coordenadas de una estructura agraria

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    PRIMERA PARTE

    COORDENADAS DE UNA ESTRUCTURA AGRARIA

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    CAPTULO 1: LA POBLACIN.

    1.1 La configuracin del hbitat.

    1.1.1 El trmino municipal en el entorno comarcal.

    Hace novecientos aos, desde los valles pirenaicos, gentes cristianas de

    Aragn, Sobrarbe, Ribagorza y Pallars pugnaban por arrebatar lenguas de territorio

    a los acomodados dueos musulmanes, ubicados de antiguo en los somontanos y

    valles fluviales de la margen izquierda del Ebro. Condes y barones, unidos en un

    mismo afn a sus obispos, competan en el esfuerzo programador de campaas

    blicas contra el poder almorvide de Zaragoza y de Lrida, que proseguira luego

    cada cual en alianzas zigzagueantes.

    En el valle del Cinca, desde los castillos de Chalamera, Belver o Zaidn,

    desde la zuda de Fraga hasta el castillo de Torrente de Cinca y desde ste, luego,hasta la Granja de Escarpe, Sers y Mequinenza, cruzando avisos preventivos una y

    otra vez sobre el Alcanadre, el Cinca y el Segre hasta el Ebro, sus oponentes

    defendan vidas y bienes en un estrecho y rico sedimento fluvial, rodeado de un

    mucho ms vasto, boscoso e inculto hinterland altiplano. Las tierras que

    apellidamos Bajo Cinca, ocupadas hasta entonces por laboriosos y hbiles regantes

    musulmanes y mozrabes, pasaran a manos de belicosos pastores y campesinos

    cristianos en el transcurso del siglo XII.

    Aquellos fueron hechos y tiempos de estructuracin de una nueva realidadreligiosa y social, emergida bajo los auspicios y dictmenes de los dos poderes

    seculares: el poder del cielo y el poder sobre la tierra. Las primeras generaciones

    perfilaron los lmites de aquellas iniciales dicesis de Jaca, Huesca, Roda, Roda-

    Barbastro y finalmente de Lrida, bajo la espada cruzada,bendecida por el poder

    superior de Roma. Y al mismo tiempo exacerbaran aquellas rivalidades tambin

    expansionistas- de los poderosos seglares, enfeudados a la Santa Sede. Los

    Berenguer o los Mir, -condes-, y los Ramiro, Alfonso, Jaime y Pedro, -reyes

    batalladores o conquistadores, castos o ceremoniosos-, tirando siempre unos yotros de una tierra cambiante en sus rayas fronterizas y en sus contingentes

    repobladores, configuraron un conglomerado de pequeos territorios cristianizados,

    fsicamente prximos aunque jurdicamente dispares.

    Los anales registran la toma de Fraga el 24 de octubre de 1149 y poco

    despus la de Mequinenza. Las capitulaciones permitiran permanecer a los

    antiguos dueos del territorio en sus respectivos lugares, aunque para el caso de

    Fraga (desde 1189) acabarn reubicados en un barrio rural vicus-, separado de los

    cristianos, conservando bienes, religin, cultura y administracin comunal propia.Seran las llamadas desde entonces comunidades de moros de paz, como observa

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    en los documentos el medievalista Esteban Sarasa, quien les otorga relevancia en

    las primeras fases del poblamiento de esta zona.

    El lento proceso repoblador permiti que cada ncleo habitado recibiera de

    los seores temporales y de los sucesivos reyes cartas pueblas en premio de

    aquella fidelidad y sujecin a un terruo, a un lugar. Mediante una tpica institucinaragonesa, el territorio se haba estructurado en tenencias,que perduraran hasta

    el siglo XIII, conjugando los tenentes funciones de carcter militar, administrativo,

    jurisdiccional y poltico. Eran los representantes del poder temporal de los reyes.

    Al mismo tiempo, el territorio se organizaba bajo la proteccin de la dicesis

    trasladada a Lrida y de monasterios y abadas a cuya dependencia jerrquica se

    sometan las dems comunidades en calidad de prioratos, decanatos e iglesias

    rurales. Algunos de aquellos monasterios y prioratos amasaron importantes

    patrimonios por acumulacin de bienes propios o donaciones de sus fielesdependientes, y pronto pasaron a formar parte del sistema seorial que los

    tenentes o senioreshaban propiciado, concentrando villas, aldeas y lugares bajo su

    jurisdiccin.

    Junto a los seores laicos y al obispo, las rdenes militares fueron el tercer

    elemento llegado al reparto y a la pacificacin y empuje econmico de algunos

    emplazamientos: Torrente entraba a depender desde 1174 de la religin del

    Hospital, que inmediatamente le dotaba de carta puebla, al igual que a los lugares

    hoy desaparecidos de Canals y Torralba (1185), para administrarlos durante siglosdesde la Castellana de Amposta. Los caballeros del Temple constituyeron la

    encomienda de Chalamera y dispusieron de almunias y otros dominios en Fraga, al

    menos desde 1181, para heredar en 1204 los que posea la orden de Alfambra.

    Mientras, los Hospitalarios de San Juan de Jerusaln cedan el lugar de Velilla al rey

    Alfonso II a cambio de otras posesiones (1182). Y casi al mismo tiempo surga,

    junto a un anterior cenobio de freires de la orden, el monasterio de damas

    sanjuanistas en Santa Mara de Sijena (1188), que tuvo jurisdiccin durante siglos

    sobre Ontiena, Candasnos y sobre algunos trminos de la villa de Ballobar.

    En el ao 1317 todas las posesiones de los Templarios pasaron a los

    Hospitalarios al extinguirse la orden por disposicin papal, luego de ser reducida su

    mayor resistencia en los castillos de Monzn y Chalamera. Los monjes soldados

    haban impuesto unas normas bsicas de convivencia en sus respectivas

    encomiendas y vinculado a los pobladores de cada lugar a su jurisdiccin. Haban

    concretado las condiciones del usufructo de la tierra y dado cartas de poblacin que

    solan remitir a fueros de rango supra comarcal. Su gestin econmica y financiera

    contribuy a la potenciacin de la economa con la plantacin de viedos, puesta en

    cultivo de tierras yermas, intensificacin de la actividad ganadera, control del

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    sistema de riegos y potenciacin de nuevas fuerzas hidrulicas, -norias, azudes y

    molinos draperos y farineros-, as como a la apertura de mercados locales. A ellos

    se atribuye la acequia de Ontiena sobre el Alcanadre que nace junto al puente de

    Sijena. Tambin el pequeo cauce abierto en 1232 desde el mismo ro, para regar

    los trminos de Chalamera y Ballobar. En la ribera izquierda del Cinca lostemplarios de Monzn abran la acequia llamada del Comendador, que naca en el

    trmino de Albalate y regaba las huertas hasta Osso de Cinca.

    Durante generaciones, las jurisdicciones y los feudos cambiaron aqu, como

    en otras partes, de forma continua. En una misma generacin los pobladores de un

    lugar concreto variaban su dependencia servil, ligados a seores de la ms variada

    y distante procedencia. El territorio comarcal permaneci invertebrado durante

    siglos, repartido entre diferentes adscripciones administrativas y vasallticas. Sus

    hombres sujetos a diferente signo y condicin. Sus haciendas sometidas a distintostributos reales, seoriales, eclesisticos y municipales. Sus pastos, bosques, tierras

    y acequias en permanente litigio frente a las apetencias seoriales, marcando cada

    lugar su propio ritmo en la bsqueda de privilegios a obtener de sus protectores.

    * * *

    En los siglos bajo medievales, aunque todo el territorio est incluido en la

    Partida de Ribagorza,1 las relaciones intra comarcales no cabe buscarlas en

    instituciones administrativas comunes, ni en una nica jurisdiccin, puesto que son

    distintas y variables en cada lugar. Slo los delincuentes son perseguidos por un

    mismo sobrejuntero y los impuestos reales recaudados en la sobrecollida conjunta,

    con sede en Barbastro. Las relaciones entre vecinos comarcanos se descubren

    mucho mejor en las actividades cotidianas, en similares ritmos de la coyuntura

    agrcola y ganadera, en la buena y mala vecindad, en el uso comn y disputado de

    los pastos, en las mismas riadas, pleitos, treguas y concordias constantes entre

    habitantes de un territorio que tardar cientos de aos en colmarse, aquejado de

    continuas crisis de subsistencias, con el aadido de la expulsin de judos primero y

    luego de moriscos.

    Probablemente, uno de los primeros conflictos comarcales tendra su origen

    en lo que llamamos el monte: la gran extensin de tierras de secano con que

    cuentan Fraga y, con menor extensin, otros pueblos de la comarca. El uso y abuso

    del monteen el altiplano monegrino y literano (tierras, balsas, bosques, matorral y

    pastos) fue uno de los primeros condicionantes en la delimitacin de los trminos

    municipales y en la posterior relacin entre sus universidades y concejos. Los

    vecinos de cada lugar buscaron su organizacin y consolidacin como comunidades

    diferenciadas, con un derecho local propio, concretado en sucesivas ordenanzas

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    municipales. En stas, el derecho de alera foral ser uno de los tempranamente

    regulados, por ser la actividad ganadera la que con mayor frecuencia, -por su

    necesaria movilidad-, prescinde de imposiciones restrictivas. Haba que amojonar

    los trminos para poder diferenciar derechos de pasto entre ganados naturales y

    forasteros. Decidir qu rebao tena derecho durante el da a traspasar el lmite desu trmino, para regresar a su terruo antes de la puesta del sol. Igualmente,

    deba determinarse quin tena derecho a cazar y lear, al carboneo o a la

    roturacin. Las buegas o huegas decidiran quin deba ser considerado

    usufructuario natural de las hierbas y quin slo herbajante trashumante durante

    la temporada invernal. Delimitaran tambin con el tiempo a quin corresponda

    cobrar derechos de uso de aquellos extensos montes.

    El siglo XIII ser el de las mojonaciones en la comarca. En la temprana

    fecha de 1212 se deslindan los trminos de Fraga y Candasnos. Veinte aosdespus, por primera vez, los de Fraga y Torrente y una dcada ms tarde se

    produce la primera concordia entre Fraga y Caspe por el derecho de alera foral que

    concreta posibles pastos en usufructo. En 1237 se concierta ese mismo derecho

    entre Torralba y Mequinenza, y en 1246 se mojona el trmino municipal de este

    ltimo lugar, diferenciando sus pastos y bosques de los de Fraga y del vecino lugar

    de Candasnos. Otro tanto se repeta entre Candasnos y Ballobar en 1257, luego

    entre ese ltimo lugar y Fraga en 1261, y veinte aos despus el Rey Pedro III

    sellaba en pergamino el derecho de los de Zaidn a cazar y lear en los trminos deFraga. Por su parte, Jaime II manda a los fragatinos en 1295 no entrometerse en

    los trminos de Ontiena. Mientras, Candasnos es protegido por el mismo Rey

    frente a los hombres de Fraga y Ballobar que ponan trabas a la pacfica posesin

    de sus trminos y a los de Bujaraloz, a quienes

    prohiban llevar a pacer sus rebaos en los pastos del

    monte fragatino. Litigios, arbitrajes y concordias

    recogidos hasta el siglo XIV en un cdice extraviado

    del archivo fragatino y recuperado recientemente.2

    La gran extensin del municipio fragatino,

    colindante con casi todos los de su comarca natural,3

    le obligaba a involucrarse en la mayora de las

    disputas. Sera esta doble relacin, la del

    aprovechamiento de los pastos primero y luego la

    roturacin en campo contrario, la razn que sin

    duda- habra contribuido ms a definir la idea de comarca. Naturalmente, quien

    ms poblacin, trminos, tierras y posibilidades tena en este contexto era la villa

    de Fraga. Ella ser quien mejor se site con el tiempo en el entorno prximo. Su

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    reformas y mejoras del hbitat en el perodo analizado en este trabajo aconseja

    una referencia mnima a su situacin previa.

