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U"B CRITICA DE lA CO liD RA ,tt., ti. CRíTICA DE lA V1~;;~"',:,:,::::;::'o= Con José Agustín y con ot..os FeJt"Jt"ánGallego Cuando se produjo la muerte de José Agustín Goytisolo, consideré oportuno, en mi calidad de responsa- ble de formación y cultura del PSUC- Viu, hacer un acto con los jóvenes comunistas. Un acto que no sólo se refiriera a la figura de Goytisolo, a su obra, a su compromiso estético y moral, sino que permitiera establecer un contacto colectivo con una serie de poetas que fueron importantes para nosotros, los mayores, y que tal vez lo sean también para los más jóvenes. Es decir, se trataba de realizar un homenaje en el mejor de los sentidos que pueda aún tener el término, si es que es posible quería palabra home- naje disponga aún de algún sentido positivo, después de que por ella se haya entendido la procacidad exhibí- cionista de lisonjas y elogios siempre a los desaparecidos, que contrastan con el peso del silencio que rodeó su existencia. 0, tal vez, lo que más molesta, lo que más molestaría a quienes sufren el homenaje póstumo, sean las bendiciones otorgadas desde unas atalayas de poder literario que los ausentes homenajeados solían despreciar. Yo creo que aquí vamos a hacer algo menos pretencioso. Y, por consiguiente, más auténtico. Más sen- cillo, si por sencillez se entiende la ] nO 180. vol.1.1999 simple lealtad del lector a su propia experiencia. Antes de seguir, quiero señalar algo que me parece obvio, pero que tal vez convenga aclarar ahora mismo. No realizamos un acto oportu- nista. Ni podemos ni queremos come- ter la bajeza moral y la estupidez esté- tica de apropiarnos de unos autores. pero nos complace delatar una apro- piación previa. Dar fe, buena fe, de hasta qué punto sus palabras forman parte de nuestra peripecia personal. Hay poemas que siempre se vin- culan a un momento, no forzosamen- te al instante en que los conocimos, sino a aquél en que tuvieron la capa- cidad de conmovernos porque algo sucedía al mismo tiempo, su palabra repercutía sobre una escena que sigue reiterándose con ella. Os pon- dré dos ejemplos. Cuando escucho "Explico algunas cosas", el poema de Neruda publicado en España en el corazón, siempre asocio los últimos versos con un acto que los estudian- tes de Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona organizamos en noviembre de 1971, para celebrar la concesión del Premio Nobel al poeta y combatiente chileno. Nunca he podido escuchar aquella senten- cia repetida, "Venid a ver la sangre

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Page 1: Con José Agustín y con ot. · Ferrán Gallego 80 por las calles", sin recordar al estu-diante de literatura que nos la gritó, justo dos años antes de que las calles de Santiago

U"BCRITICA DE lA CO liD RA ,tt.,ti. CRíTICA DElA V1~;;~"',:,:,::::;::'o=

Con José Agustín ycon ot..os

FeJt"Jt"ánGallego

Cuando se produjo la muerte deJosé Agustín Goytisolo, consideréoportuno, en mi calidad de responsa-ble de formación y cultura del PSUC-Viu, hacer un acto con los jóvenescomunistas. Un acto que no sólo serefiriera a la figura de Goytisolo, a suobra, a su compromiso estético ymoral, sino que permitiera establecerun contacto colectivo con una serie depoetas que fueron importantes paranosotros, los mayores, y que tal vez losean también para los más jóvenes.

Es decir, se trataba de realizar unhomenaje en el mejor de los sentidosque pueda aún tener el término, si esque es posible quería palabra home-naje disponga aún de algún sentidopositivo, después de que por ella sehaya entendido la procacidad exhibí-cionista de lisonjas y elogios siemprea los desaparecidos, que contrastancon el peso del silencio que rodeó suexistencia. 0, tal vez, lo que másmolesta, lo que más molestaría aquienes sufren el homenaje póstumo,sean las bendiciones otorgadas desdeunas atalayas de poder literario quelos ausentes homenajeados solíandespreciar. Yo creo que aquí vamos ahacer algo menos pretencioso. Y, porconsiguiente, más auténtico. Más sen-cillo, si por sencillez se entiende la

]

nO 180. vol.1.1999

simple lealtad del lector a su propiaexperiencia.

