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Por: Cristóbal Aljovin de Losada, Carlos Arroyo, Luis Humberto Bustamante Otero, Marie-Madeleine Büttner, Carlos Contreras, José Deustua, César A. Guadalupe M., Gerardo Lovón, Víctor Peralta Ruíz, Henrique Urbano ADRIANZEN, Alberto ed. Pensamiento Político Peruano. DESCO. Lima, 1987 . 216 pp. En junio-julio de 1986, DESCO organizó un seminario destinado al tratamiento del pensamiento polítiéo desarrollado en el país. El volumen que comentamos contiene las. ponencias que fueron presentadas a di- cho evento, las cuales abordan aspectos sus- tanciales del pensamiento político en el Perú a Jo largo del siglo XIX e inicios del presente. Como se señala en la presentación, los trabajos existentes sobre el tema son evi- dentemente escasos, a excepción de los re- feridos específicamente a Mariátegui y Haya de la Torre. Y es que, efectivamente, existe en el país una tendencia a descono- cer y /o desdeñar los diferentes intentos de No. 1, Julio 1988 elaboración teórico-política a excepción de aquellos que con más fuerza ( dada su bri- llantez, así como la situación en la que sur- gieron y la vigencia que mantienen) marcan este siglo: el aprismo y el marxismo . Si bien es cierto que hablar de la existen- cia de una tradición de pensamiento políti- co peruano puede ser algo discutible, entre otras cosas por la falta de elementos que permitan evaluar la continuidad de los plan- teamientos y tradiciones, no resulta menos cierto que el indagar seriamente sobre las propuestas que se han dado en el país pue- de contribuir a dar cuenta del proceso his- tórico de constitución de la sociedad perua- na, del actuar de los sujetos sociales y de aspectos integrantes de una cierta tradición y cultura políticas aún presentes y cuyos orígenes pueden ser rastreados en la histo- ria. Tanto el seminario como el texto asu- 299

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Por: Cristóbal Aljovin de Losada, Carlos Arroyo,

Luis Humberto Bustamante Otero, Marie-Madeleine Büttner, Carlos Contreras, José Deustua, César A. Guadalupe M., Gerardo Lovón, Víctor Peralta Ruíz, Henrique Urbano

ADRIANZEN, Alberto ed. Pensamiento Político Peruano. DESCO. Lima, 1987 . 216 pp.

En junio-julio de 1986, DESCO organizó un seminario destinado al tratamiento del pensamiento polítiéo desarrollado en el país . El volumen que comentamos contiene las . ponencias que fueron presentadas a di­cho evento, las cuales abordan aspectos sus­tanciales del pensamiento político en el Perú a Jo largo del siglo XIX e inicios del presente.

Como se señala en la presentación, los trabajos existentes sobre el tema son evi­dentemente escasos, a excepción de los re­feridos específicamente a Mariátegui y Haya de la Torre. Y es que, efectivamente, existe en el país una tendencia a descono­cer y /o desdeñar los diferentes intentos de

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elaboración teórico-política a excepción de aquellos que con más fuerza ( dada su bri­llantez, así como la situación en la que sur­gieron y la vigencia que mantienen) marcan este siglo: el aprismo y el marxismo .

Si bien es cierto que hablar de la existen­cia de una tradición de pensamiento políti­co peruano puede ser algo discutible, entre otras cosas por la falta de elementos que permitan evaluar la continuidad de los plan­teamientos y tradiciones, no resulta menos cierto que el indagar seriamente sobre las propuestas que se han dado en el país pue­de contribuir a dar cuenta del proceso his­tórico de constitución de la sociedad perua­na, del actuar de los sujetos sociales y de aspectos integrantes de una cierta tradición y cultura políticas aún presentes y cuyos orígenes pueden ser rastreados en la histo­ria.

Tanto el seminario como el texto asu-

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men su objeto a partir de temas, en lo refe­rido al siglo XIX, y autores para el siglo XX()).

De estas ponencias, para el objeto de esta nota, sólo queremos destacar ciertas refle­xiones provenientes de algunas de ellas, re­flexiones que nos parecen de lo más sustan­tivas por señalar elementos claves para la comprensión, como hemos anotado, no sólo del pensamiento político, sino del propio proceso histórico. Centramos nuestro co­mentario en tres trabajos referidos al fun­dacional siglo XIX, trabajos en los que se tratan elementos que consideramos matri­ces básicas de la cultura política peruana y de los patrones de relación social y política vigentes; pensamos que las reflexiones sobre el siglo XX, en especial sobre Haya y Mariá­tegui, son bastante más abundantes y cono­cidas de modo que sólo hacemos una breve mención : se debe resaltar la importancia del trabajo de Jorge Nieto acerca de la for­mación del pensamiento político de Haya, en tanto contribuye a afirmar aspectos que permiten desmitificar las ideas existentes acerca del "aprismo primigenio".

La ponencia de Juan Abugattás parte de una crítica a "Bonilla y muchos de nuestros historiadores nuevos, (quienes) con un alma demasiado sociológica caen a ratos muy fá. cilmente en la tentación de hacer historia sin protagonistas o, por lo menos, sin tener en cuenta lo que estos protagonistas creye­ron y pensaron, ni la manera como en efec­to percibieron sus intereses" (p. 50).

A partir de lo anterior, Abugattás reseña los principales planteamientos formulados, entre otros, por Vizcardo y Guzmán, Vidau­rre ,José de la Riva Agüero, Sánchez Boque­te y Unanue. De estas referencias podemos extraer cuatro reflexiones fundamentales que explican tanto la ideología como el actuar de los criollos y, de esto, parte de los significados de la independencia:

Primero, los criollos se entendían a sí mismos no como peruanos, sino, según la expresión de Vizcardo, como españoles americanos; es decir, como una casta distin­ta de la indígena (lo que se expresará muy

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claramente durante las primeras décadas de la república con la existencia de la contri­bución de castas), lo cual no hace sino ex­presar la no intencionalidad de buscar la in­tegración social de una "nación peruana".

Segundo, los criollos, desde su ubicación en las esferas de la administración y el co­mercio, percibían muy claramente lo difícil y precario de su situación a partir de las re­formas de la segunda mitad del siglo XVIII, lo que tendría cierta continuidad con la creación de repúblicas independientes suda­mericanas que debilitarían aún más sus po­siciones; de ahí que la presencia española en el Perú y en el Alto Perú durante el virreina­to de Abascal fuera secundada por los ofi­ciales criollos, pues esta presencia "garanti­zaría también el equilibrio militar y políti­co con Buenos Aires" (p. 53).

Tercero, de los puntos anteriores es que podemos entender que el interés criollo es­taba centrado en la búsqueda de mayores márgenes de autonomía para su actuar en la perspectiva de mantener y fortalecer sus posiciones de privilegio y que no naciese en ellos muy fácilmente el deseo de crear una nación independiente .

Por último, la presión de los aconteci­mientos llevó a los criollos al planteamien­to independentista; sin embargo, como pro­yecto político esto pasaba por la creación de una "república aristocrática", aunque no sólo tal. Como señala Abugattás, "no era solamente una república aristocrática lo que desearon, según la afortunada desig­nación de Montesquieu aplicada por Basa­dre a un período de nuestra historia, sino una verdadera cuadratura del círculo: una democracia dictatorial. A tal empresa los empujaba su posición de privilegio y su ili­mitado temor a las clases bajas del Perú" (pp. 67-68) .

Luego de desarrollar estas sugerentes re­flexiones, Abugattás culmina con una con­clusión de suma actualidad : "La democra­cia en el Perú no fue producto de ese espí­ritu de pioneros que hacía que los norte­americanos se sintiesen portadores de un mensaje al mundo y ejecuto~es de una Mi-

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sión Providencial, sino que se llegó a ella a la fuerza, sinuosamente, y en base a un, a ratos , mezquino cálculo de intereses" (p. 69).

Por su parte, la ponencia de Gonzalo Portocarrero resulta particularmente intere­sante pues está dedicada al tratamiento de tres tradiciones de pensamiento político que, en diferentes grados, siguen siendo vi­gentes . Portocarrero señala , y esto resulta clave, que su preocupación por el pensa­miento político peruano del siglo XIX sur­ge de la investigación que viene realizando acerca de la percepción de la realidad nacio­nal que tiene la juventud de nuestros días ; es en dicha investigación donde el autor en­cuentra actuantes, incluso de un modo con­tradictorio en los sujetos, elementos centra­les de las tres tradiciones a las que ha de re- · ferirse: la conservadora, la liberal y la de­mocrática.

Luego de tipificar los conceptos básicos que conforman cada una de esas corrientes de pensamiento, Gonzalo Portocarrero hace un recorrido a través de distintos persona­jes de los inicios de la república (Rodríguez de Mendoza , Vizcardo y Guzmán , Baquija­no y Carrillo, Sánchez Carrión, Bartolomé Herrera , Benito Laso, etc.), señalando, des­de los planteamientos de éstos, el devenir de las propuestas conservadoras y liberales a Jo largo del siglo XIX; con el mismo fin se refiere a centros de pensamiento (Convicto­rio de San Carlos, Colegio Guadalupe) y de decisión política (Constituyentes), de don­de extrae, además, las opciones que van modelando el sistema político peruano, tal el caso de la definición del indígena como peruan·o (Constitución de 1823) al mismo tiempo que se le excluía como ciudadano "por ser pobre e ignorante y no por ser de otra raza" (p. 94), con lo que se diferencia­ría de un sistema de apartheid.

Por otra parte, en relación a la propia di­námica social, afirma que "la ausencia de clases y grupos políticos detrás de las ideas liberales y la fuerza del tradicionalismo con­servador y autoritario explican la debilidad del liberalismo , la subordinación de los in-

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telectuales al cesarismo militar" (p . 97) , y esto se relaciona directamente con las hipó­tesis que desarrolla en su trabajo: Portoca­rrero sustenta acertadamente que "la tradi­ción conservadora, pese a su derrota ideoló­gica en la época de la independencia, no só­lo sobrevive, sino que continúa siendo la fuerza que modela mucho, si no la mayoría, de los comportamientos cotidianos" (p. 88) ( de ahí que el autor pueda llegar a esta preocupación desde la visión de la juventud de hoy) . Además, a pesar del carácter del li­beralismo de ideología oficial , el autor sus­tenta que éste tiene una influencia muy dé­bil y plantea, por último, "que la tradición democrática , que recupera muchas ideas y actitudes liberales, no se cristaliza hasta principios de este siglo" (p . 89); es decir, con González Prada.

El tercer trabajo en el que me quiero de­tener, el de Fernando de Trazegnies, se ini­cia planteando que la tarea a asumir en su recuento de lo que era el Derecho en el Perú del siglo XIX no ha de hacerse a partir de una lectura de las normas y/o de los plan­teamientos doctrinarios que están detrás de aquéllas , sino desde el cómo las ideas y las normas adquieren su pleno significado en el marco del devenir del contexto social en el que se insertan, de modo que el objetivo del estudio es dibujar la idea de Derecho "integrando la opinión que tuvieron los fi­lósofos del Derecho sobre el Derecho de la época con el tipo de Derecho que efectiva­mente hicieron los juristas al utilizar la nor­ma positiva y con los motivos y efectos so­ciales de las normas y prácticas jurídicas. A su vez, todos los elementos referidos re­quieren ser ubicados dentro de las grandes tendencias de la praxis social" (p . l 05) .

Luego de esto y de definir su concepción de la modernización como "la suma de transformaciones sociales asociadas con la intensificación del crecimiento económico y más particularmente con la industrializa­ción" (p. 105), como un proceso "que pre­tende sacudir los viejos hábitos y tomar consciencia de que es posible impulsar la sociedad hacia ciertos fines sociales más o

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menos libremente elegidos" (p. 106), de Trazegnies procede a plantear que lo acae­cido en el Perú fue un proceso de "moder­nización tradicionalista".

"La 'modernización tradicionalista' - se­ñala de Trazegnies- es una verdadera mo­dernización; lo que significa que introduce elementos nuevos dentro de la sociedad tra­dicional y la transforma. Pero, al mismo tiempo, esta sociedad no se desprende de ciertos elementos antiguos o 'tradicionales' que permanecen como aspectos nucleares, en torno a los cuales se organiza la moder­nización. En todo proceso de moderniza­ción es evidente que subsisten muchos ele­mentos del pasado. Pero en la moderniza­ción tradicionalista los elementos que sub­sisten no son relegados a la periferia del proceso como rezagos de un pasado que de­saparece gradualmente, sino que se consti­tuyen en los elementos centrales del pro­ceso" (p . 106).

Este concepto, que va a ser retomado por varios de los ponentes, _resulta particu­larmente interesante como he.rramienta pa­ra la comprensión del proceso social perua­no desde el siglo XIX, y su importancia des­taca respecto del debate sobre las caracte­rísticas de la cultura política y de los pa­trones, aún vigentes, de relación entre los sujetos a propósito de la política y el Esta­do. Por otro lado, en el contraste con los procesos de modernización capitalista clási­cos destacan algunos otros componentes del proceso que resultan particularmente decidores de nuestra realidad social. "Bási­camente, la modernización tradicionalista pretende recibir elementos capitalistas, pero sin modificar la estratificación social. En otras palabras, en vez de que se constituya una clase burguesa con una consciencia so­cial propia y que ésta asuma el liderazgo de la modernización, es la propia clase dirigen­te tradicional la que se encarga de moderni­zarla. Mientras que la modernización capi­talista es promovida desde abajo por la cla­se social emergente, la modernización tradi­cionalista es promovida desde arriba por la

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clase social dirigente. Por eso, a diferencia de la modernización capitalista, que trae siempre un clima en mayor o menor grado popular, la modernización tradicionalista conserva un clima social aristocratizante, generándose contradicciones complicadas entre esta percepción aristocrática de la so-ciedad y las ideas liberales que se importan en razón de la modernización. La moderni­zación tradicionalista se desarrolla, enton­ces, como una estrategia de adaptación que lleva a cabo una clase tradicional para ab­sorber las mayores dosis de modernidad li­beral-capitalista compatibles con su domi­nación aristocrática" (p . 108).