    El ncleo urbano de Fraga se eleva sobre la orilla izquierda del Cinca, a

    caballo de una plataforma sedimentaria atacada por la erosin diferencial. La

    DESAR

    ROLLODELREAURBANA

    ENELCASCOHISTRICODEFRAGA

    Nc

    leo

    inicial

    Barr

    iosperi

    fricos

    intra

    muros

    Nuevos

    barr

    iosperi

    fricosex

    tramuros

    1.

    LaPlazaySanPedro

    2.

    BarrioCristianoinicial

    3.

    Zuda,

    CalljudoyCollad

    a

    4.

    ElBarranco

    5.

    Banco,

    RoquetayMurallot

    6.

    SanMiguel

    7.

    LasArribas

    8.

    LaParroquia

    9.

    ElTozalyElColomer

    10.

    ElSego

    11.

    Los

    Obradores

    12.

    SantaAna

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    composicin del material rocoso determina un paisaje alternado de lomas y

    barrancos que desaguan en un ro cuya movilidad y riadasmuerden las ribas o

    arribes, y condicionan la estabilidad de las construcciones ms prximas. Durante

    la Baja Edad Media, el amuralladocor de la vilapermaneci estructurado en tres

    barrios contiguos, separados por tapial, rodeando a tres edificios singulares, centrofsico de la villa y de su vida social. De un lado el castillo-palacio, epgono de la

    anterior zuda musulmana, en el extremo norte de una pequea meseta en forma

    de plaza: la nica Plaza entonces. En el extremo opuesto de la plaza la iglesia

    parroquial de San Pedro, construida al parecer sobre la anterior mezquita. En un

    estrato mucho ms elevado, coronando el altozano mayor, la pequea iglesia de

    San Miguel. Desde la Plaza, el barrio cristiano desciende por la ladera meridional

    del altozano hacia el barranco del Sego. En la vertiente noroeste de la Plaza se

    sita el barrio mudjar, que escalona sus casas en el barranco llamado El Banco.En medio, pegado a los muros de la zuda y hacia la cima de San Miguel, el pequeo

    call judo, que busca la proteccin de sus seores en la falda del barranco central

    cuyo topnimo es precisamente El Barranco. De noroeste a sudeste: barrio

    mudjar, call judo, edificios simblicos de la Plaza y barrio cristiano.

    El cor de la vilaes en conjunto un casero que apenas excede las trescientas

    viviendas habitadas en el siglo XV, en torno a un zigzagueante camino Real que

    conforma sus calles escalonadas hasta la cota ms elevada del altiplano, en San

    Miguel. Un casero elevado sobre el ro y separado de la huerta que le da vida porun puente de piedra primero y de tablas luego. Un recinto cerrado con cuatro

    portales principales que lo comunican y lo protegen al mismo tiempo del exterior: el

    propio Portal del Puente, entrada del camino real desde Aragn; el Portal de

    Lrida, como salida del camino hacia Catalua; el de Arnero (o Puerta Cerrada)

    al norte, sobre otro montculo protegido por un fuerte torren camino de Zaidn y,

    por ltimo, la Puerta de Sers en el extremo sur, camino del monasterio de

    Avinganya. Cuatro portales en la direccin de los cuatro puntos cardinales,

    posiblemente estructurados de ese modo desde su origen musulmn que as lo

    exiga. Ms tarde llave puesta entre Aragn y Catalua al decir de varios reyes

    aragoneses. Siempre zona de frontera.

    El crecimiento urbano del siglo XVI ensanchara el barrio cristiano hacia el

    sur, dilatando la calle Mayor hasta ocupar, -todava con baja densidad-, el recinto

    cerrado por la muralla musulmana interior, en parte arruinado y vago desde la

    recesin demogrfica bajo-medieval. Fuera de la muralla interior, el extenso

    barranco del Cegonyerpermanecera en aquella poca sin edificaciones, pero con

    plena funcionalidad econmica. Es decir, el cor de la vilacontaba en su extremo sur

    con un mnimo hinterland rural, zona de complemento hortcola, resguardo

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    ganadero y aprovechamiento forestal y cinegtico: corrales, huertos, eras, cas,

    balsas, sotobosque, cantera, tejera, etc.: un pequeo reducto para la subsistencia

    de los fragatinos, cuando las avenidas del Cinca imposibilitaban cruzar el ro.

    Ms al sur, la zona del hinterlandse protega todava con un muro de tapial,

    en un recorrido semicircular que desde San Miguel bordeaba los altozanos de LaConcepcin, Santa Quiteria y Santa Ana para descender hasta el ro. Sera la terica

    muralla exterior, -tambin de origen musulmn-, que resguardaba ahora las

    ermitas de Santa Quiteria y Santa Ana intramuros. Es decir, la zona meridional de

    la villa formaba un dilatado espacio de reserva entre dos murallas, -la interior y la

    exterior-, inmediato a un casero en expansin al que servira en posteriores siglos

    de ensanche.

    Del mismo modo, al noreste y en cota ms elevada, permaneca casi

    deshabitado un amplio circo conocido como La Collada; una ladera semicirculartambin intramuros, de difcil urbanizacin, entre la ruinosa zuda musulmana y la

    cima de San Miguel, donde se ergua la pequea iglesia que daba nombre al

    topnimo, con su cementerio anexo. La villa permaneca as cerrada al norte por la

    muralla ms potente, de piedra, con el torren del Macho y la puerta casi siempre

    Cerrada. Al este la cima amurallada de San Miguel; por el sur un doble tramo de

    muralla interior y exterior a uno y otro lado del Barranco del Cegonyer, y al oeste

    limitada y protegida por el propio ro y sus ripas o Arribes. Un recinto urbano y

    periurbano con posibilidad de densificacin, que no sera rebasado por lasedificaciones hasta el siglo XVIII.

    Algunas modificaciones urbansticas de los siglos XVI y XVII han quedado

    reflejadas en la documentacin municipal: transformaciones en las casonas de

    algunos infanzones, reparacin de la lonjeta de comercio, apertura de nuevas

    plazoletas con densificacin de calles, composicin de las crceles y redrezo del

    mesn municipal. Unas obras de iniciativa privada y otras de inters pblico, en el

    contexto de unas finanzas municipales con dificultades para priorizarlas. As se

    explica que el gobierno local carezca de casa consistorial propia hasta el siglo

    XVII y deba servirse de otros edificios pblicos para sus reuniones: unas veces en

    la lonja, otras en la claustrade la iglesia, otras en cuartos alquilados e incluso en

    los propios cobertizos de la Plaza. Dos sern las obras pblicas de mayor

    envergadura en ese perodo: la reedificacin de la iglesia de San Pedro (entre 1547

    y 1607), su transformacin en estilo gtico y su adecuacin a una mayor

    suntuosidad del culto siguiendo los dictados de Trento; y la alteracin por dos veces

    del camino Real, trasladado durante el siglo XVI fuera de la muralla interior, en un

    nuevo trazado que ascenda desde el puente por la calle de las Arribas y la

    Parroquia hasta el Sego, y desde el XVII, -en una cota inferior junto al ro-, por

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    la que luego se llamar calle de la Carretera tambin hasta el Sego. Su traslacin

    mejorara la proteccin de la villa respecto del trfico comercial, del desfile militar y

    de los peligros derivados de todo tipo de viandantes sanos o enfermos.

    El resto de las noticias urbansticas se refieren slo a la vieja exigencia de

    pulicia en algunas calles cntricas o a las reformas en casas y vagos concedidospor el concejo a vecinos particulares, previa limosna para el hospital de pobres de

    la villa. Casas que para buena parte de los vecinos constituyen nicamente refugio

    donde acogerse al anochecer, despus de pasar el da de sol a sol en la huerta, al

    otro lado del Cinca. La configuracin de un casero aferrado a las laderas de los

    barrancos obliga a construir de forma apelotonada unas casas sobre otras. El

    adobe, el caizo y el yeso, junto a la piedra en el primer tramo de las paredes de

    carga, apenas contribuyen a proporcionarles visos de solidez. Cuentan con mnimos

    y escasos balcones que no rebasan la fachada y quedan ms en ventana que en loque supone su nombre. La mayora de ellas angostas, con estancias repartidas en

    dos pisos, poco ventiladas excepto en sus solonars y engorfes, incluyendo en su

    planta baja cuadras para el ganado de labor y corrales traseros para los animales

    domsticos. Habitculos faltos casi siempre de salubridad y comodidad, son ms

    bien granero, habitualmente subterrneo, y lagar en el mejor de los casos, que

    hbitat humano. La casa grande guarda en ellos el pan y el vino de la subsistencia

    anual; la casa pequea debe buscar sus alimentos diariamente; no necesita de

    estas dependencias. Las pilas de estircol en las esquinas de las calles, los vertidosde aguas residuales, las escombreras y basureros en las corralotes, completarn el

    cuadro hasta que el consumo domstico de carbn en el siglo XIX ennegrezca

    todava ms el paisaje de conjunto.

    1.1.3 Edificacin y poblamiento desde el siglo XVIII al XX.

    Cuando en 1710 Felipe V elev la villa a la categora de ciudad, tal vez ni su

    estructura urbana ni la composicin de su poblacin activa respondan al distinguido

    ttulo con que Su Majestad la honraba. La antigua villa de labradores y ganaderos,

    siempre abierta en lo econmico por su situacin de encrucijada y tendente a

    enclaustrarse en lo poltico-militar entre sus maltrechas murallas, se haba

    defendido como patria chica frente al mundo exterior de Trastmaras y Austrias.

    Con el arribo de los Borbones acabara abrindose mucho ms al contexto general

    en todos los mbitos.

