cooperacion para el desarrollo (y agrario ii)

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\------ 56 COOPERACION PARA EL DESARROLLO AGRARIO (y II) PROMOCION DE AGRUPACIONES COOPERATIVAS Todo el proceso de desarrollo comunitario menciona- do en la primera parte constituye un sistema vivo de aprendizaje de la cooperación y crea las condiciones más favorables para la iniciación y evolución del cooperativismo agrario, entre otras posibles líneas de asociacionismo de los agricultores y sus familias. Pero resulta evidente que no siempre la promoción coopera- tiva ha de aplazarse hasta que la población afectada haya realizado tan largo recorrido, pues, por una parte, la urgencia de los problemas de los agricultores suele ser tal que, con frecuencia, la constitución de una agrupación cooperativa debe ser el primer proyecto comunitario que aborde una población dada. Por otra parte, las situaciones de partida, en lo que a prepara- ción y experiencias de las personas se refiere, pueden ser muy diferentes y permiten ritmos de progreso más o menos rápidos. Pero lo que en todo caso resulta claro es que la promoción y constitución de la entidad cooperativa debe responder a los mismos criterios expuestos para las acciones comunitarias, pues, en definitiva, se trata de un proyecto de desarrollo comunitario especial- mente complejo. La cuestión es de extraordinaria importancia, pues muchas cooperativas y agrupaciones similares llevan en sí mismas, desde su nacimiento, el germen del fracaso, absoluto o relativo, con lo que ello significa de perjui- cio para los directamente afectados y de desprestigio de la fórmula asociativa. Es preciso partir de que el nacimiento de una agru- pación de este tipo es, normalmente, delicado y con frecuencia «resulta un parto doloroso en el que con- vergen inexperiencia, escasa formación, precedentes negativos, descapitalización, elevados costes financieros, dura competencia de las empresas mercantiles y otras dificultades, hasta el punto de que el alumbramiento y primera evolución de la entidad podrían calificarse de pequeño milagro». (F. España. Análisis de causas de fracaso de agrupaciones agrarias). Pero todas esas circunstancias y dificultades deben ser analizadas y conscientemente asumidas por los agri- cultores afectados, superándolas con voluntad firme y pragmatismo riguroso. El camino no es la «creación» de cooperativas «a la ligera», ni desde instancias ajenas a los agricultores, ni con el simple propósito de conse- guir determinadas ayudas institucionales. Sería fabricar criaturas enfermas de muy dificil recuperación posterior. Tampoco son suficientes los buenos deseos escasa- mente comprometidos ni una aceptación genérica de la necesidad cooperativa, y mucho menos cuando se basan en formulaciones fundamentalmente emocionales: «la unión hace la fuerza», «la eliminación de interme- diarios», etc. Una actividad tan compleja y trascen- dente como es la constitución de una sociedad-empresa cooperativa parece que debe contar con soportes más sólidos. Muchas interrogaciones suscita el tema de la promo- ción de una cooperativa: ¿Han analizado los agriculto- res la problemática que les afecta? ¿Están convencidos de la validez de la opción cooperativa como vía de superación de sus limitaciones? ¿Conocen y asumen el espíritu y principios de la misma, así como los com- promisos que de ella se derivan? ¿Han analizado los aspectos principales de su legislación básica y conexa? ¿Cómo se redactan los estatutos y otras normas de régimen interior? ¿Se adoptan medidas adecuadas para que los futuros socios venzan las inevitables dificultades de las primeras etapas, derivadas de la inexperiencia, de una previsible presión social negativa o de la agre- sividad de agentes comerciales exteriores, por ejemplo? ¿Se valoran las características de las diversas fórmulas asociativas posibles, para elegir la más adecuada a las circunstancias de los afectados'? ¿En base a qué cono- cimientos o estudios específicos se determina la dimen- sión de la empresa, su financiación, su ámbito de ope- raciones o el volumen de las mismas? ¿Cómo se analiza y establece la naturaleza, condiciones técnicas y ubicación de las inversiones a realizar? Y así podría- mos continuar preguntando. Lo que vaya a ser la futura entidad queda determi- nado en buena medida desde estos primeros pasos. Por su especial significación, parece obligado incidir en la naturaleza especial de la cooperativa y aportar algunas reflexiones relativas a su constitución, desde la doble perspectiva de empresa y de sociedad de personas. La cooperativa es una entidad para la satisfacción solidaria de necesidades de los socios, en base al esfuerzo mutuo y a una estricta democracia económica y funcional. Pero el evidente carácter humanista de esta forma de sociedad no debe hacer olvidar que sus fines se lograrán a través de la empresa que en ella se sustenta; empresa que, como tal, tendrá que crearse un espacio compitiendo con otras empresas —frecuente- mente bien dotadas en personas, medios y estructura—, para lo cual necesitará una adecuada configuración y gestión. «Las cooperativas son, de manera primordial, empresas comerciales y deben triunfar como tales o dejar de existir. Por otra parte, una cooperativa deca- dente no podría tener influencia positiva desde el punto de vista social». (A. F. Laidlaw Las cooperati- vas en el año 2000).