Es justamente este conjunto de reflexio­nes el punto de partida del tratamiento que hace el autor de la idea del Derecho en el Perú del siglo XIX. De Trazegnies revisa los planteamientos jusnaturalistas y positivistas presentes en el país y luego los reevalúa a la luz de las características de la "moderniza­ción tradicionalista", la que, al recoger plan­teamientos propios de la modernidad liberal en un contexto en el que se busca no alterar las bases de la estratificación social, genera un cúmulo de tensiones (p. 120) que para ser manejadas demandaban, por parte de la aristocracia, adoptar "diferentes estrategias de adaptación a las nuevas condiciones, pro­curando admitir las mayores dosis de mo­dernidad que, sin embargo, no cuestionen el orden tradicional. Esto implica utilizar todos los recursos tradicionales de legitima­ción de las formas culturales y sociales a fin de que se constituyan una llave que abre o cierra, según los casos, las posibilidades de importación de lo nuevo" (p . 120). De ahí que el eclecticismo de los planteamientos sea un recurso cotidiano y que las filosofías jurídicas resulten "superficiales, contradic­torias, vacías", al mismo tiempo que "escu­chadas y seguidas" (p. 122).

La situación descrita lleva necesariamen­te a lo que el autor llama "Juegos de Mos­tración y Ocultamiento" (pp. 122-130), entre los que destaca "La transmutación de la Idea"; es decir, el proceso de transforma-

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ción de las ideas jurídicas que son importa­das desde ,la Europa liberal, transformación dada no solamente por la "comprensión de­fectuosa", sino también, y esto es crucial, vía la "domesticación de la idea". · "De otro lado - anota de Trazegnies- , este proceso de domesticación de la idea se produce también en forma automática y prácticame'rite inconsciente. Los sistemas ideológicos son _esquemas abastractos que completan su' significación dentro del con: texto social en el que son empleados. Las palabras, los conceptos teóricos, solo tie­nen sentido concreto cuando son referidos a situaciones particulares" (p. 124); por lo tanto, sin "un esfuerzo teórico intencio­nal" se tienen resultados particulares sobre los que se ha de llamar la atención: "la li­bertad o la igualdad o la propiedad er¡rn en­tendidas de manera diferente por lo's· revo­lucionarios franceses a la sombra de la gui­llotina que por los inmigrantes norteanierÍ­canos descritos por Tocqueville o por los habitantes de un país como el Perú, donde las diferencias sociales eran abismales y" los caudillos militares zamaquea'ban periódica­mente las más firmes instituciones libera-les'' (p. 124). ·

Después de esta larga reflexión, de Tra­zegnies culmina refir~éndose a la "Dinámi­ca del Derecho", proponiendo un nuevo marco teórico para el estudio del Derecho, marco que parte de "una teoría dinámica de Derecho que distingue entre las reglas del juego y el juego mismo ( . . . ) El Dere­cho se presenta como un conjunto de cam-pos de batalla a diferentes niveles ( ... ), es un campo burbujeante donde continua­mente nacen y desaparecen esferas de po­der" (pp. 129-130).

Para terminar esta reseña, al tiempo de volvi;r a destacar el valor de este esfuerzo coordinado por DESCO, vale la pena hacer una breve mención a la presentación del texto.

El editor, .al abordar el tema de la "De­mocracia y la Tradición Política", lo hace desde una interesante reflexión en la que

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destaca lo referido a ciudadanía, ciudad y política, así como las diferencias entre las tradiciones sajona e hispánica, de la que, de algún modo, somos herederos. Desgraciada­mente, este trabajo introductorio (más allá de descansar sobre cuatro libros, una sepa­rata y la novela de mQ..da) no desarrolla lo que se espera de la pr¡eacmtación del editor, enlazar las distintas .idea SI expuestas en las ponencias, a pesar .de ICJUe justamente los ejes elegidos para la piesentación posibili­taban esta tarea, la que opta por dejar a "cualquier lector perspicaz" (p. 43). Una lástima por aquéllos a quienes Adrianzén no considera "lectores perspicaces".

C.A.G.M.

1) Las ponencias que tratan del siglo X IX son las de Juan Abugattás (Ideología de la Emancipación), Jefrey Klaiber (Inde­pendencia y ciudadanía), Gonzalo Por­tocarrero (Conservadurismo, liberalismo y democracia en el Perú del siglo XIX) y Fernando de Trazegnies .(La genealogía del Derecho peruano. Les juegos de true­ques y préstamos). Las referentes al si­glo XX son las de Antonio Peña (José de la Riva Agüero, Francisco Garéía Calde­rón y Víctor Andrés Belaúnde: visión y propuesta conservadora), Sinesio López (La generación del 1905), Jorge Nieto (La transición intelectual del joven f-laya), Guillermo Nugent {Tradición y modernidad en José Carlos Mariátegui) y Alberto Flores Galindo (Para situar a Mariátegui). Además existe un trabajo introductorio (Democracia y Tradicion Política) del editor, Alberto Adrianzén.

ANSION, Juan. Desde el rincón de los muertos. El pensamiento mítico en Ayacu­cho. GREDES. Lima, 1987. 244 pp.

Los materiales estudiados por Ansión son relatos del folklore ayacuchano recogi­dos por alumnos del autor. El objetivo per­seguido es establecer la relación que existe

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entre los ayacuchanos, la naturaleza y la so­ciedad (p. 81). A guisa de introducción, las primeras páginas revisan algunas de las defi­niciones teóricas de mito e ideología. Algu­nos autores marxistas franceses sirven de telón de fondo para una elaboración teóri­ca de estos conceptos, añadiéndole Ansión un capítulo sobre >-'ll'tegión y las caracterís­ticas geográficas y humanas de Ayacucho.

El cuerpo del libi.'O está constituido por el análisis de un conjunto de pequeños rela­tos folklóricos precedido por notas que ayudan al lector a comprenderlos y a eva­luar la interpretación propuesta. Dos capí­tulos más abstractos que utilizan los relatos en función de unas cuantas generalizacio­nes sobre el pensamiento mítico andino cierran el libro.

Este género de relatos folklóricos puede ser leído de distintas maneras y a partir de puntos de vista diferentes. Por eso, la qifi, cultad de dar al relato popular un status en el conjunto de nociones utilizadas en los es­tudios socioantropológicos es real. ¿Cómo distinguir, por ejemplo,. entre cuento, mito y leyenda? Déeadas atrás, Lévi-Strauss sos­tenía que un mito es algo que salta inme­diatamente a la vista . Sin embargo, Dumé­zil, pese a sus largos años de estudios com­parativos, defendía una posición diametral­mente opuesta. Por eso, es útil que los auto­res indiquen al lector por qué caminos van a fin de desmenuzar mejor la lectura pro­puesta. Ansión lo hace y no es difícil saber cuáles son sus presupuestos metodológicos.

Los cuentos folklórkos seleccionados son tratados de dos maneras: la primera ubica cada uno de ellos en su universo re­gional, a través de notas de lectura que ex­plican algunas de las palabras quechuas o añaden al relato elementos locales significa­tivos; la segunda interpreta,el cuento según los principios que el juego de los personajes folklóricos dibuja o insinúa. En términos analíticos, Ansión opta por una lectura fo). klórica que extrae del relato o de la leyen­da seleccionada una ética o moral popular. La tradición eclesiástica llamaba a esta pro-

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puesta de análisis · ' \alegoría". Los autores medievales y espirituales eran maestros en ella. La practican también los ·pastores o curas de pueblo, quienes, domingo tras do­mingo, sacan del texto evangélico la "lec­ción" más conveniente para la marcha del "rebaño".

Bien vistas las cosas, Ansión.posee la cla­ve de la anécdota ayacuchana antes de afrontarla o someter.la al análisis. La mane­ra alegórica de explicarla tiene la ventaja de mantener la riqueza primigenia de la trama del relato. Pero, por otra parte, tiene el in­conveniente de dejarla a la merced del libre albe.drío del analista. La gran mayoría de las notas de Ansión son prueba de ello, aun en 1os puntos. que, a primera vista., parecen más sólidos. Me referiré a un ejemplo, el de la tan conocida reciprocidad.

Según Ansión, los "cuatro pecados" en las relaciones sociales andinas son el "robo, la mentira, la ociosidad y el incesto". Cual­quiera de los actos mencionados peca con­tra la ley de reciprocidad andina. Ahora bien, leyendo con cuidado la explicación que . el a.utor proporciona nos damos cuen­ta fácilmente que hay una confusión entre "reciprocidad" e "igualdad". Y si ése es el caso, la lectura propuesta es simplemente falaz y sin el más mínimo fundamento lógi­co. Én tiempos prehispánicos, lo que el Inca intercambiaba no correspondía en tér­rninos reales y simbólicos a lo que él reci­bía. Más bien, lo que él daba era lo que con­venía a su rango de señor, mientras que lo que recibía expresaba su calidad de maestro absoluto del espacio político y religioso in­caico. O sea, hay "reciprocidad" y "reci­procidad".

En el caso de campesinos pobres o mise­rables, la norma de reciprocidad es un prin­cipio de supervivencia; no es una regla in­ducida de un borroso universo mental. En eSas circunstancias de vida precaria, sobre las cuales pesan continuamente el hambre y la muerte, el "robo" no existe porque ni materia hay para ello. Lo poco que se alma­cena tiene que ser compartido; la vida del grupo, máxime de un grupo con fuertes la-

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zos de parentesco, depende de ello . En re­sumidas cuentas, lo opuesto a la reciproci­dad es no corresponder con lo que se espe­raba debía ser retribuido . No hacerlo con la mesura establecida por la norma colectiva no es robar, como ingenuamente supone Ansión; es pura y simplemente declarar un acto de enemistad, de rechazo, de no-alian­za o hasta de agresión.

El binomio "mentira-reciprocidad" es aún más peregrino. Datos recogidos por los autores de los siglos XVI y XVII insinúan la existencia de un género de "juramento solemne", ritual. en el cual los participan­tes declaraban fidelidad absoluta al Inca. También es conocida de los historiadores la fórmula medieval de ''jurar", de empeñar solemnemente la palabra. No viene al caso hablar de reciprocidad en este contexto, ni siquiera en forma alegórica.

El incesto, sí, es la negación de la reci­procidad. Después de Durkheim y Marce! Mauss , lo había probado amplia y deteni­damente Lévi-Strauss en su obra maestra sobre el parentesco. Para este último autor, la "prohibición del incesto" es un principio universal , el más universal de todos cuantos la socioantropología usó . Pero no es sino la faz negativa de otro principio que, al fin y al cabo, explica el origen de las sociedades: la existencia de una "regla'' , fundamento de todos los intercambios, alianzas y reci­procidades entre grupos y sociedades . ¿Por qué no sacó Ansión de estos conceptos y nociones que constituyen un aporte invalo­rable de las Ciencias Humanas al conoci­miento histórico de las sociedades alguna reflexión sólida y coherente sobre lo que él creía que es el hombre ayacuchano? En vez de ello distrae y divierte al lector con con­sideraciones imaginarias que más se acercan a un documento pontifical sobre los "dere­chos inalienables de la familia'' que a un análisis de un cuento folklórico . Ejemplo: "Al ser expulsados de la familia , también lo son de la sociedad, lo que señala muy bien que no se puede vivir socialmente sin fami­lia" (p . 162).

Muchas de las páginas de Ansión se ago-

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tan en generalidades, resultado inevitable del alegorismo beato y clerical. No me alar­garé en ellas; hay algo más importante que señalar. Primeramente, la ausencia total de perspectiva comparativa. Los cuentos fol­klóricos ayacuchanos aparecen aislados y son "abatidos" uno tras otro, pieza por pie­za, con notas en muchos casos redundan­tes. Sin embargo, desde los años cincuenta, Morote Best nos había abierto el camino que nos llevaría hacia los estudios compa­rativos.

En segundo lugar , me llama la atención la manera como el autor trata la expresión "pensamiento andino" . El indigenismo aca­démico , nacional y extranjero, la ha mal­tratado y, al igual que el ñakaq, el "dego­llador", le sacó la grasa, la limpió hasta el tuétano. ;.Qué razonamientos abstrusos son esos que puedan merecer el siguiente co­mentario: "El pensamiento andino es tan complejo que sería ilusorio aprehenderlo en pocas páginas"'? (p. 192, 213). Preveni­do solemnemente el lector, lógico sería que Ansión , por un lado , lo ejemplifique y, por otro , dé muestras de que es capaz de escla­recerlo . Ahora bien , de ese "pensamiento tan complejo" recoge él la oxidada herra­mienta hanaq, kay y ukhu pacha, con una izquierda y una derecha , desbordándose hacia Lima o hacia la yunga. Si esa cristia­nísima tripartición existe en Ayacucho, juntamente con otras divisiones binarias, ternarias y cuaternarias, cada una subdivi­dida o aumentada , no son éstas ni aquélla las que convencen al lector de que "el hom­bre andino" posee un pensamiento de veras complejo. Mejor andaría Ansión si escri­biera que el pueblo de Ayacucho piensa y habla como toda la gente normal ...