    Hasta mediados del siglo XIX, el hbitat urbano estuvo concentrado en lo

    que hoy conocemos como casco histrico, en la margen izquierda del ro, sin

    apenas edificaciones en su margen derecha, al otro lado del puente en la huerta. La

    primitiva muralla interior no albergara ms de trescientas casas a fines del Medievo

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    y los siglos XVI y XVII sirvieron para colmar su permetro. Hubo que esperar al

    siglo XVIII para rebasarlo en tres zonas perifricas, origen de los actuales barrios

    del Sego, Santa Ana y Los Obradores, que urbanizaran aquel hinterland

    protector primitivo. Al mismo tiempo, los sucesivos traslados del camino Real

    colmaran un arriesgado alineamiento urbano sobre el ro, -en Las Arribas-, deinestabilidad permanente frente a sus riadas. El tramo de la primitiva carrera Real

    que ascenda desde el puente de tablas hasta la nueva plaza de Lrida, sobre la

    antigua roca del Sego, se llamara entones calle de la Carretera.Y su recorrido

    desde la Plaza de Lrida hasta la cima de San Miguel se convertira en nueva calle

    de los Obradores. Hasta casi el siglo XX, la entonces llamada Carretera Nacional

    sigui cruzndolas, atrapada por un incesante crecimiento urbano.

    Tal vez en estas dos zonas, -la de la plaza de Lrida y la de la Carretera-,

    cupiera definir a Fraga como ciudad. Los siglos XVIII y XIX fueron los de suurbanizacin con edificios pblicos y privados de mayor amplitud y altura que los

    levantados hasta entonces. La calle de la Carretera se consolidaba gracias al muro

    de contencin del Cinca, construido como proteccin del frontis urbano frente al ro.

    En la plaza de Lrida, la eliminacin del central cuartel de caballera permiti

    urbanizar su patio de armas hasta convertirlo en Plaza de Obradores. Y la unin de

    ambas plazas dara lugar posteriormente al denominado paseo Barrn.

    Al mismo tiempo, en el contexto de unas finanzas municipales menos

    ahogadas que en siglos anteriores, los ayuntamientos de fines del siglo XVIII fueroncapaces de emprender una nueva ampliacin de la iglesia de San Pedro, dotndola

    de un crucero con varias capillas, que permitieron albergar a una feligresa

    creciente en das festivos. Y, aunque con retraso respecto de las recomendaciones

    ilustradas, el saneamiento de la ciudad exigi la construccin apartada de un

    macelo o matadero municipal y el traslado a un altozano exterior del cementerio

    que desde el Medievo se ubicaba inmediato a la iglesia parroquial de San Pedro, en

    el centro mismo de la poblacin.

    La nueva administracin borbnica mantuvo una exigencia creciente

    respecto del sobrante de las rentas municipales, y oblig a su reinversin en

    obras pblicas, en aquel contexto ilustrado. Acorde con las instrucciones de la

    Intendencia, el ayuntamiento exiga de los vecinos mensualmente la reparacin de

    caminos y calles, les prohiba desmontar sillares de portales y murallas pblicas en

    beneficio de sus particulares edificaciones, o les obligaba a blanquear las fachadas

    de sus casas cada vez que transitaba por Fraga algn miembro de la familia Real.

    Desde 1797, la llegada a la ciudad de un corregidor de letras preocupado por

    iluminar las calles con faroles, empeado en derribar porches y cobertizos,

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    ilusionado con disear alamedas o alinear edificios para favorecer una plaza, elev

    el listn ilustrado en un intento de hacer creble la conversin de villa en ciudad.

    La documentacin conservada permite analizar desde entonces la evolucin

    del crecimiento urbano mediante la relacin entre dos variables: el nmero de

    casas que alberg, calle por calle, y el nmero de familias que las habitaron. Esposible observar hasta qu punto cada familia viva en una casa diferenciada de la

    de sus vecinos o la comparta con otras familias; tambin la densificacin de las

    calles y el cambio en la tipologa de las casas, desde la casa solariega unifamiliar,

    con diversas dependencias auxiliares, a la casa de vecindad, de pisos

    independientes superpuestos. El Cuadro 1relaciona ambas variables para deducir

    el promedio de familias por casa en una secuencia de aos conocidos. Tomando

    adems como valor 100 el primer ao (1715) se obtiene la secuencia de ndices de

    crecimiento de la edificacin.

    Cuadro 1

    EVOLUCION DEL CASERO Y FAMILIAS DEL NCLEO URBANO

    Ao 1715 1730 1751 1786 1819 1832 1859 1889 1930

    N. de familias 480 510 572 850 808 1166 1534 1612 1604

    Casas habitadas 320 340 510 748 837 969 1127 1148 1200

    Familias por casa 1,50 1,50 1,12 1,14 0,96 1,20 1,36 1,40 1,34

    ndice de crec. de laedificac. 1715=100

    100 106 159 234 261 303 352 359 375

    Fuente: elaboracin propia con datos catastrales y padrones de habitantes.

    El examen de sus datos permite varias conclusiones. En primer lugar, la

    edificacin creci sin tregua desde la primera a la ltima fecha, tanto en coyunturas

    favorables como en perodos de dificultades, y a pesar incluso de los avatares de la

    guerra de la Independencia. Durante ms de dos siglos los fragatinos mostraron

    capacidad para edificar y reedificar, al tiempo que el nmero de familias creca en

    tiempos de paz o se recuperaba en las posguerras. Pero el ritmo de construccin de

    viviendas no fue siempre similar. Las mayores tasas de crecimiento en la edificacin

    se dan en los aos centrales del siglo XVIII: 1,78% de incremento anual entre 1730

    y 1751, y 1,1% entre 1751 y 1786.4Es decir, como promedio anual se construyen

    casi dos casas por cada cien existentes en el primer perodo, mientras en el

    segundo el ritmo decrece hasta poco ms de una por cada cien.

    Tras la guerra de la Independencia se retoma la edificacin con fuerza

    durante ms de una dcada (1,13% de incremento anual entre 1819 y 1832), para

    disminuir el ritmo desde entonces y estancarse prcticamente las edificaciones

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    entre 1859 y 1930 en el conjunto del casco antiguo, con aumentos mnimos del

    0,06% entre 1859 y 1889, y del 0,11% entre 1889 y 1930. De manera que durante

    el siglo XIX y principios del XX se colmatan los barrios intramuros, todava con

    terrenos vagos edificables (sobre todo en el barrio de La Collada), y se densifican

    los nuevos barrios exteriores de Obradores, del Sego y de Santa Ana. Desde lasegunda mitad del XIX un incipiente barrio comienza a edificarse al otro lado del

    ro, en lo que desde entonces se conoce como Les Afores.

    Este proceso de edificacin se corresponde lgica, aunque no exactamente,

    con el del poblamiento. El nmero de familias que ocuparon estas casas mantiene

    una tnica de crecimiento desde inicios del siglo XVIII y se acelera en su segunda

    mitad (porcentajes anuales del 0,5% de crecimiento familiar entre 1730 y 1751, y

    del 1,14% entre 1751 y 1786.) Es decir, casas y familias crecen durante el

    Setecientos, aunque en los primeros aos conviven en un mismo edificio mayorpromedio de familias que en aos posteriores: 1,5 familias por casa en la primera

    mitad del siglo, frente a slo 1,12 familias por casa en la segunda mitad.

    Estos datos pueden interpretarse como un avance del tipo de familia

    calificada por los antroplogos como nuclear, compuesta por un matrimonio y sus

    hijos, frente a la familia troncal que engloba, adems del cabeza de familia y los

    hijos menores, a hijos casados, abuelos y criados: la triple generacin. El grupo

    domstico tradicional estara formado por familias troncales durante los siglos

    anteriores y el siglo XVIII contendra el germen del cambio hacia la familia nuclear.El favorabletrendsecular del Setecientos explicara un doble proceso de aumento

    del nmero de hijos supervivientes (que intentaremos plasmar en otro epgrafe) y

    al mismo tiempo su ms frecuente separacin del tronco familiar por la posesin de

    medios de subsistencia que permiten su emancipacin, formando nuevos ncleos

    de residencia y produccin; es decir, nuevos grupos domsticos.5

    La tendencia secular al crecimiento se invierte desde fines del XVIII y

    durante la guerra de la Independencia, lo que alerta sobre un doble fenmeno de

    emigracin de unas familias y diezmado de otras. Durante los primeros aos de

    posguerra algunas casas permanecieron deshabitadas. Pese a ello, las

    consecuencias del conflicto parecen superarse pronto para dar paso a un nuevo

    crecimiento sostenido y de envergadura durante la primera mitad del siglo XIX, a

    caballo de una coyuntura local nuevamente positiva, de intensidad desconocida

    entre las generaciones anteriores. Eso es lo que evidencia el anlisis de la

    edificacin. Ahora volva a construirse intensamente aunque, en parte, de otro

    modo. Por eso los ndices de edificacin no crecen tanto como en la centuria

    anterior. Las casas levantadas ahora en zonas perifricas como la plaza de Lrida y

    la calle de la Carretera alcanzaban un nmero mayor de plantas, lo que contribuy

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    a que la relacin global de familias por casa ascendiera de nuevo entre 1832 y

    1889, pasando del factor 1,2 al 1,4. Se estaba produciendo el cambio de la casa

    solariega a la casa de vecindad.

    Durante el XVIII muchos edificios eran habitados por ms de una familia,

    siendo casi todas casas solariegas, habitadas por un solo grupo domstico que, enocasiones, ceda en alquiler alguna de las habitaciones o cuartos a segundas

    familias de escaso poder econmico, sin duda jornaleros, o individuos sin familia.

    Durante el XIX en cambio, sobre todo en su segunda mitad y ya sin interrupcin en

    adelante, la razn de convivir ms de una familia en cada edificio es la modificacin

    en la estructura de las viviendas. Se trata ahora de edificios de varios pisos, en los

    que la planta principal se destina a los dueos, y los superiores a los propios hijos

    emancipados o a terceras familias que los ocupan en rgimen de alquiler. Son

    edificios construidos por los vecinos ms adinerados.El nuevo casero gana en altura, ya que no puede hacerlo en horizontalidad,

    por lo colmatado del espacio urbano desde los siglos anteriores. Tambin se eleva

    con la intencin de convertir la nueva vivienda en una inversin productiva

    mediante el inquilinato. Lo que anteriormente era slo patrimonio, para los ms

    emprendedores se converta ahora en renta. Pero este nuevo tipo de edificacin

    aparece cuando el aumento de la poblacin es ya escaso, incluido el barrio de Las

    Afueras, y nulo en el casco antiguo, donde el nmero de familias entra en una

    ligera recesin, prolongada hasta la guerra Civil de 1936-39, con un descenso del0,01% anual.

    Globalmente, el cuadro demuestra que la edificacin de buena parte del

    casco histrico corresponde a los siglos XVIII y XIX, despus de haber permanecido

    en un nivel de urbanizacin muy inferior durante los siglos XV, XVI y XVII. Los

    fragatinos mostraron capacidad financiera para reedificar sus casas despus de dos

    guerras muy duras: la de Sucesin y la de Independencia. Coyunturas favorables

    del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX permitieron una adecuada ubicacin

    urbana de muchas familias que acabaron poseyendo su propia casa unifamiliar.