Antes de seguir, quiero señalaralgo que me parece obvio, pero quetal vez convenga aclarar ahoramismo. No realizamos un acto oportu-nista. Ni podemos ni queremos come-ter la bajeza moral y la estupidez esté-tica de apropiarnos de unos autores.pero nos complace delatar una apro-piación previa. Dar fe, buena fe, dehasta qué punto sus palabras formanparte de nuestra peripecia personal.

Hay poemas que siempre se vin-culan a un momento, no forzosamen-te al instante en que los conocimos,sino a aquél en que tuvieron la capa-cidad de conmovernos porque algosucedía al mismo tiempo, su palabrarepercutía sobre una escena quesigue reiterándose con ella. Os pon-dré dos ejemplos. Cuando escucho"Explico algunas cosas", el poema deNeruda publicado en España en elcorazón, siempre asocio los últimosversos con un acto que los estudian-tes de Letras de la UniversidadAutónoma de Barcelona organizamosen noviembre de 1971, para celebrarla concesión del Premio Nobel alpoeta y combatiente chileno. Nuncahe podido escuchar aquella senten-cia repetida, "Venid a ver la sangre

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por las calles", sin recordar al estu-diante de literatura que nos la gritó,justo dos años antes de que lascalles de Santiago fueran las que sellenaran de sangre. De igual manera,hay un poema que asocio a unaexperiencia privada, pero de igualimportancia en mi educación senti-mental. Era una de esas tardes dedomingo sin prisas, de domingo deamor en casa ajena, con el cuartosofocado por la penumbra, una luzescasa que llegaba desde el salón.Hasta nosotros dos se acercaba lavoz de Paco Ibáñez, arrastrandoo elnombre de una chica misteriosa lla-mada Julia, una mujer sin rostro, unapura palabra -que me fascinó por susonido, seguramente porque mi cuer-po estaba indefenso, receptivo; por-que después de hacer el amor la vidasiempre parece recién hecha, te con-vierte en algo necesario.

Las dos experiencias son comple-mentarias. La palabra movilizadora deNeruda, deslizándose sobre unaasamblea de estudiantes; la palabraresistente de Goytisolo anotándose enel margen del mejor de los actos com-partidos, celebrando con nosotros laalegría incansable de existir. No setrataba de. una poesía de combate yde una poesía para la intimidad, sinode dos formas de viajar al centro de lavida.

Ya véis que, para los mayores, lasconmemoraciones tienen el gustoalgo amargo y solemne de los aniver-sarios, del paso del tiempo, como unade esas resacas con sabor a pérdida.Es algo, inevitable. Porque algunosvamos a tener que recordar las urgen-cias de un tiempo y de una edad queya no nos pertenece, o a los que ya nopertenecemos, no sé en qué terminasestán puestas las cosas. Aunqueactos como éste tengan la extraordi-

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U"BCon José AgutínUhiversitatAutonomadeBarcelona

Biblioteca d'Humarntats

naria ventaja de poder expresarlo aquienes tienen ahora la edad con quenosotros recibimos una cierta formade entender la literatura. Una cierta'forma de entender la vida.

Buena parte de la poesía que hoyvamos a -escuchar se ha llamado"poesía social". Y ha sido, es aún, unapoesía denostada. Progresivas gene-raciones de autores, a veces inclusoquienes habían escrito poemas"sociales" -Y. no de los mejores-, sededicaron a rechazar esta poesía, adeformar su aliento, a teorizar suescasa calidad, creyendo que sólo sehabía justificado por las necesidadesde una cultura panfletaria, poco exi-gente con los mecanismos de la cons-trucción poética y demasiado proclivea sacrificar su rigor formal en los alta-res impíos de la demagogia.

Nunca he creído que fuera así. Elcompromiso del intelectual con elmundo que le rodea -o con las ganasde cambiarlo- viene de muy antiguo.La obra de Dickens, o la de Zola, o lasdescripciones que hace Flaubert de larevolución de 1848 en su portentosaEducación sentimental no sufrenmenoscabo estético al compararsecon cierta noveía de folletín amoroso.De la misma forma que la poesíadirectamente polltica nunca se justifi-ca por ella misma. Sólo hace faltarecordar los versos de José MaríaPemán en su deleznable Poema de labestia y el ángel y compararlos con lopeor que hayan escrito MiguelHernández o Rafael Alberti paraentenderlo.