En tercer lugar , se refieren con frecuen­cia estas páginas al "pensamiento andino" y a un ser abstracto que se llama "hombre andino" . No es, por cierto, gran novedad. En muchos casos es una forma breve de de­signar realidades complejas. Pero en el con­texto descrito por Ansión y después de ha­ber calentado éste los sesos del lector con unas cuantas definiciones marxistas de ideo-

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logía y aparatos ideológicos, era de supo­ner que lo llevaría hacia el campo del "su­jeto histórico" que produce ese discurso popular, que lo utiliza, lo transforma y le da vida. El "hombre andino" no es un "su­jeto histórico"; las clases o grupos sociales sí lo son, porque tienen una "historia"; es decir, se ubican en el espacio y en el tiem­po, se distinguen oponiéndose, siendo esta última característica el fundamento de toda explicación marxista en Ciencias Humanas. Echó a perder el sociólogo belga, profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú, esta ocasión que, por otra parte, se le presentaba muy favorable. Moral: entre la introducción teórica, la definición de "re­gión" y el cuerpo analítico de este libro no hay la más "leve sombra", como diría Guamán Poma, de ligazón.

Se contentará el lector, sin embargo, con la gracia y la preñez del cuento ayacuchano · y por ello quedará reconocido a Ansión, es­perando que algún día le ponga entre ma­nos sus "pensamientos" acerca de la trage­dia que devastó gran parte de esa inconfun­dible tierra, "Rincón de los muertos".

H.U.

DELER, Jean. Paul y SAINT-GEOURS, Yvcs (compiladores). Estados y naciones en los Andes. Instituto de Estudios Peruanos­Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima, 1986. 2 vols. 668 pp.

Un coloquio de historia organizado en 1984 por el I FEA ha servido para poner en manos de los estudiosos una veintena de artículos que pretenden plantear una visión comparativa de las repúblicas andinas (Boli­via, Colombia, Ecuador y Perú). Una histo­ria comparativa, por lo demás, preocupada desde un principio en hacer un balance so­bre el estado de los respectivos archivos y uso de las fuentes. En el primer caso, Gunnar Mendoza y Augusto Gómez, para los archivos de Bolivia y Colombia respecti­vamente, muestran, haciendo un inventario

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de los recursos documentales de ambos re­positorios, la importancia que tiene para la historia y demás ciencias sociales su consul­ta. En el segundo caso, el tratamiento de la historia oral como un método encaminado a recoger como fuente la vivencia directa de los protagonistas de los hechos, tal como lo entienden y emprenden René Arze ( en el caso de la guerra del Chaco) y Silvia Rivera (para las rebeliones campesinas en Bolivia entre 1900 y 1950), se constituye en un va­lioso recurso alternativo a los documentos escritos cuando se trata de historia contem­poránea. "Producir historia en los Andes" -el título que engloba las cuatro contribu­ciones arriba aludidas- es factible desde una u otra perspectiva .

La forma de tratar los problemas de la formación de los Estados-naciones en los Andes (es sintomático que en muchos en­sayos esto abarque no sólo el siglo XIX, sino buena parte de la centuria presente) se erigirá en la cuestión clave de la discusión.

"Hacia la formación de sociedades na­cionales", epígrafe que abarca un número de ponencias en las cuales directa o indirec­tamente aparece el interrogante de por qué fracasaron desde un inicio los proyectos de nación en las repúblicas andinas, abre nue­vas pistas en lo que respecta al protagonis­mo, sea como permanencia o emergencia, de los grupos dominantes de ámbito regio­nal y el rol que han jugado en los límites del desarrollo económico andino. Luis Miguel Clave, para el Cusco, y Nelson Man­rique, para la sierra central del Perú, plan­tean esta relación en torno a la redefinición de los mercados internos regionales y el pa­pel de los terratenientes serranos.

La respuesta regional a una situación de indefinición política por parte de las diri­gencias nacionales en los Andes no incum­be, sin embargo, sólo a sus élites o grupos de poder agrario; eso lo constatan desde el lado de las acciones contestatarias campesi­nas Patrick Husson, analizando las rebelio­nes de los campesinos de Huanta en el siglo XIX,y Henri Favre, reflexionando sobre lo que llama los "procesos de indianización

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cultural" (ponencia de ·la cual se publica sólo el resumen) en la región de Huancave­lica durante el mismo siglo, así como Ger­mán Colmenares desde las actividades eco­nómicas de mestizos y mukltos en la región del Cauca, en Colombia.

El factor externo, el rol del mercado in­ternacional , es otra variable imprescindible cuando se trata-de comprender la redefini­ción territorial estratégica de las regiones en las cuatro repúblicas andinas. Al respec­to, Manuel Chiriboga, situándose en el lla­mado período del auge cacaotero en el Ecuador (I 880-1915), trata de describir las implicancias que éste tuvo sobre la transfor­mación de la estructura agraria costeña y la constitución de una clase dominante regio­nal. El ensayo de Jean Piel problematiza, para el período entre 1820 y 1950, las· for­mas en que ,el Estado peruano y los agentes del capital mercantil y financiero negocia­ron su acceso a la reserva andina·(la fuerza de trabajo campesina) con los terratenien­tes y otros grupos de poder regional. Hubie­ra · sido interesante contar con la ponencia de Heraclio Bonilla , que prometía dar una visión comparativa del funcionamiento de las economías de exportación en el Perú , Ecuador y Bolivia.

El segundo volumen está igualmente sub­dividido en dos partes . Bajo el genérico tí­tulo de "El Estado-nación en los Andes" se reúnen dos modos de percibir el problema : por un lado están los que se abocan a des­montar los mecanismos de funcionamiento político-administrativo y la acción persuasi­va de los grupos partidarios y élites entre· los ciudadanos, sea en Nueva Granada entre 1810 y 1850 (Hermes Tovar) o a lo largo de todo el siglo XIX en el Ecuador, país para el cual se ensaya la descripción de un supuesto "Estado terrateniente" (Rafael Quintero) . Otros destacarán, en cambio, el rol jugado por la ideología religiosa y el proceso de secularización dentro de las re­presentaciones políticas y el paso a la mo­dernización de estas sociedades, muy ape­gadas al mito y la tradición , tal el caso del Ecuador entre 1809 y 1875 (Marie~Danielle

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Demélas e Yves Saint-Geours) . En esa mis­ma perspectiva , lo ocurrido con las movili­zaciones campesinas en el Perú de princi­pios del presente siglo muestra los conflic­tos generados entre el programa ideológico sustentado por la Rama - una institución indigenista que solventaba legal y económi­camente a los dirigentes campesinos por aquellos años y que reivindicaba la vuelta al Tahuantinsuyo por medio del triunfo del campesinado ( en singular) sobre los mistis­y la compleja composición social de las re­beliones campesinas de 1919-23, las mis­mas que desembocaron en conflictos y ri­validades entre los propios campesinos para derivar en e.i fracaso de la movilización (Manuel Burga) .

La década de los veinte fue igualmente la era del ·florecimiento del indigenismo y del surgimiento del socialismo y el aprismo en el Perú, ideologías que contribuyeron a resquebrajar el hegemonismo mantenido hasta entonces por la ideología oligárquica; sin embargo, aquel proceso de cambio no sólo se entabló en el plano de las ideas, sino también en el de las mentalidades colecti­vas -subordinadas y dominantes- , que en la práctica vieron en la rebelión campesina de 1919-23 una sublevación milenarista an­dina, en el primer caso, y una simple "gue, rra de castas" , en el segundo (Alberto Flo­res Galindo).

Completan el libro tres estudios, uno so­bre la violencia y los conflictos en Colom­bia a fines del siglo XIX (Carlos Jara millo) , otro sobre la Guerra del Chaco y los con­flictos sociales internos en Bolivia durante tal episodio (René Arze) y el tercero acer­ca de las implicancias de la inestabilidad política boliviana desde la revolución lleva­da a cabo por el MNR en 1952 hasta la pre­sente década (Jean-Pierre Lavaud).

Los dos volúmenes abren, en consecuen­cia, una serie de posibilidades de enfoque y entrada a los problemas socioeconómicos de las repúblicas andinas en los siglos XIX y XX , tanto en lo que se refiere a las po­nencias mismas como a las discusiones que cada una genera. Es quizás el primer inten-

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to conocido de rescatar un imprescindible ejercicio comparativo dentro de · los estu­dios históricos andinos.

V.i>.R.

FLORES GALINDO, Alberto (comp.). In­dependencia y revolución (1780-1840). 2 tomos. Instituto Nacional de Cultura. Lima, 1987. 334 pp.

Independencia y revolución (1780-1840), la antología que Alberto Flores Ga­lindo acaba de publicar, persigue un doble objetivo: pensar la Independencia como un acontecimiento político continental y per­mitir que el lector se forme una imagen glo­bal del proceso de ruptura del orden colo­nial y de la iniciación de la República.

Por ello, este libro no está exento de las influencias del proceso de revaloración de la Independencia que hace quince años, con la publicación de La Independencia en el Perú, iniciaron Karen Spalding y Heraclio Bonilla, cuando formularon la hipótesis de que este acontecimiento, más que obteni­do, fue concedido o conseguido por los ejércitos aliados de San Martín y de Bolí­var.

Esto se refleja, por ejemplo, en uno de los principales reclamos que Flores Galindo formula en la introducción de la referida antología: pensar la Independencia más allá de las fronteras nacionales .. Se trata de una de las variables metodológicas-que Spalding y Bonilla sugirieron en 1972. Ellos estima­ban que la historiografía tradicional perua­na adolecía de un grave error de interpreta­ción: ver la Independencia como un fenó­meno meramente nacional. Ello, agregaban, impedía aprehender que los años de la Emancipación (de 1810 a 1824) correspon­dían, casi cronológicamente, a años de cri­sis y de revoluciones en España, y compren­der, por ende, que la Independencia de Hispanoamérica y del Perú se gestó en am­bos lados del Atlántico.

Flores Galindo destaca, sin embargo, un

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nuevo elemento en el análisis de nuestra Independencia: .. el entorno sudamericano. Estima que es anacrónico estudiarla sólo desde el escenario peruano y cree que es necesario pensarla en el marco mayor de la vasta región sudamericana, unificada antes por el Imperio Incaico y después por la ad­ministración colonial {los Austrias}. Loan­terior, acota, no significa negar, que el pro­blema central de esos años de ·guerras y re­voluciones fue la cuestión nacional, ya que aquí se encuentra la explicación de los álgi­dos debates en torno a la Independencia.

Independencia y revolución reabre·, ade­más, el debate iniciado por Spalding y Bo­nilla en 1972. De los siete trabajos que con­forman esta antología, dos tienen que ver directamente con la problemática: "Inde­pendencia y clases sociales", de Alberto Flores Galindo, incluido inicialmente en el No. 7 de Debates -en Sociología, en 1982; y "El mito de la 'independencia concedida': los prngramas políticos del siglo XVIII y del temprano XIX en el Perú y Alto Perú", de Scarlett O'Phelan Godoy, publicado ori­ginalmente en el No. 2 del Vol. IX de His­tórica, en 1985(1 ).

De ahí que en dicho ensayo Flores Ga­lindo tome distancia con relación a la polé­mica abierta por Spalding y Bonilla. Dice que en 1982 la constatación resultaba insu­ficiente: no era factible seguir insistiendo en lo que no fue la Independencia y era imprescindible buscar explicaciones. Para él, el problema central consistía en saber si frente a la sociedad colonial fue posible, al terminar el siglo XVIII, una opción diferen­te o. si existían las bases históricas-para que se elaborara una alternativa.

Esto significa indagar por las ideas y la cultura de esos años, por las críticas, los planteamientos y los programas, pero tam­bién inquirir por el sustento social que po­drían tener estos proyectos; es decir, por las clases llamadas a reempl¡Jzar el viejo orden. Este ambicioso programa de investi­gación, en lo que se refiere al caso de la Lima de 1760 a 1830, se cristalizó en 1984 con la publicación de Aristocracia y Plebe.

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No obstante, en el referido ensayo , Flo­res Galindo adelanta algunas interesantes conclusiones. Dice , por ejemplo, que si el Perú fue uno de los focos de la resistencia realista, esto no se debió exclusivamente a la personalidad del virrey Fernando de Abascal, como afirma la historiografía tra­dicional, sino a la presencia en Lima de la aristocracia colonial más numerosa de toda América Hispana. Afirma , además , que la Independencia comienza en 1780 y que el levantamiento de Túpac Amaru 11 , contra­riamente a lo que cree Bonilla , fue mucho más allá de la solicitud de la supresión de la mita : si alguien duda del carácter revolucio­nario de este movimiento , explica , bastaría que con cierto cuidado reconstruyese los acontecimientos: formación de un ejército rebelde , designación de autoridades y co­bro de impuestos en los territorios libera­dos.

Por su parte , Scarlett O'Phelan Godoy cuestiona explícitamente la conocida hipó· tesis de Spalding y Bonilla . Dice que la vi­sión de que la lndepen9encia tuvo que lle­gar al Perú y Bolivia desde fuera, debiendo ser concedida , como resultado de una falta de iniciativa por parte de las élites criollas locales , es, en realidad , tan sugerente corno controvertida. Esta interpretación, ex plica , no aclara premisas básicas, como , por ejem­plo , la presencia de tempranos programas políticos anticoloni::1les en Cochabarnba y Oruro entre 1730-1739 o el hecho objetivo de que el primer lugar de Hispanoamérica que gestionó en 1809 su autonomía frente a España (aprovechando el vacío de poder dejado por Fernando VII) fue , paradójica­mente , el Alto Perú.

O'Phelan Godoy no acepta , además, la afirmación de que no existió conexión en­tre la rebelión de Túpac Amaru y los movi­mientos de las dos primeras décadas del si­glo XIX. ¿Cómo explicar entonces, se pre­gunta, la presencia de un individuo corno Antonio Figueroa, quien participó en am­bos alzamientos? En su condición de penin­sular casado con criolla , recuerda , probable­mente Figueroa pensó que , a pesar de verse

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envuelto en actividades subversivas, la s autoridades coloniales serían benevolentes con su caso: en la rebelión de Túpac Amaru efectivamente se le dictaminó una breve condena; en cambio , en la rebelión de La Paz de 1809 el veredicto fue la pena de muerte .