    Algunas incluso disfrutaron tambin la posibilidad de ensanchar sus antiguas casas

    con las contiguas, o de ampliarlas cruzando las calles mediante cobertizos; e

    incluso otras edificaron nuevas casas de su habitacin trasladndose a los nuevos

    barrios, o ampliaron la antigua casa solariega como albergue para sus hijos o como

    inversin. Con todo, el techo demogrfico alcanzado en la segunda mitad del XIX,

    que comprobar ms abajo-, limit la edificacin por ms de cincuenta aos a

    alguna de las nuevas calles, -como la de la Carretera-, mediante edificios

    multifamiliares que slo se repetirn despus de la ltima guerra Civil,

    aprovechando precisamente los vacos urbanos que su propia destruccin ocasion.

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    1.1.4 La poblacin comarcal entre el Medievo y el presente.

    Tradicionalmente, para el marco estatal se han delineado los siglos bajo

    medievales y los dos primeros de la Edad Moderna como perodos de vaivn

    constante en la poblacin, con avances y retrocesos en el proceso del crecimiento.

    En conjunto, un dilatado perodo de estancamiento inmerso en un rgimen

    demogrficoetiquetado comoantiguo. En las ltimas dcadas, esta imagen global

    se matiza con el anlisis de las diferencias regionales y an comarcales. Se pone

    ahora tanto nfasis en los desplazamientos de los hombres como en su nmero; en

    el proceso de urbanizacin y en su opuesta ruralizacin; en el contraste entre

    interior y costa o entre centro y periferias. Tanto las ltimas sntesis sobre el

    Aragn medieval y moderno como las del conjunto nacional proporcionan una

    nueva imagen, ms rica en contrastes, ms afinada, del proceso demogrfico.6En

    este sentido, slo la necesidad de fundamentar otros aspectos de la evolucin

    fragatina justifica el anlisis previo de su evolucin demogrfica en esos siglos.

    La documentacin para tan dilatado perodo es escasa y heterognea. Con

    los datos ms antiguos resulta arriesgado extraer otra conclusin que no sea la de

    una aproximacin grosso modo al nmero de fuegos, a veces al de vecinos y

    otras al de contribuyentes, que olvidan en ocasiones a grupos tnicos (judos y

    mudjares), a grupos sociales exentos de contribuciones y casi siempre a pobres o

    a marginados. Parece conveniente por tanto situar los datos relativos a Fraga en el

    marco de los conocidos para la comarca, entendindolos reflejo de tendenciassimilares y refuerzo de lo deducible para aquella.

    Cuadro 2

    EVOLUCIN DE LA POBLACIN EN EL BAJO CINCA

    FUEGOS VECINOS HABITANTES

    Poblacin ao 1489 1495 1650 1718 1776 1787 1820 1857 1900 2002

    Ballobar 51 72 32 54 146 948 895 2.111 2.325 1.019

    Belver de Cinca 41 40 44 58 87 898 945 1.565 1.582 1.362

    Candasnos 20 31 40 38 99 478 571 1.088 1.006 514

    Chalamera 6 17 14 39 182 207 459 422 151

    Fraga 266 272 214 327 723 3.908 3.313 6.601 6.889 12.565

    Mequinenza 97 107 65 53 217 1.243 783 3.058 2.819 2.430

    Ontiena 80 86 56 74 623 832 1.525 1.827 649

    Osso + Almudafar 17 26 10 34 430 175 736 707 784

    Torrente de Cinca 15 17 18 46 70 803 720 1.364 1.390 1.039

    Velilla de Cinca 22 25 13 22 71 476 342 1.135 980 453

    Zaidn 53 57 23 49 142 955 837 1.900 1.868 1.722

    Fuentes: Lezan hasta 1776, Floridablanca en 1787, A.H.F. C.1080-1 para 1820, CensoGeneral de 1857 e I.N.E. para 1900 y 2002.

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    El anlisis del Cuadro 2 proporciona algunas evidencias. En primer lugar,

    todos los pueblos excepto Belver- aumentan su nmero de fuegos en 1495

    respecto de la dcada anterior. Luego, casi todos parecen estancados e incluso

    muestran considerables retrocesos a mediados del siglo XVII. Tambin todos siguen

    una misma tendencia alcista en el nmero de vecinos durante el XVIII, que llega aduplicarse y hasta triplicarse en algunos lugares. Se produce a continuacin un

    frenazo no siempre coincidente entre la ltima dcada del XVIII y las dos primeras

    del XIX para, -a partir de 1820-, expresar una tendencia uniforme al crecimiento

    que duplica e incluso triplica de nuevo la poblacin de varios pueblos en la primera

    mitad del Ochocientos. Parece claro que el siglo XVIII y la primera mitad del XIX

    fueron de crecimiento en el conjunto comarcal, a tono con el contexto regional y

    nacional, como ha mostrado Salas Ausns para Aragn y sintetizado Prez Sarrin

    para el conjunto espaol. En cambio, desde 1857 hasta hoy, los datos muestran unnuevo estancamiento que cubre la segunda mitad del XIX, para convertirse en

    retroceso durante el XX. Slo la cabecera comarcal escapa a la tnica general.

    Ampliando el mbito de observacin, cuando hablamos de la comarca

    natural de Fraga solemos incluir en su radio de accin los cercanos pueblos

    catalanes del Segri, con quienes la villa mantiene relaciones de todo orden,

    adems de estar sujetos a idntica climatologa y desarrollar similares actividades

    productivas. El Cuadro 3 da cuenta de su evolucin demogrfica: una poblacin

    escasa a mediados del siglo XIV, con un remonte apreciable durante el XVI,excepto en el caso de Alcarrs; una disminucin considerable al finalizar la guerra

    de Sucesin y desde entonces una tendencia al crecimiento similar a la del Bajo

    Cinca entre 1718 y 1787, aunque con intensidad superior. Un crecimiento que,

    segn Pierre Vilar super la media catalana.

    Cuadro 3

    EVOLUCIN DE LA POBLACIN EN EL SEGRI

    Poblacin ao

    FUEGOS VEC. HABITANTES

    1359 1497 1515 1553 1610 1718 1787 1831 1860 1900

    Alcarrs 111 80 80 25 863 684 2.119 2.342

    Torres de Segre 59 54 1.643 998 1.691 1.619

    Soses 44 28 293 600 938 1.116

    Aitona 70 145 126 145 200 112 1.254 1.104 2.095 2.075

    Sers 52 129 159 169 112 1.385 1.500 2.819 2.683

    La Granja d' Escarp 12 39 622 118 1.207 1.288Fuente: VILAR, P. Catalunya dins l Espanya Moderna, Tomo III, Ediciones 62, p. 88.

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    Por otra parte, las cifras medievales y modernas expresan diferentes

    conceptos poblacionales: unas suman casas habitadas por uno o ms fuegos;

    otras fuegos separados; las ms listan vecinos de contribucin, como cupo

    asignado a la villa por la autoridad competente, mientras otras son declaracin

    lastimera de los propios ediles, justificando ausencias del recuento de vecinos porlas ms diversas causas. Slo en alguna ocasin el dato parece abarcar con rigor a

    toda la poblacin, a totes generacions, sin exclusiones. Las fuentes ms antiguas

    renen unas veces a cristianos, moros y judos y otras slo a los primeros. Otras

    suman cristianos viejos y judeoconversos sin distincin y olvidan a los musulmanes.

    Lo ms sensato parece enumerarlas sin mayor pretensin, jalonadas en un rango

    excesivamente amplio para permitir deducciones fiables.

    Para la segunda etapa desde el siglo XVIII es posible cifrar y elaborar datos

    ms prximos a la realidad. Desde hace dcadas, el estudio demogrfico de estesiglo aborda dos tipos de fuentes. De un lado estn los registros parroquiales,

    bautismos, desposorios y entierros-, con cuyas muestras es posible diferenciar

    tendencias, fases y ritmos de crecimiento en el mbito comarcal e incluso regional.

    Del otro aparecen los recuentos de poblacin, de carcter fiscal primero y luego

    vecindarios-encuesta de mayor rigor ilustrado y voluntad propagandstica, junto a

    los primeros padrones locales del siglo XIX. Las preferencias por unas u otras

    fuentes han llevado con frecuencia a discrepancias entre demgrafos, por sus

    resultados no siempre coincidentes. Especialmente ilustrativa result en estesentido la polmica suscitada en los aos sesenta del siglo pasado entre Jordi Nadal

    y Pierre Vilar a propsito del crecimiento cataln del Setecientos, como nos

    refrescaba hace aos un excelente artculo de Ramn Grau y Marina Lpez.8

    Entre el segundo tipo de fuentes, las que han servido para delinear la

    tendencia al crecimiento de la poblacin durante el siglo XVIII son las conocidas

    como Vecindario de Campoflorido para 1712-1717, el Censo de Aranda en 1768-69,

    (que no podremos utilizar)9, el de Floridablanca para el ao 1787 y el atribuido a la

    iniciativa del valido Godoy en 1797. Son recuentos generales llevados a cabo con

    diferentes finalidades y en diversos formatos y circunscripciones. Con su

    informacin es posible acercarse al nmero de quienes consideraramos hoy

    vecinos de derecho, si bien sus datos desagregados reflejan diferentes grados de

    aproximacin a la autntica situacin censal de los municipios. Son fuentes de las

    que mltiples historiadores han extrado pautas globales de la evolucin secular,

    aunque sus discrepancias respecto de los datos de partida y en relacin con la

    conversin del vecino en habitante, dan lugar a interpretaciones divergentes.

    En este sentido, la mayora de los autores, desde Ustriz en su poca, hasta

    Francisco Bustelo para Valencia, pasando por los ya mencionados Nadal o Vilar para

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    Catalua, o ms tarde Prez Sarrin para Aragn, advirtieron en su da la necesidad

    de rectificar, aumentndolas, las cifras censales de principios del XVIII, evitando as

    el error de establecer tasas de crecimiento de la poblacin exageradas por

    infravaloracin de los datos iniciales.10

    Sabemos ya que Fraga no cuenta con registros parroquiales. No es posibleacudir a fuentes que reflejen nacimientos, matrimonios y defunciones, y es preciso

    acudir a los recuentos generales de los siglos XVIII y XIX. Pero si hiciramos slo

    eso, el resultado de la investigacin sera mnimo. Arriesgar por tanto el uso de

    otras fuentes de menor rigor aparente y tratar de confrontarlas con las generales

    para verificarlas. Me refiero a los sucesivos catastros diacrnicos confeccionados a

    lo largo de los siglos XVIII y XIX, junto a los cuadernos de industrias anuales y

    libros cobratorios que los complementan. Con mayor rigor estadstico es posible

    analizar los padrones de vecinos y de habitantes confeccionados en Fraga desde lasegunda dcada del siglo XIX en adelante, especialmente el padrn de 1834 como

    punto final del perodo de estudio.