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COOPERACION PARA EL DESARROLLO

AGRARIO (y II)

PROMOCION DE AGRUPACIONESCOOPERATIVAS

Todo el proceso de desarrollo comunitario menciona-do en la primera parte constituye un sistema vivo deaprendizaje de la cooperación y crea las condicionesmás favorables para la iniciación y evolución delcooperativismo agrario, entre otras posibles líneas deasociacionismo de los agricultores y sus familias. Peroresulta evidente que no siempre la promoción coopera-tiva ha de aplazarse hasta que la población afectadahaya realizado tan largo recorrido, pues, por una parte,la urgencia de los problemas de los agricultores sueleser tal que, con frecuencia, la constitución de unaagrupación cooperativa debe ser el primer proyectocomunitario que aborde una población dada. Por otraparte, las situaciones de partida, en lo que a prepara-ción y experiencias de las personas se refiere, puedenser muy diferentes y permiten ritmos de progreso máso menos rápidos.

Pero lo que en todo caso resulta claro es que lapromoción y constitución de la entidad cooperativadebe responder a los mismos criterios expuestos paralas acciones comunitarias, pues, en definitiva, se tratade un proyecto de desarrollo comunitario especial-mente complejo.

La cuestión es de extraordinaria importancia, puesmuchas cooperativas y agrupaciones similares llevan ensí mismas, desde su nacimiento, el germen del fracaso,absoluto o relativo, con lo que ello significa de perjui-cio para los directamente afectados y de desprestigio dela fórmula asociativa.

Es preciso partir de que el nacimiento de una agru-pación de este tipo es, normalmente, delicado y confrecuencia «resulta un parto doloroso en el que con-vergen inexperiencia, escasa formación, precedentesnegativos, descapitalización, elevados costes financieros,dura competencia de las empresas mercantiles y otrasdificultades, hasta el punto de que el alumbramiento yprimera evolución de la entidad podrían calificarse depequeño milagro». (F. España. Análisis de causas defracaso de agrupaciones agrarias).

Pero todas esas circunstancias y dificultades debenser analizadas y conscientemente asumidas por los agri-cultores afectados, superándolas con voluntad firme ypragmatismo riguroso. El camino no es la «creación»de cooperativas «a la ligera», ni desde instancias ajenasa los agricultores, ni con el simple propósito de conse-guir determinadas ayudas institucionales. Sería fabricarcriaturas enfermas de muy dificil recuperación posterior.

Tampoco son suficientes los buenos deseos escasa-mente comprometidos ni una aceptación genérica de la

necesidad cooperativa, y mucho menos cuando sebasan en formulaciones fundamentalmente emocionales:«la unión hace la fuerza», «la eliminación de interme-diarios», etc. Una actividad tan compleja y trascen-dente como es la constitución de una sociedad-empresacooperativa parece que debe contar con soportes mássólidos.

Muchas interrogaciones suscita el tema de la promo-ción de una cooperativa: ¿Han analizado los agriculto-res la problemática que les afecta? ¿Están convencidosde la validez de la opción cooperativa como vía desuperación de sus limitaciones? ¿Conocen y asumen elespíritu y principios de la misma, así como los com-promisos que de ella se derivan? ¿Han analizado losaspectos principales de su legislación básica y conexa?¿Cómo se redactan los estatutos y otras normas derégimen interior? ¿Se adoptan medidas adecuadas paraque los futuros socios venzan las inevitables dificultadesde las primeras etapas, derivadas de la inexperiencia,de una previsible presión social negativa o de la agre-sividad de agentes comerciales exteriores, por ejemplo?¿Se valoran las características de las diversas fórmulasasociativas posibles, para elegir la más adecuada a lascircunstancias de los afectados'? ¿En base a qué cono-cimientos o estudios específicos se determina la dimen-sión de la empresa, su financiación, su ámbito de ope-raciones o el volumen de las mismas? ¿Cómo seanaliza y establece la naturaleza, condiciones técnicas yubicación de las inversiones a realizar? Y así podría-mos continuar preguntando.

