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“Año del Fortalecimiento del Estado Social y Democrático de Derecho”
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“Normatividad, Supervisión Bancaria y Desarrollo de Mercados Financieros Rurales”
Conferencia Dictada por
Lic. Haivanjoe NG Cortiñas
Superintendente de Bancos de la República Dominicana
En
Reunión Latinoamericana sobre el Financiamiento Agrícola y Rural 2012: “Fortaleciendo los
sistemas financieros rurales frente a los actuales desafíos del desarrollo agrícola
latinoamericano”
29 de Marzo del 2012
Santo Domingo, D. N.
Buenos días,
Agradecemos la oportunidad que nos brinda la Asociación Latinoamericana de
Instituciones Financieras para el Desarrollo (ALIDE) y el Banco Agrícola de la República
Dominicana de participar en este foro que tiene como objetivo evaluar los obstáculos y
oportunidades de mejoras que representan las normativas actuales que regulan al Sistema
Financiero Dominicano, frente al desarrollo de mercados financieros rurales en la República
Dominicana, considerado uno de los factores críticos para aumentar la movilización de
recursos financieros para el desarrollo agrícola y rural.
Dentro de este contexto, es preciso hacer una breve reflexión sobre la Importancia de la
Regulación Financiera para el buen desempeño de la economía y el crecimiento de los
sectores productivos que la componen.
La regulación surge como respuesta a las fallas que el libre mercado en su versión más pura
genera, las cuales se asocian a factores tales como las asimetrías de información, a la
posibilidad de ejercer poder de mercado (monopólico o monopsónico), de asumir un
excesivo nivel de riesgo, a los conflictos de intereses entre las partes de una relación
contractual, a las externalidades que surgen, entre otros factores.
En el ámbito del Sistema Financiero, el propósito fundamental de la regulación es promover
la efectiva y eficiente asignación de recursos y acumulación de capital, mientras se
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mantiene la seguridad y solidez de las instituciones financieras que captan depósitos del
público. En este sentido, la regulación y supervisión bancaria no sólo buscan proteger los
ahorros de los depositantes, sino asegurar la estabilidad y la salud del sistema financiero, lo
cual es vital para garantizar el funcionamiento adecuado del sistema de pagos y promover
el desarrollo económico y social.
La regulación financiera debe ser estable y oportuna. Estable para propiciar un entorno
financiero seguro -reducir la incertidumbre-, que favorezca inversiones de largo plazo y flujos
de recursos hacia los sectores de mercado más atractivos; y oportuna, de modo que se
ajuste a las necesidades del mercado, así como a las mejores prácticas internacionales. En
este sentido, el desafío de los reguladores es combinar la estabilidad del marco general de
regulación con la flexibilidad en el diseño y aplicación de nuevos instrumentos, consistente
con los estándares internacionales de una banca globalizada que cada día desarrolla
operaciones más complejas.
La regulación establece las normas y lineamientos mínimos que deben acatar las entidades
de intermediación financiera para operar en un entorno saludable. Con el proceso de
supervisión se busca que las entidades financieras gestionen sus riesgos acorde a su perfil de
negocio sin poner en peligro los recursos captados de terceros.
En este sentido, la misión de la Superintendencia de Bancos, es asegurar la estabilidad,
solvencia y eficiencia del sistema financiero y proteger a los usuarios del mismo, mediante
una supervisión efectiva, contribuyendo de esta manera al desarrollo económico y social
de la República Dominicana. En efecto, su principal preocupación es salvaguardar los
depósitos del público, ya que de cada RD$100 pesos de patrimonio del Sistema Financiero,
RD$90 provienen de depósitos de terceros, es decir, de una masa de depositantes
ascendente a 6.3 millones de personas físicas y jurídicas al cierre del año 2011.
El rol del supervisor bancario es evaluar y dar seguimiento a los niveles de solvencia y gestión
de las entidades de un modo consistente con su función supervisora, es decir, diseñando y
aplicando sistemas de análisis que ayuden a prevenir y que permitan reducir el número,
importancia y costo de las eventuales crisis que puedan perturbar significativamente las
funciones y la estabilidad del sistema financiero.