    Por ltimo, nos servirn de complemento otras informaciones sobre

    poblacin, recogidas en la documentacin municipal y en otros archivos, ya fueran

    de uso interno o destinadas a satisfacer exigencias de la autoridad regional o

    estatal. Para estos ltimos datos, la tcnica utilizada en el anlisis ha consistido en

    recoger las cifras dadas por cada fuente para cada fecha concreta; ver luego si la

    fecha es cierta o si en realidad lo que se le atribuye corresponde a un momentoanterior, lo que sucede con alguna frecuencia; por ltimo, he intentado calibrar las

    circunstancias e intencionalidad de su emisin para estimar su fiabilidad. En este

    sentido, la mejor tcnica, repito, es la que luego obliga a comparar fuentes entre s

    para desestimar unos datos y aceptar otros como ms certeros.

    Respecto de la conocida ocultacin catastral que otorga menor credibilidad a

    este tipo de fuentes, sta se fundamenta ms en el fraude respecto de lo declarado

    que en el nmero de los obligados a declarar. En una pequea ciudad como Fraga

    en el siglo XVIII, en la que se acude personalmente a deponer ante el escribano del

    ayuntamiento, que conoce muy bien quien es quien; donde se declara por orden

    alfabtico del nombre, en fila y en presencia de otros vecinos; o en la que los

    listados se efectan calle por calle y casa por casa, distinguiendo a personas

    mayores de las menores del mismo nombre y primer apellido, resulta difcil

    ocultarse. Es poco probable que no estn todos los que son. Aunque no sean

    vecinos de grupos domsticos distintos todos los que estn.

    Otra de las dificultades a superar es la que se establece en la diferente

    consideracin entre familias de hecho y de derecho. No siempre todas las familias

    que habitan Fraga tienen la categora de vecinos. De ah la conjuncin frecuente en

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    las fuentes de los trminos vecinos y habitadores. La inmigracin es un

    fenmeno a considerar, tanto en su componente estacional como definitiva: los

    ganaderos herbajantes del Pirineo, por ejemplo, que pasan largas temporadas

    invernales en Fraga con sus pastores, no son considerados vecinos mientras no

    posean bienes sitios en la ciudad o sus trminos. Quienes en tiempo de cosechaacuden ao tras ao como jornaleros con sus familias tampoco aparecen en los

    recuentos. Menos quienes con motivo de algunas obras pblicas de las que abunda

    el perodo, prestan su trabajo en la poblacin. Tambin por eso, el nmero de

    vecinos expresa slo una aproximacin a la poblacin, sin duda superior.

    Con todo, el principal escollo al tiempo de calibrar la evolucin de la

    poblacin consiste en estimar en su justa medida los retrocesos causados por las

    guerras. No sera razonable minimizar la mortandad producida en razn directa o

    indirecta de la guerra. Es ms, junto a crisis de subsistencias derivadas de hambresy epidemias, y posiblemente de forma ms intensa, ms sbita, la guerra parece el

    mayor productor de mortalidad catastrfica. Sin embargo, no es menos cierto lo

    que Pierre Vilar o Henri Kamen propusieron precisamente para la guerra de

    Sucesin al advertir el primero que ...en ladisminucin repentina de la poblacin,

    tuvo mayor influencia la emigracin que la mortandad. O como indic el segundo:

    ...hay poca duda de que hubo algo de despoblacin quizs en la forma de

    migracin y no exactamente por prdidas de vidas.11Lo que ellos afirmaron para

    esa guerra puede seguramente entenderse como una tesis general.Las referencias disponibles demuestran esta afirmacin para Fraga en

    cuantas guerras se vio inmersa. Le haba ocurrido en la guerra de los catalanes

    contra Juan II y le ocurrira en la dels Segadors.12Otro tanto en las de Sucesin y

    de la Independencia. Sirva de ejemplo para la de Sucesin la afirmacin del justicia

    y los jurados de Fraga cuando en 1706 comunican a la Reina que prefieren

    abandonar sus casas y vivir en los cortijos (sic), por los montes, antes que ser

    infieles a Felipe V.13O aos despus de la guerra, cuando un infanzn relata sus

    servicios al Rey y cuenta cmo durante la contienda habiendo quedado Fraga en

    descubierto y sin tropa, se retiraron los del gobierno poltico y todo el pueblo,

    abandonando sus casas y haciendas.14

    Respecto de la guerra de la Independencia, con la primera ocupacin de

    Fraga por los franceses en 1809, diferentes vecinos emigran sin querer restituirse a

    sus hogares a pesar de las amnistas y seguridades que hace publicar el Mariscal

    Suchet. Y en esta ocasin el fenmeno migratorio continuar durante los primeros

    aos de posguerra, cuando el ayuntamiento se lamenta, -penetrado del mayor

    dolor-, viendo emigrar diariamente a sus moradores a mendigar su subsistencia a

    otros pueblos. Afirmacin que corrobora el corregidor del momento manifestando

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    que esta ciudad se halla en la mayor miseria, sin poder comer pan la mayor parte

    de sus moradores, habiendo emigrado infinitos jornaleros a mendigar su

    subsistencia. Al ao siguiente se afirma que por suministros y contribuciones se

    sigue el aniquilamiento del pueblo, como empieza ya a verificarse, expatrindose

    muchas familias que no pueden subsistir.Y todava en 1818 se recordaba que, enlos aos inmediatos, los vecinos han hecho sacrificios superiores a sus fuerzas

    hasta reducirse a la ms espantosa miseria y a una emigracin no interrumpida

    para buscar la subsistencia en otras tierras.15

    Aunque calificramos estas lamentaciones de interesadas, exageradas y an

    pcaras, seguiran sealando a la emigracin como problema principal del momento.

    En realidad, lo que habitualmente hacan algunas familias en tiempo de guerra era

    esconderse en sus masas del monte (de difcil localizacin para quien lo desconoce)

    o bien escapar a los pueblos comarcanos prximos, donde parientes y amigos sedisponan a acogerlas. Por su parte, los jornaleros supervivientes deban abandonar

    temporalmente una poblacin sin trabajo para buscarse la vida en otros lugares. Lo

    importante era alejarse del camino frecuentado por las tropas, tratando de evitar

    exacciones personales o saqueos en sus domicilios, dejndolos tancats y barrats.

    Cuando se alejaba el peligro, volvan a ellos. Cuando renaca el trabajo, retornaban.

    Si no vean posibilidades de futuro, emigraban de nuevo. En todos los casos se

    trata de un descenso de poblacin atribuible a la guerra, pero no a la mortalidad

    catastrfica. Como consecuencia de este abandono temporal de sus hogares, lascifras dadas por Fraga a las autoridades en perodo de guerra -ya fueran cifras de

    familias, de casas o de vecinos contribuyentes- aunque bien expresivas de una

    coyuntura determinada, no pueden entenderse como cifras de supervivientes, sino

    como de vecinos que permanecen en la ciudad, siendo la poblacin potencial mucho

    mayor en muy poco tiempo.

    Por ltimo, el periodo comprendido entre 1860 y la actualidad cuenta ya con

    documentacin general de fiabilidad contrastada. Se trata de cuantificaciones

    estadsticas detalladas por pueblos, con periodicidad decenal, que permiten un

    considerable grado de certeza en su secuenciacin. Son las publicadas por

    sucesivas instituciones de mbito nacional mediante la estimacin de los habitantes

    de derecho y de hecho en cada lugar: primero el Nomencltor editado por la Junta

    General de Estadstica para los aos 1860, 1877 y 1889 y, desde entonces, los

    recuentos efectuados por el Instituto Geogrfico y Estadstico entre 1900 y 1930, el

    de 1940 publicado por la Direccin General de Estadstica y los datos que aporta el

    Instituto Nacional de Estadstica entre 1950 y 1991. A partir del ao 2003, las cifras

    aportadas corresponden a la institucin Comarca del Bajo Cinca.

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    Cuestin aparte es la del coeficiente conversor que los historiadores utilizan

    para transformar el nmero de vecinos en habitantes. Decidido como estoy a

    servirme de l, dejar de lado la eterna polmica sobre su valor ms pertinente y

    utilizar las propias fuentes para demostrar la escasa oportunidad de echar mano

    siempre del mismo guarismo. Tanto si se toma sistemticamente el conversor decuatro habitantes por vecino como el de 4,5 el de cinco habitantes por vecino, el

    resultado puede alejarnos de la realidad ms que aproximarnos a ella. Lo razonable

    es atender a las circunstancias concretas de cada momento y eso es lo que

    pretendo hacer. Si se trata de un perodo de crecimiento sostenido, evidenciado por

    las fuentes, parece apropiado tomar un coeficiente igual o superior al 4,5. Cuando

    se analizan perodos blicos o de coyuntura adversa, el conversor debe situarse

    ms prximo al 4, o incluso por debajo de l. Es lo que he podido comprobar

    empricamente en las ocasiones en las que una misma fuente proporcionaba tantoel dato de vecinos como el de habitantes. En esos casos, el coeficiente no es terico

    sino real y el apropiado para ser utilizado en situacin prxima o similar,

    debidamente matizado.

    1.2.2 Los escasos datos anteriores al siglo XVIII.

    Nuestra primera referencia demogrfica es del ao 1333, cuando Fraga pasa

    del dominio seorial del Montcada al de la reina doa Leonor. El documento que

    traspasa sus derechos recoge la relacin nominal de trescientos ocho vecinos

    cristianos, a los que deben sumarse los moros y judos, de los que consta el da que

    efectuaron su juramento de fidelidad, aunque no se incluyen sus nombres ni se

    anota su nmero. Sabemos, adems, que los cristianos consignados son slo los

    que viven en el cor de la vila. Para aproximarnos mejor al poblamiento del

    momento, -adems de stos-, debemos tomar en cuenta, (como lo han hecho

    luego los censos de la Edad Contempornea), los vecinos residentes en los

    poblados rurales dependientes de ella: los 95 vecinos diseminados en diversas

    almunias de la huerta, los 14 del poblado de Vermell, los 23 del de Miralsot, 37 de

    Monreal y los 42 vecinos que residan en Cardell en ese momento. El total de 519

    vecinos sin contar moros ni judos- parece casi inverosmil. Pero as qued escrito

    en un documento del Archivo Histrico de Fraga.16La poblacin del municipio en el

    primer tercio del siglo XIV resulta tan crecida o ms que en siglos posteriores.

    Naturalmente slo si se suman los vecinos diseminados y los de los poblados

    rurales a los del cor de la vila.

    Posteriormente, la poblacin de los ncleos rurales disminuye, al parecer en

    beneficio del ncleo principal. La peste y sus secuelas, la variacin del clima, los

    peligros del hbitat diseminado frente a la violencia u otras causas, debieron

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    contribuir a variar la distribucin del poblamiento en el municipio. No lo sabemos.