Lo que vaya a ser la futura entidad queda determi-nado en buena medida desde estos primeros pasos.

Por su especial significación, parece obligado incidiren la naturaleza especial de la cooperativa y aportaralgunas reflexiones relativas a su constitución, desde ladoble perspectiva de empresa y de sociedad depersonas.

La cooperativa es una entidad para la satisfacciónsolidaria de necesidades de los socios, en base alesfuerzo mutuo y a una estricta democracia económicay funcional. Pero el evidente carácter humanista deesta forma de sociedad no debe hacer olvidar que susfines se lograrán a través de la empresa que en ella sesustenta; empresa que, como tal, tendrá que crearse unespacio compitiendo con otras empresas —frecuente-mente bien dotadas en personas, medios y estructura—,para lo cual necesitará una adecuada configuración ygestión. «Las cooperativas son, de manera primordial,empresas comerciales y deben triunfar como tales odejar de existir. Por otra parte, una cooperativa deca-dente no podría tener influencia positiva desde elpunto de vista social». (A. F. Laidlaw Las cooperati-vas en el año 2000).

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Desde esta perspectiva, parece lógico que los agricul-tores iniciadores de la cooperativa deban plantearseaspectos tan importantes como la financiación, haciendolos esfuerzos personales necesarios y recurriendo a lasfuentes ajenas en la medida imprescindible y razonable.Lo contrario puede lastrar la entidad naciente y com-prometer su futuro, aparte del desfavorable efecto psi-cológico que supone una ficticia disminución de res-ponsabilidades del socio, tanto económicas como departicipación.

El estudio de los mercados y sectores con los queoperará la empresa constituye otro de los capítulos aprever y resolver. Asimismo, será necesario: el estable-cimiento de un sistema contable y de un esquema deorganización interna adecuados a las características dela entidad; el inicio de una primera planificación deobjetivos y fases que permita operar con márgenesrazonables de seguridad, compatible con una vocaciónde crecimiento; la consideración de otras posibles acti-vidades a cooperativizar, con las consiguientes previsio-nes en la estructuración de la empresa; la incorpora-ción a la misma de los cuadros directivos, técnicos yprofesionales que puedan ser precisos, inversión éstaabsolutamente necesaria y, sin embargo, no siemprevalorada por los agricultores en sus justos términos; elestablecimiento de sistemas de control y evaluación decalidades de productos y servicios; etc.

No son menos ni de menor importancia los aspectossocietarios que los fundadores de la entidad deberánconsiderar. Además de algunos ya apuntados, vale lapena reseñar:

Dudoso porvenir tendrá una cooperativa que seconstituye, por ejemplo, con el único objetivo de ven-der bien los años excedentarios o de dar salida a losproductos de inferior calidad o peor aceptación por elmercado. Sin llegar a estos extremos, la simple idea deconseguir unos céntimos más en el precio del producto,tampoco es motivación suficiente, pues puede desapa-recer en cuanto alguien mejore la oferta en otroscéntimos.

Es fundamental que los nuevos socios valoren ade-cuadamente la potencialidad de las fórmulas cooperati-

vas como instrumentos de defensa y acción de losagricultores; que los céntimos, el pequeño interésinmediato, no sean obstáculo para la creación deestructuras sólidas, de un patrimonio operativo del quemuchas cosas del sector agrario y de su evoluciónpueden depender. Para ello es necesaria la comprensiónde algunos fenómenos económicos y sociales, y estacomprensión es también imprescindible para aceptaruna serie de principios técnicos y empresariales, asícomo una autolimitación de la libertad individual ynuevas responsabilidades en beneficio colectivo.

En definitiva, integrarse como miembro de unacooperativa no consiste simplemente en adquirir unaparticipación de una empresa; es asumir un ideario yunas convicciones, y actuar en consecuencia.

