cronica social del cine en almeria 1896-1936

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 Crónica social del cine en Almería: 1896-1936 PRESENTACIÓN  Antes de que llegaran los invernaderos llegó el cine como esperanza económica para Almería. Eran aquellos años sesenta de frenético cambio en la sociedad española. Los tiempos del hoy olvidado spaguetti-western, que tuvo escenarios espa ñoles, actores espa ñoles, direc tores españole s y muy bien pud o llamar se tor tillade pat atas-western. Cua ndo en el peq ueñ o Campo de Tabernas cabía todo el inmenso oeste norteamericano. Hacia finales de esa década yo hacía el servicio militar en el campamento Alvarez de Sotomayor de Viator y sufría, como cinéfilo incipiente, al saber que no lejos Brigitte Bardot, Lea Massari y Claudia Cardinale estaban rodando y no podía acercarme a verla s. Alme ría y cine eran enton ces para mí, como para muchos espa ñoles , una pareja bien avenida. Para los que aprendíamos a marcar el paso en el campamento, los cines de Almería eran el gran refugio dominical, y recuerdo haber visto en ellos en sesiones de tarde el primer film de Coppola, Ya eres un gran chico, y la Bonnie and Clyde de Arthur Penn. Pero antes, mucho antes, el cine, como nuevo entretenimiento, masivo y barato, había llegado a la lejana Almería, por los mismos años en que ll egaba el ferrocarril, éste con medio siglo de retraso y tras hacerse mucho esperar. Más puntual, el cine. Sólo con una reconstrucción minuciosa de la época, a través de las hemerotecas y los archivos, depósitos de ignorados tesoros, de memorias y todo tipo de testimonios, incluida la  publicidad y aquellos programas de mano que se repartían en todas las ciudades andaluzas cada mañana a la puerta, por ejemplo, del mercado, podemos hacernos cabal idea de la influencia que el nuevo invento, el pronto séptimo arte, tuvo en la vida cotidiana de los habitantes de una ciudad pequeña y tranquila como Almería, del impacto que la popularización del cine supuso. Esa reconstrucción paciente es la que hace Ignacio Ortega Campos en esta obra. Conocía del autor su precedente El cinematógrafo en Jaén, atinada y evocadora obra –evocadora al menos para personas como yo, jiennense en el exilio laboral e hist or iador de la comuni cación-, pero me sorprendió gratamente este anál isis, que si n perder de vi sta al gunos esquemas del anterior y abarcando el mismo periodo, cuatro décadas, va más allá y da a mi modo de ver una redonda visión social y ciudadana de la implantación del cine en Almería, si aquella se dispersaba en cierto modo al abarcar el conjunto de la extensa provincia, aquí se concentra en la capital y proyecta un poderoso foco sobre ella. El cine y su instauración, pero también todo su complejo y humano entorno. No hay que discutir si es el cine, la televisión, el fútbol u otra la gran novedad lúdica del siglo XX. En los años que Ignacio Campos nos describe no ha aparecido la pequeña pantalla y el fútbol, al menos en Almería, tiene una limitada incidencia. El cine va a reinar pronto como principal entretenimiento para may or es y pequos en esta ci udad dorada de caci ques y suos dormidos. Muestra el autor, además, la doble virtud, que como periodista tanto aprecio, de la amenidad y de la concisión. De ahí que sea ésta una obra que se 1

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Crnica social del cine en Almera: 1896-1936 1

PRESENTACIN Antes de que llegaran los invernaderos lleg el cine como esperanza econmica para Almera. Eran aquellos aos sesenta de frentico cambio en la sociedad espaola. Los tiempos del hoy olvidado spaguetti-western, que tuvo escenarios espaoles, actores espaoles, directores espaoles y muy bien pudo llamarse tortilladepatatas-western. Cuando en el pequeo Campo de Tabernas caba todo el inmenso oeste norteamericano. Hacia finales de esa dcada yo haca el servicio militar en el campamento Alvarez de Sotomayor de Viator y sufra, como cinfilo incipiente, al saber que no lejos Brigitte Bardot, Lea Massari y Claudia Cardinale estaban rodando y no poda acercarme a verlas. Almera y cine eran entonces para m, como para muchos espaoles, una pareja bien avenida. Para los que aprendamos a marcar el paso en el campamento, los cines de Almera eran el gran refugio dominical, y recuerdo haber visto en ellos en sesiones de tarde el primer film de Coppola, Ya eres un gran chico, y la Bonnie and Clyde de Arthur Penn. Pero antes, mucho antes, el cine, como nuevo entretenimiento, masivo y barato, haba llegado a la lejana Almera, por los mismos aos en que llegaba el ferrocarril, ste con medio siglo de retraso y tras hacerse mucho esperar. Ms puntual, el cine. Slo con una reconstruccin minuciosa de la poca, a travs de las hemerotecas y los archivos, depsitos de ignorados tesoros, de memorias y todo tipo de testimonios, incluida la publicidad y aquellos programas de mano que se repartan en todas las ciudades andaluzas cada maana a la puerta, por ejemplo, del mercado, podemos hacernos cabal idea de la influencia que el nuevo invento, el pronto sptimo arte, tuvo en la vida cotidiana de los habitantes de una ciudad pequea y tranquila como Almera, del impacto que la popularizacin del cine supuso. Esa reconstruccin paciente es la que hace Ignacio Ortega Campos en esta obra. Conoca del autor su precedente El cinematgrafo en Jan, atinada y evocadora obra evocadora al menos para personas como yo, jiennense en el exilio laboral e historiador de la comunicacin-, pero me sorprendi gratamente este anlisis, que sin perder de vista algunos esquemas del anterior y abarcando el mismo periodo, cuatro dcadas, va ms all y da a mi modo de ver una redonda visin social y ciudadana de la implantacin del cine en Almera, si aquella se dispersaba en cierto modo al abarcar el conjunto de la extensa provincia, aqu se concentra en la capital y proyecta un poderoso foco sobre ella. El cine y su instauracin, pero tambin todo su complejo y humano entorno. No hay que discutir si es el cine, la televisin, el ftbol u otra la gran novedad ldica del siglo XX. En los aos que Ignacio Campos nos describe no ha aparecido la pequea pantalla y el ftbol, al menos en Almera, tiene una limitada incidencia. El cine va a reinar pronto como principal entretenimiento para mayores y pequeos en esta ciudad dorada de caciques y sueos dormidos. Muestra el autor, adems, la doble virtud, que como periodista tanto aprecio, de la amenidad y de la concisin. De ah que sea sta una obra que se

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lee con inters y ante la que uno tiene la sensacin de que nada sobra, nada hay que sea superfluo para componer ese marco caleidoscpico de la ciudad de Almera en el paso del siglo XIX al XX y en el primer tercio del siglo pasado, hasta los trgicos das de la guerra civil. Puede, como bien dice el autor, quedar algn vaco, puede producirse algn olvido, es inevitable, pero ser muy secundario, porque el panorama que traza es suficientemente rico para que no slo percibamos el impacto del nuevo medio, sino que a travs de su historia tengamos verdadera cuenta de lo que era esa ciudad, sus limitaciones, sus afanes, desmenuzados en mltiples detalles que quiz muchos historiadores antao despreciaran, pero que hoy valoramos porque perfilan verdaderamente la vida cotidiana de la ciudad, incluso mejor que algunos grandes acontecimientos. Tiene tambin Ignacio Ortega el acierto de ubicar el cine en el marco de tantos espectculos que se configuran en el XIX, linternas mgicas y otras invenciones asombrosas a los ojos del pblico del momento que preparan el camino para el cinematgrafo, sin olvidar el ms decisivo de todos, el de la fotografa. O las que le acompaan, como todo el proceso de desarrollo de la radio y del disco, y como todo ello va generando una cultura visual, luego audiovisual. Cada nuevo invento nos maravilla, nos parece superar a todo lo precedente. Es lo que se reitera en nuestros das con Internet. Ms lentamente, pero no menos profundamente, el cine entra en la vida de los almerienses en esos aos difciles del siglo XX hasta hacerse para una mayora imprescindible, les da sueos y alegras, sorpresa, evasin y risa, se hace espectculo que congrega a toda la familia, pero es al mismo tiempo profundamente individual porque cada miembro de esa familia ve en la misma pelcula algo distinto a sus acompaantes. Es lo que nos describe y nos descubre esta obra y hay que agradecerle a su autor la paciencia recopiladora, la ecuanimidad y la habilidad en reconstruir ese peculiar pasado que es la historia cinematogrfica de una ciudad. Ignacio Ortega, con modestia, no titula su obra Historia del Cine, sino Crnica social del Cine. El valor y el resultado es el mismo, pero ese ttulo responde muy bien a lo que busca el autor, que nos describe salones y cafs, barrios y paseos de una ciudad ms pequea, sin duda tambin ms entraable que la de hoy. Pero todo ello en funcin siempre de que enmarquemos la irrupcin del cine, del medio y de su pblico. De los locales que van surgiendo a veces con nombres extraos qu lleva a poner a un cine como nombre el de Katiuska, sino una disfrazada admiracin por la revolucin rusa?- y sobre todo esa paulatina consolidacin del nuevo arte, primero los ambulantes, luego la mezcla de cine y teatro, de inmediato los primeros cines estables y finalmente esos grandes locales a los que se aplica el calificativo de lujosos. Como toda historia que se precie, el ser humano est aqu siempre presente. La galera de personajes que pululan en torno al cine en Almera en esos 40 aos es larga y a veces sorprendente. Ah estn personas tan interesantes como ese Victoriano Lucas, fotgrafo, pintor y temprano realizador

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de los primeros films locales, minipelculas ms bien, casi un Lumire local. Personajes cuya pista se pierde, y todo historiador local sabe ese drama de que desaparezcan las huellas de una persona que ha llegado a interesarnos o incluso a apasionarnos. Negociantes oportunistas, romnticos del celuloide, ms de un arruinado por el cine y algunos, pocos, que prosperan gracias a l, todos desfilan como en una nueva Amarcord felliniana por las pginas de esta obra. Los ltimos captulos del estudio de Ignacio Ortega son, a mi juicio, especialmente significativos, porque retratan las dificultades en la implantacin del sonoro, la debilidad por lo general del empresariado cinematogrfico, el retraso en disponer de pelculas habladas en espaol, Hoy, cuando tanto ha cambiado la recepcin del cine, el negocio del sptimo arte, Almera y el cine siguen fascinndonos. Si en 800 balas Alex de la Iglesia reivindica, a su modo, aquellos aos en que el desierto almeriense, pero no slo l, ambientaba cada ao doce o quince pelculas, en Poniente la granadina Chus Gutirrez, se acerca a la Almera de la inmigracin y los cultivos intensivos. Nos sigue atrayendo el drama con fondo almeriense, como en Contra el viento, de Francisco Perin, y comprendemos que el cine tienda a ver el Cabo de Gata almeriense como un ltimo paraso europeo, sea por el Alan Tanner de El hombre que perdi su sombra, sea la Pilar Mir de El pjaro de la felicidad. El pueblo, los almerienses, curados de sorpresas y de asombros en estos tiempos de realidades virtuales, asiste con mucha menor emocin, sin duda que esos otros que nos describe Ignacio Ortega, los que ven nacer y transformarse el cine, pasar del silente al parlante, como suele decirse en Amrica, los que se arroban ante las primeras estrellas, rien abiertamente con Charlot o Pamplinas, lloran con La Huerfanita, y aplauden y jalean al hroe a punto del final feliz. La historia local tiene un inevitable componente nostlgico al que, como en esta obra, tambin contribuyen las fotos y los carteles de antao- que aflora y que embarga incluso a los que no vivimos aquellos aos, pero hemos odo contar a padres y abuelos los primeros besos que vean en el cine o, a hurtadillas, conseguan dar en la oscuridad de la sala. Antonio Checa Godoy Periodista. Profesor titular de Historia de la Comunicacin de la Universidad de Sevilla.