La obra literaria tiene siempre unvalor por sí mismo. ¿Por qué, enton-ces, debe suponerse que la poesíallamada "social" o "industrial", como lallamó José Hierro refiriéndose algrupo de Barcelona de los cincuenta,tiene .que ser, precisamente por los

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Con José Agustín ...

temas que aborda, mala? ¿Digamosque "poco poética"?

Cuando se habla de poesía socialse está hablando de una poesía queexpresa, de formas muy diversas, laconciencia cotidiana de vivir. Vivir esconvivir y, por tanto, un hecho social.Comunicar un acto íntimo se convier-te también en un suceso colectivo,porque la literatura es, al mismo tiem-

.po, conocimiento y comunicación. Laspalabras nos sirven para organizarnuestra relación con la realidad, parapersonalizarla. Conocemos en lamedida en que nombramos. Pero, alnombrar en un idioma concreto, acep-tamos también un código de comuni-cación que 'permite convertir un actoindividual en una experiencia literariay, en función de eso, compartible.

Cuando los autores de esta "poe-sía social" se burlaron de otros -porejemplo, el propio Goytisolo en "Loscelestiales"-, lo hicieron desde el des-precio por la poesía cortesana, por losartilugios poco honestos ya no con lasociedad, sino con el acto literariomismo. Se reían de los congeladoresde la palabra, de los que la colocabanen los frigoríficos de los sonetos rena-centistas o de los que construían unartificio deliberadamente incomprensi-ble, para alejar aquella joya sin signifi-cado de las manos sucias de lainmensa mayoría.

La poesía social no tiene por quéser necesariamente triste. El descubri-miento de que uno vive también a tra-vés de los demás, de que uno es, a finde cuentas, el rastro que deja en losotros, puede tener una alegría deextraordinaria corpulencia, porqueindica la multiplicación de las posibili-dades individuales de ser feliz. '

Aunque, claro está, lo que expresaesta poesía es el malestar de unmundo en donde se podría ser feliz,

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81 Ferrán Gallego UniversitatAutonomadeBarcelonaBiblioteca d'Humanitats

pero donde la mayoría no lo es, o nolo es la mayor parte del escaso tiem-po que tenemos los humanos. Estapoesía expresa la molesta contradic-ción entre la belleza íntima de la viday la crueldad, el abandono, la humilla-ción en que la convierte quien organi-za la-sociedad. Por ello, la poesía esjubilosa en el descubrimiento de lavida, pero ácida con quienes la estro-pean, con quienes la envilecen, conquienes la ordenan de acuerdo conlos intereses de unos cuantos y deacuerdo con la opresión de los'rnás.

Esta poesía no es, por tanto, triste,sino insumisa. Y todo acto de insumi-sión implica una cierta carga de amar-gura, por los mismos motivos por losque exiqe lucidez. No es política, en elsentido de que aporte una alternativaprogramática de partido, sino social,humanista. Sus autores fueron, aveces, militantes de carnet, perosiempre prefirieron asumir el papel -con una curiosa mezcla de resigna-ción y de entusiasmo- de compañerosde viaje, expresión que llegó a servir-le de título a Gil de Biedma para unode sus libros. Ellos se limitaron a con-tar ciertas evidencias, cuando lo"correcto" era silenciarlas, disfrazarlasbajo los sarpullidos retóricos del régi-men. y ese sentido común, o su con-traste con el grotesco maquillaje delfranquismo, los convirtió en enemigosdel sistema. Más tarde, los dejó enuna perpetua insatisfacción por lossueños incumplidos, por las ilusionesmaltratadas. Y siguieron explicando loque les ocurría, aunque el públicofuera raleando, y la espesura deaquella fronda de antifranquistas fueraperdiendo densidad con el paso deltiempo, aunque el tiempo no sea elresponsable.

La poesía social es, además, unapoesía que expresa la intimidad.