Todo el sistema cooperativo está basado en la parti-cipación directa de los socios, tanto en las actividadesque constituyen el objeto social de la entidad como ensu gobierno y control. La participación democrática delos socios en la gestión de la agrupación no sólo es unprincipio cooperativo teórico; constituye una necesidadpráctica, ineludible, que se deriva de la especial natura-leza de este tipo de sociedades. Sin participación nohay verdadera cooperativa, pues falta identificación delos socios con el objeto, el espíritu y la vida de laentidad. Y hay que señalar que una «participación» deaceptación rutinaria de decisiones o de colaboración entanto la entidad vende o compra mejor, no son sufi-cientes por la debilidad que generan.

En consecuencia, es fundamental que todo el procesoconstituyente de una cooperativa se realice en base aun verdadero protagonismo de los iniciadores y queéstos establezcan y plasmen en las correspondientesnormas sociales los fundamentos y los procedimientosprácticos de participación en la vida societaria y eco-nómica de la entidad.

Muchos de los problemas de bastantes agrupacionesderivan de deficiencias en estas cuestiones desde supropio origen. Tal es, por ejemplo, la falta de identifi-cación entre socios-entidad, que se manifiesta en absen-tismo en las actividades sociales, en «infidelidad» en laentrega de productos, en críticas destructivas fuera de

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la agrupación, en conflictos internos, en rechazo acompromisos económicos o en referencia genérica a lacooperativa como si se tratara de algo distinto de lospropios socios y de sus intereses.

Aceptada la participación personal de los socios enla gestión de la cooperativa como característica intrín-seca de esta fórmula societaria, surge una nueva nece-sidad derivada: la formación. La propia constitución deuna cooperativa —y, por supuesto, su posteriorfuncionamiento— deben plantearse como hechos for-mativos. El proceso inicial, entendido como algo másque la preparación de una documentación para obtenerun número en el Registro de Cooperativas, debe tenerla duración suficiente para que los socios alcancen unamadurez básica en relación con la importante tareaque van a emprender; ha de ser un verdadero procesode formación activa de cooperativistas. La improvisación,las prisas o lo que pudiéramos llamar «paternalismointelectual» en aras de una pseudoeficacia, limitan lasoportunidades de formación de los futuros socios paraser ellos mismos su cooperativa y para saber cómoconducirla de ahí en adelante.

Quienes asuman tareas de promoción de cooperati-vas deben tener muy en cuenta estas cuestiones. Losservicios de extensión agraria, en cuya experiencia meapoyo, han podido comprobar en su amplia actividadde promoción la validez de estas afirmaciones.

EVOLUCION Y DESARROLLO DE LASAGRUPACIONES COOPERATIVAS

Superadas las dificultades de la constitución y yainiciado el funcionamiento normal de la cooperativa,empiezan los verdaderos retos para los agricultores. Yase cuenta con un instrumento de trabajo, pero ahorahay que lograr que funcione eficazmente para que cum-pla sus objetivos, y hay que consolidarlo y desarro-llarlo para que pueda seguir haciéndolo —y haciéndolomejor— indefinidamente, pues, ante los rápidos cambiossociales y económicos, lo que no progresa retrocede.

Van a continuación un conjunto de reflexiones refe-rentes tanto a los aspectos empresariales como a lossocietarios de una cooperativa en evolución.

La empresa cooperativa, en cuanto alcance determi-nados volúmenes de actividad, necesita disponer depersonal cualificado. En algunas cooperativas no existeun aparato de gestión diferenciado de los propiosórganos de gobierno, lo que parece corresponderse conuna visión corta y localista del cooperativismo, sinaspiraciones a que éste alcance una posición fuertedentro del sistema económico. La honradez de gestiónes imprescindible, pero no suficiente; hacen falta profe-sionales expertos e indentificados con el sistema coope-rativo. Es necesario dar a este tipo de inversión lamayor importancia, así como a la actualización profe-sional de tales cuadros.

Es fundamental que las funciones y responsabilidadesde los equipos de gerencia y de los órganos de repre-sentación y gobierno de la entidad queden perfecta-mente definidas y sean respetadas por ambas partes. Es

necesario un equilibrio que impida la existencia tantode tecnoestructuras prepotentes alejadas de las circuns-tancias de los socios y de los fundamentos cooperati-vos, como de actuaciones empíricas, carentes de infor-mación y sistemática, que frenen iniciativas racionalesy de imprescindible ejecución.