I.INTRODUCCIONDurante aos se ha venido contando en Espaa una historia del cine llena de incorrecciones y olvidos con respecto a quienes se

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encargaron de darlo a conocer, y Almera no est excluida de este desamparo. Las investigaciones ms recientes han ido demostrando que las informaciones tienen muchas similitudes en todo el pas y, lo que es ms importante, las personas que se ocuparon del negocio del cine en sus primeros tiempos han ido dejando rastro de mltiples lugares que, casi siempre, pueden ir conectndose entre s para contar una historia completa y nueva. Este libro pretende narrar los comienzos del cine en la Almera finisecular, sus precedentes y evolucin hasta la Guerra Civil y cmo se desarroll en un lienzo la ciencia convertida en arte. Hemos podido identificar a algunos de los responsables de aquellas proyecciones iniciales que restituyen algunos eslabones a esa antigua cadena de olvidos y extravos. Pero siempre quedarn vacos, lagunas y documentos por descubrir y desvelar hasta completar esta narracin. El cine es un fenmeno complejo que puede ser analizado desde diversos puntos de vista. Por un lado, el punto de vista del cinfilo que lo considera el sptimo arte y, por otro lado, el del empresario que, lamentablemente en ocasiones, prostituye el arte con el fin de conseguir la mayor rentabilidad econmica de forma industrializada gracias a este medio artstico. El cine permtasenos este breve recorrido por sus inicios para situar y comprender nuestra historia local- naci como un medio de comunicacin de masas en la sociedad basndose en la fotografa, ya que sta era el reflejo ms icnico de la realidad desde el comienzo del siglo XIX. El inconveniente de esta representacin era que, plasmada en un papel, careca de movimiento real. As Peter Mark Roget lleg en 1824 a la conclusin de que todo movimiento se poda descomponer en una sucesin de imgenes fijas. Gracias a l, los fotgrafos de la segunda mitad del siglo XIX se dedicarn a investigar en la creacin de distintos aparatos que irn perfeccionando hasta conseguir esa sensacin o ilusin de movimiento. El primer aparato que incorpor una pelcula de fotogramas continuados fue el kinetoscopio, creado por Thomas Alva Edison. La nica diferencia de este invento con el cine es que la pelcula no se proyectaba; la pelcula se vea a travs de un visor para una sola persona tras introducir una moneda. Esto no hizo posible que se convirtiera en un fenmeno de comunicacin de masas, slo se qued en un aparato de entretenimiento. Aun as, fue el primer paso hacia el cine, slo faltaba proyectarlo. Es lo que consiguen los hermanos Lumire al crear el cinematgrafo en su fbrica de placas fotogrficas de Lyon, en 1894. Ante semejante descubrimiento los Lumire slo lo mostraron a sus conocidos puesto que pensaban que no le interesara a nadie. Exactamente un ao despus del descubrimiento, en marzo de 1895, realizaron una proyeccin privada de una filmacin en la que aparecan los obreros de su fbrica. Finalmente, en junio de ese mismo ao, acudieron a un

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congreso de fotgrafos en el que filmaron a los dems fotgrafos a su llegada. Al da siguiente les mostraron las imgenes tomadas en una proyeccin y, animados por sus colegas, empiezan a preparar sesiones que hagan pblico su invento. En diciembre, ante el pblico del Gran Caf Boulevard de Pars, se proyecta La llegada del tren a la ciudad de Ciotat, la primera pelcula expuesta y realizada por los hermanos Lumire. Esta proyeccin supone un gran xito, decorando algunos peridicos de Pars con titulares como: Con el invento de los hermanos Lumire la muerte deja de ser absoluta. Finalmente, los inventores franceses se dan cuenta de la importancia de su invento. Aun as, es preciso mencionar que hay diversas teoras por las que se cree que los Lumire no fueron los reales creadores, sino los primeros en hacerlo pblico, incluyendo a Edison, propietario de la patente del kinetoscopio, discusin que se redujo a un mbito muy concreto. Durante los aos siguientes, lo que atrae es el invento en s en vez de su contenido. Esta novedad atrae a un gran nmero de personas que dotan al cinematgrafo de una verosimilitud que la fotografa no tiene. Los Lumire comienzan a filmar episodios de la realidad del momento, que denominarn Temas actuales. El primer gnero que aparece es el informativo, en el que hay ms informacin que entretenimiento, y se le llam Cine de vistas y temas de actualidad, gnero al que se acogieron algunos fotgrafos almerienses y exhibidores ambulantes pioneros del cine en nuestra ciudad. Era un cine que permita conocer mundos que estaban lejos del alcance del pblico. Por todo esto, el cine va a sustituir a la prensa de masas, aunque estos intentaran ganar la batalla introduciendo reportajes fotogrficos a imitacin del cine. Pero no van a poder impedir que se convierta en un fenmeno social al que se le pide que informe de todo. Dentro del gnero informativo, nacer un subgnero como consecuencia de la imposibilidad de afrontar tan fuerte demanda: la reconstruccin de los acontecimientos. Es considerado informativo, pero no ofrece veracidad. Aun as los espectadores piensan que lo que ven es real y, por tanto, no se les comunica que es una reconstruccin; el invento de moda no miente! En el cine Variedades, por ejemplo, se exhibieron cintas informativas sobre los sucesos de Cuba y la guerra de Maruecos. Aparecen dos tipos de reconstrucciones: - Reconstrucciones fieles: es una reconstruccin de la realidad donde slo cambian los actores y los decorados. Un ejemplo de ello es el Asesinato de Canalejas, donde la primera parte se simula por actores y presenta un gran parecido con la realidad. El entierro, sin embargo, es una reproduccin fotogrfica del acto, hecha con una

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precisin perfecta donde se distingue, por su claridad y fijeza, en el desfile del duelo a altas personalidades. - Reconstrucciones falsas: en los que se cuentan acontecimientos que nunca ocurrieron. En esos momentos se inventaron numerosas batallas nunca ocurridas, como la de Espaa y Cuba. Por tanto, el cine naci manipulador y cre su propio lenguaje basado en el espacio y en el tiempo, muy diferente al de la prensa escrita. As, el espectador se crea la imagen que vea que, a su vez, en ella el cineasta ha jugado con un tiempo y un espacio que no son reales. Uno de los estudiosos de este fenmeno fue Riocciotto Canudo, personaje francs de origen italiano. Fue el primero en acuar el trmino de Sptimo Arte para referirse al cine, al observar que tena un gran grado de verosimilitud y, como consecuencia, poda provocar emociones y sentimientos en el numeroso pblico que lo segua. Se descubri que el cine se poda manipular e incidir en el espectador. Estudiando ests conclusiones y aplicndolas con la propiedad que el cine tiene de ser un fenmeno de masas, se llegar a afirmar que cuanto ms culta es una sociedad, menos difcil es de manipular y viceversa. El cine, pues, emprendi un largo camino durante el siglo XX inicindolo como el medio de comunicacin ms importante. Se filman numerosas reconstrucciones, especialmente las falsas en que los norteamericanos son los maestros. Los primeros operadores comenzaron a descubrir trucos y se dan cuenta enseguida de la posibilidad de la manipulacin de las mismas imgenes. Fue lo que se denomin como el primer impacto del cine. El cine, atraccin de feria, pas pronto a ser el alimento esencial de la familia. Las primeras proyecciones del cinematgrafo se convirtieron en institucin para la pequea burguesa almeriense, formada de comerciantes, profesionales y funcionarios con cargos y salarios fijos donde la distinguida sociedad almeriense aprovechaba para coincidir en saludos, encuentros e invitaciones. Ms tarde aquel espacio fue ocupado por otro perfil social, una masa salarial formada por trabajadores de oficios diversos, oficinistas y modistillas. Habra que preguntarse en qu sentido pudo haber transformado el cine a aquellos almerienses de principios de siglo, cmo pudo haber influido en la nueva forma del ver el mundo y cmo pudo despertar su curiosidad disfrutando del placer de viajar, de la velocidad, de sentir el gusto inquietante por el poder, por la dominacin y la brutalidad, por el odio y la guerra; cmo pudo sumergir a aquellos hombres, mujeres y nios en la fascinacin por los hroes y monstruos, acariciando sus ms ocultas fantasas, sus esperanzas y sus vicios. Probablemente, despus de cien aos de imgenes y sonidos, la apariencia de los herederos de aquellas generaciones que

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aprendieron a soar con el cine, nosotros, ya no es la misma. Ellos lo consideraron un espectculo, pero en realidad empez a formar parte de su manera de vestir, del comportamiento, de su apariencia, de ideas y deseos y tambin de sus terrores. Y hoy la existencia del cine sigue siendo evidente, como entonces, tanto en nuestro interior como en nuestro exterior; quizs por eso el cine, como a nuestros antepasados, siempre nos remite a nosotros mismos.

Marco de la investigacinLa historia del cine, muchas veces, se ha situado al margen de la investigacin histrica al ocuparse exclusivamente del cine, sin tener en cuenta el contexto social en el que se ha desarrollado. Este hecho ha sido causa de disfuncionalidades que ha repercutido en los objetivos, metodologa desde donde abordar los estudios cinematogrficos y mbito. Esta falta de rigor ha dado como consecuencia planteamientos generalistas que ha venido dominando en la historiografa cinematogrfica. De ah que creamos que un enfoque sectorial de la historia del cine sea ms certero pues es capaz de situar en unas coordenadas ms precisas, geogrfica y cronolgicamente, por sus resultados mucho ms documentados y fiables de lo que son capaces de alcanzar las visiones generalistas. Las ventajas de la historia local son valoradas por Robert C. Allen y D. Gomey en el libro Teora y prctica de la historia del cine, obviamente referidos al caso norteamericano, pero esta reflexin se puede hacer extensiva tambin a nuestro pas: En vez de limitarse a examinar las interpretaciones ajenas, el investigador local tiene la oportunidad de encontrar y utilizar una gran variedad de materiales primarios. Dado que se ha puesto tan poco empeo en documentar la cinematografa americana en el nivel local, es posible una contribucin al estado de su conocimiento histrico. La acumulacin de historias locales debera ayudarnos a reformar nuestra opinin sobre cuestiones vitales de la historia social y econmica. Asimismo, como importante beneficio adicional, las historias del cine local no slo obtienen informacin acerca de la historia del cine sino que tambin pueden facilitar una comprensin ms general de una ciudad o un pueblo en concreto: dnde y cmo vivan los diferentes grupos de gente, cmo y por qu se desarrollaron las ciudades, como lo hicieron en el siglo XX, y a qu tipos de actividades culturales y de esparcimiento tenan acceso los ciudadanos en un punto concreto de la historia de la ciudad.1(Robert C. Alle y D. Gomey (1995): Teora y prctica de la historia del cine. Barcelona, Paids, pp. 245-246)1

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Dice Txomin Ansola Gonzlez 2 que El camino para lograr ese objetivo pasa inexorablemente por considerar los estudios sobre la historia del cine como una parcela ms de la investigacin histrica (...) En este sentido la elaboracin de trabajos sectoriales y de corte local (...) constituye un terreno excelente para abordar desde una perspectiva ms productiva la comprensin del hecho cinematogrfico en las diferentes realidades en que tiene lugar. Y Luis Estepa en la revista El Urogallo dice que la historiografa local, como un paso ms del movimiento de recuperacin histrica de la memoria del sptimo arte en nuestro pas, es absolutamente necesario porque hasta ahora el trabajo se ha centrado en los ncleos urbanos ms importantes, pero el cine de los pueblos es un deber que los historiadores locales deben cumplir antes que se desvanezca el recuerdo y la ilusin de las gentes. 3

Metodologa de la investigacinEste volumen constituye un recorrido por ese fascinante mundo de los primeros aos del cine a travs de la catalogacin de cerca de cinco mil pelculas exhibidas en nuestra ciudad. Centrndonos en el campo de la exhibicin cinematogrfica local, se han utilizado elementos informativos de la poca; no slo noticias sino tambin publicidad del momento, de gran utilidad para el seguimiento de las primeras manifestaciones del cinematgrafo en Almera. Es un estudio geogrfico concreto, Almera, durante un perodo de tiempo que corresponde a los primeros cuarenta aos del cine en nuestra ciudad: 1896-1936. Es importante sealar que se trata de un libro de investigacin, pero tambin de divulgacin y consulta, aunque algunos datos no podemos garantizar su fiabilidad por la falta de disposicin de la referencia documental o hemerogrfica que pudiera documentar su veracidad. La relacin de pelculas y la incorporacin de alguna referencia para completar su ficha tampoco ha podido ser total y, en algunos casos, ha sido preciso incorporar datos tcnicos y referenciales personales. La primera fecha corresponde al momento en que lleg el cinematgrafo a Almera, concretamente a finales de noviembre. La segunda, julio de 1936, coincide con el estallido de la Guerra Civil, con el que ponemos fin a un perodo y aparcamos para otro momento un estudio ms detallado del perodo de la guerra civil en Almera.