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Ferrán Gallego

Siempre me ha sorprendido la capaci-dad' de los críticos para distinguirentre poesía social y poesía íntima.Porque lo que se expresa, lo que secomunica, es siempre una intimidad:es decir, la forma personal, pero eneste caso, transferible, de vivir. Ysolamente vivimos las cosas de unoen uno. A veces, con mucha suerte yextraordinaria comprensión, de dos endos. Luis Cernuda, maestro de lageneración de los cincuenta, escribióLos placeres prohibidos en un tono yun momento que puede hacerse para-lelo a El poeta en la calle de Alberti, aViento del pueblo, de Hernández, aEspaña en el corazón, de Neruda, aEspaña, aparta de mí este cáliz, deVallejo. ¿O e~ que la protesta deCernuda por el insulto y la margina-ción del amor homosexual, por sudegradación en labios del machismoestrecho, es menos social y menosrebelde que todo aquello que pudie-ran cantar estos reconocidos autoresde la "poesía social" durante la guerracivil?

En fin, ahora estamos aquí, entreamigos, entre camaradas, entre com-pañeros de viaje, para pasar un buenrato leyendo poesía. Para eso sirve, afin de cuentas. Para sufrirla y para dis-frutarla, porque el' contacto con labelleza implica siempre una cierta'desazón, una impresión de no captar-lo todo, de que algo se nos escapa.Como el deseo, la belleza nos sugierela posesión, pero nos concede sólouna parte de su territorio. Pero sobretodo, para disfrutarla. Porque eso pre-tend ían los autores: construir algohermoso, que nos alcanzara, que nosobligara a refrenar el paso y a meditar.Lo que deseaban, desde luego, eraalgo más -o algo menos, según semire-: que nos gustara, que nos dieraplacer, que nos salpicara con alguna

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Biblioteca d'Hurnanitats

parte de la experiencia que les exigiósu escritura.

y para disfrutarla en compañía.Aún estamos aquellos que venimosdesde otra generación, y que escu-chamos por primera vez los poemasde Otero, de Celaya, de Goytisolo,pero también de Góngora, deQuevedo, del Arcipreste de Hita, en laaspereza indignada y tierna de PacoIbáñez. Paco Ibáñez fue importanteporque nos permitió llegar con mayorfacilidad no 'sólo a la lectura individual,sino a la audición colectiva. Pudimoscantarla juntos, en aquellos añostriunfales, cargados de madrugonesfríos de pintadas y octavillas, deasambleas que nos multiplicaban enmultitudes de jóvenes airados, demanifestaciones que nos permitían

.pisar el asfalto con el aire impune delos seres libres, con el viento resta-llando en las pancartas y Ias grandesconsignas repercutiendo en el aire.Durante la larga noche a través delfranquismo, cuando hacíamos todosjuntos la cuenta atrás de lo que le que-daba al dictador y a su régimen paraser sólo historia, para ser el peor ladode nuestra propia memoria. Cuandoaullábamos el famoso A galopar, perotambién cuando. entonábamos lasestremecedoras Palabras para Julia,demostrando ese equilibrio entre elgrito de guerra y el grito de intimidadque posee la verdadera poesía, seacual sea el apellido que quiera dárse-le.

La época de nosotros, los deentonces, la época de los que ya nosomos los mismos, estuvo atestadade una indignación por el mundo quenos había tocado y de las esperanzapor las claras posibilidades de cam-biarlo. Nuestra alegría de vivir se veri-ficaba a través de nuestra impresiónde que la revolución era no sólo nece-

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saria, sino también posible. iPero sitodo el mundo lo decía! Nos lo decíannuestros compañeros de clase, anti-guos radicales convertidos en funcio-narios enmoquetados. Nos lo decíanen los aquelarres revoluciorrarios losiracundos agitadores del cóctelMolotov, que ahora sólo agitan la acei-tuna aterida de las recepciones. Noslo decían los vociferantes del Yankis,go home, que ahora babean ante elvuelo radiante de los misiles de la

. OTAN.y ahora, nos hemos quedado a

solas, extrañados, estancados ennuestra insana fidelidad a las ideas denuestra juventud. No porque no acep-temos envejecer, como nos dicen consorna los amigos instalados en lospasillos del poder, sino porque no cre-emos que se envejezca mejor escu-piendo sobre algo tan precioso y tanprecario como la lealtad a nuestroscimientos, a nuestro afecto profundopor la especie humana y a nuestrorencor intransigente contra quienescausan su desdicha.