O'Phelan Godoy arriba a la conclusión. por último , de que después de los fracasos de 1809 y 1814 la Independencia le fue "concedida" al sur andino. pero no por fal­ta de una dinámica propia de lucha social o falta de iniciativa de los sectores criollos . sino porque sus programas se limitaron a buscar reivindicac iones tan inmediatas co­mo locales . sin visualizar el proceso por el cual atravesaba Hispanoamérica en su con-

. junto. En la introducción a la antología Inde­

pendencia y revolución , Flores Galindo plantea una reflexión final a modo de pre­gunta. ¡, Fue inevitable . se interroga. que el Perú pasara de la órbita española a la hege­monía británica? Su respuesta es no. El cree que , en el pasado como en el presente , siem­pre hay más de una alternativa y que los desenlaces son el resultado de combinacio­nes, siempre específicas, entre determina­ciones estructurales y voluntades tanto in­dividuales como colectivas.

En el Perú de ese entonces existían, por lo menos , tres circunstancias que demostra­ban que no era inevitable que ingresáramos a la férula del imperio informal británico . Estas, según Flores Galindo , eran las si­guientes: la relativa autosuficiencia econó­mica del espacio colonial: la gran distancia geográfica entre nuestros países, especial­mente los que daban a! Pacífico , y los puer­tos europeos; y las políticas proteccionistas y las posibilidades que ofrecían los espacios del interior .

Este, finalmente , es sólo un ejemplo de los muchos temas sin debatir a propósito del tiempo de la Independencia. Esperamos que Independencia y revolución reimpulse dichas discusiones.

1) Los otros textos incluidos en esta anto-

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logía son los siguientes: "La crisis colo­nial en la crisis del antiguo régimen", de Josep Fontana; " El fin del comercio co­lonial : una compañía comercial gaditana del siglo XIX", de Carlos D. Malamud ; "Estructura eco.nómica y desarrollos re­gionales de la clase dominante, 1821-1850", de Alfonso Quiroz; "Continui­dad y cambio en la or~anización política del Estado en el Perú independiente", de Heraclio Bonilla; y " Reconsideraciones sobre el problema histórico de la Confe­deración Perú-Boliviana", de Jorge Basa­dre .

C.A.

HERNANDEZ; Max ; LEMLIJ , Moisés; MILLONES, Luis ; PENDOLA, Alberto y ROSTWOROWSKI, María . Entre el mito y la historia. Psicoanálisis y pasado andino. Ediciones Psicoanalíticas lmago . Lima , 1987 . 199 pp .

Durante tres años, un grupo de científi­cos sociales peruanos metió hombro a la ardua e ingente tarea de desempolvar el inconsciente del hombre prehispánico , des­pabilándole el "deseo" y escudriñando lo poco que sabemos sobre la " cámara obscu­ra" de su pensamiento . Este "círculo psico­analítico" se presentó desde luego extrema­damente favorable a los "sueños y deseos" masculinos : una mujer-historiadora , un an­tropólogo y tres varones analistas. Quizás por eso fueron sesiones " siempre estimulan­tes". con semanas de "cuajo", in terpretacio­nes "por o ído", en que se superaron "mu­chas ansiedades", pero al precio de asumir carencias e intentar repararlas (pp . XIV­XV). Y algo más: se pretendió proseguir , refinar y ampliar lo que se podría llamar " una perspectiva nacional de entender los problemas andinos" (p . XIX)!

Al grano. Primer capítulo, primer mis­terio gozoso ... los Ayar. Perspectiva freu­diana . .. Para los que la conocen, no les será difícil adivinar que las "varas" a que hacen referencia los relatos de los mitos prehispánicos, se transforman en manos de

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María Rostworowski y Luis Millones, agui­joneados por los tres mosqueteros del in­consciente y deseo peruanos, en jubilosos instrumentos fálicos. Y si a tanto había lle­gado la osadía del "círculo", no saldrá de su quicio el lector al comprobar que dichos científicos analizaron casi licenciosa y obse­sivamente cuantos huecos les depararon crónicas, textos, archivos nacionales y ex­tranjeros. Conclusión psicoanalítica : hay que · tenerlos simple y llanamente por oque­dades vaginales.

No termina allí la cura psicoanalítica . A la lupa , el "círculo" disecó las pugnas de Cachi con sus ofendidos hermanos, conside­rándolas frutos ignominiosos de ' la envidia "que les (a los Ayar) producía no poseer esos atributos (fuerza excesiva) con reso­nancias a potencia genital" (p. 9) . Y forman parte del arsenal fálico y vaginal, puesto al desnudo por los cinque voci con alcune li­cenze (p . XXVIII), las orejas de los Incas, a quienes se les ocurrió poner huecos donde ni Belcebú sería capaz de imaginarlos: en los lóbulos de las mismas. ¿Qué pensar de ello? El adolescente prehispánico , "al ofre­cer el lóbulo de la oreja , salva el atributo fundamental de la virilidad : el pene. Es una instancia bastante clara de un intercambio del tipo pars pro toto" (p . 11 ).

Durante el repaso del segundo misterio gozoso, los ojos del "círculo" privilegiaron los temas oníricos. La guerra entre Chancas e Incas tuvo vencedores y vencidos . Del la­do del vencedor , "el héroe usó el sueño pa­ra ver ampliados sus deseos , para estimular y dar fuerza a sus aliados ... sueño creati­vo" (p . 38) . ¿Cuál fue el sueño del venci­do? Pues hay que lamentar no tener acceso a él (p . 38). De esa guerra, de los líos en que ella se desarrolla , sacaron los "clí ni­cos" algunas conclusiones: " ... Yupanqui bélico, activo, masculino, versus Viracocha y Urco pasivos, femeninos, castrados" (p. 45); " ... con Pachacutec la etnia cusqueña llegó más allá de las relaciones cerradas de lo puramente narcisista , aun cuando no lle­gó a estructurar lo edípico" (p. 75) .

Con el tercer capítulo llegamos a los

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misterios dolorosos . . . Ultimas años del Tawantinsuyu y llegada de los españoles. Son tiempos recios en que los desmadres increíbles de panacas y las guerras fraternas entre Huascar y Atahuallpa echan todo a perder . .. Detrás de ello la otra guerra, la inconsciente y eterna en búsqueda de la apropiación de un padre y el afecto de una madre . Se cometieron horrores que algunos pagaron caro : Huascar mandó violar acllas en un "extraño antirritual" : "Para asir la magnitud del acto, comparémoslo mental­mente con el rito matrimonial de Huayna Capac" (p. 100).

Y llegaron los españoles ... Atahuallpa y los Incas vencidos: "No sabemos los pla­nes del gobernante derrotado" ( p. I 02). Sin embargo , el cuerpo del Inca ejecutado por los castellanos, "enterrado y desenterrado en pocos días ( ... ) debió ser llevado a Quito o bien colocado en algunos de los ne­vados norteños, desde donde espera y con­templa los avatares de su gente" (p . 102) . ¡Qué espanto , Dios mío' . .. Pero no nos detengamos.

Taqui onqoy a la vista . Curiosa pero has­ta cierto punto sanamente, el " círculo" no se atreve a grandes disquisiciones en medio de ese océano de traumatismos , frustracio­nes , desórdenes físicos y morales, lamenta­ciones de tal orden que el vetusto e hieráti­co muro de Jerusalén quedaría corto . .. Y luego , of course, el milenarismo, el mesia­nismo y un buen pedazo de pachacuti para los indígenas . . . No comment.

Una breve mirada crítica . .. La lectura psicoanalítica se justifica por

sí misma, pues cada cual echa mano de lo que más le conviene para sus propios fines. No obstante, me parece oportuno recordar que la labor psicoanalítica a la que se entre­garon los clínicos y sus acompañantes no echó la más mínima ni más tenue luz sobre nuestros conocimientos del pasado prehis­pánico. (Lo propio dijeron y escribieron, hace muchos años, J.P. Vernant y P. Vida) Naquet a propósito de la lectura psicoanalí­tica de la tragedia y ciclos míticos griegos).

Huelga decir que los clínicos escucharon

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sin parpadear - como es regla en sesiones de cura psicoanalítica- los hechos que fabuló María Rostworowski , memoria real o ima­ginaria del "círculo". Los resultados son obvios. Los disparates se multiplican a un ritmo espeluznante. Sirva de ejemplo la lec­tura del héroe que el "círculo" tilda de su­permacho, horno eroticus, Ayar Cachi , y de los pobres maricas, Viracocha y Urco. Se­mejantes diagnósticos sólo se explican por la ingenuidad de los clínicos delante de los sueños de sus feligreses .

El héroe Cachi sirve , en el ciclo mítico de los Ayar, entre otras cosas. para abalizar un espacio semántico prehispánico al que podríamos llamar de "embustería" o " ma­ñosería". Sus fechorías nada tienen que ver con una "potencia genital'' excesiva , sino más bien con una capacidad única para or· dcnar y desordenar la sociedad y las cosas a su talante , siempre por medio de gestos ven­turosos o palabras afortunadas. A este cam­po semántico pertenecen también las accio­nes o actitudes que nos transmitieron algu­nos relatos míticos en que aparece el héroe Urco , máxime cuando su nombre acompaña a Quilliscachi, Quillis/Cachi. Véase , por ejemplo , la función que este personaje de­sempeña en el tinkuy entre Incas y Chancas, y el lector comprenderá lo que quiero insi­nuar. No olvide tampoco que éste era el nombre de un ayllu prehispánico de Cusca .. .

No sé si tendré razón en llamar la aten­ción para una lectura de la conocida "guerra entre Incas y Chancas" en términos de tin­kuy. Esta noción posee la enorme ventaja de expresar lo que se entiende por sucesión dinástica prehispánica . En pocas palabras , para que un señor inca fuese reconocido como el personaje investido de poder , tenía previamente que celebrar el tinkuy o la li­turgia de acceso a un status único y privile­giado, el cual consistía en una lucha o bata­lla ritual en la que se enfrentan dos bandos , grupos o espacios. A eso se debe, en parte, la existencia de espacios políticos y rituales diferenciados que regulan y litúrgicamente garantizan la calidad única del Inca y su po­der divino .

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¡,Tendrá esta explicación algún interés para una "perspectiva nacional de entender los problemas andinos"? No lo sé. Sin em­bargo, por lo menos puede alejar al lector de las arbitrariedades y de la falta de un elemental principio crítico de lectura que el "círculo" evidencia . Queda bien claro , repito, que lo que está en discusión no es la legitimidad de la lectura psicoanalítica del mito prehispánico, sino la presteza con que los clínicos engulleron los garabatos de his­toria y mitología que les sirvieron durante tres años de alegres y jocosas sesiones las voces de supuestos hechos prehispánicos o coloniales. Mejor suerte hubieran corrido si en vez de ello se abocara el "círculo", con igual "jobina" paciencia, a leer lo que signi­fican todas esas "verticalidades" y "hori­zontalidades" que asedian al inconsciente y consciente de algunos investigadores na­cionales y extranjeros. A ese respecto, per­mítaseme recomendar la lectura de Gilbert Durand, conocidísimo psicoanalista y an­tropólogo de lo imaginario. Y si no es mu­cha impertinencia, recomendaría al "círcu­lo" dilatar sus gozosas sesiones para sacar en limpio el tema de los ayllu, que pide a gritos entrar en el más elemental análisis del pensamiento peruano y que, de .alguna manera , daría razón de la búsqueda obsesi­va del signo fálico a que tan alegremente se dedicaron los autores.

N.B.: Para los que se preocupan por la "re­producción de despropósitos" les reco­miendo las lecturas siguientes: César Rodríguez Rabanal , "Psicoanálisis y psi­coh istoria peruana", Socialismo y parti­cipación, 40 : 103-\08 , diciembre 1987; Dr. Fernando Maestre Pagaza , "El mito de Sara Sara" , Revista del Centro de Psi­coterapia Psicoanalítica de Lima, 1,1 :7-16, agosto l 987;Debates en sociología, 11: 7-5 2; 187-228. Lima, 1986 , con am­plia discusión.

H.U.

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KICZA, John E. Colonial Entrepreneurs Families and Business Families in Bourbon Mexico City. Albuquerque, 1983.

El trabajo del profesor Kicza refleja el comportamiento económico de la ciudad de México en el período colonial tardío. La ciudad de México fue la más grande e im­portante ciudad de Hispanoamérica y cen­tro de gobierno del virreinato más podero­so de las colonias españolas (Nueva Espa­ña), teniendo un fuerte movimiento econó­mico en los campos de comercialización y producción (artesanal) . El virreinato de Nueva España fue el mayor contribuyente de las colonias españolas en América, supe­rando en esto al Perú considerablemente.

El trabajo de Kicza se apoya en las exce­lentes investigaciones existentes sobre his­toria de México colonial , sobre todo en len­gua inglesa, como son los trabajos de Bra­ding, Ladd y Haring, que tocan temas con­vergentes. Además, realiza una fructífera investigación basada en los archivos mexi­canos, consultando mayormente las seccio­nes del consulado y de notarios.

El libro consta de tres partes: la primera es el estudio de la élite en ciudad de México, de su composición , organización y compor­tamiento económico. La segunda parte se refiere al análisis del comercio, incluyendo desde el comercio al por mayor hasta el co­mercio al menudeo; es decir , cubriendo des­de el comercio oceánico e interprovincial hasta el comercio interurbano. A la vez, es­tudia quiénes fueron los actores involucra­dos en estas transacciones, determinando su interrelación . Asimismo, se refiere a las ac­tividades no comerciales de los mercaderes. La tercera parte del libro se centra en el es­tudio de la producción manufacturera de la propia ciudad de México, queriendo abar­car todas las actividades que producen un bien. Indaga sobre quiénes se ocuparon de la producción de bienes en la propia ciudad y cómo se organizaron.