(T. Ansola Gonzlez, Universidad del Pas Vasco, Del Taller a la Fbrica de sueos (1904-1937) 3 (Luis ESTEPA (1995) Paisaje en blanco y negro del cine impreso, en El Urogallo, Madrid, nms. 108/109, mayo-junio)2

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Una fuente fundamental para nuestra investigacin han sido los diarios de la poca, por su excepcional valor testimonial como reflejo de la actividad de difusin de contenidos cinematogrficos en nuestra ciudad. La informacin sobre el cinematgrafo en la prensa local y provincial se centr, en un primer momento, en recoger la novedad del cinematgrafo como invento. Pero la novedad se convertira en cotidiano y lo cotidiano en un desierto que deviene en simples referencias y una hastiosa sequa publicitaria. De ah la dificultad encontrada para investigar, por ejemplo, la localizacin de las proyecciones, locales cinematogrficos y propietarios de los mismos. Desde esa perspectiva, hemos elegido La Crnica Meridional como fuente principal para conocer la llegada de las primeras imgenes en movimiento a Almera y su proyeccin inicial. Creemos que esta publicacin demuestra su vocacin informativa hacia el cinematgrafo y por la destacable acogida de la que es objeto desde sus comienzos entre los distintos sectores de la sociedad almeriense de finales del siglo XIX. Otros diarios, El Heraldo, Liberal, El Ferrocarril, Pueblo, Lucha, han sido utilizados como contraste de informacin. Por otra parte, hemos credo conveniente recoger y elaborar una base de datos de pelculas proyectadas en nuestra ciudad durante el perodo objeto de estudio desde las informaciones encontradas en el Archivo Histrico Provincial (AHP) que, reunidas convenientemente, hemos podido elaborar datos bsicos, no todos, para la identificacin de la cinta, as como sus descriptores y fecha de proyeccin contrastados debidamente con el vaciado informativo de la prensa del momento. Otros datos proceden del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Almera (AMAA), que fue desde el primer momento una fuente indispensable para situar los primeros pabellones cinematogrficos ambulantes. Gracias a la documentacin que se conserva, perfectamente organizada por los responsables del Archivo, hemos podido establecer la secuencia de construccin de los cinematgrafos, incluso de aquellos que no pasaron de la fase de proyecto. Hubiese sido deseable recabar toda la informacin relativa al nmero de espectadores y a la recaudacin que obtuvieron los cinematgrafos. La bsqueda de informacin en la Administracin de Hacienda para recabar informacin de los Impuestos Especiales de Espectculos se sald de forma negativa, al igual que datos relativos a la Junta Provincial de Espectculos del Gobierno Civil de Almera. Era este el organismo encargado, en los aos de nuestro estudio, de tramitar todos los expedientes administrativos relacionados con la construccin de los cinematgrafos y la correspondiente autorizacin de apertura. Hubiese sido deseable la localizacin de esa documentacin para contrastar los datos que ya disponamos sobre los primeros cinematgrafos.

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El Archivo Histrico Provincial, no obstante, nos ofreci una fuente valiossima de informacin sobre las liquidaciones efectuadas por los propietarios o gerentes de las distintas salas y locales de espectculos, gracias a la excelente disposicin de los responsables del mismo. No estn todos los aos que hubisemos deseado, pero s los suficientes para aproximarnos a la evolucin cronolgica del cine y otros espectculos en nuestra ciudad.

900 800 700 600 500 400 300 200 100 0

Hesperia Cervantes P. Toros Tiro N. Katiuska Versalles 1927 1929 1932 1934 1936

El vaciado informativo de la prensa del momento, como se ha dicho, ha sido un elemento bsico e indispensable, aun con las limitaciones forzosas que nos hemos encontrado. El microfilmado de prensa del Archivo de la Diputacin Provincial y la Biblioteca Villaespesa de la Junta de Andaluca merecen nuestro reconocimiento y elogios por el valioso material que se esfuerzan en conservar. Aunque durante los aos que abarca nuestra investigacin la prensa editada no ha gozado de la suficiente continuidad, s ha sido significativa, desde el punto de vista cinematogrfico, para el estudio que nos proponemos. Todos los datos encontrados sobre el cinematgrafo y referencias a las cintas en la capital, hasta 1936, ao en que concluye nuestro estudio, se han tratado de verificar mediante el rastreo de informacin, ampliado tambin a la prensa de Murcia, Crdoba y Granada, Filmoteca de Catalunya, Filmoteca Nacional, affiches y prospectos de mano que algunos almerienses han guardado celosamente. Las fuentes bibliogrficas consultadas hacen referencia directa tanto a la exhibicin cinematogrfica como a lo histrico-social de la ciudad que nos han permitido contextualizar, de forma conveniente a nuestro estudio, la investigacin.

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La informacin oral ha sido un elemento valiossimo para datar aspectos relativos a las ltimas salas puestas en funcionamiento antes de la Guerra Civil y personajes olvidados que fueron pioneros del cine en Almera, lo cual nos ha permitido, debidamente contrastados, completar nuestra investigacin.

II. ESPECTCULOS PRECINEMATOGRFICOS: DE LOS ESPECTROS Y LA LINTERNA MGICA AL CINEMATGRAFO

La dinmica de cambios sociales en la que se encontraba inmersa la ciudad desde el ltimo tercio del siglo XIX, era producto de la transformacin econmica y demogrfica que se estaba viviendo y que tambin tuvo su eco en el campo de los espectculos precinematogrficos. Aunque stos eran conocidos en Espaa desde el siglo XVII, no fue hasta los ltimos aos del siglo XVIII cuando experimentaron un desarrollo importante. La difusin que alcanzaron durante todo el siglo XIX se materializ en un sinnmero de aparatos con los que se fue cautivando la mirada de todo tipo de pblico, culminando su expansin en 1895 con la aparicin del cinematgrafo. El advenimiento del espectculo cinematogrfico fue el resultado de la gestacin de los diferentes descubrimientos tecnolgicos y de las metamorfosis culturales que tuvieron lugar principalmente en el transcurso de todo el siglo XIX. En Espaa hay constancia de esta forma de espectculos al menos desde 1758, segn ha establecido J.E. Varey: En la segunda mitad del siglo (XVIII), se patentizan nuevos tipos de diversiones, novedades

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tcnicas y teatrales: linternas mgicas, la ptica, las sombras chinescas, los tteres de guantes 4 La popularidad que alcanzaron los diferentes tipos de espectculos precinematogrficos fue motivo de una Cdula Real, fechada el 25 de marzo de 1783, en la que el Rey Carlos III ordenaba a su primer fiscal, Pedro Rodrguez, Conde de Campomanes, que con ningn pretexto, ni motivo permitis, ni consintis que los Buhoneros, los que trahen cmaras oscuras, y animales domsticos con habilidades anden vagando por el Reyno, con prevencin que hago a los Capitanes generales y Justicias que no les den Pasaportes, y aunque les traigan se les recoja, y destine como vagos .5 La expresin cmara oscura, a que se aluda en la Cdula Real, vena a designar a los espectculos pticos conocidos como titirimundi. El Diccionario de Autoridades de la Real Academia Espaola en su edicin de 1726 defina titirimundi de esta manera: Cierta arca en forma de escaparate, que trahen acuesta los Saboyardos, la qual se abre en tres partes, y dentro se ven varias figurillas de madera movibles, y metiendo por detrs una llave en un agujero, prende en un hierro, que dndole vueltas con ella hace que las figurillas anden alrededor mientras el canta una cancioncillas. Otras hai que se ven por un vidrio graduado, que aumenta los objetos, y van pasando varias perspectivas de Palacios, jardines y otras cosas.6 En los ltimos aos del siglo XIX llegaron a los veranos almerienses una serie de extraos aparatos con nombres sonoros y rimbombantes que permitan proyectar escenas e imgenes que producan el asombro de nuestros antepasados. Eran las proyecciones de la primitiva linterna mgica, artilugio este que proyectaba colecciones de cristales preparados a partir de calcomanas de llamativos colores, cuyos propietarios utilizaban el reclamo publicitario de espectros vivos e impalpables. A los artilugios mgicos se acceda bajo un llamativo prtico, donde se colocaba un rgano chirriante que serva de reclamo, y el interior era una modesta sala de proyeccin que exhiba llamativos y atrevidos cuadros a los que el pueblo bautiz como cuadros disolventes, dada la fugacidad de los mismos. Almera, al igual que en otras muchas otras ciudades, no estuvo ajena al circuito de estos itinerantes exhibidores. Uno de los aparatos que est en los orgenes del cinematgrafo en la ciudad fue la linterna mgica, que no implic su desaparicin con el advenimiento del cine sino que, simplemente, ocup un lugar ms modesto, pues hasta bien4

(J.E.VAREY (1959): Tteres, marionetas y otras diversiones populares de 1758 a 1859, Madrid, Instituto de Estudios Madrileos, p.5)5

(Archivo del Territorio Histrico de lava, DH, 1931-16)

(REAL ACADEMIA ESPAOLA (1990): Diccionario de Autoridades, Edicin facsmil de la edicin de 1726 del Diccionario de la lengua castellana, Madrid, Gredos, tomo 2, p. 631, y tomo 3, p. 310, respectivamente).6