Consciente de la importancia que para el desempeño del Sistema Financiero Dominicano
representa contar con un marco regulatorio robusto, que permita monitorear de cerca el
comportamiento a nivel individual y agregado de las entidades de intermediación
financiera, y de acuerdo a las atribuciones que la Ley Monetaria y Financiera No.183-02 le
confiere, la Autoridad Monetaria y Financiera, desde el año 2005, ha revisado, modificado y
emitido un conjunto de 23 reglamentos, los cuales han permitido establecer una sana
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gestión de las entidades y un régimen de gobernanza efectivo, además de sentar las bases
para la implementación del modelo de Supervisión Basada en Riesgos, conforme a las
mejores prácticas bancarias y estándares internacionales.
Dentro de las normas que impactan al sector agropecuario, se destaca el Reglamento de
Evaluación de Activos (REA), en el cual se definen los criterios y metodología que deben
seguir las entidades de intermediación financiera para la medición y evaluación del riesgo
asociado a los deudores y tenedores de inversiones. En ese tenor, el REA establece la
calificación y aprovisionamiento de los créditos en función del riesgo de la empresa
deudora, estableciendo como norma la evaluación de la capacidad de pago de los
deudores con obligaciones superiores a RD$15 Millones en función de la información
financiera auditada por firmas de auditores y la constitución de las garantías como la base
para que las mismas puedan ser utilizadas para mitigar provisiones. Otro componente de la
regulación que involucra al sector es el Reglamento de Adecuación Patrimonial en el cual
se establece una ponderación de 100% de la cartera de crédito no garantizada por
hipotecas, dentro de la que figura en la mayoría de los casos, los préstamos otorgados al
sector agropecuario.
Como Superintendente de Bancos, aprovecho este escenario para desmontar un tabú
ampliamente arraigado entre los productores agrícolas, el cual refiere que la regulación del
Sistema Financiero Dominicano impone trabas al financiamiento del sector agrícola.
Vale destacar, que las normas prevalecientes en la República Dominicana, no establecen
ningún tipo de barrera o discriminación según sector de la economía. Dentro de este marco
regulatorio, las personas físicas o empresas que se dedican a la producción agrícola se
encuentran con barreras no impuestas por la regulación en sí misma, sino intrínsecas a la
naturaleza de sus operaciones y del mercado en el que operan. Los riesgos inherentes al
sector tienden a ser elevados debido a problemas de información asimétrica, a factores
climáticos, biológicos, geológicos, entre otros, que inciden directa e indirectamente en la
producción agrícola, los cuales son considerados por las entidades de intermediación
financiera al momento de realizar cualquier desembolso crediticio.
A partir del año 2009 y con el objetivo de mitigar el posible impacto de la crisis financiera
internacional en el Sistema Financiero Dominicano, las exigencias del Reglamento de
Evaluación de Activos sólo se limitan al mantenimiento de un buen historial de pago en el
Sistema Financiero, lo que facilita el otorgamiento de créditos no garantizados; sin embargo,
se ha observado que esta flexibilización de la normativa vigente no ha sido un factor
determinante para el crecimiento del financiamiento agrícola, prueba de que la naturaleza
de las barreras van mucho más allá del aspecto regulatorio.
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Para demostrar esta hipótesis, revisemos que dicen las informaciones financieras:
La cartera de crédito agrícola del Sistema Financiero aumentó de RD$4,992.6 millones en el
2006 a RD$17,836.5 millones al cierre del año 2011, registrando un incremento absoluto de
RD$12,846.2 millones, equivalente a una tasa de crecimiento acumulada de 257.3%. En
términos interanuales, los créditos destinados al sector mantuvieron una tendencia
creciente, aumentando a una tasa promedio de 29.0%, superior al crecimiento promedio
de la cartera total del sistema que resultó de 15.5%. En particular, se destaca el crecimiento
de 58.0% registrado en la cartera de crédito agrícola en el año 2010, que en términos
absolutos representa un aumento de RD$5,089.7 millones, de los cuales 60.4% fueron
destinados a los mayores deudores agrícolas y 39.6% a los menores deudores del sector. Esta
evolución se asocia a los efectos de las flexibilizaciones normativas otorgadas durante el
año 2009; no obstante, en el año 2011, el ritmo de crecimiento de dicha cartera descendió
a 28.7%, a pesar de que las flexibilizaciones permanecerán vigentes hasta el 2013.