La élite es definida por su poder econó­mico, por la concentración de riquezas, lle-

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gando el autor a la conclusión de que para que una familia perteneciera a la élite mexi­cana debía poseer un mínimo de un millón de pesos en activos. Las otras variables uti­lizadas por la historiografía para definir la élite son imprecisas, según el autor, pues no abarcan todo el conjunto estudiado. Consi­derando la posesión de un título de noble­za o de una orden militar como patrón in­dicativo de pertenencia a la élite, queda excluido alrededor del cincuenta por cien­to de la misma , que no accedió a la pose­sión de éstos. Kicza rompe así una serie de prejuicios sobre la composición y compor­tamiento de la élite colonial, siendo intere­sante su comparación con el caso del Perú , donde se concentró el mayor número de nobles en América durante la colonia .

El sistema económico para generar ga­nancias por parte de la élite fue , según el autor , el de abarcar un gran número de ac­tividades económicas, que se entrelazaban funcionando en conjunto: la agricultura, la minería y el comercio no estaban separados. Al comerciante le interesaba poseer hacien­das para manejar la comercialización de la producción . Por ejemplo, los hacendados del pulque (bebida alcohólica) eran dueños de las tiendas donde se expendía este licor. Las alquilaban con la condición de que el inquilino les comprara su producción , fijan­do el precio de venta de la bebida . De este modo cerraban un circuito económico con el que se protegían de las fluctuaciones de precios. Cabe destacar que este sistema de interrelación de diversas actividades econó­micas por parte de los grupos poderosos hizo posible que muchas familias importan­tes se mantuvieran en los estratos más altos de la sociedad mexicana . El autor sostiene que muchas familias del siglo XVIII proce­dentes del XVI pudieron mantenerse gracias a haber adoptado esta estrategia , en la cual las haciendas tuvieron un papel protagóni­co . No hubo familia importante que no tu­viera una hacienda por lo menos. Toda fa­milia de fortuna reciente adquiría una, bajo diversas modalidades: matrimonio, compra, etc., sin que ello implicase un abandono de

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las otras actividades. Las razones fueron va­rias: las haciendas se podían repartir entre los herederos, además de ser un negocio se­guro. Por el contrario, el comercio y la mi­nería eran actividades riesgosas. Esta es una visión diferente a la presentada por muchos historiadores sobre el Perú , pero hay que tener en cuenta que Kicza sólo menciona a los estratos más altos de la sociedad y no se ocupa de los grupos de provincia, por con­siderarlos de mucho menor importancia que los de ciudad de México , con la excep­ción de unas cuantas familias de Guanajua­to.

Una de las ideas principales del libro es que las diversas actividades realizadas por una misma familia forman un conjunto, el mismo que no puede ser disgregado sin per­der la comprensión histórica de la econo­mía mexicana . La élite copaba un sistema en el que se unían la producción y la co­mercialización. Kicza sigue en este punto los avances de la historiografía mex icana , como es el planteamiento de Brading sobre las cuantiosas inversiones de los grandes al­maceneros de ciudad de México en la mine­ría. Lo in _teresante del planteamiento pro­puesto por el autor es que no sólo verifica las afirmaciones anteriormente vertidas, sino que las amplía y muestra un universo mayor: las diversas áreas controladas por la élite no son una diversificación de inversio­nes, sino que forman un conjunto. Así, la agricultura abastece a la minería o el mer­cado controlado por los comerciantes, la minería abastece a los comerciantes del trá­fico con Europa del metálico para pagar por los productos importados y el comer­ciante , a su vez , abastece a la minería. Por eso, cuando una misma familia controla muchas actividades, no está diversificando inversiones , sino fortaleciendo un mecanis­mo de ganancia, al ser todo un mismo ne­gocio.

La élite funcionaba como un sistema de clanes familiares en el que todos respondían al bienestar del conjunto. El sistema de clan fue el que hizo posible que una familia con­trolase diversas actividades y en lugares dís-

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tantes, pues muchas de las haciendas y mi­nas quedaban a varias centenas. de kilóme­tros de ciudad de México. Los miembros de la familia eran piezas de un mismo engrana­je que giraban alrededor del cabeza de fa­milia. El matrimonio jugó un· papel prepon­derante dentro de este esquema de alianzas, formándose familias extendidas. En el con­sulado de México fue notoria la unión de familias. Las relaciones económicas y socia­les estaban inmersas en estas relaciones fa­miliares. Pero el matrimonio también sirvió para incorporar nuevos miembros a la élite, sobre todo a comerciantes españoles, en un proceso de movilización social. También fue importante para que las familias criollas estrecharan lazos con la metrópoli, tan im­portante para los importadores de mercan­cías europeas. La idea de ver a la élite fun­cionando en clanes familiares ha sido poco utilizada en la historiografía nacional, aun­que nos podría ayudar a explicar muchos de los casos de comerciantes limeños, como el del conde del Premio Real, Juan B. de Lavalle, que comercializó azúcar a Chile teniendo a un hermano en Santiago con po­deres para cualquier transacción económi­ca, o el comportamiento de familias como las Ligarte o Gutiérrez en el Cusco, a fines de la colonia: los miembros de estas fami­lias cusqueñas estuvieron diseminados por todo el Alto Perú, además de otras regio­nes, con el propósito de ejercer control so­bre sus actividades comerciales y de pro­ducción (haciendas y obrajes).

La actividad principal de ciudad de Méxi­co fue el comercio, sobresaliendo el comer­cio con Europa . Este fue indudablemente el de mayor monto, mayores ganancias y donde el capital estuvo más concentrado, particularmente en el grupo de los almace­neros (los importadores de las mercancías europeas), que contó con un porcentaje im­portante de criollos. Existieron, asimismo, otros comercios marinos: el comercio con China, a través de Manila, que estuvo con­centrado en pocas manos, muchas de ellas de comerciantes de ciudad de México, así como un comercio de menor volumen, que

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fue el del cacao, en conexión con otras re­giones americanas. El control del comercio con Europa llevó a los almaceneros a un control del comercio en otras provincias de Nueva España por medio de alianzas con los grupos de poder de las provincias o con los funcionarios de turno, para que éstos colocasen los productos utilizando meca­nismos como el reparto . También se recu­rrió a abrir sucursales en centros importan­tes ( centros urbanos o mineros).

El comercio inter-provincial fue otro ru­bro importante para los grandes comercian­te~ d~ ciudad de México. Los productos pnnc1pales de este tipo de transacciones fueron los textiles, el azúcar, el. pulque, la cochinilla y el cacao. Como ya se dijo, la mayoría de los comerciantes fueron dueños de haciendas y comercializaron la produc­ción de éstas y, en muchos casos, la produc­ción de las haciendas vecinas.

El trabajo también analiza el mediano y pequeño comercio, relacionándolos con el comercio realizado dentro de la ciudad y en forma directa al público. Kicza clasifica el comercio al menudeo según los productos en venta: abarrotes, manufacturas, bebidas alcohólicas (pulque), etc. El mayor interés radica en el análisis del funcionamiento in­terno del negocio y la oportunidad de otras inversiones para los dueños de tiendas. La primera distinción en el negocio de las tien­das es aquella entre el dueño y el adminis­trador. Cuando el administrador no es el dueño, su salario nunca será elevado, aun­que el trabajo desempeñado sea difícil. En cuanto a las inversiones de los dueños, éstas serán escasas, dirigiéndose a la ampliación del negocio con nuevas tiendas o en una casa. El caso del vendedor de pulque sobre­sale porque invertirá en destilerías. El me­diano y pequeño comerciante fueron con­cientes del volumen del capital propio y en ningún momento Jo diversificaron, como la élite.

La última parte del libro trata sobre la producción de manufacturas dentro de ciu­dad de México. Kicza distingue, entre las actividades manufactureras más valoradas,

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la labor de los plateros. Además, hace una distinción según el tipo de acabado del tra­bajo , burdo o fino, dependiendo éste del mercado o del producto . Las diferencias más saltantes están dentro de la esfera de la producción . La diferencia entre maestro, aprendiz y jornalero se hace mayor cuanto más grande sea el taller . El aprendiz se rela­ciona con el taller y el maestro a través de un contrato, por el cual ambos se compro­meten a cumplir determinadas cláusulas: el aprendiz a trabajar en el taller del maestro por una cantidad determinada de años y el maestro a enseñarle el oficio. El jornalero es mal pagado . El universo étnico de los aprendices y jornaleros comprende a indios, mestizos, blancos y un mínimo de negros sin que el autor mencione porcentajes ni to­tales . Menciona eso sí la importancia que tuvo la producción de bienes dentro del to­tal de la población de ciudad de México. El análisis de la producción manufacturera choca con la poca cantidad de datos regis­trados en las fuentes , sobre todo en los ar­chivos notariales, ya que muchas de lastran­sacciones eran pactadas por vía oral. Esta dificultad no se dio en las otras partes del libro , para las cuales el material de archivos y bibliográfico es mucho más rico .

La importancia de libros como el de Kicza radica en su posible utilidad como un modelo para el estudio de la historia del virreinato del Perú; fundamentalmente nos puede ser útil su concepción del comporta­miento socio-económico de la élite mexica­na o de las formas de comercio a fines de la colonia.

C.A. de L.

Lengua, cultura y región. Diálogo y conflic­tos en el sur andino peruano. Centro de Estudios Rurales Andinos '~Bartolomé de Las Casas". Serie Deba tes Andinos No. 13. Cusco, 1987 . 103 pp .

El libro reseñado es un documento ela­borado a partir de trabajos ejecutados al

No. 1, Julio 1988

respecto en el Cusco , del 20 al 24 de julio de 1987, en un taller que reunió a numero­sos especialistas, entre otros a lingüistas. antropólogos, políticos, representantes cam­pesinos, comunicadores sociales, profesores y funcionarios . Se trata de un documento importante pues no sólo presenta clara y su­cintamente los aspectos históricos y actua­les de la situación lingüística y cultural del sur andino peruano, sino que propone una estrategia global para avanzar hacia una so­ciedad alternativa " multilingüe, pluricultu­ral, democrática y dialógica" (p. 87) .

El , libro no puede dejar indiferente a quien esté involucrado en la problemática de lenguas y culturas en todo el continente ; al contrario , al leer el documento, uno se siente constantemente solicitado y pasa de la admiración a cierta irritación para , des­pués de relecturas y reflexiones , reconocer la fuerza y la cohesión de las propuestas. Veamos brevemente esos diversos aspectos del libro .

A pesar de sus obvias cualidades, el libro no deja de irritar inicialmente al lector en dos aspectos: de hecho , molesta , por un la­do, la severidad extrema con la cual se des­cribe la situación actual , en especial la de la educación bilingüe, y , por el otro, la ambi­ción del programa propuesto para darle so­lución.

Tal como se presentan , los trabajos eje­cutados én el campo de la educación bilin­güe no parecen significantes. Nosotros pen­samos que , sin caer en un optimismo ciego, se hubiera debido valorizar lo realizado al respecto como conviene . ¿Por qué acallar que la puesta en marcha de esa nueva mo­dalidad educativa que es la educación bilin­güe se vuelve cada vez más firme y que vie­ne realizándose a través de un sinnúmero de trabajos notables , investigaciones socio­lingüísticas , reformas curriculares , elabora­ción de materiales educativos para cada gra­do de Primaria , formación magisterial , cam­pañas de información, etc .? ¿Por qué no mencionar que , dada la indiferencia del Es­tado , fueron los miembros de los diferentes proyectos de educación bilingüe quienes lo-

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graron definir un panalfabeto quechua y es­tablecer normas de escritura, un logro ines­timable para el quechua? Quien conoció la situación lingüística y cultural del Perú ha­ce unos diez años queda admirado de los trabajos realizados ya; ignorar esos logros o subestimar el largo camino transcurrido ya no es sólo injusto; es también inquietante porque sugiere una inercia total para la cual sólo convienen soluciones extremas .

Y, de hecho, en la segunda parte del li­bro, el lector está confrontado con propues­tas aplastantes. Son cuarenta las líneas de acción relativas a las lenguas vernáculas, la educación bilingüe y la diversidad cultural. Unas conciernen el corpus ("dotar las len­guas amazónicas de alfabetos oficiales"), otras están destinadas a realzar el estatuto de las lenguas vernáculas a través de un sin­número de funciones nuevas que se les asig­na en los campos de la justicia , la adminis­tración, la educación, la ciencia, en los me­dios de información, etc . Lo irritante viene de que no se hace ninguna· distinción entre aquellas acciones "realizables" sin mayor di­ficultad , como , por ejemplo, "un diagnósti­co realista sobre la necesidad de profesores en el área rural'' , y las que, si bien son muy "deseables" , resultan, sin embargo, imprac­ticables en la actualidad, como una "educa­ción bilingüe de doble vía; es decir, tanto para hablantes de lenguas indígenas como para monolingües hispano-hablantes". Ade­más, es al Estado, cuya inercia se ha inicial­mente fustigado con razón, al que se le con­fían numerosas tareas . Así, al presentar conjunta y uniformemente acciones tan di­versas, se confiere al programa un carácter eminentemente utópico que, más que alen­tar al lector, lo aplasta . .

Sin embargo, esta irritación inicial va apaciguándose a medida que el lector re­flexiona sobre el libro . Poco a poco se im­pone la fuerza y la cohesión de los argu­mentos . Uno va recordando que ninguna acción aislada del pasado ha logrado modi­ficar el estatuto de las lenguas y de las cul­turas del sur peruano hasta la fecha. Si bien en los afios pasados se han registrado gran-

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des esfuerzos en el sector educativo , la iner­cia estatal y la desconfianza de los padres de familia han contribuido, sin embargo, a aislar la educación bilingüe del proceso in­tegral de desarrollo de los pueblos indíge­nas, poniendo en peligro su sobrevivencia después de la fase de implementación . El mayor mérito del libro está , pues, en que opone a los esfuerzos aislados y desarticu­lados del pasado un plan concertado, global y detallado, donde cada uno se siente inter­pelado y puede responder según su forma­ción y su trabajo . Así , lo utópico aparece poco a poco como lo sensato, pues no hay otra alternativa . Sin que desaparezcan total­mente sus dudas en cuanto a la realización del programa, el lector admira cuán valien­te y completa es la visión propuesta .