    Lo que s sabemos es que varios de estos ncleos menores estaban ubicados en

    partidas de secano del trmino municipal: Cardell, Mont-ral, Vermell, Buars, por lo

    que un cambio climtico que aumentara los aos de sequera y la consecuente

    esterilidad de las cosechas podra haberlos obligado a abandonar los cultivos delmonte y su residencia en aquellas partidas. Algunos documentos posteriores

    califican estos lugares como despoblados, mientras slo Miralsot, basado en

    cultivos de regado, volver a albergar poblacin estable en nmero creciente desde

    fines del siglo XVIII.

    La hiptesis del reagrupamiento de vecinos en el cor de la vilase sustenta

    en la cifra que en 1397 proporciona un libro del monedaje o impuesto del

    maraved: 546 morabatins,es decir, contribuyentes del impuesto, de los cuales 423

    son vecinos cristianos y judos y 123 moros. Estamos inmersos en una poca deepidemias y Fraga no parece haber disminuido el nmero de sus vecinos. O, mejor

    dicho, compensa su prdida recogiendo la poblacin rural.17 Tan slo diez aos

    despus, entre 1405 y 1407, varios documentos Reales advierten que, por las

    epidemias y las deudas, en los ltimos aos Fraga ha visto reducidos sus

    habitantes a la mitad. El dato se corrobora en 1451, cuando el nmero de los

    contribuyentes por el mismo impuesto ha descendido a tan slo 206 fuegos

    cristianos y 45 mudjares. En el trnsito del siglo XIV al XV Fraga pierde poblacin.

    Abundando en ello, las cifras conocidas para la segunda mitad del siglo XVparecen confirmar la situacin de recesin demogrfica, influenciadas por la

    mortalidad catastrfica y la emigracin durante la guerra entre la Generalitat

    catalana y el rey Juan II. A la guerra se aade el hambre en 1463, ao de gran

    caresta, las inundaciones y las epidemias. La deuda censal que acumula la villa en

    estos aos y tras la guerra resulta reflejo fiel de tanta calamidad, como he

    demostrado en otro lugar.

    La aparente recuperacin en las ltimas dcadas del siglo XV se observa en

    un dato del ao 1494. El concejo ordenaba entonces aplicar una gitada a totes

    generacionspara reparar el puente de tablas, y para ello confeccion un listado

    que inclua, adems de a los vecinos del Estado llano, a los nobles, los moros y los

    eclesisticos e incluso a siete vecinos a los que no se les cargaba nada. Un total de

    272 contribuyentes.18Y al ao siguiente, 1495, se produca la fogueacin fiscal de

    Aragn ms fiable a efectos demogrficos, listando el censo de los fuegos de

    cristianos y de moros en cada poblacin. Las Cortes de Tarazona haban ordenado

    el ao anterior efectuar un recuento en el que todas aquellas personas que

    habitaran en una casa o tomaran la despensa de un superior... sean habidas por

    una casa o fagan hum fuego. En Fraga se contaron entonces 256 fuegos de

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    cristianos y 51 de moros. En total 307 fuegos contribuyentes.19El 5 de agosto de

    1495, el investigador Luys de la Sierra haca jurar al oficial eclesistico, al justicia y

    a los jurados de la villa que anotaran todos los vezinos... sin frau ninguno,

    recorriendo todo el vecindario casa debant casa.

    Para el conjunto del reino de Aragn, el profesor Gregorio Cols establece el

    inicio de un nuevo crecimiento en un momento indeterminado del siglo XV y su

    continuacin durante el XVI con ritmos, intensidad y cronologa especficos para

    cada territorio de la Corona aragonesa... Una poblacin en alza frenada por la

    mortalidad catastrfica, producto de las epidemias, en especial la peste, y las

    hambrunas.20 Es lo que parece suceder en Fraga, a juzgar por los altibajos

    observables en los escasos datos disponibles. Tres de ellos indican una tendencia al

    crecimiento coincidente con la tnica general: 209 vecinos al inicio del siglo XVI,

    336 mediada la centuria y 500 vecinos en su tramo final. Nada ms que eso. Se

    hace necesario, por tanto, acudir a fuentes de otro signo para justificar de forma

    indirecta el probable crecimiento de la poblacin fragatina durante el siglo XVI.

    Mejor que por los datos anteriores, su trendpositivo se intuye por los datos

    contables que proporciona el arriendo de los bienes gestionados por el municipio: el

    trfico comercial se ve aumentar al doblarse el valor anual del pontazgo en 30

    aos, entre 1561 y 1592, y el volumen del regado afecto al derecho de alfarda

    tambin aumenta al tiempo que se dobla el canon pagado por ella, entre 1583 y

    1591. Consecuentemente, la primicia de los frutos decimales que cobra el

    concejo- se ve crecer de un cabreve de rentas al siguiente al aumentar el precio

    anual de su arriendo a particulares, lo que implica no slo mayores ingresos para la

    hacienda local, sino mayor volumen de producto agrcola, puesto que dicha primicia

    supone la cuarta parte del diezmo de frutos mayores. Otro tanto ocurre con el

    producto del arriendo de los pastos, -principal bien de propios-, que por s solo

    supuso en 1570, sumando todas las partidas del monte, 2.119 libras. Casi el doble

    de lo que importaban todas las rentas de la villa a fines del siglo anterior! Con esos

    ingresos se explican las obras de mejora en la iglesia de San Pedro ya mencionadasy las efectuadas en el hospital, en las nuevas calles o en los caminos de la huerta.

    Durante el siglo XVI todos los parmetros apuntan a un notable crecimiento

    de la actividad econmica y a una mayor disposicin financiera del municipio, que

    slo pueden entenderse en el contexto de un crecimiento simultneo de la

    poblacin; tesis concordante con las conclusiones sobre el perodo del profesor

    Salas cuando afirma: No se duda hoy en da que, al socaire de una coyuntura

    econmica favorable, el siglo XVI fue en Aragn una centuria de incremento de la

    poblacin. Aunque no existe ningn recuento global a lo largo del siglo, los datos dealgunas comarcas o de localidades aisladas, tanto rurales como urbanas, confirman

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    de manera incuestionable la existencia de un aumento demogrfico prcticamente

    generalizado.21

    * * *

    Hemos visto cmo el cuadro 2de la poblacin comarcal en el Bajo Cincasalta sobre el siglo XVI para reflejar un notable retroceso a mediados del siglo

    XVII en la mayora de los lugares y en la propia villa. El XVII es un siglo invocado

    universalmente en su condicin de etapa de estancamiento econmico y

    demogrfico, jalonada por frecuentes episodios crticos. Dentro de un contexto

    internacional y nacional adverso, Aragn presenta varias fechas significativas que

    delimitan los sucesivos factores del retroceso: la primera dcada del siglo se indica

    como la del inicio de la recesin econmica, y la expulsin de los moriscos en 1610

    como uno de los primeros factores de la recesin demogrfica. Desde entonces,acontecimientos de diverso orden contribuyen al empobrecimiento general de

    instituciones y habitantes: el Servicio al Rey Felipe IV votado en las Cortes de

    1626, los sucesos de Fuenterraba y Salses y la nueva guerra de Secesin catalana

    con sus secuelas de devastacin, prdida de fuerza laboral y descapitalizacin del

    campo, todo ello amplificado por la peste de 1648-1654.

    Junto a las anteriores razones se han aducido otras relativas al cambio

    climatolgico, el efecto negativo de las medidas proteccionistas sobre el comercio,

    dictadas por sucesivas reuniones de Cortes y, fundamentalmente, los perodos de

    intensa crisis agrcola situados, otra vez para el conjunto del reino, en 1614-1615,

    1629-1631, 1648-1654 y 1676-1685, con la obligada preocupacin de los concejos

    municipales por el abasto de pan.

    Los datos de poblacin conocidos para Fraga en este contexto matizan la

    brusquedad del descenso. La tendencia alcista del XVI parece continuar en la

    primera dcada del Seiscientos: Juan Baptista Labaa indicaba en 1611 que los

    vecinos de Fraga seguan siendo ms de 500, an despus de expulsar a cuarenta

    y nueve familias moriscas,22mientras por las actas del concejo sabemos que en los

    aos inmediatos siguientes se avecinan en Fraga algunas familias de gascones.23

    Para el ao 1635, un manuscrito del Archivo Histrico Nacional recoge de

    nuevo la cifra redondeada de 500 vecinos,24mientras Flix Otero ha precisado para

    1638 -solo tres aos ms tarde-, que en la visita pastoral de ese ao se anotan 530

    vecinos con 3.000 personas de comunin poco ms o menos.25De este modo, en

    vsperas de la guerra de Secesin se mantendra la tnica alcista del siglo anterior.

    Tendencia que habra cambiado al inicio de la guerra puesto que ya en 1641 un

    documento del Archivo General de Simancas indica que por la relacin que han

    dado los justicia y jurados desta villa ay mil y seiscientas personas de comunin y

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    otras mil menores de edad.26Durante los aos de la guerra habra continuado la

    disminucin hasta situarse en 1644 en las 360 casas27y en 1650 en 214 fuegos

    con motivo de exigirse el pago del Servicio al Rey establecido seis aos antes. 28

    Aunque de nuevo se trata de informacin fiscal, parece evidente que en el descenso

    cierto participaban de nuevo al unsono los factores mortalidad y emigracin.La recuperacin tras la guerra de Secesin sera de nuevo continua aunque

    lenta. En 1675, el insaculador cifra el nmero de casas o fuegos en 375, 29y ocho

    aos despus, segn el libro de las personas de comunin-, el nmero de vecinos

    rondara los 411.30La progresin se confirma cuando el concello general de la villa,

    al tiempo de efectuar una nueva insaculacin en 1685, declara que considerando

    como vecinos a los padres e hijos que de por s tienen bienes propios; y ass

    mesmo los eclesisticos, cavalleros y hijos de algo, y reconocido el memorial de la

    parroquia, se halla, con inclusin de estas personas, ser la vecindad de la villa deFraga y excede de quinientos vecinos.31Estaramos por tanto en el mismo orden

    de magnitud que a fines del siglo anterior, aunque en esta ltima ocasin se optaba

    por ampliar el nmero de vecinos con la finalidad de dar cabida en la insaculacin a

    ms cabezas de familia, y de este modo sumar ms contribuyentes al pago de la

    comisin del insaculador. Si esa cifra global y slo aproximada de vecinos hubiera

    de expresarse en nmero de habitantes, el coeficiente conversor a utilizar para ello

    sera a lo sumo de cuatro habitantes por vecino y el monto global se situara,

    seguramente por exceso, prximo a los 2.000 habitantes.De manera que, antes de iniciarse el siglo XVIII, la poblacin de Fraga no

    rebasaba el nivel de fines del XIV, aunque en aquella etapa medieval estuviera

    compuesta por familias de judos, de moros y de cristianos y ahora slo por stos

    ltimos. Adems, los descendientes de aquellos fragatinos que durante siglos se

    haban diseminado en varios poblados del extenso trmino municipal se

    concentraban ahora en el cor de la vila mayoritariamente. Fue aquella una

    demografa estacionaria, de escaso crecimiento vegetativo y fuertes vaivenes

    migratorios, ms ligada y sensible a las persistentes crisis agrcolas, epidmicas y

    financieras que a los efectos perniciosos de la guerra, con suponer sta un elevado

    dficit de brazos, cultivos y animales de labor. Perodos de crecimiento y recesin a

    corto plazo y de estancamiento a largo plazo. Una demografa de tipo antiguo.