Pero están aquí los jóvenes, tam-bién. Y nuestra presencia mutua can-cela el esfuerzo de separar esa conti-nuidad entre dos generaciones, deromper una tradición, de separarnosen dos esferas de tiempo que hablenlenguajes distintos, incomprensibles.Estamos todos juntos, en estos pési-mos tiempos para la lírica, demostran-do el poder de las palabras, su victo-ria sobre la muerte concreta de loshombres y de las mujeres. Las pala-bras nos convocan a los jóvenes y alos mayores. No porque los de unaedad más abundante les cedamostestigo alguno, sino porque la magiade la palabra. viva nos permite com-partir el mismo tiempo, el mismoespacio sentimental.

No venimos a hablar de Goytisolo,

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sino a leerlo. No venimos a mitificarlo,sino a gustar su poesía. Con la deotros, cuya materia mortal ya no estáentre nosotros, pero que nos van aacompañar siempre con la eficacia desu voz. Venimos a indicar que lamuerte siempre fracasa. Porque,como lo decía otra escritora "social",Wislawa Szymborska

No existe vidaque, aun por un instante,no sea inmortal.

La muertesiempre /lega con ese instantede retraso.En vano golpea con la aldabaen la puerta invisible.Lo ya vividono' se lo puede /levar.

Junto a Goytisolo, traemos a suscompañeros de ese vagabundeoemotivo por la España del franquismoy el postfranquismo. A Jaime Gil deBiedma, muerto a manos de unaenfermedad que, para mucha gentede orden, contiene el improperiomoral, el signo de Caín sobre la fren-te. A Gabriel Celaya, al que una admi-nistración regida por tantos ex-jóve-nes cantores de su poesía dejó moriren la indigencia. A Bias de Otero, dequien aún se dice que era un malpoeta, un cantor de circunstancias.

Cada uno de nosotros sabe lo quesintió al escuchar por vez primeraPalabras para Julia. O cómo recons-truyó su propia peripecia sentimentalen Pandémica y celeste, de Gil deBiedma, que creo que es uno de losmás bellos poemas de amor escritosen la posguerra.

Detrás de cada poema está elhombre o la mujer que escribe. Y estáel hombre y la mujer que lee. Es como

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Ferrán Gallego

una experiencia de amor" con sujuego de seducción previa, con suapetencia profunda,con su penetra-.ción y con la impaciencia constantedel recuerdo.

Pero lo importante es el poema.Como decía el propio Goytisolo:

Prefiero que recuerden algu-nos de mis versos

-y que olviden mi nombre. Lospoemas son mi orgullo.

LUIS CERNUDA

No decía palabrasacercaba tan solo un cuerpo interro-gante ,porque ignoraba que el deseo es unapreguntacuya respuesta no existe,una hoja cuya rama no existe,un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre loshuesos,remonta por las venashasta abrirs.e en la piel,surtidores de sueñohechos carne en interrogación vueltaa las nubes.

Un roce al paso,una mirada fugaz entre las sombrasbastan para que el cuerpo se abra endos,ávido de recibir en sí mismootro cuerpo que sueñe,mitad y mitad, sueño y sueño, carney carne,iguales en figura, iguales en amor,iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza.Porque el deseo es una preguntacuya respuestanadie sabe.

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GABRIEL CELAYAenpe

Igricamévageex

Esta fuerza extraña_viva, enmarañada,esta entraña a gritos que llamamosEspañaestá en mí, no la pienso,no puedo pensarla según la teoríacon que quieren castrarlalos que en nombre de un pasadodicen: .Gloria, punto y raya.

Icevi!mmtep(c(

héalnl

Esta fuerza real que llamamosEspaña,rabiosa, suficiente,no es gótico-galaico-Ieonesa-romana,ni es árabe, ni griega, ni austriaco-castellana.Es ibera, terrible; sagradamentearcaica,mi meterte y mi magia.

¡(pirry

Yo no puedo pensarla.Yo no puedo decir si España esbuena o mala,si es triste o violenta, si es hermosa asi mata.

y,du'y

etéqle

Yo no puedo juzgarlaporque yo soy en ella y ella en mí, _trascendiendo,y así a fondo me sumo fieramenteexistiendo.

Porque soy, porque soytierra roja y cargada sustancia mile--naria,dulce aceite espesado,'seco esparto, sal pura, ríos con largahistoria, 'cuerpo ibero con venas de metaleshirientesque fulgen golpeando.

montañas decididas

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Con José Agustín ...

en lo llano absoluto de un planetapensantegritos por fin absueltos, '.

