crónica mariano lorite

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atería de a i de Santa Marta... a esa hora.. I íeño. La procesión se escorzos. Luz cinérea, rompuesta de un alba a del Viernes más tris- la Cruz de Jesús? Es un as llena el corazón de v nos tritura de angus- isos, con presentimien- ignorar quisiéramos... leí oro con que se ador- isa en tal forma, es... de más, si todos lo he- le su pasión, y pasa en oscilando suavemente jta promesas mudas y desconocidas. Luchan con la luz que nace, las flechas de oro de los cirios encendidos, que son votos anóni- mos y oraciones de silencio... Veinte cla- rines estallan en el aire del amanecer, como veinte lanzazos en el costado de Cristo... (Dios mió!, Jesús mío! ¡mírame y acuér- date de mi cuando 'arrastre mi cruz.por Jas "breñas de la vida! ..-,,]Esa luz y esa ho- ra. ,\á sin duda en nuestra Semana Santa, momentos , trascendentales y ahi- tos de expectación y poesía, pero como es- te... con esa luz cár- dena y dramática, y a esa hora crucial de la ;ús pasa invitándonos ia... desgarradas con chilli- ventanales al cielo, por e rosas y lirios claros, lar, más triste cuanto LUESCO MARIANO LORITE MONTORO Fah ricano que fue de la Cofradía del Yacente y Nuestra Señora de la Soledad Quiero agradecer de antemano a su hija Dulce Nombre la aportación de los datos relacionados con la vida familiar de su padre. Siendo los recuerdos de antaño, ocupa esta "Galería" MARIANO LORITE MONTORO. Si tu- viésemos que sintetizar en tres palabras su trayectoria, esta transcurrió sobre tres pilares: familia, trabajador nato y cofradía. Había que conocerlo en familia, en aquella for- ma patriarcal en ejercer su numerosa pedagogía como padre, igual que forzosamente tendríamos que destacar su entrega y su servicio tanto en el aspecto laboral como "capillita"unido a sus profundas creencias religiosas. Mariano Lorite nació en enero de 1900, en los albores del siglo pasado, en el seno de una familia numerosa. La memoria actualiza de tal manera tantos fragmentos de su vida, que parece sigue acompañándonos, como si pudiéramos verlo. Se inicia en el mun- do de trabajo muy joven, comenzando como aprendiz de carpintetía, jornalero en las labores agrícolas, ayudando a la recolección de la aceituna en un olivar que tenía su familia. Cabe destacar aquellas tertulias cofrades llenas de un sabor de una época en un Jaén que no volverá. En aquel antiguo Café España sentados con varios "Capillitas" alrededor de un velador de hierro con tapa de mármol dominadas por unos cafés o gaseosas de bola quedaron grabados recuerdos como este: "Era una época en la que era posible eludir el Servicio Militar mediante el pago de una cuota, la escasez de medios de su familia hizo que tuviera que prestar Servicio de Armas en Africa, durante la guerra de Marruecos, tenía veinte años. Llegó incluso a ostentar el mando de una posición avanzada, cuando las elevadas bajas hicieron escasear los Suboficiales". Pero el tropel de los recuerdos se me amontonan sin miramientos y todos piden su primacía y no sé a cual darle preferencia. No obstante, antes de meternos en el ámbito o 189

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Crónica para el recuerdo de Mariano Lorite en la sección Galería de Antaño de la Revista Pasión y Gloria (Jaén)

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Page 1: Crónica Mariano Lorite

atería de a

i de Santa Marta... a esa hora..I íeño. La procesión se escorzos. Luz cinérea,

rompuesta de un alba a del Viernes más tris-

la Cruz de Jesús? Es un as llena el corazón de v nos tritura de angus-isos, con presentimien-ignorar quisiéramos... leí oro con que se ador-isa en tal forma, es... de más, si todos lo he­le su pasión, y pasa en oscilando suavemente jta promesas mudas y desconocidas. Luchan con la luz que nace, las flechas de oro de los cirios encendidos, que son votos anóni­mos y oraciones de silencio... Veinte cla­rines estallan en el aire del amanecer, como veinte lanzazos en el costado de Cristo...

(Dios mió!, Jesús mío! ¡mírame y acuér­date de mi cuando 'arrastre mi cruz.por • Jas "breñas de la vida!