La cooperativa debe nacer con dimensión adecuadaa sus fines y con vocación de evolución. Lo contrarioconduce a una atomización del sector cooperativo enpequeñas empresas —o no tan pequeñas— aisladas ysin perspectivas; atomización que representa un derrochedel conjunto de esfuerzos parciales realizados y propi-cia algo tan inconsecuente como es la autocompetenciacomercial, de la que los agentes no cooperativos sebenefician con comodidad.

La cooperativa debe crecer, como cualquier empresa.Su expansión podrá derivarse del incremento delnúmero de socios y del ámbito de actuación, perotambién del número de actividades cooperativas, deldesarrollo de cada una de ellas —incluido, en su caso,el grado de transformación de los productos—, de lapenetración comercial alcanzada, de los servicios quese implanten para los socios, etc. Otra forma de creci-miento, a la que por su importancia dedicaremos unapartado especial, es la integración cooperativa enacciones o entidades de orden superior.

Como consecuencia del crecimiento, la cooperativatendrá que incorporar nuevas tecnologías aplicables alos productos y servicios, y también a la propia admi-nistración interna, pues ésta habrá de proporcionartotal transparencia a las relaciones económicas socio-entidad. Lógicamente, la cooperativa tendrá que reali-zar nuevas inversiones y necesitará contar con volúme-nes importantes de circulante que le permitan, entreotras cosas, abonar puntualmente anticipos a los sociospor los productos o servicios aportados.

Todo ello está directamente relacionado con otrosdos nuevos aspectos básicos: la necesidad de disponerde estudios que orienten correctamente las actividadese inversiones a emprender y la necesidad de financia-ción creciente. Para abordar este segundo aspecto, laentidad y el propio sistema cooperativo tendrán queplantearse soluciones razonables: la propia capitalizai-ción interna, sacrificando una parte de los retornos; lacaptación del ahorro del sector o de los socios, a tra-vés de fórmulas también cooperativas; la estudiada uti-lización de recursos ajenos; etc., asumiendo el cuerposocial los compromisos en cada caso resultantes.

Finalmente, dentro de este repaso a algunas cuestio-nes importantes de carácter empresarial, es preciso citarla necesidad de las cooperativas de establecer una pla-nificación que oriente el conjunto de sus objetivos,proyectos y actividades, tanto en sus operaciones exte-riores como en la adecuación interna a las mismas;esta planificación es el mejor reflejo del dinamismoempresarial, en contra del anquilosamiento. Por laimportancia creciente de las cooperativas de comercia-lización, se alude a dos cuestiones que afectan espe-cialmente a las mismas y que han de estar implícitasen su planificación: el mantenimiento firme del princi-pio de exclusividad socio-entidad, que supone la obli-

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COOPERATIVA

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gación del socio de canalizar la totalidad de su pro-ducción por la cooperativa, y la adecuación de laoferta de la empresa a las exigencias de los mercados.

Esta segunda cuestión conduce necesariamente alestablecimiento de sistemas de tipificación de productosy de valoración objetiva de calidades —incluida preco-cidad, en su caso— en las liquidaciones a los socios.Pero también, y ello representa un cambio más acu-sado, a desarrollar una verdadera política de orienta-ción de producciones. Dado que los agricultores dispo-nen de los productos en origen, si, además, consiguenocupar espacios importantes en la distribución, supapel en el sistema económico agrario puede llegar aser preponderante, con los consiguientes beneficios paralas personas y para el sector.

Ahora bien, el sistema cooperativo sólo será real-mente sólido si los progresos empresariales se sustentansobre una paralela evolución de los aspectos societa-rios. Lo contrario sería como proyectar grandes cons-trucciones con endeble cimentación. Un primer puntoes el conocimiento por todos los socios de las normassociales de la entidad y su riguroso cumplimiento.

La formación permanente es, como anteriormentehemos indicado, el motor del sistema cooperativo;tanto es así, que constituye uno de sus principios oserias de identidad y que incluso se refleja en la estruc-tura económica de la empresa con un fondo específico.La lógica es aplastante: si la cooperativa ha de serconducida por las personas que la integran, difícilmentepodrán hacerlo sin una formación adecuada y creciente.

Esta formación debe derivarse de la participacióndirecta en una vida societaria rica y del desarrollo deactividades específicas dirigidas a los distintos sectoresde personas que integran la cooperativa, de acuerdocon las funciones que en la misma desempeñan. Estoes, formación de socios y de sus familias para desarro-llar su conciencia cooperativa por el conocimiento delas realidades socioeconómicas en que ellos y la enti-dad están inmersos y de las exigencias que plantean.Formación de los rectores para un correcto desempeñode su función representativa y directiva y para queobtengan un máximo rendimiento de los equipos pro-fesionales de la empresa. Formación y actualización deéstos para que estén a la altura de los mejores.