    Con todo, es preciso reconocer en Fraga su capacidad para recuperar

    poblacin. La explicacin ha de ser similar a la de cien aos antes: la ausencia de

    epidemias, la mejora econmica y sobre todo el rebaje sustancial de la deuda

    pblica en un cuarenta por ciento desde mediados del siglo XVII. Mientras

    numerosas ciudades y villas aragonesas aparecen estranguladas en sus finanzas y

    persiguen desesperadas una concordia censal que las alivie, -como demuestran los

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    libros de informes del Real Acuerdo-,32 Fraga paga sus pensiones con cierta

    regularidad, luye algunos censos y tardar ms de treinta aos en solicitar

    concordia a las autoridades. Si para el siglo XV nos hemos servido del argumento

    de la deuda para comprender en parte las fugas de poblacin, deberemos aceptar

    para la segunda mitad del XVII que la minoracin de su carga sobre los vecinoscontribuira a su aumento.

    Durante este largo perodo de doscientos aos, Fraga sera una excepcin en

    el contexto comarcal tal como se advierte en la comparacin entre dos fechas

    significativas del Cuadro 2: los aos 1495 y 1718. Entre estas dos fechas, todos

    los pueblos disminuyen el nmero de vecinos excepto Fraga. Moreno Almrcegui

    estudi en su tesis doctoral la evolucin de la poblacin al norte del Ebro en los

    siglos XVI y XVII y concluy que en todo el valle del Cinca, sobre todo en su mitad

    inferior, se haba producido durante este perodo un fuerte retroceso.33

    No parecehaber sido tan acentuado el caso de Fraga por su recuperacin en las ltimas

    dcadas del Seiscientos.

    1.2.3 El perodo de mayor crecimiento. 1715-1860.

    A partir del siglo XVIII las referencias sobre poblacin aumentan, aunque

    proceden de diferentes fuentes que precisan compararse entre s e interpretarse

    adecuadamente. Para una misma fecha, por ejemplo, no es igual el nmero de

    contribuyentes que las autoridades regionales adjudican (encabezan) a los pueblos

    por diferentes razones fiscales, de auxilio militar, etc., que el proporcionado a estas

    mismas autoridades por un ayuntamiento temeroso (y astuto), con nimo de

    ocultar la realidad. Puede ocurrir y ocurre que ninguno de ambos guarismos se

    corresponda con el de contribuyentes reales, extrado ese mismo ao de la fuente

    catastral interna. Segn la intencionalidad de la informacin se computan unos

    vecinos u otros. Segn el inters del declarante, aparece un nmero de

    contribuyentes para uso externo y otro de puertas adentro.

    Si con los datos fiscales se producen disparidades notables, con los

    obtenidos en perodos de guerra ocurre algo similar. Es el caso que nos ocupa,

    puesto que el siglo comienza con una de ellas: la de Sucesin al trono de Carlos II

    en la que Fraga fue escenario blico, aunque secundario. Determinar con

    aproximacin suficiente la poblacin superviviente a la guerra es indispensable para

    medir de forma fiable el crecimiento del Setecientos.

    De manera que, de aquellos ms de quinientos vecinos de 1685, cuando

    luego Fraga se ve inmersa en la guerra se nos indica que permanecen en la villa

    trescientos, y en 1713, una vez concluidas las hostilidades en este territorio, slo

    podrn tenerse por contribuyentes 208 de ellos, al establecerse un nuevo impuesto

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    extraordinario de diez escudos de plata por vecino.34Deducir de estas cifras que la

    guerra redujo el nmero de vecinos a menos de la mitad supondra aceptar una

    hecatombe humana, tomados los datos tal cual. No se puede atribuir credibilidad

    demogrfica a la cifra de los contribuyentes, si se toman stos por vecinos. Debe

    establecerse algn tipo de correccin.Finalizada la guerra y regresadas las primeras familias emigradas, la visita

    pastoral de 1715 seala como habitadas 320 casas y los curas certifican al visitador

    de la dicesis 1.800 personas de comunin.35Naturalmente vuelve a ser una cifra

    redondeada, que adems excluye a los nios menores puesto que no cumplen la

    condicin. Aplicar a ese nmero de individuos de comunin el 25% de aumento

    propuesto por Domnguez Ortiz para los nios menores, parece exagerado recin

    terminada una guerra. Si se reduce el porcentaje al 20%, la poblacin resultante

    rondara los 2.160 habitantes, que podemos entender cercana a la realidad inicialdel perodo. La cifra no es fiscal, tiene en cuenta directamente individuos y la

    corregimos de acuerdo a lo que viene haciendo la historiografa. Parece una cifra

    razonable. Una cifra que no supera las mejores del siglo XVI ni las de la

    recuperacin de finales del XVII. Es decir, la guerra habra estancado de nuevo el

    crecimiento de la poblacin.

    Cuando en 1717 se introduce en Aragn la nica Contribucin, se impone a

    Fraga un cupo a repartir entre 247 contribuyentes.36Es evidente que no todos los

    vecinos eran considerados capaces de contribuir en ese momento, bajo los efectosde la guerra reciente. Antonio Peir lo demostr para el partido de Zaragoza 37 y

    nosotros sabemos que en Fraga su nmero real rebasaba los 247 adjudicados,

    puesto que Lezan seala 327 casas en 1718 y ya he demostrado que el nmero

    de casas era habitualmente inferior al de los vecinos que las ocupaban.38Con todo,

    es importante a nuestro objeto recordar esta cifra fiscal inicial, puesto que servir

    de base a la Intendencia para el cobro de la nica Contribucin durante la mayor

    parte del siglo, pese al aumento de vecinos reflejado en sucesivos catastros. En

    consecuencia, la distancia entre la categora contribuyente para el cupo externo y

    la categora vecino real se agrandar de un catastro al siguiente.

    As, en el primero conservado, que debe fecharse en 1730, el nmero de

    contribuyentes laicos con hacienda es de 352, (Estado Llano ms Infanzones) a los

    que se aaden otros 104 que no poseen hacienda y contribuyen slo por su

    trabajo; si se suman las viudas y pupilos catastrados el total asciende a 508

    contribuyentes. No figura en el documento ningn eclesistico. Una cifra que dobla

    ya el cupo de la Intendencia. Estos 508 contribuyentes son individuos reales, con

    nombre y apellido. Vemos por tanto cmo de puertas adentro las cifras se

    aproximan ms a la realidad. Si la damos por buena, aceptaremos que al iniciarse

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    la tercera dcada del siglo Fraga habra recuperado el nivel poblacional anterior a la

    guerra, como de hecho sabemos ocurri en el contexto aragons y cataln.39 La

    ciudad volva a estar habitada por aquellos ms de quinientos vecinos.

    Dos dcadas despus, en 1751, el catastro sigue detallando a los Infanzones

    y al Estado llano, incluso los jornaleros, aunque sin eclesisticos, pese a suobligacin legal de aparecer catastrados en esta ocasin. Si incluimos a estos

    ltimos que conocemos por otras fuentes-, se obtienen 572 contribuyentes

    ubicados en 510 casas. Con estos datos se advierte que el crecimiento de la

    primera mitad del siglo es desde luego cierto aunque todava muy lento.

    Para su segunda mitad, las informaciones ms verosmiles de entre las que

    manejamos seran las siguientes: en agosto de 1769, cuando se ha recontado el

    Censo de Aranda, los mdicos de Fraga piden al ayuntamiento el aumento de su

    conducta de acuerdo con el aumento de familias y moradores producido en losltimos aos, peticin a la que se accede.40 En 1772, el libro cobratorio de la

    contribucin recoge 768 contribuyentes; de ellos 110 son terratenientes forasteros

    de pueblos vecinos, 13 antiguos vecinos residentes ahora en otras localidades y

    otros trece son instituciones religiosas y cofradas, que no pueden tomarse

    literalmente como vecinos. Por tanto, resultan 632 contribuyentes laicos, con cuota

    asignada o sin ella, distribuidos por calles y estados.41 Y aunque en la visita del

    obispo tres aos ms tarde se indica que el nmero de vecinos ronda casi los

    800,42

    la cifra parece excesiva adems de redondeada. Ms fiable resulta la quepara 1776 atribuye a Fraga un nuevo vecindario regional recogido por Lezan: 723

    vecinos; dato corroborado poco despus por la Audiencia de Zaragoza.

    Una dcada ms tarde, en 1786, se da la cifra, tal vez de nuevo

    redondeada, de 850 familias que habitan 748 casas y, al ao siguiente, se lleva a

    cabo el censo de poblacin general de Espaa de mayor fiabilidad en el siglo XVIII.

    Es el Censo de Floridablanca que proporciona la cifra de habitantes en lugar de la

    de vecinos como se haca hasta entonces y atribuye a la ciudad 3.908 personas,

    distribuidas en grupos de edad, sexo, estado y profesin. En esta ocasin es posible

    calibrar la correspondencia entre las tres variables: familias o vecinos, casas

    habitadas por ellos y nmero de individuos que las componen.

    stas ltimas son, por tanto, dcadas de un crecimiento notable, superior al

    de la primera mitad del siglo y sostenido a un ritmo similar durante algunos aos

    ms, pese a que pronto asoman los primeros aos malos: en 1788 el obispo de

    Lrida se haca cargo del tercio de contribucin correspondiente nada menos que a

    680 vecinos indigentes. Una situacin percibida por las autoridades locales como

    peligrosa, respecto de no ser suficiente la produccin del momento para la

    subsistencia de tan crecido nmero de vecinos y habitadores.