Consistente con esta dinámica de crecimiento, la participación del crédito agrícola en la
cartera de crédito comercial total incrementó de 3.4% en el 2006 a 6.0% en el 2011; mientras
la importancia relativa del sector en el Producto Interno Bruto Real total disminuyó de 8.3% a
7.8%, como resultado de la desaceleración de su ritmo de crecimiento, que pasó de 8.6% a
6.9%, durante el periodo de referencia.
En términos del Producto Interno Bruto, la participación del crédito agrícola ha mantenido
una tendencia creciente, pasando de 0.4% en el 2006 a 0.8% en el 2011. Asimismo, con
relación al PIB agropecuario, el peso de la cartera de crédito agrícola aumentó de 6.4% a
14.4%, durante el periodo de referencia.
Consistente con la evolución de la cartera, la cantidad de préstamos agrícolas otorgados
por las entidades de intermediación financiera aumentó de 2,894 en el 2006 a 17,527 en el
año 2011, lo que refleja un crecimiento anual promedio de 43.4%, equivalente a 14,633
créditos adicionales, y representa el 3.6% de la cantidad de créditos comerciales y el 0.7%
del total del sistema.
Paralelamente, la cantidad de deudores agrícolas en el Sistema Financiero aumentó 2,024
en el año 2006 a 15,590 en el 2011, equivalente a un incremento anual promedio de 49.5%.
De los nuevos deudores, el 99.8% equivalente a 12,985 deudores son pequeños productores
agrícolas; mientras que el 0.2%, es decir, 32 son mayores deudores del sector.
A nivel de concentración, se observa que la participación de los menores deudores
comerciales agrícolas, es decir, aquellos con préstamos inferiores a los RD$15.0 millones,
disminuyó de 44.6% en el 2006 a 38.8% en el 2011; mientras que la concentración de créditos
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de los mayores deudores comerciales aumentó de 55.4% a 61.2%. Esto revela una mayor
canalización de créditos hacia los grandes productores agrícolas, cuya cartera aumentó a
una tasa anual promedio de 31.8% durante el periodo 2006-2011, en comparación con el
crecimiento promedio de 25.1% registrado en la cartera de préstamos destinados a los
pequeños productores del sector.
En valores absolutos, la cartera de préstamos de los mayores deudores agrícolas aumentó
de RD$2,764.2 millones en 2006 a RD$10,999.3 millones en el 2011, que representa un
crecimiento acumulado de RD$8,235.1 millones, equivalente a 297.9%. Asimismo, la cartera
de los menores deudores del sector incrementó de RD$2,228.5 a RD$6,837.2 millones, es
decir, en 206.8%, equivalente a una variación absoluta de RD$4,608.8 millones, durante el
periodo de referencia.
Con relación a las tasas de interés, en enero del año 2012, la tasa de interés promedio de
los créditos agrícolas ascendió a 16.30%, nivel inferior en 5.01 puntos porcentuales a la tasa
promedio del Sistema Financiero (21.32%) y menor en 2.25 puntos porcentuales a la tasa de
referencia al cierre del año 2006 (18.55%). A nivel geográfico, el análisis de las informaciones
muestra que las tasas de interés tienden a ser más altas en las zonas rurales, lo que limita el
financiamiento de los pequeños productores rurales. En particular, se observó que, en enero
de 2012, las tasas de interés para créditos comerciales en la región Metropolitana ascendió
a 20.74%; mientras que en las regiones más deprimidas como la Sur y Este alcanzaron 24.80%
y 26.14%, respectivamente.
En este sentido, se observó que al cierre de enero de 2012, el 45,2% de los créditos agrícolas,
equivalentes a RD$8,183.2 millones se concentran en la región Metropolitana; el 48.3% que
representa RD$8,742.5 millones en la Norte; 4.8%, equivalente a RD$864.0 millones en la Sur; y
1.7%, es decir, RD$301.7 millones se concentran en la región Este.