Una cooperativa, además de cumplir sus fines especí-ficos debe ser un verdadero centro de convivencia yformación y, como consecuencia, un motor del des-arrollo socioeconómico agrario y rural, una plataformamuy válida para alcanzar importantes metas de desa-rrollo comunitario.

Relacionado con las oportunidades formativas queproporciona la participación y con el dinamismo de lavida societaria, se considera fundamental que el mayornúmero posible de socios pueda desempeñar puestos deresponsabilidad. Ello mediante una ágil y prudenterenovación de cargos, —evitando anquilosamiento ocreación de poderes inconvenientes—, y enriqueciendo eltejido social de la entidad con órganos de trabajo yconsulta, más allá de las prescripciones legales estrictas.

La incorporación de agricultores jóvenes comosocios de las cooperativas puede resultar de la mayorimportancia, para ellos mismos y para el dinamismo dela vida societaria. Es fundamental una voluntad deci-dida en este sentido.

Deliberadamente hemos dejado para el final en estesomero repaso el tema de la comunicación y participa-ción de los socios en la gestión y control de las coope-rativas. Sin democracia práctica difícilmente puede des-envolverse el cooperativismo. «El carácter democráticode una cooperativa se puede juzgar por la densidad dela libre circulación de la información destinada a losasociados y por las ocasiones que tienen de actuar eintervenir en la definición de las grandes líneas deactuación». (A. F. Laidlaw. Las coop. en el ario 2000).

Los cooperativistas son socios voluntarios de unaentidad asociativa que les permite seguir conduciendosus asuntos —con las restricciones lógicas que se defi-nen en las reglas de juego—, pero desde la potenciaque les proporciona la unión. La cooperativa son ellos,no otra cosa; toda decisión que se adopte por los órga-nos rectores o de dirección empresarial se legitima encuanto delegación de su soberanía. En estas condicio-nes, parece evidente la importancia de la cuestión quetratamos y la gravedad de su incumplimiento, en sucaso. Quien aprecia que se decide por él, sin siquieraser informado, puede dejar de ser un buen socio o,sencillamente, dejar de ser socio.

Las exigencias técnicas y empresariales, que condu-cen inevitablemente al desarrollo de grandes entidadescooperativas —de amplia base territorial y elevadonúmero de socios— y al tratamiento de los problemasa un nivel que frecuentemente supera la capacidad delagricultor, comportan el riesgo potencial de un distan-ciamiento entre el socio y los centros de decisión. Esfundamental para estas cooperativas eliminar o reduciral mínimo esa distancia con voluntad e imaginación.Muchas fórmulas y métodos son aplicables: edición deboletines y revistas, notas informativas de campaña,cauces automáticos de aportación de sugerencias,estructuras informales de carácter territorial, representa-ciones formales por áreas, órganos de trabajo y con-

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sulta, juntas preparatorias, actividades formativas varias,jornadas de convivencia, servicios múltiples a la explo-tación agraria, servicios de promoción social a nivelfamiliar y comunitario, etc.

LA INTEGRACION COOPERATIVA

Las ventajas de la economía de escala y el propioideario cooperativo no se agotan a nivel local. Lascooperativas están sometidas a la misma dinámica queel resto de la sociedad y de la economía. El sistemacooperativo tiene que crecer para ocupar espacios a sualcance, y luego para mantenerlos y acrecentarlos.

Un cooperativismo de horizonte simplemente localresuelve en primera instancia problemas graves yurgentes, pero pronto queda atado por sus propiasinsuficiencias, particularmente en algunas actividadescooperativas, entre las cuales la comercialización agra-ria puede ser un buen ejemplo. Incluso grandes agru-paciones descubren pronto sus límites, que se amplia-rían sólo estrechamente si aumentaran más su volumeneconómico y el número de sus socios, aparte de queeste crecimiento no puede ser indefinido. Es necesario,por tanto, ir sustituyendo la idea de «la cooperativa»como meta por la del «sistema cooperativo», resultantede la integración de las unidades de base, que no obs-tante mantienen su propia personalidad y estructura.

Esta fórmula permite alcanzar las magnitudes empre-sariales y de intervención necesarias en el sistema eco-nómico, a la vez que mantiene la vinculación y elcontacto personal del socio con su entidad de base.Dos condiciones imprescindibles.