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    Tal vez por ello, en 1793, el regidor decano advierte del riesgo que supone

    para la subsistencia haber rebasado ya las mil familias. Una nueva cifra redonda y

    contundente lanzada en sesin plenaria del ayuntamiento como advertencia

    interesada a la vez que responsable. Se estaba rebasando el equilibrio deseable

    entre poblacin y produccin? Es posible. Pero, con todo, aquel regidor exagerabaal situar la poblacin por encima de las mil familias, pues al mes siguiente, en carta

    del propio ayuntamiento al intendente, se precisaba que el vecindario ascenda a

    870 vecinos con un total de 4.236 personas. La carta insista en la pobreza de una

    poblacin cuyas dos terceras partes deben comprar el pan diariamente por la mala

    cosecha del ao y por el nmero excesivo de personas de que se compone este

    pueblo, que la mayor parte son miserables.43

    La coyuntura agrcola de la dcada final del siglo pudo ser en Fraga

    decepcionante, como sabemos lo fue en el resto de Aragn.44

    El esperado aumentode las cosechas con una proyectada extensin del regado fracasaba aqu de

    momento y, cuando ms preciso era el concurso del agua, la nueva acequia

    construida en el secano permaneca abandonada. Confirmando el cambio de

    tendencia, el nuevo Censo de Godoy-Larruga daba en 1797 un nmero menor que

    el sealado en fecha anterior: slo 850 vecinos.45 Al ao siguiente el Rey pide

    cuentas de lo realizado en cada pueblo respecto de la conservacin de montes y

    plantos, y el ayuntamiento responde que el de los vecinos seculares, obligados a

    plantar cinco rboles cada uno, es 771.46

    An aadiendo a stos los exentos y loseclesisticos, la poblacin se vea disminuir y no rebasaba ya, el ltimo ao del

    siglo, la cifra de los 4.000 habitantes. La prolongada crisis agrcola no permita

    mantener un crecimiento humano sostenido. El cambio de coyuntura se habra

    producido a tono con el contexto general, desde los primeros aos malos a fines

    de la dcada de los ochenta. Y apenas cambiara el signo desfavorable hasta la

    irrupcin de una nueva guerra en 1808.

    * * *

    Durante la primera dcada del siglo XIX y hasta el inicio de la guerra de la

    Independencia, cuantas veces se solicita al ayuntamiento el nmero de vecinos da

    rutinariamente la misma respuesta: el vecindario de 1797, es decir 850 vecinos,

    por ms que el monto real de habitantes fuera cada vez menor.47Habituados ya a

    las encuestas peridicas y ante el estancamiento evidente de su poblacin, los

    regidores repetan las cifras del censo anterior mientras llegaba el siguiente.

    Una vez iniciado el conflicto, en 1809, con el arribo a Fraga de las tropas

    francesas se repite el fenmeno migratorio de la guerra de Sucesin, tal como

    relata un memorial al contador general de propios.48Dos aos despus, en 1811,

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    31

    un decreto remitido por el gobernador de Zaragoza exige tan slo 257

    contribuyentes.49El oficio designa a Fraga cabeza de distrito y se le agregan varios

    pueblos y aldeas. A la ciudad se le consideran los 257 vecinos (tiles a efectos

    contributivos) y al total de pueblos del distrito 617 contribuyentes.50No es que la

    poblacin haya sido masacrada; se trata de aquella vieja cifra de uso fiscal que enabsoluto puede tomarse como nmero de vecinos, y sern las fuentes de carcter

    interno las que reflejen mejor la realidad.

    Descontadas las prdidas de la guerra, un nuevo listado realizado por el

    ayuntamiento constitucional detalla 807 contribuyentes para el reparto de la

    contribucin de subsistencias, incluyendo en l a los pobres de solemnidad, que

    obviamente nada pagarn. Esa es la cifra que nos da una idea aproximada de las

    consecuencias de la guerra. El efecto combinado de emigracin y mortandad ha

    diezmado la poblacin. Pero no ha producido una hecatombe demogrfica.Lamentablemente, el fin del conflicto no corta la sangra migratoria. En los

    aos de posguerra la contribucin reclamada desde la Intendencia y las cartas de

    pago exigidas por partidas militares siguen empobreciendo a la poblacin y obligan

    de nuevo a numerosas familias jornaleras a sobrevivir en lugares de menor riesgo.

    As lo expone un ayuntamiento desesperado al intendente: ... V. S. decidir qu

    partido se ha de tomar en el concepto que de mandar hacer las dos cosas, esto es,

    dar raciones y pagar mensualidades, se sigue indefectiblemente el aniquilamiento y

    destruicin del pueblo como empieza ya a verificarse, expatriando ya muchasfamilias que por falta de cosechas, suma pobreza y agobio de pagos no pueden ya

    subsistir en l.51La verdad se sumaba en este caso al lamento.

    La penosa situacin en la que se encuentra la ciudad se eleva oficialmente al

    capitn general en un detallado informe que desglosa por edad, sexo y estado las

    833 familias que ocupan 800 casas y de las cuales slo 280 podran considerarse en

    ese momento vecinos tiles a efectos contributivos (la eterna obsesin por

    justificar el cupo tradicional). La suma de todos los grupos de edad alcanzaba la

    cifra de 3.181 habitantes incluidos eclesisticos. Es decir, sobre los efectos de la

    guerra se acumulaba el vaciado de algunas familias en sus individuos con capacidad

    de trabajar, emigrados temporalmente. Fraga presentaba ese ao un coeficiente

    real de 3,82 habitantes por familia; el ms bajo de todos los de la etapa.

    El nuevo catastro concluido en 1819 y su libro de industrias confirman la

    situacin, al detallar 838 contribuyentes laicos que declaran poseer 837 casas. Ha

    transcurrido un lustro desde el fin de la guerra y Fraga apenas crece. El nmero de

    sus vecinos permanece estancado y la miseria de muchos produce una

    diferenciacin creciente entre ellos, como apunta el coeficiente de Gini obtenido

    para ese ao. En el mismo sentido, los nuevos empadronamientos realizados a

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    requerimiento de la Intendencia (es decir, para uso externo) pretenden sin duda

    exagerar ambos parmetros. El primero de los recuentos, -que debe fecharse en

    torno a 1822-, ofrece tan solo un total de 814 vecinos y afirma incluir hacendados,

    vecinos con bienes, eclesisticos, viudas y pobres de solemnidad, al tiempo que

    detalla con escasa precisin los oficios de cada cual. Lo que parece ocurrir ahora esque los contribuyentes y en general los supervivientes de la guerra se agrupan en

    un menor nmero de familias, por matrimonios entre solteros y viudos, o entre

    viudos. Tambin por reagrupamiento de hurfanos y parientes que han quedado

    solos en los grupos domsticos de sus familiares.

    El siguiente empadronamiento de 1824 da la cifra global de 821 vecinos, que

    se repite en las fuentes durante los siguientes cuatro aos hasta que, en diciembre

    de 1828, el intendente ordena imperiosamente la confeccin de un nuevo padrn,

    que evite agravios comparativos con otros pueblos del partido.52

    Su ordenconsigue el efecto deseado y Fraga ajusta mejor a la realidad sus comunicaciones

    con el exterior. As, el padrn del ao 1829 ofrece ya una cifra muy superior a la

    anterior, 961 vecinos, con la misma distribucin de Hidalgos, Estado llano y

    Eclesisticos,53 que componen unas 4.200 almas segn otra fuente,54 lo que

    situara el coeficiente conversor prximo a los 4,37 habitantes por vecino. Es decir,

    en slo un lustro el nmero de familias ha aumentado sensiblemente, y el nmero

    de sus miembros tambin.

    El crecimiento es ahora continuo y acelerado, de manera que el padrn de1834 contabiliza 1.198 familias y 5.621 habitantes, de donde se obtiene un

    coeficiente real de habitantes por vecino del 4,69, que justifica plenamente nuestra

    anterior eleccin de coeficiente, aunque el incremento no puede justificarse slo por

    el crecimiento vegetativo. La dcada final del reinado de Fernando VII exige un

    flujo inmigratorio importante que incremente hasta tal punto el nmero de familias.

    En cambio, la siguiente dcada supondra una nueva ralentizacin e

    inversin del proceso, puesto que para el ao 1844, los datos ms fiables ofrecen

    los guarismos de 1.270 vecinos y tan slo 5.028 habitantes.55Ahora, el coeficiente

    resultante ha descendido a 3,96. Es decir, se ha reducido ms de medio punto

    durante la ltima dcada. Situacin que debe relacionarse con las turbaciones

    ocasionadas por la primera guerra Carlista, cuando varios individuos con sus

    familias huyen de Fraga como facciosos y otras emigran a diferentes lugares

    evitando contribuciones de suministros y gastos de fortificacin de la ciudad.

    Concluida la nueva guerra, la tendencia remonta de nuevo cuando algunos

    vecinos regresan y numerosos forasteros van llegando a Fraga, aunque

    permanecen en la ciudad sin empadronarse. En mayo de 1846 el ayuntamiento

    requiere a las nuevas familias que avisen a las autoridades para incluirlos como

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    vecinos.56Ha de tratarse otra vez de familias jornaleras que buscan trabajo en el

    campo o como aprendices u oficiales artesanos, pastores, mancebos tenderos o

    carboneros, actividad esta ltima de notable desarrollo en la localidad a mediados

    de siglo. Cuando en 1857 se realiza el recuento de poblacin ms fiable de los

    efectuados hasta entonces, el nuevo censo alcanza los 7.229 habitantes de hechoque incluyen algunos cientos de trabajadores temporeros, segn certificacin del

    alcalde. En total 1.610 cabezas de familia, con un coeficiente real de 4,1 habitantes

    por familia. Si se acepta la coherencia entre fuentes de diversa procedencia y la

    utilizacin de coeficientes conversores diferentes para fechas distintas, las cifras

    ms fiables de la evolucin secular seran las resumidas en el Cuadro 4 y

    representadas en el Grfico 1:

    Cuadro 4

    POBLACIN, NDICES Y TASAS DE CRECIMIENTO 1715-1860criterio n de Vec/ n de coef. n de coef. ndice tasas de crecimiento

    ao del dato casas casa vecinos estim. Habit. real

    1715=

    100 medio anual

    1715 casas y habitant. 320 1,50 480 2.160* 100

    1718 casas 327 1,50 490 4,5 2.207 102 0,72

    1730 contribuyentes 340 1,50 508 4,5 2.286 106 0,33

    1751 casas y vecinos 510 1,12 572 4,5 2.574 119 0,55

    1772 vecinos 632 4,5 2.844 132 0,48

    1776 vecinos 723 4,5 3.253 151 3,42

    1786 familias 748 1,14 850 4,5 3.825 177 1,63

    1787 habitantes 3.908 181 2,17

    1793 vecinos y hab. 870 4.236 4,87 196 1,35 0,87

    1797 vecinos 850 4,8 4.080 189 -0,93 0,78

    1800 almas 4.000 185 -0,66

    1813 vecinos 807 3,82 3.083 143 -1,93

    1816 familias y hab. 800 1,04 833 3.181 3,82 147 -0,49 -0,52

    1819 cas. contr. y hab. 837 1,00 838 3.313 3,95 153 1,36

    1822 vecinos 814 4,2 3.418 158 1,04

    1824 vecinos 821 4,3 3.530 163 1,62

    1829 vecinos y almas 961 4.200 4,37 194 3,54

    1831 habitantes 4.976 230 8,84

    1832 casas y vecinos 969 1,20 1.166 4,5 5.247 243 5,45

    1834 familias y hab. 1.198 5.621 4,69 260 3,50

    1844 vec. y hab. 1.270 5.028 3,96 233 -1,11

    1857 fam. y hab. 1.610 6.601 4,10 306 2,11

    1860 hab. de derecho 7.013 325 2,04 1,81 0,94

    * Los