..-,,]Esa luz y esa ho­ra. ,\á sin duda en nuestra Semana Santa, momentos

, trascendentales y ahi­tos de expectación y poesía, pero como es­te... con esa luz cár­dena y dramática, y a esa hora crucial de la

;ús pasa invitándonos ia... desgarradas con chilli-ventanales al cielo, por e rosas y lirios claros, lar, más triste cuanto

LUESCO

M A R I A N O LORITE MONTORO

Fah ricano que fue de la Cofradía

del Yacente y Nuestra Señora de la Soledad

Quiero agradecer de antemano a su hija Dulce Nombre la aportación de los datos relacionados con la vida familiar de su padre.

Siendo los recuerdos de antaño, ocupa esta "Galería" MARIANO LORITE MONTORO. Si tu-viésemos que sintetizar en tres palabras su trayectoria, esta transcurrió sobre tres pilares: familia, trabajador nato y cofradía. Había que conocerlo en familia, en aquella for­ma patriarcal en ejercer su numerosa pedagogía como padre, igual que forzosamente tendríamos que destacar su entrega y su servicio tanto en el aspecto laboral como "capillita"unido a sus profundas creencias religiosas.

Mariano Lorite nació en enero de 1900, en los albores del siglo pasado, en el seno de una familia numerosa. La memoria actualiza de tal manera tantos fragmentos de su vida, que parece sigue acompañándonos, como si pudiéramos verlo. Se inicia en el mun­do de trabajo muy joven, comenzando como aprendiz de carpintetía, jornalero en las labores agrícolas, ayudando a la recolección de la aceituna en un olivar que tenía su familia.

Cabe destacar aquellas tertulias cofrades llenas de un sabor de una época en un Jaén que no volverá. En aquel antiguo Café España sentados con varios "Capillitas" alrededor de un velador de hierro con tapa de mármol dominadas por unos cafés o gaseosas de bola quedaron grabados recuerdos como este: "Era una época en la que era posible eludir el Servicio Mili tar mediante el pago de una cuota, la escasez de medios de su familia hizo que tuviera que prestar Servicio de Armas en Africa, durante la guerra de Marruecos, tenía veinte años. Llegó incluso a ostentar el mando de una posición avanzada, cuando las elevadas bajas hicieron escasear los Suboficiales".

Pero el tropel de los recuerdos se me amontonan sin miramientos y todos piden su primacía y no sé a cual darle preferencia. N o obstante, antes de meternos en el ámbito

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cofrade de Mariano Lorite, digamos que al regreso de la guerra de Africa con veintitrés años llevó una vida dilatada en su trabajo, tratando de reunir medios económicos: Fue viajante de Seguros, inició algunos negocios modestos que no prosperaron, tuvo una pensión en Ubeda y poco después una taberna en Jaén, incluso llegó a impartir clases de guitarra, llegando a dar algún que otro recital, aunque nunca se lo planteó como una salida profesional. En Julio de 1925 contrajo matrimonio, fruto del mismo fueron cinco hijos. A los cinco años de casado, ingresó como funcionario de la Diputación Provincial en que prestaría servicio hasta su jubilación.

Desde su juventud estuvo muy vinculado al ambiente cofrade y como feligrés de la parroquia de San Ildefonso, barrio en que vivió casi toda su vida fue cofrade de Las Siete Escuadras, ya que la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Entierro de Cristo (como se llamaba anteriormente, ahora se la conoce como Pontificia y Real Cofradía del Santísimo Cristo Yacente y Siervos de Nuestra Señora de la Soledad) quedó unida en el siglo XVI I I a la Congregación de la Vera-Cruz con motivo de la Desamortización de 1836 y pasó del Convento de San Francisco a la Parroquia de San Ildefonso y algunas de sus imágenes, como la urna y la imagen del Señor pasaron a la ermita, de San Clemente, hoy Convento de las Esclavas del Santísimo Sacramento. Hasta que en 1940 se reorgani­zó, separándose de las Siete Escuadras, constituyendo una Cofradía propia, su fundador D . Juan López Aguilar.