En lo referente a la calidad de la cartera de crédito agrícola, el análisis de las informaciones
muestra que la morosidad del sector disminuyó de 5.0% en el 2006 a 2.3% en el 2011,
consistente con la evolución del indicador para el Sistema Financiero que pasó de 4.9% a
2.9%, durante igual periodo. No obstante, en enero de 2012, el índice de morosidad de los
préstamos agrícolas aumentó a 5.4%, variación que se explica por el incremento de
RD$439.0 millones, equivalente a 107.3% en la cartera vencida del sector, así como por la
disminución de RD$2,615.3 millones, es decir, 15.0% registrada en el monto de la cartera de
crédito agrícola vigente, variación que se asocia a factores estacionales del ciclo crediticio.
No obstante, las entidades de intermediación financiera mantienen niveles de provisiones
suficientes para cubrir en su totalidad la cartera de crédito vencida, por lo el deterioro de la
cartera del sector no representa riesgos para el Sistema Financiero.
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A nivel de la clasificación de riesgo de la cartera de crédito agrícola, se han observado
mejoras significativas. En el año 2006, el 14.8% de los créditos agrícolas estaban clasificados
en “A”, en tanto que al cierre del 2011, dicho porcentaje ascendió a 33.6%; el porcentaje
de préstamos clasificados “B” aumentó de 6.7% a 22.7%. Asimismo, la proporción de créditos
en la categoría “C” disminuyó de 41.0% a 9.2%; en tanto que para las categorías “D” y “E”,
el porcentaje de créditos se ha mantenido relativamente estable, pasando de 26.8% a
25.2% y de 10.7% a 9.3%, respectivamente.
Por tipo de deudor, el análisis revela que al cierre del año 2011, el 71.7% de los créditos de los
mayores deudores agrícolas están clasificados en “A”; 5.4% en “B”; 6.3% en “C”; 12.7% en
“D”; y 3.8% en “E”. En contraste, para los menores deudores agrícolas, el 9.9% de los
préstamos corresponden a la categoría “A”; 33.4% en “B”; 11.0% en “C”; 32.9% en “D”; y
12.7% en “E”. Esto explica el hecho de que las entidades de intermediación financiera
concentren el crédito en grandes empresarios agrícolas, quienes generalmente disponen
de ingresos suficientes para utilizar sus servicios, tienen mayor capacidad de aumentar la
productividad y realizar inversiones de capital.
En síntesis, el análisis de las informaciones financieras muestra que la cartera de crédito
agrícola ha mantenido una tendencia positiva; los deudores del sector han tenido una
buena calificación de riesgo y niveles adecuados de cumplimiento de sus contratos, lo que
se refleja en indicadores de calidad de cartera relativamente bajos.
Vistas estas informaciones, entonces nos preguntamos: ¿Por qué las entidades de
intermediación financiera no movilizan más recursos hacia las empresas que componen
dicho sector?
Cómo ustedes comprenderán, ya que no es un secreto a este escenario, el acceso a
fuentes de financiamiento formal para los productores agrícolas está limitado por los riesgos
inherentes a esta actividad. Entre los principales factores que inciden como limitantes se
destacan: la percepción de riesgo por parte de los intermediarios financieros, la alta
vulnerabilidad del sector frente a eventos climatológicos, falta de títulos de propiedad, la
tendencia a la informalidad de la cadena de comercialización de los productos, los altos
costos de transacción, precarios niveles de manejo tecnológico que afectan la
productividad, falta de historial crediticio debido al escaso crédito formal, la ausencia de
garantías de fácil recuperación. Asimismo, predominan las asimetrías de información que
derivan en problemas de selección adversa y riesgo moral, éste resultado de algunas
intervenciones públicas mal encaminadas (como condonaciones de deuda) que inducen
el deterioro del nivel de cumplimiento de los prestatarios y tienden a beneficiar a los
productores menos vulnerables.