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entrado el siglo XX serva de diversin espontnea entre los cachivaches de las ferias almerienses junto a praxinoscopios, caleidoscopios, fongrafos y otras curiosidades. Dice el Padre Tapia citando a F.Jimnez Fernndez- que La prehistoria de los cines en nuestra ciudad la tiene la Linterna Mgica 7 en un local junto a la Plaza del Mercado, aunque esas proyecciones se venan dando como espectculos de ferias y veladas aos atrs. En realidad eran espectculos precinematogrficos, como el solicitado por don Francisco Eduardo Prez para la feria de 1884, vecino de Albacete, al Ayuntamiento de Almera a fin de que se digne concederle sitio preferente para montar un barracn teatro conocido por Los Espectros vivos e impalpables, que mide 6 metros de ancho por 20 de largo y, adems, solicita que el terreno que se ubique disponga de conexin para gas, ya que el espectculo de lujo y el gran xito que le precede as lo requera. No sabemos si los almerienses pudieron disfrutar esa feria de tan tentador espectculo, pero suponemos que no sera el nico. 8 Este aparato estara dotado con iluminacin interior para poder ver, con todo su color, las placas de la linterna mgica que produca espectros vivientes, que se us por toda la geografa espaola entre finales del siglo XIX y principios del XX, as como los cristales que, mucho ms tarde, cobraran el nombre de diapositivas. Don Antonio de la Rosa, presente tambin en Almera, pase por media Espaa tambin un Teatro de los Espectros con el que ofreca funciones nocturnas de espectros o demostraciones espectrales, reproducciones disolventes y fantasmagoras pantommicas. Tambin don Manuel Fernndez Cuevas, vecino de Puebla de Alcocer (Badajoz) solicit en mayo de 1892 instalar un museo de figuras de cera en tamao natural detrs del Cenotafio lindando con la calle Obispo Orber durante los das de feria, y que en 1899, en pleno auge del cinematgrafo, nos lo encontramos tambin en Albacete Don Vicente Hign, natural de Turis (Valencia), despus de pasearse por Albacete, solicit en septiembre del mismo ao al Ayuntamiento(Almera piedra a piedra. Volumen II. Edita Unicaja, 1992: "Cuando se hizo la plaza de Abastos y se abri la calle Aguilar de Campo, entonces calle Nueva y despus del Mercado, qued un muy amplio solar que se extenda desde la esquina del Paseo donde hoy est la Joyera Regente. En l slo una parte, precisamente sta de la esquina, tena una modesta edificacin y all estuvo instalada la Linterna Mgica. No era sala ni mucho menos saln; era una habitacin amplia con filas de bancos formados por tablas sujetadas al suelo por pies fijos. No tena pantalla y las veces de sta las haca la pared del fondo blanqueada con cal. Al otro extremo de la habitacin estaba la mquina, que era la Linterna y proyectaba sobre la pared la imagen que consista en un cuadro tal como una fotografa grandsima (un mural de hoy), naturalmente muda e inmvil, pero un pregonero que hoy llamaramos locutor, iba ilustrando lo que el cuadro representaba) 8 ( A.H.P.A., Seccin Municipios, Albacete, Leg. 445. Publicado en la Revista Cultural Albacete del Excmo. Ayuntamiento de Albacete)7

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de Almera dar espectculos de fantoches y se le permita instalar un teatrito en la Puerta Purchena... o bien en el espacio que existe frente al Teatro Principal sitios, a su juicio, adecuados para su teatro de veinte metros de largo por ocho de ancho. Ahora, en nuestra ciudad aparece su pabelln junto a otro ms modesto instalado por el cartagenero don Juan Gonzlez Ros, de treinta metros de largo por nueve de frente. 9 A don Vicente Hign se le vuelve a encontrar en la Feria de Albacete de 1899, donde ya haba reconvertido su espectculo de fantoches ambulante y aparece con un magnfico barracn reformado de 10 metros de ancho por 17 de largo, adaptado ahora para cinematgrafo En septiembre de 1894 se representaron variadas funciones de fantoches, a las que acuda numeroso pblico, en el bonito teatro situado al final del Paseo del Prncipe, refirindose al Principal, 10 reformado y decorado a finales de diciembre de 1894 por don Emilio Garca Aguilar. 11 Don Ramn Lenguasco, en diciembre, present otro artilugio que llam la atencin de los almerienses. Era un fongrafo Edison llegado a esta capital con el que el pblico pudo apreciar las claras y vibrantes notas al rodar del tubo receptor venan al odo por los conductores de goma que rodean al aparato. Adems tiene un amplio portavoz por cuyo medio puede or el pblico la msica, cantos, discursos etc., contenidos en las placas del aparato, sin necesidad de aplicar al odo los tubos de cauchout. 12 Este fongrafo, despus de recorrer varios pueblos de la provincia, se volvi a exponer al pblico de la capital en la calle de la Glorieta, 13 cobrando el promotor el precio de la audicin de cada pieza de msica o canto, a 15 cntimos de peseta, 14 un precio verdaderamente alto para la poca. Muy cerca, en el Teatro Apolo, los administradores seores Capulino y Murcic venan programando cada da zarzuelas con chispeantes letras de Ventura de la Vega y zarzuelillas en su pequeo escenario, peras y sesiones de magnetismo o prestidigitacin, y algn que otro espontneo circo ecuestre, que sola instalarse abajo del Paseo del Prncipe, un paseo que ya haba abandonaba las sombras de aos anteriores gracias a que la Compaa Lebn instal fluido permanente en algunos puntos de esa enorme calle ancha con rboles y en pendiente fatigosa. Las luces eran alimentadas con unas potentes dnamos, recientemente adquiridas por la Compaa, que daban hasta 400 caballos de fuerza. El paseo, gracias a esta generosa iluminacin empezaba a tomar otro aspecto de noche. Ya no era slo la(Jess GARCIA RODRIGO y Jos Fidel LOPEZ ZORNOSA: La aventura del cine. Diputacin de Albacete.1995) 10 (La Crnica Meridional, 17.9.1894) 11 (La Crnica Meridional, 25.12.1894) 12 (La Crnica de Almeria, 12.11.1894) 13 (La Crnica de Almera, 20.12.1894) 14 (La Crnica de Almera, 24.12.1894)9

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iluminacin elctrica que irradiaban el Caf Suizo, el Crculo Minero o el Caf Meridional dejando el resto del paseo iluminado a trozos, sino que se sustituan las bujas de las viejas luminarias de gas por fluido elctrico. Los vecinos de Almera asisten por primera vez, asombrados, a la utilizacin genrica de la lmpara incandescente para la iluminacin pblica de lo que era el corazn de la ciudad, del que Fermn Estrella cuenta que () de da era un paseo hermoso, lleno de encanto y seoro. En la parte media corra una calzada para peatones flanqueada de altos y frondosos rboles cuyas copas se entrelazaban a lo largo de las aceras. En esa parte central del paseo se realizaba la famosa feria de Almera, cuyas casetas repletas de juguetes y cosas para vender se extendan en doble fila desde la Puerta Purchena hasta cerca del Malecn. 15 Al ao siguiente los almerienses, que tenan sobrado conocimiento del fongrafo y otros artilugios similares que tanto sorprendan y acogan con entusiasmo, en la primavera de 1895, vuelven a tener noticias de otra revelacin de la tcnica moderna, el Fongrafo de Edison, con el que se oiran ahora veinticuatro secciones en una sola pieza 16 sincronizado en escena con las comedias en un acto de De matute y El beso representadas por varios conocidos aficionados de esta capital. El espectculo fue considerado por la prensa local como un verdadero acontecimiento nuevo en esta ciudad que fue anunciado en el Teatro Apolo la noche del 25 de enero, aunque su representacin se realiz 17 dos das despus, donde se pudo escuchar reproducciones grabadas junto a un notable discurso de un eminente orador de la localidad. 18 A principios de marzo de 1898, la burguesa almeriense, ajena a la situacin internacional, estaba atenta a una nueva variedad fonogrfica que es la variante del fongrafo, pero muy superior a ste, pues si bien imita la voz humana, nos la restituye inmediatamente. 19 Numeroso pblico se dio cita para observar de cerca la magia del nuevo invento, que se detuvo en nuestra ciudad varios das.(ESTRELLA, Fermn.Claro. Cristal del Tiempo. Antologa Potica. Coleccin Alhucema, n 11. Almera. Verano 2001. Prlogo de Juan Jos Ceba) 16 (Probablemente fueran las interpretaciones grabadas obras de Bretn, Dolores, y del maestro Echevarra con Gaviota, Capricho, Intermezzo, etc., que formaban parte del repertorio habitual del Sexteto almeriense de Paco Snchez. Este sexteto gozaba de mucho prestigio en la ciudad y estaba dirigido por don Francisco Snchez de las Heras, pianista y director del Orfen Osiris La Crnica Meridional, 17.4.1895) 17 (NOTA DEL AUTOR: Este teatro se llam anteriormente Teatro Caldern, tiene en sus arcos de medio punto un estilo caracterstico del Historicismo fin de siglo, con culos en el tico, muy frecuente en edificios pblicos almerienses. Situado en la esquina formada por las calles Caldern, hoy Obispo Orber, calle Apolo, actual Juan Lirola.) 18 (La Crnica Meridional, 27.1.1895) 19 (La Crnica Meridional, 5.3.1898)15

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No volvemos a tener noticias de nuevos espectculos precinematogrficos, pero tres aos despus, en el antiguo Tiro de Pichn n 26 del Paseo del Prncipe, donde actualmente se sita La Dulce Alianza, se instal otro fongrafo, mucho mejor que el de Lenguasco, pues no tena cilindro y emita con una voz natural, clara y voluminosa y de verdadero mrito artstico, con el que los almerienses pudieron escuchar las voces de Brceda, Garca Rubio, Ins Salvador, los tenores Partierra o Franco Abruedo junto a valses de la pera Dinorah y fonogramas de la Banda del Regimiento de Ingenieros de Madrid, de la Guardia Republicana de Paris, la Orquesta de Almera y cante flamenco, adems de sorprendentes cuadros de colores del cinematgrafo que se aseguraban haban sido premiados en la ltima Exposicin de Pars. 20 Alternando con este fongrafo se exhiban cintas de un Cinematgrafo Mgico o Cinematgrafo espaol 21 all instalado que la gente celebr vivamente -sobre todo la de Baos de caballos en un Cuartel, de la que se deca que la imaginacin se sorprenda de tanta realidad- a 20 cntimos la seccin de una hora de duracin, precio que no impidi la asistencia de un pblico que deca la prensa despectivamente- en su inmensa mayora no entiende una palabra de ciertas cosas. 22 Mientras los almerienses se admiraban ante la variedad de fongrafos que aparecan y desaparecan en la ciudad, la Escuadra de viejos barcos de madera de la Armada espaola era destrozada en Santiago de Cuba y la baha de Cavite en Filipinas- por los flamantes buques de acero de la Armada norteamericana. Al mismo tiempo, las ltimas posesiones de ultramar eran ocupadas por las tropas yanquis y despus cedidas a la joven potencia, que elimin rpidamente de Cuba y Puerto Rico la fiebre amarilla que diezmaba implacablemente a nativos y soldados espaoles. El desprestigio del Ejrcito y del Gobierno espaol en todo el mundo fue definitivo, pero dentro de Espaa, salvo un pequeo grupo de intelectuales y unos cuantos dirigentes anarquistas y socialistas que protestaron por la carnicera y por la psima conduccin poltica del pas, la burguesa y gran parte del pueblo se mostraron indiferentes al desastre, llegando incluso a corear canciones patriticas colonialistas, como la marcha de la zarzuela Cdiz que se lleg a representar en nuestro teatro Novedades. No volvemos a tener ms noticias de estos aparatos hasta la prxima novedad fonogrfica en 1904, alternando con proyecciones del cinematgrafo.

