partiendo de un proble-ma teórico determinado (suscitado ge-neralmente por la presencia de unacontecimiento A), se intenta cons-truir una teoría T que ponga en rela-ción una serie de circunstancias C conel acontecimiento A, de forma queéste quede explicado como resultadode aquellas circunstancias si la teoríaes verdadera». La aplicación tecnoló-gica, por contra, «parte de un obje-tivo (o acontecimiento A) que hayque conseguir, y de unas teorías yadadas T; la tarea consiste en descu-

brir las condiciones o circunstanciasC que, en virtud de las previsiones delas teorías T, permitirán conseguir elobjetivo A». Ambas dimensiones obe-decen pues a los mismos esquemaslógicos.

En este comentario he abordado losproblemas que más directamente meinteresaban del libro de Quintanilla,pero éste ataca otros, como, por ejem-plo, la crítica del inmaterialismo dePopper en su conocida teoría de lostres mundos, enfrentado a la teoríamaterialista de Bunge, que me figurodebe ser del mayor interés para losfilósofos profesionales.

F. PARRA LUNA

MIGUEL JEREZ MIR

Élites políticas y centros de extracción en España. 1938-1957

(Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1982)

Sucede con frecuencia en la histo-riografía contemporánea que siempreque existe un período oscuro, escasa-mente estudiado por su cercanía y lafalta de suficiente perspectiva histó-rica, se tienda a cubrir el vacío con-siguiente con generalidades más o me-nos afortunadas y con modelos deanálisis teórico socio-políticos que, pe-se a su innegable valor heurístico, hande ser considerados tan sólo como hi-pótesis provisionales de trabajo nece-sitadas de contraste y validación pos-terior mediante la correspondiente in-vestigación empírica. En gran parte,éste ha venido siendo hasta ahora elcaso del franquismo como objeto deanálisis científico. Contrastando conuna ausencia clara de investigación

básica de carácter monográfico, enlos últimos quince años han visto laluz una sorprendente variedad de mo-delos teóricos de investigación, polé-micos entre sí, aunque muchas vecestangenciales, para tratar de aclarar ladebatida naturaleza del régimen polí-tico franquista que tantas especifici-dades presenta respecto de otros regí-menes que le han sido próximos ensu fundamentación, estructura y ejer-cicio del poder.

Paralelamente hemos asistido a lapublicación de diversas obras genera-les de carácter histórico que, a vecescon fortuna, han tratado de recons-truir el decurso de la «España deFranco». Pero es sólo muy reciente-mente cuando se está conociendo to-

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da una serie de investigaciones secto-riales en los terrenos político, social,ideológico, económico, religioso, cul-tural, militar, etc., que, poco a poco,en detalle y con profundidad, estánhaciendo posible la difícil tarea de re-componer la urdimbre de ese inmensoy complejo «puzzle» que fue el fran-quismo. En esta línea de trabajo esen la que se inscribe la interesanteobra del profesor Jerez. Obra que porsus características y por su complejay trabajada documentación (a pesarde ser labor individual) es, a partirde ahora, con seguridad, un obligadopunto de referencia de todos aquellosestudiosos que desde cualesquiera dis-ciplinas o perspectivas se ocupen delanálisis del régimen de Franco.

Partiendo de la utilización de losconceptos operativos de élite políticay centros de extracción, el autor tratauna vasta documentación biográfica ypolítica dirigida a poner de manifies-to los componentes de las diversas«familias políticas» integrantes delbloque en el poder, la configuraciónde su «círculo interno», el peso rela-tivo de sus corrientes político-ideoló-gicas en el ejercicio del mismo, y lasrelaciones y conexiones que mantie-nen no sólo en el terreno político,sino también en el económico.

En apretada síntesis, puede decirseque la élite política del régimen fuecooptada mediante intrincados proce-dimientos —vinculación a determina-dos clanes políticos, nepotismo, «ami-guismo», lealtad personal al Caudi-llo..., jugando el mérito personal unpapel de menor importancia, y enestrecha dependencia de la instanciadecisiva representada en la figura delgeneral Franco. Y ello se hizo a par-tir de una restringida pluralidad decentros de extracción que, en sustan-cia, vienen a coincidir con las diferen-

tes furzas político-económicas y co-rrientes ideológicas que confluyeroncon sus intereses en el planteamientoy desenlace de la guerra civil: la Fa-lange (vieja o nueva, auténtica o no,aclara el autor), el Ejército, la Iglesiay sus grupos de influencia (fundamen-talmente Acción Católica, Opus Deiy ACNP), los núcleos monárquicostradicionalistas y alfonsinos, la granburguesía terrateniente, industrial yfinanciera, y la burocracia y la no-bleza.