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En definitiva, el sector agrícola enfrenta importantes retos, que constituyen oportunidades
de mejora y deben ser abordados desde una perspectiva de Estado a partir del diseño de
políticas públicas que beneficien al sector, sin perjudicar bajo ningún concepto la solvencia
y estabilidad del Sistema Financiero.
En este sentido, se han adoptados diversas medidas. Desde nuestra posición como miembro
de la Autoridad Monetaria y Financiera, la Superintendencia de Bancos ha elaborado un
Reglamento especializado para Operaciones de Microcrédito, que representa un
mecanismo para superar las barreras de acceso al crédito de las micro y pequeñas
empresas y ampliar la cobertura de los productores agropecuarios que no tienen acceso a
financiamientos formales. En la propuesta de Reglamento se incorpora la definición de
crédito grupal y se reconoce, como sujeto de crédito, la “Empresa de Hecho”, aún cuando
no necesariamente cuente con documentaciones o registros formales que respalden los
ingresos y capacidad de pago del deudor, ni con garantías reales registradas. Asimismo, se
establece un sistema de calificación de los créditos inferiores a RD$100,000.00 otorgados a
dichas empresas, basado en el historial de pago tanto en el Sistema Financiero como en
empresas comerciales, que toma en consideración el concepto de garantías válidas para
fines de disminución del riesgo asumido. También establece la validez de las garantías
hipotecarias, mancomunadas o solidarias y prendarias con o sin registros, reduciendo de
manera significativa los costos de transacción del crédito a los microempresarios.
El Gobierno del Presidente Leonel Fernández está comprometido con el Sector
Agropecuario Dominicano y muestra de esto son las diferentes medidas que ha adoptado la
Autoridad Monetaria y Financiera desde el año 2009, con el objetivo de acelerar el proceso
de reducción de las tasas de interés y agilizar la canalización de recursos hacia los sectores
productivos nacionales para estimular el crecimiento económico. En este sentido, se
destacan la Segunda Resolución de la Junta Monetaria (J. M.) de fecha 12 de febrero de
2009, Segunda Resolución del 5 de marzo de 2009 y Séptima Resolución del 13 de agosto de
2009, que autorizan al Banco Central a considerar para fines de cobertura del encaje legal
en moneda nacional, los nuevos préstamos que otorguen las entidades de intermediación
financiera al sector agropecuario, en procura de estimular la canalización de recursos hacia
dicho sector, debido a su importancia para garantizar la seguridad alimentaria de la
población y dinamizar las actividades económicas en las zonas rurales del país.
Conjuntamente, se han revisado diversos aspectos del Reglamento de Evaluación de
Activos (REA), a partir de los cuales, la Superintendencia de Bancos, en marzo de 2009,
tomó una serie de medidas para facilitar el flujo de crédito en la economía, que
permanecerán vigentes hasta el 30 de junio de 2013. Entre éstas se destacan: (1) la no
consideración del análisis de flujo de efectivo como el aspecto central de la clasificación
del deudor, tomando el historial de pago como un factor que pudiera mejorar la
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clasificación de riesgo deudor; (2) el ajuste al valor de mercado de la garantía constituida
por warrants de inventarios hasta un 10% de descuento, admitiéndose como garantía hasta
el 90% de dicho valor, en lugar del 80% del valor que establecía el REA originalmente; (3) el
otorgamiento de un tratamiento similar al aplicado a las garantías correspondientes a
Industria de Uso Múltiple en el caso de garantías constituidas por industria de uso único; y (4)
permitir a las entidades de intermediación financiera la modificación de los términos y
condiciones de pago de sus créditos hipotecarios, de consumo, a la microempresa y
menores deudores comerciales, sin considerarlas reestructuraciones y sin que exista el
requerimiento de las provisiones adicionales que requiere el REA, siempre y cuando dichas
modificaciones se realicen a un número significativo de los créditos y que los deudores no
hayan presentado deterioro en su comportamiento de pago, en la evaluación de activos y
contingentes efectuada al 30 de junio del 2011.