I cara a un cielo que todo lo refleja sinmancha,voluntades paradas,gestas que, no la tinta, te geologíaexalta,

Icostas rotas que muerden con" amorviolento,. .-muriendo de su muerte, los maresmás lejanos,terrones trabajadospor muertos anteriores a la historia

.contada,hazañas de una entraña que aún noagotó sus formas,nutre mi carne patria.

¡Que no vengan a decirme que es unproblemami España,!Yo la tengo sin pensarlay, adorando o maldiciendo, soydesde dentroun "¿qué pasa?"y este físico misteriocomo un cuerpo de amor, me tiene

. tantoque yo mismo no distingo si es quelo adoro o ataco.

Fiera amante, madre amarga,te maldigo, me deshago, te violo,canto claro,y esta rabia que te gritoes la rabia con que 'tretc de dar a luzlo más míoy es mi manera de amartey es mi manera de hablarte sin per-donarmea mí mismo.

España ciega, mi Españaseca, hermose, exasperante,ancha España que en vano cabalgo,

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85 Ferrán Gallego Universitat Autónoma de BarcelonaBiblioteca d'Humanitats

nunca abarcoEspaña que en mí latesy más y más te afirmas cuanto máste combato,y eres yo sin ser mía, no consciente,de carne.

.Como me tienes, te tengo,como te tengo, me tienes, y pocoimportaqué piensopues en ti vivo y respiro.Tú eres mi aire y mi tierra, tú, micuerpoy mi elemento,y al maldecirte, maldigode mí mismo porque pienso que aún-

I

no\

cumptílo que debo.

BLAS DE OTERO

Definitivamente cantaré para el hom-bre.Algún día -después- alguna .nocne,me oirán. Hoy van -vemos- sinrumbo, I

sordos de sed, famélicos de oscuro.

Yo os traigo un alba, hermanos .Surto un agua,eterna no, parada ante la casa.Salid a ver, Venid, bebed. Dejadmeque os unja de agua y luz, bajo lacarne.

De golpe, han muerto veintitrés millo-nesde cuerpos. Sobre Dios saltan degolpe-sorda, sola trinchera de la muerte-con el alma, en la mano, entre losdientes

el ansia. Sin saber por qué mataban:muerte son. Sólo muerte. Entre alam-bradas

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Ferrán Gallego

de infinito, sin sangre. Son hermanosnuestros. i Vengadlos sin piedad, ven-gadlos!

Solo está el hombre. ¿Es todo lo queos hacegemir? Oh, si supiéseis que es bas-tante.Si supiéseis bastaros, ensamblaros.Si supiérais ser hombres, sólo huma-nos.

¿Os da miedo, verdad? Sé que esmás cómodoesperar que Otro -¿quien?- cualquie-ra. Otro,os ayude a ser. Soy. Luego es bas-tanteser, si procuro ser quien soy. iQuiénsabe

si hay más! En cambio, hay menos:sois sentinasde hipocresía. iOh, sed, salid al día!No sigáis siendo bestias disfrazadasde ansia de Dios. Con ser hombresos basta.

JAIME GIL DE BIEDMA

Pandémica y celeste

Imagínate ahora que tú y yomuy tarde ya en la nochehablemos de hombre a hombre, final-mente.Imagínateloen una de esas noches memorablesde rara comunión, con la botella

.medio vacía, los ceniceros sucios, .y después de agotado el tema de lavida.Que te vaya enseñar un corazón,un corazón infieldesnudo de cintura para abajo,hipócrita lector, mon semblable, mon{rere.

86 Con José AgutíOffiversitat Autónoma de BarcelonaBiblioteca d'Hurnanitats

y por eso me alegro de habermerevolcadosobre la arena gruesa, los dos mediovestidos,mientras buscaba ese tendón delhombro.Me conmueve el recuerdo de tantasocasiones ...Aquella carretera de montañay los bien empleados abrazos furtivosy el instante indefenso, de pie, tras elfrenazo,pegados a la tapia, cegados por lasluces.O aquel atardecer cerca del ríodesnudos y riéndonos, de yedracoronados.