Mariano Lorite desde un principio dio ejemplo de un hombre de bien y trabajador incansable con ese corazón que tenía abierto a todos, de tal forma que fue incorporado a la junta de gobierno como alcalde tercero y mas tarde como fabricano, no abandonó a la junta de gobierno como alcalde tercero y mas tarde como fabricano, no abandonó su actividad del cargo que había sido designado incluso durante los años difíciles de la guerra civil, cuando la situación de Jaén en la zona Republicana podía acarrearle serias consecuencias. A l separarse de la Congregación de la Vera Cruz, el pasó como fabricano a la Cofradía, del Yacente.

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Diversos aspectos contribuyeron a acrecentar la importancia del legado que recibió al separarse de las Siete Escuadras y hacer una Cofradía propia, para lo cual, Mariano Lorite se responsabilizó en la fabricanía. Desde entonces fue "alma y vida" de la Cofra­día.

Pero aún no he aprendido a conjugar los verbos de sus tiempos exactos y confundo el pasado de los recuerdos que tengo de Mariano con el presente de su ausencia. Era un hombre que atesoró, con sus mayores satisfacciones, no los grandes momentos de gloria pasajera en el cargo que tenía en la Cofradía, sino los pequeños instantes, esos detalles que une más a los "capillitas" al corazón de sus Titulares. Desde su cargo fabricano, uno de los más duros y menos valorados, no solo prestó grandes servicios, sino esas tantas y tantas veces, que casi siempre me lo encontraba alrededor de la capilla, bien rezando, bien limpiando, bien adornándola con flores o bien dando una breve explicación, a los fieles que enttaban, de cómo era "su" Cofradía y día en que salía en procesión.

En nuestro recuerdo está el traslado que en uno de los días de la semana de Pasión hacían los componentes de la junta de gobierno desde San Clemente a San Ildefonso, él preparaba todo para que estuviese dispuesto a la hora de llevar las imágenes a la parro­quia. Traslado muy emotivo y silencioso a altas horas de la noche, rezándose el Santo Rosario.

Pero Mariano Lorite me decía que hay dos fechas que nunca olvidará, la procesión del Viernes Santo, Oficial del Santo Entierro, del año 1951, cuando iniciaba el "paso" de la urna la calle Campanas el tumulto que se armó, ya que, un muchacho que estaba viendo la procesión sobre los pilares de las verjas de la Catedral, se cayó y su cuerpo dio en un cable de alta tensión y quedó electrocutado, originándose el consabido alboroto. Y el 15 de marzo de 1959, la bendición de la imagen del yacente. Imagen que deja ver el dramatismo de la muerte a través de unas facciones consumidas por el martirio.

N o se limitaba a su cargo, ayudaba a otros que podían presentar lagunas. Su presen­cia era tan acusada que, como buen samaritano, acudía en ayuda de los que, por circuns­tancias, no podían responder al compromiso adquirido. Y es que Mariano Lorite nació para servir, y en el aspecto cofrade, administrar la Cofradía con gran humildad y respeto a lo que acordara la junta de gobierno, y así atesoró en vida la admiración, el afecto y el

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reconocimiento de cuantos le trataron, aunque fuese una sola vez. Su carisma de hombre sencillo, asequible, profundamente cofrade, sin "escandalizar" sin ostentaciones, lo de­mostraba cuando guiaba los años impares el paso del Yacente, como los de la Soledad los años pares junto con Sebastián Barajas.

Podía seguir refiriéndome mucho más a la ida cofrade de este "capillita", que dada su modestia ha pasado oculto en el nuevo "mundillo cofradiero", pero no quiero exten­derme para no alargarme, aunque debo de decir, que fue cofrade de la Santísima Virgen de la Capilla y horquillero durante muchos años de la Excelsa Patrona llevándola a hom­bros todos los 11 de junio. Murió el 1 de marzo de 1982.

Ante unas manos llenas de amor cofrade, la Soledad. Virgen guapa y morena, le habrá puesto muy cerca de Ella, allá, donde gozará plenamente en esa visión sublime y celestial que todos los Viernes Santo le anticipaba "su" Virgen. Allá donde las alturas no tienen límites y donde el embeleso no tiene cansancio... También habrá calles estrechas donde el aliento se corte para poder saborear la amplitud de las plazas de la inmensidad de la eternidad.

GALERÍA DE ANTAÑO • LUESCO