2021

(El Regional, 5.12.1899) (Es probable se tratara del ambulante Cinematgrafo Luz, que sola desplazarse a otros puntos de la provincia) 22 (El Regional, 17.12.1899 y 28.28.12.1899)

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De espectculo precinematogrfico novedoso tambin podramos considerar, siguiendo a J.E. Varey,23 los espectros ambulantes solicitado por un empresario de Cartagena, Don Gregorio Javier Orozco, en la Puerta Purchena, de seis metros de ancho por veintitrs de fondo.24 La sociedad almeriense estaba dotada de una gran aficin musical y no perda la oportunidad de acercarse a los ltimos inventos tcnicos sonoros, ya fuera el fongrafo, el cromofotgrafo o el gramophone que en 1904, con los balbuceos del cinematgrafo, el Sr. Larrubia acababa de traer a Almera de la Casa Lpez y Griffo, que dispona en nuestra ciudad hasta de una sucursal representada por don Elas Corts, en el Paseo del Prncipe, donde se venda un peridico en cuya mancheta rezaba, con grandes letras: GRAMOPHONE. Una noche de finales de julio, en el Variedades, el Sr. Larrubia acompaado de don Elas, ante un pblico selecto, escuchaban emocionados las ltimas novedades musicales que existan en el mercado .25 Los melmanos almerienses se volvieron a dar cita diaria las noches de agosto en la terraza del Caf Cervantes, aunque, en esta ocasin, con un modelo nico de la Compaa Gramophnica francesa Exhibition, tambin propiedad de don Elas Corts, cuyas audiciones hacan las delicias de los concurrentes hasta altas horas de la noche 26 escuchando a Tosca, Bohme, Norma, Ave Mara (Gounod), Lohengrin, Favorita o Mattinata junto a las sublimes audiciones de23

(Los fantoches corresponden a funciones de tteres que son manipulados por los dedos del artista ( J.E. VAREY (1957): Historia de los tteres en Espaa. Madrid, Revista de Occidente, p.3) Un espectculo similar de tteres seran las figuras de movimiento, aunque con esta denominacin Varey alude tambin a los teatritos de marionetas o a veces sombras chinescas (J.E.VAREY (1995) op.cit., p.8) Ambos medios contribuyeron a ensanchar el horizonte visual de los almerienses al acceder a contemplar unas imgenes que les descubran lugares, personas y ambientes diferentes a los suyos. La fascinacin que las imgenes suscitaban vena determinado no tanto por lo que mostraban sino por su poder de representacin. La mimesis de la realidad por un aparato mecnico era lo que realmente asombraba al pblico en estos aparatos pticos, mas que el contenido mismo de las imgenes. Esta recomposicin de la realidad por procedimientos artificiales estaba ocurriendo en un momento histrico en el que la realidad estaba cambiando brutalmente como consecuencia de la revolucin industrial. El sujeto tena una necesidad psicolgica de reproducir la realidad, precisamente cuando se estaba disolviendo. Pero no se trataba de recrear la realidad tal cual, sino de simular sus principales caractersticas por procedimientos mecnicos. En un mundo en el que todos los aspectos de la vida estaban siendo alterados por la mquina, el sujeto tena la necesidad de reconceptualizar la realidad a travs del filtro de mquina, es decir, tena que aprender a ver el mundo a travs de una mquina (Daniel CANOGAR (1993) La realidad virtual y la sociedad del espectculo, en Marcelo EXPSITO y Gabriel VILLOLTA (eds): Plusvalas de la imagen. Anotaciones para una crtica de los usos de la imagen, Bilbao, Rekalde. Pg. 87) 24 (Archivo Municipal.Comercio.Leg. n 2.Doc. 91)25 26

(La Crnica Meridional, 25.7.1904) (La Crnica Meridional, 28.8.1904)

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Caruso, La Boronat, La Huguet, Aineto, La Gurina,27 intercalndose con audiciones de malagueas, cartageneras, soleares, tangos, peteneras y guajiros del Mochuelo y La Rubia. Es oportuno recordar aqu que, en sus orgenes y primeros pasos, los espectculos precinematogrficos, entre ellos el sonido, los espectros impalpables o los cuadros disolventes, no fueron sino precursores del cinematgrafo que buscaban la sensacin completa capaz de dotar a la ficcin de movimiento, tesn en el que el ser humano se haba entregado tres siglos antes. Tiempo durante el que las ilusiones visuales, los entretenimientos con linternas de proyeccin y los mecanismos fotogrficos (...) proporcionaron al cine sus principios tericos, su contenido temtico de los inicios, su base mecnica y los orgenes de sus sistemas pticos.28 Una muestra de lo dicho fueron los cuadros ilusionistas expuestos por Mr. H. Kaurt en el Teatro Novedades la noche del 27 de junio, donde se representaron Exposicin de Pars de 1889, Gran Batalla de Waterloo junto a exhibiciones de estatuas, monumentos artsticos y cuadros ideales. 29 Durante los das sucesivos los almerienses pudieron admirar tambin El incendio del Banco de Londres, El Faro del Puerto de Npoles, La Dolorosa y El Divino Rostro. 30 Los das sucesivos se presentaron ttulos como El incendio de la casa del Dr. Renato Darel, El vapor correo cruzando el estrecho e imgenes del restaurante del vapor, El Carro de la Aurora anunciando un nuevo da, Bote salvavidas partiendo de Liverpool y El Teatro de la Gran pera de Paris.31

FantasmagorasPero lo que llamaba poderosamente la atencin del pblico en general eran los cuadros disolventes de la linterna mgica. Y los almerienses no se privaron de una nueva ocasin precinematogrfica gracias a la iniciativa de don Jos Baos Ros, que vino a nuestra ciudad desde Cartagena por caminos de infierno y polvo con unos pesados materiales de madera, hierro y armadura completa de un saln porttil. Don Jos Baos solicita el 20 de junio de 1896 instalar por tres meses una barraca de 12 metros de ancho por 24 de largo en la Plaza de la Constitucin para ofrecer cuadros disolventes. 32(La Crnica Meridional, 28.10.19049) (Deac ROSSEL (1997): Trescientos aos de entretenimiento cinematogrfico. Archivos de la Filmoteca, Valencia nms.. 25-26, febrero-junio, p.225)27

28

(La Crnica de Meridional, 27.6.1896) (La Crnica Meridional, 28.6.1896) 31 (La Crnica Meridional, 30.6.1896)29 30

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Tres meses despus don Jos lvarez contrat para el Caf Mndez Nez, de su propiedad,33 un Museo de pinturas y Panorama Universal que un tal Mr. Luis Estrada Bardot vena paseando por toda Andaluca y que era realmente un acontecimiento visual para el bullicioso pblico almeriense. Aquellos almerienses debieron quedar embobados ante las maravillas presentadas, como la ltima Exposicin Universal celebrada en Pars. 34 A este prestigioso caf se le conoca en la ciudad por El Gallego, tambin Caf Mndez Nez o Cantbrico, era punto de reunin del Crculo Literario y haba sido restaurado recientemente por su propietario. Fue acondicionado por don Jos lvarez para ofrecer espectculos de flamenco, variets y fantasmagoras. Dispona para tal fin de una gran sala de cerca de 500 varas cuadradas, con una gran galera que prestaba adorno y derramaba luz sobre el saln, con una enorme techumbre sostenida por cuatro columnas de hierro de gran dimetro labradas en los talleres del almeriense Sr. Oliveros. Las paredes estaban repletas de cuadros de lienzo, obras de los pintores almerienses Carlos y Ramn Lpez Redondo. Los cuadros eran alegoras al caf, al telgrafo, al t y al licor. Adems, las paredes estaban profusamente revestidas con pinturas decorativas al temple, con cuyas filigranas se adornaban los recuadros, esquinas y plafones. El alumbrado de todo el edificio, de potentes focos elctricos, estaba repartido entre las columnas y encima de unos lujosos espejos trados de Madrid por su propietario. 35 Adems, el Saln tena una suntuosa puerta principal a la que se acceda desde la calle lava, actualmente Concepcin Arenal, esquina al Paseo. El Saln estaba rodeado de establecimientos frecuentados por la clase alta de la ciudad. Enfrente estaba el magnfico saln de afeitar de don Toms Gonzlez, al que acuda la alta sociedad almeriense, que algunos aprovechaban para visitar tambin la prestigiosa sastrera de don Benito Muoz y Prez -donde posteriormente se instalara el Cinematgrafo Victoriaque, por temporadas, se estableca en Almera.3632

(Archivo Municipal.Comercios. Leg. 2. doc. 86) representaciones coreogrfico excntricas y mmica)33

y caf-teatro con

(Posteriormente, en 1906, lo adquiri en traspaso a don Modesto Hernndez el famoso Caf Divn Modesto (La Crnica 1.8.1906) 34 (La Crnica 20.9.1896) 35 (El Saln Mndez Nez pas a llamarse posteriormente El Cantbrico, en 1902, adquirido por D. Gregorio Mazarrosa, ex alcalde de Santander, que puso al frente del negocio a don Francisco Jimnez de Haro, que posteriormente lo vendera a D. Rogelio Castillo Zea y pas a denominarse Gran Caf Espaa, inaugurado el 30 de enero de 1905 con dos magnficos conciertos. En diciembre el Sr. Zea acondicion en el saln un suntuoso teatro, donde a partir de mayo ofreca conciertos y proyecciones de cinematgrafo peridicamente. Ms tarde don Jos lvarez adquirira en 1906 el Divn Modesto, propiedad de don Modesto Hernndez, situado frente al Mercado nuevo (La CrnicaMeridional, 1.8.1906) 36 (La Crnica Meridional, 24.10.1894 y 25.10.1894)

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La decoracin del Caf estuvo a cargo de don Ricardo Moreno. Su propietario tuvo el acierto de incorporar la recin llegada electricidad, dotndolo de unos potentsimos focos convirtindolo en uno de los mejores de Espaa. 37 El Saln Mndez Nez competa con los tambin prestigiosos Cafs Suizo, regentado a finales de siglo por los seores Campos y Linares; 38 Caf del Malecn, situado a finales de siglo junto al Balneario El Recreo, propiedad del Sr. Jover, que en 1918, junto al Sr. Prez Hita, reconvertira en el prestigioso Balneario Diana; 39 el Caf Universal, propiedad del Sr. Ramn Pareras, instalado en la calle del Mercado, luego Aguilar de Campoo por iniciativa del concejal Francisco Roda. Ocupaba el espacio de lo que antes haba sido un teatro construido totalmente de madera, el Delicias. La noche que el cinematgrafo debut en la ciudad su saln ofreca un concierto del quinteto Adolfo Moreno; el Lyon DOr -situado donde actualmente se encuentra Marn Rosa- donde se daban cita escritores locales, poetas, bohemios, msicos y cantaores. El Caf Suizo dispona de una magnfica decoracin, obra del escengrafo granadino Francisco Tejada de Videgasa, autor de la decoracin de conocidos cafs granadinos. El Suizo se instalaba todos los veranos en el extremo norte del Paseo del Prncipe. Su suelo era un entarimado que durante el verano resultaba caluroso. Los propietarios, el Sr. Zarzosa y don Antonio Campoy, que fue alcalde durante la I Repblica, decidieron sustituir el entarimado por suelo de arena para darle al sitio ms frescura. Dispona en su interior de una fuente saltadora 40 con un sistema de iluminacin de farolas a gas que fueron sustituidas, a finales de julio, por lmparas elctricas tradas de Berln. Cada lmpara dispona de dos mecheros Aer, a excepcin de las de la entrada, que disponan de tres. Los propietarios no ahorraron esfuerzos en su restauracin y para su inauguracin trajeron el sexteto del Real Conservatorio de Mlaga, dirigido por el Sr. Villegas e integrado por los profesores don Antonio Valero, primer violn; Fermn Canseco, viola; Manuel del Pino, violoncelo, y Enrique Riera, contrabajo, que interpretaron por primera vez en Almera Recuerdo de un mosquito 41 De acontecimiento calificaba la prensa el representado en 1897 por la Ca. Vidal, compaa gimnstica y acrobtica, dirigida por los seores Vidal y Enrique Moscard. Llevaban actuaciones de trapecio, iluminaciones espectrales, saltos mortales y actuaciones llamadas de37

(La Crnica Meridional, 11.8.1899) Crnica Crnica Crnica Crnica Meridional, Meridional, Meridional, Meridional, 22.6.1896) 24.6.1896) 30.9.1895) 8.6.1895)

(La (La 40 (La 41 (La38 39

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percha escalera y, sobre todo, ascensiones en el globo Espaa, pilotado por Enrique Moscard, que sola terminar en el barranco del Caballar.