(

I ti ,

Porque no es la impaciencia del bus-cador de orgasmoquien me tira del cuerpo hacia otroscuerposa ser posible jóvenes:yo persigo también el dulce amor, .el tierno amor para dormir alIadoy que alegre mi cama al despertarse,cercano como un pájaro.i Si yo no puedo desnudarme nunca,si jamás he.podkio entrar en unosbrazossin sentir, aunque sea nada más queun momento,igual deslumbramiento que a losveinte afias!

Para saber de amor, para aprenderle,haber estado solo es necesario.Yes necesario en cuatrocientasnoches-con cuatrocientos cuerpos dlteren-tes-haber hecho el amor. Que sus miste-rios,como dijo el poeta, son del alma,pero un cuerpo es el libro, ~n que seleen.

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Con José Agustín ...

o aquel portal en Roma -en via delBabuino.y recuerdos de caras y ciudadesapenas conocidas, de cuerpos entre-vistos,de escaleras sin luz, de camarotes,de bares, de pasajes desiertos, deprostíbulos,y de infinitas casetas de baños,

.de fosos de un castillo.Recuerdo de vosotras, sobre todo,oh noches en hoteles de una' noche,definitivas noches en pensiones sór-didas,en cuartos recién fríos,noches que devolvéis a vuestroshuéspedesun olvidado sabor a sí mismos!La historia en cuerpo y alma, comounaimagen rotade la langueur goutée El ce mal d'éiretieux.

Aunque sepa que nada me valdríantrabajos de amor dispersosi no existiese el verdadero amor.Mi amor,íntegra imagen de mi vida,sol de las noches mismas que lérobo.

Sujuventud, la mía,-música de mi fondo-sonríe aún en la imprecisa graciade cada cuerpo joven,en cada encuentro anónimo,iluminándolo. Dándole un alma.y no hay muslos hermososque no me hagan pensar en sus her-mosos musloscuando nos conocimos, antes de ir ala cama.

Ni pasión de una noche de dormidaque pueda compararlacon la pasión que da el conocimiento,

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87 Ferrán Gallego Universitat Autónoma de BarcelonaBiblioteca d'Humanitats

los años de experienciade nuestro amor.

Porque en amor tambiénes importante el tiempo,y dulce, de algún modo,verificar cón mano melancólicasu perceptible paso por un cuerpo-mientras que basta un gesto familiaren los labios,o la ligera palpitación de un miembro,para hacerme sentir la maravillade eouette gracia antigua,.fugaz como un reflejo.

Sobre su piel borrosa,cuando pasen más años y al finalestemos,quiero aplastar los labios invocandola imagen de su cuerpo·y de todos los cuerpos que una vez

'amé.aunque fuera un instante, deshechospor el tiempo.Para pedir la fuerza de poder vivirsin belleza, sin fuerza y sin deseo,

.J mientras seguimos juntoshasta morir en paz, los dos,como dicen que mueren los que hanamado mucho.

·-JOSE AGUSTIN GOYTISOLO

Algo sucede

Amigos, ya lo véis pasan los añosy parece que ahorasigan las cosas como el primer día.

Nos hemos reunido ciertas vecesen extraños cafésen tu casa en la míahemos charlado largamenteredactado pasquines hasta el albadiscutido el problemay siempre nos decimos que estoacaba

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Ferrán Gallego

que no puede durary muchos hemos apostado cenas nosé dinero .a que antes de fin de año algo suce-dey siempre hemos perdido.

Así sin darnos cuentaentre reunión y papeleo oscuroentre miedo y registros y porfíahemos envejecido poco a pocopasando de la calle a 'Ia oficinadel calabozo al fútboly de la espera a la melancolía.

y sin embargo os digo que tenemosrazóny que vale la pena continuarporque algo está ocutiendoalgo ha cambiado en este espesoembiente:

88 Con José AgutÍ!J7niversitat Autónoma de BarcelonaBiblioteca d'Fíumanirars

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ellos están cansadostambién están cansadosgritan y cantan para no admitirlomas sus camisas mudan de colory duermen maly toman pastillitasponen dinero en Berna o en Manilay no saben que el peligroestá cerca muy cercano en Cuba ni en Angolasino en su casa en medio de sushijosen sus despachos y hasta en las igle-siasporque el mundo caminacon el paso implacable de hombrescomo vosotrosque creen en la vida y que por esomueven el mundo sin pegar un tiromientras sea posibleo bien pegándolo.

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