El cooperativismo español viene haciendo un granesfuerzo en esta línea durante los últimos años, y ten-drá que seguir haciéndolo, pues, con frecuencia, elindividualismo de las agrupaciones puede ser tan estérilcomo el de las personas y, a veces, más peligroso.

El ingreso de España en la Comunidad EconómicaEuropea constituye un estímulo adicional al proceso deintegración cooperativa, al tener que competir nuestrosagricultores con entidades cooperativas perfectamenteestructuradas desde la base e integradas en poderosasorganizaciones —frecuentemente de carácter nacional—que controlan íntegramente o en elevadas cuotas lasventas de los principales productos agrarios y buenaparte de las compras, así como una fracción notable ycreciente de la industria agroalimentaria. Más de diezmillones de agricultores, socios de unas cuarenta milagrupaciones, en buena parte integradas en un númerorelativamente pequeño de grandes centrales cooperati-vas, deben ser motivo serio de reflexión. Y más si sevalora su grado de intervención en subsectores clave delos respectivos países, como son por ejemplo: 75 por100 de la comercialización de leche y derivados enBélgica, 83 por 100 de las frutas y hortalizas enHolanda, 90 por 100 del jamón de Dinamarca, 100por 100 de recogida de leche en Irlanda, 79 por 100de la leche comercializada e industrializada en Alema-nia y 52 por 100 de los cereales, 70 por 100 de reco-

gida de cereales en Francia y 88 por 100 de la comer-cialización y transformación de algunas frutas. (ComitéGeneral de la Cooperación Agrícola de la C.E.E.COCECA. Las cooperativas agrícolas en la ComunidadEconómica Europea 1977-1979).

Varias pueden ser las fórmulas de integración coope-rativa: desde la fusión de agrupaciones a la constitu-ción de entidades de segundo o superior grado, desdelos conciertos intercooperativos a la simple creación yutilización de determinados servicios especializados. Loimportante es el hecho mismo y su dinámica, quepueda permitir el acceso a niveles de alta vinculaciónentre entidades incluso habiendo partido de fórmulas yacciones sencillas.

Si bien no se trata de una integración económica oempresarial, parece oportuno hacer alguna alusión eneste apartado a las organizaciones —Uniones yFederaciones— con fines de representacion, defensa deintereses generales y prestación de servicios a las coopera-tivas, que configuran el movimiento cooperativo. Con al-guna frecuencia, colectivos de agricultores que han conta-do con asistencia exterior intensa y cualificada en la pro-moción de una nueva agrupación agraria, perciben unareducción en el apoyo a partir de la constitución dela misma, quizá cuando más la necesitan.

Es tal la diversidad y creciente complejidad de lasmaterias que afectan a las cooperativas, que resultaimposible o muy gravoso para cada entidad ocuparsede todas ellas. El sistema cooperativo puede y debedar sus propias respuestas a estas necesidades, configu-rando estructuras de integración no económica que,además de la defensa de los intereses generales de lasagrupaciones, les proporcionen servicios varios, comoson, por ejemplo: recopilación, tratamiento y distribu-ción de información y documentación; asesorías jurí-dica, fiscal y laboral; seguridad social; orientaciónfinanciera; oficina de proyectos; organización y admi-nistración; auditorías y estudios económicos; formacióncooperativa; animación sociocultural; etc. Todo un con-junto de oportunidades que las cooperativas puedenponer a su disposición si se lo proponen.

La realidad de la cooperación y la agricultura degrupo españolas nos muestra ejemplos admirablesdesde el punto de vista empresarial y societario, a lavez que innumerables insuficiencias y deficiencias. Elsector agrario y el sector cooperativo tendrán queseguir haciendo un serio esfuerzo de reflexión y acciónpara utilizar las amplias oportunidades que el asocia-cionismo en general y el cooperativismo en particularofrecen como instrumentos de desarrolló socioeconó-mico de nuestros agricultores, de nuestra agricultura ydel mundo rural.

Los poderes públicos habrán de respaldar eseesfuerzo —sin interferirlo ni sustituirlo—, en razón delas circunstancias en que se produce y de la funcióneconómica y social que persigue. La propia Constitu-ción Española así lo establece.

Luis Carazo García-OlallaJefe de la Sección de Desarrollo de Comunidades del S.E.A.

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