El documento tiene , además, otras cuali­dades; dentro de ellas quisiéramos mencio­nar el estilo: sorprende por su transparen­cia y la falta de tono polémico, una rareza en este tipo de publicación . Raras veces se encuentra un análisis tan justo que esté li­bre de precauciones estilísticas y de com­placencia académica. Sorprende, también, la armonía lograda entre la información de base y los datos más específicos, destinados a círculos especializados, una calidad que hace asequible el libro a un público amplio .

Para terminar, quisiéramos añadir que el documento elaborado por J.C . Godenzzi cumple de manera magistral con su cometi­do de "suscitar interrogantes en sus lecto­res" (p . 11 ). Es un libro que uno lee y relee, un documento que no sólo informa , sino que además inquieta y que debería volverse imprescindible en los debates sobre lenguas y culturas indígenas en el Perú y en todo el continente.

M.-M.B.

RAMOS ZAMBRANO, Augusto. Rumi Maqui. Instituto de Investigaciones para el Desarrollo Social del Altiplano (IIDSA­UNA). Puno, 1985. 100 pp . +apéndice.

A principios de siglo, el departamento

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de Puno y en general todo el sur andino veían extenderse vorazmente los latifundios a costa de las tierras comunales o la peque­ña propiedad. Muchos de los dueños , apro­vechando su condición de autoridades loca­les y, en general, sus imbricados lazos con la política regional, cuando no nacional , poseían extensas haciendas donde se peren­nizaban, día a día , un conjunto de relacio­nes sociales de naturaleza " feudal".

El problema de la tierra y la explotación que en distintas formas sufrían los indíge­nas, ocasionaron eventualmente un conjun­to de respuestas violentas por parte del cam­pesinado . En Puno, particularmente, el pro­blema parecía mucho más grave, sucedién­dose alrededor de una veintena de subleva­ciones indígenas, especialmente en las pro­vincias de Lampa, Chucuito y Azángaro .

A estos importantes asuntos y, en concre­to , a la rebelión de San José de Azángaro (1915-1916), acaba de dedicar una mono­grafía el historiador Augusto Ramos Zam­brano . Más conocida como rebelión de Ru­mí Maqui, el estudio de la misma nos pone en contacto con un personaje que , identifi­cado como Teodomiro Gutiérrez Cuevas, un Mayor retirado del ejército, aparecía co­mo un ser mítico capaz de transformar el orden existente, un "Mesías" que, de acuer­do a los bandos políticos que circularon por la zona , pretendía terminar con el gamona­lismo, autonombrándose "General y Supre­mo Director de los pueblos y ejércitos, Res­taurador de indígenas del Estado de Ta­huantinsuyo" .

Distinguido abogado puneño y profesor universitario , Ramos Zambrano es también un profundo investigador de los movimien­tos campesinos altiplánicos . En 1971 publi­có su primer libro, La Gesta de Pedro Vilca Apaza, y en 1980, con motivo del bicente­nario de la insurrección tupacamarista, Puno en la Rebelión de Túpac Amaru. En 1984 salía a la luz su estudio sobre la poco y mal conocida rebelión de Huancané de 1923, y un año después, gracias al Consejo Directi­vo del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo Social del Altiplano, dirigido por

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Ricardo Claverías , su Rumi Maqui. El texto en cuestión analiza en sus pri­

meras páginas lo que Ramos ha denomina­do proceso de "feudalización" de la provin­cia de Azángaro , explicando cómo se gestó la formación y expansión de las haciendas. Circulan en estas líneas anotaciones sobre las principales familias de gamonales de la zona y los mecanismos que utilizaron para crear o extender sus propiedades. Siguien­do los argumentos de Nils Jacobsen , con­cluye que la coyuntura internacional de alza de precios de las lanas y fibras de alpa­ca y ovinos desde fines del siglo pasado has­ta la segunda década del presente siglo in­clusive , influyó de modo determinante en la expansión y formación de las haciendas puneñas.

Más adelante describe y analiza los suce­sos producidos en el distrito de Samán , Azángaro , en 1913 . Los comuneros del dis­trito en cuestión , apoyados por los de Acha­ya , Caminaca y Taraco, atacan la capital dis­trital y luego la finca del gamonal Mariano Abarca , acusado de extender sus tierras me­diante métodos fraudulentos , cuando no vier lentos . Desde mayo hasta setiembre, la zona conoce varios enfrentamientos entre los campesinos y las autoridades político-mili­tares, los que culminan con una feroz repre­sión y decenas de muertos y heridos . El problema fue tan serio que una comisión gu­bernamental presidida por el Mayor Teodo­miro Gutiérrez Cuevas tuvo que llegar des­de Lima a investigar los sucesos. El comisio­nado , semanas después de su arribo a Puno en el mes de setiembre , elabora un volumi­noso informe en el que acusa gravemente al gamonalismo del deplorable estado en que se debatía el campesinado puneño, mencio­nando a los principales gamonales de la zo­na. El libro detalla la reacción de las autori­dades puneñas contra la actuación de Gutié­rrez , quien, a pesar de todo, había entrega­do su informe al Presidente Billinghurst. Al respecto , no se sabe si este informe fue exa­minado o no por la presidencia y se ignora igualmente el contenido exacto del mismo, pues al parecer se "perdió" con los avatares

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que siguieron al golpe militar de 1914. En las páginas siguientes está el cuerpo

central del trabajo de Ramos Zambrano . En ellas son analizados con minuciosidad los acontecimientos relativos a la rebelión de Rumí Maqui, así como los sucesos relacio­nados con la violenta masacre que siguió a la sublevación ; se presenta, asimismo,un es­tudio profundo y exhaustivo sobre el Mayor Gutiérrez Cuevas, a quien el autor identifi­ca como el General Rumí Maqui , líder de la rebelión. El importanté hallazgo de dos car­tas que Gutiérrez escribiera al indigenista puneño Francisco Chukiwanca Ayulo en 1914 y de otra misiva que un personaje de la ciudad de Potosí enviara, bajo el seudó­nimo de General Huayna Cápac, al mismo Chukiwanca Ayulo en julio de 1937, infor­mándole sobre el deceso de Rumi Maqui y adjuntando un plan que éste elaborara para la creación de la "Gran Confederación Su­damericana del Pacífico" , entre otras cosas , "desvanecen toda duda en cuanto a la pro­clamación de Rumí Maqui como Supremo Restaurador del Imperio del Tahuantinsu­yo" . Concluye el autor que Rumi Maqui "no fue una leyenda inventada y alimenta­da por los gamonales para vengarse del ma­yor de caballería don Teodomiro Gutiérrez Cuevas" por la labor que éste desplegó, tan­to en 1913 como en el primer lustro del si­glo , cuando estando como subprefecto en Chucuito realizó una intensa labor pro-in­dígena.

El libro de Ramos finaliza con una sem­blanza biográfica del ya mencionado Chu­k iwanca Ayulo. Mediante ella, el autor con­sidera que se define y simboliza al indige­nismo puneño , sin dejar de lado, claro está, a otros como Gamaliel Churata, Ezequiel Urviola, etc .

La presente obra es de suma importan­cia por una serie de razones. En primer lu­gar , por su revisión de periódicos y archi­vos tanto prefecturales como judiciales, re­visión que permitió acceder a documentos y papeles poco o nada conocidos. Luego, porque al introducirnos en los sucesos de 1913 en Samán produce el primer estudio

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serio y profundo sobre dicha rebelión. Al adentrarnos en ella, inferimos y compren­demos, como ya el autor lo manifestara , que cualquier ensayo que pretenda abordar la complejidad de lo acaecido en Azángaro a finales de 1915 guarda una necesaria rela­ción con lo de Samán.

En lo que concierne a la sublevación de San José y al problema de Rumi Maqui , el texto de Ramos nos permite ingresar al en­marañado mundo social de Azángaro. Des­cubrimos así a la hacendada Aderaida Ga­llegos, defensora de los campesinos, subrep­ticia protectora de Rumj Maqui y enemiga acérrima del congresista y terrateniente Arias Echenique. Tomamos contacto con José María Turpo, el líder campesino de la parcialidad azangarina de Soratira y cabeci­lla principal de la sublevación. Notamos la presencia de algunos indigenistas que, infor­mando sobre lo que acontecía, acusaban al gamonalismo alegando en favor de los indí­genas. Confirmamos, en suma, que la lucha por la tierra y el profundo encono entre ga­monales y comuneros generaron esa vorági­ne de pasión y violencia que encontró su punto más alto en diciembre de 1915 y los primeros meses de 1916. Estos sucesos y otros más , prácticamente nunca abordados en anteriores estudios sobre la rebelión de San José, corroboran la importancia del Rumi Maqui de Ramos Zambrano.

Quedan, sin embargo, algunas observa­ciones que pueden hacerse. Permanece, por ejemplo, inexplorado el juego político lo­cal, sobre el que ya Tamayo Herrera llama­ra la atención en 1982. Señalaba Tamayo que el ataque a los fundos de Arias Echeni­que (San José lo era) pudo haber sido alen­tado por el hacendado Lizares Quiñones. La duda viene del hecho de que Rumi Ma­qui no a tacara nunca las propiedades de es­te gamonal, tanto o más importante que el primero . Queda aún la posibilidad de que fuera el encono entre Gutiérrez Cuevas y Arias Echenique lo que decidiera el ataque contra éste, pero esta posibilidad nos remi­te igualmente a la política local. En esté sentido, no parece correcto afirmar , como

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lo hace Ramos Zambrano , que el enfrenta­miento surgido entre el diputado Arias Echenique y el mayor Gutiérrez constituye "sólo un elemento secundario dentro de es­ta trama de acontecimientos , incluyendo sus diferencias políticas". Si bien es cierto que desde 191 O hasta diciembre de 1915 el conflicto entre aquel propietario y los co­muneros de la región se intensificaba día a día - y éste es un factor esencial para com­prender la insurrección-, no es menos cier­to lo anterior. Estamos, pues, como ante otras rebeliones andinas , ante una confluen­cia de motivos y elementos causales.

Un aspecto que no ha sido suficiente­mente explorado es el relativo a las contra­dicciones de clase entre los terratenientes durante la sublevación de San José . Si bien se esbozan ideas, mencionándose que la amenaza de la rebelión no unió a los gamo­nales, quienes, por el contrario, acentua­ron sus enfrentamientos, azuzando a los in­dígenas con el fin de vengarse de sus rivales y enemigos políticos, no creemos que du­rante el desarrollo de la rebelión éstos se unieran "simbólicamente", aunque luego "las recriminaciones de unos y otros llega­ran al escándalo y al crimen". No parece co­rrecto, pues, afirmar esto cuando notamos que el periódico "El Indio" , propiedad de Lizares, enaltecía la figura de José María Turpo a su muerte, o cuando evidenciamos en la compulsa de los hechos que Lizares Quiñones y su gente estuvieron al margen de la represión del movimiento.

No quisiéramos terminar esta reseña sin precisar algunos otros elementos que sugie­re la lectura del texto, entre ellos el de la adopción formal del apelativo Rumí Maqui por parte del Mayor Gutiérrez. Ramos se­ñala que "es incuestionable que entre agos­to y setiembre de 1915, en una de las par­cialidades de Samán( ... ) Gutiérrez Cuevas se proclama restaurador del imperio del Tahuantinsuyo", adoptando el nombre de Rumi Maqui. Al respecto, Alberto Flores Galindo, en Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes (Instituto de Apoyo Agrario. Lima, 1987), sostiene lo discutible

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de esta afirmación, acotando que no existe prueba alguna que no sea la información oral proporcionada por dos supuestos lu­gartenientes de Rumí Maqui , cuando evi­dentemente ya existía la fama de éste. El mismo Flores Galindo sostiene igualmente la hipótesis de uno o varios Rumi Maquis ( el mito) circulando por varias provincias puneñas e incluso en Nazca , entre 1915 y 1917 . Hipótesis sugestiva si consideramos que durante la Gran Rebelión iniciada en 1780, varios Túpac Amarus aparecieron en distintos lugares, muchos de ellos distantes , y a veces al mismo tiempo.

Estas apreciaciones, sin embargo, no des­virtúan en nada la importancia del sugesti­vo texto de Ramos Zambrano . Por el con­trario, invitan a la reflexión y a mayores su­gerencias. Consideramos, con Alberto Flo­res Galindo, que se trata del más cuidadoso e importante trabajo sobre esta rebelión in­dígena, la misma que, con toda seguridad , fue la más relevante de la época y, tal vez, de la presente centuria.

L.H.B.O.

RODRlGUEZ, Linda Alexander. The Search for Public Policy, Regional Politics & Government Finances in Ecuador, 1830-1940. University of California Press. Berke­ley. Los Angeles and London, 1985. Cua­dros, mapas, apéndices, 281 pp.