III. EL CONTEXTO CINEMATOGRFICO EN EL ENTORNO SOCIAL DE ALMERA

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La sociedad almeriense no vivi al margen de la informacin, en los aos finales del siglo XIX y primeros del XX, de los nuevos inventos y mejoras tcnicas que espordicamente llegaban a la capital. Estos nuevos hallazgos fueron realmente instrumentos catalizadores en la vida de los almerienses. Es lo que Sandro Machetti propuso con la expresin universo precinematogrfico, pues el precinema no se reduce estrictamente a la cuestin tcnica, a la mera enumeracin de aparatos y curiosidades que anuncian los procedimientos mecnicos del cinematgrafo. La investigacin contextualizadora del precinema debe tener en cuenta adems de todo el ambiente tecnolgico de la llamada segunda revolucin industrial, a los espectculos pticos (visuales y audiovisuales), los espectculos populares de toda ndole, y todos los modos de representacin visual anteriores en el tiempo al cine en tanto que medios de comunicacin, de instruccin ideolgica, de representacin esttica y de interrelacin social.42 Estos aos a los que nos referimos son para los almerienses un perodo decisivo en el paso a la modernidad de una ciudad, conocida como la cenicienta de Espaa, que ve llegar expectante unos aparatos curiosos y nuevos inventos ptico-sonoros entre los que se encontraba el cinematgrafo, del que flua un poder capaz de influir en la vida social y cultural de la ciudad. A principios de siglo, en 1902, ao en que un joven Antonio Machado acaba de publicar su primer libro, "Soledades", del que no me resisto a entresacar unos cuantos versos que podran ayudar a retratar al pueblo llano de aquella Almera rural que estrenaba siglo, en unas pinceladas que, sin cambiar ni una coma, bien podan aplicarse a las mltiples generaciones que le haban precedido en los siglos pasados: Y en todas partes he visto gentes que danzan o juegan, cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra. Nunca si llegan a un sitio, preguntan a dnde llegan. Cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja, y no conocen la prisa ni aun en los das de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca. Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y suean,42

(Sandro MACHETTI SNCHEZ (1995): op.cit., p.88)

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y en un da como tantos, descansan bajo la tierra. Josefa Martnez Romero, en un estudio sobre las Instituciones Culturales y ambiente literario en la Almera Contempornea, define minuciosamente el ambiente cultural y literario de los centros culturales existentes en Almera, verdaderos cenculos polticos, tertulias literarias y reuniones puramente sociales donde los hombres comentaban cualquier acontecimiento, por nimio que fuese, acaecido en la ciudad, mientras las mujeres se dedicaban a recitales poticos o pequeas representaciones teatrales sin ms inters que invertir el ocio y el tiempo libre. Todo pasaba por el tamiz de la aristocracia y la floreciente burguesa almeriense, que fue la receptora de los primeros balbuceos del cinematgrafo en la ciudad. Ellos fueron los creadores e impulsores de los Juegos Florales en 1896, justo el ao que los almerienses descubrieron el nuevo invento. A finales del siglo XIX, Almera estaba comunicada con el exterior a travs de telgrafo, por donde circulaba la informacin local, nacional e internacional que despus se traduca en los peridicos locales y stos, a su vez, daban cuenta en las tertulias de los cafs. En abril de 1911 se esperaba con ilusin la llegada del telfono interurbano. Madrid acababa de inaugurar la estacin central interurbana que se conectara a las capitales. En la red Sur slo funcionaban las estaciones de Ciudad Real, Crdoba, Sevilla, Jerez, Jan, Linares, Lorca, Murcia, Cartagena, Alicante, Mlaga y Alcoy y estaba prevista la apertura de Granada, Motril, Huelva, Guadix, Baza y El Puerto de Santamara, pero no estaba incluida Almera. Era como si la ciudad estuviera sitiada, lo que levant las quejas de la prensa porque despus de pelear tantos aos por esta conquista del progreso para Almera, vamos a llegar a ella con algn retraso. Con seguridad que seremos los ltimos andaluces que gocemos de la mejora, pero para consolarnos nos tendremos que acoger a las celebres frases cristianas de que los ltimos sern los primeros. 43 Finalmente, se instal una central de telfonos en la calle Ricardos, n 7. Era un pequeo local, pero que el Jefe de la Estacin, don Arturo Pea, crey suficiente para el comienzo. La fachada segua el estilo del resto de las oficinas, rotuladas con artsticas muestras y letras doradas sobre cristal de fondo verde claro, en las que se lea el ttulo de la casa y servicios que se prestaban. Completaba el conjunto una farola en bronce y cristal en la que se lea Telfonos, iluminada interiormente por electricidad durante la noche, siendo visible fcilmente desde el Paseo del Prncipe. Esta parte decorativa corri a cargo del industrial granadino don Miguel Parra Vellido, dueo del Bazar de Londres, de Granada, que trajo operarios de sus talleres. 4443 44

(La Crnica Meridional, 3.6.1911) (La Crnica Meridional, 25.7.1911)

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Unos meses despus, en noviembre, por la demanda de pblico, se traslad a un local ms amplio de la calle Navarro Rodrigo. Los almerienses no pudieron disfrutar de las ventajas del telfono automtico hasta noviembre de 1934, cuando en muchas provincias andaluzas ya llevaba tiempo instalado.45 La Almera que presenci la llegada del cinematgrafo era una ciudad con un bajo nivel de desarrollo econmico, social y cultural. La vida cultural de la ciudad se hallaba condicionada por las actividades que organizaba la clase dirigente. Una gran parte de la poblacin dependa de la agricultura sin que tuvieran otros medios de vida que los productos de la tierra .46 A principio de 1915, la capital pasaba por su crisis ms dura agravada por las pertinaces sequas y cuyos recursos agrcolas -las uvas de embarque, las naranjas y el esparto- y cuyo valor de produccin agrcola total de veintisis millones menos de pesetas que en la campaa de 1914 no llegaron a cubrir ni los gastos del cultivo. Por otra parte, ya se empezaba a visualizar que, en la prxima campaa, por el cierre de los mercados y por la escasez y enorme subida de los fletes, un porvenir oscuro. A esto haba que agregar la interrupcin de las remesas de los emigrantes de Amrica, que importaban una regular suma. Al menos la lotera sonri a la capital, porque las campanas de todas las iglesias repicaron el 4 de abril al ser agraciada Almera con la cantidad de 23.000 pesetas, muy repartidas en la ciudad. Fueron los establecimientos de El Gorrilla, Admn. N 3, regentada por doa Mercedes Carreo, y la Admn. n 2 del Paseo del Prncipe, propiedad de don Braulio Moreno Nieto. Tambin con el numero 435, el tercer premio, dotado con 1.500 pesetas, gracias a la seora Carreo que reparti el nmero. El da 2 de agosto volvi a llegar la suerte con el nmero 13.014 y la cantidad de 100.000 pesetas.47 Todava en 1915, a diferencia de otras ciudades andaluzas, la comunicacin de la capital con el resto de las provincias era imposible por carretera.48 En febrero de 1914 se inauguraba definitivamente el(La Crnica Meridional, 2..11.1934) (La Crnica Meridional 27.4.1997) 47 (La Crnica Meridional 5-4-1915/14.8.15)45

46

( NOTA DEL AUTOR: Se inicia la mejora en los medios de transporte a travs del servicio de automviles entre Almera-Adra-Berja por la Sociedad Spanish Motor Transport C , Ld cuyas oficinas se establecieron en los solares de la calle Sagasta, 1 , propiedad de doa Margarita Garca Blanes. Los vehculos, que llegaron en el vapor Cabo Roca eran de gasolina con capacidad para 17 viajeros y casi 600 kilos de equipaje con una velocidad de 20 km/h. (aunque podan correr a 50 km/h.) tardndose 3 horas en cubil la distancia de 60 Km. a Berja. Los coches salan a las 8 de la maana y a las 5 de la tarde, respectivamente, de Almera y Berja. Los precios oscilaron entre 6 y 7 pesetas. Este servicio se obtuvo gracias a la influencia de don Francisco de Lzaro Ruiz de48

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servicio de automviles entre Almera-Dalas-Berja. Tardaba hora y media en hacer el recorrido hasta Dalas, al precio de 6,75 pesetas el billete, y 7,50 a Berja.49 Poco despus se abri tambin el servicio a Vera desde donde se sala a las 5,30 h. de la madrugada para llegar a Almera a las 10,30 h. El otro medio de comunicacin, el transporte ferroviario de mercancas, base del comercio local, sufra una gravosa tarifa frutera y mineral, cuestin que repercuti an ms en la situacin social de la ciudad. Un estudio del profesor Pablo Fbregas, de la Escuela Superior de Ingenieros de Minas, Madrid, adverta en 1915 que en la provincia de Almera se empieza a morir la gente de hambre .50 Todo el mundo pareca consciente de la marginalidad en la que viva la ciudad, pero nadie haca nada por solucionarlo. La amarga queja, la resignacin y cierto carcter zumbn -muy propia del almeriense- no parece sino que fuese el sino fatal de su destino. Un articulista de principios de siglo vea as a sus gentes: (La ciudad) tiene que moverse, tiene que pedirlo todos los das y a todas horas, con buenas razones una veces y con actitudes y ademanes resueltos e imperativos otras, segn lo exijan las circunstancias, el buen sentido o la resistencia imprudente de los que administran. Esta es la conducta, el procedimiento que en todas partes se ha seguido, y que a la larga o a la corta ha dado sus frutos. Claro es que sera mejor y ms cmodo no empearse en esa lucha que pide sacrificios y constante actividad y tensin de los nimos; mas aqu no hay ms remedio que luchar, porque no tenemos la fortuna que tienen otrosCastelln, que era el Director en Espaa, cesado posteriormente el 31 de julio de 1907 y sustituido por Mr. Enri Cvalo (La Crnica Meridional, 1.8.1907) Los vehculos fueron conducidos por el Sr. Charles Wolf, Mathieu Monssy y Francois Moquetier. El primer automvil sali el da 12 de mayo en aplicacin de la Ley que obliga a hacer un servicio de prueba antes de trasladar pasajeros- por la carretera de la Bajamar (La Crnica Meridional, 13.5.1908) El da 18 sali otro a las 6,30 horas de la maana para hacer un viaje de prueba por la carretera de Granada llegando hasta el sitio nombrado Puente de Los Tempribles y conocer el estado del camino. En el viaje estuvo presente don Francisco Lzaro y su seora y al regreso descansaron en Gdor y, desde all, tardaron 65 minutos hasta Almera. (La Crnica Meridional, 18.5.1908) Posteriormente el da 19 de mayo volvi a salir en pruebas acompaando en el viaje el Ingeniero Jefe de Obras Pblicas, don Ignacio Virnaga, que regresaron cerca de las 9 de la noche (La Crnica Meridional 20.5.1908). Oficialmente los coches salieron desde Almera a Los Imposibles a 3 Ptas.; desde el empalme de Alhamar, 2,50; desde Gdor, 1,50 y 1 Pta. Desde Benahadux y 0,50 desde Los Callejones El viaje era diario y tres veces al da (La Crnica Meridional, 21.5.1908) Sin embargo, el estado de las carreteras, al poco tiempo, hace inviable el proyecto por el calamitoso estado de las carreteras que hacen de todo punto imposible los itinerarios que se estudian (La Crnica Meridional 27.5.08) Al final todo qued reducido a salidas diarias desde la Puerta Purchena a los Baos El Recreo y a la Estacin al precio de 15 cntimos.) 49 (La Crnica Meridional, 12.2.1914) 50 (Pablo Fbregasl. Prof. Escuela de Ingenieros de Minas. Semanario Espaa. Feb. 1915. Madrid)