La Superintendencia de Bancos está convencida de que existen otros mecanismos que
deben ser implementados, desde la óptica de las políticas públicas para fomentar el
financiamiento y desarrollo del sector agrícola, tales como establecer medidas sectoriales
que buscan influir en el direccionamiento de crédito a la agricultura y en la institucionalidad
pública, capitalizando y/o reforzando a las instituciones financieras de desarrollo; promover
el ahorro de los agricultores dentro del Banco Agrícola como una medida de fondeo del
mismo, lo que representa un beneficio directo para el sector. Adicionalmente, el país debe
abocarse a la creación de fondos fiduciarios y garantías recíprocas, que han permitido en
otros países combinar tierras de diferentes propietarios, asociándose en los llamados “pools
de siembra”.
Con el objetivo de plantear algunas de las posibles soluciones al financiamiento del Sector
Agropecuario, pasemos revista a algunas de las iniciativas implementadas por los países de
la región para romper las barreras:
Buscando evitar el riesgo de hace que la disponibilidad de mayor liquidez no se transforme
en crédito agrícola, ya sea para la producción, comercialización y/o exportaciones, varios
países están canalizando líneas de crédito, especialmente a través de sus Instituciones
financieras de Desarrollo (IFD), que en la República Dominicana serían el equivalente a
entidades que se dedican a las microfinanzas, tales como Banco Ademi, Banco Adopem,
PYME BHD y Banco Micro en el sector regulado. Estás líneas de crédito generalmente forman
parte de planes o programas que se complementan con servicios no financieros (suministro
de insumos, asesoría técnica, apoyos a la comercialización) en los que intervienen además
del Sistema Financiero, los Ministerios de Agricultura y/o instituciones de desarrollo rural.
Ejemplos de esto son: el Plan de 16 Financiamiento Productivo en Bolivia; Reactivación de
cultivos de granos básicos en Costa Rica; Apoyo a pequeños productores en Cajas Rurales
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en Honduras; Programa Estratégico para el Desarrollo Rural en la Región Sur-Sureste en
México; y el Fondo de Desarrollo Agrario Socialista (FONDAS) en Venezuela.
Con el objetivo de aumentar la capacidad de pago de los productores en el corto plazo y
reducir riesgos por el aumento en la morosidad en carteras de crédito agrícola, varios países
están tomando también medidas para reducir el nivel de endeudamiento de los
productores agrícolas. Es así como, por ejemplo, Brasil ha extendido su programa de
refinanciamiento de deudas agrícolas, que a mayo del 2008 cubría el 85% de la deuda
agrícola acumulada; se ha ampliado también el denominado “Rescate Financiero de
agricultores” en el Perú; y se han otorgado certificados de condonación de deudas en
Venezuela.
Otra de las medidas que están tomando algunos países es la de reducir los riesgos agrícolas
mediante la ampliación de la cobertura de diversos instrumentos de garantías públicas y de
seguros, tanto para las instituciones financieras privadas como públicas. Por ejemplo, Chile y
Brasil han aumentado el patrimonio y la cobertura de sus Fondos de Garantía para créditos
agrícolas y a la exportación; en el primero de esos países se está previendo incluso extender
esas garantías a distribuidores de insumos y a la agroindustria. En Costa Rica se han
extendido las coberturas tanto de sus garantías como de seguro agrícola público.
Finalmente, aunque con un carácter mucho más limitado, algunos países están tomando
medidas que buscan reducir en el corto plazo los costos de transacción del crédito
agrícola, brindando por ejemplo líneas de crédito con bajas tasas de interés para cubrir
costos de transporte en la comercialización, como en el caso de la leche en Brasil, o
extendiendo bonos para cubrir parcialmente costos de administración de cartera crediticia
de instituciones financieras que le presten a la agricultura, como se ha hecho en Argentina.
En conclusión, en la República Dominicana es largo el camino por recorrer para solucionar
las barreras de acceso al financiamiento que no son de índoles normativos que enfrentan
los productores agrícolas. Un buen punto de partida sería la creación de Fondos de
Garantía Pública, mediante los cuales es posible transferir los riesgos derivados de la
actividad agropecuaria al Estado, minimizando los riesgos asumidos por las Entidades de
Intermediación Financiera y democratizando el crédito a dicho sector.
Muchas Gracias