¿Cuán andino es el Ecuador? ¿Cuán se­mejante puede ser su historia económica y social a la de otros países del área como Bo­livia o el Perú? Aunque estas preguntas no son necesariamente las que el libro de Lin­da Alexander Rodríguez se plantea , sino que, más bien, ellas aparecen ausentes en todo el trabajo , la realidad pasada y presen­te del Ecuador sí las demanda. El enfoque de Rodríguez, entonces, escapa a estas de­terminantes y, por el contrario , se ubica en el estudio de las finanzas públicas en el Ecuador desde los comienzos de su historia

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republicana hasta mediados del siglo XX ; es decir , entre 1830 y 1940. El libro nació, además, como una tesis doctoral basada en viajes hechos al Ecuador en 1970 y 1972 y sustentada en 1981 en la Universidad de California en Los Angeles, cuyo interés cen­tral pretendía ser el examen de la revolu­ción militar de 1925 ( ¿similar al "tenentis­mo" brasilero o a los coroneles del "socia­lismo militar" en Bolivia?). Esto se muestra en el mayor desarrollo que tienen los capí­tulos 4 ( "Government Finan ces, 1895-1925 ") y 5 ("The Politics of Reform") res­pectivamente .

Por lo pronto, el libro comienza con un encuadre geográfico y económico que resul­ta ser bastante simple . Los dos fundamenta­les obstáculos. históricos que han afectado · el desarrollo del Ecuador son, según la auto­ra , su fragmentación geográfica y los limita­dos recursos naturales con que ha contado. Se trata entonces de explicar la historia por la geografía . Pero Rodríguez ni siquiera de­sarrolla este punto , limitándose a reseñar en unas cuantas páginas la geografía física del país y a repetir la misma afirmación en las conclusiones. ¿Por qué no se crearon los suficientes recursos económicos para supe­rar el escollo de la geografía , para aprove­char los múltiples recursos naturales exis­tentes en ella o para crear otros nuevos? La industria y el desarrollo industrial cierta­mente no dependen de la existencia de re­cursos naturales en sí, sino de la inversión de capital y de la transformación de mate­rias primas que pueden venir de lugares dis­tantes. ¿Es que no hubo industrialización en el Ecuador por un problema de fragmen­tación geográfica? Tierras había en abun­dancia , los productos tropicales tenían de­manda desde épocas anteriores al boom del cacao , el petróleo recién comenzó a explo­tarse en las últimas décadas y · no desde fina­les del siglo XIX, como ocurría en otros países vecinos (Perú y Colombia). Las razo­nes no son, entonces, geográficas, sino eco­nómico-sociales, históricas. No es éste tam­poco , sin embargo, el terreno de discusión del libro; su área se reduce aún más a un en-

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foque cuasi técnico de política y de finan­zas públicas.

En cuanto al análisis político , éste es bas­tante elemental. La estructura de la política ecuatoriana se basa en cuatro variables (nó­tese variables): el regionalismo, el autorita­rismo, el militarismo y el personalismo . Si detrás del análisis de los problemas del de­sarrollo se escondía la imagen de W.W. Ros­tow (y sus etapas del desarrollo económico) y de Albert Hirschman , en el análisis políti-co hay un cierto halo weberiano. ,

Es en el análisis de las finanzas públicas donde el libro de Rodríguez adquiere den­sidad y rigurosidad académica. Según la autora, existen "continuidades fundamen­tales en las prácticas fiscales y en las políti­cas públicas" que no se interrumpen con la instauración de la República Liberal en 1895 ; en este sentido, "el cambio evolucio­nista y no revolucionario caracteriza la his­toria de la nación" (pp. 1 y 173). Desde los gobiernos de Flores y Rocafuerte en los 1830 y 1840 hasta Eloy Alfaro o Tamayo en los 1900, hay patrones que se mantie­nen. El crecimiento de la economía costeña conlleva el crecimiento del Partido Liberal y la emergencia de un "Estado activo" que invierte en educación , trabajos públicos y programas de bienestar . Si en 1841 existían 166 escuelas de educación primaria en el Ecuador , en 1894 éstas iban a ser 1,209 y 1,716 en 1921 . De igual manera, el número de estudiantes pasa de 4 ,769 a 76,152 y 128,746 en los mismos años (véase pp. 85 y 91 , cuadros 11 y 18) . Lo que ciertamen­te conlleva un cambio en los ingresos fis­cales. Si el tributo indígena componía el 45 .80/0 de los ingresos fiscales en 1807 y el 28.4o/o en 1830, en 1857 es abolido dejando el absoluto predominio de los im­puestos de aduanas sobre los ingresos fis­cales. Si en 1891 éstos eran el 650/0 de los ingresos ordinarios, en 1900 llegan a alcan­zar hasta el 910/0, la cifra más alta en toda su historia republicana.

La economía costeña entonces, a través de la explotación del cacao y de su comer­cio exterior, constituye la fuente principal

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de ingresos fiscales. Empero, a nivel del gas­to las otras regiones disfrutan más de los beneficios públicos, pese a su escasa contri­bución económica. Así , detrás de la inesta­bilidad política del país se esconde el deseo regional de controlar el gobierno central y, lo que es más importante , su partida de gas­tos.

Hasta aquí una continuidad fundamen­tal es mantenida en la historia de la econo­mía pública del Ecuador: el sistema fiscal no e_stá ba~ad~ en impuestos directos (salvo el tributo md1gena) y menos en impuestos a la renta , que deberían afectar a los grupos propietarios del país. El sistema se basa en impuestos indirectos al comercio exterior, tanto a las exportaciones como a las impor­taciones. El crecimiento de las economías de exportación , en consecuencia, crea un nuevo sistema fiscal basado en los impues­tos indirectos al comercio exterior, lo mis­mo que en el caso peruano, donde con la abolición del tributo indígena las rentas pú­blicas iban a estar sostenidas en la explota-ción del guano. ·

El Estado, sin embargo, muestra perma­nentes déficits fiscales, en parte explicados por esta desigual situación de ser la costa el exclusivo proveedor de ingresos mientras que el gasto es aprovechado por diferentes regiones, sobre todo de la sierra. Los défi­cits fiscales se cubren con el creciente en­deudamiento del Estado, pero, a diferencia del Perú, éste está basado no tanto en la deuda externa como en la deuda interna. No se liga entonces el Ecuador, a diferencia de otros países de América Latina, directa­mente a la evolución del sistema financiero internacional. El Estado ecuatoriano va a depender más de los bancos internos que de los créditos externos. Y cuando hablamos de bancos internos ciertamente nos referi­mos a los bancos que desde 1860 básica­mente aparecieron en Guayaquil. Dos fue­ron los bancos que iban a estar en perma­nentes tratos con el Estado: el Banco del Ecuador y el Banco Comercial y Agrícola .

Mientras las exportaciones de cacao se mantuvieron altas, el sistema podía funcio-

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nar perfectamente . Los plantadores de ca­cao podían seguir alimentando los depósi­tos bancarios; los bancos, seguir proveyen­do con créditos al Estado; éste , seguir pa­gando con los impuestos de aduanas. El ci­clo, empero, se quiebra con los desórdenes generados por la Primera Guerra Mundial, sobre todo en el marco del sistema finan­ciero internacional. Ante el deseo incesante de proteger activos financieros convirtiendo papel moneda en oro y ante la amenaza de la quiebra de los sistemas monetario y fi­nanciero, el patrón oro es suspendido tem­poralmente o abandonado en algunos casos. En el Ecuador se decreta la. Ley Moratoria , que prohíbe las exportaciones de oro y sus-pende la convertibilidad de la moneda. El camino a la devaluación y a la inflación está abierto . Los responsables de esta debacle fi­nanciera son vistos en los gobiernos libera­les y en el poder que los bancos tienen so­bre ellos. En 1925 se producirá el golpe mi­litar que terminó con la República Liberal instaurada por Eloy Alfaro 30 años atrás .

Los nuevos gobiernos, ahora sostenidos por la oligarquía serrana, sobre todo de Quito, permitirán la llegada de Edwin W. Kemmerer, el "mago de los Andes", como lo ha llamado Paul Drake, y dentro de ese espíritu de reforma financiera establecerán un Banco Central, que confisca las reservas de oro de los bancos costeños, además de crear una Superintendencia de Bancos, una Contraloría General y una Dirección Gene­ral de Aduanas. El ciclo se cierra entonces con una mayor centralización y control del sistema financiero ecuatoriano.

En conclusión, un trabajo meticuloso que sigue un cierto estilo norteamericano, bastante positivista, de hacer ciencia, algu­nas lamentables ausencias (los trabajos de Andrés Guerrero y Manuel Chiriboga sobre el cacao, por ejemplo), una fuerte base em­pírica y algunas ideas que pueden ayudar­nos a seguir pensando en una historia com­parativa andina entre el Perú, Bolivia y el Ecuador.

J.D.

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STECHER SHAUER, Alfredo; BERNEX, Nicole y GONZALES VIGIL, José. Des­centralización, regionalización, microrregio­nalización. CER. Lima, 1985. 135 pp.

Integran este libro, editado por el Cen­tro de Estudios para el Desarrollo Regional (CER), tres ensayos dedicados al análisis de dos aspectos centrales del debate asocia­do al renovado proceso de regionalización y descentralización que experimenta el Perú desde 1979: criterios de regionalización y organización del espacio regional.

En el primer ensayo, Alfredo Stecher in­troduce a la comprensión del origen y evo­lución de la demarcación territorial de cor­te "departamentalista" hoy prevaleciente y desde allí esboza luego una primera aproxi­mación al análisis de las posibilidades y li­mitaciones que subyacen en cada una de las diversas propuestas de delimitación regional provenientes tanto de círculos académicos como políticos. El autor dedica las prime­ras líneas de su ensayo a precisar con juste­za el carácter "no principal" pero sí "indis­pensable" de la discusión de la demarcación territorial para el éxito de la regionalización como componente central de una nueva política nacional democrática, orientada a modificar drásticamente la estructura del poder económico y político y que estimule y se sustente en la voluntad de las mayo­rías. Seguidamente, Stecher ensaya un rápi­do y somero recuento histórico de las raí­ces de la demarcación territorial peruana, destacando dos aspectos: 1) la constitución de las unidades "departamentales" respon­de a una doble combinación de factores: las necesidades de la administración y el surgi­miento y consolidación de fuerzas sociales y económicas interesadas en prescindir de niveles de intermediación; y 2) las delimita­ciones que hoy aparecen como irracionales en su momento respondieron a vinculacio­nes sociales reales que han ido transformán­dose al ritmo del proceso económico im­puesto por el desarrollo capitalista desigual predominante.

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El estudio de las características de la de­marcación territorial actual ( departamen­tos) que el autor nos ofrece más adelante, aparece, a nuestro juicio, desproporcionado frente a la disyuntiva que él mismo plantea antes acerca de si la regionalización debe priorizar la adaptación de la delimitación territorial a la realidad económica, social y cultural o constituir una acción correctiva que desbroce nuevos horizontes para el de­sarrollo nacional regional. Los argumentos que al respecto ofrece el autor no van más allá del énfasis explicativo de la heteroge­neidad de la regionalización administrativa analizada por Gonzales de Olarte en su li­bro Economías Regionales del Perú. Así, pues, la dinámica del proceso social, econó­mico y político de la sociedad civil regional insinuada central, deviene ausente en tanto factor determinante en la superación de la disyuntiva subrayada.

Hacia el final, Stecher emprende la revi­sión de los criterios que subyacen en algu­nas de las principales propuestas de demar­cación regional, distinguiendo: 1) regiones basadas en la sumatoria de departamentos (CONAR); 2) "unidades regionales" confor­madas desde "departamentos" ( Carlos Amat y Le6n, Ernesto Gonzales); y 3) regiones sustentadas en criterios como los de la "transversalidad" y otros más complejos (Javier Pulgar V., Andrés Tinoco, Ernesto Mercado J. y Claude Collin Delavaud). El ensayo concluye con una breve reseña de los criterios de delimitación regional enar­bolados por el movimiento popular organi­zado desde sus propias propuestas (Tum­bes, Piura, Puno, Tacna, Moquegua y Cus­co ), siendo la riqueza y el límite. de las mis­mas la generalidad de su formulación. No cabe duda que varios de los elementos pro­puestos están estrechamente vinculados a la dinámica social regional concreta y merecen un tratamiento más profundo y extenso.

En el que consideramos el ensayo central del volumen reseñado, la profesora Nicole Bernex, con un envidiable estilo pedagógi­co, expone la matriz teórico-conceptual e instrumental para identificar espacios regio-

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nales de reproducción social con sus corisi­guientes implicancias de política de desarro­llo regional, matriz integrada por : 1) la vali­dez de los modelos de análisis regional y el enfoque sistemático, 2) el rol de las ciuda­des, y 3) las estrategias de desarrollo inte­gral. Abren el ensayo dos interrogantes que apuntan al meollo de las políticas de regio­nalización : ¿por qué en lugar de "hacer" o "crear" regiones no reconocer las que exis­ten y averiguar su dinámica de formación y estructura? y ¿por qué no desarrollar esas regiones recurriendo a instrumentos más adecuados? Tres años antes, Gonzales de Olarte, en su estudio ya mencionado, avan­za reflexiones en este mismo sentido. Y es que un vicio constante de los numerosos in­tentos y propuestas de regionalizar y des­centralizar el país, con contadas excepcio­nes, es la hegemonía del "cómo deberían ser las regiones sobre el cómo son". No esta­mos en contra de imaginar cómo deberían ser las regiones, sino que este ejercicio pros­pectivo debería tener por punto de partida el estudio y comprensión de la realidad concreta antes que sólo la intuición.