Fuerzas y corrientes que, pese a susintereses, muchas veces dispares y en-frentados en lo coyuntural, compar-tían el más fundamental y mediato dela defensa del orden social capitalistay tradicional que, traduciendo en granmedida su conciencia de clase, les lle-varía a la articulación de un «espectroideológico y político común», por másque éste fuera difuso y a veces para-dójico en sus formulaciones. Por ello,cobra una especial relevancia en elanálisis las relaciones y conexiones delos centros de extracción entre sí, lassuperposiciones e incluso infiltracio-nes que se dan de unos sobre otros,manifestadas en gran parte en la do-ble militancia de muchos individuosrelevantes componentes de la élite yen la existencia asimismo de los lla-mados «hombres-puente», como fue-ron los casos de Ibáñez Martín, Carre-ro Blanco, Fernández Cuesta, Solís,Mora Figueroa, etc.

En el plano metodológico el pro-fesor Jerez desgrana su análisis de laélite de extracción falangista, military católica, sucesivamente, examinan-do la procedencia geográfica y social,los grupos de edad, los estudios y pro-fesiones, sus conexiones con la no-bleza, carrera política y conexioneseconómicas; y documentando todosestos extremos con sendos anexos

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—valiosísimos— que relacionan lasdiferentes élites con expresión de susprincipales circunstancias biográficasy su presencia en los consejos de ad-ministración de la industria y la ban-ca. Cabe subrayar que los datos uti-lizados son manejados científicamen-te en el contexto social, económico,político e ideológico propio de la «cri-sis de Estado» que ha caracterizadoa la formación social española desdeel siglo xix. Algunos de sus conteni-dos más significantes para la investi-gación de la élite son incluso explici-tados en los planteamientos generalesque hace en las introducciones a losdiferentes capítulos de la obra. Fina-liza con unos anexos generales y conuna muy perfilada relación de nom-bramientos por órganos y ministerios,con especificación de las fechas res-pectivas de nombramiento y cese, delcentro de extracción y del cuerpo fun-cionarial, en su caso, correspondiente.

Respecto a los rasgos definitoriosde la élite del régimen de Franco du-rante el tracto histórico que se extien-de desde 1938 a 1957, concluye se-ñalando su origen social mayoritariode clase media y media alta, con unamedia de edad bastante joven, de pro-cedencia fundamentalmente madrile-ña, con predominio de los cuerpos su-periores de la Administración, sin ex-periencia política previa, profunda-mente imbricada con el mundo de losnegocios, muy cerrada, y en el senode la cual es posible observar la exis-tencia de diversas tensiones corres-pondientes a los grupos de proceden-cia ahora en el poder, aunque amor-tiguadas en gran parte por la «fusiónde élites» y la disciplina interna porla comunidad de intereses, ejercida yvigilada por el general Franco.

Otra dirección interesante de la in-vestigación que comentamos consiste

en la concreción del ejercicio del po-der por los diferentes segmentos dela élite, atendiendo a la distribuciónde áreas de influencia. En este sen-tido el autor evidencia la dará deli-mitación de zonas en las que hubo unpredominio manifiesto de algunos delos grupos en presencia: éste fue elcaso, por ejemplo, de Agricultura,controlada por los falangistas, o In-dustria y Comercio y Presidencia delGobierno, por los militares. Y, porotra parte, aquellas otras zonas en lasque confluyen varias fuerzas que secontrapesan: Gobernación, con falan-gistas y militares; Educación e Infor-mación y Turismo, con falangistas ycatólicos, etc. Pero en todo este cua-dro es necesario tener siempre pre-sente que «el Ejército, con su generalen jefe a la cabeza, fue el último pun-to de referencia del sistema».

Para finalizar, subrayemos que alo largo de toda la investigación, yen las conclusiones con mayor expli-citud, el autor analiza las funcionesinternas cumplidas por los centros deextracción bajo estudio. Además deser provisores de cuadros dirigentes—señala—, proporcionaron argumen-tos, aunque muchas veces incoheren-tes entre sí, para la legitimación delrégimen, haciendo posible una amal-gama de las legitimidades tradicional,carismática y legal; llevaron a cabo,además, bajo distintas formas, la fun-ción coercitiva del régimen. Y, sobretodo, católicos y falangistas, desarro-llaron la importantísima función desocialización en general y de adoctri-namiento político en particular, a tra-vés de la prensa, radio, cine, escue-las, sindicatos, el Frente de Juventu-des y la Acción Católica.

GREGORIO CÁMARA VILLAR

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