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pueblos de haber dado con administradores celosos, emprendedores y abnegados, que han sacrificado la tranquilidad del hogar al engrandecimiento, a la salud, a la cultura, al bienestar general de sus coterrneos...51 Todava la gente recordaba aquella otra sequa de 1897 que gener en la ciudad una triste situacin, causa, entre otras, de un grave problema de mendicidad hasta constituir una plaga insoportable que inundaba los cafs con pordioseros harapientos llevando chiquillos esculidos, situacin que reclam una accin enrgica del gobernador civil para solucionar el problema52 Con el Desastre del 98, lleg a Almera la ola de regeneracionismo del gabinete Silvela-Polavieja. La doctrina de la regeneracin arraig tanto en los conservadores almerienses, como entre los republicanos. A la mencionada situacin poltica responda una pobre realidad sociocultural, basada en las tradiciones populares (ferias, bailes de sociedad, carnaval...) y en los escasos espectculos (toros y teatro, bsicamente, y ocasionalmente espectculos de fantoches y precinematogrficos. Culturalmente el escenario almeriense se desarrolla preferentemente entre el Ateneo de Almera, el Crculo Literario y el Liceo, cuyo objetivo era el fomento de las artes y las letras, as como la difusin de aquellos conocimientos que contribuyeran al desarrollo de la ilustracin en la sociedad burguesa y aristocrtica almeriense. Cada una de estas instituciones ha sido consecuencia de la anterior. As, el Liceo, que desapareci antes de la llegada del cinematgrafo, dio origen al Ateneo, que desarroll una intensa actividad cultural presidida por su presidente don Manuel Esteban desde que se fund, sucedindole en septiembre de 1909 don David Estevan Gmez. La vida cultural del Circulo Literario transcurri a espaldas del cinematgrafo, entre veladas literarias y Juegos Florales, sumndose a la larga lista de ciudades andaluzas que los celebraban. La ciudad de principios de siglo que vio llegar el cinematgrafo marcaba su pulso con dos relojes: el de la Catedral, que anda de cualquier manera, y el de la Iglesia de San Sebastin, que nunca da la hora. Se daba el caso de que si uno de los relojes se paraba o averiaba pareca como que la ciudad detuviera su pulso y su aliento. Esta situacin se repeta da tras da, ao tras ao, hasta que los relojes de bolsillo pudieron ser objeto de adquisicin de las clases populares. El alcalde, Sr. Muoz, antes de despedir el ao 1902 y despedirse de la alcalda, quera dejar colocado en la fachada del Ayuntamiento el reloj antiguo, encomendando la tarea al prestigioso relojero de la ciudad don Antonio Ferrer, hijo. La hora, medir el51 52

(El Regional, 13.10.1903) (La Crnica Meridional, 11.7.1897)

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tiempo, saber en qu momento se viva pareca una cuestin vital para la ciudad, tanto que la prensa recoge la incredulidad de la gente en unas estrofas: Oigan almerienses. Agranden con la mano el pabelln de la oreja. Tic, tac, tic, tac. Ya empieza el movimiento. Pronto sonor la campana. Se ha propuesto el Alcalde que tengamos la hora del meridiano y la tendremos. Vaya si la tendremos Tic, tac, tic, tac. Debemos estar satisfechos porque ya tenemos un reloj en el Ayuntamiento que nos dar la hora, pero solo la hora. Las medias no las dar porque sas se dedican a los serenos. Los cuartos tampoco, porque sos se encarga el alcalde de ellos. Tic, tac, tic, tac. Ya podemos con orgullo ver el reloj encima de la torre. Ya somos relativamente felices. Ya podemos medir el tiempo con las armonas de ese reloj, cuyas medas se reservan los serenos que nos devolvern en notas tiernas nuestros sueos y cuyos cuartos se reserva el alcalde, que an no nos ha dicho cmo nos los devolver. Tic, tac, tic, tac. Mirar el reloj all en todo lo alto, desafiando al meridiano para denunciar sus secretos. Que no lo veis? Ni nosotros tampoco.53 A lo que inmediatamente se contestaba en tono zumbn: No comprendo la curiosidad de los de El Radical, ni el capricho del reloj.53

(El Radical, 11.12.1902)

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Por que, si bien se mira, qu falta hace un reloj en el Ayuntamiento? Ah, donde todo el tiempo empleado en la administracin del pueblo es tiempo perdido (...) Sea cualquier que el alcalde actual haya ocupado la silla curul, a tiempo pasado, y cualquier tiempo pasado fue mejor... reloj. Sea como fuere, cuando alguno no daba la hora causaba un enorme perjuicio a quienes no tenan reloj de bolsillo, que era la inmensa mayora de la poblacin, ya que por este reloj se rega todo el mundo. Sus frecuentes averas se encargaban al otro conocido relojero de la ciudad, don Juan Navarro Llorente,54 que se desentendi del problema harto de no cobrar las deudas que el Consistorio le adeudaba, o a don Antonio Ferrer (hijo). El alcalde se fue sin poner el reloj y a finales de 1903 slo exista un reloj en toda la ciudad, motivo por lo que se le recuerda al nuevo alcalde, Sr. Fernndez Burgos, que ponga en la ciudad un reloj pblico, pues el nico que exista de la iglesia de San Sebastin se estrope. O es que V.S. se ha propuesto que Almera, para olvidar penas, no se acuerde de la tierra en que vive?55 Dos aos despus vuelven los mismos problemas y el Ayuntamiento, ante la presin social, finalmente, instal uno nuevo cuyo montaje fue encomendado a Canseco, un celebre relojero madrileo. Aos despus la situacin volva a repetirse. Ahora eran los usuarios del tren que se quejaban del reloj de la Estacin porque siempre se encontraba entre las nueve y veintids lo que ocasionaba un grave perjuicio a los viajeros.56 Seis aos despus vuelven las mismas quejas, pues el reloj de la Catedral marcaba un cuarto de hora de retraso con respeto al de la Estacin y ocasionaba perjuicio a los viajeros que no lo saban, pues era el nico reloj pblico que tenemos y debe ponerse en hora.57 El otro reloj, el de la iglesia de San Sebastin, nico que serva de gua a los vecinos de los barrios de las Huertas, Barrio Alto y otros de aquel distrito, estaba averiado constantemente, situacin que oblig a los vecinos de Huertas a denunciar la situacin en 1913, hasta que en febrero de 1924 se sustituy el viejo reloj por uno nuevo adquirido a la Casa Guirand, de Madrid, que dispona de una esfera luminosa de 1,50 cm. ms de dimetro que la del reloj viejo. 58 Los domingos y das festivos de la Almera de principios de siglo tena un paseo obligado, el del Prncipe, donde los ms jvenes jugaban al corro y los mayores paseaban. Pero no era ms que un anchurn con rboles, y tan pendiente que causaba fatiga transitar por l. El Paseo del Malecn era el mejor cuidado. Slo quedaban los jardines(La Crnica Meridional, 20.10.1895) (El Regional, 11.11.1903) 56 (La Crnica Meridional, 17.1.1915) 57 (La Crnica Meridional, 22.7.1921) 58 (La Crnica Meridional, 14.2.1924)54 55

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que se empezaron a construir en 1899 en la Plaza de la Catedral, pero llevaban aos sin terminar y abandonados, lo mismo que la Glorieta de la Plaza de la Princesa y la calle Obispo Orber, que, por su anchura, se prestaba perfectamente para construir un paseo, pero la gente se quejaba de que no serva ms que para hacer y 59 deshacer, de tal modo que todava en 1907 la ciudad no tena paseos, ni los rboles embellecen, los pavimentos son detestables, aun los de las vas principales, como el Paseo del Prncipe, donde los solares abiertos son focos de infeccin y hay calles que son muladares, donde los riegos son incompletos y el polvo nos asfixia y nos abruma en todos lados y a todas horas...60 No les quedaba a los almerienses otra forma de invertir su tiempo ms que los montonos domingos escuchar, a pie quieto, sin sillas donde sentarse, ni sitios donde pasear, que la Banda Municipal de Msica amenizara el medioda y las noches hmedas y calurosas de los veranos almerienses en el Paseo del Prncipe con alegres pasodobles y zarzuelas, las fiestas patronales de los barrios y la feria de agosto, lugar de encuentro y olvidos. Como aqulla de 1910, donde los msicos de la Banda Municipal empezaron a lucir sus flamantes uniformes confeccionados en la Casa Mota y Ca., de Madrid. Aquella Feria estrenaron, aunque no cobraran, un pantaln de pao azul con una franja morada de dos dedos de ancha, una guerrera entallada y ajustada a la cintura por un cinturn blanco de charol, con seis botones atrs en dos filas, bocamangas moradas con un cordn dorado y sobre el cuello, que es de lo mismo, llevaban prendida una lira en cada lado. La gorra era de plato, con franja morada y cordn barbuquejo oro, luciendo en la parte anterior una rama de laurel formando semicrculo; sobre ella apareca una lisa de metal dorado y en la parte superior el escudo de la ciudad. 61 Cincuenta mil habitantes tena la ciudad al comenzar el nuevo siglo y una altsima tasa de mortalidad. La gente mora de caquexia paldica, viruela, tuberculosis, meningitis, diarreas, mal de Bright, debilidad congnita, muertes violentas, sfilis, anemia y hambre. A esta situacin haba que unir los estragos que dejaba en la ciudad el tifus, cuya invasin tuvo su origen en el consumo de agua infestas procedentes de los ramales o repartidores de Fuente Redonda que abastecan a la ciudad y que estaban rellenos de lganos y raigambres e inmundicias. 62 La burguesa local representaba culturalmente los gneros oficiales que convivan con otras funciones basadas en el teatro mecnico, los cuadros disolventes, fantoches, polichinelas, sonambulismos,(El Regional, 31.12.1899) (La Crnica 6.7.1906) 61 (El Popular 23.11.1910)59 60 62

(Regional 20.11.03)

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ventrlocuos, autmatas, sombras chinescas y circos ambulantes, que se solan instalar al final del Paseo del Prncipe, la Plaza de Toros y los barrios, que representaban el sentir de las clases populares almerienses. Los mismos que disfrutaban con las fiestas patronales que, desde enero, empezaban el periplo por los distintos barrios, donde no faltaban nunca los puestos de torraos, turrn, funciones religiosas, procesiones, bailes de animas, pianos de manubrio y fantoches, junto a disparo de voladores. A los Carnavales, verdadero acontecimiento en la ciudad, acuda un inmenso gento al Paseo del Prncipe que quedaba cubierto al cabo de los tres das de celebracin de antifaces, serpentinas y confeti, adquiridos en la Plaza Nicols Salmern, n 1. La alta sociedad, al margen popular, organizaba bailes en el Casino y otras Sociedades. Durante los Carnavales de 1911, como una atraccin ms, los almerienses pudieron contemplar desde la Puerta Purchena, por primera vez, cmo un aeroplano descenda con majestuosidad y se posaba cerca de all. Ni que decir tiene que la plaza se puso intransitable por el inmenso pblico que se agrup para observar el mencionado pjaro. La Comisin Municipal de Festejos, visto el inters despertado, organiz por primera vez una fiesta de la aviacin en el lado poniente del Andarax, frente al Molino de la Torre. All se instal un hangar y cerca una tribuna de autoridades y asientos de preferencia. El aparato era un monoplano Bepedussin con motor Gnome rotativo, de 7 cilindros y 50 caballos. El vuelo dur 26 minutos y 38 segundos, a una altura de 80 metros y, sobre el Cabo de Gata, a 250 metros. Cuando termin la exhibicin, en presencia de un gento que haba acudido en coches lujosos, de alquiler, en carros y tartanas y a pie casi media Almera, la Banda Municipal de Msica toc La Marsellesa en honor del piloto francs, el Sr. Julio Servis, que fue quien realiz los ejercicios acrobticos. 63 Cuando terminaba el Carnaval los almerienses se preparaban para la multitud de fiestas y verbenas populares en los distintos barrios de la ciudad. Estas fiestas, como ahora, que gozaban de gran popularidad, arrancando la tradicin a mediado del siglo XIX. Cada una de estas fiestas y cada uno de estos barrios organizaba sus veladas bajo la advocacin de un santo. Durante estos das se reunan los vecinos en tumultuosa convivencia festiva. Eran das de asueto y hermandad que rompa la monotona diaria y las rgidas costumbres sociales. Eran fechas adecuadas para que las damas y seoritas de bien pudieran exhibir el ltimo vestido de moda, practicar juegos o bailar hasta altas horas de la noche al son de los pianos de manubrio. Todo ello dentro del contexto del carcter religioso, a cuyas celebraciones en la parroquia del barrio sola asistir toda la vecindad.63