A modo de introducción, Nicole Bernex agrupa el vasto número de modelos de re­gionalización y estudios desarrollados desde la promulgación, en 1979, de la Constitu­ción Política vigente , que define los linea­mientos políticos del proceso de regionali­zación, en : 1) análisis de los marcos teóri­cos conceptuales, 2) estudio de las especifi­cidades del territorio nacional, 3) propues­tas de mecanismos que viabilicen técnica­mente este proceso, y 4) modelos proyecti­vos de regionalización. Desde aquí, la auto­ra enjuicia el Plan de Regionalización san­cionado en 1984, señalando con firmeza su sesgo teórico y limitación operativa por no definir la delimitación, estructura, funcio­namiento y financiamiento de los gobiernos regionales; sesgo reproducido en la Ley de Bases de Regionalización (I 987), que teóri-camente lo superaría . •

En el núcleo central del estudio, Nicole Bernex propone, en oposición a las tenden­cias de comprensión sectorial del problema

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del desarrollo, la aproximac10n sistémica como posibilidad metodológica para domi­nar una visión de unidad e interacción de sus diferentes componentes o sub-sistemas. Para ello , postula reconocer que existen en nuestro país algunas regiones polarizadas, o sea subsistemas articulados por un centro urbano dinámico (Piura , Trujillo y Chicla­yo ) ; pero también subsistemas no polariza­dos no integrados plenamente al desarrollo nacional y sin capacidad ni dinamicidad pa­ra integrar sus regiones ( departamentos del sur andino) . En este marco , se aborda la dis­cusión del rol de las ciudades en el desarro­llo y articulación regional , así como el papel de los medios de transporte y de la informa­ción como factores que pueden acelerar o desacelerar procesos de integración y desa­rrollo regional. La autora sugiere ver en las ciudades no una mera concentración de ha­bitantes , sino un complejo sistema que pro­duce y consume, que teje un estrecho esta­do de dependencia con el campo y constru­ye articulaciones espaciales. Según la profe­sora Nicole Bernex , el sistema urbano pe­ruano revela que la fuerza de las ciudades es muy heterogénea y se expresa en una capa­cidad de articulación espacial diferenciada en la costa, la sierra y la selva.

La autora completa su propuesta teóri­co-conceptual e instrumental para la delimi­tación de regiones con la discusión del pa­pel de la educación y de la planificación en el marco de las estrategias de desarrollo in­tegral. En su opinión, la educación es una de las estrategias más importantes para ac• ceder al desarrollo y , sin embargo, siempre ha sido menospreciada conforme queda re­tratado en el lugar que ocupa en la asigna·­ción del presupuesto nacional. Aboga por una educación integral y basada en la solida­ridad entre campo y ciudad . En lo que con­cierne a la planificación, sentencia categóri­camente que será como hasta ahora un sal­to a lo desconocido mientras no esté acom­pañada de instrumentos técnicos, financie­ros y legales apropiados y no forme parte de una política nacional de desarrollo. ,,

Este segundo ensayo termina con una

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rápida explicación de los instrumentos para la acción que permiten la comprensión y explicación de los procesos microrregiona­les y regionales: la investigación científica, los instrumentos cartográficos y los instru­mentos matemáticos.

José Gonzales Vigil , en el último ensa­yo, ágil y corto , enmarcado más bien den­tro de una perspectiva propositiva, plantea algunas hipótesis de trabajo vinculadas a la importancia de la planificación microrregio­nal con el doble objetivo de mejorar los ni­veles de nutrición de los sectores sociales vulnerables de la sierra y elevar los niveles del ingreso campesino a partir del incremen­to del valor agregado de la producción agro­pecuaria. Dentro de una filosofía gradualis­ta propone que a través de la planificación microrregional , que supondría la concerta­ción entre las diversas expresiones del Esta­do, se tienda a la promoción y fomento de una canasta de cultivos definidos por mi­crorregiones y en función del autoabasteci­miento alimentario. La estrategia sugerida apuesta el desarrollo rural casi exclusiva­mente a políticas de oferta . Es destacable el rol central que el autor asigna a los go­biernos locales en la conducción de estos proyectos de desarrollo microrregional . El papel de los mercados y de los centros de demanda de productos campesinos es una ausencia notable que, además, evidencia una visión poco clara de la función y arti­culación de los espacios microrregionales al interior de espacios mayores como los que se quiere conformar con la política de re­gionalización.

G.L.

STERN, Steve. Los pueblos indígenas del Perú y el desafío de la conquista española. Alianza Editorial. Madrid, 1986. 358 pp.

El libro de Steve Stern sobre los pobla­dos andinos de Huamanga trae a la memoria otro libro que, pese a los años transcurridos, conserva su vitalidad propositiva, tal el caso

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de la obra de Nathan Wachtel Los vencidos (Alianza Universidad . Madrid , 1976 ), escri­ta en 197 l. Este último sostenía por en­tonces una tesis sobre el comportamien­to andino dentro del contexto de la con­quista bastante innovadora: que a pesar de la desestructuración de la sociedad andi­na tal como la modelaron los incas, los hombres andinos del Perú resisten a la acul­turación impuesta por los españoles por lo menos en el plano de las religiones. Este re­chazo se materializó a través de las rebelio­nes indígenas del siglo XVI .

Lo que el estudio de Stern trae como in·· novación es, en un análisis histórico regio­nal, mostrarnos no sólo fa capacidad de los pueblos andinos para resistir , sino también para condicionar la evolución de la socie­dad colonial , limitando y haciendo variar el accionar coercitivo de los grupos de poder político y económico españoles. Los cam­pesinos aparecen en su obra , efectivamente, como sujetos en una permanente pugna con la sociedad dominante, buscando establecer mejores reglas de juego en los mecanismos de explotación implementados.

Tales ejemplos abundan en buena parte del período post-incaico conocido como el de las alianzas hispano-andinas, aproxima­damente hasta 1570, cuando fue grande la dependencia de los colonizadores e inevita­bles las negociaciones con los curacas loca­les para tener acceso al uso de la fuerza la­boral campesina y otros bienes (la forma indígena de acceso a la mano de obra). La adaptación casi inmediata de estas socieda­des andinas a las oportunidades comerciales y mercantiles promovidas por la economía hispana fue otra de las acciones que los hombres de la conquista no vieron con agrado .

En 1560, al descubrirse grandes minas en Huamanga, la avidez empresarial españo­la provocó una gran concentración humana en ellas , la despoblación de los pueblos an­dinos y el deterioro de las alianzas post-in­caicas. El resultado final de ello fue el sur­gimiento de un sentimiento colectivo neo­inca, resultado de una crisis moral, que se

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materializó en un movimiento milenarista, el Ta qui Onqoy, en el cual tomó forma la idea de la destrucción masiva del poder co­lonial. Intentona que, como sabemos, fra­casó.

Para Steve Stern, el legado más impresio­nante del primer siglo de la colonización de los pueblos andinos - la pobreza campesi­na- fue posible por las medidas reorganiza­tivas de.I virreinato implementadas por To­ledo en 1570. Un aparato político de con­trol más eficaz , como fue el de las reduccio­nes de los ayllus a " pueblos de indios" , y el trabajo obligatorio reglamentado (la mita) cerraban en la práctica a las autoridades ét­nicas andinas cualquier mecanismo de ne­gociación (la forma estatal de acceso a la mano de obra). Pero entonces surgieron otras estrategias entre los caciques para li­mitar esta dependencia y hacer más sutil la explotación : se apropiaron y utilizaron as­tutamente los mecanismos jurídicos hispa­nos para lograr limitar la mita . Fue este me­canismo la causa fundamental de la erosión de la "forma estatal" de uso del trabajo campesino . Es entonces que el yanaconaje , el trabajo asalariado y formas extralegales de exacción económica se constituyen en los nuevos criterios de la participación cam­pesina en el mercado (la forma privada de uso de la mano de obra) . En ella, los pode­res locales y los propios campesinos andi­nos entablaron una relación , condicionada por la pobreza de estos últimos , al margen del Estado. En suma , la economía colonial en Huamanga y la evolución de su sistema laboral dependieron en mucho de las for­mas de resistencia o adaptación ideadas por las autoridades cacicales y los pueblos andi­nos en conflicto social y moral.

Un libro , en consecuencia , el escrito por Stern que deja de ver a los campesinos co­mo simples productores, eficientes o inefi­cientes en función a su adaptación o no , respectivamente, al mercado, como algunos historiadores se han empecinado en mos­trarlos . Una obra que recupera para el cam­pesinado el rol de actores históricos y des­taca el papel de la mentalidad andina como

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proceso .

V.P.R.

TRUJILLO, Jorge . La Hacienda Serrana 1900-1930. Instituto de Estudios Ecuato­rianos - Ediciones Abya-yala. Quito , 1986. 244 pp ., bibliografía , cuadros.

Diversos avatares inherentes a la vida académica y editorial ecuatoriana posterga­ron hasta hoy la publicación de los resulta­dos de una investigación emprendida por Jorge Trujillo hace una década en torno al proceso agrario serrano del Ecuador entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX . Felizmente , la larga espera ha ter­minado con la publicación del libro que re­señamos. Con él debuta también editorial­mente el recién creado Instituto de Estu­dios Ecuatorianos, del que debemos esperar en el futuro nuevas publicaciones. . A pesar del tiempo transcurrido desde la

culminación del manuscrito , el trabajo con­serva su frescura , dados los escasos avances realizados en los últimos años sobre la his­toria agraria serrana del país después de fa· Independencia (aunque ciertamente, hay al respecto un ambicioso programa de investi­gación en marcha dirigido por Carlos Mar­chán, en el Banco Central del Ecuador), así como por la renovada vigencia del tema de la modernización agraria en el debate aca­démico y político latinoamericano.

El trabajo de Jorge Trujillo es importan­te porque , más allá del lacónico título, el autor se plantea el estudio de la integración del sector agrario serrano al mercado inter­no en el contexto del segundo auge cacao­tero (1880-1925) . La producción de cacao en el Ecuador, como es bien conocido, se verificó únicamente en el litoral, a través de extensas plantaciones controladas por una selecta oligarquía costeña. A partir de este hecho y de la consabida fragmentación regional del país, la actividad de la produc­ción y exportación de cacao fue pensada durante mucho tiempo como una "econo-

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mía de enclave" que virtualmente ignoró el espacio serrano de la vieja Audiencia de Quito . Esta imagen comenzó a ser cuestio­nada eficazmente por Jean Paul Deler hace pocos años, quien destacó, por el contrario, el precoz grado de integración, dentro del contexto latinoamericano, logrado por Ecuador en el período republicano (Genése de l'espace équatorien. Essai surle terr.itoi­re et la formation de l'Etat national. IFEA­Editions A.D.P.F. Lima-París, 1981). El li­bro de Trujillo se suma ahora a esta tarea mostrando con detenimiento una suerte de "otra historia", vigente al lado de los años dorados del cacao: la de la aparentemente inmóvil región serrana. En ella verifica un lento pero eficaz proceso de modernización de la hacienda serrana, realizado al compás, y otras veces por oposición, al auge cacao­tero .

En efecto, luego de un prolongado ciclo de estancamiento , iniciado hacia la segunda mitad del siglo XVIII , la región se recompo­ne a partir de su sector agrario latifundista . En un primer momento, este sector orien­tará su producción hacia los estrechos mer­cados de la propia región, pero posterior­mente la construcción del ferrocarril a la costa (terminado en 1909) permitió la con­quista de un segmento significativo del mer­cado costeño e incluso del mercado exte­rior , de algunos paíseslimítrofes . El agro se­rrano comenzaría a señalarse en el naciente mercado interno no solamente como pro­veedor de bienes de consumo alimenticio, sino también de insumos para la agroindus­tria urbana o rural. Dicho proceso, como es natural , alentó la formación de un mercado de tierras muy dinámico , así como la mo­dernización tecnológica en las microrregio­nes serranas más aptas para ello .

No obstante, aunque ésta es una de las conclusiones más confusas del trabajo de Trujillo , la modernización del latifundio se­rrano no alcanzó a desterrar las formas tra­dicionales de uso de la mano de obra indí­gena . La abolición del régimen del "concer­taje ' ' ( 1918) y la puesta en marcha de un creciente proceso de · migración campesina

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de la sierra a la costa , no resultan hechos importantes en el pensamiento del autor. quien parecería haber esperado una violen­ta transformación de la mano de obra servil en un moderno proletariado agrícola.

,,. Recordemos, sin embargo, que la migra­ción, a la par que sirvió para dotar de fuer­za de trabajo a las plantaciones del litoral , debió estimular en los terratenientes serra­nos el uso más óptimo de su mano de obra. Un análisis demográfico más fino y una comprensión más certera del funcionamien­to de la economía campesina, dentro y fue­ra de la hacienda, hubieran permitido a Tru­jillo llegar a conclusiones más acabadas y precisas acerca de la cuestión laboral, sea como condicionante o en tanto resultado de la modernización agraria serrana.

Por otro lado, el autor destaca, sobre la base de la documentación de carga del fe­rrocarril, el creciente comercio de produc­tos serranos hacia la costa, desprendiendo de ahí la conclusión referente a la atención que prestaron los hacendados a dicho mer­cado; pero aquí deberíamos anotar que la fuente no permite discriminar qué porcen­taje de dicho comercio provino no de las grandes unidades agrarias, sino de la pro­ducción campesina minifundista, que tam­bién pudo ser sensible a las señales del mer­cado del litoral.

En lugar de actualizar el trabajo termina­do de redactar en 1980, el autor optó por preparar una "Introducción", " . . . que fue­ra, a la vez, explicativa, justificativa y refle­xión conclusiva del trabajo" . El trabajo no requería una justificación puesto que se de­fiende por sí solo; en cuanto a lo de "expli· cativa" y "reflexión conclusiva", desgracia­damente el nuevo texto poco aporta . Se tra­ta de un discurso fragmentado en apartados, donde se discuten, de manera muy general y con poco asidero en la realidad, los Viejos temas que ocuparon el debate sobre la mo­dernización agraria latinoamericana quince años atrás. Es por eso que se hace más no­toria la ausencia en el libro de unas "Con­clusiones" que redondeen un trabajo cierta-

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mente importante para la historia del Ecua­dor . Aparte de esta carencia, creo necesario añadir que el texto - el viejo y el nuevo­requerían de una atenta corrección de esti-

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lo. Al final del volumen se incluyen 38 cua­dros con información de gran valor para los especialistas.

e.e.

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