(La Crnica 26.8.1911)

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As, en el barrio de Beln se procesionaba a San Blas, abogado de los males de garganta, desde la Ermita de San Blas, en la Puerta de Beln, que recorra las calles de Las Cruces, Alfareros, Puerta Purchena y calle Granada; La Caada celebraba sus fiestas de octubre, en honor de la Virgen del Rosario, con procesin y fuegos; los Molinos celebraba sus Fiestas en honor de San Antonio, festejando a su patrn que all se venera y exista en la Capilla costeada por la Prensa Asociada de Madrid con motivo de la triste inundacin del 11 de septiembre de 1891; Los Molinos de Viento festejaba a San Antonio, en la plaza de San Antonio, frente a la iglesia de su mismo nombre, con bailes populares, fandangos y boleros; tambin festejaba este barrio, llamado tambin de La Misericordia, la Fiesta o Bailes de nimas que anunciaba el comienzo de la Pascua navidea. La Almedina, desde tiempo inmemorial y que en tiempos lejanos constitua la fiesta del Patrn una gran celebridad, a cuyas rifas acuda el pueblo mezclndose entre los puestos de torraos, rosetas y castillo de fuegos, mientras admiraban las indispensables fuentes de blancas. El vecindario de El Alquin vena celebrando sus tradicionales fiestas en marzo con el reparto de donativos a los necesitados de la barriada, verbenas, bailes populares y, con motivo del triunfo de las Izquierdas los vecinos, que siempre dieron pruebas de su espritu liberal, recibieron las fiestas por primera vez en 1936 con iluminacin pblica. En Las Huertas, durante la fiesta del popular San Sebastin, patrono de aquellos barrios, se encendan gran nmero de hogueras y celebraban bailes populares en muchas casas; se instalaba el habitual tovivo, columpios y el tiro al blanco entre los gritos de los que anunciaban caas dulces. Durante la rifa de la tarde la banda municipal sola amenizar el acto. Cuando el cinematgrafo lleg a Almera, a finales de noviembre, el barrio de Pescadera celebraba su popular verbena de San Antn, organizando en plena calle subastas para el Santo, que los vecinos lo festejaban con los populares entonces rabicos de San Antn. Al llegar la Semana Santa los locales de espectculos interrumpan su programacin, segn la costumbre, sobre todo los Jueves y Viernes Santos. Aprovechando la devocin que envolva a todos los actos que se celebraban en la ciudad durante la festividad religiosa, se estrenaron las primeras cintas de tema religioso como fue Vida, pasin y muerte de Nuestro Seor Jesucristo, estrenada en el Variedades en 1914, o Christus, que se anunciaba insistentemente en la cartela del teatro y prensa antes de su estreno como verdadero acontecimiento religioso y cinematogrfico. De la pelcula se resaltaba su carcter religioso al advertir que el Papa haba concedido su aprobacin papal tras el visionado de la misma. Por San Juan se daban serenatas que duraban toda la noche, hasta que en 1911 el alcalde, Moreno Gallego, las limit hasta la una de la

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maana 64 y en la verbena de San Pedro, una tradicin de ms de doscientos aos, se diverta el vecindario viendo a los viudos y viudas cruzar por todas las vas hasta en las ms principales 65y algunas viudas se atrevan incluso a participar en los bailes populares que se organizaban. Cada barrio tena su fiesta y cada fiesta su Patrn. Pero la fiesta de todos era- nos cuenta Manuel del guila- la Feria de agosto, que se cubra de confetis, serpentinas, puestos del turrn; se venda el popular aguanieve; se instalaban tmbolas de caridad, donde las empingorotadas seoras, casi inmviles y sofocadas por la crueldad del cors y la ampulosidad de las mangas de jamn, miraban a los transentes y sonrean con casta brevedad, invitndoles a comprar las papeletas enrolladas, puestas en mazo junto al recipiente con agua, y antifaces, muchos antifaces. Era tambin el recorrido obligado de todos, propios y extraos, desde el Malecn a la Puerta Purchena, donde en la panadera de Miguel Zea era ritual adquirir roscos de aguardiente, pan de aceite, roscos de bao o pan de azcar y naranja, que slo fabricaba por estas fechas y Navidad. La Puerta Purchena -irregular y bizarra, como la defini Manuel del guila, ms que plaza, vivo corazn urbano de la vida local- se prolongaba en Feria hasta la Plaza Circular, donde, poco a poco, se empez a sustituir los faroles de gas por artsticos adornos de luz elctrica que se extendan hasta el Malecn. La compaa de electricidad Lebn en 1897 iluminaba, de julio a septiembre, todo el tramo desde la Puerta Purchena al Paseo del Prncipe, pero el resto del ao la iluminacin elctrica era la que irradiaban las luminarias elctricas del Caf Suizo, la Cervecera Suiza, Circulo Minero y Caf Universal, quedando el Paseo iluminado a trozos. 66Todava en 1905 los faroles de gas iluminaban el centro de la ciudad que parecen candiles de los aos 20 y las lmparas elctricas no alumbran la tercera parte de lo que debieran.67 Los comerciantes, ante la desidia municipal por traer la electricidad a la zona comercial de la ciudad, ofrecen al Presidente de la Comisin de Fiestas, Sr. Oa, iluminar durante los nueve das de Feria los laterales del Paseo del Prncipe. Para cubrir los gastos llegaron incluso a recaudar fondos para este fin, pero las compaas Lebn y Mongemor no disponan en Almera de materiales ni fluido suficiente para este alumbrado extraordinario, con lo que el Presidente de la Comisin de Fiestas tuvo que devolver las 752,50 pesetas recaudadas . 68 Todava en 1911 la iluminacin elctrica no era completa. Se extenda a lo largo del Boulevard formando arcos centrales, de los que pendan cestas de flores con bombillas de color, y guirnaldas laterales de(Informacin 22.6.1911) (La Crnica de Almera 29.6.1927) 66 (La Crnica Meridional, 20.7.1897) 67 (El Regional, 11.1.1905) 68 (La Crnica Meridional, 21.8.1907)64 65

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bombillas blancas elctricas hasta la mismsima Plaza Circular, iluminada con ms de cuatrocientos focos y otros tantos en la calle Reina Regente hasta el Malecn. 69 A aquellas primeras ferias del cinematgrafo llegaron los destartalados pabellones ambulantes que transportaban la magia y los sueos del cinematgrafo. Alrededor de ellos empezaron a instalarse puestecillos de caramelos y botijos de agua, caads y paloduz que los nios y vecinos de los barrios masticaban absortos en las primeras imgenes en movimiento que vean sus asombrados ojos. En la Feria de 1907, lleg a la ciudad un nuevo espectculo: el football. Era un deporte nuevo, no visto nunca en nuestra capital, al que el Ayuntamiento concedi un primer espacio de 110 a 120 metros de largo y 60 x 70 de anchura, en el Andn de Costa. Dentro de la programacin de Feria la Corporacin autoriz un partido entre un equipo blanco y otro negro de la ciudad. El capitn del equipo blanco era el almeriense J. Rodrguez, que marc dos goal habilidosos.70 En el segundo decenio de siglo el espectculo cinematogrfico va a compartir con el ftbol71 el imperio de la moda. Visita obligada en la Feria era probar los pasteles de Gloria y las cascas de Valencia y peros frescos y aceite de almendras dulces que sola traer el turronero don Miguel Lorente, que se haca hueco en un pequeo habitculo colocado junto a la Droguera Iris, en el Paseo del Prncipe nmero 8, compitiendo con la turronera doa Teresa Verdn, que se instalaba cada Feria en el establecimiento de calzado de don Pedro Plaza, en el Paseo del Prncipe.72 Se colocaban puestos de churros y buuelos; tiovivos y carruseles y corridas de toros en Plaza donde terminaban el debut de Cas. acrobticas de elefantes, como la de Mme. C. Valsois, o las sorprendentes actuaciones de Mr. Charles Kon y su circulo de la muerte; equilibristas, como miss Luca Nova o la atleta gimnstica Lea Spinder. Al final la Plaza de Toros, como todas las plazas de Andaluca, tambin se visti para recibir el cine un trgico verano de 1936.(La Crnica Meridional, 21.7.1911) (La Crnica Meridional, 24.8.1907) 71 (La ciudad iba a disponer, por fin, de un campo de football de hierba, dotado incluso de pista para carreras de cross, y una Preferencia cubierta a todo lo largo de la Tribuna. Ahora, ocho aos despus, se renovaba la expectacin de aquel 1923 con la prxima inauguracin del campo. La sede del club estaba establecida en la Avda. de la Repblica, 73, y el da de su inauguracin, el 27 de julio, la Banda Municipal se visti con su mejor gala y desde la Puerta Purchena hasta la Plaza Circular, pasando por las calles Avenida y Boulevard de la Repblica, desfil para animar el encuentro del equipo local contra el Mlaga F.C. El resultado fue a favor del Mlaga (El Heraldo 26.7.1931). Pero tambin el boxeo alcanz aceptacin en la ciudad, destacando un tal Gngora, que recientemente haba triunfado en Sevilla, obteniendo para la ciudad el campeonato de Andaluca de peso gallo) 72 (La Crnica de Almeria 31.8.1914)69 70

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A propsito de las ferias, ya entrados en el nuevo siglo, el cine de las primeras dcadas empez a convivir con los espectculos de variets y artes en armoniosa alternancia en el Teatro Principal, donde se representaban ejercicios de prestidigitacin, cartomancia y magia blanca de Mr. Florence para terminar en secciones de cinematgrafo; 73 compaas cmico-lricas en funciones por secciones y borriquetes de fotografa, como el que estableca don Juan Morales, prestigioso fotgrafo almeriense,74 en la calle lava nmero 2, junto al Caf Suizo, dos puertas ms abajo del Caf Espaa y el efmero Cinematgrafo Victoria all instalado. Esto ya ocurri en las primeras proyecciones de los pabellones cinematogrficos venidos de otras provincias, el Pabelln La Luz o el Teatro de los Jardinillos, convertida en 1905 en la primera terraza de cine. Aqu, los cuadros cinematogrficos se alternaron con las zarzuelas cmicas, humoristas, cupletistas, sextetos, caricatos, ventrlocuos, bailarinas, cantaores e imitadores de diverso pelaje. A menudo la programacin cinematogrfica quedaba relegada a un segundo plano, indicndose en los programas tan slo los ttulos del resto de los espectculos. A veces el cine poda ser compatible con espectculos de lucha en el Teatro-Circo Variedades en 1912. Todava en 1934 poda verse en la Terraza de Verano del Hesperia un programa en el que el cine se alternaba con canto, baile y eleccin de miss Almera.

La Almera del cinematgrafoLa Almera finisecular era ya una ciudad distinta a aquella vieja Almera cercada por la Rambla de los Hileros en el Levante, la de la Chanca en el Poniente, la Alcazaba y San Cristbal en el Norte, bordea